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Breve Historia Intercultural de Guatemala
Breve Historia Intercultural de Guatemala
Intercultural de
GUATEMALA
306
M828 Morales, Mario Roberto
Breve historia intercultural de Guatemala / Mario Roberto Morales
– Guatemala: Ministerio de Cultura y Deportes / Editorial Cultura,
2014
132 p. (Colección Ensayo, Serie Luis Cardoza y Aragón No. 54)
1. ENSAYO GUATEMALTECO
2. LITERATURA GUATEMALTECA
I. t.
Colección Ensayo
Serie Luis Cardoza y Aragón No. 54
MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTES
Licenciado Carlos Batzin
Ministro de Cultura y Deportes
Licenciada Clariza Castellanos
Viceministra de Cultura
Doctor Alfredo Tay Coyoy
Director General de las Artes
Escritor Francisco Morales Santos
Editorial Cultura
CONTENIDO
PRESENTACION ....................................................................................7
LA REVOLUCIÓN LIBERAL................................................................74
7
Entrego, pues, con estas palabras, el libro a sus nuevos lectores, y le
deseo un buen recorrido por nuestro proceso de formación histórica.
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I. LAS GRANDES CULTURAS PRECOLOMBINAS: EL ESPLENDO Y
LA CAIDA
EL POBLAMIENTO DE AMÉRICA
Una de la teorías más plausibles sobre los orígenes del ser humano en
nuestra parte del mundo, indica que lo que hoy conocemos como el
Continente Americano empezó a ser poblado paulatinamente por oleadas
de inmigrantes asiáticos que pasaron de Siberia a Alaska caminando por
la región de Behring, la cual entonces no era un estrecho sino un istmo de
hielo. De eso hace unos 35 mil años. Estos grupos de nómadas se
esparcieron por todo lo que hoy se conocer como Norteamérica, y bajaron
poco a poco hacia el sur, siempre en busca de caza, frutos y agua,
explorando y asentándose en diferentes partes de lo que hoy es Canadá,
Estados Unidos, México, Centroamérica y América del sur. Les llevó más o
menos 18 mil años y unas 600 generaciones llegar, aproximadamente en
el año 7000 AC., al extremo sur del Continente, habiendo recorrido en
total 17, 000 kilómetros; es decir, unos 29 kilómetros por generación. Y
de esta manera poblaron todo el territorio, dejando a su paso
asentamientos humanos, algunos de los cuales desarrollaron altas
culturas. Otros, tuvieron culturas menos desarrolladas, y algunos
permanecieron en estado primitivo hasta la fecha, como lo prueban
algunas tribus de la selva brasileña.
Es interesante el hecho de que todas estas sociedades, que tenían
diferentes grados de evolución cultural, convivieron por cientos de años
en el territorio que hoy se conoce como América, estableciendo una
intensa dinámica de relaciones comerciales y también guerreras, que
dieron lugar a un frondoso desarrollo histórico que se encuentra en parte
registrado en varios textos literarios de estos pueblos, como por ejemplo
en el Popol Vuh, en los Anales de los Cakchiqueles y en el Chilam Balam.
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“no está bien claro, sin embargo, cómo fue su paso sobre el mar;
como si no hubiera mar pasaron hacia este lado; sobre piedras
pasaron, sobre Piedras en hilera en hilera, Arenas arrancadas,
nombres que ellos les dieron cuando pasaron entre el mar,
habiéndose dividido las aguas pasaron”.
Los grupos sociales que poblaron América eran, como se dijo, nómadas:
iban de un lado a otro en tribus de centenares buscando bosques
tropicales. Al principio fueron cazadores de animales y recolectores de
frutas y vegetales, los cuales necesitaban sobrevivir en pequeños grupos,
por lo que tuvieron que inventar símbolos para diferenciarse entre sí
culturalmente. Así se explican las diferencias entre los mitos de origen de
los distintos pueblos americanos, las variantes en los elementos de sus
cosmovisiones, la división de sus idiomas y también de sus enemistades
por razones territoriales y de otras índoles.
Luego estos grupos se transformaron paulatinamente en
agricultores incipientes que se organizaron en pequeñas comunidades de
entre 500 y 1,500 habitantes aproximadamente, y no producían
excedentes agrícolas sino solamente capaces de producir lo que comían
para la propia subsistencia del grupo. Más tarde, estas comunidades
fueron dando lugar a cacicazgos, es decir, a sociedades con una
organización política y militar que ya tenía jefes o caciques, que era los
que organizaban y dirigían el trabajo social y se rodeaban de individuos
que les eran leales y que los ayudaban en la tarea de ejercer el poder.
Así algunos de estos cacicazgos llegaron a constituirse con el tiempo
en altas culturas, es decir, en sus sociedades regidas por una casta de
sacerdotes quienes a la vez eran políticos y militares, y que controlaban la
producción agrícola y la organización social por medio de la religión (la
cual contaba con un gran panteón de dioses a los que solo los sacerdotes
podían hablar), la ciencia (mediante el estudio y la aplicación práctica de
la astronomía, la matemática, la medicina, etc., por parte de la elite
gobernante), el arte (por medio del control de la escritura, la pintura, la
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arquitectura y la escultura por parte de castas ligadas directamente a los
gobernantes) y el ejército (liderado por los mismo sacerdotes). Esta
organización de poder constituyó la primera forma de estado.
Estas sociedades funcionaban gracias a la división que existía entre
la nobleza y los comunes. Aquellos controlaban el poder político,
económico, militar, científico y artístico, y estaos trabajaban tierras
comunales asignadas para el efecto por el gobierno de turno, de las cuales
extraían lo necesario para su subsistencia holgada, y el excedente lo
tributaban a la clase gobernante, es decir, a la teocracia o gobierno de
sacerdotes o teócratas, quienes a cambio construían obras publicas de
beneficio colectivo, como carreteras, templos, campos de juego de pelota,
acueductos, regadíos, etc. Las altas culturas de América son la maya (en el
sur de México, en Guatemala y en parte de Honduras), la azteca (en el
centro de México) y la inca (en lo que es hoy Perú y los países que lo
rodean: una hasta región conocida como Tahuantinsuyo).
Hay que entender que tanto los cazadores-recolectores como los
agricultores incipientes, los cacicazgos y las altas culturas, indican una
línea evolutiva en las sociedades, pero también describen los diferentes
estados en que las sociedades conviven. Es decir hay sociedades que se
quedan siendo cazadoras-recolectoras, agrícolas incipientes o cacicazgos,
y otras que alcanzan el grado de altas culturas. En otras palabras, no todas
evolucionan hacia lo mismo y a menudo varias conviven en el mismo
territorio con diferentes grados de evolución, cosa que facilita la
conquista de los menos evolucionados por parte de los más poderosos,
cuando ocurren las dinámicas militares que se establecen entre los
distintos reinos por asuntos de territorial, agua, bosques, caza y mujeres
para procrear fuera del núcleo del clan o de la tribu.
En efecto, las primitivas relaciones entre estos grupos, por lo menos
hasta aproximadamente el año 5,500 AC (que es cuando empieza la
revolución agrícola que implicó la producción deliberada de alimentos), a
menudo estaba circunscrita, cuando no al comercio o a la guerra, al
encuentro pacifico entre las tribus para intercambiar mujeres. Esto
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ocurría así debido al tabú del incesto, que prevenía en contra de
malformaciones de nacimiento por las uniones entre familiares. Por ello,
los grupos se reunían durante dos o más semanas para intercambiar
mujeres y festejar, y luego volvían todas ellas a sus respectivos grupos y
estos se separaban para continuar en sus tareas de sobrevivencia. Como
es fácil suponer, durante esta época la descendencia era posible trazarla
sólo en forma matrilineal. Es decir, todos sabían quién era su madre y a
nadie le importaba quien podía ser su padre, pues esto carecía de
importancia económica, política o afectiva.
Con el advenimiento de la revolución agrícola, es decir de la
producción deliberada de alimentos, alrededor de los años 5,500-4,500
AC, la organización social cambia y la familia se asienta como forma
nuclear de la sociedad. Esto, porque la producción de alimentos implicó
la producción agrícola metódica, la domesticación de animales, el
sedentarismo y la vivienda formal, combinados con la caza y la
recolección de frutos y vegetales de manera ordenada. Y este hecho
posibilitó a si vez la formación de la familia como organización que
asienta en el trabajo doméstico de la mujer, así como la invención de la
monogamia como forma de relación entre los sexos, pues el excedente
productivo había dado origen a la propiedad privada y esta se volvió
hereditaria, de modo que la legitimidad de las propiedades de los
herederos se empezó a determinar en forma patrilineal, debido al poder
acumulado por los hombres en una sociedad que de manera natural había
basado su sobrevivencia en la fuerza del físicamente más apto. La familia
fue a institución adecuada para preservar este poder público masculino y
para relegar a las mujeres al ámbito privado de lo doméstico, como
encargadas de reproducir física y espiritualmente a los niños como fuerza
de trabajo futura. Es así como surge en los que habría de conocerse como
América la división sexual del trabajo, a partir de la cual a todos empezará
a importarles no sólo quien era su madre sino, sobre todo, quien era su
padre, dando lugar así al final de la primacía del parentesco matrilineal y
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al comienzo de la preponderancia del parentesco patrilineal. Es decir, al
paso del matriarcado al patriarcado.
Aproximadamente en el año 500 AC da inicio la llamada revolución
urbana, que ocurre sólo en las altas culturas y que consiste en el
crecimiento de grandes ciudades con arquitectura monumental. Este
proceso empieza en Mesoamérica y en los Andes unos 3,000 años después
de que había ocurrido en Mesopotamia y Egipto. Así, la capital de los
aztecas, Tenochtitlan, era una esplendorosa ciudad de 200 mil habitantes,
más grande que Londres, París y Roma, cuando en 1519 los españoles la
contemplan maravillados por primera vez. Esta, sin embargo, es una
historia que relataremos más adelante.
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Guatemala. Por eso gran cantidad de palabras y voces nahuas forman
parte del idioma quiché y de otras lenguas de origen maya desde antes de
la conquista española, la cual fue realizada por lo soldadescas
provenientes de México, las cuales, como veremos, son responsables de
muchos de nuestros toponímicos.
Una de las razones por las que los mayas nunca se convirtieron en
imperio y no tuvieron que conquistar otros pueblos para vivir bien, fue
que su sociedad obedecía a un régimen tributario justo, el cual exigía el
tributo de los comunes, llamados macehuales, solamente después de que
estos habían satisfecho sus necesidades materiales y espirituales. Por eso,
cuando ocurren hechos mencionados, el delicado equilibrio social y
económico se rompe y la población reacciona. Pero unidad a las posibles
causas económicas las políticas del colapso de la gran unidad maya, están
también algunas posibles razones religiosas del mismo. En efecto, en
varias ciudades mesoamericanas se han encontrado invaluables obras de
arte destruidas intencionalmente en forma de ritual. Esta era una práctica
común en estas sociedades religiosas, y el objetivo de las mismas era
evitar que los hombres se envanecieran ante la belleza y el esplendor del
producto salido de sus propias manos.
La destrucción de los objetos bellos era, pues, un ejercicio de
humildad en contra de la vanidad y el orgullo. Se ha argumentado que
algo de eso pudo haber jugado un papel decisivo en el abandono súbito de
las grandes ciudades mayas las cuales sus habitantes no regresaron sino
que fundaron nuevas ciudades en otros lugares. Por alguna razón
remitida al calendario ritual y sus fechas sagradas, así como a sus cálculos
del movimiento de los astros, es posible que existan también una razón
religiosa para abandonar las ciudades, luego de la revuelta campesina de
la cual algunos arqueólogos reportan haber hallado evidencia en
monumentos deliberadamente destruidos. Los mayas como tales se
acaban, pues, en el siglo X, y nacen los pueblos que desciende de ellos y
que son lo que existen todavía en territorio mexicano y guatemalteco.
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Del siglo X al XVI, estos pueblos acusaron una intensa dinámica
militar. Guerreaban entre ellos por territorio, prisioneros y control
político y económico. En esta dinámica, los quichés estaban conquistando
a los otros pueblos, particularmente a los cakchiqueles y zutuhiles, en una
evidente tendencia hacia el imperio. Y sin duda, los quichés se habrían
constituido en un imperio a imagen y semejanza de los aztecas (que
dominaron la región desde el siglo XIII), de no haber sido porque en el
siglo XVI los españoles, después de conquistar México, llegan a Guatemala,
en donde repiten su táctica de aliarse a los pueblos enemigos de los más
poderosos, en este caso de los quichés, para derrotar al enemigo
principal. Fue así como los cakchiqueles y otros pueblos, incluyendo a los
tlaxcaltecas de México (que habían ayudado a los españoles en la
conquista de los aztecas), contribuyeron a la rápida derrota de los
quichés, frustrando de esta manera su trazada ruta hacia el imperio.
En el caso de México, los aztecas habían alcanzado tal grado de
poderío militar que sojuzgaban a los pueblos vecinos y los obligaban a
pelear con ellos en la llamadas “guerras floridas”, que eran una especie de
olimpiadas en las que la guerra se hacía de verdad y en las que los aztecas
hallaban la fuente de prisioneros que luego serían ofrendados a los dioses
en la piedra de los sacrificios arrancándoles el corazón. Los aztecas
habían evolucionada de ser una sociedad tributaria, a ser un imperio, es
decir una sociedad cuya economía se basaba en gran parte en el trabajo
forzado o esclavizado de los pueblos conquistados. Consecuentemente,
los aztecas eran odiados por los pueblos vecinos, con los cuales a menudo
formaban alianzas forzadas para guerrear contra otros pueblos vecinos.
Las “guerras floridas” eran también ocasión propicia para la creación
lírica, pues se organizaba concursos para que los poetas compusieran
cantos a los héroes de las guerras, a la guerra misma, a los dioses de la
guerra, y también versos acerca de los avatares de la existencia humana,
el amor y otros temas considerados importantes. La poesía náhuatl o
nahua (así se llamaba la lengua de los aztecas) es muy rica en estas
expresiones liricas, y sus poetas —entre quienes destaca el príncipe
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Netzahualcóyotl— son de los más celebrados del mundo cultural
precolombino.
Así las cosas, cuando los españoles llegan a México en 1519, se
encuentran con que el imperio azteca y su emperador, el gran Moctezuma,
dominaban a los otros pueblos de la región. Por ello, los españoles, al
mando de Hernán Cortés, se aliaron con estos pueblos, los cuales
marcharon contra los aztecas y, como se dijo, facilitaron a los españoles la
conquista de México. Similar cosa habría de ocurrir con los pueblos de
Guatemala.
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Entre los mayas y los pueblos descendentes de ellos, esta práctica se
dio en mucha menor escala y no estaba asociada tanto con los prisioneros
de guerra cuanto con personas que, dependiendo a menudo de la fecha de
su nacimiento, eran dedicadas a determinada deidad en determinada
fecha, y toda su vida se preparaba para ser puesta en el altar de sacrificios
a fin de que su corazón les fuera arrancado. A menudo se trataba de
doncellas a las que, desde su nacimiento, les era conferido este honor.
Asociado a esta práctica estaba el canibalismo ritual, una ceremonia en la
que la carne de la persona sacrificada era la comida en mínimas
proporciones por los sacerdotes y comunes.
En cuanto la religiosidad, los dioses mesoamericanos eran muchos pero
casi todos eran transfiguraciones particulares del Sol, llamado Corazón
del Cielo entre los mayas y sus descendientes, quien también se
transfiguraba en la Serpiente Emplumada, llamada Quetzalcóatl, en
nahua, Kukulkán, en maya clásico, y Gucumatz, en quiché. Todas las
deidades duales (es decir positivas y negativas, terrestres y celestes,
masculinas y femeninas, buenas y malas) y transfigurables, es decir que
unos dioses se convertían en otros pero sin perder la gran unidad divida
representada por Kukulkán y Corazón del Cielo, que es también Corazón
de la Tierra, igual como Kukulkán es Serpiente Emplumada, es decir reptil
y ave, tierra y cielo, materia y espíritu.
En otras palabras, las manifestaciones de una sola deidad
todopoderosa eran muchas, y por eso el panteón de los dioses
mesoamericano estaba tan profusamente poblado. Había dioses (o
manifestaciones o transfiguraciones de la deidad principal) para todo: los
capules tenían dioses familiares, de los linajes y las estirpes, de la
siembra, de la cosecha, etc. Los nobles tenían diversos dioses para la
guerra, la paz, la muerte, la vida. Los comunes también. Pero todos eran
aspectos particulares de un dios unitario, es decir transfiguraciones que
regían aspectos particulares de la vida cotidiana.
La religión mesoamericana giraba en torno a los rituales dirigidos a
los dioses. La organización de estos rituales ocupaba gran parte de la vida
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de los sacerdotes y también de la gente de los capules. En realidad, la
religiosidad de los mesoamericanos consistía en mantener contentos a los
dioses, es decir, a la manifestación de la deidad única, y no tenía que ver
con la moral ni la ética de los individuos, las cuales estaban normadas por
los preceptos de la ley. No había pues una moralidad religiosa como tal
como la entiende el cristianismo. La religiosidad se circunscribía a
realizar los rituales necesarios para mantener el buen curso del mundo, el
tiempo y la vida. Sin embargo, la complejidad de los rituales y de las
relaciones entre las diferentes deidades implicaba toda una teología en
torno a la cual giraba la vida social y económica de la colectividad, y de
cuyo conocimiento se derivaba el poder de la teocracia.
