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René Girard - Guardini Romano
René Girard - Guardini Romano
Roberto Calasso se refirió a René Girard como «el erizo que sabe
solamente una cosa, pero importante», ya que toda la obra del pensador
francés gira en torno a una idea básica: el deseo mimético. A partir de éste,
Girard descubrió el mecanismo del chivo expiatorio y el asesinato fundador
para explicar la relación entre la violencia y lo sagrado, relación que está a
la base del origen y desarrollo de las culturas y de las sociedades. Y esto le
permitió percatarse de la relevancia antropológico-social de la revelación
judeocristiana. Su pensamiento pues, se movió entre la literatura, los mitos,
la religión, la antropología y la filosofía. Y las implicaciones de su obra le
hicieron entrar en contacto con una serie impresionante de pensadores:
Hobbes, Rousseau, Kant, Hegel, Nietzsche, Heidegger, Derrida, Lévi-
Strauss, Freud, sin dejar de lado a los grandes escritores como Cervantes,
Shakespeare, Flaubert, Stendhal, Proust, Dostoievsky. Por todo ello, Michel
Serres le llamó “el nuevo Darwin de la cultura”, Jean Marie Domenach “el
Hegel del cristianismo”, Pierre Chaunu “el Albert Einstein de las ciencias del
hombre” y Paul Ricoeur mencionó que su influencia en el siglo XXI será
igual a la de Marx y Freud en el XIX.
Índice
1. Vida y obras
2. La teoría mimética
4.3. La conversión
5.3. Etnocentrismo
6. Bibliografía
1. Vida y obras
René Girard nació el día de navidad de 1923 en Aviñón, Francia, de
madre católica y padre anticlerical. Él mismo describe su evolución religiosa,
la cual es fundamental para comprender su obra: «Mi madre era una buena
católica, ortodoxa en cuanto a creencias, pero liberal, una persona de
espíritu libre. Yo personalmente dejé de ir a la iglesia a los doce o trece
años, y no volví a pisar una hasta los treinta y ocho» [Girard 2006b: 24]. En
Aviñón cursó sus estudios elementales. De 1943 a 1947 estudió en París,
en la École Nationale de Chartes, obteniendo el grado con una tesis en
paleografía: La vida privada en Aviñón en la segunda mitad del siglo
XV. Enseguida tuvo la oportunidad de viajar a los Estados Unidos, en donde
vivió desde entonces. En 1950 se doctoró en la universidad de Indiana con
una tesis de historia: Opinión americana de Francia 1940-1943. Al terminar
sus estudios, comenzó a enseñar francés y al mismo tiempo, se le pidió dar
clases de literatura europea. Así llegó al estudio de la literatura, la cual lo
marcó intelectualmente de manera definitiva. En 1951 se casó con Martha
V. McCullough, con la que tuvo tres hijos. Durante 1952 fue profesor de
lengua francesa en la universidad de Duke y de 1953 a 1957 trabajó como
profesor asistente de francés en el Bryn Mawr College. En 1957 llegó a la
universidad Johns Hopkins de Baltimore como profesor asociado y recibió
allí una cátedra ordinaria en 1961. De 1968 a 1976, fue profesor de
literatura en la universidad estatal de Nueva York. Después regresó a la
universidad Johns Hopkins, como profesor de la cátedra James M. Beall de
francés y humanidades, hasta 1981. Y desde entonces hasta su jubilación,
en 1995, trabajó en la universidad de Stanford, como profesor de la cátedra
Andrew B. Hammond de francés, literatura y civilización.
En los años posteriores sus obras han buscado profundizar y hacer las
correcciones pertinentes a su teoría mimética y sus interpretaciones de las
escrituras judeocristianas: El chivo expiatorio (1982), en el que compara
textos medievales de persecución con textos míticos. La ruta antigua de los
hombres perversos (1985), es una obra dedicada completamente a la
interpretación del libro bíblico de Job. Shakespeare: los fuegos de la
envidia (1990), su primera monografía en inglés (¡aunque la traducción
francesa apareció primero!), en cuyo centro están las comedias y tragedias
de este gran dramaturgo. Girard muestra en ellas los elementos esenciales
de su teoría mimética. Cuando empiecen a suceder estas cosas...
