Está en la página 1de 68

EL BOSQUE DEL FÈNIX

LAURA HERRERA

1
2
SEGUNDA EDICIÒN 2016
ESTUDIANTES GRADO 10º B

ESCUELA NORMAL SUPERIOR


MARÌA INMACULADA DE ARAUCA
CARRERA 20 # 20 — 26 CENTRO
TEL. 8851600
LIC. ELDA RAMÌREZ

DISEÑO Y DIAGRAMACIÒN E IMPRESIÒN


“HECHO EN ARAUCA”
CALLE 14 # 23 - 81 ARAUCA

3
“Novelas”
Laura Herrera
Edición y Coordinación
Lic. Elda Ramírez
Segunda Edición Palabras Caminantes

4
Agradecimientos:

Primero que todo, gracias a Dios por darme las mejores palabras para es-
cribir este libro. A mi Odontólogo y gran amigo Bladimir Hurtado Hernán-
dez por sus buenos deseos y por tener mucha fe en mi y sobre todo, por
hacer un excelente trabajo con mi sonrisa de por vida. Inevitablemente a
la licenciada Elda Ramírez, mi profesora que con tanta paciencia y dedica-
ción nos ayudó a terminar nuestras expectativas. También a un buen ami-
go Igor Briceño , que creyó en esta historia desde el principio y me moti-
vó a seguir, en dar lo mejor de mi. No creas que me olvido de ti Nelson
Pérez, muchas gracias por su buena vibra y por pasar sus conocimientos
hacia mi, no sabe lo mucho que me han servido. Por último pero no me-
nos importante, a mis padres Yamile Rodríguez y Julián Herrera, por ayu-
darme cuando los necesito y por tenerme mucha paciencia, amor y de
nuevo, paciencia, los quiero mucho y agradezco que me apoyen tanto.

5
Nació el 15 de noviembre del 2000, en el departamento de Arauca, Colom-
bia. Desde pequeña siempre se interesó por la literatura y las bellas artes.
En su primaria, siempre se destacó académicamente. Actualmente, esta
estudiando su secundaria en la Escuela Normal Superior María Inmacula-
da en grado decimo, y este año formo parte de la Segunda Edición de
“Palabras Caminantes”, se propuso a escribir su primer libro “El bosque
del Fénix” y finalmente lo termino con éxito, tiene pensado escribir la con-
tinuación del Fénix, “De vuelta a la Vida”.

6
EL BOSQUE DEL FÉNIX

El cielo estaba nublado. Me encanta que llueva, que las gotas caigan en
mi piel y saquen todo lo malo de mí. Pero curiosamente aparecen en un
momento inoportuno los demonios de mi infierno, ese infierno que por el
momento está lejano, sereno y calmado, como un desierto sin lenguas ni
bocas que lo puedan soplar, y forman una estampida de viento y arena que
se lleva todo, es irónico que aquello pase, más aún, cuando en aquel de-
sierto no hay nadie, solo hay una boca que sopla frecuentemente incons-
ciente, aquella que puede destruir todo aquello que podría valer la pena,
llega el momento de soplar y... Se lleva todo.

Todo eso que nos hizo feliz alguna vez en nuestras vidas, es increíble la
forma en la que podemos arruinar todo, por aquella parte indispensable de
nuestro cuerpo, llamada boca, esa lengua viperina que no se cansa de ha-
blar y opinar... hoy está lloviendo, lamento y acepto decir, que por un ins-
tante, sé que he perdido todo y me he quedado con nada y por una vez en
mi vida, pude sentirme libre.

7
Me gusta tanto venir a este lugar, siempre puedo pensar bien las cosas,
pero ya es tarde, ya debo irme, debo dejar los árboles secos y las flores co-
loridas para después, otro día vendré y pensaré un poco más sobre qué
haré con mi vida.

Amo este bosque, me encantaría poder vivir allí, sola, tranquila, en paz sin
que nadie me pueda decir absolutamente nada, sin problemas, sin preocu-
parme por nada ni por nadie, pero ya es tarde... Y debo volver a mi reali-
dad.

De inmediato cojo mi mochila y me pongo los audífonos a todo volumen,


mientras camino de vuelta a mi hogar, veo la carretera y observo como po-
co a poco voy llegando a mi destino. Cuando llegué a mi casa, abrí la puer-
ta, mis padres estaban ocupados haciendo lo de siempre, mi papá en el

8
computador redactando documentos y mi mamá viendo televisión, no se
pierde su novela.

―¿A dónde habías ido? - Preguntó mi madre.

―Fui a comer helado con "mi mejor amiga", madre...

Cosa que en realidad no tengo, mi madre pensó por un momento, creí que
me diría algo, pero no me dijo nada, volteo la cara y siguió viendo su nove-
la, me pareció extraño, creí que me preguntaría quien era, pero no lo hizo.
Subí a mi cuarto y mientras escuchaba música me puse a pensar en las
cosas que he hecho mal, aquellas cosas que por algún motivo no reaccio-
ne de la forma correcta, en las cosas que hice por diversión, por pasar el
momento... Cierro los ojos y trato de quedarme dormida para no pensar
más.

Al día siguiente mi madre fue a despertarme, me dijo:

―¡Anastasia levántate que se te hizo tarde!

De inmediato me levanté de un brinco de la cama, me baño y me alisto en


un santiamén, mi madre por fortuna ya tenía el desayuno listo, acabe en un
abrir y cerrar de ojos, no me di cuenta lo que me comí, no podía sacar de
mi cabeza a un muchacho en particular que raramente le gusta leer literatu-
ra inglesa, tenía curiosidad de conocerlo mejor.

Me despedí de mi madre, tomé mi mochila, me puse mis audífonos y em-


prendí rumbo a la escuela en compañía de Coldplay a todo volumen, en el
recorrido recordé que el tenia redes sociales, me puse a pensar cual sería
la mejor manera de acercarme a él, todo el camino estuve pensando como
empezar una conversación, y a lo que iba llegando a mi escuela, vi el chico
que me atraía y se bajó del automóvil de su madre, pues ella lo trae siem-
pre al colegio, y pensé, por qué no escribirle al chat?, que inteligente Anas-
tasia, es muy buena idea.

9
Sin que él me viera entré rápidamente a la escuela y me dirigí a mi salón,
tenía clase de historia, como odio esta clase, siempre me quedo dormida...
de repente recordé una imagen de mi crush, ¡Oh Dios, no puedo creer lo
hermoso que es!, mi compañera de al lado me escuchó y se rió, yo quedé
anonadada, después me reí.

―¿Lo dije muy fuerte?

―No solo lo alcancé a escuchar yo.

―Gracias a Dios Ally.

Me reí, me dio mucha vergüenza que ella me hubiese escuchado, que ton-
ta Anastasia, aprende a guardarte tus propios comentarios para ti, me de-
cía a mí misma.

Faltaban 5 minutos para que se terminara la clase de historia, Ally y yo es-


tábamos viendo el reloj, como un par de aburridas queríamos que la clase
se terminara pronto, la inmadurez se apoderó de nosotras y empezamos a
hacer caras raras, nos reíamos a escondidas del profesor, Ally me hacía
reír a carcajadas con esa imitación del profesor de Historia, ya saben, el tí-
pico profesor de bigote con un gran carácter y un vocabulario muy amplio y
lento, no olvidemos lo panzón que es, oh Dios como odio esta clase!, ex-
clamé, me hace querer dormir, Trim trim trim, sonó el timbre de cambio de
clase, mientras que el profesor se largaba, Ally se acercó a mi puesto y me
preguntó:

―¿Quién era el chico del que estabas hablando?

―Te hablaré de él con una condición.

―¿Cuál?

10
―Con la condición de que me guardes el secreto y no le vayas a decir na-
da.

Ella aceptó con la cabeza y me dijo:

Cuéntame ya que me tienes con la intriga de saber quién es el responsable


que te tiene así.

Justo cuando terminó de hablar me reí, Ally se preocupa y se pone ansio-


sa cuando me gusta un chico, y más que a ella le encanta dar consejos en
el amor, no entiendo... Ella siempre da buenos consejos y nunca ha tenido
una relación, que extraño, creo que es un don; un don que la aleja de la ad-
versidad.

Volviendo al tema principal, le seguí contando de aquel chico en particular,


Ally me preguntó:

―¿Cómo se llamaba el chamaco!

Me volví a reír.

―Se llama Eduar

―¿Eduar qué?

―Eduar Goulding, ¿no es lindo su nombre? a mí me gusta mucho, igual


que sus gustos.

Ella hizo un sonido de coqueteo muy en particular, me sonrió y me pregun-


tó:

―¿Ya le hablaste?

11
―Aún no Ally

―¿Qué esperas, Anastasia?

De repente llegó el profesor de historia corriendo al salón, que raro se me


hizo hasta que pronunció estas palabras, "Deben irse a sus hogares, no
habrá más clase por hoy, el profesor de matemáticas se acabó de acciden-
tar", de inmediato todos recogimos nuestras cosas y nos organizamos para
salir, la mayoría andábamos preocupados por el profesor, me preguntaba si
estaría consciente en estos momentos, muchas cosas pasaban por mi
mente, después de todo, matemáticas era mi materia favorita y amo como
ese profesor enseña su pedagogía, y el resto, andaban felices porque no
tenían clase... Que mediocres, perder clase no es ningún alivio, antes es
muy des favorecedor, puesto que después nos tocará ver los temas más
rápido y no tendremos mucho tiempo para estudiarlos.

Salí con Ally del salón y en el salón de al lado, vi que Eduar estaba salien-
do, dije en voz alta: ¡Dios, que lindo es!, de inmediato Ally fijó la mirada a
Eduar y se rio muy fuerte, llamó mucho la atención, me dio vergüenza to-
dos se nos quedaron viendo.

―Por Dios, Ally CÁLLATE, que me estas avergonzando.

Me abrazó y me dijo: relájate tía, él no se dio cuenta, eso es lo importante.

Le volteé los ojos y exclamé: si claro, procura no hacer tanto escándalo.

Salí de la escuela con Ally y justamente cuando íbamos a cruzar la calle


para seguir el camino a casa, Eduar estaba del otro lado de la calle, él se
quedó viéndome mucho, no me quitaba la mirada de encima, Ally volteo y
miró a Eduar y el sintió que fue muy evidente al observarme tanto y volteo
la cara, hizo un gesto como de pena, me sonrojé mucho y Ally me empezó
a hablar todo el camino de que tenía que hablarle, ella me decía que pare-
ciera que yo también le llamase la atención, después de un rato de tanto

12
conversar llegamos a nuestras casas, pues Ally vive al lado de mi casa, así
que acordamos que nos iríamos todos los días juntas a la escuela.

Me despido de Ally y entró a mi hogar, mis padres no están, que extraño...


siempre están. Me dejaron el almuerzo servido, no dejaron nota, ni nada,
esto se me hace realmente extraño, pero bueno, lo ignoro y pienso que po-
drían estar comprando algo o quién sabe dónde estarán, no me preocupo
mucho, ellos ya son adultos y ya saben lo que hacen, subí a mi habitación
con mi almuerzo y prendí el portátil y me puse a buscar a Eduar Goulding
en el chat, después de un rato en buscarlo, Matanga! Te encontré!, reviso
la biografía y me doy cuenta que él es un año mayor que yo, el de 17 y yo
16, es estupendo, se ve muy atractivo en fotos y aún más lindo en persona,
y recordé a Ally riendo, Mierda, otra vez balbuceando; mientras almorzaba,
me preguntaba como comenzar la conversación, que preguntas le haré o
de que temas hablaremos, que complicado Dios, no entiendo porque me
tardo tanto en tomar una decisión, después de todo es solo un chico...

