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TROMBOEMBOLISMO 19
PULMONAR
Diego Velásquez Meisel, MD
Introducción
El tromboembolismo pulmonar (TEP) es una enfermedad común, causa
importante de morbilidad y mortalidad. Junto con la trombosis venosa
profunda (TVP), con la que comparte los mismos factores de riesgo pre-
disponentes, configuran el denominado tromboembolismo venoso (TEV). En
la mayoría de los casos, el TEP es consecuencia de una TVP. Entre los
pacientes con TVP proximal, alrededor de un 50% tiene evidencia de TEP
usualmente asintomático en una gammagrafía pulmonar, y en aproxima-
damente el 70% de los pacientes con TEP se puede demostrar una TVP de
miembros inferiores (MMII) si se utilizan métodos de diagnóstico sensi-
bles. El TEP puede llevar a una falla derecha aguda que amenaza la vida,
pero que es potencialmente reversible. Por sus características clínicas va-
riadas e inespecíficas, su diagnóstico y manejo son un desafío para el mé-
dico. La verdadera incidencia del TEV en la población general es difícil de
estimar debido a su presentación clínica inespecífica. De hecho, estudios
de autopsia sugieren que la incidencia de TEP como causa principal o
contribuyente de muerte es mayor de lo que sugieren los estudios clíni-
cos. La mortalidad, que puede llegar a ser hasta de un 30% en pacientes no
tratados, puede disminuir de un 2% a un 8% con tratamiento adecuado.
Un diagnóstico oportuno, que comienza con la sospecha clínica, asociado
con una adecuada estratificación del riesgo, es de vital importancia para
seleccionar la estrategia de manejo óptima en pacientes con TEP agudo.
Factores predisponentes
En la mayoría de los casos, los pacientes con TEV tienen uno o más factores
de riesgo predisponente identificables (TEV secundario o provocado), pero
en aproximadamente un 30% de los casos no se identifica ningún predispo-
nente (TEV idiopático o no provocado). El TEV se considera resultado de la
interacción entre factores de riesgo relacionados con el paciente y factores de
riesgo relacionados con el medio, siendo los primeros usualmente permanen-
tes y los últimos usualmente temporales. El valor predictivo de estos factores
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de riesgo no es igual (Tabla 1), pero hay evidencia de que el riesgo aumenta
en proporción al número de factores predisponentes. La presencia de un
factor de riesgo persistente, de manera opuesta a un factor de riesgo mayor
temporal, puede afectar la decisión sobre la duración de la anticoagulación
luego de un primer episodio de TEP.
Tabla 1. Factores de riesgo (predisponentes) para TEV
¶
El riesgo es mayor en las dos primeras semanas del postoperatorio, pero persiste elevado
por 2 a 3 meses.
ACV: accidente cerebrovascular; OR: odds ratio; TEV: tromboembolismo venoso; VIH: virus
de la inmunodeficiencia humana.
Modificada de: Konstantinides SV, Torbicki A, Agnelli G, et al. 2014 ESC Guidelines on
the diagnosis and management of acute pulmonary embolism-web addenda. Eur Heart J.
2014;35:3033-3080.
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Fisiopatología
El TEP interfiere con la circulación y con el intercambio gaseoso. La pre-
sión de la arteria pulmonar se incrementa cuando más del 30% al 50% del
área de sección transversal del lecho pulmonar es ocluida por los trom-
boémbolos. La vasoconstricción inducida por liberación de tromboxano
A2 y serotonina contribuye con el incremento inicial en la resistencia
vascular pulmonar. La obstrucción anatómica y la vasoconstricción in-
crementan abruptamente la resistencia vascular pulmonar a un nivel de
poscarga que podría no ser soportado por el ventrículo derecho (VD) y
la falla VD es la causa primaria de muerte. Puede ocurrir muerte súbita,
usualmente por disociación electromecánica, o alternativamente se pue-
de producir síncope y/o hipotensión, que puede progresar a choque por
falla VD. El abombamiento del septo interventricular hacia la izquierda
puede comprometer el gasto sistémico por disfunción del ventrículo iz-
quierdo (VI). El aumento del estrés de la pared y de la presión intracavi-
taria del VD pueden ocasionar isquemia miocárdica por compresión de la
coronaria derecha, lo que contribuye con la falla derecha. La producción
de microinfartos en el VD puede elevar las troponinas y la sobrecarga de
presión de esta cavidad puede aumentar los péptidos natriuréticos (PNB
y NT-proPNB). La activación simpática refleja ayuda a restaurar el flujo
pulmonar, el gasto cardíaco y la presión sistémica. El estado cardiovas-
cular previo influencia la eficacia de los mecanismos compensatorios y
consecuentemente afecta el pronóstico. La insuficiencia respiratoria en
el TEP es predominantemente una consecuencia de las alteraciones he-
modinámicas. Varios factores contribuyen con la hipoxemia, como son
la presencia de un desequilibrio en la relación ventilación/perfusión y la
presencia de un cortocircuito de derecha a izquierda a través de un fora-
men oval permeable en un tercio de los pacientes.
