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M arí a P i l ar Garcés Gó m ez (ed .

L o s a dve r bios c on f unc ión disc ur siva :


pr oc e sos de f or ma c ión y e voluc ión
L IN GÜÍS T IC A IB ER OAM ER IC ANA
Vo l . 5 7

DIRECTORES:

MARIO BARRA JOVER, Université Paris VIII


IGNACIO BOSQUE MUÑOZ, Universidad Complutense de Madrid
ANTONIO BRIZ GÓMEZ, Universitat de València
GUIOMAR CIAPUSCIO, Universidad de Buenos Aires
CONCEPCIÓN COMPANY COMPANY, Universidad Nacional Autónoma de México
STEVEN DWORKIN, University of Michigan
ROLF EBERENZ, Université de Lausanne
MARÍA TERESA FUENTES MORÁN, Universidad de Salamanca
DANIEL JACOB, Universität Freiburg
JOHANNES KABATEK, Eberhard-Karls-Universität Tübingen
EMMA MARTINELL, Universitat de Barcelona
JOSÉ G. MORENO DE ALBA, Universidad Nacional Autónoma de México
RALPH PENNY, University of London
REINHOLD WERNER, Universität Augsburg
M a r í a P i l ar Gar cés Gómez ( ed.)

Los adverbios con función discursiva:


procesos de formación y evolución

Iberoamericana • Ve r v u e r t • 2013
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© Iberoamericana, 2013
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ISBN 978-3-95487-326-5 (Vervuert)

Depósito Legal: M-35667-2013

Diseño de la cubierta: Carlos Zamora


Impreso en España
Este libro está impreso integramente en papel ecológico blanqueado sin cloro
ÍNDICE

María Pilar Garcés Gómez


PRESENTACIÓN……………………………………………………………… 9

Martin Hummel
La dimensión intercultural de la expansión diacrónica de los adverbios en
-mente .......................................................................................................... 15

Joan G. Burguera Serra/Mònica Vidal Díez


Usos y valores de los adverbios de ámbito en español .............................. 43

José Luis Herrero Ingelmo


Los adverbios emotivo-afectivos: la formación del paradigma ................. 65

Javier Rodríguez Molina


Trayectoria diacrónica de los adverbios de manera no intencionales ........ 109

María Belén Villar Díaz


La evolución de los adverbios y locuciones adverbiales de modalidad
epistémica .................................................................................................... 157

Carmela Pérez Salazar


A lo mejor, lo mismo. De la comparación y la identidad a la modalización
epistémica .................................................................................................... 201

Santiago U. Sánchez Jiménez


La evolución de algunos adverbios evidenciales: evidentemente, incues-
tionablemente, indiscutiblemente, indudablemente, naturalmente, obvia-
mente ........................................................................................................... 239

María Pilar Garcés Gómez


La formación y evolución del paradigma de los operadores discursivos
matizadores de la veracidad del enunciado ................................................ 275
Rafael García Pérez
La evolución de los adverbios de foco en español: adverbios focalizado-
res de exclusión, inclusión y aproximación ................................................ 317

LOS AUTORES ................................................................................................ 389


P R E S E N TA C I Ó N

MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

Los estudios sobre partículas discursivas en español desde una perspectiva


sincrónica han gozado de un gran interés por parte de los investigadores, en espe-
cial, en los últimos treinta años, lo que ha permitido abordar su análisis desde
distintas metodologías como la Lingüística del texto, la Teoría de la argumenta-
ción, la Teoría de la relevancia, el Análisis del discurso o la Sociolingüística,
entre otras. El interés por el estudio de estos marcadores desde una perspectiva
diacrónica se ha desarrollado más tardíamente, especialmente en la última déca-
da, y su desarrollo ha estado vinculado a las diversas perspectivas metodológicas
relacionadas con la Teoría de la gramaticalización, que explican los mecanismos
por los que elementos ya existentes en el sistema lingüístico se convierten en
marcadores discursivos a través de la convencionalización de inferencias asocia-
das a una determinada construcción, y a las aportaciones de la Teoría de las tradi-
ciones discursivas, que intenta mostrar cómo se realiza y desarrolla la extensión
de los nuevos significados condicionada por determinadas normas sociales y cul-
turales.
En este nuevo marco de la investigación historica, el objetivo de este libro es
analizar la evolución de un conjunto de adverbios y locuciones adverbiales –los
adverbios de foco, los adverbios de tópico y los adverbios y locuciones adverbia-
les modificadores de la enunciación y del enunciado– que se caracterizan por
haber adquirido funciones discursivas relevantes en su desarrollo diacrónico.
El planteamiento general de todos los capítulos que componen este libro es
realizar un análisis de la evolución de estas formas desde una perspectiva teórica
y descriptiva. En el aspecto téorico, se trata de formular hipótesis explicativas de
cómo han surgido las distintas clases de adverbios y locuciones adverbiales seña-
ladas a lo largo de la historia de la lengua; de cómo se han conformado los dis-
tintos paradigmas en los que se integran, de exponer los procesos de cambio
experimentados por estas unidades lingüísticas –con adquisición, pérdida o
modificación de valores– y de determinar cuáles son los mecanismos que favore-
cen su creación y extensión.
En el aspecto descriptivo, el origen de estos elementos es heterogéneo;
muchos proceden de la evolución de unidades que inicialmente presentaban un
significado referencial que modifican total o parcialmente, para adquirir un sig-
nificado vinculado a la función que desempeñan en el discurso. Este cambio
10 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

tiene repercusiones en el plano sintáctico, ya que se producen variaciones en


cuanto al tipo de incidencia, y en el nivel semántico, dado que permite que estos
elementos se conviertan en señales que delimitan el marco de interpretación del
enunciado (adverbios de tópico), manifiestan la actitud del hablante hacia lo que
dice (adverbios de la enunciación), o se centran en el contenido informativo del
mensaje, mostrando distintas actitudes del hablante hacia lo dicho (adverbios del
enunciado) o resaltando un segmento del enunciado sobre el conjunto de alterna-
tivas posibles con las que se contrapone expresa o tácitamente (adverbios de foco).
Las propuestas teóricas, metodológicas y descriptivas que se aúnan en los
diversos capítulos que conforman este libro en relación con las distintas clases
de adverbios analizadas tendrán, además, una aplicación lexicográfica, pues las
propuestas derivadas de estas investigaciones serán incorporadas a la elabora-
ción del Nuevo diccionario histórico de la lengua española (NDHE) que se está
realizando en la Real Academia Española, bajo la dirección del académico José
Antonio Pascual Rodríguez.
Para elaborar este proyecto, hemos contado con la colaboración de los miem-
bros del equipo de investigación que está colaborando en las tareas de represen-
tación de estas unidades léxicas en el NDHE y de investigadores de relieve inter-
nacional que comparten su interés por el estudio de los marcadores discursivos
desde una perspectiva diacrónica.
El trabajo de Martin Hummel traza una visión panrománica de la diacronía
de una serie de adverbios en -mente (solamente, realmente, efectivamente, sim-
plemente, absolutamente, totalmente, prácticamente, evidentemente, normal-
mente, exactamente) y compara la evolución de estas formas en las lenguas
románicas con sus correlatos en inglés para sustentar la hipótesis de que el de-
sarrollo diacrónico se realizó sobre principios y modelos comunes; en este sen-
tido, se destaca la importancia de la tradición culta compartida del latín escrito
y hablado, que tuvo un impacto decisivo en el desarrollo de las lenguas roman-
ces. Por otra parte, es posible considerar que la expansión intercultural no es
tanto un fenómeno explicable a nivel de lexema, como una técnica de construc-
ción que se generaliza y se extiende a unidades disponibles en la lengua, sin
necesidad de préstamo.
El análisis de la evolución de los adverbios de tópico se trata en el capítulo de
Joan G. Burguera Serra y Mònica Vidal Díez, donde realizan un análisis de los
“adverbios de ámbito”, terminología que les permite integrar dentro de esta eti-
queta los usos adverbiales que aluden a una perspectiva o punto de vista, así
como a los usos relativos a un modo o manera de proceder. En este grupo de
adverbios, destacan la necesidad de recurrir a los usos y significados de los adje-
tivos originarios a fin de justificar ciertos usos periféricos en relación con el uso
prototípico de los adverbios de ámbito.
PRESENTACIÓN 11

La investigación de José Luis Herrero Ingelmo se centra en la diacronía de los


adverbios y locuciones adverbiales que configuran el paradigma evaluativo (emo-
tivo-afectivo). En él establece los elementos nucleares positivos –por suerte, feliz-
mente–y negativos –por desgracia– del periodo clásico que surgen en el siglo XVI
y los de la época moderna –por fortuna, del siglo XVIII, y afortunadamente del XIX
en los positivos y lamentablemente y desgraciadamente en el XVIII en los negati-
vos– que se van a imponer a los demás elementos del paradigma evaluativo que
van quedando como elementos marginales en su desarrollo histórico.
La aportación de Javier Rodríguez Molina se refiere al paradigma de los
adverbios de voluntad no intencional en los que ha establecido los dos periodos
más importantes de su formación. El siglo XV marca una frontera clara en la dia-
cronía de estos adverbios, ya que se produce la pérdida o retroceso de las formas
medievales –por aventura, por ocasión– y se introducen otras nuevas constitui-
das sobre cultismos latinos –acaso, por accidente–. El siglo XVIII marca otra
frontera importante pues, a partir de esa época, se desarrolla un nuevo proceso de
desaparición de adverbios con la pérdida de por aventura, acaso, por caso, al
descuido, así como la integración de otros nuevos –por casualidad, por azar,
fortuitamente– y se resuelven, en el español contemporáneo, algunos fenómenos
de variación entre adverbios antiguos y modernos.
El objetivo del capítulo de María Belén Villar es esbozar un panorama gene-
ral de la evolución diacrónica de cinco unidades léxicas: realmente, en realidad,
ciertamente, por cierto y seguramente, pertenecientes al paradigma de la moda-
lidad epistémica. En su proceso evolutivo, se pone de relieve que los adverbios y
las locuciones adverbiales se gramaticalizan con frecuencia dando lugar a la apa-
rición de marcadores discursivos considerados no solo como unidades dotadas
exclusivamente de un significado procedimental, sino, en un sentido más amplio,
como elementos capaces de guiar las inferencias del discurso, relacionando la
intervención del emisor con el contexto previo o con un universo compartido por
los participantes en la comunicación. La autora ha puesto de relieve, asimismo,
que, para dar una explicación satisfactoria de la evolución de los adverbios de
modalidad epistémica, es necesario considerar la historia de todos y cada uno de
los elementos que integran el paradigma, pues solo teniendo en cuenta los cam-
bios producidos en el interior es posible entender adecuadamente los distintos
procesos de gramaticalización y, sobre todo, sus diversos resultados.
El propósito del capítulo redactado por Carmela Pérez Salazar es tratar el
desarrollo histórico de dos secuencias adverbiales que se han capacitado para
transmitir posibilidad o incertidumbre, las locuciones a lo mejor, lo mismo, con
la intención de descubrir a través de los textos sus procesos de gramaticalización
y pragmatización. El examen diacrónico de las locuciones a lo mejor, lo mismo
muestra su vinculación con la modalidad epistémica y, al mismo tiempo, permite
12 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

observar la especialización de ambas en distintas funciones pragmáticas, convir-


tiéndose de este modo en entidades polifuncionales.
El capítulo de Santiago U. Sánchez Jiménez analiza un grupo de adverbios
evidenciales de refuerzo cuya función discursiva es intensificar la aserción: evi-
dentemente, incuestionablemente, indiscutiblemente, indudablemente, natural-
mente, obviamente. Estos adverbios presentan una estructura morfológica seme-
jante y lo que permite señalar la individualidad de cada uno de estos elementos
dentro del conjunto es el significado de la base léxica del adverbio, más o menos
próximo al contenido discursivo que expresan, y la incorporación del adverbio a
la historia del idioma. Naturalmente se documenta desde el siglo XIII y por eso
experimenta también una mayor evolución; en el siglo XV se incorpora a la histo-
ria del idioma evidentemente; en el XVI indudablemente y su variante indubita-
blemente, y en el XIX obviamente, incuestionablemente e indiscutiblemente.
Estos adverbios conforman el paradigma de adverbios que desempeñan la fun-
ción de reforzadores de la aserción, pero este comportamiento discursivo lo asu-
men después de haber experimentado distintos procesos de gramaticalización
como evidentemente y, sobre todo, naturalmente, o simplemente a partir del con-
tenido semántico de la base léxica adjetival originaria como indudablemente,
incuestionablemente o indiscutiblemente.
El propósito de la investigación de María Pilar Garcés es analizar la formación
y evolución del paradigma de un grupo de adverbios y locuciones adverbiales
caracterizado por matizar la veracidad de lo expresado: aparentemente, en apa-
riencia, al parecer, a lo que parece, por lo que parece, dizque, por lo visto,
supuestamente, pretendidamente, presuntamente, presumiblemente, con el fin de
explicar cómo se desarrollan los procesos de subjetivización por los que las valo-
raciones, actitudes o puntos de vista del emisor se constituyen como significados
convencionales en una lengua. Asimismo, ha puesto de relieve que la integración
de estos elementos en el paradigma se produce en dos etapas distintas, lo que
implica que los procesos y mecanismos de evolución e integración han sido diver-
sos; de este modo, plantea la necesidad de explicar la evolución de los adverbios y
locuciones adverbiales desde una perspectiva distinta a la considerada hasta ahora
que se centraba, especialmente, en los cambios atribuidos a procesos de gramati-
calización. Esta investigadora ha destacado la importancia de los contextos en la
adquisición de los nuevos sentidos de las partículas discursivas y la diferencia-
ción entre los que convierten esos sentidos en significados convencionales y los
que únicamente se activan en determinadas estructuras, así como la relevancia de
los géneros discursivos en la extensión y arraigo de los marcadores del discurso.
Ha mostrado la necesidad de tener en cuenta cómo se configura el paradigma y
las modificaciones que se producen en las relaciones entre las unidades que lo
integran, pues solo de este modo es posible establecer cómo se van distribuyendo
PRESENTACIÓN 13

los significados según las nuevas formas que se van incorporando, cómo determi-
nados elementos pasan de un lenguaje especializado a la lengua oral, de qué
manera se produce la distribución diatópica de las formas documentadas y cómo
la necesidad de expresar nuevas actitudes del emisor ante el enunciado hace que
se formen y se incorporen otras unidades que actualizan diferentes significados.
El artículo de Rafael García Pérez trata de la evolución de los adverbios de
foco en español: adverbios focalizadores de exclusión, inclusión y aproxima-
ción. En el apartado dedicado a los adverbios de foco de exclusión destaca que la
formación de los adverbios de foco solo, solamente y únicamente se produce en
distintos momentos de la historia del español, pero están estrechamente relacio-
nados. Los dos primeros se registran ya a finales del siglo XII, a finales del XV se
incorpora únicamente. En el siglo XIII puramente y simplemente y en el XV mera-
mente. Sencillamente presenta un uso más tardío, en el XVII. Nada más empieza
su proceso de gramaticalización en el XIII y queda completado en el XVI. No más
presenta signos de gramaticalización ya en el XIII y, aunque ha pervivido en el
español de América, en España ha ido desapareciendo desde el XVIII.
En el apartado de adverbios de foco de inclusión establece una distinción entre
escalares y no escalares. Los primeros están formados por una serie de unidades
que se han ido desarrollando progresivamente desde las más tempranas, general-
mente términos patrimoniales –hasta, aun, siquiera–, hasta los cultismos más tar-
díos, incluso e inclusive. Estas formas son positivas y tienen un correspondiente
negativo: ni aun, ni siquiera; la primera es la más antigua y la más frecuente en
los textos hasta el siglo XVIII; a partir del XIX ni siquiera entrará en competencia
con ella para terminar imponiéndose. Los no escalares –también y tampoco– son
el resultado de procesos de gramaticalización de estructuras correlativas previas
que se llevaron a cabo bastante temprano, pues ya se atestiguan todos los contex-
tos de focalización desde el periodo medieval hasta nuestros días.
En el apartado de los adverbios de foco de aproximación, señala que configu-
ran un grupo complejo con numerosas formas de procedencia diversa. El adver-
bio casi que hereda directamente el valor focalizador de la lengua latina. Estruc-
turas sintagmáticas libres que terminan por gramaticalizarse: la más antigua y
más lexicalizada apenas y las que evolucionan con mayor lentitud poco más o
menos, con la variante más tardía más o menos. Adverbios simples que se grama-
ticalizan como adverbios de foco cerca y alrededor, el primero ya plenamente
formado en el XIII, el segundo comienza el proceso en el XV y solo puede consi-
derarse culminado en el XX. Aproximadamente adquiere su valor focalizador en
el XVIII, prácticamente desarrolla previamente un valor oracional desde el que
surge el valor focalizador solo rastreable con seguridad en el siglo XX.
La novedad de este texto consiste en haber presentado propuestas metodoló-
gicas integradoras en el análisis evolutivo de los marcadores del discurso; se ha
14 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

comprobado que no es posible utilizar un criterio metodológico exclusivo, sino


que hay que tener en cuenta tanto los factores internos como los externos para
explicar las causas y los mecanismos de evolución de una manera más completa
y ajustada a los hechos. Asimismo, es necesario ampliar el estudio de las histo-
rias nacionales a una visión panrománica para incorporar las dimensiones inter-
culturales en el análisis diacrónico de estas formas, lo que dará una visión de
conjunto de las semejanzas y diferencias que se observan en la evolución de
estas partículas en las lenguas románicas.
Para finalizar esta presentación, deseo expresar mi agradecimiento a los auto-
res de cada uno de los capítulos por el entusiasmo con el que acogieron la idea de
participar en esta tarea, la confianza que han mostrado en el proyecto y el esfuer-
zo realizado para convertir este texto en realidad. Es necesario indicar, además,
que la publicación de este libro ha sido posible gracias a la financiación del
Ministerio de Economía y Competitividad al proyecto de investigación FFI2010-
15154. Asimismo, he de agradecer a la editorial Iberoamericana/Vervuert su
interés en la edición del libro.
María Pilar Garcés Gómez
Madrid, 2013
L A D I M E N S I Ó N I N T E R C U LT U R A L
D E L A E X PA N S I Ó N D I A C R Ó N I C A
DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE1

MARTIN HUMMEL
Karl-Franzens-Universität Graz

1. Introducción

En su estudio contrastivo de adverboides con función enunciativa en distintos


tipos de textos escritos del español, francés e italiano, Gil (1995: 344-347) obser-
va que los adverbios en -ment(e) son las unidades con el mayor número de coin-
cidencias, según el modelo esp. aparentemente, fr. apparemment, it. apparente-
mente, port. aparentemente (cf. Ramat/Ricca 1998). Resulta todavía más
llamativo que el inglés presente la misma situación: esp. absolutamente/ingl.
absolutely, aparentemente/apparently, efectivamente/effectively, exactamente/
exactly, normalmente/normally, obviamente/obviously, prácticamente/practi-
cally, realmente/really, simplemente/simply, totalmente/totally, etc. (cf. también
las traducciones de los adverbios epistémicos y evidenciales en Hennemann
2012). La lista es tan larga que haría falta un trabajo aparte para establecerla. Si
tenemos en cuenta que el inglés es una lengua con base germánica, quedamos
con un único elemento capaz de explicar esta situación: el desarrollo diacrónico
se efectuó según modelos y principios: la tradición del latín escrito, tal y como
estaba a la hora de escribir en romance (latín de boticario incluido), la francofo-
nía de la clase alta después de la conquista normanda (1066), el retorno al mode-
lo de las lenguas clásicas (Renacimiento) y luego el modelo del francés (Absolu-
tismo).
El fuerte impacto de las tradiciones occidentales compartidas se entiende
cuando miramos las condiciones específicas de escrituralidad. Tanto la realiza-
ción gráfica de la escritura, que excluye las funciones orales prosódicas, como
los principios de organización del texto, exigen soluciones que son distintas de
las orales, según se confirma hoy en día cuando se intenta dotar de una escritura
estándar a cada vez mayor número de variedades del romance. Así, por ejemplo,

1 Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación FFI2010-15154, financiado por

el Ministerio de Economía y Competitividad de España.


16 MARTIN HUMMEL

los marcadores discursivos que organizan los discursos orales informales casi
desaparecen en la escritura (si no se trata de imitar la oralidad). La teoría del
Sprachausbau o desarrollo de una lengua para objetivos específicos (Kloss
1967, 1978; Maas 2010) proporciona un marco teórico adecuado para el análi-
sis, especialmente en el caso de la escritura donde coinciden los imperativos
naturales del código (e.g., la falta de prosodia) con la función de los textos escri-
tos (comunicación a distancia que exige un alto grado de planificación, explici-
tud e estandarización) y la cultura lingüística (modelos y normas prescriptivas).
En cierto modo, la perspectiva del Sprachausbau es el correlato natural del inte-
rés que despierta la oralidad (cf. Koch/Oesterreicher 2011), en la medida en que
la escrituralidad presupone procesos de creación, de desarrollo, de estandariza-
ción, etc.
En el caso concreto del sufijo -mente, este fue adoptado por la norma de escritu-
ra para la formación de adverbios, en detrimento de la tradición oral de usar direc-
tamente los adjetivos como adverbios (vamos rápido) (Hummel en prensa a). Si
bien los alomorfos -miente y -mientre del español indican su arraigo en la tradición
oral (Company Company 2012: 25-32), los esfuerzos de relatinización durante el
Renacimiento reflejan su incorporación en la lengua culta con la forma -mente.
Dentro de la expansión general de los adverbios en -ment(e) en la tradición escrita
de las lenguas románicas (Company Company en prensa a), y paralelamente a la
del sufijo -ly en inglés (Hummel en prensa b), las funciones discursivas merecen
una atención especial. En la mayoría de los casos, la discursivización se produjo
primero en los textos escritos y en el habla oral culta antes de extenderse, en
algunos casos, hacia los registros más informales.

2. El problema

La dimensión intercultural del desarrollo de los adverbios en -mente crea proble-


mas metodológicos importantes. Por un lado, la mayoría de los muchos estudios
que actualmente se dedican a la diacronía de los adverbios en -mente con funcio-
nes discursivas no suelen hacer caso de la tensión oral-escrita, como si la diacro-
nía fuese propia de una lengua nacional monolítica sin registros, tradiciones,
códigos, etc. Por otro lado, resulta problemático limitar el corpus a una sola len-
gua, usando corpus como el CORDE o el nuevo corpus del NDHE. Lo confirma
una nota a pie de página al final de Rodríguez Somolinos (2012) sobre el francés
apparemment donde se refiere a la dimensión intercultural:

L’adverbe d’énonciation apparemment semble s’être développé relativement tôt


en français. Traugott (1989 : 47) signale que l’anglais apparently n’apparaît en anglais
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 17

qu’au XIXe siècle. L’espagnol aparentemente en est aujourd’hui à un stade antérieur


de l’évolution. Il connaît l’emploi ‘en apparence’, mais l’adverbe d’énonciation est
inexistant. L’espagnol utilise en ce sens por lo visto […].

Si bien la autora no alude a la posibilidad de una diacronía relacionada, podría


confirmarse, en este caso, la función modélica del francés. La supuesta ausencia
de aparentemente con función discursiva en la lengua española no se verifica de
manera tan absoluta, ya que Fuentes Rodríguez (2009: s.v.) le dedica un aparta-
do. Sin embargo, podemos quizá interpretar la apreciación de Rodríguez Somoli-
nos como intuición de hablante de lengua materna que no encuentra usual la fun-
ción enunciativa y que, sin embargo, sí se detecta en el corpus CREA explorado
por Fuentes Rodríguez. Dicho de otro modo, se trata sin duda de un cultismo con
menor frecuencia de uso que el fr. apparemment. Por consiguiente, tenemos que
tener en cuenta no solo la mera existencia de una unidad, sino también su grado
de penetración en una lengua. Además, hay que diferenciarlo según criterios
tales como los de registro, escrituralidad y oralidad. Sea como fuere, el plantea-
miento de Rodríguez Somolinos muestra el interés que puede tener la observa-
ción de la diacronía desde una perspectiva contrastiva.
De todo ello se desprende que la coexistencia paralela de los mismos adver-
bios en -mente en distintas lenguas románicas no tiene por qué remontarse a una
tradición oral común que tiene como origen el latín vulgar, ni al desarrollo inde-
pendiente de tradiciones escritas internas en cada lengua, sino a la imitación de
modelos cultos contemporáneos. Dicho de otro modo, la transposición de los
adverbios en -mente a funciones enunciativas puede haberse producido primero
en una de las lenguas, sobre todo en francés, para verse integrado después en
otras tradiciones discursivas nacionales. Evidentemente, una vez aceptado el
modelo de construcción de organizadores y operadores de texto, tenemos que
tener en cuenta el espíritu compartido de los autores que aplican las mismas
reglas de organización de un texto al vocabulario disponible en su lengua.Es
importante, pues, distinguir el préstamo de lexemas del préstamo de reglas, téc-
nicas y modelos.

3. La muestra

Escogí como punto de partida los diez adverbios en -mente que ocurren con
mayor frecuencia token en el subcorpus español de C-Oral-Rom (Cresti/Mone-
glia 2005; véase Kraschl 2008). A primera vista, la selección de un corpus oral
sincrónico puede resultar curiosa en un trabajo que se propone investigar la dia-
cronía de una tradición escrita. Sin embargo, la opción tiene su atractivo porque
18 MARTIN HUMMEL

partimos de las unidades de mayor penetración en la oralidad, es decir, las que


representan un desarrollo máximo desde el punto de vista de la ósmosis de escri-
tura a oralidad, si es que es este el caso. Además, no podría haber escogido como
punto de partida un estado primitivo de desarrollo para acompañar la diacronía
de las unidades en cuestión, ya que nos interesa el aspecto innovador y explicar
cómo se ha producido la polifuncionalidad actual. El corpus C-Oral-Rom permi-
te tener en cuenta el grado de formalidad de las ocurrencias y el nivel educacio-
nal de los hablantes, mayoritariamente españoles europeos (y algunos inmigran-
tes americanos). Reproduzco a continuación el gráfico de Kraschl (2008: 57), en
el que se reparte la frecuencia token de los diez adverbios en -mente según su
aparición en textos orales formales o informales en relación con el tamaño de los
subcorpus informal (180.000 palabras) y formal (91.000) (frecuencia relativa).

Frecuencia relativa de los diez adverbios en -mente más frecuentes en la oralidad


formal e informal

0,04
formal
Porcentaje de los adverbios en C-Oral-Rom

informal
0,03 0,029
0,027
0,025
0,03 0,021
0,022
0,021 0,020
0,015 0,020
0,02
0,017
0,015
0,02 0,011
0,012 0,012 0,011
0,01 0,009
0,006
0,005
0,01 0,003 0,003

0,00
solamente realmente efectivamente simplemente normalmente prácticamente absolutamente evidentemente exactamente totalmente

En el promedio, la proporción de los usos formales frente a los informales es


de 3 a 1, aproximadamente, reproduciéndose la misma relación cuantitativa que
en el conjunto de los adverbios en -mente (2008: 34). Es notable que cerca del
45% de los 1461 adverbios en C-Oral-Rom (frecuencia token) tienen una fun-
ción enunciativa. Según Kraschl (2008. 48), la preferencia por los adverbios en
-mente es también una característica del habla culta. No es que todos los hablan-
tes cultos manifiesten una preferencia idiolectal por los adverbios en -mente,
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 19

pero todos los hablantes que efectivamente tienen una predilección por este tipo
de adverbios pertenecen al grupo culto. Dicho de otro modo, hay hablantes cul-
tos que no cuidan su expresión oral, de tal modo que ello se refleja en la frecuen-
cia de los adverbios en -mente, pero algunos sí lo hacen. En consecuencia, el uso
de los adverbios en -mente se correlaciona con el nivel educacional, pero depen-
de de la persona culta si conserva individualmente esa preferencia culta en el
habla informal o no. Por dar un ejemplo, respuestas afirmativas del tipo eviden-
temente, obviamente, ciertamente, efectivamente, etc. pertenecen a discursos for-
males, se relacionan con la cortesía formal, expresan cierta distancia comunicati-
va, oponiéndose a este respecto a cierto, claro, de acuerdo, pues sí, etc., que son
claramente coloquiales.
En Hummel (2012) relacioné el fenómeno con la famosa klassische Dämp-
fung o ‘contención clásica’ que Leo Spitzer (1931) constató en la literatura clasi-
cista francesa. Los adverbios en -mente arrancan las evaluaciones directas del
tipo natural, horrible, obvio, perfecto, etc., usadas como incisos, de la fuerza
subjetiva emocional directamente atribuible al hablante, para integrarlos en la
manera de presentar y describir algo, es decir: se aprovecha su cualidad de
adverbio de manera para darles un deje más descriptivo y narrativo a las evalua-
ciones. Ello implica, a la vez, un efecto de mayor distancia frente a los hechos
relatados. Es exactamente lo que se observa en oposiciones del tipo cierto/cier-
tamente, sin hablar de otros campos funcionales donde existen dobletes del tipo
bastante/bastantemente, primero/primeramente, etc., que connotan un estilo
esmerado ya pasado de fecha. Si bien no cae en este extremo, el expresidente de
la Academia Mexicana de la Lengua, Moreno de Alba (2003), cultiva un estilo
‘de contención’ en sus “Minucias”, en lugares destacados de la estructura tex-
tual, como por ejemplo, en el inicio (pp. 52, 283, 351, 467, entre otras):

Evidentemente estas notitas tienen siempre como sujeto algún aspecto de la lengua
española (p. 52).
Ciertamente no existen en la lengua sinónimos perfectos.
Excepcionalmente me referiré a un asunto de lexicografía inglesa elemental […].
Recientemente ha venido apareciendo, sobre todo en el lenguaje periodístico […].

Llama la atención que, dentro del conjunto de textos informales de C-Oral-


Rom, la frecuencia de los token se duplique en situaciones comunicativas ‘públi-
cas’ frente a contextos más familiares (Kraschl 2008: 33). Es posible que esto
tenga que ver con la vinculación de muchos adverbios en -mente enunciativos
con la cortesía. Por otro lado, su uso “monologal” es tres veces superior al “dia-
logal + conversacional” en los textos “públicos” (pp. 44-45). Esto apunta hacia
funciones internas de los discursos, es decir, un reducido potencial interactivo,
hecho que corrobora el efecto de ‘contención’.
20 MARTIN HUMMEL

4. Aspectos metodológicos

Antes de empezar, quisiera expresar mi escepticismo metodológico. Basta con


consultar cualquier edición crítica de obras literarias para hacerse una idea del
importante papel que tienen los modelos, por ejemplo el de Petrarca y el de la
literatura clásica griega y latina en el Renacimiento o el de Flaubert para los
autores del siglo XIX. No es menos intercultural el mundo de los ensayos intelec-
tuales, el de los textos científicos o el del periodismo. Por este motivo, entre
otros, suele reivindicarse últimamente la necesidad de una ‘nueva filología’. En
concreto, resulta problemática la exploración de ejemplos sacados de corpus dia-
crónicos, sin tener una idea de la obra, del autor, de sus redes comunicativas y de
su época. Sin embargo, no podemos esperarnos encontrar notas de pie de página
diciendo, con la voz del autor, que está usando tal palabra porque le gusta su uso
en tal modelo. Por otro lado, normalmente, tampoco nos interesa tanto saberlo.
La lengua no es solo una actividad individual. En cierta forma, si una sola perso-
na (un autor) emplea aparentemente, no podemos considerarlo como uso desde
el punto de vista de la lengua en general o de sus variedades. Nos interesa el uso
a partir de cierta pertinencia cuantitativa, tanto a nivel type como a nivel token.
En el nivel type, pueden conformarse grupos funcionales compuestos por una
serie de adverbios en -mente, por ejemplo de organización del texto. Sería un
caso de ‘penetración type’, a diferencia de la ‘penetración token’ que refleja el
entrar en el uso de una unidad. Desde este punto de vista, resulta metodológica-
mente posible analizar la dimensión intercultural de uso de los diez adverbios en
-mente con el objetivo de determinar las tendencias e influjos principales. El
examen detallado de tales procesos en autores individuales sería un segundo
paso que se justifica en algunos casos (cf. Chaucer en 5.2).
Siendo C-Oral-Rom un corpus con las lenguas española, francesa, italiana y
portuguesa, cabría la posibilidad de estudiar la penetración de estos adverbios en
las cuatro lenguas romances y su capacidad de constituir paradigmas funciona-
les. Sin embargo, en este trabajo dejaré a un lado esta opción sincrónica, ya que
me interesa simplemente tener un punto de partida sincrónico para indagar el
decurso de su expansión histórica en inglés, francés, italiano, portugués y espa-
ñol. Con tal fin, exploraré las entradas en los siguientes diccionarios: el Oxford
English Dictionary (OED) para el inglés, el Französisches etymologisches Wör-
terbuch (FEW) y el Trésor de la Langue Française (TLF) para el francés, el
Dizionario etimologico della lingua italiana (DELI) y el todavía incompleto
Lessico etimologico italiano (LEI) para el italiano, los dos diccionarios con casi
el mismo título Dicionário etimológico de/da língua portuguesa en lo tocante al
portugués (Machado 1987, Da Cunha 1982) y, finalmente, el Diccionario crítico
etimológico castellano e hispánico (DCECH) para hacerme una idea de la dia-
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 21

cronía del español. Además, recurrí ocasionalmente al Corpus del Nuevo diccio-
nario histórico del español (CDH) para verificar las primeras atestiguaciones. El
método puede parecer anticuado ante la disponibilidad de corpus diacrónicos,
pero aprovecharé la ocasión para observar de forma crítica las tradiciones lexico-
gráficas. Además, no hubiera sido posible analizar una muestra de diez unidades
diacrónicamente, teniendo en cuenta sus relaciones interculturales y su motiva-
ción por el adjetivo base, en un breve artículo. Obviamente, mi objetivo no puede
ser otro que el de un simple abrir brechas, destinado para orientar la investiga-
ción futura, ofreciendo un complemento a las reflexiones metodológicas en Gar-
cés Gómez (2008). Además, los diccionarios que tienen la cualidad de un OED o
de un TLF deberían darnos resultados y pistas válidos, del mismo modo que
espero sea el caso del futuro NDHE.

5. Análisis empírico

5.1. RASGOS FUNCIONALES Y SEMÁNTICOS DE LA MUESTRA

A los lingüistas especializados en el análisis de los adverbios enunciativos y


marcadores discursivos, les habrá parecido algo superficial la introducción de las
unidades de la muestra bajo la índole de ‘funciones discursivas’. De hecho, el
listado es funcionalmente heterogéneo puesto que coexisten unidades con fun-
ción de enfoque (solamente), de mitigación/énfasis (simplemente, solamente,
realmente, absolutamente, totalmente, prácticamente), operadores textuales con
o sin función de estructuración (efectivamente), adverbios modales (evidente-
mente, normalmente), sin olvidarse de su polifuncionalidad, que incluiría la
estructuración del texto en el caso de solamente que. En todo caso, se trata de
adverbios en -mente que especializaron (‘gramaticalizaron’) ciertas funciones
frente a su uso plenamente motivado por el adjetivo subyacente, según el mode-
lo solamente ‘de manera sola, con solitud’ > ‘únicamente’. En su conjunto, estas
unidades sirven para ‘trabajar’ y presentar de forma subjetiva (personal) los men-
sajes orales individuales, ‘vendiéndolos’ de forma llamativa o atenuada a los
interlocutores. En este sentido, me arriesgo a hablar de funciones discursivas.
Desde el punto de vista semántico, llama la atención que la mayoría de las
unidades tengan un significado que aluda a una cualidad pura, absoluta, clara:
solo (exclusividad), real (realidad y, por metáfora, veracidad), efectivo (resultado
definitivo), simple (excluyéndose todos los adornos y exageraciones), absoluto
(plenitud), evidente (obvio, incuestionable, verdadero), exacto (sin lugar a már-
genes o vacilación), total (completo), con excepciones en el campo de las unida-
des con función mitigadora (simple, normal, práctico).
22 MARTIN HUMMEL

5.2. EL INGLÉS

En primer lugar, cabe subrayar el hecho de que las diez unidades más frecuentes
del español hablado tengan una forma correspondiente con la misma base léxica
en inglés. Este hecho es en sí una prueba de su interculturalidad, ya que la base
del inglés es germánica. Antes de empezar el análisis, conviene recordar que la
clase alta era francófona desde la conquista normanda en 1066, hasta el debilita-
miento del contacto con el continente a raíz de la pérdida de Normandía (1204) y
la guerra de los Cien años (1337-1453), siendo usual, junto con el latín, hasta la
segunda mitad del siglo XIV como lengua administrativa, jurídica y de la gente
educada en general (Baugh & Cable 1986:143-152). A pesar de su uso durante
siglos y su exclusividad como lengua de enseñanza (junto con el latín), no se
implementó ninguna política lingüística destinada a imponer el francés como
lengua general. Era una cuestión de identidad de clase social (Baugh & Cable
1986:113, 117). Sin embargo, su prestigio le otorgó un papel importante en el
proceso de estandarización del inglés como lengua de escritura. A continuación,
me referiré al OED, si no indico otras fuentes. El análisis sigue el orden de fre-
cuencia en el gráfico.
El caso de ingl. sole es peculiar, ya que jamás puso en peligro a su rival ger-
mánico only. Su origen es el francés hablado por la clase alta. Podemos excluir la
tradición escrita del latín donde se prefirió singulariter a la variante más popular
o semiculta solamente (v. 5.3). En este sentido, constituye una excepción dentro
del grupo de adverbios aquí examinados. Pese a ello, la ortografía no adaptó nin-
guna de las muchas variantes del francés, copiándose el modelo del latín solus.
La primera atestiguación de 1386 concierne al sintagma to live sole que com-
prueba, además, que no fue prestado como simple adjetivo, sino como adjetivo-
adverbio, con otras variantes del tipo sole for his sake (1581) ‘solo por su causa’.
Se confirma asimismo que ninguna de las variantes de latín escrito, singulariter
y solamente, originaron este uso, sino el adjetivo-adverbio francés de tradición
oral. Ante la polifuncionalidad de su empleo, podemos suponer un uso estableci-
do pero limitado a la clase alta y a los letrados. No es una casualidad que la pri-
mera atestiguación sea de Geoffrey Chaucer (~1343-1460), quien empezó como
traductor de Le Roman de la Rose de Chrétien de Troyes, distinguiéndose una
‘fase francesa’ (hasta 1371), una ‘fase italiana’ (hasta 1387) y una ‘fase inglesa’
(a partir de 1387), con los famosos Canterbury Tales, en los que seguía el mode-
lo del Decamerone de Boccaccio (1353), pero dotando a sus personajes del len-
guaje que les correspondía, valorizando asimismo el habla popular. En otras
palabras, entramos de lleno en la dinámica de la creación de una escritura en len-
gua vernácula en un contexto intelectual greco-latino-romance. Chaucer, el autor
más destacado del inglés medio (1100-1500), personifica la síntesis de un patri-
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 23

monio intelectual ‘europeo’ con el esfuerzo de crear una lengua y una escritura
‘nacional’.
El adverbio con sufijo solely ‘solamente’ se añade más tarde (1539) al adjeti-
vo-adverbio sole, sin duda a consecuencia de la enorme expansión del sufijo
durante el inglés medio, que puso fin al uso del neutro singular del caso instru-
mental de los adjetivos en -e para las funciones adverbiales, como por ejemplo,
en hearde, gode, blinde, etc. (Hummel en prensa b). Si bien el uso del sufijo
adverbial -ly es un desarrollo interno del inglés, hay que tener en cuenta el influ-
jo del modelo francés donde el sufijo -ment conoció la misma expansión, incluso
como símbolo distintivo del francés frente al latín. No hace falta comprobarlo
palabra por palabra. El francés fue la lengua de la gente educada, y no pudo
haber pasado inadvertida una de las marcas más características del francés de la
época. Recuérdese, en este contexto, que el uso de un sufijo como mecanismo
estándar para convertir a los adjetivos en adverbios es una marca que distingue al
inglés del resto de las lenguas germánicas, que siguen usando hasta la fecha la
forma menos marcada o neutra del adjetivo como adverbio de manera, como el
inglés antiguo. El divorcio se produjo en inglés medio, es decir, en la época en la
que el francés era la lengua de prestigio. Además, el latín tardío usaba sistemáti-
camente el sufijo -iter (Hummel en prensa a). En consecuencia, las dos lenguas
modelo se servían de un sufijo como regla estándar.
El adjetivo ingl. real con el significado ‘relacionado con la casa real’ fue
introducido por la clase alta francófona a partir de 1330, desapareciendo luego.
Real con el significado ‘existente’ fue introducido según el modelo francés en la
primera mitad del siglo XIV , tanto en la lengua común como en la lengua del
derecho, con continuaciones ulteriores en las lenguas especializadas de la filoso-
fía y de la ciencia (siglos XVI-XVII). El significado metafórico ‘verdadero’ parece
ser un desarrollo interno que se produce con poco desfase, seguido del uso como
intensificador a partir del siglo XVI. El uso adverbial como intensificador en real
good ‘muy bueno’ surge más tarde, a partir de 1645, en el registro popular con
documentación en varios dialectos. Si se tratase del español, cedería quizá a la
tentación de explicar el fenómeno como visibilidad tardía de un uso más antiguo
en los documentos escritos accesibles para el estudio de la diacronía. En el caso
del inglés, sin embargo, el origen culto de real veda tal posibilidad. Se trata, apa-
rentemente, de un caso típico de aprovechamiento de un préstamo con semantis-
mo adecuado (v. 5.1) como intensificador popular. La novedad de la voz sirve
como efecto de refuerzo en la función de intensificación. Lo que sí es popular es
la continuación de la tradición antigua de usar los adjetivos como adverbios, sin
sufijo, habiéndose perdido la desinencia -e en inglés medio (e.g. to try hard). De
esta forma, el uso adverbial en real good documenta la difusión del cultismo real
en el habla oral informal.
24 MARTIN HUMMEL

La variante culta really se adopta casi al mismo tiempo que su base adjetival,
a partir del siglo XV. No hace falta suponer una función modélica del fr. réelle-
ment, puesto que casi todos los adjetivos que el inglés prestó por vía culta en el
inglés medio pronto aparecieron usados como adverbios con el sufijo -ly (Baugh
& Cable 1986: 178). El uso del sufijo germánico no refleja una situación de
préstamo, sino la rápida integración del préstamo al inglés con los mecanismos
propios de la lengua de acogida. El fenómeno es muy interesante puesto que la
adverbialización con sufijo incide específicamente en las palabras prestadas por
vía culta, que solo conocen esta forma adverbial, mientras que el fondo vernácu-
lo de los adjetivos cortos tradicionales sigue usándose, hasta hoy en día, tam-
bién con la forma no marcada (to speak loud, etc.; cf. Nevalainen 1994:246-
252). En este sentido, la ósmosis de real como intensificador adverbial de la len-
gua culta a la popular constituye una excepción. Parece probable que la búsque-
da de innovación en las funciones de intensificación y énfasis en la oralidad
promueve el uso popular de voces con las propiedades semánticas descritas arri-
ba. No parece ser una casualidad que estas se encuentren sobrerrepresentadas en
el grupo de los diez adverbios más frecuentes del español peninsular hablado. Se
comportan como las moléculas que más rápido avanzan en los procesos de
ósmosis.
Effective es una palabra culta prestada del latín clásico a partir de finales del
siglo XIV y con notable expansión ulterior en el registro culto escrito (tratados,
ensayos, ciencia, técnica, etc.). El OED supone un influjo secundario en algunas
variantes de uso de su equivalente en francés medio effectif. Me parece preferi-
ble considerarlo como manifestación de una misma cultura culta compartida. La
derivación del adverbio sigue las pautas habituales: no hay adverbio corto, pero
effectively se usa a partir de 1425, aproximadamente, con el significado ‘como
causa directa’, directamente transpuesto del adjetivo. En cuanto a las funciones
discursivas, se observa primero la acepción ‘de hecho, realmente’, de 1652 a
1766, fecha de la última atestiguación. A partir de finales del siglo XVIII se docu-
menta su uso algo enfático ‘con eficacia’, que todavía se usa. El OED no nos
permite diferenciar bien los registros de uso, pero está fuera de duda su introduc-
ción inicial en textos de reflexión intelectual. Tampoco me parece arriesgado
interpretar las dos variantes con función discursiva como reflejo de cierta expan-
sión en el discurso de intelectuales y, posteriormente, de la gente culta en gene-
ral. Si bien el OED no recurre a textos orales, el tema y el ductus de las citacio-
nes son compatibles con su realización oral. En la mayoría de los ejemplos se
detecta una deixis personal que implica una dinámica interactiva, al menos retó-
ricamente (I, we, you, he), con temas que siguen siendo ‘cultos’. Habría que refe-
rirse a fuentes orales informales para ver hasta dónde el proceso de difusión
‘hacia abajo’ se extiende. El OED no nos da esas informaciones. En definitiva,
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 25

effectively conoció un proceso de difusión desde su función de término técnico


escrito hasta su uso coloquial culto. Los datos no dan lugar a suponer un influjo
francés en el desarrollo de las funciones discursivas, pero tampoco podemos
excluir tal efecto mediante las lecturas de la gente culta. La única manera de
corroborar tal hipótesis sería la atestiguación anterior sistemática de las funcio-
nes discursivas correspondientes en francés, no solo en el caso de effectively,
sino en el paradigma semántico-funcional correspondiente (apparently,
obviously, etc.).
Simple es un préstamo del francés, documentado desde 1220, que se fue inte-
grando completamente en la lengua común, acompañado por el adverbio simply
desde 1297, primero con una variante del sufijo en inglés antiguo: simpleliche,
todavía con la desinencia instrumental -e (-lice/-liche>-ly). Desde 1600 se docu-
menta la intensificación dentro de su polifuncionalidad: simply the best (Shakes-
peare). El uso adverbial de la forma simple, documentado desde 1604, confirma
su integración en el léxico básico del inglés. No es un cultismo, sino un simple
resultado del contacto lingüístico con el francés.
Normal es un cultismo prestado del latín que se usa a partir de 1777. Nor-
mally le sigue a partir de 1843. Se documenta una aparición aislada de normal en
1500, que no entró en uso, como tampoco sucede con los dos ejemplos que tiene
normally (1598 y 1599).
Practical viene del latín posclásico practicalis, con un primer ejemplo en
1425; es usual a partir de 1563. Los primeros ejemplos son traducciones de un
texto médico y de un texto religioso (Juan Calvino), escritos en latín. Ocurre con
función adverbial en los compuestos adjetivales practical-headed (1876) y prac-
tical-minded (1840). El adverbio practically sigue en 1571, ya sin referencia a
traducciones, también con la variante (posiblemente hipercorrecta) practically
minded (1852). A partir de 1749 se observa su desarrollo como mitigador: prac-
tically equivalent ‘en la práctica/casi’ > they practically disappeared ‘casi’ >
practically no one ‘casi nadie’.
Absolute viene del latín clásico. Se usa pronto en muchas lenguas de Europa,
parece que primero y de forma usual en el análisis gramatical donde se refiere a
construcciones sintácticamente independientes (siglo XIV). Se usa también en
francés medio, pero resulta imposible discernir una direccionalidad sistemática
de préstamo. Es un latinismo culto que surge en la tradición escrita de las len-
guas modernas, porque todas ellas tuvieron el latín escrito como punto de partida
y referencia. Se usa muy pronto como intensificador, generalmente en contextos
despectivos: “O absolute ass-heade… and wytless ydyote” (¿1550?), hasta nues-
tros días. Le precede absolutely en esta función, sin connotación despectiva. La
primera atestiguación es absolutely better (1425). Desarrolla una polifuncionali-
dad semánticamente diferenciada por matices que incluyen la veracidad (I abso-
26 MARTIN HUMMEL

lutely saw...), respuesta afirmativa inclusive (Absolutely, sir!), a veces como


refuerzo de yes (Yes, of course. Absolutely). Es un intensificador culto que rápi-
damente se puso de moda hasta el punto de arraigarse en la lengua común. Nóte-
se que la respuesta absolutely une la intensificación a la cortesía formal, como
ciertamente, efectivamente, etc. en español. En francés moderno, la respuesta
absolument es igual de frecuente y presenta las mismas características. Se usa
con menor frecuencia también en español (Fuentes Rodríguez 2009). Llama la
atención que absolutely no comparta con el adjetivo la tendencia a usarse en con-
textos peyorativos (a no ser en variantes lúdicas del tipo abso-fuckin’-lutely y
abso-bloody-lutely).
Evident ‘que es obvio a la vista’ es un latinismo culto que surge a partir de
finales del siglo XIV, casi inmediatamente seguido del significado metafórico ‘se
entiende claramente, obvio’. El OED indica el uso paralelo del fr. évident, sin
sugerir un préstamo. Evidently ‘se distingue con la vista’ aparece al mismo tiem-
po, también con el significado adicional ‘obviamente’, a partir de 1690. Las últi-
mas atestiguaciones del adjetivo y del adverbio con sufijo son del siglo XIX. Si
bien se habrá empleado todavía ocasionalmente, parece que no se tornó usual.
Exact es otro latinismo que aparece a finales del siglo XVI con el significado
‘rigurosamente acabado, perfecto’. Se usa también como adverbio, con cinco
atestiguaciones de 1677 a 1800 (exact suiting; a great deal better and exacter;
exact at One), que refleja un uso más bien coloquial. Según el OED, estaría ya
fuera de uso. Exactly aparece también a partir del siglo XVI, más tarde con fun-
ción de respuesta afirmativa (1869).
Total ‘completo, en grado absoluto’ se usa a partir del siglo XIV como présta-
mo del francés con base en el latín escolástico. Por este motivo, el OED indica
totaliter como modelo de totally ‘completamente’. El uso coloquial como inten-
sificador es un fenómeno de finales del siglo XX con EE.UU. como centro de
expansión (a totally prominent attorney).

5.3. LAS LENGUAS ROMANCES

Los equivalentes romances de esp. solamente pertenecen a la tradición oral, con


muchas variantes fonéticas dialectales y una primera atestiguación en las glosas
de Reichenau (siglo VIII), escrito en una palabra y ya gramaticalizado con el sig-
nificado ‘singulariter’ (v. García Sánchez 2007: 421, Hummel en prensa a; cf.
Espinoza Elorza 2010: 126-127). No hace falta suponer que el contacto de las
lenguas romances entre ellas haya desempeñado un papel decisivo en el desarro-
llo de su polifuncionalidad, aunque no podemos excluir que la lectura de autores
haya estimulado el uso de algunas variantes. Se observa una intervención culta
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 27

en portugués, puesto que las ortografías solo (siglo XIV) y solamente (siglo XIII)
aparecen después del adjetivo soo (siglo XIII), desapareciendo después ensegui-
da, dando paso a las variantes populares só y somente que se usan hoy (Da
Cunha 1982). Del mismo modo, el uso de afr. tot solement ‘totalmente solo, sin
compañía’ (~1160, TLF, FEW) parece ser una remotivación culta ocasional y
excepcional. Es importante esto porque no podemos suponer, dentro de una
perspectiva romance, una desmotivación diacrónica según el modelo solamente
‘estando solo’ > funciones gramaticalizadas. En este caso, es un proceso que
tuvo lugar mucho antes, en el latín hablado. En cuanto al desarrollo de la poli-
funcionalidad en romance, solo el TLF y el FEW contienen información. El TLF
se contenta prácticamente con documentar la polifuncionalidad en el siglo XX
(es un diccionario de la lengua del XIX y del XX). Afr. sulement ‘únicamente’
aparece desde inicios del siglo XII, con muchas variantes regionales (FEW), cla-
ramente en línea con el ejemplo en las glosas de Reichenau. Seulement ‘con
todo’ en posición inicial de un enunciado está documentado desde principios del
XVI, casi al mismo tiempo que otras funciones conectivas (alors seulement ‘solo
entonces’, non seulement (il m’embête), mais…‘no se limita solamente a,
sino…’). A partir de 1560 se usa después de un verbo con función mitigadora. A
partir de estos datos, ciertamente incompletos, podemos suponer un desarrollo
acelerado de las funciones de organización del texto y de la función pragmática
de mitigación en el umbral del siglo XVI, gracias al significado ya gramaticaliza-
do ‘únicamente’, que aparece en primer lugar y con gran regularidad en las
variedades observadas.
En el caso de esp. real, el DCECH supone que se ha usado realmente antes
que real, apoyándose en cuatro ejemplos del Quijote y la ausencia de real (adj.)
en Covarrubias. Con el CDH se comprueba fácilmente que se usaba ya en el
siglo XIII, primero con el significado ‘perteneciente al rey’, después también
‘verdadero’2. El adverbio realmente le sigue a partir de 1348, ya con el signifi-
cado ‘verdaderamente’, al que pronto se le añade el papel de intensificación
(CDH). La vinculación con la tradición escrita caracteriza también el desarrollo
de los equivalentes en francés, con la diferencia de que el adjetivo pertenecía al
lenguaje jurídico ‘referente a cosas, no a personas’, sin la variante ‘del rey’. El
significado ‘verdadero, existente’ surge a partir de finales del siglo XIV. Es este
el significado que adopta también el adverbio réellement, documentado con las
grafías reaument (1310) y realment (1353). El FEW fecha la primera ocurrencia
de relment ‘verdaderamente, efectivamente’ en 1170. Sería pues anterior al sig-

2 Según González Manzano (2013a), la primera atestiguación “de la forma real” sería del

siglo XV.
28 MARTIN HUMMEL

nificado correspondiente del adjetivo. Parece incluso probable, si admitimos


que continúa las funciones de realiter. El FEW indica también el uso del adver-
bio con el significado jurídico. Según este diccionario, las grafías del francés
indican un pasaje ya antiguo del latín realis desde el uso jurídico y escolar al
uso ‘vulgar’. No aprendemos más respecto al desarrollo funcional. El DELI
documenta it. reale ‘propio de una cosa’ en 1348, y realmente ‘verdaderamente,
efectivamente’ a partir de 1353. Pt. real ‘existente, verdadero’ se encuentra
desde el siglo XV, con posterioridad a realmente con el significado correspon-
diente (siglo XIV) (Da Cunha, Machado), comprobándose de nuevo que el
segundo continúa el lat. realiter, sin necesidad de apoyarse en un significado
adjetival previo. El significado ‘del rey’ ya se documenta en 1035. Si bien no
obtenemos casi ninguna información acerca del desarrollo ulterior de la poli-
funcionalidad de los equivalentes de esp. real, realmente en las lenguas roman-
ces, se desprende claramente un tipo de interculturalismo que fue fundamental
para la implementación de tradiciones escritas. De hecho, el significado ‘exis-
tente, verdadero’ es la continuación directa del uso de realiter en latín tardío, es
decir, en una época en la que el sufijo -iter ya no pertenecía al uso oral, sino a la
escritura del latín. Es un interculturalismo porque se introduce en romance a
partir de las mismas fuentes escritas, con difusión secundaria al habla oral popu-
lar. Es más, no es distinta la fuente del equivalente inglés really, si bien, en este
caso, las fuentes indican la mediación del uso francés.
En romance, no es ni la escrituralización de una práctica oral, ni un préstamo
del latín en sentido estricto, sino la simple continuación de una misma tradición
de escritura con sustitución de -iter por -ment(e), con efectos secundarios de
difusión ‘de arriba hacia abajo’. Se usaba, como el ejemplo más extremo o sea,
que “hereda, en parte, el valor de las conjunciones latinas SIVE y VEL” (Casado
Velarde 1996: 325), sin continuidad morfológica, simplemente sustituyendo al
modelo latino en la misma función. Según Espinoza Elorza (2010: 150-151),
verdaderamente, ciertamente y efectivamente derivan de las partículas afirmati-
vas latinas VERO, CERTO y ENIM. En concreto, cabe asumir que los autores, acos-
tumbrados a escribir en latín, usaban intencionadamente o sea donde solían
emplear SIVE o VEL. Del mismo modo, podemos suponer que la mediación fran-
cesa y la tradición del latín escrito coincidieron en el caso del ingl. really. A dife-
rencia de los sucesores del lat. realis, los sucesores de lat. solus, analizados en el
apartado anterior, se extendieron desde la tradición oral popular hasta la escritu-
ra. Prueba de ello es el uso de singulariter en lugar de solamente en la escritura.
Volviendo al inglés, el uso más que marginal de ingl. sole, solely coincide, no
con el francés, donde son muy usuales, sino con su rechazo por el latín escrito.
No se observa la misma coincidencia franco-latina que con real, really. Obvia-
mente, sería especulativo afirmar que esta sea la razón para el no desarrollo de
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 29

sole(ly), pero la ausencia de un modelo de escritura en latín tardío sigue siendo


un hecho posiblemente relevante.
Los datos del corpus no confirman el camino de gramaticalización “adverbio
verbal > adverbio oracional > marcador del discurso > adverbio ponderativo”
(González Manzano 2013a: 146; cf. ídem 2013b). Esta autora cita ejemplos del
siglo XV en los que realmente aparece después del verbo, es decir, en la posición
canónica del adverbio de manera. Ahora bien, en los primeros ejemplos del
CDH, realmente demuestra una gran flexibilidad posicional en la sintaxis donde
se aprovecha también su potencial de refuerzo (“menos creyble que realmente
asy fuese”, 1422). Tampoco predominan los verbos télicos, solo ser. Aunque sus
propios ejemplos apuntan hacia una aparición simultánea de las funciones de
modificador del verbo y de modificador oracional, González Manzano mantiene
la doctrina de la “transición entre un valor como adverbio verbal a otro como
adverbio oracional”. Con todo, la aparición simultánea de funciones de modifi-
cación de verbo y de la oración sugiere que realmente continúa la función de
realiter en latín tardío, confirmándose asimismo que -mente fue el sucesor direc-
to de -iter en la tradición escrita. Dicho de otro modo, ya no depende directa-
mente del adjetivo subyacente, sino de las funciones previamente desempeñadas
por realiter, sin permitir al adjetivo real asumir funciones de (re)motivación (cf.
la remotivación culta de solamente con el significado ‘sin compañía’). Así las
cosas, el supuesto camino de gramaticalización se encuentra en una situación de
cortocircuito. Los datos no contradicen directamente el modelo de gramaticali-
zación arriba citado, pero el modelo solo puede funcionar si el desarrollo es
estrictamente interno, sin intervención del modelo latino que ya disponía del
adjetivo y del adverbio correspondientes.
Además, hay que tener en cuenta la polifuncionalidad. Los adverbios con
potencial semántico epistémico e intensificador tienden a aprovechar la movili-
dad posicional que es característica de los elementos con funciones de adjunto y
circunstante. De esta forma, no podemos hablar de la gramaticalización de real-
mente, sino, como mucho, de sus gramaticalizaciones. En otras palabras, la
expansión de la función de modificador adjetival (por ejemplo, realmente impor-
tante) parece ser un proceso relativamente independiente, que arranca a partir de
una posición sintáctica, frente al desarrollo de la función discursiva para expre-
sar la certeza. Así las cosas, el modelo latín puede incidir selectivamente en el
desarrollo polifuncional, mientras que otras funciones pueden evolucionar den-
tro del español (cf. Hummel 2013). Además, donde González Manzano privile-
gia unilateralmente los efectos semánticos, el análisis tiene antes que insistir en
los efectos combinados de la sintaxis con la semántica. Así, la autora se pregunta
si realmente en “la cual realmente contuvo en su muy sagrado vientre a Jesucris-
to (1487)” todavía pertenece al verbo o si ya es un adverbio oracional. Ahora
30 MARTIN HUMMEL

bien, el cambio principal frente a contuvo realmente es la posición sintáctica


que, por un lado, estimula las interpretaciones metafóricas abstractas (cf. una
mujer grande vs. una gran mujer) y, por otro, conlleva un alcance catafórico
tanto frente al verbo como, por extensión, al trecho enunciativo que le sigue,
siendo el verbo el núcleo de una predicación, sin hablar del efecto llamativo-
enfático de la anteposición3. Tampoco es este mecanismo “gradual”, desde el
punto de vista sintáctico. Lo que empieza a moverse es la interpretación semánti-
ca. En rigor, esta no es“gradual”, sino un hecho tal cual, que no implica el desa-
rrollo diacrónico que sugiere gradual. Que la voz en el ejemplo contenga el
potencial semántico-funcional de un desarrollo, sí, que asistamos a un cambio
gradual, no. La gradualidad es un hecho que aparece, metodológicamente, cuan-
do miramos una serie de datos desde un punto de vista distante (Hummel 2012:
359-383). Nuestra distancia natural de hablantes del siglo XXI nos plantea la pre-
gunta de si, en un ejemplo concreto del siglo XV, todavía tenemos el significado
A o ya el significado B. Para los hablantes contemporáneos, se trata de un simple
uso con márgenes de interpretación desambiguados según el contexto y la expe-
riencia comunicativa (que desaparece cuando nosotros solo consideramos ejem-
plos extraídos de corpus electrónicos sin conocer, por nuestras lecturas, por
ejemplo los textos jurídicos a cuya tradición discursiva pertenece una cita). No
debemos pensar que una cita de otro siglo les haya parecido más ambigua a los
contemporáneos que los enunciados que escuchamos o leemos nosotros hoy en
día en nuestra sincronía. Es pues contra-intuitivo. Finalmente, cabe señalar que
los efectos combinados de los cambios de la posición sintáctica con las propieda-
des semánticas del adverbio son un proceso que se produce dentro de la lengua,
es decir, un proceso emancipador frente al latín culto4.
La fecha de la primera atestiguación de efectivo no coincide en los dicciona-
rios, pero parece que es un latinismo culto del siglo XIII que primero se usa en

3 Cf. Sánchez Jiménez (2008: 450) acerca de la movilidad de naturalmente dentro del sin-

tagma verbal, y Octavio de Toledo y Huerta (2003) acerca del impacto de la sintaxis en el de-
sarrollo de las funciones de nuevamente, últimamente y recientemente. Hay que tener en cuen-
ta que la semántica y el contenido del mensaje son primarios para el hablante, que busca
soluciones lingüísticas para expresarlos, mientras que la sintaxis y la forma del enunciado en
general son primarios para el oyente o lector, quienes intentan entender el mensaje a partir de
lo que captan por la vista o el oído.
4 Habiendo aprovechado el análisis de realmente por González Manzano para sacar a la

luz algunos problemas metodológicos, quisiera añadir que su trabajo sobre verdaderamente
(González Manzano 2010) trata de forma modélica el origen del adverbio, tanto respecto de los
géneros discursivos, como de su vinculación con la tradición escrita. Se menciona incluso un
posible antecesor ‘intercultural’, veram(i)ente, como calco del francés o del italiano (es más
probable que sea del italiano, debido a la morfología, y por tratarse de ejemplos del siglo XIII).
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 31

italiano y luego en francés, donde aparece junto con effectivement (FEW, DELI).
Los diccionarios no dicen nada acerca del español, pero Machado indica la intro-
ducción del adjetivo en la lengua portuguesa como galicismo del siglo XVII. El
TLF indica el desarrollo del significado ‘real’ después de 1641, a partir del signi-
ficado original ‘que tiene efecto’. La función epistémica del adverbio se combi-
na con la de estructuración del texto en una cita de 1900 (“Effectivement, Mlle
Sergent s’approche de nous”). Un vistazo rápido al CDH aporta un primer ejem-
plo de efectivamente en 1497. El desarrollo ‘que tiene efecto’ > ‘de hecho (con-
forme se podía esperar)’ > ‘estructurador epistémico iniciando una oración’ pare-
ce ser el mismo que en francés, pero habría que comparar los datos en los corpus
para pronunciarse sobre posibles contactos lingüísticos. Se ve claramente que la
documentación en un corpus es esencial para analizar el desarrollo interno y los
posibles influjos externos. La documentación incompleta y algo aleatoria en los
diccionarios disponibles puede sugerir pistas falsas.
Esp. simple es, como sus equivalentes en romance, un semicultismo que fue
introducido al español por Berceo, autor latinizante, a principios del siglo XIII.
Simplemientre aparece poco después, en 1250, ya con función mitigadora
(CDH). El uso del sufijo en su variante, quizá no tanto popular sino simplemente
oral, refleja la integración rápida en la tradición oral. En francés, el adjetivo apa-
rece por primera vez en un documento fechado aproximadamente entre 1125 y
1150, ya acompañado por simplement. La cita es reveladora porque el adverbio
pone de manifiesto su potencial de atenuación: “A la simple gent / Ai fait simple-
ment / Un simple sarmun; / Nel fiz as letrez, / Car il unt assez / Escriz e raisun”
(TLF). De manera general, la dislocación sintáctica y el cambio de la clase de
palabras se manifiestan como motores del desarrollo de la polisemia (simple gent
‘la gente simple, por sus capacidades intelectuales’, simple sarmun ‘no compli-
cado’) y de la polifuncionalidad (simplemente ‘escrito en un estilo sencillo/fácil
de entender’ o ‘sin más’). El FEW indica el significado abstracto simplement ‘sin
más’ desde el siglo XII. El uso abstracto en los primeros documentos del francés
refleja una fase avanzada de gramaticalización. El DELI separa cronológicamen-
te los significados de it. semplicemente ‘de manera simple’ (1292) y ‘solamente’
(1673). La primera atestiguación de pt. simplemente, con la grafía simpremente,
es del siglo XIII con el significado ‘de manera sencilla’ (Machado). Podemos
concluir que los equivalentes de esp. simplemente aparecen muy pronto en los
documentos de las cuatro lenguas examinadas, con ortografías y grados de gra-
maticalización que indican un uso ya bien arraigado. Así las cosas, habrá proba-
blemente que relacionar su diacronía con la del adverbio lat. sempliciter. Si bien
el adverbio sigue estando relacionado con el adjetivo base, al menos para la
gente culta (que tiende a la remotivación), no tendría sentido explicar su desarro-
llo en romance como transcategorización del adjetivo. Este proceso fue anterior.
32 MARTIN HUMMEL

Las dudas relacionadas con el origen exacto de simple (DCECH) y su clasifica-


ción como semicultismo apuntan hacia su uso en el latín hablado culto. Es decir,
no es un simple cultismo de escritura, sino una voz que fue muy usual en el dis-
curso oral culto, con el uso paralelo de simpliciter. No me atrevo a determinar
hasta qué punto esta tradición oral culta fue ‘intercultural’, pero queda patente
que penetró muy pronto y sin rasgos visibles de adaptación ‘escritura → orali-
dad’ en las lenguas romances. Los análisis etimológicos y diacrónicos tradicio-
nales carecen de una visión diferenciadora de las tradiciones escritas y orales,
populares, cultas, etc. Ahora bien, la reconstrucción diacrónica del origen de
simplemente como voz del habla oral culta nos permite diferenciar su diacronía
de la voz popular solamente y del cultismo realmente, cuya difusión hacia el
habla oral se produce más tarde. Además, ingl. simply se usa prácticamente al
mismo tiempo que en las lenguas romances. A diferencia de solely, podemos
constatar la coincidencia del uso en el francés de la clase alta con el latín semi-
culto. En consecuencia, parece probable que no sea un simple galicismo, sino la
continuación de la misma tradición oral del latín culto, sin duda estimulada por
el francés. Es posible que la grafía sea un galicismo, pero ello no excluye una
continuidad funcional con el lat. simpliciter que se confunde con la del fr. sim-
plement. De manera general, los diccionarios tienden a no tener en cuenta las
continuidades funcionales, porque toda la tradición de reconstrucción diacrónica
se fija en los cambios gráficos, fonéticos y morfológicos. Metodológicamente,
este tipo de análisis señala al francés como origen. No se busca una posible fuen-
te complementaria: los que escribían en latín naturalmente buscaban voces que
podían emplear donde solían escribir o decir otra voz en latín (simpliciter). Mere-
cería la pena estudiar las traducciones del latín al romance o al inglés, así como
la obra de autores que escribían en latín y en lengua vernácula.
El desarrollo de esp. normal y de sus equivalentes está estrechamente relacio-
nado con el uso del sustantivo culto norma en las lenguas de especialidad. Según
el FEW, el equivalente francés norme se usa entre los siglos XII y XVI y desapare-
ce a principios del XVII para volver a usarse en el XIX, con una documentación de
normellement ‘en conformidad con una norma’ en francés medio (XV). El adjeti-
vo fr. normal (< lat. normalis) se introduce en el siglo XVIII como término mate-
mático significando ‘perpendicular’. En italiano, normale ‘perpendicular’ se
atestigua ya en 1683; el significado ‘conforme a una regla’ en 1791. El español
acoge el galicismo matemático normal en 1855 (DCECH), al igual que el portu-
gués. Así las cosas, la voz se relaciona con lenguas de especialidad internacio-
nalmente conectadas, surgiendo en momentos diferentes, según la lengua de
especialidad en cuestión. Si bien la descripción del desarrollo según etapas vin-
culadas con lenguas de especialidad en el FEW capta parte de la realidad, el TLF
afirma que el significado ‘conforme a una regla’ tiene continuidad con el latín
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 33

tardío, apareciendo después en francés en casos como verbe normal ‘regular’.


Por consiguiente, podemos suponer una continuación directa del latín culto escri-
to y hablado en las lenguas romances del significado más popularizado ‘confor-
me a una regla o costumbre’. Su expansión en la lengua común se aceleró a con-
secuencia de la fundación de la École normale (1793) donde tiene el significado
‘modélico’. Le sigue normalement, primero con el segundo significado ‘de
manera normal’ (1826), en un texto de química, y después con el significado
‘perpendicularmente’ (1874). Según el CDH, esp. normalmente se usa desde
1863 en textos de reflexión y medicina. A diferencia de simplemente, cuyos orí-
genes se remontan directamente a una función adverbial del latín, la polisemia
de fr. normalement refleja el desarrollo anterior del adjetivo, al menos en térmi-
nos semánticos. Sin embargo, podemos pensar que el significado adverbial tiene
una existencia latente, a partir del momento en el que se usa el significado adjeti-
val correspondiente. La dimensión intercultural aparece claramente en la entrada
normal del OED, donde en la parte etimológica se alude directamente al francés
como fuente y al uso paralelo en español, italiano y portugués. Según la cronolo-
gía de los datos, el francés fue la lengua puente que transmitió el uso italiano,
que se relaciona a su vez con el latín tardío, si ponemos a un lado el papel espe-
cífico del término École normale, también mencionado en el OED. El uso de fr.
normalement como adverbio enunciativo en posición inicial se documenta a par-
tir de 1937 (“Normalement, avait dit un des officiers […]”, TLF). Sería intere-
sante examinar si se puede relacionar el desarrollo de esta función con la de Il est
normal que e Il est normal de + infinitivo. En la sincronía actual, estas variantes
se distinguen semánticamente: normalement ‘de manera general, habitual’, il est
normal que ‘se entiende por corresponder a una regla’. En suma, a primera vista
el caso de normal representa un desarrollo modélico: término técnico primitivo
prestado del latín clásico > adjetivo polisémico > adverbio de manera > adverbio
enunciativo’. En la fase ‘adverbio de manera’ se observa el desarrollo de una
polisemia con tendencia al uso abstracto: ‘perpendicular’ y ‘conforme a una
regla, a un modelo’ > ‘de manera habitual’, siendo este último significado el que
se presta más a la dislocación al inicio de una oración y el que se arraiga en la
lengua hablada, donde se pierden los otros significados.
Lat. practicus es un grecismo del siglo V que se usa en textos intelectuales en
oposición a theoreticus. En antiguo francés se emplea la variante adverbial prati-
calemente ‘en la práctica’, probablemente relacionado con ingl. practically. El
FEW observa el desarrollo polisémico de pratiquement ‘en la práctica, realidad’
(1610) y ‘cómodamente’ (1875). No se menciona la función de mitigación, pro-
bablemente porque los diccionarios suelen prestar poca atención a las funciones
pragmáticas, especialmente en lo tocante a la oralidad. No obstante, si tenemos
en cuenta que casi todas las unidades analizadas aquí, que son las más frecuentes
34 MARTIN HUMMEL

en la lengua hablada española, tienen también funciones de mitigación o intensi-


ficación, resulta muy probable que el desempeño de estas funciones fuera el
motor de su expansión, relacionándose con otras funciones como la epistémica,
la estructura del discurso, etc. Con excepción del FEW, los demás diccionarios
nada o poco aportan a la diacronía de prácticamente y de sus equivalentes.
Esp. absolutamente y sus equivalentes derivan de lat. absolvere (→ absolu-
to). Surgen en las lenguas romances desde el principio y de la misma manera,
con el significado general ‘perfecto, sin restricción’ y significados relacionados
con la religión (cf. absolución) y, más tarde, la política (cf. absolutismo). El TLF
le dedica un análisis excepcionalmente detallado, con 84 significados adjetivales
y 51 adverbiales (absolument), explicando la polisemia extrema como conse-
cuencia directa de su uso abundante. Se observa que la gramaticalización de las
funciones discursivas de intensificación y de afirmación es mucho más rápida en
el adverbio que en el adjetivo. Según hemos observado antes, la transposición
del contenido adjetival a las funciones adverbiales suele implicar o estimular un
mayor grado de abstracción o metaforización que, a su vez, facilita el desarrollo
de las funciones discursivas. El fr. absolument surge en el siglo XIII con el signi-
ficado ‘completamente, enteramente’, que se mantiene hasta la fecha, siguiéndo-
le el significado ‘sin límite, sin restricción’ a partir del siglo XVI, sin mencionar
el desarrollo de significados en las lenguas de especialidad, como en la gramati-
cografía (emplear absolutamente ‘sin depender de nada’). El TLF no fecha la
aparición de la partícula afirmativa independiente, pero el FEW se refiere a una
primera atestiguación en 1866. El desarrollo del verbo y del adjetivo es paralelo
en español, italiano y portugués, pero no conocemos nada del adverbio en
-mente, si no fuera por su documentación en LEI 5. Este diccionario data el signi-
ficado assolutamente ‘sin restricción’ a principios del siglo XIII, en Dante, el de
‘completamente’ a partir de 1540, y la función de refuerzo y de afirmación desde
1642, con la variante assolutissimamente. El CDH documenta absolutamente
desde 1437. Es posible que la primera documentación en un autor como Dante
impulsara el uso de los adverbios correspondientes en otras lenguas. Si bien los
diccionarios no insisten en ello, hay buenos motivos para pensar que el empleo
con función de intensificación y, en particular, el desarrollo de la partícula afir-
mativa, están estrechamente vinculados con la tradición oral culta. En francés, la
respuesta absolument sigue siendo más bien culta, fina y cortés, como cierta-
mente, obviamente y otros más en español (cf. Hummel 2012: 296-306). Espino-
za Elorza (2010: 136) apunta la función de modificador de adjetivo en 1577
(“absolutamente buenas”).

5 Assoluto es el único lema de nuestra muestra en el todavía incompleto LEI.


LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 35

Los equivalentes de esp. evidente surgen en francés e italiano desde el siglo


XIII, mientras que el español y el portugués no disponen de atestiguaciones ante-
riores al siglo XVI, según los diccionarios; sin embargo, el CDH lo tiene desde
principios del XV (1406), demostrándose, de nuevo, que la exploración de este
corpus cambia las relaciones cronológicas de desarrollo documentadas en los
diccionarios. Esp. evidentemente se registra poco después (1427). En francés,
adjetivo y adverbio se documentan un siglo antes. No disponemos de más infor-
mación acerca del desarrollo de sus funciones discursivas, entre las que se inclu-
ye la de partícula de afirmación.
El fr. exactement ‘conforme a la prescripción’ se documenta en 1539, al
mismo tiempo que exacto (1542), con el significado correspondiente. El adjetivo
adopta el significado ‘conforme a la verdad’ a partir de finales del XVII (TLF). El
FEW fecha exactement ‘perfectamente’ en el siglo XVII. No se dice más acerca
del desarrollo del adverbio. El CDH lo atestigua a partir de 1726, con una fre-
cuencia que aumenta rápidamente a partir de esta fecha, indicando, probable-
mente, una moda repentina típica de las unidades que se usan para las funciones
de intensificación, evidencia y afirmación. Habría que estudiar en detalle las
fuentes para ver si se trata de un calco de otra lengua.
El DELI, Machado y Da Cunha sugieren explicar la introducción del adjetivo
total como galicismo, pero parece más probable que se trate de la continuación
del uso de las palabras cultas totalis y totaliter en latín tardío (TLF), ya que el
OED explica el origen de ingl. total(ly) con la misma tradición. De todos modos,
fr. total y totalement aparecen al mismo tiempo en 1370, en el mismo autor.
Habría que estudiar su expansión diacrónica en distintas posiciones sintácticas
(modificador de verbo, de adjetivo, respuesta, etc.). Según el CDH, esp. total-
mente se usa primero como modificador del verbo a partir de 1411.

6. Conclusiones

El objetivo de este trabajo no ha sido el de aportar resultados acerca de la diacro-


nía de unidades lingüísticas. En este sentido, no hay resultados empíricamente
comprobados. Dicho de otro modo, en ninguno de los casos de la muestra se han
explorado los corpus disponibles que serían imprescindibles para describir su
evolución diacrónica. Por eso, acepto de buena gana las precisiones que aporta-
rán tales estudios. Centré mi análisis en los aspectos metodológicos que se des-
prenden de los análisis existentes. Más concretamente, estudié la dimensión
intercultural del desarrollo de los adverbios en -mente con funciones discursivas,
con el objetivo de llamar la atención sobre los peligros metodológicos que natu-
ralmente implican los proyectos de historia lingüística nacional. A nivel intelec-
36 MARTIN HUMMEL

tual, Europa nunca fue estrictamente compartimentada por naciones. Escogí


como muestra las diez unidades que presentan la mayor frecuencia en C-Oral-
Rom con datos del español oral peninsular. Estas unidades presentan la ventaja
de haberse difundido en el habla oral, desarrollando funciones discursivas en
sentido amplio: intensificación, mitigación, estructuración del texto, enfoque y
funciones modales. Fundamenté mi análisis en una selección de diccionarios his-
tórico-etimológicos del español, francés, italiano y del portugués, añadiéndoles
el caso del inglés, que refleja el mero influjo intercultural, en la medida en que la
tradición oral genuina es germánica.
De los diccionarios explorados, solo el OED permite un análisis detallado del
desarrollo diacrónico de las funciones discursivas. Además, este diccionario inclu-
ye informaciones sobre las relaciones con otras lenguas. No obstante, la disponibi-
lidad exclusiva de textos escritos para el estudio de la historia de la lengua convier-
te la tradición oral en una realidad sumergida, parcialmente oculta y
cuantitativamente infrarrepresentada, mejor representada en siglos de liberalismo
lingüístico (siglo XX) y peor representada en siglos más normativos. Por eso, con-
vendría partir también de corpus sincrónicos diferenciados según las variedades,
los registros y los códigos, para disponer de todos los fenómenos que merecerían
una explicación diacrónica (cf. el análisis sincrónico-diacrónico de naturalmente
por Sánchez Jiménez 2008). Los otros diccionarios contienen poca información,
manifestando una tendencia a considerar a los adverbios en -mente como simples
correlatos de ‘sus adjetivos’, muchas veces sin mencionarlos siquiera. Son más
completos el FEW y el todavía incipiente LEI. En cierto sentido, esto vale también
para el TLF, por ser este un diccionario de los siglos XIX y XX, pero la información
etimológica y diacrónica es bastante completa en algunas entradas. Como elemento
de crítica, recurrí también a las primeras atestiguaciones en el CDH.
Los principales peligros son:

• La lógica dominante es la de lenguas nacionales con préstamos, incluso


respecto del latín clásico, que es tratado como otra ‘lengua nacional’ y
fuente de préstamo, sin considerar las relaciones complejas que pueden
existir por la continuidad del latín escrito y hablado en las tradiciones cul-
tas de escribir y hablar en romance. Se subestima la tradición culta com-
partida del latín escrito y hablado que tuvo un impacto decisivo en el desa-
rrollo de las lenguas romances y del inglés escritos.
• Lo que a veces parece ser un préstamo de latín clásico es un elemento tra-
dicional del latín tardío culto, posteriormente relatinizado según el modelo
clásico.
• La documentación incompleta sugiere cronologías de préstamo que no se
corresponden con datos del CDH.
LA DIMENSIÓN INTERCULTURAL DE LA EXPANSIÓN DIACRÓNICA 37

• Tradicionalmente, la diacronía y la etimología se ocupan de los cambios


relacionados con la misma forma morfológica. Ahora bien, totalmente
puede mantener relaciones más estrechas con lat. totaliter que con su base
adjetival de la que deriva morfológicamente. Es más, o sea puede conti-
nuar la función discursiva de aut, sin relaciones morfológicas, y -mente
continua, hasta cierto punto, el uso canónico de -iter en el latín tardío escri-
to. Dicho de otro modo, es normal que las personas que usaban el latín
como lengua principal para escribir buscaran equivalentes funcionales a la
hora de escribir en romance, aprovechándose en lo posible de las formas
etimológicamente relacionadas, pero no siempre.
• El mismo tipo de continuidad funcional aparece en las modas diacrónicas,
por ejemplo, cuando se empieza a usar exactamente en lugar de otras partí-
culas afirmativas.
• El OED suele exagerar el influjo del francés después de la conquista nor-
manda, minimizando el del latín culto escrito y hablado. Una voz del fran-
cés tenía una mayor probabilidad de usarse en inglés cuando existía un
equivalente morfológico en la tradición latina. En el caso contrario, la voz
encontró problemas de difusión (e.g. ingl. solely).
• La dimensión intercultural de las funciones discursivas, tal y como la he
ilustrado con aparentemente en la introducción, no tiene documentación
suficiente en los diccionarios para ser examinada debidamente.

Pasando de los problemas metodológicos a los posibles resultados (pendien-


tes de verificación), cabe destacar, en primer lugar, que los diez adverbios en
-mente más usuales en el español actual hablado en la Península Ibérica se usan
también en inglés. Es la mejor prueba de su interculturalismo y de su desarrollo
histórico dentro de una cultura largamente compartida. Como es obvio, la inclu-
sión del inglés implica la conclusión de que la cultura compartida no concierne
a la tradición popular (si no queremos recurrir al indo-europeo), sino a la tradi-
ción culta escrita y oral. Se comparte la tradición del latín escrito y oral como
base de escrituralización de la lengua ‘vulgar’ y del habla culta oral, se compar-
te el mundo de las ideas, de la ciencia y de las lenguas de especialidad en gene-
ral. A partir de estas generalidades, podemos distinguir grupos de adverbios.
Ingl. sole/solely y simple/simply constituyen casos aparte porque provienen de
la clase alta francófona. Aun así, su ortografía latinizada refleja su integración
en la lengua culta. Las funciones de intensificación/mitigación, que suelen ante-
ponerse a otras funciones, están probablemente sobrerrepresentadas en la mues-
tra. La sobrerrepresentación podría indicar que estas funciones aceleran el pro-
ceso de ósmosis del habla culta a la lengua común en términos de penetración
token. Además, la representación como grupo funcional indica también un alto
38 MARTIN HUMMEL

grado de penetración type. Del mismo modo, las funciones epistémicas y evi-
denciales están bien representadas en la muestra, con una tendencia a asumir
también funciones de estructuración del texto. Estas últimas parecen surgir
durante el siglo XIX, estableciéndose como fenómeno generalizado en el siglo
XX (ej. Naturalmente,…; Evidentemente, …; Normalmente,…; Efectivamen-
te,…), integrándose en la dinámica interactiva de la oralidad (cf. Sánchez Jimé-
nez 2008: 463), pero habría que documentarlo mejor (cf. Company Company:
en prensa b, acerca del desarrollo cuantitativo de las funciones discursivas en la
lengua española). En el mismo sentido, finalmente recoge las funciones de orde-
nación temporal y discursiva de al fin a partir del siglo XVIII (Garcés Gómez
2010: 220; Garcés Gómez 2006: 341-342). Es posible que su expansión inter-
cultural no sea tanto un fenómeno explicable a nivel del lexema, sino una técni-
ca de construcción que se generaliza y se extiende a unidades disponibles en
una lengua, sin necesidad de préstamo. Si el interculturalismo concierne a una
regla general, es de esperar que una lengua como el inglés usara no solo los
equivalentes de los adverbios, digamos del francés, sino también otros con base
germánica. En todo caso, como en la diacronía de los adverbios en -mente en
general, cabe suponer el desarrollo pionero de algunas unidades que sirven de
modelo a otras. El análisis diacrónico onomasiológico por grupos funcionales
permitiría la inclusión de las unidades con la misma función en latín clásico o
tardío (Ricca 2010), o la de las unidades con raíz germánica en el caso del
inglés, para ver cómo cambian los paradigmas, diferenciando los cambios según
los registros y códigos.

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U S O S Y VA L O R E S D E L O S A D V E R B I O S
D E Á M B I T O E N E S PA Ñ O L 1

JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ


Universidad de Barcelona

1. Introducción

Afirmaba Sánchez de las Brozas (1976: 102) que “exponer las significaciones de
los adverbios es más propio del filósofo que del gramático, porque la misión del
gramático (según dice Varrón) no consiste en indagar las significaciones de las
voces, sino su uso”. A mitad de camino, pues, entre las tareas encomendadas al
filósofo y las atribuidas al gramático, el propósito del siguiente trabajo se centra
en el análisis de los denominados adverbios de ámbito, llamados por algunos
investigadores “nocionales”, “limitativos”, “relacionales” o “de punto de vista”,
esto es, aquellos que añaden el sufijo -mente a un adjetivo de un ámbito o área
del saber históricamente consolidada. En otras palabras, centraremos nuestro
objeto en piezas tales como históricamente, químicamente, psicológicamente,
gramaticalmente, matemáticamente, etc. con el fin de constatar sus idiosincra-
sias en el marco de la ya polifacética categoría del adverbio2. Conviene, en todo
caso, destacar que nuestra aproximación tendrá en cuenta el uso, pero no podrá
obviar el significado, puesto que en este reside en gran parte la explicación de
los diversos usos que cabe atribuir a algunos de estos adverbios3.

1 Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación FFI2010-15154, financiado por

el Ministerio de Economía y Competitividad de España.


2 Un primer aspecto que debe destacarse radica en el hecho de que no todas las áreas de

conocimiento disponen, en la actualidad, de un adverbio de ámbito derivado. Así, no hallamos


ningún adverbio a partir del campo de la ingeniería. Ello responde, no obstante, a una cuestión
eminentemente lingüística: algunos términos de disciplina no posibilitan el adjetivo relacional
inicial a partir del cual formar el adverbio. Así pues, la ausencia no se explica por motivos
extralingüísticos asociados a la disciplina, sino por cuestiones morfológicas propias de los
sustantivos originarios. En otros casos, es la evolución histórica de la lengua la que ha com-
portado que adverbios de ámbito ciertamente frecuentes (derechamente) hayan caído en el
casi absoluto desuso.
3 El Diccionario de partículas de Santos Río (2003) constituye, en tanto que obra genera-

lista y global en lo relativo a los adverbios en -mente, una aproximación imprescindible para el
correcto desarrollo del estudio propuesto. El análisis de los adverbios seleccionados toma en
44 JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ

La tradición gramatical ha considerado que los adverbios de ámbito constitu-


yen un subconjunto dentro de los llamados adverbios de tópico. La posición sin-
táctica, así lo retoma la Nueva gramática de la lengua española (2009) entre
otros, se convierte, pues, en el principal parámetro utilizado para clasificar a
estas piezas. Con ello se pretende dar una explicación a usos como los que se
observan en (1).

(1) La variabilidad de tu carácter desconcierta a quienes confían en ti. Económica-


mente, las cosas mejoran, pero todavía debes controlar tus gastos (El Tiempo,
1997, CREA).

Sin embargo, la posición marginal no es ni un rasgo exclusivo de los adver-


bios de ámbito ni, desde luego, una condición necesaria.
Sintácticamente, los adverbios de ámbito pueden modificar a un adjetivo
(“Es económicamente inviable”), o a un sintagma verbal (“Nuestra comunidad
mejorará económicamente a corto plazo”), pese a que también pueden aparecen
en posición de tópico oracional, como se ha visto en (1), o en secuencias paren-
téticas (“Soluciones que, económicamente, no parece ni siquiera posible plan-
tear”). Ello plantea, pues, múltiples posibilidades que afectan a la propia delimi-
tación del concepto adverbio de ámbito y que deben resolverse a priori para, a
continuación, poder encauzar la propuesta descriptiva. En las páginas que siguen,
vamos a trazar un estado de la cuestión a partir de los principales estudios sobre
este tema para proseguir con una caracterización de nuestro objeto basada en el
análisis de las muestras estudiadas.

2. Estado de la cuestión

Kovacci (1999), en la Gramática descriptiva de la lengua española, incluye los


adverbios de ámbito (de punto de vista o nocionales, según la autora) dentro del
conjunto de adverbios externos al dictum, cuya principal función radica en
“modificar el contenido representativo de la oración” (1999: 740). La posición
de tópico o, en todo caso, su carácter suprasegmental derivado de una posición
parentética, se considera un rasgo central. Esta autora basa, en parte, esta expli-
cación en el hecho de que “adverbios homónimos de los limitadores nocionales,
a veces con cambio de significado, pueden funcionar como circunstanciales de
modo en posición posverbal” (1999: 745). En otras palabras, apuesta por enten-

consideración la definición aportada por el autor que será, no obstante, pormenorizada con
aspectos a priori no tratados.
USOS Y VALORES DE LOS ADVERBIOS DE ÁMBITO EN ESPAÑOL 45

der que un mismo término, pongamos por caso económicamente, recibe una cate-
gorización determinada si su alcance se asocia al marco de la enunciación y otra
si, por el contrario, se inscribe en el marco del enunciado, concretamente, como
complemento verbal o como complemento adjetival4. Esta postura es la defendi-
da por autores que han abordado piezas idénticas en otras lenguas, así Lonzi
(1991) para el italiano o Greenbaum (1969) para el inglés.
Desde otro prisma, algunos autores señalan que no cabe justificar los diferentes
usos de tales piezas a partir de una doble o triple categorización, puesto que, en
definitiva, lo que se aprecia son sencillamente los distintos niveles de incidencia
sintáctica antes apuntados (González 1997, Garcés 2004). Y, ciertamente, tales
niveles de incidencia existen. Sin embargo, esta explicación debe completarse con
la siguiente apreciación: en ocasiones el adverbio que modifica al verbo o que actúa
sobre un adjetivo tiene como origen un adjetivo calificativo o, mejor dicho, el valor
calificativo de un adjetivo primariamente relacional, lo que presupone un desplaza-
miento semántico anterior. En cambio, el adverbio que actúa sobre el conjunto de la
oración se forja a partir del valor exclusivamente relacional del adjetivo base.

(2) Realmente Cuba es hoy, sin discusión, a pesar de ser un país bloqueado y un país
pequeño, el único rival deportivo que en este hemisferio tiene Estados Unidos
(Discurso de Fidel Castro, oral, CREA).
(3) Dentro de este contexto, la sonrisa se aconsejaba como actitud deportiva ante la
vida, sobre todo en el momento en que se os muestre adversa (Carmen Martín
Gaite, Usos amorosos de la posguerra española, 1987, CREA).
(4) Hay un dato promisorio: el PRI cambia, se civiliza, acepta deportivamente sus derro-
tas y reconoce honestamente las victorias del adversario (Proceso, 1996, CREA).
(5) El Madrid no puede permitirse, deportivamente, un nuevo error (La Razón, 2004,
CREA).

Por otra parte, algunos adverbios presentan el triple alcance señalado sin que
sea posible fijar una dualidad semántica previa en el adjetivo que sirve de base
para su configuración. Veámoslo, sucintamente, con los siguientes ejemplos.

4 No se consideran en este momento las diferentes secuencias parafrásticas que normal-

mente se utilizan para ratificar esta clasificación binaria. El hecho de que los adverbios que
inciden sobre el enunciado puedan generalmente parafrasearse a través del sintagma “desde la
perspectiva o punto de vista + adjetivo de ámbito” y que, en cambio, los que desarrollan la
función de complementación verbal o adjetival suelan preferir la paráfrasis “de manera o
modo + adjetivo de ámbito” no responde a un funcionamiento sistemático. En muchos casos,
aquellos que actúan sintácticamente en el seno de la oración también permiten la paráfrasis
“desde la perspectiva o punto de vista + adjetivo de ámbito” sin que tal reformulación supon-
ga una recategorización del adverbio.
46 JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ

(6) Descartó que el Cerro Mogotón tenga que ver en los movimientos telúricos, sino
que los temblores son producto de la activación de una falla geológica en la cor-
dillera de Dipilto (La Prensa, 1997, CREA).
(7) Los cuerpos donde vemos pocos cráteres son gaseosos como Júpiter y Saturno, o
tienen superficies geológicamente activas, como la Tierra (Daniel Roberto Alt-
schuler, Hijos de las Estrellas, 2002, CREA).
(8) Suiza es, geológicamente, un país complejo (Adolfo Mazariegos, Régimen de
convención, 2004, CREA).

El adjetivo deportivo/a dispone de dos acepciones. En tanto que adjetivo


relacional, vincula al sustantivo al que acompaña con la idea o el ámbito del
deporte. Así, en (2) un rival deportivo es aquel que se enmarca en una competi-
ción deportiva. Ahora bien, en tanto que adjetivo calificativo, el término deporti-
vo nos remite a una idea próxima a la de conducta ética y positiva, tal y como se
aprecia en (3). Este comportamiento dual parte históricamente de un cambio fun-
cional del adjetivo. Efectivamente, los adjetivos relacionales pueden, en deter-
minados contextos, recategorizarse como calificativos y prueba de ello, entre
otros aspectos, es que suelen aceptar la anteposición al nombre al que acompa-
ñan. Desde una perspectiva semántica, lo que sucede es que tales adjetivos o
bien pasan a seleccionar solo una propiedad, singularizada frente a las otras, del
conjunto de propiedades o rasgos que definen íntegramente a la entidad con la
que se relaciona el nombre a través del adjetivo o, por el contrario, pasan a con-
figurar un significado de más amplio alcance5. Se trata, en general, de un despla-
zamiento metonímico a partir del cual el adjetivo relacional pasa a posibilitar
usos como adjetivo calificativo.
A partir de aquí, el análisis del adverbio derivado deportivamente no puede
obviar esta dualidad de origen. En (4) no es plausible la lectura “desde la pers-
pectiva o el punto de vista deportivo”, mientras que en (5) esta resulta obligato-
ria. Obsérvese que en (4) el adverbio actúa como un circunstancial de modo,
mientras que en (5) su valor es supraoracional y su función pragmática se funda-
menta en la limitación de la interpretación del contenido de la oración.
El comentario de los ejemplos anteriores da validez a la hipótesis de Kovacci
que sugiere la existencia de formas homónimas. Sin embargo, muchos adverbios
de ámbito que surgen a partir de adjetivos relacionales no posibilitan una lectura
calificativa y, en consecuencia, muestran una incidencia estructural que no va
acompañada de una modificación de significado. Es lo que sucede con el adjeti-

5Piénsese en la reestructuración semántica que hay en los adjetivos relacionales gentili-


cios que permiten su recategorización como calificativos (Miguel es madrileño vs. Miguel es
muy madrileño).
USOS Y VALORES DE LOS ADVERBIOS DE ÁMBITO EN ESPAÑOL 47

vo geológica y el adverbio derivado geológicamente en (7) y (8). En (7), el


adverbio tendría como ámbito de alcance un adjetivo, mientras que en (8) sería
externo al dictum. Ello, pues, corroboraría la hipótesis de que nos hallamos ante
el mismo adverbio, con ámbitos de incidencia diferentes.
Fijar la atención en el adjetivo originario no es, por otra parte, una observa-
ción novedosa. Lenz (1935) abordó ya en su momento esta cuestión, según la
cual la semántica de estos adverbios está estrechamente ligada a la del adjetivo
del cual proceden, además de observar que, en muchos casos, es el uso lo que
determina las posibilidades de aparición de la pieza léxica6. Entre sus considera-
ciones, destaca, además, el hecho de que se puedan utilizar en sentido figurado,
comentario relevante a raíz del funcionamiento que comentaremos en el análisis
de los casos estudiados.
De modo análogo se manifiestan Rodríguez Ramalle (2001), Torner (2005) y
Fábregas (2007). Según Torner, las clases de adverbios que existen en español
tienen un origen semántico pues son precisamente las propiedades semánticas de
cada pieza léxica las que determinan su función. En definitiva, este autor retoma
la idea según la cual las lecturas que puede tener un adverbio son consecuencia
del significado del adjetivo originario y son las propiedades semánticas de cada
unidad las que determinan su comportamiento en el discurso. En lo que concier-
ne a los adverbios en -mente, Torner (2005:7-8) parte de la premisa de que

las propiedades semánticas que tiene un adverbio en -mente (que según nuestra pro-
puesta son las que determinan sus posibles usos) son herencia de las propiedades
semánticas del adjetivo con el que se ha formado; luego, ello implica que serán las
propiedades semánticas del adjetivo de base las que restrinjan los usos que puede
tener el adverbio que con él se forme.

Más allá de estas consideraciones sobre su encaje, categorización y origen,


conviene ahora reseñar sucintamente algunos rasgos con los que comúnmente se

6 “La derivación en -mente se forma solo en aquellos adjetivos que por su significado pue-
den también modificar a sustantivos abstractos. Cualidades de forma o de color que solo
corresponden a cuerpos, no la admiten; pero no hay reglas absolutas. El uso admite antigua-
mente, mayormente, pero rechaza viejamente, menormente; así como en los determinativos
admite primeramente, últimamente, mas no acepta cuartamente, etc. […] La clasificación por
el significado de los adverbios calificativos se corresponde, naturalmente, con la de los adjeti-
vos de la misma categoría. Sería, sin duda, interesante clasificar todos los adverbios en -mente,
que se enumeran en los diccionarios castellanos, según las categorías que hemos establecido
para los adjetivos, para ver en los detalles cuáles faltan por completo, cuáles están solo repre-
sentados por ejemplos aislados o usados en sentido figurado. Por ejemplo, entre los adverbios
derivados de adjetivos nominales se encuentra cristianamente, pero no existe ni mahometana-
mente ni búdicamente. La razón es obvia” (Lenz 1935: 241).
48 JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ

han descrito los adverbios de ámbito. Cabrá, no obstante, tener en cuenta que su
caracterización tiende a no tomar en consideración el triple alcance señalado y
que, por lo tanto, la mayoría de los rasgos apuntados se circunscriben únicamen-
te a sus usos como elementos externos al dictum7.
En este sentido concreto y desde una perspectiva semántico-pragmática, se
destaca, por ejemplo, que tales adverbios no son omisibles. Kovacci (1999) o
Kaul de Marlangeon (2002) apuntan en esta dirección al entender que los adver-
bios de punto de vista –según la terminología de las autoras– precisan el alcance
del dictum presentándolo como válido solo en el ámbito nocional señalado por el
adverbio. En otras palabras, estos actúan como marcas de restricción interpretati-
va. El compromiso del hablante con la veracidad del contenido proposicional se
enmarca en unas coordenadas interpretativas determinadas por el área de conoci-
miento que introduce el adverbio de punto de vista. Podríamos decir, en términos
pragmáticos, que actúan como marcas ostensivas que limitan el conjunto de
implicaturas posibles. Así, al emitir un enunciado del tipo “Jurídicamente, el
razonamiento es válido”, el hablante asume la validez del razonamiento única y
exclusivamente en tanto en cuanto este se incluya bajo los parámetros de análisis
de la ciencia jurídica. Obsérvese, además, que del uso de este adverbio se deri-
van implicaturas varias, a saber, la negación de la validez del razonamiento en
otras coordenadas, con lo cual es posible fijar una correspondencia entre tales
adverbios y los denominados operadores discursivos, ya que facilitan y a la vez
obstaculizan ciertas prosecuciones discursivas. Son, en este sentido, adverbios
que promueven los significados pragmáticos indirectos, con todo lo que ello
implica8.
Se observa, por otra parte, que los adverbios en -mente categorizados como
adverbios de ámbito raramente podrán parafrasearse mediante el sintagma “de
modo o manera + adjetivo” si su alcance es supraoracional. De ahí que resulte
anómala la siguiente reformulación de la muestra anterior “#De manera jurídica,

7Según Kovacci (1999: 744) no pueden ser foco de la paráfrasis de relativo ni guardan
correspondencia parafrástica con el adjetivo correspondiente en función de predicativo. Gar-
cés (2004), por su parte, mantiene que, como modificadores oracionales, pueden actuar tanto
sobre oraciones afirmativas como negativas; son combinables con la modalidad oracional
interrogativa; quedan fuera del ámbito de la negación; no admiten gradación cuantitativa y
resultan coordinables con adverbios del mismo tipo.
8 Afirmar su no omisibilidad no debe conducir a pensar que otros adverbios en posición

de tópico pueden elidirse sin consecuencias pragmáticas. La diferencia entre “Desgraciada-


mente/Jurídicamente, el razonamiento es válido” radica en el hecho de que el adverbio de
modus “desgraciadamente” no interviene en el compromiso de verdad del contenido proposi-
cional, mientras que el adverbio de ámbito se centra exclusivamente en acotar la validez del
contenido oracional en términos veritativos.
USOS Y VALORES DE LOS ADVERBIOS DE ÁMBITO EN ESPAÑOL 49

el razonamiento es válido”. Esta estructura parafrástica resulta, en cambio, váli-


da para los adverbios de ámbito cuyo marco sintáctico sea el sintagma verbal, sin
por ello excluir la paráfrasis “desde la perspectiva o punto de vista + adjetivo”.
Los primeros admiten, eso sí, la paráfrasis “adverbio en -mente + hablando”
(“Jurídicamente hablando, el razonamiento es válido”), estructura que será acep-
table para los adverbios de ámbito con función circunstancial, aunque no siem-
pre, solo si se lleva a cabo una reinterpretación semántica de todo el enunciado
tal y como se observa en las siguientes muestras.

(9) Es un sacrificio importante económicamente, puesto que los ocho clasificados


para el Masters perciben unas bonificaciones adicionales (El País, 1997, CREA).
(10) Desde luego a lo que nadie parece estar dispuesto es a colaborar económica-
mente con esta temporada (El País, 1997, CREA).

En (9) el ‘sacrificio’ se entiende desde la perspectiva ‘económica’, mientras


que en (10) el adverbio remite a una manera o forma de ‘colaboración’, esto es,
funciona como un circunstancial y no como un modificador oracional y no acep-
ta la paráfrasis “económicamente hablando”.
Cabe, por último, señalar una particularidad semántica no comentada hasta el
momento. En tanto que adverbios de ámbito con alcance supraoracional, estas
piezas raramente establecerán relaciones de sinonimia con adverbios alternati-
vos. Aceptarán, tal vez, relaciones de hiperonimia o hiponimia que, con todo,
pueden comportar consecuencias en la interpretación de los enunciados (sintácti-
camente < gramaticalmente < lingüísticamente). Si, en cambio, el alcance se
limita al verbo o al adjetivo, será necesario comprobar si el adverbio en cuestión
se forma a partir del significado relacional del adjetivo base, o si por el contrario
el origen es su valor calificativo, en cuyo caso sí podrán fijarse relaciones de
sinonimia. Así, en (4) el adverbio deportivamente podría ser sustituido por ele-
gantemente, mientras que en (5) no hay alternativa posible.
A partir de lo dicho, nuestra propuesta de análisis pasa por los siguientes pre-
supuestos:

(i) La pertinencia de recurrir a una terminología aglutinadora, lo cual nos


mueve a denominar a estas piezas léxicas “adverbios de ámbito”, ya que
bajo esta etiqueta tienen cabida tanto los usos que aluden a una perspec-
tiva o punto de vista, como los usos relativos a un modo o manera de
proceder. En última instancia, entendemos que lo realmente característi-
co de estos adverbios es la permanente referencia a una disciplina o
ámbito del saber, independientemente de que con ello se dé entrada a
una perspectiva interpretativa o a un complemento modal.
50 JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ

i(ii) La necesaria recurrencia a los usos y significados del adjetivo originario


a efectos de justificar ciertos usos periféricos o desplazados a los proto-
típicos de los adverbios de ámbito. Dichos usos corren paralelos al cam-
bio de significado que experimenta el adjetivo9.
(iii) El comportamiento sintáctico de los adverbios de ámbito, cuyo despla-
zamiento semántico bloquea la posibilidad de que puedan aparecer en
posiciones supraoracionales, es decir, externos al dictum.

3. Análisis de los casos: de los usos y valores prototípicos a los periféricos

El análisis de los adverbios de ámbito seleccionados nos permite establecer una


división inicial básica entre aquellos semánticamente monofuncionales y, en con-
secuencia, sin cambio categorial, y aquellos que, como consecuencia de una reor-
ganización semántico-sintáctica, acaban posibilitando usos totalmente alejados de
los descritos anteriormente para los adverbios de ámbito en su concepción central.
Dentro del conjunto de adverbios de ámbito cuya carga semántica resulta
invariable hallamos ejemplos tales como geográficamente, psicológicamente,
gramaticalmente y jurídicamente. En estos casos, la interpretación de estas pie-
zas, más allá de su alcance sintáctico, nos remite de forma permanente a paráfra-
sis modales o de perspectiva del tipo “desde el punto de vista o la perspectiva +
adjetivo”, “en lo que concierne a + nombre”, “de modo o manera + nombre”,
etc. Aportamos, a continuación, un número reducido de ejemplos para constatar
dicha naturaleza.

(11) Los gemelos de campaña estaban colocados sobre la silla al alcance de la mano.
En esta frase correcta gramaticalmente, e incluso dentro de la más pura ortodo-
xia literaria, encontramos un grave defecto: no tiene fuerza expresiva (Aníbal
Ariaz Ruiz, Radiofonismo. Conceptos para una radiodifusión española, 1955,
CORDE).
(12) Si nos pusiéramos a examinar gramaticalmente las leyes y disposiciones del
IERAC habría para establecer un juicio lógico y razonado con todas las de
ganar si en este país se entendiesen las cosas con relación a la palabra exacta y
a sus rectas combinaciones para que el pensamiento del legislador no diese
ocasión a las discusiones (Luis Moscoso Vega, Hablemos y escribamos, 1972,
CORDE).

9
Este parámetro de estudio se ha demostrado válido en el análisis de los adverbios en
-mente relacionados con el espacio y el tiempo. Véase en este sentido Vidal y Burguera
(2012).
USOS Y VALORES DE LOS ADVERBIOS DE ÁMBITO EN ESPAÑOL 51

(13) Para nosotros, jurídicamente, el contrato de trabajo es no contrato de arrenda-


miento de servicios (Carlos García Oviedo, Tratado Elemental de Derecho
Social, 1946, CORDE).
(14) Es más, en virtud de éste, puede asegurarse que el nacimiento de un nuevo Esta-
do por tratado, es decir, por el sólo efecto del tratado, jurídicamente es imposi-
ble (José Puente Egido, La teoría pura del Derecho y la ciencia del Derecho
internacional, 1962, CORDE).
(15) Consideradas las aguas geográficamente, se dividen en continentales y marinas
(Manuel Merelo, Nociones de geografía descriptiva, 1865, CORDE).
(16) Fundarla en el lugar que consideraron geográficamente apropiado (Pablo Cuvi,
Paso a Paso, 1994, CREA).
(17) El sexo no es ni orgánica ni psicológicamente una manifestación absoluta de
signo contrario (Pío Baroja, Desde la última vuelta del camino. Memorias 1944-
1949, CORDE).
(18) Cuenta con la simpatía de las mujeres, que, psicológicamente, son las que están
más cerca de esta clase de perversiones (Miguel Ángel Asturias, El cabecilla
político, 1926, CORDE).

En las muestras de (11) a (18) se observa la ya citada lectura de ámbito, inde-


pendientemente del contexto de incidencia –el adjetivo, el sintagma verbal o la
totalidad de la oración. En estos casos, el adjetivo a partir del cual se deriva el
adverbio en -mente conserva su categorización como adjetivo relacional y, en
ningún caso, permite una recategorización como calificativo.
En otros casos, en cambio, el adverbio de ámbito en -mente experimenta una
dualidad funcional. Conserva, como en los casos comentados, los usos prototípi-
cos como contextualizador de ámbito o como circunstancial de modo, pero de
forma simultánea consolida usos propios próximos a los operadores del discurso,
en especial, a los adverbios de cantidad, grado o calidad. En este grupo hemos
analizado cuatro ejemplos específicos, a saber, astronómicamente, matemática-
mente, químicamente y religiosamente. Su descripción más pormenorizada per-
mitirá comprobar que, pese a que el resultado final es similar, esto es, las cuatro
piezas apuntadas acaban facilitando usos diferentes a los consustanciales a los
adverbios de ámbito, el proceso de cambio no responde necesariamente a los
mismos parámetros. Veámoslo caso por caso.

3.1. ASTRONÓMICAMENTE

Astronómicamente se registra en el banco de datos de la RAE en un total de die-


cinueve ocasiones: once en el CREA y ocho en el CORDE. Los usos y valores de
esta pieza léxica en los ejemplos de los corpus se reparten casi por igual entre los
valores de adverbio de ámbito (once muestras) y un segundo valor de adverbio
52 JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ

de grado (ocho muestras) que seguidamente vamos a justificar. La lectura de


ámbito se manifiesta en (19) y (20).

(19) Aunque todo país considerado astronómicamente disfruta las cuatro estaciones
citadas (Manuel Merelo, Nociones de geografía descriptiva, 1865, CORDE).
(20) El caso de las Pléyades es bastante significativo, ya que al ser un cúmulo astro-
nómicamente joven (nació hace aproximadamente un centenar de millones de
años), muestra todavía la presencia entre las estrellas de una densa nebulosidad
que se extiende a lo largo del cúmulo como si fuera un precioso tejido (Josep
María Trigo i Rodríguez, Nosotros en el Universo, 2001, CREA).

En estos ejemplos, astronómicamente se corresponde en su significado con el


adjetivo base del cual deriva, esto es, astronómico con el significado de “perte-
neciente o relativo a la astronomía”. Por consiguiente, como era de esperar, el
adverbio en -mente se relaciona con la ciencia astronómica, con el significado de
“conforme a las reglas de la astronomía”
Sin embargo, en los otros ocho casos localizados, el valor semántico del
adverbio es sensiblemente distinto. Veamos tres de ellos:

(21) Si el cerebro desempeña un cometido notorio es, por supuesto, éste de conferir
el carácter de totalidad bien integrada a un conjunto de elementos tan astronó-
micamente diversos y numerosos que sólo así, bajo la forma de sistema hiper-
formalizado (Zubiri), pueden coexistir en unidad (José Luis Pinillos, Principios
de psicología, 1975, CREA).
(22) Se había retirado muy adentro dejando una playa astronómicamente grande en
donde ya no existía la arena (Louis A.Ducoudray, Los ojos del arrecife 1992,
CREA).
(23) Pero además las diferencias en el interior de Nicaragua se han aumentado astro-
nómicamente, con lo que los 380$ por persona acaba siendo una burla: el 10%
de la población más rica acumula el 44% de la renta nacional (Pueblos. Revista
de Información y Debate, segunda época, 2000, CREA, prensa).

En estos ejemplos el adverbio no está referido a la ciencia, sino a la cantidad;


esto es, el valor funcional de la base adjetiva pasa de referirse a un conjunto de
propiedades que definen la astronomía, a significar solo una propiedad singulari-
zada frente a las otras. Lo astronómico señala no ya lo relativo a la disciplina,
sino también a conceptos asociados a magnitudes, cantidades, dimensiones o
extensiones10. En rigor, aquí no se produce un desplazamiento metafórico, sino

10Se corresponde con la acepción de adverbio de cantidad que consigna Santos Río
(2003: 30) y que define como “inmensamente, extraordinariamente. Supone hipérbole, gene-
ralmente viva”.
USOS Y VALORES DE LOS ADVERBIOS DE ÁMBITO EN ESPAÑOL 53

una especialización semántica, una singularización del adjetivo del cual deriva la
pieza léxica. Apoyan esta lectura los contextos en los que aparece el adverbio,
los cuales guardan relación con términos que implican cantidad, magnitud o
extensión tales como numerosos (21), grande (22) y aumentar (23).
En esta línea, el desplazamiento semántico sufrido por el adverbio corre para-
lelo a la del adjetivo11. Obsérvense los ejemplos (24) (25) (26) y (27).

(24) El número de combinaciones posibles es astronómico (Julio Cortázar, Rayuela,


1963, CORDE).
(25) Cada una de ellas reciben múltiples contactos de otras neuronas y se conecta a
su vez con muchas células, la combinatoria de posibles interacciones es más que
astronómica (Humberto R. Maturana, Francisco G. Varela G., El árbol del cono-
cimiento, 1984, CREA).
(26) El dinero que Guatemala recibirá a fondo perdido de los gobiernos de países
amigos y de las diversas instituciones benéficas de todo el mundo no llegará ni a
una cuarta parte de la astronómica cantidad (Benedicto Revilla, Guatemala, El
terremoto de los pobres, 1976, CREA).
(27) Porque el corpiño estaba ajustado a la fuerza en la espalda con una larga costura
de cordones cruzados. No tuvo que terminar, pues el corpiño acabó de soltarse
solo por la presión interna, y la tetamenta astronómica respiró a sus anchas
(Gabriel García Márquez, El amor en los tiempos del cólera, 1985, CREA).

