Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Mujer, nación,
identidad y ciudadanía:
siglos XIX y XX
La IX Cátedra Anual de Historia “Ernesto
Restrepo Tirado”, ¡Wu/'m nación, zdentidudy ciuda‑
danía: siglos X I X y XX, tuvo lugar los días 28, 29 y
30 de octubre del 2004 en el Auditorio Teresa
Cuervo Borda del Museo Nacional de Colombia,
gracias al auspicio del Ministerio de Cultura, la
Embajada de España en Colombia, la Embajada
de Estados Unidos en Colombia, la Fundación
Beatriz Osorio Sierra, la Oficina de Política Públi‑
ca de Mujer y Géneros de la Alcaldía Mayor de
Bogotá, la Escuela de Estudios de Género de la
Universidad Nacional deColombia, el Centro Re‑
gional para el Fomento del Libro en América La‑
tina y el Caribe -CERLALC-, el Fondo de Desa‑
rrollo de las Naciones Unidas para la Mujer
‐ U N I F E M - , la Food and Agriculture
Organization of the United Nations -FAO-, la
Fundación Friedrich Ebert Stiftung de Colombia
-FESCOL- y la Asociación de Amigos del
Museo Nacional de Colombia.
Edición
Ana María Noguera Díaz Granados
Diseño
Jaime Pulido Artunduaga
Alcaldía Mayor de Bogotá, D.C.
Secretaría General Unidad Imprenta Distrital
Porlada
Fotograña de Manuel H…Rodríguez
Primera votación femenina, Bogotá,
diciembre de 1957
Impresión
Secretaría General Unidad Imprenta Distrital
Bogotá, Colombia
CONTENID0
Conferencias inaugurales 17
Estudios de género en América Latina: trayectorias teóricas y metodológicas 18
Diana Maffía
Panel 1
La historia desde los intersticios. Mujer y sociedad
en el siglo X I X 65
Reflexión moderadora 66
María Himelda Ramírez
Panel 2
Nuevos espacios, otros retos. Educación, trabajo
y representación de las mujeres en el siglo XX 135
Panel 3
Participación política: escenarios, tensiones y
reivindicaciones sociales 215
Panel 4
Estado, políticas públicas y ciudadanía femenina 277
Mesa redonda
Nación, multiculturalismo y construcción de ciudadanía, una perspectiva de
género: de la homogeneidad a la aceptación de las diferencias 279
Participantes
Martha López Castaño
Carlos Iván García
Juanita Barreto
Olga Amparo Sánchez
Gloria Tobón
Judith Sarmiento
Debate 286
La Educación de las Elites y
la formación de la nación en el
siglo X I X
GUIOMAR DUENAS VARGAS
Ph.D. en Historia, Universidadde Rºms, enAustin.
Profesora del DepartamentodeH istoría dela Um'wrsí‑
dad deMemphis (Estados Unidos)
El siglo X I X estuvo saturado de hechos políticos: las guerras por la
Independencia, la confrontación posterior entre facciones políticas que buscaban
imponer su “modelo ideal de nación”, los enfrentamientos regionales que deriva‑
r o n en guerras fratricidas, las reformas liberales de mitad de siglo que pretendían
modernizar alajoven república a través deun “contrato social” ideal y difícilmen‑
te domesticable enla Nueva Granada, y finalmente el retorno a u n a modalidad de
nación cristiana y conservadora. En medio de este largo fragor comandando por
varones ansiosos de poder, ¿dónde estaban las mujeres? ¿Cómo participaron enla
construcción de la nación? ¿Cuáles eran las relaciones de género y cómo cambia‑
del siglo?
