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EL ARTE DE LA
MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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A MENOS QUE EL SEÑOR EDIFIQUE LA CASA,


EN VANO TRABAJAN LOS QUE LA EDIFICAN.

-SALMO 127

LA ILUMINACIÓN DISUELVE TODAS LAS ATADURA MATERIALES


Y UNE A LOS HOMBRES CON LAS CADENAS DORADAS DE LA
COMPRENSIÓN ESPIRITUAL; SÓLO RECONOCE LA GUÍA DEL
CRISTO; NO TIENE RITOS NI NORMAS, SINO AMOR DIVINO,
IMPERSONAL Y UNIVERSAL; NINGUNA ADORACIÓN, SÓLO LA
DE LA FLAMA INTERIOR QUE BRILLA SIEMPRE EN EL ALTAR
DEL ESPÍRITU. ESTA UNIÓN ES EL ESTADO LIBRE DE LA
HERMANDAD ESPIRITUAL. LA ÚNICA RESTRICCIÓN ES LA
DISCIPLINA DEL ALMA, POR ELLO CONOCEMOS LA LIBERTAD
SIN CENSURA ALGUNA; SOMOS UN UNIVERSO UNIDO SIN
LÍMITES FÍSICOS; UN SERVICIO DIVINO A DIOS SIN
CEREMONIAS NI CREDOS. EL ILUMINADO CAMINA SIN
TEMOR - P O R GRACIA.

-JOELS. GOLDSMITH EN: EL CAMINO INFINITO

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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EL ARTE DE LA

MEDITACIÓN

POR JOEL S. GOLDSMITH

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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Otros libros escritos por Joel S. Goldsmith

EL ESTRUENDO DEL SILENCIO

PRACTICANDO LA PRESENCIA

EL ARTE DE LA CURACIÓN ESPIRITUAL

UN PARÉNTESIS EN LA ETERNIDAD

ELEVÁNDONOS EN CONCIENCIA

TRANSFORMACIÓN DE LA CONCIENCIA

FUNDAMENTOS DEL MISTICISMO

EL MAESTRO HABLA

LA VIDA CONTEMPLATIVA

RECONOCIMIENTO DE LA UNICIDAD

EL CAMINO INFINITO

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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CONTENIDO
PRIMERA PARTE
MEDITACIÓN - LA PRÁCTICA

I El Camino

II El Propósito

III La Práctica

IV La Unión Indisoluble

V Las Dificultades
SEGUNDA PARTE
MEDITACIÓN - LA EXPERIENCIA

Prefacio: La Meditación de Mi Corazón

VI La Tierra es del señor

VII Porque de tal Manera Amó Dios al Mundo

VIII Vosotros Sois el Templo

IX Mía es la Plata

X El Lugar Donde Estáis Parados

XI Porque el Amor es de Dios

XII Porque Él es Vuestra Vida

XIII No Temáis

XIV El Tabernáculo de Dios

XV La Hermosura de la Santidad
TERCERA PARTE
MEDITACIÓN - LOS FRUTOS

XVI Los Frutos del Espíritu

XVII iluminación, comunión y Unión

XVIII Un círculo de Naturaleza- cristo

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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PRIMERA PARTE

MEDITACIÓN-
LA PRÁCTICA

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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CAPÍTULO I

EL CAMINO

LA mayoría de los hombres y mujeres están convencidos de que existe


un Poder divino de alguna clase, actuando en los asuntos humanos; pero no
están seguro de lo que es, ni saben cómo traer esa Presencia y Poder divinos
a su experiencia cotidiana. Por un tiempo mucha de esta gente se encontró
satisfecha al creer en un Dios que moraba en un cielo lejano, un Dios que no
podían conocer sino hasta después de la muerte. Sin embargo en esta
época tan práctica, muy pocos están satisfechos con ese concepto limitado
de Dios.
El mundo está lleno de discordias, y la pregunta se repite una y otra vez:
¿Por qué, si es que existe un Dios, este Dios permite el pecado, la
enfermedad, la guerra, la hambruna y las catástrofes? ¿Cómo pueden
existir todos estos males, si Dios es bueno, si Dios es vida, si Dios es amor?
¿Cómo puede existir tal clase de Dios y a la vez los horrores de la existencia
humana? Desde siempre ha habido gente tratando de resolver este enigma,
pero no encuentran la solución; no hay respuesta alguna; sólo el que el
mundo no ha conocido a Dios. Ni por un momento podríamos creer que si
la gente en este mundo hubiese tenido una comprensión de Dios, hubiera
tenido también discordias y desarmonías. Las discordias y las desarmonías
llegan a nuestra vida debido a la ignorancia de lo que es Dios. Pero ahora, al
familiarizamos con Él, encontramos el secreto de la existencia armoniosa.
Siempre ha habido gente buscando libertad, paz y plenitud, pero su
búsqueda ha sido principalmente, a través de la actividad febril de la mente
humana. Placeres y satisfacciones han sido creados artificialmente, y
debido a su naturaleza artificial, es que no son permanentes ni reales. Para
vivir fuera del nivel mental debiera haber una renovación continua de
placeres, de nuevos rostros y de escenarios nuevos. Pocas veces se
encuentra un verdadero momento de gozo o períodos de descanso y
relajación.
Libertad, paz y plenitud no dependen de circunstancias ni de
condiciones. Incluso encadenados, ha habido hombres libres; libres aun
bajo la esclavitud y la opresión: han hallado paz en medio de la guerra, han
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sobrevivido a las inundaciones y al hambre, y han prosperado en épocas de


depresión y pánico. Cuando el Alma del hombre está libre, Ella lo lleva a
través de mares de color rojo y de experiencias desérticas hacia la Tierra
Prometida de paz espiritual. La libertad es un estado del Alma. Al
volvernos hacia el reino de nuestro Ser interno, encontramos el reino del
Poder divino en el mundo exterior. Al buscar la paz interior, hallamos
armonía exterior. Al alcanzar las profundidades del Alma, Ella se hace cargo
de nuestra existencia, proporcionándonos actividad y novedad en la vida, así
como paz y serenidad como jamás soñáramos. Es entonces cuando
alcanzamos la libertad del Alma, la libertad de la gracia.
Siempre han existido hombres y mujeres espiritualmente dotados -los
místicos del mundo -quienes han experimentado la unión consciente con
Dios, y quienes han traído la presencia y poder de Dios a su propia
experiencia. Siempre ha habido un Moisés, un Elías, un Jesús, un Juan o un
Pablo, aunque ninguno de ellos tuvo demasiados seguidores. Ninguno de
ellos jamás fue reconocido ampliamente, ni sus enseñanzas practicadas
ampliamente; ni durante su época ni después. Estos maestros espirituales
dedicaron sus vidas a darnos la verdad que nos ha conducido hasta este
estado actual de conciencia. La luz que tenemos hoy en día es el resultado
de la luz que siempre ha estado llegando. Ha habido muchos maestros
espirituales que no han dejado registro alguno y de los cuales nada sabemos;
pero hay muchos otros que sí podemos identificar: Moisés, Elías, Jesús, Juan
y Pablo, mencionados anteriormente; Eckhart, Boehme, Fox y otros místicos
desde el siglo XII hasta el XVII, así como grandes líderes y reveladores de
tiempos más recientes. Ninguna persona ha dado la luz total al mundo, mas
cada uno de estos grandes profetas espirituales ha sido un rayo de luz
contribuyendo a la luz total.
Estos grandes líderes espirituales están de acuerdo con los principios y
enseñanzas básicos con los que la mayoría de nosotros estamos
familiarizados: Amareis al Señor vuestro Dios con todo vuestro corazón;...
Haréis a otros lo que quisierais que otros os hicieran;. No matareis;. No
robareis;. No cometeréis adulterio. Ellos no enseñaron el que todos
teníamos que ser de la misma nacionalidad, color o credo; ellos enseñaron el
principio del amor y de la co-operación. Si este principio del amor y la co-
operación fuera realmente practicado y vivido por los millones de personas
que aceptan las enseñanzas de el Cristo, la guerra sería del todo imposible.
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Resulta increíble que luego de miles de años de estas revelaciones de la


Verdad, los conflictos y las luchas sigan siendo la fuerza motivante en el
mundo. Con esta enorme reserva de sabiduría mística a nuestro alcance,
bien podríamos suponer luego de todos estos años, que el mundo debiera
estar disfrutando de libertad y abundancia. Pero los principios de estas
enseñanzas no siempre han sido practicados tal como fueron revelados; por
el contrario, fueron encasillados en formas, y gradualmente adulterados, en
ocasiones sumergiéndolos dentro de lo más profundo del pensamiento
humano, en lugar de subirlos a lo más alto, donde en última instancia, yacen
estas verdades.
El principio original enseñado por el Maestro Cristiano, reveló que el
reino de Dios, la presencia y el poder de Dios, están dentro de nosotros.
Jesús llamó a esta presencia y poder: "Padre" -"El Padre que mora en mí, Él
hace las obras". Pablo, utilizando un término distinto, dijo: "Puedo hacer
todo por medio de el Cristo que me fortalece". De cualquier forma que se Le
llame -Dios, Padre o el Cristo -Ello se encuentra: dentro. El reino de Dios
está dentro de nosotros; el todo de la Divinidad debe ser hallado dentro de
nuestro ser individual; no en montañas sagradas, ni siquiera en el templo en
Jerusalén, sino dentro de nosotros. Si de verdad creyéramos esta gran
sabiduría, deberíamos estar dispuestos a apartarnos del mundo por un
tiempo, hasta el momento en que pudiéramos alcanzar, tocar y responder al
Padre interior. Cuando comenzamos a reconocer nuestro bien como el don
de Dios, permitimos que se relaje la mente que razona, piensa y planea.
Escuchamos la vocecita callada y suave, velando siempre por el ángel del
Señor, el Cristo, el Padre interior. Ello jamás nos dejará ni nos abandonará.
Ello es nuestra bendición permanente.
Este escuchar constituye el Arte de la Meditación, y cuando se aprende,
llegamos a un lugar de transición donde la verdad se separa de la mente y
penetra al corazón. Es decir, desaparece el simple conocimiento intelectual
acerca de la Verdad, y la Verdad se convierte en algo vivo dentro de nuestro
ser. Para ejemplificar: Todos en el mundo conocen la palabra "Dios", pero
sólo hay unos cuantos en el mundo que conocen a Dios. Para la mayoría de
nosotros Dios ha permanecido como una palabra, un término, un poder
afuera del ser; pero Dios Mismo no se ha convertido en una realidad
viviente, excepto para aquellos cuantos conocidos como: místicos. La
meditación nos lleva a una experiencia en la cual nos damos cuenta que hay
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un Dios. La meditación nos lleva al punto donde nos convencemos de la


realidad de Dios, tal como lo estamos del estar leyendo este libro aquí. Si
todos los periódicos de los Estados Unidos de América pusieran esta noche
en sus encabezados un anuncio diciendo que en este momento no nos
encontramos en este lugar, esa noticia no alteraría nuestro conocimiento del
hecho de que estamos aquí. Dios, es una realidad, una presencia, un poder,
una entidad, una individualidad, tal como nosotros lo somos; y Dios puede
ser tan conocido por nosotros, tal como nosotros podemos conocernos o
conocer a otros.
Desde el instante en que conocemos a Dios a través de la experiencia, la
vida cambia para nosotros, porque nuestra personalidad se libera. Surge
entonces un sentimiento de algo más que nosotros mismos, actuando en
nosotros, por medio de nosotros y para nosotros -algo más grande que
nosotros mismos. Ésta ha sido la experiencia de todos los místicos.
Verdaderamente han conocido a Dios; han sentido la presencia de Dios; y
Dios se ha convertido en un poder activo, en sus vidas. No hay mucha
gente como ésta en el mundo. Si tan sólo hubiera unos cuantos más que
verdaderamente conocieran a Dios, quizá esos cuantos bastarían para salvar
al mundo. De acuerdo a las Escrituras, bastan diez hombres justos para que
una ciudad sea salvada. El reconocimiento consciente de los místicos de la
presencia y el poder de Dios, es producto de la experiencia; no se trata sólo
de una simple conversación acerca de la disponibilidad de Dios; no se trata
sólo de una afirmación o declaración; no es tan sólo un tópico o un cliché; es
una experiencia viviente.
Nuestra búsqueda de Dios, nuestra búsqueda del reino de Dios, es
evidencia de nuestra propia fe en la presencia y poder de Dios, aun cuando
todavía no tengamos el conocimiento de Ello a través de la experiencia real.
Aquéllos que no están en la senda espiritual carecen de tal confianza. Sólo
quienes han obtenido una convicción interna de que hay un Dios, son
conducidos a la búsqueda de Dios. Estos buscadores pueden no
necesariamente haber alcanzado la comprensión de Dios, pero al menos
cuentan con esa certeza interna: "Este es el camino; ahí hay un Dios".
En esa forma comienza la búsqueda, y comienza en formas diferentes.
Cómo comienza, depende de nuestra experiencia; depende de dónde
pudimos haber estado en un momento dado y de lo que esté ocurriendo en
nuestro entorno particular. Ha habido gente cuya búsqueda inició en las
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iglesias ortodoxas, y algunos de ellos encontraron ahí la respuesta.


Descubrieron el reino dentro de sí mismos, pero continuaron trabajando en
la iglesia como una forma de servicio, y en ocasiones como una forma de
gratitud. Otros encontraron a Dios por medio de un enfoque intelectual, y
pocos a través del camino espiritual. Otros han llegado por medio de
enseñanzas que combinan lo intelectual con lo espiritual. Otros más por
medio de libros; aquéllos otros llegaron por medio de maestros vivientes; en
tanto que finalmente otros hicieron contacto con santos y videntes
espirituales que jamás han muerto.
Una cosa es conocer la verdad, así: con muchas palabras, citas, pasajes
o teorías; y otra diferente por completo, es cuando por medio de la
meditación, el Verbo, la Palabra, se enraiza en nuestra conciencia y surge
como fruto espiritual. Se nos dice que los frutos del Espíritu son: "amor,
gozo, paz, benignidad, gentileza, bondad, fe". Es completamente cierto que
cuando el Espíritu es tocado o cuando Ello nos ha tocado, surge el fruto en
forma de armonía, totalidad, compleción y perfección. El propósito de este
libro es ayudar a que los estudiantes practiquen el Arte de la Meditación, por
medio del cual el Verbo se enraiza, de manera que lleguen a un
reconocimiento verdadero, a una Conciencia real, de la vida en el Espíritu.
Nuestro objetivo es alcanzar cierta medida de "aquella mente que estuvo en
Cristo Jesús" para permitir que Ello haga lo que quiera de nosotros. Es
alcanzar esa Conciencia en la cual Pablo revelara: "Vivo Yo, pero no yo, Cristo
es quien vive mi vida"; o "Yo puedo todo por medio de el Cristo que me
fortalece". Es decir, la actividad de el Espíritu se aviva en nosotros y Ello se
hace cargo: ya no somos más buenos y ya no somos más malos; ya no
estamos más enfermos pero tampoco estamos bien. Estamos en un estado
que trasciende el par de opuestos.
Dentro de la sabiduría espiritual no existe el par de opuestos. Dios es, y
por lo tanto no hay pre-ocupación de si podemos o no alcanzar a Dios,
porque no hay nada por lo cual necesitamos alcanzar a Dios: el día ya es
hermoso; el fruto ya está en los árboles; las flores ya están floreciendo; las
corrientes ya están circulando; el sol, la luna y las estrellas ya están en los
cielos; la armonía ya es. En dicho estado de conciencia espiritual llegamos al
lugar donde descansamos y nos relajamos en la comprensión de que: "Dios
está en los cielos - ¡todo está bien con el mundo!" En esa conciencia, nos
apartamos del afán por las cosas de esta tierra.
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"Haya en vosotros esa mente que hubo también en Cristo Jesús. Aquél
que levantó a Cristo de los muertos, avive también vuestros cuerpos
mortales con Su Espíritu que mora en vosotros". Debemos esforzarnos por
obtener ese mismo Espíritu que levantó a Jesús de la muerte; no diciendo ni
declarando que eso es así, no enseñándolo ni predicándolo -sino debido a
que contamos con 'esa mente'. Obtener o contar con 'esa mente' requiere
esfuerzo, aunado a la gracia de Dios. La gracia de Dios es el factor más
importante, porque sin ella, ninguno tendría la fuerza para continuar en la
senda que lleva a la concientización de Dios. Sin la gracia de Dios ninguno
podría tener ni siquiera el deseo de comenzar la búsqueda, dejando por la
paz los arduos pasos que hay que dar.
Existe un área en la conciencia, revelada por medio de la meditación, a
través de la cual nos volvemos instantáneamente uno con Dios, con todo ser
espiritual y con la creación, y por medio de la cual hallamos todas las formas
de bien, disponibles al instante. Esta área de la conciencia ha sido descrita
como: un Mar del Espíritu, el Alma universal o divina, el Padre interior. Al
alcanzar el contacto consciente con este Mar del Espíritu o Padre interior,
hallamos al Amor divino vertiéndoSE en expresión, para que ya no vivamos
más sólo por esfuerzo personal, sino por gracia. En lugar de buscar nuestro
bien en personas o cosas, aprovechamos esta Alma universal y nos
convertimos en espectadores de Su actividad que vierte aquellas ideas que
se convierten en formas humanas de bien, necesarias para nuestra
experiencia presente. Sólo a medida que aprendemos a mirar adentro,
hacia esto Infinito Invisible, es que comenzamos a entender la naturaleza de
la gracia.
En lugar de buscar o desear algo que ya existe como forma o efecto,
aprendamos a volvernos hacia el interior y dejar que el bien se revele desde
la Fuente divina, desde lo Infinito Invisible. Que el hombre de negocios y el
profesional vean a la Divinidad interior; que el enfermo y el pecador busquen
curación y perfección, desde el interior; que cada uno de nosotros esté
siempre alerta, observando la revelación de la conciencia como formas
nuevas y más ricas, de bien, experimentando la abundancia de la vida -por la
gracia. Comprender que el Alma es el almacén eterno de todo bien, es
permitir que la actividad del Cristo actúe en nuestra experiencia.
Atraigamos nuestro bien desde la infinitud de nuestro propio ser, desde el
reino interior. Al tocar ese centro, el Padre revela nuestra herencia de
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todas las riquezas celestiales, como "herederos de Dios y co-herederos con


Cristo". Esto es vivir por gracia, el don de Dios. Los hijos de Dios viven
siempre por gracia.
El secreto de la gracia es contactar con lo Infinito Invisible, el centro
universal del Ser dentro de nosotros. Ésta es la experiencia de el Cristo. En
la literatura mística esta experiencia espiritual es llamada: Iluminación,
Conciencia Cósmica o Conciencia-Cristo; en el Nuevo Testamento se habla de
ella como: "nacer de nuevo" o renacer. El leer y estudiar la literatura
inspirada y la de las Escrituras, así como considerar y meditar con frecuencia
en Dios y la creación de Dios, lleva a la verdadera comunión con el Padre, la
cual trae a nuestra conciencia, ese toque de el Cristo. El mantener la mente
en Dios conduce al reconocimiento; en ocasiones inclusive hay una voz, y
sabemos que: "Él es quien lleva a cabo aquello que se me encomienda
hacer". Aquéllos que han alcanzado esta luz no tienen más problemas de
existencia puesto que ahora son alimentados, vestidos y hospedados por la
fuente infinita de vida a la que llamamos el Cristo. Este momento de gracia
no puede ser descrito adecuadamente, puesto que aparece en forma
diferente para cada gente; pero todos quienes han recibido esta luz
comprenden las experiencias de los iluminados de todos los tiempos.
La actividad de el Cristo que resulta en el vivir por gracia, de ninguna
manera está limitada al pasado. Actualmente muchos hombres y mujeres
están experimentando el Cristo y viviendo vidas de belleza, salud, armonía y
gozo -por gracia. Ahora, con la verdad al alcance de todo aquél que pueda
leer, la iluminación espiritual es una posibilidad para todo buscador sincero.
"Familiariza ahora tu ser con Él, y queda en paz". La conciencia del Padre
interior es el comienzo de una vida por gracia.
Vivir por gracia nos capacita para hacer cosas más grandes y para
alcanzar mejores resultados en todas nuestras actividades. Este impulso
espiritual y guía divina nos permite deshacernos de toda pre-ocupación por
nuestro bienestar personal, o por el de nuestras familias o nación. La
liberación del temor, del peligro o de la carencia, llega sólo cuando el
Consolador aparece. La voz de la Verdad se profiere a Sí Misma dentro de
nosotros, y Se convierte en un: "paz, aquiétate" para toda tormenta en
nuestra experiencia. Es como si hubiera una Presencia yendo siempre
delante de nosotros para "enderezar lo torcido", para hacer "florecer como
una rosa" al desierto, y para abrir las puertas a la oportunidad, al servicio y a
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la bien-venida. Nuestra confianza y fe crecen a pasos agigantados cuando la


actividad de el Cristo se manifiesta en obras cada vez mayores de poder
espiritual. Entonces cesa la lucha contra toda clase de discordia, seguros en
esa convicción interior, y vivimos "no por fuerza ni por poder, sino por Mi
Espíritu" -por gracia.
Poca gente viene al mundo con algún grado de conciencia-Cristo, pero
cualquiera con suficiente perseverancia, dedicación y fidelidad, puede
desarrollar y cultivar una conciencia-Cristo, esa "mente que hubo también en
Cristo Jesús". Sin embargo se requiere de devoción, consagración y
receptividad para re-conocer y dar la bienvenida al Cristo cuando toca y
despierta nuestra alma hacia lo novedoso de la vida. En el silencio de
nuestro ser el Cristo habla y nosotros escuchamos: "Yo nunca os dejaré ni os
abandonaré. Yo estoy con vosotros siempre, hasta el fin del mundo". Esta
conciencia de la presencia de Dios se desarrolla con paciencia y
perseverancia, en quietud y en silencio, absteniéndonos de usar el poder
mental o la fuerza física, de manera que el Espíritu pueda funcionar. "Callad;
y sabed que Yo, soy Dios".
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y eso, no por vosotros
mismos; es el don de Dios.". Por gracia sois salvados vosotros.

LOS CAMINOS

Para todo hombre son abiertos


Un Camino, y Caminos, y un Camino;
Y el Alma Superior sube el Elevado Camino,
Y el Alma Débil tantea lo Bajo,
Y a mitad del terreno borroso,
El descanso va y viene.
Pero para todo hombre se abre
Un Camino Superior y otro Inferior,
Y todo hombre decide
El Camino que su alma recorrerá.

-John Oxenham*
*
De Poemas Selectos, de John Oxenham.

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CAPÍTULO II

EL PROPÓSITO

EL propósito de la meditación es alcanzar la gracia divina. Una vez que


en cierta medida se haya alcanzado esta gracia, se hará cargo de nuestra
experiencia y vivirá nuestra vida; llevará a cabo aquello que se nos ha
encomendado hacer, y enderezará lo torcido. Ya no viviremos más sólo de
pan, sino por esta gracia interior.
Los efectos tangibles de la gracia son las relaciones satisfactorias, la
provisión abundante, la actividad exitosa y el esfuerzo creativo. Pero
primero debe llegar la gracia interior antes que las cosas de este mundo
puedan sernos añadidas; mas jamás podremos recibir la gracia de Dios
mientras la busquemos con el interés de hacer demostraciones, es decir,
mientras busquemos a Dios para poseer alguna persona o cosa, o para llegar
a algún lugar. Ésa es la razón por la cual la meditación no puede ser usada
jamás para demostrar un automóvil, más dinero, o mejor posición: la
meditación tiene como propósito el reconocimiento de Dios. En la
meditación, Dios es revelado como la vida del ser individual. Dios es la
incorporación de todo el bien. Al alcanzar la experiencia de Dios, nuestro
bien aparece en la forma en que se necesite. Fracasamos cuando
intentamos obtener algo separado y aparte de Dios. Dios, en Sí Mismo, es el
bien. La oración o meditación para la obtención de cosas materiales y
personas, no puede ser respondida por un Dios de Espíritu. Tal propósito
traiciona el objetivo de la meditación.
Las Escrituras nos dicen que 'el hombre natural' no recibe las cosas de
Dios. ¿Quién es 'el hombre natural' sino el ser humano, el hijo pródigo
todavía inmerso en la conciencia material, orando para que su materialismo
pueda ser un poco mejor, un poco más rico, un poco más esto o un poco
menos aquello? Oramos para ser corpulentos o delgados; oramos para
tener más dinero y raras veces para tener menos, aunque esa oración sería
muy espiritual. La cuestión es que oramos para mejorar o incrementar esa
gran materialidad de la que Dios no sabe nada, y tal oración no es
respondida. Muy a menudo si nuestros deseos humanos son satisfechos,
nos dejarán insatisfechos puesto que como seres humanos no poseemos la
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sabiduría para saber aquello de lo que tenemos necesidad. Es el Padre


interior el que es toda sabiduría y todo amor.
Para que la oración sea efectiva debe ser dirigida a un Dios de Espíritu, y
por eso aquello por lo que oramos debiera ser de naturaleza espiritual.
Recordemos esto cada vez que nos volvamos a Dios en meditación;
consideremos la calidad de nuestra oración por el grado de iluminación
espiritual que estemos buscando, y sabremos así si debiéramos o no esperar
el cumplimiento de la misma. "Yo he venido para que tengan vida, y para
que la tengan más abundantemente". La promesa es cumplimiento, pero
asegurémonos que el cumplimiento por el cual estamos orando sea de
naturaleza espiritual; entonces ya no oraremos a un Dios espiritual para
mejorar nuestra naturaleza humana, sino obedeceremos el mandamiento de
las Escrituras de dejar que el Espíritu testifique dentro de nosotros: "porque
no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros.".
De hecho, no somos 'nosotros', quienes realmente oramos o
meditamos; el Espíritu medita dentro de nosotros, y nosotros simplemente
abrimos nuestra conciencia para dejar que el Espíritu revele nuestra
necesidad y Su cumplimiento. He ahí el secreto. Qué diferencia a cuando
se hace trabajo mental, declarando o afirmando que esto o aquello tenga
que pasar -y ahora, en este instante. Al ir a meditar, nuestra actitud más
bien debiera ser la del joven hebreo: "Hablad Señor, que vuestro siervo
escucha". Esa es la actitud correcta con la cual entrar a meditar -abriendo
nuestra conciencia a Dios y dejando que Dios Se satisfaga dentro de
nosotros. Dejemos que Dios exprese Su Verbo o Palabra dentro de nuestro
ser -no nuestras palabras, sino el Verbo. Encontraremos que ese Verbo es
vivo, agudo y poderoso; no regresa a nosotros vacío. Cumple aquello para
lo cual es enviado, pero debe ser el Verbo de Dios, no los deseos de ustedes
ni los míos. El verdadero aspirante en el camino espiritual no tiene más
deseos que el cumplimiento de Dios, el reconocimiento de Dios, la
experiencia de el Cristo. ¿Cómo podría existir una necesidad no satisfecha si
el Cristo está actuando en nuestra conciencia? El Cristo debe satisfacerse a
Sí Mismo. Un solo deseo es legítimo, y ése es: el reconocimiento de esta
actividad de el Cristo en nuestra conciencia.
"El Padre que mora en mí, Él hace las obras". El Padre mora dentro de
mí y el Padre mora dentro de ustedes; ¿entonces, por qué es que las obras
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no se hacen? Sólo se requiere de una sola cosa, y ésa es: nuestro


reconocimiento consciente de la Omnipresencia. La actividad de Dios, la
presencia de Dios, el poder de Dios, están dentro de nosotros; pero hemos
edificado un estado de conciencia formado de capas y más capas de sentido
material. No hemos tenido éxito en destruir esas capas de sentido personal
para alcanzar la atmósfera y la altura de Dios dentro de nosotros, y a menos
que lo hagamos, fallaremos en nuestra meditación y perderemos el camino
al cumplimiento.
La mayoría llegamos a la búsqueda de Dios con una visión puramente
material de la vida; pre-ocupados de que el corazón lata tantas veces por
minuto, que los órganos digestivos y de eliminación funcionen en la forma
prescrita, que nuestra provisión consista de tanto dinero; siempre creyendo
que la satisfacción puede ser encontrada en el mundo exterior. Algunos
creen que el dinero traerá esa satisfacción; otros creen que la respuesta es la
fama; inclusive otros más creen que el cumplimiento está en la buena salud.
A menudo se dice: "Si tan sólo pudiera detenerse este dolor, entonces
verdaderamente podría comenzar a buscar a Dios. No puedo hacerlo en
tanto sienta tal dolor"; o: "Si tan sólo pudieran liberarme de mis
obligaciones, entonces estaría en paz y sería capaz de buscar a Dios". En
otras palabras, esta gente está dando a entender que el reconocimiento de
Dios depende de alguna condición física o financiera. El hecho de que haya
gente con muchísimo dinero que no ha descubierto a Dios, es prueba de lo
contrario; hay gente con perfecta salud que no conoce a Dios y tampoco ha
encontrado su compleción, paz ni satisfacción. Ese es el estado de
conciencia de la mayoría de nosotros cuando llegamos a la búsqueda de la
verdad. Revirtamos la imagen: Comencemos a buscar a Dios; y al hallar a
Dios, veamos que el dolor desaparece; observemos que desaparecen la
carencia, la limitación y el pecado.
En tanto que estemos tratando sólo de cambiar discordias físicas por
armonía física, no tendremos idea alguna de lo que el reino de Dios es, de las
riquezas espirituales ni de la salud espiritual. Debemos comenzar nuestra
meditación con el reconocimiento de que ni la salud ni las riquezas son el
objetivo de nuestra búsqueda de Dios. Cualquier deseo por cosas o
personas evitará o demorará nuestra entrada al reino espiritual, en tanto
que el firme recordatorio de que la meta buscada es el reconocimiento de
Dios, abrirá el camino y hará una vía para nuestro Dios. En tal
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reconocimiento encontraremos todo añadido, o para ser más precisos,


hallaremos todo incluido dentro de nosotros.
Debemos estar conscientes de no tener más objetivo que el alcanzar el
reino de Dios, de no tener ninguna demostración que hacer, excepto la de
nuestro Ser espiritual; pero eso es lo que tenemos que demostrar: primero
que nada, para nuestro propio desarrollo; y segundo, como un testigo para
el mundo de que Dios es un Ser individual, y que este estado de ser puede
ser alcanzado por todos aquéllos que estén listos para abandonar el mundo,
no yéndose a algún lugar remoto, sino soltando el deseo por aquello que el
mundo puede dar.
Como estudiantes de sabiduría espiritual, la pregunta primordial es:
¿Cuál es la mejor forma, si es que la hay, de alcanzar este reconocimiento de
nuestro Ser verdadero? ¿Existe algún atajo? ¿Hay alguna senda que
conduzca al reconocimiento de Dios, un camino que pueda ser recorrido aquí
en la tierra? ¿Puede ser alcanzado aquí en la tierra? Y la respuesta es: ¡Sí!
No sólo hay un camino para llevar a cabo este objetivo, sino que también hay
un atajo. Ese atajo es simple y a la vez muy difícil, y consiste en llevar a cabo
un poco de cirugía mental en nosotros para erradicar todos nuestros deseos.
Tomemos un afilado bisturí y cortemos de raíz todos nuestros deseos por
personas, lugares, cosas, circunstancias o condiciones. Todo deseo debiera
ser erradicado para que sólo permanezca uno solo: "Conocerte a Ti, a quien
conocer correctamente es vida eterna".
Pongamos todo nuestro corazón, alma y mente en el reconocimiento de
Dios, más que en la obtención de alguna forma de bien. En la medida en que
alcancemos esa comprensión, disfrutaremos de todas las cosas buenas de la
vida que nos lleguen, sin convertirnos en sus esclavos, sin apegarnos a ellas,
y sin temor a perderlas. Nadie puede perder jamás sus riquezas, salud o
vida, una vez que ha alcanzado un toque de el Cristo. Que nuestra oración
sea:

Una sola cosa he deseado: que pueda yo conocerte a Ti. ¡Una sola
cosa! Mi corazón clama: "Dios, ábreTE a mí, revélaTE a mí. No importa
cómo Te reveles a mí, si en la riqueza o en la salud, en la pobreza o en la
enfermedad; sólo revélate a Ti Mismo. En Tu presencia hay seguridad,
protección, paz y gozo".

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En la meditación busquemos la gracia de Dios y nada más que la gracia


de Dios. Esta gracia no se halla en la mente humana, ni se encuentra en los
lugares que el mundo ofrece. Hacer declaraciones y leer libros acerca de lo
anterior, no ayudará para que eso ocurra. Tan sólo pudiera ser de ayuda en
conducirnos al punto donde estaremos preparados en silencio para recibir la
gracia de Dios; pero la meditación es aquello que nos eleva al estado
espiritual de aprehensión donde la gracia divina se hace cargo. "Si así fuere
que el Espíritu de Dios morare en vosotros", entonces seríamos hijos de Dios.
Como seres humanos estamos separados de Dios y es por ello que no
estamos bajo la ley de Dios ni experimentamos las bendiciones de la
presencia y el poder de Dios. Es el Hijo de Dios, la imagen y semejanza
espirituales, la que es mantenida en el seno del Padre. Nosotros hemos
vagado lejos de la casa de nuestro Padre y derrochado nuestra substancia
divina en un sentido personal de "yo". Ahora, para comprender nuestra
filiación con Dios, debemos tomar el camino de regreso a la casa del Padre -
el mismo viaje que el hijo pródigo tuvo que hacer -para que seamos
revestidos con el manto y recibamos de nuevo el anillo de la adopción.
¿Cómo nos convertimos en los Hijos de Dios? ¿Cómo despertamos al
Cristo, o Hijo de Dios, quien siempre ha sido, es y será nuestra verdadera
identidad, aunque haya estado oculto de nuestra vista durante este período
de mortalidad en el que hemos estado durmiendo? Hacerlo, requiere de
esfuerzo. Debemos abandonar todos nuestros conceptos previos de vida
"por amor a Mi nombre". Debemos levantarnos del banquete del canalla,
abandonar todo pensamiento, gente y actividades del mundo canallesco, y
retornar al Padre. Es la naturaleza del ser humano amar la auto-
indulgencia: lo fácil, la comodidad, las riquezas, la intemperancia, la
glotonería, la indolencia y la sensualidad. Éstas operan en nuestra
conciencia como un sentido de separación de Dios. En realidad no es una
separación de Dios, porque no podemos estar más separados de Dios de lo
que puede un anillo de oro estar separado del oro con el que está hecho. El
oro es el anillo; el oro constituye el anillo. No hay forma posible de quitar el
oro del anillo sin destruir el anillo, porque no hay oro y anillo; sólo hay un
anillo de oro.
Lo mismo acontece con nosotros. No podemos ser separados de Dios,
porque no existe el nosotros. En realidad no existe en todo el mundo algo
como 'tú' o como 'yo', como individuos que estén separados. Siendo Dios
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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infinito, Dios es todo cuanto hay. Dios nos constituye a 'ti' y a 'mí'; Dios
constituye nuestra vida, mente, alma y ser, tal como el oro constituye el
anillo. El oro es la substancia; el anillo es la forma. Dios es la substancia; el
individuo es la forma como Dios aparece. Dios es la esencia de nuestro ser -
la vida, alma, mente, espíritu, ley, continuidad y actividad. Dios es el todo, y
el todo del ser individual, ya sea santo o pecador. El grado en que la
santidad es expresada por un individuo, depende por completo del grado del
reconocimiento consciente de unicidad con el Padre. La capacidad para
pecar en un individuo depende del grado del sentido de separación de Dios.
Por cierto, este sentido de separación es todo cuanto constituye la
naturaleza humana.
No somos seres humanos como parecemos; somos seres puros y
espirituales. No es que haya dos seres separados, el ser humano y el ser
espiritual; tan sólo es que un ser humano está admitiendo un sentido de
separación de Dios. No podemos ser separados de Dios, pero podemos
aceptar un sentido de separación de Dios. En el instante en que ese sentido
de separación comience a desaparecer, la naturaleza de el Cristo o la filiación
divina, será revelada. El retorno del hijo pródigo tiene lugar sólo dentro del
propio ser como una actividad en la conciencia, y en el momento en que
pone sus pies en dirección a la casa del Padre, en ese instante ha entrado a la
senda espiritual.
No nos pre-ocupemos por estar en la senda espiritual. Si no fuera por
la gracia de Dios, no estaríamos alcanzando el reconocimiento de nuestra
filiación divina. En la experiencia de toda persona llega cierto momento
cuando es penetrada por un rayo de Dios, cuando un toque de Dios irrumpe
en su conciencia, no debido a la persona en sí, sino a pesar de ella. Desde el
instante en que el rayo la toca, el fin es inevitable: encontrará su camino
junto al trono de Dios.
Para el sentido humano el camino espiritual de vida parece imposible,
efímero e intangible de alcanzar. Pero en realidad es lo más tangible; lo
más real en todo el mundo es el Espíritu o Dios. Una vez que esto es
percibido, las cosas del mundo -el dinero que usamos para comerciar,
nuestras casas y relaciones -tomarán su justo lugar como símbolos externos
de la gracia o efectos del Espíritu. Son estos símbolos o efectos, lo que
cambia. Mientras los hombres y las mujeres vivan sólo de pan, por el
esfuerzo y la lucha que implica la actividad humana; en tanto que dependan
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
21

exclusivamente de los símbolos o efectos; gradualmente descubrirán que


estas posesiones mundanas se consumen, se acaban y se vuelven como la
nada. Cuando miramos a los rostros de hombres y mujeres que están
viviendo por tales efectos, que colocan su confianza en la salud de sus
cuerpos, en la riqueza de sus billeteras, y en las cosas de este mundo, es que
vemos los resultados de la dependencia de lo material.
En contraste con esa gente, unos cuantos sobresalen aquí y allá, porque
tienen una luz, una esperanza, una expectación o una gloria internas por las
cuales vivir. Esta luz espiritual es fácilmente detectada: La vemos en los
ojos; la oímos en la voz; la observamos en la vitalidad y el vigor de los
cuerpos. Aunque esta Presencia es invisible, Ella está dentro de cada
persona; nadie en el mundo carece de Ella; Ella está disponible para todos
los que tienen oídos para oír y ojos para ver; para todos aquellos que están
receptivos a esta gracia divina.
Ser un instrumento adecuado por medio del cual la gloria de Dios pueda
aparecer, es el todo del propósito de nuestra existencia. Jamás estaremos
satisfechos en la vida si tratamos de expresar nuestra individualidad; la
satisfacción yace en dejar que lo Infinito Invisible Se exprese. Entonces no
luchamos ni peleamos para glorificarnos, sino cada vez que meditamos es
como si fuéramos a decir:

Padre, "yo no puedo hacer nada por mí mismo... mi doctrina no es mía,


sino de Aquél que me envió". Padre, yo no tengo sabiduría; no tengo poder;
no tengo juicio; no tengo salud; no tengo riquezas, propias. Aquí estoy
sentado para permitir que fluya la infinitud.

