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LICENCIATURA EN FILOSOFÍA
FILOSOFÍA MEDIEVAL Prof.: Alejandro Auat
SANTIAGO DEL ESTERO, Noviembre de 2014
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Se conocen como Limes (singular, en latín; plural: limites) los límites fronterizos del imperio romano (el término limes
significa «límite», «frontera», en latín). En Europa se ubicaba a lo largo de los ríos Rin y Danubio, para aprovechar el
cauce de estos caudalosos ríos como fronteras naturales. Para completar esta frontera natural, los romanos construye-
ron grandes murallas fronterizas que se levantaron a partir de finales del siglo I en aquellas zonas que no se podían
defender eficazmente de las cada vez más frecuentes invasiones bárbaras, aunque las defensas más importantes y
más estructuradas son del siglo II.
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En el curso de la primera mitad del siglo Europa tuvo noticias de los ejércitos mongoles
que amenazaban. Esta primera noticia del enorme continente asiático dio pie enseguida para la
organización de viajes e intentos de misión. No fueron más que un episodio, pero quedó el
conocimiento geográfico de habitar en un mundo más amplio. Otro factor que condiciono una
ampliación una conciencia fue el emperador Federico II. Era tan cristiano personalmente como
liberal en su pensamiento político, lo que llevo a vivir tiempos de conflicto permanente con el
papa. Además, no tuvo escrúpulos en reclutar norteafricanos no cristianos en su ejército, lo que
hizo que seguramente muchos de los cristianos centroeuropeos vieran por primera vez hom-
bres negros.
En pocos decenios se desmoronó una imagen geográfica del mundo, y de repente los
hombres de la selva se habían convertido en muchos, incalculablemente muchos, y por más
que quisieran ya no era posible llevarlo al camino de la salvación de acuerdo al modelo de la
escolástica primitiva. Esta paralización teológica dio plausibilidad al pesimismo agustiniano.
Con medio siglo de lucha con el papado, Federico II no puedo orientar la historia en el
sentido por él deseado. Sicilia e Italia del Sur cayeron en poder de Carlos de Anjou. Francia,
bajo el largo período de gobierno de Luis IX, consiguió definitivamente autonomía política y
cultural, y ahora –siglo XIII–, París se convertiría en el centro espiritual de la cristiandad. Para-
lelamente a este panorama político, transcurrió algo así como una primera emancipación bur-
guesa; el sistema feudal en sentido estricto desapareció; las clases sociales influyentes ya no
eran sólo los nobles y el clero, sino más bien comerciantes y artesanos agrupados en gremios.
La circulación monetaria se hizo cada vez más independiente; surgieron las ciudades como
comunidades con estructuras autoadministradas y autogobernadas en formas predemocráticas,
lo que provocada conflictos con las pretensiones de dominio de la nobleza o los obispos. Un
reflejo de estas comunidades serán las universidades, que salieron de las escuelas catedrali-
cias del siglo XII.
El mundo eclesiástico de Tomás. El acontecimiento político decisivo que cambio el
mapa de Europa, transcurrió en Italia, mientras que el acontecimiento espiritual y cultural tuvo
lugar en Francia. Inocencia III, el papa más imponente de la edad media, murió en 1216, sus
sucesores, ya no alcanzaron el prestigio político de aquél, heredando no sólo los problemas
políticos sin resolver sino, y sobre todo, las consecuencias de algunas decisiones importantes
en política eclesiástica. La más importante: la aprobación de la hermandad de Francisco de
Asís. El movimiento de pobreza, que hasta entonces siempre había inspirado sospechas de
herejía y que de vez en cuando había caído de hecho en la herejía, tenía ahora un espacio en
la Iglesia. Francisco e Inocencia dejaron el campo abierto para otras ordenes mendicantes, así
también para la orden de Tomás que vino más tarde. Domingo, el fundador de la orden de los
hermano predicadores, hoy dominicos, escogió la llamada regla de san Agustín, que junto con
las normas de aplicación era tan flexible que prácticamente dio margen para crear un nuevo
tipo de orden religiosa. Los sucesores de Inocencio tuvieron aquí sus pequeños problemas.
