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Este documento presenta varios ejemplos de personas cuyas oraciones fueron respondidas por Dios a pesar de que la respuesta no fue inmediata. Steve continuó orando a pesar de sentirse desanimado y aprendió a confiar en Dios. Jenny siguió orando en su peor momento y encontró consuelo. Isabel oró repetidamente cuando le dijeron que su hijo nacería con una discapacidad y aunque así fue, ahora ve a su hijo disfrutar de la vida. Estos ejemplos demuestran que debemos ser pacientes y seguir
Este documento presenta varios ejemplos de personas cuyas oraciones fueron respondidas por Dios a pesar de que la respuesta no fue inmediata. Steve continuó orando a pesar de sentirse desanimado y aprendió a confiar en Dios. Jenny siguió orando en su peor momento y encontró consuelo. Isabel oró repetidamente cuando le dijeron que su hijo nacería con una discapacidad y aunque así fue, ahora ve a su hijo disfrutar de la vida. Estos ejemplos demuestran que debemos ser pacientes y seguir
Este documento presenta varios ejemplos de personas cuyas oraciones fueron respondidas por Dios a pesar de que la respuesta no fue inmediata. Steve continuó orando a pesar de sentirse desanimado y aprendió a confiar en Dios. Jenny siguió orando en su peor momento y encontró consuelo. Isabel oró repetidamente cuando le dijeron que su hijo nacería con una discapacidad y aunque así fue, ahora ve a su hijo disfrutar de la vida. Estos ejemplos demuestran que debemos ser pacientes y seguir
A veces podríamos sentirnos desanimados si no recibimos una
respuesta rápida a nuestras oraciones sinceras. ¿Quiere decir eso que no le importamos a Dios? ¡Por supuesto que no! Veamos algunos casos que nos demuestran que, a veces, solo hay que seguir orando. En el primer artículo hablamos de Steve. Él nos sigue contando su historia: “Si no hubiera sido por la oración, me habría dado por vencido hace años”. ¿Qué lo ayudó? Él comenzó a estudiar la Biblia y aprendió que debía orar una y otra vez. Steve dice: “Le doy las gracias a Dios por todo el apoyo y cariño que recibo de mis amigos. Ahora soy más feliz que nunca”. ¿Y qué pasó con Jenny, quien sentía que no merecía que Dios la escuchara? Ella dice: “En mi peor momento, le rogué a Dios que me ayudara a entender por qué me sentía tan mal”. ¿Cómo le ayudó la oración? “Hablar con Dios me ayudó a verme como él me ve. Me di cuenta de que, incluso cuando mi corazón me condena, Dios no lo hace. También me ayudó a no rendirme”. ¿Cuál fue el resultado? “La oración me ha ayudado a ver a Jehová como un amigo fiel, un Padre cariñoso y un Dios real. Él siempre estará conmigo y me ayudará si me esfuerzo por hacer lo que él quiere”.
“Ver a mi hijo disfrutar de la vida, a pesar de su discapacidad física,
es la mejor respuesta a mis oraciones”, dice Isabel. Ahora veamos lo que le sucedió a Isabel. Cuando estaba embarazada, los doctores le dijeron que su hijo nacería con una discapacidad grave. Su mundo se vino abajo. Hubo quienes incluso le dijeron que abortara. Ella dice: “En aquel momento creí que iba a morir de dolor”. ¿Qué hizo? “Le oré a Dios una y otra vez para que me diera su apoyo”. Con el tiempo dio a luz a su hijo Gerard, quien efectivamente nació con una discapacidad. ¿Siente Isabel que Dios contestó sus oraciones? ¡Claro que sí! ¿Y cómo lo hizo? “Después de 14 años, mi hijo Gerard es la mayor bendición que tengo. Ver a mi hijo disfrutar de la vida, a pesar de su discapacidad física, es la mejor respuesta a mis oraciones”. Estas palabras tan conmovedoras nos recuerdan lo que dijo el salmista: “Tú oirás el ruego de los mansos, oh, Jehová. Harás firme su corazón y estarás muy pendiente de ellos” (Salmo 10:17). ¿Verdad que tenemos buenas razones para no dejar de orar? En la Biblia podemos leer muchas de las oraciones que Jesús hizo. La más conocida, sin lugar a dudas, es la que les enseñó a sus discípulos. ¿Qué aprendemos de ella?