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ESCUELA TÉCNICA “RAGGIO”

LENGUA Y LITERATURA. 1° AÑO


TRABAJO PRÁCTICO NÚMERO 9

ALUMNO:
CURSO:

Género narrativo

En literatura, el género narrativo es aquel en el cual se relata una sucesión de acciones realizadas por uno o
varios personajes y contadas por un narrador.

El narrador:

Es quien nos cuenta la historia, no se identifica con el autor de la obra (la persona real que la escribe). Puede
clasificarse teniendo en cuenta dos factores: la ubicación (desde dónde cuenta la historia) y la focalización (sobre
qué o quién se enfoca).

1) En cuanto a la ubicación respecto de los hechos que narra:

a) Narrador dentro de la historia: forma parte de lo que está contando. Puede ser el protagonista o un
personaje secundario, testigo de los acontecimientos.

b) Narrador fuera de la historia: no participa de lo que está narrando ni se identifica con ninguno de los
personajes.

2) En cuanto a la focalización: es decir, la perspectiva o punto de vista que adopta el narrador para contar lo que
sucede y que determina una cantidad de información diferente. Puede tener:

a) Focalización cero: el narrador observa todo lo que sucede, lo que piensan y sienten todos los personajes y
brinda información sobre lo que aconteció, acontece y podría acontecer.

b) Focalización interna: el narrador toma el punto de vista de un personaje. Esto es lo que sucede, por ej., en
las películas de terror. El foco está sobre un personaje y lo que se ve es solo lo que ese personaje ve.

c) Focalización externa: el narrador describe lo que puede verse y oírse, pero no conoce lo que piensa
ninguno de los personajes.

Género fantástico

En este género narrativo se produce un desacomodamiento tanto en los personajes como en los lectores, quienes,
habiendo asumido la lógica del mundo real para interpretar los acontecimientos, se ven desestabilizados por la
irrupción de hechos o elementos extraños que están fuera de la normalidad.
Es decir: en los cuentos fantásticos nos encontramos inicialmente con una situación que podría tomarse
como realista (similar a la realidad). Pero, de pronto, irrumpe un hecho, un personaje o algún elemento que es
sobrenatural y no se puede explicar con las leyes de la realidad. Al finalizar un cuento fantástico, no se da una
explicación lógica ni sobrenatural a los hechos, sino que tanto el o los personajes y el o los lectores se quedan con la
duda, la vacilación, acerca de si lo sobrenatural ocurrió o no.

Temas frecuentes:

1) El doble: existencia de un “otro yo” que habita más allá del personaje y lo interpela.

2) Las mutaciones: transformaciones parciales o completas que convierten a los personajes en algo diferente.

3) Las apariciones: seres sobrenaturales. Supone la coexistencia de dos mundos diferentes, de un más allá.

4) Coexistencia de la realidad y el sueño: las fronteras entre ambos se vuelven difusas.

5) Alteraciones espacio-temporales: perturbados mediante regresiones, tiempos detenidos, realidades paralelas, etc.

Estructura: en la mayoría de los cuentos fantásticos nos encontramos con una estructura narrativa tradicional:

1) Marco: presentación de los personajes, espacio y tiempo. Suelen ofrecerse indicios que permiten inferir qué
pasará o cómo se comportarán los personajes.

2) Situación inicial: plantea un estado de equilibrio que se verá desestabilizado al avanzar el relato.

3) Complicación: ocurre el cambio que permite solucionar (para bien o mal) la complicación.

4) Situación final: se produce un nuevo equilibrio, diferente al del presentado en la situación inicial. No hay una
explicación lógica ni completamente sobrenatural para los hechos ocurridos en el cuento.