La política y la religión estaban, pues, indisolublemente ligadas, y
del control de ese ligamen emanaba el poderío militar y el control de la
población y del territorio que tenía la teocracia, para cuyo ejercicio se
educaba a los jóvenes en universidades destinadas para ello. Así, los
nobles asistían a academias en las que aprendían, ciencia, religión, bellas
artes y el arte militar. Los comunes tenían también academias en las que
los jóvenes aprendían oficios diversos. Estos estudios duraban entre
nueve y diez años. Los niños empezaban a estudiar más o menos a los
diez, de modo que a los veinte los jóvenes egresaban de sus academias, ya
capacitados para trabajar.
La historia de estos pueblos se registraba en inscripciones en piedra
(estalas, muros, esculturas), códices (o libros hechos de piel de animal o
corteza de árboles, impecablemente ilustrados) y pinturas murales de
grandes dimensiones. Las inscripciones, los códices y las pinturas
recogían los sucesos, las leyendas y los mitos que relataban los orígenes
de los pueblos, y estos relatos se transmitían en forma oral entre los
macehuales, de generación en generación. Estas eran historias que daban
cohesión social al grupo, lo legitimaban histórica y políticamente frente a
otros grupos, y le daban sus perfiles de identidad para diferenciarse de
otros.
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En cuanto a la vida social de las masas, el intercambio mercantil era
una actividad fundamental de la vida mesoamericana precolombina, de
modo que en ciudades como Tikal, el mercado era una institución
intensamente activa, colorida y muy productiva. Igual cosa ocurría, siglo
después, en Tenochtitlan. En ese espacio se vendía de todo; los
mercaderes llevaban sus productos para intercambiarlos por otros,
algunos viajaban a otras ciudades de la región para vender y comprar
artículos diversos.
LA FILOSOFÍA MESOAMERICANA
Pero los mesoamericanos tenían también una filosofía y una teología que,
aunque derivaba de la religión, tenía cierta autonomía respecto de ésta y
fijaba preceptos que, por medio de la ley, orientaban la moral y la ética de
la gente en su vida cotidiana. Los principios de esta filosofía, como ocurre
con todas las filosofías de las sociedades antiguas, se encuentran
contenidas en un mito: el mito de la Serpiente Emplumada. Veamos en
qué consiste. Cuenta la leyenda que había un soberano justo y sabio que
se llamaba Serpiente Emplumada. Un día, su enemigo, llamado Espejo
Humeante, quiso hacerle daño y le regaló un espejo para que se
envaneciera mirando su propia imagen. Como era un dios, Serpiente
Emplumada ignoraba que tenía un rostro humano, una identidad, y
cuando la descubrió quedo fascinado con ella. Entonces Espejo Humeante
le ofreció chicha para celebrar el acontecimiento y Serpiente Emplumada
se emborracho y, estando borracho, Espejo Humeante le propuso mandar
traer cortesanas para seguir celebrando. Serpiente Emplumada no sabía
que entre las cortesanas estaba su hermana, a quien su enemigo había
ubicado entre ellas forzadamente. Así las cosas, Serpiente Emplumada,
borracho, comete involuntariamente el delito de incesto.
Al día siguiente, siendo consciente de que su proceder había sido
producido por la vanidad, Serpiente Emplumada se impuso bajar a los
infiernos para recobrar los huesos de sus ancestros y así recobrar
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también el antiguo sentido de su dignidad o sentido de sí mismo; es decir;
sus valores morales perdidos. Se despidió de su pueblo y bajó al
inframundo, en donde jugó el juego mortal de la pelota y luchó contra los
demonios matando a varios de ellos, hasta que les arrebató los huesos de
sus ancestros. Luego subió a la superficie del mundo y le dijo a su pueblo
que se marcharía hacia otra parte en donde ahora le correspondía estar,
pero que habría de volver para redimirlo y salvarlo. Seguidamente, se
prendió fuego frente al mar y se elevó al cielo convertido en la Estrella de
la Mañana (que es también Estrella de la Tarde), conocida también como
Venus.
Esta leyenda. Su contenido y significado, es decir, el simbolismo que
encierra puede explicarse así: cualquier ser humano que se ha denigrado
puede reconstruirse con su propio esfuerzo y llegar a ser mejor de lo que
antes era, hasta convertirse en dios. Para lograrlo, la persona tiene que
recobrar el sentido de sí mismo, sus valores (simbolizados por los huesos
de sus ancestros) y enfrentar sus demonios en su propio infierno
personal, que son sus propias contradicciones (ese es el simbolismo del
infierno). La serpiente con plumas y que vuela en una figura poética que
simboliza la unidad y armonía de los contrarios: reptil y ave, tierra y cielo,
dios y hombre, unidos en el ser humando capaz de ponerlo en armonía
mediante su práctica espiritual. En este caso, el nombre de Kukulkán
simboliza a ese ser humano.
Hay otro aspecto muy importante que se desprende de la
interpretación de esta leyenda, y es que, para la filosofía mesoamericana,
la ética y la moral implicaban el ejercicio de acciones positivas tanto como
negativas, es decir era lícito hacer el bien tanto como el mal, dependiendo
de las circunstancias. Kukulkán mata a varios de sus enemigos cuando
desciende a los infiernos, y eso se considera bueno para su desarrollo
espiritual. Asimismo, el mal juega un papel determinante para el
desarrollo del bien. Si Kukulkán no hubiese hecho mal, jamás se hubiera
convertido en dios. La importancia presente de comprender esta moral
precolombina radica en que hoy día podemos observar, en ciertas
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comunidades indígenas, algunos cultos religiosos a santos que son
transfiguraciones de Kukulkán, y los fieles igual les piden milagros
buenos como malos, los cuales la deidad concede de acuerdo a si la
petición es justa o no lo es. Es el caso de Maximón y sus múltiples
transfiguraciones.
Esta filosofía moral inspiró a los mesoamericanos (mayas, aztecas y
quichés por igual), y sus principios se encuentran expresados en libros
como el Popol Vuh, el Chilam Balam y el Rabinal Achí, así como en las
pinturas murales, los códices, las estelas, las inscripciones y las obras de
los poetas mesoamericanos antiguos. Para poner en práctica la moral de
Kukulkánica o quetzalcoatliana, los habitante de Teotihuacán, en México,
destruían de cuando en cuando las obras de arte realizadas, a fin de que
los hombres no se envanecieran ni llegaron a ser esclavos de lo que había
salido de sus manos. Estos principios se practicaban también entro los
incas y en las sociedades antiguas del Lejano Oriente, y se simbolizaban
mediante otros mitos y tenían otros nombres.
Debemos entender que el tipo de organización social, económica y
religiosa que hemos descrito, así como la filosofía Kukulkánica,
prevalecieron después del colapso de la unidad maya en el siglo X y se
mantuvieron, con algunas variantes, entre los pueblos descendientes de
los mayas hasta el siglo XVI, cuando llegan los españoles al área azteca y
maya. También se puede decir que es posible imaginar una sociedad inca
y la de los pueblos descendientes de ellos según estas mismas formas de
organización social, de la religiosidad y de la filosofía, ya que se trataba de
sociedades muy similares en las que la religión era el centro de la vida
social, económica y política.
Imaginemos, pues, a quichés, cakchiqueles, zutuhiles, mames,
quekchíes, viviendo de esta manera y guerreando entre sí a lo largo de
seis siglos, desde el X hasta el XVI, que es cuando este tipo de vida cambia
drásticamente debido al arribo de seres desconocidos que traían armas
con un estruendo mayor que el del rayo y bestias que corrían más que los
mejores guerreros.
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Si el siglo III A.C. al X D.C. podemos hablar de una Guatemala maya,
del XII al XVI, podemos hablar de una Guatemala quiché.
24
II. EL ENCUENTRO DE DOS CULTURAS: DIVISIONISMOS
MORTALES Y CRUELDAD SOFISTICADA
26
todo consejo para tomar sus disposiciones. Llaman hoy día a
esta montaña Chi-Pixab, éste es el nombre de la montaña”.
28
decía que podía convertirse en animal y subir al cielo y bajar al
inframundo (llamado Xibalbá). Gucumatz expandió el reino quiché
usando a los cakchiqueles y a otros pueblos en sus conquistas, y murió en
combate tratando de vencer al cacique Tecún Sicóm, a quien había dado a
su hija en matrimonio para pacificar la región, y éste la había asesinado.
El hijo de Gucumatz era Quikab, y él fue el siguiente rey de los
quichés. Como era usual, los cakchiqueles fueron de nuevo usados como
combatientes por los quichés en las guerras fratricidas que Quikab
emprendió contra Tecún Sicóm, a quien sus hombres mataron y a cuyo
hijo tomaron prisionero. Quikab expandió el reino quiché hasta el máximo
hacia el norte. Los rabinales se hicieron vasallos de los quichés por medio
de su relación familiar con los linajes vasallos de los cakchiqueles. El
proceso de mestizaje entre los pueblos dispersos que descendían de los
mayas fue intenso entre ellos mismos y con los pueblos que llegaban a
México, y se hizo mayor con la reorganización que Quikab hizo del reino
quiché, el cual ocupaba ya todo el territorio de Guatemala, en donde, por
estas razones, se vivía una violenta interculturalidad que producía cada
vez más variantes de un mestizaje ya de suyo profusamente diverso. A
pesar de esto, algunos exceso sacrificiales y viciosos de Quikab
desencadenaron una insurrección en Gumarcaj, en 1470, durante una
celebración a la que habían asistido los más importantes jefes de los
pueblos tributarios de los quichés, y que estuvo encabezada por
guerreros e hijos del rey. Luego de algunos sacrificios humanos en honor
de Tojil, dios de la guerra, tuvo lugar un ataque contra Quikab, quien se
salvó de morir porque se hallaba bajo la protección de algunos de sus
hijos leales. Sin embargo, a raíz del suceso, tuvo que otorgar privilegios
que se negaba conceder a los comunes y a sus propios hijos.
Así, los privilegios otorgados a algunos militares quichés que no
eran nobles llevó a la crisis de poder para Quikab, pues aquellos querían
eliminar cakchiqueles –quienes gozaban de grandes prerrogativas- y el
rey los consideraba sus fieles aliados. Por ello, los previno y les aconsejó
abandonar Gumarcaj, lo cual hicieron y se asentaron en Iximché, en donde
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se fortificaron contra los quichés. Quikab murió aproximadamente en
1475, después de lo cual las guerras de los quichés contra los
cakchiqueles y en contra los zutuhiles se intensificaron, pues el poder
imperial quiché se había resquebrajado desde la revuelta de Gumarcaj y
ahora buscaban restaurarlo bajo el mando del sucesor de Quikab,
Tepepul, quien se lanzó contra Iximché aprovechando que los
cakchiqueles estaban padeciendo una severa hambruna debido a las
malas cosechas. Pero los quichés fueron derrotados, Tepepul tomado
prisionero y gran cantidad de oficiales nobles masacrados. Esto hizo de
los cakchiqueles un poder desafiante frente a los quichés, quienes se
limitaron a combatirlos en la línea fronteriza de sus reinos.
Esta dinámica militar entre linajes nobles y vasallos y entre pueblos
constituidos fue la norma durante esta época. Alianzas y traiciones
pueblan el horizonte histórico de esas naciones. Enemistades ancestrales
dividen y a la vez los unen. Así, las guerras entre quichés y zutuhiles, a
finales del siglo XV, se originan con el rapto de una doncella por parte de
éstos, la cual es llevada hasta Atitlán. En estas guerras, las vitorias de los
quichés contra los zutuhiles fueron muchas, así como las complicadas
alianzas entre diferentes pueblos para lograr el control territorial y
poblacional que les confiriera más poder sobre los demás. En una de estas
batallas en Atitlán, muere el jefe de los quichés, quien se llamaba
probablemente Tecúm, también hijo de Quikab y sucesor de Tepepul.
La complicada dinámica militar generalizó las rebeliones contra los
quichés en todo el territorio, a lo cual se vino a sumar el hecho de que, al
entrar los quichés a Chiapas y Soconusco, se encontraron con que otro
pueblo estaba conquistando territorios: el pueblo mexica, que le
arrebataba a los quichés el control del área de Ayutla y Mazatlán. Ya en
1510, los mexicas exigieron tributo a los señores quichés de Utatlán
(apelativo nahua de Gumarcaj) en nombre de Moctezuma, su señor, y
éstos accedieron a pagarlo por temor a una invasión. Los quichés se
apaciguaron bajo el domino mexica, y Moctezuma no sólo dio a dos de sus
hijas en matrimonio al jefe quiché, sino que lo previno de la inminente
30
llegada de los españoles, de cuya presencia en el Caribe se tenía certera
noticia en México. Esto dio origen a profecías de derrota y finalización del
poder quiché. Pero Moctezuma había ordenado a todos los pueblos
tributarios pelear contra los invasores, y los quichés se prepararon para
la guerra. Fue la fuerte presencia mexica la que tradujo los nombres
quichés a nahua (por ejemplo Utatlán para Gumarcaj o Lugar de las viejas
cañas, Cuauhtimalan para Iximché o Lugar de los Arboles de Maíz. De este
nombre se deriva el de Guatemala, impuesto por los españoles).
Cuando llegan éstos a Utatlán en 1524, los imperialistas quichés se
hallaban, pues, sometidos al vasallaje de los mexicas, quienes eran a la vez
vasallos de los aztecas, todo bajo el poder del emperador Moctezuma.
¿Qué pasó a la llegada de los invasores europeos? Para comprender esto
en perspectiva retrocedamos un poco en el tiempo, unos treinta años, a
1492, porque es entonces la aventura española en América.
32
contra de los musulmanes, quienes habían habitado su territorio durante
ocho siglos. Los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, eran precisamente los
abanderados de la guerra cristiana en contra del Islam.
Dos procesos expedicionarios tuvieron lugar después del arribo de
Colón a América, uno desde México hacia Guatemala, El Salvador y
Honduras, y el otro desde Panamá hacia el norte (Costa Rica, Nicaragua,
Honduras) y también hacia el sur (Ecuador, Bolivia, Perú). Allí donde no
hallaron metales preciosos o donde se acabaron los existentes, los
españoles organizaron a la población indígena para laborar en los campos
cultivando los productos que se necesitaban en Europa. Pero este proceso
implicó antes una guerra llamada por los invasores “de conquista”, la cual
empezó en las islas del Caribe, en donde la población indígena fue
exterminada tanto por la violencia que generó la resistencia militar de los
lugareños, como las enfermedades que los llamados conquistadores
traían ante las cuales los indígenas no tenían defensa biológica. Por
ejemplo: la gripe común, el sarampión, y también las enfermedades
venéreas. Debido sobre todo a las enfermedades, la población americana
fue diezmada y, de unos treinta millones de habitantes que había antes de
la Conquista, la población se redujo a tres millones después de ella.
La guerra de conquista de Mesoamérica empezó en México, en
1519, cuando al mando de una expedición de once naves que había salido
de Cuba, Hernán Cortés desembarca en el área maya de Yucatán con 508
hombres, 16 caballos y algunos cañones. A su paso conquista pueblos que
eran enemigos de los aztecas, aliándose a algunos de ellos. El cacique de
Tabasco le regala una esclava llamada Malitzin, a quien Cortés llamará
Marina y, posteriormente, los aztecas llamarán Malinche. Uno de los
capitanes de Cortés, Pedro de Alvarado, recibe también como regalo, esta
vez del cacique de Tlaxcala, a la hija mayor de este, llamada Tecuilhuatzin,
a quien Alvarado nombra doña Luisa. Su apellido era Xicoténcatl. Ella lo
acompañara en sus campañas militares en México y Guatemala, le servirá
de traductora (como la Malinche a Cortés), y le dará dos hijos: Pedro,
quien nace en México y muer a temprana edad, y Leonor, quien nace en el
33
campamento español de Utatlán durante el sitio a la capital de los
quichés, el 22 de marzo de 1524, para convertirse en la primera Mestiza
en Guatemala.
La información española básica acerca de la conquista de México y
Guatemala se encuentra contenida en las Cartas de Cortés, las Cartas de
Alvarado y el libro de Bernal Días del Castillo, un soldado que participó en
las campañas de México y Guatemala, titulado Verdadera y notable
relación dela conquista de la Nueva España y Guatemala. De parte de los
indígenas existen también documentos que predicen la guerra de
conquista y la colonización, y que relatan los hechos sangrientos y el fin
de su civilización. Lo cierto es que la superioridad militar (no numérica)
de los españoles, las armas de fuego, los caballos y las tácticas de guerra
diferentes a las usuales entre los indígenas americanos, determinaron la
victoria española, no sin una fiera resistencia por parte de los nativos
americanos.
