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1452 Nace en Vinci (Italia).

1466 Ingresa como aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio.


1472 Se inscribe en el Libro Rosso del debitori e creditori de la Cofradia de Pintores florentinos.
1478 Pinta el gran retablo inacabado de la Adoración de los reyes (Galería de los Uffizi).
1481 Solicita a Ludovico el Moro entrar a su servicio como ingeniero, inventor, arquitecto y
artista.
1482 Abandona la corte de los Médicis y se presenta ante Ludovico Sforza en Milán, donde
permanecerá diecisiete años.
1483 Emprende la pintura de La Virgen de las Rocas, que no entregará hasta 1490.
1494 Se publica la Divina proportione, obra de Luca Pacioli, ilustrada por Leonardo.
1495 Inicia en la residencia de los Sforza la decoración de los Camerini.
1498 Acaba la pintura mural de La última cena, en el refrectorio de Santa Maria delle Grazie, en
Milán. Inicia con Luca Paccioli estudios de matemáticas y geometría. Realiza el retrato de
Lucrezia Crivelli.
1499 Se traslada a Venecia.
1503 Realiza los proyectos para la canalización del Arno. Empieza a pintar el retrato de Lisa
Gherardini, La Gioconda.
1506 Regresa a Milán llamado por Charles d'Amboise, como arquitecto y pintor de la corte.
1507 Trabaja en experimentos sobre el vuelo.
1513 Se instala en Roma al servicio de Giuliano de Médicis. Empieza su tratado sobre el arte de
pintar.
1516 Se traslada a Francia invitado como primer pintor de la corte por el rey Francisco I, el cual
le asigna como residencia privada el castillo de Cloux.
1519 Muere en Cloux.
También sólo en copias sobrevivió otra gran obra de este periodo: Leda y el cisne. Sin embargo, la
cumbre de esta etapa florentina (y una de las pocas obras acabadas por Leonardo) fue el retrato
de Mona (abreviatura de Madonna) Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, razón por
la que el cuadro es conocido como La Mona Lisa o La Gioconda. Obra famosa desde el momento
de su creación, se convirtió en modelo de retrato y casi nadie escaparía a su influjo en el mundo de
la pintura. Como cuadro y como personaje, la mítica Gioconda ha inspirado infinidad de libros y
leyendas, y hasta una ópera; pero es poco lo que se conoce a ciencia cierta. Ni siquiera se sabe
quién encargó el cuadro, que Leonardo llevaría consigo en su continua peregrinación vital hasta
sus últimos años en Francia, donde lo vendió al rey Francisco I por cuatro mil piezas de oro.
Detalle de La Gioconda (c. 1503-1507)

Perfeccionando su propio hallazgo del sfumato, llevándolo a una concreción casi milagrosa,
Leonardo logró plasmar un gesto entre lo fugaz y lo perenne: la «enigmática sonrisa» de la
Gioconda es uno de los capítulos más admirados, comentados e imitados de la historia del arte, y
su misterio sigue aún hoy fascinando. Existe la leyenda de que Leonardo promovía ese gesto en su
modelo haciendo sonar laúdes mientras ella posaba; el cuadro, que ha atravesado no pocas
vicisitudes, ha sido considerado como cumbre y resumen del talento y de la «ciencia pictórica» de
su autor

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