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Martín Ahualli
Nuestra tema principal de hoy es el fenómeno del lenguaje tal como lo tematiza
que junto con otros dos ensayos clásicos, ‘Función y concepto’ y ‘Concepto y objeto’, pre-
sentan los lineamientos generales que van a estructurar a partir de entonces y hasta nues-
tros días la investigación dominante en filosofía del lenguaje. Pero estos breves ensayos
no han influido únicamente en el estudio filosófico del lenguaje. Por un lado, ellos desarro-
tica. Por el otro, elaboran tanto una metafísica u ontología como una teoría del conoci-
miento.
‘Sobre sentido y referencia’, entonces, tanto como los otros ensayos referidos de
mirar el ensayo hacia adentro para analizar algunos detalles de las hipótesis que plantea,
pero también en mirar hacia afuera para comprenderlo más acabadamente mediante la
interacción con el contexto en el cual se inscribe. En efecto, varios de los ejemplos que
que sin buscarlo nos remiten al contexto histórico que intentaremos recrear.
Al llevar la mirada hacia el interior del texto vamos a concentrar la atención en (1) la
relevancia que el análisis de los enunciados de identidad tiene para reemplazar la noción
de contenido conceptual de las expresiones por otras dos, su sentido y su referencia, (2) el
modo en que Frege caracteriza y aplica estas nociones en el análisis del contenido de los
pensamiento, juicio y verdad, (4) las herramientas conceptuales introducidas para analizar
(5) las observaciones acerca del funcionamiento del lenguaje natural en contraste con el
Mientras que al ampliar el foco para abarcar los círculos en que se inscribe el ensayo
(1) debemos situarlo en la obra de Frege, precisamente entre su Conceptografía y sus Le-
mática y la filosofía del siglo XIX, (3) situar la matemática y la filosofía del siglo XIX en el
CONTEXTO
del continente europeo y americano. Si bien ninguna de las dos tiene foco en la actual
Alemania, donde Frege escribe el breve ensayo que estudiamos, encuentran allí a una po-
Ustedes saben que la Revolución Industrial comenzó en la segunda mitad del siglo
XVIII en Inglaterra con la producción de algodón, cuando los usos y telares reemplazaron
tareas manuales y permitieron de ese modo producir mayores cantidades en menores tiem-
a la extracción y utilización del carbón por la máquina de vapor. Rápidamente Gran Bretaña
obtuvo una posición dominante en el concierto europeo. En 1800 producía el 90 por 100 de
1
Las referencias al contexto histórico provienen en su mayoría Hobsbaum, E. de La Era de la Re-
volución (1789-1848), La Era del Capital (1848-1875) y La Era del Imperio (1875-1914), editado por
Editorial Crítica. Para una breve historia de alemania pueden encontrar online Historia de Alemania,
de Fulbrook, M., editado por Cambridge University Press.
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la producción mundial de carbón, unas 10 millones de toneladas, seguida por Francia con
menos de 1 millón.
Por entonces Alemania, todavía organizada según el esquema del Sacro Imperio
Romano Germánico, no contaba con una estructura jurídico-política que permitiera desple-
gar su potencial económico. Pero dicha estructura comenzó a articularse tras la caída de
Prusia y Austria frente a las fuerzas revolucionarias francesas conducidas por Napoleón.
En ese choque la impermeabilidad del Imperio frente a las fuerzas sociales emergentes y
el cual se entrelazaban la necesidad de un estado nacional unificado que reuniese las di-
En el ensayo Frege presenta cuatro ejemplos que reflejan hitos del proceso de uni-
que Prusia e Inglaterra, junto con otras naciones europeas, logran detener la expansión de
sia y Austria vencen a Dinamarca. Se trata de un momento clave para consolidar el dominio
de Prusia sobre la región del norte y limitar la influencia de Austria. El último refiere a la
anexión de Alsacia-Lorena tras la guerra franco-prusiana de 1871, que culmina con la cons-
titución del segundo imperio alemán. Entre 1815, fecha del primer ejemplo y 1871, fecha
a Alemania como una potencia de primer orden en la carrera por el dominio mundial.
La industria del carbón fue el principal estímulo para la invención del ferrocarril, tal
vez el invento con más impacto en la transformación económica y social del siglo y gran
símbolo del triunfo del hombre por medio de la técnica. Las minas requerían medios eficien-
tes para trasladar las grandes cantidades de carbón desde las galerías hasta los puntos de
embarque.
broso medio de transporte era efectivo, florecieron proyectos para instalarlo en casi todo el
mundo occidental. El transporte de bienes y personas pronto alcanzó una escala descono-
cida. Las primeras líneas llegaron a Alemania en 1835. Jena, reconocida por su universidad
al menos desde el siglo XVI, progresivamente se industrializa y en 1874 pasa a ser la co-
inversiones de capital, a tal velocidad que para 1880 si bien la potencia de vapor (en miles
de C.V. –caballos de vapor o caballos de fuerza) seguía liderada por Inglaterra con 7.600,
Alemania contaba con 5.100, mientras que Francia contaba tan solo con 3.000 y Austria
con 1.500.
