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Eclesiología y Escatología Alex F.

Cobeñas
Cornejo, editor.

Alex F. Cobeñas Cornejo


© Eclesiología y Escatología. Lima – Perú 2012
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Í NDICE
Introducción General.

PARTE I: ECLESIOLOGÍA

CAP. I: Aspectos Generales de la Eclesiología.

CAP. II: La Iglesia: Organismo y Organización.

CAP. III: Los sacramentos de la Iglesia.

CAP. IV: Misión:¿Integral o Social?

CAP. V: Perspectiva histórica de la Iglesia.

CAP. VI: La iglesia en el Perú y América Latina: Reflexiones.

PARTE II: ESCATOLOGÍA


CAP. I: Aspectos generales de la Escatología.
1.1 Definición, etimología y extensión del término.
1.2 Teología escatológica.
1.3 Diversas escuelas de interpretación escatológica.
1.4 Niveles bíblicos de la Escatología.

CAP. II: Profecía Escatológica en Daniel y Apocalipsis.


2.1 En el libro de Daniel.
2.2 En el libro de Apocalipsis.

A manera de conclusión.

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Bibliografía.

Al hablar de Eclesiología y Escatología, inmediatamente viene a nuestra


memoria, “el estudio de la iglesia” y el “estudio de los últimos tiempos” respectivamente;
aunque para este último, se suelen tener afirmaciones como “el fin del mundo” o la
“venida del Señor”, que en realidad no está muy lejos, ya que es un componente no
menos importante de su estudio.

En cuanto a la Eclesiología, muchas ideas pasan por nuestra mente. Preguntas


como: ¿Qué significa ser pueblo de Dios en nuestro tiempo? Pero, ¿qué tiempo? Tiempos
de post-modernidad, secularismo, libre mercado, globalización; cuando miramos hacia
fuera. Cuando nuestra mirada es hacia dentro de la iglesia: Evangelio de la prosperidad,
el Ministerio Quíntuple, renovación carismática, las redes (antes, las células en los
hogares), las mega-iglesias, el Ministerio de los Doce, el Encuentro con Dios, entre otros.
Son varios los elementos que nos pueden dar una pista por donde va la de la realidad de
la iglesia de hoy. Siempre la pregunta entre los pastores y teólogos ha sido cuan bíblico
se esta siendo al asumir tal o cual posición, la figura “a la luz de las escrituras” se ha
convertido muchas en un “slogan” con tintes formalistas y ser la justificación de
posiciones personales y dar apertura a la corriente de la “moda teológica” que hay que
considerar.

Es un hecho que la iglesia ha tenido su propia dinámica a lo largo de la historia,


es decir ha sido un proceso retro-alimentativo, desde su propia dinámica e independencia
entre la sociedad y el mundo en la cual se haya inscrita. Cuando miramos las décadas de
los 80 y 90 en la que primaba el denominacionalismo marcado por las tendencias
Pentecostales y No Pentecostales; que no solo los diferenciaba la experiencia carismática
de Bautismo del Espíritu Santo o la segunda experiencia y efusión del Espíritu; sino, por
su proyección social y su perspectiva del mundo. Los pentecostales consideraban que el
mundo estaba perdido, y los hombres eran como personas en se están ahogando en el mar
de la mundanalidad y el pecado y que urge la necesidad de salvarlos; de allí que su
énfasis en la evangelización y poner en acción el Plan de Salvación, tomaba un rol
fundamental mas que las otras áreas. Para los No Pentecostales, el mundo vivía las
consecuencias del pecado y que todo lo que hacían tenía la fístula y herencia de la caída,
por lo que sus instituciones no reflejan la voluntad de Dios; entre ellas la injusticia, la
pobreza, la desigualdad, la marginación, son consecuencias de una humanidad caída. Allí
nace el Evangelio Social o Evangelio Integral. Otras eran además las diferencias entre
una y la otra, por ejemplo el énfasis en la formación bíblica – teológica, en el marco del
contexto social; y la formación bíblica – devocional, en el marco de la promesa espiritual,
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tanto de una tendencia como de la otra, respectivamente.

Para los 90 y 2000, se produce un acercamiento entre las dos “posiciones”, al


parecer se realiza un “intercambio”; una posición, toma de la otra de forma recíproca. Se
entendía que los extremos no reflejan totalmente la voluntad de Dios ni el espíritu de la
palabra. Tal ves azuzadas por un contexto social particularmente difícil: Relajamiento de
valores, frivolidad y materialismo. Las iglesias con fuerte arraigo pentecostal se abren
ante la necesidad de tener una formación teológica (para empezar, su discipulado) lo
suficientemente sólido y sistemático que exprese la esencia de su énfasis espiritual. Por
otro lado las iglesias no pentecostales, miran con mucha reserva y hasta respeto las
expresiones pentecostales; la puerta de entrada de esto lo constituyó la alabanza y la
adoración, sus cultos se tornaron idénticos al otro sector “opuesto”,sino fuera por el
hablar en lenguas, uno no notaría la diferencia. Otros ingredientes que se añaden van
dándole cierto matiz al panorama. De oleadas centro-americanas, norte-americanas y
canadienses, viene un movimiento que se convertiría en un dolor de cabeza y un gran
desafío para los eruditos latinoamericanos. El Movimiento Quíntuple o Ministerio
Quíntuple, junto y a la par el “Ministerio Profético”, para algunos, lo mismo y es más
bien, una manera particular de referirnos. Tal vez, dos lados de una misma moneda.

El tema se manejo desde el punto de vista socio-eclesiástico en ámbitos del


liderazgo (el pastor que se había convertido por muchos años en la autoridad eclesiástica
y hasta denominacional, el apóstol aparece peligrosamente decidido a quitarle el
reconocimiento espiritual y hasta administrativo, que gozaba por mucho tiempo. Entrar
por este lado de la temática, la respuesta es obvia, no importa que tan bíblica y humana
sea, sencillamente es imposible.). La otra entrada es Bíblico-Exegética, además de los
requisitos que mencionan los apóstoles para reemplazar a Judas y en la misma línea de
pensamiento, la declaración del apóstol Pablo con un “abortivo”, era claro que en cuanto
a los apóstoles que el Señor había elegido esto correspondió al pasado y se había cerrado
con Pablo. No obstante los más conspicuos acotaban, que aunque la línea de los Doce ya
se había cerrado con Pablo; sin embargo el ministerio como tal había continuado vigente,
y que a lo largo de la historia de la iglesia, no habían sido los pastores, menos los
evangelistas los únicos a quien se le debe el crédito de la expansión del evangelio; sino
aquellos dotados de una sensibilidad espiritual y que estaban dispuestos a surcar los
lugares mas inhóspitos, sin importar su vida misma. Poseedores de un multifacetismo
espiritual sorprendente, y que el pueblo evangélico les denominó “misioneros” o
“pastores” (quizá por desconocimiento y como parte de una “jerga evangélica” que se fue
incorporando a lo largo del tiempo) En realidad tanto ni uno ni otro, sino que mas bien,
y deshaciendo nuestras taras evangélicas, lo que estaba en acción era el ministerio
apostólico. Como aquello que viene de Dios no se necesita proclamarlo a los cuatro
vientos, por que es el Espíritu quien hace y confirma su obra. Que más frutos que la
conversión y el establecimiento de iglesias, como evidencia de la verdad y la voluntad de
Dios. Dios va mas allá de la discusión axiológica del hombre, esto es verdad y esto no lo
es. Dios anhela que su voluntad sea cumplida en los hombres y solo espera que haya
corazones dispuestos a compartirla y las señales seguirán como un proceso “natural” en la
ley de la generación espiritual “mi palabra no regresará a mi vacía”.

Hablar de la eclesiología, es por lo tanto estar abiertos a la dinámica del Espíritu


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de Dios en la iglesia que anhela para si un pueblo que exprese su voluntad en un mundo
que sigue su propia lógica y naturaleza. Esto implica por lo tanto, reconsiderar nuestros
análisis y no encasillarnos en “nuestra doctrina”; es decir siendo permeables dentro de los
cánones de la sana doctrina y sensibles a la voz de su Espíritu, en el aquí y ahora.

PARTE I

CAPÍTULO I: Aspectos generales de la eclesiología


1.1. Términos en A.T. y N.T. Definición. Origen

La palabra traducida «iglesia» en el Nuevo Testamento y en la LXX es ekklesia.


Aunque este sustantivo está relacionado con el verbo ekkleo, que significa «llamar
fuera», su uso bíblico y eclesiástico indica simplemente una asamblea o un cuerpo de
personas. El léxico de Liddell y Scott muestra que en su uso griego clásico la palabra
quería decir «una asamblea de los ciudadanos debidamente citada», o «en Atenas, la
asamblea de todos los ciudadanos». La palabra ekklesia se usa por una asamblea secular
en Hechos 19.32 y 41. En la LXX, ekklesia frecuentemente traduce la palabra hebrea
qahal, que en español se traduce por «congregación» principalmente o una de varias
otras palabras.

De ekklesia viene el francés eglise y el galés eglws, así como los términos «iglesia» y
«eclesiástico».

1.2. El “Qahal” en perspectiva.


a.- Propósito de Israel
Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para
recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía,
Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar, y levantará pendón a las naciones y
juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines
de la tierra. (Isaías 11:11-12).

Dios siempre usa Israel como una bandera. De acuerdo al diccionario, una bandera es
“una tela colgada de un palo o poste, usada como estandarte o pabellón de un

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emperador, rey; bandera de un país etc... Cualquier cosa que se usa como símbolo de
principios”. Una bandera es algo que se ve, algo que supuestamente atrae la atención y
que comunica un mensaje específico: esto es lo que Israel es, real y concretamente,
entre las naciones. La palabra traducida como “insignia”, “estandarte” o “bandera” es
la palabra hebrea “ness”, que significa literalmente “milagro” o “señal”. Un milagro
es una señal, un signo o una firma – una bandera proclamando la existencia y el
poder del Dios Todopoderoso.

Israel siempre ha sido bandera de Dios – revelando sus juicios y misericordias. En


las Escrituras, vemos los juicios de Dios sobre Israel cuando la nación se apartó de
sus mandamientos. También vemos la misericordia de Dios en que perdonó a Israel,
siempre que clamaron a él buscando su perdón. En muchos pasajes de las Escrituras,
Dios habla de los demás pueblos en el sentido de que están viendo la forma en que él
trata con la nación judía. En cierto lugar, por ejemplo, habla de sí mismo siendo
santificado en Israel a la vista de muchas naciones (Ezequiel 39:27). Por otra parte, el
salmista cantaba, Jehová ha hecho notoria su salvación; a vista de las naciones ha
descubierto su justicia. Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la
casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.
(Salmo98:2-3).

1.3. La “Ekklesía” en perspectiva.

a.- Cristo-Evangelio-Iglesia.

Desde siempre ha sido intención de Dios la creación y consolidación de un pueblo suyo


que experimente su salvación en medio de la historia anticipando así la salvación final
que espera y proclama

El origen de la iglesia cristiana se halla en la voluntad salvadora y liberadora de Dios


para toda la Humanidad que se manifiesta de forma concreta en aquellos que aceptan
por la fe, mediante una decisión individual impulsada por el Espíritu Santo y de forma
voluntaria y consciente, que "...de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo
Unigénito para que todo aquel que en Él crea no se pierda sino que tenga vida eterna"
(Evangelio de San Juan cap. 3, versículo 16) viendo claramente que estas palabras les
interpelan y atañen directamente pues se reconocen pecadores (responsables de haber
obrado el mal, débiles, contradictorios, necesitados del perdón y el auxilio divinos) y
desean orientar sus vidas desde ese momento en dirección a la voluntad amorosa de
Dios. Así, aceptan creer y seguir a Jesucristo y reconocerle como único Señor y
Salvador de sus vidas aceptando de Dios el don del perdón y de la vida verdadera que
en Él se ofrecen porque en Él reconocen la respuesta definitiva de Dios ante los grandes
interrogantes de la existencia:

- Dando sentido a la vida frente a la angustia del sinsentido y del absurdo existencial.
- Dando vida eterna que rompa el hecho inapelable de la muerte y el sentido de finitud
que nos invade y condiciona todo lo que somos y hacemos.

- Dando amor, perdón, restauración y aceptación frente a toda neurosis y culpabilidad.

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Este Jesús constituye la revelación final y determinativa de Dios para la salvación y


reconciliación de los seres humanos para con Él y entre ellos. El acercamiento y
realidad del Reino (o, más correctamente, reinado) de Dios es el centro teológico de la
Biblia y de la esperanza cristiana, con todo lo que ello implica. Así, la finalidad no es
tanto la conversión y salvación de individuos sino la edificación de un pueblo que
manifieste su soberanía bienhechora en medio de la Historia. La esperanza del Antiguo
Testamento es el Reinado de Dios, el centro de la predicación de Jesús fue la llegada de
ese Reinado en él y la predicación de la iglesia cristiana primitiva fue Cristo como
fundamento de ese Reinado.

La Iglesia es la comunidad del pueblo de Dios, un organismo carismático instituido por


Dios como agente de su plan de redención para la Humanidad y la Historia. Esta
comunidad es también, como afirma el teólogo Moltmann, la forma social de la
justificación por la fe. La comunidad cristiana es comunidad de fe, de adoración y de
oración pero también de vida y amor en torno a lo esencialmente cristiano que es la
persona de Jesús de Nazaret en quien se muestra y se explicita Dios mismo de modo
definitivo. La razón de ser de Ia iglesia es, pues, la anticipación del reinado de Dios. Su
misión prioritaria es construirse como pueblo y, desde esa realidad social alternativa (en
sus valores y en su fundamento) anunciar el Evangelio invitando a seguir a Jesús en
comunidad.

Pero esta comunidad no es un fin en sí misma sino que es constituida por Dios para que,
en el poder del Espíritu Santo, cumpla en su seno su misión interna que no es otra que
ser, de verdad, ella misma, autoconstruirse según la voluntad de Dios en Cristo y que, a
través de ella se cumpla su misión externa: ser el testigo y el agente proclamador de
Dios, de su salvación ofrecida en amor y buena voluntad a todos los seres humanos. Por
tanto la iglesia es lo que debe ser en la medida en que ella misma vive la realidad del
reino y así lo hace presente en el mundo y en la sociedad

A menudo, la iglesia no es como debiera pero, aún así, es el proyecto irrenunciable de


Dios pues el espacio que Él ha previsto para que podamos experimentar la anticipación
del reino que Él nos ha prometido y en el cual con fe esperamos y confiamos. Un cielo y
una tierra nuevos donde morará la justicia y donde desaparecerán la alienación, el
miedo, la muerte, el dolor y el sufrimiento.

Somos una Iglesia que intenta regirse, y ser consecuente con ello en su práctica y
doctrina, por los tres principios fundamentales de la Reforma (sola gratia, sola fide, sola
Scriptura) intentando vivir, en la medida de sus posibilidades históricas, un Evangelio lo
más sencillo, radical y cristocéntrico posible. Por ello nos reunimos y constituímos
como Asamblea de culto (de liturgia muy libre y participativa) centrados primera y
principalmente, en torno a la Palabra, única fuente vinculante reconocida de autoridad
en materia de fe y conducta.

En definitiva, creemos en una iglesia que sea un organismo vivo, dinámico, múltiple y
en contínua evolución y crecimiento en consonancia con lo que fue pero sin dejarse
encadenar por ello, rectificando sin complejos cuando sea necesario y reconociendo sus
errores (ecclesia reformata, semper reformanda). Y una iglesia, también, comprometida

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por su Señor a contribuir a la construcción de un mundo en el que, parafraseando a Jon


Sobrino, ¿..podamos vivir sin tener que avergonzarnos?.

b.- La primitiva iglesia.


En los evangelios la expresión "Iglesia" aparece sólo dos veces. En Mt 18,17 se refiere a
la comunidad local al tratar la corrección fraterna, y en Mt 16,18 recuerda que Jesús
habló de la Iglesia en sentido amplio: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Además
de esta breve referencia terminológica al ministerio de Jesús, en la segunda mitad del
siglo I, Ef 5,25 afirma: "Como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella". De esta
forma germinal se expresa la relación fundadora, originaria y fundante entre Jesús y la
Iglesia.

La importancia de la época apostólica de la Iglesia primitiva para la teología


fundamental es decisiva por razón del carácter definitivo de la revelación plena que es
Jesucristo, puesto que después de s I: de ahí que esta época sea norma y fundamento
para la Iglesia de todos los tiempos (cf K. Rahner).

Desde un punto de vista más sociológico-histórico , la época apostólica puede dividirse


en tres períodos, que coinciden aproximadamente con tres generaciones (cf R.E.
Brown): el período apostólico (30-65 d.C), el período subapostólico (66-100 d.C) y el
período posapostólico (100-150 d.C).

- EL PERÍODO APOSTÓLICO: 30-65 D.C. 1) La comunidad y su vida. Aunque


inicialmente Jesús no tuviese un interés explícito en crear una sociedad formalmente
distinta, a pesar de que existía en su predicación y vida una clara "eclesiología
implícita" y procesual, muy pronto los cristianos se convirtieron en una comunidad
reconocida, en la cual el bautismo tenía la función de designar los seguidores de Jesús.
El amplio uso de la expresión koinonia, comunidad/ comunión, en el NT -13 veces en la
literatura paulina manifiesta la forma de vida de estos bautizados, y quizá sea reflejo del
nombre esenio de Qumrán dado a su comunidad, yahad: "la única", "la común-unidad" .
Otras designaciones son los "discípulos" (27 veces en Hch), los "santos" (tres en Hch 9
y 26,10), el "camino" (seis en Hch, que recuerda también Qumrán 1QS 8:12-14), los
"cristianos" (Hch 11,26) y la ".`Iglesia" (28 en Hch.). Será esta última la expresión
progresivamente prevalente, y se usará tanto para significar las comunidades locales
(Hch 15,45; 16,5) como para -un ámbito más amplio (Hch. 5,11; 9,31). En su trasfondo
puede verse una referencia al momento en que Israel se convirtió en pueblo de Dios a
través de la alianza, y que en Dt 23,1-9 es calcado como qahai, -asamblea-, expresión
que los- LXX traducen por ekklesia -Iglesia-.
Otro signo claro de la continuidad con Israel
viene dado por la expresión "los doce",
referida a las doce tribus de Israel como
expresión-síntesis de todo el pueblo y que
está también presente en Qumrán.

El modelo de vida de esta "comunidad"


cristiana está bien descrito en Hch. 2:42, y
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refleja un claro trasfondo judeo-cristiano en sus cuatro aspectos. Por un lado, la


oración: los evangelios se refieren primariamente a la oración judía Shema (cf Mc
12,29); a su vez, himnos cristianos primitivos, que son un mosaico de referencias del
AT y manifiestan grandes similitudes con los himnos de Qumrán; los mismos himnos
cristológicos primitivos tienen amplias citas judías (Flp 2,5-11; Col 1,15-20; Jn 1,1-18),
y en la oración del Señor resuena claramente la oración judía (Lc 11,2-4; Mt 6,9-13).
Por otro lado, se celebra la partición del pan: en Hechos se habla de la asistencia al
templo para orar; así Pedro y Juan (2,46; 3,1; 5,12.21). Esto muestra cómo en los
primeros pasos de los judeo-cristianos se mantenían sus prácticas judías. La "partición
del pan" se impuso además como actualización de la fiesta pascual judía. También el
modelo judío afectó el tiempo de tal celebración. En efecto, a la caída de la tarde del
sábado ya era permitido reunirse a los judeo-cristianos, que así celebraban juntos la
eucaristía cristiana (cena del Señor) en espera del "primer día de la semana", conocido
ya desde finales del siglo I d.C. como "el día del Señor".

El tercer aspecto es la enseñanza de los apóstoles: a partir de la ley, los profetas y los
otros escritos, "los apóstoles y los varones apostólicos" completaron esta Sagrada
Escritura enraizados en la enseñanza de Jesús y progresivamente redactaron una
segunda parte con el título de Nuevo Testamento, que se completó definitivamente
durante el siglo II. A su vez se produjo un proceso similar en el judaísmo a través de la
"Misná", una segunda enseñanza a través de las Escrituras, publicada a finales del
mismo siglo, base de todo el desarrollo posterior del judaísmo.

Finalmente, el cuarto aspecto es la comunidad de bienes: era la puesta en común de los


bienes atestiguada en Hch 2,44s; 4,32-37; 5,1-6. Aunque puedan encontrarse elementos
de "idealización" en esta descripción lucana, la perspectiva encaja con la tradición de
Qumrán, que ve en esto un signo escatológico. A su vez, Pablo parece confirmar esta
situación al hablar de la colecta a favor de los pobres de Jerusalén (Rom 15:26; Gál
2:10; 1 Cor 16:1-3). Por otro lado, tal forma de proceder es vista como característica de
la ética cristiana, que condena la riqueza y ensalza la pobreza (Lc 1:53; 6:24; Mc 10:23;
2Cor 8:9; Sant 5:1), y es requisito para los ministros el que sean buenos administradores
(1Pe 5:2; 1Tim 3:4s).

2) Diversidades en la comunidad. Progresivamente, la comunidad primitiva se encontró


con un nuevo y decisivo desafío: la entrada de gentiles, que suscitó un vivo debate entre
tres principales portavoces: Pedro, Santiago y Pablo. Hacia la mitad del siglo I d.C. se
produjeron unas actitudes diferentes entre la comunidad cristiana, que reflejan
diferencias teológicas atestiguadas en el NT y que dieron varios grupos de cristianismo
judeo-gentil: el primer grupo insistía en la plena observancia de la ley mosaica, incluida
la circuncisión (Hch 11,2; 15,2; Gál2:4; Flp 1,15-17...). El segundo grupo mantenía la
importancia de la observancia de algunas prácticas del judaísmo, pero sin la
circuncisión (Hch 15; Gál 2; Pedro y Santiago...). El tercer grupo, en cambio, negaba la
necesidad de prácticas judías, especialmente en las comidas (Hch 15,20-39; Gál 2,11-
14; 1Cor 8; Pablo). Finalmente, el cuarto grupo no daba importancia al culto y a las
fiestas judías, y se oponía claramente al templo, como refleja el discurso de Esteban (He
7,47-51) y, con más radicalidad, la carta a los Hebreos (8,13) y algunos textos juaninos
(Jn 8,44; 15,25; Ap 3,9).

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Este dibujo de la comunidad primitiva en el período apostólico hasta el año 65 d.C. es


fuertemente apostólico, ya que los evangelios, Hechos y Pablo indican la importancia de
los apóstoles como grupo o como individuos en este período formativo. De ahí las
observaciones ya presentes en el documento cristiano más antiguo, como es la 1Tes, que
pide respeto "a los que os presiden en el Señor" (5,12), y a su vez en escritos posteriores
se subraya la diversidad de funciones en las primitivas Iglesias paulinas (Flp 1,2: "los
inspectores/obispos y diáconos"; 1Cor 12: los numerosos carismas).

