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Narraturgia José Sanchis
Narraturgia José Sanchis
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NARRATURGIA
DRAMATURGIA DE TEXTOS NARRATIVOS
SERIE TEORÍA y TÉCNICA
PASODEGATO
NARRATURGIA
DRAMATURGIA
DE TEXTOS NARRATIVOS
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CONSEJO ESTATAL
PARA LA CULTURA
Y LAS ARTES
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GOBIERNO DEL ESTADO DE HIDALGO
CONSEJO ESTATALPARA LA CULTURA Y LAS ARTES DE HIDALGO
Impreso en México
PROEMIO
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mi amigo gemelo, el dramaturgo chileno Marco Antonio de
A la Parra -además de actor, maestro, psicoanalista, ex rockero
y filósofo- le escuché en cierta ocasión: "Hay que estar siempre
rcnegocíandocon el realismo':Gran verdad. Y lo mismo podría de-
1 irse con respecto a la narrativa: la dramaturgia parece condenada
a.a.
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representación, por ejemplo; o teatro posdramático, que tampoc lri1 lummelpfennig, Daniel Keene y tantos otros, claros vestigios de
está mal. Nada que ver con conceptos teóricos sólidos, como el d 111~ voces narrativas posfaulknerianas o herederas del nouveau ro-
"drama rapsódico" de Sarrazac, que tratan de dilucidar la genealo- 1111111? Ello sin hablar de la doble adscripción -a la narrativa y al
gía de los nuevos paradigmas, a veces con hondas raíces hístóricasl h•11l ro- de autores como Beckett, Duras, Bernhard, Jélinek, etc.,
Hablando, pues, de rótulos, me apresuro a aclarar que el d~. 1111\s algunos de los citados, no pocos de cuyos textos ofrecen una
"narraturgia'', cuya invención se me atribuye, nació probablementei 1tlrntidad mestiza. Tema aparte, pero no ajeno, sería la indudable
de un lapsus en alguno de mis seminarios, en los que, efectivamen- 11portaciónde los estudios narratológicos a la teoría y a la práctica
te, me refiero muy a menudo a las fértiles fronteras entre narrativi- 1l1·la escritura dramática de los últimos 25 años.
dad y dramaticidad. Y muy especialmente cuando me ocupo de l~
"dramaturgia de textos narrativos'', que constituye no sólo uno d ___ ¡ _
transgresión de determinadas estrategias narrativas. Quiero decir tral. El monodrama, frecuentemente articulado en torno a un
que, preguntándonos cómo narra Ibsen (o Büchner o Sófocles o cje narrativo, aparece también en la dramaturgia contemporánea
Calderón o Marlowe o Valle-Inclán o...), analizando el modo en más "avanzada".Baste recordar El vagabundo, de Enzo Cormann;
que tal o cual texto articula su fábula con los parámetros tempo- /:'/la,de Herbert Achternbusch o Tiempo universal+ I, de Roland
rales, espaciales, discursivos, etc., resultarían quizás mejor com- Schimmelpfenníg, para señalar el parentesco enunciativo de un
prendidos los mecanismos de la acción dramática y, con ellos, los sector de la nueva textualidad con las más arcaicas tradiciones
recursos específicos de su teatralidad, las claves de su funciona- del teatro narrativo. Dicho parentesco consiste en la interpela-
miento escénico, la "estructura apelativa'' (en la terminología de l ión directa del personaje al "público", sin que ello lo expulse
WolfgangIser) que lo conecta con el receptor. de un marco ficcional tan concreto como el exterior de la casa
¿Cómo organiza Shakespeare el punto de vista en Macbeth? quemada en la obra de Cormann o el gallinero -con la madre
¿Qué función desempeña en El pato salvaje, de Ibsen, la irrupción viendo la televisión- en Ella, donde, además, Ioseph, vestido
del pasado en el presente? ¿Quién desempeña el rol de narratario con una bata de mujer y ataviado con una peluca de plumas de
para el narrador Quentin en Después de la caída, de Arthur Miller? gallina, profiere su monólogo en primera persona y en femenino,
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NARRATURGIA: DRAMATURGIA DE TEXTOS NARRATIVOS
l'l<OEMIO 13
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como prestando su voz a quien nunca fue capaz de contar su dl' Compostela, 1997). Allí se nos recuerda la variada y nutrida
historia. presencia de tal figura en la escena contemporánea, antes y des-
Transgresiones discursivas como ésta no son raras en los nue- pués de su proliferación épica, inducida por el "giro copernicano"
vos avatares del monólogo narrativo: recordemos el texto de Bec- dd teatro de Brecht. Con este intermediario, el "presente" de la
kett titulado precisamente Un monólogo, en el que el personaje, lll'Cióndramática es explícitamente arrancado a la fábula acaecida
apenas visible, relata su propia vida en tercera persona. Aunque 1·11 el "pasado" y reconstruido fragmentariamente al hilo de su dis-
también la transgresión puede instalarse en el dispositivo enuncia- ru rso narrativo.
tivo de la palabra dramática, como las tres voces en off en que se El anunciador de El zapato de raso (1919-1924), de Paul Clau-
dispersa el discurso interior del personaje oyente en Aquella vez, del, especialmente en su versión representable (1941 ), así como su
del mismo autor, invadiendo con tres recuerdos su duermevela e explicador de El libro de Cristóbal Colón (1927), pueden servirnos
interpelándolo en segunda persona. O, también de Beckett, la voz como instancias representativas de una variante particular, aquella
grabada de la mujer de Nana que, sentada en su mecedora, recla- en la que el narrador es extrínseco a la historia evocada e intervie-
ma una y otra vez el relato de su postrera abdicación ... enunciado ne sobre ella como un demiurgo más o menos distante, aunque no
en tercera persona. indiferente, exhibiendo un mayor o menor grado de omnisciencia
La interpelación al público puede a menudo ser atenuada por sobre los personajes y las circunstancias de la acción, y hasta cierta
la inscripción textual y escénica de un destinatario dudoso, como propensión metateatral sobre los dispositivos ficcionales de la re-
las botellas de diversos colores a las que habla Lianne en los suce- presentación. Funciones similares se dan en el traspunte de Nues-
sivos monólogos que forman Lo inesperado, de Fabrice Melquiot, tra ciudad, de Thornton Wilder (1938) y, en íntima correlación
sin duda soporte metafórico -o metonímico- del amante ausente. con la posterior influencia brechtiana, una larga progenie que in-
O el canario a quien interpela vagamente la mujer mayor de Pers- cluiría al narrador de Hálderlin (1971) de Peter Weiss y, en tiempos
pectivas ulteriores, de Franz- Xaver Kroetz, mientras selecciona los muy recientes, al acatador de Hamelin (2005), de Juan Mayorga.
pocos enseres que podrá llevar consigo mañana al asilo de ancianos. Una segunda variante es aquella en que el narrador está direc-
Y también el indefinido interlocutor de Justo la noche antes de los tamente implicado en la acción, con un mayor o menor grado de
bosques, sobre cuya naturaleza y función dramática expresa serias centralidad en las circunstancias de la fábula, de modo que funcio-
dudas el propio autor, Koltés, na en un doble plano, no sólo ficcional -demiurgo /personaje-,
sino también espacio-temporal: aquí y ahora de la representación
--3-- ante el público, allí y entonces de las circunstancias evocadas. Es el
Otro amplio dominio narratúrgico lo constituyen todas aquellas caso de Tom Wingfield en El zoo de cristal, de Tennessee Williams
obras en que la figura de un personaje narrador interpela al públi- ( 1944); de Willy Loman en La muerte de un viajante, de Arthur
co para enmarcar la acción dramática propiamente dicha. Here- Miller (1949) o, del mismo autor, el abogado Alfieri (Panorama
dero del coro griego y tomando a veces esta misma denominación desde el puente, 1955). La trayectoria de esta modalidad narra-
(Romeo y Julieta, la Antígona de Anouilh ...), este introductor, pre- / úrgica es extensa y también rica en variaciones, según muestra
sentador o conductor de la historia, voz diegética en un universo Abuín en su libro, que se detiene en autores españoles como Al-
mimético, ha sido exhaustivamente estudiado por Ángel Abuín en tonso Sastre, Buera Vallejo y otros.
su excelente libro El narrador en el teatro (Universidad de Santiago Si quisiéramos abrir un capítulo sobre formas anómalas del
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en boca de sus personajes su decir, su pensar y su hacer (como niros en situaciones de interacción dialogal. Tanto los anteceden-
1es inmediatos o remotos de la acción dramática como los episo-
Tina en La mujer de antes, 2004, y algunos de los 39 sujetos enun-
ciativos de Antes/ Después, 2002). dios acaecidos en los intermedios (o entreactos o intersticios ...) de
Puede ocurrir que entre el narrador implicado y los personajes la obra, e igualmente multitud de situaciones que ocurren en la
de su rememoración se manifiesten interacciones y rectificacio- cxtraescena próxima o lejana, se hacen presentes mediante el dis-
l urso narrativo.
nes, como ocurre en Mi madre coraje, de George Tabori (1979), en
donde el Hijo y la Madre no están siempre de acuerdo en los de- Este capítulo se abriría con una figura emblemática de la tra-
talles de la historia de ésta. O que los personajes evocados se con- Kedia griega: el Mensajero o Heraldo, presente ya en Esquilo (Los
viertan a su vez en narradores, como sucede en Griegos, de Steven persas, Los siete contra Tebas, Las suplicantes, Agamenón ...) y, ape-
Berkoff (1980), así como en su Kvetch, cuyos monólogos interiores nas camuflado, en los demás poetas trágicos, que cumple la ingra-
desdibujan el procedimiento al introducir un tipo de discurso -el ta tarea de comunicar a los protagonistas o al coro (también, sin
flujo de conciencia del personaje, en tiempo presente- que podría duda, al público) noticias generalmente infaustas. Su función dra-
cuestionar la noción misma de narratividad. mática varía según su grado de implicación en la acción, es decir,
(Porque, en efecto: ¿podemos adscribir al discurso narrativo según su vínculo personal, objetivo o subjetivo, con el contenido
la expresión de los pensamientos, sentimientos, impresiones, etc., de la información que transmite y/o con el destinatario de su rela-
que se entretejen con el "hacer" de los personajes? Evidentemente, to. En este sentido, la narración de la muerte de Hipólito que Tera-
sí. Sería absurdo pretender que los relatos y novelas sólo contie- menes hace a Teseo en la Fedra de Racine supera en intensidad al
nen narración de acontecimientos, cuando resulta evidente que la relato del Mensajero en el Hipólito de Eurípides.
