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1.

Estudio Bíblico de la ESCUELA BIBLICA,


siguiendo al maestro.
https://www.escuelabiblica.com/estudio-
biblico.php?id=409
1 Reyes 12:31-14:9

En nuestro programa de hoy nos encontramos ya al final del capítulo 12 de


este Primer Libro de Reyes. En nuestro encuentro anterior, dijimos que Jeroboam
había instalado un becerro de oro en Bet-el, y el otro en Dan. Y los había puesto
en esos lugares para que el pueblo no tuviese que subir a Jerusalén a adorar en el
Templo. Y esto, dijimos, marcaba la división del reino, es decir, la formación del
reino del norte y del reino del sur. Continuaremos hoy leyendo los versículos
finales de este capítulo 12, o sea, los versículos 31 al 33:

"Hizo también casas sobre los lugares altos y designó sacerdotes de entre el
pueblo que no eran de los hijos de Leví. Luego instituyó Jeroboam una fiesta
solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne
que se celebraba en Judá, y ofreció sacrificios sobre un altar. Lo mismo hizo en
Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en
Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado. Sacrificó, pues,
sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el
mes que él había inventado según el dictado de su propio corazón. Así hizo fiesta
a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso."

En nuestro estudio, vamos a seguir el relato sobre el reino dividido. Usted


se dará cuenta que el método usado en los Libros de los Reyes, es el de registrar
algo de la historia en cuanto a Israel, y luego algo en cuanto a Judá. O sea, que el
relato va de uno a otro. Al avanzar en nuestro estudio, pues, consideraremos a
ambos reinos, pero el reino de Judá duraría más tiempo que el reino de Israel.
Además, prácticamente casi todos los profetas, excepto los profetas de después
del cautiverio, profetizaron durante este período. Usted puede referirse a una
Tabla Cronológica de los Reyes del Reino Dividido y allí podrá ver qué reyes de
Judá y de Israel fueron contemporáneos, o sea cuales de ellos reinaron al mismo
tiempo en ambos reinos y qué profetas profetizaron durante cada reino.

Bien, esto pues, nos trae al final del capítulo 12 de este Primer Libro de
Reyes. Como hemos visto, Roboam fue el rey del reino del sur (o de Judá)
siguiendo en la línea Davídica. Jeroboam, por su parte, se constituyó en el rey del
reino del norte (o de Israel). Implantó la idolatría en el norte al instalar dos
becerros de oro en Bet?el y en Dan para que el pueblo no tuviera que subir más a
Jerusalén para adorar. Hubo, pues, una clara división y pronto estallaría la guerra
civil, que continuaría hasta que el reino del norte fuese a la cautividad. Y veremos
que el reino del sur también iría más tarde a la cautividad. Éste fue un período
triste en la vida de la nación de Israel. Contiene muchas lecciones para nosotros y
para los gobiernos de la época actual.

Y pasamos ahora al capítulo 13 de este Primer Libro de los Reyes. Se ve


aquí el juicio de Dios contra el falso altar de Jeroboam. En este capítulo la mano
de Jeroboam se secó y mediante la oración del profeta, la mano fue restaurada. Se
relata también el extraño incidente del hombre de Dios que fue engañado por otro
profeta. El profeta desobediente fue muerto por un león y sepultado por el viejo
profeta. Tenemos al final, la terquedad de Jeroboam.

Hemos llegado así a la división del reino después de la rebelión encabezada


por Jeroboam, quien asumió el gobierno de las diez tribus del norte, con las que
formaría el reino de Israel. Roboam, quien ciertamente no tenía la sabiduría ni las
dotes diplomáticas de su padre Salomón, fue en realidad el responsable de que se
produjera esta división del reino. Y veremos más adelante que el reino del norte
sería llevado a la cautividad en Asiria, mientras que el reino del sur acabaría en la
cautividad en Babilonia.

Ahora, puede que haya algo de confusión al estudiar esta sección y al leer
acerca de un rey tras otro rey. Al leer sobre un rey determinado uno se preguntará
si se trataba de un rey del reino del norte o del reino del sur, o si era un rey bueno
o malo. Por tal motivo, recomendamos el uso de una tabla cronológica de los
Reyes, para seguir mejor la lectura.

Ahora, usted se dará cuenta que en el reino del norte, todos los reyes
fueron calificados como malos. No hubo ni uno entre ellos, que fuera bueno. Esto,
por supuesto, simplifica algo el estudio.

Probablemente hubo ocho reyes en el reino del sur, durante un período de


200 años, que podríamos llamar buenos. Los demás, fueron malvados. Ésta fue,
pues, una mancha negra sobre la historia de Israel. Sin embargo, creemos que
cualquiera encontrará una historia similar en otros pueblos. Ahora, lo que hizo de
ésta una situación tan trágica, fue que los israelitas tenían luz del cielo, tenían una
revelación de Dios, y por lo tanto, su responsabilidad era mayor. Y quisiéramos
reflexionar aquí un poco sobre la vida de Salomón para ver el motivo por el cual, el
reino fue dividido. Y así veremos lo que sucedió.

A Salomón le fue concedida una provisión especial de


sabiduría de Dios para administrar el reino. Sin embargo, al
parecer, esa sabiduría no pasó a formar parte de su propia
vida personal. Salomón evidentemente no tenía ninguna
sabiduría ni discernimiento espiritual. Sí tenía ciertos
principios y conceptos fundamentales que le ayudaron a ser
un soberano muy sabio, pero parece que éstos no afectaron a
su vida personal o privada ni ciertamente, su vida espiritual.
Ya temprano en su vida se vio que nunca en verdad rompió
con la falsa religión. Usted recordará que al principio, cuando
llegó al trono, había idolatría y no adoptó ninguna medida
contra ella. Es como si hubiera mirado para otro lado. Luego
empezó a ocuparse en actividades que serían su señal de
prosperidad material tales, como por ejemplo, enviar naves
para traer de vuelta monos y pavos reales. El coleccionar
animales no era malo en sí mismo, pero esas obsesiones
estaban demás en alguien que había sido llamado a testificar
y a vivir para Dios. Y Salomón tenía una verdadera debilidad
en ese tipo de extravagancias.

Cipriano: Esto no me gusto, las


opiniones a favor o en contra de los
autores BIBLICOS, se las dejamos alñ
mismo DIOS, El es quien juzgo y
juzgara…..por ello, te alerto, cuando
algún autor hace esto, y menciona que
SALOMONO tal y tal…..yo no le hago
absolutamente caso……por lo tanto
toma los hechos mencionados en el
estudio de manera fría!!!. Ok?.....no te
dejes convencer por ningún autor…más
que por aquel quien murió en la CRUZ,
y deja siempre que él te guie!!!!!, toma
los hechos como ocurrieron y la
exegesis debe tener el carácter de
teología pura, osea, basamento bíblico
que te sustente……

Osea : En que parte de la Biblia dice


que SALOMON no fue sabio?......donde
se sustenta este autor entonces?

