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Colocences 4:5,6

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no cómo necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los
días son malos. Efesios 5:15, 16. SSJ 76.1

El valor del tiempo sobrepuja todo cómputo. Cristo consideraba precioso todo momento, y así es como hemos de
considerarlo nosotros. La vida es demasiado corta para que se la disipe. No tenemos sino unos pocos días de gracia en
los cuales prepararnos para la eternidad. No tenemos tiempo para perder, ni tiempo para dedicar a los placeres egoístas,
ni tiempo para entregarnos al pecado. Es ahora cuando hemos de formar caracteres para la vida futura e inmortal. Es
ahora cuando hemos de prepararnos para el juicio investigador. SSJ 76.2

Apenas los miembros de la familia humana empiezan a vivir, comienzan a morir, y la labor incesante del mundo
termina en la nada a menos que se obtenga un verdadero conocimiento respecto de la vida eterna. La gente que aprecia
el tiempo como su día de trabajo, se preparará para una mansión y una vida inmortales. Vale la pena que hayan
nacido. SSJ 76.3

Se nos amonesta a redimir el tiempo. Pero el tiempo desperdiciado no puede recuperarse jamás. No podemos hacer
retroceder ni un solo momento. La única manera en la cual podemos redimir nuestro tiempo es aprovechando lo más
posible el que nos queda, colaborando con Dios en su gran plan de redención. En aquel que hace esto se efectúa una
transformación del carácter. Llega a ser hijo(a) de Dios, miembro de la familia real, hijo(a) del Rey celestial. Está
capacitado(a) para ser compañero(a) de los ángeles. SSJ 76.4

Ahora es nuestro tiempo de trabajar por la salvación de nuestros semejantes. Hay algunos que piensan que si dan
dinero a la causa de Cristo, eso es todo lo que se requiere de ellos; y el tiempo precioso, en el cual pudieran hacer obra
personal para Cristo, pasa sin ser aprovechado. Pero es deber y privilegio de todos los que tiene salud y fuerza prestar a
Dios un servicio activo. Todos han de trabajar en ganar almas para Cristo. Los donativos en dinero no pueden ocupar el
lugar de esto... SSJ 76.5

La oportunidad que se nos ofrece hoy de hablar a algún alma necesitada de la Palabra de vida, puede no volver
jamás. Puede ser que Dios diga a esa persona: “Esta noche vengo a pedirte tu alma” (ver Lucas 12:20), y a causa de
nuestra negligencia no se halle lista. En el gran día del juicio, ¿cómo rendiremos cuenta de ello a Dios?—Palabras de
Vida del Gran Maestro, 277, 278. SSJ 76.6

Dios es glorificado con cantos de alabanza que proceden de un corazón puro, lleno de amor y devoción a él. Cuando los creyentes
consagrados se reúnen, su conversación no debe versar sobre las imperfecciones de la gente, ni tener sabor a murmuraciones o
quejas; la caridad, o amor, que es el vínculo de la perfección, los rodeará. El amor a Dios y los semejantes fluye naturalmente en
las palabras de afecto, simpatía y estima por sus hermanos. La paz de Dios impera en sus corazones; sus palabras no son vanas,
vacías ni frívolas, sino que tienden al consuelo y la edificación mutuos.

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