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CanraaArBERvILLrERs
provocan ataques hepâticos, pero son previsibles. Es magni- Encima de pronto fui a descubrir, y nada menos que por
fico optar, elegir. ;No es como cantar Yesterday modulando el zumbido, a una mosca pedante como pocas que se pasô
despacio, con tus propios labios, cada palabra" ir drindoles quince minutos de su vida -de la mia- arremetiendo de cabe-
forma una a un4 ocupando cada mûsculo, los dientes, la len- za eonta el vidrio de la ventana. Y no me vengas con tu lôgi-
guq la boca enter4 recostada en una hamaca tejida desde la ca: si era pedante. Y no le di antes la via libre porque me
que la rinica visiôn sea una fuente transparente repleta de quedé ahi siguiéndole el proceso de ablandamiento, o de con-
cetezas casi violetas y un aviôn blanco despegando? sagraci6n a la causa. La hubieras visto retroceder y tomar
Antes de que la celadora me asegurara con las esposils impulso, y largarse contra la luz hasta rajar el vidrio de extre-
creo que a Soni4 y nos sentara de un bruto empujôn en el mo a extremo- La casa se reserva el derecho de admisiôn. No
suelo, en la piataforma sin asientos del aviôn, dijo, como otro se me mueve tm pelo si me cuestionâs la verosimilitud.
golpe, lcrnno qrueden mirar. Levanté apenas la cabeza.Ya casi ;Suena parecido?
todas las compafieras estaban colocadas en hileras, sentadas a No saliô sola, porque se ve que se mareô y no pudo com-
lo Buda en el suelo, engrilladas al acero del piso, las cabezas pletar la operaciôn. Se apoyô en la orilla de la ventan4 tem-
bajas y el brazo libre pesando sobr,e la nuca. Te juro que le blorosa, con czra de vfctilna: asi que le abrf.
saqué una foto eterna, para la posteridad a ese espectâculo. Juliana" decime: ;te acordiâs de un vestido blancc, de
Una formaciôn, una escuadra paralizada en trance de algodôn, con flores negras, que nos quedaba tan bien a las
retraer sus miembros en un paso intimo de baile, en un cir- dos, y que me vieja me cosiô poco después de salir en liber-
culo completo, para después abrirse y alargarse para siempre. tad? Anoche, caminando por State, vi uno muy parecido en
No me digas que la realidad del aviôn estaba muy lejos de una vidriera. Me produjo un solo efecto: ganas de azotar el
parecerse a ninguna dar:'z;a.Ya lo sé. Se trata mâs bien de un aire con un par de gritos mâs o menos siniestros.
gran mareo histôrico, de una nâusea universal, que de todos Y es tan sucio por épocas enla zona de Rosario, digo el
modos dejô sentir la direcci6n por la que se decidia este gran rio -o tan limpio: la prôxima tarea serâ establecer los limites-,
aparato digestivo que habitamos. que tienta a sumergirse, a bucear, porque ya sabemos todo lo
Los grillos y las esposas eran la galladura del huevo; eran que puede haber enredado entre el planterio y el barro. lVos
un absoluto, una ficciôn. Una fiesta de potencias se movili- qué te imaginrâs? Algunos son tesoros incanjeables: yo
zabaakededor de cada ojo, de cada labio frenando el impul- apuesto por un humilde simple de Jimmy Hendrbq el
so de gestar sonidos. Antidhiiring y un buen diccionario de sinônimos. Buen, por-
Algunos pares de borceguies también provocaban su pro- que mâs bueno, mâs inûtil. Mâs nipido te lo sacâs de encirna.
pio accidente contra hombros, cabezas; entre las caras que Teniamos que estar listas en veinte minutos con una muda
intentaban reajustar su perspectiva captando un rângulo de la de ropa. De dônde ibamos a sacar mesura para demoramos esa
totalidad y la solidez sonora de los tacos. Yo ya estaba en el eternidad. En la mitad del tiempo ya espeÉbamos, unidas por
aviôn militar, amordazada de pies y tuétanos. Bonavena des- una corriente eléctrica muy fïsica que nos mantenia activos
penado: imaginate. gargarfiay est6mago. Pero lo que me angusti4 6sabés qué es?:
Et dfa fue largo. Estuve tratando de tomarme el trabajo la posibilidad de que ninguna entendiera en ese momento la
con un poco de nuestro filosôfico "qué va a hacer", pero ya esencia del problema- Pero no, tampoco estoy en lo cierto; por-
no caben mrâs delirios por estas latitudes. que entonces, si no captibamos la cosa medula4 decime qué
102 -Alicia Kozameh
Pasos bajo el agua- 103
fue lo que nos hizr despedirnos como si fuésemos amorir. Nos Asi que corto. Contestâ enseguida. El tiempo pasa raudo. y
clavâbamos unas miradas blancas, tizzcnmpact4 firme contra también veloz- (;Ya te lo dije?)
las frentes, nos estudiribamos la lwidez, las nmrgas, las canas El ser humano que gana espacio en mis interiores da gnre-
recientes, nos corregiamos los Cefectos de peinado o nos sos saltos en su esfuerzo por ser amistoso. paciencia: la lucha
arrancâbamos unas a otras hlachas, pelusas. contra el câncer, el desplazamienio de la historia respecto de
Algunos recuerdos estân amputados. Pero no me cuesta la lfnea de los deseos, Ios desfiles militares, la sombra que
nada provocanne un efecto de neuronas. Reponer imâgenes, proyecta el edificio de enfrente sobre tu casa, moderan el
y las sensaciones vuelven intactas. espiritu.
Recibi carta de Virginia. Todo el asunto se mueve aL-ede- Chau. Besos a los conocidos o queridos en comûn. Avos
dor de una moto que se cornprô su nuevo compafiero; es mi amor, como siempre.
increible, pero no resulta tediosa. Por ahi se las ingenia para
Sara.
ponerlo en ridiculo al tal Gustavo. Se ve que hay algo de él con
casco que se hace incompatible con ciertas ansiedades de ella. P.D. Esa foto que me mandaste de tu hija con una gallina
No hubo ft.-na de desl'iaria del tærna Es noicnc qus a la vez en brazos es tan estupida que me result6 inetudible su rnclu-
le subyuga y le repugna: la moto, el casco, el marido, no sé. siôn entre las demâs, tan lindas todas. Besos.