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¿Choque o hipotensión?
Sí No
Diagnóstico
Hallazgos clínicos y exámenes rutinarios
Para realizar el diagnóstico de TEP, hay que pensar en esta entidad como
posibilidad diagnóstica. En la mayoría de los casos, se sospecha el TEP
por cuadros que cursan con disnea de inicio reciente sin causa clara, dolor
torácico, presíncope o síncope y/o hemoptisis como síntomas aislados o
en combinación. Sin embargo, los síntomas y signos individuales no son
muy útiles, pues no son ni sensibles ni específicos (Tabla 2), por lo que
también es importante tener en cuenta la probabilidad de TEP con base en
la presencia de factores predisponentes para TEV. La presentación clínica
con síncope, hipotensión arterial o choque es rara, pero indica un TEP
central o una reserva hemodinámica muy disminuida. El dolor pleurí-
tico, combinado o no con disnea, es una de las formas de presentación
más frecuentes. Es usualmente causado por irritación pleural debida a un
émbolo distal que produce lo que se ha denominado infarto pulmonar, una
hemorragia alveolar acompañada en ocasiones por hemoptisis. El dolor
torácico en un TEP central puede tener características anginosas y posi-
blemente refleja isquemia del VD. La disnea aislada de inicio rápido se
debe usualmente a un embolismo más central, que produce consecuen-
cias hemodinámicas más severas que el infarto pulmonar. En ocasiones,
el inicio de la disnea puede ser más progresivo en el transcurso de varias
semanas y el diagnóstico debe sospecharse por la ausencia de otras cau-
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Probabilidad clínica
Gammagrafía V/Q
(probabilidad) Altamente probable Incierta Improbable
(80%-100%) (20%-79%) (0%-19%)
Alta 96% 88% 56%
Intermedia 66% 28% 16%
Baja 40% 16% 4%
Normal/casi normal 0% 6% 2%
Total 68% 30% 9%
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Ecocardiograma
El ecocardiograma es una herramienta diagnóstica útil, pero si es normal,
no descarta TEP. En los pacientes con diagnóstico de TEP ya establecido,
provee una estratificación de riesgo rápida, segura, ampliamente dispo-
nible y fácilmente repetible. Evalúa la presencia y grado de hipocinesia y
dilatación del VD, la hipertensión pulmonar, el desplazamiento del septo
interventricular hacia la izquierda, la presencia de un foramen oval per-
meable y la evidencia de trombo móvil en el VD, todos marcadores de
alto riesgo de muerte o recurrencia del TEP. La disfunción ventricular
derecha fue el predictor de riesgo de muerte más importante en el estudio
ICOPER. Algunos hallazgos ecocardiográficos compatibles con TEP son:
dilatación y/o hipocinesia del VD, hipocinesia/acinesia de la pared libre
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Angiografía pulmonar
Ha sido considerada como el estándar de referencia en el diagnóstico
del TEP. Su sensibilidad y especificidad han sido estimadas entre un
95% y un 98%, aunque con alguna frecuencia es difícil de interpretar.
No es libre de riesgos y en un estudio tuvo una mortalidad del 0,5% y
una incidencia de complicaciones mayores del 1,0%, pero las muertes
atribuidas a la angiografía han ocurrido usualmente en pacientes con
compromiso hemodinámico o con falla respiratoria aguda. Con la an-
giografía por sustracción digital se pueden visualizar trombos tan pe-
queños como de 1 a 2 mm en arterias subsegmentarias, aunque la va-
riabilidad interobservador es sustancial y esta técnica solo es posible en
pacientes que puedan retener transitoriamente la respiración. Es el mé-
todo de elección en todos los pacientes en quienes los métodos no inva-
sivos han sido no concluyentes o no están disponibles, principalmente
si la sospecha clínica de TEP es alta, aunque en la actualidad se usa más
frecuentemente para guiar el tratamiento percutáneo con catéter del
TEP agudo. No es necesaria cuando la gammagrafía de ventilación/
perfusión o la angiografía por MDCT son normales. De hecho,
actualmente es raramente necesaria, pues la MDCT ofrece una precisión
diagnóstica similar. La arteriografía pulmonar no tiene contraindicación
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lidad para el diagnóstico de TEP del 83% al 90%, con una especificidad
similar (aproximadamente del 95%), pero sin un incremento significativo
en el VPN. Con base en esto, la venografía por TC incrementó solo mar-
ginalmente la tasa de detección total en pacientes con sospecha de TEP, a
expensas de un incremento significativo en la dosis de radiación, lo que
puede ser motivo de preocupación principalmente en mujeres jóvenes.