De repente, alguien me escribió en el chat, creí que era Ally, pero era
Eduar, a lo que vi el mensaje, casi me caigo de la silla con todo y almuerzo
de la emoción, no podía creerlo, rápidamente me repongo y leo el mensaje
mientras almuerzo.

Eduar G: Hola Anastasia

Cuando leí esto, me impresionó que supiera mi nombre.

De inmediato le respondí: Hola Eduar

Eduar G: ¿cómo estás, chica misteriosa?

Qué raro, cuando me dijo "chica misteriosa" las únicas que me dicen así es
Ally, y eso, ella no me conoce muy bien que digamos, pero lo más extraño
es que me considero así, una chica extraña, no entiendo cómo o porque

13
me llamo así... Piensa Anastasia, tal vez le pareciste misteriosa, no te ma-
tes la cabeza pensando en bobadas, él no te conoce aún.

Le respondí: Muy bien, gracias a Dios, ¿y a ti chico misterioso?

Me respondió Eduar G: Bien, pero estoy ansioso, el deseo de querer cono-


cer una persona con tantas ansias no me ocurre muy seguido, tu eres co-
mo una luz en la oscuridad, que cuando te vi, eras como una luciérnaga, la
más hermosa y resplandeciente del espacio, me quedé admirado de lo her-
mosa que eres y de lo atraído que me siento.

Me tomó tiempo responderle, no esperaba para nada esa respuesta, pensé


y pensé que le diría, hasta que encontré las palabras perfectas: Tal vez pa-
ra ti que has vivido en la oscuridad por tanto tiempo, puede que sea difícil
ver que alguien sea distinto a tu mundo.

Y me respondió Eduar: Tal vez si, tal vez no, solo se, que quiero conocerte
mejor...

Anastasia Steele: Opino lo mismo.

Eduar: En ese entonces, te invito un capuchino, ¿aceptas?

Anastasia Steele: ¿cómo crees que no voy aceptar un capuchino?, son mis
favoritos.

Eduar: Algo en común, que buena elección.

Anastasia: No más que tus libros ingleses.

Eduar: ¿Me has estado espiando?

14
Anastasia: Yo no lo llamaría espiar... Simplemente conozco unos cuantos
libros ingleses y el que estás leyendo es muy bueno.

Eduar: ¿Cuál?, 1984 de George Orwell.

Anastasia: Si, Su visión de un mundo en el que el totalitarismo llega a con-


trolarlo todo, incluso el pensamiento y la conciencia de los ciudadanos, se
mantiene como una advertencia implacable y una bandera de lucha para
quienes creemos en la libertad y la democracia.

Eduar: Por lo visto te gusta leer, tienes un muy buen pensamiento crítico.

Anastasia S: Si, lo sé.

Eduar: Bueno, entonces, ¿a las 4:30 está bien?

Anastasia: Vale, a esa hora está bien.

Eduar: ¿nos vemos en la Torre Eiffel? te quiero llevar a un restaurante que


queda cerca de allí, se llama "Le Jules Verne".

Anastasia: Si claro, encantada, ¿tú no eres de por aquí, verdad?

Eduar: No, yo soy inglés, ¿y tú?

Anastasia: Soy de Australia.

Eduar: Que extraño ver a una chica de por allá aquí en Francia―París

Anastasia: Lo mismo diría yo jòven inglés.

15
Eduar: Bueno, en ese entonces, nos veremos en donde quedamos y a la
hora que quedamos.

Anastasia: Por supuesto, allí estaré, adiós, que tenga un buen día.

Eduar: Igualmente señorita Anastasia.

Justo después de terminar la conversación, me asomé a la ventana, pues


la habitación de ella y la mía, queda justamente al frente una de la otra, así
que era fácil de verme con ella, le dije que bajara y viniera a mi habitación,
ella bajó de inmediato, sabía que le iba a contar algo.

A lo que llegó, le mostré la conversación con Eduar, le pareció fantástico


que él me hubiera escrito, y más aún, que me hubiera invitado a salir, le pe-
dí el favor de que me ayudara a elegir que me llevaría puesto, buscamos y
buscamos, entre risas y burlas encontramos el vestuario ideal, elegimos un
vestido azul escotado atrás, con un gripiur adelante en el pecho y tenía un
buen corte que marcaba muy bien mi silueta y unas zapatillas que conjuga-
ban con el vestido, y el cabello suelto con un toque de pasión en los la-
bios... ya eran las 4:30, se me hizo tarde, me despedí de Ally y la acompa-
ñé hasta la puerta, le di las gracias y me deseó suerte, rápidamente, llamé
a un taxi y llegamos en menos de 3 minutos, no estaba muy lejos que diga-
mos.

A lo que llegué al lugar, pude ver que Eduar ya estaba allí, esperándome
en la entrada del restaurante "Le Jules Verne", lo vi un poco distraído, al
parecer me estaba buscando entre tanta gente, cuando me acerqué, me
reconoció al instante.

―Mucho gusto señorita Anastasia, mientras me saludaba de beso en la


mejilla.

16
―El gusto es mío y sonreí. Me puse a pensar lo guapo que se ve con esos
pantalones vino―tinto, la camisa blanca junto con una corbata azul oscura,
casi negra que llevaba, le quedan muy bien.

Me invitó a seguir adentro, él ya tenía una mesa reservada para nosotros,


todo era muy bonito, incluyéndolo a él, él es raro y creo que eso es en par-
te lo que me atrae de Eduar, su presencia, su aroma, me encanta su aro-
ma, es fuerte, es inquietante tenerlo cerca, quisiera abrazarlo y quedarme
unos minutos en su pecho, definitivamente me gustó haberlo conocido, la
mesera llegó y Eduar pidió dos capuchinos, como habíamos acordado y un
exquisito pan del restaurante, la mesera tomó la orden y se fue, empecé a
hablar con Eduar

―¿Qué te gusta hacer?

―Me gusta estar solo, pero la mayoría del tiempo me la paso con mis ami-
gos, ellos son buenas personas, pero tienen muchos problemas.

Se sintió un poco de silencio por unos segundos, luego el preguntó:

―¿Y tú?

―A mí me gusta también estar sola, hay cosas que me han llevado a que-
rer gustar estarlo, porque me han fallado muchas veces y yo lo tolero, pero
cuando yo fallo, es remotamente diferente, a veces no me apetece conocer
personas, pero... contigo fue diferente.

Sonreí y me dejé caer el cabello a la cara, él sonrió y me quitó el cabello de


la cara y lo puso detrás de mi oreja, deslizó la mano hacia mis mejillas y dio
una breve caricia llena de afecto, justo en ese momento sonreí y giré la ca-
beza para sentir más su mano en mi mejilla, luego él sonrió y tomó mi
mano y la abrazó con las suyas, acercó mi mano a su boca y me dio un
breve beso y me susurró: a mí también me gusto haberte conocido.

17
Me sonrojé mucho, él lo notó, sintió que debía ir más despacio y dejó mi
mano en su puesto, de donde la había tomado, justamente en ese momen-
to, llegó la mecerá y dejó el capuchino en compañía con el pan crujiente,
nos devoramos el banquete entre los dos, era el pan más grande y crujien-
te que he visto en mi vida, además tiene un exquisito y delicioso sabor,
mientras que lo comíamos, notaba que Eduar se quedaba viéndome disi-
muladamente al comer, yo hacia la que no me daba cuenta, pero en reali-
dad me encantaba que lo hiciera. Cuando terminamos de comer, la mecerá
trajo la cuenta y Eduar pagó de inmediato, mientras ella se iba, al igual que
nosotros.

―¿A dónde quieres ir Anastasia?

―Tengo un lugar preferido en todo el mundo al que siempre voy cuando


quiero sentirme en paz conmigo misma.

―En ese entonces iremos para allá, quiero conocer de qué lugar tan mara-
villoso te hace sentir todo eso.

Salimos de la zona de la Torre Eiffel y la madre de Eduar al parecer le ha-


bía prestado el auto, me abrió la puerta decentemente del auto y luego él
se subió al auto, proseguimos a ir al lugar destinado, mientras le daba las
instrucciones a Eduar para llegar al sitio al que quería ir, me di cuenta que
los padres de Eduar le tienen confianza, Eduar sabe conducir muy bien el
auto, es bastante bueno para tener apenas 17 años.

Nos demoramos en llegar al Fénix unos 20 minutos, le llamo "Fénix" por-


que los habitantes de aquel lugar alejado de la ciudad han visto uno, algo
que es realmente extraordinario pero a la vez muy difícil de creer, dicen
aquellos habitantes que esta ave, solo se le aparece a personas puras de
corazón, aquellas que hayan aprendido y superado todo lo que han de
aprender en vida.

18
Llegamos por fin al Fénix, bajamos del auto y Eduar estaba boca abierta
con el lugar, pero ¿cómo no enamorarse de tan hermoso lugar?, el Fénix
parecía una ciudad abandonada, con estatuas que tenían rostros agrada-
bles, de felicidad, amor y compasión, y alrededor de esto un montón de na-
turaleza que los invadía, es tan magnifico como se crea este tipo de belleza
en medio de un bosque.

Estuve mostrándole el Fénix a Eduar, le pareció maravilloso, a él le intriga-


ba un poco la idea de que hubiera una ave existente de tantos siglos viva,
a mí también me intrigaba esa pregunta, pero aun así, me gusta creer que
aún existe, que solo está esperando el momento perfecto para salir y rena-
cer, para mostrar lo mejor de sí mismo.

Nos pusimos a dar vueltas sujetados de la mano, sentía como su mano ás-
pera tocaba la mía, me sentía bien, muy bien, dábamos giros, hasta que
nos caímos alrededor de un mar de flores en el suelo, nos quedamos un
buen rato allí viendo hacia el cielo, viendo algún rastro de señal del ave Fé-
nix, no tardó mucho para que se hiciera un arco iris en el cielo, empezamos
a hablar de nuestros miedos más profundos, de quien pensamos ser en el
futuro, del como reaccionaremos para lo que la vida nos tendrá previsto.

19
Ya eran las 6 de la noche, ya era tarde, ya el sol se estaba ocultando entre
los árboles secos, se podía ver el reflejo del sol en el lago del otro lado del
Fénix, nunca he ido hacia el otro lado del bosque, siempre me han dicho
que no es seguro allá, que hay criaturas peligrosas, algo que siempre he
querido hacer, es ir al otro lado del bosque y sé que algún día iré y presien-
to que es pronto. Recogimos nuestras cosas y nos subimos al automóvil,
Eduar le aplicó un poco de velocidad al automóvil, para llegar a tiempo a
mi casa, para que mis padres no se enojaran conmigo, ya que ellos no sa-
bían que yo iba a salir. En todo el recorrido hablamos de lo estupendo que
la pasamos, luego, al llegar, Eduar me acompañó hasta la puerta de mi ca-
sa y me dio un gran abrazo de despedida, por un instante nos quedamos
viendo fijamente, y no pudimos resistir las ganas de besarnos, casi a medio
minuto mi madre llamó a la puerta y pronunció mi nombre:

— ¿Anastasia eres tú?

— Si madre ya entró. — Abracé por última vez —. Adiós Eduar, cuídate.

— Adiós, gracias por mostrarme a Fénix, la pasé estupendo, espero verte


mañana en el descanso.

Acerté con la cabeza y le sonreí con gesto de darle a entender que también
la había pasado muy bien, me dirigí adentro, subí a mi cuarto y cuando iba
por las escaleras, mi madre me preguntó

— ¿a dónde habías estado y con quién?

―Estuve con Eduar en el lugar más bonito de París. —Le sonreí y luego
subí rápidamente las escaleras para no darle oportunidad de preguntarme
absolutamente nada de aquel muchacho.