Estuve haciendo serios esfuetzos por recordar algunos
episcdios. No hubo caso. Es ccmo si se rne instalara una
sâbana entre los ojos y el cerebro. La razcn dc la desmemo-
ria estS ahf: en los colores, las formas, la mayor o menor niti-
dez, los rifonos. La capacidad letal <ie los acontecimientos.
Por ejemplc la bajada del avirin. Sé que aterrizamos en
Aeroparque porque alguien lo dijo después, no sé cuândo.
Pero no prredo, no puedo ccnseguir esa parts de la pelicula.
Salto del pleno vuelo a los camiones celulares que nos trans-
portaron a Villa Devoto. Se rne borrô el aternzaje, se me
borrô lo que siguié hasia empezar a circular por el inconfun-
dible vapor de Buenos Aires. Siento la asfxia, todavia, los
chcrros que me brotaban de la espald4 siento ia deshidrata-
ci6n como si ahora me esfuvieran obligando a tragar una
sandia entera. Con esa intensidad. Veo gris y veo verde,
tengo pegados el verde y el gris.
Pero iray fuertes huecos irrecuperables.
Che, es tarde. Voy a ver si rne duenno. Me arden los cjos:
se me rompiô urra patilla de los lentes. Caus4 le regalé a
David en Méxiso el rinico y buen estr:che que tenia. Annie
me regalô uno rnejor, pero el periodo intermedio fue fatal.
Pasos bajo el agua
- 105
-;Habnâ luna?
-Se la llevô la grua.
-Brillante. Digo si se verâ. Ya empezamos. Yo ya sabia.
Hacer la guardia con Gloria. Siempre Io mismo- Discutir
Cumplir las ôrdenes de Ia sefrora- Neuro-hormonitis aguda-
-No tengo respuesta. Lo siento. ;Qué fue ese ruido?
-Fue en el fondo, por la cama de Silvia.
-Dejame ver. Dejame ve4 Liliana; dejame ver Mis talo-
nes, el piso pegajoso, sin embargo camino; dejame ver.
Pedazos de carne dormida, vtlnerables cabezas, brazos,
fiicil, con un golpe, sin llantos; un bulto en el suelo: se
mueve. No, nado: papel. Dejame ver; el ruido, qué ruido.
Por Ia cama de Silvia, que duerme sin ruidos. Yulnerables
pero vivos. No muertos: vivos- Hijos de nosotras, de nuestras
piernas; apretados. Dificiles. El ruido. Un pdjaro no puede
entrar- Al bafto no fue nadie- Unc vez aquella laucha ras-
csndo la madera en Ia noche, yofingiendo para mi misma no
entender, creer en los crujidos, pensor en la dilataciôn de la
madera con el calor lfijos nuestros, dolorosos. Huele- Este
pabellôn estd inflado con olores.
-Qué hubo.
-Nada. Los chicos duermen. Todos.
-Qué hora serâ.
-;Por qué no me preguntâs algo que te pueda contestar?
Digo, asf no te fmsfiiâs en este valiente intento de comunica-
ci6n.
-Tienen que haber pasado dos horas. Llamemos a la prô-
xima guardia. Estoy cansada Dos horas aguantdndote.
t08 -Alicia Kozarneh Pasos bajo el agua- 109
cuerpo; tensas; sanguineas. Rata con rulos. Los rulos de Ia por cabeza. Per cdpita Algûn dia caminaremos México, si
rata Las patas de las ratas- Los rulos de sus culos- Cômo se sobrevivimos a las ratas atgentinas.
me ocutre. Esano soyyo. Nofuiyo- Ofuiyo pero nofue eso -;Otra vez poniendo cara de loca?
lo que pensé. -Andâ a ayudar a Marisa con el griterfo.
-Qué hace. Qué hace. Por qué. Qué quiere. Calmate, -;Vos te creés que los van a calrnar asi nomâs, ahora?
boluda. Gloria I te lruele Ia adrenalina. -lTraten, Liliana! Si no, las celadoras van a venlr a ver-
-Ya pasô. duguear.
-Ahi vuelve. -;Y vos te vas a quedar sola acâ? La heroina. Por supues-
-;Mir6 para adentro? to- Cômo se va a cabrir ella- Exponer el pellejo, ser valien-
-Se asom6. te, lmuy valiente!
-;Estrâ borracha? -Acâ dônde.
-No vi. -Cerca de la reja.
-Qué pasa. -Estoy de guardia. ;Qué querés que haga?
-Demasiado siicncio. ;lios habrâ oido? -\'enite mrâs al fondo.
-lEscuchaste? Se cayô. La Pelirroja se cay6 al suelo. -Vos andâ tranquila. Pobre. ;Tranquila! Pero no se bttrla
-;Estâ sola? de mi pretensiôn- Lo,ta a intentari aunque no tenga idea de
-Qué te importa. Ya la van a socorrer. Perdé cuidado. Io que es la paz, la tranquilidad, o de cômo llegar a tenerlas.
-;Uy, mini no te lo pierdas! Trae una fuente. No camines asi. Dejd el brazo colgando, trmquilo. No Io
-;IJna qué? agites. Nuestros medios son ia tierra y el aire. Nadie tiene
-La Enana vino a ayudarla. Mirâ, trae una fuente de que nadar aquf. Excepto las ratas. 2Nadan las ratas?
vidrio: se cae, lse cae! Uy, minâ, encima de la Pelirroja. -Marisa esperii no te ievantes. Yo te ayudo.
lEnsalada de frutas! lQué desastre! -Qué fue ese ruido. :
-Despertaron a los chicos. -Las vichas est{n de joda corr los celadores. Imaginate.
-Que las pariô. -;Cômo calmamos a los pibes, ahora? Malditas de rnier-
-Decile a Marisa que no se levanten. Que traten de calmar da. Estân casi todos despiertos. Hacé lo que puedas con estos
a los pibes desde las camas. Pero que los calmen. dos. Yo intento de este lado.
-Vos la querés completa. -Ahi se levanta Silvia. Decile que se vuelva a la cæna.
-;Apurate! Siempre repetin Sos lenta. Decirte todo otra Gloria se va a enfurecer
vez. Vos ejercitas tu loatra lento- Tuflàcida locura. Conn si -Esti bien, Silvia. Ya se duermen de nuevo.
descartmas toda oportunidad de aligerarte. Pero mirà las -Las ayudo. Que pasô.
ratas: todavia quedan locas velocidades, demencias veloces- -Nada. Acostate. Si qusrés llevâ a tu nena con vos.
Dicen que en la ciudad de México, ocho por habitante. -;Quién esti de guardia?
Incluidos los sin uso de rszôn. Una para cada ojo izquierdo- -;Del penal?
