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El gallo de oro

Juan Rulfo

Por: Zevallos Meza, Vanessa


Juan Rulfo
Juan Nepomuceno Carlos Pérez
Rulfo Vizcaíno, (16 de mayo de
1917), fue un escritor, guionista
y fotógrafo mexicano,
perteneciente a la generación del
52. Mayor exponente de la
literatura latinoamericana.
El gallo de oro
Es una novela corta que
inicialmente fue escrita en los
años 1956 y 1958, pero que al
final fue publicada en 1980.
Narra la historia de un hombre
que sufre las peripecias de su
vida y que la llegada de este
animal, gallo, cambia
fortuitamente su vida y le da
ese giro necesario para bien o
para mal.
La “suerte” como desdicha en El gallo de
oro de Juan Rulfo
¿Cómo funciona la idea de
“suerte” en El gallo de oro de
Juan Rulfo?
El gallo de oro
Empecemos con el animal que despierta y se introduce a manera de
amuleto y de suerte en la vida de Dionisio: un gallo. Sí, con un simple gallo
se inicia todo este desenlace en su vida. Se sabe que él vivía en San Miguel
del Milagro y ahí existían las típicas peleas de gallos que concurrentemente
hacían los hombres del pueblo. Tras una pelea un gallo queda casi al punto
de ya fallecer y así hubiera sido sino fuera por Dionisio que quiso
quedárselo sin ningún interés de por medio, pues las posibilidades de que
sobreviva eran casi nulas.
Entonces, la idea de “suerte” como desdicha empieza precisamente a partir
de ahí, tras ser un hombre más en este mundo que sobrevivía a la pobreza y
con la muerte de su mamá consumada; se aleja de aquel pueblo que solo le
trajo peripecias y desdicha, a lado de su gallo que por milagro sobrevivió.
Quien así ejercía este oficio era Dionisio Pinzón, uno de los hombres más
pobres de San Miguel del Milagro. Vivía en una casucha desvencijada del
barrio del Arrabal, en compañía de su madre, enferma y vieja, más por la
miseria que por los años. (Rulfo, 1980:45)
El concepto de «suerte» — o de mala suerte — no implica forzosamente
'superstición', aunque sus agentes y exponentes, la explotación del
concepto o la obsesión por vivir de su lado, lleguen a constituirla. Como el
«oro», la suerte se vive como un valor incuestionable, convencional o
absoluto. Oro y suerte forman una dupla para Dionisio Pinzón, desde que
le llega la inesperada suerte de que le regalen un gallo desahuciado,
moribundo, única llama de vida que representa la suya propia.
(Ruffinelli, 1980:33)
—No queda más remedio que rematarlo.
Y ya estaba dispuesto a torcerle el pescuezo, cuando Dionisio Pinzón se
atrevió a
contenerlo:
—No lo mate —le dijo—. Puede curarse y servirá aunque sea para cría.
El de Chihuahua rio burlonamente y le arrojó el gallo a Dionisio Pinzón
como quien se desprende de un trapo sucio. Dionisio lo alcanzó a coger
al vuelo, lo arropó en sus brazos con cuidado, casi con ternura y se
retiró con él del palenque. (Rulfo, 16980:45)
Esta “suerte” no es más que el inicio de un trágico final, pues si bien al principio
gracias a este gallo dorado él empieza a enriquecerse y cambiar esa mentalidad
pesimista que suelen tener los personajes de Rulfo, tras ganar varias batallas de
gallos en San Juan del Río; su “suerte” empieza a enriquecerse aún más o quizá
debamos decir, cuánta más gane ello, más se irá acabando.
Esta idea de “suerte” también va de la mano de “La Caponera”. Parte de la suerte
de Dionisio es haber conocido a esa mujer, que al principio no sentía merecerla y
tras distanciarse de ella, debido a que él regresó a su pueblo, tiempo después logran
casarse. Ella, una mujer independiente que pudo ser feliz con cualquier hombre,
por su voz y por su belleza. La vida los juntó. Inicialmente funciona bajo esta
“suerte” que menciona Ruffinelli, porque se entabla esta conexión a raíz de una
apuesta que ella le propone y él acepta. Entonces asocia la “suerte” con el término
“oro” que efectivamente se le añade al gallo, tras tener plumas doradas.
La suerte se asocia al oro y en esa unión, al menos temporalmente,
permanece. Más adelante, con Bernarda, quien ya se ha convertido
en su mujer y le ha dado una hija, Dionisio visita a Benavides en su
inmensa casa de Santa Gertrudis. Nuevamente el oro y la suerte y la
desgracia: el furor del juego destruye al antiguo compañero y
maestro pues Dionisio le gana en las cartas, le gana la casa, todas
sus propiedades: con «un solo seis de oros». (Ruffinelli, 1980: 35)
Bernarda casada con Dionisio, mueren los dos en el mismo día. Tras seguir la