Nuestra función es morar en ese reconocimiento interior y permitir que


aparezca la armonía. Cuando nuestra visión está en el despliegue del Cristo,
Éste aparece externamente como un ser humano mejor, más saludable o
más acaudalado. Pero no seamos engañados por las apariencias, ya que no
estamos buscando un cambio en la escena humana. La meditación no es un
intento de convertir la enfermedad en salud ni la carencia en abundancia.
La visión está siempre sobre el único Cristo invisible en el centro de nuestro
ser, aquí y ahora.
Cualquier meditación que tenga dentro de sí una pizca del deseo por
obtener 'algo' de Dios o de adquirir 'algo' por medio de Dios, ya no es
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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meditación. El bien debe ser reconocido, sí, pero no buscado: la infinitud


del bien ya está donde yo estoy; el reino de Dios está dentro de mí. Tal
como el perfume está encerrado en una flor, así encerrado dentro de
nuestro ser, están la presencia y el poder de Dios, el todo de la Divinidad. Al
abrirse la flor, el perfume o la fragancia escapan. Todos tenemos la
totalidad de la Divinidad encerrada dentro de nuestro propio ser -no sólo
una parte. Dios no puede ser dividido; Dios es indivisible. Dios es infinito,
sí, pero Dios es indivisible. La totalidad de Dios está en una pequeña hoja -
en todas las hojas; la totalidad de Dios está en cada individuo sobre la faz
del globo. Si esto no fuera cierto, habría habido menos de Dios sobre la
tierra cuando la población era sólo del diez por ciento de la actual, y por
lógica debió haber más del doble de Dios sobre la tierra cuando la población
fue duplicada. Sin embargo hubo tanto de Dios en el mundo hace un millón
de años como habrá dentro de un millón de años. La totalidad infinita de
Dios está dondequiera que un individuo esté. Por eso es que se dice que un
Cristo Jesús pudo guiar a un millón de gentes al cielo, porque un Cristo Jesús
es el infinito Hijo individual de Dios y manifiesta todo cuanto Dios es. El
"Hijo, tú estás siempre Conmigo y todo cuanto Yo tengo es tuyo", no estuvo
dirigido a un grupo, sino a un individuo. Dios, en Su totalidad infinita, está
incorporado en el Hijo de Dios, en el cual está nuestra identidad espiritual.
Al aprender a volvernos hacia dentro y dejar que escape ese perfume
aprisionado -esta actividad de el Cristo, esta belleza de Dios -entonces es
que esto se vuelve un ser visible.
Cuando ya no buscamos más la paz que el mundo puede dar, sino
buscamos sólo "Mi paz", las puertas de la conciencia se abren para admitir la
luz espiritual que se convierte en la vida de nuestro ser y de nuestro cuerpo.
Mucha gente desea el poder espiritual para disfrutar de experiencias más
armoniosas. A menudo su propósito al buscar a Dios es para disfrutar más y
mejores cosas terrenas, pescar peces más grandes en sus redes -peces más
grandes, peces mejores. Pero la base de nuestro trabajo es "abandonar
nuestras redes", abandonar esta búsqueda de un bien mayor y mejor, y abrir
nuestra conciencia a las realidades espirituales. Entonces lo que nos llegue
en el mundo exterior no será sino el fruto de una gracia interior. La gracia
sólo puede ser obtenida por un estado de silencio interior, un estado de
reconocimiento y receptividad interiores; por ello es necesario que nos

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
23

preparemos para la experiencia de recibir esa gracia. Este es todo el


propósito de la meditación.
La cantidad de fuerza y poder iluminados que fluya por medio de
nosotros está determinado por la gracia divina. No depende de nosotros si
alcanzamos o no esta meta final de la iluminación. Algunos buscarán y se
esforzarán hasta el cansancio y aún así no la obtendrán; otros llevarán el
paso tranquilo y firme; y los menos irrumpirán como la primavera de la
conciencia de el Cristo. La experiencia de el Cristo es algo que se alcanza
solamente a través de la gracia. En cualquier grado que llegue, llega como el
don de Dios. No llega porque nos la hayamos ganado; no llega porque la
merezcamos; tampoco llega principalmente porque seamos hombres y
mujeres buenos -de hecho a menudo se asemeja a la forma como llega al
pecador, ya que la lucha interna del pecador puede ser mayor que la lucha
del hombre bueno, y a menudo esa lucha es recompensada ampliamente.
La única responsabilidad que tenemos es que nuestro deseo sea por la
experiencia de el Cristo, y que ese deseo sea demostrado por la sinceridad
de nuestro estudio y por la profundidad de nuestra meditación y devoción.
Hasta ahí llega nuestra responsabilidad. La experiencia de el Cristo es
simplemente el don de Dios. Nadie se la gana; nadie se la merece; y nadie
sabe por qué a unos les llega y a otros no.
En la experiencia de todo estudiante sincero llega un período de
iniciación; es decir, llega un período de apertura del alma. Pudiera ser
alcanzado por medio de algo que escuchó, algo que leyó, o pudiera llegar por
medio del contacto directo con la conciencia de un maestro espiritual.
Cuando llega, el estudiante no requiere de mayor ayuda de cauces externos
a él mismo. Toda su enseñanza es recibida desde el interior: su iluminación
total, poder para sanar y poder de regeneración, llega todo del interior. A
partir de ese instante él se convierte en una bendición para otros en su
camino, trayéndoles curación y consuelo. Conforme profundiza en el
Espíritu, despierta en ellos esa misma naturaleza-Cristo: "Yo, si Yo fuere
elevado, atraeré a todos los hombre a Mí". En la medida en que algún
individuo recibe la luz espiritual, esa luz se vuelve una ley para todos
aquéllos que están dentro de su ámbito. Cualquiera que haya producido
una curación a través de medios espirituales ha sido la luz, y fue la luz en su
conciencia, la que produjo la curación. Cualquiera que sea la medida de luz
que reconozcamos, esto nos hace automáticamente, en ese mismo grado,
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
24

una luz para todos aquéllos que tocan nuestra conciencia. Este es el
propósito de la meditación: que cada uno pueda alcanzar un grado mayor de
esa luz por medio de la experiencia de el Cristo.
Una vez que hayamos alcanzado este contacto con nuestro Ser interno,
seremos libres: ya no estaremos más bajo la esclavitud de ningún hombre,
circunstancia ni condición. Seremos libres en Cristo y entonces es que
podremos decir:

Cristo vive mi vida. ¿Cuál es la diferencia si hay o no periodos de


depresión o de prosperidad, de inundaciones o de sequías? Cristo vive mi
vida. Ello me conduce junto a aguas tranquilas; Ello me hace descansar en
pastos verdes. Miles podrán caer a mi derecha y miles a mi izquierda; mas
no llegarán cerca de mí. Yo he hecho ese contacto. Muero a diario a mi
naturaleza humana; estoy siendo renacido del Espíritu; estoy siendo guiado,
dirigido, alimentado, mantenido, sostenido, sanado y salvado por esta luz
interior -esta iluminación interna.

El secreto es el despertar de el Cristo durmiente, y ése, es el propósito


de la meditación.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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CAPÍTULO III

LA PRÁCTICA

Ha y muchas formas de meditación que conducen al despertar de el


Cristo interior durmiente. No existe una forma única adecuada para toda la
gente. Finalmente cada persona debe encontrar la forma que se ajuste a su
conciencia en particular. Todos los métodos hacen un llamado a ese sentido
profundo de humildad que sabe: "Nada puedo yo por mí mismo". La
meditación satisfactoria requiere del abandono del ser personal con sus
pretensiones egoístas de poseer una sabiduría propia, de modo que el Poder
que llamamos el Padre interior, pueda hacerse cargo. Este Poder está
dentro de nosotros; no dentro de nuestro cuerpo, sino dentro de nuestra
conciencia; y es a través de la meditación que Le permitimos escapar del
interior para que pueda actuar en lo externo y volverse el salvador de
nuestra experiencia.
El contemplar a Dios pudiera ser la etapa inicial de la meditación: la
belleza del universo de Dios, la ley de Dios y la actividad de Dios. Nuestra
vida se convierte en aquello que se contempla, contemplando la gloria de
Dios en todo -en el verde césped, en la suave brisa, en la turbulencia del
océano y en la calma de la noche. En este estado contemplativo del ser no
podemos contemplar nada en este mundo sin reconocer al mismo tiempo su
causa, la invisible actividad espiritual que lo produce. Jamás debiéramos
mirar la salida o la puesta del sol sin reconocer instantáneamente la
naturaleza espiritual de aquello que lo trajo a expresión -Dios, el Principio
creativo de las montañas, los cielos y los mares; Dios, el Principio creativo de
aquello que llena el aire con aves y que surte con peces a los mares. Si
vivimos en la contemplación continua de la Presencia y el Poder invisibles
que subyace en todo, el mismo lugar en donde estemos parados tierra santa
será.
Cuando consideramos la gloria de Dios al contemplar Sus maravillas,
nuestra mente se posa en Dios. Es entonces cuando cada vez menos y
menos pensamientos extraños irrumpen en nuestra conciencia. Es cuando
somos capaces de permanecer sentados por varios minutos, en ocasiones
hasta por una hora, encontrándonos en paz en nuestra contemplación de
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
26

Dios y de la belleza del universo espiritual. La contemplación eleva nuestra


conciencia hacia una atmósfera de receptividad, hacia una conciencia donde
los milagros ocurren. Entonces la mente pensante consciente llega a
detenerse, y la Presencia y el Poder invisibles tienen la oportunidad de
funcionar. En tanto que no se le permita operar en la conciencia a ese Ello,
a ese Ser invisible, a esa Presencia y Poder invisibles, tan sólo estaremos
funcionando en el nivel mental.
La mente humana no puede ser la vía para la actividad del Alma - una
Conciencia superior tiene que ser alcanzada. Por medio de esa Conciencia
superior, a través de esa mente que estuvo en Cristo Jesús, el Alma Se revela
a Sí Misma y a Su actividad, como nuestra experiencia individual. Aquello
que se imparte a sí mismo desde la Conciencia interna, es poder; no los
pensamientos que pensamos ni nuestras declaraciones o creencias; y aquello
que se revela en el interior, en el plano interno, es el poder al que le siguen
las señales. Esta Conciencia interna no tiene límites, y al elevarla a un nivel
superior nos damos cuenta de aquello que yace más allá de nuestro
conocimiento inmediato. Esta Conciencia superior es ilimitada y nos
imparte Su sabiduría, infinita y eternamente. Es ese lugar aislado dentro de
nuestro propio ser donde la actividad incesante del mundo exterior no se
entremete.
Si somos fieles a la práctica de la contemplación y a las formas más
simples de meditación, dicha práctica nos conducirá de una forma de
meditación a otra, hasta que lleguemos a la verdadera experiencia de
escuchar la vocecita callada y suave, a recibir la guía divina interior y a ser
divinamente conducidos en cada paso del camino.

Comiencen sentándose en una posición cómoda. Algunos prefieren


una silla rígida, inclusive una dura, con la que se obligan a permanecer en
una posición erguida; en tanto que otros se encuentran más a gusto en un
sillón. Pongan los pies apoyados en el suelo; mantengan el cuerpo erguido,
las manos sobre el regazo. En esta posición natural, relajada pero alerta,
comiencen su meditación con algún pasaje de las Escrituras que llegue a su
pensamiento, o si lo prefieren pueden abrir su Biblia o algún libro de
sabiduría espiritual, y leer un poco. Pudieran leer sólo un párrafo o quizá
necesiten leer diez páginas, antes de que algún pensamiento atraiga su
atención en particular. Cuando eso ocurra cierren su libro y lleven dicho
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
27

pensamiento a su meditación. Considérenlo; manténganlo frente a ustedes;


repítanlo. Pregúntense: ¿Por qué me llegó esta cita en particular? ¿Tiene
algún significado interno? ¿Qué significa esto para mí en este momento?
Al continuar meditando, otra declaración pudiera llamar su atención.
Consideren ambos pensamientos: ¿Hay alguna relación entre ellos? ¿Hay
alguna coherencia? ¿Por qué se presentó la segunda cita luego de la
primera? Para ese entonces quizá una tercera idea y hasta una cuarta
pudieran presentarse, y todos estos pensamientos habrán surgido de su
consciente, de su conciencia. En ese breve período de meditación que quizá
habrá tenido sólo un minuto de duración, habrán experimentado a Dios
revelándoSE; se habrán abierto a la Inteligencia y al Amor divinos. Este es el
Verbo de Dios que es vital, profundo y poderoso.
Haber recibido una declaración de verdad desde las profundidades de
nuestro propio ser es evidencia de que hemos tenido un cierto grado de
concientización de Dios; descienden sobre nosotros la paz y la calma; un
sentido de bien-estar y seguridad, mana desde nosotros. Si es practicada
fielmente esta forma de meditación, abrirá nuestra conciencia para permitir
a Dios actuar en nuestra vida; permitirá al Cristo vivir nuestra vida -pero
tiene que ser practicada. Por ello es necesario regresar a nuestra meditación
en la primera oportunidad, y repetir el proceso a medio día y de nuevo al
anochecer. Pudiera ser que no seamos capaces de dormir de corrido toda la
noche. A media noche pudiera llegar el mandato: "¡Medita!"
Estos períodos de silencio, reflexión, introspección, meditación y
finalmente comunión, nos preparan para recibir la gracia interior. No nos
desanimemos porque pareciera que no estamos haciendo progresos en
estos períodos de tres o cuatro minutos de meditación durante el día o la
noche; no nos desanimemos aunque pareciera que no sentimos la respuesta,
pues no tenemos forma de medir los resultados de nuestros esfuerzos en
términos de un solo período de meditación o incluso luego de una semana o
un mes de práctica. Esperar resultados inmediatos de la meditación sería lo
mismo que esperar tocar a Bach o a Beethoven luego de la primera lección
de música. ¿No sería absurdo que luego de las primeras seis horas de
practicar las escalas musicales, las abandonáramos desesperados porque no
alcanzamos la habilidad inmediata en el arte que requiere un alto grado de
habilidad técnica? Si somos serios en nuestro deseo de señorear ese arte,
reconoceremos desde el instante en que comencemos a practicar el arte de
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
28

nuestras escalas musicales, que algo ocurre tanto en la mente como en los
músculos. Quizá se requiera de todo un año de práctica antes de que
alguna habilidad sea alcanzada. La habilidad final no puede medirse en
horas, días, o inclusive meses, de práctica.
Lo mismo sucede con la meditación. Hemos hecho un comienzo desde
el primer instante en que cerramos nuestros ojos y reconocimos:

Estoy buscando la gracia de Dios; estoy buscando el Verbo o la Palabra


que procede de la boca de Dios. No sé por qué orar, así que no oro por algo
de este mundo. Escucho por Tu voz. Espero por Tu Palabra.

Esta forma de meditación, repetida una docena de veces al día,


cambiaría gradualmente toda nuestra vida, y es posible que los cambios sean
evidentes al mes. Cada vez que nos volvamos a ese centro interior
estaremos reconociendo que nosotros, por nosotros mismos, nada
podemos; estaremos buscando el reino interior. Esta es humildad
verdadera, oración verdadera; es un reconocimiento de la nada de la
sabiduría, el poder y la fuerza, humanas. Es el reconocimiento de que la
sabiduría, el poder y la fuerza vienen de lo Invisible Infinito. Sin que lo
sepamos o sin tener conciencia de ello, estos períodos de silencio crean una
atmósfera de Espíritu en la cual la actividad del mismo Espíritu va delante de
nosotros para hacer florecer el desierto como una rosa.
He aquí un ejemplo de una forma sencilla de meditación en la cual
comenzamos con una idea, tema o cita central, y lo consideramos hasta que
su significado interior nos sea revelado:

"Yo nada puedo por mí mismo... El Padre que mora en mí, Él hace las
obras". El significado de la primera parte es inmediatamente evidente; pero,
¿qué significa la declaración de que: "el Padre que mora en mí hace las
obras"? ¿Qué es el Padre dentro de mí? ¿Quién es este Padre dentro de
mí? Sabemos que cuando Jesús hizo esa declaración se estaba refiriendo a
Dios. Entonces debe significar que Dios, dentro de mí, hace las obras. Jesús
habló de su Padre y de mi Padre, así que pareciera estarnos diciendo que hay
un poder-Dios -algo adentro que hace las obras. El mismo Padre que estaba
en Cristo Jesús, también está en mí. Este Padre dentro de mí, este Ello, es
mayor que el que está en el mundo, mayor que los problemas del mundo. La
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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Vida, Inteligencia y Sabiduría que están dentro de mí, son mayores que
aquello que está en el mundo; son mayores que mis enemigos, mayores que
mis enfermedades, mayores que mi ignorancia, mayores que mis temores,
mayores que mis dudas, incluso mayores que mis pecados.
"Yo todo lo puedo por medio de Cristo que me fortalece". Este Cristo es
el Padre dentro de mí, el Poder divino interior del que Jesús dijera: "Jamás te
dejaré ni te abandonaré". El Padre interior, el Cristo que me fortalece, jamás
me dejará ni me abandonará. Antes que Abraham fuera, este Padre ya
estaba dentro de mí y estará conmigo incluso hasta el fin del mundo. Es una
Presencia y Poder que han estado conmigo desde el principio de los tiempos,
incluso cuando yo no sabía que Ello estaba ahí, y que Ello estaría conmigo
por toda la eternidad.
Estará conmigo sin importar donde esté yo: Si hiciera mi lecho en el
infierno,. si caminara por el valle de sombra de muerte,. este Padre estaría
siempre conmigo. Es una Presencia que jamás me deja, un Poder que
siempre me fortalece, que va delante de mí para enderezar lo torcido y para
suavizar lo áspero. Siento Su mano en la mía. Lo sé. Yo sé que hay un
Poder que todo lo puede. Yo sé que hay una Presencia que puede vivir mi
vida por mí, tomar mis decisiones, y mostrarme el camino de la vida. Todo el
reino de Dios está dentro de mí. Tú jamás me dejarás ni me abandonarás;
yo jamás podría dudar de Tu Presencia. Todo esto Tú me lo has revelado
dentro de mí mismo.
Te doy gracias a Ti, Padre, ya que Tú has escondido esto de los sabios y
prudentes, y me lo has revelado, siendo un bebé en la verdad, un principiante
en la senda espiritual.

Esta práctica de considerar una cita de las Escrituras no es demasiado


difícil para un principiante ni muy simple para un estudiante avanzado. Tal
como en el ejemplo anterior, utiliza un pensamiento o cita central con la
intención de comprender su significado interior y recibir luz con ello, para
jamás ser utilizado de nuevo como un cliché o cita, metafísicos. Estas
formas elementales de meditación debieran entenderse y practicarse antes
de intentar las formas superiores y más complejas.
Recordemos que nuestro objetivo es desplegar un estado de
receptividad hacia la vocecita callada y suave. En la meditación no
pensemos en nuestro problema; volvámonos al interior y esperemos,
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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esperemos y esperemos. Esperemos por tres, cuatro o cinco minutos. Si


luego de ese tiempo no hemos sentido una respuesta dentro de nosotros,
levantémonos y llevemos a cabo nuestros deberes cotidianos. Después de
una o dos horas, meditemos de nuevo esperando silenciosamente -
esperando hasta que la voz de Dios Se escuche dentro de nosotros. Que los
pensamientos que surjan por medio de nuestra mente no nos importen; no
estemos interesados en ellos. Permanezcamos esperando hasta que
sintamos la actividad de el Cristo moverse dentro de nosotros. Si no
sentimos el toque de el Cristo en tres o cuatro minutos, volvamos a nuestras
actividades diarias; pero luego de dos o tres horas meditemos de nuevo. Si
fuese necesario, continuemos con esta práctica por años; pero si
persistimos, llegará el día cuando habrá una respuesta interior que nos dará
la certeza que dentro de nosotros está aquello que el Maestro llamara "el
Padre", y que Pablo conoció como "el Cristo".
El principiante debiera meditar tres veces al día, o si eso no fuera
posible, al menos dos; por la mañana y por la noche. No hay nadie que halle
esto demasiado difícil de hacer, porque todo mundo se levanta y todo
mundo se acuesta. Todo mundo puede dedicar unos cuantos minutos
extras por la mañana y por la noche, incluso si no pudiera encontrar otro
momento para este propósito durante las veinticuatro horas del día. Sin
embargo, para los estudiantes serios siempre habrá otros intervalos en algún
otro momento del día. Estos períodos de meditación gradualmente se
volverán parte regular de nuestra existencia y estaremos meditando en otro
o en todo momento u hora del día o de la noche; en ocasiones sólo por
medio segundo o durante varios minutos; incluso al manejar o asear el
hogar. Aprendamos a abrir la conciencia aunque sea por un segundo para
encontrarnos en un estado de receptividad.
Tomemos cualquier aspecto o faceta de la verdad espiritual. Pudiera
ser el concepto "luz". Innumerables personas fueron llamadas: "la luz del
mundo". Jesús fue la luz, tal como lo fueron Elías, Pablo y Juan. Pero, ¿qué
implica la frase "la luz del mundo"? Volvámonos al Padre y preguntémosLE
para que nos aclare el concepto "luz". Al desplegar el oído que escucha,
obtendremos el sentido espiritual o la interpretación de algún escritor
metafísico a dicha palabra, más que el significado literal tal como lo da el
diccionario. Así tendremos nuestra propia comprensión dada por Dios en
relación con el concepto "luz".
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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Tal vez el significado de la palabra "Alma" no nos sea claro. Muy pocos
saben lo que Alma verdaderamente significa; es uno del los misterios más
profundos de la sabiduría espiritual. Para comprenderlo, volvámonos al
Padre para la revelación acerca del tema de Alma. Tarde o temprano, al
mantener un estado de receptividad, comenzaremos a recibir impartición
sobre la naturaleza de Alma. De esta forma es como aprendemos a llevar a
nuestra conciencia, cualquier palabra o tema acerca del cual estemos
buscando comprensión, esperando, en un estado de expectación, por la luz
que brille sobre aquello, y que nos revele su significado.
La mayoría de nosotros estamos familiarizados con el pasaje: "Sea Mi
gracia suficiente para ti". Conocemos las palabras, pero a menos que su
significado interior sea revelado por medio de la meditación, tendrán poco o
ningún significado en nuestras vidas. Sólo entonces es cuando estas
palabras viven para nosotros y se convierten en El Verbo o El Palabra.
Cuando despertemos por las mañanas debiéramos recordar
conscientemente la declaración de que "la gracia de Dios es nuestra
suficiencia en todo". No la repitamos una y otra vez como una repetición o
afirmación vana, sino más bien llevémosla a la conciencia y moremos en ella:

Tu gracia es mi suficiencia -Tu gracia -sí, la gracia del Padre dentro de


mí. El Padre está dentro de mí, y es la gracia del Padre la que es mi
suficiencia en todo. Ahora sé de quién es la gracia; pero, ¿qué es la gracia?
¿Qué queremos decir por gracia? ¿Qué es?

Puede llevarnos cerca de dos o tres minutos el percibir que "Tu gracia"
no está lejos, sino que está dentro. Por el momento eso pudiera llegar a ser
toda la revelación. Sin embargo dos o tres horas después llevemos de
nuevo esta declaración a un recuerdo consciente. Esta vez pudiéramos
recordar que estábamos considerando la palabra "gracia". No pasará
mucho tiempo antes que comencemos a darnos cuenta que hemos oído que
gracia se describe como un don de Dios; como aquello que procede de Dios
sin habérnoslo ganado, merecido o trabajado por ello; algo que llega sin
esfuerzo personal. Por eso esta gracia que es nuestra suficiencia en todo, es
una actividad de Dios dentro de nosotros.
Al meditar en el significado de la palabra gracia, su significado pudiera
ser revelado de cierta forma para algunos de nosotros, y en forma
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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completamente distinta para otros; pero para ambos puede llegar con tal
fuerza, como para abrir las ventanas de los cielos y verter "una bendición
para la cual no haya suficiente espacio para ser recibida". Para cada uno se
desplegará algo distinto de aquello que se revele para otro.
Si somos sinceros tomaremos en conciencia muchas veces durante el
día la declaración: "Mi gracia es suficiente para ti". Si moramos en esa
declaración de la verdad, la estaremos meditando y cumpliremos así una de
las más importantes enseñanzas que se haya dado jamás a la raza humana:
"Si moráis en Mí, y si Mis palabras morasen en vosotros, pedid todo lo que
queráis, y os será hecho". Si mantenemos el Verbo o Palabra vivo en
nuestra conciencia, morando en él cuatro, cinco, ocho, diez o doce veces al
día, incluso también cuando despertemos a media noche, encontraremos
que estaremos meditando. Estaremos dejando que el Verbo more de
verdad en nosotros y que el Cristo se convierta en la actividad de nuestra
conciencia.
¿Qué es el Cristo? Si verdaderamente desean saber lo que el Cristo es,
comiencen con este reconocimiento verdaderamente humilde: "Padre, yo sé
muy poco acerca de el Cristo; ayúdame a entender a el Cristo". Luego
cierren sus ojos y mantengan su atención en la idea de el Cristo. Cada vez
que la mente trate de vagar, regrésenla gentilmente. Mantengan su
atención centrada en el Cristo. Finalmente captarán la visión del verdadero
significado de el Cristo, un significado que ustedes jamás serán
suficientemente capaces de explicarle a ningún otro; pero ustedes, ustedes
mismos, lo sabrán. El Cristo será una presencia real en su conciencia; Ello
será un poder, una influencia, un ser. Y aun así, será algo que no podrán
definir. No importa lo que puedan decir acerca de el Cristo, Ello no será
aquello.
Sin embargo, si persisten en esta meditación, un día el Cristo estará vivo
en su corazón y entonces escucharán:

Yo nunca te dejaré. Como Yo estuve con Moisés, así Yo estaré contigo.


Dondequiera que vayas, Yo iré; Yo estaré justo contigo. Sólo acuérdate de
buscarME, de esperarME. No busques ninguna señal; no busques nada
exterior. Sólo mira hacia Mí. Si sólo miras hacia Mí, un día, cuando creas
que necesitas agua, ésta brotará de una roca; o cuando creas que necesitas
alimento, éste caerá del cielo -pero jamás busques. Ése es el pecado -
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POR JOEL S. GOLDSMITH
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buscarlo. Búscame sólo a Mí. Yo estoy esperando a tu lado. Yo estoy


sentado dentro de ti. Yo estoy descansando en tu corazón. Yo estoy en tu
mente, en tu conciencia. Yo estoy justo aquí, entre tus brazos; abajo, en las
puntas de tus dedos. ¿ME sientes? Yo estoy contigo. Yo voy delante de ti
para enderezar lo torcido. Yo nunca te dejaré. Mira hacia Mí y sé salvo.
BúscaME mientras Yo pueda ser hallado, y todo esto te será añadido.
¡BúscaME!

Desde el instante en que el reconocimiento sea nuestro, habremos


demostrado la declaración de Pablo: "Vivo Yo, pero no yo, sino Cristo vive en
mí". Entonces esa atmósfera del Cristo permanecerá para siempre con
nosotros, y nuestra misma presencia física se volverá una bendición para
todos aquéllos con quienes entremos en contacto. ¿Porque estamos ahí?
¡No!, porque el Cristo está ahí como la luz de nuestro ser. El camino es: orar
sin cesar. Conscientemente nos abrimos al reconocimiento de el Cristo
hasta que llegue el momento cuando ustedes y yo ya no tengamos que
hacerlo conscientemente porque ya no habrá más un 'ustedes' o un 'yo' para
hacerlo. BúsquenME, al Cristo, y sean salvos.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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CAPÍTULO IV

LA UNIÓN INDISOLUBLE

M uy poco progreso podrá hacerse en la senda espiritual de la vida, en


tanto no hayamos captado algo de la visión de lo que Dios es, de lo que
nuestra relación con Dios es, y de lo que la actividad de Dios es en nuestra
vida. Esto no puede ser una experiencia indirecta; tiene que ser individual y
debe ser alcanzada de una manera completamente relajada. Debemos
rehusarnos a aceptar cualquier forma de autoridad que no sea nuestra
propia revelación interior. Por ello es que nos preguntamos acerca de Dios,
y eso nos conduce a meditar en Dios: ¿Qué es Dios? ¿Qué significa Dios
para mí? ¿Cuál es el lugar y función de Dios en mi vida?
¿Cuánta gente ha tenido una experiencia de Dios? ¿Cuántos han
sentido el soplo del Espíritu en sus mentes, en sus almas, en sus cuerpos? El
número es pequeño, sólo unos cuantos cientos o cuando muchos unos
cuantos miles en una generación; y sin embargo Dios está disponible para
todo hombre, mujer y niño. Dios requiere todo nuestro amor y devoción.
Debemos entregarnos a Él para que pueda revelar la dádiva eterna de Sí
Mismo para nosotros. Debemos amar a Dios supremamente con todo
nuestro corazón, mente y alma; amar a Dios en forma tal, que nuestra única
oración sea: "Debo sentir a Dios; debo dejar que Dios llene mi alma, mi
corazón, mi mente, mi ser, mi cuerpo verdadero".
Hablamos de Dios como Inteligencia, Mente y Principio, impersonales,
pero Dios también es personal. La relación entre un individuo y Dios es más
cercana que la relación de éste con su propia madre. Es como estirarse y
sentir una presencia siempre ahí: gentil y tranquilizadora en su verdadero
sosiego; es gozo, paz y calor. En el momento en que tenemos una
experiencia de Dios, hallamos que esa gentileza está ahí, esa paz está ahí,
ese calor está ahí; y con ello llega un amor hacia todo en este mundo, una
sensación de compañía y un gozo de unos por otros.
El concepto normal de Dios es el de un Dios separado y alejado de
nosotros que tiene dentro de Sí Mismo todo el bien, pero que nos lo está
negando. El orar a Dios por lo regular se hace con el propósito de buscar u
obtener algo de Dios -salud, provisión, oportunidad, compañía. La mayoría
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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de nosotros cree que Dios posee ese bien, pero que por alguna razón
inexplicable nos lo niega, por lo que oramos a Dios para que nos otorgue
aunque sea un poco de ello. En ocasiones, cuando nuestras oraciones no
son respondidas con suficiente rapidez, hacemos toda clase de promesas en
un intento inútil de negociar con Dios -promesas que a menudo no tienen la
menor intención de ser cumplidas.
A menudo nos culpamos en un esfuerzo vano por reconciliar a un
supuesto Dios amoroso con un Dios de oídos sordos a nuestras súplicas,
creyendo que algún acto malo cometido u omitido, es la causa por la que
Dios nos niega el bien. Algunos médicos sostienen que la mayoría de las
enfermedades en el mundo, tanto mentales como físicas, son el resultado de
los complejos de culpa. Incontables gentes viven en un estado de
atormentada auto-culpa, consumidas por ese sentido de culpa; en ocasiones
debido a una seria ofensa cometida en su pasado, pero más a menudo por
algún hecho pequeño o que no tuvo la menor importancia. Si creemos que
vamos a ser castigados por un Dios vengador, nuestro concepto de Dios es
por completo erróneo, porque Dios no tiene memoria de nuestras faltas y
fallas; Dios es demasiado puro para ver el mal; Dios no ha castigado ni
castiga a los pecadores. El pecador es castigado por su propio pecado, pero
no por Dios. Aún el pecador empedernido sabe que hay ciertas leyes de
Dios que no deben ser violadas. Sabe que si las viola se hace merecedor al
castigo, pero lo que no sabe es que este castigo no es infligido por Dios, sino
que es auto-infligido.
Dios no es un Dios de venganza; Dios no es un Dios que retenga; pero
tampoco es un Dios que otorgue. Dios es Amor y Él no retiene ni castiga; no
hay amor en retener ni hay amor en castigar. Si Dios esperara que fuéramos
buenos o merecedores, si Él esperara que encontrásemos las palabras
adecuadas con las cuales Lo apaciguáramos, si esperara que utilizáramos una
forma de meditación o un método de tratamiento con los cuales fuéramos
gratos a Sus ojos antes de que estuviera dispuesto a otorgarnos Sus
bendiciones, sería un Dios cruel y caprichoso. Dios jamás dará más de lo
que ya está dándonos ahora. Dios siempre está siendo Dios: Dios está
siendo vida; Dios está siendo amor; y Dios está expresando por siempre Su
vida y Su amor.
Santiago dice: "Pedís y no recibís, porque pedís mal". Cada vez que nos
volvemos a Dios por algo esperando obtenerlo de Él, pedimos mal. Nadie
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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tiene que decirle a Dios que haga verde el pasto o rojas las rosas; nadie tiene
que decirle a Dios cuándo hacer que brillen las estrellas o cuándo cambiar las
mareas. ¿Debiéramos entonces atrevernos a decirle a Dios que tenemos
necesidad de algo? Dios es la Inteligencia infinita de este universo. Si
nuestro Dios sabe cómo producir las perlas en una ostra, o petróleo en la
tierra, si nuestro Dios sabe cómo dirigir a las aves en su vuelo y cómo cubrir
la tierra con Su maravilla y gloria, ¿no será capaz esta misma Inteligencia
infinita de ser la influencia gobernante y guiadora en nuestra experiencia, sin
necesidad alguna de que Le demos consejos, información o sugerencias?
La base de toda meditación y oración debe ser una comprensión de la
naturaleza de Dios y de nuestra relación con Dios. Dios es Vida eterna,
Inteligencia infinita, Amor divino, pero "Yo y mi Padre uno somos. Y aquél
que me ha visto, ha visto al que me envió". Es Dios, el Padre; y Dios, el Hijo;
eternamente uno. Cuando descansamos en tal comprensión, Ello se hace
cargo y actúa armoniosa, gozosa y abundantemente. Sin embargo en el
instante en que nos volvemos a Dios con algún sentido de obtener, desear o
incluso esperar, impedimos la acción de Dios en nuestra experiencia porque
estamos incluyendo nuestros conceptos y expectativas finitos, que
interfieren con el flujo de Dios. Cuando nos rehusamos a aceptar algún
concepto de lo que la voluntad de Dios debiera ser; cuando estamos ante la
Presencia divina puros de corazón, sin voluntad finita, sin deseos, esperanzas
ni ambiciones personales; entonces es que vamos a Dios con manos limpias y
con corazón puro, y podemos decir con convicción y confianza: "Hágase Tu
voluntad en la tierra como en el cielo. Yo soy Tuyo; Tú eres mío. Yo estoy
en Ti, y Tú estás en mí. Hágase Tu voluntad en mí".
Demasiadas personas en el mundo dudan del amor de Dios; de lo
contrario no pasarían tanto tiempo orando por la prodigalidad de Dios. Si
realmente creyeran que Dios es la Inteligencia y el Amor divinos, ¿por qué
sería necesario tratar de aconsejar o influenciar a Dios? Dios es. ¿Qué
mayor oración hay que esas dos palabras? ¿Qué otra cosa podría
conducirnos mejor al interior del reino de nuestro propio ser? La
meditación satisfactoria surge de la convicción absoluta de que Dios es: que
Dios es Inteligencia y Amor; que no hay otro poder aparte de Dios; y ningún
poder opuesto a Dios. No hay nada que interfiera con la expresión del amor
de Dios por Sus hijos. 'Tu gracia es mi suficiencia en todo', es el
reconocimiento de la presencia, la sabiduría, el amor y el poder de Dios en
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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nuestra experiencia. Observen lo que sucede cuando comenzamos a


aceptar esta clase de Dios sin desear algo fuera de nosotros mismos, sino
simplemente estar en el ser, en silencio, para poder decir: "Dios es".
Dios es: un estado de Ser, un estado de Inteligencia infinita y de Amor
siempre presente. La vida de Dios no puede ser ni alargada ni acortada; la
vida de Dios no puede envejecer ni puede cambiar: Dios es: un estado de Ser
eterno, inmortal e infinito. ".Dios es luz, y en Él no hay obscuridad alguna.
Y Dios es capaz de hacer que toda gracia abunde en vosotros; para que
teniendo siempre toda suficiencia en todo, podáis abundar en toda buena
obra". Esa debiera ser nuestra actitud al entrar en meditación.
El reconocimiento de la gracia divina es meditación. Es un
reconocimiento de la naturaleza de Dios y de nuestra relación con Dios. Esa
relación es unicidad. Somos los hijos de Dios, co-existentes con Dios: "Y si
hijos, entonces herederos; herederos de Dios, y co-herederos con Cristo.".
Nuestro Padre celestial conoce nuestras necesidades, pero en ocasiones
oramos como si fuésemos pobres criaturas insignificantes que debieran
postrarse ante algún ser deifico, grande y terrible, que tiene nuestro destino
en sus manos, no siendo muy tierno en ello. En otras ocasiones definimos la
forma en la cual nuestras necesidades debieran ser satisfechas, creyendo
que podemos influir en Dios para que actúe de acuerdo a nuestros deseos.
Lo que debemos hacer es reconocer a Dios, reconocer la omnisciencia de la
Sabiduría infinita, el amoroso Amor que todo lo abarca, el poder total de
aquello que no conoce otro poder que Su propia naturaleza y ser infinitos -
pero no pidamos que esto sea trasladado hacia formas humana. Dejemos
que nuestra meditación sea el reconocimiento de Dios Mismo, y
encontremos que eso basta.
Dios es uno: un Poder, una Ley, una Substancia, una Causa. Esta
enseñanza de unicidad es sin duda alguna la enseñanza espiritual más alta
jamás dada al mundo. Todo el ministerio del Maestro, de Cristo Jesús,
estuvo basado en la antigua enseñanza hebrea de la idea de Dios como uno:
"Escucha, oh Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es". De acuerdo a
Génesis, en el principio creó Dios el mundo y todo lo que en él hay.
Cualquier cosa que Dios no creara no fue creada, no fue hecha. A la luz de
esta verdad hay sólo una Substancia y debido a que hay sólo una Substancia,
no hay substancia que pueda ser destruida, sanada o mejorada. Hay una
sola Ley y por consiguiente no podemos usar la ley de Dios para destruir otra
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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ley o sus efectos. Cuando entendamos a Dios como Vida, sabremos que hay
una sola Vida y jamás tendremos una vida que salvar, una vida que sanar o
una vida que redimir; hay sólo una Vida.
Ahora que sabemos todo esto de Dios, mirémoslo como puntos de
referencia en el camino que hemos estado recorriendo, pero puntos de
referencia que hemos recorrido desde tiempo atrás; y olvidémoslos por
completo. Nadie va a encontrar a Dios hasta que haya sido desnudado de
todos los conceptos de Dios, hasta que haya dejado atrás todos los sinónimos
para Dios que haya escuchado, y se embarque hacia lo desconocido para
descubrir al Incognoscible. No hay algo así como un pensamiento acerca de
Dios o un concepto de Dios que sea correcto, puesto que un concepto
siempre permanecerá como concepto.
¿Entonces cómo vamos a llegar a la comprensión de lo que Dios es?
Luego que nos hayamos establecido bien en la letra de la verdad, llegará un
momento en el cual deberemos estar dispuestos a admitir que todo nuestro
conocimiento acerca de Dios ha sido en el reino del intelecto, y que nada
que conozcamos con la mente es absolutamente cierto. Nada que podamos
pensar acerca de Dios, es verdad; nada que podamos leer en un libro sobre
Dios, es verdad; porque éstas representan simples opiniones humanas
limitadas acerca de Dios. Para Juan, Dios fue revelado como Amor; pero no
podemos aceptar eso como verdad, ya que no conocemos el sentido que
Juan tuvo acerca del amor ni cómo aplicó dicho término. Para Jesús, Dios
era el Padre, porque el significado más profundo de esa palabra fue revelado
dentro de la conciencia de Jesús. La comprensión de Dios tiene que llegar
como una revelación individual para cada aspirante en la senda espiritual.
Durante los años de mi propio despliegue fue necesario que yo
renunciara, uno por uno, a esos sinónimos comúnmente aceptados para
Dios, puesto que no era posible que yo supiera lo que quisieron decir con su
uso, aquéllos a quienes les fueron revelados. Cuando cada concepto fue
ignorado, me quedé con el término "lo Invisible Infinito". ¿Por qué lo
"Invisible Infinito"? Porque lo Invisible Infinito no significaba algo que yo
pudiera entender. Ni ustedes ni yo podemos captar lo Infinito; ni ustedes ni
yo podemos ver lo Invisible. Lo Invisible Infinito es un término que denota
algo que no puede ser comprendido por la mente finita. Sin embargo, esto
no quiere decir que lo Invisible Infinito sea el término correcto para Dios. Es
correcto para mí, porque me proporciona un término que mi mente no
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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puede abarcar. Eso me satisface. Si yo pudiera captar el significado de lo


