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Planteamiento del problema

El abandono de marinos es un tema álgido, en el que la gente de mar abandonada por sus
empleadores se ve envuelta en una situación precaria, en la que dejan de vivir para empezar a
sobrevivir. Una de las opciones que tiene un marino abandonado, es acudir a los órganos de
administración de justicia. Para dar continuidad al tema de abandono de marinos, me gustaría esta
vez enfocarme en el acceso a la justicia de la gente de mar abandonada, conforme al ordenamiento
jurídico venezolano.

Primero que nada, es preciso tomar en cuenta que estos son casos en los que tenemos presente
elementos de extranjería relevantes, es decir, para los marinos existe una especie de filtro a los
efectos del acceso a la justicia, y es que conforme a los elementos de extranjería presentes en cada
caso, el juez venezolano podría considerar que tiene jurisdicción o no para conocer de la causa.
Dichos elementos de extranjería reclaman el empleo de las instituciones, figuras, y regulaciones del
Derecho Internacional Privado para resolver los conflictos de jurisdicción.

De esta manera, el abandono de gente de mar se erige como una de las más graves escenas donde
la garantía del acceso a la justicia se ve en peligro, y con ella el resto de los derechos, principios y
prerrogativas que consagran los ordenamientos jurídicos.

A lo precedente se le suma que la prestación del servicio a bordo es itinerante, no pudiendo


establecerse muchas veces un lugar único de prestación de servicios, lo que torna cuesta arriba la
determinación exacta del Estado que tiene la potestad para dilucidar las controversias relativas a
trabajadores de mar envueltos en estas situaciones.

En estos casos suelen haber elementos de extranjería, por lo que si un marino acude a los tribunales
del lugar donde se encuentra, los mismos deberán decidir en primer término si tienen jurisdicción
para conocer de la causa.

Obedeciendo al principio de la autonomía de la voluntad de las partes, los contratos de enrolamiento


celebrados entre el armador y los marinos suelen tener una cláusula de jurisdicción, según la cual
los tribunales competentes serán los del país señalado en el contrato; y a esta cláusula recurren los
tribunales del foro para determinar si tienen jurisdicción o no. Esta es una solución conforme a
Derecho. Sin embargo, puede ser una piedra de tranca para el acceso a la justicia de la gente de
mar. Supongamos que una tripulación entera proveniente de Filipinas es abandonada en Puerto
Cabello, y el tribunal laboral de dicha ciudad (actualmente los tribunales laborales conocen de las
demandas por conceptos laborales interpuestas por gente de mar) declara que no tiene jurisdicción
para conocer del caso porque la cláusula de jurisdicción inserta en el contrato de enrolamiento
establece claramente que los conflictos entre ambas partes se someterán a arbitraje en una ciudad
lejana, por ejemplo, Tokio. Sería una decisión jurídicamente acertada, pero la misma impediría a los
marinos demandar lo que les corresponde por derecho, dado que si estos trabajadores tuviesen
recursos para viajar a Tokio y someterse al arbitraje, muy probablemente los gastarían en regresarse
a sus países de residencia en lugar de entablar una demanda que no saben si van a ganar.
En casos como estos, yo, particularmente, estoy a favor de matizar el principio de autonomía de la
voluntad de las partes, en aras de permitir que los marinos abandonados en territorio venezolano
puedan interponer demanda por ante nuestros tribunales aunque el contrato de enrolamiento le
otorgue jurisdicción a tribunales arbitrales o de otro país, de modo que tengan efectivo acceso a la
justicia. En mi criterio, esta solución es cónsona con la visión protectora que tiene nuestra legislación
y jurisprudencia con respecto a los derechos laborales. Sin embargo, ello se dificulta dada la
inexistencia de normas de conflicto que determinen la jurisdicción de los tribunales venezolanos en
conflictos de materia laboral. El artículo 3° de la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las
Trabajadoras (LOTTT) trata solamente el derecho aplicable, y según el mismo, la LOTTT regirá las
situaciones y relaciones laborales desarrolladas dentro del territorio nacional; por lo que no es
aplicable para determinar la jurisdicción de los tribunales del trabajo venezolanos.