En los fragmentos anteriores se comprueba de forma palmaria el desplaza-


miento semántico que sufre el adjetivo, el cual se reinterpreta como ‘exagerado’,
‘abundante’, ‘desmesurado’ o ‘desorbitado’12, referido siempre a la cantidad.
Obsérvese, además, la anteposición del adjetivo en las colocaciones astronómica
cantidad o las construcciones atributivas con ser (24) y (25), usos sintácticos
exclusivos de los adjetivos calificativos. El esquema funcional propicia la reca-
tegorización semántica tal que, una vez consumada esta, el adjetivo, ahora califi-
cativo, puede aparecer pospuesto al sustantivo, como se observa en el ejemplo de
(27) tetamenta astronómica donde solo cabe la lectura cuantitativa.

3.2. MATEMÁTICAMENTE

De forma parecida al ejemplo previo, el adverbio matemáticamente no siempre


permite la lectura de ámbito, esto es, “conforme a las reglas de matemática” o

11 El artículo astronómico/a aparece enmendado en la vigésima segunda edición del


DRAE e incluye el significado de “coloq. Que se considera desmesuradamente grande”.
12 Adviértase que en el caso de desorbitado, la magnitud viene apoyada nuevamente por

el ámbito celeste.
54 JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ

“desde el punto de vista matemático”. El adverbio incorpora, en ocasiones, el


valor de ‘totalmente’, ‘prácticamente’, ‘con exactitud’ según se comprueba en
los ejemplos (28), (29) y (30)13.

(28) El entresuelo se comunicaba con la escalera general de la casa, la cual partía


majestuosamente desde la misma puerta de la calle, y en su grandioso arranque
de tres cuartas tenía espacio suficiente para que fuera matemáticamente imposi-
ble que una persona subiese mientras otra se ocupaba fatigosamente en la tarea
de bajar (Benito Pérez Galdós, El 19 de marzo y el 2 de mayo, 1873, CORDE).
(29) Con ello se evitará que el chupete se le caiga al niño, lo que matemáticamente
provoca su llanto inconsolable (Manuel Hidalgo, Azucena, que juega al tenis,
1988, CREA).
(30) El nicho no posee ninguna característica singular que lo distinga de los de sus
vecinos payeses o comerciantes. Figuran matemáticamente como en todos y
cada uno, nombre y fechas (Albert Boadella, Memorias de un bufón, 2001,
CREA).

En estos tres ejemplos, la pieza léxica no se refiere tanto a la ciencia como


tal, sino más bien a uno de los aspectos de esta, concretamente a la exactitud, sis-
tematicidad e inefabilidad de la disciplina. Lo matemático, arquetipo de exacti-
tud, se concibe como lo irrefutable, lo evidente, lo incontestable. Nos hallamos,
nuevamente, ante una propiedad singularizada que nos lleva exclusivamente a la
lectura calificativa. Tal desplazamiento semántico se comprueba asimismo en el
valor del adjetivo en los siguientes ejemplos:

(31) Se había hablado de extravío, de atrofia, de estancamiento, de esperanzas falli-


das, y, lo que era peor, se había mostrado claro, matemático, el cansancio, el
hastío, ante lo conocido y repetido (Leopoldo Alas Clarín, El señor y lo demás
son cuentos, 1893, CORDE).
(32) Fermín bebió un sorbo de cerveza en el mismo instante matemático en que
sufrió un golpe de tos (Enrique Jardiel Poncela, Amor se escribe sin hache.
Novela casi cosmopolita, 1929-1933, CORDE).
(33) Habían llegado a una compenetración sentimental tan matemática y tan sólida.
Se entendían a la perfección (Mercedes Salisachs, La gangrena, 1975, CREA).

El análisis del adjetivo matemático en estos fragmentos muestra su uso como


calificativo. En estos ejemplos la lectura como adjetivo relacional es práctica-

13Resulta interesante observar que, en relación con este adverbio, Santos Río incorpora el
valor de exactitud, pero no lo desvincula del ámbito originario. Así, su segunda acepción
incorpora la idea de “con exactitud matemática” (2003: 107).
USOS Y VALORES DE LOS ADVERBIOS DE ÁMBITO EN ESPAÑOL 55

mente imposible. El contexto que acompaña la pieza léxica justifica la recatego-


rización dado que ni el cansancio, ni la compenetración sentimental pertenecen
al ámbito de las matemáticas o son susceptibles de análisis matemático. En (32)
aparece el concepto de ‘tiempo’ referido al término instante, el cual sí puede
convenir a dicha disciplina. Sin embargo, el adjetivo expresa el concepto de
exactitud, precisión, y no cabe entenderlo como relacional14.

3.3. QUÍMICAMENTE

El adverbio químicamente presenta, de forma mayoritaria, usos y valores como


adverbio de ámbito. Este es el significado que cabe apreciar en (34):

(34) Estas delicadas observaciones han permitido creer que era posible encontrar
sustancias químicamente sensibles á una luz que no permita descubrir los obje-
tos á la vista humana (Felipe Picatoste, Manual de fotografía¸1882, CORDE).

Grosso modo, puede aducirse que, a partir de un adjetivo relacional, en este


caso químico, el adverbio derivado responde al funcionamiento estándar señala-
do para los adverbios de ámbito. El adjetivo no experimenta cambio o variación
y, en consecuencia, esta no se traslada al adverbio derivado. Es más, pese a que
se localizan de forma extraordinaria muestras en las que el adjetivo base se utili-
za metafóricamente, los usos asociados al campo de la ciencia son a todas luces
mayoritarios. Es decir, la alternancia semántica que se aprecia entre (35) y (36)
no es, en ningún caso, sistemática.

(35) La fermentación es un proceso químico que descompone un compuesto orgáni-


co por influencia de enzimas y conforme se forma bióxido de carbono, metano e
hidrógeno, se desprenden burbujas de gas (Susana Rosales, Fundamentos de
enfermería, 1982, CORDE).
(36) Las novedades que veía en los periódicos técnicos, pero que en el comercio, en
el triste comercio español, sobre todo en aquel rincón de España, sin comunica-
ciones apenas, sin ferrocarril todavía, resultaban desastrosas, una locura. En
estas aventuras de romanticismo químico se empleaba poco dinero... porque ya
no lo había; no lo había del caudal que hasta entonces había provisto a todo
(Clarín, Su único hijo, 1891, CORDE).

14 El DRAE define astronómico/a y matemático/a de forma distinta: para el primero apa-


rece en primer lugar el valor relacional y, como segunda acepción, el calificativo; para el
segundo ocurre a la inversa: se presenta primero el valor calificativo y como segunda signifi-
cación, el relacional. Véase sub voce.
56 JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ

El análisis y las muestras hasta el momento señalados requieren, no obstante,


completar su descripción tras comprobar la existencia de unos usos particulares
contrastados a partir de ciertas muestras del corpus de esta investigación. Así,
hay que subrayar la recurrencia de muestras en las que químicamente acompaña
al adjetivo puro15.

(37) El agua químicamente pura es impotable (Miguel Unamuno, Del sentimiento


trágico de la vida¸ 1913, CORDE).

En principio, esta asociación no debería afectar al valor y función del adver-


bio. Y ciertamente ello es así en la medida en que el adjetivo puro se predique de
un sustantivo cuyo referente sea una sustancia susceptible de mostrar un deter-
minado grado de pureza. En un ejemplo como (37), químicamente posibilita, qué
duda cabe, la interpretación a partir de la secuencia reformuladora “desde el
punto de vista de la química”. Ahora bien, en la medida en que la pureza, enten-
dida como cualidad, es susceptible de ser tratada desde una perspectiva gradual,
entonces químicamente, sin desproveerse de su valor o significado de ámbito,
asume paralelamente un valor de grado absoluto equivalente a totalmente o ínte-
gramente. La consolidación de este nuevo valor, que pasa por un estadio inter-
medio como el que hemos visto en el que no rechaza la lectura de ámbito, acaba
consolidándose y convirtiéndose en excluyente cuando la pureza se atribuye a
realidades cuya esencia material no permite asociaciones con procesos o análisis
de tipo químico. Obsérvese para corroborar esta afirmación los ejemplos de (38)
y (39).

(38) Teodoro Nguema, el nuevo hombre fuerte de Guinea, es un militar químicamen-


te puro. La disciplina, la responsabilidad, el realismo y la honradez, han molde-
ado su formación desde los tiempos de la Academia Militar de Zaragoza (Espa-
ña) y nada ha hecho variar esta concepción de las cosas (Revista Hoy, 1979,
CREA).
(39) El hombre no es sólo “comprador de discos”. El “comprador de discos” quími-
camente puro, exclusivamente tal, no existe. Ser comprador de discos -nos dirá
un sociólogo- es simplemente un rol, uno de los muchos roles que puede desem-
peñar y de hecho desempeña ese individuo (Federico Revilla, Hacerlo bien y
hacerlo saber. Las relaciones públicas de la empresa y su formación de imagen,
1970, CORDE).

15Santos Río (2003: 137) señala que “forma ya, en cierto modo, parte del discurso repeti-
do el sintagma adjetival químicamente puro, aplicable, en principio, a elementos físicos, pero
extensible, con empleo locucional, a realidades de otra índole”.
USOS Y VALORES DE LOS ADVERBIOS DE ÁMBITO EN ESPAÑOL 57

Ni un militar ni un “comprador de discos” son realidades susceptibles de


medición química. Sin embargo, su pureza o, si se quiere, su conceptualización
sí admite una valoración en términos de prototipicidad o centralidad. Estamos
ante el concepto de ideal, de modelo o de esquema que permite un encaje absolu-
to (químicamente puro) en oposición o contraste a un encaje parcial.
Estos usos, lejos de ser anecdóticos, acaban convirtiéndose en mayoritarios
en los casos en los que químicamente se apareja con el adjetivo puro. A modo de
simple referencia estadística, de las treinta y dos concordancias que ofrece el
CREA para la secuencia químicamente puro, solo en una de ellas resulta recupe-
rable el valor de ámbito, esto es, “desde la perspectiva química”. En el resto de
casos, las entidades son, en su mayoría, abstractas o de base conceptual (amor,
comunista, nepotismo, silencio, melodrama, etc.).
En definitiva, químicamente funciona como adverbio de ámbito de forma casi
exclusiva. Sin embargo, cuando consolida lo que podría interpretarse como una
colocación a través de su combinación con el adjetivo puro se desmarca del área
científica originaria para pasar a actuar como un operador de gradación absoluta en
relación con la concordancia entre el elemento de predicación y su ideal conceptual.

3.4. RELIGIOSAMENTE

El adverbio religiosamente es el único, dentro de las piezas objeto de estudio que


experimentan evolución, que no presenta como ámbito de referencia una ciencia
exacta o natural. El adjetivo base religioso nos remite a una realidad histórico-
social que, no obstante, facilita su articulación como adverbio de modo en -mente
tal y como se recoge en (40):

(40) Nos enseña también que hemos de practicar buenas obras y que hemos de vivir
religiosamente, esperando la venida gloriosa de Jesús, que un día ha de premiar
a los buenos y castigar a los malos (Luis Ribera, Misalito Regina para jóvenes,
1943, CORDE).

En última instancia vivir religiosamente supone vivir de acuerdo con los pre-
ceptos o normas de la religión. Estamos, en realidad, ante prescripciones norma-
tivas de carácter social, pero con un valor, en el propio marco o ámbito, absoluto,
por una parte, y ritual, por otra. Ello es lo que permite que su funcionamiento se
acabe asemejando a los adverbios de ámbito antes analizados. Véase, en este
sentido, el ejemplo de (41):

(41) El sargento, como un perro grande y torpe, no sabía cómo demostrar su fideli-
dad; un día nos trajo solemnemente una invitación del cuartel de los guardias de
58 JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ

asalto, nos llevó religiosamente a través de cada habitación y taller, y llenó los
brazos de Ilsa de las flores llamadas “dragones”, amarillos, salmón y escarlata
(Arturo Barea, La forja de un rebelde, 1951, CORDE).

Resulta obvio que en (41) no es posible la interpretación de religiosamente


como adverbio de ámbito. No se pretende afirmar que la acción de mostrar todas
las habitaciones y talleres se celebró atendiendo a algún tipo de liturgia o proce-
der religioso. En (41), religiosamente muestra uno de los dos valores que este
adverbio de ámbito puede acabar asumiendo, a saber, la referencia a un modo de
proceder íntegro o exacto, y la referencia o noción de frecuencia sistemática16.
Véase la siguiente muestra.

(42) Todo eso y más yo lo he traducido y lo he transmitido y lo he repetido religiosa-


mente según lo iban diciendo otros, expertos y científicos y lumbreras y sabios
de todas las disciplinas y los más lejanos países (Javier Marías, Corazón tan
blanco¸1992, CREA).

En (42) religiosamente aparece de nuevo desprovisto de su significado origi-


nario. Se lleva a cabo un proceso metonímico en el que de un modo de proceder
religioso general y complejo se destaca el carácter metódico, sistemático o exac-
to subyacente. Lo religioso no es, pues, lo que atañe a la religión, sino lo que
hace referencia a una característica inherente al funcionamiento de la actividad
religiosa. No es, pues, anómalo que en la mayoría de ejemplos en los que religio-
samente no se utiliza como adverbio de ámbito en sentido estricto subyazca, de
un modo u otro, la idea de obligación. Así, se paga religiosamente, se cumple
religiosamente, se cobra religiosamente, se visita religiosamente, se respeta reli-
giosamente, etc. En otras palabras, se ejecuta una actividad de forma precisa y
exacta tal y como se comprueba en los siguientes ejemplos.

(43) —He hablado con Pablo del Valle, y no estoy disgustado ni creo haber perdido
el tiempo; es un joven decente y de buena familia, como saben ustedes, y si se le
ayuda un poco y logra conseguir una colocación fija cumplirá religiosamente
sus deberes, porque ha pasado grandes miserias, y su ideal es tener casa y plato
seguro, sin pedir más gollerías (Ángel Ganivet, Los trabajos del infatigable crea-
dor Pío Cid, 1898, CORDE).
(44) Los japoneses pagaron las habitaciones de la delegación oficial pero no incluye-
ron a la esposa del presidente; nos pasaron el cargo, pues, y lo abonamos reli-
giosamente (Julio Feo, Aquellos años, 1993, CREA).

16 Es el valor que recoge Santos Río (2003: 140) en su tercera acepción: “Con puntuali-

dad y exactitud. Suele asociarse con pagar o verbos parecidos”.


USOS Y VALORES DE LOS ADVERBIOS DE ÁMBITO EN ESPAÑOL 59

(45) Abrió la posibilidad de que el organismo se instalara el 5 de diciembre de 1997,


si se cumple religiosamente un cronograma electoral diseñado por el Tribunal
Supremo Electoral, que requiere de 102 días para todo el proceso (Brecha, 1997,
CREA).

En el caso del adverbio religiosamente la recategorización es semántico-sin-


táctica, es decir, el alcance sintáctico se reduce al sintagma verbal, pese a que, en
sentido estricto, el uso de religiosamente como adverbio temático rara vez mues-
tra una proyección oracional. La variación o cambio tiene, de nuevo, su explica-
ción en la evolución del adjetivo. Como adjetivo relacional no debería admitir
gradación y, sin embargo, no resulta costoso hallar muestras en las que lo religio-
so se presenta desde una perspectiva escalar.

(46) En el monasterio de Pentucula estava un monge muy religioso, el cual, siendo


tentado de sensualidad y sintiéndose flaco, dio consentimiento en la tentación,
dexando el hábito y religión (Alonso Villegas, Fructus sanctorum y quinta parte
del Flossanctorum, 1594, CORDE).

Se presupone que un monje es un sujeto consustancialmente religioso. Afir-


mar, como se observa en (46), ese rasgo desde una perspectiva de grado permite
reorientar la interpretación del ámbito (la religión) a la organización del ámbito
(las normas de la religión). Religioso no deja de tener como equivalente posible
“perteneciente a la religión”, sino que destaca esa pertenencia a través de una
escala. Se puede, pues, ser algo religioso, un poco religioso, muy religioso en
dos sentidos: (i) en el grado de fe y (ii) en el grado de cumplimiento estricto de
los preceptos religiosos. En otras palabras, religioso tal y como recoge la cuarta
acepción del DRAE, puede acabar entendiéndose como “fiel y exacto en el cum-
plimiento del deber”.

4. Conclusiones

A partir del análisis expuesto, pueden desprenderse las siguientes conclusiones:

1. Son susceptibles de desplazamiento semántico aquellos adverbios deriva-


dos de adjetivos relacionales que, previamente, han experimentado un
cambio equivalente en su significado. En las páginas anteriores hemos
analizado el comportamiento de los adverbios gramaticalmente, jurídica-
mente, geográficamente y psicológicamente, cuyo único valor o lectura
posible es el de ámbito, más allá del alcance sintáctico que presenten. La
base adjetiva de estos, es decir, gramatical, jurídico, geográfico y psicoló-
60 JOAN G. BURGUERA SERRA/MÒNICA VIDAL DÍEZ

gico, solo puede interpretarse como referida a la disciplina de la que de-


rivan17.
2. El desplazamiento semántico del adjetivo consiste en la singularización de
una característica propia del sustantivo del cual provienen, por desplaza-
miento metonímico. En nuestro análisis se constata dicho cambio para los
adjetivos astronómico, matemático, químico y religioso. Astronómico,
matemático y religioso admiten, además del significado derivado de la
disciplina, el significado desplazado de “desmesuradamente grande”,
“exacto”, “preciso” o “fiel y exacto en el cumplimiento del deber”, respec-
tivamente18. Por su lado, el adjetivo químico, según se ha indicado más
arriba, se desmarca del área científica originaria a través de su combina-
ción con el adjetivo puro pasando a significar la esencia, esto es, en el
marco de una colocación.
3. Los usos desplazados solo aceptan la vinculación con un sintagma verbal
o un sintagma adjetival. Por consiguiente, no pueden ir entre pausas pues-
to que actúan como adverbios de modo. Este comportamiento los diferen-
cia de los adverbios de tópico.
4. Estos adverbios se comportan de distinto modo atendiendo a su función en
la oración; cuando actúan en calidad de adverbios de modo admiten la sus-
titución sinonímica. En el ejemplo siguiente podemos sustituir astronómi-
camente por otros adverbios que indiquen, como él, el concepto de “canti-
dad desmesurada”.

a. Se había retirado muy adentro dejando una playa astronómicamente grande en


donde ya no existía la arena.
b. Se había retirado muy adentro dejando una playa desorbitadamente grande en
donde ya no existía la arena.
c. Se había retirado muy adentro dejando una playa descomunalmente grande en
donde ya no existía la arena.

De modo similar podemos permutar las piezas léxicas matemáticamente

a. Con ello se evitará que el chupete se le caiga al niño, lo que matemáticamente


provoca su llanto inconsolable.
b. Con ello se evitará que el chupete se le caiga al niño, lo que automáticamente
provoca su llanto inconsolable.
c. Con ello se evitará que el chupete se le caiga al niño, lo que precisamente pro-
voca su llanto inconsolable.

17 Véase DRAE: sub voce.


18 Véase DRAE: sub voce.
USOS Y VALORES DE LOS ADVERBIOS DE ÁMBITO EN ESPAÑOL 61

y religiosamente:

a. El sargento, […] nos llevó religiosamente a través de cada habitación y taller,


y llenó los brazos de Ilsa de las flores llamadas “dragones”.
b. El sargento, […] nos llevó metódicamente a través de cada habitación y taller,
y llenó los brazos de Ilsa de las flores llamadas “dragones”.
c. El sargento, […] nos llevó cumplidamente a través de cada habitación y taller,
y llenó los brazos de Ilsa de las flores llamadas “dragones”.

Por el contrario, si se trata de usos como adverbios de ámbito aceptan, si


acaso, una sustitución hiponímica o hiperonímica, pero no la sinonímica
puesto que las disciplinas, salvo excepciones, solo ostentan una denomi-
nación. En el ejemplo siguiente, es posible, aunque algo forzado, sustituir
astronómicamente por científicamente. Resulta, no obstante, imposible
hallar un término sinonímico.

a. Aunque todo país considerado astronómicamente disfruta las cuatro estacio-


nes citadas.
b. Aunque todo país considerado científicamente disfruta las cuatro estaciones
citadas.

5. Los ejemplos analizados sugieren que en los procesos de recategorización


de los adverbios de ámbito, el adverbio resultante muestra un claro valor
escalar, lo cual permitiría, en última instancia, asociarlos a los operadores
del discurso. En todo caso, será necesario corroborar esta conclusión con
el análisis de otras piezas de esta categoría.

En definitiva, los adverbios en -mente cuyo origen se basa en un adjetivo


relacionado con un ámbito del saber presentan alcances sintácticos diversos y
matices semánticos asociados con la disciplina de origen. Evolucionan y experi-
mentan cambios como consecuencia de la evolución previa de los adjetivos base.
Suponen, pues, una categoría heterogénea que no puede reseñarse de forma uní-
voca a partir de criterios sintácticos, sino que requiere de la aportación de la
semántica y la pragmática.

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L O S A D V E R B I O S E VA L U AT I V O S
EMOTIVO-AFECTIVOS: LA FORMACIÓN
D E L PA R A D I G M A 1

JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO


Universidad de Salamanca

1. Introducción. Los adverbios evaluativos emotivo-afectivos

El adverbio es una categoría particularmente compleja y heterogénea. Frente a


los adverbios descritos por la gramática tradicional, la lingüística textual y la
pragmática llamaron la atención sobre aquellos que no complementan al verbo
(o a un adjetivo o a otro adverbio), sino que afectan al hecho mismo del acto de
comunicación (llamados, entre otras denominaciones, oracionales) y que forman
una amplia nómina de elementos periféricos respecto de la predicación. Hay,
afortunadamente, varios trabajos que describen su funcionamiento más o menos
ampliamente2: Barrenechea (1969: 44), López García (1977: 186; 1998); Egea
(1979: 258), Kovacci (1986: 176; 1999: 746), Fuentes (1991; 2009), Fernández
Fernández (1993: 192), Gutiérrez (1993: 29; 1997a: 364 y 414; 1997b: 104 y
108)3, Fuentes y Alcaide Lara (1996: 241-250), González García (1997: 190-
192); Martín Zorraquino (1999: 49), Hermoso (2000), González Ruiz (2000),
Santos (2003), Iglesias (2004: 1636), Menéndez (2008) –sobre todo– y Fuentes
(2009). A ellos recurriré, en su caso, para caracterizar su uso actual.
Desgraciadamente, no existen estudios diacrónicos. Parece razonable pensar
que, si conocemos cómo surgen y cómo se desarrollan estas unidades compren-
deremos mejor su funcionamiento actual4. En el caso de estos adverbios, es

1 Este trabajo se ha desarrollado dentro del proyecto de investigación Estudio diacrónico


de adverbios y locuciones adverbiales para su descripción en el Nuevo diccionario histórico
de la lengua española –FFI2010-15154–, dirigido por María Pilar Garcés y financiado por el
Ministerio de Economía y Competitividad.
2 Cito la página en la que se mencionan o se tratan nuestros evaluativos.
3 Gutiérrez (1997a, 1997b, 1997c) resume lo realizado hasta ese momento y hace una pro-

puesta de un esquema general del enunciado en el que se incluyen elementos que desempeñan
funciones más o menos periféricas.
4 Además, ahora que se está elaborando un diccionario histórico de nueva planta (bajo la

dirección del profesor José A. Pascual) no está de más reflexionar sobre cómo pueden apare-
cer ordenados los diferentes sentidos de estos adverbios y qué relaciones se establecen entre
66 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

importante conocer cuándo y cómo adquieren su valor “oracional” y qué rela-


ción tienen con las perífrasis de las que proceden o con las que alternan en el uso
(Es una suerte que, es lamentable que) o con construcciones sinónimas (Menos
mal que, gracias a Dios que…).
La modalidad es, en palabras de Fuentes (1991: 295), “todo aquello que
manifiesta una actitud del hablante ante su comunicación”5. Puede afectar a la
enunciación (aserción, interrogación, mandato, exclamación) o al enunciado
(epistémica, lógica, afectiva y apreciativa –evaluativa–, deóntica). Existe un acu-
sado paralelismo entre los adverbios oracionales (o adverbios marginales de
frase, comentadores oracionales, modificadores oracionales, etc.) y los marca-
dores del discurso; de hecho, en algunos estudios estos adverbios quedan inclui-
dos entre los marcadores textuales, si bien como grupo aparte. Pero no coinciden
plenamente:

los separa el hecho de que, frente al significado computacional o de procesamiento


que poseen los marcadores, los adverbios modalizadores codifican información con-
ceptual. Prueba de ello es que el concepto que estos últimos codifican puede ser nega-
do o parafraseado, hecho no posible con los marcadores (González Ruiz 2000: 295).

Barrenechea (1969) abre una ya amplia serie de estudios sobre los adverbios
oracionales. Para ella, “entre las subclases que abarcan los operadores pragmáti-
cos está incluida la que llamamos ‘de actitud oracional’, la cual corresponde a
los indicadores de actitud del hablante con respecto al contenido de su discurso”.
Establece dos grupos: los que expresan una ACTITUD EXPRESIVO-VALORATIVA y los
que expresan una GRADACIÓN EN EL DISCURSO ASEVERATIVO6. En el primer grupo
hay adverbios (felizmente, desgraciadamente, desdichadamente, lamentable-
mente), locuciones adverbiales (gracias a Dios, por desgracia, por suerte) y
construcciones verbales (me alegra –que–, temo –que–…).
Egea (1979: 258), en su amplia monografía sobre los adverbios en -mente en
español, establece los siguientes grupos, siguiendo a Greenbaum7 (1969: 206-

los diferentes elementos del paradigma concreto: ver en este ámbito, en definitiva, cómo se
materializan en los textos las diferentes direcciones del cambio lingüístico. Y ese es el objetivo
del proyecto de investigación en el que se enmarca este trabajo citado más arriba, en la nota 1ª.
5 Un resumen de la evolución de este concepto puede verse en Gutiérrez (1997b: 343 y ss.).
6 Este segundo grupo, a su vez se divide en 1. Suspensión motivada de la aserción (difícil-

mente…), 2. Refuerzo de la aserción (ciertamente…) y 3. Juicio no basado en la realidad.


7 En Greenbaum (1969: 25): disjuntos de actitud (forma de la comunicación) y disjuntos

de estilo (contenido de la comunicación: francamente, sinceramente…). Los primeros son lla-


mados perfomativos (Egea 1979), cualificadores del decir (Kovacci 1986) o adverbios de
enunciación (Fuentes 1991).
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 67

211): ACTITUDINALES, los DE MODALIDAD (o EPISTÉMICOS) y los EVALUATIVOS (O


QUIZÁS EMOTIVOS) –expresan un juicio sobre lo que se dice– y distingue a los que
expresan fortuna o lo contrario (afortunadamente, desafortunadamente, desgra-
ciadamente, dichosamente, infelizmente, trágicamente, tristemente), satisfacción
o lo contrario (alentadoramente, lamentablemente, placenteramente, satisfacto-
riamente, vergonzosamente), extrañeza o lo inesperado (absurdamente, asom-
brosamente, curiosamente…), expectativa o lo apropiado o pertinente (apropia-
damente,… naturalmente...), rectitud y justeza (apropiadamente, correctamente,
debidamente…), discernimiento y juicio o destreza y habilidad (conveniente-
mente, estúpidamente, imprudentemente…). Aquí me voy a centrar en los dos
primeros grupos (fortuna o lo contrario, satisfacción o lo contrario).
Fernández Fernández (1993: 196) llama adverbios de enunciación a “ciertas
unidades, externas a la predicación, que tienen en común su condición de medios
al servicio de las irrupciones con las que el sujeto de la enunciación tenga a bien
salpicar el enunciado” y forman parte de “ciertos funtivos sintácticos del español
de los que la gramática funcional no ha dado cuenta de forma consistente” (7)8.
Su monografía, La función incidental en español. Hacia un nuevo modelo de
esquema oracional, a la que quizás no se haya prestado la atención debida, es un
inteligente análisis de aquellos elementos y construcciones que quedan “extra-
muros” de la estructura oracional: “no mantienen relaciones de implicación
nocional con el contenido proposicional de la predicación, a cuya estructura se
sustraen” (193). Establece cuatro grupos: A) francamente…; B) personal-
mente…; C) probablemente y D) felizmente, desgraciadamente, afortunadamen-
te, desdichadamente, curiosamente, extrañamente, sorprendentemente, etc.
Estos últimos tienen como propósito “manifestar la actitud emocional inducida
por el contenido” (196).
Kovacci (1999), dentro del grupo de Adverbios externos al dictum (§11.4.3.),
establece la siguiente división: LIMITADORES DE FRECUENCIA (ocasionalmente…),
LIMITADORES NOCIONALES O DE PUNTO DE VISTA (geográficamente…), EVALUATI-
VOS Y TÓPICOS (personalmente…). En los adverbios EVALUATIVOS (§11.4.3.) dis-
tingue los EMOTIVOS (que expresan un juicio subjetivo del emisor frente al dic-
tum y omisibles), los de CONOCIMIENTO Y PERCEPCIÓN (notoriamente…), los
EPISTÉMICOS (correctamente…), los de NECESIDAD Y OBLIGACIÓN (forzosamen-
te…), los de la ACTUACIÓN DEL SUJETO (inteligentemente…) y los de VOLUNTAD
(voluntariamente…). En los emotivos incluye: absurdamente, afortunadamente,
asombrosamente curiosamente, desafortunadamente, desgraciadamente, extra-

8 Incluye también los adjetivos calificativos “explicativos”, las “construcciones absolu-


tas”, las relativas llamadas “explicativas” y las oraciones subordinadas adverbiales que se pre-
sentan de ordinario fónicamente aisladas.
68 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

ñamente, felizmente, increíblemente, irónicamente, lamentablemente, paradóji-


camente y sorprendentemente.
Santos (2003) estudia en su Diccionario de partículas, como locuciones
adverbiales o adverbios oracionales de evaluación factual cualitativa, práctica-
mente todos los que están en este trabajo9. S.v. afortunadamente, señala (21):

Los adverbios evaluativos de la clase de afortunadamente o desgraciadamente se


denominan adverbios de evaluación factual cualitativa, y no de evaluación factual
descriptiva, porque expresamente señalan como ‘bueno’ (favorable, afortunado, etc.)
o ‘malo’ (desfavorable, desgraciado) el hecho evaluado. Estos adverbios son de eva-
luación factual porque evalúan hechos y no meros contenidos proposicionales ni
objetos ni a individuos.

La gramática académica establece tres tipos de adverbios oracionales (§30.10):


los de la ENUNCIACIÓN O DEL ACTO VERBAL O DE MODALIDAD (francamente), los
TEMÁTICOS o DE TÓPICO (económicamente) y los del ENUNCIADO. Estos (§30.11), a
su vez, se dividen en EVALUATIVOS (que valoran la aserción), modales o modaliza-
dores (–que la dejan en suspenso–, posiblemente, tal vez, necesariamente) y EVI-
DENCIALES (–que la refuerzan o la atenúan–, naturalmente, supuestamente…).
Los adverbios oracionales tienen las siguientes propiedades10:

1) Son incisos, con inflexiones tonales que los enmarcan. Tienen libertad de
posición, pero a menudo abren la oración.
2) Pueden constituir aisladamente enunciado, en respuestas a la reformula-
ción del resto del enunciado. “¿Todo ha terminado? Lamentablemente”.
3) Admiten paráfrasis con verbos de sentimiento11. “Lamento que todo haya
terminado”.
4) Constituyen comentarios de cómo interpretar el resto del enunciado. Pero,
frente a los marcadores discursivos, sí tienen información conceptual.
5) Presuponen la verdad del enunciado al que se refieren (no es compatible,
por tanto, con el imperativo). La aserción puede ser exclamativa. “Lamen-
tablemente, ¡todo ha terminado!”

9 Por su parte, Fuentes (2009), en su diccionario, describe –de los que voy a estudiar–
por suerte, por desgracia, afortunadamente, desgraciadamente y lamentablemente como ope-
radores modales (modalizadores de emoción). También, describe tristemente como operador
de comentario evaluativo (centrado en un segmento).
10 Una panorámica del comportamiento formal de estos adverbios está en Gutiérrez

(1197b: 347 y ss.).


11 En términos chomskianos, serían transformaciones de estructuras profundas con este

tipo de verbos y expresiones.


LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 69

6) En ocasiones, aparecen seguidos de un sintagma con para que marca el


ámbito de la evaluación que puede desplazarse del hablante (sintagma
orientado): “Lamentablemente para vosotros, todo ha terminado”. En este
sentido, Santos (2003: 21), a propósito de afortunadamente, escribe:

La valoración que el adverbio evaluativo establece es orientable mediante un


complemento encabezado por para… en el que se especifica a quién atañe la
suerte, pero, a falta de complemento expreso, que será la situación normal, el
hablante se incluye como destinatario, directo o indirecto, principal o secundario,
del hecho favorable al que se alude.

Pueden establecerse fundamentalmente dos efectos pragmáticos:

a) proteger la imagen pública positiva del locutor, del interlocutor o de una


tercera persona.
b) aumentar la fuerza persuasiva de una aserción.

Menéndez (2008: 59) resume la frecuencia de estos adverbios y marca, de esa


manera, los elementos nucleares del paradigma en español actual:

Dentro del paradigma de partículas modales emotivo-afectivas el elemento más


repetido en nuestros materiales es, con gran diferencia, la locución por fin, seguida de
los adverbios afortunadamente, lamentablemente y desgraciadamente y, en menor
medida, de las locuciones adverbiales por suerte, por desgracia y por fortuna. Asimis-
mo, las expresiones gracias a Dios y menos mal, aunque reflejan unos índices de fre-
cuencia inferiores al de todas estas partículas, son bastante empleadas por los hablantes.

Seguiré su aparición y evolución (en muchos casos, desde adverbios de modo


a adverbios oracionales) en los textos (CORDE y CREA) y su aparición y equi-
valencias o descripciones en los diccionarios (Nuevo tesoro lexicográfico de la
lengua española de la Real Academia Española; Moliner, Seco, Santos y Fuentes
–2009–). Divido los 28 adverbios y locuciones adverbiales que estudio en cuatro
grupos: medievales –2–, clásicos (XVI-XVII) –10–, modernos (XVIII-XIX) –9– y
últimos (siglo XX) –7–.

2. La formación del paradigma

2.1. EVALUATIVOS MEDIEVALES

Por ventura y por desdicha son los primeros adverbios con valor oracional. El
primero, mucho más utilizado con el sentido modal de ‘por casualidad’, será des-
70 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

plazado pronto por por suerte y, más tarde, por por fortuna; el segundo, de uso
escaso, será desplazado por por desgracia.

2.1.1. Por ventura

Ventura (del participio de futuro latino del verbo UENIRE), en una de sus acepcio-
nes, es sinónimo de suerte. El DRAE remite la locución a quizás (ya desde Auto-
ridades). Moliner, además de la remisión quizás y acaso12 (con la marca de lite-
rario), recoge el equivalente afortunadamente (“No ocurrieron, por ventura,
desgracias personales”). Seco la marca como literaria y da como equivalentes
también quizá o acaso. Santos (2003) la incluye como locución oracional de
“evaluación factual cualitativa” (igual que casi todos los adverbios y locuciones
adverbiales que incluyo en este trabajo)13, con los equivalentes por suerte y afor-
tunadamente.
En los primeros textos, aparece con el valor de ‘quizás’ y ‘por casualidad’
(sentido frecuente en esta época y ya desaparecido de los diccionarios):

Sal e atyesta el pueblo que por ventura se enfiniran por veer el Sennor, e morran
dellos muchos. E los sacerdotes que se aplegaran al Sennor sanctiguarse an, que non
los desbarate a ellos el Sennor (Almerich, La fazienda de Ultra Mar, c. 1200).

Cuando huno a otro hí se veyen,


cada huno a su parte fuyen.
E por ventura cuand’ s’ encontraban,
huno a otro non se fablaban
(Vida de Santa María Egipcíaca, c. 1215).

En una traducción de la Biblia del XIII quizás tiene ya sentido oracional:

A Ti, Sennor, clamaré,


que eres sostenedor de mi vida,
& no enssordezcas contra mí
que, por ventura, en caillando Tú a mí,
non semeje yo a los que descenden al lago.
(Herman el Alemán, Traslación del Psalterio, c. 1240-1272).

12 En frases interrogativas: “¿Piensas, por ventura, interrogarle?”.


13 El único que no he encontrado es venturosamente.
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 71

Con sentido sin duda oracional, aparece un poco más tarde, en el XIV, en don
Juan Manuel:

porque don Jayme, señor de Xérica, que es uno de los omnes del mundo que yo más
amo, et por ventura non amo a otro tanto commo a él, me dixo que querría que los
mis libros fablassen más oscuro et me rogó que si algund libro feziesse, que non fues-
se tan declarado (El Conde Lucanor, 1325-1335).

Es un elemento marginal en el paradigma, porque –aunque en el CORDE hay


10366 ocurrencias– casi todas ellas como adverbio de modo; en el CREA solo
hay 105.

2.1.2. Por desdicha

No está en el diccionario académico, aunque sí en Moliner con el equivalente


desdichadamente: “Se emplea en la exposición de un suceso que implica des-
gracia o perjuicio grave: «Desdichadamente, no hizo caso de mis consejos»”,
con el sinónimo desgraciadamente. En Seco, desdichadamente. Santos (2003:
326) da como equivalentes por desventura, por desgracia (también señala la
presencia, a veces, del sintagma orientado –por desdicha nuestra, vues-
tra…–).
Como adverbio de modo está ya en textos del XV: “E en este tienpo entraron /
en tierra de moros juan de sahavedra & ordiales / con trezientos de cauallo &
toparon por desdicha con dos mill caualleros de moros & diez mill peones”
(1443-1454, Alfonso Martínez de Toledo, Atalaya corónicas).
Ya en la misma época aparece como adverbio oracional: “Mas los hombres,
¡ved qué dicha!, / que los buenos son muy ralos, / y veréys mil hombres malos /
y una muger, por desdicha” (1481-1496, Juan del Encina, Poesías).
Se ha usado más con valor oracional. En cualquier caso, es un elemento mar-
ginal del paradigma: hay 216 ocurrencias en el CORDE y 23 en el CREA.

2.2. EVALUATIVOS CLÁSICOS

En la época del español clásico (los Siglos de Oro), aparecen por suerte, feliz-
mente y por desgracia, que van a ser elementos nucleares del paradigma; el resto
son adverbios y locuciones adverbiales marginales.
72 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

2.2.1. Por dicha14

En el DRAE, con la variante a dicha, como locuciones adverbiales con los equi-
valentes por suerte, por ventura, por casualidad. Moliner, también con la varian-
te, remite a afortunadamente15. Santos (2003: 332) la recoge con los equivalen-
tes por suerte, por fortuna y como locución rara.
Con el valor de ‘por casualidad’ está ya en la anónima Crónica incompleta de
los Reyes Católicos (1469-1476): “y el alcayde de Herreros con todos los que
con él estauan, saluo algunos pocos que por dicha escaparon, aquella vergonçosa
muerte reçibieron”.
La primera documentación con sentido oracional aparece en una novela de
caballerías de principios del XVI: “E venía haziendo el mayor llanto del mundo
llamando a Nuestro Señor que la ayudase e guardase su virginidad. E como ella
viesse a Floriseo e mirasse su escudo, vio en él la cruz que vos deximos, por lo
cual pensó que por dicha sería cristiano” (1516, Fernando Bernal, Floriseo).
Es un elemento marginal del paradigma, aunque con valor modal tuvo bas-
tante uso: hay 781 ocurrencias en el CORDE, pero solo 18 en el CREA.

2.2.2. Por suerte

El DRAE no recoge la locución y Moliner anota: “Expresión muy frecuente,


equivalente a afortunadamente”. En Seco, con el mismo equivalente. Santos
(2003: 609) propone la paráfrasis “siendo una suerte que suceda lo que se anun-
cia” y el equivalente afortunadamente (con valoración orientable)16. Fuentes
(2009): “Marcador de modalidad emotiva de actitud positiva. El hablante valora
positivamente lo dicho y expresa cierta alegría por ello, aunque no dota al enun-
ciado de valor exclamativo”.
La locución adverbial está en el XIII con función modal del verbo caer: “Tod
omme que demandar heredad de particion, et pudiera firmar con sexmero o con
uintanero et II uizinos que primero le fue dada que a ssu contendor o li cayo por
suerte, presteli” (c. 1234-1275, Fuero de Cáceres). Con el sentido de ‘por casua-
lidad’, con el verbo acaecer está en el XV: “Acahescio por suerte que adolescio

14 Dicha significa ‘felicidad’ y ‘suerte feliz’. Procede del plural de DICTUM “con el sentido

de FATUM, suerte, destino, en lenguaje vulgar, según la creencia pagana de que la suerte indivi-
dual se debía a las palabras pronunciadas por los dioses al nacer el niño” (DRAE).
15 No está en Seco (no olvidemos que su diccionario se basa en un corpus del siglo XX).
16 Añade un segundo valor: “por haberle tocado a uno en suerte, por sorteo” (frente a por

designación, por enchufe…).


LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 73

la fija del rey de la ciudad donde habitaua / la qual estando preñada le hauia
recrecido fluxo de sangre” (1493, Exemplario contra los engaños y peligros del
mundo).
La primera documentación con sentido oracional parece que corresponde a
este texto del humanista Juan de Molina:

Y el duque començó de seguir el uno, tirándole con un arco turquí muy bueno que
traía. Y siguiólo un gran rato. Y por suerte el ciervo de muy cansado se echó en una
fuente, y el duque que siempre le seguía le tiró una flecha enerbolada, y diole tal heri-
da por medio del coraçón que nunca pudo salir del agua, antes allí murió (Libro del
esforzado caballero Arderique, 1517)17.

Es un elemento nuclear del paradigma: en el CORDE tiene 927 ocurrencias y


1067 en el CREA, casi siempre con sentido oracional.

2.2.3. Felizmente

Nebrija traduce FOELICITER (sic) como bien aventuradamente y FOELIX como


dichoso, bien aventurado. No era, para el sevillano, un término habitual, por
tanto. Y eso que, el adjetivo y el sustantivo ya aparecen alguna vez en los textos
medievales18; pero será a partir del XV (y muy posiblemente por influencia del
italiano)19 cuando empiecen a generalizarse para establecer un curioso doblete
sinonímico con dichoso y dicha (a los que va a desplazar paulatinamente a
empleos más formales).
Aunque las primeras documentaciones textuales son del XVI, en los dicciona-
rios no aparecerá hasta Autoridades (“Dichosamente, con prosperidad y ventu-
ra”), equivalencias que cambia pronto: en la edición de 1791 pasa a “con felici-
dad”, a la que se añade una segunda equivalencia, por dicha, por fortuna, en la
de 1956 (que parece recoger el valor oracional)20. Así la edición actual tiene dos

17 La construcción es una suerte que… se documenta por primera vez en la obra de Gal-

dós: “Ha sido una suerte que Gasparito esté malo y no pueda salir” (Memorias de un cortesa-
no de 1815, 1875).
18 Hay un ejemplo temprano en Berceo: “falló al castellero, al varón benedicto, al feliz

cavallero, al ermitán orando en somo del otero” (Vida de San Millán de la Cogolla, c. 1230).
19 Hay un texto significativo: una traducción anónima de una obra de Boccaccio: “… a

aver esposa, otra hallará que más que yo le sea felice e bien aventurada” (Traducción de la
Teseida de Boccaccio, c. 1450).
20 Terreros (1757) da dos sinónimos (dichosamente, bienaventuradamente) y la equiva-

lencia en francés y en latín (heuressement, FELICITER).


74 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

acepciones, ‘con felicidad’ y por dicha (por suerte, por ventura, por casuali-
dad), por fortuna (afortunadamente, por casualidad), con una evidente circulari-
dad. Moliner, siempre más atenta que la Academia a los matices gramaticales,
desdobla en dos acepciones el valor oracional del adverbio: “2 Para bien o felici-
dad de alguien: «Vino felizmente al mundo en el año 1957». 3 Por suerte: «Feliz-
mente, el médico estaba todavía en casa»”. Añade, como equivalentes, afortuna-
damente, dichosamente. En Seco, ‘de manera feliz’ (patrón de información que
siempre utiliza para este tipo de adverbios), con el comentario que apunta al
valor oracional: “frecuentemente precede y sigue a la mención de un hecho, para
manifestar que se considera feliz o afortunado”. Santos (2003: 74) reenvía a
afortunadamente21.
Parece que ya está como adverbio oracional en este texto de Guevara, en la
carta dirigida a don Pedro Girón (puede ser parafraseado con “por suerte para
él”; el autor rompe las expectativas textuales, porque el “destierro” ha sido algo
positivo para cambiar el “extravío” –aviesso–):

Estando acá, en España, no podíades contar sino de hechos agenos; mas agora que
estáis en África… Destierro que tan felicemente os ha sucedido, a lágrimas y dineros
le habiedes de haber comprado, pues os ha sido ocasión a que no sólo emendásedes
vuestro aviesso, mas diésedes en el hito de punta en blanco (Epístolas familiares,
1521-1543)22.

En la misma época aparece un uso sin duda oracional, completando a un adje-


tivo, en un texto de Fray Bartolomé de las Casas.

Y, finalmente, en el cuidado y diligencia de esta doméstica gobernación trabajen


hacer ventaja el uno al otro, y de esta manera concluyendo, dice que en la vejez, libra-
dos de la carga de aquellos cuidados, darán buena cuenta a sí mismos y a sus hijos de
sí e dellos serán nutridos y felicemente curados y galardonados de los dioses, como
dijo Pyndaro. Todo esto es del Philósopho en los dos libros de su Económica y algo
toca en las Ethicas y algo en las Políticas (Apologética historia sumaria, 1527-1550).

También por la misma época que el texto de Guevara, lo encontramos por


primera vez como adverbio de modo: “é plugiese á Dios que otros príncipes del
nombre christiano dados al consejo de la paz, fuesen asi animados que quisiesen

21 Con tres valores como adverbio de modo: ‘con felicidad’, ‘para bien, para felicidad de

alguien’ y ‘de manera feliz, con éxito’.


22 Curiosamente un poco más tarde la utiliza Fray Luis, con el mismo verbo, en la traduc-

ción de la Égloga primera de Virgilio: “Mel. No te envidio tu bien; mas grandemente / me


maravillo / averte sucedido / en tanta turbación tan felizmente”.
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 75

seguir con la mesma voluntad lo que vuestra Mayestad tan gloriosa é felizmente
ha principiado” (1519-1547, Juan Caro, Dos cartas escritas por Fr. Juan Caro,
dominico, desde Cochín en la India, ofreciendo servir al Emperador). Los ver-
bos a los que habitualmente complementa son acabar, caminar, concluir, morir,
principiar, salir, vivir…
En el XIX aparece por primera vez en un uso autónomo en un texto de Larra
(que utiliza en varias ocasiones el adverbio con valor oracional).

MARTA. (Tratando de detener a EDUARDO.) ¡Hijo mío! ¡Eduardo! ¡Se va a exponer!


JUAN. Dejadle, señora... ¡exponerse él! ¿el hijo de nuestro amo? no corre ningún ries-
go... a nada se expone, sino a que lo lleven al triunfo... (Mirando al foro) ¿Lo veis
desde aquí cómo habla con aquellos que rodean el coche...? a todos los conozco...
¡Ah! se apartan, se alejan.
MARTA. Felizmente. Pero, ¿y mi marido? quiero saber qué es de él... corro a buscarle.

También en Larra tenemos la primera documentación con el complemento


orientado con para:

AMELIA. La amistad se alimenta de contrastes (riendo).


CARLOS. Y el amor de simpatías... (mirándole tiernamente) felizmente para mí (Julia
Comedia en dos actos del célebre Scribe arreglada a nuestra escena, 1833).

Es un elemento nuclear del paradigma; hay 1742 ocurrencias en el CORDE y


948 en el CREA. En el CORDE cuando más avanzamos en los textos hacia el
siglo XX, más aumenta su uso oracional. Menéndez (2008: 606) afirma que
actualmente se utiliza fundamentalmente con valor de disjunto (71%).

2.2.4. Desdichadamente

Nebrija traduce INFOELICITER como desdichadamente. En Autoridades aparece


con los equivalentes infelizmente, desgraciadamente, infaustamente (y también
con los latinos INFOELICITER, INFORTUNATE), con una cita de Paravicino con valor
oracional: “O hijos de Adán desdichadamente desnudos, peligrosamente vesti-
dos”. En la edición de 1791 cambia a “con desdicha” hasta la de 1989. En la edi-
ción actual, aparece con el equivalente lamentablemente. Moliner da una infor-
mación más amplia: “Se emplea en la exposición de un suceso que implica
desgracia o perjuicio grave: «Desdichadamente, no hizo caso de mis consejos»”
y añade como sinónimo desgraciadamente. En Seco, ‘de manera desdichada’.
En Santos (2003: 56), con el equivalente desgraciadamente y también como
adverbio de modo (“Viven muy desdichadamente”).
76 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

En el siglo XV ya aparece como adverbio de modo: “E assimesmo es vitupe-


rable a los reyes, si demasiadamente se dan a las caças, segund da testimento
Esidoro de un rey godo en España, el qual afirma aver reinado desdichadamente
porque, dado del todo a la caça e monte, pospuso el regimiento devido” (1459,
Alfonso de Palencia, Tratado de la perfección del triunfo militar).
El sentido oracional está ya en la anónima novela de caballerías Polindo
(1526): “¡O, desastrada fin y adversa fortuna! ¡Cuánto mi seso está trastornado e
mi ventura desdichadamente fue por mal camino acarreada!”.
Es un elemento marginal del paradigma: hay 82 ocurrencias en el CORDE y
65 en el CREA, más con sentido oracional.

2.2.5. Infelizmente

Menos frecuente que feliz, el adjetivo aparece en los textos del XV y se generali-
za (aunque menos frecuente que feliz) en el XVI. Nebrija traduce INFOELIX como
desdichado e INFOELICITER como desdichadamente. Aunque, como veremos, el
adverbio está documentado ya en el XVI, en los diccionarios no aparece hasta
Autoridades: “Desdichadamente, con desgracia e infelicidad”, equivalencias que
mantiene solo hasta la edición de 1803 donde introduce la aún vigente (‘con
infelicidad’). Terreros (1757) da como equivalentes desastradamente, funesta-
mente. Moliner remite a desgraciadamente. En Seco, ‘de manera desgraciada’,
remite a desgraciadamente. Santos (2003: 93) da como equivalentes desafortu-
nadamente, desgraciadamente (añade que es una acepción rara).
La primera documentación como adverbio de modo está en el Padre Las
Casas23:

Decíase también que un gobernador, que los romanos tenían puesto en el reino de
Egipto, dio dineros a un hombre porque entrase en el sagrario o templo sacratísimo
dedicado a Íside, que estaba en la ciudad de Copto, en Egipto, una de las de aquel
reino, y viese lo que allí había; el cual entró y, salido, como quisiese recitar lo que
había visto, luego también fue muerto. Y concluye Pausanias diciendo que por aque-
llos desastres parecía cumplirse lo que Homero en sus versos solía decir: ser los dio-
ses vistos de los mortales a la clara no podía ser, sino infelicemente (Apologética his-
toria sumaria, 1527-1550).

Los verbos a los que complementa son acabar, aprender, engendrar, estro-
pear, fenecer, morir, pasar los días... Complementa también a los siguientes adje-

23 La forma infelicemente se utiliza hasta mediados del XVII (en 17 ocasiones, en Casas y

en Herrera, entre otros) y solo con valor modal.


LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 77

tivos: bella (Eco), cómoda (vida), encadenado, enemigo, nacido, sabio,


sordo…24.
En el siguiente texto de una traducción de Fray Luis aparece quizás con un
sentido oracional:

y en tal día la tierra lançó afuera


con parto abominable a Tifoeo,
a Japeto, Porfirio, Reto y Ceo.
En tal día produjo infelizmente
a todos los hermanos conjurados
de dar assalto al cielo osadamente.
(Traducciones clásicas [Poesía], c. 1550-1580).

Más claro parece su uso oracional en el siguiente texto: “Quemose esta hos-
pederia despues infelizmente, por el descuydo de los criados de D. Iuan Batista
Castaneo Nuncio de su Santidad…” (1600, fray José Sigüenza, Segunda parte de
la Historia de la Orden de San Jerónimo). También tiene sentido oracional en
los siguientes textos de Gonzalo de Céspedes y Meneses:

Doce años podrá haber que, infelizmente, con semejante edad, salí, por muerte de
mis padres, de las montañas de León, patria de muchos buenos…

…entonces corrió buena fortuna el honrrado Quevedo, con su gran vejez no pudo
tolerar el continuo trabajo; queriendo descansar, fue perseguido de la justicia y sus
contrarios, de tal suerte que, antes de llegar a Aragón, quedó infelizmente en su poder,
siendo traýdo desde allí a esta ciudad, como cabeça de su juridición (Historias pere-
grinas y ejemplares, 1623).

Es un elemento muy periférico del paradigma: solo aparece en 82 ocasiones


en el CORDE y en 23 en el CREA (casi todos los textos son hispanoamericanos
en este corpus).

2.2.6. Lastimosamente

En Autoridades (“con lástima, compasión y pena”); en la edición de 1803, “de


un modo lastimoso” que sigue en la edición actual. En Moliner, entre paréntesis
con el adjetivo. En Seco, ‘de manera lastimosa’. En Santos (2003: 102) como

24 Está en Céspedes, Gracián, Feijoo, Sor Juana y Azorín (entre los autores conocidos).
78 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

adverbio de modo y con valor oracional (con el equivalente lamentablemente y


como es acepción rara).
Es frecuente con verbos como decir, llorar o quejar, como adverbio de modo:
“Palabras tan lastimosas y tan lastimosamente dichas bien parecen salir de cora-
çón tierno y decirse de hijo muy amado…” (1521-1543, fray Antonio de Gueva-
ra, Epístolas familiares).
La primera documentación oracional que encuentro es de fray Luis de Grana-
da, con referencia a Jesucristo: “la columna fuiste tan crudamente azotado, donde
tu virginal y delicadísima carne fué lastimosamente rota, arada y sulcada” (1555,
Oraciones y ejercicios de devoción).
Es un elemento periférico del paradigma: hay 350 ocurrencias en el CORDE
y 132 en el CREA, casi siempre con valor modal.

2.2.7. Por desgracia25

El DRAE no lo recoge. Moliner anota: “Desgraciadamente. Su uso es, por lo menos,


tan frecuente como el de este adverbio”. En Seco, con el equivalente desgraciada-
mente. En Santos (2003: 326): “al contrario que los segmentos es una desgracia
que, es una pena que, qué pena que, lástima que, es lamentable que y similares, no
lleva subjuntivo y, además, exige contextos en que el hecho se anuncia como nove-
dad…; admite complemento orientativo”. Fuentes (2009): “Modalizador de emo-
ción negativa: el hablante lamenta que suceda lo expresado en la oración”.
Como adverbio de modo, ‘por mala suerte’, está en textos del XVI: “E si
acaso, o por desgracia, el toro le sacare la lança de la mano o se la quebrare sin
aver rescebido con ella herida notable, no le ha de bolver las ancas ni retirarse
d’él” (1572, Pedro de Aguilar, Tratado de la caballería a la gineta). Con el pose-
sivo y con valor oracional también aparece poco después:

Lo mismo que por suerte


Mas temo según soy de desdichado
que ausente estés a esta sasón del Cielo,
o por desgracia mía trasformado
en otra forma abites oy el suelo,
(Juan de la Cueva, Viaje de Sannio, 1585).

En el siguiente texto (con complemento orientado) de Juan de Pineda, en


referencia a Aristóteles, desarrolla una idea, a buen seguro, discutida hoy en día:

25 Desgracia aparece en los textos a finales del XIV y es escaso hasta bien entrado el XV.
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 79

“Pues como por el mesmo filósofo tengamos que las hembras, por desgracia de
sus engendradores, no llegaron a la perfeción de los machos, naturalmente son
llevadas del deseo de la perfeción que las falta, que es llegar a ser machos…”
(1589, Diálogos familiares de la agricultura cristiana). Los perjudicados, en
este caso, son los padres de las mujeres. También aparece con complementos del
nombre y con el sinónimo oprobio26. Se generaliza a lo largo del XVIII.
Con la expresión disyuntiva por suerte o por desgracia, el hablante duda
sobre la conveniencia o no de lo afirmado para sus intereses personales. En el
fondo, expresa una especie de aceptación resignada de lo expresado por la ora-
ción. La primera documentación es ya del siglo XIX y está en una novela de Gal-
dós: “… cojo mi estilete y sigo trazando en caracteres duros la historia de estos
años borrascosos en que, por suerte o por desgracia, me ha tocado vivir” (1911,
De Cartago a Sagunto).
Es un elemento nuclear del paradigma: hay 2011 ocurrencias en el CORDE y
1392 en el CREA, casi siempre con valor oracional.

2.2.8. Por desventura

Es una locución adverbial muy poco frecuente: solo, entre los diccionarios, está
en Santos (2003: 328), como sinónimo arcaico de por desgracia.
Con el significado de ‘mala suerte’ está en la novela de caballerías Las sergas
del virtuoso caballero Esplandián (1504) de Garci Rodríguez de Montalvo (en
varias ocasiones con el verbo perder):

Sabed que, vistas por estos reyes las cartas del rey Amadís, y sabido de Gandalín
en la congoxa que Esplandián quedava, y cómo aquellas tan grandes compañas de
gentes estavan sobre Costantinopla que, si por desventura se perdiesse, toda la cris-
tiandad en gran peligro quedava, acordaron de poner en ello aquel remedio que los
ministros del Señor muy alto en su servicio poner deven, cumpliendo aquello que
tenían prometido a la ley de la verdad.

26 “Los únicos que se exceptúan de estos servicios son los de aquellos parajes donde sólo

hay haciendas de labor o de otras especies; pero si, por desgracia de ellos, llega a tenerla el
corregidor propia o arrendada, viene a ser ésta el paradero de todos los indios que dejan de
pagar los tributos con puntualidad” (Jorge Juan, Noticias secretas de América, 1747). “Supues-
to que hay tantos predicadores gerundios –por desgracia de nuestros tiempos– con fray y sin
él…” (José Francisco de Isla, Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas,
1758). “Pero, por desgracia y oprobrio de los hombres, se ven muy pocos animados de esta
calidad cristiana” (Ignacio García Malo, Voz de la naturaleza. Memorias o anécdotas curiosas
e instructivas, 1787-1803).
80 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

Pronto entra en sintagma disyuntivo con por suerte: “–¡O quánta gloria es
–dixo el cavallero que estava en tierra– quando los hombres son vencedores por
suerte o por desventura abundar en muchas palabras! Yo soy el cavallero de
Montalto…” (1511, Traducción de Tirante el Blanco de Joanot Martorell).
La primera documentación con valor oracional está en el poema épico La Cris-
tiada (1611) de Hojeda, en referencia a Judas: “Y cada cual pregunta espavorido:
‘¿Soy yo, por desventura, oh buen Maestro?’ / Y responde el Señor entristecido, /
Y en desdoblar fingidas almas diestro: / «Entregaráme aleve y atrevido»”.
Es un elemento marginal del paradigma: solo hay 31 ocurrencias en el
CORDE y 10 en el CREA (todas oracionales; en textos de Martín Gaite o de
Sánchez Dragó, entre otros).

2.2.9. Vergonzosamente

En Autoridades, “con vergüenza, ù de modo, que la ocasione”. En la edición de


1914, “de modo vergonzoso” que llega hasta la actual. Moliner recoge dos senti-
dos: “con vergüenza o timidez” y “de manera vergonzosa o que es motivo de
vergüenza”. En Seco, ‘de manera vergonzosa’. En Santos (2003: 163), con los
dos sentidos adverbiales de la Academia y también como adverbio oracional: “se
usa para calificar un hecho como vergonzoso; frente a es una vergüenza, el verbo
no va en subjuntivo y el hecho descrito no se presenta como consabido, sino que
se anuncia como nuevo”.
Como adverbio de modo, aparece frecuentemente con los verbos decir (‘con
timidez’)27 y huir, mendigar, pedir, retirar, salir (‘de manera vergonzosa’). En el
siguiente texto, Juan Rufo juega con el significado de nuestro adverbio:

Quedó huérfano un soldado vergonzosamente, y queriendo darle otro el pésame,


hizo buen oficio a entrambos en estorballe que no se le diese. Y apartados de con él,
preguntó el tercero: “¿De qué murió su padre de fulano?” Respondió: “De un aprieto
en la garganta.” Preguntó aquél: “¡Ay Dios, si pudo confesar!” –“Y aun supo su muer-
te dos días antes.” Preguntó: “¿Revelósela Dios?” –“No fue revelación divina, sino
sentencia difinitiva de juez competente” (Las seiscientas apotegmas, 1596).

La primera documentación con valor oracional está en las Historias peregri-


nas y ejemplares (1623) del historiador Gonzalo de Céspedes y Meneses.

27“Y él, como se viese delante de la Reyna, muy vergonzosamente dijo: «Senora, aún no
hay tiempo perdido, y yo espero en Dios que hallaré gracia en una Señora que amo y deseo
servir.» Y como lo acabó de decir, la Reyna le miró y vió que lo dijo vergonzosamente, y no
habló más” (Crónica del Rey Henrico Octavo de Ingalaterra, 1549-1554).
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 81

–Ya que hasta ahora vergonzosamente en un reino cuyas temidas armas tienen
sujeta la mayor parte del Oriente, se ha permitido que en acto tan honroso falte ayuda
a un noble forastero y por sus grandes méritos digno de su favor, no es justo que, pro-
siguiéndose esta mengua, me excuséis la licencia de enmendarla.

También en el XVII aparece delante de un adjetivo: “los que vestidos una mer-
ced de nobleza, viven vergonzosamente desnudos de virtud” (Cosme Gómez de
Tejada, León prodigioso, 1636).
En Larra, aparece varias veces:

Olvidada luego la antigua influencia nuestra, levantadas otras naciones a ocupar


el puesto privilegiado que vergonzosamente les cedíamos en el rango de los pueblos,
la literatura no podía menos de resentirse de nuestra decadencia política y militar...
Así lo haremos; y si algún día nos vemos en la dura precisión de maldecir, caiga
la culpa sobre quien puede a tiempo remediarlo y dar vida al teatro español, tan ver-
gonzosamente descuidado (“Espagne poetique” [Fígaro. Colección de artículos dra-
máticos, literarios y de costumbres], 1834).

A partir de finales del XIX, aumenta su frecuencia de uso, también delante de


adjetivos: “ni delante de su marido, a quien tuvo vergonzosamente amilanado”
(Wenceslao Ayguals de Izco, La bruja de Madrid, 1850); “en plazos vergonzosa-
mente exiguos” (Esteban Terradas, Neologismos, arcaísmos y sinónimos en plá-
tica de ingenieros, 1946); “hay demasiados hombres vergonzosamente ricos o
desesperadamente pobres” (Julio Cortázar, Traducción de Memorias de Adriano,
de Marguerite Yourcenar, 1955); “de principios sociales vergonzosamente reza-
gados” (Mercedes Salisachs, La gangrena, 1975); “auditorio vergonzosamente
escaso que Paraguay ha vivido siempre” (Mario Benedetti, Primavera con una
esquina rota, 1982); “la política medioambiental en el País Vasco es vergonzosa-
mente inexistente” (El País, “El aire de Erandio es peligroso nueve”, 01/12/
1989); “hay demasiados hombres vergonzosamente ricos o desesperadamente
pobres” (Ignacio Katz, Al gran pueblo argentino, salud , 1998).
Es un elemento muy periférico del paradigma: hay 169 ocurrencias en el
CORDE y 56 en el CREA, más frecuentemente con valor moral.

2.2.10. Dichosamente

En Nebrija aparece con los equivalentes latinos FOELICIER, FORTUNATE. En Auto-


ridades, “feliz y prósperamente, con dicha y felicidad”. En la edición de 1791, se
reduce a “con dicha”. En la de 1992, se añade felizmente. Moliner incluye dos
sentidos: “con dicha o buena fortuna” y en el segundo: “Se emplea para acompa-
82 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

ñar la exposición de un suceso afortunado: «Dichosamente, estaba yo allí para


ayudarle»”, con el sinónimo de afortunadamente. En Seco, ‘de manera dichosa’.
Santos (2003: 57) como adverbio de modo y como oracional, con el equivalente
afortunadamente y como poco usado.
La primera documentación como adverbio de modo es un texto curioso (pro-
lífico en adjetivos de modo acabados en -mente): “Mas cuyo tan alto y esclareçi-
do jngenio esperays: que llenamente sepa: que sabiamente acierte / açertadamen-
te diga / dichosamente suba / subidamente cumpla / y cumplidamente acabe: las
tantas excellencias de nuestra illustre hespaña?” (Gonzalo García de Santa
María, Traducción de la Corónica de Aragón de fray Gauberto Fabricio de
Vagad, 1499).
Aparece normalmente con los verbos entrar, morir, nacer, suceder, vivir, vol-
ver…28 La primera documentación con valor oracional es del siglo XVII:

Hize muestras, vistiéndome con prissa, de querer ausentarme y dexarla, como el


casto Josef, mis ropas en despojo; quise sinificárselo, mas apenas lo intenté, apenas,
sospechándolo ella, colérica y ayrada me presumió cerrar la boca con sus manos,
quando dichosamente, llamando mi criado a la puerta, me sacó dellas y de tan grave
riesgo (Gonzalo de Céspedes y Meneses, Varia fortuna del soldado Píndaro, 1626).

Se puede parafrasear como “En ese problemático momento para mí, tuve la
dicha de que llamara a la puerta mi criado”.
Es un elemento periférico del paradigma: en el CORDE hay 267 ocurrencias
y en el CREA 22, casi siempre con valor modal.

2.3. LOS EVALUATIVOS MODERNOS

En los siglos XVIII y XIX se estabiliza el paradigma con la aparición de un adver-


bio en -mente (desgraciadamente) que completa la locución adverbial clásica ya
nuclear (por desgracia); de la locución por fortuna y su correspondiente adver-
bio afortunadamente; y de lamentablemente, con escasa presencia en esta época,
para convertirse después en un elemento importante.

28Fray Luis de Granada lo aplica a un adjetivo, en una hermosa paradoja: “¡Oh pies
dichosamente presos, los cuales no serán desatados por el carcelero, sino por Cristo!” (Segun-
da parte de la Introducción del símbolo de la fe, 1583).
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 83

2.3.1. Lamentablemente

Nebrija traduce LAMENTUM y LAMENTATIO como ‘lloro (con bozes)’ y LAMENTARI


y LAMENTARE como ‘llorar con bozes’. No recoge LAMENTABILIS. Lamentación
es cultismo del XIV y entra con las traducciones bíblicas29. Lamentar30, lamen-
to31, lamentable32 y lamentoso33 son préstamos cultos del XV, que se generalizan
en el XVI. El adverbio no está en Nebrija, puesto que no existe en latín. Será
Franciosini (1620) quien lo incluya por primera vez en un diccionario con los
equivalentes “dolentemente, lamentevolemente, con lamenti”. Henríquez
(1679) apunta los siguientes equivalentes latinos: “flebiliter, miserabiliter, mise-
randum in modum”.
El diccionario académico lo recoge por primera vez en la edición de 1803
(‘con lamentos’, primera acepción actual; la segunda –‘de manera lamentable’–
aparecerá en la de 1925). Moliner lo coloca entre paréntesis detrás del adjetivo.
En Seco, ‘de manera lamentable’. Santos (2003: 101) comenta sobre el adverbio:
“Equivale casi a es lamentable que o es una pena o lástima (que), pero el conte-
nido a que se alude no se presenta como presupuesto, sino como anunciado o
rememorado y el verbo no va obligadamente en subjuntivo, sino en indicati-
vo…”34. Fuentes (2009) lo incluye en su diccionario como “modalizador evalua-
tivo negativo (a veces puede estar focalizado en un segmento)”.
La primera documentación como adverbio de modo es del XVII, en un texto
donde aparecen varios adverbios en -mente (merece la pena citarlo por extenso).
Parece que lamentablemente complementa el verbo exagerando (la cruel muerte):

29 “depues annadio hieremias otras lamentaciones sobre el destroymiento dela Çiupdat”


(Biblia. Escorial I.j.8, a 1300).
30 “Cata que aqueste lamentar de coraçón es el bordón e el tenor” (San Vicente Ferrer,

Sermones, 1411-1412).
31 “Fin darán las Alciones / a su continuo lamento, / et perderán sentimiento / los míseros

Pandiones / del Tereo sanguinoso…” (Marqués de Santillana, Cancionero de Estúñiga,


c. 1407-1463).
32 “con el grant dolor e quexo de aquella lamentable recordaçión” (Enrique de Villena,

Traducción y glosas de la Eneida. Libros I-III, 1427-1428). Es muy frecuente: aparece 2243
veces en el CORDE y 2644 en el CREA.
33 “Luego lamentoso se muestra con él, diziendo…” (Enrique de Villena, Tratado de con-

solación, 1424).
34 Es (cosa) lamentable que ya aparece en un texto del XVI (“Pero es cosa muy lamentable

que en todos estos reinos desde el Quito hasta esta parte no tenga el rey más de ciento y veinte
hombres que se han declarado en servicio de su corona real” (Pedro Cieza de León, Las gue-
rras civiles peruanas, c. 1553-a 1584), aunque no aumentará su uso hasta el XVIII.
84 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

El rresto de la conçion era contar muy por estenso la muerte de Hussen, que aun-
que fue en la guerra peleando con la facçion contraria, representabanla mas lastimo-
samente, diziendo que sus enemigos, que traian mucho mayor número de gente que
él, le ocuparon la rribera del rrio Euphrates sin consentirle hazer agua, no pudiendo
auella en otra parte alguna. Y que ansi le fue forçoso, con muy pocos, auiendosele los
demas huido por la sed que padeçian, á pelear desesperadamente por no morir de sed,
hasta morir con los suyos valerosamente peleando; exagerando mucho los dichos pre-
dicadores las grandes proezas que aquel dia hizo Hussen, y despues lamentablemente
la cruel muerte que le dieron sus enemigos, siendo esta la causa prinçipal de los
muchos legados y mandas que se dexan en toda la Persia para hazer çisternas en los
caminos y partes otras faltas de agua, porque no mueran de sed los pasageros (García
de Silva y Figueroa, Comentarios, c. 1618).

Aparece complementando a verbos como aburrirse, caer, confundirse,


equivocarse, fracasar gemir, llorar, quejarse, perder su tiempo... Como adver-
bio oracional está en el Manifiesto universal de los males envejecidos que
España padece (1730) del jienense Francisco Máximo de Moya (el autor del
texto se involucra para lamentar el hecho de que el Erario no pueda “premiar”
a las Tropas, solo mantenerlas): “Y no es razon por semejantes medios se arrui-
ne el Erario, en el que no solo debe aver fuerzas para mantener las Tropas, pero
tambien las correspondientes para premiar: lo que oy lamentablemente no ay”.
En la memoria de la universidad salmantina, el anónimo autor juzga desafortu-
nado el abandono de una cátedra: “Dió la señal en nuestra escuela para la reno-
vacion científica y literaria por entonces iniciada, el Profesor D. Diego de
Torres, restableciendo la cátedra de Matemáticas, lamentablemente abandona-
da desde muchos años atrás…” (1877, Memoria leída ante S. M. el Rey en el
acto de su visita a la Universidad de Salamanca). Con el complemento con
para está en un texto del escritor venezolano Rafael Nogales: “Lamentable-
mente para Scotty, un joven estudiante, que formaba parte del grupo, en vez de
alzar sus brazos le tiró a quemarropa al enmascarado atracador… (a 1936,
Memorias)”.
Menéndez (2008: 714) afirma que “aunque no llega a tener la nuclearidad
de los dos adverbios centrales del paradigma (afortunadamente, desgraciada-
mente), es una unidad que se utiliza cada vez más en español actual en su
papel de modalizador de valoración negativa, como alternativa a desgracia-
damente”.
Es un elemento nuclear del paradigma: hay 108 veces en el CORDE, pero
1704 en el CREA (un incremento notabilísimo), casi siempre con valor ora-
cional.
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 85

2.3.2. Por fortuna35

En el DRAE, con los equivalentes afortunadamente, por casualidad (por cierto


dos valores diferentes en la misma acepción)36. María Moliner solo recoge el pri-
mero, con el ejemplo: “Por fortuna, no había nadie dentro de la casa”. Seco da
como equivalente afortunadamente o por suerte. En Santos (2003: 396) con el
equivalente por suerte, además del sentido modal, que cree raro37.
En las primeras apariciones, tiene el valor de ‘por casualidad’38: “Y los que
han su amor por provecho son los que la [avenencia de los espíritus] han por for-
tuna en sus dos naçençias en un signo…” (c. 1250, Libro de los buenos prover-
bios que dijeron los filósofos y sabios antiguos); “Et apres los cartageneses tre-
metieron grant estol de naues et arribaron en Çeçilia por fortuna” (1376–1396,
Fernández de Heredia, Libro de actoridades –Rams de flors–).
El primer uso oracional que encuentro está en un texto Feijoo, aunque puede
tener un sentido final (posible origen de su sentido oracional). El posesivo apun-
ta al “beneficiario” del comentario (en textos a partir del XVIII, también en Fray
Gerundio) y podemos considerar esta estructura el punto de partida de la genera-
lización:

Esta es la censura, que doi a V.A. de su séptimo tomo, siendo este camino el único,
que me dexaron por fortuna mía los que aprobaron los otros (Theatro crítico univer-
sal, VII, 1736).

Fuera de eso, por fortuna suya había leído pocos días antes, en el tomo II del
Espectáculo de la Naturaleza, el bello elogio que se hace del asno, en boca del prior,
y desde luego se determinó encajarle, reduciéndole a su estilo, así por dar a su audi-
torio una razón plausible del motivo por qué había preferido el Salvador este humil-

35
Fortuna y fortunado son cultismos que están ya en los primeros textos: “Non seas pere-
zoso mientra tovieres çercana la fortuna. Si non, la remenbrança de lo que podieres fazer, sy la
dexaste, te será cruel pena…” (Libro de los doce sabios o Tratado de la nobleza y lealtad,
c. 1237). “E si fuere la VII casa uno de los signos de quatropedia, e fuere el sennor de la ora en
alguno de los ángulos e que sea fortunado, demuestra que fallará mucha caça e grand presa”
(Abraham de Toledo, Moamín. Libro de los animales, 1250).
36
Aparece por primera vez en la edición de 1884.
37
No puede ser parafraseado por *ser una fortuna que…
38
Fortuna, en la Edad Media y en los Siglos de Oro, significaba también ‘tempestad en el
mar’: “Mena liberto, con VI naues s´en torno a Pompeyo, del qual benignament recebido,
cremo la flota de Cesar maguer que Cesar nueuament auia perdio la otra flota por fortuna
poco auia, segunt que ya de suso es dicho” (Juan Fernández de Heredia, Traducción de la His-
toria contra paganos, de Orosio, 1376-1396).
86 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

de animal para hacer su triunfante entrada en Jerusalén, como para promover en sus
oyentes la devoción con la santa asna, en cuanto estaba de su parte (José Francisco
de Isla, Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas alias Zotes,
1758).

No seria absurdo, ó mas bien ridículo, que Luis XIV arguyese de nulas aquellas
grandes y majestuosas transacciones de la nacion inglesa, porque para llegar á cele-
brarlas los jefes y cabezas de la revolucion se habian concertado y entendido por
medios ocultos y callados? Sus armas, por fortuna vuestra, no valieron mas que este
argumento pueril (Manuel José Quintana, Carta segunda [Cartas a Lord Holland
sobre los sucesos políticos…], 1823).

También tenemos algún texto con un complemento del nombre:

Entre tanto que, por fortuna de los Españoles, batallaban unos bárbaros contra
otros, tuvieron los de la ciudad tiempo para salir bien ordenados a oponerse al enemi-
go. Murieron no pocos en el combate y consiguieron finalmente el retirarlos con las
superiores armas de fuego (Juan de Velasco, Historia del reino de Quito en la Améri-
ca Meridional, 1789).

En Isla ya aparece sin posesivo, refiriéndose a un beneficiario general.

Antes bien oy los mozos conversar


Pueden ya con las jóvenes más bellas,
Sin riesgo de que puedan tropezar
En algún precipicio, ni ellos, ni ellas,
Porque su amor se queda en sólo hablar,
Y a más no pasa; puesto que de aquellas
Todos los atractivos, por fortuna,
No hacen en ellos impressión alguna.

Avrá en mi Libro Imágenes mui bellas,


Y el retrato de Tulio será una:
Probablemente se verá entre ellas
El de su Historiador, que, por fortuna,
Era bien hecho; y aun quizá entre aquéllas
El mío se verá sin duda alguna.
(José Francisco de Isla, El Cicerón, 1774).

En el mismo siglo XVIII va en aumento su uso como adverbio oracional y


decrece como adverbio de modo. Es un elemento nuclear del paradigma: tiene
1543 ocurrencias en el CORDE y 1084 en el CREA, más con sentido oracional.
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 87

2.3.3. Desgraciadamente

En Nebrija, con los equivalentes INDECENTER, INSULSE. En Autoridades, “desa-


fortunadamente, desdichadamente, con infelicidad y sin grácia”. En la edición de
1791, se reduce a “con desgracia”, hasta 1989. La edición actual remite a lamen-
tablemente (‘con lamentos’ o ‘de manera lamentable’). Moliner comenta:
“Expresión muy frecuente antepuesta a la exposición de un suceso de malas con-
secuencias: «Desgraciadamente, no llegué a tiempo para detenerle». Por desgra-
cia”. En Seco, ‘de manera desgraciada’, pero –como en otros casos– apunta a su
valor oracional: “Generalmente procede o sigue a la mención de un hecho para
manifestar que se considera desgraciado o lamentable”.
Santos (2003: 56) da el equivalente por desgracia (además de un segundo
valor modal): frente a Es una desgracia… rige indicativo y hechos anunciados; y
tiene una valoración orientable. Operador modal en Fuentes (2009): “El elemen-
to expresa un emoción negativa ante lo dicho. El hablante se lamenta de los
hechos expuestos” (marca de modalidad expresivo-emotiva, coloquial y culto y
propios de los textos orales y escritos; con la variante, por desgracia).
Como adverbio modal está ya en la traducción de El cortesano de Baltasar de
Castiglione (1534) de Juan Boscán: “e aquí viene que estos tales se meten
muchas veces en cosas, de las cuales, no sabiendo descabullirse, saltan en ayu-
darse con decir gracias para hacer reír; y esto, haciéndose por esta vía, ha de
hacerse de necesidad tan desgraciadamente que en lugar de mover risa mueva
asco”. Aparece habitualmente complementando a verbos como cantar, caer39,
despedir40, morir, responder (muy frecuente): “Corbarán de Lehet, senescal del
ejército de Roger, muere desgraciadamente” (Jerónimo Zurita, Anales de la
corona de Aragón. Primera parte, 1562).
Ya hay usos oracionales en el XVIII: “Las reflexiones que pueden hacerse
sobre este y otros sucesos extraordinarios de nuestra historia son, desgraciada-
mente, obvias para detenernos en escribirlas” (Francisco Javier Clavijero, Histo-
ria Antigua de México, 1780). Se generaliza este uso a finales de ese siglo y
aumenta significativamente en el XIX41.

39 “murieron dos christianos tan desgraciadamente como he contado” (Baltasar Collazos,

Comentarios de la fundación y conquistas y toma del peñón, 1566).


40 “Pero no fueron del papa bien recibidos y despidiéronlos luego muy desgraciadamen-

te” (Jerónimo Zurita, Anales de la Corona de Aragón, 1562).


41 La paráfrasis ser+una+desgracia aparece tardíamente en los corpus académicos. La

primera documentación es el siglo XIX: “Verdaderamente es una desgracia que estos hombres
dedicados a las artes no estén ejercitados en el trabajo, porque aquellas requieren una vida
sedentaria; pero he aquí los medios de remediarlo” (Mariano Antonio Collado, Traducción de
las aventuras de Telémaco seguidas de las de Aristonoo de Fénelon, 1843).
88 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

Es un elemento nuclear del paradigma: hay 1513 ocurrencias en el CORDE y


2131 en el CREA, casi siempre con sentido oracional.

2.3.4. Afortunadamente42

Nebrija traduce FORTUNATE como bien aventuradamente; INFORTUNATE como des-


dichada mente. En el diccionario académico, se recoge por primera vez en la edi-
ción de 1884 (por fortuna); en la de 1936, da los equivalentes por dicha o por
buena suerte; en la de 1992, como la actual por fortuna y felizmente. Moliner,
siempre más atenta a las cuestiones gramaticales, añade este interesante comenta-
rio: “Se emplea mucho delante de la expresión de algo de lo que se considera que
hay que alegrarse” y añade un ejemplo: “Afortunadamente, no me encontró en
casa”. En Seco, ‘de manera afortunada’; aunque apunta –como en otras ocasio-
nes– al uso oracional: “Expresa satisfacción porque ha sucedido algo que se dese-
aba, o acompaña a la mención de un hecho o una circunstancia dichosa”. Santos
(2003: 21) añade los equivalentes por fortuna, por suerte. Fuentes (2009) como
operador modal: “Marcador de modalidad emotiva. Expresa alegría u otro senti-
miento positivo semejante” (en textos coloquiales y cultos, orales o escritos).
Como adverbio modal (‘por casualidad’) está ya en el XV, pero apenas hay un
par de ejemplos hasta el XVIII: “pues sabedes bien, que acatando yo a todas essas
cosas que por vos son dichas, yo me vine a vuestra casa assi afortunadamente,
como veniera a casa del Señor Rey mi padre” (Conde de Haro –Pedro Fernández
de Velasco–, El seguro de Tordesillas, 1439). En el siguiente texto puede signifi-
car ‘por casualidad’ o ‘por suerte’: “El Marqués de Bouillé desembarcó en la isla
de San Eustaquio la noche del 25 de Noviembre; pero, por error de los pilotos
que dirigían las falúas del desembarco, perecieron muchas de ellas contra la
costa, siendo del número la del General Bouille, que pudo salvarse afortunada-
mente” (Conde de Fernán Núñez –Carlos Gutiérrez de los Ríos–, Vida de Carlos
III, c. 1790, ).
Ya está con el sentido oracional en textos del XIX y se generaliza a mediados
de ese siglo:

…este río que debe ser el tesoro, el raudal de riquezas incalculables del privilegiado
país por donde dilata su curso majestuoso y apacible! Ya, afortunadamente, ha llama-

42Fortunadamente solo aparece una vez, como adverbio de modo (‘con suerte’): “E dixie-
ron entr’ellos que a los fabianos crescía ardideza de día en día por razón de sus batallas que les
contescían bien e fortunadamente” (Pero López de Ayala, Traducción de las Décadas de Tito
Livio, c. 1400). Se recoge por primera vez en la edición de 1884 (Por fortuna).
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 89

do la atención de nuestro celoso Gobierno, que promueve con todo ahínco las impor-
tantes operaciones por medio de las que se ha de sacar todo el fruto que encierra su
risueña corriente (Duque de Rivas –Ángel de Saavedra–, Discurso leído en la Junta
Pública que celebró la Real Sociedad Patriótica de Córdoba el día 30 de m..., 1819).

No es ya de moda afortunadamente entre los españoles de la clase media ó alta


aquel aire feroz de guapos, matones, jaques, majos, manolos y perdonavidas (más
nombres hay para designar esta profesión que para distinguir las útiles y honradas)
(José Somoza, Carta contra el abuso de la imprenta en España cuando no había
libertad de imprenta [Artículos], 1832).

Es un elemento nuclear en el paradigma: hay 1025 ocurrencias en el CORDE


y 2758, en el CREA, casi siempre con valor oracional.

2.3.5. Dolorosamente

En Autoridades, “lastimosamente, con dolór, pena y congoja” (con el equivalen-


te latino MISERABILITER). En la edición de 1791, se desdobla en dos acepciones:
“con dolor” y “lo mismo que lastimosamente”; en la de 1884, ya aparece como
la actual (‘con dolor’ y lamentablemente, lastimosamente). Moliner solo lo inclu-
ye, entre paréntesis, con el adjetivo. En Seco, ‘de manera dolorosa’. Santos
(2003: 60) da como equivalentes lamentablemente, lastimosamente, por desgra-
cia (además comenta la acepción modal).
La primera aparición como adverbio de modo está en Villena:

en el çircuitu de los portales d’este templo están los captivos, e nombró espeçialmen-
te, las madres temerosas, entendiéndolo por las virtudes so el nombre feminino que
están captivadas e ajenadas en los portales d’esta prática en su çircuitu, las cuales
baten sus pechos con puños dolorosamente, es a saber se duelen de la confusión e
menospreçio d’ellas, cómo lo son desechadas por el ombre e tenidas captivas ellas,
que procuravan su libertad e la conservavan (Traducción y glosas de la Eneida. Libros
I-III, 1427-1428).

Aparece complementando a verbos como gemir, llorar, quejarse, responder,


suspirar, vivir… La primera documentación con sentido oracional es muy tardía,
del siglo XIX:

La Diputación Provincial de Nicaragua y Costarrica = Exmo. Señor = Esta corpo-


ración en una de sus sesiones acordó lo siguiente:
“Tomada en consideración por esta Diputación Provincial las sensibles noticias
recibidas por el último correo de Guatemala sobre el estado de agitación y fermento
90 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

que dolorosamente había tenido lugar en aquellos días poniendo en conflicto á sus
autoridades y parte sana del vecindario… (Manifestación de lealtad con motivo del
movimiento de independencia de Guatemala, 1821).

Es un elemento marginal, pero no raro, del paradigma: hay 372 ocurrencias


en el CORDE y 314 en el CREA (predomina el uso modal).

2.3.6. Tristemente

En Autoridades, “con tristeza, pena ù sentimiento”, que en la edición de 1899 se


reduce a “con tristeza”, como en la actual. Moliner lo incluye, entre paréntesis,
detrás del adjetivo. En Seco, ‘de manera triste’, pero –como en otras ocasiones–
apunta al valor oracional: “Frecuentemente precede a un adjetivo para manifes-
tar que lo expresado se considera triste o lamentable”. Santos (2003: 160) da
como equivalentes por desgracia, desgraciadamente, lamentablemente, es triste
que… (además comenta el sentido modal): “Se usa para dar a entender que el
hecho nos resulta triste o nos entristece. Es frecuente con adjetivos como des-
aparecido, célebre, famoso…”. En Fuentes (2009): “Adverbio modalizador eva-
luativo: indica una valoración y una emoción negativa del hablante ante lo que
emite”.
Como adverbio de modo está ya en el XV: “E Josafat despues que oyo esto,
tomolo dubdando e tristemente, e dixo: –¿Commo podible es que mi padre, que
non fue mi egual que sofri tantas cosas, gane el don por la sola penitençia?” (c.
1400, Barlaam e Josafat). Aparece frecuentemente con verbos como acabar,
dezir, gemir, hablar, lamentar, llorar, morir, quejarse, sonar, sufrir, suspirar,
vivir…
Ya en esta traducción de Villena parece que tiene un sentido oracional: “Pues
tornamos a restaurar el sepulcro del Polidoro, allegando sobr´él el grant montón
de tierra. E fezimos en las aras sacrefiçio por el tristemente vençido, coronando
aquéllas de negro çiprés. E las madres troyanas en derredor, segúnt su costum-
bre, los cabellos sueltos, faziendo sus llantos” (1427-1428, Traducción y glosas
de la Eneida. Libros I-III).
En el siguiente texto puede interpretarse como oracional (“Fue triste que
muriera…”). La carta de Juan Chacón sobre el “tristemente” muerto no tiene
desperdicio:

En Salamanca murió tristemente D. Diego Bonal, que fué de la Compañía, en la


forma que el P. Mendo habrá ya escrito. Añado, que cuando yo estuve en Salamanca
esta vez, me habló el dicho D. Diego, en razon de que le diésemos lugar en un apo-
sentillo de la portería de aquel Colegio, donde suelen estar los ejercitantes, para aca-
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 91

bar allí; añadió que daria á la Compañía su caudalejo. Yo nunca me persuadí que
pasaria de trescientos ducados, á lo sumo, porque hacia medias para vender y comer
de la labor de sus manos, y paréceme que le hallaron debajo de la cama, en dinero,
ocho mil ducados. Juicios de Dios: Bonum est nos hic esse et hic mori (Juan Chacón,
Carta [Cartas de algunos padres de la Compañía de Jesús, I], 1635).

En cualquier caso, en el XIX ya aparece con sentido oracional y, además, refe-


rido a adjetivos: “¡Qué verdades elementales tan bien traídas! ¡Qué pronósticos
tan juiciosamente hechos como tristemente cumplidos!” (Juan Romero Alpuen-
te, Historia de la Revolución de España, 1831); “… se inauguraba la nueva con
una ocasión tristemente célebre, la de la desgraciada muerte del malogrado escri-
tor don Mariano José de Larra (Fígaro)” (Ramón de Mesonero Romanos, Esce-
nas 1837 [Escenas matritenses (segunda serie 1836-1842)], 1837); “Miguel
Neira, que por aquel entonces era el más tristemente célebre de los bandidos que
merodeaban en…” (Tomás Guevara, Historia de Curicó, 1845).
Merece citarse este texto, aunque largo (pero de perpetua actualidad), del
poeta, periodista y político gallego, Nicomedes Pastor Díaz, por su acumulación,
a modo de salmodia, del adverbio aplicada al verbo creer. Pertenece a su libro
Los problemas del socialismo (1848), que recoge sus conferencias en el Ateneo
madrileño:

Creo tristemente, Señores, que el egoísmo de algunas clases, el olvido ateo de las
prescripciones de la moral, la exagerada preocupación de los intereses materiales, la
creencia epicúrea de que la humanidad y caridad cristianas son meras fórmulas teóri-
cas de catecismo… Creo tristemente que la razón humana ha sido demasiado presun-
tuosa de su ciencia; y no será extraño que el cielo la enseñe cómo no basta la filosofía
para organizar y dirigir las sociedades. Creo tristemente que la divinización de la
fuerza, y la idolatría de la fortuna harán todavía necesaria la destrucción de esos ído-
los, que han usurpado con escarnio el altar de la justicia. Creo tristemente que las
consecuencias anárquicas del individualismo habrán de manifestarse con sucesos tan
deplorables y sangrientos, como en otros días los produjo la asociación opresora de
las repúblicas o de las Monarquías antiguas, para que los hombres encuentren en la
combinación de estos dos principios la fórmula de su existencia social, y de su aso-
ciación política. Creo tristemente, por último, que en esta lucha de encontrados prin-
cipios, representado cada uno por distintas clases, y correspondiendo cada uno a la
satisfacción de diversas necesidades, habrá terremotos, y tormentas, y sangre, y lágri-
mas; sin que acaso la paz, la calma, la armonía y la concordia logren establecerse,
hasta que nosotros, rápida generación de un día, hayamos pasado.

Su uso como adverbio oracional va aumentando a partir del siglo XIX. Es un


elemento no nuclear del paradigma, pero tampoco marginal: 977 ocurrencias en
el CORDE y 524 en el CREA.
92 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

2.3.7. Fatalmente

En Autoridades, “con fatalidád, desdicha è infelicidád” (con el equivalente latino


INFELICISSIME). En la edición de 1869 se añade: “Se dice así tambien de lo que
sale bien ó mal” (que en la siguiente –1884– se reduce a ‘mal’). En la edición de
1925, se amplían las acepciones: “1. Inevitablemente, forzosamente. 2. Desgra-
ciadamente, desdichadamente. 3. Muy mal” (ampliación que se mantiene en la
edición actual). Moliner mantiene las tres acepciones académicas. Seco, ‘de
manera fatal’. En Santos (2003: 74)43, con los equivalentes por desgracia, des-
graciadamente, “de empleo infrecuente”.
En el XV hay un ejemplo aislado como adverbio de modo: “assí commo niño
que sacan de cuna, non se fatalmente o sy por fortuna, me vi todo solo al pie de
un collado... ”. Con el sentido de ‘inevitable’ está en el XIX: “No intentaré pintar-
te los tristes días que siguieron al de mi suicidio frustrado. El trastorno moral que
fatalmente debía operarse en mí progresaba más y más, en vez de disminuirse
con el tiempo” (Gertrudis Gómez de Avellaneda, Espatolino [Novelas y leyen-
das], 1844); también “obedecer fatalmente a la ley de los principios” (Nicome-
des Pastor Díaz, A la corte y a los partidos, 1846).
El valor oracional aparece también a mediados del XIX, pero es mucho menos
frecuente que el anterior. Está por primera vez en el siguiente texto del poeta,
periodista y político gallego Nicomedes Pastor Díaz:

Hemos recorrido los varios períodos por donde pasa esta asimilación, hasta llegar
al punto en que una existencia se hace idéntica de la otra. Y a esta identidad, Señores,
que es –a no dudarlo–, la consumación del socialismo, vosotros habéis podido ver
cómo han contribuido fatalmente, sin distinción de épocas ni de principios, lo mismo
los Gobiernos populares, que los absolutos; lo mismo aquellos poderes, que deriva-
ban su origen del derecho divino, que los que se bautizaron en las fuentes de la sobe-
ranía nacional (Los problemas del socialismo, 1848).

No es un elemento marginal del paradigma, aunque tampoco nuclear: 473


ocurrencias en el CORDE y 392 en el CREA (muy frecuente con el sentido de
‘inevitable’).

43 También como adverbio oracional modalizador de necesidad, con los equivalentes

inevitablemente, como por destino fatal.


LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 93

2.3.8. Milagrosamente

Milagro es una palabra que, con variantes, aparece en español desde los prime-
ros textos. El adverbio ya está en Nebrija, que da como equivalentes en latín
MIRABILITER y MIRIFICE44. Autoridades lo anota así: “Por milagro, contra el orden
natural y ordinario de las cosas” (información que aún perdura en la primera
acepción de la edición actual). En la edición de 1832, añade la segunda acepción:
“De una manera que admira y suspende”. Seco, ‘de manera milagrosa’. Santos
(2003: 110) afirma lo siguiente:

Con sentido derivado de 1.2. –‘de milagro’, ‘por verdadero milagro’, ‘por muy
poco’, ‘estando a punto de no suceder’– se aproxima a la estructura (es un) milagro
que, pero, frente a ésta, impone indicativo y presenta el hecho aludido como novedo-
so y no como presupuesto. Suele anteponerse, seguido de pausa y con la entonación,
debida, a la predicación o bien intercalarse en ella con carácter de inciso: Milagrosa-
mente, no le pasó nada. Salió, milagrosamente, ileso.

Como adverbio de modo, está ya en el XV: “la yerba sanguinaria con saluia en
lo qual milagrosamente acahesce la curacion” (Traducción del Compendio de la
humana salud de Johannes de K, c. 1400-1500). Aparece habitualmente con ver-
bos como ayudar, curar, nacer, obrar, hacer, escapar, salvar, sanar, socorrer… y
verbos cuyo sujeto es, frecuentemente, Dios.
El sentido oracional45, que a veces no es fácil percibir en los textos46, aparece
mucho más tarde (parece que hay una implicación del autor del texto en lo que
cuenta: una sorpresa agradable, algo bueno e inesperado):

44 Después está en Las Casas (1570, miracolosamente) y en Palet (1604, miraculesement).


45 Es un milagro es del siglo XVIII; la primera documentación es una carta de Azara: “El
caballo era del príncipe Borghese, y el mas seguro y probado de su caballeriza; el Papa lo
habia montado dos dias antes, y habia ido muy bien... en las bajadas, la tabarria y las borlas
metiéndosele por la embragadura, habian de hacer demasiadas cosquillas las á la pobre Aca-
nea, y cuanto fuese mas viva mas, como sucedió aun fué un milagro que no se pusiese a tirar
coces con furia, lo cual por fortuna no hizo, sino que caído el Papa, se estuvo quieto como un
borrego” (José Nicolás de Azara, Cartas de Azara al ministro Roda en 1769 [Cartas a Don
Manuel de Roda], 1769). Es milagroso, del XX; la primera documentación está en una novela
de Blasco Ibáñez: “Era milagroso que no apareciera su cadáver en el fondo de un canal des-
pués de tantos viajes á pie por el lago, en plena embriaguez” (Cañas y barro, 1902).
46 No es fácil ver el grado de implicación del hablante en la manera en que sucede algo.

En este ejemplo, no significa que el rey vive ‘de milagro’, sino que el hablante se alegra
mucho de que, tras muchas dificultades, el rey viva.
94 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

¡El rey está libre! ¡Nuestro querido monarca y su real familia respiran ya despues
de la más dura opresion y esclavitud! ¡El deseado, el idolatrado Fernando vive, mila-
grosamente vive, reina, y con nueva gloria y magestad torna á ocupar el trono de Cár-
los III, de Felipe V y de su Santo abuelo! Gloria inmortal al príncipe excelso y á su
ejército libertador…” (Antonio Antonio, Historia de la guerra civil y de los partidos
liberal y carlista, I, 1868).

No es un elemento marginal del paradigma, aunque tampoco nuclear: hay


818 ocurrencias en el CORDE y 396 en el CREA. Añade, a la alegría que siente
el hablante, el hecho de que se trata de un hecho difícil de conseguir.

2.3.9. Venturosamente

En Autoridades, “con felicidad, dicha, y ventura” (con los equivalentes latinos


FORTUNATE, FELICITER). En el DRAE 47 y en Moliner, con el significado “con feli-
cidad”. En Seco, ‘de manera venturosa’. No está en Santos.
Como complemento modal, con el significado de ‘con buena suerte’ está en
la Traducción y glosas de la Eneida (1427-1428) de Villena:

Desque ovo contado en el preçedente capítulo el buen acaesçimiento que oviera


con Androgeo, continuava en el presente que, hafueras de aquéllos, ovieron él e los
suyos topamiento con muchos otros griegos, andando embueltos con ellos por la çib-
dat, tan venturosamente que non paresçía de sus engenios proçediese, mas de volun-
tad divina, como dize en el comienço d’este capítulo.

Hasta el XIX no se utiliza como adverbio oracional y en el XX es más frecuen-


te que como complemento de modo.

Hubo un motin al cabo de algun tiempo, supúsose ó averiguóse que Cervántes


había tenido alguna parte en él... y Cervántes salió desterrado de España.
No fué por mucho tiempo, venturosamente. A los pocos meses de estar emigrado
en Paris, Cánovas, que ya había cumplido setenta años (¡cómo pasa el tiempo!...) y
que empezaba á chochear, cumplió su promesa y cedió el poder á los constituciona-
les… (Carlos Coello, Cuentos inverosímiles, 1872-1878).

Ya en el siglo XX, Gómez de la Serna lo aplica a adjetivos o participios: “y


todos nos sentíamos venturosamente jóvenes bajo su estandarte” (Automoribundia,
1948); “fue después, restablecida venturosamente la paz…” (Juan Goytisolo, Señas

47 Ya en Autoridades (“con felicidad, dicha y ventura”).


LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 95

de identidad , 1966); “venturosamente mágico como Zidane y venturosamente efi-


caz y creativo como Raúl” (La Razón, 02/09/2002: “No me seduce Ronaldo”).
Con sintagma orientado: “El Emperador, venturosamente para él, murió al poco
tiempo…” (Lorenzo Villalonga, Bearn, o la sala de las muñecas, 1956).
Es un elemento marginal del paradigma: hay 57 ocurrencias en el CORDE
(más como adverbio modal) y 44 en el CREA (más como oracional).

2.4. LOS ÚLTIMOS EVALUATIVOS

El paradigma de los evaluativos emotivo-afectivos ya está funcionando con sus


elementos nucleares desde el siglo XVIII. Los últimos son todos periféricos y,
excepto trágicamente, documentados en el siglo XX.

2.4.1. Desafortunadamente

No se recoge ni en el DRAE ni en Moliner. En Seco, ‘de manera desafortunada’.


Santos (2003: 55) comenta: “Al menos en el español peninsular, no es palabra de
uso corriente en el habla espontánea, pero su uso se ha incrementado notable-
mente los últimos tiempos en las traducciones periodísticas o ensayística del
inglés (¿por su mayor proximidad formal a unfortunately?) y en el discurso culto
con pretensiones”.
La primera documentación es con valor oracional:

Si las fluctuaciones de voltaje de la línea y otras múltiples circunstancias se pro-


dujeran continuos aunque ligeros cambios de velocidad bastaría disponer de iguales
motores en el transmisor y receptor con sendos contadores de revoluciones, y una vez
obtenido el sincronismo dejarlos indefinidamente. Mas como desafortunadamente las
condiciones son otras hay que procurar algún medio para vencer las dificultades
(Enrique Mata, La televisión. Fototelegrafía, 1929).

Max Aub duplica, parece que en sinonimia, los adverbios evaluativos en el


siguiente texto: “Desgraciadamente, desafortunadamente, no existen en España
críticos que estén a la altura y al nivel de los tiempos que corre” (La gallina
ciega. Diario español, 1971). Casi todos los casos, en los corpus académicos,
son adverbios de valor oracional. Raramente tienen valor modal: “...o se entrete-
nía en tirar al blanco o en intentar, desafortunadamente, colar los arillos por el
cuello de la botella de sidra” (Camilo José Cela, Esas nubes que pasan, 1945).
Lo cual lleva a suponer que el modelo ha sido el oracional afortunadamente,
junto con la influencia de unfortunately, y no ha habido una evolución paralela
de adverbio modal a adverbio oracional.
96 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

No es un elemento marginal del paradigma, aunque tampoco nuclear: en el


CORDE hay 14 ocurrencias y en el CREA 510 (hay, pues, un uso creciente, casi
siempre con sentido oracional).

2.4.2. Infortunadamente

En Autoridades, “desgraciadamente, sin ventura ni dicha”. En la edición de


1803, “sin fortuna, de un modo desgraciado”. En 1869, ya como la actual: “sin
fortuna, con desgracia”. En Moliner, con el equivalente desgraciadamente (por
desgracia). Seco, ‘de manera infortunada’, con la marca literario. Santos (2003:
93), con el equivalente por desgracia, como raro.
Lo encontramos por primera vez en una carta de Unamuno:

Es un gran honor, mi querido amigo, el que me ofrecen y quedo por ello muy
agradecido. Mas en cuanto a ir a esa ciudad para el 24 del próximo mes de junio es
algo a que no puedo desde luego comprometerme. Por una parte las cosas políticas en
que como usted sabe, ando, afortunada o infortunadamente, complicado se están
complicando cada vez más y es fácil que tengamos un verano revuelto (A Jacques
Chevalier [Epistolario inédito], 1933, 445).

Complementa a adjetivos: “Muchos factores contribuyeron a frustrar el


empeño heroico, culminado infortunadamente en la Paz del Zanjón (1943-1974,
Ángel Augier, Prosa varia); “…su traje color mamey, infortunadamente estrena-
do” (José Lezama Lima, Paradiso, 1966).
Es un elemento marginal del paradigma: hay 6 ocurrencias en el CORDE y
48 en el CREA. Como en el caso de alentadoramente, solo tiene usos ora-
cionales.

2.4.3. Trágicamente

En Autoridades, con los equivalentes infelizmente, infaustamente (y con los lati-


nos TRAGICE, INFAUSTE). En la edición de 1884 cambia a “de manera trágica, des-
dichada y funestamente”, que llega a la última edición. En Moliner, solo como
adverbio de modo, ‘de manera trágica’, como en Seco. No está en Santos (2003).
En Villena aparece por primera vez aplicada al libro que traduce: “E por eso
esta Eneida trágicamente es tractada” (Enrique de Villena, Traducción y glosas
de la Eneida. Libros I-III, 1427-1428). Aparece con verbos como acabar, con-
cluir, morir, perecer, terminar…
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 97

Bergamín lo utiliza por primera vez con valor oracional, con otros dos adver-
bio oracionales:

El rojinegro lienzo ensangrentado con el que sacrílegamente envolvieron su cuer-


po muerto sus carceleros, tal vez sus verdugos, no puede, sino irónicamente, paradóji-
camente, trágicamente, relacionarse con las palabras rojinegras del francés: “Parece-
ría que su destino era morir soñando”... (José Bergamín, Artículos, 1923-1974).

Aparece con participios y adjetivos: “Ni los cronistas de Indias se cuidaron


de trasmitirnos mayores noticias de la lengua aborigen, trágicamente extinguida
con la raza” (1943, Emilio Rodríguez Demorizi, Vicisitudes de la lengua españo-
la en Santo Domingo); “Y qué esfuerzos se le veía hacer para resignarse al bár-
baro alud ruso, trágicamente necesario!” (1948, Jorge Guillén, Carta de Guillén
[Cartas. En “Correspondencia (1923-1951)]); “es trágicamente estremecedor
que el desenlace de Max Estrella” (1967, Alonso Zamora Vicente, Discurso de
recepción ante la Real Academia Española).
Es un elemento marginal en el paradigma: hay 151 ocurrencias en el CORDE
y 211 en el CREA (a medida que avanzamos en los textos hacia el siglo XX, pre-
domina el uso oracional).

2.4.4. Esperanzadamente

Solo está en Santos (2003: 66), como adverbio de modo y como adverbio oracio-
nal de modalización epistémica afectiva. “Es de esperar que, se confía y se desea
que, así lo espero; este uso se siente extraño en el dialecto peninsular y, según
veo, en otros muchos dialectos del español”.
Como adverbio de modo está en El mundo es ancho y ajeno (1941) de Ciro
Alegría: “A Casiana le saltó el corazón esperanzadamente. Se alegró cuando la
llamaron”. También en La Espera y Esperanza de Laín Entralgo (a veces con
juego de palabras): “El hombre espera esperanzadamente el cumplimiento de
sus previsiones”; “mejor puede servir para el logro de lo que esperanzadamente
anhela”; “…mueven al hombre a vivir esperanzadamente”; “pero esperar espe-
ranzadamente no es un mero aguardar”; “…trasciende con su valentía quien
sabe reaccionar esperanzadamente a la prueba”.
Menos frecuente es su uso como adverbio oracional, como en la obra citada
anteriormente de Laín Entralgo: “‘ser siempre’ y ese ‘ser en Dios’ son creyente y
esperanzadamente entendidos según las promesas de Cristo”; “la naturaleza
humana, cuerpo y alma, esperanzadamente pide en el curso temporal de su exis-
tencia” (La espera y la esperanza. Historia y teoría del esperar humano, 1957).
98 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

También en un texto de Carlos Fuentes: “Pero la revolución de una sociedad es


todo lo contrario. Significa la ruptura del orden establecido y el movimiento
hacia un futuro, esperanzadamente, mejor” (En esto creo, 2002).
Es un elemento muy marginal del paradigma: en el CORDE está en 12 oca-
siones en textos de Ciro Alegría, de Laín Entralgo (9 veces), de Luis Rosales y
de Juan Goytisolo.

2.4.5. Esperanzadoramente

Solo está en Santos (2003: 66):

En un contexto esperanzador, con resultado esperanzador, siendo el hecho espe-


ranzador, resulta esperanzador que… Frente a resulta esperanzador, impone modo
indicativo y anuncia como novedoso, y no como presupuesto, el hecho descrito y
valorado.
Puede también actuar como premodificador de adjetivos calificativos, especial-
mente en contexto de comparación o asimilables. “Esperanzadoramente, desde hace
dos años no se han producido incidentes graves”. “Las últimas generaciones son espe-
ranzadoramente, más proclives a la tolerancia”. “Adoptó una decisión esperanzado-
ramente más liberal”. “Las comunidades han seguido este año un comportamiento en
cuanto al gasto, esperanzadoramente más austero.”

También como adverbio de modo, aunque más raro. Ignacio Puig, físico y
jesuita español, en su obra La bomba atómica y las colosales reservas de energía
de la materia (1945) escribe: “…la decisión de efectuar inmensos gastos en la
realización de un proyecto establecido esperanzadoramente por la ciencia ameri-
cana y británica, contribuye a la gloria eterna del presidente Roosevelt y de sus
colaboradores”. Un poco más tarde, Luis Martín Santos (Tiempo de silencio,
1961) alude al matrimonio de Eugenia de Montijo con Napoleón III como una
negociación “de tan elevado tono poético, tan esperanzadoramente fornicatoria,
tan felizmente alumbradora de canales de suez y de dividendos al trescientos die-
ciocho por ciento?”.
Son las dos únicas apariciones en el CORDE. En el CREA están los siguien-
tes como adverbios de modo: “…una madrugada que despuntaba neblinosa, pero
esperanzadoramente soleada para cuando clarease del todo” (Carmen Gómez
Ojea, Cantiga de agüero, 1982); “…el futuro se abre esperanzadoramente”
(Enrique González Duro, Las neurosis del ama de casa, 1989); “por eso cuando
halló aquella pradera esperanzadoramente verde, por donde trotaba una pareja”
(Eliseo Alberto, La eternidad por fin comienza un lunes, 1992). Con sentido ora-
cional: “se inicia en 1988 un período probable y esperanzadoramente menos
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 99

sangriento” (Víctor S. Pozas, La revolución sandinista, 1988); “en una decisión


que, esperanzadoramente, provoca un comprensible revuelo…” (revista Hoy,
24-30/06/1997: Jaime Collyer).
Es, como el anterior, un elemento muy marginal del paradigma: aparece 2
veces en el CORDE y 5 en el CREA.

2.4.6. Vergonzantemente

Entre los diccionarios, solo está en Seco, ‘de manera vergonzante’. Vergonzante
está en el diccionario académico como adjetivo, ‘el que tiene vergüenza’, pero
añade: “Se dice regularmente de quien pide limosna con cierto disimulo o encu-
briéndose”48.
Es también un elemento muy marginal en el paradigma. En el CORDE apare-
ce en tres ocasiones, en todas como adverbio de modo: “le brindaran la ocasión
que vergonzantemente anhelaba” (Ramón Rubín, El callado dolor de los tzotzi-
les, 1948); “y vergonzantemente callado, admití que Fernando…” (Ernesto Sába-
to, Sobre héroes y tumbas, 1961)”; “…aunque no cedí a la tentación de reingre-
sar a un observatorio como un guerrero a un convento, a veces lo hice
vergonzantemente, refugiándome en las ideas sobre la ficción” (Ernesto Sábato,
Abaddón el exterminador, 1974).
En el CREA aparece en 11 ocasiones: en cinco como adverbio de modo y en
seis como adverbio oracional. Son los siguientes textos: “Tengo la impresión que
simpatizaba vergonzantemente con Lefebvre” (Emilio F. Mignone, Iglesia y dic-
tadura, 1986); “la izquierda ‘pata negra’, está en su casa, votando vergonzante-
mente al PSOE” (El Mundo, 07/06/1994: Martín Prieto: “No existe un solo
voto”, 1994); “se atreve a poner ‘España en positivo’ y escribe vergonzantemen-
te ‘Un país en positivo’” (El Mundo, 15/02/1996: Antonio Burgos: “Hasta el
nombre de España”. 1996); “… de Santa Engracia con su claustro, conservándo-
se vergonzantemente un paramento de la torre mudéjar” (Antonio Beltrán Martí-
nez, Pueblos de Aragón II, 2000); “que tuvo a Chile con una cobertura telefónica
vergonzantemente baja hasta mil novecientos setenta…” (oral, Senado de Chile,
sesión 29, en martes 16 de enero de 1996).

48 Así aparece en la Instrucción de la mujer cristiana de J.L. Vives (1528), de Juan Justia-
no: “Y la ropa que tienes cerrada es del mendigo que anda desnudo, y, el dinero que tú tienes
muerto, es del necesitado y vergonzante que no tiene vida”. Es frecuente el sintagma “pobres
vergonzantes”.
100 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

2.4.7. Alentadoramente

Entre los diccionarios, solo está en Santos (2003: 23): “siento el hecho alentado,
resulta alentador que”. Parece que estamos ante un adverbio solo oracional.
Alentador es muy tardío (“el espectáculo era poco alentador” en Manuel T.
Podestá, Irresponsable. Recuerdos de Universidad, 1889).
Es el elemento más marginal del paradigma. Aparece solo en nueve ocasio-
nes en el CREA, entre otras: “el chico del Simca le hizo un gesto amistoso, como
si comprendiera, y señaló alentadoramente en dirección de París” (Julio Cortá-
zar, Reunión y otros relatos, 1983); “en un momento en que la cantera en este
país despunta alentadoramente y hay material humano donde seleccionar…” (El
País, 02/06/1987: “Ballet”, 1987); “… los pacientes con el síndrome respondie-
ron alentadoramente ante el alfa interferón” (Carlos Cotte, Sida y sexo, 1988);
“una apasionante colección de ensayos, alentadoramente abierta a la esperanza”
(El Mundo, 03/03/1996: Pedro J. Ramírez: “Examen de reválida”, 1996).

