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ESQUEMA HORA SANTA

ADORACIÓN AL SANTÍSIMO – CATEQUESIS


HORA: 23H00 -24H00

CANTO INICIAL: 23H00 – 23H05

MOMENTO DE PERDÓN: 23H05 – 23H30

Oh Redentor, Oh Cristo Señor del Universo

¡Víctima y sacerdote, sacerdote y cordero!

Para pagar la deuda que nos cerraba el cielo

Tomaste entre tus manos la hostia de tu cuerpo

Y ofreciste tu sangre en el cáliz del pecho.

Altar blando: tu carne, Altar duro: un madero

¡Oh Cristo Sacerdote!,

Hostia a la vez y templo

Nunca estuvo la vida de la muerte tan dentro

Nunca abrió tan terribles el amor sus veneros

El pecado del hombre tan huérfano del cielo

Se hizo perdón de sangre y gracia de tu cuerpo

CANTO…

Es jueves, Señor, y estoy frente a ti...

Voy a empezar este diálogo con una invocación al Espíritu Santo:

(Hacer repetir la oración)


"Oh, Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo. Inspírame ser siempre razonable
en mi pensar, acertar lo que voy a decir, cuando me convienen hablar y cuando
me conviene callar, ilumíname para escribir, impúlsame para actuar, que tengo
que hacer para saber perdonar procurando tu mayor gloria y bien de las almas y
mi propia santificación. ¡Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortalece mi
voluntad! Amén"

La oración en el huerto de Getsemaní

La tristeza

Salen del Cenáculo, situado en la parte alta de la ciudad, y recorren el camino


hacia el monte de los olivos por la escala de los Macabeos. Era una media hora de
camino. Jesús empieza a sentir en su alma una tristeza extraña, que deja a todos
sin saber qué decir y cómo consolarle. Pero le siguen en aquel camino iluminado
por la luna de abril. Estaban ya en el día de la Pascua.
"Entonces llegó Jesús con ellos a una finca llamada Getsemaní, y dijo a los
discípulos: Sentaos aquí mientras voy allá a orar". Parecía como de costumbre,
pero tiene el alma en tensión. Las emociones de la cena le llevan a una vigilia de
alma que quiere entregarse del todo. Ocho de los discípulos se quedan en una
cueva, resguardados del relente de la noche. El Señor se aleja de ellos llevándose
sólo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, Juan y Santiago. Son los mismos que
estuvieron en la transfiguración del Tabor contemplaron su gloria, y los que vieron
con sus ojos la resurrección de la hija de Jairo. Ahora van a ser testigos de algo
mucho más difícil de entender: la agonía de Cristo, que quedará reducido a un
hombre despojado de gloria y esplendor, como si estuviese derrotado. Y tienen
que seguir creyendo que es Dios y hombre verdadero contemplándolo inerme,
humillado, derrotado, sufriente. Es una situación que sólo se puede superar el
escándalo con una fe nueva.

Jesús se retira como a un tiro de piedra a un lugar donde que existe una enorme
roca. Y "empezó a entristecerse y a sentir angustia. Entonces les dijo: Mi alma
está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad conmigo"(Mt). No se trata de
una batalla cualquiera, sino de un amor que va a sufrir la mayor dificultad.
Cuando en el fondo del alma se vive el gozo de la presencia del Padre, lo externo
se torna menos difícil. Pero ahora Jesús experimenta como una no presencia,
aunque el Padre esté siempre allí.

Jesús ora
A Jesús se le hace presente todo el sufrimiento de la crucifixión. De esto se trata.
De amar a pesar de los pesares. Y viene la angustia, el desasosiego, las lágrimas,
el desaliento. Experimenta los efectos del pecado en su alma, especialmente la
separación de Padre, que es lo más difícil, es un comienzo del descenso a los
infiernos que ocurrirá después de la muerte. Es un anonadamiento en su alma. Ha
comenzado la Pasión cruenta en su alma. Pero no cede, sigue rezando, y sigue
amando la voluntad del Padre que también es la suya, y ama a los hombres todos,
que son los causantes de ese dolor.

"Y adelantándose un poco, se postró rostro en tierra mientras oraba diciendo:


Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no sea como yo quiero,
sino como quieras Tú"(Mt). Jesús llama a su Padre, con acentos de hijo pequeño,
le llama "Abba"(Mc) oración desconocida en otros labios. Él es el Hijo que cumple
la voluntad amorosa del Padre. El Padre quiere salvar a los hombres por la línea
del máximo amor; y el Hijo quiere esa voluntad que costará tanto dolor. Ese es el
precio de la salvación de los hombres: un acto de misericordia que cumple, al
tiempo, toda justicia.