Invisible Infinito, sería dentro del ámbito de la comprensión humana, y no
quiero esa clase de Dios.
Dios no puede ser conocido con la mente humana; pero si escuchamos y
estamos en silencio, en ese silencio Dios Se revelará a Sí Mismo. Justo
donde estamos se encuentra Dios. "... ¿A dónde huiré de Tu presencia?... Si
hiciere mi lecho en el infierno, contemplaría que Tú estás ahí". La presencia
de Dios está dentro de nuestra conciencia. No tenemos que esforzarnos por
llegar a Dios, ni siquiera mentalmente; ni buscarLO como si estuviese lejos o
fuera algo difícil de alcanzar. Muchos encontraron que cuando
abandonaron su búsqueda frenética por Dios, aprendiendo a estar en
silencio; dejando de repetir como loros palabras y frases sin significado
alguno, un día llegó un despertar, y descubrieron que Dios había estado justo
a su lado todo el tiempo, murmurando en silencio: "Espera -¿por qué no te
detienes y Me dejas que diga algo?" Si estuviéramos perdidos en un
desierto, sin ninguna manera de encontrar ayuda humana, y sin los medios
para que ésta nos encontrara, ¿cómo podría ese Me hablarnos en un
momento de impotencia? Cuando escuchamos, oímos Sus palabras
murmurando:

El lugar donde Yo estoy, tierra santa es. ¿A dónde huiré yo de Tu


Espíritu? "Sí, aunque ande a través de valle de sombra de muerte, yo no
temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo". Solo, aunque no solo; sin
ayuda, pero no sin ayuda; la ayuda divina siempre está aquí donde yo estoy,
y no tiene que encontrarme, y yo no tengo que encontrarla. Dios está donde
yo estoy. El reino de Dios está dentro de mí, porque Yo y el Padre uno
somos. Dios no está perdido, yo estoy seguro que Dios no me ha perdido. Si
yo estoy aquí, Dios también está aquí.

Esta es una meditación poderosa. No hemos pedido, suplicado ni


rogado por nada. Hemos re-conocido la verdad conocida por Jesús, Juan,
Pablo, Moisés y Elías; la verdad revelada a cada uno de ellos de que, donde
yo estoy, Dios está. Es una enseñanza universal conocida por todo señor y
maestro espirituales de todas las épocas, pero ha sido perdida debido a la
adoración a un Dios lejano, y por la creencia de que Dios y Su Hijo amado son
seres separados.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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En esta meditación nos damos cuenta que Dios está dentro de nuestro
propio ser, pero no confinado dentro de los límites de nuestra carne.
Ningún cirujano podría operar y encontrar a Dios; pero aun así, Dios está
dentro de nuestra propia conciencia; más cerca que la respiración, las manos
y los pies. Si alguna vez estuviéramos en un lugar discordante, no olvidemos
nunca que nuestra salvación, está más cerca que la respiración, puesto que
Yo y el Padre uno somos.
Miremos la declaración: "Yo y mi Padre uno somos". Visualicen una
figura y vean contenida en ella al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Esa sola
figura es Dios, el invisible Principio creativo; esa figura única es el Hijo,
apareciendo como la única figura; esa figura única es el Espíritu Santo
invisible, que mantiene y sostiene al Hijo por toda la eternidad. La figura
única jamás se vuelve dos; nunca se convierte en nada menos que uno,
porque hay algo inherente en ella que mantiene su unicidad.
Del mismo modo cada persona es una con Dios. Esa unicidad incluye a
Dios, el Padre; al Hijo, la identidad individual; y al Espíritu Santo, la actividad
de Dios que mantiene y sostiene esa unicidad: la identidad individual
llamada Rut, Roberto o Joel. Lo que vemos no es todo lo que constituye a
Rut, a Roberto ni a Joel; hay más que lo que los ojos contemplan, porque
justo donde la forma aparece, está el Principio creativo, la Actividad
sostenedora. Hay una identidad individual llamada Roberto: Roberto, el
Hijo; más Roberto, el Padre; más el Espíritu Santo -Dios, el Padre; Dios, el
Hijo; Dios, el Espíritu Santo. Esto derriba todo sentido de separación de
Dios. La actividad de Dios mantiene a cada identidad individual hasta la
eternidad: la sostiene, la alimenta, la sustenta y le confiere Su abundancia,
éxito y gracia. Acallémonos y seamos alimentados, mantenidos,
sustentados y dirigidos por esta Fuerza invisible cuya función es, ser el
Mesías.
El propósito de esta meditación es llegar al significado verdadero de la
unicidad, al significado interno de la declaración: "Yo y mi Padre uno somos".
Centremos nuestra atención en esta declaración. En ocasiones pudiéramos
encontrar difícil el mantener por algún tiempo una sola línea de
pensamiento, pero si la perdiéramos podemos regresar gentilmente, de la
siguiente manera:

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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"Yo y mi Padre uno somos". Tal como la ola es una con el océano, así
yo soy uno con Dios; tal como el rayo de sol es una emanación del mismo sol,
así yo soy uno con Dios. Por ello nunca puedo estar extraviado; jamás puedo
estar solo. La presencia de Dios está aquí donde yo estoy, en este mismo
lugar donde me encuentro, aunque lo llamare infierno. En el valle de sombra
de muerte no he de temer, porque Dios está conmigo.
Yo nunca te dejaré ni te abandonaré. Antes que Abraham fuese Yo soy.
Antes que Abraham fuese Yo estaba contigo, y estaré contigo hasta el fin del
mundo. Yo en medio de ti, Soy poderoso; Yo en ti y tú en mí, y somos uno.
Dondequiera que vayas Yo iré; dondequiera que vayas -al este u oeste, al
norte o al sur, arriba al cielo o abajo en el mar -dondequiera que vayas, Yo
iré. Yo jamás te dejaré ni te abandonaré. Si caminaras sobre las aguas no
te ahogarás, porque Yo estoy contigo. Si pasaras por el horno ardiente, las
flamas no te quemarán, porque Yo estoy contigo.

La naturaleza de Dios es el Yo. Silenciosa y humildemente, date cuenta


que ese Yo de quien has pensado que eras tú, ese Yo de quien has pensado
que tiene problemas, es Dios. ¿Entonces cómo puedes tú -ese Yo -tener
problemas o conocer la limitación? Si crees que Dios es tu Padre y mi Padre,
y que ese Padre está dentro de ti, ¿cuán lejos tendrías que ir por guía,
protección o provisión? Cuando te des cuenta de la naturaleza de Dios
como siendo Yo -a partir de entonces, Yo no tendrá problemas.
No es probable que cualquiera de nosotros encare la situación poco
común de sentirse perdido en el desierto, pero jamás dudemos ni por un
instante, que en algún momento pudiéramos encontrarnos en algún tipo de
páramo, sólo para descubrir que Dios Se aparece a nosotros como maná del
cielo, como agua de una roca, o como la apertura de un mar. Desde Génesis
hasta Revelación (Apocalipsis), la Biblia es la historia tanto de su vida como
de la mía. En cierto grado lo que le aconteció a Moisés, nos acontecerá a
nosotros; lo que le aconteció a Elías, Jesús, Juan o Pablo, ocurrirá en cierta
medida en nuestra experiencia. Estaremos en cierta clase de desierto sólo
para aprender que dondequiera que estemos, Dios está; que la tierra donde
estamos, tierra santa es. La voz del Señor nos dirigirá en la forma en que
debamos andar. Si creyéramos que la voz de Dios estuvo reservada sólo
para Jesús, Isaías, Elías o Moisés, hace doscientos o trescientos mil años, no

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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escucharíamos esa dirección. Si podemos aceptar a Dios como uno; Dios, el


Padre universal; y Dios, el Hijo, seremos capaces de escucharLO.
A menos que nos demos cuenta de que lo que es cierto de Dios, es
cierto de nosotros, como el ser individual infinito, toda meditación sobre
Dios resultará inútil. Sólo cuando establezcamos esta naturaleza infinita del
ser de Dios como la naturaleza del ser individual, es que completaremos la
conciencia que traerá armonía a nuestra experiencia.
La naturaleza de Dios es el Yo: ese Yo que mora en medio de nosotros,
ese Yo que reconocemos individualizado como nuestro propio ser. Ese Yo
no es el cuerpo que vemos con nuestros ojos; no es el "yo" egotista que cree
que un ser humano tiene todo el poder o que el ser humano es Dios; sino
que es ese gentil Yo que mira desde el centro de nuestro ser. El "yo"
humano egocéntrico debe "morir a diario" para que el Yo divino pueda nacer
de nuevo en nosotros, y sea revelada nuestra divina relación.
Dios es ser individual. Dios es tu ser; Dios es mi ser; Dios es el ser de
toda forma de vida -humana, animal, vegetal, mineral. Dios es ser
individual. Dios es la ley, la vida, el alma, la substancia del ser individual, y
por ello todo lo que Dios es, yo soy: "Todo cuanto el Padre tiene es mío".
Esta cita es hermosa, pero carece de valor práctico a menos que nos
convirtamos en incorporaciones vivientes de dicho principio.

Dios es mi ser individual; Dios constituye mi ser; Dios es la vida, el alma


de mi ser, el Espíritu. Dios es la verdadera substancia con la cual mi cuerpo
está formado. Dios es la única ley que me gobierna -no leyes de escasez o
limitación; no leyes de alimentos, clima o digestión; no leyes de creencias
médicas o teológicas -Dios es la única ley. La ley de Dios es una ley de
inmortalidad, eternidad y perfección; se auto-mantiene y auto-sustenta.

En una forma u otra podría llegarnos la tentación de creer que


contamos con un ser separado y aparte, de Dios. La tentación pudiera llegar
con alguna llamada por curación. Nuestra primera respuesta pudiera ser:
"¡Oh, no tengo suficiente comprensión!" Si estamos alertas para reconocer
la verdad de Dios como ser individual, nos daremos cuenta que:

¡Claro!, yo no tengo suficiente comprensión y jamás tendré suficiente


comprensión como para sanar algo o a alguien. La salud no viene por medio
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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de 'mi' comprensión. Esta salud debe llegar como la actividad de el Cristo;


no debido a 'mi' comprensión -no debido a lo que yo sé o a lo que no sé. Yo
soy un instrumento dispuesto, Padre. Yo estoy dispuesto a callar; yo estoy
dispuesto a dejar que la actividad de Tu ser sea mi ser, y que Tu gracia sea la
suficiencia para este individuo o para esta situación. "Yo nada puedo hacer
por mí mismo..." Yo, el Hijo, soy sólo el instrumento para el Yo, el Padre.

Sólo Dios es el origen y la fuente de todo cuanto es: de toda provisión,


de toda salud y de toda relación. Si utilizamos nuestro dinero como si
saliera de nuestro propio almacén, encontraremos que éste disminuye en
igual proporción, a menos que nos hayamos hecho conscientes de que este
dinero en realidad no nos pertenece -le pertenece a Dios porque "la tierra es
del Señor, y de Él es su totalidad". Toda provisión está en, y viene de, Dios.
Así que cuando gastemos, gastemos como si la abundancia de Dios fuera lo
que usáramos y no la nuestra. De esa forma encontraremos que no tenemos
menos -al contrario, habrá doce cestas más. Ese fue el principio que el
Maestro ejemplificó cuando multiplicó los panes y los peces.
La Biblia enseña que la tierra y su totalidad pertenecen al Señor. Sin
embargo, aun cuando repitamos dichas palabras, muchos de nosotros
todavía creemos que la abundancia de Dios es algo separado y aparte de
nosotros, y que de un momento a otro se hará una transferencia para que,
aquello que le pertenece a Dios, se vuelva nuestro. Ese es un pensamiento
tan del todo ridículo, como el pensar que las hermosas flores que crecen en
nuestro jardín nos pertenecen. Toda la naturaleza se reiría ante tal idea.
Dios es el origen de toda flor que crece en un jardín. Dios es el origen de
todo. ¿Cuál es la diferencia si la totalidad del Señor florece como una flor o
como dinero? No hay manera de transferir aquello que está en Dios y
aquello que está en nosotros. Todo cuanto está en Dios ya está en nosotros
en este preciso momento, porque "Yo y mi Padre uno somos" -Dios, el
Padre, el invisible Principio creativo; Dios, el Hijo, lo visible; y Dios, el
invisible Espíritu Santo, la influencia sustentadora y sostenedora.
Ésta es la enseñanza del Maestro: "Niégate a ti mismo" o "Muere a
diario". Esta es la enseñanza de Pablo: Abandona la mortalidad para que
puedas ser revestido de inmortalidad, y Dios pueda ser revelado en toda Su
gloria, como ser individual. Mientras haya un "yo" personal intentando
conseguir algo, llevar a cabo algo, obtener algo, habrá una personalidad
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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luchando por mantenerse a sí misma, separada y apartada de Dios. Es


posible morir a diario; es posible negar el yo; porque lo único que se niega
del yo, es la negación de que: yo por mí mismo puedo ser o tener algo; que:
yo por mí mismo puedo ser bueno; que: yo por mí mismo puedo ser
espiritual; que: yo por mí mismo puedo tener poderes espirituales; que: yo
por mí mismo puedo tener salud; o que: yo por mí mismo puedo tener
riquezas. Esa es la única negación del ser que hay, y eso, es morir a diario.
Es dejar de tratar de obtener algo por nosotros mismos. La lección en sí
misma es sencilla: no deseemos añadir a nuestras redes más peces, peces
más grandes o mejores peces. Neguemos el que tengamos alguna
necesidad de peces, porque todos los peces del mar pertenecen a Dios, y
todo lo que pertenece a Dios nos pertenece a nosotros. Al negar el sentido
personal del ser, glorificamos al Ser que realmente somos -el Ser-Dios. El
Ser-Dios es nuestro ser verdadero, y la medida de nuestra Individualidad es
infinitud.
Al reconocer a Dios como ser individual, estamos reconociendo la
infinitud en el centro de nuestro propio ser, una infinitud que podemos
permitir que fluya desde nosotros hacia el mundo. Sin embargo, en el
instante en que nos llega un pensamiento de: tener, adquirir, demostrar o
alcanzar algo, bloqueamos o impedimos que esta infinitud escape. Pero
cuando reconocemos que: somos sólo el instrumento para Su entrada a la
conciencia humana, entonces llevamos con nosotros la atmósfera santa y
espiritual de la totalidad de Dios dentro de nuestro verdadero ser. Sin un
solo trazo de egotismo, sin ningún deseo de gloria o beneficio personales,
reconocemos que quienquiera que sinceramente llegue a nosotros en busca
de la gracia de Dios, dondequiera podrá recibirla. La gracia de Dios es la
suficiencia para la situación -no nuestro conocimiento o nuestras posesiones.
Entonces en paz y en silencio, el flujo comenzará a manar desde nosotros,
como calidez, como liberación, como gozo. El ser capaces de acallarnos y
saber que el "Yo" de nosotros es Dios, que ese Dios es nuestro ser individual
-individualidad, naturaleza, carácter y cualidad internas -y que todo cuanto
Dios es, está manado desde nosotros hacia manifestación y expresión
visibles como nosotros, automáticamente nos libera.
Cuando nuestra relación con Dios esté establecida, podremos viajar por
el mundo sin dinero ni itinerario. Podremos comenzar cada día y todos los
días de nuevo, sin nada, y en poco tiempo hallar nuestra verdadera
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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necesidad satisfecha. Humanamente podríamos no desear tenerla o


adquirirla, pero estaremos viviendo el Principio:

Dios es mi ser individual. Todo cuanto el Padre es, Yo soy; todo cuanto
el Padre tiene, está incorporado dentro de mi conciencia. No viene a mí; yo
soy sólo el instrumento por medio del cual Ello fluye hacia aquéllos que no
están conscientes todavía de esta gran verdad de su relación con Dios.

¡Dondequiera que haya necesidad, ahí estará la satisfacción de la


misma! La satisfacción existe en la conciencia, como la conciencia del ser
individual; y esa conciencia es: Dios. La satisfacción implica: una transición
en la conciencia. Puede requerir de día, semanas o meses de meditación
antes de que nos demos cuenta que Dios es: ser individual, y que el lugar
donde estamos, tierra santa es. Jamás volverá a haber necesidad o deseo
sin que sea instantáneamente satisfecho desde dentro, como el
cumplimiento de la conciencia. Dios es nuestra conciencia; Dios Se satisface
a Sí Mismo a diario y cada hora, en toda forma necesaria. La base de esta
comprensión es: Dios, como ser individual.
Puesto que Dios es: conciencia individual, podemos, con fidelidad,
persistencia y perseverancia, alcanzar el reino de Dios dentro de nosotros, y
manifestarlo en nuestra experiencia para que se haga cargo de toda nuestra
vida. Esta conciencia-Dios puede satisfacerse a Sí Misma sólo en la medida
en que nulificamos el sentido personal del "yo". Ir a Dios sin un solo deseo
elimina el "yo" en buena medida, porque es sólo el "yo" personal quien
puede anhelar, desear o tener, voluntad alguna. Nos volvemos a Dios para
recibir bendición espiritual, mas nadie sabe cuál será la naturaleza de esa
bendición espiritual particular. "Ojo no ha visto ni oído ha escuchado, ni ha
llegado al corazón del hombre, lo que Dios ha preparado para aquéllos que
Lo aman. Pero Dios nos lo ha revelado por medio de Su Espíritu".
Cuando el Dedo de Dios nos toque, podría colocarnos en una vida
completamente distinta -si ese fuera Su destino para nosotros. Para cada
uno de nosotros hay un destino; no todos estamos destinados a la misma
clase de actividad:

Ahora hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo...


Y hay diversidad de acciones; pero es el mismo Dios quien obra todo en t o d o .

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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Porque a unos les es dado por el Espíritu, la palabra de sabiduría; a otros la


palabra de conocimiento, por el mismo Espíritu;
A otros el obrar milagros; a otros profecía; a otros discernimiento de espíritus;
a otros diversas clases de lenguas; a otros la interpretación de lenguas.
Pero todo esto obra el único y mismo Espíritu, dividiendo a todo hombre por
separado según Su voluntad.
Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los
miembros de ese único cuerpo, siendo muchos, son un sólo cuerpo, así
también es Cristo.

Dios obra como constructores de puentes, como mineros de carbón,


maestros, vendedores, abogados, artistas, ministros; y es Dios, la Inteligencia
infinita, en el centro de nuestro ser, Aquello que determina nuestra forma
particular de expresión. Para conocer cuál es Su destino para nosotros,
debemos tocar, en meditación, este centro dentro de nosotros.
El grado de cumplimiento experimentado estará en proporción directa
al grado de revelación de la conciencia. Dondequiera que estemos en este
momento en la vida, este momento representa el grado de vida-Dios
desplegada en expresión consciente; pero podemos cambiar esa expresión
abriendo nuestra conciencia a un flujo mayor. Aquéllos que se abren a Dios
a través de la meditación, se hacen uno con lo Invisible Infinito. Dios usa la
mente, alma y cuerpo como instrumentos para Su actividad y revelación; y la
gracia de Dios que fluye por medio de ellos es una bendición para el mundo:

"Sea Mi gracia suficiente para ti". Tu gracia no sólo es mi suficiencia,


sino que Tu gracia es la suficiencia para todos aquéllos que entran al ámbito
de mi pensamiento. Padre, yo soy un instrumento por medio del cual la
bendición invisible puede aparecer en el mundo, para aquéllos que Te
buscan. El reino de Dios está dentro de mí, el reino de la justicia; es Tu reino,
Tu poder y Tu gracia. Tu gracia es una bendición para todos aquéllos que
están en el mundo. Es mi gozo que esta bendición -esta bendición de Dios,
esta gracia de Dios -pueda fluir de igual manera para amigos o enemigos,
cercanos o lejanos, que pueda fluir a aquéllos de cualquier nacionalidad, raza
o fe, que eleven sus corazones a Dios. Es mi gozo que todos aquéllos que
honestamente eleven su pensamiento o voz hacia Dios, puedan hallar su
bendición por medio de Tu gracia que fluye a través de mí.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
47

CAPÍTULO V

LAS DIFICULTADES

S practicamos las meditaciones siguientes con fidelidad, sin duda


alguna que surgirán en cierto momento muchas preguntas relacionadas con
los procedimientos para meditar. ¿Qué hay de los superfluos pensamientos
que surgen por medio de la mente? ¿Debiéramos esperar tener visiones?
¿Hay un tiempo definido para cada meditación? ¿Cuánto entendimiento se
necesita? ¿Tiene la dieta algún impacto en la efectividad de la meditación?
¿Se requiere o aconseja alguna postura en particular?
Consideremos primero la pregunta acerca de la postura. La meditación
se practica con mayor facilidad cuando no estamos conscientes del cuerpo.
Si nos sentamos en una silla recta con los pies asentados sobre el piso; la
espalda derecha, como normalmente debiera ser; el mentón hacia abajo, y
ambas manos reposando en el regazo; entonces el cuerpo no se inmiscuirá
en nuestros pensamientos. Esta posición normal y natural debiera ser
mantenida por cerca de cinco, diez o veinte minutos, sin dirigir la atención
hacia el cuerpo.
No hay nada misterioso en esta postura. En el Oriente poca gente se
sienta sobre sillas; por tanto les resulta natural meditar sentados sobre el
suelo con las piernas entrecruzadas. En esa posición se sienten a gusto;
pero nosotros en Occidente, no sólo encontramos difícil alcanzar dicha
postura, sino que para la mayoría de nosotros resultaría incómoda de
mantener.
Si se recuerda que en la meditación toda nuestra atención debiera estar
enfocada en Dios y en los asuntos de Dios, se entenderá rápidamente que al
meditar es sabio que el cuerpo esté en una posición cómoda y natural para
que la atención no sea atraída hacia él. La única razón para tomar alguna
postura en particular, es el facilitar que la atención se centre en Dios y se
haga receptiva a Su poder infinito. Cuando se medita, se observa un cambio
en el organismo. La columna vertebral está recta; el pecho en alto; la
respiración se hace más lenta; y los pensamientos en la mente se
desaceleran cada vez más hasta que finalmente se detienen.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
48

La meditación es una experiencia consciente. Como se recomendó con


anterioridad, ayuda mucho el comenzar a meditar considerando alguna
pregunta, pensamiento o idea específica, sobre los que deseemos
iluminación. Comencemos con la idea de recibir una revelación de Dios. Si
nos damos cuenta que la meditación es una actividad consciente de nuestra
Alma, no habrá riesgo alguno de quedarnos dormidos o adormilados. Dos o
tres minutos de meditación debieran ser suficientes para eliminar la fatiga
que en ocasiones uno siente al final de un extenuante día de trabajo. No
podemos irnos a dormir con la mente abierta, esperando recibir una
impartición. Aquéllos que se quedan dormidos durante la meditación
fracasan al tratar de hacerla una experiencia consciente. En un momento
dado de la meditación pudiera llegar el sueño, pero tal sueño no es caer en
la inconsciencia. La actividad de la conciencia continuará durante el sueño.
La meditación no es sólo recargarse perezosamente y decir: "Está bien Dios,
¡adelante!" Por el contrario, es una alerta vivificante e incluso es: esa "paz
que sobrepasa el entendimiento".
Asegurémonos de que esa paz esté ahí. Debiéramos asegurarnos que
no haya tensión en relación con la meditación. No vamos a tomar el reino
de Dios por la fuerza -por medio del poder mental o el físico. Cuando la
meditación comience a ser un esfuerzo, detengámosla; de lo contrario
nuestro propósito pudiera frustrarse. No es necesario meditar durante
cierto tiempo. Si la meditación durara sólo un minuto, sintámonos
satisfechos, porque si hemos estado manteniendo nuestra mente en Dios
por medio minuto, habremos iniciado el flujo.
La meditación es un arte difícil de señorear. Si no fuera tan difícil,
desde antaño todo el mundo habría ya dominado su técnica. En mi
experiencia personal necesité ocho meses, con cinco a diez meditaciones
diarias antes de recibir mi primer verdadero "clic" o sentimiento de la
Presencia interior -ocho meses meditando de día y de noche. Es más, yo no
sabía que eso de hacer contacto con Dios fuera posible, o que se lograría
cualquier cosa una vez que se alcanzara. Sin embargo había una convicción
inquebrantable muy dentro de mí de que era posible tocar algo mayor que
yo mismo, fundirme con un poder superior. Nadie que yo conociera había
recorrido antes ese camino; nadie preparó el camino para mí. Sólo tenía esa
convicción interior de que si podía tocar a Dios en el centro de mi ser, Ello se
haría cargo de mi vida, mi trabajo, mi práctica y mis pacientes. Al cabo de
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
49

ocho meses fui capaz de alcanzar una conciencia de un segundo -quizá no


duró ni un segundo. Yo no sé cómo medir el tiempo cuando algo ocurre en
menos de un segundo, pero en verdad fue menos de un segundo de
conciencia. Una semana después tuve otra y luego de varios días llegó la
tercera. Pasó toda una semana antes que el cuarto momento de conciencia
se alcanzara; después ocurría dos veces al día. Finalmente llegó el día en
que la conciencia pareció durar una eternidad, y esa eternidad en verdad
duró mucho menos de un segundo. Luego de quizá tres años aprendí que si
me levantaba a las cuatro de la mañana, en ocasiones entre las cuatro y las
ocho, sentiría ese "clic" o conciencia de que Dios estaba disponible. En
ocasiones el "clic" llegaba a los cinco minutos y otras veces tardaba las
cuatro horas completas, pero a partir de ahí, jamás me fui a la oficina hasta
que la Presencia fue concientizada.
Ahora bien, jamás consagren menos de nueve o diez horas de las
veinticuatro que tenemos, para meditar -pero no seguidas; sino por
períodos de cinco, diez, veinte o treinta minutos. No hay horario regular: en
ocasiones me voy a la cama a las ocho de la noche; me levanto a las diez y
media de la noche y medito hasta las tres de la mañana; luego me vuelo a
acostar hasta las cuatro o cuatro y media de la mañana; me levanto y vuelvo
a meditar hasta el medio día. Es más, cuando alguien viene a visitarme,
luego de que lo dejo hablar por unos cinco minutos, ambos meditamos.
Esta es la forma -meditación constante, constante, un constante volvernos
hacia el interior para que el impulso interior se mantenga fresco.
Conforme avanzamos en este trabajo, si permitimos que se nos prive de
nuestros períodos de contemplación por la presión de las actividades o las
demandas de mayores responsabilidades, perderemos el camino. Una vez
que el centro de el Cristo ha sido tocado, pudiera ser que las actividades
externas aumentaran a tal grado, que invadieran el tiempo que debiéramos
dedicar a la meditación. Demasiada indulgencia con las cosas del mundo
pronto nos privarían del don espiritual que es infinitamente más valioso que
cualquier cosa material que pudiéramos sacrificar. El Maestro se apartaba
de la multitud para comulgar a solas, en el desierto y en lo alto de la
montaña. También nosotros debemos apartarnos de nuestras familias,
amigos y obligaciones humanas durante dichos períodos, para la comunión
necesaria para nuestro desarrollo y revelación interior. Una o dos horas de

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
50

meditación o comunión sin ningún propósito o deseo particular, nos traerá la


experiencia de Dios en medida más profunda.
A menudo surge la pregunta en relación con la dieta y la meditación.
¿Hay alguna dieta especial que si se sigue aumente la capacidad espiritual de
uno? ¿Debe el aspirante en el camino espiritual evitar ciertos alimentos?
¿Debiera uno abstenerse de comer carne?
En cada etapa de nuestro despliegue somos tentados a creer que algo
que hagamos o pensemos en el reino humano nos ayudará en el desarrollo
de nuestra conciencia espiritual. Eso es una premisa falsa. Por el contrario,
el desarrollo de nuestra conciencia espiritual es lo que cambia nuestros
hábitos cotidianos y nuestra forma de vida. Conforme el aspirante progresa
en el camino espiritual, hallará que come menos y menos carne hasta que
finalmente alcanza el punto donde no puede volver a comer carne. Sin
embargo no creamos que haya alguna virtud en algún acto de omisión o
comisión, o que alguna forma de sacrificio material pueda aumentar nuestra
espiritualidad. La espiritualidad se desarrolla: por medio de la lectura de
literatura espiritual, del escuchar sabiduría espiritual, de la asociación con
aquéllos que están en el camino espiritual y por medio de la práctica de la
meditación. El reino de Dios es encontrado por medio del reconocimiento
interior. La trasformación externa en nuestros hábitos de comer es el
resultado directo de una gracia espiritual interior; es el resultado del proceso
espiritual que está ocurriendo en la conciencia. Abstenerse de ingerir carne
no es el medio para desarrollar la gracia interior espiritual; pero el desarrollo
de esa gracia interior espiritual conduce a la renuncia de aquello que está en
el plano externo.
Surge otra pregunta en relación con las visiones psíquicas. ¿Son dichas
manifestaciones deseables o parte necesaria de la experiencia de la
meditación? Las visiones psíquicas, tales como ver colores o ser
confrontados con apariciones de carácter sobrenatural, pudieran tener cierta
importancia para nuestra experiencia humana, pero recuerden esto:
pertenecen por completo al nivel psíquico o reino mental de la conciencia.
En la literatura espiritual estas visiones jamás se relacionan con, ni se
consideran como, experiencias espirituales. La experiencia psíquica no tiene
nada que ver con el mundo del Espíritu. El mundo psíquico de ver visiones,
colores o algo semejante, queda atrás en la comprensión de que aquí y
ahora somos seres espirituales, la manifestación de todo cuanto Dios es.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
51

Por esa razón no nos asociemos con el reino psíquico, sino elevémonos sobre
él hacia la atmósfera pura del Espíritu.
En muchas ocasiones alcanzamos en la meditación una sensación de
paz o armonía -la conciencia de la presencia de el Cristo. Éstas son
experiencias inspiradoras, pero debemos estar dispuestos a renunciar hasta
esa paz profunda, con objeto de elevarnos al siguiente nivel de conciencia en
el cual carece de significado o importancia el haber alcanzado dicha paz.
Habiendo realizado la presencia eterna de el Cristo, ¿necesitamos tener
alguna clase de reacción emocional? El sentirnos emocionalmente
satisfechos o emocionalmente hambrientos, no afecta en nada, puesto que
habremos comprendido que la actividad de el Espíritu es algo eterno,
siempre con nosotros.
Una de las grandes dificultades al meditar es el temor a no tener
suficiente entendimiento con el cual comenzar esta práctica. El Salmista se
hizo cargo para siempre del temor y la duda cuando, en el Salmo 147, su
corazón y labios cantaron alabanzas a Dios: "Grande es nuestro Señor y de
mucho poder; Su entendimiento es infinito". Lo que importa es Su
entendimiento, no el nuestro. Abandonemos todas esas tonterías acerca de
que no tenemos suficiente entendimiento o de que lo tenemos en gran
medida. Debemos recordar que es Su comprensión. Por tanto, en quietud
y confianza, volvámonos al interior para permitir que la verdad se revele.
No habrá límites para la comprensión, si nuestra dependencia se basa en la
comprensión de Dios, y no en la nuestra. No hay ninguna persona que lea
este libro que no tenga el suficiente entendimiento para comenzar la
práctica de la meditación y con ello entrar al reino de Dios. Por gracia, aun
el ladrón en la cruz fue capaz de entrar al paraíso "este día"; y nosotros,
también por gracia, podemos entrar por las puertas del cielo en este preciso
instante.
Por supuesto que la mayor dificultad en relación con la meditación, es
la falta de habilidad para sostener el pensamiento en una sola dirección. No
es culpa de ustedes ni mía, sino que en parte es resultado del tiempo
acelerado de la vida moderna. Al niño se le da una sonaja, y en cuanto
crece, se le da otro juguete. Toda su atención, desde la infancia hasta la
adolescencia y la madurez, está centrada en la gente y las cosas, por lo que
cuando se encuentra a solas se sobrecoge de temor. La mayoría de la gente
jamás ha aprendido cómo sentarse y estar en silencio; incluso algunos jamás
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
52

han aprendido cómo estar lo suficientemente tranquilos como para leer un


libro. Nuestra cultura ha enfocado su atención en las cosas del mundo a tal
grado, que hemos perdido la capacidad para sentarnos en silencio y
considerar una idea.
Cuando cerramos nuestros ojos con la intención de meditar, nos
asombramos al descubrir una fábrica de calderas dentro de nosotros. Toda
clase de pensamientos relampaguean en nuestra mente; cosas simples
como: ¿Desconecté la plancha? ¿Conecté el refrigerador? ¿Saqué al gato?
otros pensamientos se presentan; no tan simples o sin importancia -
pensamientos de temor o duda. No nos espantemos por estos
pensamientos; son pensamientos del mundo. Somos como antenas
recogiendo todas las trasmisiones del mundo. Si las ignoramos, en unos
cuantos días o semanas se morirán por falta de alimento. Sólo cuando las
aceptamos como nuestras, es que las alimentamos.
Aunque nuestra meta es alcanzar quietud y receptividad, jamás
debemos tratar de silenciar la mente humana; jamás tratemos de detener el
pensamiento o de vaciarlo. No se puede. Cuando comencemos a meditar y
lleguen pensamientos difíciles de controlar, debiéramos recordar que
pertenecen al mundo y no a nosotros. Dejemos que entren. Sentémonos
tras ellos y observémoslos, mirándolos impersonalmente. Gradualmente se
detendrán, y quedaremos en paz. Cada vez que nuestro pensamiento vague
durante la meditación, regresemos gentilmente y sin impaciencia, al tema de
nuestra meditación. Habiendo continuado con esta práctica, llegará el día
cuando esos extraños pensamientos ya no impacten nuestra conciencia. Los
habremos destruido al ignorarlos. Nos habremos vuelto tan ajenos a ellos al
no haberlos atacado, que no volverán a fastidiarnos. Pero si los atacamos,
permanecerán con nosotros eternamente.
Al meditar debemos ser muy pacientes en nuestro esfuerzo de
conquistar cualquier sensación de desasosiego. Ninguna verdad que no
conozcamos ya, se nos va a dar desde el exterior; pero la luz presentada para
dicha verdad desde dentro de nuestra propia Alma, se aplicará a nuestra
experiencia. La verdad que llegue del exterior será una mera sombra de la
verdad; la verdad que venga desde dentro de nuestra conciencia personal,
será la verdad que se vuelva "la luz del mundo" para todos aquéllos que
entren en su rango. "Yo, si Yo fuere elevado de la tierra, atraeré a todos los
hombres a Mí". La meditación nos elevará al punto donde aprenderemos el
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
53