Estrategias diagnósticas
La estrategia diagnóstica difiere en sospecha de TEP de riesgo alto y de
riesgo no alto. La prevalencia final de TEP confirmado en los pacientes en
que la enfermedad es inicialmente sospechada es baja (10%-35%). Se han
estudiado varias combinaciones de la evaluación clínica, el dímero D, el
US de MMII, la gammagrafía V/Q, la ecocardiografía y más recientemen-
te la angiografía por MDCT, para obviar la necesidad de la angiografía
que es invasiva, costosa y en ocasiones difícil de interpretar. Como sea, la
aproximación diagnóstica ante la sospecha de TEP puede variar de acuer-
do con la disponibilidad local de los exámenes en situaciones clínicas es-
pecíficas. Los algoritmos diagnósticos más directos se presentan en las
Figuras 2 y 3. La Tabla 5 muestra la información necesaria para crear al-
goritmos alternativos basados en la evidencia, siempre que sea necesario.
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+/gris= criterio diagnóstico válido (no se requieren más exámenes); –/verde claro=
criterio no válido (es obligatorio hacer más exámenes);
±/verde = criterio controversial (se deben considerar más exámenes).
¶
Gammagrafía V/Q de probabilidad baja o intermedia de acuerdo con la clasificación
del estudio PIOPED.
MDCT: tomografía multidetector; TEP: tromboembolismo pulmonar; USC: ultrasonido
por compresión; V/Q: ventilación/perfusión.
Modificada de: Konstantinides SV, Torbicki A, Agnelli G, et al. 2014 ESC Guide-
lines on the diagnosis and management of acute pulmonary embolism. Eur Heart J.
2014;35(43):3033-69.
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No§ Sí
Ecocardiografía
Sobrecarga del VD
Angiografía por
MDCT disponible Angiografía por
No Sí MDCT
y paciente
estabilizado
No disponibilidad de
Positiva Negativa
otros exámenes¶ o
paciente inestable
Figura 2. Algoritmo diagnóstico propuesto para TEP de riesgo alto (con choque o hi-
potensión). Modificada de: Konstantinides SV, Torbicki A, Agnelli G, et al. 2014 ESC
Guidelines on the diagnosis and management of acute pulmonary embolism. Eur
Heart J. 2014;35(43):3033-69.
§
Incluye los casos en los que la condición crítica del paciente permite únicamente
exámenes en la cama.
¶
Aparte del diagnóstico de disfunción VD, la ecocardiografía transtorácica en la cama
del paciente puede confirmar el TEP por visualización de trombos móviles en las ca-
vidades derechas. Los exámenes auxiliares en la cama del paciente incluyen la eco-
cardiografía transesofágica, la cual puede detectar trombos en la arteria pulmonar y
sus ramas principales, y el USC bilateral, el cual puede confirmar una TVP y así ser de
ayuda en las decisiones de manejo de emergencia.
‡
Trombolisis; alternativamente, embolectomía quirúrgica o tratamiento percutáneo
con catéter.
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Dímero D
Negativo Positivo
Figura 3. Algoritmo diagnóstico propuesto para TEP de riesgo no alto (sin choque
o hipotensión). Modificada de: Konstantinides SV, Torbicki A, Agnelli G, et al. 2014
ESC Guidelines on the diagnosis and management of acute pulmonary embolism. Eur
Heart J. 2014;35(43):3033-69.
MDCT: tomografía computarizada multidetector; TEP: tromboembolismo pulmonar.
§
Se puede utilizar dos esquemas de clasificación alternativos para la evaluación de
la probabilidad clínica: 1 de 3 niveles (probabilidad clínica baja, intermedia o alta)
o 1 de 2 niveles (TEP improbable o TEP probable). Cuando se utiliza una prueba
moderadamente sensible, la medición del dímero D debe restringirse a pacientes con
probabilidad clínica baja o TEP improbable, mientras una prueba altamente sensible
puede utilizarse también en pacientes con probabilidad clínica intermedia. El dímero
D es de utilidad limitada en sospecha de TEP que ocurre en pacientes hospitalizados.
¶
Tratamiento se refiere a anticoagulación para TEP.
‡
La angiografía por MDCT se considera diagnóstica de TEP si muestra trombos a nivel
segmentario o más proximal.
*
En caso de una angiografía por MDCT, se considera diagnóstica de TEP si muestra
trombos a nivel segmentario o más proximal.
Papel de la ecocardiografía
No desempeña un papel primordial en el diagnóstico de TEP de riesgo no
alto. Su sensibilidad es baja (60%-70%) y una ecocardiografía normal no
descarta un TEP. Una ecocardiografía que muestre signos de disfunción
VD en un paciente con probabilidad moderada o alta de TEP aumenta
mucho la posibilidad del diagnóstico, aunque la mayoría preferirán bus-
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car evidencia más directa de trombos en los MMII o en las arterias pul-
monares antes de decidirse por un tratamiento anticoagulante de varios
meses. Por lo tanto, el papel principal de la ecocardiografía en el TEP de
riesgo no alto es en la estratificación pronóstica.
