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Profesor(a):
Dra. Belsy Montilla
Doctorante:
Zaraiza Del Carmen Ríos Salazar
C.I. 18.146.171
Pero el hombre es mucho más que un animal que necesita agua, respira
aire, junta alimentos y busca techo. Su inteligencia le ha dado la facultad de
tomar más recursos de la biosfera que los que implica el mero mantenimiento
del cuerpo. Para ejemplificar, los seres humanos gastan en energía corporal
unos 1.000 Kilovatios-hora por año, esto significa la multiplicación del impacto
de los seres humanos sobre la biosfera, desde luego consecuencia de la
tecnología.
Los recursos de agua dulce disponibles cada vez son menores: para el año
2025, 1.8 millones de personas vivirán en países con absoluta falta de agua.
Para entonces, se prevé que los cortes de agua se incrementen en un 50% en
los países en vías de desarrollo y en un 18% en el mundo desarrollado. El
cuarto informe “Perspectivas del Medio Ambiente Mundial” de las Naciones
Unidas (GEO-4, 2007) afirma: “El creciente peso de la demanda de agua será
intolerable en los países con escasez de agua.” Los ecosistemas acuáticos
están perdiendo su capacidad de proporcionar agua dulce, alimentos y otros
servicios. Las actividades humanas implican también una reducción de la
calidad del agua, al contaminarla con patógenos microbianos y excesivos
nutrientes.
Para mejorar las condiciones de salud y saneamiento en las regiones en
vías de desarrollo, se necesitan plantas de tratamiento eficientes para el
manejo de agua potable y aguas residuales. Sin embargo, dichos esfuerzos
requieren inversiones sustanciales de capital
Efectos de la contaminación
Pese a los esfuerzos para afrontar la contaminación del aire desde 1987, la
emisión de los diversos contaminantes del aire a la atmósfera todavía causa un
impacto grave sobre la salud humana, sobre las economías y los modos de
vida, así como sobre la integridad y productividad del ecosistema.
Algunos expertos opinan que la escasez de agua podría ser una de las
principales causas de conflictos bélicos entre países en el futuro,
especialmente en las zonas más áridas. Sólo usándola en forma adecuada y
equitativa se podrían prevenir los efectos catastróficos de esta situación.
La capa de ozono impide que estas radiaciones nos alcancen. Entre los
responsables de la pérdida de la capa de ozono estratosférico figuran
compuestos clorados como los clorofluorocarbonados (CFC). Éstos, hace
algunos años, eran muy utilizados como refrigerantes y como gases de
propulsión en botes de spray, entre otras aplicaciones. Los CFC además
poseen una gran capacidad para retener el calor procedente de la Tierra,
favoreciendo el efecto invernadero.
Referencias bibliográficas