introspección es consustancial al género, así como la descripción Toda la dramaturgia medieval y renacentista, sin duda por
y la especulación. Sólo que, en tal caso, las consideraciones acerca su contigüidad respecto a las formas narrativas religiosas y pro-
de la intersección entre narratividad y dramaticidad deben hacerse fanas, orales y escritas, abunda en situaciones en las que el relato
cargo también de estos constituyentes del discurso narrativo ... y parece disputar al diálogo su preeminencia en el texto dramático.
operar en consecuencia. Lo cual significa, entre otras cosas, re- Asimismo, las largas "relaciones" de nuestro teatro barroco abren
plantearse -renegociar, sí- el estatuto de la palabra dramática. paréntesis de evocación verbal en la a menudo vertiginosa acción
Pero esto nos llevaría por otros derroteros.) dramática, produciendo sutiles alternancias de estatismo y dina-
mismo, sin duda muy del gusto del público, siempre amante de
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J 8 NA RRATU!lC L\: PRA .Vl,\T{) Ht,L\ DI' Tt·:XT()S !\:ti RRXrJ\'OS i'IWEM!O 19
c) el relato sea objeto de disputa entre dos narradores que tienen
diferentes versiones del mismo y, por lo tanto, lo reconstruyen con-
flictualmente (Noche, de Harold Pinter);
d) al contrario, la reconstrucción del relato sea objeto de coope-
ración entre dos narradores que tienen informaciones parciales del
mismo (Variaciones sobre el pato, de David Mamet); INTRODUCCIÓN
e) la sustancia del relato no exista previamente, sino que éste
es inventado gradualmente por dos o más narradores, en coopera-
urante casi diez años, la mayor parte de mi actividad drama-
ción o conflicto (Abe! y Befa, de Robert Pinget o Atentados contra
su vida, de Martín Crimp); D túrgica y escénica se centró en la teatralización de textos na-
' r .11ivos con destino al Teatro Fronterizo, que nació en 1977 como
Y un largo etcétera que resulta inabarcable para alguien de
memoria declinante y biblioteca dispersa como yo, que no preten- 1111 proyecto de investigación, principalmente, de las fronteras en-
de con estas reflexiones sino esbozar el mapa provisional (pero "el 1 r ,. narratividad y dramaticidad.
mapa no es el territorio", como dijo N.S. Trubetzkoy) de un campo Lo que me interesaba era, sobre todo, explorar la enorme ri-
teórico y práctico, es decir, reflexivo y creativo, en el que conver- .jucza formal de la novela, de la narrativa, para cuestionar y com-
gen la narrativa y la dramaturgia. Convergencia que se expande en ¡ilcjizar el ámbito de la dramaturgia. Hay en el discurso épico una
una proliferación fractal de formas, funciones y sentidos a la que, a r nstancia narrativa exterior que presenta los acontecimientos y
falta de mejor término, podríamos llamar narraturgia. "Forse altri que los muestra al público, pero, en la medida en que el narrador
cantera con miglior plettro" (Ariosto). ,,. deja penetrar por su propia subjetividad, esa diferenciación en-
11clo épico y lo dramático empieza a oscilar. Y es aquí donde se
.rhre un territorio híbrido, fronterizo, que reclama ser investigado
1-ara ampliar el horizonte de la teatralidad. Como el teatro suele re-
1 lcxionar siempre a partir de sí mismo, las renovaciones dramatúr-
1~icastienen que ver con cuestionamientos del teatro precedente y,
,·11muchos casos, el teatro ignora, o finge ignorar, lo que está ocu-
rriendo en otros campos de la literatura o del arte, por no hablar de
l.1ciencia. Pero es evidente que existe un parentesco, una vecindad,
1111a fraternidad entre la narrativa y el teatro. Y, sin embargo, cons-
taraba yo que, a pesar de que esta cercanía ha existido siempre,
,.¡ teatro contemporáneo descuidaba los enormes cambios que la
novela estaba experimentando ya desde el siglo xvm pero, sobre
t odo, a partir del siglo xrx.
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NARHATURGIA: DRAMATVR<;I.\ Dl' TEXTOS NARRATl\'OS l{()lll°(~( !():-.! z1
de teatro conocidas-, sino buscando una teatralidad distinta, una 11 ¡JJ 0¡1iamente, ninguna historia, en el sentido de que no ocurre
teatralidad diferente, desafiada y cuestionada por el texto narrati- "11l.1c11 escena. Me preguntaba: ¿puede generarse alguna teatrali-
vo originario. Éste plantea, en efecto, unos desafíos que el teatro .l.11I l onsistente sin que haya argumento, sin que haya trama, sin
debiera resolver, intentando otras modalidades estructurales, otras ·1111· haya conflicto, singue haya clímax, con sólo una mujer en su
modalidades discursivas, o quizás, simplemente, profundizando .. 1111.1dejando fluir sus pensamientos de un modo incoherente?
en las zonas más progresivas que el teatro contemporáneo está ya ;\ lo largo de este trabajo iré comentando las distintas cosas
indagando. Había también en mis tentativas una motivación más ,¡111· aprendí en este proceso, con cada uno de los textos que he
subjetiva todavía: notaba que la teatralidad establecida inscribía . 11.1doy con los que les siguieron. Proceso gue, confieso, ha sido
en mi escritura una matriz dramatúrgica, unos patrones o moldes . , 11.iordi na ria mente útil para 111 í en este propósito de descondi-
interiorizados que condicionaban mi creatividad de un modo casi . 11i11arnientode las matrices y de los parámetros de la teatralidad
inconsciente. . •.uvcnclonalmente aceptada: lo que me ha dado una gran libertad
A pesar de que siempre había estado intentando cuestionar mi 1l.1hora de organizar mi propio discurso dramático.
propia teatralidad, notaba que no lograba liberarme de unos cáno- Ahora bien, en todo este trabajo, y ya desde su origen, había
nes inamovibles: la noción, por ejemplo, de acción dramática, la ,¡,i, líneas de investigación. Una tenía que ver con las relaciones
noción de personaje, las nociones de tiempo y espacio, eran como , 111 re el relato escrito y la narrativa oral. Éste sería el primer ámbito
unos reductos incuestionables de la teatralidad que yo no conse- ,¡,. investigación: la relación entre la práctica secular y universal
guía transgredir en mi escritura. Entonces me planteé el proyecto ,¡,.¡narrador oral -del juglar, del contador de historias, del [abu-
de cuestionar en mí mismo esas pautas, esos patrones, esas matri- l.uore italiano o del rapsoda griego, de los narradores tradicionales
ces, a través de la teatralización de textos narrativos. ,I" toda América o de la cultura africana del norte- y el relato
Primero fue La leyenda de Gilgamesh, a partir de un poema , ,ll'ito, con vistas a la teatralización del mismo. El otro ámbito de
épico en el sentido puro de la palabra, una epopeya babilónica investigación es lo que he dado en llamar de disociación contextual
creada dos mil años antes de Cristo. Y luego regresé al teatro, con «uí re historia y discurso, a partir de la gran aportación del estruc-
el relato de Brecht de El círculo de tiza caucasiano -no la obra de uualismo francés, del estructuralismo checo, pero, también, del
teatro, sino el relato- y su pieza didáctica La excepción y 111 regla. iormalismo ruso: la distinción que éstos establecen entre historia
Con ambos textos realicé la extraña maniobra de dramatizar el re- , discurso, que resulta ser una herramienta fundamental en el tra-
lato y narrativizar la obra de teatro, para encontrar la mayor va- li.1jode la dramaturgia de los relatos.
riedad posible de transacciones entre lo narrativo y lo teatral. Este
trabajo desembocó en el montaje de Historias de tiempos revueltos.
Después vino La noche de Molly Bloom, a partir del último capítulo
del Ulises de Joyce. En cada uno de estos montajes -por no citar
la totalidad de los que realicé para el Teatro Fronterizo- existía el
propósito de cuestionarme determinados parámetros dramatúr-
gicos. Por ejemplo, en La noche de Mol/y Bloom, fue precisamente
la noción de acción dramática el objeto de mi indagación, puesto
que a través del monólogo interior de la protagonista no se cuen-
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l. SOBRE LA ESCRITURA MISMA
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critura se verá extrañada, no sólo por una subjetividad ajena, sino, 1., 111is1110 y lo otro, entre lo propio y lo ajeno, entre lo individual
además, por unas maneras, unas formas, unas opciones estéticas ¡,' colectivo.
que ya son predeterminadas por el texto originario.
En esta situación nos encontramos, de nuevo, con la paradoja
de toda creación: la noción de la alteridad. Y es que a la escritura
la habita la paradoja de que la subjetividad se encuentra en per-
manente diálogo con la alteridad. La subjetividad y la alteridad se
entrelazan en procesos tanto más ricos, cuanto más, justamente,
se asume la alteridad de la escritura. Escribir no es tanto llegar
a la "esencia" profunda de uno mismo sino, quizás, encontrar al
otro que hay dentro de uno mismo, encontrar a los otros que hay
dentro de uno mismo. El pensamiento contemporáneo nos ha re-
velado que el yo es una pura ilusión, que la persona es una cons-
trucción sociocultural y que, en definitiva, "yo somos muchos".
En el interior de cada uno de nosotros hay una tribu, en la que
domina la ley de la alteridad. Escribir teatro nos permite multipli-
car esa voz individual, dispersar la subjetividad en las voces, en los
cuerpos, en las sustancias de diversos personajes que, aparente-
mente, no tienen nada que ver con nosotros pero que, de un modo
u otro, forman parte de esa tribu interior que nos habita y que nos
atraviesa.
