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PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD

EN LOS ANDES COLONIALES


SIGLOS XVI Y XVII
Pensamiento, memoria e identidad en los Andes coloniales,
siglos XVI y XVII

© Sergio Alejandro Herrera Villagra

© Editado por:
Universidad Andina del Cusco
Urbanización Larapa Grande A-5, San Jerónimo, Cusco-Perú
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Escultura: Alberto Quintanilla del Mar
Apoyo técnico: Royer Capcha Quejías
Coedición UAC/Editorial Sol Invictus

Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2022-05028

ISBN 978-612-4392-51-1

Primera edición: Cusco, junio de 2022

Se terminó de imprimir en 23 de junio de 2022

Universidad Andina del Cusco


Urbanización Larapa Grande A-5, San Jerónimo, Cusco-Perú
Central telefónica: +51 (084) 605000
www.uandina.edu.pe

Tiraje: 300 ejemplares

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o procedimiento sin para ello contar con la autorización previa, expresa y por escrito del
autor.
Pensamiento, memoria e identidad en los Andes Coloniales
Siglos XVI y XVII

Sergio Alejandro Herrera Villagra


Para mis hijos Amaru y Luis
CONTENIDO
Resumen
Prólogo.............................................................................................................................. XIII
Introducción ..........................................................................................................................1

Capítulo 1. Titu Cusi Yupanqui .........................................................................................17


―La política del diálogo―
Manco Inca II: el legado del rebelde en la relación de Titu Cusi Yupanqui.
Primera y segunda carta entre Titu Cusi Yupanqui y el Rey de España.
Dictado y traducción simultáneos: una pragmática comunicativa de la escritura.
La «Carta-Instrucción» del Sapai Inga Titu Cusi Yupanqui al Rey Felipe II.
El comportamiento de los españoles en la ciudad del Cuzco y la reacción del Sapai Inga.
Parlamento de Manco Inca II y marcha al Antisuyu.
Las memorias del linaje de Manco Inca II como herencia política.

Capítulo 2. Inca Garcilaso de la Vega ...............................................................................65


―Las memorias del Cuzco incaico―
La lengua y la historia: el autor y la obra; Los Comentarios reales.
La ciudad natal: desde lo profundo de la tierra; Memoria de los orígenes; Signos andinos/
Escritura alfabética.
Ciudad Sagrada: Las torres de Valcárcel; Sobrevivientes de la conquista.
Uniones furtivas, matrimonios, descendencia: Sexualidad; Mestizaje; Generaciones.
El antiguo pensamiento: La aparición de los incas; Un génesis andino; La deidad Inti o el
Padre Sol; Otras deidades y huacas; Pachacámac y los jesuitas; Las huacas; Tres niveles
físicos/metafísicos del mundo andino.

Capítulo 3. Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua ...............................161


―La identidad del indígena cristiano―
El Yo indígena en el contexto colonial: Cristiano por la gracia de Dios.
La Providencia revelada a los incas.
Oraciones en quechua, montañas sagradas y la Buena Nueva.
Pachacútec, Amaru Yupanqui y Túpac Yupanqui.
Mitos y ritos andinos: El origen de los incas; Un hombre blanco barbudo, Wiraqocha y el
mito de Tonapa.
Capítulo 4. Felipe Guaman Poma de Ayala.....................................................................221
―La lucha contra la corrupción y el olvido―
Escuelas, bibliotecas y talleres coloniales.
La Letra de Dios; Escribano de cabildo; Educación y represión: la Casa de la Santa Cruz.
Viejas y nuevas ciudades del Virreinato del Perú.
La Ciudad de Dios y el peligro del castigo eterno.
Huacas, suyus y muerte: Las Huacas: informaciones de un indígena cristiano; Geografía y
política; Zona norte; Zona oriente; Zona sur; Zona oeste.
Funebria andina.
Cuerpo humano y naturaleza: Chinchaysuyus; Antisuyus; Collasuyos; Condesuyos; Yungas.

Capítulo 5. Runa Yndio Ñiscap........................................................................................335


―El quechua, el pensamiento, la escritura―
Idolatrías, persecución y escritura.
Quechua y Castellano: traductores coloniales y traductores republicanos.
Mitos y ritos: la forma de la memoria en el mundo andino.
Vida de Cuniraya; Prodigios de Pariacaca.
El Inca en Huarochirí.
La utilización del quechua misional.

Conclusiones.......................................................................................................................379
Glosario...............................................................................................................................393
Bibliografía.........................................................................................................................399
Presentación
El Patrimonio Cultural en el Perú se expresa no sólo en los campos de la
cultura material como tradicionalmente se piensa: en la textilería y la cerámica,
en la arquitectura y la ingeniería civil, en la evidencia antropológica física,
geográfica y ecológica, lo propio en cuanto a lo alimentario, lo musical y lo
folklórico. En el campo de la cultura inmaterial hallamos otros elementos
esenciales de la cultura andina tradicional y moderna. Me refiero a aquellas
categorías ontológicas que denominamos pensamiento, saber, lengua,
cosmovisión, memoria e identidad. El libro que tenemos en nuestras manos,
Pensamiento, memoria e identidad en los Andes coloniales, siglos XVI
y XVII (2022) justamente se abre camino en el análisis e interpretación de
estas categorías complejas gracias a una evidencia que el investigador unifica
en un significativo conjunto etnohistórico. Para el lector será un desafío
comprensivo leer esta obra del profesor Sergio Alejandro Herrera Villagra,
antropólogo e historiador, quien en un lenguaje llano y pedagógico nos sitúa
en esta perspectiva historiográfica. Ciertamente disfrutar del libro no será un
proceso breve, pero su riqueza explicativa compensará el tiempo que tome
iniciar y terminar su lectura.
El libro propone un examen acucioso de la documentación histórica y logra
empujar el análisis hacia la dimensión mental y conceptual de transiciones
hacia una cultura colonial más compleja, considerando al individuo enunciador,
el contexto integrativo y al colectivo productor de significados. El examen
que el etnohistoriador hace de estas cinco obras monumentales yuxtapone
el estudio de la escritura, del proceso lingüístico y la modificación de la
mentalidad. Variables que son comprensibles dimensionando correctamente
la impresionante campaña de evangelización cristiana que incluyó el uso de
la ley, la modificación conductual y el control mental por parte de la Iglesia
en el primer siglo de dominación española. Se trata sin duda de un respetable
examen cultural, simbólico y cognitivo que logra captar nuestra atención y nos
desafía a repensar las tres categorías que dan título a la obra, particularmente
aquella que dice relación con la memoria andina en el contexto de pueblos
que pervivieron ante la realidad virreinal y que lograron crear sus propias
agencias creativas en una trayectoria extraordinaria que logró remontar crisis,
conflictos y represión, trascendiendo en el tiempo y reformulando sus propias
condicionantes como expresión inteligente de su organización social y mental.
El autor nos invita a conocer el hilo conductor entre tradiciones del signo
que produjeron y generaron narrativas en distintos sistemas de expresión y
comprender el producto resultante. Y es que no es el castellano únicamente
el que nos habla desde el pasado colonial, sino toda la dinámica relación
del lenguaje e ideología dominante y la adición de otros idiomas como el
quechua a una situación de producción semiótica original y compleja (la
diglosia), que afectó las racionalidades y a la imaginación discursiva propia
de la historia, la mitología y la poética. Esto queda evidenciado especialmente
en los sendos análisis que el autor realiza sobre la obra del Inca Garcilaso,
Felipe Guaman Poma y Juan de Santa Cruz Pachacuti, en temáticas llamativas
como la ciudad sagrada, la mitología comparada y el culto a la muerte, por
citar sólo tres instantes luminosos del libro. La política de la negociación y
literatura de la extirpación de idolatrías quedan asimismo bien descritas en los
estudios sobre Titu Cusi Yupanqui y el Documento Quechua de Huarochirí,
respectivamente. El conjunto de textos históricos que aquí se examinan es, a
la vez, representativo y complejo, y por ello el tema seguirá reverberando en
el campo de estudios etnohistóricos y antropológicos. La cronística indígena
y mestiza es un tema inagotable.
La Universidad Andina del Cusco se complace en ofrecer a la comunidad
académica el presente libro que aportará a todos los interesados que deseen
conocer más sobre el complicado proceso colonial de los siglos XVI y XVII;
su aporte es destacable y con seguridad será de gran beneficio su lectura y
consulta. Nos satisface contribuir con la difusión de esta interesante obra,
precisamente en este mes jubilar de la Gran Ciudad del Cusco a la espera del
solsticio del 21 de junio, fecha simbólica que reivindica nuestra identidad
cusqueña.

Dra. Di Yanira Bravo Gonzales


Rectora de la Universidad Andina del Cusco
Tener en la memoria. Humaypi, o yuyayniypi cachcan, o
churarayan churaricun. Hazer memoria para acordarse humaypi
apaicachani.
Memorable cosa de que se deue tener memoria. Ancha yuyay
yuyaylla.
De memoria tomar. Humay manmi, o yuyaymanmi hapini.
De memoria dar. Huma manta villani. Oluidarlo. Humay manta
chincarin, o conccarini.
Memorioso el de mucha memoria. Ancha humayoc ancha
human man hapik ancha yuyak.
El de mala, o poca memoria. mana humayoc mana yuyak
ppissi humanman hapik. Y sonccoman hapini, o chayachini es
percebir comprehender con el juyzio.
Memoria del entendimiento. Soncco yuyana.
Memorial. Yuyachicuna qquellca.
Memorial lo que se trae para hazer memoria. Yuyachicuna
vnancha.

Diego González Holguín (Vocabvlario de la lengva general de


todo el Perv…, [1607] 1952: 360).
«Reprendiendo yo mi memoria por estos descuidos, me responde que por qué le riño de lo
que yo mismo tengo la culpa; que advierta yo que ha cuarenta y dos años que no hablo ni leo
en aquella lengua. Válgame este descargo para el que quisiere culparme de haber olvidado
mi lenguaje. Creo que el tigre se llama uturuncu, aunque el Padre Maestro Acosta da este
nombre al oso, diciendo otoroncos, conforme a la corruptela española; no sé cuál de los dos
se engaña; creo que Su Paternidad».

Inca Garcilaso de la Vega ([1609] 1985, Tomo II: 185).

«Y así, colocado de varios discursos, pasé muchos días y años determinando hasta que
vencido de mí y tantos años, comienzo deste reino, acabo de tan antiguo deseo, que fue
siempre buscar en la rudeza de mi ingenio y ciegos ojos y poco ver y poco saber, y no ser
letrado ni doctor ni licenciado ni latino, como el primero deste reino, con alguna ocasión con
que poder servir a vuestra Majestad, me determiné de escribir la historia y descendencia y los
famosos hechos de los primeros reyes y señores y capitanes nuestros abuelos y des principales
y vida de indios y sus generaciones y descendencia desde el primero indio llamado Uari Uira
Cocha Runa».

Felipe Guaman Poma de Ayala ([1615] 2006: 6).

«Yo, como nieto y descendiente legítimo de los susodichos, siempre desde que soy hombre
he procurado ser firme y estable en el misterio de nuestra santa fe católica, exhortando a los
prójimos a que fueran más adelante en ser buenos cristianos con intención y celo de guardar
los 10 preceptos de la ley de dios, creyendo en Jesucristo nuestro Señor a imitación de nuestra
santa madre iglesia de Roma. De modo que la santa iglesia romana cree lo que yo, don Juan
de Santa Cruz, creo. Y, así, en ella quiero vivir y morir en el temor de dios trino y uno, que
vive y reina para siempre sin fin».

Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua ([ca. 1613] 1993: 5).
Resumen
El Tawantinsuyu representa el momento cúlmine de la evolución histórica de
las sociedades andinas a lo largo de unos 5 mil años de antigüedad, contando
desde la lejana Caral. Los incas, como sus antecesores, usaron signos, lenguas
e ideologías que les permitieron crear un sistema social complejo basado en
una notable organización religiosa, política y económica, que hoy no deja
de sorprendernos por su sofisticación y eficiencia. Ciertamente los hombres
andinos poseyeron sistemas lingüísticos y semióticos originales gracias a
los cuales mantuvieron sus formas rituales, su memoria, su conocimiento,
en diversos grados de complejidad, todo el tiempo que duró su autonomía
geocultural. Particularmente los saberes incaicos, según la hipótesis central
de este libro, quedaron encapsulados en las obras indígenas y mestizas
escritas en los siglos xvi y xvii. El siguiente trabajo de fuentes, por lo tanto,
se centra en el estudio de la preservación de una memoria histórica en textos
polifónicos examinando los sistemas ideológicos, lingüísticos y culturales
implicados en un heterodoxo fenómeno de producción de pensamiento,
memoria e identidad.

La incorporación de la escritura alfabética y de la cultura del libro al campo


de actividad social y cultural generó una revolución cognitiva que produjo los
primeros frutos literarios que la América colonial pudo gestar. Para analizar
este tema nos enfocamos en el estudio de la Instrucción al licenciado Lope
García de Castro de Titu Cusi Yupanqui, los Comentarios Reales de los Incas
del Inca Garcilaso de la Vega, la Relación de Antigüedades de este Reino
del Perú de Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, la Nueva
Corónica y Buen Gobierno de Felipe Guaman Poma de Ayala y el Yndio Runa
Ñiscap de Thomas. Estos textos-monumento representan una experiencia
histórica de dos siglos de transformaciones culturales en los Andes coloniales,
en cuyo interior hay contenidas unas memorias mítico-históricas que encierran
formas de pensamiento que desde el pasado remoto extienden sus ondas
hacia un presente no exento de complicaciones sociológicas, etnológicas y
arqueológicas. Para comprender mejor estos textos proponemos una visión
interpretativa transversal para lo cual hemos indagado en cosmologías, ritos
y mitos, relaciones interétnicas, religiosidad, educación, poder, arte, lenguaje
y comunicación, todos aspectos que constituyen un rediseño colonial del
pensamiento local y una impensada persistencia de memorias e identidades en
el campo de las textualidades andinas. Las formas de pensar, la evocación del
pasado, el modo de reivindicar lo propio y el sentido del auto-reconocimiento,
son algunos de los objetos de estudio que son examinados con un enfoque
historiográfico/etnohistórico. El análisis de estos aspectos muestra que
pensamiento y lenguaje fueron un territorio parcialmente libre el cual fue
utilizado para mantener, reproducir y recuperar lo más significativo de la
cultura andina. Una paradoja social dentro de una inexistente dominación
total.
Summary
The Tawantinsuyu represents the culminating moment in the historical
evolution of Andean societies over some 5,000 years of antiquity, counting
from distant Caral. The Incas, like their predecessors, used signs, languages​​
and ideologies that allowed them to create a complex social system based
on a remarkable religious, political and economic organization, which today
never ceases to amaze us because of its sophistication and wisdom. Certainly,
Andean men possessed original linguistic and semiotic systems thanks to
which they maintained their ritual forms, their memory, their knowledge,
in varying degrees of complexity, for as long as their geocultural autonomy
lasted. That Inca knowledge, according to the central hypothesis of this book,
was encapsulated in the indigenous and mestizo works written in the 16th and
17th centuries. The following sources work, therefore, focuses on the study
of the preservation of a historical memory in polyphonic texts by examining
the ideological, linguistic and cultural systems involved in a heterodox
phenomenon of production of thought, memory and identity.
The incorporation of alphabetic writing and the culture of the book into
the field of social and cultural activity generated a cognitive revolution
that produced the first literary fruits that colonial America was able to bear.
To analyze this topic, we focus on the study of the Titu Cusi Yupanqui’s
Instrucción al licenciado Lope García de Castro, Inca Garcilaso de la
Vega’s Comentarios Reales de los Incas, Juan de Santa Cruz Pachacuti
Yamqui Salcamaygua’s Relación de Antigüedades de este Reino del Perú,
Felipe Guaman Poma de Ayala’s Nueva Crónica y Buen Gobierno, and
Thomas’s Yndio Runa Ñiscap. These texts-monuments represent a historical
experience of two centuries of cultural transformations in the colonial Andes,
within which mythical-historical memories are contained that hold forms of
thought that extend their waves from the remote past to a present that is not
exempt from sociological, ethnological and archaeological complications. To
better understand these texts, we propose a transversal interpretative vision
for which we have investigated cosmologies, rites and myths, interethnic
relations, religiosity, education, power, art, language and communication, all
aspects that constitute a colonial redesign of local thought and an unthinkable
persistence of memories and identities in the field of Andean textualities.
The ways of thinking, the evocation of the past, the way of claiming what is
one's own and the sense of self-recognition are some of the objects of study
that are examined with a historiographical/ethnohistorical approach. The
analysis of these aspects shows that thought and language were a partially
free territory which that was used to maintain, reproduce and recover the most
significant aspects of Andean culture. A social paradox within a supposed
total domination.
Prólogo
El mérito de la obra del profesor Herrera Villagra es ofrecer un profundo
examen etnohistórico sobre el pensamiento andino extraído de su estudio de
la cronística indígena y mestiza. Este libro analiza la mentalidad, la escritura
y los procesos de la memoria a partir de cinco importantes escritos coloniales:
Titu Cusi, Garcilaso, Pachacuti Yamqui, Guaman Poma y el Documento
Quechua de Huarochirí. Como sabemos, antes de 1530 en los Andes se practicó
una extraordinaria forma de comunicación, definida por el quechua, la forma
numérica de los quipus, los ceques y los oráculos, que mantenían informado
al Rey Inca de los acontecimientos que sucedían en la vida cotidiana. El modo
de vida basada en creencias y costumbres de profunda eficacia simbólica,
cosmológica e ideológica era difundido en diversos soportes. Una forma
de memoria mito-histórica concedía orden a la conciencia, identidad, la
naturaleza, el cosmos y el más allá.
Durante la colonia española en los Andes se consolidó una cultura
indígena y mestiza con un modo de vida original manifestando desde
entonces una tradición sincrética orientada a la formación de una nación
peruana. Esta formación sociocultural se debe al mestizaje biológico entre
andinos, europeos, africanos, a la que más tarde se sumarían los asiáticos.
Estas son todas las sangres del Perú. Pero la política española en los siglos
xvi y xvii no tuvo la fuerza suficiente para someter a los indígenas, por ello no
consiguió abolir la cultura andina como lo hubieran deseado las autoridades
más intransigentes. Entre sus elementos fue la lengua quechua la que más se
adaptó, pero junto a ella pervivió sobre todo la lógica del pensar que se hace
evidente en sus modos de vida. Sin lugar a dudas, se mantuvo esa rica eficacia
simbólica y lingüística.
Hace quinientos años desapareció la cultura original de los incas y sólo
quedó algo que los cuzqueños urbanos y los comuneros rurales retuvieron
en la memoria. Cada comunidad dispersa en los Andes recuerda lo que fue
la cultura milenaria. La república que se inició en 1821 formó un Estado-
nación independiente con una población de indígenas, mestizos y criollos,
con modos de vida distintos. El quechua era el idioma que hablaban indígenas
y mestizos. El castellano, por su parte, era utilizado por criollos y mestizos.

XV
PRÓLOGO

Esta historia de cinco siglos es un laberinto, como se advierte. Caracterizar


al Estado-nación peruano es un proceso bastante complicado al que podemos
observar científicamente examinando los modos de vida contemporáneos. La
diglosia también ha aportado a que el Cuzco sea pluricultural y sus identidades
locales heterogéneas.
Lo que se quiere entender en este trabajo es: ¿qué sucedió durante
casi dos siglos de continua aculturación de la población indígena y cómo
puede representarse este proceso? Desde luego es un tema difícil. En efecto:
«La integración cultural que se produjo en la mentalidad de los andinos hacia
1550-1650 se nos sigue revelando como un complicado tema de estudio».
¿Cómo se integró el andino en la sociedad hispánica? Es una de las preguntas
que Herrera Villagra trata de contestar en este trabajo estudiando la evidencias
de las textualidades coloniales.
Los cronistas andinos que escribieron sobre el contacto y coexistencia
con los españoles ¿hasta dónde realmente captaron la mentalidad de la época?
Se trata de temas importantes en los que todos pensamos. Sólo entendiendo la
lógica del pensamiento de los Runas (hombres) se puede comprender de qué
modo la cultura castellana modificó el pensamiento de la gente. Por la misma
dificultad de entender a la cultura indígena particularizada por los diversos
grupos étnicos cada cronista trató de mostrar desde su perspectiva lo que
captaron de esta nueva sociedad y al mismo tiempo explicar la confluencia
sociohistórica entre andinos e hispanos. Es la historia religiosa que relataron
una clave metodológica decisiva para estudiar el pensamiento, la memoria y
la identidad de nuestros antepasados.
Los textos históricos de los cronistas seleccionados en este libro,
que el Fondo Editorial de la Universidad Andina del Cusco ha tenido a bien
en editar, son un patrimonio cultural indudable. Como lo expresa su autor,
son textos monumentales. El testimonio dejado por los cronistas sobre la
cultura andina colonial de los siglos xvi y xvii se orientó entre el silencio,
la tragedia y el trauma por el impacto de la política española. La libertad de
expresión fue reprimida por los abusos implementados a raíz de la imposición
administrativa y por la policía del momento: los edictos de la iglesia emanados
de los Concilios Limenses.

XVI
PRÓLOGO

Las crónicas de los indígenas y mestizos inician siempre justificando


a la Santa Iglesia sin contradecirla en ningún aspecto. Ello muestra que el
cambio de las mentalidades ocurrió de manera quirúrgica en la República
de los indios. El Inca Garcilaso de la Vega, Juan de Santa Cruz Pachacuti
Yamqui y Felipe Guamán Poma de Ayala son cronistas que expresaron este
sentimiento. Lo propio las cartas de Titu Cusi Yupanqui y el Manuscrito
Quechua de Huarochirí. Son ciertamente «formidables evidencias de un
mundo que continuó transformándose, transportando en su seno el genoplasma
de la cultura indígena que logró subsistir a través de diferentes estrategias de
supervivencia». Desde mi punto de vista, los cronistas indígenas y mestizos
escribieron sobre sí mismos con una visión integrativa entre tradición y
modernismo. Creo que la ideología tradicional andina y la naciente ideología
mestiza se bifurcaron formando la nación peruana, aunque separándose por
regiones de habitación. Lima representará a la cultura hispana y occidental,
y las provincias serán la periferia habitada por los herederos de las viejas
sociedades andinas. Este esquema sociológico y etnológico se seculariza.
El Inca Garcilaso de la Vega es expresión viva del mestizaje. Su texto
literario refleja una ideología mestiza. La invasión hispánica al Tawantinsuyu
tuvo efectos sociales tempranos: las relaciones sexuales y las parentelas entre
extranjeros y nativos dieron origen al mestizaje biocultural. El surgimiento
del mestizo, no reconocido como español ni como indígena, por su forma
de ser y ambigüedad fue, al parecer, más perjudicial para los nativos. En
esta capa social surgió una nueva cultura, la del mestizo, sincrético, letrado
y cristiano, castellanohablante y quechuahablante. En esta población emerge
el catolicismo popular, percepción socioreligiosa en conflicto con lo oficial,
lo dogmático. Desde luego, este sector naciente, en ventaja frente al nativo,
gozará de la educación escolar, aunque con cierta resistencia de los españoles.
Surge una nueva ideología propia de la formación del mestizo, una ideología
ambigua. El amor o el desprecio a la tradición andina cristaliza a través de
valores sentimentales que afectarán a la identidad de ser o no peruano.
La mezcla biológica forjó sentimientos de identidad diferenciadas
entre los peruanos de la colonia. Por ejemplo, el caso de hijos de mujeres
nobles de estirpe inca con conquistadores españoles, frente a hijos de mujeres

XVII
PRÓLOGO

andinas de un Ayllu (no panaca) con español, era diferente. Es posible que
estos descendientes hayan tenido sentimientos de identidad desiguales.
Los estamentos o clases poseían sensibilidades al respecto y las imponían.
¿Todo esto hasta dónde influyó en el pensamiento de los cronistas indígenas
y mestizos? Garcilaso con su perspectiva bicultural expuso con mucha
sabiduría la posición de la cultura andina con inclinación a resaltar a los
gobernantes incas, pero su influencia hispana por parte del padre dio origen a
un sentimiento exclusivo de combinación hispano-andina del cual surge una
posición ideológica orientada a una posición incanista. Su obra monumental
es una expresión de esta ideología que influyó e influye en la educación de
la gente ayer y hoy. El relato de los mitos de origen descrito con una visión
teológico-providencial desde la época precolombina hasta la conclusión
del Tawantinsuyu refleja la posición de Garcilaso. En su relato se nota la
idealización de una sociedad casi perfecta, muy diferente a la civilización
europea. En este sentido pensamiento e ideología son peculiares de una
sociedad basada en lo mágico-sagrado. Es obvio que frente a esta expresión
fenomenológica los europeos reaccionaran con una política intolerante con
la intención de desintegrar y degradar lo andino aplicando la marginación
idolátrica con abundante uso de adjetivos: salvajes, bárbaros, herejes,
apóstatas, supersticiosos, etc., porque no pertenecían al cristianismo que era
la inmaculada verdad.
Durante la época colonial temprana se desarrollaron los cuatro primeros
Concilios Limenses. El quechua, lengua general de los incas, despreciada
por los hispanos más rudos, se convirtió de acuerdo a estos concilios en un
importante instrumento lingüístico para facilitar la evangelización de los
Runas a la conversión cristiana. De manera paralela a la evangelización, los
españoles documentaron información sobre la cultura andina, registrando
a manera de etnografías (aunque con más valor jurídico y económico) el
modo de vida dentro y fuera de los Ayllus con un objetivo claro y preciso:
occidentalizar a los andinos. La aculturación se dio con más fuerza y claridad
en el grupo de los mestizos, sobre todo una nueva religión sincrética por causa
de su condición biológica. En cambio, la cultura andina, la del Runa, seguía
su propia senda asimilando o no la evangelización, las nuevas tecnologías
agrícolas como el arado de bueyes, el cultivo de plantas exóticas, crianza de

XVIII
PRÓLOGO

nuevos animales y una nueva forma política en la administración del Ayllu.