Ciertamente, existen valores y derechos supremos que merecen prevalecer en todo caso, y que
deben ser protegidos por los jueces de manera absoluta, tal es el caso del Derecho a la vida, y el
respeto a la integridad física, psíquica y moral. Justamente son esos Derechos los que suelen ser
violentados cuando los jueces conocen los casos de abandono de marinos y se declaran sin
jurisdicción, dado que al centrarse únicamente en el plano legal no advierten las vinculaciones
efectivas con las jurisdicciones ante las cuales se plantea la causa. Esto deja en un estado de
indefensión tanto jurídica como real a los marinos víctimas de abandono, ya que los únicos órganos
a los cuales material y efectivamente pueden acudir a buscar algún respaldo y reclamar sus
derechos se declaran incompetentes para otorgarles positiva respuesta o protección, negándoles así
por completo una senda para acceder a la justicia de su caso.

Por lo tanto, aunque el contrato de enrolamiento prevea los tribunales competentes para conocer de
los conflictos entre las partes y estos no sean los venezolanos, considero pertinente, en vista de la
inexistencia de criterios atributivos de jurisdicción dentro de las leyes laborales, aplicar la Ley  de
Derecho Internacional Privado (LDIP), (siempre que no haya un tratado internacional aplicable, en
virtud del artículo 1 LDIP) a fin de determinar si nuestros tribunales poseen jurisdicción para conocer
del asunto.

En este sentido, el artículo 39 LDIP consagra el domicilio como principal factor de conexión, de
modo que si el demandado tiene su domicilio en Venezuela, los tribunales venezolanos tendrán
indefectiblemente jurisdicción; esto es así porque se supone que en el lugar de su domicilio el
demandado tiene todos los elementos necesarios para ejercer su derecho a la defensa.

Ahora bien, si el demandado no tiene su domicilio en Venezuela, el artículo 40 LDIP nos establece
aquellos supuestos en los cuales los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción en juicios
originados por demandas de contenido patrimonial. Si bien este artículo no estaba previsto para
tratar demandas sobre obligaciones laborales sino solamente obligaciones de carácter civil y
mercantil, podemos entender, de modo pragmático, que las mismas poseen efectivamente contenido
patrimonial, dado que las obligaciones laborales son valorables en dinero, incluyendo la repatriación
de la gente de mar.

 El artículo in comento es del siguiente tenor:


Artículo 40. Los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción para conocer de los juicios originados
por el ejercicio de acciones de contenido patrimonial:

-Cuando se ventilen acciones relativas a la disposición o la tenencia de bienes muebles o inmuebles


situados en el territorio de la República;

-Cuando se ventilen acciones relativas a obligaciones que deban ejecutarse en el territorio de la


República o que se deriven de contratos celebrados o de hechos verificados en el mencionado
territorio;

-Cuando el demandado haya sido citado personalmente en el territorio de la República;

-Cuando las partes se sometan expresa o tácitamente a su jurisdicción.

Me enfocaré solamente en los numerales 2 y 3, ya que son estos los que abren la posibilidad de que
los tribunales venezolanos tengan jurisdicción en caso de abandono de marinos. Si bien a través del
numeral 4 es teóricamente posible que los tribunales venezolanos tengan jurisdicción, es un
supuesto que luce muy poco probable, tomando en cuenta las intenciones del armador al dejar a sus
empleados en situación de abandono.

El numeral 2 del artículo 40   establece tres supuestos que atribuyen jurisdicción a los tribunales
venezolanos:

– Obligaciones que deban ejecutarse en el territorio de la República: podría encajar dentro de este
supuesto el hecho de que el buque para el cual el marino preste servicios ingrese al espacio
acuático venezolano, por lo que el trabajador en cuestión ejecuta parte de sus obligaciones en
territorio venezolano.

– Contratos celebrados en el territorio de la República: sería el caso de que el tripulante hubiese sido
reclutado en Venezuela.

– Hechos verificados en el territorio de la República: podría considerarse que el hecho de abandonar


a un tripulante en territorio venezolano constituye un hecho verificado dentro de la República.

