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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SANTIAGO DEL ESTERO

FACULTAD DE HUMANIDADES, CIENCIAS SOCIALES Y DE LA SALUD

LICENCIATURA EN FILOSOFÍA
FILOSOFÍA MEDIEVAL Prof.: Alejandro Auat
SANTIAGO DEL ESTERO, Noviembre de 2014

U7. Tomás de Aquino

A. Los mundos de Tomás de Aquino


Hermann Pesch, Tomás de Aquino. Límite y grandeza de una teología medieval

EL MUNDO CRISTIANO DE TOMÁS


Hombre “nutritus in silva”. Una cuestión que la teología medieval se planteaba habi-
tualmente es la salvación del hombre de la selva: un hombre sin contacto con la sociedad hu-
mana, es decir, sin contacto con la Iglesia y su acción mediadora –de salvación– ¿puede con-
seguir la salvación que promete el evangelio por mediación de la Iglesia?
La respuesta habitual de la escolástica primitiva del siglo XII y principios del XIII dirá
que Dios encontrará una solución para este hombre, ya sea mandándole un misionero o ángel
o mediante una iluminación interna. Pero esta solución se desmoronará a los largo del siglo
XIII, lo que se puede descubrir en Tomás. En su comentario a la carta a los Romanos elimina
tanto la iluminación interior como la intervención de un ángel y se sitúa en la agustiniana de la
predeterminación pesimista: los infieles sin culpa suya –que no habían oído hablar del evange-
lio– no son personalmente culpable de su incredulidad, pero a causa del pecado original que
todos los hombres han recibido por nacimiento de Adán, en principio se han de contar en el
nombre de los réprobos. Si Dios, de la humanidad reprobada, elige algunos y por el evangelio y
la Iglesia los lleva a la salvación, esto es prueba de su misericordia sin límites. Si deja que se
pierdan, no es más que prueba de su justicia. La gracia no puede reclamarse: se da por miseri-
cordia y se deniega por justicia.
Cómo el cristiano Tomás pudo llegar a tener estos pensamientos crueles nos traslada
al mundo en que vivía:
El “gran” mundo de Tomás. España era el fin de la tierra en el lado occidental; en el
extremo oriental había Asia Menor, Palestina, Chipre y, más sospechado que conocido, Egipto.
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Al Norte la línea del limes era el límite del mundo culto conocido. Más allá había todavía algo,
hasta Escandinavia, pero era sobre todo bosque y la gente que vivía allí no despertaba mucha
confianza. Rusia, a pesar de haber sido ya bautizada, era desconocida para la mayoría de los
europeos. Polonia distaba mucho de ser el país más practicante del mundo, y a su alrededor:
Prusia, Lituania y, en parte todavía, Pomerania, países paganos. Al sur de la cristiandad habi-
tan los infieles a sabiendas, es decir con conocimiento e intención. En este círculo de la cris-
tiandad europea ya no había no cristiano sin culpa por no serlo. Pero Tomás nació en el mo-
mento en que esa sensación de constituir un mundo cerrado dedicado completamente al evan-
gelio se desvaneció.

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Se conocen como Limes (singular, en latín; plural: limites) los límites fronterizos del imperio romano (el término limes
significa «límite», «frontera», en latín). En Europa se ubicaba a lo largo de los ríos Rin y Danubio, para aprovechar el
cauce de estos caudalosos ríos como fronteras naturales. Para completar esta frontera natural, los romanos construye-
ron grandes murallas fronterizas que se levantaron a partir de finales del siglo I en aquellas zonas que no se podían
defender eficazmente de las cada vez más frecuentes invasiones bárbaras, aunque las defensas más importantes y
más estructuradas son del siglo II.

