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EL NUEV
PAISAJE
UN MANUAL
PARA EL MAES
M ODERNO

R. Murray S

RICORDI
VO
SONORO

STRO DE MUSICA

Schafer
Título original
The new soundscape
A Handbook for the
Modern Mus ic Teacher

Traducción de
Juan Schultis

ISBN 950-22-0242·2 Aicordi Americana S.A. E.C.


©1969 by BMI CANADA LIMITED
Copyright assigned 1969 to BERANDOL MUSIC UMITED, Toronto, Canadá.
Unica edición en español autorizada por BERANDOL MUSIC LIMITED de Canadá,
propietario de los derechos para lodos los paises a:
RICORDI AMERICANA S. A. E. C., Cangalla 1558, Buenos Aíres, para lodos los pal­
ses de habla española, Brasil, Portugal y los Estados Unidos de América.
Todos los derechos están reservados. All rights reservad.
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.
A Keith Bissell
R. MURRAY SCHAFER

R. Murray Schafer es
considerado uno de los
compositores más destaca­
dos del Canadá, así corno
una de las figuras más in­
teresantes de la vanguardia
musical internacional.
Nació en 1933 en Sar­
nia, Ontario y estudió en
el Conservatorio Real de
Música de Toronto con Al­
berto Guerrero (piano) y
John Weingzweig (compo­
sición). En los círculos profesionales su no1nbrc se destacó a mediados de
la década del '50 cuando, junto con otros jóvenes colegas, organizó en el
Conservatorio un concierto de nuevas composiciones. Luego viaja a Euro­
pa donde, entre otras actividades, realiza una serie de entrevistas a compo­
sitores británicos, publicadas luego con el título de British Composers in
interview.
En 1962 regresó al Canadá donde participó activamente en la funda­
ción de los célebres Ten Centuries Concerts, una serie anual de audiciones
de trabajos poco comunes, raramente programados. En 1963 se convierte
en artista residente de la Newfound/ands Memorial University y en 1965
pasa a la Simon Fraser University, donde dicta una cátedra en el Departa­
mento de Estudios en Co1nunicación.
Durante estos años Schafer desarrolló su enfoque renovador de la
educación musical y trabajó sobre el material básico que condujo a sus pu­
blicaciones de avanzada: El compositor en el aula, Limpieza de oz'dos, El
nuevo paisaje sonoro, Cuando las palabras cantan y El rinoceronte en el
aula. Una de las preocupaciones fundamentales de Schafer durante la dé­
cada del '70 fue el World Soundscape Project (Proyecto de paisaje sono­
ro mundial), el cual, brevemente explicado, consistiría en un conjunto de
estudios sobre el medio sonoro y su relación con el hombre. El proyecto
tiende a una revisión de la legislación sobre ruidos, así como también al
estudio de distintos modelos de "diseño acústico" controlado. El compo­
sitor considera a uno de sus últimos libros, The Tuning of the World, co­
mo el resumen de sus conclusiones definitivas en este catnpo hasta la fe­
cha.
R. Murray Schafer es un antiguo miembro de Ja Liga Canadiense de
Compositores y ha recibido numerosos premios y encargos.

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PREFACIO A LA EDICION -

EN ESPANOL
Si las grandes figuras que establecieron las bases de una nueva peda­
gogía musical, a sen1ejanza de los genios que revolucionaron la psicología
de este siglo, profundizaron en materia de principios y ordenanüentos
psico-pedagógicos, quienes contribuyeron más ampHamente a enriquecer
el espectro de la educación n1usical en las últimas décadas estuvieron in­
teresados más especialmente en el lenguaje musical y en los n1a teriales so­
noros antes que en las técnicas de transn1is ió n y el aprendizaje de dicho
lenguaje.
La adaptación y actualización de 1os profundos y ya incuestionables
principios de la psicopedagogía musical enunciados por personalidades de la
talla de un E. Jaques Dalcroze o de un Edgar Willen1s, entre otros -la ne­
cesidad de dotar a Ja enselianza de un carácter práctico, activo, creador, di­
ná1nico; de aportar una mayor conciencia en Jos procesos n1entales del
aprendizaje; de establecer secuencias coherentes desde el punto ele vista
'

psicológico, etc.- requería una generación de pedagogos n1ás clirectan1en-


te cornpro1netidos con los procesos creativos, y, en especial, con Ja bús­
queda de un lenguaje 1nusical contemporáneo.
La línea que, a nuestro juicio, se inicia con Carl Orff y Zoltan Koda­
ly, quienes pusieron un especial énfasis en el sentido y la calidad de los
materiales didácticos (ambos enfoques representaron en su momento una
saHda novedosa aunque, como se mostrara luego, cerrada y proclive por lo
tanto al desgaste y a la estereotipia) s e continúa en la década del sesenta
con los aportes de Jos pioneros de la pedagogía de Ja música contemp )rá­
nea, casi todos ellos, con1positores. En Inglaterra se destaca en primer tér­
mino un George Self (nacido en 1921) a quien le siguen Juego B1ian
Dennis y John Paynter, más jóvenes; en Alemania, Lili Friedemann publi­
ca en 1969 su trabajo sobre "Improvisación Colectiva con10 Estudjo y
Configuración de la Música Nueva" iniciando así un movimiento peda,gó­
gico que más tarde incluirá a nuestro compatriota Mauricio Kagel.
En los Estados Unidos de Norteamérica, se crea el Contemporary
..

Music Project" (far Creativity in Music Education), que con el lider�zgo


del co1npositor Norn1an Dello J oio y el educador Robert J. Werner desa­
rroUa una intensa y efectiva labor en distintas universidades y centros edu­
cativos para pron1over el acerca1niento entre compositores y pedagogos y
actualizar la educación musical, durante un largo y fructífero período que
abarca los años 1963 - 1974.
En Ja década del sesenta comienza la experin1entación sonora a nivel
educacional en Suecia. Folke Rabe y Jan Bark crean juntos en 1968 a pe­
dido ele las Juventudes Musicales de Suecia el primer "Taller de Sonido"
del cual ernergerán los 111atcriales didácticos publicados en 1975 por el Mo­
vimiento de Educación Popular.

6
Nuestro país tampoco permaneció ajeno a estos movimientos y en el
año 1971, durante las Terceras Jornadas organizadas por la Sociedad Ar­
gentina de Educación Musical -con la presidencia del maestro Rodolfo
Zubrisky- conjuntamente con el Segundo Seminario Internacional de
Educación Musical de la ISME (lnternational Society for Music Educa­
tion), se realiza la primera experiencia que promueve el contacto activo
entre pedagogos musicales y la generación de compositores de avanzada de
nuestro país con el fin de integrar definitivamente la música contemporá­
nea a la educación musical.
En Canadá se destaca con rasgos bien definidos Ja figura de un excep­
cional creador, el composüor y pedagogo Murray Schafer -nacido en Sar­
nia, Ontario, en 1933- quien publica su primer trabajo pedagógico ("El
compositor en el aula") en el año 1965, como corolario de una intere·
sante experiencia piloto que había realizado en el verano del 64 en Ja
North York Summer Music School con estudiantes de canto y de diversos
instrumentos.
Cuando Murray Schafer se hace cargo de aquellas memorables clases,
transcriptas en su libro, emprende tal vez sin saberlo aún con bastante cla­
ridad, la apasionante tarea que lo definiría como el arquetípico pedagogo
de la segunda mitad del siglo XX. Mientras la pedagogía musical se debatía
ya en la confusión y Ja incoherencia de 1núltiples dicotomías (música esco­
lar y música viva, música vieja o de n1useo y música nueva, música culta y
música popular, etc.) Schafer acepta el desafío y se propone restablecer la
unidad niusical. recuperar la música y el increíble mundo de los sonidos
para las jóvenes generaciones.
¿Cómo lo logra? De una manera que podríamos llamar contundente,
maestro y alumnos se dedican juntos a revisar y replantear las ideas y los
conceptos tradicionales sobre la m úsica y la creación musical ("El com­
positor en el aula''), a experimentar libremente con los sonidos después d�
promover una mayor sensibilización y conciencia frente al entorno acústi­
co ("Limpieza de oídos" y "El nuevo paisaje sonoro"); a restituir la flui­
dez de comunicación entre Ja música y las demás artes y, en particular, a
develar la increíble riqueza sonora del lenguaje hablado ("Cuando las pa­
labras cantan"); a escuchar, en fin, con sensibilizada atención la obra y la
palabra de los más destacados con1positores de Ja actuaHdad. "El rinoce­
ronte en el auw , el quinto y último libro de esta apasionante serie didác­
"

tica, está particulam1ente dirigido a los maestros y profesores de música.


En ésta, que podríamos considerar su obra n1ás estricta1nente pedagógica,
el autor intenta al fin reflexionar, filosofar, e incluso dar normas -siempre
sin abandonar su personalísimo estilo "abierto"- sobre los objetivos Y el
planea1niento de la educación musical.
A través de su obra musical y de su obra pedagógica se percibe a un
hombre inmerso en la realidad total de su tie1npo. Es un prolífero creador
de música de todos Jos géneros, aparte de las piezas instrumentales y voca­
les destinadas a niños y jóvenes. Dice de él su contemporáneo, el inglés
John Paynter: "aquellas clases de Schafer no sólo se referían a la n1úsica
escolar -tomada como un "área" educativa convencional- sino que abar­
caban muchos de los problemas actuales que conciernen al sonido y a la
sociedad, a nuestra sensibilidad y conciencia, problemas que por cierto de­
berían preocupar a todos los maestros".(*)
La mayoría de los libros "pedagógicos" de Schafer consiste en
transcripciones directas de sus experiencias personales con grupos de ni­
ños y jóvenes. Por ese motivo, su estilo es informal y no por eso menos
profundo ni poético. Nunca trata de explicar cómo se hacen las cosas: sim­
plemente, el lector tiene la oportunidad de recorrer, palmo a paln10, el
proceso vivo de la enseñanza-aprendizaje de la música y puede llegar hasta
a captar en las entrelíneas la vibración y el entusiasmo que cada nuevo des­
cubrimiento produce tanto en el mae:stro como en sus alumnos.
Sus libros resultan así crónicas de vida musical, de cuestionamientos,
procesos y meditaciones compartidas. En suma, un excelente y necesario
ejemplo de lo que podríamos llamar el método creativo y experimental en
la pedagogía musical actual.

Violeta Hernsy de Gainza

(•) "Hear and now". Universal Edition, Londres, 1972.

8
EL NUEVO PAISAJE SONORO

1 ntroducción

Murray Schafer nos muestra en esta obra -este librito co1no la llama, qui­
tándole importancia a su contenido- una 1nanera práctica y personal de
conectar al estudiante con el apasionante mundo de los sortidos y de la
música.
La acústica (el estudio objetivo, hasta donde puede serlo, de los sonidos),
la psicoacústica (esos mismos sonidos en tanto son precibidos y procesa­
dos por el hon1bre), son abordadas en un estilo desprejuiciado, abierto ha­
cia múltiples direcciones: la investigación, las diversas posibilidades creati­
vas, la integración en todas las áreas de conocimiento humano, rasgo fun­
dan1ental del pensamiento y del arte contemporáneos.
El lector, cualquiera sea su especialidad o el motivo de su interés, se senti­
rá fascinado con las maravillas que se entreven al abrir las compuertas de la
mente y de la percepción. Tendrá oportunidad, no sólo de aprender, sino
de sentir, de dudar, de replantearse infinidad de conductas mecánicas a
las cuales está habituado.
En su manera de enseñar, en realidad de co1npartir sus propias y profundas
inquietudes artísticas, científicas y filosóficas con sus alumnos, los maes­
tros encontrarán estimulantes e inspiradores ejemplos y podrán proveerse
de apasionantes temas de lectura y de conversación para desarrollar con
sus discípulos.
Las clases de música que imparte Murray Schafer suelen complen1entarse
con consultas a investigadores y técnicos de otras áreas y con estudios de
otras disciplinas. Figuran en estas páginas una consulta al jefe del Departa·
mento de Química de la Universidad sobre la estructura atómica (música
nuclear) y al jefe del Departan1ento de Astronomía (microcosmos de las
moléculas y macrocosmos de los planetas), referencias sobre la Música de
las Esferas, indagaciones acerca de la audición de los animales, del funcio­
namiento de la radio con el asesoramiento de un especialista ("No era mú­
sica pero resultó fascinante"), y muchos otros temas nlás. Y esta variedad
de informaciones presta encanto a la lectura y enriquece al lector.
En el prefacio, dedicado a Keith Bissell, oyentes imaginarios de obras fa­
mosas y muy diferentes las unas de las otras se interrogan, después de la
presentación en el hall de las respectivas salas de conciertos, sobre la na­
turaleza de la música, mientras e l autor, a su vez, al escuchar volar un jet
en el cielo, se pregunta si ese sonido podría actualmente ser considerado
másica. Le escribe a John Cage pidiéndole una definición y recibe con10
respuesta una cita sacada del Walden de Thoreau. "La nlúsica es sonido.
Sonido que nos rodea, estemos o no en una sala de conciertos".
Piensa que difícilmente podría haberse escuchado antes algo se1ncjante.
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Ha cambiado pues el concepto por completo. "La nueva orquesta -nos
dice- es el universo sonoro y los nuevos músicos, cualquiera y cualquier
cosa que suene".
Murray Schafer nos hace recorrer estos nuevos caminos y nos familiariza
con el nuevo vocabulario sonoro. Nuestros oídos quedan más alertas des­
pués de leer estas páginas. Los sonidos de la orquesta universal son infini­
tamente variados y cambian de acuerdo con las épocas y las culturas. La
música que se escucha actualmente suena cada vez con mayor intensidad y
llega hasta los umbrales de lo soportable.

Murray Schafer discute con sus alun1nos el concepto de ruido y practican


mediciones en distintos lugares de la ciudad. No hay coincidencias y llegan
a la siguiente definición: "Ruido es cualquier señal sonora indeseada". Los
ruidos muy intensos -agrega- producen sordera, alteraciones en la circu­
lación de la sangre y en el funcionamiento del corazón. Y enuncia otro de
los conceptos esenciales de su prédica. "En Ja actualidad, tan in1portante
como producir sonidos es prevenirlos". Fundador y propagandista de so­
ciedades para la Abolición del Ruioo, aporta datos interes�t.es sobre la
polución sonora, ten1a que sin duda alguna lo obsesiona.

AJ introducir conceptos nuevos, Murray Schafer suele inventar palabras y


pone de manifiesto u n rechazo muy grande hacia el impersonal y enajenan­
te sonido de las propagandas radiales.

Sintetizando, pues resulta difícil abarcar en un prólogo la cantidad de te­


n1as tratados en las páginas de este libro; intentaré enumerar los rasgos que
confieren excepcional valor pedagógico a esta obra:
1) Las estrategias pedagógicas de Murray Schafer apuntan al desarrollo
de la con1unicación y del criterio personal en sus alun1nos.
\
2) Le interesa estin1ular en ellos la curiosidad, conduciéndolos hacia la
exploración y la investigación científica.
3) Procura especialmente sensibilizar a sus alumnos en todos los aspec­
tos perceptivos y en la audición en parti�ular, insistiendo de n1anera casi
obsesiva, pero nunca agobiante, sobre el importante terna -más bien anti­
den1agógico- de la polución sonora.
4) Murray Schafer muestra brillantemente en esta obra -una vez nlás­
su capacidad para integrar y annonizar el mundo de los sonidos y de la
1núsica con la totalidad del universo y la versatilidad y el enciclopedismo
de la época que nos toca vivir.
La nlúsica es, al fin y al cabo, la ventm1a desde la cual los 1núsicos contem­
plan1os el mundo.

Violeta Hemsy de Gainza

10
PREFACIO

Comentario en los pasillos después del estreno de la "Quinta'' de Beetbo­


ven: "Sí, pero ¿es música?"

Comentario en los pasillos después del estreno del "Tristán" de Wagner:


"Sí, pero ¿es música?"

Comentario en los pasillos después del estreno de la "Consagración" de


Strawinsky: "Sí, pero ¿es música?"

Comentario en los pasillos después del estreno del "Poema electrónico"


de Varese: "Sí, pero ¿es música?"

Un jet surca el cielo sobre mi cabeza y pregunto: "Sí, pero ¿es música?
¿Quizás el piloto erró su profesión?"

11
1
Sí, pero ies Música?

MUSICA: Arte de combinar sonidos con miras a la belleza de la forma y a la expresión de la emo·
ción; sonidos así producidos; sonido placentero, por ej. e l canto de un pájaro, el murmullo de un
arroyo, o el ladrido de sabuesos.
The Concise Oxford Dictionary, 4a. Edición, 195 6

Era prácticamente mi primer día en Ja sala de música. Interesado en ave­


riguar qué se suponía que íbamos a hacer allí, J e propuse a l a clase un pro­
blema. Inocentemente pregunté: "¿Qué es música?"

Nos dedicamos dos intensos días a tantear una definición. Descubrimos


que debíamos rechazar todas las definiciones habituales porque no eran
suficientemente abarcativas, y no se puede establecer una definición que
no abarque todos los objetivos o actividades de su clase. La definición que
llegarnos a fijar y la transcripción de nuestro proceso de pensamiento es­
tán relatados en el primer volumen de esta serie, "El Compositor en el
Aula". Muchas personas reflexivas han señalado aspectos inadecuados en
esa definición. Yo estoy de acuerdo con sus críticas.

El hecho es que sencillamente cualquier definición se toma extremada­


mente difícil a medida que el creciente movimiento que denominarnos
vanguardia continúa sus exploraciones a lo largo de las fronteras del soni­
do. Cuando John Cage abre la puerta de l a sala de conciertos y alienta a
los sonidos de l a calle a intersecar sus composiciones, él ventila el arte de
la música con conceptos, frescos y análoga1nente informales.

No obstante, no me gustaba pensar que la cuestión de definir la materia


a la cual estábamos dedicando nuestras vidas fuese totalmente imposible.
No creía tampoco que J ohn Cage pensara de la misma manera, de modo
que le escribí y le pedí su definición de la música.
Su respuesta:

"Música es sonidos, sonidos alrededor nuestro, así estemos dentro o


fuera de las salas de concierto: véase Thoreau".

Se refiere a "Wa/den" de Thoreau, donde el autor experimenta un inagota­


ble entreteniJniento con Jos sonidos y paisajes de la naturaleza.

Definir la música meramente corno "sonidos" hubiese sido ini1naginable


unos pocos años atrás, a pesar de que actualmente son las definiciones más
distinguidas las que demuestran ser inaceptables. Poco a poco, en el trans­
curso del siglo XX, todas las definiciones convencionales de la música han
sido refutadas por las abundantes actividades de los n1úsicos 'mismos. Pri-
1nero por la colosal expansión de los instrun1entos de percusión en nues­
tras orquestas, n1uchos de los cuales producen sonidos de altura no deter-
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n1inada y arrít1nicos; luego, por la introducción de procedimientos alc� to­
rios en los cuales toda tentativa de organizar racionalmente los sonidos
de una con1posición debe ceder ante las leyes "superiores" de la entropía;
luego, por Ja liberación de los continentes de tien1po y espacio, que deno­
nüna1nos con1posicioncs y salas ele concierto, a todo un nuevo niundo de
sonidos exteriores d e los mismos. (En "Silei1ce" de Cage, de 4'33"de dura­
ción, sólo oín1os los sonidos externos de la con1posición misn1a, la cual es
meramente una extensa cesura). Finalmente, en las prácticas de la rnusique
concrete se hace posible insertar en una con1posición cualquier sonido del
entorno por 1ncdio de la cinta magnetofónica; mientras que en la 111úsica
electrónica la aguda e incisiva sonoridad del generador de sonidos puede
JJe11ar a ser indiferenciable de la sirena policial o del cepillo de dientes eléc·

tri o. Hoy en día todos los sonidos pertenecen a u n ininterrumpido campo
de posibilidades que se halla dentro del extenso dominio de la música.

¡He aquí la nueva orquesta: el universo sónico!

¡Y los nuevos nlúsicos: cualquiera y cualquier cosa que suene!

Esto tiene un corolario aniquilante para todos los educadores n1usicales.

Pues los educadores n1usicales son los custodios de la teoría Y de la prácti­


ca d e la nlúsica.

Y /a esencia 1nisnza de esta teoría y práctica h a de ser ahora cornpletamen­


te reconsiderada.

La enseñanza de la n1úsica tradicionam tiene sus objetivos especiales: el do­


nlinio técnico d e instrumentos tales como el piano, la tro111peta o la guita­
rra para la ejecución de una literatura existente desde hace varias centu­
rias. Con el propósito de comprender los aspectos de esta niúsica. se ha de­
sarrollado un vocabulario teórico que habilita aJ estudiante para interpretar
cualquier pieza de n1úsica occidental escrita entre el Renacimiento Y nues­
tra propia época.

Desde luego que no hay nada pcrn1anente o perfecto en esta práctica o


teoría, y la niúsica de la Edad Media o de China no puede ser medida con
las reglas de la teoría clásica con10 tampoco puede ser ejecutada en los ins­
tn11nentos <le la orquesta clásica. El barrido cultural histórico y geográfi­
c o que caracteriza a nuestra época nos ha hecho 1nuy conscientes de la fa­
lacia de pretender controlar con el 1nismo diapasón el tc1nperamento de
todas las filosofías n1usicales.