“suerte” que le acompañaba desde que lo conoció, deciden estar juntos; sin saber

que su vida cambiaría de una manera radical. Aislada, esclavizada, por la fortuita

fortuna de Dionisio y dependiente hasta final de él; la codicia y ambición lo

sosegó y las consecuencias recayeron en ella y también en la de su hija. Ambos

personajes, con un final que quizá se pudo evitar y esa “suerte” que los unió es

tomado como una paradoja para Ruffinelli, pues es tomado como la maldición de

la suerte.
En ese cuarto tengo guardado un ataúd —dijo señalando una pequeña
puerta de
un lado de la sala—. Eso no entró en el juego… Todo, menos el ataúd.
Enseguida abandonó la sala. Se oyeron por un rato sus pasos al
recorrer el largo corredor de aquel caserón. Después sonó un disparo
seco, como si hubieran golpeado con una vara una vaqueta de cuero.
ESA MISMA TARDE LOS ENTERRARON: en el pequeño camposanto
de Santa Gertrudis. A ella en un cajón negro, de madera corriente,
hecho aprisa. A él en el féretro gris con molduras de plata, que había
conservado oculto desde el tiempo en que no pudo utilizarlo para
guardar los restos de su madre. (Rulfo, 1980:81)
Por lo tanto, Bernarda “La Caponera” conoce su desdicha a la par que conoce
a Dionisio; si bien tenía un gusto por él, no se unió más que para acabar con
su solitaria como ella misma lo decía. Así solo estaba destinada recibir, un
apoyo económico por parte de él a cambio de no perder su libertad; cosa que
con el tiempo ello sucede, pese a querer evitarlo. Esa “suerte” no era de ella,
sino de él y al seguir algo que no le pertenecía, concluye con una vida llena
de desgracias y que posiblemente también sucedería lo mismo con su hija.
Aunque ello solo podemos especular.
Dionisio Pinzón, un personaje que si bien salió de ese encuadramiento de vida que llevaba y
miró hacia futuro prometedor; dejándose llevar por su “suerte” no hizo más que desviar su
camino, segado por su ambición que crecía más cuanto más jugaba y que sin importar la
vida de su esposa y su hija; solo quería acaparar más. Llevándolo a una muerte más rápida.
Por con siguiente, esta idea de “suerte” no es más que la destrucción que iba acortando su
vida. Y que esa idea, sí va de la mano junto a la desdicha que de por sí ya era así su vida;
solo fue una ayuda para que esta fuera más rápido. Pudiendo así este personaje tomar otro
rumbo y no terminar como los típicos personajes de Juan Rulfo, este no llega a ser la
excepción.
Bibliografía:

Rulfo, J. (1980). El gallo de oro. Recopilado:


https://www.holaebook.com/book/juan-rulfo-el-gallo-de-oro.html

Ruffinelli, J. (1980). Rulfo: El gallo de oro o los reveses de la


fortuna. Cahiers du monde hispanique et luso-brésilienÑ, 31-41.

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