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Deja que Jesús te lleve a un monte

alto
 

Marcos 9:2-8

2 “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó
aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos.

3 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve,


tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.

4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.

5 Entonces Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que


estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, otra para Moisés, y
otra para Elías.

6 Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados.

7 Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que
decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.

8 Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús


solo.”

Esta misma historia se encuentra en Mateo 17 y también en Lucas 9 y nos habla


acerca de la transfiguración del Señor Jesucristo. Él tenía un plan para estos tres
discípulos, Pedro, Jacobo y Juan. Pudiéramos en cierta manera decir que eran los
discípulos que tenían la confianza más cerca con Jesús. Eran los discípulos más
prominentes, siempre estaban junto a Jesús y Jesús por alguna razón decide
llevarse a ellos tres. 

Él andaba cerca del mar de Galilea y este mar estaba más o menos como a unos
100 kilómetros al norte de Jerusalén. Y el monte Tabor estaba quizás a 80
kilómetros. De tal manera que no era cosa fácil llegar a este monte alto. Se piensa
que el lugar a donde el Señor Jesucristo subió fue al monte Tabor. Este monte no
es pequeño aunque tampoco es un Everest pero tampoco es un cerro que uno
sube en media hora.
Si alguien sube caminando podria tardar aproximadamente entre 2 a 3 horas para
llegar a la cima.

El Señor Jesús le dijo a Pedro, a Jacobo y a Juan que le siguieran y ellos le


siguieron. Dice el versículo 2 “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a
Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto; y se transfiguró
delante de ellos.” Jesús quería pasar tiempo con ellos y Jesús quiere pasar
tiempo contigo. Él quiere que tú hables con él a solas, él quiere que subas a ese
monte, él quiere que vayas a su presencia, él quiere pasar tiempo contigo y lo
interesante es que Jesús llevó, tomó y guió a estos tres discípulos. Quizás cuando
llegaron a ese lugar, Jesús les dijo que iban a subir al monte. Ellos no sabían lo
que les esperaba arriba, no sabían lo que iban a ver, no sabían lo que iba a
suceder pero Dios sí sabía. Jesús ya tenía un plan para ellos.

Jesús te quiere llevar de un valle, de un lugar de depresión, de un lugar de


problemas y de aflicción a un monte alto en donde ya no hay más problemas, ni
aflicción, en donde nos podemos olvidar de eso y en donde podemos ver:

1. La gloria de Jesús
Cuando ellos llegaron hasta arriba, quizás cansados, atribulados porque no era un
monte fácil de subir pero después Jesús se transformó en frente de ellos, Jesús
empezó a brillar. La gloria de Dios se manifestó en Jesús y ya no vieron a Jesús
100% hombre sino que vieron a Jesús 100% Dios, vieron el poder de Dios, vieron
un Jesús diferente, vieron a Jesús transformado. Dice la Biblia que las ropas de él
eran tan blancas que ningún lavador las puede hacer tan blancas, sus vestidos se
hicieron resplandecientes. Era la misma luz que se le mostró a Pablo cuando iba a
Damasco, la misma luz que se le mostró a Moisés cuando subía al monte Sinaí, la
misma luz que Apocalipsis dice cuando Jesús está sentado a la diestra de Dios,
esa es la gloria de Dios.

Deja que Jesús te lleve a un monte alto para que veas la gloria de Jesús.
Podemos ver su gloria y su poder y cuando estamos delante de su Presencia se te
van a olvidar tus penas, tus tragedias y tantas cosas. Ellos no podían creer lo que
estaban viendo, la maravillosa gloria de Dios.

Juan 11:40 dice, “Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria
de Dios?” ¿Como podemos ver la gloria de Dios? Primero tienes que ser salvo.
No puedes ver la gloria de Dios si primero no eres salvo. Tienes que creer en él,
tienes que pedirle salvación a Cristo. Deja de pensar que es un profeta más, deja
de creer que él simplemente vino a enseñarnos a bien morir. Él es el Salvador, él
es el Mesías, tienes que creer en él.