cada por la Prusia de Bismarck era de 42 millones de personas, Francia tenía 37 millones,
Pero si las innovaciones que permitieron encender la mecha del progreso en la in-
dustria del algodón y del carbón eran por lo general aportes de artesanos y mercaderes
segunda mitad del siglo la evolución a partir de nuevas fuentes de energía como la electri-
cidad y el petróleo, nuevos materiales como aleaciones y metales no férricos y nuevas má-
quinas como las turbinas y los motores de explosión, abrió camino a nuevas industrias que
por primera vez advirtieron la extrema relevancia de las investigaciones científicas para
Frege nació en 1848 en la ciudad de Wismar, sobre la costa del mar Báltico, donde
permite ilustrar la ventaja que llevaba Alemania cuando el reloj marcó la hora en que la
investigación científica iba a tomar las riendas de la época. Ya hacia 1850, Alemania, Suiza,
donde el analfabetismo había descendido por debajo del 30 % en adultos. Austria, Francia,
Inglaterra, junto con otros países, tenían un índice medio de entre 30 % y 50 %, mientras
que otras regiones de Europa, como Italia, España, Hungría y Rusia, además de casi todo
el resto del mundo, tenían un analfabetismo por encima del 50 %. En 1913, antes del esta-
llido de la Primera Guerra Mundial, en Alemania, Francia e Inglaterra, junto con otros paí-
ses, la tasa había descendido por debajo del 10 %, mientras que en España, Italia, Rusia y
Esta profunda transformación educativa de Europa durante el siglo XIX nutrió a las
universidades y las industrias del recurso humano necesario para desarrollar las investiga-
ciones científicas y técnicas, en las cuales la matemática ocupaba un rol cada vez más
multiplicó por ocho entre 1880 y 1910, aún eran relativamente escasos, probablemente
menos de 10.000, sobre todo en matemáticas y física. En 1910, las sociedades de Ciencias
Físicas alemana y británica contaban entre las dos con 700 miembros, mientras que el
donde estudió física, matemática y filosofía de la religión; allí obtuvo su doctorado en 1873
En 1874 volvió a la universidad de Jena donde obtuvo la habilitación para ser docente uni-
versitario con su disertación sobre ‘Métodos de cálculo basados en una extensión del con-
cepto de magnitud’2. Se trata, como pueden ver, de una persona que comienza sus trabajos
breve obra inaugura la lógica moderna, su propósito era desarrollar los fundamentos de la
aritmética. El interés por esta tarea solo se comprende en vista de los desarrollos de la
2
Para más datos biográficos sobre Frege y una introducción a su trabajo. Cf. BEANEY, M. The Frege
Reader. Blackwell Publishing, Oxford, 1997.
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matemática durante el siglo XIX en cuatro áreas relacionadas: la geometría, el álgebra, el
uno de los axiomas de Euclides. Como al principio se creía que estos sistemas iban a re-
delos que mostraban que si la geometría euclideana era consistente, la geometría no eu-
David Hilbert, por su parte, había mostrado que si la aritmética era consistente la
geometría euclideana también lo era. Recuerden que sobre la aritmética elemental de los
números naturales se construyen los números racionales y los reales, objeto de estudio del
análisis matemático, otra de las áreas que despegó en la matemática del siglo. Pero esta
rama había introducido incluso los números complejos e hipercomplejos, cuya legitimidad
no estaba exenta de polémica, lo cual suponía que no toda extensión de la aritmética ele-
mental podía asumirse igualmente fundada y confiable. La aritmética elemental misma des-
cansaba sobre axiomas intuitivos donde los números naturales ofrecían pilares para soste-
ner toda esta parte del edificio de las matemáticas. La presión para indagar sus fundamen-
El álgebra, por último, también había avanzado notablemente y fue tal vez aquí
donde despertó -fundamentalmente gracias a George Boole- el impulso por mostrar sea la
se advertía una íntima relación cuyo núcleo fundamental consistía en representar las leyes
la figura de Leibniz, a quien Frege3 apelaba cuando intentaba distinguir su obra de aquellas
que la precedían, como la de Boole. A tal fin echaba mano de la oposición entre una lingua
3
Cf. HEIJENOORT, J.V. From Frege to Godel. A Source Book in Mathematical Logic. London, Harvard
University Press, 1967.
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Mi intención no era representar en fórmulas una lógica abstracta, sino
que quería crear no era un mero calculus ratiocinator sino una lingua
notación en el cual tanto la estructura del contenido conceptual de una proposición como la
estructura inferencial que la articula con otras proposiciones, quedara expuesta a simple
vista y, al mostrarse, posibilitaran una evaluación del contenido depurada de los enredos y
opacidades del lenguaje natural. Este contraste entre el lenguaje natural y un lenguaje ideal,
cuyo diseño garantice un uso eficiente para un fin determinado, que no es otro que la ex-
de Frege.
En efecto, el desarrollo del sistema lógico, tarea que Frege aborda en su primera
obra importante, responde tanto a una exigencia para desplegar su proyecto de fundamen-
ños teóricos más ambiciosos, la idea de juicios sintéticos a priori, que Kant ilustraba habi-
que enunciados como ‘7 +5 = 12’ eran sintéticos a priori. Una de las hipótesis que Frege
de lo que postulaba Kant, no eran sintéticas a priori, sino analíticas a priori. El modo en que
pretendía probar esto era derivándolas de la lógica. Dado que las proposiciones de la lógica
eran consideradas analíticas por Kant -esto es, verdaderas en virtud de su significado-, si
los principios lógicos con los cuales construir la derivación. Hay tres elementos claves en
ción ‘Sócrates es mortal’ se analiza del siguiente modo: la función ‘(x) es mortal’ se aplica
(x) + 1 3 4
(x) + 1 7 8
(x) = 3 + 3 6 Verdad
(x) = 3 + 3 5 Falsedad
dos componentes pueden estar articulados según distintas funciones lógicas, como la con-
bién tenemos un análisis funcional, excepto que a diferencia de lo anterior, donde los argu-
mentos eran objetos o números y los valores podían ser objetos o números, en el cálculo
proposicional la función toma valores de verdad como argumentos y ofrece valores de ver-
dad como valores. Imaginemos que tenemos dos enunciados cualesquiera. Pueden ser
verdaderos o falsos. Las conectivas lógicas toman esos valores veritativos como argumento
Frege utiliza el análisis funcional tanto para analizar y modelar la estructura interna del juicio
como para analizar la estructura inferencial entre juicios. El tercer elemento fundamental es
existencial.
