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El amor es el arte de su vida, es el arma que cincela su amistad y bondad. Maestro es aquel
que con fe sacrificada, se entrega por entero y de veras, a modelar el alma del futuro hombre.
El amor del maestro es algo incomparable, que en el mundo entero jamás se podrá premiar,
porque con su voz sonora y tono amable nos dice: “MI obra seguirá a través del tiempo”.
El día 6 de Julio, de cada año, los maestros también rinden homenaje a sus mártires, y
reflexionan acerca de su postergada situación económica, social y profesional.
En ese día, todos los peruanos recordamos al Maestro, con mucho cariño y respeto por su
gran ejemplo, sacrificio, bondad y sano corazón. Por eso, hombres del Perú, jamás olvidemos si algo
le debemos al Maestro, en nuestra amplia formación espiritual y material.
Orientar : informar a alguien, darle datos y noticias acerca de un asunto para que
sepa cómo ha de proceder.
Postergar : Hacer sufrir atraso, dejar atrasada una cosa. Perjudicar a un
funcionario, posponiéndole por otro. Relegar.
Respeto : Manifestación de cortesía. Miramiento, consideración, atención, etc.
Sacrificio : Acción a que uno se sujeta resignadamente por necesidad o abnegación.
Significativo : Que da a entender o conocer bien una cosa.
COMPRENSIÓN DE LECTURA
a) El 7 de Julio.
b) El 6 de Julio.
c) El 8 de Julio.
B. El Maestro es aquel que:
Enseñar.-
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Cincelar.-
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Modelar.-
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Reflexionar.-
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Espiritual-
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ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE
HUAMACHUCO
(10 de Julio)
El 10 de julio es día de la heroicidad, al cumplirse un aniversario de la Batalla de
Huamachuco librada entre los montoneros de Andrés Avelino Cáceres y el ejército
chileno en el año 1883. Constituye una página de heroísmo sublime de hombres
humildes o de quienes como Leoncio Prado -hijo del Presidente de la República-
era indoblegable en la defensa y frente a la invasión, sacrificio rayano en el
holocausto enarbolando el estandarte de la dignidad, el honor y la fe en nuestro
destino.
El ejército de Cáceres era en su mayoría de indígenas, quechua hablante,
prójimos sencillos, campesinos y no soldados. Es la reserva moral sufrida y
legítima que constituye la vena más prístina y fiel de la patria porque deviene del ancestro
incaico. Y digo mayormente porque en esa epopeya también lucharon peruanos de otras
condiciones sociales, profesionales, de oficios diversos, desempeños, grados o edades. Había
niños como Gamero de 13 años cuyo cadáver quedó regado en el campo, o Manuel Tafur de 67
años que sucumbió pero antes vio caer a su hijo de 34 años, gritando a pulmón lleno "¡Viva el
Perú!". Juan Gasco frisaba 69 años y la noche anterior escribió: "Estoy resuelto a morir en
defensa de mi patria". Y murió.
Casi todos los jefes y oficiales cayeron en el campo de batalla. Y fueron los primeros, lo que nos
prueba que ya no se peleaba con la mente puesta, o con la inteligencia, sino con el corazón
borboteando su nívea espuma. "Cuando marcha a morir tu corazón, / cuando marcha a matar con
su agonía mundial..." diría después César Vallejo, pero hombre de Huamachuco, refiriéndose a
otro contexto pero a los mismos voluntarios y a la misma causa. O, más aún: se guerreaba con la
entraña, como cabe hacerlo a un país de fibra legendaria y a esos hombres retados con abismos
y montañas abruptas, porque nunca la ira fue más santa, más pura la sangre derramada y nunca
más aurora la muerte.
En la misma línea de fuego se habían juntado todas las sangres del Perú; todas las tonalidades
de mejillas y pómulos, de iris de ojos y formas diversas del pabellón de las orejas y que
constituyen el tejido tembloroso de nuestro ser. Nunca nos unimos tanto como para morir con
gloria. Ver caer a los jefes y oficiales desconcertó a los soldados, pero en esa dimensión ya no
sólo deben importar resultados sino cómo se asumen los hechos de la vida y de la historia, en
qué pliegue de la hombría te eriges para defender lo que es tuyo y del común que somos. Ahora
de lo que se trata es de ¡no olvidarnos jamás! de cómo hay pérdidas que honran y hay victorias
que enlodan.
Para librar esta batalla este ejército mítico cruzó sin abrigo y sin calzado los nevados de la
Cordillera Blanca por Llanganuco, para avanzar luego por el Callejón de Conchucos. Pocos
tenían fusiles, las balas les eran escasas, nadie contaba con bayoneta. El enemigo con el cual se
enfrentaban tenía abundantes fusiles y carabinas con pertrechos más que suficientes, una
poderosa caballería y 9 cañones Krupp de montaña. Sin embargo, quienes los buscaron fueron
los peruanos, la noche anterior los desalojaron de la ciudad donde estaban acantonados y
quienes lanzaron el ataque fuimos nosotros que después de cinco horas empezamos a ganar la
batalla tan claramente que las campanas de la iglesia de Huamachuco tocaron a rebato
repicando victoria, luchando con pundonor, honra y coraje.
(23 de Julio)
El capitán José Abelardo Quiñones nació en la localidad de Pimentel, departamento de
Lambayeque, el 14 de Abril de 1914. Inició sus estudios primarios en el Colegio Nacional “San
José” de Chiclayo, y concluyó sus estudios secundarios, en el Colegio Nacional “Nuestra Señora
de Guadalupe” de Lima.