El grueso de la fuerza de choque contra los aztecas lo constituyeron
tropas tlaxcaltecas y de otros pueblos vecinos, hartos de ser hostigados
por el imperio. Esta fue una constante en toda la conquista de América: el
aproximamiento español de las guerras intestinas. En el caso de Perú,
solamente 180 hombres acompañaban a Pizarro en la aventura, pero
debido a que Atahualpa guerreaba contra su hermano Huáscar, esto
facilitó la empresa. Los españoles, valiéndose de un engaño, invitaron al
cacique Atahualpa a conferenciar y, una vez, indefenso, lo apresaron, lo
hicieron llenar el cuarto con objetos d oro a cambio del cual le ofrecieron
perdonarle la vida, y luego lo ejecutaron, facilitando así posteriores
victorias militares. El caso de Guatemala es similar, como veremos
adelante.
Para darnos una idea de la total extrañeza que el mundo español
representaba para los indígenas, percatémonos de que las profecías
enunciaban la llegada de hombres blancos de barbas amarillas, que
venían del mar en casa flotantes y con fuego en las manos, montando
bestias enormes y cargando con ellos el estruendo del rayo que causaba
34
destrucción y muerte. Las imágenes usadas para referirse a los hombres,
a los barcos, a los barcos, a las armas de fuego y a los caballos remiten a
una visión apocalíptica potenciada por el estupor de lo inexplicable, pues
jamás habían visto aquellas realidades. Cuentan que en el Perú, el jefe
Atahualpa cayó sentado del susto la primera vez que vio un caballo.
Imaginémonos cómo pudo reaccionar un azteca o un quiché ante el
estruendo de un cañón o el resplandor de la armadura de un soldado
español montado en un animal que jamás había sido visto en estas
geografías.
A la superioridad del armamento español debe agregarse también
un concepto de guerra basado en el engaño, para explicarnos su rápida
victoria sobre los nativos. En efecto, tanto en México como en Guatemala
y el Perú, los españoles entraron a las ciudades en son de paz y, una vez
dentro, procedieron a matar a los jefes y a hacer prisioneros a sus
subordinados. El caso de Atahualpa en el Perú es elocuente a este
respecto. Igual que él Moctezuma fue hecho prisionero en su propio
palacio. A diferencia del primero (que fue ahorcado), este fue apedreado
por su propia gente cuando había perdido su poder político antes los
españoles. Una suerte parecida corrieron los señores de Utatlán en el
altiplano guatemalteco, como veremos adelante. Pero quizá haya sido el
elemento religioso el determinante de la derrota. En efecto, la vuelta
prometida de Quetzalcóatl, registrada en el calendario ritual, coincidía
con la fecha de 1519, en la que arribaron Cortés y los suyos, de modo que
éstos fueron tomados como dioses al principio. Y cuando los aztecas se
dieron cuenta de que solo se trataban de hombres, era muy tarde, pues ya
los habían dejado entrar a la ciudad.
En su “Segunda Carta de Relación” al Emperador Carlos V, Hernán
Cortés cita las palabras de Moctezuma quien, refiriéndose a Quetzalcóatl,
le dice:
“Muchos días ha que por nuestras escripturas tenemos de nuestros
antepasados notica que… a estas partes trajo nuestra generación un
señor cuyos vasallos todos eran, el cual se volvió a su naturaleza, y
35
después tornó a venir desde en mucho tiempo… y … no quisieron…
recibirle por señor, y así se volvió; y siempre hemos tenido que los
que de él descienden habrían de venir a sojuzgar esta tierra y a
nosotros como sus vasallos… y por tanto, vos sed cierto que os
obedeceremos y tendremos por señor en lugar de ese gran señor
que vos decís…”
“Y asimismo nos llevaron (a) aposentar (a) aquella casa por causa
que, como nos llamaban teúles (dioses) y por tales nos tenían, que
estuviésemos entre sus ídolos como teúles que ahí tenían”.
36
LA CONQUISTA DE GUATEMALA
37
Alvarado y sus tropas en Xelajú, con 8,400 soldados. Los combates fueron
sangrientos, sobre todo en las barrancas de Olintepeque, en donde se
cuenta que las aguas del río del mismo nombre se tiñeron de rojo por la
sangre derramada por los guerreros comandados por el príncipe
Azumanché. El río fue llamado entonces Xequijel, o Río de Sangre.
Fue así que tocó el turno de dirigir todo esfuerzo de guerra a Tecún
Umán, el enfrentamiento entre Tecún y Alvarado ha sido motivo de
versiones mágicas, pero lo cierto es que, después de varias horas de
combate en los llanos de Urbina, Alvarado ordenó a uno de sus
subalternos, Pedro de Portocarrero, que iniciara un movimiento
envolvente que el mismo Alvarado completaría en el extremo opuesto del
contingente, en donde se hallaba Tecún Umán. Fue así como ambos
capitanes se vieron de pronto frente a frente. Una versión afirma que
Tecún atacó tres veces a Alvarado, dando muerte a su caballo, paro
Alvarado fue asistido por Portocarrero con otra cabalgadura y pudo así
atravesar con su lanza al capitán quiché. Según otra versión, Tecún fue
atravesado por la espalda cuando estaba a punto de matar a Alvarado, a
quien había logrado poner en tierra. Cuenta la leyenda que un quetzal que
protegía a Tecún volaba encima de su cabeza y que, al caer el jefe quiché,
cayó muerto a su lado el quetzal también. Al morir (en la imaginación
mágica del pueblo) el quetzal que protegía a Tecún, moría también la
libertad de los pueblos precolombinos de Guatemala, a pesar de que
tuvieran ya varios siglos de guerrear entre sí.
Los españoles derrotaron sucesivamente a ejércitos indígenas de
3,000, 5,000 y entre 10,000 y 30,000 guerreros, arrollándolos con su
caballería en la planicie del valle. Esta derrota, y sobre todo su
idealización, marcan el inicio de una conciencia colectiva de frustración e
incapacidad que atravesará la historia del país, siendo reforzada por otras
derrotas que veremos adelante. Lo rescatable de estos hechos, empero, no
debe ser la idealización trágico-romántico de una derrota sino la
valoración de la resistencia heroica como fundamento de una tradición de
38
lucha que caracteriza a nuestro pueblo y que se manifestará de muchas
maneras a lo largo de su historia.
Después de sus varias derrotas militares, los reyes de Utatlán
enviaron mensajeros a Alvarado pidiendo perdón y declarándose vasallos
de los españoles, a quienes invitaron a llegar a su ciudad, hecho que
ocurrió en 1524. Los guerreros quetzaltecos que ahora colaboraban con
Alvarado, le informaron que los quichés pensaban quemar vivos a los
españoles una vez estuvieron dentro de su capital. Alvarado entonces se
las agenció para capturar vivos a varios señores de Utatlán, a pesar de lo
cual los soldados quichés atacaron a los españoles durante un corto lapso.
Finalmente, Alvarado logra controlar la situación, enjuicia sumariamente
a los señores de Utatlán y los quema vivos, atados a postes. Entre ellos se
encontraban Oxib Quej y Belejep Tzi. Alvarado dejó vivos a los hijos de
éstos, Tecúm y Tepepul, y luego los nombró administradores de la región,
bajo sus órdenes. Este fue un procedimiento usual de los españoles: matar
a los líderes y poner al mando de la sociedad vencida a nobles
aterrorizados que sirvieron de intermediarios entre los invasores y su
pueblo. La ciudad de Utatlán fue quemada y después, al ser poblada de
nuevo, se llamó Santa Cruz.
El resto del área de Utatlán o Gumarcaj debía ser sometidas, según
los intereses de Alvarado, y para el efecto solicitó 4,000 hombres
cakchiqueles. La región fue pronto controlada y sus jefes perdonados para
que siguieran al frente de sus comunidades, que ahora serian tributarias
de los españoles. Fue durante esta campaña que nació Leonor de Alvarado
y Xicoténcatl en el campamento español en las afueras de Gumarcaj, el 22
de marzo de 1524.
Esta fecha es importante porque Doña Leonor de Alvarado y
Xicoténcatl es la primera mestiza reconocida por ambos bandos: la
primera “ladina”, la primera “chapina” (aunque estas palabras todavía no
existieran, ni tampoco existiera Guatemala como país mestizo). Lo cierto
es que en abril de 1524, el quiché estaba conquistado. Y en julio, Alvarado
funda en la capital de los cakchiqueles, Iximché, la ciudad de Santiago de
39
los Caballeros, la cual sería trasladada, debido a las constantes rebeliones
cakchiqueles, al Valle de Almolonga, en las faldas del Volcán de Agua, en
1527, y, luego, debido a su destrucción por una correntada de agua y lodo
causada por intensas lluvias y la ruptura de una parte del cráter del
volcán, al Valle de Panchoy, en 1543. La ciudad del Valle de Almolonga se
conoce hoy día como Ciudad Vieja, y la del Valle de Panchoy, como
Antigua.
Los quichés llamaron a Alvarado Tonatiú (el sol), por su cabello
rubio y su piel blanca, pero también, quizás, porque su llegada (como la
de Cortés) coincidió con el enunciado regreso de Kukulkán, la Serpiente
Emplumada, quien había prometido volver en esas fechas. Alvarado pudo
ser visto como una transfiguración de Corazón del Cielo (el sol),
convertido en su aspecto negativo. Por eso, algunos lamentos mexicanos
sobre la llegada de los invasores hablan del arribo del “gemelo del sol”, es
decir, de su lado oscuro y terrible (Espejo Humeante), que pudo estar
personificado en Cortés y en Alvarado. Las razones religiosas y éticas de
nuevo juegan un papel preponderante a la hora de explicar la derrota de
los pueblos precolombinos.
Pero después de su victoria, Alvarado se embarcó hacia el Perú
llevando consigo a varias familias de indios quichés, y espontáneamente
los poderes precolombinos empezaron a re articularse debido a que los
conquistadores no dejaron poderes constituidos que mantuvieran vigente
la estructura de la dominación. Es por eso que, pocos años después, el
hermano de Pedro de Alvarado, Jorge, ingresa desde México a territorio
guatemalteco al mando de varios miles cuauhquecholtecas, y con ellos
realiza la definitiva conquista militar de Guatemala, dejando estructuras
de poder en cada ciudad conquistada. Su ruta militar empezó en el sur,
por Retalhuleu, subió a Escuintla, al Altiplano, las Verapaces y
Huehuetenango, hasta salir de nuevo a México, dejando tras sí un nuevo
poder mexicano y español consolidado institucionalmente, el cual de
hecho hizo funcionar la nueva organización colonial impuesta. Esto
determinó que muchos de nuestro toponímicos no sean de origen maya
40
sino nahua, como todos los terminados en “tlan” y “nango”, por ejemplo.
Este relato se encuentra ilustrado en el Lienzo de Cuauhquecholan, cuyo
original se encuentra en el museo de Puebla México.
La visión de mundo de cualquier pueblo vencido se encuentra
registrada en la producción literaria y estética. Sobre el hecho histórico de
la conquista que sufrieron los pueblos mesoamericanos y su visión sobre
el mismo, tenemos, en el caso de los textos mayas, los contenidos en el
Chilam Balam. A continuación, un fragmento de este libro, el cual destaca
con voz propia el dolor por el proceso violento de la perdida de la
estructura social, los privilegios y otros patrones culturales de los pueblos
vencidos.
Acerca de la derrota de los pueblos precolombinos dice el Chilam
Balam:
41
¡Los dzules sólo habían venido a castrar al sol! Y los hijos de sus
hijos quedaron entre nosotros que sólo recibimos su amargura”.
42
III. LA COLONIA ESPAÑOLA Y LOS PUEBLOS INDIGENAS:
IMPOSICIÓN CULTURAL Y TRAICIONES POPULARES.
LA ORGANIZACIÓN COLONIAL
43
largo de toda la historia. Durante la colonización, se organizaron también
motines espontáneos constantes. A pesar de eso, en los primeros 60 años
de presencia extranjera, los pueblos americanos perdieron su autonomía
política totalmente.
Un intenso proceso de mestizaje se desarrolló entre los
conquistadores y las mujeres indígenas. Este hecho es único en la historia
de las colonizaciones europeas, pues ni los ingleses ni los franceses, ni
tampoco los holandeses se mezclaron tan generalizadamente con los
pueblos de África, Asia y América. Esto quizás se deba a que España y
Portugal eran entonces ya los territorios más mestizados de Europa, con
una población de mezclas celtas, iberas, cartaginesas, romanas y árabes,
entre otras. De modo que la vida en España en la época de su
descubrimiento de América, era una vida en la que convivían a la vez
pacífica y conflictivamente judíos, musulmanes, y cristianos, envueltos en
abiertos proceso de mestizaje biológico y cultural. Es de suponer que,
para un español, mestizarse no era algo muy conflictivo. El racismo de
ingleses, franceses y holandeses no privó entre los españoles a la hora de
la mestización sino que propusieron arrinconar y exterminar a los indios
que encontraron a su paso.
Los españoles, en cambio, los usaron en un proyecto económico
vasto, y originaron un nuevo tipo de población: la población mestiza, que
vino a sumar a la clases sociales que convivieron durante la época colonial
y que fueron: los peninsulares o españoles, los criollos (o hijos de
españoles nacidos en América) y los indios. En medio de éstos y los
criollos hay que incluir a los mestizos y a los negros para completar la
pirámide clasista colonial. Eran los mestizos los que estaban en el fondo
de esa pirámide clasista (más abajo que los indios), no sólo porque eran la
minoría, sino porque eran despreciados por los indios, españoles y
criollos como una anomalía bilógica y cultural, ya que se trataban de
sujetos sociales nuevos. Los indios trabajaban la tierra, los negros eran
esclavos en las plantaciones del Caribe, los mestizos de tierra firme hacían
trabajos intermedios como artesanías y servicios, y los criollos y
44
peninsulares tenían a su cargo la política, la religión y el ejército; es decir,
el poder.
La colonización de América Latina hizo surgir nuevos sujetos
sociales que antes no existían y que no existieron en otras experiencias
colonizadoras como las de África y Asia, pues aquí surgieron los sujetos
inéditos, como los criollos, los indios, los ladinos, los zambos y muchos
más. Esto es lo que hace complicada nuestra multiculturalidad y nuestra
interculturalidad: el hecho de que el mestizaje es la norma (no la
excepción) que nos articula socialmente como unidad diversa en perenne
conflictividad. Una conflictividad que se asienta en la ignorancia de
nuestra historia y, en consecuencia, del proceso de formación de nuestras
diferencias mestizadas. Si esto se comprendiera, la convivencia
interétnica pacífica sería de suyo mucho más factible que en una sociedad
en la que el sistema educativo no enseña la historia nacional desde una
perspectiva interculturalista.
La organización política y económica del Nuevo Mundo empezó con
la estructura del poder vertical que iba de los Virreinatos y las Capitanías
Generales, de éstas a la Provincias o Alcaldías Mayores, y de estas a las
Gobernaciones y Corregimientos. Así, el Virrey nombraba al Capitán
General y a los Alcaldes Mayores y Gobernadores de las Provincias,
quienes a su vez podían nombrar a los Corregidores (que se encargaban
de los Cabildos de Indios). La Capitanía General o Reino de Guatemala
(que comprendía el sur de México y toda Centroamérica) dependía del
Virreinato de la Nueva España (que era el nombre de México entonces).
Los virreinatos coloniales fueron: Nueva España, Nueva Granada y
Río de la Plata. Las capitanías generales fueron: Guatemala, las Antillas,
Venezuela y Chile. Hubo otra categoría denominada Presidencia, a la que
pertenecieron Quito (en Ecuador) y Cuzco (en el Perú). En este esquema
de poder vertical, a los españoles les interesó organizar la explotación de
la mano de obra nativa, y también cristianizarla. Para lograrlo, hicieron
funcionar siete instituciones mediante las cuales organizaron la economía
de los nuevos territorios, el control sobre la población y —lo más
45
importante— la influencia sobre las mentes y los corazones de los
nativos.
Estas instituciones fueron: el Sistema de Encomienda, el Sistema de
Repartimiento, la Republica o Pueblo de Indios, el Gobierno Indirecto, el
Tributo, a fundación de los pueblos y ciudades, y la conversión y
catequización de los indios. Examinemos estas instituciones en su
funcionamiento y en su relación, porque comprender su movimiento nos
permite comprender a cabalidad la realidad y la vida durante la Colonia.
46
2. El sistema de Repartimiento consistió en la asignación periódica de
grupos diferentes de indios a los encomenderos, para que aquellos
no estuviesen mucho tiempo en el mismo lugar y así evitar motines
y arraigos sentimentales que pudieran originar problemas. Por
ellos, grupos de indios que trabajaban en minas, por ejemplo, de
pronto eran asignados a trabajar en cultivos en otro lugar. Este
sistema de rotación de mano de obra incrementó el mestizaje entre
indígenas de varios grupos y culturas, y también entre indígenas y
españoles, quienes —por fuerza o consentimiento— procrearon
constantemente con las mujeres del Nuevo Mundo, al extremo de
que en el siglo XVIII no había ya indios “puros” en Mesoamérica.
47
varios nobles indígenas se casaron con mujeres españolas y algunos
viajaron a España. Las noblezas indígenas sobrevivieron ejerciendo
el poder sobre sus pueblos y sirviendo a los españoles. Y aunque
entre los nobles también hubo rebeliones y muchos de ellos
lideraron a sus pueblos en alzamiento, la regla fue que sirvieron de
intermediarios entre sus verdugos y su gente.