el análisis de oraciones como ‘todos los humanos son mortales’. Frege aplica el análisis
aplica la LÓGICA PROPOSICIONAL y señala que estas dos funciones están unidas por la
CIÓN para señalar que las variables de las dos funciones están ligadas por un cuantificador
universal, de modo tal que cualquier objeto que satisfaga la primera satisface también la
sintéticos a posteriori, como creía Mill, sino de enunciados analíticos a priori, como había
sostenido Leibniz. La tesis central de este trabajo es que los enunciados numéricos, en los
cuales se dice que hay una tal cantidad de algo, contienen una afirmación acerca de un
concepto. Decir que hay tres dioses, por ejemplo, equivale a decir que el concepto dios
tiene únicamente tres instancias. La importancia de esta hipótesis es que permite formalizar
los enunciados numéricos mediante nociones lógicas. Frege utiliza nociones lógicas, entre
de sucesor y los números individuales. En la obra Frege asumía que la noción de extensión
mética con la demostración técnica que había prometido, en la cual las leyes fundamentales
lla importantes cambios en su visión, y vuelca estos resultados en los ensayos ‘Función y
yecto de derivar la aritmética de la lógica, pues incluían a los valores de verdad -la verdad
y la falsedad- entre los objetos, lo cual permitía, entre otras cosas, construir los conceptos
como funciones que toman como argumento a los objetos y ofrecen como valor a uno de
XIX, el desarrollo de las matemáticas durante ese período, algunos vínculos de la obra de
Frege con ese desarrollo, y el lugar del ensayo que nos ocupa en el marco de su obra
temprana. Ahora vamos a llevar el foco hacia adentro para trabajar las hipótesis y conse-
ENUNCIADOS DE IDENTIDAD
En efecto, si bien los ensayos pueden leerse de manera independiente, Frege los
algunas de sus expresiones, especialmente del signo de identidad. Tal como refiere en el
consideraba que la identidad era una relación entre nombres de objetos. Nos dice en la
con ella y que no son fáciles de contestar. ¿Es la igualdad una rela-
ción?, ¿es una relación entre objetos?, ¿o bien entre nombres o sig-
En este primer pasaje Frege nos remite a la distinción kantiana entre juicios sintéti-
cos y juicios analíticos. Para Kant, en los juicios analíticos el contenido del concepto que
ocupa el lugar del predicado está incluido en el concepto que ocupa el lugar del sujeto, con
lo cual el juicio que expresa la predicación no amplía nuestro conocimiento del objeto en
cuestión. Frege en este caso observa que los enunciados de identidad que tienen dos nom-
bres distintos a los lados del signo de identidad, amplían nuestro conocimiento, y por lo
A continuación nos explica por qué pensó en la Conceptografía que la identidad era
misma, pero que ninguna cosa tiene respecto de cualquier otra. Pa-
rece que lo que se quiere decir con a = b es que los signos o nombres
51-2.
una década después, en el ensayo que estudiamos, ofrece la razón por la cual esa hipó-
ción inducida por la conexión de cada uno de los dos signos con la
casos. Si el signo "a" sólo se diferencia del signo "b" como objeto (en
este caso por su forma), y no como signo (es decir, no por el modo
E ilustra con un ejemplo de la geometría que dichos enunciados no son analíticos sino que
Por último, concluye que en el contenido de un signo deben distinguirse dos elementos, el
contenido conceptual por las nociones de sentido y referencia. Esta es la hipótesis principal
del ensayo. Comienza por aplicarla a los nombres propios pero más adelante veremos que
conceptual en se caracteriza de la siguiente manera. Frege indica que hay dos maneras en
que dos juicios A y B pueden diferir en cuanto a su contenido. Según la primera, toda con-
secuencia derivable de A junto con otros juicios, también es derivable de B junto con esos
juicios, y viceversa –no importa aquí por qué difieren a pesar de esta coincidencia. Otra
manera en que el contenido de dos juicios puede diferir es cuando lo anterior no se cumple,
esto es, cuando no todas las consecuencias derivables de A junto con otros juicios también
son derivables de B junto con esos juicios, o viceversa. Frege introduce la noción de mismo
contenido conceptual como aquello que tienen en común dos juicios cuando difieren del
primer modo. Esto es, cuando dos juicios A y B son tales que coinciden en cuanto a las
consecuencias que se siguen de cada uno de ellos junto con cualquier otro conjunto de
aquel en el que reemplazamos A y B por ‘los griegos derrotaron a los persas en Platea’ y
‘los persas fueron derrotados por los griegos en Platea’. Como pueden ver, aquí el conte-
nido esta determinado por el rol inferencial del enunciado. Esta noción de contenido se
Ustedes deben detenerse en estas nociones para alcanzar una cierta pre-compren-
sión con la cual luego enfrentarse al texto. La noción de referencia no supone demasiados
desafíos, pues en su aplicación –excepto por algunos casos excéntricos que veremos más
adelante- Frege no se aleja demasiado del uso habitual que le damos a este término. La
introduce un término teórico para el cual no tenemos una traducción inmediata en nuestro
uso habitual del lenguaje, a pesar de que obviamente contamos con la palabra ‘sentido’ y
entendemos y podemos responder a la pregunta por el ‘sentido’ de una palabra. Pero Frege
Al avanzar su hipótesis sobre del sentido y la referencia de los nombre propios, Frege
ontología, esto es, de los tipos de cosas bajo los cuales podemos clasificar las cosas que
Algunos signos, los nombres propios –hoy los llamaríamos términos singulares- re-
fieren a objetos mientras que los nombres comunes refieren a conceptos. Conviene enton-
ces en este momento vincular las nociones semánticas que estamos introduciendo, el sen-
tido y la referencia, con las principales categorías que componen la ontología de Frege.
dríamos incluir a las relaciones y a las extensiones de los conceptos, pero las dos catego-
rías ontológicas fundamentales son objeto y concepto. A veces llama a los conceptos ‘ob-
jetos insaturados’. Los lugares, los tiempos y las personas también son categorizados como
objetos, sin menoscabo de que además sean sujetos de conocimiento y por ello le corres-
pondan otras descripciones ontológicas. Veremos a lo largo de este curso otros enfoques
filosóficos que parten de una ontología distinta. Comprender los vínculos, limitaciones y
traducciones posibles entre unos y otros es una tarea ardua, muy distinta al mero enfrenta-
gencia para identificar los fenómenos que cada aparato teórico procura iluminar. Solo en-
Los nombres propios refieren a objetos, los nombres comunes refieren a conceptos.