Conversaciones con Michel Treguer (1994), donde por primera vez Girard
se expresa de manera más detallada sobre cuestiones sociopolíticas
actuales como democracia, nacionalismo y feminismo. En un largo pasaje
habla también sobre su conversión al cristianismo. En 1996 James Williams
editó The Girard Reader, el cual ofrece de manera sistemática una visión
general sobre la totalidad de la teoría mimética. Veo a Satán caer como el
relámpago (1999), se trata de una apología antropológica de la tradición
judeocristiana, esto es, de una prueba intelectualmente comprensible de la
singularidad de la Biblia o bien del cristianismo. Aquel por el que llega el
escándalo (2001), consiste en un conjunto de ensayos y una extensa
entrevista con la filósofa política Maria Stella Barberi. En Los orígenes de la
cultura (2004), el Girard maduro da nueva cuenta de su teoría, pasa revista
a sus principales obras y hace las aclaraciones pertinentes tanto en la
matización de su teoría como en su alcance. Su último gran libro, y quizá el
más polémico de todos, apareció en 2008: Clausewitz en los extremos, que
recoge los diálogos con Benoît Chantre sobre guerra, política, apocalipsis y
las recaídas del cristianismo histórico en la mímesis violenta.
En 1990 fundó la sociedad Colloquium on Violence and Religion, cuyo
propósito es explorar y desarrollar el modelo mimético de la relación entre
violencia y religión en la génesis de la cultura. Actualmente, esta sociedad
organiza congresos anuales sobre su pensamiento y edita un boletín
bibliográfico y una revista, Contagion, que recoge las ponencias de los
congresos.
2. La teoría mimética
La teoría girardiana se funda en los ejes fundamentales de la literatura, la
antropología y la investigación sobre los mitos religiosos y sus diversas
interpretaciones. En la intersección de éstas se descubre la violencia como
la clave para la comprensión de la vida humana. La revelación
judeocristiana representa para Girard la superación de los mecanismos de
violencia. Para poder comprender mejor estas afirmaciones es preciso
recorrer paso a paso los puntos centrales de su teoría.
¿Hay alguna salida a esta situación? ¿Se puede escapar del deseo
mimético y de la rivalidad y violencia que con tanta facilidad le siguen?
4. La originalidad de la revelación
judeocristiana
4.1. Religión y sociedad
De todo lo anterior resulta claro para Girard que la religión y las demás
instituciones sociales surgen de la sacralización de la violencia: «La
ritualización del asesinato es la primera y más fundamental de las
instituciones, la madre de todas las demás, el momento decisivo en la
invención de la cultura humana» [Girard 2002: 129]. Aquí yace exactamente
el campo donde debe plantearse la relación entre la religión y la cultura.
Para Girard sólo hay dos maneras de ver lo religioso: o la religión es una
repetición superficial o es el origen de todo. En contra de las teorías
modernas de la religión, Girard opta decididamente por la segunda opción.
4.3. La conversión
4.3.1. La conversión novelesca
Girard ahonda en la categoría de la conversión. Y es que descubre que
en todos los finales de las grandes novelas se da este proceso, donde los
autores ya no tratan a los otros como rivales, sino de una nueva manera:
«Todos los finales de novela son conversiones […] La conversión auténtica
engendra una nueva relación con el otro y una nueva relación consigo
mismo» [Girard 1985: 265]. El caso de Marcel Proust es sumamente
ilustrativo al respecto. La última parte de su monumental novela A la
búsqueda del tiempo perdido se titula precisamente El tiempo recobrado.
Para Proust la conversión viene dada por la nueva relación con el tiempo:
«Recuperar el tiempo es acoger una verdad que la mayoría de los hombres
pasan su vida rehuyendo, es admitir que siempre se ha copiado a
los Otros a fin de parecer original tanto a sus ojos como a los propios.
Recuperar el tiempo es abolir una pequeña parte del propio orgullo» [Girard
1985: 40]. Todo escritor novelesco es tal porque antes ha sido romántico,
pero es capaz de verlo, reconocerlo y evitarlo de ahora en adelante: «La
reconciliación novelesca tiene un doble sentido, estético y ético. El héroe
novelista conquista la tercera dimensión novelesca [al Otro] porque supera
el deseo metafísico y porque descubre un Semejante en el mediador que lo
fascinaba. La reconciliación novelesca permite entre el Otro y el Yo, entre la
observación y la introspección, una síntesis imposible para la rebelión
romántica. Permite al novelista girar en torno a sus personajes y darles, con
la tercera dimensión, la libertad auténtica y el movimiento [Girard 1985:
134].