La introducción de la comuna de colonos ibéricos derivó en una forma de
organización socio-económica que terminó empleándose en la comunidad
andina.
Los Comentarios Reales, primera y segunda parte, muestra posiciones
antagónicas de dos culturas divergentes, y al medio el surgimiento de una
vía confluyente que podemos llamar híbrida para entender el fenómeno
sociocultural emergente. Según el profesor Herrera Villagra, la del Inca
Garcilaso es «una obra simultáneamente incaica, indígena, castellana y
mestiza, europea y andina». En efecto, la posición ideológica del indio
mestizo mostrará con bastante claridad la existencia de una religión opuesta
al cristianismo pero que es encadenada teleológicamente a la Iglesia de
Cristo. La oposición a los españoles y su religión quedó subyacente en el
pensamiento del indígena andino. Es decir, se escondió la fe andina ante la
agresiva política aculturativa de los foráneos.
Se obligó la lectura o memorización o repetición de la Sagrada Biblia
que representaba el modelo ideológico europeo. Este acontecimiento mental
es propio del siglo xvi, un tema que el autor aborda con eficacia antropológica.
Las Sagradas Escrituras muestran una cultura bastante distinta al mundo
andino: historia antigua oriental, términos, paisajes, vestimentas, un Cristo
colgado en una cruz, la escritura…, cosas bastante extrañas y confusas para el
entendimiento andino. Los andinos para poder tener una idea de esta extraña
religión la racionalizaron y manifestaron a través de los mitos contemporáneos
como una Waka (anómala quizás), un poder sobrenatural particular que
generaba conflictos con las Wakas tradicionales. En el fondo existió una
resistencia subyacente frente una Waka inoportuna que creó conflictos en la
ideología tradicional de los andinos.
La posición de Juan de Santa Cruz Pachacuti Yanqui Salcamaygua se
manifiesta a través de un espíritu intercultural. El propio autor declaró que
su crónica fue escrita con la intención de ayudar a los evangelizadores, de
ser un puente entre los indios y la iglesia. La justificación detallada de los
curas y frailes evangelizadores era que estos relatos recolectados no eran sino
documentos a manera de informes detallados sobre la idolatría y las falsas

XIX
PRÓLOGO

creencias de los indios que tenían como finalidad facilitar su revelación para
combatirlas. Algunos de estos informes fueron escritos en quechua y aymara.
¿Las traducciones entre el quechua y el castellano eran en realidad
sinceras o fueron un filtro para que escribiera el cronista indígena lo que
a él le parecía real? ¿Hasta dónde afectó al pensamiento tradicional el
control de relatos indígenas y mestizos? Sí, es probable que la Relación de
Antigüedades deste Reyno del Perú ayudase «a los sacerdotes evangelizadores
al conocimiento y comprensión de las creencias y tradiciones andinas para su
posterior extirpación y destrucción, y también posiblemente para que este
conocimiento pudiera ser un puente facilitador de la educación que recibían
algunos de los indígenas más adelantados adscritos a sus correspondientes
doctrinas en aquel pasillo geográfico que une el altiplano collavino y el área
serrana cuzqueña», como indica el autor de esta obra. Es plausible.
La crónica de Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui inicia con el
propio autor presentándose como cristiano para dar a conocer el contenido de
su texto. Relata el origen que sustenta la creencia de la espiritualidad andina.
En el estilo de su relato histórico-mítico muestra la posición ideológica que
caracteriza al mundo colonial. Se trata de un relato desde la perspectiva del
Runa que con mucha claridad plasmó un tipo de pensamiento emergente.
Juan de Santa Cruz elaboró y concretó un documento histórico que muestra
de manera extraordinaria la visión, no solo religiosa, sino también filosófica,
de un pensamiento que integró en lo andino la influencia de la Iglesia católica.
Tratar de temas religiosos sirvió a los intereses de los extirpadores de
idolatrías en la búsqueda de argumentos para combatir las supuestas muestras
de paganismo. Por ello la crónica escrita por un indígena debía pasar por un
censor de revisión lo que habría afectado el contenido del relato. Pachacuti
Yamqui se había aventurado a tratar su propia historia en lengua castellana. A
través de la narración sobre la historia general del Perú, origen y descendencia
de los incas, creencias y rituales, manifestó un pensamiento interno resultado
de su socialización como indígena cristiano y noble, lo que Juan de Santa
Cruz manifiesta en las primeras letras de su crónica: “cristiano por la gracia
de Dios”. Y enseguida describe su ascendencia como hijo y nieto legítimo de
individuos que tempranamente abrazaron el cristianismo. Al evocar a padres

XX
PRÓLOGO

y abuelos expresó su sistema de descendencia bilateral por línea paterna y


materna. Y con esto formuló su autodeterminación de ser indígena cristiano,
miembro de una familia que había aceptado a Dios.
El texto de Juan de Santa Cruz Pachacuti es una oportunidad para
conocer el mundo colonial desde la perspectiva de un sujeto aculturado, es
decir, desde su propia socialización de Runa. Nuestro autor experimentó
el proceso de aculturación al cristianizarse. La evangelización fue un
movimiento social y mental que modificó formas de pensar la realidad. El
libro sagrado de los cristianos fue una herramienta del proceso de aculturación
que utilizaron los evangelizadores para adoctrinarlos y convertirlos a la fe
cristiana. Se mostraba el texto sacralizado porque contenía la palabra de
Dios. Lo propio ocurrió con la colonización del imaginario gracias al arte
europeo introducido. Influenciado por esta creencia participó plegándose a la
cultura cristiana en las actividades evangelizadoras que propiciaba la Iglesia.
Mención especial merecen sus dibujos. En mi opinión, el dibujo cosmológico
representa la mentalidad andina agro-ecológica plasmada en la cosmovisión
y el modo de vida de los Ayllus. La lectura de los gráficos del texto encierra
la simbología de la espiritualidad andina. El círculo, o más bien el ovoide que
fue tallado en una plancha de oro fino, representaba al Hacedor del cielo o la
tierra Pachayachachic Huiracocha. Esto que es elemental no es tan sencillo,
¿qué más ocultará esta figura?
Felipe Guaman Poma de Ayala, llamado por John V. Murra “etnógrafo
del mundo andino”, es el autor de El primer nueva corónica y buen gobierno.
Este es un texto que da la oportunidad de mirar el mundo colonial en su
complejidad porque ofrece una perspicaz información de la cultura e historia
en la época de los incas. Podría decirse que es una etnografía desde la visión
de los Runas porque nos habla de su época. Guaman Poma parte explicando
las categorías de la edad cronológica desde el momento en que nacieron las
sociedades andinas, y cómo los incas fueron desarrollándose hasta convertirse
en un poderoso Estado. Guaman Poma vivió entre los europeos; de ellos
aprendió a leer y escribir, se educó y aprendió su religión e historia. Se presume
que pasaba su tiempo leyendo libros mientras asesoraba a sacerdotes de la
iglesia, lo que al final lo convirtió en un competente escritor. El castellano

XXI
PRÓLOGO

empleado en la redacción es dominado por la influencia del quechua, idioma


materno, y esto hizo que su estilo fuese diferente frente a las demás cronistas.
Lo que trataba de mostrar era la importancia de las actividades agrícolas y del
pastoreo, graficándolas en imágenes, y la posibilidad de que los andinos se
gobernasen por sus propios medios.
El Buen gobierno se refiere críticamente a la administración pública
planteando una propuesta muy interesante. La política del Tawantinsuyu y
sus detalles de la organización sociopolítica fue el interés de Guaman Poma.
Por ejemplo, los de Chinchaysuyu se mostraron como anticusqueños, y por
ello, según nuestro autor, el Sapa Inca debía confiar puestos de administración
en el aparato estatal a los locales para lograr un control eficiente en el
sentido de un buen gobierno. Por su parte, lo escrito y lo visual en esta
obra son evidencias que están relacionados con la campaña de educación
y catequización de la población indígena con programas sistematizados de
aculturación que revelan procesos de enseñanza y aprendizaje que la Iglesia
llevaba a cabo. La obra de Guaman Poma contribuyó a relatar la historia
andina para los fines de la evangelización y administración. Por ello, como
Raúl Porras Barrenechea expresara en su momento, Guaman Poma manifestó
que los naturales eran explotados por manos de los encomenderos, mineros,
sacerdotes y corregidores, y ello debía cambiar apelando a la real conciencia
del Rey de España. Los Pobres de Cristo tuvieron en don Felipe a uno de sus
grandes defensores.
Pienso que en los cronistas mencionados existen tres miradas, con
intereses creados o no, sobre la vida social de aquel periodo. Los cronistas
españoles vieron al otro (a los Runas) con desprecio, aflorando con fuerza su
etnocentrismo medieval. Buscaban imponer una versión histórico-teológica
oficial del Imperio español, acorde con los intereses de la Iglesia católica y con
la voluntad de Carlos V, Rey de España. Los cronistas indígenas y mestizos
relataron su percepción de la historia y mitología con una visión bicultural,
es decir, mezclando la cultura de madre y padre bajo el panóptico cristiano,
surgiendo de esta manera una inevitable forma de pensamiento que unía
pasado y presente. En otras palabras, trataron de manifestar la mentalidad, la
estructura cognoscitiva de su cultura.

XXII
PRÓLOGO

Teniendo en cuenta todo esto, Pensamiento, memoria e identidad en


los Andes coloniales, siglos XVI y XVII es un trabajo de bastante merecimiento
que esclarece de manera magistral el modo de pensar de los cronistas indígenas
y mestizos en beneficio de antropólogos e etnohistoriadores dedicados al
estudio del mundo andino.

Jesús Washington Rozas Álvarez


Cusco, 07 de marzo de 2022

XXIII
Introducción
INTRODUCCIÓN

L
a conquista española generó una destrucción sistemática del mundo
andino. La muerte y el robo, el ultraje, violencia y fanatismo,
el oro, la posesión de los cuerpos, lo patriarcal, la explotación
humana indiscriminada, es el recuerdo inequívoco del proceso que inicia
este acontecimiento social traumático. El establecimiento de la colonia, la
repartición de la tierra, la minería y el trabajo forzado, fueron algunas de
las poderosas fuerzas que movieron a los individuos de la época. A fines
del siglo xvi la catástrofe demográfica dejó asimismo un vacío imposible
de no percibirse socialmente: fue el despoblamiento general debido a
letales ciclos epidemiológicos. Todo un siglo de (des)encuentros, depresión,
rapacidad y genocidio, pero también de lucha, agencia y actividad. La caída
del Tawantinsuyu dejó una cicatriz imposible de borrar en la epidermis
de los Andes. Una vez que los andinos pudieron reaccionar y responder
ante la nueva situación, comenzó a producirse, entre otros fenómenos, un
impensado accidente cognitivo: un nuevo arraigo en la mentalidad de los
pueblos dominados hizo renacer una evocación del pasado que, a pesar
de estar vinculada con la sociedad hispánica, consiguió prevalecer como
necesidad cultural en el pensamiento e identidad de hombres y mujeres. Ante
el proceso anticultural de la colonización la población andina actuó en efecto
de muchas formas para defender su tradición.

3
INTRODUCCIÓN

Esta situación se expresó, por ejemplo, en la defensa de su profunda mito-


historia justo en medio de la conflictiva y represiva campaña de evangelización
de los indios que la Iglesia católica impuso con rigor fanático, quizás la
fuerza más irresistible de cambio mental en la población sujeta a la España
imperial temprana. Ello nos ha permitido meditar sobre la mantención secular
de una memoria indígena que quedó fijada en valiosos libros, documentos
y manuscritos de la época. Nos parece innegable que, gracias a la escritura
alfabética y la cultura del libro impreso, el sistema de comunicación europeo
llegó a apropiarse de un territorio cultural que poseía una mnemotécnica
igualmente densa ideológica y espiritualmente. La sociedad andina hasta
entonces no conoció el sistema alfabético de escritura, cognitivamente el más
perfecto creado para la comunicación humana. El más perfecto quizás, pero
no el único desde luego.
Las sociedades indígenas hubieron de conservar hasta entonces un
extraordinario sistema comunicativo; aquél fue fruto de miles de años
de tradición lingüística y semasiográfica original, exótica y compleja, de
evolución semántica eficiente y rica en simbolismos. No tenía nada que
ver con la escritura alfabética que Europa heredó de romanos, griegos o
hebreos. La conquista condenó a muerte a todo un sistema mito-histórico
de signos: éste fue destruido, saqueado, proscrito. Así la humanidad perdió
un importante conocimiento original, que hoy la etnohistoria y antropología
intentan decodificar con lo que sobrevivió. Eso representó una ruina que
parecía definitiva. Pero la escritura alfabética al ser introducida e impuesta
en los Andes produjo una imprevista revolución cultural que modificó las
formas de pensar de la población indígena. Al ser instituida como tecnología
oficial por el gobierno y la iglesia virreinales, la escritura alfabética terminó
desplazando a los modos indígenas de representar objetos, personas y
fenómenos, pero con todo no consiguió abolir su cultura, sus lenguas o sus
formas de pensar: la escritura permitió paradojalmente registrar, custodiar
y salvaguardar una memoria y una identidad. La destrucción material de lo
andino no pudo expanderse al ámbito mental. La ruina que parecía total no lo
fue en realidad. Tal es el tema del presente trabajo.
Quienes aprendieron la escritura y el castellano como modos
expresivos insustituibles lograron salvar las antiguas formas de pensar y

4
INTRODUCCIÓN

recordar. Indudable. ¿Cómo aprendieron la lengua castellana? ¿Quiénes les


enseñaron a escribir y leer? ¿Quiénes los educaron? Averiguar cómo ocurrió
esto es esencial para entender mejor el proceso de cambio cultural que vemos
expresado en el campo de las textualidades coloniales. Es necesario, por lo
tanto, que nos interroguemos acerca de qué aspectos de la cultura andina
fueron destruidos en el proceso de la colonialidad, cuáles continuaron activos
a través de los siglos y cómo influyó en el pensamiento del pueblo andino
la religión cristiana, una verdad oficial de la conquista y la historiografía
medieval. Lo macro, nos parece, se refleja en lo micro. La imagen de una
cultura dominante que modificó a la dominada nos obliga a escrutar en
las formas de lenguaje de los que fueron parte de una sociedad sometida a
profundos cambios, antes que nada, de naturaleza mental. En este sentido, nos
interrrogamos sobre cómo fue asediada la cultura andina y particularmente
de qué modo la dominación política modificó el pensamiento andino.
En estas investigaciones hemos querido indagar sobre cuáles fueron los
principales saberes y conocimientos que las sociedades andinas protegieron
de los estragos coloniales. Admitamos que no sólo este es un asunto de
dominaciones militares, políticas y económicas: surgen indefectiblemente
fenómenos cognitivos y comunicativos. El método de estudio nos lleva a
estudiar pensamientos abstractos y simbólicos registrados en documentos de
naturaleza mítica e histórica. La pregunta obvia salta a la vista: ¿de qué forma
interactuaron las lenguas quechua y castellana en relación a los soportes
materiales de la comunicación colonial? Entre la lengua y el pensamiento
está nuestro campo analítico. En efecto, una transformación progresiva del
pensamiento fue lo que estuvo involucrado en el proceso quechuológico de
transformación semántica y de adopción del principal medio de comunicación
de la época por parte de los andinos: la escritura histórica.
Los autores que escribieron sobre el pasado de los Andes aprendieron
modelos y patrones del sistema de educación ofrecido por la sociedad
española. Estos modelos y patrones son los referentes de una evidente
teología histórica. Ese aprendizaje complicó identidades y memorias, formas
de pensamiento. ¿Qué tuvieron que olvidar para seguir recordando? La
lengua castellana aprendida por estos productores de textos, ¿qué efectos
tuvo en las formas de pensar que resultaron traducidas según la visión

5
INTRODUCCIÓN

evangelizadora impuesta? Estas cuestiones nos sitúan en el interior del


mundo andino. Una vez dentro de la tradición colonial oficial es imperativo
conocer y comprender cómo los andinos se apropiaron de la cultura letrada
europea, qué aspectos seleccionaron y cómo aprovecharon algunos espacios
vacíos que la sociedad española dejaba sin dominación, para registrar
sus tradiciones y costumbres, observarlas, comentarlas y criticarlas. Así
mismo, es necesario averiguar cómo expresaron los individuos el saber y
conocimiento de dos culturas que constituían un multiverso ideológico: ¿Qué
significó culturalmente esta encapsulación de la memoria andina expresada
en el registro historiográfico colonial? Desde luego, no es la escritura la única
responsable de la construcción de una memoria andina en el contexto del
proceso de aculturación, sincretismo y mestizaje que afectó el pensamiento
e identidad de los hombres de la época: lo fue también la pintura: sus efectos
en la construcción de imaginarios cristianos fueron decisivos. La técnica
pictórica fue utilizada fervientemente por los andinos quienes se apropiaron
originalmente de ella. La imagen de nuestra portadilla, que podemos llamar
simplemente: «Hombre escribiendo» (ekphrasis), nos enseña bastante sobre
el mundo de las ideas en los siglos xvi y xvii. Sin saber exactamente quién
fue el autor ni sus motivaciones, lo cierto es que revela explícitamente un
imaginario social extraordinario que lleva necesariamente a una idea-acción
trascendente: la necesidad de proteger los recuerdos, estimular la evocación
y acentuar la reflexión en torno al pasado, a un presente oscuro y a un futuro
incierto. La composición de este lienzo cuzqueño revela una heterogeneidad
que denota y connota una interpretación pluricultural de la realidad colonial.
Hay disconformidad, heroísmo y sacralidad en la escena compuesta, sin duda
poesía que involucra a la escritura y la memoria.
El presente modelo de análisis, centrado en la preservación de una
memoria andina como objeto de estudio, busca superar la innegable destrucción
masiva y sistemática que implicó la evangelización de las sociedades locales,
examinando una evidencia documental que podemos reconocer como
sistemas ideológicos, lingüísticos y culturales profundamente implicados, en
un fenómeno clave que pudo correlacionar formas de pensamiento social. Se
ofrecen aquí diversas interpretaciones sobre el área de la textualidad andina
que sujetos indígenas produjeron en los Andes y en España. Y se intenta

6
INTRODUCCIÓN

responder a una pregunta esencial, quizás la más interesante de todas: cómo


se reprodujo la memoria social andina durante los siglos xvi y xvii.
Los ensayos ofrecidos se enfocan en el estudio de las siguientes obras:
los Comentarios Reales de los Incas [publicada en Lisboa en 1609] del Inca
Garcilaso de la Vega; la Relación de Antigüedades de este Reino del Perú
[1613, publicada en 1879 en Madrid por Marcos Jiménez de la Espada]
de Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui; y de la Nueva Corónica y Buen
Gobierno [1615, publicada en Paris por Paul Rivet en 1936] de Felipe
Guaman Poma de Ayala. Como sabemos, de estas tres obras sólo una fue
publicada oficialmente en términos de la cultura editorial en su época: los
Comentarios Reales… [1609]. En tanto que las obras de Guaman Poma de
Ayala y Pachacuti Yamqui Salcamaygua quedaron archivadas en bibliotecas
europeas por siglos: una en Biblioteca Nacional de España (Madrid, España),
la otra en la Det Kongelige Bibliotek (Copenhague, Dinamarca). Estos
hechos literarios y editoriales justifican nuestra percepción de lo que significa
en rigor constituirse en autores de obras escritas de origen indígena con valor
a la vez histórico y antropológico. Otras obras con este carácter, y que por
sus particulares cualidades también estudiamos aquí, son la Instrucción al
licenciado Lope García de Castro Carta o Instrucción de Titu Cusi Yupanqui
[1570] y el Yndio Runa Ñiscap de Thomas [¿1598-1608?], documentos que
no fueron editados y publicados en su época, y que quedaron con el tiempo
olvidados en la Biblioteca de Madrid.

Los españoles nunca consiguieron destruir completamente ni reprimir


del todo a la población indígena, ser social que siguió utilizando tanto su
lengua como su cultura en el nuevo tipo de modelo social que les fue impuesto.
La versión oficial de la conquista de los incas resulta aún hoy insuficiente:
la distancia entre dominadores y dominados muestra un campo de acción
e interacción vasto. Hoy resulta verosímil pensar que no pocos aspectos de
la sociedad autóctona continuaron practicándose en diferentes áreas de la
vida cotidiana. La integración cultural que se produjo en la mentalidad de los
andinos hacia 1550-1650 se nos sigue revelando como un complicado tema de
estudio que a cambio de enfrentarlo con entereza nos ofrece particularidades
antropológicas de este proceso que es sobre todo espiritual e intelectual,

7
INTRODUCCIÓN

literario sin duda, y que va más allá de lo puramente económico, militar y


jurídico. Al mismo tiempo, es preciso reconocer que el aprendizaje de la lengua
castellana, la práctica de la fe cristiana y del discurso histórico teológico —
elementos que lograron asir de manera brillante y desconcertante— fueron
los principales componentes de un fenómeno historiográfico fascinante: la
construcción por parte de sujetos indígenas de un activo recuerdo de sus
formas de vida que gracias a la escritura quedó registrado, y muy vivo, se
diría, durante el primer y segundo siglo de la dominación española.
La textualidad indígena, mestiza en el sentido bicultural, es el fruto
lúcido de la primera revolución de la literacidad andina bajo la colonialidad
hispánica. Esta constatación fundamenta teóricamente lo que sigue en estas
páginas.

Denominamos genéricamente a los artífices bajo estudio «Autores


Andinos», categoría que nos parece apropiada según expondremos en lo
sucesivo, dado que estos enunciadores de historia tienen lógicamente una
raigambre legítimamente andina. Ellos son los procreadores de una progenie
de recuerdos que merecen ser transformados en objetos de estudio. Los
análisis aquí compilados se proponen establecer un estatuto historiográfico
más estable para definir este conjunto significativo. A todos estos evocadores
de la tradición andina los observaremos como miembros orgánicos de
las sociedades de los Andes y España, en una mezcla de medievalismo,
renacentismo y colonialismo; fenómeno paralelo, yuxtapuesto y simultáneo
al substrato materno de la cultura andina también heterogénea, compleja y
diversa, lo que nos ofrece la posibilidad de estudiar la sociedad andina colonial
que recibió, internalizó y adoptó la cultura y religión hispánica a partir de una
sensibilidad de doble matriz cultural. Nuestros estudios, en consecuencia, se
desarrollan al interior de procesos de cambio y transformación cultural de
corta duración, y se articulan a otros procesos simultáneos de continuidad y
persistencia de la cultura andina, ambos temas controvertidos. En realidad,
estas importantes fuentes primarias indígenas pueden ser consideradas
como un conjunto homogéneo, una «Visión de los Vencidos»1, que, aunque
1 Véase Zavala (1947: Caps. II, III y IV), León-Portilla (1959: Caps. XIV, XV, XVI), Esteve Barba (1964:
Intro: 10, 14, 17, 19, Cap. VIII: 456, 470, 475); Wachtel (1976: Primera Parte, Cap. 2, I, Segunda Parte,
Cap. 3, IV).

8
INTRODUCCIÓN

comparten los modus y los locus esenciales —lengua, escritura/imagen,


ideología—, desde el punto de vista etnohistórico son bastante diferentes a
las fuentes primarias hispánicas. No son las únicas fuentes disponibles para
estudiar el pensamiento indígena (piénsese en los Qhipucamayocs [1542] o
en Blas Valera [1590]); constituyen solamente nuestro recorte de la realidad
registrada en el periodo histórico bajo examen.
Es evidente que esta producción historiográfica no está aislada en el
tiempo-espacio, sino que es parte de un conjunto mucho mayor de obras que
inauguraron soldados, cronistas, licenciados y secretarios en la época de la
Conquista del Perú. Por ejemplo: Cristóbal de Jerez [1534], Cristóbal de
Mena [1534], Miguel de Estete [1555]. Continúa con un primer intento de
entender a los hombres de los Andes: Juan Diez de Betanzos [1551], Pedro
Cieza de León [1553], Juan Polo de Ondegardo [ca. 1559, 1561]. Con aquel
que refleja la cuestión lingüística castellano/quechua: Domingo de Santo
Thomas [1560]. Prosigue en el tercer tercio del siglo xvi con la producción
de documentos administrativos, legales e históricos: Hernando de Santillán
[1563], Juan de Matienzo [1567]) y Pedro Sarmiento de Gamboa [1572]. De
manera relevante para la cultura escrita virreinal se manifiesta por la edición
en la introducida imprenta de Lima de las obras: Doctrina Christiana y Arte
y vocabulario… de 1584 y 1586, respectivamente. Con textos religiosos que
describieron las expresiones religiosas de la población andina: Cristóbal de
Molina [1575], José de Acosta [1590]. Finalmente, con textos lingüísticos y
de extirpación, como el diccionario de Diego González Holguín [1608] o la
investigación eclesial de Joseph de Arriaga [1621]. Etcétera.

Nuestro trabajo propone una interpretación original sobre las obras


redactadas por plumas indígenas, para lo cual hemos indagado en contenidos
tales como: cosmologías, ritos y mitos, relaciones interétnicas, religiosidad,
educación, saberes, conocimientos, poder, arte, lenguaje y comunicación,
todos aspectos que constituyen un rediseño colonial del pensamiento, la
memoria y la identidad en el campo de las textualidades andinas.2 Nuestro
análisis muestra que el pensamiento indígena fue un territorio expresivo en
el interior de la presuntamente totalizadora colonización española, un espacio

2 Florescano (1999); Garcés V. (2017); Matías Rendón (2019); Lamana (2022).

9
INTRODUCCIÓN

parcialmente libre que fue utilizado para mantener y/o recuperar lo más
significativo de la cultura andina. Lo que nos interesa saber en este sentido
es cómo los autores andinos lograron combinar la evocación de la memoria
andina a través del modelo histórico teológico europeo. Para explicar nuestros
puntos de vista hemos organizado la demostración del siguiente modo.

En el primer capítulo hacemos una reflexión político-histórica sobre


los acontecimientos posteriores a la caída del Tawantinsuyu (1532-34), desde
el punto de vista de los incas rebeldes. Como sabemos, Manco Inca y una
facción de las Panacas cuzqueñas organizaron una insurrección cuyo fin era
el exterminio de los hispánicos una vez rotas las confusas alianzas con los
invasores. Esta lucha antiespañola se inicia con el cerco a la ciudad del Cuzco
que finalmente fracasa (1536-37), y luego continúa intermitentemente con
guerrillas y negociaciones diplomáticas desarrolladas en las selvas orientales
del Antisuyu, cuyo núcleo crítico fue la región de Vilcabamba (1537-1572).
En tal contexto, indagamos en torno a la forma, significado y contenido de la
Instrucción al licenciado Lope García de Castro [1570], que el rebelde Sapa
Inca Titu Cusi Yupanqui, en un doble afán simultáneo de reivindicación legal y
económica, de resistencia religiosa y militar, decidió realizar comunicándose
con el Rey de España, Felipe II.

El segundo capítulo estudia las fuentes de la memoria histórica


registrada en los Comentarios Reales de los Incas [1609] del Inca Garcilaso
de la Vega, el reflexivo fruto literario del primer escritor del Perú colonial.
En su memoria personal y familiar destaca el conocimiento de las lenguas
quechua y castellana, su conocimiento de la historia dinástica incaica, el
intercambio epistolar con sus condiscípulos cuzqueños, una fuente que
sabemos que existió aun cuando aquel intercambio esté del todo perdido.
Consideramos el manejo de la gramática y las letras latinas que aprendió en
su niñez y juventud en el Cuzco, además de la lectura atenta de la bibliografía
disponible en Europa, destacando su influencia de Heródoto, Tucídides
y, sobre todo, de Julio César, en el estilo literario que logró concebir con
magnífico talento individual. Finalmente, destacamos sus relaciones sociales
e intelectuales con miembros de la Compañía de Jesús, de quienes recibió los
famosos papeles rotos, posiblemente la perdida Historia de los incas, de Blas

10
INTRODUCCIÓN

Valera, un mentado chachapoyano mestizo. Creemos que Garcilaso encarnó


ejemplarmente la problemática existencial de sus orígenes andinos, su lealtad
a la Iglesia y al Rey de España.

En el tercer capítulo se examina el carácter cristiano de las informaciones


pedagógico-teológicas que nos ofrece Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui
Salcamaygua, en su Relación de Antigüedades del Reyno del Pirú [1613].
Creemos que la apología del cristianismo que concibió iba muy acorde con la
función que su texto pudo cumplir en el proceso de catequización. Para este
autor, la campaña de evangelización suponía superar el antiguo período del
incanato, y, por lo tanto, el cristianismo debía conducir a los indios hacia la
religión única y universal, hacia la salvación de sus almas. Esta idea ortodoxa
refleja nítidamente el celo religioso que había penetrado en las mentes indígenas
encontrando un fértil suelo donde prosperar. Tal actitud y vocación permitió
que los cristianos indígenas asumieran con mucha convicción los postulados
de la Biblia. La formación educativa y evangelizadora de Pachacuti Yamqui
está presente a lo largo de toda su relación evidenciando la profundidad
del cambio cultural en el ámbito cognitivo y dejando siempre abierta la
autoadscripción a una identidad indígena colonialmente reconstruida.

El cuarto capítulo plantea el análisis de una teoría de Felipe Guaman


Poma de Ayala presente en la Nueva Corónica y Buen Gobierno [1615]
respecto de la relación entre historia sagrada y gobierno probo. La obra de
Felipe Guaman Poma de Ayala como texto/objeto cultural constituye un
prodigio para la historiografía y la antropología, por la doble naturaleza del
documento que propuso la visión de un protagonista y testigo de eventos
importantes en los dos últimos tercios del siglo xvi y los primeros quince
años del siglo xvii. La Nueva Corónica es un manuscrito que llegó a proponer
cambios políticos en la sociedad colonial. Es un documento denso desde el
punto de vista de los contenidos ideológicos que describe: identidad étnica,
mestizaje y sexualidad, religión y política, violencia, discriminación y
corrupción, historia prehispánica, tradición oral, plurilingüismo, economía,
cómputo del tiempo, entre otros tópicos. Escritura e ilustración surgieron a
través de un proceso de formación individual que incluyó a la vez aculturación
y deculturación, adopción, adición, yuxtaposición de ideas y técnicas críticas

11
INTRODUCCIÓN

del tiempo colonial y sus protagonistas. Todo indica que en la obra de Guaman
Poma triunfó la ideología cristiana monarquista; no obstante, soterrada o
inconscientemente permaneció en el ideario un sustrato cultural claramente
indígena.

El quinto capítulo estudia el Manuscrito Quechua de Huarochirí


[¿1598-1608?] para comprobar una hipótesis de trabajo según la cual el
espacio de la escritura logró dar cabida a variados aspectos de la memoria
andina. La región de Huarochirí fue el lugar de origen de la extirpación de
idolatrías. En este contexto, un grupo de sujetos cristianos encabezados por
Francisco de Ávila llevaron adelante una investigación jurídico-eclesial
aplicada a estas comunidades sospechosas de persistir secretamente en la
práctica de creencias religiosas, incluyendo visitas en terreno, interrogatorios,
confiscación de objetos rituales y la construcción de textos en quechua. La
investigación estuvo destinada a identificar las fábulas y supersticiones de la
idolatría y su fin último fue crear información utilizable para la destrucción
de sus aspectos ideológicos y materiales. De acuerdo a un análisis mitográfico
interpretamos las evidencias que tratan sobre Cuniraya Viracocha y Pariacaca,
prestando atención a la conformación del dispositivo de registro y a los
aspectos de traducción y manipulación de la información. Terminamos nuestro
análisis revisando la relación mágica, religiosa y política entre el Sapa Inca y
las principales deidades de Huarochirí.

Para cerrar, ofrecemos unas Conclusiones poco ortodoxas que


literalmente no cierran el presente libro en forma definitiva pues pensamos
que el tema elegido excede el conjunto de argumentos aquí compendiados.
En realidad, el tema da para escribir mucho más, y esperamos que otros se
animen a continuar revalorando el patrimonio cultural, literario e histórico
andino. Estas cinco obras elegidas son extraordinariamente interesantes
para la historiografía, y han sido consideradas parte fundamental para el
patrimonio e identidad de la gente del moderno Perú. Es deseable que las
obras aquí estudiadas en lo sucesivo pasen a ser Patrimonio de la Humanidad,
de acuerdo al Programa Memoria de la Humanidad de la UNESCO.3 Si ello
ocurre esperamos que estas reflexiones hayan ayudado un poquito en tal
3 http://www.unesco.org/new/es/communication-and-information/memory-of-the-world/register/

12
INTRODUCCIÓN

sentido. Nuestro análisis enfocado en la pervivencia de una memoria andina


en el contexto cultural colonial, en los dos primeros siglos de dominación
española, muestra que en efecto pudieron salvaguardarse muchos aspectos del
estilo de vida de las sociedades andinas gracias a la tecnología comunicativa
dominante introducida por los españoles: la escritura histórica. Esta paradoja
cultural tiene la gran virtud de ser artífice de este fenómeno inesperado:
sabemos que si la escritura tiene algo de divino es aquella cualidad trans-
temporal que la vuelve obra perpetua. El Glosario incluido es una pequeña
muestra del universo lingüístico y lexicográfico de la lengua quechua colonial
y de uno de sus principales repertorios: el de Diego González Holguín [1608],
imprescindible en muchos sentidos. La Bibliografía no solamente registra
nuestras lecturas, inspiraciones, fuentes de información, sino también una
(pasajera) actualización que servirá para que los estudiantes y profesores
tengan una lista de referencias útiles si desean estudiar sobre los Andes
coloniales. Es necesario, at last but not least, reconocer que nos faltó despejar
una duda esencial que sólo asomó cuando los primeros objetivos de nuestra
investigación fueron cumplidos: ¿la obra literaria de los autores andinos
reflejó la reelaboración de las memorias antiguas que la conciencia colectiva
—el pensamiento de la gente— intentó reconstruir para explicar su pasado,
comprender el presente y prever el futuro? Ese proceso, ese fenómeno, esa
experiencia, siguen requiriendo una explicación razonable que estimamos
responder al menos en parte aquí. Con seguridad otros investigadores podrán
en el futuro profundizar aún más en este territorio luminoso de la memoria
andina.