(Jna para cada ojo derecho. Una para cada pie- Una para -Nosotras.
cada lengua. Una para cada mano. Una paro cado aterida -Gloria y yo.
zona sexual. Ocho rapideces por habitante. Ocho locuras -\blvé con Glori4 entonces. Esto ya estâ controlado.
112 Kozameh Pasos bajo el agua- l13
-Alicia
-Listo, Gloria. Controlado. -Estos pibes son sorprendentes. Ya se durmieron otra vez.
-Ahâ. Controlado. Qué les encaioron en la boca. No -Aver cômo se portan afuera.
importa. AIgo- Pero respiran- Sus madres. Nada mâs. -Y va a ser duro. Duro, por supuesto. Al principio.
Madres en las bocas de los hijos. Lenguas. Lenguas con Andrea ya me reconoce. Va a seniir el cambio. lChe!, no me
empujés. Sentate mâs en la punta. Qué mirâs con esa cara.
forma de madre. Bebé come-madre. Bebé y milico peledndo-
se por tma madre: la mejori inocultable guer"ra. La mas exci-
-Por qué estâs tan histérica.
tonte. Madre durmiendo y despertândose- Alarma. Bebé en -No inventes.
peligro. Madre saltando sobre un milico inmenso; arrancdn- -Estâs.
dole los ojos con ufras afilodas- Milico entrando en el suefto -No seas ridfcula" Liliana. Por qué no te acostâs. Vos no
eterno, en eI de las hadas, en el de los flamencos dorados. tenias ganas de seguir la guardia.
Bebé llorando con eI orgullo herido, nofue mi triunfo, no me -Fortaleza. Vos si que sos fuerte. Voy a esmerarme para
de_iaste hacerlo por mi mismo. Tëngo que agradecerte, y no
seguir tu ejemplo.
quiero: morite, madre- Reventâ- Un bebé deglutiendo a una -Vas a tener que resignarte al sacrificio.
madre vestida con uni-forme a rcryas. Surrealista. Y encima -Menos mal que lo decis en joda. Gloria y fcron, un solo
me quedé sin lengua, protesta el bebé. Realista. Lista Estas coraz6n- Vamos todavi4 Majestad.
lista, LiliCIn. -Digo, si querés tener un lugarcito en ese corazôn.
-Qué hubo. Debo estar mirando de reojo. Los dientes -Dics me zrmpare, me protej4 me libre, me guarde, etc...
apretados. Qué me ird a contestar ésta. -1Del lumpenaje!
-Cuando se pudieron levantar volvieron con escoba y -Del amor de tus hermanos...
trapo de piso. La Pelirroja la insultaba a Ia Enan4 le decia -Qué sacrilega. De qué te refs.
que el Jefe de Seguridad se iba a enterar, que si la echaban se -Te faltaba eso. Dale. Decime por qué estâs tan militante
iba a acordar de ella para siempre. esta noche.
-;El Jefe? -No me atribuyas lo que no hay.
-;No, nena! ll-a Enana! -Aflojâ. Contame. Curindo se llevan aAndrea.
-Si echan a la Colorada echan a toda la guardia. -No me preguntes, si ya sabés.
-Menos al que botonee. -Estâ bien; pero hablâ. Dejame ayudarte.
-ôY? -Qué vas a alrudarme, vos. Ademiâs estâs en la misma.
-Y se volvieron a la festichola. -Por eso puedo. Yo tengo adentro la misma pelota.
-Parece que al barrotero correntino le gusta la Pelinoja. -Carajo. Eso: una pelota" ;no?, de plomo.
-Qué interesante. -Yo estoy como con un litro de soda câustica en los intes-
-Se comenta en el tercer piso. Algo escucharon. Correte. tinos. Soda câustica. Una puerta de metal pintada de rojo. Mi
-IJna manera miis de perder el tiempo. viejo la queria blanca. La soda câustica en acci6n. y yo, con
-Haceme un lugar. En algo hay que entretenerse. mis tres miseros afros, un imbécil vestidito blanco cubierto
-La productividad, querida. Me conmueve. de hormiguitas viajeras, rindiéndole culto al peligro; no con-
jurrândolo: adorândolo. Parad4 muy seri4 hundiendo los ojos
-Qué pesada. ePara estar de mal humor querés seguir la
guardia? en el balde, convencida rle que tarde o temprano el liquido
l14 -Alicia Kozameh Pasos bajo el agua- l15
movedizo provocaria una hecatombe familiar. 1Cômo morfan! 1Qué espectdculo! 2y ahora? La maravi_
Ilosa y eficiente y original fajina del dia de Ia
-;Te estâs acordando?;Fue asi? fecha, pasa
recogiendo las mamacJeras vacias.
-Fue asi. Me estoy acordando.
-eY? Ahora vuestras progeniîoras. El delicioso mate cocido cle
acelga para vuestras madrecitas_
-Ét satiO ileso. Pint6 la puerta de blanco al dfa siguiente.
-;Y vos? Qué Ie pasa. Qué mira.
-Un sentimiento irreversible por la soda câustica. No puedo. No. El ruido que oiamos. Tëngo que gritar y no
puedo. fnmensa. Es inmensa. Como un gato. Se cocinô- La
-Y ahora te llena el aparato digestivo.
-;No es injusto? boca entreabierta Los chicos. ilrân a sobrevivir?
eué hago.
Tengo que reaccionar como adulta. Adulta. Me via putiax
-No te abuses. La que necesitaba ayuda era yo. Me
comeria un alfajor santafesino entero. Yo sola. Se va a reir Me va a poner en ridiculo. La rata- Gtoita. Voy
Embadurnarrne la palrr4 los brazos, el pelo con dulce de a empezar a caminar hasta el centro del pabellôn, Io voy a
leche. Los pies. decir en voz alta, pero con expresiôn seria. Sin histerias.