r o n éstas en el transcurso
Las intersecciones entre género y política en el periodo que estamos
revisando, han comenzado a interesar a algunas historiadorasl. Gracias a ellas
empezamos a entender que a pesar de los discursos de la domesticidad y de la
supuesta drástica separación entre el mundo privado y público, las mujeres contri‑
buyeron, desde la periferia dela política, a moldear el mundo en que vivimos. En
Colombia, por fortuna han comenzado apublicarse trabajos en los que sevisibiliza
la función de las redes familiares en la construcción de la nueva república durante
la primera mitad del sigloº. Esta presentación busca desde la perspectiva privile‑
' Algunas autoras que se han ocupado de las mujeres enla historia son: Silvia Marina Arrom, T/zu l%mm offoz'ro
City, 1790-1857 (Stanford: Stanford University Press, 1985); Christine Hunefcldt, Li/mu/¡sm … z/zu Bedroom:
Quarm/¡ng Spomus mNiumwnt/1-Century Lima (University Park, Pai: Pennsylvania State U niversity, 2000); Elizabeth
Dore and Maxine Molyneux (cds), ¡liz/dm Histories o/'Gmdfr and the State in Lalín America (Durham: Duke
University Press. 2000); Arlene Díaz, [*2ma/v Citizm5, Potriar¿/1x, ¿md [/lt' Law ¡» lí'nuzuula, 1786-1904 ( Lincoln:
University of Nebraska Press, 2004); y Eugenia Rodríguez Sáenz, Hijos, novia: _yesposa:: de¡/ia, matrimonio y
vio/<wia domí:t¡(a m el l21//e Central de Corzo Rifa, 1750 -1850 (Heredia: EUNA, 2000).
-'Véanse los trabajos deVíctor Manuel Uribe-Urán. Abogados, Pa;1idos Polítiroiy E.t1ado enla Nueva Granada: 1790
-1850 (Pittsburgh: The University of Pennsylvania Press, 1992); “The Changing Meaning ofHonor. Status and
Class. The Len-adas and Bureaucrats of‐New Granada in the Late Colonial and Early Post-Colonial Period“, in Víctor
M. Uribe-Urán (ed), Sid/e' dnd Soriet_v in Spanis/1 America during l/1v xigu och'-'Uolu£ion (“'ilniington, D E ; Seholarly
Resources Inc.… 2001).
103
G U I O M A R BUENAS VA R G A S
giada dela educación que recibían las elites, contribuir a la reflexión dela partici‑
pación creativa de las mujeres en el proceso de construcción de la nación. Pero
aunque resalto el papel de las mujeres, no ignoro las experiencias de los hombres,
ya que los roles de género fueron prescritos para los dos sexos.
No hubo en el siglo X I X una representación de género inmodificable
en cuanto a tiempo o grupo social; tampoco hubo una idea uniforme sobre la
educación que se debía impartir. Las concepciones sobre cómo educar a hombres
y mujeres para que se ajustaran a sus ñ…1nciones de enaltecer la nación imaginada,
y las representaciones sobre el ideal femenino se modificaron de acuerdo con los
cambios políticos, y c o n la variación en las representaciones respecto alo público
y lo privado. Me ocupo en esta presentación de los años turbulentos que siguieron
después de la Independencia caracterizados por la confrontación entre las elites
regionales, cada una buscando aclimatar una modalidad de educación que seajus‑
tara al modelo de país que estaba por construirse, y me extiendo hasta el inicio del
triunfo liberal en la Convención de Rionegro, en 1863. Aunque la literatura del
periodo eseminentemente política, y hay saturación de asuntos sobre legislación,
proclamas, confrontaciones armadas, idearios partidistas, no se nos oculta la valo‑
ración que en el periodo tuvieron las redes de familias notables como agentes que
se invocaban para proteger los intereses nacionales. Las fuentes que utilizo son
principalmente la correspondencia de algunas familias de la elite colombiana,
genealogías y la literatura de la época.
“¡ Francine Nlasiello, Between Cífvz'lízalían ¿md Barbarism. llrbmm, Nation and Lilemr_v Cu/tmf in [VÍO¿ÍBFH Argentina
(Lincoln: University of Nebraska Press, 1992), pág 18,
4 Frank Safford, “Social Aspects of Politics in X I X Century Spanish America, 1825‐50,” Journal (¿fSocz'al Hz's/orj'
(1972), págs. 344‐370; Víctor 1N'1anuel Uribe‐Urán, Abogadw, partidos polílims...