A partir del análisis de estos materiales etnohistóricos que no agota


la discusión sobre las fuentes de la memoria andina colonial —reflejos
de conflictos culturales, estrategias intelectuales, reconfiguraciones
discursivas—, hemos pretendido obtener una perspectiva teórica detallada de
la compleja sociedad que subsumió a estos sujetos y de una memoria histórica
que ellos registraron. El marco cronológico que abarcamos se extiende en el
flujo del temprano siglo xvi hasta mediados del xvii, bóveda temporal que
debe insertarse en el tramo de los años 1500 a 1650, puesto que las vidas
de los autores de estas obras transcurrieron precisamente a lo largo de estos
difíciles tiempos. Desde esos años nuestros autores andinos hablan del pasado

13
INTRODUCCIÓN

heredado visto con los ojos coloniales euro-cristianos de un presente vivido y


experimentado en forma contradictoria, ambivalente y ambigua, y a la vez de
manera culta, crítica y heterodoxa. Esta perspectiva evidentemente nos sitúa
ante una matriz cultural de doble flujo: la cultura materna propiamente andina y
la influencia española. Este patrimonio también se expresó fundamentalmente
en la pintura que empleamos como evidencia complementaria, incluyendo
un pequeño pool de imágenes. En realidad, este tema deberá ser materia
para nuevas investigaciones que servirán para complementar perfectamente
la escala de este cambio cultural tan importante.4 La escritura y la pintura,
objetos epistemológicos coloniales por excelencia, son las dos mitades del
medallón de la mentalidad andina e hispánica. En general, nuestro foco estará
siempre puesto en el valor conflictivo e integrativo de las obras de estos
autores, la escritura y la memoria allí construida.
Agradecimientos

Todo libro es resultado de colaboraciones y apoyos, constantes y decisivos,


sin los cuales uno no podría terminar de escribir con fortuna. Este libro mío,
el primero que escribo, implica deudas con muchas personas. Entre ellos,
con Luis Osvaldo Silva Galdames (*1941-†2019) por sus orientaciones en
los estudios que realicé en el Programa de Doctorado en Historia, Escuela
de Post-Grado, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile,
gracias a lo cual he logrado superarme como investigador; quedo en deuda
con su erudición y amable paciencia. Ahora que el Profesor Silva Galdames
ha muerto deseo dedicar algunas de mis reflexiones a su propia memoria.

En Chile, mi Madre Rosa Esther Villagra Rojas y mi Padre Luis


Ricardo Herrera González me enseñaron un digno camino de vida; toda
la belleza humana de ellos la cultivo en mis hijos. Luis Herrera Villagra e
Ivonne Torres Pizarro, Esteban y Sebastián Herrera Torres me han brindado
comprensión sin condiciones. Raúl Herrera González me enseñó a buscar el
futuro en el pasado y a exculparme de los estragos del tiempo. René Nicolai
Riquelme (Santiago de Chile) me ha asesorado desinteresadamente con sus
finas traducciones a la lengua inglesa. Edwin Chávez Farfán (Cusco, Perú)
me ha brindado una amistad invaluable y los intercambios de conocimientos
4 Gisbert (2001, 2004); Macera (1993, 2006); Pinilla Mujica (2016).

14
INTRODUCCIÓN

siempre han sido recíprocos. A Manuel Chávez Ballón, una gran inspiración
permanente. Agradezco a Mauricio Navarro Araya y familia (Arica, Chile)
por su constante compañerismo. Asimismo, a mis compañeros de siempre:
Giovanni Astengo Martin y familia, Alejandra Hidalgo Fuentes y familia,
Alejandro Tobar Jana y familia (Santiago de Chile), Cristián Gallegos Lira y
familia (Coyhaique, Chile), Julio Iglesias Navarro y familia (Chiloé, Chile),
Katherine Fritis Lattus y Felipe Hernández Pérez e hijos (Antofagasta/
Peralillo), a todos ellos por una larga amistad compartida con fraternidad.
Con afecto para Alejandra Parra y Mónica Monsalvez (AFEP, Chile).

Nancy Valdivia Olaya (Trujillo/Cusco), Josué Pilares y Pamela


Valencia e hijos (Cusco), Carlos Alberto Pilares y familia (Cusco/Cajamarca),
Miryam Valdivia, Juvenal Arteta y familia (Trujillo), Mónica Valdivia, Raúl
Pacheco y familia (Lima), me han hecho sentir parte de la gens del Perú;
deseo que sepan que los aprecio por el permanente estímulo.

Waltraude Müllerhauer-Seichter (Viena/Madrid/Lima) fue un gran


apoyo inicial que determinó mi voluntad de escribir. En mi examen de
doctorado Luis Galdames Rosas (UTA, Arica, Chile) fue serio y riguroso
como evaluador. Washington Rozas Álvarez (UNSAAC, Cusco), David
Ugarte Vega Centeno (UNSAAC, Cusco) y Rubén Pilares Villa (Revista de
Estudios Tradicionales Tupac Yawri, Cusco) compartieron amigablemente
valiosas enseñanzas cusqueñas conmigo. Rodolfo Sánchez Garrafa ha tenido
la gentileza de leer este trabajo y ofrecerme buenos consejos. Johanna Broda
fue amable y atenta al aconsejarme sobre metodologías y formas de estudio.
Juan Cincunegui de la Vega ha compartido conmigo interés académico y
humanista en relación a los Derechos Humanos. Royer Capcha Quejías ha
aportado trabajo y amistad en momentos de desánimo, le estoy muy agradecido
por su buena fe. Fernando Bolívar fue quien hace 15 años me abrió las puertas
del Cusco. Jan Szemiński tuvo la generosidad de enseñarme muchas cosas
acerca de la filología e historia del quechua y de los incas del Cusco. Con
Jürgen Golte mantuvimos una breve amistad fructífera y muy pedagógica.
Roberto Ojeda Escalante compartió conmigo instantes memorables de trabajo
colectivo y libertario. Vera Tyuleneva aportó un bello trabajo de cubierta.
Saludo con aprecio a Martha Cjuno y Eder Santander. Claudia Vera Valenzuela

15
INTRODUCCIÓN

fue amiga en momentos difíciles, por ello le quedo por siempre agradecido. A
Iñakapalla Chávez Bermúdez por la amistad y la literatura.

Vaya mi saludo de sincero agradecimiento a los colegas de las revistas


científicas: Illapa (Universidad Nacional Diego Quispe Tito), Diálogo Andino
(Arica, Chile), Allpanchis (Arequipa, Perú), Do Morte (Río de Janeiro,
Brasil) y Revelarte (Puerto Montt, Chile), quienes tomaron en serio mis ideas
y propuestas.

La Universidad Andina del Cusco, con quienes ya habíamos publicado


un libro importante (Yuyay Taqe – Los incas en su tiempo y en el nuestro,
2018), nuevamente ha decidido publicar un trabajo de mi autoría. Deseo
expresar mi especial reconocimiento y agradecimiento a sus autoridades que
han demostrado con mucha convicción apoyar a la investigación científica en
nuestra ciudad. Quedo en deuda con la UAC.

Finalmente, deseo expresar mi reconocimiento para Anael Pilares


Valdivia. Sin su ayuda mi trabajo nunca hubiera tenido significado alguno.
Queda aquí expresado el testimonio de una deuda que no creo poder pagar
nunca. «Non est ad astra mollis e terris via». Por la misma razón trascendente
dedico este trabajo a nuestros hijos Nuit, Amaru y Luis, quienes han debido
hacerse de la paciencia suficiente a través de los años para dispensar mis
ausencias físicas y metafísicas. Ahora que ya crecieron podremos volar juntos
por el mundo. Nunca nos detendremos de explorar. Sepan que mi amor por
ustedes es infinito y que estaremos unidos por siempre: «Per aspera, ad
astra».

Sergio Alejandro Herrera Villagra


Cusco, 16 de abril de 2022

16
Capítulo 1
Titu Cusi Yupanqui
TITU CUSI YUPANQUI

L
a historia de los incas de Vilcabamba es tan interesante como
compleja en sus detalles. Como sabemos, hacia 1536 los incas del
Cuzco liderados por el joven Manco Inca comenzaron una denodada y
desesperada lucha contra los españoles para la recuperación de su ciudad, centro
sagrado del Tawantinsuyu, declarando una guerra a muerte y desconociendo
cualquier acuerdo o alianza con Francisco Pizarro y su hueste. En efecto, al
ser conscientes respecto de la inexorable realidad que se exponía nítidamente
ante sus ojos comprendieron que éstos jamás se retirarían de sus tierras y que su
meta era en realidad desplazar a los cuzqueños de su posición de poder. La élite
inca tomó la decisión de retomar su liderazgo, eliminándolos y restableciendo
la autoridad tradicional de las dos dinastías complementarias.5 Pero eso no era
nada sencillo para entonces, pues las Panacas comprendieron que tendrían
que luchar contra los intrusos y luego contra facciones internas lideradas por
Paullu, quien desertó luego de su regreso con Diego de Almagro de Chile en
1536, y también contra otras etnias que habían pactado previamente alianza
con los extranjeros: Huancas, Cañaris, Chachapoyas, por ejemplo.

5 Vega (1965: 1964: Caps. II, VIII); Pardo (1972: Cap. IX); Guillén Guillén (1976-77: 47-93, 1979: 58 y ss,
79 y ss, 83 y ss, 101 y ss, 121 y ss, 1994: Segunda Parte); Chang-Rodríguez (1982a: 41-64, 1982b: 1-19);
Hemming (2004: Cap. XVI); Prescott (2004: Cap. X). El origen de este trabajo es una ponencia expuesta
en el VII Congreso Internacional de Etnohistoria en la PUCP. Lima, Perú (agosto, 2008).

19
TITU CUSI YUPANQUI

La guerra de sucesión entre Atahualpa y Huáscar (ca. 1528-1533), que


supuso un conflicto entre Quito y Cuzco, también había dañado profundamente
las estructuras del Estado serrano, por lo que su división interna era evidente.
En suma, se habían quebrado las alianzas internas de las Panacas al interior de
las clases de élite que constituían el núcleo de su organización social, asimismo
en el rango de la clase curacal y, además, se habían desencadenado profundos
rencores étnicos de otras regiones contra los descendientes de Manco Cápac
y Mama Ocllo.6 El asunto de la toma del Cuzco por Francisco Pizarro y los
suyos en 1533-34 resulta crucial ya que es el hecho definitivo que involucraba
la legalidad de propiedad de la ciudad capital de los incas, quienes perdieron
su patrimonio y derechos sobre su propia tierra mediante el Requerimiento
y los Justos Títulos, figuras legales clave que pusieron en situación de
subalternidad a algunos de los incas que terminaron finalmente jurando por
único Rey a Carlos V y como único Dios al ser sobrenatural presentado
en la Biblia. Como veremos, estas circunstancias son fundamentales para
comprender una de las fuentes históricas más sobresalientes del dramático
siglo xvi, la única evidencia del pensamiento de un auténtico Sapai Inga o Rey
Inca. En lo que sigue, desarrollaremos una lectura analítica e interpretativa
acerca de la problemática cuestión de los testimonios, contextos y agencias,
en la cual existe un discurso de élite a través del cual los incas rebeldes (el
sujeto aquí confrontado al Rey de España) que habla de un pasado social,
creencias y tradiciones, poder, diplomacia y prestigio, entre otros tópicos.
Usando el canal comunicativo europeo —la escritura y arte iconográfico
cristiano, impuestos como oficiales desde aproximadamente mediados del
xvi—, individuos andinos con talentos biculturales cruzaron la barrera de sus
lenguas maternas y recurrieron a la lengua castellana para intentar establecer
un marco comunicativo adecuado. De este modo, entre los años 1550 y 1600
evoluciona un marco intercomunicativo en el cual españoles y andinos se
relacionan mediante la lengua castellana, la ideología religiosa y la cultura
de la escritura alfabética; así algunos indígenas aprendieron la lengua del
conquistador (incluso el latín) y los conquistadores también dominaron el
quechua y el aymara.

6 Espinoza Soriano (2018: 13 y ss); Pärsinnen (2003: 181 y ss); Rostworowski (2014: 269 y ss).

20
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

A partir de este fenómeno de aprendizaje del código comunicativo del


conquistador/colonizador, intentamos comprender los niveles axiológicos y
praxeológicos de tales contextos de enunciación de discursos y producción
de significados de sujetos como Titu Cusi Yupanqui que por vez primera
accedieron al recurso de la escritura, de la misiva, del texto escrito, como
herramienta o instrumento de poder. No obviaremos las desconfianzas
etnohistóricas inherentes que en torno a este tipo de documentos se han
establecido. En esta reflexión no importará llegar a una conclusión definitiva;
sí importará en cambio realizar el análisis sobre el conjunto de problemas que
supone la creación de obras escritas por autores andinos con el fin de constituir
un cuerpo teórico con mayor fuerza interpretativa en torno al impacto mental
y material que implicó la imposición de la lengua y cultura de dominación
española en los Andes, la recepción obligada por parte de los andinos y la
utilización consciente que de esta tecnología hicieron los miembros de las
sociedades colonizadas. La Instrucción al licenciado Lope García de Castro
[1570] es un documento formulado por el Sapai Inga Titu Cusi Yupanqui,7
hijo de Manco Inca, quien lideró el neo-estado de Vilcabamba hasta su
muerte en 1570, penúltimo jefe del linaje real rebelde. Se trata de una misiva
real para el Rey Felipe II que el inca rebelde dicta a los asesores secretarios
bilingües enviados allí por las autoridades políticas y eclesiásticas con las
cuales negociaban los rebeldes. Está escrita en lengua castellana gracias
a lo cual pudo establecerse un circuito que combinó las tradiciones orales
cuzqueñas (huérfanas de su original sistema de signos debido a la destrucción
de su rica cultura material), las vicisitudes de la relación idiomática quechua-
castellano y el del sistema alfabético de escritura. Se trata por lo tanto de
un texto híbrido que formula verbalmente un sujeto indígena que maneja,
por una parte, la tradición mito-histórica dinástica cuzqueña y, por la otra,
el sistema de comunicación hispánico en una medida relativa, en el que
además sus asesores también cumplen un rol determinante puesto que
interceptan el texto adaptando o manipulando el discurso de Titu Cusi. Como
hipótesis provisoria es bastante probable conceder que Titu Cusi tuviese
un notable nivel de habilidades lingüísticas aprendidas desde su niñez, ya
7 Regalado de Hurtado (1992: LI), anota: “El manuscrito se encuentra en el legajo L. 116 1º5. Códice en
folio 310 x 210 mm, encuadernación moderna en la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo del Escorial
(Madrid)”.

21
TITU CUSI YUPANQUI

que fue educado en el Cuzco por un español de apellido Oñate,8 habilidades


fortalecidas por las experiencias de liderazgo que su padre le legara y por
su capacidad para mantener en pie el último reducto inca; elementos que le
permitieron poner en juego este dispositivo de diálogo y negociación que él
encabezó discursivamente.

En términos generales podemos observar lo hispanoamericano como


una cultura colonial indudablemente plural con códigos locales propios, pero
siempre dependientes de España y el mundo europeo. En este sentido hemos
percibido la trascendencia de los lenguajes escritos y visuales en los Andes
como claves fundamentales de los sistemas de comunicación involucrados
en el desarrollo de mentalidades indígenas en la sociedad colonial. Estos
rasgos de la cultura llevados al discurso escrito, performativo9 o instrumental,
signos específicos de las prácticas discursivas de dominación, creemos que
se expresaron tempranamente en las acciones de sujetos indígenas y mestizos
quienes incluyeron adiciones y combinaciones inesperadas tanto en las
representaciones sociales, como en las categorías estéticas y políticas, por lo
cual pensamos que encierran en su interior —latentes— algunos de los últimos
restos de la cosmovisión indígena todavía no afectada por la intervención
hispánica, particularmente en el caso de los últimos linajes de la nobleza
inca que no aceptaron nunca una alianza poco o nada satisfactoria para sus
propios intereses. Hablamos de 40 años (1537-1572) de vida relativamente
independiente y estable. Lo cual representa un arco inverso a los mismos 40
años que viven otros incas en el Cuzco, caracterizados por su alianza con los
españoles.

Los documentos históricos tienen un contexto de producción específico


y un aspecto de red o conjunto que comprende un universo de datos e
información definido por la lucha entre culturas distintas. Para la etnohistoria
el punto crítico es entender el lenguaje, significado y contexto social en el
cual se gestaron. A imagen y semejanza de los hilos de un telar (de un textum),
las obras estudiadas ofrecen un conjunto de contenidos más vasto que
8 Ibíd.: XXII.
9 Performativo (realizativo): de la realización de los actos mediante el discurso ideológico, en el sentido
que desde la filosofía del lenguaje le otorga Austin (1990: 44 y ss). Lienhard (1992: 95 y ss) también toma
esta idea y la proyecta a su idea de “literaturas alternativas”. En Wittgenstein (2013) se halla una discusión
esencial sobre la función simbólica del lenguaje, de interés para la teoría etnohistórica y antropológica.

22
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

puede completarse al reunir los componentes del texto cultural mayor, que
es la realidad social que queremos conocer. En cuanto a la cultura colonial
existe un importante problema que enfrentar: la existencia de un código o
convención comunicativa que se impuso coercitivamente sobre otros códigos
o convenciones que redujo, denigró y distorsionó. Se trata de la cuestión de
la introducción de la escritura como representación de la oralidad primaria y
también de la iconografía europea occidental, técnicas complementarias de la
comunicación que consiguieron atrapar en su prisma etnocéntrico el mundo
imaginario, abstracto y estético de las sociedades andinas que hasta entonces
poseían un sistema de signos distinto.10 Tal es el problema de los filtros y las
traducciones interculturales.11 Construir la sociedad colonial hispánica en los
Andes supuso la creación de un programa de instalación de una ideología
social y religiosa, la del Imperio español, y la aplicación de un sistema
cultural global que a su vez también cruzaba por períodos de formación y
cambio, y que se expresó en la lengua, la fe y la adoctrinación, la obligada
transición de una religión a otra, de lo andino (lo pagano) a lo cristiano (la
verdad única),12 pero también de lo europeo transculturado a lo americano
barroco, en un flujo y reflujo permanente; ese matiz heterológico es esencial
aquí. Todos estos elementos crearon secularmente lo que conceptualizamos
como la sobreposición de una cultura por sobre otra, acto de poder de una
sociedad expansiva y dominante por encima de otra derrotada y doblegada.
Pero aquella compleja relación en el mundo de la cultura intelectual implicaría
una relación más horizontal, oblicua y vasta, menos panóptica, inesperada y
sorprendente, como veremos.

Manco Inca II:


el legado del rebelde en la relación de Titu Cusi Yupanqui
Los conquistadores, portadores del célebre Requerimiento, destruyeron el
estado cuzqueño, su control multiregional y multiétnico, y sus instituciones
centrales instrumentalizando la guerra a muerte entre Huáscar y Atahuallpa.
Huáscar moriría envenenado y Atahualpa finalmente sería ejecutado el 16 de
noviembre de 1532 en Cajamarca. Al mismo tiempo, la hueste expedicionaria
10 En definitiva: de la traducción cultural entre el mundo quechua y el mundo castellano.
11 Fossa (2006: Caps. III y IV).
12 Estenssoro (2003).

23
TITU CUSI YUPANQUI

explotaría paralelamente las disidencias étnicas de grupos Huancas, Cañaris


y Chachapoyas, entre otros, contra la dinastía cuzqueña, aprovechando su
rencor y sus recursos.13 El siguiente paso de avanzada fue incursionar en
Pachacámac (1533) en la costa, en Jauja (1533) en la sierra central, y luego
en el Cuzco (1533-34) en la sierra sur, lo cual tuvo un considerable efecto
psicológico en la mentalidad de la población andina. En el curso de los
años 1532 a 1537, la derrota de los guerreros indígenas y sus aliados fue
lenta y gradual, pero considerable. Eso sorprendió a todo el mundo en los
Andes. Existen también otras variables importantes de ser consideradas: la
cuestión de la derrota de las deidades andinas por los soldados de Jesucristo,
los ciclos religiosos de la economía, las tecnologías autóctonas y foráneas,
y mentalidades tan distintas entre sí. La refundación española del Cuzco en
1534 y la fundación de Lima en 1535, iniciaron un nuevo período en que el
poder del Estado o Imperio pasaría a manos de nuevos señores quienes se
impusieron violentamente a la población andina. Este nuevo período histórico
tendría sus propios problemas internos: la guerra que Manco Inca declaró a los
conquistadores, las dramáticas guerras civiles entre pizarristas y almagristas
(1534-44), y la grave cuestión que se derivó de la aplicación de las Leyes
Nuevas (1542) que la Corona pretendió imponerles a los primeros colonos
de toda América, con la finalidad de regular legal y administrativamente el
nuevo gobierno y la repartición de las tierras y encomienda de los naturales.14
Estas leyes fueron resistidas por el bando de Gonzalo Pizarro. El objetivo
de la Corona española era diseñar un gobierno virreinal sujeto a la autoridad
del Rey con una justificación jurídica y teológica válida para exhibirse ante
los otros países de Europa, necesaria para el mesiánico plan de imperio
universal liderado por Carlos V y los príncipes.15 Los primeros virreyes de
facto (Antonio de Mendoza y Pacheco, Andrés Hurtado de Mendoza) fueron
los llamados a construir este nuevo orden colonial y lo consiguieron en poco
tiempo, entre 1551 y 1564.

Entre los cuzqueños apenas unas pocas familias reales lograron


ponerse a salvo de la ambición y crueldad de los españoles. Otros colaboraron

13 Espinoza Soriano (2018: Segunda Parte); Prescott ([1847] 2004: Libro III); Hemming (2004: Cap. V).
14 Pease (1991: 147 y ss); Hemming (2004: Cap. XIII); Rostworowski (2014).
15 Elliott (1990); Bennassar (2001); Brading (2003); Lynch (2003).

24
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

persiguiendo sus propios intereses, Paullu entre ellos. Manco Inca, coronado
tras la muerte de Túpac Huallpa en 1533, se transformó en títere político, rehén
y prisionero. En la lectura de la Carta-Instrucción uno no deja de sentirse
incómodo al constatar de qué modo el Sapai Inga estuvo a merced de los
soldados hispánicos. No obstante, tres veces pasa por alto la humillación de ser
encadenado y maltratado por orden de Hernando Pizarro. Sin duda, la actitud
cuzqueña en momentos tan complejos no deja de asombrarnos por la sumisa
reacción inicial. La sacralidad del modo de vida cuzqueño fue pisoteado sin
escrúpulo alguno ante la impotencia de las autoridades incaicas. Entre 1534 y
1536 los españoles refundaron la ciudad, la despojaron de su riqueza, tomaron
las kallankas de los principales incas y las demolieron parcialmente, fundaron
sus principales instituciones (como el Cabildo, Justicia y Corregimiento) y,
en fin, calcularon el modo de repartirse toda la ciudad entre ellos otorgando
solares a los soldados de Pizarro (Lockhart 1987; Del Busto Duthurburu
2000; Lavallé 2005). Finalmente, todo cambió una vez asumida la grave
responsabilidad que severamente le impuso el sumo sacerdote del Sol, Villac
Umu: la rebelión fue inevitable.16 Como nacidos de la geografía sagrada de los
Andes, como los antiguos Pururaucas, los guerreros cuzqueños y sus aliados
organizados y encabezados por Manco Inca iniciaron una lucha fuerte y tenaz,
en la que hubo en sus inicios no pocos éxitos militares. La recién fundada
Lima también fue cercada. El principal socio de Pizarro, Diego de Almagro,
había sido seducido como maniobra distractora hacia el sur del Collasuyu,
hacia Chile, acompañado de Paullu quien en ese momento participaba del
complot inca.17 Todo pudo indicar, para los angustiados españoles cercados,
que la campaña de invasión llegaba a su fin.

En estas circunstancias, después de casi un año de feroces combates


en torno a la ciudad sagrada, en 1537 la insurrección fracasa. El cerco a Lima
dirigido por Quizo Yupanqui también fracasó en pocos meses. Paullu al

16 Hemming (2004: Cap. X).


17 Contrástese esta interpretación con la de Medinaceli (2007: 241-258), quien reflexiona sobre una posible
diarquía en el momento de la toma del Cuzco (Manco/Paullu). También, léase el artículo de Nowack
(2004), en el cual se sostiene la posibilidad de que la hija de Sayri Tupac y María Cusi Guarcay, la palla
Beatriz Coya, haya sido objeto de intereses parciales como el de Arias Maldonado, un exitoso y agresivo
encomendero vecino del Cuzco, quien calculaba que el patrimonio de Beatriz Coya podía ser captado
si conseguía casarla con su hermano menor, Cristóbal. La otra opción, como veremos más adelante, era
casarla con el hijo de Titu Cusi Yupanqui.

25
TITU CUSI YUPANQUI

regresar con Almagro desde Chile traiciona a Manco Inca y queda al lado del
conquistador español. Muchos líderes guerreros perdieron la vida. Las filas
de la resistencia militar inca se vieron reducidas drásticamente. La sangrienta
batalla de Saqsaywaman simboliza la caída definitiva del Cuzco en manos de
los españoles. El incendio del Cuzco fue asimismo otra señal de la increíble
caída de los antiguos señores del Tawantinsuyu. Posteriormente, cuando los
españoles despliegan la persecución de Manco Inca hacia el Antisuyu, se
produce la captura y espantosa muerte a varazos y flechazos de su hermana,
la Coya Curi Ocllo, por orden directa de Francisco Pizarro, llevada a cabo
para chantajear a Manco Inca, ello igualmente encarna una parte sensible
del fin del poder cuzqueño ante la sensación de incredulidad y desprecio de
los que desde entonces serían perseguidos, estigmatizados y combatidos por
cuatro décadas.18 Asumida esta derrota, que en la práctica significó perder
definitivamente al Cuzco, el Sapai Inga decidió replegar sus fuerzas hacia la
zona selvática al norte de la incendiada ciudad, al Antisuyu. Todo intento de
volver a la lucha quedó por el momento congelado. Los hispánicos impusieron
la idea de que este importante triunfo ante los rebeldes de Manco Inca se
había debido a la aparición milagrosa de la Virgen y del apóstol Santiago
en los cielos de la Ciudad Sagrada, cuestión que causó no poca admiración
a los aliados indígenas de los conquistadores (los indios auxiliares) y con
el tiempo se transformó en un hecho indesmentible de la fuerza del Dios.
A partir de este momento, comenzaron a fraguarse las guerras civiles entre
españoles (cuyo principal móvil, las Leyes Nuevas de 1542, había generado
una difícil contienda económica y política) las que durarán dos décadas en ser
controladas por la política oficial de la Corona de organizar el Virreinato del
Perú bajo la responsabilidad de virreyes escogidos personalmente por Carlos
V.

Se ha dicho que los incas que acompañaban a Manco Inca estuvieron


primero radicados en Ollantaytambo, donde ocurrieron algunas batallas en
18 El cronista Pedro Pizarro ([1571] 2013: 175), respecto de este alevoso asesinato, opinó que: “Esta mujer
mandó matar el Marqués después en Yucay, haciéndola varear con varas y flechar con flechas, por una burla
que Mango Inga le hizo (…), y entiendo yo que por esta crueldad, y otra hermana del Inca que mandó matar
en Lima cuando los indios pusieron cerco sobre ella, que se llamaba Asarpay, me parece a mí que Nuestro
Señor le castigó en el fin que tuvo, y a Almagro por los hermanos del Inga que mató (…).” Su testimonio
calza muy bien en la fórmula según la cual algunos españoles también cobraron conciencia de su tiempo y
circunstancias con éticas más sensibles respecto de los andinos.

26
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

las que pudo obtener un triunfo parcial el Sapai Inga (Vega, 1963, 1964).
En ellas la imagen de este líder montando un caballo y blandiendo una
lanza quedó inmortalizada como símbolo de la heroica resistencia ante la
invasión. Empero los rebeldes luego tuvieron que retroceder hasta Machu
Picchu y Choquequirao y, por último, hasta Vitcos y Puquiura, más al norte,
en la región de Vilcabamba, desde donde uno de sus hijos, Titu Cusi, años
después, dictaría sus Cartas Reales para maniobrar y negociar, a través del
gobernador Lope García de Castro, con el Rey de España Felipe II, sucesor
de Carlos V.19 Estas últimas Panacas rebeldes sobrevivirán hasta 1572,
viviendo en la clandestinidad y frugalidad de la vida selvática, intentando de
múltiples formas continuar una lucha anti-española basada en la súplica de
mercedes, pero también recurriendo a las armas. Tales son aproximadamente
los principales acontecimientos y la estructura argumental del texto que aquí
analizamos.

Genealógicamente, la dinastía de Manco Inca, asesinado en 1544 o 1545


por un tal Diego Méndez, la conformaron: Sayri Túpac, quien dejó el reducto
vilcabambino para radicarse el 5 de enero de 1560 en Lima donde se bautizó,
recibió ricas mercedes reales y casó cristianamente con la Coya María Cusi
Huarcay. Desde allí parte a Yucay, en el Cuzco, donde muere extrañamente
y es enterrado como cristiano. Su gobierno entre 1544 y 1560 es un período
aparentemente de paz. Paralelamente, el inca realista Paullu fallece en 1549,
y es sucedido por su hijo Carlos quien liderará el grupo inca que se mantuvo
en el Cuzco, habitando Collcampata y Carmenca. A Sayri Tupac le sucedió
Titu Cusi Yupanqui, coronado en 1563, quien continuó las negociaciones con
la Iglesia y el gobernador, bautizándose luego al cristianismo y negociando
obstinadamente. Esta es la última vez que la diarquía (o dualidad del mando)
funcionaría. En 1570 falleció Titu Cusi de una extraña enfermedad. Sólo el
joven Tupac Amaru I, coronado en 1571, quedó en la línea de sucesión de los
rebeldes. Sin embargo, el reducto al parecer ya estaba agotado militarmente.
Bajo esta coyuntura, desde el Cuzco el virrey Francisco de Toledo decidió
asaltarlo y poner fin al asunto.20 El detonante fue una escaramuza en la cual se
enfrentan ambos ejércitos en el puente Chuquechaca y donde fallece Atilano
19 Duffait (2005: 185-196).
20 Véanse los cuadros genealógicos de las Panacas en Hemming, Op. cit.: 615 y ss.

