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La Supremacía de Cristo (4) – Hebreos 2:5-18

La necesidad de la encarnación de Jesús


Hebreos 2:5-18
9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de
gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios
gustase la muerte por todos.

El autor de Hebreos continúa con el mismo tema tratado en los textos anteriores. 
Su tesis es demostrar que Jesús es mejor que los ángeles. 

Lo dejó claro cuando mostró que:

- Jesús es el Hijo y los ángeles son siervos (1:4-7)


- Jesús es el Rey y los ángeles son súbditos (1:8-9)
- Jesús es el Creador y los ángeles son criaturas (1:10-12)
- Jesús es el Salvador de la iglesia, y los ángeles son ministros que sirven a la iglesia (1:13-
14). 

Y el autor refuerza aún más su tesis cuando muestra que:

"Si el juicio de Dios vino sobre los transgresores de la ley dada por los
ángeles, el castigo más severo será dado a aquellos que descuiden el
evangelio dado por el Señor, confirmado por los apóstoles y testificado
por el Padre con señales y prodigios" (2:1-4).
Algo que ya podemos darnos cuenta es que:

- En el capítulo 1 de Hebreos, el autor enfatiza la divinidad de Cristo, y en el capítulo 2, enfatiza


su humanidad. 
- En el capítulo 1 de Hebreos se destaca la exaltación de Cristo y, en el capítulo 2, su
humillación. 

Es importante destacar cuatro hechos sobre su humanidad. 

Primero, su condición. Cristo se despojó de sí mismo, tomando forma humana, y en ese sentido se
hizo un poco más pequeño que los ángeles. 

Segundo, su intención. Murió para consumar la salvación de su pueblo. 

Tercero, su resultado. Él llevó a muchos hijos a la gloria y fue exaltado por el Padre. 

Cuarto, su causa. Todo fue hecho por la gracia de Dios.

Esta sección esta centrada en la gloria y honor de Cristo, la cual fueron obtenidas por el camino del
sufrimiento y la muerte (V.9). Donde uno de sus grandes propósitos fue traer muchos hijos a la gloria
(V.10). Se presenta la hermosa realidad de que aquellos hijos son llevados desde el mundo del
pecado a la gloria de Dios.

Todo esto es posible porque Jesucristo en su naturaleza divina y humana cumplió el mandato
originalmente dado a Adán, obteniendo dominio sobre lo que se había perdido.

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La Supremacía de Cristo (4) – Hebreos 2:5-18
La necesidad de la encarnación de Jesús
Es evidente que el autor muestra que aunque Cristo fue hecho menor que los ángeles en su
estadía en el mundo, sigue siendo superior a ellos, debido a todo lo que hizo y por el puesto
que ocupa.

Gracias a Dios Jesucristo:

Vino a la tierra para que pudiéramos ir al cielo. 


Cargó con nuestros pecados 
para que pudiéramos ser partícipes de su justicia. 

Se necesitó nuestra naturaleza para que pudiéramos tener la suya. 


Se convirtió en un hombre para devolvernos todo lo que habíamos perdido en la caída de Adán.

El día de hoy entonces vamos a ver el porque era necesario que Jesús se encarnara.

Destaquemos y estudiemos los cuatro motivos que se nos dan el el texto:

¿Por qué Jesús necesitaba encarnar? 

1.- Para restaurar el dominio que el hombre había perdido en la


caída (2:5-9)
2.- Para llevar a muchos hijos a la gloria (2:10-13)
3.- Para destruir al diablo y liberar a los cautivos (2:14-15)
4.- Para ser sumo sacerdote fiel y misericordioso (2:16-18)

1.- Para restaurar el dominio que el hombre había perdido en la


caída (2:5-9)

5 Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando;
6 pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo:
    ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
    O el hijo del hombre, para que le visites?
7 Le hiciste un poco menor que los ángeles,
Le coronaste de gloria y de honra,
Y le pusiste sobre las obras de tus manos;
8 Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que
no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.
9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de
gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios
gustase la muerte por todos.

El autor de Hebreos cita el Salmo 8 para enfatizar la posición de honor que Dios le dio al hombre en
la creación. Dios lo hizo a su imagen y semejanza y lo coronó de gloria y honra. 

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La necesidad de la encarnación de Jesús

Dios puso al hombre como administrador de la creación y administrador de la naturaleza


(Génesis 1: 26-31). Dios lo hizo sobre todas las obras de sus manos. Puso todo bajo sus pies. El
hombre estaba propuesto para dominar tanto el presente como el mundo venidero.

