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Pasos bajo el agua - 95

Las cartas vuelan.


Pasos bajo el agm-97

CanraaArBERvILLrERs

A Juliana, que es Estela.


Santa Brirbarq 20 de enero de 1984

;Qué efecto te causarâ ese tipo de sismos, o como quieras


llamarles, tardios? (;Nunca es tan tarde, querida!);
forque
son como alfileres ubicados en puntos estratégicos del cere_
bro. Quiero decir, las catarsis nunca vienen solas: el pa.-anâ
baja desde el Maffn Grosso y arrastra muy variados especi_
menes. Los camalotes, Juliana, y las piraûas. De los camalo_
tes estoy segura. Y me pregunto por qué las piraffas no llegan
hasta Rosario.
Estamos avanzando, raudas, sobre Ios primeros dias del
afio 1984. Y también veloces. Otros son capaces de desligar_
se Ce la acumulaci6n y de los aflos. A mf se me dio por incur_
sionar en hechos siempre dispuestos a pennanecer. No es
casual. No creas en las casualidades. Estoy tratando de ubi_
carme en el punto de fuga de todas las visiones posibles, para
:urancar con un cuento en el que el eje sea el traslado del
s6tano de Rosario a Villa Devoto. Asi me dé vuelta como un
guante en el trance de vencerrne a mi rnisma.
Entonces, vos entendés. IJnavez te pedi que contestaras por
carta mis preguntas sobre tu tortura. Las dos conociamos hasta
Ias inflexiones que le ponés alavozen esos casos. pero yo me
impulsé, por mi pedido y por tus respuestas, y seguf adelante
con la novela que estaba escribiendo. Ahorq mismo recurso.
Anoche no pude dormir bien: eso de que el chico nazca
con alguna falla. Y esta mafian4 al irme al trabajo, crnndo ya
habfamos salido de casa, me di cuenta de que todavia
adenfro, buscando la puerta de calle. "rt"bu
98 Kozameh Pasos bajo el aguz - 99
-Alicia

y lo disfruta. Abre las piernas y


Santa Bârbara es salvaje
Estarâ eligiendo apropiados jabones en poivo o en barra en
y
se sacude de sol abundancia. Aqui la gente no se muere El Senegal y alrededores. Es posible que con tantos afios de
nunca. En cambio el Paranri vos viste: nos crispa los nervios- exilio ya haya adquirido un lavarropas automâtico. Depende:
Las viboras, todo lo que nos deposita al final de su travesia.
no sé qué grado de especializaci6n haya logrado.
Tu madre me escribiô para mi cumpleaflos. Se la siente
;Te suena lo que viene?: El Parand ncrce en Brasil de la con-
como una flor a las nueve de una maflana de verano porteffo.
fluencia de los rios Paranaiba y Grande. Esta memoria que
me gasto tiene que ser producto de una endovenosa aplicada No quiero ponenne redundante, pero te envidio. lUna madre
por la vieja de Geografia. De otro modo no se explica. como Adelina!
Del s6tano a Villa Devoto. Imposible recordar la totali- Uno vive disculprândose. Thmor de ser reiterativo. Y pre-
guntales a los milicos si les import6 repetir métodos, plæiar-
dad. Si ciertas angustias: Blanca siempre tuvo una sombra de
bigotes mâs pronunciada de lo recomendable. Ese dia se le los, gastarlos. Es decir, no te molestes. No les preguntes nada.
habia ennegrecido, le cortaba la cara en dos. Iba esposada a Me siento como si esfuviese muy concentrada en meter
Tani4 Tiania tan alta y ella tan petisa" con sus bigotes y su un dedo en algrln agujero.
muda en un bolso azul, hecho de uu pantal6n vaquero Dor un Aqueila bander4 ia que ies dejamos colgada en el bafro
par de esas manos casi mâgicas que ya empezâbamos a tener. del sôtano antes de que nos llevaran. No sé, mrnca terminé de
Contame un poco de Paris, ;no?, 1,o no vivis alli?, ;o estâs ccmpletar en mi cabeza un cuadro con las manos de las cela-
encerrada en el baffo de tu departamento?, 1o en la cocina? rioras intemrmpidas en alguna forma del asombro, suspendi-
Ojalâ se trate del dormitorio. das entre la bandera y sus p:lnzas, sus tetas, sin poder deci-
Tu calle debe ser como una de Posadas. Empedrad4 entre dirse a arrancarla. Tocarla: abrazar al demonio. No celeste,
piedra y piedra alguna planta asomândose, sobre alguna hoja blanca y celeste, querida: s6lo celeste y blanca. lTe las irna-
ginrâs? Tân prpa5, sll3s.
una hormiga en plena cabalgata pro-viveres. Asi se me ocurre
unâ calle de Posadas; ademâs de estar salpicada con los golpes Abrazar al demonio. Las yemas de los dedos acerc:lndo-
que el Paranâ da cuando se enloquece. A las otras calles de se. Debe estar siempre caliente, por donde lo toques. Los
Paris deben salpicarlas llantos de pâjaros, cewezas rotas, llu- ojos afiebrados, y esa barba en punta que debe dar muchas,
vias incestuosas y enredadas. Y también un poco del Paranrâ, pero muchas ganas de apoyarse, 6no? Sin dudas: si se me
estoy segura. ColaboÉ conmigo y confirmrâmelo. Gracias. aparece Manding4 yo pruebo. ;Gran siestita! Y nada de vade
retros. Ahi debe haber mucho que aprender.
6Vos a quién ibas esposada? No recuerdo haber visto a
nadie cerca tuyo en ese momento. Pero lo que no me olvido es Meterme entre las sâbanas. Lasfrazadas pesilndome sobre
que, llegadas a Devoto, Mercedes entrô al pabellôn que nos el lado derecho. Si. iv{e doy una ducha y sigo desde la cama.
asignaron y vomito hasta el coraz6n. Con eso mand6 por las Estaba pensando -el agua es un sacramento- que tornar
tuberias de las letrinas todo lo que se pareciera aun traslado de una resoluciôn, optar, es como Derder un dedo de una mano
presas politicas y sus posibles implicancias. Admirable. en un acto voluntario y adquirir tres en la otra" asi de golpe.

lPabell6n 31! En serio. Admirable.


No te desesperes mucho. Ya sabés: precalentamiento.
D6nde andarâ Flora; la que lavaba la ropa cuando le toca- Acordate del futuro cuento. tsstoy abriendo el primer aguje-
ba a cualquiera menos a ella y ocupaba la rinica soga del ro. Aunque también podria estar trabajrândome algo referido
baffo como si nada. Qué seÉ de esa cara apretada que tenfa. a dar un salto. No es nada novedoso, ya lo sé. Mis saltos te
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provocan ataques hepâticos, pero son previsibles. Es magni- Encima de pronto fui a descubrir, y nada menos que por
fico optar, elegir. ;No es como cantar Yesterday modulando el zumbido, a una mosca pedante como pocas que se pasô
despacio, con tus propios labios, cada palabra" ir drindoles quince minutos de su vida -de la mia- arremetiendo de cabe-
forma una a un4 ocupando cada mûsculo, los dientes, la len- za eonta el vidrio de la ventana. Y no me vengas con tu lôgi-
guq la boca enter4 recostada en una hamaca tejida desde la ca: si era pedante. Y no le di antes la via libre porque me
que la rinica visiôn sea una fuente transparente repleta de quedé ahi siguiéndole el proceso de ablandamiento, o de con-
cetezas casi violetas y un aviôn blanco despegando? sagraci6n a la causa. La hubieras visto retroceder y tomar
Antes de que la celadora me asegurara con las esposils impulso, y largarse contra la luz hasta rajar el vidrio de extre-
creo que a Soni4 y nos sentara de un bruto empujôn en el mo a extremo- La casa se reserva el derecho de admisiôn. No
suelo, en la piataforma sin asientos del aviôn, dijo, como otro se me mueve tm pelo si me cuestionâs la verosimilitud.
golpe, lcrnno qrueden mirar. Levanté apenas la cabeza.Ya casi ;Suena parecido?
todas las compafieras estaban colocadas en hileras, sentadas a No saliô sola, porque se ve que se mareô y no pudo com-
lo Buda en el suelo, engrilladas al acero del piso, las cabezas pletar la operaciôn. Se apoyô en la orilla de la ventan4 tem-
bajas y el brazo libre pesando sobr,e la nuca. Te juro que le blorosa, con czra de vfctilna: asi que le abrf.
saqué una foto eterna, para la posteridad a ese espectâculo. Juliana" decime: ;te acordiâs de un vestido blancc, de
Una formaciôn, una escuadra paralizada en trance de algodôn, con flores negras, que nos quedaba tan bien a las
retraer sus miembros en un paso intimo de baile, en un cir- dos, y que me vieja me cosiô poco después de salir en liber-
culo completo, para después abrirse y alargarse para siempre. tad? Anoche, caminando por State, vi uno muy parecido en
No me digas que la realidad del aviôn estaba muy lejos de una vidriera. Me produjo un solo efecto: ganas de azotar el
parecerse a ninguna dar:'z;a.Ya lo sé. Se trata mâs bien de un aire con un par de gritos mâs o menos siniestros.
gran mareo histôrico, de una nâusea universal, que de todos Y es tan sucio por épocas enla zona de Rosario, digo el
modos dejô sentir la direcci6n por la que se decidia este gran rio -o tan limpio: la prôxima tarea serâ establecer los limites-,
aparato digestivo que habitamos. que tienta a sumergirse, a bucear, porque ya sabemos todo lo
Los grillos y las esposas eran la galladura del huevo; eran que puede haber enredado entre el planterio y el barro. lVos
un absoluto, una ficciôn. Una fiesta de potencias se movili- qué te imaginrâs? Algunos son tesoros incanjeables: yo
zabaakededor de cada ojo, de cada labio frenando el impul- apuesto por un humilde simple de Jimmy Hendrbq el
so de gestar sonidos. Antidhiiring y un buen diccionario de sinônimos. Buen, por-
Algunos pares de borceguies también provocaban su pro- que mâs bueno, mâs inûtil. Mâs nipido te lo sacâs de encirna.
pio accidente contra hombros, cabezas; entre las caras que Teniamos que estar listas en veinte minutos con una muda
intentaban reajustar su perspectiva captando un rângulo de la de ropa. De dônde ibamos a sacar mesura para demoramos esa
totalidad y la solidez sonora de los tacos. Yo ya estaba en el eternidad. En la mitad del tiempo ya espeÉbamos, unidas por
aviôn militar, amordazada de pies y tuétanos. Bonavena des- una corriente eléctrica muy fïsica que nos mantenia activos
penado: imaginate. gargarfiay est6mago. Pero lo que me angusti4 6sabés qué es?:
Et dfa fue largo. Estuve tratando de tomarme el trabajo la posibilidad de que ninguna entendiera en ese momento la
con un poco de nuestro filosôfico "qué va a hacer", pero ya esencia del problema- Pero no, tampoco estoy en lo cierto; por-
no caben mrâs delirios por estas latitudes. que entonces, si no captibamos la cosa medula4 decime qué
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Pasos bajo el agua- 103