5. El pago del tributo fue la forma en que la riqueza producida por los
pueblos de indios se concentraba en las manos de los
encomenderos, quienes a la vez pagaban una parte de ella a la
Corona. Al parecer, Hernán Cortés tuvo unos 25 mil indios
tributarios en 18 comunidades (convertidas en encomiendas) que
abarcaban más de dos millones de hectáreas, en México. Por lo
general, los capitanes y oficiales de Cortés pudieron tener unos tres
mil indios en dos o cuatro comunidades unas 400 mil hectáreas. Los
soldados, recibían unos 300 indios y alguna aldea. Pero la
repartición y el tributo, sin embargo no llegaron a muchos de los
soldados que habían combatido en la conquista. Es el caso de Bernal
Días del Castillo, quien escribe su monumental libro, Verdades y
notable relación de la conquista con la Nueva España y Guatemala,
para denunciar este hecho reclamar su derecho a ser encomendero.
Cabe apuntar que en su libro Crónica del infinito, Maurice Duverger
argumenta que el verdadero de este libro fue Hernán Cortés, cuyo
manuscrito había caído en manos de uno de los hijos de Bernal,
quien lo alteró poniendo a su iletrado, plebeyo y ya fallecido padre
como autor del mismo para obtener prebendas nobiliarias y
pecuniarias de la Corona.
6. La fundación de pueblos y ciudades fue el mecanismo principal de
los españoles para ejercer el control territorial y poblacional del
Nuevo Mundo. Los pueblos y ciudades eran los centros
administrativos de la explotación económica y del poder político y
militar. Hubo ciudades político-administrativas y burocráticas,
48
mineras, manufactureras, agrícolas, militares y religiosas, aunque a
menudo cumplían varias funciones a la vez. Alrededor de las
ciudades se ubicaban los pueblos de indios, en cuyas cercanías
estaban las encomiendas adonde sus habitantes iban a trabajar la
tierra. Las ciudades coloniales que existen en toda América Latina
dan testimonio de esta organización urbana. Por ejemplo, México,
Antigua, La Habana, Cartagena y muchas más.
49
ejemplo; Santa Lucia Cotzumalguapa, Santa Catarina Ixtahuacán, San Juan
Chamaleco, etc.
Muy unido al culto a los santos estaba el sistema de cargos cívico-
religiosos instaurado por los curas mendicantes. Este sistema ponía en
movimiento el poder dentro de los pueblos de indios mediante el
Ayuntamiento Religioso, que tenía a su cargo precisamente organizar
festividades del culto al santo patrono, para lo cual se valía de un sistema
de mayordomía o cargos jerárquicos, ocupados por hombres que dirigían
la construcción de templos, la hechura de imágenes, y organizaban la
Semana Santa y la fiesta patronal. Estas actividades los mantenían
ocupados todo el año, de modo que la gente común iba a trabajar a las
encomiendas y el resto de su tiempo lo dedicaba a actividades religiosas.
En el siglo XVII, los frailes mendicantes dejan el cuidado de los
pueblos de indios en manos de curas seglares: eso determinó el descuido
de los pueblos de indios. Porque aunque las autoridades cívico-religiosas
eran originalmente indígenas pertenecientes a linajes nobles, ya a
principios del siglo XVII esa distinción se había pedido y ya todos los
llamados indios eran siervos, iguales entre sí a los ojos de los españoles y
de los criollos. Desde inicios del siglo XVIII, la vida de la mayoría de los
indígenas comunitarios era ya como se les conoce hoy.
El sistema de compadrazgo fue un mecanismo que utilizaron los
españoles para mantener la cohesión de las comunidades indígenas, que
como dijimos antes, se rebelaban constantemente contra el yugo colonial.
Generalmente, los compadrazgos, surgen por bautismo, confirmación y
matrimonio. Es decir, por rituales católicos. Pero hubo otras formas de
compadrazgo relacionas a la comunión, la muerte y otros hechos.
El compadrazgo une a las personas y a veces la vincula interclasista
e interculturalmente. Por ejemplo: a menudo los indígenas solicitaban a
sus patrones españoles ser padrinos de bautismo de sus hijos para
cambiar de estatus social antes los ojos de la comunidad. Lo cierto es que
esta institución vinculó a los habitantes de los pueblos de indios entre sí y
con sus amos. Y fue un mecanismo útil para mantener cohesión y calma
50
social, a fin de que la economía colonia, basada en la explotación de la
mano de obra indígena, siguiera su curso.
VIVIENDO LA DERROTA
52
de indios, organizar festividades religiosas y el trabajo servil, administrar
justicia y cobrar el tributo para los encomenderos. Entre estos se cuentan,
del linaje de los Cavek, a Juan de Rojas, Juan Corté, Diego García, Gabriel
de Vigo, Cristóbal Velazco, Juan Lucas, Diego Reynoso y Pedro Xiquitzal.
Otros muchos jefes de otros linajes ostentaron cargos similares, como
gobernadores o alcaldes.
Los jefes y sus familiar estaban exentos de pagar tributo y trabajar y
tenían derecho a tratos especial, a aprender las costumbres españolas, a
usar la vestimenta europea y a tener caballo y a ostentar a tito de Don,
siempre y cuando pudieran demostrar su origen noble y también probar
así su propiedad sobre la tierra. A menudo, los jefes escribían u
ordenaban escribir documentos llamados Títulos, en los que se asentaban
las sucesiones familiares de los linajes los datos históricos probatorios de
la autenticidad de su nobleza. Existen muchos de estos documentos en los
archivos municipales y eclesiásticos de Guatemala, hasta la fecha.
La nobleza indígena fungió, como dijimos, en calidad de
intermediaria entre los españoles y su pueblo, a veces contribuyendo al
sometimiento y a veces dirigiendo a su gente en rebeliones, las cuales
nunca fueron planificadas sino siempre brotaron espontaneas. Y, debido a
que los pueblos estaban incomunicados, nunca se pudo orquestar un
motín lo suficientemente amplio como para desafiar estratégicamente al
poder español. Por eso, las rebeliones fueron invariablemente derrotadas
y sus líderes ejecutados en público.
A lo largo de toda la Colonia, los indígenas nobles se preocuparon
siempre en mantener su poder sobre los macehuales o comunes. Por
ejemplo, Juan Rojas y Juan de Cortés pretendieron que los españoles les
dieran los mismo poderes que tenían los reyes de Utatlán antes de la
conquista incluyendo el control sobre linajes esclavos y vasallos que
sobrevivieron la guerra y que habían sido liberados de la esclavitud. De
Cortés viajó a España con documentación probatoria de su linaje noble, la
cual le fue robada por piratas durante el viaje, pero fue recibido en la
corte y su caso considerado. A los españoles no les convenía un poder
53
indígena demasiado centralizado y la petición de Rojas y Cortés terminó
siendo denegada. Lo que si les concedieron fue que los linajes esclavos
siguieran siendo sus tributarios. Como es fácil imaginar, hubo conflictos
constantes entre macehuales o comunes y los nobles, ahora convertidos
en capataces a sueldo de los españoles.
En lo que se refiere a la vida religiosa, a pesar de la intensa
catequización a la que fueron sometidos los indígenas, el peso de su
cosmovisión y su religiosidad se impuso y en los pueblos de indios
empezó a operarse un interesante sincretismo que combinaba nociones
de religiosidad y ética precolombina con elementos cristianos;
sincretismo que, en diferentes variantes, sobrevive hasta la fecha. Para los
conquistados fue difícil practicar sus costumbres culturales porque los
españoles los consideraban bárbaros, infieles, idólatras y pecadores. Por
ello bibliotecas enteras de códices fueron quemadas por algunos curas
fanáticos, en nombre de la salvación cristiana de sus almas. Su
religiosidad fue censurada y sus costumbres prohibidas. Por ejemplo, fue
prohibido, como ya se dijo, el baño diario, y también la vestimenta ligera
que, por otra parte, se adecuaba al clima mucho más que los uniformes
que los españoles impusieron a los conquistados para ubicarlos en sus
pueblos y hoy se conocen como “trajes típicos”.
Hay que decir, sin embargo, que otros curas mucho más sensibles
que los fanáticos se dieron a la tarea de rescatar la cultura indígena, y a
ellos se debe que hayan llegado hasta nosotros textos precolombinos
conocidos, algunos de los cuales tiene ya, por la misma razón, una
influencia cristiana innegable, como por ejemplo ocurre con la primera
versión del Popol Vuh, la cual fue escrita en quiché y caracteres latinos,
probablemente por un indio cristianizado de nombre Diego Reinoso, y
luego traducida al castellano por fray Francisco Ximénez.
Algunos frailes se dedicaron a enseñar castellano a los indígenas a
fin de convertirlos en informantes de su cultura para así ellos registrar
todo en crónicas, cartas e informes diversos. De esta manera se preservó
algo de la antigua cultura precolombina y algunos objetos y libros se
54
salvaron de la hoguera de la Inquisición. Gracias a curas como Fray
Bernardino de Sahagún, en México, se sabe por ejemplo, que Moctezuma
le bajaban nieve del Popocatépetl y que degustaba helados. También, que
los médicos operaban cataratas en los ojos usando una espina para
levantar el tejido grueso y enrollarlo, despegándolo así de la córnea.
Gracia a los informes indígenas se logró reconstruir mucho del mundo
cultural precolombino del siglo X al XVI. Del siglo X hacia atrás, la
evidencia que existe es arqueológica y las interpretaciones sobre lo que
ocurrió son diversas y a menudo contradictorias. El sincretismo religioso
de los indígenas fue tolerado por los curas que se esforzaban por
comprender su cultura y, así las creencias mestizadas sobrevivieron a lo
largo de toda la Colonia.
Uno de estos curas humanitarios fue Fray Bartolomé de la Casas,
quien en 1537 logró la autorización real para que los dominicos iniciaran
la cristianización pacífica en las Verapaces, evitando así que los
conquistadores hicieran la guerra a sus habitantes. Diez años después,
cuando Las Casas regresa a Europa, los misioneros mismos, desalentados,
ayudaron en la guerra de conquista de los itzaes y los lacandones en el
Petén. Entonces, las Verapaces ya no se diferenciaron del resto de
Guatemala cuanto a la forma de sojuzgamiento.
A las Casas debemos el testimonio más desgarrador de las
barbaridades cometidas por los conquistadores con los nativos. Su
famoso libro, brevísima relación de la destrucción de las Indias, fue escrito
por Las Casas para favorecer a la Corona en sus planes de impedir que los
encomenderos siguieran acumulando poder por medio de la esclavitud de
los indios. La Corona temía que los encomenderos declararse
independientes de la monarquía española, de modo que Las Casas
denunció sus atrocidades para justificar medidas drásticas oficiales de
reorganización política de los nuevos territorios. No olvidemos que la
iglesia era una institución muy poderosa en la época y que poseía
inmensas extensiones de tierra, encomiendas, indios y riquezas en metal
precioso. Aunque fue llamado “defensor de los indios”, la actuación
55
política de Las Casas reforzó y no debilitó, el orden colonial. Sin embargo,
la alternativa era igualmente cruel, pues el poder libre de los
encomenderos hubiese hundido en un caos más sangriento a la región.
Otra obra de Las Casas fue su propuesta de traer negros de África para
sustituir a los indígenas que habían muerto por enfermedad o por
asesinato en el Caribe, para trabajar en las plantaciones de azúcar. A él se
debe la existencia de la negritud en América Latina.
56
latín, el poema monumental más importante de la literatura colonial de
América Latina, la Rusticatio Mexicana (o Por los campos de México).
No olvidemos que la Capitanía General de Guatemala era parte del
Virreinato de México; de ahí el título del libro de Landívar, quien escribe
fundamentalmente sobre el territorio guatemalteco. La importancia de
Landívar radica en que plasmó en su libro la ideología criolla de amor a la
tierra americana, la mentalidad de hacendado que ama su heredad y que
se enorgullece de ella frente a España. Estas mentalidades feudales
criollas de la Colonia prefiguraron, en forma de patriotismo o amor al
terruño, lo que después serían las ideologías ilustradas de la
Independencia en el siglo XIX. El concepto de patria criolla como
propiedad terrateniente con indios incluidos, queda ya prefigurado en el
libro de Landívar.
En cuanto a la dinámica de las clases sociales en la Colonia,
debemos recordar que, al principio, en la cúspide se encontraban los
peninsulares o españoles, y, en el fondo, los llamados indios. Después,
cuando los españoles empezaron a traer esposas y tuvieron hijos, estos,
llamados criollos, ocuparon el segundo lugar después de los españoles en
la pirámide social. A medida que el mestizaje avanzaba, los mestizos,
llamados en Guatemala ladinos, ocuparon el tercer lugar en la pirámide.
Al principio, como dijimos, los mestizos o ladinos se ubicaban debajo de
los indios porque eran considerados despreciables por los indios mismos
y por lo españoles, al extremo de que había “pueblo de ladinos” que eran
mucho más miserables que los peores pueblos de indios.
Los ladinos eran indios que hablaban español y por eso se les
despreciaba en sus comunidades de origen, por desarraigados y traidores
a los valores culturales comunitarios. Los peninsulares se dedicaban a la
burocracia real, los criollos eran profesionales o hacendados y los indios
trabajaban la tierra. Los ladinos, al ser malqueridos por unos y por otros,
se empezaron a ubicar en profesiones intermedias como as de
mensajeros, sirvientes, artesanos, etc., y poco a poco, en medida que el
mestizaje avanzaba, fueron copando los espacios laborales que los
57
peninsulares ni los criollos les dejaban, y organizándose en gremios de
herreros, carpinteros, zapateros, plateros, sastres y demás. De modo que
ya para el siglo XVIII, los ladinos empezaban a ser una considerable
porción de la población, con una importancia creciente en la economía.
Es interesante saber que el apelativo ladino se le aplicaba, al
principio de la Colonia, a los indios que habían aprendido a hablar
español, que se habían cristianizado y que eran versados en las
costumbres españolas. A esta clase de indios se les llamaba “indios
ladinos”, de modo que los primeros ladinos fueron indios. Después se fue
extendiendo el apelativo a todo aquel que no se autoindetificara como
indio, aunque lo fuera. Y así se aplicó también a los negros. La razón por
las que muchos indios empezaron a autoindetificarse como ladinos fue
que los indios eran personas ligadas al trabajo de la tierra y a la cultura
comunitaria, y así se identificaba. Si se era un indio ladino se podía
acceder a más oportunidades laborales fuera de la comunidad y de la
ligazón forzada a la tierra. Por eso, la ladinidad empezó a crecer y a
mestizarse biológica y culturalmente, hasta llegar a ser un conglomerado
cuya cultura mestiza caracterizo al reino de Guatemala en el siglo XIX.
Vale la pena apuntar que en la España de la Reconquista (1942), a
los musulmanes convertidos al cristianismo se les llamó moriscos y a los
judíos conversos se les llamó judíos ladinos. Esto, porque un judío
converso era aquel que hablaba un idioma latino (castellano) y profesaba
una religión latina o romana (el cristianismo), y era un judío latino o
latinizado. El paso del término ladino seguramente estuvo mediado por el
hecho de que, siendo los judíos españoles individuos dedicados al
comercio y a la usura, eran percibidos por los cristianos como personas
ladinas, es decir, taimadas, aprovechadas, astutas (como define el término
ladino del Diccionario de la Real Academia Española). Y para un soldado
español que sabía que un judío converso se le llamaba en España judío
ladino, no fue difícil adjudicarle a un indio converso, en América, el
apelativo de indio ladino. Así surgió la ladinidad. No vino de otra parte,
sino brotó de la indianidad misma por obra de los invasores. Comprender
58
es básico para comprender a su vez nuestra conflictiva interculturalidad
actual.
60
El 29 de julio de 1773, los terremotos llamados de Santa Marta,
destruyeron la ciudad de Guatemala en el Valle de Panchoy (hoy día,
Antigua), y la capital fue trasladada el 1 de enero de 1776 al Valle de la
Ermita, en donde se encuentra actualmente.
En esa época, las ideas de la Ilustración y hechos históricos como la
victoriosa Guerra de Independencia de los Estados Unidos, así como su
Constitución política, y la triunfante revolución Francesa con sus
principios modernos, inspiraban a los intelectuales y militares criollos de
las Américas, los cuales soñaban con instaurar gobiernos republicanos en
los territorios que ellos veían, con ojos patrióticos propios.
Esto se vio estimulado por la invasión napoleónica a España en
1808, cuando la monarquía fue marginada del poder por Bonaparte, lo
cual a su vez dio lugar a la resistencia militar española a la que se unieron
criollos patriotas americanos como Simón Bolívar, y un breve periodo
constitucionalista en España con las llamadas Cortes de Cádiz, en 1812, en
las que se planteó una alianza con las colonias en términos de liberalismo
ilustrado, es decir, en términos de democracia en lo político y libre
empresa en lo económico. Sin embargo, dos años después —cuando los
franceses fueron expulsados de la Península Ibérica—, el absolutismo fue
instaurado y eso potencio las ideas liberales de los criollos en América,
quienes, después de ponerse al lado de España contra los franceses,
empezaron a madurar el ideal de independizar sus territorios de la Madre
Patria para fundar países republicanos. De hecho, la burocracia española
se había vuelto innecesaria y los criollos se dieron cuenta de que las
ganancias que enviaban a la metrópoli podían permanecer en sus manos
si se declaraban independientes y formaban republicas bajo su control
político. Esto ocurrió en toda América Latina entro los años 1810 a 1830,
con la excepción de Cuba y Puerto Rico, que lograron su independencia
hasta 1898. En México y Sudamérica hubo cruentas guerras
independentistas. En el reino de Guatemala, intelectuales ilustrados como
el hondureño José Cecilio del Valle y el guatemalteco Pedro Molina, se
convirtieron en ideólogos de la Independencia patria mediante sus
61
escritos en los periódicos que dirigían: El Amigo de la Patria y El Editor
Constitucional, respectivamente. Una nueva era política se avecinaba para
los criollos. No así para los indígenas ni para los ladinos.