Los nuevos recursos 1nusicales que trat.aré <le enfocar en las sigui<!ntes pá­
ginas exigirán arnplian1ente nuevas actitudes en lo que respecta a las priori­
dades e n el estudio. Son necesarias nuevas asignaturas en el currículo Y
éstas nos habrán de conducir bien lejos hacia los can1biantcs contornos del
conocinüento interdísci plinario.

El nuevo cstuuiantc Jeberá estar infonnado en áreas tan diversas como

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acústica, psicoacústica, electrónica y teoría de los juegos y de la informa­
ción.
Estos últin1os, ade1nás del conoci111iento de los procesos de constn1cción
y disolución formales, como se observan en las ciencias naturales, son
Jos que serán necesarios para registrar los diseños y densidades de las nue­
vas configuraciones sonoras de la n1úsica actual y del futuro.
Actualn1ente se escucha niás niúsíca por n1edio de la reproducción elec­
troacústica que en su forina natural, lo cual hace que uno se pregunte si,
pnra el oyente conten1porá.neo, In 111úsica de esta fonna no sea quizás la
n1ás ''natural", y si es así ¿el estudiante no debería co1nprender qué suce­
de cuando la 1núsica se reproduce de esta n1anera?
El vocabulario básico de la 1núsica habrá ele can1biar. Quizás hablaremos
de "objetos sonoros", de "envolventes" y "transientes de ataque" e n
lugar d e "triadas", "sforzando" y "appogiatura . Los sonidos aislados se­
"

nín 111ás cuidadosamente annlizados con la atención puesta en los fom1an­


tes de su espectro de resonancia superior y en sus características de ataque
y extinción.
Los estudiantes quizás serán adiestrados en describir la niúsica 1nás bien en
térn1inos de frecuencias exactas o bandas de frecuencia en lugar de la li1ni­
tada 1101nenclatura del sistc.111a tonal. La dinc\Jnica tan1 bién podrá ser mejor
descripta relacionada con alguna referencia standard, tal co1110 el fon (vo­
lu1nen sonoro) o el decibel (intensidad), que con tér111inos de unas pocas
anliguas intuiciones italianas sobre el tenia.

La psicología y fisiología de la percepción ele configuraciones auditivas


reernplazarán 1nuchos estudios musicales anteriores en los cuales las sono­
ridades n1usicales se tornaban mudas por los ejercicios en el papel. (Los
textos tradicionales de teoría niegan coda vida a los sonidos, considerán­
dolos cadáveres estáticos). Finahnente, en algún Jugar se deberá co1nenzar
a trabajar en una rnuy necesaria lústoria de la percepción auditiva para
1nostrarnos có1no diferentes períodos o diferentes culturas n1usicales real­
n1ente oyen cosas diferentes cuando escuchan música.

Uno de los propósitos <le esta obra es el de orientar el oído del oyente ha­
cia el nuevo paisaje sonoro de la vida conten1poránea, de fan1iliarizarlo con
un vocabulario de sonidos que podrá oír tanto dentro co1no fuera de las sa­
las ele concierto. Puede ser que no le agraden todos los sones de esta nueva
1núsica, y eso t;unbién será bueno. Pues junto con otras formas de conta­
n1inación, la cloaca sonora de nuestro entorno contemporáneo no conoce
precedentes en la historia de la hu1nanidad.

Y así arribo a mi otro propósito. En años recientes la ciencia de Ja 1nedici­


na ha presenciado un dran1ático dcsplaza1nicnto del énfasis puesto en la
curación de la enfern1ed;:id hacia el dirigido a su prevención. Este ca111bio
es tan pronunciado que el término "medicina preventiva" no necesita ex­
plicación alguna. Estoy a punto de sugerir que ha llegado el tie111po, en la
evolución de la 1núsica, en que nos habren1os de ocupar tanto de la preven-

15
ción de los sonidos como de su producción. Observando el sonógraf o mun­
dial, el nuevo educador musical estimulará los sonidos salubres a la vida
humana y arren1eterá contra los hostiles a ella. Será n1ás in1portante para
él tener conocimientos acerca de los umbrales del dolor, que ocuparse de
si el diablo aún vive en el trítono. Estará más en su can1po de interés ha­
cerse miembro de la Sociedad Internacional de Lucha Contra el Ruido que
de su Asociación de Maestros Matriculados de Música local.

Si esta sugerencia ilnpresionara al lector como una broma sólo me queda


esperar que el resto de este opúsculo habrá de llamarlo a la realidad, pues
h e llegado al punto de considerar toda la cuestión de la prevención del so­
nido como algo inevitable y urgente.

Este libro no es técnico. Consiste en algunas incursiones reflexivas, hechas


al correr de la pluma, en los te1nas que acabo de plantear. De vez en cuan­
do aparecen en escena algunos de mis estudiantes de 1 er. año de Ja univer­
sidad. ¿Por qué no? Están alrededor mío mientras escribo.

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11
El Medio Ambiente Sónico

Todo cuanto se mueve en nuestro mundo hace vibrar el aire.

Si se mueve de tal martera que oscila 1nás de aproximadamente 16 veces


por segundo este movinliento se oye como sonido.

El mundo, entonces, está lleno de sonidos. Escuchen.

Desprejuiciadan1ente atentos a cualquier cosa que esté vibrando, escuchen.

Perma nezcan sentados silenciosamente por un 1non1ento y perciban.

La clase había hecho esto durante cuatro días consecutivos, diez minutos
cada día, las sillas vueltas hacia la pared, percibiendo mensajes sonoros.

Al quinto dfa se les pidió que escribieran lo que habían escuchado. Para
entonces cada uno había oído una buena cantidad de sonidos -pisadas,
respiración, sillas movidas, voces distantes. una ca1npana, un tren, etc. Pe­
ro ¿estaban describiendo lo que habían escuchado? ¿No era simplemente
una lista de términos co1nunes'l Cada uno sabe cómo suena una pisada, o
una tos o una campana. Pero la diferencia entre nli pisada y la suya, o Ja
tos de él y la de ella, ¿có1no habremos de describir eso? Uno o dos inten­
taron expresar Ja diferencia haciendo dibujos. No fue demasiado útil.

Si la nueva orquesta es el universo sónico, ¿cómo podríamos describir la


biografía con1pleta de una pi�ada para que podamos saber que se trataba
de la pisada de usted y no de la mía?

Una muchacha decidida se fue el sábado a una esquina e intentó elaborar


una notación descriptiva de los diferentes pies de los transeúntes. Obsetvó
y escuchó la coreografía de Jos pies y registró la medida del zapato o bota;
el registro de su paso, agudo o grave, el timbre de su sonido, metálico,
arrastrado o aplastando guijarros, y el te1npo de su movimiento, desde el
ágil "tic-a-tac" de las punteras de los tacones hasta el ahogado arrastre de
pies errantes.

Los sonidos de .la orquesta universal son infinitamente variados. A cada


uno se le pidió que dedicara diez 1niJ1utos por día escuchando en su casa,
en el ó1nnibus. en 1a calle, en una reunión. Se prepararon listas de sonidos
escuchados. M<is listas aparecieron, pero aún no eran descriptivas.

Sin en1bargo. he1nos descubierto que podfa1nos afirmar una cosa. Los soni­
<.los escuchados podían ser divididos en sonidos producidos por la natura­
leza. por seres hu1nanos, y por artcfactos ·eléctricos o mecánicos. Dos estu.­
dianles catalogaron los sonidos. ¿La gente siempre había oído los 1nismos
sonjdos que escuchamos nosotros? Para hacer un estudio comparativo se
pidió que cada uno tornara un documento histórico y anotase Lodos los
17
sonidos o sonidos potenciales que hubieren en él. Cualquier <locu1nento
serviría: un cuadro, un poema, la descripción de un acontecin1iento, una
fotografía. Alguien tomó "!A Batalla entre el Carnaval y la Cuaresrrza", de
Peter Breughel el Viejo y nos entregó los sonidos del paisaje sonoro de un
pueblo holandés del siglo XVII. Otro tornó una novela de Arnold Bennett
y nos brindó los sonidos de una ciudad ind ustrial del Norte de Inglaterra
en el siglo XIX. Algún otro tomó un villorrio indígena norteamericano,
otro una escena bíblica y así sucesivamente.

Por supuesto que sólo escogimos al azar, pero quizás se podrían sacar cier­
tas conclusiones. Por eje1nplo, descubrimos que al principio, cuando los
hornbres eran escasos y vivían una existencia pastoril, parecían predo1n i­
nar los sonidos de la naturaleza: viento, agua, pájaros, animales, trueno.
Los hombres utilizaban sus oídos para leer los presagios de Ja naturaleza.
Más adelante en el paisaje pueblerino parecía que las voces de los horn bres,
sus risas y el sonjdo de sus industrias 1nanuales ocupaban el primer plano.
Más tarde aún, después de la Revolución Industrial, los sonidos n1ecáni­
cos desplazaron tanto a los sonidos humanos con10 a los naturales con sus
01nnipresentes zumbidos y aleteos. ¿Y actualn1ente? He aquí algunos de
nuestros índites:

Los sonidos de
Sonidos Sonidos herramientas y la
naturales humanos tecnología

Culturas
primitivas 69 % 26 °/o 5 ºlo
Culturas
medieval,
renacen tísta y 34% 52 ºlo 14 ºlo
pre-industrial

Culturas
pose-Industriales 9 ºlo 25 % 66 ºlo
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lJ b•LlllJ enrrc Carn.l\al v Cuaresma 1k l'clcr Cllcughel, En l.1 dull.11.I Llcl si�lo XVII los soníllo� hu­
rnJnns ,1ún u..:uuaban �I primer f"l.ino del fl.lh.il<' •nnoro.
[I agu1Ju y 1 llusu p,1j<.,1jc �onoro de la ciudad moderna oculta la.s vo(.c5 de sus invcn1orc; huni,111<.t>.

20
111
Con respecto al Silencio

Con la intensidad de la barrera del sonjdo presente por doquier. se puso de


a1oda hablar del silencio, por lo tanto, hablemos del silencio.

Lo echa111os de menos.

En el pasado había santuarios silenciosos, donde cualquiera que sufriese


de fatiga sonora pod ia refugiarse par(] rccon1poner su psiquis. Podía ser en
los bosques o afuera en el 1nar, o sobre una nevada ladera de n1ontaña en
invierno. Elevarfo su nliraúa para conte111plar las estrellas o el silencioso
planear de las aves y estaría en paz.

Se sobreentendía que cada ser humano tenía un derecho inalienable a la


quietud. Era un precioso artículo, en un código no escrito, de .los derechos
hu1nanos.

Apoyados en nuostros r íg idos bastones de roble,


nuestras mochilas al hombro, escalamos la
pedregosa ruta que cond uc(a a Karycs, pasando
por un denso bosque de sen1ideshojados
castaños, pistachios y laureles de anchas
hojas. El aire olía a incienso.
o así nos parecía. Sentimos que habíamos
entrado en un colosal templo formado de mar,
montañas y bosque de castaños y techado en lo
allo por el cielo abierto en lugar de un domo.
Giré hacia mi amigo; deseaba quebrar el
silencio que empezaba a oprimirme.
"iPor qué no conversamos un poco?", sugerí.
"Lo estamos haciendo". contestó mi amigo, tocando ligeramente mi hombro.
"Lo estamos haciendo, pero en silencio, la lengua de los ángeles".
Entonces repentinamente se mostró enojado.
"iQué supones que habríamos de decir? Que esto es
hermoso, que nucstrr)s corazones han desplegado alas
y desean huir volando, que hemos iniciado una ruta
que conduce al Paraíso? Palabras, palabras, palabras.
i PermJ11cce callado I'"'

Aun en el corazón de las ciudades había reductos de quietud. las iglesias


eran como santuarios, y tan1bién las bibliotecas. En las salas de concierto
aún hoy enn1udece la audiencia cuando la música está por con1enzar, de
rnoúo que ésta pueda ser colocada afectuosamente en u n continente de
silencio.

Mientras estas tradiciones existían el concepto de silencio era real y tenfa


dignidad. El silencio era concebido en fonna 111ás figurada que física. pues
un inundo físicainente silencioso era tan in1probable entonces con10 lo es
ahora. La diferencia consistía en que el nivel sonoro ambiental era sufi-


N.d.T.: vcasc Reicrcncias pág.79

21
cientemente bajo como para permitir l a contemplación al hombre sin un
continuo recital de incursiones sónicas en Ja corriente de su pensa1niento.
( ¡las frases de nuestros pensamientos se han tornado sin duda más bre­
ves desde la invención del teléfono!).

Pero la contemplación en un silencio absoluto es una cosa negativa y ate­


rradora. Tan es así que cuando lo infinito del espacio fue por primera vez
sugerido por el telescopio de Galileo, e1 filósofo Pascal estaba profunda­
ment¡e temeroso por la perspectiva de un infinito y eterno silencio.

Le silence étenzel de ces espaces infinis 1n 'effraye. *

Cuando uno penetra en una cámara anecoica, es decir en u n recinto com­


pletan1ente a prueba de sonido, se siente un poco del nlisn10 terror. Uno
11abla y el sonido parece caer ele Jos labios de uno al piso. Los oídos se
esfuerzan por captar evidencia de que aún hay vida en el mundo.

Cuando J ohn Cage entró en un recinto ele tales características, escuchó


dos sonidos, uno agudo y uno grave.

Cuando se los describí .11 ingeniero encargado, éste me informó que el agudo era mi
propio sistema nervioso funcionando y el grave mi sangre en circulación.

Conclusión de Cage:

El silencio no existe. Siempre está ocurriendo algo que produce sonido.

Cage había detectado la relatividad del silencio y al elegir "Silencio"


como título de su libro puso énfasis en que de ahí en adelante cualquier
uso de este término debe ser calificado o interpretado irónicamente.

El mito del silencio fue vencido. De ahora en más en l a mllsica tradicional.


por eje1nplo, cuando hablan1os de silencio no significaremos silencio abso­
luto o físico, sino más bien meramente la ausencia de sonidos n1usicales
tradicionales.

En la psicología de la percepción visual se habla de la alternancia entre fi­


gura y fondo, pudiendo ser cualquiera de ellos el n1ensaje para el ojo de­
pendiendo de qué se desea ver. En ciertos dibujos las formas idénticas se
con1binan para producir dos sujetos pudiendo ser visto cua.lquiera de ellos
en relieve contra un fondo neutro. Durante mucho tiempo podren1os ver
tan sólo una imagen y de pronto, con un sólo parpadeo, se invierte la rela­
ción. En forma sinüJar, eJ técnico de sonido habla de la diferencia entre se­
ñal y ruido. de los sonidos deseados y de Jos indeseables. Detn\s de cada
pieza de 111úsica se oculta otra pieza de música. El 1ninúscu.lo 111unclo de
eventos sonoros que negligenten1ente hen1os supuesto que es "silencio".
En el 11101nento en que estos eventos se proyectan al prilner plano los de­
non1inamos ruido. Cualquier nueva apreciación de la 111úsica tendrú

• N.d.T.: véase Referencias pág.79

22
mucho que decir acerca del ruido; pues n1ido es sonido que fuimos adies­
trados a ignorar.

Si uno presta cuidadosamente atención a los espacios entre los acordes de


ta sinfonía "Heroica" de Beethoven descubrirá una densa población de
eventos sonoros bastante "no heroicos" -toses, arrastre de pies, ruidos de
púa o lo que fuere. Al igual que en la distinción entre figura y fondo en un
dibujo, podremos distinguir ahora también entre figura y fondo en la au­
dición musical. Trate, por eje1nplo, de escuchar una ejecución musical

Symphony Nos·
I

1 Obol

Vlollno 1

Viola
l'

Tloltaoell•
.,. ......

..._ l. l.... a.- Sd ' i �t 'o Zlrio•

La relación figura·fondo en la visión también se aplica al oído.

23
atendiendo no a la n1úsica rnisma sino a todos los extrafios sonidos no rnu­
sicales que rodean la música y afloran durante sus pausas 1nomentáneas.
Mi clase hizo esto. Es un ejercicio extrañamente sensibilizador para reen­
focar e l oído.

Pero había1nos con1enzado hablando de silenciosos santuarios, nos recuer­


da un alumno. ¿No deberú1111os tratar de proteger la gran n1úsica de las in­
tn1siones prosiguiendo con la construcción de mejores salas para su eje­
cución y exigiendo grabaciones n1ás Ubres de rayaduras?

Por supuesto. Quizás. sugiere otro a l tunno, la nueva sala de conciertos se­
n\ el equipo estéreo en la sala de estar.

Ciertamente, se trata de una nueva sala de conciertos. En tal caso, ¿no se


deduce que nuestra sala de estar, o salón de 1núsica, debería recibir la
misn1a cuidadosa atención, en cuanto a aislación y acústica se refiere, co­
rno la actual sala de conciertos? ¿Cuántos de nosotros tenen1os ambientes
a prueba de sonidos en nuestras casas? ¿Cuánto costaría crearlos a los
constructores? Y así hallarnos por nuestra cuenta una tarea: acercarnos al
gren1io de la construcción para enterarnos de las actuales normas de
aislación de sonidos y de có1no podrían sei: 1nejoradas.

Al cabo de nuestras investigaciones nos encontran1os con que habíamos


aprendido mucho acerca de n1ateriales aislantes y la trans1nisi611 del sonido
a iravés de la madera, el vidrio y otros n1ateriales. Descubrimos por ejen1-
plo, que en nuestra ciudad no existen disposiciones m fnimas para e l tra­
tan1iento acústico de paredes en casas y departan1entos. Decidimos que en
nuestro "hogar ideal" deberfan1os estar en condiciones de poder especifi­
car al constructor el nivel de ruidos que estábarnos dispuestos a tolerar
puertas adentro. A tal efecto llevamos un sonón1etro* a la profundidad de
un bosque para 1nedir el silencio que reinaba allí. Al principio, paz: luego
un aeroplano nos sobrevoló. Cuando se alejó, h.icin1os una lectura: 1 5 Jeci­
beles.

Luego fuimos a la casa de Jcff B., quien afinnaba que vivía en un departa-
1nento terriblemente ruidoso, para n1edir el nivel de ruido que hab ia alií.
Una radio se oía desde el departamento contiguo. Niños gritaban en la sa­
la. Nuestra lectura: 64 decibeles.

Seguidan1ente nos enreda1nos en una discusión acerca de si eso era ruido o


no. Era1nos cinco: Dárbara, Donna, J eff, Doug y yo. A Bárbara le gustaba
la 1núsica de la radio . . .

Un sonómetro es un aparato para medir la Intensidad del sonido en declbeles e n el cual O db es·

rablece el umbral de la audíclón.

24
IV
U na Nueva Definición de Ruido

Estábarnos paseando un rato conversando acerca del ruido. Doug llevaba


el son6n1etro consigo, midiendo, nüdiendo. En una esquina de una calle
residencial (3 5 d b) nos detuvimos y le pregunté a J eff por qué consideraba
con10 ruido la radio de su vecino.

-Porque funciona todo el día y no rne agrada su elección de progran1as.

-Bueno. yo no lo encuentro desagradable, reafirmó Bárbara (40 db).


-Pues bien, dije, cómo definiría usted el ruido?

-Fealdad, replicó.

Pasó un omnibus (80 <lb).

- ¿Le pareció feo? le pregunté un poco n1ás tarde.

- ¿Qué cosa?

-Ese on111ibus.

-Bueno, era sonoro pero ni rcrnotainente tan feo con10 los sonidos en esa
obra que usted nos Júzo escuchar días pasados. (Habíamos estado escu­
chando "Déserts" de Edgar Varese).

Jeff pensó que eso era 111uy gTacioso y se rió (68 <lb).

- ¿Qué hace que un sonido sea feo?. insistí.

En ese preciso instante pasó ante nosotros una motocicleta a toda poten­
cia (98 db).

-Esa es una Harley-Davidson, dijo Jcff. entendido en rnotos. . .

-Sesenta y dos caballos. ¡Qué belleza!

- ¿ Eso es feo? -pregunté.

- ¡No! ¡11ennoooooso!

- ¡Oh!

Durante un rato can1inamos sin hablar. Al doblar por una esquina entra­
rnos en un parque y nos sentan1os (35 db). Desde la distancia avcu1zaba ha­
cia nosotros el sonido de diente de sierra de una cortadora de césped em­
pujando el n1edidor hacia los 75 db. Co1nencé a pensar en las nun1erosas
confusiones que rodean la palabra ruido. ¿Era u n a cuestión de disonancia,
de intensidad o sin1plemente d e desagrado personal? E l gran físico del siglo
XIX, Hennann von Heln1holtz, tuvo poca dificúltad en distinguir "músi-
25
ca" de "ruido". Esto es lo que dice en su famoso libro "Acerca de las Sen­
saciones del Sonido ":

La primera y principal diícrcncia entre varios sonidos experimentados por nuestro


01'do1 es la que se halla entre ruidos y sonidos musicales . . . Percibimos que general·
mente un ruido es acompañado por una rápida alter nancia de diftrenic� tipos de so·
nido. . . Piénsese, por ejemplo, en e l estrépito de un carruaje sobre el empedrado de
granito, e l chapoteo o desborde de una ca{da de agua o de las olas del mar, e l murmu·
llo de las hojas en un bosque. En todos estos casos tenemos rápidas, irregulares, pero
nítidamente perceptibles alternancias de- varios tipos d e sonido que aparecen capri·
chosamcn1e. . . Aquellos movimientos regulares que producen los sonidos musicales
han sido investigados con exactitud por los ffsicos. Son oscilaciones, vibraciones u
ondas, es decir movimie ntos ascendentes y descendentes o en vaivén de cuerpos so·
noros y es necesario que estas oscilaciones sean regularmente periódicas. Por movi ·
miento periódico significamos aquel que cons1antcmcnte retorna a 13 misma condi­
ción tra.s intervalos de tiempo exactamente iguales.

