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¿Quiénes sufrieron más la reducción de puestos de trabajo tras la crisis?

Luego de la fuerte caída de la actividad económica en el Perú en el segundo trimestre, la producción nacional se ha
venido recuperando a un ritmo mayor que el esperado. Sin embargo, el empleo aún dista mucho de sus niveles
prepandemia. ¿Quiénes han sido los más golpeados y cuál es la velocidad de la mejora laboral?
El golpe de la cuarentena
Si bien en el primer trimestre del año el empleo tuvo una caída por el inicio de la cuarentena a mediados de
marzo, la contracción se agudizó fuertemente en el segundo trimestre. Según cifras del INEI, el empleo total en el
ámbito nacional cayó 39,6% en este período, lo que equivale a una pérdida de 6,7 millones de empleos respecto al
mismo período del 2019.
De acuerdo con las características de los trabajadores, esta reducción fue mayor entre la población femenina (-
45,3%), la población de 14 a 24 años (-43,7%) y entre aquellos con educación superior no universitaria (-46,3%).
Según actividad económica, la construcción fue el sector más afectado (-67,9%). Por el contrario, se vio un
incremento del empleo en la agricultura (22,6%).
Asimismo, según las estadísticas de la Planilla Electrónica del Ministerio del Trabajo (MTPE), el empleo formal
privado se redujo en 10% frente al segundo trimestre del 2019. Además, al analizar este tipo de empleo por
regiones, las dos más golpeadas fueron Loreto (-24,4%), en línea con la propagación del COVID-19 en esta región, y
Cusco (-22,2%), ante la paralización de los servicios de viajes y turismo.
Por el contrario, la menor contracción del empleo privado formal fue en Lambayeque (-1,2%), lo que se vincula
con el crecimiento de su actividad agropecuaria. Cabe destacar el fuerte incremento del trabajo remoto ante las
medidas de inmovilización social obligatoria.
De acuerdo con el MTPE, el número de puestos de trabajo en alguna modalidad de teletrabajo –completo o
mixto– se incrementó de un promedio de solo 1.840 en el 2019 a más de 169 mil en mayo del 2020, un
incremento de más de 90 veces. En tanto, el trabajo presencial se redujo en un millón de personas en el mismo
lapso: de un promedio de 3,6 millones en el 2019 a 2,6 millones en mayo del último año
Recuperación lenta
Al tercer trimestre del año, la economía peruana mostró signos de recuperación. En octubre, el PBI apenas cayó en
3,8% y se espera que la economía alcance los niveles prepandemia en el primer trimestre del 2022. Sin embargo, a
pesar de mejoras, el empleo continúa golpeado.
En este trimestre, la población ocupada en el ámbito nacional disminuyó en 17,1%, lo cual representa una mejora
de 22,5 puntos porcentuales (pp.) respecto a la caída vista en el trimestre previo. No obstante, esta cifra equivale
a una pérdida de casi tres millones de empleos respecto al mismo trimestre del 2019.
(Informe IPE - El Comercio)
Pobreza mundial: ¿Cómo ha impactado el COVID-19 la situación?
El COVID-19 ha tenido un severo impacto en la economía mundial. Las proyecciones de crecimiento económico de
las diferentes naciones se han reducido considerablemente, incluso llegando a alcanzar cifras negativas. Los
efectos en los ingresos de la población mundial también han sido considerables y han resultado en muchos casos
en el retorno a la pobreza. Desde 1998, año de la crisis financiera asiática, la pobreza mundial seguía una
tendencia a la baja. No obstante, a partir del impacto estimado del COVID-19 en las economías, ahora se proyecta
un incremento en el presente año y el próximo. Es importante entonces, comprender cómo medimos la pobreza y
cómo el coronavirus ha afectado estas mediciones, así como dar un vistazo a lo que hemos observado en Perú.
¿A qué nos referimos con pobreza?