Es importante no confundir los conceptos con los sentidos. Tanto los nombres propios como
los nombres comunes expresan un sentido. Pero los primeros refieren a objetos mientras
En una carta de Frege a Husserl en mayo de 1891, Frege subraya que en su análisis
los nombres comunes, como ‘caballo’, expresan un sentido y refieren a un concepto. Este
concepto puede o no tener objetos a los cuales se aplique. La relación entre el objeto y el
concepto es por lo tanto ontológica. Ustedes pueden pensar en la relación entre el objeto y
la propiedad. Husserl en cambio, según Frege lo ha entendido, postula que el nombre co-
mún expresa un concepto y refiere a los objetos a los cuales el concepto se aplica. Este
cual los términos que no tienen referencia no deberían aceptarse en el discurso científico,
la ciencia debería abstenerse de utilizar ningún concepto cuya extensión sea vacía, esto
es, que no se aplique a ningún objeto. Pero esta consecuencia es inaceptable, ya que hay
dichos términos son aceptables porque tienen referencia. Dicha referencia es el concepto,
FREGE
Queda claro entonces que los sentidos no son conceptos. Ni tampoco son meras represen-
taciones. Dice:
partes no son claras y que oscilan incluso en la misma persona; los sentidos no son parte
de las mentes individuales ni se hallan en ellas. Los sentidos se hallan, por decirlo así,
aunque esta metáfora espacial no debe confundirnos, ‘entre’ la subjetividad de las repre-
en el mundo. Dice:
del objetivo del interior del telescopio, y por la imagen en la retina del
Ustedes saben que el estudio de la relación entre los objetos y nuestras representa-
ciones de ellos ha sido uno de los temas predilectos de la filosofía moderna desde Descar-
En el modelo kantiano, que podemos tomar como un hito a partir del cual se inaugura la
filosofía contemporánea alemana, los objetos empíricos son producto de una síntesis de
dos con las categorías del entendimiento, bajo las cuales esos datos se ordenan. Frege
trabajó toda su vida en Jena, que desde fines del siglo XVIII vio pasar a Goethe, Schiller,
Schelling, Fichte, Hegel y los hermanos Schlegel entre otros. No puede sorprender que al
presentar su hipótesis acerca de los sentidos responda algunas objeciones que podría diri-
desde hace ya rato lo siguiente: 'Hablas aquí sin más de la Luna como
alguna referencia, cómo sabes que hay algo que tenga referencia?"
hasta qué punto dichos objetos externos son construidos por la mente. Incluso si lo estu-
sino acerca de esos objetos que están allí fuera. Tampoco le interesa responder al escep-
También ocupa un rol destacado en la teoría del conocimiento que se desprende de este
ensayo y otros textos posteriores. Muchos autores, en efecto, interpretan los resultados de
Frege como importantes aportes para renovar un programa neo-kantiano. Porque el cono-
cimiento de un objeto parece estar siempre mediado por el modo en que éste se presenta.
Este modo de presentación del objeto -que no necesariamente debe tener por fuente a la
percepción- es captado por el agente como un contenido compuesto por sentidos estructu-
rados, esto es, como un juicio o pensamiento -vamos a ver más adelante la diferencia entre
estos dos. En referencia a este rol de los sentidos en el conocimiento de objetos Frege nos
dice:
de los sentidos, y también del conocimiento de la referencia. Para comprender los sentidos
hace falta por lo general conocer el lenguaje en el cual se formulan. Y esos sentidos pueden
aportar información parcial acerca de un objeto. Pero esa información no siempre es útil
para identificar al objeto referido. Incluso nuevos sentidos pueden aportar más información
sin que sea posible identificar al objeto. Piensen por ejemplo en las novelas de detectives,
acerca de ella, sin que todavía sea suficiente para identificarla. Nótese que ni siquiera saber
cepto referido por él ni tampoco está compuesto por las imágenes y recuerdos, por la re-
Pero si bien las representaciones subjetivas son ajenas al sentido de los signos, ellos
sin duda tienen la capacidad de despertarlas y manipularlas mediante el uso de los matices,
énfasis y alusiones propias del lenguaje natural, que hacen tanto a la esencia de la esfera
poética del lenguaje, pero también son el núcleo de otro uso que se expande hacia fin de
jetivas sobre el cual operan los signos, aún siendo individuales, esto es aún siendo eventos
imágenes, convenciones y rasgos de estilo que conforman la cultura común de los pueblos.
Esta división entre la referencia, el sentido y la representación unida a un signo permite que
Frege apunte distintos niveles en que pueden diferenciarse las palabras. Nos dice:
hay que hacer notar que, debido a la conexión incierta de las repre-
sentaciones con las palabras, para uno puede existir una diferencia
bles aquí, están los matices y énfasis con que la poesía [y] la elocuen-
tivos, sino que el oyente o el lector debe dejarse llevar por las alusio-
nes del poeta o del orador. Naturalmente, sin cierto parentesco entre
dos signos pueden diferir: (1) por el objeto al cual refieren, (2) por el sentido que expresan,
(3) o por las representaciones que despiertan en el oyente. Esta tercera diferencia es tan
inoperante para la ciencia como vital para la poesía. Cómo se posicione al lenguaje filosó-
fico frente a esta oposición entre lenguaje científico y lenguaje poético depende
fundamentalmente, según creo, del modo en que interprete el fenómeno del conocimiento
juicios articulados inferencialmente. Y dichos juicios son pensamientos cuya verdad el su-
jeto reconoce. Los pensamientos, por su parte, son conjuntos estructurados de sentidos y
dichos sentidos son modos en que las cosas se presentan. A través de los sentidos los
nombres propios refieren a objetos, los nombres comunes a conceptos y los enunciados a
valores de verdad.
Frege describe el sentido del nombre ‘Aristóteles’. Recuerden que Frege llama ‘nombres
bres como ‘Aristóteles’, descripciones definidas como ‘El maestro de Alejandro oriundo de
Estagira’ y deícticos como ‘él’. En una nota al pie de la página 53 nos dice:
En este pasaje Frege hace una observación interesante acerca del sentido de los
nombres propios. Nos presenta como uno de los sentidos del nombre ‘Aristóteles’ al mismo
Por otra parte, el pasaje señala que las personas puedan asociar legítimamente dis-
tintos sentidos al mismo nombre. Los numerosos ejemplos posteriores del ensayo ilustran
de manera contundente estas oscilaciones del sentido en el lenguaje natural. Ofrecen aná-
lisis de ellas y revelan cuánto depende su interpretación del contexto. Pero la conclusión
ellas.
aquí un rasgo propio del lenguaje natural que el lenguaje de la ciencia ha de superar o
cotidiana, paralela a la ruptura y dominancia del enfoque científico frente a otros discursos
que durante la modernidad todavía podían disputarle el control de lo que las sociedades
la ciencia, Frege señala no solamente que un mismo sentido puede expresarse en distintas
lenguas e incluso en la misma lengua de distintas maneras, sino que además, en los len-
turales a menudo no cumplen este requisito, y hay que darse por sa-
el mismo sentido. P. 54
Frege insiste aquí en la diferencia entre el lenguaje perfecto de la ciencia y las len-
guas naturales. Hay que darse por satisfecho si en un mismo contexto, la palabra tiene un
sentido estable. Nótese que Frege mantiene todavía la hipótesis de que el sentido de los
enunciados es objetivo. Lo que ha debido concluir a partir de sus análisis es que no hay un
natural el sentido de una expresión es relativo al contexto -ya nos ha dicho que es relativo
al sujeto o intérprete y al tiempo. Pero esta dependencia del sentido respecto a su contexto
no implica que el sentido no sea objetivo. Frege observa más bien que podría no haber un
conjunto de reglas que permita computar automáticamente cuál es el sentido de cada ex-
presión.
