Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EL APEGO
¿Qué es el apego?
De acuerdo a los postulados de Bowlby, se define Apego Temprano como el vínculo que forja el niño, durante
los dos primeros años de vida con su madre y/o cuidador, lugar donde se establece relación entre el
estímulo que se brinde al niño y el comportamiento posterior , determinando así influencia en el desarrollo
evolutivo del individuo.
¿Qué función cumple que el niño nazca con esta serie de comportamientos innatos que activan o fomentan la
proximidad del cuidador?
• Es la persona hacia la cual el niño dirige sus comportamientos de apego en búsqueda de seguridad.
• Es la figura con la cual va a construir un vínculo de apego privilegiado.
• La figura de apego es aquella que cuando se aleja activa el sistema de apego en el niño y que cuando vuelve
permite que este se desactive.
VÍNCULO DE APEGO
Se refiere a un lazo afectivo de una persona hacia otra. Este vínculo afectivo es:
• Permanente.
• Se refiere a una persona específica.
• No es intercambiable.
• La relación es emocionalmente significativa.
• La persona quiere mantener la proximidad y el contacto con la otra persona.
• La separación involuntaria de esa persona genera estrés.
• La persona busca seguridad y bienestar en esa relación con la otra persona.
Es el vínculo afectivo entre una persona y su figura de apego.
Fase 2, de 2 a 7 meses:
El niño comienza a realizar diversos comportamientos con el fin de lograr la proximidad física del padre o
madre. El niño es capaz de diferenciar las personas, pero todavía es posible de sustituir la figura principal
de apego.
PROFE LAURA TARIFA 2
INSTITUO NOA
Fase 4, de 3 a 4 años:
El niño es capaz de una cierta comprensión del punto de vista del otro.
Va a buscar influenciar a la figura de apego para obtener de ella ciertos privilegios o ventajas como lo son
su atención y sus cuidados.
TIPOS DE APEGO
APEGO SEGURO:
· Los niños lloran poco y se muestran contentos cuando exploran en presencia de la madre
· El niño que reconoce a su madre desde el nacimiento logra de inmediato una seguridad absoluta y
establece una relación armónica con su entorno.
· Niños apegados con seguridad tienen mayor capacidad para explorar.
· Pueden adaptarse con mayor facilidad a diversas situaciones
· Un niño llega a estar apegado con seguridad cuando el padre/madre está disponible, es capaz y está
dispuesto(a) a satisfacer las necesidades del niño de una manera receptiva y con amor.
APEGO INSEGURO:
· Los niños lloran frecuentemente, incluso cuando están en brazos de sus madres parecen no mostrar
apego ni conductas diferenciales hacia sus madres.
· Se angustia intensamente frente a la separación.
· Al reunirse con la figura de apego, se muestra ambivalente: busca el contacto y al mismo tiempo lo
rechaza.
· No se calma con facilidad, tiende a llorar de una manera desconsolada y no retoma la actividad de
exploración.
· La presencia de la madre y sus intentos de calmarlo fracasan en reasegurarlo, la ansiedad y la rabia
parecen impedir que obtenga alivio con la proximidad de la madre.
Apego ansioso y ambivalente. No confía en sus cuidadores. Se siente inseguro. Explora el ambiente de
manera poco relajada. En la edad adulta tiene relaciones dependientes con los demás.
APEGO EVITATIVO. Asume que no puede contar con sus cuidadores, por lo que sufre y aprende a vivir
sintiéndose poco querido y poco valorado. En la edad adulta tiene dificultades de relación.
personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece que rechazan las
relaciones.
Problemas emocionales:
Baja autoestima, siempre necesitado, siempre colgándose o mostrando un comportamiento pseudo
independiente.
Falta de habilidad para lidiar con el estrés y la adversidad, depresión, indiferencia, resistencia a ser
consolado
Problemas físicos:
Susceptibilidad a las enfermedades crónicas, obsesión con la comida, puede que acapare comida, comer
hasta hartarse,
Rehusarse a comer, comer cosas extrañas, puede que este retrasado en su desarrollo
“Los bebés al nacer tienen el derecho de ser recibidos por su familia en un ambiente de amor, privacidad y
ternura”
“Es importante que desde el momento de nacer no se separe al bebé de sus padres y este permanezca el
mayor tiempo con ellos ya que el aumento del contacto temprano de los padres con el hijo fortalece el lazo
afectivo”
Tanto las madres como los padres persiguen un objetivo principal en la educación de sus hijos: que sean
felices. El objetivo está claro pero el cómo conseguirlo no es tan sencillo y no siempre sabemos cómo
hacerlo. La investigación nos demuestra que aproximadamente un 60% de la población tiene un apego
seguro, mientras que el 40% restante tiene un apego inseguro. El objetivo de que nuestros hijos alcancen la
felicidad no es exclusivo de los padres, sino que toda la sociedad debería remar en esa misma dirección.
Como reza un famoso proverbio africano “para educar a un niño hace falta la tribu entera”. ¡Cuánta verdad!