De manera que un texto dramático, para su autor, empieza a
tener realidad cuando sentimos que los personajes hablan con voz
propia, que los personajes dicen cosas que no comprendemos, que
nos sorprenden. Hemos abierto una especie de caja de Pandora,
que todos llevamos dentro, y aparece ahí una extraña colectividad,
unos otros que están por ahí, en eso que se llama nuestro interior,
y que se constituyen en los personajes de la obra dramática. O sea
que, aunque he dicho al principio que la dramaturgia de textos
narrativos reduce la subjetividad en el momento de la elección del
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11. AMPLITUD DE LA DRAMATURGIA
DE TEXTOS NARRATIVOS
AMPLITUD HISTÓRICA
Tuve ocasión de trabajar en una versión de Los cabellos de Ab- En efecto, una de las características del teatro contemporáneo
l"S, justamente, la relativa abdicación de su función narrativa. Hay
salón, de Calderón de la Barca. Al confrontar los motivos dramá-
ticos de la obra con los pasajes de la Biblia, de donde Calderón una gran cantidad de textos contemporáneos que no cuentan nin-
había extraído la acción dramática, me encontré hasta con rasgos ¡~unahistoria, que han renunciado a la tarea de narrar. No es difí-
caracteriales de los personajes. Algunas frases concretas fueron re- cil constatar una corriente importante del teatro contemporáneo
tornadas por Calderón, elaboradas en verso, naturalmente; pero que no se preocupa por narrar una fábula; en ella, la historia que
procedían de un modo directo del texto bíblico. No se trataba sola- las obras cuentan es prácticamente irrelevante. Muchos textos de
mente, por lo tanto, de una inspiración por parte de Calderón en la l\eckett, de Pinter, de Handke, de Müller, incluso algunas de las
historia de los últimos años de la vida de David, sino que el propio obras de Chéjov, que aparentemente tienen una fábula compleja,
discurso narrativo bíblico había estado presente en el proceso de casi no cuentan. Casi no cuentan, en el sentido que suele darse a la
elaboración dramatúrgica. Se había producido, en tales pasajes, un (unción narrativa: la de reducirse a mostrar un encadenamiento de
traslado casi literal del relato al drama. acontecimientos y sucesos.
No de un modo muy diverso, probablemente, operó Shakes-
peare en todo su teatro histórico, con las crónicas de Holinshed.
AMPLITUD MODAL
También se puede ver perfectamente que está utilizando deter-
minados capítulos de la crónica para darles forma dramática. Los
La traslación de relatos a obras dramáticas presenta una gama
novellieri, los narradores de historias escritas en el Renacimiento
enorme de modalidades: desde la simple utilización de un texto
italiano, fueron también suministradores de historias, fábulas, tra-
narrativo como desencadenante de una nueva obra, en la que po-
mas y argumentos para una gran parte del teatro europeo renacen -
dríamos considerar que el nuevo autor ha aportado casi la totali-
tista y barroco. El mismo Shakespeare, corno sabemos, se inspiró
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AMPLITl!D DE LA DRAMATUR(;JA DE TFXTOS NARRATIVOS
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30 NARRATURG!.~: DfL\MATlJRGJA DE TEXTOS NARRATIVOS
dad del texto resultante, hasta el otro extremo, que comprendería
adaptaciones fidelísimas al original, en las que el dramaturgo o el
adaptador intentan respetar al máximo los componentes del relato
original. Entre estos dos extremos -la asimilación del relato como
111.TEATRALIZAR LA TEXTUALIDAD ORIGINARIA
inspiración vaga, como desencadenante, y el intento de transpor-
tar con la máxima fidelidad el material narrativo a la escena- se
extiende una amplísima gama de variantes.
~ trabajo que propongo tiene que ver con lo que llamo la
l
1
Y conviene insistir en que se trata de un fenómeno normal, en
_.1 tcatralizacion de la textualidad originaria. La textualidad,
la medida en que en los relatos escritos, a partir de cierto punto, no
l.1<ustancia textual de un relato, posee una teatralidad potencial
son estrictamente obra de un autor, sino que pasan a ser patrimo-
. 11111ayoro menor grado. Hay textos que, cuando los leemos,
nio de una determinada colectividad, patrimonio de la humanidad
1 ' rcibimos en su discurso una tal teatralidad que nos provocan
entera: por lo tanto, todo creador se siente legitimado para utilizar
• 1 .lcseo de verlos en un escenario, como si latiera en ellos una
los temas -los textos- que están ahí, en su cultura, en su tradi-
, , 1 rafia cuatridimensionalidad. Su lectura genera una configura-
ción. Y también por el hecho de que el escritor siempre parte de
algo. Incluso el artista romántico más subjetivista y más supuesta-
, '""1 espacio-temporal, y empiezan a producirse en la mente del
,n cptor escenas teatrales, hasta el punto de que llegan a concre-
mente original, lleva inscritos relatos ajenos. Para mí no hay mucha
' '1arse situaciones que cabrían perfectamente en un escenario,
diferencia, por lo menos conceptual, entre adaptar un cuento de
q11cpodrían reescribirse según las leyes no escritas de la teatra-
Edgar Allan Poe, o tomar una noticia de prensa y convertirla en la
l11lad.Mientras que hay otros textos, sin duda igualmente exce-
matriz de un texto dramático, porque todo eso, de alguna manera,
1 •. ntes, que son concretizados de otro modo en nuestra mente de
pertenece al acervo experiencia! del autor. Todos recibimos relatos,
l•.ctores, por ejemplo como película, o como sugestión onírica, o
todos estamos de alguna manera atravesados por relatos ajenos.
, < 11110 materia de una concreción plástica o musical, o bien como
En consecuencia, podemos señalar como criterio orientador
.ustancia propiamente literaria.
en esta amplia gama de modalidades de la relación que nos ocu-
Dentro de la gama de efectos receptivos que produce la lec-
pa, el del grado de fidelidad o libertad del texto dramático con
111 ra, hay algunos textos o autores que poseen una teatralidad evi-
respecto al texto narrativo original. Confieso que lo que me suele
dente. Entre éstos está, de manera privilegiada, Franz Kafka y su
interesar al trabajar esta modalidad de escritura dramática, es la
,.bra, razón por la cual lo estaremos citando a menudo. No cuando
forma que estaría más próxima a la fidelidad que a la libertad. El
lo leí siendo joven, sino cuando lo releí a partir de los treinta años,
tipo de trabajo que planteo es una intervención dramatúrgica que
l-ranz Kafka me suscitaba la necesidad de llevarlo al teatro. Luego
intenta ser lo más fiel posible al relato original. Eso no quiere de-
me di cuenta de que no era yo el único en experimentar este deseo.
cir que no considere perfectamente legítimas otras alternativas en
< .on Kafka se da el caso de que, aunque prácticamente no escribió
las que el relato originario es simplemente un núcleo que se bifur-
para el teatro, aunque es un autor esencialmente narrativo, pro-
ca en una estructura dramatúrgica absolutamente original, incluso
voca, en cambio, el deseo de teatralizar sus textos de una manera,
con una perspectiva radicalmente diferente. En el teatro todo es
yo diría, compulsiva. Desde los años inmediatamente posteriores
posible ... siempre y cuando sus resultados sean buenos. Una ley
,, su muerte y, de un modo más frecuente, después de la Segunda
muy estúpida, pero es así.
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38 NARRATURGIA: DllAMATL'RG!A DE TEXTOS NARRATl\'OS lJ1STORl1\ Y DISCL:RSO 39
la escritura de un texto, y que constituyen una ley del discurso, .. •11slituye en el origen de toda literatura narrativa. Pero no sólo de
que es, justamente, aquello que produce la especificidad de una · '.1.1,sino también de lo que conocemos como teatro. Es, sin duda,
obra narrativa. Una misma historia puede dar lugar a infinidad de "11.1de las raices del arte dramático. Se afirma generalmente que
textos narrativos. Es precisamente en la organización que hace el • k~1tronace del rito -de la ceremonia- y de la fiesta, que es, en
1
autor de estos recursos narrativos a nivel del discurso, en donde , 11·110 modo, una forma de ceremonia, una forma de celebración
se produce el carácter único de cada texto. Y es de allí -de esta , 1111 componentes lúdicos. Pero se suele olvidar que la tercera raíz
especificidad textual- de donde proviene el efecto específico de , 1, la teatralidad, junto al rito y la fiesta, es el relato oral.
recepción que recibe un lector. Los narradores orales emplean una serie de recursos que son
En cualquier caso, las dos vertientes que propongo explorar 1>111pios del teatro: utilizan no solamente la palabra, sino la ento-
como posibles metodologías en la traslación de relatos a obras 11.1ciónde la voz, los mil poderes evocativos de la voz humana, la
de teatro son: la relación entre relato escrito y narración oral, por 1',1·stualidadfacial, que transmite parte del contenido emocional
una parte y, por otra, la articulación de historia y discurso que el ,k la historia, la gestualidad manual, la gestualidad corporal, el
estructuralismo nos ofrece. Ambos enfoques, como veremos, nos .novimiento, la composición en el espacio ... Y ello no sólo al ser-
abren una operatividad muy productiva en esta modalidad de es- vicio del diseño de los personajes, de sus estados de ánimo, sino
critura dramática que es la dramaturgia de textos narrativos, per- 1.1111bíén de la producción de efectos especiales y de énfasis en de-
mitiéndonos elaborar textos propiamente "historiales" -basados u-rminados contenidos de la historia narrada. Estoy hablando de
en la prioridad de la historia o "fábula"-, o bien textos organiza- 1,ida la gama variadísima de profesionales de la narración que han
dos a partir del discurso, o bien un tipo de textualidad que llamo , x istido en todos los tiempos y en todas las culturas: creadores o
mixta porque integra especificidades de las dos anteriores. 1r.msmisores de ficciones de toda índole. que ejercen su oficio en
'u entorno más inmediato.