3. CONCLUSIONES

De los 28 adverbios y locuciones adverbiales del paradigma evaluativo (emoti-


vo-afectivo) que he estudiado49, se puede decir que hay 7 nucleares (es decir uno
de cada cuatro): 3 clásicos (por suerte –XVI– y felizmente –XVI–, en los positivos;
y por desgracia –XVI–, en los negativos) y 4 modernos (por fortuna –XVIII– y
afortunadamente –XIX– en los positivos; y lamentablemente –XVIII– y desgracia-
damente –XVIII–, en los negativos). Los medievales y los últimos son periféricos.
Por suerte (XVI), en ámbito positivo, va a imponerse a los anteriores por ven-
tura (XIV) y por dicha (XV), que seguirán siendo marginales; felizmente (XVI) se
impuso a venturosamente y dichosamente (también clásicos) y entró en disputa
con el más tardío afortunadamente (XIX), que había surgido favorecido por la
frecuencia su locución por fortuna (XVIII). El resto del paradigma positivo son
elementos marginales del XIX (venturosamente y milagrosamente) y del XX
(esperanzadamente, esperanzadoramente y alentadoramente).
En el ámbito negativo, por desgracia (XVI) va a imponerse al anterior por
desdicha (XV) y a los coetáneos desdichadamente e infelizmente, que van a seguir
siendo marginales. En el XVIII aparece con fuerza desgraciadamente y, con más
timidez, lamentablemente, que será importante después; el primero complemen-
ta a por desgracia y desplaza a vergonzosamente y por desventura (XVII ambos),

49 Como curiosidad, los positivos y los negativos están casi equilibrados (13/15).
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 101

que seguirán siendo marginales. Como en el caso de los positivos, el resto son
elementos marginales del XIX (desafortunadamente, dolorosamente, tristemente,
fatalmente) y del XX (infortunadamente y vergonzantemente).
Casi siempre el uso oracional es posterior al uso modal. Y solo tenemos dos
adverbios con exclusivo uso oracional: infortunadamente y alentadoramente.

1.ª doc. adverbio. 1.ª doc. adv. oracional. CORDE CREA

por ventura XIII. c. 1200, Almerich, XIV. 1325-1335, Juan Manuel, 10366 105
La fazienda de Ultra Mar. El Conde Lucanor.

por desdicha XV. 1443-1454, Alfonso XV. 1481-1496, Juan del 216 23
Martínez de Toledo, Encina, Poesías.
Atalaya corónicas.

por dicha XV. 1469-1476, XVI. 1516, Fernando Bernal, 781 18


Crónica incompleta de los Floriseo.
Reyes Católicos.

por suerte XIII. c. 1234-1275, XVI. 1517, Juan de Molina, 927 1067
Fuero de Cáceres. Libro del esforzado caballero
Arderique.

felizmente XVI. 1519-1547, Juan Caro, XVI. 1521-1543, Fray Antonio 1742 948
Dos cartas escritas por de Guevara, Epístolas
fr. Juan Caro, dominico… familiares.

desdichadamente XV. 1459, Alfonso de XVI. 1526, Polindo. 82 65


Palencia, Tratado de la
perfección del triunfo militar.

infelizmente XVI. 1527-1550, Fray XVI. c. 1550-1580, Fray Luis 82 23


Bartolomé de las Casas, de León, Traducciones
Apologética historia sumaria. clásicas [Poesía].

lastimosamente XVI. 1521-1543, Fray Antonio XVI. 1555, Fray Luis de 350 132
de Guevara, Epístolas Granada, Oraciones y
familiares. ejercicios de devoción.

por desgracia XVI. 1572, Pedro de Aguilar, XVI. 1585, Juan de la Cueva, 2011 1392
Tratado de la caballería a la Viaje de Sannio.
gineta.
102 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

1.ª doc. adverbio. 1.ª doc. adv. oracional. CORDE CREA

por desventura XVI. a 1504, Garci Rodríguez XVII. 1611, Fray Diego de 31 10
de Montalvo, Las sergas del Hojeda, La Cristiada.
virtuoso caballero
Esplandián.

vergonzosamente XV. c. 1430, Pedro del Corral, XVII. 1623 Gonzalo de 169 56
Crónica del rey don Céspedes y Meneses,
Rodrigo… Historias peregrinas y
ejemplares.

dichosamente XV. 1499, Gonzalo García de XVII. 1626, Gonzalo de 267 22


Santa María, traducción de la Céspedes y Meneses, Varia
Corónica de Aragón fortuna del soldado Píndaro.
de fray Gauberto Fabricio
de Vagad.

lamentablemente XVII. c. 1618, García de Silva XVIII. 1730, Francisco 108 1704
y Figueroa, Comentarios. Máximo de Moya Torres
y Velasco, Manifiesto
universal de los males
envejecidos que España
padece.

por fortuna XIII. c. 1250, Libro de los XVIII. 1736, Benito Feijoo, 1543 1084
buenos proverbios que Theatro crítico universal,
dijeron los filósofos y sabios VII.
antiguos.

desgraciadamente XVI. 1534, Juan Boscán, XVIII. 1780, Francisco Javier 1513 2131
traducción de El cortesano Clavijero, Historia antigua
de Baltasar de Castiglione. de México.

afortunadamente XV. 1439, Conde de Haro, XIX. 1819, Duque de Rivas, 1025 2758
Pedro Fernández de Velasco, Discurso leído en la Junta
El Seguro de Tordesillas. Pública que celebró la Real
Sociedad Patriótica de
Córdoba...

dolorosamente XV. 1427-1428, Enrique de XIX. 1821, Manifestación de 372 314


Villena, traducción y glosas lealtad con motivo del
de la Eneida. Libros I-III. movimiento de independencia
de Guatemala.
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 103

1.ª doc. adverbio. 1.ª doc. adv. oracional. CORDE CREA

tristemente XV. c. 1400, Barlaam e XIX. 1831, Juan Romero 977 524
Josafat (manuscrito S). Alpuente, Historia de la
Revolución de España.

fatalmente XV. 1434, Marqués de XIX. 1844, Gertrudis Gómez 473 392
Santillana (Íñigo López de de Avellaneda, Espatolino
Mendoza), Defunsión de don [Novelas y leyendas].
Enrique de Villena.

milagrosamente XV. c. 1400-1500, traducción XIX. 1868, Antonio Pilara, 818 396
del Compendio de la Historia de la guerra civil y
humana salud de Johannes de los partidos liberal y
de K. carlista, I.

venturosamente XV. 1427-1428, Enrique de XIX. 1872-1878, Carlos 57 44


Villena, traducción y glosas Coello, Cuentos
de la Eneida. inverosímiles.

desafortunadamente XX. 1945, Camilo José Cela, XX. 1929, Enrique Mata, 14 510
Esas nubes que pasan. La televisión.
Fototelegrafía.

infortunadamente XX. 1933, Miguel de 6 48


Unamuno, a Jacques
Chevalier [Epistolario
inédito].

trágicamente XV. 1427-1428, Enrique de XX. 1943, Emilio Rodríguez 151 211
Villena, traducción y glosas Demorizi, Vicisitudes de la
de la Eneida. lengua española en Santo
Domingo.

esperanzadamente XX. 1941, Ciro Alegría, XX. 1957, Pedro Laín 12 5


El mundo es ancho y ajeno. Entralgo, La Espera y la
Esperanza. Historia y teoría
del esperar humano.

esperanzadoramente XX. 1945, Ignacio Puig, XX. 1961, Luis Martín- 2 5


La bomba atómica y las Santos.
colosales reservas de Tiempo de silencio.
energía de la materia.
104 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

1.ª doc. adverbio. 1.ª doc. adv. oracional. CORDE CREA

vergonzantemente XX. 1948, Ramón Rubín, XX. 1978, Juan Marsé, 3 11


El callado dolor de los La muchacha de las bragas
tzotziles. de oro.

alentadoramente XX. Julio Cortázar, 9


Reunión y otros relatos.

alegrarse (de) que (XIV. 1320, Alfonso de Valladolid, Libro de las tres creencias); gracias a
Dios que (XIV. 1376-a 1391, Juan Fernández de Heredia, Gran crónica de España); es (cosa)
lamentable que (XVI. c. 1553-a 1584, Pedro Cieza de León, Las guerras civiles peruanas); es
un milagro que (XVIII. 1769, José Nicolás de Azara, Cartas de Azara al ministro Roda en 1769
[Cartas a Don Manuel de Roda]); es una suerte que (XIX. 1875, Benito Pérez Galdós, Memo-
rias de un cortesano de 1815); es una desgracia que (XIX. 1843, Mariano Antonio Collado,
traducción de Las aventuras de Telémaco seguidas de las de Aristonoo de Fénelon); menos
mal que (XIX. 1883, Francisco Javier Moya y Jiménez, Las islas Filipinas en 1882); es mila-
groso que (XX. 1902, Vicente Blasco Ibáñez, Cañas y barro).
LOS ADVERBIOS EVALUATIVOS EMOTIVO-AFECTIVOS 105

por ventura venturosamente


XIV XIX

esperanzadamente
XX

por dicha milagrosamente


esperanzadoramente
XVI XIX
XX

por fortuna
por suerte XVIII
alentadoramente
XVI XX

venturosamente afortunadamente
XVI XIX
dichosamente
XVII
felizmente
XVI

infelizmente
XVI
desafortunadamente
XIX
lastimosamente
XVI vergonzosamente
XVII infortunadamente
XX
desdichadamente
XVI

lamentablemente
XVIII
por desgracia
XVI
desgraciadamente
XVIII

por desdicha
XV por desventura dolorosamente vergonzantemente
XVII XIX XX

tristemente
XIX

fatalmente
XIX
106 JOSÉ LUIS HERRERO INGELMO

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T R AY E C T O R I A D I A C R Ó N I C A D E L O S A D V E R B I O S
DE MANERA NO INTENCIONALES*

JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA


Universidad Carlos III de Madrid

1. Presentación

Entre las muchas cuestiones que suscita la puesta en marcha del Nuevo dicciona-
rio histórico del español (NDHE) descuella el tratamiento de las llamadas pala-
bras gramaticales1. La gramática histórica del español ha privilegiado el estudio
de las llamadas categorías mayores (verbos, nombres, pronombres), pero, en
líneas generales, ha desatendido otras que, como los adverbios o las preposicio-
nes, apenas encuentran acomodo en los principales manuales de referencia y
carecen, por lo general, de monografías diacrónicas propias. Así sucede con los
adverbios léxicos de manera, de los que, a pesar de contar en su número algunas
de las palabras más frecuentes del español, como así, bien o mal, se desconocen
tanto su inventario como su evolución histórica (Rodríguez Molina en prensa).
Este capítulo pretende ofrecer un estudio preliminar de una subclase concreta
de los adverbios y locuciones de manera, aquellos que denotan la ocurrencia de
un evento de manera no intencional, atendiendo a su trayectoria diacrónica y con
miras al tratamiento lexicográfico de estas palabras en el NDHE. La perspectiva
adoptada en este capítulo se ajusta a la principal característica del NDHE, su
carácter relacional. Así, aparte de ofrecer un inventario de qué adverbios y locu-
ciones ha dispuesto el español a lo largo de su historia para expresar la ocurren-
cia de un evento que sucede de manera no intencional, el peso de la descripción

* El presente trabajo ha sido financiado a través de una ayuda del MINECO concedida al
proyecto “Procesos de cambio en la sintaxis del español peninsular” (FFI2012-31972) y se ha
beneficiado de las sugerencias de María Pilar Garcés y Lola Pons.
1
Sobre la puesta en marcha de este proyecto véase Pascual/García Pérez (2007), Campos
Souto (2007), Pascual (2008, 2009), los trabajos reunidos en Garcés (2008) y Campos
Souto/Pascual (2012). El NDHE se ha concebido como un diccionario histórico de nueva
planta que se caracterizará por ser un repertorio electrónico y relacional (http://www.frl.es/),
en el que la vinculación de los lemas y sus acepciones permitirá mostrar las relaciones de los
significados de las palabras en el imprescindible marco de la Semántica, superando así las
limitaciones del orden alfabético y el estrecho corsé de los diccionarios en papel.
110 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

descansa en el establecimiento de la trayectoria conjunta de todas estas palabras,


a partir de las relaciones de sinonimia que se establecen entre ellas, las sustitu-
ciones léxicas que se han producido en el paradigma y los canales de gramatica-
lización que han seguido algunas de estas unidades hacia otras zonas de la gra-
mática2.

2. El corpus

El corpus base de análisis consta de 117 textos que abarcan toda la historia del
español, desde el siglo XIII al XXI, parcelada en ocho cortes cronológicos, a razón
de uno por siglo, exceptuando los siglos XX-XXI, que se han agrupado y computa-
do como una única unidad. En este corpus se han fichado todos los adverbios
léxicos y locuciones adverbiales de manera no intencionales. Además del corpus
base, se ha empleado un corpus adicional para refinar el análisis cualitativo y
rastrear primeras y últimas documentaciones de ciertos adverbios. He recurrido
también a los corpus CREA y CORDE para compilar los datos relativos a los
adverbios de manera en -mente, si bien todos los ejemplos extraídos de estas dos
bases de datos y citados en el cuerpo del texto han sido comprobados luego en
sus ediciones correspondientes3.

3. Diacronía general de los adverbios no intencionales

Los adverbios y locuciones de voluntad no intencionales especifican que un


evento ha tenido lugar de manera fortuita o casual, sin la instigación de un agen-
te o, a menudo, significan que el evento ha sucedido fuera del control de un agen-
te, en caso de que este esté previsto en la estructura argumental del verbo4.

2
Lapesa (1972: VIII) ya señaló la necesidad de adoptar una perspectiva relacional en el
Prólogo al diccionario histórico: “No se nos oculta que el conocimiento exacto del vocabulario
sólo puede lograrse teniendo en cuenta la situación de cada palabra dentro de su respectivo
campo semántico y estudiando a la vez los valores de los sinónimos, satélites y antónimos”. El
orden alfabético hacía imposible establecer asociaciones de palabras a gran escala, dificultad que
los medios informáticos han superado definitivamente (Campos Souto/Pascual 2012: 165-168).
3
Para las abreviaturas y las ediciones manejadas, véanse las referencias bibliográficas al
final del capítulo. Salvo que se indique lo contrario, mediante la apostilla “despojo parcial”
seguida del fragmento textual analizado, todos los textos han sido leídos y fichados de manera
completa.
4
Los adverbios (a no ser que especifique lo contrario, englobo adverbios y locuciones
bajo la denominación ‘adverbios’ para ahorrar espacio) de manera no intencionales constitu-
yen una subclase dentro de los adverbios de intención, que se dividen en intencionales, como
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 111

Para expresar la ocurrencia de un evento de manera no intencional el latín


recurría a una serie de adverbios relacionados con los sustantivos FORS , -TIS
‘suerte’ y CASUS, -US ‘casualidad, ocasión’, entre los que descuellan FORTUITO,
FORTE y sus compuestos, como FORSIT (< FORS SIT), FORSITAN (< FORS SIT AN ‘suer-
te sea si’), FORSAN, FORTĀSSE O FORTASSIS y, por último, CASŪ (1a-e)5.

(1) a. non fortuito sed consilio [Cic., Rep., 2.16]


b. erat forte brumae tempus [Liv., 21.54.7]
c. forsam et haec olim meminisse juvabit [Verg, Aen., 1.203]
d. sive casu sive consilio deorum [Caes., BG, 1.12]
e. ut mihi ne in deum quidem cadere videatur, ut sciat, quid casu et fortuito sit
[Cic., Div, 2.7.18]

El romance primitivo no heredó ninguno de estos adverbios latinos y, en su


lugar, recurrió a dos locuciones de nuevo cuño, por ocasión y por ventura, para
expresar la noción de voluntad no intencional. En el siglo XV se incorporó al
español la locución a caso, gramaticalizada después como adverbio (acaso), así
como las locuciones por caso, por acaso y por accidente, junto con los adver-
bios accidentalmente y casualmente. Entre los siglos XVI-XX el paradigma de los
adverbios de voluntad no intencionales se enriqueció con el adverbio fortuita-
mente y las locuciones de recudida, al descuido, por casualidad, por azar, por
chiripa y por un casual.

adrede o aposta, y en no intencionales, como por ventura y acaso. Los adverbios de voluntad
no intencionales no admiten cuantificadores de grado ni tampoco pueden figurar en construc-
ciones comparativas, porque no denotan una propiedad escalar. Se comportan como adverbios
de manera orientados hacia la actividad o la realización y, sintácticamente, funcionan siempre
como adjuntos. Su posición canónica se encuentra en el interior del sintagma verbal a la dere-
cha del verbo, aunque en la lengua medieval y clásica pueden ocupar también la posición de
foco débil y anteponerse al verbo. Además, pueden funcionar también como adverbios de
tópico, y entonces se sitúan en la periferia izquierda de la oración, generalmente separados de
esta por una pausa entonativa (para todo ello véase Rodríguez Molina en prensa).
5 Ninguno de ellos perviviría en romance. El arrumbamiento de FORTE y sus compuestos

debe ligarse a la suerte de FORS, palabra no heredada por el romance primitivo (FORTUNA y
FORTUITO son cultismos) y pudo deberse, quizá, a la homofonía con FORTIS. Los continuadores
romances de FORTE, por (a)ventura y por ocasión, presentaban una relación morfológica evi-
dente con sus sustantivos correspondientes, así como con los verbos aventurar y ocasionar.
Más complicado resulta explicar la no continuidad de CASŪ, ya que acaso, por caso, etc. tam-
poco formaban parte del paradigma adverbial del romance primitivo (§ 5), aunque sí el sustan-
tivo caso.
112 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

Desde el punto de vista de su evolución histórica, varios de estos adverbios y


locuciones se han gramaticalizado como adverbios de modalidad epistémica y
marcadores interrogativos (por ventura, acaso) e incluso uno de ellos, acaso, se
ha gramaticalizado también como adverbio de polaridad negativa en algunas
variedades americanas y ha dado lugar a conjunciones y marcadores del discurso
(si acaso, por si acaso). En el siguiente cuadro muestro cuál ha sido la trayecto-
ria diacrónica de los adverbios de voluntad no intencional6:

EVOLUCIÓN ADVERBIOS DE VOLUNTAD NO INTENCIONALES

XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX

por ventura
por ocasión

SISTEMA MEDIEVAL
acaso
(+ variantes)
por caso
SISTEMA CLÁSICO de recudida
al descuido

por acaso
por accidente
casualmente
accidentalmente

por casualidad
fortuitamente
por azar
SISTEMA MODERNO por chiripa
por un casual

6 Las flechas continuas indican la trayectoria cronológica del adverbio en la lengua gene-
ral, cuando la flecha se vuelve discontinua debe interpretarse que este se documenta solo espo-
rádicamente o se encuentra marcado diastrática, diafásica o diatópicamente. Marco en negrita
aquellos adverbios de voluntad no intencional más frecuentes y generales en la lengua.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 113

La diacronía de estos adverbios y locuciones puede dividirse en tres etapas,


jalonadas por distintos procesos de sustitución léxica mediante los cuales el
adverbio o locución prototípico de cada etapa comienza a alternar con un adver-
bio nuevo, que acaba desplazándolo.
El sistema medieval de adverbios de voluntad no intencional constaba de solo
dos locuciones, por ocasión y por ventura. En el siglo XV irrumpen una serie de
locuciones basadas en el sustantivo caso: a caso, por caso y por acaso, la primera
acabaría gramaticalizándose como adverbio, acaso. Este sería el adverbio de
voluntad no intencional por excelencia del español clásico, al que se incorporaron
también los adverbios accidentalmente y casualmente, además de las locuciones
por accidente, de recudida y al descuido, que convivían todavía con la antigua
locución por ventura. Este sistema sufriría una ulterior transformación a partir del
siglo XVIII, caracterizada por la pérdida masiva de miembros del paradigma, con la
desaparición de por ventura, acaso, por caso, de recudida y al descuido como
adverbios de voluntad no intencional. En contrapartida, la locución por casuali-
dad tomaría el relevo de acaso y, junto con por accidente, conformaría el núcleo
del sistema de adverbios de voluntad no intencional del español actual. Entre los
siglos XVIII-XX se incorporaron también al paradigma el adverbio fortuitamente y
algunas locuciones nuevas, como por azar, por chiripa o por un casual; se trata en
general de locuciones diafásicamente marcadas o de menor uso que las anteriores.
En la Tabla 1 expongo con datos extraídos del corpus la evolución diacrónica
de los principales adverbios de voluntad no intencional que el español ha conoci-
do a lo largo de su historia; datos que reflejan cuantitativamente el proceso de
sustitución léxica que se ha ejemplificado en el esquema anteriormente citado

TABLA 1
Principales adverbios y locuciones no intencionales

SIGLOS
ADVERBIO
XII-XV XVI-XVIII XIX-XX TOTAL

por ventura 84% (192/228) 24% (22/93) 7% (1/15) 215


por ocasión 11% (25/228) 0% (0/93) 0% (0/15) 25
acaso (+ variantes
+ por caso + por acaso) 5% (11/228) 63% (59/93) 7% (1/15) 71
por accidente 0% (0/228) 2% (2//93) 20% (3/15) 5
al descuido 0 9% (8/93) 13% (2/15) 10
por casualidad 0% (0/228) 2% (2/93) 53% (8/15) 10
TOTAL 228 93 15 336
114 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

(en la Tabla 1 computo únicamente los datos cuantitativos relativos a los adver-
bios citados en cuanto adverbios de manera, pero no sus empleos como adver-
bios de modalidad o partículas interrogativas).

4. Locuciones adverbiales con (a)ventura

La locución adverbial no intencional más antigua es por (a)ventura ‘por casuali-


dad’, atestiguada ya desde finales del siglo XII (2a-d). Su formante nuclear es el
sustantivo (a)ventura ‘casualidad’, procedente del participio futuro del verbo
(AD)-VENIO ‘llegar, suceder, sobrevenir’, ADVENTŪRUS, -A, -UM ‘lo que está por
suceder’7.

(2) a. e dixol el nuestro sennor. Sal e aty esta el pueblo que por uentura se enfiniran
por ueer el sennor & morran dellos muchos [FAZ, 18rb]
b. Finó por aventura el bispo del logar [Berceo, MNS, 307a]
c. por auentura un dia que seyen en un burgo que dizien la punbe & la Reyna
doña uraca su muger con el legaron moros ad esora escondidos conbatieron al
burgo & mataron al Rey & dieron ala reyna una lançada enel costado [EstGod,
43v]
d. E tomaronse deso uno ella & su marido & leuaron sus offrendas por los tem-
plos. & entraron en el templo de Jupiter. & fallaron por auentura al sacerdot
que estaua antell altar con su casulla uestida. & su cabeça cubierta [Alfonso
X, EE1, 100r]

7 Lo más probable es que se trate de una locución de creación romance, pues no se han
podido documentar ejemplos latinos de PER ADUENTURAM. No obstante, tal vez se hubiera
usado en latín, ya que en inglés existe la expresión per adventure (Shakespeare, Coriolanus,
acto II, escena I) (Espinosa/Sánchez Lancis 2006: 477), si bien el inglés pudo tomar esta
expresión del latín medieval o renacentista. En algunos textos (a)ventura aparece también
como sinónimo de azar (“que el qui las sopiere bien iogar. que aunque la suerte de los dados le
sea contraria; que por su cordura podra iogar con las tablas de manera que esquiuara el danno
quel puede uenir por la auentura de los dados” [Alfonso X, Axd, 2r]); acepción que pudo
influir sobre la locución adverbial a la aventura, que también puede significar ‘al azar’: “el
camino que llevo es a la ventura” [Cervantes, Nov, Rinc, 164]; “Por lo demás, no quiero refe-
rir incidentes de la navegación de aquella noche, si puede llamarse navegación el vagar a la
aventura, a merced de las olas, sin velamen ni timón” [Galdós, Trafalgar, 110]; “El uno encar-
ta papeles y los va colocando, un poco a la ventura, en una estantería desvencijada” [GiCab,
Notas, 148]. En los textos medievales, por (a)ventura puede presentar un artículo o cuantifica-
dor precediendo al sustantivo ventura, pero en estos casos hay que interpretar la secuencia
como sintagma libre y no como locución adverbial de manera.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 115

Esta locución equivale a los adverbios latinos FORTUITO, FORTE ‘por suerte’,
‘por casualidad’ y a su familia léxica, adverbios emparentados con FORS, -TIS

VERSÍCULO VULGATA E6/E8 GE


Ez 2,5 si forte vel ipsi sit escucharen por si por ventura te
audiant et si forte uentura e si oiran ellos e
quiescant quoniam quedaren. | ca es casa quedaran e se
domus exasperans est que faz ensannar. e partiran de sus
et scient quia sabran | que ouo yerros, ca aspero el
propheta fuerit in propheta en medio el Señor, e sabran
medio eorum dellos. que profecia fue en
medio dellos.

Job 26,3 cui dedisti consilium aquien dist |conseio a quien diste consejo
forsitan illi qui non por ventura al qui por ventura, al que
habet sapientiam et non entiende & non a saber, e
prudentiam tuam de|mostrest el tu mostreste el tu saber
ostendisti plurimam grant sen/. por mucho.

Nú 35,22 quod si fortuito et Mas si por ocasion Otrossi qui por


absque odio & sin mal | querencia uentura | fiziera
alguna cosa destas a
otre.

‘suerte’, y a los que a menudo traduce en las biblias medievales romanceadas, en


competencia con la locución por ocasión8:
El matiz semántico de no intencionalidad que caracteriza a esta locución pro-
cede de la interpretación del futuro como el tiempo de la incertidumbre, ya que
no se sabe qué deparará. Por ventura es la locución no intencional más empleada
a lo largo de toda la Edad Media hasta el siglo XVI (3a) y, aunque todavía se
emplea en el XVII (3b-d), su uso productivo como locución adverbial no intencio-
nal no llega vivo al siglo XVIII.

(3) a. MENCIETA. –¿Conósceme vuessa merced, por ventura?


DIEGO. –Y muy bien [LRueda, Com, Ar, 142]
b. Alzó los ojos Isabela a mirar los que decían ser españoles, y más de Cádiz,

8
Como muestran los datos de la Tabla 1, esta última locución fue en la Edad Media
mucho menos frecuente que por aventura y, de hecho, en todo el corpus Bibliamedieval solo
aparece seis veces (Éx 1. 10, 21.13, Nú 35.11, 35.32, De 18.2 y Jos 20.1; todas en GE), por
201 ejemplos de por (a)ventura (computo las variantes gráficas de las dos locuciones).
116 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

con deseo de saber si por ventura conocían a sus padres [Cervantes, Nov,
EspIng, 240]
c. La cual, como diestra, me entretuvo hasta que hubiera comido y díjome que
volvía si por ventura jugando su ama con el rosario, se le hubiese allí caído la
pieza [MtAlem, Guz, 1.348]
d. […] y abrieron la puerta del ante cámara con vna llaue y luego la del cubierto,
donde allaron por ventura al ayuda de cámara, que era de guarda y andaba
recurriendo puertas y ventanas […] [Quevedo, Cartas, 1645, 41, 318]

Ya en el siglo XIII esta locución sufrió un desplazamiento semántico y un rea-


nálisis que la llevó a gramaticalizarse como locución adverbial epistémica con
alcance sobre toda la oración que ya no expresa casualidad, sino duda, con un
matiz añadido de posibilidad (Espinosa en prensa). En los ejemplos (4a-d), en
efecto, la lectura de por aventura como equivalente de ‘por casualidad’ no es
posible, o lo es con muchas dificultades, mientras que el contexto pide, sin
embargo, interpretar por aventura como una locución de modalidad epistémica
equivalente a ‘tal vez’ o ‘quizá’9.

(4) a. E falso lleno de nemiga por uentura dexas a dido prennada. e bien deues
entender que si yo agora muero que morra la criatura comigo [Alfonso X,
EE1, 28v]
b. Pues que uio petreo que Julio cesar tan a coraçon auje el fecho & tan acucioso
andaua en ello & que tan bien se le guisaua todo. dubdo & ouo miedo que por
uentura no podrie con el por las grandes compannas quel ueye y tener [Alfon-
so X, EE1, 46r]
c. Patronio loado a dios yo tengo mi fazienda assaz en buen estado & en paz &
he todo lo que me cunple segund mis vezinos & mis eguales & por aventura
mas [Lucanor, 74-75]
d. Mira, hija, quién es: por ventura será quien lo acreciente y allegue [Celestina,
9.236]

No obstante, en la Edad Media por (a)ventura podía concurrir en una misma


oración con otros adverbios de modalidad epistémica, como quizá (5a-b), dato
que apunta, en principio, a la retención de su significado etimológico, ya que
normalmente no concurren dos adverbios de modalidad epistémica en la misma

9 Falta por estudiar con detalle qué posición concreta ocupan los adverbios acaso, por

ventura, quizá, tal vez y a lo mejor en una escala de modalidad epistémica y si pueden estable-
cerse diferencias entre ellos relativas al grado de certeza que el hablante adjudica al enunciado
donde aparecen, así como si existen diferencias de comportamiento sintáctico entre todos
estos adverbios y, por último, hasta qué punto y en qué grado pueden considerarse sinónimos.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 117

frase.

(5) a. Quiçab por auentura: Dios meior lo fara / a nos dara uictoria: a el quebranta-
ra [Alex, 677a, O]
b. e, si lo fiziesse, que yo avería / quizá por ventura algunt galardón [Canc.
Baena, 34v] (CORDE)

Un indicio del desplazamiento gramatical de por ventura hacia el terreno de


la modalidad epistémica se encuentra en la progresiva vinculación de esta locu-
ción a entornos condicionales (si por ventura…) desde el siglo XIII (6a-b) e inte-
rrogativos (¿por ventura…?) desde el siglo XV (6c-e), en los que la locución se
comporta casi como una partícula interrogativa10.

(6) a. Júpiter, como era muy pagado e muy enamorado d’ella, e la vío cansada e sola
sin toda guarda dixo assí: quiero agora ir a aquella dueña e fazer este furto, ca
lo non sabrá mi mugier, e aun si por aventura sopiere ella la cosa e barajáre-
mos sobr’ello non daré nada por las sus barajas [Alfonso X, GE1 268r]
b. Y si por ventura el dicho Conde Don Simón, siéndole mandado por el Papa, no
lo quisiesse complir, uno de los embaxadores de Aragón lo desafiasse como a
traydor y culpado de crimen de la pontifical magestad lesa [Molina, CArag, 43]
c. ¿por ventura piensa alguno esto ser contra natura? [ÁlvLun, Mujeres, 311]
d. Pues ¿qué hizo el spada por que ganó tu abuelo esse nombre? Dime, ¿por
ventura fue por ellas capitán de cient hombres? [Celestina, 18.320]
e. –¿Conósceme vuessa merced, por ventura? [LRueda, Com, Ar, 142]

Hay que tener en cuenta también, sin embargo, que no siempre resulta posi-
ble distinguir entre estos dos empleos de la locución por aventura, especialmen-
te en entornos condicionales introducidos por si, ya que la secuencia si por aven-
tura puede glosarse tanto como ‘si por casualidad’ o ‘si acaso’ (7a-d).

(7) a. Et ssi por auentura non lançare la suerte del otro & tomare otra pora ssi;
conuerna que lancen tantas uezes fasta que qual quiere dellos acierte en algu-
na destas suertes [Alfonso X, Axd, 66v]
b. E si por auentura te uas con cobdicia de guerra. por fazer plazer a to fijo
Ascanio que ama lidiar. no me desampares por esso. ca yo te dare carrera por
o falles asaz o lidies [Alfonso X, EE1, 29r]
c. ¿Por ventura non conosces tu tierra, que tienes delante tus ojos? Ciertamente
tú la conosces, e si la non conosces sepas que esta es la tierra en la qual fueste

10 Nebrija en su Vocabulario español-latino, s.v. aventura hace equivaler la locución por


aventura a las partículas interrogativas latinas NUM, NUMQUID, AN, NE y NONNE. Estos empleos
interrogativos perduran como arcaísmo en la lengua actual (NGRAE § 42.12b).
118 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

engendrado e nascido, e en ella con mi trabajo fueste criado [ÁlvLun, Muje-


res, 280]
d. caualgaron el y todos sus caualleros lo que por ventura no hiziera si antes no
proueyera el remedio [DSPedro, Cárcel, 33v]

La especialización de por ventura como partícula introductoria de oraciones


interrogativas, generalmente de tipo retórico, originó que el nicho sintáctico típi-
co de la locución por (a)ventura en español entre los siglos XVI-XIX fueran preci-
samente las oraciones interrogativas (8a-f), en las que por (a)ventura funciona
generalmente como una locución modal epistémica que denota duda; aunque
como ya se ha mencionado existen multitud de contextos potencialmente ambi-
guos en los que por aventura también podría interpretarse como equivalente de
‘por casualidad’.

(8) a. ¿Soy por ventura tuerta o ciega? [Lozana, 145]


b. ¿Es vuesa merced, por ventura, ladrón? [Cervantes, Nov, Rinc, 179]
c. ¿Negué yo, por ventura, lo que me pedían los pobrecitos? [Quevedo, Sueños,
292]
d. ¿Quién te puso en el deseo del oro? ¿Ignoras por ventura que es afán en quien
lo solicita, peligro en quien lo alcanza y pesar en quien lo pierde? [Torres,
Visiones, 315]
e. ¿Por ventura / os pregunto maravillas? [Zorrilla, Traidor, 155]
f. ¿Es por ventura que la amistad, el entusiasmo, el amor, necesitan sangre ante
el ara como las divinidades bárbaras? [Sawa, Vencido, 199]

TABLA 2
Evolución diacrónica de por ventura y variantes. Datos cuantitativos

XII-XIII XIV-XV XVI-XVII XVIII-XIX


LOCUCIONES
N % N % N % N %
por ventura 192 58 100 73 17 39 6 27
si por ventura 139 42 33 24 5 11 1 5
¿por ventura…? 0 0 4 3 22 50 15 68

TOTAL 331 137 44 22

En la Tabla 2 muestro el número de ocurrencias de la locución que arroja el


corpus:
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 119

Como puede apreciarse, a lo largo de la historia se observa un paulatino decre-


mento del uso de la locución por ventura; si se atiende a la distribución sintáctica
que presenta, se observa cómo la locución se ha especializado como partícula
interrogativa a partir del siglo XVI, mientras que el empleo de por ventura en las
condicionales y en los restantes entornos sintácticos ha ido perdiendo peso11.
En conclusión, el empleo de por ventura como locución adverbial no inten-
cional, muy frecuente a lo largo de toda la Edad Media, se agota al filo del siglo
XVI, pero la locución ha seguido viva como locución modal epistémica, si bien
ha experimentado un paulatino y marcado descenso de uso desde el siglo XVI
hasta la actualidad (NGRAE § 42.12b), ya que, frente a quizá o tal vez, por ven-
tura resulta hoy una locución propia de la lengua literaria que destila un cierto
aroma arcaico (DEA s.v. ventura).

5. El adverbio acaso y locuciones con caso, casualidad, ocasión y accidente

5.1. PANORAMA GENERAL

La mayoría de los adverbios y locuciones adverbiales de voluntad no intenciona-


les del español se vinculan etimológicamente al verbo latino CADŌ y a su paren-
tela romance. Relacionados con este verbo se encuentran el adverbio acaso (< AD
CASUM + AD CASŪ) y las locuciones a caso, por caso, por casualidad (casualidad
de casual y este de CASUĀLIS ‘fortuito’, pues en latín no existía *CASUĀLITAS),
por accidente (< ACCĬDENS, -TIS, participio de presente de ACCIDO ‘caer encima’ >
‘suceder’) y por un casual, formadas a partir de los sustantivos caso (< CĀSŬS
‘caída por sorpresa’ > ‘infortunio, desventura’ > ‘suceso’, ‘casualidad’) y acci-
dente, respectivamente12.

11 En la Tabla 2 no discrimino cuándo por ventura funciona como locución adverbial de

voluntad no intencional y cuándo como locución adverbial de modalidad epistémica, puesto que
no existen pruebas sintácticas precisas que permitan deslindar con claridad ambas funciones de
por ventura. No obstante, tomados en bruto, los datos apuntan a que el empleo de por ventura
como locución adverbial de voluntad no intencional se agota prácticamente en el siglo XVII.
12 En latín el ablativo de CASUS ya funcionaba como adverbio (CASŪ ) equivalente a ‘por

casualidad, accidentalmente, por mala suerte’. En latín imperial el ablativo fue reemplazado
progresivamente por construcciones preposicionales y, así, junto a CASŪ se encuentran EX CASU
(desde s. I a.C.), PER CASUM (s. VI d. C.), AD CASUM (s. VI d. C.) y A CASU (s. VI d. C.) (DEM s.v.
acaso). Para las etimologías de todas estas expresiones véase DCECH s.v. caer, DHLE s.v
acaso, DCR s.v. acaso, DEM s.v. acaso y Espinosa/Sánchez Lancis (2006: 475-480). Nebrija no
recoge acaso como adverbio, pero sí lo hacen el TLEC s.v. acaso (“Lo que sucede sin pensar ni
estar prevenido decimos haber sido acaso y de improviso”) y DAut s.v. acaso (“Vale lo mismo
que sin pensar, casualmente y sin esperarlo, ni imaginarse. Lat Casu, fortasse”).
120 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

Así pues, la expresión de la no intencionalidad en español se encuentra estre-


chamente ligada al movimiento, a partir de la idea de caída, y de ahí se pasa a la
noción de circunstancia imprevista o sobrevenida mediante un desarrollo meta-
fórico bien conocido: los objetos que caen lo hacen de manera imprevista y a
menudo descontrolada, sin idea de causación o agentividad implicada
(Santos/Espinosa 1996: 105)13.

5.2. POR OCASIÓN

Desde el siglo XII se encuentra la locución por ocasión (9a-c), derivada del latín
OCCĀSĬŌ, -ONIS, a su vez emparentado con OCCIDŌ, compuesto de CADŌ ‘caer’ (OB +
CADŌ ‘caer al suelo, declinar’) (Espinosa/Sánchez Lancis 2006: 475-476). En espa-
ñol antiguo y clásico ocasión presentaba dos significados: (a) ‘accidente imprevis-
to’ > ‘daño grave’; (b) ‘tiempo determinado’, heredados ambos por la locución por
ocasión. La relación entre la etimología de ocasión y el significado de por ocasión
‘por casualidad’ es clara: los eventos que ocurren de manera imprevista son even-
tos que normalmente no están planificados y escapan al control de un agente14.

(9) a. Philip el maior, qui era la rei coronado, morie por occasion en uida de so
padre [LibReg, 18, 30]
b. Omne que a otro omne firiere queriendol matar muera él por ello; e sil feriere
por ocasión, e esto es que lo non quiera fer yl él matare sin su grado, ir se á a

13 El cambio metafórico que lleva desde el espacio y el movimiento hacia otros sectores

de la gramática se cuenta entre los mejor estudiados: así sucedió con la perífrasis ir a + infini-
tivo, que siguió la trayectoria espacio > intención > futuro, y así lo atestiguan los cambios
semánticos experimentados por algunos verbos de ocurrencia y aparición que se vinculan eti-
mológicamente con nociones espaciales, como avenir (< ADUENIRE), caecer (< CADERE), sobre-
venir (< SUPERUENIRE) o suceder (< SUCCEDERE, SUB + CADERE). De hecho, la propia noción de
causación (y su ausencia, como es el caso de los adverbios no intencionales) se presta históri-
camente a un análisis localista, dados los estrechos lazos entre causación, espacio y movi-
miento (Santos/Espinosa 1996: 107-122).
14 El primer significado es el más antiguo, y el único que se documenta en el Cid (vv.

1365, 3460) o en el Alexandre (1618a, ms. O), por ejemplo (Menéndez Pidal 1976: 771).
Alonso de Palencia en 1422 (Ret., 71) glosa ocasión sin ningún matiz negativo: “Ocasión se
dize de aquella parte del tiempo que tiene en sí oportunidad sufiçiente para fazer alguna cosa o
non la fazer […] quando dezimos ocasión significamos alguna oportunidad ayuntada al espa-
çio del tiempo”. En los textos del siglo XIII resulta ya sumamente difícil deslindar con nitidez
estos dos significados de la locución. La elevada frecuencia con la que ocasión concurre con
los verbos matar, ferir o morir, que denotan siempre un suceso infausto, constituye, a mi jui-
cio, un indicio de cuál pudo ser el contexto puente que facilitó el cambio semántico.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 121

una de las seis cibdades, que serán las tres allend el Jordán e las tres aquend
como estades agora [Alfonso X, GE1, 190v]
c. E díxoles Nuestro Señor allí luego sus leis de las muertes que por ocasión
acaeciessen [Alfonso X, GE1, 318r]

Como locución adverbial no intencional, por ocasión no sobrevive al siglo


XVI (los últimos ejemplos que documento en mi corpus son de finales del siglo
XV (10a-b)), aunque desde el XIV fue ya dando signos de agotamiento y, en todo
caso, siempre fue mucho menos frecuente que su competidora directa, por ventu-
ra15. Espinosa/Sánchez Lancis (2006: 514) sostienen que la pérdida de por oca-
sión se debió a sus problemas de polisemia, lo que originó que, a partir del siglo
XV, esta locución fuera sustituida por el adverbio acaso ‘por casualidad’.

(10) a. partiéndolos él, fue ferido de una saeta que se desarmó por ocasión [Bienan-
danzas, 361v]
b. e morió un fijo d’este Ferrando de la Sierra, que era de la teta, por ocasión,
toviéndolo su madre en los braços [Bienandanzas, 440r]

5.3. ACASO

A caso y acaso ‘por casualidad, accidentalmente’, se formaron quizá en roman-


ce, sobre el modelo de adrede, como sugieren Espinosa/Sánchez Lancis (2006:
479), o bien surgieron como calco lingüístico de las locuciones latinas AD CASUM
y A CASŪ, que confluyeron fonéticamente (DEM s.v. acaso)16. Como adverbio o
locución adverbial se documenta en español (acaso ~ a caso), italiano (a caso),
catalán (a cas, acàs), portugués y gallego (acaso).
Aunque se pueden encontrar algunos ejemplos aislados de acaso ~ a caso ya en
el siglo XIII (Espinosa/Sánchez Lancis 2006: 477), este adverbio (o locución) no es
realmente productivo en castellano hasta el cuatrocientos; de hecho, los ejemplos
más tempranos de acaso ~ a caso que hallo en mi corpus son del siglo XV (11a-d)17.

15 DAut no lematiza esta locución, ni tampoco aparece s.v. ocasión, pero s.v. ocasional-

mente este adverbio se define como “Por ocasión o contingencia”.


16 En general, se ha hecho derivar acaso de a + caso (DCR, DCECH, DHLE ), pero, como

observa Müller, A CASU se documenta desde Boecio y AD CASUM desde Casiodoro, dato que
aconseja reconstruir una forma *A CASO para el latín tardío hablado, confluencia fonética de
AD CASUM y A CASŪ (DEM s.v. acaso). Así las cosas, el adverbio acaso constituiría un cultis-
mo, hipótesis razonable a la luz de la documentación, ya que los ejemplos filológicamente fia-
bles de este adverbio no aparecen en Castilla hasta el siglo XV.
17 Los ejemplos más antiguos del adverbio que citan Espinosa/Sánchez Lancis (2006:

477), a partir del CORDE, proceden del Libro de los doze sabios (1237) y del Cifar (1305).
122 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

(11) a. […] eso mesmo ypano τ climas se junctaron al nuestro costado, *τ* aquel
mançebo corembo mjgdonide que en esos días ha caso ujnjera el des auen-
turado, ençendido en amor de Casandra [Villena, Eneida, II, 82v, 10]
b. razón es de fazer dél grand mençión en las istorias de los nobles caballeros
cuando a caso binieren [Games, Victorial, 400]
c. Ellos, como ovieron hecho delicto, por huyr de la justicia, que acaso passava
por allí, saltaron de las ventanas y quasi muertos los prendieron, y sin más
dilación los degollaron [Celestina, 15.301]
d. –Señor, hasme desterrado de sobre fazes de la tierra e aunque de tu faz que
esté ascondido porque mobido e más que movido en la tierra yo sea, [por]
que esté acaso que qualquier que me falle me mate [Bienandanzas, 6v]

Es justamente solo a partir del final de esta centuria cuando el adverbio empieza
a desplegar todo su potencial. Acaso se convirtió en el adverbio de voluntad no
intencional por excelencia del español clásico (12 a-h), ocupando así el espacio
funcional de las formas medievales por aventura y por ocasión, a las que acabó
suplantando (por ocasión no sobrevivió al Otoño de la Edad Media, y por (a)ventu-
ra fue paulatinamente cediendo espacio a acaso a lo largo de los siglos XVI y XVII).

(12) a. En esto a caso llega un indio amigo [Ercilla, Arauc, 140]


b. Paseándose un gentilhombre por la puerta de una dama a quien servía, escu-
pió ella acaso, y cayó sobre su capa [Santa Cruz, Floresta, VI, I, 4, 159]
c. Estando en esto, llegó acaso a la venta un castrador de puercos, y así como
llegó, sonó su silbato de cañas cuatro o cinco veces, con lo cual acabó de
confirmar don Quijote que estaba en algún famoso castillo [Quijote I, 2.54]
d. Sin pensar lo perdí y a caso lo he vuelto a hallar: con él repaso los cursos de
mis desgracias, después que en ellas me gradué; con él alivio las esperanzas
de mi enemiga suerte [MatAlem, Guz, 1.227]
e. La Gananciosa tomó una escoba de palma nueva, que allí se halló acaso, y
rascándola, hizo un son que, aunque ronco y áspero, se concertaba con el del
chapín [Cervantes, Nov, Rinc, 204]

Por ello, deben ponerse en cuarentena, ya que proceden de textos que plantean enormes pro-
blemas filológicos, por estar conservados en copias muy tardías, del siglo XV. En todo el siglo
XIV en el CORDE solo figuran 5 ejemplos de acaso, y cuatro de ellos son aragoneses (el pri-
mer ejemplo de este adverbio citado por el DEM s.v. acaso se ubica en las obras de Fernández
de Heredia), dato que lleva a preguntarse si la posterior aclimatación del adverbio en Castilla
no tuvo una vía de entrada oriental, hipótesis ya sugerida por Espinosa/Sánchez Lancis (2006:
477-478). El DEM s.v. acaso señala que los ejemplos más tempranos de a caso en Italia des-
puntan ya en el siglo XIII, mientras que en catalán los primeros testimonios de a cas, acàs se
registran en el siglo XIV (DCVB s.v. acàs, DECLC s.v. caure). No sería inconcebible que el
empleo del adverbio en estas dos últimas lenguas favoreciera la aclimatación del adverbio en
Castilla, máxime a la luz del temprano ejemplo de Villena (11a).
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 123

f. Saber el secreto ajeno, o es acaso, o por confianza de hacen de nosotros: si


es acaso, la misma naturaleza nos enseña que puede suceder lo mismo por
nosotros; y si es por confianza, ya entra en guardarle la reputación del que lo
sabe [Espinel, Marcos, 128]
g. Desde aquí podremos verlas / como acaso [Calderón, Agua, 210]
h. y inmediatamente hize entrar al referido Miguel Antonio Lizalde sin el som-
brero, mascada, zapatos ni coton para veer si asi a caso le desconocia la
dicha criatura [DLNE, 1799, 273]

Sin embargo, acaso como adverbio de manera de voluntad no intencional


entró en decadencia en el siglo XVIII, centuria tras la cual tanto la locución a caso
como el adverbio acaso ven drásticamente reducida su frecuencia de uso, pues
los ejemplos de acaso ‘por casualidad’ en los siglos XIX-XX son ya muy pocos y,
en todo caso, esporádicos (DHLE s.v. acaso, el DEA s.v. acaso no recoge ya la
acepción ‘por casualidad’; véase la Tabla 3).

5.4. EL ADVERBIO ACASO: CANALES DE GRAMATICALIZACIÓN

La historia del adverbio acaso trasciende su empleo como adverbio de manera


de voluntad no intencional, ya que a partir del siglo XVII acaso desarrolló nuevas
funciones gramaticales, de modo que entre todos los adverbios de voluntad no
intencional, acaso es el que presenta una trayectoria diacrónica más larga y com-
pleja.

5.4.1. Acaso, adverbio de modalidad epistémica

En primer lugar, el adverbio acaso se gramaticalizó en el siglo XVII como adver-


bio modal epistémico (13a-g), con alcance sobre toda la oración, de manera aná-
loga a lo sucedido con por aventura (Espinosa en prensa)18. Este es el empleo
canónico del adverbio acaso en la lengua actual.

18 Como adverbio modal epistémico, acaso se sitúa en la misma escala que tal vez y quizá,
ya que todos ellos expresan duda y pueden combinarse con indicativo y subjuntivo, aunque
presentan algunos comportamientos gramaticales divergentes. A diferencia de quizá y tal vez,
acaso no es focal, normalmente no se emplea para responder a interrogativas totales (aunque
sí se pueden documentar algunos ejemplos, Espinosa en prensa), prefiere el subjuntivo al indi-
cativo (Santos Río 2003: 172) y resulta un adverbio más formal y literario que los anteriores.
Es posible que el reanálisis de acaso como adverbio de modalidad epistémica hunda sus raíces
en el siglo XV, ya que Nebrija testimonia indirectamente este cambio en su vocabulario espa-
124 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

(13) a. –Mirad, niñas, si tenéis acaso algún cuarto para comprar las candelicas de
mi devoción, porque con la prisa y gana que tenía de venir a traer las nuevas
de la canasta se me olvidó en casa la escarcela [Cervantes, Nov, Rinc, 194]
b. […] y de nuevo pidió a la reina le cumpliese la palabra que le había dado de
dársela, si es que acaso la merecía [Cervantes, Nov, EspIng, 241]
c. Yo, que por andar bien aforrado de paño o vino de Pedro Jiménez no necesi-
té deste santo milagro (y cuando acaso necesitara, por no echar sobre mi
cuerpo la cosa que más aborrezco, que es el arrastrado y sucio elemento del
agua, me quedara hecho otro Lázaro leproso) [Estebanillo, I, 87]
d. Trata en disponer el último y primero viaje a la eternidad, y no la contemples
tan distante como te la aconseja la engañosa ansia del vivir; que acaso podrá
ser que me acompañes hoy desde aquí al mundo indefectible, y que ésta sea
la última pisada que imprimas en este suelo [Torres, Visiones, 225]
e. […] dixo que no sabe ni ha oido decir, que no save por qué es llamado, que
acaso el señor comisario sabra que el declarante ha oido decir algo y él no se
acuerda; y asi dicho señor comisario puede aclararselo qué es lo que ha echo
[DLNE, 1799, 276.663]
f. Acaso el amor no vendría nunca; pero prefería perderlo a profanarlo [Regen-
ta, 1.231]
g. Acaso en el infierno los réprobos no son siempre felices [Borges, Brodie,
99]

La gramaticalización de acaso como adverbio de modalidad epistémica pudo


influir en el declive de acaso como adverbio de no intencionalidad, ya que los
ejemplos de acaso ‘por casualidad’ posteriores al siglo XVII escasean, cronología
que coincide con el auge de acaso como adverbio de modalidad. La vitalidad de
acaso como adverbio modal epistémico ocasionó, además, un despliegue de
estructuras nuevas a partir del siglo XVII en las que figura este adverbio, entre las
que descuellan las estructuras con si (si acaso) y el empleo de acaso en estructu-
ras interrogativas.

5.4.2. Estructuras con si acaso y por si acaso

En la Edad Media se pueden documentar ya ejemplos en los que acaso aparece


inserto en una oración condicional introducida por si (14a-c), pero en estos ejem-

ñol-latino, en el que define acaso como “Acaso. forte. fortasse. forsitan aduerbia”, esto es,
mediante un adverbio latino de modalidad epistémica, pero todos los ejemplos de acaso de los
siglos XV-XVI que documento pueden interpretarse también como adverbios de manera inten-
cionales que equivalen a ‘por casualidad’.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 125

plos si y acaso conservan su independencia sintáctica, como pone de manifiesto la


movilidad del adverbio, que puede aparecer separado de la conjunción si (14c)19.

(14) a. E si acaso biene que se aparta della, non beyéndole, quiere morir por él
[Games, Victorial, 290]
b. Que aunque yo sé poco de música, parece que haze aquella vihuela hablar,
pues si acaso, canta, de mejor gana se paran las aves a le oýr, que no aquel
antico de quien se dize que movía los árboles y piedras con su canto [Celes-
tina, 4.171]
c. Ninguna mujer le ve que no alabe a Dios que assí le pintó; pues, si le habla
acaso, no es más señora de sí de lo que él ordena [Celestina, 4.172]

La progresiva gramaticalización de acaso como adverbio modal epistémico


vino acompañada de la fijación de la estructura si acaso, que pasó a adquirir tres
funciones nuevas:

(a) locución condicional: si acaso forma una unidad indivisible que se inter-
preta globalmente y no de manera composicional (dentro del marco interpretati-
vo abierto por la condicional, si acaso expresa la posibilidad más baja que puede
darse para que acontezca el evento denotado por el verbo), documentada desde
el siglo XVI (15a-f), pero cuyo uso se adelgaza en el siglo XVIII (15g-h)20.

(15) a. Si acaso lo bierdes, miralde las manos [DLNE, 1574, 45]


b. –¡Desdichado de mí! –respondió Sancho–; si acaso esta aventura fuese de
fantasmas, como me lo va pareciendo, ¿adónde habrá costillas que la sufran?
[Quijote I, 19.200]
c. –Si acaso quisieren saber esos señores quién ha sido el valeroso que tales los
puso, diráles vuestra merced que es el famoso don Quijote de la Mancha
[Quijote I, 19.205]

19 El ejemplo de La Celestina es dudoso, por cuanto si se varía la puntuación y se suprime


la coma que precede a canta, el ejemplo se podría interpretar como ‘pues si por casualidad
canta’ y no como ‘si acaso, canta’. Los ejemplos más tempranos (y únicos medievales) de si
acaso citados por el DEM s.v. acaso se localizan en Fernández de Heredia.
20 Muchos de los ejemplos de los siglos XVI-XIX admiten una doble lectura si acaso ‘con-

junción’/si + acaso ‘por casualidad’, como (15a) y (15b); dualidad que presentan también las
estructuras actuales con si acaso (Montolío 1999: 3676). La NGRAE § 47.2g reporta que en la
lengua popular de Chile se puede emplear coloquialmente el adverbio acaso en lugar de la
conjunción condicional (Acaso quiere, hablo). Aunque no registro ejemplos de la locución
condicional si acaso en mi corpus para el siglo XX, en CORDE pueden encontrarse algunos
casos aislados, empleo que recogen para la lengua actual Montolío 1999: 3676 y Santos Río
2003: 172).
126 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

d. Y si acaso les queda por sacar alguna rueda de algún atolladero, más se ayu-
dan de dos pésetes que de tres mulas [Cervantes, Nov, LicVid, 287]
e. Pregunté, espantado de esto, a un mendigo que estaba descansando y toman-
do aliento, si acaso había ventas en aquel camino o mesones en los parade-
ros [Quevedo, Sueños, 173]
f. Para lo cual despachó el señor don Francisco de Contreras, presidente de
Castilla, correos a saber la verdad, para el castigo si acaso hubiera sucedido
como lo dijeron [Contreras, Vida, 388]
g. Si acaso le dijeron que / estaba yo dispuesto a pasar a alguna <alguna>
empresa a esa Babilonia de maldades, es falso [DLNE, 1778, 248.]
h. “Por lo que respecta a Jacobo Querini, si acaso sobreviviese a sus graves
heridas, será degollado públicamente en la plaza para terror y ejemplo.”
[MtzRosa, Venecia, 266]

(b) Por si acaso ‘por precaución’, operador modal de refuerzo argumentati-


vo que se refiere a la posibilidad de que se produzca el evento indicado (16e-g)
(Fuentes 2009: 276)21. Aunque la estructura se documenta desde el siglo XVII
(16a-b), los ejemplos anteriores al siglo XVIII (16a-d) pueden todavía interpretar-
se composicionalmente ‘si por casualidad’, ya que en ellos el matiz de ‘por pre-
caución’ no queda totalmente claro.

(16) a. –Está bien cuanto vuestra merced dice –dijo Sancho–, pero querría yo saber,
por si acaso no llegase el tiempo de las mercedes y fuese necesario acudir al
de los salarios, cuánto ganaba un escudero de un caballero andante en aque-
llos tiempos [Quijote I, 20.221]
b. Y porque ya es hora de que partamos, por si acaso no nos viéremos más, le
doy este último abrazo, y adiós [Salas Barbadillo, Hija, V, 128]
c. Yo estoy desocupado, podré guiarte a todas las comunidades, por si acaso
has perdido la memoria de las situaciones [Torres, Visiones, 335]
d. Sólo añadiré, por si acaso no te lo han dicho, que ya está únicamente reduci-
da al ínfimo vulgo de los predicadores y que sólo se oye celebrada por las
heces más despreciables de los auditorios [Isla, FGerund, 669]

21 Martín Zorraquino/Portolés (1999) no recogen en su estudio el marcador por si acaso


‘por precacución’ que, de acuerdo con su clasificación, habría que considerar perteneciente a
los operadores de refuerzo argumentativo. Montolío (1999: 3677) califica a esta secuencia de
“procondicionante causal-hipotético”, mientras que Santos Río (2003: 512) y la NGRAE
§ 47.2f interpretan esta estructura como una “locución adverbial preventiva”. Por si acaso
presenta un amplio elenco de variantes formales: así, puede aparecer, en registros coloquiales,
como por un por si acaso (DEA, DHLE s.v. acaso), para por si acaso (Santos Río 2003: 172),
por si alcaso (en México y Centroamérica) o por si aca, porsia (Kany 1969: 373).
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 127

e. Sin embargo, y por si acaso, / no es demás asegurarse / de Lucía, a desgra-


ciarse / no vaya por el paso [Zorrilla, Tenorio, 124]
f. Por si acaso é un argún chorí / aprevendré las tijeras [CruzHum, 15]
g. […] decidió quitarse de en medio, por si acaso [Tabla, 214]

(c) Si acaso ‘en todo caso, a lo sumo’, operador discursivo de distanciamien-


to, que no documento en mi corpus hasta el siglo XVIII (17a-b)22. A diferencia de
si acaso ‘conjunción’, si acaso ‘marcador’ no se restringe a entornos condiciona-
les, ocupa posiciones externas a la oración y posee un contorno entonativo pro-
pio (17c).

(17) a. si acaso será el P. Organista porque no quiere servir de Musico [Zaforteza,


Cartas, s/a, Santacília 06. 443/219 A; 444/219 B]
b. Si acaso don Anselmo… ¡Ah!, ¡qué podrán sus débiles ruegos contra los de
tantos importunos… […] [Jovellanos, Delincuente, 159]
c. Si acaso, podrá importarle el qué dirán [EslGal, Homo, 58]

5.4.3. Acaso en oraciones interrogativas

La aparición de acaso en oraciones interrogativas totales (18a-f), generalmente


de tipo retórico, constituye una prueba adicional que muestra el progresivo desli-
zamiento de este adverbio hacia el terreno de la modalidad epistémica, proceso
similar al que experimentó la locución por ventura (§ 4).
El empleo de acaso en una interrogativa se asocia con la expresión de una
duda fuerte, de modo que desde el siglo XVII acaso en oraciones interrogativas
empieza a presentar propiedades típicas de los términos de polaridad negativa
(18a-b), de suerte que su empleo en una pregunta conlleva la negación implícita
del valor de verdad de la oración mediante la reversión de la polaridad de la inte-
rrogativa: si esta es afirmativa, acaso induce una respuesta positiva, y viceversa:
acaso, entonces, se comporta como una partícula de orientación invertida
(Escandell 1999: 3971; Santos Río 2003: 172)23.

22 Si acaso expresa el punto más alto en una escala y se emplea generalmente en contex-
tos negativos o dubitativos (Montolío 1999: 3676; Santos Río 2003: 172). Santos Río (2003:
172) cataloga como locución adverbial esta estructura, mientras que Fuentes (2009: 315)
interpreta estos empleos de si acaso como operador argumentativo (Martín Zorraquino/Porto-
lés 1999: 4130).
23 Véase DAut s.v. acaso, DHLE s.v. acaso, Escandell (1999: 3971), Wasa (2001), NGRAE

§ 42.12b, Fuentes (2009: 34-35, 315-316). Señala Espinosa (en prensa) que acaso como partí-
cula introductoria de estructuras interrogativas decrece a partir del siglo XX, probablemente
128 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

(18) a. ¿Sabes tú acaso quién soy? [Lope, DzTeod, 370]


b. ¿Juan de la Encina fue acaso el que dijo: “haz bien y no cates a quién”?
[Quevedo, Sueños, 340]
c. ¿Acaso no fueron estos mismos los que ministraron a su posterioridad los
libros y recetas para alcanzar, regulando por ellas las operaciones, lo que los
mismos nunca pudieron conseguir? [Torres, Visiones, 316]
d. Mas ¿qué estoy diciendo? ¿acaso hay algo imposible en el mundo? [Alar-
cón, Sombrero, 122]
e. Seis meses ha que estoy en Madrid, y no he hecho más que gastar dinero.
Pero, ¿acaso Vuestra Merced cree que el escribir es un oficio que se aprende
en 4 días? [Valera, Cartas, 1850, 43, 93]
f. Pero, ¿acaso puede exigirse a un hombre soltero, carente de lavadora y hasta
de detergente, que mantenga sus calzoncillos limpios? [Prada, Coños, 77-78]

Cuando acaso introduce una oración interrogativa total aparece generalmente


en posición inicial absoluta (19a-b), aunque también puede aparecer en otras
posiciones –tras el verbo (17d) o al final de frase (17c)– e, incluso, en posición
parentética (Escandell 1999: 3971).

(19) a. –¡Esa no es cuenta mía! ¿Acaso me lo ha dejado usted a mí en depósito?


[Alarcón, Sombrero, 152]
b. ¿Acaso no me reconoce? [Elizondo, Grafo, 85]
c. si todo esto, Raquel, porque de Alfonso / el amor desdeñases, te ofrecieran, /
¿te movería acaso? ¿le dejaras?, / ¿pudieras olvidarle? [Huerta, Raquel, 106]
d. Mas, señor, vos estáis inquieto; ¿sentís acaso alguna novedad? [Jovellanos,
Delincuente, 151]

5.4.4. Acaso, adverbio de polaridad negativa

Hemos visto que ejemplos como (18d-f) pueden interpretarse como usos enfáticos
del adverbio acaso que llevan hasta el grado extremo de la escala el significado de
duda propio de este adverbio, hasta el punto de que la duda se acerca a la negación.
Tanto es así que en algunas variedades del español americano, acaso ha dado un
paso más en su cadena de gramaticalización, pues se ha reanalizado como adverbio
de polaridad negativa (DHLE s.v. acaso, de donde tomo los ejemplos (20a-b))24.

debido a la competencia de quizá, tal vez y a lo mejor. Algunos de los ejemplos de (18) resul-
tan ambiguos, ya que en ellos se podría interpretar que acaso equivale todavía a ‘por casuali-
dad’, como en (18a-b).
24 El empleo de acaso como adverbio de negación se ha documentado en Ecuador y

Colombia; de acuerdo con el DHLE s.v. acaso los primeros ejemplos de este uso aparecen en
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 129

(20) a. La chola pagaba de ordinario la galantería ordenando al Jacinto que sirva


una nueva copa de aguardiente puro al ilustre visitante. –¿Otra? –protestaba
don Alfonso. –Qué’s, pes. Acaso hace mal [Icaza, Huasipungo, 22]
b. Que vaya a bañarse al río y deje en la choza a su hijo. –Ele, patrón. Acaso
tiene a nadie. Solitica vive [Icaza, Huasipungo, 25]

5.4.5. Recapitulación: canales de gramaticalización de acaso y sus variantes

En la Tabla 3 muestro cuantitativamente cuál ha sido la trayectoria diacrónica


del adverbio acaso y sus variantes: como se puede apreciar, hasta el siglo XVII
acaso, a caso y sus variantes funcionan como adverbios de voluntad no inten-
cionales, uso que copa el 85% de las ocurrencias en el siglo XV, el 67% en el
siglo XVI y el 59% en el siglo XVII. El siglo XVIII marca una frontera diacrónica
importante en la historia de este adverbio, ya que su empleo como adverbio de
voluntad no intencional desciende de un 59% a una horquilla que se sitúa entre
el 0% y el 3% en los siglos XVIII-XX. Sin duda, este cambio se debió a la grama-
ticalización de acaso como adverbio de modalidad (con su variante como partí-
cula interrogativa), función que despunta tímidamente en el siglo XVII con un
10% de las ocurrencias del adverbio y que alcanza un desarrollo progresivo,
aumentando al 40% en el siglo XVIII, al 67% en el siglo XIX y, por último, al 82%
en el siglo XX.
Junto a estas dos funciones nucleares de acaso, el adverbio desarrolló tam-
bién empleos como locución adverbial, como conjunción, como marcador dis-
cursivo y como adverbio de polaridad. El empleo de si acaso como conjunción
se halla restringido a los siglos XV-XVIII, al menos en el corpus que he utilizado;
la locución por si acaso y el marcador discursivo si acaso fueron siempre muy
poco frecuentes. Por último, no registro acaso como adverbio de polaridad nega-
tiva en mi corpus, aunque como ya he mencionado en algunos países de América
sí se emplea en esta función25.

el siglo XIX. Véase también Morínigo (1966: 23) y Kany (1969: 323-324), con documentación.
Este empleo de acaso no aparece recogido en el DAM s.v. acaso, aunque sí figura en el DRAE
2001 s.v. acaso, que lo circunscribe a Ecuador, y en el DPD s.v. acaso. No me consta que este
empleo se haya desarrollado en España (DEA s.v. acaso).
25 En los datos correspondientes a la conjunción si acaso he incluido todos los ejemplos

que presentan la estructura si + acaso, aunque como ya he mencionado muchos de ellos podrí-
an interpretarse no como conjunción, sino como la suma de si + adverbio acaso.
130 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

TABLA 3
Evolución diacrónica de acaso y variantes. Datos cuantitativos

XV XVI XVII XVIII XIX XX

N % N % N % N % N % N %
a caso 1 8% 1 4% 2 3% 1 3% 0 0% 0 0%
acaso 4 31% 11 46% 38 54% 0 0% 0 0% 0 0%
Adverbio de
por caso 6 46% 4 17% 1 2% 0 0% 0 0% 0 0%
voluntad
por acaso 0 0% 0 0% 0 0% 0 0% 2 6% 1 2%
al acaso 0 0% 0 0% 0 0% 0 0% 0 0% 0 0%

Adverbio de acaso 0 0% 0 0% 4 6% 6 20% 12 39% 36 59%


modalidad ¿acaso…? 0 0% 0 0% 3 4% 6 20% 8 26% 14 23%
Adverbio de
polaridad acaso 0 0% 0 0% 0 0% 0 0% 0 0% 0 0%
Conjunción si acaso 2 15% 8 33% 19 27% 12 40% 1 3% 0 0%
Operador por si acaso 0 0% 0 0% 3 4% 3 10% 8 26% 2 3%
Marcador si acaso 0 0% 0 0% 0 0% 2 7% 0 0% 8 13%
TOTAL 13 24 70 30 31 61

5.5. POR CASO

La locución por caso se documenta en el corpus a partir del siglo XV (21a-b),


pero tuvo una corta vida, pues su uso productivo no se prolonga más allá de las
postrimerías del siglo XVII (21d) (no se registra ni en DAut ni en el DRAE); a su
partida de defunción contribuyó sin duda la generalización de a caso y la apari-
ción en esa misma centuria del al acaso y de por casualidad en la siguiente,
locuciones que acabarían relegando a por caso al olvido.

(21) a. El primero portero que hallaste es el deseo el qual a todas tristezas abre la
puerta y por esso te dixo que dexases las armas de plazer si por caso las tra-
yas [DSPedro, Cárcel, 5v]
b. E como veemos alcançar riquezas por caso e conservarlas por seso, puédese
creer deste cavallero que complidamente ovo lo uno e lo otro, porque, si
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 131

tovo fortuna para alcançar bienes, tovo asimismo prudencia para los conser-
var [Pulgar, Varones, 141]
c. Los reynos, la nobleza, la honrra y la riqueza, assí como vienen por caso,
assí se goviernan por el tiempo [FdzOv, Claribalte, 4v]
d. Alfin fue hecha de rretazos, i no fue de las 72. de la division, komo es i fue la
Española. I si ói dura, lo debe a la Iglesia Katolika Rromana, en kien kedó,
no por mexor, sino por kaso: i si uvo misterio, ordinariamente Dios eskoxe
lo mas flako para sus maravillas [Correas, Ortografía, 48]

5.6. POR ACASO

En el siglo XV aparece la locución por acaso, sinónima de por caso, aunque


mucho menos frecuente que esta; de hecho los ejemplos de esta locución anterio-
res a 1800 son muy escasos, y en mi corpus no aparecen hasta el siglo XIX (22a)
(DHLE s.v. acaso)26.

(22) a. Mas si por acaso no lo sabes y aunque no te importe saberlo, pongo en tu


noticia que vivo contento, a pesar de que no abundo en metales preciosos, ni
tengo concubinas ni reinas que sacien la sed de mi corazón [Valera, Cartas,
1848, 17, 59-60]
b. ¿Por acaso / sois forastero? [Zorrilla, Tenorio, 181]
c. ¡Nacidos sois de un mismo vientre, y peleáis como fieras que por acaso se
hallan en un camino! [Valle, Lobos, 96]

5.7. AL ACASO

Más tardía es la locución al acaso ‘por casualidad’, del siglo XVII (23a), formada
a partir del sustantivo acaso acompañado de un artículo; hoy solo se encuentra
en los textos literarios (23b-d), y no tiene mucho uso (DEA s.v. caso)27. En el
siglo XIX esta locución se emplea también con el sentido de ‘al azar, sin propósi-
to determinado’, sin que resulte fácil deslindar ambos significados (23b-c)
(DHLE s.v. acaso).

26 En CORDE solo encuentro 1 ejemplo del siglo XV, 13 del siglo XVI, 7 del XVII, 39 del

siglo XVIII, 188 del XIX y 60 del siglo XX. El DEA s.v. acaso no registra esta locución.
27 La locución al acaso tuvo mucho éxito entre los escritores decimonónicos, como testimo-

nian las cifras que arroja el CORDE: en este corpus registro 7 ejemplos del siglo XVII, 6 del XVIII,
104 del XIX y 42 del XX, sobre un total de 159 ejemplos. El siglo XIX copa, así, el 87% de las ocu-
rrencias totales de la locución al acaso. En CREA, sin embargo, al acaso solo aparece 15 veces.
132 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

(23) a. Las cajas / Vi al acaso [Calderón, Devoción] (CORDE)


b. eso soy yo, que al acaso / cruzo el mundo sin pensar / de dónde vengo y
adónde / mis pasos me llevarán [Bécquer, Rimas, II.17]
c. En medio de la reproducción iban colocándose, como anotaciones puestas al
acaso, los comentarios que se le ocurrían [Galdós, Fortunata, 2.368]
d. era que sus ojos se habían cruzado al acaso con los de Felicita, y ella le había
enviado una sonrisa arrobada y etérea [PAyala, Belarmino, 187] (CORDE)

Todas estas locuciones (por caso, por acaso y al acaso) acabarían rempla-
zando a acaso como adverbio de voluntad no intencional, cuyo empleo producti-
vo se agota en el siglo XIX (DHLE s.v. acaso); si bien estas tres locuciones fueron
a su vez posteriormente sustituidas por las locuciones por casualidad y por azar
en la lengua estándar a partir del siglo XIX y acabaron quedando obsoletas (así
sucedió con por caso), o fueron relegadas al uso escrito (al acaso, por caso).

5.8. ACCIDENTALMENTE

Este adverbio en -mente se formó a partir del adjetivo culto accidental (< ACCI-
DENTĀLIS, -ĀLEM), emparentado con accidente (< ACCĬDĒNS, -ĒNTEM, de ACCIDŌ).
El adverbio accidentalmente posee tres acepciones principales en español: (a)
‘de manera circunstancial, no esencial’; (b) ‘de manera desgraciada, por acciden-
te’; (c) ‘de manera casual, por casualidad’28. Los primeros ejemplos que ofrece
el CORDE de la última acepción, que es la que aquí interesa, proceden del siglo
XV (24a) y no se prolongan de manera productiva más allá del siglo XVIII, aunque
en los siglos XIX y XX se encuentren ejemplos sueltos (24b-d). Además de como
adverbio de manera, accidentalmente puede funcionar como adverbio oracional.

(24) a. que sy enla conjuntiua fuere apostema de sangre que accidentalmente daña-
ra la vista & luego se sigue la letra en que dize: que sy padeciere obtalmia o
vña por si faze scuridad ala vista [Gordonio] (CORDE)
b. Están incapacitados para testar: 1.º Los menores de catorce años de uno y
otro sexo. 2.º El que habitual ó accidentalmente no se hallare en su cabal
juicio [Cód.Civil 1889, § 663]

28 El adjetivo accidental ‘casual, fortuito’ aparece ya en el siglo XIII (DEM s.v. acciden-
tal), aunque los ejemplos escasean hasta el siglo XV. El sustantivo accidente ‘suceso, hecho
casual’ figura también en textos del siglo XIII, y en esta misma centuria se encuentran ya ejem-
plos con la acepción más frecuente hoy ‘suceso desgraciado’ (DEM s.v. accidente, con ejem-
plos alfonsíes). Tampoco este cultismo comenzaría a utilizarse de manera regular hasta el siglo
XV. En la Edad Media accidental, accidente y accidentalmente se empleaban generalmente en
el sentido opuesto a ‘natural’ y su familia de derivados.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 133

c. Alejandro, como de costumbre, dijo que se sentía mucho mejor, y entabló un


ameno coloquio con aquel excelente sujeto, mártir de la instrucción, fanal de
las generaciones, accidentalmente apagado por falta de aceite [Galdós, Cen-
teno, 144] (CORDE)
d. […] Los originales completos de esa edición, al cuidado de Morinigo, des-
aparecieron accidentalmente en 1968 [El País, 02/03/1980] (CREA)

5.9. POR ACCIDENTE

Aunque la locución por accidente (25a-f) procede de la aclimatación del cultis-


mo accidente y se documenta desde el siglo XV (25a), su generalización habrá de
esperar al XVIII (DHLE s.v. accidente)29. Aunque en origen por accidente presen-
taba un significado neutro (‘por casualidad’), con el tiempo fue especializándose
con un significado más específico de naturaleza negativa (‘por casualidad desfa-
vorable’), de manera análoga al desplazamiento semántico sufrido por el sustan-
tivo accidente (‘ocasión, suceso fortuito’ > ‘desgracia, suceso infausto’)30.

(25) a. […] assí que podemos dezir que, ahunque aquello por accidente fue fecho,
según en lo que pareçe no fue sino misterio de Nuestro Señor, que le plugo
que assí passasse [Amadís, 2.1499]
b. por saber, uno a otro se miraba / y el más sabio los hombros encogía, /
temiendo el golpe del furor presente, / movido al parecer por accidente
[Ercilla, Arauc, 388]
c. Haz cuenta que me ofendiste por accidente, sin dar lugar a ningún buen dis-
curso [Cerv, Nov., Sangre, 307]

29 DAut lematiza el sustantivo accidente pero no registra esta locución, que tampoco figu-
ra en el DEA ni el DRAE. En el Calila se encuentra un ejemplo de la locución por accidente
(DEM s.v. accidente), pero debe ser del copista, dado su aislamiento. En los siglos XV y XVI se
registra también, de manera esporádica, la variante de accidente (DHLE, DEM s.v. accidente).
Ocasionalmente, la locución por accidente puede admitir un artículo indeterminado, por un
accidente, aunque en la mayoría de los casos de este tipo accidente funciona como sustantivo
independiente, de modo que no resulta extraño que la presencia de artículo favorezca la apari-
ción de un modificador a la derecha como fortuito o casual.
30 Esta especialización semántica se produjo ya en latín, como consignan gramáticos

como Caper [CLK VII, 98.8]: “Accidere aliquid aduersi dicito, contingere aliquid pulchri” o
Agroec., [CLK VII, 118.22]: “Contingunt bona, accidunt mala, eueniunt utraque”. La mayoría
de los ejemplos del siglo XV se concentran en tratados médicos, como la Sevillana medicina
de Juan de Aviñón, el Tratado de Cirugía de Guido de Cauliaco, el Gordonio y las Pronósticas
de Gordonio. A la luz de estos datos, es posible que la locución romance calcara un PER ACCI-
DENS latino y que su vía de entrada en castellano se debiera a los galenos que tradujeron estos
textos en el cuatrocientos.
134 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

d. me vali del arvitrio de ponerle a ésta delante a otro muchacho que por acci-
dente estaba alli y tenia poco más o menos el mismo tamaño del que se supo-
ne agresor y alguna semejanza con su figura [DLNE, 1799, 273]
e. Su madre había muerto no sé si por accidente [GiCab, Notas, 41]
f. Hace unos ochocientos millones de años, algunas de estas células intercam-
biaron genes por accidente [EslGal, Homo, 25]

5.10. DE ~ POR CASUALIDAD

Los orígenes de las locuciones {por ~ de} casualidad (26a-d), que son las locu-
ciones no intencionales por excelencia del español actual, se retrotraen hasta el
siglo XVIII, si bien ninguna de las dos cobró empuje hasta el siglo XIX31.

(26) a. No discurro entierro, que este me lo ha de pagar otro. ¿Misas? Si por casua-
lidad (que lo dudo) dejare monedas, las mandaré rezar [Torres, Mentecatos,
213]
b. –Tampoco yo lo entendería mucho –respondió el canónigo– si por casuali-
dad no lo hubiera leído pocos días ha en cierto libro que me envió un amigo
de Madrid [Isla, FGerund, 660]
c. ¿Y si por casualidad lo hubiese hecho esta vez? [MtzRosa, Venecia, 274]
d. Esta superstición se afianzó cuando, al empezar a documentarme un poco, di
por casualidad con la historia del viaje de Manuel Machado hasta Colliou-
re, poco después de la muerte de su hermano Antonio [Cercas, SoSal, 21]

Desde el siglo XVIII, la locución por casualidad presenta tres variantes forma-
les: (a) alternancia de preposición {de ~ por} casualidad (27a-b); (b) alternancia

31 DAut no registra la locución por casualidad (sí el adverbio casualmente, que define
como “impensadamente, sin premeditacion ni deliberacion algúna”), ni tampoco lo hace nin-
guno de los diccionarios académicos posteriores. No obstante, en 1791 casualmente se define
como ‘por casualidad’ y, salvo el paréntesis de las ediciones de 1803 y 1817, en las que
casualmente se glosa por ‘con casualidad’, desde 1822 hasta la actualidad se mantiene esta
definición en el DRAE. Hasta donde se me alcanza, el primer ejemplo tanto de la locución de
casualidad como de por casualidad se localiza, según el CORDE, en el suplemento al Tesoro
de Covarrubias s.v. Corebo (“el joven Corebo, el hijo de Migdón, que había venido a Troya de
casualidad en aquellos días, animado por su desmesurado amor por Casandra”) y s.v. cangilón
(“[…] con un lugar de Cassiano que dice: si quis igitur gillonem fictilem quem baucalem nun-
cupavit casu aliquo fregerit [Si alguien (por casualidad rompiese) una vasija de barro, de esas
que llaman bocal”. No hay tales ejemplos, como se podrá observar al contrastar el testimonio
del CORDE con la fidelísima edición del TLCE de Arellano (2006): al volcar la edición que
emplea el CORDE en formato electrónico, conjeturo que se han escaneado también las traduc-
ciones de la Eneida que acompañan las notas de los editores.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 135

de artículo por {ø ~ una} casualidad (27a-c); (c) alternancia de modificadores


prenominales por {ø ~ una} {pura ~ mera ~ puta} casualidad (27a, 27d-f).

(27) a. El caso era que, por casualidad, estuviese en el balcón [Regenta, 1.379]
b. perdón, Jaguar, fue de casualidad que te empujé, juro que fue casual
[VgLlosa, Ciudad] (CORDE)
c. El otro no era probable que le hiriese a él tirando a veinte pasos; tendría que
ser por una casualidad [Regenta, 2.516]
d. Yo la he localizado, por pura casualidad, y creo que se halla gravemente
enferma [Mendoza, Savolta, 337]
e. Mattei musita algo ininteligible y encoge los hombros, sin atreverse a decir,
una vez más, que él está sentado en el banquillo por mera casualidad [El
País, 01/12/1987: “La mayor matanza”] (CREA)
f. y también influye mucho el entorno, o sea, si tú estás saliendo todas las
semanas con tus mejores amigos, con unos que se fuman porros, que se
meten pastillas tal y cual, el primer año, a lo mejor no te metes nada, el
segundo tal bien, pero llegará un día que por una puta casualidad lo prue-
bes […] [CREA, oral]

Respecto del primer caso de variación, los datos del CORDE (Tabla 4) certi-
fican que la variante de casualidad fue siempre minoritaria respecto a la más
general por casualidad 32.

TABLA 4
Variación formal por {de ~ por} casualidad

SIGLO DE CASUALIDAD % POR CASUALIDAD % TOTAL

XVIII 2 2 88 98 90
XIX 1 0 314 100 315
XX 24 6 366 94 390

En el segundo caso de variación, la historia de los dos últimos siglos muestra


a las claras un proceso evidente de fijación de la locución por casualidad y un
rechazo hacia por una casualidad, que ha ido reduciendo su frecuencia de uso
desde el siglo XVIII a la actualidad y que siempre se encontró en minoría. En la
Tabla 5 consigno los datos de esta alternancia, extraídos a partir del CORDE y el

32 A juzgar por los datos del CORDE y del CREA, de casualidad parecer ser más frecuen-

te en América que en España (el DEA s.v. casualidad la marca como ‘popular’).
136 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

CREA, pues el corpus no ofrece datos suficientes como para extraer una genera-
lización fiable33:

TABLA 5
Variación formal por {Ø/una} casualidad

SIGLO POR CASUALIDAD % POR UNA CASUALIDAD % TOTAL

XVIII 91 94 6 6 97
XIX 333 90 39 10 372
XX 1300 98 22 2 1322

Por último, desde el siglo XVIII la locución puede presentar modificadores


prenominales, aunque estos se reducen a los adjetivos pura, mera y puta (en este
último caso, la locución se adscribe al registro coloquial y vulgar), que eventual-
mente pueden ir también precedidos del artículo indeterminado.
Por otro lado, la locución por casualidad se ha gramaticalizado, además,
como locución modal epistémica equivalente a acaso en entornos interrogativos
(DEA s.v. casualidad), desarrollo que no documento en mi corpus pero sí en
otros textos (28a-b) y que, a falta de más datos, debe ser muy reciente.

(28) a. ¿Crees tú, por casualidad, que Cristo iba a tirarle un lechazo a Hernando de
Miguel por el hueco de la escalera, o a preocuparse de si un guardia le pega
un porrazo a un gamberro […] [Delibes, Mario, 176] (CORDE)
b. He subido a casa de mis primos y no contesta nadie a mis llamadas. ¿Sabe
usted por casualidad si es que no están en Madrid? [Laforet, Mujer, 208]
(DEA s.v. casualidad)

5.11. POR UN CASUAL

En el siglo XX aparece una nueva locución sinónima de {por/de} casualidad, por


un casual (29a-c), aunque esta no se prodiga mucho en los textos, ya que se halla

33 A veces no resulta fácil distinguir cuándo por una casualidad es una locución y cuándo

un sintagma preposicional en el que casualidad funciona como sustantivo independiente.


Salvo algunos ejemplos contados, la locución rechaza también el plural por casualidades, lo
que constituye otro indicio de su fijación morfosintáctica, ya que en los ejemplos en plural
casualidad funciona como sustantivo autónomo y admite, por tanto, complementos en su mar-
gen derecho, de modo que la secuencia es un sintagma libre y no una locución.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 137

muy vinculada a la lengua coloquial (DRAE 2001, DEA s.v. casual) y, según
algunos autores, reviste un carácter vulgar (Gómez Torrego 2005: II, 615). Se
trata de una locución privativa del español peninsular (NGRAE § 30.11f)34.

(29) a. ¿Viaja usted de incógnito? ¿Por un casual, será usted Don Jaime? [Valle,
Luces, III, 69]
b. Señá Isidora ¿Es usté el maestro, por un casual? [Arniches, Sainetes, 146]
c. No es por nada, ¿sabe? Yo sé que es usted un hombre discreto que no se va
de la lengua, pero a lo mejor, por un casual, se le escapaba a usted algo y ya
teníamos monserga para quince días. Aquí mando yo, como usted sabe, pero
las mujeres ya las conoce usted... [Cela, Colmena, 101]

5.12. CASUALMENTE

Este adverbio se introdujo como cultismo en el siglo XV a partir del adjetivo


casual (< CASUALIS) (30a) y con el mismo significado que por ventura, por oca-
sión y acaso ‘por casualidad’. Casualmente puede funcionar como adverbio de
manera (se sitúa entonces dentro del sintagma verbal, generalmente a la derecha
del verbo) (30a-c) y como adverbio oracional (30d)35.

(30) a. Fui dudoso si por carta o tractado esto faría, onde, para resolver la torpente
meditaçión bisulcada, recorrí al bíblico libro de vida abrir casualmente sin
eleçión, difigiendo la visual colupna en la parte que se más en el prompto
presentase [Villena, Consolación, 224]
b. Y Antón Zotes, a quien llegaron estas noticias por haberlas oído casualmen-
te en la puente Vizana a un criado del maragato Andrés Crespo, al tiempo
que cargaba la recua, al instante envió a llamar a los dos famosos gaiteros,
ofreciéndoles veinte reales a cada uno, traídos y llevados, comidos y bebidos
[Isla, FrGerund, 615]
c. Ni el uno ni el otro habían querido acaso aludir al Corregidor; pero ambas
frases fueron casualmente tan adecuadas a lo que acababa de suceder allí,
que don Eugenio de Zúñiga se puso, lívido de cólera [Alarcón, Sombrero,
101]

34 Los datos del CREA y el CORDE corroboran esta distribución dialectal: 26/27 casos de
por un casual en CORDE proceden de autores españoles, 26/26 en CREA.
35 Casualmente adverbio oracional se encuentra fuera del alcance tanto de la negación

como de la interrogación, tampoco puede situarse bajo el ámbito de un operador de foco y


ocupa posiciones externas a la predicación (NGRAE § 30.10-30.11). A diferencia de otros
adverbios y locuciones de manera no intencionales, casualmente no se ha gramaticalizado
como adverbio de modalidad epistémica.
138 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

d. se la saqué yo mismo al pie de la turefél: dieciocho añines y, en la cama, una


fiera: francesa ella, y eso sí: limpia y educá: si quiés medirle el aceite, te la
presento: casualmente, vive cerca de aquí: veinticinco dirhames por un rato,
cincuenta toa la noche: vienes, macho? [Goytisolo, Conde, 155] (CORDE)

No obstante, y al igual que muchos otros cultismos, su incorporación a la len-


gua cuatrocentista no significó su aclimatación en el léxico español, ya que como
muestran los datos de la Tabla 6 la generalización de este adverbio no se produjo
hasta el siglo XVIII, que es cuando empiezan a proliferar los ejemplos.

TABLA 6
Datos casualmente CORDE

SIGLO N %
XV 4 0,75%
XVI 5 0,9%
XVII 39 7,3%
XVIII 92 17,2%
XIX 226 42,4%
XX 166 31,2%
TOTAL 532 100%

5.13. SUMARIO: EVOLUCIÓN DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS RELACIONADOS CON


CADŌ

La trayectoria diacrónica de todos los adverbios y locuciones etimológicamente


relacionados con el verbo CADŌ (por ocasión, acaso, por caso, por un casual,
por casualidad, por accidente) puede resumirse como se muestra esquemática-
mente en la siguiente página.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 139

EVOLUCIÓN ADVERBIOS RELACIONADOS CON CADŌ

XII-XIV XV XVI XVII XVIII-XIX XX

al acaso

por un casual

por ocasión

por caso

por acaso

ADVERBIO por accidente

VOLUNTAD

a caso > acaso

por casualidad

ADVERBIO MODALIDAD acaso

por casualidad

ADVERBIO POLARIDAD acaso

CONJUNCIÓN si acaso

MARCADOR si acaso por si acaso


140 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

6. La locución al descuido

Del siglo XVI es la locución al descuido ‘sin pensar, de manera no intencionada’,


que funciona como antónima del adverbio adrede, en la que se conserva el senti-
do etimológico del verbo cuidar ‘pensar’ (< CŌGITO, compuesto de CUM + AGITO
‘poner en movimiento’, ‘agitar (la mente)’, y de ahí ‘pensar’, ‘poner solicitud’),
que se ve negado por la presencia del prefijo des- (Espinosa/Sánchez Lancis 2006:
480). Se trata de una locución frecuente en los clásicos (31a-c) que, en español
contemporáneo, parece haberse quedado confinada a la lengua literaria (31d)36.

(31) a. Ella por no perder los dados y que no debía apetecer amores tan de repelón,
quiso dármelo. Comenzó a tender las redes en que cazarme. Así al descuido,
con mucho cuidado, iba descubriendo sus galas, que eran buenas guarnicio-
nes de oro y otras cosas, que traía debajo de una saya entera de gorbarán de
Italia [MtAlem, GUZ, 1.348]
b. Mezclábanse al descuido entre la gente y, como padres comunes de bolsas
desamparadas, si hallaban alguna huérfana la recogían con tanta caridad que
la hospedaban en su mismo pecho [Salas Barbadillo, Hija, I, 89]
c. […] limpiélo muy bien y, por ver que proseguían las corrientes, entré en mi
aposento y saqué un gran puñado de telarañas, y muy al descuido fui tapando
las pequeñas cretas hechas en aquel rostro de peñasco [Estebanillo, I, 127-128]
d. Y ya que una cosa llama a otra, díganos usté por vida suya, y así tenga Dios
en descanso el ánima de su señora madre (conocíla mucho, y era una
mujer..., ¡válame Dios, qué mujer era!), díganos usté qué cosa es modestia
de la voz. Porque ansí, al descuido, con cuidado se dejó usté caer este voca-
bro, y yo no entiendo bien lo que sanefica [Isla, FGerun, 659-60]

Más reciente es la locución por descuido ‘por casualidad’ (32a), que el DRAE
s.v. 2001 no registra, pero sí aparece en el DEA, que la marca como coloquial.

(32) a. No quería ver a ningún conocido, lógico. Pero, por desgracia (no por azar,
sino por desgracia, por descuido, ya que debía haber pasado aquellos dos
días en alguna parte de Montevideo en que no hubiera la menor posibilidad
de ver gente conocida), en el café Tupi-Nambá advirtieron mi presencia
Bayce y una muchacha rubia, pintora, que también había conocido en Mon-
tevideo en otro tiempo [Sábato, Héroes, 257] (CORDE)

36 El significado de cuidado ‘solicitud, preocupación’ está ya presente en el Cid (v. 2975).

Nebrija recoge el sustantivo descuido, pero no la locución, que sí figura ya en DAut s.v. des-
cuido: “Modo adverbial, con que se dà á entender que alguna cosa se hace ó se dice como des-
cuidandose voluntariamente y de intento”. Esta locución figura sin marca alguna en el DRAE
2001 s.v. descuido, pero debería ser portadora de ella (no figura en el DEA).
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 141

7. El adverbio fortuitamente

Este adverbio en -mente se ha formado sobre el adjetivo culto fortuito ‘casual,


inesperado’ (< FORTUĪ TUS, emparentado con FORS, -TIS ‘suerte’), que se introdujo
en el siglo XV (33a-b), centuria en la cual su uso se restringía casi exclusivamen-
te a modificador del nombre caso. Más tardía es la primera documentación de
fortuitamente, adverbio que no registro antes de 1599 (33c) y que, dicho sea de
paso, se prodiga muy poco en los textos (solo encuentro 18 ejemplos en CORDE
y 40 en CREA).

(33) a. τ eso mismo que se temia que seles podría perder por robo o agua o por otro
qual quier caso fortuito [DLE 1449, n.º 246, Segovia]
b. Los paganos llamauan fortuna a todo lo que por caso fortuito acaesçia sin
alguna euidente causa: & qual quier cosa que enla vida delos ombres seguia
variedad contraria [APalencia s.v. fortuna]
c. pero la fortuna buena viene fortuitamente a buenos y a malos, sin preceder
algún examen de merecimiento, y por esto se llama fortuna [Huerta, Traduc-
ción de los libros de Historia natural de los animales de Plinio, 92r]
(CORDE)

8. La locución de recudida

En el siglo XVI surge la locución de recudida ‘de rebote’ > ‘por casualidad’, for-
mada sobre el sustantivo recudida, derivado a su vez de RECUTIO ‘sacudir’. Esta
locución solo se emplea en los siglos XVI y XVII (34a-c)37.

(34) a. Tomó Marialonso por la mano a su señora, y, casi por fuerza, preñados de
lágrimas los ojos, la llevó donde Loaysa estaba; y, echándoles la bendición
con una risa falsa de demonio, cerrando tras sí la puerta, los dejó encerrados,
y ella se puso a dormir en el estrado, o, por mejor decir, a esperar su conten-
to de recudida [Cervantes, Nov, Cel, 361]
b. Y desta manera se entiende causar los cielos por sus influencias, en nosotros,
buenos y sotiles o no tales entendimientos, y, por consiguiente, indirecta-

37 La registra ya DAut como locución s.v. recudida, donde hace a este sustantivo sinónimo

de resulta ‘el efecto que, como secundariamente, se sigue de alguna cosa’; la relación entre
recudida y el azar o la casualidad se observa mejor en la definición de resultar: “Vale tambien
nacer, originarse, ò venir una cosa de otra, por incidencia ò casualidad”. El DRAE 2001 s.v.
recudida aparece sin marca alguna, pese a que no se encuentra ningún ejemplo de la locución
en CREA.
142 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

mente y de recudida -como dicen- ayudan los cielos mucho a la perfección


y grados, mayor o menor, de la nobleza natural de nuestras ánimas [Las
Casas, Apol., I, 384] [CORDE]
c. Allí no mata al otro a la venida / Y mátale después de recudida [Oña, Arau-
co, 677] [CORDE]

9. Locuciones con azar, chiripa y chamba

La locución por azar ‘por casualidad’ (35a-c) es muy moderna, ya que hasta el
siglo XIX no figura en los textos. A pesar de que el sustantivo azar ‘lance desfa-
vorable en el juego de los dados’ > ‘mala suerte, desgracia’ (del árabe hispano
*azzáhr ‘dado’), se documenta en castellano desde el siglo XIII, la locución por
azar es con toda probabilidad un galicismo, acuñado sobre per hasard38. Esporá-
dicamente, la locución admite la presencia en posición prenominal de los adjeti-
vos puro y mero modificando a azar. Aunque en origen azar tenía un significado
negativo, conservado aún en portugués azar ‘(mala) suerte’, en español y gallego
azar perdió este rasgo y se hizo equivalente de ‘fortuna’, ‘casualidad’.

(35) a. Un poco al azar, pregunté:


–¿Usted es de Praga, doctor? [Borges, Brodie, 124-125]
b. Sin apenas hablar, Perico y yo nos internamos más y más en aquel laberinto
de callejones, ruinas y desperdicios, él curioseándolo todo con avidez, yo
ajeno al lamentable espectáculo que se desarrollaba a nuestro alrededor. Así
llegamos, por azar o por un móvil misterioso, a un punto que me resultó
extrañamente familiar [Mendoza, Savolta, 295]
c. Porque, según averigüé por azar y, después de algunos trámites inusitada-
mente ágiles, pude comprobar sentado en un cubículo del archivo de la Fil-

38 “No obstante su orígen comun, este vocablo y el hasard frances difieren grandemente

en su significación. Y así, lo que entre franceses y galiparlistas es ‘golpe de azar’, entre nos-
otros se dice golpe de fortuna, acaso, logro casual: en estilo familiar chiripa: en el juego bam-
barria […] ‘Por azar’ es Por acaso, Por ventura, Por fortuna, Por casualidad, sin pensar
[…] Hasard se puede traducir, según los casos, por SUERTE, ACASO, LANCE, RIESGO y otras
voces, menos por AZAR, que solo significa en castellano desgracia impensada” (DG s.v. azar).
En francés hasard se emplea como adverbio equivalente a ‘por casualidad’ desde el siglo XVI
(TLF s.v. hasard). No obstante, el DCECH s.v. azar cita la existencia de un ejemplo del sus-
tantivo azar ‘casualidad, caso fortuito’ en Lope de Vega, pero, como digo, por azar no se
documenta hasta el siglo XIX y, como afirma el DCECH, esta la acepción del sustantivo azar
‘casualidad’ no es frecuente hasta el siglo XVIII. En el DRAE 2001 s.v. azar no figura por azar
como locución, pero sí lo hace en el DEA s.v. azar. Sobre la etimología de azar véase DAAL
s.v. atzar.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 143

moteca de Cataluña […] Sánchez Mazas también contó ante una cámara la
historia de su fusilamiento [Cercas, SoSal, 42]

En el siglo XIX surge una nueva locución no intencional sinónima de por


casualidad pero, a diferencia de esta, de carácter coloquial: por chiripa (36a-c).
El sustantivo chiripa se relaciona con el juego de billar y, según el DRAE de
1832, primer diccionario académico que recoge esta voz, significa “En el juego
de billar, la suerte favorable que se gana por casualidad”; y de ahí chiripa pasó a
considerarse sinónimo de casualidad39. Desde el siglo XIX la locución admite la
presencia en posición prenominal de los adjetivos mero y puro modificando a
chiripa (36c) y, desde mediados del siglo XX, la locución puede alternar las pre-
posiciones por o de, si bien esta última es menos frecuente40. El sentido original
de la locución, ‘casualidad favorable’, se ha ido desgastando progresivamente,
hasta el punto de que en algunos ejemplos de la lengua actual se ha perdido por
completo (DCECH s.v. chiripa).

(36) a. […] consideré cuán inconveniente y deshonroso era que se ocupase en tan
bajos menesteres un joven destinado a ser, dentro de algún tiempo, generalí-
simo de los ejércitos de mar y tierra, gran almirante, ministro, y quién sabe si
rey de algún reinito chico que le caería por chiripa en los repartos europeos
[Galdós, Carlos IV, 225]
b. Luisa habla de los exámenes: Rogelio Cano ha aprobado por chiripa [Aub,
Valverde, 347]
c. Me hice terapeuta aficionado por pura chiripa [EslGal, Homo, 11]

En la lengua coloquial actual existen algunas locuciones de muy reciente cre-


ación que son sinónimas a de chiripa: {de ~ por} potra, {de ~ por} voleo y {de ~

39 La etimología de esta voz, común al español, portugués y catalán, es desconocida y no

resulta fácil proponer una hipótesis segura. El DCECH s.v. chiripa sugiere el francés charippe
‘carroña’ (quizá a través del cruce de charogne con el alemán gerippe ‘costillar, esqueleto’),
forma dialectal francoprovenzal que en el lenguaje de los jugadores adquiriría, por sentido
figurado, el significado de ‘crápula, mala persona’, acepción que también ha desarrollado el
francés charogne (TLF s.v. charogne y s.v. carogne). La trayectoria posible del cambio sería,
entonces, ‘crápula’ > ‘persona que gana haciendo trampas’ > ‘persona con suerte’. Un cambio
semántico meliorativo similar se ha producido en el español cabrón ‘cornudo’ > ‘mala perso-
na’ > ‘persona con suerte’ (¡qué cabrón! Ha ganado la lotería). El DRAE s.v. cabrón no regis-
tra esta acepción meliorativa, pero sí acoge la acepción ‘experimentado y astuto’, propia de
Cuba. Otros etimólogos han apuntado al quechua čirípak ‘para el frío’ > chiripá ‘especie de
falda que llevan el gaucho y el indio’, vocablo rioplatense, pero como se apunta en el DCECH,
esta etimología resulta problemática por diversas razones.
40 El DRAE no registra ninguna de estas dos locuciones, y tampoco lo hace el DEA.
144 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

por} chamba, de coña; dado que no las he documentado en el corpus, no les con-
cederé mayor espacio41.

10. Conclusiones

En este capítulo he presentado la trayectoria diacrónica de los adverbios y


locuciones adverbiales que el español ha conocido a lo largo de la historia desde
una perspectiva relacional. Las conclusiones que pueden establecerse a partir del
análisis de los datos pueden agruparse en dos apartados:

10.1. IDENTIFICACIÓN DEL PARADIGMA Y SUS CAMBIOS

En primer lugar, se ha fijado el paradigma de estos adverbios, tarea necesaria por


cuanto se desconocía el inventario de estas unidades, dispersas en diccionarios y
gramáticas, a la par que se ha trazado un panorama global de su evolución con-
junta.
Una constante en la historia de los adverbios de voluntad no intencional ha
sido la renovación de los miembros que integran el paradigma. Muchos de estos
acabaron desapareciendo, fueron sustituidos total o parcialmente por otros o
experimentaron una restructuración de su espacio variacional, subiendo o bajan-
do de registro en la escala sociolingüística y, por último, sufriendo importantes
cambios en su frecuencia de uso.
En líneas generales pueden identificarse dos grandes puntos de inflexión en la
cronología de estos cambios, que coinciden grosso modo con dos de los periodos
más activos de cambio en la historia del léxico español: la transición del español
medieval al clásico en torno al siglo XV y el tránsito del español áureo al contem-
poráneo a lo largo del siglo XVIII (Dworkin 2012). El siglo XV marca una frontera
clara en la diacronía de los adverbios de voluntad no intencional, ya que al tiempo
que se producía la pérdida o retroceso de los adverbios medievales (por aventura,
por ocasión) se introdujeron otros nuevos, troquelados sobre cultismos latinos
(acaso, por accidente). El siglo XV se configura así como una época de renova-

41 Las cuatro son marcadamente coloquiales y apenas se documentan en CREA o en

CORDE: de chamba solo aparece dos veces, por chamba una vez y no hay ningún caso de de
potra. Ni el DRAE 2001 ni el DEA recogen acepciones adverbiales para potra, chamba y
coña. Sobre la etimología y cronología de chamba (probablemente de chambón ‘torpe en el
juego’, del portugués antiguo chamba ‘pierna’) y potra (‘hernia’ > ‘suerte’), véase DCECH
s.v. chamba y potra.
TRAYECTORIA DIACRÓNICA DE LOS ADVERBIOS DE MANERA 145

ción léxica a partir de latinismos, lo que se tradujo en un incremento de la varia-


ción léxica, tendencia a la que los adverbios de manera no fueron ajenos.
El siglo XVIII marca otra frontera importante en la diacronía de estos adver-
bios de manera: por un lado, en español contemporáneo se resuelven algunos
fenómenos de variación entre adverbios “antiguos” y “modernos”, situación
heredada del proceso de renovación léxica tardomedieval, por otro, se produce
en esta época un nuevo fenómeno de pérdida y sustitución léxica. En el primer
supuesto, el cambio trajo como consecuencia, generalmente, el triunfo de un
adverbio “moderno” frente a su contendiente “antiguo”, que desapareció o sufrió
alteraciones en su espacio variacional: así sucedió con la contienda entre por
aventura ~ acaso ~ por casualidad. El segundo supuesto se cifra en un nuevo
proceso de desaparición de adverbios y locuciones al filo de 1700, con la pérdida
de por aventura, acaso, por caso o al descuido; así como en la integración de
otros nuevos (por casualidad, por azar, fortuitamente)42.

10.2. CANALES DE GRAMATICALIZACIÓN DE LOS ADVERBIOS DE MANERA

En segundo lugar, se han identificado tanto los principales conceptos fuente de


los que proceden todos estos adverbios –(a) FUTURO (por (a)ventura); (b) MOVI-
MIENTO (por ocasión, acaso, por caso, por acaso, por accidente, casualmente,
accidentalmente, por casualidad, por un casual); (c) SUERTE (por azar, por chiri-
pa, fortuitamente)–, como los canales de gramaticalización que han transitado
algunos de ellos hacia otras zonas de la gramática, que pueden resumirse de
acuerdo con el siguiente esquema:

ADV DE MANERA → ADV MODAL EPISTÉMICO → ADV POLARIDAD NEGATIVA

ADV DE MANERA → CONJUNCIÓN → MARCADOR

Aunque el análisis de los datos ha mostrado que los adverbios de manera no


intencionales se han mantenido, como clase adverbial, básicamente estables en

42 La historia de los adverbios no intencionales entronca así con la historia del cambio y la
pérdida léxica, estudiada a través de las categorías gramaticales; línea de investigación que
solo se ha aplicado a la historia del español de manera incipiente (Dworkin 2005, 2012, con
múltiples referencias). Dejo pendiente para futuras publicaciones el estudio de las causas de
todos estos cambios, que son múltiples, ya que en ellos entran en juego tanto factores internos
–desgaste fonético (erosión), homonimia, complejidad morfológica, polisemia (carga semánti-
ca excesiva), aislamiento morfológico y concurrencia entre variantes– como externos (presti-
gio sociolingüístico, contacto de lenguas, diferencia oral/escrito, factores dialectales).
146 JAVIER RODRÍGUEZ MOLINA

su diacronía, constituyen, empero, una importante fuente de cambio gramatical,


en el sentido de que han proporcionado la pauta para la gramaticalización de
otras palabras gramaticales, como adverbios de modalidad epistémica, adverbios
de polaridad, conjunciones y marcadores del discurso.

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LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y
LOCUCIONES ADVERBIALES DE MODALIDAD
EPISTÉMICA

MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ


Université Lyon 2 – CRTT EA 4162

1. Introducción

El presente capítulo persigue como objetivo principal esbozar un panorama


general de la evolución diacrónica del paradigma de los adverbios y locuciones
adverbiales de modalidad epistémica. Tras aportar unas breves pinceladas teóri-
cas acerca de la noción de gramaticalización, del concepto de modalidad episté-
mica y de algunos de los elementos que nos parecen esenciales para comprender
los procesos evolutivos de las unidades adverbiales, nos adentraremos en el aná-
lisis de cinco unidades léxicas: realmente, en realidad, ciertamente, por cierto y
seguramente, todas ellas vinculadas de uno u otro modo en sus orígenes, desde el
punto de vista semántico, al grado epistémico genérico de lo real, en sus diferen-
tes declinaciones: ‘realidad’, ‘certeza’, ‘seguridad’. Tendremos así la oportuni-
dad de realizar un interesante viaje en el tiempo, que nos permitirá comprobar
las progresivas modificaciones sufridas a lo largo de la historia por los adverbios
y locuciones seleccionados, modificaciones que los conducirán a su estado sin-
crónico, en ocasiones marcadamente alejado de aquel que supuso su nacimiento
lingüístico.
Nuestro estudio1, cuyos cimientos reposan en la teoría de la gramaticaliza-
ción, en las líneas defendidas, entre otros, por Traugott (1995), Brinton (1996),
Hopper y Traugott (2003 [1993]) o Company (2004), se apoyará en el análisis de
las unidades arriba mencionadas a partir de las ocurrencias presentes en el cor-
pus CDH2.
Dadas las limitaciones inherentes al tipo de aportación que presentamos, evi-
taremos detenernos en infructuosos debates acerca de los puntos más discutidos

1 El presente análisis se integra en el proyecto de investigación FFI2010-15154, denomi-

nado “Estudio diacrónico de adverbios y locuciones adverbiales para su descripción en el


Nuevo diccionario histórico de la lengua española”, dirigido por María Pilar Garcés.
2 Aportaremos posteriormente una información más detallada acerca del corpus de refe-

rencia.
158 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

de la teoría de la gramaticalización, para centrarnos, por el contrario, en la des-


cripción de aquellas nociones que, a nuestro juicio, ofrezcan interés en el marco
de la evolución de las unidades estudiadas. Nuestro fin último no será el de pro-
poner verdades absolutas y cronologías infalibles, sino más bien el de dibujar un
tapiz global, que permita vislumbrar tendencias generales de evolución, compar-
tidas por la totalidad de las unidades bajo estudio, así como rasgos peculiares de
gramaticalización propios de cada una de las mismas, pues, a pesar de la perte-
nencia a un mismo paradigma, “cada marcador tiene su propia historia” (Martín
Zorraquino 2002: 288).

2. La noción de gramaticalización: breve acercamiento general

El interés por la gramaticalización lingüística, cuyos primeros pasos suelen rela-


cionarse con Meillet (1912) –aunque las raíces parecen estar ancladas en épocas
anteriores (Garachana 1997; Estellés 2009: 16 y ss.)– ha experimentado, en los
últimos cincuenta años, una progresiva expansión, que ha derivado recientemen-
te en un productivo acercamiento a los procesos de gramaticalización ocurridos
en los ámbitos semántico y pragmático. Es en este marco donde cabe situar las
obras que sirven de base teórica al presente análisis, así como una serie de des-
cripciones particulares de algunas de las unidades que constituyen nuestro objeto
de estudio3 y que se inscriben en el interés creciente que despierta la categoría
adverbial, como categoría capaz de gramaticalizarse para integrarse en el vasto
universo de los denominados marcadores del discurso4.
Definir en pocas palabras el concepto de gramaticalización es tarea difícil, si
no imposible. Por una parte, son muchas y muy variadas las propuestas realizadas
hasta el momento; por otra, como veremos enseguida, los procesos que conducen a
la aparición de elementos discursivos se apartan a menudo de las condiciones de
gramaticalización establecidas por los trabajos clásicos. Nos contentaremos,

3 En el momento en que redactábamos estas líneas se defendía, por ejemplo, la tesis doc-
toral de Mónica González Manzano, quien, bajo la dirección de la profesora Coloma Lleal,
había dedicado su investigación, precisamente, a la gramaticalización de los marcadores epis-
témicos en español. En el presente acercamiento general haremos alusión, lógicamente, a
dicho trabajo, así como a otras tesis doctorales o monografías (Torner Castells 2007; Estellés
2009) defendidas en los últimos años en el marco del análisis general de la categoría adverbial
y/o de su gramaticalización.
4 No entraremos en consideraciones terminológicas acerca de las muy diversas denomina-

ciones que las unidades objeto de los estudios pragmáticos o discursivos han recibido hasta la
fecha (conectores, operadores, partículas discursivas, marcadores…). Aquí, y en adelante,
hablaremos de forma genérica de marcadores o marcadores del discurso.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 159

pues, en este breve acercamiento, con la siguiente cita, que nos permite acceder
al elemento definitorio esencial del proceso general de gramaticalización:

Grammaticalization refers to that part of the study of language change that is con-
cerned with such questions as how lexical items and constructions come in certain
linguistic contexts to serve grammatical functions or how grammatical items develop
new grammatical functions (Hopper y Traugott 2003: 1-2).

Hablar de gramaticalización supone aludir al necesario recorrido que condu-


ce de lo léxico a lo gramatical y/o de lo gramatical a lo más gramatical o lo nue-
vamente gramatical, si bien el establecimiento de límites precisos en el conti-
nuum léxico-gramática constituye una dificultad añadida al ya de por sí complejo
mundo de la gramaticalización.
La concepción clásica del proceso definido acompaña el movimiento léxi-
co > gramática de una serie de características de obligado cumplimiento5 (Leh-
mann 1995), características, sin embargo, no siempre presentes o claramente
ausentes en el proceso evolutivo que aquí nos interesa, a saber, aquel que da
lugar a la aparición de elementos discursivos a partir de adverbios o locuciones
adverbiales.

Si la teoría de la gramaticalización trabajó durante años con casos de evoluciones


que daban lugar típicamente a auxiliares, clíticos o formantes adverbiales, tropezó, en
el estudio de la génesis de los marcadores discursivos, con algunos rasgos que encaja-
ban en los criterios clásicos de la teoría y otros que, sin embargo, parecían contrade-
cirla (Pons Rodríguez 2010: 539).

Se justifica así el que un número importante de investigadores se haya inte-


rrogado acerca de la pertinencia de considerar la gramaticalización de los marca-
dores del discurso como una auténtica gramaticalización. En ocasiones, se ha
rechazado completamente dicha posibilidad (Lehmann 1995); otras veces, acep-
tándose la existencia de un verdadero proceso evolutivo, se ha preferido hablar
de desgramaticalización, postgramaticalización, lexicalización o pragmaticali-
zación (cf. Günthner y Mutz 2004). Finalmente, existen investigadores que con-
sideran que el surgimiento de marcadores a partir de adverbios no es sino un
“ejemplo particular de gramaticalización, entendida desde una perspectiva
amplia y abierta” (Estellés 2009: 33), perspectiva que adoptaremos en el presen-

5 No pudiendo detenernos en el análisis de dichas características, nos conformaremos con


citarlas: desemantización (en el marco de una pérdida global, que incluye también el aspecto
fónico), condensación, paradigmatización, coalescencia, obligatoriedad, fijación, unidireccio-
nalidad.
160 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

te trabajo. Así, tomaremos como punto de partida el esquema de evolución pro-


puesto por Traugott (1995), según el cual la gramaticalización adverbial se pro-
duciría de la siguiente manera:

(Unidades léxicas libres) > Adverbios verbales > Adverbios oracionales > Marcadores

En las páginas que siguen trataremos de comprobar si las unidades analizadas


responden a dicho esquema y si lo hacen de la misma manera y al mismo ritmo,
en el marco del paradigma al que pertenecen, tratando de establecer, al mismo
tiempo, el rol particular de las relaciones paradigmáticas en cada proceso evolu-
tivo particular.
Buscaremos, asimismo, determinar en qué medida el resultado del proceso de
gramaticalización adverbial o pragmaticalización sufrido por tales unidades da
lugar a la aparición de verdaderos marcadores del discurso, que respondan a las
características unánimemente admitidas como definidoras de la categoría.
En estrecha relación con ello, prestaremos especial atención al análisis de
ciertas nociones, que, presentes en la práctica totalidad de los estudios dedicados
a la gramaticalización adverbial, resultarán de gran utilidad no sólo para com-
prender la evolución de las unidades léxicas objeto de nuestro trabajo, sino tam-
bién, y sobre todo, para poder organizarlas en el continuum de la gramaticaliza-
ción. Adelantaremos en este momento algunas reflexiones sobre una de dichas
nociones, la subjetivización, en la medida en que pueden resultarnos útiles para
comprender el apartado siguiente, relativo a la modalidad epistémica.
El concepto de subjetivización encuentra su origen primero en la lingüística
estructuralista, en estrecha vinculación con la noción de enunciación, definida
por Benveniste (1980: 80) como la “mise en fonctionnement de la langue par un
acte individuel d’utilisation”. El locutor se hace presente en el acto de habla, que
se ve impregnado, de este modo, de la subjetividad de aquel. La importancia
capital del hablante será reanalizada por Traugott (1989), quien, situándola en
posición privilegiada en el marco del proceso de gramaticalización, la define
como sigue: “A pragmatic-semantic process whereby meanings become increa-
singly based in the speaker’s subjective belief state/attitude toward the proposi-
tion” (Traugott 1989: 35). La presencia efectiva del hablante en el acto de habla
favorecerá, desde esta perspectiva, el enriquecimiento de las funciones pragmáti-
cas –y la consiguiente disminución de las semánticas– de los elementos someti-
dos a subjetivización, funciones pragmáticas que se intensificarán aún más si el
proceso continúa provocando la extensión de la subjetividad a la relación esta-
blecida entre locutor e interlocutor, caso en el que la noción de subjetivización
deja paso a la de intersubjetivización: “[A]n evaluation is subjective if the issuer
presents it as being strictly his/her own responsibility; it is intersubjective if
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 161

(s)he indicates that (s)he shares it with a wider group of people, possibly inclu-
ding the hearer” (Nuyts 2005: 14)
Se establecerá, pues, una gradación entre la relación del locutor con sus pro-
pias creencias o actitudes y su relación con el interlocutor y la opinión de este
último. Enseguida volveremos sobre estas nociones.

