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Las fuertes lluvias causadas por 33 de las 60 ondas tropicales esperadas para el año 2018

en Venezuela produjeron en el mes de agosto del mismo año la crecida más grande
registrada desde 1976, recordando que el 4 de agosto de 1976. El Orinoco registró una de
sus crecidas más espectaculares sino igual por lo menos similar a la de 1892 que tapó por
completo la Piedra del Medio. El 4 de agosto alcanzó su nivel más elevado y se mantuvo
estacionado hasta dos días después. El Río Padre se situó en 18.04 metros sobre el nivel del
mar y permaneció estacionado en ese nivel hasta dos días después que inició su descenso en
medio de la más angustiosa expectativa. El río comenzó a superar la cota de peligro (17m.)
el 24 de julio y cuatro días luego ya estaba en 17.42. Mientras que para el 2018 el caudal
llego hasta los 18,34 metros sobre el nivel del mar hasta el sábado 25 de agosto en Bolívar
y hasta los 54,28 metros en el Amazonas. Este desastre natural trajo como consecuencia el
desborde del mismo afectando varias zonas del país como los estados Amazonas, Monagas,
Bolívar, Delta Amacuro, el sur de Monagas y Guárico. Los daños también alcanzaron
tierras agrícolas y ganaderas, lo que comprometió la disminuida producción de alimentos
en el país.

Cabe recordar que el río Orinoco, es el tercer afluente de agua dulce con más caudal en
el planeta, recorre siete estados de Venezuela, desde el sur hasta el oriente. Según el
explorador y naturalista Alberto Blanco Dávila ha recorrido estos 2140 kilómetros, desde
su naciente en el cerro Delgado Chalbaud —en la frontera entre Colombia y Venezuela, en
el estado de Amazonas— hasta su desembocadura en el mar Caribe, en el estado Delta
Amacuro. Blanco sostiene que esta emergencia no ha sido provocada por “el Arco Minero
ni la destrucción de zonas como la Reserva Forestal de Imataca, sino por una mala
planificación en la gestión de riesgos y permitir que se construya en zonas inundables. Eso
incluye a los indígenas, que han perdido todo sentido con la llegada de la minería, ya ni
pescan ni cazan, todos se van a sacar oro”, entrevista que sostuvo con el grupo de noticias
Mongabay Latam.

Los indígenas waraos del Delta Amacuro fueron los más afectados perdieron viviendas y
enseres, se reportaron niños con diarrea, deshidratación y hongos en la piel. Además, se
contó con la presencia de animales (culebra, rayas, y peces) que atacaban a los afectados.
En esta región, en el extremo oriental de Venezuela, la emergencia fue decretada el 2 de
agosto.

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