Por otro lado, para Girard, esta generalización de la preocupación por las
víctimas es el princeps analogatum de la globalización: «La apertura gradual
de las culturas encerradas en sí mismas se inicia en plena Edad Media y
acaba en nuestros días con la llamada globalización, que, en mi opinión,
sólo secundariamente constituye un fenómeno económico. Su verdadera
fuerza motriz es el fin de las interdicciones victimarias, la fuerza que, tras
haber destruido las sociedades arcaicas, desmantela hoy a sus sucesoras,
las naciones llamadas modernas» [Girard 2002: 215]. Y en otro pasaje
afirma: «La globalización es fruto de esa preocupación, y no al revés. Lo
esencial de todas las actividades, económicas, científicas, artísticas e
incluso religiosas, está determinado por la preocupación por las víctimas, no
por el progreso de la ciencias, ni la economía de mercado, ni la “historia de
la metafísica”» [Girard 2002: 230]. El pensador de Aviñón es capaz de hacer
tal afirmación porque una vez que ha sido develado el mecanismo de la
violencia, el hombre es capaz de captar la injusticia donde antes no le era
posible, ya que era considerada justa o, al menos, simplemente inevitable.
Así, esta moderna preocupación por las víctimas sólo ha llegado a ser
realidad, según Girard, en el campo fecundado por la revelación
judeocristiana, aun cuando los historiadores obvien la religión para resaltar
únicamente el papel de los humanismos. De ahí que afirme sin rodeos que
«el humanismo y el humanitarismo inician su desarrollo en tierra cristiana»
[Girard 2002: 212]. Con otras palabras, la globalización es simplemente el
desarrollo generalizado del hecho de la toma de conciencia de que todos
podemos ser en cualquier momento chivos expiatorios de los demás y
deben ser evitadas tales víctimas, porque son absolutamente injustas.
Incluso hoy se rivaliza sobre la defensa de las víctimas. No resulta pues
extraño para Girard que sea hasta fechas recientes que los derechos
humanos hayan sido declarados oficialmente: «Hacer hincapié en los
derechos humanos significa esforzarse en prevenir y encauzar los
apasionamientos miméticos incontrolables» [Girard 2002: 217]. Tal acto de
humanidad hubiera sido impensable para la mentalidad griega, por ejemplo.
Sólo la revelación de la víctima en la tradición judeocristiana ha sido capaz
de sembrar tal semilla. Toda otra explicación surge del miedo o rechazo a lo
religioso: «Todas las disertaciones sobre la exclusión, la discriminación, el
racismo, etcétera, no dejarán de ser superficiales mientras no se encaren
con los fundamentos religiosos de los problemas que asedian a nuestra
sociedad» [Girard 2002: 207].
Por otra parte, son muchos los críticos que se preguntan si todo deseo es
mimético. Esta objeción es común y le ha valido a Girard la acusación de
panmimetismo. En una entrevista, Girard intentó acotar el alcance de los
deseos miméticos: «... Pero no digo que excluyan cualquier otro tipo de
explicación. Creo, por ejemplo, en el amor de los padres por los hijos, y no
veo la posibilidad de interpretarlo de manera mimética. Creo que el placer
sexual es posible en el respeto del otro –y puede ser que no haya
satisfacción verdadera más que en ese caso, cuando la sombra de los
rivales ha dejado la cama de los enamorados: ¡es por eso, por otra parte,
por lo que el caso es tan raro!» [Girard 1996: 23-24].
5.3. Etnocentrismo
El etnocentrismo, del cual se le ha acusado, con mucha razón,
frecuentemente a Occidente, es otra crítica a la teoría de Girard, dado que
al señalar la superioridad del judeocristianismo, el cual ha impregnado
decisivamente la formación y desarrollo de la cultura occidental,
implícitamente está afirmando el carácter violento y sacrificial de toda otra
religión. Además, estos mismos críticos señalan que la teoría mimética es
demasiado condescendiente con la violencia que históricamente ha
producido el cristianismo y judaísmo históricos.
6. Bibliografía
6.1. Principales obras de René Girard
Se listan en orden cronológico las obras principales de René Girard y se
indica el año de la edición castellana utilizada (en negrilla), así como los
números de página de dicha edición.
8).