-Mirâ el colot de las paredes. Coma una compaftera mr;dura Ahora. Empiezo a caminar
-Empezô a zrmanecer. iQué veranito! Como tma compafiera Se cayô en el cilindlro del mste coci-
-Hay que empezar con el desayuno. Voy yo. do. Se ahogô. Himiô. Caminar erguida. Como uno compa_
-Agregale bastante agua al mate cocido. Si no, no va a fiera deverdad. Espalda derechay sin inflexiones en Iavoz.
alcw:zæ.1Eh, Liliana! Y que hierva: no hay leche para los Ni tma vacilaciûn en la cara. Ahora: compafteras, en el
chicos, .fondo del recipiente del mate cocido hry una rata. Asi, dere_
Esta perilla por la mitad, en cttalquier momento el gas va
cha, tratando de oprimir la gargantaparo que Ia respiraciôn
a escaparsety por supuesto nadie va a venir a ayudarnos. no me delate. Me tiemblan las rodillas. Asi. Seria. y los pibes
Este cilindro va a tardar tm buen rato en hervir. tornaron caldo de rata seria en las mamaderas. Seria
Liliana toca esa perilla como si pudiera arreglmla Va a Hinchada por el hervoti ta piel tironeante, remilgada, seria
terminar de romperla, la boluda. para siempre. Como una compafiera de verdad. Asi tengo
Las mamaderas. Las tazas. Primero las mamaderas- que antmciar lo de Ia rater. Las mcmos quietas y sin ;nelcn_
colias.
Qué hace- Pone las mamaderas en orden como si fueran
postes de teléfono- O soldaditos. Eso: soldaditos.
Yoy aI bafro hasta que esto esté listo.
Dôndeva. Al bafro.
Ya hierve.
Ya llenô las mamaderas.
Ahora que se enfrien un poco. Unos minutos- Cortos.
Qué mierda espera- Ahi las reparte.
Ya estd. Estdn hambrientos. iQué manera de engullir!
Yamos, nenitos, comcm, tragaen el exôtico maniar del Penal;
disfn'itenlo, queridos. Aliméntens e.
7
17 de mayo, mediatarde.
arriba. Una ballena, es. Hoy se bafi6. Cumpli6 con lo conve- Miro y mejor no veo la expresi6n de la parte inferior de la
nido. Y dijo ope si se acercaria a la mesa. Prometiô no repe- cara de Verônica: nariz, boca y barbilla cayendo pesadas,
tir lo del affo pasado, cuando se meti6 en la cama al ver que prôximas al sueffo. Si se acuesta la mato. La matamos.
empezaba la reuniôn del pabellôn, y después del lio que Provocarfa que Maura también deserte.
habia logrado armar. Ahi se levanta. Cuando saca el culo del Veo el borde ondulado del plato que contiene un gnm pan-
colchôn los diversos cûmulos que la rodean se elevan, saltan. cocho, el que llev6 horas de manufactura. El metal opacado
Ahi esti: los diarios al suelo. a golpes, el adorno de azûcar batida con agu4 el brillo, veo,
Veo las ce_ias de Maura juntarse sobre la nariz. Veo sus el brillo en resortes que descienden hasta el centro del postre
pocos dientes separados y enonrres y oscuros abrirse para el y lo hacen desaparecer. Mejor que se esfume. Ni falta que
insulto y no me acobardo. Pongo saltones los ojos y me nos hace esta maravilla producto de nuestras magias culina-
aguanto toda la obscenidad de esa cara, de ese pelo, de esas rias.
tetas. Todo ese exceso. Marliina se esparce, despliega aquella gordura que dej6 de
Veo a Maria Clara dando pasos indecisos en direcciôn a tener gracias a su bocio. Los globos de los ojos se le vuelan,
esa -'Jrltima cucheta -cucheta: cuch4 cucE cucaracha-, la dc van de plato en plato,.de la reja a los bultos dc Maura" a las
Maur4 para ayrdarla a levaniar los diarios. Pero también la manos de Maria Clara -que se mueven apenas, mueven algo
veo arrepentirse y darle la espald4 disgustada no sé si con anchc, grueso. Parece un abanico compacto, puede ser un
los odios de Maura o con sus bigotes o con sus manos llenas libro, no distingo-, a las patas del calentador o a las baldosas
de tejidos adiposos trenzados para la reproducciôn. Girq la del piso.
veo bajar la cabeza y morderse el labio superior, dar unos Veo el borde de la tabla que nos aguanta maffana a mafra-
pocos pasos, apoyar la punta del pie derecho contra la pata de na sentadas o reoostadas, segûn decida el rânimo; alcan:za a
la cama de Flor, juguetear con el tal6n y la punta" el talôn y recorer la fisura central de la madera a todo su largo, ésa en
la punta sobre el piso. la que se nos muerden los muslos y se nos enganchan los uni-
Y veo a Berta mirar con extremado carifio esos platos de formes. Veo el borde, veo un extremo, el mâs alejado, del
metal, sobre todo los que contienen rebanadas de las maravi- banco, el preferido de los pies de Teresa; pero hoy no los
llosas azucaratas, pura ex.quisitez findeaffera. Se toca el dien- apoyô: hoy es 31 de diciembre, hoy no se ponen los pies
te, mira el plato, se toca el diente. Hace un mes que pide que sobre el banco.
la lleven al dentista. Y Elizabeth.Muy loca" muy locuaz Elizabeth, la veo no
Maura parece poner sus setenta afros completos en esfor- poder olvidarse, hoy menos que nunc4 de sus dieciséis affos
zarse por cerrar la boca: casi seguro, porque balancea la rodi- de condena y de sus dieciocho affos de edad dieciocho mâs
lla como cuando frena alguno de sus impulsos mâs sôrdidos. dieciséis: treinta y cuatro- Veo su remera gris como plomo
Y cuando digo esto de impulsos sôrdidos no sé exactamente marcarle los hombros, los huesos, dos palos astillados apun-
a qué me refiero. Pero no veo que éste sea el mejor momen- tando al cielo. Después de todo ella piensa bastante en Dios,
to de mi vida para ponerme a reflexionar sobre el tema. No cree que le va a conmutar la condena. Y los pelos lacios y
vaya a ser que termine yo mrâs s6rdida que nadie. Esa rodilla abatidos, y hasta infantiles, como si nada hoy, como si todo
blanca al descubierto: el indiferente privilegio de que para maflana. No le ha sentado bien la riltima gripe.
sus dimensiones no haya pantalones de uniforme carcelario. Se acerca Ia hora. Maura estâ infernal y se.pone penden-
Pasos bajo el agua -133
132 -Alicia Kozameh
reunite con las compafferas, comé tu pedazo de pancocho, apenas la comisura izquierda de la boca, entrecerrando los
animate. Menos mal que no se te dio por vomitar, queridita. prirpados. Trug r, hacer pasar a través de la garganta debe ser
Menos mal. su verdadero goce.
Metete entre las chicas. Perdete. Nadie se dio cuenta. Ajâ. Y Maura agazapad4 observiindonos. Las demâs todas
Es para anotarlo: nadie se dio cuenta. No te mata de la feli- alrededor de la mes4 los minutos pasando y acercândonos a
cidad. Dora parece no haber visto nada. En fin. los abrazos y lagrimeos.
