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Tomás Goldwasser

C.I.: 28116766

Monumentalidad en la Arquitectura Moderna

Una de las problemáticas que se presentó en la arquitectura del siglo XX fue la


monumentalidad y cómo esta debía ser concebida dentro del contexto de la
arquitectura moderna. En las primeras décadas del siglo, y con el nacimiento de
nuevas vanguardias artísticas y formas de pensamiento, se pone en tela de juicio el
valor de la monumentalidad en la arquitectura y se plantea su desaparición debido a su
posible obsolescencia con respecto a los nuevos conceptos y principios que
acompañaban a la modernidad. También relacionado con la propuesta de
desprenderse de los símbolos y principios del pasado para construir un nuevo futuro,
aislado de estas concepciones previas.

A principios de siglo podemos ver que algunos arquitectos y pensadores críticos


tenían propuestas de desvinculación de la nueva arquitectura de la monumentalidad,
propuestas fundamentadas en que estos eran conceptos contradictorios que no debían
ser relacionados: “la noción de un monumento moderno implica, en verdad, una
contradicción de sus términos. Si es monumento no es moderno, y si es moderno no
puede ser un monumento.” (Lewis Humford). También existían formas de pensamiento
más drásticas donde se sugería que la manera de conseguir la implantación del nuevo
paradigma en su plenitud era eliminando por completo la arquitectura conmemorativa.

Finalmente se identifica y reconoce la importancia del valor representativo de la


monumentalidad dentro de la modernidad, se rompe con las formas artísticas pasadas
y se generan nuevas propuestas en cuando a espacialidad y plasticidad, pero se
continua con el valor representativo clásico con un desplazamiento en los símbolos y
su impacto emocional con respecto a las épocas anteriores y su concepto de
monumentalidad. Podemos ver que históricamente las obras monumentales responden
a la forma de vida y creencias de los contextos donde fueron implantadas, por ejemplo:
algunas de las obras monumentales más reconocibles son los templos, estos son
estructuras destinadas al culto religiosos que estaban destinados generalmente a la
veneración de los dioses de las culturas que construyeron estos monumentos. En la
modernidad, vemos que el simbolismo continúa siendo el mismo, ya no relacionado con
la construcción de templos sino de estructuras que representen los nuevos intereses y
voluntades de una nueva sociedad.
En el siglo XX, con los todos los cambios que trajo la industrialización y el desarrollo
generado por la primera y segunda guerra mundial, estos intereses y voluntades
estaban relacionados con los nuevos avances tecnológicos, descubrimientos y
creaciones del hombre. Por esto podemos ver que la monumentalidad se empieza a
expresar en edificaciones más cotidianas para el ser humano, como: unidades de
habitación, fábricas, edificios universitarios, edificios de oficinas, entre otros proyectos
que de cierta manera relatan la nueva forma de vida del hombre moderno. Esto se ve
reflejado en el aspecto formal donde, además de los cambios de estética, materiales y
métodos de construcción, se genera un nuevo entendimiento del monumento, no como
el edifico sino como el espacio que este contiene, el espacio donde las personas
realizan las distintas actividades, de esta manera dando a entender al humano y a su
desarrollo como el nuevo monumento.

Partenón. 447 a.C. – 432 a.C. Fábrica de Turbinas AEG. 1910 (Peter Behrens)

Unité d’Habitation de Marseille. 1952 (Le Corbusier) Crown Hall. 1956 (Mies van der Rohe)

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