Lo poco que deja ver su intelecto


tómalo lo demás desechalo….y si lo vas
a citar hazlo con mucha delicadeza.
Fijate como sigue el siguiente
párrafo…….jajajjaja a veces ellos
mismo no leen lo que escriben!
El Libro de Proverbios revela la sabiduría de Salomón, pero el Libro de
Eclesiastés revela su necedad o insensatez. Usted no encontrará ningún fallo de
Salomón ni de su padre David, registrado en los Libros de Crónicas. Los dos Libros
de Crónicas abarcan el mismo período que tenemos aquí en los Reyes, con una
sola diferencia. En los libros de los Reyes tenemos el punto de vista humano, un
registro de la historia. En Crónicas tenemos el punto de vista de Dios. Dios
perdonó a David, y al hacerlo, borró sus pecados; escritos desde el punto de vista
de Dios, al haber sido perdonado, el pecado no fue mencionado en los libros de
Crónicas. Pero, Dios lo incluyó en los Libros de los Reyes para que lo vieran los
seres humanos. De la misma manera, Dios perdonó a Salomón sus errores y su
pecado tampoco quedó registrado en Crónicas. Ahora, en Reyes vemos las
debilidades de Salomón y como comenzó aumentando el número de sus mujeres.
Dios nunca aprobó la poligamia y se enojó con Salomón por este pecado.

Lo interesante es que la inmoralidad y la falsa religión siempre van juntas.


Juan lo expresó claramente para los cristianos, cuando dijo en su primera carta,
capítulo 1, versículo 6: "Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en
tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad". No debemos engañarnos. No se
puede vivir en pecado, y a la vez servir a Dios, teniendo comunión y
compañerismo con Él. Es posible quizás, engañar a todos los que le rodean, pero
no a Dios.

Salomón constituyó un gran fracaso. Probablemente hubo dos hombres en


las Escrituras que tuvieron un gran potencial, así como grandes posibilidades y
oportunidades, como pocos otros las hayan tenido. Uno fue Sansón y el otro
Salomón. Pero ambos, fallaron a Dios de una manera trágica. En el libro de
Eclesiastés, capítulo 2, versículo 17, Salomón dijo: "Por tanto, aborrecí la vida,
pues la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa, por cuanto todo es
vanidad y aflicción de espíritu". La gloria de Salomón fue una gloria pasajera.
Ahora, en el evangelio según San Mateo, capítulo 6, versículos 28 y 29, el Señor
Jesucristo mismo, dijo: "Considerad los lirios del campo, como crecen: no trabajan
ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de
ellos". Podemos decir que las riquezas y los logros de este mundo constituyen
también una gloria transitoria. Hemos citado aquí estos antecedentes de Salomón
porque estamos contemplando a un reino dividido; y una división provocada por el
pecado de Salomón.

Vamos a considerar ahora

La profecía contra el altar falso de Jeroboam

Y vamos a pasar algo rápido por esta sección histórica. Estaremos siguiendo
el curso de los dos reinos. Veremos a uno, inmediatamente después del otro, y a
veces juntos. Tenemos aquí que a Jeroboam, quien accedió al trono en el reino del
norte, le fue dada la oportunidad de servir verdaderamente a Dios. Sin embargo su
temor era que las tribus del norte fueran a Jerusalén para adorar. Si lo hacían,
pensaba él, podría producirse la reunificación del reino; y él quería mantenerlo
dividido. De modo, que Jeroboam mandó fabricar dos becerros para la adoración,
a fin de que no subieran más a Jerusalén para adorar. Uno de ellos estaría
instalado en Samaria, y el otro en Bet-el. Comencemos, pues, leyendo los primeros
dos versículos de este capítulo 13 del Primer Libro de Reyes:

"Mientras Jeroboam quemaba el incienso junto al altar, un hombre de Dios


vino de Judá a Bet-el, enviado por el Señor. Aquél clamó contra el altar por
mandato del Señor y dijo: Altar, altar, así ha dicho el Señor: A la casa de David le
nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los
lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán huesos de
hombres."

En este momento haremos una pausa. Es interesante el período en que


reinó Josías. Reinaría unos trescientos años después, pero el profeta de Dios lo
señaló en este momento de nuestro relato, llamándolo por su nombre, mucho
antes que naciera. Josías sería un buen rey y reinaría durante 31 años. (Joel sería
el profeta durante su reinado.) Josías sería el impulsor de uno de los cinco grandes
movimientos de renovación espiritual que tendrían lugar durante este período de
los reyes. Estaremos hablando más acerca de esos movimientos cuando lleguemos
en nuestro estudio a los Libros de Crónicas. Estos movimientos de renovación no
se mencionan aquí en los Libros de Los Reyes, sino solamente en Crónicas, los
libros que, como hemos ya dicho, presentan el punto de vista de Dios. Y la
renovación siempre forma parte del punto de vista de Dios.

Pues, bien, este profeta de Dios profetizó contra un altar, diciendo que Dios
iba a levantar a un hombre que destruiría tales altares, y Josías sería el hombre
designado para cumplir esa tarea. Continuemos ahora, leyendo los versículos 3 y 4
de este capítulo 13 del Primer Libro de Reyes:

"Ese mismo día dio una señal diciendo: Esta es la señal de que el Señor ha
hablado: el altar se quebrará y la ceniza que sobre él está se derramará. Cuando
el rey Jeroboam oyó la palabra del hombre de Dios que había clamado contra el
altar de Bet-el, extendiendo su mano desde el altar, dijo: ¡Prendedle! Pero la mano
que había extendido contra el hombre de Dios se le secó, y no la pudo enderezar."

Jeroboam estaba junto al altar cuando el mensajero de Dios profetizó.


Estaba presentando un sacrificio al becerro de oro. Ahora, cuando el hombre de
Dios terminó de hablar, Jeroboam extendió su mano contra él. En otras palabras,
el rey estaba diciendo: "¡Apresadlo! Tiene que morir". Cuando el rey señaló con el
dedo al mensajero de Dios, su mano se secó y quedó paralizado. Continuemos
ahora con los versículos 5 hasta el 10 de este capítulo 13 del Primer Libro de
Reyes:

"El altar se rompió y se derramó la ceniza que había en él, conforme a la


señal que el hombre de Dios había dado por mandato de Jehová. Entonces el rey,
dirigiéndose al hombre de Dios, dijo: Te pido que ruegues ante la presencia de
Jehová, tu Dios, y ores por mí, para que mi mano sea restaurada. El hombre de
Dios oró a Jehová y la mano del rey se le restauró; quedó como era antes. El rey
dijo al hombre de Dios: Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente.
Pero el hombre de Dios respondió al rey: Aunque me dieras la mitad de tu casa no
iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar. Porque así me está
ordenado por mandato de Jehová, que me ha dicho: No comas pan, ni bebas
agua, ni regreses por el mismo camino. Regresó, pues, por otro camino, y no
volvió por el camino por donde había ido a Bet-el."