Entré a mi cuarto, me cambie la ropa para irme a dormir, mi mamá entró a


mi cuarto con mi cena, la dejó en mi cama junto a mí.

20
― ¿Quién es ese muchacho? — Preguntó.

― Solo era un amigo.

Mi mamá se quedó por unos segundos en silencio, mientras yo cenaba, me


comentó que en 3 semanas se irían de viaje a Italia ― Roma junto con mi
padre, me dijo que debía portarme bien mientras ellos no estuvieran, que
se quedaría en Roma una semana, pues mis papás son asistentes del pre-
sidente del banco del vaticano y por lo tanto deben asistir a un evento que
se realizará para beneficio del banco y de la comunidad, apenas terminé de
cenar, mi madre recogió el plato y me dio los dulces sueños, alisté todo pa-
ra el siguiente día y me fui adormir.

Mi padre me fue a despertar de beso en la frente, y mientras me alistaba mi


padre me estaba esperando en la mesa, para desayunar, mientras la sir-
vienta me servía el desayuno, fue ahí donde noté, que por primera vez me
llegó la menstruación, llamé a mi madre y le comenté, ella de inmediato hi-
zo un escándalo por toda la casa, diciendo que ya era una mujer, le llamé
la atención y le dije que me diera algo, para no desangrarme en el colegio,
lo peor era que justo ese día, tenía educación deportiva, desayuné rápido
con mi padre y le pedí el favor de que me llevara al colegio, me despedí de
mi madre y nos subimos al Gallardo, llegamos a las escuela como en 5 mi-
nutos, a mi padre le gusta viajar en el Gallardo, cuando llegué a las escuela
con mi padre, todos se nos quedaron viendo, muy pocas personas tienen
este vehículo en Italia, además es muy lujoso tener uno de estos, mi padre
se bajó del auto y me dio para mi mesada y se despidió de mí, le agradecí
por haberme traído y el me preguntó:

―¿qué vas a hacer después de clases?

― nada padre,

― ¿Quieres ir de compras?

21
― Si padre, pasa por mí a las 2 de la tarde. Mi padre asintió con la cabeza
y se subió al auto, y me dirigí rápidamente a mi aula, me organicé en mi
asiento y noté que todos estaban raros, yo no socializaba con la mayoría
del curso, porque hacía poco había entrado a esta escuela, aunque pen-
sándolo no extraño para nada mi antigua escuela.

No le puse mucha atención a las caras de mis compañeros, saqué mi celu-


lar del bolsillo y empecé a revisar mis redes sociales, no pasaron ni 5 minu-
tos, cuando todos mis compañeros se acercaron a mi puesto y me dijeron:
¡Toma esto es para ti!, alguien te lo trajo, no dice quién. De inmediato lo re-
cibí, me incomodó un poco que mis compañeros hubiesen sido un poco
chismosos, pero me incomodó más que llegara el profesor de ciencias polí-
ticas y me viera con tremendo ramo de flores y chocolates en la mano, el
profesor dijo:

― Me hacen el favor todos se sientan en sus puestos y me hacen silencio,


y usted señorita Steele, guarde eso y espero que no me haga indisciplina
en la clase.

― Si señor ya lo guardo.

El profesor empezó a llamar lista y noté que Ally no había asistido a clase,
que extraño hay estaba su bolso debajo de su asiento, el profesor cuando
pronunció su nombre, notó que no estaba y pensó que no había ido a cla-
ses, me quedé callada y no dije nada, el profesor siguió llamando a lista, a
lo que terminó, empezó a dictar la clase común y corriente, estuve muy
atenta en la clase de él, y cuando se terminó la clase, el profesor se acercó
y me pregunto:

― ¿Quién te regalo eso?

― No sé quién me lo regalo, cuando llegué al salón ya estaba.

22
Pensé que a lo mejor era Eduar, ¿por qué quien más me traería algo así?
yo no le gusto a nadie... El profesor con cara de que no se lo creyó se alejó
y se despidió del salón y nos dijo que nadie se podía quedar en el salón,
que salieran al descanso, dejé mi asiento organizado junto al ramo de flo-
res, saqué los chocolates y me fui del salón, cuando iba por los pasillos vi a
Ally hablando con Eduar muy cerca, como discutiendo, se me hizo real-
mente extraño verlos juntos, no pensé que se conocieran, me escondí y
traté de escuchar lo que hablaban, pero no pude escuchar nada, estaban
afuera en la sala de música y como había música, no se podía entender
nada, de un momento a otro ella le dio una cachetada, le gritó ¡eres un im-
bécil! y se fue llorando, a Eduar se le aguaron los ojos y se quedó allí por
unos segundos, luego entró a clase de música y yo seguí a Ally, ella se diri-
gió para el baño, se puso a llorar, de inmediato entré al baño como si no
supiera que ella estaba ahí, justo cuando alce la mirada, Ally se estaba la-
vando la cara, le pregunté:

―¿Qué tienes?, ¿qué te paso?

― "Nada, simplemente es la menstruación, me da muy duro, tengo muchos


cólicos".

― Tómate una pastilla para los cólicos para que se te calme.

La acompañé hasta la enfermería para que comprara una pastilla para los
cólicos, la enfermera se la dio y ella se la tomó sin pensarlo, no dejó de
pensar porque Ally no me había dicho que conocía a Eduar, no entiendo
porque lo habrá abofeteado, no puedo sacarme de la cabeza por que ella
estaba llorando y que era lo que le reclamaba a él.

Después de sentirse mejor, nos dirigimos al salón, el profesor de filosofía


ya había llegado, cuando llegamos, le expliqué a el profesor porque no ha-
bíamos llegado antes, el entendió la situación y nos dejó seguir a la clase,
Ally se veía muy preocupada, cansada, tenía bolsas en los ojos, estaba
muy pálida, estaba preocupada por ella, estaba muy ansiosa por preguntar-

23
le de Eduar, del porque estaba afuera del salón esta mañana, pero no le
dije nada, deje pasar por alto lo que vi, pero aun así lo tuve muy en cuenta,
el profesor empezó a hablar sobre las ramas de personalidad y los tipos de
trastornos mentales.

Llegaron las 2 de la tarde y sonó el timbre, el profesor recogió sus cosas y


se fue del salón, Ally recogió sus cosas y se fue muy rápido, como si estu-
viera enojada conmigo, yo recogí mis cosas y me fui detrás de ella, pero
cuando salí del colegio, no la vi por ningún lado, y mi padre ya me estaba
esperando dentro del gallardo, la busqué por encima de la multitud y no la
pude encontrar, me subí al gallardo y dejé el ramo de flores en el asiento
de atrás, mi padre me preguntó:

― ¿Quién te había regalado el ramo?

― Le dije que no sabía quién me lo había regalado, era un ramo anónimo.


Se quedó pensando por un instante y fijó la mirada hacia al frente y me di-
jo:

― ¿A dónde quieres ir de compras Ana?

― Sabes que me gusta ir a comprar ropa donde Zara, por la calle Rue de
la Monnaie.

— Agárrate bien del asiento, que llegaremos pronto.— Dijo mi padre con
voz malévola y tenia una sonrisa de pícaro.

Solté una carcajada y mi padre arrancó en el gallardo hacia el boutique Za-


ra, no tardamos mucho en llegar, entramos y había ropa estupenda, mi pa-
dre es tan genial cuando se trata de entender que es lo que necesito sin yo
pedírselo, recuerdo que de aquel lugar salí como con 4 bolsas en cada
mano.

24
Me fui súper contenta de aquel lugar, le agradecí a mi padre una y otra vez
por haberme regalado la ropa, nos fuimos para la casa en el gallardo y le
mostré a mi madre toda la ropa que habíamos comprado, a mi madre le
gustó que él me hubiera llevado a comprar ropa y que hubiese compartido
momentos alegres conmigo, ya eran casi las 4:30 y subí a alistarme, me
iba a ver con Eduar, el me viene a recoger, me alisté en un abrir y cerrar de
ojos, cuando tocaron a la puerta era él, bajé las escaleras corriendo y mi
madre me preguntó:

― ¿A dónde iras?

― Adiós madre, iré al fénix, te quiero. Cerré la puerta, no la dejé ni terminar


lo que me iba a decir.

Eduar me estaba esperando en el auto, lo saludé de beso y el manejó has-


ta el fénix, me preguntó:

― ¿Cómo estuvo tu día?

― Muy bien, ¿y el tuyo?

25
Se quedó pensando y me respondió: bien.

― ¿Sólo bien?

― Sí.

Cuando llegamos, nos bajamos del auto y empezamos a caminar sujetados


de la mano por el bosque, nos fuimos al lago y allí nos desvestimos y nos
metimos al lago en traje de baño, me tiré de clavado al lago y Eduar se
quedó perplejo viéndome nadar, me reí y le dije:

― ¿Te vas a meter o no?

― Se rio y se metió al lago.

Allí lo abracé y lo besé, pasaron las horas muy rápido, cuando vi, ya eran
las 6, nos vestimos rápido, ya se estaba ocultando el sol y me daba miedo

26
que algún animal nos ataque, nos fuimos al auto y Eduar me llevó a mi ca-
sa, me despedí de él y le di un gran beso y abrazo.

― ¿Vas a ir a las fiesta de Patrick? — Me preguntó.

― No me invitaron a la fiesta.

― ¿cómo qué no?, claro que sí, yo le di la tarjeta a Ally para que se la diera
a ti.

En ese momento entendí algunas cosas que había visto, tal vez Ally se
sentía celosa, aun así se me hacía extraño que ella se portara de esa for-
ma.

― Ah, a lo mejor se le habrá olvidado.

― Si, quizás, ve a la fiesta, te espero allá.

― bueno yo iré.

Entre a mi hogar y mis padres no estaban, me habían dejado una nota que
decía que se fueron a cenar y que no demoraban, yo estaba un poco can-
sada así que me dirigí a mi cuarto, quería acostarme a dormir ... a media
noche entró mi madre a mi cuarto, yo ya estaba dormida, pero cuando ella
entró me despertó el ruido que causó la puerta, me hice la que estaba dor-
mida y mi madre cerró la puerta, esperé 15 minutos y me dirigí a la habita-
ción de mis padres, cuando la abrí no hice ruido, los encontré muy entrete-
nidos a esta hora de la noche jugueteando debajo de las sabanas, cerré la
puerta cuidadosamente y me dirigí a mi habitación, me traté de concentrar
en dormir y lo conseguí.

Al otro día me desperté tipo 10 de la mañana me levanté y le pedí a Doulas


la sirvienta que me hiciera el favor de servirme el desayuno, ella me lo hizo

27
de inmediato y me lo sirvió, le pregunté que a donde estaban mis padres,
ella me dijo:

― Están en la parte trasera de la casa.

― ¿En la piscina?

― Es lo más probable que estén allá.

Terminé de desayunar y me fui a la piscina para confirmar que estuviesen


allá, y por lo fortuna si lo estaban, los saludé y les dije:

― ¿Cómo amanecieron?

― Muy bien hija, gracias a Dios, ¿y tú como amaneciste hija?.

― Bien padres, con un poco de sueño.

Se les hizo raro que hubiese dicho eso pero no le prestaron mucha aten-
ción.

― Padres, ¿me dejarían ir a una fiesta que habrá esta noche?

Habló mi padre: Como yo soy tu papá, yo te llevo y te traigo.

― Pero papá, Eduar se ofreció a llevarme, por favor déjame que me lleve
él.

Mi madre interrumpió y le dijo a mi papá que me dejara ir, que Eduar era un
buen muchacho.

― ¿Tú conoces a Eduar?

28
― No, pero se dónde vive y quien es la familia de él, conozco a la mamá y
es una muy buena mujer, es un ejemplo a seguir esa señora.