Verbo de verdad, en su significado interior. El ritmo del universo se


posesionará de nosotros. No nos moveremos; no pensaremos; pero
sentiremos que estamos sintonizados, que hay un ritmo de vida, que hay una
armonía del ser. Esto será más que paz mental; es la paz espiritual que
sobrepasa el entendimiento.
Para entrar a la vida mística debemos señorear la habilidad de
permanecer en el silencio, sin pensar. Esta es la parte más difícil de toda la
práctica espiritual. De ningún modo es detener o reprimir el pensamiento,
tampoco un esfuerzo en dicha dirección; por el contrario, es una comunión
tan profunda con Dios, que el pensamiento se detiene por su propia voluntad.
En ese momento de silencio es que comenzamos a entender que la Mente
divina o la Conciencia cósmica es una Inteligencia infinita imbuida con amor,
y actúa como nuestro ser cuando el pensamiento consciente se ha
silenciado.
En nuestra vida diaria pudiéramos tener un plan en mente y la Mente
cósmica pudiera tener otro, pero jamás sabremos Su plan mientras estemos
ocupados en pensar, planear o reaccionar ante las actividades y distracciones
del mundo. Para recibir la gracia divina de la Mente cósmica tiene que
haber períodos cuando la mente humana se encuentre en un estado de
quietud. El individuo que sea dueño de su destino habrá alcanzado el
estado de conciencia donde nada de este mundo tenga importancia para él.
Lo único que le importará será aquello que ocurre cuando se ha elevado por
encima del mar de pensamientos. En ese plano elevado se revelan el
pensamiento divino y la actividad divina de la Conciencia. Esto no quiere
decir que nuestra mente deba volverse o se vuelva una hoja en blanco, sino
que durante el día y la noche debiéramos tener varios períodos en los cuales
no haya otro deseo que el gozo de estar en comunión con Dios. Es en esa
quietud y descanso totales del pensamiento, cuando el Padre Se hace cargo
de nuestra experiencia.
Antes de que podamos entrar a la vida mística, el hábito de pensar y
hablar continuamente debe ser transformado por el hábito de escuchar
continuamente. Nuestro Maestro pasaba mucho de su tiempo en silenciosa
meditación y comunión, y con toda seguridad que no era pidiéndole a Dios
nada de naturaleza material. No se la pasaba hablando, sino escuchando.
Escuchaba la dirección y las instrucciones, así como la guía y soporte, de
Dios.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
54

Al desarrollar las habilidades de escuchar y de estar receptivos, es que la


mente humana se aquieta y se calla a tal grado, que se convierte en una
avenida o instrumento por medio del cual Dios Se manifiesta y expresa. Esta
mente humana, este razonamiento, esta mente pensante, no se va a destruir
ni a desechar. Tiene su lugar. No es conciencia, sino una faceta de la
conciencia, es una vía de reconocimiento por medio de la cual recibimos
conocimiento y sabiduría de la Conciencia.
El pensar es un paso inicial que nos lleva a la meditación. Supongamos
que no hemos avanzado al lugar donde vivimos en un estado constante de
receptividad. En verdad Dios siempre está profiriendo Su voz, pero nosotros
no siempre escuchamos. El pensamiento puede ser usado para ayudarnos a
alcanzar ese estado exaltado de escuchar a la Conciencia, y en la meditación
ningún pensamiento debiera ser usado en el sentido de afirmar o negar.
Supongamos que deseamos meditar, pero la mente humana está en tal
inquietud que no nos hallamos de inmediato en el estado de quietud y paz.
En lugar de intentar poner en blanco la mente y bloquear esos inquietantes
pensamientos, utilicemos la mente y volvámonos, por inspiración, hacia las
Escrituras o hacia algún otro libro. Veamos cómo actúa esto al usar citas
como: "Callad y sabed que Yo soy Dios". El estudiante que ha aprendido a
confiar en las afirmaciones, repetiría incesantemente: "Callad y sabed que Yo
soy Dios. Callad y sabed que Yo soy Dios. Callad y sabed que Yo soy Dios",
hasta que alcanzara un punto de auto-hipnosis, y en ese estado, resultaría
que la mente se acalla temporalmente. Repetir constantemente: "Callad y
sabed que Yo soy Dios", no es más que terapia sugestiva; nada sino el
afirmar y el negar con la intención de hipnotizarnos. No es ni práctica
espiritual ni poder espiritual. Alguna gente se ha hipnotizado tanto por el
uso de tales afirmaciones, que en verdad creen que ellos, como seres
humanos, son Dios.
Tomemos ahora esa misma declaración, pero en lugar de utilizarla
como una 'afirmación' descubramos su verdadero significado a través de la
meditación:

"Callad y sabed que Yo soy Dios". ¿Qué significa eso? Claro, 'fulanito',
tú sabes que no eres Dios. Así que, ¿qué es lo que quiere decir? Dice: "Yo
soy Dios", y no dice que 'fulanito' sea Dios. ¡Qué diferencia! Yo, sí, "Yo y mi
Padre somos uno". Dios en medio de mí es poderoso... Yo y el Padre uno
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
55

somos". Sí, 'fulanito' y Yo, el Padre, uno somos. El Padre y 'fulanito' son
uno; justo donde yo estoy, Dios está -más cerca que la respiración, más cerca
que las manos o los pies. Calla, 'fulanito', porque el Yo en ti, es Dios. No
tienes que buscar protección, ayuda o curación en otro lado. Yo estoy
contigo. Calla y sabe que ese Yo es tu protección, tu salvación, tu seguridad.

Al contemplar esa cita de las Escrituras, se despliega la paz, y entramos


en descanso a una quietud divina.
Pocos en el camino espiritual alcanzan esta quietud rápida y fácilmente,
y para la mayoría el Camino es largo y difícil. Sin embargo que ninguno de
nosotros nos jactemos de lo rápido de nuestro progreso ni menospreciamos
su lentitud, sino continuemos por el Camino con propósito perseverante e
inquebrantable. La mayoría tenemos períodos de progreso gradual,
interrumpidos por interludios de desolación donde sentimos que hemos
perdido el Camino y vagamos en un laberinto de conflicto y contradicción. A
menudo encontraremos que luego de estas experiencias áridas, avanzamos
hacia nuevas alturas donde vistas inesperadas se despliegan ante nosotros.
Hay algunos individuos dotados quienes debido a experiencias previas
han sido tan bien preparados, que su camino parece ser más sencillo que el
de otros. La pureza de conciencia que han desplegado hace de la ascensión
hacia la Conciencia espiritual, una jornada hermosa, gradual y armoniosa,
con muy pocos problemas.
Pero para la mayoría de nosotros el Camino es hacia arriba y hacia
abajo; mas al cabo de un año o dos, en general llega un sentimiento de que
hemos avanzado un buen trecho en relación a donde estábamos el año
anterior. El requisito previo para escuchar la vocecita callada y suave, para
la verdadera experiencia del Cristo, es prepararnos con: estudio, meditación,
y por el relacionarnos con otros que estén también en la senda espiritual.
Cuando escuchemos la voz callada y suave dentro de nosotros, habremos
recibido la gracia de Dios, y el propósito de la meditación se habrá
alcanzado.
No estemos satisfechos con nada menos que con la experiencia del
Mismo Dios -es la perla de gran precio. A cada uno de nosotros nos
corresponde decidir cuánto tiempo y esfuerzo le vamos a dedicar a la
meditación; determinar si le vamos a dedicar unos cuantos minutos de vez
en cuando o si vamos a arreglar nuestras vidas de modo que nos permitan
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
56

períodos prolongados de quietud ininterrumpida, en los cuales contactar la


Presencia y el Poder interiores. Los años necesarios para el estudio y la
práctica de la meditación no son años de sacrificio para el aspirante; más
bien son años de devoción a Aquello que es el objetivo en su vida. Se
requiere de paciencia, resistencia y determinación; pero si la concientización
de Dios es la fuerza motivante en nuestras vidas, lo que el mundo llama un
sacrificio de tiempo o esfuerzo, no será un sacrificio en sí, sino el gozo más
profundo.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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SEGUNDA PARTE

MEDITACIÓN-
LA EXPERIENCIA

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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PRÓLOGO

LA MEDITACIÓN DE MI CORAZÓN

QUE LAS PALABRAS DE MI BOCA Y LA MEDITACIÓN DE MI CORAZÓN SEAN


ACEPTABLES A TU VISTA, OH SEÑOR, MI FORTALEZA Y MI REDENTOR.
SALMOS 1 9 : 1 4

La meditación es una experiencia, y dado que es una experiencia


individual, jamás puede ser confinada dentro de los límites de algún patrón
predeterminado. Mediten; oren; moren en el lugar secreto del Altísimo en
silencio y paz, y descubrirán que la Verdad que están buscando ya mora
dentro de ustedes.
Cristo, la gran Luz, está dentro de ustedes. Cristo es el sanador; Cristo
es el multiplicador de panes y peces; Cristo es aquello que sostiene, mantiene
y sustenta; pero Ello ya está dentro de ustedes. Jamás encontrarán salud,
provisión o compañía, buscándolos. Ya se encuentran incorporados dentro
de ustedes, y se desplegarán desde su interioridad a medida que aprendan a
comulgar con el Padre. Pueden extraer de su naturaleza-Cristo, todo; y fluirá
al exterior desde ustedes, hasta el grado de su comprensión de esta verdad.
Ustedes son auto-completos en Dios. Cristo es su verdadera identidad, y en
Cristo ustedes están plenos en toda su compleción. En esta auto-compleción
en Dios, sólo hay una sola cosa por la cual orar; sólo hay una sola cosa
necesaria -la iluminación espiritual. Toquen, y la puerta se abrirá para
ustedes. Pidan iluminación espiritual, por el don de el Espíritu, y Dios Se
revelará a Sí Mismo como plenitud.
En los momentos de conciencia elevada, la meditación resultante se
revela desde el interior, revelando los dones del Espíritu. Estas meditaciones
no responden a patrones preestablecidos ni prescritos, sino que cada una es
una expresión del Impulso espiritual fluyendo dentro de la forma. No tienen
que obedecerse a ciegas ni deben ser utilizadas como una fórmula. Su único
propósito es servir como inspiración, de manera que ustedes puedan captar la
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
59

belleza y el gozo de esta experiencia, y sean animados a emprender la


disciplina requerida para descubrir la insondable profundidad de su propia
interioridad, para que al hacerlo así, se lancen hacia experiencias cada vez
más profundas de conciencia.
La meditación es un canto continuo de gratitud de que Dios es amor, de
que Dios está aquí, y de que Dios es ahora. Es descansar en el seno de Dios,
tomados de la mano de Dios y sintiendo la divina Presencia. Descansen en la
contemplación del amor y la presencia del Padre. Entonces serán capaces de
decir: "Dulce será mi meditación de Él; me regocijaré en el Señor".

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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CAPÍTULO VI

LA TIERRA ES DEL SEÑOR

DEL SEÑOR ES LA TIERRA, Y SU PLENITUD; EL MUNDO, Y LOS QUE EN ÉL HABITAN.


SALMOS 2 4 : 1

CUANDO VEO TUS CIELOS, OBRA DE TUS DEDOS, LA LUNA Y LAS ESTRELLAS QUE TÚ
FORMASTE;
DIGO: ¿ Q U É ES EL HOMBRE, PARA QUE TE ACUERDES DE ÉL, Y EL HIJO DEL HOMBRE,
PARA QUE LO VISITES?
PORQUE LE HAS HECHO POCO MENOR QUE LOS ÁNGELES, Y LE HAZ CORONADO
CON GLORIA Y HONRA.
LE HICISTE SEÑOREAR SOBRE LAS OBRAS DE TUS MANOS; TODO LO PUSISTE DEBAJO
DE SUS PIES.
SALMOS 8 : 3 - 6

En la contemplación del universo de Dios, la mente se centra en Dios.


Cuando silenciosa, gentil y pacíficamente observamos a Dios en acción, tanto
en la tierra como en el cielo, estamos testificando de la gloria de Dios.
Practicar esta forma de meditación o contemplación día tras día, nos traerá a
un estado de conciencia donde el pensamiento errante disminuye y
finalmente se detiene. Uno de esos días, cuando estemos ocupados en esta
actividad espiritual de observar a Dios en acción, tendrá lugar un instante de
silencio en el cual no habrá pensamiento alguno. En esa fracción de segundo
la actividad o presencia de Dios Se hará evidente para nosotros. Desde ese
instante sabremos que Dios está más cerca que la respiración, más cercano
que las manos y los pies, y que el reino de Dios está dentro de nosotros.
Fuera del vacío y la oscuridad, fuera de la quietud de nuestra conciencia, el
Espíritu de Dios se mueve para crear para nosotros nuestro mundo de
formas:

He venido a esta hora de quietud para contemplar a Dios y las cosas de


Dios. Toda bendición sobre esta tierra es una emanación o expresión de Dios
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
61

y de la ley de Dios: el sol que nos calienta y la lluvia que alimenta nuestras
plantas y árboles. Todas las estrellas, las mareas y la luna cumplen con la
acción de Dios, y sin embargo aparecen como una bendición para el hombre.
No pudo haber sido accidente el que Dios pusiera el sol arriba en el cielo a
millones de kilómetros de la tierra; lo suficientemente lejos como para darnos
el calor y la frescura, adecuados. Verdaderamente Dios es la inteligencia de
este universo -una Inteligencia plena de amor y sabiduría. El sol, la luna y las
estrellas se mueven en sus respectivas órbitas de acuerdo a un plan divino
que hace que la luna y las estrellas sean visibles de noche, y que la luz del sol
nos sea dada durante el día.
Dios es el origen de todo cuanto es. El amor de Dios se hace evidente
en el hecho de que antes que el hombre apareciera en la tierra, todo lo
necesario ya estaba aquí para su desarrollo, para su crecimiento y para su
bienestar. Incluso los minerales en la tierra fueron dados para el uso de los
hombres. El proceso de la naturaleza que formó el acero, el petróleo, el oro,
el uranio -todos estos procesos, son de Dios. Dios tuvo que haber conocido
hace millones de años que estos minerales serían necesarios en esta era de
industrialización y de automatización, porque desde hace tiempo se extraen
de la tierra. Hace millones de años Dios tuvo que haber previsto los billones
de gentes que iban a poblar la tierra, porque Él creó la tierra fértil en la cual
crecerían árboles, arbustos, flores, frutos y vegetales:

Y dijo Dios: Produzca la tierra hierba, hierba que dé semilla; árbol de fruto que
dé fruto según su género, cuya semilla esté en él, sobre la tierra.

Dios llenó los océanos con peces y elementos que aún no se extraen del
mar, que quizá algún día vayan a sustentar a todas las naciones:

Que las aguas produzcan abundantemente criaturas que se muevan y tengan


vida.
Y Dios las bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas de los
mares.

Todo esto es el don de Dios para el hombre.


Este don es gracia, Dios dándose a Sí Mismo para mí. Esa gracia me
basta en todo; la gracia que creó galaxias de estrellas: un sistema solar con
sol, luna y planetas; que llenó las montañas con árboles; los valles con
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
62

granos; las aguas con peces; los aires con aves. Todo este bien, plantado en
la tierra incluso antes que la necesidad de ello fuese aparente, es la evidencia
de la gracia de Dios. El Amor y la Sabiduría divinos que han previsto para
toda necesidad de esta tierra, es mi suficiencia. ¿Puedo pedir algo más que
saber que la Inteligencia que gobierna este universo está gobernando mis
asuntos individuales? ¿Debiera pedir algo más que la comprensión de que el
amor demostrado en la creación y conservación de este universo está
gobernando mi vida, mi mundo, mis negocios y mi hogar? Tu gracia basta
para llenar la tierra; basta para toda mi necesidad.
Contemplo a Dios en todo, y especialmente contemplo a Dios en Su ley y
en Su amor. Dios ama los peces en el mar y los provee de su alimento y
propagación. Dios ama las aves en los aires y Se ocupa de ellos. Dios provee
la suave brisa y las aguas frescas. Dios me ama y ha manifestado ese amor
al encarnar Su propio ser, Su propia vida, Su propia sabiduría y Su propio
amor, como yo. Sólo necesito obedecer la ley -la ley de un solo poder, y la
ley del amor -y entonces, todo esto será añadido. Son los dones de Dios; sin
precio alguno. Lo de Dios es mío, otorgado libremente en la medida de mi re-
conocimiento de Dios como su origen. Dios es el gran dador del universo, el
gran dador de Sí Mismo a este universo, dando Su amor, inteligencia,
sabiduría, dirección y fuerza, a todo.

Cuando contemplamos las glorias de Dios que ya existen, estamos re-


conociendo a Dios y dando testimonio de Su gracia que ha provisto todo este
bien sin que lo hubiéramos pedido, sin que hubiéramos rogado, sin que
hubiéramos suplicado. Nos volvemos testigos de la actividad de Dios sobre
la tierra.
De noche, mirando hacia el cielo estrellado, ninguno está jamás ansioso
acerca del sol de mañana. Ninguno de nosotros se sentará esta noche para
orar de manera que el sol salga mañana. Dios no necesita de súplicas,
información ni consejos de nuestra parte, relacionados al gobierno de Su
universo; e inclusive no oraríamos la noche entera con la intención de
cambiar la hora de la salida del sol; no hay duda alguna que el sol saldrá
mañana a la hora prevista. Mañana por la noche la luna y las estrellas
continuarán moviéndose en sus órbitas; las mareas se elevarán y
descenderán dos veces cada veinticuatro horas. Orar a Dios, pedir a Dios o

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
63

suplicar a Dios, no cambiará la ley de Dios. La obra de Dios está hecha; la ley
de Dios está en operación.
Al contemplar las maravillas del universo de Dios trascendemos el deseo
de informar o pedir algo a Dios. Tal contemplación nos eleva a las alturas de
la visión del Salmista de que la tierra es del Señor y su plenitud. En nuestra
soledad, paseando tranquila y silenciosamente por el parque, a la orilla del
mar, de un lago o río, captamos dicha visión. Miramos hacia las colinas,
hacia las montañas, hacia las alturas de la conciencia, y contemplamos sólo
aquello que Dios contempla, y conocemos sólo lo que Dios conoce. Todo lo
que nos eleve en conciencia por sobre el clamor de los sentidos y por sobre el
ruido de este mundo, servirá para llevarnos a la presencia de Dios. Cuando
alcanzamos las alturas divinas de la inspiración, encontramos a Dios. Dios,
es un silencio profundo; Dios, es una quietud, la quietud de todo lo que es
humano.

Se me concedió la soledad.
Ya fuera en la calle Obispo al medio día,
O en Kalakaua;
Sobre Waikiki en el crepúsculo,
Sobre la arena en Kailua
Antes del amanecer,
Yo estoy solo.
Camino solo entre la multitud
Y siento el Ser solitario
A la luz de la luna sobre la playa.

Se me concedió la Soledad.
Para caminar con los hombres,
Para volar por los cielos,
Y para navegar por los mares,
Dondequiera que el corazón se eleve a Él -
Yo camino a solas.
Al calor del día,
O en el frescor del anochecer,
En la ribera o en las calles de la ciudad,
El Ama anhelante recibe mi Soledad.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
64

Los enfermos son sanados;


Los inquietos son perdonados.
Solo, aunque en el corazón
De aquéllos que anhelan paz,
Los intranquilos sienten mi Soledad;
Los hambrientos la comen;
Los sedientos la beben;
Lava las mentes impuras
De aquéllos que no conocen,
Tocando la mente con Luz.

Se me concedió la Soledad,
Me siento a solas tras las paredes de la
prisión;
A solas recorro el cuarto del enfermo;
Cualquier daño que amenace,
Su encanto rompe mi soledad;
Donde la miseria ansía compañía,
Mi Soledad pueden ellos compartir.

A solas, Yo despierto, camino y duermo -


A solas, Yo me siento o me levanto.
A solas, Yo recorro mares y cielos.
A solas, Yo camino y platico con los hombres
O paseo por la vía sombreada.
Se me concedió la Soledad
Dondequiera que Yo esté.

Cuando por medio de la percepción espiritual vemos a través de las


apariencias, todo cuanto contemplamos en este mundo es la expresión de la
gloria de Dios; la obra de Dios, la ley de Dios y el amor de Dios por Sus hijos.
Los cielos y la tierra fueron hechos para nosotros; se nos dio dominio sobre
ellos: "Los hiciste para tener dominio sobre las obras de Tus manos; todo lo
pusiste bajo sus pies." Somos la mayor creación de Dios -Dios, el Alma de

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
65

este universo, está manifestándose a Sí Mismo y emitiéndose a Sí Mismo en


expresión individual como ustedes y como yo.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
66

CAPÍTULO VII

PORQUE DE TAL MANERA A M Ó DIOS AL MUNDO

PORQUE DE TAL MANERA AMÓ DIOS AL MUNDO, QUE ÉL LE DIO A SU HIJO


UNIGÉNITO, PARA QUE TODO AQUEL QUE CREA EN ÉL NO PEREZCA, SINO TENGA
VIDA ETERNA.
JUAN 3 : 1 6
MIRAD CUÁL AMOR EL PADRE NOS HA CONFERIDO, PARA QUE SEAMOS LLAMADOS
HIJOS DE D I O S .
I JUAN 3 : 1

El secreto de la belleza y de la gloria de la santidad es Dios manifestado,


Dios encarnado en la carne. Dios amó de tal manera al mundo que Se dio a
Sí Mismo a este mundo, apareciendo visiblemente como el Hijo de Dios, el
cual de acuerdo a Su promesa, soy yo y son ustedes. Dios es mi ser y Dios es
su ser: Dios es nuestra verdadera identidad.
Espiritualmente comprendida, esta tierra es el cielo. El cielo y la tierra
son uno, porque Dios Se ha manifestado a Sí Mismo sobre la tierra. Dios ha
dado a Sí Mismo este universo formado de estrellas, sol, luna y planetas.
Dios ha creado para Su gloria este peldaño que llamamos tierra. Todo esto
lo ha desarrollado Dios desde dentro de Sí Mismo y para Su gloria. Dios, en
Su propia gran gloria, es manifestado como ser individual. No estamos
separados ni apartados de Dios, sino que somos la esencia verdadera de
Dios, la verdadera naturaleza de Dios desplegada, revelada y traída a
expresión activa como ser individual.
Todo en los cielos y en la tierra nos es dado debido a esta relación de
filiación divina. Todo cuanto existe, existe para nuestro propósito. Como
co-herederos con Cristo en Dios, esta tierra es nuestra. Desde siempre y
para siempre somos plenos. Dios ha ordenado la ley que gobierna la unión
de Sí Mismo con Su amado Hijo, proveyéndolo con todo cuanto pertenece al
Padre, y atrayendo hacia el Hijo todo cuanto el Padre ha establecido para el
Hijo desde antes de la fundación del mundo:

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
67

"Yo he venido para que puedan tener vida, y para que puedan tenerla
con mayor abundancia". Yo he venido para que puedan tener vida -Mi vida,
-Mi vida, su vida individual. Mi vida es la vida del ser individual que no
conoce edad, ni cambios, ni deterioro alguno de su estado-Dios. Pero deben
vivir y moverse y tener su ser en esta conciencia de nuestra unicidad. Yo
nunca los voy a dejar ni a abandonar, pero ustedes deben morar en Mi
Palabra, y deben dejar que Mi Palabra more en ustedes. Ustedes deben
buscarME y ser salvos.

Hay una gloria del Padre preparada para el Hijo. Hay una paz -Mi paz -
la paz que sobrepasa todo entendimiento. Esta paz está incorporada en el
Alma del hombre: jamás depende de ninguna condición externa; existe como
el don de Dios en medio de nosotros. Nuestro error ha sido buscar la paz en
los demás, creyendo que otros tienen el poder de dar o de retener, la paz, o
en depender de otros para nuestra armonía. En esta dependencia de gente
y de circunstancias externas, ha estado nuestro error y el error del mundo.
Sólo en Dios puede ser encontrada la paz. Dios nos ha dado a cada uno de
nosotros Su paz infinita, Su dominio eterno y Su amor que todo lo abarca.
Dios no nos ha dado espíritu de temor, sino de poder, de amor, y de
una mente sana, porque Dios es la verdadera mente de nuestro ser. No
tenemos mente aparte de Dios. Nuestra ignorancia, nuestro temor y
nuestra locura han estado en la creencia de una mente aparte de Dios; en la
creencia de un alma separada de Dios, un alma que puede pecar. El Ser de
Dios es ser individual, y cuando miramos a través de la visión espiritual, sólo
las cualidades y la naturaleza de Dios abarcan el ser individual.
"Yo y mi Padre uno somos. .Aquél que me ha visto, ha visto Al que me
envió. . Y o estoy en el Padre, y el Padre en mí". El discernimiento
espiritual revela a Dios como el Padre, y a Dios como el Hijo. En la
comprensión de esta unidad están nuestra compleción y nuestra perfección.
No puede haber paz, seguridad o gozo, separados ni apartes de Dios. La
paz, la seguridad y el gozo son inherentes en Dios y por esta razón deben ser
innatos en nosotros por medio de la comprensión de Dios como nuestro
propio ser.
El gran secreto de las Escrituras es: En el principio -Dios. En el principio
todo cuanto había, era Dios; ahora y para siempre, todo cuanto es, es Dios.
Dios está apareciendo como la infinitud, la gloria y la fuerza de Su propio Ser.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
68

Lo que aparece exteriormente, como el ser de ustedes y el mío, no es ni su


ser ni mi ser, sino que es Su Ser infinito -yo en Él, y Él en mí; y este único Ser,
siendo espiritual, infinito, perfecto, armonioso, total y completo. Su Ser es
perfecto; Su comprensión es infinita. Su fuerza nos capacita para
remontarnos como el águila. Su gozo desborda nuestra copa.
Reconozcamos Su gozo, Su salud, Su entendimiento, Su paz, Su armonía, Su
pureza y Su integridad. Abandonemos el "mi" esto o el "mi" aquello, así
como el "tu" esto o el "tu" aquello. Su Ser, expresado como gracia, es
nuestra suficiencia en todo. Su gracia -Su presencia, Su gozo, Su amor, Su
totalidad -es nuestra suficiencia.
Su amor fluye como nuestro amor, pero no pretendamos que se trata
del amor de ustedes o del mío. Este amor está fluyendo tal como el sol está
brillando: libremente sobre todos. El sol brilla sin favoritismo alguno, jamás
cuestionando si el receptor lo merece o es digno de su calor y su luz. El sol
brilla; Dios ama. El amor de Dios fluye libremente y del mismo modo, sobre
el justo y el injusto; sobre quien lo merece y sobre quien no lo merece; sobre
el santo y el pecador. El amor de Dios se vierte en este universo, dando vida
a la semilla, fuerza a las plantas que crecen, protección a la vida animal,
vegetal y mineral. El amor de Dios es la influencia que sostiene y anima
toda la creación, porque toda la creación es el Mismo Amor, fluyendo
libremente.
Todo cuanto es, es en, y de, Dios; no hay excepciones. No debiera
haber etiquetas de crítica, de juicio ni de condenación. Pero sobre todo no
debemos juzgar según el testimonio de los ojos ni de los oídos. Dios es
demasiado puro para ver la iniquidad, y cuando reconozcamos nuestra
verdadera identidad como: Dios en expresión, veremos de la misma forma
que Dios ve. Al contemplarnos espiritualmente dotados, nos volveremos
espectadores de Dios apareciendo en todo y por medio de todo. Pero sólo
lo lograremos cuando renunciemos a aquellos juicios que nos llegan por
medio de la vista del ojo y la audición del oído.
Su comprensión infinita se vuelve nuestro entendimiento. Su amor
infinito se convierte en nuestro amor. Las bendiciones de Dios no son
nuestras, debido a que ustedes sean ustedes o yo sea yo. Son las
bendiciones de Dios hacia Dios -las bendiciones de Dios fluyendo hacia Su
propio Ser como el Hijo: el Padre otorgando Su todo como el Hijo. Se trata
del Padre dando, del Hijo recibiendo; y sin embargo, siendo uno, sólo uno -
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
69

Padre e Hijo. Nuestra fuerza está en la unicidad, en la consciente unión con


Dios; en la consciente unión con Dios está nuestra provisión; en la consciente
unión con Dios está nuestra paz, gozo, poder, dominio y toda nuestra
bendición.
Si Dios es la naturaleza infinita de nuestro ser, ¿qué necesidad hay de
tener envidia, celos, odio o ambición? Cuando sabemos que Dios es la
fuente de nuestra satisfacción interna, ¿cómo podemos anhelar algo externo
a nuestro propio ser? En esta relación, las bendiciones de Dios se revelan
como nuestra experiencia.
Nuestro Padre Se ha transmitido a Sí Mismo, a nosotros. En el
reconocimiento de nuestra identidad real, participamos del Cuerpo
verdadero de Dios: eso es comer el Cuerpo y beber la Sangre. "'Yo tengo
carne que comer, de la que vosotros no sabéis'. Yo puedo darles vida -
aguas que brotan hacia vida eterna -aguas invisibles, vino invisible, carne
invisible". Esto, es participar del Dios vivo o de la Palabra viva, y observar al
Verbo, volverse carne y morar entre nosotros -Dios encarnado en la carne.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
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70

CAPÍTULO VIII

VOSOTROS SOIS EL TEMPLO

¿ N O SABÉIS QUE VOSOTROS SOIS EL TEMPLO DE D I O S , QUE VUESTRO CUERPO ES


EL T E M P L O . DEL DIOS VIVIENTE?"
I CORINTIOS 1 6 : 1 9

El cuerpo es el templo del Dios vivo, un templo no hecho con manos ni


concebido mortalmente, sino eterno en los cielos; es decir, eterno en tiempo
y espacio; eterno en vida; eterno en Espíritu, en Alma y en substancia. Dios
hizo todo cuanto fue hecho, y todo lo que Dios hizo fue hecho de Dios,
participando de la verdadera naturaleza de Dios que es: eternidad,
inmortalidad y perfección. Dios hizo el cuerpo en Su propia imagen y
semejanza.
Dios es vida. La actividad de Dios, operando en una semilla, manifiesta
un niño con todas las potencialidades de la naturaleza del adulto,
incorporadas en una forma pequeñita -no sólo un trozo de materia, sino una
inteligencia y un alma acompañando ese cuerpo. El Espíritu de Dios hace
esto, pero el hombre en su vanidad se ha arrogado el rol de 'creador'.
Hombres y mujeres han asumido que 'debido a que fueron padres y madres,
fueron los creadores', en lugar de reconocer que son el instrumento por
medio del cual Dios actúa para expresarSE -no para perpetuarnos a ustedes
o a mí, ni a mis hijos o a sus hijos. Dios opera en nuestra conciencia como
amor, para producir Su propia imagen y semejanza. A esta expresión de
Dios la hemos llamado 'el hijo' de ustedes y el mío, olvidando que éste es el
hijo de Dios, y no una creación personal ni una posesión personal. Oramos a
Dios para mantener y sustentar a nuestros hijos; pero ellos no son nuestros
hijos; ellos son los hijos de Dios. No es necesario orar a Dios para que
mantenga y sustente a Sus propios hijos. Es el privilegio de Dios el crear,
mantener y sustentar, Su propia imagen y semejanza.
Dios es el creador de todo lo que es. Por ello, Dios es el creador del
cuerpo del hombre. "¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es el templo del
Dios vivo?" Llamamos a este cuerpo, su cuerpo y el mío, pero no es nuestro.
Es: el cuerpo de Dios, creado por Él para Su complacencia, hecho en Su
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
71

imagen y semejanza, gobernado por Su ley y creado para manifestar Su


gloria.
En nuestros árboles de navidad hay luces de todos colores -rojas,
azules, moradas. La electricidad trasmite su luz por medio de estos focos
multicolores de todas formas y tamaños. Los focos, en, y por sí, mismos, no
son el origen de la luz; son sólo los simples instrumentos por medio de los
cuales la luz brilla. Así que cuando miramos la vida humana, animal o
vegetal, confundimos la vida que los anima y que es la substancia de dicha
forma, con su forma visible. Dios es la vida y la substancia de toda forma, el
principio creativo de todo cuanto es. Dios es la actividad gobernante de las
funciones y los órganos del cuerpo. Es Dios lo que anima a los hombres y
mujeres. Dios es la sabiduría, la integridad y la pureza del Alma del hombre.
Dios es la fuerza del hombre.
No seamos engañados por las apariencias, ni siquiera por las buenas
apariencias. No llamemos 'fuerte a una persona, y a otra 'hermosa'.
Debemos mirar tras las apariencias, hacia la Vida invisible que hace posible
toda esta belleza o forma. Entonces es que podremos disfrutar de todo
aspecto de la creación, toda apariencia, ya sea el cuerpo humano, las
especies animales, o las plantas. Ésas son formas de vida, pero si no
entendemos esa Vida que vitaliza dichas formas, podrían aparecer como
buenas o malas, jóvenes o viejas, enfermas o sanas, ricas o pobres.
El sentido humano limitado de la vida se basa en valores cambiantes e
invierte las formas que la vida asume, como teniendo poder para bien o para
mal; mas un sentido espiritual de vida disfruta de la forma al reconocer a lo
Invisible Infinito como la esencia de esa forma. Si apartamos nuestros ojos
lo suficiente de la forma, como para mirar tras ella hacia lo Invisible y ver a
Dios como el principio de toda vida, comprenderemos la diferencia entre la
vida material y la vida espiritual. La verdad admitida en nuestra conciencia
es la ley de la vida, de la armonía y de la resurrección para nuestro cuerpo.