104
La ¿duración delas élites y [afirmación dela nación enel siglo X I X
uniones entre letrados pobres con hijas de ricos hacendados o mineros aseguraba
la consolidación del prestigio social y los dineros. El matrimonio entre primos y
las alianzas entre iguales ampliaron el radio de acción de las elites, permitiendo la
formación de redes de familias que por intermedio de los tentáculos del parentes‑
co deten'taron el control de los recursos naturales y dela vida política neogranadina
en el siglo X I X . Cabe anotarse que este complejo entramado familiar de las elites
fue más denso enla primera mitad del siglo que en las décadas posteriores.
Los planteles educativos ñaeron a su vez focos de alianzas de clase, en
donde seestablecían conexiones sociales duraderas. Junto con las redes familiares,
los colegios de educación secundaria y universitaria como el San Bartolomé y el
Rosario, fueron lugares propicios para la formación política de los jóvenes varones
republicanos. Allí sedeñnían las afiliaciones en u n o u otro partido, y seformaban
cohortes de liberales o conservadores aveces en reacción a los planes de estudio en curso5 .
En esta presentación, me limito a estudiar algunas familias de sectores
privilegiados originarias de Cundinamarca, 0 provenientes de otras regiones que
por razones de sus cargos burocráticos o por negocios personales sehabían afinca‑
do en Bogotá. Aunque la capital no era realmente un bastión económico, sin lugar
a dudas era el centro del poder político y administrativo y era donde gravitaba la
naciente vida nacional. Los sectores que considero en este trabajo son los confor‑
mados por estudiantes y profesores de los colegios de educación media y superior,
los letrados, los abogados, los funcionarios del estado, periodistas, comerciantes;
los que constituían los grupos de mayor poder. Suparticipación en los destinos de
la nación secanalizó, después dela Guerra de las Supremos (1839‐41), a través de
los partidos Liberal y Conservador, los mismos que hoy sedebaten por mantener
el privilegio del estado.
Los ideales educativos de las elites
Durante la temprana república los ideales de educación variaban respec‑
to al género de la prole. La filiación política influyó, aunque en menor medida,
en el tipo de educación deseable. Los varones seinstruían para cumplir sus fun‑
ciones de constructores de la nueva república, las mujeres “expertas en sentimien‑
tos”, para recuperar las buenas costumbres, afianzar las virtudes cristianas en el
núcleo familiar, y restablecer la moralidad perdida en el desorden post‑
independentista. En lo referente ala afiliación partidista, la diferencia más visible
entre liberales y conservadores giraba en torno al papel del clero en la educación.
Mientras que los conservadores defendían la formación religiosa en todos los
º José María Samper, Historia deun alma (Bogotá: Ed Kelly, 1946), pág. 116; Vribelfrán, Abogados, partidos
polítirox... págs. 350‐351; Aline Helg, La ¿durar/ón m Colom/Jia 1918‐1957: Una /nkzoria soria/, auténtica y política
(Bogotá: Fondo Editorial CEREC, 1987).
7]osé lNíaría Samper, Op. (il., pág. 116.
106
La educación delas ¿ l i l a )! laformacio'n dela nación …el 5ng0 X I X
Don José María que estudiaba enel San Bartolomé, cuando seprodujo
la transición de los planes, se expresa así de la reforma de Ospina Rodríguez,
Confieso que el derecho romano semeindigestó desde el primer día, y
que el civil de don Juan Sala me pareció muy mazorral […] En cuanto
a la disciplina, el Plan de estudios tendía a producir los hábitos de
obediencia pasiva, del espionaje y delación entre los estudiantes, de las
ceremonias de aparato, de las formalidades preventivas, de la regla‑
mentación exorbitante y la sujeción de las inteligencias al cartabón de
ciertas prescripciones inflexiblesº.