fue lo que nos hizr despedirnos como si fuésemos amorir. Nos Asi que corto. Contestâ enseguida. El tiempo pasa raudo. y
clavâbamos unas miradas blancas, tizzcnmpact4 firme contra también veloz- (;Ya te lo dije?)
las frentes, nos estudiribamos la lwidez, las nmrgas, las canas El ser humano que gana espacio en mis interiores da gnre-
recientes, nos corregiamos los Cefectos de peinado o nos sos saltos en su esfuerzo por ser amistoso. paciencia: la lucha
arrancâbamos unas a otras hlachas, pelusas. contra el câncer, el desplazamienio de la historia respecto de
Algunos recuerdos estân amputados. Pero no me cuesta la lfnea de los deseos, Ios desfiles militares, la sombra que
nada provocanne un efecto de neuronas. Reponer imâgenes, proyecta el edificio de enfrente sobre tu casa, moderan el
y las sensaciones vuelven intactas. espiritu.
Recibi carta de Virginia. Todo el asunto se mueve aL-ede- Chau. Besos a los conocidos o queridos en comûn. Avos
dor de una moto que se cornprô su nuevo compafiero; es mi amor, como siempre.
increible, pero no resulta tediosa. Por ahi se las ingenia para
Sara.
ponerlo en ridiculo al tal Gustavo. Se ve que hay algo de él con
casco que se hace incompatible con ciertas ansiedades de ella. P.D. Esa foto que me mandaste de tu hija con una gallina
No hubo ft.-na de desl'iaria del tærna Es noicnc qus a la vez en brazos es tan estupida que me result6 inetudible su rnclu-
le subyuga y le repugna: la moto, el casco, el marido, no sé. siôn entre las demâs, tan lindas todas. Besos.
Estuve haciendo serios esfuetzos por recordar algunos
episcdios. No hubo caso. Es ccmo si se rne instalara una
sâbana entre los ojos y el cerebro. La razcn dc la desmemo-
ria estS ahf: en los colores, las formas, la mayor o menor niti-
dez, los rifonos. La capacidad letal <ie los acontecimientos.
Por ejemplc la bajada del avirin. Sé que aterrizamos en
Aeroparque porque alguien lo dijo después, no sé cuândo.
Pero no prredo, no puedo ccnseguir esa parts de la pelicula.
Salto del pleno vuelo a los camiones celulares que nos trans-
portaron a Villa Devoto. Se rne borrô el aternzaje, se me
borrô lo que siguié hasia empezar a circular por el inconfun-
dible vapor de Buenos Aires. Siento la asfxia, todavia, los
chcrros que me brotaban de la espald4 siento ia deshidrata-
ci6n como si ahora me esfuvieran obligando a tragar una
sandia entera. Con esa intensidad. Veo gris y veo verde,
tengo pegados el verde y el gris.
Pero iray fuertes huecos irrecuperables.
Che, es tarde. Voy a ver si rne duenno. Me arden los cjos:
se me rompiô urra patilla de los lentes. Caus4 le regalé a
David en Méxiso el rinico y buen estr:che que tenia. Annie
me regalô uno rnejor, pero el periodo intermedio fue fatal.
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Las ratas caminan y nadan.


Pasos bajo el agua- 107

Cotr,to EN LA GI;ERRA. EN ra cuERRA.

-;Habnâ luna?
-Se la llevô la grua.
-Brillante. Digo si se verâ. Ya empezamos. Yo ya sabia.
Hacer la guardia con Gloria. Siempre Io mismo- Discutir
Cumplir las ôrdenes de Ia sefrora- Neuro-hormonitis aguda-
-No tengo respuesta. Lo siento. ;Qué fue ese ruido?
-Fue en el fondo, por la cama de Silvia.
-Dejame ver. Dejame ve4 Liliana; dejame ver Mis talo-
nes, el piso pegajoso, sin embargo camino; dejame ver.
Pedazos de carne dormida, vtlnerables cabezas, brazos,
fiicil, con un golpe, sin llantos; un bulto en el suelo: se
mueve. No, nado: papel. Dejame ver; el ruido, qué ruido.
Por Ia cama de Silvia, que duerme sin ruidos. Yulnerables
pero vivos. No muertos: vivos- Hijos de nosotras, de nuestras
piernas; apretados. Dificiles. El ruido. Un pdjaro no puede
entrar- Al bafto no fue nadie- Unc vez aquella laucha ras-
csndo la madera en Ia noche, yofingiendo para mi misma no
entender, creer en los crujidos, pensor en la dilataciôn de la
madera con el calor lfijos nuestros, dolorosos. Huele- Este
pabellôn estd inflado con olores.
-Qué hubo.
-Nada. Los chicos duermen. Todos.
-Qué hora serâ.
-;Por qué no me preguntâs algo que te pueda contestar?
Digo, asf no te fmsfiiâs en este valiente intento de comunica-
ci6n.
-Tienen que haber pasado dos horas. Llamemos a la prô-
xima guardia. Estoy cansada Dos horas aguantdndote.
t08 -Alicia Kozarneh Pasos bajo el agua- 109

Quiero dormin abierta. Que se cieta, Liliana.


-Qué te pasa. Estlis muy rompebolas' -Estoy muerta de suefro.
-Me tiene que venir la mentruaci6n. Disculpe, Majestad' -Yo preferiria no despertar a las chicas. Deben ser alrede-
-Curândo se llevan a tu hijo. dor de las dos. Claudia no sé, pero Olga estaba muy cansada.
-El lunes. Ya se cumplen los tres meses' Yo hasta las seis aguanto. ;Vos?
-Quién lo va a tener. -Qué sé yo. Pruebo, si querés. Jorge va a tener hambre a
-Mi vieja: sesenta y ocho afios, enferm4 sola' Y encima las seis. ;Y la tuya?
criar al chico. -Como a las cinco y media.
-Ella va a estar contenta- -aQué fue eso?
-Jorge es mi hijo. Es mio- -Marta esti drindole latetz al Curi.
-parà hablar pavadas mejor callate: vos estâs aqui aden- -Bueno, tratemos. Qué raro: no escuché a la celadora en
tro. Otra vez elruido. ;Oiste? la riltima media hora. La Enan4 digo.
-Esta vez por la zona de la cocin4 lno? -Hoy le toca con la Pelirroja. Deben estar borrachas las
-En el caso de quc ci Pcnal nos pcrmitiera tenerios miis dos a esta altura de la madrugada.
tiempo los chicos se acostumbrarian mâs a una' -Hablâ mâs bajo.
-Si. Después quién me lo saca- -1Pero qué te pasa hoy! ;La persecuta te vino, no la mens-
-;Quién te io saca? iMinâ vos la disyuntiva!: la cana, que- truaciôn!
rida... Dejame ir al fondo. Quiero ver qué se mueve' -;Shh! 1Te dije! Ponete contra la pared.
-Despertâ a ias Prôximas. -Qué me dijiste. Yo no oi nada.
-No jodas. Mismo recorrido, pero por la sigiente hilera -;Me harias el favor de callarte?
de balàcsas. Apoyar el pie' tratar de despegarlo' Chicle' -Si me mantenés infonnada.
imposible: sôlo en liberiad- Eng;-udo, imposible: sôlo en -;Querés que nos pesque la vicha?
libertad. Brea, imposible: sôlo en libertad' Lo que pega -No. No quiero. Cuâl vicha. Te digo que esfân de joda con
adhiere, séIo en liiertad- Lo que esclaviza, sôlo en libertad' los celadores.
Y aqui adentro se es libre, Ia cabeza explota cuantas veces
se -Entonces para qué estamos de guardia.
la provoque, nada comprime los huesos del crdneo' Y vuela -Para sentirle el gustito a la noche. Me falta el vino blan-
m pdjaro. O algo: vuela algo- AIgo con tme pinza, un pico co. Lo demâs esfâ en orden.
qui àt opo tm movimiento. (Jn pdiaro que cluva con el pico -Y para que no se les ocurra venir a quitarnos los pibes en
una rata contra el Piso- medio de la noche.
-LY? -Cierto.
-Nada. Tu hijo estâ durrniendo con la boca abierta' -Viene alguien. Quién- La saliva se me agolpa en la gar-
-eotra vez2Yavuelvo. ganta- Qué pasa. Los pasos son fuertes. Calmarme: Gloria
-No hagas ruido. La boca abierta de tu hiio' Tu boca me va a poner en ridiculo.
abierta Una boca abierta: la de un gato' hvo, no muerto' Y -La Pelirroja. 1Qué infierno! Trajo tacos altos. Cuidado:
con una rata a medio tragar- Gris- Aliento ratuno' OIor a estâ cerca. Tacos altos- La rata colorada trajo tacos altos.
rata. Pelos entre lengua y paladur En la boca' En tu boca Las patas traseras esforzândose por soportar el peso del
ll0 -Alicia Kozameh Pasos bajo el agua - II I

cuerpo; tensas; sanguineas. Rata con rulos. Los rulos de Ia por cabeza. Per cdpita Algûn dia caminaremos México, si
rata Las patas de las ratas- Los rulos de sus culos- Cômo se sobrevivimos a las ratas atgentinas.
me ocutre. Esano soyyo. Nofuiyo- Ofuiyo pero nofue eso -;Otra vez poniendo cara de loca?
lo que pensé. -Andâ a ayudar a Marisa con el griterfo.
-Qué hace. Qué hace. Por qué. Qué quiere. Calmate, -;Vos te creés que los van a calrnar asi nomâs, ahora?
boluda. Gloria I te lruele Ia adrenalina. -lTraten, Liliana! Si no, las celadoras van a venlr a ver-
-Ya pasô. duguear.
-Ahi vuelve. -;Y vos te vas a quedar sola acâ? La heroina. Por supues-
-;Mir6 para adentro? to- Cômo se va a cabrir ella- Exponer el pellejo, ser valien-
-Se asom6. te, lmuy valiente!
-;Estrâ borracha? -Acâ dônde.
-No vi. -Cerca de la reja.
-Qué pasa. -Estoy de guardia. ;Qué querés que haga?
-Demasiado siicncio. ;lios habrâ oido? -\'enite mrâs al fondo.
-lEscuchaste? Se cayô. La Pelirroja se cay6 al suelo. -Vos andâ tranquila. Pobre. ;Tranquila! Pero no se bttrla
-;Estâ sola? de mi pretensiôn- Lo,ta a intentari aunque no tenga idea de
-Qué te importa. Ya la van a socorrer. Perdé cuidado. Io que es la paz, la tranquilidad, o de cômo llegar a tenerlas.
-;Uy, mini no te lo pierdas! Trae una fuente. No camines asi. Dejd el brazo colgando, trmquilo. No Io
-;IJna qué? agites. Nuestros medios son ia tierra y el aire. Nadie tiene
-La Enana vino a ayudarla. Mirâ, trae una fuente de que nadar aquf. Excepto las ratas. 2Nadan las ratas?
vidrio: se cae, lse cae! Uy, minâ, encima de la Pelirroja. -Marisa esperii no te ievantes. Yo te ayudo.
lEnsalada de frutas! lQué desastre! -Qué fue ese ruido. :