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En el curso de la primera mitad del siglo Europa tuvo noticias de los ejércitos mongoles
que amenazaban. Esta primera noticia del enorme continente asiático dio pie enseguida para la
organización de viajes e intentos de misión. No fueron más que un episodio, pero quedó el
conocimiento geográfico de habitar en un mundo más amplio. Otro factor que condiciono una
ampliación una conciencia fue el emperador Federico II. Era tan cristiano personalmente como
liberal en su pensamiento político, lo que llevo a vivir tiempos de conflicto permanente con el
papa. Además, no tuvo escrúpulos en reclutar norteafricanos no cristianos en su ejército, lo que
hizo que seguramente muchos de los cristianos centroeuropeos vieran por primera vez hom-
bres negros.
En pocos decenios se desmoronó una imagen geográfica del mundo, y de repente los
hombres de la selva se habían convertido en muchos, incalculablemente muchos, y por más
que quisieran ya no era posible llevarlo al camino de la salvación de acuerdo al modelo de la
escolástica primitiva. Esta paralización teológica dio plausibilidad al pesimismo agustiniano.
Con medio siglo de lucha con el papado, Federico II no puedo orientar la historia en el
sentido por él deseado. Sicilia e Italia del Sur cayeron en poder de Carlos de Anjou. Francia,
bajo el largo período de gobierno de Luis IX, consiguió definitivamente autonomía política y
cultural, y ahora –siglo XIII–, París se convertiría en el centro espiritual de la cristiandad. Para-
lelamente a este panorama político, transcurrió algo así como una primera emancipación bur-
guesa; el sistema feudal en sentido estricto desapareció; las clases sociales influyentes ya no
eran sólo los nobles y el clero, sino más bien comerciantes y artesanos agrupados en gremios.
La circulación monetaria se hizo cada vez más independiente; surgieron las ciudades como
comunidades con estructuras autoadministradas y autogobernadas en formas predemocráticas,
lo que provocada conflictos con las pretensiones de dominio de la nobleza o los obispos. Un
reflejo de estas comunidades serán las universidades, que salieron de las escuelas catedrali-
cias del siglo XII.
El mundo eclesiástico de Tomás. El acontecimiento político decisivo que cambio el
mapa de Europa, transcurrió en Italia, mientras que el acontecimiento espiritual y cultural tuvo
lugar en Francia. Inocencia III, el papa más imponente de la edad media, murió en 1216, sus
sucesores, ya no alcanzaron el prestigio político de aquél, heredando no sólo los problemas
políticos sin resolver sino, y sobre todo, las consecuencias de algunas decisiones importantes
en política eclesiástica. La más importante: la aprobación de la hermandad de Francisco de
Asís. El movimiento de pobreza, que hasta entonces siempre había inspirado sospechas de
herejía y que de vez en cuando había caído de hecho en la herejía, tenía ahora un espacio en
la Iglesia. Francisco e Inocencia dejaron el campo abierto para otras ordenes mendicantes, así
también para la orden de Tomás que vino más tarde. Domingo, el fundador de la orden de los
hermano predicadores, hoy dominicos, escogió la llamada regla de san Agustín, que junto con
las normas de aplicación era tan flexible que prácticamente dio margen para crear un nuevo
tipo de orden religiosa. Los sucesores de Inocencio tuvieron aquí sus pequeños problemas.
La segunda herencia fueron las universidades, éstas se oponían a las escuelas mona-
cales instaladas en el campo, que tenían un programa orientado exclusivamente a la formación
monástica. Las altas aspiraciones de las ciudades con su burguesía emancipada se expresa-
ban en ansias de saber que no se saciaban con la sola teología. Cualquier podía fundar escue-
las en la ciudad, que se imponían su propia constitución.
Esta era la situación de Paris a principios del siglo XIIII. Es significativo que en todo
ello, la Iglesia, en concreto el clero, tenía el control supremo de la situación. Eran los clérigos
los que establecían los planes de estudio, no sólo para teólogos, sino también para filósofos y
hasta médicos. Esto fue una oportunidad, al mismo tiempo, para el papa, que si decidía que
sus legados ocuparan los puestos de control de la universidad, el obispo, subordina a aquel, ya
no podía intervenir en los asuntos de ésta. De hecho, en los decenios siguientes se sucedieron
constantes contrariedades. Aquí había una cuestión importante: la autoridad eclesiástica inten-
taba decidir si, y de qué manera, uno podía ocuparse de Aristóteles. Los papas, en oposición
con los agustinianos conservadores, abrieron con precaución las esclusas, cuando las prohibi-