1976 Critique dans un souterrain, L´Age d´Homme, Lausanne 1976.
1978 To Double Business Bound. Essays on Literature, Mimesis and
Anthropology, The Johns Hopkins University Press, Baltimore 1978
(Literatura, mímesis y antropología, Tr. A.L. Bixio, Gedisa,
Barcelona 1984, 1997 . ISBN 978-84-339-0078-4).
2
1978 Des choses cachées depuis la fondation du monde, Grasset, Paris 1978
(El misterio de nuestro mundo. Claves para una interpretación
antropológica, Tr. A. Ortiz, Sígueme, Salamanca 1982. ISBN 84-301-
0873-4).
1982 Le bouc émissaire, Grasset, Paris 1982 (El chivo expiatorio, Tr. J. Jordá,
Anagrama, Barcelona 1986. ISBN 978-84-3390081-4).
1985 Le route antique des hommes pervers, Grasset, Paris 1985 (La ruta
antigua de los hombres perversos, Tr. F. Díez, Anagrama, Barcelona
1989, 2002 . ISBN 978-84-339-1325-8).
2
1990 Shakespeare. Les feux de l’envie, Grasset & Fasquelle, Paris 1990
(Shakespeare: los fuegos de la envidia, Tr. J. Jordá, Anagrama,
Barcelona 1995. ISBN 978-84-339-1396-8).
1994 Quand ces choses commenceront… Entretiens avec Michel Treguer,
Arléa, Paris 1004 (Cuando empiecen a suceder estas cosas.
Conversaciones con Michel Treguer, Tr. Á. Barahona, Encuentro,
Madrid 1996. ISBN 978-84-7490-392-8).
1996 The Girard Reader, edited by James Williams, Crossroad, New York
1996. ISBN: 978-08-2451-634-5.
1999 Je vois Satan tomber comme l’éclair, Grasset & Fasquelle, Paris 1999
(Veo a Satán caer como el relámpago, Tr. F. Díez, Anagrama,
Barcelona 2002. ISBN 978-84-339-6169-3).
2000 La pietra scartata. Antigiudaismo cristiano e antropologia evangelica,
Qiqajon, Roma 2000 (La piedra desechada. Antijudaísmo cristiano y
antropología evangélica, Tr. Á. Barahona y D. García-Ramos, Caparrós,
Madrid 2015. ISBN 978-84-96286-31-5).
2001 Celui par qui le scandale arrive, Desclée de Brouwer, Paris 2001 (Aquel
por el que llega el escándalo, Tr. Á. Barahona, Caparrós, Madrid
2006 [2006a]. ISBN 978-84-96282-09-4).
2002 La voix méconnue du réel, Grasset, Paris 2002. ISBN 978-22-4661-101-
1.
2003 Le Sacrifice, Bibliothèque Nationale de France, Paris 2003 (El sacrificio,
Tr. C. Bonet, Encuentro, Madrid 2012. ISBN: 978-84-9920-151-1).
2004 Les Origines de la culture, Desclée de Brouwer, Paris 2004 (Los
orígenes de la cultura. Conversaciones con Pierpaolo Antonello y Joao
Cezar de Castro Rocha, Tr. J.L. San Miguel, Trotta, Madrid
2006 [2006b]. ISBN 978-84-8164-854-6).
ECKER, L., Zwischen Recht und Vergebung. Der Beitrag der Theorie René
Girards zur Beschreibung christlicher Existenz, Wagner, Linz
1999.
Romano Guardini
Índice
I. Una vida caracterizada por el êthos de verdad
1. La vuelta a lo concreto-viviente-relacional
IX. Bibliografía
3. Bibliografías
4. Biografías
5. Bibliografía secundaria
Esta vida intensa la llevó Guardini con una salud precaria. A menudo, tras
un período de trabajo intenso, se hallaba agotado y debía concederse un
descanso. Durante los primeros días, se sentía aliviado y respiraba a
pulmón lleno a través del campo. Pero pronto su espíritu le impelía a
reanudar los trabajos pendientes [WD].