27
TITU CUSI YUPANQUI

de Anaya. El 14 de abril de 1572 el virrey Toledo declara la guerra a los


rebeldes, enviando a Juan Álvarez Maldonado, Martín Hurtado de Arbieto,
Pedro Sarmiento de Gamboa, Arias de Sotelo, Antonio Pereira y Martín García
Oñez de Loyola al mando de un grueso contingente de artillería e infantería,
el que incluía también de 700 indígenas dirigidos por los incas mestizos Juan
Balsa, Diego Hernández y Francisco Cayo Topa entre otros guerreros incas al
servicio del virrey, además de 500 guerreros cañaris dirigidos por Francisco
Chilche (Hemming, 2004: 513-514). Fue el 24 de junio de 1572 cuando los
españoles lograron tomar Vilcabamba. Junto con tomar las aldeas, capturaron
las momias de Manco Cápac y Titu Cusi, y el famoso ídolo Punchao dentro
del cual se guardaban las cenizas de los corazones de los antiguos Reyes Incas,
un golpe mortal a las viejas memorias incaicas conservadas gracias al culto de
los muertos. Posteriormente, y gracias a una frenética búsqueda por la jungla,
se produjo la detención del joven noble en algún cercano al río Masahuay.
Luego se realizó el penoso traslado del prisionero real al Cuzco, enlas puertas
del patíbulo su sospechoso bautizo y finalmente su ejecución por decapitación
el 24 de septiembre de 1572 en la plaza Haucaypata, resolución pronunciada a
espaldas del Rey de España. Estos sucesos ponen fin al Tawantinsuyu.21

A continuación, incluimos dos antecedentes fundamentales que serán


analizados de acuerdo al enfoque planteado aquí adoptado: las primeras
dos cartas (1559 y 1563), publicadas por el historiador Edmundo Guillén
Guillén (1976-77), que intercambiaron Titu Cusi Yupanqui, el Sapai Inga de
Vilcabamba, y el Rey de España Felipe II.

Primera carta de Titu Cusi Yupanqui


Gracias a la importante labor de publicación de documentos inéditos que
realizó Guillén Guillén,22 tenemos a disposición los primeros documentos
que anteceden a nuestra Instrucción. El primero, que a continuación vamos
a comentar, se trata de la carta que Titu Cusi Yupanqui logra componer para
iniciar su estrategia diplomática ante el poder español, respondiendo la
primera misiva que Felipe II le hace llegar. El dispositivo de comunicación

21 Vega (1965: 186 y ss); Guillén Guillén (1994: Segunda Parte, Cap. III); Hemming (2004: Caps. XXIII,
XXIV).
22 Guillén Guillén (1976-77: 47-93, 2005, T. 1: 611 y ss, T. 2: 633 y ss).

28
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

es creado exclusivamente para que Titu Cusi se contactase con el Rey de


España. Este hecho inédito debió ser considerado forzoso para efectos de
una negociación; su operatividad abrió canales de diálogo que obligaban el
uso de la lengua castellana, la escritura y la ideología (soportes técnicos y
diplomáticos) de los europeos.

El texto completo lo transcribimos a continuación.


Muy magnífico señor

Recibí carta de V. M. y con ella mi gran contentamiento lo que vuestra merced dice
que salgamos y que por nos hacer merced se verá con nosotros en Andaguaylas para
nos hacer todo favor y merced yo quisiera que el Inga mi señor y hermano no tuviera
al presente justo impedimento mas para hacer a vuestra merced todo servicio y con
ayuda y favor de vuestra merced seamos favorecidos el Inga mi señor y hermano
ha acordado con nuestro parecer y de los demás sus capitanes nuestros que Juan de
Betanzos salga con nuestros despachos y vaya juntamente con algunos de nuestros
capitanes a su excelencia para que comunicados nuestros negocios con su excelencia
nos sea hecha alguna merced para lo cual tenemos necesidad del favor y merced de
vuestra merced suplicamos que pues ya vuestra merced es informado en la ciudad
que el Inga mi señor y hermano Topa Amaro es el Inga recta y verdaderamente por
derecha línea según que nuestro hermano y señor Mango Inga Yupangui lo dejó
ordenado y mandado y que Sayri Topa nuestro hermano fue elegido entre nosotros por
Lugarteniente para que la gente de guerra tuviese atención a que había señor que los
gobernase hasta en tanto que el Inga mi señor y hermano tuviese algún entendimiento
de razón para podernos gobernar vuestra merced sea servido atender en lo que dicho
tengo de favorecernos con sus cartas con su excelencia para que siéndonos hecha
alguna merced el Inga mi señor y hermano y yo y los demás capitanes podamos salir
a cosa nuestra propia para nos poder sustentar porque no sería justo que un tan gran
Señor como el Inga mi señor saliese con su gente y estado a minción de comer en casa
ajena nuestro señor la muy magnífica persona de vuestra merced guarde y en mayor
estado acreciente por muy largos tiempos vuestra merced desea de este pueblo de
Vilcabamba a veinte de junio de mil quinientos cincuenta y nueve años.— Titu Cusi
Yupangui.23

Esta carta, fechada el 20 de junio de 1559, establece una comunicación entre


ambas coronas reales siendo el propio Felipe II quien la iniciara. Destacamos
en primer lugar la constitución de un aparato comunicativo y político
(lingüístico, bicultural) que permitió iniciar la negociación bilateral. Segundo,
el establecimiento de un programa diplomático cuya principal finalidad fue

23 Archivo General de Indias. Lima, legajo nº 119. Carta de Titu Cusi Yupanqui, suscrita en Vilcabamba, el 20
de junio de 1559. Publicado en Guillén Guillén ([1559] 1976-1977: 84).

29
TITU CUSI YUPANQUI

acercar las posiciones y exponer las propuestas ante las cuales ambas partes
debían comprometerse; es decir, se trataba de reivindicaciones y prerrogativas
que cada soberano deseaba imponer o intercambiar como condiciones sine
qua non de coexistencia y reconocimiento. Tercero, el problema político
inevitable que implicaba no un camino diplomático de reconciliación sino una
lucha que hundía sus raíces en la violencia, la subyugación y la ilegitimidad
de lo que era considerado una invasión por parte de los incas.

Lo que nos ha movido a estudiar este documento es la inédita cuestión


de la redacción de cartas reales que lograron crear un auditorio de voces
que luchaban cada cual por sus propios intereses. Para que este intercambio
epistolar pudiese operar adecuadamente los rebeldes tuvieron que adoptar la
lengua y el sistema escritural que trajeron los castellanos; con ello los incas de
Vilcabamba, así como sus pares del Cuzco (el bando realista, encabezado por
Paullo y sus familiares), ingresaron en la orbe de los colonialistas adoptando
de múltiples maneras su cultura, lengua e ideología.24 En suma, tuvieron que
aceptar la desaparición de su antiguo poder, aceptar el gobierno virreinal y,
como estrategia de supervivencia, aprender la cultura extranjera.

Los ritos de la guerra andina quedaron obsoletos. Y en cambio los ritos


de la Letra de Dios quedarían abiertos para realizar actos diplomáticos entre
dos bandos que intentaban comprenderse mutuamente. El final trágico para el
bando derrotado demuestra que no hubo comprensión definitiva.

Carta del Rey de España a Titu Cusi Yupanqui


La labor de Guillén Guillén nos permite acceso a la Capitulación de Acobamba,
un documento que explica las negociaciones entre el gobierno colonial y los
rebeldes en una segunda fase de lucha política, luego de la muerte del padre
de los Auquis rebeldes. Desde 1548 Titu Cusi Yupanqui es quien dirgirá las
negociaciones. Aquí conviene relevar la Real Cédula que el Rey Felipe II
entregó al Consejo de Indias para emitir las órdenes que la negociación entre
oficiales coloniales e incas debía observar y las garantías que tenían que ser
24 Existen cartas y documentos diplomáticos escritos por oficiales que representaban los intereses de las
Panacas aliadas a los españoles que mantuvieron su residencia en el Cuzco, vgr.: Dunbar Temple (1949-
1950: 630-651). Véase especialmente: “Probanza de Melchor Carlos Inca” (1626), en: Amado (2016: 95-
346).

30
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

aseguradas jurídicamente. La negociación era importante no sólo para la


estabilidad del Virreinato del Perú sino también para el derecho internacional
que legitimaba la posesión de las tierras donadas por el Papa a la Corona de
Castilla (los Justos Títulos), puesta en tela de juicio por otras monarquías
europeas.25

En tanto, la famosa «Polémica de Valladolid» (1550-51) realizada en el


Colegio de San Gregorio de Valladolid, que enfrentó a Bartolomé de Las Casas
y Juan Ginés de Sepúlveda, había dejado huellas en el derecho español y en la
misma real conciencia de la Familia Austria.26 Esa experiencia había calado
hondo en el espíritu del Rey Carlos V que ordenó en adelante proteger a los
indios (como la reina Isabel la Católica también lo había ordenado décadas
atrás), reducir los abusos y controlar legalmente a los encomenderos en el
Nuevo Mundo, una promesa real que se incumplió a menudo, más por la rudeza
de los colonos que por la nobleza del Rey. El espíritu de las leyes de Indias sin
duda puede interpretarse como un intento sincero por reducir los daños a los
indios, aunque de hecho fue comúnmente papel mojado. Una obra tal como
el Gobierno del Perú [1567], redactada por el licenciado Juan de Matienzo,
era una mirada excluyente de los indios, con argumentos que a menudo
contradecían sus derechos debido a su supuesto paganismo y temperamento.
Algunos años después, el intransigente y hábil gobernante el virrey Francisco
de Toledo abordaría la situación de los incas rebeldes y solicitaría al capitán
Pedro Sarmiento de Gamboa una investigación, una crónica conocida como
Historia índica [1572], que debía establecer historiográficamente cómo en
el pasado los Reyes Incas había establecido un régimen tiránico basado en
la opresión de las otras etnias, lo cual teóricamente favorecía la tesis de la
colonización legítima del Nuevo Mundo.

Así pues, la carta que está incluida en la Capitulación de Acobamba,


mantiene en contacto vía epistolar al Rey con el Sapai Inga rebelde, veamos
su contenido.

25 Hecho que dio origen a la Leyenda Negra de la conquista española de Las Indias. Véase Las Casas ([1552]
2018, T. I). También el trabajo que Dumont (2007, 2009) dedicó sobre este capítulo de la historia de España,
la Iglesia católica misionera y la colonización del Nuevo Mundo.
26 Pagden (1988: 155 y ss, 169 y ss, 1990: 66 y ss).

31
TITU CUSI YUPANQUI

Real Cédula del 29 de noviembre de 1563 que autoriza al Gobernador Lope García
de Castro con el Inca Titu Cusi Yupangui.

El Rey

Licenciado Castro de nuestro Consejo de las Indias y Presidente de la nuestra Audiencia


Real que reside en la ciudad de los Reyes de la provincia del Pirú a nos se ha hecho
relación que a causa de los malos tratamientos que los españoles que en esa tierra ha
habido y al presente hay han hecho y hacen a los indios naturales de ella se han ido
huyendo muchos de ellos a las sierra y montañas altas especialmente a unas que se
llaman los Andes donde dicen que está un nieto de Guayna Capac que se llama Titu
con otros nietos del dicho Guayna Capac sin querer salir a los llanos ni comunicarse
con ningunos cristianos lo cual es causa de no lo ser ellos ni los que los acompañan de
que Dios nuestro Señor es muy deservido y que el viendo muchas personas persuadido
que se venga a poner debajo de nuestra obediencia y recibir la fe católica responde al
dicho Titu que si a él le diese de comer con que se pudiese sustentar honradamente
según su calidad de su persona lo haría y pondría con los demás indios debajo de
nuestro dominio y señorío real y se volverían cristianos y que de otra manera no
lo harían y ni se comunicarían con nadie por no padecer afrenta con tanta pobreza
como hasta aquí han pasado y me ha sido suplicado que para que el dicho Titu y sus
hermanos y allegados / viniesen a ser cristianos y se excusasen algunos daños de que
de no lo ser se siguen y pudiesen estar debajo de nuestra obediencia como los demás
vasallos nuestros vos mandasen que diésedes orden como los hiciédedes bajar de las
dichas sierras y montaña donde están escondidas y diéseles de comer al dicho Titu
para que los dichos sus hermanos se pudiesen sustentar y no diésedes lugar a que
fuesen maltratados de ninguna persona o con la mi merced fuese lo cual visto por
lo de nuestro Consejo de las Indias fue acordado que debíamos mandar dar nuestra
Cédula para que vos y yo túvelo por bien porque nos mandó que luego que ésta veias
os informéis y sepáis en que parte o lugar está el dicho Titu nieto de Guayna Capac y
los otros indios y así informado proveáis por todas las vías y manera que pudieres de
sacarle de la provincia donde está recojido y atraerle a esa ciudad o a la parte donde
os pareciere que mejor pueda estar y constatándose bastantemente ser nieto del dicho
Guayna Capac le dareis y señalareis en esa tierra de comer lo que os pareciera para que
honradamente se pueda sustentar y tendréis siempre cuenta de su buen tratamiento y
de honrarle y favorecerle en todo lo que se le ofreciere y de lo que en ello hiciéreis y
proveyéreis nos daréis aviso

Fecho de Monzón de Aragón a 29 de noviembre de mil quinientos sesenta y tres años


yo el Rey por mandado de su majestad Francisco Lazo.27

El texto transcrito muestra a Felipe II tomando nota de la problemática situación


que se arrastraba desde la época del cerco al Cuzco y las guerras civiles,
que su padre Carlos V también había observado con preocupación, dando los
permisos correspondientes para que el entonces gobernador Lope García de
27 Publicado en Guillén Guillén ([1563] 1976-1977: 62-63).

32
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Castro negociase adecuadamente con el inca rebelde. Corre el año de 1563.


Estando al tanto de esta operación política, el monarca intervino planificando
una serie de acciones que permitiesen pacificar el nuevo virreinato y someter a
los rebeldes al poder hispánico. Pero incluso desde mucho antes se sucedieron
una serie de iniciativas políticas de acercamiento que si bien siempre fueron
letra muerta nos permiten aproximarnos al significado sociohistórico de las
peripecias del emblemático cónclave de resistencia inca. Guillén Guillén
resumió muy bien estas negociaciones de Manco Inca II: con Almagro el
viejo en 1537; con Pizarro en 1539; con Guevara en 1541; con Almagro el
mozo en 1542; con Vaca de Castro en 1542-43; con el virrey Blasco Núñez
de Vela en 1544 (Guillén Guillén, 1976-1977: 47-61).

Felipe II pedía que Titu Cusi y su Panaca saliese de la selva, se


incorporase a la sociedad colonial y, a cambio, se les concederían mercedes
reales para que tuviesen propiedades y medios de vida acordes a su condición
de descendientes de Huayna Cápac, único ascendiente noble reconocido, y
que sobre todo gozarían de la protección real tanto el Sapai Inga como su
familia. Esto era fundamental para la estabilidad del virreinato ya que las
relaciones entre clases de élite quedarían aseguradas. Se estableció por lo
tanto un tácito acuerdo de reconocimiento diplomático y protocolar el 24 de
agosto de 1566 con la Capitulación de Acobamba, realizada entre el Tesorero
García de Melo y Titu Cusi. Con fecha 14 de octubre de 1566 el gobernador
Lope García de Castro escribe su Provisión y Cédula en la cual certifica la
venida de paz de Titu Cusi. Posteriormente, con fecha 09 de julio de 1567
el Sapai Inga, en compañía de Yamqui Mayta, Rimache Yupangui, Quispe
Titu y Chimpu Ocllo Coya (su hermana-esposa), expresa su obediencia a la
Capitulación de Acobamba, teniendo por testigos a Antonio de Vera, Diego
Rodríguez de Figueroa y Martín de Pando. El juramento de paz perpetua de
Titu Cusi es una evidencia jurídica imposible de soslayar.28 El reconocimiento
oficial del Corregidor de la provincia de Vilcabamba, Diego Rodríguez de
Figueroa, completaría la idea colonial de impartir justicia tanto a españoles
28 Testimonio de Titu Cusi. “[A]biertas las manos y tendido los brazos dijo que juraba por el Sol a quien veía
de cara y estaba presente a su juramento a quien tenía por Dios y adoraba como a criador que dijo que era de
todas las cosas y por la tierra a quien tenía por madre la adoraba y la tenía en el segundo lugar del Sol / por
producidor de sí todos los mantenimientos para sustentación de todas las gentes y por el mundo de decir la
verdad a lo que le fuere preguntado luego el dicho Inga puso en la mano en la tierra la besó…”, en Guillén
Guillén ([1563] 1976-1977: 73).

33
TITU CUSI YUPANQUI

como indios; ello tendría efectos importantes en el desenlace final de esta


historia. Una de las consecuencias de la no observación de esta capitulación
era la propia guerra justificada. El Rey había puesto su rúbrica ante su deseo
de respetar y proteger a los soberanos indígenas, cuestión que nos hace ver
de otro modo ciertas relaciones políticas entre conquistadores y colonizados.

Otro hecho resulta determinante para lo que ocurrirá en lo sucesivo: el


bautizo cristiano del auqui Quispe Titu, hijo de Titu Cusi, con fecha de 20
de julio de 1567 en el pueblo de Carco, tierra de paz, donde habitó con su
familia, siendo ungido por el Padre Antonio de Vera y teniendo como padrinos
a Francisco de las Veredas y a Diego Rodríguez de Figueroa, al momento
recién nombrado Corregidor de Vilcabamba. Como se puede deducir, Titu
Cusi estaba de hecho involucrado en las redes de poder de los españoles.
Con este conocimiento previo ahora podemos abordar directamente la Carta-
Instrucción, la última obra escrita que Titu Cusi Yupanqui pudo conducir
según su política estratégica de negociación epistolar.

Dictado y traducción simultáneos: una pragmática


comunicativa de la escritura

Octavio Paz decía: «La imaginación es la facultad que descubre las relaciones
ocultas entre las cosas».29 Vamos a usarla y llevarla al borde de nuestras
posibilidades. Propondremos algunos fundamentos teóricos para estudiar
la diversidad del registro colonial andino y llevar adelante un análisis de
las unidades narrativas que componen la textualidad del documento para
comprender las voces que se expresan al interior de estas construcciones
ideológicas e indagar qué implican sus elementos constituyentes en su
condición de evidencia de un proceso social que afectó en particular a
este grupo rebelde. A continuación, tomamos de este documento algunas
temáticas específicas, ricas en sus matrices, para describir esta forma de
trabajo exegético.

29 Un par de páginas más adelante, Paz (2006: 11) señala que: “Las reconstrucciones del historiador son
asimismo excavaciones en el subsuelo histórico. Una sociedad es sus instituciones, sus creaciones
intelectuales y artísticas, sus técnicas, su vida material y espiritual. También es aquello que está detrás o
debajo de ellas.” Op. cit.: 13.

34
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

De la Carta-Instrucción de Titu Cusi Yupanqui relevamos el


intercambio epistolar y el complejo ciclo de traducción quechua-castellano,
en el que individuos bilingües asesoraron y cuidaron la escritura de un texto
amanuense —interviniéndolo—, y los factores culturales e históricos a partir
de los cuales se llega a producir este importante documento. Pensamos que
del estudio de ambas variables puede comprenderse cómo estas emisiones
ideológicas y comunicativas se transforman en un interesante problema para
la historiografía.30 En este sentido, proponemos que, a lo menos desde la
época en que la jerarquía inca intentó recuperar la ciudad del Cuzco (1536), se
pueden percibir el origen y la concepción de un importante cambio cultural que
venía desarrollándose imperceptiblemente en el seno mismo de las Panacas
cuzqueñas que actuaron en un primer momento como títeres o aliados31 de los
conquistadores y, sobre todo, en aquellas Panacas díscolas que lideradas por
Manco Inca, en un segundo instante de lucha y resistencia, marcharían hacia
el reducto de Vilcabamba desde donde se intentaría organizar (sin fortuna)
una guerra de liberación.

En el período 1537-1572 la tradición cultural cuzqueña al haber estado


en contacto obligado con los castellanos se apropió pragmáticamente de
algunos saberes y conocimientos, métodos, estilos y técnicas, especialmente
relativos a la comunicación y a la concepción del poder político y económico.
Sin duda, la influencia fue mayor en las Panacas que permanecieron en el
Cuzco cerca de los nuevos conquistadores (dirigidas por Paullu), influencia
que también se hizo sentir, aunque en menor grado, en Vilcabamba. El marco
colonial que estableció la España imperial no permitió más espacios: los
cánones europeos se establecieron irreversiblemente. Aquí es donde comienza
nuestra búsqueda de los orígenes de la tradición escrituraria del siglo xvi. En
este sentido, la lógica contextual de esta Instrucción, basada en la ideología
religiosa y la legalidad jurídica del conquistador, nos ayuda a comprender
varios aspectos de la tradición resistente al régimen hispánico.
30 Estenssoro, Op. cit. También: Griffiths (1998: Intro); Alaperrine-Bouyer (2002: 145-167, 2007); Garrett
(2009: 43-47).
31 Tenemos noticias de las opciones que la Panaca de Paullu y otras Panacas afines tomaron para dirigir sus
negociaciones ante la Corte y ante el Rey. Creemos que si bien tuvieron un espacio para maniobrar nada
podía contrarrestar la evidente hegemonía española en el Cuzco. El Inca Garcilaso nos relata dos iniciativas
de este tipo en la figura del hijo de Paullu, así como de su nieto (Comentarios Reales de los Incas, 1609:
Libro Nono, Cap. XL). Véase el artículo de MacCormack “¿Inca o español? Las identidades de Paullu Topa
Inca” (publicado originalmente en 2004), en Amado (2016: 73-91).

35
TITU CUSI YUPANQUI

La «Carta-Instrucción» del Sapai Inga Titu Cusi Yupanqui al


Rey Felipe II
La Instrucción fue escrita por los escribanos de comisión Marcos García
(sacerdote agustino) y Martín de Pando (asesor del agustino, de origen
mestizo), por orden y dictado del Sapai Inga Titu Cusi Yupanqui en San
Salvador de Vilcabamba, y terminada con fecha 6 de febrero de 1570. Ellos
fueron enviados allí en 1568 por el licenciado Cristóbal Vaca de Castro
siguiendo órdenes reales. El recurso del “tómese razón” estaría a cargo del
gobernador García de Castro, quien haría llegar esta carta al Rey Felipe II. Se
trata, como hemos indicado, de las únicas misivas que un dirigente inca pudo
producir para establecer diálogos con la Corona de España. La composición
definitiva de la Instrucción tuvo que haber demorado a lo menos dos años,
entre la fecha del bautizo de Titu Cusi, el 28 de agosto de 1568, y la fecha
que Martín de Pando anotó hacia el final del documento, mencionada arriba.
Para Francisco Esteve Barba, “más que historia es un alegato dirigido a Felipe
II, donde pretende hacer ver la deuda de gratitud contraída hacia su persona
por los españoles, ya que los soldados de su padre [Manco Inca] se unieron a
ellos contra los de Atahualpa”,32 mientras que para Franklin Pease se trataría
“de una versión que danza entre dos mundos, a la vez un alegato desde el
punto de vista del vencido, y un puente hacia el nuevo orden inaugurado
por la invasión española del siglo xvi”.33 En efecto, se trata de una carta que
comunicó a un soberano con otro en un tablero de culturas distintas, con una
relación conflictiva que llevaba 30 años de desavenencias. El hecho de que esta
Carta-Instrucción cumplió un ciclo lingüístico intercultural, que comenzaba
con la intención oral de un Titu Cusi enunciador para pasar luego por la
escritura alfabética al texto escrito a través de un formato específico, la carta,
y así llegar finalmente a un enunciatario,34 alimenta nuestra interpretación
de que este ‘documento-acontecimiento’ prefigura la idea de los mestizajes
culturales andinos en el ámbito letrado y simbólico: evidencia un cambio en
las competencias técnicas e intelectuales que construyeron la nueva realidad
colonial de los incas. Revisemos algunos aspectos de la obra para justificarnos
adecuadamente.
32 Esteve Barba (1964: 456).
33 En: Titu Cusi Yupanqui (1992: VII).
34 Greimas y Courtès (1979: 117), citado en: Fossa (2006: Intro).

36
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Se trata de una misiva que es parte de un intercambio y contacto


diplomático y epistolar con el licenciado Diego Lope García de Castro, en el
momento cabeza del gobierno colonial (1564-1569), un corto período anterior
a la llegada del virrey Francisco de Toledo. El contexto de las cartas es la
guerra, la imposición y la resistencia, igualmente la política de la negociación
que durante largo tiempo pudo generar acercamientos y alejamientos según
los acontecimientos fluctuaban de acuerdo con los intereses en juego. Es
importante anotar que mientras se gestaba el argumento y se escribía en
Vilcabamba la Carta-Instrucción, a fines de la década de 1560, Titu Cusi
mantuvo la idea de no renunciar a sus derechos sobre nobleza, tierras y energía
humana. Es decir, mientras que se desarrollaba el contenido con argumentos
y objetivos precisos, las aspiraciones formales y concretas del Inca-Rey, el
manejo de los asuntos políticos y legales relativos a propiedades de tierras a
nivel de la dirigencia, cobraba la forma de una lucha legal por el control de
territorios y el reconocimiento real que significaba beneficios, propiedades
y prebendas. Sayri Túpac había pactado, antes de morir, el control sobre
las tierras de Yucay, que pudo haber sido un interés esencial de los incas de
Vilcabamba. El texto proyecta la imagen de cómo Titu Cusi desarrolló su
propia visión del mundo andino bajo una nueva dominación. Este fenómeno
concreto sugiere que estos grupos familiares nobles y sus principales dirigentes
a lo largo de algo más de 30 años de resistencia hayan estado experimentando
notables cambios no sólo en el ámbito político, sino en los niveles cultural,
ideológico y lingüístico, cuyas consecuencias son más que sugerentes. Lo
mismo arroja el análisis del comportamiento de las Panacas aliadas a los
castellanos, liderados por Paullu y sus hijos,35 quienes consiguieron instalarse
en el Collcampata mientras la mayoría de los cuzqueños fueron a morar en
los alrededores de la ciudad sagrada, en lugares tales como Oma o Sañu. Esta
epístola puede ser comprendida en sí misma como una batalla simbólica (un
complicado ajedrez) en el espacio letrado de la sociedad colonial.360
35 Vega (1963: Segunda Parte).
36 Según Regalado de Hurtado (1992: XIII), con el objeto “de mantener su jerarquía y preservar ciertos
patrones o «modos andinos», desarrolló una conducta que también fue harto frecuente entre los curacas:
acomodar los usos y costumbres tradicionales al nuevo ordenamiento social, político y religioso establecido
por los colonizadores, verdadera estrategia de conservadurismo y resistencia a través del cual, lo tradicional
funciona en medio o a despecho de las instituciones occidentales. Ejemplo de lo cual resultan las cofradías,
la dote y compadrazgo. Lo mismo puede observarse en la utilización de nociones de mayorazgo, herencia
y propiedad, a las que permanentemente acudió Titu Cusi para conservar sus derechos y respaldar sus
demandas”.

37
TITU CUSI YUPANQUI

Hay expresiones inequívocas que muestran los cambios tempranos


registrados en el comportamiento del Hijo del Sol como el reconocimiento del
Rey Felipe II, al que Titu Cusi menciona generalmente como “nuestro señor”,
acto simbólico y con consecuencias políticas absolutas. Lo es igualmente el
acceso otorgado al licenciado Juan Diez de Betanzos, el autor de Suma y
narración de los incas [1551], e incluso a sacerdotes; interacciones que Titu
Cusi no podía obviar o dejar de respetar si pretendía negociar eficazmente con
sus oponentes y eventualmente triunfar. Producto de esta última situación,
se generarían en Vilcabamba graves conflictos entre creyentes de uno y
otro bando que terminarían incluso con sujetos ajusticiados (Diego Ortiz y
Tilano de Anaya). Nos parece sintomático el acceso que Titu Cusi le procuró
al sacerdote agustino fray Marcos García para participar en la redacción de
la carta, y al licenciado Juan de Matienzo, enviado por el virrey Francisco
de Toledo, para negociar la pacificación del reducto inca y para que los
industriasen en lo tocante a la religión del Dios Único, requisito indispensable
para lograr acceso a la legalidad colonial. García es finalmente expulsado de
los dominios de Titu Cusi.
Examinemos el primer párrafo que encabeza el cuerpo del documento:
Por quanto yo, Diego de Castro Titu Cussi Yupangui […] he reçibido muchas merçedes
y favor del muy ilustre señor el liçençiado Lope Garcia de Castro […] me a pareçido
que pues su señoria ba destos reinos a los de España y es persona de valor y gran
cristiandad, no podria yo hallar quien con mejor titulo y voluntad me faboresçiese en
todos mis negoçios que ante su Magestad aya de presentar y tratar, ansy en cosas a my
neçesarias como a mys hijos y deçendientes.37

La ratificación de paz ante el corregidor Diego Rodríguez de Figueroa, que


intentaba sujetar Vilcabamba desde julio de 1567, implicaba el reconocimiento
de vasallaje por parte de Titu Cusi ante la Monarquía. Este acto letrado,
con carácter legal, se hacía concreto al recibir Titu Cusi a Matienzo y a
sacerdotes agustinos en Vilcabamba. No olvidemos que mucho antes el
Requerimiento, leído ante la élite inca, al parecer en la navidad de 1533 en
el Cuzco, había sellado legalmente la propiedad de España de los nuevos
reinos. La comunicación de esta carta real trata de una decisión sorprendente
e inesperada: el bautizo cristiano de Felipe Quispe Titu, hijo del Soberano
37 Titu Cusi Yupanqui (1992: 3).