El rey imploró al enviado de Dios que rogara por él para que su mano fuera
restaurada. Ahora, la mano le fue sanada, y estando agradecido, el rey ofreció
llevar consigo a casa al hombre de Dios para darle una recompensa. Pero vemos
que éste rehusó el ofrecimiento, pues no se comprometería con la maldad y la
idolatría. Éste fue, pues, un gesto notable que hay que destacar hoy, y que
constituye un ejemplo de honestidad doctrinal, en una época donde se transige o
se hacen concesiones para evitar actitudes de rechazo en la sociedad, y para
mantener una supuesta imagen de tolerancia.

Así son los días en los que estamos viviendo y así fueron también los malos
tiempos de Jeroboam, y el profeta no estuvo dispuesto a quedarse e implicarse en
ninguna relación de compañerismo con el rey.

Sin embargo, en los versículos siguientes veremos que este profeta fue
engañado por otro profeta para desobedecer al Señor y sufrió trágicas
consecuencias. Aunque había sido precavido para no asociarse con un rey idólatra,
fue engañado por un hombre que alegó tener instrucciones contrarias de parte de
Dios. Puede usted leer los detalles de este incidente en los versículos 11 al 32. En
cuanto a nosotros, que vivimos en días muy parecidos a los de Jeroboam,
necesitamos ejercitar la misma cautela y discernimiento que aquel mensajero de
nuestro relato necesitó para no cometer el error de desobedecer a Dios. Leamos
los versículos 33 y 34 de este capítulo 13 del Primer Libro de Reyes:
"Con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino, sino que volvió a
designar sacerdotes de los lugares altos de entre el pueblo, y a quien quería lo
consagraba para que fuera de los sacerdotes de los lugares altos. Esto fue causa
de pecado para la casa de Jeroboam, por lo cual ha sido cortada y raída de sobre
la faz de la tierra."

Y así llegamos al final del capítulo 13 del Primer Libro de Reyes, y a

1 Reyes 14:1-9

El Capítulo 14 describe los reinos de Jeroboam en Israel y Roboam, en Judá,


y establece las pautas para la trayectoria lamentable de los reyes del reino
dividido. No hubo un solo rey bueno en el reino del norte de Israel. Todos aquellos
19 reyes fueron malos. En el reino del sur, en Judá, hubo 20 reyes, de los cuales
12, fueron malos reyes. Solo 8 de ellos pudieron ser considerados como buenos
reyes, y de estos 8, solo 5 fueron sobresalientes.

En este capítulo, Abías, hijo de Jeroboam, rey de Israel, del reino del norte,
cayó enfermo. Jeroboam envió a su esposa disfrazada y con regalos al profeta
Ahías. La respuesta del Señor, comunicada por medio del profeta Ahías fue que el
niño moriría y, además, le transmitió una profecía adicional sobre el juicio divino
sobre la familia de Jeroboam, por haber llegado más lejos que nadie en la difusión
de la idolatría y en su desobediencia a Dios. Nadab, hijo de Jeroboam, le sucedería
en el trono.

Tenemos también en este capítulo el reino malo de Roboam, en el reino de


Judá, en el sur. Roboam guió al pueblo hacia la idolatría y el pecado. Sisac, rey de
Egipto, sitió a Jerusalén: atacó y despojó a la ciudad, llevando como despojos, los
escudos de oro que Salomón había hecho. Hubo también un gran deterioro
espiritual en el reino. También tenemos en este capítulo 14, la muerte de Roboam,
hijo de Salomón, que sería sucedido por su hijo Abiam.
Comencemos entonces nuestra consideración más detallada de este capítulo
14 del primer libro de los Reyes, leyendo los versículos 7 y 8, en los cuales el
profeta Ahías le transmitió el mensaje del

Juicio de Dios sobre Jeroboam

"Ve y dile a Jeroboam: Así dijo el Señor, Dios de Israel: Yo te levanté de en


medio del pueblo, y te hice príncipe de mi pueblo Israel. Le quité el reino a la casa
de David y te lo entregué a ti. Pero tú no has sido como David, mi siervo, que
guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo
solamente lo recto delante de mis ojos, sino que hiciste más mal que todos los que
te han precedido, pues fuiste y te hiciste dioses ajenos e imágenes de fundición
para enojarme, y a mí me has despreciado."

A partir de este momento, David sería la norma para evaluar y comparar la


conducta de los reyes de los reinos del norte y del sur. Aquí vemos que Jeroboam
no había alcanzado el nivel de obediencia y devoción requerido por Dios, y que
había caracterizado al rey David. Y, en consecuencia, fue juzgado y desechado por
Dios.

Los acontecimientos históricos de esta sección que hoy hemos considerado,


pusieron en evidencia cómo el alejamiento de Dios, la desobediencia a Sus
principios y la idolatría, resquebrajaron la unidad del reino, que se dividió en dos
partes, y luego fueron minando la solidez de cada uno de los reinos, el reino del
norte y el del sur. Recordemos que la historia ha ofrecido, antes y después de este
período, el mismo proceso, con diferentes nombres aunque con los mismos
trágicos resultados. La semilla de la maldad y la rebeldía ha dado lugar, hasta
nuestros días, a la misma cosecha. Por ello, fueron y son oportunas las
advertencias del rey David, que fueron desechadas por la mayoría de los reyes de
Israel y de Judá y por los seres humanos de todas las épocas de la historia, y de
todas las condiciones sociales y niveles culturales. Estimado oyente, la misma
advertencia es válida para nuestro tiempo y constituye, al mismo tiempo, una
invitación para usted y para todos: Dijo el rey-poeta en el Salmo 95:7 y 8: "si oís
hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones."

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2. Estudio Bíblico de BENDICIONES


CRISTIANAS
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reyes-12-division-del-reino-rebelion-de-israel/

1 de Reyes 12:1 División del Reino Rebelión de Israel[a] Roboam fue a Siquem,[b]
porque todo Israel había ido allí para hacerlo rey.[c]

La coronación de Roboam se llevó a cabo en Siquem, aproximadamente a 56 km al


norte de Jerusalén. Lo normal hubiera sido ungir al nuevo rey en Jerusalén, la
ciudad capital. Roboam se dio cuenta de que habría problemas con Jeroboam y fue
hacia el norte para tratar de mantener buenas relaciones con las tribus del norte.
Probablemente eligió Siquem debido a que era un lugar antiguo donde se llevaban
a cabo los pactos. Cuando se dividió el reino, Siquem llegó a ser la capital del reino
del norte por un breve período.