El hombre, sin embargo, cayó y perdió su control sobre la creación. Perdió La Corona y su


imagen esta manchada. 

- Los animales que estaban sujetos a él se convirtieron en animales peligrosos. 


- La tierra benevolente produjo cardos y espinos. 
- En lugar de someter a la naturaleza, el hombre comenzó a adorarla o aprovecharse de ella. 

Este dominio se perdió a causa del pecado, y hoy ya no vemos todas las cosas sujetas a él.

Vemos además un cambio en el corazón del hombre. La voluntad del hombre se ha vuelto perversa,
a lo malo le llama bueno, y a lo bueno le llama malo. 

Como dice Romanos 1, hay consecuencias en la vida del hombre debido a los cambios que este
realizó:

- Cambió la verdad de Dios por la mentira (Romanos 1:21-22,25) / Dios los entrega a una mente
reprobada (Romanos 1:28)

- Cambió al Creador por las cosas hechas. (Romanos 1:23,25) / Dios los entrega a los deseos
de sus corazones (Romanos 1:24)

- Cambió el uso natural de sus cuerpos (Romanos 1:22,26-27) / Dios los entrega a pasiones
vergonzosas (Romanos 1:26)

"Pero Dios" envía a Jesús al mundo, el hombre perfecto, el segundo Adán, para restaurar esa
imagen. 

Jesús vino no solo para restaurar esa imagen, sino también para apoderarse del mundo, tanto del
presente como del futuro, y para llevar a la humanidad a una posición de dominio nunca antes
experimentada.

El Salmo 8 fue interpretado mesiánicamente por Pablo en 1 Corintios 15:25, mas aunque la promesa
aún no se ha cumplido (2:8b) y, a pesar del fracaso del hombre, la promesa divina no ha fallado: 

Hebreos 2:9
9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de
gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios
gustase la muerte por todos.

Jesús cuando estuvo aquí en la tierra, ejerció autoridad sobre:

- Los peces (Mateo 17:27; Lucas 5:4-6; Juan 21:6).


- Las aves (Lucas 22:34,60).
- Las bestias (Marcos 1:12-13)

El segundo Adán, Jesús, recuperó el dominio que el hombre había perdido. Todas las cosas están
debajo de sus pies.

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La necesidad de la encarnación de Jesús

Efesios 1:20-23
20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los
lugares celestiales,
21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra,
no sólo en este siglo, sino también en el venidero;
22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia,
23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Este honor no se le dio a los ángeles, sino a Jesús. 


Dios sometió al mundo, que vendrá a Jesús (2:5). 

5 Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando;

La palabra mundo aquí no es kosmos, "Universo", como en Juan 3:16, ni eón, edades, como en
Mateo 13:49, sino oikonomen, el mundo habitado, “Dispensación”. 

El término se refiere a la era venidera, cuando Cristo , a su regreso, establecerá su dominio como el
rey davídico prometido.

Por tanto, 

Jesús al mismo tiempo Hijo de Dios e Hijo del Hombre, fue infinitamente superior a los
ángeles, porque al asumir la forma humana, como nuestro representante y sustituto,
experimentó la muerte por nosotros, para alcanzarnos la gloria que Dios le había prometido al
hombre. La muerte que Jesús sufrió por nosotros fue sacrificial, vicaria y sustitutiva. Probó la
muerte no solo bebiendo parte de la copa, sino bebiéndola hasta la última gota.

Cuando Jesús prueba la muerte de todo hombre, Dios lo corona de gloria y honor. 
La gloria y el honor otorgados a Jesús son el resultado directo del sufrimiento. 

La combinación de las dos ideas, que es ajena al pensamiento natural, es sin embargo central en el
Nuevo Testamento.

Jesús no murió por todos los hombres en el sentido de estar a favor de cada individuo sobre la faz de
la tierra. Esto resultaría en la salvación universal. Debemos recordar que el autor está escribiendo a
los creyentes judíos y enfatizando que Cristo murió por los gentiles así como por los judíos.

El mismo escritor aclara además:

¿De quién habla el escritor sagrado en este contexto? 

Se refiere a:

a) Los muchos hijos que serán llevados a la gloria (2:10)


b) Los santificados que son uno con el Santificador (2:11)
c) Los que son llamados hermanos de Cristo (2:12) 
d) Los hijos que Dios le ha dado (2.13). 

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La necesidad de la encarnación de Jesús
Esto es lo que nos da el alcance y la referencia de "todos" por quienes Cristo experimentó la muerte. 