-Despertaron a los chicos. -Las vichas est{n de joda corr los celadores. Imaginate.
-Que las pariô. -;Cômo calmamos a los pibes, ahora? Malditas de rnier-
-Decile a Marisa que no se levanten. Que traten de calmar da. Estân casi todos despiertos. Hacé lo que puedas con estos
a los pibes desde las camas. Pero que los calmen. dos. Yo intento de este lado.
-Vos la querés completa. -Ahi se levanta Silvia. Decile que se vuelva a la cæna.
-;Apurate! Siempre repetin Sos lenta. Decirte todo otra Gloria se va a enfurecer
vez. Vos ejercitas tu loatra lento- Tuflàcida locura. Conn si -Esti bien, Silvia. Ya se duermen de nuevo.
descartmas toda oportunidad de aligerarte. Pero mirà las -Las ayudo. Que pasô.
ratas: todavia quedan locas velocidades, demencias veloces- -Nada. Acostate. Si qusrés llevâ a tu nena con vos.
Dicen que en la ciudad de México, ocho por habitante. -;Quién esti de guardia?
Incluidos los sin uso de rszôn. Una para cada ojo izquierdo- -;Del penal?
(Jna para cada ojo derecho. Una para cada pie- Una para -Nosotras.
cada lengua. Una para cada mano. Una paro cado aterida -Gloria y yo.
zona sexual. Ocho rapideces por habitante. Ocho locuras -\blvé con Glori4 entonces. Esto ya estâ controlado.
112 Kozameh Pasos bajo el agua- l13
-Alicia

-Listo, Gloria. Controlado. -Estos pibes son sorprendentes. Ya se durmieron otra vez.
-Ahâ. Controlado. Qué les encaioron en la boca. No -Aver cômo se portan afuera.
importa. AIgo- Pero respiran- Sus madres. Nada mâs. -Y va a ser duro. Duro, por supuesto. Al principio.
Madres en las bocas de los hijos. Lenguas. Lenguas con Andrea ya me reconoce. Va a seniir el cambio. lChe!, no me
empujés. Sentate mâs en la punta. Qué mirâs con esa cara.
forma de madre. Bebé come-madre. Bebé y milico peledndo-
se por tma madre: la mejori inocultable guer"ra. La mas exci-
-Por qué estâs tan histérica.
tonte. Madre durmiendo y despertândose- Alarma. Bebé en -No inventes.
peligro. Madre saltando sobre un milico inmenso; arrancdn- -Estâs.
dole los ojos con ufras afilodas- Milico entrando en el suefto -No seas ridfcula" Liliana. Por qué no te acostâs. Vos no
eterno, en eI de las hadas, en el de los flamencos dorados. tenias ganas de seguir la guardia.
Bebé llorando con eI orgullo herido, nofue mi triunfo, no me -Fortaleza. Vos si que sos fuerte. Voy a esmerarme para
de_iaste hacerlo por mi mismo. Tëngo que agradecerte, y no
seguir tu ejemplo.
quiero: morite, madre- Reventâ- Un bebé deglutiendo a una -Vas a tener que resignarte al sacrificio.
madre vestida con uni-forme a rcryas. Surrealista. Y encima -Menos mal que lo decis en joda. Gloria y fcron, un solo
me quedé sin lengua, protesta el bebé. Realista. Lista Estas coraz6n- Vamos todavi4 Majestad.
lista, LiliCIn. -Digo, si querés tener un lugarcito en ese corazôn.
-Qué hubo. Debo estar mirando de reojo. Los dientes -Dics me zrmpare, me protej4 me libre, me guarde, etc...
apretados. Qué me ird a contestar ésta. -1Del lumpenaje!
-Cuando se pudieron levantar volvieron con escoba y -Del amor de tus hermanos...
trapo de piso. La Pelirroja la insultaba a Ia Enan4 le decia -Qué sacrilega. De qué te refs.
que el Jefe de Seguridad se iba a enterar, que si la echaban se -Te faltaba eso. Dale. Decime por qué estâs tan militante
iba a acordar de ella para siempre. esta noche.
-;El Jefe? -No me atribuyas lo que no hay.
-;No, nena! ll-a Enana! -Aflojâ. Contame. Curindo se llevan aAndrea.
-Si echan a la Colorada echan a toda la guardia. -No me preguntes, si ya sabés.
-Menos al que botonee. -Estâ bien; pero hablâ. Dejame ayudarte.
-ôY? -Qué vas a alrudarme, vos. Ademiâs estâs en la misma.
-Y se volvieron a la festichola. -Por eso puedo. Yo tengo adentro la misma pelota.
-Parece que al barrotero correntino le gusta la Pelinoja. -Carajo. Eso: una pelota" ;no?, de plomo.
-Qué interesante. -Yo estoy como con un litro de soda câustica en los intes-
-Se comenta en el tercer piso. Algo escucharon. Correte. tinos. Soda câustica. Una puerta de metal pintada de rojo. Mi
-IJna manera miis de perder el tiempo. viejo la queria blanca. La soda câustica en acci6n. y yo, con
-Haceme un lugar. En algo hay que entretenerse. mis tres miseros afros, un imbécil vestidito blanco cubierto
-La productividad, querida. Me conmueve. de hormiguitas viajeras, rindiéndole culto al peligro; no con-
jurrândolo: adorândolo. Parad4 muy seri4 hundiendo los ojos
-Qué pesada. ePara estar de mal humor querés seguir la
guardia? en el balde, convencida rle que tarde o temprano el liquido
l14 -Alicia Kozameh Pasos bajo el agua- l15

movedizo provocaria una hecatombe familiar. 1Cômo morfan! 1Qué espectdculo! 2y ahora? La maravi_
Ilosa y eficiente y original fajina del dia de Ia
-;Te estâs acordando?;Fue asi? fecha, pasa
recogiendo las mamacJeras vacias.
-Fue asi. Me estoy acordando.
-eY? Ahora vuestras progeniîoras. El delicioso mate cocido cle
acelga para vuestras madrecitas_
-Ét satiO ileso. Pint6 la puerta de blanco al dfa siguiente.
-;Y vos? Qué Ie pasa. Qué mira.
-Un sentimiento irreversible por la soda câustica. No puedo. No. El ruido que oiamos. Tëngo que gritar y no
puedo. fnmensa. Es inmensa. Como un gato. Se cocinô- La
-Y ahora te llena el aparato digestivo.
-;No es injusto? boca entreabierta Los chicos. ilrân a sobrevivir?
eué hago.
Tengo que reaccionar como adulta. Adulta. Me via putiax
-No te abuses. La que necesitaba ayuda era yo. Me
comeria un alfajor santafesino entero. Yo sola. Se va a reir Me va a poner en ridiculo. La rata- Gtoita. Voy
Embadurnarrne la palrr4 los brazos, el pelo con dulce de a empezar a caminar hasta el centro del pabellôn, Io voy a
leche. Los pies. decir en voz alta, pero con expresiôn seria. Sin histerias.
-Mirâ el colot de las paredes. Coma una compaftera mr;dura Ahora. Empiezo a caminar
-Empezô a zrmanecer. iQué veranito! Como tma compafiera Se cayô en el cilindlro del mste coci-
-Hay que empezar con el desayuno. Voy yo. do. Se ahogô. Himiô. Caminar erguida. Como uno compa_
-Agregale bastante agua al mate cocido. Si no, no va a fiera deverdad. Espalda derechay sin inflexiones en Iavoz.
alcw:zæ.1Eh, Liliana! Y que hierva: no hay leche para los Ni tma vacilaciûn en la cara. Ahora: compafteras, en el
chicos, .fondo del recipiente del mate cocido hry una rata. Asi, dere_
Esta perilla por la mitad, en cttalquier momento el gas va
cha, tratando de oprimir la gargantaparo que Ia respiraciôn
a escaparsety por supuesto nadie va a venir a ayudarnos. no me delate. Me tiemblan las rodillas. Asi. Seria. y los pibes
Este cilindro va a tardar tm buen rato en hervir. tornaron caldo de rata seria en las mamaderas. Seria
Liliana toca esa perilla como si pudiera arreglmla Va a Hinchada por el hervoti ta piel tironeante, remilgada, seria
terminar de romperla, la boluda. para siempre. Como una compafiera de verdad. Asi tengo
Las mamaderas. Las tazas. Primero las mamaderas- que antmciar lo de Ia rater. Las mcmos quietas y sin ;nelcn_
colias.
Qué hace- Pone las mamaderas en orden como si fueran
postes de teléfono- O soldaditos. Eso: soldaditos.
Yoy aI bafro hasta que esto esté listo.
Dôndeva. Al bafro.
Ya hierve.
Ya llenô las mamaderas.
Ahora que se enfrien un poco. Unos minutos- Cortos.
Qué mierda espera- Ahi las reparte.
Ya estd. Estdn hambrientos. iQué manera de engullir!
Yamos, nenitos, comcm, tragaen el exôtico maniar del Penal;
disfn'itenlo, queridos. Aliméntens e.
7

Pasos bajo el agta - ll7

La muerte marco el paso: camina.


T

Pasos bajo el agua- 119

Dpr orenro DE SARA

A Alicia Païs, asesinada.

17 de mayo, mediatarde.

Imperiosamente: ya mismo necesito lograr que el anirnal


que me rennueve e! estômago se envenene y se muera. (pero
que <iespués no quiera âSûritrâr- por ;ri
o;nbligo esos o;os
cadavéricos.) Trabaja en silencio, como si escarbara en el
hielo.
i.!-arianres en el panorama? A quién se le ocurre: la ven-
lanita allâ, arribA la proyeccidn del metal alargado sobre el
techo, el sol anzranjado pegado a la pared inientando mante-
irer, conseguir, una de esas ciertas fonnas de dignidad tan
manipulables y codiciadas por la supervivencia. Veo Ias
cuchctas a mis oostados: Silvina se aboc4 insiste en latæea
de convencer al resto de que puede concentrarse y escribir
una carta. Y tan convencional, mueve la cadera izquierda -v
se chupa ei indice derecho para repetii: "Y si no, expôngan-
me el argumento en contra; pero muy bien fundamelrtadc."
I-eiicia essudrifra !a cascarilla con un asco mâs erplfcito y
menos elegante que el conveniente al est6mago del pabellôn;
empieza e repartirla. Griselda iee La peste; aunque no creo:
retrocede en el tiempo al momento en que et hijo tenia la
edaci que muestra en esa foto que esconde en la solapa. Algo
asi como la vuelta al mundo, todo esto. N{e pregunto qué
hago aqui, por qué no atral'ieso las paredes con la mâs calma
y risuefra de las fuerzas. Te pregunto eso, Sara. Si. Dije bien:
calma, risuefia.
Kozameh
Pasos bajo el agua- l2l
120 -Alicia