Le sonreí y le insistí a mi padre que por favor me dejara ir con Eduar, al fi-
nal aceptó con inseguridad, pero me dejó ir, los besé a ambos en la frente y
me fui a mi cuarto a arreglar todo para en la noche, a medio día, bajé al-
morzar a la piscina, mis padres estaban muy alegres al parecer ese día, no
les mencioné lo que había visto ayer por la noche, pero cuando terminé,
volví a mi cuarto, no les hice la conversa a mis padres, subí y me puse a
escuchar música y a adelantar tareas, a las horas me desperté, no me di ni
cuenta a qué horas me había dormido, ya era de noche, ya debía empezar
a alistarme para la fiesta, le escribí a Eduar.

Anastasia Steele: Hola Eduar, ¿a qué horas me recogerás?

Eduar Goulding: Hola Anastasia, te recogeré a las 9, ¿está bien?

Anastasia: Si está bien.

Eduar: bueno ¿sabes?, la pasé muy bien ayer y antier, realmente eres una
persona magnifica, no puedo explicar lo feliz que me hace haberte conoci-
do.

Anastasia: Gracias Eduar, yo también la pasé muy bien, haberte conocido


fue genial, me agrada mucho que seas así conmigo.

Eduar: Me gustas Anastasia, siento que quiero estar contigo cada vez más,
me gusta todo de ti, tus labios, tus ojos, tus cejas, tu cariño, tu cuerpo, tu
forma de hablarme, me siento importante, me haces sentir bien.

Anastasia: Soy así contigo, porque contigo siento que puedo ser diferente
que con el resto.

29
Eduar: Bueno Anastasia, me alegra saberlo, me alegra saber que tu tam-
bién te sientes bien conmigo, te dejo Anastasia, iré a alistar, en una hora te
recogeré, ¿bueno?

Anastasia: Bueno Eduar.

De inmediato fui y me pegué un baño y me puse un vestido rojo, con un es-


cote en la espalda hasta la cintura y también traía un escote en la parte de
adelante que hacía ver muy bien mi busto, con unas zapatillas rojas con
dorado y el cabello me lo dejé suelto, quería dejar sueltos a mis crespos re-
beldes, muy rebeldes diría yo, me puse en los labios un labial rojo pasión,
para que el vestido se resaltara, cuando escucho tocar la puerta, bajo rápi-
damente y me despido de mis padres, abrí y mi padre le dijo a Eduar:

― Espero que la cuides bien.

― Claro que sí señor cuidaré bien de su hija.

30
Nos subimos al auto y nos dirigimos hacia la fiesta, Eduar estaba muy bien
vestido, tenía un traje de gala muy elegante, cuando nos bajamos del auto,
algunas personas que estaban afuera se nos quedaron viendo, de inmedia-
to entramos a la fiesta y había mucha gente y muy buena música, empeza-
mos a bailar Eduar y yo, bailábamos muy sensual, muy juntos, Eduar puso
una mano en mi cuello y la otra en mi espalda descubierta, yo empecé a
mover mi busto en círculos para motivarlo a bailar más sensual, luego él
acercó sus labios a los míos y nos besamos, después de bailar por 30 mi-
nutos, Eduar me dio un trago y me lo tomé, luego volvimos a la pista y se-
guimos bailando, noté que ya la gente estaba muy concentrada en el baile,
había mucha gente tomando y un poco loca, por ahí una que otra mujer
borracha exhibiendo su cuerpo.

31
Eduar me daba cada 5 minutos un trago y yo los tomaba porque vi que to-
do el mundo lo estaba haciendo, nunca había tomado en exceso, no nece-
sariamente quería llegar a emborracharme, de repente cuando bailaba me
sentí un poco mareada, no entendía lo que pasaba, nunca me había senti-
do así, no se me pasó por mi mente que Eduar probablemente me pudo
haber echado algo en el trago y el notó que estaba en ese estado y me sa-
có de la pista y me llevó al segundo piso, nos empezamos a besar y entra-
mos a un cuarto, allí me acostó en una cama, yo estaba balbuceando co-
sas, no recuerdo que cosas eran, él se estaba desvistiendo, cuando es que
entro Patrick a la habitación, me vio a mi balbuceando y borracha y me sa-
có inmediatamente de allí y se puso a discutir con Eduar:

― ¿Por qué le haces eso?, para estar con ella no necesariamente debía
hacerlo de esa forma, ella no es ningún objeto sexual, respétela.

Él me cogió del brazo y me sacó de la fiesta, mientras Eduar se quedó


adentro, Patrick me llevó a mi casa y por fortuna, mis padres estaban dor-
midos, no sintieron cuando llegué, él entró a mi casa y me llevó a mi cuar-
to, me dejó allí en mi casa y me arropó y recuerdo que me dijo, menos mal
llegué a tiempo. Me besó y me preguntó:

― ¿Te gustó el ramo de flores que te mandé?

― ¿fuiste tú?, sí, me encanto Patrick, gracias, pero... ¿por qué me lo diste?

― Porque siempre he estado enamorado de ti, siempre he estado en tu


sombra, pero tú nunca te has fijado quien está detrás de ti, quien bota la
baba por ti, solo miras lo que quiere ver... Bueno Anastasia, debo irme,
ahorita hablar contigo en este estado es inútil, adiós. ― Me volvió a besar.

Al otro día me desperté y traté de recordar todo lo que pasó, estaba furio-
sa por lo que Eduar me quería hacer, como ya habíamos salido a vacacio-
nes, no vería más a Eduar Goulding, a menos de que viniera a mi casa, pe-
ro él ya no tenía ni esa confianza, ni ese derecho de venir y decirme o in-

32
ventar "un mal entendido", en la tarde recibí un mensaje de Eduar Goul-
ding.

Eduar: Lo siento, por favor perdóname.

Anastasia: Usted no tiene derecho de pedirme perdón, usted perdió conmi-


go todo tipo de relación, usted es una persona falsaria, sus palabras son
puras patrañas, ya veo que su intención conmigo, era ser una más, con las
que se ha acostado.

Eduar: Lo siento, en verdad, no te quiero perder.

Anastasia: Ya es muy tarde Eduar y yo no doy segundas oportunidades a


personas de su tipo.

Tenía demasiada rabia, dejé el portátil a un lado y me alisté para ir al fénix,


necesitaba pensar, necesitaba meditar y pensar sobre qué haré con mi vida
el siguiente año cuando saliera de la escuela, a lo que llegue al Fénix, me
acosté en medio de un manto de margaritas y me puse a pensar si sería
mejor seguir el trabajo de la familia o estudiar cosmología, ya que todo lo
que tuviera que ver con el espacio, las estrellas, y las galaxias era mi ma-
yor afición, mi mayor sueño, siempre me ha llamado la atención saber que
hay más allá de lo que no podemos ver.

Pensé en lo sola que estaba en esos momentos y llegué a la conclusión,


que me siento muy bien sola, no necesito tener precisamente a Eduar en
mi vida para ser feliz, he llegado a ser lo que soy sin ayuda de él, además
tengo a mis padres, si mis padres están conmigo, puede faltarme todo el
mundo, menos ellos, si ellos están conmigo, yo estaré bien en cualquier cir-
cunstancia.

Cerré los ojos y me quedé dormida no sé por cuanto tiempo, pero me des-
perté porque sentí que algo me estaba lamiendo la nariz, cuando abrí los
ojos, note que era un conejo, me levanté lentamente y lo acaricié, no que-

33
ría asustarlo, quería que se quedara, me pareció tan tierno que este peque-
ño conejito me despertara de esta forma, me recordó a mi padre, a él le
gusta despertarme de beso en la frente, siempre que él lo hace me llena de
felicidad, me siento a gusto, me siento en paz, creo por un instante se me
olvido todo lo que había pasado y me concentré en mi.

Solté al conejito y se fue por un camino que se dirigía a las estatuas, lo per-
seguí y mientras lo perseguía, pasábamos por medio de cientos de esta-
tuas, me preguntaba cómo estas podían estar allí, si hacer una estatua de
piedra no es tan fácil y estas estaban muy bien hechas, seguí persiguiendo
al conejito y me di cuenta que todas las estatuas, absolutamente todas te-
nían una buena reacción en la cara, cuando el conejito dejó de correr, bajé
la mirada, lo vi y se quedó en frente de una estatua gigante que había al
otro lado del Fénix, parecía un demonio con cachos y cola, esta estatua te-
nía un color oscuro, más que las demás y al lado de él, había una estatua
rota, pero era pequeña, me dio por bajar la mirada, quería ver si el conejo
aun seguí ahí, pero él ya se había esfumado, no vi por donde cogió, ya
eran las 6 de la tarde y los pedazos de la estatua rota se tornó de un color
claro, casi blanco, me dio un poco de miedo y corrí hacia el otro lado del
bosque en medio de las demás estatuas.

Pasé por el lado de un edificio abandonado, había visto una niña allí, volví
a mirar para rectificar si era una niña o era un niño, cuando vi, ya no esta-
ba, creí mirar una niña allí, no me detuve, seguí caminando, me devolví a
casa y cuando iba llegando, vi que Eduar salía de mi casa en compañía de
mi padre, ¿pero qué coños hace él con mi padre?, rompí en ira, no quiero
que este gilipollas me siga molestando la vida, ya bastante me sacó de qui-
cio.

34
Tomé aire y seguí caminando, mi padre sacó de la casa a Eduar y cuando
iba llegando a la cera de mi casa, Eduar me vio y me dijo:

― ¡por favor perdóname!

Le pegué una bofetada y le dije:

― ¡deje de ser ridículo y lárguese de mi casa que no quiero verlo más, us-
ted no es bienvenido aquí!

Entré a mí casa junto con mi padre y le cerré la puerta, y volteé a ver a mi


padre y él me dijo:

― Ya se todo, sé que fue tu decisión confiar en él, pero a pesar de todo hi-
ciste lo correcto, te quiero hija y no quiero que nada malo te pase, por eso
me preocupo por ti, porque me importas.

35
Abracé a mi padre con lágrimas en los ojos y le dije lo mucho que lo ama-
ba y lo mucho que le agradecía que me apoyara tanto en mi vida, mi padre
me dijo:

― Siempre estaré para ti, así yo este peor que tú, siempre te escucharé, te
ayudaré y te protegeré de la vida, porque yo quiero que tu salgas adelante
hija mía. Mi padre me acompañó a mi cuarto y me arropó en la cama, me
dio un beso en la frente y apagó la luz, siempre he dicho que no pude ha-
ber tenido mejores padres en mi vida.

Al día siguiente, mi padre me fue a despertar a la habitación, me dijo: hija


levántate que te tengo una sorpresa.

Me levanté, me bañé y me alisté rápido, estaba un poco ansiosa por la sor-


presa, cuando bajé al comedor, mis padres estaban juntos y estaban como
silenciosos, mi madre me dijo: ven, siéntate primero y desayuna.

36
Doulas me hizo mi desayuno preferido panqueques con miel y un vaso de
leche, mi padre se tomó un capuchino de chocolate y mi madre un capu-
chino de fresa y Doulas la sirvienta, ella siempre come en otra mesa, mu-
chas veces le insistimos que coma con nosotros, creo que se siente un po-
co incomoda, supongo que se siente menos preciada, mis padres me han
enseñado que siempre hay que ser sencilla, es cierto que a veces nos gus-
ta llamar la atención con cosas materiales, pero lo hacemos jugando, noso-
tros no le ponemos mucha atención a valernos por cosas materiales, si es
cierto que estas son necesarias, pero cuando tenemos estas cosas, noso-
tros no se las echamos en cara a la gente, hay muchas personas que están
en la calle, muchas personas que no tienen dinero, que no están bien eco-
nómicamente, que tienen tantas dificultades, no me gusta hacer sentir mal
a la gente, supongo que por eso, la gente intenta pisotearme, intentan va-
lerse por cosas, pero ellos no pueden hacerlo, porque yo no le pongo im-
portancia a eso, siempre he dicho que prefiero ser pobre y con amor a su
familia, que ser rica, sola y amargada.