Desde el comienzo de sus adolescencia, tuyo especial inclinación y afecto por ser aviador. Esta
aptitud lo llevó a postular a la Escuela de Oficiales de Aeronáutica.
Cierta vez, siendo cadete, tuvo la oportunidad de recibir una sola instrucción de 6 horas.
Conocimiento que le sirvió para emprender vuelo por sí solo, y sin instructor alguno a lado suyo.
Este hecho causó admiración en el cuerpo de instructores y compañeros de escuela.
Más tarde, siendo un alumno de cierta experiencia, realizó una brillante demostración de vuelo
invertido, atravesando el campo de aterrizaje de “Las Palmas” en Surco-Lima, a solamente un
metro de altura aérea.
Egresó de la Escuela de Aeronáutica con el grado de Alférez. Por ser el primer piloto de caza
dentro de su promoción, fue distinguido con el premio Alas de Oro.
Cuando Ecuador nos declara la guerra, había ascendido al grado de Teniente. En ese entonces,
por su temple de acero, recibió la delicada misión de destruir a la artillería ecuatoriana, instalada
en Quebrada Seca, Lugar estratégico que impedía el avance del ejército peruano.
En plena acción de guerra, cuando volaba en su avión, fue alcanzado por la artillería antiaérea
ecuatoriana, que averió su nave. Entonces Quiñones, sin recurrir al paracaídas, se dirigió en
veloz vuelo hacia las instalaciones enemigas y se estrelló contra ellas, causando una terrible
explosión que termino con su vida y la de muchos cientos de ecuatorianos.
Murió carbonizado en Quebrada Seca, Ecuador, el 23 de Julio del año 1941; defendiendo los
honores de nuestra integridad nacional, ala edad de 27 años.
Póstumamente fue ascendido al grado de Capitán, reconociéndosele desde entonces, como el
“Héroe de la Aviación Militar del Perú”. Este hecho servirá de ejemplo a las generaciones
presentes y futuras, para que en cumplimiento de su deber consciente, en cualquier momento
ofrenden sus vidas en aras de nuestra amada Patria.
La Batalla de Zarumilla comprende los hechos de armas ocurridos en la zona fronteriza entre el
23 y el 31 de Julio de 1941, que culminaron con la ocupación por las fuerzas peruanas de la
provincia ecuatoriana de El Oro, una vez desalojados los invasores.
La ocupación de la provincia de El Oro se hizo para impedir que el enemigo recibiera apoyo
desde la retaguardia, así como para permitir al Perú una negociación que garantizara el respeto
de nuestros derechos. El alto al fuego se produjo el 31 de Julio.
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco nació en Caracas el 24 de
julio de 1783. Fueron sus padres don Juan Vicente Bolívar y Ponte y doña María de la
Concepción Palacios y Blanco. Aristócrata de origen, recibió una excelente educación,
especialmente prodigada por su tutor Simón Rodríguez.
En 1799, partió con dirección a España, y al hacer el viaje se detuvo en la Ciudad de México
donde se encontró con el virrey de Nueva España a quien alarmó explicando con confianza
acerca de la independencia americana.
El 26 de julio de 1822, Bolívar tuvo una conferencia con José de San Martín, en Guayaquil para
discutir la estrategia de liberación del Perú. Nadie sabe que ocurrió en la secreta reunión entre los
dos héroes latinoamericanos; pero San Martín volvió a Argentina, mientras Bolívar se preparó
para la lucha contra el último bastión español en Sudamérica.
En 1823, Bolívar tomó el comando para la invasión de Perú; y, en septiembre llegó en Lima con
Sucre para planear el ataque. El 6 de agosto de 1824, Bolívar y Sucre juntos derrotaron el ejército
español en la Batalla de Junín. El 9 de diciembre, Sucre destrozó el último baluarte del ejército
español en la Batalla de Ayacucho, eliminando la presencia española en Sudamérica.
Pero en 1827, debido a rivalidades personales entre los generales de la revolución, explotaron
guerras civiles que destrozaron la unión sudamericana por la cual Bolívar había luchado.
Acorralado por guerras fraccionales y sufriendo de tuberculosis, el Libertador Simón Bolívar murió
el 17 de diciembre de 1830.
DIA DE LA PROCLAMACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA
(28 de Julio)
El general argentino José de San Martín (1778-1850) tenía la idea de que la única manera de
consolidar la independencia en los virreinatos sudamericanos era independizando el Perú.
Según algunos historiadores, la firma del acta de la Independencia el 15 de julio por parte de
la aristocracia limeña y la posterior declaratoria el 28 del mismo mes fueron simples formalidades. La
real independencia del Perú se lograría con la derrota de las tropas realistas acantonadas en los
Andes.
La mayoría de los historiadores coincide que el proceso más antiguo que dio origen a la
independencia del Perú fueron las reformas borbónicas. Este largo periodo en que una serie de
medidas políticas y económicas restrictivas y represivas provocó que una amplia gama de sectores,
criollos, mestizos e indios participaran en movimientos sociales en los sectores geográficos donde
las reformas afectaron de manera más aguda. Sin embargo, las ideas reformistas que se expusieron
en la época, en los planes políticos de los levantamientos, junto a algún discurso separatista ligado a
un milenarismo indígena, no tuvieron los resultados inmediatos esperados.