Luego forn1ula su definición:

La sensación de un sonido musical es debida a un rápido movimknto perlódico de.I


cuerpo sonoro; la sensación de un ruido se debe a movimientos no-periódicos.•

Esto se puede ver muy fácilrnente en un osciloscopio, instru1nento que


presenta el sonido vísualn1cnte con10 ayuda para su análisis. Existe una
rama de las 111aternáticas conocida con10 "análisis annónico'' que se ocupa
de los problen1as del análisis de las curvas que aparecen en un osciloscopio
para determinar los componentes de un sonido. En un "sonido 111usical"
todos los armónicos son proporcionales a su fundan1ental y el diseño pro­
ducido en el osciloscopio sen) regular y periódico como en la prin1era
ilustración. Un sonido "ruidoso" (para conservar Ja diferenciación de
Helmholtz) es nn1cho nlás complejo, consistiendo en muchas funda1nenta­
les, cada una con su propia superestructura annónica y éstas suenan en
disarrnónica con1petencia entre sí. En su cuadro oscilográfico aparece to­
do un tu1nulto de l íneas en el cual resulta difícil si no in1posible ver re.­
gularidad o diseño alguno.

¡,Pero es ésta una definición satisfactoria? ¿No hen1os exan1ínado ya bas­


tantes proble1nas y paradojas que obligan a recxanl inar la clásica propo­
sición de Hehnholtz?

Por ejen1plo, por la definición de Helmholtz. la 111otocicleta que escucha­


n1os de ningún modo podría ser consjderada ruidosa sino 1n<is bien "rnusi­
cal". pues en su carácter de rnáquina nlecánica tiene q u e ser periódica. No
se llegaría rnuy lejos con una n1áquina no periódica. Y ¿pode111os ignorar
la an1plitud al examinar el ruido? La motocicleta equivalía a 98 db según
nuestra lectura. Hablando coloquialmente, mucha gente llan1aría a eso "rui­
doso". Por otra parte. nun1erosos instrumentos de percusión. tales corno '

los tarnbores, son no-periódicos y no obstante los hallainos en las orques­


tas sinfónicas.


N.d.T.: véa.sc Referencias pág.79

26
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'Sonido musícal' de Helmholtz

'Ruido' de Helmholtz

27
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28
Parece que esta1nos en un aprieto. Cient íficamente, por supuesto que no
podemos in1pugnar la división de Jos sonidos de H.ehnholtz en periódicos y
no periódicos. El problen1a es 1neramente se1nántico y surge porque optó
por denominar a uno "sonido rnusical" y al otro "ruido". Cuando la músi­
ca era aún considerada con10 una colección de eventos sonoros annóni­
ca1nente relacionados, el ruido automáticarnente se refería a eventos sono­
ros disarmónicos. Los instrun1entos de percusión fueron introducidos en la
orquesta por la audacia de los compositores i nteresados en romper nuevas
barreras del sonido. Beethoven fue tan audaz cuando adjudicó un solo a
los ti1nbales en el Scherzo de su Novena Sinfonía con10 George Antheil
cuando introdujo hélices de aviones y sirenas en la trama de su "Ballet
mécanique ".

En el pasado la gente pensaba n1enos en la intensidad o volumen de los so­


nidos probablernente porque había sonidos 1nucho n1enos brutaln1ente so­
noros en su vida. No fue sino hasta la Revolución lnd ustrial que la conta­
n1inación sonora co1nenzó a existir cotno un problen1a serio.

Fue en el coniienzo del presente siglo que e l con1positor fu turista italiano


Luigi Russolo, reconocienuo que Jos "ruidos" don1inaban de cualquier
n1odo nuestras vidas, sugirió que debían ser completamente incorporados
en la música. En 1 9 1 3 escribió un manifiesto titulado "L 'arte dei rurnori"
(El arte de los ruidos), en el cual señaló que desde la invención de la máqui­
na. el hombre iba siendo gradualmente condicionado a estos nuevos ruidos
y que este condicionruniento estaba modificando su sensibilidad 111usical.
El postulaba <.� I fin del destierro del "ruido" a los confines de lo desagrada­
ble y reclan1aba que las gentes abriesen sus oídos a la nueva nlúsica del fu­
turo. Ahora en que esto es precisan1ente lo que está ocurriendo, el hasta
aquí poco conocido Russolo está emergiendo como una especie de profeta.
Esta es entonces la esencia de nuestra revisada definición del ntido. Los
ingenieros de conn1nicaciones nos la han proporcionado. Cuando alguien
está tranSJnitiendo u n n1ensaje cualesquiera sonidos o interferencias que
estorben su exacta trans1nisión y recepción son considerados como nlido.

Ruido es cualquier señal sonora indeseada.

Esto hace que el ruido, ciertan1ente, sea un concepto relativo: pero nos
proporciona la flexibilidad que necesitan1os cuando nos referi.tnos al soni­
do. Si en un concierto el tránsito fuera de Ja sala perturba la música, es
ruido. Pero cuando, co1no lo hizo Joh.n Cage, se abren las puertas y se in­
forn1a a la audiencia que el tránsito es parte de la textura de la obra, los
sonidos dejan de ser ruido.

/\ún poden1os continuar hablando de sonidos periódicos y no periódicos


para distinguir dos cualidades bien diferentes del sonido; pero dcbe1nos re­
servar el juicio acerca de si son n1úsica o ruido hasta que detenninen1os si
29
constituyen parte del mensaje que h a de ser escuchado o son caprichosas
interferencias del mismo.

Ruido es cualquier seiial sonora indeseada.

Pocos d fas después un conjunto de música popular estaba tocando en la


cancha de nuestra escuela a toda potencia con guitarras y a111 plificadores.
Jeff midió 1 0 1 db.

-¿Cón10 puede Ud. soportarlo?, le grité a una muchacha a mi lado.

-¿Eh?

-Olvídelo, le dije.

-No puedo oírlo, replicó.

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30
V
Cloaca Sonora : U n Collage

Ruido: Cualquier Señal Sonora I ndeseada


El edificio se halla en una instalación rnilitar en algún Jugar de los Estados Unidos. . .
En su interior hay cosas espeluznantes.

En una de las grandes salas de laboratorio, dos fi"sicos y un biólogo están parados alre­
dedor de una pesada meso de ri1etal. Usan gruesos tampones para los oi"dos. Sobre la
rnesa hay un aparato cubierto de diales de tamaño y forn1a semejantes a un aparato de
televisión, con una bocino similar a una trompeta sobresaliendo de su frente. El apara­
to es un tipo de sirena, dise1iado paro producir sonido de alta frecuencia de una atroz
intensidad. Los cientfficos están estudiando los efectos de este sonido sobre materi
ales,
anin10/es y hombres. Desean saber si el sonido puede ser usado con10 un arrna. . .

Uno de los f/sicos comienza la demostración tomando un rnanojo de lana de acero con
un instrumento semejante a una lengua sobre una larga vara. Sostiene la lana de aceto
en el invisible haz de sonido que ernerge de la bocina. La lana de acero estalla en una
arre1nollnada cascada de chispas blancas y ardientes. . .

El biólogo habla tra(do a la sala una rata blanca dentro de una pequeria jaula. La rata
está corriendo alrededor de la jaula y parece poco feliz por todo el ruido. Sin ernbargo
sus problemas no duran mucho. El biólogo eleva la jaula dentro del carnpo sonoro. La
rata se pone rígida, estira al n1áxin10 sus patas, arquea su lomo, abre al máximo su bo­
ca y se tumba. Está n1uerta. Una autopsia habrá de revelar que rnurió por un instantá­
neo exceso de calor y aeroen1bolia masiva. Hay burbujas en sus venas y órganos Inter­
nos. 2•

.
La Administración Nacional de la Aeroniíutica y del Espacío desea saber qué efecto
producen los elevados ruidos de cohetes en la gente alrededor de la platafornra de lan­
zan1iento y por qué tales ruidos ocasionalmente causan náuseas, desmayos y ataques de
tipo epiléptico. 2

Ensayos cíentt'ficos. . _ revelan que cuando una persona está expuesta a una cierta in­
tensidad de ruido, se producen modificaciones en la circulación de la sangre y en el
funcionamiento del corazón. Hasta fragmentos de conversación en voz alta son sufi­
cientes para afectar el sisterna nervioso y provocar con ello contracciones en gran parte
del sistema circulatorio. . . Los obreros de una fabrica de calderas, por ejernplo, sufren
por ello de una circulación en la epiderrnis cons1011teme11te perturbada. 3•

El Prof. Rudnick y sus colegas construyeron la sirena más poderosa que se haya concebí-


N.d.T . : véase Referencias pág.79

31
do hasta el presente. Produeto el sonido continuo más poderoso jo1nós ofdo en la te­
i
rra hasta ese momento: 175 db, unas 7 0.000 veces n1ás potente que el ensordecedor
estrépito de una gran remachadora automática. El rango de frecuencia de este enorme
rugido era aproxlnwdamente desde 3.000 ciclos por segundo (algo as/ co1no el lúnite
máxltno de un plano) hasta 34.000 cps. en el registro ultrasónico.
Extrañas cosas ocurrfon en este espeluznante carnpo sonoro. Si una persono colocaba
su n1ano directamente en el haz de sonido, se le produc(on dolorosas que1naduros en­
tre los dedos. Cuando fo sirena era dirigido hacia arriba, bol/tas de 3/4 de pulgada flota·
ban perezosamente sobre ella en ciertos puntos del ca111po arn1ónico sostenidas y rete­
nidas por fa atroz presión acústica. Variando fa estructura arrnónica del can1po, el Prof.
Rudnick podt'a hacer bailar monedas sobre una pantalla de seda con precisión semejan­
te a fa de un coro. Podfa inclusii1e hacer que una moneda se elevase lentamente a fa po­
sición 11erticaf mientras que otra se balanceaba sobre su canco. Un nwnojo de algodón
expuesto en el campo estaflar(a en llan10s en aproximadamente seis ségundos. "Para sa­
tisfacer a un colega escéptico", relato el Pro.f. Rudnicl?, "encendimos su pipa exponien­
do al campo la porte abierta del hornillo". 2

Los investigadores del Instituto Max Planck de Afenwnio Federal desean averiguar por
qué los obreros de lugares ruidosos, tales como fundiciones de hierro, tienen más pro·
blernos e1nocionales y fatni/lares que los de lugares 1nás tranquilos. 2

Sin e111borgo1 de todos los ruidos de lo Ciudad de A'léjico el rnás poderoso y n7ás indivi­
dua/ fo producfa el 111artinete 1necánlco frente al Teatro de Opero. Zad-shrick; zad­
sflricl�; funcionaba d/o y noche; el martilfo ca1'a, el aire comprünido escapaba y los
grandes troncos se hund/an cent/metro a cent/metro en el blondo subsuelo. Mientras
otras obras importantes estaban paralizadas por fa general depresión, esta máquina in­
fernal n1ochacaba incesantemente dorninando todo un distrito de la ciudad. 4

A fo ciencia del sonido se le cornenzó a prestar un poco de atención, durante lo Segun­


da Guerra Mundial, con el desarrollo de aplicaciones militares toles como el sonar*
para detectar buques ene111igos en el mar. En los oáos 50 comenzaron a desaparecer
uno tras otro los estudios de otros fenón1e11os sónicos detrás de 1111a nube de secreto
militar -quizás el 111ás sli1cero honor que pueda ser conferido a cualquier proyecto de
.,
investigación. 2

. el esfuerzo que ahora realiza la industria aeronáutica poro persuadirnos de que ho­
bren1os de disfrutar del estrépito de las aeronaves supersónicas. La 1naqui11orla y fas
técnicas de relaciones públicas actúan sobre un público ingenuo con el slogan "aprenda
a vivir con el retun1bo ". 33

james Watt señaló una vez, acertadarnente, que para las personas no educadas el ruido

• N. d. T.: Contracción de Sonic Navigation Ranging, dispositivo para detectar submarinos y


otros obJetos sumergidos.

32
6 vibraciones es obvia-

sugiere poder. Una máquina que funciona silenclosan1ente sin
ruidosa.3b 'I
mente nwcho menos Impresionante que una

Es cierto que hay personas - iqué digo! hay muchas gentes- que sonr/en ante tales
cosas porque 110 son sensibles al ruido; pero esos son precisamente los que tampoco
son sensibles al argu1nento, o al pensatníento, o a fa poes/o, o al arte, en una palabra a
cualquier tipo de influencia inteiectuol. La rozón· de esto es que el tejido de sus cere­
bros es de una calidad muy tosca y ordinario. Por el otro lado, el ruido es una tortura
paro gente Intelectual. 1

La fatniliar exclomocíón. . . "silencio por favor" puede ser traduci


do o la terrninolo·
lo tan�� debo
g(a cienuTico co1no sigue: "Mí trabajo exige gran concentración Y p�r
ne debilitar los
preservar /as funciones conectivas de mi corteza cerebral. No 1ne convie
mi sisterna nervio·
procesos inhibitorios y debo preservar lo capacidacj de traqojo de
b
sº ". 3

Si Ud. corta un gran diamante en peqaetios trocitos, perderá completamen


:
te el va or
soldados p1�r­
que ten/a estando entero; y un ejército dividido en pequeños cuerpos de
cuanto es tn­
de toda su fuerza. Asf un gran intelecto cae al nivel de uno ordinario en
o; ues su
terr11rnpido y perturbado, su atención desviada del temo que fo ten/a ocupad �
superioridad depende de su poder de concentración -de diri gir toda su potencw sobre
un tenia de la misn1a manera que un espejo cóncavo concentra en un punto todos
1

los royos de luz que caen sobre él. 1


Las civilizaciones en desarrollo crearán más ruido, menos, no,. De esto estamos seguros.
Con toda probabilidad el ruiao no sóio aumentará en los centros urbanos sino tambié�,
con el /ncrernento de la población y la proliferación de las máquinas habrá de Invadir
Jos pocos reductos de silencio que quedan en el mundo. Dentro de un siglo, cuando al·
guíen desee huir a un sitio silencioso podrá 110 haber lugar adonde ir. 3c

Sin embargo, hace unos <fiez años se formaron organizaciones en uno serle de po(ses
europeos para lanzar carnpaáas contra fo difusión del ruido. Estos organismos. . . deci­
dieron aunar su acción y en 7 959 fonnaron fa Asociación Internocionaf Contra el Rui­
do. . . Desde entonces su directorio incluye siernpre un médico, un Ingeniero, un espe­
cialista en acústica y dos juristas, por fo que fa Asociación Internacional está en condi·
ciones de en1itir rápidas y autorizadas opiniones sobre cuestiones de interés interna­
cional dentro de este ca1npo. 3•

El más inexcusable e ignominioso de todos los ruidos es el chasquido del látigo -una
cosa verdaderamente infernal cuando se lo produce en las estrechos y resonantes calles
de un pueblo. Lo denuncio porque impide una vida pac(fica;·ponepunto final a todo perr
san1iento tranquilo. . . Nadie con algo as/ como una idea en su cabeza podrá evitar iln

33
sentimiento de verdadero dolor ante este repe11tíno y agudo estallido q11e paro/iLo el ce­
rebro, rompe el hilo de la reflexión y asesina el pensan1iento. 1

Las n1otocicletas son nuestro n1ás grande problema. Hay una 1norocicleta o motoneta
por coda 1 2 personas en nuestra ciudad. . . En Córdoba hemos estudiado algunos as­
pectos psicológicos de los agresiones del ruido. iPor qué, por ejemplo, los conductores
stas suprimen o modifican los silenciadores de sus ve­
y especialn1ente los 111otocicli
i en su personalidad les hoce go.-ar del exceso de
h/culos? iSerá porque una deficienca
ruido? ¿o el medio ambiente 11rbano ruidoso les produce una especie de "sed de rui­
do "? 3 b

Hay algo aún n1ás desdichado que lo que acabo de mencionar. Con harw frecuencia se
puede ver a 11n carrero can1i11ando o lo largo de lo calle, completanienle solo, sin
caballos, y no obstante produciendo chasquidos sin cesar; tonto se acostun1bró el infe·
liz a ello co1no consecuencia de la injustificable tolerancia de esta prcíctlca. 1

En 7964 organizarnos en lo Argentina el primer Consejo de Abolición del Ruido. . .


En primer lugar, nuestro nuevo ordenanza municipal anti-ruido distingue entre ruido
"innecesario " y "excesivo ". Clasifica más de 1 5 ruidos innecesarios que pueden ser pe­
i del nivel de ruido.
nados sin recurrir a lo medición o análiss
Desde lo aplicación de la ley anti-ruido hemos clasificado con10 ruidos innecesarios to­
dos los sistemas de l/arnorniento público que puedan ser o/dos fuero de locales cerra­
dos, inclusive la n7úsica, la publicidad y los discursos. 3d

Ling Electronics de Californio construye un generador de ruido, cuyo gigantesco rugi­


do es suficienternente potente con10 para destrozar un equipo electrónico; es utilila­
do para poner a prueba la resistencia de los equipos de con1putación de los vuelos espa­
ciales. 2

Me gustarla saber cuántos grandes y espléndidos pensamientos se han perdido para el


rnundo f'Or el chasquido de un látigo. Si de m/ dependiera pronto producir¡'a en los ca­
bezas de esta gente una Indisoluble asociación entre el chasquido de 1111 látigo y el reci­
bir un latigazo. 1

El incremento del transporte automotor en los últin1os 20 olios hizo que muchos
paises revisaran sus códigos de tránsito -o veces en contra de lo opinión {1tÍblica. Lo de­
cisión de prohibir el uso de la bocina en Puns fue una de toles medidos controvertidas
y particularmente los auton10vilístos predijeron que lwbrlan de incre111entorse los occi­
dentes callejeros. En lo práctica la medida fue notoblernente exitoso. Con una dernos­
sinos, el ruido y la estrfden-
tración de autodiscíplina que sorprendió a Jos misn1os pari

34
cio de las bocinas cesaron de 1111 dlo paro otro. Pons ahora se pregunta cón10 fue posi·
ble que alguna vez soportara un estrépito tan fútil y destructor de nervios. 3

Con todo el respeto por la 111cís sagrada doctrina del utilitarismo, realtnente 110 puedo
comprender por qué un individuo que está trasladando una carga de desperdicios o
estiércol debe tener sir1111/tóneon1e11te el derecho de destruir en su gérmen los pensa­
mientos que podrlan estar brotando en diez rnil cabezas -numero que habrá de per­
turbar una tras otra en un recorrido de nJedio lloro a través de la ciudad. 1

Otro de nuestros halla/gOs es que la gente bien educada (cient/ficos, investigadores, ar­
tstas
i y mie1nbros de profesiones liberales) son nwcho más susceptibles al ruido del
tránsiro que gente relarivan1e11te poco educada. 3 b

En agosto de / 956 fue declarado Ilegal el uso de bocinas de automotores en Moscú Y el


nivel de ruido en las calles lnn1edlatarnente cayó entre ocho y diez fones. 3 h

Fro11cio prohíb" el funcionamiento de radios a transistores en el transporte ferroviario,


en los ónmibus y subterráneos os1· co1110 en las calles y lugares públicos tales corno par­
ques y playas. Tampoco es tolerado su uso en restaurantes y establecilnientos simi­
lares. 3

Un rascacielos neoyorquino, tern1i11ado el a1io posado, den1ostró que los edificios pue­
den ser construidos silenciosamente. Las personas que trabajan en oficinas cercanas al
nuevo edificio de 52 pisos, i11forn1aror1 que las máquinas cortadoras de césped 111otori·
zodas que z11n1ban alrededor de sus hogares suburbanos perturbaban 1nós que el trabajo
de la construcción. Las voladural eran silenciadas por mantos especiales de nwlla de
acero de varias toneladas de peso codo uno. Extendidos por guinches en el área de vola­
dura, absorbieron la rnayor parte de los ruidos de las explosiones y tan1bién retuvieron
el vuelo de los escon1bros dentro de un área de/Imitado. Todas las uniones en las
74.000 toneladas de acero de la estructura fueron soldados silenciosamente para e!lrnl-
110r el espantoso y aniquilante alboroto del ren1achodo o ernpernado tradicionales. 3

El objetivo del desarrollo técnico debert'o ser el de servir al hombre, paro hacer Sil vida
más agradable y enriquecerla. Así, l6gican1e11re, el progreso téc11ico deber(a conducir a
me11os ruido, no a rnós. 3º

No obstante, ahora se está11 generar1do superchi!lidos en los laboratorios militares. Ro­


bert Gilchrist president<' de S/rnbolos y Se1iales Federales, hablo de inquietantes rumo­

res que han ircufado en los últirnos wios relativos al asunto de producción de ruidos.
"Acabamos de enterarnos acerca de un cierto tipo de sirena, supuestan1ente destii10da
para Vietnam", dice. "Se supone que produce algo osl como 200 decibeles ". Eso se-

35
na varios centenares de veces más poderosa que el monstruoso vociferador del profesor
Rudnick. 1

Un sonido súbito, n7uy fuerte, to/ como un cañonazo, que dure sólo fracciones de un
segundo, puede dot1or el n7econisrno de audición de una persona y producir uno perma­
nente pérdida de audición o sordera parcial. Pero lo exposición a niveles de ruido muy
comunes en la Industria -y realn1e11te coracter(sticos paro ciertas rarnas de la Indus­
trio pesado tales corno Ja forja y el corte de metales- conduce progres/vornente a la
"sordera perceptiva", dependiendo en cada caso de la intensidad del ruido y la dura­
ción de exposición. Uno vez que se produjo un defecto de audición de este tipo, nado
puede hacerse. Los admin/culos protectores sólo pueden ayudar a posponer el proble­
ma y retardar su evolución, pero uno vez producido, el dat1o es irreparable. 3•

En Jos Estados Unidos se estln10 que oproximodan1ente J .000.000 de obreros tienen


graves pérdidas de audición debido o los altos niveles de ruido en sus lugares de traba­
jo. 3

QUERIDOS ESTUDIANTES:
ES HORA DE FAMILIARIZARSE CON lJNA NUEVA MATERIA: ACUSTICA FO­
RENSE '
EL ESTUDIO DEL CRECIENTE NUMERO DE CASOS DE PERJU ICIOS
POR RUIDO Y DAKIOS AL OIDO LLEVADOS A LA CORTE. VUESTRO V I E J O
MAESTRO T I E N E L A ESPERANZA D E Q U E TAMBIEN ESTEIS INTERESADOS
EN CONOCER LA LABOR QUE DESARROLLA VUESTRA SOCIEDAD ?1>.RA LA
ABOLICION DEL RUIDO LOCAL, O, SI VUESTRA COMUNIDAD AUN NO LA
POSEE, QUE VOSOTROS MISMOS FORMEIS UNA SOCIEDAD SEMEJANTE. LA
DI RECCION DE LA SOCIEDAD INTERNACIONAL CONTRA E L RUIDO ES:
SIH LSTRASSE 17, ZURICH, SUIZA.