- EL PERÍODO SUBAPOSTÓLICO (ÚLTIMO TERCIO DEL SIGLO I) Y


POSAPOSTÓLICO (INICIOS DEL SIGLO II). 1) La gran transición. A partir del año
66 d.C. las tres figuras más conocidas de la Iglesia primitiva (Santiago, Pedro y Pablo)
ya han muerto como mártires. En este último tercio del siglo 1, más que conocer nuevos
nombres de "varones apostólicos", éstos se cubren bajo el manto de los apóstoles ya
desaparecidos: de ahí la nomenclatura de período "subapostólico" (cf R.E. Brown). Así,
Col, Ef y las cartas pastorales hablan en nombre de Pablo. El evangelio más antiguo,
Mc, asume el nombre de un compañero de Pedro y Pablo. Mt se atribuye a uno de los
doce, y Lc, al compañero de Pablo. El cuarto evangelio se refiere a la tradición del
discípulo amado. Las cartas de Sant, Pe y Jds son ejemplos de una trayectoria
subapostólica. En definitiva, el testimonio cristiano del período subapostólico se
convierte en menos misionero y móvil, y más pastoral y estable para consolidar las
iglesias constituidas en el período apostólico anterior (entre los años 30 y 60 d.C.).

Otra transición interna fue el progresivo dominio de los gentiles. De hecho, la


destrucción de Jerusalén comportó que la Iglesia de Jerusalén no perpetuase su función
preeminente como antes del año 65 d.C. (cf Gál 1-2, y la colecta paulina). Si Hch 15,23
describía la Jerusalén del año 50 d. C. como interlocutora de los cristianos de Antioquía,
Siria y Cilicia -y quizá también de los de España, de acuerdo con la voluntad de Pablo
de visitarla (Rom 15,24.28) y del testimonio de tal realización, al final del siglo 1 d.C. la
Iglesia de Roma habla a los cristianos del norte de Asia Menor y de Corinto (1 Pe 1,1.)
y es calificada como "preeminente en la caridad". Así, mientras que a finales del 50 d.C.
Pablo confiaba aún en la plena incorporación de Israel (Rom 11,1116: "mi linaje', en
este período subapostólico, He nos transmite las últimas palabras de Pablo sobre este
pueblo que no ha querido entender y que por esto la salvación ha sido enviada a los
gentiles que la acogerán (28,25-28). A pesar de la afirmación de la ruptura del muro de
hostilidad que les separaba (Ef 2,13-16), se acrecienta una dura polémica contra "la
sinagoga de Satán" (Ap 2 9; 3,9) y contra el templo (Hch 7,47-51; Heb. 8.13; Jn 8,44;
15,25).

Esta transición va ligada también a la del judaísmo. La revuelta judía del 66/70 d.C. no
tuvo un soporte uniforme dentro del judaísmo, especialmente entre el sector más selecto
de los fariseos, que se convirtieron entonces en los más dominantes. Progresivamente
los judeo-cristianos fueron considerados como secta y excluidos de la sinagoga (la
airesis -secta- de Hch 28,22; cf H. Cazelles). La comunidad de Jn atestigua este proceso
al recordar que quien confesaba a Jesús era expulsado de la sinagoga (9,22.34;12,42) y
aun ejecutado (16,2), en el sentido de que sin la protección de la sinagoga los cristianos
eran vistos como ateos según confirma en el año 112 d.C. Plinio el Joven, gobernador
de Bitinia.

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Progresivamente, pues, el cristianismo apareció como una nueva religión al crecer los
procedentes de los gentiles y al ser excluidos sus seguidores de las sinagogas. Los
antiguos privilegios de Israel según el AT: "un pueblo escogido, un sacerdocio real y
una nación santa" (Éx 19 5s; Ez 43,20s) se convierten en calificativos propios de los
cristianos (cf 1Pe 2,9s.). Como ejemplo de radicalización de esta postura se encuentra
Marción a mitad del siglo II d.C., que prescinde del AT, extremo no aceptado por la
gran Iglesia. Can todo, también quedaron judeocristianos en este período. En efecto,
parece que los que rehusaron la revuelta cruzaron el Jordán hacia la zona de la ciudad de
Pella (cf EUSEBIO, Hist. Ecle. 111, 5.3), y así pudieron preservar un vibrante
testimonio del judeo-cristianismo. Dentro de este período, entre los años 65/95 d.C., el
evangelio de Mt se mueve entre la misión "a las ovejas de la casa de Israel" (10,6) hasta
la que llega a todas las naciones (28,19). Pablo va contra la imposición de la ley, "ya
que el hombre es justificado por la fe y no por las obras" (Rom 3:28). Santiago en
cambio dice: "por las obras es justificado el hombre y no por la fe sola" (2,24). Será
Pedro quien se presenta como amigo de ambos (2Pe 3,15s; Clem.); y aunque es
criticado también por ellos (Gál 2:11-14), emerge como la imagen de figura puente en
esta Iglesia apostólica.

2) La vertebración de la eclesiologia tardía del NT. La desaparición de los grandes


apóstoles, la destrucción de Jerusalén y la creciente separación del judaísmo produjo
varias reacciones en los cristianos del período sub y posapostólico que configuraron los
elementos base de la eclesiología naciente en una institución eclesial ya regularizada,
que se dibuja en tres etapas en la misma literatura paulina. Las primeras y grandes
cartas de Pablo manifiestan los comienzos de esta institucionalización que construye la
comunidad: es un momento en el que prevalece una cierta autoridad carismática -que la
persona misma de Pablo visibiliza-, aunque bien enraizada en su origen divino y
apostólico. En la segunda etapa, tipificada por Col y Ef, se percibe la
institucionalización, que progresivamente estabiliza la comunidad: la ausencia del
apóstol conlleva un establecimiento de una cierta autoridad y vertebración según el
modelo familiar en las Iglesias y la acentuación de la unidad en la Iglesia dentro de la
diversidad en el texto paradigmático de Ef 4,46: Un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo, una sola esperanza, un solo cuerpo un solo Espíritu, un solo Dios y Padre".
Finalmente, las cartas pastorales muestran la institucionalización que protege
definitivamente la comunidad: de ahí el papel decisivo de Timoteo y Tito, a quienes se
dirigen estas cartas, así como el papel emergente de los presbyteroi (presbíteros/
ancianos) y de la episkopé (supervisión/ obispo) en cada ciudad.

Así la desaparición de la generación apostólica creó


de forma especial una situación totalmente nueva
para la Iglesia que, de acuerdo con el principio de la
"tradición por sucesión" (la famosa fórmula de
IRENEO, Adv. Haer. III, 3.1), la obligó
paulatinamente a encontrar "sucesores" del
particular "ministerio" que ejercían los apóstoles.
Esta transición entre el período apostólico y el
período sub y posapostólico se hizo de forma
relevante con la ayuda de la función de la episcopé.
Las comunidades locales sub y posapostólicas
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experimentaron la necesidad primera de consolidarse en un "lugar" y de mantenerse en


la "catolicidad" de la Iglesia una. Esta misión, este ministerio, fue asumido por aquellos
que sucedían a los apóstoles en su particular episcopé, se llamaran obispos o
presbíteros, tal como se manifiesta en Tit 1,7-11 y ITim 3,1-7, así como en la 1 Clem.
de finales del siglo I d.C.

Correlativamente se pasa de un apostolado misionero al episcopado local. Cada


comunidad tenía un colegio de ministros locales y de forma preeminente, a partir de la
presidencia única de la celebración eucarística, se asumió el episcopado monárquico.
Así pues, progresivamente se condensó en una misma persona aquello que venía de la
episcopé apostólica y aquello que definía ya al obispo local. De esta forma, hacia el 110
d.C., Ignacio de Antioquía da ya el testimonio consolidado del triple grado del
ministerio apostólico: los obispos, los presbíteros y los diáconos, establecidos "hasta los
confines de la tierra" (1GN, Eph. 3,2).

CAPÍTULO II: La Iglesia Organismo y Organización


Formas de gobierno eclesial. Autoridades.

La iglesia, como cuerpo de Cristo, comprende a todos los cristianos que se han unido a
Cristo como cabeza del cuerpo por medio del bautismo del Espíritu. La iglesia como un
organismo ha sido ordenada sobre la base del mismo principio del cuerpo humano,
porque cada parte se relaciona con las demás partes y todo el cuerpo se relaciona con la
cabeza que dirige el cuerpo. El cuerpo de Cristo no necesita esencialmente de una
organización, puesto que su relación es espiritual y sobrenatural.

Sin embargo, en la iglesia local, tanto en los tiempos bíblicos como ahora, es necesario
tener cierta organización en la práctica. En la historia de la iglesia se encuentran tres
formas de gobierno de la iglesia, cada una de las cuales tiene sus raíces en los tiempos
apostólicos.

2.1. La forma episcopal de gobierno reconoce un obispo, o dirigente eclesiástico, como


quiera que se le denomine, que, en virtud de su oficio, tiene poder de dirigir la iglesia
local. Esto ha dado origen a la compleja organización de la Iglesia Católica Romana, o a
los sistemas más sencillos de la Iglesia Episcopal y de la Iglesia Metodista, en las que se
designan obispos para supervisar las actividades de las iglesias en una determinada área.

2.2 Una forma representativa de gobierno que reconoce la autoridad de representantes


debidamente designados por las iglesias locales, normalmente agrupadas
geográficamente, como es el caso de las iglesias reformadas y presbiterianas. Los
representantes de un grupo de iglesias locales (presbiterio) a veces quedan bajo la
jurisdicción de un cuerpo mayor o sínodo, el que a su vez puede quedar bajo la
autoridad de un cuerpo mayor denominado asamblea general. Aunque varían las reglas
y la extensión del poder, la idea es que la autoridad constituida de la iglesia la ejercen
representantes debidamente elegidos.

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2.3 La forma congregaciónal de gobierno es aquella que pone la autoridad en la


congregación local, y los asuntos importantes son decididos por las congregaciones sin
considerar la autoridad de otras iglesias u oficiales. Esta forma de gobierno se ve en las
iglesias congregacionales, las iglesias de los discípulos y en las iglesias bautistas.
Aunque las iglesias locales pueden estar sometidas en algún grado a cuerpos mayores,
comités u oficiales, el concepto de una iglesia congregacional es que la iglesia local
determina sus propios asuntos, elige y ordena sus ministros y dirige el uso de sus
ingresos.

En cierta medida se ven las tres formas de gobierno en la iglesia primitiva. Algunas de
las iglesias primitivas reconocen que los apóstoles tienen la autoridad primaria. Sin
embargo, esto parece haber acabado junto con la primera generación de cristianos. En el
concilio de Jerusalén se ilustra el gobierno representativo. (Hch. 15), donde los
apóstoles y ancianos reunidos fueron considerados como una autoridad en cuestiones
doctrinales surgidas en las iglesias. Sin embargo, estrictamente hablando, ellos no
habían sido elegidos ni eran representantes de la iglesia en el sentido moderno. A
medida que las iglesias maduraron y ya no necesitaron la supervisión apostólica, parece
que el gobierno fue pasando a las iglesias locales mismas. Esta parece ser la situación en
el caso de las siete iglesias de Asia mencionadas en Apocalipsis 2- 3, las cuales no
estaban sujetas a autoridad humana aunque permanecían bajo la autoridad de Cristo
mismo. Es dudoso si las Escrituras autorizan un gobierno extenso complejo como el que
a veces se ve en la iglesia moderna, y parecería necesario volver a la sencillez bíblica.

CAPÍTULO III: Los Sacramentos de la Iglesia


La mayor parte de las iglesias protestantes reconocen solamente dos ordenanzas: el
bautismo y la cena del Señor. Las excepciones las constituyen ciertos cuerpos
eclesiásticos que, entre las ordenanzas, incluyen el lavamiento de los pies, en la forma
que Cristo lavó los pies a los discípulos (Jn. 13). La Iglesia Católica Romana agrega un
cierto número de ordenanzas. Solamente el bautismo y la cena del Señor son
universalmente reconocidos.
3.1. El Bautismo.
La ordenanza del bautismo con agua se ha visto sujeta a incontables controversias
durante la historia de la iglesia y ha traído como resultado importantes divisiones en la
iglesia organizada. En general, las discusiones han caído sobre dos puntos importantes:
1) si el bautismo con agua es solamente un ritual o realmente otorga algún beneficio
espiritual al receptor; 2) la cuestión del modo, si el bautismo es por inmersión o si
puede administrarse válidamente por efusión, refiriéndose al bautismo por rociamiento
o por efusión de agua sobre el bautizado.

Los que sostienen que el bautismo con agua es un ritual, creen que representa una
verdad espiritual, pero que en sí mismo no otorga ninguna gracia sobrenatural a la
persona bautizada. El concepto de que’ el bautismo es un ritual es la mejor
interpretación. Quienes sostienen que el bautismo con agua confiere alguna gracia
especial varían ampliamente en la medida que el bautismo beneficia a la persona
bautizada.

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Algunos creen en la regeneración bautismal, esto es, que el agua aplicada en el


bautismo afecta el nuevo nacimiento del creyente; otros sostienen que solamente
provee una gracia o inclinación hacia la fe y obediencia del evangelio. Quienes se
oponen a la idea del bautismo como sólo un ritual se refieren al bautismo como un
bautismo real inseparablemente relacionado con el bautismo del Espíritu y el nuevo
nacimiento del creyente.

El segundo problema surge en conexión con el modo del bautismo. Aquí la


controversia gira en torno a la cuestión de si la palabra «bautizar» se usa en sentido
primario o secundario. El significado primario de bautizar es «sumergir» o «meter en»
algo, agua por ejemplo. La palabra griega que significa «zambullir» no se usa para dar
la idea de bautismo con agua. Consecuentemente algunos argumentan que el bautismo
se usa en el sentido secundario de iniciación según el cual uno pasa de una relación
antigua a una nueva relación.

Cristo se refirió a su muerte como un bautismo (Mt. 20:22-23), y los israelitas que
pasaron el mar Rojo sin que el agua los tocara son señalados como bautizados en la
nube y en el mar (1 Co. 10:2). En esto se basa el argumento que dice que la inmersión
física en agua no es necesaria en el bautismo bíblico.

En la historia de la iglesia surgió la práctica del derramamiento de agua sobre la


persona bautizada en cumplimiento del símbolo del derramamiento del Espíritu en la
salvación, o la aplicación de agua en cantidad menor, bautismo que se llama por
aspersión. La historia de esta doctrina se ha caracterizado por discusiones sin fin. En
algunos casos, como el ejemplo del bautismo de Cristo, las implicaciones parecen
señalar que fue bautizado por inmersión. En otros casos, como en el bautismo del
carcelero de Filipos (Hch. 16:33), se sostiene que es muy improbable que el carcelero y
su casa pudieran haber sido sumergidos en la oscuridad de la mañana antes del
amanecer, y el bautismo normalmente tendría que haber sido por rociamiento mientras
aún estaban en la casa.

Como el bautismo por inmersión es reconocido por todos como un bautismo ritual, la
tendencia ha sido seguir este modo en muchas iglesias evangélicas en vez de entrar en
la controversia de si la efusión es el modo legítimo de bautismo. Sin duda, se ha dado
excesiva importancia al modo de bautismo, ya qué la cuestión más importante es si el
individuo ha nacido de nuevo y ha sido bautizado por el Espíritu Santo en el cuerpo de
Cristo. En los diccionarios bíblicos se pueden encontrar argumentos en pro y en contra
de las’ diversas definiciones del modo y el significado del bautismo.

Otro problema que surge en torno al bautismo como un ritual es la cuestión del
bautismo infantil en oposición al ‘bautismo de creyentes. Hay relativamente poca
evidencia bíblica parra el bautismo infantil. Sus adherentes normalmente consideran el
bautismo infantil como la expresión contemporánea de la separación de un hijo para
Dios, acto que en Israel era representado por la circuncisión. Aun cuando hubo
bautismo de familias completas, como en Hechos 16, que incluían presumiblemente
algunos niños, no hay un caso claro de bautismo infantil en la Biblia.
Consecuentemente, la mayoría de los evangélicos prefieren un servicio de dedicación,
dejando el bautismo con agua para el momento en que haya un reconocimiento de una
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fe verdadera en Cristo de parte de personas que tienen edad suficiente para hacer esa
decisión con discernimiento.

La práctica del bautismo infantil sólo puede ser una expresión de la confianza y
esperanza de los padres de que su hijo finalmente llegará a la salvación. En todo caso,
el bautismo de adultos debiera seguir a la evidencia de una fe verdadera en Cristo.
Aunque el modo de! bautismo no está necesariamente unido a la cuestión del bautismo
infantil, los infantes, generalmente hablando, son bautizados por afusión y no por
inmersión, y quienes aceptan la inmersión como el único modo de bautismo,
generalmente aceptan únicamente el bautismo de personas que han puesto su fe en
Cristo.

Sea cual fuere el modo del bautismo, el significado final es que el creyente es
separado de lo que era sin Cristo para ser lo que es en Cristo, participando en los
beneficios de la muerte y resurrección de Cristo. La iglesia primitiva observó el rito del
bautismo en forma constante, y prácticamente todas las ramas de la iglesia practican el
bautismo en alguna forma en el día de hoy.

3.2. Santa Cena.

La ordenanza de la cena del Señor fue instituida la noche antes de la crucifixión de


Cristo como una representación simbólica de la participación del creyente en los
beneficios de su muerte. Como tal, ha sucedido a la Pascua que los judíos han
celebrado permanentemente desde su salida de Egipto.

Según la exposición dada en 1 Corintios 11:23-29, al ordenar a sus discípulos que


comieran el pan, Jesús les dijo que el pan representaba su cuerpo que sería sacrificado
por ellos. Debían observar este ritual durante su ausencia en memoria de Cristo. Cristo
declaró que la copa de vino era el nuevo pacto en su sangre; al beber de la copa
recordarían a Cristo especialmente en su muerte. Debía observar esta, celebración hasta
su regreso.

La historia de la iglesia ha visto interminables controversias en torno a la cena del


Señor. En general se han destacado tres puntos de vista principales. La Iglesia Católica
Romana ha sostenido la doctrina de la «transubstanciación», esto es, el pan y ‘el vino se
transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo y la persona que participa en ellos está

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participando literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo, "aunque sus sentidos


puedan reconocer que los elementos siguen siendo pan y vino. Un segundo punto de
vista es sustentado por los luteranos y se le llama «consubstanciación», aunque la
palabra no es aceptada por los luteranos. Este punto de vista sostiene que, aunque, el
pan sigue siendo pan y. el vino sigue siendo vino, en ambos elementos está, la observar
la cena del Señor.

Un tercer punto de vista sustentado por Zuinglio es llamado punto de vista


conmemorativo y sostiene que la observancia de la cena del Señor es una
«conmemoración» de su muerte sin que ocurra ningún cambio sobrenatural en los
elementos. Calvino sostuvo una variante de esto según la cual Cristo estaba
espiritualmente en los elementos.

Las Escrituras parecen apoyar el punto de vista conmemorativo, y los elementos que
contendrían o simbolizarían la presencia de Cristo serían más bien un reconocimiento
de su ausencia. En armonía con esto, la cena del Señor debe ser celebrada hasta que El
venga.

Una observancia adecuada de la cena del Señor debe tener en cuenta ‘las cuidadosas
instrucciones del apóstol Pablo en 1 Corintios 11:27-29. La cena del Señor debe
observarse con la debida reverencia y después de un auto examen. El que participa de
la cena de una manera descuidada o indigna acarrea condenación sobre sí. Pablo dice:
«Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa (1 Co.
11:28).

Muchos cristianos han considerado, con mucha justicia, que la cena del Señor es un
momento sagrado de conmemoración de la muerte de Cristo y de todo lo que ello
significa para el cristiano individual. Como Pablo lo dice, es un tiempo de examen
interior, un momento de confesión de pecados y de restauración. Además, es un
recordatorio de los maravillosos beneficios que han alcanzado a cada creyente por
medio de la muerte de Cristo.

Así como la cena del Señor señala hacia el hecho histórico de la primera venida de
Cristo y su muerte en la cruz, debe también señalar hacia su segunda venida cuando la
observancia de la cena del Señor cesará. Aun cuando no se da una indicación clara de la
frecuencia de la observancia, parece probable que los cristianos primitivos la
practicaban con frecuencia, quizás una frecuencia de una vez a la semana cuando se
reunían el primer » día para celebrar la resurrección de Cristo. En todo caso, la
observancia de la cena del Señor no debiera ser distante en el tiempo, sino en
obediencia respetuosa y adecuada a su mandamiento de hacerlo hasta que El venga.

CAPÍTULO IV: Misión: ¿Integral o Social?


Ministerio de la Iglesia. (Rev. Lic. Jorge Bravo)

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Cuando nos referimos a la misión integral de la Iglesia estamos dando a entender que
hay varias misiones o tareas y que es necesario reunirlas en un todo, es decir,
integrarlas. ¿Por qué calificar la tarea de la Iglesia de esta manera? ¿En qué momento de
la historia se hizo una división en el quehacer salvífico?

En realidad, el propósito de Dios es uno y una sola la tarea o misión a realizar. Para
poder entender esta voluntad de Dios, debemos remitirnos al momento de la Creación,
donde Dios les encargó a Adán y Eva una misión a realizar (Génesis 1:28). Desde ese
momento Dios ha encargado una misión a todo aquél que cree en él. Como ejemplos de
ello tenemos a Noé (Génesis 6:14s; 7:1ss; 9:1ss); Abraham (Génesis 12:1-3); Moisés
(Exodo 3:4.10ss); Josué (Josué 1:1ss); los jueces de Israel (Libro de Jueces); Samuel (1ª
Samuel 1:10ss); muchos otros personajes pueden ser citados, tales como Saúl, David,
Salomón, los profetas, Esdras, Nehemías y hasta el mismo Ciro, rey de Persia (2ª
Crónicas 36:22-23). No dejando de lado al mismo Hijo de Dios, Jesucristo (Lucas 4:17-
21); Pablo, Pedro, Esteban, Timoteo, entre otros. En todos estos casos la misión es una
sola, no está fraccionada, y ésta es: redención, salvación, liberación.