3. La modalidad epistémica

Si arriba destacábamos la dificultad inherente a la tarea de tratar de definir en


unas líneas la noción de gramaticalización, no menos arduo resulta el intento de
hacer lo propio con respecto al concepto de modalidad6 y, concretamente, de
modalidad epistémica.
Tomada de la lógica, la noción de modalidad se aplicó a la lingüística a partir
de la dicotomía aristotélica entre el denominado dictum o contenido objetivo de
una oración y el llamado modus o intención subjetiva del hablante. Estudios
recientes establecen igualmente la necesidad de distinguir la modalidad del enun-
ciado de la modalidad de la enunciación (cf. Otaola Olano 1988), en la medida
en que la primera permite caracterizar de manera exclusiva la aparición de la
subjetividad del hablante, mientras que la segunda atañe a la existencia de facto-
res relativos a la relación que se establece entre hablante y oyente en el marco de
la comunicación.
Puesto que el hablante puede hacerse presente –tanto en el enunciado como
en la enunciación– con distintos objetivos, suele establecerse, por otra parte, una
neta distinción entre la modalidad denominada epistémica y aquella otra que
recibe la calificación de deóntica7: “Deontics have to do with will, obligation,
and permission, while epistemics have to do with knowledge and belief about
possibilities, probabilities, and so forth” (Traugott 1989: 32). Así, frente a la
modalidad deóntica, que parte de la existencia de un sistema normativo al que
debe someterse el agente de la proposición, la modalidad epistémica se define
como la expresión del grado de compromiso que el hablante asume con respecto

6 Una de las principales dificultades para definir correctamente la noción de modalidad


radica en la multiplicidad de dominios en la que puede enmarcarse (esencialmente lógico,
semiótico y lingüístico), que darán lugar a interpretaciones divergentes. En las presentes líne-
as aludiremos exclusivamente a la interpretación lingüística del concepto, no exenta tampoco
de perspectivas y tratamientos múltiples en función de áreas precisas de aplicación o de escue-
las lingüísticas de referencia teórica.
7 Siguiendo a Lyons (1977), se añade con frecuencia a la dicotomía modal planteada una

tercera modalidad, denominada alética, relativa a las nociones de contingencia y necesidad.


162 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

a la verdad de la proposición enunciada, verdad que suele declinarse en cuatro


grados: real, probable, posible e irreal.
Un último apunte nos parece necesario, en relación con la posible existencia
de otra gradación en el interior mismo de la epistemicidad. Ya Lyons (1977) esta-
blecía la necesidad de diferenciar la epistemicidad objetiva (“it-is-so”), entendi-
da como el grado de veracidad/certeza de la acción y la epistemicidad subjetiva
(“I-say-so”), expresión del grado de certeza del hablante sobre la veracidad de la
acción. Tal dicotomía, expresada de distintas maneras desde entonces8 y rechaza-
da por una parte importante de investigadores, dadas las evidentes dificultades
para determinar criterios objetivos de delimitación, puede resultar, sin embargo,
de gran interés en el marco del análisis de la gramaticalización adverbial. Por
esta razón, y combinando algunos de los elementos planteados hasta el momen-
to, proponemos una clasificación de grados epistémicos que, aunque no comple-
tamente canónica, nos ayudará a aportar explicaciones coherentes a algunas de
las transformaciones sufridas por los adverbios y locuciones analizados:

a) Epistemicidad objetiva o evidencial: expresión de la veracidad de lo


dicho, a partir de criterios científicamente comprobables, a saber, princi-
pios, leyes o fuerzas activas del mundo real. Significado conceptual veri-
condicional9.
b) Epistemicidad subjetiva: expresión del grado de certeza del hablante res-
pecto a lo dicho, a partir de sus propias convicciones o juicios personales.
Significado conceptual no vericondicional.
c) Epistemicidad intersubjetiva: expresión del grado de certeza del hablante
respecto a lo dicho, en el marco de su relación con el interlocutor. Apari-
ción de la fuerza ilocutiva y del significado procedimental, que se super-
pone a los restos del significado conceptual, conviviendo con ellos o
haciéndolos desaparecer.

8 Pueden relacionarse con este punto, por ejemplo, la distinción entre epistemicidad inter-

na y externa (cf. Fuentes Rodríguez 1991) o la gradación de los verbos epistémicos en verbos
evidenciales o de juicio (cf. Palmer 1986).
9 Más adelante se tratará en detalle la diferencia entre el significado conceptual y el signi-

ficado procedimental en relación con las condiciones de verdad. Por otra parte, aunque “en la
actualidad se sostiene que la distinción entre significado vericondicional y no vericondicional
no es fundamental” (Murillo Ornat 2010: 252), sí parece pertinente conservar la dicotomía en
el marco de análisis como el que aquí presentamos, en el que, en el seno de la modalidad epis-
témica, las condiciones de verdad de lo expresado pueden determinar un criterio importante de
evolución.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 163

4. Gramaticalización de los adverbios y locuciones adverbiales epistémicos

4.1. SELECCIÓN DE UNIDADES LÉXICAS Y METODOLOGÍA

4.1.1. Unidades estudiadas

Como señalábamos en la introducción, ante la imposibilidad de presentar en


unas cuantas páginas el paradigma completo de los adverbios y locuciones
adverbiales de modalidad epistémica, hemos optado por efectuar una selección
basada en la combinación de diversos criterios. Por una parte, nos pareció intere-
sante partir de una semántica común, anclada, en las primeras ocurrencias de las
unidades estudiadas, en la expresión de lo real (uno de los cuatro grados episté-
micos arriba indicados)10; por otra parte, consideramos oportuno jugar con dife-
rentes declinaciones de un mismo vocablo original, una de ellas en forma de
adverbio en -mente y la otra de naturaleza locucional, para comprobar si existen
o no especializaciones semánticas o semántico-pragmáticas en el seno de cada
subparadigma a partir de un mismo lexema de origen11; finalmente, la elección
se ha visto motivada asimismo por el deseo de presentar diferentes modelos de
gramaticalización, con diferentes funcionamientos y, sobre todo, diferentes
resultados, lo que nos pareció en perfecta consonancia con los objetivos iniciales
de presentación de un abanico lo más completo y clarificador posible de la evo-
lución del paradigma adverbial de la modalidad epistémica. Por todo ello, nues-
tra paleta final de unidades analizadas comprenderá cinco elementos, organiza-
dos en tres apartados: realmente/en realidad (expresión de lo real), ciertamente/
por cierto (expresión de lo certero), seguramente (expresión de lo seguro).

4.1.2. Consideraciones metodológicas

Según ha podido señalarse anteriormente, los últimos años han sido escenario de
un aumento exponencial del número de estudios lingüísticos dedicados al análi-

10 Quedan fuera de la presentación, por motivos de extensión, otras unidades igualmente


ancladas en la expresión de lo real, como verdaderamente, en verdad/de verdad/de veras, efec-
tivamente o en efecto, entre otras.
11 También en este caso, excluimos del estudio la locución correspondiente al vocablo

seguro y correlato, por tanto, del adverbio seguramente. Las locuciones que pudieron sufrir un
proceso histórico de gramaticalización (de seguro, por seguro) ofrecen una representatividad
limitada en español contemporáneo y aquellas otras que aparecen con mayor frecuencia (a
buen seguro) presentan una evolución menos rica en matices.
164 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

sis de los procesos de gramaticalización de los marcadores del discurso, lo que


ha llevado a investigadores como Ridruejo (2007) a interrogarse acerca de la
legitimidad de aplicar a los estudios históricos los principios teóricos, y sobre
todo metodológicos, utilizados por los investigadores en pragmática sincrónica.
Ciertamente, la pragmática histórica o pragmafilología se halla sometida a las
limitaciones inherentes a la ausencia casi total de datos acerca de la conciencia
lingüística del hablante de épocas pasadas12, así como a los problemas asociados
a las fuentes utilizadas como herramienta de estudio, fundamentalmente los cor-
pus electrónicos, pues, si bien estos han facilitado de manera evidente el trabajo
de los investigadores, no se hallan, en absoluto, exentos de críticas. Entre las
muchas limitaciones de los corpus empleados en investigación diacrónica cabe
destacar no sólo la dificultad de procesamiento de las cantidades ingentes de
ejemplos proporcionados y los problemas de equilibrio y representatividad tex-
tual, diastrática, diatópica y diafásica e incluso diacrónica, sino también, y sobre
todo, la excesivamente compleja y delicada tarea de delimitación entre las elec-
ciones lingüísticas de un determinado autor y las decisiones –necesariamente
subjetivas y anacrónicas– efectuadas por el editor del texto integrado en el cor-
pus de referencia13.
A pesar de dichas dificultades, la investigación diacrónica en el ámbito prag-
mático debe seguir apoyándose en las herramientas proporcionadas por la Lin-
güística de corpus, que “ofrece [a la gramaticalización] una metodología empíri-
ca que le permite investigar los cambios en progreso” (Estellés 2009: 35).
Nuestro trabajo no escapa a tal tendencia, pero, a diferencia de la mayor parte de
los estudios realizados hasta la época, basados en las ocurrencias proporcionadas
por el CORDE, corpus diacrónico de la Real Academia, se inspira en el análisis
de su “hermano menor”, el CDH (Corpus del Nuevo diccionario histórico). Si
bien puede reprocharse a este corpus su escaso número de ocurrencias14, si se
compara con el ofrecido por los bancos de datos académicos, lo cierto es que la
desventaja se transforma rápidamente en elemento positivo: más manejable, el
CDH, diseñado para la elaboración del Nuevo diccionario histórico, es fruto de

12 Excepción a esta regla son las opiniones personales aportadas por autores como Juan de

Valdés en su Diálogo de la lengua o las descripciones lexicográficas de elementos discursivos


realizadas a lo largo de la historia por parte de utilizadores de los mismos, dotados de plena
conciencia lingüística de su empleo en un momento dado, de ahí que se reclame una mayor
atención a dichos datos en los análisis diacrónicos (Martín Zorraquino 2002: 288; Pons Rodrí-
guez 2010: 528-531).
13 Para una información más detallada acerca de los problemas y dificultades del uso de

corpus electrónicos en la investigación en pragmática histórica, puede verse Estellés (2009: 37


y ss.), Pons Rodríguez (2010: 528 y ss.) o González Manzano (2013: 69 y ss.).
14 El CDH cuenta actualmente con cincuenta y tres millones de ocurrencias.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 165

un trabajo consciente y cuidado, por lo que, a pesar de los problemas todavía


existentes15, presenta el suficiente equilibrio como para que los datos obtenidos
de su análisis puedan conducir a conclusiones relativamente fiables. Nuestra
investigación tomará como base, pues, las ocurrencias de este corpus, una vez
establecido un filtro diatópico, pues sólo las variantes peninsulares han sido con-
sideradas para el presente estudio.

4.2. UN PAR DE REFLEXIONES GENERALES ACERCA DE LA GRAMATICALIZACIÓN DE


ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES

Las líneas que se presentan a continuación buscan introducir algunos de los ele-
mentos de análisis que se utilizarán posteriormente para describir la evolución de
las unidades estudiadas, así como dar cuenta de algunas de las dificultades –a
menudo insalvables– a las que el investigador contemporáneo se enfrenta en la
ardua labor de discriminación de los valores y usos que una determinada unidad
léxica presenta a lo largo de la historia.

4.2.1. Panorama global del cambio: adverbios intraoracionales,


supraoracionales y extraoracionales

Aunque no entraremos en consideraciones teóricas acerca de los problemas deri-


vados de la caracterización de la gramaticalización como proceso unidireccional,
sí que nos interesa detenernos por un momento en la línea evolutiva general arri-
ba recogida, según la cual existiría un hilo conductor que llevaría de los adver-
bios verbales (denominados también intraoracionales o adjuntos) a los adver-
bios oracionales (conocidos igualmente como supraoracionales o disjuntos) y de
estos a los adverbios extraoracionales (llamados asimismo conjuntos o, simple-
mente, integrados en la denominación global de marcadores del discurso). Entre
uno y otro extremo de la escala, se aprecia un aumento progresivo del alcance:
así, el adverbio intraoracional presenta un alcance extremadamente reducido,
que se resume a su valor modal con respecto generalmente –aunque no exclusi-
vamente– al verbo, al que modifica con función de circunstante; el adverbio
supraoracional, por su parte, ofrece un alcance mayor, que abarca la totalidad de

15
Siguen existiendo, todavía, ciertos desequilibrios de orden textual y diatópico, así como
determinados problemas de orden gráfico, por lo que se prevé una etapa de “refinamiento y
normalización en el plano gráfico y textual” (Pascual Rodríguez y Domínguez 2009: 81).
166 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

una proposición dada; el adverbio extraoracional, finalmente, muestra un alcan-


ce discursivo, de dimensiones netamente más importantes.
Interesa, en el ámbito de la gramaticalización, comprobar, por una parte, si la
evolución de las unidades estudiadas se ha realizado siguiendo esta línea, con
criterios cronológicos, más o menos definidos. Por otra parte, es imprescindible
tratar de determinar cómo se produce el paso de una etapa a otra (si ha habido
evolución cronológica) o, en todo caso, cuáles son las diferencias existentes
entre los distintos valores adverbiales. Ello nos llevará a plantear una de las más
importantes dificultades a las que se enfrenta el estudio de la gramaticalización
adverbial: la compleja delimitación de los diferentes valores adverbiales.
Con respecto al primero de los aspectos, veremos a lo largo de la presenta-
ción que no siempre se respeta un esquema cronológicamente definido y que,
por el contrario, con más frecuencia de lo esperable, los distintos valores adver-
biales conviven desde épocas tempranas, lo que puede explicarse, siguiendo a
Pons Rodríguez (2010: 553),

porque el cambio se precipita de forma catastrófica en unas pocas décadas hacia sen-
tidos propios de un marcador discursivo, o por una cuestión puramente técnica:
muchos de esos cambios se fraguan en la conversación, en la interacción dialógica se
van cargando de contenidos subjetivos y tardan por ello en llegar a registrarse en la
lengua literaria y documental.

En lo que atañe a los elementos que permiten diferenciar un valor de otro, la


subjetividad del hablante arriba explicada juega un papel esencial. De este modo,
la subjetividad nula o baja del adverbio intraoracional se transformará en una
presencia consciente y voluntaria del hablante en el seno del adverbio supraora-
cional, presencia que no hará sino acrecentarse en el adverbio extraoracional,
para dar lugar a lo que antes hemos denominado intersubjetividad: una subjetivi-
dad cargada de fuerza ilocutiva en el marco de la comunicación.

Adv. intraoracional Adv. supraoracional Adv. extraoracional

Subjetividad nula o baja16 Subjetividad alta Intersubjetividad

16 Tendremos más adelante la ocasión de ver en qué medida es posible, en el uso intraora-

cional del adverbio, hablar de la aparición de una incipiente subjetividad. Discutiremos enton-
ces la noción de contexto puente, que, tomada de Heine (2002), es defendida a ultranza por
estudios como el de González Manzano (2013), opción que nos parece imprescindible ma-
tizar.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 167

Ahora bien, si sobre el papel la diferenciación de los tres valores parece senci-
lla, el análisis de cualquier corpus muestra que la delimitación en contextos reales
de uso presenta múltiples dificultades de compleja resolución, pues “carecemos
de indicios formales inequívocos de cómo transcurre el cambio” (Pons Rodríguez
2010: 553). En lo que atañe a los adverbios en -mente, muchas son las páginas
que se han dedicado a listar los criterios formales semántico-sintácticos que per-
miten establecer fronteras nítidas entre los usos verbal y oracional: el alcance de
la negación y de la interrogación, las restricciones relacionadas con la Aktionsart
verbal, la frecuencia de uso o la posición sintáctica del adverbio en o con respecto
a la oración17. Si algunos de estos criterios parecen efectivos en los ejemplos ad
hoc propuestos en los estudios especializados, su efectividad parece diluirse cuan-
do nos enfrentamos a los textos reales –y, con mayor razón, a los textos diacróni-
cos– tomados de los corpus de referencia. Especialmente problemáticos resultan
los criterios de frecuencia y posición sintáctica. Así, por ejemplo, a pesar de la
defensa que determinados autores han hecho del valor de ésta última como ele-
mento discriminador del alcance de una unidad adverbial (Traugott y Dasher
2002: 9), a menudo, más que como un criterio definitivo, debe ser considerada
como una tendencia, dado el importante número de contraejemplos existentes
(Torner Castells 2007: 43). Y si las dificultades son grandes en la delimitación
entre los usos intra y supraoracional, mayores son todavía los problemas a los que
nos enfrentamos a la hora de establecer diferencias efectivas entre los valores
supra y extraoracional. De este modo, como podremos comprobar, existe todo un
panel de ocurrencias ambiguas, cuya interpretación semántica reposa, en último
término, en la conciencia lingüística del investigador, a menudo falseada, según
hemos tenido ocasión de señalar, entre otras cosas por su visión moderna del
texto, así como por las decisiones editoriales de la obra tomada como referencia.

4.2.2. El resultado del proceso de gramaticalización: acerca de la noción de


marcador

Otro de los asuntos controvertidos en el ámbito del análisis de la gramaticaliza-


ción de adverbios y locuciones adverbiales, y en estrecha relación con lo que se
ha comentado en el apartado anterior, es el relativo al resultado de dicho proceso.
¿Conduce la evolución histórica de los adverbios a la transformación necesaria

17 Puede ampliarse la información acerca de estos criterios en Rodríguez Ramalle (1999:


144-145; 2003: 49-50) o en el amplio resumen ofrecido por Torner Castells (2007: 36 y ss.).
Posteriormente volveremos sobre el criterio de la combinatoria adverbial con determinado
tipo de verbos.
168 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

de los mismos en marcadores del discurso? Partamos de una de las definiciones


clásicas de la categoría de los marcadores:

Unidades lingüísticas invariables, no ejercen una función sintáctica en el marco


de la predicación oracional –son, pues, elementos marginales– y poseen un contenido
coincidente en el discurso: el de guiar, de acuerdo con distintas propiedades morfo-
sintácticas, semánticas y pragmáticas, las inferencias que se realizan en la comunica-
ción (Portolés y Martín Zorraquino 1999: 4057).

Si nos basamos en los elementos morfológicos (invariabilidad) y sintácticos


(marginalidad) destacados por la definición dada, así como en la completa lista
de rasgos sintácticos que autorizados estudios recientes relacionan con este tipo
de unidades (movilidad sintáctica, marcas de entonación, imposibilidad de com-
plementación, imposibilidad de coordinación, imposibilidad de negación, impo-
sibilidad de focalización)18, deberíamos concluir que, en su estadio supraoracio-
nal, los adverbios y locuciones presentan ya los rasgos típicos de los marcadores.
Ahora bien, si nos detenemos en el ámbito semántico, la cuestión pierde niti-
dez. La función semántica del marcador sería, según la definición arriba recogi-
da, la de “guiar las inferencias de la comunicación”, lo que entra en consonancia
con definiciones del proceso de gramaticalización como la propuesta por Escan-
dell Vidal y Leonetti (2004: 1733): “La gramaticalización es el paso de un conte-
nido conceptual a otro procedimental, más abstracto y más ligado a los datos
contextuales para su interpretación”. La cuestión se relaciona directamente con
uno de los rasgos típicamente vinculados a los procesos de gramaticalización, a
saber, la desemantización, asunto igualmente complejo en lo que respecta a las
evoluciones que aquí nos interesan, para cuyo análisis conviene partir de nocio-
nes como la de blanqueamiento (bleaching) (Bybee 2003). En contadas ocasio-
nes, como veremos, nuestros adverbios se desvincularán efectivamente de su
significado conceptual –significado etimológico– para ser portadores, en su
lugar, de un significado puro de procesamiento, es decir, para servir de guía infe-
rencial al interlocutor. En la mayor parte de los casos, por el contrario, nuestras
unidades no llegan a desvincularse totalmente de su significado original, sino
que adquieren un significado procedimental que convive en mayor o menor
grado con aquél, ya que “las funciones pragmáticas que adquieren estos marca-
dores están estrechamente vinculadas al significado conceptual originario de los
componentes de estos elementos” (Garcés 2008: 207).

18 Para una información más detallada acerca de las características sintácticas de los mar-
cadores discursivos pueden verse, entre otros, Portolés y Martín Zorraquino (1999) o Llamas
Saíz (2010).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 169

Retomando a la luz de este dato el hilo de nuestra reflexión, cabe preguntarse


si los adverbios supraoracionales –que parecían poder incluirse, morfológica y
sintácticamente hablando, en la categoría de marcadores– responden a una
semántica en mayor o menor medida procedimental, que permita su adscripción
a la categoría de unidades discursivas. Creemos que no, puesto que no es sino en
la etapa de plena intersubjetividad cuando los adverbios y locuciones adquieren
la capacidad de aportar información inferencial, de realizar una función marca-
damente discursiva, sin perder necesariamente por ello parte de su semántica eti-
mológica –lo que explicará, como veremos, su especialización en el marco de
dichas funciones–. Así pues, proponemos completar el cuadro arriba propuesto
del modo que sigue:

Adv. intraoracional Adv. supraoracional Adv. extraoracional

Subjetividad nula o baja Subjetividad alta Intersubjetividad

Significado conceptual Significado conceptual Significado procedimental/


(significado conceptual)

Adverbio Pre-marcador Marcador

En su etapa como elemento supraoracional, el adverbio empieza, pues, a car-


garse de los rasgos que serán necesarios y determinantes para su funcionamiento
en el discurso, lo que no significa, sin embargo, que en ese estadio pueda ser
considerado, desde la perspectiva semántica y pragmática, como un verdadero
marcador, razón por la que hemos decidido denominarlo pre-marcador.
Una vez más, no obstante, la meridiana claridad con que, desde el punto de
vista teórico, podemos delimitar las fronteras entre unos y otros valores semánti-
cos de las unidades estudiadas entra en franca contradicción con la dificultad real
de establecer límites precisos, pues carecemos de criterios fiables que nos permi-
tan determinar si, en una proposición dada, el hablante/escritor pretende, al ser-
virse de una unidad léxica, aportar únicamente su punto de vista (pre-marcador)
o si, por el contrario, enlazando con el contexto precedente, utiliza consciente-
mente tal unidad con el objetivo de reforzar o rechazar un argumento dado (mar-
cador). De nuevo, es la necesariamente limitada conciencia lingüística del inves-
tigador contemporáneo la encargada de decidir si un adverbio sobrepasa o no los
límites de la simple subjetividad para adentrarse en el terreno de la intersubjeti-
vidad, como señala acertadamente Estellés (2009: 53) cuando, sobre la ¿locu-
ción/marcador? por cierto, comenta:
170 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

Los valores de por cierto como adverbio oracional y como marcador del discurso
no pueden establecerse a partir de criterios formales. En lugar de ello, la diferencia
entre ambos [puede justificarse] con argumentos semánticos: la parte introducida
mediante PC parece reforzar19 el discurso previo, esto es, se relaciona con él.

Desgraciadamente, solo nuestra propia subjetividad nos permitirá determinar


si el adverbio o locución parece o no reforzar/rechazar el discurso previo.
Por todas estas razones, somos relativamente pesimistas, como indicábamos
en la introducción, ante la idea de poder exponer cronologías absolutamente
exactas e irrefutables, ya que éstas podrían ser fácilmente rebatidas por todo
hablante nativo que interpretara de modo distinto al nuestro las ocurrencias ana-
lizadas. Nosotros mismos, de hecho, discrepamos a menudo de las clasificacio-
nes establecidas por González Manzano (2013) en el ámbito concreto de la epis-
temicidad que aquí nos ocupa20. Ello no significa, sin embargo, que debamos
renunciar al intento de mostrar a grandes rasgos cómo se ha producido la evolu-
ción de las unidades que nos interesan, análisis que iniciamos a continuación.

4.3. REALMENTE/EN REALIDAD

4.3.1. Realmente

Se documenta por primera vez esta forma adverbial, según los corpus disponi-
bles, en la segunda mitad del siglo XIV, aunque su aparición en esta centuria
resulta más que esporádica (CDH documenta una sola ocurrencia, mientras que
CORDE se limita a tres). De modo continuado, realmente se emplea, pues, en

19 En cursiva en el original.
20 Sirvan como botón de muestra un par de ejemplos: para González Manzano (2013: 83)
en “sé ciertamente que vos no soys amado” (su ejemplo 17), el adverbio, ya oracional, habría
sufrido un blanqueo semántico que impediría la posibilidad de parafrasearlo por el circunstan-
cial de manera cierta/certera, afirmación que no compartimos, en la medida en que, como
veremos, esta forma adverbial tiende a combinarse desde sus orígenes con verbos epistémicos,
con respecto a los cuales conserva, creemos, su estadio inicial de adverbio verbal. Del mismo
modo, en su ejemplo 87 (“y ansí protestó por la deidad angélica que en esta xornada me acom-
pañó de no te contar cosa que salga de lo que realmente vi y mi guía me mostró”), la autora
considera que “realmente no aporta una complementación modal al verbo a la oración, sino
que realza la fuerza ilocutiva de la afirmación” (p. 111), opinión con la que no nos mostramos
de acuerdo, pareciéndonos que la combinación del adverbio con el verbo ver no puede sino
transmitir una información evidencial, incompatible, a nuestro juicio, con todo valor discursi-
vo de la unidad analizada.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 171

castellano a partir del siglo XV, aparición tardía que se ha explicado (González
Manzano 2013: 84) por la naturaleza culta de esta unidad, que la contrapone a
las que analizaremos en los apartados siguientes.
Realmente se emplea en sus orígenes como adverbio intraoracional con fun-
ción circunstancial. En este ámbito, ofrece desde las primeras ocurrencias un sig-
nificado de localización real o metafórica en el espacio, que favorece la multipli-
cación de estructuras bipartitas de contraposición, en las que algo acontecido de
verdad (y, por tanto, demostrable) se opone a elementos derivados de mundos
ajenos al real (el sueño, la fábula, la imaginación…):

(1) Los que les passa por la voluntad que esto fuese en reuelaçion e non realmente,
fazeles esto dezir las siguientes ogepçiones… (Mosé Arragel de Guadalfajara,
Traducción y glosas de la Biblia de Alba,1422, CDH)21.
(2) Ansí como Venus fue fija de Júpiter realmente, es fija la voluntad del entendi-
miento moralmente (Enrique de Villena, Traducción y glosas de la Eneida.
Libros I-III, 1427, CDH).
(3) Si por ventura digas que esta vision fue imaginaria & non fue cosa alguna real-
mente por los ojos de san Johan vista, podria alguno dezir que aquella vision
non fue del todo imaginaria (El Tostado, Libro de las paradojas, 1437, CDH).

El significado vehiculado por la forma adverbial es claramente evidencial y


da cuenta de elementos que podemos calificar como vericondicionales: “real-
mente designa, generalmente, que una acción verbal determinada ha sido llevada
a cabo materialmente, de forma tangible” (González Manzano 2013: 84). Dicho
valor semántico puede integrarse en estructuras sin oposición explícita, a menu-
do favorecido por el empleo de elementos léxicos que insisten en la evidenciali-
dad, como el adverbio modal así:

(4) […] de la cual ovo cincuenta fijas, como dize el texto. E afirman los istoriales
que fue ansí realmente (Enrique de Villena, Traducción y glosas de la Eneida.
Libros I-III, 1427, CDH).

Con este valor, el adverbio tiende a combinarse, fundamentalmente con ver-


bos télicos (recibir), de acontecimiento (pasar), de localización espacial
(ser/estar), de identificación (ser) o de percepción física (ver), semánticamente
compatibles con el mismo.

21 Aquí, y en adelante, mantendremos la ortografía de las ediciones presentes en los cor-

pus de referencia.
172 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

El significado original evidencial –etimológico– del adverbio se mantendrá


vivo en el uso intraoracional de la forma hasta la actualidad22, pudiéndose docu-
mentar ejemplos en todas las épocas, tanto en su empleo independiente, como en
el marco de una dicotomía explícita23:

(5) Yo busqué realmente durante mucho tiempo un cuadro que bastase a dar consis-
tencia a mi decorado, que todo lo volviese a la realidad, y encontré, por verdade-
ra casualidad, éste (Ramón Gómez de la Serna, Automoribundia, 1948, CDH).
(6) El lindo elogio de Gide no es del todo certero, porque el español suele distinguir
muy bien entre espera y esperanza; pero es lo cierto que, poética y realmente,
toda Sala de espera, Salle d’Attente, es siempre de algún modo Sala de Esperan-
za, Salle d’Espoir” (Pedro Laín Entralgo, La espera y la esperanza. Historia y
teoría del esperar humano, 1957, CDH).

El siglo XVI marcará, a nuestro juicio, el momento de inflexión en la historia


de la unidad estudiada, pues es a lo largo de dicha centuria cuando comienzan a
documentarse usos que parecen alejarse del analizado hasta aquí, a raíz de la
integración de la subjetividad del hablante; realmente pasará a albergar usos
intraoracionales no evidenciales de subjetividad baja, empleos supraoracionales
plenamente subjetivos y valores extraoracionales intersubjetivos, que manten-
drán su vitalidad hasta la época actual. Resulta difícil, no obstante, establecer
una cronología en etapas sucesivas, pues los nuevos valores (ya sean ambiguos,
puramente oracionales o marcadamente discursivos) parecen surgir a la vez para
inmediatamente coexistir, de manera que un mismo autor, en una misma obra,
puede servirse de un mismo adverbio con muy diversos objetivos, que van de la
pura evidencialidad a la franca argumentación:

(7) Así que aquella virtud contraria a la afetación, la cual por agora nosotros la lla-
maremos desprecio, […] no sólo descubre luego el saber de quien la hace, mas

22 La ocurrencia siguiente nos parece clarificadora al respecto –a pesar de la clara ambi-


güedad entre el uso intraoracional y el supraoracional– por la insistencia en el carácter eviden-
cial del adverbio a partir del recurso al verbo conocer: “El retrato de Espina trastorna la cabe-
za a las señoras que lo ven. Realmente (lo conozco) es (aunque algo cromito, cromito siempre)
de una etereidad, de una magia seductora” (Emilia Pardo Bazán, La quimera, 1905, CDH).
Lamentamos disentir una vez más de la cronología propuesta al respecto por González Man-
zano (2013: 84), quien considera que solo es posible “rastrear el significado etimológico hasta
prácticamente el siglo XVIII”.
23 Es, quizá, posible señalar la existencia de un ligero repunte de ocurrencias de realmen-

te en el marco de dicotomías explícitas a lo largo del siglo XIX; sin embargo, como veremos,
será la forma en realidad la que destaque de manera particular en este sentido.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 173

aun hartas veces parece mucho más de lo que es realmente (Juan Boscán, tra-
ducción de El Cortesano de Baltasar de Castiglione, 1534, CDH).
(8) Hacen asimismo en la guerra ser los hombres sin miedo, y realmente yo tengo
por imposible que en corazón de un hombre donde una vez haya entrado amor
pueda jamás entrar vileza (Juan Boscán, traducción de El Cortesano de Baltasar
de Castiglione, 1534, CDH24).
(9) En fin reprehenden infinitas cosas, muchas de las cuales merecen por cierto
reprehensión, porque realmente no se puede negar que entre nosotros no haya
muchos bellacos y malos hombres y que estos nuestros tiempos no sean harto
más llenos de vicios y maldades que aquellos suyos (Juan Boscán, traducción de
El Cortesano de Baltasar de Castiglione, 1534, CDH).

Ahora bien, ¿cómo se produce el paso de la expresión de lo físicamente


demostrable a la presentación de juicios y valores subjetivos? Parece posible
defender la hipótesis de un desplazamiento metafórico desde la realidad eviden-
cial hacia la realidad cognitiva, a la manera en que este se produce en la transfor-
mación de los verbos modales radicales en verbos modales epistémicos:

Las nociones básicas que constituyen el significado de los modales, que nos
hablan de fuerzas, obligaciones y barreras en el mundo físico y real se transfieren
metafóricamente a otros niveles más abstractos, como el de los razonamientos o cre-
encias de los hablantes (Elvira 2006: 643).

Así, constituyendo la modalidad epistémica la “última etapa de una evolu-


ción que arranca en valores no epistémicos del modal” (Elvira 2006: 642), la
metáfora permitiría cruzar de uno a otro ámbito, recorrido bastante sencillo,
siendo porosa y fina la barrera que los separa:

(10) No había visto en mi vida un farol, pero esta noche he comprendido realmente
lo que es un farol: lo he visto (Ramón Gómez de la Serna, Automoribundia,
1948, CDH).

La adición de la nueva dimensión, con la aparición inherente de la subjetivi-


dad, se manifestará en un primer momento en el ámbito intraoracional, lo que
permitirá el surgimiento de nuevas combinaciones de verbo y adverbio; de este
modo, verbos epistémicos y de habla se integrarán en las posibilidades combina-

24
Estudio aparte merecería, pues sobrepasa los límites de la presente contribución, estu-
diar el papel esencial que Juan Boscán parece haber tenido para la introducción y difusión de
los nuevos valores, quizá en relación con el ámbito de la traducción.
174 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

torias de realmente25 (saber realmente, decir realmente). Y de esta subjetividad


inicial con verbo epistémico (especialmente cuando el adverbio gana en movili-
dad sintáctica26) a la plena subjetividad oracional (con alcance proposicional y
ya no exclusivamente verbal), la distancia es mínima y la evolución, relativa-
mente natural:

Sé realmente que su Realmente, su opinión es


opinión es falsa falsa
Realmente sé que su
Adverbio intraoracional opinión es falsa Adverbio supraoracional
(subjetividad mínima): (subjetividad plena):
‘sé con certeza que…’ ‘en mi opinión…’

(11) Quedé perplexo viendo seguirse assí, una tras de otra, tantas desgracias; real-
mente que27, si dezirse puede en alguna manera, creý que todo el pueblo estava
conjurado y lleno de demonios (Gonzalo de Céspedes y Meneses, Varia fortuna
del soldado Píndaro,1626, CDH).
(12) …permitieron los cielos que nos viéssemos libres de un tan grande peligro, y
realmente que él fue uno de los mayores que yo tuve en mi vida (Gonzalo de
Céspedes y Meneses, Varia fortuna del soldado Píndaro,1626, CDH).

25 Solo en este sentido –y solo dentro del análisis del valor intraoracional del adverbio–
podríamos aceptar la explicación de la importancia de la combinatoria verbal de adverbio y
verbo epistémico como contexto puente (cf. Heine 2002), tal como argumenta González Man-
zano (2013). Ahora bien, mucho más delicado nos parece considerar que la presencia de ver-
bos epistémicos “contribuyó a la consolidación del valor [del adverbio] como marcador del
discurso» (p. 115) o que “verdaderamente y ciertamente se gramaticalizan junto a verbos epis-
témicos o verbos de habla” (p. 119). Si cierto es que la aparición de estos verbos junto a las
unidades léxicas que nos interesan presenta un claro interés para comprender su evolución, no
menos cierto es, por una parte, que su importancia no puede sino ceñirse a la etapa intraora-
cional (única en la, dependiendo el adverbio del verbo, existe combinatoria posible), y, por
otra, que no es posible generalizar, como veremos, las conclusiones obtenidas a partir del
adverbio realmente al resto de adverbios de modalidad epistémica, en los que la combinación
con verbos cognitivos no solo se da desde las primeras ocurrencias, sino que es absolutamente
mayoritaria.
26 Recordemos, no obstante, como ha sido señalado arriba, que la posición sintáctica sólo

puede ser tomada como una tendencia, no como garantía absoluta de un determinado valor
adverbial.
27 La forma realmente que alterna en el corpus con realmente, aunque su frecuencia de

aparición es netamente inferior a la de esta última.


LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 175

Finalmente, por metonimia (Traugott y Dasher 2002), gracias a la aparición de


procesos inferenciales pragmáticos que activarían elementos de la imagen esquemá-
tica de nuestro adverbio (Sweetser 1988), de los que enseguida nos ocuparemos, la
pura expresión de la valoración que el hablante hace de la proposición enunciada
devendrá elemento de argumentación, convirtiéndose así en verdadero marcador,
capaz de dirigir la interpretación de lo dicho con respecto al contexto inmediata-
mente anterior o al universo de comunicación compartido por locutor e interlocutor.
Si tenemos en cuenta que, como se ha señalado anteriormente, las funciones
pragmáticas desarrolladas por la mayor parte de los adverbios se hallan en estre-
cha relación con el significado original de los mismos, se impone una breve
reflexión acerca de la adquisición de valores discursivos por parte de realmente.
Dada la semántica del adjetivo que se halla en la base de su creación, anclado
en la esfera de lo efectivamente ocurrido y/o demostrable, se explica fácilmente
el valor de refuerzo argumentativo que suele atribuírsele. Así, el hablante utiliza
realmente en el marco de la comunicación con el objetivo de explicar o insistir
en la veracidad de un determinado hecho, lo que justifica su frecuente aparición
tras nexos de tipo aditivo (y) y explicativo (porque), que le permiten intensificar
el valor de verdad de lo afirmado y, por consiguiente, llevar al interlocutor a
inferir un aumento de la fuerza argumentativa del discurso, como puede verse en
los ejemplos (9) y (12) arriba presentados.
Ahora bien, no es esta la única inferencia pragmática que puede derivarse del
uso del adverbio estudiado, pues, en efecto, su aparición a lo largo de los siglos
en estructuras de doble polaridad, en las que la realidad se opone a la no-reali-
dad, ha permitido que desde épocas tempranas realmente haya adquirido igual-
mente la capacidad pragmática de manifestar la veracidad de lo dicho en oposi-
ción a un argumento anteriormente expresado o compartido por los participantes
en la conversación, sirviendo entonces como elemento de oposición argumental,
a menudo con valores asociados de corrección o reformulación28. En estos casos,
el adverbio va precedido con frecuencia del nexo adversativo pero:

(13) Dicen que aquélla es la perfeta hermosura, pero realmente no es sino una des-
honestidad cubierta con un no sé qué que engaña a los necios (Juan Boscán, tra-
ducción de El Cortesano de Baltasar de Castiglione, 1534, CDH).

Dedicaremos a continuación unas líneas a un uso de realmente del que aún no


nos hemos ocupado: la complementación adjetiva. Recordemos que, en el seno

28 Más adelante podremos poner en relación estos valores pragmáticos con aquellos otros
desarrollados por la locución en realidad, en el marco de un mismo subparadigma. Volvere-
mos, pues, sobre estas cuestiones.
176 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

de la oración, realmente funciona prototípicamente como circunstante del verbo,


aunque puede aparecer igualmente como complemento de participios y adjetivos
calificativos. En este uso, presenta una evolución paralela a la arriba señalada,
con dos polos semánticos bien diferenciados, relativo el primero a la expresión
de la evidencialidad y el segundo a la epistemicidad subjetiva. Hasta el siglo
XVIII la mayor parte de las ocurrencias analizadas se inscriben en la óptica de lo
físicamente demostrable29,

(14) … ofrecían a los ojos del auditorio el horrible espectáculo de muertes y quejas
verdaderas, y de sangre humana realmente vertida (Ignacio de Luzán, La Poé-
tica o reglas de la poesía en general y de sus principales especies, 1737, CDH).

valor que, sin desaparecer, compartirá espacio a partir de entonces con el aumen-
to progresivo de complementaciones surgidas de juicios personales del hablante:

(15) Pero la primera obra que tenemos, realmente digna de llamarse aritmética, se
escribió después de Eudemo y Teofrasto (Carlos Andrés, traducción de “Origen,
progresos y estado actual de toda la literatura”, de Juan Andrés, 1793, CDH).

La tipología adjetiva complementada, divergente en ambos casos, puede ser-


vir de guía semántica para identificar, sin demasiado margen de error, el signifi-
cado del adverbio. Ahora bien, en algún momento difícil de determinar con pre-
cisión, realmente adquirirá un tercer valor, ponderativo esta vez, compartido con
otros adverbios epistémicos en -mente como verdaderamente o ciertamente,
resultado de la intensificación de los semas epistémicos de certeza contenidos en
dichos adverbios, pasados por el tamiz de la valoración del hablante. El empleo
ponderativo, sin embargo, es difícilmente delimitable del puramente epistémico;
de hecho, sólo un contexto amplio y, probablemente, elementos formales como
la entonación, puedan ser en ello de utilidad:

(16) El desarrollo de la riqueza ha llegado a un punto realmente fabuloso (José Sel-


gas y Carrasco, Hechos y dichos, 1879, CDH).
(17) Refiriéndonos ya concretamente a la situación actual de la literatura de España,
diría que está viviendo un momento de crisis realmente terrible (Max Aub, La
gallina ciega, 1971, CDH).

29 Excepción hecha, curiosamente, de las primeras apariciones de realmente en contexto

de complementación adjetiva, pertenecientes a la obra de Boscán, quien, como ya hemos teni-


do ocasión de indicar, presenta una modernidad digna de estudio: “consiste principalmente en
dos cosas, la una de las cuales es escoger un fin que sea realmente bueno, hacia el cual nues-
tra intinción se enderece” (Juan Boscán, traducción de El Cortesano de Baltasar de Castiglio-
ne, 1534, CDH).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 177

Un último y somero apunte nos permitirá cerrar este brevísimo vuelo sobre la
historia de realmente, apunte relativo esta vez a la aparición del adverbio en con-
textos dialógicos. Lejos de la relativa frecuencia de aparición en este tipo de con-
textos de alguno de los adverbios que analizaremos luego (ciertamente), real-
mente no se documenta en nuestro corpus, en un marco reactivo, más que de
manera anecdótica y no antes de finales del siglo XIX. En su valor primero de
mera afirmación, apenas lo encontramos (se preferirá el uso de ciertamente), de
manera que vehicula generalmente negación, bien unido al adverbio no (ejemplo
18), bien en contextos inferenciales de oposición (ejemplo 19), aunque también
para este uso se preferirá, como comprobaremos, el empleo de otra unidad, en
realidad:

(18) –Entonces haces versos… Ya podías hacerme uno bonito.


–Realmente, no; no hago nunca versos.
(Darío Fernández-Flórez, Lola, espejo oscuro, 1950, CDH)
(19) –Pues verá usted, don Narciso –comencé un poco nerviosa, porque no me halla-
ba a mi gusto en aquel ambiente–. Quería hablarle de Rodolfo, su hijo. Pero
temo que no me recuerde.
–Realmente…
–Yo… yo era su novia cuando le conocí a usted.
(Darío Fernández-Flórez, Lola, espejo oscuro, 1950, CDH)

4.3.2. En realidad

Sorprende, a la vista del corpus CDH, el escasísimo número de ocurrencias que la


locución adverbial en realidad ofrece en los primeros siglos de la documentación
recogida por aquél, así como la repetición del esquema de aparición analizado para
realmente: una sola ocurrencia, de difícil interpretación, en el siglo XV (144930), no
surgiendo la segunda sino más de una centuria después (1583). Ante la penuria de
material apto para el estudio de nuestra locución en sus primeros pasos en castella-
no, acudimos a CORDE, corpus que corrobora la impresión obtenida, si bien ade-
lantando la fecha de la segunda documentación a 1504. En cualquier caso, el análi-
sis de los ejemplos proporcionados por ambos corpus nos permite establecer varios
elementos esenciales para describir la historia de la locución:

30 “¡O quánt pocos se fallarán oy en este miserable siglo que d’este maldito lazo sean
librados! E avnque no en realidad, a lo menos en trabajar por ello quanto pueden e en la des-
ordenada cobdiçia, que es lo peor” (Fray Álvaro de Zamora, fragmento –Fernando de la Torre,
Libro de las veynte cartas e quistiones–, 1449, CDH).
178 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

a) en realidad no comienza a utilizarse de manera atestiguada hasta el siglo


XVI (más tarde, pues, que realmente), seguramente por las razones arriba
evocadas, relacionadas con su entrada culta en la lengua.
b) Morfológicamente hablando, no presenta en sus orígenes la forma actual,
sino que aparece, en la mayor parte de las ocasiones, integrada en la
estructura semifija en realidad de (la) verdad, forma que mantendrá hasta
el siglo XVIII.
c) La frecuencia de aparición de la locución estudiada es escasa en los pri-
meros siglos, siendo el momento de inflexión el siglo XIX, en el que se
produce un aumento significativo de las ocurrencias, que no hará sino
acrecentarse de manera exponencial en el siglo XX.

TABLA I
Porcentajes de empleo de en realidad de (la) verdad y en realidad (España)
en CORDE31

XVI XVII XVIII XIX XX

Número total de ocurrencias 104 111 168 965 2394

En realidad de (la) verdad 92 98 3 13 15


88,5% 88,3% 1,8% 1,3% 0,6%

En realidad 12 13 165 952 2379


11,5% 11,7% 98,2% 98,7% 99,4%

Desde el punto de vista semántico, la locución en realidad (de –la– verdad)


ofrece, a priori, una evolución paralela a la analizada para el adverbio realmente,
en la que los distintos alcances de la unidad léxica (subrayados en los ejemplos
siguientes) se corresponden con diferentes valores semánticos, que van del circuns-
tancial evidencial al pragmático intersubjetivo, con o sin dicotomía realidad/no rea-
lidad explícita. Dada la aparición tardía de la locución, los diferentes valores se
combinan, sin etapas cronológicas sucesivas, desde los primeros textos:

(20) Yten, por quanto muestran gastos que dizen que fisieron particulares, e porque
aquellos non se pueden saber sy no por su juramento, que juren solenemente
delante de todo el consejo sy los dichos gastos se fisieron en realidad de la ver-

31 Las cifras obtenidas corresponden al número de concordancias realmente recuperado


por CORDE y disponible para el análisis, número no necesariamente coincidente con la cifra
presentada por el sistema en el momento inicial de la búsqueda.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 179

dad e antes, e primero non se resçiban en cuenta” (Anónimo, Libro de visitas


del corregidor, 1508, CORDE).
(21) La historia deste caballo Seyano escriben muy graves auctores; es a saber: Gayo
Bassiano, Julio Modesto y Aulo Gelio, en el tercero libro que hizo de las Noches
de Athenas; y alego estos auctores porque nadie piense que es fábula com-
puesta, sino que en realidad de verdad pasó como aquí contaremos la historia
(Fray Antonio de Guevara, Epístolas familiares, 1521, CORDE).
(22) en aquella ocasión tuvo mucho aparejo para ello por acertar á tener comunica-
cion con un oficial del Consejo desta Reina, que le advertia dello, á quien él
entretenia de su propia hacienda, y deste gasto y otros que hizo, como yo en
realidad de verdad he entendido, es lo que suplica (Bernardino de Mendoza,
Carta a su Majestad, 1579, CORDE).
(23) No es ya Roma en poder de los christianos la que era en tiempo de los gentiles,
porque siendo madre de todas las virtudes, la hemos tornado escuela de todos
los vicios. La auctoridad, el poderío, la grandeza y gravedad del Pontífice
Romano, aunque pese a los hereges, la admitimos, confesamos y creemos, por-
que, en realidad de verdad, es de toda la Iglesia único pastor, y en lugar de
Christo único Gobernador (Fray Antonio de Guevara, Epístolas familiares,
1521, CORDE).

Ahora bien, cabe preguntarse si la inflexión morfológica del siglo XVIII y el


aumento de frecuencia documentado en el XIX se acompañan de algún tipo de
modificación semántica. Creemos poder apuntar la hipótesis de que, sin perder
por completo los valores indicados arriba, en realidad comienza tímidamente en
el siglo XVIII y de manera más evidente en el XIX un proceso de especialización
semántica en el ámbito de la oposición, como muestra el claro repunte de ejem-
plos dicotómicos a partir de la época indicada:

(24) El cubrir promptamente la ropa de el lecho, luego que se sale de el por la maña-
na, se tiene por asseo; siendo en realidad porquería y porquería dañosa (Benito
Jerónimo Feijoo, Theatro crítico universal, I, 1726, CORDE).
(25) Cándida no bajó, aparentemente, “porque estaba cansada de ceremoniales”; en
realidad, porque no tenía vestido (Benito Pérez Galdós, La de Bringas, 1884,
CDH).
(26) Esta frase, en apariencia tan pobre, tiene en realidad un sentido literalmente
infinito (José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote, 1914, CDH).

De esta manera, si bien las dos unidades estudiadas (realmente/en realidad)


parecen poder conservar hasta hoy los dos grandes valores argumentativos deri-
vados de la activación de la imagen esquemática del significado de su base léxi-
ca (real), a saber, las funciones pragmáticas de refuerzo argumentativo y oposi-
ción argumentativa con respecto al discurso previo, es posible que, desde el siglo
180 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

XVIII, y sobre todo a partir del XIX, realmente tienda a especializarse en la fun-
ción de refuerzo, proceso que, en nuestra opinión, se encuentra todavía en desa-
rrollo, mientras que en realidad, probablemente, haga lo propio –y de manera
mucho más marcada– en el ámbito de la oposición, sirviendo, fundamentalmen-
te, como ya señalaban Corominas y Pascual (1991: 830 [1983]) para “contrapo-
ner lo real a lo supuesto anteriormente, con leve matiz adversativo”32.
Ello explicaría el hecho de que en realidad parezca permitir inferencias prag-
máticas diferentes a las que implicaría el uso de realmente en ejemplos como el
que sigue:

(27) No obstante, ya me permitirá vuesandísima que, sin mezclarme en lo directo de


esta fuente, que en realidad excede los límites de mis estudios, haga una refle-
xión acerca de ella que parece no estar fuera de mi jurisdicción (José Francisco
de Isla, Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas alias
Zotes, 1758, CORDE).

El uso de en realidad en (27), implica una suerte de disculpa por parte del
locutor, disculpa que sólo puede ser comprendida por el oyente en la medida en
que supone la aceptación mutua de una inferencia compartida en el universo
común (“para argumentar debería partir de esta fuente”), inferencia a la que el
locutor, sin embargo, se opone, disculpando así su desconocimiento de la fuente
en cuestión y su consiguiente reticencia a basarse en la misma. Nótese que el uso
de realmente conduciría la interpretación más bien hacia el ámbito del refuerzo
del argumento según el cual la alusión a la fuente en cuestión excede de verdad
los límites del hablante.
La hipótesis planteada permitiría igualmente comprender, al menos en parte,
el hecho de que sólo realmente haya desarrollado valor ponderativo (de refuer-
zo), mientras que en realidad, que complementa igualmente desde los orígenes
elementos adjetivos –aunque en muy menor grado–, se limita a ofrecer en este
ámbito un simple valor de constatación o, dadas determinadas circunstancias
contextuales, una cierta contraposición a inferencias existentes, lo que justifica
que se acompañe a menudo de conjunciones de tipo adversativo o concesivo:

32 Hasta tal punto se percibe actualmente como esencial el valor opositivo de en realidad,
que la entrada correspondiente a dicha locución en el Diccionario de partículas (Santos 2003)
no recoge sino tal valor: “Señala lo que el hablante presenta, a la vez, como real y como hecho
principal, por lo que, por un lado, suele contraponerse a aparentemente […] y a teóricamente
[…] y, por otro, aparece muy frecuentemente en la proposición relevante de una estructura
contrastiva, sea adversativa, concesiva o cuasi-concesiva”. Nótese que, por el contrario, en la
entrada realmente se ofrecen todavía ambos valores, el de refuerzo (“de verdad, efectivamen-
te”) y el de oposición (“en realidad, en la realidad, de hecho”).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 181

(28) En definitiva, a mí me pareció una película en realidad interesante, pero al no


tener el estilo lento de El padrino se me hace más vulgar (Google).

Esta perspectiva permitiría asimismo comprender las afirmaciones realizadas


anteriormente (cf. 4.3.1) acerca de la neta preferencia de uso de en realidad en
contextos dialógicos o dialógico-argumentativos de negación u oposición infe-
rencial.
Restaría por hacer un análisis detallado, que en realidad y realmente sobrepa-
sa los límites de la presente descripción, del uso contemporáneo de ambas unida-
des, en lengua oral y escrita, para comprobar, de manera científica, hasta qué
punto y en qué ámbitos se va desarrollando la especialización semántica. Sirva
como muestra no especialmente científica, pero sí lo suficientemente sugerente,
del interés de dicha investigación el resultado de una simple búsqueda en Goo-
gle33 a partir del rastreo de dos estructuras sintácticas típicamente opositivas:

TABLA II
Usos de realmente y en realidad en estructuras sintácticas típicamente opositivas

Estructura Ocurrencias

No es realmente *, sino… 33.900.000

No es en realidad *, sino… 86.600.000

Lejos de ser *, es realmente… 16.600.000

Lejos de ser *, es en realidad… 22.500.000

4.4. CIERTAMENTE/POR CIERTO

4.4.1. Ciertamente

Una vez analizadas las evoluciones de realmente y en realidad, y sentadas las


bases esenciales de lo que podríamos considerar el proceso tipo o esqueleto de
gramaticalización de los adverbios y locuciones adverbiales de modalidad epis-
témica, resaltaremos únicamente en lo que atañe al resto de unidades analizadas
aquellos elementos que merezcan comentario particular, en la medida en que
permitan comprender los aspectos intrínsecos a la evolución propia e individual
de cada forma concreta.

33 Búsqueda efectuada el día 18 de febrero de 2013.


182 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

El adverbio ciertamente aparece en castellano mucho antes que realmente; la


primera ocurrencia de nuestro corpus, data, en concreto, de 1240:

(29) Quiérente tus vassallos a traïçión matar / oy a seer el día que lo as a provar; /
fueras Dios, non es omne que te pueda prestar,/ sepas çïertamente34 non puedes
escapar (Anónimo, Libro de Alexandre, 1240-1250, CDH).

Como puede apreciarse ya desde el primer ejemplo, el uso modal de cierta-


mente difiere del que hemos presentado para realmente en el sentido de que no
aparece una etapa inicial anclada de modo exclusivo en lo que anteriormente
hemos denominado epistemicidad objetiva, como tampoco aparece, en conse-
cuencia, una sistemática estructuración dicotómica en torno a las nociones de
realidad/irrealidad. Así, si bien el adverbio que nos ocupa puede, en efecto, pre-
sentar valor evidencial,

(30) Deue el obispo amonestar a las yentes que no vayan a aquellos logares en rome-
ría fueras si fallassen y ciertamientre cuerpo o reliquias dalgún sancto o que
ouiesse y morado o fuesse y martiriado (Alfonso X, Primera Partida, 1256-
1263, CDH).
(31) Nos estauamos en cabo de la huerta en un requexo. & ueyendo la maldad & el
tuerto que esta fazie. corriemos alla. & uimos ciertamiente de tod en todo lo que
fazien (Alfonso X, General Estoria. Cuarta parte, 1280, CDH).

lo cierto es que, en la mayor parte de sus ocurrencias intraoracionales, se integra


en estructuras de subjetividad inicial, en las que modifica esencialmente a verbos
cognitivos o de lengua. No puede pasar desapercibido al investigador, por ejem-
plo, el importante número de ocasiones en que se documenta la combinatoria
sintagmática saber ciertamente en los textos del siglo XIII35. En la misma línea

34 A diferencia de realmente, que, de aparición tardía, no se halla sometido a variación

gráfica ni morfológica, ciertamente presenta un enorme grado de variación, tanto gráfica (gra-
fía correspondiente al fonema africado alveolar sordo) como morfológica (diferentes formas
sufijales). La ventaja de nuestro corpus de referencia sobre otros corpus existentes, como
CORDE, es que la lematización operada permite acceder automáticamente a todas las ocu-
rrencias del adverbio, independientemente de su representación escrita. Hemos tenido en
cuenta, pues, para nuestro análisis, todas las variantes posibles del adverbio estudiado. Sirva
este comentario para el análisis que realizaremos posteriormente del adverbio seguramente.
35 Como hemos podido mostrar en incursiones anteriores en el estudio de ciertamente

(Villar Díaz 2012, en prensa), un análisis estadístico de las ocurrencias de este adverbio en el
periodo comprendido entre 1240 y 1300 muestra que la combinación del mismo con el verbo
epistémico saber se eleva al 37,3% de los casos documentados, porcentaje que aumenta al
48,3% si consideramos únicamente la etapa comprendida entre 1240 y 1280.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 183

deben entenderse, a nuestro juicio, las relativamente frecuentes complementa-


ciones cuantitativas del adverbio, sólo explicables por la posibilidad de medir
gradualmente el nivel subjetivo de la certeza, divergente de la realidad objetiva,
no mesurable:

(32) …uiene por ellas a ssaber más ciertamente lo que non ssabría dotra guisa
(Alfonso X, Setenario, 1252-1270, CDH).
(33) ¿Quándo aprendistes vos todas estas cosas, que tan sotil & tan ciertamente me
respondéis a ellas? (Anónimo, Libro del cavallero Cifar, 1300-1305, CDH).

Se establece, pues, desde el principio, en el marco de la modalidad epistémi-


ca estudiada, una ligera línea divisoria entre semas originalmente portadores de
evidencialidad (‘realidad’) y otros que pueden integrar la expresión de una inci-
piente subjetividad (‘certeza’)36.
El siglo XIV se inicia con textos que nos aportan ya ejemplos adscribibles, con
escaso margen de error, a los usos no solo oracionales, sino también discursivos
de ciertamente, ya que, como en el caso de realmente, el desplazamiento de unos
valores a otros se efectúa de manera casi simultánea, de modo que desde fecha
temprana todas las posibilidades semánticas, sintácticas y pragmáticas conviven
en los textos conservados:

(34) Assí se cumplirá aquel dicho que dize: “Dum tempus habemus operemur bene”.
Porque, ciertamente, perder el tiempo, pérdida es irrecuperable (Anónimo,
Libro del cavallero Cifar, 1300-1305, CDH).

El hablante puede, por medio del adverbio ciertamente, expresar una valora-
ción personal acerca de un hecho que considera fehaciente, así como reforzar el
valor de verdad de la misma en el marco de la comunicación, con fines discursi-
vos. Coincidimos con González Manzano (2013: 102) en considerar que una
parte importante de las ocurrencias oracionales de la unidad estudiada parecen
mostrar, desde la Edad Media, función pragmática, función favorecida, muy
posiblemente, por la marcada movilidad sintáctica del adverbio, que lo dotará de
una flexibilidad ausente en otros elementos léxicos (certas, por cierto) en plena
competencia con él en los primeros tiempos de su historia:

Ciertamente irrumpe en el paradigma algo más tarde [que por cierto], pero
adquiere ya desde el XIII todos los valores de por cierto. […] Desde el principio, cier-

36 No en vano, por certeza se entiende, según el DRAE (22.ª edición), “el conocimiento

seguro y claro de algo”, “la firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor de errar”.
184 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

tamente goza, además, de una libertad posicional mucho más restringida para por
cierto y –especialmente– certas, que le viene dada por el paradigma, en este caso
morfológico, al que pertenece, el de los adverbios en -mente (Estellés 2009: 220).

Si no podemos establecer etapas cronológicas sucesivas bien definidas de


surgimiento de los diversos usos y valores de ciertamente, sí podemos, en cam-
bio, señalar que, frente al equilibrio constante de los distintos empleos de real-
mente a lo largo de la historia, en el caso que nos ocupa resulta evidente la exis-
tencia de una progresión inversamente proporcional: si en el siglo XIII
ciertamente ofrece un uso adverbial esencialmente circunstancial (de modo, sus-
tituible por con certeza), a partir del siglo XIV y hasta la actualidad asistiremos a
una progresiva decadencia de este tipo de valor37, a favor de empleos supra o
extraoracionales, cada vez más abundantes38.
A la capacidad de expresión de convicciones subjetivas y de refuerzo argu-
mentativo se sumará, desde el siglo XV, el empleo de ciertamente en contexto
dialógico, con función de adverbio reactivo. Al principio, el adverbio no presen-
ta la capacidad de vehicular por sí mismo una semántica afirmativa (o negativa),
semántica de la que se impregna únicamente gracias a su combinación con adver-
bios de afirmación o negación: ciertamente non, ciertamente sí, así es cierta-
mente. En el siglo XVI, sin embargo, documentamos la primera aparición inde-
pendiente del adverbio con verdadero valor de reacción, momento a partir del
cual pasará a emplearse también como elemento de asentimiento (ya no de nega-
ción) ante una aserción o pregunta previa, uso en el que se impondrá a por cier-
to, utilizado desde el siglo XIV con dicho valor –como veremos– y en el que con-
vive con el adjetivo fosilizado cierto39, documentado desde principios del siglo
XIV y que se ha mantenido hasta la actualidad.

37 Con un pequeño repunte, sin embargo –según los datos extraídos de CDH– del valor

intraoracional a lo largo del siglo XV, tendencia que terminará abruptamente en los últimos
años de la centuria.
38 Ello no significa, no obstante, que el valor intraoracional de ciertamente haya desapare-

cido por completo, pues todavía hoy es posible documentarlo en los corpus: “… no permite
saber ciertamente si es hoja o mariposa hasta que asienta su levedad en el río” (Wenceslao
Fernández Flórez, El bosque animado, 1943, CDH). Ahora bien, en términos absolutos su
empleo resulta hoy prácticamente anecdótico y, en gran medida, debe ser vinculado a la idio-
sincrasia de determinados escritores, asunto que merecería un estudio profundo.
39 En este tipo de contextos, ciertamente, al igual que cierto, puede manifestar únicamen-

te asentimiento, pero, sobre todo en los usos actuales, puede también “tener, provisto de la
adecuada entonación, carácter anticipador y predictivo: anticipa una restricción en que se
expone la idea principal para el hablante, que es la que él defiende, en un contexto de reacción
polifónica” (Santos 2003: 245), “expresa el reconocimiento previo o concesión de un hecho
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 185

(35) JUAN. ¡Ay dolor! / Escuchai, padre, señor, / ¿quién vos dize aquí el contrario? /
Mas estaros ié mejor / la pica qu’el famolario.
FRAILE. Ciertamente. / Ya Dios, el mundo y la gente / desprecian nuestros afa-
nes, / y era poco inconviniente / renunciar los balandranes.
(Bartolomé de Torres Naharro, Comedia soldadesca, 1517, CDH).

La aparición de ciertamente en contextos dialógicos se hará progresivamente


más frecuente, sobre todo a partir del siglo XVIII, momento en que también se
intensifica la complementación adjetiva del adverbio, que adquiere, como real-
mente, un valor ponderativo, “un matiz intensificador que no afecta al de recono-
cimiento” (Santos 2003: 38).

4.4.2. Por cierto

La locución por cierto goza de un estatus peculiar, puesto que es la única de las
unidades aquí analizadas que, habiendo sufrido una completa desemantización,
vehicula esencialmente en la actualidad significado puramente procedimental
(continuación y digresión). Es, por ello, la que mejor responde, desde una pers-
pectiva restrictiva, a las condiciones exigidas por la gramaticalización, de ahí el
enorme interés que su estudio ha despertado, sobre todo desde el punto de vista
del análisis sincrónico de su funcionamiento actual en el discurso.
Pero contamos también con diversos análisis de su proceso evolutivo de gra-
maticalización, entre los que destaca la tesis doctoral de Estellés (2009)40. A
pesar de las ligeras críticas que dicho trabajo ha podido recibir, relativas bien a la
importancia que la autora concede, ya desde publicaciones anteriores, a la tra-
ducción como método de comprobación del cambio (Espinosa Elorza 2008: 135-
136), bien a la interpretación particular de determinadas ocurrencias (Pons
Rodríguez 2010: 560), consideramos que se trata de una exposición completa,
seria y de calidad. Así, aunque podamos compartir en ocasiones las reservas de
Elorza y, sobre todo, de Pons Rodríguez (pues, como hemos dicho ya, interpretar
documentos antiguos con ojos modernos está lejos de ser tarea objetiva), retoma-

defendido o defendible por otro, anticipando una adversación radical, donde, con el debido
relieve se expresa el hecho o dato defendido por el que habla, presentado como hecho princi-
pal” (Santos 2003: 38). Se trata de una suerte de valor pragmático de oposición, que, a dife-
rencia del analizado para en realidad, no enfrenta la realidad a la irrealidad (sean estas físicas
o metafóricas), sino el argumento del hablante al del oyente, en el marco de la polifonía del
discurso.
40 Realizada bajo la dirección de Salvador Pons.
186 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

remos aquí las principales líneas de evolución de por cierto planteadas por Este-
llés, aunque a partir de los datos, en ocasiones ligeramente divergentes, de nues-
tro corpus de referencia.
La historia de por cierto comienza a escribirse en castellano muy temprana-
mente, en 1200:

(36) Dixo Ysaac: «Vino a my to ermano con arte et priso tu bendicion». E dixo Esau:
«Por cierto es clamado so nombre, ca me enarto otra vez: e mi mayoria priso e
agora tollio mi bendicion» (Almerich, La Fazienda de Ultra Mar, 1200, CDH).

A lo largo del siglo XIII, su uso será intenso41, alternando con otras construc-
ciones como de cierto y en cierto –cuyo análisis excede los límites de nuestra
exposición–. En su empleo intraoracional, mayoritario en esta etapa, por cierto
funciona como complemento predicativo de determinados verbos (tener por
cierto42) o se presenta en idéntica combinación sintagmática que ciertamente,
privilegiándose su uso junto a verbos epistémicos o de lengua (ejemplo 37), sin
perder por ello la posibilidad de dar cuenta de significados relacionados con el
mundo estrictamente evidencial (ejemplo 38):

(37) Por alimpiarse de sus pecados / non calçaban çapatos. / Noche e día a Dios ser-
vién / sabet por cierto que non dormién (Anónimo, Vida de Santa María Egip-
ciaca, 1215, CDH).
(38) Las gentes castellanas quando esto oyeron / que venié su señor e por cierto l’
tovyeron / nunca tamaño gozo castellanos ovyeron / todos con alegría a Dios
gracias rendieron (Anónimo, Poema de Fernán González, 1250, CDH).

Si el uso intraoracional de la locución es, sin lugar a dudas, mayoritario


durante la primera centuria, es posible documentar ya en esta época ciertas ocu-
rrencias en las que por cierto parece sobrepasar los límites de la complementa-
ción verbal para mostrar alcance oracional:

41 Estellés recurre a elementos culturales para explicar la expansión de la forma que nos

ocupa frente a lexías anteriores del mismo paradigma, como certas: “su expansión [de por
cierto] coincide con la reforma del castellano emprendida por Alfonso X, en la que se priori-
zan las formas patrimoniales castellanas frente a las foráneas o latinizantes” (2009: 211).
42 Nótese que, en este caso, la fijación de la locución es todavía mínima, pues se pueden

introducir entre sus elementos constitutivos cuantificadores de todo tipo (por más cierto, por
bien cierto), establecer esquemas de coordinación e incluso someter el adjetivo a variación
genérica y numérica: “La rectórica otrossí es art pora afermosar la razón e mostrarla en tal
manera que la faga tener por verdadera e por cierta a los que la oyeren de guisa que sea cre-
ída” (Alfonso X, General Estoria, Primera parte, 1275, CDH).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 187

(39) Comién pan de ordio, / que non d’al / por çierto non echaban sal (Anónimo,
Vida de Santa María Egipciaca, 1215, CDH)43.

No obstante, como en el caso de los adverbios y locuciones analizados hasta


el momento, resulta extremadamente difícil establecer fronteras precisas entre
los empleos estrictamente supraoracionales de por cierto (netamente superiores
en número a los documentados para ciertamente) y aquellos otros en los que
pueden atisbarse propósitos argumentativos por parte del hablante/escritor44. Si
bien Estellés (2009: 51) afirma la existencia de estos últimos ya en el siglo XIII,
nuestro corpus no permite atestiguarlos hasta principios del XIV:

(40) Véngassete emiente –dixo el ribaldo– desta palabra que agora dexiste, ca, por
cierto, mucho mejor me respondió un hombre bueno a las preguntas que le fazía
que tú no sabes responder (Anónimo, Libro del cavallero Cifar, 1300-1305,
CDH).

Sea cual sea, en cualquier caso, la datación exacta del primer uso argumenta-
tivo de por cierto, y quizá matizando en consonancia la cita ofrecida a continua-
ción, nuestro análisis de las ocurrencias de por cierto en CDH reafirma la ten-
dencia señalada en los apartados anteriores, a saber: desde épocas tempranas, los

43 Este es el primer ejemplo aportado igualmente por Estellés y justificado por ella como

oracional a partir de la incompatibilidad semántica entre locución adverbial y verbo: “cierta-


mente o sabiamente no son maneras posibles de echar sal. Así, por cierto transmite únicamen-
te el punto de vista del hablante/escritor sobre el fragmento posterior” (Estellés 2009: 51).
Este argumento nos parece válido y permite insistir en la crítica arriba planteada hacia la pre-
sentación de los contextos puente por parte de González Manzano (2013), pues, en efecto,
pensamos que el proceso de gramaticalización comienza no cuando el adverbio epistémico se
une a verbos epistémicos (esto favorecía únicamente, como hemos visto, el desplazamiento
metafórico de lo real a lo cognitivo en el ámbito intraoracional de adverbios como realmente),
sino, precisamente, cuando se aleja de los verbos epistémicos que comparten características
semánticas con él para complementar oraciones –que no verbos– cuya forma verbal se aleja
del ámbito semántico que le es propio. En esta medida, sí que compartimos la opinión de Gon-
zález Manzano (2013: 119) cuando, siguiendo a Company (2003: 26), califica el proceso evo-
lutivo adverbial como suerte de “desmarcación” de contextos semánticos favorables a otros
menos favorables.
44 A fin de delimitar la frontera entre unos y otros usos y minimizar de este modo la inter-

pretación subjetiva de las ocurrencias del corpus, Estellés se sirve del estudio de diferentes tra-
ducciones a partir del latín. La propuesta es seductora y no carece de interés, aunque, en el
marco de la construcción analizada, no nos parece que los resultados obtenidos sean lo sufi-
cientemente relevantes como para “liberar” –al menos completamente– “al lingüista de la res-
ponsabilidad de la interpretación” (Estellés 2009: 53).
188 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

distintos valores posibles de la construcción conviven, aunque, eso sí, con una
frecuencia de aparición marcadamente diferente, ganando terreno solo progresi-
vamente los usos oracionales –especialmente extraoracionales– sobre los inicia-
les empleos verbales, circunscritos al marco de la proposición.

En un periodo máximo de 70 años desde la primera documentación de por cierto,


ya se habían desarrollado los cuatro valores de la cadena de Traugott, desde la combi-
nación libre hasta el marcador discursivo (Estellés 2009: 62).

Más interesante que datar el momento de aparición de la intersubjetividad de


por cierto parece analizar los valores argumentativos concretos que dicha locu-
ción ha podido vehicular a lo largo de la historia. De acuerdo con la activación
metonímica de semas presentes en la carga semántica de su base léxica, por cier-
to desarrolla, en los primeros siglos, una función de refuerzo argumentativo com-
parable a la analizada para realmente, en realidad de verdad y ciertamente:

(41) Digo esto, Leriano, porque la pena que recebirás de la culpa que cometiste será
castigo para que tu pagues y otros teman; que si a tales cosas se diese lugar, no
sería menos favorecida la desvirtud en los malos que la nobleza en los buenos.
Por cierto, mal te has aprovechado de la linpieza que heredaste; tus mayores te
mostraron hazer bondad y tú aprendiste obrar traición; sus huesos se levantarían
contra ti si supiesen cómo ensuziaste por tal error sus nobles obras (Diego de
San Pedro, Cárcel de Amor, 1482-1492, CDH).

Ahora bien, por cierto no va a permanecer anclado en las limitaciones semán-


ticas de su base, sino que adquirirá un nuevo valor discursivo, alejado del origi-
nal, que le permitirá funcionar como marcador de digresión. Son muchos los
acercamientos que se han hecho a la cronología de esta transformación, única en
el paradigma, y muchas, igualmente, las distintas percepciones (necesariamente
subjetivas, a falta de criterios formales efectivos de diferenciación) acerca del
momento en el que el nuevo valor aparece en la lengua: López Izquierdo (2008)
defiende, por ejemplo, que la huella del sentido digresor puede percibirse ya a lo
largo de la Edad Media, especialmente en los siglos XIV y XV; Leal Abad (2008)
considera que puede intuirse, aunque solo marginalmente, en el XV, concreta-
mente en Cárcel de Amor; Estellés (2009), por su parte, considerando que los
ejemplos supuestamente ambiguos del XV son demasiado forzados, prefiere esta-
blecer como punto de partida el siglo XVI. Tal ambigüedad se mantendrá durante
largo tiempo, pero “aunque las pruebas formales (la presencia ante interrogacio-
nes) se retrasan hasta el siglo XX, a partir del XVIII puede hablarse de un por cier-
to digresor con bastante seguridad, atendiendo a la interpretación contextual”
(Estellés 2009: 76).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 189

(42) Con efecto, en los seis dias que tuve la honra de lograrle por mi huesped, se
entrego tan ansiosamente a la letura de la Historia que apenas acertaba a dejar-
la de las manos ni aun para comer. Y, aunque protesto que no me habia de
hablar palabra de ella hasta que, cotejada con los manuscritos, pudiese hacer
juicio cabal del todo, se le conocia bien en todas sus acciones, gestos y movi-
mientos que la obra le habia cuadrado extranamente. En fin, la mañana del dia
ultimo que estuvo en mi casa (era, por cierto, martes; que martes habia de ser
un dia tan aciago para mi), despues de habernos desayunado juntos, me dijo
que era preciso encerrarnos (José Francisco de Isla, Historia del famoso predi-
cador Fray Gerundio de Campazas alias Zotes, 1758, CORDE, apud Estellés
2009: 75).

Sin poder recoger aquí en detalle la explicación que Estellés (2009: 80-93) da
acerca de la adquisición del nuevo valor discursivo por la locución estudiada,
diremos, a modo de resumen, que, en su opinión, habrían sido determinantes, por
una parte, la aparición de por cierto en estructuras parentéticas, que habrían
favorecido el desarrollo de la nueva información pragmática, y, por otra parte, el
hecho de que, en este tipo de estructuras, la locución presenta un valor epistémi-
co no focal (Nuyts 2001) que a su vez habría facilitado la especialización semán-
tica en el ámbito de la intensificación. Ahora bien, como señala la propia Este-
llés, otras unidades como ciertamente cumplen ambas características y, sin
embargo, no han desarrollado valor digresor. Entra aquí en juego la noción de
paradigma, de la que ya hemos ido apuntando pinceladas y sobre la que volvere-
mos más tarde, en razón de la cual ciertamente y por cierto se habrían “reparti-
do” los distintos usos posibles, manteniéndose el primero como elemento episté-
mico y especializándose el segundo en el valor digresivo.
Con respecto a la complementación adjetiva, apuntemos únicamente que, en
consonancia perfecta con lo hasta aquí señalado, por cierto se irá especializando
progresivamente como modificador en el seno de estructuras parentéticas, que
favorecerán también la adopción de significado digresor. Nótese, así, que un
hablante no transmite ideas similares si dice Es una chica nueva, ciertamente
encantadora (intensificación) o si afirma Es una chica nueva, por cierto encan-
tadora (digresión parentética).
Un último apunte nos permitirá aludir rápidamente a los usos dialógicos de
por cierto. La presencia de la locución en este tipo de contextos es netamente
anterior a la presentada por las unidades del mismo subparadigma, excepción
hecha de certas, a la que, como ya se ha señalado, sustituye con frecuencia desde
el siglo XIII y hasta la desaparición de la misma en el siglo XV. Desde los prime-
ros ejemplos, documentados de manera abundante en el Libro del cavallero
Cifar, se aprecia que la locución se apoya generalmente, como adverbio reacti-
vo, en otros adverbios reforzadores del sentido de la respuesta dada (esencial-
190 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

mente en el caso de la negación, ya que para la afirmación se preferirá la forma


cierto45):

(43) –E vos, ¿sois caballero? –dixo ella.


–Por cierto –dixo él–, no
(Anónimo, Libro del cavallero Cifar, 1300-1305, CDH).

En la misma obra encontramos algunos ejemplos que podríamos calificar de


ambiguos (nótese la elección del editor, que separa la locución con una coma),

(44) –Señora –dixo él– decirlo heis al rey, mi señor, si acá viniere?
–Por cierto –dixo ella–, razón es, que por él vine yo de mi tierra acá.
(Anónimo, Libro del cavallero Cifar, 1300-1305, CDH).

en los que un atisbo de afirmación parece derivarse directamente de la valora-


ción subjetiva de las condiciones de verdad de lo que afirma el hablante que uti-
liza por cierto y que permitirían que la locución pudiera llegar a funcionar poste-
riormente por sí misma –sin adverbios de apoyo– con valor afirmativo, aunque
dicho uso apenas se documenta, lo que no es tampoco ajeno a la modificación
semántico-pragmática sufrida por la locución, que la alejará definitivamente de
la expresión del asentimiento reactivo, dejando libre el espacio de tal función,
según se ha indicado, a ciertamente y cierto.

4.5. SEGURAMENTE

Sin llegar a ofrecer una evolución tan espectacular como la de por cierto, segu-
ramente presenta una historia particular, que lo aleja, en un momento dado, desde
el punto de vista semántico, de sus compañeros de paradigma realmente y cierta-
mente. Veamos, pues, para terminar este breve viaje, algunos de los aspectos que
permiten comprender el destino personal del adverbio.
Aparece seguramente por vez primera en castellano, de acuerdo con los resul-
tados de nuestra búsqueda en CDH, en el siglo XIII:

(45) Mas porque no penséys que no sé responder, digo que deleyte de vna hora es
dormir e complir hombre su voluntad con vna gentil donzella o muger que es
graciosa, a la qual ombre ama e quiere mas que a todas las cosas del mundo e

45 En cualquier caso, los ejemplos de por cierto, sí dialógicos afirmativos están, igual-

mente, presentes en el texto.


LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 191

duerme con ella desnudo, seguramiente e sin temor (Anónimo, La historia de


la doncella Teodor, 1250, CDH).

Su esquema de evolución será similar al descrito para las unidades ya presen-


tadas: en los orígenes se documenta un uso exclusivamente –al principio– o casi
exclusivamente –justo después– modal, en el que seguramente complementa a la
forma verbal en el marco de la oración. Como adjunto, el adverbio ofrece un
cierto paralelismo evolutivo con realmente, puesto que también en este caso dos
dimensiones semánticas se van a suceder en el tiempo.
En su etapa inicial, el adverbio toma su valor semántico de uno de los semas
del adjetivo de base (seguro), sema que aparece hoy como primera acepción en
DRAE (22.ª edición): “Libre y exento de todo peligro, daño o riesgo”. Es, pues,
la dimensión física la que se destaca y la que da pie a la coaparición del adverbio
con todo tipo de verbos en los que el sema en cuestión puede ser activado:

(46) Fijo, come seguramente, ca tal es la carne del enemigo como la del puerco & tal
sabor ha (Anónimo, Libro del cavallero Cifar, 1300-1305, CDH).
(47) O caballeros, yd seguramente, sin temor de coraçón, e fazed tomar a çaga los
enemigos de la cruz de Jhesuchristo (Anónimo, Tratado de la comunidad, 1370,
CDH).

A partir del siglo XV, sin perder esta primera significación, que se mantendrá
viva hasta hoy, si bien de forma muy poco representativa (Santos 2003:144),
seguramente comenzará a activar un segundo sema del adjetivo original, que
corresponde a la segunda acepción recogida por DRAE “cierto, indubitable y, en
cierta manera, infalible”. Esta segunda opción semántica, parafraseable por con
certeza, viene a hacer de seguramente un sinónimo más o menos perfecto de
ciertamente, tanto en su dimensión puramente evidencial (ejemplo 48) como,
sobre todo, epistémica –en combinación, por tanto, con verbos cognitivos y,
sobre todo, de lengua– (ejemplo 49):

(48) E ellos, tanto que esto oyeron, entendiéronlo e dixieron asý como aquellos que
se non catavan nada de tal cosa: “Aquí lo fallaredes seguramente lo prended et
judgadlo a vuestra voluntad (Anónimo, Los Miraglos de Santiago, 1400, CDH).
(49) Estas cosas todas y otras muchas infinitas que a todo el mundo son muy noto-
rias, seguramente las puedo contar, aunque cierto de mi mano muy más pobla-
das irán de fe que de eloqüencia (Juan del Encina, Cancionero, 1481-1496,
CDH).

En la línea de lo analizado hasta el momento, no habrá que esperar demasia-


do para encontrar, ya desde la segunda mitad del siglo XV, las primeras ocurren-
192 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

cias ambiguas (cierto, todavía escasas frente a los usos intraoracionales) en las
que la interpretación del adverbio como supraoracional o incluso como extraora-
cional de refuerzo argumentativo parece posible:

(50) Pensaron los gentiles e los poetas que era en esta tierra el paraiso & seguramen-
te heraron (Anónimo, Traducción del Mapamundi de San Isidoro, 1467, CDH).

Pero una revolución semántica aún más interesante se va a sumar al proceso


evolutivo de seguramente, estableciendo una diferencia esencial entre este adver-
bio y las restantes unidades aquí estudiadas. Entre el siglo XVI y el XVIII, una
nueva ambigüedad vendrá a instalarse en el uso del adverbio, que se verá some-
tido, así, a un desplazamiento progresivo de su significado a partir del segundo
de sus valores. De este modo, seguramente dejará de vehicular, en esta acepción,
una semántica anclada en lo ‘seguro’ (grado epistémico de lo real) para pasar a
ofrecer un significado más cercano a lo ‘casi seguro’ (grado epistémico de lo
–muy– probable); dejará, pues, de poder ser parafraseado por medio de la locu-
ción con certeza, para pasar a poder ser sustituido por muy probablemente, casi
seguro. Tras varios siglos de ambigüedad, en los que es difícil determinar sin
error el valor semántico del adverbio (por las razones evocadas en varias ocasio-
nes ya a lo largo de la presente exposición), pensamos que a partir del siglo XVIII
es posible identificar, con cierto grado de seguridad, la significación de probabi-
lidad marcada:

(51) Yo estoi en la persuasión de que seguramente se le puede dar mucho mayor


antigüedad (Benito Jerónimo Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, 1742, CDH).

Es cierto que el ejemplo presentado puede no parecer concluyente, pues una


interpretación del adverbio con su sentido original es todavía posible, sobre todo
teniendo en cuenta las palabras utilizadas en la proposición principal (estoi en la
persuasión); ahora bien, el uso del verbo poder en la subordinada, con valor de
posibilidad factual, invita a interpretar el adverbio supraoracional seguramente
como un indicador de probabilidad más que como una marca de seguridad.
La progresiva integración del valor adverbial de probabilidad en seguramen-
te se ve favorecida por el empleo en la oración de determinados elementos léxi-
co-semánticos que dan cuenta, de uno u otro modo, de una suerte de no-seguri-
dad respecto a la realización de la acción: verbos o perífrasis verbales de mera
posibilidad factual, tiempos o modos verbales que presentan la acción como no
realizada, irreal o hipotética (futuro, condicional, futuro y condicional de hipóte-
sis, tiempos del subjuntivo), coordinación con sintagmas usados para la expre-
sión de la hipótesis o la probabilidad; aparición en contextos negativos, etc.:
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 193

(52) Vosotros, los extranjeros, podréis tener muchos duques de Alba, pero segura-
mente no tendréis un José María (Fernán Caballero, La gaviota, 1849, CDH).
(53) Dicen que eso es falso, que los hombres no andamos así. ¡Pero debiéramos
andar! Y así seguramente andaríamos y gesticularíamos los españoles en el
siglo de Oro, cuando éramos dueños del mundo (Leopoldo Alas, La Regenta,
1884-1885, CDH).
(54) ¿Dónde están los que hoy se les pueden comparar? No en talento –debe haber-
los–, no en saber –seguramente los hay– sino en dignidad (Max Aub, La galli-
na ciega, 1971, CDH).

Lejos de tratarse de un episodio aislado de una unidad concreta en la historia


de una lengua dada, el desplazamiento semántico sufrido por seguramente en la
escala de la epistemicidad se repite sistemáticamente en el paradigma de los
adverbios y locuciones adverbiales de modalidad epistémica en infinidad de len-
guas, entre ellas las románicas. Así, por poner un ejemplo, documentamos en
francés un proceso similar, que ha llevado a la modificación semántica progresi-
va –en ocasiones aún en curso– de unidades como certainement o sans doute, las
cuales, habiendo vehiculado en sus orígenes la certeza absoluta, expresan en
francés contemporáneo la probabilidad, ya sea en alternancia con la expresión de
la certeza (certainement), ya de manera exclusiva (sans doute)46.
¿Cuál es la razón por la que seguramente se ha visto sometido al desplaza-
miento semántico descrito? Para aportar una respuesta a tal interrogante, tene-
mos que recurrir a la ya mencionada noción de paradigma, siendo, en este caso,
la coexistencia de dos sinónimos en -mente en el interior del subparadigma de la
expresión del asentimiento-refuerzo la que facilita el alejamiento progresivo de
uno de ellos del valor etimológico compartido para adquirir nuevos usos en la
escala de la epistemicidad, especialmente en su empleo discursivo. Nótese al res-
pecto que la selección de la unidad léxica que abandona el marco semántico ori-
ginal es aleatoria (como ocurría en el caso de la adopción de valor digresivo por

46 El Trésor de la Langue Française (TLF) ofrece, en la entrada certainement (equivalen-

te léxico de ciertamente) dos acepciones, una primera relativa a la expresión de la certeza


(“dans le dialogue, exprime ou renforce une affirmation telle qu’elle n’offre de prise à aucun
doute”) y otra que concierne a la expresión de la probabilidad (“dans la prose narrative ou
didactique, souligne le caractère probable d’une assertion”). En ello certainement difiere en
francés de sûrement (equivalente léxico de seguramente), cuyas diferentes acepciones lexico-
gráficas hacen mención explícita de la semántica de lo certero. El proceso de glissement
sémantique es todavía más marcado en la locución sans doute (equivalente léxico de sin duda),
para la cual TLF no recoge el valor asertivo sino como vieilli (anticuado), marcando las res-
tantes acepciones con la indicación “à valeur dubitative”.
194 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

parte de por cierto, frente a ciertamente); de hecho, distintas lenguas pueden


ofrecer diferentes selecciones, como acabamos de ver al señalar que en lengua
francesa es el adverbio certainement (~ciertamente) y no sûrement (~segura-
mente) el que adopta la capacidad de expresar probabilidad marcada.
En lo que respecta al uso dialógico de seguramente, es preciso señalar que su
frecuencia de aparición en los primeros siglos es infinitamente más reducida que
la descrita para ciertamente. De hecho, según los datos arrojados por el corpus
de referencia, las primeras ocurrencias reactivas del adverbio no se documentan
hasta el siglo XVIII. En este uso, seguramente (o el adjetivo fosilizado seguro)
puede funcionar como sinónimo de ciertamente y expresar, así, asentimiento/
refuerzo, sobre todo en los siglos XVIII y XIX o mostrar ya sus rasgos semánticos
actuales, más cercanos a la expresión de la probabilidad, significación que será
frecuente a partir del siglo XIX y prácticamente exclusiva en español contempo-
ráneo:

(55) PIPÍ. Pues con ése se ha estado jugando, y cuando la decían: Mariquita, una
copla, vaya una copla, se hacía la vergonzosa; y por más que la estuvieron azu-
zando a ver si rompía, nada. Empezó una décima y no la pudo acabar porque
decía que no encontraba el consonante; pero D.ª Agustina, su cuñada… ¡Oh!
Aquella, sí. Mire usted lo que es… Ya se ve, en teniendo vena.
DON ANTONIO. Seguramente [~ ciertamente]. ¿Y quién es ése que cantaba
poco ha, y daba aquellos gritos tan descompasados?
(Leandro Fernández de Moratín, La comedia nueva, 1792, CDH).
(56) –Me acompañará usted.
–Seguramente [~ ciertamente].
(Benito Pérez Galdós, Misericordia, 1897, CDH).
(57) ¿No hay dichosos que se extravían, que se precipitan y tienen necesidad de
nuestra dirección y consejo? Seguramente [~ probablemente], mas por regla
general la felicidad escucha mal las amonestaciones de la prudencia (Concep-
ción Arenal, El visitador del pobre, 1860, CDH).
(58) –La muy asquerosa. Por algo te tirará los tejos, hombre.
–Seguramente… [~ probablemente]
(Darío Fernández Flórez, Lola, espejo oscuro, 1950, CDH).

Finalmente, apenas se documentan en CDH usos de seguramente como com-


plemento de adjetivo y, en los escasos ejemplos existentes el valor del adverbio
es el actual, lo que explica que seguramente no haya desarrollado, como real-
mente o ciertamente, valor ponderativo:

(59) La biografía estaba ilustrada con un dibujo de líneas seguramente muy finas en
el original (José María Merino, La orilla oscura, 1985, CDH).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 195

5. A modo de conclusión: evolución y paradigma

El análisis presentado en las líneas precedentes es necesariamente parcial; par-


cial porque no nos hemos podido detener en determinados elementos relativos a
la evolución de adverbios y locuciones (factores culturales, tradiciones textuales,
idiosincrasia e importancia de ciertos escritores…), cuyo interés es innegable
para poder obtener una visión global de los distintos procesos evolutivos; par-
cial, asimismo, porque quedan fuera de estudio los grados epistémicos de proba-
bilidad, posibilidad e irrealidad; parcial, finalmente, porque incluso dentro del
subparadigma de la modadidad epistémica real, muchas son las unidades léxicas
que no han recibido atención (verdaderamente, de verdad, de veras, efectiva-
mente, en efecto, indudablemente, sin duda, entre otras).
A pesar de ello, parece posible aportar algunas conclusiones de orden general,
que tratan de responder a los interrogantes planteados al principio de la exposición.
Hemos podido comprobar, a lo largo de nuestro viaje en el tiempo, que los
adverbios y locuciones adverbiales se gramaticalizan con frecuencia, dando lugar
a la aparición de marcadores del discurso, entendidos estos no como unidades
dotadas exclusivamente de significado procedimental (caso en el que solo la
locución por cierto podría ser tratada como verdadera unidad discursiva), sino
en un sentido amplio, que considera como marcador todo elemento capaz de
guiar las inferencias del discurso, relacionando la intervención del hablante/
escritor con el contexto previo o con un universo compartido por los participantes
en la comunicación. La gramaticalización de los adverbios y locuciones adverbia-
les se produce, en la mayor parte de los casos, a partir de la activación de determi-
nados elementos semánticos presentes en la lexía de base, lo que permite la con-
servación, en mayor o menor grado, del significado conceptual, que convive, así,
con la semántica procedimental surgida de la aparición de la intersubjetividad.
Hemos puesto de relieve, igualmente, que, si bien los distintos elementos que
conforman la escala de gramaticalización propuesta por Traugott (1995) están
presentes en la evolución de la totalidad de las unidades estudiadas, no existe, en
ninguno de los casos, una clara gradación cronológica entre los mismos. Si bien
es cierto que los distintos adverbios y locuciones ofrecen características peculia-
res, debidas a sus propias particularidades (época de aparición, usos textuales,
semas activados en su valor discursivo…), no menos cierto es que en todos los
casos analizados hemos podido comprobar la coexistencia, desde etapas tempra-
nas, de los distintos usos, intraoracional, supraoracional y extraoracional. Ello no
significa, sin embargo, que la frecuencia de aparición de dichos valores sea la
misma a lo largo de la historia, pues, excepción hecha de los adverbios del sub-
paradigma creado a partir de la voz real, se documenta en todos los casos una
progresión cronológica inversamente proporcional, de modo que los valores ver-
196 MARÍA BELÉN VILLAR DÍAZ

bales, casi exclusivamente únicos en los primeros siglos de vida de adverbios y


locuciones, dejan paso paulatinamente a los valores oracionales, mayoritarios en
español contemporáneo.
Destaquemos finalmente, sin pretender volver sobre los rasgos particulares
que caracterizan la historia de cada una de las unidades léxicas descritas, el inte-
rés innegable que, en el marco de la evolución de adverbios y locuciones adver-
biales, tiene la noción de paradigma, tratada de manera diseminada a lo largo de
las páginas anteriores y con la que quisiéramos cerrar esta breve exposición.
Como señala acertadamente Estellés (2009: 177), “elementos semejantes se rela-
cionan, interaccionan y se influyen mutuamente, de manera que no se puede dar
una descripción completa de un elemento sin entender qué papel desempeñaron
los elementos semejantes en su historia”. Entender la evolución de los adverbios
de modalidad epistémica pasa, necesariamente, por considerar la historia de
todos y cada uno de los elementos que integran el paradigma, pues sólo teniendo
en cuenta que en el interior del mismo se van a producir dobletes, enfrentamien-
tos y especializaciones, en un sistema en el que cada elemento tratará de encon-
trar su propio espacio, podremos entender adecuadamente los distintos procesos
de gramaticalización y, sobre todo, sus diversos resultados.
A pesar de que, como hemos indicado, el análisis ofrecido hoy es parcial, no
por ello deja de aportar muestras de la absoluta importancia de los movimientos
ocurridos en el seno del paradigma. Solo a partir de esta perspectiva –de huellas
innegablemente estructuralistas– podremos comprender, por ejemplo, la distinta
evolución que parecen mostrar, en el marco de una especialización todavía en
curso, el adverbio realmente y la locución adverbial en realidad, a partir de la
activación respectiva de las dos inferencias posibles del subparadigma (refuer-
zo/contraposición), directamente derivadas de los dos usos compartidos por
adverbio y locución desde sus orígenes (expresión de lo real/expresión de lo real
en oposición a lo no real). De idéntico modo debe entenderse el reparto de roles
semánticos entre ciertamente y seguramente (seguridad/probabilidad marcada) o
de valores discursivos entre ciertamente y por cierto (refuerzo/digresión), pues,
compartiendo cada par de elementos características de funcionamiento sintácti-
co, semántico y discursivo, los distintos miembros de cada par han terminado
especializándose en un determinado lugar del mapa evolutivo.
Conclusiones como estas permiten acceder a una visión general más amplia
de la evolución de los distintos paradigmas adverbiales, pero también describir-
los de la manera más adecuada posible en el marco, por ejemplo, del diccionario
histórico que se encuentra en la base de nuestro trabajo y cuyo objetivo no es
únicamente describir la evolución del significado de las palabras, sino también, y
sobre todo, “entender este cambio en el marco de las relaciones que se estable-
cen entre ellas” (Pascual Rodríguez y García Pérez 2008: 11).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS Y LOCUCIONES ADVERBIALES 197

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A L O M E J O R , L O M I S M O . D E L A C O M PA R A C I Ó N
Y LA IDENTIDAD A LA MODALIZACIÓN
EPISTÉMICA

CARMELA PÉREZ-SALAZAR
GRISO. Universidad de Navarra

1. Introducción

Es sabido que las actitudes del hablante –los tipos de interacción que impone res-
pecto del oyente o sus juicios sobre el mensaje– se manifiestan lingüísticamente
de muy variadas formas: se transmiten con la entonación, con el modo verbal,
con el uso de ciertos verbos o construcciones modales o de determinados adver-
bios y locuciones o, incluso, por medio de la organización sintáctica. Aunque no
siempre es posible trazar fronteras nítidas, estos recursos expresivos hacen posi-
ble interpretar si el hablante declara, pregunta, ordena o desea, o si se compro-
mete más o menos con la verdad de aquello que transmite; en definitiva, permi-
ten establecer distintos tipos de enunciado según la modalidad1. El espacio
geográfico, el tiempo y el contexto comunicativo condicionan las manifestacio-
nes verbales de la actitud del hablante; así pues, la modalidad es susceptible de
análisis variacionistas.
En estas páginas, mi propósito es ocuparme, con perspectiva diacrónica, de la
modalidad del enunciado denominada epistémica, y en concreto revisar el com-
portamiento histórico de dos secuencias adverbiales que se han capacitado para

1 Véase Jiménez Juliá (1989) para una revisión crítica de los conceptos de modalidad,
modus clausal y modo verbal. El autor sitúa en Bally el origen del tratamiento que las gramá-
ticas españolas de corte tradicional hacen de las actitudes del hablante, y destaca el grupo de
autores que rechazan la simplificación tradicional (Jespersen; Seco; Rubio; González Calvo,
entre otros). Gutiérrez Ordóñez (1996: 91-94) reflexiona sobre los conceptos de modalidad y
enunciación y señala cuál es su lugar en la sintaxis. Martín Zorraquino (1998) recuerda el
valor polisémico del concepto de modalidad y revisa las partículas de modalidad epistémica y
deóntica. También Ridruejo (1999: 3212-3214) revisa el concepto de modalidad en la tradi-
ción gramatical y recuerda las distinciones entre dictum y modus, modalidad implícita y explí-
cita, modalidad deóntica y epistémica, modalidad de la enunciación y del enunciado, y entre
actos locutivos e ilocutivos. Véase, además, la NGLE (vol II, § 42.), sobre modalidad y actos
de habla.
202 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

transmitir posibilidad o incertidumbre2, las locuciones a lo mejor y lo mismo,


con la intención de descubrir, a través de los textos, sus procesos de gramaticali-
zación y pragmatización3. Al hilo de este análisis, señalaré los cambios que ha
experimentado el inventario de elementos que han ido componiendo el paradig-
ma adverbial de la duda4.
Los estudios y repertorios lexicográficos actuales vinculan las dos fórmulas –a
lo mejor, lo mismo– con el uso informal5, hecho que complica notablemente su
búsqueda desde el punto de vista histórico: la revisión histórica exige visualizar
aquello que, precisamente por esa vinculación con lo informal, no se espera
encontrar en lo escrito (o, al menos, requiere una búsqueda específica entre los
denominados textos de la “inmediatez”). Añádase que el significado de partida y
el de llegada parecen, a priori, distantes: de la comparación o de la identidad hasta
la duda se ha de recorrer un largo camino. Además de la adscripción a una misma
variedad diafásica, la semejanza gramatical entre las dos locuciones y, sobre todo,
la convergencia en un mismo valor invitan a reunirlas en un único trabajo.

2. Interés por los adverbios de duda y posibilidad

Es más que generosa la atención que se ha prestado a los adverbios y locuciones


adverbiales expresivos de duda o posibilidad. Gramáticas y estudios monográfi-

2 Fuentes (2011: 81) señala que la duda, la posibilidad, la probabilidad y la hipótesis son
conceptos aparentemente equivalentes, pero no siempre sustituibles, y apunta que las situacio-
nes discursivas que precisan son diferentes. En Fuentes (1991: 297) distingue entre probabili-
dad y posibilidad (dimensión lógica de los hechos, por tanto del dictum) y grado de certeza del
hablante (perteneciente al modus).
3 La gramaticalización, en palabras de Garachana (2011: 37), se entiende como “creación

de palabras gramaticales desde palabras léxicas o construcciones más complejas que se reana-
lizan a partir de un mecanismo de cambio conceptual, que descansa en procedimientos cogni-
tivos como la metáfora y la metonimia.”. La pragmatización, según Ridruejo (2002: 98-99),
que también lleva consigo un cambio semántico, supone la habilitación de un elemento o una
construcción para desempeñar funciones pragmáticas. Fuentes (2011: 78, n. 6) prefiere hablar
exclusivamente de gramaticalización, aunque las unidades en cuestión actúen sobre el enun-
ciado o el texto, ya que, señala, la pragmática es una perspectiva, no una parcela del estudio
lingüístico.
4 Utilizo, para este trabajo, las bases de datos académicas, esto es, el CORDE y el CREA.

Incluyo los testimonios sin modificaciones e indico, por este orden, fecha, autor y obra (o, en
su caso, artículo y publicación periódica).
5 Así el DRAE (s.v. mejor); Moliner (DUE, s.v.); Santos Río (2003: s.v. mejor, mismo);

Fuentes (2009: s.v. a lo mejor, lo mismo). También se refieren a la coloquialidad de estos ele-
mentos Fuentes (1991: 12-13) y González Calvo (1998: 347-351).
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 203

cos establecen la nómina de elementos adverbiales que constituyen este paradig-


ma; analizan la mayor o menor distancia que los separa de la certeza y la carga
de subjetividad que aportan; los ubican en la duda o en la posibilidad, y también
determinan su pertenencia al español estándar o su vinculación al uso formal o al
coloquial, o bien analizan su comportamiento discursivo6.
Me permito destacar algunas aportaciones que han resultado imprescindibles
para la elaboración de este trabajo. García de Dini (1980) y Bañón (1999) se
ocupan monográficamente de la locución a lo mejor en español actual. La prime-
ra analiza su valor en textos literarios del siglo XX, en los que descubre su empleo
como indicador de seguridad. Bañón anota las variedades morfofonéticas de la
secuencia y, de acuerdo con García de Dini, describe las funciones pragmáticas
de atenuación que desempeña: tranquilizar al interlocutor, encubrir opiniones
que podrían ocasionar conflictos o mitigar discrepancias.
Fuentes (2011) examina, interpreta y ejemplifica, a partir de los datos del
CREA, la diversificación de valores que han experimentado igual (comparativo,
conector aditivo, operador modal, conector concesivo) y lo mismo (comparativo,
conector aditivo, operador modal)7. González Calvo (1980) analiza una extensa
nómina de elementos expresivos de duda en español actual8.
Más atrás se remontan en sus análisis Congosto (2008) y Fernández Alcaide
(2011b). Congosto informa de variantes, frecuencia y valores de quizá, tal vez y
acaso en el Siglo de Oro; en sus páginas se descubre un solitario quizá en el
paradigma adverbial de la duda en español clásico. Fernández Alcaide (2011b)
se ocupa de la evolución de igual como adverbio9, cuyos primeros testimonios se

6 Barrenechea (1979: 45-49) analiza los adverbios que expresan la inseguridad del hablan-

te. Martín Zorraquino (1998) describe las partículas de modalidad espistémica en español
actual, señala su versatilidad distribucional y apunta rasgos que las diferencian de otras unida-
des. Congosto (2008: 481-484) descubre, en la revisión que realiza de gramáticas y estudios
que se han ocupado de los adverbios de duda, un inventario “rico y variado” (Congosto 2008:
481). Remito a este trabajo para una visión de la clasificación y descripción de estos signos en
las gramáticas de Bello, Gili Gaya y Kany y en el Esbozo, y para las apreciaciones de Carbo-
nero, Kovacci y Fuentes sobre su comportamiento discursivo.
7 Santos Río (2003) y Fuentes (2009) ofrecen sendos repertorios imprescindibles de partí-

culas y conectores y operadores en los que describen y ejemplifican los valores y el comporta-
mento gramatico-textual de estas entidades en español actual.
8 Este autor organiza la nómina en tres grupos: fórmulas lexicalizadas indicadoras de

incertidumbre; adverbios, giros y locuciones que denotan duda + posibilidad (entre ellos, a lo
mejor) adverbios y locuciones que denotan duda + posibilidad elevada. No incluye este autor
la fórmula lo mismo.
9 En Fernández Alcaide (2011a) aborda el estudio de igual en su valor adjetivo y como

formante de construcciones.
204 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

encuentran en el siglo XIV. En el siglo XVI, la autora documenta su empleo en


construcciones distributivas, con valor aditivo y como operador de modalidad, si
bien, según indica, no vuelve a aparecer en estos usos hasta el siglo XX. Por últi-
mo, Espejo y Espinosa (2012) reflexionan sobre el origen de quizá, y aportan,
además, datos sobre su presencia entre los siglos XII y XV, y describen también
los valores de otros adverbios y locuciones (acaso, posiblemente, tal vez, por
(a)ventura).
Pese a todo lo ya realizado, queda por explorar el recorrido histórico de a lo
mejor y lo mismo, para determinar cómo sucede el tránsito de sintagmas libres a
locuciones; cuándo se incorporan al grupo de operadores de modalidad; cómo y
cuándo los expertos dan cuenta de sus significados y funciones sucesivos.

3. Adverbios y locuciones de duda y posibilidad

La Nueva gramática de la lengua española (NGLE: 2350-2352) distingue, en el


grupo de adverbios oracionales del enunciado indicadores de modalidad episté-
mica, una “clase tradicional” compuesta por quizá(s), tal vez, a lo mejor (y a la
mejor), acaso, lo mismo, igual, clase que, por cierto, esta obra deja abierta
(“entre otros”, señala). A ellos añade la voz capaz, utilizada en países america-
nos, al igual que la expresión capaz que, y los adverbios dudosamente, posible-
mente y seguramente10.
Así pues, el español actual ofrece un inventario generoso, heterogéneo y rico
en matices, y la Gramática académica da cuenta de esta variedad11. Diacrónica-
mente considerados, son elementos diversos en su origen que se han incorporado
al grupo de operadores epistémicos en distintas etapas del desarrollo del idioma
y desde nociones y funciones más o menos lejanas. El paradigma estuvo repre-
sentado en la Edad Media por quiçá (y variantes formales)12 y por la locución
por (a)ventura, que fue perdiéndose, según indican Espejo y Espinosa (2012:
757). En el siglo XV se incorpora acaso (o a caso), hasta entonces indicador de

10 Obsérvese que no incluye la NGLE en este grupo probablemente, que, sin embargo, se

encuentra, como indicador de conjetura, desde la primera edición del Diccionario académico
(AUTORIDADES: s.v.). Kovacci (1999: 755) lo sitúa entre los indicadores de modalidad dubi-
tativa. Moliner (DUE: s.v.) y Santos Río (2003: s.v.) lo describen como indicador de posibili-
dad marcada (‘muy posiblemente’).
11 La NGLE no diferencia los valores de duda y probabilidad, frente a trabajos especiali-

zados como los de Fuentes 1991 y 1995.


12 Remito, para una reflexión sobre el origen de quizá, a González Ollé (1981) y al más

reciente Espejo y Espinosa (2012), que ofrece información bibliográfica actualizada.


A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 205

casualidad13, y en el XVIII lo hace tal vez, originalmente temporal (Congosto


2008: 489-492).
Del grupo de adverbios en -mente, probablement(e) es el primero en apare-
cer14; se encuentra, como indicador de posibilidad, en un texto aragonés del siglo
XV (el testimonio es único), y mantiene su presencia en las centurias que
siguen15. Posiblemente, excepcional entre los siglos XV a XVIII, se introduce con
rotundidad en los textos en el siglo XX16. Du(b)dosament(e), muy escaso en los
textos, funciona como operador epistémico desde finales del siglo XX17. Caso
aparte lo constituye segurament(e), utilizado, como indicador de certeza, desde
el siglo XIII, pero reconocido como modalizador de posibilidad solo a partir del
siglo XX18.

(1) [...] si en sanedat o en enfermedat de la qual probablement no deua breument


morir renunciara la notaria haya el renunciant mil cinchcientos sueldos special-
ment de aquell al que por la Ciudat la dita scriuania dada sera (Anónimo. Ordi-

13 Aunque, según Congosto (2008: 489-490), hasta el siglo XVIII no se produce una
“afluencia significativa” de su empleo como adverbio de duda. Obsérvese que por (a)ventura
y acaso coinciden en su significado original: ‘por casualidad’. Espejo y Espinosa (2012: 756)
documentan el paso de este último al valor de duda “en contextos propicios”.
14 Me permito aportar aquí algunos datos relativos al momento de aparición, al valor y a

la frecuencia de uso de estos adverbios partiendo de la búsqueda y lectura de testimonios en el


CORDE, así como de su reflejo lexicográfico. Dejo para otra ocasión un análisis más exhaus-
tivo de estos adverbios.
15 Presencia discreta durante varias centurias. Entre los siglos XVI y XVII probablemente

alcanza cincuenta testimonios, y en el XVIII se acerca al centenar con valor de posiblidad, y su


lugar más frecuente es la prosa científica y religiosa. A partir de la segunda mitad del siglo XIX
se dispara su frecuencia en todos sus valores. Desde el siglo XVII la incluyen los diccionarios
monolingües y bilingües, según se aprecia en el NTLLE: s.v.
16 Su incorporación a los diccionarios sucede en el siglo XIX, en el Diccionario académico

de 1803 (NTLLE: s.v.). Datos sobre la presencia cuantitativa de este adverbio en Espejo y
Espinosa (2012: 756, nota 20). Según Barrenechea (1979: 47) en la actualidad es el más usado
de los adverbios en -mente que expresan duda.
17 Hasta entonces, se emplea como circunstancial de modo o como modificador de adjeti-

vo. Los diccionarios monolingües y bilingües lo recogen sin excepción desde el siglo XV
(NTLLE: s.v.).
18 Hay que esperar al Diccionario manual de la Academia de 1950 para ver incorporada

esta acepción: ‘probablemente, acaso’. De hecho, las Gramáticas académicas de 1870 (GLC
1870: 139) y 1917 (GLC 1917: 140) incluyen seguramente entre los adverbios de afirmación.
Al margen de sus valores, valga señalar que la presencia de este elemento es creciente en
nuestro idioma, según se aprecia en el CORDE. Si en el siglo XIII hay solo 13 testimonios, en el
XVI pasa del medio millar, y en el siglo XIX del millar. En el CREA supera la cifra de 6.000
ocurrencias.
206 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

nación dada a la ciudad de Zaragoza por el rey don Fernando I el de Antequera,


1414).
(2) [...] yo tenía cient ducados aparejados para emplear en mercadería, como en
lanas, que tenía ya concertadas, en las quales pensava probablemente ganar diez
(Luis Saravia de la Calle, Instrución de mercaderes muy provechosa..., 1544).
(3) [...] fue tan extraordinario y peregrino que no se vio hasta ahora otro igual, ni
probablemente se verá jamás (Benito Jerónimo Feijoo, Theatro crítico universal,
o discursos varios en todo género de materias..., 1730).
(4) [...] que debía de querer posiblemente oprimirle para que dejase la ciudad (Pedro
Cieza de León, Las guerras civiles peruanas, 1553-1584).
(5) Pero el Gobierno de Santa Fe, en esta ocasión, posiblemente no se dejará coac-
cionar (Ramón María del Valle-Inclán, Tirano Banderas, 1927).
(6) Dice que posiblemente las cartas de mar estén equivocadas (Dulce María Loy-
naz, Jardín. Novela lírica, 1935).
(7) [...] hipótesis que hallaría confirmación en la carencia de necrópoli y en la exis-
tencia, en algunas casas, de pozos o recipientes donde posiblemente se conserva-
ban las cenizas de los antepasados bajo el techo de los descendientes (Fernando
Chueca Goitia, Historia de la arquitectura española. Edad Antigua y Edad
Media, 1965).
(8) Es posible que esté llegando la hora de realizar un esfuerzo conjunto, oficial y
privado, para armonizar y dotar de auténtica coherencia económica al conjunto
fiscal en vigencia que, como se encuentra, dudosamente merezca el nombre de
sistema tributario (Prensa, “Con más frío y menos peso”, La Nación, 1992).
(9) Quisiera hacer yo contigo ese camino, hijo. No podremos ni tú ni yo, seguramen-
te. No vamos a sobrevivir ninguno de los dos, quizá, tú por prematuro y yo por
tardío (Francisco Umbral, Mortal y rosa, 1975).

Las noticias que ofrecen gramáticos y lexicógrafos coinciden con los datos
expuestos, con alguna excepción. Nebrija (Gramática: 127) solo menciona quiçá
en el paradigma adverbial de la duda. Un siglo después, Correas (Arte: 350) pre-
senta una relación de elementos llamativamente extensa en comparación con otros
autores, y que se explica porque este autor incorpora en el inventario algunos
adverbios que significan aproximación cuantitativa; así, son «adverbios de dudar»,
además de acaso, por ventura, y quizá(s), cuya presencia en los textos ya ha sido
contrastada (cf. supra), aina, ainas19, mui aina, apenas y casi. Para su contemporá-
neo Covarrubias (Tesoro: s.v.) quizá es vocablo antiguo, y «vale por ventura».
Según se desprende de sus indicaciones, acaso no pertenece al grupo; significa ‘lo

19 Sin embargo, en las obras lexicográficas es general la distinción entre aina (‘presto’) y
ainas (‘casi’). Los diferencian Nebrija (1495), Covarrubias (Tesoro: s.v.) y también los diccio-
narios académicos, desde la primera edición. Solo Rosal (1611) coincide con Correas en seña-
larlos como variantes. Datos tomados del NTLLE: s.v.
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 207

que sucede sin pensar ni estar prevenido’20. A partir del siglo XVIII, las gramáticas
coinciden en presentar los mismos elementos; la edición de la Gramática académi-
ca de 1771 (GLC 1771: 191) menciona acaso y quizá, y también las de 1870 y
191721. Bello (Gramática: 329) incluye, además, tal vez, y deja abierto el grupo
con un etcétera. En el Diccionario de Cuervo (DCR: s.v.), acaso, por ventura,
quizá y tal vez reciben la consideración de adverbios, voces o expresiones dubitati-
vas. Acaso, quizá y tal vez se encuentran en el Esbozo (1973: 359), que no mencio-
na más entidades de carácter adverbial expresivas de duda o de posibilidad.

