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El trazo: elemento estructural del grafismo.

Los movimientos básicos de antebrazo, brazo, mano y dedos, antes descritos,


producen al sucederse complejas estructuras conformadas por puntos y líneas
signos cuyo elemento constitutivo es el trazo o grama, ingrediente fundamental
del edificio gráfico.
El trazo o grama es, pues, la huella que de manera inmediata deja el
movimiento básico en el soporte o superficie. La expresión trazo deriva del latín
"tractiare", de "tractus", trazo o vestigio. Comúnmente se entiende por tal "Cada
una de las partes en que se considera dividida la letra de mano, según el modo
e formarla", según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
La forma y características del movimiento básico determinan, pues, la
morfología y peculiaridades del trazo y por consiguiente las del grafismo en
general.
Los movimientos básicos generan los trazos primarios o elementos ramáticos,
que constituyen los ingredientes o elementos estructurales del grafismo.
Esos trazos son cuatro:
a) Trazos plenos o gruesos, producidos por los movimientos de flexión;
1. Trazo fino o perfil.
2. Trazo pleno o grueso.
3. Trazo progresivo o centrífugo.
4. Trazo regresivo o centrípeto

b) Trazos finos o perfiles, generados por los denominados movimientos de


extensión;
c) Trazos progresivos o centrífugos, resultantes de los movimientos de
abducción, y,
d) Trazos regresivos o centrípetos, producidos por los movimientos de
ducción.
Ahora bien: Los trazos primarios pueden ser rectos o curvos, según sufran o no
o inflexiones, torsiones o desviaciones en su recorrido.
Hay, entonces, finos y plenos, trazos progresivos y trazos regresivos rectos.
Trazos plenos y finos, progresivos y regresivos curvos. Los trazos curvos,
también denominados giros, reciben el nombre de dextrógiros cuando son
progresivos o centrífugos y el de sinistrógiros o levógiros, cuando son
regresivos o centrípetos y simplemente el de ascendentes o descendentes,
según sea extensor o flexor el movimiento que los produce.
Los trazos dextrógiros pueden ser arciformes o arqueados cuando describen
un giro que asciende para descender al final y festoneados o enguirnalda,
cuando descienden primero para ascender después. El arco puede ser
progresivo, si se orienta hacia la derecha del plano o regresivo, sí lo hace hacia
la izquierda del mismo.
La intensidad o grado de curvatura de cada uno de estos giros, al igual que su
longitud o extensión, pueden ostentar, desde luego, valores diferentes, sin que
ello incida en su naturaleza y denominación.
El giro máximo aproxima el trazo al segmento de circunferencia o arco y el
mínimo al trazo recto.
Los grados intermedios de curvatura corresponden a estructuras eliptoides o
segmentos de óvalo.
Los movimientos básicos y los gramas que producen —los trazos primarios o
elementos grammáticos de que hemos hablado — suelen presentarse
fusionados
o entrelazados, en forma tal que resulta difícil precisar dónde empieza y dónde
termina cada uno de ellos, con el agravante de que para efectos grafonómicos
y grafométricos estas determinaciones son siempre importantes y a veces
realmente imprescindibles.
Trazo en grafonomía es "Cualquiera de los recorridos que la pluma realiza en
un solo impulso" (Veis). Si se trata de un trazo recto es bastante más fácil su
identificación, pues coincide con cualquier desplazamiento interrumpido o sin
solución de continuidad que adopte esa específica forma gráfica.
Todo grama termina con el levantamiento de la pluma. El recto, además, con el
viraje.
El trazo curvo o giro describe siempre un segmento de circunferencia o de
óvalo—arco o elipse— y se entiende que su máxima extensión —en los trazos
fusionados o entrelazados, ejecutados sin solución de continuidad o
interrupción — equivale a la mitad de un óvalo, al hemiciclo o a la
semicircunferencia.
Conforme a lo anterior, una estructura circular u ovalada —una "o", por
ejemplo— trazada sin levantamiento de pluma, consta de dos trazos distintos,
así se encuentren fundidos desde su nacimiento. Una "e" cursiva consta,
igualmente, de dos elementos grammáticos o trazos.
Hemos mencionado hasta aquí algunas especies de trazos, especialmente
atendiendo a su origen, es decir, al movimiento que los produce y a su
orientación, curso o destino. Los gramas pueden, sin embargo, clasificarse
atendiendo a otros criterios igualmente importantes. Ya citamos la clásica
división de Hegar, que los agrupa en diversas categorías según su grosor o
calibre, su pastosidad, su rectitud y su rapidez, clasificación que admite
dieciséis tipos diferentes.
Veamos en un cuadro sinóptico, a modo de síntesis, las más importantes de
estas modalidades:

SEGÚN SU FUNCIÓN
1. Esenciales, magistrales o constitutivos.
2. Accesorios, ornamentales o rasgos.

