1.

Considero que mi vida era buena, estaba atravesando por un momento de bastante
felicidad porque pude iniciar un proyecto que mejoraba mi calidad de vida a nivel físico y
emocional. Disfrutaba mucho el tiempo que pasaba con mis amigos.
2. Me he convertido en una persona que se irrita con mucha facilidad y que tiene muy, muy
pocos momentos de felicidad (por no decir ninguno). He perdido el interés por muchas
cosas que antes me motivaban. Sin embargo, la pandemia también me permitió encontrar
o definir cuál es el camino que quiero seguir a nivel profesional.
3. Ahora soy una persona con pensamientos mucho más negativos frente al desenlace que
pueden tener muchas situaciones en mi vida. Soy una persona que piensa con mayor
frialdad y análisis.
4. Se han roto un número importante de vínculos que tenía con muchos de mis amigos y,
sobre todo, con mi familia. Aunque, pude crear algunos lazos que son mucho más fuertes
que algunos de los que perdí.
5. No pude continuar realizando algunas actividades que, de una u otra forma, me generan
calidad de vida. Esto es quizás lo más fuerte y destacable de lo sucedido como
consecuencia de la pandemia y, es algo que detonó la irritabilidad y el enojo que tengo
actualmente
6. Sí. Me ha obligado a buscar nuevas alternativas para lograr llevar una vida lo más cercana
posible a lo que tenía antes de la pandemia. Ahora debo reflexionar mucho más las
decisiones que quiero tomar buscando que se ajusten a mis objetivos de vida.
7. Ha cambiado. Ya no veo con mucha claridad que vaya a poder realizar o cumplir el objetivo
más grande que tengo en la vida. Seguramente a lo largo de vida deba realizar muchos
ajustes a las cosas que quiero, pienso y deseo. Esto como una forma de tener una vida
mucho más llevadera.
8. El dibujo muestra un antes y un después de mi vida como consecuencia de la pandemia.
En el lado izquierdo está el antes, donde se ve un panorama soleado en donde me veo
feliz. En el lado derecho está el después, donde hay un panorama osucro y lluvioso donde
se me puede ver enojado.