Es por ello por lo que aquí se presentan algunas ideas que nos pueden servir para reflexionar o para poner
en marcha con los más pequeños con el objetivo de desarrollar un apego seguro en los niños:
1. Transmitirles protección y seguridad: la característica que mejor nos define como especie en el momento
de nacimiento es la inmadurez. Somos el animal que nace más inmaduro y el que más tiempo necesita para
valerse por sí mismo. Por esa razón resulta imprescindible que, ante la inmadurez del recién nacido, haya, al
menos, una persona que se encargue de darle protección, seguridad y cariño. Esta figura generalmente
suele ser la madre, aunque puede ser cualquier persona. Este proceso, como bien sabéis, dura bastantes
años.
2. Fomentar la autonomía: a las pocas semanas de haber nacido, el ser humano ya muestra una emoción
básica y que nos conduce hacia el aprendizaje: la curiosidad. Tan importante para el pequeñín es sentirse
protegido y querido como permitirle que sea curioso y fomentar su autonomía. Al principio mostrará su
curiosidad con la mirada para meses más tarde comenzar a voltearse, reptar, gatear, andar, etc. Todo lo
que está su alrededor le llama la atención, puesto que nunca lo ha visto, tocado o explorado.
3. Explicarles aquellos sucesos que no entiendan: “mamá, ¿por qué esos niños se están peleando?”, “Papá,
¿por qué Rajoy ya no es el presidente?” o “profe, estoy muy nervioso por el examen de mañana”. ¿Os suenan
estas frases? Los niños son muy curiosos como veíamos antes y una de las funciones que tenemos que
cubrir tanto familiares como maestros es la darles respuestas a sus preguntas. Debemos tener en cuenta la
edad y la situación del niño para adaptar nuestra respuesta.
4. Ser vistos: cuando nuestros hijos o alumnos nos dicen “mamá, mira lo que tengo” o “profe, mira lo que
estoy haciendo” quieren llamar nuestra atención y quieren que les observemos. Piden a la figura de
autoridad o de apego que le observen y que le den un feedback sobre cómo lo están haciendo. Es
fundamental que nuestros hijos sean vistos y que les dediquemos suficiente tiempo de calidad.
5. Ponerles límites de forma sensible: el establecimiento de límites en los niños es un aspecto fundamental
en cualquier familia. Cuando decimos “no” a nuestros hijos o alumnos y les damos una explicación coherente
y sensible, les estamos diciendo implícitamente “no te dejo hacer esto o aquello porque te quiero”. Aunque
nos cueste denegarles algo, es imprescindible el establecimiento de límites para su correcto desarrollo y
autoestima.
6. Sintonizar emocionalmente con ellos: ¿recordáis cómo eran las antiguas radios? Teníamos que ser muy
precisos en el dial de la emisora que buscábamos para poder escucharla bien. Pues lo mismo para con las
emociones de nuestros hijos. Debemos identificar bien y de forma precisa lo que necesitan o la emoción que
están experimentando. La empatía es una herramienta muy útil en estas situaciones.
7. Debemos actuar de manera responsiva: Una vez que hemos sintonizado con las emociones de los más
pequeños, ya estamos en disposición de entenderles y ayudarles a recuperar la calma poco a poco. Una vez
identificada la emoción en cuestión, ya podemos cubrir sus necesidades. Por ejemplo, si nuestro hijo tiene
miedo a un perro que le ladra en la calle, una vez que hemos sintonizado con su miedo, seremos capaces de
actuar de manera responsiva, es decir, dar respuesta a lo que ellos precisan en ese momento.
8. Respetar y permitir la expresión de sus emociones: por todo ello, es imprescindible que seamos
respetuosos con las emociones que están experimentando nuestros hijos y que permitamos la expresión de
las mismas. Cualquier emoción que sientan nuestros hijos es legítima, pero no toda conducta asociada debe
ser permitida o aceptada. Por ejemplo, es comprensible y legítimo que nuestro alumno esté enfadado por
haber perdido su balón en el patio, pero eso no le da derecho a empujar a sus compañeros de clase. Por lo
tanto, la emoción siempre ha de ser permitida y legitimada, pero la conducta asociada no siempre es
adecuada.
9. Mostrarnos disponibles: para que los padres, las madres y los educadores en general puedan llevar a
cabo estas funciones, deben mostrarse presentes y disponibles. Es importante mostrar una actitud positiva
y respetuosa con el menor, entendiendo que el proceso de aprendizaje es una carrera de fondo que requiere
de mucha paciencia y perseverancia.
10. Seamos predecibles y coherentes: ¿conoces a alguna persona que tiene una manera de relacionarse
contigo muy cambiante? No sabemos de qué depende, pero estas personas a veces se muestran
maleducadas y frías, y en otras ocasiones, se nos acercan de forma agradable, comunicativa y empática.
¿Verdad que te deja una sensación de impredecibilidad? Pues esto es lo que queremos evitar como figuras
de apego de nuestros cachorros. La anticipación, el mostrarnos predecibles y coherentes les ayudará
mucho. Por ejemplo, en el apego ansioso-ambivalente, un tipo de apego inseguro, una de las características
más sobresalientes de estos padres es que son muy ambivalentes, es decir, responden a sus hijos de
manera irregular en función de muchas variables que se escapan al control de los niños.