36
VI
Tres U mbrales de lo Audible y
U no de lo Soportable
Un día hablamos de clavicordios. Los clavicordios producen sonidos dul­
ces tan tenues que apenas se pueden oír. Con las cabezas apiñadas sobre las
cuerdas escuchamos su tremulante vibrato.
-Ssh, dijo Bárbara.

Nadie se atrevía a respirar cuando la caja semejante a una cáscara de huevo


nos susurraba u n tenue n1ensaje musical.

-¿Y Ud. dice que Bach realmente prefería esto al órgano y al piano?, pre­
guntó Doug cuando había concluido el recital.

-Así es.

-¿Por qué?

-Era n1áS sutil y él fue un hombre sensitivo.

-Pero es tan suave y hay que escuchar con tanto esfuerzo.

-Sí.

-Quizás tenían una audición n1ás aguda en los d fas de Bach.

-Quizás. Parecían sentirse más satisfechos con sonidos suaves y modera-


damente sonoros. Una de las cosas interesantes que descubrimos cuando
.observamos la historia es que la música constantemente se vuelve más so­
nora. Todos los fa1nosos antiguos violines de Stradivarius y otros fueron
reíorzados durante el siglo XIX de 1nanera tal que pudiesen producir so­
nidos 1nás potentes. El piano ree1nplaz6 al clave y al clavicordio princi­
palmente porque producía sonidos n1ás fuertes. Hoy en día, cotno lo de­
muestran la guitarra eléctrica y el rnicrófono de contacto, ya de ningún
modo nos confom1an1os con e l sonido natural sino que aspirclmos a elevar­
lo a dimensiones que excedan el "tamaño natural". Actualmente se dispo­
ne de arnplificadores con suficiente potencia como para' empujar los soni­
dos más allá del umbral del dolor.

-¿Qué es eso?

-Es cuando Ja presión del sonido sobre los t ítnpanos se torna tan fuerte
que produce un dolor físico o incluso puede llegar a hacer sangrar los
oídos. f'inaln1cnte uno se queda sordo.

Todos parecían un poco sobresaltados y perplejos. ¿El amplificador con10


un arma letal por n1cdio del cual era concebible que Ja música podría
destruir et organismo hu1nano en lugar de proporcionarle placer? Sin em­
bargo, siendo el solo recuerdo de la reciente banda de baile causa de que
borboteara la aúrenalina en 1nis oídos, 1ne ú i cuen ta dc cuán cerca estába-
37
mos e n realidad de alcanzar el urnbral del dolor de un sonido soportable,
el cual se halla aproxiinadamente en los 1 20 decibeles.

Sien1pre hubo entre los con1positores una cierta malevolente tendencia de


"corunocionar" a la audiencia, una cierta inclinación hacia el pugilisrno ra­
yano a veces en la brutalidad, lo cual es evidente en compositores tan di­
versos como Beethoven, Berlioz, Strawinsky y Stockhausen. Recordé que
la crítica Susan Sontag, hablando del teatro de HappeniI1gs, observó que
su aspecto 1nás chocante era su abusivo trata1ny... nto de la audiencia. Du­
rante Ja Edad Media el Flautista de Han1elín :i{dujo a sus víctin1as a correr
hacia su destrucción por los irresistiblc111ente dulces sones de su flauta. El
sadista actual con su amplificador puede nlatar a sus vfctilnas en el acto.

Mi clase reaccionó con suspicacia ante nlis observaciones. Yo me dejaba


llevar. Pero yo no pensaba (y, rnientras escribo esto, aún no lo pienso)
que mi pesitnis1no y temor fuesen injustificados. Que los sonidos extren1a­
damente sonoros parecen sobrecargar la capacid�d de recepción sensitiva
del cerebro, haciendo in1posible que funcione el ser humano, es bien cono­
cido por los departan1entos de policía que ahora utilizan sirenas para para­
lizar los disturbios. La sordera, del tipo que se encuentra en las fundicio­
nes de hierro, pronto podrá n1uy bien dejar de ser meramente una enfer­
medad profesional. De todos modos, una sociedad que en los laboratorios
militares experÍinenta con sonidos de intensidades humanan1ente destntc­
tivas no puede esperar seria1nente que los más nlaliciosos de sus ciudada­
nos civiles no participen de estos pasatiernpos vindicativos con cualquier
111ed io a su alcance.

Existe un umbral de lo soportable y hay tres de lo audible. Poden1os tener


sonidos tan suaves que no pueden ser oídos por el oído humano. Por ejen1-
plo. si j)ercuti1nos un diapasón y escuchan1os, el sonido parece desvanecer­
se a pesar de que podernos ver vibrar el diapasón: y si Jo runpli ficamos
colocando el diapasón sobre una nlesa podremos escucharlo nuevan1ente,
probando así que aún estaba generando sonido a pesar de que éste esta­
ba. antes de que la 1nesa le confiriera resonancia. por debajo del umbral de
au<libilidad del oído hu1nano.

Tarnbién existen sonidos tan agudos o tan graves que no pueden ser oídos.
Ante una frecuencia de alrededor de 1 6 ciclos por segundo dejan1os de ofr
sonidos graves y con1enzamos a sentirlos con10 vibraciones n1asivas que
pueden hacer sacudir la sala. A 20.000 ciclos por segundo o 111enos. los so­
nidos agudos desaparecen cuando exceden el lín1ite ele la audición hu111a­
na. EstJs cosas pueden ser de111ostraclas con un oscilador y la gente joven
se siente sien1pre un poco orgullosa cuando descubre que puede oír soni­
dos algo más agudos que gente 1nayor -un hecho puramente fisiológjco re­
sultante de IJ juventud. Muchos anirnales superan en audición al hon1bre
por supuesto. tanto en su sensibilidad para sonidos n1uy suaves co1110 por
su habilidad en oir frecuencias 1nás altas. El gato, por t:jemplo, puede oir
sonidos de hasta 60.000 cps.

38
Podemos dibujar un diagrama mostrando el perín1etro de lo humanamen­
te audible. La ordenada n1uestra la intensidad del sonido en decibeles fi­
jando el O db en el un1bral de la auclibilidad, mientras que la abcisa indi­
ca el rango de frecuencia.

1 SORDERA !
í'
UMBRAL D E L DOLOR
130 06
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16cp• 32 64 128 256 512 1,024 �048 4,096 8,192 16384 20,000
'

UMBRAL D E AUDIBILIDAD

l
1S I L E CIO 1

La historia nluestra que la música se torna cada vez n1ás sonora. En reac­
ción a ello tan1bién se ha tornado cada vez más suave. Anton Webern es­
cribió piezas dinünutas en las cuales hay sonidos que bordean el urnbral de
la audibilidad, (tan suaves son). Y uno puede especular acerca de cuán sua­
ve ha de ser el sonido que inte.nta Morton Feldman cuando indica al per­
cusionista que toque las can1panas y el vibráfono con la yema de sus dedos.

Lo n1is1110 ha ocurrido con el rango de frecuencias en la n1úsica. Cradual­


n1ente fue llevado hasta los límites de la perceptibilidad. Hasta el Renaci­
n1iento predon1inaba la n1úsica vocal y puesto que Ja voz cantada desde el
?
bajo asta el soprru10 (excluyendo los armónicos), se extiend "grosso �
.
nlodo en un rango de frecuencia de 1 00 a 1 .000 ciclos, la mayor parte ele
la música estaba confinada a este registro central de frecuencias. A medida
CJ Ue se inventaba11 instru111entos n1ás versátiles e n la ejecución, este rango
.
1 ue nu1y expandido. Actualmente tene1nos sonidos electrónicos que nos

39
llevan a los mis1nos límites de lo audible en ambas direcciones, o por lo
menos tan cerca de ellos con10 lo permiten nuestros' equipos de grabación
y reproducción.

Es fácil de comprobar que aquellos instrumentos que lla1namos cálidos o


líricos (el violoncelo, la viola, la trompa, el clarinete) son precisa1nenre
aquellos que más se aproximan al rango de la voz humana. Pero si un con1-
positor desea sugerir un hecho o sensación sublime o sobrehumana hará
uso considerable de aquellos instrumentos que se hallan muy distantes del
rango vocal Jiumano.'Esto se evidencia al max.imo en. la música de iglesia,
donde los sonidos extremadamente agudos y graves del órgano de tubos
pueden ser usados para sugerir las voces de Dios y de los seres celestiales.
Si hoy en día la n1úsica electrónica le suena misteriosa a algunos es debido
en parte a su predilección por Jos extremos "trascendentales" en el rango
de frecuencias.

Hablando aproxúnativa1nente, podemos decir que mien tras que hasta el


Renaci1níento, o inclusive hasta el siglo XVIIl, la 1núsica· ocupaba un área
de intensidad · y un rango d e frecueilcias eqµivaJente al · núcleo central de
nuestro diagrama, se ha expandido desde entonces progresivamente a tal
punto que ¡actUalmente es práctica1nente coincidente con el diseño que
representa el área total de sonidos hun1anamente audibles!

lJODB--�������---.
120 •

110
100
90
AREA DE LA
80
MUSICA
70
ORQUESTAL
60 AREA
DE LA MUSICA DEL SIGLO XIX
50 RENACENTISTA

30
20
10

16cpl 32 64 128 256 512 1,024 2,048 4,096 8,192 1�384 20,000

El compositor puede viajar ahora a cualquier parte a través del paisaje so­
noro de lo audible.
40
I-Ie1nos tratado de vivenciar esto siguiendo varios trozos de música grabada
con la punta de nuestros lápices a través de este gráfico de potenciales ex­
presivos, registrando todas las fluctuaciones en frecuencia y diná1nica.
Luego, dibujando en el pizarrón una versión ampliada del gráfico y utili­
zando una cantidad de diversas fuentes sono'ras, mtentan1os seguir a un
puntero n16vil a fin de reproducir estas sensaciones al 111enos en forn1a
muy general.*

Saltando con el sei'ialador de un extremo a otro de nuestro diagrama (di­


gamos de n1uy sonoro y agudo a muy suave y grave) llegamos dé lleno ha­
cia el tema del contraste.

Cualquier teoría de la música habrá de desarrollar tarde o temprano una


vasta serie de estudios que se ocupen del contraste. La músi_ca tonal tradi­
cional tenía muchos tipos de contraste, de los cuales aquellos producidos
por la alternación (casi escribo por el al tercado) oscilante entre conso­
nancia y disonancia inspiraron a la 1nayoría de los teóricos.
'

Cada disonancia1 exigía su resolución en una consonancia. Cada consonan-


cia exigía una disonancia para perturbar su aburrida vida. Ambas eran in.ti­
mas enemigas.

En los primeros días de la música atonal se pensó que la disonancia había


asesinado a la consonancia y se había impuesto corno el déspota absoluto
de la música. Ahora nos dan1os cuenta de que esto era una ilusión y que
los sonidos son sólo relativamente consonantes o disonantes, dependiendo
esto de su contexto.

Disonancia es tensión y consonancia es relajación. Así como la muscula­


tura hun1ana se tensa y relaja alternadamente, no se puede tener una acti­
vidad sin la otra. Por lo tanto ninguno de los dos términos tiene un signifi-


Por ahora, por supueslo, este es un ejercicio horriblemente inexacto, pues ninguno de nosotros
1 iene mucha sensibilidad para el reconocimiento de alluras basado en la escala de frecuencias o en
el reconocimiento de l a intensidad basado en la escala de decibeles o fones. Esto tendri'a que apren·
derse. La nueva teoria de la música deberá desarrollar algún método descriptivo para idenlificar y
medir el sonido percibido y parecería natural que el más apropiado debería ser uno que responda a
la medición científica de l sonido pues nos daría la necesaria flexibilidad para describir nueslras pcr·
cepciones de todos los sonidos, lo cual no hace el vocabulario tradicional de la teoría de la música.
Después de todo no hay nada sagrado en unas pocas Intuiciones en Italiano acerca del tema de la
dinámica o en un puñado de símbolos alfabéticos para designar alturas.

Tener una altura perfecta significarla entonces tener una frecuencia perfecta, es de"Cir, saber la di·
fcrencia entre 440 y 466 cps. Los clusters de sonidos podr(an ser aprendidos por el ancho aproxi·
mado d e sus bandas.
1

La fre�-uencia también: nos puede proporcionar l a clave para medir el tiempo y el rilmo, pues I¡¡
frec�cncia nos informa del número de ciclos por segundo. 51 el segundo se adoptara como módulo
temporal básico en el nuevo solfeo, podríamos hablar pronto de octavas rítmkas (doblando la ve·
locidad). y las proporciones Intermedias· nos darían todo el malizado ríimico necesario.

La ventaja de elaborar u n solfeo como el que estoy sugiriendo seda que todos los sonidos podrían
ser descriptos por él y estas descripciones podrían ser rápida y exactamente comprobadas con un
equipo electrónico de prueba.

41
cado absoluto; cada uno define al otro. Todo aquél que no se dé cuenta de
esto debería tratar de rnantener su puño fuertemente cerrado durante el
resto de su vida.

La consonancia y la disonancia son con10 dos elásticos, uno estirado n1ás


tensan1ente que el otro. Su relatividad se clarifica con el agregado de un
tercer elástico aún n1ás estirado que ios otros dos. Describa ahora el papel
que cun1plc el elástico del n1edio frente a cada uno de sus vecinos.

No in1porta lo que ocurra con la n1úsica, los ténninos consonancia y diso­


nancia continuarán siendo centrales para nuestro vocabulario técnico y se­
rán aplicables a cualquier conjunto de antónimos y no tan sólo a contras­
tes tonales. Un sonido corto. por ejemplo, es disonante co1nparado con
uno sostenido. Si Ud. desea algunas palabras neutras intente con Ying y

Yang, pero siernpre necesitará algún vocabularjo para describir y n1ed ir el


_
contraste pues eso es inevitable. Pero si nos quedan1os con los ténn1nos
disonancia y consonancia debe1nos a1npliar los significados estrictan1ente
li1nitaclos que tenían cuando eran aplicados solan1ente a la música tonal.
Para ilustrar esto, he aquí un solo eje1nplo:

��---�
f
TROMPETA (broncíneo)

!f Cluster zumbado

En contra de lo que diría el teórico tradicional, este solo sonjdo broncíneo


de trompeta, con sus armónjcos asi1nétricos, es un evento disonante que
encuentra su resolución en el suave n1anto del cluster vocal .
Pruébelo y 1 0 podrá oir inme<liatan1ente. Si analiza alguna música reciente
en cuanto a sus disonancias y consonancias, tensiones y relajan1ien1 os, su
instinto le demostrará cuán desesperadamente necesjtan ser revisados los
libros de rexto.
42
Entonces, para concluir. podemos hacer tres itnportantes observaciones:

¡ ) El concepto del umbral se torna ahora importante para l?s n1úsicos po�­
que divide en un sentido 111uy real lo audible1nente posible de lo aud1-
blemente imposible.

2) Necesitan1os desarrollar nuevas n1aneras de clescribi� l�s . sonidos que


percibimos. . . Yo sugiero que esto podría hacerse co1nc1d1endo con las
_
norn1as de 111edición acústica de los instru111entos electrónicos, los cua­
les podríamos utilizar para verificar nuestras sensaciones subjetivas.

3) Cualquier co111plejo sonoro puede ser analizad o en tér:1li�os de su rela­


.
tiva consonancia y tlisonancia dentro de su vecindad acustica.
Consonancia y disonancia se refieren a variaciones e n intensidad, altura,
duración o timbre en cualquier parte dentro de los perín1etros de lo au­
diblemente posible.

Lu clase estaba pensativa. E1npecé a sentinne con10 u n maestro de teoría.

43
VII
Más Allá de: 10 Audible

-¿Qué J1ay acerca de lo audiblemente imposible? prehruntó Donna, son­


riendo irresistiblen1ente. He1nos visto qué ocurría si se va más allá del un1-
bral del dolor. ¿Qué pasa en .las otras direcciones?

-OK, dije. Necesitamos un interludio, así que sumerjá1nonos en algunas


salvajes especulaciones. Si se va a una zona muy. grave, por debajo. de alre­
dedor de 16 cicl9s, ya no se tiene n1ás la sensación dfi altura sino n1ás bien
de temblores vibratorios. Llamamos a esto el can1po infrasónico, dife­
renciándolo de aquél de 1nás de alrededor de 20.000 ciclos que denon1i­
nan1os ultrasónico. Ud. habrá experimentado una nota pedal 1nuy grave
del órgano que hace vibrar toda la iglesia. Probablen1ente podría imaginar
una especie de n1úsica-n1asaje resultante de estas muy bajas frecuencias,
pues ésta es el área donde se superponen el sentido de Ja audición y el
del tacto. Conocí algunos jóve.nes cornpositores que se interesaron en este
campo de masaje 1nusical y ellos afirn1an haber compuesto piezas utili­
zando única111ente estas frecuencias graves.

- ¿ A qué se parecen? •

-Nunca las palpé.

-Debe ser algo con10 los "pálpitos" de que habla Aldous Huxley en
Brave New World.
-Ciertamente varias partes del cuerpo resuenan a varias frecuencias, al­
gunas en er campo audible y otras por debajo o por cncinla de él.

-Por ejemplo, se ha descubierto que eJ término medio de los esfínteres


anales hun1anos resuenan en cerca d e los 77 ciclos. S i resuena con sufi­
ciente fuerza ya no se lo puede controlar más. La policía ha experimenta­
do el control de disturbios empleando sonidos muy fuertes en esta fre­
cuencia.

U n curioso uso de las ondas infrasónicas. forma la base de una pieza de mú­
sica con1puesta por el con1positor norteamericano Alvin Lucier. Este utili­
za las ondas alfa del cerebro con10 su fuente generadora de sonido. Las
ondas alfa se producen cuando uno cierra los ojos y se entrega al pensa­
miento no visualizable. Una señal de onda alfa, corriente de bajo voltaje
de onda cerebral, es de alrededor de 1 O ciclos. En la obra de Lucier el eje­
cutante tiene in1plantados �lectrodos en su cráneo para detectar estas on­
das. ¡Puede Ud. in1aginar cuán espectaculares podrían ser los preparati­
vos para la ejecución! Las ondas son entonces an1plificadas y alin1cntan un
cierto nún1ero de altoparlantes ante los cuales se colocan algunos ins­
trumentos tales con10 gongs, que resuenan por sin1patía con estas señales
n1uy bajas.

44
Doug: Bueno, ¡esa es una obra que reabnente 1ne gustar{a poder es­
cuchar!

Schafer: Lo que realmente se oye son Jos· armónicos de los gongs. No se


pueden oír las ondas alfa mis1nas; sori demasiado bajas. Quizás,
como acabo de n1encionar, el aspecto más interesante de la eje­
cución sería el fascinante espectáculo de un ejecutante solista
sentado en el escenario con electrodos e n su cráneo, cerrando y
abriendo sus ojos para iniciar e interrumpir los sonidos, pues las
ondas alfa sólo se producen cuando los ojos están. cerrados . . .
·
·y a veces 11i entonces, para desgracia de algunos que intentan
·
ejecutar Ja obra.