Dios hizo esta forma, mi forma divina e infinita, para expresar mi


verdadera identidad. Mi cuerpo es una manifestación, la imagen del Yo que
yo soy. Mi cuerpo es una expresión de vida expresando todo lo que yo soy,
porque mi cuerpo es el Yo soy lo que Yo soy' formado, y formado espiritual,
eterna e inmortalmente. Yo soy verdadera identidad -identidad eterna -y
mi cuerpo es el templo, el instrumento de mi actividad y de mi vivir.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
72

La forma que veo en el espejo está en contra de esta verdad espiritual;


he ahí las expresiones de la naturaleza, tales como árboles, flores, vegetales
y fruta. Eso no son seres espirituales, ni cuerpo; son sólo los conceptos que
se aceptan humanamente, del ser y del cuerpo.
Si miro en el espejo, podría verme joven o viejo, enfermo o sano, grueso
o delgado, pero no estaría del todo viendo mí ser; estaría viendo mi cuerpo.
Eso es mi cuerpo, pero Yo, soy invisible. Incluso este cuerpo que yo veo con
mis ojos no es más que un concepto limitado y finito de cuerpo. Por eso es
que el cuerpo 'parece' estar cambiando. Mas en realidad el cuerpo jamás
cambia; sólo el concepto que yo acepto acerca de cuerpo es lo que cambia.
¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo? ¿Dónde estoy yo? Miremos hacia
nuestros pies y preguntémonos: ¿Es esto lo que yo soy? ¿Soy yo estos pies, o
son míos estos pies? ¿Estoy yo en los pies, o poseo yo estos pies? Subamos
ahora hasta las rodillas. ¿Estoy en las piernas, o son mías estas piernas? Si
se lastimaran, ¿estaría yo herido?; ¿o acaso serían mis piernas las que
estarían heridas? ¿No hay un yo, una identidad que no sea las piernas?
Subamos hacia la cintura, al pecho, al cuello y finalmente a la cabeza.
¿Estoy yo en algunas de estas partes, o son mías estas partes del cuerpo?
¿Existe un yo separado y aparte del cuerpo, un yo que posea al cuerpo? El
cuerpo es un instrumento para mi actividad y mis movimientos, tan mío
como mi automóvil. ¿Estoy yo en los oídos, en los ojos, en la boca, en la
lengua, en la garganta, o son ellos míos? ¿Estoy yo en este cuerpo; soy yo
este cuerpo; o es este cuerpo mío? ¿Acaso este cuerpo no es un templo, un
instrumento que me fue dado para mi uso?
Miro mis manos. ¿Pueden ellas por sí mismas, dar o retener; o debo yo
dar o retener usando las manos como un instrumento en cada caso?
¿Pueden mis manos ser generosas o miserables? ¿Tienen mis manos el
poder de dar o el poder de retener; o reside todo el poder en mí? ¿Existe
algo llamado "yo" que dé a través de estas manos o que en ocasiones pueda
retener por medio de estas mismas manos? ¿Pueden las manos moverse
hacia arriba o hacia abajo, a la derecha o a la izquierda? ¿Me da el corazón
permiso para vivir o retiene el corazón la vida? Si mis manos no dan ni
pueden retener, ¿cómo puede el corazón dar o retener la vida? Si mis manos
no actúan por sí mismas, ¿cómo pueden mi corazón, hígado, pulmones o
riñones actuar por sí mismos? Como órganos materiales, ¿pueden mis ojos
ver o mis oídos oír? ¿Pueden los órganos de este cuerpo moverse por su
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
73

propia voluntad? ¿No hay algo llamado "Yo" que actúe a través de este
cuerpo? ¿No existe algo llamado "Yo" que camine por las calles a través de
estas piernas o por medio de estas piernas? ¿No hay un "Yo" que actúe por
medio del instrumento de este cuerpo?
Yo soy ser; mi ser no depende del cuerpo: mi cuerpo depende de mi ser.
El Yo que yo soy gobierna mi cuerpo. Mi cuerpo no tiene voluntad propia, ni
inteligencia ni acción, propias. Mi cuerpo me responde; está gobernado por
mí. Mi cuerpo es la imagen y semejanza mías; mi cuerpo es mi
manifestación, el yo que Yo soy. Hay un Espíritu en mí; el aliento del
Todopoderoso me dio vida. La actividad de Dios en mí gobierna mis
funciones corpóreas, órganos y músculos. Un Espíritu invisible actúa sobre
cada órgano y función de mi cuerpo para mantenerlo y sustentarlo hasta la
eternidad. Nada de fuera puede penetrar este templo del Dios viviente para
engañarlo o hacerlo mentir. Todo cuanto es de Dios, Dios lo mantiene y
sustenta. Todo lo que sea un concepto mortal de mi cuerpo, pasará; pero la
verdad acerca de mi cuerpo vivirá por siempre, porque mi cuerpo es el templo
del Dios vivo.
Todo poder es en Dios actuando como la ley de mi cuerpo. Dios es la
única ley, tal como Dios es el único dador de la ley. Toda ley, por lo tanto, es
espiritual; y mi cuerpo está gobernado por la ley espiritual. La ley espiritual
no vence ni nulifica la ley material, porque la ley espiritual revela que el
sentido material de la ley no tiene efecto. "Callad y ved la salvación del
Señor... no por fuerza ni por poder, sino por Mi Espíritu". Este cuerpo es el
templo de Dios. No necesito luchar; no necesito buscar curación. La batalla
no es mía, sino de Dios, y correctamente entendida, no es una batalla. Es
una revelación de que este cuerpo es el templo del Dios vivo y está
gobernado por la ley espiritual. Todo concepto mortal o material que he
aceptado acerca del cuerpo, se disuelve en el re-conocimiento de que mi
cuerpo es el templo del Dios vivo: sin edad, sin tiempo, sin enfermedad, sin
muerte. Dios el es tema central de mi ser; Dios es el tema central de mi
cuerpo.
Dios es la substancia y la fuerza de mi cuerpo. "Yo todo lo puedo por
medio de Cristo que me fortalece... El Señor es mi fuerza y mi canto... Dios es
mi fuerza y poder; y Él hace perfecto mi camino... el Señor es la fuerza de mi
vida; ¿de quién temeré?" Si busco fuerza en mi cuerpo, encuentro
enfermedad, muerte y debilidad. Si acepto que Cristo es mi fuerza, que mi
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
74

filiación divina es mi fuerza, que el mundo de Dios en medio de mí es mi


fuerza, mi juventud, mi vitalidad, mi todo en todo, encuentro vida eterna.
"Yo soy el pan de vida: el que a Mí viene jamás tendrá hambre; y aquél
que crea en Mí jamás tendrá sed".
Yo tengo agua. Si ustedes Me piden, Yo puedo darles agua; un agua
que brota para vida eterna. Yo no vivo sólo de pan. Toda Palabra de Dios
que viene a mi conciencia es pan, vino, agua y carne para mi Alma, mi
Espíritu, mi ser y mi cuerpo. Toda Palabra de verdad que yo permito que
llene mi conciencia, es la carne que el mundo no conoce. Toda Palabra de
verdad que yo mantengo en mi conciencia, es la fuente de agua que brota
para vida eterna.
Cuando me encuentro vacío de la Palabra o del Verbo de Dios, estoy
vacío de sustento. El alimento más paladeable es muy semejante al aserrín
-simple masa en mi sistema -a menos que el Verbo de Dios lo acompañe
para que actúe como la ley de digestión, asimilación y eliminación.
Yo soy el vino, la inspiración, la sabiduría espiritual. Yo soy aquello que
ilumina y eleva. Dios es aquello que ilumina y eleva; Dios es aquello que
inspira; Dios es aquello que ilumina. Yo puedo saber todo por medio de
Cristo que es mi sabiduría: el Hijo de Dios en mí es mi sabiduría. El Verbo de
Dios en mí es el pan, el vino y el agua. El mundo no lo conoce; yo lo
mantengo escondido en secreto dentro de mí, porque si el mundo lo
conociera, no lo comprendería. El Verbo de Dios en medio de mí es
poderoso, revelando el templo perfecto de Dios -mi cuerpo, el cuerpo no
hecho de manos, eterno en los cielos.

En esta clase de meditación nos deshacemos de toda forma, y vamos


más allá de lo visible hacia lo Invisible. Entonces es que vemos a lo Invisible
manteniendo lo visible. Debemos vivir, movernos y tener nuestro ser en la
conciencia-Dios. Vivamos, moremos en el lugar secreto del Altísimo.
Entonces veremos al cuerpo como realmente es: El templo no hecho de
manos, eterno, en los cielos. "Mirad, el tabernáculo de Dios está con los
hombres, y Él morará con ellos, y de ninguna manera entrará en el cuerpo
algo que engañe ni ningún tipo de abominación o mentira alguna".

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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CAPÍTULO IX

M Í A ES LA PLATA

MÍA ES LA PLATA, Y MÍO ES EL ORO; DICE EL SEÑOR DE LOS EJÉRCITOS.


LA GLORIA DE ESTA ÚLTIMA CASA SERÁ MAYOR QUE LA DE LA ANTERIOR, DICE EL
SEÑOR DE LOS EJÉRCITOS.
HAGEO 2:8, 9

A MENOS QUE EL SEÑOR EDIFIQUE LA CASA, EN VANO TRABAJAN LOS QUE LA


EDIFICAN.
SALMOS 1 2 7 : 1

"A menos que el Señor edifique la casa", a menos que Dios sea
entendido como el origen de nuestra provisión, no habrá provisión
permanente. Esta "casa" es nuestra conciencia individual. Cuando la
conciencia es una conciencia humana no iluminada, es una conciencia
estéril: carece de la substancia espiritual de la cual fluye la provisión.
"Habéis sembrado mucho y cosechado poco; coméis pero no estáis
satisfechos; bebéis, pero no os saciáis con la bebida; os vestís, pero no sentís
calor; y aquél que trabaja por un sueldo, devenga un sueldo que pone en una
bolsa agujerada". Todo esto es cierto de ustedes -de "vosotros", la
conciencia no iluminada. Como seres humanos todos hemos sembrado
mucho y cosechado poco; hemos trabajado arduo, y las más de las veces no
hemos logrado nada; hemos devengado un sueldo, y a menudo nada nos
queda; debido a que todo esto proviene de una conciencia no enriquecida y
estéril. De la esterilidad de la conciencia humana, sin importar lo que
construyamos, nuestros esfuerzos no son permanentes ni duraderos.
Comemos, y de nuevo tenemos hambre; bebemos, y de nuevo estamos
sedientos; nos comprometemos en todas las actividades de la vida humana,
pero nada dura. "En vano e s , levantarse temprano, acostarse tarde",
tratando de demostrar provisión.
Entonces se nos dice: "Esto dice el Señor de los Ejércitos: considera tus
caminos". Con esta amonestación llega la indicación de subir a la montaña;
de subir a un estado superior de conciencia; de ir a los lugares altos, y de ahí

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
76

"traed madera, y construid la casa". Cada vez que meditamos o nos


llenamos con "la carne que vosotros no conocéis", o con el agua y el vino de
vida, o el pan de vida, queriendo decir la substancia y alimento espirituales,
estamos edificando la casa de la conciencia espiritual, una conciencia de
verdad.
Cuando esa casa ha sido edificada, el Señor dice: "Yo Me complaceré en
ella, y Yo la glorificaré". Ahora hablemos del Yo:

Ahora esfuérzate, oh Zorobabel, dice el Señor; y esfuérzate tú también, Josué,


hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo pueblos todos de la tierra,
dice el Señor, y trabajad; porque Yo estoy con vosotros, dice el Señor de los
Ejércitos.

Porque así dice el Señor de los Ejércitos: Sin embargo de aquí a poco Yo haré
temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca;
Y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el deseo de todas las naciones; y
Yo llenaré con gloria esta casa, ha dicho el Señor de los Ejércitos.
Mía es la plata, y Mío es el oro, dice el Señor de los Ejércitos.
La gloria de esta última casa será mayor que la de la anterior, ha dicho el
Señor de los Ejércitos; y Yo daré paz a este lugar, dice el Señor de los Ejércitos.
HAGEO 2 : 4 , 6 - 9

Antes de esto, todo era "vosotros"; era 'nuestro', y sin importar cuánto
teníamos, se volvía poco. Ahora volvámonos y reconozcamos que del Señor
es la plata y del Señor el poder. Comencemos a entender que la tierra es del
Señor y su plenitud. El Yo, dentro de nosotros, está multiplicando, de los
recursos invisibles del Espíritu, -sin quitar nada de nadie, sin dividir aquello
que ya está en el mundo, y sin utilizar los recursos visibles de la tierra.
Ahora la provisión está multiplicada dentro de nosotros. Ahora estamos
sacando de la bodega invisible de nuestro ser. Nuestra conciencia espiritual
es la bodega de la revelación espiritual infinita. En el momento en que
empezamos a sacar de este almacén inextinguible, el cual jamás lleva
recuento de aquello que está en el mundo visible, dejamos de estar pre-
ocupados de si tenemos poco o mucho, o de si la economía mundial actual
es de prosperidad o de depresión. Dios nos ha dado abundancia infinita; y
es ilimitada en su expresión, en tanto reconozcamos que del Señor es la
tierra; que del Señor es la plata; y que del Señor es el oro. Estamos
limitados sólo cuando estamos tratando de obtener 'nuestra' parte de
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
77

aquellos bienes del mundo, creyendo que la tierra, la plata y el oro son
posesiones personales que le pertenecen a los seres humanos. Ahí se
desliza un sentido de finitud, e independientemente del monto o del número
de posesiones personales adquiridas, a menudo nada queda. Al
comprender que la plata es Mía y que el oro es Mío, extraemos de una
fuente tan infinita, que cuento más usamos, más queda. Cuando tenemos a
Dios, tenemos la infinitud de la provisión.
Experimentamos carencias o abundancia, de acuerdo a nuestro estado
de conciencia. Lo que tenga que aparecer en nuestra vida, deberá aparecer
como resultado de la actividad de la verdad en nuestra conciencia. Si
mañana mantenemos la misma conciencia que tenemos hoy, no podremos
esperar tener resultados distintos para el día de mañana. Para disfrutar
mañana de una experiencia más satisfactoria, debe haber una actividad
expandida de la verdad, en nuestra conciencia actual.
Cuando comencemos a entender que Dios es nuestra conciencia
individual, y que Dios es infinito, percibiremos la verdadera naturaleza de
provisión como aquello que es: invisible; ya no juzgaremos más por las
apariencias en cuanto al monto de nuestra provisión, ni llegaremos al punto
donde haya ausencia de provisión. Un individuo con una conciencia de
provisión, jamás podrá carecer de las formas de provisión. Durante las
guerras o ante depresiones súbitas, o durante periodos de estrés y presión,
tal como la que experimentaron los hebreos en su viaje de Egipto a la Tierra
Prometida, pudiera haber una ausencia temporal de las formas de provisión,
mas con la visión de que la provisión es: lo Invisible Infinito apareciendo
como forma, "los años de la langosta" se restablecerán rápidamente, y la
provisión se revelará como omnipresente y abundante.
Podemos extraer todo de nuestra naturaleza-Cristo; todo de todo, hasta
el grado de nuestra comprensión de esta verdad. Pudiera haber una
multitud clamando ser alimentada y ningún almacén o bodega de los cuales
sacar alimento -sólo unos cuantos panes y peces. ¿Cómo podrían ellos ser
alimentados? Como seres humanos no hay alternativa, excepto la inanición;
pero como seres-Cristo nos volvemos al Padre interior, y extraemos de las
profundidades de la infinitud de nuestro propio ser, abundante provisión, de
comida o de aquello que sea necesario. De nuestra naturaleza-Cristo, la
naturaleza infinita de nuestro ser, pueden fluir millones de palabras,
millones de ideas, y ¿por qué no?, millones en dinero. ¿Cuál es la
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
78

diferencia? La fuente es la misma; la substancia es la misma: En el principio


Dios, y Dios es Espíritu; todo lo que llega, viene del Padre, del Espíritu.

Dios es; la infinitud es; el bien infinito ya es. La abundancia infinita está
llenando todo el espacio, sólo esperando mi reconocimiento. Todo cuanto es
necesario para mi despliegue ya está establecido en este preciso momento en
mi conciencia. El Alma invisible de mí, es la substancia de toda forma.
Nunca jamás pueda yo volver a depender de persona alguna; nunca
jamás pueda estar a merced de mi propia fuerza o de mis recursos
financieros. Hay un Algo más allá de mi propia sabiduría y de mi propio
poder. Hay un soporte del cual puedo depender en completa fe y confianza,
y del cual recibo todo aquello necesario para mi satisfacción. La presencia
de ese Espíritu en mí, aparece como agua cundo la necesito; o como pan.
Ese Espíritu es la substancia de todo lo que debe ser manifestado; es una ley
invisible operando como una ley de multiplicación y como una ley de
atracción. Me relajo en confianza y en seguridad dentro de lo íntimo del
Cristo.
"Mía es la plata; Mío el oro". Dios es el almacén eterno de todo bien.
Me vuelvo al interior, a ese almacén infinito, y permito que el bien de Dios
fluya en expresión. No me importa cómo fluya ni trato de dirigir su flujo,
porque mi Padre celestial sabe todo aquello de lo que tengo necesidad antes
que Le pida. Es Su placer proveerme de todo bien. Extraigo mi provisión de
las arcas infinitas dentro de mi propio ser; Yo, dentro de mí, está
multiplicando de los recursos invisibles del Espíritu. Dios es Ser infinito; e
infinito en expresión, vertiéndoSE a través de mí como provisión ilimitada.
El bien está aquí y ahora, donde yo estoy. No vivo del maná de ayer.
La carencia o la abundancia del maná de ayer no determinan el monto de mi
provisión para este día. Tampoco vivo del maná del mañana. En la
conciencia de la presencia eterna de Dios, no hay mañanas; ni tiempo ni
espacio; sólo existen el eterno ahora y la tierra santa de la infinitud de Dios.
En este momento y en este lugar el maná cae abundantemente. Todo el
bien fluye desde el centro de mi ser, supliendo todas mis necesidades,
llenándome con las aguas vivas, con el pan de vida y con la carne que no
perece.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
79

Es necesario comer y beber de esta verdad; digerirla y asimilarla, y


hacerla parte de nuestro verdadero ser, hasta que después de un día, una
semana, un mes o un año, comencemos a ver su fruto en la disminución de
la duda y en la medida de la paz que se establezca internamente.
Una vez que hayamos captado la visión de la gran verdad de que el
Verbo que procede de la boca de Dios es la substancia de nuestra vida,
nuestra agua, nuestro vino, nuestro pan y nuestra carne, la vida se volverá
del todo diferente. Comencemos a ver que aquello que está afuera y
tangible, no es más que el efecto de Aquello que es invisible. Nunca jamás
volvamos a juzgar nuestra provisión por el dinero que poseamos, sino por
cuánto comprendemos de Dios. "Mía es la plata, y Mío el oro. . E n Tu
presencia hay plenitud de vida", y por lo tanto nos volvemos al interior para
obtener un reconocimiento de esa Presencia.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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CAPÍTULO X

EL LUGAR DONDE TÚ ESTÁS PARADO

EL LUGAR DONDE TÚ ESTÁS PARADO, TIERRA SANTA ES.


ÉXODO 3 : 5
PORQUE DESDE EL PRINCIPIO DEL MUNDO LOS HOMBRES NO HAN OÍDO NI
PERCIBIDO CON EL OÍDO, NI LOS OJOS HAN VISTO, OH DIOS, A TU LADO, LO QUE
TÚ HAS PREPARADO PARA AQUÉLLOS QUE ESPERAN EN TI.
ISAÍAS 6 4 : 4
ME MOSTRARÁS LA SENDA DE LA VIDA: EN TU PRESENCIA HAY PLENITUD DE GOZO;
DELICIAS A TU DIESTRA PARA SIEMPRE.
SALMOS 1 6 : 1 1

Dondequiera que nos encontremos en este momento, tierra santa es.


En esta comprensión podemos descansar y dejar que el Padre revele Su plan
para nosotros. Dios, el Padre, es infinito; y esa infinitud se manifiesta por
medio de nosotros como nuestra actividad, ya sea como ministros, médicos,
abogados, enfermeros, maestros, sanadores, amas de casa, hombres de
negocios o mecánicos. El trabajo asignado para nosotros hoy, pudiera no
ser de nuestra elección; pero si en lugar de patear el aguijón, recordáramos
que Dios está expresando Su plan sobre la tierra y que nosotros estamos
aquí sólo para demostrar la gloria del Padre, no habría nada limitado,
confinado o finito acerca de nuestra vida o actividad. El Padre, siendo
infinito, Se manifiesta infinitamente.
No tenemos derecho alguno a interferir con el plan divino; nuestra
responsabilidad es comenzar donde estemos, confiados en que dondequiera
que estemos, tierra santa es. El lugar pudiera ser una prisión, un hospital o
un puesto encumbrado; pero sin embargo, alto o bajo, ese lugar es tierra
santa. Ahí llevaremos a cabo aquello que nos fue asignado. Ahí
permaneceremos hasta que Dios nos mueva. Interferimos con el plan divino
cuando dejamos que el 'yo' pequeño decida dónde debiera estar, en lugar de
estar satisfechos al dejar que el Cristo determine nuestra actividad.
Nada manifestará tal abundante sentido de vida, como el
reconocimiento de nuestra auto-compleción en Dios; no compleción en

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
81

Juana, en Juan o en Joel, sino auto-compleción en Dios. Esta auto-


compleción en Dios se hace manifiesta como la armonía y abundancia de
Juana, de Juan o de Joel; pero ni aun así se trata del logro personal de
ustedes, en cuanto a abundancia, éxito, inteligencia o amor. La sabiduría
del Padre Se manifiesta y expresa por medio de toda persona que permite
que Dios actúe en su experiencia, al reconocer su unicidad con el Padre. No
es demasiado difícil ser aquello que el mundo llama un 'triunfador',
obteniendo una posición importante y de influencia, glorificando y
magnificando con ello el sentido personal del yo. Es mucho más difícil
esperar a que el mundo venga a nosotros; pero si de una vez por todas nos
damos cuenta que el Cristo es la verdadera mente de nuestro ser, la
verdadera alma, la verdadera sabiduría, el verdadero amor, entonces
encontraremos que todo y todos gravitarán hacia ese Cristo, y nuestra
actividad divina será traída a nuestra misma puerta.
Si por otro lado, en nuestro egotismo creemos que nuestro éxito
depende de, o es el resultado de, nuestros esfuerzos y cualidades personales,
hallaremos dicho éxito vacío y volátil. "Buscáis mucho, y he aquí, encontráis
poco; y cuando lo trajisteis a casa Yo lo evaporé. ¿Por qué?, dice el Señor de
los Ejércitos. Porque Mi casa está desierta y cada uno corréis a vuestra
propia casa" -a vuestro propio intelecto, a vuestro propio sentido de
sabiduría, a vuestra propia espiritualidad, en lugar de ir hacia Dios, lo
Invisible Infinito, el origen y la fuente de nuestro ser. Al ir al interior, no nos
volvemos a nuestra propia espiritualidad, nuestra propia bondad, nuestra
propia fuerza o a nuestro propio conocimiento, sino que nos volvemos hacia
el interior, a liberar lo Invisible Infinito. La única permanencia está en esa
compleción que viene a través de Dios, a través de la comprensión de la
naturaleza espiritual de nuestro ser, y en la habilidad para dejar que se
manifieste y exprese en cualquier dirección que pudiera tomar.
En esta quietud, cuando tocamos la visión de nuestra unicidad con el
Padre, Dios vierte Su bien infinito por medio de nosotros. Encontraremos
que sin lucha ni tensión, las hojas se desplegarán, los botoncillos florecerán,
y al permanecer en silencio y activos en la obra que se nos da para hacer
cada día, los frutos se añadirán. Cada uno de nosotros tiene cierta clase de
trabajo que hacer hoy. Si lo hacemos hoy, sin considerar el mañana en la
comprensión de que Dios por medio del Cristo invisible de nuestro ser está

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
82

siempre inundando Su esencia, substancia y prodigalidad hacia nosotros, al


siguiente día algo más se nos dará para hacer.
Mañana pudiera haber otra misión, otro trabajo u otra actividad para
nosotros. Nada puede impedir nuestro trabajo. Cuando el Cristo ha sido
reconocido, Su actividad jamás puede ser dañada, impedida, dilatada u
ocultada. Dios tiene una forma de borrar todo obstáculo. Nada puede
evitar que el fruto aparezca en nuestra vida cuando su tiempo ha llegado.
Cuando ese momento llegue, la fuerza de Dios lo empujará a expresión tan
inevitablemente, como el niño no nacido es expulsado del vientre cuando su
momento llega para aparecer en escena.
El gobierno está sobre Sus hombros. Cuando escuchamos a ese Yo que
está en lo profundo de nuestro propio ser, somos conducidos por el Espíritu.
Contemplamos la mano de Dios llegando a través de nosotros, en nosotros,
saliendo a manifestar y a colocar Su gloria en nuestra experiencia, como
nuestra actividad. Testificamos la mano de Dios dentro de nosotros ya que
nos ofrece Su bien; nuestro bien llegándonos desde dentro, no de afuera,
sino desde el reino de Dios que está dentro de nosotros; no desde el hombre
cuyo aliento está en su nariz, no desde el hombre que daría o retendría, o
que pudiera dar o retener. La mano de Dios no retiene; la mano de Dios no
limita.
Paso a paso el Cristo infinito nos guía de una actividad a otra. Nos
pudiera llevar del mundo de los negocios hacia el de la música, o desde el de
los deberes familiares hacia el de la ministración de la curación o la
enseñanza. El Cristo puede hacer de nosotros cualquier cosa que elija. No
tiene actividad favorita; ninguna actividad es más espiritual que otra, en
tanto sea de una naturaleza constructiva. Todo es igual a la vista de Dios;
todo es la actividad de la gracia apareciendo en forma y variedad infinitas.
La vida por gracia es vivida por la comprensión de que el mañana no es
de nuestra incumbencia, sino de Dios. La gracia de Dios no confiere éxito o
felicidad parciales, ni demanda aquello que no puede hacerse. Dios nos trae
la tarea, pero la gracia también provee la comprensión, la fuerza y la
sabiduría para cumplirla. Todo lo necesario para llevar a cabo esa tarea,
trátese de transporte, recursos económicos, libros, gente, maestros o
enseñanza, está apareciendo siempre. Todo lo que llega por gracia llega
como cumplimiento.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
83

Debido a que tenemos más, más se espera de nosotros. Podemos


cumplir cualquiera y toda demanda que se nos haga, siempre que nos demos
cuenta que la demanda no es hecha sobre 'nosotros', sino sobre Aquél que
nos envió. "Nada puedo por mí mismo", pero el Padre que mora en mí es
igual en toda demanda. La gracia divina nos capacita para llevar a cabo todo
lo necesario, y a su debido tiempo nos libera de cargas excesivas a través del
reconocimiento de que: Dios lleva la carga. Cuando Dios satisface una
obligación, Él tiene una forma de satisfacerla eternamente, por lo que ya no
es una obligación recurrente o continua.
Vertamos nuestros dones del Espíritu a las multitudes; pero jamás
busquemos las multitudes. Nosotros no vamos de arriba para abajo, incluso
ni en nuestras familias, tratando de encontrar alguien sobre el cual imponer
este don; porque si dilapidamos el don del Espíritu sobre el pensamiento que
no esté preparado, nos encontraremos empobrecidos. Esperamos a que las
multitudes vengan a nosotros. Si la multitud consistiera de una sola
persona, a esa esperaríamos que viniera a nosotros. Nos sentamos en
silencio en casa, en nuestro negocio u oficina, con nuestro dedo puesto
sobre nuestros labios, guardando nuestro tesoro oculto para el mundo.
Aquéllos que estén receptivos, responderán a la luz dentro de nosotros y
reconocerán el brillo en nuestros ojos o la sonrisa en nuestro rostro.
Conforme lleguen, uno por uno, aceptemos a cada uno como la multitud.
Vienen a nosotros por pan, el cual les damos; y también por agua fresca y
agua templada. Les damos lo que están buscando. Se los damos con
gentileza; se los damos gradualmente; se los damos con amor, gozo y con el
poder de la autoridad. Nosotros podemos verter la infinitud de nuestro ser,
y todo fluirá: palabras de verdad, compasión, amor, curación, gracia,
finanzas, comida, agua, bebida, protección, cuidado, compañía -todo esto
fluirá desde el Cristo dentro de nosotros.
Renazcamos en el reconocimiento espiritual de la naturaleza infinita de
nuestro propio ser y de la totalidad de nuestro Ser. Que nuestra oración sea:

Gracias, Padre; Yo soy. Aquello que yo he estado buscando, Yo ya lo


soy. Todo está incorporado dentro de mi propio ser, y sólo es necesario que
yo lo deje fluir en manifestación. Nada me puede ser añadido; nada me
puede ser quitado.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
84

"Yo puedo hacer todo por medio de Cristo que me fortalece... Vivo Yo,
aunque no yo"; en verdad es Dios viviendo en mí y como yo. Dios hace
aquello que me es dado hacer. Yo soy ese centro del ser-Dios por medio del
cual Dios vierte Su bien infinito a este universo; Dios me usa como Su
instrumento. Mi único propósito en la tierra es dar testimonio de la gloria de
Dios, de la grandeza de Dios y de la infinitud de Dios: mostrar la obra de las
manos de Dios.
Dios es mis padres; Dios es mi ambiente; y Dios es mi herencia. Este Yo
que yo soy, no está limitado por ningún sentido personal de conciencia, sub-
conciencia o supra-conciencia. Sólo está limitado a cualquier limitación que
se imponga a Dios; y puesto que Dios es infinito, no hay limitación alguna.
Todo cuanto la conciencia universal es, Se vierte en mí. Dejo que Dios me
inunde, a través de mí, y hacia afuera, hacia este vasto mundo.
Yo he venido para que podáis ser plenos. Yo voy a preparar un lugar
para ustedes. Yo voy: ese Yo de mi ser, ese Ego divino, prepara el camino.
Mi Padre celestial sabe yo que tengo necesidad de 'esto', y Le place dármelo
-no para inquietarme, no para pelear, no para luchar o trabajar, ni para
suplicar o implorar por 'esto'. Mi bien es mío por derecho de herencia
divina.
Me despierto en las mañanas con confianza, regocijándome en
cualquier labor que se me haya asignado. Cualquiera que sea esa tarea, yo
la hago; no para ganar el sustento ni con la intención de hacerla para ser
remunerado; sino con gozo y alegría dejo que 'se revele' tal tarea, como la
'actividad de Dios', expresándose 'a través de mí'.

Al permanecer mirando al Cristo como el origen y fuente de nuestro


bien, así fluirá. Cuando ponemos toda nuestra confianza en la Presencia
interior divina, nos convertimos en ese punto por medio del cual Dios brilla al
mundo; y nosotros aceptamos voluntariamente nuestro papel como un canal
por medio del cual el bien encuentra una salida hacia el mundo; en lugar de
mirar al mundo esperando que el bien fluya de él hacia nosotros. Toda la
Divinidad fluye desde nosotros hacia aquéllos que todavía no conocen su
unión consciente con Dios. El hombre espiritual descansa en su unión
consciente con Dios y deja que la infinitud del bien se manifieste: jamás
busca, desea o quiere; él permanece y sirve. Cuanta mayor transparencia
seamos para el Cristo, tanto más siervos nos volveremos. Servimos como un
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
85

instrumento a través del cual el Padre alimenta a Su rebaño. Nos


convertimos en la vía por medio de la cual, el infinito bien espiritual del
Origen divino, se vierte en expresión visible.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
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CAPÍTULO XI

PORQUE EL AMOR ES DE DIOS

AMADOS: AMÉMONOS UNOS A OTROS, PORQUE EL AMOR ES DE DIOS.


I JUAN 4 : 7

PARA QUE TODOS ELLOS PUEDAN SER UNO: COMO TÚ ERES EN MÍ Y YO EN Ti,
PADRE; QUE TAMBIÉN ELLOS PUEDAN SER UNO EN N O S O T R O S .
JUAN 1 7 : 2 1

Vivir, movernos y tener nuestro ser en la conciencia continua de Dios,


revela el secreto de vivir con otra gente. ¿Y cuál es el secreto de nuestra
relación con las otras gentes? ¿Cómo alcanzamos la armonía en nuestras
relaciones interpersonales?
Desde un punto de vista humano, las relaciones satisfactorias entre
grupos de gente y entre individuos, depende de la calidad de la
comunicación. También con frecuencia los intentos de comunicación
terminan en malos entendidos y en "una confusión más confundida". A
menudo estos tristes efectos se deben a la creencia prevalente de que hay
muchas mentes con intereses diversos: de que podemos obtener algo de
otros, o de que otros puede obtener algo de nosotros.
Sin embargo, EL Camino Infinito enfoca este problema desde un punto
de vista completamente distinto. Nuestro secreto yace en un concepto
nuevo de relaciones humanas: Es una relación basada en la unicidad, fruto de
una convicción de que no somos seres separados y alejados unos de otros;
sino que: nuestra unicidad con Dios constituye nuestra unicidad de unos con
otros.

Dios es mente infinita; la mente de Dios en mí le habla a la mente de


Dios en ti. La única Inteligencia infinita, actuando a través de mí, se
comunica con la única Inteligencia infinita que actúa por medio de ti. 'Una'
Inteligencia es la que habla;'una' Inteligencia es la que escucha; somos 'uno'.
Estamos de acuerdo, no debido a que lo estamos unos con otros, sino debido
a que Dios está de acuerdo con Sí Mismo. Dios es la 'única mente'; así que
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
87

en esta 'mente única' no puede haber malos entendidos. Dios le habla a


Dios. La Vida se revela a la Vida. El Alma le habla al Alma. Yo soy simple
instrumento por medio del cual la Inteligencia infinita y el Amor divino están
siendo revelados a la Inteligencia infinita y al Amor divino de aquéllos que
vienen al rango de mi conciencia. En ese flujo de Amor de ti para mí, y de mí
para ti, no hay separación alguna.