nuestras bocas, sobre todo. Ademâs ayer logr6 paralizarme


Mismo dia. De noche.
cuando hablô de poner una fâbrica de fideos cuando salga.
Ya van a apa1fi las luces- Nada que decir' Sôlo que; ufa'
No tengo ganas de incursionar- Las investigaciones, las refe- ;Habrâ sido literal esta revirada?
Y prestar atenciôn a los dibujitos m6viles que marca hoy
rencias a làs mecanismos en que nos apoyamos, me inmovi-
lizan- Me enfrentan al panorama completo- Me ahogan con
el sol sobre la pared del pabell6n. Redondos, ovalados.
Como hojas. (Estos dos riltimos renglones me martillaron
los detalles. Me transfieren todo el abismo junto' Pero bueno'
alguna tecla. Se me mojaron las palmas de las manos y me
Eso: que la costumbre, en este caso la rutin4 lo que es into-
ardieron las orejas. Habria que ver la causa.)
lerablà de ser vivido en dias humanos, acâ distancia de la
muerte. Una novedad es un peligro- Siempre' La despropor-
Mismo dia, tarde avarzada.
ciôn, un gigantesco hematoma muy morado que abarca cien-
tos, miles de cuerpos.
Hubo que vaciar de agua la primera letrina de este lado
para que funcionara el teléfono. Mrâs informaci6n: Patricia
Dormir me va a beneficiar esta noche mâs que otras' Y sin
Del Campo, muy amiga de la meadora profesional. Hepatitis
embargo se lo siente asi; como que es una porqueria no tener
con complicaciones. Nadie que la atienda. La médica de
nada que decir.
turno no entra al hospital, dice que estâ lleno de terroristas.
18 de mayo. Ties, tres y media de la tarde- Recreo interno'
Y no se rfe. Deben pegrirsele los labios cuando pronuncia la
palabra. Los dientes deben aflojârsele. Degenerada. Algun
Acaba de entrar nuestra convulsiva Andrea con sus hom-
miedito debe movérsele en algrin rincôn, perturbi{ndole ese
bros en constante ascenso- No entiende que los rinicos vue-
los que le estin reservados son los metafisicos' Y con la
aire pesadôn que balancea haciéndose la natural. Las celado-
noveàad del dia: una compaflera del segundo piso de celula-
ras entran y salen del pabell6n-hospital pidiéndoles a las
compafleras enfermas que les den garantias de que no van a
res fue llevada de urgencia al hospital del Penal. Patricia Del
agredir a la doctora Cramer si entra a ver a Patricia. Las com-
Campo. No la conozco. Lo visible es el desorden de angus-
pafleras empiezan a inquietarse; a sentir en los ombligos las
tias lenerado alrededor de las hélices de Andre4 que cada
uflas sucias y sin cortar del Jefe de Seguridad: jamâs fue
tanto recuerdan brazos humanos. Dora y Elizabeth recorreÎr
agredida médica ni médico ni un carajo; les explican eso a las
en varias direcciones y a gran velocidad esta estrechez de
vichas, que responden con mirada de vaca y dicen "no sé, eso
cinco por ocho. Dora esti pâlida. Dora me asusta' Me sinte-
es lo que manda a decir la doctora Cramer". Y se van. Yvuel-
tiza wa rebanada considerable de existencia' Sus proyectos'
ven con el mismo rollo. Las compafleras preguntan qué clase
El problema no es lo que se propone como militante, con esa
de garantias quiere, las celadoras contestan que no saben y
efiLazhistoria de que hay tantas formas de contribuir, sino lo
vuelven a hablar con la médica- Y otravez: que la doctora no
que se le atasca en el intento. Tan clfnica para encontrar los
especifica; sôlo pide seguridad. "Qué seguridad", insisten las
porqués, tan adversa para solicitar a su propia nariz una prc-
chicas, y las caras de degolladas, con tono de venir con la
iongaciôn que se introduzca en los hechos- Acciôn, y en qué
gran primicia: "Seguridad. Es todo".
bano estrâ meando Dora. Ésa es la libertad que no todos nos
En eso ya han pasado dos horas. Las compafreras propo-
damos: mear espiando por la ventana del baflo' Con vidrios
nen ser trasladadas a sus pabellones para que se atienda a
esterilizados y cortinas innaculadas, de finos encajes' Y des-
pués los encajes que sobrevengan- Los de los milicos en
Patrici4 y ni bien las vichas salen lleviândose la propuesta se
122 -Alicia Kozameh
Pasos bajo el agn-123

las ve volver abriendo esas bocas de boas que tienen para


no poder ocuparse. Asi que mâs o menos una hora después,
decir que imposible, porque el Penal no puede arbitrar tras-
novecientas de las mil y pico que somos, jalros en mano pero
lados asi, sin orden superior. Y que adem:is hay tres que eslân
sin golpearlos todavi4 empezamos con gritos. Llamamos a
con suero, imposible trarrsportarlas. Las compafieras dicen:
las celadoras, pedimos hablar con el Jefe de Seguridad.
"6A quién van a molestar si estân postradas en las camas?",
Ningun resultado. Entonces los golpes. Los jarros terminaron
a lo que contestan que nosotras somos guerrilleras, y que
en chatarra. Dora estuvo callada y ojerosa en Ia retaguardi4
siempre encontramos la form4 "por eso de la guerra de gue-
con un jarro en la mano izquierda y sin golpear. Iba al bafio,
rrillas". 'Y ademâs -dicen las mercenarias-, ustedes, sefforas,
orinaba y volvia ala zona de los hechos, parada con las rodi-
no saben lo que es estar en el medio, haciendo de rnensaje-
llas tociândose y apretando los dientes que debian rechinarle
ras". IJna de las chicas se enfirrece: "En el medio de qué,
como cuando duerme. Meô como diez veces en ûes horas.
celadora. Usted todavfa no probô estar entre la espada y la
Yo no quedo disculpada: la verdad, la vigilé.
pared. Ni ente el fierro y el paredôn. Pero la historia indica...
Tampoco pasô nada. Le dimos y le dimos, siempre sin
6usted sabe lo qùe es la historia?" Y ante una sefia impacien- respuesta. Después hubo decisiôn general de parar lajarrea-
tc dc ctra: "Y nosotras no queremos molestar a nadie. Tcdo
d4 muy avanzada la noche. Y no trrvimos miis noticias cue
lc que ciueremos es que atiendan a la compafiera".
las que llegaron a esa hora: Patricia empezabaa sentir rigi-
Este mes veré en qué agujero meterme este cuaderno. En
dez en los brazos, y lloraba. AAmanda se le habian agotado
cualquier momento nos cae una requisa.
los recursos para entender lo que sucedia en el cuerpo de la
compaffera -mencionô otra enfermedad mezclada con la
19 de mayo. En la rnaflana, después del desayuno.
hepatitis-, y la doctora se habia ido. La guardia cambi6 por
Me aparto por cinco minutos de la sopa de verdura que es
un médico que de inmediato de hacerse cargo enviô mensaje
hoy este caj6n infame.
con las celadoras, que reprodujeron: "Yo sé que hay una
Se supone que lo ûnico que nos mantiene despiertas
médica entre las pres:rs del hospital. Que no sea individualis-
durante la noche es el pleno verano, cuando el limite hacia la
ta y atienda a la compaflera." Las chicas, sacando no sé de
asfixia sôlo se extiende transgrediendo la orden de silencic,
dônde la paciencia" le mandaron a preguntar si realmente él
y enciendo algrin cigarrillo prohibido después de las diez. Es
trataba de decir que sin instumental ni medicamentos
notable. Pero se conversa y se transpira menos- se le contes-
Amanda podia hacer algo mâs de lo que habia hecho. El tipo
ta a una celadora con tono de bronca acumulada en los intes-
enviô un segundo mensaje de extensi6n, contenido y gracia
tinos y enero no sofoca tanto. Pero estamos en otoffo.
idénticos al primero. Las celadoras desaparecieron.
Anoche: al rato de habernos dormido nos despertamos
Escribi mâs de lo que pensé que podrfa.
como en un barco que se hundia. En el techo sonaban los gol-
pes para que atendiéra:nos el'teléfono". Nos contaron Io de
Cerca del mediodi4 misma fecha.
ese momento: Patricia con las piernas rfgidas, la doctora
Llamaron del segundo piso. Patricia estâ grave. El Jefe de
Cramer sin variar su posiciôn, el penal entero organizândose
Seguridad no atiende pedidos de audiencia y las celadoras no
para presionar. Quien va informando sobre los avances de la
se acercaron al hospital después del recuento de las siete de la
enfermedad de Patricia es otra compafler4 Amanda Sierra,
mafiana Un enfermero enh6 y control6 a las compafreras con
neurôlog4 que estâ internada pero no tan enferma como p:ra suero. Se le pidi6 atenci6n para Patricia y ni siquiera levantô la
124 - Alicia Kozameh Pasos bajo elagaa-125

vista. Amanda dice que si no recibe atenci6n de suma urgencia La subie-


se, hablando de los pies chuecos de otra celadora.
o sea ya rnismo, en unas horas va a entrar en coma. Ahora ron a la camilla ysin mirar al resto fueron empujrândola.
nadie golpea jarros contra ninguna rej4 nadie grita, sôlo se Unos pocos dias atrâs me lamentaba de no tener nada que
picie, con ftrrneza^ Las autoridades del Penal la estân dejando decir en este cuaderno. "Qué porqueria", habfa anotado:
morir. Cuando las celadoras terminaron el recuento en el hos- "nada que decir". O algo por el estilo.
pital Amanda habl6 con una y le explicô el estado de Fatricia.
Ella la mirô de reojo y se fue Épido y sin emitir sonido. En rea-
lidad no le ex^olicô nada. Le dljo: "La compafrera se muere,
celadora." l

20 de mayo. Mrâs o menos una hora después del recuento


de la maflana.
Me imagino que entre las dos y las tres de la mafiana: nos
despct'amos con la vaz de una de las compafieras que gfi'.a-
ba dirigiéndose al Penal y a los vecinos del barrio, diciendo
que Patricia Del Campo se moria sin alternativas por falta de
atenci6n médica. Lavoz caia seca en medio de la noche.
Algunas compafieras volvieron a dormirse. Yo tuve ganas
de un vômito que tlunca se prcdujo y me quedé despierta.
Empezabaa amanecer cuando volvf a dormirme, y al rato las
celadoras nos despertaron para el rccuento-
é"brirnos los ojcs. Alguien levantô la vista y rnir6 por la
ventara. Creo que fue Telma- Dijo "qué es eso" seffalando
hacia los celulares. Otras nos acerczunos y vimos ropas oscu-
ras, negras, azules, asomândose por las rejas. Alguien dijo:
"Crespcnes. Muriô Patricia." Y tres o cuatro sacudieron
lnanos y pelo diciendo que no podia ser, no podfa ser. Qué
mierda es lo que no puede ser. Hace un rato, enseguida de!
recuento, la misma voz de la madrugad4 altemâlr'dose con
otr4 comunicaba la muerte de Patricia. Habia sido enire las
cuatro y las cinco. Volaba de fiebre, deliraba y se a-hogaba.
Las compafleras dei hospital gritaron, insistieron, dijeronpor
f*or celadora- Cuando Patricia muriô, avisaron.
Entonces si aparecieron dos enfermeros y una celadora,
charlando entre ellos, arrastrando una camilla. Abrieron la
reja, entraron al pabell6n-hospital como al almacén, iéndo-
I
Pasos bajo elagoa-127

Los ojos ven: camincln.