Señalemos por último que si bien ese ‘conjunto perfecto de signos’ sin oscilaciones
de sentido al cual la ciencia debería aspirar como herramienta para presentar e incrementar
sus resultados, hoy puede parecernos una suerte de utopismo lingüístico propio de una
acerca del mundo en un lenguaje que por su forma misma permita computar y ofrecer re-
lentamente a vislumbrar. Ese código luminoso purgado de los enredos del lenguaje natural,
que penetró en primera instancia los artefactos y avanza hacia el mundo natural exterior e
interior, sin embargo, resultó ser opaco para el hombre común, pues él habita un mundo
enhebrado por una ciencia que ya no comprende, encriptado en un lenguaje que le resulta
extraño.
Hasta aquí sólo se han examinado sentido y referencia de las palabras o signos que
hemos llamado nombres propios. Ahora vamos a preguntarnos por el sentido y la referencia
dad, esto es, la verdad o la falsedad. Ésta es su hipótesis principal aplicada al ámbito de
que es apto para ser propiedad común de muchos. Desarrolla esta hipótesis para los enun-
partes. (2) Si en el enunciado se cambia un término por otro de igual referencia, la referencia
ciado un término por otro de igual referencia. Pero visto que (5) el pensamiento de hecho
cambia cuando se cambia un término por otro, (6) el pensamiento no puede ser la referencia
2) La referencia del enunciado queda determinada por la referencia de los términos que lo
miento contenido.
el sol’ se compone de un término singular ‘el lucero matutino’ del cual se predica un término
general ‘cuerpo iluminado por el sol’. La referencia de estos términos determina la referen-
cia del enunciado. El término singular refiere al objeto Venus. El término general refiere al
concepto expresado por ‘cuerpo iluminado por el sol’. No se trata de un término singular
matutino’ por el término singular ‘el lucero vespertino’, ambos con la misma referencia,
no supiera que el lucero vespertino es el lucero matutino podría tomar un pensamiento por
tampoco es la misma la actitud del sujeto frente a ellos, pues en un caso afirma el contenido
y en otro lo niega. El principio aplicado por Frege aquí es que dos pensamientos frente a
los cuales una persona mantiene actitudes distintas no pueden ser el mismo pensamiento.
el mismo principio que presentó al comienzo del ensayo. Se trata de un criterio que Frege
falsedad, Frege va a señalar, por un lado, que es posible que los enunciados carezcan de
referencia, y por el otro, que existe una conexión entre búsqueda de la referencia y bús-
Y a continuación Frege explica por qué no basta con meros pensamientos. Estas
y del conocimiento, y en consecuencia, como señalé antes, para recrear una concepción
de la filosofía. Dice:
¿Pero por qué queremos que cada nombre propio no tenga única-
De ahí que nos sea indiferente el que el nombre "Ulises", por ejemplo,
pende el goce estético. Existe una suerte de equivalencia entre búsqueda científica y bús-
la verdad. Dicho procedimiento, entonces, ¿rige también sobre la filosofía? ¿Existe una
en lo estético, en la imagen, en el resto que deja la palabra una vez descontado el sentido
que se orienta hacia el objeto, encuentra ella un camino hacia la verdad, un terreno en el
cual la verdad se revela? Esta tensión, lejos de extinguirse, se alimenta en las décadas
siguientes, que tal vez en consonancia con un impulso ya presente en el período clásico
del romanticismo alemán, verán a la filosofía en diversas corrientes volver sobre el signifi-
Frege nos dice que cuando nos interrogamos acerca de la verdad de un enunciado,
determinar su valor veritativo, debemos empezar por conocer a qué refieren los términos
construido en torno a la máxima según la cual para comprender el valor cognoscitivo de los
enunciados se debe interrogar el significado de las expresiones, junto a otra que delimita
en los objetos percibidos y los conceptos postulados, o sea en los referentes de las expre-
siones, el territorio contra el cual evaluar la pretensión del lenguaje de expresar la verdad,
zado por qué ella es importante, finalmente presenta la hipótesis de que en el caso de los
enunciados la referencia es el valor de verdad. La verdad y la falsedad son los únicos dos
sólo sea tácitamente, por todo aquel que emita juicios, que tenga algo
entra en la caracterización de estas nociones. Pero ustedes pueden pensar a los objetos
como aquellas cosas que pueden ser referidas por un nombre propio. Adviertan que si to-
mamos este camino estamos utilizando nociones semánticas -nombre propio, referir- para
caracterizar nociones ontológicas, en este caso la de objeto. Sin duda es excéntrico con-
siderar que la verdad y la falsedad son también objetos. Pero ustedes deben comprender
que se trata en gran medida de un resultado técnico para poder computar las afirmaciones
miento como el sentido del enunciado y al valor de verdad como su referencia. Esto le
permite a su vez caracterizar al juicio como el paso del sentido a la referencia. En otro
pasaje muy bello va a trazar una analogía informal entre el acto de juzgar y el de distinguir
otro que el mundo o la realidad, al cual a través del acto de juzgar descomponemos en
partes que archivamos y expresamos bajo la forma de pensamientos. Pero ahora vamos a
aquí una simbiosis entre semántica y teoría del conocimiento. Como señalamos al co-
Pero, con todo, aquí podría ya quedar claro que en todo juicio - y por
muy evidente que éste sea -se ha dado ya el paso del nivel de los
Y en una nota al pie hallamos su caracterización canónica del juicio donde sintetiza su
Nos dice que el juicio es el reconocimiento de la verdad del pensamiento. Esta palabra -
annerkennung- ha sido traducida en algunos casos como ‘tener por verdadero’. Pero esto