También no puedes ver su gloria sino le sigues. Dice Marcos 1:16-18 “Andando


junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la
red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí,
y haré que seáis pescadores de hombres. Y dejando luego sus redes, le
siguieron.” Para seguir a Jesús debes de dejar lo que estás haciendo, debes de
dejar quien eres, tu identidad y tomar la de Jesús y seguirle a él. Toma un paso de
fe para seguirle a él. 

Para ver su gloria tienes que subir con él a un monte alto. Un monte alto significa
sacrificio y si es sacrificio el subir y el orar. Tú por tus propias fuerzas no lo puedes
hacer, por tus propias fuerzas no puedes subir a ese monte de la oración por eso
debemos dejar que Jesús nos ayude a subir. Por eso dice la Biblia que Jesús llevó
a Pedro, a Jacobo y a Juan. Jesús quería llevarlos con un propósito. 

Solamente Jesús es quien puede dar salvación y él es único Dios. No hay otro
Dios sobre el cielo ni en la tierra y él quería que ellos vieran su gloria.

Moisés estaba a un lado y Elías al otro. Moisés había subido al Sinaí para ver la
gloria de Dios y Elías había sido llevado en un carro de fuego sin morir para ver la
gloria de Dios y Pedro, Jacobo y Juan tuvieron que subir a este monte para ver la
gloria de Dios. 

Cuando tu ves la gloria de Dios es algo increíble, le das gracias a Dios por haberte
salvado, él te anima mientras vas subiendo. Cuando llegues a la cima vas a ver
que valió la pena. Vale la pena seguir adelante y seguirle a él. Para ver la gloria de
Dios tenemos que orar, tenemos que subir cada mañana en oración, no podemos
hacerlo en nuestras fuerzas por eso le debemos de decir, “Señor, llévame tú
porque yo no puedo, porque yo me canso, porque me da flojera orar y leer la
Biblia, porque soy bien pecador.” Él es quien te lleva. 

Si no has podido llegar a ese monte alto, si la última vez que te encontraste con
Dios fue hace un año, yo no sé ¿cuándo fue la última vez que subiste ese monte
alto y sentiste que la gloria de Dios te cobijaba y todo estaba bien? Pero cuando
andamos acongojados estamos enojados, sin paz, con  problemas y peleándonos
con todo mundo y esa no es la presencia de Dios. Tenemos que volver a él y
decirle que necesitamos ver su gloria.

    2. La gente sin Jesús


Cuando subes a ese monte alto te vas a dar cuenta que hay gente sin Dios. Ellos
llegaron a este lugar y dijeron que ellos estaban ahí pero faltaron nueve. Que
hermoso hubiera sido que ellos también hubieran estado. Ellos se dieron cuenta
de que habían muchos más que no estaba viendo lo que ellos. 

Cuando tu subes a ese monte alto con Jesús y ves la gloria de Dios y que tú vas al
cielo, vas a decir que quieres que más puedan ver lo que tú ves. Ellos estaba en
un lugar privilegiado con Jesús y tú yo necesitamos compartir mas de Cristo.
Cuando estamos arriba podemos ver a gente sin Cristo. Dice en Efesios 2:12 “En
aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos
a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.” Tu
estabas sin Dios pero ahora que estás con Dios te das cuenta de lo horrible que
es estar sin Dios. Cuando estás arriba puedes ver a gente que su dirección no es
hacia Dios es hacia un lugar sin él y también puedes ver su destino. 

Cuando estás arriba puedes ver el despeñadero, puedes ver que hay un lugar de
peligro y lo puedes ver porque estás arriba. Puedes ver que el destino de la gente
es el infierno. Apocalipsis 21:8 dice, “Pero los cobardes e incrédulos, los
abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos
los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que
es la muerte segunda.” 

Podemos ver también un desafío de parte de Jesús al decirnos que les hablemos
de Cristo. Dios nos ha dado el evangelio, somos embajadores en nombre de
Cristo y debemos de predicar a la gente que su destino es el infierno. Dios te
quiere usar cuando estás en ese monte alto.