Llamamos a Doulas, ella es mexicana, para que desayunara con nosotros,


insistimos pero ella no quería, entonces mi padre se levantó del asiento y
trajo a Doulas a comer al comedor, la sentó al lado de mi madre y le dijo:
de ahora en adelante ese será tu puesto.

Doulas dijo: Muchísimas gracias señor Jacob Steele y señora Charlotte


Smith.

Mi padre dijo: llámame solo Jacob y mi madre siguió: y a mi solo Charlotte.

Doulas se sonrojó y nuevamente dio las gracias, ella se había hecho unos
huevos revueltos acompañado con panquecas, al terminar de desayunar,
todos nos paramos del comedor y le ayudamos a Doulas a llevar los platos
a la cocina, ella insistió en recogerlos, pero no le hicimos caso, de vez en
cuando, se debe ser humilde y dejar el ego a un lado.

37
Doulas se puso a lavar los platos del desayuno y mis padres me vendaron
los ojos y me llevaron afuera, cuando me quitaron la venda y tenía al frente
en mis ojos un Alfa Romeo 4C negro.

― ¡Dioooos mío!, me encantó este auto, gracias padres por comprármelo.

Mi madre dijo: hija te dimos este auto, porque sé que lo necesitas, te lo iba
a dar después, pero creo que lo necesitas ahora, quiero que lo manejes
con mucha precaución y que no le vuelvas a pedir a ningún gilipollas que te
lleve.

Me reí a carcajadas y una vez más les di las gracias a mis padres, estaba
admirando el auto y mi padre me dijo:

― ¿qué esperas?, ve y da una vuelta.

Me lanzó las llaves y me subí a la belleza de auto, lo encendí y pensé a


donde iría, definitivamente no iría donde Eduar y Ally a estado rara estos
días, no le diré que me dieron el auto de mis sueños, y recordé a Patrick,
¡eso, iré donde Patrick!, aceleré el vehículo y me dirigí a la casa de él, no
me demoré ni ocho minutos, considero que conduzco muy bien, además
este vehículo es uno de los más rápidos del mundo, ¿cómo no voy a llegar
rápido? me decía a mí misma mientras me bajaba del auto, toque la puerta
y Patrick abrió,

Y me dijo: Uy, ¿y ese milagro que vienes por aquí?

― Quiero hablar de algunas cosas contigo, además, el único amigo que


ahorita me queda, eres tú.

― Si te entiendo, después de lo que pasó antier.

― Quiero hablar también de eso, ¿puedes venir conmigo?

38
― ¿ahora Anastasia?

― Si, ¿por qué?, ¿estas ocupado?

― No, vayámonos. Mientras cerraba la puerta pude ver a Eduar sin cami-
sa, con una mujer rubia, que por cierto, era muy parecida a Ally, no le pres-
te atención, al fin y al cabo, a mí no me debería de importar, lo que haga o
deje de hacer Eduar.

Patrick me preguntó: ¿Ese es tu auto?

Lo miré y le dije: Si, ¿por qué?

― Adoro estos autos.

Me subí al auto y le pregunté: ¿te vas a subir, o vas a quedarte ahí?

Se rio y dijo: pero claro que sí.

Encendí el auto y volteé a mirar a Patrick y detrás de él, en la puerta de la


casa, estaba Eduar mirándome, estaba como en shock, lo miré seria y le
alce una ceja, lo miró de arriba a abajo, le hago entender, que el ya no vale
nada para mí, miró hacia al frente y arrancó en el Alfa Romeo 4C a toda ve-
locidad, sin percatarme del peligro, Patrick asustado me dice: ¿a dónde va-
mos?

le dije: Iremos al Fénix, quiero mostrarte algo de aquel lugar.

Él se quedó callado en el transcurso del trayecto, cuando llegamos al Fénix


nos bajamos del auto y caminamos hasta donde estaban las estatuas, a
Patrick le encantó el lugar, lo tomé de la mano y recorrimos el sitio y mien-
tras se lo mostraba, le iba contando la misma historia del Ave Fénix que le
había contado a Eduar, cuando llegamos al lugar le enseñé la estatua ne-

39
gra, la que parece un demonio y los pedazos de la piedra que están al la-
do de la que parece un demonio, parecía como si algo hubiera salido de
esa piedra, algo vivo, no precisamente un humano.

Di media vuelta y todas las estatuas tenían la cabeza en dirección a noso-


tros, me dio mucho miedo, estábamos al otro lado del Fénix, donde los ha-
bitantes me habían dicho que estar en aquel lugar era peligroso, le dije a
Patrick que volviéramos al Alfa Romeo 4C, en ese mismo instante, algo
grande se asomó entre los arboles e hizo un ruido muy fuerte, un sonido
desafiante, no lo dudamos dos veces, salimos a correr y no pudimos mirar
que fue lo que se nos apareció, Patrick y yo gritamos porque esa cosa hizo
estremecer las hojas de los árboles, cuando llegamos al Alfa nos subimos
al auto y lo arrancamos de una, nos fuimos impactados del lugar, no se me
pasó por la cabeza que podría ser el Ave Fénix, creí que era un demonio o
algo así.

Nos reímos de lo chistoso en la forma en que salimos de aquel lugar, pues


solo a dos locos de remate se les ocurriría ir a este tipo de lugar, pero en si
la culpa no fue de Patrick fue mía, solo mía, le pregunté a Patrick: ¿Quieres
hacer una locura?

― El me respondió: ¿cómo qué?

40
― Saltar de un avión en paracaídas.

― Claro, seria genial Anastasia, ¿pero de a dónde vas a sacar dinero para
pagarlo?

― Tu tranquilo, que yo me encargo de eso, además un amigo de mi padre


me debe un favor y ya es hora de que me lo pague.

Nos fuimos para el aeropuerto de París y allá busqué a mi amigo, al cabo


de 10 minutos lo encontré y le hablé del tipo de pago que necesitaba del
favor que le había hecho, Fèderico asintió con la cabeza y me guió por
donde debíamos coger el avión.

— En estos momentos está disponible el avión Airbus A400M.

― ¿con paracaídas?

― Si señorita Anastasia, con paracaídas, ya le informé a mi compañero de


que tu irás.

― Muchísimas gracias Fèderico. — Luego él se alejó. —

— ¿Qué clase de favor le habías hecho? — Preguntó Patrick

― le llevé un mapa arqueológico de la casa al aeropuerto, él estaba en pe-


riodo de prueba, así que me pidió el favor de que se lo llevara al trabajo, ya
que a él se le había quedado y él está muy agradecido conmigo, porque en
este trabajo le va muy bien y es buen pago.

— Con razón tanta amabilidad. —Susurró Patrick.

41
— Me reí a carcajadas.— Patrick, en la vida nada es gratis, nadie da algo
gratis, nadie daría la vida por ti gratis, a menos de que fuera Dios, nadie da
nada por nadie.

Patrick se quedó en silencio asimilando un poco lo que le había dicho, asin-


tió con la cabeza y no habló más hasta llegar al avión.

Le dije al señor del avión: Hola señor mucho gusto, Anastasia Steele.

― Mucho gusto, Ricardo Chakespeare, si señorita, Fèderico ya me había


hablado de usted, ya me dijo que le tuviera listo el avión y los dos paracaí-
das.

― Si señor, muchas gracias.

― ¿saben cómo planear en el paracaídas?

― Si señor, además mi amigo Patrick no es la primera vez que ha planea-


do en paracaídas, ni yo tampoco.

― Esta bien, recuerden que después de saltar del avión, lo que les pase de
ahí en adelante es responsabilidad de ustedes.

― Descuide Ricardo eso lo tenemos claro.

Nos preparamos para el vuelo y alistamos los paracaídas, Patrick estaba


un poco nervioso igual que yo, nos iban a tirar en una zona montañosa, era
un poco peligroso, debíamos saber planear bien porque más de un para-
caidista se ha muerto allí, también debemos tener cuidado por las corrien-
tes del viento y asegurarnos al planear juntos, por si algún paracaídas falla,
poder salvarlo.

42
Ricardo nos llamó y nos avisó de que el avión ya estaba listo junto con los
paracaídas, proseguimos a subir al avión y el piloto nos ayudó a ponérnos-
los paracaídas, cuando ya estábamos listos para sacar el avión del aero-
puerto, el piloto nos recalcó que debíamos ponernos los cinturones por se-
guridad. A pocos segundos se empezó a sentir el avión como avanzaba po-
co a poco, se sentía la fuerza de gravedad con la que el avión despegaba,
recuerdo la reacción de Patrick en el avión, se puso muy pálido, lo toque y
estaba frio.

― Patrick, ¿qué tienes?, te ves muy mal.

Me respondió entre los dientes ― Le tengo miedo a los aviones.

― ¿Por qué no me dijiste antes?, ¿por qué esperaste hasta ahorita en de-
círmelo?

― Porque me gustan las alturas, pero estar en un avión y que se estremez-


ca tanto me da pavor.

― Tranquilo Patrick estás conmigo, no te pasara nado malo. Patrick se cal-


mó un poco y empezó a coger un poco de color.

— Ya pueden lanzarse del avión, le vamos abrir la puerta trasera prepáren-


se, tienen 30 segundos, buena suerte. — Dice el ayudante del piloto.

Patrick y yo nos levantamos y nos ponemos en posición de lanzamiento,


cuando abren la puerta, nos acercamos al abismo y nos lanzamos, es in-
creíble la sensación que se siente jalando la fuerza de gravedad tu cuerpo,
Patrick estaba tratando de establecer su postura, lo veía incomodo, un po-
co nervioso, me acerqué y lo tomé de las manos, y a lo que empezamos a
acercarnos a las montañas, nos soltamos y abrimos los paracaídas, tenía-
mos planeado caer al otro lado de las montañas, el aterrizaje fue un poco
difícil, pero todo salió bien.

43
Fèderico nos estaba esperando al otro lado de las montañas para recoger-
nos y regresar de nuevo al aeropuerto, ya que allí había dejado mi automó-
vil y después de esto, debía volver a casa, ya había salido bastante tiempo,
ya era tiempo de regresar, en ese entonces, Fèderico piloteó hasta el aero-
puerto y nos dejó allí, le di las gracias por el favor y me despedí de él.

Bajé del avión con Patrick y nos dirigimos al parqueadero del aeropuerto
donde había dejado mi vehículo, saquè las llaves y nos subimos al coche y
nos fuimos para la casa de Patrick, ya era hora de que el también volviera
a la casa, lo dejè en puerta, me estuve afuera hasta que el entrara, y cuan-
do tocó la misma mujer rubia que había visto antes con Eduar, le abrió la
puerta a Patrick, no le pude ver bien el rostro, Patrick entró no miró hacia
atrás y la mujer de pelo rubio, cerró la puerta.

Me preguntaba quién sería esa mujer, tenía un cierto parecido a Ally, pero
no creería que fuera ella, después de todo, Ally es mi amiga... Encendí el
auto y me fui para mi casa, parqueé el auto afuera y entré a mi hogar.

― ¿cómo te fue hija?— Preguntó mi madre,

44
― Muy bien madre

― ¿te gustó el auto?

― Me fascinó madre

― ¿Dónde estuviste?

― Si te digo, ¿no te enojas? — Le sonreí.

― Dime donde estuviste.— Con voz suave me preguntó.