Actualmente, el Banco Mundial define que una persona vive en pobreza cuando sus ingresos son inferiores a $3.2
diarios y que vive en extrema pobreza cuando aquellos son inferiores a $1.9. Este método se llama “línea de
pobreza”. El Banco Mundial estimaba en el 2017 que 9.2% de la población estaba en una situación de pobreza
(aproximadamente 689 millones de personas). En el Perú, también se utiliza el método la línea de pobreza, pero el
límite se define a partir de la construcción de una canasta de consumo mínima socialmente aceptable. La canasta
básica de alimentos define la línea de pobreza extrema (S/187 en 2019). Cuando a dicha canasta se le añaden el
valor monetario necesarios relacionado a las necesidades no alimentarias esenciales (transporte, vestimenta,
vivienda, salud, etc.) se define la línea de pobreza (S/352 en 2019). En 2019, se tenía que 20.2% de la población
peruana vivía en pobreza total y 2.9% en pobreza extrema.
¿Y qué ha pasado en Perú?
Según el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS), la pobreza en el Perú incrementó entre 8% y 10%, con
mayor impacto en las zonas urbanas hasta el mes de agosto, con proyecciones a que se agravaría en los siguientes
meses. Por otro lado, UNICEF proyecta que el segmento etario más afectado sería los niños y adolescentes
jóvenes, los cuales pasarían de tener un índice de pobreza de 26.9% en el 2019 a un 39.9% en 2020 como
consecuencia directa de la pandemia. Esta misma entidad proyecta que para la población en general el incremento
será de 10.1% (20.2% en 2019 a 30.3% en 2020). El impacto en menores de edad se daría con mayor énfasis en las
zonas rurales. Representantes de UNICEF, indicaron que Perú podría retroceder 10 años en materia de pobreza de
no tomar las medidas necesarias.
Fuente :diario gestión. 16/11/2020
El desempleo en Perú creció el 9,6 % entre julio y septiembre por la covid-19
El desempleo a nivel nacional en Perú creció al 9,6 %, entre julio y septiembre últimos, lo que significa que más de
un millón de personas busca empleo en las zonas urbanas, después de la cuarentena impuesta en el país por la
pandemia de la covid-19.
La tasa de desempleo nacional estuvo cerca de triplicarse en el tercer trimestre del año, al pasar de 3,5 % en ese
mismo periodo del 2019 al 9,6 % del 2020, según la Encuesta Nacional de Hogares del Instituto Nacional de
Estadística e Informática (INEI).
La cuarentena impuesta desde mediados de marzo hasta fines de junio para contener el avance del virus generó
un duro golpe en la economía peruana por el cierre casi total de su actividad productiva.
Sin embargo, el Ejecutivo aceleró la reactivación de la economía a partir de julio y pese a que los contagios han
superado los 937.000 casos en la actualidad.
MÁS DE UN MILLÓN BUSCAN TRABAJO
En el área urbana, el desempleo creció a 12,3 %, entre julio y septiembre pasados, dado que 1.464.800 personas
estuvieron en búsqueda activa de trabajo.
La población ocupada en Perú se redujo en 2,9 millones de personas, sobre todo en las zonas urbanas, es decir,
que cayó en 17 %, respecto al mismo trimestre del año pasado.
Del total de 33 millones de habitantes en el país, alrededor de 14,2 millones personas contaban con un empleo
hasta septiembre.
Las regiones del país más afectadas son la costa, donde se concentran las ciudades más grandes del país, pues la
población ocupada ha caído en 23 %, seguida por la sierra que sufrió una disminución de 11,8 % y la selva con una
contracción de 5,5 %.
DESEMPLEO DE 16,4 % EN LIMA
En el caso de Lima, la capital peruana con cerca de 10 millones de habitantes, el desempleo subió a 16,4 %, entre
agosto y octubre últimos, dado que 761.400 personas manifestaron estar en búsqueda activa de empleo.
Durante esos meses, la población ocupada de Lima se ha reducido en 21,5 % y su Población Económicamente
Activa disminuyó a 3.872.800 trabajadores.
Por actividades productivas a nivel nacional, la caída del empleo se produjo principalmente en Minería (-54,6 %),
Pesca (-35,9 %), Servicios (-30,6 %) y Comercio (-29,7 %), mientras que la crisis impulsó el empleo en la actividad
agropecuaria en 20,5 %.