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ciones ya no sirvieron de nada. Al final ya no había manera de parar el alud: en 1255 ya está
toda la obra de Aristóteles en el plan de estudios de la facultad de artes. Lo impensable fue que
Alberto, Tomás y sus colegas en París, tenían la confianza de Roma de que la fe no andaba en
peligro.
La teología universitaria y la “base” de la Iglesia. Paría no es la Iglesia, ni tampoco
la universidad representaba la reflexión de le fe en las comunidades. Las preocupaciones de
los miembros sencillos de las comunidades es lo que nos da una idea de la situación de la Igle-
sia en tiempos de Tomás. Y pues, este mundo eclesiástico, en el que Tomás ya no vivía, pero
que en su responsabilidad de teólogo se ponía todavía a su disposición, veían en el pueblo un
bajo nivel de formación religiosa. Ello obligaba a los miembros de las órdenes a estudiar teolo-
gía como fundamento de una mejor predicación al pueblo. Naturalmente, esta predicación al
pueblo y la teología universitaria –escolástica–, estaban distantes una de la otra.

EL MUNDO MUSULMAN DE TOMÁS.


El odio recíproco entre cristianos y musulmanes todavía no cesaba lo suficiente como
para un turismo al sur de España, pero la fascinación del mundo islámico, la superioridad de su
cultura y civilización, la franqueza de sus cuestiones filosóficas a partir de una clara imagen de
Dios, ejerció una tal fuerza de atracción que los que no podían ir allí sentían un complejo de
inferioridad.
Además del Sur de España, la corte de Federico II en Sicilia era el punto más importan-
te por el que se introducía la cultura islámica: toda la obra de Aristóteles –a excepción de su
lógica que ya se conocía–, penetró en Occidente vía Sicilia.

EL MUNDO JUDÍO DE TOMÁS.


Si el mundo islámico a pesar de todo poseía un cierto atractivo, el mundo judío en torno
a Tomás tenía un aspecto bien sombrío. Hasta el comienzo de las cruzadas los judíos vivían en
las ciudades sin ser molestados, llegándose a entablar un intenso diálogo entre cristianos y
judíos. Esto cambio con las cruzadas, que dieron origen a discriminaciones, expulsiones, lin-
chamientos. Tomás la mayoría de las veces se oponía a sus interpretaciones de pasajes del
Antiguo Testamento, de hecho no pudo superar los prejuicios y discriminaciones habituales.

Las opciones de vida: pobreza bíblica Aristóteles


Pieper, Filosofía Medieval y Mundo Moderno

¿Qué es lo grandioso de Tomás, aquello que le constituye en Doctor communis de la


Cristiandad? Su grandeza y su actualidad consisten precisamente en que no se le puede aña-
dir un ismo, y no puede haberlo porque la grandiosa afirmación que presenta su obra es dema-
siado rica para ello. Tomás se resiste a elegir algo, emprende un terrible intento de elegir todo.
Quiere ser fiel tanto a la profunda visión de San Agustín como a la de Aristóteles, a la profunda
intención de la razón humana como a la de la fe divina. Esta resistencia a elegir poco tiene que
ver con cualquier tipo de neutralidad o indecisión.
Tomás, a la edad de 15 años, debe abandonar su refugio en la abadía benedictina de
Montecasino y esta huida le lleva a Nápoles, una ciudad en la que se encuentra con dos fenó-
menos: el movimiento de pobreza y Aristóteles. Tomás abrazará ambas con vehemencia.
Lo bíblico, lo evangélico, será la nota decisiva de este movimiento de pobreza. Socio-
lógicamente se trata de una especie de movimiento juvenil, urbano, un anti-movimiento dirigido
contra la compacta mundaneidad de un cristiano establecido económica y políticamente en el
mundo. Las dos órdenes entonces fundadas son: los dominicos y los franciscanos. Ambas
fundaciones no se pueden comprender sin su prehistoria herética, que une dos elementos: lo
cátaro y lo valdense. Los cátaros o puros, son los herederos del maniqueísmo que considera