1 de Reyes 12:2 Aconteció que lo supo Jeroboam[d] hijo de Nabat, que aún estaba
en Egipto, adonde había huido del rey Salomón, y donde vivía.

Los líderes de las tribus del norte mandaron a buscar a Jeroboam para que actuara
como su vocero. Durante la coronación de Roboam, aquel le comunicó la petición
popular de rebaja de impuestos.
1 de Reyes 12:3 Enviaron a llamarlo, y él se presentó con toda la congregación de
Israel, y le dijeron a Roboam:

1 de Reyes 12:4 –Tu padre agravó nuestro yugo. Alivia tú ahora algo de la dura
servidumbre de tu padre y del pesado yugo que nos impuso, y te serviremos.

1 de Reyes 12:5 Él les respondió: –Idos, y de aquí a tres días volved a mí. Y el
pueblo se fue.

1 de Reyes 12:6 Entonces el rey Roboam pidió consejo de los ancianos[e] que
habían servido a su padre Salomón cuando vivía, y dijo: –¿Cómo aconsejáis
vosotros que responda a este pueblo?

Roboam pidió consejo, pero no evaluó cuidadosamente lo que se le dijo. De


haberlo hecho, se hubiese dado cuenta de que el consejo ofrecido por los ancianos
era más sabio que el de sus amigos. Para evaluar los consejos, pregúntese si el
mismo es realista, viable y coherente con los principios bíblicos. Determine si los
resultados de seguir el consejo serán justos, harán mejoras y darán una solución o
dirección positiva. Busque consejo de aquellos más experimentados y más sabios.
El consejo es útil sólo si está de acuerdo a los estándares de Dios.

1 de Reyes 12:7 Ellos le hablaron así: –Si te pones hoy al servicio de este pueblo,
lo sirves y le respondes con buenas palabras, ellos te servirán para siempre.

1 de Reyes 12:8 Pero él desechó el consejo que los ancianos le habían dado, y
pidió consejo de los jóvenes[f] que se habían criado con él y estaban a su servicio.

1 de Reyes 12:9 Y les preguntó: –¿Cómo aconsejáis vosotros que respondamos a


este pueblo que me ha hablado diciendo: “Alivia en algo el yugo que tu padre nos
impuso”?

1 de Reyes 12:10 Entonces los jóvenes que se habían criado con él le


respondieron: –Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: “Tu
padre agravó nuestro yugo, pero tú alívialo en algo”; así les hablarás: “El menor de
mis dedos es más grueso que la cintura de mi padre.[g]

1 de Reyes 12:11 Ahora, pues, mi padre os cargó con un pesado yugo, pero yo lo
haré más pesado aún; mi padre os castigó con azotes, pero yo os castigaré con
escorpiones”.

1 de Reyes 12:12 Al tercer día se presentó Jeroboam con todo el pueblo ante
Roboam, según el rey lo había mandado, cuando dijo: «Regresad a verme al tercer
día».

1 de Reyes 12:13 Pero el rey respondió al pueblo duramente, desechando el


consejo que los ancianos le habían dado,

1 de Reyes 12:14 y hablándoles conforme al consejo de los jóvenes, les dijo: «Mi
padre agravó vuestro yugo, pero yo lo haré más pesado aún; mi padre os castigó
con azotes, pero yo os castigaré con escorpiones».

1 de Reyes 12:15 Así que no oyó el rey al pueblo, pues era un designio de Jehová
para confirmar la palabra que había dado a Jeroboam hijo de Nabat por medio de
Ahías, el silonita.[h]

Uno de los misterios de las Escrituras es cómo Dios obra por medio de los seres
humanos a fin de realizar sus propósitos. Aquí los intereses egoístas de Roboam
fueron utilizados por el Señor para cumplir su promesa por medio del profeta
Ahías.

Tanto Jeroboam como Roboam hicieron lo que era bueno para ellos mismos, no lo
que era bueno para el pueblo. Roboam fue duro y no escuchó lo que el pueblo
dijo. Jeroboam estableció lugares nuevos de adoración para evitar que su pueblo
viajara a Jerusalén, la capital de Roboam. Ambas acciones fueron
contraproducentes. La acción de Roboam dividió al reino, y la de Jeroboam alejó al
pueblo de Dios. Los buenos líderes ponen los intereses de los seguidores antes que
los suyos propios. El tomar decisiones sólo para sí mismo obrará en su contra y
causará que pierda más de lo que habría perdido si hubiese tenido en cuenta el
bienestar de los demás.

1 de Reyes 12:16 Cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído, le
respondió con estas palabras: «¿Qué parte tenemos nosotros con David? No
tenemos herencia en el hijo de Isaí. ¡Israel, cada uno a sus tiendas! ¡David, mira
ahora por tu casa!».[i] Entonces Israel se fue a sus tiendas,

Las negociaciones habían fallado, la revuelta continuó. El grito ¡Israel , a tus


tiendas ! era una orden a las tribus del norte para que se dispersaran.

1 de Reyes 12:17 mientras Roboam siguió reinando sobre los hijos de Israel que
habitaban en las ciudades de Judá.

Las tribus del norte no habían proclamado todavía rey a Jeroboam; simplemente
rehusaban someterse a Roboam . Los únicos israelitas sobre los que Roboam
ejercía control eran los que vivían en las ciudades de Judá .

1 de Reyes 12:18 Cuando el rey Roboam envió a Adoram,[j] que estaba encargado
de los tributos, todo Israel lo apedreó y lo mató. Entonces el rey Roboam se
apresuró a subirse en un carro y huir a Jerusalén.

Roboam intentó imponer sus condiciones al norte, pero ello terminó con la muerte
de su embajador Adoram; él mismo salvó su vida con dificultad.

1 de Reyes 12:19 Así se apartó Israel de la casa de David hasta hoy.

1 de Reyes 12:20 Aconteció que al oir todo Israel que Jeroboam había vuelto,
enviaron a llamarlo a la congregación y lo hicieron rey de todo Israel, sin quedar
tribu alguna que siguiera a la casa de David, sino sólo la tribu de Judá.
Desde este momento, el reino permaneció dividido hasta la caída de Israel en el
722 a.C. También, a partir de aquí, Reyes se refiere al reino del norte como Israel,
y al reino del sur como Judá , aunque después se siguió hablando de levitas,
benjamitas y las otras 10 tribus de Israel.

1 de Reyes 12:21 Cuando Roboam llegó a Jerusalén reunió a toda la casa de Judá
y a la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil hombres, todos guerreros escogidos,
con el fin de hacer la guerra a la casa de Israel y devolver el reino a Roboam hijo
de Salomón.