Entonces "Un ángel del cielo se le apareció para confortarle. Y entrando en agonía


oraba con más fervor y su sudor vino a ser como gotas de sangre que caían sobre
la tierra" (Lc). Todo el cuerpo está empapado en ese extraño sudor de sangre. La
angustia del alma llega ser terror; pero no le vence, no desiste Jesús de su
empeño de entregarse. Quiere la voluntad del Padre, que es la suya, no la del
cuerpo que se resiste, lleno de pavor.

Los discípulos se duermen


En este estado busca consuelo en los suyos. "Volvió junto a sus discípulos y los
encontró dormidos; entonces dijo a Pedro: ¿Ni siquiera habéis sido capaces de
velar una hora conmigo?" Es una queja para los que no han sabido estar a la
altura de las circunstancias. Se excusan por el cansancio, pero es un sueño
extraño, su causa es "la tristeza" (Lc), es como una evasión cuando los enemigos
de Jesús bullen aquella noche sin ceder a sueños ni descansos. Pero de nuevo
Jesús se rehace y se vuelca en aquellos que no saben, ni pueden, hacer más. Y les
dice: "Velad y orad para no caer en tentación: pues el espíritu está pronto, pero la
carne es débil"(Mt). El sueño de los discípulos tiene también una causa
infranatural; es el diablo, que envuelve en su tiniebla las mentes y los espíritus de
todos. Jesús no lucha sólo contra su debilidad, sino contra el príncipe de las
tinieblas que está desplegando todo su poder; y ellos, sus seguidores, sin oración
no son nada. La oración será la fuerza para vencer cualquier dificultad; al mismo
diablo con todo su extraño poder.

Hágase Tu voluntad
Ya muy entrada la noche Cristo se retira durante un tiempo largo, y se repite la
oración, la agonía que no puede superar a pesar del consuelo del ángel. Y "de
nuevo se apartó por segunda vez y oró diciendo: Padre mío, si no es posible que
esto pase sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. Volvió otra vez y los encontró
dormidos, pues sus ojos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se apartó una
vez más, y oró por tercera vez repitiendo las mismas palabras" (Mt). La insistencia
es amor que no cede; es una verdadera pasión en el alma, y también en el
cuerpo. Parece un desecho de los hombres, está humillado y parece derrotado;
supera una y otra vez la tentación y la oración -vida de su vida- se hace más
intensa.

Jesús suda sangre


"Finalmente va junto a sus discípulos y les dice: Dormid ya y descansad; mirad,
ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los
pecadores. Levantaos, vamos; ya llega el que me va a entregar"(Mt). Se levanta,
por fin, el Señor. Se limpia el rostro con el paño para cubrir la cabeza que queda
empapado en sangre lo deja en el suelo doblado. Se adereza el aspecto. Va donde
se encuentran Juan, Pedro y Santiago, después se dirigen donde duermen los
otros ocho. Se despiertan también con excusas, están confusos.

MOMENTO DE SILENCIO…

(Hacer repetir la oración de perdón)


Padre, me declaro culpable, pido clemencia, perdón por mis pecados.
Me acerco a ti con absoluta confianza porque sé que tú prefieres la penitencia a la
muerte del pecador
A ti no te gusta ni la venganza ni el rencor, tu corazón es compasivo y
misericordioso, y sé que sólo estás esperando a que tenga la humildad de
reconocer mi pecado, arrepentirme y pedir perdón para desbordar la abundancia
de tu misericordia.
"Cuando confesamos nuestros pecados, Dios, fiel y justo, nos los perdona" Miro al
horizonte: veo tus brazos abiertos y un corazón de Padre queriendo atraerme con
lazos de un amor  infinito.
Padre, perdóname, quiero recibir el abrazo eterno. Tu enseñanza es muy clara:
para ser perdonados y poder entrar en el Reino de los  cielos  debemos tener un
Corazón como el tuyo.

CANTO…

ACCIÓN DE GRACIAS: 23H30 – 23H40

Salmo, 138

1.Te doy gracias, Señor, de todo corazón, pues oíste las palabras de mi boca.
Canto para ti en presencia de los ángeles,

2.y me postro ante tu Templo santo. Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu
verdad, pues tu palabra ha superado a tu renombre.

3.El día en que clamé, me respondiste y aumentaste la fuerza en mi alma.

4.Te darán gracias, Señor, todos los reyes de la tierra, cuando oigan las palabras
de tu boca,

5.celebrarán los caminos del Señor: "¡Es muy grande la gloria del Señor!"

6.Desde arriba el Señor ve a los humildes y de lejos distingue al orgulloso.

7.Si en medio de angustias caminare tú me harías vivir; con tu mano paras al


enemigo y tu diestra me salva.