1. La vuelta a lo concreto-viviente-relacional
Para hacer justicia a lo que es el ser humano, con todas sus
implicaciones, Guardini optó por la “vuelta a lo concreto”, postulada por
Edmund Husserl, fundador del Movimiento Fenomenológico
(Investigaciones Lógicas, 1900). Este retorno no implica aversión al
universal, sino afán de fijar la atención allí donde se dan los fenómenos
creativos. Por eso Guardini se propuso volver a lo “concreto-viviente”, lo
concreto dotado de capacidad de interrelacionarse. En la línea del
Pensamiento Dialógico (Ferdinand Ebner y Martin Buber, especialmente),
Guardini se inclinó a pensar que el ser humano adquiere conciencia de
su yo al ser apelado por un tú, sobre todo por el Tú divino, origen de toda
relación y toda vida personal. Más allá de las concepciones estáticas del ser
humano, éste era visto por él, al modo de Søren Kierkegaard, como «una
relación que se relaciona consigo misma y con el Poder que la sostiene»
[Kierkegaard 1969: 47]. «El hombre consiste esencialmente en diálogo. (…)
La vida espiritual se realiza esencialmente en el lenguaje» [MP 117].
• Cuando alguien siente agrado ante una broma, esboza una sonrisa. Lo
hace moviendo de modo singular varios músculos de la cara. Estos
músculos no sonríen. Quien expresa el agrado de la persona es
el conjunto que ellos forman, la figura que componen. Por eso, si
queremos penetrar en el fenómeno de la sonrisa descomponiéndola en
partes, la diluimos, pues la sonrisa constituye un conjunto lleno de
sentido, es decir: una Gestalt.
Guardini intuyó que esta teoría del contraste tiene potencia intelectual
suficiente para estructurar a) una Antropología filosófica sólida; b) una
hermenéutica cultural penetrante e, incluso, c) una teología lúcida y una
pedagogía de la religión eficaz .
a) En la línea del Movimiento Dialógico, Guardini subraya que la libertad
plena sólo la alcanza el hombre al “ob-ligarse” a lo valioso. «Obediencia a
los maestros, obediencia a las estructuras que se enraízan en lo eterno.
Sólo de este modo se supera el hombre a sí mismo, hasta ganar el
horizonte que alberga las cosas supremas» [FL 81].
Cada una de las obras de Guardini —las filosóficas, las pedagógicas, las
teológicas y bíblicas, las de análisis literario y cultural…— son intentos de
llegar a lo más alto y noble de la vida humana mediante el análisis de los
distintos niveles en que puede ésta desarrollarse. Guardini no analizó
nunca, de forma sistemática, los cuatro niveles positivos y los cuatro
negativos en que podemos situar nuestra vida, pero los intuía y describía en
sus obras. Por ejemplo, al captar la importancia de ciertas aparentes
paradojas (recordemos: « Quien quiera salvar su alma la perderá, quien la
dé la salvará»), denota que se ha hecho cargo de la existencia del nivel de
la creatividad y el encuentro —nivel 2, en este análisis— en el que tales
paradojas se convierten en contrastes [López Quintás 2009a: 93-
131; López Quintás 2009b: 19-20].
«Poco a poco me había ido quedando claro que existe una ley
según la cual el hombre, cuando “conserva su alma”, es decir,
cuando permanece en sí mismo y acepta como válido
únicamente lo que le parece evidente a primera vista, pierde lo
esencial. Si, por el contrario, quiere alcanzar la verdad y en ella
su auténtico yo, debe darse» [AA 98-99].
A través de su largo y profundo trato con una juventud que quería ser
libre mediante la desvinculación de toda instancia que pudiera
parecer impersonal, ajena a la persona y coactiva, Guardini supo mostrar
que ciertas realidades no meramente subjetivas —por ser independientes
de todo sujeto humano, como sucede con la verdad y la Iglesia—
constituyen una fuente inagotable de vida en plenitud y de libertad interior.
Guardini impugnó en todo tiempo el relativismo y el subjetivismo, y defendió
la atenencia a lo objetivo, pero se cuidó de subrayar que lo objetivo no se
opone a la capacidad creativa del sujeto humano, antes la promueve
decididamente. El espíritu de sana objetividad implica un espíritu de
flexibilidad, la capacidad de escuchar la llamada de lo valioso y responder
activamente. Esta respuesta activa constituye la esencia de la creatividad.
Tal orientación creativa, existencial, del esfuerzo investigador de Guardini
determina, en buena medida, los temas de su producción y, de modo
singular, su esfuerzo por fundamentar sólidamente la vida ética.
III. La fundamentación de la vida ética
En sus primeros escritos sobre Liturgia e Iglesia, Guardini aborda los
problemas con tal hondura que sus exposiciones rebasan el alcance de los
temas tratados para apuntar al núcleo de la vida ética y la religiosa. Por eso
no tarda en aplicar su estilo de pensar y de expresarse a los temas básicos
de estas áreas.