Sin embargo, explica Di Felice, no resulta tan sencillo determinar si la jurisdicción de los casos en los
cuales el hecho se haya verificado en el territorio puesto que el “hecho” se entiende que sería el
abandono; es decir, el incumplimiento por parte del armador o propietario de la embarcación de sus
obligaciones como empleador, y surge la duda de saber dónde conviene entender que fueron
dejados de cumplir los deberes: si en el lugar en el cual se dio la orden de romper el vínculo
contractual, si fue en el lugar donde se informó a los marinos del abandono o si es otro diferente. La
lógica jurídica y el sentido de igualdad y equidad conducen a afirmar que el lugar de verificación del
abandono coincidiría con aquél en el cual se hallan los marinos sin recursos para poder emprender
su viaje de retorno a casa.
Por otra parte, el numeral 3 del artículo 40   otorga jurisdicción a los tribunales venezolanos cuando
el demandado haya sido citado personalmente en el territorio de la República. Esto me lleva a la
siguiente pregunta: ¿puede un armador extranjero ser citado personalmente en la República? La
respuesta es: Sí. Los armadores son personas jurídicas, y como tales, pueden ser citados en
Venezuela si alguno de sus representantes es citado en territorio venezolano. En el caso que nos
ocupa, es posible citar personalmente a un armador extranjero en Venezuela si la citación es
recibida por el Capitán del buque para el cual el marino en situación de abandono prestó servicios,
ya que el Capitán es representante judicial y extrajudicial del armador por mandato del artículo 18 de
la Ley de Comercio Marítimo. Nótese que es posible que un marino sea abandonado gracias al
Capitán; por ejemplo, que el Jefe de Máquinas o el cocinero sea expulsado del buque por el Capitán
debido a una pelea o discusión entre ambos.

Ahora bien, si los tribunales venezolanos se declaran sin jurisdicción para conocer del asunto,
¿estará todo perdido para la gente de mar en situación de abandono?

No necesariamente.

Suponiendo que el tribunal venezolano se declare incompetente para conocer de la demanda por
repatriación, el artículo 43 LDIP otorga una solución provisional, consagrando la institución del  fórum
necessitatis,  según la cual, “los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción para dictar medidas
provisionales de protección de las personas que se encuentren en el territorio de la
República, aunque carezcan de jurisdicción para conocer del fondo del litigio”. De modo que, en
caso de falta de jurisdicción de nuestros tribunales, los mismos podrán amparar a los marinos
abandonados gracias a este artículo legal. Sin embargo, no está claro en qué consistirían esas
medidas provisionales de protección; por lo que, atendiendo al principio constitucional de la justicia,
creo que el juez posee la más amplia discreción a la hora de determinar qué medidas de protección
dictar.

Otra solución que permite la ley en caso de incompetencia del tribunal venezolano está en el artículo
13 de la Ley de Comercio Marítimo, el cual establece un fórum arresti.  Conforme al mismo:

“Los Tribunales de la Jurisdicción Especial Acuática son competentes para conocer en todo juicio en
que sea parte un propietario o armador de un buque de bandera extranjera, en los casos en que
según esta Ley el buque pueda ser embargado preventivamente, salvo que hubiere un acuerdo
arbitral o de atribución de competencia a otra jurisdicción. En este caso, la medida preventiva o
cautelar se decretará, a los solos efectos de obtener una garantía para ejecutar el eventual laudo
arbitral o sentencia judicial que se dicte”.

De modo que, aunque los tribunales venezolanos no puedan considerarse competentes para
conocer del asunto dada la existencia de una cláusula de jurisdicción o compromisoria, los mismos
sí pueden decretar medida de embargo preventivo del buque en el cual prestaron servicio los
marinos; recordemos que la repatriación y demás conceptos laborales son créditos marítimos y
privilegiados conforme a los artículos 93.16 y 115.1 eiusdem.  Aunque en la actualidad impera el
criterio de que son los tribunales laborales los competentes para conocer de demandas de
naturaleza laboral interpuestas por gente de mar, creo que el artículo 13 in comento  de cualquier
manera les faculta para decretar embargo preventivo del buque, a pesar de que el artículo 13 se
refiere a la Jurisdicción Especial Acuática; es la conclusión más lógica y justa, ya que si los
tribunales laborales son competentes para conocer y sentenciar sobre el fondo, también deben serlo
para decretar medidas cautelares, de lo contrario, todos sus fallos serían difícilmente ejecutables.

Sentencia caso Tripulantes Motonave Margarita I contra Margarita Cargo Line Inc., Sala Político
Administrativa, N° 1321 de fecha 03 de julio de 2001. Expediente N° 493

Esta sentencia es el único caso que se ha presentado en Venezuela sobre abandono de marinos,
por lo que he considerado necesario tratar sobre la misma.

Los demandantes, tripulantes del buque “MARGARITA I”, abandonados en territorio venezolano por
su armador, la empresa “MARGARITA CARGO LINE”, fundamentaron su escrito libelar en los
siguientes términos:

– Que la empresa “MARGARITA CARGO LINE” con domicilio social en la República de Panamá,
actuando como armador de la motonave, contrató los servicios personales de sus representados, a
fin de que prestaran servicio a bordo de la referida embarcación.