Leer el siguiente cuento y responder las preguntas a continuación:

“La Soga”
(Silvina Ocampo)

A Antoñito López le gustaban los juegos peligrosos: subir por la escalera de mano del tanque de agua, tirarse
por el tragaluz del techo de la casa, encender papeles en la chimenea. Esos juegos lo entretuvieron hasta que
descubrió la soga, la soga vieja que servía otrora para atar los baúles, para subir los baldes del fondo del aljibe y, en
definitiva, para cualquier cosa; sí, los juegos lo entretuvieron hasta que la soga cayó en sus manos. Todo un año, de
su vida de siete años, Antoñito había esperado que le dieran la soga; ahora podía hacer con ella lo que quisiera.
Primeramente hizo una hamaca colgada de un árbol, después un arnés para el caballo, después una liana para bajar
de los árboles, después un salvavidas, después una horca para los reos, después un pasamano, finalmente una
serpiente. Tirándola con fuerza hacia delante, la soga se retorcía y se volvía con la cabeza hacia atrás, con ímpetu,
como dispuesta a morder. A veces subía detrás de Toñito las escaleras, trepaba a los árboles, se acurrucaba en los
bancos. Toñito siempre tenía cuidado de evitar que la soga lo tocara; era parte del juego. Yo lo vi llamar a la soga,
como quien llama a un perro, y la soga se le acercaba, a regañadientes, al principio, luego, poco a poco,
obedientemente. Con tanta maestría Antoñito lanzaba la soga y le daba aquel movimiento de serpiente maligna y
retorcida que los dos hubieran podido trabajar en un circo. Nadie le decía: “Toñito, no juegues con la soga.”
La soga parecía tranquila cuando dormía sobre la mesa o en el suelo. Nadie la hubiera creído capaz de
ahorcar a nadie. Con el tiempo se volvió más flexible y oscura, casi verde y, por último, un poco viscosa y
desagradable, en mi opinión. El gato no se le acercaba y a veces, por las mañanas, entre sus nudos, se demoraban
sapos extasiados. Habitualmente, Toñito la acariciaba antes de echarla al aire, como los discóbolos o lanzadores de
jabalinas, ya no necesitaba prestar atención a sus movimientos: sola, se hubiera dicho, la soga saltaba de sus manos
para lanzarse hacia delante, para retorcerse mejor. Si alguien le pedía:
—Toñito, préstame la soga.
El muchacho invariablemente contestaba:—No.
A la soga ya le había salido una lengüita, en el sito de la cabeza, que era algo aplastada, con barba; su cola,
deshilachada, parecía de dragón.
Toñito quiso ahorcar un gato con la soga. La soga se rehusó. Era buena.
¿Una soga, de qué se alimenta? ¡Hay tantas en el mundo! En los barcos, en las casas, en las tiendas, en los
museos, en todas partes... Toñito decidió que era herbívora; le dio pasto y le dio agua.
La bautizó con el nombre Prímula. Cuando lanzaba la soga, a cada movimiento, decía: “Prímula, vamos
Prímula.” Y Prímula obedecía.
Toñito tomó la costumbre de dormir con Prímula en la cama, con la precaución de colocarle la cabecita sobre
la almohada y la cola bien abajo, entre las cobijas.
Una tarde de diciembre, el sol, como una bola de fuego, brillaba en el horizonte, de modo que todo el mundo
lo miraba comparándolo con la luna, hasta el mismo Toñito, cuando lanzaba la soga. Aquella vez la soga volvió hacia
atrás con la energía de siempre y Toñito no retrocedió. La cabeza de Prímula le golpeó el pecho y le clavó la lengua a
través de la blusa.
Así murió Toñito.
Yo lo vi, tendido, con los ojos abiertos.
La soga, con el flequillo despeinado, enroscada junto a él, lo velaba.

1) Resumir el cuento en tres oraciones: una para la situación inicial, una para la complicación y otra para la
resolución.

2) Identificar y explicar cuál o cuáles de los temas frecuentes del género fantástico podés encontrar en este cuento.

3) Redactar un párrafo que dé respuesta a las siguientes preguntas, justificando tus respuestas:

a) ¿Cómo es el narrador de este relato? (repasar la información que está al comienzo del trabajo práctico).

b) ¿Cómo se presenta a sí mismo? Justificar con citas textuales (oraciones sacadas del texto y encerradas
entre
comillas).

4) Redactá un nuevo final para el cuento a partir de “Una tarde de diciembre…”, de forma tal que continúe siendo
fantástico.

5) ¿Por qué podemos afirmar que se trata de un cuento fantástico?

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