INGRESO PROMEDIO DE 400 DÓLARES
A su vez, los ingresos de los trabajadores se redujeron en 36 % en el tercer trimestre del año, debido a las medidas
aplicadas por las empresas de reducción de sueldos y de horas laborales por los cambios impuestos en el trabajo
presencial.
El ingreso promedio mensual en Lima se redujo a 1.507 soles (418 dólares) en vista a que los ingresos de los
trabajadores hombres disminuyeron 17 % en promedio, mientras que los de las trabajadoras mujeres lo hicieron
en 11 %, de acuerdo a los datos de la Encuesta Permanente de Empleo del INEI.
Fuente: EFELima16 nov. 2020
La actividad de Perú, en jaque por las medidas de contención del coronavirus
Perú esperaba que el 2020 fuera un año de crecimiento sostenido y recuperación económica tras un 2019 de
estancamiento y de una crisis política generada entre el Poder Ejecutivo y Legislativo. Conforme avanzaron los
meses los problemas políticos se superaron y se abrían nuevas posibilidades para la economía peruana.
Así, las proyecciones optimistas eran de 4% de crecimiento, después de un año, 2019, en el que el avance del PIB
fue apenas de 2,9%, la cifra más baja en diez años, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
En resumen, 2020 asomaba como un año de avance cuya base sería la producción minera y un aumento el gasto
público además de una renovada confianza empresarial lo que hacía suponer que vendría una etapa de
crecimiento, a pesar del contexto general de estancamiento en América Latina.
Sin embargo, la aparición del coronavirus (y la enfermedad COVID-19) en China, hasta convertirse en una
pandemia global, hizo que las perspectivas de Perú cambiaran abruptamente cuando se reportó en marzo su
primer caso y el presidente Martín Vizcarra declaró el estado de emergencia. El país se enfrentaba a un enemigo
sorpresivo, desconocido y ante el cual hasta ahora no tiene una cura a corto plazo.
Las políticas económicas adoptadas desde los 90 han generado recursos que ahora se movilizan para combatir la
pandemia
La rápida expansión de esta enfermedad hizo que el Gobierno declarara una cuarentena nacional y una
paralización de casi todas las actividades económicas del país, un "primer martillazo" -en palabras del propio
Vizcarra- que evitó un mayor número de contagiados pero que frenó súbitamente el aparato productivo.
Las consecuencias han sido notorias: fábricas paralizadas, aeropuertos cerrados y asentamientos mineros
inactivos, lo que se traduce en que el 44% la actividad económica del país cerró. Resultado de todo esto es que el
pronóstico para 2020 es una contracción del PIB peruano del 4,7, según el Banco Mundial (BM).
Entre los sectores más afectados por la paralización económica se encuentran el sector minero, la construcción,
los servicios, el comercio y el turismo, cuyas actividades son la base del crecimiento del país y del empleo formal.
Así, la paralización económica y la nueva normalidad que debe evitar la aglomeración de las personas ha traído un
aumento del desempleo, una quiebra masiva de negocios pequeños y un retraimiento en el consumo.
Tal como menciona un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 66% de peruanos manifestó que
perdió su trabajo y un 70% de pequeños negocios cerraron. Si a esto le sumamos que el 70% de los peruanos están
en la economía informal el riesgo de miles caigan en la pobreza es alto.
Ya el presidente Martín Vizcarra declaró que el efecto del coronavirus en la economía peruana podría ser la peor
crisis económica de su historia, mientras que organismos internacionales ya hablan de una "década pérdida" para
toda Latinoamérica.
Ante la inminencia de una recesión económica, el Gobierno peruano inmediatamente empezó a tomar medidas
para frenar la crisis, recurriendo a los activos generados durante la época de bonanza y disciplina fiscal que hubo
en las últimas décadas.