– Que dichos contratos implicaban que los marinos realizarían labores específicas de su profesión
de marinos mercantes en la referida embarcación por un período de ocho (8) meses, con posibilidad
de ser renovados automáticamente por períodos de un mes.

– La mencionada motonave zarpó de Honduras, en lastre con destino al Puerto de El Guamache,


Isla de Margarita, Estado Nueva Esparta, Venezuela, con el fin de cargar mercancía, llegando a
dicho puerto en fecha 26 de septiembre de 1999.

– En virtud de complicaciones técnicas en el motor y en la grúa portacontenedores del buque, el


Capitán y la tripulación tuvieron que fondear la nave en el Puerto de El Guamache con el fin de llevar
a cabo las reparaciones necesarias, lo cual alargó la estadía del buque en el territorio venezolano;
de modo que los respectivos contratos laborales concluyeran durante la estadía en el Puerto de El
Guamache, sin que el armador diera cumplimiento a sus obligaciones laborales, incluyendo la
repatriación de los tripulantes, en este caso, a La Habana, Cuba.

En el caso comentado, conforme al artículo 1 LDIP, dado que Panamá y Venezuela eran ambos
Estados Partes del Código Bustamante, era este el instrumento que debía tomarse en cuenta para
determinar si los tribunales venezolanos tenían jurisdicción.

El artículo 323 del Código Bustamante establece que, fuera de los casos de sumisión expresa o
tácita, y salvo el derecho local contrario, será juez competente para el ejercicio de acciones
personales el del lugar de cumplimiento de la obligación y en su defecto, el del domicilio de los
demandados y, subsidiariamente, el de su residencia.

La Sala Político Administrativa, en su parte motiva, argumentó que:


… es menester indicar, que las labores se ejecutaron en Venezuela por más tiempo de lo previsto en
los contratos laborales, por razones circunstanciales, derivadas de complicaciones técnicas en el
motor y en la grúa portacontenedores de la motonave, que forzaron fondear la nave en puerto
venezolano a fin de proceder a las reparaciones y mantenimiento de la embarcación. Asimismo,
debe afirmarse categóricamente, que el cumplimiento de las obligaciones laborales pactadas
debieron ser cumplidas en la embarcación de bandera panameña, independientemente del puerto a
donde arribara el buque o de las aguas donde navegara el mismo.

Todo lo anterior lleva a esta Sala a concluir, que en atención a lo dispuesto en el artículo 323 del
Código Bustamante, aplicable al presente caso, y no siendo en Venezuela el país donde debieron
ser cumplidas las obligaciones derivadas de las relaciones de trabajo de los accionantes, sino
que éstas se ejecutaron en parte en Venezuela por razones meramente circunstanciales, no están
llamados los tribunales de la República a conocer de la presente controversia. Así se declara.

Un muy respetable sector de la doctrina maritimista (Álvarez Ledo[6]) considera acertada la decisión
de la Sala Político Administrativa. Yo, humildemente, me permito diferir de esa opinión por las
siguientes razones:

La Sala Político Administrativa básicamente tuvo dos argumentos principales para concluir que los
tribunales venezolanos no tenían jurisdicción, a saber:

1. No puede considerarse que los tripulantes de la motonave Margarita I ejecutaron sus


obligaciones en Venezuela dado que su estadía en puerto venezolano fue meramente
circunstancial, producto de complicaciones técnicas, que evidentemente no previstas.
2. Aunque el buque Margarita I permaneció cierto tiempo en Venezuela, esto es irrelevante, ya
que siendo el buque de bandera panameña, se considera que los tripulantes prestaron en
todo momento servicios en territorio panameño.

En este sentido, en contra del primer argumento de la SPA, suscribo la opinión de Hernández-
Bretón, quien afirma que ni el artículo 323 del Código Bustamante ni el artículo 40.2 LDIP exigen que
las obligaciones del contrato deban ser ejecutadas íntegramente en el territorio de un estado a fin de
que Venezuela asuma jurisdicción. Tampoco dichos artículos califican la razón que determina el
hecho del cumplimiento de las obligaciones en territorio venezolano. Relevante es que el contrato
haya previsto el cumplimiento del mismo en territorio venezolano. Lo cierto era que el destino del
viaje de la motonave era conocido así como que era conocido que se debían prestar servicios en
aguas venezolanas. Desconocer el hecho de que un buque de bandera extranjera que ingresa a
aguas venezolanas se encuentra en territorio venezolano y que mientras se encuentre allí los
trabajos realizados a bordo de la nave son realizados en territorio venezolano es negar vigencia a
los artículos 10 y 11 de la Constitución.