Las presiones del mundo no sólo nos separarían de Dios, sino también
separarían al hombre del hombre, al marido de la esposa, a los padres de los
hijos, al amigo del amigo, a los empleados de sus empleadores. El mundo
nos ha hecho enemigos naturales unos de otros. Un animal se alimenta de
otro; y el animal mayor, el hombre, se alimenta de todos los otros animales.
La norma del mundo es: separación; la de Cristo es: unicidad. Isaías captó
esta visión de unicidad cuando dijo: "El lobo también morará con el cordero,
y el leopardo yacerá junto al cabrito; y el becerro, el león joven y la bestia
doméstica, andarán juntos. . N o dañarán ni destruirán en todo Mi santo
monte".
El ingrediente esencial de toda relación satisfactoria es: el amor.
Nuestro amor por Dios se hace manifiesto en: nuestro amor por el hombre.
No sólo somos uno con Dios, sino somos uno con los hijos de Dios: con
nuestras familias y familiares; con los miembros de nuestra iglesia; con
nuestros asociados; con nuestros amigos. Cuando reconocemos a Dios
como: nuestro prójimo, nos volvemos miembros de la casa de Dios, santos
en el reino espiritual; hay una total sumisión del yo dentro del Mar infinito
del Espíritu. El bien de Dios fluye a nosotros por medio de: todos los que se
vuelven parte de nuestro universo. Para aquéllos que viven en comunión
con Dios, sirviendo a Dios a través de su prójimo, la promesa se cumple
literalmente: Todo cuanto Yo tengo, es tuyo.
Ya no existe más una necesidad o un deseo por: algo o alguien. Toda
cosa y toda persona se vuelven: parte de nuestro ser. A lo que
renunciamos, lo tenemos; a lo que nos apegamos para poseerlo, lo
perdemos. Todo aquello que liberamos, lo atraemos a nosotros; todo lo que
perdemos, lo tenemos; todo lo que dejamos libre, lo atamos a nosotros para
siempre. "Libéralo y déjalo ir". Dejemos que todos sean liberados en Cristo.
Confiamos a todos al Dios de su propio ser. No retenemos a nadie en
esclavitud por deudas de amor, odio, temor o duda. Ni siquiera le exigimos
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
88

amor a alguien. Estamos de acuerdo en que ningún hombre nos debe nada.
Sólo cuando no sentimos la deuda por obligación, y sólo cuando no
retenemos a nadie por deuda de obligación, es que somos: libres y ponemos
a nuestro mundo en libertad.
Si mantenemos conscientemente reconocida nuestra relación de
unicidad con Dios, siempre estarán aquéllos en nuestra experiencia quienes,
como instrumentos de Dios, compartirán con nosotros a la vez que nosotros
compartimos con ellos, atrayendo la misma ilimitable Unicidad. Si
esperamos amor de otro, obstruimos y limitamos su flujo hacia nosotros.
Pero si mantenemos nuestra unión consciente con Dios, por medio de: un
reconocimiento constante de que Yo y el Padre uno somos, entonces
abrimos la vía para que la actividad de Dios fluya a nosotros, a través de, y a
todo aquél, receptivo para responder al impulso de Dios. Nuestro contacto
con Dios es: nuestro contacto con toda persona o lugar que pueda, en
cualquier forma, jugar una parte en la revelación de nuestra experiencia
diaria, incluyendo no sólo personas y lugares dentro del rango de nuestro
entorno inmediato, sino en todo el universo. Dondequiera que haya bien
para nosotros en el mundo, éste hallará su camino hacia nosotros.
Nuestro bien llega por medio de la gracia. Esta gracia aparecerá como
caminos o canales normales y cotidianos, siempre y cuando no interfiramos
con su operación al planear cómo debiera ser expresada. Comprendiendo a
Dios como siendo el dador de todo bien, no miramos a los otros ni siguiera
por aquello que constituya nuestro derecho humano o legal. En
circunstancias que justifiquen acción legal, naturalmente daríamos los pasos
humanos necesarios para obtener asesoría legal competente y para
presentar nuestro caso de la mejor manera posible. Sin embargo nuestra fe
y confianza no van a descansar en los tecnicismos del procedimiento legal,
sino en Dios como la fuente de toda justicia. El juicio, jurado, abogados y
testigos serán considerados como: instrumentos que expresen la justicia de
Dios.
La actitud de otros hacia nosotros, es estrictamente su propia
demostración. Si actuaran de acuerdo al bien, así será para ellos; si por el
contrario sus acciones fueran opuestas al bien, la cosecha de la discordia
será así también para ellos. Sólo en la medida en que busquemos a otros
para bien cabe la posibilidad de que no nos hagan mal. Nadie puede
hacernos bien ni mal, puesto que nos hemos sometido al gobierno y control
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
89

de Dios. Buscamos sólo al Padre interior, así que los pensamientos y las
obras del hombre jamás podrán tocarnos. Somos responsables sólo: de
nuestra propia conducta hacia todos, y esa conducta debe estar de acuerdo
al gran mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti mismo; ama a tus
enemigos; perdona setenta veces siete; ora por los que te ultrajan. Jamás
temas ni odies a aquéllos que actúan en contra de la ley divina del Ser único;
pero regocíjate en aquéllos que dejan que Dios los use como instrumentos
para bien.
Somos confrontados con la humanidad en muchos niveles: algunos
buenos, otros malos, y otros más, intolerables. Como humanidad, el género
humano se clasifica y cae dentro de varios estados de conciencia. La vida
para algunos se vuelve una lucha sin esperanza contra insuperables misterios
-mala salud, ingresos magros, impuestos altos, al vivirla sólo como seres
humanos, sin explotar los recursos internos; ignorantes de la verdadera
identidad. Para encubrir sus fallas y el sentido de inadecuación, algunas
personas asumen bravuconadas o aparentan una exuberante alegría exterior
tratando de ocultar su desilusión y frustración. Pero el hecho es que esa
gente, como toda la gente, se muere de hambre de amor. ¿Y cómo quieren
ser amados? Tal como nosotros: primero, siendo comprendidos. Muchos
de nosotros estamos convencidos de que ninguno nos comprende; si
nuestros amigos y familiares nos comprendieran verdaderamente, nos
perdonarían más. Siempre que tengamos contacto con diferentes grados de
humanidad, nuestra actitud debiera ser: la misma del Maestro: "Padre,
perdónalos; porque no saben lo que hacen"; no han sido despertados a su
naturaleza-Cristo. La vara de medir siempre debiera ser: sin importar las
apariencias, Dios es su verdadero ser; Dios es la única ley que los gobierna; y
sus únicas cualidades son conferidas por Dios.
Sólo hay un Uno -únicamente un Ser infinito. Sólo hay una Persona,
puesto que Dios es uno y Dios es infinito. Tal como sólo hay una sola vida, la
vida-Dios inundando nuestro jardín, aunque dicha vida pudiera aparecer en
doce especies diferentes; así es que a pesar de que nuestros amigos y
conocidos pudieran contarse por cientos, hay sólo una vida manifestada en
expresión individual. Jamás debiéramos temer a una persona si
recordáramos que: Dios es uno, que hay un solo Uno, y que ese Ser único es
Dios. En esa unicidad no puede haber discordia, desarmonía o injusticia
para nadie.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
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Nuestro sentido de perdón es: un reconocimiento de que nadie puede


dañarnos, puesto que la gracia de Dios mantiene y sostiene nuestra relación
de unicidad con el Padre, bajo cualquiera y bajo toda circunstancia. Hay un
lazo invisible uniéndonos a todos, juntos; ese lazo es: el Cristo. Si
estuviéramos unidos unos con otros por lazos materiales de cualquier clase,
esos lazos pronto se volverían una carga. Ya sea que el lazo sea la
membrecía de una organización, alguna forma de obligación humana, o un
lazo de sangre o matrimonio; en tanto sea de naturaleza material, se
desgastará. Sólo cuando el amor tras estos lazos materiales es tan puro
como para carecer de toda consideración egoísta, es que la relación es:
satisfactoria, permanente y de beneficio mutuo.
No puede haber en ninguna relación amor real y duradero, en la cual no
entre Dios. No hay milagros de amor en ningún matrimonio, a menos que:
Dios sea la piedra fundamental. Si conocemos el amor de Dios,
conoceremos el amor del hombre. Ese amor por Dios es: una sumisión total
en la unión mística del Padre y el Hijo: Dios, todo cuanto yo tengo es Tuyo,
tal como todo lo que Tú tienes es mío. Mi tiempo, mis manos y mi vida
están a Tu servicio. Si hombres y mujeres han experimentado una sumisión
completa a Dios, si se han vuelto uno con Dios, entonces, cuando el tiempo
llegue para el matrimonio humano, entrarán en esa misma clase de relación
la una con el otro, y las palabras de la ceremonia nupcial se harán realidad -
los dos se volverán uno.
El hogar es: la expresión de la conciencia de los individuos que
componen la casa. El hogar considera: la atmósfera de la conciencia de
aquéllos que la conforman. En una casa, como tal, no hay amor ni odio,
pecado ni pureza, enfermedad ni salud; pero si los miembros de ese hogar
permiten que su conciencia se llene con pensamientos de pecado,
enfermedad, carencia, escasez, sospechas o temor, entonces la discordia, la
desarmonía y el empobrecimiento reinarán en tal casa. Por otro lado, si la
conciencia de aquéllos que conforman el hogar expresa: amor, comprensión,
fe, coraje, esperanza y seguridad, el hogar se vuelve un santuario. La visión
de la Nueva Jerusalén es edificada en tal hogar -una ciudad santa gobernada
por el amor.
Es cierto que muchos de nosotros no podemos llevar a todos los
miembros de nuestro hogar dentro del reino de los cielos. Pudiéramos no
tener éxito en hacer de nuestro hogar esa ciudad santa, pero sí podemos
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
91

decidirnos a permanecer firmes en nuestro reconocimiento de la identidad-


Cristo de cada persona en nuestro hogar -no exteriormente, expresando o
predicándolo en una multitud de palabras sin sentido, sino manteniendo en
silencio nuestra integridad espiritual, dejando que nuestra vida dé un
testimonio viviente de la verdad concientizada.
El Maestro hizo su demostración para sí mismo y para sus seguidores,
dentro del silencio de su propio ser. No dudó en retirarse de la multitud que
lo apretaba para pasar días en soledad. También nosotros podemos hallar
nuestros silenciosos períodos de quietud y renovación, temprano por la
mañana, tarde en la noche, a media noche, o en breves momentos durante
el día, aprovechando breves respiros de las demandas de la vida familiar.
Nuestro reconocimiento de la verdad se exterioriza en: la armonía y paz de
nuestro hogar; el Verbo se hace carne.
A menos que durante estos períodos de silencio, Dios entre en nuestra
relación con nuestra familia, todos nuestros esfuerzos y trabajos para
edificar un hogar, se volverán nada. El agua, el pan y el vino materiales que
podamos darles a los miembros de la familia -el servicio -no satisfacen, y al
día siguiente volverán a estar hambrientos y sedientos de nuevo. Sólo en la
medida de nuestro reconocimiento de nuestra naturaleza-Cristo y de la
verdadera identidad de los miembros de nuestra casa, es que seremos
capaces de dar el agua de vida: "Quien beba del agua que Yo le daré, jamás
tendrá sed". Entonces Dios Se satisfará a través nuestro, al cumplir nosotros
con nuestra parte al traer paz a la conciencia individual.
Cuando estamos conscientemente conscientes de nuestra unión con
Dios, volviéndonos al Padre interior como la fuente de todo bien, las
relaciones de unos con otros se harán: puras y totalmente libres de querer
obtener, tener o poseer, algo o alguien, que otro más tenga. Una relación
espiritual es: una en la cual se da, se comparte y se co-opera. Es como dar
regalos a nuestros niños, maridos, esposas, hermanos, hermanas o amigos:
no con la intención de recibir algo a cambio; no por alguna razón; no porque
se lo hayan ganado o lo merezcan; sino sólo por el gozo de expresar amor.
Cuando nuestra relación con otros se base no en lo que merecemos o nos
hayamos ganado el uno del otro, sino en que yace dentro de nuestros
corazones el dar o compartir unos con otros -no sólo dinero, sino todos los
favores de la vida: co-operación, perdón, comprensión, mutualidad,
confianza y utilidad -entonces y sólo entonces, esa relación se hará
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
92

permanente; un don puro de el Espíritu, una ofrenda pura de nosotros


mismos. "Porque el amor es de Dios".

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
93

CAPÍTULO XII

PORQUE ÉL ES VUESTRA VIDA

PORQUE YO NO ME COMPLAZCO EN LA MUERTE DEL QUE MUERE, DICE EL SEÑOR


DIOS; ASÍ QUE CONVERTÍOS PUES, Y VIVID.
EZEQUIEL 1 8 : 3 2

. P O R Q U E ÉL ES VUESTRA VIDA, Y PROLONGACIÓN DE VUESTROS D Í A S .


DEUTERONOMIO 30:20

EN LA CASA DE MI PADRE HAY MUCHAS MORADAS; SI NO FUERA ASÍ YO OS LO


HABRÍA DICHO.
JUAN 1 4 : 2

AQUÉL QUE CREE EN MÍ TIENE VIDA ETERNA.


JUAN 6 : 4 7

Y ÉSTA ES LA VOLUNTAD DE AQUÉL QUE ME ENVIÓ: QUE TODO AQUÉL QUE VEA AL
HIJO Y CREA EN ÉL, PUEDA TENER VIDA E T E R N A .
JUAN 6 : 4 0

La inmortalidad es: el reconocimiento de nuestra identidad verdadera


como ser-Dios, una identidad sin principio y sin fin, eterna y duradera; es un
reconocimiento de Dios como Padre, y de Dios como Hijo. Para aquéllos en
la senda espiritual, ésta no es una idea nueva. Es la piedra fundamental
sobre la cual descansa toda gran enseñanza espiritual conocida por el
hombre. Pero la esencia de esta enseñanza ha sido enterrada en los
conceptos prevalecientes de la inmortalidad como: una existencia superior a
la de Matusalén en este mundo, o como una existencia de dicha eterna
después de la muerte. La primera es una simple noción dorada de
'longevidad'. La segunda está basada sobre la premisa errónea de que la
muerte es parte de la creación de Dios, en tanto que el Maestro declaró
claramente: "El postrer enemigo que deberá vencerse es la muerte".

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
94

Es cierto que en un momento u otro todos desapareceremos de la vista


humana. Cada uno, a su tiempo dejará: este plano de conciencia. Aquéllos
que no tengan conocimiento de Dios y de su relación con Dios, serán
forzados fuera de sus cuerpos por: enfermedad, accidentes o vejez; pero
aquéllos que tengan un entendimiento correcto de Dios harán la transición
sin esfuerzo, dolor ni padecimiento. Todos, gradualmente, dejaremos este
plano.
"En la casa de mi Padre hay muchas moradas". Pasamos de la infancia
a la niñez; de la niñez a la adolescencia; y de la adolescencia a la madurez -
cada estado de conciencia es una de las muchas moradas de Dios. Aquéllos
que acepten la transición de un estado de conciencia a otro como: una
actividad de Dios, sin mirar atrás con la vana intención de mantener los
estados de conciencia que debieran haberse quedado atrás, no
experimentarán las dolencias de la vejez. El resistirse al avance de los años
como si fuera algo que debiera temerse, es lo que produce muchas de las
discordancias relacionadas con la edad. El aceptar el cambio normal y
natural que acompaña la transición de un estado de vida a otro, nos
capacitará para mirar adelante, hacia las experiencias de la madurez y de la
edad avanzada, con gozo y confianza, más que con temor y pavor.
No hay diferencia alguna entre el flujo de Dios en este instante, y el de
aquí a cien años. De hecho la vida de Dios jamás envejecerá ni terminará.
Dios tiene un trabajo espiritual para cada uno de nosotros y Él nos ha dado
Sus habilidades con las cuales llevarlo a cabo. Mientras haya trabajo para
nosotros que hacer, en lo que se llama este plano de existencia, Dios nos
mantendrá con vitalidad, fuerza, juventud, salud y totalidad. En tal
seguridad ya no confundiremos la longevidad con la inmortalidad. La
longevidad no es sinónimo de inmortalidad: la longevidad es una simple
continuidad del sentido físico de la existencia presente. No estemos pre-
ocupados por el lapso de años visibles sobre la tierra, sino ocupados más
bien con la demostración de nuestra eterna Individualidad; ocupados
siempre en los negocios del Padre.
Toda transición es para la gloria de Dios y para el desarrollo de nuestra
Alma individual. Aquéllos de nosotros que nos estemos acercando a la
madurez y más allá de la madurez, debiéramos aprender a preguntarle al
Padre: "¿Qué tienes para mí que haga yo ahora?" Entonces, así como las
flores florecen, se marchitan y luego vuelven a florecer, del mismo modo las
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
95

viejas experiencias dan lugar a las nuevas. Pasamos a través de muchas


experiencias de transición, pero la muerte jamás es parte de alguna de ellas.
Todos, en el sendero espiritual, más tarde o temprano, alcanzan ese
lugar del desarrollo donde se dan cuenta que: tal como un estado de
conciencia es un cambio por otro, en el progresar desde el nacimiento a la
muerte, así la experiencia de lo que se llama 'muerte' no es más que otra
transición en la continuidad de la vida. La muerte no es más que nuestra
interpretación de lo que estamos contemplando; pero aquéllos que han
captado el primer débil resplandor de Dios, comprenden que Dios es vida
eterna; vida sin principio y sin fin, "porque Él es tu vida, y la prolongación de
tus días". Esta visión sólo puede llegar a aquéllos que se han elevado por
encima del deseo egoísta de esclavizase a sí mismos y a otros, dentro de una
forma familiar. El gusano debe salir de su capullo para convertirse en
mariposa. Todos y todo, pasamos por estados de transición; pero por medio
de la evolución y el desarrollo espirituales, cada uno nos encontraremos
finalmente, sentados a los pies del Trono de Dios; de regreso en la Casa del
Padre.
Esto no significa la inmortalidad del Alma y la muerte del cuerpo, tal
como a menudo es interpretado. El cuerpo muere a diario: las uñas de los
dedos y el cabello, son cortados y vuelven a crecer; la piel se muda; las
células del cuerpo cambian constantemente; y así, a pesar de estos cambios,
la conciencia, la cual es nuestra verdadera identidad, permanece. Nuestro
entrenamiento desde la infancia nos ha inculcado la idea que el cuerpo que
vemos en el espejo o del cual estamos conscientes, es el 'yo'. Hemos
identificado al cuerpo con nosotros; en tanto que el cuerpo es un
instrumento para nuestro uso, tal como un automóvil es un vehículo que
utilizamos para transportarnos de un lugar a otro. En ningún momento nos
identificamos con, o como, nuestro automóvil. Siempre estamos separados
y apartados del automóvil, aunque lo utilizamos como: un medio de
locomoción. El automóvil no es más "yo" que el cuerpo como "yo", porque
el "Yo" es: conciencia.
En algún momento de nuestra experiencia deberemos renunciar a
nuestro concepto de cuerpo como conformando la suma total de nuestro
ser, y aceptar la verdad de nuestra identidad espiritual, como: conciencia.
Llegará el momento para que dejemos de vivir como seres humanos. Esto
no quiere decir que debamos morir o desaparecer para obtener nuestro
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
96

estado espiritual. Esa no es la muerte del cuerpo, sino la transición que


tienen lugar: en la conciencia, a lo que Pablo se refirió como 'morir a diario
para ser renacidos del Espíritu'. Cada día debemos separarnos
conscientemente de las leyes que gobiernan la experiencia humana y re-
conocer la gracia de Dios en el re-conocimiento consciente de que estamos
viviendo en lo Invisible, dentro de lo Invisible, y debido a lo Invisible. En esta
confianza en lo Invisible, es que morimos a diario hasta que un día muramos
completamente y seamos renacidos en el Espíritu. A partir de ahí la vida se
vivirá en un nivel completamente distinto en el cual no estaremos sujetos a
las leyes de lo físico, sino que viviremos: bajo la gracia divina.
La transición no es principalmente física, sino que es: un acto de
conciencia. El gusano es transformado, en la metamorfosis de la oruga, en
una mariposa. El estado de conciencia de oruga abandona su ser-capullo y
se eleva hacia su ser-mariposa. La transformación tiene lugar: en la
conciencia y se exterioriza: como forma. Cuando comencemos a entender
esta idea nueva y asombrosa, entonces percibiremos que este Yo que yo soy,
es permanente y eterno:

En el principio, Dios: la naturaleza de Dios, Conciencia, es un estado


continuo del ser eterno; y Dios Se manifiesta como tú y como yo. Dios
mantiene la continuidad de Su propia existencia en Su forma infinita e
individual, por siempre y para siempre. Todos aquéllos que existieron en el
principio, existen ahora; y aquéllos que existen ahora existirán por siempre.
El cuerpo es el templo de la vida. Este templo es la misma vida
formada, el Espíritu formado. Tal como el cerebro es la vía por la que se
manifiesta la inteligencia, así el cuerpo es la vía por la cual se manifiesta la
vida. ¿Puede la vida estar separada de su templo? La vida es: la substancia
de la cual está formado el cuerpo; por ello el cuerpo es: tan indestructible y
perenne como la vida.
Dentro de mí está la fuerza de la vida espiritual, la cual está
funcionando desde el interior hacia el exterior. Yo no tengo una fuerza de la
vida; Yo soy la fuerza de la vida. Esa fuerza de la vida constituye mi ser
verdadero, y fluye en forma armoniosa e infinita. La conciencia es la ley y la
actividad para el cuerpo. Nada puede detener jamás al ser que Yo soy,
porque Yo existo independientemente de lo que el mundo llama materia,
reclusión o incorporación. La naturaleza de mi ser es: eternidad.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
97

La actividad invisible de la Verdad, actuando en mi conciencia, está


renovándome física, mental, moral y financieramente. Día tras día esta
Individualidad interior, que es mi ser invisible, está produciendo 'todo' lo
necesario para el cumplimiento de mi experiencia en la tierra.
Podría mirar el cuerpo pasar desde la infancia hacia la adolescencia; de
la adolescencia hacia la edad adulta; de la edad adulta hacia la madurez; y
de la madurez hacia la edad avanzada; pero a través de todo cambio del
cuerpo, el Yo permanece como un observador, "inalcanzable, irrebatible,
sano y salvo; intocable". A los nueve, diecinueve o noventa, Yo estaré
observando cada cambio del cuerpo, cada cambio de expresión. Yo jamás
me dejaré ni me abandonaré. Yo no puedo dejarme ni abandonarme,
porque Yo soy Yo. Yo siempre me gobernaré y protegeré.
El único momento en que Yo puedo saber, es en este instante. El
instante pasado no tiene existencia; el instante por venir no tendrá
existencia. Para Mí, el pasado, el presente y el futuro es: 'ahora'; es este
ahora en el cual Yo estoy viviendo; es ahora que Yo he estado viviendo
siempre; y es este ahora en el que Yo siempre viviré. Carece de propósito y
de utilidad el mirar hacia adelante a una vida que está a cien o doscientos
años de distancia. El único tiempo que yo puedo vivir es: ahora; y ahora, en
este momento, Dios, la única Vida, está expresándoSE. Yo no expreso la
vida; la Vida se expresa a Sí Misma como mi ser infinito, individual e
indestructible.
"Sí, aunque yo ande a través del valle de sombra de muerte", Tú estás
ahí. La muerte no es aniquilación; la muerte no es más que una sombra que
'parece' muerte. Incluso a través del valle de sombra, Yo estaré ahí
observándome pasar a través de él, porque Yo no puedo estar separado del
Yo: /Yo no puedo morir jamás!

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
98

CAPÍTULO XIII

NO TEMÁIS

No TEMÁIS, PORQUE YO ESTOY CON VOSOTROS; NO DESMAYÉIS, PORQUE YO SOY


VUESTRO DIOS. YO OS FORTALECERÉ; SÍ, YO OS SOSTENDRÉ CON LA DIESTRA DE
MI JUSTICIA.
ISAÍAS 4 1 : 1 0

No temáis: "Queda, un descanso para la gente de Dios"; un descanso


de los pensamientos ansiosos, un descanso del temor, un descanso de la
duda y la pre- ocupación. En este estado de descanso desciende el poder de
la gracia, y la presencia de Dios fluye dentro a expresión inmediata como
nuestra experiencia. Reciban el don de Dios sin trabajo, lucha o presión. En
silencio y confianza, en un estado de descanso de la ansiedad y el temor,
dejemos que Dios Se revele. Permitamos que Dios Se exprese. Permitamos
que Dios viva nuestras vidas. Que ya no haya más un "yo" o un "tú"
separado y apartado del Padre, sino dejemos que el Padre sea nuestra vida.
En unión consciente con Dios, la mente descansa. La mente humana ya
no está más interesada en los problemas de hoy o mañana, porque la unión
del Alma con Dios -el re-conocimiento consciente de Dios -revela a Dios
como el cumplimiento de toda necesidad antes que la necesidad sea
aparente. La pre-ocupación, el temor y la duda se desvanecen en medio del
cumplimiento; el significado verdadero de las palabras: "No temáis", es
revelado. En unión consciente con Dios, la mente de Dios funciona como
nuestra mente, como nuestra experiencia y como nuestra vida. Entonces la
mente humana descansa y lleva a cabo su propia función, como una vía para
lo consciente.
Este estado de descanso es una paz interna que no se alcanza de
ninguna manera en el reino del efecto. Incluso un pensamiento o una
declaración de verdad, es un efecto; y esa es la razón por la que usar la
mente para repetir declaraciones estereotipadas acerca de Dios, a menudo
no induce la paz. La oración respondida no se debe a los pensamientos
acerca de Dios. El pensar acerca de Dios no es el principio creativo del

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
99

universo: Dios, en Sí Mismo, es el principio creativo, y Dios es conocido sólo


cuando la mente humana está en descanso.
Dios es: la conciencia del ser individual; por ello la infinitud es la medida
de ese ser. Nada puede ser añadido a ustedes; nada les puede ser quitado.
Ningún bien les puede llegar; ningún mal los puede tocar: ustedes abarcan
dentro de su propio ser la infinitud del bien. "Hijo, tú estás siempre
Conmigo, y todo lo que Yo tengo es tuyo". Todo cuanto Dios es, ya está
establecido dentro de ustedes. Ustedes son ese lugar en la conciencia por
medio del cual la naturaleza infinita de Dios Se está revelando. Por ello el
bien no puede fluir hacia ustedes: el bien se expresa desde dentro, y se vierte
hacia todo lo que llega dentro del rango del reconocimiento consciente de
esta verdad. Tan sólo es necesario evitar los pensamientos, renunciando a
todo pensamiento ansioso de temor -'callad un poco'.
"Callad un poco y sabed;, En quietud y en confianza está tu fuerza", tu
paz, permanencia y seguridad -no en refugios antiaéreos, no en cuentas de
banco, sino en Tu reino, en Tu paz. En esa quietud y confianza hay
descanso, protección, cuidado, co-operación. En quietud y en confianza no
temáis. ¡No temáis!:

Yo estoy contigo, y Yo estaré contigo hasta el fin del mundo. Suelta tus
cargas a Mis pies; suelta tus cargas con la seguridad de que todo bien está
incorporado y abarcado dentro de tu ser. Yo nunca Te dejaré ni Te
abandonaré. Si hicieras tu cama en el Seol, ahí estaré Yo contigo. Si
caminaras por el valle de sombra de muerte, Yo estaré contigo -sólo camina
en quietud, en confianza y en seguridad; 'camina sin buscar'.
No hay paz; no hay descanso para aquéllos que están buscando fuera de
su propio ser. El reino de Dios está dentro. Acepta Mi reino y queda en paz.
Acepta Mi promesa: Ahora sois los hijos de Dios. Ahora sois Mi herederos,
co-herederos con Cristo; y todas las riquezas celestiales son vuestras ahora -
ahora, no mañana; ahora, no ayer. No hay nada que obtener mañana; no
hay arrepentimientos por el ayer; sólo existe este ahora viviente, este
momento de descanso en Mí, de confianza en Mí.

Todo poder está establecido dentro de ustedes. No busquen al hombre


cuyo aliento está en su nariz; no pongan su fe o confianza en príncipes, no
importa cuán grandes o poderosos parecieran. No hay poder externo a
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
100

ustedes. Jamás teman ningún efecto; jamás teman aquello que es creado:
confíen en el Creador. Para ustedes, ¿lo creado significa más, que su
Creador? ¿Aman más aquello que ha sido creado, que a su Creador?
¿Temen aquello que Dios ha creado? ¿Hay otro creador aparte de Dios?
¿Existe otra creación, una creación separada de Dios? "He aquí, sólo esto
he hallado: que Dios hizo al hombre recto; pero ellos buscaron muchas
perversiones". No teman lo que el hombre pueda pensar, decir o hacer. No
teman las mentiras o maquinaciones de la mente humana.
El pensamiento del hombre no es poder. "Porque Mis pensamientos
no son vuestros pensamientos. dice el Señor". Jamás esperen una
bendición ni teman una maldición, del pensamiento del hombre. El mal que
los hombres hacen, no se eleva más allá de ellos mismos. Todo mal es:
auto-destructivo. Destruye sólo a aquéllos que lo idean, pero jamás a
aquéllos hacia quienes es dirigido. El mal es poder sólo para aquéllos que le
confieren poder.
Cualquier cosa que acepten como un poder, aparte de Dios, puede
dañarlos; pero en sí mismo no tiene más poder que una sombra sobre la
pared. Si creen que otro puede dañarlos o que ustedes pueden dañar a
otro, entonces sufrirán; no por lo que alguien más haya hecho, o por lo que
ustedes hayan hecho, sino por su creencia de que hay un poder 'aparte de su
propia conciencia'. El daño llega, no por medio de otro, sino a través de
ustedes, por su desviación de la verdad. Ustedes deben salir y ser apartados
de la creencia de que el mal o el bien pueda llegar a ustedes.
No teman ningún pensamiento o acción malos que se dirija contra
ustedes o contra alguien más. No teman a ninguna persona, y sobre todo,
no se ofendan ni la odien; de lo contrario la atan a ustedes con las
repugnantes cadenas del odio. Deben entender que el mal sólo puede tocar
a la persona que lo acepta: por ello jamás teman al mal; nunca lo odien;
jamás se ofendan; sino respondan siempre, con compasión.
De su bien podría "hablarse mal"; incluso se podría considerar
debilidad; pero no dejen que eso los importune. No tienen la
responsabilidad de probar nada, y nada tienen que probar. Dejen que el
mundo acepte sus propios conceptos de Dios y del hombre, de la religión y
de la oración. "Bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os
odian, y orad por los que os ultrajan y os persiguen". Oren por su despertar;
¡pero jamás les teman; y nunca se ofendan!
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
101

Ningún bien puede llegar a ustedes, porque ustedes ya están


establecidos en el bien; ningún mal puede perturbarles, porque Dios es la
medida de su bien. Dios es la infinitud de su conciencia; Dios es la pureza de
su Alma. ¡ Nada existe fuera de su propia conciencia!
Si no hay mal en su conciencia, no habrá mal actuando en el mundo.
¿Cómo pueden determinar si el mal está operando o no en su conciencia?
¿Aceptan o reconocen una presencia o un poder aparte de Dios? Si así es,
entonces el mal existe para ustedes. ¿Ven algo que odiar, temer o resentir?
Entonces están viendo una imagen que han creado dentro de ustedes. El
odio, el resentimiento y el temor no son más que el producto del
pensamiento, el resultado de una imagen auto-creada, y por ende, sin poder,
presencia ni realidad. Dios es: la fábrica, la substancia y la ley de su
conciencia. El mal no es más que una sugestión o tentación para aceptar un
creador aparte de Dios. Deben manejar esta sugestión dentro de ustedes,
hasta que lleguen a ese lugar de descanso en donde el Verbo de Dios more
en ustedes, y ustedes moren en esa conciencia de verdad.
Moren en la verdad de que Dios es el único poder, y descubrirán que
toda bendición emana de esta verdad mantenida en su conciencia. Moren
en la verdad del reino de Dios establecido en la tierra. Moren en la verdad
de que Yo estoy más cerca que su respiración, y más cerca que las manos y
los pies. Moren en la verdad de que sus nombres están escritos en los
cielos, de que ustedes son el Hijo Crístico de Dios -la imagen y semejanza de
Su Ser divino, la manifestación de Su gloria. "Yo he venido para que ellos
tengan vida, y para que la tengan abundantemente".
Que su oración sea un descanso de palabras, un descanso de
pensamientos, un descanso de deseos. No acepten pensamientos de
angustia. El Espíritu de Verdad, el Consolador, jamás los dejará, aunque
toda vía o canal de bien estuviera cerrado. El Consolador es: una actividad
de Dios dentro de su propia conciencia. Como tal, es en mucho, una parte
integrante de su ser; tal como lo es su propia integridad, lealtad y fidelidad.
El Consolador está dentro de ustedes; es el "Paz, aquiétate" para toda
tormenta exterior y para toda perturbación interior. Abran las puertas de su
conciencia y permitan que el Consolador hable; permitan que el Consolador
sea su seguridad; permitan que el Consolador sea su provisión, su salud, la
armonía de su hogar y la paz de su vida interior.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
102

Vivir la vida espiritual significa vivir: en una atmósfera de total


seguridad, a pesar de las circunstancias. "Sé fuerte y ten valor; no temas ni
desmayes: porque el Señor tu Dios es quien va contigo; Él no te fallará ni te
abandonará, Es el Soy Yo, no temas". Esta es la verdad sanadora más
grande revelada a la conciencia humana. Para los discípulos, una tormenta
representaba muerte y desastres, pero el Maestro vio sólo otra oportunidad
más de asegurarles, con aquellas palabras de consuelo: "Soy Yo, no temáis".
Esa misma confianza capacitó a Jesús para pararse ante Pilatos y decir: "No
tendrías poder alguno contra mí, a menos que te hubiera sido dado de lo
alto". Fue este mismo poder en José el que dijo a los hermanos: "No fuisteis
vosotros los que me enviasteis acá, sino Dios. .Dios me envió por delante
de vosotros para preservaros la vida".
Las circunstancias que los confrontan pudieran parecer terribles, y el
desastre inminente, pero el Cristo dice: "Soy Yo; no temáis". Dios tiene
raros caminos de atraerlos a Sí Mismo. En ocasiones lo que pareciera como
un desastre, y la disolución de aquello que ustedes consideran más preciado,
es el medio verdadero de despertarlos a la vida espiritual.
Jamás miren las discordias temporales, la falta de demostración ni la
ausencia de visión y comprensión espirituales, como fracasos. No fue falta
de visión espiritual lo que condujo a Moisés y a los hebreos dentro del
desierto de la experiencia; fue Dios conduciéndolos hacia un sentido
superior de bien. No fue falta de entendimiento lo que envió a Elías al
desierto para estar tan hambriento que los cuervos tuvieron que traerle
comida: fue Dios probándole a Elías que aún había siete mil que no habían
doblado sus rodillas ante Baal, y que incluso en el desierto, 'ahí estoy Yo
contigo y Soy capaz siempre de poner mesa delante de ti, en presencia de tus
enemigos'.
No fue fracaso lo que llevó a Jesús a lo alto del monte para ser tentado
ahí por el mal, o lo que lo llevó al desierto sin alimento: fue la forma en que
Dios le revelara que no buscara demostración en las cosas; que el hombre no
vive sólo de pan sino de toda palabra que procede de la boca de Dios. No
fue un fracaso lo que puso al Maestro en la cruz; lo que encerró a Pedro y a
Silas en la prisión; lo que sujetó una víbora a la mano de Pablo. No; éstas
fueron las oportunidades aportadas por Dios para probar la nada de aquello
que el mundo llama: un poder del mal, incluso un poder mortal.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
103

Jamás miren las discordias y desarmonías de su vida como si


representaran una falta de entendimiento o demostración. Consideren esas
infortunadas circunstancias como oportunidades que serán disueltas cuando
ya no sirvan como espuelas para su despliegue espiritual.
Tengan el coraje para mirar de frente a toda persona y circunstancia
que consideren peligrosa o destructiva. En silencio, enfrenten la situación
sin temor; enfrenten la condición o a la persona, y descubrirán que ello -o él
- es una imagen de su propio pensamiento; y que por eso no hay causa,
jurisdicción o ley que lo sostenga. Re-conozcan a Dios como el Alma de toda
persona, y a Dios como la actividad en toda situación.
No teman lo que el pensamiento mortal pueda pensar o hacer, puesto
que el pensamiento mortal es: auto-destructivo. No teman los
pensamientos o acciones del hombre cuyo aliento está en su nariz. Ustedes
son el templo de Dios, y Dios está en Su santo templo, ahora. Ustedes son el
templo del Dios vivo; su cuerpo es el templo del Dios vivo; su vida, su alma,
su mente son el lugar donde mora la Verdad; y si ustedes moran en esta
Verdad y dejan que esta verdad more en ustedes, ningún mal llegará cerca
de su morada. No teman; descansen en fe y confianza en el reino de Dios.

Yo jamás te dejaré ni te abandonaré. ¿Por qué toda esta lucha? Yo


estoy justo en medio de ti, más cerca que el aliento, más cerca que las manos
y pies. ¿Por qué luchas como si tuvieras que buscarME y procurarME? ¿Por
qué luchas como si tuvieras que aferrarte a Mí? Yo jamás te dejaré; Yo estoy
contigo siempre.
Yo te daré de beber. Yo te daré agua; Yo te la daré, así que no luches
por el agua; no te afanes -sólo aquiétate. DéjaME alimentarte. No trates
de vivir de pan; al menos no sólo de pan; vive de toda palabra, de toda
promesa de las Escrituras cumplidas en ti. Como Yo estuve con Moisés, así
Yo estaré contigo. Sólo cree, y Yo te daré del maná escondido que es
invisible al mundo: incompatible con el sentido común e incomprensible para
el entendimiento humano; escondido en las profundidades de tu propio ser.
Yo tengo carne que el mundo no conoce. Si tú Me pides, Yo te daré agua.
Abandona la dependencia y la fe en la gente, circunstancias y condiciones.
Muy dentro de ti, hay una carne que el mundo no conoce; hay corrientes de
agua y maná, ocultos: todo esto está embebido e incorporado dentro de tu
propio ser.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
104

Tu Padre celestial sabe que tienes necesidad de todo esto; Le place


dártelo -no para que luches y te afanes por ello, sino para dártelo a través de
la gracia. Siempre que una apariencia de discordia se avecine sobre tu
horizonte, relájate, descansa, quédate en paz en la seguridad de Mi presencia
dentro de ti.
EscúchaME, la vocecita callada al centro de tu ser: Yo jamás te dejaré;
Yo jamás te abandonaré. Incluso en el valle de sombra de muerte Yo estaré
contigo. Tú jamás conocerás la muerte; tú jamás morirás. Yo te doy agua
de vida que brota hacia vida eterna. Si escuchas Mi vocecita callada, si
descansas en los brazos eternos, si te relajas en Mí, si dejas que todas Mis
palabras te alimenten y sean tu pan de vida y tu báculo, jamás morirás. Mi
Espíritu está contigo; Mi presencia va delante de ti; Yo voy a preparar un
lugar para ti.
Para de temer; para de dudar. Descansa en Mi pecho; descansa en Mis
brazos; descansa en Mi amor y apacíguate. Confía en el Yo en el centro de
tu ser. Cree que Yo puedo hacer esto. Cree que hay una Presencia en el
centro de tu ser cuya única función es bendecir; ser una bendición y un
instrumento de Mi gracia. Confía en Mí; cree sólo en Mí; ¡no temas!

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
105

CAPÍTULO XIV

EL TABERNÁCULO DE DIOS

¡CUÁN AMABLES SON TUS MORADAS, OH SEÑOR DE LOS EJÉRCITOS! MI ALMA ANHELA Y AUN
ARDIENTEMENTE DESEA LOS ATRIOS DEL SEÑOR; MI CORAZÓN Y MI CARNE CLAMAN POR EL DIOS
VIVO.
SALMOS 84:1,2

UNA COSA HE DESEADO DEL SEÑOR, ÉSTA BUSCARÉ: QUE PUEDA YO ESTAR EN LA CASA DEL
SEÑOR TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA, PARA CONTEMPLAR LA HERMOSURA DEL SEÑOR, Y PARA
INQUIRIR EN SU TEMPLO.
SALMOS 27:4

SEÑOR, ¿QUIÉN HABITARÁ EN TU TABERNÁCULO? ¿QUIÉN MORARÁ EN TU MONTE SANTO?...


