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Nadir Shah llegaron hasta Delhi, la capital mogol, en 1736.

Pero este momento final de poder


imperial fue de corta duración, y muy poco des- pués Irán estaba a la defensiva ante el avance de las
dos grandes poten- cias que entonces se estaban imponiendo en el flanco occidental asiáti- co, los
rusos al norte y los británicos en la India, al sur y al este. En 1747 se creó Afganistán como un
estado-tampón entre los cuatro imperios asiáticos del momento (China, Gran Bretaña, Irán y Rusia),
y durante la década de 1790 Rusia expulsó a Irán de las tres regiones transcaucásicas que habían
estado en su poder durante siglos: Armenia, Azerbaiyán y Georgia. Los tratados de 1813 y 1828
confirmaron estas pérdidas territo- riales, tal como iban a hacer una serie de tratados similares ruso-
turcos desde mediados del siglo XVIII. La dinastía de los Qajar, una dinastía túr- quica entonces
emergente, trató de poner freno a aquella oleada de reti- radas; pero, durante todo el siglo XIX,
igual que los imperios chino y oto- mano en el mismo período, no pudieron contener ni las
invasiones territo- riales ni las incursiones comerciales de Occidente. En realidad, y durante casi
tres siglos, Irán ha tenido una política exterior no expansionista y, con la excepción que representó
la ocupación de tres pequeñas islas pertene- cientes a los emiratos árabes en 1971, no ha atacado a
ningún otro país desde la década de 1730.

A finales del siglo XIX, Irán pasó por una situación muy difícil, presiona- da por Gran Bretaña, por
un lado, y por Rusia, por el otro. En el interior del país, mezclando los temas seculares y los
religiosos, el sentimiento nacio- nalista iba creciendo. En 1891 tuvo lugar la primera protesta a
escala nacional contra la concesión de una licencia a una empresa británica para comercializar
tabaco, y en 1906-08 Irán fue el escenario de uno de los epi- sodios de agitación política más
importantes de la historia moderna de Oriente Medio, la Revolución Constitucional. Este
acontecimiento, que formó parte de una serie más amplia de episodios de agitación política en
países semiperiféricos en todo el mundo en vísperas de la Primera Guerra Mundial (Rusia 1905,
Turquía 1908, México 1910, China 1911) marcó el comienzo de la historia moderna de Irán. Por un
lado, estableció una pro- funda fisura en el interior de la sociedad iraní entre las fuerzas conserva-
doras, monárquicas y militares por un lado, y una coalición de comercian- tes, rebeldes urbanos,
clérigos disidentes y rebeldes tribales, por el otro, que continuaría hasta el estallido de la revolución
de 1978-79. Por otro lado, esta revuelta en el interior de Irán provocó la intervención de las dos
potencias imperiales exteriores, las cuales, en 1907, y en virtud de una entente que se extendió hacia
el este, hasta Afganistán y el Tibet, dividió a

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