38
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Inca, acto que abre la posibilidad para que Titu Cusi también se bautizara,
como en efecto ocurriría el 28 de agosto de 1568, en una ceremonia a cargo
de fray Juan de Vivero, quien le impuso los nombres de su padrino Diego de
Castro, el licenciando con el cual dialoga y debate vía misivas regias.38 Tal
acto probablemente le asegura al inca la posibilidad de litigar y negociar en
la medida que sus prerrogativas le permitían argumentar eficazmente con una
base legal (su pertenencia a la aristocracia indígena) ante el nuevo sistema;
es decir, hacer posible la lucha por la validación de su estatus social noble,
acordadas las paces con el poder hispano que sumaba los signos de la Iglesia
y la Corona.

Parece que hacia 1570 el reducto de Vilcabamba fue considerado


un problema resuelto para el virrey Francisco de Toledo (1569-1581), el
poderoso reformador enviado por el Rey Felipe II (Merluzzi, 2014; Parker,
2019). Liliana Regalado de Hurtado, quien realiza el excelente estudio
preliminar a la Instrucción, ha dicho que la muerte desafortunada de Titu
Cusi en 1570 y sus consecuencias concretas, como el asesinato del sacerdote
Ortiz, martirizado por los nativos, y luego las muertes del mestizo Pando y
Tilano de Anaya, emisario de la última embajada enviada desde Cuzco, no
hacen sino propiciar la decisión del virrey Toledo de intervenir militarmente
y precipitar por último la acción armada.39 No es claro aún el fin del incario,
pero el último Sapai Inga Túpac Amaru, luego de la muerte de su predecesor,
sería infortunadamente muy joven (tendría apenas unos veinte años) para
enfrentar una compleja realidad que a principios de 1572 admitía muy pocas
esperanzas.40 La toma definitiva de Vilcabamba se produjo en junio de 1572
por Martín Hurtado de Arbieto. Dícese que Tupac Amaru queda en actitud
de ‘Uti’, palabra de la lengua quechua que quiere decir aproximadamente:
‘abrumado’, ‘ensimismado’, ‘impertérrito’. Un hondo drama impregna este
trazo de historia al imaginar al joven a disposición de crueles oficiales tras
ser detenido y conducido encadenado al Cuzco para su juicio. Capturado el
joven, cerca del río Masahuay, junto a sus mujeres (una de ellas embarazada) e
hijos, es engrillado y conducido en septiembre del mismo año a su prisión, en

38 Esteve Barba, Op. cit.: 456.


39 Regalado de Hurtado, Op. cit.: XXIII-XXIV.
40 Hemming, Op. cit.: Cap. XXII.

39
TITU CUSI YUPANQUI

la que fuera la ciudad sagrada de sus ancestros. Allí, junto a varios guerreros
que lucharon con él, es enjuiciado en forma falaz y finalmente condenado a
muerte, no sin antes forzarlo a que se bautizase. Su ejecución que por orden
del virrey Toledo se realizó en la plaza Haucaypata el día 24 de septiembre
de 1572, ante una multitud desolada y sufriente, no sólo puso fin al llamado
«Estado Neo-Inca» (Kubler, Wachtel) sino que simbólicamente proscribe
finalmente toda expresión religiosa indígena.41

Hasta aquí una perspectiva del plan general de la obra. Veamos


ahora algunas muestras extractadas de su Carta-Instrucción relativas a lo
que consideramos cuestiones directamente comprometidas con nuestra
investigación. Por ejemplo, las expresiones de Titu Cusi de reconocimiento
de las tecnologías de la comunicación y su uso pragmático y mimético que
le permiten darse a entender, manipular las relaciones interculturales con los
hispanos, maniobrar legal y políticamente, y usar información derivada de la
tradición oral dinástica para la negociación ante el Rey Felipe II. La escritura
tiene un poder innegable en este ámbito:
[P]orque la memoria de los honbres es devil y flaca e si no nos acurrimos a las letras
[…] hera cosa ynposible podernos acordar por estenso de todos los negoçios largos y
de ynportançia que se nos ofresçiesen, y por esso, ussando de la brevedad posible, me
sera neçesario hazer recopilaçion de algunas cosas neçesarias en las quales su señoria
llevando my poder para ello, me a de hazer merçed de favoresçerme ante su Magestad
[…].42

Aquí destacamos la problemática central de nuestro trabajo: la cuestión de la


letra.43 La información indica un manejo o despliegue de políticas diplomáticas
ya que el licenciado García de Castro con la Carta-Instrucción debía gestionar
ante el monarca en las Cortes de España una atención especial ante este
caso, según consta largamente en el Poder que se le entregó así como en las

41 Duviols (1967, 1977, 1986).


42 Titu Cusi Yupanqui (1992: 3).
43 La hipótesis de Mignolo (1992: 97) es la siguiente: “mientras que el aspecto físico de la letra (i. e., escritura
alfabética y la imprenta) permitió producir y distribuir los discursos que legitimaban la Conquista y
Colonización, su aspecto ideológico (i. e., el cuerpo de ideas y valores que le fueron asociado) suministró
las bases argumentativas y narrativas para legitimar la Conquista y Colonización sobre la base de la
ausencia de letras en las culturas colonizadas” (Las cursivas son suyas). Debemos agregar que la escritura y
la iconografía como cánones esenciales del régimen cultural colonial fueron también utilizados y aplicados
por la población indígena. La capacidad intelectual, creativa y estética de éstos (aunque haya sido negada)
debe explorarse con mayor precisión y claridad interpretativa.

40
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

órdenes que el Rey prescribió para este caso.44 En el plano escriturario, por lo
demás, la antigua tecnología de la memoria oral aparece como menos efectiva
que el soporte de la carta. Hay allí una temática que nos interesa tratar: las
complicadas relaciones entre la oralidad y la escritura, tradiciones y técnicas
esenciales del régimen de la comunicación que nos permiten entender varios
aspectos del período colonial, incluyendo el lenguaje visual o la iconografía
(caso de Felipe Guaman Poma de Ayala) que es introducida en los Andes.45 Es
clásica esta cita precedente puesto que da cuenta de los niveles pragmáticos
del uso de recursos comunicativos de mayor prestigio y de mayor eficacia
discursiva, como el acto de “hazer recopilacion”, de narrar y relatar. Es decir,
de la toma de conciencia del enunciador y la voluntad de luchar en el campo
semántico del adversario mediante sus propios códigos y reglas.

La problemática cuestión de la memoria oral fijada en un documento


escrito, problema antropológico y lingüístico,46 aparece referido en la expresión
el “aprovechar de ellas en nuestras neçesidades” (las letras), elemento central
en las negociaciones de los actores que protagonizaron este proceso de
acuerdo político. La memoria oral, como recurso validador de los orígenes
nobles del linaje y la familia inca, fue un soporte esencial de las tecnologías
comunicativas, en el sentido del uso de soportes diferentes o conjunto de
técnicas: en realidad continuó fluyendo en otros soportes materiales como
textiles, cerámicas y queros.47 Gracias a la Carta-Instrucción podemos tomar
contacto con los discursos orales de Manco Inca, pronunciados en vida ante
los miembros de su Panaca. Estos trazos de oralidad plantean una evocación
de un pasado que se actualiza, característica del pensamiento ritual andino,
necesario para una argumentación lógica y coherente del circuito oral/
escritural: Titu Cusi//Niza//García//Pando, es decir de los involucrados en
el proceso de producción de la Carta-Instrucción. En este discurso ritual
textualizado instó a sus descendientes a no olvidar la memoria familiar, la
tradición y la costumbre de los ancestros, de la deidad solar —el mundo
sobrenatural y abstracto de su mentalidad. Y de paso quedaba establecida,
44 En: Titu Cusi Yupanqui (1992: 69-70).
45 Gisbert (2001: Cap. II, 2004: 101).
46 Ong (2004: Cap. IV).
47 El recordado arqueólogo Manuel Chávez Ballón (1964, 1970, 1984, 1991) dedicó gran parte de su vida
al estudio de estos objetos. Rowe (1982: 97-136), Liebscher (1986: 16 y ss), Flores Ochoa (1990: 15-72),
Flores Ochoa, Kuon y Samanez (1998) también se han preocupado de este tema.

41
TITU CUSI YUPANQUI

gracias a la habilidad de los redactores, la legitimidad del mando que pasaba


de padre a hijo asegurando poderes y sucesión real simbolizada en el uso de
la Mascapaicha y la impronta mística de un nuevo Hijo del Sol.

El comportamiento de los hispánicos en la ciudad del Cuzco


y la reacción del Sapai Inga

La Carta-Instrucción revela las ácidas críticas que realiza Titu Cusi al


comportamiento de los españoles a lo largo de la primera década de ocupación
del Tawantinsuyu (1534-44). Para realizar estas críticas que fundamentan
sus reivindicaciones, Titu Cusi expone la historia de su padre Manco Inca,
quien experimentó las consecuencias de haber permitido la presencia de los
conquistadores en el Cuzco, haberse aliado con ellos en principio y de haberles
concedido una cuota de poder para controlar el gobierno o en todo caso para
procurar el orden, una acción riesgosa tras años de conflictos sucesorios.
Como se recordará los españoles lucieron como enviados por las deidades
para acabar con la amenaza de Quito. Los incas creyeron que en ello había
una presencia divina o un portento igualmente divino. Estas informaciones
nos permiten una «visión de los vencidos» respecto del complicado proceso
militar, religioso y político que generó un cambio estructural de la sociedad y
que marcaría para siempre el destino de los Andes.

El comportamiento de los conquistadores no tardó en revelar su


verdadero rostro: una campaña de pillaje y saqueo llevada a cabo por la
hueste expedicionaria que con el tiempo daría paso a la pacificación de una
sociedad que se organizaría bajo las estructuras del proyecto de constitución
de un virreinato directamente subordinado a la Corona de España, superando
la primera fase militar. Sin embargo, el control momentáneo de los
conquistadores crearía en la percepción de los andinos un referente cada vez
más nefasto, aunque, por otro lado, también más fascinante. Así pues, cuando
es instituida la Mascapaicha en la cabeza de Manco Inca, los españoles menos
escrupulosos deciden intentar el mismo acto de extorsión para obtener oro y
plata que se hizo con Atahualpa, esta vez en la persona de Manco Inca. El
dignatario entonces fue sometido a malos tratos, encarcelado y reducido a la
condición de rehén. Este se defiende, según el texto estudiado, expresándose
del siguiente modo:

42
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

¿Qué os he hecho yo? ¿Por qué me quereis tratar de esa manera y atarme como
a perro? ¿Desa manera me pagais la buena obra que os he hecho en meteros en
mi tierra daros de lo que en ella tenia con tanta voluntad y amor? Mal la hazeis.
¿Vosotros sois los que dezis que sois viracochas y que os enbia el Tecsi Viracochan?
No es posible que vosotros seais sus hijos, pues pretendeis hazer mal a quien os haze
y a hecho tanto bien.48

La necesaria autocrítica exigía que el inca reevaluara todo. Los errores


cometidos, inevitables, requerían responsabilidades y medidas extremas dada
la seriedad de lo que estaba en juego. En efecto, lo que se arriesgaba era la
pérdida total del poder y de la hegemonía cuzqueña. Cada día que pasaba
la situación se hizo sucesivamente más grave. La toma del Cuzco por los
hispánicos y su refundación (1534) en la práctica constituyó un desalojo total
de su antigua población: la profanación de todo lo sagrado, la insoportable
usurpación de la dignidad de las personas, el modo en que incluso los muertos
(los Mallquis) eran tratados, las tumbas saqueadas, equivalía a la negación
completa de la cultura andina. Todo ello lo empujó a tomar una decisión
largamente esperada por los súbditos de Manco Inca: la guerra. Así, según el
texto estudiado, éste les dijo:
Hermanos e hijos mios: los dias pasados os hize juntar otro bez desta manera para
que biesedes un género de nueba gente que avia aportado a nuestra tierra, que son
estos barbudos que estan aqui en este pueblo. Y tanbien porque me dezian que heran
Viracochas, y lo paresçia el traje, os mande que todos vosotros les serviesedes y
acatasedes como a my persona mesma y les diesedes tributo de lo que en vuestras
tierras teniades, pensando que hera gente grata e ynbiada de aquel que ellos dezian
que era el Tecsi Viracochan […] y paresçeme que me a salido al revés de lo que
yo pensava, porque sabed hermanos que estos, segund me han dado las muestras
despues que entraron en mi tierra no son hijos del Viracocha sino del demonio […]
que me pareçe que no podeis dexar si me amais verdaderamente, de resçibir gran
pena y congoja en ver a my vuestro Rey aprisionado con prisones y tratado desta
manera sin mereçerlo, y esto por aver metido yo en my tierra semejante jente que esta,
que yo mesmo me he degollado.49

La opinión de que estos invasores eran deidades o hijos de deidades (enviados


de Tecsi Viracochan, dice Titu Cusi) finalmente quedaba desechada en el
pensamiento del Sapai Inga. Manco Inca decidió que estos extraños hombres
eran gente que habría llegado a usurpar el poder del Cuzco “no son hijos del
48 Titu Cusi Yupanqui (1992: 17). Las cursivas pertenecen a Regalado de Hurtado (ed.), quien destaca este
párrafo como discurso oral.
49 Ibíd.: 18-19.

43
TITU CUSI YUPANQUI

Viracocha sino del demonio”. El texto nos sitúa ante un diálogo en el cual
surge la respuesta de los súbditos al Sapai Inga:
¿[Q]ué coraçon hay en el mundo que biendote […] que desa suerte estás tan aflexido
y congoxado, con dolor no se haga pedaços y de lástima no se derrita? Por çierto,
Sapai Ynga tú lo erraste mucho con meter en tu tierra semejante gente, mas pues que
ya ello está hecho y no se puede remediar por otra suerte, aparejados estamos estos
tus vasallos a hazer de muy entera voluntad todo lo que por ti nos fuere mandado.50

La respuesta de los conquistadores seguía siendo engañosa y en realidad


ocultaba la verdadera intención de fondo: los Andes ya eran considerados
propiedad legítima de España, según las Bulas Alejandrinas (Las Casas, 2018:
Tomo II), el Requerimiento de Palacios Rubios (1512-13), la Capitulación
de Toledo de 1529 y el plan teológico/legal que sustentaba la empresa ante
los ojos del Emperador y del Papa. Los Justos Títulos de la conquista de
las Indias se basaban en las Bulas Alejandrinas (1493), la Junta de Burgos
(1512), la Constitutio Criminalis Carolina, o Lex Carolina, (1532) y la Junta
de Valladolid (1550-1551), en la cual Bartolomé de Las Casas se enfrentó a
Juan Ginés de Sepúlveda, partidario de la conquista de América y de la teoría
esclavista de Aristóteles.51 En cuanto a los Andes, como ya se ha mencionado,
la Historia índica de Sarmiento de Gamboa [1572] cerraba el círculo legalista
tildando a los incas de tiranos. La tragedia de los incas y de la mayoría de
los pueblos andinos se desarrollaba como hecho consumado. Indudablemente
se despejaban las dudas al chocar una y otra vez con la grosera ambición de
los conquistadores: “Gentil pago me dais por tan buena obra como yo os he
hecho…”52 Manco Inca ahora podía ver todo con la claridad política que se
requería.

Recurriendo al Apu o Machu Capitán Francisco Pizarro (quien ya


detentaba el título de gobernador y marqués), Manco Inca trata de exponer que
la bienvenida que les dieron era parte de un protocolo que los andinos ponían
en práctica para demostrar su grado de civilidad en el trato humano a quienes
50 Ibíd.: 20.
51 Véase Aristoteles cuando señala que: “…[E]ntre los bárbaros, la hembra y el esclavo tienen la misma
posición, y la causa de ello es que no tienen el elemento gobernante por naturaleza, sino que su comunidad
resulta de esclavo y esclava. Por eso dicen los poetas: justo es que los helenos manden sobre los bárbaros,
entendiendo que bárbaro y esclavo son lo mismo por naturaleza” (1988: 47). También Todorov (2008: 178-
188).
52 Ibíd.: 25.

44
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

fueron considerados enviados de Viracocha. Esta idea literalmente presente a


lo largo de toda la Carta-Instrucción podemos interpretarla como percepción
objetiva de Titu Cusi, aunque no se puede descartar que los escribanos la
hayan intervenido. Así, el Sapai Inga indica al Apo extremeño:
[P]areceme que tú as sido parte para questos tus soldados me ayan soltado de la prision
en que estava, la qual paresçio ser sin culpa; ruegote que no te bayas tan presto, sino
que en señal de la confederasçion de nuestra amistad, hagamos juntos colasçion, que
yo espero que d[e] mi parte no a de quebrar, lo por my prometido.53

La confederación que invocaba Pizarro (“confederados my padre y los


españoles”, dice Titu Cusi) estaba siendo manipulada astutamente a través de
cada uno de los actos políticos practicados en la campaña. Esta ingenuidad
costaría caro a los andinos y decidiría todo a favor de los caballeros hispánicos.
No obstante, Pizarro sabía que el actuar de sus compañeros, aunque sujeto a
reprensión, se enmarcaba en los planes que su grupo ya había establecido. La
nueva detención de Manco Inca no se hizo esperar una vez que el Marqués
marchó a atender asuntos en la recién fundada Lima. El discurso del rehén
ante sus captores es el siguiente:
¿En qué andais aquí conmigo cada triquete, haziendome befas? ¿Vosotros no sabeis
que yo soy hijo del sol, e hijo del Viracochan como vosotros os jatais? ¿Soy […] algun
yndio de baxa suerte? ¿Quereis escandalizar toda la tierra y que os hagan pedaços a
todos? No me maltrateis, que no os he hecho mal.54

La ambición de los conquistadores, pues, comenzó a ser develada. Aunque


su religión (que poco o nada se mostraba en la guerra, en el sentido de la
supuesta santidad de su comportamiento) era objeto de admiración y temor;
sus actitudes mundanas, por su parte, ponían en evidencia el cinismo, la
hipocresía y la violencia que empleaban en sus acciones políticas y militares.
“Cierto sois y dignos de toda confussion”, dice el Inca.55 Las ideas religiosas
y la cultura de los andinos continuaba siendo un obstáculo para una apropiada
decodificación de las verdaderas intenciones y la debida evaluación de la
escala de gravedad de la situación que enfrentaban. Estudiando obras de
Vega (1964), Hemming (1970), Wachtel (1976), Espinoza Soriano (1973) y
Guillén Guillén (1994) ahora podemos comprender los aspectos más sutiles
53 Ibíd.: 26.
54 Ibíd.: 27-8.
55 Ibíd.: 29.

45
TITU CUSI YUPANQUI

y las profundas razones que explican la profunda crisis interna en los Andes,
que esquematizamos en la figura: [Estado cuzqueño + aliados] v/s [Tribus +
Señoríos anti-cuzqueños], y la superioridad política y militar de los recién
llegados, factores que definieron las primeras dos décadas del encuentro
entre España y los hombres del Tawantinsuyu. Indudablemente esto sigue
provocándonos asombro y perplejidad. La cuestión lingüista, asimismo, nos
parece más que nunca explicativa en la incomunicación casi insalvable en que
unos y otros se hallaron en el momento álgido de la Conquista.

Acto seguido, podemos observar a Vila Oma, sumo sacerdote del


Sol, quien asumiría tareas militares ante la invasión, reprochándole al Sapai
Inga tanta paciencia y tolerancia para los Viracochas. Los extranjeros que
Manco Inca aceptó como aliados contra Quito y con los que estableció la
alianza que hizo posible ceñirse la Mascapaicha, en realidad eran mercenarios
que ambicionaban apropiarse del territorio, del oro del reino rico. El sumo
sacerdote del Qoricancha le dice al prisionero real: “Sapai ynga ¿qués ésto
en que andan estos Viracochas? Oy te prenden mañana te sueltan. Parece
que andan contigo jugando a juego de niños, pero no me maravillo que te
traten desta suerte, pues tú te lo quesiste metiendo en la tierra de tu voluntad,
sin nuestro pareçer, gente tan mala.”56 El reproche que se le hacía al Sapai
Inga daba cuenta de todas las barbaridades y actos arbitrarios que los falsos
Viracochas realizaban a cada momento; describen en cada palabra el miedo,
el horror y la cólera que la delicada situación había provocado en la vida de
los cuzqueños. El nivel de cansancio y tensión habían llegado a un punto
máximo, habida cuenta de que los actos de los conquistadores claramente
los indicaba como responsables de un vulgar robo: a estos sujetos los movía
un hambre inexplicable por los objetos de oro y plata que constantemente
reclamaban.

Vila Oma expresaba esta sensación del siguiente modo:


Tan opressos, tan fatigados, que hasta con nuestras capas nos hazen linpiar la
suziedad de los cavallos. Mira, señor, hasta quánta baxeza nos as hecho benir por
quererlo tú, e pues tú lo as querido, no te maravilles que te traten desa manera. Bien
sabes que aun quando tú saliste a Villcacunga a resçibirlos, te lo estorvava yo y te
fuy a la mano muchas vezes sobre que no les metieses en tu tierra; y aun, sy se te
56 Ibíd.

46
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

acuerda, te dixe quando tubimos nueva que avian llegado a la tierra, que yo yria
por la posta con diez o doze mill yndios y los haría pedaços a todos y tú nunca me
dexaste […]57

Vila Oma le expresa al Sapai Inga que recordase que le había pedido la orden
para declarar la guerra a muerte a los advenedizos. Pero, por entonces, aquel
año de 1535, no había una decisión real al respecto. El texto estudiado da
paso a continuación a otras voces que lo dotan de una polifonía interesante;
emergen otros rostros, otras perspectivas, que refrendan al sorprendido inca
ante la machina Deus de los conquistadores. Extenuados por tanta violencia
y brutalidad, rayana en el más bajo descaro, los súbditos de Manco Inca
enfrentaron a los extranjeros con las siguientes palabras: “¿Vosotros no le
engañastes diziendo que beniades por el biento por mandado del Viracochan,
que herades sus hijos y deziades que beniades a servir al inga, a quererle
mucho, a tratarle como a vuestras personas mismas, él y a toda su çente?”58 El
engaño tras el que se escondían los hispánicos, es decir, el hecho de aceptar y
manipular que los declarasen “hijos de Tecsi Viracochan”, y a la vez mostrarse
como aliados estratégicos de las etnias anti-cuzqueñas que buscaban acabar
con la hegemonía inca, resultó una estrategia muy conveniente desde un punto
de vista político-militar. Aún más, cuando pudieron manipular los conflictos
de poder al interior del Cuzco y de las Panacas, incluyendo al Sapai Inga, esta
realidad continuó proyectándolos en la mente de los andinos como verdaderos
Viracochas, aunque la impudicia de los españoles poco a poco los reveló
como usurpadores. Creemos que el pensamiento andino quedó en desventaja
ante los hispánicos. Esto se sumaba a la desventaja militar y tecnológica, y
a la desfavorable correlación de fuerzas de igual modo. Los cuzqueños al
fracasar en su intento por expulsarlos, consiguieron en cambio convivir con
ellos adoptando progresivamente su cultura, mientras que otros se hicieron
parte del modelo social hispánico desde el primer momento, convirtiéndose
en hijos de la Iglesia y siervos del Rey.59 Pese a todo, el Sapai Inga siguió sin
determinarse ir a la guerra, tan esperada por su pueblo. Quizás su juventud le
impidiera ser más objetivo a este respecto. O esperaba una reacción favorable
entre Panacas de los Hanan Cuzco y los Hurin Cuzco. Al parecer ignoraba
57 Ibíd.: 30.
58 Ibíd.: 31.
59 Lockhart (1982: Caps. II-VI, 1987, T. II: Cap. 9).

47
TITU CUSI YUPANQUI

que la división entre los cuzqueños era alentada por su adversario Paullu.
Siguió creyendo en que los españoles lo liberarían tras una nueva entrega de
objetos de oro y plata, y quedó a merced de esta intuición errónea:
[B]ien entiendo que yo me tengo mi mereçido por aver consentido a esta gente entrar
en esta tierra y tanbién veo la razon que de quexaros de mí teneis; mas pues ya no ay
otro remedio, por vida buestra que con la más brevedad que podais, junteis algo con
que esta tan agravada vexaçión redima, y doleos de ber a vuestro Rey atado como a
perro con cadena al pescueso y como esclavo y cosa fuxitiva, grillos a los pies.60

Aunque asumió al fin su responsabilidad como autoridad real, mantuvo su


pasividad y actitud tradicional. Ello pese a que literalmente lo mantenían
atado como a perro. En cuanto a las características lingüísticas del texto es
importante resaltar como el uso de la lengua castellana se apropia totalmente
del dictado de Titu Cusi y lo altera incorporando expresiones que transmiten
una semántica particular: la ideología hispana cristiana.

Parlamento de Manco Inca II y marcha al Antisuyu


Políticamente era una situación imposible la que enfrentaba el Sapai Inga. La
ambición de los españoles se había tornado insoportable para los cuzqueños,
lo sería después para muchos otros pueblos. Definitivamente lo que en un
principio pudo haber aparecido ante la percepción de los hombres andinos
como un portento de la deidad Viracocha, o la posibilidad de sacer provecho
y partido en época de crisis como resultado de la lucha por la sucesión inca,
utilizando a los advenedizos para retomar el camino del poder, luego habría
de fracasar completamente debido a que estos hombres habían superado todo
posible cálculo respecto a su origen divino o humano o a su posible utilidad
militar. La masacre de Cajamarca dejó un trauma abierto. La ejecución de
Atahualpa sobre todo. En cambio, las tribus o señoríos sometidos (no aliados)
al incario no dudaron en transformarse en indios amigos (auxiliares) en la
guerra de los españoles contra quienes se les opusieran. Aparentemente, la
cuestión religiosa pudo haber sido resulta con el poder que emanaba del Dios
que traían los conquistadores. Pero es difícil todavía llegar a una explicación
suficiente.

60 Ibíd.: 33.

48
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

En su discurso de guerra Manco Inca siguió rogando a sus súbditos


a que obedecieran sus órdenes, pero en este punto se produjo la inflexión
requerida para cambiar el curso de los eventos. Manco Inca decide entonces
pasar a la ofensiva:
Por vida buestra, que pues sienpre me aveis mostrado tanto amor y deseado darme
contento, en éste me le deis y sea que todos juntos, asy como estais, os conçerteis
en uno y enbieis vuestros mensajeros a toda la tierra, para que de aquí a beinte dias
esten todos en este pueblo sin que dello entiendan nada estos barbudos, e yo enbiare
a Lima a Queso Yupangui, mi capitan, que gobierna aquella tierra, a avisarle que para
el dia que aqui dieremos sobre los españoles, dé él alla con su gente sobre los que
alla aviere, y haziendonos a una él alla y nosotros aca, luego los acabaremos syn que
quede ninguno y quitaremos esta pesadilla de sobre nosotros y holgarnos hemos.61

Manco Inca ordena la constitución de dos frentes de lucha: Lima y Cuzco. Los
súbditos del inca muy pronto emprendieron la organización de la lucha por la
liberación de una presencia exasperante. Esto implicó un movimiento secreto
que se dedicaría a reclutar las fuerzas que compondrían nuevos contingentes
de guerreros que enfrentarían en la hora más terrible un desafío que pareció
equivalente al de la guerra contra los Chancas. La organización del Cerco al
Cuzco se pone en movimiento:
[…] y ansí sin ninguna dilaçión, luego lo pusieron por la obra […], la vez de los
Chinchaisuyo enbio Vila Oma a Coyllas y a Ozca y a Cori Atao y a Taipi, que truxiesen
la gente de aquella parcialidad. De los Cullasuyos, fue Liclli y otros muchos capitanes,
para que traxiesen la gente de aquella parçialidad. A Condesuyo Suranvaman, Quicana
y Surivallpa y otros muchos capitanes; y los de Andesuyo, Ronpa Yupangui y otros
muchos capitanes […]62

Pese a todos los esfuerzos, la lucha por la expulsión y exterminación de


los extranjeros del Cuzco fracasó una y otra vez. También el cerco a Lima
fracasó. En tanto, Quito también cayó bajo el dominio extranjero (Sebastián
de Benálcazar la refundó el 6 de diciembre de 1534). Transcurren casi dos
años de lucha, lo que generó grandes pérdidas humanas y materiales (Vega,
1964). Llegan nuevas partidas de españoles, como el grupo dirigido por el
tristemente recordado Pedro de Alvarado (un cruel asesino), mano derecha
de Hernán Cortés, conquistador de México. Finalmente, el grupo de combate
cuzqueño se repliega y fragmenta hacia mediados o fines de 1537. En Charcas
61 Ibíd.: 40.
62 Ibíd.: 41.

