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TRANSFERENCIA

La transferencia es un proceso por el cual ciertos deseos inconscientes se actualizan sobre

ciertos objetos. En general tiene que ver con la repetición de prototipos infantiles, solo que
vividos con un sentimiento de actualidad (el sujeto no se da cuenta de que está transfiriendo

sino que cree que se trata de un sentimiento actual).

No hay tratamiento analítico sin transferencia: proceso fundamental de un tratamiento

analítico, la única forma de acceder a lo reprimido.

La transferencia para Freud, implica una transferencia de valores/cargas, es decir de un valor

que sale de un lado (inconsciente), y que va a otro, a un lugar previamente presente en la


conciencia (preconsciente/consciente).

DEFINICION DE FREUD: son reimpresiones, reproducciones de las mociones de los fantasmas


que deben ser develados y hechos conscientes a medida que progresa el análisis; lo

característico de ellas es que se sustituye una persona anteriormente conocida por la persona
del psicoanalista pero se revive en la transferencia la relación del sujeto con las figuras

parentales (no siempre) y especialmente la ambivalencia pulsional que caracteriza dicha


relación → y si bien es el motor de la cura, es también algo que se opone al acceso del

material reprimido.

FREUD - Sobre la dinámica de la transferencia

La transferencia se produce necesariamente en una cura psicoanalítica y alcanza su


consabido papel durante el tratamiento.

Todo ser humano, conjugado por sus disposiciones innatas e influjos que recibe desde su
infancia, adquiere una especificidad determinada para el ejercicio de su vida amorosa

(condiciones de amor que establecerá, pulsiones que satisfará, metas que fijará); y esto da por
resultado un clisé (o varios) que repite de manera regular durante la trayectoria de su vida.

Ahora bien, solo un sector de tales mociones ha recorrido el desarrollo psíquico y se ha vuelto
hacia la realidad objetiva; pero el otro sector se encuentra apartado de la personalidad

consiente del sujeto, y si tal necesidad de amor no está satisfecha de manera exhaustiva, el
sujeto la volcará con representaciones libidinosas sobre cada nueva persona que aparezca
(probablemente sobre el analista) → la transferencia es la más fuerte resistencia al
tratamiento, pero ¿por qué?

Debido a la condición previa regular e indispensable de toda contracción de una


psiconeurosis: la introversión de la libido ¿qué quiere decir esto? que disminuye el sector de

la libido susceptible de conciencia, internándose en el camino de la regresión y reanimando


las imago infantiles; allí, todas las fuerzas que causaron tal regresión, se elevaran como

resistencias frente al trabajo de traer a la conciencia tales recuerdos (cura analítica). Entonces,
si se persigue un complejo patógeno (desde lo CC hacia lo ICC), enseguida se entrará en una

región donde la resistencia se hace valer con tanta nitidez que la ocurrencia siguiente no
puede menos que dar razón de ella y aparecer como un compromiso: allí que nos topamos

con la transferencia.

La transferencia podrá ser positiva (sentimientos tiernos/amistosos o eróticos) como negativa

(sentimientos hostiles), y son la positiva erótica y la negativa las que resultan apropiadas como
resistencia dentro de la cura.

Plantea Freud desde este punto que la transferencia es motor y es obstáculo: la


positiva tierna será el motor del tratamiento (permite el despliegue de todo el

tratamiento: es necesaria para llegar al final del tratamiento, pero no se toca, no se


actúa sobre ella; simplemente es la que hace que alguien vaya a tratamiento); la

positiva erótica y la negativa hostil serán el “obstáculo” (hacen resistencia en el


análisis).

FREUD - Recordar repetir y reelaborar

Técnica psicoanalítica: el medico pone en descubierto las resistencias desconocidas para el

enfermo; dominadas aquellas, el paciente narra con total facilidad las situaciones y los nexos
olvidados. El objetivo es llenar las lagunas del recuerdo y vencer las resistencias de represión.

El recordar cobra allí una forma muy simple: el paciente se traslada a una situación anterior,
que no parece confundir con la situación presente, y comunica los procesos psíquicos de ella

hasta donde habían permanecido normales. Ahora bien, el olvido de impresiones, escenas,
vivencias, se reduce las más de las veces a un bloqueo de ellas. Por esto mismo, es igual de

importante, no solo prestar atención a lo que el paciente dice (recuerda), sino también a lo
que actúa, es decir, a lo que repite (y que no sabe que lo está haciendo) → la transferencia es
una pieza de la repetición, y la repetición es la transferencia del pasado olvidado (y no
únicamente sobre el médico sino también sobre todos los otros ámbitos de la situación

presente).