La respuesta de algunos jóvenes no se hizo esperar. Viendo que la inten‑
ción dela reforma era amoldarlos dentro dela ortodoxia educativa católica reaccio‑
naron ensu contra, seeducaron, por su cuenta, enla ciencia dela legislación y del
derecho constitucional, y seunieron a los grupos más radicales del liberalismo que
iniciaría la reforma del estado hacia 1850.
107
GUIOMAR DUENAS VA R G A S
108
La ¿duración de las álz'les_y lajb7“macíón dela nación enEl siglo X I X
“ Mariano Ospina Rodríguez, Carla ¿¿ /a Señorita lí¿zría Jose/¿z Ospina m ‐w'spww desumairímonio (segunda edición,
Bogotá: Imprenta deSilvestre _x' Compañía, 1284), pág. 5.
”Ibid., pág. 10.
” Ibid., pág, 12.
109
G U I O M A R BUENAS VA R G A S
lº Frank Safford, 7715 ] : l m l q/“Tl/5 Pmrtícul. Colombia 3"Struggle lo 1*brm ¿¡Pc/mzlul Elite (Austin: University of Texas
Press, 1976), pág.153.
'7 Rufino Cuervo, w a s noríom*5 de urbanidad mlmrladar devariar autmw ¡'dispzzertaspam la enseñanza delas señoritas
dala N a n Granada (Nueva edición corregida y aumentada, Bogotá: Imprenta de Nicolasa Gómez, 1866), pág. 6.
110
La educación delz15 é/ílc1f 3' la_formación de la na¿:¡án en el Jíglo X I X
111
GUIOMAR BUENAS VA R G A S
3” Helen Delpar, Red Against Blue: The Liberal Party in Co/om/¡ían Pali[irr, 1863-1899 (Alabama: University of
Alabama Press, 1981), pág. 47.
21José María Samper Agudelo, Op. cit., pág. 65.
112
La educación de las 571255 y /ajbrmaríán dela nación enel siglo X¡X
113
GUIOMAR DUENAS VA R G A S
clanes familiares poderosos que en momentos críticos decidieron los destinos del
país en el siglo X I X .
Me apoyo en esta parte del trabajo en la correspondencia que sostuvo,
Amalia con su padre, Tomás Cipriano de Mosquera, y Agripina con su esposo
Manuel Ancízar, en momentos de mucha importancia enla vida de las dos muje‑
res. No pretendo generalizar la conducta de las mujeres de elite con estos dos
casos; pero ellos sí permiten vislumbrar un cambio decisivo entre los preceptos
deseables de comportamiento femenino y lo que en la dinámica particular de las
relaciones matrimoniales ocurría.
Amalia Mosquera, la hija de Tomás Cipriano de Mosquera, el político
más representativo y controvertido del siglo X I X , sostuvo correspondencia con su
padre durante los años que vivió en Nueva York en compañía de su esposo, el
político conservador, Pedro Alcántara Herrán. El matrimonio de Amalia a todas
luces estaba naufragando y ella busca consuelo y consejo en su padre. Un campo de
constantes disputas era la educación de las hijas. Con relación a los hijos varones no
había divergencia. Ambos opinaban que los hijos debían emprender una educación
formal fuera dela casa. Escribe Amalia aMosquera: “ayer sefueron los muchachos
a su colegio y por primera vez comienzan a andar solos, pues son tan formales que
sin temor sepueden dejar yyo misma indique' a Herrán esta idea porque quiero que
desde temprano comiencen a ser hombres y a tener experiencia”“L.
