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Santuario de la Cueva Santa (Altura)

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Santuario de la Cueva Santa de la Villa de Altura
Célebre Santuario
CSanta07 Altura.JPG
Localización
País España
División Altura
Dirección Bandera de España Altura, Castellón, España
Coordenadas 39°50′33″N 0°36′50″OCoordenadas: 39°50′33″N 0°36′50″O (mapa)
Información religiosa
Culto Iglesia católica, Peregrinaciones
Diócesis Segorbe-Castellón
Advocación La Cueva Santa
Historia del edificio
Fundador El Pueblo de laVilla de Altura
Construcción Comenzó en 1503 d. C.
Datos arquitectónicos
Tipo Santuario
Estilo Cueva Cárstica Natural
[editar datos en Wikidata]
El Santuario de la Cueva Santa, ubicado en el término municipal de Altura
(Castellón) forma parte de uno de los más emblemáticos símbolos tradicionales,
culturales, históricos y religiosos del Arciprestazgo de Segorbe, al cual pertenece
Altura, y de la Comunidad Valenciana, se encuentra situado en las laderas
septentrionales de la Sierra de Calderona, en la provincia de Castellón (Comunidad
Valenciana, España), a 12 km de la capital municipal, junto a la carretera CV 245
que enlaza a Altura con Alcublas (Valencia).

Alberga en su interior una advocación mariana con el título de Virgen de la Cueva


Santa, patrona de la Diócesis de Segorbe-Castellón, de Beniarrés, de Santa María de
Dota (Costa Rica), de Piacoa (Venezuela), de Bochalema (Colombia) y de los
espeleólogos.

Se le atribuyen numerosos milagros, entre los que se encuentra el afloramiento del


manantial del Berro de la Villa de Altura.

Índice
1 Ubicación
2 Himnos
2.1 Villa de Altura y Segorbe
2.2 Beniarrés
3 Cueva y capilla
3.1 Exploraciones
3.2 Flora y fauna
4 Virgen de la Cueva Santa
4.1 Patronato
5 Calendario de Romerías
6 Asociaciones de Romeros
7 Véase también
8 Referencias
9 Bibliografía
10 Enlaces externos
Ubicación
La cueva se encuentra en la Villa de Altura, situada a 811 metros de altitud en las
laderas del Montemayor (Montmajor), una de las cimas más altas de la Sierra
Calderona, y en ella se apareció en 1516 una virgen a la que se atribuyen numerosos
milagros confirmados por la Santa Sede.
Himnos
Villa de Altura y Segorbe
A su Cueva María nos llama,
A su trono de gracia y amor;
A la Cueva gozosos volemos,
A rendirle tributo de honor.
En la cumbre de excelsa montaña
La Paloma su nido colgó,
Do sus hijos sustenta y regala
Con manjar de celeste sabor.
Cual vibrantes, seráficas arpas
Sus arrullos sonaron doquier,
Y dos mundos cautivos de amores,
Reverentes, besaron sus pies.
Y, si rústico templo le ofrecen,
Mil sagrarios de ricos diamantes,
Donde puedan sus dones brindar.
A su voz, da la muerte su presa,
A su voz, calma el mar su furor,
A su voz, Satanás el Averno
Huye, loco de espanto y terror.
El Eterno, al mirar se embelesa,
El candor de su faz virginal
Y su gracia sin par, que destila
De bondades copioso raudal.
Es la Cueva precioso venero
De salud, de virtudes, de bien;
En consuelos, encantos y dichas,
Antesala del célico Eden.
A la Cueva gozosos volemos
Que es de Altura la joya mejor,
De Alcublas la gloria más pura
De Valencia la más linda flor.
(D. José Perpiñán y Artíguez, presbítero, que ostentó el cargo de Beneficiado
Maestro de Capilla y Organista de la catedral de Segorbe en 1886; y armonización de
Pedro Tomás Carbó, de la Orden de los Carmelitas de la Antigua Observancia o
Calzados del convento de Onda, ordenado en 1934, y mártir de la Guerra Civil.)1

Beniarrés
De una Cueva que es Santa sois Madre
y en tu Cueva queremos Vivir,
que alimento nos son tus caricias
y sin ellas primero morir.
No te canses, Señora, de vernos
siempre humildes rezando a tus pies,
que el vivir al calor de su Madre
es la vida de Beniarrés.
De mis campos sois lluvia,
de mi casa guardiana,
de mis hijos el ángel
que los sabe guiar.
De mi vida, Señora,
sois el arca de oro
de unos santos amores
que yo quiero guardar.
Que yo ame a mi Patria
con amor que la exalte
y cual Vos le quisisteis
que yo quiera a mi Dios,
y que sean mis hijos
y mi casa y mis campos
para Dios..., para España...,
para honraros a Vos.
De una Cueva que es Santa sois Madre
y en tu Cueva queremos Vivir,
que alimento no son tus caricias
y sin ellas primero morir.
No te canses, Señora, de vernos
siempre humildes rezando a tus pies,
que el vivir al calor de su Madre
es la vida de Beniarrés.

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