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como malo la materia y todo lo material, el cuerpo, el matrimonio, el Estado. La ascesis es fun-
damental y lleva al extremo de la muerte voluntaria por hambre. En cuanto a lo valdense tiene
por característica la pobreza, la lectura de la Biblia y la predicación ambulante. Estas dos co-
rrientes se mezclan en el sur de Francia principalmente, dando origen a un fuerte movimiento
popular: el movimiento albigense –por la ciudad de Albi–.
Los intentos de misión por parte de la Iglesia fracasan. Los legados del Papa se pre-
sentan como jueves que destierran, proscriben y condenan en lugar de misioneros, y de entra-
da pierden todo crédito pues se aparecen con toda la pompa mundana. Llegará el empleo de la
fuerza para convertir las ciudades heréticas del Sur de Francia, dando inicio a la guerra albi-
gense, que rápidamente se convertirá en una cruzaba vulgar y de gran crueldad de conquista
de los barones franceses.
Así comenzara la obra de Santo Domingo, quien en 1206 empieza a misionar, tomando
por primera vez seriamente la pobreza evangélica y considerando a los herejes ante todo como
congéneres humanos, y con ello se lleva a cabo la primera disputación en Montpellier. La regla
de juego que caracterizara a los dominicos será: quien no pueda probar su tesis en la Biblia
debe darse por vencido. Domingo se remonta a la Iglesia primitiva, y funda una orden que se
diferencia de las existentes en algo revolucionario: propone vivir no en el retiro sino en medio
de la ciudad, en la pobreza literal, dedicándose al estudio de la Biblia y las ciencias. Aunque
surgen en respuesta a las mismas exigencias se diferencia de la orden de los franciscanos por
ser una Orden de sacerdotes desde el principio, racional y sobria, que no rechaza la cultura y la
ciencia, como Francisco de Asís, suponiendo antes bien una expresa dedicación a las primera
Universidades de Occidente.
Tomás, apenas dos décadas después de la muerte de Santo Domingo, se encuentra
en Nápoles con los dominicos, con un doble impulso: la pasión de anunciar la verdad, y el im-
pulso evangélico, el elemento bíblico. Tomás aduce lo bíblico como argumento para que les
sea permitido a las Órdenes mendicante la predicación y la cura de almas. En París lleva a
cabo la gran obra de la primera corrección de la Biblia, en los mismos años en que, en el mis-
mo convento, se comenta la Física de Aristóteles. Con lo que de nuevo aparece el otro extremo
de este arco que Tomás intenta tensar. Ambos extremos le pertenecen, si se considera sólo
uno, el intento de realizar la recta imagen evangélica, entonces se vería en Tomás al fraile
mendicante. Es necesario tener en cuenta el hecho terreno y realista de su dedicación a Aristó-
teles.
El dinamismo intelectual de principios del siglo XIII, el empuje hacia una investigación
puramente natural de la realidad, hacia una mundanidad inédita hasta entonces, encuentra un
poderoso aliado en la obra de Aristóteles.