Por otra parte, en cuanto al segundo argumento de la SPA para declarar que hay falta de
jurisdicción, se aprecia que la misma considera al buque como una porción de territorio del Estado
de su bandera, en este caso, Panamá, de modo que las labores de los tripulantes fueron realizadas
en territorio panameño. La ficción de la territorialidad del buque es aceptada plenamente en materia
penal, cuando un delito es cometido a bordo de una nave, para determinar los tribunales
competentes que juzgarán al imputado. Sin embargo, en cualquier otra clase de conflictos, sobre
todo laborales, esta ficción es bastante criticada. Siguiendo a Martínez, con respecto a la naturaleza
jurídica del vínculo entre Estado de la bandera y buque, en la actualidad se rechaza la tesis
“territorial” que ve en el buque una especie de territorio vagante del Estado sobre el cual se irradiaría
su soberanía[8].

Adicionalmente, Ruiz Soroa y Díaz Sánchez explican magistralmente que, es cuando menos
discutible que la remisión a la “ley del lugar donde se prestan los servicios” (art. 10.6° Código Civil
Español) equivalga sin más a la “ley del pabellón del buque”. Autorizada doctrina extranjera ha
criticado esta asimilación simplista que, desde luego, no encuentra fundamento jurídico evidente.
Cuando la norma se refiere a la “ley del lugar”, está indicando claramente una norma jurídica
aplicable por razón territorial, por el hecho de prestarse los servicios en un ámbito de soberanía
nacional. Y precisamente el buque mercante transcurre su mayor parte de actividad en ámbitos
situados fuera de cualquier soberanía nacional: el alta mar. El sometimiento de la comunidad
navegante al Derecho Nacional del país del pabellón, no se basa en motivos de una pretendida
extraterritorialidad del buque mercante (que carece de fundamento en Derecho Internacional), sino
en razones estrictas de soberanía personal por razones derivadas de la nacionalidad[9].

Por último, creo pertinente volver a citar a Hernández-Bretón: desconocer el hecho de que un buque
de bandera extranjera que ingresa a aguas venezolanas se encuentra en territorio venezolano y que
mientras se encuentre allí los trabajos realizados a bordo de la nave son realizados en territorio
venezolano, es negar vigencia a los artículos 10 y 11 de la Constitución, o sea, es desconocer la
soberanía plena que la República ejerce en los espacios continental e insular, lacustre y fluvial, mar
territorial, áreas marinas interiores, históricas y vitales y las comprendidas dentro de las líneas de
base recta que ha adoptado o adopte la República.

Por las razones antes expuestas, considero que los tribunales venezolanos sí tenían jurisdicción
para conocer de la demanda interpuesta por los tripulantes de la motonave Margarita I, por lo que
considero no conforme a Derecho la decisión de la SPA.

Para una mayor protección hacia la gente de mar, concuerdo con Di Felice, quien afirma que lo ideal
es generar una reforma legislativa en materia de Derecho Marítimo Laboral a los fines de regular, no
solamente el abandono como figura jurídica, sino también para incluir reglas jurisdiccionales de ojos
abiertos ante contextos de debilidad de ciertos actores, lo cual es común pero no privativo de las
escenas de abandono, resultando así útiles en otros entornos donde las partes se hallen en estado
de indefensión[1o].

Conclusiones

El abandono de gente de mar se erige como una de las más graves escenas donde la garantía del
acceso a la justicia se ve en peligro, y con ella el resto de los derechos, principios y prerrogativas
que consagran los ordenamientos jurídicos.

Los derechos de la gente de mar en situación de abandono son desconocidos cuando los únicos
tribunales a los cuales estos pueden acceder se declaran sin jurisdicción, atendiendo a un
acatamiento estricto de la ley, olvidando que, al menos en el caso venezolano, conforme al artículo
26 de nuestra Constitución, el Estado garantizará, entre otras cosas, una justicia equitativa, lo cual
de ninguna manera faculta a los jueces a desconocer el texto de la ley arbitrariamente.