Qué cerca estin todas. El codo de Maria Clara me rozael Qué cansancio. El Jefe de Seguridad se aproxim aalareja
brazo derecho, el pelo de Chana se mueve pegado a mi hom- y nos ve, nos mira como a monos haciendo un enchastre
bro, el pie de Flor toca sin querer el mio debajo de la mesa. supremo. El tiempo dirâ a quién le estâ destinado llevar a
Ver6nica me mir4 yo le sonrio porque estoy segura de cabo el gran enchastre final. Nos damos vuelta meqinica_
que me ve los restos de palidez. Sonrio y ojalâ logre disimu- mente, lo miramos como a un mono haciendo su propio
lar algo con la sonrisa. Pero no es de puro estoica. Estoy tra- enchastre, un enchastre autista y definitivo, y giramos-de
tando de que no se sepa lo de esta descompostura porque no nuevo Ias cabezas en direcciôn a los pedazos de pancocho.
es cuestidn de descuidar la imagen. Eso: una colaboraciôn Veo ias piernas del Jefe dc Seguridad empezandc a
con uno mismo. Con la propia imagen. Porque el texto seria moverse para seguir su.recorrido por los pabellones, y a la
previsible: "Sara, pequefioburguesa con debilidades ideolô- celadora que lo acompaff4 veo. Veo los pensamientos de
gicas. Le baja la presi6n en las reuniones de fin de af,o." todas nosotras, diversos, a medio equilibrio.
Graciosisimo. Veo los ruidos, las campanas, los estallidos que se van
Veo el gran pancocho, ahora de cerca" lo veo, veo el cen- sucediendo en la calle; veo la calle, una rata corriendo y tra_
tro de la mesa con el gran pancocho sobresaliendo por entre tando de entrar en un agujero, veo, y finalmente desapare_
los platos de azucaratas y bocaditos salados. Veo los dedos ciendo. Y varias cuadras mâs allâ un gato, destrozado pô, ,ro
multiplicados hasta el infinito. Las idas y venidas de los auto festejoso. Un gato destrozado, enloquecido, veo.
dedos en el aire, raudos los nudillos, veloces las falanges, Te felicito, querida: te queda un affo menos de cârcel. Tu
voraces las yemas. Lineas aéreas mezcladas, hebras de nece- hernrano estâ desaparecido, no muerto. ya habrâ noticias.
sidades. El metal abollado de los platos reflejando la luz del Tus hijos estân con tus viejos. No te preocupes, si, sf se
pabeil6n, tan escasa" y la escasa luz que desde las riltimas acuerdan de vos, saben de tu sufrimiento, pero no estin tan
horas les permitimos a nuestros cerebros, tan festivos ellos. mal. En serio. La silla que hemos ocupado otros affos en una
Los regalitos acumulados en el rinc6n del piso prôximo a noche como ésta" estâ vacia. Tu madre la mira de reojo, si.
lu rejq veo, que si seguimos la tradiciôn deben ser un surti- Pero eso mâs que nada significa que trata de comunicarse
do de animalitos tejidos y rellenos, de confecci6n clandesti- con vos, en este preciso instante.
n4 que volarân para siempre con la primera requisa del afro. Maura mira todo con cara de asco. eué hacer, acercarse,
Leticia en pie de guerra. Muerde el pan con aparente desearle fêlicidades. No. Yo, ni loca. No me atrevo. Nadie se
calma y odio suficiente. Siente que los pedazos de pancocho atreve.
le sacan la lengu4 se burlan de ella en ese estilo, de todas se Un pedazo mâs de pancocho, quiero. Gracias.
burlan, de la fiestita que hacemos cada fin de afio, de nuestra La celadora marca el paso y recorre el pasillo. Apaga las
voluntad de reirnos: y se venga masticando lenta, torciendo luces. E! suefro a que nos envian.
a
Canra DE AT.IBERVTLLIERs
Aubervillier s, I 5 -2.94
;Cômo eran? Casi te diria que me acuerdo, porque tu des- Pero yo lo miro con tal aire de detrâs-de-estos-ojos-no-hay-
cripciôn fue tan rudimentaria que me dio vergiienza ajena. Se nadie que el mejor resultado que obtengo es, de su parte, una
ve que ya te habias cansado de tomarme el pelo: ojos enor- ira decreciente y gastada. Ni siquiera una ira poderosa.
mes y colorados con un gran grano en la zona de Ia nuca, Ya estoy lloriqueando. ;Ves? Mejor no remover, vieja.
donde aparentemente les funcionaban a todo vapor los 6rga- Que el asunto siga su curso natural. Quizâ agregue algrin
nos sexuales. No me animé a preguntarte cômo estabas vos dato en el pr6ximo capitulo, tanto como para no alterar la fre-
tan enterada. Al tiempo volviste sobre el tem4 como solés cuencia informativa.
hacer, y resultô que una prima tuya que llevaba affos en el El dia que podamos echarnos una conversada va a ser
pais del norte laburaba para el gobierno. feliz aunque la sfntesis nos entristezca.
Nos divertiamos con tus mentiras deliberadas, ;no? Nos
reiamos. Sospecho que ahora te reis un poco menos. Yo tam- 5 de la tarde. Me olvidaba: aparecieron por Paris de paso
bién. Suelo esconder temores a hechos cotidianos- hacia Barcelona Gerardo y Mariela. Ella negra como Dios la
Cotidianos, es decir que quedan implicados Mauricio y la no larg6 sobre las superficies, él despectivo y omnipotente. Ella
hace un afro nacida Paula. Los oculto, a los miedos. No se los callad4 é! ver-borrâgico v nerviosôn. Ella con soriasis, él tos-
muestro a nadie: el reflejo me los multiplicaria. tado y con una cadena de oro alrededor Cel cuello. Menos
Mauricio me estudia demasiado. Me observa. Qué sé yo mal que sin cruz. Mariela evitô todo el tiempo hablar de la
qué se le ofrece, pero me acosa. Por razones que desconozco ciircel. Yo prefiero no remover, pero si surge, no me las pico.
siento que Paula se distancia de mi. (De su madre que soy yo, Ell4 qué te digo: casi larga explicitamente que le jode el
por si no te acordâs.) tema. Lo cual duele. No lo comprendiô ni elaborô, ni superô.