En el lenguaje -código o arte- de estos narradores se da asi-
PRIMER ÁMBITO DE EXPLORACIÓN: mismo la utilización de objetos que llegan a tener un carácter pro-
DE LA EPICIDAD PURA A LA DRAMATICIDAD PLENA piamente escénico: un mismo objeto se va transformando en sus
manos para aludir, de manera literal o metafórica, a los contenidos
Antes de abordar el tema de las articulaciones entre historia y dis- del relato. Pueden utilizar también elementos de vestuario y hasta
curso, quiero referirme al primer campo de investigación señalado sencillos recursos escenográficos. De manera que, en la actividad
-relación entre relato escrito y narración oral-, porque pienso del narrador, incluso del narrador más austero, uno puede perci-
que es un procedimiento de dramatización de los relatos que se hir en su gestualidad, en el movimiento de sus manos, en cómo
utiliza a menudo, pero no siempre explorando todas las posibili- mueve los pliegues de su ropa, en cómo interpela y mira -o no
dades que ofrece. mira-> a los espectadores ... la constitución de un ámbito repre-
El origen de la narrativa en la cultura humana parte de un he- sentacional.
cho tan simple como que alguien relata a otros una experiencia De hecho, existe una gama amplísima de modalidades de na-
vivida: una experiencia personal, o una experiencia colectiva, o rradores que Brecht señala en sus escritos teóricos, indicando que
una creencia mítica, o un sueño. Esa actividad de narrar oralmen- aun los charlatanes y vendedores callejeros son, en cierto modo,
te a otros una experiencia propia o asimilada por el narrador, se prototipos del actor épico. El narrador que cuenta un relato oral
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40 NARRATVRGIA: DRAMATCRGJA DE TEXTOS NARRATIVOS 1 {JSTORIA Y DISCURSO 41
está también, de alguna manera, constituyéndose en precursor y • 1 ''Lidad pura, unos códigos que sean suficientemente consistentes
modelo del teatro épico, con toda su complejidad. Brecht habla I "' 1~1que incluso un texto narrativo complejo pueda ser convertido
también de los narradores populares, de los juglares y de los ferian- , · 11 una acción escénica de este tipo, con una conveniente organiza-
tes como precursores de ese tipo de teatralidad que él exploró. De , 11111 dramatúrgica de las acciones, del comportamiento del actor-
hecho, en la estela de la revolución escénica suscitada por Brecht, u.urador, de los elementos que utiliza para apoyar su relato.
surgieron hombres de teatro, profesionales formados en el oficio Incluso en este tipo de teatralidad tan "primaria" -en tanto
del actor, que intentaron recuperar esa tradición y convertirla en •pie próxima a lo épico- se da también la necesidad de hacer un
herramienta para un teatro directo, comunicativo, inmediato, ads- .uuilisis del relato para identificar cuáles son los códigos de teatra-
crito evidentemente a la órbita brechtiana y, a la vez, emparentado lidad épica que potenciarían Jos contenidos del texto o su estilo. Es
con las artes juglarescas. Dario Fo sería el ejemplo más ilustre. , lave realizar una lectura crítica que nos permita descubrir cuáles
Trabajando a partir de la actividad del narrador oral, podemos "'in los contenidos arquetípicos del relato, cuáles son los persona-
establecer una especie de gradación entre lo que llamaríamos epi- IL'Sque intervienen en él y cuáles sus jerarquías, cuál es el modelo
cidad "pura" y dramaticidad "plena", donde cabría diferenciar tres «spacial que organiza los ámbitos en los que discurre el relato, por
instancias o niveles. "'ilo citar algunos de los componentes del texto. Es decir, que aun
en esta modalidad que hemos llamado de epicidad pura, en la cual
11n solo actor -más cerca de nuestro tradicional narrador que del
Primer grado: epicidad pura .ictor convencional-, ha de transmitir verbalmente el contenido
del relato, recurriendo a mínimos elementos expresivos, aun, pues,
Consideremos un primer grado en que el actor recita un texto na- digo, en esta modalidad de apropiación oral del relato, se hace
rrativo, con un mínimo de códigos de gestualidad, de señalamien- precisa la existencia de un análisis previo que oriente el trabajo
to espacial, utilizando, quizás, algún objeto que le sirva de algún del intérprete. En ausencia de este análisis, el actor-narrador o el
modo como metáfora, como metonimia o como sinécdoque, de dramaturgo pueden verse llevados a inventar acciones ilustrativas
los elementos configurativos de la historia, para hacerlos presentes de fragmentos especiales del texto, seleccionados de manera arbi-
en el momento de la comunicación. Nos encontramos aquí con 1 raria, que terminen por ahogar la poeticidad del texto bajo una
un texto que es "dicho", narrado, directamente al público por un teatralidad meramente acumulativa, eclipsando, en consecuencia,
único actor. su significado profundo.
Podemos determinar, a partir del texto escrito, cómo va a ves-
tir ese actor, cuál es su aspecto, qué objetos lleva consigo, cómo se
relaciona con los espectadores, qué actividad física realiza. Pode- Segundo grado: narradores múltiples
mos escribir una partitura de acciones sin modificar para nada el
texto narrativo que va a ser transmitido por el actor-rapsoda. Pero En el primer grado, dentro de la interpretación oral de relatos, ten-
ahí puede aparecer ya una complejidad interesante. Naturalmente, dríamos un modo de teatralización en la que el narrador interpela
hay relatos que son más propicios a su transmisión oral que otros. de manera directa al público: este modo de teatralidad implica la
Pero es un interesante ejercicio de dramaturgia y de puesta en es- abolición de la cuarta pared. Aun si se trata de un relato en prime-
cena el encontrar, dentro de esa mínima teatralidad, dentro de esa ra persona, en el cual el narrador asume la condición de personaje,
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42 NARHATlJRG!A: DRAMATt!RGIA DE TEXTOS NARRATIVOS HlSTOHll\ Y DISCURSO 4:1
el destinatario está presente y configurado en y por el público, por .luucnsíonalidad del personaje provoca una cierta superación del
lo tanto no existe cuarta pared. En definitiva, uno de los compo- 1, rrcno estrictamente épico, para adentrarnos en la complejidad
, 1 r.unática del personaje teatral.
nentes de la teatralidad épica, de la epicidad -sea el caso del na-
rrador o del actor en el teatro épico- es que integra la presencia Podríamos decir que esta modalidad narrativa contiene ya pe-
del público y dirige a él su interpretación, su construcción de un ,¡11L·Crns estructuras de puesta en escena, por cuanto los narradores
mundo imaginario. Tendríamos un segundo grado cuando, en vez ¡q1cden utilizar también algunos elementos escénicos elementa-
de un solo narrador, trabajamos con dos o más narradores en es- ¡,s. Por lo tanto, desde una perspectiva dramatúrgica, habría que
cena para hacerse cargo de la transmisión del relato. Ahí comienza ,lcterminar unos mínimos componentes de puesta en escena que
a aparecer ya una polifonía de la voz narrativa, que nos va aproxi- l1gurarían en el plano didascálico, aun preservando íntegramente
, 1 texto del relato. Serían las acotaciones y la distribución de los
mando a la dramaticidad.
Dicha polifonía puede ser difusa o muy concreta: en ocasio- ,listintos enunciados del relato entre los distintos narradores,
nes, el relato comporta personajes, con intervenciones dialogales 1, is que irían multiplicando la teatralidad del relato originario. En
más o menos frecuentes, y entonces un determinado actor puede «ste caso tendríamos todavía al público como presente y destina-
asumir la corporeidad y la voz de tal o cual personaje que se ex- t.uio de la narración, pero podríamos ya hablar de una narración-
presa en el texto, sólo durante el tiempo en que el relato le da la dramatización, porque, efectivamente, habría ya secuencias que
palabra, y luego el actor vuelve a ser narrador. O bien un actor \LTÍan fundamentalmente dramáticas. Más aún, aprovechando la
mantiene siempre la función narrativa y el otro, o los otros ac- pluralidad de narradores, en un momento dado pueden desapare-
tores, van encarnando con el cuerpo y con la voz, con el gesto y . cr estos en cuanto tales y empezar a encarnar los personajes del
con la palabra, los momentos dialogados que el relato contiene relato, constituyendo una situación completamente teatral.
o las acciones físicas que evoca. Aquí nos encontramos con una
gama también muy variada, en cuanto al mantenimiento o no de
la identidad narrativa de los narradores. Por ejemplo, un actor Tercergrado: narración dentro de la cuarta pared
que encarna un personaje dado, en un momento, puede hacer-
1 maginemos ahora la teatralización de un texto narrativo en la
lo simplemente modificando su voz y su comportamiento físico,
que los personajes relatan la historia y la dramatizan, con toda
puede hacerlo utilizando un elemento de vestuario que modifique
esta complejidad de la que estamos hablando: el actor, alternati-
su apariencia, o mediante otros recursos. Ese narrador, como he
vamente, encarna una instancia narrativa o encarna un personaje;
dicho, puede materializar al personaje sólo en el instante en que
la acción física es la del personaje en situación, mientras que su
el relato lo propone y luego disolver su identidad de personaje
palabra es una palabra narrativa en tercera persona, o en segunda,
y retornar a su función narrativa, o puede sostener la represen-
etcétera ... pero en la que, en lugar de narrar al público, los actores-
tación del mismo personaje a lo largo del resto de la narración.
narradores se narran entre sí.