EL QUE TENGA MANOS LIMPIAS Y UN CORAZÓN PURO.
SALMOS 15:1; 24:4

La gente con creencias distintas tiene su lugar sagrado de adoración -un


templo, una mezquita o una iglesia -donde el buscador sincero puede morar
con su Dios. La estructura en sí misma y los objetos de devoción dentro del
santuario, fueron designados para conducir el alma a Dios; pero en realidad
el encontrarse cara a cara con Dios, no depende de la adoración en algún
lugar en particular ni de la adherencia a un ritual prescrito. Los ritos
practicados no son más que los símbolos externos de una búsqueda interior
de Dios, y cada símbolo tiene su propia importancia y significado profundos.
La adoración en el tabernáculo del Señor, como está descrita detalladamente
en el Antiguo Testamento, es un ejemplo de esta búsqueda de Dios: repleta
de simbología.
El templo de los hebreos o tabernáculo tenía la forma de un
paralelogramo, con sus lados apuntando al norte y al sur, y sus puntas hacia
el este y el oeste. Consistía de tres partes: el patio exterior, el lugar sagrado,
y el Lugar Santísimo.
El patio estaba abierto para todos, para que adoraran. En este patio
exterior se encontraba un brasero ardiente que era un gran altar ardiente,
localizado cerca de la entrada, donde eran quemadas las ofrendas traídas
voluntariamente por la gente. Entre el brasero y la puerta del templo había
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
106

una fuente hecha de bronce donde los sacerdotes del templo se lavaban sus
manos y pies, antes de ofrecer sacrificios o antes de entrar al templo.
El lugar sagrado tenía acceso sólo para los sacerdotes. En su lado
norte había una mesa de madera. Esta era la mesa del pan de la
proposición, sobre la cual ponían doce hogazas de pan sin levadura, divididas
en dos montones separados. Este pan era la muestra de la abundancia y la
gracia de Dios, y cada semana era puesta sobre la mesa una provisión fresca.
La palabra "pan de proposición" significa "pan de la Presencia", y es
interpretada por algunos de los estudiosos bíblicos como el símbolo de la
presencia de Dios. En el lado opuesto del templo, al otro lado de la mesa
del pan de la proposición, estaba el candelero de oro; un pie de metal con
tres ramas a cada lado, sobresaliendo tres copas en forma de flor de
almendro, las cuales formaban los receptáculos para las siete lamparillas.
En estas lamparillas se quemaba de continuo aceite de oliva. Cerca de la
entrada al Lugar Santísimo, y similar en construcción al altar de bronce en el
patio, había un altar dorado en el cual el sacerdote principal quemaba por la
mañana y por la tarde, incienso consagrado para este propósito.
El punto más sagrado en todo el tabernáculo era el Lugar Santísimo,
localizado justo delante del lugar sagrado. En este recinto eran depositados
los símbolos del más alto valor y significado para el ritual, y sólo una vez al
año se les permitía a los sacerdotes entrar en este sagrado recinto. Ahí
reposaba el arca de la alianza: un arcón de madera de acacia cubierto de oro.
Se creía que ahí, la verdadera presencia de Dios podía ser hallada; pero sólo
aquéllos con manos limpias y corazón puro podían tener acceso a esta
Presencia.
Ahora bien, por medio de la meditación, intentemos comprender el
significado espiritual del simbolismo de este templo de adoración.
Comencemos con el patio. En el altar de bronce que saludaba a todo el que
entraba, dejaban su sacrificio aquellos que adoraban. En esos primeros días,
el sacrificio consistía normalmente en consignar al fuego, algún objeto
material de valor intrínseco, probando con ello la sinceridad de la devoción
de uno, así como la voluntad de renunciar a todo por alcanzar a Dios. El
buscador tenía que liberarse de todo aquello que se interponía como una
barrera, en su comunión con Dios; y tenía que estar dispuesto a lanzar al
fuego ardiente todo aquello que impidiera su progreso. Esta práctica
simbolizaba el sacrificio del sentido personal, porque nadie puede acercarse
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
107

a la presencia de Dios sin antes haber renunciado a su fe y confianza en las


dependencias humanas.
Pudiera ser que algunos de nosotros jamás hayamos entrado a un
templo, iglesia o lugar sagrado; no obstante si verdaderamente deseamos
llegar a Dios, se requiere, de todos nosotros, un sacrificio. ¿Y cuál es el
sacrificio que se exige de nosotros en este mundo moderno, si es que vamos
a llegar al Lugar Santísimo? ¿Cuál es la barrera que se nos presenta? ¿Qué
está obstruyendo nuestro progreso? -¿Acaso no son principalmente todas
las prácticas antiguas de adorar 'otros' dioses, olvidando el primer
mandamiento: "No tendrás dioses ajenos delante de Mí"?
Los dioses que hoy en día adoramos no son imágenes grabadas, como
antaño. No; en su lugar están las imágenes idolatradas: fama, fortuna y
posición. Continuamente estamos buscando alguien o algo para la
satisfacción, esperando amor y gratitud de la gente, en lugar de buscar a
Dios como el origen; o creyendo que nuestra provisión depende de
inversiones, cuentas de banco y empleos. Esta dependencia en medios
humanos -esto es el sacrificio que se nos pide, algo que no es ofrecido en
público, sino que es entregado en la santidad y en el secreto de nuestro ser.
No podemos llegar a la presencia de Dios abrumados por nuestras
cargas. Incluso el deseo de influir en Dios para que interceda en nuestros
asuntos humanos debe ser abandonado. Recordemos, el arca de la alianza -
Dios -está hasta el otro extremo del templo; pero antes que Dios pueda ser
alcanzado, toda barrera debe ser removida. Así comenzamos a sacrificar,
echando en el altar ardiente en forma figurada, todas las dependencias
mundanas. Debemos renunciar a nuestro sentido mortal y material de
riqueza y salud; y sin embargo no renunciamos a ellas. Por el contrario,
cuando estos conceptos humanos ceden a la total dependencia de Dios,
pueden presentarse en mayor abundancia y armonía.
No malinterpretemos la naturaleza del sacrificio. No se nos pide que
renunciemos o abandonemos nuestras posesiones personales; lo que debe
ser sacrificado es la creencia de que la riqueza material constituye la
provisión. A menos que esta creencia sea descartada, no podremos llegar al
reconocimiento de nuestra auto-compleción en Dios, en la cual la provisión
ya está establecida en nosotros por toda la eternidad. La carencia y la
limitación se experimentan sólo en la medida de la aceptación del concepto
materialista de que el dinero es sinónimo de provisión o que el dinero es la
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
108

fuente de la provisión. Lo opuesto es la verdad: la provisión es la fuente del


dinero; la provisión es la substancia de la cual se forma el dinero. La
provisión es: la conciencia de la verdad, la conciencia de nuestra relación con
Dios. Una vez que esta relación, este re-conocimiento de la verdadera
identidad se hace parte y realidad en nuestra conciencia, jamás volveremos a
sufrir de limitación o carencias, ya que este entendimiento es la substancia
de nuestra provisión.
La misma sabiduría o comprensión espirituales que forman la
substancia de nuestra provisión, es también la substancia de nuestra salud.
La visión de salud generalmente aceptada es: la de un corazón que late
normalmente, un hígado que secreta la cantidad adecuada de bilis, unos
pulmones que inhalan y exhalan rítmicamente, un tracto digestivo que
asimila y elimina satisfactoriamente, y varios otros órganos y partes del
cuerpo llevando a cabo sus funciones naturales. Este concepto de que estos
órganos y funciones saludables constituyan nuestra salud, debe ser
sacrificado. La salud es: el re-conocimiento de Dios como la fuente de toda
actividad y la substancia de toda forma; el re-conocimiento de Dios como la
ley para Su creación. Esta sabiduría espiritual aparecerá como salud.
Los conceptos materiales de salud y de riqueza son sólo dos, entre
muchos otros conceptos erróneos, que deben ser sacrificados.
Comencemos en conciencia donde nos encontremos en este momento. En
lo más profundo de nuestras mentes y corazones, sabemos lo que estamos
aceptando como mortal, material, limitado o de naturaleza finita -trátese de
riqueza, salud, amistades, familia, posición social, poder o fama.
Renunciemos a nuestros conceptos humanos para aceptar a cambio, un
sentido espiritual superior de ser; sacrifiquemos lo que tiene menos valor
para recibir aquello que es: divinamente real. Aquéllos que han buscado a
Dios por interés propio han errado el camino: Dios puede ser alcanzado sólo
por la renuncia completa a todo deseo, excepto el deseo de deleitarse en Su
amor y gracia. Comencemos a sacrificar en esta meditación:

Yo me rindo; entrego todo obstáculo material, todo obstáculo mortal y


humano, y todo aquello que se interponga entre Dios y yo. En Tu Presencia
hay plenitud de vida. Renuncio a cualquier deseo que alguna vez haya
tenido. Entrego todo deseo, menos uno: todo cuanto busco eres Tú.
Permíteme estar en Tu Presencia. Tu gracia es suficiente para mí -no Tu
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
109

gracia, la salud o las riquezas; sino sólo Tu gracia. Renuncio a todo deseo
por gente, lugar, cosas, circunstancias o condiciones -incluso mi esperanza
del cielo. Entrego todo deseo por reconocimiento, recompensa, gratitud,
amor o comprensión. Yo estoy satisfecho con Tu gracia. Si tan sólo pudiera
sentarme aquí y tomarme de Tu mano, jamás pediría ni siquiera el desayuno
de mañana; ayunaría el resto de mis días. Tan sólo déjame tomarme de Tu
mano, y jamás volveré a sentir hambre; jamás volveré a sentir sed. Sólo
déjame tomarme de Tu mano; permíteme estar en Tu Presencia.

Habiéndonos despojado de las dependencias humanas y materiales, al


haberlas arrojado al altar ardiente, estamos listos para el siguiente paso.
Cerca del fuego seductor hay un gran receptáculo redondo lleno de agua.
Este es el lavatorio o baño en donde se lleva a cabo el rito de purificación.
Aquí el que adoraba tenía la oportunidad de limpiarse tanto externa como
internamente. Sin embargo, el proceso de limpieza en el lavatorio ya no es
una acción física, como tampoco lo es el arrojar nuestro sacrificio al fuego.
Ahora, al estar frente al lavatorio, tenemos nuestra oportunidad de
limpiarnos por dentro y por fuera. Nadie necesita que se le diga lo que lleva
en su propia mente, de lo que quisiera purificarse, porque cada persona
conoce su propio ser interno más que cualquier otro. Todo el
procedimiento se reduce a una limpieza simbólica interna y externa, en la
cual ocurre una purificación completa de nuestro sentido humano del bien.
El sacrificio y la purificación del sentido humano de los valores, nos
prepara para entrar al lugar sagrado. Ahí nos paramos delante de la mesa
del pan de la proposición, el cual siempre es mantenido fresco y abundante,
no con el propósito de agasajarnos, sino como evidencia de la omnipresencia
de la provisión y de todo bien. Al contemplar esta mesa surge dentro de
nosotros un reconocimiento silencioso de que, tal como este pan de la
proposición está siempre presente en el santo templo, de igual manera el
pan de vida y todo lo que representa la auto-compleción, está presente aquí
en este instante. ¿Y dónde es 'aquí? Donde yo estoy. Justo donde yo
estoy, está el pan de la proposición. Justo donde yo estoy, está la
omnipresencia de la substancia de la vida, el báculo de la vida, la armonía y
el bien -todo esto, como el don de Dios. Este don de Dios es omnipresente
e infinito porque es de Dios; la substancia infinita de toda vida.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
110

El sacrificio, la purificación y la contemplación de la abundancia de bien,


sirven como preparación para la apertura de la conciencia a la presencia
eternamente perdurable de la Luz espiritual, la cual está representada por el
candelero de siete brazos, localizado a la izquierda del lugar santo. Los
sacerdotes del templo utilizaban siete lámparas, porque el siete expresa
compleción. Al estar en la presencia de este símbolo de luz espiritual, la
inextinguible luz del Cristo comienza a impregnar la conciencia. Ahora, esta
condición séptupla, esta compleción de iluminación espiritual, infunde
nuestro ser; y gradual o repentinamente, la conciencia despierta a la verdad
de que justo donde estamos ahora, en meditación, se encuentra la
omnipresencia, la totalidad de la sabiduría espiritual, la comprensión
espiritual y la vida espiritual. Si la manifestación de esta compleción
espiritual es visible o no, poco importa. La totalidad de la luz de Dios, la
iluminación espiritual completa, es total dentro de nosotros ahora, aún
cuando no sea aparente. Parados en meditación delante de este candelabro
de siete brazos, llenándonos con el recuerdo de nuestra auto-compleción en
Dios, y creyendo que ya es, dejamos que esta luz salga a expresión visible.
Paso a paso vamos labrando nuestra senda hacia el Lugar Santísimo, la
verdadera presencia de Dios. Cada acto de consagración nos acerca a la
meta. Sólo se requiere una cosa más -una prueba final de devoción. Así
que nos volvemos en agradecimiento a nuestro lugar de adoración
simbolizado por el incensario, y ahí ofrecemos nuestra alabanza y gratitud
por las innumerables bendiciones de Dios. Aquí, en este lugar sagrado,
delante del incienso ardiendo, frente al santuario, traemos a la memoria,
conscientemente, nuestro progreso desde que entramos al patio exterior.
Todo cuanto hasta aquí hemos encontrado en el templo ha sido una
revelación de aquello que ya está establecido dentro de nuestro propio ser.
Por nada de esto es que estamos orando o buscando. Nuestra auto-
compleción en Dios, es, y por ello damos alabanza, gracias, devoción, culto y
adoración.
Cada rito de consagración juega su propio papel peculiar en nuestro
despliegue espiritual -el sacrificio interior lanzado al brasero ardiente, la
purificación del yo en el lavatorio, la contemplación de la bondad de Dios
ante la mesa del pan de la proposición, el reconocimiento de la eterna luz
interior simbolizada por el candelero encendido, y la ofrenda de gracias y
alabanza frente al altar de oro. Si cada uno de estos ritos ha sido llevado a
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
111

cabo fielmente, estaremos justo detrás del altar del incienso, frente al velo a
semejanza de niebla, el cual finalmente será descorrido, revelando el arca
de la alianza.
Si nuestra meditación ha sido gentil y serena trayéndonos a esa
comprensión espiritual de nuestro ser-Dios; si nuestros ojos están abiertos a
la realidad espiritual; contemplaremos el gran misterio: la niebla
desaparecerá; el velo será descorrido; y nos hallaremos ante la presencia de
Dios. Ya no habrá más oscuridad mental ni más oscuridad espiritual. La
presencia de Dios Se anunciará a Sí Misma, recordándonos:

Yo siempre estoy contigo. Yo estaba contigo cuando comenzaste tu


búsqueda, pero la niebla delante de tus ojos disminuyó tu visión a tal grado
que no pudiste verME. Estabas tan embotado con los conceptos materiales
que tu Conciencia se opacó. La niebla no podía ser disipada hasta que fuese
removido aquello que la provocó. Después, y sólo entonces, tú pudiste
encontrarME, escuchar Mi voz y sentir Mi Presencia.

En cualquier estado o nivel de conciencia que se encuentre el buscador,


ya sea sacerdote o neófito, hay un Camino para él -un Camino que lo
conducirá finalmente a la verdadera presencia de Dios. Este Camino puede
ser totalmente único para el individuo, o puede tomar alguna de las formas
establecidas de adoración religiosa, tales como la travesía desde el patio
exterior hasta el Lugar Santísimo en el templo hebreo; como el poner una
flor ante una estatua del Buda; como el peregrinar hacia la Meca; como el
bañarse en las aguas sagradas del Ganges; como considerar el koan
enigmático; o como el arrodillarse en una catedral en sagrada comunión,
bebiendo del vino simbólico y comiendo el pan sagrado.
Ahora bien, cualquier simbología que se utilice estará muerta y
resultará infructuosa, a menos que el significado interior de la forma sea
discernido. La meditación, semejante a la que nos hemos comprometido,
reviste el símbolo con vida y verdad. El sacrificio, la purificación y la
devoción deben ser llevados a cabo, por todos y cada uno de los aspirantes,
no como una ceremonia requerida por alguna norma externa, sino como el
dictado del corazón. Sólo cuando el corazón ha cedido y el Alma le ha
rendido homenaje a Dios, es que podemos llegar a la Presencia.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
112

Nadie puede entrar a la Presencia, excepto en santidad. Desde antaño


sólo los sacerdotes eran considerados lo suficientemente valiosos como para
ganarse su admisión al Lugar Santísimo; pero hoy en día, a la luz de nuestra
iluminación, cualquier hombre o mujer espiritualizados que tenga una
comprensión de su verdadera identidad, será un sacerdote, y puede hallar su
Camino al santuario interior. Todo aquél que obtenga cierto grado de
conciencia de Dios, es un sacerdote. Tal persona no sólo sirve a Dios, sino
que es mantenida por Dios. El pan de vida divino lo alimenta, el manto
invisible lo provee, y la luz de la verdad lo ilumina, haciéndolo la luz del
mundo: la vía a través de la cual la sabiduría, el amor, la vida y la verdad
espirituales, fluyen a todos aquéllos que no conocen el origen de su bien.

Tú me mostrarás la senda de la vida; en Tu presencia hay plenitud de gozo;


delicias a Tu diestra para siempre.
SALMOS 16: 11

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
113

CAPÍTULO XV

LA HERMOSURA DE LA SANTIDAD

DAD AL SEÑOR LA GLORIA DEBIDA A SU N O M B R E . ; OH, ADORAD AL SEÑOR EN LA


HERMOSURA DE LA SANTIDAD.
SALMOS 9 6 : 8 , 9

HE AQUÍ: EL CIELO, Y EL CIELO DE LOS CIELOS SON DEL SEÑOR TU DIOS; TAMBIÉN
LA TIERRA CON TODO LO QUE EN ELLA HAY.
DEUTERONOMIO 10:14

L o s CIELOS DECLARAN LA GLORIA DE DIOS; Y EL FIRMAMENTO MUESTRA LA OBRA


DE SUS MANOS.
SALMOS 19:1

La meditación no es un fin en sí misma. Aquello que estamos buscando


es un reconocimiento consciente de la presencia de Dios, pero en la
conciencia de esa Presencia, antes de experimentar la iluminación completa
y total, pudiera haber dos de nosotros -Dios y yo. No queremos a Dios y a
mí; queremos solamente a Dios. Ese es el paso final en el Sendero espiritual.
Dios es desconocido e incognoscible para los sentidos humanos. Sin
embargo, una forma de salvar la distancia inmensurable entre la
materialidad y la espiritualidad, es dejar que el pensamiento se aparte de la
atención y los problemas del mundo hacia la obra de las manos de Dios. En
el entorno de todos siempre hay algún objeto hermoso: una pintura, una
escultura, una planta, un lago, una montaña o un árbol. En la meditación
pensamos en algunos de ellos, considerando la idea de Dios, lo Invisible,
expresándoSE a través de la naturaleza o por medio de la mente de un
artista o artesano.
La presencia y el poder de lo Invisible es aquello que se hace manifiesto
para nosotros como lo visible; lo uno inseparable de lo otro. Incluso un
poco de comprensión acerca de Dios, nos capacita para discernir en cierta
medida, la vida, el amor y el gozo de Dios incorporados en el hombre y el
universo. En esta comprensión, nuestra vida y amor se expanden y se hacen
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
114

más puros, gozosos y libres, llevándonos a una dimensión superior de vida.


Comenzamos a vivir ya no tanto en el mundo del efecto, sino en el mundo de
la causa; descubrimos nuestro bien en la Causa de todo cuanto existe, en
lugar de descubrirlo en el efecto -en las cosas, personas o lugares. Cuanto
más entendamos que tenemos como Causa a Dios, mayor será nuestro
disfrute de todas las personas y cosas.
Sólo penetrando en el reino de lo Invisible, en esta dimensión superior o
cuarta dimensión de vida, es que comenzamos a percibir la ley del amor en
acción. Para entrar a la cuarta dimensión, la cual no puede ser entendida
por medio de los sentidos físicos, visualizamos las fuerzas invisibles de la
naturaleza, las cuales actúan para traer a manifestación formas tales como
las plantas o las flores. Con los ojos parcialmente cerrados miramos una
planta, sus hojas, sus capullos y flores. ¿Qué milagro de actividad invisible
es el que ha transformado la semilla seca, un puñado de tierra y un poco de
agua, en una flor? La vida invisible, actuando por medio de la humedad de
la tierra, tocó la semilla, la rompió para abrirla, e hizo que pequeños brotes
enraizaran. Esta misma fuerza invisible extrajo de los elementos de la tierra
el sustento necesario para desarrollar estos brotes en un sistema de raíces
que finalmente apareció sobre la tierra como una planta. ¡Qué maravilla,
qué grandeza, qué milagro esta revelación, frente a nuestros propios ojos, de
lo Invisible, lo Desconocido, lo Inexplicable! Sólo Dios, el Invisible Infinito,
pudo producir tal belleza y gracia.
Todo lo que aparece no es más que la forma y actividad de Aquello que
es invisible; lo visible no es más que la aparición en la forma, de Aquello que
lo causó y le dio vida y belleza. Debido a que la forma es inseparable e
indivisible de su origen, incluso la forma, es eterna. Re-conocer y
comprender el origen de los símbolos externos de la creación, es amarlos y
disfrutarlos más profundamente. La actividad de la naturaleza no es algo
separado y aparte de la planta. La vida invisible de la planta toma forma
como su color, gracia y belleza.
De la misma manera el alma, la mente y la habilidad de un artista, se
fusionan en una pieza de piedra o marfil para formar una obra de arte, en la
cual, las cualidades del artista, son inseparables de la figura creada. Sobre la
mesa, delante de nosotros, está una diminuta representación en marfil del
Buda. Tratemos de visualizar al artista sentado frente a la pieza de marfil, la
cual él seleccionó minuciosamente por su belleza y pureza de color.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
115

¿Pueden imaginar cuán amorosamente acarició esta masa inerte hasta que
su forma definitiva comenzó a delinearse en su mente? ¿Pueden ver más
allá del hombre mismo, y discernir la belleza del alma, la pureza de la mente,
la inteligencia divina que lo guió y le dio la destreza a sus dedos?
Recuerden, él no estaba creando simplemente la figura de un hombre; el
Buda representa: iluminación, un estado de conciencia divino, aquello que el
occidente llaman el Espíritu de Dios en el hombre, el Cristo o el Hijo
espiritual. En la mente del artista está el deseo de compartir con otros su
concepción de este espíritu de Dios en el hombre. Al comprender el amor
del escultor por su obra, se despierta en nosotros un aprecio más profundo
por el tema y por el arte expresado en esta figura.
Tal como el artista se ha expresado por medio de esta figurita o tal
como la naturaleza se ha expresado como la hermosa flor, del mismo modo
nosotros vivimos por la gracia de una Presencia y Poder invisibles, el cual
está expresándose a Sí Mismo como creación. En esta forma de meditación
no sólo nos deleitamos en atardeceres espectaculares, en montañas
imponentes, o en cielos estrellados; sino que viéndolos, vemos más allá de
ellos hacia el amor, la habilidad y la integridad de lo Invisible, manifestado
como la obra de las manos de Dios. La actividad incesante del Amor divino
garantiza la continuidad de esta creación magnífica llamada: hombre y el
universo.
Meditando en la actividad de Dios apareciendo como fenómenos
naturales o como cualquier otra forma de belleza, se nos enseñará a mirar a
través del hombre hacia su origen divino, sin considerar sus errores ni sus
éxitos. Dios Se ha expresado; Sus propias cualidades aparecen como todo
hombre, mujer y niño. Todas estas fuerzas de lo Invisible están unidas para
formar la expresión visible de la inteligencia, la vida, el amor y el gozo. Esto
no se aprecia a través de la observación superficial de una persona, así como
tampoco la causa invisible de una planta o de una obra de arte se aprecia
con los sentidos. Sólo mirando a través de la apariencia, hacia lo Invisible,
es que Su esencia es discernida.
A la luz de dicha percepción, todo individuo es re-conocido como una
expresión del divino Ser infinito, expresándoSE en manifestación. La crítica
y la condenación son transformadas en un amor profundo por este universo
y su gente. Con esta transformación llegará la compasión por aquéllos que

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
116

no conocen su verdadera identidad, por aquéllos a quienes hemos


considerados los hombres y las mujeres 'malos' del mundo.
Sólo en el grado en que entendamos la naturaleza de Dios es que
podremos comprender la naturaleza del ser individual. Al pensar en
nosotros, así como en otros, debemos captar algún destello interior de la
naturaleza y actividad de Dios, el Principio creativo, el cual nos trajo a
expresión. Dios Se ha encarnado como la verdadera mente, alma,
substancia y vida de nuestro ser -incluso como la substancia de nuestro
cuerpo. El Verbo se ha hecho carne como el tú y el yo individuales.
La meditación debe tener siempre a Dios como su sujeto, y a Dios como
su objeto; porque el sujeto y el objeto son uno, no dos. La meditación
debiera llevarnos fuera de esta vida tridimensional, de lo visible hacia lo
Invisible, lo cual es conocido como la cuarta dimensión. Aquéllos que viven
en un mundo tridimensional viven sólo en un mundo de altura, anchura y
profundidad; es decir, viven en un mundo de forma, separados por completo
de la esencia de Aquello que aparece exteriormente como forma. En la
cuarta dimensión, en la cual Dios es la causa, substancia y realidad de la vida,
todo efecto, apareciendo como cosa u hombre, es revelado como: la
manifestación del Ser infinito, Dios.
Todo ser individual, toda forma individual, tanto de animal, vegetal o
mineral, es el Dios invisible apareciéndoSE en expresión, incorporando Sus
cualidades, naturaleza y carácter infinitos. Todo cuanto hay en la tierra es
del Señor y también Su plenitud: Dios apareciendo como universo y como
hombre. Todo esto es inmortal; eterno, nuestro: "Hijo, todo cuanto Yo
tengo es tuyo", y Yo estoy siempre contigo. "Yo y mi Padre uno somos".
¿Cómo podríamos estar separados de Dios? "Quien me ha visto, ha visto al
Padre que me envió". ¿Puede el amor del artista estar alguna vez separado
y apartado de aquello que ha creado? Vemos la figura de marfil; vemos el
estado de conciencia que lo expresó. ¿Cómo puede la grandeza de la
invisible fuerza de vida de la naturaleza estar separada de su forma? Si
vemos la planta, vemos la fuerza de la vida divina que la formó -son uno,
inseparables e indivisibles. En el mundo de la cuarta dimensión, causa y
efecto, sujeto y objeto, son uno.
Gradualmente vamos más, y más hacia lo profundo, hasta encontrarnos
centrados en Dios. Ya no estamos pensando más; los pensamientos son
pensados para nosotros, las ideas están siendo cristalizadas por medio de
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
117

nosotros, las imparticiones del Alma se hacen claras a nuestra Conciencia.


Entonces hallamos a Dios revelándose a Sí Mismo expresando el Verbo, el
cual es veloz, afilado y más poderoso que una espada de dos filos: ese Verbo
de Dios que separa el Mar Rojo cuando es necesario, y que produce la nube
de día y la columna de fuego durante la noche -los milagros en nuestra
experiencia. Esta meditación es una revelación del Invisible Infinito
declarándose a Sí Mismo, dentro de nuestro propio ser.
La meditación es: el arte de la apreciación divina, a través de la cual
aprendemos a valorar correctamente al hombre, sus logros y el universo.
Nuestro aprecio por las formas exteriores crece, porque la meditación nos da
una comprensión del Amor divino que produjo la forma. Cuando
entendemos la mente y el alma que ha producido cualquier forma de bien,
podemos apreciar mejor al propio bien. Conocer al autor de un libro hace al
libro más significativo; conocer al compositor de una pieza musical hace la
música más disfrutable. Si sólo pudiéramos conocer a Dios, si pudiéramos
sólo gustar o tocar una gota de Dios, la creación aparecería en toda su
maravilla y gloria. La meditación desarrolla la visión que nos lleva del objeto
hacia su principio creativo, y entonces, con esta nueva visión, el mundo es
revelado, como realmente es.
Por medio de la meditación, una nueva dimensión de vida es
desplegada. Ya no estamos limitados más al tiempo o al espacio, a la altura,
anchura o profundidad; porque la mente brincará instantáneamente de la
forma tridimensional a la cuarta dimensión, la cual es su procedencia, causa
y origen. En esta dimensión superior ya no dependemos de las cosas que
aparecen, ya sea persona, lugar o cosa: ya no las amamos en demasía, ni las
odiamos o tememos, porque si vemos a través de ellas, percibiremos en
todo momento que Dios, es el origen.
Cuando escuchemos las palabras: "Yo nunca te dejaré ni te
abandonaré", recordemos la figurita de marfil. El amor, maestría,
habilidades y devoción del artista, jamás pueden ser removidos de esa
figura. Lo mismo ocurre con nosotros. Aquello que nos formó jamás nos
dejará ni nos abandonará. Su esencia es nuestro ser real.
La meditación acerca de la obra de las manos de Dios, es una forma de
traer las facultades del Alma hacia expresión activa, así como de comprender
la sabiduría superior. Debemos aprender a ver no sólo los atardeceres,
jardines o cualquier apariencia hermosa, sino también a contemplar más allá,
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
118

y captar un destello de Aquello que lo trajo a expresión. Entonces siempre


tendremos formas permanentes de belleza y de armonía, porque tendremos
la Esencia divina y perfecta que está por siempre formándoSE de nuevo. Si
tratamos de ver perfección en la forma, la perderemos. Los sentidos
materiales ven la forma y la disfrutan; el sentido espiritual ve la substancia
subyacente y la realidad de la forma. Entonces la forma es siempre
perfecta, completa y total.
El objeto de nuestro trabajo es elevarnos hacia esa aprehensión divina
donde vemos a Dios apareciendo en toda la gloria de Dios -no en la gloria
del hombre, sino en la gloria de Dios como la gloria del hombre -
demostrando la perfección infinita de la obra de las manos de Dios. Somos
elevados a un estado de iluminación divina en el cual contemplamos el
mundo de Dios ya perfecto y completo; contemplamos a Dios
manifestándoSE en toda Su gloria. "Los cielos declaran la gloria de Dios" y la
tierra expresa la obra de Sus manos. Y ahora "mi meditación en Él es dulce,
y yo me complazco en el Señor".

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
119

TERCERA PARTE

MEDITACIÓN:
LOS FRUTOS

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
120

CAPÍTULO XVI

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU

En la vida de todo buscador de Dios, llega el momento en que siente


la Presencia y se hace consciente, de una manera u otra, de una verdadera
Presencia y Poder trascendentales. Es entonces cuando habrá terminado
con la lectura de libros acerca de la experiencia de Dios o con el asistir a
escuchar a gente hablar de Dios. No sabemos en qué forma nos llegará esa
experiencia. Para cada uno llega en forma diferente, pero esto es bien
cierto: Cuando llega, y el Espíritu del Señor es una Presencia consciente, "ahí
hay libertad" -una libertad y liberación de los pensamientos y cosas de este
mundo: sus temores, dudas, preocupaciones y problemas. En el mismo
instante en que el Espíritu del Señor toca a una persona, ésta es
transformada. Comienza a comprender el significado de renacimiento o de
ser "nacido de nuevo". Siente una diferencia dentro de sí y sabe que ya no
es la misma persona que era ayer o la semana pasada. El grado de
transformación pudiera no ser aparente de inmediato en el reino visible,
pero poco a poco se vuelve evidente para el mundo exterior.
En ocasiones, justo al principio, pudiera hacerse evidente como
apariencias 'negativas'. A menudo la pérdida precede la ganancia: "Aquél
que halle su vida, la perderá; y aquél que la perdiere por Mi causa, la
hallará". El sentido actual de vida debe ser sacrificado para que el sentido
espiritual de vida pueda ser ganado. Antes que la conciencia total y
completa de esta nueva vida haya ocurrido, puede aparecer el
resquebrajamiento de viejas formas, como ciertos problemas, ya sea
económicos, emocionales o físicos. Hay un sentido de pérdida, de renuncia
o de sacrificio de algo. Pero en verdad esto no es cierto. Una vez que el
Espíritu del Señor ha tocado realmente a una persona, ésta no es perturbada
ni afectada por las apariencias externas, ya que las reconoce como parte de
una experiencia transitoria.
Los primeros mártires Cristianos que se volvieron de los dioses paganos
hacia el único Dios, no pensaban en términos de un sentido humano de vida.
La persecución que fueron obligados a soportar, fue como la nada en
comparación con la plenitud de su misión espiritual. Para el no iniciado no
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
121

tenía sentido que los hombres justos fueran apedreados, lanzados a los
leones o quemados en la hoguera. Desde el punto de vista humano esto
jamás tendrá sentido; pero cuando el Espíritu de Dios ha tocado a uno, éste
entiende que en realidad a nada se ha renunciado, nada se ha perdido ni
sacrificado. Representa martirio sólo para aquéllos que no entienden. Para
el iluminado espiritualmente, es el cumplimiento de su destino y experiencia
espirituales, y aquello que es ganado, compensa con creces aquello que el
mundo considera como pérdida.
Hoy en día la actitud del hombre del mundo es similar a la de aquellos
paganos de hace mil novecientos años. Contempla con asombro y
desconfianza a todo aquél quien, deliberadamente, elige dedicar su tiempo y
dinero al desarrollo de su naturaleza espiritual, más que en perseguir
placeres, fama y fortuna -los 'dioses' de este mundo. Tal elección, a los ojos
del materialista, se asemeja al sacrificio de los mártires Cristianos; pero para
la persona que incluso sólo haya vislumbrado la naturaleza de la senda
espiritual, y especialmente para quien ya haya experimentado al Cristo, lo
ganado compensa en creces aquello que ha sido abandonado.
En esta vida todo son subidas y bajadas -todo son montañas y valles.
Algunos días vemos al mundo desde la cima de una hermosa montañita y el
mundo entero parece gentil y bondadoso; pero antes que nos demos cuenta
hemos descendido al valle. Hay otros días cuando vamos cuesta arriba a la
cumbre de la montaña más alta, sólo para encontrarnos al siguiente día, con
que le dimos paso a la desilusión y a la desesperanza. Estos períodos no
tienen importancia alguna y son de poca valía; forman parte del ciclo rítmico
de la vida humana. Las experiencias del valle no son más que una
preparación para las experiencias en la montaña. Siempre hay un valle
entre dos montañas; uno no puede ascender la siguiente montaña sin
primero haber cruzado por el valle que yace en medio. En términos bíblicos,
ningún hombre puede hallar su vida hasta que la pierde. Es en el valle
donde uno suelta las cargas del yo humano con sus deseos, necesidades y
anhelos. Así, liberado de cargas, se está libre para subir la siguiente
montaña más alta. Conforme continúa el viaje, las experiencias de la
montaña serán de mayor duración, en tanto que las del valle se acortarán.
Esto continúa año tras año hasta que se alcanza un punto de transición
donde las alturas se vuelven la morada permanente.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
122