Donna:. ¿Qué hay 'acerca de los sonidos de alta frecuencia, .más allá de
los 20. 000 ciclos ?

Schafer:
. '
Usted rccqer�la <n1e heinos n1encionadó. qtie Jos gatos pueden
ofr sonidos de hasta 60.000 ci'ctos, lo �ual les da un.a buena ven­
taja sobre nosotros. Parece un poco grotesco, pero es concebi­
ble que se podrían crear composiciones con estas ondas de alta
frecuencia y ejecutarlas en un generador electrónico para e.l
exclusivo solaz de los gatos y sus amigos. Utilizando instrun1en­
tos electrónicos se podría escribir fáciln1ente una sinfonía para
gatos q�\! sería completamente inaudible para nosotros, y su­
pongo que algún día alguien tendrá la brillante inspiración de
hacer precisa111ente eso, aunque los indiferentes gatos probable­
mente no serán buenos patrocinadores d.e semejante música.
Muchos animales pueden oír sonidos mucho más agudos de
los que podemos oír nosotros·.
Bárbara, quizás podría tratar de averiguarnos algo, para n1añana,
acerca de las zonas de audición de algunos de estos anin1aJes e
insectos. J eff, usted y. Donria vean si pue·den averiguar algo de la
tnúsica bajo el microscopio. El otro d .ía hablé sobre esto con el
Dr. E.J. Wells en el departamento de química. Pienso que puede
tener algo interesante para contarles en conexión con su recien­
te investigación. Luego, quizás Doug podría averiguar algo acer­
ca de la1 Música de las Esferas. . .
Doug: . . . ¿de las qué?

Schafer·: La Músic;a de las Esferas. Eche un vistazo en algunos libros de


lústoria de la 1núsica. Luego pn1ebe con algunos libros sobre
astronon1 ía.

Doug: ¡Suena extravagante!

Schafer: Lo es un poco. Hasta 01al1ana.

Mafiana. Todos estaban presentes, ordenando sus papeles, aclarando sus


gargantas, ansiosos por con1enzar.

45
Schafer: ¿B<\rbara'?

Bárbara: Una de las forn1as 1nás i11teresa11tes de agilidad auditiva en el


-¿có1110 lo l/a111ó usted? -carnpo ultrasó11ico es la del 1n11rciéla­
go. los 111urciélagos utilizan ecos ultrasónicos de aproxi111ada-
1ne11te 50.000 ciclos para volar alrededor de obstáculos sin coli­
sionar. Ellos e1nite11 chillidos hacia los obstáculos y de este 1110-
do puede11 precaverse de ellos. flacen esto a la escalofria11te fre­
cuencia de 50 chillidos ultrasó11icos en eco por segundo.

Tan1bié11 averigüé algo acerca de la audición de los salta1no11tes.


Algunos de ellos tienen pequeñas mernbranas circulares a 111ane­
ra de o tdos e11 sus patas delanteras. Las lle1nbras son corteja­
das por los 111achos que les chi"ian o cantan. Si un nzacho c/1i­
rriase en un teléfono, una hembra, al otro lado de la /(nea, se
pondr{a a saltar arriba y abajo aun sin verlo. El "sex-appcal "
e11tre los salta1nontes decididamente tiene que ver l'nás co11 el
o{do que con la vista.

Llamado t.le aparcamiento de los Bcatles

·'

46
Schafer: Charles Darwin pensó que hasta nuestra mus1ca no era sino una
forn1a alla1ncntc desarrollada de llamado al apareamiento.

00111111: (sonriendo graciosa1ne11te): Hay rnucho de canto de a111or en


toda 1núsica.

.AJ no vislumbrar una manera clara de terminar esta discusión


me tocó esta vez a mi ordenar mis papeles y encender m i pipa.
'

Luego, "¿Qué pudo usted averiguar del Dr. \Vells?"

Jeff: Escuchamos rnúsica nuclear en su laboratorio.

Schafer: Nos t!Stá intrigando. ¿Córno suena?

Donna: Hace pequeiios "ping", rnuy nítidos ditninutos ''ping", prirnero


incisivos y luego desvaneciéndose. Jamás habla escuchado antes
algo sirnilar.

Schafer: ¿Les explicó el Dr. Wclls cómo se producía esto?

Jeff: Sí, lo hizo, y luego escribió 1111 pequefio infonne. Quizás podr{a
yo leerlo. Se titula Música Nuclear.

Toda materia eua compuesta de molcculas. La� moléculas se forman de .itO·


mos. Un átomo consiste en un núcleo muy pequeño portador de u na carga po·
sltiva y de una nube de electrones de una carga mucho mayor. de modo tal que
el atomo total es eléctricamente neuiro. Lo; atomos en una molécula se man·
tienen unidos por enlaces químicos que no son otra cosa que nubes de elec·
trones direccionales. Así una molécula se parece a un budín inglés, las pasas
nucleares se hallan inmersas en una masa de nubes de electrones.

Ahora bien, algunos núcleos giran sobre su propio eje como los trompos. Los
que asl se mueven (los núcleos de los átomos del nitrógeno, del flúor y del fós·
foro, entre otros) se comportan entonces como pequeños imanes. Como tah:s
pueden ser alineados en un gran campo magnético. tal como la agula de la
brúlula esta Jlincada en el campo magnético de la tierra. Sin embargo, la Jli·
neaci6n del eje de giro de un solo núcleo giralorio con el Gampo magnético no
es perfecta. Resulta que para un núcleo giralorio solo, e l eje de giro rota aire·
dcdor de la dirección del campo con una frecuencia proporcional a la ruer1a
del campo. El dcspluamiento se denomina precesión y la frecuencia es la fre.
cuenda precesional. Para una fuerza de campo dada, esta frecuencia es una
frecuencia nuclc.ir ri:ttur.i l , bien dcfinidil.

Ahora bien, en un buen y poderoso imán de laboratorio diferentes tipos de riú·


clcos preceden en diferentes frecuencias, regiones diseminadas a través del es·
pectro de radlo·frccucncia. En un electroimán con una fucn.a de campo rlc
1 4.000 ¡¡auss los núcleos del hidrógeno preceden en ap roximada mente 60 mi·
lloncs de ciclos por segundo, los del flúor en alrededor de 56 millones de el·
clos y los del lósforo en unos 21\ millones de delos. Más aún, la frecuencia
carac1cri·s1ica de un tipo de núcleo en particular se mod ifica 1igcr,11nentc por
dos sutiles formas de Inte racc ió n con la nube de electrones que lo rodea. Se
cstahlccló que la frecuencia nuclear depende ligeramente de la densidad de la
nube de electrones que envuelve el núcleo, es decir, de la consistencia de la
masa qu� rodea cad.1 pasa en el budin de nuestro ejemplo. Este efecto C> de in·
tcré> para lo� quimicos pue�to que toda la q uímica se debe a la masa de clec·

troncs. ntoncc� �¡ una rnolécul.i contiene varios núcleos del mismo tipo. pe·
ro en diferentes posiciones uquitcctónicas dentro de la molécula, estos nú·

47
deos tendrán una frecuencia precesjonal caracterlstica de su posición, y la
molé.cula tjene asl un espectro de frecuencia nuclear magnética q ue la iden·
tlfica.

Si se desea qlr una guitarra se pulsa la cuerda. Al ser pulsada se ve breve·


mente desplazada de su inalterada posición de equiHbrio. Actuando asl emite
su propia nota o frecuencia caracterlstka, que depende de la tensión de la
cuerqa, y la sonoridad de la nota es a1en!Jada o se extingue en el tiempo, de·
bido a las pérdidas friccionales de la cuerda vibrante ·con el.aire circundante.

Volviendo a nuestras moléculas, los núcleos actuando en forma concertada


también pueden se'r "pulsados" desvi'ándolos i:Je su orientacion de baja ener·
g1ºa a lo largo del campo magnético por mc<:Jlo de ,un pulso breve de radio·
frecuencia éon fie·cuenéia cercana 'a la frecuencia nuclear natural. De este esta·
do de alta energla los núcleos retornan al equllibr,io y a! hacer ésto emiten su
propia frecuencia de precesión caracterlstíca en forma aicnuada como una se·
ñal de radio. El procc.so de atenuación es aqul bien diferente al de la cuerda de
.
guitarra,· pero el resultado es similar. Mediante iecnicas usuales de radio-fre­
cuencia es posible hcterodiniar la onda de señal <le alta radío-frecuencia y hac er
audibles las pequeñas diíerencias de frecuencia eñ.tre los distintos núcleos de
nuestro ejemplo.

En general, �uanto más complica�a, es la. molécula tanto más .complicado es el


espectro de frecuencia nuclear, y por lo tanto mucho más compleja y audible­
mente interesante será la envolvente modulada del espectro temporal. Esta en­
voltur<L de modulación es una propiedad n uclear pura. y, en un sentido muy
real, el método que produce "música nuclear" provee un nuevo medio de impre·
sionar en el oldo una característica única de una molécula. Y por cuanto la
comprensión deriva de la completa interacción humana, cualquier método que
incremente el número de sentidos que puedan ser aplícados puede proveer nue·
vos esclarecimientos.

Donna: ¿Qué significa "heterodinar"? Sobre eso rne perdí en los apun­
tes del Dr. Wells.

Schafer: Se refiere a la práctica de con1binar frecuencias en la banda de


radio-frecuencias de tal modo que produzcan pulsaciones cuya
frecuencia son la sun1a y Ja diferencia de las frecuencias origina­
les. En la banda de au'clio e·s.te fenón1.eno es tan1bién bien conoci­
do, produciendo los denominados sonidos diferencia/es y aditi­
vos. Nos llevaría muy lejos entrar en las 1natemáticas de esto,
pero un buen libro de acústica se lo explicará. Es suficiente
con1prender que el sonido diferencial entre dos frecuencias de,
digamos, 1 .000 ciclos y 1 00 ciclos sería de 900 ciclos, y el soni­
do aditivo sería de 1 . 100 ciclos. Muchos sonidos diferenciales
pueden ser escuchados n1uy fáciln1ente n1ediante la si1nple audi­
ción; los sonidos adHivos son generaln1ente más ocultos.

Recuerden que las frecuencias precesionales de los núcleos mo­


leculares del Dr. Wells se producen en la zona de radio-frecuen­
cia; ellos oscilan a una velocidad de millones ele ciclos por segun­
do. El los ha hecho audibles pulsándolos con otro pulso de radio
de casi, no exacta1nente, la rnisrna frecuencia, produciendo de
este 1nodo un sonido diferencia/ en la zona de audio. Le pareció
útil alrnacenar estos sonidos en cintas magnetofónicas para su
posterior análisis.

48
Pudin1os haber pensado que el mundo bajo el microscopio se­
ría silencios·o, pero aun aquí hallamos que, con la ayuda de
equipos electrónicos, poden1os encontrar sonidos.

Hasta aquí entonces, en lo que se refiere al mundo microscópi­


co de las moléculas. ¿Qué hay acerca del mundo 1nacroscópi­
co de las estrellas y los planetas? Doug, ¡,qué ha descubierto us­
ted respecto de la Música de las Esferas?

49
VIII
La Música de las Esferas

Doug co1nenzó con presteza.

-La Música de las Esferas es wza teoría muy antigua; se ren1011-


ta por lo rnenos a los griegos, particularmente a la escuela de Pi­
tágoras. Se pensaba que cada uno de los planetas y estrellas ha­
cían 1núsica a medida que viajaban por los cielos. Pitágoras, que
había calculado las proporciones entre los distintos annónicos
de una cuerda sonora, descubrió que había una perfecta corres­
pondencia mate1nática entre ellos, y corno también estaba in­
teresado en los cielos y habz'a observado que asitnis1no éstos se
movían de manera ordenada, conjeturó que las dos cosas eran
nieramente aspectos de la 1nisma ley matemática que gobernaba
el universo. Si esto era asz' entonces obviarnente los planetas y
las estrellas debían producir sonidos musicales perfectos cuando
se 1novia11, tal co1no la cuerda vibrando emitz'a annónicos per­
fectos.

Bárbara: ¿Alguna vez escuchó la Jl,Júsica de las Esferas?

Doug: Se supone que la debió haber escuchado, según sus discz'pulos.


Pero ningún otro jamás la escuchó.

Bárbara: Pero no comprendo cómo las estrellas hacz'an nzúsica.

Schafer: Todos ustedes vieron alguna vez trompos de niños así que saben
que cuando los hacen girar en1iten cierto sonido. Si los hacen gi­
rar más rápido ¿qué ocurre?

Bárbara: Se eleva la altura del sonido.

Schafer: ¿Y si tengo un trompo grande y otro pequei'lo y los hago g.irar


an1bos a la misma velocidad, cuál sería la diferencia?

Bárbara: El más grande produciría un sonido rriás grave.

Schafer: Entonces se debería estar en condiciones de detern1inar e 1 soni­


do que e1nite c ualquier cuerpo girando, si se conoce su volu­
n1en y velocidad de sus revoluciones. Y co1no los cielos consis­
ten en 1ni1Jones de planetas y estrellas, todos de diferentes ta­
m.años y girando a diferentes velocidades, se con1prende c6n10
los antiguos pensaron que debía haber una sinfo n ía en ten1 de
tales sonidos. Si usted tuviese suficientes planetas girando sobrl'
sí n1isn1os por doquier y en diferentes órbitas, de 111odo que des­
de cualquier parte que escuchase ellos estarían cainbiando cons­
tantemente su ve l oci da d y la distancia con respecto a usted. po-
50
51
dría tener una arn1onía celestial en estereofon ía que estaría rno­
dificándose eternamente.

Bárbara: Pero 110 la oigo. ¿Cómo podemos oírla?

Doug: ¡Ssh! ¡Escucha!

(Larga pausa)

Bárbara: Estás bromeando. No oigo nada.

Doug: Bien, en realidad no se supone que debas escuchar algo. No sé


exactamente por qué. Sin embargo parece que casi todos creiall,
en épocas remotas, que había una Música de las Esferas. Estaba
leyendo acerca de esto en un autor rnedieval, Boecio. que vivió
desde 480 a 524 A. de C. El afinnaba que habla tres tipos de
rnúsica: vocal, instrumental y Música de las Esferas. }/e aqu { lo
que dijo de la Música de las Esferas:

Cómo podr(a realmente trasladarse silenciosamente en su derrotero el veloz


mecanismo del clelo. Y a pesar de que este sonido no llega a nuestros oídos,
corno es el caso por muchas razones. . .

Aunque él no da sus razones

. . , el movimiento extremadamente rápido de tan grandes cuerpos simultánea·


mente no podri'a ser sin sonido, en especial porque las sendas de. las estrcl1;1s es·
tán combinadas por una adaptación tan natural que nada más igualmente com·
pacto o unido puede ser Imaginado. Puesto que algunas nacen más altas y 01rns
más baías )' 1odas giran con el preciso impulso, resulta que en este celestial des·
plazamlento no puede haber fallas que provengan de sus diferentes desigualda·
des y del orden de modulación establecido.•

Ta1nbién me encontré con una referencia a ella en el Jl1ercader


de Venecia de Shakespeare:

Mira cómo el piso del cielo


est.i densamente incrustado de pátinas de brillante oro;
No existe ni la más pequeña que puedas observar
que no c.rnte en su movimiento como un ángel. . .
Tal armonía se halla en las al:mas inmortales;
Mas, mientras esta sucia vestimenta de desintegración
la cubre groseramente, no podemos escucharla;"

Scha fer: El astrónon10 Kepler era un conte111poráneo de Shakespcare.


¿Encontró Ud. alguna referencia al interés de Kepler en la Músi­
ca de las Esferas? Estaba en1bobado con ella.

Doug: Esa es la mejor parte. Me la estaba guardando. Kepler intentó


calcular los variados sonidos que enzitlan los diferentes planetas
según su velocidad y su n1asa -igual que los trornpos. Real-
1ne11te llegó a deducir algunos sonidos para cada uno de los pla­
netas. Son éstos:


N.d.T.: véase Referencias pág.79

52
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'·-· A-1,
, •

Saturno J úpller Marte Tierra Venus Mercurio alternativamente

Todos estaban ansiosos por escuchar estos sonidos, de modo que los tocamos en el
píano.

Bárbara: ¿Eso es todo lo que escuchó Kepler? Es muy decepcionante.

Schafer: No creo que realn1ente lo haya oído. Sin1plen1ente lo calculó


111ate1nática1nente y conjeturó que si uno pudiese oír a los pla­
netas éstos podrían sonar con10 eso.

Bárbara: ¿Pero nadie los oyó ? ¿Por qué no se puede olr. . . ?

Jeff· Porque no hay aire en el espacio exterior y las ondas sonoras ne-
cesitan aire en el cual propagarse.

Schafer: ¿Cómo sonaría la música en la Luna?

Jeff: No sanarla.

Schafer: Porque no hay atmósfera allí. Las ondas sonoras necesitan u n


medio físico para desplazarse. Ustedes deben haber hecho el ex­
perunento en la clase de física en la escuela secundaria cuando
colocaron un diapasón en una jarra y luego le extrajeron todo el
aire. Ya no se podfa escuchar el diapasón.
Pero 111uchas veces rne pregunté si no habría además otra razón.
Trataré de explicarles sin ser demasiado técnico.
Si desea111os hablar del sonido más elemental posible tendremos
que considerar lo que se denonlina la onda sinusoidal. El 1nate­
n1ático Schillinger la describió elocuenten1ente: "Una onda si­
nusoidal es el 1náxin10 de súnplicidad en acción". La onda si­
nusoidal es la onda forinada por u n sonido puro sin ningún ar­
mónico. Es el sonido del diapasón y en un osciloscopio se la ve
así:

* N.d.T.: véase Referencias p�g. 79

53
Según el maten1ático francés Fourier, cualquier sonido periódi­
co, no importa su complejidad, puede ser resuelto en un cierto
núm ero de estas ondas sinusoidales absolutamente elementales;
y el proceso de esta investigación se denomina análisis armóni­
co. Sin em bargo , Fourier tan1bién estableció que la onda sinu­
soidal perfectamente pura (matemáticamente de fi nida) sólo
existe como un concepto teórico. Pues en el momento en que se
conecta e l generador o se percut e el diapasón se crean peque­
ñas distorsiones denominadas distorsiones transitorias de ata­
que. Es decir que e l sonido, para ponerst: en movimiento, prime­
ro debe vencer su propia inercia, y haciendo esto se introducen
en él pequeñas in1perfeccion es. Lo mismo vale para nuestros
oídos. Para que el t ítn pano conlience a vibrar, debe superar pri-
1nero su propia inercia, y de acuerdo con ello introduce n1ás dis­
torsiones transitorias.

Bárbara: ¿No podría uno desembarazarse de ellas iniciando el sonido mu­


cho tiempo antes ?

Scha fe r: Bueno, hoy estan1os hablando en forma puramente especulati­


va. La cuestión sería, ¿cuánto tiempo antes? A fiJ1 de liberarse
completamente ele la distorsión transitoria uno debería iniciar el
sonido antes de haber nacido. El universo se inició antes que
cualquiera de nosotros hubiera nacido. Es posibl� que en el uni­
verso haya sonidos matemáticmnente perfectos que sien1p re ha­
yan estado sonando. Y si así fuera, quizás ja1nás p odr ía1nos oír­
los pues to que son tan perfectos. Todos Jos sonidos que oímos
son imperfectos; es decir, se inician y cesan. Por lo tanto contie­ ,
nen pequeñas distorsiones transitorias. ¿No será posible que
haya realmente algún tipo de Armonía de las Esferas que no po­
dernos oír porque nosotros son1os seres imperfectos?

Doug: Eso es precisamente lo que pensaron los escritores n1edievales.

Scha fer : Durrultc mucho tiempo hemos desechado esto co1no un pcnsa­
n1iento tonto. Pero a veces parece que la gente ha intuido 1nis­
te riosa1n e nte una .idea sin saber exactamente por qué ha br ía de
ser válida, y sólo 1nás tarde fue rehabilitada y av ala da por la
ciencia. Lo que estoy diciendo es m eram ente lo que estos anti­
guos estudiosos creían, y es que u n sonido perfecto sería perci­
b id o por nosotros con10 ¡silencio!.

Hubo un momento de caima cuando cayó esta loca idea.

Schafer: Si algo lo aco1npaña a uno durante toda su v id a se da por s�nta­


do que es así porque uno no puede salir a medirlo. Por ejemplo,
todos he1nos estado respirando aire desde el naci1niento, pero
¿cuál es el olor del aire? Nos parece perfectainente natural e
inodoro porque no podemos separarn os de él. Todo lo que po-
54
demos hacer es oler las impurezas que hay en él. Pues bien,
quizás de alguna 1nanera ocurra lo mismo con la Música de las
Esferas. Es perfecta, y nuestra música es tan sólo u na imperfecta
tentativa humana de recrearla .

Donna: Eso suena a religioso.

Schafer: ¿ Es malo eso?

Jeff: Sin embargo se han detectado sonidos no identificados del espa­


cio exterior, ¿no es cierto?

Schafer: HábJenos acerca de ellos.

Jeff· Realmente no sé, salvo que he o ído decir que se han captado
misteriosas señales de radio del espacio exterior.