Esto marca el principio de la división del reino que duraría por siglos. Diez de las
doce tribus de Israel siguieron a Jeroboam y llamaron a su nueva nación Israel (el
reino del norte). Las otras dos tribus permanecieron leales a Roboam y llamaron a
su nación Judá (el reino del sur). El reino no se dividió de la noche a la mañana.
Ya se estaba dividiendo desde los primeros días de los jueces debido a los celos de
las tribus, especialmente entre Efraín, la tribu más influyente del norte, y Judá, la
tribu principal del sur.

Antes de los días de Saúl y de David, el centro religioso de Israel estaba localizado,
en su mayor parte, en el territorio de Efraín. Cuando Salomón construyó el templo,
trasladó el centro religioso de Israel a Jerusalén. Esto a la larga trajo rivalidades
tribales a la crisis.

1 de Reyes 12:22 Pero Jehová habló a Semaías, hombre de Dios, diciendo:

1 de Reyes 12:23 «Habla a Roboam hijo de Salomón, rey de Judá, a toda la casa
de Judá y de Benjamín, y a los demás del pueblo, y diles:

1 de Reyes 12:24 “Así ha dicho Jehová: No vayáis, ni peleéis contra vuestros


hermanos, los hijos de Israel; volveos cada uno a su casa, porque esto es obra
mía”». Al oir ellos la palabra de Dios regresó cada uno a su casa, conforme a la
palabra de Jehová.
1 de Reyes 12:25 El pecado de Jeroboam Entonces reedificó Jeroboam a Siquem
en los montes de Efraín, y habitó en ella. Luego salió de allí y reedificó a Penuel.
[k]

Es posible que Jeroboam haya escogido a Siquem como su capital por una razón
política, debido a que allí había sido coronado Roboam (v. 1). Penuel : Ubicado al
este del río Jordán y probablemente fortificado como protección contra los
galaaditas, quienes eran leales a David.

1 de Reyes 12:26 Pero Jeroboam pensó en su corazón: «Ahora, la casa de David


recuperará el reino

En lugar de confiar en el Señor al establecer su reino, según la promesa, Jeroboam


temió perder el respaldo del pueblo y recurrió a pecaminosas artimañas de
manipulación. Estableció nuevos centros para el culto que rivalizaran con
Jerusalén, ordenó su propio sacerdocio e instituyó un nuevo festival como
contrapartida de las fiestas de Judá. Hizo dos becerros de oro y colocó uno en Bet
– el y el otro en Dan, de manera que el pueblo tuviera donde adorar y no
necesitara acudir a Jerusalén. Como el versículo 28 cita a Exodo 32:4, la
declaración de Jeroboam puede que haya intentado implicar que estos dos
becerros de oro eran los que fundió Aarón. Algunos dioses paganos eran
representados como si estuvieran parados sobre toros o becerros para simbolizar
su fuerza; otra posibilidad de interpretación es que Jeroboam haya colocado los
dos becerros como un pedestal donde el Dios de Israel sería entronizado. En ese
caso, esta nueva forma de culto constituía una inconcebible expresión de idolatría.

1 de Reyes 12:27 si este pueblo sube a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová en


Jerusalén, porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam, rey de
Judá, me matarán a mí y se volverán a Roboam, rey de Judá».
1 de Reyes 12:28 Después de tomar consejo, hizo el rey dos becerros de oro,[l] y
dijo al pueblo: «Ya habéis subido bastante a Jerusalén. Aquí están tus dioses,
Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto».

Se requería que todos los hombres judíos viajaran al templo tres veces al año,
pero Jeroboam estableció sus propios centros de adoración y dijo a su pueblo que
causaba mucho problema viajar hasta Jerusalén. Aquellos que obedecieron a
Jeroboam estaban desobedeciendo a Dios. Algunas ideas, aun cuando son
prácticas, pueden contener sugerencias que nos llevan a apartarnos de Dios. No
permita que nadie le impida hacer lo que es correcto al decirle que las buenas
acciones morales no merecen el esfuerzo. Haga lo que Dios quiera sin importar
cuál sea el costo en tiempo, energía, reputación o recursos.

Se utilizaban los becerros como ídolos para simbolizar fertilidad y fuerza. Los
dioses paganos de los cananeos eran con frecuencia descritos como si estuvieran
parados sobre becerros o toros. Jeroboam astutamente colocó estos becerros en
Bet-el y Dan, lugares estratégicos. Bet-el estaba a tan sólo 16 km al norte de
Jerusalén por el camino principal, incitando a los ciudadanos del norte a detenerse
allí en lugar de viajar el resto del camino hasta Jerusalén. Dan era la ciudad de
Israel que estaba más al norte. Por lo tanto, la gente que vivía en la parte del
norte más alejada de Jerusalén era atraída por la conveniencia del lugar. Como
líder del reino del norte, Jeroboam quería establecer sus propios centros de
adoración, de otra manera su pueblo haría viajes regulares a Jerusalén, y su
autoridad se vería minada. Muy pronto esta religión sustituta tuvo muy poco en
común con la verdadera fe en Dios.

1 de Reyes 12:29 Entonces puso uno en Bet-el y el otro en Dan.

1 de Reyes 12:30 Esto fue causa de pecado, porque el pueblo iba a adorar delante
de uno de ellos hasta Dan.
eroboam y sus consejeros no aprendieron del desastre previo de Israel con el
becerro. Quizá eran ignorantes respecto de las Escrituras, o quizá conocían el
suceso pero decidieron ignorarlo. Estudie la Biblia para tener en mente los hechos
de Dios en la historia, y luego aplique las lecciones importantes a su vida. Si
aprende del pasado, no repetirá los mismos errores de los demás y no enfrentará
el desastre

1 de Reyes 12:31 Hizo también casas sobre los lugares altos[m] y designó
sacerdotes de entre el pueblo que no eran de los hijos de Leví.

1 de Reyes 12:32 Luego instituyó Jeroboam una fiesta solemne en el mes octavo,
[n] a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en
Judá, y ofreció sacrificios sobre un altar. Lo mismo hizo en Bet-el, ofreciendo
sacrificios a los becerros que había hecho. Ordenó también en Bet-el sacerdotes
para los lugares altos que él había fabricado.

Jeroboam instituyó una fiesta como la que se celebraba en Judá . Había tres
festivales de otoño que se celebraban en el séptimo mes del calendario judío
(Tishri, octubre-noviembre) y marcaban el fin del año agrícola. La Fiesta de las
Trompetas, el primer día del mes; la Expiación, el décimo día; y la Fiesta de los
Tabernáculos, el día quince. Aparentemente, Jeroboam estaba tratando de proveer
una alternativa para una o varias de estas fiestas. Que esta nueva fiesta fuera a
celebrarse a los quince días del mes quizás indica que Jeroboam estaba tratando
de contrarrestar la Fiesta de los Tabernáculos, la cual tenía lugar ese mismo día.

