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Desde aquel primer encuentro en Las Rosas, Jairo llama “el dibujante” a Carlos. En el año de la
pandemia del Covid-19 —síntesis de cómo el ser humano invade y agota la naturaleza— los dos
junto a Belelli intercambiaron decenas de correos en los que llegaron adjuntas unas 80 páginas de
ideas y reflexiones en las que Restrepo repasó la filosofía orgánica que difunde en sus talleres, en
sus 40 trabajos de divulgación como El ABC de la agricultura orgánica, fosfitos y panes de piedra o
desde la web de su nave insignia: La Mierda de Vaca.
En manos de Sánchez y Belelli quedó la tarea de masticar y seleccionar los saberes que llegaban
desde Cali, Colombia, para lograr 52 frases finales, que se transformaron en 52 viñetas en las que
las máximas de Restrepo se traducen en dibujos coloridos y de impacto a cargo de Carlos.
“Pensamos que podíamos hacer un material que no fuera el manual de agricultura orgánica de
Jairo, que ya está hecho, sino algo de lectura sencilla, con textos provocativos e imágenes que
impacten. El objetivo es que movilice, que haga pensar y genere debate”, explica Sánchez en
diálogo con Tierra Viva.
¿Por qué 52? ¿Por qué “píldoras”? Belelli explica que la idea surgió de una ida y vuelta con
Sánchez en el que pensaron cómo ir dosificando los saberes de la agricultura orgánica, de una idea
por día o con más tiempo incluso: una idea por semana, o sea, 52 en el año. El formato podía ir
desde una caja de tarjetas hasta un almanaque, pero finalmente se condensó en un libro con el
respaldo de la Fundación Rosa Luxemburgo, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) y
el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI-Somos Tierra).
“La agricultura industrial quema el suelo, mata la vida, produce uniformidad. La agricultura
orgánica alimenta el suelo, promueve la vida, produce variedad”, resume Restrepo en una de las
52 píldoras. Agricultura orgánica, saberes campesinos, alimentos industriales, alimentos
envenenados con agroquímicos, crítica al sistema de certificación, crítica al academicismo,
microbiología de la tierra, diversidad y producción al ritmo de la naturaleza. Ese podría ser un
repaso de los temas que aborda el libro.
La amplitud de temas parece difícil de abarcar, pero el libro propone desde la leyenda de su título
no apresurarse, como los tiempos de la naturaleza: “No se las trague enteras, mastíquelas con
paciencia”, invita. “Hay píldoras que son de denuncia, que a quien está en tema le puede parecer
algo ya visto, pero aún hay gente que no lo conoce. Como que se utilizan como herbicidas los
mismos químicos que se usaron para las guerras. Otras píldoras contienen los saberes campesinos
que no han sido olvidados, que se han construido por 10.000 años, y están disponibles para volver
a la tierra. Una vez que tomás la píldora de la conciencia, no hay vuelta atrás. Te va a convenir
saber qué estás comiendo”, sostiene Belelli.
“La agricultura orgánica certificada aumenta la exclusión de los más pobres e impide el acceso a
una alimentación sana”, advierte Restrepo en una de las píldoras. La oposición a la certificación es
uno de las batallas del referente colombiano por ser parte de un sistema de captura de los
alimentos por parte de las multinacionales y la industria alimentaria y, en el mismo debate, a nivel
regional están las palabras “orgánica” o “agroecología”. El libro desde su título propone la mirada
de Restrepo a favor de recuperar el concepto de lo “orgánico”.
Sin embargo, al repasar las viñetas el debate va quedando saldado ya que el valor de lo local, del
conocimiento campesino, la preservación de la biodiversidad son el espíritu de estas prácticas más
allá del término utilizado. “La agricultura orgánica es la agricultura del lugar. El campesino del
lugar es el que tiene el conocimiento básico para un desarrollo agrícola exitoso”, condensa la
idea de la última píldora del libro.
Lo que queda expuesto es el rechazo a la homogenización propuesta por el modelo industrial con
la certificación como una de sus expresiones: “No hace falta que un organismo certifique nada
porque la agricultura campesina se sostiene por sí misma, los que debería justificarse son los
otros, que inventaron la certificación para cercenar derechos, circulación de alimentos y semillas;
para cercenar la agricultura orgánica, en definitiva”, señala Sánchez.
“La certificación encarece los precios de los alimentos, cuando la agricultura campesina es
orgánica per se. Volver a hablar de ‘agricultura orgánica’ es recuperar el término que se habían
quedado las multinacionales y certificadoras”, agrega Belelli.
Píldoras orgánicas, píldoras de esperanzas
El formato libro de las 52 píldoras es una eventualidad para los integrantes del Movimiento
Campesino de Córdoba que tienen como mayor expectativa que las ideas de Restrepo puede
comenzar a girar de cualquier manera, que las viñetas de Sánchez se transformen en fotocopias,
pósters, afiches, powerpoints o píldoras digitales.
“Las píldoras vienen a debatir, a poner propuestas sobre la mesa. Los textos contienen mucha
esperanza y los dibujos de Carlos son esperanzadores. Está el conocimiento, está el cómo y desde
los movimientos campesinos se está haciendo, solo hay que darle fuerza”, se esperanza Belelli y
abre dos preguntas para las que el libro aporta respuestas: ¿Quién alimenta al mundo? ¿Qué
estamos comiendo? ¿Cómo recuperar la memoria campesina-indígena y producir comida?
“Quizá mucha gente no vaya a leer el manual gordo de Jairo. Quizá sea gente que no lee artículos
largos, pero si lee una frase contundente y le gusta un dibujo bonito: a lo mejor se hace alguna
pregunta o se interesa por profundizar en el tema”, comparte sus expectativas “el dibujante” y
confía en que el interés que se pueda despertar con las píldoras permita “sumar gente, sumar
conciencias, llegar a corazones y voluntades”, en particular, de aquellas personas que viven en las
ciudades alejadas de la realidad de los campos donde se producen los alimentos: “La alimentación
es algo que va más allá de lo urbano o lo rural o de si tenés una huerta o tenés un campo, la
alimentación es un problema de todos”.