Schafer : En la ciudad hay un observatorio astronómico. ¿Por qué no lla­


man1os por teléfono a un astrónom o y le interrogan1os al res­
pecto?

Jeff hizo esto y quince minutos más tarde estuvo listo para darnos el Informe.

Jeff· Los astrónomos han captado sefiales del espacio exterior pero
no se trata de ondas sonoras sino de radiaciones electromagné­
ticas. Las radiaciones electromagnéticas no requieren un medio
para su propagación, por lo tanto pueden atravesar el vacío del
espacio. Son de una frecuencia mucho 1nayor que las ondas so­
noras de las cuales usted nos estaba hablando y es imposible que
sean o ídas por el o ído humano. Sin embargo, son aún las de
,
tnayor longitud en una serie entera de radiaciones partiendo dt
/as 1nicro-ondas, ondas caloríficas radiantes, infrarrojas, luz vsi·
i
ble, y ondas ultravioletas, pasando por los espectros de los ra­
yos X y arribando finaltnente a las ondas cósmicas que so1� las
más cortas y de más alta frecuencia de las hasta lzoy conocidas.
Todas estas ondas se mueven a la velocidad de la luz Y son cerca
de J OO. 000 veces más rápidas que las ondas sonoras.

En J 955 fueron captadas las primeras ondas de radio desde Jú­


piter y esas fueron las prirneras escuchadas provenientes de un
planeta en nuestro sisterna solar. Parecían estar organizadas pero
según los astrónornos esto no significa que fuesen transmiti _ as
_ d
por seres del espacio exterior. De hecho, se estima que fueron
causadas por disturbios en la atmósfera de Júpiter similares a
nuestras tonne11tas eléctricas. Sonaron como explosiones de es­
tática en la radio.

Schafer: Realn1ente hen1os cubierto un área muy grande en nuestra itna­


ginativa pesquisa de la rn úsica debajo del microscopio y n1ás allá
del telescopio. ¿Hay algu na pregunta antes de interrumpir?
55
Bárbara: ¿Có1no funciona la radio ? Quiero decir, siempre me intrigó sa­
ber cómo es posible que alguien esté hablando en un lugar y que
se lo escuche en otro sin cables.

El resto de nuestra sesión de ese dla y del siguiente consistió en una averiguación de
cómo funciona la radio. Cuando estábamos desorientados invitamos a la clase a un
técnico de radio para que nos sacara del pantano. Eso n o era música, pero fue fasci·
nante.

56
IX
Esquizofonía

Dejamos encendida la radio. La voz de un disc-jockey resoplaba fatua­


mente:

¡Hola a1nigos. el Big Boss con la salsa caliente tiene un secre­


to! Es la hora de los regalos de Stevie Pink--us (blip-blup-blip).
¡Sí señoo", nuevan1ente Big Stevies está distribuyendo pre1nios
gratuitos, totalmente gratuitos! No se vayan, anzigos, que po-
dría1nos estar llamándolo (fanfarrias).

-Esquizofónico, dije.

- ¿Esquizo-qué? preguntó el grupo.

-Esquizofónico. E s un término que inventé. Ustedes saben que fono se


refiere al sonido. El prefijo griego esquizo significa desdoblado o separa­
do. Estaba pensando en la inquietud de Bárbara por saber cómo una voz o
música podía originarse en un lugar y ser escuchada en un sitio con1pleta­
mente diferente a millas de distancia.

. . . Y ahora para todos los amigos en la onda a1niga aquí está la


canción número uno en la nación, a las 4 y 1 O de la tarde.
"Wah Wah JVah ". . .

-¿No se oponen a que la apague'? (Ellos se opusieron pero la apagué ele


todos n1odos). La radio y el teléfono no existieron sie1npre, por supuesto,
y antes de que existieran era desconocido este milagro de la instantánea
trans1nisión del sonido de un lugar a otro. La voz sólo se desplazaba tan
lejos cuanto uno podía gritar. Los sonidos estaban ligados indisoluble­
n1ente a los 111ecanisn1os que los producían. En aquellos el ías cada sonido
era un original que podía ser repetido únicamente en su vecindad inn1ecliata.

Ahora todo eso ha can1biado. Desde la invención de equipos electrónicos


para la trans1nisi611 y el almacenaje del sonido, cualquier sonido natural,
no i111porta cuan tenue fuere, puede ser aun1entado en su intensidad y
disparado alrededor del mundo, o envasado en una cinta o disco para las
generaciones del futuro. Reinos desdoblado el sonido de los productores
del sonido. A esta disociación la denon1ino esquizofonía, y si uso una pa­
labra que suena n1uy parecido a esquizofrenia, es porque deseo vehemente­
mente sugerir a ustedes el mismo sentido de aberración y dran1a que evoca
esta palabra, pues los desarrollos de los cuales estamos hablando han pro­
ducido efectos profundos en nuestras vidas.

Permítanme sugerirles u n poco del dran1a de la esquizofonía contándoles


una historia que se supone que es cierta. Pero tampoco importaría si fuese
apócrifa.
57
Todos han oído hablar de Drácula, el vampiro. Se supone que éste es el
origen de aquella leyenda:

A fines del siglo pasado un cierto conde rumano viajó a París y allí se ena­
n1oró locamente de una joven cantante de ópera. La dama era bastante fa-
1nosa y había hecho algunas grabaciones de arias operísticas. Para gran pe­
na del conde ella murió súbitamente y él regresó desesperado a su castillo
en las montañas cárpatas con unas pocas grabaciones de su notable voz
como único recuerdo. Hizo esculpir una estatua d e su da1na en mánnol
blanco y la colocó junto al hogar en su recepción, donde cada tarde escu­
chaba los discos en soledad. El conde tenía en su propiedad muchos cam­
pesinos. Estos, quienes por supuesto nunca habían visto un tocadiscos, es­
piaron por las ventanas al escuchar una voz fe1nenina, pero solamente vie­
ron al solitario conde delante de la sombría estatua y se aterrorizaron. Al
conde de in111ediato se lo llamó Drácula -dracul en ru1nano significa "de­
monio". Todos los demás males asociados a este nón1hre provienen de este
siinple 111a1entendido.

No deben ilnaginarse a Drácula con un equipo de alta fidelidad. Proba­


blemente tenía nlUY pobres grabaciones en cilindro, pues si bien el fonó­
grafo fue inventado e.n 1877, exactan1ente u n afio después del teléfono,
fueron necesarias n1uchas décadas para que mejorase su calidad y las gra­
baciones sonaban a cualquier cosa n1enos a natural. La radio es aún 1nás re­
ciente. Data desde la invención del tríodo amplificador en 1 906, y tam­
bién llevó 1nuchos años antes que estuviese en uso cotidiano y uno pudie­
se escucharla sin auriculares y sin tener que hacer complicados ajustes. A
pesar de ello, algunos se dieron cuenta muy pronto d e sus posibilidades: la
primera amplificación pública de un discurso político se produjo en 1 91 9,
sin duda para gran satisfacción de los políticos de cualquier parte, cuyas
vibrantes voces podían ahora alcanzar a un nún1ero ilinütado de votantes.

La vida moderna ha sido "ventriloquizada".

Por medio d e la radiodifusión y la grabación se ha disuelto la relación vin­


cular entre un sonido y Ja persona que Jo produce. Los sonidos han sido
separados de sus cuencas naturales y les fue dada una existencia indepen­
diente y amplificada. El sonido vocal, por eje1nplo, ya no está ligado a ün
hueco en la cabeza sino puede surgir de cualquier lugar del paisaje.
Ahora podemos sintonizar sonidos que se originan en todo el inundo tanto
en nuestros hogares, como en nuestros autos, en las calles, en nuestros edi­
ficios públicos, en cualquie.r lugar y en todas partes. Y así con10 el grito
propaga angustia, el altoparlante co1nunica ansiedad.

Captar y preservar la textura del sonido vivo es una antigua a1nbición del
hon1bre. En la mitología babilónica hay referencias a un recinto especial­
n1ente construido en uno de los ziggurats donde los suspiros pen11anecían
eternan1ente. En una antigua leyenda china un rey posee una caja secreta
negra a la cual dicta sus órdenes, luego las envía alrededor de su reino para

58
que sus súbditos las cumplan, lo cual, m e parece, significa que hay autori­
dad en Ja magia del sonido aprisionado.

-La escritura también es una forma de sonido aprisionado, intercaló Bár­


bara. En la antigüedad sólo los sacerdotes y los monarcas conocían su se­
creto.

-Y precisamente por esto pudieron man tener su poder, agregó J eff.

-Es posible, continué, que algo sin1 ilar haya ocurrido con la 1núsica. A
n1edida que la notación 1nusical se hizo nlás y más precisa el con1positor
adquirió cada vez n1ás poder. El compositor de los primeros años del siglo
XX t.enía tendencia a considerar hasta a los intérpretes como autómatas a
botonera; cada cosa estaba exactamente especificada en la l'artitura Las
páginas de tales partituras están se1nbradas de indicaciones.

Hoy en día tenemos los inedias para alcanzar una precisión aún n1ayor: la
grabación, La importancia de la grabación de música es tal que ha venido a
ree1nplazar al n1anuscrito como la au téntica expresión musical. lgor Stra­
vinski reconoció esto cuando hace unos pocos afias decidió grabar toda su
n1úsica como una guía docu1nental para futuros directores.

Sin en1bargo, ninguna grabación es una reproducción exacta del sonido vi­
vo. Las distorsiones se introducen tanto en su producción con10 en su re­
producción. Hasta el equipo hogarefio más sencillo tiene medios para in­
fluir en el sonido. Haciendo girar el control d e volumen puede lograrse que
el diminuto sonido de un clavicordio crezca hasta alcanzar las diJnensio­
nes de toda una orquesta; o una orquesta puede ser reducida al susurro del
césped. La mayoría de Jos equipos de alta fidelidad también poseen filtros
para reducir o incrementar las frecuencias graves o agudas. De esta n1anera
se introduce la selectividad en el acto de escuchar música y el oyente es­
tá en condiciones d e influenciar y controlar aspectos que en el pasado res­
pondían a leyes naturales y estaban totalmente fuera de su control.

Lo que hace que semejante desarrollo sea espectacular es ésto; actualmen­


te, es más natural para nosotros escuchar música reproducida eléctrica­
n1ente que escuchar música viva, la cual comienza a sonar más bien desna­
turalizada.

Las grabaciones en cinta n1agnetofónica posibilitan n1uchas otras rnanipu­


laciones del sonido que pueden conducir a transfonnaciones y distorsio-·
nes de los sonidos originales hasta tornarlos irreconocibles. Cortar y en1-
palmar la cinta, variar la velocidad y la frecuencia, revertir los sonidos, y
así sucesiva1nente; éstas son las técnicas y ellas pueden ser realizadas en la
n1ayoría ele los grabadores de cinta.

Dedica1nos una hora ::i expcri1nentar con el sonido en estas formas tratan­
do de descubrir las posibilidades creativas del grabador de cinta.
Primero hicimos que alguien grabara un extenso "sh" 111uy cerca del 111i­
crófono con la velocklad de la 111áquina en su punto 1nás alto. Reprodu-

59
ciéndolo en la velocidad más baja descubri1nos que hab íainos producido el
sonido de una enonne máquina a vapor. Luego grabamos a alguien n1or­
diendo una nlanzana a la n1isn1a velocidad alta y descubriJnos luego que a
una velocidad más baja ten ían1os una perfecta inlitación de un gran árbol
desplomándose en una reverberante selva.
Grabando los sonidos n1edios y graves d e u n piano, de tal modo que e l
control d e volumen �ra elevado sólo después que la nota había sido ataca­
da, nos sorprendi.Jnos por los son.idos sin1ilares al órgano o al clarinete que
obtuvin1os en la cinta.

Los sonidos invertidos proporcionaron al gn1po otras sorpresas. En general


no fueron de su agrado. Un sonido invertido no tiene una reverberación
natural; se expande hacia atrás para estallar en una explosión sin eco. Sin
reverberación estos sonidos se parecen a aquellos escuchados en una cáma­
ra anecoica, sonidos que caen al suelo sin vida. He sacado la conclusión de
que Ja razón por la cual los seres hu1nanos encuentran tales sonidos des­
concertantes es porque implican un mundo sin aire.

¿Han escuchado alguna vez su propia voz grabada y reproducida? Pruében­


lo. Es sorprendente y educativo. Pueden salir de s í mismos e inspeccionar
críticamente su impresión vocal. Uno dice, ¿soy yo realn1ente ese balbu­
ceante y singular sonido'? Después de eso se tiene un poco más de concien­
cia d e la 1nanera con10 uno habla.

Por medio de la grabación pode1nos congelar los sonidos para su estudio.


Desde la invención d e la grabación se han hecho grandes progresos en el
análisis y síntesis del sonido. Antes de esto perseguir el sonido era como
rastrear el viento.

Llegando a este punto puse un disco d e efectos sonoros y pedí al grupo


que describieran lo que habían escuchado.

Bárbara: Varios golpes.

Donna: Golpeteo.

Jeff· Cerca de doce golpes .sobre una puerta de rnadera.

Doug: Diez golpes sobre una pesada puerta.

Si, corno en el pasado, no hubiera habido 1nanera de repetir ese sonido nos
habrían1os tenido que dar por satisfechos con estas descripciones, pero
hoy en día -escuchen otra vez...

Escuchando nuevamente coincidin1os en que el sonido consistía de "seis


livianos y rápidos golpes sobre una sólida puerta de madera, seguidos de
una breve pausa y luego tres golpes nlás sonoros". La capacidad de repetir
el 1nis1no esquema sonoro no sólo nos ayuda a estudiar con 1nás precisión,
sino ta1nbién a estudiar nuestro propio proceso de percepción de esquemas.

A lo largo de nuestra discusión un factor ha perrnanecido fim1e: la libera-


60
ción del sonido de sus fuentes naturales; y es a esto que yo denon1iné es­
quizofonía.
-¿Está Ud. preocupado por ello? preguntó Doug.

-Nosotros estamos viviendo con eso.¿verdad? Quizás sólo será posible mi-
rar hacia atrás en una fecha 1nás adelante para detenninar si nos hizo bien
o mal. Pero una cosa n1e preocupa. No sé si podré explicarla. En épocas
pasadas siempre hubo una correspondencia entre la actividad fisiológica de
producir un sonido y las cualidades psicológicas que le atribu ín1os. Hay
una gran energía desplegada en u n sonido fuerte, tensión en un sonido
agudo, relajamiento en un sonido grave y así sucesivamente. Esto es váli­
do ya sea que se usen las cuerdas vocales o un instrun1ento 1nusical. Yo di­
ría que ésto nos ha ayudado a penetrar en las profundidades de los sonidos
con nuestros músculos y nervios. Y puesto que producirnos estos sonidos
con nuestros cuerpos. tene1nos un instintivo sentin1iento de sirnpatía cuan­
do otros los producen para nuestro provecho y placer.

Hoy en día realmente no hay relación entre girar el control del volun1en
de la radio hacia arriba o hacia abajo y el consecuente resultado. La 1núsi­
ca electrónica esta compuesta casi exclusivainente de esta n1anera. El co111-
positor se sienta frente a los controles de sus amplificadores y osciladores.
pero la tenue danza panton1ímica de sus dedos tiene poca relación en tér­
rninos físicos con lo que puede estar produciendo en sonido. ¿Las conse­
cuencias ele este desarrollo esquizofónico serán positivas o negativas? Dejo
para ustedes el discutir esto. "Esquizofonía" (dice su inventor) se supone
que es una palabra nerviosa.

(click)
Bien, aquí estanzos nuevaniente con los temas de 1nayor éxito y
el Big Boss con la salsa caliente para que ustedes los escuchen.
(blup-blip-bliip). Prepárense para las selecciones de la nación a
las 5 y 1 0 de esta feliz tarde en su pueblo y a continuación de
este importaaaaaaan te mensaje. . .

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62
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El Objeto Sonoro

¡ Escuchen!

¡Escuchen el sonido del pestañeo de sus propias pestañas!

¿Qué rnás pueden oír? Cada cosa que ustedes oyen es un objeto sonoro. El
objeto sonoro puede ser hallado por doquier. Es alto, bajo, largo, corto,
sonoro, suave, continuo o discontinuo.

Los objetos sonoros se encuentran dentro de las composiciones n1usicales


y fuera de las co111posiciones 111usicales.

"Traigan a la escuela un sonido interesante", es un ejercicio que frecuen­


te1nente encargo a una clase. Y ellos encuentran objetos sonoros en el ho­
gar, en la calle o en su imaginación.,

Entendan1os el objeto sonoro co1no un evento acústico completamente in­


dependiente. Un acontccinliento útüco. Nace, vive y muere. En este senti­
do pode111os hablar d e la vida biológica del objeto sonoro.

Con frecuencia el objeto sonoro aparece circunyacente a otros objetos so­


noros. En este sentido poden1os hablar de la vida social del objeto sonoro.
1 Al hablar así hablatnos metafórica1nente. pues en realidad el sonido con­
siste en vibraciones nlecánicas inanin1adas. Es una preferencia antropo­
n1órfica Ja que nos inclina a hablar de la 1núsica en 1netáforas tan grandes
co1no la de dar vida a los sonidos y adjudicarles existencias sociales.

Los objetos sonoros pueden diferir de nu1nerosas e importantes n1aneras a


través de variaciones en: 1 ) la frecuencia (altura), 2) intensidad (volumen),
3 ) duración y 4 ) timbre (color).
En fonnas n1ás antiguas de nlúsica se usaron objetos sonoros separados lla­
n1ados "tonos". Considerados de n1anera abstracta se observó que los to­
nos parecían relativainente ison1órficos, es decir que tendían a parecerse
unos a otrc•-; en sus cualidades prin1arias -con10 si fueran ladrillos.

Cuando practicatnos escalas tenemos tendencia a pensar en los tonos de

l 1nanera ison1úrtica -con10 si fueran ladrillos.

63
Ladrillos grandes:

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Ladrillos pequeños:

Muchas veces, cuando realizan1os ejercicios de teoría, tenemos tenden�ia a


pensar en los sonidos de esta nlanera. En un sisten1? isom �rfo los S? n1dos
viven existencias n1ás 1nccánicas que biológicas o soc1ales (s1 es que viven).

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Con1parados con una teoría de la 111úsica tan "racional", los 111últiples so­
nidos de la nueva música que hemos estado estudiando pueden parecer
"irracionales". Por otra parte, la teoría tradicional de la música ha subesti­
mado las anárquicas diferencias que existen entre los diferentes tonos Y
agrupamientos de tonos por su adicción a la ejecución de escalas y la insis­
tencia en burdos libros de texto. Los grandes con1positores y ejecutantes
ciertan1ente comprendieron que los potenciales expresivos de los sonidos
no son de ningún modo los 1nismos cuando se los toca en diferentes regis­
tros. o con diferentes instrurnentos, o cuando se atacan o extinguen .de
1nodo distinto, o con diferentes duraciones, o con diversos grados e.le in-
tensidad.

Confinnando las intuicjones de n1agistrale.s con1positores y ejecutantes. re­


cientes trabajos en acústica y psicoacústica (a partir de Heln1holtz) han
ayudado a que todos nos diésemos cuenta de la fascinante variedad del
n1undo de los sonidos y del drarna de su existencia social en con1ún.

En el nivel n1ús abstracto existen los estudios de acústica maten1ática. No


todos estos estudios son relevantes para e.I oído. Sin e111bargo el objeto so­
noro es un evento acústico. cuyos aspectos pueden ser percibidos por el
o ido. Abarcando e incluyendo al "tono" de l.a n1úsica tradicional. el obje-

64
to sonoro lo reemplaza ahora como el término por el cual describimos el
evento acústico cosn1ogénico. De objetos sonoros se fonnan Jos paisajes
sonoros.

Cada objeto sonoro está encerrado en un ectoplasma que llamamos en­


volvente del sonido. Dentro de ella se halla una vibrante existencia que po­
demos dividir en varios períodos de vida bio-acústica. A los diferentes pe­
ríodos se les puede asignar nombres diferentes según cómo desea uno ver­
los, pero las divisiones de la envolvente siguen siendo más o menos las
mismas. Las he mostrado todas juntas en una ilustración (pág. 62).

PREPARACION

Para e1npezar por el principio.

Cada sonido tiene una forn1a de preparación (el pianista eleva sus manos,
etc. . ) que es una señal mímica anticipada. Si no tiene esto (una radio súbi­
ca1nente encendida a espaldas de uno) nos sorprende tanto como lo haría
un nacimiento que no hubiese estado precedido por la preñez. Los prepa­
rativos n1iméticos para una pieza pueden extenderse hasta el .misn10 ves­
tuario del director. Ceren1onia, ritual, puro teatro.

ATAQUE

En alguna otra parte deno1niné al ataque "ictus" o sea el instante del in1-
pacto sonoro. Debería ser una experiencia traumática. El aire quieto se
corta con un sonido prístino. Por un instante hay una total confusión.

El comportamiento del sonido en el mon1ento de ataque es un fascinante


tema de estudio. Cuando un sistema es súbitamente excitado se produce
un gran enriquecimiento del espectro que confiere al sonido un ribete ás­
pero. Técnicamente esto se denomina distorsión transitoria de ataque.
Cuando un sonido es atacado más lcnta1nente, habrá menos de esta sú­
bita excitación espectral y en1ergerá una calidad uniforme de sonido. Cual­
quier instrumento puede atacar de rnanera suave o aguda; sin embargo, al­
gunos instrumentos tienen una tendencia natural a "hablar" n1ás rápida­
n1ente que otros y poseen así n1áS disonancia en su ataque. (Co1npárese la
trompeta y el violín).