En Jesucristo es más evidente este propósito de Dios y la tarea es una: redimir a la


humanidad (Juan 3:16-17). Esta misión de redimir a la humanidad tiene dos aspectos
inseparables: lo espiritual y lo social. Jesús al iniciar su ministerio (misión), describió
las acciones que iba a realizar (Lucas 4:17-21). Cuando encarga a sus discípulos la
misión, ésta es una (Mateo 28:19-20; Marcos 16:15-18; Juan 20:21). Así lo entendieron
Pedro, Juan, Esteban, Pablo y todos los demás discípulos (Hechos 2:43-47; 4:32-37).

Hoy en día solemos escuchar términos como: evangelización integral y misión integral
de la Iglesia. ¿En qué momento la evangelización y la misión se fraccionó en dos? ¿Por
qué algunos entienden que la evangelización y misión de la Iglesia sólo tienen que ver
con la vida espiritual? o ¿Por qué otro sector de la iglesia se embarca en el aspecto
social?. Esta situación así planteada genera confusión en el mundo y más aún entre los
creyentes. Para evitar este tipo de confusión debemos retornar a los orígenes del Plan
Salvífico de Dios y éste es uno: redención plena que compromete lo espiritual (lo
trascendente de la persona) y lo social (el entorno que rodea al ser humano). Desde un
comienzo Dios al dar los Diez Mandamientos, éstos contemplan estos dos aspectos y
eran indivisibles:

Relación con Dios (espiritual) Relación con el prójimo (social)


Éxodo 20:3-11 Éxodo 20:12-17

Es interesante notar que en el Decálogo que Dios da a Moisés, en lo referente al aspecto


espiritual sólo hay cuatro mandamientos, mientras que en el aspecto social hay seis
mandamientos. Más aún cuando se trata del propósito de estos mandamientos (cf.
Deuteronomio 6:17-25), éste es: vida en plenitud (v.24). Pero, para lograr este propósito
es necesario poner en práctica todos ellos; no uno o unos cuantos.

Otro hecho similar, lo constituye cuando Jesucristo se encarga de sintetizar la Misión


que va a realizar, toma el texto de Isaías 61:1-2, para hacer referencia de su relación con
Dios (v. 1a ) y con el prójimo (v. 1b-2). Mayor detalle en Lucas 4:16-21. De igual
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manera, cuando un intérprete de la ley le pregunta sobre cuál es el gran mandamiento,


Jesús trae a colación que todos los mandamientos se resumen en dos aspectos
inseparables entre sí:

Relación con Dios (espiritual) Relación con el prójimo (social)


Mateo 22:37-38 Mateo 22:39

Es por eso que cuando encarga a sus discípulos la Misión o la Gran Comisión (cf.
Marcos 16:15-18), también están presentes estos aspectos mencionados: Id por todo el
mundo y predicad el evangelio a toda criatura...(relación con Dios) y en mi nombre
echarán fuera demonios, sanarán enfermos...(relación con el prójimo).

Juan, el discípulo amado de Jesús, retoma esta enseñanza del Maestro para señalar en
forma categórica en qué consiste el amor a Dios: Amar a Dios y amar al prójimo; si
decimos amar a Dios y no amamos al prójimo es ser mentiroso (1 Juan 4:20-21).

Es por eso que la Iglesia está llamada a vivir en santidad (Éxodo 28:36; 2 Corintios 7:1;
1 Tesalonicenses 3:13; Hebreos 12:10.14). Este vivir en santidad está dado en la
obediencia y práctica de los mandamientos del Señor. De ahí que la santidad tiene sus
dos caras: la santidad personal (Yo y Dios) y la santidad social (Yo y mi prójimo). Para
Juan Wesley la santidad personal conlleva a las obras de piedad y la santidad social a las
obras de misericordia. Este aspecto es lo que muy bien se podría llamar el equilibrio
teológico de la fe. Es la fe en acción para un sólo propósito: redimir almas (cf. Romanos
12 y 13).

Por último, la Iglesia del Señor no puede fraccionar su Misión de redimir al ser humano
y a su entorno social. Es bueno tomar nota de dos ejemplos en la Biblia al respecto, uno
es la situación que se da en el día del juicio de los creyentes (Mateo 25:31-46), el otro es
la explicación que da el Apóstol Santiago (Santiago 2:14-26). La proclamación de la
palabra de Dios y el servicio al prójimo es la esencia de su existencia, ya que la Iglesia
es la muestra del amor de Dios y el anticipo de su Reino. Ese amor de Dios por el otro
se da en la familia, en la sociedad, en mis relaciones con los demás, en el territorio
donde habitamos. Si queremos ser verdaderos cristianos tenemos que demostrar que el
amor de Dios es un amor integral, que abarca mi espiritualidad y la espiritualidad del
otro.

CAPITULO V: Perspectiva histórica del desarrollo


eclesiástico:
Etapas.
5.1 Segundo siglo de la era cristiana:
- Ireneo.
El siglo segundo no ha producido un cristiano más eminente que Ireneo. Su
actividad misionera, su celo por la causa de la verdad, su talento de escritor, sus
admirables dotes pastorales y su martirio, le han hecho pasar a la posteridad rodeado de
una aureola luminosa.
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Nació en Asia Menor en el año 140, y tuvo el privilegio de ser discípulo de


Policarpo, de cuyo martirio en Esmirna ya nos hemos ocupado.

Toda su vida recordó Ireneo con gran satisfacción que había aprendido la doctrina
cristiana de los labios de aquellos que estuvieron en contacto inmediato con los
apóstoles. Escribiendo a Florino, quien se había desencaminado de la enseñanza que
aprendiera en Esmirna, al mismo tiempo que él, le dice:

"Estas doctrinas (las de Florino) no te las enseñaron los ancianos que nos
precedieron, y que estuvieron en trato con los apóstoles; porque siendo aún muchacho
yo te vi en compañía de Policarpo, en Asia Menor, porque tengo presente en mi
memoria lo que pasaba entonces, mejor que lo que pasa hoy. Lo que hemos oído en la
niñez crece juntamente con el alma y se identifica con ella; a tal punto que puedo
describir el sitio donde el bienaventurado Policarpo se sentaba y hablaba; sus entradas y
sus salidas; sus modales y su fisonomía; sus discursos que dirigía a la congregación;
cómo hablaba de sus relaciones con San Juan y con los otros que vieron al Señor, sus
milagros y sus enseñanzas. Cómo había recibido todo de los que fueron testigos
oculares de su vida, lo narraba de acuerdo con la Escritura. Estas cosas, por la virtud de
la gracia de Dios, me impartió a mí, y yo las escuchaba con ansiedad, y las escribí, no
sobre papel, sino en mi corazón; y por la gracia de Dios, las recuerdo constantemente
con memoria fresca y despierta. Y puedo testificar delante de Dios, que si el
bienaventurado presbítero apostólico hubiese oído tales cosas, hubiera gritado, se
hubiera tapado los oídos, y, conforme a su costumbre, hubiera dicho: «¡Oh mi Dios! ¡a
qué tiempos me has traído, para tener que sufrir esto!», huyendo del lugar, donde
sentado o en pie, hubiese oído tales palabras". Policarpo transmitió a Ireneo, su espíritu,
su carácter, y sus costumbres.

Siendo aún joven se estableció en Lyon, donde pronto aparece actuando en calidad
de anciano de la iglesia, la cual mostraba para con él gran aprecio y admiración.
Durante la persecución que asoló a las iglesias de Lyon y Viena, parece que se hallaba
ausente, pero regresó pronto, y la iglesia le eligió para ocupar el puesto que había
dejado Potín, quien como hemos visto sufrió el martirio a edad muy avanzada. Teniendo
que pastorear a esa iglesia y a los grupos de cristianos que había cerca de Lyon, pudo
revelarse como un hábil y juicioso conductor del rebaño, haciendo frente a la lucha
externa de la persecución, que aún continuaba, y a los conflictos internos producidos
por las doctrinas extrañas.

El Oriente, que había mandado excelentes obreros cristianos a Europa a sembrar la


buena simiente del evangelio, también mandó enemigos que sembrasen la peligrosa
cizaña. La doctrina seguía sintiendo los duros ataques de la herejía. El gnosticismo
había ganado mucho terreno. Sus fantásticas especulaciones respondían muy bien al
orgullo humano. Ireneo recordaba lo que había oído a Policarpo, y éste a Juan, acerca de
estas peligrosas tendencias. Los gnósticos procuraban hacer del cristianismo una
cuestión científica más bien que religiosa. Querían que la sabiduría reemplazase a la fe.
Todo esto sonaba muy bien en los oídos carnales, pero en realidad el gnosticismo no
poseía la verdadera ciencia de la cual hacía tanto alarde. Argumentaban sobre el origen
del pecado, mientras los cristianos buscaban verse libres del pecado. Confundían el
árbol de la ciencia con el árbol de la vida. Pero los cristianos, digámoslo, no se oponían
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al estudio de estos problemas, sino a hacer consistir la religión en estas enseñanzas


estériles, descuidando la ciencia que nos hace sabios para la salvación. Ocurría entonces
lo que ocurre ahora muchas veces con personas mareadas por una ciencia falsa o
superficial, que demuestran la más culpable negligencia en lo que afecta a los problemas
prácticos de la vida espiritual.

Los montañistas también, dentro de lo mucho de bueno que enseñaban, habían


caído en errores y excesos un tanto peligrosos, llevando la espiritualidad a un terreno
movedizo. Ireneo, a quien Pressensé llama "un ardiente apóstol de la unidad
eclesiástica", aspiraba a que todos los que invocaban el nombre de Cristo formasen un
solo redil. Hombre esencialmente moderado, procuraba conciliar las tendencias más
opuestas. No se puede decir que lo haya logrado, pero no deja de merecer un sincero
aplauso por sus buenos deseos a este respecto. Por amor al orden fue demasiado lejos en
sus concesiones a la jerarquía, que ya empezaba a quererse implantar en el cristianismo.

En el año 180 escribió su famoso libro titulado Contra Herejías. Escribe con la
habilidad de un griego y piensa con la profundidad de un romano. Presenta a los
propagandistas de ideas erróneas cubiertos con la careta de la ortodoxia, entrando en las
casas de los cristianos, usando todos los medios astutos para hacerlos mover de la
simplicidad que es en Cristo, apelando al orgullo humano, hablando de ciencia y de
grandezas aparentes. Este libro refleja el alma de Ireneo. Fue escrito en un estilo simple,
pero varonil, y no con el objeto de alcanzar los aplausos de los labios, sino con el de
presentar la verdad cristiana en la forma por él interpretada. Su libro está libre de aquel
espíritu de desprecio que suele verse con mucha frecuencia en los libros de controversia.
Creía en la sinceridad de sus adversarios, y si inevitablemente dice algo amargo, lo
compara a las medicinas de este gusto, que son desagradables al tomarlas, pero buenas
para curar las enfermedades. "Nosotros los amamos —decía— más de lo que ellos se
aman a sí mismos. El amor que les tenemos es sincero, y sería un bien para ellos
responder a 'este amor .. Por lo tanto, mientras multiplicamos nuestros esfuerzos para
lograr que se conviertan, no cesamos de extenderles una mano amigable". En esos
tiempos los cristianos no temían la discusión, y en lugar de apelar, como más tarde, a la
violencia y a las excomuniones, argumentaban bíblicamente y con serenidad para ganar
las almas de los que se hallaban extraviados y fuera de la verdadera doctrina.

Según algunos historiadores, Ireneo sufrió el martirio en el año 197, pero la


antigüedad cristiana no ha dejado ningún detalle sobre las circunstancias y pormenores
de su muerte.

- Tertuliano.
La antigua ciudad de Cartago, situada en las márgenes africanas del Mediterráneo,
fue la cuna del elocuente orador, fuerte apologista, e incansable luchador que se llamó
Tertuliano. A pesar de su civilización, los cartagineses eran rudos, impetuosos, y de
costumbres casi salvajes. De este ambiente salió, algo refinado pero no del todo pulido,
el más elocuente de los defensores del cristianismo.

Nació en el año 160, siendo su padre un centurión del ejército romano. Pertenecía,
por lo tanto, a la clase mediana de la sociedad. En vista de sus dotes naturales de orador
fogoso, sus padres lo iniciaron en la carrera de las leyes, esperando verlo actuar de
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manera sobresaliente en las contiendas que se debatían en el Foro. Llegó a ser poderoso
en la lengua griega, pero su idioma, el idioma con el que iba a pelear mil batallas y
escribir numerosos volúmenes, fue el latín, que dominó y manejó cual ningún otro en su
época. La vida pagana le arrastró en todas las corrientes del vicio. El circo, el bajo
teatro, y los mil placeres carnales que Cartago ofrecía, tuvieron en el joven pagano un
apasionado admirador y partícipe.

No sabemos cómo tuvo lugar su conversión, pero


parece que ésta fue repentina, y tal vez producida por
el espectáculo inspirador que le ofrecían los mártires
que iban valiente y gozosamente al encuentro de la
muerte. Pero sabemos que se convirtió siendo hombre
ya hecho, y cuando había probado la impotencia de
los placeres mundanales para satisfacer las
necesidades del hombre. La crisis por la cual pasó
tuvo necesariamente que ser violenta, para que fuese
vencida su impetuosa naturaleza carnal, y pudiese ser
formado en él ese hombre nuevo que es criado
conforme a Dios en justicia y santidad de verdad.
Pressensé al hablar de este cambio y de su carácter,
dice: "Entró en la nueva carrera con toda
impetuosidad de su naturaleza, y desde el día que puso la mano al arado, en el campo
regado con tanta sangre, nunca lanzó una mirada hacia atrás. De las cosas que quedaron
atrás, sólo pensó como de cosas malditas y se esforzó con todo su poder hacia el blanco
que estaba delante. Sin pesar ninguno, holló con sus pies toda cosa que se interponía
entre él y sus aspiraciones, ya fuese este obstáculo el paganismo con sus pompas y
glorias, o ya las formas eclesiásticas de su tiempo, cuando le parecía que dejaban de
llenar su verdadero objeto. Siempre estaba listo para declarar que sólo las cosas
imposibles eran dignas de nuestros esfuerzos. Tuvo, por lo tanto, la porción que le toca
a los espíritus ardientes y anhelosos, nunca supo lo que era reposo; su mano estuvo
siempre contra todos. Su vida fue una larga batalla, primeramente consigo mismo, luego
con toda influencia opuesta a sus ideas, o que en algo difería. Para él la moderación era
imposible; iba a los extremos tanto en el odio como en el amor, en lenguaje como en
pensamiento; pero todo acto o palabra de su parte, era el resultado de profundas
convicciones, y estaban animados por lo que sólo puede dar vitalidad a los esfuerzos del
espíritu humano —un sincero ardor y pasión por la verdad. Aun los excesos de su
vehemencia le dieron un elemento de poder, porque empleaba a su servicio una
elocuencia fogosa. Todo su carácter se resume en una palabra: pasión".

El historiador católico Duchesne, al referirse a Tertuliano, dice: "Desde el año 197


se le halla con la pluma en la mano, exhortando a los mártires, defendiendo la religión
ante la opinión pagana y contra los rigores del procónsul. Desde sus primeros escritos se
revela esa retórica ardiente, esa verbosidad inagotable, este conocimiento profundo de
su tiempo, esa familiaridad con los hechos antiguos y los libros que los relatan, ese
espíritu instigador y agresivo, que caracteriza toda su literatura".

Se inició como escritor cristiano dirigiendo una carta animadora a los muchos
hermanos que estaban presos y esperando la hora del martirio. Parece que envidia la
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suerte de aquellos que sufrían por la buena causa, y expresa sus profundos anhelos de
llegar pronto al fin de su peregrinación terrestre. Este mundo corrompido no tiene para
él ningún encanto, a causa del reino tan manifiesto del pecado. Suspira por estar con el
Señor, y verse libre de la atmósfera corrupta de esta existencia. La prisión obscura que
habitaban todos los mártires no podía ser peor que todo lo que se halla en medio de una
sociedad corrompida. El corazón del autor se ve en uno de los párrafos de esta carta, que
dice así: "No tenéis los falsos dioses ante vuestros ojos, no tenéis que pasar delante de
sus estatuas; no tenéis que participar con vuestra presencia de las fiestas de los paganos;
estáis libres de tener que aspirar el incienso corrompido; vuestros oídos no se ofenden
con los clamores que salen de los teatros, ni vuestras almas son irritadas por la crueldad,
la locura y vileza de aquellos que toman parte; vuestros ojos no se profanan por las
escenas que se ven en esos refugios del vicio y de la prostitución".

El lenguaje de Tertuliano demuestra el pesar e indignación que producían en su


ánimo las escenas que tenía que contemplar a cada paso en las calles y plazas de la gran
ciudad africana. Los mismos o aun más profundos sentimientos expresa cuando escribe
su famoso tratado contra los espectáculos.

Sus escritos son numerosos, extensos y variados. Escribió con tal vitalidad, que aun
cuando han desaparecido las causas que produjeron sus obras, éstas no han perdido del
todo su frescura, y diez y siete siglos que median entre nosotros y él, no han podido
marchitar las flores de su jardín literario. No hay cuestión teológica, especulativa,
doctrinal y moral que él no haya tratado, ni error que no haya sentido la descarga de sus
terribles plumazos. Su Apología es más bien un desafío a los paganos. Defiende
valientemente a sus hermanos perseguidos, en el gran foro de este mundo, con todo el
ardor que tiene el buen abogado cuando sabe que su causa es justa. Como él mismo
dice, no teme a ninguna de las dos cartas del dios Jano. "Crucificadnos, —escribe a los
paganos— torturadnos, que cuanto más nos segáis más crecemos. La sangre de
cristianos es semilla de cristianos."

En aquellos días habían crecido mucho las iglesias montañistas. Las ideas que sus
adeptos profesaban, cuadraban tan bien con la manera de ser de Tertuliano, que se ha
dicho que si el montañismo no hubiera existido, Tertuliano lo habría fundado. No tardó
en adherirse a este movimiento, poniendo por completo su persona, sus facultades y su
elocuencia al servicio de esta causa. Hay que entender que los montañistas se habían
apartado de los otros cristianos en señal de protesta contra el formalismo, clericalismo,
y decadencia espiritual que se empezaba a notar en muchas iglesias. Aspiraban a
mantener la más completa pureza y fervor. Daban énfasis al sacerdocio universal de los
creyentes, y eran democráticos en el gobierno de las iglesias, en oposición a las
pretensiones del naciente episcopado. Se acusa a los montañistas de haber llevado a un
extremo peligroso lo que ellos creían ser la inspiración profética. Hombres y mujeres se
levantaban en las asambleas, no sólo para predicar, sino para profetizar acerca del
futuro. El movimiento revestía todos los caracteres de los avivamientos; gran
exaltación, mucho rigorismo, terribles amenazas. Creían en la inminencia de la segunda
venida del Señor; gloriosa esperanza que los otros cristianos empezaban a perder.
Tertuliano decía: "¡Oh qué espectáculo será la gloriosa y triunfante venida de Cristo, tan
seguramente prometida, y tan cercana! ¡Qué gozo el de los ángeles y qué gloria la de los
santos resucitados! ¡Empezará su reino y se levantará una nueva Jerusalén! Después
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vendrá la escena final —el amanecer del gran día del juicio y de la confusión de las
naciones que se burlaban y no esperaban aquel día que con llama devoradora destruirá
el viejo mundo, con todas sus obras. ¡Oh glorioso espectáculo!"

Tertuliano fue siempre montañista en su espíritu. Para adherirse a ellos no tuvo que
pasar por ninguna crisis ni efectuar ningún cambio de ideas. Lo que le decidió a pronun-
ciarse franca y abiertamente por ellos fue el observar que eran calumniados y
combatidos injustamente.

Tertuliano murió en el año 220, legando al cristianismo el ejemplo de su incansable


actividad, de su fervor y sinceridad nunca desconocidos, de su amor a los perseguidos
por causa de la justicia; y sus magníficas obras literarias que perdurarán en el mundo
como ricos modelos de la primitiva elocuencia cristiana. El hacha de Juan Bautista
nunca se le cayó de la mano, y constantemente la hizo caer firme y pesada sobre la raíz
del árbol carcomido de la idolatría.

5.2 Del Siglo XI al XIII de la era cristiana.


- Los Valdenses
Durante la Edad Media, y especialmente en los siglos doce y trece, hallamos un
importante movimiento evangélico que se extiende por Francia, Italia, España y otros
países de Europa. Lo componían numerosas comunidades de cristianos que,
separándose de la iglesia papal, se esforzaban por restaurar el cristianismo puramente
evangélico, y luchaban heroicamente por la fe que fue dada una vez a los santos. Eran
generalmente conocidos bajo la denominación de valdenses y albigenses, y a éstos hay
que saber distinguir de las sectas que profesaban las doctrinas de los maniqueos, y que
por lo tanto no pueden ser clasificadas entre los elementos que representaban el simple y
primitivo cristianismo. Muchos historiadores, de quienes tendríamos motivos de esperar
mayor exactitud, no han sabido hacer diferencia entre sectas y sectas, y hacen aparecer a
los valdenses y albigenses profesando creencias que nunca profesaron.

El origen de este movimiento está bastante envuelto en el misterio que rodea a


todos los problemas históricos de aquella época. No ha faltado quien ha creído que los
valdenses remontaban a los tiempos apostólicos, pero esta teoría es hoy desechada por
falta de documentos en qué apoyarla. Se ha preguntado dónde nació el movimiento, y
quién fue el originador del mismo. Los estudios serios que han ocupado la actividad
indagadora de buenos escritores llevan a la conclusión de que el movimiento no tuvo
origen en un solo país ni es fruto de los trabajos de un solo hombre. Así como la
Reforma, en el siglo xvi, se levantó simultáneamente en Francia, Alemania, Suiza, etc.;
y tuvo por instrumentos a Farel, Lutero, Zwinglio, etc., obrando independientemente
unos de otros, bajo el impulso del mismo deseo de Reforma, así también el movimiento
valdense nació simultáneamente en varios países, bajo la acción de diferentes hombres.
Entre éstos figuran principalmente Pedro de Bruys, en Tolosa, en el año 1109; Enrique
de Quny, en Mans, en el año 1116; Amoldo de Brescia, en Italia, en el año 1135; y
Pedro Valdo, en Lyon, en el año 1173.

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En espíritu, el movimiento era el mismo en todas partes, y cuando sus adherentes,


huyendo de la persecución, llegaban a otro país, encontraban hermanos que los recibían
con los brazos abiertos.