Evaluación pronóstica
Parámetros clínicos
Simultáneamente con el diagnóstico de TEP se debe realizar una evalua-
ción pronóstica, para estratificar el riesgo y tomar decisiones terapéuticas.
La estratificación del riesgo comienza con una evaluación clínica del estado
hemodinámico para determinar la presencia de choque o hipotensión per-
sistente y continúa con la ayuda de exámenes de laboratorio, para determi-
nar la presencia de marcadores de disfunción VD y/o de lesión miocárdica.
Adicional a la hipotensión y el choque, el síncope y la taquicardia y otros
parámetros clínicos, rutinariamente disponibles relacionados con algunas
condiciones preexistentes y comorbilidades, se asocian con un pronóstico
no favorable a corto plazo. Varias reglas de predicción basadas en pará-
metros clínicos han demostrado utilidad en la evaluación pronóstica. Entre
ellas, el índice de severidad del embolismo pulmonar (PESI) y su versión
simplificada (sPESI) (Tabla 6) es el sistema de puntaje más extensamente
validado y es muy útil para la identificación de un desenlace adverso a 30
días. Su principal fortaleza es para la identificación de los pacientes en bajo
riesgo de mortalidad a 30 días. Adicionalmente, este sistema de puntaje
puede ser de utilidad para considerar una posible alta temprana con trata-
miento ambulatorio de pacientes con TEP de riesgo bajo.
FC: frecuencia cardíaca; FR: frecuencia respiratoria; PAS: presión arterial sistólica; PESI:
índice de severidad del embolismo pulmonar; SaO2: saturación arterial de oxígeno.
¶
Con base en la suma de puntos.
Modificada de: Konstantinides SV, Torbicki A, Agnelli G, et al. 2014 ESC Guideli-
nes on the diagnosis and management of acute pulmonary embolism. Eur Heart J.
2014;35:3033-3080.
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Tabla 7. Clasificación de los pacientes con TEP agudo con base en el riesgo de mor-
talidad temprana
PESI: índice de severidad del embolismo pulmonar; sPESI: índice de severidad del embolismo
pulmonar simplificado; TEP: tromboembolismo pulmonar; VD: ventrículo derecho; VI: ven-
trículo izquierdo.
¶
PESI clase III a V indica riesgo de mortalidad a 30 días moderado a muy alto; sPESI ≥1
punto(s) indica riesgo de mortalidad a 30 días alto.
ß
Los criterios ecocardiográficos de disfunción VD incluyen dilatación VD y/o incremento de
la relación del diámetro de fin de diástole VD/VI (en la mayoría de los estudios, los valores
límite reportados fueron 0,9 a 1,0); hipocinesia de la pared libre del VD; aumento de la
velocidad del jet de insuficiencia tricuspídea, o una combinación de las anteriores. En la an-
giografía con MDCT (visión de 4 cámaras), la disfunción VD se define como un aumento en
la relación del diámetro de fin de diástole VD/VI (con un límite de 0,9 a 1,0).
§
Marcadores de daño miocárdico (por ejemplo, elevación de troponinas T o I o de la proteína
unidora de ácidos grasos de tipo cardíaco) o de falla cardíaca por disfunción VD (elevación
de péptidos natriuréticos).
‡
Ni el cálculo del PESI (o el sPESI) ni las pruebas de laboratorio son necesarias en pacientes
con hipotensión o choque.
Ω
Los pacientes en clase PESI I-II o con un sPESI de 0, pero con biomarcadores cardíacos eleva-
dos o signos de disfunción VD en una prueba de imagen también se clasifican en la categoría
de riesgo intermedio-bajo. Esto podría aplicar en situaciones en donde los resultados de imagen
o de los biomarcadores estén disponibles antes del cálculo del índice clínico de severidad.
Modificada de: Konstantinides SV, Torbicki A, Agnelli G, et al. 2014 ESC Guidelines on the
diagnosis and management of acute pulmonary embolism. Eur Heart J. 2014;35):3033-3080.
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Sospecha clínica de TEP
¿Choque/hipotensión?
Sí No
TEP confirmado
TEP
confirmado PESI clase III-V PESI clase I-II o
o sPESI ≥1 Spesi = 0
Riesgo intermedio
Considere
estratificación adicional
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del riesgo
Figura 4. Estrategias de manejo ajustadas al riesgo en el TEP (véase la Tabla 7 para la definición de las categorías de riesgo). Modificada de: Kon-
stantinides SV, Torbicki A, Agnelli G, et al. 2014 ESC Guidelines on the diagnosis and management of acute pulmonary embolism. Eur Heart J.
2014;35(43):3033-69.
AC: anticoagulación; MDCT: angiografía por tomografía multidetector; PESI: índice de severidad del embolismo pulmonar; sPESI: índice de severidad
del embolismo pulmonar simplificado; TEP: tromboembolismo pulmonar; VD: ventrículo derecho.