Por esto mismo es que tenemos que estar preparados para que el analizado se

entregue a la compulsión de repetir (lo que sustituye el recordar), y no solo en la


relación personal con el medico sino en todas las otras actividades y vínculos

simultáneos de su vida.

Ahora bien ¿qué es aquello que repite/actúa el analizado? repite todo cuanto desde las

fuentes de su reprimido ya se ha abierto paso hasta ser su manifiesto: sus inhibiciones y


actitudes inviables, sus rasgos patológicos de carácter, sus síntomas… y es nuestro trabajo

como analistas la reconducción de tales vivencias hacia el pasado, y así, el vencimiento de la


resistencia; en simples palabras: ponerlas al descubierto.

Es preciso, sin embargo, dar tiempo al paciente para enfrascarse en la resistencia no consabida
para él, para relaborarla y de esta forma poder vencerla: es en el apogeo de la resistencia que

uno descubre las mociones pulsionales reprimidas que la alimentan y de cuya existencia y
poder el paciente se convence en virtud de tal vivencia. El analista no tiene más que ser

paciente.

FREUD - Puntualizaciones sobre el amor de transferencia

¿Cómo debe comportarse un analista para no fracasar, frente a una situación de amor de
transferencia? Desde la abstinencia, y no en el sentido de la privación corporal ni la privación

de todo cuanto se apetece, sino en que hay que dejar subsistir en el enfermo necesidad y
añoranza como unas fuerzas pulsionantes del trabajo y la alteración, y guardarse de

apaciguarlas mediante subrogados. Uno debe guardarse de desviar la trasferencia amorosa,


de ahuyentarla o de disgustar de ella a la paciente; y con igual firmeza uno se abstendrá de

corresponderle. Uno retiene la trasferencia de amor, pero la trata como algo no real, como
una situación por la que se atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes

inconscientes y ayudará a llevar a la conciencia lo más escondido de la vida amorosa de la


enferma, para así gobernarlo.

Y si bien es cierto que la participación de la resistencia en el amor de transferencia es


indiscutible, no es la resistencia quien ha creado este amor, sino que simplemente encuentra
allí, se sirve de él y así exagera sus exteriorizaciones. Si solamente se pensara que el amor de
transferencia no conlleva ningún rasgo nuevo que brote de la situación presente, y que se

compone por entero de repeticiones y calcos de reacciones infantes, entonces el trabajo del
analista seria simplemente descubrir la elección infantil de objeto y las fantasías que conlleva.

Entonces, por un lado no hay que negar el carácter de amor “genuino” (verdadero) al
enamoramiento que sobreviene dentro del tratamiento analítico (ya que todos los amores son

sustitutos del amor verdadero e incestuoso, un amor que no puede ser; es edípico, donde la
libido esta puesta en el objeto), y tampoco eliminar el hecho de que proviene de repeticiones

infantiles. De esta forma queda planteado (el amor de transferencia) como lo siguiente:

- Es provocado por la situación analítica.

- Es empujado hacia arriba por la resistencia que gobierna la situación.


- Carece del miramiento de la realidad objetiva, es menos prudente y más ciego

que un enamoramiento normal.

FREUD - Esquema del psicoanálisis

La técnica psicoanalítica

El YO tiene la tarea de obedecer a sus tres vasallajes:

- de la realidad objetiva
- del ello (exigencias)

- del superyó (prohibiciones)

y un debilitamiento relativo o absoluto del YO, le imposibilitaría cumplir sus tareas.

Regla fundamental del psicoanálisis → que el paciente comunique todo lo que le venga a su
mente, lo que le traiga alivio, ya sea desagradable decirlo y aunque le parezca sin importancia

o sentido. Si el paciente tras esta consigna, consigue desarraigar su autocrítica, nos ofrecerá
una gran cantidad de material, pensamientos, ocurrencias, recuerdos, que estarán bajo el

influjo de lo inconsciente (directos retoños), permitiéndonos así colegir lo inconsciente


reprimido en él.

La resistencia → el YO se protege mediante contrainvestiduras de la intrusión de elementos


indeseados oriundos del ello inconsciente y reprimido; que estas contrainvestiduras

permanezcan intactas es una condición para la función normal del yo. Ahora bien, mientras
más intimidado se sienta el YO, más se aferrará a estas contrainvestiduras a fin de proteger lo
que es suyo. El objetivo del análisis es que el YO, al cobrar osadía por la seguridad de nuestra

ayuda, arriesgue el ataque para reconquistar lo perdido, lo que en simples palabras es vencer
las resistencias.