La disputación y su estructura
Pieper, Filosofía Medieval y Mundo Moderno

La disputatio. Tomás tomó parte con varios escritos en las disputas doctrinales acerca
de la realización de la perfectio evangelica. En ese proceder particular por el que no sólo se
deja hablar al adversario, sino que expresamente se lo trae a colación se pone de manifiesto el
característico estilo intelectual de Tomás.
El espíritu de la disputatio, de la oposición controlada, auténtica polémica, es lucha y no
obstante diálogo. Este espíritu caracteriza la estructura interna de la obra de Santo Tomás. El
diálogo en tanto forma básica de la vida del hombre pretende explicar, buscar y alumbrar la
verdad. Platón afirmó que la verdad tiene lugar, como realidad humana, únicamente en el diá-
logo. Agustín introdujo esta actitud básica en sus controversias, pero también Aristóteles, quien
no aparece primariamente como dialógico, sino sistemático, dice que si se quiere encontrar la
verdad, primera hay que considerar la opinión de aquellos que piensan de otra forma. Ello fue
reconocido y recogido en las escuelas de Occidente del siglo XII, en donde se formulan técni-

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camente y se desarrollan las reglas del juego de la polémica. Cuando Tomás toma como he-
rramienta el instrumento de la disputatio escolástica, lo primero que tiene que hacer, sin em-
bargo, es omitir, simplificar, recortar. El prólogo de la Summa Theologica habla de la desmesu-
rada acumulación de cuestiones, artículos y argumentos inútiles.
También en Tomás, es determinante la forma de toda su obra escrita: el articulus, pie-
dra angular de la Summa como de la Quaestiones disputatae y Quaestiones quodlibetales. El
articulus formula la cuestión de la que se trata, y trae a colación las opiniones contrarias, sólo
después de ello –en el corpus– el autor toma la palabra para dar respuestas, desarrollándolas
sistemáticamente para replicar cada uno de los argumentos contrarios, y responde la cuestión
de raíz.
Una nota no menor es el hecho de que cada uno de los extensos artículos de las
Quaestiones disputatae –que son más de 500– es el resultado de una disputación pública.
Parece haber sido descubierta y practicada por Tomás en su actividad docente esta modalidad
de libre discusión. La disputatio resultaba un excelente medio para desenmascarar en el te-
rreno de la investigación de la verdad al mero aparentar. El objetivo primario de este diálogo y
exposición de argumentos a favor y en contra es, primariamente, la comprensión profunda del
asunto: la primero que tiene que hacer quien quera refutar una opinión en apropiársela –Paul
Valéry–. Además, esta actitud vive del respecto por la dignidad del otro, y el agradecimiento a
él a causa del logro intelectual que hasta el error supone.

*Martínez Díez, La escolástica y su aporte metodológico

El método escolástico está asociado desde sus orígenes al uso de las auctoritates. El
trabajo intelectual de los escolásticos se apoya sobre textos heredados de la tradición, que han
llegado a tener autoridad doctrinal y por ellos son el punto de partida de la argumentación y
ratificación de las conclusiones del discurso escolástico.
Por otra parte, la supremacía de la teología, esencialmente basada en la autoridad de
un libro: la Biblia, sobre las otras ciencias, propicia esta construcción un modelo pedagógico
que acostumbra a los escolásticos a proceder del mismo modo en otras materias. En una civili-
zación que despierta con el descubrimiento de las grandes obras de los clásicos, esa vuelta al
pasado, remite a un intento de imitación de los grandes maestros que se manifiesta en el uso
constante de las auctoritates.
Sin embargo, no bastaba tener a disposición las colecciones de sentencias o autorida-
des, la interpretación de estas y las técnicas de su utilización resultaban problemáticas. En este
contexto la dialéctica es reivindicada –por Abelardo principalmente– como un método adecua-
do para resolver este problema.