4. A lo mejor; lo mismo. De entidades libres a locuciones

Las fórmulas adverbiales a lo mejor y lo mismo forman parte del considerado


“grupo tradicional” indicador de duda o posibilidad en español actual, según la
NGLE 22. Además, obviamente, de su carácter pluriverbal, las dos secuencias
coinciden en presentar una misma estructura, lo + adjetivo (Lapesa 2000: 204-
207)23 –precedida de preposición en el caso de a lo mejor– y también en haber
experimentado un proceso de transformación desde nociones alejadas del valor
epistémico.

4.1. A LO MEJOR, A LO PEOR

El comparativo sintético mejor, que conserva hasta hoy su significado etimológi-


co, desempeña funciones adjetivas y adverbiales24, e interviene, además, en
varias locuciones, entre ellas la que aquí interesa. A lo mejor aparece caracteriza-
da actualmente como locución indicadora de posibilidad cargada de emotividad
o subjetividad; se señala asimismo su valor atenuador, y también su empleo para

20 El contraste, respecto de acaso, entre Correas y Covarrubias hace pensar en una difu-
sión desigual, tal vez socialmente condicionada, de este adverbio como modalizador epistémico.
21 GLC 1870: 134 y GLC 1917: 139.
22 En cambio, el DRAE no incluye lo mismo, ni siquiera en su última edición.
23 La combinación lo + adjetivo o adverbio es productiva en español. Lapesa (2000: 204-

205) menciona varias secuencias, algunas documentadas desde muy antiguo, en las que inter-
vienen cuantitativos, ordinales y otros determinativos: a lo menos, lo más, lo primero, lo uno, lo
otro; por lo menos, por lo demás, a lo mejor, a lo largo, a lo ancho, en lo sucesivo, etc.; el
mismo esquema presentan las fórmulas modales del tipo a lo rústico, a lo valiente, a lo principe.
24 Véanse Santos Río (2003: s.v.) y Fuentes (2009: s.v.) sobre los valores de mejor como

adverbio.
208 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

introducir una nueva propuesta del hablante25. La secuencia se encuentra en


repertorios lexicográficos desde el siglo XIX, que la describen como fórmula que
marca un hecho como inesperado. Desde el siglo XX, los diccionarios académi-
cos anotan el valor de incertidumbre o posibilidad26.
La estructura prepositiva de a lo mejor determina sus posibilidades funciona-
les como sintagma libre (y restringe su presencia cuantitativamente; como se
aprecia al comparar las tablas 1 y 2 –cf. infra–, el número de ocurrencias es
menor que el de lo mismo). Aparece escasamente en la Edad Media, y mantiene
una representación discreta hasta el siglo XIX27:

TABLA 1
A lo mejor

XX-XXI
SIGLO XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX
(1975-)
casos 3 5 9 37 59 20 228 1.498 6.434

Como he señalado, la preposición a condiciona las funciones del sintagma en


empleo libre. En los testimonios medievales se encuentra como complemento de
verbos que significan movimiento, real o figurado:

(1) [...] otrossí estos vii dones sse mueuen por la uertud de Dios Padre que puso en
Ihesu Cristo ssu ffijo, que mueue todas las cosas a lo meior (Alfonso X, Setena-
rio, 1252-1270).
(2) [...] aunque se quieran arrepentir & tornarse a lo mejor, no pueden por vergüença
que les non retraigan que ellos mesmos por mengua de buen seso se engañaron
(Anónimo, Libro del cavallero Cifar, 1300-1305).

25 Santos Río (2003: s.v. mejor) y Fuentes (2009: s.v. a lo mejor) coinciden en vincular

esta locución al uso conversacional. Este último señala también la combinación de la secuen-
cia con el modo indicativo, y anota el valor que transmite como enunciado independiente.
Véase Bañon Hernández (1998: 138) sobre las valoraciones que ofrecen Gregorio Salvador,
María Moliner, Brian Steel y José Manuel González Calvo respecto del comportamiento de a
lo mejor en relación con otras expresiones indicadoras de duda o posibilidad.
26 Según he podido observar en el NTLLE (s.v. mejor), Salvá incluye por vez primera en

su Diccionario de 1846 este “modo adverbial”, que significa ‘cuando menos se espera’. Gas-
par y Roig lo hacen en 1855, y la Academia en el Diccionario usual de 1869. La edición de
1984 sustituye este valor por el de posibilidad o incertidumbre. La edición actual en línea
(<http://www.rae.es>) la anota como equivalente de quizá y tal vez.
27 La presencia de otros sintagmas análogos (preposición + lo + comparativo) es igual-

mente escasa en el mismo tiempo.


A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 209

(3) [...] et rogar a Dios, que es fazedor et endereçador de todas las cosas, que lo ende-
reçe a lo mejor (Juan Manuel, Libro del caballero y del escudero, 1326);

pero también participa en predicados cuyos verbos transmiten nociones estáti-


cas. Así, se encuentra con los verbos acordar y aprovechar; obsérvese la concu-
rrencia, en el primer caso, con el sintagma en lo mejor (testimonios 4 y 5):

(4) E otro ssi departien mucho de la natura de los omnes cuemo era grieue dacordar
a lo meior. e que por esso se destruyen e se camiauan los sos fechos (Alfonso X,
Estoria de Espanna que fizo el muy noble rey don Alfonsso, fijo del rey don Fer-
nando et de la reyna, 1270).
(5) [...] que el spíritu del amor de Dios acordaua sienpre en lo mejor todos los senti-
dos que se mueuen por el spíritu de Dios (Alfonso X, Setenario, 1252-1270).
(6) [...] ca de la buena ventura deste mundo va onbre sienpre a lo peor, mas del dolor
de la tribulaçion sienpre onbre aprouecha a lo mejor (Anónimo, Traducción del
Soberano bien de San Isidoro, 1400).

Es, sin embargo, el único contexto que comparten las dos preposiciones en
este sintagma. En lo mejor, más frecuente, es igualmente compatible con nocio-
nes estáticas y dinámicas:

(7) Et lo uno, por esto, que era el mayor bien que podría seer, et lo ál, porque ella
era de tan buen entendimiento et de tan buenas obras, que siempre acertava en
lo mejor (Juan Manuel, El Conde Lucanor, 1325-1335).
(8) Et quiera Dios que en este pleito que abengades en lo mejor que confondame
Dios silo assy non querria (Anónimo, De Garcilaso de la Vega a Gonzalo Gar-
cia, acerca del matrimonio de la hija del infante Don Pedro..., 1326).
(9) [...] ca deurian tomar cuydado commo deurian beujr amonestandolos en lo
mejor (Anónimo, Traducción del Soberano bien de San Isidoro, 1400).
(10) [...] y que nuestros mensajeros fablen en lo que fazerse deve, y él y yo vernemos
en lo mejor (Garci Rodríguez de Montalvo, Amadís de Gaula, libros I y II,
1482-1492).

Pero el siglo XIV ofrece, además, un testimonio excepcional, un pasaje de El


Conde Lucanor en el que, como puede apreciarse, a lo mejor se sitúa fuera del
dictum. Debo indicar, sin embargo, que la secuencia no consta en todas las edi-
ciones de la obra28:

28
Según parece, depende del manuscrito que los editores tomen como base. Así, se
encuentra en la edición de Serés (Barcelona, Crítica), que es la que se maneja en el CORDE y
que transcribe el manuscrito S (el más extenso, escrito en letra gótica de finales del siglo XIV,
indica el editor). La edición de Ayerbe-Chaux (Libro del Conde Lucanor, Madrid, Alhambra,
210 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

(11) El mercadero, que oyó a su mujer llamar marido a aquel mancebo, pesól mucho,
ca bien tenía que era omne con quien fazía mal o a lo mejor que era casada con
él (Juan Manuel, El Conde Lucanor, 1325-1335).

La presencia del verbo tener (‘juzgar’, ‘entender’), que introduce, en una


construcción disyuntiva, las dos consideraciones del mercadero, permite inter-
pretar que a lo mejor –que encabeza la segunda cláusula– actúa como modali-
zador dubitativo. Se trataría, si se acepta esta interpretación, de la primera
documentación de la locución adverbial con este valor, que, además, representa
un caso aislado (el sintagma se encuentra, según se ha visto, como circunstan-
cial de modo29, pero no hay testimonios que permitan observar la transforma-
ción en locución, y no vuelve a encontrarse como tal hasta mucho tiempo des-
pués)30.
En el siglo XV aumenta el uso del sintagma a lo mejor junto a verbos que
admiten un complemento modal. Se construye, con o sin segundo término, con
los verbos yr y disponer (en los que estimo que el valor del complemento es
ambiguo31), pero también con responder, adereçar o acorrer (‘acoger’), entre
otros32, y entonces significa inequívocamente modo:

(12) [...] e dixo con gran saña: “Cauallero, agora vos yd a lo mejor que pudierdes, ca
assi Dios me ayude, nunca a tan mal cauallero serui (Anónimo, La demanda del
Sancto Grial, 1470).

1983, p. 344), que opta siempre, según señala el propio editor, por la versión más simple de
todos los manuscritos (p. 37), no incluye la fórmula en el texto, pero anota las variantes: a lo
mejor aparece, efectivamente, en el manuscrito S (que el editor considera de principios del
siglo XV), y a lo menos en el manuscrito G, del siglo XVI. Así pues, podría ser un añadido de
finales del siglo XIV o principios del XV; aun en ese caso, constituiría la primera documenta-
ción de la fórmula fuera de la predicación.
29 La conversión de circunstanciales modales en locuciones sucede en otros casos. Las

fórmulas fraseológicas así mismo, en cierto modo, de todos modos, de ninguna manera, etc.,
proceden de complementos de modo.
30 No me atrevo a descartar otras interpretaciones. Por un lado, si se considera cómo con-

tinúa el texto: Et tovo más que fazía maldat que non que fuese casada, et por que el omne era
tan moço, parece que la relación extramatrimonial se interpreta como maldad, y que la posibi-
lidad de la relación matrimonial, que se descarta, se entiende como menos mala que la prime-
ra. Así pues, mejor parece conservar el sentido comparativo de superioridad, y la secuencia
completa podría aportar un valor de reformulación (‘o mejor’). Si se atiende a la enmienda del
manuscrito G, del siglo XVI, que cambia a lo mejor por a lo menos, puede interpretarse que
aporta un valor exceptivo (‘en el mejor de los casos’).
31 Serían posibles, como ya sucede en testimonios más antiguos (ver 6 y 7), una lectura

modal y otra de dirección o término.


32 También fazer, sufrir y defender en otros testimonios que ofrece el CORDE.
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 211

(13) E aún quanto quier que forçada sea la tal obra, en aquel estado dispone a lo
mejor, por ende dixo el Salmo: Comienço de sabiduría el temor de Dios (Fer-
nando de la Torre, Libro de las veynte cartas e quistiones, 1449).
(14) Quando Palomades esto vio, no supo que hazer, ca sabia que librado le ha el
pleyto entre el e Galaz si a la batalla viniesse, y por ende respondio a lo mejor
que el supo, e dixo (Anónimo, La demanda del Sancto Grial, 1470).
(15) E queremos que sea d’esto savidor e que lieve adelante lo que començó […] e
Dios lo adereçe a lo mejor e le quiera dar la su vendiçión (Lope García de Sala-
zar, Istoria de las bienandanzas e fortunas, 1471-1476).
(16) –¡Ay, amigo! –dixo ella–, acorred vos en ello a lo mejor que pudiéredes (Garci
Rodríguez de Montalvo, Amadís de Gaula, libros I y II, 1482-1492).

Si hasta el siglo XV el complemento se encuentra únicamente en la prosa narra-


tiva, desde el XVI amplía su representación textual: aparece en el género epistolar,
en el teatro, en la poesía y en textos didácticos y científicos. Continúa en su fun-
ción de circunstancial (construido con o sin segundo término) y con significado
espacial y temporal (obsérvese que, según los predicados, es dinámico o estático):

(17) Mas yo nunca los dejaba boquisecos, queriéndolos llevar conmigo a lo mejor
que yo había echado en la ciudad, a do hacíamos la buena y espléndida vida y
gira (Anónimo, Segunda parte del Lazarillo de Tormes, 1555).
(18) Y, porque no pueda negar su delito, a lo mejor de la fiesta, le corte vn pedaço de
la loba, como hizo David a Saúl (Lorenzo Sepúlveda, Comedia de Sepúlveda,
1565).
(19) El amor nos lleva a lo mejor, el temor nos contiene en lo bueno (Juan de Pala-
fox y Mendoza, Cartas pastorales, 1640-1653).

y también modal:

(20) Hice yo fortalecer mi real a lo mejor que pude y poner la gente en las estancias
que me pareció que convenían (Hernán Cortés, Cartas de relación, 1519-1526).
(21) Respóndese que Dios y natura ninguna cosa hazen en vano, mas siempre obran
a lo mejor (Pedro de Medina, Arte de navegar, 1545).
(22) ¿Cómo va de dolores? ¿Ha dormido vuesa merced a lo mejor? (Jerónimo Alcalá
Yáñez y Ribera, El donado hablador Alonso, mozo de muchos amos. Primera
parte, 1624).

La preposición lo capacita, asismismo, para actuar como componente de sin-


tagma, como complemento indirecto y complemento regido:

(23) Hábito. Es hábito disposición de lo perfecto a lo mejor (Fernando de Herrera,


Comentarios a Garcilaso, 1580).
212 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

(24) Por otra parte, es de nobles aplicar el juicio a lo mejor en las cosas inciertas
(Cristóbal Suárez de Figueroa, El pasajero, 1617).
(25) Fue astucia del contrario anticiparse a lo mejor, y necedad suya oponérsele
tarde con lo peor (Baltasar Gracián, Oráculo manual y arte de prudencia, 1647).

En este tiempo, y a partir de uno de los casos descritos, se puede observar lo


que podría constituir el umbral hacia otro significado. Como se ha visto, en oca-
siones la secuencia a lo mejor ubica temporalmente el predicado, esto es, expresa
una circunstancia temporal estática (testimonio 18). Aunque no es imprescidible,
la anteposición del sintagma al verbo facilita una nueva lectura hacia un valor del
que las obras lexicográficas darán cuenta mucho tiempo después: del sentido tem-
poral literal (‘en el mejor momento’) se accede al temporal-modal, que presenta
un hecho como inesperado (‘inesperadamente’)33, porque cuando más o mejor se
manifesta una tendencia es cuando menos se espera que suceda un cambio:

(26) Amor con vanas muestras aparece,/ todo lo haze llano y lo asegura,/ y luego a lo
mejor desaparece (Bartolomé Leonardo de Argensola, Rimas, 1592-1631).
(27) Es un hombre tan presto, que si le consultan en algo, aunque tarde dos horas en
responder, da muy apriesa su razón y cae muy bien todo lo que dice, pero a lo
mejor tropieza (Juan Orozco, Vejamen en casa del contador Agustín de Galar-
za, 1650).
(28) [...] íbanse de prado en prado muy entretenidos y placenteros, saltando y bailan-
do, quando a lo mejor caían rendidos, sudando y gritando, sin poder dar un
passo (Baltasar Gracián, El Criticón. Primera parte, 1651).
(29) Deja los falsos contentos de la tierra, antes que ellos te hayan dejado; mira que a
lo mejor desaparecen y sólo Dios permanece; ellos no hartan; este divino man-
jar es el que satisface (Baltasar Gracián, El comulgatorio, 1655).

Obsérvese que la presencia de un incremento favorece la interpretación tem-


poral:

(30) [...] su padre Amurates hizo hacer a otro embajador de Persia en unas fiestas
solemnes en Constantinopla, con unos tablados engañosos, que a lo mejor de las
fiestas se hundieron (Juan de Persia, Relaciones, 1604).

También el sintagma en lo mejor permite la misma doble lectura en contextos


adecuados34:

33 En la primera mención lexicográfica de la secuencia completa, Salvá (1846), que la


considera “modo adverbial”, anota este significado.
34 En este caso, el significado no pasa de ser contextual; el sintagma no llega a convertir-

se en locución, y de hecho ningún repertorio lo reconoce. Frente a a lo mejor, en lo mejor fun-


A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 213

(31) Conosco agora que no hay más ingrata señora que un alma, pues, en lo mejor,
con achaque de cielo va, cielo viene, se aparta del mundo en dos palabras y deja
su amante, el cuerpo, a la luna del sepulcro (Antonio Enríquez Gómez, El siglo
pitagórico y Vida de don Gregorio Guadaña, 1644).

Me parece posible la conexión entre lo que sucede inesperadamente y lo que el


hablante no puede asegurar, que, además, recuerda a la sucesión de valores que
experimentan por aventura y acaso35. Si bien es posible la transformación de un
complemento de modo en locución modalizadora, se puede acceder también al
valor epistémico desde el temporal-modal36. La presencia de a lo mejor como moda-
lizador epistémico en el siglo XIV (o, tal vez, en el XV) y, como se verá, también en
español clásico, lleva a afirmar, por un lado, que los textos no manifiestan, en lo que
respecta a esta secuencia, la sucesión cronológica y la vinculación lógica entre el
sintagma de valor modal y la locución epistémica. Culminada la transformación,
pudo verse reforzada por la relación de continuidad con otro significado, el tempo-
ral-modal, que la misma secuencia adquirió; esta relación se observa, además, en
otras locuciones que, desde el mismo valor (‘inesperadamente’), acceden al para-
digma adverbial de la duda.
El español clásico ofrece, como decía, dos nuevos testimonios, bien distintos,
de a lo mejor como modalizador epistémico. En el primero, como ya sucedía en
El Conde Lucanor, se encuentra antepuesto a una cláusula, que en este contexto
lleva el verbo en imperfecto de subjuntivo. Destaca, en el pasaje, la acumulación
de recursos que refuerzan la inseguridad. En el segundo, la secuencia se anticipa
a un sintagma que concreta o ejemplifica, pero sin asegurarlo, lo que se acaba de
presentar como desconocido o como irrelevante:

(32) POLICRONIO. –La noche condénase para lo del trabajo y ordénase para el descan-
so, y esa mujer debía ser colérica, pues dormía tan poco, y debía tener olivar en
el Ajarafe, pues no se le mataba el candil.

ciona hasta hoy solo como circunstancial de tiempo, y puede admitir esta lectura temporal-
modal en determinados contextos: «en lo mejor, se nos vino abajo el escenario».
35
Originalmente, ambas secuencias significan ‘por casualidad’. Recuérdese además que,
para Covarrubias, acaso sirve para expresar ‘lo que sucede sin estar prevenido’. Congosto (2008:
489-90) presenta, en orden cronológico, la sucesión de valores que acaso experimenta en el
Siglo de Oro.
36
El español actual permite apreciar la conexión entre estos valores en otras locuciones;
de pronto y de repente significan ‘súbitamente, sin preparación’, pero también son indicadores
de posibilidad: el DRAE, s.v., marca como coloquial este valor para de pronto, y como colo-
quial y característico de Uruguay y Venezuela para de repente. Santos Río (2003: s.v.) anota
los dos significados para de repente, y limita el valor modalizador de posibilidad a algunas
zonas de América.
214 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

FILALETES. –A lo mejor pudiera decir de sí aquel verso de David que era como
oliva fructífera en la casa de Dios, y las plantas también medran de noche como
de día y aun Levino Lemnio dice que crescen más con la luna que con, el sol
(Juan de Pineda, Diálogos familiares de la agricultura cristiana, 1589).
(33) Calzas y zapatos a los mozos de coro. Este dicho día el Cabildo ordenó que a los
mozos de coro se les den calzas y zapatos y los dé quien le tocare (a lo mejor, a
la Tesorería) [AC-62 f. 47r / 2-XII-1658] (Anónimo, Documentos sobre música
en la catedral de Sigüenza, 1600-1713).

Pese a la disminución cuantitativa de a lo mejor, el siglo XVIII permite obser-


var todos los valores descritos hasta aquí. Continúa, obviamente, el sintagma
libre en sus funciones de complemento de predicado:

(34) El Anónymo ya se limita a lo mejor que he empleado para el fondo de mi obra


(Benito Jerónimo Feijoo, Theatro crítico universal o discursos varios en todo
género de materias..., 1733);

pero es ya la locución temporal-modal (que significa ‘inesperadamente’) la que


predomina:

(35) [...] así, su arrebatada muerte no hubiera cortado a lo mejor las justas esperanzas
que, de tan elevado y feliz ingenio, se habían concebido (Ignacio de Luzán, La
Poética o reglas de la poesía en general y de sus principales especies, 1737-1789).
(36) ¡No se puede negar Eusebio, dijo entonces Hardyl, que tenéis un excelente y
esforzado criado! ¡Ir a ciscarse de miedo a lo mejor! (Pedro Montengón, Euse-
bio, 1786).
(37) [...] pero como después se hizo paje, y el amo se le murió a lo mejor, y él se
había casado de secreto con la doncella ... (Leandro Fernández de Moratín, La
comedia nueva, 1792).

Tampoco faltan testimonios de a lo mejor como locución extrapredicativa


epistémica. Antepuesto a las proposiciones a las que afecta –y entre pausas en el
primer caso–, las señala como probables. El verbo en indicativo del primer pasaje
lo aproxima más a la seguridad, según interpreto, que el condicional del segundo:

(38) [...] ojalá nos encargara el Consejo lo que V. S. previene, que sería un nuevo estí-
mulo y modo de fomentar esta Academia, la cual expirará luego si no le dan
alguna dotación, no sobre la sal, ya sobrecargada sin consideración, ni sobre
otra cosa semejante cuyo mal sea cierto pronto y perpetuo, por un bien que, a lo
mejor, no tiene iguales seguridades ni tampoco para sueldos ni intereses de sus
individuos, sino sobre algún arbitrio nada gravoso (si lo hay en el mundo) o
sobre el erario (Pedro Andrés Burriel, Carta a Rodríguez Campomanes, 1766).
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 215

(39) Y ahora bien: el dinero empleado mal a ciencia cierta por la experiencia que nos
han dado diez años de su malograda educación, ¿de dónde sale? Si de su legíti-
ma, ésta no alcanza para completar sus estudios, y a lo mejor faltarían los
medios para darle otra carrera, y que él se ayudara a buscar la vida (José Celes-
tino Mutis, “A doña Ignacia Consuegra” [Cartas de José Celestino Mutis], 1793).

En el mismo tiempo, ciertos contextos permiten observar la transición entre


el sentido modal-temporal y el hipotético; en el testimonio que sigue, la adver-
tencia y la orientación hacia el futuro facilitan el cambio: el hecho de que el suje-
to pueda pegarle se considera inesperado y, por tanto, no se asegura37:

(40) Quando nos veamos, sabrá vmd. la razón de todo esto; que por ahora no pienso
decírsela. Bien me parece que se entretenga vmd. con el inmenso Lope; pero
guárdese vmd. de él, que a lo mejor la pega (Leandro Fernández de Moratín,
Cartas de 1787 [Epistolario], 1787).

La temprana pero excepcional representación de la locución modalizadora a


lo mejor hasta este siglo y las fuentes en que se encuentra permiten, según creo,
una consideración conjunta. Diálogos literarios, cartas y documentos escritos sin
voluntad normativa o estética presentan características comunes; diálogos y car-
tas comparten el carácter dialógico; las cartas familiares, además, evidencian
más que otros géneros escritos algunos rasgos de la inmediatez, al igual que los
documentos escritos sin preparación, sin voluntad estética o normativa y sin
revisión para ser guardados en un archivo38. El uso de a lo mejor como entidad
fraseológica, tal vez frecuente en el intercambio oral con distintos valores, se
manifiesta solo en escritos en los que suele producirse la irrupción de la oralidad
(medial o concepcional)39; como consecuencia de esta presencia tan limitada, no
es posible asegurar cómo sucede la transformación del sintagma en locución.
En el siglo XIX se inaugura la atención lexicográfica de a lo mejor (‘cuando
menos se espera’). El Diccionario académico de 1869 informa, además, de su
adscripción al ámbito familiar, y añade que lo que esta frase anuncia como ines-
perado suele ser infausto o desagradable40. Además del aumento significativo de
su presencia en los textos, a lo mejor regresa a la prosa narrativa; de hecho, la

37 Este valor de advertencia se aprecia en testimonios anteriores (obsérvese en 29), y llega


hasta la actualidad, como en 82 a 85.
38 Repárese, en este sentido, en la ruptura sintáctica del testimonio.
39 Oesterreicher (1996). Remito, además, a López Serena (2007: §3) para una revisión de

los conceptos coloquial, familiar, oral, conversacional, etc., que incluye las ya conocidas pro-
puestas de Koch y Oesterreicher.
40 Datos consultados en el NTLLE, s.v.
216 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

mayor parte de los testimonios de la locución temporal-modal se encuentra en


los diálogos de las grandes novelas realistas41.
Continúa el uso del sintagma como complemento de predicado (circunstan-
cial, complemento directo o complemento regido), en este caso sin preferencias
o restricciones textuales:

(41) Tal vez será debilidad humana/ irse a dormir a lo mejor del cuento (José de
Espronceda, El diablo mundo, 1840-1841).
(42) Además las ilustres damas pasaban mucho tiempo fuera del triste caserón de sus
mayores. Visitaban a lo mejor de Vetusta, sin contar la visita al Santísimo y la
Vela (Clarín, La Regenta, 1884-1885).
(43) Don Venancio Liencres era un hombre completamente insignificante; intus et
foris; pero en los casos dudosos, tenía el buen instinto de inclinarse a lo mejor,
porque su madera, aunque tosca, era sana (José María de Pereda, Sotileza, 1885-
1888).
(44) Sus longanizas, morcillas, morcones y embuchados dejaban muy atrás a lo
mejor que en este género se condimenta en Extremadura (Juan Valera, Juanita
la Larga, 1895).

Pero, como en la centuria anterior, el valor más documentado es el que le otorgan


los diccionarios contemporáneos a las fuentes. La secuencia se encuentra, obvia-
mente, en predicados que permiten la valoración de algo como inesperado por-
que rompe una tendencia o sucede repentinamente. Obsérvese que comparte
contexto con verbos y construcciones perfectivos, incoativos y resultativos que,
a veces, interrumpen una continuidad o una costumbre:

(45) Lo que sí vi fue varios carabineros, con quienes contraje relaciones de dinero;
pero de peseta en peseta me vi a lo mejor en Madrid, en donde ya no sirve para
no ser registrado dar una peseta, sino que es preciso dar dos por ser la capital
(Mariano José de Larra, Fígaro de vuelta. Carta a un su amigo residente en
París, 1836).
(46) –Es verdad, dices bien, mucho tengo que agradecerte.
–Quiera Dios que dure y que a lo mejor no me muestre las uñas (Ramón Meso-
nero Romanos, Escenas y tipos matritenses, 1842-1851).
(47) Mirar a la boca es ir derecho al asunto. Y esto sin contar con que la mujer no
tiene sobre sus labios el mismo dominio que sobre sus ojos; así vemos que a lo

41 Así pues, también en el primer tramo del siglo XX. López Serena (2007: 191-198) refle-
xiona sobre la mímesis de la oralidad en la literatura y sus límites, y se refiere en concreto al
lenguaje literario de Galdós, considerado como una “mina de oro para el estudio de lo colo-
quial”.
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 217

mejor le tiemblan, hacen pucheros, se le dilatan o se le secan a pesar suyo (Pedro


Antonio de Alarcón, Relatos, 1852-1882).
(48) ¡Qué tormento! ¡Ni un día de reposo! Se casa una para vivir con su marido, y a
lo mejor viene un despacho de Madrid que en dos palotadas me lo manda que sé
yo a dónde, a la Patagonia, al Japón, o al mismo infierno (Benito Pérez Galdós,
Trafalgar, 1873).
(49) La mujer de negro vestida, más que vieja, envejecida prematuramente, era, ade-
más de nueva, temporera, porque acudía a la mendicidad por lapsos de tiempo
más o menos largos, y a lo mejor desaparecía, sin duda por encontrar un buen
acomodo o almas caritativas que la socorrieran (Benito Pérez Galdós, Miseri-
cordia, 1897).
(50) […] y si se me baja el aguardiente a los deos y si se me suben los deos a la cara
de ella, se aguanta y como si tal cosa; pero ya verás cómo a lo mejor sale por
peteneras (Joaquín Dicenta, Juan José. Drama en tres actos y en prosa, 1895).

Determinados contextos manifiestan también el acceso de este sentido al


dubitativo, de la locución integrada en el predicado a la locución modalizadora.
A ello contribuyen el entorno sintáctico (estructuras disyuntivas), la anteposición
de la secuencia y el tiempo verbal (condicional):

(51) El juez les marea un poco y después les suelta. Si al cabo de seis años de causa
alguno va a presidio, a lo mejor se escapa, o le indultan, y vuelve a la Estancia
de los Caballeros (Benito Pérez-Galdós, Doña Perfecta, 1876).
(52) ¿Cómo todavía? Me ha dicho doña Lupe que será en marzo. Estamos a 20 de
febrero. No, no se descuide usted... que a lo mejor podría verse sorprendida...
Estas cosas deben prepararse con tiempo (Benito Pérez Galdós, Fortunata y
Jacinta, 1885-1887).
(53) Creía notar que su hermana Cruz, al ocuparse de él, lo hacía más por obligación
que por cariño; que algunos días le servían la comida de prisa y corriendo, mien-
tras que se entretenían horas y más horas dándole papillas al mocoso. Figurába-
sele también que su ropa no se cuidaba con tanto esmero. A lo mejor, le faltaban
botones, o aparecían descosidos que le molestaban (Benito Pérez-Galdós, Tor-
quemada en el purgatorio, 1894).

En otros casos, la locución, antepuesta, es claramente dubitativa:

(54) En suma, sacar algo pronto; que a lo mejor será la renta de un año, esto es, seis
mil y seiscientos rs. (Leandro Fernández de Moratín, Cartas de 1822 [Epistola-
rio], 1822).

Como evidencian los testimonios incluidos hasta aquí, a lo mejor es caracte-


rísticamente oral. Las fuentes revelan además, a partir de este siglo, el alcance
218 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

social; algunos personajes populares de las novelas costumbristas de Pereda


(Muergo, en Sotileza, y la matrona en Peñas arriba) se sirven de la locución
temporal-modal:

(55) –Conque... Sotileza sola –dijo Andrés, disimulando de mala manera el escozor
que le atormentaba–. Vamos, ¿y qué la dijiste? ¿Qué te dijo ella?
–Pos aticuenta que na –respondió Muergo, estremeciéndose–; porque a lo mejor
se jue a encender el candil, y dempués allegó mi tío (José María de Pereda, Soti-
leza, 1880-1885)42.
(56) –Sabía yo por Neluco que andaba usté por ayá; y por eso, y por el aire, y por
algo que ha dicho... y por estas corazonás que a lo mejor tiene uno... ¡Hija, lo
que me alegro! (José María de Pereda, Peñas arriba, 1895).

Tomando como referencia las atinadas descripciones que ofrecen García de


Dini (1980) y Bañón (1999), se impone describir su comportamiento en la pri-
mera mitad del siglo XX43. Tal vez el cambio más destacado de esta centuria es el
hecho de que la locución, hasta este momento poco visible en cualquiera de sus
valores, multiplica extraordinariamente su presencia en los textos; por ello,
aumentan también las posibilidades de apreciar toda la diversidad de valores y
matices que es capaz de transmitir.
El sentido temporal-modal, que he presentado como el más frecuente en las
centurias precedentes, continúa vigente en las primeras décadas, pero apenas se
encuentra al mediar el siglo44:

(57) La criada nos sirve como una sonámbula, temerosa de que a lo mejor estalle
aquel silencio en un Niágara de improperios (Emilio Bobadilla, A fuego lento,
1903).

42 La respuesta que recibe el personaje permite observar cómo se recupera el significado

del comparativo mejor. El pasaje continúa así: –Conque “a lo mejor” –recalcó Andrés, con un
acento que sacaba lumbres–. Eso es decir que algo bueno te había pasado ya. ¿No es cierto,
Muergo? Vamos, hombre, dilo con franqueza. Esto mismo sucede cuando se emplea la secuen-
cia a lo peor, que introduce como dudosos hechos negativos (cf. infra).
43 Dejo a un lado el sintagma libre, vigente hasta nuestros días (salvo en función de com-

plemento circunstancial de tiempo): “Perico, como tonto, se agarró a lo mejor que había y se
puso el cuerpo como para él solo” (Anónimo, El recreo de mis hijos, 1911); “Por otro lado,
eres bonita, distinguida, estás bien educada, perteneces a lo mejor de Caracas” (Teresa de la
Parra, Ifigenia. Diario de una señorita que escribió porque se fastidiaba, 1924-1928)
44 Es significativo, respecto de la pérdida de este significado, cono señalo en la nota 26,

que el Diccionario académico de 1984 sustituya el valor que hasta entonces incluye (‘inespe-
radamente’) por el dubitativo.
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 219

(58) En el concierto fracasa la música que, a lo mejor, yendo por la calle, sumidos en
interesadas reflexiones, oímos tocar a un ciego y nos compunge el corazón (José
Ortega y Gasset, Artículos, 1917-1933).
(59) [...] al inventar los cocodrilos, inventó la gracia de que viniera uno de ellos y se
te tragara a lo mejor, cuando más descuidado estabas... (Manuel Abril, Cuentos
para niños I y II, 1930).
(60) Contadles otro cómo el pequeñuelo San Gerardo interrumpía a lo mejor sus jue-
gos y corría a una ermita, y allí poníase a murmurar fervientes plegarias (Ramón
Sarabia, Ramón, ¿Cómo se educan los hijos? Lecciones de pedagogía familiar,
1945).

En algunos pasajes aún se descubre la continuidad entre el sentido modal-


temporal y el hipotético:

(61) Hoy no se va usted: el tiempo está inseguro; a lo mejor cae otro chaparrón (Emi-
lia Pardo Bazán, La Quimera, 1905).

Pero son los testimonios del valor modalizador epistémico los que irrumpen
llamativamente. La locución indicadora de posibilidad se encuentra, sobre todo,
en diálogos informales (o intervenciones monológicas) incluidos en obras litera-
rias, pero también está presente en pasajes narrativos, en ensayos y otros escritos
formales45. Se ha señalado la vinculación de esta secuencia con el indicativo en
español actual, y, por ello, la proximidad a la seguridad que transmite (García de
Dini 1980; Santos Río: s.v.), y así sucede (en contraste con algunos testimonios
más antiguos) ya en la primera mitad del siglo:

(62) –De aquí que no haiga padre que no sueñe con tener un hijo Gallito y una hija
Tórtola.
SEÑOR ISIDORO: –Lo malo es que a lo mejor el hijo le sale a uno calandria y la
hija pava (Carlos Arniches, Los culpables [Del Madrid castizo. Sainetes], 1917).
(63) No se fía lo más mínimo de una lectura, hecha a solas por su fiscal, que a lo
mejor la lleva a cabo en ratos perdidos o entre sueños, cuando no se la enco-
mienda a algún satélite (Joaquín Álvarez Quintero, Discurso de recepción en la
Real Academia Española, 1925).
(64) […] estaba ya acostumbrado a que suscitasen mi amor propio diciéndome que
había nacido para oficinista. Y, a lo mejor, he nacido para eso. Tendré que reco-
nocerlo; lo que me pasaba era que no podía estudiar, porque había nacido para
oficinista (Rosa Chacel, Estación. Ida y vuelta, 1930).

45 En los diálogos informales, el significado transita, en ocasiones, entre lo inesperado y

lo posible, como en 62 y 65.


220 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

(65) Y si no es por usted, la trincan los internacionales y a lo mejor la fusilan... ¡Lás-


tima de chica!... ¡Qué oportunamente intervino! (Luis Antonio de Vega, La
muchacha que jugó al demonio [Horizonte], 1939).
(66) Se dirá que entonces nuestra vida tiene una condición trágica, puesto que, a lo
mejor, no podemos en ella ser el que inexorablemente somos (José Ortega y
Gasset, Artículos, 1917-1933).
(67) Don Miguel (Metiendo una candelita.).–Y a lo mejor –¡vaya ustée a sabéee!– la
bomba atómica fue descubierta en una fábrica de esas de Guanarteme... (Fran-
cisco Guerra Navarro, Los cuentos famosos de Pepe Monagas, 1941-1961).
(68) [...] sentí que él no quería seguir, se hacía cada vez más pesado y por más que
yo tiraba [...] casi no podía caminar y al final tuve que pararme delante de la
última vidriera [...]. A lo mejor estaba un poco cansado, a lo mejor no era un
capricho (Julio Cortázar, Final del juego, 1945-1964).

Sin embargo, es posible la combinación con el futuro de conjetura, y con el


condicional para las referencias a un pasado hipotético:

(69) Cuando el lector vaya a Rotterdam, debe visitar también esos sitios, que a lo
mejor se creerá que son otros tantos camelos... (Enrique Jardiel Poncela, Amor
se escribe sin hache. Novela casi cosmopolita, 1929-1933).
(70) Pues pienso: en esta casa a lo mejor habrá vivido uno de mis abuelos (Emilio
García Gómez, La silla del Moro, 1948).
(71) Una carabela que el Almirante había enviado a rodear toda la isla –porque a lo
mejor, ¿quién sabe?, resultaría ser la tierra firme en lugar de Cipango– llevaba
cuarenta días sin volver (Salvador de Madariaga, Vida del muy magnífico señor
don Cristóbal Colón, 1940-1947).
(72) ¡Quién sabe si a aquellas horas no estaría soñando, entristecida, en mi desgra-
cia, imaginándome tumbado sobre las tablas de la celda, con la memoria puesta
en ella, que fue el único afecto sincero que en mi vida tuve! Estaría a lo mejor
sobresaltada, presa de una pesadilla (Camilo José Cela, La familia de Pascual
Duarte, 1942).

Cabe, asismismo, destacar la movilidad de la locución que, aunque habitual-


mente aparece antepuesta a la secuencia a la que afecta (generalmente una estruc-
tura oracional), ocupa otras posiciones, constituya o no grupo fónico independiente:

(73) Entraba Libia, y dedicábase con Mari a las faenas del arreglo. Barriendo, a lo
mejor, o fregando las jofainas por sí misma, sin peinarse y sin más adornos que
un simple vestidillo (Felipe Trigo, Los abismos, 1913).
(74) Las pulgas no suelen vivir exclusivamente sobre una especie animal sino que se
encuentran a lo mejor varias sobre el mismo mamífero y cada una de ellas puede
atacar a mamíferos diferentes (Gonzalo Ceballos, Los afanípteros o pulgas [His-
toria natural. Vida de los animales, de las plantas y de la tierra], 1926).
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 221

(75) –¡Qué va a olvidársele, hombre! Pero no se figure que to es soplar y hacer bote-
lla. Vendrán por la tarde, a lo mejor (Enrique Serpa, Contrabando, 1938).

Los diálogos literarios de estas primeras décadas permiten descubrir en esta


secuencia algunas funciones pragmáticas, ya señaladas por García de Dini en los
textos literarios y por Bañón Hernández en la conversación coloquial46. A lo
mejor actúa como atenuador cuando el hablante pretende reducir la gravedad de
la información que ofrece, o disculpar un comportamiento ajeno, o mitigar una
opinión contraria a la del interlocutor:

(76) Pero no se trata de esto. Digo, papá, que a lo mejor ha fallado lo que ideaste por
mi bien, y se busca otro recurso más expeditivo, en que actúes de cebo contra
Pepín (Augusto Vivero, Sindicalista en acción, 1932).
(77) “¿Cómo?”, saltó él, pálida la voz y la cara, mientras su compañero, después de
una pausa, aclaraba, tranquilo, calmoso, con ojos chispeantes: “Sí, hombre;
estaba muerto –y admitía, luego–: Pero ¡a lo mejor no era tu perro! A mí,
¿sabes?, me pareció; pero a lo mejor no era” (Francisco Ayala, La cabeza del
cordero, 1949).
(78) Y resulta, ¿sabe usted?..., que le alcanzó una máquina y le hirió en el cuello, y le
trajeron..., pero que se moría. Como que aún está en la cama, y la pobre señora
María, la madre, ¿sabe usted? Pues... venga lavar el traje..., y venga tenderlo,
¡na!..., que la sangre no sale. Y a lo mejor que como está tan trastorná la pobre,
pues que se le habrá olvidao... (Adela Carbone, El amigo ahorcado, 1920).
(79) Yo contesté al momento una cosa que me pareció muy elegante y muy de rigor:
¡Pss!... ¿Y era eso? Pues mira, a lo mejor tu trabajo, tu busca, tu linterna y todo,
resulta: ¡tiempo perdido! Porque yo soy muy delicada con los hombres, tío Pan-
cho; me desagrada uno por cualquier detalle, así sea la más mínima tontería, y
se acabó, ¡que no me lo nombren más!... (Teresa de la Parra, Ifigenia. Diario de
una señorita que escribió porque se fastidiaba, 1924-1928).

Otras veces se aprecia un propósito menos cortés. Obsérvese cómo, en el


caso que sigue, introduce un reproche:

(80) Y entonces hay que verlo a usted rendido a los pies de una falda pabureña.
–Y a usted también, que, por no querer ser menos, a lo mejor resulta usted una
legítima sota de copas (Enrique López Albújar, Matalaché, 1928).

46 García de Dini (1980: 88-90); Bañón Hernández (1999: 139-144). Briz (1995: 111)

incluye a lo mejor e igual entre las fórmulas atenuadoras de afirmaciones, peticiones, etc.
Martín Zorraquino (1998), de acuerdo con Barrenechea, señala que “las partículas modales
que expresan incertidumbre o duda pueden cumplir un importante papel atenuador en la inter-
comunicación”.
222 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

o se utiliza irónicamente:

(81) –¿Qué tiene? Una copia de Martel, a lo mejor, ¿no? –le pregunté. Y sonreí un
tanto burlonamente, porque ni remotamente había pensado obtener una respues-
ta afirmativa (Enrique Serpa, Contrabando. Novela, 1938).

En otros contextos, sirve para introducir una advertencia47:

(82) –No fiarse, que a lo mejor es de otro batallón. Esos jodidos cornetas son así
(Ramón J. Sender, Imán, 1930).
(83) Yo no te aconsejo nada. El asunto es bastante escabroso y a lo mejor se pilla uno
los dedos (César Falcón, ¿Dónde está Dios?, 1933).
(84) –Oye Juanito –le dijo Suárez–, no te encandiles mucho con la confitería, que a
lo mejor... hay confitero (Concepción Castella de Zavala, Cruz de flores, 1939).
(85) Jimmy: Pero, a lo mejor no terminas tan pronto como tú esperas... (Carlos Feli-
pe [Carlos Fernández Santana] El travieso Jimmy, 1949).

Parece reciente la incorporación de la fórmula a lo peor, que, en cualquier


caso, se encuentra ya en repertorios lexicográficos y fraseológicos actuales (San-
tos Río 2003: s.v. peor; Fuentes 2009: s.v. a lo peor). Su creación a partir de a lo
mejor supone una lectura literal del comparativo de superioridad (recuérdese que
el Diccionario académico de 1869 vinculaba, precisamente, la locución temporal
a lo mejor a hechos infaustos o desagradables), y la sujeta permanentemente a
hechos que el hablante considera negativos. A juzgar por el número de testimo-
nios que alcanza en el CORDE y el CREA48, su empleo no parece muy profuso:
En su primera documentación se observa, precisamente, la rectificación –o
matización– de a lo mejor:

(86) –El no tiene la culpa. Cuando sopla el cierzo, y sopla porque Dios lo dispone,
los árboles inclinan la cabeza para no romperse. Hagamos otro tanto. Vamos a
ver. Colás ha tenido un palique enfadoso con usté. Y a lo mejor, o a lo peor, le
dijo... [...]
–Al fin percibo. Claro está. Colás quiere casarse. ¿Por qué no me lo dijo llana-
mente el muy zampatortas? (Ramón Pérez de Ayala, Tigre Juan, 1926).

El hecho de haber surgido a partir de otra locución le concede de inmediato


todas las características desarrolladas por la que le precede. Se emplea en inter-

47 El mismo valor se ha señalado en testimonios más antiguos, como 29 y 40.


48 Solo hay 13 testimonios en el siglo XX hasta 1975 (el primero, en 1926), y 94 desde
1975. Compárese con las cifras que aparecen en la tabla 1 respecto de a lo mejor.
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 223

cambios orales-coloquiales preferentemente, pero también en lo escrito formal;


goza de libertad de posición y puede constituir grupo fónico independiente. La posi-
bilidad que el hablante expresa se encuentra, asimismo, próxima a la seguridad:

(87) Todos los demás vinieron a Pamplona dispuestos a cumplir con su obligación. Y
esto es muy de estimar, porque la mayoría de los toros son unos tumbones que
salen a cubrir el expediente, sin importarles un ardite su amo, que, a lo peor,
está en el tendido pasando las de Caín, y los toreros, que en el ruedo las pasan
moradas (Antonio Díaz-Cabañete, “Segunda corrida de San Fermín. Las gran-
des y las pequeñas cosas”, ABC, 1958).
(88) Cantueso, cándido y novato, piensa –un momento– que Gustavo Manrique lo
está provocando, que, a lo peor, está a sueldo de la policía (Max Aub, La calle
de Valverde, 1961).
(89) Sí, porque antes ibas y a lo peor te pasabas y no sabías si iba a llegar la regañi-
na (“Sucesos civiles”, El País, 1988).
(90) –A mí no me gusta cómo llevan a Joselito; porque estoy convencido de que,
pudiendo ser el torero de este fin de siglo, a lo peor se queda, simplemente, en
un estupendo torero (“Toros. Feria del Pilar de Zaragoza. Mano a mano entre
Joselito y Rivera Ordóñez”, El Mundo, 1995).
(91) Una quiniela, por cierto, muy costosa, porque a lo peor, un depósito que podría
dar un rendimiento del 8% o 9% en cualquier entidad, aquí puede quedar en un
4%, si no se acierta (Jordi Goula. La Vanguardia, 1995).

4.2. LO MISMO

El origen del pronombre y adjetivo de identidad mismo (y sus variantes mesmo y


meismo), documentado desde los orígenes del idioma, se ha descrito como una
aglutinación de componentes de valor enfático49. Como adjetivo, mismo expresa
identidad respecto de algo mencionado o por mencionar, o bien actúa como
intensificador. Precedido de artículo se sustantiva, y presenta variación de géne-
ro y número.
La combinación con el artículo neutro, es decir, lo mismo (o lo mesmo)50,
desempeña funciones sustantivas y adverbiales (concurre, en este último caso,
con los adverbios igual e igualmente). Actualmente consta en repertorios lexico-

49 Según explica Corominas (DCECH: s.v.) procede de la combinación de la forma enfáti-

ca del latín vulgar ipsimus con la partícula de refuerzo, met, característica del uso coloquial.
También Alvar y Pottier (1987: 109).
50 No se encuentra en el CORDE el artículo lo con la variante meismo, que, en el siglo

XIII, sí se construye, en cambio, con demostrativos y pronombres personales.


224 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

gráficos51, que la describen como operador modal indicador de posibilidad o


hipótesis (valor que también comparte con igual). Excepcionalmente se señala
su función de conector aditivo (como igual e igualmente)52. Lo mismo participa,
además, en otras secuencias de fijación desigual: da lo mismo, es lo mismo, por
lo mismo, también reconocidas en obras lexicográficas53.
En la tabla 2 aparece representada la presencia cuantitativa de lo mismo y lo
mesmo a lo largo de la historia. Aunque no permiten distinguir valores, las cifras
muestran la escasa representación de esta combinación en la Edad Media, y,
hecha excepción del siglo XVIII, su repentino aumento desde el Siglo de Oro.
Respecto de las variantes, cabe destacar la presencia indistinta de ambas hasta el
español clásico, y la continuidad de mesmo hasta la actualidad, pese al descenso
que experimenta desde el siglo XVII54. Las estadísticas del CORDE sitúan ambas
formas en la prosa culta (histórica, didáctica o científica, según la organización
de esta base de datos); a partir del siglo XVIII, la variante mesmo es exclusiva de
la creación literaria55.
En los testimonios medievales, el sintagma lo mismo o lo mesmo, con función
sustantiva (sujeto, complemento directo, término de preposición), señala deíctica-
mente un hecho mencionado o por mencionar, o bien se refiere a un hecho cono-
cido. Es frecuente que en el contexto se encuentren otras formas o fórmulas deíc-
ticas, y también que el sintagma aparezca restringido por una cláusula de relativo
que introduce (a veces la referencia es redundante) el elemento al que se señala:

(1) [...] et en los otros artículos o capítulas o deffensiones o demandas que nascen o
parescen en aqueill mismo [iuditio, se faze lo mismo] que es dito de suso (Anóni-
mo. Vidal Mayor, 1250).

51 Según Moliner (DUE: s.v. mismo), lo mismo introduce una posibilidad opuesta a otra
que se ha mencionado antes, o que se cree que tiene todas las posibilidades de ocurrir, y perte-
nece al uso informal. En el DEA: s.v. mismo, que también la etiqueta como coloquial, se identi-
fica con a lo mejor. Lo mismo no se ha incorporado todavía al DRAE en ninguno de sus valores.
52 Fuentes (2009: s.v. lo mismo) señala los dos valores, y anota que la secuencia no está

totalmente gramaticalizada. Se refiere también a su posición al principio del enunciado. Para


la evolución hasta el valor aditivo de igualmente e igual véase Fernandez Alcaide (2011).
53 Dejo para otra ocasión el estudio histórico de estas locuciones, incluidas, por vez pri-

mera, en el Diccionario de Domínguez, de 1853. La Academia incluye la locución por lo


mismo en la edición del Diccionario de 1925 y las frases dar o ser lo mismo en 1992 (datos
tomados del NTLLE).
54 La primera indicación que aparece en una obra lexicográfica respecto de su uso anti-

cuado es la del diccionario académico de 1780. Los diccionarios incluidos en el NTLLE reco-
gen, entre 1495 y 1992, la variante mesmo junto a mismo.
55 La variante mesmo queda restringida, según se aprecia en las obras literarias, a persona-

jes procedentes del medio rural o sin formación.


A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 225

TABLA 2

XX-XXI
Siglo XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX
(1975-)
lo mismo
(casos) 2 22 178 7.016 7.089 4.719 10.847 12.186 21.534
lo mesmo
(casos) 2 15 318 3.142 1.147 77 179 246 17

(2) No era él engañado, que lo mismo fiziera yo a él si pudiera (Anónimo, Libro del
cavallero Cifar, 1300-1305).
(3) A Dios digo verdad –dixo la Reina– que lo mesmo que me conteció en vuestro
propósito quando me lo dexistes, esso me conteció agora ante este propósito de
Roboán (Anónimo, Libro del cavallero Cifar, 1300-1305).
(4) [...] comio tanta carne y manjares crudos que subitamente murio. De lo mismo
dizen auer muerto Joueniano y Ualentiniano emperadores (Anónimo. Sevillana
medicina de Juan de Aviñón, 1381-1418).
(5) E asimesmo el arçobispo Antonio de Florencia, en la segunda parte, en el título
XI, a capítulo II, dize lo mesmo: ser Merlín engendrado por el diablo (Anónimo.
El baladro del sabio Merlín con sus profecías, 1400-1498).

Pese a la escasez numérica, en algunos testimonios medievales se puede apre-


ciar ya la continuidad entre la noción de identidad y la adición. Si, como descri-
be Fuentes (2011: 77) para el adverbio igual, la comparación de igualdad se acer-
ca a la mera suma, en el caso de lo mismo, que expresa identidad (esto es, un
grado más en la indicación de igualdad entre dos algos), el cambio parece aún
más fácil. En los casos que siguen, el sintagma se sitúa tras una pausa y precedi-
do de la conjunción copulativa; la identidad respecto de lo anteriormente expues-
to se señala también mediante la repetición del mismo verbo, del que lo mismo
(o lo mesmo), que apunta al enunciado anterior, es complemento:

(6) E después de comer fizieron las mayores alegrías que en el mundo podrían ser
fechas. Y lo mesmo fizieron en todo el reino después que se tornaron a sus luga-
res donde eran los que allí vinieron por procuradores (Anónimo, Libro del cava-
llero Cifar, 1300-1305).
(7) Sennor infante –dixo Julio–, muchas vezes vos he dicho que non a fecho en el
mundo nin cosa en que muchos peligros non aya, nin estado en que el omne non
pueda perder el alma si quisiere. Et lo mismo vos digo agora en el estado de los
enperadores, que si quisieren bien pueden perder las almas et avn los cuerpos
(Don Juan Manuel, Libro de los estados, 1327-1332).
226 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

Aunque excepcionalmente, lo mismo ocupa el comienzo absoluto, sin con-


junción. No se puede hablar de locución aditiva, puesto que el sintagma funciona
como complemento de predicado, pero sí de adición de sucesos basada en la deí-
xis y en la identidad; obsérvese, además, que lo mismo pertenece aquí a un verbo
de enunciación, leemos, que queda fuera de los hechos que se conectan56:

(8) Aureliano cada vez que enfermaua con pura dieta sanaua. Mitridates rey de Ponto
se gouerno siempre por reglas de medicina, que fue causa que nunca tuuo
enfer[me]dad & ya viejo no se sentaua a comer por comer menos. Tanta fue la
horden y tenplança de Socrates que cient años que biuio nunca tuuo enfermedad.
Lo mismo leemos de Pythagoras, Lhrysyppo, Platon, Galeon, Antonio, Caton, y
de otros muchos que biuieron con reglas y horden (Anónimo, Sevillana medicina
de Juan de Aviñón, 1381-1418).

En el siglo XV –o, según se observa en el CORDE, en el último cuarto de este


siglo57– se produce la incorporación definitiva de lo mismo a los textos. Debo
anotar que se encuentra con frecuencia en escritos notariales, en documentos ofi-
ciales y en libros de cuentas que recogen datos destinados a permanecer en un
archivo, pero también en textos de carácter científico-didáctico; en los primeros
abundan las referencias deícticas; en estos es recurrente la mención de la identi-
dad y la comparación como recursos expositivos58.
El mencionado incremento trae consigo una manifestación más nutrida de casos
como los que acabo de exponer (testimonios 6 a 8). El sintagma lo mismo (o sus
variantes fonéticas o gráficas) se encuentra, con o sin conjunción, en un enunciado
(habitualmente lo encabeza) en el que se presenta un hecho idéntico al anterior-
mente expuesto, y que reproduce el mismo (o equivalente) verbo o construcción;
también, como ya se vio, es posible la presencia de un único verbo de enunciación
(al que complementa lo mismo) en el segundo enunciado, como en (13):

(9) [...] e que nunca bio ni oyo deçir que ningun perlado lo contradijese en todo el
tienpo que a dicho este testigo lo a bisto ansi fasçer edificar e rreedificar. Lo
mesmo oyo desçir a los dichos sus mayores e ançianos que nunca abian bisto ni
oydo lo contrario (Fray Hernando de Talavera, Católica impugnación del heréti-
co libelo maldito y descomulgado, 1487).

56 Fuentes (2011: 78) repara, para el paso de igual comparativo a conector aditivo, en la

presencia de verbos que unen hechos semejantes (occurir, suceder, etc.), y verbos de enuncia-
ción (decir, afirmar).
57 Los datos son similares para el adverbio igual, según muestra Fernández Alcaide

(2011b: 25).
58 Los testimonios de lo mismo sobrepasan el número de quinientos, pero se encuentran

en 137 documentos. Así pues, más que de difusión cabe hablar de presencia recurrente en cada
uno de ellos.
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 227

(10) Y por otra parte enbiaron al Rey de Romanos, procurando de hacer con él amis-
tad; y lo mismo hicieron con el Rey de Inglaterra (Alonso de Santa Cruz, Cróni-
ca de los Reyes Católicos, 1491-1516).
(11) […] juraron y alçaron sus manos derechas de lo guardar y cunplyr so pena de abe-
nos infames y fementydos. Los condes y todos los otros señores y cavalleros que
con ellos estavan juraron lo mysmo (Anónimo, La corónica de Adramón, 1492).
(12) [...] & de aqui viene que la tal persona o animal es en breve afogada, como pare-
çe en apoplesia & otras semejantes enfermedades [...] Eso mesmo es alguna vez
el tal resollo inpedido por lesion o estrago hecho en el coraçon, porque los umo-
res que estan dentro del coraçon son evacuados [...] Y no menos acaeçe el tal
empachamiento por una supita percusion de calor natural dentro el coraçon,
como pareçe en los ombres temerosos & flematicos que desmayan muchas
vezes & se pasman como muertos. Lo mesmo viene por infeçion o corrupçion
del higado, el qual, despues de corrompido, quita la generaçion de la pura san-
gre (Fray Vicente de Burgos, Traducción de El Libro de Propietatibus Rerum de
Bartolomé Anglicus, 1494).
(13) Y para tenerlos todos mas sossegados, fablad a estos capitanes, encargandoles
que miren mucho en tener su gente bien castigada; que lo mesmo screuimos que
hagan con los de la tierra el dicho gouernador e los consoles (Anónimo, Don
Fernando al capitán general en los condados de Rosellón y Cerdeña..., 1497).

Cuando se suprime el verbo a cuya esfera pertenece lo mismo, se puede inter-


pretar que la secuencia ha abandonado –aunque, en rigor, sea el contexto el que
lo permita– el marco de la predicación, y que actúa como elemento de cohesión
entre estructuras oracionales o entre sintagmas (como sucede con otros aditivos,
es compatible con la conjunción copulativa)59:

(14) [...] y por seguir sus pasyones no myran lo que gastan en seguir los tales pleytos
syendo tan lygeros, y por esta causa resçiben grandes daños y lo mismo quando
contra ellos en casos crimynales se hazen condenaciones pecuniarias y no de
penas corporales (Anónimo Documento sobre la Junta de las cuatro villas de la
Costa de la Mar, 1488).
(15) Ca dizimos del çielo que es alto & profundo & lo mesmo del mar & del pozo
(Alfonso de Palencia, Universal vocabulario en latín y en romance, 1490).

No faltan, claro está, otros testimonios del sintagma libre con valor deíctico,
textual o extratextual, seguido o no de un incremento (casi siempre cláusula de
relativo):

59
Fernández Alcaide (2011b: 18-19 y 26-27) presenta testimonios del adverbio igual
como conector aditivo en el siglo XVI, y de igualmente en el XVII. Así pues, lo mismo le prece-
de con este valor.
228 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

(16) [...] que se an de coger las dichas seys monedas primeras e se cogen e auían de
coger las otras seys monedas postrimeras, para conplimiento de las dichas dose
monedas deste dicho año, guardando e fasiendo guardar e conplir en estas
dichas dose monedas deste dicho presente año, lo mismo que fue guardado
(Anónimo, Carta de las doce monedas segundas [Tumbo de los Reyes Católi-
cos del concejo de Sevilla], 1477).
(17) […] e screuimos agora al gouernador que, si de ahi puede screuir a los dichos
embaxadores, los quales son los venerables arcidiano de Almaçan y el noble
don Joan de Gamboa, lo mesmo del cridar de la paz, que lo faga (Anónimo,
Carta de don Fernando a Guillermo Sánchez aludiendo a la paz con Francia...,
1479).
(18) […] sera enxemplo, a todas las de los reynos de Aragon, y causa de conduzirse
con mayor facilidat a fazer lo mismo; de lo qual no es dubda sera Dios seruido,
y su bendita Madre (Anónimo, Fernando al conde de Tendilla para que gestio-
ne del Papa la reforma de Montserrat [Documentos sobre ...], 1486).
(19) mandamos asegurar é aseguramos á todos los judios que viven en la dicha cib-
dad de Almeria, é en todas las otras ciudades é villas é lugares del dicho reino
de Granada, y que gocen de lo mismo que los dichos moros mudejares (Anóni-
mo, Capítulos que se asentaron con la ciudad de Almería y con las otras ciuda-
des y villas y lugares..., 1490).

En los textos científicos y literarios lo mismo alcanza más diversidad funcio-


nal. Se emplea con frecuencia para la comparación (seguido de que, introduce el
segundo término), y en función adverbial (como complemento de verbo y de
adjetivo):

(20) Naçora de leche. lo mesmo es que nata (Antonio de Nebrija, Vocabulario latino-
español, 1495).
(21) Y a buena fe, que jure yo que está el otro con la misma confusión, y tan tocado,
que pienso que está haziendo con la yerva lo mismo que la salvage bestia herida
del vallestero (Anómino, Comedia Thebayda, 1500).
(22) Quedó tan turbado que casy amortecydo ovyera de caer en tierra sy no lo tuvye-
ran; lo mysmo estava el cardenal, que a nadye habló palabra (Anónimo, La coró-
nica de Adramón, 1492).
(23) Vyeron una boca de una cueva al pie de un monte, alta una pica y larga lo mysmo
(Anónimo, La corónica de Adramón, 1492).

Como indicaba arriba, lo mismo multiplica su presencia desde el Siglo de


Oro. No solo conserva sin excepción todas las funciones que manifiesta desde la
Edad Media, sino que amplía, con el paso del tiempo, sus posibilidades, y esta
ampliación viene asociada, en algunos casos, a ciertos moldes textuales. No creo
necesario aportar más testimonios del sintagma libre, muy utilizado en función
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 229

sustantiva hasta la actualidad60; tan solo anoto algunos casos como los expuestos
antes, en los que encabeza enunciado porque, además de vincular la secuencia a
la conexión, continúan plenamente vigentes hasta hoy61:

(24) [...] has de notar que quando quiera que en las letras de arriba ay muchos zeros,
y porque los zeros no valen nada, tantos quantos oviere arriba, tantos pondrás
debaxo de la raya, cada uno según tubiere el lugar. Lo mesmo digo quando quie-
ra que el multiplicador fuere zero (Juan de Ortega, Composición del arte de la
aritmética y geometría, 1512).
(25) [...] á Rodrigo Vazquez, presidente de Castilla, hombre eminentísimo, le despo-
jaron del cargo y echaron de la Corte, costándole la vida. Lo mismo le sucedió a
don Pedro Puertocarrero (Anónimo, Relación que hizo a la República de Vene-
cia Simon Contareni..., 1605).
(26) [...] y para su más firme y exacto cumplimiento juren los profesores, al tiempo
de recibir cualquier grado de Teologia, cumplir lo mandado, y lo mismo ejecu-
ten los Maestros, lectores ó catedráticos al entrar á enseñar en las Universidades
ó Estudios privados (Anónimo, Real cédula de Carlos III [Documentos para la
historia de la Universidad de Salamanca], 1771).
(27) En la misma grasa daremos unas vueltas al tomate, pelado y partido en trozos
no muy grandes. Lo mismo haremos con la cebolla, muy picada, y dos dientes
de ajo, también picados menudos (P. de P., Carne juliana [La perfecta cocine-
ra], 1920).

Junto a estos, proliferan los casos en los que la elipsis del verbo posibilita que
lo mismo asuma la función de conector aditivo. Obsérvese que aparece antepues-
to o pospuesto (entre pausas) a la secuencia que introduce, con o sin conjunción
copulativa. También este valor se mantiene hasta la actualidad:

(28) El labrador, que ha de trabajar y labrar el campo, es bien que madrugue a su


labor en siendo de día, porque por de mañana que se levante, hallará las tierras y
viñas aparejadas, y el fraile y el oficial, lo mesmo, pues es aquel su oficio (Juan
de Arce de Otárola, Coloquios de Palatino y Pinciano, 1550).
(29) De esta pelota trigonal piensa don Sebastián de Covarrubias, en el Tesoro de la
lengua castellana, que se dijo trinquete el lugar donde se juega; y Gevarcio, en
las notas de Papinio Stacio, advierte que se llamó trigón. Lo mismo Pedro de
Ayala Pantoja, que recogió admirablemente este juego y otros muchos, y los
describió con notable elegancia y claridad (Rodrigo Caro, Días geniales o lúdri-
cos, 1626).

60 Véase Fuentes (2011: 97-98).


61 La prosa científico-didáctica y los documentos de carácter oficial son, hasta nuestros
días, los textos donde habitualmente se encuentra este tipo de períodos sintácticos.
230 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

(30) Este señor introdujo en España el juego de mallo, en que dicen fue diestrísimo.
Lo mismo dicen de su nieto: éste sólo juega con los más diestros, y lo mismo a
la raqueta (Concolorcorvo (Alonso Carrió de la Vandera), El Lazarillo de ciegos
caminantes, 1775).
(31) Pero desde el tobillo sus piernas eran maravillosamente blancas, y podía verse
cuando se recogía la falda al pasar un arroyo. Y lo mismo la nuca, donde morían
los halagos del sol, bajo los generosos bucles que allí acudían a trenzarse
(Rafael Dieste, Historias e invenciones de Félix Muriel, 1943).

Aunque con escasa frecuencia, conecta entidades oracionales. En estos casos,


el valor aditivo de lo mismo, que encabeza el segundo enunciado y queda fuera
de la predicación, no descansa sobre la elipsis; así pues, se puede considerar que
se trata de una función ya codificada, no contextual:

(32) Digo que la manteca mejor es de vacas y ha de ser sin sal; & conséruase por
medio año o hasta vn año a lo más. Lo mesmo la enxundia de gallina ha de ser
reziente, no antigua, porque pierde la complexión y virtud (Alfonso Rodríguez
de Tudela, Traducción del Compendio de boticarios, 1515).
(33) […] ni ai cosa que más se estime en Francia que la oxa de sagún o del perrillo
[...] i quando juegan es punto de gravedad que sean doblas de España; i si se
presentan guantes o beven regalado vino, a de ser de España. Lo mismo las
damas i cavalleros en España no les parece en una gran fiesta que van biçarros
si no llevan galanterías i curiosidades de Francia (Marcos Fernández, Olla
podrida a la española, 1655).
(34) Golías al confesar sus pecados los afirma y disculpa [...] Lo mismo el Arcipreste
a través de su libro mira los seres todos fatalmente llevados a obrar “segund
natura” (Ramón Menéndez Pidal, Poesía juglaresca y juglares. Orígenes de las
literaturas románicas, 1924-1957).

También por elipsis, lo mismo accede al rango de predicado, e incluso de


enunciado independiente; se emplea como respuesta afirmativa o como aserción
respecto de una intervención anterior. Es, pues, necesario un intercambio, y, por
tanto, sucede en pasajes dialogados, siempre, por cierto, en obras literarias (en el
CORDE, a partir del siglo XVIII):

(35) –¿De manera que está conforme la dejó mi antecesora?


–Lo mismo. Si es lo que os he dicho... (Francisco Navarro Villoslada, Doña
Urraca de Castilla, 1849).
(36) –No, señor; con los chilenos el comercio lo hacen como los cristianos, a no ser
que sean parientes.
–¿Y con los indios de Calfucurá y con los Pampas?
–Lo mismo, señor (Lucio Victorio Mansilla, Una excursión a los indios Ranque-
les, 1870).
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 231

(37) –Yo no sé... ¡Vine aquí tan distraído!


–Lo mismo yo; el gozo de verme en salvo... ¡y salvada por ti! (Francisco Nava-
rro Villoslada, Doña Blanca de Navarra, crónica del siglo XV: intitulada Quince
días de reinado, 1846)
(38) ¡Oh, sí! Quiero esperar que los dulces sueños de nuestros corazones serán reali-
dades algún día.
–Yo lo mismo –repuso Huberto enajenado– (Gertrudis Gómez de Avellaneda, El
artista barquero o los cuatro 5 de junio, 1861).

La locución lo mismo que, que introduce el segundo término de una compara-


ción, se encuentra en cualquier molde textual:

(39) [...] y cuando tornaba contra aquél, el otro volvía y hacía lo mesmo que el otro
(Hernández de Villaumbrales, Peregrinación de la vida del hombre, 1552).
(40) [...] con un decreto decretó su ida,/ que fue lo mismo que acabar su vida (Anto-
nio Enríquez Gómez, El siglo pitagórico y Vida de don Gregorio Guadaña,
1644).
(41) Lo mismo que en los manjares sucede en todo lo demás (Benito Jerónimo Fei-
joo, Theatro crítico universal, 1729).
(42) Y silbando sin cesar/ lo mismo que un clarinete (El Cucalambé (Juan Cristóbal
Nápoles Fajardo, Poesías completas, 1840-1862).
(43) –Pinta feo –admitió Suárez–. ¿Qué sabe del muerto?
–Lo mismo que nada (Rodolfo Walsh, Cuento para tahúres y otros relatos poli-
ciales, 1951-1961).

Del valor comparativo deriva el de conector aditivo entre sintagmas u oracio-


nes (a veces, apoyado en otro conector), que se manifiesta con posterioridad a
aquel:

(44) Lo mismo que sucede en el uso de las tierras, pasa asimismo en el aprovecha-
miento de las producciones vegetales (Anónimo, Extractos de las Juntas Gene-
rales celebradas por la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País,
1793).
(45) Cualquiera que sea el punto de vista bajo que se consideren, pueden reducirse á
dos: por adicion y por sustraccion. Lo mismo en el primer caso que en el segun-
do, la adicion ó sustraccion se refiere al carbono que es indispensable añadir al
hierro en el primer método (Constantivo Sáez de Montoya, Tratado teórico
práctico de metalurgia, 1856).
(46) Lo mismo Capistun que Martín tenían como punto de descanso el pueblo de
Zaro, próximo a San Juan de Pie de Puerto (Pío Baroja, Zalacaín el aventurero,
1909).
(47) Me lo figuro. Pero me conoces poco: sé hacer de todo y no me asusto de nada.
Lo mismo cocino que lavo y plancho (Max Aub, La calle de Valverde, 1961).
232 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

y también el significado temporal, poco frecuente, en el que la locución, discon-


tinua, manifiesta sucesión inmediata entre dos sucesos, siempre ubicados en el
pasado (lo mismo precede al indefinido de ser, y conecta, habitualmente, dos
infinitivos62):

(48) Esto sin duda esperaba Juana, cuando determinó el salirse; pero breve experi-
mentó lo contrario, pues lo mismo fue verse fuera, que tupírsele el corazón con
una hipocondría y pesadumbre tan grande que no la podía desechar (Francisco
Xavier Antonio de Santa María, Vida prodigiosa de la Venerable Virgen Juana
de Jesús [Letras de la Audiencia de Quito], 1756).
(49) Y lo mismo fue sentarse sobre la fría piedra, que sentirse acometido de un pro-
fundo sueño... (Benito Pérez Galdós, Miau, 1888).
(50) Lo mismo fue fijarse en el retrato, que exclamar: “Envíeme usted sin tardanza
ese prodigio” (Emilia Pardo Bazán, La Quimera, 1905).

Queda por mostrar el acceso de lo mismo a la función de operador modal. La


posición que ocupa en este caso –al inicio del enunciado, según indica Fuentes
(2009: s.v.)– y la similitud con el adverbio igual, con el que, según se ha visto,
concurre sincrónica y diacrónicamente63 constituyen, en mi opinión, la base
sobre la que se asienta la adquisición de esta función, la más tardía.
Fernandez Alcaide (2011: 24-29) aporta testimonios de igual como operador
de modalidad en el Siglo de Oro; la documentación de lo mismo como tal es muy
posterior. Si bien el dato no es concluyente (no hace falta insistir en que lo escrito
puede ocultar lo que sucede en el habla), tal vez lo mismo adquiera este nuevo
valor a partir de su concurrencia con aquel, esto es, que lo adopte de otro elemen-
to con el que comparte buena parte de sus propiedades sintáctico-semánticas.
Sin descartar la influencia de igual, nada impide que, desde la cabeza de un
enunciado (posición que, como se ha visto, ocupa con frecuencia), el comple-
mento modal lo mismo derive en operador modal. Cuando se anticipa, el signifi-
cado se desdibuja, como sucede en los casos que siguen:

(51) Repitamos el agüero,/ Que es digno de averiguar./ Lo mismo se ha deslizado / El


vaso sin tropezar,/ Y cuantos vasos se pongan,/ Sin derramarse entrarán (Manuel
María Arjona, Poesías, 1790-1820).

62 El segundo verbo aparece, en ocasiones, en forma personal: y lo mismo fue verlo ante
sí, que le acometió una repugnancia intensísima (Benito Pérez Galdós, Torquemada y San
Pedro, 1895).
63 Igual y lo mismo son elementos comparativos; los dos poseen rango adverbial; además,

han adquirido la función de conectores aditivos casi al mismo tiempo, y participan en las mis-
mas locuciones verbales (dar igual-dar lo mismo; ser igual,-ser lo mismo) y en la misma locu-
ción conjuntiva (igual que-lo mismo que).
A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 233

(52) Pues á morir lejos –gritó con crueldad el borracho. –¡Ah!, el campo es grande.
Lo mismo se muere en cualquier parte. En ésta todo es igual (Pastor Servando
Obligado, Tradiciones argentinas, 1903).

En contextos en los que aparezcan marcas indicadoras de falta de seguridad,


la secuencia puede llegar a asumir este valor64. Anoto, a continuación, testimo-
nios de lo mismo en entornos de este tipo. Obsérvense la presencia de la interro-
gación, del condicional y de la construcción modal poder + infinitivo, y también
la extensión social:

(53) Belarmino no se acordaba con precisión. Lo mismo podían ser quince, que vein-
te, que veinticinco pares (Ramón Pérez de Ayala, Belarmino y Apolonio, 1921).
(54) Ya Gildo púsome en autos de haber regresado don Terencio de su excursión a
Sejos. ¿Lo mismo llegaría cansao y juese a acostar? (Hermilio Alcalde del Río,
Escenas cántabras (apuntes del natural), Segunda serie, 1928).

Convertido en operador modal, ya no son imprescindibles otros indicadores.


El uso informal se encarga de propagar con rapidez esta nueva función. Lo mismo
se construye siempre con indicativo:

(55) “¿Y ahora?”, preguntóse. “Ahora, remediar lo que tenga remedio. Las muertas
no tienen más cura que sacarles el cuero. Algo es algo. ¡Las que van a morir si
no las favorece el tiempo! Pero vamos a tener lindos días de sol; las ovejas entu-
midas podrán salvarse, si Dios quiere.”
Volvió a mirar en otras direcciones. “Lo mesmo he perdido el sesenta por siento,
sin contar la borregada, ¡qué sogaso!... (Carlos Reyles, El gaucho Florido. La
novela de la estancia cimarrona y del gaucho crudo, 1932).
(56) –Cuando vas a tener jaleo, desde luego se huele; se masca nada más te levantas.
Son días.
–Lo mismo te llevas luego dos meses sin un apunte.
–Lo mismo (Alfonso Grosso, La zanja, 1961).
(57) –Esperaremos juntos –descansó sus manos en mis hombros, me apoyé en la
pared y nos abrazamos.
–Lo mismo tarda un siglo (Juan García Hortelano, El gran momento de Mary
Tribune, 1972).

Anoto, por último, un caso excepcional: lo mismo en tránsito hacia el valor


optativo. Si bien se trata de un testimonio aislado, sirve para mostrar la posibili-

64 Remito a Fuentes (2011: 81-89 y 99) para una descripción exhaustiva de igual como
operador modal indicador de duda, posibilidad o debilitamiento asertivo, y de lo mismo con
estos valores.
234 CARMELA PÉREZ-SALAZAR

dad de que la secuencia –cualquier secuencia– adquiera un nuevo valor a partir


de determinados contextos:

(58) ¡Alárgate, Brosio, que te doy con el rozón!... ¡Ya la sangre se me está subiendo
a la cabeza!...
–¡Lo mismo ocurriera con esta otra, gorita del todo! (Hermilio Alcalde del Río,
Escenas cántabras (apuntes del natural), Segunda serie, 1928).

5. Final

Hace bien la Gramática académica en considerar abierto el paradigma adverbial


de la duda. La historia del castellano-español muestra la incorporación constante
de elementos –adverbios en -mente y locuciones adverbiales65– no siempre reco-
nocidos por gramáticos y lexicógrafos, que aportan distintos matices.
El examen diacrónico de las secuencias a lo mejor y lo mismo muestra su
vinculación con la modalización epistémica, y al mismo tiempo permite obser-
var la especialización de ambas en distintas funciones pragmáticas; así pues, son
entidades polifuncionales66. Las dos secuencias han sufrido un proceso de gra-
maticalización que las ha convertido en operadores67; se han hecho invariables y
han oscurecido su significado68. Conservan, sin embargo, el empleo libre, atesti-
guado sin interrupción desde sus primeras manifestaciones textuales hasta la
actualidad.
Es destacable la escasa presencia del complemento preposicional a lo mejor
en los textos hasta el siglo XIX, y sorprendente, porque no existen referencias
hasta la actualidad, la temprana manifestación del valor que aquí se persigue.
Casi al mismo tiempo que el sintagma libre se documenta la locución epistémi-
ca, que deja muy pocos testimonios, pero constantes, hecho este que lleva a pen-
sar en un empleo oral-coloquial más generalizado que lo que reflejan los escri-

65 González Calvo (1989: 161) repara en la riqueza del español actual en el inventario de
adverbios y expresiones de duda.
66 Véase Garcés Gómez (2008: 27-32) para una reflexión sobre el significado y los senti-

dos contextuales de los marcadores discursivos, y sobre polifuncionalidad y polisemia.


67 Para Carbonero Cano (1980: 162) los “formuladores de duda” se comportan sintáctica-

mente de un modo similar a los atributos oracionales de Alarcos. Como señala el propio Alar-
cos (1997: 333), los adverbios de duda pueden constituir una manifestación lingüística com-
pleta; esto último no es muy frecuente en el caso de lo mismo, pero sucede (obsérvese el
testimonio 56).
68 La variante a lo peor surge cuando a lo mejor ya ha completado su proceso de gramati-

calización. Se recupera, pues, para esta creación, el significado del comparativo.


A LO MEJOR, LO MISMO. DE LA COMPARACIÓN Y LA IDENTIDAD 235

tos. El sintagma adquiere, además, otro valor fraseológico –cuya transformación


sí es perceptible– a partir de su empleo como circunstancial de tiempo: de ‘repen-
tinamente’ a ‘inesperadamente’. Según se ha mostrado, también es posible acce-
der desde este significado al de posibilidad, como ocurre con otras fórmulas del
mismo paradigma.
Lo mismo, sintagma escasamente utilizado en la Edad Media, conoce una
propagación excepcional desde el español clásico, y adquiere el rango de locu-
ción asociada a distintas funciones. Su historia discurre paralela a la del adjetivo
y adverbio igual. Desde el significado de identidad (muy frecuente en la prosa
didáctica y notarial) el sintagma se convierte en conector aditivo, y como tal ya
se documenta en el siglo XV. Desde el significado modal se transforma, en el
siglo XX, en locución modalizadora epistémica (o adquiere este valor como
extensión de su semejanza con el adverbio igual), atestiguada en diálogos infor-
males; siempre ocupa, como tal, la primera posición del enunciado. Es, además,
componente de la locución conjuntiva lo mismo que, comparativa, que deriva en
otros significados: aditivo y temporal.

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LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS
ADVERBIOS EVIDENCIALES: EVIDENTEMENTE,
INCUESTIONABLEMENTE, INDISCUTIBLEMENTE,
INDUDABLEMENTE, NATURALMENTE,
OBVIAMENTE

SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ


Universidad Autónoma de Madrid

1. Planteamiento

Junto a otros adverbios (ciertamente, efectivamente, realmente, seguramente o


verdaderamente) o locuciones adverbiales (con seguridad, de veras, de verdad,
desde luego, en efecto, en verdad, por supuesto o sin duda)1, los adverbios reco-
gidos en el título integran la nómina de aquellos términos que pueden funcionar
como adverbios evidenciales de refuerzo: “intensifican […] la fuerza de lo que
se asevera”2. Estos adverbios –al comportarse de este modo– se caracterizan por
ser supraoracionales, ya que afectan al conjunto de la estructura proposicional;
engrosan, además, el macrogrupo de los adverbios de enunciado, puesto que se
centran en la base informativa, señalando la actitud del hablante ante ese conte-
nido oracional; y, por último, se distinguen de otros adverbios de enunciado por-
que refuerzan el contenido asertivo sobre el que inciden3.
El punto de partida de este análisis es, pues, la asunción de que en el español
actual evidentemente, incuestionablemente, indiscutiblemente, indudablemente,
naturalmente y obviamente comparten una actitud discursiva. Cualquiera sirve
para intensificar el contenido del enunciado: son adverbios evidenciales de

1 En González Manzano (2013) se acomete un estudio diacrónico minucioso del proceso

de gramaticalización de algunos de estos adverbios (ciertamente, efectivamente, realmente y


verdaderamente) y de varias locuciones adverbiales (de verdad, de verás, en efecto y en ver-
dad) en tanto que adverbios de modalidad epistémica.
2 (Real Academia Española 2009: 2353).
3 Para la caracterización general de este grupo de adverbios (los denominados adverbios

evidenciales de refuerzo) asumo los criterios manejados en la Nueva gramática de la Lengua


Española (2009: 2344-2354). En este sentido, tengo en cuenta, además, Martín Zorraquino y
Portolés (1999: 4146-4161), Torner (2005: 44), Rodríguez Ramalle (2005: 280: 511-515) y
Van Valin (2005: 19-21).
240 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

refuerzo (frente a los evidenciales de atenuación supuestamente, al parecer, apa-


rentemente o presuntamente). Sin embargo, esta coincidencia discursiva no ha de
ocultar dos aspectos relevantes: por un lado, la capacidad de algunos de estos
adverbios para desarrollar otros valores procedimentales; por otro, el hecho de
que sus características morfosintácticas y su significado básico (evidente-,
incuestionable-, indiscutible-, indudable-, natural- y obvia-) expliquen, en buena
medida, su comportamiento gramatical y discursivo.
Morfosintácticamente, todos estos adverbios responden al mismo proceso de
formación (base léxica adjetival + mente) y, en consecuencia, comparten un esque-
ma semántico mínimo (la expresión de manera que aporta mente). Demuestran,
además, cierta autonomía sintáctica y manifiestan una tendencia a funcionar como
modificadores oracionales4. No obstante, a pesar de estas afinidades morfosintácti-
cas, han de tenerse en cuenta al menos dos circunstancias (el significado léxico del
adjetivo originario y la incorporación del adverbio a la historia del idioma), que
permiten perfilar la individualidad de cada elemento dentro de la serie.
Con respecto a la primera circunstancia, el significado del adverbio está condi-
cionado por la herencia semántica que recibe del adjetivo. En este sentido, buena
parte del comportamiento gramatical –y discursivo– del adverbio es reflejo del sig-
nificado del adjetivo base5. Tomemos como referencia el siguiente ejemplo:

(1) De ahí que el fanfarrón que hallamos en la literatura, que indiscutiblemente tiene
parentesco con el que vive pie a tierra, no tenga que ver con éste, imposible de
transportar a la ficción, porque carece de sentido intelectual, teatral y es sólo un
caso específico (Radiografía de la Pampa, Ezequiel Martínez Estrada, Argenti-
na, 1933, CDH6).

4 No hay acuerdo, como es bien sabido, a la hora de interpretar el proceso de formación


de estos adverbios en -mente: hay autores que hablan de construcción sintagmática y otros de
composición, pero la opinión mayoritaria es la de aquellos que defienden que se trata de un
fenómeno de derivación. Véanse Pharies (2002: s.v. mente) y González Manzano (2013: 79-
80). Por otro lado, el uso de -mente para la conformación de expresiones modales era uno más
de los recursos perifrásticos habilitados en el latín tardío y que heredó el romance castellano,
véase Espinosa Elorza (2010: 77-80). Además, en Espinosa Elorza (2010: 77-175) se ofrece
un sugerente y completo análisis del proceso de formación en español de –junto a otras “pala-
bras gramaticales”– los adverbios.
5 Esta es una de las hipótesis que orienta el estudio de Torner (2005: 8): “Las propiedades

semánticas que tiene un adverbio en -mente […] son herencia de las propiedades semánticas del
adjetivo con el que se ha formado; luego, ello implica que serán las propiedades semánticas del
adjetivo de base las que restrinjan los usos que puede tener el adverbio que con él se forme”.
6 Los datos para este estudio se toman de las bases de datos que ofrece la Real Academia

Española: el CORDE, el CREA y el CDH (Corpus del Nuevo diccionario histórico, versión en
pruebas).
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 241

Parece claro que el adverbio en este contexto se comporta como un evidencial


de refuerzo y, también, que este espacio discursivo lo podrían ocupar evidentemen-
te, incuestionablemente, indudablemente, obviamente o naturalmente. Sin embar-
go, la sustitución de adverbios oracionales por estructuras atributivas con un adje-
tivo como núcleo descubre que el refuerzo de naturalmente es de otra índole.

(2) a. Es indiscutible que tiene parentesco con el que vive pie a tierra
b. Es evidente que tiene parentesco…
c. Es incuestionable que tiene parentesco…
d. Es indudable que tiene parentesco…
e. Es obvio que tiene parentesco…
f. * Es natural que tiene parentesco…

El adjetivo natural es el único de la serie que exige el subjuntivo en la propo-


sición de la que se predica, puesto que la atribución se asienta en la opinión del
enunciador, que evalúa la aserción de acuerdo con su conocimiento del mundo7.
El resto de los adjetivos de la serie presentan el enunciado como resultado de una
percepción objetiva y nítida de la realidad (es evidente/es obvio), como una aser-
ción tan clara que no puede someterse a discusión (es incuestionable/es indiscuti-
ble) o como un estado de cosas tan palmario que no suscita duda (es indudable)8.
Este mero apunte comparativo descubre la peculiaridad de naturalmente den-
tro del grupo y permite, además, esbozar una clasificación semántica de estos
adverbios, conforme al significado de los adjetivos de procedencia: a) evidente-
mente, obviamente; b) indudablemente; c) incuestionablemente, indiscutible-
mente. Ahora bien, los adverbios de los dos últimos grupos (incuestionablemen-
te, indiscutiblemente e indudablemente) conforman un paradigma derivativo
diseñado conforme al esquema IN- + BASE VERBAL (cuestionar/discutir/dudar) +
-BLE, cuya semántica conceptual se ajusta perfectamente al espacio discursivo
del refuerzo de la aserción.

7
Sigo, en este asunto, la apreciación que Torner (2005: 107) hace con respecto al adver-
bio naturalmente, que incluye dentro de los adverbios evaluativos, ya que “evalúan una situa-
ción en función de una norma implícita que indica lo que convencionalmente se considera
esperable en una situación dada”.
8
Al distinguir los valores de naturalmente y obviamente en enunciados como Natural-
mente/Obviamente, Enrique ha salido (Es natural que haya salido / Es obvio que ha salido) en
Sánchez Jiménez (2008: 441-442) se señala que “obviamente subraya la evidencia sensorial e
inductiva que el hablante extrae de su propia percepción del mundo. En cambio, [con natural-
mente] el hablante parte de un conocimiento previo del mundo que le permite evaluar la aser-
ción e, incluso, justificarla: sabe, por ejemplo, que Enrique lleva varios días en cama, que le
encanta pasear por el barrio y que, por fin, hoy le daban el alta”.
242 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

En cuanto a la incorporación del adverbio a la historia del idioma, es previsi-


ble que esta determine los valores gramaticales y discursivos que asuma el adver-
bio9. Así, tal y como se refleja en la tabla 1, naturalmente es el primero en docu-
mentarse (sus primeras documentaciones datan del siglo XIII) y, en consecuencia,
es el que más cambios gramaticales ha experimentado diacrónicamente. Los
adverbios evidenciales de percepción objetiva de la realidad –evidentemente y
obviamente– se documentan en distintos periodos: las primeras manifestaciones
de evidentemente datan de la segunda y tercera década del siglo XV; el adverbio
obviamente se registra solo a partir de la primera década del siglo XIX10. Por su
parte, indudablemente, como adverbio evidencial basado en la certeza absoluta
de un acontecimiento, aparece desde la segunda mitad del siglo XVI, alternando
con la variante culta indubitablemente, que se registra también a partir de ese
periodo. Finalmente, los adverbios evidenciales que expresan la verdad incontro-
vertible de una aserción (incuestionablemente e indiscutiblemente) figuran en los
bancos de datos desde la segunda mitad del siglo XIX.

TABLA 1

Porcentaje Primeras
Número de casos
de frecuencia documentaciones
en CDH
en CDH en bases de datos
Naturalmente 2215 67,3% siglo XIII

Evidentemente 516 15,6% siglo XV


Obviamente 113 3,4% siglo XIX

Indubitablemente 18 0,5% siglo XVI


Indudablemente 380 11,5% siglo XVI

Incuestionablemente 5 0,15% siglo XIX


Indiscutiblemente 43 1,3% siglo XIX

Será, por tanto, la combinación de estos aspectos (contenido semántico de la


base léxica y documentación en los bancos de datos) el criterio que adoptaré para

9Para un detallado y completo estado de la cuestión del estudio de los marcadores del
discurso en la historia del español, véase Pons Rodríguez (2010: 523-615).
10 En Corominas/Pascual (1980-1991 [2012] s.v. ver y s.v. vía) se documenta el adjetivo

evidente en el siglo XV y el adjetivo obvio desde finales del siglo XVII.


LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 243

explicar el comportamiento de estos adverbios: 2. Naturalmente: la evidencia


derivada de lo esperable, 3. Evidentemente y obviamente: la evidencia que emana
de la percepción, 4. Indudablemente (e indubitablemente): la evidencia como
certeza absoluta y 5. Incuestionablemente e indiscutiblemente: la evidencia como
hecho incontrovertible11.
El objetivo principal de este trabajo es ofrecer, a modo de mera tentativa, las
líneas fundamentales del comportamiento de estos adverbios, prestando especial
atención a cómo van gestándose nuevos significados (contextuales y convencio-
nales) en el ámbito discursivo, significados cuya creación no supone, necesaria-
mente, el arrinconamiento de los anteriores.

2. Naturalmente: la evidencia derivada de lo esperable12

Siguiendo a Dyer (1972: 305), las formaciones en -mente sufren durante el perio-
do medieval, quizá en la prosa alfonsí, un primer proceso de gramaticalización
(o de extensión significativa, si se prefiere) conforme al cual se pasa de expresar
intención o voluntad del sujeto a mostrar circunstancias externas, como el modo
de actuar, o indicaciones referidas al orden, al tiempo o al espacio. Es precisa-
mente en esta etapa (segunda mitad del siglo XIII) cuando comienza la documen-
tación del adverbio naturalmente, que hereda el significado del adjetivo natural,
en tanto que ‘perteneciente o relativo a la naturaleza o conforme a la cualidad o
propiedad de las cosas’13.
A propósito del significado que el adjetivo clasificador natural adquiere en
los textos medievales, es revelador destacar cómo su empleo permite reconocer
el entramado de una ideología diseñada a partir de lo que se considera natural y,
por tanto, ha de ser de manera ineluctable cumplido. Así, en (3) el enfrentamien-
to con los judíos para los cristianos se considera como naturalmente inevitable14.

11 Salvo contadas excepciones, los diccionarios y obras de conjunto que abordan el estudio de
marcadores del discurso no han prestado demasiada atención a estos adverbios. En Briz/Pons/Por-
tolés (2008) se analiza naturalmente (que) como marcador del discurso y en Fuentes (2009) se
abordan evidentemente, indiscutiblemente, indudablemente, naturalmente y obviamente.
12 Para la redacción de este apartado se toma como referencia Sánchez Jiménez (2008).
13 Esta es la primera acepción que se recoge en el diccionario de la Real Academia (2001:

s.v. natural).
14 Los dos registros del adverbio naturalmente anteriores a 1250 recabados en el CORDE

heredan este significado de lo natural como ley de obligado cumplimiento: “E a todo regidor
cunple de [103a] ser más justiçiero e fuerte e cruel, ca al rey témenlo naturalmente e al regidor
por la justicia e ser justiçiero e cruel, usando de la justiçia sabiamente” (Anómino, Libro de los
doce sabios o Tratado de la nobleza y lealtad, c. 1237).
244 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

(3) Otrosí, fijos, guardadvos de meter en poder de los fariseos judíos, que son muy
sotiles en todo mal y son enemigos de nuestra fe, ni pongáis en ellos vuestros
fechos por ninguna manera, que ésta es natural enemistad de querer siempre mal
los judíos a los siervos de Jesuchristo por el yerro & por el pecado en que caye-
ron en su muerte (Anónimo, Libro del cavallero Cifar, 1300-1305, CORDE).

En el periodo que se extiende desde 1250 hasta el siglo XV el adverbio natu-


ralmente se caracteriza por expresar, sobre todo, un contenido de carácter modal-
causal (‘por naturaleza’, ‘conforme a lo natural’), derivado del significado del
adjetivo. El uso del adverbio se asocia a estados o procesos que se desarrollan de
acuerdo al designio de la naturaleza –como se advierte en (4)–, incluso las accio-
nes se ejecutan dentro de los cauces del patrón dictado por lo que se considera
natural, como se comprueba en (5).

(4) Comienço e medio e acabamiento an todas las cosas naturalmiente (Alfonso X,


Setenario, c. 1252-1270, CORDE).
(5) pero nuestro señor Dios quiso que naturalmente todas las criaturas fagan tres
cosas: la una es que lloran, la otra es que tremen, la otra es que tienen las manos
cerradas (Juan Manuel, El Conde Lucanor, 1325-1335, CORDE) [‘de un modo
natural’, ‘de acuerdo con la naturaleza’].

El comportamiento sintáctico del adverbio naturalmente, no seleccionado


por el verbo, destaca por su gran movilidad dentro del sintagma verbal. Ahora
bien, no es infrecuente su desplazamiento a posiciones periféricas desde donde
funciona como un marco circunstante –o de punto de vista– a partir del cual ha
de interpretarse el alcance de la predicación, como se aprecia en este ejemplo:

(6) E naturalmente, mas piadosas son las madres que los padres (Anónimo, Castigos
e documentos para bien vivir ordenados por el rey Sancho IV, 1293, CORDE)
(‘Y atendiendo a la naturaleza…’ / ‘Por naturaleza…’).

A partir de 1400 se aprecia una variación en el modo de significar del adjeti-


vo natural, que deja de ser un mero clasificador (que agrupa las referencias
nominales conforme a la etiqueta de natural, frente a lo que no lo es), y se com-
porta como un calificativo que permite evaluar los eventos según su regularidad,
esto es, de acuerdo con lo que se espera, como se constata en (7), donde coinci-
den el adjetivo y el adverbio.

(7) En lo qual considerando nos mas atentamente la causa de este amor sobrepujan-
te, es de dezir, que la causa es un natural debdo segun el qual los que bien fazen
naturalmente dessean la salud de los resçibientes (El Tostado, Libro de amor e
amicicia, 1440-1455, CORDE).
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 245

El adverbio naturalmente experimenta, a partir de 1400, otro cambio semán-


tico dentro del SV: a su valor causal-modal (‘por naturaleza’) añade un conteni-
do modal (‘de manera clara o sencilla’), orientado a la acción o al agente verbal.
Esta variación acarrea una serie de repercusiones sintáctico-semánticas dentro
del SV, ya que aumenta la nómina de verbos que se combinan con el adverbio y,
además, la relación entre núcleo verbal y adverbio se hace más estrecha, como se
constata en (8). En este ejemplo se reconocen dos cambios semánticos: uno afec-
ta al adverbio (de ‘de manera natural’ se pasa a ‘de manera clara’); otro, a ver
(que expresa percepción intelectiva).

(8) ‘Si demandas cómo se levantó Jhesuchristo del sepulcro, digo que ansí como
se levanta la planta, e esto porque ha en raíz vida e fortaleza’. Onde vemos
naturalmente, e lo dize Aviçena in libro De Vegetabilibus et Plantis et in libro
De Agricultura, que dado que al árbol le corten las ramas e aun el tronco a raíz
de la tierra, si la raíz fincó sana, dize que este árbol bien puede revenir e tornar
al primer estado (Anónimo, Sermonario castellano medieval, 1400-1500,
CORDE).

Por otro lado, es durante el siglo XV cuando se van a producir usos contextua-
les que desembocarán en el uso convencional de naturalmente como adverbio
oracional. Uno de esos efectos de sentido es el empleo del adverbio como engra-
naje de asociaciones causales. En la primera mitad del siglo XV esa conexión
lógica se ajusta a la estructura bimembre oracional, como se comprueba en (9):
la condición de tal tiempo (sujeto = causa) engendra esa tristeza (predicado =
efecto) y esta relación se engrana a través del nexo naturalmente, que destaca
esa vinculación lógica (esperada). A partir de 1450 se registran casos en que esa
conexión causal excede el ámbito proposicional y se manifiesta en secuencias
discursivas, como se advierte en (10).

(9) E tancta era la difuscaçión, qu’el rayo lunar, que suele paresçer aunque las estre-
llas sean viladas de nuves, que su luz demostrar non podía. E tal tiempo, natu-
ralmente, engendra tristeza e la tristeza más aína conçibe temor, mayormente en
la mar, que están en continuo reçelo de la comoçión de la fortuna marina (Enri-
que de Villena, Traducción y glosas de la Eneida, Libros I-III, 1427-1428,
CORDE).
(10) Ella ama mucho los lugares montuosos & come los granos muy mediçinales &
aromaticos & roye las estremidades de los ramos & quando es llagada come
una yerva dicha draguntea & asi saca de su cuerpo la saeta; su sangre es medi-
çinal segund dize Plinio ca ella alarga los nervios encogidos & quita el dolor de
los artejos & mata & vençe el venino. Naturalmente los serpientes la fuyen &
no pueden sofrir su resollo; ella es de muy aguda vista & de muy presuroso
correr como es dicho en el capitulo de la cabra salvaje (El libro de Propietati-
246 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

bus rerum de Bartolomé Anglicus, traducción de Fray Vicente de Burgos, 1494,


CORDE).

Las primeras documentaciones de naturalmente como marcador evaluativo


se registran en la segunda mitad del siglo XV. Se observa en estos ejemplos,
como es de esperar, una estrecha vinculación entre el significado conceptual
(significado léxico) y el procedimental (que guía la interpretación del receptor)
–como se comprueba en (11)–; sin embargo, en ocasiones se advierte que el sig-
nificado procedimental está escasamente motivado (se desliga del significado
léxico), como se comprueba en (12).

(11) Primeramente en lo natural, ca deve todo rey o buen capitán aver respecto a las
tierras y provincias donde los cavalleros nacen y donde moran, porque natural-
mente, según la calidad de las tierras, assí los omes han flaquezas o fortaleza,
animosidad o temor (Rodrigo Sánchez de Arévalo, Suma de la política, 1454-
1457, CORDE).
(12) E allende désto, es de pensar que ellos están en tierra agena, que naturalmente
les pone temor (Hernando del Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos, 1480-
1484, CORDE).

A partir del siglo XVI el adverbio naturalmente empieza a asumir claramente


las funciones propias de los marcadores de discurso, en especial como marcador
evaluativo, pero también como reforzador del enunciado o como conector. Se
trata de otro proceso de gramaticalización (o discursivización, si se prefiere) en
que el adverbio, tras superar los límites proposicionales, favorece el encuentro
entre unidades discursivas y conocimiento del mundo15. Lo natural pierde espe-
cificidad semántica y expresa algo más general: lo previsible, lo esperado, lo
normal, como en (13).

(13) PINCIANO. Adonde va la vida y honra y el alma bien se puede sufrir, que en aquel
tiempo, cualquier favor de palabra o de obra, por pequeño que sea, puede ser
muy perjudicial, porque naturalmente el favor acrecienta el esfuerzo y el disfa-
vor le mengua (Juan de Arce de Otárola, Coloquios de Palatino y Pinciano,
1550, CORDE).

15 La superación de los límites oracionales es un proceso reiterado en la evolución de los


marcadores del discurso de carácter adverbial: se pasa de un adverbio adjunto al verbo a un
adverbio disjunto, que afecta a la oración como unidad discursiva, y posteriormente a un
adverbio conjuntivo que conecta fragmentos de discurso. Para esta explicación tradicional de
niveles adverbiales y su utilidad en el análisis diacrónico, véase Espinosa Elorza (2009: 77-
175). Para la exposición teórica del proceso regular que puede explicar la transformación de
un adverbio adjunto en un marcador, véase Trauggot (2003).
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 247

Sin duda, este proceso de discursivización, desencadenado por la superación


de los límites proposicionales y por el desgaste del significado conceptual del
adverbio naturalmente, es también resultado de un proceso de subjetivización
del discurso que potencia la afirmación del yo del enunciador. Los acontecimien-
tos, por tanto, se evalúan a partir de la propia experiencia del hablante en el
mundo, como se comprueba en (14).

(14) e también porque, naturalmente, quando un hombre está en mucha hondura


debaxo del agua, como lo he yo muy bien provado, los pies se levantan para arri-
ba e con dificultad pueden estar en tierra debaxo del agua luengo espacio (Gon-
zalo Fernández de Oviedo, Sumario de la natural y general historia de las
Indias, 1526, CORDE).

A finales del siglo XVI se produce la consolidación definitiva del yo enuncia-


dor, como voz propia –desvinculada paulatinamente del significado conceptual
del adverbio– que juzga desde su propia experiencia los acontecimientos de la
realidad. Es la dinámica discursiva la que propicia el encuentro entre enunciados
y la que genera efectos de sentidos derivados del significado procedimental de
los marcadores. Así, sucede en (15) donde el marcador evaluativo naturalmente
guía la relación causal del discurso y se desliga del contenido proposicional del
enunciado al que afecta, ya que la bestia no puede por naturaleza sentir inclina-
ción por el monje:

(15) Estando Marino Monge en su celda en el desierto, vino un día a él un feroz java-
lí, huyendo de los perros de ciertos caçadores. Recogióle y túvole en guarda,
hasta que entendió que estava libre de aquel peligro, que le dexó ir libre. Bien se
mostrara liberal con huéspedes el que lo fue con una salvagina. Y naturalmente,
la bestia sintió la inclinación del santo monge, pues en tan manifiesto peligro
quiso más valerse dél que librarse huyendo por la montaña (Alonso de Villegas,
Fructus sanctorum y quinta parte del Flos sanctorum, 1594, CORDE).

Datan del siglo XVI los primeros registros de naturalmente como refuerzo de
aserción (o evidencial de refuerzo) y como conector de carácter consecutivo,
usos ambos derivados del valor de naturalmente como marcador evaluativo. En
el caso del conector, naturalmente abre el enunciado que se considera la conse-
cuencia esperada (natural) de la causa anterior, tal y como se comprueba en (16):
‘llegar muy cansados y hambrientos y comer mucha comida hace (naturalmente)
que les siente mal’.

(16) Lo cual dice esta relación que fué falso, porque como Luis Ponce e su gente iban
del camino trabajados e con hambre e allí hallaron mucha comida, naturalmente
248 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

se les había de ofrescer mala dispusición e aquellos vómitos e cámaras (Gonzalo


Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, 1535-1557).

En cuanto al empleo de naturalmente como refuerzo de la aserción, podría-


mos decir que es la evaluación conjunta de lo que se pretende reforzar como algo
natural lo que permite ese refuerzo. El marcador, en este caso, no hace más que
subrayar la evidencia del segmento discursivo al que afecta. Aduzco a continua-
ción dos ejemplos en que se reconoce la función de naturalmente como un mar-
cador de refuerzo.

(17) Naturalmente, enciende más el grande fuego (Francisco de Osuna, Segunda


parte del Abecedario espiritual, 1530, CORDE).
(18) esto de hablar a la red pocas veces lo conceda la Madre y nunca para alguna per-
sona cuando aveis de dormir o comiéredes e mientras el oficio divino, ni tampo-
co para acudir al locutorio antes de salir el sol o después de puesto; ni el sacer-
dote duerma fuera del monesterio en el que tendrá habitación, naturalmente
fuera de la clausura (Anónimo, Constituciones y ordenanzas, Documentos de
los conventos de Guadalajara, 1532, CORDE).

En (17) el refuerzo se asienta sobre la relación conceptual que se establece


entre el adverbio (naturalmente) y el contenido proposicional (enciende más el
grande fuego). De hecho, no puede rechazarse la lectura más habitual de natu-
ralmente en la lengua medieval: un circunstante (‘por naturaleza’) que orienta la
perspectiva desde la que ha de interpretarse la relación predicativa, como en (6).
Por el contrario, en (18) el operador naturalmente (alejado de su valor concep-
tual originario) refuerza aquello que enunciador y destinatarios del texto asumen
sin controversia.
En definitiva, en el siglo XVI se asiste a un cambio en el comportamiento del
adverbio naturalmente, cambio que obedece fundamentalmente a la influencia
que ejerce el yo de la enunciación, erigido en verdadero patrón de evaluación
emotiva del acontecimiento a través del significado procedimental que va des-
arrollando naturalmente, una vez desligado de la estructura oracional y sometido
a efectos de sentido generados en el discurso. Es en este periodo cuando se docu-
mentan los primeros casos de naturalmente como refuerzo de la aserción y como
conector consecutivo, aunque aún no parecen valores convencionalizados. Por
otro lado, los espacios discursivos en que se manifiesta naturalmente están res-
tringidos al ámbito culto y a las estructuras monológicas.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII y, sobre todo, a partir del siglo
XIX, el uso del marcador se extiende más allá de los espacios cultos y aparece en
situaciones dialógicas. Es entonces cuando se asiste a un tercer estadio de gra-
maticalización (o pragmaticalización), ya que el marcador deja de funcionar
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 249

como un marcador textual propio de la intervención de un enunciador y acoge


otros valores generados en el diálogo (reflejo de intercambio de voces de enun-
ciación)16.
En los intercambios comunicativos el marcador naturalmente se ubica en los
enunciados reactivos, y esta circunstancia tal vez favorece la definitiva consoli-
dación de su función como marcador de refuerzo, ya que al fin y al cabo lo que
se reafirma es información temática (conocida). En estos contextos (enunciados
dialógicos reactivos) es frecuente asistir a la transformación del marcador en una
holofrase, resultado tal vez de un proceso de elisión del enunciado temático: en
(19) el enunciado temático elidido sería que es vecina nuestra. Cuando natural-
mente constituye por sí solo un enunciado reactivo, este es un acuerdo reforzado
(con respecto a una afirmación previa) o una aceptación reforzada (de un manda-
to anterior), como en (20), que supone la aprobación del enunciado iniciativo.

(19) –¡Ah! Eso quiere decir que tiene usted por aquí la novia.
–Tenerla, precisamente, no; pero por aquí vive quien me gusta.
–¿Vecina nuestra?
–Naturalmente (Jacinto Octavio Picón, La honrada, 1890, CORDE).
(20) GRANADINA. ¿Ustedes irán ahora / al Prado, a ver qué hay de nuevo? / CALDE-
RÓN . Naturalmente. Si ustedes / quieren el favor hacernos / de venir, pronto
estamos / los dos para irlas sirviendo (Ramón de la Cruz, El Prado por la noche,
1765, CORDE).

El uso reiterado (rutinizado)17 de naturalmente en la intervención dialogada


de carácter reactivo permite reconocer dos voces de enunciación: voz del turno
iniciativo + voz del turno reactivo (encabezado por naturalmente). Esta circuns-
tancia favorece el encuentro polifónico en el seno del discurso monologal y la
conformación de esquemas estructurales de carácter argumentativo, como se
observa en (21): el marcador naturalmente refuerza una información temática
encabezada por que –el gasto continuo del líquido exige la reposición– que remi-
te polifónicamente a otra voz que presenta la objeción al argumento que se pro-
pone, objeción posteriormente rebatida por el argumento introducido por pero,
conjunción argumentativamente más fuerte.

16 La subjetivación (o interiorización de procesos conceptuales y gramaticales) se ha con-


siderado un motor explicativo de los procesos de gramaticalización (dentro de la oración) o de
la pragmaticalización (fuera de la estructura oracional). Además, este concepto se ha comple-
tado con la incorporación del interlocutor (intersubjetivación) como figura decisiva en los
intercambios comunicativos, véase Traugott/Dasher (2002).
17 Según Company (2004: 201), “Grammaticalization is the conventionalization of ten-

dencies or routines which have emerged from the discourse”.


250 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

(21) Cuando se fríe pescado, la primera vez se saca el aceite después de colarlo; pero
en este caso a través de un lienzo, bien mojado con zumo de limón o con vina-
gre de yema. Naturalmente que el gasto continuo del líquido exige la reposi-
ción; pero es más cómodo hacer la provisión como queda indicado, que tener
que preparar cada vez el aceite que se necesite (Ángel Muro, El practicón. Tra-
tado completo de cocina, 1891-1894, CORDE).

En suma, en este periodo se ha producido el asentamiento definitivo de natu-


ralmente como marcador evaluativo, completamente desvinculado de la semán-
tica propia del adjetivo clasificador (‘relativo a la naturaleza’), y más asociado
con la semántica del adjetivo calificativo natural, entendido como aquello que es
normal o previsible. Este marcador evaluativo funciona como conector cuando
se establece una relación causal sustentada en aquello que el emisor considera
esperable de acuerdo con una causa instaurada, como se demuestra en (22).

(22) No, no siempre fué juicioso el joven noruego. Cometió locuras que le hicieron
mucho daño: al ir á París, quiso ver Italia y Suiza, separándose del camino direc-
to y gastando más de lo necesario; además, compraba muchos libros de mate-
máticas y muy costosos. Naturalmente, se arruinó: las locuras se pagan (José
Echegaray, Ciencia popular, 1870-1905, CORDE).

3. Evidentemente y obviamente: la evidencia que emana de la percepción

Podría decirse que la raíz significativa de estos adverbios es la expresión de la


evidencia como una realidad que se le muestra al hablante, en tanto que sujeto
experimentante18. El proceso de formación de ambos adverbios es semejante,
puesto que los dos toman como referencia adjetivos derivados a partir de bases
verbales (vid- y obvi-). También se observan similitudes en la difusión de los
adverbios (en los dos casos, están identificados con hábitos discursivos cultos19).
Sin embargo, la diferencia reside en la vitalidad y vigencia de uno y otro: mien-
tras que evidentemente se registra ya en textos del siglo XV, las primeras docu-

18 Al explicar la diferencia morfológica entre la raíz v- (de veíble) de vid- (vidente),


Fábregas (2011: 82) hace este interesante comentario para la idea de experimentación que nos
ocupa: “La forma vid-, por el contrario, se encuentra en formas como (in)vidente, donde la
acción de la que se habla no es presenciar algo voluntariamente, sino la de percibir objetos de
forma inevitable”.
19 En Fuentes (2009: s.v. evidentemente y s.v. obviamente) se establece en el español

actual una diferencia en cuanto al registro lingüístico entre evidentemente (coloquial y culto) y
obviamente (culto).
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 251

mentaciones del adverbio obviamente no se constatan en los bancos de datos


hasta el siglo XIX (véase tabla 1). Esta circunstancia, sin duda, determina la rela-
ción entre los adverbios: evidentemente sufre cambios gramaticales sustanciales
desde su aparición; obviamente entra en el idioma sin haber sufrido esos cambios
para ocupar los espacios ya explorados por otros adverbios.
En sus primeras documentaciones (siglo XV) evidentemente se caracteriza por
funcionar como un adverbio modal (‘de manera clara’) inserto en el SV y por
demostrar dentro de este sintagma bastante movilidad, como se aprecia en (23) y
(24). Uno de los rasgos más destacados es que el adverbio se adjunta a núcleos
verbales muy afines semánticamente: verbos de percepción (ver, parecer ‘mani-
festar’ o conocer) o verbos de naturaleza causal (seguir). En (23) la relación
semántica se establece con ver, como verbo de percepción física, con el que hay,
además, una conexión etimológica. En cambio, en (24) el adverbio apuntala una
red argumental basada en la causalidad: de la dispensación (causa) se siguen los
escándalos y muertes (consecuencia).

(23) […] segúnd este virtuoso rey fizo, que, vista evidentemente e inremediable la
vastaçión de su çibdat, alcáçar e estado, ansí tomó las armas como si de la adver-
sidat cuenta non fiziera (Enrique de Villena, traducción y glosas de la Eneida.
Libros I-III, 1427-1428, CDH).
(24) el qual puso conclusiones en Roma, por las quales se ofreció a defender que no
se debía conceder aquella dispensación, por los escándalos e muertes que della
evidentemente se siguían […] (Hernando del Pulgar, Crónica de los Reyes Cató-
licos, 1480-1484, CDH).

Este comportamiento del adverbio evidentemente continúa a lo largo del siglo


XVI: modifica a verbos de percepción física o intelectiva (ver) y a verbos que
despliegan una red argumental de naturaleza causal (colegirse o sacarse). No
obstante, se advierten dos cambios sustanciales en la configuración del SV: pri-
mero, se documentan verbos activos de carácter argumentativo, como mostrar
(25) o persuadir; segundo, hay casos en que se constata una pérdida de motiva-
ción semántica entre adverbio y núcleo verbal, como en (26).