El nombre de valdense aparece


por primera vez —sostiene el
historiador valdense Gay— en el
año 1180, en el informe sobre una
discusión que tuvo lugar en
Narbona, escrito por Bernardo de
Fontcaud, titulado Contra
Vallenses et Árlanos. La forma
primitiva de este nombre,
"vallenses", excluye la idea de
que pueda derivar de Pedro
Valdo, y hace más bien suponer
que su inventor lo haya hecho
derivar de Vallis, nombre latino
de Lavaur, fortaleza de los
evangélicos en aquel tiempo, de
donde habían venido a Narbona,
los que tomaron parte en la discusión. Gay, sin embargo, se inclina a creer que si el
nombre vállense, se convirtió en valúense, fue debido no sólo a la evolución fonética,
sino como un homenaje a Pedro Valdo, el personaje más importante de la comunidad.

Sus trabajos misioneros eran el fruto de una consagración general de todos los
miembros de las iglesias y se llevaban a cabo planes bien definidos y sistemáticamente
ejecutados. La base de todas las operaciones era el hospicio o casa valdense; en todas
las ciudades donde podían, los valdenses tenían una casa atendida por un rector, y
hermanas que se ocupaban del trabajo interno, en la que los misioneros itinerantes
encontraban no sólo hospedaje sino un lugar de culto, donde convocaban a los creyentes
del distrito para oír la predicación de los barbas o pastores. Cuando se sentaban a comer
pronunciaban la siguiente oración: "El Dios que bendijo a los cinco panes de cebada y a
los dos peces para sus discípulos en el desierto, bendiga los alimentos que están sobre
esta mesa y los que serán traídos". Al levantarse de la mesa decían: "Dios recompense
abundantemente a todos los que nos hacen bien, y que después de darnos lo material,
nos dé el pan espiritual. ¡Que siempre esté con nosotros!"

El inquisidor de Passau presenta a los colportores valdenses viajando de pueblo en


pueblo, vendiendo mercaderías para ganar entrada en las casas y así poder anunciar el
evangelio, después de preparar sabiamente el terreno. A las casas ricas entraban
ofreciendo joyas. Después de mostrar los anillos, prendedores, aros y otras prendas, si
les preguntaban qué otras joyas tenían, contestaban: "Sí, tenemos joyas más preciosas
que las que ustedes han visto, se las mostraremos si se comprometen a no denunciarnos
al clero:" Cuando obtenían la promesa formal de que se mantendría el secreto,
proseguían: "Tenemos una piedra preciosa, tan brillante que por su luz el hombre puede
ver a Dios, y tan radiante que puede encender el amor de Dios en el corazón del que la

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posee". Así continuaban hablando hasta presentar el pergamino sobre el que estaban
escritos algunos trozos de la Palabra de Dios.

El culto entre ellos consistía principalmente en la lectura del Nuevo Testamento,


seguido de explicaciones y exhortaciones. Terminaban repitiendo de rodillas el Padre
Nuestro. La lectura de la Biblia ocupaba un lugar muy importante en la vida de este
pueblo. El inquisidor antes mencionado pone en sus labios estas palabras: "Entre
nosotros enseñan los hombres y las mujeres, y los alumnos de una semana ya enseñan a
otros Entre lo católicos se encuentra difícilmente un maestro que pueda repetir de
memoria, letra por letra, tres capítulos de la Biblia; pero entre nosotros, es difícil hallar
un hombre o una mujer que no pueda repetir todo el Nuevo Testamento, en su idioma
nativo".

Las creencias religiosas de los valdenses, según se desprende de sus escritos y de


los de sus adversarios, han sido estudiadas a fondo y expuestas por Juan Francisco Gay
en su tesis teológica presentada a la Academia de Lausana, en 1844. De ese estudio
resulta que las doctrinas valdenses eran en el fondo las mismas que profesan las iglesias
evangélicas actualmente. Las Sagradas Escrituras eran para ellos la única regla de fe y
práctica; todo lo que podía demostrarse por medio de ella era aceptado como
divinamente revelado, pero lo que se enseñaba sin esa base era rechazado como doctrina
de hombres e innovaciones peligrosas. Sostenían que las Escrituras debían ser leídas por
todos los creyentes y no sólo por los que tenían el don de enseñar la doctrina
Condenaban como absurdo el uso de una lengua desconocida en los actos del culto. La
fe verdadera está siempre acompañada de buenas obras, pero no son las obras las que
salvan. El pecador es justificado delante de Dios solamente por la fe en Cristo Jesús. Lo
que se llama "méritos" hechos por los hombres, no pueden expiar el pecado y dar la
salvación. La misa es una abominación a Dios; Cristo fue ofrecido una sola vez por los
pecados de muchos. Las indulgencias que concede la iglesia romana no tienen ningún
valor. El purgatorio no existe. Todo lo que se hace por la salvación de los muertos son
cosas inútiles. Repetir oraciones en una lengua desconocida es un acto sin beneficio.
Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres, según la enseñanza de San
Pablo en su Primera Epístola a Timoteo, y otros pasajes de la Biblia. En lugar de
invocar a los santos debemos imitar sus virtudes. El culto de los santos y de las
imágenes es una idolatría que Dios desaprueba. Sólo es iglesia verdadera aquella que
profesa la doctrina pura, que se distingue por la santidad de sus miembros, y administra
las ordenanzas del bautismo y de la santa cena en conformidad con la institución
primitiva. La Iglesia de Roma no es la iglesia de Jesucristo; es la ramera apocalíptica,
embriagada con la sangre de los santos, y hay que salir de ella para escapar de los
castigos que sobrevendrán a los que participan de sus abominaciones. El papa es el
hombre de pecado e hijo de perdición, mencionado en Segunda Tesalonicenses, cap.
segundo. La gracia de Dios se recibe por medio de la fe y no por virtud sacramental. La
consagración sacramental no obra la pretendida transubstanciación. La adoración de la
hostia es un acto idolátrico. La misa es un sacrilegio que fue inventado para abolir la
cena del Señor. Hay que confesar los pecados a Dios. Las penitencias no son necesarias;
Cristo perdonaba y enviaba en paz a los pecadores sin imponerles penitencias. Hay que
rechazar los ritos papistas del matrimonio. La extremaunción no fue establecida ni por
Cristo ni por los apóstoles. No hay sacerdotes en las iglesias cristianas del Nuevo
Testamento. Todos los creyentes son profetas y deben asegurarse, por medio de las
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Escrituras, de la verdad que predican. Todos los creyentes son reyes y sacerdotes,
espiritualmente hablando, y deben tomar parte en el gobierno de la iglesia que no
reconoce autoridad clerical despótica.

Basados en el sermón del monte, interpretado literalmente, condenaban el


juramento civil, el servicio militar, la pena capital y todo derramamiento de sangre y
peleas.

A la pureza doctrinal unían la santidad de la vida que confundía a sus más


encarnizados enemigos. Oigamos lo que el inquisidor de Passau dice acerca de ellos:
"Uno puede conocerlos por sus costumbres y sus conversaciones. Ordenados y
moderados evitan el orgullo en el vestido, que son de telas ni viles ni lujosas. No se
meten en negocios, a fin de no verse expuestos a mentir, a jurar ni engañar. Como
obreros viven del trabajo de sus manos. Sus mismos maestros son tejedores o zapateros.
No acumulan riquezas y se contentan de lo necesario. Son castos, sobre todo los
lioneses, y moderados en sus comidas. No frecuentan las tabernas ni los bailes, porque
no aman esa clase de frivolidades. Procuran no enojarse. Siempre trabajan y, sin
embargo, hallan tiempo para estudiar y enseñar. Se les conoce también por sus
conversaciones que son a la vez sabias y discretas; huyen de la maledicencia y se
abstienen de dichos ociosos y burlones, así como de la mentira. No juran y ni siquiera
dicen es verdad, o ciertamente, porque para ellos eso equivale a jurar".

Las bibliotecas públicas de muchas de las grandes ciudades de Europa poseen


preciosos manuscritos sobre pergamino que contienen escritos valdenses de gran
antigüedad. Hay ejemplares manuscritos del Nuevo Testamento valdense en las
bibliotecas de París, Estrasburgo, Munich, Zurich, Grenoble, Dublín, Cambridge y
Ginebra.

Los valdenses tenían su propio dialecto, al cual, desde su origen, tradujeron los
libros de las Sagradas Escrituras. También escribieron muchos libros y tratados de los
cuales se conservan algunos hasta hoy.

- Juan Wickliff
Este célebre reformador, llamado «La Estrella Matutina de la Reforma», nació
alrededor del año 1324, durante el reinado de Eduardo II. De su familia no tenemos
información cierta. Sus padres lo designaron para la Iglesia, y lo enviaron a Queen's
College, en Oxford, que había sido fundado por entonces por Robert Eaglesfield,
confesor de la Reina Felipa. Pero al no ver las ventajas para el estudio que esperaba en
aquel establecimiento nuevo, pasó al Merton College, que era entonces considerado
como una de las instituciones más eruditas de Europa.

Lo primero que lo hizo destacar en público fue su defensa de la universidad


contra los frailes mendicantes, que para este tiempo, desde su establecimiento en Oxford
en 1230, habían sido unos vecinos enojosos para la universidad. Se fomentaban de
continuo las pendencias; los frailes apelaban al Papa, y los académicos a la autoridad
civil; a veces prevalecía un partido, a veces el otro. Los frailes llegaron a encariñarse
mucho con el concepto de que Cristo era un mendigo común; que Sus discípulos

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también lo fueron; y que la mendicidad era una institución evangélica. Esta doctrina la
predicaban desde los púlpitos y en los lugares donde tuvieran acceso.

Wicklifíe habla menospreciado durante mucho


tiempo a estos frailes por la pereza con que se
desenvolvían, y ahora tenía una buena
oportunidad para denunciarlos. Publicó un
tratado en contra de la mendicidad de personas
capaces, y demostró que no sólo eran un insulto
a la religión, sino también a la sociedad humana.
La universidad comenzó a considerarlo como
uno de sus principales campeones, y pronto fue
ascendido a maestro de Baliol College.

Alrededor de este tiempo, el Arzobispo Islip


fundó Canterbury Hall, en Oxford, donde
estableció a un rector y once académicos. Y fue
Wickliffe el escogido por el arzobispo para el
rectorado, pero al morir éste, su sucesor Stephen
Langham, obispo de Ely, lo depuso. Como en
esto hubo una flagrante injusticia, Wickliffe apeló al Papa, que posteriormente dio
sentencia en su contra por la siguiente causa: Eduardo III, que era a la sazón rey de
Inglaterra, había retirado el tributo que desde el tiempo del Rey Juan se había pagado al
Papa. El Papa amenazó; Eduardo entonces convocó un Parlamento. El Parlamento
resolvió que el Rey Juan había cometido un acto ilegal, y entregado los derechos de la
nación, y aconsejó al rey a que no se sometiera, fueran cuales fueran las consecuencias.

El clero comenzó ahora a escribir en favor del Papa, y un erudito monje publicó
un animoso y plausible tratado, que tenía muchos defensores. Wickliffe, irritado al ver
una causa tan mala tan bien defendida, se opuso al monje, y ello de forma tan magistral,
que ya no se consideraron sus argumentos como irrefutables. De inmediato perdió su
causa en Roma, y nadie abrigaba ninguna duda de que era su oposición al Papa en un
momento tan crítico la causa verdadera de que no se le hiciera justicia en Roma.

Wickliffe fue después escogido a la cátedra de teología, y ahora quedó


plenamente convencido de los errores de la Iglesia de Roma y de la vileza de sus
agentes monásticos, y decidió denunciarlos. En conferencias públicas fustigaba sus
vicios y se oponía a sus insensateces. Expuso una variedad de abusos cubiertos por las
tinieblas de la superstición. Al principio comenzó a deshacer los prejuicios del vulgo, y
siguió con lentos avances; junto a las disquisiciones metafísicas de la época mezcló
opiniones teológicas aparentemente novedosas. Las usurpaciones de la corte de Roma
eran un tema favorito suyo. Acerca de éstas se extendía con toda la agudeza de su
argumento, unidas con su razonamiento lógico. Esto pronto hizo clamar al clero, que,
por medio del arzobispo de Canterbury, le privaron de su cargo.

5.3 Siglo XVIII de la era cristiana.


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- Johnn Wesley
John Wesley nació el diecisiete de junio de 1703, en Epworth, Inglaterra, el
decimoquinto de diecinueve hijos de Charles y Suzanna Wesley. El padre de Wesley era
predicador, y la madre de Wesley era una mujer notable en cuanto a sabiduría e
inteligencia. Era una mujer de profunda piedad y crió a sus pequeños en estrecho
contacto con las historias de la Biblia, contándolas ya alrededor del hogar de la
habitación de los niños. También solía vestir a los niños con sus mejores ropas los días
en que tenían el privilegio de aprender su alfabeto como introducción a la lectura de las
Sagradas Escrituras.

En Oxford fue un líder, y durante la última parte de su estancia allí fue uno de
los fundadores del «Santo Club», una organización de estudiantes serios. Su naturaleza
religiosa se profundizó con el estudio y la experiencia, pero no fue hasta años después
de dejar la universidad y entrar bajo la influencia de los escritos de Lutero que sintió
haber entrado en las plenas riquezas del Evangelio.

Wesley trajo a pecadores al arrepentimiento en tres reinos y dos hemisferios. Fue


obispo de una diócesis sin comparación con ninguna de la Iglesia Oriental u Occidental.
¿Qué hay en el ámbito de los esfuerzos cristianos -misiones foráneas, misiones
interiores, tratados y literatura cristiana, predicación de campo, predicación itinerante,
estudios bíblicos y lo que sea que no filera intentado por John Wesley, que no fuera
abarcado por su poderosa mente mediante la ayuda de su Divino Conductor?

A él le fue concedido avivar la Iglesia de Inglaterra cuando había perdido de


vista a Cristo el Redentor, llevándola a una renovada vida cristiana. Al predicar la
justificación y renovación del alma por medio de la fe en Cristo, levantó a muchos de
las clases más humildes de la nación inglesa desde su enorme ignorancia y malos
hábitos, transformándolos en cristianos fervorosos y fieles. Sus infatigables esfuerzos se
hicieron sentir no sólo en Inglaterra, sino también en América y en la Europa
continental. No sólo se deben al Metodismo casi todo el celo existente en Inglaterra por
la verdad y vida cristiana, sino que la actividad agitada en otras partes de la Europa
Protestante podemos remontarla, indirectamente al menos, a Wesley.

Murió en 1791, después de una larga vida de incesantes labores y de


desprendido servicio. Su ferviente espíritu y cordial hermandad siguen sobreviviendo en
el cuerpo que mantiene afectuosamente su nombre. 

CAPÍTULO VI: La iglesia en el Perú y América Latina:


Reflexiones (Rev. Carlos Linares)
En 1928 José Carlos Mariátegui escribió que el ciclo de crecimiento del Protestantismo
en Latinoamérica estaba agotado. Consignaba en su libro "Siete ensayos de
interpretación de la realidad peruana", la fe protestante “no consigue penetrar en
América Latina por obra de su poder espiritual, sino de sus servicios sociales”. Pero
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desconocía que cuando escribía su libro, en nuestro continente los evangélicos se


acercaban al millón de convertidos. Los evangélicos en América Latina pertenecen a
una corriente dentro de las grandes confesiones protestantes históricas que se abrieron
paso de manera autónoma e independiente. La mayoría de estas instituciones
eclesiásticas provinieron de Europa, se organizaron o emergieron en Estados Unidos, y
llegaron a América Latina a través de la obra misionera. La fe evangélica está cerca de
cumplir dos centurias en nuestras tierras. Más precisamente es necesario escribir que, si
datamos los esfuerzos de colportores bíblicos –notoriamente la epopeya de Diego
Thomson (1788-1854)– como los primeros intentos bien organizados de propagar en
Latinoamérica la lectura de la Biblia y las enseñanzas centrales del Protestantismo (sola
fe, sola gracia, sólo Cristo y sola Biblia), entonces podemos afirmar que es en 1818, con
la llegada de Thomson a Buenos Aires, Argentina, cuando se inicia el transitar del
evangelio en América Latina.

En la segunda mitad del siglo XIX se


consolidan pequeños núcleos
protestantes en distintos países de
América Latina. Se reproducen con
muchas dificultades; sin embargo,
conforman, sobre todo en las ciudades
de las naciones más grandes,
agrupaciones que transmiten un fuerte
sentido de identidad con la población y
trayendo consigo muchísimas
conversiones para Cristo. Precisamente
uno de lo mas importante vertiente que
sobresale notoriamente en la comunidad
evangélica son los pentecostales, con los
distintos rostros evangélicos que
conviven actualmente en América
Latina, el que ha experimentado un
descomunal crecimiento son los
evangélicos pentecostales. Entre 60 y 75
por ciento de los evangélicos latinoamericanos son pentecostales. Esa realidad ha sido
puesta en una nueva perspectiva por el estudioso del Pentecostalismo Donald W.
Dayton, al considerar que: “Los evangélicos deben considerarse como un subgrupo de
los pentecostales, en vez de a la inversa”. Pero es innegable que el evangélico se ha
latinoamericanizado, por eso la población ya no lo ve ajeno ni extranjerizante sino parte
de ellos. En 1900 existían cerca de 50 mil evangélicos en toda Latinoamérica; un millón
en 1930, 5 millones 20 años después, 10 millones en 1960, 20 millones en 1970, 50
millones una década más tarde. Se calculaba que en el año 2000 los
protestantes/evangélicos rondaban los 100 millones. Hoy, empezar una nueva década
del siglo XXI, Latinoamérica y el Caribe se aproximan a los 600 millones de
pobladores, 25 por ciento de los cuales serían evangélicos, concluyó citando al
antropólogo norteamericano David Stoll, graduado por la Universidad de Michigan
(1970-1974), doctorado en antropología cultural por la Universidad de Stanford (1985-
1992).

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«América Latina es una región católica, pero no hay una razón para creer que esto
seguirá siendo así. En algún momento podría convertirse en una región evangélica. Creo
que si... Guatemala se convierte en la primera nación predominantemente evangélica en
América Latina, y estoy seguro que pronto tendrá un efecto de dominó.» Amados hnos,
hay mucho aún por hacer, pero hemos avanzado no nos detengamos hasta que
Latinoamerica y el Caribe sea tomada para Cristo y recuerde esto, "las ciudades es el
corazón de una nación si tomamos su corazón, la nación vendrá con ella."

PARTE II
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CAPÍTULO I: Aspectos generales de la escatología bíblica


1.1. Definición, etimología y extensión del término

El nombre “escatología” encuentra su base en aquellos pasajes de la Escritura que


hablan de “los últimos días” (eschatai hemerai), Isa. 2:2; Miq. 4: 1, “el último tiempo”
(eschatos ton chronon), 1 Pedro 1: 20, y “la última hora”, (eschate hora), 1 Juan 2: 18.
Es verdad que estas expresiones algunas veces se refieren a toda la dispensación del
Nuevo Testamento, pero aun así, incorporan una idea escatológica. La profecía del
Antiguo Testamento distingue sólo dos períodos, es decir, “esta época” (clam hazzeh,
en griego sion houtos), y “la edad que viene” (ollam habba, en griego aion mellon).
Puesto que los profetas explicaban la venida del Mesías y el fin del mundo como
coincidentes, los “últimos días” son los días que preceden en forma inmediata tanto a la
venida del Mesías como al fin del mundo. En ninguna parte tranzan una línea clara de
distinción entre una primera y una segunda venida del Mesías. Sin embargo en el Nuevo
Testamento se hace evidente a la perfección que la venida del Mesías es doble, y que la
Edad Mesiánica incluye dos etapas, la presente Edad Mesiánica y la futura
consumación. En consecuencia, la dispensación del Nuevo Testamento debe ser
considerada bajo dos diferentes aspectos. Si se fija la atención sobre la futura venida del
Señor, y todo lo que procede se considera como que corresponde a “esta edad”,
entonces los creyentes del Nuevo Testamento se consideran como vivientes en la época
de aquel evento importante, que es, la venida del Señor en gloria y la consumación final.
Si, por otra parte, centramos la atención sobre la primera venida de Cristo, es natural
considerar a los creyentes de esta dispensación, aunque sólo sea en principio, como los
que viven ya en la edad futura. Esta explicación de su condición no es rara en el Nuevo
Testamento. El reino de Dios ya está presente, la vida eterna está realizada en principio,
el Espíritu es las arras de la herencia celestial, y los creyentes ya están sentados con
Cristo en lugares celestiales. Pero aunque algunas de las realidades escatológicas si
proyectan de esta manera en el presente, no se realizan por completo sino hasta el
tiempo de la consumación futura, Y cuando hablamos de “escatología”, recordamos
particularmente los hechos y eventos que tienen relación con la segunda venida de
Cristo, y que marcarán el fin de la presente dispensación, introduciendo las glorias
eternas del futuro.

1.2. Teología escatológica


Temporalidad: “El ya pero todavía”
La frase le corresponde a Oscar Cullmann, teólogo francés nacido es Estrasburgo 1902,
y fallecido en 1999. A él corresponde varias obras entre las mas importantes “Cristo y
el tiempo” (1947), “La tradición” (1953) y “Cristología del Nuevo Testamento” (1959).
Además de establecer puentes entre el protestantismo y el catolicismo, buscando un
acercamiento entre todas las confesiones religiosas, para un mundo más humano y
reconciliado. Si las dos guerras mundiales era la expresión de un mundo en enemistado,
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mas aun la presencia de Cristo (hecho incuestionable) en la historia de la humanidad


debe ser la expresión de un mundo cada vez mas unido y fraterno.

La lógica de Cullmann era sencilla, pero muy costosa. Si el egoísmo y prepotencia nos
había llevado a un saldo de 50 millones de muertes, que es el costo de las dos guerras
mundiales. El amor y la misericordia del Señor, nos debe llevar a la vida de más del 900
millones de personas entre católicos, protestantes y otros grupos representativos.

Por otro lado, aunque recibe la influencia de Barth y Bulltmann, su trabajo exegético
parte desde otra perspectiva: El devenir histórico, de allí que se le ha denominado el
teólogo de la “Historia de la Salvación”. Rebate a Bulltmann en lo relacionado al mito y
su desmitologizacion, como recurso hermenéutico y metodológico para el mensaje
prístino del evangelio. Trasciende a Barth, en la esencia y naturaleza misma de la
revelación, yendo de la dialéctica: “es la palabra o contiene la palabra”, hacia una
misma línea del cumplimiento profético, la venida del Mesías prometido y el
advenimiento del Reino de Dios.

Para Cullmann el centro de la Historia, es decir el


acontecimiento fundamental que hombre ha
conocido, se encuentra en el pasado: La
encarnación del Verbo en Cristo. La iglesia, en
tal virtud es el anticipo de la manifestación plena
del Reino de Dios, su frase célebre: “el ya pero
todavía”, a formado parte del argot evangélico y
académico. El mundo por lo tanto marcha hacia
su cumplimiento final y escatológico: Su segunda
venida. Esta realidad nos lleva, a una interacción
entre futuro y presente, es decir entre fe y
esperanza, que son la parte esencial del
cristianismo.