Pasos bajo el agn-129

Dsscnpqôw cHÂrA y DESGANADA DE UNA NocHE DE FrN DE ANo

Veo la pata de la mesa" y entre la pata y el piso el papel


doblado varias veces que hemos puesto para nivelarla. La
madera reseca, la pintura verde-viejo levantad4 quieta bajo
todas nuestras manos aburridas. Las baldosas del piso, veo, y
el bronce cilindrico de un calentador a kerosene. Una hilera
de frazadas a cuadros grises que llegan hasta la abertura del
baflo y Chana entrando al baffo, con su mano derecha empe-
zando a abrir el pantalôn.
El borde de la cucheta de Teresa, veo, armentado por el
escorzo que logra mi cara contra el metal. Veo la tierra acu-
mulada en la hendidura del hierro y la huelo. Seguramente la
aspiro y no lo noto. Seguramente si me esforzara un poco
dejarfa limpia la cama de Teresa. Después los estomudos, y
cuando llegaran las preguntas contar(a una historia de aler-
gias. Pero hoy es 3l de diciembre, y nadie piensa en altera-
ciones orgiânicas ocasionadas por la testarudez: aspiro hasta
el fondo, le doy, le doy hasta el final. Pero esta faena recla-
ma grandes esfuerzos y mejor le digo no.
La inerci4 la inercia. Hoy la inercia" como gran parte del
dia de ayer. Esa demora. Ese aceite en el alma.
Veo la pared y también la huelo. El verde pâlido de la
pared se huele. Ni pistacho ni menta. Mâs bien fondo de
océano con detalles humanos. Mejor no extenderse.
Maurq dofla Maura parapetada detâs de su amontona-
miento de infrnidades- Infinidad de trapos, de papeles de dia-
rio, infinidad de acritudes superpuestas en la garganta contra
las que traga varias veces cada mafiana al levantar los prirpa-
dos y descubrir el techo del pabellôn. Porque duerme boca
130 -Alicia Kozameh Pasos bajo el agua -l-a I

arriba. Una ballena, es. Hoy se bafi6. Cumpli6 con lo conve- Miro y mejor no veo la expresi6n de la parte inferior de la
nido. Y dijo ope si se acercaria a la mesa. Prometiô no repe- cara de Verônica: nariz, boca y barbilla cayendo pesadas,
tir lo del affo pasado, cuando se meti6 en la cama al ver que prôximas al sueffo. Si se acuesta la mato. La matamos.
empezaba la reuniôn del pabellôn, y después del lio que Provocarfa que Maura también deserte.
habia logrado armar. Ahi se levanta. Cuando saca el culo del Veo el borde ondulado del plato que contiene un gnm pan-
colchôn los diversos cûmulos que la rodean se elevan, saltan. cocho, el que llev6 horas de manufactura. El metal opacado
Ahi esti: los diarios al suelo. a golpes, el adorno de azûcar batida con agu4 el brillo, veo,
Veo las ce_ias de Maura juntarse sobre la nariz. Veo sus el brillo en resortes que descienden hasta el centro del postre
pocos dientes separados y enonrres y oscuros abrirse para el y lo hacen desaparecer. Mejor que se esfume. Ni falta que
insulto y no me acobardo. Pongo saltones los ojos y me nos hace esta maravilla producto de nuestras magias culina-
aguanto toda la obscenidad de esa cara, de ese pelo, de esas rias.
tetas. Todo ese exceso. Marliina se esparce, despliega aquella gordura que dej6 de
Veo a Maria Clara dando pasos indecisos en direcciôn a tener gracias a su bocio. Los globos de los ojos se le vuelan,
esa -'Jrltima cucheta -cucheta: cuch4 cucE cucaracha-, la dc van de plato en plato,.de la reja a los bultos dc Maura" a las
Maur4 para ayrdarla a levaniar los diarios. Pero también la manos de Maria Clara -que se mueven apenas, mueven algo
veo arrepentirse y darle la espald4 disgustada no sé si con anchc, grueso. Parece un abanico compacto, puede ser un
los odios de Maura o con sus bigotes o con sus manos llenas libro, no distingo-, a las patas del calentador o a las baldosas
de tejidos adiposos trenzados para la reproducciôn. Girq la del piso.
veo bajar la cabeza y morderse el labio superior, dar unos Veo el borde de la tabla que nos aguanta maffana a mafra-
pocos pasos, apoyar la punta del pie derecho contra la pata de na sentadas o reoostadas, segûn decida el rânimo; alcan:za a
la cama de Flor, juguetear con el tal6n y la punta" el talôn y recorer la fisura central de la madera a todo su largo, ésa en
la punta sobre el piso. la que se nos muerden los muslos y se nos enganchan los uni-
Y veo a Berta mirar con extremado carifio esos platos de formes. Veo el borde, veo un extremo, el mâs alejado, del
metal, sobre todo los que contienen rebanadas de las maravi- banco, el preferido de los pies de Teresa; pero hoy no los
llosas azucaratas, pura ex.quisitez findeaffera. Se toca el dien- apoyô: hoy es 31 de diciembre, hoy no se ponen los pies
te, mira el plato, se toca el diente. Hace un mes que pide que sobre el banco.
la lleven al dentista. Y Elizabeth.Muy loca" muy locuaz Elizabeth, la veo no
Maura parece poner sus setenta afros completos en esfor- poder olvidarse, hoy menos que nunc4 de sus dieciséis affos
zarse por cerrar la boca: casi seguro, porque balancea la rodi- de condena y de sus dieciocho affos de edad dieciocho mâs
lla como cuando frena alguno de sus impulsos mâs sôrdidos. dieciséis: treinta y cuatro- Veo su remera gris como plomo
Y cuando digo esto de impulsos sôrdidos no sé exactamente marcarle los hombros, los huesos, dos palos astillados apun-
a qué me refiero. Pero no veo que éste sea el mejor momen- tando al cielo. Después de todo ella piensa bastante en Dios,
to de mi vida para ponerme a reflexionar sobre el tema. No cree que le va a conmutar la condena. Y los pelos lacios y
vaya a ser que termine yo mrâs s6rdida que nadie. Esa rodilla abatidos, y hasta infantiles, como si nada hoy, como si todo
blanca al descubierto: el indiferente privilegio de que para maflana. No le ha sentado bien la riltima gripe.
sus dimensiones no haya pantalones de uniforme carcelario. Se acerca Ia hora. Maura estâ infernal y se.pone penden-
Pasos bajo el agua -133
132 -Alicia Kozameh

aguanta la tentaciôn y se le acerca. Le pide -ja-, le pide que


ciera. Suda gotas enormes por la frente- Los poros se le
se una a todas, pero por supuesto suena a provocaci6n. Mejor
abren, la piel se le llena de agujeros por donde lo vomita
sin insultos, Maura. Sin insultos, por favor-
todo. Las venas vomita" la grasa acumulad4 engrandecida a
Dora apoya la cadera en el borde de la mesa y recorre centi-
lo largo y a lo ancho. Vomita el mundo- El universo, vomita
metro a centimetro todo el pabellôn con la mirada. Y se acerca
Maura. Su blanco, finito cerebro.
a esta zona (debo estar blanca, los labios me zumban, se me
Miedo me da. Hace exactamente un affo discutiô con
hielan los dienæs), las palabras, la serie, linaje, desfoliaci6n,
Beaûzpor esa historia que nunca quedô clara para nadie' Y
sempitemo, se me viene el miedo, no quiero desmayarme,
asi se pas6 de un dïa de fin de affo a un dia de principio de
papelones, papelones no, ahora no, desplazamiento, dicotomi4
afio. Silvina apretaba los labios esa vez- En un momento
lenguay habla, mi lengua que se duerme, que no habla.
abri6 la boca no sé para qué, quizâ para no tener que decir
Ya mira paraac{ me va a descubrir, ya mira. No, todavia
algo que se le habfa acumulado, y le vi las encfas blancas,
no; ahora si. Me ve, creo que me estl viendo.
enblanquecidas. Tenia miedo-
Si. Se acerca la hora. Chana avanza sobre el plato de boca-
Ya estiin todas comiendo. Menos Maura. Elizabeth casi
chupa un pedazo dc aigo quc no'tco bien, mis ojos nublados,
ditos salados, y de acuerdo a lo que la experiencia me indica no
como si la angustia no la dejara pegar el tarascôn.
le va a dar tregua. Chana come con furi4 como tratando de
defender algo a punto de perderse para siempre' Ahi va' Ahi ;Bajo la cabeza'? Va a llamar la atenciôn si me largo a
hacer acrobacias. Nesesito que alguien me ba.je la cabeza.
ataca. Yo.mejor me acerco; si no, se va a notar el agujero'
Me molestan varias palabras desde hace dias' Se me Sol4 voy attatar, sola. Presionar, abrir las piernas y presio-
nar la czbezahacia abajo. Hacia abajo. Ahora. Asi. Me hor-
salen. Voy a tener que pensarlas, conjurarlas.
miguea la nuca. Y los ojos. Las orejas. Un pâjaro enfermo en
Sudo. Las axilas se me empapan. Me debilito, siento que
meCio de las nubes.
la presi6n me baja y se me vienen las palabras, serie repeti-
da. Depredaciôn, canibalismo. Aculturaciôn- Me siento mal' ;Qué hace, qué se le ocurre a un pâjaro que ha alcanzado
el punto mâs alto de locura? Se impuls4 vuela, se detiene de
Chana ya se hizo cargo del plato- Ver6nica y Berta se miran'
golpe, se suspende, planea. Estira el cuello, lo alarga dos, tres
Piensan lo mismo. Sudo. La saliva se me :rmarga' Verônica y
veces la longitud de su cuerpo, lo retuerce, la cabeza gira y
Berta siempre piensan lo mismo- Se me enfrian las orejas' El
cuello. Griselda y Andrea tardan en unirse a las demâs'
gir4 es un tornillo de plumas ese cuello, estira las patas, las
contrae, dobla cada articulaciôn, las estira y las dobla.
Conversan, secretean, como si no tuvieran otros momentos
Levanta la col4 la baj4 la sacude, gira todo el cuerpo, se
en sus vidas. Justo ahora" cuando hace falta que nos mezcle-
anudan las alas entre si, se anudan con la cabez4 es una mez-
mos. Me chorrea la frente- Ojalâ se me p:rse esto antes de que
cla de carne y plumas, carne seca, endurecida, una piedra que
alguien se dé cuenta. Papelones el 31 de diciembre a la hora
se ha quedado quieta. Y una piedra no perrnanece suspendi-
de la cen4 mejor no. Pasto para las psicologistas' Que son
No se me pasa. Y algunas gozaî de aquiescencias da. Una piedra pesa, sigue la linea de gravedad y cae. Una
varias.
piedrahace eso: cae.
mayoritarias. Que se me pulse esta porqueria- Que se me ptrse'
Y nada. Si me descuido nctan que falto. Maura logrô ais- Me vuelve el calor al cuerpo, ala cara. Levantate despa-
larse. No vaya a ser que estando todas juntas alrededor del
cio, Sara. A vos te hablo, a vos, papelonera. Dale, despacio,
caminâ lentamente pero caminâ, asi, eso, llegâ ha-sta la mes4
tabl6n la pasemos mâs contentas. Esta vieja' Leticia no
134 -Alicia Kozameh Pasos bajo el agua
-135