― Estuve en el aeropuerto de París, fui y me lancé con un amigo de un


avión en paracaídas.

Mi madre con cara de asombró me dijo: Ten cuidado con esos deportes ex-
tremos, muchas personas lo hacen por diversión y terminan muertas.

― Sí, madre, no lo volveré hacer... ¿Madre me das permiso de ir a acam-


par con Patrick mañana?

― Está bien, pero ten mucho cuidado con esos autos.

― Bueno madre, de inmediato me fui a dormir, estaba un poco cansada.

Al día siguiente me desperté en la mañana, el ambiente era muy tranquilo,


me alisté y me despedí de mis padres con mucho cariño, ya había hablado
con ellos de que iría a un día de diversión con Patrick, el plan era ir y volver
el mismo día, ya todo estaba listo, la comida empacada, el auto lleno de
combustible y por supuesto las gafas de sol, Patrick ya había llegado a mi
casa, mi madre nos tomo una fotografía, nos despedimos rápido y nos
marchamos a las afueras de parís.

45
Le dije a Patrick que manejará al gran bosque de Ucrania, la carretera es-
taba sola y el día soleado, nos fuimos a toda velocidad escuchando "She
child of mine" a todo volumen.

Cuando llegamos al bosque, nos dirigimos a unas cabañas la cual Patrick


había elegido una y la había rentado para nosotros. Todo era muy bonito,
platicamos un rato sobre música clásica, un pequeño debate sobre si Beet-
hoven o Mozart, después decidimos salir a inspeccionar el bosque, antes
de empezar esta ventura Patrick sugirió que para hacer más divertida la ca-
minata cada vez que se encontraran una rana, el otro tendría que tocarla,
empezamos la caminata, primero nos dirigimos al rio de bosque de Ucra-
nia, al llegar, alquilamos un bote y dimos vueltas por todo el río, pero pasó
algo especial cuando estábamos en la mitad del río, Patrick se me acercó y
sujetó mi mano y me dijo en voz baja:

46
― "Quiero tener mil aventuras contigo".

― "Yo iría mil veces contigo".

Frotamos nuestros labios mutuamente y pudimos conciliar de manera ro-


mántica nuestro tercer beso, pero esta vez yo estaba segura y consciente
de mis actos, en ese momento me sentí protegida por la presencia y el
amor que Patrick había depositado en mí, nos abrazamos, el prometió cui-
darme y serme fiel todos los días de su vida, porque Patrick desde hace un
tiempo estaba perdidamente enamorado de mí, después de ese mágico
momento, volvimos a la realidad y notamos que estaba oscureciendo, volvi-
mos a la orilla y nos bajamos del bote, nos fuimos hacia el auto, estaba un
poco nerviosa y preocupada ya que no me imaginaba viajar de noche, em-
pezamos el trayecto de venida a mi hogar y de repente note hacia la dis-
tancia varios autos estacionados, al principio pensamos que podría ser un
accidente que bloqueo la vía pero al llegar al sitio, sus ojos confirmaron
que había un gran derrumbe el cual se pensaba que tendrían que esperar
por lo menos tres días, estaba un poco preocupada por pasar la noche fue-
ra de mi casa, nunca había dormido fuera de mi hogar, a menos de que no

47
haya sido en compañía de mis padres. Intenté llamar a mis padres para in-
formar que nos demoraríamos pero el celular se quedó sin batería, por lo
tanto estábamos obligados a devolvernos a la cabaña, llegamos nueva-
mente al sitio y logramos alquilar una cabaña, cuando nos establecimos en
la cabaña logre comunicarse en con mi familia e informar lo ocurrido, los
padres aceptan con inseguridad lo sucedido, pero yo ya estaba más tran-
quila porque pude hablar con mis padres.

Al momento de ir a la cama fue un poco incómodo, porque solo había una


cama para nosotros dos, noté como Patrick trataba de entablar una conver-
sación, y empezó a hablar de las aventuras que tenía de pequeño. Empezó
a contar desde la historia más oculta y embarazosa de su vida, hasta la pri-
mera vez que se vieron, escuché con atención sus cómicas historias, des-
pués quedamos en un momento algo acogedor, me recosté en el pecho de
Patrick y él me dijo:

― Siempre te apoyaré en todo.

― Sonrió e interrumpo. — Seremos el apoyo uno del otro para cumplir


nuestros sueños.

48
Cuando por fin nos acostamos para dormir, suena la alarma del desperta-
dor, ya habían pasado horas, nunca me había pasado esto, compartir
nuestros gustos y aventuras aparte de eso que el tiempo se pasará volan-
do, nos levantamos y alistamos todo para salir de la cabaña, nos dirigimos
a desayunar a un restaurante de Vikingos, llamamos a la mesera y le entre-
ga el menú a Patrick, el pide huevos revueltos y yo solo pedí un chocolate
caliente, llega nuestra orden y mientras desayunábamos empezaba de
nuevo con otra maravillosa historia de su niñez, definitivamente para ser un
niño francés era muy travieso de pequeño, tenía cara de cansancio, pero
me llegó una imagen a la mente de Patrick y yo juntos como pareja, por fin
había encontrado una persona que me pudiera escuchar y al mismo tiempo
hacerme reír, él tiene ese don de hacerme feliz con cosas insignificantes,
hace mucho estaba buscando una persona que me quisiera por mi forma
de ser y no por mi familia o los lujos que mi familia me heredan; al terminar
de comernos el desayuno, salimos del restaurante y decidimos ir hasta el
derrumbe a mirar si ya lo habían quitado.

Llegamos y lo primero que vimos fue a un gran grupo de personas traba-


jando en la solución del derrumbe, Patrick se puso a hablar con uno de los
trabajadores y él le comenta que no solo es un derrumbe, que hay varios
por toda la carretera y lo más seguro es que la carretera este arreglada de
tres a cuatro días, la verdad al principio no me gustó la idea de tener que
quedarnos en Ucrania, pero al percatarme de que tendría la posibilidad de
pasar mucho más tiempo con Patrick a solas, le vi el lado positivo, decidi-
mos volver a la cabaña.

Al llegar fuimos a dar una gran caminata por todo el bosque sujetados de la
mano, podría decirse que me sentía en el lugar indicado con la persona co-
rrecta, sentía que éramos el uno para el otro y tenía el placer de estar uni-
dos, sentirme por primera vez como uno solo, en ese momento les comen-
tan que hay una parte del bosque el cual suelen ir las parejas enamoradas
y tiene el ritual de marcar sus iniciales en un gran árbol de roble el cual es-
tá ubicado en toda la mitad del bosque pero, lo que hacía especial este ri-
tual, es que la piedra con la cual marcaban sus iniciales debía ser sacado
de una parte del bosque la cual denominaban misteriosa, ya que era la par-

49
te más difícil era encontrarla, encantados aceptamos la dicha propuesta de
amor y aventura, era el toque que nos faltaba, habíamos iniciado con el ob-
jetivo de un día y la fecha ya eran 2 y con la obligación de quedarnos en la
cabaña por 2 o 3 días más, nos alistamos y salimos en busca de la piedra
misteriosa, lo peculiar de aquella piedra era que debía ser color negra y de-
bía ser sacada de una de las ramas de una árbol, el pensado era ir y volver
lo más rápido posible debido a los animales salvajes de aquel lugar y por
último en esta misión tenía que estar todo el tiempo sujetados de la mano,
empezamos esta linda aventura, cuando íbamos por mitad del camino yo
ya estaba cansada con hambre y mucha sed, Patrick saca de mi bolso un
crujiente pan de jamón y queso que había hecho para mí, me recuperé en
unos minutos, tomé aire y seguimos nuestra aventura...

Al llegar a la parte del bosque empezamos observar cual árbol se nos atra-
vesaba y es ahí donde tengo la voluntad como mujer de defender mis
creencias y exigir respeto, yo no estaba para nada de acuerdo con las pie-
dras que estaban allí en el árbol tiradas, Patrick quería agarrar cualquier
piedra y seguir la aventura, mientras que yo si quería una piedra especial la
cual significara esta nuestra relación, cuando estábamos en esa disputa,
me resbale por la corriente del río, estaba muy asustada, a lo que Patrick
vio que me llevaba la corriente, me tiende el brazo para que me sujete de
él, cuando lo tomo él me abraza y me saca del río, a la orilla y me dio pri-
meros auxilios, recuerdo que él decía:

― ¡Anastasia despierta!

Abrí los ojos y vi a Patrick muy asustado y noté lo preocupado que estaba,
él se puso contento al ver que yo ya estaba bien y me dijo:

― Amor, te confieso que te has vuelto en tan poco tiempo en una persona
muy importante para mí, prometo siempre cuidarte en cualquier circunstan-
cia.

50
En ese momento Patrick se acerca y me da un amoroso y cariñoso beso de
amor y justo en ese momento cae algo en mis piernas, cuando siento caer
esto pego el grito, Patrick se ríe y dice:

― Es solo una piedra amor... ¡Oye amor! Es la piedra negra que estába-
mos buscando.

― Gracias a Dios la encontramos.

― "Ahora si encuentras la piedra, dañas la magia".

Me causó mucha risa ese comentario, Patrick me ayuda a levantarme y


empezamos la segunda trama de esta aventura; nos dirigimos hacia el ár-
bol de roble situado en la mitad del bosque, pero notamos que no había un
camino exacto para llegar hasta dicho árbol y es donde recuerdo que el ár-
bol era ubicado solo por el verdadero amor, apretó su mano con la mía y
empezó a caminar, Patrick mientras tanto me seguía, caminamos por más
de 2 horas, hasta que por fin vimos el gran árbol de roble a una distancia
considerable, corremos hasta el y al llegar notamos que este no era pero
hay una flecha señalando a un árbol no tan grande pero si grueso, en el
cual decía en una pancarta "aquí solo se escribe el verdadero amor", nos
dirigimos a este y juntos marcamos nuestras iniciales al terminar, Patrick
empezó a besarme tiernamente, empieza hacerse tarde y Patrick decide
que es hora de comer algo, nos acomodamos en una gran piedra muy cer-
ca del árbol, sacamos de mi bolso unos emparedados que yo había prepa-
rado para engañar el estómago mientras llegamos a la cabaña, al terminar
de comer, retomamos nuestro rumbo y esta vez aceleran el paso por miedo
al anochecer, Patrick nota que soy un poco delicada con las cosas de te-
rror, en ese entonces empieza a contarme historias posibles a pasar en ese
tipo de bosques, a medida que me va contando empezamos a acelerar el
paso, no tardamos nada en llegar a la cabaña, Patrick estaba sumamente
arrepentido conmigo por hacerme enojar y asustar, luego quiere recompen-
sar sus acciones, así que se dirige al restaurante de vikingos a pedirles
ayuda a los meceros para lograr sorprenderla, mientras tanto sin tener co-
nocimiento de aquella sorpresa, me quedé sola en la habitación arrepenti-

51
da al caer en cuenta que tal vez exageró un poco con el tema de las histo-
rias, después pensé en mis padres, deben de estar muy preocupados al no
saber como me encuentro, por fortuna me habían dado suficiente dinero
para el hospedaje.

Mientras tanto Patrick estaba terminando su sorpresa y hace que un mese-


ro me vaya a buscar a la habitación para que fuera a donde estaba Patrick,
al encontrármelo en el restaurante, estaba un poco decaída, él logra aliviar
un poco mis penas, me pide disculpas y trataba de subirme el ánimo, em-
piezo a hablar sobre mis padres, con sus malos chistes logra hacerme reír
y distraerme un poco para hacerme sentir mejor, de tanto hablar se nos pa-
só el tiempo muy rápido y nos terminamos la cena rápidamente, nos fuimos

52
a la habitación y tratamos de conciliar el sueño después de un día tan fuer-
te.