Recuperación económica
El Poder Ejecutivo ha implementado medidas de recuperación económica que consisten en inyectar 23.600
millones de euros (26.000 millones de dólares, es decir, el 12% del PIB) destinados a aumentar el gasto social y a
dar estímulos a las empresas para no que quiebren. El plan se ha considerado uno de los más ambiciosos de
América Latina. Las medidas apuntan a evitar la ruptura de la cadena de pagos con medidas como: subsidios de
35% a las planillas de empresas, el Fondo de Apoyo Empresarial a la Mype -orientado a compañías micro y
pequeñas-, la flexibilización de las relaciones laborales, subsidios directos a familias vulnerables, la liberación de
fondos privados de pensiones, suspensión de cobros de servicios como electricidad, entre otras.
Así, en menos de dos meses el Perú dejó el liberalismo económico ortodoxo que caracterizaba a un aumento de la
intervención estatal en la economía, que ahora ya no es mal visto por los analistas, sino que se estima algo
necesario, aunque eso signifique un aumento del déficit fiscal.
Incluso medidas aprobadas por el nuevo Congreso, como liberar el 25% de los fondos privados de pensiones, que,
si bien en un principio causaron las críticas de diferentes sectores empresariales, sí había confianza en que el
Ejecutivo tomaría medidas de contención.
Otra acción considerada exitosa fue la venta de unos 2.700 millones de euros (3.000 millones de dólares) en bonos
soberanos en el mercado internacional para financiar el plan contra la pandemia, que además mostró la confianza
de los agentes internacionales en la solidez de la economía peruana.
Como resultado de esto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha colocado al Perú entre los países de América
Latina con capacidad de recuperarse más rápido y estimando un crecimiento de 5% en el mejor de los casos para
el 2021.
Economía pos-COVID-19
Ya el Gobierno anunció que la reactivación económica se realizará gradualmente y que en el mejor de los
escenarios habrá un 70% de actividades funcionando en los próximos meses, con lo cual se podría evitar una crisis
mayor.
De esta manera, los primeros sectores en reanudar sus actividades serán: minería, industria, construcción,
servicios y comercio. De este grupo, se espera que la gran minería, la pesca industrial y los proyectos de
construcción del Plan Nacional de Infraestructura sean los que lideren el crecimiento por unos meses.
La velocidad con la que se reactivarán estos sectores dependerá de los protocolos sanitarios que establezcan las
autoridades de salud y del factor contagio que estará presente siempre hasta que no se descubra una vacuna.
Por otro lado, hay dilemas reales, como que una reactivación económica apresurada en un momento en que aún
no se ha reducido la expansión del virus pueda provocar que suba el número de contagiados. Vale recordar que
Perú es el segundo país después de Brasil con más casos confirmados (más de 90.000) en América Latina.
Otro escenario posible es que haya una segunda ola de coronavirus que disemine más la enfermedad y que
implique nuevamente el cierre de las actividades sociales y económicas, tal como ocurre en otros países que
relajaron las medidas de aislamiento.

El modelo económico peruano deberá repensar su enfoque en medidas sociales después de la pandemia
Por otro lado, Perú también enfrentará un entorno internacional adverso, donde, si bien habrá demanda de
materias primas, su costo sería menor. Por ejemplo, se proyecta que el precio del cobre llegue a 2,85 dólares la
libra, según estimó BBVA Research.
Ante este escenario, los especialistas ven que el crecimiento será en el mejor de los casos el segundo semestre del
año para luego repuntar en el 2021. Definitivamente del 2020 solo se puede esperar que sea un año perdido.
Con esta situación, se espera que la inversión pública se incremente y que ahora la prioridad serán sectores como
salud, educación o proyectos de infraestructura pendientes. Pues si hay una lección de esta crisis es que el modelo
peruano acumuló riquezas las últimas décadas, pero la salud o las políticas sociales siempre fueron temas
secundarios que pudieron ubicar al país en una posición mejor.
La crisis generada por el coronavirus está poniendo a prueba la política económica implantada desde la década de
los 90, ahora los líderes que defienden este modelo deberán mostrar flexibilidad y adaptación ante un escenario
incierto. Las recetas que antes sirvieron ahora tendrán que cambiar ante el comportamiento desconocido de un
virus.
