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Carrera MEDICINA
Asignatura FISIOLOGÍA II
1. FISIOLOGÍA DE LA DEGLUCIÓN
La deglución normal consta de tres fases (oral, faríngea y esofágica), que suelen
repetirse más de 600 veces al cabo del día y en las que intervienen más de 30
músculos. Tras el inicio de la deglución, el bolo alimenticio tarda entre 11 y 16
segundos en completarla.
Los niños degluten menos que los adultos. Su promedio es de 600 a 1.000 veces por
día, cuando los adultos degluten de 2.400 a 2.600 veces. No hay acuerdo sobre estos
valores, variando entre los diferentes autores. Las personas de más edad tienen
menos saliva, deglutiendo menos veces. Deglutimos menos por la noche y más al
hablar y al masticar, por ser funciones que requieren más producción de saliva.
Producimos aproximadamente entre un litro y un litro y medio de saliva por día. En ella
intervienen diversas estructuras anatómicas como son, la cavidad oral, la faringe, la
laringe y el esófago.
El bolo alimenticio, a su paso por la cavidad orofaríngea, activa unos receptores que
inician el reflejo de la deglución, controlado por el sistema nervioso central (SNC). El
reflejo deglutorio da lugar a una compleja sucesión de eventos involuntarios, cuya
función consiste tanto en empujar la comida a través de la faringe y del esófago como
en evitar su entrada en la vía aérea.
B. FASE FARÍNGEA
C. FASE ESOFÁGICA
Los centros del SNC que intervienen en el control de la deglución son bilaterales y
actúan de manera interdependiente.
Los músculos de la cavidad oral están inervados por los pares craneales trigémino
(V) y facial (VII), y los de la lengua por el hipogloso (XII). Los músculos de la faringe
están inervados por el glosofaríngeo (IX) y vago (X), y la porción cervical del
esófago por motoneuronas vagales del núcleo ambiguo (ver Tabla. Inervación de los
principales músculos que intervienen en la deglución.jpg).
Formando parte del EES se encuentran tanto músculos constrictores (inervados por
el par craneal X) como dilatadores (inervados por los pares V, VII y XII).
Para que ambas funciones se lleven a cabo de manera plenamente satisfactoria han
de reunirse unos condicionamientos anatómicos y fisiológicos que permitan la
transformación del contenido intestinal en heces pastosas, un adecuado transporte a
través del colon hasta el recto, que éste posea una oportuna capacidad de reservorio
o almacenamiento y que se desencadene el deseo defecatorio a través de los
mecanismos sensitivos y reflejos pertinentes para que, si la situación socioambiental
lo permite, llevar a cabo la defecación; en caso contrario, deben existir las
correspondientes estructuras anatómicas que faciliten una perfecta continencia y
pospongan la evacuación hasta el momento oportuno.
2.1. Defecación
En efecto, los alimentos ingeridos, junto con los productos secretados a lo largo
del tubo digestivo, llegan al colon derecho en un volumen aproximado de 1.500 ml
diarios, aunque su capacidad absortiva puede verse incrementada hasta los 5-6 L
en 24 h. En esta zona se producirá, fundamentalmente, la absorción de agua y
electrolitos, lo que producirá unos 100-150 g de heces pastosas, preparadas para
la evacuación una vez llegadas al recto. Para que tenga lugar dicho transporte,
deben desarrollarse correctamente los 2 tipos de movimientos del intestino grueso.
A. ASPECTO ANATÓMICO
a. Recto y canal anal
Por fuera del esfínter anal interno (y por dentro del externo),
desciende un músculo denominado músculo longitudinal conjunto,
que se forma a partir del músculo elevador del ano y que se inserta,
por abajo, en la piel perianal.
B. INERVACION
Representa una serie compleja de actividades neurales y musculares integradas
en las que tanto el sistema nervioso central como el autónomo intervienen de
forma combinada sobre el músculo liso y estriado.
El complejo sistema descrito, ante la llegada de heces al recto, tiene tres misiones
fundamentales: acomodación, discriminación del estímulo y defecación.
A la relajación involuntaria del EI, sigue una relajación voluntaria del EE, una
inspiración profunda acompañada del cierre de la glotis, un aumento de la presión
intratorácica seguida de un descenso del diafragma, una contracción de la
musculatura abdominal y un incre mento de la presión intraabdominal. De manera
simultánea, desciende el suelo pélvico con relajación del puborrectal y
desaparición de la angulación rectal, que se sitúa en ángulo obtuso, lo que facilita
la expulsión fecal. En el desencadenamiento del deseo defecatorio no sólo
participa el reflejo mientérico intrínseco, sino que se ve reforzado con el
denominado “reflejo parasimpático de la defecación”, en el que intervienen los
segmentos sacros de la médula espinal.
- Inspiración profunda
- Ascenso del hueso hioides y de la laringe para mantener abierto el esfínter
esofágico superior.
- El cierre de la glotis para evitar el paso del vómito a los pulmones.
- La elevación del paladar blando para cerrar la entrada posterior a las fosas nasales.
- Poderosa contracción descendente del diafragma y contracción simultánea de los
músculos de la pared abdominal.
- El esfínter gastroesofágico inferior se relaja por completo, lo cual permite la
expulsión del contenido gástrico hacia arriba a través del esófago.
BIBLIOGRAFIA