Al despertar juntos, esta vez mas que los días anteriores, nos dirigimos al
restaurante y antes de entrar recibimos la gran noticia de que la vía ya es-
taba lista y segura para volver a casa, de inmediato Patrick compró algo
rápido en el restaurante y nos fuimos para la habitación a alistar todo y lar-
garnos de una vez por todas de este sitio.

Nos montamos al coche y nos dirigimos para la ciudad, el viaje se nos hizo
un poco largo por lo que esta vez la carretera estaba un poco ocupada, es-
ta vez si había tráfico, luego de unas horas llegamos a la ciudad, luego pro-
seguí a dejar a Patrick en su casa, a lo que llegamos me despedí de él y
me fui para mi casa, estaba un poco cansada y sobre todo quería ver a mis
estupendos padres.

Cuando llegué a mi hogar, mi madre estaba súper preocupada, apenas me


vio, corrió a verme, me abrazó y dijo:

53
― ¡Dios mío! Gracias a Dios llegaste sana y salva

― ¿Por qué madre?, ¿Qué sucedió?

― Hija hubo otro derrumbe y las personas que iban pasando murieron con
el impacto de las piedras gigantes.

Yo no lo podía creer, hacia unos pocos minutos había pasado por ahí,
¿Cómo era posible?

― Hija ¿y Patrick dónde esta?

― Lo dejé en su casa, descuida madre él está bien.

Subí a mi cuarto y desempaqué mi maleta, puse un poco de música para


pensar que es lo que haría con Patrick, lo sé, él ha sido lindo conmigo,
además se nota que es una buena persona y tiene muy lindos sentimiento
hacia mi... Respecto a Eduardo, él es muy lindo y simpático, pero intentó
tener acceso carnal después de que me drogó, no puedo estar con él, él no
me merece, incluso, no debería estar pensando en él, Eduar no vale la pe-
na, después de lo que hizo...

Después de que ya tenía todo organizado para el siguiente día, sentí un


poco de hambre y baje a la cocina para prepararme algo, Doulas ya estaba
dormida, no quería despertarla, saqué un poco un trozo de torta que estaba
en el refrigerador, que por coincidencia mis padres el día anterior habían
comprado para mí, me fui para el patio a comer al lado de donde está la
piscina, me recosté en una tumbona y fijé la mirada hacia las estrellas, noté
que la luna tenía un circulo alrededor de ella, pareciese como si fuese a llo-
ver... de repente veo una estrella fugaz pasar, cerré los ojos y pedí un de-
seo.

― Espero poder ver al Fénix antes de morir.

54
Cuando abrí los ojos la estrella fugaz ya había desaparecido del cielo, re-
cogí el plato donde había comido y me dirigí a la cocina para dejarlo allá,
después de lavarme las manos, subí a mi habitación y trate de reconciliar
el sueño, ya que al otro día, debía ir a clases y ese mismo día, mis padres
se irían de viaje a Roma por la mañana, imagino que les tocará irse en
avión por el derrumbe, ojala les vaya bien...

Abrí los ojos de un golpe y grité:

― ¡MAMÀ! ¡PAPÀ!

De inmediato mis padres llegaron al cuarto y me preguntaron:

― ¿Qué te paso hija?, ¿Qué sucede?, ¿hay un ladrón?

― ¡No madre! Tuve una pesadilla.

― ¿Qué soñaste?

― Soñé que estaba en unas montañas y que había un mar de muertos, co-
mo si fuese un accidente, pero no vi que clase de accidente, solo vi gente
muerta y sangre.

― Mi madre riò y dijo: Debe ser tu menstruación la causa de ese sueño


Anastasia... No le pongas atención y más bien alístate para ir al colegio, ya
que nos despertaste a todos, ve y alístate para el colegio.

― Esta bien madre.

Me levanté de la cama, me baño y me visto para ir a la escuela, me puse


un jean negro ajustado hasta la cintura y un top crop blanco escotado
atrás, junto con unos converse negros, me dejé los crespos sueltos, me

55
gusta que expresen sensualidad en mí, mientras me alistaba mis padres
esperaban a que Doulas terminara de hacer el desayuno.

― ¿me dejarás dinero cuando te vayas, verdad? — Le pregunté a mamá.

― Claro hija, todo el dinero está en la caja fuerte, ya sabes donde esta y
ten cuidado que hay están todos los ahorros.

― Si madre, descuida, solo sacaré lo necesario.

― Anastasia, ya sirvió Doulas el desayuno, vamos a comer.

Doulas sirvió el desayuno y se sentó en su puesto, me lleno un poco de


alegría que por fin Doulas se sintiera como de la familia, ella es una buena
mujer, desearía algún día poder ayudarla en su situación económica, ella
tiene mucho potencial para quedarse solo como ama de casa.

Mientras desayunábamos mi madre me dijo:

― Hija conduce despacio, no quiero que te pase algún accidente.

― Descuida, madre, no lo haré en la ciudad.

Mi padre se rió y dijo:

― Al menos no lo hará en la ciudad.

Mi padre tiene un excelente carisma, además tiene un muy buen sentido


del humor, no sé qué sería de mi vida si mis padres no estuvieran conmigo.

Después de terminar de desayunar los panqueques, me despedí de mis


padres con mucho afecto y les deseé un buen viaje, mis padres me dieron

56
la bendición y me puse mis lentes negros, encendí mi automóvil y me fui
para mi escuela... minutos después a lo que llegué , parqueé mi auto en to-
do el frente de mi escuela, todos se me quedaron viendo, me sentí genial al
bajarme de mi coche, me sentía con autoridad, entre a la escuela y me diri-
gí a mi salón, cuando entre mis compañeros se me quedaron viendo, me
organicé en mi puesto como si no supiera que me estaban vigilando, me
dio por ver al puesto de Ally y había dejado nuevamente el bolso debajo del
asiento, imaginé que otra vez cacharía clase, llego el profesor de bellas ar-
tes, tomo lista y también noto que Ally no había asistido a clase, después
nos puso a pintar un retrato de la mona lisa, al tocar para descanso, salí a
buscarla por los pasillos de la escuela, me llegó una imagen a la mente de
ella y Eduar discutiendo, me pregunté si quizás estaría con él, fui a buscar-
la por todos los pasillos y no la encontré, a los únicos lugares que no había
ido, era al baño y al salón de Eduar, definitivamente no pasaría por el salón
de Eduar, no lo quiero ni ver, no después de eso...

Me dirigí al baño y cuando entré no había nadie, me dio por lavarme las
manos y de repente sentí una mujer llorando dentro de un baño, me acer-
qué y reconocí la voz de Ally, de inmediato toque la puerta del baño y le di-
je Ally sal cuéntame que te pasa por favor, ella salió llorando y le pregunté

― ¡Dios mío Ally! ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?

— Me respondió entre los dientes y la mandíbula proyectada ―. Estoy em-


barazada, Anastasia.

― ¡No puede ser Ally!, ¿de quién es?

Duró unos segundos en silencio, bajó la cabeza y dijo en voz baja:

― Es de Eduar.

De inmediato Salí furiosa del baño, Ally se fue detrás de mí, iba para el sa-
lón de Eduar y en el camino me encontré a Patrick, le comenté lo que Ally

57
me había dicho, de inmediato me frenó y me dijo que hablaría con él, para
solucionar el problema.

― ¡Ah!, ¿usted ya lo sabía?. — Le pregunté furiosa.

― Si, ya lo sabía.

― ¡Eres un imbécil!, ¿planearon todo esto entre los dos?, ¿o qué carajos?

― El hizo todo solo, déjame explicarte, como Eduar vive conmigo, el apro-
vechó la oportunidad y drogó a Ally el día de la fiesta, él lo hizo después
de que te llevé para la casa, Ally y Eduar ya habían tenido algo antes de
que él te conociera a ti, por eso cuando te vi en la habitación drogada te
saque del cuarto, porque tu realmente me importas, y mucho, él no me hizo
nada porque él es mi mejor amigo y el sabía que yo estaba loco por ti, por
eso te llevé el ramo y los chocolates al salón, no le puse de parte de quien
porque quería sorprenderte, perdóname anastasia por favor...

― ¡Por favor, Anastasia di algo!

―¡Te odio! — Le grité con lágrimas en los ojos y salí a correr.

Me fui para mi salón, me seque las lágrimas antes de entrar y saque mi


mochila, salí enojada de allí, mis compañeros me iban a preguntar para
donde iría, pero salí rápido, no les di oportunidad de preguntarme, Patrick
se fue detrás mío, salí de la escuela y me subí a mi Alfa Romeo 4C, lo en-
cendí y aceleré lo más que pude para salir de una vez por todas de aquel
lugar.

Me dirigí a un restaurante para tomarme una malteada, llené de aire mis


pulmones y empecé a recordar todo lo que había pasado, me puse a pen-
sar las cosas de una manera más realista; nadie necesita a alguien en su
vida para ser feliz, lo único que necesita es estar feliz con sí mismo, cree

58
que consiguiendo a otras personas ira a calmar su laguna de depresión e
ira, es irónico la forma en que tratamos y en la que creemos que es la solu-
ción, para nada, es demasiado ignorante tratar de arreglar las cosas de esa
forma, lo único que esas personas ignorantes y desubicadas lo que causan
es dañarse a sí mismos aún más de lo que ya están, puesto que el "para
siempre" nunca dura, y el "te amo" ya no tiene sentido, porque él te amo
está lleno de deseo fornical y las únicas pasiones que conocen, se llama
sexo... Es muy irónico como nos podemos creer todo ese cuento de las
personas, pero es más estúpido decir que es cierto y saber en el fondo,
que debimos prepararnos para esto, puesto que se sabía, que no valía la
pena y aun mas estúpido, que nos haríamos daño así mismos sentimental
mente, supongo que a veces nos gusta que nos usen, o simplemente será
la idea de satisfacción de estar con alguien y creernos que somos parte de
la vida de aquella persona.

En un par de minutos llegué al sitio y entre al restaurante, me acomodó en


un asiento y la mecerá se acerca para tomar la orden, le dije que quería
una malteada de chocolate, la mecerá afirmo y se alejó, mientras esperaba
la malteada, me dio por mirar el televisor, vi que estaban dando las noti-
cias, todo iba bien, hasta que escuchó decir:

― "El vuelo 11b―3043 de las 8 am con destino a Roma ha perdido el con-


trol e impactado contra una montaña de los Alpes italianos en frontera con
Francia, al parecer la aeronave no contaba con el combustible suficiente
para llegar a su destino y una mala maniobra del piloto habría causado es-
ta tragedia, hasta el momento no se reportan sobrevivientes".

No podía creerlo, ese era el avión en el que viajaban mis padres, rompí en
llanto, ¿Por qué mis padres? Dios, me faltaba la respiración, Salí del res-
taurante, saque el móvil y llame a mis padres, si era cierto lo del accidente,
se fue al buzón de voz y rompí en llanto al escuchar la voz de mis padres
en el buzón de voz, empecé a gritar ¡Dios porque mis padres!, me tembla-
ban las manos, tenía un nudo en la garganta, me sentía derrotada, perdida.

59
De repente suena mi teléfono, es mi tía, la que vive en California, me pre-
guntó:

― Anastasia ¿Dónde estás?, ¿estas con tus padres?.

― No tía, mis padres si estaban en ese avión.— Entre llanto le respondí.

― ¡Dios mío!, amor, ¿pero tu estas bien?

― Si tía, pero me siento como si estuviera en un sueño, no logro asimilar-


lo, por favor ven, te necesito.

― Mi amor, ¿Dónde estás?, espérame en la casa, ya voy a coger un vue-


lo para parís, iré con la familia, llegaremos en poco tiempo, por favor no
vayas a cometer ninguna locura.