49
TITU CUSI YUPANQUI

también hubo un último frente rebelde, liderado por Tisoc. El problema


español fue imposible de resolver por la guerra ritual. El Cuzco quedó en
manos, en fin, de los hispanos.63

El fracaso del cerco al Cuzco tiene, bien mirado, explicaciones de


diversa naturaleza. Estas no son tan diferentes a la tragedia de Cajamarca,
el saqueo de Pachacámac y la sorprendente toma de la ciudad sagrada de
los incas. Queremos llamar la atención sobre las causas internas. Así, por
ejemplo, el documento estudiado indica que el Sapai Inga estaba consciente
de las disensiones y facciones internas, tanto entre los propios incas del
Cuzco, como de la insubordinación de otras etnias contra los cuzqueños, que
se había ahondado a partir de la invasión hispánica. El texto dictado por Titu
Cusi indica que su padre sabía que: “no solamente ellos, sino mis hermanos
Pascac e Inguill y Guaipar me desposeyeron de mi tierra y aun me trataron
la muerte”.64 Y que sin duda a los extranjeros su Dios les ayudaba, una
desmoralizada constatación.65 En rigor, los indios auxiliares fueron el gran
apoyo que los castellanos lograron capitalizar para ver concretados sus planes.
Como señaló Waldemar Espinoza Soriano (2018: Segunda Parte), el apoyo
militar y logístico Huanca en este trance de la lucha fue definitivo. Otras etnias,
como los Chachapoyas y Cañaris, incluyendo a los esclavos negros que traían
los españoles, también fueron factores decisivos para resistir a los embates de
los guerreros cuzqueños. Por lo tanto, la derrota estaba consumada y la única
opción que quedaba era replegarse a otras ciudadelas (Pisac, Ollantaytambo,
Vitcos…, de difícil acceso) desde donde se podía continuar la lucha y lograr en
lo posible, según la hipótesis de Guillén Guillén, organizar y armar un ejército
“a la europea”. Desde entonces los cuzqueños quedaron divididos en al menos
dos facciones: la de Paullu (aliados realistas) y la de Manco Inca (rebeldes).66

63 El cronista Juan Diez de Betanzos ([1551] 2010: 331-332) indica que los incas quemaron todos los pueblos
y Collcas, quedando los españoles arrinconados en la plaza de la Ciudad Sagrada. Expresa que fue entonces
que vieron a la Virgen María en los cielos del Cuzco, encima de la primera Iglesia cristiana construida,
también al Apóstol Santiago, montado en su caballo blanco, armado, barba blanca y larga, con una cruz
colorada en su pecho, encarnando el espíritu de Pizarro, causando estragos entre las filas incaicas.
64 Titu Cusi Yupanqui (1992: 50).
65 Ibíd.
66 Preparamos un estudio sobre las luchas incas durante el siglo xvi. Allí profundizamos sobre esta escisión
étnica. Lo que podemos decir en tanto es que resulta del todo evidente que más allá del resultado de la
guerra, un proyecto de gobierno estable daba por supuesto la necesidad de crear una institución indígena
para conseguir controlar a los descendientes de los antiguos incas. Esa institución se llamó: Cabildo de los
24 Electores del Cuzco. Véase Amado (2017).

50
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Nótese esta expresión de despedida que incluye la idea de la sucesión:


Ya me parece se ba haziendo tienpo de partirme a la tierra de los Andes […] y que me
sera forçado detenerme alla algunos dias. Mirad qué os he dicho y pienso dezir agora,
ques que mireis quanto tienpo a que mi aguelos e visaguelos e yo os hemos sustentado
y guardado, favoresçido y governado todas vuestras casas […] por lo qual teneis todos
obligascion de no nos olvidar en toda vuestra vida, vosotros y vuestros deçendientes,
ansy a mí, como a mis aguelos y visaguelos y tener mucho respeto y hazer mucho
casso de my hijo y hermano Titucusy Yupangui y de todos los demas mis hijos que
dellos deçendieren […]67

Al llamar la atención sobre la autoridad real y la subordinación de sus vasallos


lo que quedaba en pie era el hecho de que el poder cuzqueño debía mantener
tanto el prestigio como el poder político, económico y religioso, que les
permitiría a las Panacas rebeldes conservar estructuras de su organización
social. La tradición cuzqueña debía seguir reproduciéndose mediante el
liderazgo de los nobles y sus Panacas, pero quedaron aislados en el centro
de la sociedad colonial en formación, por lo cual trataron insistentemente de
mantener privilegios y mercedes. Para comprender el planteo de la Carta en
su origen, es necesario subrayar que en la misiva de Titu Cusi se menciona
sólo a los llamados incas históricos,68 a saber: Pachacuti, Túpac Yupanqui
(indirectamente) y Huayna Cápac. ¿Por qué? Quizás la principal razón de
ello haya sido el establecimiento de la genealogía oficial de la Panaca de Titu
Cusi, que fue reconocida públicamente (oficialmente) por los reyes Carlos V
y Felipe II. Expresada en letra y papel —en formato legal europeo— la idea
de la línea genealógica se transformó en documentación oficial para litigar
en el ámbito jurídico impuesto por las autoridades hispanas.69 Además, estos
trazos de oralidad discusiva indígena aclaran la permanencia de jerarquías
nativas y de conservación del orden cósmico.70 Se trata de una validación con
fuerza de ley ante el sistema jurídico impuesto.

En el marco de lo textual, y tras el fracaso del intento de recuperación


del Cuzco, Titu Cusi narra la ida de Manco Inca a la selva, hacia abril de

67 Titu Cusi Yupanqui (1992: 50).


68 Rowe (2003: Cap. 2).
69 Es posible que un primer esfuerzo para crear una lista de reyes o Cápac Cuna haya sido la composición
de un texto datado en 1542: Los Quipucamayos. En: Velaochaga Dam, Herrera Villagra y Warthon Calero
comps. (2017).
70 Zuidema (1989: Cap. 33 y ss).

51
TITU CUSI YUPANQUI

1537: Ollantaytambo, Choquequirao, Machu Picchu, Vitcos y Espíritu


Pampa.71 El drama de su partida y la conmovedora pérdida de Cuzco fueron
inevitables. Nos parece que Titu Cusi, aún sin saber leer, escribir o hablar en
castellano en forma regular, poseyó una conciencia instrumental en el ámbito
letrado, es decir, pragmatizó ambos sistemas de comunicación, el oral y el
escrito, aplicando un criterio bilingüe al cruzar del quechua al castellano,
y desarrollando un discurso ideológico combinando ambas lenguas. Esto
se evidencia en el modo en que Titu Cusi consigue mantener una tensa
negociación diplomática, a lo largo de unos 7 u 8 años consecutivos.

Liliana Regalado de Hurtado expresa: “Vitcos fue un lugar importante


en la vida de Titu Cusi pues según su propia aseveración, fue llevado allí por
su padre y permaneció en ese sitio hasta que, todavía niño, fue sacado por
los españoles y trasladado al Cuzco a vivir bajo la custodia de un español
apellidado Oñate.”72 Este último hecho, el haber vivido en una familia española
en el Cuzco, podría indicar un relativo aprendizaje de lo español; asimismo,
su propio padre pudo haberle enseñado no pocos elementos de ambos
culturas, la propia y la extranjera. Titu Cusi conocía, por tanto, la relevancia
de la escritura como único medio legal a través del cual se podía disputar una
lucha reivindicativa de manera incruenta al interior de la emergente sociedad
colonial. Aunque en su carta al Rey Felipe II cuenta con la asesoría de García
y Pando no es por ello verosímil pensar que solamente son ellos quienes
determinaron lo sustancial del documento: Titu Cusi tuvo que haber tenido
el principal control en la planificación y ejecución del ordenamiento textual
e ideológico de los contenidos de la Carta-Instrucción. En cuanto al lenguaje
jurídico es obvio que ambos asesores aportan un bagaje conceptual. Estos son
temas para teorizar sobre el matiz mestizo de su misiva, en el sentido de usar
el sistema del otro que hegemoniza las relaciones de poder.

El intercambio de cartas (o epistolario) y su producción técnica y escrita


que anuncia el imperio de la letra y su predominancia en sociedades coloniales
que apenas recién conocían esta técnica, nos ha parecido pertinente como
objeto de estudio ya que estimamos que desde aquí surge una nueva forma

71 Hemming, Op. cit.: Cap. XXV.


72 Regalado de Hurtado, Op. cit.: XXII.

52
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

de la memoria andina, una reformulación de la evocación del pasado. Es


importante que se relacione la escritura con el pensamiento andino. ¿Refleja
la escritura la memoria de la población andina?

El discurso de Manco Inca, evocado por Titu Cusi, expone claramente


la orden de no dejarse engañar por estos extranjeros:
Lo primero que haréis, sera que a estos barbudos […] no les creais cosa que os
dixieren, porque mienten mucho, como a mí en todo lo que conmigo an tratado me an
mentido y ansy haran a vosotros. Lo que podreis hazer sera dar muestras por de fuera
de que consentis a lo que os mandan y dar algun camarico y lo que pudieredes, que en
vuestras tierras oviere, porque como esta gente es tan brava y de diferente condiçión
de la nuestra, podria ser que no se lo dando vosotros, os lo tomasen por fuerça o vos
maltatasen […].73

La debida aunque tardía decodificación de los actos y pensamientos de los


extranjeros, sus usos y costumbres, revela la percepción final que se fue
aclarando hasta concluir que aún era posible reaccionar debidamente. No
obstante, la intelligentzia de los cuzqueños no logró escrutar a tiempo la
revolución global que suponía no tanto el hecho de la colonización concreta
por una potencia más poderosa, sino que no pudieron visualizar el cambio
fundamental que admitía el contacto de América recién descubierta por
Europa y el enorme sistema-mundo que ellos cohabitaban con sus vecinos
del África y de Asia. Por supuesto, es nuestra perspectiva contemporánea la
que nos permite realizar esta constatación geopolítica global. Pero nuestra
ventaja temporal, con todo, no permite una evaluación precisa y detallista del
momento entre los Andes y España. Persiste el choque de civilizaciones y las
dudas sobre una explicación holística sobre este asunto.

Consideraciones religiosas, un punto clave, permitieron elaborar el tipo


de ideas antes aludido:
[S]y ellos fueran hijos del Viracochan como se jataban, no ovieran hecho lo que han
hecho, porque el Viracocha puede allanar los cerros, sacar las aguas, hazer çerros
donde no las ay, no haze mal a naidie y estos no vemos que an hecho esto, mas antes
en lugar de hazer bien, nos an hecho mal, tomandonos nuestras haziendas, nuestras
mugeres, nuestros hijos, nuestras hijas, nuestras chacaras, nuestras comidas y otras
muchas cosas que en nuestra tierra teníamos, por fuerça y con engaños y contra
nuestra voluntad.74
73 Titu Cusi Yupanqui (1992: 51).
74 Ibíd.: 51-52.

53
TITU CUSI YUPANQUI

La lucha por fin fue correctamente comprendida, al menos en el programa


del texto. Por lo tanto, Manco Inca prescribió que en el plano ideológico era
fundamental no tomar en cuenta el credo de los extranjeros. La Biblia y los
documentos legales que portaban los extranjeros eran objetos que finalmente
se percibieron en toda su verdadera dimensión: constituían el extraño poder
que los había sustentado en su campaña por despojar a los incas de sus
dominios.

La extrañeza y el asombro derivaron en el rechazo y a la vez en la


atracción, sobre todo por el comportamiento que los conquistadores
evidenciaron a lo largo de todas sus acciones. Manco Inca les deja claro a
los andinos que no sucumbiesen ante las extrañas creencias registradas en los
misteriosos paños (la Biblia que portaba Valverde). La incomprensión ante
los libros resulta paradigmática de la mentalidad de los incas y del mundo
andino en general. Los libros se quedaron en los Andes y con ellos un mundo
extraño de coerción. Por ello, los libros y sus contenidos culturales influirán
decisivamente en la revolución de los imaginarios coloniales en el decurso de
la vida social. El dios de los extranjeros, en otro sentido, no era Viracocha:
Lo que más aveis de hazer, es que por ventura estos os diran que adoreis a lo que
ellos adoran, que son unos paños pintados, los quales dizen ques Viracochan, y que
le adoreis como a guaca, el qual no es sino paño. No lo hagais, sino lo que nosotros
tenemos; eso tened, porque como beis, las villcas hablan con nosotros, y al sol y a la
luna, beemoslos por nuestros ojos y lo que esos dizen, no lo veemos. Bien creo que
alguna vez, por fuerça o con engaño, os an le hazer adorar lo que ellos adoran; quando
mas no pudieredes, hazeldo delante dellos y por otra parte, no olvideis nuestras
ceremonias […]75

Según podemos interpretar del párrafo citado, Manco Inca lega un programa
de acciones que los indígenas deben observar para no sucumbir ante la
religión de los Viracochas. Propone que los andinos mantengan sus creencias
y tradiciones y que frente a los invasores finjan y oculten sus villcas y guacas.
Estas actitudes inevitables y comprensibles dieron paso al forzoso proceso de
ósmosis, difusión, mezcla e integración, en ambos sentidos de la dialéctica
cultural.

75 Ibíd.: 52.

54
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

En términos históricos, y a pesar de algunos errores cronológicos en el


ordenamiento del plan de la esquela real, la Carta nos ofrece la descripción
de hechos y acontecimientos de importancia para la reconstrucción de esta
sociedad colonial temprana en la que coexistían, no muy pacíficamente, el
Estado colonial y el Estado Neo-Inca.76 En la siguiente cita están relatados los
hechos del asesinato de Manco Inca, desde el punto de vista del joven Titu
Cusi, un hecho puntual, si se quiere, que determina el futuro de la Panaca de
Manco Inca:
Despues ya de algunos dias y años, estos españoles […] estubieron en conpañia de
mi padre en el dicho pueblo de Vitcos, en la mesma casa de mi padre; estaban un dia
con mucho regoçijo jugando al herron, solos mi padre y ellos y yo, que estonçes hera
mochacho, sin pensar my padre cosa ninguna ni aber dado credito a una yndia del uno
dellos, llamada Buba, que le avian dicho muchos dias antes, que aquellos españoles le
querian matar. Sin ninguna sospecha desto, ni de otra cosa, se holgava con ellos como
antes, y en este juego como dicho tengo; yendo el dicho mi padre a levantar el herron
para aver de jugar, cargaron todos sobre él, con puñales y quchillos y algunas espadas;
y mi padre, como se syntio herido, con la rabia de la muerte procuraba de defendersse
de una parte y de otra, mas como hera solo y ellos heran siete y mi padre no tenía arma
ninguna, al fin le derrocaron al suelo con muchas heridas, le dexaron por muerto. E yo
como hera pequeño y bi a mi padre tratar de aquella manera, quise yr alla a guareçerle
y bolvieronse contra my muy enojados, arrojandome un bote de lança, con la mesma
lança de mi padre que a la sazon allí estava, que erraron poco que no me mataron a
mi tanbien […]. Y ellos, como dexaron a mi padre ya para espirar, salieron por la
puerta con mucho regoçijo, diziendo: Ya hemos muerto al Ynga, no ayais miedo; y
unos Andes que a la sazon llegaron y el capitan Rimache Yupangui les pararon luego,
de tal suerte que antes que puediesen huyr mucho trecho, a unos tomaron del camino
mal de su grado, derrocandolos de sus cavallos abaxo e traiendolos por fuerça para
hazer dellos sacrificio, a todos los quales dieron muy crudas muertes y aun algunos
quemaron.77

La curiosidad que Manco Inca sintió por los españoles fue permanente. Este
rasgo de su psicología destaca fuertemente sobre todo al contrastarla con la
cantidad de veces que los españoles lo maltrataron y humillaron. Incluso en
Vilcabamba siguió apreciando Manco Inca a los españoles. Tal vez presentía
que nunca se irían de los Andes y por ello creyó útil conocerlos y tratarlos.
Fatalmente, esta atracción precipitó su asesinato. Su eliminación era cuestión

76 Kubler (1946: 331-410, 1947: 189-203); Guillén Guillén (1994: Primera y Segunda Parte); Wachtel (1976:
269 y ss).
77 Titu Cusi Yupanqui (1992: 59-60). Esta cita es elocuente como testimonio del asesinato de Manco Inca II,
que ocurrió al parecer en 1543 o 1544.

55
TITU CUSI YUPANQUI

de tiempo. La escena de su muerte ya es bastante conocida como para insistir


en ello. Hemming la describe vívidamente en su obra La conquista de los
incas (2004: 326-327).

Deviene el discurso ritual que Manco Inca dirige a su hijo, antes de


expirar:
No llores, que si alguien avia de llorar, avia de ser yo si pudiera, por averme a mí
mismo yo propio parado de la suerte que estoy, fiandome tanto de semejante questa
y haziendoles tanto regalo como les he hecho, no lo meresçiendo ellos, que, como tú
sabes, vinieron aqui huyendo de sus compañeros, por delitos que alla avian de aver
hecho, a los quales recoxi, favoresçi con entrañas de padre. Mira que te mando que
perpetuamente nunca tengas ley perfecta con semejante gente que esta, porque no te
acontesca a ti otro tanto como a mí. No consientas que entren en tu tierra […]78

Desgraciadamente Manco Inca dada su afición por los españoles no pudo


evitar su propia muerte. Como ocurrió con muchos hombres y mujeres, su
relación con soldados de España marcaría sus destinos con la desgracia y la
tragedia. La historia de la conquista del Tawantinsuyu está llena de hechos
de sangre que llenaron de odio y temor a los andinos. Eran las confianzas
y lealtades —esto es, el comportamiento ritual tradicional— las que debían
preservarse a nivel de una resistencia ideológica y cultural.79 No hubo, ni
podía haber, un punto de encuentro normal o simétrico con los castellanos.
La herencia explícita de Manco Inca es el no-reconocimiento perpetuo de
aquellos. Y, no obstante, el ciclo de intercambio epistolar, los móviles que
los motivan, el acceso de hispanos al reducto disidente, el bautizo cristiano
de Titu Cusi y de su hijo, denotan una interacción precaria quizás tendiente al
reconocimiento relativo, aunque irremediable por parte del Inca respecto del
poder hispánico. Con todo, en el lenguaje de esta Carta queda la impresión
de que la herencia política de Manco Inca es ligeramente descartada por Titu
Cusi. El factor de la violencia entre los rebeldes y los cristianos, la guerra de
intensidades relativas que se desarrolla a lo largo de unos 36 años (entre 1536-

78 Ibíd.: 61.
79 Lienhard (1992: 157), opina que: “Dada la personalidad del autor, no cabe dudar de la inspiración incaica
de la narración de los hechos; si bien el propósito inmediato es diplomático (la reivindicación de ciertos
derechos dinásticos), su presentación obedece a las normas del homenaje ritual al Inca. Al poner de relieve
las hazañas de su padre Manco Inca. El Inca Titu Cusi Yupanqui sienta un ejemplo y fija las pautas de
su propio código político, que se centra en la resistencia a la ocupación española por todos los medios:
políticos, religiosos, militares.” Este autor nos recuerda que en Vilcabamba dos objetos rituales de alta
importancia estuvieron allí resguardados: el Punchao y la momia de Manco Inca II.

56
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

1572, aproximadamente), se expone a lo largo del texto como en efecto puede


observarse en las siguientes líneas donde el tono claramente beligerante del
hijo de Manco Inca nos invita a conocer el lado andino del incierto conflicto.
[E]stando por corregidor en él el doctor Quenca, oydor de su Magestad, acaesçio
que unos yndios encomendados en Nuño de Mendoça, que residian lindes desta mi
tierra, en un rio llamado Acobanba, por çiertos malos tratamientos que resçibieron
de un español que los tenia a cargo, se huyeron dél y se pasaron a esta mi tierra a
reconoçerme por señor, lo qual sabido por el doctor Quenca, pensando que yo los
avia traído por fuerça, me escrivio una carta muy descomedida en la qual me dezia
que bolviese los yndios a su dueño y si no, que me avia de dar la más cruda guerra
que se avia dado a hombre, la qual carta, como yo la vi, resçivi mucha pena con ella y
respondi que no hera ansy lo que me ynportunaban, y que si guerra querian, aparejado
estava para cada y quando que viniesen, y con este enojo aperçibí mi jente para el
efeto y mande poner espias por no sé qué parte, porque no me coxiesen descuidado
los que me quisiesen hazer mal […].80

Desde luego, el citado doctor Quenca no respondió nada al belicoso inca, así
Titu Cusi quedose con los “quinientos yndios de diversas partes” y éste se
devolvió a su tierra sin necesidad de enfrentar su amenaza. Curiosamente,
el mismo Titu Cusi cuenta que posteriormente recibió otra carta del doctor,
en la cual le señalaba que olvidase el incidente. Este suceso muestra que
hubo situaciones diversas de contacto y conflicto. En este contexto, el flujo
intercultural de tales cartas era lento, si bien fluido como se advierte de la
circunstancia recién comentada. A su vez, tal flujo propone un leve contacto
entre dos mundos ideológicamente distintos, y expone su lenta asimilación
aun cuando ésta haya sido permanentemente asimétrica. Revela, en términos
prácticos, un contacto de primera mano con los agentes oficiales del gobierno
colonial, actores inevitables del teatro político de la época. Se trata, en fin, de
la relación diplomática entre miembros del alto gobierno de un bando y de
otro: en rigor, es el soporte absoluto de la misiva oficial en términos jurídicos
y técnicos de una relación de intercambios políticos y de opinión formales.

Cuatro décadas después de la caída del Tawantinsuyu, manuscritos,


documentos y libros ya estaban circulando en los Andes y, como podemos ver,
los últimos incas libres, como Titu Cusi, los usaron convenientemente. Hacia
1600, su uso fue más intenso especialmente por parte de las Panacas aliadas

80 Titu Cusi Yupanqui (1992: 64).

57
TITU CUSI YUPANQUI

a los colonialistas en el Cuzco, como lo expresa el propio Inca Garcilaso


de la Vega respecto de sus informantes en sus Comentarios Reales. Felipe
Guaman Poma de Ayala y Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui, también son
ejemplos paradigmáticos de la emergencia de la escritura indígena y mestiza.
Así mismo, lo son una cantidad importante de testamentos de incas cuzqueños
(Amado, 2016). Las cartas precedentes a esta Carta-Instrucción, como la
anterior Capitulación de Acobamba dan cuenta de los puntos de contacto entre
lenguas y técnicas de comunicación distintas y revelan cómo ellas se fueron
involucrando al más alto nivel ideológico. Aparentemente, tanto en Cuzco,
Lima y Vilcabamba, la larga guerra no impidió que los adversarios influyesen
el uno en el otro. Pero ¿hasta qué punto habrían de influir? El hecho de que
la carta de Titu Cusi haya quedado archivada en la biblioteca del Palacio El
Escorial revela que no hubo acuso recibo adecuado por parte de la Corona. O
tal vez nos falten datos para conocer si su lectura realmente produjo efectos en
la real conciencia de Felipe II, destino similar al de la Relación de Pachacuti
Yamqui y a la Carta al Rey de Guaman Poma. Estas dudas obligan a meditar
en el radio difusor concreto de la escritura en los Andes, en su circulación y
en la pregunta ineludible: ¿cuánto influyó la escritura en la conservación de
la memoria andina?

El consejo que Manco Inca deja a su hijo sucesor Titu Cusi y a sus
fieles súbditos en torno al principio de no dejarse engañar por los hispanos,
puesto “que son mentirosos”, significaba simplemente alejarse de ellos. “No
consientas que entren en tu tierra” afirma, y añade que un modo adecuado de
relacionarse con ellos, en caso de ser ya inevitable, sería fingir y actuar como
si creyesen en la palabra de ellos. El hecho de que Titu Cusi haya permanecido
desde la muerte de su padre hasta el año de su propia muerte en Vilcabamba,
y que se haya bautizado a la nueva religión, señala lo delicado del conflicto y
lo difícil de la sobrevivencia de las últimas Panacas en los Andes selváticos.
Hacerse cristiano, asumir vasallaje bajo la figura del soberano del Imperio
español, comunicarse desde el quechua al castellano (el esquema oral y escrito)
por medio de cartas, ser agente de control de esta operación lingüística, luchar
legal y simbólicamente en el tablero-damero de la sociedad letrada, bajo el
velo de las apariencias, mantener la tradición y la costumbre de la cultura
cuzqueña, por la mímesis, la diplomacia o la resistencia ideológica, nos

58
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

parecen todos actos que invitan a pensar en los mestizajes coloniales como
fenómenos amplios que deben teorizarse con mayor volumen y profundidad.

Aparentemente, la lógica de Titu Cusi para aceptar por vez primera el


Cuerpo de Cristo se relaciona con el hecho de negociar con el Rey Felipe II
las mercedes —cuestión casi puramente económica, aunque estratégica— que
por su origen real legítimamente debía poseer. La afirmación de su persona
como símbolo de la nobleza indígena, alcanzó una estatura de envergadura en
el discurso que lo representó como figura de autoridad y jerarquía. Su épica
quedó inscrita en la historiografía colonial.
Yo, don Diego de Castro Titu Cussi Yupangui […] señor natural que fue destos
reynos del Piru, digo que por quanto me es neçesario hazer relasçion […], de cosas
conbenientes a mí y a mis subçesores […], rogué al muy Reverrendo Padre fray
Marcos Garçía y a Martin de Pando, que, conforme al usso de su natural, me ordenasen
y conpusiesen esta relasión […], para la enbiar a los reynos de España al muy Ilustre
señor el Liçençiado Lope Garçia de Castro, para que por mí y en mi nonbre, llevando
como lleva my poder, me haga merçed de la enseñar e relatar a su Magestad del Rey
don Phelipe nuestro señor, para que, vista la razón que yo tengo de ser gratificado, me
haga merçedes para mí e para mis hijos e descendientes […]81

Diego de Castro, así bautizado Titu Cusi, en el espacio que corresponde a


la firma del que escribe o dicta, desgastado y con poco poder, en desventaja
militar y tal vez pobre, desoyó el consejo de su fallecido padre para intentar
recuperar una cierta cuota de poder para él y para la familia real —tierras y
posición social acorde con su condición—, y a la vez contradictoriamente
asumió la tarea de dar a conocer el Evangelio entre los suyos, tal como él
mismo lo declara: “yo procuraré que poco a poco lo sepan”. Las implicancias
de esta responsabilidad asumida y el fin trágico de estos eventos y actuaciones
suponen una pertinencia cultural decisiva para una nueva época en que el
incanato perdió finalmente toda influencia y ejercicio práctico del poder.
Una subalternidad liminal aunque díscola que asumida por los últimos incas
del Cuzco les permitirá limitados espacios de presencia política: sobreviven
fusionándose con los de la religión y cultura hispánica, arte, costumbres y
tradiciones, en canales comunicativos y rituales tales como la lengua quechua,
mitos, ceremonias y fiestas, los textiles, varas de mando y queros. Pero a
pesar de todo ello su poder decaerá notablemente.
81 Ibíd.: 68.D

59
TITU CUSI YUPANQUI

Como un grito de rebeldía reverberando en el tiempo, lo que ha sido


denominado una “era de las insurrecciones” anti-coloniales para el siglo
xviii,82 el espíritu inconforme de los andinos seguirá incidiendo sutil o
inconscientemente en el recuerdo y la memoria de la población indígena a
través de reconfigurados imaginarios políticos y religiosos, consecuencia
colonial de una sociedad que continuó experimentando flujos y reflujos de la
historia.
Las memorias del linaje de Manco Inca II como herencia
política

La idea de esquematizar un punto de vista analítico de las obras de autoría


indígena podría suponer una intención por adaptar fenómenos aparentemente
similares aunque de hecho distintos. Nuestra intención al explicitar este análisis
tiene que ver con una problemática central: el ámbito de la emergencia de
obras textuales en manos de sujetos andinos y el uso social de estas obras que
contienen una memoria que registra un pasado y presente divididos nítidamente
por la conquista. Ello se percibe en la correlación de un conjunto de fenómenos
relativos a la mentalidad, el pensamiento y la lógica de la población andina,
parte constituyente de juegos comunicacionales más o menos aceptados en
los espacios sociales donde se desplegaron contextualmente. Estas evidencias
ocupan un sitial de relevancia en la historiografía colonial puesto que sus
contenidos reprodujeron valores, patrimonios e intereses de grupos sociales
subordinados al orden colonial. La obra indígena es significativamente
especial por las capacidades intelectuales que el sujeto enunciador adquirió;
sus objetivos perseguían anhelos de poder en el ámbito económico y religioso.
Son textos vivos porque sus artífices fueron sujetos orgánicos al interior de las
redes coloniales, portadores de una memoria que sobrevivió en su contexto
de producción. Ellos emergieron en una escena hegemonizada por la cultura
hispana, pero retuvieron y reivindicaron el mensaje de su origen: le dieron
futuro a su contenido. La perspectiva que sugerimos nos parece coherente con
estas implicaciones derivadas de la polifonía narrativa y la variedad autoral
que hemos reconocido en los textos estudiados.

82 O’Phelan (1988); Stern comp. (1990); Pease (1991).

60
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

La vida colonial impuesta en los Andes a lo largo del período de


dominación española, si bien logró imponer su ideología, tradiciones y
economía-política, no pudo penetrar en todos los rizomas del espacio ocupado,
por lo que necesariamente la sociedad andina continuó desarrollándose de
formas improvisadas o espontáneas, adaptando y adecuando elementos
nuevos, como en el ámbito de la religión, marginada en espacios de aislamiento
aunque con autonomía relativa, pero con la suficiente libertad para iniciar
diversos procesos de adaptación, mímesis y reivindicación, fenómenos
culturales que redefinieron el conjunto de los elementos que integraron
universos simbólicos, recursos materiales objetivos y sistemas lingüísticos
de los sectores étnicos. Al decir de Ranajit Guha (1997): Domination without
dominance. Quedó, ciertamente, una gruesa brecha para que los andinos de
modos diversos continuasen viviendo apegados a sus tradiciones y hablando
sus propias lenguas, es decir, reproduciendo su multiverso ideológico. Ello
no excluye que hayan aprovechado innovaciones para usarlas en su propio
beneficio. Titu Cusi Yupanqui utilizó la escritura y la misiva para operar en
la diplomacia y la negociación. Hubo asimismo mantención de tradiciones
visuales en objetos importantes como queros, aquillas y cerámicas, y también
pintura, dibujo y acuarela (caso del Taller de Martín de Murúa). La estrategia
bicultural y bilingüe ayudó a sectores indígenas a mantener sus formas de
pensar y sus memorias del pasado autóctono, como en la producción de
testamentos. Ahora podemos afirmar, en consecuencia, que el espacio de los
textos, el imperium de la historia escrita, sólo es una fracción de todos los
contextos comunicativo-culturales que afectaron a la sociedad andina, tal vez
no totalmente representativa pero sí un vestigio insoslayable de considerar.
Gracias a este material imprescindible podemos analizar las formas y
contenidos de una memoria indígena colonial; el método empleado nos ha
permitido amplificar el análisis etnohistórico.83
83 Otro caso especial de la comunicación indígena nos mueve a seguir el horizonte cultural que implica el arte
visual colonial: la pintura. Paradigmático resulta el caso de la Escuela Cuzqueña de Pintura que se inicia
con la llegada del artista Bernardo Bitti hacia 1570 (Gisbert, 2012: 103 y ss; Macera, 2009: 23 y ss; Pinilla
Mujica, 2016: Intro). De forma semejante al uso de la escritura, los indígenas que aprendieron el arte de
la pintura europea, muestran a una población sumamente talentosa y curiosa en relación al uso y consumo
de técnicas y métodos pictóricos, con patrones medievales y renacentistas, superpuestos a ideas andinas
provenientes del pasado precristiano que a mediados del siglo xvii devendrá barroca y/o manierista. Como
podemos ver, los siglos xvi y xvii en los Andes son ricos en experiencias de mestizaje en relación al modo
en que los andinos reaccionan ante la realidad colonial de dominación y se apropian de la escritura y la
pintura, creando sus propios imaginarios sociales.

