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14 de abril

PERSPECTIVA
Lectura: 1ª Juan 2:10 - 17
“…el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre.” v.17

Vivimos en un tiempo y espacio cada vez más orientados al


entretenimiento y la distracción. Donde las necesidades básicas están
cubiertas, esto no solo es posible, sino que crece exponencialmente.
Cualquiera de las industrias del disfrute está subiendo como la espuma,
con ingresos más que interesantes y perspectivas de mercado amplias
y duraderas, porque nuestro corazón va exactamente en la misma
dirección.

Los seres humanos tenemos un vacío que procuramos rellenar con todo
tipo de cosas, inclusive personas. Si, además, lo asociamos al sentido
de recompensa inmediata que traen las cosas aquí y ahora, entramos
bastante rápido en lo que vemos hoy en día: que casi cualquier cosa
tiene el potencial de hacernos adictos. Pasamos del uso lícito al abuso,
y de este a la dependencia casi sin percibirlo. La Biblia le llama idolatría,
y eso sucedió cuando dejaron de ser deseos para ser necesidades.

Lo grave de las adicciones, sin embargo, no es solo lo que te llevan a


hacer, sino principalmente de lo que te apartan, que suele ser lo
realmente importante. El hombre y la mujer modernos están cautivos en
su propia red de deseos basados en lo efímero. Aquello les acapara y
aleja de la fuente de todo bien, de nuestro llamado, que está en otra
ciudadanía y otro reino diferente que este. Eso que permanece para
siempre, porque pertenece a la naturaleza divina que es donde estamos
llamados a mirar, para no ser absorbidos pronto junto con todo lo que
se marchita.

Lidia Martín Torralba, España

Reflexión: Ayúdame a decidir, Señor, entre el “aquí y ahora” o


el “para siempre”

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