Hay también una gama variada de posibilidades. Está también la
Simplemente por esta pequeña operación dramatúrgica con-
posibilidad de que un mismo personaje del relato sea encarnado
sistente en instaurar la cuarta pared y hacer que un personaje na-
por diversos narradores. Tal personaje aparece entonces como un
rre a otro/s, nos colocamos ya en la vertiente de la dramaticidad.
ente poliédrico, y el espectador percibe diferentes facetas del mis-
El discurso sigue siendo narrativo, la función actoral sigue siendo
mo, según sea encarnado por los distintos narradores. Esta multi-
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44 NARRATl.'RGIA: DRA:VIATURGJA DE TEXTOS NARRATIVOS HrnTOR1A Y mscunso 45
narrativa, pero el hecho de excluir a los espectadores y de crear ""11cional de textos narrativos ha sido una dramatización que yo
por ello una situación de interacción dramática, nos coloca evi- ll.11110 fabular, en la medida en que se fundamenta en la fábula, es
dentemente en otra dimensión. Una dimensión que estaría, repito, cir, en la estructura argumental, y su tarea consiste esencialmen-
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más vecina de la dramaticidad que de la mera epicidad. Porque l en trasladar los episodios que la integran al modelo dramatúr-
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entonces, evidentemente, para ser rigurosos, habría que inventar 1'.!LO establecido,
un marco, un contexto dramático, que justificara que estos perso- Pero si estamos de acuerdo en que la fábula no es más que uno
najes se estén contando una historia: ¿quiénes son estos persona- ,k los componentes del texto, la consideración del otro compo-
jes?, ¿dónde están?, ¿por qué se cuentan unos a otros esta historia y ncnte del relato -el discurso-, que es el que le otorga su peculiar
se la dramatizan, la juegan, la miman, la evocan con instrumentos n.ituraleza, el que determina cómo lo recibimos, por qué produ-
musicales, con sonidos, con objetos, etcétera? , e los efectos que el lector percibe, etcétera, debería provocar la
Esta relación entre epicidad pura y dramaticidad es un te- ··mergencia de una nueva manera de dramatizar. Y debería susci-
rreno muy interesante para investigar. Se puede trabajar con L1r, quizás, un cuestionamiento de los códigos convencionales de
materiales muy sencillos o muy complejos, con relatos contempo- l.1teatralidad.
ráneos o con cuentos populares tradicionales en los que encontre- ¿No podría intentarse una dramatización del discurso? ¿No
mos un núcleo de significación potente, una capacidad metafórica podríamos analizar el discurso e indagar qué aspectos de la es-
interesante. En cualquier caso, mediante este tipo de teatralidad pccificidad del texto residen en él? ¿No se podría hablar de una
podemos constituir un ámbito dramatúrgico asombrosamente , 1 ramaturgia discursiva que procediera a operar sobre el discurso,
complejo y rico, una teatralidad fronteriza que está, prácticamen- del mismo modo en que la dramaturgia fabular ha operado, tradi-
te, sin explorar. l ionalmente, sobre la fábula? Esta inocente pregunta fue el punto
Un pequeño ejemplo puede ilustrar lo que propongo. En la ¡•nlir su revelación y, por tanto, de que en el público puede haber
teatralización que hice para el Teatro Fronterizo de Primer amor, , nviados de los ciegos, la suya no es una conferencia cualquiera
de Beckett, la fábula no aparece: no vemos a Lulú en ningún mo- .1110 que es una especie de desafío, casi diríamos una inmolación.
mento, no vemos el encuentro entre el narrador y ella, no vemos 1 >urante el proceso de montaje, en acuerdo con el actor, nos inven-
los momentos en que se conocen, en que conviven, o en que se r.uuos un personaje que tiene como subtexto que aunque le maten
separan. Todo lo que se cuenta en ese relato sería, propiamente, la .ill], esa muerte suya servirá para revelar al mundo que efectiva-
fábula: el extraño primer amor de este personaje residual, asocial y urente los ciegos son la encarnación del mal, que él tenía razón.
casi vegetal, con una prostituta bizca llamada Lulú, a la que conoce i«ra una situación que fuimos creando en el trabajo de ensayos,
en un parque, no aparece en mi versión. En mi versión aparece el ¡•ucsto que el texto dramático inicial contenía simplemente las es-
acto de narrar. Aparece, puramente, el nivel discursivo. La única ¡ icculaciones del personaje y la promesa de que va a desvelar su
inserción del nivel fabular en mi versión son los gritos de la partu- .lcscubrimiento sobre la secta de los ciegos. No había nada en mi
rienta que se oyen a lo lejos y que el espectador sólo identifica -si versión que remitiera al plano de la fábula.
mucho- al final del espectáculo. Recapitulando, debo aclarar que esta modalidad de interven-
En Primer amor se trata de un caso extremo en que la fábula ' ion dramatúrgica, centrada sobre los aspectos discursivos del
quedó absolutamente fuera de la teatralización. En otras dramati- lt'xto narrativo, es la que me ha interesado y ocupado más intensa-
zaciones, por ejemplo en Bartieby, el escribiente, o en Moby Dick, merite durante mi trayectoria y será, por tanto, el objeto principal
ambas de Melville, el producto final contiene, preserva y explota .lc nuestro trabajo. Pero antes de abordar este segundo campo de
elementos importantes de la fábula y situaciones concretas de la investigación que propongo, voy a detenerme en la modalidad
trama. ,le dramaturgia fabular; la cual, a pesar de todo lo dicho hasta aho-
Otro caso extremo, dentro de mi trabajo, de evacuación de la 1 a, también considero de importancia en la labor del dramaturgo.
l lRAMATt.:RGlA FABULAR 51
En el mencionado esquema distingo cinco ámbitos en los que Qué jerarquía dramática se establece entre ellos.
indagar cómo se producen las transacciones entre fábula y acción Qué estructura relacional organiza su interacción.
dramática. Estos ámbitos son: la temporalidad, la espacialidad, los Mediante qué punto de vista son ofrecidos al receptor dichos
personajes, el discurso y la figuratividad o verosimilitud. (Véase el sujetos (y, por lo tanto, los acontecimientos de la fábula).
esquema VI.l.) Cómo los distribuye la economía dramática entre:
presentes y ausentes.
Esquema VI. l. Fábula y acción dramática De estos últimos, cuáles funcionan como:
referenciales,
Planos de articulación extraescénicos,
"incorpóreos".
La temporalidad
• Qué secuencias o episodios de la fábula son incluidos en la U discurso
acción dramática. Qué episodios y/o circunstancias de la fábula integran la ac-
• En qué orden son transmitidos al receptor. ción dramática desde la dialogicidad y cuáles desde la narra-
• Qué importancia reciben unos y otros, y qué "extensión" me- tividad.
recen. Cómo se dosifican e interpenetran ambos modos del discurso
• Cuáles son tratados como: verbal.
antecedentes, Qué modalidades del monólogo, del diálogo, del "triálogo" y
ocurrentes, del discurso coral son empleadas en las interacciones de la ac-
inminentes. ción dramática.
Qué papel desempeñan el silencio, lo implícito, lo no dicho ...
La espacialidad en el proceso comunicacional.
• Qué lugar (o lugares) de la fábula es (o son) representado(s) • Cómo se articulan en el texto dramático las acotaciones y las
en escena. réplicas (es decir: proporcionalidad entre lo verbal y lo no ver-
• O mejor: desde qué lugar(es) dramático(s) es mostrada la fá- bal).
bula.
• Qué función y sentido tiene la oposición Lafiguratividad
escena/ extraescena. • Qué grado de afinidad tienen los personajes y acontecimien-
tos de la fábula con la imagen de la realidad de los receptores
Los personajes de la acción dramática.
• Qué sujeto(s) de la fábula se hace(n) cargo de su concretiza- • En qué medida éstos reconocen como verosímiles las circuns-
ción. tancias del mundo ficcional.
• Qué sujeto(s) ajeno(s) a la fábula se incorpora(n) a la acción • Qué principio(s) de causalidad rige(n) el encadenamiento de
dramática. los hechos en la fábula y en la acción dramática.
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narrativa entre historia y discurso, diferenciando analíticamente blo Zaratustra de Nietzsche, que le había costado más de dos años.
en una obra teatral entre fábula y acción dramática. ,c;inembargo, el brusco cambio del clima de París al de Kitzbühel,
Sospecha es uno de los textos narrativos del libro El imitador , orno es natural, no le había sentado bien, y la consecuencia del
de voces. Se trata de textos breves que relatan casos generalmente precipitado viaje de Francia al Tiro] había sido una gripe maligna,
lamentables y que corresponden a la época en que Thornas Ber- que lo atacó en cuanto llegó a Kitzbühel y lo tuvo en cama varios
nhard, siendo cronista de tribunales, asistía a juicios por los que días. Como se dio por probado que el profesor francés no estaba en
desfilaban toda clase de transgresiones de los códigos humanos. modo alguno en condiciones de seducir a la camarera, por no ha-
En estos textos, la transcripción de los hechos permanece en un 1.lar de violentarla realmente, al cabo de sólo unas horas fue puesto
estado muy próximo a lo que podríamos llamar la pura fábula, la ya en libertad y volvió al Águila de Dos Cabezas. La camarera fue
pura cadena de acontecimientos. Remedan un estilo de crónica expulsada del Águila de Dos Cabezas y cuando descubrió su foto en
austera, no mediatizada por el comentario o juicio de los aconte- L'I periódico con el subtítulo "Una hija infame de Kitzbühel', se tiró
cimientos, como si se tratara de una especie de informe judicial o, inmediatamente al Inn. Hasta hoy no se ha encontrado el cadáver.