Los bancos privados frente a la crisis del coronavirus en el Perú
 Incluso en tiempos de coronavirus la banca gana: por cada bono de 380 soles del Gobierno, los cajeros
automáticos de las entidades bancarias privadas le cobraron al Banco Nación 1 dólar. Es decir, 1,7 millones de
soles que podrían haber ido al bolsillo de los más afectados por esta crisis[ii].
 Algunos bancos suprimieron los intereses adicionales que demanda una reprogramación de deuda, pero no
los intereses del mes pactados en el crédito. Mientras tanto, el costo de los créditos de consumo y de las
tarjetas de crédito está entre los más altos del continente. De acuerdo a información de la Superintendencia
de Banca, Seguros y AFP (SBS), los intereses promedio que cobran los bancos por las tarjetas de crédito de
consumo varían entre 23% y 150%[iii].
 Otro tanto ocurre con las comisiones. Por sólo poner un ejemplo, en el BCP, el mayor banco del Perú, una
Cuenta Digital paga actualmente por el traslado de fondos desde S/9.00 (US$3.60) a S/350.00 (US$140) y una
Cuenta Sueldo puede llegar a pagar por operaciones adicionales de retiros de fondos de S/3.50 a S/5.00.
 Una auditoria interna de PWC revelaba que solo en 2018 las comisiones por servicios bancarios del BCP
fueron de 379 millones de soles, 711 millones de dólares, más de lo que se gasta en remuneraciones y gastos
sociales de sus 27mil empleados, 527 millones de dólares. Con las comisiones de un mes del BCP, se podrían
comprar 60 millones de mascarillas. El BCP, con un 20% de cuota de mercado bancario de la población
bancarizada del Perú, estaría cobrando en comisiones casi 400 dólares anuales de media por cada cliente[2].
 En ese marco, la bancarización sigue siendo un privilegio de clase. Según un estudio de Apoyo Consultoría
(agosto 2018), sólo el 41% de los adultos entre 18 y 70 años de edad son clientes de algún banco, caja o
financiera[iv].
 Entre enero y septiembre del 2019, Indecopi[3] recibió unas 27 mil reclamaciones contra los bancos y
financieras, convirtiendo al sector en el más denunciado de Perú. Según su Reporte de Estadísticas
Institucionales del 2019, en segundo lugar -muy lejos- quedó el transporte aéreo con alrededor de 6 mil
reclamos en dicho período[v]. Es decir, los bancos concentran cerca del 40% de los reclamos en el país. Los
reclamos más presentados entre los bancarios fueron de largo los de las tarjetas de crédito, un 59%[vi].
Contexto
 En el Perú las tasas de interés estuvieron reguladas hasta el Gobierno de Alberto Fujimori (el artículo 9° de la
Ley N° 26.702, del año 1996, permite a las empresas del sector financiero señalar libremente las tasas de
interés, comisiones y gastos para sus operaciones activas, pasivas y servicios).
 Sólo cuatro grandes bancos (BCP, Interbank, BBVA y Scotiabank) manejan más del 80% de los depósitos de
dinero nacionales. Su absoluto control sobre el sistema financiero les permite mantener elevados los costos
de transacción general a los usuarios y adoptar prácticas oligopólicas en perjuicio de los usuarios:

o El Banco de Crédito del Perú (BCP). El mayor banco del Perú. Su propietario es Dionisio Romero,
quien aseguró haber realizado un aporte en efectivo de US$ 3,65 millones a la campaña de Keiko Fujimori
(Fuerza Popular) en las elecciones presidenciales del año 2011.
o El Banco Internacional del Perú S.A.A. (Interbank) El propietario del Grupo Interbank, Carlos
Rodríguez Pastor, es considerado el hombre más rico del Perú, con una fortuna calculada en 4.100
millones de dólares. Este empresario confirmó el año pasado haber realizado “contribuciones
bancarizadas” por más de 370 mil dólares a la Confiep entre los años 2010 y 2011.
o El BBVA Perú. El presidente de su directorio es Alex Fort Brescia, empresario peruano que, además,
lidera RIMAC Seguros. La familia Brescia es la más rica del país, con una fortuna estimada de 7.500
millones de dólares, ocupando el cuarto lugar de las familias más adineradas de América Latina.