(25) Es también cosa digna de notar lo que el mismo Aristótiles determina en los
mismos libros: que el movimiento de los hombres y animales se comiença y
tiene su origen de la diestra parte y aquélla es la que primero se mueve en todos
ellos. Y esto ser assí la experiencia nos lo muestra muy evidentemente en todas
las cosas que hazemos (Pedro Mexía, Silva de varia lección, 1540-c. 1550, CDH).
(26) Tienen también otra propriedad natural las bozes y sonido de las campanas,
muy provechosa: que cortan y enrarecen el ayre y deshazen y resisten a los true-
nos y tempestades evidentemente; porque, con ser sonido tan rezio y tan apries-
252 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

sa y que por la mayor parte es de muchas juntas, enrarecen el ayre tempestuoso,


como digo, y assí cessa aquel furor y fuerça que trae, según vemos cada día por
experiencia […] (Pedro Mexía, Silva de varia lección, 1540-c. 1550, CDH).

A finales del siglo XVI se registra el uso de evidentemente como un término que,
tras superar el nivel oracional, extiende su ámbito de influencia al discurso, como se
comprueba en (27), donde el adverbio refuerza una aserción (encabezada por luego)
de valor conclusivo: consecuencia derivada de las premisas anteriores. Sintáctica-
mente, el desplazamiento desde la oración al discurso completa una paulatina ten-
dencia a la independencia semántica del núcleo verbal; semánticamente, se aprecia
una mayor complejidad cognitiva: lo evidente también es aquello que se descubre a
partir del entramado causal, donde lo reforzado es la consecuencia evidente.

(27) Por manera que Christo, o es braço de Dios, o es poder del demonio; y no es
poder del demonio, como es evidente, porque deshaze y arruyna el poder del
demonio; luego, evidentemente, es braço de Dios (Fray Luis de León, De los
nombres de Cristo, 1583-1591, CDH).

Es, además, a finales de este siglo cuando empieza a registrarse otro valor del
adverbio, que demuestra su movilidad dentro de la estructura oracional y cierta
autonomía sintáctica: el refuerzo de un término proposicional, como se constata
en (28). Más que ante una intensificación de grado estamos ante un refuerzo de
la aserción implícita desarrollada a partir del predicado buena: el ámbito de apli-
cación del adverbio se limita a la extensión del adjetivo (buena) en tanto que ele-
mento predicativo.

(28) Mas, lo que absolutamente se entiende cambio es obra indiferente, de que se


puede usar bien y mal; y, como tal, aunque injustamente, no me maravillo que,
no debiéndola tener por mala, se repruebe; mas la evidentemente buena, sin
sombra de cosa que no lo sea, que se murmure y vitupere, eso es lo que me
asombra (Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, primera parte, 1599, CDH).

En el siglo XVII se mantienen los usos de evidentemente, ya apuntados desde


finales del siglo anterior: adverbio modal incorporado en el SV, motivado semán-
ticamente por el verbo –de percepción (ver) o de acción argumentativa (probar)–
o desvinculado de la estructura argumental del verbo, como se observa en (29) y
(30); refuerzo de un término proposicional, en (31); y refuerzo de la aserción,
como en (32) y (33). Con respecto a este valor, se aprecia que el refuerzo de la
aserción puede desarrollarse a partir del contenido modal, como sucede en (33),
o tomando como referencia la conexión causal (base de las condicionales), en
que la consecuencia (apódosis) es el aserto reforzado.
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 253

(29) y así, de noche se ven los cielos evidentemente cómo van dando vuelta, que para
quien lo entiende es el mayor gusto y entretenimiento del mundo, para pasar un
rato de la noche con la consideración de ver ir dando vueltas los cielos con tanto
concierto (Fray Diego de Ocaña, Relación de un viaje por América, c. 1605,
Perú, CDH).
(30) Pero, pues así es, yo le quiero probar evidentemente como no va encantado
(Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Prime-
ra parte, 1605, CDH).
(31) No es obligación en el príncipe justo oponerse luego indiscretamente a los
vicios cuando es vana y evidentemente peligrosa la diligencia (Diego de Saave-
dra Fajardo, Empresas políticas, 1640-1642, CDH).
(32) Las dadiuas, y el interesse pudieron siempre mucho para torcer los ojos de la
justicia derecha. Si se hazen los negocios por personas seglares pierdese euiden-
temente el derecho, porque son a vna (Fray José Sigüenza, Segunda parte de la
Historia de la Orden de San Jerónimo, 1600, CDH).
(33) Dezíame ella que si yo le supiera ni arrostrara el peligro en que evidentemente
me ponía, ni quiriéndola bien, permitiría que de su parte se atropellassen otros
sin comparación mucho mayores (Gonzalo de Céspedes y Meneses, Varia fortu-
na del soldado Píndaro, 1626, CDH).

El análisis de los textos del siglo XVIII incluidos en las bases de datos muestra
que, a pesar de que se incrementa su uso como marcador de refuerzo de la aser-
ción, con respecto a otros empleos, el comportamiento sintáctico de evidente-
mente se conserva (como adverbio de modo, se integra en el SV; funciona como
un marcador de refuerzo de la aserción; reafirma el alcance significativo de los
adjetivos). Sin embargo, es de destacar la presencia de este adverbio en textos de
carácter ensayístico o científico, con un contenido léxico-semántico más restric-
tivo o especializado20.
Esta precisión semántica repercute en el modo como se manifiesta sintáctica-
mente el adverbio. De esta forma, cuando evidentemente está integrado en el SV,
se estrecha la vinculación semántica con los verbos que expresan procesos argu-
mentativos (probar, deducir, colegir, inferir…), como sucede en (34).

(34) y ni aun en esta parte afirmo sino lo que evidentemente se infiere, ya de los
experimentos, ya de la doctrina de los mismos autores médicos (Benito Jeróni-
mo Feijoo, Theatro crítico universal o discursos varios en todo género de mate-
rias, para desengaño de errores comunes, V, 1733, CDH).

20 La evidencia no es solo una “manifestación, demostración, prueba clara y visible de


alguna cosa» (Autoridades, 1732, s.v.), es la “certeza clara y manifiesta, tan perceptible
de alguna cosa que nadie puede racionalmente dudar” (Diccionario de la Real Academia,
1791, s.v.).
254 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

La especialización léxica supone una restricción en el modo como se concre-


ta el evento verbal y, en consecuencia, que el adverbio se especialice y funcione
como un complemento temático, o de punto vista, desde el que se contempla la
acción verbal, como en (35): el hecho no se prueba solo con claridad, se prueba
con arreglo a lo que se considera evidente. Asimismo, esta restricción significati-
va se refleja en la clase semántica de los adjetivos sobre los que recae el refuerzo
evidentemente, ya que se trata de adjetivos encuadrados en el ámbito temático de
la argumentación y la lógica de los enunciados, como se aprecia en (36): la false-
dad de un aserto se ajusta al punto de vista de lo que se consideran evidencias.

(35) La inconstancia de los sectarios en sus doctrinas es un hecho notorio, evidente-


mente probado con tantos hechos particulares o específicos, que a querer yo
exponerlos a V. S., aun con la más apretada concisión, ya no escribiría una carta,
sino un libro, y un libro de buen tamaño (Benito Jerónimo Feijoo, Cartas erudi-
tas y curiosas, en que por la mayor parte se continúa el designio del Theatro
crítico universal, impugnando o reduciendo a dudosas varias opiniones comu-
nes, 1760, CDH).
(36) La verdad es, que a una y otra extremidad se opone el recto juicio. La existencia
de muchos mundos es inverisímil por los motivos insinuados en la carta citada
arriba; la impossibilidad de ellos evidentemente falsa, porque ni a la infinita
actividad de la Omnipotencia se puede negar virtud para producirlos, ni a la
infinita extensión del espacio, que llamamos imaginario, lugar adonde colocar-
los (Benito Jerónimo Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, en que por la mayor
parte se continúa el designio del Theatro crítico universal, impugnando o redu-
ciendo a dudosas varias opiniones comunes, 1760, CDH).

En este sentido, es de esperar que los refuerzos de la aserción en que partici-


pa el marcador evidentemente se acomoden también a conexiones causales espe-
cíficas (que se ajustan a la perspectiva de lo evidente sensu stricto), como se
aprecia en (37), o generales (aquellas en que la asociación causa-efecto se mues-
tra claramente), como en (38). En todo caso, se advierte que el refuerzo del mar-
cador recae sobre el enunciado que expresa la consecuencia orientada desde la
causa, como en (38), o la aserción que merece una explicación posterior, como
en (37).

(37) Con todo, este argumento evidentemente es falaz: pues si no lo fuera, probaría,
no que las mugeres tienen espíritu menos penetrante, y profundo; sino que son
de discurso más tardo, y detenido; lo qual es falso, pues en promptitud muchos
hombres les conceden ventaja (Benito Jerónimo Feijoo, Theatro crítico univer-
sal, I, 1726, CDH).
(38) De la misma suerte las aguas saladas, y sulfuerzas (de azufre y alumbre,) dado
que al parecer al presente parezcan humedas por su facultad y virtud, evidente-
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 255

mente desecan (Pedro Montenegro, Materia médica misionera, 1710, Argenti-


na, CDH).

Asimismo, se documentan en este periodo ejemplos en que se refuerza una


aserción, consecuencia de una causa implícita, que no se expresa porque, a juicio
del emisor, es poco informativa, por obvia o evidente, como en (39): se refuerza
la aserción y la justificación que sustenta ese refuerzo (el conocimiento de la
evolución del latín) se omite. Hasta el siglo XVIII el empleo del marcador eviden-
temente como refuerzo de la aserción recae sobre la consecuencia de una causa
que se hace explícita. Será más frecuente, a partir del siglo XIX, el mero uso del
refuerzo, sin que se dé a conocer la causa que justifica tal refuerzo.

(39) Veza. Llaman también así en Lugo a la ervillaca y es evidentemente del latín
vicia, y creo que muchos lugares tomaron nombre de esta planta (Fray Martín
de Sarmiento, Viaje a Galicia de 1745, 1745-1746, CDH).

En el siglo XIX, a pesar de mantenerse los otros dos valores (el de refuerzo de
un elemento proposicional y el de complemento modal integrado en el SV), se
acentúa el uso de evidentemente como refuerzo de la aserción, hasta hacerse pre-
valente; aunque no siempre sea fácil dilucidar si estamos ante un adverbio integra-
do en el SV o ante un marcador (o adverbio disjunto) como se comprueba en (40):
¿Recordaba con claridad a Terencio o era evidente que recordaba a Terencio?

(40) Las situaciones son análogas; y Virgilio recordaba evidentemente a Terencio (An-
drés Bello, “Literatura latina”, en Crítica Literaria, 1850-1865, Venezuela, CDH).

En los ejemplos de evidentemente como refuerzo asertivo recabados en este


siglo, se aprecia una subjetivización de las relaciones causales: la causa queda
implícita y reside en el conocimiento (que se supone) compartido por emisor y
receptor, como en (41); la motivación del refuerzo reside en la lógica propia del
sujeto, tal y como se reconoce en (42); el refuerzo funciona como posiciona-
miento del enunciador en los encuentros dialógicos, como en (43).

(41) Confesemos sin embargo que lo que hay que leer es un artículo que no está
escrito. Leer palabras y más palabras lo hace cualquiera, y toda la dificultad, si
puede cifrarse en alguna cosa, se cifra evidentemente en leer un papel blanco
(“El siglo en blanco” (Mariano José de Larra, Fígaro. Colección de artículos
dramáticos, literarios y de costumbres), 1834, CDH).
(42) Evidentemente aquel hombre no habia hecho sino buscar un pretesto para des-
cargar su mal humor, y no queria perder la oportunidad (Bartolomé Mitre, Sole-
dad: novela original, 1847, Argentina, CDH).
256 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

(43) –Evidentemente, este muchacho escondía un proyecto siniestro, estaba inspira-


do por una ambición colosal, andaba su camino, y quién sabe… Él quería subir,
y aparentaba servir a la República como un medio de llegar a su objeto (Ignacio
Manuel Altamirano, Clemencia, 1869, México, CDH).

Tal vez, el empleo de evidentemente como adverbio disjunto en intercambios


dialógicos contribuya a su fijación como elemento autónomo, con valor de enun-
ciado, y su empleo como refuerzo de adverbios de afirmación o negación. En
(44) se comprueba que el adverbio-oración (holofrase) se comporta como un
enunciado reactivo que expresa conformidad o acuerdo con la intervención pre-
via. Por otro lado, en (45) el refuerzo del adverbio recae sobre el enunciado afir-
mativo sí.

(44) –Buscó alguna frase oportuna y por de pronto halló esto: –¡Oh! ¡mucho! ¡evi-
dentemente! ¡conforme! (Leopoldo Alas “Clarín”, La Regenta, 1884-1885, CDH).
(45) Sí, evidentemente, sí... pero, ¿por qué, sin embargo, esa extraña coincidencia de
tres trece reunidos? (Eugenio Cambareces, En la sangre, Argentina, 1887,
CDH).

A partir de la segunda mitad de este siglo se registra también el desplaza-


miento del valor de refuerzo de aserción, como algo absoluto, hacia espacios de
atenuación de la aserción, cercanos a otros marcadores evidenciales de este tipo
como seguramente o probablemente, como se comprueba en (46). La atenuación
surge del contraste que se establece en el contexto entre el refuerzo del eviden-
cial y el valor de conjetura que aporta la perífrasis deber (de) + infinitivo.

(46) En pos de él seguían un caballero y seis u ocho criados, uno conduciendo tiros
de refrescos y otros algunas mulas cargadas de petacas y colchones. Evidente-
mente en el coche debía ir una familia principal (Eugenio Cambareces, En la
sangre, Argentina, 1887).

Se aprecia a lo largo del siglo XIX una marcada disminución de los usos de
adverbio modal no especializado (‘claramente’, ‘con claridad’) integrado en la
oración, usos que parecen reducirse a producciones discursivas marcadas diató-
picamente, como se comprueba en (47) y en (48). Por otro lado, aún en la prime-
ra mitad de siglo se documentan casos en que se conserva la motivación léxica
entre un verbo argumentativo (como probar) y el adverbio integrado en el SV,
aunque su frecuencia decrece sensiblemente.

(47) Bendijo nuevamente a Rotoli, a consecuencia de tales reflexiones, y se prepara-


ba a rezar, encendiendo dos bujías a una imagen de la Virgen que decoraba la
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 257

chimenea, cuando fue distraida de su devota ocupación por un rumor de pasos


precipitados, que evidentemente se iban aproximando (Gertrudis Gómez de
Avellaneda, “Espatolino”, en Novelas y leyendas, 1844, Cuba, CDH).
(48) Respecto a instrucciones nada tengo que agregar a lo que dije a Ud. en nota de 9
de los corrientes, número 6; el ciudadano Gobernador no podría dar otras sin
excederse evidentemente de sus facultades, y lo que es todavía más grave, sin
contrariar los deseos del pueblo de que es jefe, claramente manifestados en la
ley de 15 de Octubre de 1861 (Pablo Arosamena, fragmento de Historia de la
independencia de Panamá, sus antecedentes y sus causas. 1821-1903 (1933) de
Arrocha Graell, Catalino, 1862, Panamá, CDH).

Por último, se conserva durante este siglo el uso de evidentemente como


refuerzo de un elemento oracional, no solo de adjetivos sino también de otros
sintagmas de carácter adscriptivo. En (49) el refuerzo que recae sobre el adjetivo
falsa se ajusta al uso especializado de evidentemente, dentro del escenario de la
lógica, que constatábamos en el siglo XVIII (concepto de proposición, verdad o
falsedad de los enunciados lógicos, etc.) en los textos científicos y ensayísticos.
No obstante, se aprecia en los bancos de datos una clara tendencia al uso del
adverbio en su valor no restrictivo. En (50) el ámbito del refuerzo en que se apli-
ca evidentemente es un sintagma de carácter adscriptivo: de liberales. En reali-
dad, la intensidad del adverbio se orienta más que a potenciar el significado del
sintagma a reafirmar la correcta adscripción de las misivas, adscripción que
resulta de una inferencia lógica, tal y como se explicita en la justificación poste-
rior (“puesto que cada uno…”).

(49) España no progresa, no hacemos más que enunciar una idea relativa; generali-
zada la proposición de esa suerte, es evidentemente falsa; reducida a sus límites
verdaderos, hay un gran fondo de verdad en ella (Mariano José de Larra, “La
diligencia”, en Fígaro. Colección de artículos dramáticos, literarios y de cos-
tumbres, 1835, CDH).
(50) Entró, pues, con mi correo de Madrid, y entre algunas apuntaciones que me
envían mis corresponsales, las cuales así me guardaré yo de publicarlas como se
guardará el censor de permitirlas, encuéntrome con dos cartas evidentemente de
liberales, puesto que cada uno trae su hoja de servicios al margen: ambos de
buena fe, amantes ambos del bien de su país (Mariano José de Larra, “Dos libe-
rales o lo que es entenderse. Primer artículo”, en Fígaro. Colección de artículos
dramáticos, literarios y de costumbres, 1834, CDH).

En el siglo XX es cuando se consolida el valor de evidentemente como refuer-


zo en tres niveles, tal y como se ilustra en los ejemplos que se aducen a continua-
ción: (51), (52), (53) y (54). El ámbito de aplicación de esa intensificación puede
ser local y recaer en un término oracional, como en (51), donde se destaca el
258 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

alcance del posesivo míos. Puede afectar también ese refuerzo al enunciado en
su conjunto, como en (52), donde el refuerzo se basa más que una deducción
lógica en opiniones personales, ya que no parece haber una relación lógica entre
beberse tres copas y no dos y que algo suceda. Finalmente, aparece como señal
de intervenciones reactivas, para subrayar la afirmación o negación –(53)–, o
constituyendo un elemento autónomo (holofrase) para expresar la conformidad
con respecto a la intervención previa, tal y como se comprueba en (54).

(51) Por fortuna —y así lo hago constar— todo lo sustraído del Diario va de mi puño
y letra. Originales que no sean de mi escritura, no son míos. Los desconozco,
aunque vayan interpolados con otros manuscritos evidentemente míos (Rufino
Blanco Fombona, Camino de imperfección, 1933, Venezuela, CDH).
(52) Julius no entendía ni papa por el momento. Algo pasaba, evidentemente, porque
Juan Lucas había servido tres copas en vez de dos, pero él aún no entendía nada
(Alfredo Bryce Echenique, Un mundo para Julius, 1970, Perú, CDH).
(53) ¿Nos hemos preguntado alguna vez dónde están los límites del objeto? ¿Están
en él mismo? Evidentemente, no. Si no existiera más que un objeto aislado y
señero, sería ilimitado (José Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote, 1914,
CDH).
(54) –Se contentan con eso. Es que ser catalán no es cualquier cosa. No todos lo son.
–Evidentemente (Max Aub, La gallina ciega. Diario español, 1971, CDH).

Es probable que estas construcciones reforzadas de enunciados reactivos, que


expresan conformidad con el enunciado previo, sean el referente para la estabili-
zación de secuencias del tipo evidentemente que –como las que se recogen en
(55) y (56)–, si bien no ha de descartase la presión paradigmática que, por un
lado, ejercen las estructuras naturalmente que –fijadas desde mediados del siglo
XIX– que desempeñan la misma función discursiva, como se constata a partir del
ejemplo (21); y, por otro, las propias construcciones de base adjetival es evidente
que, documentadas en los bancos de datos desde mediados del siglo XVI, como se
advierte en (57).

(55) No, no me aclares que es una de sus tácticas de recuperación. Evidentemente


que lo es, aunque poco importa (Juan García Hortelano, El gran momento de
Mary Tribune, 1972, CDH).
(56) Mi hipótesis es que en la España de los sesenta se pensó que el rock y la amabi-
lidad, la urbanidad si no, la afabilidad, la tranquilidad, eran casi sinónimos, y
que, por tanto, casi siempre, se hizo rock con buenos modales. Evidentemente
que estoy forzando los motores pero es que eso de “Rockabilidad” suena tan,
pero tan serio, que oyendo además todas aquellas músicas no le queda a uno
sino la tentación de ceder a esa hipótesis tan tonta (José Andrés Rojo, Hotel
Madrid, 1988, Bolivia, CDH).
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 259

(57) Falta el nombre pero es evidente que habla ella. Cosa escrupulosa es que tenga
una mujer por estado tener un perrito en su halda, y en su cama, y lo que peor
es, en sus pechos, y que tenga por cosa baja criar a sus hijos (Pedro de Luján,
Coloquios matrimoniales, 1550, CDH).

Es en el siglo XX cuando se estabiliza el uso de evidentemente como un refor-


zador de la aserción con que el hablante indica certeza absoluta, en los tres ámbi-
tos sintácticos señalados. Asimismo, no se documentan en este periodo casos en
que el adverbio evidentemente herede el significado específico y técnico (propio
de la lógica) del adjetivo evidente o el sustantivo evidencia, casos que sí se ates-
tiguan especialmente en ensayos y textos científicos del siglo XVIII, como se
advierte en (35), (36) y (38).
Por otro lado, se asiste en este siglo a una severa disminución de los usos del
adverbio como complemento modal integrado en el predicado de la oración.
Resulta, por tanto, escasa este tipo de documentación, que parece limitada a
zonas del español americano, como se comprueba en (58) y (59). En el primero
de estos ejemplos se observa que el complemento no está asociado al significado
del verbo, a diferencia de lo que ocurre con el caso de (59), donde se establece
una conexión entre la epistemicidad de ver y el adverbio modal intensificado,
semejante a las primeras documentaciones de evidentemente en el siglo XV:
ejemplos (23), (24) y (25).

(58) Acompañé a Powers, a pesar de que comenzaba a sentirlo repulsivo, porque


sufría evidentemente (Pablo Neruda, Confieso que he vivido, 1973, Chile, CDH).
(59) La modernización –y con ella el fin– del llamado Tercer Mundo puede verse en
sitios como áreas de Chile, Argentina, Brasil, México y otras de América Latina
y el Caribe; Egipto, Argelia o Siria y otras del Magreb y Oriente Medio; y más
evidentemente en Singapur, Malasta, Corea, Taiwán, Hong Kong e Indonesia
(Héctor Meléndez, La identidad ausente, 1996, Puerto Rico, CDH).

Finalmente, tampoco son frecuentes los casos en que se produce un desplaza-


miento desde la certeza absoluta (propia del refuerzo) hasta la probabilidad o
casi seguridad de un acontecimiento (‘seguramente’, ‘probablemente’), proceso
que se advierte desde mitad del siglo XIX y que se registra en textos del español
en México y Argentina, como se advierte en (46). En (60), ejemplo extraído de
una novela mexicana, se constata el equilibrio entre la certeza absoluta del
refuerzo (evidentemente) y la probabilidad marcada por el condicional (habría) y
la información parentética (en algún momento remoto).

(60) Malbajé por unas zigzagueantes rampas en las que, evidentemente, en algún
momento de un remoto futuro, habría escaleras (Sealtiel Alatriste, Por vivir en
quinto patio, 1985, México, CDH).
260 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

Con respecto al comportamiento del adverbio obviamente, ha de considerarse


su etimología y su presencia en las bases de datos. Conforme a Corominas/Pas-
cual (1980-1991 [2012] s.v. vía), obviar (doblete culto de uviar) empieza a docu-
mentarse a mediados del siglo XVI, obvio (del latín OBVIUS) no aparece hasta
finales del siglo XVII. El adverbio, obviamente, no se documenta hasta el siglo
XIX. En estos primeros registros se constata un reparto de funciones: por un lado,
el adverbio funciona como un adjunto modal, integrado en el SV –(61) y (62)–;
por otro, se comporta como un adverbio disjunto de refuerzo: (63) y (64). El
comportamiento gramatical de obviamente, en estos primeros testimonios, asume
los esquemas sintácticos de otros adverbios afines, como naturalmente y eviden-
temente, que muestran gran vitalidad en ese periodo.

(61) Decláranse algunos contra las reformas tan obviamente sugeridas por la natura-
leza y fin de esta arte, alegando que parecen feas, que ofenden a la vista, que
chocan (Andrés Bello, “Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar la
ortografía en América”, en Estudios gramaticales y lingüísticos, 1823, Venezue-
la, CORDE).
(62) En el uso medical de atenuante, se entiende obviamente medio, medicamento, y
lo mismo puede aplicarse a excitante, estimulante, emoliente, calmante, etc.
(Andrés Bello, “Diccionario de galicismos por don Rafael María Baralt”, en
Estudios gramaticales y lingüísticos, 1855, Venezuela, CORDE).
(63) Y para que se acabase de verificar que la fuerza todo lo arrolla, la Guardia que
obviamente debia dirigirse, no contra el paciente ni su honrado alátere, sino
contra el agresor y su compañero segun aquello de agentes y consintientes...
parecíendola ser Menéses persona agente por verle forcejeando para desarmar
al Artillero (lo que hay autores que dicen consiguió), al inocente Menéses fué á
quien asestó las puntas de sus vírgenes espadas (Bartolomé José Gallardo, Apo-
logía de los palos dados, 1811, CORDE).
(64) Empero emancipando todas las tierras estancadas de cualquier denominacion
que fueren, y distribuyendolas en el pueblo, como se ha dicho, no solo el
gobierno tendrá buena fé, porque habrá abundancia, sino que la produccion
atenderá obviamente á las necesidades corrientes y á las obligaciones pretéritas
y futuras, sin temor de vernos un día invadidos por esas plagas de unionistas y
mutualistas que son mas perjudiciales á la humanidad que el cólera morbo y el
vómito prieto (Juan de Olavarria, Memoria dirigida a S. M. sobre el medio de
mejorar la condición física y moral del pueblo español, 1833-1834, CORDE).

Estos son los cuatro ejemplos de obviamente que se recaban en el CORDE y


en ellos se advierte que, cuando se trata de un adjunto verbal –(61) y (62), en
obras del venezolano Andrés Bello–, funciona como un adverbio modal (‘clara-
mente’) susceptible de admitir grado (tan + obviamente). Sin embargo, cuando
se comporta como adverbio disjunto (en los dos casos, son textos adscritos al
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 261

español europeo), refuerza el enunciado desde la óptica de lo esperable en una


situación determinada y, por tanto, se asimila a los marcadores evaluativos del
tipo naturalmente, que manifiesta este comportamiento desde el siglo XVI, como
vimos en (13) y (14).
La frecuencia en el uso del adverbio obviamente se incrementa de manera
considerable a partir de la segunda mitad del siglo XX, especialmente en ámbitos
cultos. El análisis de la documentación permite afirmar que asume tres valores
básicos: adjunto modal (‘claramente’) integrado en el SV, refuerzo del enunciado
y refuerzo de un término proposicional. Puede desempeñar, además, dos funcio-
nes: conector de carácter consecutivo y adverbio disjunto de probabilidad (‘segu-
ramente’, ‘probablemente’).
Como adverbio modal de base epistémica (‘claramente’) integrado en el SV
–tal y como se ilustra en (65)–, su uso parece marcado diatópicamente: desde la
segunda mitad del siglo XX, los casos que ejemplifican este comportamiento solo
se encuentran en textos adscritos a países americanos (Argentina, Perú, Panamá
y Puerto Rico). En este sentido, hay contextos en que obviamente y evidentemen-
te demuestran el mismo comportamiento semántico y sintáctico, como se consta-
ta al comparar los ejemplos (59) y (66).

(65) ¡Pobre amigo! Si solamente hubiese aceptado mi ayuda para evadir la trampa
que tan obviamente le tendieron Doña Concha y la madrina de esa pobre mujer...
(Rosa M.ª Britton, No pertenezco a este siglo, 1995, Panamá, CDH).
(66) Su sentido es unidimensional y se corresponde directamente con la gran indus-
tria (como ocurre ya más obviamente con las ciencias naturales) y con el estado
en su sentido mecánico (Héctor Meléndez, La identidad ausente, 1996, Puerto
Rico, CDH).

No siempre resulta fácil distinguir entre el adverbio adjunto (integrado en el


SV) y el disjunto (que afecta al enunciado en su conjunto), como se advierte en
(67)21. No obstante, el uso más extendido de obviamente es el de refuerzo del
enunciado, empleo ya consolidado desde la segunda mitad del siglo XX.

(67) Al contemplar las formas de existencia de los seres vegetales en su inconmensu-


rable variedad, se impone obviamente el principio de que ellas están determina-
das por la serie de factores constitutivos del medio natural o “habitat” que ac-
túan simultáneamente en forma de resultante complejísima (Tomás Pérez Sáenz,
Geografía agrícola de España, 1960, España, CORDE).

21 En Rodríguez Ramalle (2005: 281-283) se aportan tres criterios sintácticos para distin-
guir los adverbios adjuntos y los disjuntos: movilidad, alcance de la negación y restricciones
de naturaleza eventiva.
262 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

Son dos los rasgos semánticos a partir de los que parece conformarse el refuer-
zo de la aserción ejercida por medio del disjunto obviamente: el modo y la rela-
ción causal o lógica. En ocasiones, el fundamento semántico del refuerzo se reco-
noce, como sucede con (68) –base epistémica o modal– y (69) –base de relación
causal–; hay ocasiones en que se desvirtúa la semántica de base y solo se percibe
el refuerzo, como en (70); por último, a veces puede recuperarse la doble lectura:
causal o lógica y modal, como en (71). En este caso, resulta difícil dilucidar si el
yo de la enunciación considera lógico (natural) que tome por modelos los países
o deja constancia de la claridad con que se aplican los modelos de esos países.

(68) Lepprince se instaló en el mejor hotel de la ciudad y empezó a llevar la vida


ostentosa del que obviamente no sabe qué hacer con su dinero (Eduardo Mendo-
za, La verdad sobre el caso Savolta, 1975, CDH).
(69) El asunto llegó a su clímax la noche de Navidad, cuando una joven pareja invitó
a los Aldana a cenar y les dijo que podían llevarme a mí también. Nosotros deci-
dimos no ir a misa del gallo, y en cambio nos soplamos un par de botellas de
whisky, recordando el Perú, lo cual obviamente nos llevó a una desenfrenada
discusión política (Alfredo Bryce Echenique, La vida exagerada de Martín
Romaña, 1981, Perú, CDH).
(70) –Ahora, a lo que no puede renunciar el poeta es a la vital tarea de llamar al pan
y al vino de otras maneras. Pero esto, obviamente, supone que se tiene una con-
ciencia lúcida de lo que son pan y vino. Entonces se puede ir más allá, al centro
de las cosas: dominarlas, dejar de ser sus esclavos... (Carlos Fuentes, La región
más transparente, 1958, México, CDH).
(71) Quiero pensar que el precedente análisis, muy sucinto, sobre el impacto del des-
arrollo y de la planificación del desarrollo sobre el orden político, aunque tome
obviamente por modelos los países que, con una u otra fórmula, van a la cabeza
del desarrollo, es un fenómeno universal que ha de ser proyectado sobre cada
país a partir de un análisis sociopolítico y de base económica de la situación en
que cada uno se encuentre (Jesús Fueyo Álvarez, Desarrollo político y orden
constitucional, 1964, España, CORDE).

Como he indicado, también obviamente es reforzador de un término oracio-


nal, función que se consolida desde la segunda mitad del siglo XX. Los términos
sobre los que se aplica este refuerzo son especialmente adjetivos, tanto calificati-
vos como clasificadores. Además, en ocasiones se destaca un elemento frente a
otros dentro de una enumeración –(72)–, de forma que se potencia aquel término
más vinculado con el motivo temático que desata la serie enumerativa: imperia-
lismo norteamericano.

(72) Pensamos que en Colombia una gran gama de opinión, una gran gama de secto-
res sociales que van de los más empobrecidos, pasando por sectores campesinos
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 263

medios y pequeños, incluyendo el proletariado agrícola e industrial, las clases


medias, los empleados oficiales el pequeño y mediano industrial y aun la indus-
tria nacional, deben conformar hoy el campo democrático que se enfrenta a la
oligarquía y a los monopolios y obviamente al imperialismo norteamericano (Ar-
turo Alape, La paz, la violencia: testigos de excepción, 1985, Colombia, CDH).

En (73) la intensificación recae sobre el calificativo molesto, pero se recono-


ce una ambigüedad en la base semántica que determina de ese refuerzo: ¿está
molesto y es claro que lo está (modal epistémico) o está molesto y es lógico/natu-
ral que lo esté (evaluación lógica de lo esperable)? Como se comprueba en (74),
el adverbio obviamente –intensificado con tan– más que marcar el grado del
adjetivo (‘muy puertorriqueños’) subraya la certeza en la aplicación del término
al sustantivo correspondiente (‘sobre temas sin ninguna duda propios de Puerto
Rico’).

(73) –Ahora, a lo que no puede renunciar el poeta es a la vital tarea de llamar al pan
y al vino de otras maneras. –Me preguntás que hago aquí –dijo Sebastián, obvia-
mente molesto por el tono de Felipe– ¿cuando no aparecés a la hora de la cita; te
espero una hora; te llamo creyendo que estás con Lavinia y no apareces por nin-
guna parte...? ¡Creíamos que te había pasado algo! (Gioconda Belli, La mujer
habitada, 1992, Argentina, CDH).
(74) A esto tal vez se deba la relativa escasez pública –en comparación con la gran
cantidad de instituciones educativas en la Isla– de estudios sociopolíticos sobre
temas tan obviamente puertorriqueños como las drogas y la violencia (Héctor
Meléndez, La identidad ausente, 1996, Puerto Rico, CDH).

Por otro lado, como ya he advertido, el refuerzo de la aserción es el valor más


extendido y se documenta sobre todo en prácticas lingüísticas de carácter acadé-
mico: ensayos, obras especializadas en el ámbito del derecho, la economía, la
sociología; pero también en narrativa de ficción. No es de extrañar, por ello, que
el adverbio disjunto contribuya a afianzar, en las conexiones causales, los enun-
ciados consecutivos o a reafirmar algunos enunciados insertos en la dinámica
argumentativa, como en (75): donde cobra más peso la objeción encabezada por
el conector contraargumentativo aunque, gracias a obviamente. Por otro lado, se
atestigua en ocasiones un debilitamiento de la certeza asertiva, efecto de sentido
asociado con el español americano: en (76) se rebaja la rotundidad asertiva y se
atenúa el compromiso del hablante, ya que el condicional (habría) atempera la
certidumbre ante la aserción.

(75) Las entradas netas de capital a largo plazo alcanzan un promedio anual de 374.8
millones de dólares, aunque, obviamente, su magnitud bruta es sustancialmente
mayor, habida cuenta de los altos niveles de los pagos por amortización que se
264 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

registran a lo largo del periodo (Jorge Eduardo Navarrete, Desequilibrio y


dependencia: las relaciones económicas internacionales de México en los años
sesenta..., México, 1971, CORDE).
(76) Ya no morirían, ni perderían el frescor de la mocedad, a menos... (porque, obvia-
mente, habría un pero, una condición), a menos que cayesen en pecado mortal
(Manuel Mújica Laínez, El escarabajo, Argentina, 1982, CDH).

El adverbio, a veces, se identifica con la relación causal basada en la lógica


de lo esperable, espacio habilitado por el marcador discursivo naturalmente,
como se aprecia en (77): la ganadería extensiva estaba en plena expansión
(causa) y obviamente no podía racionalizarse la distribución de la tierra sin
afectar los latifundios ganaderos (consecuencia esperable reforzada). Son estos
empleos los que justifican el paso desde el refuerzo de la consecuencia –susten-
tado en el uso de y, como nexo continuativo, y obviamente como marca de eva-
luación lógica–, a su comportamiento como conector consecutivo (de conse-
cuencia esperable, alternando con naturalmente) en (78).

(77) Y se intentó dar inicio a una reforma agraria, pero ésta encontró un obstáculo
insuperable: la ganadería extensiva estaba en plena expansión y obviamente no
podía racionalizarse la distribución de la tierra sin afectar los latifundios gana-
deros (Ricaurte Soler, Panamá: historia de una crisis, Panamá, 1989, CDH).
(78) Se suprimió, en fin, el derecho de huelga y se restringió la libertad de asociación
sindical. Obviamente, todo esto motivó más reclamos, agitación, paros y huel-
gas en señal de protesta (Jorge Salvador Lara, Breve historia contemporánea
del Ecuador, Ecuador, 1994, CDH).

4. Indudablemente (e indubitablemente): la evidencia como certeza


absoluta

La forma adverbial indubitablemente, emparentada morfológicamente con los


términos latinos dubitación, dubitativo, dubitable o indubitable, muestra cierta
vitalidad hasta finales del siglo XVIII, momento a partir del cual entra en franco
retroceso, desplazada por el adverbio patrimonial indudablemente, como se com-
prueba en la tabla 2 que atiende a la documentación que arrojan los bancos de
datos CORDE y CREA.
El comportamiento de los dos adverbios hasta el siglo XIX es semejante, como
demuestran las primeras documentaciones de cada forma (79) y (80) que en
ambos casos son refuerzo del enunciado. Dejan claro los ejemplos que ya desde
mediados del siglo XVI los dos adverbios están habilitados para servir como
refuerzo del enunciado y que su significado léxico (‘que no puede ponerse en
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 265

TABLA 2

1493/1598 1599/1713 1714/1812 1813/1898 1899/1936 1937/1975 1975/2008


Indubitabl- 9 casos 33 casos 26 casos 14 casos 4 casos 6 casos 5 casos
Indudabl- 1 caso 3 casos 31 casos 915 casos 613 casos 747 casos 1937 casos

duda’) facilita su ubicación en un espacio estructural ocupado por otro adverbio


(naturalmente) en este periodo tras haber experimentado profundas variaciones
semánticas y gramaticales22.

(79) […] está diz que claro que las nombraría de su nombre Hespérides; de donde infie-
ren que indubitablemente fueron del señorío de España desde el tiempo de Héspe-
ro (Fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, c. 1527-1561, CORDE).
(80) E indudablemente, los más de los compañeros pensaban que no habían acertado
en creer a aquel indio; e de parescer de los más, se tornaran (Gonzalo Fernández
de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, 1535-1557, CORDE).

Al detenernos en el uso de indubitablemente desde mediados del siglo XVI


hasta el siglo XIX comprobamos que, además de comportarse como refuerzo cate-
górico de la verdad del enunciado –en (81) se coordina con el adverbio modal
epistémico más amplio claramente–, puede funcionar como refuerzo de un tér-
mino oracional –en (82), refuerza el adjetivo natural ‘propio de la naturaleza’–;
como una reafirmación de la verdad de verbos de lengua o de conocimiento –en
(83) se destaca la certeza del conocimiento (saber) de las cosas– y como un
adverbio adjunto (84). En este último caso, el adverbio experimenta un cambio
de significado: desde la certeza absoluta sobre algo a la idea de que un evento ha
de ocurrir de manera inexorable23.

22 Los adjetivos correspondientes participan también en ese periodo en construcciones


que marcan la certeza absoluta de enunciados, como: “Por esta causa ha de ser considerada
como verosímil la consecuencia, y es indudable que a los obispos por su propio oficio” (Fray
Bartolomé de las Casas, Tratado sobre los indios que han sido hechos esclavos, 1552,
CORDE) y “Es cosa indubitable que las personas contenidas en la dicha escritura vieron y tra-
taron en esta villa á este gran santo, y oyeron su santa y divina doctrina” (Esteban de Garibay,
Memorias de Garibay, c. 1594, CORDE).
23 No parece un significado convencionalizado, se recoge algún ejemplo semejante con

indudablemente: “Y como las penas deben agravarse o disminuirse a proporción del intento
con que se cometen, se seguirá indudablemente que el consejo de guerra le impondrá a ese sol-
dado una pena menos grave que la que previene la ordenanza” (José Joaquín Fernández de
Lizardi, El Periquillo Sarniento, 1816-1827, México, CDH).
266 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

(81) ¿Qué entendimiento habrá tan romo que no conozca que el aire no viene a ser
más que un inmenso espacio ocupado de bolillas revoleteantes, mucho más
menudas, tersas y lisas que las que componen el agua y en esto consiste clara e
indubitablemente que aquél sea mucho más fluido y mucho más diáfano que
ésta? (José Francisco de Isla, Historia del famoso predicador Fray Gerundio de
Campazas alias Zotes, 1758, CDH).
(82) Por lo que mira a santuarios, en tres he estado, de cada uno de los quales se refe-
ría un milagro continuado; siendo el hecho, en que se fundaba esta fama, indu-
bitablemente natural (Benito Jerónimo Feijoo, Cartas eruditas y curiosas I,
1742, CDH).
(83) Así tratan de cuando han de perder o ganar, como si indubitablemente lo supie-
sen, haciendo pronóstico en sí mismos y en los otros cuál suerte se acierta y cuál
se yerra, que llaman ellos creer en la errada (Francisco de Luque Fajardo, Fiel
desengaño contra la ociosidad y los juegos, 1603, CDH).
(84) Preguntáronle si era caballero. Respondió ser noble, de sangre real; pero no lla-
marse Ambrosio ni Jaime Vives. Pídenle que diga su nombre y califique su perso-
na. Respondió que no por descubrirse escusara la pena y que, habiendo de morir
indubitablemente, no era necesario decirlo ni de importancia padecer una ni otra
muerte (Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, primera parte, 1599, CDH).

A partir del siglo XIX la forma indudablemente desplaza casi por completo a
la variante culta. El uso fundamental del adverbio es el refuerzo categórico (de
un enunciado o de un término oracional). El empleo como refuerzo de un verbo
(de conocimiento –saber–, de creencia –creer– o de acción argumentativa –pro-
bar–) no es frecuente; menos aún el uso de indudablemente como adverbio inte-
grado en el SV.
Con respecto al valor como refuerzo del enunciado, este se aplica de manera
absoluta (categórica), heredando el significado exclusivo del adjetivo del que
proviene (indudable), lo que hace simplemente innecesaria su justificación,
como en (85). Sin embargo, hay ejemplos en que esa justificación se hace explí-
cita o casos en que el refuerzo aparece en conexiones causales (86), más propias
de los marcadores del tipo naturalmente. Por otro lado, la intensidad (absoluta)
del reforzador se pone de relieve cuando la base reforzada expresa certeza, como
en (87).

(85) Indudablemente, la vida actual está llena de goces y fastuosidades (José Selgas
y Carrasco, Hechos y dichos, 1879, CDH).
(86) Indudablemente, el que teniendo igual posición militar que su rival ve todos los
días que éste se atrae todas las miradas y simpatías y la predilección de sus
jefes, así como comprende la superioridad real de sus cualidades, no puede
menos de enfermarse de envidia (Ignacio Manuel Altamirano, Clemencia, 1869,
México, CDH).
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 267

(87) Lo que es indudablemente cierto en este razonamiento es que al estar en vida no


podemos ir a una estrella (Jorge Enrique Adoum, Ciudad sin ángel, 1995, Ecua-
dor, CDH).

A partir del siglo XIX, como efecto del encuentro de las dos voces de enuncia-
ción activas en las secuencias dialogadas, se va consolidando el uso de induda-
blemente como elemento autónomo (holofrase). En los intercambios esta holo-
frase adquiere un carácter reactivo, ya que esencialmente supone la confirmación
del enunciado previo, como se advierte nítidamente en (88). No es difícil expli-
car que este elemento autónomo llegue a hacer, pragmáticamente, las veces de
un enunciado reactivo afirmativo, como se constata en (89). Por otro lado, el
adverbio puede comportarse, como es habitual, como un mero reforzador de los
enunciados reactivos afirmativos o negativos, como en (90).

(88) La gratitud de Obdulia no tenía límites, pero el Magistral creyó necesario bus-
cárselos mostrándose frío, seco y dándola a entender que “no lo había hecho por
ella”. La viuda, sin embargo, insistió en sostener que le debía la vida.
–¡Indudablemente! –corroboraba doña Petronila, que no sospechaba cómo que-
ría pagar Obdulia aquella vida que decía deber al Magistral (Leopoldo Alas
“Clarín”, La Regenta, 1884-1885, CDH).
(89) Desde aqui comienzan las dificultades. ¿Debo amarlo? Indudablemente. Pero,
¿para qué? Ut in Deo sit. Para que vuelva á Dios. ¿Y cómo? Con su sal y pimien-
ta (Fray Francisco Alvarado, Cartas críticas del Filósofo Rancio, II, 1811-1813,
CORDE).
(90) –Es de suponer que no se haya fugado por amor con vuestro primer ayuda de
cámara, que es un vejestorio repugnante.
–Indudablemente no (Manuel Fernández y González, El guapo Francisco Este-
van, 1871, CDH).

Además, en relación con estos usos de carácter reactivo se desarrolla el


empleo del adverbio disjunto indudablemente para reforzar una estructura pro-
posicional encabezada por la conjunción que. En (91) el enunciado reforzado
aporta un contenido asumido sin matices por los interlocutores y, por ello, de-
sempeña discursivamente la función de espacio de encuentro, desde el que se
desarrolla la argumentación, en tanto que ideas que sí se someten a discusión y
que se anuncian con el conector antiorientado mas.

(91) Indudablemente (añade el sabio economista conquense), que la desamortización


basada en el principio trascendental de la más acertada distribución de la pro-
piedad tenía de su parte la ciencia; mas ¿cómo pedir lo mejor cuando apenas lo
bueno era posible? (Joaquín Costa, Colectivismo agrario en España, 1898,
CDH).
268 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

Finalmente, es de destacar que la profusión de un adverbio que tiene repercu-


siones discursivas (o procedimentales), como indudablemente, justifica que a
partir de su empleo convencional prototípico (refuerzo de la aserción) –clara-
mente motivado por el significado de su base léxica (‘de manera indudable’)– se
generen determinados efectos de sentido. Entre ellos destaca el de la atenuación
del refuerzo absoluto (‘sin duda’) que desemboca en la expresión de probabili-
dad alta de que algo se produzca (‘seguramente’), como en (92). Este significado
contextual, que, como hemos visto, se da también con evidentemente y obvia-
mente, es más asiduo en textos americanos.

(92) […] se llevó el Cristo a su casa con acompañamiento de toda la peonada; y des-
pués, en alegre pandilla los jóvenes, con reposado continente los viejos, inva-
dieron la casa del patrón, donde fueron agasajados con rebosantes copas de
licor, que ellos se apresuraron a beber para irse a la casa del alférez, donde indu-
dablemente estarían más a su sabor y tendrían cosas más suculentas para su
paladar (Alcides Arguedas, Raza de Bronce, 1919, Bolivia, CDH).

Son mucho más ocasionales dos efectos de sentidos vinculados al propio ori-
gen léxico del adverbio: la expresión categórica de la certeza. En (93) el adver-
bio disjunto reafirma el compromiso deóntico del emisor (destacado también con
el empleo de la negación y el futuro: no volverán) con el contenido del enuncia-
do. Por otro lado, en (94) se registra un significado próximo al de los adverbios
disjuntos de enunciación –como francamente, sinceramente…– que no se apli-
can al valor de verdad del enunciado sino a la enunciación: “El hablante califica
su actitud como sincera con el receptor. La comunicación es directa, sin reser-
vas”24.

(93) Se cuentan del presidio cosas que no son para repetidas, y que indudablemente
no volverán a suceder, sino como excepción, desde que se implante un régimen
severo de labor y no se descuide la vigilancia, nunca excesiva en tales casos
(Roberto J. Payró, La Australia argentina, 1898, CDH).
(94) El americano está acostumbrado a satisfacerse con el simple producto de los
campos. Indudablemente, para expresarte mi opinión libremente, no creo que la
flora más liberal y deliciosa deba dedicarse a los repugnantes usos de la farma-
cia (José Celestino Mutis, “A Carlos Linné, profesor de Historia Natural en
Upsal”, en Cartas de José Celestino Mutis, Colombia, 1778).

24 (Fuentes 2009: s.v. francamente).


LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 269

5. Indiscutiblemente e incuestionablemente: la evidencia como hecho


incontrovertible

Atendiendo a los datos absolutos que arroja el CDH para cada uno de los adver-
bios que analizados (véase tabla 1), indiscutiblemente e incuestionablemente son
los términos de menor frecuencia. Además, si atendemos a sus primeras docu-
mentaciones, tanto en el CDH como en CORDE, se constata que son los adver-
bios que más tardíamente se incorporan al idioma: segunda mitad del siglo XX.
Ambos adverbios (indiscutiblemente e incuestionablemente) expresan de
manera categórica la certeza absoluta tomando como referencia su significado
léxico (indiscutible-, incuestionable- ‘de manera incontrovertible’). No hay dis-
tancia, por tanto, entre su contenido léxico y la función discursiva que desempe-
ñan: su significado conceptual se acomoda a la función discursiva. Son dos los
cometidos sintácticos que desempeñan: refuerzo de un enunciado y refuerzo de
un elemento incluido en la estructura oracional, tal y como demuestran las pri-
meras documentaciones recabadas. En (95) el adverbio es un reforzador absoluto
de la certeza del enunciado; en (96) incuestionablemente es un adverbio que
refuerza la aplicación que se hace del adjetivo histórica sobre el sustantivo
época.

(95) Si el derecho, como facultad para un fin, supone indiscutiblemente en el indivi-


duo libertad de elección entre los medios que á semejante fin conducen, y si la
libertad es condición inherente y esencial á la voluntad misma, siendo la Volun-
tad una facultad ó potencia del alma, y además facultad libre, cuyo propio y
natural objeto es el Bien, que precisamente constituye el fin del Derecho y cuyo
funcionamiento depende de las representaciones intelectuales, bien podría
decirse que: El Derecho es la Voluntad conforme á la razón (Adolfo Bonilla y
San Martín, Concepto y teoría del derecho, 1897, CORDE).
(96) El reinado de Orus, que, salvo un defecto insignificante de precisión, coloca el
autor en el año 18790 antes de Cristo, es ya para él una época incuestionable-
mente histórica (Juan Valera, “Sobre la ciencia del lenguaje” en Discursos aca-
démicos, 1869, CORDE).

Una de las características del refuerzo a partir de estos adverbios (como suce-
de en el caso de indudablemente) es la intensidad máxima de ese refuerzo, ya
que se plantea desde lo categórico, desde aquello cuya justificación es innecesa-
ria. La intensificación de la verdad de una aserción se aprecia en los casos en que
el refuerzo se aplica a un término que semánticamente expresa ese contenido,
como es el caso de cierto en (97). Por tanto, lo normal es que la aplicación del
adverbio no vaya acompañada de una estructura explicativa que sustente el
empleo del refuerzo –como en (98)–, si bien no es raro el empleo de construccio-
270 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

nes justificativas (99), más habituales con los refuerzos de adverbios como natu-
ralmente, evidentemente u obviamente.

(97) Lo que muestran nunca fue, por más que se nos presente como indiscutiblemen-
te cierto (Rodrigo Fresán, La velocidad de las cosas, 1998-2000, Argentina,
CHD).
(98) De ahí que el fanfarrón que hallamos en la literatura, que indiscutiblemente
tiene parentesco con el que vive pie a tierra, no tenga que ver con éste, imposi-
ble de transportar a la ficción, porque carece de sentido intelectual, teatral y es
sólo un caso específico (Ezequiel Estrada, Radiografía, 1933, Argentina, CDH).
(99) Además, seguro que tiene razón. El otro indiscutiblemente miente, puesto que
es alemán y, además, la negación del alma le convence al viejo porque así no
tienen nada que hacer los curas... (José Luis Sampedro, La sonrisa etrusca,
1985, CDH).

Estos son, en suma, los dos valores que asumen estos adverbios, aunque se
documentan usos contextuales como el de la atenuación del refuerzo, que va
desde el refuerzo categórico (‘sin ninguna duda’) hasta la posibilidad de que un
acontecimiento se produzca (‘seguramente’, ‘probablemente’), como en (100).
Es precisamente el carácter categórico del adverbio lo que incrementa la seguri-
dad de que algo acontezca: no con seguridad, con mucha seguridad.

(100) Hasta que ese desenlace se produjo, los dos adeptos esperaron el milagro que
poblaba sus conversaciones: seguramente, incuestionablemente, el gran mago
concluiría por salvarse (Manuel Mújica Laínez, El escarabajo, 1982, Argenti-
na, CDH).

6. Conclusiones

Los adverbios analizados integran el grupo de evidenciales de refuerzo, cuya


función discursiva es intensificar la aserción. Desde un punto de vista morfológi-
co, se trata de palabras construidas conforme al esquema base adjetival + -mente.
Además, en tres casos el adverbio (incuestionablemente, indiscutiblemente o
indudablemente) se consolida de acuerdo con el patrón morfológico: in + base
verbal + -ble + -mente.
A pesar de estas similitudes, han de tenerse en cuenta dos circunstancias que
hacen posible señalar la individualidad de cada uno de estos elementos dentro
del conjunto: el significado de la base léxica del adverbio, más o menos próximo
al contenido discursivo que expresan, y la incorporación del adverbio a la histo-
ria del idioma (conforme a los bancos de datos). Con respecto al significado de
LA EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS EVIDENCIALES 271

la base léxica, puede establecerse una división semántica: naturalmente (el


refuerzo deriva de lo esperable), evidentemente y obviamente (el refuerzo se
basa en la percepción), indudablemente (el refuerzo se plantea como una certeza
absoluta) e incuestionablemente e indiscutiblemente (el refuerzo se sustenta en
lo incontrovertible).
Por otro lado, es naturalmente el adverbio más profundo históricamente,
puesto que ya se documenta desde el siglo XIII, y también el adverbio que experi-
menta una mayor evolución desde su primer valor derivado del adjetivo de rela-
ción natural. En el siglo XV se incorpora a la historia del idioma evidentemente,
en el siglo XVI indudablemente (y su variante culta indubitablemente) y en el
siglo XIX obviamente, incuestionablemente e indiscutiblemente. Los adverbios
que se registran más tardíamente en las bases de datos aprovechan el comporta-
miento de otros adverbios evidenciales de refuerzo (como sucede con obviamen-
te que sigue el patrón de evidentemente o naturalmente). Además, hay adverbios
(como indiscutiblemente o incuestionablemente) cuyo contenido semántico está
claramente identificado con la función discursiva que expresan y que toman
como modelo el comportamiento de otro adverbio afín genéticamente (induda-
blemente), ya presente desde el siglo XVI.
Durante el siglo XVI los adverbios naturalmente y evidentemente asisten a un
proceso de discursivización, ya que superan el ámbito oracional y pasan a fun-
cionar como elementos textuales condicionados por la voz de la enunciación: lo
natural es aquello el enunciador evalúa como esperable desde su conocimiento
del mundo; lo evidente es contemplado como un evento que es consecuencia de
una relación intelectiva entre el yo de la enunciación y el mundo. Por otro lado,
el adverbio indudablemente (y su variante indubitablemente), ya desde sus pri-
meras documentaciones en el siglo XVI –y gracias a su significado léxico– ocupa
las posiciones discursivas de refuerzo.
A partir del siglo XVIII y, especialmente desde el siglo XIX, los adverbios expe-
rimentan un fenómeno de intersubjetivización (aparecen en textos dialogados) y
funcionan como marcadores insertos en enunciados de carácter reactivo. Se trata
de un nuevo desarrollo pragmático, basado en el encuentro entre las voces de
enunciación del diálogo y la rutinización de este contraste polifónico. Ha de
notarse, además, que durante el siglo XVIII el adverbio evidentemente asiste a una
especialización semántica, ya que (sobre todo en textos de naturaleza ensayísti-
ca) se utiliza específicamente dentro de ámbitos temáticos relacionados con el
proceso del razonamiento lógico.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX parece ya conformado un paradig-
ma de marcadores (naturalmente, evidentemente, indudablemente, obviamente)
que pueden desempeñar la función de refuerzo de la aserción, en que se integran
incuestionablemente e indiscutiblemente, muy motivados semánticamente para
272 SANTIAGO U. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

la expresión de esta función discursiva. Dentro de este paradigma se reconocen


significados contextuales comunes (como el desplazamiento que va desde el
refuerzo a la probabilidad de que algo suceda –‘seguramente’– frecuente en tex-
tos del español americano). Por otro lado, se aprecian diferencias de grado den-
tro del refuerzo de la aserción, ya que los adverbios generados conforme al
patrón in + base verbal + -ble + -mente expresan un refuerzo categórico, que no
necesita de la explicitación de una construcción que justifique el refuerzo.
En suma, estos adverbios pueden desempeñar la función de reforzadores de
la aserción, pero este comportamiento discursivo lo asumen después de haber
experimentado distintos procesos de gramaticalización (o pragmaticalización)
como evidentemente y, sobre todo, naturalmente, o simplemente a partir del con-
tenido semántico de la base léxica adjetival originaria como indudablemente,
incuestionablemente o indiscutiblemente.

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L A F O R M A C I Ó N Y E V O L U C I Ó N D E L PA R A D I G M A
DE LOS OPERADORES DISCURSIVOS
M AT I Z A D O R E S D E L A V E R A C I D A D
DEL ENUNCIADO1

MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ


Universidad Carlos III de Madrid

1. Introducción

Los procesos de creación de marcadores discursivos como elementos que mani-


fiestan la actitud del hablante ante el enunciado, las relaciones que se establecen
entre los interlocutores o las conexiones entre los segmentos de una secuencia
responden a distintos mecanismos de cambio lingüístico que suponen la conver-
sión de determinadas categorías léxicas o sintagmáticas en elementos gramatica-
les que adquieren diversas funciones discursivas.
Este estudio se centra en la evolución de un grupo de adverbios y locuciones
adverbiales que manifiestan la actitud del hablante ante el enunciado y que se
caracterizan por matizar la veracidad de lo expresado: aparentemente, en apa-
riencia, al parecer, a lo que parece, por lo que parece, dizque, por lo visto,
supuestamente, pretendidamente, presuntamente, presumiblemente. Estas unida-
des léxicas tienen orígenes diversos, se han incorporado en épocas diferentes al
sistema lingüístico, han experimentado procesos evolutivos distintos y han con-
fluido en el mismo paradigma en distintas etapas.
El análisis de estos procesos se sustenta en algunos planteamientos metodoló-
gicos que señalamos a continuación.

1. La integración de la pragmática en el análisis del significado, según los


principios de la semántica cognitiva (Langacker 1987, 1991; Talmy
1988); en este sentido, hay que tener en cuenta que la principal fuerza
motora del cambio semántico es la pragmática (Traugott/Dasher 2002).
2. La consideración de que los cambios atribuibles a un proceso de subjetivi-
zación por el que las actitudes, puntos de vista o valoraciones del emisor

1 Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación FFI2010-15154, financiado por

el Ministerio de Economía y Competitividad de España.


276 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

encuentran codificación explícita en la gramática de una lengua llegando


a constituir un significado convencional en esa lengua (Traugott y Dasher
2002, Company 2006a, 2011, Traugott 2010a) pueden considerarse como
un proceso de gramaticalización2.
3. La explicación de cómo influyen en la evolución del significado de las
unidades léxicas los cambios y variaciones registrados en el paradigma
que se va configurando a través de la incorporación, eliminación o modi-
ficación de los diversos elementos que lo integran en las distintas etapas
de su desarrollo.

Este trabajo se estructura del siguiente modo: realizaremos, en primer lugar,


una clasificación y caracterización de estas unidades e indicaremos los valores
básicos que presentan en el español actual; a continuación, analizaremos su de-
sarrollo evolutivo; posteriormente, indicaremos cómo se constituye y evoluciona
el paradigma de los elementos que funcionan como matizadores del valor de ver-
dad del enunciado; por último, señalaremos los aspectos más relevantes de esta
investigación en el apartado de conclusiones.
Como corpus de análisis hemos utilizado los materiales incluidos en el Cor-
pus del Nuevo diccionario histórico del español (CDH)3, los procedentes del
Corpus de referencia diacrónica del español (CORDE), los datos proporciona-
dos por otros corpus diacrónicos existentes4, el Corpus de referencia del español
actual (CREA) para la verificación de los datos actuales y, especialmente, la lec-
tura directa de los textos de cada una de las épocas analizadas.

2 Las propuestas son diversas: algunos investigadores consideran que los procesos de sub-
jetivización se incluyen dentro del fenómeno de la gramaticalización (Brinton/Traugott 2005,
Traugott 2010a, 2010b), otros piensan que se trata de un subtipo de gramaticalización (Tabor y
Traugott 1998, Traugott 1995a, Company 2006b) y otros los integran en el mecanismo de la
desgramaticalización (Heine 2003, Company 2004).
3 El corpus del Nuevo diccionario histórico se extiende cronológicamente desde los pri-

meros textos en los dialectos hispánicos (castellano, leonés, aragonés) hasta el año 2000. La
descripción de las características de este corpus se recoge en J. A. Pascual y C. Domínguez
(2009: 92-93) y en P. Salas y A. Torres (2011).
4 Para asegurar la fiabilidad de los datos se contrastarán los resultados con ejemplos de

los textos recogidos en la base de datos ADMYTE y en el corpus del español de Mark Davies:
<http://www.corpusdelespanol.org>.
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 277

2. Los adverbios matizadores del valor de verdad del enunciado: criterios


de clasificación

La clasificación de estas formas en los estudios actuales muestra coincidencia en


su caracterización sintáctica al señalar que este grupo de adverbios y locuciones
adverbiales se comporta como adverbios oracionales (Egea 1979, Kovacci 1999,
Rodríguez Ramalle 2003, Torner 2007, Real Academia Española 2009); no obs-
tante, se plantean diferencias en cuanto a su clasificación semántica.
Así, en la clasificación de los adverbios oracionales establecida en la Nueva
gramática de la lengua española (NGLE) (2009: 2344) se distinguen tres tipos:
adverbios de la enunciación o acto verbal, adverbios temáticos o de tópico y
adverbios del enunciado; este último grupo, el de los adverbios del enunciado,
caracterizado por mostrar las posibles actitudes del hablante hacia lo dicho, se
subdivide en tres tipos: los evidenciales refuerzan o atenúan la aserción; los
modalizadores la dejan en suspenso y los evaluativos la valoran. En el grupo de
los adverbios evidenciales se distingue el subgrupo de los que intensifican la
fuerza de lo que se asevera5 y el de los que atenúan, suspenden o matizan la vera-
cidad de la proposición, donde se incluyen las unidades que son objeto de nues-
tro análisis6.
En clasificaciones anteriores, estos adverbios se incluyen entre los de modali-
dad; en este sentido, O. Kovacci (1999: 755) divide este tipo de adverbios en tres
subtipos7: a) indicadores y reforzadores de la actitud; b) adverbios restrictivos

5 Las unidades léxicas que en la gramática académica se registran en este grupo son las
siguientes: ciertamente, efectivamente, evidentemente, incuestionablemente, indiscutiblemen-
te, indudablemente, naturalmente, realmente, seguramente, obviamente, verdaderamente, así
como las locuciones con (toda) seguridad, de veras, de verdad, desde luego, en efecto, en ver-
dad, por supuesto, sin duda (NGLE 2009: 2353). El estudio evolutivo de algunas de estas for-
mas se ha realizado en otros capítulos de este libro: M.ª B. Villar Díaz ha analizado un grupo
de adverbios de modalidad epistémica (realmente, en realidad, ciertamente, por cierto, segu-
ramente) y S. U. Sánchez Jiménez ha estudiado un grupo de adverbios evidenciales: evidente-
mente, incuestionablemente, indiscutiblemente, indudablemente, naturalmente, obviamente.
Para el proceso evolutivo de las formas en efecto y efectivamente, véase M.ª P. Garcés (en
prensa).
6 Las unidades que se incluyen en la gramática académica dentro de este grupo son las

siguientes: aparentemente, hipotéticamente, presumiblemente, presuntamente, supuestamente,


teóricamente, virtualmente y las locuciones a lo que parece (por lo que parece), al parecer, en
apariencia, por lo visto, entre otras (NGLE 2009: 2353). No analizamos en este trabajo los
adverbios oracionales teóricamente, hipotéticamente, virtualmente porque su significado está
más próximo al de los nocionales o respectuales (Santos 2003).
7 Esas subdivisiones incluyen los siguientes elementos: a) indicadores y reforzadores de

la actitud (seguramente, probablemente, tal vez, posiblemente, difícilmente, quizá(s), acaso);


278 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

del valor de verdad de la aserción; c) reforzadores del valor de verdad de la aser-


ción.
En este misma línea, S. Torner (2007: 139) analiza dos grupos de adverbios
de modalidad que indican nociones relativas al valor de verdad de la oración: a)
adverbios restrictivos del valor de verdad que expresan nociones de apariencia o
suposición, indicadores de que la verdad de la proposición no se da por segura, a
pesar de que las apariencias así parecen indicarlo8; b) adverbios reforzadores del
valor de verdad que presuponen la verdad de la oración a la cual modifican e
indican la fuente en que se basa esta presuposición: la evidencia o el saber com-
partido9.
En definitiva, estas propuestas de clasificación se centran en una perspectiva
eminentemente oracional al considerar que son adverbios que inciden sobre la
oración, aunque hay diferencias entre ellas en su caracterización semántica, ya
que algunos investigadores incluyen este grupo dentro del marco amplio de
modalidad (Kovacci 1999, Torner 2007) y otros en el ámbito más específico de
la evidencialidad (NGLE 2009)10. En este aspecto, L. Santos (2003)11 describe

b) adverbios restrictivos del valor de verdad de la aserción (supuestamente, presuntamente,


presumiblemente, aparentemente, virtualmente, prácticamente, verosímilmente); c) reforzado-
res del valor de verdad de la aserción (indudablemente, indiscutiblemente, incuestionablemen-
te, innegablemente, ciertamente, verdaderamente, evidentemente, obviamente, y locuciones
como sin duda, en verdad, en realidad) (Kovacci 1999: 755).
8
Este grupo de adverbios se subdivide en dos tipos: 1. aparentemente, presumiblemente,
presuntamente, presumiblemente, supuestamente, así como virtualmente en una de sus acep-
ciones, que “indican el compromiso que el hablante establece con el valor de verdad de la pro-
posición a la que modifican” (Torner 2007: 148); 2. teóricamente, hipotéticamente, nominal-
mente “indican el dominio nocional en el que cabe interpretar la oración” (Torner 2007: 155).
9
Este grupo de adverbios incluye formas como indudablemente, indiscutiblemente,
incuestionablemente, ciertamente, verdaderamente, evidentemente, obviamente y realmente,
en una de sus lecturas (Torner 2007: 155).
10
En este sentido, señala la Academia (NGLE 2009) que algunos autores no distinguen
entre modales y evidenciales y los incluyen dentro de un mismo grupo. Para un análisis de las
relaciones conceptuales entre evidencialidad y modalidad epistémica, véase B. Cornillie
(2007).
11
L. Santos (2003) considera estas unidades como adverbios o locuciones adverbiales
oracionales modalizadores; ahora bien, cada uno de ellos muestra características específicas:
aparentemente presenta dos acepciones 1. epistémico neutral ‘en apariencia, a primera vista’,
2. constrictivo polifónico ‘según parece, al parecer, por lo que se oye’; al parecer modalizador
polifónico ‘según los indicios o de acuerdo con la opinión o los informes de otros’; en apa-
riencia modalizador epistémico neutral ‘a primera vista, a juzgar por lo que las apariencias o
los indicios señalan’; supuestamente modalizador epistémico distanciador; presuntamente
modalizador epistémico neutral; presumiblemente modalizador epistémico positivo.
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 279

estas unidades en su diccionario de partículas como adverbios oracionales que


muestran diferentes tipos de modalidad.
La posibilidad de categorizar estas unidades en dos clases diferenciadas se
explica porque tanto los adverbios evidenciales como los modales epistémicos se
caracterizan por expresar actitudes del hablante ante el contenido del enunciado;
se diferencian en que la modalidad evidencial hace referencia a la fuente de la
que procede la opinión que expresa el hablante, mientras que la epistémica se
refiere a la expresión del grado de compromiso que el hablante manifiesta res-
pecto de su enunciado (De Haan 2001, Rodríguez Ramalle 2003, Torner 2007)12.
A pesar de las diferencias señaladas en cuanto a su inclusión dentro de una deter-
minada tipología, hay consenso en señalar que la función semántico-pragmática
que desarrollan estos elementos en el discurso es la de matizar el valor de verdad
de la aserción.
Desde una perspectiva discursiva, estos elementos han de considerarse como
marcadores del discurso, denominación referida a los adverbios en -mente y a las
locuciones adverbiales equivalentes que indican los diversos modos en los que el
hablante aporta sus valoraciones y/o puntos de vista sobre lo expresado en el dis-
curso (Martín Zorraquino 2010, Company 2011). En este aspecto, cumplen con
las características fundamentales de estos elementos: son palabras invariables que
no ejercen una función lingüística en el marco de la predicación oracional y
“guían las condiciones contextuales del proceso de la comunicación, en concreto
sobre la posición doxológica o valorativa del hablante respecto de aquello a lo
que este se refiere con el signo adverbial” (Martín Zorraquino 2010: 144).
Dentro de esta categoría se distinguen los conceptos de operador y conector
que sirven para delimitar sus funciones discursivas: el conector discursivo vincu-
la semántica y pragmáticamente un miembro del discurso con otro miembro
anterior, o con una suposición contextual fácilmente accesible; el operador dis-
cursivo condiciona las posibilidades discursivas del miembro en el que se inclu-
ye pero sin relacionarlo por su significado con otro miembro anterior (Martín
Zorraquino/Portolés 1999, Portolés 2001, Fuentes 2003, 2009, Martín Zorraqui-
no 2010)13.

12 Otros autores consideran que existe una relación de inclusión entre evidencialidad y
modalidad epistémica; así Palmer (1986) y Martín Zorraquino/Portolés (1999) que clasifican
alguna de las formas aquí analizadas como operadores evidenciales, caracterizados como un
subgrupo de la modalidad epistémica.
13 Como indica M.ª A. Martín Zorraquino (2010: 101, nota 9), en el análisis de algunos

elementos concretos, no es fácil asignar las etiquetas de operador y conector. Por otra parte,
hay que tener en cuenta que un mismo marcador del discurso puede funcionar como operador
o como conector según los contextos.
280 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

El grupo de los marcadores analizados desempeña la función de operadores


del discurso en la actualidad y manifiesta contenidos relacionados con la matiza-
ción de la veracidad del enunciado o la fundamentación del conocimiento que el
hablante posee de la realidad en relación con la fuente o el origen del mensaje14.
A continuación, señalamos la fecha de incorporación de estos elementos a
nuestro sistema lingüístico, según se registra en los corpus utilizados, y el signi-
ficado que muestran en español actual:

Primeras apariciones
Adverbio/Locución de los adverbios Significado actual
adverbial y locuciones adverbiales
en los corpus

Aparentemente S. XV (1400-1500 CORDE) Indica distancia enunciativa,


S. XVIII (1742 CDH) dado que el emisor no es
responsable de lo dicho ni lo
asegura con fuerza, sino que
lo deja en el ámbito de lo
posible y no atestiguado.

En apariencia S. XVI (1528 CORDE) Se refiere a lo que las


S. XVI (1526 CDH) apariencias o los indicios
señalan.

Al parecer S. XV (1470 CORDE)/ Indica la fuente de la


A lo que parece S. XVI (1500 CDH) información. Según los
Por lo que parece S. XV (1496 CORDE)/ indicios o de acuerdo con la
S. XVI (1562 CDH) opinión o los informes de
S. XVIII (1780 CORDE)/ S. otros.
XIX (1839 CDH)

14 Estas unidades se han clasificado como operadores de modalidad (aparentemente, al

parecer, supuestamente) o de enunciación (presuntamente, presumiblemente, por lo visto)


(Fuentes 2009); en el marco de la modalidad epistémica se reconoce un tipo de actitudes del
hablante en relación con el mensaje que este emite que se refiere al origen o a la fuente de
aquel, donde se incluye por lo visto, ya gramaticalizado, y al parecer, que revela cierto grado
de gramaticalización (Portolés/Martín Zorraquino 1999: 4159-4161, González Ramos 2005).
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 281

Primeras apariciones
Adverbio/Locución de los adverbios
y locuciones Significado actual
adverbial
adverbiales en los
corpus
Por lo visto S. XVI (1579 CORDE) Indica la fuente de la
S. XIX (1833 CDH) información. Señala un
distanciamiento de la aserción;
lo dicho se conoce por indicios
o se trata de la opinión de otros
enunciadores.

Dizque S. XIII (1200 CORDE/ Indica que la información


CDH) procede de indicios o de la
opinión de otros. Puede suponer
distanciamiento por parte del
emisor.
A partir del siglo XVIII se utiliza
en el español de América y
raramente en el español
europeo.

Supuestamente S. XX (1946 CORDE/ Indica que se supone que los


1957 CDH) hechos imputados son como a
continuación se indica, pero
distanciándose de la veracidad
de la información y, si el
contexto lo propicia, insinuando
que no es ese el caso.

Presuntamente S. XX (1943 CORDE/ Indica que se presume que los


1957 CDH) hechos imputados son como a
continuación se indica, pero es
neutral respecto de la
probabilidad del acierto en la
imputación.

Presumiblemente S. XX (1936 CORDE/ Indica que se presume que los


1957 CDH) hechos imputados son como a
continuación se indica, pero es
positivo respecto de la
probabilidad del acierto en la
imputación.
282 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

Primeras apariciones
Adverbio/Locución de los adverbios Significado actual
adverbial y locuciones adverbiales
en los corpus

Pretendidamente S. XX (1942, CORDE/ Indica que lo afectado es una


1963 CDH) tesis previamente defendida
por alguien, pero
considerando que la tesis
correcta es la contraria o, al
menos, que aquella no está
suficientemente
fundamentada o no lo está de
forma definitiva. Suele
modificar a sintagmas no
oracionales.

Por lo tanto, podemos caracterizar a los miembros integrantes de este grupo


en tres tipos: 1. Aparentemente ‘el emisor no es responsable de lo dicho, ni lo
asegura con fuerza, sino que lo deja en el ámbito de lo posible y no atestiguado’
/ en apariencia ‘a juzgar por lo que las apariencias o los indicios señalan’; 2. Al
parecer (a lo que parece, por lo que parece) / por lo visto / dizque ‘según los
indicios o de acuerdo con la opinión o los informes de los otros’; 3. Supuesta-
mente ‘información que el emisor presenta como supuesta’; ‘probabilidad del
acierto negativo’, el emisor se distancia insinuando que no es ese el caso / pre-
tendidamente ‘información que se presenta como supuesta’, ‘probabilidad de
acierto negativo’, incide mayoritariamente sobre sintagmas no oracionales, espe-
cialmente adjetivales / presuntamente ‘información que el hablante no asegura’;
‘probabilidad del acierto neutro’ / presumiblemente ‘información que el hablante
no asegura’; ‘probabilidad del acierto positivo’.

3. El proceso evolutivo de aparentemente y de en apariencia

3.1. LA EVOLUCIÓN DE APARENTEMENTE

El surgimiento del adverbio aparentemente data del siglo XV, con la variante
formal apparentemente que solo se mantiene en este siglo; su aparición en los
textos es poco frecuente en las primeras etapas de su desarrollo ya que su con-
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 283

solidación no se produce hasta finales del siglo XVIII y ya plenamente en


el XIX15.
El adverbio está formado sobre la combinación de la forma invariable del
adjetivo aparente16 y el morfema adverbial -mente. La aparición del adjetivo es
de finales del siglo XIV17 y, desde sus primeras documentaciones, presenta signi-
ficados relacionados con la percepción visual ‘visible’, con la percepción mental
‘manifiesto’, o con lo que se muestra como algo real sin serlo18:

(1) E d’estos polos el uno es en lo poblado de sempiternal appariçión e el otro de


sempiternal ocultaçión. E por eso el apparente es dicho ártico, porque en él está
la figura de la Osa Mayor, a quien dizen en griego artos, que es una de las cua-
renta e ocho figuras que se fallan en la espera (Enrique de Villena, Traducción y
glosas de la Eneida, libros I-III, 1427-1428, CDH).
(2) E acarrea en el discurso de su interior investigaçión todas las razones apparentes
que funda su propósito (Enrique de Villena, Traducción y glosas de la Eneida,
libros I-III, 1427-1428, CDH).
(3) Esto dize Sinón fue causa oviesen talante los griegos para tornarse e desamparar
la çerca. Cuando más que por afirmar esto dize que la dicha deesa mostró señales
monstruosos, es a saber estraños ho maravillosos, en testimonio de su indigna-
çión, de las cuales cuenta dos: la una, que paresçió qu’el real se ardía de llamas
desque el Palladio fue en poder de los griegos, queriendo dezir que aquellas lla-
mas eran apparentes e non existentes; e lo otro, que paresçió abrirse la tierra tres

15La distribución de los ejemplos del adverbio aparentemente según el corpus CORDE,
que presenta un mayor número de casos, es la siguiente:

1401-1500 1501-1600 1601-1700 1701-1800 1801-1900 1901-1975

CORDE 2 5 11 12 143 488

16 Según consideran algunos autores (Girón Alconchel 2008, Company 2012), la raíz léxi-

ca adjetiva sobre la que se forma el adverbio es invariable tanto si el adjetivo tiene flexión de
género como si no la tiene; para otros (Kovacci 1999; NGLE 2009), la base es la forma feme-
nina del adjetivo cuando admite flexión de género y la forma invariable cuando no la admite.
17 La primera documentación es la del corpus CDH: “E por IIII partidas del mundo, prin-

cipados aparentes de IIII regiones son estados conecidos” (Anónimo, Obra sacada de las cró-
nicas de San Isidoro, de Don Lucas, Obispo de Tuy, 1385-1396).
18 Se registra también otra acepción ‘de buen aspecto’ que aparece en ejemplos como el

siguiente: “E entrando en una grant sala muy fermosa, vido el Entendimiento una doncella, la
qual maguer no fuese de tanta profundidad ni sotileza como la segunda, era ynfinita mente
muy más aparente, asý en el gesto de la cara e fayçiones e proporçiones de la propia persona
como en el sunto e preçio de las vestiduras” (Alfonso de la Torre, Visión deleitable, c. 1430-
1440, CORDE).
284 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

vezes en aquel mesmo día e salir por la abertura la deesa Pallas cavalgando en un
cavallo e armada de loriga con asta ho lança en la mano, esblandiéndola, corrien-
do por el real como quien menaza (Enrique de Villena, Traducción y glosas de la
Eneida. Libros I-III, 1427-1428, CDH).

En el primer ejemplo (1) se trata de establecer un contraste entre la visibili-


dad de los polos terrestres, el que aparece siempre visible (“el aparente es dicho
ártico”) frente al que siempre permanece oculto (“E el otro polo oppósito d’éste
se dize antártico”).
En el segundo caso (2) presenta un significado más abstracto, relacionado
con hacer manifiestas las ideas o las razones que sirven para sustentar una argu-
mentación.
En el tercer texto (3) se marca un contraste entre lo que se percibe como algo
real sin serlo (“aquellas llamas eran apparentes”) frente a lo que es verdadero
(“non existentes”).
En relación con la secuencia -mente, procede del sustantivo latino MENS ,
MENTIS que constituye un sintagma adverbial junto a un adjetivo también en abla-
tivo. El germen de la gramaticalización de estas construcciones remonta al latín
clásico donde había una tendencia a la fijación estructural del adjetivo y el sus-
tantivo mente que adquiría en este tipo de estructuras una interpretación de carác-
ter intencional; el proceso de gramaticalización culmina cuando la forma mente
pierde su valor léxico de indicar intencionalidad o disposición y pasa a funcionar
como una secuencia ligada a la formación de adverbios derivados (Dyer 1972,
Karlsson 1981, Company en prensa). Este proceso de adverbialización ya está
plenamente consolidado en castellano en el siglo XIII.
El adverbio aparentemente se forma a partir de los significados de la base
léxica adjetiva ‘percepción visual o intelectual’ y ‘algo que parece y no es’ y del
morfema -mente que aporta el significado modal. En los primeros ejemplos, el
adverbio funciona como modificador de constituyentes oracionales, especialmen-
te en la consideración de que determinados estados, procesos o acciones se reali-
zan o se muestran de una manera manifiesta o de que algo parece real sin serlo:

(4) Responde la luxuria defendiendo su parte bien aparentemente (VV.AA., Cancio-


nero castellano del s. XV de la Biblioteca Estense de Módena, 1400-1500,
CORDE).
(5) E danle ingresu en que abive sus fuerças e use más apparentemente de su muta-
bilidat instable e de su instabilidad permanente (Enrique de Villena, Traducción y
glosas de la Eneida, Libros I-III, 1427-1428, CDH).
(6) A demostrar que por muchas blandiçias qu’el enemigo muestre non se deve d’él
cofiar ne a sus consejos asentir, aunque sean apparentemente buenos (Enrique de
Villena, Traducción y glosas de la Eneida, Libros I-III, 1427-1428, CDH).
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 285

En el primer caso (4) el adverbio tiene una incidencia verbal; se trata de un


adjunto con un valor modal que funciona como complemento circunstancial y
que puede llevar modificadores como el adverbio bien de sentido cuantitativo. El
significado del adverbio se refiere a defender de manera manifiesta mediante un
razonamiento que parece sólido –sin serlo– los motivos por los que la lujuria
permite obtener grandes beneficios con poco esfuerzo (“fallarás en los mis
lechos / si parar quisieras mientes, / por pocos inconvinientes / causados grandes
provechos”).
En el segundo texto (5) funciona, asimismo, como complemento circunstan-
cial de un sintagma verbal y va precedido de un modificador también de valor
cuantitativo para indicar una acción que ha de realizarse de manera más visible o
manifiesta.
En el último ejemplo (6) el adverbio es un modificador de un adjetivo e inci-
de en la relación que este mantiene con el sustantivo al que complementa para
indicar que la propiedad denotada por el adjetivo se atribuye de manera supuesta
al referente del sustantivo.
De este modo, en la utilización del adverbio alternan los valores de ‘percep-
ción visual o mental’ y de ‘(algo) que parece y no es’ desde sus primeras docu-
mentaciones; no obstante, la presencia de aparentemente es escasa tanto en el
siglo XV como en el XVI, cuando surge la locución adverbial en apariencia, con
la que comparte algunos contextos, especialmente en referencia a lo que se mani-
fiesta a primera vista o a ‘lo que las apariencias muestran’.
La referencia a que un suceso se percibe de manera visible al sentido o es
perceptible a través de la mente puede convertirse, mediante un proceso metoní-
mico, en una referencia a que esos hechos se manifiestan como indicios que lle-
van a una determinada conclusión. En este aspecto, el adverbio aparentemente se
emplea en contextos como el siguiente (7) donde se refiere a una serie de indi-
cios que no es posible usar como pruebas para culpar a alguien:

(7) Pudieron como desbocados y blasfemos decirles esas y otras injurias, acusarle y
hacerle cargos calumniosos; pero ninguno probaron, ni aparentemente (Fray
Alonso de Cabrera, De las consideraciones sobre todos los evangelios de la Cua-
resma, a 1598, CORDE).

La evolución de un sentido a otro no es lineal, sino gradual, por lo que se


atestiguan contextos puente19 (Diewald 2002, Heine 2002, Heine y Kuteva 2007)

19 Estos contextos, denominados por B. Heine (2002) “bridgings contexts”, son aquellos

en los que se pueden originar implicaturas conversacionales.


286 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

que permiten una lectura de aparentemente como adverbio modal con el signifi-
cado de ‘de manera manifiesta’ y como adverbio evidencial ‘según los indicios’,
‘según las evidencias’:

(8) Los años pasados que fueron los de 609 y 610 llegó á Madrid un portugues que
se dezia Luis de Fonseca, con çiertos instrumentos de metal muy bien labrados,
para la nauegaçion, hechos á su modo, con que aparentemente queria mostrar y
dar á entender que la aguja ó calamita, tan vtil y prouechosa para todos los viages
marítimos, la tocaua y preparaua de manera que sin hazer diferençia alguna á la
parte derecha ó izquierda del polo Artico, señalaua y miraua derechamente á el
sin noroestear ni nordestear, como vulgarmente entre la gente de mar se dize
(García de Silva y Figueroa, Comentarios, c. 1618, CORDE).

En este ejemplo (8), el adverbio aparentemente puede tener un valor modal,


al ir combinado con un verbo como mostrar, en el sentido de ‘hacer visible algo’,
coordinado, a su vez, con un verbo como dar a entender ‘hacer manifiesto al
entendimiento algo’, así como un valor evidencial, ‘según los indicios’, ‘según
las evidencias mostraban’, para llegar a la conclusión de que el instrumento refe-
rido funcionaba adecuadamente; esta interpretación vendría avalada por rasgos
sintácticos como la colocación del adverbio en posición inicial y la posible inci-
dencia sobre todo el enunciado.
Este sentido evidencial se va afianzando en los siglos posteriores –en detri-
mento del valor modal–, como se manifiesta en los siguientes textos: en el pri-
mero, todavía cabe la interpretación modal en el sentido de mostrar algo de
manera manifiesta, pero es más relevante el valor evidencial referido al origen
de la información (9); en el segundo, la interpretación modal ya no es posible y
solo cabe el significado evidencial20, en relación con una suposición que es asu-
mida por el emisor con un grado elevado de seguridad (10):

(9) Hay otras que saben hacer parir a una estéril aparentemente, llevando consigo
lo que esperan que nazca en la casa de la que tiene la barriga de trapos, y siem-
pre andan cargadas de reliquias y piedras preciosas, como la del águila y el
imán, y eso era lo que más sentía, que la hubiesen quitado los ladrones (Francis-
co de Santos, Día y noche de Madrid, 1663, CORDE).
(10) Lo tercero, se ha observado que en las vecindades de las minas de azogue hace
la peste menor estrago que en otras partes. Lo que aparentemente viene de que
los vapores o exhalaciones de el azogue, que es veneno para varias especies de
insectos, matan los que son autores de el mal (Benito Jerónimo Feijoo, Theatro
crítico universal, VII, 1736, CORDE).

20 En este caso, se trata de los denominados por B. Heine (2002) “switch contexts”, en los

que solo es posible la interpretación que ofrece la nueva forma gramaticalizada.


LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 287

En estos procesos de evolución es característico que la forma originaria y la


forma innovadora convivan durante siglos en el mismo formante; es la propiedad
conocida como acumulación o estratificación (Hopper 1991, Company 2003,
2012).
Por otra parte, todos los elementos relacionados con la familia léxica de pare-
cer, tanto el adjetivo aparente como el sustantivo apariencia y la locución adver-
bial en apariencia, desarrollan a finales del siglo XVI un nuevo valor en contex-
tos en los que van combinados con o modificados por elementos que hacen
referencia a la falsedad o a lo engañoso de algunas apariencias, como en los
siguientes ejemplos donde se coordina lo falso con lo aparente (11) o se contras-
ta lo verdadero con lo aparente (12) o lo que se muestra en apariencia frente a lo
que es de verdad (de véras) (13); en este tipo de contextos se establece una rela-
ción entre lo aparente y lo falso, de donde se puede deducir que las apariencias
engañan. Se trata de una extensión de tipo metonímico en relación con el carác-
ter engañoso de algunas apariencias que se convierte en característica de todo lo
aparente.

(11) Pues, según Platón, es la disciplina más excelente de todas, por ser la que más
ama y sigue lo cierto y verdadero y repudia lo falso y aparente (Diego Álava, El
perfecto capitán, 1590, CORDE).
(12) Esta prudencia debe ser verdadera prudencia, y no aparente (Pedro de Ribade-
neira, Tratado de la religión, 1595, CORDE).
(13) Ellos quieren que los príncipes se sirvan de la religión en apariencia, para enga-
ñar y entretener al pueblo, como lo hacen los príncipes injustos y lo dice San
Agustín; nosotros queremos que los príncipes sirvan de véras á la verdadera
religion (Pedro de Ribadeneira, Tratado de la religión, 1595, CORDE).

Este empleo viene propiciado por contextos hipotéticos, especialmente en


construcciones de tipo concesivo, en las que aparentemente se sitúa en la próta-
sis de la oración (14), con incidencia sobre todo el segmento, para hacer referen-
cia a lo que se muestra según determinadas apariencias que puede llevar a una
conclusión no verdadera, que queda rebatida por lo que se afirma en la apódosis:

(14) La costunbre de quemarse las mugeres de los bramenes y banianes, aunque las
destos menos vezes, a sido muy reçibida en el Indostan, particularmente por las
de la clase superior; estas se quemauan lançandose voluntariamente en el fuego
en que se quemauan los cuerpos de sus maridos, muy adornadas de joyas y con
toda demostraçion de alegria. Pero esta costunbre tan inhumana y fiera por la
mayor parte está ya en poco vso porque las mugeres que hazian de sí este horri-
ble acto, aunque aparentemente pareçian cometello de su voluntad, la verdad
era ir persuadidas de sus padres, hermanos y otros parientes suyos, pareçiendo-
les quedar mas honrrados de auer cometido estas miserables tan cruel genero de
288 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

sacrifiçio, con el qual se persuadian con una vana y sinple anbiçion que dexauan
de si una perpetua fama de castas y honrradas, demas de gozarse eterna é inmor-
talmente con sus maridos (García de Silva y Figueroa, Comentarios, c. 1618,
CORDE).

El contraste apariencia/realidad se emplea argumentativamente ya que se


pone énfasis en el valor de lo aparente, de lo que se muestra como indicios no
fiables, con la utilización del marcador aparentemente, frente a la confirmación
de la realidad de los hechos, o de lo que se afirma sobre ellos, señalada por mar-
cadores como efectivamente21 o en realidad 22. Este uso se hace ya más frecuente
en el siglo XVIII y aumenta de modo considerable en el XIX:

(15) Siendo natural, que su secreto sea una droga violentíssima de la naturaleza de
aquellas que, irritando la naturaleza, aparentemente la animan, y efectivamente
la estragan (Benito Jerónimo Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, 1760, CDH).

En este caso (15), se establece el contraste entre lo que se muestra únicamen-


te en apariencia y lo que se considera verdadero, respecto de lo cual el emisor
expresa su conformidad.

(16) Cándida no bajó, aparentemente, “porque estaba cansada de ceremoniales”; en


realidad porque no tenía vestido (Benito Pérez Galdós, La de Bringas, 1884,
CDH).

En este ejemplo (16), el contraste entre aparentemente/en realidad manifiesta


una oposición entre una causa explicativa que se muestra como algo supuesto en
el primer segmento en contraposición a la causa explicativa que se manifiesta
como real en el segundo.
Esta contraposición también puede establecerse mediante la utilización de
aparentemente en la prótasis de estructuras concesivas o condicionales y sin nin-
gún marcador discursivo en la apódosis que señale la realidad o veracidad de los
hechos, que solo puede establecerse a través de un proceso inferencial (17 y 18).

21 El adverbio efectivamente se forma a finales del siglo XVI para indicar que las accio-
nes o procesos referidos se desarrollan de una manera real o verdadera. El paso a marcador
del discurso de confirmación data del siglo XVII; para su evolución, véase M.ª P. Garcés (en
prensa).
22 La formación de en realidad como marcador del discurso de refuerzo argumentativo se

realiza en el siglo XVI. Para su proceso de evolución, M. González Manzano (2013) y M.ª B.
Villar (2013, en este volumen).
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 289

(17) Yo creo que los Golfines, aunque, aparentemente, venimos de maragatos, tene-
mos sangre inglesa en nuestras venas… Hasta nuestro apellido parece que es de
pura casta sajona (Benito Pérez Galdós, Marianela, 1878, CORDE).
(18) Si hasta ahora, aparentemente, no se ha dado importancia a la política económi-
ca, es porque, como ya se ha dicho, las luchas civiles primero, el cansancio des-
pués, y, últimamente, la necesidad de reponer las fuerzas, no han permitido a la
masa general del país preocuparse como debiera de aquélla (Jesús Pando y
Valle, Regeneración económica, 1896-1897, CORDE).

Es común también su uso en estructuras argumentativas en las que se mani-


fiesta una oposición entre un argumento inicial, donde se incluye aparentemente
para señalar los indicios que pueden llevar a una determinada conclusión, y un
segundo argumento, precedido por un conector contraargumentativo, que lleva a
una conclusión que invalida lo que se desprende del miembro anterior.

(19) Don Álvaro no fingía su buen humor. Estaba un poco excitado, pero no se sentía
vencido; él se atenía a sus experiencias. “Aquel clérigo no había tocado en la
Regenta, estaba seguro.” Sonreía de todo corazón, sonreía a sus pensamientos, a
sus planes. “Claro que les molestaba a los nervios aquel espectáculo en que apa-
rentemente el rival se mostraba triunfando a la romana, según don Víctor, pero…
no había tocado en ella” (Leopoldo Alas “Clarín”, La Regenta, 1884-1885, CDH).

En este caso (19), la oposición se establece entre el triunfo aparente que se


emplea como argumento en el primer segmento que puede llevar a una determi-
nada conclusión, al que se contrapone un argumento que invalida la supuesta
conclusión que se desprende del enunciado anterior, el hecho de que el triunfo no
es real porque el acercamiento no se ha producido.
Asimismo, marca esta oposición en construcciones en las que los miembros se
presentan como contrarios: en el siguiente ejemplo (20), aparentemente se utiliza
en el primer miembro para señalar que lo manifestado responde a una serie de
indicios, por lo que el emisor no se compromete con la veracidad de lo expresado;
el segundo miembro, precedido por el marcador por el contrario, establece la con-
trariedad respecto al miembro anterior basada también en una evidencia, según se
desprende de la utilización del verbo parecer. Esta contrariedad se fundamenta
principalmente en factores pragmáticos, pues es el receptor quien debe establecer
el contexto en el que la contrariedad es pertinente: en este caso, el hecho de no
aprovecharse, según los indicios, de una situación privilegiada, sino lo que se evi-
dencia como contrario: llevar una vida regida por unos principios racionales:

(20) Pasaba ya bastante de los treinta, era de hermosa y distinguida estampa, inde-
pendiente, libre como el aire, y rico. No abusaba, aparentemente, de ninguna de
290 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

estas ventajas. Por el contrario, parecía hombre de muy racionales inclinacio-


nes, y bien regido (José María de Pereda, La Montálvez, 1888, CORDE).

Por otra parte, al valor evidencial de aludir a ‘según las evidencias’, ‘según
los indicios’, se puede añadir un valor modal epistémico referido al grado de cer-
teza del emisor respecto de lo referido. De este modo, el adverbio marca que lo
expresado es una conclusión extraída de los indicios y que no está seguro plena-
mente de lo que afirma por lo que se distancia respecto de lo que dice.

(21) ¿Cómo se adquiere la esperanza? Aparentemente, dejando que la existencia se


constituya en concreto tal como ella es en su más secreta raíz (Pedro Laín
Entralgo, La espera y la esperanza. Historia y teoría del esperar humano, 1957,
CDH).

Este valor va a aumentar su frecuencia en el siglo XX, asociado a determina-


dos tipos de texto, como son los periodísticos, en los que se hace referencia a la
fuente de la información sin que el emisor se comprometa con la veracidad de
los sucesos narrados:

(22) La revolución libia ha purificado el país y recuerda las antiguas purgas que se
sucedían a lo largo y a lo ancho del imperio conquistado por los árabes. Aparen-
temente, la corrupción no existe en Libia, lo que la distingue de los otros países
árabes (Prensa, Triunfo, 1977, CREA).

Este nuevo valor amplía su uso a contextos dialógicos en los que se utiliza en
los enunciados reactivos para mostrar matización, alejamiento respecto de la
veracidad de los hechos o sucesos referidos por el interlocutor:

(23) –¿Qué prisa tiene?


–Los motivos ya están claros, ¿no?
–Sólo aparentemente (Gonzalo Torrente Ballester, Don Juan, 1963, CORDE).
(24) –Sí. Ya he oído lo que decías y aparentemente estoy de acuerdo.
–¿Aparentemente? (Manuel Vázquez Montalbán, Galíndez, 1990, CDH).

3.2. LA EVOLUCIÓN DE EN APARIENCIA

Las primeras documentaciones del sustantivo apariencia (variantes aparesçen-


cia, aparencia) datan de los siglos XIV y XV y se utiliza para denotar el aspecto
exterior de las personas o cosas:
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 291

(25) Toda maldad del mundo e toda pestilençia, / sobre la falsa lengua, mintrosa apa-
resçencia; / dezir palabras dulzes que traen abenençia; / e fazer malas obras e
tener malquerençia (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor, 1330-
1343, CDH).
(26) Assí que tomar la aparesçençia por la existençia es grand decepçión (San Vicen-
te Ferrer, Sermones, 1411-1412, CDH).

En combinación con la preposición en forma un sintagma preposicional fijo,


en apariencia, que funciona como complemento circunstancial con un verbo
como mostrar para indicar que algo se hace manifiesto:

(27) Sea, pues, la virgen de hecho lo que muestra en apariencia, es a saber, humilde,
bien criada, honesta, vergonzosa, buena (Juan Justiniano, Instrucción de la
mujer cristiana, de J. L. Vives, 1528, CORDE).
(28) Poco allí le fatiga el rostro grave / del privado, que muestra en apariencia /
mandar allí do no es obedecido (Miguel de Cervantes, La Galatea, 1585,
CORDE).

Pese a que la apariencia puede relacionarse con la realidad de lo denotado,


como se muestra en el primer ejemplo (27), es posible también que no sea
más que una ilusión, por lo que se utiliza en contextos en los que está rela-
cionado con lo engañoso de las apariencias, como se manifiesta en el segun-
do (28).
Las apariencias que se manifiestan pueden convertirse, a partir de un proceso
metonímico, en indicios que lleven a una determinada conclusión, como se
muestra en los ejemplos siguientes (29, 30):

(29) Lo mesmo a la letra pasa con estos perversos tablajeros, a quien el naipe, que
reverencian, en apariencia les da comida, regalos, con el demás sustento de
familia, hipotecado sobre el mismo infierno que les ofrece en remate de tales
gustos y granjerías llenas de injusticia (Francisco de Luque Fajardo, Fiel desen-
gaño contra la ociosidad y los juegos, 1603, CORDE).
(30) ¿Quién pudiera creer que con la capa de tan ingenuo y manifiesto favor, en apa-
riencia, encubriese el infame mozo una diabólica traición? (Pedro Montengón,
Eusebio, 1786, CDH).

En determinados contextos, la conclusión va acompañada del argumento que


la sustenta como en los ejemplos siguientes (31 y 32):

(31) Habíase resentido Altano del reproche moderado que le hizo Hardyl cuando se
le ofreció para llevarle la espuerta, y reservó a esta ocasión el contárselo a
Susana, sabiendo que lo había de llevar a mal, para que diese que sentir a
292 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

Hardyl, como si éste fuese hombre de resentimientos; pero consiguió en apa-


riencia su intento, porque Susana, algo alterada, le dijo que extrañaba que
hubiese mandado acción tan indecente (Pedro Montengón, Eusebio, 1786,
CORDE).
(32) Así las cosas, habíase llegado a la víspera del día feliz, en apariencia, porque en
él habían de solemnizarse los dos casamientos en el oratorio o capilla del duque
de la Azucena (Wenceslao Ayguals de Izco, La Bruja de Madrid, 1850,
CORDE).

Este valor de señalar que las apariencias pueden convertirse en indicios que
lleven a una determinada conclusión coincide con el valor específico del opera-
dor aparentemente, por lo que pueden sustituirse en este tipo de contextos. No
obstante, el valor específico de la locución en apariencia es el de señalar lo que
se manifiesta a primera vista, o lo que las evidencias o los indicios señalan;
empleo en el que puede ir modificado por adverbios focalizadores como solo o
al menos (33):

(33) La naturaleza moral, en el transcurso del niño al hombre, da grandes sor-


presas. Yo he conocido algunos jóvenes atravesados, de malos instintos,
embusteros, sin palabra, que, al hacerse hombres y vivir en sociedad, y traba-
jar, se han convertido, al menos en apariencia, en tipos normales y corrientes
(Pío Baroja, Desde la última vuelta del camino. Memorias, 1944-1949,
CORDE).

Así como, según los contextos en los que se localiza, el de establecer un con-
traste entre lo que se manifiesta como apariencia frente a la realidad (34) o el de
oponer dos argumentos, uno que se considera provisional, donde se sitúa la locu-
ción adverbial en apariencia, contrapuesto al que se considera el definitivo (35);
en estos casos, asume el valor de ‘solo en apariencia’, pero no en realidad, adqui-
riendo un carácter constrictivo (Santos 2003: 195).

(34) La existencia, en estos bosques, se deslizaba monótona en apariencia. En reali-


dad, preñada de vida psíquica (Lorenzo Villalonga, Bearn, o la sala de muñe-
cas, 1956, CORDE).
(35) Pero ya se comprenderá que esta madeja un tanto empírica de opiniones, répli-
cas y contrarréplicas –no muy científica en apariencia, pero en realidad insusti-
tuible para la real vivacidad del Diccionario– requiere para no enredarse, un
ordenador que cumpla con seguridad de pulso y finura de modos, los necesarios
oficios de precisión y encauzamiento (Julio Casares, El idioma como instru-
mento y el diccionario como símbolo, 1944, CORDE).
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 293

4. La evolución del adverbio dizque y de las locuciones adverbiales al


parecer, a lo que parece, por lo que parece, por lo visto

4.1. LA EVOLUCIÓN DEL ADVERBIO DIZQUE

El adverbio dizque es una forma que, en la actualidad, tiene un valor de matizar


la veracidad del enunciado en determinadas zonas del español de América, mien-
tras que en el español europeo esta forma que comenzó a desarrollar este sentido
en textos del siglo XV y que lo mantuvo durante los siglos XVI y XVII ha ido des-
apareciendo a partir del siglo XVIII23. El gran interés por el origen y la evolución
de esta partícula ha dado lugar a varias investigaciones entre las que hay que des-
tacar las aportaciones de R. Eberenz (2004) y de M. López Izquierdo (2006) en
las que nos basaremos para la descripción del desarrollo de este operador discur-
sivo. Esta forma se crea partir de un verbo de comunicación, decir, y la conjun-
ción que; en los primeros textos la forma diz es una variante apocopada de dize
con la que alterna en los siglos XIII y XIV24. Durante toda la Edad Media es muy
frecuente el empleo de diz seguido de una conjunción que introductora de una
subordinada completiva que contiene enunciados referidos “en textos de estruc-
tura polifónica en los que, además de la instancia enunciadora, intervienen otras
voces” (Eberenz 2004: 144-145). En este tipo de textos, el locutor hace referen-
cia a un enunciador que cuenta algo y en los siguientes enunciados diz que remi-
te al enunciador, que es la fuente de la información (36), o se hace referencia a la
historia, como entidad abstracta, que se convierte en la fuente de información de
los hechos pasados (37):

(36) Cventa maestre godofre que ell engendramiento de Nabuchodonosor fue cosa
qual los onmes non auien uista. & que fue como marauilla. Ca diz que uno de
los espiritos que uos dixiemos en la estoria de la tercera edad a que llamauan

23 En los datos proporcionados por el corpus CREA desde 1975 hasta 2008, las cifras de
aparición son las siguientes: México (141), República Dominicana (51), Colombia (37), Boli-
via (9), Perú (6), Venezuela (6), Panamá (4), Nicaragua (3), España (3), Ecuador (2), El Salva-
dor (1), Puerto Rico (1), Honduras (1); Argentina, Chile, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Esta-
dos Unidos y Uruguay no presentan ningún caso; en Filipinas, tampoco se documenta ningún
ejemplo.
24 El empleo de la forma diz es más frecuente en el siglo XIII, cuando hay un auge general

de la apócope en castellano; el uso de dize es mayoritario en el siglo XIV, cuando la lengua ela-
borada tiende a eliminar las formas apocopadas. Así se atestigua además en las construcciones
de esta forma verbal seguida de un que completivo; según los datos del CORDE, diz que se
registra en 1026 casos frente a 615 de dize que en el siglo XIII, mientras que, en el siglo siguien-
te, el aumento de los ejemplos de dize que es significativo, 2620 casos frente a 256 de diz que.
294 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

yncubos. & son los yncubos spiritus de Natura atal; que quando quieren ques
muestran a los omnes. & quando quieren se asconden. & fazen se non uesibles de
guisa que los non pueden ueer ninguno. Vno destos spiritus atales diz que yogo
con una mugier, ca lo fazien muchas uezes estos spiritus de uenir & yazerse con
las mugieres (Alfonso X, General Estoria. Cuarta parte, c. 1280, CORDE).
(37) Ttholomeo philopator Rey de Alexandria este de que aqui fabla la estoria & diz
que regno dizisiete annos (Alfonso X, General Estoria. Cuarta parte, c. 1280,
CORDE).

Es posible también que no se haga referencia a ningún enunciador explícito (38):

(38) En el CCLXXXVIIIº capitulo, que fue a los XXXV annos, dizque aviendo el
rey don Ramiro contienda con el rey don Bernudo, assi commo ya avedes oydo,
adolecio en Leon e morio e fue enterrado en Destrana. Otrosi dize que corrieron
los moros tierra de Portugal fasta en Santiago; e cayo tal dolençia en ellos que
morieron y todos que non escapo y ninguno (Juan Manuel, Crónica abreviada,
c. 1320-1322, CORDE).

En una etapa evolutiva posterior siguen aumentando los contextos en los que
diz que no remite a un enunciador explícito, sino que se refiere vagamente a las
distintas autoridades y testimonios en los que se basa el contenido del enunciado
introducido por la subordinada completiva; de este modo, se indica que el emisor
no se compromete con la veracidad de los hechos, dado que la información pro-
cede de o se atribuye a indicios o a otros enunciadores (39, 40 y 41):

(39) E aun agora ay en Angliaterra unas aves que llaman vacares, que naçen de los
árboles. E dizen que son naçidos en esta manera: Dizen que están los árboles
naçidos en las peñas, sobre la mar, e que fazen unas grandes flores coloradas. E
que, pasada la flor, queda un gran capullo, e que allí se cría poco a poco; e que,
como va creçiendo, cuélgase ayuso. E diz que los veen estar ansí colgados, e
figurados ya los pies e los cuerpos (Gutierre Díaz de Games, El Victorial, 1431-
1449, CORDE).
(40) E enbió con ellos al rrey de Túnez çiertas pieças de escarlata, & seys mulas muy
bien guarnidas, & dos dozenas de podencos de muestra, que diz que non los auía
allá en Túnez (Lope de Barrientos, Refundición de la Crónica del Halconero,
1454-1469, CORDE).
(41) A Nós es fecha relaçión que, no enbargante lo de suso contenido, los dichos
alcaldes de la tierra no visitan commo deuen, ni exsecutan en ella, la nuestra
justicia, ni oyen los querellosos commo deuían; antes, dizque ponen sus tenien-
tes en las dichas alcaldías ombres legos, escuderos & otras personas no vsadas
de tener judgado, los quales dizque fazen injusticias & estorsiones a los vezinos
de la tierra (Anónimo, Ordenanzas de Sevilla, c. 1492, CORDE).
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 295

En estos textos se muestra ya claramente que diz que se emplea sin referirse a un
enunciado explícito ni implícito y parece equivalente a dizen que, como se muestra
en el ejemplo 39, en la caracterización de contenidos atribuidos a enunciadores
indeterminados (Eberenz 2004: 151). Paralelamente a este proceso, se manifiestan
otros cambios que muestran la evolución semántica de este elemento desde una
función metadiscursiva a la función de operador discursivo matizador de la veraci-
dad del enunciado y las modificaciones sintácticas y semánticas que este cambio
conlleva: la forma diz, que es un presente en tercera persona del singular, no man-
tiene la correspondencia de los tiempos, ya que puede figurar en contextos del pasa-
do junto a verbos enunciativos en pretérito; asimismo, puede hacer referencia a
sujetos plurales o de dos o más componentes que requieren una concordancia en
plural; se produce una progresiva cancelación de sus propiedades sintácticas, dado
que se localiza en la oración en lugares en los que funciona como adverbio modali-
zador más que como un verbo del que depende una subordinada completiva y puede
utilizarse ante complementos no oracionales (López Izquierdo 2006: 491-493);
además, puede concurrir con otro verbo de lengua, lo que indica que se ha debilita-
do enormemente el significado referencial etimológico originario de decir (42):

(42) Y más, dezían que los perros de pelo blanco y negro no podían nadar y pasar al
río, porque dizque dezía el perro de pelo blanco. “Yo me lavé.” Y el perro de
pelo negro dezía: “Yo me he manchado de color prieto y por esso no puedo
pasaros” (Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva
España, 1576-1577, México, CORDE).

Una vez consolidado el proceso de gramaticalización por el que dizque se ha


convertido en un elemento invariable, que no ejerce una función lingüística en la
predicación oracional, que no afecta al contenido proposicional del segmento en
el que se localiza y que ha debilitado su contenido semántico originario para
adquirir un significado pragmático de hacer referencia a que el contenido expre-
sado procede de indicios o de manifestaciones de otros enunciadores, por lo que
el emisor no se hace responsable de lo dicho y muestra distanciamiento, comien-
za a declinar su empleo en el español europeo a partir del siglo XVIII, donde solo
se documenta de forma esporádica en textos asociados a la lengua oral coloquial:

(43) Una cosa te puedo decir, que, aunque yo juera Padre Santo, por lo menos no
m’habían de llevar la ausolución las que anduviesen comuna que yo vi y diz que
era señora de emportancia (José Francisco de Isla, Historia del famoso predica-
dor Fray Gerundio de Campazas alias Zotes, 1758, CORDE).
(44) –¡Qué! Tío Mondongo, si aquí no nos oyen más que las golondrinas.
–Pues una vez que es así, sepa V. (y dejemos un rato el mandil, que de menos nos
hizo Dios; y la noche diz que se ha hecho para dormir y el día para descansar);
296 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

sepa usted, pues, como iba diciendo, que luego que se marcharon todas las cale-
sas y en ellas los ya dichos, y el Bereque y la Curra, con Malgesto y el banderi-
llero, Lamparilla con la mujer del herrador, y éste con la hija del alguacil, y des-
pués que nos quedamos solos yo y mi chica… (Ramón de Mesonero Romanos,
Escenas de 1836 [Escenas matritenses (segunda serie 1836-1842)], CORDE).

Mientras que en el español de América ha seguido su evolución hasta conver-


tirse en un operador que matiza la veracidad del enunciado marcando un distan-
ciamiento respecto de lo referido al proceder el origen de la información de lo
que otros dicen; en este caso, el proceso de conversión en operador discursivo ya
está totalmente concluido:

(45) Apenas pasaron tres meses en que fue disminuyendo el llanto y la tristeza, cuan-
do las dos, diz que para disipar la melancolía, comenzaron a recorrer las casas
de las amigas y trataron de establecer una tertulia para entretenerse por las
noches (José Joaquín Fernández de Lizardi, La Quijotita y su prima, c. 1818,
México, CORDE).
(46) Bohorques se puso en relación con los jesuítas, que por esas regiones catequiza-
ban y hacían su agosto, y aunque diz que al principio anduvieron en buena inte-
ligencia con el aventurero, a poco vino el rompimiento, y Bohorques expresó su
resolución de ahorcar jesuítas si en término de tres días no se evaporaban, como
en efecto se evaporaron, de los territorios sujetos a su imperial dominio (Ricar-
do Palma, Tradiciones peruanas, octava serie, 1891, Perú, CORDE).
(47) –¡Pues qué más quiere! ¿Que la enana empingorotada se le quede a vestir santos
y le arruine para siempre el paisaje de ese jardín tan chulo que tiene? Que le dé
gracias a Dios de que haya un zonzo que jale con el engendro. Figúrate, dicen
que las monjas del Canadá no la quisieron aceptar de pura fea, que dizque des-
moralizaba a las demás niñas. Y es que de plano dan ganas de tirarle cacahuates
a la chamaquita esta (Carlos Fuentes, La región más trasparente, 1958, México,
CORDE).
(48) El correo salió de la aldea “Tres Aguas” porque diz que había pozos de agua
azul en tierra blanca, de agua verde en tierra colorada, y de agua morada en tie-
rra negra, seguido de Jazmín y acompañado del viejo de las manos negras
(Miguel Ángel Asturias, Hombres de maíz, 1949-1953, Guatemala, CORDE).

¿Por qué desaparece este operador en el español europeo? Quizá una de las
razones es que para señalar la impersonalidad en el español europeo es más fre-
cuente la construcción dicen que en la caracterización de contenidos atribuidos a
un colectivo indeterminado, preferida por los autores según se atestigua ya desde
el siglo XV (Eberenz 2004: 151), por lo que el uso de dizque queda limitado en
este valor; por otra parte, su acercamiento significativo a otras construcciones
que aluden al origen inespecífico de la información y su distanciamiento respec-
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 297

to de lo referido, supone que pase a formar parte de este paradigma de operado-


res discursivos; ahora bien, al emplearse frecuentemente en contextos relaciona-
dos con la lengua hablada coloquial e incluso vulgar –así lo señala S. de Cova-
rrubias que la considera “palabra aldeana, que no se deve usar en Corte”– su uso
quedó estigmatizado en los niveles más elevados en los que se prefieren otros
operadores que han ido surgiendo a partir del siglo XVI –al parecer, aparente-
mente– y posteriormente por lo visto, más frecuente en los usos orales y colo-
quiales, que sustituyen totalmente a este operador, cuyo empleo queda circuns-
crito al español de América.

4.2. LA EVOLUCIÓN DE AL PARECER, A LO QUE PARECE, POR LO QUE PARECE

Las primeras documentaciones muestran una alternancia entre las construccio-


nes en las que al parecer funciona como un sintagma preposicional adjunto que
puede ir modificado por complementos (49) y aquellas en las que funciona como
disjunto con alcance sobre todo el enunciado (50):

(49) ¿Qué seríe bueno al parecer de vosotros que se hiziese? (Anónimo, Comedia
Thebayda, c. 1500, CORDE).
(50) Aquí hallara el lector algunos vocablos que al parecer no se entienden (Anóni-
mo, Sevillana Medicina de Juan de Aviñón, c. 1381-1418, CORDE).