podría ser inexacto, si atendemos a la relación con el mundo que debe tener todo genuino
alguien conozca o sepa que ‘p’ y que ‘p’ no sea verdadero. Saber algo implica que aquello
es verdad, y si no fuera verdad, no habría sido conocimiento. Claro que con ello parece
miento’ en un sentido fuerte, deberíamos interpretar que un juicio falso es un juicio defec-
tuoso. Pero no vamos a profundizar en esto ahora. Otra alternativa, como decía, es tomar
Tenemos aquí uno de los muchos pasajes en que Frege hace observaciones reveladoras
en torno a la naturaleza del juicio y su relación con la verdad. La primera es que JUZGAR
mando el enunciado ‘es verdad que los griegos derrotaron a los persas en Platea’, no
modificamos con ello el contenido expresado. La tercera es que la relación del sujeto con
el contenido no es ni puede ser parte del contenido. En el caso del acto de habla de la
afirmación esa relación consiste en que el sujeto presenta como verdadero al contenido
que expresa, en vez de preguntar por su verdad, como ocurre en el acto de habla de la
determinación del tipo de relación que el sujeto tiene con el contenido que expresa viene
dada, sostiene Frege, por la ‘forma' del enunciado, que en el caso de la afirmación es la
forma declarativa, y seguramente también por diversos elementos del contexto. A partir de
aquí queda establecida una dicotomía entre FUERZA y CONTENIDO, que ustedes van a
En resumen, las palabras ‘la verdad’ y ‘es verdadero’, tanto como otras expresiones,
tienen un sentido y una referencia. Frege conjetura que el sentido de ‘es verdadero’ no
modifica el contenido expresado por el enunciado del cual se dice que es verdadero. Indica
obtenemos un juicio, sino que nos mantenemos en el orden del mero pensamiento, sin
determinar la relación que el sujeto mantiene con él. Frege postula también que la verdad
es un objeto que al igual que otros como el sol o la luna, no puede ser parte de un pensa-
miento, ya que estos están compuestos de sentidos estructurados. Dicho objeto es la refe-
rencia del término singular ‘la verdad’ pero también de todos los enunciados verdaderos,
como ‘los griegos derrotaron a los persas en Platea’, ‘7 + 5 = 12’ o ‘yo estoy ahora aquí’.
tular dos elementos para explicar el significado. Con ellos ha analizado en primer lugar el
significado de los nombres propios y en segundo lugar aplicó el análisis al caso de los
rencia directos de los signos y sentido y referencia indirectos. Introduce estas nociones en
el siguiente pasaje:
sentido directo e indirecto. El término singular ‘el sentido de la palabra ‘caballo’’, no expresa
el sentido caballo, sino que refiere a él, esto es, toma al sentido como objeto del cual se
puede predicar tal o cual cosa. Veremos a continuación que la introducción del recurso del
modo indirecto del sentido y la referencia es la herramienta fundamental para tratar las
que Frege se detiene sobre los enunciados como un artesano, atento a cada detalle. Pre-
cado cuando una parte del enunciado se sustituye por una expresión
Los enunciados verdaderos refieren a la verdad y los falsos a la falsedad. En virtud del
enunciado se sustituye una parte por otra de igual referencia, el valor veritativo del enun-
3) Si se modifica una parte del enunciado por otra con la misma referencia el valor veritativo
tidad de enunciados que parecen resistir la hipótesis de Frege, y para los cuales se deberá
ducida (1) distinción entre referencia directa y referencia indirecta. Pero también hay otras,
hipótesis de pensamientos adicionales o secundarios. Frege procura mostrar que los enun-
ciados problemáticos o bien no refieren a un valor de verdad, como en el caso de los enun-
Un primer obstáculo que debe sortear aparece con los enunciados que tienen otros
enunciados como partes subordinadas. Al reemplazar uno de estos subordinados por otro
de igual valor veritativo puede cambiar el valor de verdad del enunciado principal que lo
contiene, con lo cual podría inferirse que la hipótesis de Frege según la cual la referencia
es el valor de verdad, es errónea. Frege deberá mostrar por qué esta interpretación es
adecuada. Dice:
un valor veritativo sino un pensamiento. Con lo cual cambiar su valor veritativo no equivale
nece también el estilo indirecto, del cual hemos visto que, en él, las
palabras tienen una referencia indirecta, que coincide con lo que ha-
adelante. P. 66-7.
Aquí tenemos un primer grupo de enunciados que refieren a su sentido. Por lo tanto no
expresan su sentido habitual, sino que expresan el sentido de las palabras ‘el pensamiento
de que…’. No vamos a entrar ahora en la cuestión del sentido indirecto de los términos
acercaban. P. 68.
Es importante que ustedes entiendan que con sus ejemplos Frege va a evaluar si su
referencia del enunciado principal está determinada por la referencia de sus partes, al cam-
biar un signo del enunciado por otro de igual referencia, no debería modificarse la referencia
del enunciado principal. En efecto, si la referencia del enunciado subordinado ‘que los pru-
sianos vinieran’ fuera un valor de verdad, y dicho enunciado subordinado fuera reempla-
zado por otro con la misma referencia, es decir por algún otro enunciado verdadero como
podría ser el enunciado ‘que murieran soldados ingleses’, entonces en el enunciado princi-
pal ‘Wellington se alegró de que los prusianos vinieran’ debería poder reemplazarse ‘que
los prusianos vinieran’ por ‘que murieran soldados ingleses’ sin que se modifique su valor
de verdad. Debería cumplirse que si ‘Wellington se alegró de que los prusianos vinieran’
también debería referir a la verdad. Pero esto claramente no es el caso, pues Wellington se
alegró de que los prusianos vinieran pero no se alegró de que murieran soldados ingleses.