La “Historia de la Salvación” de Cullmann ha tomado muchas ideas básicas para un


nuevo enfoque de la historia. De Barth también ha provenido el énfasis en lo
indispensable de una comprensión cristocéntrica del Nuevo Testamento y el concepto
del papel definitivo de la fe en la revelación divina. De Rudolf Bultmann, Cullmann ha
tomado los métodos exegéticos de la crítica formal en su reconstrucción de la historia
del cristianismo del Nuevo Testamento. Debido a esta relación, es muy sabio referirse a
las ideas de Cullmann como neo-ortodoxas en su orientación.

1.3. Diversas escuelas de interpretación Escatológica


a.- Escuela Preterista:
El método preterista sostiene que la literatura apocalíptica se escribió sólo para los
cristianos del primer siglo y que no tiene significado para hoy. Interpretada de esta
manera, esta literatura expresa las esperanzas de los cristianos que Dios tomará en
cuenta sus persecuciones y sufrimientos e intervendrá para librarlos de la bestia (Roma)
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y del sacerdocio pagano (el falso profeta). Quienes sostienen esta posición explican que
Cristo no regresó, el Imperio Romano no fue derrotado, el reino de Dios no fue
establecido y que no se vieron las señales (los cataclismos) que esperaban. No obstante,
se dice, que este libro tiene valor porque animó a los cristianos de entonces y así
cumplió su propósito. El punto fuerte de este método es que enfatiza la aplicación
inmediata del mensaje de la literatura apocalíptica a la iglesia.

Pero esta interpretación hace caso omiso de pasajes importantes en cuanto a la segunda
venida de Cristo. El método preterista parece ver esta literatura como si fuera sólo un
chupete para apaciguar a los cristianos sin darles una verdadera solución a su problema
o una victoria final sobre las fuerzas del mal.

b.- Escuela Histórica:


El método histórico sostiene que los diversos símbolos en la literatura apocalíptica se
refieren a diferentes movimientos y eventos históricos de Europa occidental. El punto
fuerte de este método es que enfatiza que la mano de Dios guía los eventos históricos de
este mundo hasta el regreso de Cristo.

Esto contribuye a que los cristianos de este día se sientan alentados sabiendo que todo
está bajo el control de Dios. Este método tiene varias debilidades. Primera, no propone
una forma organizada para interpretar el uso de estos símbolos. Por eso hay tantas
interpretaciones en torno a los diferentes eventos mundiales. Segunda, se enfoca sólo en
los eventos del mundo occidental dando la impresión que Dios sólo se preocupa por esa
parte del mundo. Finalmente, no tuvo ningún significado para los cristianos del primer
siglo.

c.- Escuela Idealista:


Este método no se preocupa por tratar de conocer el significado de los símbolos de la
literatura apocalíptica. Ve esta literatura como una dramatización simbólica del
conflicto cósmico entre el reino de Dios y los poderes satánicos. La bestia no representa
a un personaje en un punto determinado en la historia humana, sino la fuerza que
siempre se opone a los planes de Dios a través de las edades.

El punto fuerte de este método es que reconoce la lucha entre el poder de Dios y las
fuerzas satánicas. El punto débil es que no da lugar a la manifestación de la mano de
Dios en eventos específicos en la historia de la iglesia o del mundo en general.

Cree que la literatura apocalíptica no tuvo un mensaje para la iglesia primitiva ni tiene
ninguna profecía para el futuro de la iglesia y del mundo. Considera que la literatura es
sólo una serie de principios espirituales que ayudan a los cristianos en todas las edades.

d.- Escuela Futurista:

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El futurismo ve la literatura apocalíptica como una serie de profecías acerca de eventos


que van a acontecer en el futuro. Estas predicciones están presentadas en términos
simbólicos y tienen su aplicación en los últimos días, o sea al fin del mundo. Hay dos
formas principales en las cuales se expresa el método futurista: (1) el postmilenialismo
y (2) el premilenialismo dispensacional.

1. Postmilenialismo: Cristo vendrá después del milenio El concepto postmilenialista


sostiene que el reino de Dios se está estableciendo ahora mismo en el mundo y que
como resultado todo se irá mejorando hasta que lleguemos a la edad de oro, el milenio.
Durante el milenio todas las naciones se convertirán. Este será un período de paz
mundial. Al final del milenio Cristo regresará en forma personal y corporal.
Este método tiene algunos elementos fuertes. El énfasis en la dimensión presente del
reino de Dios y la participación del cristiano en el establecimiento del reino de Dios.
Puntos débiles: hace caso omiso de los pasajes (Le.: Mt. 24) que hablan acerca del
deterioro de las condiciones al acercarse el fin del mundo. Parece contradecir los pasajes
bíblicos que aseguran que Cristo puede regresar en cualquier hora (Mt. 24:37-44). Si
Cristo no viene hasta después del milenio, la iglesia no tiene un sentido de urgencia para
cumplir la gran comisión.

2. Premilenialismo: Cristo vendrá antes del milenio El premilenialismo afirma que


Cristo vendrá por su iglesia antes del milenio. No obstante, hay dos grupos mayores
entre los que sostienen la posición premilenaria: (1) premilenialismo dispensacional y
(2) premilenialismo histórico.

a. Premilenialismo dispensacional: Los que sostienen la posición de premilenialismo


dispensacional interpretan la historia humana desde el punto de varias dispensaciones.
Scofield asevera que hay siete dispensaciones: inocencia, conciencia, gobierno humano,
promesa, ley, gracia y reino. 16 Smith asevera que la Biblia se divide en cuatro
dispensaciones: la era de los gentiles (de Adán a Babel), la dispensación judía (de
Abraham. hasta la gran tribulación), la era de la iglesia (desde el ministerio de Jesús
hasta la venida de Cristo), y la era de Cristo (el milenio).` Las dispensaciones son
períodos en los cuales el hombre ha sido probado en cuanto a su obediencia a alguna
revelación específica de la voluntad de Dios." También se definen como períodos de
tiempo que manifiestan la perspectiva divina de la historia humana.

Algunos interpretan las siete cartas (Ap. 2, 3) como períodos sucesivos en la historia de
la iglesia.` Así, la iglesia primitiva era como Efeso y al acercarnos al fin del mundo, la
iglesia será más como Laodicea. Este método hace una distinción entre el Israel
nacional y la iglesia, y afirma que Dios tiene un plan para la salvación de Israel. Esta
distinción será tanto en la gran tribulación como en el milenio. Sostienen que Cristo
vendrá a llevar Su iglesia antes de la gran tribulación.

La venida de Cristo será en dos fases. Primera, Cristo resucitará a los cristianos que
murieron y llevará a los cristianos que estén vivos. Durante el tiempo que éstos estén
con el Señor en el cielo, acontecerá el tiempo de la gran tribulación sobre la tierra.
Segunda, Cristo regresará, derrotará a la bestia y a sus aliados y atará a Satanás por mil
años. Durante estos mil años Cristo establecerá Su reino en Jerusalén y reinará sobre la
tierra. Después, Satanás será soltado por un tiempo y encabezará una rebelión contra
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Cristo. Satanás entonces será derrotado y lanzado al lago de fuego. Los incrédulos serán
juzgados ante el gran trono blanco y lanzados al infierno. Luego habrá nuevos cielos y
nueva tierra.`

El premilenialismo dispensacional tiene varios puntos que son muy acertados. Primero,
toma en serio la dimensión futura de la profecía bíblica. Enfatiza que la mayor parte de
las profecías en la literatura apocalíptica están por cumplirse. Segundo, presenta el
cumplimiento de estas profecías en una forma muy organizada. Ve las dispensaciones
como el desarrollo del plan de Dios para la historia humana. Tercero, hace una conexión
directa entre los eventos de la historia y el cumplimiento de profecías específicas.
No ve la historia como una serie de eventos aislados sino como parte del plan divino.

b. Premilenialismo histórico. El premilenialismo histórico también enseña que Cristo


vendrá por Su iglesia antes del milenio pero este método no hace una distinción entre el
Israel nacional y la iglesia y no interpreta las siete cartas a las iglesias como siete
períodos en la historia de la iglesia. Aunque afirma juntamente con los premilenarios
dispensacionales que el propósito principal de esta doctrina es describir la consumación
del plan redentor de Dios. Se acepta un doble cumplimiento de las profecías. Este
cumplimiento es inmediato y a la vez futuro. Sostiene que Apocalipsis tuvo un mensaje
de aliento y de amonestación para la iglesia, y tendrá un mensaje para la iglesia en los
últimos días.
Este método es una combinación del método preterista y futurista. De acuerdo con la
forma en que ellos interpretan la literatura apocalíptica, la bestia es Roma (en el primer
siglo) y el anticristo que aparecerá hacia el fin del mundo. La tribulación incluye todas
las tribulaciones por las cuales ha pasado la iglesia y el evento escatológico (la gran
tribulación).

Si este método resuelve algunas preguntas, también contribuye a que surjan otras. Una
objeción es que no enfatiza que Cristo viene pronto. Otra, es que hace caso omiso de las
enseñanzas en cuanto a los judíos en la gran tribulación. La tercera objeción es que hace
poco énfasis al milenio. Algunos piensan que los que defienden este método no
enfatizan suficientemente las grandes verdades bíblicas en cuanto a la consumación de
la historia.

No hay un sólo método que conteste todas las preguntas y que sea aceptado por todos
los cristianos. En cierto sentido cada método contribuye un énfasis que debe ser
estudiado. El postmilenialismo enfatiza la dimensión presente del reino de Dios.
El idealista hace hincapié en las enseñanzas éticas del libro de Apocalipsis. El preterista
da atención al mensaje de Apocalipsis para la iglesia entonces. Y cada método deja
ciertas preguntas que deben contestarse.

El método futurista premilenial es el que hace más justicia a las enseñanzas principales
de la Biblia en cuanto a la consumación de la historia humana. Razones: toma muy en
serio las profecías acerca del futuro de la iglesia; el mensaje de la literatura apocalíptica
no fue sólo para la iglesia del primer siglo (método preterista); el método idealista no
interpreta los pasajes en la literatura apocalíptica como profecías sino como principios
para todas las edades. El método postmilenario es inaceptable porque le quitaría a la
iglesia ese sentido de urgencia en cuanto al cumplimiento de la gran comisión y
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eliminaría la posición de expectativa en torno al regreso de Jesucristo. Además, la idea


que todo mejora no armoniza con la experiencia de la historia contemporánea.

Con todo hay inquietudes en torno a este método. Pero el método futurista premilenario
es el que más facilita la comprensión de los pasajes difíciles en la literatura apocalíptica
y preserva en la iglesia una actitud expectante en cuanto a la venida del Señor. El lector
decidirá por sí mismo su validez.

1.4. Niveles bíblicos

a.- En el AT: Libros escatológicos


La escatología bíblica del AT está muy relacionada con la antropología teológica, el
hombre entendido como principio y final.

Es importante añadir que la concepción escatológica de Israel se fue elaborando poco a


poco, no ha permanecido igual durante los siglos, siendo decisiva la influencia del
helenismo, cuya escatología estaba más evolucionada. Pensemos en la idea del "hades",
el infierno griego, similar al mundo de sombras del "sheol" judío. Tampoco podemos
olvidar la filosofía de Platón, el hombre es inmortal y las almas se reencarnan
sucesivamente. Todo esto influenció en el judaísmo tardío.

El pensamiento semita maneja una concepción lineal de la historia. Los sucesos y la


intervención de Dios se hace en los acontecimientos de la historia, que están abiertos al
futuro. Yahvéh actúa de manera especial y decisiva para la salvación del pueblo de
Israel, el futuro no está escrito, se va escribiendo. Esta idea de linealidad, que también
tenemos en nuestra cultura contemporánea, contrasta con la concepción cíclica del
mundo y de la comprensión de la historia por parte de los griegos. El mundo griego
concibe un mundo cerrado y repetitivo, la historia y la intervención de los dioses está
mediatizada por la repetición futura de los acontecimientos.

Hay una separación entre una escatología


individual y colectiva. La primera está
relacionada con los casos individuales de
muerte. "Este que ha muerto, ¿a dónde va?".
Pero la concepción colectiva está también
presente como final de la historia del pueblo
Judío, incluso más que final, como un punto y
aparte, una puerta a una vida colectiva nueva.
Otra vez el carácter histórico de la experiencia
judía es importante, Dios ha intervenido en la
historia numerosas veces para salvar y redimir
a su pueblo, lo hizo en Egipto, lo vuelve hacer
con el Rey Ciro y con el fin de la deportación.
Es una salvación colectiva, de todo el pueblo, es también el castigo colectivo, para todos
se produce la deportación. Esta salvación se extiende al final de los tiempos, en un
periodo nuevo donde el pueblo de Israel es reconocido por todos como el pueblo elegido
por Dios. El Mesías, el nuevo David, lo dirige y preside, es un triunfo de Yahvé en
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favor del pueblo elegido, un acontecimiento de la historia de salvación que aún no ha


llegado.

Este "kairos" o tiempo nuevo, suponía la llegada del llamado "Reino de Dios", un reino
que significaba el triunfo de Dios, el esplendor y el reconocimiento de Israel para todos.
Sería el final de las desgracias de los hombres, de un nuevo paraíso perdido y ahora
devuelto. La visión semita es excesivamente inmanente para nosotros. Para el judaísmo,
el Reino es una fuerza política y nacional, una restauración total y absoluta, guiada por
Yahvé. Tardíamente significó además una etapa de cumplimiento de la Torá, un nuevo
periodo de la historia, distinto y glorioso. El tiempo mesiánico se iba a caracterizar, y
así lo profetizaba los libros sagrados, por un don de profecía para todos, todos hablarían
la lengua de Yahvé, todos inspirados por Él, siendo el Mesías una especie de gran
profeta, un nuevo Moisés, un único y eterno sacerdote, al estilo de Aarón y
Melquisedec, que eran las figuras que mejor simbolizaban el sacerdocio Judío.

La escatología Judía era esperanzadora, esperaba algo del futuro, sus matices incluso
podrían tener algo de apocalíptico, se espera sin conocer, y viendo la superioridad de
otros pueblos, pero el pueblo Judío anhelaba la manifestación del Reino y del Mesías.
La llegada y la acción y presencia de Cristo no podía dejar indiferentes a ninguno. De
hecho los discípulos de Juan se acercaron a Jesús para preguntarle, "¿Eres tu el Mesías o
tenemos que esperar a otro?", Mt 11, 2-5. Es un retrato de toda la sociedad ante la
persona de Cristo, es también la respuesta de Pedro en la intimidad, "Tu eres el Cristo,
el hijo de Dios vivo". Mt 16,16.

b.- En el NT: Temas escatológicos

Tiene su característica propia en el acontecimiento de Cristo, considerado como


presencia personal de Dios en la Tierra y también como anticipación de la
manifestación futura de Dios con la venida del Espíritu Santo.

Desde sus comienzos la fe cristiana consideró a la resurrección de Cristo no sólo en


relación al pasado como cumplimiento de las profecías divinas, sino también en relación
al futuro, como anticipación y garantía de la salvación venidera al final de los tiempos.
El sentido escatológico del misterio de Cristo, desde su entrada en el mundo hasta su
resurrección, adquiere así una perspectiva nueva: aparece la teología de la carta a los
Hebreos, por ejemplo, que nos da su visión de Cristo como presencia personal de Dios
en la historia (Heb 1:1-4).

Según San Pablo, Cristo se encarna en "la plenitud de los tiempos" (Gal 4,4) y presenta
todo el misterio de Dios como un mismo acontecimiento que se inicia en la encarnación
como apropiación de nuestra existencia temporal y mortal, que culmina en la cruz "y se
humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte en cruz. Por lo cual Dios se
exaltó y le otorgó el Nombre que está por encima de todo nombre" (Flp 2: 6-11), y que
llega a su plenitud con la glorificación del Señor.

San Pablo subraya también el acto de la potencia divina en su resurrección, que da lugar
a la divinización plena de la humanidad de Cristo (Col 1:9; 2:9). Cristo se hace hombre
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para que el hombre se haga Dios. Cristo nos comunica una gracia que nos la hace saber
con la cruz.

Santo Tomás concluye que la economía salvífica de Dios para el hombre se ha


cumplido. Cristo, al encarnarse, asume la naturaleza humana con todo lo que implica.
Asume el límite característico del hombre al unir lo infinito con lo finito.

En la teología cristiana hablamos de pleroma; de la encarnación del Verbo que significa


el fin del universo. Así, Cristo aparece como fin y como plenitud, porque todo resucita
con Cristo y todo llega a su fin. Por ello decimos que Cristo es Señor de la historia y
Cabeza de la Iglesia (Ef 1, 22) (Apoc 22, 12.13).

"Si alguno me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él y


haremos morada en él" (Jn 14:23).

CAPÍTULO II: Profecía escatológica en Daniel y Apocalipsis


2.1. El libro de Daniel:

a.-Aspectos generales: Contexto histórico, estructura y temas.


1. El hombre
a. Nombre: El profeta Daniel, su nombre en hebreo: Daniyye´l, que significa Dios es
juez o Dios es mi juez.
b. Hogar: Judá, luego llevado a Babilonia, vivió en la corte.
c. Oficio: Profeta del exilio que fue llevado cautivo a Babilonia, tuvo un gran cargo
en la corte del Rey Nabucodonosor, su legitimidad fue confirmada por Jesús.

2. Fecha: Daniel fue profeta del siglo VII y VI, joven sirvió a Babilonia.
3. Fondo: Daniel estuvo en el primer grupo de cautivos llevados a Babilonia y
llegó a ocupar un cargo prominente en el palacio del Rey. Como parte del primer
grupo de deportados a Babilonia, Daniel recibe educación y entrenamiento para estar
al servicio del gobierno gentil. Este devoto adolescente judío crece en la corte de
Nabucodonosor, donde continúa exhortando a que tanto judíos como gentiles confíen
en Dios. En contraste con la mayoría de los personajes bíblicos, Daniel se distingue
porque no se ha escrito nada negativo sobre él.
4. El Libro:
a. Porfirio, un incrédulo del tercer siglo DC., propuso que el libro era falsificación
del período del sublevamiento macabeo 168 - 164 AC., pero el punto de vista
tradicional es que el libro es documento histórico verídico y que viene de los días
de Daniel.

b. El tiempo en que fue escrito: 606 - 534 AC. Abarca 60 a 70 años. (En el período
inicial de cautividad en Babilonia, Daniel profetiza durante los reinados de
Nabucodonosor, que lo hizo cautivo; Belsasar; Darío de Media y Ciro) El lugar
fue Babilonia. Desde 2: 4 hasta el 7: 28, se escribió en arameo o caldeo, lo demás
se escribió en hebreo. Una gran parte de Daniel fue compuesto en lengua aramea,
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a diferencia de los otros libros del Antiguo Testamento, que se escribieron en


hebreo.
5. El Mensaje:
a. El tema básico de esta obra es la predominante soberanía del único y verdadero
Dios, que condena y destruye a los rebeldes poderes humanos y libera fielmente a
su pueblo del pacto, de acuerdo con su fe en El.
b. Sus profecías hablan de las grandes potencias mundiales que marcan y son claves
en los acontecimientos y la revelación de Dios. Habla en sus símbolos de
Babilonia, Media-Persia, Grecia y un cuarto reino no identificado que la
interpretación de muchos indica que es Roma, esto desde la perspectiva de la
interpretación cristiana mas conservadora.

c. Su escrito es realmente apocalíptico, narra acontecimientos que se enlazan con


profecías sobre los tiempos finales propio del estilo escatológico, predice la
venida del Mesías, el reino mesiánico y el triunfo final de ese reino.

b.- Profecía a las Naciones

b.1. La visión de las cuatro bestias


El capitulo 7 de Daniel comienza la sección apocalíptica de esta profecía.
Este capítulo presenta el poder de los cuatro imperios gentiles en la forma de cuatro
bestias, culminando con la destrucción de dicho poder en la persona del cuerno pequeño
que va aparecer en los días finales de la edad presente. El final de este capitulo muestra
el triunfo de Dios sobre las fuerzas del mal. El segundo advenimiento de Jesucristo a la
tierra da inicio a la era de paz, justicia y gloria como el mundo jamás ha experimentado.
El contenido del capitulo 7 es paralelo al capitulo 2. El capitulo dos presenta una
panorámica desde la perspectiva del hombre, mientras que el capitulo 7 presenta una
perspectiva divina del mismo tema.

El sueño del capitulo 2 no fue visto por un hombre de Dios, sino por un rey pagano, por
lo que llamaría la atención al monarca y que podía ser fácil de explicar a su intelecto. La
visión fue vista por un sirvo de Dios, y por lo tanto, fácilmente explicable a su intelecto.
El primero presenta la historia de las naciones en su aspecto externo (majestuosidad y
esplendidez), el segundo en su aspecto espiritual interior, (fieras salvajes), esto se puede
elaborar de la siguiente manera: el primero es una perspectiva de la historia de las
naciones como las ve el hombre, y la segunda es la manera como la ve Dios.
 
En el primer año del Beltsasar rey de Babilonia tuvo Daniel un sueño, y visiones de su
cabeza mientras estaba en su lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del
asunto. Daniel dijo: miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que los cuatro vientos
del cielo combatían en el gran mar. Y cuatro bestias grandes, diferentes la una de la
otra, subían del mar. Daniel 7:1-3.
 
1. El viento.

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Por medio de la Biblia entendemos, que el viento es símbolo del poder y de la


soberanía de Dios. A menudo representa a Dios obrando en los acontecimientos de
la historia humana.
 
Y se acordó Dios de Noe, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban
con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y desminuyeron las
aguas. Génesis 8:1.
Dios protegió del diluvio a Noe, a su familia y a los animales mientras el resto del
mundo era destruido. Dios hizo entonces que soplase un viento para que las aguas
del diluvio se retiraran. Este viento representa el mover de Dios.
 
Y extendió Moisés la vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental
sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento
oriental trajo la langosta… Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová.
Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó
en el Mar Rojo; ninguna langosta quedó en el país de Egipto. Éxodo 10:13,18-19
Podemos ver que Dios usó el viento para conseguir un propósito específico. Fue una
demostración tangible de su poder y soberanía en los acontecimientos de los pueblos
y las naciones.
 
2. El mar.
El segundo símbolo en la visión de Daniel representa a la humanidad. En Isaías
17:12-13 leemos: ¡Ay! multitud de muchos pueblos que hará ruido como estruendo
del mar, y murmullo de naciones que harán alboroto como bramido de muchas
aguas. Los pueblos harán estrépito como ruido de muchas aguas; pero Dios los
reprenderá, y huirán lejos; serán ahuyentados como el tamo de los montes delante
del viento, y como el polvo delante del torbellino. Si observamos en estos versículos
se usan ambos símbolos. Las naciones son representadas mediante el mar, y la
actividad de Dios es representada mediante el viento.
 