SEGÚN SU POSICIÓN EN EL SIGNO


3. Iniciales o "de ataque".
4. Enlaces o coligamientos.
5. Trazos finales o remates.
6. Hampas, astas o crestas.
7. Jambas, caudas o pies.

DERIVADOS DEL ÁNGULO


8. Triángulo.
9. Arpón o gancho.
10. Golpe de sable.
11. Golpe de látigo.
12. Espasmo o sacudida,

DERIVADOS DE LA CURVA
13. Arco.
14. Festón o guirnalda.
15. Bucle u ojal.
16. Nudo.
17. Lazo.
18. Serpentina.
19. "Coquille" o espiral.
20. Torsión.
21. Elips

Se denominan esenciales, magistrales o constitutivos los trazos que forman


parte del esqueleto o estructura del signo, de modo que no pueden suprimirse
sin desdibujarlo o destruirlo: accesorios los que cumplen un papel secundario,
casi siempre ornamental en el correspondiente signo gráfico.
Atendiendo a aposición en el signo, se distinguen los trazos iniciales o de aque,
los enlaces o coligamientos los trazos finales o remates, las hampas, astas o
restas (2D) y las ambas, caudas o pies.
Los trazos rectos al cruzarse dan lugar al ángulo, del cual derivan algunas
formaciones gramáticas especiales:
El triángulo, cuya noción concuerda con la geométrica, aunque, como es de
suponer, sin la rigidez de esta última.
El arpón o gancho, formación angulosa, frecuente en las zonas iniciales y
finales de los signos, generada por movimientos bruscos de sentido contrario al
del tramo principal al que acceden. Constituyen siempre un trazo accesorio o
rasgo;
El golpe de sable — "coup de sabré", en la terminología de Crépieux Jamin —
es un gesto-tipo constituido por trazos inferiores —ambas— prolongadas,
disparadas y de remate acerado o en punta muy fina. Recuerda el sablazo.
El golpe de látigo —"coup de fouet" de Crépieux— es un trazo complejo
doblado a la izquierda que luego se extiende o dispara hacia la derecha. Evoca
el latigazo y de ahí su nombre.
El espasmo o sacudida, fractura brusca de un trazo continuo que forma
ángulos pronunciados en sentido mas o menos perpendicular a la dirección de
avance del trazo respectivo.
De la curva derivan también algunas formaciones gramáticas muy típicas:
El arco, trazo curvo que describe un segmento de circunferencia u óvalo, de
concavidad inferior, que recuerda la n. Puede ser, como hemos visto,
progresivo o regresivo, según se proyecte hacia la derecha o hacia la izquierda
del campo.
El festón o guirnalda, trazo curvo de concavidad superior, que evoca la u y que
puede ser, igualmente, progresivo o regresivo.
El bucle u ojal, trazo que, adherido a otro u otros, forma "ojales" u "ojos". Es frecuente
en el hampa y en la jamba, donde recibe los nombres de bucle de hampa y bucle de
jamba, respectivamente.
El nudo es un bucle cerrado que adopta esta forma peculiar.
El lazo es una formación gramática que semeja un lazo vuelto sobre sí mismo,
conformada por bucles sucesivos.
La serpentina es la línea ondulada. Conjunto de trazos sinuosos, sustitutivos de
uno que caligráficamente debiera ser recto y que recuerda las olas del mar.
La "coquille" o espiral formación interrumpida de trazos curvos que giran sobre
sí mismos, en torno a un núcleo.

La torsión es una inflexión o desviación del curso del trazo recto.


La elipse es un trazo curvo que describe un segmento de óvalo o
circunferencia.
Coincide casi siempre con el arco, el festón o guirnalda u otras formaciones
gramáticas.
Los trazos y los signos resultantes de sus diferentes combinaciones se
inscriben en el espacio gráfico. Con base en las observaciones del suizo Max
Pulver, a quien hemos citado ya, suelen distinguirse en el espacio o campo
gráfico cinco zonas diferentes (Fig. 5): Zona superior, zona media, zona
inferior, zona exterior y zona interior o central.
En cada trazo es dable distinguir, una zona inicial, también llamada de ataque o
de ajustamiento y una zona final o de remate.
El ataque o ajustamiento reviste gran importancia en las labores de
identificación de manuscritos. Las investigaciones de R. Saudeck y F. N.
Frenan, auxiliadas con la cámara cinematográfica, demostraron que todo signo
grafomanual está precedido por un movimiento previo que suele ostentar
características muy definidas en cada persona.

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