por lo menos, de la crónica de un caso judicial. Por lo cual se po-
dría decir que el nivel del discurso es escueto, leve, "transparente', Aunque he dicho antes que en este relato podríamos hablar de
como si sólo pretendiera traducir la organización de los hechos 11ndiscurso aparentemente neutro, objetivo, como si el narrador re-
brutos. (Luego veremos que no es así, que no existe un discurso nunciara a los recursos narrativos para dejar los hechos en su más
grado cero, que en cualquier narración, por muy austera que sea, escueta desnudez, en realidad podemos comprobar que no es así,
está implicado un punto de vista narrativo y, por lo tanto, que la sino que hay un nivel discursivo muy sutil y sofisticado, que entur-
especificidad discursiva existe siempre.) Pero en este texto de Sos- bia la inmediata percepción de los hechos supuestamente pretendi-
pecha diríamos que el discurso se camufla bajo una especie de da por el narrador. Podemos intuir una intervención manipuladora
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tiones a considerar en el primer aspecto de la interrogación sobre 1.111cia de una escena particular -o varias- y darle una exten-
la temporalidad. .11111mayor, para crear un recipiente dramático en el que aparezca
Si decidiéramos incluir todos los sucesos de la fábula, podría- 1111 :1mayor complejidad, una intensiva información sobre situa-
mos empezar nuestra obra con esa primera escena del profesor en , 1(111esanteriores, un cambio de visión respecto de las cosas que
París. Pero también podríamos optar por empezar en la secuencia l 1t·111osvisto antes, etc. El dramaturgo puede operar y manipular el
número cuatro: nuestra teatralización comenzaría con el profesor 11i vel de importancia de los episodios en su dramatización. Puede,
francés en su habitación del Águila de Dos cabezas, tosiendo, muy incluso, eliminar algunos. En esta indagación está comprometida
enfermo, intentando comunicarse con la recepción del hotel para ·.11propia visualización y teatralización del material narrativo.
que le envíen un coñac. Tendríamos, entonces, que preocuparnos, Un aspecto a destacar en el tratamiento de la temporalidad es
en ésta y en las siguientes escenas, de suministrar la información ,.¡referido a las modalidades con que son tratados los episodios de
necesaria para que el público receptor dedujera que es un profe- L1 fábula en la dramatización. Podríamos operar con una clasifica-
sor francés que trabaja -o ha trabajado- en la traducción de la ' ión de sucesos: antecedentes, ocurrentes e inminentes.
obra de Nietzsche. Es decir, aunque puedo omitir algunos aconte- Ocurrentes serían aquellos acontecimientos cuyo desenvolví-
cimientos, debo preocuparme de recuperar la información -o los miento vemos: cuya dramatización desplegamos a través de la ac-
antecedentes necesarios- a través de la acción dramática en otros ' ión dramática; lo que los hace visibles al espectador. Los sucesos
episodios. que aparecen como antecedentes, son aquellos que el dramaturgo
Podría decidir, también, que el único segmento temporal que 110está interesado en dramatizar, sino sólo evocar. No aparecen
voy a focal izar en la acción dramática es el último: cuando ya todo .1la vista del público, pero son referidos, narrados -en mayor o
ha ocurrido. La totalidad de la fábula la podría dramatizar en una menor grado- mediante alusiones. Por último, serían inminentes
escena a orillas del río: una serie de curiosos y de testigos comen- aquellos acontecimientos que no llegan a ocurrir en escena, pero
tando, el profesor a lo mejor pasa con la maleta, se encuentra con que se percibe que van a ocurrir, que la dramatización induce en
el gendarme ... Y, entonces, a través de una escena -que no ten- la percepción del espectador como de ocurrencia inminente. Por
dría que ser meramente informativa- debería plantearme todos ejemplo, en Sospecha se podría omitir la situación en que la cama-
los problemas de recuperación de antecedentes, de relaciones, de rera se tire al río; bastaría con incluir otra escena que terminara
creación de conflictos, etc. Por lo tanto, todos los acontecimientos con ella despidiéndose de una compañera, en la que, de un modo
anteriores, tendrían que ser reportados por otro procedimiento, velado, el espectador adquiera la conciencia clara de que ella se
diferente a la concretización de la acción dramática. va a tirar al río. En muchas obras ocurre así al finalizar, se inte-
Existe, obviamente, la opción de conservar el orden secuen- rrumpe una acción que no se ve, pero como espectadores tenemos
cial de los acontecimientos, bien sea que estén completos o que los datos -o la percepción- suficientes para saber que, indefec-
supongan omisiones. Pero también la de alterar esta secuencia re- tiblemente, ocurrirá. Esta opción de no realizar como ocurrente la
curriendo a procedimientos de flash back o flash forward, o com- escena final, sino dejarla como inminente para provocar el trabajo
binaciones de los dos. De la misma forma que este ámbito de la de "escritura" del espectador, suele ser muy rica y productiva.
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SEGUNDO ÁMBITO DE ARTICULACIÓN: LA ESPACIALIDAD , ripción, pero otros relatos sí son prolijos en la configuración de
-uios y lugares-. Por tanto, podemos decidir que aparezcan todos
El segundo ámbito de articulación de la fábula y la acción drama ,·stos lugares; o sólo uno de ellos; o algunos de ellos. O bien, definir
tica sería la espacialidad. Todo lo que decidamos en el ámbito de la .ilgún criterio de alternancia o recurrencia de los mismos. La tarea
espacialidad, está en relación directa con las opciones que elijamos que nos debemos proponer es la de lograr que todos los cornpo-
en el ámbito de la temporalidad. Esto es evidente, en tanto que el nentes de la fábula se hagan presentes -pero también actuantes-
marco espacio-temporal en que ocurre un suceso dramático es- en el espacio o los espacios que propongamos para nuestra acción
tablece una cierta interdependencia entre estas dos dimensiones. dramática. Una herramienta útil para orientarnos en el ámbito de
Adelantemos desde ya que la noción de espacialidad nos deman- la espacialidad nos la aporta el análisis de la topología del relato:
dará decidir el tipo de relación que hay entre lo que ocurre en la es- los modelos espaciales inscritos en un texto, sea éste dramático o
cena y lo que ocurre al lado o fuera de ella. Dicho de otra manera, narrativo.
la relación intraescena-extraescena es competencia del ámbito de la Por ejemplo, en nuestro texto podemos identificar la existen-
espacialidad, si bien, como ya hemos dicho, asimismo del ámbito cia de dos espacios simbólicos -lo que configura una topología-:
de la temporalidad. el espacio de lo privado y el espacio de lo público. Lo privado está
La manera de abordar la articulación de fábula y acción dra- representado por la habitación del profesor francés, en donde ocu-
mática en el ámbito de la espacialidad consiste, de nuevo, en bom- rre aquello que no es desvelado ... y que es el núcleo mismo del
bardear nuestra propuesta dramatúrgica mediante preguntas: ¿qué relato. Lo público -que es la resonancia de ese hecho: la denuncia
lugar -o lugares- de la fábula serán representados en la escena? de la camarera, el careo con los gendarmes y el profesor, el periódi-
Lo cual puede ser formulado de otra manera: ¿desde qué lugar -o co, la opinión pública que determina el suicidio de la camarera-,
lugares- será mostrada la fábula? estaría representado por los lugares donde acontece cada uno de
En el texto de Bernhard podemos ver que la fábula mencio- estos sucesos. Sin forzar el texto, pues, podríamos ver que hay una
na diferentes espacios y/o lugares: tenemos París, apenas aludido, topología de espacios que presentan en oposición lo privado y lo
de donde podemos inferir el apartamento o la casa en que vive público. Es decir, la proyección pública del hecho privado. Ella no
el profesor; tenemos un lugar llamado Kitzbühel, pueblo turístico se suicida porque ha sido recusada su denuncia -realmente ha
del Tirol; tenemos un hotel llamado el Águila de Dos Cabezas, y sido humillada en la gendarmería, su denuncia no ha sido escu-
en ese hotel, claramente mencionada, la habitación en que se aloja chada-, sino que lo hace cuando ese acontecimiento se convierte
el profesor; pero podemos inferir otros espacios del hotel: desde en público a través de la prensa: su fotografía con la leyenda de
la recepción hasta el bar, pasando por el lugar donde descansan "Una hija infame de Kitzbühel" El modelo espacial que articularía
los empleados del servicio nocturno, etc.; tenemos la gendarmería, este relato sería la oposición entre lo público y lo privado. Y,jus-
otro espacio que está mencionado claramente en el texto; pode- tamente, con la característica particular de que lo esencial de lo
mos también inferir la habitación de la camarera, y también su privado, que es si hubo o no intento de abuso, nos es velado por
vivienda, si queremos; tenemos el río, que discurre por Kitzbühel, el relato.
ese río en donde no se ha encontrado el cadáver ... Podríamos entonces decidir que toda nuestra acción dramáti-
Es decir, contamos con una serie de espacios posibles que la ca ocurriera en dos espacios: la habitación -como paradigma de
fábula nos dibuja -en este caso, no dibuja, puesto que no hay des- lo cerrado, de lo privado, lo particular, lo secreto-, y la comisaría,
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rera, tal vez. Pero, asimismo, puedo hacer que todo gire alrededor provoca el que esos contactos se den en momentos que no hemos
del gendarme o del cartero del pueblo. .lrarnatizado, pues entonces el espectador lo que percibe son las
Ahora bien, la jerarquía dramática no depende sólo de Ja pre- l onsecuencias de esas interacciones de las que no ha sido testigo,
sencia física del personaje en escena; puede haber personajes de pero cuyos efectos tienen función dramática.
escasa -o nula- comparecencia escénica y, en cambio, justamen- En el relato, la función del personaje implica su presencia, su
te por su ausencia o por su escasa presencia, adquieren tanta o más 1crarquía, su red relacional, y, por lo tanto, condiciona el punto de
relevancia que los otros. Recordemos, por ejemplo, a Ivonne, en vista sobre los sucesos y los demás personajes de la historia. En
lvonne, princesa de Borgoña, de Gombrowicz, a Pepe el Romano vi nivel de la acción dramática, otra pregunta reveladora en este
en La casa de Bernarda Alba de García Larca, o a Godot, en Espe- .unbito es: ¿mediante qué puntos de vista son ofrecidas al público
rando a Godot de Beckett. La jerarquía de los personajes no sólo estas circunstancias? De manera similar a lo efectuado por el na-
tiene que ver con su presencia escénica, sino con cómo polarizan 1 rador, el dramaturgo puede decidir opacar -más o menos- la
los tensores de la acción dramática. <ubjetividad de un personaje dado; o bien, revelar la expresión de
Hay en este terreno otro factor importante, que es el de las -us motivaciones. En suma, operar con el enfoque de situaciones y
jerarquías en que se organizan los personajes entre sí, determina- personajes que permitan -o bien impidan- la identificación del
das por las pautas psicoafectivas que los caracterizan. Yo puedo espectador con el punto de vista de alguno de ellos.