Si del siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XVII podemos
hablar de una Guatemala española, de mediados del siglo XVII hasta
principios del XX, lo pertinente como veremos, hablar de una Guatemala
criolla, pues el poder de los criollos se consolida con su proyecto político
de la Independencia, y después se desarrolla mediante su llamada
Revolución Liberal. Esto es lo que estudiaremos a continuación.
62
IV. INDEPENDENCIA, FEDERACION Y REPUBLICA: EL
EXTRAVAIDO CAMINO HACIA LA MODERNIDAD.
64
La agitación en torno a la posibilidad de la Independencia fue
favorecida por algunos hechos que ocurrieron en España. Sobre todo,
como ya se dijo, por la invasión napoleónica a la Península Ibérica y la
ocupación de Madrid por tropas francesas en 1808, lo cual implicó que
José Bonaparte ocupara el trono de España y que la resistencia española
se organizara a favor de Fernando VII. En medio de estas luchas, a los
liberales españoles convocaron a Cortes (Cortes de Cádiz) para elaborar
leyes que restringirían el poder del monarca. Aprovechando el vacío de
poder que la guerra en España provocaba en América, aquí los liberales
también convocaron a Cortes para establecer leyes menos restrictivas por
parte de la metrópoli. Esta agitación se tornó irreversible cuando
Bonaparte fue expulsado de España, en donde las Cortes habían
sustituido el poder monarca en muchos sentidos y, ya en 1812, se había
instituido un Parlamento y una Constitución, y se había abolida la
Inquisición, mermando así el poder de la Iglesia. En 1814, Fernando VII
reinstaura el poder monárquico pero no dura mucho en su empeño
porque en 1820 el ejército se le rebela y, para continuar en el poder,
acepta la Constitución promulgada por las Cortes de Cádiz en 1812. Toda
esta crisis de poder en España tuvo como consecuencia que en las
colonias se crearan Juntas Provisionales de Gobierno, de la que las más
importantes la del Rio de la Plata y la de Caracas.
65
venezolano Simón Bolívar y del argentino José de San Martín destacan
como jefes indiscutidos de la gesta.
Al morir fusilado Hidalgo, en México, toma el liderazgo del
movimiento José María y Pavón. Luego se une a la lucha Agustín de
Iturbide, quien, triunfante, quiere seguir con el gobierno monárquico
después de la Independencia y se corona emperador en 1822, pero es
derrocado y la República se proclama en 1823.
En Sudamérica las guerras que suceden rápidamente entre criollos
y españoles, y Bolívar (que era criollo) libera lo que hoy día son
Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Por su parte, San Martín
(otro criollo) lo hace con Argentina y Chile. Este general se retira a
Francia argumentando que no le interesaba el poder. En cambio, Bolívar,
intenta unificar todos los territorios liberados para formar una gran
república sudamericana. Bolívar soñaba con que América Latina fuera un
solo y poderoso país, frente al emergente gigante del norte, los Estados
Unidos, al cual se le veía como un peligro para la América española.
Desafortunadamente el sueño bolivariano no se pudo cumplir debido a
razones que todavía aquejan a nuestros países y que examinaremos a
continuación.
Habíamos dicho antes que los mestizos eran, durante la Colonia, un
grupo discriminado por españoles, criollos e indios porque se les
consideraba ilegítimos y sin pertenencia a ningunos de los grupos sociales
constituidos. También se dijo que se ubicaron en toda suerte de trabajos
intermedios de la sociedad, como en las artesanías, escribanías y toda
suerte de servicios, pues bien, en ese panorama, cuando el reclutamiento
de tropas populares empieza por parte de los lideres independentistas
criollos, los mestizos ven en las fuerzas armadas la única posibilidad de
ascenso social para ellos, de modo que combaten tanto en las tropas
conservadoras como en las liberales.
Cuando se logran las independencia de México y Sudamérica, los
países ahora independientes y en camino de fundarse como nuevas
naciones, organizan ejércitos regulares de los cuales se encargaran los
66
mestizos en calidad de jefes al servicio de los criollos, quienes por su
parte se manejaran la economía dejando la política también en manos de
los mestizos, ahora ya convertidos en caudillos militares. La figura del
caudillo es muy importante para entender por qué fracaso el sueño de
Bolívar y por qué el divisionismo privó después de la Independencia entre
los dirigentes liberales y conservadores. También es importante para
explicarse el caudillismo, esa actitud militarista autoritaria, prepotente e
intolerante que caracterizó a los políticos (civiles y militares) del siglo
XIX8, los cuales gobernaron dictatorialmente estos países poblados por
indígenas y mestizos explotados y oprimidos. Y para explicarse la cultura
autoritaria que rige la conducta de nuestros pueblos hasta la actualidad.
El caudillo típico es por lo general un jefe militar mestizo que
comanda tropas indígenas y obedece a intereses de los criollos. Los
criollos les han dejado a los caudillos la administración política y militar
de sus países, los cuales ven como fincas. Así los caudillos empiezan a
enriquecerse mediante el cobro de impuestos por importaciones y
exportaciones, que los criollos les dan gustosos a cambio de que
mantengan la ley y el orden en las recién creadas repúblicas. Esta ley y
este orden deben ser mantenidos a sangre y fuego, pues la base
económica de las nuevas repúblicas en una base feudal, terrateniente,
latifundista (resultado de una atrasada inercia colonial) y, por ello,
productora incesante de campesinos sin tierra, iletrados y miserables, los
cuales constituyen por su naturaleza social misma una latente amenaza al
orden económico imperante.
Tanto las elites criollas como los caudillos a su servicio vieron los
nuevos países como oportunidades de enriquecimiento ilimitado, y esa
fue la razón por la que, a la postre, los caudillos que habían apoyado a
Bolívar lo traicionan y fomentan las guerras entre las recién entrenadas
repúblicas, haciendo así de los conflictos bélicos entre liberales y
conservadores la norma de la dinámica histórica después de la
Independencia. La mentalidad criolla, su americanismo patriótico, empató
con las ambiciones de los mestizos convertidos en caudillos militares, y
67
ambos empezaron a conformar poderes que excluyeron de la ciudadanía
a los indios, los negros y los mulatos. Por primera vez desde su
aparecimiento, los mestizos empiezan su ascendencia hacia la hegemonía.
Hubo también caudillos criollos. Y los hubo que fueron civiles. Pero en
general, fueron la excepción que valida la norma contraria.
El fenómeno del caudillismo expresa un poder localista, celoso
guardián de los intereses económicos de los criollos con ideas liberales y
practicas dictatoriales, que instauró una cultura política de intolerancia y
autoritarismo vigente en muchos aspectos hasta la fecha. Esta cultura
autoritaria excluyó de los derechos ciudadanos a los grupos étnicos no
criollos: indios, negros, mulatos, mestizos. Los mestizos, al hacer de los
ejércitos su lugar de ascenso social, logran ejercer un poder que también
crece, por otra parte, mediante sus actividades comerciales y de servicios
bajo la sombra protectora del Estado.
69
el republicanismo, pero lo que en realidad quería Iturbide era aprovechar
la situación de caos político existente para ensanchar el territorio
mexicano. Por eso, anexó la provincia guatemalteca de Chiapas y luego
todo el territorio centroamericano hasta Panamá, nombrando
Gobernador de las tierras anexadas a Vicente Filísola. Pero Iturbide fue
derrocado en 1823, como vimos, y Guatemala siguió siendo un territorio
aparte, aunque ya con Chiapas anexada a México.
Una Asamblea Presidencial Constituyente instauró un triunvirato
de Gobierno con Pedro Molina, Juan Vicente Villacorta y Antonio Rivera
potenciados por la ambición de ser autónomos y controlar el poder al
interior de cada provincia, en 1824 declaró la Capitanía General de
Guatemala como una federación de repúblicas llamada Provincias Unidas
de Centroamérica, con su capital en la ciudad de Guatemala y con el
salvadoreño Manuel José Arce como su primer presidente.
Pero la organización y la experiencia política de la región no
favorecían un estado federal: el aislamiento de los diferentes Estados y su
difícil comunicación, así como la concentración del 50 por ciento de la
población —que era de poco más de un millón de personas— en
Guatemala, lo impedían. Además lo celos y resentimientos —por causa del
monopolio comercial de algunas familias criollas guatemaltecas sobre la
región— que los habitantes de las provincias venían amasando desde
tiempos coloniales contra Guatemala, eran un factor paralizante para la
Federación (Curiosamente, ese sentimiento “anti Capitanía General” se
observa aun hoy en día, sobre todo en Nicaragua y Costa Rica, cuando la
ciudadanía guatemalteca, debido al pésimo sistema educativo que la
aqueja desde 1954, ha perdido ya memoria de su hegemonía colonial y
republicana, la cual mantuvo vigencia hasta los años 80 del siglo XX. Las
causas de todo esto las explicaremos adelante).
A la vez, las disputas internas en cada uno de los países eran muy
graves. En el caso del Estado de los Altos, en Guatemala, ilustra muy bien
esto: las comarcas de Quetzaltenango, Suchitepéquez, Sololá y
Totonicapán (de unos 200,000 habitantes) querían convertirse en un
70
Estado más de la Federación y no pertenecer a Guatemala. Esto, debido al
choque de intereses entre los criollos de la capital y los de
Quetzaltenango.
En este marco de conflicto entre los criollos por el control de un
territorio es que debemos situarnos para comprender el fracaso de la
Federación Centroamericana. En 1829, cuando el Presidente Arce, que era
liberal, disuelve el Congreso Federal para evitar el bloqueo conservador,
se suscita un conflicto militar con El Salvador, Honduras y Nicaragua y se
forma un “Ejercito Aliado Protector de la Ley” comandado por el liberal
hondureño Francisco Morazán, quien, para borrar las diferencias entre
los mismos liberales que según él eran un obstáculo para la unión
centroamericana, ocupa la ciudad de Guatemala el 13 de abril de ese año,
mete en la cárcel a Arce y a sus colaboradores, comete numerosas
tropelías y abusos sin cuento, y neutraliza así temporalmente los planes
de los conservadores.
En 1830, Morazán es electo Presidente de la Provincias Unidas de
Centroamérica y tres años después traslada la capital a El Salvador
debido seguramente a que odiaba a Guatemala como resultado de las
rivalidades que las provincias tenían hacía ésta cuando era Capitanía
General. Fue reelecto en 1834. Desde 1831, el Presidente de la provincia
de Guatemala, Mariano Gálvez, venía poniendo en práctica un gobierno
liberal de amplio alcance, que entró en conflicto con las comunidades
indígenas (porque reinstauró el tributo en forma de impuestos) y la
iglesia (por la propuesta de la libertad de cultos), bastión de los
conservadores. A pesar de estos conflictos, la exportación de añil y
cochinilla se había incrementado. Las medidas políticas de Gálvez
implicaron desacuerdos entre los mismos liberales, lo cual resto poder a
Morazán como Presidente de la Federación. A todo esto vino a sumarse
una epidemia de cólera morbus que arrasó Guatemala en 1837 y que
propició que el gobierno de Gálvez fuera acusado por los conservadores
de haber envenenado las aguas públicas y que éstos y la iglesia
manipularan el descontento popular, que se manifestó en rebeliones y en
71
una guerra de guerrillas encabezada por Rafael Carrera, un caudillo
mestizo que se dedicaba a la cría y el cuidado de cerdos y que resultó ser
un genio miliar espontáneo, Carrera derroca a Gálvez en 1837, y este huye
a México.
El ex presidente Arca había contraído una cuantiosa deuda con los
bancos ingleses en 1825, lo cual abrió la puerta para que Inglaterra
empezara a hacer reclamos de pago mediante concesiones territoriales en
la Costa Atlántica. Esto, unido a las revueltas conservadoras en
Guatemala, Honduras y Nicaragua, hace que cuando llega el año de 1839,
en que terminaba el periodo presidencial de Morazán, el Congreso de la
Federación se disolvería sin poder nombrar un sucesor. En realidad, en
1838, al declarar al Congreso Federal que las provincias podían tener
gobiernos autónomos, Nicaragua, Honduras y Costa Rica habían
abandonado la Federación, y Morazán se había lanzado a instaurarla con
las armas. En 1840, Carrera derrota en batalla a Morazán, y El Salvador
abandona la Federación en 1841. Las fuerzas liberales y conservadoras,
que eran las responsables de este caos, se prepararon para defender
posiciones nacionalistas aisladas y Morazán se marcha a Perú. Vuelve en
1842 para unificar la región por la fuerza, pero es traicionado y fusilado
en Costa Rica en septiembre de ese mismo año.
En Guatemala, Carrera es nombrado presidente en 1844 y el 21 de
marzo de 1847 el Estado de Guatemala se declara independiente de la
Federación y surge como república autónoma. Después de una serie de
conflictos políticos y militares durante los cuales Carrera, entra y sale del
poder, impone el orden por la fuerza en 1849 como comandante en jefe
del ejército. Pero las guerras entre los partidos siguieron, al extremo de
que, en 1851, El Salvador, Honduras y Nicaragua invadieron Guatemala.
Carrera derroto a esas tropas en la batalla de La Arada, en el
departamento de Chiquimula. Con esta victoria los conservadores ganan
la partida, consolidan su poder y gobiernan durante veinte años. Carrera
se declara “presidente vitalicio” y se erige en el primer dictador de la
región, caracterizado por su persecución a los liberales y por su adhesión
72
al poder de la iglesia. Muere en 1865, al parecer por el exceso de
alcohólicos.
La unión centroamericana se había difuminado ya desde 1839 y
pasado a ser cosa del pasado, una utopía, una idea sin posibilidades de
realización. Los intereses pequeños de los criollos y caudillos habían
triunfado sobre la posibilidad de construir un gran país centroamericano,
único. A pesar de todo, el cultivo del colorante rojo llamado cochinilla
proveyó prosperidad en los años 50 a la región, porque implicó la
modificar los medios de transporte y el sistema de financiamiento que
monopolizaba la Iglesia, y la poca necesidad de mano de obra mantuvo la
calma en las comunidades indígenas.
Carrera también concertó un acuerdo con los ingleses en 1859, en el
que aceptó la ocupación de Belice a cambio de que aquellos construyeran
una carretera entre la ciudad de Guatemala y la Costa Atlántica. Belice
venía siendo poblada por los ingleses desde antes de 1763, cuando
España e Inglaterra habían firmado un tratado de paz en el que aquélla se
comprometía a no molestar a los ingleses que explotaban productos
madereros en Belice. Bajo el liderazgo de Carrera, los criollos
conservadores gobernaban Centroamérica hasta los años 70 del siglo XIX.
Pero las rencillas entre liberales y conservadores siguieron, y en
1855, los nicaragüenses contrataron al mercenario William Walker para
que, a cambio de tierras, derrocara a los conservadores. Walker tomó
Nicaragua con su ejército de mercenarios e instauró un gobierno espurio
que Estados Unidos reconoció como legítimo el año siguiente, pues sabían
que Walker quería anexar Nicaragua a su país. El resto de los países
centroamericanos se alarman, y también los ingleses. Los ejércitos del
Istmo se unen entonces para combatir a Walker, quien es derrotado por
tropas equipadas por los ingleses y al mando del presidente de Costa Rica
(y dueño de muchos de sus recursos), Juan Rafael Mora, en mayo de 1857,
consolidando así, de nuevo, el poder de los conservadores, ya que Mora
era leal aliado de Carrera.
73
LA REVOLUCIÓN LIBERAL
74
olvidemos que la ideología del liberalismo eran los valores de la
Ilustración, caracterizados por propugnar la democracia, la libre empresa
y el individualismo. Fue así que la educación fue arrebatada de los curas y
los privilegios de la Iglesia fueron disminuidos, sus tierras expropiadas y
los terrenos ociosos vendidos, creando así un mercado las cuales
obviamente pudieron comprar sólo quienes tenían dinero para hacerlo, es
decir, los criollos. Las comunidades indígenas del altiplano no fueron
afectadas por estas medidas, pues el cultivo del café se centró en la boca-
costa, pero fueron convertidas, mediante mecanismos de presión como
endeudamiento forzado, en mano de obra estacionaria para las
plantaciones.
Lo liberales gobernaron autoritariamente con ideología
“democrática”. Este fue un fenómeno generalizado en toda América
Latina: la gran paradoja de tener gobiernos liberales que adoptaron la
forma política de dictaduras para poder mantener la base feudal del
latifundio. (Y lo mismo ocurrió con los esporádicos gobiernos
conservadores). A pesar de la Constitución de 1879, Barrios gobernó con
mano de hierro, como lo atestigua el intelectual liberal Lorenzo Montúfar,
quien lo compara con un león enjaulado al que había que adecuarle la
jaula (es decir, la Constitución) para que no la destruyera.