En los días de los fundadores de Israel, la ciudad de Bet-el era un símbolo de


compromiso a Dios, porque ahí fue donde Jacob había vuelto a dedicar su vida a
Dios. Pero Jeroboam convirtió la ciudad en el principal centro religioso de Israel,
con la intención de que pudiera competir con Jerusalén. Pero la religión de Bet-el
se centró en un ídolo, y esto a la larga llevó a Israel a su caída. Bet-el desarrolló
una reputación de ciudad malvada e idólatra. Los profetas Oseas y Amós
reconocieron los pecados de Bet-el y condenaron la ciudad por sus caminos
inicuos.

1 de Reyes 12:33 Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los
quince días del mes octavo, el mes que él había inventado según el dictado de su
propio corazón. Así hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar
incienso.

Celos entre las tribus

A pesar de que el reino de Israel estaba «unificado» bajo David y Salomón, las
tensiones entre el norte y el sur nunca se resolvieron. Los celos y la animosidad
detrás de esta guerra civil no comenzó con Roboam y Jeroboam, sino que tenía
sus raíces en los días de los jueces, cuando el pueblo estaba más interesado en la
lealtad de la tribu que en la unidad de la nación. Note con qué facilidad resucitó la
tensión entre Efraín, la tribu más prominente del norte, y Judá, su similar del sur.

— Efraín reclamó las promesas en Genesis 48:17-22 y 49.22-26 para su papel de


liderazgo.

— Josué, el que conquistó la tierra prometida, era de la tribu de Efraín.

— Samuel, el más grande juez de Israel, era de la tribu de Efraín

— Efraín se alió con Is-boset en la revuelta contra David, que era de la tribu de
Judá.

— David, un pastor de la tribu de Judá, reinó sobre todo Israel, incluyendo a


Efraín, el cual dejó de reclamar su liderazgo.

— A pesar de que David ayudó a suavizar los malos sentimientos, el duro yugo de
Salomón y Roboam llevó a las tribus del norte a la crisis.
La tensión se acrecentó porque Efraín era la tribu principal del norte. Ellos se
resintieron con el rol de Judá bajo el liderazgo de David y se molestaron de que la
capital de la nación y centro de adoración estuviera localizado en Jerusalén.

La división del reino

Algunas causas

El descontento, 12:1-5. Desde los tiempos de la conquista, las tribus de Israel no


anduvieron muy unidas. Hubo rivalidad entre Judá y Efraín. Judá seguía a David, y
Efraín a Saúl. De modo que la unidad habida era sólo de nombre y aparente. La
mano dura de Salomón logró evitar una separación más temprana; pero al morir
éste, se vino al suelo esa gloriosa unidad de Israel que se había iniciado con David.

Como hijo de Salomón, Roboam era el legítimo sucesor del trono, y ya reinaba en
Jerusalén y Judá. Sólo faltaba que todo el pueblo lo confirmara como su rey. Para
esto, Roboam convocó a una asamblea general en Siquem, una ciudad vieja y
céntrica en donde las tribus se reunían de vez en cuando. Es importante recordar
que las tribus del norte (“Efraín” o “Israel”) nunca tuvieron oportunidad de
expresar su opinión respecto a la sucesión de Salomón al trono, pues éste llegó a
ser rey antes de morir su padre, David. Hubo una especie de correinado por un
tiempo. El que David nombrara a su propio hijo como su sucesor significa que la
gente del norte realmente nunca tuvo voz ni voto en el asunto. Ahora que Roboam
hereda el trono, es importante para él confirmar la lealtad de las diez tribus del
norte para ser rey sobre “todo Israel”. Es por esto que convoca la reunión en
Siquem, distrito y ciudad importantes ubicados en el territorio norteño y con larga
historia en la vida política y religiosa del pueblo. Siquem había sido un sitio de
importancia mucho antes de su conquista y ocupación por los israelitas. A la larga,
Siquem llegaría a ser la primera capital de las tribus norteñas después de su
separación del sur; con el tiempo, Samaria tomaría su lugar como la capital
política, pero Siquem seguiría siendo un centro religioso de importancia para las
tribus del norte.

Pese a la aparente semiautonomía de las diez tribus del norte, es evidente que
había una predisposición al principio para aceptar al heredero legítimo del reino,
Roboam, siempre y cuando hubiera justicia y equidad de trato de por medio. No
obstante esto, regresa al escenario Jeroboam, quien había huído a Egipto después
de su rebelión en contra de Salomón. Es muy difícil no creer que su regreso
oportuno tuviera miras políticas, ya que había un cambio en la escena política.

Al enterarse Jeroboam de la muerte de Salomón (922 a. de J.C.), regresa a Israel.


Se presta para ser el vocero de las tribus del norte. para lo cual fue invitado, ya
que era un conocido líder que estaba del lado del pueblo. Este recogió y expresó
todo lo que el pueblo llevaba por dentro. En otras palabras, le dijeron a Roboam:
“Tu padre fue un amo muy duro. No te queremos como rey, a menos que
prometas tratarnos mejor”.

Jeroboam era conocedor de la horrible opresión que habían sufrido las tribus del
norte; ya se sabe que los tributos exigidos al norte no se aplicaban a Judá durante
el tiempo de Salomón. Para sostener la grandeza del reino, este había tenido que
imponer grandes tributos en dinero y trabajo. Las tribus del norte se sentían
explotadas y muy oprimidas. Habían dado gustosamente para la edificación del
templo, pero ahora era para satisfacer los gastos y lujos del rey. La situación se
había puesto insoportable, y el pueblo pedía con justicia que les aliviara la carga.
Una pregunta interesante: ¿Por qué no pedía también el pueblo el ser liberado de
la idolatría?

Si Roboam hubiera sido comprensivo y sensible a la necesidad de su pueblo, no


hubiera sido necesario demorar la respuesta, pues el pueblo estaba sufriendo En
su lugar les dijo que iba a pensarlo; que regresaran dentro de tres días para
contestarles. Hasta aquí todo parecería marchar bien. El tiempo diría otra cosa.
Un consejo insensato

Va a ser evidente que Roboam consulta a dos grupos de personas: a los ancianos
y a los jóvenes compañeros de él. El primer grupo de consejeros se designa con el
término lit. “hombres viejos”. El mismo apelativo puede significar algo que no
necesariamente alude a edad cronológica. Más bien, el término puede connotar la
sabiduría inherente en muchos mayores por su experiencia. Este texto
probablemente emplea los dos sentidos, ya que estos consejeros habían sido los
de Salomón. Ellos sabiamente le aconsejan a Roboam que suavice el trato a los
norteños y que busque la conciliación. Desde su óptica de experiencia, ellos sabían
cuan precario era el reinado de cualquier rey.