La enseñanza como vida espiritual


Pieper, Filosofía Medieval y Mundo Moderno

En el momento en que Tomás –1257– es recibido oficialmente en el cuerpo docente de


la Universidad de Paría, comienza una tarea que no abandonará jamás, siendo ante todo:
maestro. En la Suma contra los Gentiles, primer gran proyecto sistemático al que se atreve, se
encuentra lo que él considera como su tarea vital: el principal deber de mi vida para con Dios
es esforzarme porque mi palabra y todos mis sentidos hablen de Él.
La enseñanza es una de las formas más elevadas del espíritu para Tomás, porque la
enseñanza une la vida contemplativa con la vida activa. El verdadero maestro participa una
verdad, que primeramente ha comprendido como tal en una mirada puramente receptiva, a
otros hombres que igualmente quieren y deben apropiarse de esa verdad. El docente mira,
pues, a la verdad de las cosas, pero al mismo tiempo mira a la cara de hombres vivientes y se
somete al trabajo metódicamente disciplinado y fatigoso de explicar, mostrar y transmitir. Uno

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es más maestro en tanto más intensa y apasionadamente viva estos dos rasgos: la relación
con la verdad, facultad silenciosa de aprehensión de la realidad; y, el asentimiento de los
oyentes y discípulos.
El verdadero aprendizaje será más que la mera apropiación del material. A partir del
amor –identificación amorosa del maestro con el principiante– se dará el crecimiento en una
realidad espiritual. Todo depende de que el estudiante sea guiado hasta comprender el carác-
ter asombroso de lo nuevo del objeto de que se trate.

C. Obras: opúsculos, comentarios, sumas, cuestiones disputadas.


La Summa contra Gentes: método, plan y contenido. La Summa
Theologica: contexto, contenido y plan.
Martínez Díez, La escolástica y su aporte metodológico

Las técnicas de enseñanza se reducen fundamentalmente a tres: lectio, quaestio,


disputatio. La primera es la base de la enseñanza medieval y la vida intelectual escolástica. La
lectura de textos con el propósito de transmitir los conocimientos adquiridos va desde la lectura
literal o exégesis hasta la exposición profunda –sentencias– del contenido doctrinal, esta última
propia del maestro.
La intención última de la lectio es encontrar en el texto un testimonio de la verdad, ya
descubierta, apto para sustentar una búsqueda e investigación ulterior. La pérdida de vista de
este objetivo y la reducción de los textos a saber cerrado y completo es lo que generará la de-
cadencia de la Escolástica.
La quaestio será un segundo momento, un paso creativo que se origina con la lectura
del texto cuando el lector se encuentra ante una palabra de sentido ambiguo o un pensamiento
difícil,, con autoridades opuestas, que abren la lectura del texto a nuevas cuestiones desembo-
cando en un proceso de investigación. En este momento el método escolástico pone de mani-
fiesto su originalidad y fuerza creativa. La palabra latina que encabeza típicamente la formula-
ción de estas cuestiones es siempre: utrum, que nos remite a una actitud de duda del investi-
gador. No se trata de un escepticismo o relativismo absoluto, sino de la búsqueda de una inte-
ligencia más profunda de las razones de los textos y de las cosas. A la información se le añade
la investigación profunda y personal, a la mera tradición la invención y el progreso. La quaestio
significa la edad adulta de la escolástica.
Aunque en todas las épocas de la historia del pensamiento humano la disputatio ha es-
tado presente, la disputatio escolástica se remonta a apogeo de la escolástica en los siglos XII
y XIIIII y se refieren particularmente a las distintas disputas que tenían lugar regularmente en el
ciclo de enseñanza universitaria. Al igual que la quaestio desemboca de la instancia anterior,
es decir, en el planteamiento y la solución de una cuestión, las opiniones, criterios y puntos de
vista de los maestros no son necesariamente coincidentes por lo que éstos comenzaron a rea-
lizar una serie de disputas públicas que terminaron por institucionalizarse. Existieron tres tipos
de disputa dentro del método escolástico: la disputa ocasional con motivo de examen, la dispu-
ta privada entre un solo maestro y sus discípulos y la disputa pública, que tiene a su vez una
doble modalidad: ordinaria y extraordinaria o libre.
En las disputas publicas ordinarias la cuestión se fijaba de antemano –y eran realiza-
das con frecuencia semanal o quincenal–, mientras que las disputas extraordinarias se caracte-
rizaron por la libertad en la selección de los temas y la intervención de los asistentes –y tenían
una frecuencia de dos veces al año–. Este tipo de cuestiones quolibet se desarrollaron particu-
larmente en la Universidad de París, posteriormente a las disputas ordinarias, y tienen a Santo
Tomás entre sus propulsores. Teniendo en cuenta el desarrollo y la técnica de estas disputas
es presumible que el tratamiento de los temas no pudiera alcanzar gran profundidad, sin em-
bargo su gran valor se halla precisamente en la amplitud de los temas tratados y la actualidad

