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Definición de los albaceas o ejecutores testamentarios

Albacea deriva el término del árabe «al wassy» (ejecutor), de modo que el albacea
aparece etimológicamente relacionado con una figura dirigida a la ejecución del
testamento, de la voluntad del testador.

-   Su naturaleza jurídica es la de un mandatario post mortem, es decir, una


especie de gestor del interés del testador, que se convierte por sus facultades y
función en un cargo especialísimo y de confianza.

Según Carrizosa, se puede definir al albacea como el mandatario a quien el


testador encarga de asegurar la ejecución del testamento. Es pues, un
mandatario, que ha de cumplir su encargo después de la muerte del causante. Su
encargo consiste en ejecutar la memoria testamentaria.

Definición según el Código Civil Colombiano

Articulo 1327- “Ejecutores testamentarios o albaceas son aquéllos a quienes el


testador da el cargo de hacer ejecutar sus disposiciones.”

El albacea es un simple administrador de los bienes del causante; no es un


heredero, ni puede modificar los derechos de los herederos conferidos en el
testamento.

Origen de los Albaceas o ejecutores testamentarios

El albacea es una figura poco definida y menos comprendida en nuestra


legislación como en las demás en que se encuentra regulado. Ello se debe a que
su presencia no deviene del tronco romano ni del germánico, de los cuales nace
nuestro derecho sucesorio. Su origen se remonta al derecho canónico.

Tras la caída del imperio romano de occidente, el derecho romano tuvo una gran
influencia en el derecho de los territorios que formaron parte del imperio, y con ello
de tener aplicación el testamento bajo el principio “solo Dios nombre herederos”.
Con la influencia de la iglesia católica, en algunos lugares existió una disposición
testamentaria que consistía en una liberalidad hecha a las instituciones
eclesiásticas o a las obras de caridad (en algunos lugares incluso existió una
legitima eclesiástica), a la cual realizaba a través de un testamento, y para ello se
quería un ejecutor con fuerza suficiente para defender esa disposición incluso
frente a los herederos, cuando el testador era omiso al designar a este ejecutor,
entonces dicha función podía recaer en el obispo.

De esta manera surge una figura en el derecho canónico que después es


implantada en el derecho sucesorio español y en muchos otros mas, que tiene
difícil comprensión precisamente por no hallar entroncamiento directo ni con el
derecho romano ni con el derecho germánico, el origen de la palabra con la que se
designo a este proviene del árabe al-wasiyya, que en si traducción literal significa “
el testamento” o “la disposición” pero cuando es adoptado por el castellano es
entendido como “el que cuida el testamento”.

Poco a poco el concepto de albacea se seculariza, llegando su culminación esta


situación con la Novísima Recopilación que establece que todos los juicios
derivados de las últimas voluntades dependieran de los jueces seculares, y con
ello entre otras, la figura albacea, se convierte en una institución del derecho civil.
El origen pues, del albacea es, y así sigue siendo en varios derechos. En España
o Italia, por ejemplo, el albacea solo puede ser designado en el testamento.

Diferencias entre el albacea y el mandato

El albacea es un simple administrador de bienes del causante, no es propiamente


un mandatario. Existen entre estas dos instituciones jurídicas, el albaceazgo y el
mandato, evidentes diferencias. Entre otras, se pueden anotar las siguientes:

1) El mandato finaliza por la muerte del mandante; el albaceazgo principia con


la muerte del causante.
2) Por regla general, el mandato es consensual; por excepción es solemne; el
albaceazgo siempre es solemne, pues debe instituirse por testamento. art.
1329 del Código Civil.
3) Las atribuciones del mandatario las confiere el mandante; las del albacea
las determina la ley (C.C. art.1355).
4) El albacea, por regla general, no puede delegar ni sustituir el albaceazgo;
por el contrario, el mandato puede ser sustituible.
Bibliografia

Código Civil Colombiano

El Albaceazgo como oficio privado Luis Eduardo Paredes Sanchez

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