 Desde que comenzó el ciclo fujiaprista, el sector financiero ha obtenido fabulosas ganancias en Perú. Sólo
el año pasado las utilidades bancarias aumentaron un 14%[i]. Por contraste, el sueldo mínimo en el Perú
no sufre ninguna modificación desde marzo de 2018.
 Por solo poner un ejemplo, la capitalización bursátil del BCP pasó de 2,266 en enero de 2015 a 5,29 en
enero de 2020, multiplicando por 2,3 veces su valor. Mientras tanto, solo en el año 2019, el sector público
no financiero registró un déficit económico de más de 12 mil millones de soles. Mientras todos pierden, la
banca gan
¿Por qué las clínicas cometen abusos y el Estado no hace reformas de fondo?
El negocio privado de la salud en el Perú está en constante crecimiento. Actualmente existen veinte aseguradoras,
cuatro Empresas Prestadoras de Servicios de Salud  (Rimac, Mapfre, Sanitas y Pacífico) y más de 11.000 clínicas,
consultorios privados y centros odontológicos que ofrecen atención médica. Sin embargo, desde que se abrió el
mercado de la salud en 1997, hace 23 años, no existió un organismo público que supervisara la calidad de la
atención prestada. Recién desde el 2013, los pacientes cuentan con una entidad encargada de resolver reclamos y
denuncias por abusos o negligencias médicas cometidas en el sector privado: la Superintendencia Nacional de
Salud (Susalud).
Antes de ese año, las personas afectadas por un mal servicio solo podían recurrir -al margen de iniciar una larga
demanda en el Poder Judicial- al Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la
Propiedad Intelectual (Indecopi). Entre el 2010 y junio del 2020, esta entidad sancionó a 313 establecimientos de
salud privados del país con multas y medidas correctivas por sus malas prácticas. Sin embargo, el Indecopi no
actuó como supervisor de la calidad de los servicios de salud privados, sino como árbitro a pedido de los pacientes
afectados. A su comisión de protección al consumidor llegaron denuncias por cobros indebidos, malos tratos
administrativos y demandas contra establecimientos que causaron daños irreversibles en la salud de sus
pacientes.
Pese a ser la entidad pública encargada de proteger los derechos de los usuarios en los servicios de atención
médica, la labor de SuSalud ha sido limitada, como se ha evidenciado en la crisis por la pandemia. En los últimos
días varios medios reportaron denuncias de pacientes COVID-19 atendidos en clínicas que les exigieron pagos de
entre 100.000 y 700.000 soles por todos los servicios prestados. En esos casos, SuSalud dijo que no pudo
intervenir debido a que no está facultada como entidad evaluadora y reguladora de las tarifas de los servicios, sino
solo como fiscalizadora de la calidad de la atención.
Después de varias semanas de quejas de decenas de usuarios, el presidente de la República, Martín Vizcarra,
declaró ayer que si en un plazo de 48 horas las clínicas no integraban la mesa de negociación planteada por el
Ministerio de Salud para establecer acuerdos sobre las tarifas cobradas a los pacientes COVID-19 se suprimirá sus
derechos de propiedad. Esta medida está contemplada en el artículo 70 de la Constitución peruana y puede
aplicarse por razones de seguridad nacional o de necesidad pública. 
Tras el ultimátum del presidente de la República, las clínicas volvieron anoche a la mesa de negociación con el
Gobierno para fijar las tarifas que cobrarán por la atención a los pacientes con COVID-19 que derive el Estado
El monto fijado es de 55.000 soles más IGV por un periodo indeterminado de días de atención que puede ir
desde uno hasta más de 30 días. Aún ha quedado pendiente negociar el pago de las deudas de las atenciones
dadas a los pacientes del SIS en los servicios privados.

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