Ella se aleja con gesto adusto y adulto a sus once meses, (Yo tampoco, pero eso no invalida lo que estoy diciendo.) Ni
se sube al navio, me saluda empuflando (blandiendo) un ban- pasô a otra cosa, verdaderamente. Lrâstima. Hubo un momen-
derin que no sé a qué pais adjudicar. Yo, aterrada" no contes- to en que la vi bajar los ojos cuando, en no sé qué punto de
to. No me conocés como madre: soy deforme, miserable. la charl4 se me dio por evocar la sensaci6n de que me
Dirias que soy una monja de la maternidad. Un vômito. invadfan los gritos de las compafferas que estaban en los
Reflexiôn que no creo que obviaras: el vômito es un produc- chanchos pidiendo agua. O pidiendo ir al bafro. No sé cômo
to del cuerpo; es, en todo caso, respetable. Y después: pero recordarâs vos ese eco, ese sonido. Yo todavia lo tengo tan
no: producto inverso, dado vuelta, regresado a mitad de vivo. Vos lo habfas descrito alguna vez, alguna mafiana post-
camino, forma del arrepentimiento, de la indecisiôn- gritos, como varias cosas. Me acuerdo de que te surgian imâ-
Entonces si: una monja de la maternidad; un v6mito. genes, ideas diversas, esos gritos te volaban la imaginaciôn.
Pero mir.'â" hago lo que puedo. Me aterran mi marido y mi Debian reforzarte ciertas tendencias morbosas, masoquistas,
hij4 es cierto. La piba vive con una soltura escandalosa- porque te movilizaban y casi te brillaban los ojos en la oscu-
Mueve esos pies, tratando de mantener el equilibrio con aires ridad mientras escuchabas. Y no de alegri4 claro. Era como
de convicciôn, segurisima de que el equilibrio es patrimonio si durante ese rato hubieras estado captando una esencia" la
del hombre, creida de que se lo logra por el solo hecho de esencia de todo, lo mâs clave, lo mâs exacto, y que te eva-
desearlo. Y el padre delira por su lado, también agitando ban- dieras del rârea que habitabas para concentrarte en disfrutar,
deras, banderitas, banderolas, lo cual no dejo de respetar. gozar del momento -horas- de emociôn.
742- Alicia Kozameh
Pasos bajo el agua -143
Yyo sufria inmovilizada.Lacabezatzpadz con la aimo- Y en la misma serie de libritos habia una terrorifica Santa
haday tratando de hacer toda clase de reflexiones inÉtiles. Rosa de Lima a la que no le picaban los mosquitos y los
Suena fuera de lugar. Mejor, dirias vos, si es fuera de lugar.
rirboles se inclinaban para saludar. (Jna excursiôn a los
Las cosas que estân en su sitio no me interesan: se exponen indios ranqueles, Cromw ell, Taras Bulb a, Iv anhoe y Tartuin
a que se las encuentre y se las destruya.
de Tarascôn.
A mi me satisface regustar Io que me quedô como borra
12 delanoche. A eso de las 8:00 sali a caminar con Paula.
de la niflez. No me envidies tanto. No estâ mal poder echar
La puse en el cochecito y salimos. Estaba bien fresca la calle.
mano de eso en ciertos momentos de desesperaci6n adulta,
Compré café, cigarrillos y un sachet de leche. Y volvimos pero te juro que se trata de lurlrapazmris bien vulgar. Vos te la
adentro. No sabia qué ponerme a hacer. Paula se habia que- rebuscarias para no experimentarl4 retorcida imbancable.
dado donnida. Asi que encendi el televisor. Después del De cualquier manera tu historia no te da muchas chances de
infsrmativo de las 9 y media hubo un programa sobre la innovar en formas de relajamiento de tu imaginaciôn.
sif,raciôn por la que estâ pasando por aqui la literatura infan- Pero miri la hija de Carilés no me seducia. Me ponfa un
til. Âparcciô una morcchona comsn",ândo vanos librcs de tanto celosa de su suerte, eso si, aunque después, sin refle-
autores franceses, para erlades entre ocho y doce. Mencionô xionar demasiado veia que yo de enclenque no tenfa nada y
ca-si todo desconocido, pero de pronto va y nombra un librc
menos de duefra de circo. Para ser duefro de algo tan bello
de una +"al Josephine Colomb: Lafille de Carilés.
-aunque para vos los circos sean detalles del infierno- hay
Largô la cosa argumental y a medida de que la escuchaba que saber vivir o saber morir. Yo estoy totalmente incapaci-
me parecfa tener siete efios, estar viendo las manchas de hume-
tada para ambos menesteres. Ser dueffa de un circo o estar
dad de mi dormitorio en la casa de mi nifrez, estar frotando los por heredarlo me hubiera mareado demasiado. No niego que
ojos y los agujeros de la nariz contra las siâbanas para ahogar el imaginando los miles de brillantes y lujosos vestidos para
llanto producido por ia emociôn de imaginar a Cariiés en s,: salir a escena de que dispondria Miguita a su antojo segrin
soledad dias previos a encontrar a Miguita. M.e aterraba, escu- mis libres câlculos, yo concebi la gran idea de armar un circo
chando a la morochon4 la posibilidad de que aun en Europa y en mi casa suponiendo que, con el circo ahi mis padres ya no
con 34 aflos, entrara rni vieja por la puerta primero de mi bafio podrian negarse a proveenne de vestuario adecuado.
y después de mi dorrnitorio a apagarme la radio justo cuando No te rfas, tarada-;Acaso vos no te investaste.corno siem-
"T.a cafetera" de Nicola Paone mâs me conmovia. pre- lo de que descendfas de Cleopatr4 y te divertisté contin-
La hija de Ccrilés. ConL'{ndote esto casi podrfa reprodu- doselo a todos los que te escucharan? Eso si: me preguntaba
cirse una especie de nota de la editorial Atllntida (habr:is si a los hombres a los sesenta afros ya se les disecaban los
también vos abundado en lecturas de la Biblioteca Billikerr ôrganos sexuales, pensando en la vida solitaria que llevaba el
por esas épocas) que decia que la autora ofrecia "una honda viejo Carilés y segura de que los tenia como muertos.
lecciôn de humanidad" con srr historia. Y hablando de los
"principios que crientaban" la colecciôn, decia (la enurnera- Como cuatro dfas después.
ci6n que ya entonces me arancaba lâgrimas copiosas): deli- Menos mal que acâ uno no sale a barrer la vereda. Una de
cadeza moral, sano optimismo juvenil , conftanza en el triun- las ventajas del exilio en Francia: no hay que barrer la vereda.
fo de los nobles sentimientos.