Los liberales cafetaleros fundan la nación guatemalteca con ellos a
la cabeza de la economía, la política y el ejército, el cual crean para
coaccionar a la mano de obra campesina indígena a laborar en las
plantaciones de café, primero, y de algodón y caña de azúcar, después. No
se trató de un ejército surgido de las luchas de independencia, como
ocurrió en otros países, sino en uno creado para forzar las labores del
sector más explotado de la población: los indígenas que vivían en los
territorios asignados para ellos desde la Colonia y que experimentaron
algunos desplazamientos con la reconcentración de tierras de los
liberales.
Barrios cedió oficialmente a México los territorios de Chiapas y
Soconusco y otorgó tierras a los alemanes en las Verapaces, con la
75
finalidad de llevar “la civilización” a aquellas tierras y de “mejorar la
raza”. También se lanzó a concretar por la fuerza el ideal de la Federación
Centroamericana en 1885, por lo cual invade El Salvador y muere en abril
de ese año en la batalla de Chalchuapa. En el resto de Centroamérica el
liberalismo realizó cambios similares a los que instauraron los liberales
guatemaltecos. La historia de la región era ahora un conjunto de historias
de diminutos países que veían a sí mismos como naciones diferenciadas.
Los gobiernos liberales se suceden pero no el autoritarismo
militarista como forma de gobierno. El imaginario de la nación
guatemalteca se consolida: el himno nacional y otros símbolos de la
supuesta nacionalidad se crean y difunden durante el largo periodo
liberal que inaugura Barrios, Manuel Estrada Cabrera (quien instauró una
dictadura cruel de 20 años, la cual fue derrocada por un movimiento
plenamente ladino, estudiantil y urbano), Carlos Herrera, José María
Orellana, Lázaro Chacón, Baudilio Palma, Manuel Orellana, José María
Andrade y Jorge Ubico (quien instauró otra despiadada dictadura), de 14
años hasta su derrocamiento en 1944 por un movimiento cívico de
ideales democráticos, que llevo a la presidencia de Juan José Arévalo. Esta
sin embargo, es una historia que tenemos que tratar aparte.
La gran falla de republicanismo guatemalteco consistió en que las
grandes mayorías de trabajadores agrícolas quedaron excluidas de la
educación pública, laica, gratuita y obligatoria y, por lo tanto, de la
ciudadanía. Pues un ciudadano es una persona que ha aprendido que la
soberanía reside en él (como parte del pueblo que es) y no en los
gobernantes, de modo que es capaz de relacionarse con su estado con
conciencia crítica de su obligación cívica a la hora de elegir a sus
estadistas. Esto lo aprende gracias a la educación pública, laica, gratuita y
obligatoria, la cual es el cimiento del liberalismo y la república. Pero si
una persona está excluida de la educación, de la salud y de los servicios
públicos en general, esa persona no es un ciudadano (aunque tenga un
documento que lo acredite como tal) y por lo tanto no funciona como
puntual del sistema democrático y no valora ni obedece las leyes que lo
76
marginan. Esto obliga a la clase dominante a gobernar mediante la fuerza
militar y no mediante la hegemonía democrática. El problema descrito
puede generalizarse en toda América Latina en esta época.
Volviendo a la misma, en 1901, durante la dictadura de Manuel
Estrada Cabrera, este autorizó a la United Fruit Company (UFCO) —una
compañía que había sido fundada con otro nombre unos años antes por
Mynor Keith, un despiadado empresario estadounidense que empezó su
ascenso en Costa Rica en 1871— el derecho exclusivo de transportar
correspondencia entre Guatemala y Estados Unidos. Así entró a
Guatemala “la frutera”. Keith formó la International Railways of Central
América (IRCA) como subsidiaria de la UFCO, y le fue autorizado construir
la línea férrea entre Guatemala y Puerto Barrios, y le fue vendida la tierra
a ambos lados de la vía, cerca del mar, a precios irrisorios. La frutera llegó
a ejercer inmensa influencia política en muchas esferas en Guatemala,
porque tuvo el control del transporte de todos los productos de
exportación, la cual la vinculó con los cafetaleros y con la élite liberal
gobernante y su pléyade de dictadores, a los cuales apoyo generosamente
con dinero y otras prebendas. El derrocamiento de Estrada Cabrera en
1920 ilustra un protagonismo político ladino por encima de los criollos y
quizá pueda decirse que este hecho marca el inicio de la hegemonía ladina
en el país, no así su dominación, pues ésta sigue estando en manos de la
élite criolla. A partir de 1920 quizá se pueda hablar, pues, del final de la
Guatemala criolla y el principio de la Guatemala ladina.
Por el momento, es necesario entender que la Revolución Liberal
implicó la fijación agroexportadora de nuestra economía, la consolidación
de una clase terrateniente que fue dueña de la mayoría de la tierra, la
instauración del Ejército Nacional como fuerza de choque de los criollos
en contra de los indígenas para obligarlos a trabajar en las plantaciones,
la fundación de la nación guatemalteca con su simbología patria y su
imaginario, el ingreso de los intereses estadounidenses en nuestra
economía, y también la entronización de una versión de la historia que
glorificaba a los conquistadores españoles, a los próceres criollos, a los
77
dictadores militares y a sus mecenas extranjeros y sus instituciones. En
esta época, los criollos glorificaron a la ladinidad como resultado de un
supuesto mestizaje generalizado, tratando con ellos de hacer de los
indígenas comunitarios un “problema” excepcional y un obstáculo para la
plena realización de la nación moderna. Esta ideología demagógica de un
supuesto mestizaje equilibrado, según la cual en Guatemala todos somos
mestizos y, por lo tanto, guatemaltecos e iguales, dio resultado, y “el
indio” empezó a verse como “el problema” a resolver y el obstáculo a
eliminar para alcanzar la modernidad que estructuralmente negada por
los mismo criollos feudales. Esta ideología criolla, adoptada por la
ladinidad acrítica (que no se percata de que para los criollos la indianidad
y ladinidad son dos variantes de una misma
“inferioridad”), sigue vigentes actualmente. Las dictaduras liberales y el
sentido racista de patria y de nación que se inculcó en la época de la
ciudadanía, con toda su carga autoritaria y militarista, llegaron intactas
hasta 1944, cuando ocurre un hecho trascendental en la historia de
Guatemala y América Latina: la revolución democrática del 20 de octubre.
78
V. EL ESPEJISMO DE LA MODERNIDAD
80
ágil y menos dependiente de Estados Unidos, exacerbaron los ánimos en
Guatemala. Y fue así que un movimiento cívico, integrado principalmente
por maestros, trabajadores y estudiantes, derroca a Ubico y, después de
un corto lapso en el que Federico Ponce Vaides lo sustituye, el
movimiento se las arregla para convocar a elecciones libres en 1945, en
las cuales resulta triunfador el candidato más popular, Juan José Arévalo,
un profesor de filosofía que se encontraba trabajando en una universidad
Argentina y que había sido llamado a Guatemala para fungir como
candidato a la presidencia.
El gobierno de Arévalo dio inicio a la modernización política de
Guatemala (la misma que había propiciado México 25 años antes), de
modo que se redactó una nueva Constitución, se respetaron los derechos
de los trabajadores, se permitió la libre organización sindical y campesina
y se echó a andar la institucional democrática de los poderes Ejecutivo,
Legislativo y Judicial. Arévalo construyó más de 6000 escuelas y realizó
grandes avances en la educación y en la salud pública. Las principales
instituciones estatales de servicio ciudadano (todavía existentes) fueron
fundadas durante su mandato. Guatemala se convirtió en la meca de todos
los intelectuales y artistas democráticos de la época y en el país más
progresista de América Latina.
Uno de los mayores problemas que enfrentaba el gobierno
revolucionario de Arévalo era que el 2.2 por ciento de la población poseía
el 70 por ciento de la tierra, y que sólo el 10 por ciento de la extensión
cultivable se hallaba disponible para el 90 por ciento de la población, la
mayoría de la cual estaba formada por indígenas que eran, sobre todo,
campesinos. En 1950, nuevas elecciones tuvieron lugar, y las ganó el
candidato oficial, un coronel del Ejército llamado Jacobo Arbenz, quien
continuo con las reformas iniciadas por Arévalo y le tocó enfrentar el
problema de la modernización económica del país, es decir, el problema
de dotarlo de una gran base de pequeña propiedad agrícola para asentar
sobre ella un proceso de industrialización del producto agrario, el cual
propiciaría un mercado capitalista interno fuerte y autónomo. Arbenz se
81
propuso una reforma agrafia que consistía en distribuir parte de las
tierras ociosas que uno de los mayores propietario de las tierras ociosas
en Guatemala era la United Fruit Company (UFCO), que se dedicaba al
cultivo y al exportación de banano en varias regiones del país. Arbenz
ofreció un precio justo a la UFCO por sus tierras, pero ésta elevó la
cantidad hasta un grado inaceptable para el Gobierno, de modo que el
Presidente procedió a la expropiación indemnizada de algunas tierras,
como parte de su reforma agraria en marcha. El entusiasmo popular era
inmenso, y el prestigio internacional de Guatemala estaba en la cúspide.
La UFCO se quejó ante el presidente Eisenhower y el Secretario de
Estado, John Foster Dulles, cuyo hermano, Allen, fungía como jefe de la
Agencia Central de Inteligencia (CIA). Era el año de 1954, y la “guerra fría”
—es decir, la guerra de espionaje entre la Unión Soviética y Estados
Unidos— estaba en su apogeo. Después de vencida la Alemania nazi en
1945, los aliados, entre los que se encontraban la Unión Soviética y
Estados Unidos, se habían repartido Europa, y habían creado así la
división entre “bloque socialista” y “bloque capitalista”, dando inicio a una
nueva confrontación entre estos poderes, el cual se llamó “guerra fría”
porque se trató de un conflicto basado en operaciones encubiertas y de
espionaje. En el lado soviético, la ideología de esta guerra fue el
antiimperialismo. En el lado capitalista lo fue la ideología del
anticomunismo, que ya entonces circulaba en toda América.
El capitalismo es un régimen económico basado en el predominio
del capital sobre el trabajo y, por lo tanto, de quienes tienen el capital por
encima de quienes no lo tienen. Su enseña es la libertad de empresa, pero,
como es obvio, esa libertad sólo lo es de quienes poseen capital. El
socialismo es un régimen económico basado teóricamente en el
predominio del trabajo sobre el capital, pero cuyo funcionamiento en la
práctica centralizó el poder en un estado burocrático que funcionó de
manera similar a una clase capitalista. Su enseña fue la distribución
igualitaria de la riqueza, pero esa distribución favoreció siempre a la clase
política dirigente. El capitalismo aboga por la democracia, en lo práctico,
82
mientras el socialismo abogaba por una dictadura del proletariado, en
tanto se lograban crear condiciones para una democracia proletaria.
Ambos sistemas se basan en la desigualdad y en la explotación del trabajo
de amplias masas populares. La humanidad aún no encuentra un sistema
económico y político justo, que pueda elevar el nivel de vida de las
mayorías nacionales sin empobrecer a otros países, a otros pueblos.
El antiimperialismo era una visión inculpadora de Estados Unidos
como autor de todos los males del mundo. El anticomunismo era una
versión fantasmagórica del socialismo, en la que se pintaba como
amenaza a la “libertad”, y en su nombre el Gobierno estadounidense
avanzaba su política exterior, que no se diferenciaba en sus mecanismos
de las políticas que el socialismo al interior de sus países. Si Stalin mataba
miles de disidentes. Estados Unidos intervenía, con tropas o sin ellas, en la
política interna de otros países para preservar sus intereses (como los de
la UFCO), e igual mataba disidentes por medio de los dictadores de turno.
El mejor ejemplo de esto es Guatemala.
Arbenz, fiel al Estado democrático que impulsaba, permito
legalmente la existencia de todas las tendencias políticas, incluida la del
Partido Comunista, que se llamó Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT),
y varios funcionarios de su gobierno y diputados pertenecían a él. Este fue
el pretexto perfecto para que los hermanos Dulles y Estados Unidos
acusaran al gobierno de Arbenz de comunista, justificando así una
intervención que, por no poder ser abiertamente militar, estuvo
encubierta por un mecanismo típico de la inteligencia de la guerra fría: el
golpe de Estado.
En efecto, por medio de la CIA, los Estados Unidos organizan un
vasto plan para derrocar a Arbenz, el cual incluía captar a algunos
militares de alto rango para que lo traicionaran, echar a andar una
estación de radio clandestina para agitar ideológicamente a la población y
también simular una grana invasión a Guatemala, usando dos o tres
aviones viejos que varias veces lanzaron bombas a la capital. El plan dio
resultado, a pesar de que Arbenz ordeno resistir y distribuir armas a la
83
población civil, la cual espero masivamente su llegada infructuosamente,
pues la traición del Ejército se había consumado. En vista de que había
instituido una serie de prebendas a los militares (en cuenta el
Comisariato, la colonia militar, instalaciones recreativas, etc.), Arbenz
pensó que el Ejército le sería fiel. Resistió hasta el último momento,
esperanzado, y, al constatar que la población no podía pelear por falta de
armas, hizo caso de la mentira según la cual, si renunciaba, la revolución
seguiría su curso. Y renunció. Y a partir de entonces, Estados Unidos
inauguró una serie de gobiernos militares favorables a la UFCO y a sus
intereses en general, sembrando así la semilla de lo que habría de ser el
Estado Militar en Guatemala. El coronel Carlos Castillo Armas había sido
el abanderado de la CIA para derrocar a Arbenz, y es él quien asume la
Presidencia de la Republica. Castillo Armas fue asesinado un par de años
después en una intriga palaciega, debido, según se dice, a que quiso darle
continuidad a la reforma agraria arbencista, pes se dio cuenta de que
aquel era el único camino para el desarrollo capitalista de Guatemala.
Las medidas contrarrevolucionarias implicaron confiscar las tierras
que habían sido repartidas a los campesinos por Arbenz, impidiendo así
que un capitalismo moderno (es decir, de muchos propietarios que luego
serían consumidores) se desarrollara, y condenando a la economía local a
seguir transitando por la vía colonial de los grandes latifundios que usan
mano de obra empobrecida precisamente por la falta de tierra. Si mucha
gente hubiese tenido tierra, eso habría permitido que se creara en los
propietarios una capacidad de consumo interno que hubiera absorbido
los productos industriales hechos en el país con el producto agrícola
previo, y así se habría creado un gran mercado interno autosustentable y
autónomo. Es decir, un capitalismo moderno e independiente, que era lo
único que quería Arbenz. Ya estando en el exilio, en Cuba, Arbenz se
vuelve socialista, pero mientras estuvo en el poder en Guatemala no lo
fue, a pesar de que muchos miembros del PGT tenían influencia sobre él.
Fueron los mismos que cobardemente le aconsejaron renunciar cuando
vieron las primeras de cambio con la CIA, según lo relata el Che Guevara
84
en su diario otra vez, en el que este médico argentino narra su experiencia
en Guatemala de diciembre de 1953 a septiembre del 1954. A Arbenz lo
asesino lo CIA unos años después en México para evitar su regreso
político a Guatemala. Tal era el temor que infundía por el apoyo popular
con que contaba.
Cabe apuntar que, al mismo tiempo que Arbenz ponía en práctica su
reforma agraria en Guatemala, también lo hacía Chan Kai-Chek en Taiwán,
con la diferencia de que este militar instauró la ley marcial y expropió e
indemnizó forzadamente a los terratenientes taiwaneses. Chan Kai-Chek
había huido de su país, derrotado por Mao Tse Tung, y se había refugiado
en la pequeña isla de Taiwán (del tamaño de Petén), habiéndose llevado
consigo la reserva de oro de China. En su empresa de modernización
económica de la isla que era su refugio, fue apoyado por Estados Unidos y
Asia, mientras en Guatemala procedió a abortarlo derrocando a Arbenz y
truncando la posibilidad de modernización nacional? La respuesta es:
porque el ajedrez mundial de la “guerra fría” convertía a Taiwán en un
escaparate estadounidense frente a la China continental comunista,
mientras que el ejemplo de Guatemala resultaba ser una osadía dentro del
área de influencia “natural” de Estado Unidos, es decir, dentro de su
“traspatio”, la América Latina. Cierto es sin duda que la terrible situación
actual de Guatemala la tiene su origen moderno en el golpe de Estado
contra Arbenz en 1954, un hecho atroz por lo que Bill Clinton, en un gesto
tardío y meramente forma —reconociendo que aquello había sido un
error en política exterior estadounidense—, pidió perdón a los
guatemaltecos durante su visita a nuestro país cuando era presidente de
Estados Unidos.