A falta de normas de conflicto en materia laboral, son aplicables los artículos 39 y 40, numerales 2 y
3 de la Ley de Derecho Internacional Privado, a los fines de determinar la jurisdicción de los
tribunales venezolanos en casos de abandono de marinos. Por lo que, el tribunal venezolano podría
tener jurisdicción si el armador tiene su domicilio en Venezuela, si el buque ingresa a territorio
venezolano durante su viaje, si el contrato de enrolamiento fue celebrado en Venezuela, si el marino
es abandonado en Venezuela, y si el armador es citado en la República por intermedio de la persona
del Capitán.

Aunque en teoría es posible que en el contrato se dé jurisdicción a los tribunales venezolanos o el


armador se someta tácitamente a nuestros tribunales, no deja de ser eso, un simple supuesto
teórico; la lógica indica que en la práctica es improbable que se dé cualquiera de esos dos
supuestos.

La sentencia de la Sala Político Administrativa no fue acertada, dado que el artículo 323 del Código
Bustamante y el 40.2 de la LDIP no exigen que las obligaciones sean cumplidas íntegramente en el
territorio de un Estado para que este tenga jurisdicción; y además, porque a diferencia de la postura
de la SPA, el buque no puede ser considerado como extensión del territorio del Estado de su
pabellón, siguiendo a las más autorizada doctrina.

Es necesaria una reforma legislativa que prevea la figura jurídica del abandono y que establezca
normas de conflicto que aseguren que la gente de mar pueda efectivamente ejercer su derecho
humano de acción.

Esto es todo por hoy, espero que te haya gustado el artículo. ¿Estás de acuerdo con lo planteado
aquí? ¿Crees que he omitido algún detalle importante? Te invito a dejar un comentario. ¡Hasta la
próxima!

Referencias bibliográficas

[1] Di Felice, Cindy. Abandono de marinos: Regulación jurisdiccional como principal traba para el
acceso a la justicia, p. 127. Publicado en Estudios de Derecho Marítimo, Libro homenaje a la
memoria de Carlos A. Matheus, pp. 123-140

[2] Íbid.

[3] Íbid.

[4] Íbid, p. 137.
[5] Íbid. pp. 134-135

[6] Álvarez Ledo, Tulio. Decisiones Relevantes del Tribunal Supremo de Justicia en Materia de
Derecho Marítimo. Publicado en VII Jornadas Aníbal Dominici de Derecho de la Navegación:
Aérea/Marítima, en homenaje a Luis Cova Arria, p. 206

[7] Hernández-Bretón, Eugenio. Los asuntos de mar y la jurisdicción de los tribunales venezolanos,


p. 155. Publicado en Primeras Jornadas de Derecho Procesal Marítimo, pp. 145-169

[8] Martínez Jiménez, María Isabel. Abanderamiento y nacionalidad del buque en Varios


Autores: Estudios de Derecho Marítimo en homenaje a Ricardo Vigil Toledo , primera edición,
Barcelona, 2000, p. 203.

[9] Ruiz Soroa, José María y Díaz Sánchez, Jacinto . Anuario de Derecho Marítimo , vol., IV, 1986, pp.
111-112.

[10] Di Felice, Cindy. Abandono de marinos: Regulación jurisdiccional como principal traba para el
acceso a la justicia. Estudios de Derecho Marítimo, Libro homenaje a la memoria de Carlos A.
Matheus, p. 138.

Abandono de marinos. ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué se puede hacer?25/02/2017En «Sin categoría»

Protección laboral de la gente de mar29/04/2017En «Sin categoría»

Legislación Acuática venezolana. Conócela.05/02/2017En «Sin categoría»


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Abandono de marinos. ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué se puede  hacer?
¿Por qué debería Venezuela ratificar el Convenio Sobre Trabajo  Marítimo?

Excelente aporte. El abandono de la Gente de Mar ha sido un tema hartamente discutido entre la
comunidad marítima mundial; no obstante nuestra legislación nacional está desfasada y vetusta en
cuanto al tratamiento subjetivo y adjetivo de normas especiales en lo relacionado a los marinos entre
otras particularidades. Este tema ha sido regulado por el Comité Tripartito Especial de la (OIT) a
través de la enmienda para la aplicación de las Reglas sobre la Repatriación y Responsabilidad del
Armador y anexos del Convenio sobre Trabajo Marítimo, 2006 (MLC, 2006), te recomiendo leer
sobre el tema al respecto, del cual aún derivan muchos vacios a mi humilde perspectiva. Saludos.

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