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Una Mujer de Cuatro en Conducta, o la Quebrada de Santa Helena

Una Mujer de Cuatro en Conducta, o la Quebrada de Santa Helena

Jaime Sanín Echeverri

Séptima reedición 1987

Reseñado por: Juan David Ortiz Q.

Lectura: 8 Noviembre 2009 – 12 noviembre 2009

Escudriñando entre los estantes de la biblioteca, en la sección de literatura Colombiana,


encontré este curioso libro de pasta verde en cuero y hojas de un amarillezco similar al de las
hojas de los árboles, cuando caen en el otoño de los países que tienen estaciones, pues bien al
abrirlo siento el olor a viejo del simpático libro, que me hace pensar en la cantidad de gente
que pudo haberle leído.

Es una novela de los años treinta, cuando al parecer la situación económica en el país
comenzaba a cambiar, relata la vida de una Medellín tradicional, central, a portas de la
industrialización, muy católica y fervorosa, aunque en realidad, más que mostrarnos la ciudad,
lo que hace es un relato de la vida de Helena Restrepo, una muchacha que vivía en su
adolescencia con su padre Marco Antonio Restrepo, él era peón en las tierras de la familia
Alfaro en Santa Clara Antioquia. Además de Helena, Marco Antonio tenía más hijos, aunque
con vidas propias, por lo que no hacen parte importante ni de Helena, ni de la novela como tal,
ellos son: Katherine, Octavio, Carlos, Felipe, Marco, Enrique, Flora, Romelia, Carlota.

El sueño para Helena fue ir a la capital a ganarse la vida, el autor y personaje a la vez, hace un
símil entre la vida de Helena y la quebrada de Santa Elena, por la viveza y la fuerza con la que
corrían entre los campos de Santa Clara para llegar a Medellín. Al poco tiempo Helena cumple
sus ideales y se ubica a trabajar en la casa de Roque Alfaro y su esposa Susana de Alfaro, a
pesar de que siempre fue una trabajadora ejemplar, ella fue despedida por la señora de la
casa, al darse cuenta que Helena guardaba entre sus pertenencias, un retrato de su hijo
Rodrigo Alfaro y en su corazón un profundo amor. No quedándole más opción, Helena trata de
conseguir trabajo en casa de Doña Locadia y de otras amistades dignas de la señora Susana,
aunque le fue difícil y a medida que su angustia fue aumentando Graciela Alfaro, quien se
convierte con el tiempo en la Madre San Ildefonso, trata de auxiliar a la muchacha con las
hermanas Del Buen Pastor, con el agravio de que a esa muchacha no le interesaba ser monja ni
ser esclava y se escapó. Al término de su angustia consiguió un puesto en la fábrica de Coltejer
y una posada en el inquilinato de doña soledad.
Helena conoce a un muchacho llamado William, quien con promesas de matrimonio, se la lleva
a la cama, y al parecer en esa época, que una mujer perdiera la virginidad y no estuviera en
santo matrimonio, era una mujer desgraciada. Las cosas tendían a ser más difíciles con el
tiempo, ya que queda embarazada y en su angustiosa necesidad de enmendar el error, conoce
en la fábrica a Pablo Pérez, quien le ofrece casarse con ella, y ella sin más remedio lo acepta.

La imagen de Helena en la fábrica tiende a envilecer por las circunstancias de su embarazo.


Don Benigno Argaez intenta abusar de ella, por su belleza y porque el hecho de estar
embarazada sin haberse casado, era motivo de tacharla como sinvergüenza, eso y los chismes
constantes de las compañeras de trabajo, hicieron que a Helena la despidieran de la fábrica.
Para pagarle a doña soledad el arriendo de su casa, debió pedir limosnas, empeñar sus
vestidos y por último, recibir un préstamo del autor y personaje quien le ayudo a respirar en
cuanto a sus deudas y le consiguió trabajo en el café del medio día como mesera, pero al cabo
de algún tiempo ya era supervisora.

En el café cogió la mala costumbre de tomar y fumar hasta el hastío, lo que ocasionó que la
despidieran, aunque para su bien, conoció en el café a Don Arturo puentes, quien le ofreció
manejar su negocio de prostitutas y por supuesto la convirtió en una de ellas, luego de
formalizar su profesión, ella se pinta el pelo y cambia su nombre como se había vuelto su
costumbre, ya que le enseñaron a que en cada trabajo se le llamaba no como Helena Restrepo,
sino con números o con nombres distintos a los de las dueñas que se llamaran como ella, así
que en ésta nueva faceta ella es Doris de la Fontaine.

Por esas cosas de la vida Don Arturo puentes decide suicidarse, no obstante las autoridades
consideraban que había sido un asesinato y que Helena era la culpable, por lo que madame de
La Fonatine fue metida presa, hasta que se descubre la verdad de lo ocurrido. Tras todos estos
sucesos, Helena es consciente de su desgracia y considera que todo ha sido culpa de su
belleza, ella opta por raparse la cabeza y quitarse los dientes, luego asiste donde la Madre San
Idelfonso quien le consuela y le recibe como una hermana de la comunidad, su amado Rodrigo
y hermano de la madre, también se vuelve religioso y la visita, lo que concluye su ciclo hasta
morir.

Me encanto a cada palmo los misterios de éste libro, a pesar de que su contenido es fuerte,
más para la época, el autor maneja un lenguaje sutil, que apenas si deja ver lo libidinoso y lo
poco aceptable por la sociedad de su tiempo, me agrada la semejanza que hace entre Helena y
la quebrada de Santa Elena, ya que afirma que como la quebrada juntas salen de Santa Clara,
puras y cristalinas, pero al llegar a Medellín, se juntan con la podredumbre de la ciudad y se
vuelven malas aguas. Relata otro tipo de conflictos morales y religiosos, como las obras
Colombianas, pero al menos aquí no se manifiesta el conflicto entre conservadores y liberales
como es la costumbre. Se deja al descubierto un pensamiento filosófico y libertino, aunque
puro a ratos, como lo era el de Helena, una indignación porque la llamen con un número, o
que no se tengan en cuenta sus apellidos, el pudor y respeto que hizo ganar con una bofetada
cuando intento el vigilante de la fábrica sobre pasarse con ella y en fin, todos sus
pensamientos tan sabios que no se esperan de una campesina.

Recomiendo ésta obra, porque es sencillamente fascinante, gusta la manera en la que está
escrita, la moraleja que nos brinda a todos los cristianos y practicantes sobre la santidad y el
amor, hacer una contextualización de lo que era la vida para las mujeres y para todos en los
años treinta, deja al descubierto lo que era importante en esa época y lo que significan las
urbes para las personas rurales, en fin, éste es un gusto que usted no se debe dejar de dar.

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