Las cuestiones referentes a los seres vivos —de modo singular, las
personas— son tratadas por Guardini de modo concreto, por la razón
profunda de que es en el plano de la vida concreta, abierta e
interrelacionada —y no en el de los conceptos abstractos, desvinculados
entre sí— donde se da la creatividad y la plenitud. En la línea del
pensamiento fenomenológico, Guardini se rige por el lema: «Atengámonos,
no a los conceptos generales, sino a la realidad» [SM 126]. Pues bien.
Nuestra realidad personal se despliega plenamente y muestra
luminosamente su auténtico modo de ser —dicho de otro modo:
somos verdaderas personas, nos hallamos en verdad— cuando realizamos
auténticas formas de encuentro, modo de actividad que sólo acontece en la
vida concreta, entre personas concretas y en situaciones muy precisas.
Cada una de las realidades concretas se halla relacionada con las demás
dentro de un todo que las engloba e integra, y al que ellas contribuyen a
configurar [ET 33]. Nuestro estilo de pensar ha de ser, pues, holista, atento
a ese movimiento reversible que se da entre el todo y las partes que lo
integran. Pero debe ser también contrastado, pues muchos aspectos de la
realidad personal parecen oponerse, pero de hecho se complementan
cuando, en la vida concreta diaria, actuamos de forma creativa, como
corresponde a “seres de encuentro”, seres que viven la vida personal a
través del encuentro.
Guardini subraya con energía que los seres humanos estamos vinculados
de raíz —es decir: ob-ligados— al bien, la justicia, la verdad, la belleza, la
unidad [BC 116]. Esa ob-ligación básica es el fundamento de nuestra vida
moral y de la alta dignidad que ésta implica. Estar obligado está lejos de
significar estar coaccionado. Es la fuente de la que mana la libertad interior
o libertad creativa, que constituye el gran privilegio que ostenta el hombre
entre todos los seres. Ante los resultados devastadores del relativismo
arbitrario, impuesto por el régimen nacionalsocialista, Guardini no ve más
salida que anclar la vida humana en algo inquebrantablemente válido para
todos.
«Su filosofía (la de Platón) aclaró para siempre una idea: tras la
confusión de la sofística mostró que existen valores
incondicionalmente válidos, que pueden ser conocidos, y, por
tanto, existe la verdad; que esos valores se ensamblan en la
soberanía de lo que llamamos “el bien”, y este bien puede
realizarse en la vida del hombre, según las posibilidades dadas
en cada caso. Su filosofía indicó que el bien se identifica con lo
divino, pero su realización lleva al hombre al logro de su propia
condición humana, al hacer surgir la virtud, que significa vida
perfecta, libertad y belleza. Todo esto tiene validez para
siempre, incluso para el día de hoy» [ET 11].
«La sede del sentido de mi vida no está en mí, sino por encima
de mí. Vivo de lo que está por encima de mí. En la medida en
que me encierro en mí o –lo que viene a ser lo mismo- me
encierro en el mundo, me desvío de mi trayectoria (…). Mas
esto significa que, con anterioridad, debo aceptar el existir,
aunque no se me haya preguntado si lo quiero» [EC 168, 180-
181 (orig.); 169, 181-182. Cf. la obra programática AS].
«El primer hombre vive con una vida que se deriva del hecho
de haber sido llamado por Dios. Realiza esta vida de modo
lúcido y obediente. Dios establece con el hombre esa
comunidad de sentimiento y de vida que la teología denomina
‘gracia’, y el hombre la vive merced a la fe y el amor. A partir de
este centro surge un ‘medio’ o espacio vital: el hombre se
encuentra con las cosas, con el otro hombre, así como consigo
mismo; ve, experimenta, conoce, valora, se apropia de las
cosas, les da forma. Al disponer así de lo que existe, se
configura una situación que la Escritura expresa mediante la
imagen del ‘jardín’. La imagen es certera, pues el jardín, en
contraposición a la naturaleza libre, es un ámbito en el que ésta
y la vida del hombre se compenetran mutuamente. En esta
imagen se expresa la armonía que va de Dios al hombre y del
hombre a las cosas. Esto es el paraíso. No se vive en él una
vida de cuento de hadas, feliz y despreocupada, ni es un país
de Jauja, sino algo real y serio. Bien pensado, el concepto de
paraíso constituye una de las ideas fundamentales para la
comprensión de la historia» [EC 115].
