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Artículo 28.- El que fuere parte en un expediente administrativo podrá solicitar judicialmente se
libre orden de pronto despacho. Dicha orden será procedente cuando la autoridad
administrativa hubiere dejado vencer los plazos fijados y en caso de no existir éstos, si
hubiere transcurrido un plazo que excediere de lo razonable sin emitir el dictamen o la
resolución de mero trámite o de fondo que requiera el interesado. Presentado el petitorio, el
juez se expedirá sobre su procedencia, teniendo en cuenta las circunstancias del caso, y si lo
estimare pertinente requerirá a la autoridad administrativa interviniente que, en el plazo que
le fije, informe sobre las causas de la demora aducida. La decisión del juez será inapelable.
Contestado el requerimiento o vencido el plazo sin que se lo hubiere evacuado, se resolverá
lo pertinente acerca de la mora, librando la orden si correspondiere para que la autoridad
administrativa responsable despache las actuaciones en el plazo prudencial que se establezca
según la naturaleza y complejidad del dictamen o trámites pendientes.
Se da a favor de todo administrado afectado por el retardo de la Administración, contra todo acto
omisivo de la misma, de fondo o trámite, a fin de obligarla a un pronunciamiento expreso
respecto de lo requerido.
El instituto del amparo por mora, resulta por tanto una acción de amparo específica susceptible de
generar un proceso judicial especial, con la nota distintiva de la simplicidad y celeridad en
su tramitación, que acredita la mora, obliga a la administración a pronunciarse dentro de un
plazo especial, fijado al efecto.
Es por tanto, una garantía de pronto despacho a favor de los administrados que se ven afectados por
la mora, que procura en el modo antes expuesto, asegurar una respuesta ágil por parte de la
administración, a la petición de los particulares, titulares de derechos subjetivos o intereses
legítimos dentro de un trámite procedimiental.
Debe advertirse que estas dos vías no son excluyentes, ya que si la reclamación en queja no logra el
fin querido por el administrado, éste podrá accionar por mora en sede judicial. Por lo demás
el amparo por mora podrá deducirse directamente (es decir, sin necesidad de tramitar
previamente la reclamación en queja) y ambas vías podrán ser renunciadas (con las
consecuencias procesales que correspondan) no perjudicando ello la articulación de la otra.
Silencio o ambigüedad de la Administración.
En el art. 10 de la ley 19.549, después de establecerse que por regla el silencio de la administración
debe interpretarse como negativa, se dispone que sólo mediando disposición expresa puede
otorgársele sentido positivo. Así, el silencio administrativo reviste dos modalidades
reguladas por el derecho positivo: a) El efecto y alcance de permisión total de lo
concretamente pretendido o solicitado, y b) el de denegación total de lo que se hubiera
peticionado. Para que el silencio tenga alcance positivo debe estar así determinado por la
ley, caso contrario se entenderá que ha mediado denegación tácita por parte de la
administración ya que respecto de la operatividad de dicho silencio es principio general la
denegación de lo pretendido por el peticionante y excepcional y subordinado a la existencia
de una norma jurídica que concretamente lo contemple, la admisión de lo solicitado por el
particular.