11. Empoderamiento: es muy importante para la autoestima de nuestros pequeños (y no tan pequeños) que
confiemos en que lo van a hacer bien en diferentes ámbitos (escolar, familiar, social, comportamiento, etc).
En esto consiste empoderar, en creer y en confiar en nuestros hijos y alumnos. Las investigaciones llegan a
la conclusión de que el factor que mejor predice la calidad de vida de nuestros hijos es la autoestima, así que
animaos a fomentarla en ellos.
12. Mirada incondicional: el resumen de todos los puntos que hemos descrito es lo que conocemos como
mirada incondicional. Queremos a nuestros hijos por el simple hecho de que son nuestros hijos. No hay
PROFE LAURA TARIFA 7
INSTITUO NOA
ningún condicionante que haga subir o bajar nuestro cariño o amor hacia ellos. No queremos más a nuestros
hijos por el hecho de que saquen mejores notas ni les queremos menos por el hecho de haberla liado en una
fiesta. En este punto, debemos aprender de los animales que muchos de nosotros tenemos en casa. Su
mirada es incondicional.
EL OBJETO DE APEGO
En condiciones ideales, la figura de apego de un niño debe ser su madre, cuyo cuerpo, atención y
cuidados le proveen de todo lo que necesita; no obstante, debido a las demandas del sistema productivo, en
ocasiones las madres se ven obligadas a dejar a sus hijos para irse a trabajar. Los objetos de apego
adquieren especialmente importancia en estas situaciones ya que palian las carencias que deja la falta de la
figura materna.
La madre es para cada bebé la fuente de alimento, calor y protección. Una madre es para el niño, aún
inmaduro, quien le garantiza su supervivencia, pero es además quien debe brindarle la atención y la
nutrición emocional para que crezca sano.
La figura que cuida del niño debe proporcionarle atención sostenida y prolongada para que se
establezca el vínculo de apego seguro, el cual es la base sobre la que se va edificando la autoestima y la
confianza que el niño siente hacia el mundo exterior, según la investigadora Berna Iskandar
El objeto de apego brinda consuelo
Anteriormente, las madres cuidaban de sus hijos y de la casa durante un tiempo prolongado; sin embargo,
este modelo ha cambiado radicalmente, y ahora muchas mujeres deciden salir al mercado laboral dejando a
sus hijos bajo el cuidado de otras personas.
Los peluches constituyen un objeto de apego en los niños.
Esa separación obligada -por llamarla de algún modo- conlleva que el niño supla sus necesidades de calor y
afecto con algún sustituto, llamado objeto de apego u objeto transicional. Usualmente se trata de mantas,
PROFE LAURA TARIFA 9
INSTITUO NOA
chupetes, peluches o cualquier otro juguete que le ayude a dormir solo, de manera que realizan de alguna
manera las funciones que debería cumplir su madre. Éstos constituyen una fuente de seguridad y placer
para el niño, que suele tener a su objeto de apego siempre cerca.
ASPECTOS POSITIVOS DE LOS OBJETOS DE TRANSICIÓN
Este objeto de apego también tiene funciones psicológicas importantes, pues los niños suelen buscarlo
cuando están solos, cuando quieren dormirse o se sienten aburridos. Además, pueden reforzar la relación
afectiva que el bebé tiene con sus padres cuando no están cerca de él.
El concepto del objeto de apego o transicional fue acuñado por el psicoanalista Donald Winnicott, quien
explica que su función es objetiva y subjetiva. Su función objetiva porque en efecto se trata de un objeto
que existe, que es real, pero también es subjetiva porque se le atribuyen funciones en el campo de la
imaginación.
Uno de los atributos positivos del objeto de apego es que puede disminuir los niveles de ansiedad que
se generan en el niño por motivo de la separación de sus padres, especialmente de su madre. También puede
ayudar al niño a afrontar los momentos en los que se siente solo.
Los niños buscan el objeto de apego a partir de los 9 meses de vida; complementa Iskandar, quien dice
que lo usan hasta entrar en la etapa evolutiva, donde desarrollan la madurez psicológica, biológica y otras
funciones cognitivas que les permiten gestionar mejor el miedo a la separación.
La edad aproximada en la que los niños se desprenden de su objeto de apego se sitúa en torno a los 4 años,
cuando ha iniciado el proceso escolar y cuenta con una autonomía y capacidad para socializar con sus
iguales.
Se aconseja a los padres tener una actitud equilibrada hacia los objetos de apego; es decir, no
fomentar un cariño excesivo hacia él y tampoco tratarlo despectivamente ni ridiculizarlo. Lo habitual es que
el niño a medida que crezca se vaya olvidando del objeto de apego, y aunque lo guarde en su memoria,
y es posible que en un lugar de su habitación, este objeto será de transición y ayuda para apoyarle en los
momentos en que sus padres no estén con él.