Los adornos de la n1úsica clásica, tales con10 la acciaccatura, son recursos


para poner énfasis en la distorsión transitoria de ataque. Una nerviosa cris­
padura �n la cabeza de una nota. Agregados de condin1ento. Piquer les
dormeurs.

SONIDO ESTACIONARIO

No existe. En un sonido todo está en movimiento. N o obstante puede apa­


rentar que hay un período en la mitad de la vida de un sonido en el cual
no es mucho lo que está cambiando (misma frecuencia, mismo volumen,
etc.) y para el simple oído el sonido parece estacionario y no progresivo.
65
Sería un ejercicio útil para los estudiantes probar y 1nedir la duración de lo
que ellos supo11en ser el período estacionario d e diferentes sonidos -es de­
cir, la porción separada de las características de ataque y extinción. Algu­
nos so_nidos sin1plemente no tieneri condición estacionaria alguna y con­
sisten entermnente de ataque y extinción: el arpa, el piano, todos los ins­
trun1entos de percusión.

Los sonidos n1ás estacionarios son los de las máquinas n1ecánicas: autos,
acondicionadores de aire, cortadoras de césped a n1otor, jets, etc. Unas po­
cas ondulaciones internas no compensan lo que esenciabnente es una vida
aburrida.

EXTINCION

El sonido se fatiga; se extingue, quizás para ser seguido por nuevos soni­
dos. fiay extinciones rápidas y extinciones in1perceptiblemente lentas. Es
biológ
ica1nente natural que los sonidos se extingan.

(El sonido del acondicionador de aire n o se extingue. Recibe trasplantes y


vive eternamente).

REVERBERACION

El acústico W .C. Sabine, ha definido técnicamente la reverberación. Es el


tien1po que transcurre desde el instante en que una fuente sonora se inte­
rrumpe hasta que su energía decaiga a 1 / l .000.000 de su fuerza original
(una caída d e 60db). En lo que se refiere al oído es el tiempo que tarda un
so1údo en fundirse y perderse entre los sonidos an1bientales del reciJ1to.
Obvian1ente la reverberación de la sala afecta a la música que en ella se
ejecuta. Así la 1núsica escrita para las catedrales (con una reverberación de
6 a 8 segundos) es rnás lenta que la escrita para el n1oderno y seco estudio
de grabación, en el cual los sonidos deben ser olvidados rápidarnente para
dar lugar a los nuevos.

MUERTE Y MEMORIA
.

Un sonido dura tanto co1no lo recordamos. ¿Quién, habiéndola escucha-


do, ha olvidado jamás la modulación con que se inicia el Tristán, y que
persigue para siempre nuestra ilnaginación? Los sonidos inolvidables, co-
1110 las leyendas inolvidables, dan origen a la mitología.

Los sonidos afectuosa1nente recordados se unen con el anticipo de nue­


vos sonidos para fonnar el lazo que denontina1nos aprecio por la 1núsica.

MORFOLOGIA DEL SONIDO

Forma y estructura de Jos sonidos.


Cada sonido aislado tiene su propia morfología interna. Mucho de esto
puede ser escuchado por el oído si la audición ha sido cuidadosan1ente
educada.

66
Para un exhaustivo estudio 111orfológico d e los objetos sonoros debemos
dirigirnos al laboratorio, o al n1enos a la biblio!:,rrafía de aquellos que han
·

trabajado en el laboratorio.*

Pero tan1bién se puede, aceptando la labor de los acústicos, continuar cre­


yendo en la poesía del sonido. La investigación científica no impide que
cada sonido tenga su palabra-111etáfora.

Una súbita Inspiración

��----�---- Una vida nerviosa (función del trino:


• mantener las transientes de ataque)

o Una serena vfda de reflexión - Tao, Buda

!'

Las pictografías de sonidos pueden ser útiles. Hasta una clase elemental
debería estar en condiciones de poder deducir, analizar y clasificar objetos
sonoros por 111edio· de la pictografía d e sus envolventes. Así:

Bordado. Calistenia. Flexibilizando.


Ir a la deriva.

Por fin encaminado.

�======---- U n precoz objeto sonoro

U n cbjeto sonoro bien equilibrado


(crecimiento y extínclón naturales)


Con respecto a esto querrla remitir a los lectores interesados al muy Interesante estudio de Fritl.
Winckel, titulado Music, Sound and Sensation, New York, Dover Books, ·1967, del cual he to·
mado numerosas reflexiones. Wlnckcl trabaja científicamente y los hallazgos de este libro pue·
den ser útiles a cualquier músico que quiera corroborar sus intuiciones.

67
U n saludable objeto sonoro que se
resisie a claudicar ante las

--=======� decrepitudes de la edad, repentinamente


interrumpido en la plenitud
de sus fuerzas.

Cualquiera puede hacer esto. Una escala de tien1po puede ser trazada a lo
largo de la base de J a página para mostrar la duración relativa del objeto
sonoro. la frecuencia relativa puede ser indicada por la altura; el timbre
por la textura o e l color de la envolvente y así sucesivamente. Luego la
clase podrá ocuparse en analizar todos los sonidos continuos, interrumpi­
dos, deslizantes, constantes, largos y cortos de la naturaleza y de sus pro­
pias vidas.

LA SOCIEDAD DEL SONIDO

Hemos estado considerando la vída de sonidos aislados. Sin e mbargo éstos


son 1neran1ente fragmentos de una vida social mayor que llamamos co1n­
posición.

Un psicólogo social, creyendo que la n1úsica había descubierto algo i1npor­


tante, me pidió que hablara a su clase sobre annonía. Analizar las compo­
siciones desde el punto d e vista d e los sisten1as sociales podría ser un fasci­
nante ejercicio. Una co1nposición como alegoría de la humanidad. Cada
nota como un ser humano, un hálito de vida.

Algunas músicas son sociables, plenas de armoniosa camaradería (Mozart);


algunas están repletas de antagonismos beligerantes (Schoenberg); 1nien­
tras que algunas revelan los embrolles de una explosión demográfica
( lves).

Observemos brevemente u n detalle en la vida social de "Vida de Héroe'' de


Richard Strauss.•

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Dos nobles vidas en conflicto¡ ¿quién será el vencedor, quién el vencido?

* N.d.T.: véase Referencias pág, 79


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Se transforman en enemigos beligerantes

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Confrontación a punta de espada

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La n1úsica clásica prefiere los finales felices.

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"la Afinacíón del Mundo en Utriusque Cosml Historia de Roben Fludd, ilustra el continuo deseo
del hombre de halla r armonía en su entorno.

70
XI
El N u evo Paisaje Sonoro

Sería agradable llegar a la conclusión de que todos los paisajes sonoros po­
drían preferir finales felices. O que algunos podrían preferir finales tran­
quilos. O que algunos pocos podrían sencillan1ente frnalizar.

Escuchen1os cuidadosamente los te1nas que provienen de alguna parte en


niedio del desarrollo del paisaje sonoro n1u ndial y trate111os d e adivinar ha­
cia dónde nos est<1n llevando .

To1nando la definición de la rnus1ca de Cage con10 "sonidos alrededor


nuestro, así esten1os dentro o fuera <le las salas d e concierto", este opúscu­
lo ha sido u n intento de persuadir a los educadores que la con1posición
"111usical" más vital de nuestro ticn1po está siendo ejecutada en un escena­
rio mundial. Si pudiésemos revertir la relación figura-fondo, la solitaria hora
scn1anal que denonünamos clase de música se vería desplazada totahncn­
tc por una lección de niúsica rnucho rnás grande -la sinfonía vercladera­
tnente cósmica ante la cual lle1nos intentado cerrarnos.

Después de todo, la rnúsica no es más que una colección d e los sonidos


rnás ctnocionantes concebidos y producidos por sucesivas generaciones de
hon1bres con buenos oídos. El i1nponente mundo de sonidos que hoy nos
rodea ya ha sido investigado e incorporado a la niúsica producida por los
cornpositores actuales. Ahora es 1nisión del educador 1nusical estudiar y
cornprender teóricamente lo qué está ocurriendo en todas partes a lo lar­
go de los confines del paisaje sonoro mundial.

En la introducción he sugerido que ahora podríamos haber entrado en una


era en la cual la prevención del sonido podría muy bien ser tan unportan­
te con10 su producción. Puede ser que teng'an1os ya demasiados sonidos en
el inundo con10 para que todos ellos puedan ser oídos con algún ben efi­
cio. Es posible que algunos sean desagradables, aburridos o simplernente
innecesarios. Piensen. por cjernplo, en los tnillones de cortadoras de césped
idéntican1ente motorizadas abriéndose paso sobre los lotes suburbanos.
Podrán observar que no se oye muy claramente el sonido de Jos pájaros de­
trás de sus gen1idos n1ecánicos. O consideren las sierras n1ecánicas sin si­
lenciadores o los artefactos eléctricos de cocina: ¿no podría ser dis1ninui­
da su reverberación? Por supuesto que sí. Por el costo de una entrada a un
concierto el fabricante podría incorporar un silenciador a cualquiera ele
ellos.

Los 1notores son los sonidos que predominan en el paisaje sonoro 111undial.
Todos los n1otorcs tienen en co1nún un aspecto in1portante: son sonidos
de escasa ü1forn1ación, allarnente redundantes. Es decir, a pesar de la
intensid;id de sus voces, los 111ensajes que envían son repetitivos y en últi­
nl<l instancia aburridos. En relación a los n1otores hay una sugesLibiliclad
71

hipnótica ante la cual uno se pregunta si, a n1edida que invaden totaln1en­
te nuestras vidas, no terminarán por ocultar todos los demás sonidos, re­
duciéndonos, en el proceso, a la condición de condescendientes y torpes
bípedos desplazándonos indolentemente a los tun1bos en un mudo trance
hipnótico.

Tal como la máquina de coser nos dio la línea larga en la vestimenta, el


motor nos dio Ja línea chata en el sonido.

¿Qué efecto tienen los sonidos an1bientales? Tornernos, por eje1nplo, a dos
con1positores, uno viviendo en el siglo XVJII y el otro en el actual. El pri­
n1ero se traslada a cualquier parte en camiaje. No puede alejar de su men­
te las herraduras del caballo y se transforma así en el inventor del bajo Al­
berti. E l otro viaja a todas partes en su propio auto deportivo. Su música
es notable por sus zumbidos, clusters, y efectos chirriantes. (Estos pueden
ser pensamientos meramente idiosincrásicos).

Ningún sonido contiene información menos interesante que el de un


avión. Su única ornamentación es el efecto Doppler. Comparen esto con
los ricos y característicos sonidos del vehículo que reemplazó: la 111áquina
a vapor. Un tren producía un ruido informativo: el silbato, la can1pana, el
resoplido de la máquina con sus repentinas y graduales aceleraciones y
desaceleraciones, el chirrido de las n1edas sobre las vías, el traqueteo de Jos
·

vagones, el golpeteo de los rieles.

O, si no, co1nparen la aeronave con ei objeto que imita: el ave. El arabes­


co del salta1nin1bres, por ejen1plo, es tan intrincado que ni cien audicio­
nes serían suficientes para comenzar a agotar la fascinación que ejerce so­
bre nosotros. Hasta las notas aisladas del zorzal son más melodiosas que
cualquier máquina que el hon1bre haya lanzado al aire. Pero no son tan
potentes, por supuesto. En eso retenen1os el record mundial.
Si estoy insistiendo más bien en los sonidos del cielo es porque estos te-
1nas habrán de predominar en el sÍguieri te movinüento de la sinfonía
mundial. Una vez dibujé en el pizarrón una ilnagen de la ciudad del futuro
para un grupo de estudiantes de arquitectura y les pedí que señalaran cuá­
les parecían ser los aspectos destacados de este n1eclio ambiente. Había sie­
te helicópteros en el cielo de 111i dibujo; sin etnbargo ningún estudiante en­
contró esto particularmente notable. Yo (exasperadatnente): " ¡,Alguna
vez han escuchado siete helicópteros?"

La gran cloaca sonora del futuro será el cielo.


Esto ya es evidente. Pronto cada hogar y oficina del n1undo estarán si­
tuados en algún lugar a lo largo de esta nueva supercarretera. En años re­
cientes algunos gobiernos 1nunicipales comenzaron a mostrar interés en el
control de -;unidos nioles tos (ladridos de perros, etc.); pero esta legisla­
ción si11 u11aginación es patética cuando en el cielo puede ocurrir cualquier
cantidad de cosas atronadoras sobre nuestras cabezas sin restricción en
cuanto a la fr1.:�uencia o intensidad en que puedan producirse.
72
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74
El mundo entero es un aeropuerto. ¿Qué vamos a hacer al respecto? Ob­
jetivo de. una sociedad de n1úsicos contra el ruido: e itninar
l todos los soni­
dos innecesarios incluidos los de la industria y del transporte.
:
Unos capítulos antes habla1nos del an1pUficador con10 una potencial an11a
letal. La evidencia de .esto co1nienza ahora a 111anifestarse y demuestra que
si deseamos continuar oyendo algo nos t.endre1nos que ocupar de los as­
pectos forenses de este desarrollo "musical". lnvestigaciones realizadas
con adolescentes que ejecutan en las bandas y asisten a conciertos en los
cuales la intensidad del sonido puede fácilmente superar los 100 db por
encima <lel un1bral de audibilidad, n1uestran que se estan volviendo sordos
en un nún1ero suficiente1nente significativo con10 para causar alarn1a en la
profesión médica.*
Tengo ante 111 í alguna literatura publicada por el \V orkn1en 's Con1pensa­
tion Board, acerca del peligro del ruido industrial y cómo prevenir el daño
a los oídos con10 resultado de lo que coloquialmente se dcnornina "nial
del calderero". Den1uestra que es obligatoria la protección del oído para
obreros que trabajan en an1bientes sónicos de un nivel rnás bajo que el del
sonido producido por las bandas que tocan en n1i escuela en ocasiones de­
rnasiado frecuentes para ser contadas.
"He111os tenido éxito en vencer casi por con1pleto el mal del ca'Jderero"
anunció orgullosan1ente un investigador del Workmen's Con1pensation
Board en una reciente conferencia.

Estos son pues los enfáticos leit-motivs de la sinfonía tn.unclial: aeronaves,


guitarras arnplificadas, los sonidos de la n1aquinaria de guerra y energía.
Es.tos son los grandes bloques de sonido, las chatas líneas de sonido, las
armas letales que ahora dón1inan la córnposición. Ellos demuestran la tos­
quedad de su instrurnentación.

Le siguen los leit-1noti.vs n1enores: los ubicuos aparatos de radio ·y televi­


sión, Jos sonidos del tráfico callejero. el teléfono (que Lawrence Durrell
describe en Justine con10 "un pequeño sonido sünilar a una aguja"), lós
sonidos de plomería, de hornos y acoridicionadores de aire. Estos son Jos
sonidos farfülladores.
Y aquí en rnedio de todo esto, con10 una viola en un final a/legro de trom­
peta y ta1nbor, están los sonidos de nuestras propias voces. Ya no canta­
mos rnás en las calles de nuestras ciudades. I-lasta hablar es con frecuencia
un esfuerzo. Lo que debería ser el sonido más vital de la existencia hurna­
na se aplasta poco a poco bajo e l paso de so.nidos que podemos llamar con
total acierto "inhun1ai1os".

Ya han sido ejecutadas partes de la sinfonía 1nundiáJ y éstas no habrán


de repetirse: La 111áquína a vapor, el carruaje tirado por caballos, el chas­
quido ele ltHigos (que Schopenhauer halló tan angustiosos) , la lá1npara a
" Recientemente han aparecido numerosos artículos sobre este tem a. Uno que resume los datos es
el publicado en Time, Agosto 9, 1968, p. 5 1 .

75
kerosén. Sí, ¿cómo sonaba la lámpara a kerosén? Ustedes podrán pensar
en otros.

A una clase de escuela primaria se le dio la frase : ..Tan calmo como . . . "
y se pidió a los niños que la completaran con todos los silenciosos símiles
que quizás sólo niños de una clase de escuela primaria pueden hallar de­
trás de toda Ja cacofonía que los adultos han sido forzados a aceptar como
necesaria para e l progreso de Ja civilización.

Aves, hojas, el grito de los animales, variedades de viento y agua. ¿Dónde


tienen éstos cabida en el sonógrafo del mundo contemporáneo?

¿Habrá otra vez movimientos pianissimo?

¿Habrá pronto una sección adagio?

Y así, para terminar, les asigno una tarea: Lleven un diario del sonido del
mundo. Donde quiera que vayan tomen nota de lo que oyen. Estamos to­
dos en la sinfonía del nlundo. Lo que aún no es manifiesto es si somos 1ne­
ran1ente una parte de su aparato o si los compositores son responsables de
conferirle forma y belleza.

Intenté mostrar cómo el rico universo del sonido que nos rodea podría"
ser objeto de un nuevo tipo de estudios musicales, un programa que .Jos
conduciría más allá de los dogmas del currículo del conservatorio arroján­
dolos a los línlites evasivos de lo que podríamos llamar "campos interme­
dios" entre muchas y diferentes disciplinas.
Pero si queremos aplicar nuestro pensamiento al nervio de lo que está ocu­
rriendo en la actualidad, ¿adónde más habríamos de ir?

Mucho se ha dejado abierto para un desarrollo ulterior, y el estudiante ac­


tivo agregará sus propias ideas, corrigiendo cualquier error que detecte al
hurgar niás profundan1ente en los campos de Ja ciencia, ciencia social y ar­
te de Jos cuales habrá de forn1ar principios válidos de toda una nueva teo­
ría de la 1núsica, una teoría que esté a la par de los saltos in1aginativos de
los artistas que conducen hoy en día a la música, en nuevas y audaces si­
nergías, nu1cho más allá de lo que los diccionarios del pasado pensaban
que estuviera.

El universo es vuestra orquesta.

Que sea nada 1nenos el territorio ele vuestros nuevos estudios.

76
Epílogo

Todo esto está muy lejos del piano. Durante los últimos doscientos años
el piano ha sido el punto focal de todos los estudios musicales: el piano

con10 Ersatz ele la orquesta, el piano como herramienta de acompaña­
miento, el piano con10 don1inante y heroico solista por propio derecho, el
piano como archisín1bolo de una distinguida era de producción musical y
de instituciones dedicadas a pro1nulgarla.
Hoy en d ía, los pianos en .los suburbios están dorn1itando.

Los dedos de los jóvenes se han dirigido a otra parte -a la guitarra, al sa­
xófono, al potenció111etro. Y el piano cornienza a parecerse a un decorado
coche fúnebre.
¡Ah sí! es cierto que unas pequeñas manos aún aprenden a tocar Mistress
Mary, para el festival de 1núsica. ¿Et puis?

"¿Qué? ¡dieciséis años y todavía estudiando piano!", dijo una vez una tía
a una joven n1uchacha francesa que accidentalmente estaba colaborando
con este libro.

Hoy en día, los pianos en los suburbios están dormitando.

El sociólogo Max \Veber sc11aló que el piano es u n instrun1ento de sala de


recepción, un entretenjmiento inventado para los inviernos del norte de
Europa. Todas las grandes con1posiciones para piano fueron escritas por
nórdicos. Salidos del paralizante frío vinieron a calentar sus bien protegi­
dos dedos en e l fogoso teclado. Los sureños, cuyas salas de recepción se
diluían en sus jardines. preferían instrumentos portátiles, la guitarra, el
1nandolín, instru111entos que se podían llevar a grutas un1brosas ó patios
ilunlinaclos por la luna.

Hoy en día, la sala de conciertos nueva1nente se ha mudado.

La nueva orquesta es el universo.

El concierto de piano es un fantasma en ese medio. Y hay algo de fantas­


mal alrededor de las instituciones en las cuales se ubican 1nuchos pianos.

Pero tenga1nos sie1npre gran esti1na por unos pocos grandes pianos en
nuestra compañía. Vuestro museo de tesoros es de gran belleza. Vosotros
no seréis olvidados, sino habréis de en1belesarnos por siempre con las re­
membranzas de vuestros memorables an1ours.

Contadnos:
cón10 Mozartos cosquilleaba
cómo Beethoven jaraneaba ruidosa1nente con vosotros
N. d. T.: Sucedáneo.

77
cón10 Schun1ann os mantuvo despiertos hasta tarde en la noche
cómo Chopin os acariciaba
cómo Liszt os cabalgaba cuaJ salvajes sementales
có1no Debussy os pintó de azul
cón10 Strawinsky os confundió con un cronómetro
y cón10 John Cage hizo saltar vuestras jarreteras.

Exhalad historia e n nuestros oídos.

Pues la actividad se 1nudó a otra parte y sois demasiado grandes para ser
llevados hasta allí. . .

Adiós pianos adormecidos. . .

Habéis jugado bien vuestro rol.

Dejad ahora que otros jueguen los suyos.

78
REF ERENCIAS
Pág.
21 Nikos Kazantzakis, Report to Greco, New York, Simon and
Schuster, 196.5, pág. 1 89.

22 Pascal, Pensées, Ch. M. des Granges, ed., Paris, Garnier Freres,


) 964, pág. 1 3 1 .