Se trata de dos funciones distintas25 que presentan dos significados diferen-


ciados; en el primer caso (49), se hace referencia a la opinión o creencia de
alguien; en el segundo (50), se indica que la fuente de información procede de
otros enunciadores o, al menos, de alguien distinto al emisor.
En este aspecto, la unidad léxica al parecer comparte con las formas relacio-
nadas con su base léxica la referencia a algo que se muestra de manera visible o
manifiesta. Este valor de la percepción visual o mental que se tiene de las perso-
nas o cosas, que puede no ajustarse a la realidad, se utiliza en construcciones en
las que se contrasta lo aparente con la realidad de los hechos (51 y 52):

25 Esta doble función se va a mantener en los siglos siguientes hasta la época actual donde
la locución al parecer puede funcionar como sintagma preposicional adjunto, que responde a
todas las pruebas pertinentes para detectar esta función –puede ser focalizado por oraciones
interrogativas, por una estructura negativa, mediante construcciones escindidas (González
Ramos 2005)– y como operador modal evidencial que indica la fuente de la información
(Fuentes 2009: 44) y que incide sobre todo el enunciado, por lo que no admite las pruebas
señaladas.
298 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

(51) E quando llegaron al corral mayor, los del castillo los recibieron muy bien al
parecer, mas al tenian en su coraçon (Anónimo, La demanda del Sancto Grial,
c. 1470, CORDE).
(52) Y aunque al parecer todos, como ves, lo tienen por muy comunicable, tiene la
conversación harto esquiva en cosas de importancia (Anónimo, Comedia The-
bayda, c. 1500, CORDE).

Este valor se mantiene en los textos posteriores, especialmente en estructuras


concesivas, en las que se sitúa en la prótasis del periodo concesivo para señalar que
lo aparente de los hechos es un engaño, porque la realidad de los mismos es la que
se muestra en el segmento que configura la apódosis de la construcción (53) o en
construcciones contraargumentativas en las que se ubica en el primer segmento para
señalar los indicios que llevan a una determinada conclusión que queda invalidada
por la que se deriva del segundo argumento precedido por el conector pero (54):

(53) Tercera dotrina será para todos, mayores y menores, que ninguno ose hazer cosa
alguna de aquellas que el diablo allí dize que hagan, aunque al parecer todas
sean santas y buenas (Pedro Ciruelo, Reprobación de las supersticiones y hechi-
cerías, 1538, CORDE).
(54) Y es oscuro salmo, al parecer, pero oscuro a los que no dan en la vena del ver-
dadero sentido, y siguen sus imaginaciones propias (Fray Luis de León, De los
nombres de Cristo, libros I-III, 1583, CORDE).

Como hemos señalado, la referencia a algo que se muestra de una manera


manifiesta puede convertirse en un indicio que lleva a una conclusión que puede
estar o no en consonancia con lo que sucede en realidad. Se encuentran, en este
sentido, contextos en los que es posible una doble interpretación: se puede hacer
referencia a lo que aparece de modo visible y a las evidencias que se manifiestan
en relación con la fuente de la información (55):

(55) […] vino uno de nuestros corredores a avisar que venía por el camino muy gran
copia de mexicanos de paz, y que al parecer venían de ricas mantas vestidos
(Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva Espa-
ña, c. 1568-1575, CORDE).

Este significado evidencial de hacer referencia al origen de la información se


consolidará en los textos posteriores y se convertirá en el significado fundamen-
tal de esta partícula. La fuente de información puede estar señalada de forma
explícita (56):

(56) Llaman antípodes a los hombres que pisan en la bola y redondez de la tierra al
contrario de nosotros, o al contrario unos de otros; los quales, al parecer, aun-
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 299

que no de cierto, tienen las cabeças baxas e los pies altos, sobre lo qual ay, como
dize Plinio, gran batalla de letrados (Francisco López de Gomara, La primera
parte de la historia natural de las Indias, 1554, CORDE).

En determinados contextos, se muestra explícitamente la causa explicativa


que lleva a establecer, según los indicios, una determinada conclusión (57):

(57) La lengua que usan es fácil de aprender al parecer, porque se pronuncia muy
claramente; al jengibre llaman asno, y para decir quita allá el arcabuz, dicen
arrepeque (Fray Juan González de Mendoza, Historia de las cosas más nota-
bles, ritos y costumbres del gran Reino de la China, 1585-1586, CORDE).

En otros textos, no se explicita la fuente por lo que ha de realizarse un proceso


inferencial a partir de los hechos referidos en los enunciados precedentes, de donde
se deriva una supuesta conclusión con la que el emisor no se compromete (58):

(58) Muchas cosas, asimismo, procuramos con mucha solicitud, aunque ningún
deleite den, como el ver, el acordarnos, el saber, el ser dotados de virtudes. Y si
tras destas cosas de necesidad se siguen deleites, no importa, porque también las
escogeríamos aunque ningún deleite nos procediese dellas. Consta, pues, al
parecer, que ni el deleite es cosa buena, ni todo el deleite es de escoger, y que
hay algunos deleites dignos de escoger de suyo mismos, los cuales difieren en
especie, o, a lo menos, las cosas de do proceden ellos (Pedro Simón Abril, Tra-
ducción de la ética de Aristóteles, a 1577, CORDE).

Al referirse a la fuente de la información que tiene su origen en otros enunciado-


res, el locutor no se responsabiliza de la veracidad de los hechos o de lo afirmado, lo
que supone un distanciamiento en cuanto a su compromiso con la aserción (59):

(59) Era tal el cariño y agasajo que esta al parecer ama piadosa les hazía, que los mis-
mos padres la traían sus hijuelos y se los entregavan, fiándolos más della que de
sí mismos (Baltasar Gracián, El Criticón. Primera parte, 1651, CORDE).

Por otro lado, se mantiene el sentido de que algo se muestra solo en apariencia,
pero no en realidad, lo que permite usar este marcador argumentativamente para
hacer inoperante un argumento que se refiere solo a la apariencia de los hechos y
sustituirlo por otro que manifiesta la realidad de los mismos; este empleo se da
especialmente en construcciones concesivas (60) o contraargumentativas (61):

(60) Preciso es arreglar el modo como debe conservarse y alterarse la Constitución,


cosas ambas, aunque al parecer contradictorias, inseparables en la realidad
(Agustín de Argüelles, Discurso preliminar a la Constitución de 1812, 1812,
CORDE).
300 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

(61) Entre los pliegues de las blancas cortinas, y en el cristal de unas laminotas de la
Virgen de Calatrava, muy hueca de vestido y con tiara en la cabeza, lucían unos
puntos negros, obra de las moscas al parecer; pero en realidad eran las miradas de
los tatarabuelos, que allí permanecían contemplando la rotación majestuosa de la
casa a través de los siglos (Benito Pérez Galdós, Bodas Reales, 1900, CORDE).

Este valor de ‘en apariencia’ queda limitado en los siglos posteriores, ya que
es asumido plenamente por la locución adverbial en apariencia, mientras que el
valor específico de al parecer es el de hacer referencia a la fuente de la informa-
ción en la que se sustenta la emisión del mensaje, que puede realizarse directa-
mente o a través de un proceso inferencial, y, según los contextos, el de contras-
tar lo que se manifiesta como aparente frente a lo real.
La locución a lo que parece, variante de la anterior, se documenta en el siglo
XV referida a la apariencia de los hechos que se muestran como indicios de algo.
De ahí surge, ya a finales del siglo XV, su valor evidencial en referencia a la
fuente externa de la información que se utiliza como un indicio que lleva a una
determinada conclusión; este valor se mantiene hasta la época actual (62 y 63);
la variante por lo que parece, con una preposición distinta, motivada por la ana-
logía con una locución con significado semejante, por lo visto, surge a finales del
siglo XVIII y su frecuencia de uso es mucho menor (64).

(62) Ya haures sabido el caso de Plazencia, de la manera que sta; y a lo que parece,
si otra mudança no hay, esta en buenos terminos para lo que vos desseays (Anó-
nimo, Fernando e Isabel a Bernardino Carvajal, procurador en Roma, sobre
provisión de cargos eclesiásticos, 1488, CORDE).
(63) El dotor no está graduado en tigres, a lo que parece, pues ignora que en Monse-
rrate no se crían tigres ni se han criado jamás (Francisco de Quevedo, Perinola,
c. 1632, CORDE).
(64) Las razones en que apoyó esta opinión se hallan nada más apuntadas en la
Biblioteca mexicana […]. Tales razones se reducen, por lo que parece, a la con-
formidad de las naciones americanas con los egipcios en el uso de los edificios
piramidales y de los jeroglíficos, en el modo de computar el tiempo, en el vestir
y en algunas costumbres (Francisco Javier Clavijero, Historia antigua de Méxi-
co, México, 1780, CORDE).

4.3. LA EVOLUCIÓN DE POR LO VISTO

La construcción por lo visto se forma sobre la raíz léxica ver, verbo de percep-
ción física o sensible, en la forma de participio irregular visto precedido del artí-
culo neutro lo de carácter referencial. El sintagma lo visto constituye un adjetivo
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 301

sustantivado en referencia a las cosas vistas, las cosas que se manifiestan y sus
primeras apariciones datan del siglo XV:

(65) No dudo, dixo el labrador, que assí no sea, mas como ninguno pueda juzgar de
lo que no vee, & como lo visto sea por mí, no sé quién otra cosa diga (Anónimo,
Libro de los pensamientos variables, c. 1485, CORDE).
(66) En tres maneras mentimos: / la vna quando contamos / aquello que nunca vimos,
/ o lo visto acresçentamos (Anónimo, Cancionero de Juan Fernández de Íxar, a
1424-1520, CORDE).

El primer caso en el que se documenta el sintagma preposicional por lo visto


data del siglo XVI y presenta una función circunstancial en referencia a la percep-
ción visible de las cosas:

(67) Cid. Claros varones, viendo la sangrienta / Batalla entre don Diego, que a retado
/ A Çamora, y teniendo en cuenta / Todo lo que sobre ello a resultado, / Falla-
mos por lo visto que sea esenta / Çamora, y a don Diego le sea dado / Nombre
de vencedor, y assi, acordamos / Lo dicho, y por acuerdo lo firmamos (Juan de
la Cueva, Comedia de la muerte del rey don Sancho, 1579, CORDE).

En este texto (67), se establece una correlación entre el verbo ver de percep-
ción sensible empleado en un miembro anterior y la sentencia pronunciada en
relación con las cosas vistas y manifestadas.
Los ejemplos son muy escasos y hasta el siglo siguiente no se encuentra una
nueva aparición de por lo visto en la que se hace referencia a las cosas señaladas
en las intervenciones anteriores que se convierten en indicios para hacer ciertas
manifestaciones y llegar a determinadas conclusiones:

(68) ALMANZOR. Mientras dijiste el romance / me desposé de secreto / con la Infanta


doña Urraca.
ZORAIDA. ¿Es cierto?
URRACA. ¿Cómo os he de dar la mano, / Almanzor, si vos sois moro?
ALMANZOR. Volviéndome yo cristiano, / y vos mora, yo os adoro; / aquesto,
señora, es llano.
URRACA. ¿Desde cuándo?
ALMANZOR. Desde ahora / soy cristiano, vive Cristo.
URRACA. Y yo moro por lo visto; / desde hoy soy zarzamora, / y merendemos,
hermano (Francisco Bernardo de Quirós, Aventuras de don Fruela, 1656,
CORDE).

A partir del siglo XIX es cuando este significado evidencial se convierte en


habitual para señalar que lo expresado se basa en las evidencias que se despren-
302 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

den de los hechos aludidos, pero el emisor mantiene un distanciamiento en cuan-


to a la veracidad de la información:

(69) […] y estos extraordinarios medios hacen renacer el acomodaticio cariño de


Matilde, que por lo visto sólo ama en casos dados (Mariano José de Larra,
Representación de la comedia nueva de don Manuel Eduardo Gorostiza titula-
da “Contigo pan y cebolla”, 1833, CDH).

En este aspecto, se presenta como una evidencia según los hechos observados
o narrados con cuya veracidad el emisor no se compromete y no se considera
responsable:

(70) Basta ya de bromas, señores, si ustedes gustan, que la mañana se pasa, y toda-
vía tengo que llegar a Valdemoro. Veo por lo visto que aquí todo son dimes y
diretes, y el amo, a lo que entiendo, no nos ha llamado para oírnos ladrar
(Ramón de Mesonero Romanos, Escenas y tipos matritenses, 1842-1851,
CORDE).

Cuando se trata de información conocida, se puede plantear una actitud de


distanciamiento y muy frecuentemente de desaprobación hacia lo que se comu-
nica por lo que se convierte en un enunciado irónico (71):

(71) La elección ha de ser necesariamente una lucha, porque es limitado el número


de distritos; la ley cree que basta un diputado por cada cincuenta mil almas; si se
aumentase el número de representantes, ocurrirían cosas terribles, por lo visto
(Serafín Álvarez, El Credo de una Religión Nueva, 1873, CORDE).

Asimismo, en discursos polémicos, el enunciado en el que se localiza por lo


visto puede utilizarse como un enunciado irónico, es decir, el emisor muestra una
actitud de distanciamiento hacia el contenido que se menciona por considerarlo
inadecuado en el contexto de emisión; este recurso a la ironía ha de inferirse de
lo expresado (72):

(72) –Pero ¿qué quieres que haga, primo mío?


–Hijo, yo nada; yo no quiero nada, porque sé cómo sois. Pero lo que digo es lo
siguiente: la niña está muy enferma, y no por culpa suya; su naturaleza era fuer-
te; en su constitución no hay vicio alguno; pero no le da el sol nunca y se la está
comiendo la humedad; necesita calor y no lo tiene; luz y allí le falta; aire puro y
allí se respira la peste; ejercicio y allí no se mueve; distracciones y allí no las
hay; buen alimento y allí come mal y poco…, pero no importa; Dios está satis-
fecho por lo visto (Leopoldo Alas “Clarín”, La Regenta, 1884-1885, CDH).
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 303

Se muestra también un distanciamiento en los discursos en los que se expresa


burla o reproche hacia la actitud o el comportamiento del interlocutor y se mani-
fiesta una atenuación de la responsabilidad en lo referido por el emisor (73):

(73 –¿Qué le parece a su mercé si siguiéramos esa verea y cayéramos más abajo de
Quéntar?
–¿Qué tiene usted que hacer allí? –preguntó Pío Cid.
–Lo digo –contestó el tío Rentero– porque pasaríamos por Dúar, y allí tengo una
hija que está casá con un papelero.
–Vamos allá –dijo Pío Cid–; usted, por lo visto, se ha propuesto abastecer de
habitantes a casi todos los pueblos de España (Ángel Ganivet, Los trabajos del
infatigable creador Pío Cid, 1898, CORDE).

En el diálogo puede aparecer como una aserción con la que el emisor no se


compromete en una intervención reactiva como respuesta a una pregunta formu-
lada en una intervención iniciativa anterior (74):

(74) –¿Y ésos son tíos de Muergo?


–Por lo visto.
–Buenas personas son…, pero ¡están tan cerca de los otros! (José María Pereda,
Sotileza, 1885-1888, CORDE).

5. La evolución de los adverbios presuntamente, presumiblemente,


supuestamente, pretendidamente

Los adverbios presuntamente, presumiblemente, supuestamente y pretendida-


mente se documentan en los textos a partir del siglo XX. Estas formas se crean a
partir de los adjetivos correspondientes, que se registran en fechas anteriores.
Los adjetivos presumible y presunto son derivados verbales de presumir ‘pre-
sumir’, en el sentido de ‘sospechar, juzgar o conjeturar algo por tener indicios o
señales para ello’. El adjetivo supuesto, por su parte, es un derivado verbal de
suponer ‘considerar un hecho como existente o verdadero sin fundamento sufi-
ciente’, en la forma del participio irregular supuesto. El adjetivo pretendido es,
asimismo, un derivado verbal de pretender ‘afirmar o sostener algo dudoso o
increíble’, en la forma del participio regular pretendido.
Estos adjetivos presentan un significado común en relación a cómo se debe
interpretar el sustantivo al que modifican26: manifiestan que el emisor no se com-
promete con la verdad de lo denotado por el sustantivo al que se refiere.

26 Estos adjetivos se consideran modales intensionales (Torner 2007); modifican la inten-


sión y no el objeto designado por el sustantivo: indican el modo en que a un referente dado se
le aplica determinado término.
304 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

Aunque hacen referencia a la suspensión del juicio sobre el valor de verdad,


la actitud del hablante ante la posibilidad de que el acierto sea positiva, negativa
o neutra marca una diferencia entre ellos que después se mantendrá en las cons-
trucciones derivadas con los correspondientes adverbios en -mente.

(75) En apoyo de este presumible entronque de la epopeya castellana con las leyen-
das de la edad visigoda, notaremos que la sociedad misma retratada en esa epo-
peya tiene un carácter fuertemente germánico que enlaza a su vez con las insti-
tuciones y costumbres de los visigodos, retoñadas en los reinos medievales
(Ramón Menéndez Pidal, La epopeya castellana a través de la literatura espa-
ñola, 1910-1945, CORDE).
(76) Tres días después volvió Rubens, enteramente solo, a aquella humilde capilla,
deseoso de contemplar de nuevo la maravillosa pintura, y aun de hablar otra vez
con su presunto autor (Pedro Antonio de Alarcón, Relatos, 1852-1882,
CORDE).
(77) Ya en otra parte dixe que a los principios de este siglo corrió en toda España el
sudor milagroso de un crucifixo, y de España passó a otras naciones. Acá luego
nos desengañamos de la falsedad, pero a las demás naciones passó la ficción y
no el desengaño. En efecto, este supuesto milagro se halla estampado en las
Memorias de Trevoux como mui verdadero (Benito Jerónimo Feijoo, Theatro
crítico universal, 1733, CORDE).

Como se manifiesta en los ejemplos, el emisor no se compromete con la ver-


dad de lo denotado por el sustantivo pero hay diferentes posibilidades de acierto
según el adjetivo empleado: en el primer caso (75) es posible considerar como
cierto el hecho denotado por el referente del sustantivo; en el segundo (76), se
mantiene una postura neutra en relación al hecho de que el referente del sustanti-
vo pertenezca al conjunto de individuos que este designa; en el tercero (77), se
muestra una actitud negativa en cuanto a lo denotado por el sustantivo en rela-
ción con la realidad a la que se aplica.
Las formaciones adverbiales27 no surgen hasta comienzos del siglo XX, como
hemos señalado, y funcionan como adverbios oracionales, con incidencia sobre
todo el enunciado, o como adverbios que inciden sobre un constituyente oracio-
nal, generalmente el adjetivo o el sintagma adjetival28. Su significado es el de

27 Al igual que los adjetivos, estos adverbios tiene un sentido intensional: “Indican el

compromiso que el hablante establece con el valor de verdad de la proposición a la que modi-
fican” (Torner 2007: 148).
28 En este caso, incide en la relación que el adjetivo mantiene con el sustantivo al que

complementa e indica la cautela por parte del emisor de que la cualidad que denota el adjetivo
pueda atribuirse al referente del sustantivo (Torner 2007: 150).
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 305

indicar que el emisor no se compromete con el valor de verdad del segmento al


que modifican; señalan que solo se puede suponer, pero no afirmar, que el enun-
ciado describe adecuadamente los hechos referidos o denotados. Las diferencias
en su significado vienen determinadas, como hemos señalado en el adjetivo, por
el hecho de que la posibilidad de acierto que el emisor considere en esa suposi-
ción sea positiva, neutra o negativa:

(78) Hace un par de años se casó con Ivonne, una caboverdiana sobrina de un mayor
de las Fuerzas Armadas locales. En diciembre tuvieron un hijo. Antxon Xabier
Linaza es, presumiblemente, el primer caboverdiano con nombre euskera (El
País, 01/06/1989, CREA).
(79) No se afirma que la metafísica no evite el pluralismo, como arriba vimos, sino
que es éste el que presuntamente la descarta (Andrés Ollero, Derecho y socie-
dad, 1973, CORDE).
(80) Cayetana había conseguido “extraer de su cabeza”, mediante laboriosas succio-
nes, unas piedrecillas minúsculas que escupió en la lumbre del brasero, y que
supuestamente representaban el poder dañino de los dioses obstinados en ator-
mentarla (Ramón Rubín, El canto de la grilla, México, 1952, CORDE).
(81) Sin embargo, después de las pseudorreformas parciales han resurgido e incluso
se han avivado los viejos problemas que con ellas pretendidamente se quisieron
solventar (Ramón Tamames, ¿Adónde vas España? 1976, CREA).

Como se desprende del ejemplo 78 la utilización del adverbio presumible-


mente indica que existe la presunción de que el enunciado sobre el que incide es
cierto, aunque el emisor no se compromete con el valor de verdad. En el siguien-
te caso (79), se presenta el enunciado como supuesto, pero no se manifiesta acer-
ca de la certeza o no de los hechos descritos. En el ejemplo (80), el operador
supuestamente alude a la suposición de que lo enunciado a continuación se refie-
ra a la verdad de los hechos representados, pero distanciándose de ellos e insi-
nuando que no comparte esa opinión. En el último caso (81), pretendidamente
señala que lo expresado es una tesis previamente defendida por alguien, pero
dando a entender que la tesis no era adecuada o no estaba bien fundamentada. El
empleo de este último operador discursivo es mucho más frecuente como modi-
ficador de sintagmas no oracionales, especialmente sintagmas adjetivales.
¿Por qué no surgen estas formaciones hasta una época tan tardía? Posible-
mente se explique porque, como hemos señalado, aparentemente se va impreg-
nando de rasgos subjetivos que pasan a formar parte de su significado a partir de
los textos del siglo XIX en los que la presencia de las opiniones, valores o puntos
de vista del hablante en el enunciado cobran una mayor importancia. A partir de
ahí, el campo semántico de la apariencia se amplía para integrar la opinión del
hablante, aunque distanciándose de la veracidad de los hechos, según las proba-
306 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

bilidades de acierto en la imputación sean positivas (presumiblemente), negati-


vas (supuestamente, pretendidamente) o neutras (presuntamente).

6. Configuración del paradigma

La formación del paradigma de este grupo de operadores discursivos matizado-


res de la veracidad del enunciado responde a un proceso evolutivo que se desa-
rrolla en dos etapas sucesivas.
En una primera fase, se incorpora el grupo más numeroso de formas consti-
tuidas a partir de la base léxica parecer29, el sustantivo apariencia y el adjetivo
aparente, de donde surge el adverbio aparentemente, que se aplican a lo que se
manifiesta, a lo que es evidente, a lo que se percibe a través de la vista o del
entendimiento. A partir de este significado básico, se van desarrollando los signi-
ficados comunes y específicos de cada una de estas unidades léxicas.
Este primer sentido de ´visiblemente’, ‘manifiestamente’ es común para el
adverbio aparentemente y la locución en apariencia en las primeras documenta-
ciones del siglo XV para el adverbio y del siglo XVI para la locución adverbial.
La apariencia designa el aspecto visible, manifiesto, pero también se puede
convertir en un indicio, un signo que se muestra como prueba de la realidad de
alguna cosa o de algún hecho. Esta noción da lugar a una evolución significativa y
a que adquiera un nuevo sentido ‘según manifiestan los indicios, las evidencias’.
Este sentido se documenta para aparentemente y en apariencia ya en el siglo XVII.
De este modo, aparentemente adquiere un valor evidencial que señala el ori-
gen de la información, contenida en el enunciado en el que incide, que se mues-
tra como una conclusión extraída a partir de una serie de indicios; este significa-
do se va a convertir en específico para la partícula aparentemente al tiempo que
disminuye su uso en el sentido anterior de ‘visiblemente’, ‘manifiestamente’. A
partir del siglo XIX, según los textos, se va a consolidar e incrementar su uso con
valor evidencial de hacer referencia a los indicios, las evidencias que sustentan
el origen de la información, y el valor modal de mantener una distancia respecto
de la certeza o veracidad de la aserción30.

29 Según se indica en J. Corominas y J. A. Pascual (1980-1991, IV: 400), la forma parecer


deriva del latín vulgar ∗PARĒSCĚRE, derivado incoativo de PARĒRE ‘aparecer’, con esta forma se
relacionan el sustantivo aparencia, tomado de APPARENTIA y después deformado en aparien-
cia, y el adjetivo aparente, tomado de APPARENS, -TIS, íd., participio de APPARĒRE. El adverbio
aparentemente se forma a partir de la base léxica adjetiva.
30 En francés, la evolución de la forma correspondiente apparemment muestra una evolu-

ción equivalente en determinados aspectos y diferenciada en otros. Según el análisis de


LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 307

De la percepción como indicio o prueba es posible pasar a la consideración


de que las apariencias pueden ser engañosas en contextos en los que se establece
un contraste o una oposición entre la apariencia y la realidad.
Este empleo, condicionado contextualmente, se documenta ya en el siglo XVII
para el adverbio aparentemente y se mantiene en los siglos posteriores vinculado
a contextos en los que de manera explícita o a través de un proceso inferencial se
establece el contraste entre lo aparente y lo verdadero o lo real.
Por su parte, la locución adverbial en apariencia mantiene el valor originario
de hacer referencia a lo que se muestra de manera visible o manifiesta. El sentido
de indicar que las apariencias pueden convertirse en indicios o pruebas de una
determinada realidad, documentado a partir del siglo XVII, se muestra en los
siglos siguientes, pero en una proporción de uso menor que el adverbio aparen-
temente, por el que será sustituido finalmente. En cambio, persiste el valor rela-
cionado con lo engañoso de las apariencias, común también con aparentemente
desde el siglo XVII, y se incrementa su uso a partir del siglo XIX especialmente en
los contextos en los que establece un contraste u oposición entre lo aparente y lo
verdadero.
La locución adverbial al parecer de la misma familia léxica muestra, desde
sus primeras documentaciones en el siglo XV, la referencia a algo visible o mani-
fiesto, lo que se convierte en un indicio que puede estar en consonancia o no con
la realidad de los hechos, pero con cuya veracidad el emisor no se compromete.
Este significado evidencial, en relación con el origen de la información, se con-
vertirá en el significado fundamental de esta partícula ya en el siglo XVI y se
mantiene hasta la actualidad.
Por otra parte, en correspondencia con los demás elementos relacionados con
esta base léxica puede desarrollar, en determinados contextos, un sentido de que
las apariencias son engañosas e indicar un contraste entre lo que se manifiesta
como aparente y lo que se muestra como real o verdadero; este sentido se man-
tiene vigente hasta finales del siglo XIX, periodo a partir del cual es menos fre-
cuente su uso en relación con las correspondientes formas aparentemente y en

A. Rodríguez Somolinos (2010: 359) el proceso se desarrolla del siguiente modo: 1. El adver-
bio apparemment1 significa “visiblement, manifiestement”; subsiste con este sentido en el
siglo XVI y se considera ya raro en la segunda mitad del siglo XVII. 2. A partir de finales del
siglo XVI adquiere un segundo sentido “selon toutes les apparences, de toute évidence”, con un
distanciamiento débil en cuanto al grado de certeza del emisor; este valor constituye la etapa
preliminar de apparemment3 moderno. 3. A partir del XVII se desarrolla un tercer sentido “uni-
quement en apparence,[mais non en realité]”, es el origen de apparemment2 + adjetivo en fran-
cés moderno. 4. A lo largo del siglo XVIII se desarrolla el apparemment3 moderno, adverbio de
enunciación con un refuerzo del valor de distanciamiento mencionado en el punto 2. Para la
evolución de la correspondiente forma inglesa apparently, véase K. Hanson (1987).
308 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

apariencia. Las variantes a lo que parece, que se documenta desde finales del
siglo XV, y por lo que parece, que no se registra hasta el siglo XVIII, muestran
únicamente un valor evidencial de hacer referencia a la fuente de la información
y no manifiestan ninguno de los otros sentidos señalados para la locución adver-
bial al parecer.
La locución adverbial por lo visto, formada a partir de la base léxica ver, que
indica percepción sensible en textos del siglo XVI, coincide en su proceso de evo-
lución con al parecer en que lo que se percibe o se manifiesta de una manera
sensible puede convertirse en indicios o evidencias para llegar a determinadas
conclusiones. Los ejemplos de esta locución son escasos en los siglos XVII y
XVIII, pero los pocos casos documentados muestran una referencia al origen de la
información (Pons 2010: 550). Este valor evidencial se va a consolidar en el
siglo XIX y se va a reforzar el grado de distanciamiento respecto de la veracidad
de los hechos referidos y la falta de compromiso del emisor respecto de los mis-
mos, dado que no se muestra responsable de lo dicho.
De este modo, la distinción entre el empleo de al parecer y por lo visto viene
determinada por el grado de distanciamiento que el emisor asume respecto del
enunciado: menor en el caso de al parecer y mayor en el de por lo visto, y por el
grado de responsabilidad respecto de lo informado: con al parecer no se mues-
tran indicios de que las valoraciones de otros enunciadores sean o no aceptadas
por el locutor; con por lo visto se muestra la falta de compromiso o de responsa-
bilidad sobre las valoraciones o conclusiones presentadas por lo que no se les
confiere a estas una validez plena.
Asimismo, en este primer periodo, hay que incluir el adverbio dizque, formado
a partir de un verbo de lengua, decir, y una conjunción que, introductora, en su
origen, de una subordinada que contenía enunciados referidos; en la actualidad,
este operador discursivo mantiene el valor de matizar la veracidad de la informa-
ción contenida en el enunciado en el español de América, pero no en el español
europeo donde su uso se convirtió en raro a partir del siglo XVIII. Esta función se
origina en el lenguaje formalizado de los textos escritos oficiales, de donde pasó a
la prosa culta y posteriormente a la lengua hablada (Eberenz 2004: 151). El proce-
so de cambio semántico, desarrollado a partir del siglo XV, supuso que, de su papel
de señalar que los hechos referidos procedían de distintos testimonios o autorida-
des, evolucionara hasta convertirse en introductor de un enunciado cuyo origen
procede de otros enunciadores y con cuya veracidad el emisor no se compromete.
En una segunda etapa, datada a mediados del siglo XX, se produce la incorpo-
ración de nuevos elementos adverbiales derivados de bases léxicas adjetivas que
tienen un significado relacionado con lo aparente o lo supuesto. Estos adverbios
comparten con los anteriores el significado básico de marcar un distanciamiento
del emisor respecto de la veracidad de lo enunciado y aportan valores específicos
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 309

en cuanto a las probabilidades de acierto en la imputación de los hechos según


sean positivas (presumiblemente), negativas (supuestamente, pretendidamente) o
neutras (presuntamente), lo que permite individualizar el significado de cada uno
de ellos.
Por otra parte, hay que señalar los distintos mecanismos de evolución experi-
mentados por estas unidades léxicas. En el caso de aparentemente, en aparien-
cia, al parecer, por lo visto, dizque nos encontramos con un proceso evolutivo
que se integra en el marco de la gramaticalización, considerada como una codifi-
cación en la gramática de significados discursivos31 (Traugott 1982, 1989, 1999,
2003). Este proceso ha supuesto cambios en la estructura sintáctica originaria de
estos elementos, dado que en su papel de operadores discursivos estos adverbios
y locuciones son elementos invariables y, generalmente, van antepuestos al enun-
ciado o al miembro sobre el que inciden; presentan mayor autonomía ya que se
convierten en expresiones independientes del resto del enunciado; muestran un
cambio de comportamiento sintáctico, pues dejan de realizar una función lin-
güística dentro de la predicación oracional y pasan a ejercer una función periféri-
ca respecto de la oración en la que aparecen; manifiestan un alcance estructural
distinto, puesto que no ejercen una función en el marco oracional, sino en el
plano discursivo; y se convierten en elementos que no afectan al contenido pro-
posicional del segmento o segmentos del discurso junto a los que aparecen y a
los que comentan (Martín Zorraquino 2010: 112).
El proceso de lexicalización experimentado por estas unidades muestra dife-
rencias. Los operadores dizque y por lo visto han desarrollado completamente
este proceso y muestran opacidad semántica, mientras que las locuciones adver-
biales al parecer y las variantes a lo que parece, por lo que parece reflejan pro-
cesos de lexicalización que todavía no han concluido, ya que mantienen parcial-
mente su significado léxico (Martín Zorraquino 2010: 169).
Otro aspecto es el tipo de significado que presentan estos elementos; en la
configuración de los marcadores discursivos se ha señalado como una de las

31 La visión tradicional de la teoría de la gramaticalización restringe este fenómeno a aque-

llos procesos de cambio en los que se va del léxico a la gramática o de lo menos gramatical a lo
más gramatical (Meillet 1912/1965; Kury»owicz 1966; Heine/Claudi/Hünnemeyer 1991; Leh-
mann 1995; Hopper/Traugott 2003); una visión más actual incluye también otros cambios en los
que el origen de la evolución se encuentra en el discurso: la gramaticalización supone la codifi-
cación en la gramática de unos significados discursivos (Traugott 1989, 1995a, b, 1999, 2003).
Nuestra propuesta se enmarca en la consideración de que la evolución de los marcadores del
discurso ha de considerarse como un proceso de gramaticalización entendido desde una pers-
pectiva más amplia que permite incluir los fenómenos que se desarrollan en el discurso (Com-
pany 2003, 2004; Brinton/Traugott 2005; Garcés 2006, 2008a, b, 2009, 2010, 2011, 2012).
310 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

características del proceso de gramaticalización el proceso de debilitamiento del


significado referencial etimológico para desarrollar un tipo de significado proce-
dimental que guía las inferencias que han de realizarse en el discurso; en el caso
de estos operadores, relacionado con la matización de la veracidad del enuncia-
do, significado común a todos los elementos del paradigma. En este sentido, hay
que tener en cuenta que el proceso de cambio semántico experimentado viene
propiciado por los valores significativos que presentan las formas originarias; de
este modo, las formas relacionadas con parecer mantienen transparente su signi-
ficado conceptual originario, mientras que no lo mantienen las formas por lo
visto y dizque, aunque sí se muestra relevante para su proceso evolutivo: por lo
visto, parte de una base léxica sensorial ver, que da a esta partícula un sentido
relacionado con las evidencias; en el caso de dizque la base decir señala que el
origen de la información se basa en lo que dicen otros.
Por su parte, las formas actuales surgidas de bases adjetivas mantienen su
significado conceptual originario formado a partir del contenido semántico de la
base léxica adjetival y en su papel como operadores discursivos han adquirido el
significado procedimental de guiar la interpretación del discurso y las relaciones
establecidas entre los interlocutores.

7. Consideraciones finales

El análisis de un conjunto de marcadores que expresan matización de la veraci-


dad del enunciado muestra que los procesos por los que se va configurando este
paradigma son diversos y que los elementos se incorporan en etapas sucesivas.
El proceso de desarrollo que han experimentado los adverbios y locuciones
adverbiales aparentemente, en apariencia, al parecer, por lo visto y dizque, a
partir de su origen como elementos oracionales, se explica por un proceso de sub-
jetivización por el cual las valoraciones, actitudes o puntos de vista del emisor
encuentran codificación explícita en la gramática de una lengua llegando a cons-
tituir un significado convencional en esa lengua; en el caso de aparentemente, al
parecer y por lo visto, las posibilidades se amplían dado que también pueden
mostrar las relaciones intersubjetivas que se establecen entre los interlocutores.
Los adverbios supuestamente, presuntamente, presumiblemente y pretendi-
damente, incorporados al paradigma recientemente –en el pasado siglo–, confi-
guran su significado a partir del contenido semántico de las bases adjetivas de las
que derivan.
Es de destacar el papel relevante que desempeñan los contextos en la adquisi-
ción de nuevos sentidos en las partículas discursivas. En el caso del adverbio
aparentemente y de las locuciones al parecer y en apariencia, asociadas por su
LA FORMACIÓN Y EVOLUCIÓN DEL PARADIGMA DE LOS OPERADORES 311

significado léxico con la apariencia de los hechos o de las cosas, pueden adquirir
nuevos sentidos en relación con el tópico de que las apariencias engañan en los
contextos en los que se muestra un contraste o una oposición entre lo aparente y
la realidad. La evolución posterior implica que aparentemente y en apariencia
incorporen este sentido a su significado convencional, mientras que al parecer y
los adverbios que se incorporan en la última etapa, supuestamente, presuntamen-
te, presumiblemente, únicamente lo manifiesten en los contextos donde se expli-
cita un contraste entre el valor de verdad de los enunciados que se contraponen.
Otro aspecto importante es el grado de implicación del emisor o el grado de
compromiso que muestra respecto de la veracidad de los indicios que emplea
como fuente para formular su propio enunciado lo que permite diferenciar las
locuciones al parecer y por lo visto, en cuanto al menor o mayor grado de dis-
tanciamiento respectivamente, y presuntamente, supuestamente y presumible-
mente en relación a cómo presenta el emisor la posibilidad de acierto –positiva,
negativa o neutra– en cuanto a la veracidad de los hechos presentados.
Cabe señalar, asimismo, la diferenciación respecto de los géneros textuales a
los que cada una de las partículas se asocia. En el caso de al parecer y por lo
visto, el distinto grado de implicación que muestra el hablante ante la veracidad
de los hechos supone que al parecer sea más empleado en los textos escritos y, en
especial, en los textos narrativos y en los textos periodísticos, mientras que el uso
más frecuente de por lo visto se da en los diálogos y en el lenguaje oral. Asimis-
mo, dentro de una misma unidad léxica se pueden diferenciar sus sentidos en
relación con los tipos de textos en que aparecen; en este aspecto, al parecer mues-
tra un valor de evidencialidad especialmente en los textos históricos, científicos o
periodísticos, donde se da cuenta de la opinión de otros para corroborarla o recha-
zarla; en los textos literarios es más frecuente el sentido de ‘en apariencia’, ‘lo
que se muestra a primera vista’. Igualmente, en los textos o secuencias de tipo
argumentativo es más frecuente el sentido contrastivo de ‘solo en apariencia, no
en realidad’ del adverbio aparentemente y de la locución en apariencia. Por otra
parte, los operadores discursivos presuntamente y supuestamente se utilizan en
textos periodísticos y jurídicos; en el caso de supuestamente, su empleo es nece-
sario cuando se refiere a la realización de una supuesta acción delictiva.
Para finalizar, es preciso poner de relieve que el análisis de la evolución de
estos elementos no puede realizarse de manera aislada, sino que es necesario
tener en cuenta cómo se configura el paradigma y las modificaciones que se pro-
ducen en las relaciones entre las unidades que lo integran, pues solo de este modo
es posible establecer cómo se van distribuyendo los significados según las nue-
vas unidades que se van incorporando, cómo determinados elementos pasan de
un lenguaje especializado a la lengua oral, de qué manera se produce la distribu-
ción diatópica de las formas documentadas y cómo la necesidad de expresar nue-
312 MARÍA PILAR GARCÉS GÓMEZ

vas actitudes del emisor ante el enunciado hace que se formen y se incorporen
nuevas unidades que actualizan nuevos significados.

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LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO
E N E S PA Ñ O L : A D V E R B I O S F O C A L I Z A D O R E S
DE EXCLUSIÓN, INCLUSIÓN Y APROXIMACIÓN1

RAFAEL GARCÍA PÉREZ


Universidad Carlos III de Madrid

0. Introducción

Si, como ya he ido poniendo de manifiesto en otros lugares, la historia del léxico
debe contar necesariamente con las relaciones entre las palabras, la evolución de
los adverbios, como la de otras categorías gramaticales mayores (verbos, sustan-
tivos y adjetivos), solo puede explicarse de modo conveniente si tenemos en
cuenta las distintas clases en que se integran. Los cambios que pueden producir-
se son muy complejos, pues, junto a evoluciones dentro de una misma categoría
gramatical, asistimos también a la creación de nuevos adverbios a partir de cate-
gorías gramaticales distintas o incluso de estructuras sintagmáticas libres con
funciones variadas en el discurso2.
A lo largo de este capítulo, me propongo analizar el proceso de creación de
tres clases concretas de adverbios dentro de los llamados “adverbios focalizado-
res” o “de foco” (Real Academia Española 2009: 2292): los adverbios de foco de
exclusión, inclusión y aproximación3.

1
Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación FFI2010-15154, financiado por
el Ministerio de Economía y Competitividad de España.
2
En ese sentido, no se puede olvidar que entra el juego el fenómeno de la gramaticaliza-
ción, entendida esta en sentido amplio (Garcés 2008).
3
Como se verá, en muchos casos he actualizado y ampliado la información que ya había
recogido en algunos estudios anteriores. Así, algunos de los adverbios de foco de exclusión los
traté por primera vez en una comunicación presentada en el 45.º Encuentro de la Societas Lin-
guistica Europaea celebrado en Estocolmo; algunos de aproximación, en el Congreso Interna-
cional de Historia de la Lengua celebrado en la Universidad de Cádiz (2012); los adverbios de
inclusión, sin embargo, los estudio por primera vez en este trabajo. En cuanto al resto de los
adverbios de foco, los escalares y particularizadores –según la clasificación de la RAE, que es
la que he seguido por motivos prácticos (2009: 2292), como he dado a entender más arriba–
no se tratan aquí por simples razones de copyright, ya que las revistas en que han sido publica-
dos no permiten retomar los resultados presentados en ellas. El lector interesado podrá acceder
a estos contenidos en García Pérez (2011) y García Pérez (2013).
318 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

1. Los adverbios de foco de exclusión

Estos adverbios se caracterizan, según la RAE (2009: 3012), por “el hecho de
que dejan fuera de algún conjunto (expreso o tácito) al referente de la expresión
denotada por su foco, de manera que informan de la inexistencia de alternativas
distintas de las que manifiestan”. La misma RAE tiene cuidado en separarlos de
las partículas exceptivas, como excepto o salvo, lo que asumo también como
punto de partida en estas páginas. Dejo fuera de mi estudio, por tanto, ciertas
unidades léxicas (por ejemplo, menos4) que algunos autores (Espinosa 2010:
127) han podido incluir, en sentido lato, entre los adverbios de foco de exclusión.
Quedan también al margen de mi trabajo, claro está, aquellos adverbios que
han sido objeto de tratamiento, desde el punto de vista de su evolución histórica,
en otros lugares5. En concreto, pues, me centraré en las unidades meramente,
nada más, no más, puramente, sencillamente, simplemente, solo, solamente y
únicamente6, que por su conexiones etimológicas y, como veremos, por las espe-
ciales relaciones que han mantenido a lo largo de la historia del español, conven-
dría distribuir en tres subgrupos más homogéneos: el primero incluiría los adver-
bios solo, solamente y únicamente; el segundo, puramente, meramente,
simplemente y sencillamente; el tercero, los adverbios no más y nada más.

1.1. LOS ADVERBIOS DE FOCO DE EXCLUSIÓN SOLO, SOLAMENTE Y ÚNICAMENTE

1.1.1. Solo y solamente

Para entender el origen de estos adverbios, hemos de tener en cuenta la evolu-


ción experimentada por la forma adjetiva que les sirve de base: el adjetivo solo.
No podemos olvidar que este tuvo, desde los tiempos del latín clásico, un valor
de unidad que permitía también enfatizar la información transmitida, de ahí que
termine por utilizarse para resaltar un determinado elemento frente a otro u otros.
De esta idea de resalte se deriva una idea de exclusión (ya presente desde el pro-
pio latín) que permitirá que se establezca una conexión muy estrecha entre el
adjetivo y los adverbios focalizadores.

4 Santos Río (2003) también considera menos preposición exceptiva; a menos que, la

incluye entre las locuciones hipotéticas exceptoras.


5 Es el caso de exclusivamente, estudiado en Pons Rodríguez (2010).
6 En la RAE (2009: 3016) algunos de estos adverbios (meramente, simplemente) se tratan

como particularizadores. Frente a esta interpretación, comparto con Kovacci (1999) la idea de
que presentan, más bien, un valor de exclusión.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 319

En un primer momento, y así lo atestiguan los textos más antiguos, que no


hacen sino heredar un uso ya existente en latín clásico7, la unidad léxica solo se
comporta formalmente como un adjetivo, si bien adquiere una interpretación
semántica de marcado carácter adverbial:

...quia in illa perpetue vite nichil prosunt neque hereditates neque terrenarum faculta-
tes sed sola pietas domini misericordie et operibus digna (Donación de la villa de
Eucar con su salina y todos sus términos, 1077, ed. José Salarrullana de Dios).

Fueron todo el pueblo e fizieron y rey a Saul. De edat de .xx. annos era Saul quant
regno [e] .ii. annos [regno] sobre Israel solos (Almerich, Fazienda de Ultramar,
c. 1200, ed. Moshé Lazar).

Era frecuente que apareciera en compañía de la conjunción exceptiva-exclu-


siva sino, con valor enfático8:

–Todos iscamos fuera, que nadi non raste,


sinon dos peones solos por la puerta guardar.
(Poema de Mio Cid, c. 1140, ed. Alberto Montaner).

En el mismo uso adjetivo con valor adverbial, solo presentaba gran movili-
dad, pues podía intercalarase entre una preposición y el núcleo nominal9. Los
primeros ejemplos pertenecen también a textos latinos o latinizantes de los orí-
genes de nuestra lengua:

Qui alium impelaverit, aut cum pugno percuserit quinque solidos dabit Abbati; in
capite si percuserit vel cum solo pugno, quindecim solidos det (Fuero dado por Alfon-
so VI a la villa de Sahagún, 1085, ed. Tomás Muñoz y Romero).

1.1.1.1. Precisamente, la constitución de la forma invariable solo es el resultado


de la confluencia entre un proceso de gramaticalización del adjetivo, que tiende
cada vez más a adecuar su forma léxica al contenido adverbial que se transmite
con ella, y la influencia ejercida, desde el latín, por el adverbio SOLUM. La encon-
tramos ya a finales del siglo XII, dotada de todos los rasgos que atribuimos en la

7
Por ejemplo, en Cicerón: “Testatur saepe Chrysippus tres solas esse sententias...” (M.
Tulii Ciceronis opera rhetorica et philosophica ex editionibus Oliveti et Ernesti, Londres,
1820, p. 344). Podemos decir, por tanto, que el proceso no es puramente romance.
8
Para este uso, vid., por ejemplo, RAE (2009: 3000).
9
A esta posibilidad se ha referido la RAE (2009: 3014-3015) al estudiar el adverbio solo
desde el punto de vista sincrónico.
320 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

actualidad al focalizador, si bien su uso, en este momento, es muy escaso; en


todo caso, mucho menos frecuente que la forma adjetiva con valor adverbial.

Et si fuere donadio de rey &lo diere a amos, ayan lo amos por medio; et si lo diere
al uno, aya lo solo aquel aquien lo diere (Fuero de Soria, 1196, ed. Galo Sánchez).

Habrá que esperar hasta bien entrado el siglo siguiente para atestiguar una
cierta generalización en los textos.

quando con sus discípulos Christo quiso cenar,


con pan e vino sólo los quiso comulgar.
(Gonzalo de Berceo, Del sacrificio de la misa, 1228-1246, ed. Pedro Cátedra).

Se puede decir, por tanto que, desde el siglo XIII, asistimos a una competencia
entre la forma adjetiva y la forma adverbial que terminará con el triunfo de esta
última. De hecho, el número de ejemplos de la forma adjetiva va disminuyendo a
medida que avanzamos en la historia, especialmente a partir de los siglos finales
de la Edad Media.
En un primer momento, el adverbio solo tuvo una clara tendencia a incidir en
situación contigua sobre el elemento focalizado. Era más frecuente, además, que
se pospusiera al foco, ya fuera este preposicional, verbal o simplemente nominal,
al menos durante el siglo XII y primera mitad del siglo XIII.

Jonathan, fijo de Saul, con so escudero solo desbarato grant conpanna de los
Phylisteos en poco de logar, en quanto .i. sulco de campo (Almerich, La fazienda de
Ultra Mar, c. 1200, ed. Moshé Lazar).

Eso no quiere decir que no fuera posible que el adverbio precediera al ele-
mento focalizado, al menos en textos poéticos, que dotan de mayor movilidad a
los elementos oracionales por imperativo de la métrica:

tenié que avié preso un grand quebrantamiento,


avié del prior solo saña e mal taliento.
(Gonzalo de Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos, c. 1236, ed. Aldo Ruffinatto).

En el siglo XIII empezamos a encontrar ejemplos claros en que solo actúa


también a distancia:

E son éstas aquellas mismas que aquel Dios solo criador dio pora’l servicio de los
omnes, segund la fortaleza e el poder del su mandado, e cuyo bien e plazer solo es de
darle nós solamientre onra e gracias (Alfonso X, General Estoria. Primera parte,
c. 1275, ed. Pedro Sánchez Prieto-Borja).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 321

En todo caso, no está de más señalar que solo, tanto en los textos poéticos
como prosísticos, gozó desde muy temprano de una gran libertad sintáctica den-
tro de la estructura oracional de base. Ya hemos visto cómo, en su forma aún
adjetiva, podía intercalarse entre la preposición y el núcleo nominal; tampoco
era raro en la lengua medieval que se introdujera entre un pronombre y la ora-
ción de relativo dependiente de él:

Et sabedera cosa es, que aquel solo quebranta casa, que con uoluntad de ferir
entra en ella et fiere, o con armas uedadas de sanna entrare, maguer non fiera, o qui
contra defendimiento de su sennor entra contrasta (Fuero de Zorita de los Canes,
1218-c. 1250, ed. Rafael de Ureña y Smenjaud).

Desde el siglo XIII se intercala también entre la preposición y el núcleo verbal


en el caso de las oraciones subordinadas de infinitivo:

Ca ninguno por solo oyr, et por solo ueer, non deue seer recebido en testimonio, o
tomado (Fuero de Zorita de los Canes, 1218-c. 1250, ed. Rafael de Ureña y Smenjaud).

Algunos de estos usos se mantienen con cierto vigor en la lengua escrita hasta
bien entrado el siglo XX y aún es posible encontrarlos en la lengua literaria (RAE,
2009: 3015). En todo caso, su éxito durante todo el período medieval y clásico
fue tan grande que pudo provocar que el adverbio solamente adquiriese, a su vez,
mayor movilidad durante los siglos XVI y XVII, como tendremos ocasión de estu-
diar un poco más abajo.
Solo tardíamente –y ello a pesar de la influencia que hubieran podido ejercer
las variantes reforzadas tan solamente y tan solamientre, creadas bastante tiem-
po antes, como veremos– se forma una estructura reforzada con el adverbio tan
(tan solo). Los primeros ejemplos se remontan al siglo XV:

Estoy cada día


triste, sin plazer;
si tan sólo un día
te pudiesse ver [...]
(A. de Villasandino, Cancionero de Baena, 1379-1425, ed. B. Dutton y J. González
Cuenca).

Esta variante reforzada se mantendrá en la lengua con mayor fuerza que sus
sinónimos, a los que terminó desplazando; de hecho, se puede afirmar que es la
única que sigue teniendo una difusión relevante en nuestros días10.

10 La trata como entrada independiente Santos Río (2003), quien menciona de modo

expreso su falta de paralelismo con tan solamente.


322 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

1.1.1.2. El adverbio solamente es también muy temprano, y su uso como


focalizador se remonta a sus mismos orígenes; de hecho, los primeros testimo-
nios solo pueden interpretarse en este sentido11. Esto no es de extrañar si pensa-
mos en la conexión morfosemántica que se establece entre los adverbios en
-mente y los adjetivos que les sirven de base12. El empleo adverbial del adjetivo
solo, heredado del latín, al que acabo de hacer referencia, hubo de actuar como
detonante para la adopción inmediata del significado focalizador de exclusión de
solamente.
Lo encontramos por primera vez en el siglo XII, con el sufijo -mente en su
forma diptongada y reforzada articulatoriamente con la consonante vibrante -r:
solamientre. Se trata de una simple variante que se conserva con fuerza durante
todo el siglo XIII, pero que entrará en decadencia a partir del siglo XIV para termi-
nar desapareciendo a finales del siglo XV13.
Desde principios del siglo XIII, solamientre alterna con solamente14, que pre-
senta ya, a su vez, una variante reforzada con el adverbio tan: tan solamente,
paralela a la forma tan solamientre. Contrariamente a lo que sucede en la actuali-
dad con tan solo, según Santos Río (2003), no se trataba de un refuerzo de carác-
ter emotivo, pues era frecuente en textos especializados (jurídicos) y textos for-
males en general:

Et de catiuo que por dineros saliere, aya la deçima parte dela redenpçion. De moro
que por xristiano saliere, aya I marauedi tan solamente (Fuero de Zorita de los Canes,
1218-1250, ed. Rafael Ureña y Smenjaud).

11 Su empleo como puro adverbio escalar es también bastante antiguo, pero no ha dejado

rastro en los textos anteriores al siglo XIII. El primer testimonio se remonta a la obra de Gonza-
lo de Berceo: “Era un ome pobre que avié fiero mal, / Cid lo clamavan todos, su nomne era tal; /
que non podié moverse passó grand temporal, /non ixié solamientre del lecho al corral” (1236,
Gonzalo de Berceo, Vida de santo Domingo de Silos, ed. Aldo Ruffinato). Como señala la
RAE (2009: 3013) para el caso del adverbio solo, hay que tener en cuenta también que pueden
darse casos de ambigüedad entre una interpretación focal y una escalar. El estudio de solamen-
te como adverbio escalar no es objeto de este trabajo, de modo que aquí solo me limito a dejar
constancia de estos hechos.
12 Esta conexión explica que en francés, por ejemplo, existiera también un seulement deri-

vado del significado más general y extendido del adjetivo seul (“sin compañía”) atestiguado
en el siglo XII, aunque hoy desaparecido (Rey 1995).
13 Conviene destacar, por otro lado, que a partir del siglo XIII se mantiene con más fre-

cuencia en textos de marcado carácter dialectal (principalmente aragoneses).


14 La variante solamentre, sin diptongación pero con refuerzo articulatorio, es práctica-

mente anecdótica, pues ha dejado tan solo dos ejemplos en el corpus. El primero en un texto
de marcado carácter aragonés del siglo XIII, El libro de la cadena del concejo de Jaca, y el
segundo en el Privilegio rodado de la catedral de León.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 323

Tan solamente se ha mantenido en el uso hasta la actualidad, aunque en nues-


tros días puede considerarse un tanto arcaizante. De hecho, perdió fuerza poco a
poco a partir del Siglo de Oro y, desde el siglo XIX, se aceleró notablemente su
decadencia. Ya hemos visto más arriba cómo la creación de tan solo, en el siglo
XV, provocó una competencia entre las dos variantes reforzadas que se saldó con
el triunfo indiscutible de esta última.
Conviene señalar que, desde muy temprano (siglo XIII), solamente apareció,
al igual que solo, en compañía de la conjunción exceptiva-exclusiva sino, con
valor enfático. Podía preceder o seguir al elemento focalizado:

Enpero, si el fijo omiçidio fiziere, non responda por el, si non tan solamente los
padres, ca ellos deuen pagar las calonnas (Fuero de Zorita de los Canes, 1218-1250,
ed. Rafael de Ureña y Smenjaud).

[…] que si la tu pared se derribare, non farás pérdida, si non en la pared solamente, e si
perdieres el amor del tu amigo, seerte-ha el daño muy grande, que se tornará enemigo e
nunca serás seguro de la su enemistad (Bocados de oro, 1250, ed. Mechthild Crombach).

Este elemento focalizado, tanto en las construcciones enfáticas como en las


no enfáticas, no solo estaba constituido por sintagmas, sino también por grupos
verbales:

Et solamientre que yuren, si quiere yuren en el conceio, si quier en el cabildo de


los alcaldes (Fuero de Soria, 1196, ed. Galo Sánchez).

Aunque, en principio, el adverbio solía incidir directamente sobre el foco, ya


desde mediados del siglo XIII nos encontramos con la posibilidad de que pudiera
actuar también a distancia15:

[...] así commo el elefante que solamente su beldad et su fermosura es en dos lugares:
o en el canpo seyendo salvage o seyendo cavalgadura de los reyes (Calila e Dimna,
1251, ed. J. M. Cacho Blecua y M. J. Lacarra).

Como ha señalado Kovacci (1999), la presencia del adverbio en el ámbito de


la negación, junto al elemento focalizado, dio lugar al coordinante copulativo
correlativo no solo/solamente... mas/sino16. En el siglo XIII aparecen los primeros
ejemplos en que solamente pierde su valor de exclusión en contextos negativos:

15 En realidad, el primer ejemplo es de Berceo (1236), si bien el hecho de que se trate de

un texto poético me hace tratarlo con cierta prevención.


16 Espinosa Elorza (2010: 267 y ss.) pone en conexión esta estructura con el latín NON

SOLUM / TANTUM / MODO... SED / UERUM ET / ETIAM y hace un recorrido por su evolución en
español. A esta autora me remito, pues, para más información sobre este asunto.
324 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

Dixieron que fuese casto por quanto castidad en el prínçipe es una maravillosa
virtud. E non tan solamente aprovecha a los que la tienen mas a todos sus súbditos,
por quanto neçesaria cosa es que los que han de conplazer a alguna persona que
syguan su voluntad e ordenança, e fagan manera de obrar aquellas cosas que saben
que son çercanas a su voluntad, por tal de aver la su gracia e merçed, espeçialmente
de los maníficos príncipes e reys.

Al menos desde el siglo XV, este adverbio adquirió una gran movilidad, pues
podía aparecer directamente detrás de una preposición, abarcando tanto el núcleo
nominal como el grupo preposicional en su conjunto.

E el conde Fernán Gonçález, con solamente su gente, fue para allá e peleó con los
moros, e vençiólos, e mató, e prendió muchos dellos, e tomólos la cavalgada e bolvió-
se a León (P. de Escavias, Repertorio de príncipes de España, 1467-1475, ed. Michel
García).

Fue también bastante normal en el caso de las oraciones subordinadas de infi-


nitivo introducidas por preposiciones o por determinadas conjunciones:

Por ende non tienen semejança de último fin, ca ninguno quiere o desea riqueças
por solamente las tener e por causa de sy mesmas (Rodrigo Sánchez de Arévalo, Ver-
gel de los príncipes, 1454-1457, ed. F. R. de Uhagón).

Esta estructura tan libre se conservó con cierta fuerza hasta finales del siglo
XVIIy es muy probable que en ella hubiera influido la peculiar movilidad del
adverbio solo que, como hemos visto en el apartado anterior, había actuado con
una gran libertad sintáctica desde mucho antes. Puede considerarse entrada en
decadencia a partir del siglo XVIII y, en ese sentido, si aún es posible rastrear
algunas huellas en los siglos XIX y XX, se trata de usos meramente arcaizantes.

1.1.2. Únicamente

Este adverbio de foco comparte con los anteriores el hecho de estar estrechamen-
te vinculado al adjetivo que le sirve de base. Pensemos que, en paralelo con el
adjetivo solo, único, cultismo del siglo XIV, se interpretaba en su origen con un
sentido cuantitativo que implicaba una enfatización informativa17, como han

17 Aunque no solo, pues en realidad tenía en el castellano medieval un doble significado.


Junto a ese significado cuantitativo que nos interesa en este trabajo, existía también el que
podríamos parafrasear como ‘único en su género, excepcional’: “[...] el encuentro de las pie-
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 325

destacado algunos autores para la lengua actual (Fuentes 2009); de ahí que
pueda llegar a emplearse para resaltar un elemento determinado frente a otro u
otros:

...e nuestro señor el rey don Enrrique (Dios mantenga) es padron verdadero e unico
de la dicha abbadia para presentar a ella quando vaca persona ydonea [...] (Documen-
tos notariales, 1395, ed. Luciano Serrano).

Aunque no llegó a desarrollar un valor adverbial de exclusión en sentido


estricto18, paso intermedio sobre el que se formó con total naturalidad el deriva-
do romance del adjetivo solo (solamente), hemos de considerar este sentido
cuantitativo enfatizador la base a partir de la cual se construirá el adverbio foca-
lizador únicamente. El paso del adjetivo, con idea de resalte, al adverbio implica
que se destaque un elemento oracional concreto por encima de los restantes de
un conjunto, con intención expresa de dejarlos excluidos como alternativa. Se
trata de un proceso de gramaticalización casi automático, simultáneo a la propia
constitución morfológica de la nueva unidad léxica; los primeros ejemplos los
encontramos ya entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI:

Y teniendo, sobre todo, en cuenta que mi intención es ser útil a la salud de los
hombres más que demostrar con teorías mi ciencia o mi ignorancia, tampoco me
entremeteré en los síntomas, tanto ostensivos como pronosticativos, sino que pondré
únicamente aquéllos que diferencian la pleuresía epidémica de la no epidémica, por-
que de lo demás muy bien han hablado los antepasados (Diego Álvarez Chanca, 1506,
ed. María Nieves Sánchez).

dras, el rebolvimiento de la tierra e comoçión del aire, componiendo todos aquel único e dis-
corde son tumultuoso que turba e espanta el pastoril coraçón” (Enrique de Villena, Traducción
y glosas de la Eneida, 1427-1428, ed. Pedro Cátedra). Se trataba de una acepción que había
desarrollado ya su étimo UNICUS y que se había transmitido a su vez a la forma adverbial
latina UNICE, ‘de una manera única, exclusiva o excepcional’. Se entiende, pues, que la
forma romance únicamente, casi desde el mismo momento de su aparición, adoptara también
el valor modal del adverbio latino; así se desprende de muchos ejemplos rastreados en los
siglos de Oro: “Este rey Demetrio tuvo por amiga a esta enatmorada Lamia, a la cual única-
mente amó, y largamente dió” (Fray Antonio de Guevara, Epístolas familiares, 1521-1543, ed.
José María de Cossío).
18 O, al menos, no contamos con ejemplos tempranos. Las ocurrencias de un empleo del

adjetivo con marcado carácter adverbial son tardías y no demasiado numerosas. Como en la
lengua actual, este uso parece bastante restringido formalmente: afecta, sobre todo, al adjetivo
en plural precedido por un posesivo. “[...] dejó a Borrell II forzado a contrarrestar con sus úni-
cos esfuerzos toda la avenida de infortunios [...]” (Pau Piferrer, España: sus monumentos y
artes, su naturaleza e historia. Catalunya, 1884, ed. Universidad de Alicante).
326 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

Ese salto inmediato que se da desde el significado cuantitativo propio de la


base hubo de estar influido por la conexión semántica entre los adjetivos solo y
único y la gran difusión que había alcanzado el derivado solamente. El nuevo
adverbio se integró sin demasiados problemas en el paradigma de los focalizado-
res de exclusión, pues aparecía como una variante especialmente formal, muy
adecuada para la redacción de textos cultos.
Desde muy temprano, adquirió, al igual que solo, la orientación negativa
(no...más que) destacada por Santos Ríos (2003) para la lengua actual, orienta-
ción que viene determinada por el contexto en que aparece:

Cuando el Gran Capitan fue á Nápoles era únicamente un secundon de una casa
ilustrísima de Castilla, y por su persona muy bien reputado y estimado [...] (Gonzalo
Fernández de Oviedo, La vida del Gran Capitán, 1497-1515, ed. Antonio Rodríguez
Villa).

Como adverbio focalizador de exclusión, ha podido servir, con bastante éxito,


para fines argumentativos19:

...y las nefarias y malditas costumbres suyas; porque a cada uno mandó Dios de su
próximo, y esto principalmente pertenesce a los príncipes, y entre todos a Vuestra
Majestad. Únicamente por lo cual se les pudo hacer y dar guerra y proseguir por el
derecho della contra los tiranos... (Pedro Sarmiento de Gamboa, Historia de los incas,
1572, ed. Ángel Rosenblat).

En los primeros ejemplos, únicamente tuvo tendencia a anteceder al segmen-


to focalizado, con el que aparecía, además, en contacto directo. No obstante, ya
desde principios del siglo XVII actuó también a distancia, como se puede apreciar
en el siguiente ejemplo, en el que el adverbio, introducido entre el verbo y su
complemento de régimen, focaliza en realidad al complemento circunstancial de
la oración subordinada de infinitivo:

Entablan la conversación: los primeros días tratan únicamente de obligar a los


jugadores con cortesías y lisonjas, dejando a su arbitrio lo que les han de dar por las
barajas [...] (Francisco de Quevedo, Vida de la corte y capitulaciones matrimoniales,
1611, ed. Celsa Carmen García Valdés).

Por la misma época empezó a utilizarse como elemento focalizador no solo


de sintagmas, sino también de oraciones, especialmente oraciones subordinadas:

19 Fuentes (2009) lo considera un operador argumentativo, como solo y solamente.


LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 327

Por que lo que únicamente deseó el Padre Maestro y aprehendió en la primera


ocasión de su impulso, fue, que esta imagen del Señor Cruzifixo de Burgos, como la
más propria, que es de Christo Señor Nuestro pendiente en la Cruz, fuesse adorada y
servida de almas puras, y espirituales en este nuevo Santuario [...] (Bernardo de
Torres, Crónica agustina, 1657, ed. Ignacio Prado Pastor).

Poco a poco, el adverbio fue adquiriendo también la posibilidad de posponer-


se al elemento focalizado:

Rodea, después, á la ciudad, por la parte más superior del Oriente, el más sano y ale-
gre barrio de Chipilapa, de alguna gente española asistido y habitado, y lo más de su po-
blazón á mestizos únicamente reducida [...] (Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán,
Historia de Guatemala o recordación florida, 1690, ed. Justo Zaragoza/Luis Navarro).

Más tardíamente (siglo XIX), y en combinación con el adverbio exclusiva-


mente, pasó a formar parte de una estructura reforzada de focalización, altamen-
te lexicalizada, que podía actuar tanto directamente como a distancia y que se ha
mantenido en la lengua culta hasta nuestros días:

9.ª Que se publicase igualmente que los empleos de cualquiera carrera, cuyo nom-
bramiento corresponda á este Gobierno, serán provistos única y exclusivamente en
aquellos que hubiesen dado pruebas inconcusas de fidelidad [...] (José de Bustaman-
te, Informe sobre los movimientos revolucionarios de San Salvador, 1814, ed. Ricar-
do Fernández Guardia).

Este peligro era el que única y exclusivamente fijaba la atención de los ministros:
el de salvar sus personas antes que la patria, y como Morillo les daba esta seguridad
ya por pertenecer a su confederación [...] (Juan Romero Alpuente, Historia de la
revolución de España, 1831, ed. Alberto Gil Novales).

1.2. LOS ADVERBIOS PURAMENTE, MERAMENTE, SIMPLEMENTE Y SENCILLAMENTE

1.2.1. Puramente

1.2.1.1. El adverbio puramente aparece en el siglo XIII. Entre los primeros testi-
monios ofrecidos por el corpus20 presenta un comportamiento de adverbio modal
y tiene, por tanto, el significado de ‘con pureza’ y, especialmente en el ámbito
religioso ‘libre de pecado’.

20 Me baso fundamentalmente en el CORDE.


328 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

E la uirgen que pura mente biue deue pensar que ella tiene consiguo vn thesoro yn-
conparable & vna joya exçelente (Castigos, 1293, ed. William Plamer y Carig Frazier).

No es de extrañar este primer sentido, pues entronca directamente con la


acepción más extendida del adjetivo puro: ‘libre de mezcla’. Los ejemplos de
este empleo del adjetivo se remontan a los inicios del siglo XIII, aunque no son
sino una continuación de los usos del propio latín bajomedieval que, a su vez,
recogen los usos del latín clásico, como podemos apreciar en los ejemplos
siguientes:

Quod si aliquis homo inde abstulerit pariet libra auri et ipsa ereditate dupplata, et
ad principis terre III libras de auro puro (Escritura de donación, 1084, ed. Manuel
Serrano y Sanz).

...es blanca e fermosa que semeja puro marfil e non ha en [e]lla manziella njnguna...
(Semejanza del mundo, c. 1223, ed. Enrique Jiménez Ríos).

Pero ya en el mismo siglo XIII, en textos incluso anteriores a los que presentan
el adverbio con su valor modal, descubrimos el sentido focalizador que le atri-
buimos en nuestros días.

Ca si puramientre fuesse spirital no lo podrien los legos auer. Ca segund la fuerça del
derecho los legos no han poder por si de entremeter se en las cosas que pertenescen ala
eglesia... (Alfonso X, Primera Partida, 1256-1263, ed. Lloyd A. Casten y John J. Nitti).

Para entender lo temprano de este uso, hemos de remontarnos al propio adjetivo


puro, que en el latín clásico, y en la lengua del derecho, había evolucionado de la
idea de ‘libre de mezcla’ a la de ‘simple, absoluto, sin excepción’21, lo que facilita-
ría a la larga, como veremos, su interpretación con valor de exclusión. En los textos
de Cicerón, por ejemplo, podemos encontrar los términos jurídicos “vadimonium
purum” (‘la simple promesa’22) o “iudicium purum” (‘sentencia simple, sin reser-
vas’23). A esto hay que añadir que los adverbios latinos PURE y PURITER, aún en el
ámbito jurídico, habían tomado también este sentido especializado de PURUS24.

21
Theil (1929).
22
“[...] defendant sometimes giving a promise only (vadimonium purum), sometimes a
promise supported by sureties, in other cases a promise on oath” (Roby, H. J., 1830-1915:
337).
23
Theil (1929), Gaffiot (1934).
24
Theil (1929): “absolument, sans exception; sans restriction ni réserve; purement et sim-
plement”. Santos Río (2003) señala para los textos jurídicos actuales un sentido parafraseable
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 329

Esta evolución del adjetivo PURUS hemos de vincularla a la experimentada


mucho antes por su sinónimo MERUS, que había pasado por una etapa similar
(‘simple’, ‘absoluto’25) para llegar a expresar en la lengua general, en una etapa
posterior, un valor adverbial con idea de exclusión idéntico al del adjetivo solo
(vid. 1.1.1.1.), como se desprende, por ejemplo, de la famosa frase ciceroniana
“merum bellum loqui” ‘hablar solo de la guerra’26, lo que nos revela que las
bases de los adverbios de focalización derivados en -mente se hallaban en estre-
cho contacto mucho antes del nacimiento de la lengua romance. En el propio
latín, pues, se desarrolla ya un proceso de gramaticalización del adjetivo, que
supone su paso de calificativo a intensional27, proceso fundamental para explicar
lo sucedido con su sinónimo y, posteriormente, con los derivados adverbiales de
ambas bases.
Aunque en latín clásico no se había llegado a difundir por la lengua general
un significado de exclusión similar al que había adquirido mero, es muy posible
que, influido por este último, el adjetivo puro se hubiera acercado a él, en mayor
medida, a lo largo del periodo del latín postclásico; de ahí que podamos encon-
trar, en determinados textos latinos bajomedievales, combinaciones con los adje-
tivos MERUS y SIMPLEX, todos antepuestos, con carácter enfatizador, para indicar
en último término que algo es exactamente lo que se dice y nada más:

Incipiens igitur a capite, abbati predicti loci dedi precipiendo specialiter in manda-
tis ut super predictis articulis de se et de cellerario predicto puram et meram in verbo
Dei diceret veritatem (Ordenanza del obispo de Burgos, 1218, ed. Marius Férotin)28.

como “sin condición, excepción, restricción, carga ni plazo” en contextos que suponen compro-
misos. Es un sentido intermedio que encontramos también desde el mismo siglo XIII: “[...] et el
ayuda et el emparamiento que nos le fazemos agora, a nos feyta donacion puramente entre
vivos del Regno de Murcia con su carta” (1296, Requerimiento al infante D. Alfonso de Portu-
gal para que reconozca al rey de Aragón como rey de Murcia, ed. A. Giménez Soler); “[...] dolo
e fago donación puramente sin alguna condición a la dicha eglesia de Santa María de Guadalu-
pe por devoción que é en la dicha eglesia” (1362, Carta de venta, ed. Pedro Sánchez-Prieto).
25 “Diogenem postea pallium solum habuisse, et habere Ulixem meram tunicam, pileum

ideo non habere une simple tunique [...]”, vid. Theil (1929).
26 Theil (1929).
27 Para el concepto de adjetivo intensional y su conexión con el adverbio, vid. Demonte

(1999).
28 Vid. también, por ejemplo, los textos del proceso a los templarios (1312) recopilados

por Michelet (1851): “[...] quod super omnibus predictis articulis et singulis eorumdem dicant
puram et simplicem veritatem tam de se ipsis quilibet ut principalis, quam de aliis sicut testis”.
“[...] dixit per juramentum suum quod non, sed puram et meram veritatem dixerat sine falsita-
te”. La combinación con estos adjetivos es fundamental, como especifico en los apartados
siguientes.
330 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

Este significado del adjetivo latino bajomedieval lo heredó muy pronto el


castellano (siglo XIII), sin aparentes restricciones diastráticas:

[...]
ca ellos todavía mayor preçio sacavan
quando por pura fuerça lo ageno ganavan
(1240-1250, Libro de Alexandre, ed. Jesús Cañas).

De este carácter intensional de puro surgió directamente el valor de focaliza-


ción que encontramos en puramente. Las conexiones entre puro, mero y solo, ade-
más, hubieron de contribuir a que el derivado de este último, solamente, empleado
ya como focalizador desde el siglo XII (vid. 1.1.1.2.), terminara ejerciendo una
importante influencia en la configuración temprana del nuevo adverbio de foco.
Como se desprende del ejemplo correspondiente a la Primera partida de
Alfonso X el Sabio, recogido más arriba, el adverbio de foco puramente adquirió
una gran movilidad sintáctica desde sus orígenes y podía actuar tanto en contac-
to con el segmento focalizado como a distancia (“Ca si puramientre fuesse spiri-
tal...”) e incluso introducirse entre los sintagmas del propio segmento focalizado:

Alcalde non iudgue otra cosa sino lo que la carta puramientre ditare E saber es
que si algun alcalde otra cosa iudgare. si non lo que la carta puramientre ditare. o
iudicio desti libro querra peciarpeche. c. aureos. alfonsinos... (Carta de población de
la ciudad de Santa María de Albarracín según el códice romanceado de Castiel,
c. 1300, ed. Carlos Riba y García).

Contrariamente a lo que parece suceder en el español de nuestros días, en el


que el adverbio no se pospone al afectado (Santos Río 2003), la lengua antigua
se mostraba más tolerante ante este tipo de construcción oracional. En el origen
solía añadirse un complemento preposicional que especificaba algún elemento
que quedaba excluido y que se consideraba especialmente relevante, aunque más
adelante este elemento fue desapareciendo:

Otrossi peche C morauedis judez o alcalde qui otra cosa iudgar sino lo que man-
dar la carta puramientre sin otro aiuntamiento (Fuero de Béjar, c. 1290-1293, ed.
Juan Gutiérrez Cuadrado).

Conviene señalar que, a lo largo de la historia, este adverbio tendió a amalga-


marse con otros adverbios focalizadores para crear estructuras de refuerzo.

1.2.1.1.1. La más esperable debido a la conexión etimológica entre los adjetivos


de base, pura y meramente, se remonta al siglo XVII, pero, curiosamente, no tuvo
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 331

demasiado éxito; no se usó con demasiada frecuencia y apenas llegó a superar el


límite del siglo XVIII.

...que vayan sueltas, puras, limpias, sin carga ni peso de las cosas de acá abajo, sino
pura y meramente spirituales, llevando consigo estas dos alas de fee y confianza [...]
(San Juan Bautista de la Concepción, El recogimiento interior, a1613, ed. Juan Pujana).

1.2.1.1.2. La combinación con simplemente (vid. 1.2.3. a continuación) dio lugar


a la expresión pura y simplemente29 que, con valor focal, hemos de considerar
relativamente tardía en castellano. Su origen remoto se halla en la cercanía
semántica que habían adquirido las bases adjetivas PURUS y SIMPLEX. Desde la
época clásica, estos dos adjetivos aparecen combinados para designar una reali-
dad libre de toda mezcla 30; posteriormente, siguiendo la evolución de PURUS
hacia un sentido intensional, esta combinación de unidades comenzará a antepo-
nerse más frecuentemente al sustantivo para transmitir un sentido de exclusión,
tal y como había sucedido también con la combinación entre PURUS y MERUS31.
De ahí que a finales de la Edad Media, y ya en español, nos podamos encontrar
algunos ejemplos ambiguos en que se recuerda ese valor intensional:

Pues, si nuestro Señor Dios, seyendo en su esencia simple y puro espíritu libre de
toda composición y corporeidad, se quiso así figurar y dar a conocer... (Fray Hernan-
do de Talavera, Católica impugnación del herético libelo maldito y descomulgado,
1487, ed. Francisco Martín Hernández).

29 Santos Río (2003) señala que se trata de una expresión repetida, con rigidez en el orden,

“de carácter en cierto modo enfático y retórico y posiblemente emotivo”.


30 Los ejemplos son numerosos. En la Farsalia de Lucano podemos encontrar el siguien-

te: “Usque in interiora , pura et simplex terra est, sine ulla inetalli admixtione” (Lemaire (ed.):
M. Annaei Lucani, Pharsalia, París, 1832, p. 348). En su sentido primigenio, la cercanía entre
estos adjetivos puede apreciarse en el propio castellano medieval: “Non es virtut que mas que-
rria / ser perfecta mera e pura / simple sin otra mesura / que la liberalidat vera” (1430-1460,
Cancionero castellano de París, ed. Fiona Maguire).
31 Es interesante el empleo de la combinación de purus y simplex en Bernardo de Claraval

(purus et simplex intellectus, vid. Mabillon (ed.): Sancti Bernardi abbatis Clarae Vallensis,
Opera omnia, París, 1839, tomos III y IV, p. 2920) o Juan Duns Escoto –purus et simplex
homo, con el sentido de ‘hombre ordinario’, como muy bien recuerda Roques (1978: 270)–.
También SIMPLEX se combinaba con PURUS en los mismos contextos que hemos visto en el
caso de MERUS. En los documentos que recopila Michelet (1851) acerca del proceso a los tem-
plarios (1312) podemos leer lo siguiente: “quod super omnibus predictis articulis et singulis
eorumdem dicant puram et simplicem veritatem tam de se ipsis quilibet ut principalis, quam
de aliis sicut testis”.
332 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

No obstante, no se creó en nuestra lengua una estructura rígida como en fran-


cés, donde encontramos un pur et simple32 del que se derivará, en el siglo XVI, un
purement et simplement, con el sentido focalizador que nos interesa, en cuya fija-
ción formal debió influir también la expresión latina PURE ET SIMPLICITER, existen-
te, al menos desde la Baja Edad Media, y extendida sobre todo por los textos jurí-
dicos con el significado de ‘sin condición’. En español, pura y simplemente
aparece de modo esporádico desde el siglo XV, sobre todo con valor modal o como
traducción de la expresión jurídica latina postclásica a la que acabo de referirme:

...acordaron que el dicho papa Benedicto debía ser requerido, así por los dichos mis
embajadores en mi nombre como por parte de los reyes de Aragón e Navarra e por los
condes de Armeñaque e de Fox, que pura e simplemente ficiese la dicha renunciación
[...] (Jerónimo Zurita, Anales de la Corona de Aragón, 1579, ed. Ángel Canellas
López).

Con valor de focalización es muy raro. De hecho, solo se encuentra en un


texto del siglo XV, lo que nos informa de que se trataba de un sentido potencial
ligado al uso adjetivo que no llegó a arraigar en la lengua general hasta mucho
más tarde:

El qual es / o de pena eterna / o de mal o culpa non incurre omne alguno sin razon.
Los males tenporales non son pura/ y simple mente males / pues por ellos puede omne
ganar otro mayor bien si virtuosa mente los rescibe (A. de Cartagena, Traducción del
“Tratado que demuestra que no es dañado alguno sino por sí mismo” de San Juan
Crisóstomo, a1456, ed. Hispanic Seminary of Medieval Studies).

Hemos de esperar, en efecto, hasta el siglo XVIII para que se produzca esta
fijación en la lengua, aunque su verdadera extensión por ella es aún más tardía
(siglo XIX):

Cuando el capital social se elabora pura y simplemente con el trabajo social no


retribuido, y que esta retribución es únicamente la parte que sobra o se distribuye de
la tarea colectiva, le condición de estas épocas y de estas sociedades ha sido siempre
–con caracteres más o menos violentos– una condición de servidumbre (Nicomedes
Pastor Díaz, Los problemas del socialismo, 1848, ed. José Luis Prieto Benavent).

1.2.1.1.3. La variante pura y llanamente, que cita, entre otros, Santos Río (2003)
para la lengua actual, tiene su origen, a mi modo de ver, en la variante latina post-

32 Rey (1996). De hecho, en español el orden más frecuente era simple y puro, no necesa-

riamente puro y simple.


LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 333

clásica PURE ET PLANE , extendida por los textos jurídicos medievales con el
mismo sentido que PURE ET SIMPLICITER33. Como traducción de ese significado
jurídico aparece en el siglo XV:

Ca desde agora, por expreso e verdadero pacto e consentimiento e de una volun-


tad pura e llanamente syn condiçión nin contradiçión e sospecha alguna, aprovamos a
los dichos nuestros juezes, árbitros arbitradores [...] (Carta de compromiso, 1488, ed.
Carmelo Luis López y Gregorio del Ser Quijano).

Pero habrá que esperar hasta el siglo XX para que, influida, probablemente,
por pura y simplemente, adquiera su valor de focalización:

...y la verdadera razón, si no la única de que nuestra oración deje de ser eficaz, es pura
y llanamente PORQUE ANDAMOS VACILANDO... (C. M. de Heredia, Una fuente
de energía, 1932, ed. Herder).

1.2.1.1.4. En cuanto a pura y exclusivamente, surge como focalizador a medida-


dos del siglo XIX, de modo directo, sin pasar por estadios intermedios y sin que
sea posible atribuirle un origen latino particular; quizá en este caso no sea desca-
bellado, como afirma Santos Río (2003), pensar en un cruce entre sola y exclusi-
vamente y pura y simplemente:

...que el capital era una creación de origen pura y exclusivamente societario, y que era
precisa la acción colectiva de la sociedad... (Nicomedes Pastor Díaz, Los problemas
del socialismo, 1848, ed. José Luis Prieto Benavent).

1.2.2. Meramente

Este adverbio apareció relativamente tarde en español, al menos si lo compara-


mos a su sinónimo puramente. Los primeros testimonios son de finales del siglo
XV, y presentan ya el valor focalizador que le atribuimos en nuestros días:

33 Sirva como ejemplo el siguiente texto de 1270: “...quod dilectus et proximus consan-
guineus noster Theodericus dictus Bertolt vir nobilis de Oye pure et plane reconciliatus est
cum civitate Coloniensi [...] (tomado de Leonard Ennen, Quellen zur Geschichte der Stadt
Köln, 1867, Köln, M. Du Mont-Schauberg, p.5). En otro texto del mismo documento (p.1),
correspondiente también al año 1270, se encuentra la variante pure et simpliciter para referirse
a una realidad idéntica (“[...] nos cum Johanne dicto Cranz opidano Susatiensi fratre Gerardi
dicti Cranz nostri concivis pure et simpliciter reconciliati sumus super omni discordia [...]”).
334 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

La causa aquesta es entre personas meramente laycas, y sobre censales, que son
cosa profana (Fernando al doctor de Medina tratando de diversos asuntos, 1487, ed.
Antonio de la Torre).

Que entre directamente en la lengua como adverbio de foco de exclusión no


resulta sorprendente si tenemos en cuenta lo que se ha puesto de manifiesto en el
apartado anterior acerca de la evolución en latín clásico del adjetivo que le sirve
de base. Es de suma importancia señalar aquí que el adjetivo mero nunca adqui-
rió en castellano el significado primario de ‘sin mezcla’ existente en su origen
etimológico, a pesar de que aún podemos encontrarlo, esporádicamente, en los
textos latinos medievales34; solo heredó su valor intensional. Es, pues, este últi-
mo valor de MERUS el que permite la adopción del valor de focalización en el
mismo momento de la construcción del derivado en -mente.
En la explicación de la formación tardía de meramente no podemos dejar de
lado, además, las restricciones diastráticas a las que se vio sometido el adjetivo
mero en los primeros siglos de su andadura. Se trata de un cultismo que, como
muy bien señalan Corominas y Pascual (1980-1991), formó parte del ámbito
jurídico durante buena parte del periodo medieval. De hecho, lo encontramos
únicamente en las expresiones “mero imperio” y “mero y mixto imperio”, que
proceden de la distinción previa que hace el Digesto de Justiniano (2.1.3) entre
“mero imperio” y “mixto imperio” reelaborados por la doctrina posterior35. Des-

34 “Et abeatis inter eos omni tempore negotium rectum, et mercatum perfectum, et mone-
ta una et mera sine mutacione, et sine aliqua falsitate; [...]” (Carta de población de Cardona,
986, 1848, ed. Tomás Muñoz y Romero). No encuentro ningún ejemplo en español de mero
con el significado de ‘sin mezcla’ antes del siglo XVI.
35 “Como síntesis, la opinión de la iuspublicística medieval –en el horizonte la definición

de Bartolo– acepta la siguiente contra-distinción: el mero imperio sería el conjunto de compe-


tencias coercitivas del ‘iudex’ atinentes a la utilidad pública y que, por tanto, podría ejercer de
motu proprio (officium nobile iudicis expeditum republica utilitatem respiciens), señalada-
mente el ‘condere leges et statuta’ y también el ejercicio de sus atribuciones penales (potestas
gladii ad animadvertendum facinerosos homines); el mixto imperio todo poder regular de con-
ceder o autorizar, esto es, todas las competencias coercitivas que el ‘iudex’ esté facultado a
realizar dirigidas a la consecución de una utilidad particular (quod officio iudicis nobili exce-
cetur privata rescipiens utilitatem) como, por ejemplo, los interdicta, las restituciones in inte-
grum, las missiones impossesionem, las stipulationes praetoriae [...]. A los efectos prácticos
que aquí nos interesa, ambos términos fueron recibidos por el derecho castellano a través de
las Partidas y en la diplomática del siglo XVI la expresión mero e mixto imperio, atendidas las
potencialidades de la definición anterior que pervive, designa la jurisdicción transferida a
señores de vasallos en sentido amplio o, lo que es lo mismo, que la transferencia se había rea-
lizado al mayor grado posible con las limitaciones o ‘reservas’ impuestas por el derecho terri-
torial” (López Díaz 1997: 110, nota 52).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 335

pués se extendería para designar también una figura judicial concreta: la del
“juez mero ejecutor”.

E quiero y es mi merçed que de aquí adelante los vezinos e moradores del dicho
lugar ayades por vos e sobre vos alcaldes, alguaziles, rregidores e forca e çepo e justi-
çia e jurisdiçión çevil e criminal, alta e baja, e mero e misto ynperio; [...] (Juan II
exime al lugar de El Tiemblo de la justicia, jurisdicción y señorío de la ciudad de
Ávila, 1445, ed. Gregorio del Ser Quijano).

Solo en el siglo XV, en esa época en que se favorecía especialmente la intro-


ducción de cultismos, ya sean estos léxicos o semánticos, empieza a usarse el
adjetivo con el valor intensional propio de su étimo latino, frecuentemente en
expresiones como la mera voluntad, la mera liberalidad, etc., si bien todavía
dentro del ámbito jurídico. Fuera del campo del derecho es poco frecuente; lo
encontramos, por ejemplo, en un texto del marqués de Villena:

& voluntad que ame sus justificaçiones & ley ponjendo en medio la mera fisical doc-
trina (Enrique de Villena, Los doze trabajos de Hércules, 1417, ed. Francisco Gago
Jover).

Meramente tendrá también, al igual que su base, un carácter culto, lo que


hace que se utilice de modo bastante restringido hasta el siglo XVII. Precisamente
en los dos primeros siglos de su andadura este adverbio se caracteriza por una
cierta rigidez sintáctica; se presenta siempre antepuesto al segmento focalizado,
normalmente un adjetivo, un sustantivo o un sintagma preposicional, sobre el
que actúa de forma contigua. A finales del siglo XVII pasa a focalizar oraciones, y
solo empieza a actuar a distancia a partir del siglo XVIII:

Otros meramente le defienden de los errores contra la fe, que con verdad, o sin
ella, se le imputan (Benito Jerónimo Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, 1745, ed.
CORDE).

La tendencia a la anteposición es constante a lo largo de toda la evolución del


adverbio, tendencia que parece mantenerse en nuestros días (Kovacci, 1999).
Los ejemplos de posposición son muy escasos y podrían interpretarse, quizá,
como intención estilística por parte de determinados escritores:

Se van nuestros inmortales a dar una vuelta por el distrito, v. gr., o a darse tono en
el pueblo meramente, o a bañarse o a lo que sea, y vuelven a Madrid muy morenos,
oliendo a tomillo, sanos y frescos... y con un cargamento de provincialismos gratuitos
(Leopoldo Alas “Clarín”, Apolo en Pafos, 1887, ed. Adolfo Sotelo Vázquez).
336 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

1.2.3. Simplemente

En la formación del adverbio de foco simplemente hemos de tener en cuenta, en


primer lugar, la variante postclásica SIMPLUS, étimo directo de nuestro adjetivo
simple (vid. DECH), que había adquirido un valor de unicidad muy similar al
que mostraban los adjetivos SOLUS o UNICUS (Theil, 1929, Gaffiot, 1934)36. Pero
no podemos olvidar, además, la influencia semántica que pudo haber ejercido su
variante clásica SIMPLEX, sobre todo a través de los textos cultos latinos; esta
forma, como tuve ocasión de apuntar en los apartados anteriores (vid. 1.2.1.1.2),
había desarrollado un sentido intensional que, a lo largo de la Edad Media, entró
en estrecha conexión con el significado también intensional de los adjetivos
PURUS y MERUS para expresar una idea conjunta de exclusión (‘algo es exacta-
mente lo que dice y nada más’).

Hanc igitur longitudinem meram et simplicem, si tibi placet, lineam vocemus:


hoc enim nomine a doctis multis appellari solet37.

Se entiende, pues, que el adjetivo castellano simple, desde muy temprano,


haya podido asumir este mismo sentido de exclusión (reforzado por la idea de
unicidad heredada del propio étimo latino), que en algunos casos llega a inter-
pretarse con un valor adverbial muy similar al que había tenido el adjetivo solo
(vid. 1.1.1.1.). Contrariamente a lo que sucede en nuestros días, podía aparecer
pospuesto al sustantivo:

...que nengun omne sobre este debdo les mouiesse & de aquesto fuesen creydos por
su palaura simple el obispo & el cabillo, sacado este caso: que si Garci Gilez... (Reso-
lución de pleito, 1239, ed. R. Menéndez Pidal).

De este valor se deriva el sentido focalizador de exclusión del adverbio en


-mente. Se trata de una evolución semántica bastante rápida, casi simultánea a la
consitutición de un simplemente con valor modal, que es el que prevalece en los
primeros ejemplos, como en este de mediados del siglo XIII:

Mas los que se acompannassen con el que no fuessen descomulgados desta mane-
ra. mas simplemientre. cuemo si dixiesse el prelado. yo descomulgo a fulan por tal

36 De ahí que en su forma sustantiva pudiera interpretarse con idea de exclusión: simplum
solvere (‘pagar únicamente la cantidad adeudada’).
37 A. de Hipona, La grandezza dell’anima = De quantitate animae, Introduzione, tradu-

zione et note a cura di Riccardo Ferri, Palermo, Officina di Studi Medievali, 2004, p. 56.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 337

yerro que fizo (Alfonso X, Primera partida, 1256-1263, ed. Lloyd A. Kasten y John
J. Nitti).

En esa misma centuria encontramos algunos usos en que simplemente, situa-


do en posición final, actúa de forma contigua sobre sintagmas nominales para
indicar que algo recibe una denominación básica, lo que permite deducir que se
excluye cualquier otra denominación38:

A las otras carnes que non quemavan, mas que las adobavan cochas e assadas
dond comiessen los clérigos e los otros del linage de Leví, e los que ofrecién ell ani-
malia e los sirvientes, llamávanlos sacrificio simplemientre (Alfonso X, General
Estoria, c. 1275, ed. Pedro Sánchez Prieto-Borja).

La interpretación como adverbio de focalización se puede apreciar con mayor


rigor cuando se niegan los miembros de la clase excluidos por el segmento foca-
lizado:

Catad esta nuestra traslacion por cada palabra. porque podades connoscer que yo pero
que ennadi y; que non acrescente y nada. Mas que por el fiel testimonio simplemien-
tre assi como sie en ell ebraygo; que traslade esta estoria de ebraygo en latin (Alfonso
X, General Estoria, c. 1275, ed. Pedro Sánchez-Prieto Borja).

A partir del siglo XIV, se extiende a contextos más amplios y puede antepo-
nerse ya a su foco, que no solo está constituido por sintagmas, sino también por
oraciones:

...pero si entiende tan solamente baptizar varón e non muger, non es baptizado si es
muger; (si) simplemente la baptizó non cuydando de lo uno nin de lo ál, baptizado es
(Pedro de Cuéllar, Catecismo, 1325, ed. José-Luis Martín y Antonio Linage Conde).

Al menos desde el siglo XVI es posible que el adverbio ejerza su influencia


también a distancia, al tiempo que se vuelve más frecuente:

38 Frente a otros términos usados antes en el texto para designar “sacrificios”: víctima,
hostia, holocausto. No descarto un valor enunciativo de base, entendido, según Fuentes Rodrí-
guez (2009: 19) como el que afecta “a la enunciación, a la construcción del decir del hablan-
te”. De hecho, el adverbio simplemente había adoptado también, ya en esa época, este valor
enunciativo, que resulta claro en otros ejemplos (entraría en lo que Kovacci (1999) ha denomi-
nado también adverbios enunciativos con función metalingüística), como el siguiente: “En el
latino le dezimos Número, o el Libro de los números o los Números simplemientre (c. 1275,
Alfonso X, General Estoria, ed. Pedro Sánchez Prieto-Borja).
338 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

La señal y testimonio simplemente quiere manifestar la cosa señalada, para lo


qual conviene que alguna cosa sea señalada y manifiesta (Traducción de Tirante el
Blanco, 1511, ed. Martín de Riquer).

1.2.4. Sencillamente

Este adverbio, como focalizador, aparece relativamente tarde en español, lo que


quizá pueda explicarse, en parte, por el hecho de tratarse del derivado de un adje-
tivo que, contrariamente a los anteriores, no se había interpretado con valor
intensional. Sencillo, procedente de SINGELLUS, diminutivo de SINGULUS (DECH),
entró en español en el siglo XIII con el significado etimológico de ‘uno’, que se
oponía literalmente a doble:

Non sabes tu que el sennorio de Dios es doblado e el del sennor terrenal es senzi-
llo, ca el de Dios es sobre el alma e sobre el cuerpo; e el del sennor terrenal es sobre el
cuerpo e non sobre el alma... (Castigos e documentos para bien vivir ordenados por
el rey Sancho IV, 1293, ed. Agapito Rey).

Posteriormente, se usó con el significado de ‘sin composición’, es decir,


‘constituido por una sola cosa’, lo que acentuaba su proximidad semántica con
simple39, y permitía oponerlo a compuesto40. De ahí la idea de ‘elemental, sin
artificio, etc.’, que también presentaba su sinónimo simple. No obstante –y a
pesar de la evolución experimentada por este último–, sencillo no llegó a dar el
salto a un sentido intensional con idea de exclusión.
Los primeros ejemplos del adverbio sencillamente se remontan a finales del
siglo XV y principios del siglo XVI, y nos muestran, sobre todo, y como es espera-
ble, un significado modal que podríamos parafrasear como ‘de modo sencillo,
natural, sin artificios’41:

39 Recordemos que simple contenía también el valor de unicidad de su étimo SIMPLUS.


40 Por ejemplo en los números: “De los cuentos non pares los unos son sinples e senzillos,
los otros compuestos, los otros medianos” (1450, Las etimologías romanceadas de S. Isidoro,
ed. Joaquín González Cuenca).
41 El ejemplo más antiguo, sin embargo, no me parece adverbio modal, sino adverbio de

la enunciación: “Scribere. es senzillamente con la pluma o calamo escriuir. Conscribere. o


muchas cosas o iuntamente con otros escriuir. Exscribere. es transladar lo que era por otros
escripto” (1490, A. de Palencia, Universal vocabulario en latín y romance, ed. Gracia Lozano
López). Por su aislamiento cronológico, cabría considerar que se trata de una contaminación
temprana con simplemente que no tuvo mayores repercusiones en la lengua.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 339

E llamo simplicidad a lo que el gramático atribuye tal verbo, que es decir sencilla-
mente, sin lagotería ni lisonjas, lo que hace al caso (G. Fernández de Oviedo, Historia
general y natural de las Indias, 1535-1557, ed. Juan Pérez de Tudela).

El salto a adverbio focalizador supone un proceso de gramaticalización den-


tro de la propia categoría adverbial en el que hubo de influir, sin duda, el uso de
simplemente con esta misma función. Los primeros ejemplos en los que pode-
mos afirmar con cierta claridad que se ha superado el sentido modal primitivo
son muy escasos y se remontan al siglo XVII. Es significativo que, al igual que
sucedía con simplemente, aparezca primero en contextos denominativos, aún con
un cierto valor enunciativo:

Alguna dificultad se ofrece en la patria y suelo natural de este insigne varón, por-
que los autores extranjeros le llaman sencillamente hispano (Rodrigo Caro, Varones
insignes en letras de Sevilla, a1647, ed. Luis Gómez Canseco).

El uso como adverbio focalizador no fue nada abundante, sin embargo, hasta
el siglo XIX42. Solo a partir de esta fecha podemos considerar que se ha integrado
y se ha extendido por el uso lingüístico, aunque nunca haya llegado a alcanzar al
resto de los miembros de esta clase adverbial en lo que respecta a su índice de
frecuencia43. De hecho, podemos considerar que su valor focalización de exclu-
sión es, más bien, accesorio.

...pero que debe considerarse como el edificio de más importancia, no por la dificul-
tad de su construccion, ni por su elegante aspecto arquitectónico, sino sencillamente
por el objeto que guarda, la locomotora, en cuyo bien dispuesto aparato se han de reu-
nir los gérmenes del movimiento... (Eusebio Page, El ferro-carril, 1881-1883, ed. G.
Estrada).

1.3. LOS ADVERBIOS NO MÁS Y NADA MÁS

1.3.1. El origen hemos de situarlo en el uso libre del adverbio comparativo más
en oraciones negativas introducidas por no (no... más), que ya permitía focalizar
el segundo término de la comparación (precedido de que o de) y excluir, en con-
secuencia, el resto de los miembros posibles de una clase. Los primeros testimo-
nios se remontan a los inicios del castellano, como demuestra el siguiente ejem-
plo del Poema de Mio Cid:

42 Los ejemplos que podrían interpretarse en ese sentido son escasísimos.


43 Es significativo que no recoja este valor focalizador Santos Río (2003).
340 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

–¡Oíd, mesnadas, sí vos vala el Criador!


Yo de que fu rey non fiz más de dos cortes,
la una fue en Burgos e la otra en Carrión...
(Poema de Mio Cid, c. 1140, ed. Alberto Montaner).

En un primer momento, la amalgama no más se presenta aún como una


estructura relativamente libre de valor comparativo (aunque omita el segundo
término de la comparación), para marcar el límite de una determinada cantidad,
límite que no se puede sobrepasar:

Otro día mañana piensan de cavalgar,


es día á de plazo, sepades que non más;
a la sierra de Miedes ellos ivan posar
(Poema de Mio Cid, c. 1140, ed. Alberto Montaner).

Muy pronto se creó una estructura que, precedida por la conjunción y, empezaba
a mostrar un cierto grado de fijación; se colocaba al final de la oración con la mis-
ma idea limitadora, en ocasiones actuando a distancia sobre el segmento limitado:

...mas pueda dar de otras cosas tanto quanto ualíe la ueyntena part de lo quel tomó, et
non más (Alfonso X, Fuero Real, 1251-1255, ed. Azucena Palacios Alcaine).

Ya a finales del siglo XIII encontramos ejemplos en que este no más de valor
comparativo abandona su función oracional y, prescindiendo de la conjunción y,
empieza a focalizar sintagmas nominales de forma contigua, generalmente pos-
puesto:

E cuenta maestre Pedro, e assí es, que esta lumbrera era en la tienda ó el candele-
ro que vos dixiemos que fuera puesto en la cámara de los sacrificios después de la
entrada de la tienda, e de noche ardién ý VII lámpadas, e de día cuatro non más, e que
eran las mechas de yuncos (Alfonso X, General Estoria, c. 1275, ed. Pedro Sánchez
Prieto-Borja).

Frente al uso oracional, precedido de la conjunción y, este último uso es muy


poco frecuente durante la Edad Media; se puede decir, por tanto, que esta estruc-
tura experimentó un lento proceso de gramaticalización. De hecho, no siempre
es fácil determinar cuándo desaparece el valor puramente comparativo y se
adquiere el valor de focalización. En todo caso, entró en verdadera competencia
con la estructura precedida por la conjunción y a partir del Siglo de Oro:

El primer señor de Tezcuco se llamó Tlaltecatzin, y governó a los de Tezcuco


ochenta días no más (1576-1577, Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de
las cosas de Nueva España, ed. Juan Carlos Temprano).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 341

...y otros no comían hasta el mediodía, una vez nomás, y en la noche no gustavan
cosa alguna, aunque fuese agua... (Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de
las cosas de Nueva España, 1576-1577, ed. Juan Carlos Temprano).

Su empleo empieza a decaer en España a partir del siglo XVIII, aunque queda
anclado, con gran fuerza, en las variedades americanas:

No teniendo caballo
en burrita nomás sé andar,
no sabiendo castellano
en quichua nomás sé cantar
(Cancionero tradicional picaresco, 1974, ed. Diana Bellessi y Noemí Díez).

1.3.2. La aparición del adverbio nada, en oraciones negativas de exclusión como


la recogida al inicio de este apartado (no...más), supone un refuerzo de carácter
expresivo que ya se presenta esporádicamente entre los siglos XIII y XV44:

E Ellos fueronse derecha mente ala puerta del castillo mas de dentro del hera muj
escuro E grande E no podia ver ome nada mas de quanto veya (Traducción de Lanza-
rote del Lago, c. 1414, ed. Harvey Sharrer).

No obstante, su uso no se generaliza hasta el siglo XVI. Todavía haciendo


explícito el segundo término de la comparación, empieza a admitir otros intro-
ductores de negatividad, como la preposición sin:

...y desenvolviéndose y poniéndose en actu aquel ovillo encogido, liado, dormido y


callado, sin hacer nada más de estar aparejado para cuando lo quisieren desenvolver y
desliar... (Fray Bartolomé de las Casas, Apologética historia sumaria (1527-1550, ed.
Vidal Abril Castelló et al.).

Pero el paso más importante hacia la gramaticalización-lexicalización de la


estructura nada más se produce en el siglo XVII, cuando la encontremos combi-
nada con sintagmas nominales en oraciones afirmativas sin rastro alguno de su
antiguo valor comparativo. En este salto a su gramaticalización definitiva no está
excluida la influencia de la variante más antigua no más, ya bastante difundida
por la lengua, como hemos visto:

44 Contamos con un único ejemplo del siglo XIII: “...mas, si me lo defiende poblado nin
yermo, / tenerme ýa por nada, más que vn seco ensierto” (Libro de Apolonio, c. 1240, ed.
Dolores Corbella). De ahí saltamos directamente al siglo XV, con testimonios muy escasos.
342 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

...diciéndole por escrito o con la mano que a los que acaban en a, e, o se añade la s
nada más, señalándosela con el dedo (Juan Pablo Bonet, Reducción de las letras y arte
para enseñar a hablar los mudos, 1620, ed. Jacobo Orellana y Lorenzo Gascón).

Del mismo siglo XVII, aunque se generalizará en el uso a partir de la centuria


siguiente, es la creación de la variante y nada más –que suele aparecer pospuesta
al segmento focalizado– probablemente como refuerzo también de la estructura
más antigua e(t) non más (y no más), conservada en la lengua hasta nuestros días.

Ningún labrador que por su persona trabajare o hubiere trabajado, aunque ya labre
con sus quinteros, no siendo hijosdalgo, puede traer en su vestido más de una sola
vestidura de seda, como un jubón, o un sombrero y nada más (Lope de Deza, Gobier-
no político de agricultura, 1618, ed. Ángel García Sanz).

1.4. CONCLUSIÓN

La formación en español de los adverbios de foco solo, solamente y únicamente


se produce en distintos momentos de la historia del español, pero los tres están
estrechamente relacionados. El punto de partida se encuentra en la peculiar evo-
lución, desde el propio latín clásico, del adjetivo solo que, partiendo de un sig-
nificado cuantitativo con carácter enfatizador, había desarrollado un valor
adverbial de gran éxito en los primeros siglos de andadura de la lengua roman-
ce. Este valor adverbial del adjetivo solo contenía ya la idea de exclusión que
heredarán, de modo bastante natural, los adverbios solo y solamente ya a finales
del siglo XII.
La introducción en el siglo XIV del adjetivo único, dotado del mismo valor
cuantitativo enfatizador que el adjetivo solo, permitió que, un poco más tarde, a
finales del siglo XV –y gracias, en parte, a la influencia ejercida por solo y sola-
mente– el derivado únicamente se integrara de pleno derecho en el paradigma de
los adverbios de foco de exclusión, en el que se ha podido mantenerse como
variante formal hasta nuestros días.
En cuanto a puramente, meramente, simplemente y sencillamente, conforman
también un grupo de palabras estrechamente relacionadas: las tres primeras tie-
nen en común el hecho de partir del significado de los adjetivos latinos y roman-
ces que les sirven de étimo y de base respectivamente; estos adjetivos habían
sufrido ya en el propio latín un proceso de gramaticalización hacia un valor
intensional, lo que permitía que se combinaran en los textos latinos postclásicos
y, desde muy temprano, también en los textos romances medievales con la inten-
ción de destacar un segmento en particular y excluir, al mismo tiempo, otro u
otros. Se entiende, pues, que la constitución morfológica del derivado adverbial
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 343

(siglo XIII para puramente y simplemente; siglo XV para meramente) suponga la


adopción casi inmediata de un sentido focalizador de exclusión.
El uso como adverbio de focalización de sencillamente es bastante más tar-
dío, lo que puede deberse al hecho de que el adjetivo sencillo nunca se utilizó
con un valor intensional equiparable al de su sinónimo simple. No obstante, la
cercanía semántica entre los dos adjetivos hubo de contribuir a que más tarde, en
el siglo XVII, el adverbio sencillamente sufriera un proceso de gramaticalización
que le llevara a adquirir el mismo valor de simplemente.
Finalmente, no más y nada más tienen su origen en una estructura libre corre-
lativa de valor comparativo (no... más) que se amalgama, en primer lugar, para
indicar un determinado límite que no se puede sobrepasar. Empezará a anunciar
su valor de focalización al presentarse de modo recurrente en posición final, pre-
cedida de la conjunción y. Su gramaticalización definitiva se produce cuando en
el siglo XIII se combina, de forma contigua, sin que la conjunción actúe como
intermediario, con determinados sintagmas nominales a los que reduce lo afir-
mado, excluyendo, en consecuencia, otros posibles elementos. Aunque ha pervi-
vido hasta hoy en América, en España ha ido desapareciendo desde el siglo XVIII.
Nada más, por su parte, hemos de interpretarlo como un refuerzo de la primitiva
estructura correlativa (no... más) que, influido probablemente por la variante más
antigua no más, empieza su proceso de gramaticalización en el siglo XIII, proceso
que queda completado en el siglo XVII.

2. Adverbios de foco de inclusión

Los adverbios de inclusión, frente a los que hemos estudiado anteriormente,


indican que “una parte focalizada viene añadida”45, de ahí que, como muy bien
señala la RAE (2009: 3007) se hayan dado en llamar también aditivos, pues “su
foco se agrega a algún conjunto, explícito o supuesto, de personas o cosas”.
Algunos de ellos añaden, además, un valor escalar (RAE 2009: 3008), con lo
que, en cierta medida, se relacionan también con los adverbios estudiados en
García Pérez (2011).
Sería conveniente, pues, dividir los adverbios de foco de inclusión en dos
grandes grupos (escalares y no escalares); esta división es, desde el punto de
vista histórico, más importante de lo que a primera vista podría parecer, pues,
como tendremos ocasión de comprobar, las unidades incluidas en cada uno de
estos grupos no solo tienen en común este rasgo que permite (o no) introducir los

45 Cifuentes, apud Espinosa Elorza (2010: 121).


344 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

segmentos focalizados como una última adición a otros segmentos previos orde-
nados en una escala, sino que, además, establecen curiosas relaciones de oposi-
ción con otros adverbios que podríamos considerar, desde el punto de vista
semántico, reversos46. En ese sentido, convendría distinguir, dentro de cada
grupo, dos subgrupos que, a efectos prácticos, podrían denominarse afirmativos
y negativos.

2.1. FOCALIZADORES DE INCLUSIÓN ESCALARES AFIRMATIVOS

2.1.1. El focalizador más antiguo dentro de este grupo es, probablemente, aun.
Como se ha puesto de manifiesto en otros trabajos (vid., por ejemplo, Espinosa
Elorza 2010: 109 y antes, por ejemplo, Martín González 1999: 109, e incluso
Cano 1982), el aun castellano es el resultado de la evolución del ADHUC latino;
hereda, en ese sentido, a partir de su significado básico locativo (‘hasta aquí’),
los valores temporales (‘hasta ahora’) y los de inclusión ya desarrollados en el
propio latín47. Es esperable, pues, que el uso de aun como focalizador de inclu-
sión sea muy temprano y, en efecto, podemos rastrear los primeros testimonios
en, al menos, textos del siglo XII.
Al igual que en la actualidad, aparecía antepuesto al segmento focalizado,
generalmente sintagmas nominales y sintagmas preposicionales, y no era raro
que estuviera precedido por la conjunción y, que se presenta como un elemento
inductor más que como componente de una unidad lexicalizada. Aunque es posi-
ble predicar un cierto grado de codependencia entre la conjunción y el adverbio,
su grado de fijación no es muy elevado:

...fazemos carta de donamiento e de otorgamiento a prouecho de nuestros parientes


viuos & aun de los muertos, ninguno anos non costreynient nin contradiziente de
nos... (Carta de donación, 1184, ed. Menéndez Pidal).

Quel ofiçio la persona lo faze ser grande o menguado segund la cantidad o calidad
del que lo ofiçia, como ya ayamos visto muchos de sangre real e aun reys e prínçipes
(Libro de los doce sabios o Tratado de la nobleza y lealtad, c. 1237, ed. John K.
Walsh).

46 Tomo el término de Cruse (2004: 167-168).


47 Nos hallamos, pues, ante un proceso de gramaticalización ya concluido cuando se
forma el vocablo castellano. La base estaría en la propia idea de inclusión del valor temporal
proyectada metafórica o metonímicamente.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 345

De hecho, podemos encontrar ejemplos, desde muy temprano, en que la con-


junción no es necesaria:

...de cuanto que quisieron non ovieron falla,


aun las ferraduras quitárgelas mandava
(Poema de Mio Cid, c. 1140, ed. Alberto Montaner).

Si en los primeros textos la mayor parte de los segmentos focalizados, como


he expuesto más arriba, son sintagmas nominales o preposicionales, desde medi-
dados del siglo XIII encontramos también oraciones:

Dixo: “Non me semeja, desta atal, razón,


ca este tal engaño maña es de ladrón
o de omne covarde que es sin coraçón,
aun semeja facas maña de traïçión.
(Libro de Alexandre, 1240-1250, ed. Jesús Cañas).

Ahora bien, este valor inclusivo escalar está íntimamente ligado a un valor
inclusivo de simple adición, es decir, no escalar48, también muy presente en los
textos latinos medievales y en los textos castellanos desde muy temprano. De
hecho, ha dejado huella antes que el valor inclusivo escalar, quizá ya en docu-
mentos notariales como los siguientes:

...et insuper ad comite parte exolbat decem libras aun et duplum ad regula (Funda-
ción de la comunidad y la iglesia de San Martín de Losa, 853, ed. Luciano Serrano).

et cum Juda traditore sortitus, amen; et a parte regali pariet decem libras aun et
retemptu ad regula duplatum (Cesión de la iglesia de San Pelayo de Desojo a San
Millán, 923, ed. Luciano Serrano).

Se trata de un valor que se hizo muy frecuente en el caso de enumeraciones o


en fragmentos construidos por una simple sucesión de elementos; no es de extra-
ñar que alterne así, en párrafos bastante amplios, con conectores aditivos como
otrosí:

48 Elvira (2005) también ha destacado este aspecto al mencionar lo que él denomina valor

aditivo de aun. Vid. también Eberenz (1994), que habla de un aun adjunto con el significado
de ‘además’ o ‘también’. Prefiero no denominar aditivo a este valor para mantener la relación
con el resto de las unidades de este capítulo y evitar, además, confusiones con lo que serían los
conectores aditivos, entendidos estos como aquellas unidades “que actúan como enlaces entre
enunciados” (Fuentes 2009: 12). Los conectores aditivos no se tratan en este trabajo.
346 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

Otrosí si establescemos de los omes de las villas, ó de las posesiones pertenes-


cientes á los obispos [...] é pierdan daqui adelante aquel suelo; é la heredat ayala el
sennor de la villa ó de la posesion de que se trasmudaron. Establescemos aun, que
aquellas cosas que fueron dadas, ó dexadas á las eglesias [...] é que Nos, é otros por
nuestro nombre, ó mandado, tomemos poderio dellas el que ante á bien (Cortes de
León, 1208, ed. Tomás Muñoz y Romero).