El segundo grupo al que pidió consejos Roboam eran textualmente “muchachos”;


el vocablo heb. (yeled) se emplea mucho más para referirse a niños que a adultos.
Eran de la misma generación que Roboam. Es obvio que el deuteronomista
favorece el consejo de los ancianos, pero su relato es fiel a los hechos. Roboam
había preguntado a los ancianos cómo responder ante la petición del pueblo
norteño; a los muchachos pregunta qué debía responder. Estos prácticamente
escriben el texto de su discurso, muy negativo por cierto. Los “muchachos”
ignoraban el peligro en que ponían al rey; estaban engañados por la atracción del
poder de gobierno, el cual creían sin límites. De modo que cuando Jeroboam y el
pueblo regresaron tres días más tarde, el nuevo rey les respondió con mucha
aspereza, negando de un solo golpe todas las justas demandas del pueblo.
Roboam siguió el consejo de los jóvenes e ignoró el de los viejos. Estos formaban
el “consejo de ancianos” que daban sus consejos al rey, sobre todo en tiempos de
elección.

Sin duda que Roboam, criado a “pierna suelta”, en una vida libertina como su
padre, nada sabía de las necesidades del pueblo. Y los jóvenes, criados también en
el lujo y comodidad de un palacio, no verían con agrado el fin de su prosperidad
material. En realidad, el castigo que pedían para el pueblo era justamente la
disciplina que ellos necesitaban. Sin embargo, la causa principal del problema
estuvo en la debilidad de carácter de Roboam; en su falta de sabiduría y de
sentido común. ¿Qué clase de gobernante es el que no se da cuenta de la
necesidad de su gente? Pero Roboam tenía sed de poder; su arrogancia y falta de
tacto le llevaron a imponer ciegamente su autoridad para dominar a los
descontentos. Su insensato consejo fue la chispa que prendió el fuego de la
división. ¿Qué hubiera pasado si hubiera seguido el sabio consejo de los ancianos?
Pero, según el dicho, “el que no oye consejo, no llega a viejo”.

El designio de Dios

Es el Dios soberano quien, con su infinito poder y sabiduría, dirige la historia para
que se cumplan sus propósitos. él permitió que Roboam cometiera esta insensatez
para que se cumpliera sus promesas. Ajías, el profeta, ya había intimado la
alienación del norte. El mismo profeta animó a Jeroboam para que luchara por el
triunfo. Otro profeta, Semaías, por parte de Dios, le prohíbe a Roboam que pelee
contra sus hermanos. Por otro lado, es ley divina que “lo que el hombre siembra,
eso también cosecha”. La división era un castigo por haberse apartado Israel de
las leyes de Dios. En adelante, el pueblo sufriría en carne propia las consecuencias
de su mundanalidad e idolatría. De nuevo, el deuteronomista reafirma uno de sus
principios gobernadores: la desobediencia al pacto acarrea la destrucción; la
obediencia a la revelación de Dios siempre conlleva la bendición.

Se concreta la división

Con el famoso grito de: ¿Qué parte con David tenemos nosotros? las tribus del
norte declararon su libertad de la dinastía de David. Desde luego, esto solo hacía
eco de las palabras casi proféticas de Seba: “¡Nosotros no tenemos parte en David
ni heredad en el hijo de Isaí! ¡Cada uno a su morada, oh Israel!”. La edad de
hierro había pasado, la división era un hecho. La expresión: !Mira ahora por tu
propia casa, oh David! anuncia de una vez por todas que las diez tribus del norte
ya no se someterían a las injusticias que costosamente habían sostenido la dinastía
por tantos años. Ya no estarían dispuestos a sostener la casa de David a expensas
propias.

Fue una insensatez de Roboam el enviar a una “persona no grata” (Adoniram)


como mediador, porque les traía recuerdos de su vida pasada. Adoniram era la
persona menos indicada para servir de mediador ya que se identificaba
plenamente con las medidas represivas de Salomón en el tributo laboral (léase
trabajo forzado). Adoniram fue castigado con el lenguaje del pueblo: las piedras.
Ahora, el hijo de Salomón es rey de sólo dos tribus: las de Judá y Benjamín. Estas
dos se forjarían en un pueblo conocido por el nombre Judá. Y Jeroboam sería rey
de las diez tribus del norte.

En adelante Judá e Israel existirían, no solo como naciones separadas, sino como
rivales por unos 200 años. La división tuvo lugar en el año 922. En el año 722 a.
de J.C. Israel, el norte, sería destruído por las fuerzas asirias. Luego llegaría el
castigo final de Judá: la cautividad babilónica en el 587. Además, estas dos
naciones pequeñas serían una atracción a los deseos de conquista de sus países
vecinos. A pesar de que esta división sería uno de los hechos más tristes y trágicos
en la historia del pueblo de Dios, es bueno decir dos cosas favorables:

(1) La línea de David no se rompió; la dinastía continuaría. Con su capital en la


“ciudad del rey”, Jerusalén, el ahora reino del sur, se mantuvo así desde el año
922 hasta el 587 a. de J. C.

(2) Ambos reinos fueron bien amados por Jehová. No hubo distinciones. Dios les
envió profetas para llamarlos al arrepentimiento. A los dos les hizo grandes
maravillas, juzgó y castigó a ambos como pecadores.

No valieron los esfuerzos que Roboam hiciera para que no se produjese la


separación. Ni los mediadores ni la fuerza pudieron contra la voluntad divina.
(Nota: El que intervenga un profeta, Semaías, para que Judá no entre en batalla
contra las tribus del norte, comprueba que el deuteronomista quiere advertir que
la dinastía davídica es obediente a la voluntad divina; en el escritor bíblico siempre
hay un marcado prejuicio en pro de Judá.)

Verdades prácticas Una de las tragedias de la historia latinoamericana es que, al


llegar los conquistadores españoles, ofrecieran una fe aguada a los que
encontraron aquí. La facilidad con la cual los indígenas aceptaron la nueva religión
parece indicar que les fue estéril y sin mayor significado. Sus religiones anteriores
tenían muchos de los mismos elementos que el cristianismo y ellos probablemente
suponían que podrían aceptar la protección de una nueva deidad sin tener que
olvidar los antiguos dioses. Su conformidad externa fue suficiente para que sus
conquistadores y sus misioneros hubieran cumplido su tarea.

Un ejemplo clásico es el caso de Atahualpa, el rey de los incas. Cuando le fue dada
la oportunidad de responder al “requerimiento”, tiró la Biblia (realmente era un
libro de oración) al suelo e inmediatemente fue tomado preso. Después de un
tiempo, cuando había sido encarcelado, juzgado y sentenciado a la muerte, se
había encendido el fuego donde sería quemado en la hoguera. Para permitirle
escapar de la tortura de morir por el fuego, se le dio una última oportunidad para
aceptar a Cristo, a cambio de una muerte menos torturosa. Lo hizo, fue bautizado
“Juan” y lo estrangularon.