22 John Cage, Silence; lectures and lVritings, Middletown, Connec­


ticut, Wesleyan University Press, 1 9 6 1 , págs. 8 y 1 9 l .

Hern1ann von Helmholtz, On the Sensations of Tone, trans.


Alexander J . Ellis, New York, Dover Publications, 1954, págs. 6
y 7.

3 1 - 36 Las citas en este capítulo provienen de:

(1) "On Nolsc", Anhur Schopenhaucr, The Pessimist's Handbook, ed. H . E. Bar·
ncs, Lincoln, Nebraska, 1964.

(2) "The Sonics Boorn", Max Gunthcr, Playboy Magazine, Mayo 1967.
(3) Noise Pollution, número del mes de julio 1967 de The Unesco Couricr, lnclu·
yendo (3a) "Down wlth Dccibcls!" O. Schenker·Sprungli, (3b) "The Archi­
tects of Silcnce", Constantin Stramentov, (3c) "Street and Air Traffic Noise
-And What Can Be Done About lt", Leo L. Baranek, (3d) "Córdoba (Argenti­
na) Takes Noise Abatcmcnt by the Horns'', G. L. Fuchs, (3e) "Noise and
Health", Gunther Lehrnann.

(4) Evelyn Waugh, Mexlco, an Object Lesson, Boston, Llttle, Brown & Co., 1939,
págs. 29·31 .

52 Boethius, De institutione 1nusica, citado en Source Readings in


Music History, Oliver Stn1nk, W. W. Norton & Co., Ne\V York,
1 950, pág. 84.

52 Shakespeare, El Mercader de Venecia, V. i.

53 Johannes Kepler, Iiannonice Mundi, Gesammelte Werke, ed.


Caspar and v. Dyck, Munich 1 938 etc., Capítulo 3.

68 - 69 Richard Strauss, Heldenleben. Eulenburg Edition, págs. 162,


1 63' 1 9 1 , l 97' 2 1 4' 2 1 5 .

79
U n Diario del Sonido de Medio Oriente

"Poco después de haber completado este libro viajé al Medio Oriente don­
de -tomando en serio 1ni propia recomendación- decidí llevar un diaria
del sonido. He aquí mis apuntes".

MARZO 25

Atormentado por el nlido de aviones que operan (a 80 d BA) en frente de


nuestra casa. llan10 a la Municipalidad de West Vancouver para solicitar
una copia de su ordenanza contra el ruido. La enviarán. .Maizana nos vamos.

MARZO 26

En el sobre de nzi pasaje se lee: "Bienvenidos a los anzistosos cielos de Uni­


ted". Trepo a 1ni asiento 1nodular, con10 nzi 111erienda 1nodular. Un vuelo a
Frankfurt sin inforn1ació11 alguna. Dos horas sobrevolando el aeropuerto
de Frankfurt, luego un vertiginoso aterrizaje. Sie1npre i1naginé una caída
estrepitosa en la que el único sobreviviente sena el Muzak*
*

Britsh
i European A invays a Estambul: "Trident-Dos es veloz, suave, silen­
cioso. y confiable. Las rnáquinas Rolls-Royce son una garantía de un vue­
lo sereno y silencioso ". Ca.nielo de Madison A venu e.

Pregunta: ¿Qué obligación tiene una línea aérea de proveer co111odi ad a�


gente suficienteniente desafortunada co1110 para estar fuera o deba¡o de
una aeronave?

Invierta en una línea aérea para obtener rápidos beneficios: El 9 7 % del


nzundo aún está por volar. Y e1nplee sus ganancias en orejeras.

MARZO 2 7

La gran cloaca del sonido en el futuro será el cielo.

ft1ARZO 28

Sonidos de los gritos callejeros en Estan1bul. El contrapunto 11ocal de pre­


goneros y vendedores ambula11tes, cada uno con su propio leit-motiv.


N. d. T.: Sistema de música funcional.

80
*

Las bocinu.s de autos son 1nás sonoras en Turquía. Voces apagadas en la ca­
lle principal.
*

¿Ha experbnentado el famoso eco en Santa Sofz'a?

MARZO 30

Pan A1n a Teherán. ¿Desea ver la película ? A uriculares con tapones pun­
tiagudos y un cabezal de plástico esponjoso para asegurar que el sonido
golpee su caracol audítivo con suficiente "presencia". ¡Cuatro canales
para elegir! Popular, shows de Broadlvay, Oásica ligera y Oásica (la No­
vena de Beethoven). Interferencias en todos los canales resultan un perfec­
to Charles !ves, en algún lugar sobre Ardabil o Tabriz. La azafata recoge
u$s 2.50 por esta experiencia. Los oídos aguijonean durante tres días.

ABRIL 2

En la 1nezquita frente al Bouzar To111ehr-i-e-Ahora en Teherán. el muecín


fue ree1nplazado por un altoparlante bamboleando incongruentemente del
balcón del minarete.
*

¿Por qué una cierta ronquera en un idio1na sugiere erotismo ? Los persas
son nzenos 'sexy " que los árabes considerando la aspiración nuis pesada de
estos últilnos.
*

Teherán, ciudad de gemas y gérmenes y atolladeros de tránsito. Incom­


prensible cantidad de autos aquí. Objetivo t;Je una ca1npaíia de ventas de
la General Motors: un auto para cada asiático. Nuevamente el contraste
entre los aninzados sonidos vocales de los bazaares y el apUiamiento de
rnudas multitudes en las calles principales.

ABRIL 4

El sonido de los muecines a las 5 de la mafia1za. Lo persigue a uno.


,,,

Silencio -un regalo para el oído. Los adeptos de Zoroastro enrie"ª" sus
n1uertos en To"es de Silencio. Un regalo para el cuerpo.

81
ABRIL 5

El niedio ambiente no es merarnente lo que se ve.


Proyecto: Tomar postales de cierto número de lugares célebres y hermosos
y grabar los sonidos que los acompañan. Por ejemplo: Trafalgar Square, el
Arco de Triunfo. el Coliseo. la Catedral de Colonia. Uno puede imaginar
que los paisajes sonoros de estas atracciones serán 1nuy poco hermosos.
*

El nzedio ambiente sónico contemporáneo nos advierte de lo que habrá de


ocurrir. Se está volviendo idéntico en todo el mundo, 1nientras que el rne­
dio ambiente visual puede aún retener vestigios de lo idiosincrático y ver­
nacular.
*

Reducción hasta de las variedades de sonidos del transporte. Cien tipos de


autos y camiones. Seis tipos de aeronaves jet. Un tipo de bramido sónico.

ABRIL 6

El inundo entero es un aeropuerto.

ABRIL 7

Fundar una sociedad para la preservación de sonidos perdidos. Por ejem­


plo, el susurro de la lámpara a kerosén y el aún 1nás delicado lloriqueo de
la vela. En los bazaares, de noche, aún se oyen cosas así.

ABRIL 8

Si uno desea estudiar los sonidos no puede ignorar su sinzbolismo. El in­


nzenso sitnbolismo del niar, por ejenzplo.

ABRIL 9

Reflexiones sobre las consecuencias de las extensiones de la anaton11'a llu-


1nana a través de lu. tecrzología. V. g.: la pistola co1no una extensión del
brazo, el auto co1no una extensión del pie, etc. Levante una piedra y arró­
jela. Corra 50 yardas. Lo que l/a1na la atención en los n1ecanisn1os del bra­
zo y del pie es que funcionan tan silenciosamente. Dios fue un ingeniero
acústico de prinzer orden. Sus n1áqui11as no disipaban energía a través del
ruido. ¿Por qué no aprender del genio ingenieril de Dios?

82
ABRIL JO

El repique de martillos de los picapedreros en Takht-e-Jamshid. Repenti­


na toma de conciencia de .que en las sociedades más antiguas la mayor1'a de
los sonidos tienen que Jiaber sido discontinuos (interrumpidos, únicos),
mientras que en la muestra la mayoría son continuos (ubicuos. aburridos).
¿En qué n101nento de la historia el medio ambiente mundial dejó de estar
dominado por los sonidos discontinuos y comenzaron a prevalecer los so­
nidos continuos? Consecuencias.

Función del bordón en la música: hipnotizar. Es un narcótico anti-inte­


lectual.
*

El mar como símbolo tanto de la continuidad como de la discontinuidad


del sonido.

Las 1nujeres persas son tan calladas, tan delicadas. Nunca lanzan carcaja­
das sonoras. 1Vunca chacharean. Su suav.e hablar empañado por sus velos.

ABRIL 1 1

Las calles de Shiraz. El gran chiflido de las lá1nparas Cole1nan.• El llaniado


a la canción vespertina. La quebrada melodización del Corán. Breves, 1nuy
orna1nentadas frases entre tensos silencios.
"'

Al fondo de un corral el borboteo de un surtidor de agua.


*

Estudiantes paseando en el parque leyendo en voz alta libros de texto.

ABRIL 13

Los inconscientes persas han decorado su antiguo capitolio de Persépolis


con un generador instalado cerca de las ntinas. Su geniido puede escuchar­
se en toda Ja zona. Tantbién el distante lamento de los camiones despierta
el eco de las rocas escarpadas detrás del palacio. Lagartijas de acerados
ojos nos conten?plan desde las piedras pero 110 producen sonido.


N. tl. T.: de kerosene.

83
ABRIL 1 4
El sonido de la lluvia persa . . .

ABRIL 15

El edificio más hennoso en el 1nundo es la Mezquita del Sha en Isfahan,


suntuosa1ne. nte elegante con azulejos dorados y azulados y su famoso eco
séptuple bajo la cúpula principal. Este eco se escucha perfectaniente si
uno se para directaniente debajo de la cúspide de la cúpula; estando para­
do un pie más allá de cada lado no se oye nada. Me pregunto, ¿este eco era
un producto resultante de una constntcción arquitectónica perfecta1ne11te
sinzétrica, o pudo realmente haberse planificado la estructura para produ­
cir especificarnente ese eco? También en el Ali Qapu hay una sala de músi­
ca en la cual se supon ta que los sonidos podían vivir eterna1nente.

ABRIL 1 7

En el Maidan-e-Sha, la enonne caravanera delante de la Mezquita del Sha,


hub.o un continuado y feroz ulular durante varios dz'as. En un extremo es­
tá estacionado el re1nolque de un cmnión; dentro hay una máquina cuva
función es misteriosa pues no hay cables ni correas que la vinculen c n �
ninguna otra estructura. Sin embargo su ulular. que inunda la plaza, debe
exceder los 100 decibe/es. Funciona día y noche, neutralizando hasta la
(amplificada) voz del muecín.

En el hotel compramos una reproducción del Maidan-e-Sha en los viejos


tiempos, bajo el Sha Abbas, cuando era un gran campo abierto para el
pastoreo de camellos.

ABRIL 21

7.ang, djaras; palabra persa y árabe para campana.

ABR1L 22

El brillante mariilleo staccato de los hojalateros en el bazaar. Retintín.•

• N. � T.: Juego _de palabras onomatopéyico. En el original Tiatinabulati«Mt (retintín) • ruido


asociado al trabaJO de los 1--.itu (hojalateros).

84
,

ABRIL 25
Sin la cooperación de los árboles. el viento sería incapaz de susurrar. Sin la
ayuda de los guijarros, los arroyos no niurmurarían. Los sonidos del pasa­
do, incluyendo rnuchos de los producidos por la naturaleza y todos los
producidos por los aninzales y los seres hurnanos surgieron en circunstan­
cias de toma y daca del nzedio an�biente viviente. Se podría deno1ninar es­
to ecología acústica. En otras palabras, ellos dependían de la retroacción
anibiental para obtener su tono y carácter precisos. ¿!la obsen1ado alguien
que los sonidos de la tecnología no son "programados " de esta 1nanera?
La máquina sinzple1nente está ahí en su desafiante presencia sónica. Es el
incremento de estas despiadadas y antiecológicas presencias lo que yo con­
sidero insultante y hostil para el hotnbre y la vida en general.
*

El per;o y su amo pueden mantener una conversación: el autonzóvil y su


dueño janzás podrán hacerlo. Los 1notores m.onologan.
*

Las bocinas de los autos persas suenan en un intervalo de segunda n1ayor o


1ne11or. C9mparar con los autos norteamericanos (tercera 1nayor o menor).

MA YO J
"¡Auch! ¡Auch!" dice el pequeiiuelo turco cuando imita el ladrido del
perro. Tema para estudiar: las palabras ono1natopéyicas en varios idiornas
para los sonidos producidos por animales.

MA Y0 2
En Konya las bocinas de los taxis están algo mitigadas por las carnpanillas
de los carruajes tirados por caballos, ca1npanillas agudas y brillantes opera­
das a pedal.

MA Y0 3
La radio del ómnibus taladra · nuestros oídos desde Konya hasta Mersin
(350 km). Música turca, no de Europa o de América, generalmente para
voz y sass (el instrumento nacional). La bocina del ómnibus, los sonidos
del motor, las vibraciones de las ventanillas y de la carrocer{a, y la chácha­
ra de los turcos, hacen inzposible concentrarse en la música. Se deberla ha­
ber previsto que con el advenilniento · de la radio portátil y el tocadiscos,
iba a ser mert:zmente una cuestión de ti<pnpo el que llegara a deteriorarse la
relación señal - ruido en la audición 1nusical y que eventualmente lzuf?iera
de nacer un tipo de 1núsica que inpluyese su propio nlido. Esto está empe-
85
zando a suceder ahora. Mue/za música popular arnericana incorpora hoy
directan1ente en el disco sus propios rnidos arnbientales y la distorsión del
parlante.
Este hábito de escuchar rnúsica en presencia del nlido ta1nbién conducirá a
un deterioro de los buenos modales en los conciertos.

La relación señal-núdo en el transis.tor co1nún es rnuchas veces de 1 a l.

MA YO S

A orillas del Mediterráneo en la costa turca. Escucho el retintín de la arena


en la playa seca delante del anfiteatro.

MA Y0 6

El sonido de un peine pasando por su. cabello. . .


El sonido cuando acaricio su mejilla. . .
El sonido de sus párpados cuando parpadea. . .
Palabras vagas, dispersas entre las campanillas de distantes ovejas.

MA YO 7

Anoche realmente escuché el sonido de mis propias yemas rozando las


pdginas del libro cuando leía: un sonido escarnoso.

La sístole y diástole del corazón rimando con el flujo y reflujo de las


olas.

Estoy susurrando un 1101nbre una y otra vez. . .

MA YO S

h.staba acariciando la corteza de un lin1onero. "los árboles también pue­


den hablar", dijo ella.
"La verdadera esencia y, con10 fue, fuente y origen de toda la n1úsica es el
rnuy placentero sonido que producen los árboles del bosque cuando cre­
cen".
E.A. Poe en Al Aa.raaf, citando una antigua leyenda inglesa.

86
1

MAY0 9
La importancia de la música en "Las Mil y Una Noches ", que co1nencé a
leer. La estúpida mutilación de la edición Harvard, suprilniendo todas las
repeticiones de nombres, listas y encantarnientos. ¿Cónzo puede uno com­
prender la esencia de esta obra sin las isorrítmicas reapariciones de Shehe­
razada hacia el final de cada cuento? Son estas articulaciones rítrnicas, es­
tos n1otivos, los que funcionan como puntos de unión arquitectónicos de
toda la cornposición; las cadencias en Mozart son apenas más irnportantes.
Se podrían diagramar las historias de "Las Mil y Una Noches" corno uno
diagrama una composición musical, a fin de investigar su exacta cronorne­
tría y sus esquernas de desarrollo. .

MA }'0 13

En Berga1na, durante el viaje en taxi desde la Acrópolis de Pergarr1u1n has­


ta el Aescelapion, una distancia de 7 kilómetros, y pasando por la ciudad
rnoderna, el conductor hizo sonar su bocina 289 veces (generaln1ente en
estallidos asirnétricos de entre 3 y 8 bocinazos breves) ante cualquier cosa
a su paso. rnóvil o inerte.

MA Y020
Tal con10 las exploraciones lunares son una expresión del imperialisn10 oc­
cidental y de la dernoníaca urgencia de dominar el infinito, los enonnes
ruidos de nuestra civilización no son sino una grosera continuación de esa
nzisma anzbición irnperialista. Pascal estaba aterrorizado por la noción del
infinito espacio silencioso: desde entonces hemos intentado progresiva­
mente dorninar los espacios vacíos llenándolos de sonidos. En relación con
esto Spengler hablaba del arte de J.Yagner co1no una "concesión al barba­
rismo de la ·Megalópolis ".
Lo que yo terno es a la erosión de todos los refina1nientos acústicos por
una especie de sonido ambiental que se caracteriza exclusivarnente por su
amplitud y brutalidad.

En una era de vulgaridad Rumi* adoptó el Ney (flauta de caña) para ex­
presar la n1ansedurnbre de su secta y la simplicidad de sus aspiraciones.


Jala/ a/.Din Rumí (J 207-1273), poeta y mi"stico persa. fue enterrado en Kony�, Turq"ía, qu� he­
mos visitado. Es el f"ndador del movimiento de los derviches, ahora suprimido por el gob�emo
turco. El comienzo de su Masnavi,u11 /ame11to para la flauta de ca;w (Ney), es uno de los mas be­
llos poemas en lengua persa.

87
MA Y023

En el Museo Arqueológico de Esta1nbul hay un 1nosaico de Orfeo rodeado


por los animales. Fue la lira de Orfeo que domeí 'íó las voces de los anirna­
les y monstruos. ¿Qué lira domeiia las voces de los bn¡tos actuales?

MA Y025

El acerbo sonido de la 1núsica griega en los tradicionales instrumentos pun­


teados, junto a los cuales uno se estre1necia en los restaurantes de Atenas
se ha perdido ahora que se utilizan a1nplificadores. La nzúsica es ahora sen�
siblera -pura banana en lugar de limón.

MAY026

En la Acrópolis de Atenas, hay un letrero que dice:


"Este es un lugar sagrado. Está prohibido cantar o hacer ruidos
fuertes de cualquier especie".
Hoy, mientras estábamos alli. 1 7 jets pasaron rozando la Acrópolis.
*

". . . ningún sonido e1nerge de un sector de cielo sin nubes". Lucrecio, So­
bre la Naturaleza de las Cosas, VI �6- 1 3 1 .

MA Y0 29

Con el "Susu"ante Servicio Jet" de Eastern Airlines a Toronto.

!vlA YO 30

Collingwood: No nos van1os a tomar la molestia de hablar sobre el ree1n­


!
P azo de las canoas por lanchas a motor en todos los lagos de Norteamé­
nca.

JUN/0 1

Hoy, alrededor de las 9 de la nzañana, llegaron dos simpáticos honibres


c?n 1noto�izadas sie"as Black and Decker para devastar los bosques ve­
cinos. Sa/1 Y les ofrecí café. "Estanzos ensanchando la ruta. Todas las ru­
tas tienen qu� ser ensanchadas. Estare'!1os serruchando durante la 111ayor
parte del 1nes .. Uno de los lzon1bres tiene un hijo que asiste a la universi­
dad Me dice que entiende el problema; pero su hijo también necesita es­
:
��dzar. Entonces toma su sierra y continúa ultrajando los tiernos árboles
¡avenes. Las Black and Decker estallan estremecedoranzente por los bos-

88
ques... nadie oye el aterrorizado susurro de los árboles-vfctinzas..
*

"Si un árbol pudiese desplazarse a pie o volando, no soportarla el dolor de


la sierra o los golpes del hacha". Run1i.

JUNIO 18
Tema para un proyecto de investigación tnu11dial: cornpilar un sonógrafo
nzundial. Así es co1no se lo harz'a: se formarían equipos de expertos en
todo el nzundo (ingenieros acústicos y de grabación, audiólogos, médicos.
rnúsicos y biólogos) para preparar un relevarniento técnico y sociológico
de todos los a1nbientes sonoros y determinar de qué rnaneras afectan a la
gente los n1edios a1nbientes diferenciados.

Tal co1no en la arquitectura Le Corbusier utiliza el cuerpo humano corno


su rnódulo básico, en cualquier estudio acústico anzbienta/ serán el o{do
humano y la voz lzunzana los que deberán servir co1no medidas básicas por
n1edio de las cuales ton1aren1os decisiones respecto a qué sonidos serán
salubres y qué sonidos serán hostiles para la vida hun1ana.

¿No nos retrotrae esto a la famosa clasificación de la música en la Repú­


blica de Platón? Extraño paralelisn10.

JU1VIO 21
Regreso a Vancouver. Al salir, en la revista In Flight, nze entero que Air
Canadá 110 se quedará a la zaga en la carrera por una aviación 1nás rápida;
ya han sido entregados y aceptados pedidos de SST.
*

En la citna de una montal1a de correspondencia hay una copia de la Orde­


nanza Contra el Ruido Nº 2141, 1 9 6 7 de J1'est Vancouver.
"Ningún pregonero, vendedor an1bulante, verdulero, ropavejero,
diariero u otra persona ha de perturbar la paz, el orden y el
descanso o bienestar de la población a causa de sus intermiten­
tes o reiterados gritos".

¿Se atreverá un gato a ronronear?

89
;:

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BIBLIOGRAFIA
(en español)

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