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Parece natural hablar de una investigación cualitativa diferenciada de una investigación cuantitativa.

Algunas ideas florecen en los campos de reflexión, y luego de cierto tiempo, se naturalizan y se
cobijan de un consenso del que ya luego es difícil desligarse. Ya incluso los llamados métodos
mixtos lo aceptan, y buscan más bien, anidarse en el espacio que supuestamente aparece entre unos
y otros. Me recuerda los intensos debates en los siglos XVIII y XIX acerca de la preponderancia
entre el análisis fenomenológico y el análisis formal de los sistemas mecánicos: con posterioridad la
investigación vendría a demostrar que lo que realmente incumbe a los científicos es el juego
dialéctico entre fenómenos y representaciones.

Un Marco para la Investigación Cualitativa

Iniciemos con un postulado que puede llegar a ser controversial: la distinción entre investigación
cualitativa y cuantitativa es una operación artificiosa. La denomino artificiosa en tanto es un juicio a
posteriori sobre lo conocido, sobre los modos en que se ha conocido, pero que en realidad intenta
hacer pasar subrepticiamente un problema más profundo: quién es el conoce. La cuestión del sujeto
es un asunto central, pero transversal a la división cuali/cuanti. Para algunos, el saber está dado por
la estructura, por lo extrasubjetivo, por lo que se demuestra en sí mismo: lo estadístico. Para otros,
el saber está dado por lo que se representa el que conoce, por lo que este percibe: lo individual. Una
apuesta por la exclusión del sujeto pues este falla, tiene prejuicios, nubla la transparencia del
fenómeno con su dependencia del lenguaje. La otra apuesta por una individualidad capaz de
enseñorearse de la realidad, de representarla, de ponerla en palabras. Podríamos resumir
(atrevidamente, por supuesto) el debate filosófico del siglo XX como una pugna entre lo
fenomenológico y lo lógico (Badiou, 2005). El nuevo siglo, en contraste, inicia con nueva pregunta:
el sujeto. Las condiciones de constitución de la subjetividad están dadas tanto por una estructura
que sobrepasa (en el tiempo y el espacio) al individuo, como también por una cuota que subyace en
el interior mismo del individuo. Un ejemplo: el lenguaje es un sistema cerrado de signos con
posibilidad de significación; no necesita individuos para constituirse y establecer sus reglas. No
obstante, solo los sujetos hablan, solo ellos pueden darle el despliegue para abrir el mundo del
habla: sin necesidad de sujeto, pero solo a través del sujeto.

Lo que podríamos concebir investigación cualitativa sería, desde este marco, una entrada al
conocimiento por vía subjetiva. Su límite: la individualidad e idiosincrasia que solo la estructura
supera. En otras palabras, el saber en cuanto discurso acerca de la realidad es el producto de un
encuentro (que incluso llega a ser un desencuentro): la percepción del individuo en perspectiva de
asunto estructural. Lo cualitativo, entonces, aparece como un modo de introducción, como una
opción de entrada a una materia que no es completamente individual, que no es completamente
estructural. En términos educativos, y en general de las ciencias sociales, este es un tema crucial.
Mientras que en las denominadas ciencias físicas es posible hacerse una cierta idea de realidad
extrasubjetiva, de fenómenos que es posible describir en tanto lo existente, en las ciencias sociales y
humanas lo real es el sujeto mismo. Lo que constituye la mirada analítica (la subjetividad) es lo que
constituye al mismo tiempo el problema de estudio (el sujeto). Es por esto, que la investigación está
siempre animada por la acción, la intervención, pues justamente es la introspección en el sí mismo
que nos hace como somos y al cuál siempre estaremos dispuestos a cambiar.

El Estatuto del Dato

Desde la perspectiva esbozada anteriormente, cabe preguntarse ¿qué es un dato cualitativo? Creo
que sería importante circunscribir el significado de lo que entenderíamos por dato. Operativamente
definamos el dato como el resultado de un instrumento. El problema, entonces, estriba en
determinar lo que es un instrumento. Koyré (1994), a propósito de los instrumentos científicos los
define como el producto de una matematización de lo real: no es exacto como los objetos
matemáticos, pero tampoco aproximados y vagos como los objetos del mundo. Los instrumentos
son precisos. Parece que esta definición resulta coincidente con la perspectiva de subjetividad que
hemos presentado anteriormente: el resultado de la fusión entre algo estructural y al real. Los datos,
de esta manera, serán los signos y símbolos que se producen a partir de instrumentos. Un dato
cualitativo será un signo construido a partir de un instrumento cualitativo, pero y ¿cuáles son estos?
Pues aquellos que funcionan a partir de las impresiones individuales, más recuérdese que no en un
sentido indiosincrásico sino en el sentido dialéctico. Podemos recoger aquí, que incluso el
investigador se convierte en instrumento al observar, pues su mirada es producto de la
subjetivación. Es por esto, que en la medición cualitativa el sujeto habla, cuenta, describe, señala,
indica, a través de diversos outputs como viñetas, narraciones, audios, videos, etc. A propósito de
esto, la contemporaneidad nos ha provisto de más medios de habla que el texto escrito por lo que las
posibilidades de procesamiento y disposición de esos datos cualitativos (esas narrativas) resultan
exponencialmente acrecentadas. El procesamiento de los textos (recuérdese que nos referimos a
escritos, imágenes, sonidos) tiene hoy a su disposición un sinnúmero de alternativas para llevarse a
cabo.
Colofón
El conocimiento tiene un aspecto ético ineludible: se puede decidir los medios y las maneras de
investigar. Si hemos propuesto la investigación desde una perspectiva distinta a la oposición
cualitativa/cuantitativa, la elección será igualmente en el mismo sentido. Particularmente para el
trabajo de fin de máster que se me exige, no puedo más sino determinar que la entrada será
cualitativa: de lo individual a lo estructural.
Referencias Bibliográficas

Badiou, A. (2005). La aventura de la filosofía francesa. New Left Review, 35, 67-77.

Koyre,́ A. (1994). Pensar la ciencia (1º ed.). Barcelona: Paidoś ;I.C.E. de la Universidad

́
Autonoma de Barcelona.

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