61
TITU CUSI YUPANQUI

Serge Gruzinski ha preguntado: “¿Hasta qué punto una sociedad


occidental puede tolerar la aparición de expresiones híbridas? ¿En qué
momento intenta ponerles trabas? ¿A qué precio consigue dominar el
fenómeno y hacer de él la base de su supremacía? ¿Qué sentidos, qué
límites y qué trampas oculta la metáfora tan cómoda de la mezcla?”84 Nos
interesa particularmente su última pregunta. Es obvio que cada una de estos
cuestionamientos en la representación de las mezclas (y lo que subyace en
ellas) debe tratarse específicamente en el radio semántico de los documentos
estudiados. Asumir la crítica por la definición de qué es el mestizaje o qué se
entenderá por obra indígena o mestiza nos exigen seguir abriendo perspectivas
hacia una historia antropológica integradora. Utilizar conceptualmente la
idea de mestizaje cultural es útil, creemos, por varias razones. La primera
de ellas es la cuestión de las lenguas en contacto (quechua/castellano) y las
transformaciones religiosas y políticas que la dominación hispana impuso
sobre la cultura andina. El castellano es «Lengua Imperial», según lo expresó
Elio de Nebrija en 1492. Y luego debido a la dominación ideológica. El uso
de un «quechua pastoral» (Durston) supuso el fenómeno de de-semantización
de una mentalidad tachada de pagana o bárbara, y de una re-semantización
que le permitió al cristianismo manipular el quechua para la evangelización
de los neófitos. El punto inicial: la obra de Domingo de Santo Thomas [1550].
Y el punto medio: el Arte y Vocabulario del jesuita anónimo [1586], quizás
Blas Valera como lo afirman Cerrón Palomino y Vilcapoma. Ello implicaba
establecer centros y periferias, establecer una hegemonía monolítica sobre una
realidad pluriétnica y plurilingüe. La segunda razón es la que nos ha invitado a
reflexionar sobre modalidades del cambio cultural en la heterogénea sociedad
colonial como lo es el barroquismo que se refleja tanto en la República de
Españoles como en la República de Indios, vistas ya no como polos inconexos
sino como ejes con relaciones amplias y constantes.

Las nuevas configuraciones relativas a hibridez y complejidad cultural


en sociedades coloniales, y posiblemente también en sociedades post o
neocoloniales, muestra que en la perspectiva de larga duración histórica
los procesos sociales impusieron el cambio como una constante imposible
de eludir, pero a la vez prodigaron a los sujetos oportunidades objetivas
84 Gruzinski (2000: 18). La cursiva es nuestra.

62
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

para mantener tradiciones y costumbres, o sea permitiendo la fluidez y la


sobrevivencia.

†††
Escritura, ideología, cognición social: tres aspectos fundamentales de una
interpretación de textos coloniales frente a la hipótesis de la sobrevivencia de
memorias incaicas, menos contaminadas de pensamiento español de lo que se
había supuesto. Asumiendo la necesidad de estudiar a los sujetos indígenas y
mestizos que produjeron documentos en los siglos xvi y xvii intentamos recrear
su experiencia de educación colonial que los convirtió en sujetos activos y con
agencia creativa bajo la experiencia de la sociedad colonial. La insoslayable
evidencia histórica muestra que el pensamiento andino no dejó de existir, sino
que se adaptó o que se ocultó en prácticas aparentemente cristianas o incluso
en mensajes que fueron tolerados por su aparente inocuidad. Esto constituye
un notable acontecimiento de la cultura simbólica. En la práctica todo ello
significó aprender la lengua castellana alternando con un quechua manejado
instrumentalmente para la difusión de la doctrina cristiana, lo que permitió la
continuidad de una mentalidad andina. Significó esa persistencia desechar el
politeísmo o la monolatría y asumir un monoteísmo oficial, descartando en la
práctica un paganismo clandestino que implicaba actos de herejía, apostasía o
idolatría, contra las cuales luchó la Iglesia católica. El matiz es fino pero real.
El contenido del texto de Titu Cusi Yupanqui nos muestra un ángulo
esencial de la conflictiva vida colonial en el último tercio del siglo xvi. El
mundo hispano-andino fue un crisol cultural en el cual fluyeron diferentes
expresiones sociales; de allí que la cuestión de las memorias tenga un
carácter integracional, heterodoxo, culturalmente pragmático. A partir de este
hecho, podemos estudiar los procesos mentales que explican la absorción
indígena de la ideología y tecnología española. Los andinos aprendieron la
cultura cristiana para impugnarla, interpretarla y/o reconstruirla según sus
intereses. Existe allí un abismo de conceptos por desentrañar que exige una
teoría etnohistórica que explique eficazmente movimientos permanentes en
la morfología de lo mental y lo material. El pensamiento mestizo nos insta
a explorar los procesos subjetivos de producción y enunciación de textos
escritos. El texto que Titu Cusi Yupanqui dictó a los secretarios Niza y Pando,

63
TITU CUSI YUPANQUI

si bien se terminó formalmente, y la carta resultante fue llevada a las manos


del licenciado García de Castro, quien la envió al Consejo de Indias, a la Corte
Real, o a la Cámara del Rey de España, el proceso de diplomacia y negociación
establecido quedó trunco y la voz de los incas de Vilcabamba dejó de ser
parte del escenario colonial que el propio Rey Felipe II había validado como
parlamento jurídicamente válido. Luego del asesinato del joven Túpac Amaru
en septiembre de 1572, sólo quedaron las Panacas de Paullo Inca y de sus
aliados con los cuales los españoles negociaron. De esta experiencia surgió
luego el Cabildo de los 24 Electores del Cuzco, cuyo Alférez Real encarnaría
la política simbólica de la mantención de un representante sin jerarquía real
cuya cabeza, con todo, conservaría la Mascapaicha vaciada de poder.
La muerte de Titu Cusi Yupanqui en 1570 (envenenado o no), la
radicalización de la lucha a muerte entre al menos tres bandos (españoles
colonialistas, incas rebeldes, incas realistas), sobre todo la intervención
del virrey Francisco de Toledo, el final trágico de Túpac Amaru ejecutado,
y el triunfo relativo del colonialismo, implicaron el fin de la discursividad
política antiespañola de Manco Inca II y Titu Cusi Yupanqui, así como la
adaptación pragmática de las Panacas realistas bajo la sombra del Imperio
español. Quedan de aquella soberanía incaica solamente las cartas que hemos
seleccionado aquí, conteniendo importantes declaraciones de altos intereses
y memorias histórico-rituales de las Panacas rebeldes.

64
Capítulo 2
Inca Garcilaso De la Vega
INCA GARCILASO DE LA VEGA

L
a praxis escrituraria del Inca Garcilaso de la Vega (*1539 - †1615)
sorprende por la vida que dedicó al oficio de la escritura de la historia
de su pueblo. Fue autor de la traducción de los poemas de León Hebreo
(Madrid, 1590), La Florida del Ynca (Lisboa, 1605), Comentarios Reales
(Lisboa, 1609) e Historia General del Perú (Córdoba, 1617). Si estas obras
se leen con atención uno puede descubrir el hilo invisible de la motivación de
una reflexión existencial. Se trata de un emigrante cuzqueño que a los veinte
años rompió la membrana de la cultura materna para instalarse en Montilla
y Córdoba. Su obra es un vínculo cultural denso entre imaginarios, creencias
y espacios culturalmente lejanos. En efecto, su preocupación por la escritura
posee como prodigiosa virtud un especial matiz en el que confluyen la memoria
personal y familiar, el conocimiento de las lenguas quechua y castellana,
la historia dinástica inca, el intercambio epistolar con sus condiscípulos
cuzqueños que devino en fuente, el manejo de la gramática y las letras latinas
que aprendería en el Cuzco con Juan de Alcobaza y Juan de Cuéllar, además
de la lectura atenta de la bibliografía disponible en Europa, sus relaciones
amicales e intelectuales, y la de ser él mismo un sujeto en España. En efecto,
Garcilaso encarna la problemática existencial de sus orígenes, de su lealtad
a la Iglesia y a los reyes Felipe II y III, y de su propia vida lejos de su matria
natal. A pesar de su peruanismo humanista, el “Yndio Ynca” vive y muere en
una sociedad europea: no volverá nunca más al Perú.85 ¿Cuánto afectó esta
trascendental circunstancia al método de la historia incaica que nos legara
Garcilaso?

85 Véase Valcárcel (2016: 91-93); Durand (1976, 1988: 9 y ss); Sánchez (1979: Cap. VIII); Pupo-Walker
(1982: 5 y ss, 2018: Intro); Miró Quesada (1985: IX-XLI, 1994: Cap. IV); Hernández (1993: 91 y ss);
Mazzotti (1996: Primera Parte, Caps. Uno y Dos); Bernand (2006). Con motivo de los 400 años de los
Comentarios Reales se publicó un trabajo elaborado por Chang-Rodríguez ed. (2010), en el que destacamos
los textos de Ossio (2010: 57 y ss) y Chang-Rodríguez (2010: 73 y ss). Más recientemente Franco Córdova
y Chang Huayanca (2018) editaron Inca Garcilaso: 400 años, en el que reunieron algunos de los más
notables trabajos de un conjunto de garcilasistas nacionales y extranjeros, entre ellos quien escribe, fruto
de las ponencias presentadas en el Congreso Internacional 1609-2009: IV Centenario de los Comentarios
Reales, organizado por la Municipalidad Provincial del Cusco, celebrado entre el 16 y 19 de agosto de
2009.

67
INCA GARCILASO DE LA VEGA

A lo largo de estos años hemos estudiado a Garcilaso intentando


comprenderle. Junto con ello, en el Cuzco hemos ido recorriendo muchos de
los lugares que menciona, recorriendo la ciudad, el campo, sus monumentos,
conociendo a los modernos Runas, sus celebraciones y ritos. Es momento
para ofrecerle al lector nuestras reflexiones. Nuestro aprendizaje ha sido arduo
cosechando bajo el sol de los Andes, pero los frutos obtenidos en temporada
han sido deleitosos. Ciertamente, como suele decirse, todo cuzqueño debe leer
los Comentarios Reales para comprenderse mejor a sí mismo. Quien redacta
estas palabras también ha logrado entender mejor su función de científico
social leyéndole.

Hemos organizado la exposición en cuatro ítems que delimitan los


campos seleccionados. En primer término, nos concentramos en el asunto
que vincula lengua e historia, analizando aspectos relativos al autor y su obra.
En segundo lugar, abordamos el espacio físico en el cual nuestro sujeto de
estudio hundió sus raíces nobles, la ciudad natal, examinando la mitología
narrada que explica la emergencia de los primeros reyes incas y el origen
de la fuente de poder construida por esta etnia. Exploramos asimismo la
cuestión de la arquitectura del Cuzco considerando el mito que funda esta
Ciudad Sagrada y los espacios que en la perspectiva contemporánea hace
comprensible el desarrollo histórico de esta urbe y sus habitantes. Tercero:
entre muchos temas el de las uniones matrimoniales y descendencia, que
implica examinar aspectos de la sexualidad y el mestizaje, origen de las
sucesivas generaciones de habitantes de esta ciudad, destaca por su potencial
sociológico y por ello también lo hemos abordado aunque sea sucintamente.
Como se entenderá, esta exposición es sólo el recorte historiográfico que nos
hemos propuesto, lo que no agota en absoluto la interpretación de la primera
parte de los Comentarios Reales.

Finalmente, consideramos el antiguo pensamiento andino estudiando


los mitos del inca, sus orígenes y el tema clásico de la deidad patrona del
Cuzco, que Garcilaso llama Padre Sol. Discutimos también otro tema
fundamental del pensamiento garcilasista: el de Pachacámac, que implica
equívocos y polémicas imposibles de zanjar aquí. Cerramos comentando
sobre otras deidades y huacas, además de la cuestión de los famosos niveles

68
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

físicos/metafísicos con el que los humanos se referían a este mundo. Pasemos


adelante, como diría el propio cuzqueño inmortal.

La Lengua y la Historia
El conocimiento de la historia andina que presenta el Inca Garcilaso señalan
el hecho, esencial en sí mismo, de que nuestro cronista vivió la primera parte
de su vida en la ciudad del Cuzco, entre 1539 y 1560, una monumental ciudad
magníficamente construida hacia los siglos xii y xiii, y destruida por años de
guerras y saqueo en el siglo XVI. Ciudad Sagrada que fuera reconstruida con
patrones arquitectónicos y urbanísticos europeos (manzanas en el trazo de
damero) en las décadas de 1550 y 1590, luego entre 1600 y 1650, y lo propio
posteriormente al terremoto de aquel año de 1650. Evóquese la pintura del
terremoto que Alonso de Monroy mandó a pintar. Debido a esta experiencia
de conquista que cambió para siempre el antiguo orden incaico, el joven
Gómez Suárez de Figueroa compartió con su familia materna gran parte de
la herencia en ruinas de los incas que no partieron a Vilcabamba tras Manco
Inca II, sino más bien con aquellos que siguieron los planes de Paullu y sus
aliados en un Cuzco que se transformaba irreversiblemente. Garcilaso dirá,
en fin, que fue con ellos “con los cuales me crié y comuniqué hasta los veinte
años”, de lo que se infiere que Garcilaso llegó a ser un hablante quechua
competente, y que sus diversas formas de conocimiento de la tradición
oral, de las memorias de su propia familia y de la historia de los incas, que
algunos escritores españoles como Juan de Betanzos [1551], Pedro Cieza de
León [1553] y Polo de Ondegardo [1559] ya habían comenzado a diseñar, le
aportaron una importante experiencia como miembro integrante de su cultura
matriz. He aquí nuestro primer problema deducido de los Comentarios Reales.
En este campo histórico, delicado encuentro o equilibrio de dos culturas,
de análisis reflexivo de estos materiales garcilasianos, es donde deseamos
comenzar nuestra exploración.86

86 Véase la biografía y cronología que escribe Miró Quesada (1985: IX-XLI) en la edición aquí usada de
los Comentarios Reales y la edición definitiva de El Inca Garcilaso (1994), la más brillante biografía
escrita hasta ahora. Durand (1976, 1988) también ofreció una excelente biografía del Inca. En otro orden,
los trabajos de Pagden (1988), O’Gorman (1992), Dussel (1992) y Todorov (2008), en torno a la imagen
del Otro durante la época de la conquista son esenciales para la comprensión de problemas filosóficos,
jurídicos, geográficos y antropológicos con respecto a la conquista de América.

69
INCA GARCILASO DE LA VEGA

El autor y su obra. Retrospectivamente, la historiografía de Occidente se ha


basado en documentos escritos que en su origen moderno han cristalizado
en dos vertientes: una, la teológica, y dos, la jurídica, en el restringido
y excluyente marco del cristianismo medieval-renacentista.87 Esos
paradigmáticos documentos de origen clásico (Eusebio, San Agustín, Paulo
Orosio, Ambrosio, Santo Tomás…) encierran en sí mismos problemáticas en
los campos ideológicos, identitarios e imaginarios que irradiaban visiones
particulares —doxas herméticas, por lo general— de los acontecimientos, y
exponían hechos que las sociedades han querido guardar como auto-imagen
o identidad, para justificar el poder obtenido y para reproducirlas en su propio
devenir (Le Goff, 1991 a,b). Los autores de estas obras fueron resultado y
producto de sus propios contextos reflejando en sus textos la herencia política
que recibieron de sus respectivos grupos sociales. Reflejaron el mundo
oficializado por el grupo dominante, los valores y los códigos de tradición y
pureza religiosa y militar. Esa herencia grecorromana es la que los autores de
los siglos xvi y xvii cargan ideológicamente (Lozano, 2015: 33 y ss). Dado que
no es tan fácil colegir e interpretar los contenidos de los Comentarios reales,
es importante reconocer que estas cargas ideológicas y estéticas estructuran
el significado profundo del texto y sus objetivos.

Las informaciones del Inca Garcilaso de la Vega están, por lo tanto,


naturalmente influidas por el recuerdo nostálgico de su Cuzco natal, pero
también fueron afectadas por la visión del mundo que desarrolló a lo largo
de su vida de lector que absorbía con avidez y sentido cristiano la tradición
europea de la época clásica y del medioevo, visión culta del mundo introducida
por los musulmanes en la España medieval varios siglos antes (desde el
año 714, según la tradición histórica), y aprovechada por los castellanos
especialmente después de derrotarlos en el año de 1492.88 Es posible que, en
este sentido, haya influido en él en un plano más personal la tradición literaria
establecida por Garcilaso de la Vega (1491?*-1536†), el gran poeta toledano.
Y desde luego los autores famosos del Siglo de Oro castellano: Lope de Vega,
Góngora, Quevedo, entre otros.89 Existe en Garcilaso una tradición literario-

87 Regalado de Hurtado (2010: Cap. III).


88 Elliott (1991); Lynch (1991); Mackay, Fernández-Armesto y Kamen, en: Carr ed. (2000); Thomas (2004).
89 Una actualizada historia de la literatura española se puede consultar en Del Río (2011, T. I).

70
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

providencialista que se mezcla nebulosamente con su nostalgia o melancolía


del pasado. El humanismo, aprendido de la vanguardia jesuítica italiana, es
natural para su pensamiento. Garcilaso representó en vida a la España que un
día sería puesta en cuestión por la Ilustración y la modernidad decimonónica.

¿Es posible que un sujeto que vivió en España prácticamente toda su


vida nos pueda entregar una perspectiva histórica más cercana o íntima (que no
idílica o dulcificada) en lo tocante a los procesos sociohistóricos de profundo
cambio cultural en los Andes en los siglos xvi y xvii? Indudablemente. Pero el
análisis crítico de esta obra debe ser cuidadoso para no tomar verosímilmente
ni al pie de la letra todo lo que dice el Inca Garcilaso pues, precisamente, su
obra es mestiza de culturas, memorias y lenguas. Es imperativo que leamos su
obra desde la constatación del sesgo de su interpretación de la historia incaica
—tan carente de violencia o brutalidad, o, al revés, tan pródiga de justicia y
paz, ambos tópicos tan característicos de una versión depurada del hombre—,
modelada por la visión de mundo cristiana, arquetípica y teleológica. Este
ethos nos parece relevante al igual que su praxis literaria. Creemos que es
allí donde debemos seguir la lectura histórico-teológica de los Comentarios
Reales, pasando más allá de las apariencias de la bondad o caballerosidad del
autor.

Los Comentarios Reales. En el capítulo “Protestación del autor sobre


la historia”, Garcilaso toca la temática de las relaciones interculturales
especialmente en el aspecto lingüístico, expresando que le preocupaba
cómo esas relaciones interferían en el flujo comunicativo entre un canal y
otro, muchas veces corrompiendo o distorsionando el sentido de lo dicho y
lo reproducido por ejemplo en el caso de un informante de habla quechua,
teniendo especial importancia el hecho de que lenguas y fuentes dominantes
performaron el sentido original, es decir, llevaban interpolados elementos
comunicativos de un plano cultural a otro esencialmente distinto, creando en
consecuencia nuevos significados no siempre equivalentes o fidedignos desde
el punto de vista de las traducciones generalmente híbridas, reformulando los
contenidos histórico-míticos del pensamiento andino. Este problema bilingüe
afectará a gran parte de la documentación colonial del siglo xvi. Con los siglos
incluso cambiará o se perderá el sentido de parte de la mito-historia andina,

71
INCA GARCILASO DE LA VEGA

debido a la incomprensión de lo traducido y a la cristianización del discurso


indígena.

Tomemos un sencillo ejemplo de este asunto en el que expone la


diferencia entre los fonemas consonánticos quechua /g/ y /h/, en las palabras
‘Guano’ y ‘Huano’:
El nombre guano se ha de escribir huano, porque, como al principio dijimos, no tiene
letra g aquella lengua general del Perú: quiere decir estiércol y huano es verbo y
quiere decir escarmentar. De este paso y de otros muchos que apuntaremos, se puede
sacar lo mal que entienden los españoles aquel lenguaje; y aun los mestizos, mis
compatriotas, se van ya tras ellos en la pronunciación y en el escribir, que casi todas
las dicciones que me escriben de esta lengua y suya vienen españolizadas como las
escriben y hablan los españoles, y yo les he reñido sobre ello, y no me aprovecha, por
el común uso de corromperse las lenguas con el imperio y comunicación de diversas
naciones.90

La técnica etnohistórica de análisis aplicada sobre la interculturalidad y


la valoración correcta del pensamiento humano parecen muy pertinentes
para nuestra área de estudio. Este es el caso del Inca Garcilaso que estuvo
precisamente inmerso e imbuido en el Siglo de Oro de la literatura de España,
de sus valores y contradicciones, citaba a Antonio Elio de Nebrija [1492],
autor de la primera gramática de la lengua romance, y seguía la tradición de su
propia época reproduciendo pautas y patrones que su sociedad justipreciaba
y conservaba, y de los cuales llegó a participar entusiasta con sus talentos
personales e intelectuales triunfando en las letras hispánicas. Por lo demás,
debemos tomar nota de la expresión que lo identifica: mestizo, que yuxtapuso
junto al de “Yndio Ynca”. De este pequeño trozo de evidencia rescatamos
la preocupación de Garcilaso por la pronunciación y el escribir, fenómenos
inmanentes del lenguaje y la castellanización (parte esencial de la colonización
de los Andes), defecto invariable de este circuito de informaciones que no le
aprovecha, enfatiza, para sus propios puntos de vista sobre la comunicación
humana, la descripción fiable y sobre la propia historia. Por último, tercia el
Inca, “el imperio corrompe las lenguas por el uso común de las naciones”
dominadas bajo el águila bicéfala de los Austrias. Es obvio que estaba muy
conciente de este asunto lingüístico seguramente por la expertisse que logró
al traducir los poemas de León Hebreo del toscano al castellano.
90 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. II, 64).

72
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

La escritura del Inca Garcilaso está marcada por sus recuerdos del Perú
colonial temprano y el viejo Cuzco incaico. También por causa de la memoria
de su madre y tíos maternos, quienes en su infancia y juventud influyeron
poderosamente en la formación de su identidad. Este hecho vital es la base
mental y afectiva sobre la cual Garcilaso pudo madurar su intelecto en el
nuevo contexto de su domicilio en Montilla y Córdoba, la sociedad paterna
adoptada en adelante, no exenta de problemáticas políticas, filosóficas y
económicas... Parece cierto que todo individuo que pasa la mayor parte de
su vida lejos del hogar materno difícilmente puede integrar armónicamente
las fuentes primarias de su identidad. Otro de los problemas identitarios
que identificamos en su obra es si fue justo con su matria original y si sus
emociones fueron sinceras respecto de sus paisanos del Perú. Estas cuestiones
nos llaman a reflexionar sobre los sentimientos que le plantearon a Garcilaso
ciertamente más de alguna dolorosa encrucijada para su vida privada, como
la imagen siempre presente del padre en su juventud, el capitán Sebastián
de la Vega, corregidor del Cuzco, y el vacío existencial dejado por el
reconocimiento a medias. La orfandad tras la muerte de Isabel Chimpu Ocllo,
su madre, el rechazo de la Corte cuando intentó obtener mercedes a nombre
de su padre, su larga e intensa vida intelectual en España, y ya de viejo casi
al borde la muerte la imagen de su hijo —Diego de Vargas— no reconocido
legalmente.91 Todos estos problemas del individuo son cantera esencial de la
formación de su espíritu.

Desde el concepto europeo de su formación de hombre adulto, las


historias y recuerdos del linaje real inca serán reducidos al concepto de
“fábulas” infantiles, como tuvo que entender necesariamente la tradición
oral de su pasada pertenencia a una Panaca cuzqueña, así como la imagen
de los reyes europeos que superaban en poderío divino a los reyes del Nuevo
91 Wachtel (1973: 173-174) dice que el “genio literario de Garcilaso da un brillo incomparable a su apología
del Imperio Inca: sus “Comentarios” son también una obra de combate. Su interpretación se opone, punto
por punto, a la historiografía toledana que, para justificar la dominación española, describía al gobierno
inca como una cruel tiranía. Garcilaso, sin declarar explícitamente una finalidad polémica, toma el
reverso de esta tradición, y presenta al Imperio Inca como el tipo de Ciudad Ideal. Reconstrucción que
por otro lado se ve favorecida por sus lecturas platónicas. Pero, al mismo tiempo, al Perú colonial, el
de los mestizos despreciados, el de los indios oprimidos, Garcilaso le opone una visión armónica que
reconcilia las contradicciones. En suma, una utopía retrospectiva.” Un novísimo relativismo hizo que
Garcilaso se opusiera a la historiografía oficial toledana. Esta es una prueba concluyente de su combate
por la dignificación inca, desde una perspectiva cristiana y, más aún, legítimamente europea. De manera
nebulosa la figura de su hijo Diego de Vargas pone puntos suspensivos a su mundo privado.

73
INCA GARCILASO DE LA VEGA

Mundo. En cambio, las ideas de administración del Estado y de la “pulicia”


—comportamiento moral y socialmente aceptado, según el concepto de
la época—, parten de una afortunada reflexión política de fondo, dando
paso incluso a una comparación entre de la Mascapaicha incaica con la
Corona española. Coherentemente con esta doxa epocal, el sesgo cristiano,
irreductible para su tiempo, se manifestará briosamente en la observación y
conceptualización de sus idolatrías, abusos y supersticiones. Nos parece que
la pluma de Garcilaso logró manejar categorías ideológicas que cuestionaron
contenidos culturales de su mundo materno impugnándolos, performando o
reconstruyendo una historia posible sobre hechos del pasado prehispánico;
operó allí aparentemente una crítica de edición y composición al mostrar el
lado gentil de su mundo indio, parcialmente se cristianizaron los hechos y
los imaginarios míticos del incario, al igual que las historias rituales de las
culturas anteriores al Tawantinsuyu, interpoladas con las culturas clásicas
pre-cristianas o gentiles del mundo mediterráneo. Allí se insertarán también
obras y milagros católicos de la Providencia, como se puede observar en la
descripción garcilasiana de las tres edades, los hermanos Ayar y la pareja
divina, la presencia de ciertos individuos extranjeros blancos (santos
cristianos), cruces, etc. Garcilaso funda en realidad un imaginario pluricultural
y transtemporal.

Nuestro escritor arguye con presteza que sus parientes maternos le


dieron completa relación del mundo pasado como a propio hijo, relatándole
directamente su visión particular de los hechos, aunque de forma parcial
si compartimos lo que sugiere María Rostworowski.92 No obstante, su
posición religiosa y política posterior, además de poseer eventualmente
alguna de carácter estético, revela las falencias argumentales, de contenido

92 Para Rostworowski (2001: 83) los “Comentarios reales son una magnífica epopeya, llena de detalles sobre
la vida durante el incanato, pero están muy lejos de ser un relato verídico. Si observamos detenidamente
su obra, vemos que Garcilaso ocultó sistemáticamente las luchas y revueltas, las muertes violentas, las
traiciones y las bajezas humanas; quitó vida y veracidad a su relato, convirtiendo a los incas en seres
blandos, “llenos de mansedumbre”. Los soberanos cuzqueños fueron ante todo seres humanos, con sus
defectos y cualidades, sus errores, virtudes y vicios. Los Comentarios reales no nos ofrecen una historia
palpitante de vida, sino una utopía que sólo pudo existir en la imaginación llena de cariño y de añoranza del
inca historiador.” Hay en los Comentarios, sin embargo, una cantidad indiscutible de datos corroborados
por la arqueología reciente. Por ello discrepamos con Rostworowski, aunque reconocemos que Garcilaso
en efecto evitó aquellos aspectos crueles o brutales de la sociedad andina, lo mismo que hicieron los
historiadores españoles al referirse a la pacificación del Nuevo Mundo. Al parecer una práctica "histórica"
común por entonces.

74
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

y las orientaciones pragmáticas que su texto persiguió. Con todo, sin restar
ni sumar valor, los Comentarios Reales constituyen por sí misma una obra
realmente fascinante. Aquellas falencias, a nuestro juicio, no son de orden
estructural, histórico o estilo, sino que tienen que ver particularmente con la
posición interesada que ocupó el Inca mestizo en el momento, fruto tal vez
de alguna postura familiar en el lejano mundo parental, y claramente motivo
de sus convicciones religiosas que fueron la base de su programa político e
histórico. Rostworowski indica que la postura asumida por Garcilaso, ligada
a las Panacas Hurin, se trataría de una velada asunción de un lugar de poder
estratégico al exponer públicamente la historia de su pueblo natal.93 Si ello
es correcto resulta evidente que debemos tomar más en serio la relación
Metrópoli-Colonia en cuanto a los vínculos entre las personas.