Hoy puede ser ese día de transición para nosotros. Si recordamos este
día como el momento cuando tomamos la decisión de olvidar "aquello que
queda atrás y [extendernos] hacia lo que está delante, [prosiguiendo] hacia
la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús", al cabo de un año
no podríamos sino admitir que está en marcha una transformación de
nuestra vida. El sentido humano de la vida jamás volverá a tocarnos tan
profundamente: jamás volveremos a ser capaces de odiar o amar con la
intensidad de antaño; tampoco nos enojaremos ni nos regocijaremos con la
misma intensidad de la emoción humana. La profundidad de nuestra visión
continuará trayendo mayor luz espiritual, sabiduría y guía, por lo que cada
día será un día de discernimiento más profundo, un día de mayor vida que el
día anterior, en la atmósfera de Dios. Esta experiencia servirá como
fundamento sobre el cual podremos edificar el templo de nuestro cuerpo y
hogar, el templo de nuestra experiencia individual -un templo no hecho con
manos, eterno, en los cielos.
En este trabajo estaremos en ese lugar de la conciencia donde el Cristo
debe ser experimentado. Por años hemos hablado y escuchado acerca de la
belleza de el Cristo, del poder de el Cristo y de la influencia sanadora de el
Cristo -ese Espíritu del Señor dentro de nosotros. Muchos de nosotros
también hemos sido bendecidos por medio de los logros de otros, de este
Espíritu de Dios. Ahora el tiempo ha llegado cuando ya no deberemos
depender más de charlas o de la iluminación de otros. Nosotros mismos
debemos tener la experiencia para poder estar en este mundo, más no ser
de él; para caminar este mundo de aquí para allá y ni así ser parte de él;
entrar y salir de las discordias y desarmonías, así como de los placeres y
armonías, de este mundo, y con todo ello mantener nuestra integridad
espiritual. Perderemos todo sentido de 'tener' que hacer algo, o 'tener' que
saber algo, o 'tener' que entender algo. Hay una liberación de la
responsabilidad personal, y descansaremos en silencio y en quietud en la
conciencia de que donde el Espíritu del Señor esté, ahí hay libertad. Seamos
espectadores observando a Dios en acción en Su universo, re.conociendo al
Ser trascendental cuando lleva a cabo Su labor por medio de nuestra
conciencia.
Algunas personas han tenido una experiencia de Dios, sin la
consecuente transformación exterior. Ellos han vivido tan sólo de ese
recuerdo, porque no sabían lo que significaba; no supieron cómo se alcanzó
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
123

ni cómo mantenerla. Sin embargo, el estudiante que ha dedicado su vida al


estudio de la sabiduría espiritual y a la práctica de la meditación, encuentra
que no es impactado cuando llega la experiencia de Dios, porque entiende su
significado. Aunque acepta la experiencia con gozo como una evidencia de
la gracia, sabe que al mismo tiempo ha sido alcanzada debido al tiempo y el
esfuerzo dedicados. Por lo tanto no vive de recuerdos inútiles, pues a
medida que aumenta la receptividad por medio de la meditación continua, la
experiencia de Dios se hará más frecuente, hasta que llegue el día cuando
pueda ser obtenida a voluntad.
Esta Presencia y Poder espirituales, este Cristo, que se hace cargo por
nosotros de las funciones de la vida, es: invisible; pero no es menos real
debido a Su invisibilidad. Se hace cargo de las funciones del cuerpo, por lo
que se vuelve innecesario afanarse por las actividades corpóreas. El Espíritu
interior, el Cristo, lleva a cabo aquello que nos sea encomendado o que le
sea encomendado a nuestro cuerpo. Gradualmente, conforme el Cristo vive
nuestra vida, la conciencia de un cuerpo físico o de sus actividades como tal,
es eliminada. Si fuera necesario afanarse por dirigir la circulación de la
sangre o del tracto digestivo, entonces estaríamos viviendo por 'medios
humanos' en lugar de 'vivir por toda palabra que sale de la boca de Dios'.
No, el funcionamiento del cuerpo, sin la necesidad o la ayuda de algún
pensamiento, de hecho sin ningún conocimiento concreto de la operación de
la corriente sanguínea o del sistema digestivo, es evidencia directa del Cristo
en acción.
La salud es de Dios, y bajo esa premisa no se trata de mi salud o de tu
salud. Si aceptamos esto literalmente, veremos milagros ocurriendo. El
bien no es personal; ni tratándose de salud ni de riqueza. La salud es en
realidad una cualidad y una actividad de Dios; la esencia y substancia de
Dios. Hablar de "mi" salud y de "tu" salud, indicaría que existen grados de
salud; salud buena y salud mala. En el camino espiritual de vida esto no es
posible; es una imposibilidad total: sólo hay una sola salud y ésta, es Dios.
Con Dios como salud -y Dios "es la salud de mi semblante" -la salud
resulta infinita, no debido a que se trate de 'nuestra' salud, sino porque es la
salud de Dios. Una vez que aprendemos a renunciar al sentido de posesión
personal como lo indican las palabras: "yo", "me", "mío", comenzamos a
encontrar el verdadero significado del vivir espiritual -el vivir universal,
impersonal y armonioso. Dios expresa Su armonía por medio de nuestro
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
124

ser. Cada fase de armonía, trátese de bondad o de buena salud, es una


cualidad, una actividad y una ley de Dios. Cuando reconocemos a Dios como
la esencia de todo bien, nos convertimos en instrumentos para la expresión
de un sentido universal de bien.
Con el sentido espiritual de salud llega el descubrimiento de que la
salud no depende de la digestión, la eliminación ni del funcionamiento de
algún órgano del cuerpo. La salud depende sólo de Dios; es una cualidad y
una actividad de Dios. Todo lo que sea necesario para el gobierno del
cuerpo, se lleva a cabo como una actividad de Dios. Recordemos esto en
relación con todo el alimento que ingerimos: "El alimento que yo como no
tiene valor nutricional, substancia ni poder, para sustentar o mantener la
vida; pero Yo, el Alma mía, la conciencia mía, es quien le imparte su
substancia, valor y nutrimento". Si hacemos de esto un re.conocimiento
consciente, hallaremos que el alimento tendrá un efecto completamente
distinto sobre nuestros cuerpos del que había tenido hasta aquí. "Él hace
aquello que me es dado hacer", y por ello la actividad del cuerpo es llevada a
cabo por ese Ello que está dentro de nosotros. No tenemos que afanarnos
por ello; Ello lo hace. Ello perfecciona aquello que nos corresponde.
Seamos observadores de Dios, apareciendo como nuestra salud, nuestra
riqueza, nuestra fuerza y nuestra vida.
Lo mismo sucede con todas las fases de nuestra experiencia humana.
Si hay un sentido de justicia acerca de la vida -si las palabras correctas son
habladas en el momento correcto, si los hechos correctos se llevan a cabo en
el momento correcto, si la armonía prevalece en nuestra experiencia -
entonces sentiremos, veremos y reconoceremos que toda fase de esa
experiencia es el resultado directo de la actividad del Cristo. Nosotros no la
hacemos; nosotros no nos afanamos: Ello, el Cristo, lo hace todo; aún antes
de que tengamos alguna conciencia de lo que está ocurriendo. Ello, el
Cristo, es: la actividad del cuerpo, de la cartera y de las relaciones de unos
con otros. La Presencia va delante de nosotros para: enderezar los lugares
torcidos y para preparar un lugar para nosotros. La Presencia hace todo por
nosotros, y vivimos en este plano de existencia como testigos -espectadores.
Hay innumerables pasajes bíblicos que revelan la importancia de
"esperar en el Señor", de ser espectadores de la vida. Esto no quiere decir
sentarse ociosamente sin hacer nada. Por el contrario, cuanto más se

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
125

espera en el Señor, tanto más se es un espectador de Dios trabajando: en,


por medio de, y como, uno mismo; y tanto más activo se es.
Si somos espectadores, haremos aquello que requiera nuestra atención,
y que esté más a la mano. Si tenemos que atender un hogar, lo atendemos;
si estamos comprometidos en manejar un negocio, lo manejamos; si
tenemos llamadas que hacer, las hacemos; pero mientras estamos ocupados
en estas actividades, lo hacemos con esta actitud: "Espero en el Señor;
contemplo lo que el Padre me da qué hacer". Siempre nos mantenemos en
tal estado de receptividad, de estar listos y dispuestos, a la menor indicación,
para cambiar cualquier plan que hayamos hecho con el fin de seguir el plan
divino.
Cada día de nuestras vidas tenemos deberes y obligaciones que cumplir.
Aquello que se nos ha dado hacer, debe llevarse a cabo; pero siendo un
espectador, descubrimos que hay una dirección divina, un poder divino que
nos guía. Este es el estado de conciencia alcanzado por Pablo: "Vivo Yo,
pero no yo, sino que Cristo vive en mí". Es como si el hombre, Pablo,
estuviera haciéndose a un lado, diciendo: "El Cristo está en acción; el Cristo
está actuando en mí, por medio de mí, y como yo. Cristo vive mi vida por
mí". Esa es la actitud a mantener como espectadores, es casi como si
estuviéramos diciendo: "Yo no estoy realmente viviendo mi vida. Yo estoy
observando al Padre vivir Su Vida por medio mío".
Esta es la forma ideal de vivir; esta es la forma espiritual de vida, la
forma en la cual encontramos los menores obstáculos, la menor oposición, el
menor número de malos entendidos. Siempre hay una Presencia, lo Invisible
Infinito, que va delante de nosotros para: enderezar los caminos torcidos, y
para hacer perfecto cada detalle de nuestra experiencia. Es sólo cuando el
"yo" hace, dice y piensa, que el resultado puede estar incorrecto. Toda
nuestra experiencia de frustración llega debido a nuestra renuencia a
esperar lo suficiente para que Ello Se haga cargo.
La mayoría de nosotros no estamos dispuestos a esperar hasta el
instante en el cual una decisión sea necesaria; insistimos en saber la
respuesta de antemano, un día antes, una semana antes o un mes antes.
Queremos saber lo que sucede a la vuelta de la esquina; queremos saber hoy
lo que va a suceder la próxima semana o el mes entrante, e incluso qué
decisión debiera tomarse para el próximo año, en lugar de esperar hasta el
mismo instante cuando la decisión sea requerida, y entonces permitir a Dios
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
126

poner las palabras en nuestra boca y revelar cuál acción debiera tomarse. El
maná cae día tras día; día tras día nos son dadas la sabiduría, guía y dirección
necesarias para ese día. Por lo regular Dios no nos avisa con una semana de
anticipación; recibimos la dirección cuando la necesitamos. Hemos
adquirido el hábito de impacientarnos, y el resultado es que en lugar de
esperar para que sea manifestada la decisión de Dios, dejamos que el miedo
se deslice y después, asustados por los posibles efectos infortunados de la
indecisión, nos precipitamos y actuamos sobre la base de 'nuestro mejor
juicio humano'.
En el vivir espiritual no dependemos de nuestras evaluaciones
'humanas' correctas de la situación. Sin importar cuán buenos puedan
parecer nuestros juicios, nos apartamos de ellos y vamos al Padre: "Padre,
muéstrame cuándo moverme; muéstrame si debo o no dar el siguiente paso,
y cuándo darlo". Con paciencia y práctica desarrollamos la conciencia de un
espectador, de esperar en el Señor, la cual nos conduce al milagro de la vida
en la que descubrimos no sólo que hay un Dios, sino que Ello se ha
convertido en el factor gobernante en nuestra vida: Ello se ha hecho cargo
de nuestra experiencia. Al no esperar hemos impedido la actividad y
operación de Dios en nuestros asuntos, al no ser espectadores, al no
sentarnos, por así decirlo, apartados de nosotros hasta sentir que el Padre Se
está haciendo cargo. Si tan sólo hiciéramos eso, hallaríamos el milagro de
una Presencia divina yendo delante de nosotros para hacer, todas las cosas,
nuevas. Cuando nosotros tomamos una decisión, a menudo encontramos
obstáculos infranqueables en el camino; pero cuando Dios toma la decisión,
Dios va delante de nosotros y remueve todo obstáculo. Todo lo necesario
para facilitar la tarea, es provisto.
Hagamos del ser espectadores, una práctica diaria:

Padre, este es Tu día, el día que Tú has hecho. Me alegraré y regocijaré


en él. Revélame la labor de este día; muéstrame Tus decisiones; no las mías,
sino las Tuyas. Permite que únicamente Tu voluntad sea el principio
motivador y activador de mi vida.

Estemos dispuestos a esperar hasta el último instante antes que una


decisión deba tomarse; incluso si se trata de un minuto después de lo
necesario, esperemos y esperemos. Seamos pacientes, muy pacientes. Ello
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
127

vendrá; y una vez que hayamos tenido esta experiencia, habremos


testificado el milagro de observar a Dios actuando en nuestros asuntos.
Cuando esta conciencia se haya vuelto una experiencia verdadera, jamás
volveremos a saber lo que es estar sin la conciencia del gobierno de Dios,
porque habremos descubierto que Dios responde, que Dios Se hace cargo.
En el Salmo 23 leemos que tenemos que morar en la casa del Señor todos los
días de nuestra vida, todos los días: Por siempre y para siempre moraré en
este reconocimiento de la sabiduría de Dios y del gobierno de Dios. Una vez
que hayamos tenido el sentimiento claro de ser conducidos por Dios, del
Cristo impulsándonos a actuar, nunca más estaremos satisfechos con tomar
decisiones sin recurrir a la guía espiritual.
Mucha de la gente exitosa testifica acerca de la importancia de los
períodos de quietud en los cuales extraer, de los recursos interiores,
inspiración y orientación. Ellos han descubierto que el poner orden a sus
días para tener pequeños, pero frecuentes intervalos de descanso y
relajación de los afanes del mundo, los libera de un sentido de presión, les
recarga sus reservas y continúan con vigor e interés renovados. Hay un
límite para lo que la mente y el cuerpo humanos pueden llevar a cabo en
veinticuatro horas. Sin embargo las personas en la senda espiritual, que han
aprendido a abrirse a la actividad del Cristo a través de la meditación, no
conocen la limitación. No hay límites para lo que el Cristo puede llevar a
cabo a través de un ser humano en veinticuatro horas. El Cristo no mide Su
actividad en términos de capacidad individual. El Cristo opera por medio de
Su propia capacidad, de la cual no somos más que los instrumentos.
No hay nada que no pueda ser expresado desde la profundidad de
nuestro propio ser interno, porque Dios es la mente del hombre individual.
Todos contamos con la capacidad total de la Divinidad, y en proporción a la
quietud y tranquilidad de la mente pensante y racional, es que lo Infinito
fluye en expresión. Tanto la mente como el cuerpo son instrumentos de
Dios. Tal como usamos el brazo y la mano para escribir, así Dios usa
nuestras mentes y cuerpos para hacerSE visible y tangible en la experiencia
humana. Al revelarnos Dios Su armonía, la mente y el cuerpo sirven como
instrumentos para traer la armonía de Dios en expresión y forma visibles.
Cualquier inspiración recibida de Dios lleva consigo: cumplimiento. Por
ejemplo, si un inventor se da cuenta que su trabajo es la actividad de Dios,
todo cuanto sea necesario para el cumplimiento de la idea incorporada en su
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
128

invento estará disponible -el financiamiento, la publicidad, la compra y la


venta. Esto es cierto de toda idea creada por Dios. La fuente de su
inspiración es la misma actividad que la trae a su total cristalización.
Resulta imposible continuar practicando la meditación honestamente,
tal como se presenta en este libro, durante algún tiempo, sin notar un
cambio radical de naturaleza espiritual. Desde el momento en que ocurre
un alejarnos de las dependencias materiales hacia una forma de vida invisible
y humanamente desconocida, es inevitable que dicho cambio se presente.
"El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza: contra tales no hay ley". Tales frutos no llegan a
quienes aún no han aprendido a valorar al Cristo -Su presencia, poder y
jurisdicción. La cosecha de estos frutos debe estar precedida por años de
consagración y devoción en los cuales uno, en cierta medida, ha dejado todo
por Cristo. Pero cuando llega ese tiempo, jamás volvemos a estar solos;
jamás volvemos a temer. Pudiéramos pasar por el valle de sombra de
muerte, pero incluso ahí, la Presencia está con nosotros. Descansamos en el
centro de nuestro ser en tanto la tormenta pasa por encima. Somos
espectadores de Dios, guiando, manteniendo y sustentando lo Suyo. Dios
cumpliéndoSE como ser individual. Entonces "lo vemos a Él como Él es" y
Dios aparece como la totalidad, la abundancia, la armonía, la paz y el gozo de
nuestra experiencia.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
129

CAPÍTULO XVII

ILUMINACIÓN, COMUNIÓN Y UNIÓN

La meditación nos lleva a esa iluminación, que primero se vuelve


comunión con Dios, y finalmente, unión. La iluminación es una experiencia
individual. De ninguna manera está relacionada con la observancia externa
de alguna forma de adoración; depende completamente de la conciencia de
nuestra relación con Dios. Es una experiencia que tiene lugar dentro de
nosotros mismos, separados y apartados de todos los demás. No puede ser
compartida con nadie -esposa, esposo, hijo o amigo de confianza. No
puede ser buscada en la compañía de otros. Tampoco dos personas la
pueden buscar juntas. Cada una tiene que retirarse al santuario interior de
su propio ser y ahí encontrar su experiencia de Dios. En cierta medida es
posible compartir nuestra revelación con otros que ya estén iluminados o
que estén en el camino de la iluminación, pero recordemos siempre que: la
experiencia de Dios, es individual. Si nos llegara en medio de miles de
gentes, seguiría siendo una experiencia solitaria. No puede haber
asociaciones en esta experiencia. Podemos compartir la verdad desplegada
que pueda conducir a otros a experimentarla, y si tenemos un grado de
iluminación suficiente, podemos ayudarlos a elevarse al punto donde
también puedan experimentar a Dios. Más allá de esto no podemos ir; la
experiencia en sí, debe tener lugar dentro de ellos.
Nadie debiera intentar enseñar o compartir la verdad que le haya sido
revelada, hasta que la haya establecido dentro de su propia conciencia, y
haya por lo tanto, alcanzado cierta medida de luz. Después de eso será
conducido al cómo, cuándo, dónde y bajo qué circunstancias, pudiera
compartir esta revelación. Dios le hará saber el papel que le corresponde y
la forma en la cual, deberá actuar.
En proporción a la intensidad de nuestro deseo por la iluminación, ella
es posible para todo individuo; pero mientras estemos esforzándonos en
hacer el contacto con Dios, bien haríamos en mantener esa primera chispa
escondida del mundo hasta que se haya encendido en flama. Luego de las
primeras chispas de iluminación, el estudiante sabio mantiene a este Cristo
recién nacido, cerca de su pecho: en secreto para el mundo.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
130

Figurativamente hablando, uno va a Egipto para esconder al Cristo Niño. No


habla de Ello; en ninguna forma Lo revela al mundo, porque el mundo en su
ignorancia y falta de consideración, puede intentar dañarLO. El mundo
podría desenraizarLO; incluso podría destruir nuestra propia confianza y
seguridad en Su presencia y Su poder. Por esta fe, decididamente el mundo
podría crucificarnos. El mundo siempre busca destruir al Cristo. Las
profecías, desde las primeras escrituras conocidas por el hombre por todas
las eras, indican que: siempre que el Mesías llegue, será sacrificado. Hay
algo en la naturaleza humana que no desea ser destruido, y sabe que el
único Poder que puede aniquilar la maldad, la arrogancia y el egotismo
humanos, es la presencia y el poder de el Cristo reconocido.
Es necesario que mantengamos el secreto. 'Esto es lo único que no
debemos atrevernos a contarle al mundo'. En el instante en que el mundo
perciba en alguna persona una devoción pura hacia el Cristo, hablará
resueltamente mal de ella e intentará apartarla de sus amarras. El Anticristo
o sugestión de un 'yo' apartado de Dios se infiltra con la sutileza de una
serpiente para levantar la duda y minar la fe. Por lo tanto debe mantenerse
en secreto, hasta que llegue el tiempo cuando la conciencia-Cristo esté tan
desarrollada, que Se haya enraizado y cimentado en la conciencia como la
verdadera actividad de la vida diaria. Entonces es que podremos pararnos
ante el mundo y revelarLO sin estar pre-ocupados ni ser afectados por
alguno de los abusos o dudas que el mundo pueda lanzarnos. Es sólo
cuando nosotros presentamos el Cristo al mundo, que nosotros mismos
estamos en peligro de perderLo; pero cuando el Cristo Se ha hecho cargo lo
suficiente, Se presenta a Sí Mismo al mundo, silenciosa, secreta, gentil y tan
tranquilamente, que nadie en el mundo reconocerá o sabrá Lo que sucede,
aunque todos sientan Su influencia.
Luego del primer chispazo de iluminación nos acosarán muchas
tentaciones. Incluso Jesús fue encarado con la tentación de carencia, la
tentación de fama y la tentación de poder personal. Todo esto él lo resistió
y venció. Estas mismas tentaciones nos llegarán a todos nosotros, pero
cualquier tentación que el ser humano haya tenido alguna vez, será
multiplicada tan pronto como obtenga incluso cierto grado de iluminación
espiritual. Sin embargo, en la medida en que prosiga hacia una mayor
iluminación, estas tentaciones caerán una por una, hasta que quede sólo una
tentación -el egotismo, la tentación de creer que "yo", por mí mismo, puedo
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
131

hacer algo o ser algo. Esa también tendrá que ceder, finalmente, ante el
Cristo resucitado.
No hay límites para la profundidad de la naturaleza-Cristo. La
iluminación conduce a la comunión, en la cual se da un intercambio
recíproco; algo fluyendo desde Dios hacia nuestra conciencia, y retornando
de nuevo desde nuestra conciencia hacia Dios. Se trata de una meditación
llevada a un grado más profundo de la que se haya experimentado hasta
aquí, pero nosotros no somos quienes la llevamos -Dios es quien la lleva.
No puede hacerse gracias a algún esfuerzo de nuestra parte; no puede ser
forzada. Sólo podemos ser pacientes y esperar por Ello, y después hallar
que Ello Se hace cargo; y habrá un intercambio pacífico y gozoso en el cual
sentiremos el amor de Dios tocándonos, y nuestro amor por Dios retornando
a Dios.
En la comunión, la actividad del Cristo se convierte en una experiencia
continua -una experiencia re.conocida no sólo en raros intervalos, sino
siempre presente. Gradualmente es alcanzado un punto de transición en el
cual se da un cambio radical. Ya no vivimos más nuestra propia vida; Cristo
vive nuestra vida por nosotros y a través de nosotros; nos convertimos nada
más y nada menos, que en un instrumento para esta Actividad divina: ya no
tenemos voluntad personal; ya no tenemos deseos propios; vamos cuándo y
dónde, somos enviados; ya no tenemos provisión propia; ni siquiera tenemos
salud propia. Dios está viviendo Su Vida como nosotros. Cuando Dios vive
nuestra vida, el manto del Espíritu nos envuelve. Entonces, cuando alguna
vez alguien toque nuestra conciencia, tocará el manto del Cristo, y aunque
sólo el borde del manto sea tocado, habrá curación y redención. Envueltos
en este manto, resulta innecesario el ir a algún lado para llevar el mensaje-
Cristo al mundo; el mundo llegará hacia Ello dondequiera que estemos -pero
debemos estar revestidos con la conciencia de el Cristo.
La comunión, llevada a su última instancia, tiene como resultado la
relación final, la cual es: unión con Dios. En la comunión se alcanza tal altura
de conciencia, que resulta posible volverse al interior en cualquier momento
del día o de la noche, y sentir la presencia del Señor. Es como si Ello
estuviera diciendo: "Yo estoy caminando a tu lado"; y de nuevo Ello podría
decir: "Hasta aquí Yo he caminado a tu lado, pero ahora Yo estoy dentro de
ti". Pero finalmente escucharemos que Ello dice: "Hasta aquí Yo he estado
dentro de ti, pero ahora Yo soy tú -Yo pienso como tú; Yo hablo como tú; Yo
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
132

actúo como tú; tu conciencia y Mi Conciencia son una y lo mismo, porque


ahora permanece sólo Mi Conciencia".
Cuando se alcanza ese estado, ya no hay más comunión, debido a que
ya no hay dos. Hay sólo un uno, y ese uno es: Dios expresándoSE,
revelándoSE, cumpliéndoSE. Se trata del matrimonio místico en el cual nos
observamos siendo desposados con el Cristo -nos convertimos en aquello
que Dios ha unido, en la unión indisoluble que ha existido desde el principio.
"Yo y el Padre uno somos" -esa es la unión divina. En esta unión mística,
todas las barreras son disueltas e incluso nuestras opiniones intelectuales se
diluyen dentro de la sabiduría universal. Hay una entrega total del ser
dentro del Uno universal: Todo cuanto yo tengo es Tuyo, Mis manos son
Tuyas, Mi cuerpo verdadero. No tengo más necesidad de persona, lugar o
cosa alguna; Conmigo está el pan, el agua, el vino. Sólo tengo complacencia.
Esto es el clímax en la experiencia espiritual. En el Cantar de Salomón
ésta es la experiencia que está descrita casi como si fuera una historia de
amor humano, aunque es claro que no lo es del todo. Al principio siempre
están los dos. Es en el estado de comunión cuando son dos quienes se aman
el uno al otro -el Padre y el Hijo. Jesús dijo: "Tal como el Padre me ha
amado, así yo os he amado". En esta relación de comunión sentimos
nuestro amor fluyendo hacia Dios, y el amor de Dios fluyendo hacia
nosotros, tal como el amor de una madre envuelve a su amado hijo.
Todo esto termina en la unión. Cuando la unión tiene lugar, ya no hay
más un "yo". Sólo hay Dios, y al mirar hacia al mundo, vemos sólo lo que
Dios ve; sentimos sólo lo que Dios siente, porque no hay otra Individualidad.
No hay un tú; no hay un yo; sólo hay Dios siendo.
Estos momentos de unión son invaluables. Son pocos, pero son
preciosos, porque revelan el mundo tal como es. Si es posible experimentar
esta unión por unos cuantos días o incluso por una hora, entonces es posible
experimentarla por siempre. Sólo hay un requisito: quitarnos del camino.
El día llegará cuando la tierra estará tan llena de la presencia del Señor, que
no quedará más sentido mortal ni material de la existencia. La iluminación
habrá disuelto toda sombra lanzada por el individuo que se haya interpuesto
entre el sol y su rayo de luz.
Cuando la iluminación llega, ya no necesitamos nada que pueda ser
hallado en el mundo exterior. Todo y todos se vuelven parte de nuestro ser.
Ya no es necesario afanarse más, porque ahora Dios vive nuestra vida. La
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
133

conciencia de una Presencia es continua; Ello canta dentro de nosotros por


siempre. Yo nunca te dejaré ni te abandonaré. Ello vive nuestra vida y
nosotros nos convertimos en espectadores de Ello, observando al Ello
desplegarse como nuestra experiencia verdadera. Ahí está Ello dentro, que
extrae para nosotros todo lo que se requiere para nuestro cumplimiento. El
poder creativo de Dios se presenta en el silencio de nuestra conciencia.
Cuando sentimos esa respuesta contestada, no sólo somos uno con Dios,
sino que somos uno con todo ser espiritual en el universo. Dondequiera o lo
que sea de bien para nosotros en el universo, encontrará su camino hacia
nosotros.
Es la bondad de Dios lo que se vierte a través de nosotros para el
mundo. Ya no poseemos nada en lo personal. Quita de nosotros todo
sentido de posesión personal, de adquisición personal, de poder personal, y
en su lugar nos confiere Totalidad, la abundancia de Dios en Su infinita
plenitud. Toda la gloria de Dios es revelada dentro de, y como, nuestra vida:
como la armonía de nuestras relaciones, como la abundancia y satisfacción
hallada en nuestros asuntos, como el resplandor de nuestro semblante,
como la solidez y la fuerza de nuestro cuerpo, como la verdadera vestimenta
con la cual somos revestidos. Todo el gozo y el cumplimiento que surgen
por medio de nuestro ser, son un testimonio silencioso de que: Yo en medio
de ti, Soy poderoso.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
134

CAPÍTULO XVIII

UN CÍRCULO DE NATURALEZA - CRISTO

¿ E s razonable esperar que pueda haber en los tiempos modernos todo


un grupo de gente tan dedicado a la vida-Cristo, que sea capaz de vivir por el
verdadero contacto espiritual? ¿Es concebible que un cuerpo de
estudiantes o de sinceros aspirantes en la senda espiritual se desarrolle y
acepten seriamente, la hipótesis de que ellos por sí mismos nada son, sino
que Dios es todo? ¿Entra dentro del reino de las posibilidades el que un
grupo de gente aparezca sobre esta tierra, que haya llegado a ese punto en
la conciencia donde la vida sea vivida por el Espíritu? Tal grupo establecería
un modelo para el mundo entero.
Siempre han existido individuos aislados que han alcanzado la
naturaleza-Cristo por gracia, pero en ninguna época dentro de la historia del
mundo, esto ha sido re.conocido ni afirmado por grupo alguno. Ninguno ha
sido capaz de impartir la naturaleza-Cristo a un grupo, porque hasta este
momento no se ha encontrado ninguna forma de transmitir la conciencia-
Cristo a las multitudes -al menos, ninguna que haya sido efectiva. Fue
impartida por Jesús a los doce discípulos, de los doce sólo tres o cuatro
fueron capaces de sostenerla; fue enseñada por Buda a muchos estudiantes,
pero sólo dos de ellos la comprendieron; y de los discípulos de Lao-Tze, sólo
uno fue capaz de mantenerla.
Hoy en día la sabiduría de todas las épocas está llegando de nuevo a luz
a la conciencia humana: "Escucha, oh Israel: El Señor, nuestro Dios, es un
solo Señor". Esta enseñanza de unicidad es el secreto ancestral de los
místicos revelada por todo los tiempos por cada una de las grandes luces
espirituales del mundo. Todo gran maestro religioso ha captado esta visión
de unicidad. Esto es lo que nos capacita para unirnos en ese mismísimo
reconocimiento de que si: yo soy en el Padre, y el Padre es en mí, entonces
tú eres en mí, y yo soy en ti; y todos somos uno en el Padre, unidos en una
conciencia.
A pesar de las diversas formas de adoración y enseñanza religiosas
existentes hoy en día, los hombres y mujeres de cualquier creencia debieran
ser capaces de unirse en esta sabiduría ancestral de unicidad. La enseñanza
de unicidad es universal, y en ninguna forma interfiere con la práctica
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
135

continua de nuestra forma actual de adoración. En realidad no hay


divisiones entre "tu" enseñanza y "mi" enseñanza. Hay un solo Espíritu y
ese Espíritu es Dios, inundando la conciencia humana dondequiera que ésta
esté receptiva. Este Espíritu de Dios trabaja a través de mí para tu
bendición, y a través de ti para mi bendición, puesto que somos uno en
Cristo Jesús.
El mundo ha hecho grandes progresos hacia las enseñanzas religiosas y
metafísicas desde aquellos primeros días de Jesús, Buda y Lao-Tze; pero
demasiado de estas enseñanzas ha quedado como simple especulación en el
reino del intelecto. De alguna manera y en algún lugar, debe surgir, en
expresión activa, un grupo conocido por sus frutos: un grupo que
verdaderamente viva la vida de el Cristo. Deberán mantener sus dedos
sobre sus labios, sin hablar de la verdad, sin enseñar la verdad, sino viviendo
la verdad; demostrando, con cada uno de sus actos, la presencia y el poder
de Dios. Cuando la discordia o la desarmonía relampagueen a través del
horizonte, ellos resistirán la tentación de afirmar la verdad, y en vez de eso
se volverán a ese centro donde el Cristo está entronizado y dejarán que Ello
enderece los lugares torcidos. Ello, no ellos, será la bendición.
La respuesta, la solución a todos los problemas, es el Cristo re.conocido;
llamémosLO: el Cristo Resucitado. El Cristo enterrado en la tumba de la
mente no se manifestará ni hará maravillas; pero el Cristo resucitado en
nuestra conciencia, el Cristo levantado de la tumba por medio de la
meditación y la comunión -Ello será el Trabajador milagroso de las épocas.
Ello puede comenzar con nosotros y expresarSE en el mejoramiento de
nuestra salud, provisión y entorno. Entonces, cuando el Cristo se active en
nuestra conciencia para bien de aquéllos que estén receptivos a Ello, Ello
comenzará a ser una influencia en su experiencia. Así, yendo de uno a otro,
tocando a unos cuantos aquí y a otros más allá, eventualmente Ello
circundará todo el globo.
Cada persona que se haya preparado a sí misma para el despertar del
Cristo, puede volverse parte integral de este círculo de luz. Sin embargo en
este momento no es una experiencia posible para todas las personas, tal
como no es posible que todos obtengan un título en ingeniería o leyes, sin
los estudios preliminares requeridos. Muchos de aquéllos que están
interesados en las cosas profundas del Espíritu, querrán incluir a sus
familiares y amigos como sus compañeros en el Camino; esto no siempre es
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
136

factible. A menudo miembros de una misma familia u otros íntimamente


relacionados por lazos de amistad, amor o asociación, son los que se oponen
más a la verdad. Ellos son la tierra rocosa o yerma a la que se refirió el
Maestro. No le corresponde a nadie juzgar o saber quién está listo para la
revelación del Alma. Eso es algo entre cada persona y su Dios.
Gradualmente toda rodilla se doblará, y finalmente todos llegarán a su
herencia espiritual.
El despliegue o revelación espiritual debe comenzar con uno -siempre
uno. Tiene que comenzar en la conciencia de una persona. Esa conciencia
bien pudiera ser la de ustedes; esa conciencia bien pudiera ser también la
mía. Todo depende del grado en el cual lleguemos al re.conocimiento de el
Cristo. El Cristo re.conocido y resucitado, activo en una persona, se
convierte en una fuerza potente para el mundo entero. En determinado
momento pudiera haber una persona receptiva en algún hospital, en la celda
de una prisión, en un campo de batalla, en un alto puesto político, o en un
puesto político bajo; alguien en algún lugar del mundo, clamando: "Oh Dios,
¿puedes ayudarme? ¿Hay un Dios que pueda ayudarme?" Dondequiera y
cuandoquiera que haya un llamado a Dios, ahí está el Cristo re.conocido, en
Su totalidad. Nadie puede captar completamente el efecto generalizado de
el Cristo concientizado cuando Ello es liberado en el mundo. No hay forma
de saber cuántas personas han tenido curaciones -mentales, físicas, morales
y financieras -por el simple acto de clamar al Desconocido, y con ello, tocar a
este Cristo verdadero que ha sido liberado en meditación por ustedes o por
mí.
Es por esta razón por la que les he estado pidiendo a nuestros
estudiantes en El Camino Infinito, dedicar un período de meditación cada
día, sólo a Dios -no por ellos ni por sus familias, negocios, pacientes o
estudiantes, sino sólo para Dios. Es decir, reservemos un período de
meditación en el cual vayamos a Dios con las manos limpias:

Padre, no busco nada. Vengo a Ti en el mismo espíritu en el que iría a


mi madre si estuviera disponible; por comulgar, sólo por amor. Tú eres el
Padre y la Madre de mi ser. Tú eres el Origen de mi vida. Tú eres el Alma de
mí, el Espíritu de mí. No tengo ningún favor que pedir de Ti. Vengo a Ti por
el gozo de la comunión, por sentir la seguridad de Tu mano en la mía, el
toque de Tus dedos sobre mi hombro -sólo para estar en Tu Presencia.
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
137

La presencia de Dios, re.conocida y demostrada, es el Salvador del


mundo.
Ya pasó la época para cualquier individuo, de establecerse como el
único representante del Espíritu de Dios sobre la tierra. Toda persona debe
mostrar ese mismo Espíritu. Si este libro puede traer a unos cuantos la
experiencia del Espíritu del Señor, entonces ellos, a cambio, serán capaces de
salir y ayudar a otros a alcanzar esta misma experiencia. El Salvador es el
Espíritu del Señor -no un hombre ni una mujer. El Salvador es: el Espíritu
del Señor, y el Espíritu del Señor debe ser concientizado por ustedes y por
mí, individualmente.
Lo más que alguna enseñanza o libro espiritual puede llevar a cabo, es
el guiar al estudiante al re.conocimiento de que hay un reino de Dios dentro
de él, y después inspirarlo con el deseo de alcanzarlo. Lo más que un
maestro espiritual puede hacer, es el abrir la conciencia de aquellos
individuos quienes lo buscan, para que ellos puedan obtener la conciencia
del Espíritu del Señor. Pero un solo maestro, como hemos visto en el caso
de Cristo Jesús, no podrá hacer esto por el mundo entero -ni siquiera por sus
propios discípulos; excepto por esos cuantos que fueron receptivos y
respondieron. Judas es un ejemplo de aquél que no respondió al Cristo.
Sólo aquéllos con una profunda hambre espiritual pueden ser elevados por
un maestro espiritual, hacia la experiencia-Dios.
En todas las épocas, todo místico ha tenido éxito en abrir la conciencia
de estudiantes a la experiencia del Espíritu del Señor. En algunos casos
cientos la recibieron a través de su maestro. Pero el mundo siguió con su
campante forma de destrucción, porque aquéllos que alcanzaron este estado
elevado de conciencia, establecieron una adoración hacia 'el maestro' en
lugar de hacer de la enseñanza, una práctica. Cada uno, que por medio de
esta obra sea tocado por el Cristo, debería dedicarse a abrir la conciencia de
otros de la misma forma en que fue hecho para él. Esto puede hacerlo
siendo testigo de la actividad del Cristo en su propia conciencia,
demostrando al mundo que cualquiera con suficiente interés y devoción,
puede ser llevado a la misma experiencia.
Dondequiera que haya una conciencia-Dios re.conocida, se convertirá
en instrumento por medio de la cual, Dios actuará en la conciencia humana.
La actividad del Cristo puede funcionar por medio de mi conciencia,
EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH
138

alcanzando y tocando la de ustedes, para iluminar, sanar y proveer. De la


misma manera, al estar sintonizados ustedes en meditación a lo Invisible
Infinito, el Cristo encuentra una salida a través de sus conciencias: toca las
vidas de otros, despierta sus conciencias y trae lo que el mundo llama
curación, a sus cuerpos y asuntos. La actividad del Cristo, sin la intervención
humana, fluye hacia cualquier conciencia humana que se esté abriendo a la
gracia de Dios.
Llegará el día cuando habrá una cinta, un círculo de sabiduría espiritual,
alrededor de todo el globo. La estructura de este círculo estará formada por
todo el mundo, por la conciencia-Cristo re.conocida por maestros y
estudiantes. Cuando este círculo haya sido desarrollado lo suficiente,
entonces todo aquél que busque luz espiritual será capaz de llegar y tocar la
conciencia-Cristo re.conocida de cualquiera que esté en esta cinta de Almas
iluminadas. Entonces el mundo será elevado, no uno por uno, sino por
miles. Cuando esta Conciencia sea liberada a través de la conciencia
individual en meditación y comunión, Ella ya no podrá ser localizada ni en el
tiempo ni en el espacio, y cualquiera en el mundo que La toque, La podrá
obtener en cierta medida.

LA ILUMINACIÓN DISUELVE TODAS LAS ATADURA MATERIALES Y UNE A LOS HOMBRES CON LAS
CADENAS DORADAS DE LA COMPRENSIÓN ESPIRITUAL; RECONOCE SÓLO LA GUÍA DEL CRISTO; NO TIENE
RITOS NI NORMAS, SINO AMOR DIVINO, IMPERSONAL Y UNIVERSAL; NINGUNA ADORACIÓN, MÁS QUE LA
DE LA FLAMA INTERIOR QUE BRILLA SIEMPRE EN EL ALTAR DEL ESPÍRITU. ESTA UNIÓN ES EL ESTADO
LIBRE DE LA HERMANDAD ESPIRITUAL. LA ÚNICA RESTRICCIÓN ES LA DISCIPLINA DEL ALMA, POR ELLO
CONOCEMOS LA LIBERTAD SIN PERMISO; SOMOS UN UNIVERSO UNIDO SIN LÍMITES FÍSICOS; UN SERVICIO
DIVINO A DIOS SIN CEREMONIAS NI CREDOS. EL ILUMINADO CAMINA SIN TEMOR - P O R GRACIA.*

*Tomado de El Camino Infinito, por el mismo autor.

EL ARTE DE LA MEDITACIÓN
POR JOEL S. GOLDSMITH

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