FREUD - Conferencia 27: la transferencia

Como analistas evitamos, dentro de lo posible, hacer el papel de mentores: lo que más

ansiamos es que el enfermo adopte sus decisiones de manera autónoma. Dicho con otras
palabras, nos valemos de volver consiente lo inconsciente, de cancelar las represiones y así,

eliminar las condiciones para la formación de síntoma (mudando el conflicto patógeno en un


conflicto normal que tiene que hallar de alguna manera su solución).

La pregunta es, ¿cómo se cancela la represión y se remueve la resistencia? simple:


coligiéndola y presentándosela al paciente. La resistencia brota de la represión, es

producida por la contrainvestidura que se erigió para reprimir la moción chocante. Por lo
tanto, interpretarla y comunicarla es la clave, pero desde el lugar correcto: la

contrainvestidura no pertenece al inconsciente sino al yo (que es nuestro colaborador).


Esto puede parecer difícil, pero ¿no es verdad que nos repetimos? y que por tanto en algún

momento esta resistencia habrá de resignarse y recogerse la contrainvestidura, tan pronto


posibilitemos al yo el conocimiento de ella por medio de nuestra interpretación.

Y ¿con qué fuerzas pulsionales trabajamos un caso así? en primer lugar, con la aspiración del
paciente a sanar, que lo movió a avenirse al trabajo en común con nosotros, y en segundo

lugar con la ayuda de su inteligencia, que reforzamos mediante nuestra interpretación.

Ahora bien, existen ciertas formas de enfermedad en las que, no obstante ser idénticas las

condiciones, nuestro procedimiento terapéutico nunca alcanza el éxito: notamos quizás que el
paciente, al que no le interesaría sino encontrar una salida para sus conflictos patológicos,

desarrolla un interés particular hacia la persona del médico: todo lo que tiene que ver con esta
persona le parece mucho más importante que sus propios asuntos, y lo distrae de su

condición de enfermo → transferencia.


Transferencia en el sentido de transferir sobre la persona del médico, sentimientos tanto
tiernos como también hostiles. Aquella surge en el paciente desde el comienzo de tratamiento

y durante un tiempo constituye el más poderoso impulsor del trabajo. Nada se registra de ella
ni tampoco hace falta tomarla en cuenta mientras opere en favor del análisis, pero si se muda

en resistencia, habrá que prestarle atención.

FREUD - Conferencia 28: la terapia analítica

A diferencia de la terapia hipnótica que usa la sugestión para prohibir los síntomas, refuerza

la represión y deja intactos los procesos que han llevado a la formación del mencionado
síntoma; la terapia analítica llega hasta los conflictos de donde nacen los síntomas y

sirviéndose de la sugestión, modifica su desenlace (esto requiere de un trabajo arduo y difícil).


¿Cómo lo hace? Trabajando con la transferencia y resolviendo aquello que se contrapone

(resistencias). La transferencia es el campo de batalla en el que se reencuentran las fuerzas que


combaten; aparece en lugar de la enfermedad, en lugar de los únicos objetos libidinales

irreales (que son reemplazados por un objeto fantaseado: el medico). El éxito del tratamiento
se produce por superación de las resistencias.

Teoría de la libido: el neurótico es incapaz de gozar y producir porque la libido no


está dirigida a objetos reales, y porque tiene que gastar gran parte de su

energía en mantener la libido reprimida y defenderse de ella. La terapia consiste en


desasir la libido de sus provisionales ligaduras sustraídas al Yo para ponerla al servicio

de él. La libido del neurótico está ligada a los síntomas, que le procuran la satisfacción
sustitutiva. Es entonces necesario resolverlos, para lo cual hay que remontarse hasta su

génesis, renovar el conflicto del que surgieron y llevarlo a otro desenlace con el auxilio
de fuerzas no disponibles en ese momento, pero no en las huellas mnémicas de los

sucesos que originaron la represión sino en transferencia, creando versiones nuevas


del viejo conflicto. Como bien dijimos, la transferencia es el campo de batalla en el que

se reencuentran las fuerzas que combaten, aparece allí en lugar de la enfermedad. En


lugar de los objetos libidinales irreales, aparece un único objeto fantaseado: el

médico. Cuando la libido vuelve a desasirse del objeto provisional no puede volver
atrás a sus primeros objetos, sino que queda a disposición del Yo.

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