La segunda herencia fueron las universidades, éstas se oponían a las escuelas mona-
cales instaladas en el campo, que tenían un programa orientado exclusivamente a la formación
monástica. Las altas aspiraciones de las ciudades con su burguesía emancipada se expresa-
ban en ansias de saber que no se saciaban con la sola teología. Cualquier podía fundar escue-
las en la ciudad, que se imponían su propia constitución.
Esta era la situación de Paris a principios del siglo XIIII. Es significativo que en todo
ello, la Iglesia, en concreto el clero, tenía el control supremo de la situación. Eran los clérigos
los que establecían los planes de estudio, no sólo para teólogos, sino también para filósofos y
hasta médicos. Esto fue una oportunidad, al mismo tiempo, para el papa, que si decidía que
sus legados ocuparan los puestos de control de la universidad, el obispo, subordina a aquel, ya
no podía intervenir en los asuntos de ésta. De hecho, en los decenios siguientes se sucedieron
constantes contrariedades. Aquí había una cuestión importante: la autoridad eclesiástica inten-
taba decidir si, y de qué manera, uno podía ocuparse de Aristóteles. Los papas, en oposición
con los agustinianos conservadores, abrieron con precaución las esclusas, cuando las prohibi-
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ciones ya no sirvieron de nada. Al final ya no había manera de parar el alud: en 1255 ya está
toda la obra de Aristóteles en el plan de estudios de la facultad de artes. Lo impensable fue que
Alberto, Tomás y sus colegas en París, tenían la confianza de Roma de que la fe no andaba en
peligro.
La teología universitaria y la “base” de la Iglesia. Paría no es la Iglesia, ni tampoco
la universidad representaba la reflexión de le fe en las comunidades. Las preocupaciones de
los miembros sencillos de las comunidades es lo que nos da una idea de la situación de la Igle-
sia en tiempos de Tomás. Y pues, este mundo eclesiástico, en el que Tomás ya no vivía, pero
que en su responsabilidad de teólogo se ponía todavía a su disposición, veían en el pueblo un
bajo nivel de formación religiosa. Ello obligaba a los miembros de las órdenes a estudiar teolo-
gía como fundamento de una mejor predicación al pueblo. Naturalmente, esta predicación al
pueblo y la teología universitaria –escolástica–, estaban distantes una de la otra.
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como malo la materia y todo lo material, el cuerpo, el matrimonio, el Estado. La ascesis es fun-
damental y lleva al extremo de la muerte voluntaria por hambre. En cuanto a lo valdense tiene
por característica la pobreza, la lectura de la Biblia y la predicación ambulante. Estas dos co-
rrientes se mezclan en el sur de Francia principalmente, dando origen a un fuerte movimiento
popular: el movimiento albigense –por la ciudad de Albi–.
Los intentos de misión por parte de la Iglesia fracasan. Los legados del Papa se pre-
sentan como jueves que destierran, proscriben y condenan en lugar de misioneros, y de entra-
da pierden todo crédito pues se aparecen con toda la pompa mundana. Llegará el empleo de la
fuerza para convertir las ciudades heréticas del Sur de Francia, dando inicio a la guerra albi-
gense, que rápidamente se convertirá en una cruzaba vulgar y de gran crueldad de conquista
de los barones franceses.
Así comenzara la obra de Santo Domingo, quien en 1206 empieza a misionar, tomando
por primera vez seriamente la pobreza evangélica y considerando a los herejes ante todo como
congéneres humanos, y con ello se lleva a cabo la primera disputación en Montpellier. La regla
de juego que caracterizara a los dominicos será: quien no pueda probar su tesis en la Biblia
debe darse por vencido. Domingo se remonta a la Iglesia primitiva, y funda una orden que se
diferencia de las existentes en algo revolucionario: propone vivir no en el retiro sino en medio
de la ciudad, en la pobreza literal, dedicándose al estudio de la Biblia y las ciencias. Aunque
surgen en respuesta a las mismas exigencias se diferencia de la orden de los franciscanos por
ser una Orden de sacerdotes desde el principio, racional y sobria, que no rechaza la cultura y la
ciencia, como Francisco de Asís, suponiendo antes bien una expresa dedicación a las primera
Universidades de Occidente.