Con relación a las hijas, Amalia quería formarlas de acuerdo con los
tradicionales cánones educativos para las mujeres de las familias más encumbradas
dela Nueva Granada: con tutores privados que sin salir de casa instruyeran a las
niñas en lectura, escritura, matemáticas, música, costura y bordados. Pedro Alcántara
Herrán, quien durante suadministración enla Nueva Granada había sido el tutor
de muchos de los estudiantes que seformaron en ciencias prácticas enel extranje‑
ro, consideraba insuficiente la educación diseñada por la madre. Quería que sus
hijas aprendieran inglés, y recibieran una educación formal en un internado para
mujeres. Amalia le cuenta a su padre como salvó la situación:
Entonces le hice reflexiones probándole que las hijas no debían sepa‑
rarse de la madre y que yo no me separaba de ninguna de ellas y que
convendríamos en que viniese la maestra. Felizmente la misma me
había ofrecido desde el principio en estos términos y no había conveni‑
do en estos términos porque no me gusta tener en casa ninguna perso‑
“ Cart…“ dr Amalia ¡Wasqzzcm a 7()m¿í; Cipriano ¿le .Uosqucm (enero de 1859), Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá,
Sala de Manuscritos, carta no4, f, 14
114
la ¿duración de lux élites y la ]?)rmacíán dela nación enel siglo X I X
na extraña, pero en este caso, escogí del mal el menor. Hice el arreglo
por $300 al año y convino ‐Herrán- en todo lo que le indiqué”.
La tutora a la que se refiere era francesa, cosa que disgustó a Herrán
pues quería una tutora inglesa para que sus hijas aprendiesen buen inglés.
Las tribulaciones matrimoniales de Amalia no selimitaban a las dispu‑
tas sobre la mejor forma de educar a las hijas. Hubo diferencias de otra índole que
pusieron a Amalia a las puertas de la separación matrimonial. Ella, a la edad de
quince años se había casado con Herrán, el íntimo amigo de su padre. Había
entre la pareja 25 años dediferencia. Al parecer no hubo amor o atracción sexual
en ninguno de los dos. Ella había sido aconsejada por el padre de la conveniencia
del matrimonio con el exitoso político. Herrán esperó hasta la muerte desu ancia‑
na madre para decidirse a darle el sí a Tomás Cipriano. Además, los orígenes
sociales de Herrán, hijo de un comerciante de mediana escala, distaban mucho
del recio abolengo payanés de los Mosquera. A las diferencias de edad sesuma‑
ban pues las diferencias de origen social y cultural que semanifestaron pronta‑
mente y que desataron la crisis de la pareja en Nueva York. Herrán, deseaba
regresar ala Nueva Granadajunto con su familia a proseguir suactividad política.
Amalia según se lo manifestaba a su padre, deseaba separarse de su marido y
quedarse a vivir en los Estados Unidos para educar a las hijas en un medio distin‑
to al neogranadino.
Quiero que mi suerte se decida para con todo valor resistir mi mala
suerte y salvar a mis hijos. En lo que no variará aunque en la miseria
más espantosa me vea esen que mis hijas no se vean obligadas a fijarse
en nuestra tierra, y si esto ellas preñeren escuando puedan pensar por
sí; entretanto haré lo que esté a mi alcance para que tengan facilidad de
trabajar con independencia y honor. Y que mis hijas aunque sean po‑
bres, puedan escoger por marido un hombre que las trate como se trata
a una señora y espero que ninguna se case antes de los 20, para que
sean ellas mismas las que elijan el que les convenga consultando sus
inclinaciones.
Amalia dice a su padre que searrepiente de no haber seguido las incli‑
naciones de su corazón en contra del matrimonio con Herrán, “qué distinta hu‑
biera sido mi suerte sino me hubiese hecho sorda a lo que él ‐el corazón‐ me
indicaba”?
115
GUIOINIAR DUEX'AS VA R G A S
37Carta de P c h Herrán .Wosqzmu ¿¡su abuelo Tomás Cipriano (París, 2 de octubre de 1866), Biblioteca Luis Ángel
Arango, Bogotá, Sala deManuscritos.
116
La educación de las ¿º'/ite; y [nformación dr la naríán ( ' n el ,víglo X I X
ºº Carta de41/p/1u u Pía Rz'gan (Rionegro, 31 enero de 1863), Archivo Privado de Isabel Ancízar.