¶
Si la ecografía ya se realizó durante la evaluación diagnóstica y detectó disfunción del VD, o si el MDCT ya se realizó durante la evaluación diagnós-
tica y mostró aumento del VD (relación VD/VI ≥0,9), se debe medir una troponina, a no ser que la reperfusión primaria no sea una opción (por ejemplo,
comorbilidad severa o expectativa de vida limitada).
§
Marcadores de daño miocárdico (aumento de troponina T o I) o de falla cardíaca como resultado de disfunción VD (elevación de péptidos natriu-
réticos). Si se midió un biomarcador durante la evaluación diagnóstica y fue positivo, se debe considerar realizar una ecocardiografía para evaluar la
función VD o un MDCT para evaluar (o reevaluar) el tamaño del VD.
‡
Paciente en clase PESI I-II o con sPESI de 0 y biomarcadores cardíacos elevados o signos de disfunción VD en exámenes de imagen también son
clasificados en la categoría de riesgo intermedio-bajo. Esto puede ocurrir en situaciones en donde los resultados de imagen o de los biomarcadores
están disponibles antes del cálculo del índice de severidad clínica. Estos pacientes probablemente no son candidatos para manejo ambulatorio.
Ω
Trombolisis inmediata si aparecen signos de descompensación hemodinámica; la embolectomía quirúrgica o el tratamiento percutáneo con catéter pueden
considerarse como alternativas a la trombolisis sistémica, particularmente si el riesgo de sangrado es alto.
†
Se debe considerar la monitorización en pacientes con TEP confirmado y una troponina positiva, aún si no hay evidencia de disfunción VD en la
ecocardiografía o la MDCT.
*
La versión simplificada del PESI no ha sido validad en estudios prospectivos de manejo ambulatorio; criterios de inclusión diferentes al PESI fueron
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Anticoagulación (AC)
Desde el clásico estudio de Barritt y Jordan en 1960, se ha utilizado la anti-
coagulación (AC) cuando se considera la posibilidad de TEP. Los objetivos
del tratamiento anticoagulante son los de prevenir la muerte temprana y los
eventos recurrentes sintomáticos o fatales. La AC se debe comenzar ante la
sospecha inicial de TEP (principalmente en los pacientes con probabilidad
clínica alta o intermedia) y se debe mantener mientras se confirma el diag-
nóstico. El tratamiento en la fase aguda consiste en la administración de AC
parenteral con heparina no fraccionada (HNF), heparina de bajo peso mo-
lecular (HBPM) o fondaparinux en los primeros 5-10 días. La AC parenteral
se debe superponer con el inicio de un antagonista de la vitamina K (VKA)
o alternativamente puede ser seguida por dabigatrán o edoxabán. Si en lu-
gar de los dos últimos anticoagulantes orales directos (DOAC) se utiliza
rivaroxabán o apixabán, el tratamiento oral con uno de estos dos fármacos
se debe iniciar directamente o luego de 1-2 días de un AC parenteral, con
un aumento de la dosis en las primeras 3 semanas para el rivaroxabán y en
los primeros 7 días para el apixabán. La duración mínima de la AC debe ser
de 3 meses y en algunos casos puede ser necesario administrarla por más
tiempo o incluso indefinidamente para prevención secundaria, luego de un
análisis del riesgo de recurrencia vs. el riesgo de sangrado en cada paciente.
Anticoagulación parenteral
Con los anticoagulantes parenterales, tales como la HNF intravenosa (IV),
la HBPM subcutánea (SC) o el fondaparinux SC, puede alcanzarse una
anticoagulación rápida. Para la Sociedad Europea de Cardiología (ESC)
usualmente son preferibles las HBPM o el fondaparinux porque tienen
un menor riesgo de sangrado mayor y de trombocitopenia inducida por
heparina (HIT). La HNF estaría recomendada cuando se está consideran-
do la reperfusión primaria (fibrinolisis o embolectomía), en compromiso
severo de la función renal (depuración de creatinina <30 mL/min) o en
obesidad severa, debido a su vida media corta, a la facilidad de monitori-
zación de su efecto anticoagulante y a su reversión rápida con protamina.