reunite con las compafferas, comé tu pedazo de pancocho, apenas la comisura izquierda de la boca, entrecerrando los
animate. Menos mal que no se te dio por vomitar, queridita. prirpados. Trug r, hacer pasar a través de la garganta debe ser
Menos mal. su verdadero goce.
Metete entre las chicas. Perdete. Nadie se dio cuenta. Ajâ. Y Maura agazapad4 observiindonos. Las demâs todas
Es para anotarlo: nadie se dio cuenta. No te mata de la feli- alrededor de la mes4 los minutos pasando y acercândonos a
cidad. Dora parece no haber visto nada. En fin. los abrazos y lagrimeos.
Qué cerca estin todas. El codo de Maria Clara me rozael Qué cansancio. El Jefe de Seguridad se aproxim aalareja
brazo derecho, el pelo de Chana se mueve pegado a mi hom- y nos ve, nos mira como a monos haciendo un enchastre
bro, el pie de Flor toca sin querer el mio debajo de la mesa. supremo. El tiempo dirâ a quién le estâ destinado llevar a
Ver6nica me mir4 yo le sonrio porque estoy segura de cabo el gran enchastre final. Nos damos vuelta meqinica_
que me ve los restos de palidez. Sonrio y ojalâ logre disimu- mente, lo miramos como a un mono haciendo su propio
lar algo con la sonrisa. Pero no es de puro estoica. Estoy tra- enchastre, un enchastre autista y definitivo, y giramos-de
tando de que no se sepa lo de esta descompostura porque no nuevo Ias cabezas en direcciôn a los pedazos de pancocho.
es cuestidn de descuidar la imagen. Eso: una colaboraciôn Veo ias piernas del Jefe dc Seguridad empezandc a
con uno mismo. Con la propia imagen. Porque el texto seria moverse para seguir su.recorrido por los pabellones, y a la
previsible: "Sara, pequefioburguesa con debilidades ideolô- celadora que lo acompaff4 veo. Veo los pensamientos de
gicas. Le baja la presi6n en las reuniones de fin de af,o." todas nosotras, diversos, a medio equilibrio.
Graciosisimo. Veo los ruidos, las campanas, los estallidos que se van
Veo el gran pancocho, ahora de cerca" lo veo, veo el cen- sucediendo en la calle; veo la calle, una rata corriendo y tra_
tro de la mesa con el gran pancocho sobresaliendo por entre tando de entrar en un agujero, veo, y finalmente desapare_
los platos de azucaratas y bocaditos salados. Veo los dedos ciendo. Y varias cuadras mâs allâ un gato, destrozado pô, ,ro
multiplicados hasta el infinito. Las idas y venidas de los auto festejoso. Un gato destrozado, enloquecido, veo.
dedos en el aire, raudos los nudillos, veloces las falanges, Te felicito, querida: te queda un affo menos de cârcel. Tu
voraces las yemas. Lineas aéreas mezcladas, hebras de nece- hernrano estâ desaparecido, no muerto. ya habrâ noticias.
sidades. El metal abollado de los platos reflejando la luz del Tus hijos estân con tus viejos. No te preocupes, si, sf se
pabeil6n, tan escasa" y la escasa luz que desde las riltimas acuerdan de vos, saben de tu sufrimiento, pero no estin tan
horas les permitimos a nuestros cerebros, tan festivos ellos. mal. En serio. La silla que hemos ocupado otros affos en una
Los regalitos acumulados en el rinc6n del piso prôximo a noche como ésta" estâ vacia. Tu madre la mira de reojo, si.
lu rejq veo, que si seguimos la tradiciôn deben ser un surti- Pero eso mâs que nada significa que trata de comunicarse
do de animalitos tejidos y rellenos, de confecci6n clandesti- con vos, en este preciso instante.
n4 que volarân para siempre con la primera requisa del afro. Maura mira todo con cara de asco. eué hacer, acercarse,
Leticia en pie de guerra. Muerde el pan con aparente desearle fêlicidades. No. Yo, ni loca. No me atrevo. Nadie se
calma y odio suficiente. Siente que los pedazos de pancocho atreve.
le sacan la lengu4 se burlan de ella en ese estilo, de todas se Un pedazo mâs de pancocho, quiero. Gracias.
burlan, de la fiestita que hacemos cada fin de afio, de nuestra La celadora marca el paso y recorre el pasillo. Apaga las
voluntad de reirnos: y se venga masticando lenta, torciendo luces. E! suefro a que nos envian.
a

136 -Alicia Kozameh Pasos bajo el agaa-137

A Maura parece no afectarle. Simula estar dormida desde


hace unos minutos. Maur4 Maura y su audacia que le per-
mite simular estar dormida. Maura y sus odios definitivos,
que le permiten dormir.

Las cartas twelan.


Fascs bajo el agua- 139

Canra DE AT.IBERVTLLIERs

Aubervillier s, I 5 -2.94

Sara querid4 hermana:

vos insistis, insistis. A ver si un dia de éstos nos das a los


quc te queiemûs el sano piovilegio de ser los primcros
en
saber que has abandonado eso que llamamos
manija en el
mâs venerable tono metropolitano y patriôtico.
No es"que me
moleste (para taparte la boca y evitar tu no puedo
confiar en
mi ni siquiera para qae me escuchel que remulvas el
-amiga
guiso, pero vos sabés que soy mâs bien sensible y
prefiero,
envez de darle al cucharôn, ponerle latzpaa la olia.
Repito,
lo que venga de vos es recibido con todô el amor, p"-
serâ mejo4 incluso para tu complicada person4
;no
tratar de
olvidar un poco? Ya sé, no se olvida nada. ya sé. pero
;no tc
vendrfa bien otorgarte unas vacaciones _cortas, si_, y
dlsfm_
tar del sol de Los Ângeles, ias playas de Sarrta
Mônic4 los
culos de la raza oscura, el cielo del otro hemisferio?
No hay
tres-marfas-la-del-medio-es-la-mfa, te habrâs enterado-
Segrin vos hay maravillas en California. Cuando
coha_
bitibamos el dignisimo pabell6n 31, en épocas en que
recién
empezaba nuestra amistad y yo no uorp""hubu
qu" to poder
de convicciôn tenia origenes malignos _acordate,
tomaùas el
pelo, probabas la ingenuidad o el sentido del
humor o la luci-
dez de la gente contando inventos que improvisabas
como si
te circularan por la sangre-, me largaste r.ru q,r"
me tragué
entera: la de los cadâveres de seres extraterrestres
que en
secreto la NASA guardaba en un museo de
Caliiornia.
140 -Alicia Kozameh Pasos bajo el agua -l4l

;Cômo eran? Casi te diria que me acuerdo, porque tu des- Pero yo lo miro con tal aire de detrâs-de-estos-ojos-no-hay-
cripciôn fue tan rudimentaria que me dio vergiienza ajena. Se nadie que el mejor resultado que obtengo es, de su parte, una
ve que ya te habias cansado de tomarme el pelo: ojos enor- ira decreciente y gastada. Ni siquiera una ira poderosa.
mes y colorados con un gran grano en la zona de Ia nuca, Ya estoy lloriqueando. ;Ves? Mejor no remover, vieja.
donde aparentemente les funcionaban a todo vapor los 6rga- Que el asunto siga su curso natural. Quizâ agregue algrin
nos sexuales. No me animé a preguntarte cômo estabas vos dato en el pr6ximo capitulo, tanto como para no alterar la fre-
tan enterada. Al tiempo volviste sobre el tem4 como solés cuencia informativa.
hacer, y resultô que una prima tuya que llevaba affos en el El dia que podamos echarnos una conversada va a ser
pais del norte laburaba para el gobierno. feliz aunque la sfntesis nos entristezca.
Nos divertiamos con tus mentiras deliberadas, ;no? Nos
reiamos. Sospecho que ahora te reis un poco menos. Yo tam- 5 de la tarde. Me olvidaba: aparecieron por Paris de paso
bién. Suelo esconder temores a hechos cotidianos- hacia Barcelona Gerardo y Mariela. Ella negra como Dios la
Cotidianos, es decir que quedan implicados Mauricio y la no larg6 sobre las superficies, él despectivo y omnipotente. Ella
hace un afro nacida Paula. Los oculto, a los miedos. No se los callad4 é! ver-borrâgico v nerviosôn. Ella con soriasis, él tos-
muestro a nadie: el reflejo me los multiplicaria. tado y con una cadena de oro alrededor Cel cuello. Menos
Mauricio me estudia demasiado. Me observa. Qué sé yo mal que sin cruz. Mariela evitô todo el tiempo hablar de la
qué se le ofrece, pero me acosa. Por razones que desconozco ciircel. Yo prefiero no remover, pero si surge, no me las pico.
siento que Paula se distancia de mi. (De su madre que soy yo, Ell4 qué te digo: casi larga explicitamente que le jode el
por si no te acordâs.) tema. Lo cual duele. No lo comprendiô ni elaborô, ni superô.
Ella se aleja con gesto adusto y adulto a sus once meses, (Yo tampoco, pero eso no invalida lo que estoy diciendo.) Ni
se sube al navio, me saluda empuflando (blandiendo) un ban- pasô a otra cosa, verdaderamente. Lrâstima. Hubo un momen-
derin que no sé a qué pais adjudicar. Yo, aterrada" no contes- to en que la vi bajar los ojos cuando, en no sé qué punto de
to. No me conocés como madre: soy deforme, miserable. la charl4 se me dio por evocar la sensaci6n de que me
Dirias que soy una monja de la maternidad. Un vômito. invadfan los gritos de las compafferas que estaban en los
Reflexiôn que no creo que obviaras: el vômito es un produc- chanchos pidiendo agua. O pidiendo ir al bafro. No sé cômo
to del cuerpo; es, en todo caso, respetable. Y después: pero recordarâs vos ese eco, ese sonido. Yo todavia lo tengo tan
no: producto inverso, dado vuelta, regresado a mitad de vivo. Vos lo habfas descrito alguna vez, alguna mafiana post-
camino, forma del arrepentimiento, de la indecisiôn- gritos, como varias cosas. Me acuerdo de que te surgian imâ-
Entonces si: una monja de la maternidad; un v6mito. genes, ideas diversas, esos gritos te volaban la imaginaciôn.
Pero mir.'â" hago lo que puedo. Me aterran mi marido y mi Debian reforzarte ciertas tendencias morbosas, masoquistas,
hij4 es cierto. La piba vive con una soltura escandalosa- porque te movilizaban y casi te brillaban los ojos en la oscu-
Mueve esos pies, tratando de mantener el equilibrio con aires ridad mientras escuchabas. Y no de alegri4 claro. Era como
de convicciôn, segurisima de que el equilibrio es patrimonio si durante ese rato hubieras estado captando una esencia" la
del hombre, creida de que se lo logra por el solo hecho de esencia de todo, lo mâs clave, lo mâs exacto, y que te eva-
desearlo. Y el padre delira por su lado, también agitando ban- dieras del rârea que habitabas para concentrarte en disfrutar,
deras, banderitas, banderolas, lo cual no dejo de respetar. gozar del momento -horas- de emociôn.
742- Alicia Kozameh
Pasos bajo el agua -143