144 -Alicia Kozameh
Pasos bajo el agua -145
Dia siguiente. ban los pelos del cuerpo porque los gritos llegaban al
Son las 9 de la maffana. Fallô el trabajo en el restaurante. pabell6n 31 como un sonido amorfo, transformado; pensabas
Mas que fallar lo boicoteé con el rebusque de los cargos de en noches de carnaval y te atenabas
conciencia de una madre que deja al niffo en guarderia. Me Ellas eran ochenta o mâs, y pedian "agur4 celador4 por
bast6 decirle al duefio que tengo una hija. No me contestes favor, tenemos sed" durante horas, y esa frase llegaba a nues-
hablando tonterias, haceme el favcrcito. tros cerebros como un "uuuuuu" largo, que ondeaba en el aire
mucho miis arriba de nuestras cabezas, en la noche, sin forma
3 de la tarde. de condensarse en algrin sonido concreto.
Vuelvo sobre Gerardo y Mariel4 es decir, sobre la charla Daba miedo, Sara. Es cierto. Pero no era fâcil reconocer-
en la que mencioné a las chicas en los calabozos de castigo. lo. La limpara que tengo encendida a pesar de la luz del dia
Yo no intentaba decir nada higubre, pero muy al margen me dajusto en las pupilas. Los ojos se me cierran solos. Creo
de los intentos de uno, eso, si estl sale solo. Me fui acercan- que una siestita que me dé como lujo no ofendeÉ a nadie. Y
do al tema sin ninguna estrategi4 mientras Mariela untaba menos a mi amiguita del alma, aunque mâs bien ella prefe-
ilantcca en una de sus dos tostadas: ias dos de sicmpre, ni riria que-me hundiera en la lectura de uno de los tres tomos
mâs ni menos. Creo'que debe comer siempre las mismas dos del Hauser; o en algrin sufrimiento parecido. Te veo luego.
tostadas con un té negro desde la prehistori4 sobre todo por-
que ella debe permanecer mâs o menos en ese estrato de su 7 y 20 de la tarde. Finalmente me dormi pero el delicado
evoluciôn. (No; es decir, vos sabés que yo la quiero, pero me llanto de mi hijita no tard6 en convertir mi suejfio en mama-
enfursce suavemente que no le ponga limites al marido que deras entrecruzadas con diversos movimientos. Y el tiempo
arin conserva.) volô hasta recién.
Sigo: ella untaba la tostada y yo le dije algo asi como: Yo creo que Mariela debe haber ido a parar a los chanchos
menos mal que acâ no falta el agua (en relaciôn con no sé qué cerca, como diez veces en tres affos. Defendfa bien nuestros
comentario que el verbalrnente fluido Gerardo habfa hecho intereses. Los peleaba. Terminaba castigada de puro conven-
sobre las tres plantitas que tengo en la ventana -las de la foto cida y creyendo en lo que hacia. No jugaban derirasiado las
que te mandé-)(l). Aella le vibr6 algo. Y se notô harto (dicen culpas que en otras si. No necesitaba expiarlas: no se sentfa
los chilenos afincados en las inmediaciones de Paris) porque culpable de estar viva ni de no ir a los calabozos de vez en
muy convencionalmente se mordiô los labios. Ahi fue cuan- cuando. Cuando escuchaba a Florencia (;te acordrâs?) recitar
do me ensaffé y me puse insistente. ese poema -Florencia en broma, por supuesto-, ese poema de
Pero decime: qué ruidos eran esos. Qué sonidos eran. Vos no sé quién que decia "al mundo hemos venido para sufrir..."
hablabas de pâjaros de plumas oscrJras con los picos corta- se ponia verde. Vos me contestarias que se ponia verde por-
dos, lte acordâs? Cortados a hachazos, decias. De esas bocas que le molestab4 y si le molestaba era porque no estaba con-
mochas salian sonidos que se expandian en la noche del vencida de que no fuera como lo decfa el poema. Pero te
barrio de Villa Devoto. Habia un eco. Y el viento contorsio- jodés: no podés decirme nada; el Océano Atlântico nos sepa-
naba el sonido y lo cambiaba. Nos llegaba neutro decias, ra. Y en mi completa defensa. Ademrâs lo que digo es cierto.
neutro como es en la realidad todo lo que ha pasado de un Sôlo me pregunto qué Ie pasa ahor4 por qué no quiere
estado a otro. Y te daba miedo. Te estremecias y se te para- tocar el tema chanchos y sedes (plural de sed, verâs, querida)
I
A vooo DE REGRESo II
Era dificilfsimo mirar hacia arriba sin oir un grito que nos
recordara que estiâbamos todavia presas, pero mâs dificil
resultaba perderse el cielo negro y estrellado de las cinco de
la maffana. Yo levante los ojos justo cuando ponia un pie en
el estribo del micro del ejército.
El cielo estaba exaciaments asi: ncgro y lleno ric sstrcllas.
Tres afios y tres meses sin ia visi6n de un cielo nocturno. Esa
distancia tan concreta que puede establecerse entrc un cielo
nocturno y la nocturnidad, la condici6n de nocturnc para los
dias, los afros. Pero lo escribo ahor4 lo dije meses después.
En el momento de defenderme de esa libertad que se me caia
encima rro pensé, no dije nada. euizâ se me ocurriô que, en
todo caso, estaba viva" y que otra alternativa para ese instan-
te hubiera sido la lluvia. Nada que no se le pudiera ocurrir a
otro. Cruzar con lluvia el espacio entre el portôn de la ci{rcel
y el micro del ejército. Tres pasos bajo el agua: bueno para
algrin titulo, si estuviera contando esta historia.
Esto que estoy haciendo es tnefrcaz. Estoy intertando
describir un momento de ese calibre. Casi absurdo. posible,
pero absurdo. Y esto riltimo también es una aclaraciôn esté-
ril: yo creo en la palabra. Con fervor. para tantos que no pue-
den ni imaginar ciertas realidades, que han pasado po.
tan alejadas de la empiria, o que no han pasado por ninguna "ànu,
zon4 no hay mâs recurso que la palabra escuchada, lefda.
Imâgenes o no imâgenes, siempre la palabra.