3. Las cuatro bestias.
Las bestias en la visión de Daniel hablan del surgimiento de cuatro imperios
mundiales. Cuando se reúnen todos estos símbolos se obtiene un entendimiento
preliminar del sueño de Daniel: Dios se mueve (el viento) en los acontecimientos de
la humanidad (el mar) para surgir cuatro reinos distintos (cuatro bestias). Las cuatro
bestias son cuatro reinos representados como un león, un oso, un leopardo y una
bestia que no se parecía a ningún ser que Daniel conociera.

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a. El león  (Imperio Babilónico).
La primera era como león y tenia alas como de águila. Yo estaba mirando hasta que
sus alas fueron arrancadas, y fue levantada del suelo y se puso enhieste sobre sus
pies a manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre. Daniel 7:4
 
b. El oso (Imperio Medo-Persa).
Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual se alzaba de un costado
más que del otro, y tenía en su boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así:
levántate y devora mucha carne. Daniel 7:5
 
c. El leopardo (Imperio Griego).
Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de
ave en sus espaldas; tenia también esta cuatro cabezas; y le fue dado dominio.
Daniel 7:6
 
d. La bestia innominada (Imperio Romano).
Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia,
espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenia unos dientes grandes de
hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy
diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenia diez cuernos. Daniel 7:7-8
 
Las descripciones de estos reinos son similares a las descripciones del sueño de
Nabucodonosor que se encuentra en Daniel 2. En estas dos visiones generales de la
historia, la mayor atención la recibe el último imperio: el Imperio Romano.
 
4.- El cuarto imperio. 
Los detalles de la cuarta bestia son difíciles de interpretar.
Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan
diferente de todas las otras, espantosa en gran manera , que tenia dientes de hierro y
uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies; así
mismo acerca de los diez cuernos que tenia en su cabeza, y del otro que le había
salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenia ojos, y boca que
hablaba grandes cosas, y parecía mas grande que sus compañeros. Y veía yo que
este cuerno hacia guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano
de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos
recibieron el reino. Daniel 7:19-22
 
Este es un extraño animal que inicialmente impone su dominio sobre todo el mundo.
De esta bestia surgen diez cuernos, y luego surge un undécimo cuerno que se
impone sobre tres de ellos (Daniel 7:24), también se opone a los santos y los
persigue. Entonces el Anciano de días pronuncia sentencia a favor de los santos.
El significado de todo esto, tal como lo da Daniel, puede comprenderse como una
serie de etapas. Daniel 7:23-27
 
1. La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos
los reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará. Daniel 7:23

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Esta es la etapa inicial del Imperio Romano. Después del derrumbamiento uno por
uno de los imperios Babilónico, Medo-Persa y Griego, vendrá otro poder mundial.
Este poder se expandirá por todo el mundo civilizado conocido hasta que lo tenga
todo bajo su control.
 
2. Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes. Daniel
7:24
Aparentemente hay una fase inicial del dominio del mundo por parte del Imperio
Romano. Los diez cuernos, representan a diez reyes, se puede decir que son una
segunda fase del Imperio Romano. Esta segunda fase implicaría una coalición de
naciones o países política o económica. Esta coalición de países se compone de diez
que se encontraran dentro de los límites del Imperio Romano original.
 
3. Y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres
reyes derribará. Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo
quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su
mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo. Daniel 7:24-25
Este rey es representado por el undécimo cuerno, y en base de la descripción de
Daniel, creo que es una referencia al surgimiento del anticristo.
 
4. Hablará palabras contra el Altísimo.
La idea de esta frase es que esta persona intentará elevarse a la posición de Dios. No
solo se opondrá a Dios, sino que intentará llegar a ser Dios. Esto es lo que la Biblia
predice acerca del surgimiento del anticristo.
 
Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá (aquel día) sin que antes
venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual
se opone y se levanta a todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se
sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. 2 Tesalonicenses
2:3-4
 
1.      Oprimirá a los santos de Dios
El verbo que se usa en esta frase significa “desgastar”, hostigar, perseguir.
 
2.      Pensará en cambiar los tiempos y la ley.
Esta declaración se refiere al cambio de las leyes naturales, civiles y morales. Es
interesante observar que el Nuevo Testamento llama al anticristo “hombre de
pecado” (2 Tesalonicenses 2:3).
 
3.      Los santos serán entregados en sus manos.
Esta persecución durará “tiempo, y tiempos, y medio tiempo” (Daniel 7:25).
“Cuanto tiempo durará esto” la misma frase se emplea en Daniel 12:7 y se explica
posteriormente en el versículo 11; “habrá 1290 días”. Esos tiempos son tres años y
medio. Muchos intérpretes creen que “tiempo” equivale a un año. “tiempos”
equivale a dos o mas años. Aceptando “tiempos” como dos años, “tiempo, tiempos,
y medio tiempo”, serian tres años y medio.
 

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Daniel dice: “Quería saber algo mas acerca de este ultimo imperio mundial”. Aquí
tenemos el escenario.
Con poder, fuerza y energía. Roma conquistará el mundo. De aquel imperio surgirá
una coalición de diez reinos separados. Cuando esto suceda, surgirá un undécimo
rey que forjará una alianza con tres reinos, de lo que finalmente llegará a un dominio
mundial. Cuando llegue al dominio mundial, el rey emprenderá varias acciones.
Primero, se proclamará como Dios. Segundo, hostigará a los santos. Tercero,
intentará cambiar las leyes. Cuarto, el pueblo de Israel le será entregado para que
sean hostigados y perseguidos durante un periodo específico de tiempo: tres años y
medio.
 

b.3. Las setenta semanas (Por: José Grau)


«Yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al
profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta
anos» (Dan. 9:1, 2).
Por el estudio de Jeremías, Daniel sabe que el periodo del exilio durará 70 años. Se
vuelve entonces al Señor en súplica intercesoria por el pecado del pueblo entre el que él
mismo se incluye (vers. 4-14), y apela a la gracia y al perdón divinos (vers. 15-19).

Mientras ora, acude Gabriel para darle sabiduría y entendimiento (vers. 20-23): «Al
principio de tus ruegos fue dada la orden y yo he venido para enseñártela», dice el
ángel. ¿A qué principio de ruegos se refiere? Los versículos 1 y 2 muestran claramente
la preocupación de Daniel por la asolación de Jerusalén y su término. Luego de haber
leído las profecías de Jeremías (25:12; 29:9, 10), ora con la carga del pueblo en su
corazón: confiesa los pecados de Israel y suplica misericordia. Daniel inquiere, pues, el
destino de su pueblo.

Las setenta semanas (vv. 24-27):


El tema general que se le revela —las setenta semanas decretadas por Dios— se nos
introduce ya en el versículo 24, y los detalles se desarrollan en los tres versículos
siguientes.

Una primera observación: el original hebreo no dice «semanas», sino «sietes» (líter.;
«Setenta sietes están determinados sobre tu pueblo»). Los sietes representan períodos de
tiempo divididos en fracciones de siete. Y durante este tiempo Dios realizará la
redención mesiánica.

«Setenta sietes están determinados...» ¿Por quién? Por Dios, obviamente. «... sobre tu
pueblo y sobre la santa ciudad» (Jerusalén). Daniel, preocupado por su pueblo, recibe
contestación a dicha inquietud. La revelación tiene que ver con la suplica. El tiempo del
exilio tocaba ya a su fin. ¿Qué le esperaba luego al pueblo de Dios? En respuesta se le
dice que en medio de su pueblo y en la santa ciudad serán hechas cosas gloriosas.
Cumplidos los 70 anos del exilio profetizados por Jeremías, se abre una época de 70
sietes, en la que Dios llevará a cabo sus propósitos con seis consecuencias como
resultado:
3 consecuencias negativas: 3 consecuencias positivas:
1) acabar con la prevaricación 1) traer la justicia de los siglos;
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2) concluir con el pecado; 2) sellar la visión y la profecía;


3) expiar la iniquidad. 3) ungir al Santo de los santos

A) Acabar con la prevaricación. Una prevaricación es una transgresión evidente y


manifiesta, a la faz de todo el mundo. Por esta prevaricación tuvieron que sufrir el
exilio. Pero este exilio está llegando al final. Dios quiere terminar con la prevaricación y
con sus resultados.
En su oración, Daniel confesó esta prevaricación (vers. 12). Ahora se le dice que las
consecuencias de la misma tocan a su fin. Esta es la voluntad de Dios.

B) Poner fin al pecado, y C) expiar la iniquidad. Dios odia el pecado, pero ama al
pecador. ¿Cómo poner fin al primero sin destruir al segundo? La justicia de Dios no
puede ser pasada por alto, pero ahora esta justicia se ha puesto de manifiesto sin
menoscabo del amor (es el tema de Romanos). El lenguaje indica claramente que se
requiere un sacrificio expiatorio, sobre cuya base podrá ser perdonada la iniquidad, es
decir: se pondrá término al pecado.

Las setenta semanas en detalle:


En Daniel 9:25-27 se nos dan los detalles del periodo de las setenta semanas. Leemos en
el versículo 25; «... sepas, pues, y entiendas...». A Daniel se le insta a que ponga
atención y se Esfuerce por entender los detalles; «... desde la salida de la Palabra (de la
orden) para restaurar y edificar a Jerusalén (es decir, desde el final del exilio) hasta el
Mesías Príncipe (el Ungido del versiculo 24).»

Esto halló cumplimiento en el primer año del reinado de Ciro, por su decreto liberador
promulgado en 538 a.C. y que permitió regresar a Jerusalén a los judíos. El punto de
partida del cómputo es la fecha de la orden imperial (Esd. 3:1-3), que tenia como
propósito la restauración de la ciudad y del templo de Jerusalén a su primitiva
condición.

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Luego «habrá 7 semanas y 62 semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en


tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al
Mesías, mas no por si; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el
santuario..., y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones (o desastres).

Y por otra — 1 — semana confirmará el Pacto con muchos; a la mitad de la semana


hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones
vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se
derrame sobre el desolador» (vers. 25-27). Total .... 70 semanas (o sietes).

Las 7 semanas (o sietes) constituyen el periodo entre el primer retorno de los judíos del
exilio, bajo Zorobabel, según relatos de Esdras y de Nehemias. y la culminación de las
obras de estos siervos de Dios, cuando Jerusalén fue reedificada «en tiempos
angustiosos».
Las 62 semanas (o sietes) abarcan el tiempo que media entre esta época y la primera
venida de Cristo. Por lo que se refiere al versículo 25, hay unanimidad de opiniones;
Scofield y Young, dispensacionalistas y no dispensaciona-listas, todos concuerdan,
excepto los modernistas, en que estas predicciones se cumplieron con el advenimiento y
la manifestación de Jesucristo. La discusión surge cuando llegamos a los versículos 26 y
27.

Según Young, el versículo 26 trata de lo que tendrá lugar después de las sesenta y dos
semanas, que es el tiempo que va desde la restauración de Jerusalén hasta la muerte del
Mesías. Se mencionan dos eventos: a) se quitará la vida al Mesías: y b) el pueblo de un
príncipe destruirá la ciudad; pero sin precisar si acontecerán inmediatamente después, o
pasado cierto tiempo en el transcurso de la semana septuagésima.

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Ateniéndonos a la exégesis simplemente, los dos eventos son fácilmente interpretables:


a) se quitará la vida al Mesías, mas no por sí (versículo 26). Se trata del «Ungido»
(hebreo «Mesias»), que aparece ya en los versículos 24 («ungir al Santo de los santos»)
y 25 («el Mesías Príncipe»), y constituye una clara referencia a la crucifixión de Cristo.

b) el pueblo de un príncipe destruirá la ciudad. Una no menos clara profecía sobre la


destrucción de Jerusalén por las tropas de Tito en el ano 70 de nuestra era.

Scofield ve, a partir de aquí (última frase del vers. 26): «y hasta el fin de la guerra
durarán las devastaciones [o desastres]»), un periodo no determinado, que —afirma—
«ha durado ya casi 2.000 años». Es el célebre paréntesis que caracteriza a la doctrina
dispensacíonal y que inserta a la Iglesia y los misterios del Reino de los cielos, en
oposición al Reino de Dios (para judíos), «Cuándo llegará a su fin la edad de la Iglesia y
cuándo comenzará la semana septuagésima, no se revela en ninguna parte de la
Escritura. El versículo 27 trata de la última semana.» A partir de aquí todo hay que
referirlo a la última semana, interpretada en términos de final de los tiempos, después
que la Iglesia haya sido arrebatada. «Entre la semana sesenta y nueve, después de la
cual se le dio muerte al Mesías,10 y la semana setenta, en la cual el "cuerno pequeño"
de Daniel 7 efectuará su carrera espantosa, interviene la presente era de la Iglesia. El
versículo 27 trata de los últimos tres años y medio de los siete que forman la semana
setenta y que son idénticos con la gran tribulación, y el tiempo de angustia y la hora de
la prueba (Apoc. 3:10).»11 Así que, según los dispensacionalistas, sólo hasta este
versículo trata el Apocalipsis de cosas que conciernen a la Iglesia; el resto del libro
pertenece al tiempo del fin; es el salto que hay que dar para dejar sitio al paréntesis
dispensacional.

Contrariamente a lo que imaginan algunos, la controversia dispensacional versa sobre


este paréntesis de la Iglesia más que sobre ningún otro punto. Ni siquiera el milenio es
lo más característico de la escuela dispensacional. Hay premileniales que no son
dispensacionalistas; casi siempre por la cuestión de la Iglesia. Como los hay que no son
pretribulacionistas. Es decir, que no aceptan que la tribulación afecte sólo a los judíos,
sino a todo el pueblo de Dios. La doctrina dispensacional tiene consecuencias que
afectan a un buen número de cuestiones, pues entraña una concepción propia de la
Iglesia como «paréntesis», que es impugnada por las demás escuelas de interpretación, e
incluye dos venidas de Cristo al final de los tiempos (la segunda venida para buscar a
los santos, y la tercera con sus santos), en vez de una sola y única segunda venida.

2.2. Libro de Apocalipsis: Aspectos Generales.


a.- Juan y su época
El libro del Apocalipsis o Apocalipsis de Juan (griego: Ἀποκάλυψις
Ιωάννου [apokálypsis Iōannou], 'revelación a Juan' )? es el último libro del Nuevo
Testamento. También es conocido como Apocalipsis de Jesucristo por el título que al
principio se da a sí mismo (Αποκάλυψις ῾Ιησοῦ Χριστοῦ,...), y en algunos círculos
protestantes simplemente como Revelación. Por su género literario, es considerado por
la mayoría de los eruditos el único libro del Nuevo Testamento de carácter
exclusivamente profético
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[]

El Apocalipsis quizás sea el escrito más rico en símbolos de toda la Biblia. La cantidad
de símbolos, eventos y procesos complica la tarea de interpretar la totalidad de la
revelación y como tal, ha sido objeto de numerosas investigaciones, interpretaciones y
debate a lo largo de la historia.

El autor se identifica a sí mismo dentro del libro como Juan, discípulo de Jesucristo y en
condición de desterrado en la isla de Patmos (en el mar Egeo) por ser testigo de Jesús.

La coincidencia de este nombre con el de Juan el Evangelista y el autor de otros escritos


del Nuevo Testamento (NT) es en gran parte la razón por la cual se atribuye el libro de
manera tradicional al apóstol San Juan (a quien se le atribuyen también el cuarto
Evangelio y tres cartas: 1 Juan, 2 Juan y 3 Juan).

Sin embargo en el Apocalipsis, el autor sólo menciona su nombre, sin identificarse


nunca con el mismo apóstol Juan de los Evangelios, o que se trate siquiera del mismo
autor de los otros escritos atribuidos al apóstol.

De cualquier manera, las investigaciones modernas suelen agrupar los escritos


atribuidos a Juan y algunas llegan a afirmar que pertenecen a una comunidad
denominada "juanina". Esta postura no indicaría necesariamente la autoría directa del
apóstol Juan, pero sí que una comunidad ya sea fundada por él, o fuertemente
influenciada por él, sería la que generaría estos documentos (Hahn, 2001). Así, aunque
Juan no hubiera escrito de puño y letra el Apocalipsis, sería como si lo hubiera hecho a
través de esta comunidad.

Además, asignar como autor de las obras a un personaje de renombre es común en la


tradición de la literatura apocalíptica, no para darle un crédito extra pero falso a la obra,
sino porque de hecho el autor verdadero se identifica plenamente con el personaje que
se marca como autor de la obra.

b. Análisis del libro


La lectura del libro del Apocalipsis se puede hacer en varios planos (literal, simbólico,
por su género literario, con el contexto histórico en que fue escrito, por el mensaje de
fondo del que habla, etc.) Es necesario comprender todos estos niveles para entender el
libro del Apocalipsis y para evitar interpretarlo solamente desde la perspectiva
simbólica y catastrófica, asociada al fin de nuestra era o del mundo. Veamos los
siguientes niveles: []

 Una lectura literal del libro puede dejar distintas impresiones en el lector, pero
es importante no quedarse solamente en este nivel, sino profundizar más para
una mejor comprensión. Actualmente hay un enfoque hacia la interpretación de
un tema y la metodología que hizo posible dicho texto interpretativo, dicho
enfoque implica que cuando un comentarista expone sobre la revelación de Juan,
tiene que exponer el criterio y la metodología usada.
 El nivel de género literario es muy importante, pues permite ubicar al
Apocalipsis dentro del contexto de otros libros (bíblicos y no bíblicos) que con
una estructura o simbología similar puedan dar luz para entender lo que el autor
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del libro en realidad haya querido decir al escribirlo. El Apocalipsis de Juan


pertenece de hecho al género Apocalíptico, aunque presenta algunas
características que lo diferencian del resto de la literatura apocalíptica.[]
 El nivel histórico permite también ubicar la época del autor, junto con las crisis
y sucesos que podrían haber influido en la escritura tanto del libro en general,
como de ciertos pasajes particulares.
 A nivel simbólico es posible entender también lo que para el autor representarían
los numerosos símbolos que aparecen en el libro.
 Es importante no olvidar que, en último término, el libro es un escrito cristiano,
y que como tal, lleva implícito el mensaje que se encuentra en los Evangelios,
centrado en la figura de Jesucristo.[5]

Igualmente, se pueden incluir análisis que contemplen la estructura desde el punto de


vista del idioma en que fue escrito el libro (griego).

c. Escuelas de interpretativas del Apocalipsis.


Básicamente existen cuatro escuelas interpretativas del contenido del Apocalipsis, a
saber:

 Preterista. Subraya el cumplimiento de las profecías del Apocalipsis durante el


siglo I.[ Tiende a identificar a los personajes del libro con personajes históricos
de la época del siglo I.
 Idealista. Ve al Apocalipsis como una alegoría del combate espiritual entre el
bien y el mal que debe tener todo fiel.
 Futurista. Conlleva la identificación de los personajes del Apocalipsis con
distintos personajes que han surgido a lo largo de la historia humana, como la
identificación de las Bestias del Apocalipsis con Napoleón Bonaparte, Hitler o
Stalin, etc.
 Historicista. Sostiene que el Apocalipsis expone el plan maestro de Dios para la
historia, de principio a fin, incluyendo la historia particular de la Iglesia.[

Desde esta misma perspectiva el mensaje de todo el libro del Apocalipsis puede
actualizarse a la época de cualquier creyente cristiano, o más bien de cualquier
comunidad de creyentes cristianos (pues todas las citas del libro están siempre dirigidas
a un grupo de gente, no a alguien aislado). Y así desde la perspectiva preterista, la
Babilonia que podría haber representado para el autor la Roma perdida, una ciudad
dominadora, consumista, pagana, podría representar hoy en día un sin número de
situaciones particulares similares, pero teniendo cuidado de discernir adecuadamente
cuáles son esas situaciones y de no llevar la interpretación al extremo de la
identificación (es decir, en una especie de perspectiva futurista pero sin rayar en la
identificación, evitando pensar que el Apocalipsis hubiera sido escrito explícitamente
para "predecir" los hechos de alguna época y nada más). Por eso dentro del Apocalipsis
el libro de los siete sellos no lo interpreta, ni lo puede interpretar o siquiera abrir,
cualquiera, sólo el Cordero (Ap 5:1-8), como diciéndole a la comunidad, que siempre el
Cordero debe ser su criterio de discernimiento.

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Además, se pueden reconocer muchas otras escuelas de interpretación del Apocalipsis,


como la visión esotérica y la propia de Iglesias como la Católica, la Ortodoxa oriental,
la Anglicana o la Mormona.

d.- Niveles interpretativos.


- Números y Colores
Entre los numerosos símbolos presentes en todo el libro, dos características destacan:
los "números" y los "colores". Muchos de los significados de estos símbolos son, de
hecho, propios de la literatura apocalíptica, no solamente de este libro.