Tomás, apenas dos décadas después de la muerte de Santo Domingo, se encuentra
en Nápoles con los dominicos, con un doble impulso: la pasión de anunciar la verdad, y el im-
pulso evangélico, el elemento bíblico. Tomás aduce lo bíblico como argumento para que les
sea permitido a las Órdenes mendicante la predicación y la cura de almas. En París lleva a
cabo la gran obra de la primera corrección de la Biblia, en los mismos años en que, en el mis-
mo convento, se comenta la Física de Aristóteles. Con lo que de nuevo aparece el otro extremo
de este arco que Tomás intenta tensar. Ambos extremos le pertenecen, si se considera sólo
uno, el intento de realizar la recta imagen evangélica, entonces se vería en Tomás al fraile
mendicante. Es necesario tener en cuenta el hecho terreno y realista de su dedicación a Aristó-
teles.
El dinamismo intelectual de principios del siglo XIII, el empuje hacia una investigación
puramente natural de la realidad, hacia una mundanidad inédita hasta entonces, encuentra un
poderoso aliado en la obra de Aristóteles.
La disputación y su estructura
Pieper, Filosofía Medieval y Mundo Moderno
La disputatio. Tomás tomó parte con varios escritos en las disputas doctrinales acerca
de la realización de la perfectio evangelica. En ese proceder particular por el que no sólo se
deja hablar al adversario, sino que expresamente se lo trae a colación se pone de manifiesto el
característico estilo intelectual de Tomás.
El espíritu de la disputatio, de la oposición controlada, auténtica polémica, es lucha y no
obstante diálogo. Este espíritu caracteriza la estructura interna de la obra de Santo Tomás. El
diálogo en tanto forma básica de la vida del hombre pretende explicar, buscar y alumbrar la
verdad. Platón afirmó que la verdad tiene lugar, como realidad humana, únicamente en el diá-
logo. Agustín introdujo esta actitud básica en sus controversias, pero también Aristóteles, quien
no aparece primariamente como dialógico, sino sistemático, dice que si se quiere encontrar la
verdad, primera hay que considerar la opinión de aquellos que piensan de otra forma. Ello fue
reconocido y recogido en las escuelas de Occidente del siglo XII, en donde se formulan técni-
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camente y se desarrollan las reglas del juego de la polémica. Cuando Tomás toma como he-
rramienta el instrumento de la disputatio escolástica, lo primero que tiene que hacer, sin em-
bargo, es omitir, simplificar, recortar. El prólogo de la Summa Theologica habla de la desmesu-
rada acumulación de cuestiones, artículos y argumentos inútiles.
También en Tomás, es determinante la forma de toda su obra escrita: el articulus, pie-
dra angular de la Summa como de la Quaestiones disputatae y Quaestiones quodlibetales. El
articulus formula la cuestión de la que se trata, y trae a colación las opiniones contrarias, sólo
después de ello –en el corpus– el autor toma la palabra para dar respuestas, desarrollándolas
sistemáticamente para replicar cada uno de los argumentos contrarios, y responde la cuestión
de raíz.
Una nota no menor es el hecho de que cada uno de los extensos artículos de las
Quaestiones disputatae –que son más de 500– es el resultado de una disputación pública.
Parece haber sido descubierta y practicada por Tomás en su actividad docente esta modalidad
de libre discusión. La disputatio resultaba un excelente medio para desenmascarar en el te-
rreno de la investigación de la verdad al mero aparentar. El objetivo primario de este diálogo y
exposición de argumentos a favor y en contra es, primariamente, la comprensión profunda del
asunto: la primero que tiene que hacer quien quera refutar una opinión en apropiársela –Paul
Valéry–. Además, esta actitud vive del respecto por la dignidad del otro, y el agradecimiento a
él a causa del logro intelectual que hasta el error supone.
El método escolástico está asociado desde sus orígenes al uso de las auctoritates. El
trabajo intelectual de los escolásticos se apoya sobre textos heredados de la tradición, que han
llegado a tener autoridad doctrinal y por ellos son el punto de partida de la argumentación y
ratificación de las conclusiones del discurso escolástico.