Con lo cual si la referencia del enunciado subordinado fuera un valor de verdad, el ejemplo
refutaría la hipótesis de Frege. Para evitar esto, Frege debe apelar a su distinción entre
sentido, ergo para que su reemplazo garantice que el valor de verdad del enunciado princi-
pal no se modifica, deben ser reemplazados por otros con el mismo sentido, no con el
Para argumentar a favor de este recurso a la referencia indirecta, nos dice que lo
relevante para establecer en el ejemplo la verdad o falsedad del enunciado completo de-
sino a un pensamiento. Dicho contenido puede ser falso, sin por ello afectar la verdad del
enunciado completo que expresa la actitud de la persona frente a él. En definitiva, como el
enunciado subordinado refiere a su sentido, no es posible cambiarlo por otro con igual valor
veritativo pero distinto sentido y esperar que el valor veritativo del enunciado principal no
se modifique.
que contienen dentro de sí otros enunciados unidos mediante una inferencia. Dice Frege:
el oeste. Nuevamente, aquí importa tan sólo que Colón estaba con-
del otro. Que la Tierra sea realmente redonda y que Colón, viajando
En este nuevo ejemplo tenemos dos enunciados que refieren a lo que habitualmente
ninguno de los dos es relevante para la verdad del enunciado completo. Si quisiéramos
descomponerlo, tendríamos los siguientes tres enunciados: ‘Colón creía que la tierra es
redonda’, ‘Colón creía que podía llegar a India viajando desde Europa hacia el oeste’ y ‘La
razón por la cual Colón creía que podía llegar a la India viajando hacia el oeste es que creía
que la tierra es redonda’. Lo mismo ocurre con los enunciados que incluyen adverbios de
samiento completo como sentido, lo cual también supone una objeción a su hipótesis
principal. Descarta esta objeción señalando que en ellos hay un signo que sólo refiere in-
neralidad propia de las leyes. Menciono estos casos porque conducen a Frege a formular
otro igual. Al aludirse los dos, el uno al otro, se unen ambos enuncia-
samiento. En el enunciado:
generalidad. P. 75-6.
Encontramos aquí la sutileza del análisis de Frege aplicada a los enunciados condicionales,
que a diferencia de lo que puede creerse, cuando logran la generalidad propia de las leyes
ambos que refiere indeterminadamente y por ese motivo impide que asignemos un pensa-
miento y un valor de verdad determinado a cada uno de los enunciados subordinados uni-
muy interesante que Frege identifica y analiza en el ensayo, se trata de la relación entre el
presan un pensamiento. Insisto en que es importante que ustedes adviertan que si Frege
los introduce es porque entiende que podrían representar contra-ejemplos contra su hipó-
la miseria.'
principal. Pero esto no puede ser, porque el sujeto gramatical 'el que'
pensamiento ni refiere a un valor de verdad. Debe explicar entonces por qué no representa
una objeción contra su hipótesis. Sostiene que ‘el que descubrió la forma elíptica de las
órbitas planetarias’ no es una afirmación sino una descripción, pues la expresión ‘el que’ no
tiene un sentido independiente, sino que aparece meramente para conectar la descripción
‘descubrió la forma elíptica de las órbitas planetarias’ con el predicado del enunciado prin-
cipal, o sea con ‘murió en la pobreza’. Siendo una descripción, refiere a un objeto, en este
Pero Frege contempla además una objeción a la solución que ha ofrecido, y abre
con ellos otra problemática vinculada con estos casos. Sigue Frege:
por primera vez la forma elíptica de las órbitas planetarias; pues quien
nombre 'Kepler" designa algo; pero por esto, sin embargo, en el sen-
sino
referencia.”
Frege considera en este pasaje una posible objeción a su interpretación de este tipo de
enunciados subordinados, que contienen una descripción de un objeto del cual en el enun-
ciado principal se predica algo. Resulta que del enunciado subordinado ‘el que descubrió
que puede ser verdadero o falso. Se trata del pensamiento de que existe alguien que des-
cubrió la forma elíptica de las órbitas planetarias. Todos aceptan esta observación.
Ahora bien, para que sea admisible la objeción a la interpretación de Frege de los
de algún modo del enunciado subordinado, el pensamiento de que existió alguien que des-
cubrió la forma elíptica de las órbitas planetarias, debe ser parte de lo expresado por el
es evocado por la oración, pero no es parte del contenido expresado por ella.
nueva y fecunda obsesión por el contenido semántico de las expresiones de nuestro len-
guaje con aquella otra conocida previamente en la modernidad por las experiencias que
La razón para pensar que parte del contenido del enunciado ‘el que descubrió la
forma elíptica de las órbitas planetarias murió en la pobreza' es que existe alguien que
descubrió las formas elíptica de las órbitas planetarias, es que la verdad de la primera su-
a este otro: ‘Existe alguien que descubrió la forma elíptica de las órbitas planetarias y murió
en la pobreza.
Pero Frege rechaza la hipótesis, señalando que tiene una consecuencia inaceptable
cuando se considera cuál sería la negación del enunciado. Para ilustrar esta consecuencia
indeseada nos propone evaluar cuál sería la negación del enunciado ‘Kepler murió en la
miseria’. Nos dice que bajo la hipótesis sugerida, la negación del enunciado sería ‘Kepler
Frege considera que esto es incorrecto: que el nombre Kepler posea una referencia
no es parte del contenido expresado sino algo presupuesto. Que existe alguien que descu-
brió la forma elíptica de las órbitas planetarias es algo presupuesto por el enunciado, sin
ser parte de lo expresado por él. Esta observación es relevante. Frege nos indica que algu-
por él, sino sólo presupuestos. Estamos entrando al terreno de los que Frege va a llamar
mente.
nido de las descripciones definidas, uno de los grandes desafíos en torno a los cuales se
titución en el ejemplo anterior del nombre ‘Kepler’ por la descripción ‘El que descubrió la
El fenómeno del contenido presupuesto, por otra parte, profundiza la diferencia entre
Ahora bien, resulta que las lenguas tienen el defecto de que en ellas
el que la subordinada
ser:
“el que descubrió por primera vez la forma elíptica de las órbitas pla-
análisis. P. 71-2.
guiente pasaje donde Frege propone como criterio de adecuación para el segundo que
que exigir que cada expresión, que se haya formado como nombre
ningún signo como nombre propio sin que antes -no se le haya ase-
Esta misma observación se ilustra luego con un ejemplo que de manera imprevista
hasta aquí se dirige abiertamente al campo del discurso político de la época, para ubicar
algunas de sus nociones y enunciados por fuera del territorio demarcado de la ciencia y el
conocimiento. Dice:
matemáticas podría narrar todos los errores que han surgido de ahí.