Cuando se usa HNF IV, se inicia con un bolo de 80 unidades (U) por
kilo (o 5000 U), seguido de una infusión continua de 18 U/kg/h (o 1300
U/h), manteniendo el tiempo parcial de tromboplastina (TPT) entre 60
y 80 segundos (1,5 a 2,5 veces el control) y una actividad anti-Xa entre
0,3 y 0,7 UI/mL. Aunque se prefiere la vía IV, la HNF también se puede
administrar SC con monitorización (dosis inicial de 17 500 U SC o de 250
U/kg c/12 horas, con ajuste de la dosis para mantener un TPT equiva-
lente a una actividad anti-Xa entre 0,3 y 0,7 UI/mL 6 horas luego de una
inyección) o SC en dosis fija sin monitorización (dosis inicial de 333 U/
kg seguida por 250 U/kg c/12 horas). Las HBPM aprobadas en TEP y
sus dosis respectivas se muestran en la Tabla 8. Las HBMP no requieren
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Dosis Intervalo
Enoxaparina 1,0 mg/kg Cada 12 horas
o
1,5 mg/kg§ Una vez al día§
Tinzaparina 175 U/kg Una vez al día
Dalteparina 100 UI/kg¶ Cada 12 horas¶
o
200 UI/kg¶ Una vez al día¶
Nadroparina Ω 86 UI/kg Cada 12 horas
o
171 UI/kg Una vez al día
Fondaparinux Peso corporal <50 kg: 5 mg
Peso corporal 50-100 kg: 7,5 mg Una vez al día
Peso corporal >100 kg: 10 mg
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Terapia fibrinolítica
Comparada con la anticoagulación, la fibrinólisis produce una resolución
más rápida de la obstrucción tromboembólica y de las alteraciones hemo-
dinámicas, aunque el beneficio es de corta duración y parece limitado a
los primeros días. Una semana luego del tratamiento, los cambios en la
severidad de la obstrucción vascular y en la reversión de la disfunción
VD no difieren de manera significativa entre la fibrinolisis y la anticoagu-
lación. Sin embargo, hay evidencia de que la terapia fibrinolítica puede
disminuir la incidencia de aumento de la presión sistólica del VD y de
hipertensión pulmonar tromboembólica crónica a los 6 meses. La tera-
pia fibrinolítica tiene un riesgo significativo de sangrado, con una tasa
acumulativa de sangrado mayor de aproximadamente 13% y de hemo-
rragia intracerebral o fatal del 1,9% al 2,2%. Las tasas de sangrado mayor
han disminuido en los estudios más recientes, aparentemente en relación
con un mayor uso de las imágenes no invasivas para confirmar el TEP.
La mayoría de las contraindicaciones para terapia fibrinolítica son rela-
tivas; además, deben tenerse en cuenta la historia natural y el pronóstico
del TEP al evaluar la relación riesgo/beneficio. De esta manera, contra-
indicaciones que podrían considerarse como absolutas en un infarto de
miocardio podrían hacerse relativas en un paciente con un TEP de riesgo
alto que amenaza la vida de manera inminente (Tabla 10). Los regímenes
fibrinolíticos aprobados para TEP se muestran en la Tabla 11. En los TEP
de más alto riesgo, tales como aquellos asociados con paro cardíaco, se
han estudiado otros regímenes en bolo (alteplasa: 100 mg en 15 minutos
o 50 mg en 1 minuto), pero los mismos no están oficialmente aprobados.
Todos se administran por vía venosa sistémica. Aunque en algunos estu-
dios la reteplasa y la desmoteplasa han sido comparadas con el activador
tisular del plasminógeno (rtPA) y la tecneteplasa con placebo, ninguno de
estos tres fibrinolíticos está aprobado aún en TEP. En términos generales,
se prefieren los regímenes con tiempos de infusión cortos (por ejemplo,
infusión de 2 horas) sobre aquellos con tiempos de infusión prologados
(por ejemplo, infusión de 24 horas). Para los europeos, la HNF debe sus-
penderse durante la administración de estreptocinasa o urocinasa, pero
puede continuarse durante la infusión de rtPA. Los norteamericanos re-
comiendan suspender la HNF durante la infusión de rtPA de 2 horas y
reiniciarla luego de la misma, sin bolo inicial, una vez el TPT sea <80 se-
gundos. En los pacientes que están recibiendo una HBPM o fondaparinux
cuando se inicia la fibrinolisis, la infusión de HNF debe retardarse por
12 horas luego de la última dosis de HBPM en dosificación de 2 veces/
día o por 24 horas luego de la última dosis de HBPM en dosificación de
24 horas o luego de fondaparinux. Los europeos recomiendan la terapia
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GUÍAS DE MANEJO EN ENFERMEDADES CARDÍACAS Y VASCULARES. ESTADO ACTUAL 2017
Contraindicaciones absolutas a
ACV hemorrágico o ACV de origen desconocido en cualquier momento
ACV isquémico en los últimos 6 meses
Daño o neoplasias del SNC
Trauma mayor/cirugía/lesión de cabeza reciente (en las 3 semanas precedentes)
Sangrado gastrointestinal en el último mes
Trastorno hemorrágico conocido
Disección de aorta
Contraindicaciones relativas
ICT en últimos 6 meses
Terapia anticoagulante oral
Embarazo o primera semana del posparto
HTA refractaria (sistólica >180 mm Hg y/o diastólica >110 mm Hg)
Enfermedad hepática avanzada
Endocarditis infecciosa
Úlcera péptica activa
Resucitación traumática
Punciones no compresibles (por ejemplo, biopsia hepática, punción lumbar)
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Embolectomía quirúrgica
Se ha reservado tradicionalmente para pacientes con TEP que puedan
necesitar resucitación cardiopulmonar. También se utiliza en pacientes
con contraindicaciones o respuesta inadecuada a la fibrinolisis o a la
embolectomía con catéter, y en aquellos con foramen oval permeable y
trombo intracardíaco. En centros con programas de cirugía cardíaca con
disponibilidad de bypass cardiopulmonar, la embolectomía pulmonar
puede ser una operación relativamente simple. Aunque ha tenido tra-
dicionalmente tasas de mortalidad temprana alta, con su uso en un es-
pectro de indicaciones más amplio en pacientes con disfunción VD, pero
sin choque severo, se han reportado tasas de mortalidad temprana ≤6%.