- Números
El significado de los números se daría en función del sentido que los cristianos de la
época del siglo I les darían, y que estarían directamente influenciados por los
significados que los judíos le darían a muchos de esos números:

 Uno. Normalmente se usa para referirse a Dios. (p.ej. Ap 4:2)


 Un medio, tres y medio. Parece ser que estos números están directamente
heredados del libro de Daniel; representan un tiempo limitado y restringido, que
no llegaría a ser uno (que significa la plenitud de Dios) o cuatro (que significa la
plenitud del universo), incluso por ser la mitad de siete (la perfección). El tres y
medio se ve reflejado también en la frase un tiempo, tiempos y medio tiempo.
Esta división en tres partes también se podría basar en una interpretación de la
profecía de las setenta semanas de Daniel, con una división semejante en tres
partes: 49 años + 434 años + 7 años, a partir de uno de los decretos dados por
los reyes persas para que los judíos salieran de la cautividad babilónica, de los
cuales los más famosos fueron el de Ciro el Grande en el 538 aC y el de
Artajerjes I Longímano en el 458 aC, (2Cr 36:22-23), (Esdras 7:7), (Dn 9:24-
27). Así mismo, los mil doscientos sesenta días mencionados en el libro, así
como los cuarenta y dos meses, son equivalentes a tres años y medio. (p.ej. Ap
8:1;11:2-3,9,11;12:6,14)
 Cuatro. Se puede referir a todo el Universo, o Creación (por los cuatro puntos
cardinales), e igualmente se aplica a los cuatro Vivientes que se encuentran con
Dios al inicio de la visión, y que muchos identifican con los cuatro evangelistas
(aunque esto último no necesariamente es cierto [10] ). Sin embargo, con base en
el simbolismo de toda la Creación, los cuatro vivientes que están con Dios
podrían representar más bien el dominio que tiene Dios sobre toda la Creación y
la relación que ésta tiene con su Creador. (p.ej. Ap 4:6-8;7:1;20:8)
 Seis. En algunos contextos denota imperfección, pues le falta uno para llegar a la
cifra perfecta (ver símbolo siguiente) (p.ej. Ap 13:18). Por otro lado también,
cada uno de los cuatro Vivientes que están junto al trono de Dios tienen seis alas
(Ap 4:8).
 Siete. Para los judíos, el número siete (en hebreo, Sheba) denota la perfección. []
Este número está presente en muchos libros del AT y del NT, siempre con el
mismo significado.[] (p.ej. Ap 1:4,12,16;4:5 y los septenarios)
 Doce. Representa en primer lugar a las doce tribus de Israel, y por extensión al
pueblo de Dios. De forma cristiana entonces, este número representa a los
cristianos (que según su interpretación son el nuevo pueblo de Dios), en

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particular representados por el número de los apóstoles (p.ej. Ap


12:1;21:12,14,20,21). Otros números directamente influenciados por el doce son
el veinticuatro (24 = 12 x 2), el cuarenta y ocho (48 = 12 x 4) y el ciento
cuarenta y cuatro (144 = 12 x 12). (p.ej. Ap 4:4,10;5:8;7:4-8;11:16;19:4)
 Mil. Este número no representaría la cantidad exacta de 1000, sino la idea
general de un gran número (por ejemplo, los mil años de encierro del Dragón
antes de que se vuelva a levantar y sea vencido para siempre (Ap 20), no
representarían un período de exactamente mil años sino solamente la idea
general de mucho tiempo). (p.ej. Ap 5:11;7:4-8;20:2-7)

Igualmente, muchos otros números aparecen en el libro, que siguiendo la interpretación


de la literatura apocalíptica, tienen también un significado simbólico. El tres por
ejemplo puede representar a Dios, y aunque para los judíos de por sí el número tres ya
es representativo de la divinidad, desde el punto de vista cristiano también lo hace
tomando en cuenta la Trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por otro lado en el
Apocalipsis, el tres aparece como una fracción, en vez de como el número entero (una
tercera parte, un tercio, indicando también que ni es el Uno pleno de Dios, ni el Cuatro
pleno de la Creación, y que dos tercios no se ven afectados por lo que la tercera parte sí
lo es). Aparecen también otros números como el dos, el diez, entre otros.

- Colores
Los colores también juegan un papel importante y tendrían un significado propio:
 Blanco. Pureza, victoria. (p.ej. Ap 1:14;4:4;19:14;20:11)
 Negro. Desgracia, miseria. (p.ej. Ap 6:5,12)
 Rojo. Violencia. (p.ej. Ap 6:4;9:17;12:3)
 Verde o Amarillo. Muerte. (p.ej. Ap 6:8)
 Púrpura. Desenfreno. (p.ej. Ap 17:4;18:12,16)
 Escarlata. Desenfreno. (p.ej. Ap 17:3-4;18:12,16)

-Los septenarios
El libro del Apocalipsis contiene series del número 7 a lo largo de todo su contendio.
Las más notorias se encuentran por la relación que guardan entre sí los tres septenarios
de sellos, trompetas y copas.

El septenario de los sellos (Ap 4-8:2) se da conforme el Cordero va abriendo uno a uno
los sellos de un libro que nadie podía abrir excepto él. [] Antes de romper los sellos la
visión se encuentra en el cielo, con las teofanías de Dios y el Cordero y la alegría que
causa que éste sea capaz de abrir el libro. Los primeros cuatro sellos originan a los
jinetes del Apocalipsis. Los sellos 5 y 6 originan cataclismos. Después del sexto sello se
da una visión de esperanza (los 144.000) y con el séptimo sello comienza el siguiente
septenario: las trompetas, y con ellas en realidad todo el resto del libro que concluye con
la visión final de la Nueva Jerusalén.

El septenario de las trompetas (Ap 8-11) comienza con una visión celeste de
esperanza (básicamente los mismos 144.000 que vienen antes del séptimo sello que
coincide con la primer trompeta), después se tocan las trompetas, acompañadas de
cataclismos. Luego de la sexta trompeta, viene una visión de esperanza (el ángel y el
librito, los dos testigos). Al tocarse la séptima trompeta, hay un cántico de victoria.
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El septenario de las copas (Ap 15-22) aparece un poco después. De nuevo, comienza
con una visión celeste de esperanza (los Vencedores). Después las copas se derraman,
acompañadas de cataclismos. Luego de la sexta copa, aunque sumergido en un ambiente
de derrota, viene una promesa de esperanza. La conclusión de este septenario, luego de
derramar la séptima copa comienza con la presentación de la Prostituta de Babilonia,
pero nótese que inmediatamente comienza su declive, e in crescendo desemboca hasta
la visión gloriosa del final del libro.

Así pues, los tres septenarios más importantes del Apocalipsis tienen aproximadamente
la misma estructura: una visión celeste que es preludio de la esperanza, una serie de
cataclismos terrestres, luego del sexto símbolo hay un interludio de esperanza y al
finalizar el séptimo símbolo hay un triunfo total de salvación.

Otros septenarios del libro, algunos un tanto velados, se encuentran en las iglesias a las
que se dirige el autor (7, Ap 1:4), que son las mismas a las que se dirigen las cartas a
las Iglesias de los capítulos 2 y 3; en las bienaventuranzas mencionadas (7, Ap
1:3;14:13;16:15;19:9;20:6;22:7;22:14); en las aclamaciones litúrgicas a Cristo (7, Ap
1:4-7;5:9-10;5:12;5:13;7:10;11:15;19:6-7); en los espíritus que están ante el trono de
Jesucristo (7, Ap 1:4), etc.

En este contexto, también se puede analizar la estructura del Apocalipsis de acuerdo a


septenarios.

- Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis (Apo.6:1-8)


La imagen de caballos viene desde el libro de Zacarias, en donde se establece que son
enviados por Dios. Montando cada uno un caballo con un color característico, estos
jinetes llevan plagas a toda la humanidad (recordando que el número 4 representa a toda
la Creación, por lo que las plagas se extenderían entonces por toda la Tierra).
Recordando el significado de los colores, la interpretación más común de lo que cada
jinete representa sería la siguiente (Prévost 2001: 38; Vanni, 1982: 53-54):

 Caballo rojo, representa la guerra.


 Caballo negro, representa la hambruna, la pobreza.
 Caballo verde o amarillo, representa la muerte o la enfermedad.
 Caballo blanco, representa para algunos la muerte, por el hecho de que vence
siempre, pero para otros, por el color, por el hecho de que porta una corona [16] y
por el hecho de que los cristianos no creen que la muerte sea invencible,
representaría más bien a Cristo (o a un jinete en su representación), haciendo
referencia también a Ap 19:11-21, donde vuelve a aparecer el caballo blanco,
con Cristo
montándolo.

- Los 144.000
(Apo.7:4-8)
Hay que notar primero que
144.000 = 12 x 12 x 1000, es
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decir, recordando el significado de los números, una gran cantidad (1000), multiplicada
por la totalidad (al cuadrado, es decir, todavía más grande) del pueblo de Dios.

Esta cifra puede interpretarse literalmente a partir del libro del Apocalipsis como el
número de las personas que quedarían salvadas al final, pero leyendo más adelante, se
puede leer lo siguiente: ...vi luego también una multitud que nadie podía contar, de toda
nación, raza y lengua... (Ap 7:9-17), lo que se puede interpretar también como el hecho
de que el número 144.000 no sería exacto ni literal, sino solamente representativo.

El total de 144.000 se da por la suma de doce mil miembros de cada tribu del pueblo de
Israel. Según Prévost (2001: 105-106) existe una curiosidad en este listado de las tribus,
que no aparece en cualquier otro listado de las tribus de Israel en toda la Biblia. En
primer lugar aparece la tribu de Judá, como sería lógico para quien tiene claro de donde
viene el Mesías según las profecías del AT. Después viene la tribu de Rubén, que siendo
hermano mayor de Judá no prevaleció. Por otra parte no aparece la tribu de Daniel [] que
en otros listados sí aparece, y sí aparece la de Manasés, que en otros listados no aparece.
Y después, la parte más extraña, si se recuerda que las tribus de Israel están asociadas a
los 12 hijos de Jacob, y que este tuvo sus doce hijos a partir de varias esposas: dos
esclavas y dos no esclavas. Por lo general, uno esperaría, como de hecho sucede en los
otros listados, que primero se enlisten los hijos de las esposas no esclavas, y por último
los de las esclavas. En el listado del Apocalipsis, después de mencionar a Judá y Rubén,
se enlistan primero las tribus de los hijos de las esclavas y al último el resto.

- La Bestia y su número (Apo.13)


Este es uno de los símbolos más famosos heredados del libro del Apocalipsis. El
número seiscientos sesenta y seis se suele identificar con el Diablo (aunque aquí el
Dragón del Apocalipsis es más representativo del mismo) o con el Anticristo.

En el Apocalipsis sin embargo, únicamente se menciona esta cifra una vez (Ap 13:18),
para decir que es el número de una de las Bestias que sirven al Dragón (y después se le
asocia con la marca de la Bestia que llevarían todos aquellos que concuerden con el
Dragón y las Bestias). Hay que recordar primero que el significado del número 6 es de
imperfección (por faltarle una unidad para la perfección del número 7), y el número 666
representaría entonces una imperfección llevada hasta el extremo.

Hay autores que, buscando identificar el número


666 con un personaje histórico de la época en que
fue escrito el libro, intentan encontrar un juego
numérico (conocido como gematría) con las letras
del alfabeto griego (idioma en que fue escrito el
libro) que pudiera dar la equivalencia para
reconocer con este número a la principal Bestia
del Apocalipsis. Estos juegos eran comunes a la
época de la escritura del Apocalipsis, y se han
encontrado vestigios de ellos también en otros
escritos. Se asigna a cada letra (alfa, beta,
53
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gamma,..., psi, omega) un número: las primeras del 1 al 10 (excepto el 6), luego de diez
en diez hasta el 80, luego el 100 y de cien en cien hasta el 800. Una palabra o frase
conocida tenía entonces un número asociado al sumar las cifras equivalentes a cada
letra; el inverso de este juego consiste en dar un número (como es el caso del 666 del
Apocalipsis) y tratar de identificar qué palabra o frase cumple también con estas
características. Siguiendo este juego numérico, se puede llegar a concluir que el número
representaría a Domiciano, que persiguió a los cristianos en la época de la escritura del
Apocalipsis, o en general a los Césares romanos que se autoproclamaban dioses y que
exigían a sus súbditos que así fueran adoradas sus estatuas.

Algunas investigaciones también concluyen que el número 666 dado en este pasaje del
Apocalipsis es erróneo, ya que existen algunas versiones del libro que datan del siglo II
o III y que tienen como número de la Bestia al seiscientos dieciséis (y con el cual a
través de los mismos juegos numéricos se podría relacionar a varios Césares romanos,
por ejemplo Calígula, emperador romano caracterizado por su crueldad).

Igualmente que con otros símbolos del Apocalipsis, hay muchas otras interpretaciones
que identifican a la Bestia con personajes de distinta índole a lo largo de la historia (y
que a través de otros juegos ingeniosos reconocen al 666 apocalíptico con ellos). Hay
incluso interpretaciones que identifican al 666 con fechas.

La primera Bestia y los Dos Testigos


Otros manejan la posibilidad de identificar a la Bestia a la que históricamente se
referiría el autor del Apocalipsis, con el emperador Nerón, que para la época de
la redacción del libro, aún dejaría un recuerdo de las torturas y persecuciones de
su época. Tomando la frase 'Nerón César', en hebreo o en griego, considerando
únicamente las consonantes y tomando números de acuerdo a una numeración
del alfabeto hebreo, similar a la anterior, la suma daría de nuevo el famoso
número 666. Es más, si se toma la frase 'Nerón César', pero no en griego sino en
latín, el número resultante es el 616.
Dentro del libro del Apocalipsis se menciona que una primera Bestia mata a dos
Testigos de Dios en una ciudad (los cuales, por cierto, luego de muertos de todas
maneras siguen hablando) (Ap 11). La descripción de dos testigos va de acuerdo
con la ley judía que establece que sólo se acepta el testimonio de dos testigos.
Algunos han querido reconocer en estos dos Testigos a los apóstoles Pedro y
Pablo, muertos durante la época de Nerón. Sin embargo, en el Apocalipsis no se
reconoce que esta primera Bestia sea la misma que la del número 666.
Los dos testigos representan al profeta Elías y a Moisés, personajes en quienes a
su vez se personificaría toda la Ley y los Profetas del AT.
Otra interpretación que se da a los dos Testigos es que corresponden a Elías y a
Enoc debido a que en toda la historia que relata la Biblia estos dos personajes no
han muerto: Elías fue llevado en un carro de fuego, y Enoc: Caminó, pues, Enoc
con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. (Gn 5:24). Debido a que todo
hombre debe morir, y estos dos personajes no han muerto, se presume que el
evento relatado en el Apocalipsis sería el tiempo de la muerte de ellos.

- Babilonia y la prostituta (Apo.17)

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En este símbolo podría verse la alusión política que en la época de la escritura del libro,
el autor haría de sus enemigos:

Antes de nada, debe recordarse que para los judíos la ciudad de Babilonia representa el
exilio, luego de que los babilonios exiliaron a la élite de la sociedad judía de Jerusalén
en al año 587 a. C. Igualmente, significa para ellos la perversión de las costumbres
judías, que se fueron mezclando con elementos de idolatría en esa ciudad, pecado
fuertemente condenado por ellos. Así pues, Babilonia representa tanto el poder
dominador extranjero, como la idolatría.

Por eso en el Apocalipsis (igual que en otros libros del NT), Babilonia se suele
identificar (siguiendo la línea de estas mismas investigaciones) con la Roma imperial
que perseguía a los cristianos y que les exigía idolatrar al César como un dios. De hecho
en el Apocalipsis, en la descripción de Babilonia con sus siete montes, podría
reconocerse a la ciudad de Roma. La prostituta del Apocalipsis tendría entonces el
mismo significado de perversión, idolatría y desenfreno característicos de la alta
sociedad romana de ese entonces.

Por otra parte, otros identifican a Babilonia con la Jerusalén de los judíos (que
igualmente tiene siete montes), y que contrasta fuertemente con la Nueva Jerusalén del
final del libro, que centra gran parte de su interpretación de las catástrofes del
Apocalipsis en una analogía con la caída de Jerusalén en el año 70.

Existen muchas otras interpretaciones sobre la identidad de esta ciudad calificada de


perversa, desde el papado católico, hasta una pléyade de ciudades y personalidades
según se han presentado a lo largo de la historia.

- La Mujer vestida de sol y el Niño (Apo. 12)


“La mujer revestida del sol, la luna bajos sus pies y en la cabeza una corona de doce
estrellas” aparece en el Apocalipsis como la que engendra al Niño que el Dragón quiere
combatir. Este niño es 'raptado' al cielo para después reinar, así que el Dragón se vuelca
a combatir contra la Mujer y luego contra el resto de su descendencia.

La clave para reconocer a la Mujer se encuentra primero en reconocer al Niño. Desde


una perspectiva que considera al Apocalipsis como completamente cristocéntrico, se
puede interpretar entonces que el Niño representaría efectivamente a Cristo.[19]

Desde una perspectiva de la mariología, se vería en esta Mujer un símbolo de la Virgen


María. Sin embargo, son muchos los grupos cristianos (de diversas Iglesias, incluidos
algunos católicos), que interpretan en este símbolo al pueblo de Dios, que antes del
nacimiento de Jesús representaría al Israel fiel,[] y después a los cristianos. Incluso la
postura mariana, no dejando atrás el hecho de que la Mujer sería efectivamente María,
lo hace siempre desde la perspectiva eclesiológica, de comunidad. (Prévost 2001: 107-
108)

Para algunas corrientes evamgelicas el niño representaría a una sección minoritaria de la


Iglesia que sería arrebatada al cielo antes de que comiencen los juicios del Apocalipsis
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(Ap 12:5), mientras que la gran mayoría de la cristiandad se quedaría en la tierra a sufrir
la persecución, y ellos serían el resto de sus hijos (Ap 12:17).

e.- Apocalipsis del 1- 4: Iglesia, arrebatamiento y adoración


[]

celestial.

Muchas profecías se van cumpliendo a medida que avanza esta era. El carácter general
de la era está presentado en siete parábolas en Mateo 13. En la parábola del sembrador,
que es de naturaleza introductoria, se describe la variada recepción de la verdad. A
veces cae sobre el terreno duro y apisonado, donde queda a merced de las aves que la
comen. Otras caen sobre un terreno que es muy superficial y pedregoso, y cuando aún
está comenzando a brotar, muere por falta de raíces. Otras veces cae en buena tierra
pero es ahogada por las espinas que la rodean. Sólo una porción de la semilla cae en
buena tierra y produce fruto de a ciento por uno, sesenta por uno oreinta por uno (Mt.
13:1-9, 18-23).

La parábola de la cizaña sembrada junto al trigo indica el peligro de la falsa profesión


que no será juzgada hasta el tiempo de la siega (vv. 24-30, 36-43).

La parábola de la semilla de mostaza indica el rápido crecimiento del cristianismo desde


un pequeño comienzo a un gran movimiento (vv. 31-32). La parábola de la levadura
habla del mezclado con la buena masa hasta que todo queda leudado (vv. 33-35). El
tesoro escondido de Mateo 13:44 probablemente se refiere a Israel escondido en cuanto
a su entidad nacional en la era actual, pero que, sin embargo, fue comprado por Cristo
en su muerte. La perla de gran precio (vv. 45-46) parece hablar de la iglesia como
aquella por la cual Cristo murió, un rasgo importante de la edad actual durante el
período en que la identidad nacional de Israel está escondida. La parábola final de la red
(vv. 47-51) ilustra la separación de los salvados de los inconversos al final del siglo.

En general, Mateo 13 habla de todo el período entre la primera y la segunda venida de


Cristo sin referencia al arrebatamiento o a los detalles de la iglesia como cuerpo de
Cristo. Describe la esfera de la profesión de fe y el cuadro mixto del bien y del mal. El
desarrollo dual del bien y del mal durante la era caracteriza este período, llegando a su
clímax en el juicio y la separación. No hay justificación para el postmilenialismo, con
sus conceptos de que el reino de Dios finalmente triunfará por medio de la predicación
del evangelio y por el esfuerzo humano. Por otra parte, no hay lugar para el pesimismo,
porque Dios cumplirá su propósito. Alguna semilla caerá en buena tierra y producirá
fruto. Habrá trigo en medio de la cizaña y buenos peces entre los malos. Los mil
novecientos años transcurridos desde Pentecostés han demostrado la exactitud de la
gran profecía de Mateo 13.

Un cuadro similar de la edad actual, con


su foco puesto en el fin de la edad, se
encuentra en Mateo 24. Allí, en los
versículos 4-14 se dan nueve señales del
fin: 1) falsos cristos (y. 5), 2) guerras y
rumores de guerras (y. 6), 3) hambres (y.
7), 4) pestilencias (y. 7), 5) terremotos (y.
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7), 6) mártires (vv. 9-10), 7) falsos profetas (y. 11), 8) iniquidad abundante y Un
enfriamiento del fervor por Cristo (y. 12), 9) el evangelio del reino es predicado en todo
el mundo (y. 14).

Otro rasgo de la edad presente será la creciente apostasía de parte de los inconversos
que hay dentro de la iglesia profesante. 2 Pedro 2 - 3 resume esta progresión en cuatro
categorías: 1) la negación de la persona y la deidad de Cristo (2:1), 2) negación de la
obra de Cristo que nos compró cuando murió en la cruz (2:1), 3) apostasía moral al
apartarse de las normas morales (2:2-22), 4) apartamiento de la doctrina de la segunda
venida de Cristo y de los juicios relacionados con ella (3:1- 13). Otros pasajes
contribuyen a la doctrina de la apostasía en el Nuevo Testamento (1 Ti. 4:1-3; 2 Ti. 3:1-
9; Jud. 3-19). Todas estas profecías de apostasía en gran escala en la iglesia se están
cumpliendo a partir del primer siglo y hasta el presente. La apostasía final ocurrirá
después que la iglesia sea arrebatada y quede en el mundo sólo la porción inconversa de
la iglesia profesante.

La edad presente, en lo que se refiere al propósito de Dios al llamar a su iglesia, llegará


bruscamente a su fin en el arrebatamiento. Este suceso, que no tiene fecha en las
profecías del Antiguo Testamento, describe la retirada de la iglesia del mundo cuando
los muertos en Cristo sean resucitados y los cristianos que estén vivos sean llevados al
cielo sin morir (1 Co. 15:51-58; 1 Ts. 4:13-18). Este suceso llevará a su término el
propósito de Dios en lo que respecta a la iglesia como una comunidad separada de
santos, y la partida de la iglesia dejará preparado el escenario para los importantes
sucesos que conducirán hacia la segunda venida de Cristo a la tierra para establecer su
reino milenial. Se pueden observar tres grandes períodos entre el arrebatamiento y la
segunda venida: 1) el período de preparación, 2) el período de paz, 3) el período de
persecución.

- El periodo de preparación que sigue al arrebatamiento


El arrebatamiento, al sacar de la tierra a toda persona salvada, será una intervención
dramática en la historia humana. Señalará el comienzo de una serie de sucesos que
rápidamente se moverán hacia un gran clímax en la segunda venida de Cristo.

Obviamente, la salida de todos los cristianos de la tierra tendrá un efecto sobre la


historia del mundo como un todo y permitirá la demostración del mal en el mundo y el
cumplimiento del propósito satánico de una manera que antes no fue posible.

La primera fase después del arrebatamiento será un período de preparación para los
grandes acontecimientos que seguirán. Estos sucesos estarán relacionados con las tres
grandes áreas de la profecía, que conciernen a la iglesia, Israel y los gentiles.

1. La iglesia profesante quedará en la tierra después del arrebatamiento. Aunque la


cuestión de si la iglesia pasa por la tribulación ha sido objeto de controversias, muchos
expositores creen que la iglesia como cuerpo de Cristo será llevada en el
arrebatamiento, dejando solamente a la iglesia profesante —compuesta enteramente de
personas no salvadas— sobre la tierra para cumplir las profecías acerca del cristianismo.

