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Con cada ascenso sucesivo, tienden también a adquirir el hábito de decir más y
escuchar menos. Ese comportamiento es precisamente el contrario al
comportamiento del liderazgo que se ha encontrado en la pequeña muestra de
organizaciones orientadas a los resultados en donde la mayoría de los líderes
practican la política de «puertas abiertas» que a menudo es inherente a las
organizaciones paternalistas del pasado.
Esta política de puertas abiertas les permite escuchar mejor, pero a diferencia de
lo que sucedía en el pasado, la información que se obtiene de esta política es
usada de manera totalmente opuesta. En lugar de utilizarla para tomar medidas
contra alguien, la usan para lanzar nuevas iniciativas o poner a las personas en
contacto con los que pueden proporcionar ayuda y apoyos mutuos cuando estos
son requeridos o cuando se detectan falencias en puestos o personal.
Igualmente, para estos nuevos liderazgos, el obrar con arreglo a los valores
inherentes a una organización o sociedad es completamente fundamental. Ya que
son estos valores y esa ética organizacional y social la que permite que sus
empleados, sus clientes, sus socios, trabajen de manera mancomunada, en aras
de un fin común, de acuerdo con unos valores que los define a todos por igual.
Las organizaciones con culturas fuertes no tienen ningún argumento especial en
cuanto al éxito y la longevidad, pero si las que adoptan valores que reverencian,
pero, sobre todo, que apoyan la adaptabilidad de la organización y sus miembros,
con el fin de adecuarse a los cambios del mundo y su evolución constante.
Y no hay que dejar de lado, la capacidad de los empleados que hacen parte de la
empresa, ya que los nuevos líderes son conscientes de que los determinantes
más importantes del beneficio y del crecimiento son la lealtad y la satisfacción del
cliente, pero esta satisfacción y lealtad son factores que se relacionan de manera
directa con la satisfacción de los empleados y su lealtad, lo que conlleva luego a
mayor productividad y mejores resultados.
Para lograr esto es necesario que un buen líder haga ingentes esfuerzos por
poner a sus empleados en contacto con otros que puedan ayudarles. Los líderes
destacados dedican más tiempo a perfeccionar los materiales usados en sus
procesos y las herramientas para procesarlos – triada de materiales, equipo y
procesos - que terminan asegurando una productividad y calidad mayor con
menos gastos en supervisión, pero más en capacitación. La mayor virtud de un
líder contemporáneo es saber y conseguir poner la persona adecuada en el
puesto de trabajo apropiado.
Pero nada de lo que se ha hablado importa sin darle la dignidad tanto al empleado
como a la labor que este hace, convirtiéndose este otorgamiento de dignidad en
una fuente de poder para los líderes, ya que son ellos quienes fomentan esta
sensación en quienes les rodean y en todos los niveles de sus respectivas
organizaciones.
A manera de conclusión, el poder detrás de los nuevos liderazgos radica más bien
en el uso del lenguaje, las destrezas relacionadas con el saber escuchar, la
propagación de los valores, la mejora de la capacidad de los empleados, la
clarificación de los valores esenciales y la garantía de la dignidad.