Yyo sufria inmovilizada.Lacabezatzpadz con la aimo- Y en la misma serie de libritos habia una terrorifica Santa
haday tratando de hacer toda clase de reflexiones inÉtiles. Rosa de Lima a la que no le picaban los mosquitos y los
Suena fuera de lugar. Mejor, dirias vos, si es fuera de lugar.
rirboles se inclinaban para saludar. (Jna excursiôn a los
Las cosas que estân en su sitio no me interesan: se exponen indios ranqueles, Cromw ell, Taras Bulb a, Iv anhoe y Tartuin
a que se las encuentre y se las destruya.
de Tarascôn.
A mi me satisface regustar Io que me quedô como borra
12 delanoche. A eso de las 8:00 sali a caminar con Paula.
de la niflez. No me envidies tanto. No estâ mal poder echar
La puse en el cochecito y salimos. Estaba bien fresca la calle.
mano de eso en ciertos momentos de desesperaci6n adulta,
Compré café, cigarrillos y un sachet de leche. Y volvimos pero te juro que se trata de lurlrapazmris bien vulgar. Vos te la
adentro. No sabia qué ponerme a hacer. Paula se habia que- rebuscarias para no experimentarl4 retorcida imbancable.
dado donnida. Asi que encendi el televisor. Después del De cualquier manera tu historia no te da muchas chances de
infsrmativo de las 9 y media hubo un programa sobre la innovar en formas de relajamiento de tu imaginaciôn.
sif,raciôn por la que estâ pasando por aqui la literatura infan- Pero miri la hija de Carilés no me seducia. Me ponfa un
til. Âparcciô una morcchona comsn",ândo vanos librcs de tanto celosa de su suerte, eso si, aunque después, sin refle-
autores franceses, para erlades entre ocho y doce. Mencionô xionar demasiado veia que yo de enclenque no tenfa nada y
ca-si todo desconocido, pero de pronto va y nombra un librc
menos de duefra de circo. Para ser duefro de algo tan bello
de una +"al Josephine Colomb: Lafille de Carilés.
-aunque para vos los circos sean detalles del infierno- hay
Largô la cosa argumental y a medida de que la escuchaba que saber vivir o saber morir. Yo estoy totalmente incapaci-
me parecfa tener siete efios, estar viendo las manchas de hume-
tada para ambos menesteres. Ser dueffa de un circo o estar
dad de mi dormitorio en la casa de mi nifrez, estar frotando los por heredarlo me hubiera mareado demasiado. No niego que
ojos y los agujeros de la nariz contra las siâbanas para ahogar el imaginando los miles de brillantes y lujosos vestidos para
llanto producido por ia emociôn de imaginar a Cariiés en s,: salir a escena de que dispondria Miguita a su antojo segrin
soledad dias previos a encontrar a Miguita. M.e aterraba, escu- mis libres câlculos, yo concebi la gran idea de armar un circo
chando a la morochon4 la posibilidad de que aun en Europa y en mi casa suponiendo que, con el circo ahi mis padres ya no
con 34 aflos, entrara rni vieja por la puerta primero de mi bafio podrian negarse a proveenne de vestuario adecuado.
y después de mi dorrnitorio a apagarme la radio justo cuando No te rfas, tarada-;Acaso vos no te investaste.corno siem-
"T.a cafetera" de Nicola Paone mâs me conmovia. pre- lo de que descendfas de Cleopatr4 y te divertisté contin-
La hija de Ccrilés. ConL'{ndote esto casi podrfa reprodu- doselo a todos los que te escucharan? Eso si: me preguntaba
cirse una especie de nota de la editorial Atllntida (habr:is si a los hombres a los sesenta afros ya se les disecaban los
también vos abundado en lecturas de la Biblioteca Billikerr ôrganos sexuales, pensando en la vida solitaria que llevaba el
por esas épocas) que decia que la autora ofrecia "una honda viejo Carilés y segura de que los tenia como muertos.
lecciôn de humanidad" con srr historia. Y hablando de los
"principios que crientaban" la colecciôn, decia (la enurnera- Como cuatro dfas después.
ci6n que ya entonces me arancaba lâgrimas copiosas): deli- Menos mal que acâ uno no sale a barrer la vereda. Una de
cadeza moral, sano optimismo juvenil , conftanza en el triun- las ventajas del exilio en Francia: no hay que barrer la vereda.
fo de los nobles sentimientos.
144 -Alicia Kozameh
Pasos bajo el agua -145

Dia siguiente. ban los pelos del cuerpo porque los gritos llegaban al
Son las 9 de la maffana. Fallô el trabajo en el restaurante. pabell6n 31 como un sonido amorfo, transformado; pensabas
Mas que fallar lo boicoteé con el rebusque de los cargos de en noches de carnaval y te atenabas
conciencia de una madre que deja al niffo en guarderia. Me Ellas eran ochenta o mâs, y pedian "agur4 celador4 por
bast6 decirle al duefio que tengo una hija. No me contestes favor, tenemos sed" durante horas, y esa frase llegaba a nues-
hablando tonterias, haceme el favcrcito. tros cerebros como un "uuuuuu" largo, que ondeaba en el aire
mucho miis arriba de nuestras cabezas, en la noche, sin forma
3 de la tarde. de condensarse en algrin sonido concreto.
Vuelvo sobre Gerardo y Mariel4 es decir, sobre la charla Daba miedo, Sara. Es cierto. Pero no era fâcil reconocer-
en la que mencioné a las chicas en los calabozos de castigo. lo. La limpara que tengo encendida a pesar de la luz del dia
Yo no intentaba decir nada higubre, pero muy al margen me dajusto en las pupilas. Los ojos se me cierran solos. Creo
de los intentos de uno, eso, si estl sale solo. Me fui acercan- que una siestita que me dé como lujo no ofendeÉ a nadie. Y
do al tema sin ninguna estrategi4 mientras Mariela untaba menos a mi amiguita del alma, aunque mâs bien ella prefe-
ilantcca en una de sus dos tostadas: ias dos de sicmpre, ni riria que-me hundiera en la lectura de uno de los tres tomos
mâs ni menos. Creo'que debe comer siempre las mismas dos del Hauser; o en algrin sufrimiento parecido. Te veo luego.
tostadas con un té negro desde la prehistori4 sobre todo por-
que ella debe permanecer mâs o menos en ese estrato de su 7 y 20 de la tarde. Finalmente me dormi pero el delicado
evoluciôn. (No; es decir, vos sabés que yo la quiero, pero me llanto de mi hijita no tard6 en convertir mi suejfio en mama-
enfursce suavemente que no le ponga limites al marido que deras entrecruzadas con diversos movimientos. Y el tiempo
arin conserva.) volô hasta recién.
Sigo: ella untaba la tostada y yo le dije algo asi como: Yo creo que Mariela debe haber ido a parar a los chanchos
menos mal que acâ no falta el agua (en relaciôn con no sé qué cerca, como diez veces en tres affos. Defendfa bien nuestros
comentario que el verbalrnente fluido Gerardo habfa hecho intereses. Los peleaba. Terminaba castigada de puro conven-
sobre las tres plantitas que tengo en la ventana -las de la foto cida y creyendo en lo que hacia. No jugaban derirasiado las
que te mandé-)(l). Aella le vibr6 algo. Y se notô harto (dicen culpas que en otras si. No necesitaba expiarlas: no se sentfa
los chilenos afincados en las inmediaciones de Paris) porque culpable de estar viva ni de no ir a los calabozos de vez en
muy convencionalmente se mordiô los labios. Ahi fue cuan- cuando. Cuando escuchaba a Florencia (;te acordrâs?) recitar
do me ensaffé y me puse insistente. ese poema -Florencia en broma, por supuesto-, ese poema de
Pero decime: qué ruidos eran esos. Qué sonidos eran. Vos no sé quién que decia "al mundo hemos venido para sufrir..."
hablabas de pâjaros de plumas oscrJras con los picos corta- se ponia verde. Vos me contestarias que se ponia verde por-
dos, lte acordâs? Cortados a hachazos, decias. De esas bocas que le molestab4 y si le molestaba era porque no estaba con-
mochas salian sonidos que se expandian en la noche del vencida de que no fuera como lo decfa el poema. Pero te
barrio de Villa Devoto. Habia un eco. Y el viento contorsio- jodés: no podés decirme nada; el Océano Atlântico nos sepa-
naba el sonido y lo cambiaba. Nos llegaba neutro decias, ra. Y en mi completa defensa. Ademrâs lo que digo es cierto.
neutro como es en la realidad todo lo que ha pasado de un Sôlo me pregunto qué Ie pasa ahor4 por qué no quiere
estado a otro. Y te daba miedo. Te estremecias y se te para- tocar el tema chanchos y sedes (plural de sed, verâs, querida)
I

146 -Alicia Kozameh Pasos bajo elagaa-147

consecutivas, qué puedejoderle de eso si ella no parece tan


cambiada. Cada ida a los chanchos, por lo rnenos quince
dias.
Y
ahora aqui, o en otros lugares del mundo. Digo ella o
cualquiera: vos, yo, las y los demâs, reccrdando, queriendo o
no querierrdo embadurnarse el coco con los recuerdos.
11 de la noche. Estoy muy despierta. Es decir, no tengo
sueffo. Pero ya me harté de ocuparme de vos por hoy. Me voy
a dedicar a ver alguna pelicula por televisiôn. La semana
pasada dieron Psicosis (Anthony Perkins) a esta hora o mils
tarde, y la nena durmiendo y Mauricio ausente. Permaneci
horas entre el prinico y el disimulo, y ni los comerciales ni las
bananas me sirvieron para pasarla mejor. Verernos esta noche
con qué se descuelgan. Saludos a ios dc por allâ. En pocos
d(as te escribo otra vez. Besos.
Juliana

Y pari de una vez. Creo que ya es hora.


P.D.
(1) En mi prôxima carta voy a intentar no rejuntar signos
de puntuaciôn. Creo que no siwen para nada.
Camino. Me detengo: camino.
Pasos bajo el agua -149

A vooo DE REGRESo II

Era dificilfsimo mirar hacia arriba sin oir un grito que nos
recordara que estiâbamos todavia presas, pero mâs dificil
resultaba perderse el cielo negro y estrellado de las cinco de
la maffana. Yo levante los ojos justo cuando ponia un pie en
el estribo del micro del ejército.
El cielo estaba exaciaments asi: ncgro y lleno ric sstrcllas.
Tres afios y tres meses sin ia visi6n de un cielo nocturno. Esa
distancia tan concreta que puede establecerse entrc un cielo
nocturno y la nocturnidad, la condici6n de nocturnc para los
dias, los afros. Pero lo escribo ahor4 lo dije meses después.
En el momento de defenderme de esa libertad que se me caia
encima rro pensé, no dije nada. euizâ se me ocurriô que, en
todo caso, estaba viva" y que otra alternativa para ese instan-
te hubiera sido la lluvia. Nada que no se le pudiera ocurrir a
otro. Cruzar con lluvia el espacio entre el portôn de la ci{rcel
y el micro del ejército. Tres pasos bajo el agua: bueno para
algrin titulo, si estuviera contando esta historia.
Esto que estoy haciendo es tnefrcaz. Estoy intertando
describir un momento de ese calibre. Casi absurdo. posible,
pero absurdo. Y esto riltimo también es una aclaraciôn esté-
ril: yo creo en la palabra. Con fervor. para tantos que no pue-
den ni imaginar ciertas realidades, que han pasado po.
tan alejadas de la empiria, o que no han pasado por ninguna "ànu,
zon4 no hay mâs recurso que la palabra escuchada, lefda.
Imâgenes o no imâgenes, siempre la palabra.
Pero lo ideal seriaunapelfcula: esa oscuridad en un espa-
cio abierto pero encerrado, una hilera de mujeres -una
subiendo al micro y fropezândose por prestarle atenciôn al
150 -Alicia Kozameh Pasos bajo el agua
-l5l