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La iglesia profesante después del arrebatamiento está simbolizada por la ramera de


Apocalipsis 17, descrita cabalgando sobre la bestia escarlata que representa el poder
político de ese tiempo. Su dominio es sobre todo el mundo, simbolizado por las muchas
aguas (Ap. 17:1, 15). Por la descripción hecha parece claro que la iglesia mundial, que
ahora está en su forma más primitiva, se ve aquí en su etapa de completa apostasía,
puesto que cada cristiano verdadero ha sido quitado.

Religiosamente hablando, el período posterior al rapto, en consecuencia, será un


movimiento hacia la integración de la iglesia mundial y hacia la religión única mundial,
desprovista de los rasgos redentores de la verdadera doctrina cristiana.

2. Para Israel el período de preparación será un tiempo de avivamiento. Según


Romanos 11:25, la ceguera actual de Israel será quitada y muchos en Israel abrirán sus
ojos al hecho de que Jesús es ciertamente su Mesías y Salvador. En los días que vendrán
inmediatamente después del arrebatamiento, probablemente millares de judíos se
volverán a Cristo, haciendo uso de ejemplares de las Escrituras y libros de doctrina
dejados por los cristianos, y de obras acerca de los pasajes bíblicos que hablan sobre la
esperanza de un Mesías que muchos judíos ya poseen.

Indudablemente tendrán una curiosidad insaciable por saber qué pasó con los cristianos
que desaparecieron. Esta búsqueda será recompensada y muchos se convertirán. Como
en el primer siglo de la iglesia, los judíos inmediatamente se convertirán en embajadores
del evangelio, ganando a su propio pueblo y a los gentiles para Cristo. La renovada obra
de evangelismo será emprendida a través de todo el mundo. El hecho de que ya los
judíos estén esparcidos por todo el mundo, sabiendo muchos de los idiomas del mundo,
los señalan como misioneros naturales al pueblo en donde viven, así que
indudablemente muchos serán llevados por ellos al conocimiento de Cristo. Sin
embargo, como en el primer siglo, no todos los judíos se volverán a Cristo y la
salvación será solamente para aquellos que creerán.

3. Políticamente en relación con los gentiles, el tiempo de preparación supone la


resurrección del antiguo imperio romano. Como se dijo en una discusión previa, aún no
se han cumplido las etapas que corresponden a los pies de Daniel 2 y la etapa de los diez
cuernos de las cuatro bestias de Daniel 7:7. Esta profecía, con la nueva luz dada por
Apocalipsis 13, indica que el imperio romano será revivido en la forma de diez naciones
que se unen en una confederación. El Mercado Común Europeo podría bien ser un
precursor de esto, pero el centro del poder político parecería estar en el Mediterráneo y
no en Europa y probablemente incluirá las naciones más importantes
de África del norte, Asia occidental y sur de Europa.

Una vez más el Mediterráneo será un «lago romano». Cuando estas diez naciones
sehayan unido, surgirá un príncipe descrito como el «cuerno pequeño» en Daniel 7:8,
que será un dictador que primero obtendrá el control de tres y luego de las diez
naciones. Políticamente será el hombre fuerte del Oriente Medio y trabajará con la
iglesia mundial a fin de obtener el poder mundial. Una vez que se haya establecido
firmemente, estará preparado el escenario para el segundo gran período, el período del
pacto.
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f.- Apocalipsis del 5-20: Semana setenta de Daniel (La gran


tribulación).

- La gran tribulación en contraste con la tribulación en general.


Ha habido mucha confusión en torno a la doctrina de la Gran Tribulación porque
algunos no han hecho la distinción entre las tribulaciones y sufrimientos generales del
pueblo de Dios y el período específico de la Gran Tribulación descrito en el Antiguo y
el Nuevo Testamentos. El concepto de tribulación supone un tiempo de presiones,
aflicciones, angustias de corazón y perturbaciones en general. En consecuencia, una
situación de tribulación es una experiencia común de la raza humana que resulta de su
pecado y rebelión contra Dios y del conflicto entre Dios y Satanás en el mundo.

Según Job 5:7: «Como las chispas nacen para volar por el aire, así el hombre nace para
la aflicción.» Cristo aseguró a sus discípulos en Juan 16:33: «en el mundo tendréis
aflicción». Los sufrimientos de Job en el Antiguo Testamento y los problemas de Pablo
con su aguijón en la carne en el Nuevo Testamento son sintomáticos de una raza
humana que constantemente está en tribulación y soportando muchos tipos de
aflicciones. Estas han caracterizado a la raza humana desde Adán y seguirán en alguna
medida hasta que la historia humana haya terminado su carrera, aunque se verá
grandemente aliviado durante el reino milenial.

En contraste con estas intimaciones generales de pruebas y sufrimientos que afligen a la


raza, las Escrituras hablan de un tiempo especial de tribulación al fin de la era, un
tiempo específico de gran tribulación que durará cuarenta y dos meses y desembocará
en la segunda venida de Cristo.

- Doctrina veterotestamentaria de la gran tribulación


Ya en Deuteronomio 4:29-30 se advirtió a Israel a fin de que se volviera al Señor
cuando se viera en el período de tribulación de los últimos días. Este tiempo específico
es objeto de especial atención por el profeta Jeremías. En Jeremías 30:1- 10 predice que
el tiempo de tribulación será precedido por un regreso parcial de los hijos de Israel a su
tierra: «Porque he aquí que vienen días, dice Jehová, en que haré volver a los cautivos
de mi pueblo Israel y Judá, ha dicho Jehová, y los traeré a la tierra que di a sus padres,
y la disfrutarán» (v. 3). Inmediatamente después, en los versículos 4-7 se describe el
período de tribulación que vendrá sobre ellos después de haber regresado a la tierra.
Israel estará con dolores como de una mujer que está de parto. El tiempo de tribulación
se describe específicamente en Jeremías 30:7: « ¡Ah, cuán grande es aquel día!; tanto,
que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será
librado.» A Israel se le da la promesa de que aunque tenga que pasar por este tiempo de
gran tribulación, Dios quebrantará el yugo de su cautiverio y ya no servirá más a los
gentiles. En cambio, según el versículo 9, «servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a
quien yo les levantaré». Esto anuncia el reino milenial, cuando David será resucitado y
con Cristo reinará sobre la casa de Israel. De acuerdo con esto, a Israel se le da ánimo
para que no desmaye; es el propósito de Dios que a su tiempo «Jacob volverá,
descansará y vivirá tranquilo y no habrá quien espante» (y. 10).

El tiempo de la angustia de Jacob, o gran tribulación, está considerado en Daniel


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9:27 después del quebrantamiento del pacto. Aquí se revela específicamente que será la
mitad del período de siete años, esto es, tres años y medio. «El príncipe que ha de venir»
(Dn. 9:26) «por otra semana confirmará el pacto con muchos» (y. 27), esto es, hará un
pacto de siete años. Quebrantará el pacto en la mitad de la semana, esto es, después de
tres años y medio, y «hará cesar el sacrificio y la ofrenda» y producirá la abominación
del templo.

Daniel 12:11 añade la información: «Y desde el tiempo que sea quitado el continuo
sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días.» Esto es
aproximadamente tres años y medio y algunos días, y el período incluye la segunda
venida de Cristo y los primeros juicios que se realizarán. La bendición descrita en
Daniel 12:12, que vendrá después de 1335 días, incluye no solamente el tiempo de la
Gran Tribulación, la segunda venida de Cristo y los juicios, sino también el
establecimiento del bienaventurado reino milenial sobre la tierra. Consecuentemente, el
período de la Gran Tribulación se especifica como de cuarenta y dos meses o tres años y
medio.
La Gran Tribulación terminará con la segunda venida de Cristo. Según Daniel 7:13-14,
el período concluye con la venida del Hijo del Hombre del cielo, quedando todas las
naciones bajo su dominio. El rey impío y el gobierno que preceden a la segunda venida
de Cristo serán destruidos (Dn. 7:26), y el reino eterno comenzará y será caracterizado
primero por el reino milenial y luego por el gobierno de Dios en los nuevos cielos y la
nueva tierra. La doctrina del Antiguo Testamento es relativamente completa, pero a esto
se puede agregar la revelación del Nuevo Testamento.

Según Daniel 11:36-39, el tiempo del fin será caracterizado religiosamente por una
religión atea encabezada por el gobernador mundial. En estos versículos es descrito
como un gobernante absoluto que descarta todos los dioses anteriores y se magnifica a
sí mismo por sobre Dios. Honra solamente al dios de la fuerza, esto es, al dios de la
guerra. Es materialista y ateo. Su reino termina en la guerra gigantesca descrita en los
versículos 40- 45. Los ejércitos del sur, del norte y del oriente lo presionan.
Aunque aparentemente es capaz de resistir por un tiempo, en el momento de la venida
de Cristo aún está la batalla en todo su vigor, con lo que termina la Gran Tribulación.

- La doctrina de la gran tribulación en el nuevo testamento


Cuando los discípulos le preguntaron acerca del tiempo de su segunda venida y del fin
del siglo, Jesús les dio en primer lugar una serie de señales que para nosotros ya se han
cumplido en su mayor parte, acontecimientos y situaciones que caracterizan la era que
se extiende entre la primera y la segunda venidas de Cristo (Mt. 24:3- 14).

Luego, en Mateo 24:15-29, Cristo responde a la pregunta sobre señales específicas


describiendo la Gran Tribulación misma. Dice que comenzará cuando los hombres vean
en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (y. 15),
refiriéndose a la profanación del templo y a la ocupación del lugar de Dios en el templo
por el gobernante del Mediterráneo. Avisa a los hijos de Israel que cuando esto ocurra, y
será identificado por algún acontecimiento específico en un día determinado, deben huir
a las montañas para salvar la vida.

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Cristo declara en Mateo 24:21-22: «Porque habrá entonces gran tribulación, cual no ha
habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no
fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán
acortados.» Aquí Cristo identifica claramente el período de gran tribulación, en
contraste con todos los demás períodos de tribulación. Va a ser tan grande en su
extensión, que eclipsará toda otra experiencia previa del mundo en cuanto a
sufrimientos.

La tribulación será tan grave que, a


menos que sea acortada
(literalmente, terminada), ningún ser
humano quedaría vivo sobre la
tierra. Esto no implica, como
algunos han interpretado la palabra
«acortados», que terminará antes de
los cuarenta y dos meses. Significa
simplemente que si no fuera
terminada por la segunda venida, la
Gran Tribulación exterminaría toda
la raza humana. «Por causa de los
escogidos» —ya sea que se refiera a los salvados de Israel, a los salvados de los gentiles
o a ambos— el regreso de Cristo, aunque será un tiempo de juicio para el mundo, será
un tiempo de liberación para los salvados.

En los versículos que siguen, nuestro Señor describe algunas de las características de
este período. Habrá falsos profetas y falsos cristos (Mt. 24:23-24). Habrá falsos
informes de que Cristo habrá venido secretamente (y. 26). Avisa sus discípulos que
ninguno debe ser engañado en aquel tempo, porque la segunda venida de Cristo será un
acontecimiento público como el relámpago que alumbra desde el ‘riente hasta el
occidente (y. 27). La tribulación misma también se describe en el versículo 29 como
el tiempo cuando el sol será oscurecido, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán
del cielo y las potencias de los cielos serán «conmovidas».

Esto será seguido por la venida de Cristo. La descripción de la Gran Tribulación dada
por Cristo en respuesta a la pregunta de los discípulos es confirmada por la información
adicional en Apocalipsis 6 - 18. En el capítulo 6 e abre el rollo de los siete sellos
descrito en Apocalipsis 5:1. A medida que se rompe cada sello comienzan a sobrevenir
grandes catástrofes sobre el mundo. Esto empieza con el primer sello, que describe un
gobierno mundial (Ap. 6:1-2). Esto es seguido por guerras (vv. 3-4), hambres (vv. 5-6)
y la muerte de la cuarta parte de la tierra (vv. 7-8). El quinto ello representa a los
mártires que mueren en aquel período vv. 9-11), y grandes disturbios en los cielos,
incluyendo las estrellas que caen del cielo y un gran terremoto sobre la tierra, y el sol
que se pone negro y la luna como sangre vv. 12-14). El impresionante despliegue de
poder divino en 1 mundo inspira temor a los incrédulos, que piden a las montañas que
caigan sobre ellos y los salven del gran día de u ira (vv. 15-17).

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Cuando se rompe el séptimo sello (8:1) sale de él otra serie de siete, llamada las siete
trompetas de los ángeles (Ap. 8:2 - 9:21; 11:15-19). Estos grandes juicios en su mayor
arte son catástrofes sobre el mundo natural que tienen como resultado la pérdida de
muchas vidas, en que la tercera parte de la tierra es consumida por el fuego, una tercera
parte el océano se convierte en sangre, destruyendo un tercio de las criaturas del mar,
las estrellas del cielo caen sobre una tercera parte de los ríos (8:7-11). La cuarta
trompeta concierne a las estrellas; una tercera parte del sol, la luna y las estrellas se
oscurecen, y se da la predicción de terribles desastres que sobrevendrán con las tres
trompetas siguientes. La quinta trompeta (9:1-12) presenta a los inconversos
atormentados por demonios durante cinco meses de terrible agonía, pero incapaces de
quitarse la vida. La sexta trompeta (9:13-21) se relaciona con el gran ejército que viene
del oriente y cruza el río Eufrates para participar en la gran guerra del fin del período de
la tribulación. La séptima trompeta (11:15) está cerca del fin del período y anuncia la
venida de Cristo y el establecimiento de su reino.

Sin embargo, la séptima trompeta introduce otra serie de siete juicios que aparecen en
rápida sucesión, y que se denominan las copas de la ira de Dios en Apocalipsis 16. Cada
uno de éstos es más destructivo que las trompetas del juicio y constituyen un
derramamiento final de la ira de Dios sobre la tierra, preparatorio de la segunda venida
de Cristo mismo.

La sexta copa está relacionada con la preparación de la gran batalla de Dios que se
centra en un lugar llamado Armagedón, por lo que esta batalla recibe el nombre de
batalla de Armagedón. Aquí los reyes de la tierra y sus ejércitos se han reunido para la
batalla según Apocalipsis 16:14. La aparente contradicción de Satanás que inspira a los
reyes de la tierra a fin de que se rebelen contra el gobernante que Satanás mismo ha
puesto sobre el trono del gobierno mundial, aparece solucionada por este hecho: Satanás
reúne sus fuerzas bajo la ilusión de que están peleando por el poder mundial, pero
realmente están guiados por Satanás a fin de oponerse a los ejércitos que acompañarán a
Cristo cuando El vuelva a la tierra (Ap. 19:14).
La copa final, descrita en Apocalipsis 16:17-21, consiste de un gran terremoto que
destruye las grandes ciudades del mundo, trae juicio contra Babilonia y hace
desaparecer las islas y montañas. El clímax es una gran tormenta de granizos, con
granizos de un talento de peso, esto es, unos 46 Kilos, que destruyen lo que había
quedado. El mundo está en estado de caos y destrucción y en guerra en el momento de
la segunda venida de Cristo.

¡Qué sueño más falso han tenido algunos teólogos que imaginan que el mundo irá
mejorando poco a poco hasta que gradualmente queda sometido al evangelio, y de este
modo es conducido a la obediencia a Cristo! Más bien las Escrituras describen el mundo
en un horroroso clímax de maldad y rebelión contra Dios, encabezado por un
gobernante mundial ateo, blasfemo y perseguidor de todos los que se identifican con
Dios.

El reino de justicia de Dios sobre la tierra será introducido por la segunda venida de
Cristo y no por esfuerzos humanos, y será un juicio dramático sobre la maldad del
mundo, al mismo tiempo que será una maravillosa liberación para quienes han puesto su
confianza en Cristo en esos trágicos días.
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El hecho de que la Gran Tribulación sea tan terrible, destinada para el incrédulo y para
el blasfemo más que para el hijo de Dios, es otra razón por la que muchos creen que el
arrebatamiento de la iglesia ocurrirá antes de este terrible tiempo de sufrimientos. Es
significativo que la iglesia jamás se nombra en los pasajes relacionados con la Gran
Tribulación; aunque habrá hombres que vendrán a Cristo y son llamados santos, jamás
se usan las expresiones específicas que los relacionarían con la iglesia. En cambio, son
judíos salvados y gentiles salvados, muchos de ellos sometidos a martirio, y son muy
pocos los que sobreviven en el período.

Tomada como un todo, la Gran Tribulación es un preludio de la segunda venida de


Cristo, haciendo claro cuán necesaria es la intervención divina en el escenario mundial,
tanto para juzgar a los malos como para liberar a los santos, y proporcionando un agudo
contraste entre la tenebrosa hora de la tribulación y la gloria del reino que la sucederá.

g. Apoc. 20-22 Acontecimientos finales.

- El último juicio del gran trono blanco


Como el clímax final de la historia humana al final del reino milenial, las Escrituras
registran el gran juicio del gran trono blanco (Ap. 20:11-15). En contraste con los
juicios previos de los justos, y los diversos juicios de Dios sobre israelitas y gentiles que
viven en el mundo, éste es el juicio final; en el contexto se puede ver que se refiere
solamente al juicio de los impíos.

- La destrucción de los cielos y la tierra


Antes del juicio del gran trono blanco sé declara en Apocalipsis 20:11: «huyeron el
cielo y la tierra; y ningún lugar se encontró para ellos». Cumplida la carrera de la
historia humana, se destruye la antigua creación, como se expresa en Apocalipsis 21:1:
«el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más». 2 Pedro 3:10-
12 se refiere a este acontecimiento y describe la dramática destrucción con estas
palabras: «Los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán
deshechos, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas» (y. 10). En el
versículo siguiente declara: «todas estas cosas han de ser deshechas» (v. 11); y en el
versículo 12 estos conceptos se combinan cuando dice: «los cielos, encendiéndose,
serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán». Debido a la
destrucción de la tierra y el cielo actuales, parece que el juicio del gran trono blanco se
realiza en el espacio.

- La resurrección de los impíos muertos


Según Apocalipsis 20:12, Juan vio «los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios».
Apocalipsis 20:13 agrega: «Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y
el Hades entregaron los muertos que había en ellos.» Todos los impíos muertos aquí han
sido resucitados y están de pie delante de Dios para ser juzgados.

De Juan 5:27 se desprende que el juez será el Señor Jesucristo mismo, porque se afirma
que el Padre «le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre».

- Se abre el libro de las obras humanas


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Apocalipsis 20:12 declara: «dos libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es
el de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los
libros, según sus obras». El versículo siguiente repite este hecho condenador: «según
sus obras». Aquí se expresa el resultado del rechazo de la gracia en términos absolutos.
No hay perdón aparte de Cristo (Hch. 4:12), y los que rechazan la gracia
inevitablemente deben ser juzgados por sus pecados.
Después de consultar sus obras se examina el libro de la vida en busca de sus nombres.
Ya sea, como algunos creen, que el libro de la vida es sencillamente el registro de todos
los que tienen vida eterna, o como otros sostienen, que es la lista de todos los que han
vivido y de ella se han eliminado los nombres de los inconversos, el resultado será el
mismo. Si sus nombres no aparecen en el libro de la vida, es que no han recibido vida
eterna. Se declara que están condenados, y en Apocalipsis 20:14-15 está escrito: «Y la
muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que
no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.»
Algunos de los condenados pueden haber sido relativamente buenos en comparación
con otros que eran comparativamente malos, pero la falta de vida eterna .es el hecho
condenatorio. Todos los que no tienen vida eterna son juzgados sobre la base de sus
obras y del rechazo de Cristo, y son echados al lago de fuego. La tragedia es que, según
las Escrituras, Cristo murió por ellos y por los que son salvos.

Según 2 Corintios 5:19, «Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo al mundo, no


tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados». En 1 Juan 2:2 se declara que Cristo
es la «propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también
por los de todo el mundo». Los que han sido lanzados al castigo eterno pudieran haber
sido salvos si se hubieran vuelto a Cristo. Su estado de perdición no se debe a la falta de
amor de Dios ni a la falta de disponibilidad de la gracia de Dios, sino al hecho de que no
han querido creer. Los que nunca han tenido una oportunidad de oír el evangelio se
condenan por el rechazo del testimonio de Dios en el mundo natural (Ro. 1:18-20).
También rechazaron la luz que tenían y son justamente condenados por su incredulidad.
El juicio del gran trono blanco es el triste final de todos los que no tienen a Cristo como
su Salvador y Señor.

- La Nueva Jerusalén
Este símbolo, presente en los últimos dos capítulos del Apocalipsis, se encuentra para
muchos dentro de los mejores descritos, detallados y bellos del Nuevo Testamento. Con
una triple recurrencia, el autor habla de la salvación de Dios al final de los tiempos.

 Primero con la nueva Jerusalén propiamente dicha, que desciende del cielo a la
Tierra. (Ap 21:1-8)
 Después con las bodas del Cordero y su Esposa (la Iglesia). (Ap 21:9-27)
 Por último con una visión que recuerda a los primeros capítulos del Génesis (el
primer libro en la Biblia), hablando de ríos y árboles que dan fruto eterno. [] (Ap
22:1-5)

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En esta parte (junto con el capítulo 20) es la


única que en realidad tendría características
escatológicas, mientras que el resto sería sólo
un reflejo de los conflictos que la comunidad
cristiana del autor estarían viviendo en su
época y de la esperanza puesta en Dios a
través de Cristo muerto y resucitado en que
esos conflictos no prevalecerían y también
serían vencidos tarde o temprano.[]

Hay otra curiosidad relativa tanto a la nueva


Jerusalén (que simboliza a la ciudad santa) y a
Babilonia (que simboliza a la ciudad
perversa): en Ap 18 aparece un lamento por la
Babilonia destruida; en Ap 21 aparece la
descripción de la nueva Jerusalén. Se puede
notar que ambos pasajes son paralelos e
inversos, es decir, que las descripciones de lamentación y de sentido negativo dadas a
Babilonia, aparecen revertidas, en sentido de gozo y alegría para Jerusalén.

BIBLIOGRAFÍA
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2.- BERKHOF, LUIS. Teología Sistemática. Edic. Grand Rapids.Michigan


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10.- PAYNE, J Barton. Enciclopedia de la profecía bíblica. Tomo 1 y 2 Guía


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PÁGINAS WEB
1.- Profecías mesiánicas:
http://www.fortunecity.es/sopa/botones/815/profecias.html

2.- Las venidas del Señor; primera y segunda:


http://www.seminarioabierto.com/Default.htm

3. Misión integral:
http://www.iglesiasantutxu.org

4. Iglesia Primitiva: I y II siglos


http://www.mercaba.com

5. Escatología en el A.T.
http://www.geocites.wc/cursodeteología

6. Escatología en el N.T:
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http://www.salvacioneterna/escatología.josegrau

http://www.fredy91306.tripod.com

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