Pero lo ideal seriaunapelfcula: esa oscuridad en un espa-
cio abierto pero encerrado, una hilera de mujeres -una
subiendo al micro y fropezândose por prestarle atenciôn al
150 -Alicia Kozameh Pasos bajo el agua
-l5l
cielo-. Bolsos en bandolera, piernas desacostumbradas- me iba a perrnitir disfrutar un blando par de zapatosviejos,
Hay un temor que me paraluaahora" siempre el mismo de sino que me obligarfa a padecer algunos demasiado flaman_
no lograr la expresi6n justa, conveniente. Temores- tes. Cualquier otra posibiiidad era ofender a mis progenitorcs
Injustificados, porque la expresiôn sin objeciones no existe- en su condiciôn de pobres-padres-de-terrorista
Hasta el punto de que lo mâs gozoso del manipuleo, lo mâs Me miraba los zapatos y movfa los dedos a pesar del poco
angustiante y feliz del amase literario es reemplazar una espacio. Como para impulsarlos al nuevo riûnô.
palabra por otra mejor. Aunque uno puede llegar a usar la Esperâbamos la autorizaciôn para fumar, cuando uno de
peor o casi, o alguna no tan mala pero extraflamente irreem- los oficiales que nos custodiaban dentro del colectivo nos
plazable. Y ésos son los limites. Y la desaz6n. recomendé no levantarnos de nuestros asientos y dijo pueden
No sé quién iba delante mio en la fila de liberadas. Ni fumar si quieren, y los veintinueve frsforos crepitaron al uni_
quién detnis. Después de pispear el cielo como si se encon- sono.
trara en el agujero de una cerradura, entré al micro- Avavâbamos por la ruta hacia Rosario. Amanecia a Ios
gritos. Algunas compafreras se habian quedado dormirlas,
Quedaban vacios los ûltimos asientos, y yo me fui al mrâs
ancho, contodo el gran vidrio a mi disposiciôn. En ese asien- inexplicabiemente. Afaera la iuz era oo
lo"o lacre 5i habia
to, conmigo, se ubicaron tres compafferas mâs. Todas con las que rnirarla. Habia autos que at anzaban por la mano
contra_
mismas posibilidades que yo Ce girar sus cabezas y mirar ria. Autos: habia que mirarlos. Las ruedas, los paragoipes, y
hacia sus espaldas. si era posible los volantes. Automôviles. Sonidos d;hlibe;_
Yo apretaba mi bolso de la libertad. Lo presionaba con el tad, colores simult{neos, mezclados.
codo contra la cadera derecha. Habia salvado de la requisa Carteles. La Coca Cola siempre presente y cada vez mâs
militar dos cuadernos con anotaciones de dos afros. blanca y roja, mris visible y brillante con los riltimos afios.
Un
Sé que ya sentada, todavia a la espera de que se concreta- pâjaro que seguramente era un gorridn se habfa apoyado
ra la promesa de que podrfamos fumar durante el traslado, sobre el borde superior del cartel, y entonces eso era un
cielo
me miré los pies. No puedo recordar ahora qué zapatos tenia azul, un qlmpo verde argentino, un cartel de Coca Cola y un
puestos. No sé qué vi, pero sf sé que clavé los ojos alli por un pâjaro. Nada. Nada realmente. y la sintesis de todo.
instante. Siempre me habia dejado fascinar por la punta de _ Dùe a la compaffera que estaba a mi izquierda "l\{in! por
favor mirâ". "Cartel de Coca Cola" me dijo, abriendo lo,
mis zapatos. Eso sucedia cuando después de grandes tensio- ojos
nes habia por fin logrado algrin alivio, o cuando algo incier- y escrutândome para aproximarse, entender mi sorprcsa.
to empezaba a tomar una orientaci6n. Creo que esta vez, en Probablemente me equivocaba, pero senti que no podfadecir
un estado especialisimo de sensaciones y de riesgos, me nada miis.
entregaba a la vida o a la muerte, como vinieran si venian Algo se invirtiô en mi interior. Un rincôn de mi cerebro
(alguna tenia que ser: todo rndicaba que trasponiamos la girô, se reubicô. Y todo lo que venia sucediendo me pareci6
barrera de la inercia), con o sin sonidos, dolores, colores o mentira. Cômo iban a ser verdad todos esos rirboles vivos,
formas. Miraba la punta de mis zapatos. Debian haber sido esas extensiones de maiz,_esas sombras. L\abia.una
ûnica ver_
mocasines negros, muy gastados. Me los imaginaba dad y era la prisiôn, el estado de encierro. Avanzâbamos y se
arrastrândose por la peatonal Côrdoba y sentia que estaba afrarraba esa idea: tenia que tranquiiizarme. No podia per_
confundiéndolo todo, porque la intolerancia familiar jantâs mitirme gritar de alegria; nadie -y menos los milicos_ iûa
a
Pasos bajo el agua
152 -Alicia Kozameh - 153
Côrdcba - Argentina
Su nombre cclmenz6 a circular en los medios académicos de
Estaclos Unidos y de Europa a fines de la década del ochenta.
Cuanclo se hablaba de una literatura representativa de la
posdictaclura se nombraba a Alicia Kozameh- Es cierto. Pasos
ltujo cl aglut lue publicatlo en Ar-sentina en 1987. Pero s6lo
advirtieron entonces su prof'unda densidad unos pocos, que por
el hecho cle saber de su existencia crearon, sin proponér'selo.
las claves de un cddigo muy exclusivo cuyos secretos se
trasmitfan de boca a oreja, casi de manera clandestina'
Conseguir el libro. fotttcopiarlo. pasarlo de mano en mano o
reproducirlo escaneado por internet. fÏeron itinerarios
trasegaclos para quienes desearon leerlo en estos quince afros
desde aquella aparicidn. El deseo ahora se cumple-
Itinerario también el de la novela. Un reconido circular: de
la crircel de muieres a la liberlad. de la libertad al exilio, de los
recnerdos que se atesoran a la tnemoria escrita. Quien ha
mirado para contar, quien incluso se desdobla para enriquecer
arin mâs la perspectiva del nanar. pone a prueba sus atributos:
la luciclez de la mirada. su conversi6n en imâgenes de fuerte
auclacia poética; la cohercncia ética y politica' que no necesita
explicitarse ideoldgicamente porque se ha dejado decir por el
texto mismo. sin ninguna atenllante. Feroz para hacer memoria
clel terror. ceftero para ciar cuenta de la crueldad y de las
formas de resistencia en el subnlundo de la cirrcel, ironico y
escéptico. Puxts bujo cl ugutt es un libro necesario. Vale la
pena haber esperado hasta tener entre nosotros a Kozalneh: tal
vez esternos ahora en mejores condiciones para entender la
corrosiva inteli-eencia de su escritura.
Tununa Mercado
Alciôn Editora