Historia paralela de los dos reinos

Reinado de Jeroboam en Israel

Una observación: Este estudio seguirá el orden del texto bíblico tal como lo vamos
leyendo. Por ejemplo: bajo el reinado de Acab, entra una gran persona: el profeta
Elías. El estudio, pues, se basa en el orden bíblico, no en un orden sistemático de
los reyes.
A Jeroboam, primer rey de Israel, Dios le dio una gran promesa: que su reino sería
tan fuerte y estable como el de David. Pero la promesa se dio con una condición:
la de ser obediente y fiel a las leyes de Jehová, siguiendo así el ejemplo de David.
No obstante, durante los 22 años de su reinado, sucedió todo lo contrario.

A favor de este rey, solo se puede decir que era un buen líder, muy inteligente y
emprendedor. Se cree que imitó, hasta donde le fue posible, la organización de
Salomón. No debió ser tarea fácil la de comenzar, organizar y dirigir una nación.
Nótese que comienza estableciendo su capital en un lugar estratégico: Siquem.
Esta sería la primera capital política del reino del norte, pero habría dos más
posteriormente: Tirsa y Samaria. Jeroboam también reconstruyó Penuel, sitio
también estratégico en la Transjordania. Algunos opinan que esta reconstrucción
se hizo con el fin de obstacularizar las rutas comerciales entre el norte y el sur.
(Como se verá, el bloqueo pretendido por Jeroboam no sería únicamente religioso
sino también económico.) Además, Penuel como un fuerte protegería a Israel de
invasiones procedentes del este.

Después emprende una serie de cambios y cosas nuevas en la religión. Pero aquí,
el rey hizo todo lo contrario a las leyes de Dios. En realidad, este acto puede verse
como la primera acción de infidelidad de Jeroboam. Veamos estas innovaciones:

 Primera: Jeroboam reconoce el peligro del imán religioso que había en el sur: el
templo con todo su sistema ritual y sacerdotal. El mismo poder que había servido
para dar cohesión al pueblo de Dios desde el éxodo, el pacto iniciado por Dios con
Israel, ahora tiende a minar sus propias pretensiones políticas. Teniendo esto
presente, el nuevo rey de Israel establece centros religiosos que rivalicen con los
del sur. Tan fuerte es su preocupación con el imán religioso del sur que reconoce
que este puede a la larga derrocarle y hasta producir su muerte.

Segunda: Contribuyó a que la idolatría se introdujera en Israel. Levantó becerros


de oro (probablemente figuras de toros) como los que había visto en Egipto. Hay
que recordar que lo había hecho Aarón anteriormente. Estas imágenes no
pretendían sustituir el culto a Jehová, tan solo tenían el propósito de ayudar en el
rompimiento religioso con el sur. Según W. F. Albright, ciertos descubrimientos
arqueológicos parecen confirmar que los toros no tenían la mira de ser ídolos
representantes de Jehová, solamente eran pedestales visibles sobre los cuales el
Dios invisible se paraba. En otras palabras, nunca era el propósito de Jeroboam
ocasionar la idolatría en el norte. No obstante sus propósitos, a la larga el
resultado era otro. Con todo, la creación de los dos toros de oro era muy peligrosa,
dado el trasfondo del toro en la adoración cananea. Para los cananeos paganos, el
toro era un símbolo de la fertilidad. Los demás dioses cananeos eran figuras de la
lluvia, el sol y otros integrantes del ciclo natural del año. Esto debió ser una fuerte
atracción para un pueblo agrícola como Israel, pues vería en cada imagen una
muestra de la fuerza y el vigor que necesitaba. De todas maneras, es un pecado
adorar a Dios por medio de figuras materiales; es una violación de la ley divina. Lo
más triste de todo esto es que el rey hace todo esto para complacer al pueblo y
con su anuencia.

Tercera: cambió a su antojo los lugares de culto ya establecidos. La razón es muy


sencilla: para mantener la unidad del reino había que evitar que la gente fuera a
Jerusalén, pues el pueblo sería atraído por el gran templo y su culto. El rey conocía
bien el poder de la religión para mantener a su pueblo unido, y, al igual que David
y Salomón hicieran de Jerusalén su centro religioso, Jeroboam quiso hacer también
su centro religioso. Ciertamente, para el deuteronomista el problema principal de
Jeroboam no era la creación de los toros de oro, sino su implantación del culto en
lugares que no fueran Jerusalén. Desde luego, la ubicación de las dos imágenes en
Betel y en Dan favorecía el abandono de la única adoración legítima en Jerusalén.

El problema del rey es que no tomó en cuenta a Dios quien lo había puesto en el
trono. No le importó el bien espiritual ni el destino de su gente. Solo quiso
satisfacer sus propios intereses y deseos de poder. Su pecado mayor fue el de
alejar a su pueblo de Dios. Jeroboam sabía que tenía un reino dividido, y que la
unidad del pueblo de Dios giraba alrededor de un pacto. Este pacto decía que era
incorrecto tener otro gobierno que no fuera el de la línea de David. Por eso
instituye una religión oficial.

Cuarta: tomó para sí el oficio de sacerdote, y también lo compartió con gente no


indicada. Esto era desobediencia a la ley de Dios que establecía que el ministerio
sacerdotal era exclusivo de la tribu de Leví. Es seguro que los levitas tuvieron que
huir hacia Judá. De este modo el rey, al tomar el poder religioso en sus manos,
unió el poder del Estado con el religioso. Y así lograba lo que tanto quería y que
quizá copiaba de Egipto: el ser el centro del poder, por encima de su pueblo, el
que le había llevado al reino. Por sobre todo, Jeroboam fue desagradecido hacia
Dios, quien le había elevado hasta el trono de Israel. Por esto repetimos que su
mayor pecado fue el de apartar a su gente de Dios, sin importarle para nada el
bien ni el destino espiritual de la nación. Hasta donde sabemos, este rey sembró la
idolatría tan hondo en el corazón del pueblo, que este nunca más pudo
recuperarse.

La importancia del profeta en el relato sobre los reyes

Observación: En esta historia conjunta de los reyes de Judá e Israel, se hace un


paréntesis para contar algo sobre los profetas. Se mencionan a Ajías, Elías, Eliseo
y otros sin nombre. Es posible que algunos sean hijos de profetas, o miembros de
una comunidad o escuela de profetas. ¿Estarían algunos de estos bajo la dirección
de un profeta como Elías?

¿Por qué mezclar profetas con reyes? Porque en los tiempos de crisis y apostasía,
la Palabra de Dios es muy importante, así como hoy lo es el predicador del
evangelio. La misión del profeta de Dios, entre otras, es la de denunciar y castigar
el pecado. Los juicios de Dios no vienen sin advertencia. Dios es justo y santo,
pero también es bondad, amor y misericordia, hasta para el más miserable
pecador.

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