decidir que el profesor es un tipo débil como personalidad, mien- Por último, la economía dramática nos obliga a distribuir los
tras que la camarera tiene un extraño carisma, un extraño poder. personajes en dos categorías: presentes y ausentes de la escena. Un
Puedo también establecer que la motivación del profesor es que se personaje ausente no es un personaje inexistente, es un persona-
ha enamorado locamente de la camarera, pero su pudor le impide l\' que no se materializa en escena, pero que, como hemos visto,
comunicar su deseo. Los grados de dependencia de los personajes puede tener una gran relevancia en el desarrollo de la acción. Lo
dependen de sus vínculos afectivos. O sea, la jerarquía no es sólo \¡ue conviene tener en cuenta es que, con el personaje ausente, es-
para el espectador, sino también entre ellos: ¿quién es dominante, t.unos creando un interesante ámbito de inverificabilidad para el
quién es dominado? Habría que procurar, en todo caso, que tales espectador. Los personajes ausentes pueden ser sólo referenciales
esquemas no sean rígidos, que se produzcan inversiones, variacio- (se habla de ellos, pero han desaparecido en el pasado o en una
nes, súbitos cambios y desdoblamientos. lejanía infranqueable); o bien, habitan la extraescena (y el autor no
Otro aspecto significativo en este ámbito es indagar qué es- les concede el derecho de hacerse presentes); o bien, son persona-
tructura relacional organiza la interacción de los personajes. Es ll'S incorpóreos (voces, sombras, objetos ... ).
decir, qué personajes entran en contacto en la acción dramática, En nuestro caso, imaginemos que situamos la acción de Sospe-
y con qué recurrencia. En Hipólito de Eurípides, Fedra y Teseo no ' lta en torno a la presencia escénica del profesor, y que la camarera
llegan a encontrarse nunca en escena, porque, cuando Teseo llega, .iparece sólo como una voz. Por ejemplo, desplegamos la acción
Fedra ya ha muerto. En cambio, Racine sí que organiza su estruc- dramática en tres noches de delirio del profesor: antes, esa misma
tura relacional para que Fedra y Teseo se encuentren. El hecho de noche y al día siguiente. La camarera, quizá, va diciendo jirones de
que unos personajes se relacionen directamente en escena, genera la supuesta conversación que tuvo con el profesor el primer día, y
un sentido, distinto al que genera el hecho de que nunca tengan \'I dialoga con esa voz. Podemos, pues, crear personajes incorpó-
contacto y no puedan interactuar directamente. Y también al q1.;e reos, no necesariamente espíritus, sino personajes que habitan en
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Toda la cuestión de los anacronismos -que es un tema muy una riqueza metafórica y una complejidad sintáctica absolutamen-
interesante, tanto en la dramatización como en la puesta en esce- te impropia, utilizando un procedimiento no figurativo. Lo cual es,
na-, tiene que ver con la noción de figuratividad. El anacronismo muchas veces, un indicio de la libertad que se arroga el autor de no
-de un elemento, un comportamiento, un objeto, una costumbre imitar la imagen convencional del habla de los personajes, trans-
de una época que el autor atribuye a personajes de otra época, de grediendo, en cambio, este componente de la estructura dramá-
otro lugar- en realidad sólo funciona o se percibe como tal desde 1 ica, para provocar un efecto de extrañamiento en el espectador.
tiempos muy recientes, desde que tenemos una cierta conciencia La última pregunta -que nos llevaría a enlazar con la noción
de la historicidad. Vuelvo a decir que, para los espectadores del Si- de mundo posible- sería: ¿qué grado de autoconsistencia presen-
glo de Oro español, no era anacrónico que los senadores romanos ta el sistema fíccional? En último término, dado el carácter rela-
dieran una serenata con guitarras a una dama romana. Su sentido tivo que le estamos atribuyendo a la noción de figuratividad, de
de la historicidad no tenía la consistencia y el rigor que tiene el verosimilitud, creo que podemos afirmar que lo que para nosotros
nuestro, por lo tanto -para ellos- este recurso no era inverosímil. es hoy la verosimilitud de un mundo poético, de un mundo ficcio-
En nuestro trabajo con relatos, debemos tener en cuenta, en- nal, podría denominarse autoconsistencia. Es decir, la coherencia
tonces, en qué medida la fábula se rige por unos criterios espe- que existe entre las leyes que rigen ese mundo ficcional; el hecho
cíficos de verosimilitud: en cuanto a las circunstancias, el com- de que los diversos elementos de ese mundo ficcional se rijan por
portamiento de los personajes, la lógica que encadena los sucesos, unas leyes que estén autojustificadas, autosustentadas; que no son,
para identificar los posibles anacronismos en que ella incurra. quizás, las de nuestro mundo, que no son las de la realidad, tal
Pero también, en cuanto a esas pequeñas circunstancias de espa- como nosotros la percibimos: pero que son, dentro de ese mun-
cio y de tiempo, que corresponden a la imagen de la realidad, a la do ficcional, absolutamente rigurosas. En un momento dado, un
visión de mundo que tenían -o tienen- los receptores origina- autor puede inventar un comportamiento de la realidad dislocado
rios, hemos de decidir si vamos a mantener tales anacronismos, con respecto a nuestra visión de mundo, pero si todos los elemen-
y también tales anatopismos (irregularidades o inverosimilitudes tos que forman ese microcosmos se rigen por un sistema de leyes
de carácter geográfico) en los que a veces incurren los relatos, o si, consistente, ese mundo ficcional será verosímil. Es decir: coheren-
por el contrario, los vamos a adaptar a nuestra visión del mundo. te, porque es autoconsistente.
Otro aspecto que tiene que ver con la figuratividad es el que se Y esto no es ninguna novedad. Cada género tiene un grado
refiere al lenguaje, al habla de los personajes. Aquí nos pregunta- de autoconsistencia: cuando nosotros leemos un cuento infantil,
ríamos por el grado de desviación de la lengua estándar que ofre- tenemos que abdicar de nuestra visión de la realidad, de nuestras
ce el habla de los personajes, el grado de desviación del habla co- leyes del mundo. Todo ese mundo ficcional que tiene unas leyes
mún y corriente de una determinada colectividad que es común al inverosímiles -pero que son, en cambio, autoconsistentes-, tie-
autor y a los espectadores. La figuratividad tiene que ver también ne una coherencia intrínseca. Cada género tiene unas propieda-
con el modo de hablar de los personajes. Una de las más maravi- des, unas normas que, si son coherentes, si el autor las respeta en el
llosas anomalías de Roberto Zueco, de Bernard-Marie Koltes, es sentido de hacerlas funcionar con rigor, permiten que el especta-
que los personajes son marginales, inmigrantes, que habitan un dor acepte el mundo que percibe como coherente, como verosímil:
medio lumpen y, por lo tanto, presumiblemente, con un léxico y como figurativo.
un nivel retórico mínimo. No obstante, Koltes los hace hablar con Para este tema, me ha sido útil la noción de mundo posible,
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72 NARRA'l'l;l((d.\: l>Rc\:Vl.\'!t:R(.I..\ iJL Tl,XTO~ ~AJW.~Tl\'OS 1 )HAi\1ATl'R(Jl!\ FABL:L.---\H 7l
que introduce Umberto Eco en Lector in fabula, y que viene sien ,, .il y, probablemente, será también difícilmente compartible-,
do utilizada, también, por otros críticos. Podemos abreviar di 1,1HI ría que definir todas y cada una de las leyes, componentes y
ciendo que esta noción pone en relación el mundo ficcional qtll' I '', i¡iiedades que rigen ese nuevo mundo, puesto que el espectador
crea un relato o una obra de teatro, por ejemplo, con lo que de "" podría utilizar su enciclopedia experiencia! para entender su
nominamos mundo real. Es clave no olvidar que lo que llamarnos 11111cionamiento.
realidad, es una imagen construida culturalmente, socialmente. Y Muchos de los movimientos vanguardistas del teatro -los fu-
que nuestro mundo real no es el mismo mundo real de los árabes 11111stas, los dadaístas, los surrealistas, algunos de los autores del
-por ejemplo- ni es el mismo mundo real de los aborígenes del ll.unado teatro del absurdo- efectuaron múltiples transgresiones
Amazonas, etc. La noción de realidad es, por lo tanto, también , 11esa relación mundo posible-mundo real; pero si analizamos sus
relativa, variable. ,iliras, vemos que muchas de las leyes que rigen los mundos que
Llamaremos, por tanto, mundo posible al conjunto de sujetos, .nventan son, en algunos casos, completamente alternativas, pero
lugares, propiedades de los sujetos y de los lugares, acciones, com- nunca todas ellas.
portamiento, fenómenos, leyes y causas que los rigen, etc., que se Esta distancia entre mundo posible-mundo real, es una distan-
articulan en determinado texto. Mundo posible que es un mundo ' u inmedible; pero parece evidente que, cuando se alarga de un
parcial con respecto al mundo real. Parcial con respecto, incluso, al modo excesivo -y no puedo dar a la palabra excesivo un grado-,
mundo real de cualquier espectador dado, por muy limitada que .ilgo se quiebra y la comunicabilidad del texto se ve resquebrajada.
sea su experiencia de la vida. El mundo posible es siempre una \I incrementar excesivamente el factor de distancia, de diferencia,
pequeña fracción en relación con el mundo real. Que, además, .le alternatividad de las leyes del mundo posible con respecto al
como ya hemos dicho, puede estar regido por sus mismas leyes inundo real, la comunicabilidad empieza a hacerse problemática.
y propiedades -en lo que denominamos "realismo->, o puede 't, por lo tanto, no sólo la aceptación del receptor, sino incluso su
modificar algunas de las leyes que operan en el considerado como -unple asimilación, su simple comprensión, se debilitan extraordi-
mundo real. nariamente. Le estamos pidiendo al receptor una renuncia exce-
Valga un ejemplo personal. Yo,que no creo en la vida más allá <iva a su propia enciclopedia, una entrega excesiva a leyes que no
de la muerte, puedo decidir que el personaje de Carrnela, en ¡Ay, son las suyas, y si esas leyes no son autoconsistentes, si el mundo
Carmelal, regrese de la muerte, hable con Paulino, se pelee con él, posible que dibuja no posee una intensidad, una complejidad, una
se coma una manzana que le ha dado el cura en el más allá ... y que 1 ragicidad, un humor suficientes, es probable que el receptor rorn-
luego Paulino pueda probar esa manzana. Yo -como escritor- pa el pacto -un pacto de comunicabilidad entre la escena y la
puedo inventarme un mundo en el que las cosas no ocurran como ~ala- y se distancie.
yo -individuo histórico- sé que ocurren en la realidad. Pero si Para cerrar esta pequeña reflexión que hemos hecho, enfatiza-
consigo que esos comportamientos, esas leyes que invento, sean ría que puede hablarse de mundos más o menos posibles, pero que
autoconsistentes, el mundo creado, probablemente, podrá funcio- 'u posibilidad dramática no depende tanto de su mayor o menor
nar: y podrá ser aceptado por el espectador. distancia con respecto al mundo real, como de su autoconsistencia.