Por otra parte, la supremacía de la teología, esencialmente basada en la autoridad de
un libro: la Biblia, sobre las otras ciencias, propicia esta construcción un modelo pedagógico
que acostumbra a los escolásticos a proceder del mismo modo en otras materias. En una civili-
zación que despierta con el descubrimiento de las grandes obras de los clásicos, esa vuelta al
pasado, remite a un intento de imitación de los grandes maestros que se manifiesta en el uso
constante de las auctoritates.
Sin embargo, no bastaba tener a disposición las colecciones de sentencias o autorida-
des, la interpretación de estas y las técnicas de su utilización resultaban problemáticas. En este
contexto la dialéctica es reivindicada –por Abelardo principalmente– como un método adecua-
do para resolver este problema.
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es más maestro en tanto más intensa y apasionadamente viva estos dos rasgos: la relación
con la verdad, facultad silenciosa de aprehensión de la realidad; y, el asentimiento de los
oyentes y discípulos.
El verdadero aprendizaje será más que la mera apropiación del material. A partir del
amor –identificación amorosa del maestro con el principiante– se dará el crecimiento en una
realidad espiritual. Todo depende de que el estudiante sea guiado hasta comprender el carác-
ter asombroso de lo nuevo del objeto de que se trate.
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de las cuestiones suscitadas. Los temas discutidos y las posiciones se adoptan en pleno con-
flicto de personas, ideologías, doctrinas y militancias, lo que supone un enorme significado
histórico como testimonio vivo de la historia que circunda al mundo universitario medieval.
Géneros literarios. A la lectio le corresponde principalmente la Glosa, Comentaros y
Exposiciones. A la quaestio, la Quaestio como pieza fundamental de las Sumas, y a las dispu-
tatio las valiosas Quaestiones disputatae y Quaestiones quodlibetales.
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Estas respuestas más que negaciones indiscriminadas, constituyen distinciones de lo
que en tales argumentos hay de verdad. Tomás, tomando las opiniones contrarias, ela-
borará una respuesta razonada y crítica mediante la evaluación objetiva de lo que en
aquellas esta contenido de verdad y falsedad.
Summa contra Gentiles: método y plan. Después de tres años de regencia, el joven
Tomás comienza su primera síntesis: la Summa contra Gentiles. Este texto reagrupa los dos
quehaceres principales que Tomás asigna a un teólogo y que había desarrollado en el Super
Boetiumn algunos meses antes. Tomás señala que un verdadero teólogo quiere ser realista y
adherirse al dato revelado, conoce la fuerza de la razón pero no olvida que su construcción
reposa sobre la historia de la Salvación. La razón no puede demostrar la fe, pero ello no quiere
decir que no se deba tener una confianza robusta en ella en la medida en que permite demos-
trar que los argumentos del adversario no son verdaderas demostraciones. En esta obra expli-
cará que hay dos tipos de disputas teológicas, una que responde a los errores y otra que hace
inteligible la verdad. Si alguien se contenta con la primera, su oyente sabrá sin duda lo que es
verdadero y lo que es falso, pero no tendrá idea alguna de lo que significa la verdad que se
propone, y se irá con la cabeza vacía.
Contenido de la Summa contra Gentiles. El libro I trata de la existencia de Dios, que
como para nosotros no es evidente por sí misma es preciso demostrarla. Para ello el primer
plano es la vía negativa, ya que por la vía positiva únicamente llegamos a la existencia de Dios,
pero no es adecuada para descubrir su esencia: la substancia divina sobrepasa por su inmen-
sidad todas las formas que puede alcanzar nuestra inteligencia. Luego de descartar de Dios
todo cambio y toda composición asegura que es soberanamente perfecto, y son bondad, infini-
tud, inteligencia y voluntad lo que a su perfección hacen.
En el libro segundo estudia la procesión de las criaturas a partir de Dios, propone un
tratado de la creación en donde Dios es principio del ser pero también principio de obrar por su
potencia activa que es libre y gratuita. Fiel a los primeros capítulos del Génesis rechaza la idea
filosófica de un mundo eternamente existente.
El tercer libro tiene por tema general la providencia de Dios, la manera en que cuida el
universo y que gobierna o conduce el universo hacia Él.
Florencia De Marco
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