Siendo la Revolución del 20 de Octubre de 1944 una gesta ladina, es
explicable que su política cultural hacia los indígenas fuera la
asimilacionismo o ladinización, como sinónimo de modernización de la
vida económica y social de los indígenas y sus comunidades. El ejemplo de
lo hecho en México por José Vaconcelos en cuanto a hacer de la identidad
nacional una creación política basada en el mestizaje, fue adoptado por la
85
Revolución, en el entendido d que asimilando por medio de la educación
pública los indígenas, inculcándoles la cultura occidental en su versión
guatemalteca ladina, se lograba homogeneizar a toda la población bajo
una sola identidad política, a fin de que se constituyera una gran fuerza
económica de la modernización industrial y en la ciudadanía educada que
sustentaría la democracia representativa.
El periodo revolucionario modernizador de diez años (1944-1954)
se conoce como la “primavera de la democracia” en Guatemala. Ni antes ni
después de esa audaz revolución el país ha vuelto a experimentar una
estabilidad política similar, y mucho menos un movimiento vigoroso de la
economía, la cual avanza ahora a costa de grandes sacrificios por parte de
los más necesitados. Nunca el pueblo se sintió con la autoestima tan alta,
ni el nombre del país brilló tanto por su prestigio político internacional y
por sus manifestaciones artísticas y culturales. Entre las muchas personas
con ideas revolucionarias que vinieron a Guatemala en esos años para
vivir esta extraordinaria experiencia, se encuentra, como mencionamos,
el joven médico argentino llamado Ernesto Guevara, quien huye a México
cuando Arbenz es derrocado, y allí conoce a un joven abogado cubano,
llamado Fidel Castro, quien estaba planeando un desembarco en su país
para iniciar una guerra de guerrillas en contra del dictador, Fulgencio
Batista. Este hecho; conocido como la Revolución Cubana, marca la
entrada de América Latina en una nueva etapa de su historia.
86
En Guatemala, Castillo Armas había sido asesinado y lo había
sucedido, después de un corto periodo de caos político, otro militar, el
general Miguel Ydígoras Fuentes, quien, a petición de Estados Unidos,
presta el territorio nacional para que mercenarios cubanos y de otras
nacionalidades entrenaran para atacar a Cuba de Castro. En las filas del
ejército guatemalteco, muchos oficiales resintieron que lo hecho por
Ydígoras violara la soberanía y la dignidad nacional, pues prestar el
propio territorio para invadir otro, actuando como peones de un poder
autoritario, desdecía los principios constitucionales. Así, varios oficiales,
ofendidos por lo actuado por Ydígoras, deciden darle un golpe de Estado y
se sublevan el 13 de noviembre de 1960. Entre ellos estaban Marco
Antonio Yon Sosa, Luis Trejo, Alejandro de León y Luis Turcios Lima. El
levantamiento fracasa y algunos oficiales aceptan la amnistía ofrecida por
el Gobierno, mientras otros huyen a las montañas de Honduras, en donde
permanecen en actitud rebelde. Entre ellos, Yon Sosa, Trejo, Turcios y de
León.
Poco después, a mediados de abril de 1961, la invasión a Cuba para
la que Ydígoras había prestado el territorio guatemalteco entra en acción
mediante un operativo militar en Bahía de Cochinos, coordinado también
por la CIA y aprobado por el presidente John F. Kennedy, pero resulta un
rotundo fracaso que sólo sirvió para afianzar a Castro en el poder y
brindarle el espacio para hacer su siguiente movimiento, el cual implicó
cambiarle el carácter a la revolución cubana.
Esta revolución tuvo al principio un carácter nacionalista y
patriótico. Fue apoyada incluso por Estados Unidos. Pero en 1962, hechos
como la intensificación de la “guerra fría”, el espionaje interno en Cuba
por parte de Estados Unidos, el intento de invasión financiado y
coordinado por la CIA y el ofrecimiento que la Unión Soviética le hace a
Castro de venderle petróleo más barato que Estado Unidos, determinan
que la revolución sea declarada socialista, y constituye así el primer país y
gobierno de ese corte en el hemisferio occidental. Esto le da un vuelco a la
política internacional que, entonces, consistía en un juego de ajedrez en el
87
que el tablero era el mundo y los jugadores las dos superpotencias
nucleares. Estados Unidos, que ahora se veía amenazado por un pequeño
país socialista a 90 millas de sus costas, exacerba su anticomunismo y lo
exporta a los países con gobiernos que le eran leales, como el de
Guatemala, a fin de evitar el surgimiento de otra Cuba.
En nuestro país eso tuvo efecto de militarizar el Estado, y fue por
ello que el Ejército tomo el control de la económica. Cuba empieza a ser
para muchos —como para los oficiales del 13 de Noviembre escondidos
en las montañas—, un ejemplo de soberanía y libertad nacionales frente a
Estados Unidos. Por eso, en Guatemala se empieza a imita el método de la
guerra de guerrillas empleado por Castro y el Che exitosamente para
derrocar a un militar tirano. Y ocurre entonces que los sublevados del 13
de Noviembre se alían con militares del PGT y dan inicio a las guerrillas
guatemaltecas en 162, año que a su vez marca el comienzo de una lucha
armada por el poder, la cal se habrá de convertir más adelante en una
guerra popular, configurando de esta manera un conflicto que durará 36
años.
Los primeros guerrilleros fueron, pues, militares. Estos, que
operaban ya bajo el nombre de Movimiento Revolucionario 13 de
Noviembre (MR 13), se aliaron con estudiantes como César Montes, de la
Juventud Patriótica del Trabajo (JPT) —perteneciente al PGT—,
originando así las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR). Estas se dividieron
después en FAR y MR13, y luego volvieron a unirse. Las guerrillas
operaron en la capital y en el Oriente del país, en las Sierra de las Minas y
todo el Departamento de Izabal. La guerrilla urbana llegó a tener un
desarrollo importante, el cual logró imponer sobre las fuerzas de
seguridad una movilización y un desgaste constantes.
La ideología de los grupos guerrilleros fue el socialismo, en nombre
del cual se arrogaron la representatividad de los pobres y la defensa de
sus intereses. Esto implica a su vez, definirse como enemigos de los ricos,
el Ejército nacional y de Estados Unidos, en vista de la “guerra fría” y de la
denominación oligárquica y militar en Guatemala. La justicia social fue la
88
bandera de estos movimientos, en un país en el que la dictadura militar
no dejaba espacios políticos a los partidos que no fueran de derecha. Esto
explica el porqué de su auge en varios momentos de su desarrollo.
Ante la amenaza guerrillera, el Ejército perpetra en 1963 un golpe
de Estado en contra de Ydígoras Fuentes, y los sucede el coronel Enrique
Peralta Azurdia, con quien empieza la militarización del Estado en su fase
contrainsurgente, pues los oficiales empiezan rutinariamente a
entrenarse en lucha antiguerrillera en bases militares estadounidenses,
las cuales desarrollaban ya una estrategia continental tendente a parar la
amenaza de la “exportación” de la revolución cubana. Esta estrategia
impidió que las guerrillas brotaran en toda América Latina, pero sí sirvió
para convertir a los ejércitos de la región en aparatos criminales en
contra de la población civil. El gobierno de Peralta Azurdia militarizó el
Estado y la sociedad, y, mientras tanto, las guerrillas —constituidas por
jóvenes de clase media de entre 20 a 25 años y que tenían una visión
romántica de la revolución cubana— seguían su lucha en la ciudad y en el
campo.
Fue así que en 1966, el Ejército permite elecciones y las gana Julio
César Méndez Montenegro, un abogado de trayectoria confiable y
autoproclamado heredero de la revolución del 20 de Octubre de 1944.
Esto, sin embargo, respondía a una estrategia contrainsurgente de los
militares, consistente en encubrir con una fachada civil y democrática de
Estado Militar y contrainsurgente que usaba la política como un arma en
contra de los guerrilleros. Y aunque Méndez Montenegro no sabía esto al
principio, durante su mandato se plegó conscientemente a los dictados
del Ejército, y la guerrilla recibió duros golpes a manos del entonces
coronel Carlos Arana Osorio, jefe de una base militar en Oriente, quien
puso en práctica tácticas usadas por Estados Unidos en Viet Nam en
contra de la población civil, e incluso uso bombas de napalm (sustancia
inflamable que quema el acero) en contra de los guerrilleros y sus bases
de apoyo. De esa cuenta, para 1968, las guerrillas estaban prácticamente
derrotadas y muchos de sus miembros salían huyendo del país.
89
Los errores cometidos por los guerrilleros tuvieron que ver con la
concepción foquista de la guerra, la cual consiste en implantar un foco
guerrillero en la montaña, del cual se hace depender el resto del
movimiento revolucionario, incluido el esfuerzo del movimiento civil de
masas. Esto funcionó en Cuba pero no en Guatemala, debido a las distintas
idiosincrasias populares de ambos países. En Guatemala, el foco
guerrillero no creó condiciones subjetivas generales para una
insurrección, como ingenuamente esperaban los guerrilleros. Estos,
porque además de que la extracción de clase de los combatientes era de
clase media urbana estudiantil, el sujeto revolucionario en el área del foco
era un campesinado ladino cuyas aspiraciones se agotaban en la
propiedad privada de pequeñas parcelas de tierra, y estos anhelos no
pasaban por una ideología de emancipación nacional modernizadora.
Debido a sus exitosas campañas militares en contra de la población
civil que apoyaba a las guerrillas, Arana llega a presidente en 1970 y se
dedicaba a combatir a todas las expresiones de izquierda (socialista) y a
lo que quedaba de la guerrilla, la cual empezaba a reorganizarse en Cuba,
México y Guatemala bajo otros nombres y, en ciertos casos, bajo nuevas
dirigencias. Durante los gobiernos siguientes, cuyos presidentes llegaron
fraudulentamente al poder (como parte de la dictadura del Estado
militar), la guerrilla siguió reorganizándose, evidenciando serias
diferencias entre los distintos grupos armados, lo cual causaba
divisionismos y competencias desleales entre ellos. El gobierno
fraudulento del general Kjell Euenio Laugerud (1974-78) estuvo asignado
por el terremoto del 4 de febrero de 1976, el cual exacerbó las hondas
diferencias existentes entre las clases sociales, cuestión que aprovechó la
guerrilla para organizar pacientemente a la población civil, esta vez en el
altiplano, donde se concentra la mayoría de indígenas, muchos de los
cuales se unieron a la lucha.
De las FAR había quedado intacta su organización Regional de
Occidente en 1968. De esta Regional se originaron dos grupos: el primero
habría de surgir como Organización del Pueblo en Armas (ORPA) en
90
1979, y el segundo como Movimiento Revolucionario del Pueblo Ixim
(MRP Ixim), en 1983. Por su parte, el PGT seguía activo y las nuevas FAR
también. Algunos dirigentes habían fundado en Cuba el Ejército
Guerrillero de los Pobres (EGP), que fue la organización que
prematuramente lanzó a provocar al Ejército para involucrarlo en una
guerra popular prolongada. Estas fueron las fuerzas que comenzaron el
segundo ciclo armado en el país después de la derrota de los
revolucionarios en 1968.
91
EL SEGUNDO CICLO ARMADO Y EL SANGRIENTO TRIUNFO DE LA
CONTRAINSURGENCIA
92
apoyo a las guerrillas, las cuales, en todos los casos, carecen de capacidad
ofensiva y defensiva sin la ayuda de la población en donde operan.
El plan contrainsurgente comprendía esta inicial etapa militar de
“tierra arrasada”, en la que se borraron del mapa unas 400 aldeas que
fueron quemadas y sus habitantes masacrados de maneras horribles.
También comprendía organizar a la población sobreviviente y a la que se
quería aislar de las guerrillas, para luego convertirla en colaboradora
forzada del Ejército. Para ellos se crearon “aldeas estratégicas” o campos
de concentración, en donde se puso a vivir a los sobrevivientes
aterrorizados, y “patrullas de autodefensa civil” para que persiguieran a
los guerrilleros. A cambio, el Ejército daba a la población indígena comida,
vivienda e ideologización.
Para junio de 1982, las guerrillas del EGP, la ORPA y las FAR
estaban derrotadas. El MRP Ixim fue diezmado por el bloqueo sistemático
de las otras organizaciones guerrilleras, que siguieron teniendo
sangrientos enfrentamientos entre ellas. Cuando por presiones de Fidel
Castro se crea, en enero de 1983, la Unidad Revolucionaria Nacional
Guatemalteca (URNG), la guerra ya tenían militarmente perdida las
guerrillas. Sin embargo, esta coalición les permitiría continuar una lucha
política y diplomática internacional en contra de la violación de los
derechos humanos por parte del gobierno militar guatemalteco, en el cual
se pedía solidaridad para una lucha armada supuestamente librada por
indígenas, aunque esto no fuera enteramente cierto y la guerra ya no
fuera ni remotamente una vía con la más mínima posibilidad de victoria.
La derrota de la guerrilla se debió a la brutalidad del Ejército, que
masacró a unas 150 mil personas, sobre todo indígenas, pero esta
brutalidad fue posibilitada por la ineficiente conducción de la guerra por
parte de la dirigencia guerrillera, que se dedicó a preservar sus pequeñas
estructuras militares y dejó inerme e indefensa a la población civil de
apoyo que de esta manera fue masacrada inmisericordiosamente. Todo
esto fue corroborado por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico
(CEH) en su documento, Guatemala memoria del silencio, aceptado por
93
todas las partes involucradas en el conflicto armado como el relato fiel de
los ocurrido durante la guerra. Es asimismo aceptado el hecho de que la
incorporación masiva de indígenas al esfuerzo de guerra popular
prolongada no se debió a que los guerrilleros convencieran a los
lugareños con su ideología marxista-leninista, sino que desde la época del
terremoto de 1976 las comunidades estaban organizadas en cooperativas
por una institución que profesaba la Teología de la Liberación y que se
llamaba Acción Católica, algunos de cuyos dirigentes eran curas jesuitas
españoles de ideología socialista. Éstos fueron los que vincularon a las
autoridades comunitarias indígenas con los guerrilleros, y estas
autoridades fueron las que ordenaron a su gente unirse a las guerrillas,
cuya capacidad organizativa y de movilidad fue nula anta tanta afluencia
de colaboradores, dando lugar con su ineptitud militar a que la población
civil permaneciera inerme ante el embate criminal del Ejército, que
buscaba aniquilar a la población civil de apoyo a las guerrillas, y no a las
guerrillas como tales.
De 1982 hasta fines del 1996, la militarmente derrotada guerrilla y
el triunfante Ejército nacional se enfrascaron en escaramuzas sin fin, que
dieron la impresión de que en el país se desarrollaba una guerra civil
formal. No era así. Al Ejército le convenía, para justificar altos
presupuestos y violaciones de la ley, que se pensara que la guerrilla era
fuerte. Y a la dirigencia de ésta le convenía que se pensara que de verdad
había una guerra civil en Guatemala, para continuar recibiendo las
donaciones de los grupos de solidaridad que se habían formado en todo el
mundo mediante la acción de iglesias y universidades, y que le abrían la
puerta a ciertas finanzas a la cúpula guerrillera, que vivió siempre en el
extranjero.
Mediante la presión de funcionarios de Naciones Unidas y de
organismos de financiamiento internacional que buscaban que Guatemala
se alineara con la Comunidad Económica Europea en el rápido proceso de
la globalización desatado a raíz de la caída del bloque socialista en 1989,
94
la paz se firma entre la URNG y el Gobierno guatemalteco en diciembre de
1996.
El ofrecimiento de la comunidad internacional para financiar la paz
fue de 2,500 millones de dólares, algo de lo cual los guerrilleros
interesados habían de disponer para seguir haciendo política en el país.
La firma de la paz fue inmediata después de este ofrecimiento. Militares y
guerrilleros se abrazaron bajo el cobijo de esta promesa, e incluso hubo
pactos secretos para encubrirse mutuamente los crímenes de guerra
sucia cometidos por las dos partes durante el conflicto. Esto se hizo
evidente después, cuando las diferencias de izquierda y derecha se
difuminaron temporalmente en Guatemala, y sólo quedó de ellas un
abanico de individuos que buscaban asegurarse su vejez y la vida de sus
descendientes mediante su participación política. Así, una etapa histórica
particularmente larga y violenta termina con una revolución traicionada
por su dirigencia y con un Ejército disminuido en su poder debido a las
necesidades de democratización centroamericana dictadas desde el
Pentágono. Todo esto fue aprovechado por la cooperación internacional y
la ONU para hacer avanzar los interese del capital corporativo
transnacional y la globalización de nuestro país, como veremos adelante.
95
VI. GUATEMALA INTERCULTURAL: DE LA PESADILLA DEL
PRESENTE AL SUEÑO DEL FUTURO
96
conseguir estos recursos es la historia economía y la política
latinoamericana desde la Independencia hasta nuestros días.
