Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Pedro, por otro lado, al ser impulsivo, llega y entra de una vez al
sepulcro. Al ingresar, ve los lienzos puestos allí, y el sudario que había
estado sobre la cabeza de Jesús, enrollado en un lugar aparte.
HUESOS ENVEJECIDOS
Lectura: Salmos 32:1-5
“Mientras callé se envejecieron mis huesos…” v.3
PROPUSO EN SU CORAZÓN
Lectura: Daniel 1:1-16
“Daniel propuso en su corazón no contaminarse…” v.8
El rey mismo había dado las órdenes de dar de su alimento a los futuros
miembros de su corte. No comer esos alimentos era desobediencia
directa a las órdenes del rey. Pero para Daniel había un ser todavía por
encima del mismísimo rey de Babilonia. Dios había dado órdenes que
no coincidían con las del rey y a ellas él debía su obediencia.
PENSAMIENTO Y EMOCIÓN
Lectura: Filipenses 2:5-6
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a
que aferrarse…” v.5-6
Las palabras de Pablo desde la cárcel son un reto para todo lo que
conocemos sobre pensamiento y emoción. No es posible comprender
su gozo en la dificultad sin una perspectiva divina. Sin un pensamiento
cambiado, no es natural sentir como él siente, porque por poco que
conozcamos del funcionamiento humano, sabemos que pensamiento y
emociones tienden a tener una cierta coherencia.
Hace un tiempo pasé por una situación emocional muy difícil, cuando
creía haberla superado, venían pensamientos a mi mente que me
debilitaban emocional y espiritualmente, sentía que mi pasado no me
dejaba avanzar, y así estuve por mucho tiempo, dejando que las cosas
pasadas amargaran mi presente, y sintiéndome atada a la tristeza; oré al
Señor y le pedí un nuevo corazón, pero sobre todo un nuevo comienzo, y
fue cuando llegó esta Palabra a mi vida “aguas que pasaron”.
SUFICIENTE
Lectura: Isaías 41:9-10
“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la
misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil
generaciones…” v.9
Cuando empecé a asistir a una iglesia cristiana, mi relación con Dios se
fortaleció. Comencé a notar cosas que nunca antes había percibido. Me
sentía como Pablo cuando se le cayeron escamas de los ojos (Hechos
9:18). El Señor empezó a revelarme situaciones por las que yo había
pasado, de las cuales pude haber salido muy perjudicada y sentí que el
Señor me decía: “Recuerdas tal hecho, Yo estuve ahí contigo”;
“Recuerdas tal otro, Yo estuve ahí contigo también”.