En la actualidad se recomienda en pacientes con TEP de riesgo alto, en
quienes la trombolisis esté contraindicada o haya fallado (clase I).
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mente menos eficaz para disminuir las recurrencias del TEV. En cuanto
al ASA, el AT10 sugiere que en un paciente que decida suspender la AC
cuando está recibiendo terapia extendida por un TEP no provocado se
puede continuar con ASA si no tiene contraindicaciones para el mismo.
Sin embargo, aclaran que el ASA es mucho menos efectivo que los AC
para prevenir las recurrencias del TEP, por lo que no lo consideran una
alternativa razonable a los AC en los pacientes que desean la terapia
extendida. Los VKA se administran en dosis ajustadas para mantener
el INR aproximadamente en 2,5 (rango de 2,0 a 3,0). Las dosis de los
DOAC son de 20 mg/día para el rivaroxabán, 150 mg cada 12 horas
para el dabigatrán (o 110 mg cada 12 horas en pacientes con edad ≥80
años o con tratamiento concomitante con verapamilo) y 2,5 mg cada 12
horas para el apixabán. La duración del tratamiento anticoagulante en
un paciente particular representa un balance entre el riesgo estimado de
recurrencia del TEP y el riesgo de complicaciones hemorrágicas durante
el tratamiento anticoagulante, y esta relación riesgo/beneficio de conti-
nuar el tratamiento se debe revaluar a intervalos periódicos. El cáncer
activo es un factor de riesgo mayor para recurrencia de TEV y por este
motivo, estos pacientes son candidatos para AC indefinida luego de un
primer episodio de TEP; en los primeros 3-6 meses de AC se recomienda
utilizar una HBPM y ulteriormente se continúa la AC con VKA o con
HBPM indefinidamente o hasta que el cáncer se considere curado. En
los pacientes con un primer episodio de TEP secundario a un factor de
riesgo transitorio o reversible (TEP provocado), como cirugía, trauma,
inmovilización, enfermedad médica, uso de contraceptivos orales, tera-
pia de reemplazo hormonal o embarazo, se recomienda anticoagulación
por un período mínimo de 3 meses. No se recomienda continuar el tra-
tamiento luego de 3 meses si el factor de riesgo transitorio ya no existe.
La estratificación de riesgo en el TEP no provocado (idiopático) es más
compleja y es un tema no completamente resuelto. Los siguientes facto-
res de riesgo ayudan a identificar los pacientes con más alto riesgo de
recurrencia de TEV a largo plazo:
• Uno o más episodios previos de TEV.
• Trombofilia (por ejemplo, síndrome antifosfolípido, deficiencia de
proteína C o S).
• Sexo masculino.
• Historia familiar de TEV.
• Trombosis residual en las venas proximales.
• Persistencia de la disfunción VD en la ecocardiografía al alta.
• Inmovilización.
• Cáncer.
• Enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
• Sobrepeso/obesidad.
• Dímero D elevado luego de suspender la anticoagulación.