― Bueno tía.

Colgué y me subí al coche, me dirigí a mi hogar y a lo que llegué Doulas


estaba llorando, cuando me vio, me abrazó y lloramos juntas, me dijo:

― Anastasia, ve y descansa un poco, ya te llevo algo de comer.

Subí a mi habitación y empecé a escuchar música, no podía conciliar el


sueño, no podía sacarme de la cabeza lo más preciado de mi vi-
da ,habían muerto... Doulas tocó la puerta y entró , me dejó un capuchino
de chocolate sobre la mesa, le di las gracias y salió de mi cuarto, me bebí
el capuchino, me acosté en mi cama y cerré los ojos para tratar de des-
cansar un poco.

A las horas Doulas tocó mi puerta y dijo:

60
― Anastasia, baja que llegó tu tía.

De inmediato me levanté, cuando la vi, corrí a saludarla, la abracé muy


fuerte, no podía contener las lágrimas, simplemente no podía ser feliz sin
mis padres, mi tía me frotó la espalda y me dijo con lágrimas en los ojos:

― Amor te ayudaré a superar esto, ven siéntate y cálmate, sécate esas


lágrimas, debemos ir a la jefatura de la policía y preguntar si tus padres
podrían estar vivos.

De inmediato le dije a Doulas que se quedara con el resto de la familia,


que nosotras saldríamos, que no me demoraba, salimos de la casa y nos
subimos al automóvil, manejé hasta la jefatura y entramos, le pregunte a
la secretaria si habían quedado sobrevivientes del vuelo.

― Nadie sobrevivió, el avión estalló en el impacto, lo siento mucho señori-


ta.

Rompí en llanto, no sabía qué hacer, simplemente me quiero desconectar


del mundo y tratar de asimilar lo que estaba pasando, mis padres habían
fallecido en ese incidente del cual no había ningún sobreviviente, me pre-
guntaba, ¿Qué haré de ahora en adelante?, ¿Quién me cuidara?, ¿Quién
me dirá que debo y no debo hacer?

Salimos del edificio y manejé hasta la casa, dejé a mi tía con la familia y
me fui a una agencia de funerales, a lo que llegué le pagué a un sacerdo-
te para que les rezara la muerte a mis padres, para que pudieran ascen-
der al cielo, dejé todo organizado y pago, después volví a casa y les avisé
a mi familia sobre la misa, les dije que se debían encargar de llamar a la
gente y decirles que debían asistir, les di una lista de quienes debían invi-
tar, me fui para mi habitación y traté de dormir. Al despertarme al día si-
guiente, se me salieron las lágrimas, porque ya no volvería a escuchar a
mi madre decir: "Anastasia levántate que se te va a hacer tarde", ni volve-

61
ré a sentir los besos en la frente de mi padre al despertarme, pareciese
como si todo fuera un sueño, no puedo asimilarlo, me sentía sin amor, sin
vida, pérdida, me sentía muerta en viva, porque mis padres eran los que
iluminaban mi sendero, ellos eran mi combustible para seguir adelante,
eran los grandes acertijos que pasaban por mi mente.

Trato de calmarme un poco, me baño y me alisto, me puse un vestido ne-


gro, salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina, mi tía estaba hablando
con un señor en la puerta, me dijo:

― Anastasia ven, te buscan en la puerta.

― Se me hizo raro al ver que este señor me necesitara.

― Mira, el es el abogado de tu padre.— Dijo mi Tía.

― Mucho gusto señor me llamo Anastasia Steele Smith.

― No se preocupe señorita, yo sé quién es usted, vengo hasta aquí, por-


que su padre antes de morir, me dijo que debía entregarle este testamen-
to.

― Muchas gracias señor, no sabe lo mucho que le agradezco por haber


venido.

― Descuide señorita, hasta luego, que tenga un buen día.

― Gracias, igualmente.

Corrí a mi cuarto para leer la carta que mi padre me había dejado, me


acomodé en la cama, antes de abrirla, respiré hondo y proseguí a leerla:

62
"Hija mía si lees esto significa que ya no estoy contigo,

Pero tranquila hija mía nunca te dejaré de amar ni de cuidar,

Mientras cumples los 18 años, tu tía Alicia te cuidará y protegerá,

Para que cuando cumplas la mayoría de edad,

Puedas heredar todos tus bienes los cuales nosotros,

Tus padres trabajamos, para tener la garantía

Que la niña de nuestros ojos,

La consentida de la casa,

Pudiera tener una vida alejada de los desastres e inconformidades...

Por última hija mía,

Acuérdate que debes llevar esta vida,

Como la vida que quieres vivir

No como los demás dicen que la tienes que vivir,

Sal al mundo y devóratelo,

Eres mi hija y serás mejor que yo."

Te amo, papá.

63
Ya no me salían las lágrimas de tanto llorar, entre en una profunda depre-
sión, nunca disfruté a mis padres como lo debía haber hecho, hacía poco
había salido con mi padre en el gallardo, desearía devolver el tiempo y po-
der abrazarlo, en vez de ir de compras haber pasado tiempo con él, no im-
porta si no fuese divertido, solo con estar una vez más con mis padres,
sería bastante para mí.

Vi el reloj y me di cuenta que ya era la hora de la misa de mis padres, jus-


to empezó a llover, me llevé a mi tía conmigo, el resto de la familia ya es-
taba en la reunidos allá con los invitados, cuando llegamos, dejé a mi tía
en la entrada principal y yo di la vuelta y entre por la puerta trasera del sa-
lón, cuando abrí la puerta, estaba en el pasillo detrás del escenario, me
asomé sin que los invitados me vieran, realmente no me imaginaba que
pudiera salir a un escenario tan grande, el sacerdote me vio y me dijo que
saliera a decir unas palabras, caminé hasta el centro del escenario, cerré
los ojos y respiré hondo, tomé el micrófono y dije: “Buenos días damas y
caballeros, gracias por asistir a esta misa tan importante para mí, todos
sabemos lo trágico y doloroso que fue la perdida de mis padres, ellos fue-
ron unas personas muy grandes de admirar, ellos hacían lo que pocos ha-
cen, ayudar a la gente sin beneficio alguno... No entiendo, ¿por qué los
días lluviosos me hacen extrañar a la gente que ahora no está en mi vida,
¿por qué? esa es mi pregunta, quizás por el hecho de no escuchar su voz
al decirme que me arropara, que me abrigara para no resfriarme y entre
más me pregunto, más me duele, la idea de pensar que si hubiera ido al
avión, estaría con ellos en estos momentos en el cielo, Aun me duele des-
pertar y no ver a mis padres esperándome en el comedor para desayunar,
me duele no haber sido más cariñosa con ellos, me duele llegar a la casa
y no verlos sentados esperándome, mis padres siempre me enseñaron
buenas cosas, siempre me decían: "si actúas bien, tendrás buenos resul-
tados en tu vida", recuerdo el aspecto de las manos de mi padre, eran
hermosas”.

64
“Recuerdo que eran arrugadas y un poco grandes, pero lo cierto era que
siempre que él me abrazaba y me decía que todo iba a estar bien, que si-
guiera mi camino, que fuera una gran profesional, que hiciera lo que el no
pudo hacer, y que siempre estuviera orgullosa de eso. ¿Dios por qué se
tiene que llevar siempre a las personas más geniales y grandiosas?,¿ jus-
tamente a las que más queremos?, ¿por qué ?, ¿por qué mis padres?, se
ha llevado de mi lado a muchas personas valiosas e increíbles, es cierto y
justo decir que la vida es dura, y que todo ser humano sigue su camino y
su ciclo de vida, pero no con mis padres, no quiero que se los lleve de mi
lado, desearía que Dios me los devolviera a la vida, sería mi último de-
seo... Un deseo que no puede cumplir”.

Abrí los ojos, se me salieron las lágrimas y le entregué el micrófono al sa-


cerdote, todos aplaudieron y me fui del escenario, me senté entre los invi-
tados, luego el sacerdote inicio con la misa, cuando de repente llega Pa-
trick y me saluda, me da un gran abrazo y me pide perdón, él me dice que
no tenía la culpa de lo que hacía Eduar y que lamentaba mucho la perdi-
da de mis padres, me quedé callada y dejé que el siguiera, el solo quería
estar conmigo y apoyarme en este momento tan difícil por el que estoy
pasando, poco a poco me doy cuenta que Patrick es un verdadero amigo,
aprendí una gran lección ese día en medio de la tormenta la cual es el

65
verdadero valor de la amistad y sobre todo aprendí a valorar a las perso-
nas que me quieren.

Al terminar, le di las gracias a Patrick y a algunos invitados por haber asis-


tido, y llevé a mi tía a casa, la dejé allá y me despedí de ella y de la fami-
lia, no quería estarme en la casa, necesitaba desahogarme, estar sola un
rato, así que maneje hasta el bosque del fénix, dejé todas mis pertenen-
cias en el auto, me dirigí hacia el lago y me acosté para ver el cielo, ya es-
taba de tarde, no me había dado cuenta lo rápido que pasó el tiempo en la
misa, recordé la cara de Ally llorando en el baño, ella apenas tiene 16
años para ser mamá, pero lo que más me dolió, fue que me engañara de
esa forma, que me traicionara, ¿Cómo es posible que después de haberle
contado que me atraía Eduar, no me dijo nada?, si ella me hubiera dicho
algo, yo me hubiera apartado de él, pero no, antes le dijo que le escribie-
ra, que lo buscara y si ella pretendía alejarse de él, para que Eduar estu-
viera conmigo, se equivocó, porque Eduar no es lo que yo esperaba, una
persona de ese tipo no merece perdón, ni Eduar ni Ally lo merece. Res-
pecto a Patrick, a pesar de que él en cierta forma no tuvo la culpa, es cier-
to lo que me dijo, todo lo hizo Eduar, además Patrick me salvó esa noche,
el no dejó que me hicieran daño y tampoco me lo hizo, tampoco tuvo la
culpa de que Ally saliera embarazada, él no fue el que la embarazó, Ally
debe hacerse responsable de sus actos.

De repente escuché un ave cantar, pero no era un ave normal, nunca ha-
bía escuchado ese cantar, me dio curiosidad y seguí el canto del ave, pro-
venía del otro lado del bosque, aun así seguí, pasé entre las estatuas de
piedra, hasta que llegué a la estatua donde estaba el demonio, pero cuan-
do llegué, el ave ya había dejado de cantar y la estatua donde estaba el
demonio, ya no tenía la misma forma, parecía una persona, se parecía a
mi...

Del cielo bajó un ave gigante con llamas en las alas y un aspecto muy en
particular, de inmediato lo reconocí, era el ave Fénix, aterrizó en los peda-
zos de piedra que estaban rotos y me convirtió en estatua, desde ese mo-

66
mento, comprendí todo, el ave Fénix tenía el poder de convertir a las per-
sonas en estatuas, aquellas puras de alma y corazón, el utilizaba la ener-
gía necesaria del humano puro y el resto lo convierte en piedra y el alma
de la persona la asciende al cielo, por eso es que hay tantas estatuas,
porque cada una, fue el renacimiento del ave Fénix cada 500 años y el al
ver mi alma pura decidió ascenderme al cielo, cuando el ave Fénix, vuelve
renacer, mi alma encarnará en otra vida.

Pasaron unos cuantos días y Patrick se dio cuenta de lo que le sucedió a


Anastasia y como él mismo lo había prometido, que estaría con ella por el
resto de su vida, cumplió con su promesa, le empezó a llevar flores a su
estatua todos los domingos como si fuera una tumba y nunca la pudo olvi-
dar, no había un domingo en el que faltara.

67
68

También podría gustarte