8.El Señor lo hará todo por mí, Señor, tu amor perdura para siempre, no
abandones la obra de tus manos.

-Agradezcamos al señor por todas las bendiciones que recibimos cada día…

MOMENTO DE SILENCIO…

CANTO…

MOMENTO DE PETICIÓN: 23H45 – 24H55

Por la santa Iglesia, para que Dios le conceda ser siempre la esposa fiel de
Jesucristo. Roguemos al Señor.

Por la paz de todo el mundo, para que cesen las ambiciones, desaparezcan las
injusticias y enemistades y brote por todas partes el amor y la paz. Roguemos al
Señor.

Por las familias que sufren a causa de las enfermedades, por las que no tienen el
pan necesario o viven lejos de sus hogares, para que el Señor sea su auxilio y su
ayuda. Roguemos al Señor.

Por los miembros de nuestras familias que han muerto en la esperanza de la


resurrección, para que Cristo los acoja en su reino y los revista de gloria y de
inmortalidad. Roguemos al Señor.

Por la santidad de los Obispos, los sacerdotes, por las vocaciones, los
seminaristas, los laicos comprometidos. Por los sacerdotes que han caído en la
tentación. Por las persecuciones de la iglesia y por todas sus necesidades
económicas y vocacionales. Roguemos al Señor. Roguemos al Señor.
Por el reverendo Padre Manuel Noriega para que el Espíritu Santo lo llene de la
fortaleza necesaria para seguir cumpliendo su deber como pastor de la parroquia
Cristo Redentor. Roguemos al Señor.

Por la catequesis de Cristo Redentor para que pueda llevar a cabo su proyecto de
la construcción de las aulas que permitirán fomentar la unidad de la parroquia.
Roguemos al Señor.

Por los catequistas de nuestra Parroquia, para que sean verdaderos testigos de la
fe que van a transmitir. Roguemos al Señor.

Por los padres y las madres que tiene a sus hijos en la catequesis, para que
respalden con su ejemplo la labor de los catequistas. Roguemos al Señor.

**Se pueden añadir peticiones espontáneas

CANTO…

ORACIÓN FINAL: 23H55 – 24H00

Gracias, Jesús mío, por la bondad con que me habéis recibido y permitido gozar
de vuestra presencia y compañía amorosas. Me vuelvo a mis ocupaciones. Mi
corazón queda contigo. En mi trabajo y en mis descansos me acordaré de Ti, y
procuraré vivir con la dignidad que merece vuestra amistad divina. Dadme vuestra
bendición y concédeme todas las gracias, que necesito, para amaros y serviros
con la mayor fidelidad.

Bendice, Señor, al Papa, vuestro Vicario en la tierra; líbrale de todos los enemigos
de la Iglesia, ilumínale y santifícale para que confirme en la fe a todos nuestros
hermanos. Dale sabiduría y asístelo para que logre que todos los fieles nos
mantengamos en la fe de Cristo sin contaminación alguna y nos conservemos
unidos a la Iglesia Católica por los vínculos de esa fe, así como también por la
caridad en el obrar, para que, de este modo, todos alcancemos la salvación de
nuestras almas.
Bendice a vuestra Iglesia Santa y haced que su luz brille en todas las naciones;
que los paganos conozcan y adoren al único verdadero Dios y a su Hijo Jesucristo;
que los herejes renieguen de sus yerros; que los seguidores de las falsas
religiones se conviertan a la verdadera Iglesia y se integren a la única arca de
salvación; que ellos y los pecadores tengamos arrepentimiento.

Bendice a vuestros sacerdotes, consérvalos fieles a las enseñanzas de la Iglesia,


protégelos de las tentaciones, santifícalos y multiplícalos. Y danos, Señor, la
sabiduría para discernir entre tus buenos ministros y los falsos pastores que son
guías ciegos y lobos rapaces que buscan llevarnos al abismo. Bendice y protege a
nuestra nación. Bendice a todos nuestros bienhechores y concédeles la
bienaventuranza eterna. Bendice a los que nos han ofendido y cólmalos de
beneficios. Bendice a todos nuestros familiares y haced que vivan todos en
vuestra gracia y amistad y que un día nos reunamos en la Gloria. Da el descanso
eterno a todas las almas de los fieles difuntos que están en el Purgatorio. Da la
salud a los enfermos. Convierte a todos los pecadores. Danos a todos vuestro
divino amor, consérvanos íntegros en la fe y en la obediencia a tus mandamientos
hasta el final de nuestra vida para poder alcanzar un día la luz esplendorosa de la
Gloria, donde en unidad con el Padre y el Espíritu Santo te alabemos y
bendigamos por los siglos de los siglos. Amén.

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