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de las cuestiones suscitadas. Los temas discutidos y las posiciones se adoptan en pleno con-
flicto de personas, ideologías, doctrinas y militancias, lo que supone un enorme significado
histórico como testimonio vivo de la historia que circunda al mundo universitario medieval.
Géneros literarios. A la lectio le corresponde principalmente la Glosa, Comentaros y
Exposiciones. A la quaestio, la Quaestio como pieza fundamental de las Sumas, y a las dispu-
tatio las valiosas Quaestiones disputatae y Quaestiones quodlibetales.

EL ARTÍCULO: unidad pedagógica, metodológica y literaria de la escolástica. A


los géneros literarios mencionados debemos agregar otro tipo de obras, que no se originan
directamente en la enseñanza oral: las famosas Summas del siglo XIII.
Las Quaestiones Disputatae eran el libro del maestro; las Summas son el libro de los
alumnos. Por lo general son los más originales ya que el autor se mueve con más libertad t
autonomía. Su composición y construcción son independientes de la enseñanza oficial y están
motivadas por circunstancias externas o necesidades científicas.
La Summa medieval es una obra aprendida con una triple finalidad: exponer de manera
concisa y sucinta una materia científica determinada; organizar sistemáticamente los diversos
objetos de dicha ciencia; y, exponer la doctrina en una forma pedagógicamente adaptada al
estudiante. La Summa Theologica de Santo Tomás es un gran ejemplo de ello, es una explica-
ción breve, completa y ordenada de todas y cada una de las partes de la doctrina católica. Si
alguna palabra caracterizaría este género sería orden. Las frases son cortas, de estilo sencillo
y transparente. El lenguaje es escolar, preciso y sobrio. Este es el caso de la Summa Theologi-
ca, con 631 cuestiones, 3.000 artículos y 10.000 objeciones. Es el producto màs significativo y
maduro de la civilización medieval en el orden intelectual.
Una de las técnicas utilizadas para la presentación orgánica y sistemática del contenido
doctrinal es la división cuidadosa de las partes:
 Planteamiento de la cuestión: UTRUM
Presenta el enunciado del problema: la cuestión disputada. Una duda, real o metódica.
Un artículo es ante todo una cuestión
 Estado de la cuestión: VIDETUR QUOD – SED CONTRA
Sin comprometer aún su opinión hace entrar en juego la argumentación a favor y en
contra de la cuestión, recogiendo las opciones y argumentos que la historia del pensa-
miento ha desarrollado al respecto.
No se trata de una yuxtaposición de argumentos, sino de un proceso de investigación y
búsqueda para analizar la cuestión. Suele estar formada por dos series de argumen-
tos, una primera iniciada por la forma latina videtur quod que recoge argumentos en
contra de la postura que el autor adoptará posteriormente, y otra inciada con la fórmula
sed contra que suele presentar un argumento de autoridad en favor de la respuesta
que dará el maestro.
 Respuesta al problema: RESPONDEO DICENTUM
Se trata del cuerpo del artículo, la parte central, en donde se despliega la respuesta
personal de Tomás a la cuestión planteada, para disipar la duda que se había manteni-
do en las dos partes anteriores.