Ahora bien, si el escritor construye un mundo posible total- ,\11adiría a esta noción la de reversibilidad. Llamo reversibilidad
mente alternativo al mundo real -aunque es difícilmente conce- de un mundo posible, a su capacidad de decir algo sobre el mundo
bible un mundo posible que no tenga nada que ver con el mundo real. Y aun citaría una tercera propiedad deseable: la reactividad,
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que sería la capacidad que el mundo posible tiene de sugerir mo-
dificaciones, de apuntar hacia modificaciones en el mundo real.
Esas tres propiedades: autoconsistencia, reversibilidad y reactivi-
dad, me parecen requisitos indispensables para la elaboración de
un mundo posible, independientemente de su mayor o menor dis- VII. DRAMATURGIA DISCURSIVA
tancia con respecto a un mundo real.
Vamos a terminar con esto el apartado de la dramaturgia fa-
amos a asomarnos a otro tipo de intervención dramatúrgica,
bular o historial. El ejercicio que propongo realizar en el taller -y
que se desprende de estas consideraciones-, es intentar un pro- V que llamo discursiva para acentuar, como antes queda dicho,
que el aspecto a privilegiar en la traslación del texto narrativo a la
yecto de escritura dramática, de traslado a la forma dramática del
texto de Bernhard. Es importante que, en este proyecto, todos los escena es el del discurso, y no el de la fábula.
componentes de la fábula de Sospecha se hagan presentes de algu- Aprovecho para decir que la opción por una dramaturgia dis-
l ursiva, no es ni caprichosa ni extraña. El teatro contemporáneo
na manera. Sugiero proceder operando mediante preguntas -ver
el esquema inicial- que nos permitan articular la acción dramá- muy frecuentemente renuncia a la fabula, renuncia a contar histo-
tica con la fábula, según los ámbitos de investigación señalados. rias. Y también la narrativa contemporánea muy a menudo renun-
c ia a contar, y así hallaríamos no pocos relatos y novelas en los que
Una alternativa a este ejercicio, aplicada a un texto no narra-
tivo, consistiría en abstraer, por ejemplo, la fábula de Romeo y Ju- la historia es prácticamente insignificante. De esta constatación se
lieta, o la de Edipo rey, y ver qué tipo de acción dramática podría desprende la necesidad de indagar en las herramientas que nos
organizarse, respetando la fábula, pero no haciéndolo según la permitan aplicar la intervención dramatúrgica a textos narrativos
configuración dramatúrgica del texto originario. Podemos inten- que no basan su interés en la fábula.
tar otro juego: escribir la fábula del Edipo rey en una página, e Es sumamente frecuente el caso de directores o dramaturgos
imaginar que Shakespeare tomara esa historia e hiciera un texto que, en busca de textos para adaptar al teatro, se estancan en una
según su propia noción y su propio sistema de acción dramática: concepción clásica y tradicional de la narrativa y buscan relatos y
cinco actos, multitud de espacios, multitud de lugares, multitud novelas en donde haya episodios claramente dibujados, un argu-
de personajes secundarios, etc. Veríamos cómo, aunque la fábula mento bien consistente, personajes, lugares, abundantes diálogos,
sea la misma en ambos casos, la poética de Sófocles da lugar a un etc., y dejan fuera de su búsqueda textos de una extrema impor-
tipo de textualidad y la de Shakespeare a otra diferente. Y si la to- tancia, pero en los que no se encuentra un esqueleto fabular. Es
mara Brecht, nuevamente daría lugar a otra modalidad de acción ahí donde puede operar un tipo de intervención dramatúrgica que
dramática. prescinda de la fabula para intentar dramatizar el discurso. Por-
que, repito, en gran parte de los relatos contemporáneos, el discur-
so es lo esencial y la fábula, a veces, queda reducida a ser un mero
pretexto narrativo.
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"78 N.i\H!-'.,\_'!
c:_RGf,-\:[)J{,\,\fXTUHClA DF TFXTOS NAEHATl\'OS DR.\¡\fJ\'fL1f~CfA PlSt~l:RSfV,\
PRIMER CASO DE DRAMATURGIA DISCURSIVA: il', y me resisto, sin embargo me llenan un vaso, no me lo bebo,
IDENTIFICACIÓN DE NARRADOR Y NARRATARIO, .ligo, no, no bebo, y la superiora vuelve a echar el aguardiente en
COMO ELEMENTO DE DRAMATIZACIÓN DISCURSIVA l,1 botella, y yo sé que quiere dinero, todos quieren aquí dinero,
l 1 pueblo entero quiere dinero de mí, la población entera, todos
EN EL ASILO 'luieren algo, todos me toman por tonto, por infinitamente tonto,
Thomas Bernhard ¡1orque los he alimentado a todos, los he alimentado a todos du-
1 unte años, con propuestas, respuestas, con sugerencias, subsidios
-Me gustaría llevarla alguna vez conmigo al asilo -dijo el pin- vsubvenciones, con dinero, sí, también con dinero, he tirado mu-
tor-. Quizás sea bueno que una persona como usted, todavía sin ' ho dinero, he tirado mucho dinero a ese agujero sucio ... Así pues,
experiencia (¿no me equivoco, verdad?) -dijo-, eche alguna vez voy -dijo el pintor-, rechazo el aguardiente y escucho aquella
una ojeada a una de las miserias humanas más abrumadoras que pordiosería, escucho que debería darles un auxilio, un "modesto
existen, al tumulto de la balbuceante incapacidad senil. No creo .iuxilio" que "el Sef10r2 me "tendrá muy en cuenta" (¿qué señorr) y
que se asuste tanto que tenga que llevarme las manos a la cabeza escucho todo aquello y miro a la superiora y escucho cómo mueve
y decirme: ah, no hubiera debido hacerlo, llevarla ahí, enfrentarla con los pies la máquina de coser, cómo mueve la máquina y tira
con los hidrocéfalos, los rostros de alcohólico, las piernas hincha- hacia su pecho de una gastada camisa de hombre, pasándola bajo
das de los fumadores, la estupidez católica de los pensionistas. La la aguja, y luego, sin duda, de una chaqueta, yo le miro la cara, su
vejez no es mas que voraz -dijo el pintor-. ¡Los viejos son pupi- cara ancha y fofa, las manos abotargadas, sus uñas sucias y largas,
los del diablo, las viejas mamonas del cielo! ¡Y todo ello sin defensa la miro bajo su toca, bajo la toca blanca como la nieve, y pienso:
posible! Esa hediondez -dijo el pintor-, cuando uno entra en el 'Ah, así es la velada en el asilo, que es siempre la misma velada, esa
asilo, no sabe si es de manzanas o de los pechos podridos de los velada que cosen juntos y beben a sorbitos juntos y comen juntos y
comerciantes de comestibles. Uno quisiera contener la respiración rezan juntos y mienten juntos y duermen juntos y se emborrachan
-dijo el pintor-, ¡contener la respiración pensando en todo lo iuntos, es esa velada, pienso, que nadie piensa en cambiar y en la
que aún tendrá la impertinencia de venir! Pero enseguida se tiene que nadie piensa, la velada de la adversidad que el mundo rechaza"
el pecho lleno de podredumbre. Sepa usted -dijo el pintor-, estoy una hora allí y me muestro dis-
De pronto, uno no puede respirar, no se puede respirar más puesto a dar una ayuda para un viejo, un viejo tonelero, sepa usted,
la suciedad, la vejez, el hedor de lo monstruosamente superfluo, para un viejo tonelero de cabello blanco, con pantalones de cuero
ese melancólico y sofocante olor a pus. Pues si -dijo el pintor-, y chaqueta regional, con camisa de dril, con un gorro de piel en
la llevaré conmigo. La conduciré allí. Usted hará su reverencia a la la cabeza, me muestro dispuesto a comprarle a la superiora el ca-
superiora. Le contará a ella sus historias, las historias de su vida, y lendario de San Severiano, uno de esos repugnantes productos del
le infligirán también una. ¡La destrozarán! Los viejos son los ladro- subempobrecimiento clerical, y entonces noto que hay un hombre
nes de cadáveres de los jóvenes. La vejez es un robo de cadáveres. echado en el banco junto a la pared, totalmente inmóvil, sepa us-
La vejez se atraca de juventud -dijo-. Una vez voy al asilo y me ted, con el calendario de San Severiano sobre el pecho; el hombre
siento allí -dijo el pintor-, y me traen pan y leche, y quieren que está detrás de la superiora y pienso, ese hombre está muerto, de
tome también aguardiente pero yo digo, no quiero aguardiente, veras, ese hombre está muerto, me digo a mí mismo, me pregunto,
no, no, nada de aguardiente, digo, de ningún modo aguardien- ese hombre debe de estar muerto, tiene el aspecto de un hombre
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