Ello explica que Guardini haya acudido a pensadores que abordaron los
problemas últimos de la existencia de forma “existencial”, es decir, no
puramente teórica sino experiencial y comprometida. Al interpretarlos con
ese mismo espíritu, Guardini dotó a sus escritos hermenéuticos de una
condición autobiográfica. Su capacidad de vibrar con todo lo bello y lo
profundo lo llevó a entrar directamente en contacto con los textos, vistos
como testimonio vivo de una vida intensa. En el trato con los grandes
auscultadores del sentido más hondo de la vida humana, Guardini moviliza
sus mejores dotes para elaborar un pensamiento original, proyectado al
futuro. Podemos decir que lee las obras de forma genética, como si las
fuera gestando por sí mismo. Con quien dialoga no es tanto con los autores
sino con los valores más altos que resplandecen en sus escritos. Guardini
se hallaba siempre en diálogo interno con el bien, la justicia, la verdad, la
belleza…, y desde esa atalaya disfrutaba de una perspectiva privilegiada
para intuir lo que quieren decir los autores e, incluso, lo que deberían haber
dicho y no lo dicen; intuición que caracteriza, según Martin Heidegger, a los
buenos intérpretes. Vistos con esta capacidad de penetración, los grandes
autores se convierten en un verdadero “patrimonio cultural de la
humanidad”, porque incentivan nuestra búsqueda personal de los valores
más altos. Nuestra lectura adquiere así un carácter de originariedad, de
auténtica novedad. «Lograr esta novedad es la tarea más noble de la
interpretación» [DS 41].
Estos temas los expuso Guardini con cierta amplitud en obras breves,
densas y lúcidas: El espíritu de la liturgia [EL], Los signos sagrados [SS],
Formación litúrgica [FL], Los sentidos y el conocimiento religioso [TL], El
sentido de la Iglesia [SK], La Iglesia del Señor [KH], Cartas sobre la
formación de sí mismo [CF], Cartas del lago de Como [CL].
4. Religión y Revelación [RyR].
Entre los múltiples temas tratados en estas obras, destacan los dos
siguientes: 1. la importancia de la oración, vista como un “ir a Dios con toda
el alma”; 2. la creación, en Pentecostés, del espacio de la interioridad
cristiana.
IX. Bibliografía
1. Obras de Guardini citadas en esta voz
CB
el drama de la conciencia cristiana, Emecé,
Buenos Aires 1955).
Conocimiento de la fe, Cristiandad, Madrid 1963
CdF (Glaubenerkenntnis, 1944, Herder, Friburgo
1963).
Cartas sobre la formación de sí mismo, Palabra,
CF Madrid 2000 (Briefe über Selbstbildung,
Grünewald, Maguncia 1925, 1968).
11
DE
ángel en la divina comedia del Dante,
Emecé, Buenos Aires 1961).
Den Menschen erkennt nur, wer von Gott weiss,
Grünewald/Schöning, Maguncia 1965 (Quien
DM
sabe de Dios conoce al hombre, PPC Madrid
1995).
Drei Schriftauslegungen (Tres interpretaciones de la
DS
Escritura), Werkbund, Würzburg 1958.
2
introducción de R. Guardini).
Hölderlin. Weltbild und Frömmigkeit (Hölderlin.
HW Concepción del mundo y piedad), 1939,
Grünewald, Maguncia 1996.
La imagen de Jesús, el Cristo, en el Nuevo
Testamento, Cristiandad, Madrid 1981 (Das
IJ Bild von Jesus, dem Christus, im neuen
Testament, Werkbund, Würzburg
1936, 1949).
2
3. Bibliografías
LÓPEZ QUINTÁS, A., Romano Guardini, maestro de vida, Palabra, Madrid,
1998 (Biografía intelectual, seguida de una Bibliografía muy
amplia y estructurada por materias).
4. Biografías
GERL, H. B.: Romano Guardini (1885-1968). Leben und Werk (Vida y obra
de R. Guardini), Grünewald, Maguncia 1995. (La biografía más
4
amplia y documentada).
5. Bibliografía secundaria
ARTEAGABEITIA, P., Bases para una teoría de la formación humana en el
pensamiento de R. Guardini, «Crisis» XVII (1970) 7-66.
BABOLIN, A., Romano Guardini, filosofo dell’alterità. Realtà e persona,
Zanichelli, Bolonia 1968.