De hecho, Cristo sufrió la muerte en lugar de cada uno de los hijos que vendrán a la gloria y por todos
los hijos que Dios le dio, tal y como el mismo lo dice en:

Juan 6:37-40
37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me
envió.
39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo
nada, sino que lo resucite en el día postrero.
40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él,
tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

Juan 10:27-29
27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi
Padre.

Entonces, además de restaurar el dominio que el hombre había


perdido en la caída, Cristo vino:

2.- Para llevar a muchos hijos a la gloria (2:10-13)


10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas
subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al
autor de la salvación de ellos.
11 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se
avergüenza de llamarlos hermanos,
12 diciendo:
    Anunciaré a mis hermanos tu nombre,
    En medio de la congregación te alabaré. 

Ahora Jesús es llamado "el Autor de la salvación" para su pueblo, el pionero que abrió el camino para
que Dios llevara a muchos hijos a la gloria.

Cristo vino en carne y entiende lo que significa eso, pero no vino solo para tener compasión de
nosotros, sino para transformarnos y llevarnos a su gloria.

El que entró en el mundo como el unigénito de Dios (Juan 3:16) ahora


vuelve al cielo como el primogénito de Dios (1:6)
Cristo es hermano primogénito de muchos otros hijos de Dios (2:10), de quienes no se avergüenza de
llamar hermanos (2:11). 

Jesús vino al mundo para que seamos familia, 


siendo él nuestro hermano mayor
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La necesidad de la encarnación de Jesús

El capitán de nuestra salvación lleva a muchos hijos a la gloria mediante la santificación (2.11). 

Dejó solo el cielo cuando vino a la tierra 


y regresa de la tierra al cielo con la multitud de sus santos. 

El Dios santo no recibirá a los malvados. No admitirá miembros muertos, ni conducirá a la posesión
de la gloria, a aquellos que le aman, ni le agradan. 

No es suficiente decir que Cristo hizo expiación por nosotros, 


necesitamos a Cristo en nosotros. 

No es solo lo que Cristo hizo en la cruz por nosotros 


lo que nos salva, también es lo que nos hace día a día. 

No solo murió por nosotros, también vive en nosotros.

Aleluya!!!

Entonces, ademas de restaurar el dominio que el hombre había perdido en


la caída (2:5-9), y llevar a muchos hijos a la gloria (2:10-13), el vino...

3.- Para destruir al diablo y liberar a los cautivos (2:14-15)

14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo
mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo,
15 y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a
servidumbre.

Jesús se hizo completamente humano. 


Es nuestro pariente de sangre. 
Es uno de nosotros. El es nuestro hermano. 
La encarnación de Cristo tiene una necesidad y un propósito. 

Era necesario convertir a los hombres en sus hermanos (2:14a). Su propósito era aniquilar la
autoridad de quien tenía dominio sobre la muerte (2:14b) y liberar a sus cautivos (2:15).

- Jesús, para identificarse con el pecador y ocupar su lugar, como su representante, garante y
sustituto, tuvo que morir, porque la paga del pecado es muerte. 

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La necesidad de la encarnación de Jesús
- Pero cuando murió, Jesús mató a la muerte, porque sacó su aguijón. Cuando murió, Jesús destruyó,
es decir, desarmó al que tiene el poder de la muerte, es decir, al diablo. El verbo "destruir" no significa
"aniquilar", porque Satanás todavía está vivo y activo. Significa "dejar inoperante, sin efecto". Satanás
no es destruido, sino desarmado.

Aunque el diablo todavía está presente, 


Jesús ya ha decretado su derrota final. 
Satanás está perdido. Su causa está perdida. 

No hay más perspectivas de victoria para él, 


porque Jesús destruyó su plan.

Es obvio que la autoridad final sobre la muerte no está en manos de Satanás, sino en las manos de
Dios y su Cristo (Deuteronomio 32:39; Mateo 10:28; Apocalipsis 1:8). 

Satanás no puede hacer nada a menos que Dios lo permita (Job 1:12; 2:6). 

Sin embargo, dado que Satanás es el autor del pecado (Juan 8:44), y que el pecado lleva a la
muerte (Romanos 6:23), en este sentido Satanás ejerce poder sobre la muerte. 

Ahora, sin embargo, podemos gritar:

1 Corintios 15:55
55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

Hoy sabemos que nada, ni siquiera la muerte, puede separarnos del amor de Dios que es en Cristo
Jesús (Romanos 8:38-39). 

Jesús mató a la muerte con su muerte, 


porque él es la resurrección y la vida. 