Da inicio y se desarrolla así la larga historia de dependencia de
América Latina y también de su ilusión utópica (la de llegar a ser
autónoma y autosuficiente), que se estrella con el valladar de que la
estructura económica mundial —basada en el orden colonial— estaba
firmemente instaurada e impedía que los países rezagados pudieran
alcanzar los adelantos sencillamente porque el desarrollo de éstos seguía
apoyándose en buena medida en el atraso de aquéllos. Por eso, los países
subdesarrollados siguieron produciendo materias primas baratas y
comprando productos industriales caros, dando vida así a un intercambio
desigual que mantuvo las diferencias vigentes, aunque paliadas mediante
inversiones privadas locales que nunca podían responder a planes de
desarrollo nacional a largo plazo sino sólo a lucros inmediatos y
circunstanciales; también por préstamos con intereses injustos, y
programas de ayuda y asistencia mediante los cuales se sustituyó la
posibilidad real del desarrollo autónomo del tercer mundo con la caridad
internacional, eje de lo que actualmente constituye la política de
injerencia foránea en asuntos internos, por medio de la cooperación
internacional y sus oenegés. Como se sabe, el pensamiento mercantilista
sustituye la justicia social (o igualdad de oportunidades tutelada por el
Estado democrático) con la caridad y la beneficencia, a pesar de que es
obvio que éstas nunca solucionan lo que podría solucionar aquélla. Este
conjunto de realidades es lo que conforma la dependencia económica y
política del tercer mundo.
Es por todo ello que el origen de nuestra pobreza y de la división
colonial del mundo hace imposible nuestro desarrollo si lo quisiéramos
basar en nuestras propias fuerzas. Al solicitar los recursos ajenos, nos
hemos endeudado y pasado a ser elegibles para la caridad. Si a todo esto
le agregamos unas oligarquías semifeudales (ahora con vanguardias
neoliberales) que han tenido ejércitos a su servicio, y unas clases políticas
corruptas que absorben el producto del trabajo de una población que por
97
ello ha interiorizado un fuerte complejo de inferioridad, nos explicamos
nuestra pertinaz pobreza, la injusta distribución de la riqueza que
generamos y la incesante emergencia de nuevos ricos (ligados a la
corrupción política y el delito organizado) en medio de la miseria.
En la jerga del grupo de países ricos, el mundo se divide en tres
mundos: el primer mundo, que es el más rico e industrializado; el
segundo mundo, que era el mundo socialista desarrollado, el cual tenía un
grado de industrialización menor y dejo de existir como tal en 1989; el
segundo mundo ahora está conformado por países capitalistas con un
grado de industrialización que el primer mundo cataloga como de
segunda importancia. Finalmente tenemos al tercer mundo, que es el
mundo pobre, no industrializado o con una industria muy débil, es decir,
el que conforman, en su mayoría, África, Asia, América Latina y Oceanía.
De aquí los términos “primermundismo” y “tercermundismo”. En el tercer
mundo, como el nombre lo indica, somos ciudadanos de tercera y nos
mide con la vara del primer mundo. Por eso se dice que los países del
tercer mundo son subdesarrollados: porque no han alcanzado el
desarrollo del primer mundo. Pero como ya vimos que esto es imposible
en sí mismo porque el desarrollo del primer mundo se debe en gran parte
al subdesarrollo del tercero, conceptos como “países en vías de
desarrollo” resultan ser mentirosos, y el sueño de América Latina de
llegar a ser autónoma y autosuficiente parece agotarse en eso, en un
sueño con despertares amargos.
A partir de los años 70 del siglo XX, el capitalismo primermundista
dio un giro drástico en su forma de acumulación de capital, el cual
consistió en lo que se llama transnacionalización de la producción de
mercancías. Esto consiste en que las fábricas del primer mundo se
trasladaron al tercero, de modo que las plantas industriales que estaban
en Estados Unidos, por ejemplo, aparecieron en países como Bangladesh,
Honduras, Tailandia o Guatemala. Esto, debido a que en estos países la
mano de obra estaba desorganizada y era descalificada y por lo tanto
mucho más barata que en el primer mundo, en donde la organización
98
obrera y los impuestos elevaban los costos de producción de las
mercaderías a alturas que determinaban que el mercado de las mismas
estuviera circunscrito a quienes tenían elevados salarios o ingresos
económicos. Al abaratar los costos de la producción de mercancías
ubicando las fábricas en el tercer mundo, se abarataron los precios de los
productos se crearon nuevos mercados para los mismos entre las
pobrerías tercermundistas. Esta es la base de la globalización económica,
es decir lo que hacer posible que en esta época todo el mundo consuma
los mismos productos en todas partes. El capitalismo dejó, pues, de
extraer materia prima del tercer mundo para devolvérnosla en forma de
producto industriales que comprábamos caros, y nos incorporó como
consumidores de productos baratos a la globalización corporativa
transnacional. Estamos pues, globalizados porque consumimos lo mismo.
Este operativo desnacionalizo las economías del tercer mundo
porque para que el capital corporativo transnacional ingrese a un país,
este tiene que vender las empresas públicas a las corporaciones. Por el
neoliberalismo busca hacerse con el control de Estado, a fin de privatizar
todo lo público vendiéndoselo a corporaciones transnacionales y
haciendo que los oligarcas locales se hagan socios minoritarios de los
consorcios extranjeros. Esto ocurrió en Guatemala con la privatización de
la telefonía y la electricidad, todo lo cual estuvo a cargo del gobierno
oligarca Álvaro Arzú, y la firma de la paz entre el Estado y la guerrilla fue
una condición para que esto ocurriera. La misma lógica de hechos como la
venta de los supermercados Paiz a Wallmart y la de otros monopolios
oligárquicos a empresas transnacionales. A todo este proceso se le llama
postmodernidad, ya que el ideal de la modernidad (la industrialización
pesada) fue sustituido por el ideal de la sociedad intercomunicada por
medio de la tecnología electrónica llamada digital, la cual fue un resultado
de la carrera espacial que durante la “guerra fría” libraron los Estados
Unidos y la Unión Soviética. Ésta no comercializó esta tecnología y por eso
quedó a la zaga en la globalización, lo cual determino que en 1989 la
Unión Soviética se auto disolviera para que en un par de décadas Rusia
99
pudiera surgir como potencia de un mundo (ya no bipolar sino)
multipolar en el que Estados Unidos sería una potencia más y Noel gran
poder unipolar que había planificado ser. Esta es la realidad internacional
que hoy vivimos.
La lógica cultural de este capitalismo transnacional globalizador se
llama posmodernismo, y se trata de una cultura audiovisual de
entretenimiento banal y hedonista que ha provocado que las juventudes
padezcan una incapacidad para leer y manejar el código letrado, y por
ellos se nieguen a estudiar se hagan adictos a los videojuegos y las
formas virtuales de entretención. El posmodernismo desprecia la historia
y valora el presente como entretenimiento; desprecia el conocimiento y la
vocación cognitiva y valora la diversión superficial; hace de los individuos
buenos consumidores y pésimos pensadores críticos; produce ignorantes
“felices” sin más horizonte que pasarla bien hoy. A esto es a lo que
algunos llaman “crisis de valores”. Lo cierto es que el hecho de que desde
los años 70 las juventudes del primer mundo sean formadas así, ha
provocado que los jóvenes carezcan del sentido de futuro al negarles el
poder de cambiar el mundo, y en consecuencia haya desarrollado
conductas asesinas y suicidas, como las que vemos con frecuencia en las
escuelas secundaria en los Estados Unidos. En nuestro medio esto ya
empieza a ocurrir también, porque nuestra juventud es objeto de esta
mentalización desde los años 90 y mucha gente carece de un sentido
histórico de su existencia.
Este modelo económico transnacional entró en crisis en el 2008 con
el descalabro financiero de Estados Unidos. A pesar de esto, el
neoliberalismo, es decir, la tendencia económica que propugna por el
enriquecimiento de las elites y no por el bienestar de las mayorías y que
provocó la globalización y el intelicidio juvenil mediante los consumos
audiovisuales compulsivos, insiste en imponer el mismo modelo en todas
partes. En Guatemala, la Universidad Francisco Marroquín, aliada con la
oligarquía monopolista mediante organizaciones fascistas como la Liga
Pro-Patria y otras, hace egresar a las aulas a jóvenes mentalizados con
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esta ideología, los cuales ignoran el pensamiento crítico y son por ello
fanáticos “de un solo libro”, indoctrinados para controlar el Estado y
privatizar todo lo público. A todo esto se oponen amplias masas
organizadas que luchan contra el capital corporativo transnacional y sus
socios locales, tratando de que no se impongan aquí las contaminantes
corporaciones mineras y el cultivo dañino de la palma africana, entre
otros rublos de acumulación oligopólica.
GUATEMALA SUBDESARROLLADA
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empresas agrícolas que poseen el 65 por ciento de la tierra cultivable)
sólo implica al 12 por ciento de la población económicamente activa. Las
cifras que el país arroja en materia de salud y educación son,
consecuentemente, espeluznantes. Sin duda, la injusticia social y
económica es el rasgo más notorio de nuestro sub desarrollo.
GUATEMALA MESTIZA
GUATEMALA INTERCULTURAL
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se trata de conflictos animados por la idea de la “pureza” racial, étnica y
cultural; es decir, por el fundamentalismo etnoculturalista. Y aunque estas
nociones han sido exportadas al tercer mundo, las soluciones al problema
intercultural son diferentes en éste y en Estados Unidos.
Es así que las luchas sociales y políticas para solucionar este
problema pueden tener un carácter multiculturalista (diferenciador y
separador) o uno interculturalista (relacional y mestizo). Es obvio que
para Guatemala, el criterio de las luchas debe ser interculturalista, pues
de lo que se trata es de democratizar nuestra interculturalidad injusta,
nuestro mestizaje conflictivo. Lo cual nos lleva al asunto de la democracia.
GUATEMALA DEMOCRÁTICA
GUATEMALA ACTUAL
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países pobres el tinglado de la democracia y la paz para asegurar las
inversiones que crearían las condiciones necesarias para la globalización
total, ahora que ya no existía el enemigo socialista. Así, el siglo XX termina
en Guatemala con la proliferación de Organizaciones No-
Gubernamentales (ONG) y estos “nuevos movimientos sociales” ligados a
ellas, entre los que vale la pena señalar al llamado movimiento “maya” y a
la facción culturalista (y etnocentrista) del mismo, con sus planteos
culturalista de diferenciación esencial respecto del grupo ladino. El
gobierno neoliberal de Arzú permitió que la cooperación internacional
sustituyera al Estado en su política de desarrollo económico, de modo que
las oenegés se ocupan de poner en escena simulacros de productividad
comunitaria, mientras el país carece de proyecto económico a corto,
mediano y largo plazo, pues el Estado corrupto se dedica sólo a buscarla
privatización de lo público y a sacar de pobres a los políticos de turno.
Mientras tanto, la sociedad civil se pelea entre sí por los financiamientos
internacionales, vedándose la oportunidad de presentar un frente unido
que impulse un proyecto de país para el futuro. Como consecuencia de
esto, Guatemala es el único país latinoamericano en el que la cooperación
internacional constituye un poder factico de injerencia foránea en asuntos
internos, el cual le marca el paso a los débiles y corrompidos poderes
institucionalizados.
El movimiento “maya” cobró auge debido a la conmemoración en
España y América Latina del Quinto Centenario del Descubrimiento de
América en 1992, hecho que también fue determinante en el
otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú, indígena
guatemalteca, militante del EGP (organización que promovió su
candidatura al premio), cuya familia fue asesinada por el Ejército. La
conmemoración sirvió para disparar el movimiento “maya” en sus
diversas variantes. Las comillas al escribir la palabra “maya” obedecen a
que ésta se refiere no a los mayas de la antigüedad sino a quienes se han
autonombrado así (pues sabemos que, como tales, los mayas dejaron de
existir en el siglo X). Esto, en el entendido de que un conglomerado que
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quiera darse un nombre político para librar luchas tendentes a obtener
más poder, está en pleno derecho de hacerlo y, en tal sentido, el nombre
“maya” resulta tan legítimo como cualquier otro.
La variante del movimiento “maya” conocida como culturalista
propone que los indígenas (a los que llama genéricamente “mayas”) y su
cultura no han cambiado a lo largo de los siglos y que existe un
conocimiento secreto y esencial que pervive y que los legitima como
dueños del país, haciendo de los ladinos unos intrusos. Esto se conoce
como esencialismo etnicista, y es una posición intolerante que busca sólo
invertir en la medalla de la dominación étnica.
A lo largo de los años 90, el debate sobre estos asuntos llevó a un
debilitamiento de esta posición, llamada también multiculturalista, en
favor de una postura de dialogo interétnico e intercultural, haciendo del
mestizaje y del respeto a las diferencias el eje de la negociación
interétnica en marcha, la cual forma parte del proceso general de
democratización por el que empezó a transitar el país con el retiro de los
militare del control de Estado. A partir de principios del siglo XXI, sin
embargo, los criterios multiculturalistas de las agencias internacionales
de financiamiento se impusieron y, ahora el esencialismo etnicista se
manifiesta en los cambios del sistema educativo, especialmente en el
llamado Currículo Nacional Base, en el cual Guatemala aparece dividida
en cuatro pueblos diferenciados y sin asomo de mestizaje alguno: el
“maya”, el xinca, el garífuna y el ladino. Como si nuestra multiculturalidad
fuera químicamente pura y no hubiera habido un largo y conflictivo
proceso de mestizajes biológicos y culturales.
El proceso de democratización, después de más de 30 años de
conflicto armado, ha sido difícil. Gobiernos civiles supuestamente
progresistas han caído en la corrupción y la ineptitud, hundiendo al país
en el caos político y en un agudizamiento profundo de la pobreza. Es así
como Guatemala finaliza el siglo XX y entra en el siglo XXI atada al
autoritarismo militarista y a una cultura de la intolerancia históricamente
formada, y cargando el peso muerto de una clase política corrupta y una
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oligarquía cuya a la más moderna participa del dogma derechista del
fundamentalismo mercadológico, es decir, de dejar todo a las leyes del
mercado, de privatizarlo todo y de empequeñecer el Estado para que la
llamada iniciativa privada se adueñe de todos los servicios sociales: la
salud, los transportes, la educación, etc. La dirigencia de la izquierda
(URNG) por su parte, apoyó este estado de cosas porque eso era parte de
lo pactado con los militares en los acuerdos de paz de 1996 y porque sus
miembros buscaban el poder presidencial. Derechas e izquierdas cierran
un siglo y abren otro, asociadas en el negocio de la política, aunque en
pocos años la izquierda queda anulada por sus contradicciones internas y
las competencias desleales entre sus dirigentes, algunos de los cuales han
cambiado de bando y pasado a cerrar filas con los militares y la derecha, a
mediados de la segunda década del siglo XXI, lo que queda de la izquierda
tradicional es un conjunto de individuos dispersos, incapaces de formular
un proyecto nacional-popular y, sobre todo, de agruparse en un
movimiento unitario. La herencia de la derrota pesa sobre ellos como una
maldición.
Mientras tanto, nuevas fuerzas se preparan para continuar el
proceso de democratización local en el marco de una lucha en contra de la
globalización en clave neoliberal, y por una regulación más humana de los
intercambios internacionales y de las relaciones entre capital y trabajo en
lo local. Los índices de desarrollo humano con los que Guatemala cierra el
siglo viejo y abre el nuevo son terribles. Estamos muy atrasados en salud,
educación, empleo y calidad de vida. A mejorar esto es a lo que la
juventud consciente debe abocarse: a una lucha cívica constante por
democratizar la política, la economía y la cultura de nuestro país.
Para ello, es necesario que los tres poderes que constituyen el pilar
de la democracia política: el Legislativo (Congreso), el Ejecutivo
(Presidencia) y la Judicial (Tribunales), así como las instituciones
encargadas de garantizar su buen funcionamiento: la Corte de
Constitucionalidad, el Tribunal Supremo Electoral y la Procuraduría de
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los Derechos Humanos, funcionen sin corrupción interna. Es un deber de
todos nosotros, como ciudadanos, velar porque esto así sea.
También es nuestro deber velar porque las relaciones interétnicas
se democraticen. Lo cual no se logra mediante posturas que dividan a
indígenas y ladinos como dos culturas totalmente diferenciadas, sino
mediante una postura intelectualista que respete todas las formas
posibles de mestizaje que se dan entre nosotros, así como el derecho de
todos a practicar nuestras especificidades culturales, religiosas y
espirituales en un clima de respeto y comprensión mutuos.
En Guatemala todos somos mestizos: los son los ladinos, los
indígenas, los “mayas” e incluso quienes dicen que son “blancos”. Lo que
pasa es que nuestro mestizaje es múltiple, diferenciado y variable; por eso
se renueva. No es uno solo, y por eso a menudo cuesta aprehenderlo. Pero
es innegable que el denominador común de la multietnicidad
guatemalteca es el mestizaje, ya que aquí nadie puede alegar “pureza”
cultural o biológica, sobre todo tomando en cuenta que, de acuerdo con
autorizados estudiosos de Mesoamérica, desde el siglo XVIII dejaron de
existir los “indios puros”. De ese mestizaje complejísimo es que nuestra
cultura extrae su riqueza y esplendor. Si nos sentimos orgullosos de
nuestra cultura, estaremos orgullosos de nuestro mestizaje. Y eso implica
valorar la igualdad de condiciones al componente precolombino e
indígena actual, y al componente europeo de nuestra identidad mestiza.
Si logramos hacer esto en nuestro fuero interno, estaremos forjando
un tipo de guatemalteco con una alta autoestima, orgulloso de ser como
es, y listo para superar los problemas que actualmente tiene el país, a fin
de empujarlo con decisión hacia el futuro.
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BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
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México: Siglo XXI, 2003.
Wolfm, Eric. Pueblos y culturas de Mesoamérica. México: ERA,
1980.
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