.l/p/1a (Bogotá, 1…de abril de 1863 ), Archivo Privado de Isabel -chízar_
3”Caria dr Pía Rígdn ¿¿
“' (,lzrm dr Pia Rzgan ¿¡:l//>Í1¿z ( 13 de marzo de 1863). Archivo Privado de Isabel Ancizar
“ Se refiere a la obra escrita de ¡ l a n u c l Ancízar, Liz;pfi'rgz'1'nuríomsdf Alp/m.
117
GUIOMAR DUENAS VA R G A S
33Carta deAlp/za ¿¡Pía Rígan (16 de marzo de 1863), Archivo Privado de Isabel Ancízar.
” Carta dePía Rz;gan ¿¡Alp/za (1º de abril de 1863), Archivo Privado de Isabel Ancízar.
118
La educación delar ¿Zi/as )! [afirmación dela nación enel siglo XIX
“ Carta deAlp/za ¡¿Pía Rigan (27 de febrero de 1863), Archivo Privado de Isabel Ancízar.
119
GUIOMAR DI”EX*AS VA R G A S
mo, El Tiempo y La Opinión; analiza los editoriales, los artículos de los principales
columnistas, habla con los hombres que en ese momento forman la opinión pú‑
blica y mantiene informado a su marido de todo lo que acontece enla polarizada
Bogotá.
En lo relacionado a la educación, las opiniones de Agripina estaban en
consonancia con las ideas liberales que tan intensamente profesaba. Consideraba
necesario suprimir de los colegios las enseñanzas religiosas, dejando éstas adiscre‑
ción de las familias. Opina que las pretensiones del clero católico severían coarta‑
das si la educación saliese de sus manos, y que éste sería el modo más seguro de
tumbar el romanismo (la influencia del papa) sin apelar a las armas que tanto
malestar habían producido en el país“ .
Como hemos visto en esta presentación las mujeres fueron parte consti‑
tutiva de los proyectos de la construcción del estado neogranadino en las primeras
décadas del siglo XIX. La educación reflejó el sistema particular de valores, y las
aspiraciones sociales y políticas de los grupos dirigentes, y estuvo deliberadamente
arraigada en una concepción de género que atribuyó responsabilidades diferen‑
ciadas a hombres y mujeres en la tarea común de configuración de la patria en
ciernes. La educación servía a los fines de preparar a los varones para la ciudada‑
nía y para la dirección de estado. Los criterios en la educación masculina solo
variaban en relación c o n el peso dela enseñanza religiosa enel currículo. Forma‑
lizar la educación, renovando los planes de enseñanza, abriendo nuevos planteles,
secularizando los colegios en manos de comunidades católicas, fue la tarea de los
dirigentes liberales. A su vez, cuando los conservadores asumían la dirección del
estado, reformaban el currículo, y reinstauraban la fe católica c o m o eje desu idea‑
rio educativo.
Las mujeres eran imaginadas como parte integrante de la aventura na‑
cional, formando a los varones en las virtudes que convertían a los hombres en
buenos ciudadanos. En el hogar seresolvían los problemas ideológicos en torno a
la educación católica, que dividía aliberales y conservadores. Allí la adhesión ala
fe religiosa era incuestionable. Las mujeres por ser “naturalmente” más religiosas,
más dóciles, más temerosas de la ley de Dios, eran más susceptibles que los varo‑
nes alas exhortaciones del clero. En el hogar ellas ejercían la función social que les
era vedada en los escenarios políticos. La influencia de las mujeres era considera‑
ble ya que el hogar era el cruce de caminos entre lo público y lo privado. Era allí
donde se forjaban en las virtudes morales a los futuros ciudadanos.
*“ Cm"lu de Pía Rígan ¿¡Alp/¿¿¿ (4 de mayo de l863)_ Archivo Privado de Isabel Anci'zar.
120
[,a educación de las í/íles )“ /a_/b77nzzciá¡1 de la nurio'n m el siglo X I X