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Este documento analiza la oración del Padre Nuestro enseñada por Jesús. Explica que Jesús no quería que se repitiera la oración de forma mecánica, sino que quería enseñar sobre qué temas prioritarios orar. Luego resume los primeros dos puntos de la oración: 1) que se santifique el nombre de Dios, ya que ha sido objeto de calumnias por parte de Satanás y los que se ponen de su lado; y 2) que venga el Reino de Dios, que según las profecías bíblicas traer
Este documento analiza la oración del Padre Nuestro enseñada por Jesús. Explica que Jesús no quería que se repitiera la oración de forma mecánica, sino que quería enseñar sobre qué temas prioritarios orar. Luego resume los primeros dos puntos de la oración: 1) que se santifique el nombre de Dios, ya que ha sido objeto de calumnias por parte de Satanás y los que se ponen de su lado; y 2) que venga el Reino de Dios, que según las profecías bíblicas traer
Este documento analiza la oración del Padre Nuestro enseñada por Jesús. Explica que Jesús no quería que se repitiera la oración de forma mecánica, sino que quería enseñar sobre qué temas prioritarios orar. Luego resume los primeros dos puntos de la oración: 1) que se santifique el nombre de Dios, ya que ha sido objeto de calumnias por parte de Satanás y los que se ponen de su lado; y 2) que venga el Reino de Dios, que según las profecías bíblicas traer
DE TODAS las oraciones cristianas, muchos consideran que la más
repetida es la que Jesús enseñó: el padrenuestro. Y, sin embargo, es también de las menos comprendidas. Millones de personas la repiten de corrido día tras día —con frecuencia varias veces al día— sin pensar en lo que implica, pero Jesús nunca quiso que lo hicieran así. ¿Por qué estamos tan seguros de eso? Porque, justo antes de enseñarla, él mismo dijo: “Al orar, no digas las mismas cosas repetidas veces” (Mateo 6:7). Jesús no iba a contradecirse enseñando después una oración que tuviera que memorizarse y repetirse palabra por palabra. Lo que Jesús quería enseñar era cuáles debían ser los temas prioritarios al orar. Así pues, analicemos en detalle ese modelo de oración, que aparece en Mateo 6:9-13.
“Padre nuestro que estás en los
cielos, santificado sea tu nombre.” Para empezar, Jesús les recuerda a sus discípulos que las oraciones deben dirigirse únicamente a su Padre, Jehová. Pero ¿por qué dice después que su nombre ha de ser santificado? Porque, ya desde el principio de la historia, el nombre de Dios ha sido objeto de calumnias. Su mayor enemigo, Satanás, sostiene que Jehová es un mentiroso y un egoísta y que no tiene derecho a gobernar a sus criaturas (Génesis 3:1-6). Quienes se han puesto de su lado enseñan que Dios es insensible, cruel y vengativo o, peor aún, niegan que haya creado todas las cosas. Algunos hasta han quitado el nombre divino de la Biblia y han prohibido usarlo. Sin embargo, las Escrituras prometen que Dios acabará con todo esto (Ezequiel 39:7). Y cuando lo haga, también se encargará de resolver los problemas del ser humano. ¿Cómo lo hará? Jesús lo explica justo a continuación. “Venga tu reino.” Hoy día, los maestros religiosos no se ponen de acuerdo sobre qué es el Reino de Dios. No pasaba lo mismo en tiempos de Jesús. El pueblo judío conocía bien las antiguas profecías que hablaban de un Mesías —el Salvador elegido por Dios— que dirigiría un gobierno que cambiaría el mundo (Isaías 9:6, 7; Daniel 2:44). Será este gobierno divino el que, para santificar el nombre de Jehová, saque a la luz las mentiras satánicas, derroque al Diablo y ponga fin a todas sus obras. Entre otras cosas, acabará con la guerra, la enfermedad, el hambre y la misma muerte (Salmo 46:9; 72:12-16; Isaías 25:8; 33:24). De modo que cada vez que pedimos a Dios que venga su Reino, estamos pidiendo que se cumplan estas promesas.