La conexión entre el valor inclusivo de simple adición y el valor inclusivo


escalar es tan estrecha que, en muchos casos, las interpretaciones pueden resultar
ambiguas.

Et faz aun otra cosa muy fuerte, que si la troxiere consigo omne muy gruesso,
enmagrecerla ayna sin danno quel faga (Alfonso X el Sabio, Lapidario, c. 1250, ed.
Pedro Sánchez-Prieto Borja).

Contrariamente a lo que sucede en la lengua actual, en la que el adverbio aun


como focalizador de inclusión parece admitir con dificultad sujetos constituidos
por nombres propios o nombres comunes sin artículo definido (Santos Río,
2003), en la lengua primitiva estas restricciones son un poco más laxas. No obs-
tante, este uso no es especialmente abundante hasta los Siglos de Oro. A partir
del siglo XVIII parece entrar en decadencia49:

Et aun Dios mismo seguió carrera de rrazón, ssegunt dixo el propheta Dauid allí
do muestra el ssu poder rrazonnado (Alfonso X, Setenario, c. 1252-1270, ed. Ken-
neth H. Vanderford).

Y aun Eurípides, lumbre de toda la griega poesía después de Homero, de perros


fue despedaçado muy cruelmente (Diego Ortúñez de Calahorra, Espejo de príncipes y
caballeros, 1555, ed. Daniel Eisenberg).

2.1.2. Un poco más tarde aparece en los textos el adverbio siquiera. Ya vimos en
otro trabajo dedicado a los adverbios de foco (García Pérez, 2011) que, en ora-
ciones afirmativas, esta unidad había actuado desde muy temprano como adver-
bio escalar en sentido estricto, lo que le permitía establecer un mínimo50.
Con valor de inclusión siquiera aparece, más o menos, en la misma época
(siglo XIII); aunque no han quedado rastros en el corpus que puedan confirmar su

49 Aunque no llega a desaparecer totalmente, pues es posible encontrar ejemplos aislados

hasta nuestros días.


50 Aunque la idea de escalaridad es muy similar, es el carácter inclusivo o no inclusivo el

que permite distinguir los dos valores. No hacen esta distinción ni Elvira (2007) ni Ridruejo
(2010).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 347

evolución de modo más preciso, hemos de interpretarlo como el resultado de un


proceso de gramaticalización-lexicalización a partir de un sentido disyuntivo
(siquiera...siquiera) que se deriva, a su vez, de un significado volitivo existente
en la base con el verbo querer51.
En ello hubieron de intervenir las circunstancias pragmáticas, que tanta
importancia tienen en los procesos de gramaticalización (Garachana 1999), lo
mismo que había sucedido en el caso de la adquisición del valor puramente esca-
lar52. Hemos de pensar en la posibilidad de una elisión del primer elemento de la
correlación que lleva a una orientación pragmática del segundo en contextos en
los que, precisamente, el segmento introducido por el elemento disyuntivo res-
tante se presenta como superior en una escala (y, finalmente, poco previsible)53:

D’el roseñor que canta por fina maestría,


siquiere la calandria que faz grand melodía,
mucho cantó mejor el barón Isaía
e los otros prophetas, onrada compañía.
(Gonzalo de Berceo, Los milagros de Nuestra Señora, 1246-1252, ed. C. García Turza).

Como en el caso de aun, este adverbio de foco aparece, desde el principio,


antepuesto al segmento focalizado, que suele estar constituido por sintagmas
nominales o sintagmas preposicionales:

51 Siquiera se presenta bajo las formas siquier, siquiere y siquiera. Los primeros ejemplos
muestran, en efecto “correlaciones disyuntivas que adaptan SIVE... SIVE” (Espinosa Elorza 2010:
122) que, para Javier Elvira (2007), están relacionados con el valor optativo que adquirió el
verbo querer en textos medievales castellanos (siguiendo la misma evolución que el VELLE latino
> VEL). En ese sentido, no siempre es necesario que aparezcan los dos elementos de la correla-
ción, como ha demostrado el propio Elvira en su trabajo, y así, no está excluido, desde mi punto
de vista, que el pasaje del Poema de Mio Cid que este autor cita como ejemplo de un siquiera
focalizador de inclusión, pudiera interpretarse también como optativo, aunque, pragmáticamen-
te, empiece a anunciar la focalización: “qui buena dueña escarnece e la dexa después / atal le
contesca o siquier peor (Poema de Mio Cid, c. 1140, ed. Alberto Montaner). Se puede aventurar,
por tanto, que el valor disyuntivo es el más antiguo y el más difundido, pues, exceptuando este
fragmento del Poema de Mio Cid (obra sobre la que, además, existe una controversia importante
acerca de la fecha de escritura), este valor abarca la totalidad de las obras del siglo XII y primeras
décadas del siglo XIII contenidas en el CORDE. Desde mi punto de vista, pues, el valor focaliza-
dor de inclusión solo se abriría camino en los textos a partir de mediados del siglo XIII, lo que
sería significativo para la organización de un diccionario histórico, por ejemplo.
52 Lo ha explicado Ridruejo (2010).
53 Dado que el valor disyuntivo podía mantenerse aun cuando hubiera desaparecido el pri-

mer elemento de la correlación, no siempre es fácil determinar, especialmente en los textos


más antiguos, cuándo nos hallamos ante un uso focalizador.
348 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

Las vestimentas limpias que visten los prelados,


sequiere las que viesten los prestes ordenados,
aquéssas representan de los tiempos passados
la carne de don Christo bien limpia de pecados.
(Gonzalo de Berceo, Del sacrificio de la misa, p1228-1246, ed. Pedro Cátedra).

Si non fallare otra pendra si no aquellos que fueren en el lecho del enfermo,
demuestrelo a .I. uezino aquel con qui pendra e lieue las puertas aquellas que a él mas
ploguiere de toda la casa, siquiere las de corral (Fuero de Alarcón, 1300, CORDE).

En algunos contextos este valor inclusivo adquiría también una orientación


concesiva54, especialmente cuando el elemento focalizado no se presenta dentro
de una escala explícita, aunque no deja de entenderse que se trata de un punto
alejado y, por tanto, poco previsible para la interpretación canónica del segmento
precedente, como se desprende del siguiente ejemplo:

Si prisiere ladrón, siquiere con vna ceboylla, por quanto jurare el dueynno tanto
debe pechar a nobenas: dos al dueynno e siete al palacio del seynnor de todos fruytos
(Fuero de Viguera y Val de Funes, c. 1250, ed. José María Ramos y Loscertales).

Este valor inclusivo escalar fue siempre menos frecuente que el valor pura-
mente escalar; de hecho, los ejemplos no ambiguos no son demasiado numero-
sos en el corpus y empiezan a decaer a partir del siglo XIV. Todavía en los Siglos
de Oro encontramos algunos testimonios.

...y especialmente de aquella que perseveraba llorando par del sepulcro cuando viese
al amado de su ánima, y se derribase a sus pies y hallase resucitado y vivo al que bus-
caba y deseaba ver siquiera muerto (S. Pedro de Alcántara, Tratado de la oración y
meditación, c. 1560, ed. Eduardo Bustamante).

2.1.3. Más tardío aún es el adverbio hasta, que surge por evolución de la prepo-
sición homónima. Aunque Morera (1999) considera que el valor inclusivo se
hereda directamente del étimo árabe, que se había usado con este sentido desde
muy antiguo, la cronología textual parece dar la razón, en parte, a Martínez

54 Conviene no olvidar que siquiera se comportaba como conjunción introductora de

cláusulas concesivas, fenómeno rastreable desde el mismo siglo XIII. Para Ridruejo, 2010, este
siquiera concesivo está estrechamente relacionado con el valor inclusor del adverbio, si bien
interpreta como inclusor el valor focal escalar que he descrito en García Pérez (2011); desde
mi punto de vista –y como ya he mostrado más arriba– conviene diferenciar entre un valor
focal escalar y un valor de inclusión escalar.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 349

(1992), para quien “el hatta árabe se adopta en castellano como preposición, y
solo después se origina la unidad enfática no transpositora”. De hecho, como
veremos, la formación del adverbio focalizador de inclusión se produce tras un
largo periodo de uso de hasta como simple preposición e incluso como adverbio
de foco, pero no como inclusor55.
Morera (1999) ha explicado muy bien cómo el hasta español asume, como
tercer significado, el de “extensión cuantitativa que termina en un punto final
absoluto”, es decir, el de focalización escalar en sentido estricto56 y, en efecto,
los ejemplos correspondientes a este sentido son muy tempranos. Los primeros,
en los que hemos de interpretar la duración de un periodo de tiempo para el que
se establece un límite máximo, se remontan, al menos, al siglo XI:

Et homo qui se voluerit ire ad alia villa quomodo vaziet sua casa ata VIII dias
(Fuero de Santa Cristina por Fernando I, 1062, ed. Tomás Muñoz y Romero).

Qui oviere rencura de so portellado, tomel sobre levador, tal que sea la sobre leva-
dora tan mientre que con el soviere, et de pues que de su señor respondiere fata IX
dias (Fueros de Medinaceli, c. 1129, ed. Tomás Muñoz y Romero).

El valor inclusivo, para este autor, no es más que una supuesta subvariante de
este significado que aparecería también muy temprano; pero los ejemplos que
cita, desgraciadamente, no justifican este planteamiento, pues no se correspon-
den con el valor inclusivo escalar en sentido estricto, sino con el valor de focali-
zación escalar que he mencionado previamente o, incluso, con alguno de los sen-
tidos preposicionales primarios57.
El valor inclusor es el resultado, más bien, de una evolución del hasta abarca-
dor espacio-temporal que, como hemos visto, probablemente por una influencia
del propio árabe, había empezado a perder, desde muy pronto, el primer elemen-
to con el que podía aparecer en correlación (desde o de) y se había usado de un
modo más o menos independiente para indicar un límite por arriba.

55 Martínez (1992), por tanto, restringe en exceso los sentidos de hasta en los primeros

documentos cuando afirma que “a lo largo de cuatro siglos (del siglo X al XIV) se documenta
ampliamente hasta (con diversas formas), pero siempre como preposición”.
56 Se correspondería con los valores estudiados en García Pérez (2011).
57 Los ejemplos son los siguientes: 1. “Se juntaron hasta seiscientos moros de pie (Cróni-

ca de Juan II); 2. “ Serían por todos fasta mil omes de caballo, omes de armas e ginetes (Cró-
nica de Álvaro de Luna); y 3. “Fazíelas todas (las iglesias) destruyr e desfazer fasta en los
cimientos (Crónica general ). El último de los ejemplos muestra un sentido meramente espa-
cial. Ya he justificado, al describir la formación de aun, la pertinencia de distinguir entre un
valor escalar y un valor inclusivo escalar.
350 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

En el caso de la inclusión, se parte del mismo deseo del hablante por marcar
especialmente el punto final. Dado que hasta oscilaba entre la expresión de un
límite incluyente y un límite excluyente58, el paso siguiente implica la considera-
ción contextual del segmento regido por hasta como incluido en ese límite, lo
que, en último término, llevará a la idea de inclusión escalar si ese segmento se
considera situado en una posición extrema frente a otros posibles segmentos
implícitos o explícitos y resulta, además, en ese mismo contexto, poco esperable.
Aunque en el siglo XIII aún no se ha creado propiamente el focalizador de inclu-
sión, encontramos ya interesantes testimonios de un uso de hasta interpretado
como portador de una idea de límite incluyente donde el segmento afectado pare-
ce estar en relación escalar con otros elementos. Son ejemplos que preparan el
terreno para el valor de focalización posterior59:

...que iou don Pelai Galuan e mia muiar dona Sancha e nostros fios fazemos carta de
uendition a uos Rui Pelaiz e a uostra muiar Maria Saluadorez de quanta heredat aue-
mos en Ualdaria, ena uila que dizen Nogarelas, so las campanas de San Iulian, e
conuian saber quei casas, corrales, isidos, diuisos, pascos, entrada, salida, aguas,
montes, egrisario e aruoles, e quanto nos hi pertenece ata ena menor cousa que hi a, e
con quanto nos pertenece de la renda de Outerolo (Carta de venta, 1239, ed. María
Concepción Casado Lobato).

...e el rico en tierra agena tan solazado es como si fuese en su casa. E el que enriques-
ce todos le onran fasta los de su casa (Libro de los cien capítulos, c. 1285, ed. Marta
Haro Cortés).

El siglo XIV nos ha dejado testimonios en los que se va abriendo paso la idea
de focalización inclusiva, aun cuando aún sea posible percibir una clara ambigüe-
dad con la estructura abarcadora en la que hasta establece un límite. En el siguien-
te ejemplo, el carácter escalar y poco previsible del segmento los cocineros per-
mite ya una lectura focalizadora inclusiva de hasta que, además, se refuerza con
la presencia de aun, adverbio de foco inclusor más antiguo, como ya sabemos:

Et enbio el Rey mandar al infante don Pedro quel ayudase et al infante don Felipe
su hermano que era con el en Valladolid et a los concejos quel fuesen ayudar et a
quantos auia en su casa assi a caualleros como a escuderos et aun fasta los coçineros

58 El mismo Martínez (1992) lo confirma al señalar que en ocasiones se especificaba ese

límite incluyente por medio de adverbios. Comparto su idea de que el hasta seguido de preposi-
ción debe interpretarse como “aporte al aditamento de la significación de ‘duración’ o ‘extensión’.
59 De ese modo se explica mejor el supuesto vacío temporal que hace a Martínez (1992)

mostrarse reacio a aceptar esta hipótesis.


LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 351

todos gelos enbio porque fuesen astragar a don Ferrand Rroys de Saldanna (Del infan-
te D. Juan al rey de Aragón, 1311, ed. Andrés Giménez Soler).

La desaparición de los cuantificadores del tipo todo(s), cuanto(s), etc., tam-


bién ayuda a que esta interpretación sea cada vez más marcada60:

Ansí que los romanos, fasta la criatura,


non podién aver fuego, por su desaventura,
si non lo ençendían dentro en la natura
de la muger mesquina; otro non les atura61.

No obstante, solo a partir del siglo XV podemos considerar que hasta adquie-
re plenamente su valor focalizador (este valor se despega, por tanto, de la inter-
pretación abarcadora de base), más visible cuando el segmento focalizado apare-
ce en función de sujeto, como en los dos primeros ejemplos recogidos a
continuación:

...ni mucho menos deuia mouer guerra por esso. mas fasta la hystoria misma del rey
castellano deze que fue mouido por mal consejo que sus priuados le dieron (Gonzalo
García de Santamaría, Traducción de la Corónica de Aragón de fray Gauberto Fabri-
cio de Vagad, 1499, ed. José Carlos Pino Jiménez).

mas consuelo auentajado para las damas honestas: que fasta el valerio atestigua / que
por mas que su monumento se esforço a quitar dela vista humana la desseable pre-
sencia de vn cuerpo tan casto: mas nunca la memoria de tanta virtud / pudo ser
absente dela gloria dela fama (De las mujeres ilustres en romance, 1494, ed. Harriet
Goldberg).

Otro delos martires. donde les pone enxemplo, que aun dios tiene cuydado de
cinco passaros que se venden por dos dineros. e que fasta los cabellos de cada vno
tiene dios contados (Gonzalo García de Santamaría, Evangelios e epístolas con sus
exposiciones en romance, a1485, ed. Isak Collijn).

60 Desaparición que también podemos encontrar en algunos ejemplos del siglo XIII aunque
el carácter abarcador de hasta es más evidente: “Las poridades de nuestros coraçones no las
sabe Dios, escodrinnaron maldades, alcançaron al postremero, escodrinnó ata las entraynas
d’eillos & de los fondos coraçones (1240-1272, Herman el Alemán, Traslación del Psalterio,
ed. Marc Littlefield).
61 El hasta de este ejemplo ya lo interpreta Corominas como focalizador inclusivo, a pesar

de los reparos que muestra respecto al hemistiquio (apud Martínez 1992). No obstante, aún
parece estar presente la idea abarcadora (desde los viejos hasta los niños).
352 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

Martínez (1992) señala que abundan las secuencias en que hasta se combina
con aun y sugiere que la formación del hasta focalizador se produce por contac-
to sintagmático. No obstante, la combinación de estos dos adverbios en el siglo
XV, momento en que, como hemos visto, se ha desarrollado el valor de focaliza-
ción inclusiva, no es especialmente frecuente (sí lo será, sin embargo, a partir del
Siglo de Oro) y, por tanto, desde mi punto de vista, hemos de pensar más en un
aun que actúa como refuerzo:

...porque, como la lengua castellana se habla no solamente por toda Castilla, pero en
el reino de Aragón, en el de Murcia con toda el Andaluzía, y en Galizia, Asturias y
Navarra, y esto aun hasta entre la gente vulgar (Juan de Valdés, Diálogo de la lengua,
1535-1536, ed. Cristina Barbolani).

Este uso de la combinación de refuerzo se mantendrá hasta nuestros días,


aunque entrará en decadencia a partir del siglo XIX. En la actualidad tiene un
cierto carácter arcaizante:

El caso es que pasaron los días, los meses, un año y doña Aquilina no iba a cer-
ciorarse, con sus propios ojos, de que la tierra a que Carmelo aspiraba carecía de cual-
quier valor, y aun hasta podía regalársela sin el menor perjuicio para la hacienda (José
Revueltas, El lenguaje de nadie, 1969, ed. Alianza).

2.1.4. Incluso es un cultismo latino (el participio irregular del verbo INCLUDO)
introducido en castellano desde el siglo XIV. No es de extrañar que el primer
texto en que aparece sea una traducción de Juan Fernández de Heredia al ara-
gonés, dialecto romance al que se vertieron, en esa época, importantes obras
clásicas62.

La qual cosa obtenida et impetrada del senado, como la batalla fuesse començada
et el padre subitament huuiesse visto a su fillo el consul combatiendo estar circunda-
do et incluso en medio de los enemigos por Poncio… (Juan Fernández de Heredia,
traducción de la Historia contra paganos, de Orosio, 1376-1396, ed. Juan Manuel
Cacho Blecua).

Se comportó, por tanto, en un primer momento, como una variante del parti-
cipio más regular incluido. De ahí que el Diccionario de Autoridades, más tarde,
lo defina todavía como “segundo participio pasivo del verbo Incluir” y, por con-

62 Rafael Lapesa (1981: 256) ya puso de manifiesto la importancia del aragonés en el

siglo XIV, especialmente en los campos de la historiografía y la traducción.


LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 353

siguiente, “lo mismo que Incluido”. Era normal que concordara en género y
número con el sustantivo:

En aquella tempestat las gens de los vnos, luengo de tiempo inclusas en montan-
yas a las quales nenguno no se podia acerquar, sobtosament yxieron et esueyeron los
gots et los echaron fuera conturbados de lurs seyles (Juan Fernández de Heredia, tra-
ducción de Breviarium ab urbe condita, de Eutropio, 1377-1399, ed. Juan Manuel
Cacho Blecua).

Se hizo muy común, un poco después, en las fórmulas habituales de las cartas
para hacer referencia a los documentos adjuntos:

…que era de dozientos vezinos e todos los lugares que fueron quemados vera vuestra
merced por vn escrito que va incluso en la presente (Abreviación del halconero, 1489-
1517, ed. James B. Larkin).

Eso explica que Terreros, en el siglo XVIII, dé un paso más que la Academia y
observe la tendencia a la fijación pragmática que había empezado a afectar a este
participio. Su definición es, por tanto, significativa: “Lo mismo que incluido,
pero más usado en cartas misivas”.
No obstante, el uso participial había dado pie muy pronto (al menos desde el
siglo XV) a que se utilizara como adjetivo puro, como se aprecia, por ejemplo, en
el siguiente pasaje del Bursario de Juan Rodríguez del Padrón:

E quando esto oygo, no puedo sostener de lo mirar; antes son rrompidas las mis
entrañas, y mi cara en uno con la mi voluntat se entristeçe, e los mis pechos, adustos
por el incluso fuego, son quemados quando alguno delante mí dize mal de Orestes
(Juan Rodríguez del Padrón, Bursario, 1425-1450, ed. Pilar Saquero Suárez-Somonte).

Este empleo como adjetivo no se reflejó en los diccionarios, sin embargo,


hasta mucho más adelante, cuando ya habían quedado claramente delimitadas en
la lengua las diferencias entre incluido en incluso. El diccionario académico
esperará hasta el siglo XIX, concretamente hasta 1869; en ese momento decide
acercarse al uso real y añadir a la simple definición de “participio pasado irregu-
lar de incluir”, mantenida sin cambios hasta entonces, la aclaración “úsase solo
como adjetivo”.
El uso adverbial, en el que el adjetivo incluso pierde toda huella de concor-
dancia es el resultado de un proceso de gramaticalización según el cual el hablan-
te interpreta metafóricamente que un nuevo elemento no esperado forma parte de
un conjunto anterior (es decir, está también dentro de ese conjunto). Los prime-
ros testimonios se remontan al siglo XVI. En el siguiente pasaje del Tratado sobre
354 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

los indios que han sido hechos esclavos, de Fray Bartolomé de las Casas, puede
comprobarse el grado de independencia que incluso había adquirido:

Ahora bien, entre esos actos, no sólo figuran los de regir y enseñar a la plebe
encomendada, y proveerla en lo espiritual, sino también el defenderla y preservarla
de todos los peligros, aflicciones y opresiones, incluso corporales, y, sobre todo,
aquellos males que impiden o pueden impedir la salud espiritual de sus ovejas (Fray
Bartolomé de las Casas, Tratado sobre los indios que han sido hechos esclavos, 1552,
ed. Ramón Hernández).

No obstante, durante los siglos XVI y XVII, aún son poco numerosos los ejem-
plos del uso adverbial en comparación con el uso puramente adjetivo y, en algu-
nos casos, la interpretación puede resultar ambigua (cuando el elemento al que
se refiere es un sustantivo de género masculino63).

Escribió con él el Marqués á Ambrosio de Aguiar, como la parte de la armada de


S. M. con que venía se hallaba muy pujante y con 5500 soldados embarcados en ella,
incluso el tercio de D. Lope de Figueroa con 1800 de los de Flandes, sin más de 200
caballeros y personas particulares (Lo subcedido á la armada de S. M. de que es capi-
tán general el Marqués de Santa Cruz, 1582, ed. Cesáreo Fernández Duro).

Estos ejemplos ambiguos son, sin embargo, enormemente valiosos, pues


constituyen una prueba del proceso de transición de la inclusión referencial a la
inclusión nocional por vía metafórica. En todo caso, en estos primeros testimo-
nios, el incluso adverbial se presenta siempre de forma contigua antecediendo al
segmento focalizado.
Un poco más tarde, en el siglo XVIII, se amplía notablemente su difusión por
la lengua, pero hemos de esperar hasta el siglo XIX para encontrar testimonios de
posposición al segmento focalizado, colocación que no fue, sin embargo, dema-
siado frecuente y que ha gozado en general de menos predicamento, pues aun en
nuestros días puede parecer un tanto más forzada y enfática:

...ni la conducta moderada del mismo Benavides, sino a que la mayor parte de los
sanjuaninos, él incluso, han sido educados en esa famosa escuela, en que los precep-
tos de la moral se inculcaban a los alumnos con una especial solicitud (Domingo
Faustino Sarmiento, Facundo. Civilización y barbarie, 1845-1874, ed. Roberto Yanhi).

63 Como muy bien ha señalado Santos Río (2003) el incluso adverbial premodificador
puede actuar como palabra átona y proclítica, lo que en la lengua oral permitiría diferenciarlo
fácilmente del incluso adjetivo; pero no sucede así en la lengua escrita, único testimonio que
nos queda de los usos antiguos.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 355

Como consecuencia de su mayor difusión por la lengua, se entiende que en


desde el siglo XVIII pasara a convertirse también en un elemento de enlace
(conector) que permitía, al igual que en la actualidad, ordenar la información en
una escala argumentativa64. En el siguiente párrafo de Ignacio de Luzán, incluso
vincula dos ideas complejas:

Pero no voy a negar –empezaré por ocuparme del pasado– que desde hace muchos
años, de hecho desde la muerte del rey Felipe II, los estudios de las buenas Artes
–pues ante todo sobre ellos versa nuestra discusión– poco a poco se desvanecieron
por sí mismos en España […]. He de confesar, incluso, que nosotros nos recuperamos
bastante más tarde, y más tarde empezamos a rechazar la barbarie que cundía por
doquiera… (Ignacio de Luzán, Defensa de España y participación en la campaña
contra Gregorio Mayans, 1742, ed. Guillermo Carnero).

Su uso abundante no solo ha logrado que se haya conservado hasta nuestros


días, sino que, además, ha permitido su salto a la lengua coloquial:

COSME: (Anonadado). ¿Y ella?


AMADEO: Si supieras que al final se mostró muy interesada en el tema. Incluso me
pidió que le recomendara una bibliografía. ¿No es vergonzoso?
(Entra Francisco Xavier de Dios)
FRANCISCO XAVIER: (Ofendido). Venía a despedirme65 (José Ignacio Cabrujas, Acto
cultural, 1976, ed. Vox).

La variante inclusive66 es más tardía y de formación menos canónica, pues,


como señala Corominas, se trata de un adverbio creado por analogía con los anti-

64 Para el concepto de escala argumentativa y su funcionamiento con el conector incluso,


vid. Sánchez López (1999a: 1109 y ss.) y Martín Zorraquino y Portolés (1999: 4075).
65 José Ignacio Cabrunas, Acto cultural, 1979. Tomado del CREA.
66 La historia de esta variante la han trazado también Pons Rodríguez (2010) y Pérez-

Salazar (2010), una vez que ya había yo presentado mi trabajo sobre los conectores aditivos en
el Congreso Internacional de Historia de la Lengua celebrado en Santiago de Compostela
(2009). He de decir, sin embargo, que el trabajo de Pérez-Salazar se presentó en el Coloquio
Internacional sobre Corpus Diacrónicos en Lenguas Iberorromances celebrado en Palma de
Mallorca en 2007 (información que he obtenido en el momento de la redacción de este capítu-
lo), pero, desgraciadamente, no tuve conocimiento de él hasta su publicación posterior. Es un
ejemplo bastante significativo de cómo la lentitud en los procesos de publicación y difusión,
en general, de los resultados de las investigaciones puede llevar a redundancias indeseadas. En
todo caso, como se verá a continuación –pues reproduzco aquí, en gran parte, el contenido
publicado en las actas del congreso de Santiago en el que participé (García Pérez 2012), con
algunos retoques que he estimado necesarios para adaptarlo a la estructura y a los objetivos de
356 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

guos adverbios latinos en -e sobre un adjetivo inexistente (inclusivus). Por su


carácter latinizante, no es de extrañar que los primeros ejemplos, que se remon-
tan a finales del siglo XIV, pertenezcan al lenguaje jurídico. Su uso es, pues,
desde el principio, puramente adverbial; estaba muy ligado a la preposición hasta
(menos frecuentemente desde) y se interpretaba con el significado de ‘incluyen-
do el último objeto nombrado’67. Aparecía, como señala Santos Río (2003) para
la lengua actual, en series numéricas o alfabéticas. En el siguiente pasaje de prin-
cipios del siglo XV, tomado de un documento que recoge el proceso entre el deán
y el cabildo de la catedral de Ávila, podemos apreciar su uso en un contexto que
en nada se diferencia de los actuales:

...aunque mal e injustamente pronunçiente, de oy día que esta carta de conpromiso es


fecha et otorgada fasta el lunes primero que vien en todo el día, que será a catorze
días deste mes de otubre en que estamos, inclusive, conmo quisyeren e por bien tovie-
ren… (1409, Proceso llevado a cabo entre el deán y cabildo de la Catedral de Avila y
los pecheros de la ciudad, ed. Carmelo Luis López y Gregorio del Ser Quijano).

Del lenguaje jurídico pasó a la lengua general, pero no a los registros más
coloquiales. Durante todo el siglo XV puede considerarse todavía un término
especializado, aunque ya empezó a atraer la atención de escritores latinizantes,
como Enrique de Villena, que lo utilizó con profusión en la Traducción y glosas
de la Eneida:

…dende adelante síguese la responsión, en la cual estos dioses fazen ocho cosas: la
primera, recordarle qué fizieron por él fasta esa hora de Troya partido; e comiença do
dize nosotros fasta donde dize mar inclusive (Enrique de Villena, traducción y glosas
de la Eneida, 1427-1428, ed. Pedro M. Cátedra).

Solo a partir del siglo XVI puede considerarse extendido este adverbio por la
lengua culta, especialmente por las obras científicas e historiográficas. Entre
otros autores importantes, lo empleó Fray Bartolomé de las Casas en su famosa
Brevísima relación de la destrucción de las Indias:

Éste despobló desde muchas leguas arriba del Darién hasta el reino y provincias
de Nicaragua inclusive, que son más de quinientas leguas, y la mejor y más felice y

este capítulo– el recorrido histórico que hemos realizado cada uno de nosotros independiente-
mente es muy similar. No podía ser menos tratándose de datos extraídos de los corpus históricos.
67 Martínez (1992) ya apuntó que hasta, como usque ad, oscilaba entre un sentido de

‘límite incluyente’ y ‘excluyente’ que era necesario especificar.


LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 357

poblada tierra que se cree haber en el mundo… (Fray Bartolomé de las Casas, Breví-
sima relación de la destrucción de las Indias, 1552, ed. José María Reyes Cano).

Para su mayor difusión por el resto de los registros formales hay que esperar
al siglo XIX68. Es entonces cuando podemos considerar que, junto a su valor pri-
mitivo, ha adquirido también un valor de focalización, que supone algo más que
la simple inclusión de un elemento en el límite de lo abarcado por una preposi-
ción. Se trata ahora de la inclusión de un elemento situado en la parte baja de una
escala y, por tanto, poco esperable69:

Por precaución, sin duda, todas las espadas, la de Salazar inclusive, habían salido
a disfrutar de la luz del día, y los sucesos comprobaron la conveniencia de la determi-
nación (Antonio Barreras, El espadachín: narración histórica del motín de Madrid
en 1766, 1880, ed. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes).

La única persona con quien ella se atrevía a hablar algo de lo que le pasaba por
dentro era don Tomás Crespo, libre, decía él, de todas las preocupaciones, inclusive la

68 Domínguez (1853) señala algunos errores cometidos por los hablantes al hacer uso de

este adverbio: “Inclusive. Adv. de modo. Inclusivamente. Con inclusión; incluyéndose. Algu-
nos cometen el disparate de formar plural de este adverbio puramente latino, cuando son dos o
más objetos incluidos; pero no cometerá tal error quien reflexione que un adverbio no puede
tener plural. Así es que se debe decir ambos inclusive y no ambos inclusives, locución tan anti-
gramatical como si se dijera ambos inclusivamentes, en vez de ambos inclusivamente”.
69 Pons Rodríguez (2010), aunque parece estar de acuerdo en la importancia del siglo XIX

en la función de focalización de inclusive, plantea que ya algunos ejemplos del siglo XVI, que
mantienen su combinación con la preposición hasta, presentan un significado argumentativo,
pues salen “de la cuantificación precisa” y emplean “dentro de los mismos marcos temporales,
otros términos de apertura y cierre de periodo”. Aunque los ejemplos citados por la autora me
parecen valiosísimos como paso intermedio –y de ello quería dejar constancia aquí– me parece,
sin embargo, difícil hablar de valor de focalización antes del siglo XIX. Desde mi punto de vista,
el uso de inclusive en los ejemplos citados puede responder a la misma especificación de hasta
como “límite incluyente”, aun cuando se salga de la cuantificación precisa. En el ejemplo 21
(“El capitán tiene poder de castigar los de su capitanía, según sus culpas, hasta la pena de muer-
te inclusive, si el caso lo meresce”) se establece contextualmente (y metafóricamente, claro está,
un recorrido desde las penas leves a las penas graves en el que la pena de muerte figura como
límite que debe considerarse incluido. En el ejemplo 22 (“y en esta fe y creencia protesto e afir-
mo que quiero vivir lo que me resta de la vida y hasta el fin della, que es la muerte inclusive,
quiero en esta santa fe morir”) inclusive permite interpretar que la muerte se incluye también en
el periodo de tiempo que el autor quiere vivir en “esta fe y creencia” (creo que la puntuación del
texto es confusa). También parece estar de acuerdo en la importancia del siglo XIX en el uso de
inclusive como focalizador Pérez-Salazar (2010). Esta autora ve en el siglo XVIII algún ejemplo
en que inclusive “se aproxima a la función de focalizador que ya manifiesta incluso”.
358 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

de no tenerlas, que era de las más tontas (1884-1885, Clarín, La Regenta, ed. Gonza-
lo Sobejano).

Su empleo en la literatura con este valor focalizador provoca que, más ade-
lante, ya en el siglo XX, pase a la prensa. Hoy en día, los periodistas siguen recu-
rriendo a él con bastante frecuencia.

Sí; amaba y veneraba las cosas por su orden y jerarquía, sólo que al llegar a la
niña de la rinconada de las Recoletas, el amor que se debía a todo se impregnaba de
una dulzura infinita que transcendía a los demás amores, al de Dios inclusive (Leo-
poldo Alas “Clarín”, El señor y lo demás son cuentos, 1893, ed. Gonzalo Sobejano).

Frente a este, el adverbio romance inclusivamente tuvo menos éxito. Coromi-


nas ya recoge el uso que Enrique de Villena hace de él en 1416. Se extiende hasta
finales del siglo XIX y, desde principios del siglo XX, puede considerarse desapa-
recido70. El último ejemplo con el que contamos es de 1913:

…pero como sentía la necesidad de pasar el bachillerato, tuvo el valor de aprender de


memoria un curso de álgebra; aprendió asimismo el curso de geometría hasta la superfi-
cie de la esfera, inclusivamente (Félix González Llana, traducción de Ideas modernas
acerca de los niños, de Alfred Binet, 1913, ed. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes).

Es interesante destacar, pues, que solo la forma inclusive, al menos en los con-
textos más formales, entró en competencia con incluso una vez que este se hubo
recategorizado como adverbio. Dada la cercanía etimológica entre ambos, es muy
probable que la existencia de inclusive hubiera favorecido y acelerado la evolu-
ción del incluso. Ahora bien, el hecho de que este último estuviera más extendido
en la lengua general hizo que, en su uso adverbial, se ganara la preferencia de los
hablantes y que terminara transformándose antes que su competidor en conector
aditivo de refuerzo argumentativo. En ese sentido, puede afirmarse que será inclu-
so el que se haga con el liderazgo y arrastre, bastante más tarde (principios del
siglo XX), a su competidor inclusive a adoptar sus nuevas funciones de marcador.

Ya hemos visto cómo Ingres nos prevenía de que en la Naturaleza el blanco no


existe nunca en los objetos animados por más blancos tenidos. Y nos proponía para
demostrarlo que pusiésemos a la vera del cuerpo de una mujer, cuya resplandeciente

70 Parece significativo, a este respecto, que no aparezca ningún ejemplo en el CREA. No


se entiende muy bien, por tanto, por qué aparece aún en la última edición del DRAE, sin marca
alguna que nos avise de su arcaísmo. Para su conexión con exclusivamente y una interesante
hipótesis de su desaparición, vid. Pons Rodríguez (2010).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 359

blancura fuese más famosa, una hoja de papel blanco. Y todavía cabe advertir cómo
nuevo equívoco viene a conturbarnos ya al sencillo hablar de una “blancura resplan-
deciente”. Porque también aquí una cosa es en rigor el resplandor y otra la blancura.
Los tratadistas de óptica fisiológica han llegado inclusive a decirnos a última hora que
aquí entran en juego dos órganos sensoriales, aunque se apliquen juntamente los dos a
la función de la vista: un órgano que percibe el color, a cuyo registro pertenece la
blancura; otro órgano que percibe la luz, a cuyo registro el resplandor corresponde
(Eugenio D’Ors, Tres horas en el museo del Prado, 1923, ed. Tecnos).

Pero, precisamente, por tratarse de unas funciones que asume tardíamente,


este empleo como conector ha sido criticado como vulgar cuando se ha extendi-
do por contextos menos formales71. Esta paradójica extensión a registros de len-
gua en los que normalmente no solía utilizarse el adverbio inclusive, se debe a la
influencia de la prensa, donde el recurso a este término como conector aditivo es
bastante frecuente en nuestros días:

Dice que mientras una persona no halla (sic) presentado al registro público el tras-
paso del vehículo, sigue siendo responsable solidariamente por la tenencia de ese
vehículo, e inclusive se llega a controlar hasta los talleres y las “hueseras” (Prensa, El
Salvador hoy, 26/06/1996, CREA).

2.2. FOCALIZADORES DE INCLUSIÓN ESCALARES NEGATIVOS

2.2.1. La creación de adverbios que actúen como opuestos reversos72 de los


anteriores se produce también relativamente pronto. Como era de esperar, dada
su antigüedad, el primero que experimentó un proceso de transformación en ese
sentido fue aun. A partir de mediados del siglo XIII encontramos ejemplos en que
este adverbio se inserta en oraciones negativas, muchas veces en posición temá-
tica, acompañando de forma contigua al elemento focalizado. Como se puede
apreciar en el ejemplo siguiente, la presencia de la negación hace que aun empie-
ce a experimentar un cambio muy sutil: deja de indicar simplemente la inclusión
de un elemento superior en la escala, aunque inesperado, para pasar a indicar un
mínimo esperable que no se alcanza (el mínimo esperable queda integrado tam-
bién en la totalidad de lo negado):

71 Así, Gordaliza Aparicio (1988), por ejemplo, considera inclusive, en su primera acep-

ción, una conjunción que se emplea “vulgarmente por incluso”, lo que ilustra inmediatamente
después con la siguiente oración: “Inclusive te diré que lo vi yo mismo”.
72 Hemos de interpretarlos, desde mi punto de vista, como un tipo especial de opuestos direc-

cionales, teniendo en cuenta la posición en un extremo de la escala del segmento focalizado.


360 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

...et ssi non le puede auer, bien sse puede conffesar a otro clérigo, aunque non ssea de
missa, ssin demandar liçençia. Pero ssi aun aquél non pudiesse auer, tan ssanta cosa
es la penitençia e tan grant uertud ha que con lego la puede ffazer (Alfonso X, Sete-
nario, c. 1252-1270, ed. Kenneth H. Vanderford).

No obstante, es la conjunción ni la partícula negativa que se combina con aun


de modo más frecuente para transmitir este nuevo significado. Esta combinación
se explica mejor por el hecho de que ni, desde tiempo antes, había evolucionado y
había desarrollado un valor de focalización inclusivo negativo, lo que la convertía
en una unidad semánticamente próxima y, por tanto, ideal para constituir estructu-
ras de refuerzo. El origen de esta transformación de ni podría encontrarse en la
reducción de la correlación ni... ni73 cuando el último término se sitúa en el extre-
mo de una escala. Los primeros ejemplos se remontan a principios del siglo XIII:

Et recebimos de uos en precio & en robracion .xxx. & octo morabetinos & de
todo somos pagados, que ni migala non fico por dar (Carta de venta, 1229, ed. María
Concepción Casado Lobato).

et tornos a Traçia quanto mas pudo. & dubdo que ni en Misia non podrie fincar segu-
ro. & en queriendosse alongar mas murio (Alfonso X, Estoria de España, c. 1270, ed.
Pedro Sánchez-Prieto Borja).

E que por este pecado tan grand e tan malo en que todos contendién que los mató
Dios a todos, de guisa que nin semient non quiso que fincasse d’ellos nin de su gene-
ración (Alfonso X, General Estoria, c. 1275, ed. Pedro Sánchez-Prieto Borja).

Este uso de ni como adverbio de foco de inclusión no fue, sin embargo, exce-
sivamente abundante durante el periodo medieval. En realidad, asistimos a un
lento proceso de extensión por el conjunto de la lengua en el que tendrá gran
influencia la propia difusión de los adverbios ni aun y, más tarde, ni siquiera,
como veremos enseguida, pues, a medida que estos cobren protagonismo, ni ten-
derá a reinterpretarse como una variante derivada, por elipsis74. Será a partir de
los Siglos de Oro y, sobre todo, a partir del siglo XVIII cuando su presencia se
haga más evidente:

Dice Descartes que el vacío es tan repugnante en el universo, que ni Dios con su
absoluto poder le puede inducir (Benito Jerónimo Feijóo, Theatro crítico universal,
1728, CORDE).

73 A esta hipótesis se ha referido Chamorro (2008), tomando como base a Sánchez López
(1999b) al tratar de las expresiones convencionalizadas actuales con ni.
74 Así lo interpreta, por ejemplo, para la lengua actual, Fuentes (2009).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 361

La atracción de la conjunción ni por el focalizador aun es de mediados del


siglo XIII, pero, en un primer momento responde a una simple introducción de la
focalización en estructuras correlativas negativas con ni... ni. Se puede decir,
pues, que sigue la tendencia que se había iniciado al aparecer junto al adverbio
negativo no.

Et si fuere la polidura della negra. & la touiere alguna muger consigo non podra
ningun omne meter desauenencia entrella & su marido, nin de otro omne qualquier
que ella ame, nin podra su marido tomar otra muger, nin quererla bien nin aun non
podra auer amiztat con otro si non con el que ella amare. & sera mucho amada de
quantos la uieren (Alfonso X, Lapidario, c. 1250, ed. Pedro Sánchez-Prieto Borja).

Muy pronto –y es esto lo que más nos interesa aquí– se combinará con el
focalizador negativo ni para crear una amalgama reforzada, una estructura que,
con el tiempo, adquirirá un cierto grado de lexicalización. Asistimos así a la for-
mación de una nueva unidad léxica que terminará comportándose como un
opuesto reverso polar75 de aun, pero no de siquiera o de hasta, con los que man-
tuvo una relación más bien indirecta:

aun ni aun

siquiera

hasta

Ahora bien, contrariamente a lo que sucede en el español actual, este nuevo


adverbio reforzado no gozó, en un principio, de un valor claramente negativo,
pues era frecuente que apareciera en posición incial sin que ello impidiera la pre-
sencia de otra negación76:

75 Para la idea de polaridad dentro de las relaciones de oposición, vid., por ejemplo, Cruse

(2004: 169).
76 Ello se debe a la influencia de la propia conjunción ni, que ya tenía esta característica.

Según Wagenaar (apud. Sánchez López, 1999b), el adverbio negativo non era necesario con
cualquier palabra negativa en posición preverbal, salvo el caso del adverbio nunca. Sin embar-
go, la necesidad no parece absoluta, pues, como tendremos ocasión de ver a lo largo de todo
este capítulo, estos ejemplos alternan con otros en que no aparece el adverbio de negación:
“...no solo non lo quisimos fazer, en publico ni en secreto, ni fazer a ello demostracion alguna,
mas ni aun les quisimos responder... (Instrucciones de doña Isabel a Bernardo Boil, 1487, ed.
Antonio de La Torre)”.
362 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

Et metiosse en Badaioç. ca ya auie tomado fascas. las dos partes dessa çipdad de
Badaioç. & tenie los moros encerrados. en una torre. Mas nin aun alli non se teniendo
por seguro. pues que fuye. ueno ala puerta de la çipdad que se cerraua con pestiello de
fierro (Alfonso X, Estoria de España II, 1270-1284, ed. Lloyd A. Kasten, John J.
Nitti).

E nin aun por todo esto la cibdat de Roma non fue descercada de los enemigos, ca
avya en la villa muy careza de viandas: donde avía esperança el rey Porsena que
estando él ally podía cobrar la dicha cibdat (Pero López de Ayala, Traducción de las
Décadas de Tito Livio, 1400, ed. Curt J. Wittlin).

Se trata de un fenómeno que pervivió en la lengua hasta finales de los Siglos


de Oro, aunque fue decayendo en el uso paulatinamente. A partir del siglo XVIII,
parece comportarse ya como una clara partícula negativa77.

Es tan poco lo que tienen que guardar en sus casas, que cual otro Diógenes, ni aun
vaso usan para beber, y todo su ajuar, se encierra en un cántaro de hojas de palma
(Pedro Lozano, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán,
1745, ed. Andrés Lamas).

Contrariamente a aun que, como hemos visto más arriba, experimentó un


proceso de enriquecimiento del tipo de sujetos focalizados que admitía para ter-
minar estableciendo importantes restricciones, ni aun ha admitido hasta la actua-
lidad tanto sujetos constituidos por nombres propios como por nombres comunes
no definidos, aunque nunca fue un fenómeno muy habitual, como tampoco pare-
ce serlo en nuestros días:

Mas Manasses e Efraím, que fizo Josep en Egipto e eran estonces allá, non entran
en esta cuenta, nin Josep su padre nin aun Jacob (Alfonso X, General Estoria,
c. 1275, ed. Pedro Sánchez-Prieto Borja).

...ca á días que non llovió en Cananea, e nin avemos yerva pora nuestros ganados nin
aun pan pora nós e a nuestras compañas (Alfonso X, General Estoria, c. 1275, ed.
Pedro Sánchez-Prieto Borja).

2.2.2. Pero la importancia que había cobrado en la lengua ni aun se va a ver empa-
ñada con la creación de una nueva unidad léxica de gran éxito a lo largo de la his-
toria del español: ni siquiera. Para entender su proceso de formación, hemos de

77 Este proceso confirma, en gran medida, el expuesto por Camus Bergareche (1986) para

la negación en general.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 363

esperar hasta el siglo XV, cuando el focalizador siquiera aparece ya ligado a ele-
mentos de polaridad negativa; en un primer momento, el adverbio no, con el que
establece una relación cada vez más estrecha. Desde el punto de vista semántico,
influido por la negación y, probablemente también, por la transformación más anti-
gua de su sinónimo aun, que he explicado en el apartado anterior, siquiera experi-
menta un cambio idéntico y pasa a indicar un mínimo esperable que no se alcanza
(el mínimo esperable queda integrado también en la totalidad de lo negado):

...non avia en esto inconveniente, si se feziera de alguno levar era quasi amengua-
miento; ansi como si un sennor non quisiesse andar siquiera dos passos por su pie et
mandasse que siempre lo levassen en andas o en otra alguna manera (El Tostado,
Libro de las paradojas, 1437, ed. María Teresa Herrera).

No es de extrañar, pues, que pueda aparecer combinado también con aun para
reforzar este valor en contextos negativos:

El qual, negando la verdad a su señor, como porçionero e contractante de la mal-


dad con el malo Alonso Pérez, fizo entender al Maestre que llebaba en su conpañia
seisçientas lanças, siendo verdad que no llebaba aun siquiera tresçientas (Crónica de
D. Álvaro de Luna, c. 1453, ed. Juan de Mata Carriazo).

A partir de la segunda mitad del siglo XV nos encontramos ya con un uso de


siquiera en contextos negativos más amplios (es decir, acompañado a distancia
también por la partícula negativa ni o el inductor negativo sin). No es de extrañar
que en el siguiente ejemplo aparezca, además, un refuerzo de la idea de base con
el focalizador solamente:

...e non lo dexaba nin le consentía resçibir nin aver siquiera solamente aquellos des-
cansos que la natura humana ha nesçessarios, mandó como notable guerrero e muy
diestro e avisado en los actos de la guerra (Crónica de D. Álvaro de Luna, c. 1453, ed.
Juan de Mata Carriazo).

Este uso de siquiera en oraciones negativas introducidas por la conjunción ni


o, sobre todo, la preposición sin se vuelve especialmente abundante a partir del
siglo XVI, y se conserva hasta nuestros días:

...y la aduersa Fortuna, que las cosas guía como a ella le plaze, me a traýdo de la suer-
te que veys, sin me dexar siquiera vnas armas para por ella poder hazer la batalla...
(Jerónimo Fernández, Belianís de Grecia, 1547, ed. Lilia E. F. de Orduna).

En esta misma época, en el siglo XVI, se produce una atracción del ni focali-
zador por parte del adverbio siquiera, de modo que ambos pasan a actuar con-
364 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

juntamente. Se crea así, como en el caso de aun, una estructura lexicalizada, una
nueva unidad pluriverbal reforzada dotada del significado global de inclusión
que había adquirido mucho antes el adverbio focalizador ni. La nueva unidad, en
principio, actúa de forma contigua al segmento focalizado (sintagmas u oracio-
nes), al que precede:

No sabéis adónde os ir,


todo el mundo está perdido,
no halláis a quién servir
ni siquiera un mal partido.
(Bartolomé de Torres Naharro, Comedia soldadesca, 1517, ed. M. A. Pérez Priego).

Y dice más Gómara: que, desque llegó Grijalva hobo [sic] mudanza en Diego
Velázquez, y que no quiso gastar más en la flota que armaba Cortés, ni siquiera que la
acabara de armar, por se querer Diego Velázquez (Fray Bartolomé de las Casas, His-
toria de las Indias, c. 1527-1561, ed. Paulino Castañeda Delgado).

Al igual que sucedió con aun, ni siquiera no se comportó en todos los casos
como una palabra negativa y, así, podemos encontrar contextos en los que intro-
duzca una oración negativa y contextos en los que no lo hace.

...y de tal manera firme en su parecer, que ni siquiera un regalo de poco valor que le
envió cierto convento de monjas en señal de agradecimiento por el bien que las hacía,
no se pudo acabar con él que lo recibiese (Fray Gregorio de Alfaro, Vida del ilustrísi-
mo señor don Francisco de Reinoso, obispo de Córdoba, 1617, ed. Joaquín de
Entrambasaguas).

E quando quiso entrar en Hierusalem, embió a los apóstoles por el asna sin dezir:
compradla o alquiladla, ni siquiera pedidla prestada (Gabriel de Toro, Tesoro de mise-
ricordia divina y humana, 1548, ed. Lina Rodríguez Cacho).

No obstante, los ejemplos en que se comporta como palabra negativa son


mucho más numerosos que en el caso de ni aun, lo cual podría explicarse, como
hemos visto en el apartado anterior, por su tardía formación, ya que en los Siglos
de Oro estos usos empezaban a disminuir. De hecho, terminaron desapareciendo,
tanto en el caso de ni aun como en el caso de ni siquiera, a partir del siglo XVIII.
A partir de finales del siglo XVII encontramos ejemplos en que ni siquiera
empieza a actuar también a distancia:

Pero ni siquiera son señales, como el humo del fuego... (Carlos de Góngora y
Sigüenza, Libra astronómica y filosófica, 1690, ed. William G. Bryant).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 365

Será a partir del siglo XVIII cuando se extienda por la lengua a gran escala; su
fijación es tan acusada que pasa a combinarse también con la preposición sin en
sustitución del adverbio siquiera que, como hemos visto más arriba, había sido
su correlato desde el siglo XVI78:

Entonces el Marqués casó a dicho hijo segundo con una heredera de la familia Tavo-
ra, cuyo padre, Nuño de Tavora, tenía y mantuvo preso, sin que ni siquiera supiera la
boda (Conde de Fernán Núñez, Vida de Carlos III, c. 1790, ed. Universidad de Alicante).

De la misma época es la formación de la variante intensificada ni tan siquie-


ra, que se ha mantenido en el uso hasta la época acutal:

...pues nada se toca en él de excomunion, ni se ha fijado por las esquinas, como el de


Parma, ni tan siquiera se ha impreso para que corra... (José Nicolás de Azara, Cartas
a D. Manuel de Roda, 1768, ed. Imprenta de J. Martín Alegría).

Su amplia difusión por la lengua provocó la decadencia de la variante más


antigua ni aun, que ha quedado reservada a contextos más formales y tiene cier-
tas connotaciones arcaizantes79. Ahora bien, el proceso de sustitución de una
variante por otra fue relativamente lento. Todavía en el siglo XVIII, momento en
que ni siquiera empieza a despegar en el uso, ni aun sigue siendo, con creces, la
variante preferida por los textos. Durante el siglo XIX el índice de frecuencia de
ni siquiera se acerca al de ni aun, y solo en el siglo XX podemos considerar que
la primera supera definitivamente a la segunda. Es el momento en el que el retro-
ceso de ni aun puede considerarse más acusado.

2.3. FOCALIZADORES DE INCLUSIÓN NO ESCALARES

Los adverbios focalizadores de inclusión no escalares se presentan en número


menor; de hecho, se trata de dos unidades que pueden interpretarse también
como reversos (afirmativo y negativo) desde el punto de vista semántico: tam-
bién y tampoco.

78 De modo que, contrariamente a nuestra intuición sincrónica (y, en ese sentido, a las
hipótesis de algunos lingüistas) no nos hallamos ante una supresión de ni en contextos como
no... siquiera o sin... siquiera, sino con una simple variante histórica.
79 Una simple consulta del CREA nos muestra una diferencia más que significativa; no

más de 400 ejemplos para ni aun frente a más de 13.000 para ni siquiera. Aunque en el caso de
ni aun encontramos muestras orales, se trata de usos incluidos en contextos de cierta formali-
dad (discursos, medios de comunicación, etc.).
366 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

2.3.1. El proceso de formación de estos adverbios ha sido estudiado por Espino-


sa, en un utilísimo trabajo (1989). Para esta autora, la creación de también está
vinculada al cambio de QUAM por QUOMODO, a partir del cual se desarrolla TAM…
QUOMODO > tan… como. De ahí que, desde muy temprano, los textos medievales
nos ofrezcan la correlación tan bien…como que, efectivamente, hubo de consti-
tuir el origen inmediato del adverbio también.
Como sucedía en el caso de otro tipo de correlaciones, uno de los elementos
(en este caso el inicial) termina por hacerse independiente. Se da un paso impor-
tante en este sentido cuando la correlación se utiliza, sobre todo tras la conjun-
ción y, con un valor de adición a lo ya presentado en un segmento precedente. El
corpus nos ha dejado ejemplos desde el siglo XIII:

...que Alfonss Iuanes uos dio o nos uso damos sacada la tierra que tién Ffernán Yua-
nes e tanbién nos, María Alfonsso, Sancha Alfonsso e García Alfonsso, que somos
principales debdores e tenedores, commo nos Gonzalo Doménguiz e Johán Domén-
guiz que nos otorgamos por rrecabdos assí commo en esta carta diz todos a rrenuncia-
mos a todo fforo (Carta de donación, 1263, ed. José Manuel Ruiz Asencio).

Además, hemos de tener en cuenta que el primer elemento de la correlación


mostró una gran libertad de movimiento dentro de la oración, como se puede
apreciar en el siguiente ejemplo, lo que pudo contribuir también a facilitar su
desvinculación progresiva de la estructura de base80:

A esto respondio don Garcia Almoravid que la vinna e las [tierras] sobredichas
tanbien devien seer suyas por las donaciones sobredichas, como las heredades que
avie e que pertescien por parte de donna Toda Perez en el tiempo que esta donacion
fue fecha, por la carta deste donadio que el maestre e el convento me fizieron (Inter-
vención en pleito, 1256, ed. María Teresa Herrera, María Nieves Sánchez).

No sorprende, por tanto, que sea en el mismo siglo XIII cuando también se
presente por primera vez, aunque aún de forma aislada, como unidad indepen-
diente, dotado ya de sus funciones adverbiales focalizadoras:

80 A ello se ha referido también Espinosa (1989), aunque no coincidimos en la cronología.

No es extraño esto último, pues la misma autora reconoce que su “estudio no ha pretendido ser
exhaustivo”. Hay que destacar aquí que, como una de las causas de la independencia de tam-
bién, Espinosa cita el cambio en el orden de los elementos que encuentra reflejado en un docu-
mento de Sto. Toribio de Liébana del siglo XIV: “Porque sepan todos el estado del monesterio
e las cosas e cartas nuevas, también como las antiguas de quanto él tenie et sabie...”. Efectiva-
mente, también me parece una causa muy digna de tenerse en cuenta. Se trata de un cambio de
orden que encontramos ya en el siglo XIII: “Et esto sea a aquelos que ena aldea moraren tan-
bien como en la uilla” (1242-1275, Fuero de Usagre, ed. R. Ureña y A. Bonilla).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 367

& todo este mal que nos viniera, tanbién podría venir a él sy Dios se quisiesse, ca los
Reyes & los regnos todos son en poder de Dios, por dar o toller a qui Él quiere (Libro
de los fueros de Castiella, a1284, ed. Bares).

Su extensión por la lengua se produjo a partir del siglo XIV, momento en que
los ejemplos empiezan a hacerse más numerosos. Casi desde el principio mostró
una gran movilidad dentro de la oración, pues podía actuar, como en nuestros
días, tanto en contigüidad con el segmento focalizado como a distancia. Cabría
preguntarse en qué medida la rapidez con que el adverbio adquiere su libertad
sintáctica estuvo influida por la propia libertad que mostró el primer elemento de
la correlación de base, según he mostrado más arriba:

E este tomo la mesa de Salamon e la piedra que despues tomaron en Merida e el


cantaro del aljofar que ay troxiera tanbien el rrey de España (Crónica del moro Rasis,
1300-1344, ed. Diego Catalán, María Soledad de Andrés).

Acabada ya la missa, rezas también la sesta,


que la vieja te tiene a tu amiga presta;
(Juan Ruiz, Libro de Buen Amor, 1330-1343, ed. Alberto Blecua).

–No quiero que otro vaya, sino tú, que pues el rey, mi amigo, fió de ti, yo quiero
fiar también de ti (Libro del cavallero Cifar, 1300-1305, ed. Juan Manuel Cacho Ble-
cua).

E commo quier que tanbien llamaron Julio al fijo de escanjo onde dize agora asy
que andando ya bruto mançebo de veynte annos que andando a ca a vn dia Julio su
padre (Sumas de la historia troyana de Leomarte, c. 1350, ed. Robert, G. Black).

También desde el principio pareció aceptar sin problemas la focalización de


segmentos oracionales, no solo sintagmas, lo que lo convirtió muy pronto en un
mecanismo importante de argumentación:

E por ende dizen que todo desamor que sea por Dios no es desamor & también
todo amor que sea contra Dios no es amor (Libro del cavallero Cifar, 1300-1305, ed.
Juan Manuel Cacho Blecua).

Et tanbien dizen que fizo conspiraçion gipiso iouen onrrado de roma al qual por
sospecha fue dado al regiment de la prouinçia de espanya (Juan Fernández de Here-
dia, Gran Crónica de España, 1385, ed. Regina af Geijerstam).

2.3.2. Para Espinosa (1989), la creación de tampoco también está relacionada


con una correlación previa: (a)tan poco como... tan poco y quanto poco... (a)tan
368 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

poco. Efectivamente –y esto es válido, sobre todo, en el caso de la segunda corre-


lación–, se trata de una estructura en que tan poco adquirirá un sentido negativo
cuando la correlación termine por deshacerse:

El sabio aristotiles fabla en esta rrazon & dize que bien quand poco puede el çiego
gujar & el pobre enrrequesçer a otro & el desonrrado honrrar & el flaco esforçar tan
poco puede el malo enderesçar njn aconsejar a otri sinon enderesçare & consejare pri-
mera mente a si (Pedro Gómez Barroso, Libro de consejo y del consejero, c. 1293,
Pedro Sánchez-Prieto Borja).

La independencia de tan poco se remonta, al menos, a principios del siglo


XIV,lo que supone la creación temprana de un sistema de oposición entre los
adverbios de inclusión no escalares:

No quiero de esto paga de este mundo de tristura,


Ni tampoco vanagloria ni nenguna hermosura;
(Poema en alabanza de Mahoma, c. 1300, ed. Pascual de Gayangos).

Como hemos visto en el caso de también, desde muy temprano encontramos


ejemplos en que el adverbio actúa a distancia:

Amj paresçe dixo tristan que amos soys de buen acuerdo / quela donzella non
plaze a vos / njn yo creo que uos aella tanpoco & seria grand pecado quien vos junta-
se en(n) vno (Cuento de don Tristán de Leonís, c. 1313-1410, ed. Ivy A. Corfis).

Si estos primeros ejemplos nos ofrecen un adverbio que focaliza sintagmas,


muy pronto encontramos la posibilidad de que pase a focalizar oraciones:

Et commo quier que les dizían quel fiziessen cozer et que levassen los sus huesos,
dixieron ellos que tampoco consintrían que ninguno pusiesse la mano en su señor...
(Juan Manuel, El Conde Lucanor, 1325-1335, ed. Guillermo Serés).

Como muchas otras unidades negativas estudiadas en los apartados anterio-


res, exigió la presencia del adverbio de negación no(n) cuando aparecía pospues-
to al verbo (primer ejemplo a continuación), pero vacilaba cuando lo antecedía
(segundo y tercer ejemplos):

...que no sea represo el consellador, car no serie razon tampoco, como alguno no se
deue loar por buen consellador si su consello uiene segunt su entençion... (Juan Fer-
nández de Heredia, traducción de Tucídides, c. 1384-1396, ed. Juan Manuel Cacho
Blecua).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 369

Pues, no ayades miedo de los yllirios porque no uos sodes combatidos con ellos
iamas, car tanpoco en el tiempo passado no uos auiedes prouado con los maçedo-
nios... (Juan Fernández de Heredia, traducción de Tucídides, c. 1384-1396, ed. Juan
Manuel Cacho Blecua).

...despues que veen que les es a ellos negado, despues de la su maldad, ser tornados el
bien que perdieron, querrian çerrar el casjno de la penjtençia a los onbres por que tan-
poco pudiesen tornar a Dios y los oviesen ellos en conpanneros de perdiçion (Traduc-
ción del Soberano bien de San Isidoro, a1400, ed. Pablo A. Cavallero).

2.4. CONCLUSIÓN

Como hemos visto, los adverbios de foco de inclusión pueden ser escalares y no
escalares. Los primeros están formados por una serie de unidades que se han ido
desarrollando progresivamente, desde las más tempranas, generalmente términos
patrimoniales (aun, siquiera o hasta), hasta los cultismos más tardíos: incluso e
inclusive. Estas unidades, que podríamos calificar como afirmativas, tienen un
reverso negativo: las locuciones adverbiales ni aun y, sobre todo, ni siquiera,
construidas por medio de un lento proceso de lexicalización-gramaticalización.
Aunque ni aun es la más antigua y la más frecuente en los textos hasta el siglo
XVIII, a partir del siglo XIX ni siquiera entrará en competencia con ella para ter-
minar imponiéndose definitivamente en el uso de los hablantes en el siglo XX.
Los adverbios no escalares son también y tampoco. Ambos son el resultado
de procesos de gramaticalización de estructuras correlativas previas que se lleva-
ron a cabo bastante temprano, pues ya durante el periodo medieval encontramos
prácticamente todos los contextos de focalización propios de nuestros días.

3. Adverbios de foco de aproximación

Se trata, como señala la RAE (2009: 3017), de adverbios que indican que se
obtiene un valor próximo al denotado por el segmento afectado. En ese sentido,
se diferenciarían claramente de los cuantificadores de grado. Dado el gran núme-
ro de unidades que podrían incluirse en este apartado, haré una selección de
aquellas que resultan más frecuentes y relevantes en la lengua actual.
Desde el punto de vista histórico-etimológico las he dividido en tres grandes
grupos: las que el español ha tomado como préstamo del latín; las que se han for-
mado como consecuencia de un proceso de gramaticalización a partir de estruc-
turas libres adverbiales o de otro tipo existentes previamente en español; y las
que resultan de un proceso de gramaticalización de adverbios simples castella-
370 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

nos, entre los que tienen especial importancia los adverbios en -mente, pues han
constituido siempre una de las fuentes más importantes para la construcción de
focalizadores, como hemos tenido ocasión de comprobar a lo largo de estos tres
capítulos dedicados a los adverbios de foco. Dentro del primer grupo, estudiaré
el adverbio casi; dentro del segundo, los adverbios apenas y poco más o menos;
y finalmente, dentro del tercero, los adverbios cerca de y alrededor de, por un
lado, y, por otro, los adverbios aproximadamente y prácticamente.

3.1. ADVERBIOS DE APROXIMACIÓN DIRECTAMENTE TOMADOS DEL LATÍN: CASI

Este adverbio procede del latín QUASI, como muy bien señalan Corominas y Pascual
(1980-1991), que tenía el significado primario de ‘como si’. Los mismos autores,
constatando su más o menos tardía aparición, nos informan de que en el castellano
antiguo existía otra palabra (hascas) que cumplía las funciones del latinismo casi.
No entraré en este trabajo en el problemático origen etimológico de la forma
hascas –o fascas, fasquas, como lo encontramos también en los textos81–. Aquí
me gustaría tan solo dejar apuntado que, efectivamente, hascas irrumpe con fuer-
za ya desde el primer momento, en el siglo XIII, como adverbio focalizador no
solo de sintagmas nominales, adjetivales y preposicionales, sino también de ora-
ciones, lo que demuestra el amplio uso que se estaba haciendo de él en la lengua
en este momento de la historia:

mas era de tal guisa demudado el viento,


que fascas non avién ningún sostenimiento.
(Gonzalo de Berceo, Vida de Santo Domingo, c. 1236, ed. Aldo Ruffinato).

apésgame el río, que ssó por mí liuiana,


quando prenyada sseyo, semeio fascas rana
(Libro de Apolonio, c. 1240, ed. Dolores Corbella).

priso en aquel baño un tal destempramiento


que cayó fascas muerto, sin seso e sin tiento.
(Libro de Alexandre, 1240-1250, ed. Jesús Cañas).

La aparición de casi está muy cercana a la de hascas, pues los primeros testi-
monios se remontan al primer cuarto del siglo XIII. Se usó ya, desde el principio,

81 Para un resumen bien documentado de algunas hipótesis aventuradas hasta la fecha,

vid. Espinosa (2010), a la que me remito.


LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 371

con el significado focalizador etimológico que tenía el QUASI latino, aunque los
ejemplos no son todavía muy numerosos82. Focalizaba, sobre todo, sintagmas
nominales-pronominales y preposicionales, normalmente de forma contigua:

...e esto se causo parte por pereça e parte por ynorançia, por tanto, quasi todas son
dadas a oluido (Crónica de Sahagún, c. 1255, ed. Julio Puyol).

...este abbad estudo e moro en Roma quasi por çinco años... (Crónica de Sahagún,
c. 1255, ed. Julio Puyol).

En el ámbito jurídico pudo convertirse muy pronto en un mecanismo produc-


tivo de creación nuevos términos (por aproximación, pues, a otro térmio ya exis-
tente) para el establecimiento de distinciones conceptuales más sutiles; ahí
encontramos la base de su recategorización posterior como prefijo83. El origen
estaba en el propio latín, que había creado términos jurídicos de un modo muy
similar (pensemos, por ejemplo, en la distinción justinianea entre ex contractu -
quasi ex contractu y ex maleficio - quasi ex maleficio):

Et ¿qué cosa es título et qué cosa es quasi título? (Vidal Mayor, c. 1255, ed. Gun-
nar Tilander).

Ahora bien, hemos de ser bastante cuidadosos porque, en este primer siglo de
andadura, este significado alternó con otro sentido heredado también de su étimo
latino: el de ‘como’, con un valor comparativo, que permitió su utilización, por
ejemplo, en combinación con ciertos verbos de cognición:

Qui danno fecerit in lino, por la entrada pectet I sueldo, et quando danno ficier
aprecienlo quasi sano, et pectet alio tanto (Fuero de Cáceres, 1234-1275, ed. P. Lum-
breras Valiente).

Guardouos e considero quasi prudente, e mucho me maravillo de vuestra sinple-


ça, ca ellos en ninguna cosa bos quisieron auer conpasion nin a vuestra bejez e fla-
queça... (Crónica de Sahagún, c. 1255, ed. Julio Puyol).

El valor de comparación del adverbio casi podía dar lugar a la interpretación


de un hecho como irreal (lo que parece pero no es):

82 Las obras son escasas y la mayoría de los ejemplos pertenecen a una sola de ellas: la
Crónica de Sahagún.
83 Más tarde encontraremos, entre otros, el cuasi-delito o el cuasi-contrato (siglo XVI), el

cuasi-usufructo (siglo XIX)...


372 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

...alegando vnas frias ocasiones contra el merino que entonçes era, defendiendole por
vnas letras surretiçias quasi abidas e ganadas del rrei, por las quales se pretendia que
no vsase del ofiçio de la merindad (Crónica de Sahagún, c. 1255, ed. Julio Puyol).

El empleo de casi como adverbio focalizador (junto a su uso comparativo y


conjuntivo) aumenta considerablemente a partir de la segunda mitad del siglo
XIV, momento en que empezamos a encontrar testimonios en que actúa a distan-
cia y amplía su influencia a segmentos más variados: adjetivos o sintagmas adje-
tivos en general, adverbios e incluso oraciones:

...& si alguno se untare con su sangre, durmiendo, vera en suennos quasi que le afo-
gan los diablos (Jacobo de Vitriaco, traducción de la Historia de Jerusalem abrevia-
da, p1350, ed. María Teresa Herrera y María Nieves Sánchez).

...et quasi no auien casa cubierta, tanto porque los engenyos ende auien derroquado
muchas, como que por falta de lenna las auien descobierto (Juan Fernández de Here-
dia, Gran crónica de España III, 1376-1391, ed. Juan Manuel Cacho Blecua).

Se puede decir, por tanto, que en estos siglos finales de la Edad Media, el
adverbio casi se utiliza ya en la mayor parte de los contextos en que lo encontra-
mos en la época actual. Su mayor extensión, a medida que nos aproximamos al
Renacimiento, lleva aparejada la decadencia de hascas, que termina despare-
ciendo de los textos, sin dejar rastro, en el siglo XVI.

3.2. ESTRUCTURAS SINTAGMÁTICAS GRAMATICALIZADAS

3.2.1. Apenas

El adverbio apenas es el resultado de un proceso de gramaticalización a partir


del sintagma adverbial libre a penas, con idea de dificultad (lo que se hace con
un cierto sufrimiento), que no ha dejado huellas tempranas en el corpus, pero que
podemos rastrear a partir de ejemplos tardíos del siglo XIII; en estos ejemplos el
sustantivo está modificado por un adjetivo que acentúa el grado de intensidad de
la acción designada por el verbo:

...que muy a dur & a malas penas se pudo tornar a la puerta (Alfonso X el Sabio,
General Estoria, Pc. 1275, edro Sánchez-Prieto Borja).

Como adverbio gramaticalizado aparece ya con mucha frecuencia en los textos


del siglo XIII focalizando sintagmas de todo tipo, aunque especialmente nominales,
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 373

al menos en un primer momento, y, sobre todo, oraciones. Los ejemplos en que


apenas se usa como focalizador oracional son muy abundantes en la obra de Alfon-
so X el Sabio, hasta el punto de que constituyen más del 95% de las ocurrencias
totales. La movilidad de este adverbio era ya bastante amplia en su primer siglo de
andadura, pues lo encontramos tanto antepuesto como pospuesto al segmento afec-
tado (aunque parece mostrar una cierta preferencia por la anteposición).

mas ssé rendar a todos, ssiempre ssó refertero,


valo en el mercado apenas vn dinero.
(Libro de Apolonio, c. 1240, ed. Dolores Corbella).

Et si la queman alçase della fumo que es de olor muy fuert & mucho agudo; assi
que apenas se puede sofrir, mas despues que es quemada; fazes liuiana & muy porosa
(c1250, Alfonso X el Sabio, Lapidario, Pedro Sánchez-Prieto Borja).

Tenié llenos de polvos la vota e los dientes,


fablar podié apenas por confortar sus gentes
(Poema de Fernán González, c. 1250, ed. Itziar López Guil).

Como podemos comprobar en el último ejemplo, la posposición al segmento


focalizado cuando este estaba constituido por verbos u oraciones en general no
lleva aparejada la presencia del adverbio de negación no84. Se trata de un uso que
se extiende durante buena parte del periodo medieval y que diferencia a este
adverbio de las palabras negativas85, caracterizadas en la lengua actual por la
alternancia negativa y en la lengua medieval por exigir la presencia de la nega-
ción tanto si aparecen pospuestas como antepuestas (Wagenaar apud Sánchez
López 1999b). Quizá esto se deba a que apenas no había adquirido un verdadero
sentido negativo y mantenía la idea de ‘con gran esfuerzo’ o ‘con gran dificultad’
heredada de su uso primitivo.
A partir de finales del siglo XIV encontramos los primeros ejemplos en que
apenas se pospone al verbo en oraciones introducidas por el adverbio no,
siguiendo la costumbre de las palabras negativas y los términos de polaridad
negativa:

84 Con sentido temporal, apenas sí puede reclamar la presencia del adverbio de negación
desde finales del siglo XIII: “Et apenas non auja bien començado quando le demando pazes
antioco & el otorgo ge las & pusolas con el (Alfonso X, General Estoria, a1284, ed. Pedro
Sánchez-Prieto Borja).
85 Sigo la terminología de Sánchez López (1999b), que distingue entre palabras negativas

y términos de polaridad negativa en sentido estricto, aun cuando las palabras negativas sean
también, en realidad, términos de polaridad.
374 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

...los fizieron yr por fuerça en una plaça estrecha la qual no hauia apenas espaçio de
poder menear lures armas (Juan Fernández de Heredia, Gran crónica de España,
1385, ed. Regina af Geijerstam).

Este uso, sin embargo, no se generalizó. Las vacilaciones son muy frecuentes
a lo largo de toda la historia del español:

...mato con el senyal de la cruç I grant dragon escupientle en la boca, el qual VIII
pares de bueyes podieron apenas tirar o rastrar al lugar do lo cremaron (Obra sacada
de las crónicas de San Isidoro, de Don Lucas, Obispo de Tuy, 1385-1396, ed. Juan
Manuel Cacho Blecua).

Aún en el siglo XIX es posible encontrar numerosos casos en que apenas apa-
rece pospuesto al verbo focalizado sin adverbio de negación anterior:

Vacilaba yo, pues me estrechaba tanto que podía apenas respirar (Mariano Anto-
nio Collado, traducción de las Aventuras de Telémaco seguidas de las de Aristonoo de
Fénelon, 1843, ed. Universidad de Alicante).

Incluso en la actualidad este uso no ha dejado de ser habitual,86 y alterna con


el más general en que la negación está presente.

De todos modos le preocupaba. Horacio ya no hablaba con nadie, sólo estudiaba y


estudiaba, dormía apenas y se levantaba a rezar a las cuatro de la mañana (Santiago
Gamboa, Páginas de vuelta, 1998, ed. Mondadori).

El Oviedo no encontró apenas resistencia en el Murcia (Prensa, 1988, CREA).

Por otro lado, y dado que, como hemos visto al estudiar los reversos negati-
vos de los adverbios de inclusión, la lengua medieval solía exigir que las pala-
bras negativas en posición preverbal se presentaran acompañadas del adverbio

86 No entiendo muy bien, pues, por qué Santos Río (2003) afirma que “antecede obligato-

riamente al sintagma verbal modificado y equivale a ‘casi no’” (la cursiva es mía). También la
RAE (2009: 3019) incluye este adverbio entre los términos que participan de la alternancia
negativa, cosa que, como acabamos de ver, no es sistemática. Por otro lado, la RAE señala la
supuesta incompatibilidad de apenas con el adverbio nunca, incompatibilidad que no es gene-
ralizada: encontramos ejemplos de compatibilidad desde la Edad Media hasta nuestros días.
Baste el siguiente ejemplo reciente: “Eso, unido al trabajo parcelario o en cadena, perturba la
moral del trabajador, que se siente aplastado por todo un sistema de mandos jerárquicos, con
los cuales apenas nunca tiene un lazo personal” (1967, Martín Brugarola, Sociología y teolo-
gía de la técnica, ed. Editorial Católica).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 375

de negación no (Wagenaar apud Sánchez López 1999b), también apenas pudo


verse influido esporádicamente por esta tendencia, como en este párrafo del
siglo XV:

...si no que la cara por la grant calor que y faze que apenas non lo puede ninguno
endurar (Viaje de Juan de Mandevilla, c. 1400, ed. Juan Luis Rodríguez Bravo y
María del Mar Martínez Rodríguez).

No obstante, lo más habitual era que, al igual que sucedía con nunca, no exi-
giera la presencia del adverbio de negación no en posición preverbal, tendencia
que se ha mantenido, como hemos visto, desde el principio hasta nuestros días.
Si apenas también pareció mostrar preferencia por actuar de forma contigua
al segmento focalizado, no están excluidos, desde el propio siglo XIII, los ejem-
plos en que actúa a distancia:

La dezena fue con neyo fuluio adelantado de los Romanos e uencio Annibal e per-
dio y neyo toda su companna y el escapo end apenas (Alfonso X, Estoria de España,
c. 1270, ed. Pedro Sánchez-Prieto Borja).

Por último, conviene señalar que el si expletivo con que podemos encontrar-
lo, como focalizador oracional, en la actualidad (Santos Río 2003) se utiliza, al
menos, desde el siglo XVII:

...conque volvió don Francisco a su posada muy rico de esperanzas, pero tan falto de
dineros que apenas si tenía para el gasto ordinario (Fray Gregorio de Alfaro, Vida del
ilustrísimo señor don Francisco de Reinoso, obispo de Córdoba, 1617, ed. Joaquín de
Entrambasaguas).

3.2.2. Poco más o menos

Se trata de una unidad pluriverbal de carácter adverbial que sufre un progresivo


y lento (como veremos enseguida) proceso de gramaticalización a partir de un
sintagma puramente comparativo que solía ir precedido de la estructura correla-
tiva disyuntiva o... o. Esta estructura, libre en un principio (aunque se omitiera la
segunda parte de la comparación), se remonta a mediados del siglo XIII y podía
permutar el orden de sus componentes:

E dezimos que a las águilas deuen dar quanto una libra, o poco menos o poco
más, segund conuiene (Abraham de Toledo, Moamín. Libro de los animales que
cazan, 1250, ed. Anthony J. Cárdenas).
376 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

E dezimos assí: que conuiene que ayan las mudas en que las metieren X cobdos
en luengo e X en ancho, o poco más o poco menos, segund ouieren mester (Abraham
de Toledo, Moamín. Libro de los animales que cazan, 1250, ed. Anthony J. Cár-
denas).

De esta idea de comparación se derivará la idea de focalización por medio de


dos etapas fundamentales: una primera puramente formal, que implica que esta
estructura empiece a lexicalizarse, pues cada vez más va a tender a fijar sus ele-
mentos (la fórmula muestra una clara tendencia a reducirse, desde principios del
siglo XIV, a poco más o menos, aun cuando su significado pueda seguir siendo,
en muchos casos, literal) y una segunda, semántica, que supone que la estructura
lexicalizada o en proceso de lexicalización experimente una ampliación de su
ámbito de influencia a otro tipo de segmentos textuales, no solo los cuantificado-
res. Dada la dificultad de determinar cuándo pasamos de una a otra interpreta-
ción semántica, esta ampliación de los segmentos afectados puede ser clave para
confirmar que se ha iniciado el proceso de adquisición de un valor de aproxima-
ción. Esta segunda etapa se sitúa cronológicamente a principios del siglo XV.
Como unidad focalizadora, poco más o menos actuaba de forma contigua,
pero también a distancia:

...sy todas las estorias Rebolujeres & bjen las mirares & considerares poco mas o
menos todas las hallaras yguales (Pero López de Ayala, Caída de príncipes, 1402, ed,
Eric Naylor).

La nueva unidad adverbial actuaba sobre sintagmas nominales, adjetivos y


preposicionales, y podía anteponerse o posponerse al elemento focalizado:

...el qual nos quando eramos poco mas o menos en esta hedad en que tu agora estas
trasladamos de griego en latyn (Alfonso de Cartagena, Traducción De Oficiis de
Cicerón, 1422, ed. María Morrás).

Estas cosas poco mas o menos se dizen contra Regulo. mas veamos los primeros
dichos (Alfonso de Cartagena, Traducción De Oficiis de Cicerón, 1422, ed. María
Morrás).

Naturalmente, como en la actualidad, y dado su origen, los segmentos en que


aparecen cantidades, antepuestos o pospuestos, son los más numerosos.

E porque somos informado que en poder vuestro hauria quatrocientas onzas, poco
mas o menos, las quales pertenecieran al dicho Joan Frances (Fernando al tesorero
general, 1493, ed. Antonio de la Torre).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 377

...el dito Sancho Pérez et los hotros se tomaron poquo más ho menos CC cabeças, las
cuales tornoron a d’Arnaut de Perexaq (Documentación medieval de la Corte del Jus-
ticia de Ganaderos de Zaragoza, 1472-1492, ed. José Antonio Fernández Otal).

En este tipo de segmentos es difícil de determinar, a veces, cuándo nos halla-


mos ante un valor focalizador de aproximación pleno y cuándo se mantiene el
valor comparativo, pues en el siglo XV asistimos todavía a la convivencia de
ambas interpretaciones, lo cual no es un fenómeno nada extraño en los procesos
de gramaticalización87. Los ejemplos de ambivalencia se extienden a siglos pos-
teriores, tanto más cuanto que poco podía tener aún uso adjetivo y no adverbial:

Todas ellas puestas en ciento e sesenta leguas, pocas más o menos, corriendo
desde la parte del Mediodía al Norte (Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia gene-
ral y natural de las Indias, 1535-1557, ed. Juan Pérez de Tudela).

Se trata de un uso que calcaba el de otros sintagmas libres cuantificadores y


comparativos en determinados contextos (mill cavalleros o pocos más, por ejem-
plo, e incluso pocos más de diez días). Curiosamente, afecta especialmente a los
Siglos de Oro y desaparece a partir del siglo XVIII. Solo en el siglo XIX, la estruc-
tura puede considerarse completamente lexicalizada: poco más o menos.
Desde el siglo XV, aunque se difundió verdaderamente por los textos en el
siglo XVI para desaparecer en el siglo XVIII, existió la variante poco más a
menos88:

...salbo del dicho obispo don Martín acá, que podrá aber çinquenta años, poco más a
menos, e que de antes sienpre sse rroçaba e labraba e paçía por los vezinos e morado-
res de la dicha villa de Bonilla e su tierra (Los Reyes católicos mandan cumplir una
sentencia, 1496, ed. Gregorio del Ser Quijano).

Más éxito tuvo una variante más tardía y un tanto redundante –pues añadía al
valor aproximativo de la primitiva poco más o menos el valor también aproxima-
tivo de la preposición sobre– sobre poco más o menos. Se remonta al siglo XVIII
y se ha conservado hasta nuestros días:

87 Hemos de tener en cuenta que la estructura siguió usándose con valor puramente com-
parativo explícito durante bastante tiempo: “Tiran poco más o menos de 800 passos comunes
por el raso de el alma y por el punto de su mayor elevación, poco más o menos de 5600 passos
de los dichos” (Luis Collado, Plática manual de artillería, 1592, ed. Cristina Blas Nistal).
88 En el diccionario de Correas se recoge del siguiente modo: “Por: ‘Poco más o menos’.

Kuando se tantea algo; i en menosprezio de onbre o kosa se dize: ‘Onbre –o Kosa– de poko
más a menos’.
378 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

El Crótalo antiguo, ó la Castañuela era, sobre poco mas ó menos, del mismo peso,
y de la misma figura que las que se usan hoy dia (Francisco Agustín Florencio, Crota-
logía o ciencia de las castañuelas, 1792, ed. Imprenta real).

Al mismo siglo XIII se remonta la estructura más sencilla más o menos, que
desde el principio mostró una fijación del orden de sus componentes, aun cuando
los primeros ejemplos, como en el caso de poco más o menos correspondan a
estructuras libres de tipo comparativo, formando parte o no de la corralación
disuyuntiva o... o:

El padre muerto, si el fijo o la fija uiuier diez días, o más o menos, & fueren bab-
tizados (Fuero Juzgo, c. 1250-1260, ed. Wilhelmina Jonxis-Henkemanns).

Parece que la creación de esta variante reducida fue a remolque de la evolu-


ción de poco más o menos, pues durante el siglo XV es esta última la que se
emplea con mayor frecuencia y la única que adquirió un primer valor focaliza-
dor, como he expuesto más arriba. Más o menos siguió durante bastante tiempo
como simple estructura libre, inserta, además, a partir del siglo XVI, en una corre-
lación especial formada por la conjunción copulativa y:

...y un esclavo vale ciento, e más e menos, almendras déstas, segund es la pieza o la
voluntad de los contrayentes se conciertan (Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia
general y natural de las Indias, 1535-1557, ed. Juan Pérez de Tudela).

Aunque desde finales del siglo XVI y durante todo el siglo XVII podemos
encontrar algunas combinaciones de más o menos como estructura independien-
te con cantidades, su uso es todavía comparativo89, y hemos de esperar hasta el
siglo XVIII para asistir a una completa lexicalización-gramaticalización. Aparece
casi siempre pospuesto al segmento focalizado:

Tiene por su parroquia una iglesia de 60 a 70 varas de largo y de ancho 14 más o


menos, de una bóveda y nave (Jurisdicción de Malinalco, 1743, ed. Francisco de
Solano et al.).

Su anteposición con cantidades es rara en el siglo XIX; se hace frecuente a


partir del siglo XX:

89 Son ejemplos como el siguiente, en que se sobreentiende, como segundo término de la

comparación, una cantidad previamente mencionada: “...lo que a dicho señor pareciere necesi-
tar no reparando en 100 reales más o menos encargando venga luego al cumplimiento de su
ejercicio” (Documentos sobre música en la catedral de Sigüenza, 1600-1713, ed. Javier Suá-
rez Pajares).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 379

A eso de la una del día se hallaban por consiguiente, frente a frente del enemigo,
separados por un espacio de cuatro a cinco cuadras (unos 600 metros) más o menos
unos tres mil chilenos (Benjamín Vicuña Mackenna, La campaña de Lima, 1881, ed.
Universidad de Alicante).

De las cantidades se pasa fácilmente a otro tipo de contenido sintagmático


con el mismo valor de aproximación90:

Marmolejo de Sotomayor, repitiendo más o menos lo mismo, insistió en que no


había recibido escándalo alguno de lo dicho por Escobar hasta que habiéndoselo con-
tado a fray Gil (José Toribio Medina, Historia del Tribunal del Santo Oficio de la
Inquisición en Chile, 1890, ed. Universidad de Alicante).

3.3. GRAMATICALIZACIONES A PARTIR DE ADVERBIOS SIMPLES EXISTENTES EN


CASTELLANO

3.3.1. Adverbios de lugar

3.3.1.1. Cerca

Cerca es un adverbio que procede etimológicamente de CIRCA (Corominas y Pas-


cual, 1980-1991), vocablo que se comportaba en latín como adverbio y como pre-
posición (Espinosa, 2010: 88). Para entender su uso como focalizador, hemos de
partir, sobre todo, de su empleo como adverbio de lugar, el más antiguo en el cor-
pus. Se remonta, concretamente a mediados del siglo XII, en un documento a medio
camino entre el latín y el romance (véase la alternancia entre circa de y circa):

...et sancti Andree in presentia dompno Banço abbate et omni congregatione posui
una uinea circa de illa valle de fanlo et alia uinea circa illa uia de anaui et alia uinea
in illa pinosa (Donación hecha por Iñigo de Orniés de varias fincas en Fanlo y otros
lugares, a1065, ed. Eduardo Ibarra y Rodríguez).

El valor de focalización es el resultado de un proceso de gramaticalización


por el cual los hablantes dejan de interpretar la cercanía como puramente espa-

90 Me gustaría especificar aquí que, evidentemente, no considero valor de focalización de

aproximación su uso con el sentido de ‘relativamente’, ‘en grado mediano’, ‘medianamente’


que Santos Río (2003) denomina adverbio de grado y con el que suele anteponerse a sintag-
mas adjetivales o adverbiales (“un sueldo más o menos digno”, por ejemplo). Se trata de un
uso que no tengo en cuenta, pues, en este trabajo.
380 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

cial para pasar a intepretarla dentro de un contexto discursivo como aproxima-


ción a lo designado por un segmento particular de ese mismo discurso. Es, por
tanto, en su base, un procedimiento metafórico de extensión del significado. Los
primeros testimonios de este nuevo valor nos muestran al adverbio cerca como
focalizador de sintagmas temporales; solía ir antepuesto y actuar de forma conti-
gua al segmento focalizado91:

Ý moran los ifantes bien cerca de dos años,


los amores que les fazen mucho eran sobejanos;
(Poema de Mio Cid, c. 1140, ed. Alberto Montaner).

En essa matinada, cerca de prima era,


los omnes del judío, compañuela baldera [...]
(Gonzalo de Berceo, Los milagros de Nuestra Señora, 1246-1252, ed. Claudio García
Turza).

A partir de la segunda mitad del siglo XIII, tenemos la variante a cerca de o


acerca de. No es de extrañar, pues se trata de una forma ya había existido casi
desde los mismos orígenes con valor adverbial locativo:

...touieron los regnos de Asia so el so Sennorio A cerca de cient annos (Alfonso X,


Estoria de España, c. 1270,ed. Pedro Sánchez Prieto).

También a partir de la segunda mitad del siglo XIII se amplía la focalización a


sintagmas que contienen cantidades pero que no son necesariamente temporales:

...& sera el quarto que es a cerca de una parte fata a cerca de .xc. partes; partido de la
armella (Rabí Zag, Libro de las armellas, c. 1277, ed. Pedro Sánchez-Prieto Borja).

De ese modo, desde muy temprano queda constituido el sistema completo de


focalización del adverbio, sistema que llegará hasta nuestros días.

3.3.1.2. Alrededor

Al igual que cerca, alrededor es, en primer término, un adverbio de lugar, aun-
que su construcción formal es bastante compleja. Espinosa (2010: 91) ha expli-
cado muy bien cómo se ha llevado a cabo:

91 Conviene recordar los problemas de datación del Poema de Mio Cid; resulta curioso
constatar que los ejemplos de cerca como adverbio de aproximación que aparecen en esta obra
son los únicos existentes en el siglo XII y que no se encuentra ningún otro en el siglo XIII hasta
la obra de Gonzalo de Berceo.
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 381

[...] se parte de un sintagma prepositivo cuyo núcleo es la forma derredor, empleada


como sustantivo; tras la contracción de la preposición y el artículo, la expresión al
derredor sufre la metátesis de la dental y la vibrante: al rrededor; consolidado ese
sintagma como expresión adverbial, cuyos componentes se acaban fundiendo (alre-
dedor), se emplea en adposición a un complemento con de.

Los primeros usos, que se remontan al siglo XII, corresponden, efectivamente


a derredor, utilizado como sustantivo y locución adverbial seguida de la preposi-
ción de con valor locativo:

estas tres lanças traen seños pendones;


e derredor d’ellos muchos buenos varones.
(Poema de Mio Cid, c. 1140, ed. Alberto Montaner).

A la viespera vinyeron codornyzes, cubrieron el albergada e a la mannana yogo el


ruçio derredor del albergada (Almerich, La fazienda de Ultra mar, c. 1200, ed. Moshé
Lazar).

De nuevo nos encontramos ante un proceso de gramaticalización según el


cual pasamos metafóricamente de lo espacial a lo discursivo: de lo que está cerca
físicamente a lo que está cerca del contenido de un segmento del discurso. Los
primeros ejemplos de este salto semántico hemos de situarlos a principios del
siglo XV. El uso de la nueva unidad adverbial focalizadora, sin embargo, no es
muy frecuente durante esta centuria:

& los sus palaçios aderredor de cinquenta cobdos en luengo & de ancho .xxv. [cob-
dos] & palaçios estauan a derredor de .xxv. cobdos en luengo & de ancho çinco cob-
dos (Biblia romanceada, c. 1400, ed. Moshé Lazar).

...& la passion duro al derredor de .x. años (Gordonio, 1495, ed. John Culi y Cyntia
Wasick).

Aunque la variante alrededor (alrrededor, al rededor) se había utilizado cada


vez más desde el siglo XIV, no lo hizo con el sentido de aproximación hasta bas-
tante más tarde (siglo XVII).

Excelente pintor de historias. Pintó figuras grandes y pequeñas. Murió en la ciu-


dad de Toledo alrededor del año 1640 (Lázaro Díaz del Valle, Epílogo y nomenclatu-
ra de algunos artífices. Apuntes varios, 1656-1659, ed. J. F. Sánchez Cantón).

De hecho, (en) derredor quedó reservado, cada vez más, a los valores locati-
vos y fue perdiendo terreno frente a alrededor en todos los contextos. Si actual-
mente no ha dejado de utilizarse, presenta claras connotaciones arcaizantes.
382 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

Contra todo lo esperable, el valor focalizador de (en) derredor y, como hemos


visto, a partir del siglo XVII, de alrededor, apenas ha dejado testimonios en los
textos hasta el siglo XX. Se trata de un fenómeno extraño y difícil de explicar,
especialmente si tenemos en cuenta que el número de obras del corpus aumenta
considerablemente a partir de los Siglos de Oro92 y, por tanto, también las posibi-
lidades de encontrar nuevos ejemplos de este uso. No es el caso, sin embargo: los
testimonios aparecen de modo muy esporádico, muy aislados, hasta que, de pron-
to, en el siglo XX, su número se dispara:

El número de huevos que cada animal deposita en la época de la puesta, es apro-


ximadamente de 800 a 1000, durando este periodo alrededor de diez días (Enrique
Rioja Lo Bianco, Los gusanos, 1926, ed. Instituto Gallach de Librería y Ediciones).

Así pues, el valor de focalización de alrededor, aunque de aparición relativa-


mente temprana, debe considerarse tardío en lo que respecta a su difusión por la
lengua –al menos por la lengua escrita–.

3.3.2. Adverbios en -mente

3.3.2.1. Aproximadamente

Para Fuentes (2009) es “el operador por excelencia para expresar la aproxima-
ción en la cuantificación”. Lo encontramos en los textos como adverbio focaliza-
dor de aproximación desde el mismo momento de su aparición. El primer testi-
monio es del siglo XVIII; se presenta pospuesto, actuando sobre un sintagma
preposicional de carácter adjetivo:

...este es un pequeño edificio en forma quadrada, ó aproximadamente, con sus ador-


nos en Pilastras hechas de ladrillo mui bien executadas (Francisco de Miranda, Dia-
rio de viajes, 1785-1786, ed. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes).

Inmediatamente después (siglo XIX) aparece acompañando a cantidades, que


han sido los elementos seleccionados con mayor frecuencia hasta nuestros días93.
El adverbio aproximadamente podía aparecer tanto antepuesto como pospuesto a
estos nuevos segmentos focalizados:

92 A algunos de los problemas que nos plantea el CORDE para el estudio del léxico me he
referido en García Pérez (2007), en la parte introductoria de cada capítulo.
93 También en la actualidad este adverbio parece preferir este tipo de segmentos (Santos

Río 2003).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 383

La distancia total desde Puerto Cabello a La Cabrera es, aproximadamente, de


dieciocho leguas de a 5.000 varas cada una (Relaciones topográficas de Venezuela,
1815-1819, ed. Francisco del Solano).

La distancia total desde Puerto Cabello a La Cabrera es, aproximadamente, de


dieciocho leguas de a 5.000 varas cada una (Vicente de la Fuente, Historia eclesiásti-
ca de España III, 1855-1875, ed. Compañía de impresores y libreros del reino).

En el mismo siglo XIX, se utilizó ya también a distancia:

Al cabo de una hora que aproximadamente tardaron, doña Toda sintióse cansada
y, deseosa de tomar un vaso de agua, entró en un caserío, que por fortuna era conoci-
do y pertenecía a la misma doña Toda (Francisco Navarro Villoslada, Doña Toda de
Larrea o la madre de la Excelenta, c. 1855-a. 1895, ed. Carlos Mata Induráin).

La variante sinonímica aproximativamente es más tardía, pues se remonta a


finales del siglo XIX. Se trata de una palabra de escaso uso que hizo su aparición
como adverbio de modo, pero que, probablemente por influencia de aproxima-
damente, terminó por utilizarse también como focalizador:

...a título de licenciados, de inválidos o de enfermos, un número aproximativamente


igual de bajas (Benjamín Vicuña, La campaña de Lima, 1881, ed. Universidad de Ali-
cante).

En la actualidad su empleo es casi residual. Aparece en algunos textos litera-


rios o periodísticos de modo muy esporádico:

...que el previsible aumento de la demanda de empleos será en el orden de dos millo-


nes de nuevas plazas, aproximativamente, y su incidencia en la demanda de bienes y
servicios sumamente fluctuante (Carlos Fuentes, Cristóbal Nonato, 1987, ed. Fondo
de Cultura Económica).

3.3.2.2. Prácticamente

El primer valor con el que aparece en los textos es el de adverbio de modo, en


muchos casos opuesto de manera explícita a teóricamente. Los primeros ejem-
plos, en efecto, se corresponden con este sentido:

Y digo que se forma el punto con qualquier punta delgada, no le tomando en el


rigor matemático, porque assí no es visible, sino imaginado, mas es tomándolo prácti-
384 RAFAEL GARCÍA PÉREZ

camente para nuestro uso (Juan de Arfe y Villafañe, Varia Conmensuración para la
Escultura y la Arquitectura, 1585, ed. Hermógenes Perdiguero).

...y guardando esta orden se puede proceder en infinito sobre los triángulos, digo
teóricamente, que prácticamente se guardará otra forma, que adelante se verá (Cristó-
bal de Rojas, Teoría y práctica de fortificación, 1598, ed. Beatriz Borreguero).

El valor de focalización es, pues, posterior. Determinar cuándo se produce


su gramaticalización es problemático en este caso, pues no siempre resulta
fácil interpretar exactamente su significado en los textos. Ello se debe, por un
lado, a la amplitud con que se utilizaba esta idea adverbial de modo que encon-
tramos en su origen, extendida por un gran número de contextos en los que el
contraste con lo teórico solo está implícito y, por otro, a su también frecuente
uso como adverbio oracional, con el sentido de ‘en la realidad, en la práctica’
(Santos Río 2003)94. Desde mi punto de vista, el salto al valor de aproximación
se da desde este valor oracional y solo es posible rastrearlo con claridad a par-
tir del siglo XX:

Nada, prácticamente nada, saben aún los puertorriqueños de la consagración de su


vida al ideal de formar una patria libre (Vicente Géigel Polanco, Hostos, realidad
actuante en nuestro mundo moral, 1939, ed. Biblioteca de autores puertorriqueños).

3.4. CONCLUSIÓN

Los adverbios de foco de aproximación constituyen un grupo muy complejo,


pues, dejando aparte el hecho del gran número de unidades que lo conforman,
proceden etimológicamente de fuentes muy diversas. Como he tenido ocasión de
mostrar en este apartado, junto a unidades que heredan directamente el valor
focalizador de la lengua latina (casi), la mayoría desarrollan este sentido como
resultado de una evolución semántica o morfológico-semántica en el propio
español. Podríamos resumirla del siguiente modo:

94 Un ejemplo relativamente antiguo de difícil interpretación podría ser el siguiente: “Mas


averiguando yo, así por sí mismo como por medio de personas inteligentes, si dicha gente
adora ó reconoce deidad alguna, he visto que no conoce ni adora cosa alguna ni tiene ídolos, ni
otra cosa que la muerte, común á los irracionales. No saben los Palaos si es eterna é inmortal
su alma, si hay cielo ó infierno, premio ó castigo, para buenos y malos. Son prácticamente
ateistas sin adoración alguna que toque en especie de superstición ó vana religión (Juan José
Delgado, Historia general sacro-profana, política y natural de las islas del Poniente llamadas
Filipinas, c. 1754, Juan Atayde).
LA EVOLUCIÓN DE LOS ADVERBIOS DE FOCO EN ESPAÑOL 385

En primer lugar, contamos con estructuras sintagmáticas libres que terminan


por lexicalizarse y gramaticalizarse; en concreto, se han estudiado las unidades
apenas, la más antigua y, probablemente, más lexicalizada, y poco más o menos,
con la variante más tardía más o menos, que evolucionan con mayor lentitud que
apenas tanto desde el punto de vista formal como semántico.
En segundo lugar, tenemos adverbios simples que se gramaticalizan como
adverbios de foco en distintos periodos de la historia de la lengua: por un lado,
los adverbios de lugar cerca y alrededor, que han seguido ritmos diferentes,
pues, mientras el primero puede considerarse formado plenamente en el siglo
XIII, el segundo inicia una tímida andadura en el siglo XV que solo puede consi-
derarse culminada en el siglo XX, momento de su difusión plena por la lengua; y,
por otro lado, los adverbios de modo aproximadamente y prácticamente, que son
de tardía aparición, y que parecen evolucionar de modo un tanto distinto. Mien-
tras el primero adquiere su valor focalizador de aproximación en el siglo XVIII,
cuando se construye desde un punto de vista morfológico, el segundo desarrolla
previamente un valor oracional desde el que surge al final el valor focalizador,
solo rastreable con seguridad en el siglo XX.

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LOS AUTORES

Joan G. Burguera Serra. Es doctor en Filología Hispánica y profesor de Len-


gua Española y Comunicación oral en los Grados de Filología Hispánica y
Comunicación e Industrias Culturales de la Universitat de Barcelona. Sus princi-
pales investigaciones se centran en la interrelación entre Gramática y Pragmáti-
ca, con especial atención en el estudio de los enunciados interrogativos retóricos,
y en el análisis del discurso político, más concretamente en el discurso parla-
mentario como tradición discursiva. Entre sus últimas publicaciones destacan
“La evolución diacrónica en el ámbito adverbial: el proceso de gramaticalización
de acaso” en Anuari de Filologia (2003-2004), “Últimamente: cambio semánti-
co y funcional”, en Verba Hispánica (2012), o “Aspectualidad y modalidad: el
caso de las perífrasis estar por/para + infinitivo” en RILCE (2013).

María Pilar Garcés Gómez. Catedrática de Lengua Española en la Universidad


Carlos III de Madrid. Su actividad investigadora se ha centrado en el ámbito de la
Semántica, la Pragmática y el Análisis del discurso desde una perspectiva sincróni-
ca y diacrónica; en estas áreas ha dirigido varios proyectos de investigación y ha
publicado numerosos artículos y libros. Entre sus últimas publicaciones cabe desta-
car: La organización del discurso: marcadores de ordenación y reformulación
(Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2008), Diccionario Histórico: nuevas
perspectivas lingüísticas (ed.) (Madrid/Frankfurt, Iberoamericana/Vervuert, 2008),
La reformulación del discurso en español en comparación con otras lenguas (ed.)
(Madrid, UC3M/BOE, 2009), “Paradigma y gramaticalización: el proceso evoluti-
vo de los marcadores de distanciamiento”, en Romanistisches Jahrbuch (2011);
“Marcas pragmáticas en un diccionario histórico. Propuesta de clasificación”, en
Christian Schmitt, Dietmar Osthus y Judith Visser (eds.), Streit um Sprache. Zur
metasprachlichen Streitkultur in der Romania (Bonn, Romanistischer Verlag,
2012); “Los procesos de recapitulación y de reconsideración en los textos de la
ciencia”, en Gloria Clavería, Francesc Rodríguez, Joan Torruella y Cecilio Garriga
(eds.), Historia, lengua y ciencia: una red de relaciones (Frankfurt, Peter Lang,
2013), “Gramaticalización y tradiciones discursivas: el proceso de creación de los
marcadores de confirmación”, en Revue Romane (2013); “Nouvelles perspectives
dans l’analyse des marqueurs discursifs”, en Cahiers de Lexicologie (2014).

Rafael García Pérez. Profesor Titular de Lengua Española en el Departamento


de Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid. Su línea de investiga-
390 LOS AUTORES

ción principal es la Historia de la lengua y, más concretamente, la Lexicología y


Lexicografía históricas. Entre sus publicaciones más destacadas están los libros
¿Qué hacíamos y qué hacemos? El verbo hacer en la historia del español (Cilen-
gua, 2007) y Límites y horizontes en un diccionario histórico (Diputación de
Salamanca, 2007), este último en colaboración con José Antonio Pascual. Entre
sus numerosos trabajos publicados como capítulos de libro o como artículos en
revistas especializadas, cabría destacar: “Organizando el léxico para la confec-
ción de un diccionario histórico: reversos morfológicos en los verbos de acción”,
en Lexicografía hispánica del siglo XXI: nuevos proyectos y perspectivas. Home-
naje al profesor Cristóbal Corrales Zumbado (Madrid, Arco Libros, 2012), o
“Los operadores causativos conversos y su evolución en español” (Estudios Filo-
lógicos, 2012).
Ha dirigido el proyecto de investigación “Bases teóricas para la elaboración
de un diccionario histórico”, financiado por la Comunidad de Madrid, y ha parti-
cipado en otros muchos, como el actual “Estudio diacrónico de adverbios y locu-
ciones adverbiales para su descripción en el Nuevo diccionario histórico de la
lengua española”, dirigido por la profesora María Pilar Garcés y financiado por
el Ministerio de Economía y Competitividad.

José Luis Herrero Ingelmo. Profesor Titular de Lengua Española de la Univer-


sidad de Salamanca y profesor invitado en Middelbury College (Vermont,
EE. UU.) y en la Escuela de Lexicografía de la Real Academia Española. Traba-
ja en Lexicografía y en Historia de la lengua. Ha publicado, entre otros
trabajos, “Los cultismos en la poesía renacentista”, en Boletín de la Real Acade-
mia Española (1994-1995); “Cultismos, americanismos y neologismos en la
poesía de Mario Benedetti” (2001); “Marcas comerciales y diccionarios” (2004);
“El léxico mitológico” (2006); “El leonés en Salamanca cien años después”
(2007); el libro Los conectores en la historia del español: la formación del para-
digma consecutivo (Salamanca, Luso-Española de Ediciones, 2012). Ha editado
la Reprovación de las supersticiones y hechizerías de Pedro Ciruelo (Salamanca,
1538) y El espejo del pecador de F. Juan de Dueñas (Valladolid, 1553). Fue
coordinador del Diccionario Estudio Salamanca (Octaedro-Cilus-Universidad
de Salamanca, 2007).

Martin Hummel. Catedrático de Filología Románica de Karl-Franzens-Univer-


sität Graz. Se dedica al estudio de las lenguas romances desde una perspectiva
panrománica. Es autor de publicaciones sobre temática variada, entre las que
destacan sus trabajos sobre el subjuntivo, los adjetivos adverbializados, los sufi-
jos apreciativos, la lexicología comparativa, las formas de tratamiento y las fun-
ciones discursivas: Martin Hummel, El valor básico del subjuntivo español y
LOS AUTORES 391

románico (Cáceres, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadu-


ra, 2004); Martin Hummel, Bettina Kluge y María Eugenia Vázquez Laslop
(eds.), Formas y fórmulas de tratamiento en el mundo hispánico (México D.F.,
El Colegio de México/Karl-Franzens-Universität Graz, 2010); Martin Hummel,
Polifuncionalidad, polisemia y estrategia retórica. Los signos discursivos con
base atributiva entre oralidad y escritura (Berlin/Boston, De Gruyter, 2012).

Carmela Pérez Salazar. Profesora Agregada de la Universidad de Navarra y


miembro del Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO). Su actividad inves-
tigadora se ha centrado, en los últimos años, en la incorporación del análisis del
discurso y de la pragmática al estudio histórico de la lengua. Entre sus publica-
ciones más recientes cabe destacar “Máxime e inclusive. Dos adverbios latinos
en español”, en Estudios de Lingüística. Universidad de Alicante (2011); “Frase-
ología del maldecir en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gon-
zalo Correas”, en Revista de Filología. Universidad de La Laguna (2013); “Mala
landre te mate. Gramática y pragmática de la maldición en la literatura hispánica
de los siglos XV a XVII”, en Los poderes de la palabra. El insulto en la cultura
hispánica del Siglo de Oro (New York, Peter Lang, 2013); “Sobre las fórmulas
nada de eso, de eso nada; por cosa (del mundo), por nada (del mundo). Cronolo-
gía, valores y especialización pragmática”, en Fraseopragmática (Berlin, Frank
& Timme, 2013).

Javier Rodríguez Molina. Es doctor con premio extraordinario por la Universi-


dad Autónoma de Madrid, donde realizó su tesis doctoral sobre sintaxis histórica
bajo la dirección de Inés Fernández-Ordóñez. Actualmente desempeña su labor
docente e investigadora en la Universidad Carlos III. Ha sido investigador visi-
tante en las universidades de Harvard, Cambridge y Paris-Sorbonne. Sus líneas
de investigación prioritarias son la Sintaxis histórica, la Historia de la lengua y la
Crítica textual, materias sobre las que ha publicado diversos trabajos en la Revis-
ta de Filología Española, el Boletín de la Real Academia Española o la Zeit-
schrift für Romanische Philologie. Entre sus publicaciones más recientes des-
tacan el capítulo “Adverbios léxicos de modo”, en Concepción Company
Company (dir.), Sintaxis histórica del español. Tercera parte (México D.F.,
FCE/UNAM, en prensa) y Enrique Pato y Javier Rodríguez Molina (eds.), Estu-
dios de filología y lingüística españolas. Nuevas voces en la disciplina (Bern,
Peter Lang, 2012).

Santiago U. Sánchez Jiménez. Profesor Titular de Lengua Española en la Uni-


versidad Autónoma de Madrid. Buena parte de su investigación se ha dedicado
al estudio del español desde una perspectiva diacrónica. Dentro de este ámbito
392 LOS AUTORES

de conocimiento sus trabajos se centran especialmente en el análisis de las rela-


ciones sintácticas contempladas desde el encuentro de Sintaxis, Semántica y
Pragmática. Entre sus publicaciones pueden destacarse las siguientes: “La crea-
ción de un marcador del discurso: naturalmente”, en Lenguas, reinos y dialectos
en la Edad Media ibérica: la construcción de la identidad: homenaje a Juan
Ramón Lodares, coord. por J. Elvira, I. Fernández-Ordóñez, J. García y A. Serra-
dilla (2008); “Sintaxis y semántica: el significado de los verbos”, en Diccionario
histórico: nuevas perspectivas lingüísticas, coord. por María Pilar Garcés
Gómez (2008); “Hacer: un verbo que sirve para casi todo”, en Fronteras de un
diccionario: las palabras en movimiento, coord. por E. de Miguel, S. U. Sán-
chez, A. Serradilla, R. A. Radulescu, O. Batiukova (2009), “Notas sobre la géne-
sis de la indeterminación gramatical y discursiva de no sé qué”, en Verba Hispa-
nica (2010), “Andanzas del verbo andar”, en Tiempo, espacio y relaciones
espacio-temporales desde la perspectiva de la lingüística histórica, coord. por
C. Sinner, J. L. Ramírez, M.ª Jesús Torrens (2011) o “Verbos de movimiento que
introducen discurso (andar, ir, salir o venir con que...), en Actes del 26é Congrés
de Lingüística i Filologia Romàniques, ed. por E. Casanova y C. Calvo (2013).

Mònica Vidal Díez. Profesora de la Universitat de Barcelona. Se ha especializa-


do en la investigación sobre Gramática histórica, Historiografía lingüística, Sin-
taxis y Semántica históricas, Lexicografía, Lingüística de corpus y Lenguajes de
especialidad. Ha publicado recientemente “Metalengua y corpus lingüísticos”,
en Analecta Malacitana (2010); “Ego, hic et nunc en el Tesoro de Sebastián de
Covarrubias”, en Tiempo, espacio y relaciones espacio-temporales en la historia
de la gramática española (2011), “Últimamente: cambio semántico y funcional”,
en Verba Hispanica (2012); “Léxico español de la ciencia y léxico de las mate-
máticas en el siglo XVIII”, en Léxico de la ciencia: tradición y modernidad
(2012), “El lenguaje del psicoanálisis”, en Temas de psicoanálisis (2013), entre
otros textos. Además, forma parte del grupo Neolcyt (<http://dfe.uab.es/
neolcyt/>) y de la Red temática “Lengua y ciencia” (FFI2009-05433-E).

María Belén Villar Díaz. Profesora Titular de Lingüística Hispánica en la Uni-


versidad de Lyon e investigadora del CRTT (Centre de Recherche en Terminolo-
gie et Traduction). Su trabajo de investigación, orientado de manera particular
hacia los ámbitos de la Semántica, la Lexicología y la Lexicografía, ha dado
lugar a numerosas publicaciones sobre temas diversos, analizados desde una
perspectiva sincrónica –entre las cuales Una nueva perspectiva en el análisis de
la meronimia: el criterio lexicográfico (2004), “Modelos estructurales” en Pano-
rama de la Lexicología (2009) o “Los términos de parentesco en la expresión de
LOS AUTORES 393

la posesión: cuestiones de semántica y sintaxis”– y diacrónica, donde se inclu-


yen: “La grippe espagnole: traitement lexical et sémantique dans la presse de
1918”; “La evolución de los adverbios en el diccionario histórico”. En este
marco diacrónico se inscribe, precisamente, su colaboración en el proyecto
“Estudio diacrónico de adverbios y locuciones adverbiales para su descripción
en el Nuevo diccionario histórico de la lengua española” (Ministerio de Econo-
mía y Competitividad – Referencia FFI2010-15154), proyecto dirigido por la
profesora María Pilar Garcés, en el que debe situarse la reflexión incluida en la
presente obra.
COLECCIÓN LINGÜÍSTICA IBEROAMERICANA
VOLÚMENES PUBLICADOS

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Voces de origen indígena americano en las lenguas del Pacífico. 2000, 272 p.
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ALMEIDA, Manuel: Tiempo y ritmo en el español canario. Un estudio acústi-
co. 1999, 93 p. (Lingüística Iberoamericana; 8) ISBN 9788495107299
ASCHENBERG, Heidi; LOUREDA LAMAS, Óscar (eds.): Marcadores del discurso:
de la descripción a la definición. 2011, 400 p. (Lingüística Iberoamericana; 45)
ISBN 9788484895961
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análisis del léxico hispano(americano). 2003, 278 p. (Lingüística Iberoameri-
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bilingüismo social en las comunidades de habla del este peninsular. 1999,
207 p. (Lingüística Iberoamericana; 7) ISBN 9788495107305
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