 Respuestas a las hipótesis contrarias (Ex. AD PRIMUM DICENTUM)


Esta última parte se compone de las respuestas a los argumentos del VIDETUR que
por oponerse a las autoridades del SED CONTRA o a la razón no pueden ser conclu-
yentes.

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Estas respuestas más que negaciones indiscriminadas, constituyen distinciones de lo
que en tales argumentos hay de verdad. Tomás, tomando las opiniones contrarias, ela-
borará una respuesta razonada y crítica mediante la evaluación objetiva de lo que en
aquellas esta contenido de verdad y falsedad.

*Torrel, Iniciación a Tomás de Aquino

Summa contra Gentiles: método y plan. Después de tres años de regencia, el joven
Tomás comienza su primera síntesis: la Summa contra Gentiles. Este texto reagrupa los dos
quehaceres principales que Tomás asigna a un teólogo y que había desarrollado en el Super
Boetiumn algunos meses antes. Tomás señala que un verdadero teólogo quiere ser realista y
adherirse al dato revelado, conoce la fuerza de la razón pero no olvida que su construcción
reposa sobre la historia de la Salvación. La razón no puede demostrar la fe, pero ello no quiere
decir que no se deba tener una confianza robusta en ella en la medida en que permite demos-
trar que los argumentos del adversario no son verdaderas demostraciones. En esta obra expli-
cará que hay dos tipos de disputas teológicas, una que responde a los errores y otra que hace
inteligible la verdad. Si alguien se contenta con la primera, su oyente sabrá sin duda lo que es
verdadero y lo que es falso, pero no tendrá idea alguna de lo que significa la verdad que se
propone, y se irá con la cabeza vacía.
Contenido de la Summa contra Gentiles. El libro I trata de la existencia de Dios, que
como para nosotros no es evidente por sí misma es preciso demostrarla. Para ello el primer
plano es la vía negativa, ya que por la vía positiva únicamente llegamos a la existencia de Dios,
pero no es adecuada para descubrir su esencia: la substancia divina sobrepasa por su inmen-
sidad todas las formas que puede alcanzar nuestra inteligencia. Luego de descartar de Dios
todo cambio y toda composición asegura que es soberanamente perfecto, y son bondad, infini-
tud, inteligencia y voluntad lo que a su perfección hacen.
En el libro segundo estudia la procesión de las criaturas a partir de Dios, propone un
tratado de la creación en donde Dios es principio del ser pero también principio de obrar por su
potencia activa que es libre y gratuita. Fiel a los primeros capítulos del Génesis rechaza la idea
filosófica de un mundo eternamente existente.
El tercer libro tiene por tema general la providencia de Dios, la manera en que cuida el
universo y que gobierna o conduce el universo hacia Él.

La Summa. Tomás intentaba contribuir a la larga y acentuada tradición de los manua-


listas de su Orden, pero también quería colmar la laguna más importante dando a la Teología
motal la base dogmática que hacía falta. Así, a finales de la década ’60 del siglo XIII se aboca a
la redacción de la Summa Theologica. Proyecto que ejecutó en Roma, pero que encontraría su
causa real en la experiencia de su autor como profesor en Orvieto.
“Ya que el doctor de la verdad católica debe enseñar no únicamente a los más avanza-
dos, sino también a los principiantes…nuestra intención es exponer lo que concierne a la reli-
gión cristiana según el modo que conviene para la formación de los principiantes”
Esta sigue siendo la obra más conocida y utilizada de Tomás. Se encuentra dividida en
tres partes, y su segunda subdividida a su vez en dos más:
 Prima Pars –dedicada a Dios, según es en sí mismo–,
 Secunda Pars –movimiento de la criatura racional hacia Dios–:
o Prima Secundae
o Secunda Secundae
 Tertia Pars –el camino que nos lleva a Dios–. Tomás no pudo redactar esta parte

Florencia De Marco
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