La ética se mueve gracias a dos fundamentos, los cuales son la felicidad y la
justicia. Hans Kelsen las define de la siguiente manera: la búsqueda de la justicia es la eterna búsqueda de la felicidad humana. La justicia es la felicidad social. Nuestros proyectos más internos como vivir felices, de esta manera, debemos integrarlo con proyectos compartido como la justicia.
Así pues, el puente entre lo público y lo privado es la felicidad. La justicia
no es dispensador automático de felicidad, pero es la ayuda más eficaz para que realicemos nuestra mejor posibilidad de obtener la felicidad. Las exigencias de justicia deben plantearse como aquellos bienes básicos, mínimos, de los que creemos que toda persona debería disponer para realizar sus aspiraciones a la felicidad.
Seguido de esto, dentro de la felicidad existen dos tipos:
En primer lugar, la felicidad subjetiva (sentimientos) la cual es un estado
afectivo agradable, en el que a las personas les gustaría permanecer. En sus casos más notables va acompañada de sentimiento de intensidad, acortamiento del tiempo y alegría. La felicidad subjetiva puede concebirse de muchas maneras; unos la pondrán en el triunfo, otros en el amor, otros en la aventura, otros en la serenidad. Así pues, algunos ejemplos de esta felicidad son los siguientes:
1. Adquirir profundos conocimientos.
2. Disfrutar del cariño de personas amigas. 3. Tratar de conseguir el bienestar de los menos afortunados. Por otra parte, se pueden decir cosas muy claras respecto a la felicidad subjetiva. Es la armoniosa satisfacción de dos de los grandes deseos del ser humano: el bienestar y la ampliación de nuestras posibilidades. Queremos disfrutar y sentirnos creadores, orgullosos de lo que hacemos, reconocidos. En una palabra: necesitamos una vida cómoda y una vida noble.
La felicidad subjetiva se caracteriza de la siguiente manera:
Lo bueno, la búsqueda de lo bueno, lo que nos hará feliz.
Cada quien escoge el camino de la felicidad. Cada quien es libre.
En segundo lugar, la felicidad objetiva (situación para vivir determinadas
circunstancias) la cual no es un sentimiento, sino una situación. Aquella en que me gustaría vivir siempre y donde encuentro mis posibilidades personales suficientemente aseguradas, protegidas y auxiliadas. Por ejemplo, para un judío encerrado en un campo de concentración, su situación en la República de Weimar, o en cualquier democracia, le parecería “objetivamente feliz”. Eso no quiere decir que no pudiera sentirse triste, o subjetivamente desdichado. Esta distinción es importante porque permite fundar una ética universal. Su finalidad sería construir una situación que todo el mundo considerara objetivamente feliz. Así también, la felicidad objetiva facilita nuestras expectativas privadas de felicidad donde todas las personas podemos estar de acuerdo. Este tipo de felicidad recibe el nombre de justicia, otro nombre podría ser respeto a la dignidad personal.
La felicidad subjetiva se caracteriza:
¿Qué es lo justo?, ¿Qué es lo injusto?
Las normas (no matar, no robar). Todos debemos comportarnos en cuanto a la justicia, de la misma manera.
En conclusión, puedo decir que en las personas se encuentran presentes ambos
tipos de felicidad. Ya sea, porque nos regimos en lo que consideramos que es justo, pero el ser humano es completamente emocional, es decir también se deja llevar por los sentimientos.
Realizado por:
Dueñez Contreras, Valeria Andrea.
V-26.289.030. Ética Empresarial. 4to A Gerencia de Empresas.