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Vulneración de la educación como derecho humano en Guatemala

En Guatemala, el derecho a la educación se encuentra reconocido en el artículo 74 de la


Constitución Política de la República en una dualidad de derecho y obligación: “Los habitantes
tienen el derecho y la obligación de recibir la educación inicial, preprimaria, primaria y básica
dentro de en los límites de edad que fije la ley…”. El artículo 73 de la misma Constitución
reconoce la existencia de los centros educativos privados siempre que éstos operen bajo la
inspección del Estado.

A nivel internacional, la Educación se encuentra reconocida en el artículo 26 de la Declaración


Universal de los Derechos Humanos, y en el artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales. Es de especial relevancia lo que esta última norma
establece: “Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de
los padres y, en su caso, de los tutores legales, de escoger para sus hijos o pupilos   escuelas
distintas de las creadas por las autoridades públicas, siempre que aquéllas satisfagan las
normas mínimas que el Estado prescriba o apruebe en materia de enseñanza,  y de hacer que
sus hijos o pupilos reciban la educación religiosa o moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones.” . En ese orden de ideas, los centros educativos privados se ven directamente
vinculados a la normativa que en la materia emita el Ministerio de Educación.

En el marco del estado de calamidad, es necesario recordar que en el año 2014 se emitió el
Acuerdo Ministerial 247-2014 que creó el Sistema de Gobernanza en la Gestión de Riesgo y
Desastres para la Seguridad Escolar. Si bien el Acuerdo creo una estructura administrativa
encargada de prever situaciones como la actual, también ordenó que todos los Centros
Educativos contasen con un plan de seguridad del centro, e integrar el Comité Escolar de
Gestión de Riesgo (director que preside el comité, y un mínimo de dos docentes para
coordinar el cumplimiento del Plan).

La educación pública, gratuita, laica, de calidad para todas y todos es un derecho humano
fundamental de carácter colectivo, por lo cual el Estado, como garante institucional de los
derechos, es el responsable de su realización. La educación debe estar al servicio de la
dignificación de la vida y de las personas y promover el único desarrollo aceptable: aquel que
tenga como fin la realización de todos los derechos humanos.

La educación como derecho humano se ve amenazado por diferentes fuerzas y concepciones.


Una es la visión economicista que se tiene de la educación, que la considera promotora de
capital humano y por lo tanto impulsora de desarrollo económico, en donde el ser humano es
comprendido fundamentalmente en cuanto su capacidad de aportar al proceso productivo de
bienes y servicios pues en lugar de considerar a los niños y a las niñas como titulares de
derecho se les asume como consumidores de bienes y servicios y a los más pobres como
sujetos de caridad; de la misma manera a los docentes se les tiende a considerar más como
insumos de producción que como agentes activos del proceso de enseñanza.

Otra amenaza al paradigma de la educación como derecho humano es el enorme lucro que se
genera cuando la educación, tomada como servicio y negocio, es comercializada.

La situación actual
La cobertura escolar en Guatemala ha evolucionado refleja un país que vive una de las más
crueles y absurdas paradojas, por un lado, cuenta con uno de los cinco premios Nobel de
literatura de la región y por el otro, tiene uno de los índices más altos de analfabetismo y,
sobre todo, de baja escolaridad en el total de su población.

El derecho a la educación vulnerado, aunque las cifras que se presentan siempre son
discutidas, las últimas informaciones del Ministerio de Educación situaban al analfabetismo
para el año 2017 en 24% de la población mayor de 15 años, con índices más altos en la
población mayor de 40 años y más bajos entre los menores de 30.32 En lo que a la cobertura
escolar se refiere, si bien para el año de 2007 la tasa bruta33 nacional de escolaridad en el
nivel primario era de 113%, la tasa neta nacional era de 95%, con significativos déficits en los
departamentos de Alta Verapaz Quiché, Huehuetenango, Chimaltenango y Sacatepéquez,
donde se concentra el 30% de la población infantil entre los 7 y los doce años. El 11% del total
de la matrícula en el nivel primario está captada por el sector privado, con una alta proporción
en el departamento de Guatemala donde de cada 10 niños inscriptos más de 3 lo están en
centros particulares.

La escasa asignación presupuestaria que históricamente se ha asignado a la educación. No


siendo una prioridad, los recursos dedicados a la construcción de infraestructura, los
materiales educativos y al pago de docentes, siempre han sido mínimos, llegando así a
acumular un déficit marcadamente alto en lo que a inversión y gasto en educación se refiere.
Influidos por los planteamientos pragmatistas de la teoría del Capital humano, los que toman
las decisiones dentro del sector educación consideran los gastos en educación como inversión,
lo que le ha llevado a considerar no sólo las tasas.

Si bien buena parte de esta baja asignación tiene que ver con la manera en que la educación
ha sido entendida, obviándose históricamente su concepción y conceptualización de ser un
derecho inherente e irrenunciable del ciudadano, otra buena parte tiene que ver con la
insistente y marcada presión que los sectores religiosos y conservadores han hecho para evitar
que el Estado se ocupe y encargue de la formación de las nuevas generaciones. Se ha acusado
a los funcionarios públicos de ser incapaces para administrar el sistema escolar y ofrecer
educación e instrucción a las nuevas generaciones, pero es evidente que ese sector ha sido
incapaz de universalizar la cobertura, lograda sólo con relativa calidad en aquellos planteles
dedicados de manera clara y abierta a la formación de las élites a través del pago de altas
cuotas y contribuciones.

En la sociedad guatemalteca el acceso a la escolaridad no es entendido como un derecho sino


como un servicio y, lo que es peor aún, como la dádiva que conceden los que controlan y
usufructúan el poder público a los grupos mayoritarios carentes de los más básicos medios
para proporcionarse una vida digna, el acceso a una escuela capaz de brindar a los individuos
los conocimientos y habilidades básicas para que junto al ejercicio de su ciudadanía los
capacite para adquirir los bienes mínimos necesarios para una vida digna, no constituyó una
prioridad para los políticos de turno.

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