    3. Tu galardón por Jesús


Hay un galardón grande para aquellos que sirven a Jesús. Mateo 5:11-
12 “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y
digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos,
porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a
los profetas que fueron antes de vosotros.” Cuando vamos y le hablamos a la
gente y la gente nos ofende y dice que ya no quiere escuchar tu y yo no estamos
sufriendo persecución, no estamos corriendo de la ley por predicar, no estamos
sufriendo el peligro de la muerte, pero hay lugares en donde están sufriendo
persecución y quiero decirle que aquellos hermanos que sufren persecución real
recibiran un galardón.

Hay un galardón cuando subimos a ese monte con Jesús. Hay algunas cosas de
las cuales nosotros nos podemos dar cuenta. Nos damos cuenta de nuestro
propósito. Ellos entendían quién era Jesús, entendían que eran seguidores y
discípulos de Jesús, entendían que Jesús era poderoso y era Dios. Jesús mismo
les dijo que no contaran de esto a nadie si no después de su resurrección. Si ellos
lo contaban antes dirían que estaban locos y si lo decían después iban a decir que
era cierto que Jesús era el Hijo de Dios. Ellos bajaron de ese lugar con un nuevo
propósito en su vida.

Cuando subes a ese monte alto te das cuenta de ese propósito de Dios en tu vida,
el propósito de predicar a Cristo, de creer más en él porque él es poderoso y ha
cambiado tu vida. Tal vez pensaste que el propósito de tu vida era la escuela u
otra cosas pero te diste cuenta que tu propósito es ser hijo de Dios y un mejor
cristiano. Tendrás tu carrera, tu negocio, pero ese no es tu propósito, tu propósito
es mucho más alto. Tenemos un propósito  celestial. Dice en 1 Corintios
9:18 “¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente
gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el
evangelio.” Dice la Biblia que debemos predicar el evangelio de Cristo y ese es
nuestro galardón. Predica el evangelio. 

Ilustracion: Cuando subimos ese monte alto nos damos cuenta del poder de Dios.
Si andas desanimado y no sabes que hacer, necesitas un buen trabajo pero oras
fervientemente y subes a ese monte con Dios entonces en esa misma tarde te
llaman y te dicen que tienes el trabajo y te van a dar más dinero. Porque no
solamente ves tu propósito de predicar el evangelio sino que también te das
cuenta del poder de Dios y porque subiste ese monte alto Dios mostró su poder y
contestó tu oración, pero también nos damos cuenta de nuestros pecados.

Cuando el Señor Jesús lo iluminó todo y los tres discípulos lo vieron se


espantaron. Imaginate a ellos al ver el resplandor de Cristo y luego escucharon la
voz de Dios, “Este es mi hijo amado, a él oíd.” Pero al ver sus vidas y su situación,
ellos se podían dar cuenta de que estaban llenos de pecado. Y cuando subimos a
ese monte alto nos damos cuenta de que tan pecadores somos, de que tanto le
fallamos a Dios. Jesús quiere que pasemos tiempo con él, quiere que hablemos
con él todos los días, que vayamos a su presencia pero en nuestros pecados nos
queremos quedar abajo y queremos aún revolcarnos en ellos pero Dios dice que
dejemos nuestra maldad y subamos al monte y que hay recompensa cuando
buscamos su rostro, él nos limpia, nos perdona, él nos quita todos nuestros
pecados, por eso dice la Biblia que las misericordias de Dios son nuevas cada día.
Cuando vamos a ese monte su galardón, su recompensa es realmente su perdón
a nosotros. Somos un desastre, somos viles pecadores salvos por la gracia de
Dios pero cuando subimos decimos que no merecíamos estar ahí pero Dios fue el
que nos llevó, ahora nos toca hacer la obra de Dios.

Dios quiere que subas a ese monte alto, no a un cerrito. Tienes que ser salvo,
seguirle, y sacrificar pero vale la pena y no eres tú, es él porque dice que Jesús
los tomó y los llevó. Tú por ti mismo no puedes subir, no vas a llegar, necesitas
que él te lleve para que veas la gloria de Dios, para que veas la gente que está sin
Cristo, para que veas el galardón que te espera por predicar su palabra y el
perdón que te espera por ir a él.

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