Nuestra esperanza maravillosa es que en el cielo, adonde vamos, la muerte ya no existirá


(Apocalipsis 21:4).

Entonces Jesús vino a destruir al diablo (2:14) y sus obras (1 Juan 3.8). 
También vino a liberar de la esclavitud a los prisioneros del diablo. 

La muerte de Jesús no fue una derrota, sino una victoria rotunda, porque fue en la cruz donde aplastó
la cabeza de la serpiente (Génesis 3:15), despojó a los principados y potestades y los expuso
públicamente al desprecio, triunfando sobre ellos en la cruz (Colosenses 2:15).

Por último, y ademas de restaurar el dominio que el hombre


había perdido en la caída (2:5-9), y llevar a muchos hijos a la
gloria (2:10-13), de destruir al diablo y liberar a los cautivos, el
vino:

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4.- Para ser sumo sacerdote fiel y misericordioso (2:16-18)


16 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de
Abraham.
17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y
fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son
tentados.

Jesús no murió para ayudar a los ángeles caídos. Para ellos, no hay esperanza ni redención. 

Jesús murió para ayudar a la descendencia de Abraham (2:16). 

El hecho de que Jesús pudo ayudarnos se debe no solo a su divinidad como Hijo de Dios, sino
también a su humanidad, por lo que obtuvo la condición de compadecerse de nosotros (2:17)

Los descendientes de Abraham no son los que tienen la sangre de Abraham corriendo por sus venas,
sino los que tienen la fe de Abraham morando en sus corazones (Gálatas 3:6-7,29). 

Aquí se destacan tres verdades.

Primero, Jesús murió para ayudar a la descendencia de Abraham (2:16). No hay redención para
los ángeles caídos, sino para la descendencia de Abraham. Jesús vino a buscar y salvar lo perdido.
Vino a salvar a los pecadores. Vino para sacarnos de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida.
Raymond 

La misión de liberación cumplida por Cristo, aquí, 


se presenta como una necesidad urgente, 
un hecho consumado y un proceso continuo.
Segundo, Jesús murió para hacer expiación por los pecados del pueblo (2:17). Jesús es el
Sumo Sacerdote fiel a Dios y misericordioso con nosotros. Con su muerte, apaciguó la ira de Dios
contra nosotros. La tormenta de la ira de Dios que se suponía que caería sobre nuestras cabezas ha
sido desviada. Él satisfizo plenamente la justicia divina al tomar nuestro lugar y cumplió todas las
demandas de la ley al morir por nuestros pecados. 

Por su muerte, somos declarados libres de condenación y reconciliados con Dios. 

Es muy singular y precioso que en ningún otro libro del Nuevo Testamento se describe a Jesús como
Sumo Sacerdote. Esta doctrina está completamente desarrollada en esta epístola (2:17-18; 3:1; 4:14-
16; 5:1-10; 6:20; 7:14-19,26-28; 8:1-6; 9:11-28; 10).

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La necesidad de la encarnación de Jesús
En tercer lugar, Jesús murió para ayudar a los que son tentados (2:18). Al encarnar, Jesús se
identificó con nosotros. Al asumir la naturaleza humana, fue tentado como nosotros y, por lo tanto,
puede comprender nuestras debilidades y ayudarnos cuando somos tentados. 

Cristo aunque sufrió y fue tentado, no cayó en la tentación. 


Para que pueda ayudarnos cuando seamos tentados.

La palabra socorro es muy expresiva, ya que se deriva del griego boe, "un grito", y thesai,
"correr". El significado completo entonces es "correr en respuesta a un grito”. 

El creyente clama a Dios por ayuda, y Dios le responde, corriendo para ayudarlo.

Amados, en las noches mas oscuras, en los momentos mas tristes, en las crisis de tentación
mas poderosas, en la crisis de fe mas radical que enfrentemos, Dios responderá al grito de
clamor por ayuda.

Ningún clamor dejará de ser escuchado, ninguna tentación dejará de ser aliviada por nuestro buen
Dios que socorre a los que están en terribles necesidades y claman al Dios de los cielos con pasión y
fe.

El apóstol Pablo aclara: 

1 Corintios 10:13
13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la
tentación la salida, para que podáis soportar.

Es realmente impresionante de que tengamos a alguien sentado a la diestra del Padre


intercediendo por nosotros. Un miembro representante de la raza humana, Jesuscristo
hombre, quien ha sido exaltado a lo sumo y recibió un nombre sobre todo nombre, para que
en ese nombre tengamos victoria sobre el pecado. Aleluya!

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