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Problemas especiales
Embarazo
La exposición del feto a radiación ionizante es motivo de preocupación
cuando hay sospecha de un TEP durante el embarazo, pero la misma es
superada por los riesgos de pasar por alto un diagnóstico potencialmen-
te fatal. Por otra parte, también es riesgoso exponer innecesariamente a
la madre y al feto a la AC. El dímero D aumenta fisiológicamente duran-
te el embarazo, pero alrededor del 50% de las mujeres tiene un dímero
D normal en la semana 20 del embarazo. Un dímero D normal tiene el
mismo valor predictivo negativo que en las no embarazadas. Un dímero
D elevado debería ser seguido por un USC de MMII, porque un resul-
tado positivo es indicación para AC y hace innecesarios los estudios de
imagen del tórax. Si el USC es negativo, se debe continuar el proceso
diagnóstico. El límite de radiación absorbida por el feto con peligro de
lesión está alrededor de los 50 mSv (50 000 μGy) y todos los exámenes
radiológicos están muy por debajo de este límite. La gammagrafía pue-
de ser preferible a la angiografía por MDCT porque evita la dosis alta de
radiación liberada por el MDCT en los senos de la mujer, con el resul-
tante pequeño, pero significativo aumento del riesgo de cáncer de seno
en el transcurso de la vida de la paciente. La información aportada por
la fase de ventilación de la gammagrafía cuando la placa de tórax es nor-
mal no parece justificar la radiación adicional, por lo que se considera
innecesaria. Cuando la gammagrafía no es diagnóstica, se debe preferir
la MDCT a la angiografía pulmonar, pues esta última entrega una dosis
de radiación significativamente mayor al feto (2,2 a 3,7 mSv vs. 0,2 a 0,6
mSv) cuando el acceso es femoral. La HNF y las HBPM no cruzan la
placenta, no se encuentran en la leche en cantidad significativa y son la
base del tratamiento del TEP durante el embarazo. La experiencia en au-
mento sugiere que las HBPM son seguras, y en dosis ajustadas al peso,
son posiblemente el tratamiento de elección. Se puede considerar la mo-
nitorización de la actividad anti-Xa en las pacientes en los extremos de
peso corporal o con enfermedad renal, pero la monitorización rutinaria
generalmente no se justifica. El fondaparinux no debe utilizarse porque
no hay datos suficientes sobre su uso durante el embarazo y solo se
recomienda, junto con la lepirudina, cuando no hay disponibilidad de
danaparoide en el tratamiento del HIT durante el embarazo. Los VKA
cruzan la placenta y producen una embriopatía bien definida durante el
primer trimestre. Adicionalmente, su administración durante el tercer
trimestre puede producir hemorragia fetal o neonatal y desprendimien-
to de placenta y pueden asociarse con anomalías del sistema nervioso
central en cualquier trimestre del embarazo. Aunque la warfarina puede
administrarse con cautela durante el segundo trimestre, se recomienda
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Malignidad
La asociación del TEP con el cáncer está bien documentada. De los pa-
cientes que se presentan con un TEP idiopático, alrededor del 10% de-
sarrollan finalmente un cáncer en el seguimiento a 5-10 años, con la ma-
yoría de casos observada en los primeros 1-2 años luego del diagnóstico
de TEP. Sin embargo, cuando se compara una evaluación extensa para
un cáncer oculto (por ejemplo, MDCT de abdomen y pelvis combinado
con mamografía y citología de esputo), con una evaluación clínica bá-
sica no parece haber beneficio en la sobrevida a 5 años. Por consiguien-
te, la búsqueda para un cáncer oculto debe restringirse a una historia
clínica y un examen físico cuidadosos, pruebas de laboratorio básicas
y una radiografía de tórax. El riesgo de TEV es cuatro veces mayor en
los pacientes con cáncer que en la población general y se incrementa a
6,7 veces en los que reciben quimioterapia, aunque la AC profiláctica
no está recomendada de rutina durante la quimioterapia ambulatoria,
con excepción de los regímenes basados en talidomida o lenalidomi-
da en mieloma múltiple. Muchos anticancerosos incrementan el riesgo
de TEV y la combinación de terapia hormonal y quimioterapia parece
tener un papel sinergístico. El riesgo de TEV es 90 veces mayor en las
primeras 6 semanas luego de cirugía para cáncer (comparado con la po-
blación sana) y persiste elevado (hasta 30 veces más) entre los meses 4
y 12 del postoperatorio. Como la profilaxis con AC cubre únicamente
los primeros 30 días del postoperatorio, se hace necesaria una vigilancia
continua. Los pacientes con cáncer también tienen mayor riesgo de com-
plicaciones tromboembólicas recurrentes y mayor riesgo de sangrado
durante el tratamiento anticoagulante. La evidencia disponible sugie-
re que durante los primeros 3-6 meses de tratamiento del TEP en los
pacientes con cáncer se debe utilizar una HBPM y que luego se puede
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Lecturas recomendadas
• Clark III C, McGiffin DC, Dell’Italia LJ, et al. Submassive pulmonary embo-
lism: where`s the tipping point?. Circulation. 2013;127:2458-64.
• Dudzinski DM, Giri J, Rosenfield K. Interventional treatment of pulmonary
embolism. Circ Cardiovasc Interv. 2017;10(2). pii:e004345. doi: 10.1161/CIR-
CINTERVENTIONS.116.004345.
• Jaber WA, Fong PP, Weisz G, et al. Acute pulmonary embolism: with an
emphasis on an interventional approach. J Am Coll Cardiol. 2016;67:991-1002.
• Jaff MR, McMurtry MS, Archer SL, et al. Management of massive and sub-
massive pulmonary embolism, iliofemoral deep vein thrombosis, and chro-
nic thromboembolic pulmonary hypertension: a scientific statement from the
American Heart Association. Circulation. 2011;123(16):1788-830.
• Kearon C, Aki EA, Ornelas J, et al. Antithrombotic therapy for VTE disease:
CHEST Guideline and Expert Panel Report. Chest. 2016;149:315-52.
• Kearon C, Akl EA, Comerot AJ, et al. Antithrombotic therapy for VTE disease:
antithrombotic therapy and prevention of thrombosis, 9th ed: American Co-
llege of Chest Physicians evidence-based clinical practice guidelines. Chest.
2012:141:e419S-e494S.
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