más todavía que las palabras multívocas. Puede servir de ejemplo "la
Entre los criterios de adecuación del lenguaje de la ciencia Frege apunta no solamente que
no debe haber multivocidad sino que tampoco debe haber ausencia de referencia en los
términos utilizados. Ilustra esto con el ejemplo del término singular ‘la voluntad del pueblo’,
del cual señala que carece de una referencia estable, y al hacerlo excluye del campo de la
Poco más adelante Frege ofrece ejemplos de un enunciado que admite más de una
lectura en cuanto al contenido expresado, porque una parte suya podría interpretarse como
namarca. P. 75 (NOTA).
mado del lenguaje natural, al punto que la ausencia de un modo único de computar el con-
tenido de los enunciados comienza a vislumbrarse como un rasgo esencial del lenguaje en
En efecto, el análisis de Frege del lenguaje natural revela al mismo tiempo la cons-
trucción de la trama del discurso histórico, otra disciplina que por ese entonces adoptaba
una exégesis de este discurso mucho más detenida y minuciosa de lo que un lector no
que tampoco permite reemplazar un subordinado por otro con el mismo valor de verdad sin
modificar el valor de verdad del enunciado general, y presentan por lo tanto un desafío a la
hipótesis principal. Nuevamente Frege ilustra con un ejemplo del ámbito del discurso histó-
rico. Se trata de los enunciados en los cuales la referencia de los signos que componen un
enunciado subordinado tienen al mismo tiempo un uso directo y otro indirecto. Nos dice:
mente. En el enunciado
3.
En fin, este ejemplo muestra nuevamente el celo con que Frege desarrolla su hipótesis
recolectando nuevos casos y obstáculos que deberá enfrentar. Así hallamos estos casos
tiempo de los dos modos! Así de sutil y complejo es el discurso natural, pero también el
posición de Auguste Bebel al respecto. Alsacia y Lorena habían sido anexadas al reciente-
mente creado segundo imperio alemán de Bismarck y Guillermo 1º tras su victoria sobre
demarcación territorial adoptada responde en parte a criterios geo-linguísticos entre los dia-
lectos romances y germánicos. Esta relación entre lenguaje y nacionalismo cultural, que no
las fuerzas productivas desatadas por la economía se han estructurado en torno a grandes
actores que compiten por expandir su dominio imperial sobre la totalidad de mercados y
territorios, mientras en muchos de esos territorios crece la idea de tomar la unidad nacional
como criterio de unidad política, esto es, de construir estados-naciones, en vez de optar por
burgo.
August Bebel, a quien Frege se refiere en el ejemplo, fue un miembro destacado del
socialismo alemán, opuesto tanto a las políticas de Bismarck como a la anexión alemana
de Alsacia-Lorena. En el ejemplo Frege indica que Bebel creía -incorrectamente según in-
dica el enunciado- que la devolución de Alsacia-Lorena podía acallar los deseos de ven-
ganza de Francia. Estos ‘deseos de venganza’, por su parte, que muchas veces lograron
aglutinar tendencias diversas bajo un proyecto común reivindicando algún tipo de realiza-
ción nacional a venir mediante una revancha o reconquista, eran con frecuencia invocados
Schleswig-Holstein.
Pero más allá de esta breve descripción del contexto y de cuán equivocado estuviera
Bebel sobre los riesgos que ocultaba la anexión de Alsacia-Lorena, aquí yo quisiera desta-
car principalmente el modo en que el análisis de Frege permite una comprensión y discu-
sión más acabada del discurso histórico como político, porque revela la sutil complejidad
dos y que por esto no deben ser incluidos en el sentido del enunciado,
enunciado resuenan muchas veces otros pensamientos que, sin ser expresados, pueden
qué estás contento’ y respondo ‘tenía ganas de verte’, comunico que estoy contento debido
al encuentro con esa persona, a pesar de que esto no sea parte de lo expresado. Esta
diferencia entre lo dicho y lo comunicado ha sido objeto de estudio reciente en las últimas
décadas.
PENSAMIENTOS SECUNDARIOS
dos y explicar por qué incluso después de introducir al análisis las consideraciones acerca
proferir un enunciado. Nos dice, nuevamente ilustrando el caso con un ejemplo histórico:
jante. Por ello se hace más rico el sentido del enunciado, y puede muy
“Napoleón, que se dio cuenta del peligro para su flanco derecho, diri-
1.
lado, Frege sugiere que habrían leyes psicológicas que permitirían explicar los vínculos
entre los pensamientos expresados y los pensamientos secundarios que ellos suscitan se-
gún el contexto. Por el otro, nos ofrece un criterio para determinar si un pensamiento debe
enunciado. Nos dice que si la falsedad de dicho pensamiento nos lleva a concluir que el
sado por la proferencia. Este método tan simple será extremadamente importante en el
desarrollo del análisis del lenguaje, ya que nuestras intuiciones respecto del valor de verdad
Cuando finalmente acaba con el análisis de toda la batería de ejemplos que ha con-
nados. A diferencia de lo que Frege postula en su hipótesis principal, estos por lo general
no tienen por referencia un valor de verdad y a veces no tienen por sentido un pensamiento.
La explicación de esto es que se trata de casos (1) en que las palabras tienen una referencia
indirecta o bien (2) en que la subordinada es incompleta debido a que hay en ella un com-
pensamiento, una parte de otro pensamiento, con lo cual la subordinada deba tomarse
como doble. Con esto Frege cierra su análisis del principio de composicionalidad de la re-
ferencia en los enunciados subordinados, y concluye que de todo eso resulta con suficiente
probabilidad que los casos en que una subordinada no es sustituible por otra del mismo
acerca del sentido y la referencia aplicada no solamente a los nombres propios sino también
su referencia un valor de verdad. Frege considera que ha logrado aplicar el mismo análisis
del significado a dos áreas del lenguaje, los nombres propios y los enunciados.
citivo de los enunciados. Esto es importante para no perder de vista que las observaciones
acerca del significado, acerca de la semántica del lenguaje, conllevan al mismo tiempo con-
clusiones relevantes para la teoría del conocimiento. Frege nos recuerda que del mismo
modo que el significado de los enunciados está compuesto tanto por la referencia como por
el sentido, nuestros conocimientos también deben analizarse según este doble factor: el de
los atributos o relaciones de las cosas tanto como el modo en que éstas se presentan. De
modo que aún cuando nuestros juicios acerca del mundo atribuyan los mismos conceptos
a los mismos objetos, podrán diferir entre sí e incrementar nuestro conocimiento según el