cielo-. Bolsos en bandolera, piernas desacostumbradas- me iba a perrnitir disfrutar un blando par de zapatosviejos,
Hay un temor que me paraluaahora" siempre el mismo de sino que me obligarfa a padecer algunos demasiado flaman_
no lograr la expresi6n justa, conveniente. Temores- tes. Cualquier otra posibiiidad era ofender a mis progenitorcs
Injustificados, porque la expresiôn sin objeciones no existe- en su condiciôn de pobres-padres-de-terrorista
Hasta el punto de que lo mâs gozoso del manipuleo, lo mâs Me miraba los zapatos y movfa los dedos a pesar del poco
angustiante y feliz del amase literario es reemplazar una espacio. Como para impulsarlos al nuevo riûnô.
palabra por otra mejor. Aunque uno puede llegar a usar la Esperâbamos la autorizaciôn para fumar, cuando uno de
peor o casi, o alguna no tan mala pero extraflamente irreem- los oficiales que nos custodiaban dentro del colectivo nos
plazable. Y ésos son los limites. Y la desaz6n. recomendé no levantarnos de nuestros asientos y dijo pueden
No sé quién iba delante mio en la fila de liberadas. Ni fumar si quieren, y los veintinueve frsforos crepitaron al uni_
quién detnis. Después de pispear el cielo como si se encon- sono.
trara en el agujero de una cerradura, entré al micro- Avavâbamos por la ruta hacia Rosario. Amanecia a Ios
gritos. Algunas compafreras se habian quedado dormirlas,
Quedaban vacios los ûltimos asientos, y yo me fui al mrâs
ancho, contodo el gran vidrio a mi disposiciôn. En ese asien- inexplicabiemente. Afaera la iuz era oo
lo"o lacre 5i habia
to, conmigo, se ubicaron tres compafferas mâs. Todas con las que rnirarla. Habia autos que at anzaban por la mano
contra_
mismas posibilidades que yo Ce girar sus cabezas y mirar ria. Autos: habia que mirarlos. Las ruedas, los paragoipes, y
hacia sus espaldas. si era posible los volantes. Automôviles. Sonidos d;hlibe;_
Yo apretaba mi bolso de la libertad. Lo presionaba con el tad, colores simult{neos, mezclados.
codo contra la cadera derecha. Habia salvado de la requisa Carteles. La Coca Cola siempre presente y cada vez mâs
militar dos cuadernos con anotaciones de dos afros. blanca y roja, mris visible y brillante con los riltimos afios.
Un
Sé que ya sentada, todavia a la espera de que se concreta- pâjaro que seguramente era un gorridn se habfa apoyado
ra la promesa de que podrfamos fumar durante el traslado, sobre el borde superior del cartel, y entonces eso era un
cielo
me miré los pies. No puedo recordar ahora qué zapatos tenia azul, un qlmpo verde argentino, un cartel de Coca Cola y un
puestos. No sé qué vi, pero sf sé que clavé los ojos alli por un pâjaro. Nada. Nada realmente. y la sintesis de todo.
instante. Siempre me habia dejado fascinar por la punta de _ Dùe a la compaffera que estaba a mi izquierda "l\{in! por
favor mirâ". "Cartel de Coca Cola" me dijo, abriendo lo,
mis zapatos. Eso sucedia cuando después de grandes tensio- ojos
nes habia por fin logrado algrin alivio, o cuando algo incier- y escrutândome para aproximarse, entender mi sorprcsa.
to empezaba a tomar una orientaci6n. Creo que esta vez, en Probablemente me equivocaba, pero senti que no podfadecir
un estado especialisimo de sensaciones y de riesgos, me nada miis.
entregaba a la vida o a la muerte, como vinieran si venian Algo se invirtiô en mi interior. Un rincôn de mi cerebro
(alguna tenia que ser: todo rndicaba que trasponiamos la girô, se reubicô. Y todo lo que venia sucediendo me pareci6
barrera de la inercia), con o sin sonidos, dolores, colores o mentira. Cômo iban a ser verdad todos esos rirboles vivos,
formas. Miraba la punta de mis zapatos. Debian haber sido esas extensiones de maiz,_esas sombras. L\abia.una
ûnica ver_
mocasines negros, muy gastados. Me los imaginaba dad y era la prisiôn, el estado de encierro. Avanzâbamos y se
arrastrândose por la peatonal Côrdoba y sentia que estaba afrarraba esa idea: tenia que tranquiiizarme. No podia per_
confundiéndolo todo, porque la intolerancia familiar jantâs mitirme gritar de alegria; nadie -y menos los milicos_ iûa
a
Pasos bajo el agua
152 -Alicia Kozameh - 153

bajaba lcs pantalones en la soledad del bafio de estaciôn de ser-


entender. Pero si todo era incierto, si la realidad era otra y
vicio.
esto era tan sôlo una pelicula en color, las causas de la alegria
Retomamos la marcha. Casi la mitad del trayecto estaba
se esfumaban, y con el borroneo venialapaz-
hecha. Rosario se acercaba acartonada. De utileria.
Laluz era
El micro desaceleraba. Se detenia. El micro del ejército
papeles pintados de amarillo y la edificaciôn se achataba a
que nos trasladaba a la libertad se detenfa en medio del
cada paso. lÀlâs avanzâbamos, mâs parecia que estibamos a
campo. Nos mirâbamos entre nosotras, no nos preguntâba-
punto de chocar contra un escenario montado a medio metro
mos nada. Veiamos una estaciôn de servicio, y un oficial dijo
del suelo. Môvil, ten m6vil como rni propia sensacién de
Al bafio. Y de a dos nos fueron custodiando. Yo sé que pisé
vida o de muerte.
el barro con mis zapatos viejos y me gustô. Fue recalentarme
La mafiana ya estaba completa y era ardua. Llegâbamos.
las piernas en un fuego terrestre, no subterrâneo. Barro frfo
Entrâbamos. Nos vimos -me vi- como marionetas conduci_
pero fresco. Como acomodar los pies descalzos sobre un
das hacia un Comando del tI Cuerpo de Ejército, caminando
esqueleto imprevisto, enredar los pies entre las costillas, hun-
hacia una puerta iateral, cruzando una calle.
dirlos entre las vértebras. Posible. Por qué no. Un poco la
Dc_ pi9 en hilera en e.se patio, el Jefe Cel II
desesperaciôn. Como entrar en un luto voluntario,. en una Cuerpc
recordiindonos que los errores cometidos por él y sus com_
cenaz1n que opera en la garganta para que la alegrfa no se
pafreros eran flicilmente repetibles; el sermôn habitual: la
explaye, no se aproveche. Quise comentarlo, pero antes de
amenaz4 un poco mris de miedo.
abrir la boca ya estaba segura de que era mentira. De que ese
Confusamente en medio de esa ficci6n recuerdo la calle y
barro, si lo er4 no me pertenecia.
a mi madre con un ramo de flores que jumâs entendi. y el
Levanté la cabeza camino al bafro y vi un cielo intensa-
carro de asalto en el que tres de las veintinueve éramos con_
mente aztily ajeno; me bajé la bombacha y oriné en un cuar-
ducidas a la Jefatura de Policia a concretar nuestras liberta-
tito descascarado, previsible pero extrafiado en los riltimos
des vigiladas.
tiempos. Puede, por supuesto, llno, llegar a exhaffar un baffo
Y mientras esperâbamos que los policias a cargo termina-
de estaciôn de servicio en este pais. El ruido del orin en el
ran con el llenado de formularios y las firmas, esa puerta de
fondo del inodoro me dio risq y como estaba sola me rei.
la oficina enfrentada al cuarto en el que estâbamoi, entrea_
Evité la carcajada. Me dije: los ruidos son para ser oidos,
bierta dejando salir a ese tipo flaco, conocido, que en medio
pero sin exagerar. Ademris en las letrinas de Villa Devoto
del pleno calor de diciembre y sus ahogos apareciô con la
también se orina con ruido. Y eso es lo que importa.
campera aquéll4 la mejor que Hugo habia tenido hacia afros,
Me sequé los restos del orin y me subi la bombacha. La
la que habia robado del ropero el dia en que me ilevaron
bcmbacha "de la libertad". De cuâI, me pregunté. Habia termi- a mi,
puesta, como si nunca jarnrâs desde aquel momento se
nado. Abri las puertas del bafio mn pena. Me hubiera quedado la
hubiera sacado. Apareciô por una puerta y desapareciô por
sola alli algunos instantes mrâs. Y dirfa que me quedé sentada
ofr4 sin mirar pero sabiendo que yo lo veia.
en el inodoro con mi puro deseo, la cabezz apoyada sobre la
Y recuerdo después esa otra calle, la que se veia desde el
pared izquierd4 los ojos abiertos y clavados en un balde con
auto de mi padre camino a su casa y a los gatos. ya eran las
toallas higiénicas ensangrentadas, durante un rato, mientras en
cuatro de la tarde.
realidad salia y volvia al micro, y mientras otra compaffera se
Pensaba y me decia: es usted joven, querida. No pasa de
154 -Alicia Kozameh

los veinticinco. Puede aÉn ver los semâforos, los iirboles y


los hombres que logran no ser aplastados por alguna moto al
cfltlzfrl la calle. Y los que no lo logran. Estâ en condiciones de
sentir y de no sentir. Goza de la virtud rarisima de enojarse
cuandÀ no corresponde y de ser siempre perdonada' Se deba-
te entre las ganas de escribir y las de orinar' Todavfa perte-
nece al grupo de los que se despiertan a las cuatro de la
madrugada con alguna idea y deciden encender la luz y ano-
*,arla a costa de un prôximo dfa cansado. No se preocupe por
esas camperas que podrfan cumplir con su objetivo, si usted
muestra debilidad. Bôrrelas de su angustia' Conjurelas' Son
fantasmas. Y los fantasmas son reales mientras uno quiera
que lo sean. Vamos. Las camperas no son nada' No existen'
F-ecuerde que goza usted de algunos privilegios: buena cara,
buen hurnor. Aprovéchelos. Cerebro titilante y alerta'
Explôtelo. Usted puede ahora ver el mundo- Puede meterse en
é1, puede ser una verdadera metida hinchapelotas que es
lo
que mrâs le conmueve ser, lo que mâs la emociona' Entonces
no se encapriche. No se encapriche con y contra el silencio'
Hable y no hable- Escuche y no dé pelota- Riase y no se ria'
Y no jlda. Haga lo que se le antoje y no lo haga' Respire
hcndo. Vamos. Que el aire entre- Que entre' Pasos bajo ei agua

Eso me decia a mi misma camino a los gatos' O sea: a de


Alicia Kozarneh
rrrodo de regreso.
sc
ierminô
de
imprimir
en
agosto de 2006

Côrdcba - Argentina
Su nombre cclmenz6 a circular en los medios académicos de
Estaclos Unidos y de Europa a fines de la década del ochenta.
Cuanclo se hablaba de una literatura representativa de la
posdictaclura se nombraba a Alicia Kozameh- Es cierto. Pasos
ltujo cl aglut lue publicatlo en Ar-sentina en 1987. Pero s6lo
advirtieron entonces su prof'unda densidad unos pocos, que por
el hecho cle saber de su existencia crearon, sin proponér'selo.
las claves de un cddigo muy exclusivo cuyos secretos se
trasmitfan de boca a oreja, casi de manera clandestina'
Conseguir el libro. fotttcopiarlo. pasarlo de mano en mano o
reproducirlo escaneado por internet. fÏeron itinerarios
trasegaclos para quienes desearon leerlo en estos quince afros
desde aquella aparicidn. El deseo ahora se cumple-
Itinerario también el de la novela. Un reconido circular: de
la crircel de muieres a la liberlad. de la libertad al exilio, de los
recnerdos que se atesoran a la tnemoria escrita. Quien ha
mirado para contar, quien incluso se desdobla para enriquecer
arin mâs la perspectiva del nanar. pone a prueba sus atributos:
la luciclez de la mirada. su conversi6n en imâgenes de fuerte
auclacia poética; la cohercncia ética y politica' que no necesita
explicitarse ideoldgicamente porque se ha dejado decir por el
texto mismo. sin ninguna atenllante. Feroz para hacer memoria
clel terror. ceftero para ciar cuenta de la crueldad y de las
formas de resistencia en el subnlundo de la cirrcel, ironico y
escéptico. Puxts bujo cl ugutt es un libro necesario. Vale la
pena haber esperado hasta tener entre nosotros a Kozalneh: tal
vez esternos ahora en mejores condiciones para entender la
corrosiva inteli-eencia de su escritura.
Tununa Mercado

Alciôn Editora

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