Su posición física y experiencial de sujeto epocal que fluctuó entre


dudas y conflictos afectivos y existenciales sugiere que no todos sus alcances
y observaciones estuvieron del todo cargados ideológicamente por alguna
causa de orden personal o familiar, tanto más por cuanto sus informaciones no
llegaron a carecer del todo de objetividad o verosimilitud al recordar hechos
y sucesos históricos tal vez no comprendidos en su momento, pero a los que
luego de toda una vida en España llega a acercarse mediante una comprensión
más penetrante —una íntima intelección—, como lo puede mostrar un análisis
riguroso sobre lo que denomina ritos. Al respecto, señala:
Demás de habérmelo dicho los indios, alcancé y vi por mis ojos mucha parte de
aquella idolatría, sus fiestas y supersticiones, que aun en mis tiempos, hasta los doce o
trece años de mi edad, no se habían acabado del todo. Yo nací ocho años después que
los españoles ganaron mi tierra y, como lo he dicho, me crié en ellas hasta los veinte
años, y así vi muchas cosas de las que hacían los indios en aquella su gentilidad […]94

Aquí encontramos una articulación textual que entrelaza o une dos argumentos
lógicos que, aunque se dirigen en dos direcciones distintas, amplían el rango
de su discurso:
[…] escribí a los condiscípulos de escuela y gramática, encargándoles que cada uno
me ayudase con la relación que pudiese haber de los particulares conquistas de los
Incas hicieron de las provincias de sus madres, porque cada provincia tiene sus cuentas
y nudos con sus historias anales y la tradición de ellas, y por esto retienen mejor lo

93 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 45).


94 Ibíd.

75
INCA GARCILASO DE LA VEGA

que en ella pasó que lo que pasó en la ajena. Los condiscípulos, tomando de veras
lo que les pedí, cada cual de ellos dio cuenta de mi intención a su madre y parientes,
los cuales, sabiendo que un indio, hijo de su tierra, quería escribir los sucesos de ella,
sacaron de sus archivos las relaciones que tenían de sus historias y me las enviaron, y
así tuve noticia de los hechos y conquistas de cada Inca.95

Es necesario reflexionar sobre lo que una persona de edad avanzada alcanza


a recordar —hacia 1600 Garcilaso tiene 61 años de edad— sobre hechos
ocurridos en la primera parte de su vida, en este caso sobre sus primeros
20 años de vida. ¿Es posible que una mente bien dotada alcance a recordar
sino finamente al menos lo grueso de los hechos o acontecimientos por él
atestiguados y vividos? ¿Cómo ponderar este recurso de la memoria humana
tan susceptible a seguir rumbos comúnmente habitados de intereses, que,
por otro lado, y desde luego, pueden llegar a ser legítimos debidamente
explicitados? ¿Cómo la historiografía puede —desprovisto de los sesgos del
pensamiento colonialista— volver a realizar exégesis sobre los engranajes,
piezas y resortes que articulan o mueven estructural y argumentalmente un
texto basado en la experiencia orgánica y existencial de la memoria de un
sujeto? Las respuestas son evidentes para cualquier persona de 60 años o
más. Por otro lado, en relación a sus condiscípulos que hacen de informantes:
¿podremos hallar en algún archivo algunas fojas donde se hallan escritas esas
historias que le fueron enviadas por intercambio epistolar? La búsqueda por
ahora es imposible: no hay pistas sobre tales fuentes. Algo similar ocurre
con la pieza de tafetán blanco pintado con las efigies de los monarcas incas
que enviaron a la Corte madrileña.96 La cuestión de la carta, de la misiva o la
epístola, como queramos llamarla, en la obra de Garcilaso tiene una relevancia
temática para nosotros. Más aún cuando el mismo Garcilaso señala que pidió
a sus condiscípulos de escuela y gramática la información para su historia.
Ello nos revela que estos parientes peruanos respondieron al llamado que
les hizo desde España, y en sus cartas relataron sus historias locales sacados
de sus cuentas y nudos (Qhipus), lo que nos hace pensar una vez más en
la importancia del método garcilasista: la memoria familiar y personal, su
conocimiento de la lengua quechua, el intercambio epistolar…

95 Ibíd.
96 Gisbert (2004: Cap. III).

76
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Estas cuestiones que obedecen a la crítica de las fuentes históricas


nos han empujado a asumir estos problemas y convertirlos en objeto de
estudio. En efecto, estas constataciones exigen desarrollar reflexión sobre su
brillante obra. De tal suerte, en nuestras lecturas de los Comentarios Reales
siguen apareciendo situaciones problemáticas de alto interés para su estudio
contextual cuando Garcilaso compromete “decir la verdad del hecho”.

Aquí nuevamente la cuestión de las “fábulas” es abordada por Garcilaso,


pero ahora con algunas salvedades importantes en el campo semántico de lo
textual:
[D]e estos principios fabulosos procedieron las grandezas que en realidad de verdad
posee hoy España, por lo cual se me permitirá decir lo que conviene para la mejor
noticia que se pueda dar de los principios, medios y fines de aquella monarquía,
que yo protesto decir llanamente la relación que mamé en la leche y la que después
acá ha habido, pedida a los propios míos, y prometo que la afición de ellos no sea
parte de decir la verdad del hecho, sin quitar de lo malo ni añadir a lo bueno que
tuvieron, que bien sé que la gentilidad es un mar de errores, y no escribiré novedades
que no se hayan oído, sino las mismas cosas que los historiadores españoles han
escrito de esta aquella tierra y de los Reyes de ella y alegaré las mismas palabras
de ellos donde conviniere, para que se vea que no finjo ficciones a favor de mis
parientes […]. Solo serviré de comento para declarar y ampliar muchas cosas que
ellos asomaron a decir y las dejaron imperfectas por haberles faltado relación entera.
Otras muchas se añadirán que faltan de sus historias y pasaron en hecho de verdad, y
algunas se quitarán que sobran, por falsa relación que tuvieron, por no saberla pedir
el español con distinción de tiempos y edades y división de provincias y naciones,
o por no entender al indio que se la daba o por no entenderse el uno al otro, por la
dificultad del lenguaje.97

Falsa relación, no saber inquirir, incomprensión de la forma del pensamiento


y del idioma. Estas son las razones exactas para las discrepancias. Todas ellas
validan la crítica garcilasista y su propuesta historiográfica. Como se aprecia,
podemos identificar el aspecto fabuloso y los fundamentos del gobierno inca,
en los que sus parientes maternos de Panaca se “fundan para las cosas mejores
y mayores que de su Imperio cuentan” (Ibíd.). De “estos principios fabulosos
procedieron las grandezas que en realidad de verdad posee hoy España” (Ibíd.),
y, por lo tanto, conocer y valorar, según Garcilaso, los principios, medios y
fines que reportaría a España la riqueza de una antigua visión del mundo, una
expresión arqueológica en el sentido ideológico o patrimonial. Pensemos más
97 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 46).

77
INCA GARCILASO DE LA VEGA

detalladamente en esto. Aquí el autor está reivindicando su tierra lejana desde


su residencia en España. Lo que expresa como protesta al “decir llanamente la
relación que mamé en la leche”, una acción metodológica que implicó haber
pedido testimonios de primera mano a sus parientes en el Cuzco. Es decir,
a través del intercambio epistolar trasatlántico, impresionante dispositivo
de intercomunicación dependiente de la navegación. Es más, promete no
permitir que interfiera en su perspectiva escritural su origen natal y familiar
para no desvirtuar lo positivo y lo negativo de la cultura incaica. Resta aclarar
que la versión oficial no es posible de ser contradecida. Garcilaso no puede,
concretamente, contradecir lo ya dicho oficialmente por los historiadores
españoles. Lo que nos muestra cuán estrecha era la forma de la historia para el
siglo XVI. Pero astutamente maniobra para completar aquella parte que no pudo
ser traducida por los españoles. La traducción lingüística y cultural es otro
aspecto de la metodología garcilasista, eficiente, efectivo y eficaz, que logra
superar los marcos ideológicos de su época. Parece necesario, por este mismo
motivo, considerar diccionarios de la época para esclarecer el significado —
la semántica bilingüe— de ciertas palabras o conceptos que nos permiten
una hermenéutica más cercana a los contextos de significado cultural, pues
precisamente lo que enuncia Garcilaso constituye lo prometedor de la exégesis
de los discursos indígenas y mestizos. La lucha por las memorias es también
la lucha por mantener los lenguajes correspondientes a cada grupo social en
interacción. Todo podría lucir quirúrgicamente muy aséptico, pero no lo es.
Pues nuevamente constatamos su ojo censor crítico e inflexible al referir a
aspectos religiosos de aquella monarquía: todo es un “mar de errores”, señala
indefectiblemente. Entre el primer problema apuntado y este último existen
importantes relaciones semióticas en el análisis de la lengua, ideología y
cultura, en el marco de una visión comparativa entre la historia andina y la
historia española. Las dificultades del lenguaje es la unidad semántica que
más debiera interesarnos para leer correctamente al Inca Garcilaso y aquilatar
el sentido profundo de su heroico ensayo histórico.

Al escribir los Comentarios Reales su autor parte de la comprobación


de que muchos de los españoles que han escrito sobre los incas no lograron
asentar adecuadamente una historia auténtica, producto de las serias
complicaciones intelectivas de los circuitos comunicacionales enfrentados.

78
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Aquí conviene balancear lo que Garcilaso señala acerca de que “el español
que piensa que sabe más de él, ignora de diez partes las nueve por las muchas
cosas que un mismo vocablo significa y por las diferentes pronunciaciones que
una misma dicción tiene para muy diferentes significaciones”.98 Estos errores
de comprensión no son exclusivamente lingüísticos; son, sin duda, también
ideológicos. Lo interesante, creemos, es que el autor da atinadamente en lo
correcto: producto de este mar de incomprensiones léxicas y semánticas gran
parte de la historia mítica de los incas no sólo se distorsionó por esta liviandad
del uso de las lenguas —tan característica de los imperios y del catolicismo
en América. Políticamente, el Imperio español tenía que desactivar la cultura
andina considerada incivilizada. La meta era llanamente cristianizar y acabar
con un paganismo que desprestigiaba a los españoles (¡horrorizaba a los
defensores de la fe!). Pero, invertiendo la óptica, es el propio Inca mestizo
quien nos ayuda a rescatar esta historia mitológica gracias a esta clave
comunicativa, a la idea de llegar a comprender el aspecto subyacente del
problema: partiendo de lo manipulado del relato hispánico, de las distorsiones
de la traducción, de la incomprensión cultural, es decir: tomando la tradición
cuzqueña, traduciendo desde el quechua, y ampliando con ello un temprano
multiculturalismo. Un acierto esencial de Garcilaso.

Nuestro autor piensa que su lector podrá comprender estas diferencias


tan notables: “El que las leyere podrá cotejarlas a su gusto, que muchas hallará
semejantes a las antiguas, así de la Santa Escritura como de las profanas y
fábulas de la gentilidad antigua. Muchas leyes y costumbres verá que parecen
a las de nuestro siglo, otras muchas oirá en todo contrarias.”99 Garcilaso
tiene un criterio cristiano que selecciona y censura los materiales que él
considera pertinentes para su historia, y consigue hacerlo muy lúcidamente,
presentando una metodología o estrategia literaria bastante moderna para su
época. Ésta implicaría valorar, criticar e interpretar la información utilizada
para la reconstrucción de una historia de carácter vernacular tan difícil de
realizar dadas sus posibilidades, explicitando los errores inherentes de
las intercomunicaciones y traducciones, ayudándonos a comprender a
unos y otros, armonizando las viejas memorias que se yuxtaponen con la
98 Ibíd.
99 Ibíd.

79
INCA GARCILASO DE LA VEGA

evangelización de los Andes o alternativamente a los prejuicios y represión


religiosa del ambiente colonial de fines del siglo xvi. Cuestión tanto más
importante por cuanto nos interna en el problema de la estructura profunda de
una mentalidad mítica fundada en las mismas formas del lenguaje universal:
es decir, en la poesía y la estética, la imaginación y la fe, fusionadas por
el eje central de la ideología predominante, y, por lo tanto, historizable, lo
que amplía el rango de una narración empática integradora, descentrada del
racismo occidental. Este acierto intelectual Garcilaso lo justifica y valida
muy sutilmente al expresar en las últimas líneas del capítulo estudiado: “Al
discreto lector suplico que reciba mi ánimo, que es de darle gusto y contento,
aunque las fuerzas ni la habilidad de un indio nacido entre los indios y criado
entre armas y caballos no pueden llegar allá.”100 Pero llegó más allá, y eso
es profundamente importante para el uso social contemporáneo de su obra
máxima.

Vemos así que en los Comentarios Reales es posible identificar la


existencia de evidencias razonables que nos permiten reflexionar sobre su
pensamiento junto a la de autores que lo antecedieron o contemporáneos
—como Pedro Sarmiento de Gamboa [1572], Blas Valera [1590] o José de
Acosta [1590]— y nos autorizan a seguir buscando en otras temáticas que
permitan profundizar nuestro análisis y nos ayuden a dar una nueva mirada a
su obra y volver a entender, a partir de una etnohistoria renovada, documentos
de carácter indígena, prestando más atención a las bizarras problemáticas
que ellas representan y a las extravagantes transformaciones de las lenguas
y comportamientos humanos derivados de las relaciones coloniales entre
segmentos sociales diferenciados y culturas a menudo radicalmente diversas.
Este interés es extensible, como punto de vista teórico y metodológico, para
el análisis de aquellos documentos escritos específicamente por sujetos
castellanos, signados tan particularmente por las ambiciones, proyectos y
anhelos de quienes consideraron a América también su hogar.101

La ciudad natal
La ciudad de origen marca a los escritores de toda sociedad y época (vgr.
100 Ibíd.
101 Hernández (1993); Duviols (2002); Ortega (2002); Fernández (2004).

80
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Heródoto, Tusídides, Cayo Julio César, Tito Livio, San Agustín, Santo
Tomás…). El Centro del Mundo102 sin duda impregna de una experiencia
esencial al habitante urbano del pasado, aún antes de que la cristiandad
controlara a Occidente. Esto es así especialmente en los mundos no-
occidentales en los que el pensamiento mítico era más bien propiedad colectiva
de las comunidades étnicas. Tanto más por cuanto las ciudades sagradas (y
en el mundo precolombino estas tenían ese espíritu) grababan y reproducían
el mundo mítico y ritual en la memoria de quienes las habían fundado y las
habitaban: constituyen el patrimonio cosmológico, el corazón de sus sistemas
sociales de organización.103 En cuanto a la civilización Inca, Garcilaso nos
relata en “La fundación del Cuzco, ciudad imperial”, hito esencial del avance
de la poderosa etnia:
Del cerro Huanacauri salieron nuestros primeros Reyes, cada uno por su parte, a
convocar las gentes, y por ser aquel lugar el primero de que tenemos noticia que
hubiesen hollado con sus pies por haber salido de allí a bien hacer a los hombres,
teníamos hecho en él, como es notorio, un templo para adorar a Nuestro Padre el
Sol, en memoria de esta merced y beneficio que hizo al mundo. El príncipe fue al
septentrión y la princesa al mediodía. A todos los hombres y mujeres que hallaban por
aquellos breñales les hablaban y decían cómo su padre el Sol los había enviado del
cielo para que fuesen maestros y bienhechores de los moradores de toda aquella tierra,
sacándolas de la vida ferina que tenían y mostrándoles a vivir como hombres, […] en
cumplimiento de lo que el Sol, su padre, les había mandado […].104

Este acontecimiento fundacional mítico-histórico fue la llegada de los proto-


incas al cerro Huanacauri,105 un punto intermedio que unió Pacariqtambo
con la que habría de ser la aldea nuclear de los primeros fundadores (Cieza
de León, [1553] 1996: Cap. VI). Este Apu (cerro sagrado) conmemora un
acontecimiento simbólico mitificado: la barreta que el Padre Sol le entregó
a la Pareja Divina (Manco Cápac/Mama Ocllo Huaco), señalando con ella
el lugar indicado para que los nuevos habitantes fundasen allí un nuevo

102 Eliade (1979: 37 y ss); Ossio (2010); Chang Rodríguez (2010).


103 Eliade (1979: 37, 42, 47, 49).
104 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 39).
105 Llamamos de este modo (<proto-incas>) a la etnia migrante para indicar que se habían desprendido de
la zona lacustre del Titicaca (ca. siglos XII-XIII) y se habrían dirigido en dirección norte cruzando pueblos
antiguos tales como, entre otros, Paucarcolla, Yauri, Cacha, Canas, Canchis, Urcos, Pikillacta, Tambo
Quiro, Maukallaqta, Yaurisque, Pacaritambo, la zona conocida como Angostura, franqueada por la puerta
llamada actualmente Rumi Colca, acceso directo al Valle del Cuzco, y Huanacauri... Se especula hoy, con
más evidencia, que sus orígenes sociales proceden de Tiwanaku, sociedad que experimentaba su fase final
en los siglos xi-xii (Sánchez Garrafa, 2020: Intro; Urton, 2005b; Urton & Von Hagen eds., 2015).

81
INCA GARCILASO DE LA VEGA

orden. Este arquetipo matrimonial es similar al de Adán y Eva, y al de Rey


y Reina de la cultura monarquista europea. No es extraño que Garcilaso lo
haya usado como símbolo de majestad pues era su referente directo. Esta
profecía u oráculo concedió retrospectivamente la legitimidad ideológica para
desarrollar un concepto de propiedad basado en el poder sobrenatural que el
Padre Sol concedió a los migrantes. El simbolismo del Inca y la Coya tomando
direcciones geográficas opuestas (septentrión/meridión) se puede relacionar
con las mitades organizativas que regulaban las actividades familiares y
organizativas de la sociedad cuzqueña en su conjunto: es decir, con Hurin
(Coya= Abajo-Femenino) y con Hanan (Sapa Inca= Arriba-Masculino). A
partir de aquí la Pareja Divina debió convocar a las gentes que habitaron
precedentemente la tierra para atraerlos a su servicio, para enseñarles sus artes
y adoctrinarlos, probablemente habiendo también recurrido a la violencia de
las armas. Bajo esta noción de poder las etnias que habitaban el valle desde
siglos atrás quedaron bajo la autoridad de los recién llegados, aunque no sin
luchar. Los nuevos habitantes del Valle de Aqhamama obtuvieron un enorme
poder por declaración expresa del Padre Sol en su trayecto de migración y
especialmente en el nuevo comienzo prometido.

Desde lo profundo de la tierra. La emergencia de los reyes incas desde las


profundidades subterráneas, tal como nos la narra Garcilaso, revela una
categoría mental andina auténtica: alude a las Pacarinas, o cavernas, que
dieron origen al proyecto proto-inca de migración y de acceso al Valle de
Aqhamama, como antiguamente sus habitantes llamaron al que sería el valle
de la Ciudad Sagrada del Cuzco, fenómeno que en las regiones andinas existía
como explicación de remotos orígenes étnicos. Es llamativo cronológicamente
lo que Garcilaso nos informa sobre “Lo que redujo el primer Inca Manco
Cápac”; así, evocando a su tío, nos dice: “Cuántos años ha que el Sol Nuestro
Padre envió estos sus primeros hijos, no te lo sabré decir precisamente, que
son tantos que no los ha podido guardar la memoria; tenemos que son más
de cuatrocientos.”106 Esto es interesante ya que antes de la llegada de los
españoles no existía en los Andes un conocimiento histórico cronológico
de este tipo. En los Andes el tiempo era medido utilizando como referentes
espaciales y temporales al sol, a la luna y a las estrellas que, según se creía
106 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 41).

82
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

por entonces, influían en el clima y sus períodos. Los movimientos de estos


elementos de la naturaleza sacralizada estaban prefigurados en calendarios
celestes; al parecer textiles y quipus consiguieron registrar esa información.107
A su vez, estos elementos mnemónicos fueron administrados por los sabios
Amautas o administradores del Estado. En este sentido, uno de los mayores
hitos arquitectónicos de la ciudad inca fueron las Sukanqas que servían como
marcadores temporales de la observación solar, lunar y estelar.108 Lo que queda
por averiguar es si los Pachacuti, como se les llama hoy, también marcaron
períodos de tiempos antiguos o remotos, como la época Wari o Tiwanaku
en el imaginario andino. Con la colonización española de los Andes es
introducido obligatoriamente el calendario juliano-gregoriano que modificó
el esquema del conocimiento espacio-temporal en la colonia andina. Con
todo, es imprescindible indicar la coincidencia de los 400 años declarados
por Garcilaso que encajan con nuevos esquemas temporales arqueológicos
(Bauer, 2018).

En el capítulo “Dividieron el imperio en cuatro distritos registraban los


vasallos”, Garcilaso expone la organización humana, espacial y ritual de los
Ayllus y Panacas que constituyeron el núcleo de la sociedad inca. Se pueden
inferir de estas informaciones el dualismo, la tripartición, la cuatripartición,
entre otras formas de organización social. Así pues:
Los Reyes Incas dividieron su Imperio en cuatro partes, que llamaron Tauantinsuyu,
que quiere decir las cuatro partes del mundo, conforme a las cuatro partes principales
del cielo: oriente, poniente, septentrión y mediodía. Pusieron por punto o centro
la ciudad del Cuzco, que en lengua particular de los Incas quiere decir ombligo de
la tierra: llamarónla con buena semejanza ombligo, porque todo el Perú es largo y
angosto como un cuerpo humano, y aquella ciudad está casi en medio. Llamaron
a la parte del oriente Antisuyu que está al oriente, por la cual también llaman Anti
a toda aquella gran cordillera de sierra nevada que pasa al oriente del Perú, por dar
a entender que está al oriente. Llamaron Cuntisuyu a la parte del poniente, por otra
provincia muy pequeña llamada Cunti. A la parte del norte llamaron Chinchaysuyu,
por una gran provincia llamada Chincha, que está al norte de la ciudad. Y al distrito
del mediodía llamaron Collasuyu, por otra grandísima provincia llamada Colla, que
está al sur.109

107 Zuidema (2010: Intro).


108 Williams (1992: 101-113). Véase Betanzos [1551]; Montesinos [1644]; Cobo [1653].
109 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 83-4).

83
INCA GARCILASO DE LA VEGA

No está claro si realmente Cuzco significa “ombligo del mundo”, o si hay


una figura retórico-mitológica que la explica. Los cronistas Betanzos
([1551] 2015: Cap. iii) y Sarmiento de Gamboa ([1572] 2007: 59) ofrecen
otros significados equivalentes (Pilares Valdivia, 2019: 235). Sarmiento de
Gamboa indica que la litomorfosis de Ayar Auca, el inca alado, revelaba una
posesión del territorio lo que nombró como “Cozco”. La transformación
en piedra del inca alado, como Huaca, se expresó entonces como hecho
religioso y político con el vocablo “Cozco”, que indicaría la fundación de una
ciudad sagrada. Betanzos refiere que el propio “hazedor del mundo” Contiti
Viracocha Pachayachachic luego de pasar por Cacha y castigarles, se fue al
Cuzco, a dieciocho leguas de allí. Los “yndios canas” ordenaron realizar una
gran escultura de la deidad en señal de memoria y adoración. Antes de llegar
a Cuzco, Viracocha pasó por Urcos donde creó a los hombres que vivirían allí
en adelante. En Cuzco dejó orden ante el señor Alcabicça, también creado
por Viracocha, quien vivía allí junto a su pueblo, para que se produjeran
(originaran) los “orejones” (Betanzos, 1551 2015: 126-127). Betanzos opina
que el nombre “Cozco” y su significado no era conocido por los moradores de
la Ciudad Sagrada y que se pierde en la remota antigüedad. El origen de los
los incas alude a la cueva Pacaritambo, desde donde los Ayar se dirigieron a
Huanacauri y luego a Matagua antes de tomar el pantano como lugar central
de la fundación (Betanzos, 1551 2015: 129-131). Es cierto que ambos autores
se refieren con dos nombres distintos al inca alado: Sarmiento de Gamboa le
llama “Ayar Auca” y Betanzos “Ayaroche” (Pilares Valdivia, 2019: 235-236).
Si consideramos que Betanzos escribe su obra en 1551 y que Sarmiento de
Gamboa hace lo propio en 1572, podemos interpretar este equívoco retomando
el contexto en que ambos escritores realizaron sus escritos. Betanzos lo hizo
considerando las informaciones de su familia cuzqueña y de otros indios que
quisieron responder las preguntas que formulaba. Sarmiento de Gamboa,
en cambio, si bien emplea una metodología similar, buscaba establecer una
verdad oficial solicitada por el virrey Francisco de Toledo, quien necesitaba
validar la idea de que los incas habían creado su imperio imponiendo una
tiranía, tal como lo requería el Rey Felipe II para zanjar la cuestión legal de
los Justos Títulos.

El Estado cuzqueño en principio no era diferente a las formaciones

84
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

sociales que se sucedieron anteriormente en el mundo andino. Los estados


de Tiwanaku y Wari hacía mucho tiempo que habían caído dejando un
amplio vacío de poder en la sierra y altiplano, pero a su vez legarían una
gran tradición cultural.110 La historia del período llamado Horizonte Medio
(aprox. 500 dC-1100 dC), flanqueado por los respectivos Período Intermedio
Temprano y Período Intermedio Tardío (Bauer, 2018: Cap. 8), todavía no está
debidamente elucidada, por ello vale la pena intentar algunas ideas sintéticas
para entender un poco más los antecedentes previos a la formación del
Estado cuzqueño. Al parecer, un Estado multiregional como Tiwanaku tuvo
un ejercicio del poder basado en la religión, que le permitió conectar aldeas
complejas o colonias a su alrededor, en la selva oriental, en la línea costera, en
el desierto de Tarapacá. Por su parte, Wari, también una formación compleja
de carácter multiregional; fuera de la religión, tuvo un enfoque basado en
la economía caravanera a largas distancias, con enclaves regionales que
articulaban ciudades a intervalos en el eje norte-sur, uno de ellos vecino al
Cuzco: Pikillaqta. Ambas sociedades, Tiwanaku y Wari, poseían conceptos de
urbanismo y arquitectura muy desarrollados. Fueron grandes agricultores, sin
duda, ceramistas y metalúrgicos. Por otro lado, sociedades con un liderazgo
fuerte como los antiguos Moche, igualmente dejaron un legado rico que
beneficiaría a las sociedades herederas, como el reino Chimor (Hocquenghem,
1989: Primera Parte; Golte, 2009: Parte II; Tantaleán, 2021: Cap. 7). Los Nazca,
reconocidos agricultores del desierto, influyeron fuertemente en el plano
artístico-representativo reconocido arqueológicamente por sus cerámicas y
momias, su arquitectura (Kahuachi) y por otras expresiones oscuras y aún poco
conocidas; por ejemplo, los geoglifos de Pampa del Ingenio (Aveni, 1990).
Otras sociedades que no poseyeron un aparato estatal de gobierno centralizado
se organizaron como tribus o sociedades segmentarias o jefaturas arraigadas
regional y localmente, y fueron fácilmente reducidas a la obediencia. Como
se aprecia, las influencias culturales Wari y Tiwanaku eran las principales
inspiraciones que movieron a los cuzqueños a crear cada vez más complejas
instituciones religiosas, políticas y económicas. La sociedad cuzqueña tenía
al menos dos grandes paradigmas que le inspirarían para iniciar su propia
carrera hacia el poder, y esa memoria del poder les llevaría a la cúspide.

110 Lumbreras (1980, 2000); Meyers (2002); Tantaleán (2021: 219 y ss).

85
INCA GARCILASO DE LA VEGA

En la época de apogeo de los incas las diversas sociedades del


mundo andino, sus contemporáneas, se encontraban en diferentes estados
de desarrollo: en las junglas amazónicas existían etnias tribales, lo propio
en los extremos del territorio hegemonizado: en el sur de Colombia y en
el sur de Chile existían también tribus o jefaturas simples. El Estado inca,
particularmente, fue una creación monumental cuya máxima extensión
expresa originalidad, capacidad y poderío. Pero un territorio tan vasto y una
enorme diversidad etnológica requería de una estructura político-militar
formidable, que no existía en la época de Huayna Cápac. Como se ha dicho
suficientemente, las sociedades subordinadas a la etnia inca si bien asumieron
la autoridad de los cuzqueños, nunca estuvieron tan cómodos con la situación
de dominio (Rostworowski, Pease, Espinoza Soriano, etc.). Desde el punto
de vista de la organización económica y política tampoco compartieron la
visión del Tawantinsuyu.111 Así pues los Suyus o regiones controladas por
pequeñas élites, y un ejército en campaña permanente, insuficiente en las
dimensiones del territorio, estaban compuestos por sociedades diferentes,
aunque mutuamente inteligibles por las milenarias creencias religiosas y
mágicas panandinas, y por la lingua franca, el quechua, también impuesta
por los Hijos del Sol. La fuente del poder cuzqueño en realidad dependía más
de la presión militar y económica que de la buena intención religiosa, o de la
lengua.

La vida del pasado, con todo, no giraba únicamente en el plano de la lucha


militar. Las sociedades andinas del pasado practicaban técnicas y ciencias
para asegurar su vida material, dedicando gran parte de su existencia a estas
artes; eran pueblos dedicados y cultos. Sólo para ejemplificar: el caso de la
textilería y la orfebrería. La astronomía es otra de ellas; la observación de los
fenómenos celestes estrechamente vinculados al mundo de las divinidades y
ancestros (Aveni, 1981, 1982, 1983, 1990, 2005). En el capítulo “Alcanzaron
la cuenta del año y los solsticios y equinoccios”, Garcilaso nos habla acerca
de los conocimientos astronómicos que manejaron los Amautas del Estado
cuzqueño, en los siguientes términos:
[A]lcanzaron los Incas que el movimiento del Sol se acavaba en un año, al cual
llamaron huata: es nombre y quiere decir año […]. La gente común contaba los años
por las cosechas. Alcanzaron también los solsticios del verano y del invierno, los

111 Espinoza Soriano (2018: Tercera Parte).

86
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

cuales dejaron escritos con señales grandes y notorias, que fueron ocho torres que
labraron al oriente y otras ocho al poniente de la ciudad del Cuzco, puestas de cuatro
en cuatro, dos pequeñas de a tres estados poco más o menos de alto en medio de otras
dos grandes: las pequeñas estaban diez y ocho o veinte pies la una de la otra; a sus
lados, otro tanto espacio, estaban las otras dos torres grandes […], y éstas grandes
servían de guardar y dar viso para que descubriesen mejor las torres pequeñas. El
espacio que entre las pequeñas había, por donde el Sol pasaba al salir y al ponerse,
era el punto de los solsticios; las unas torres del oriente correspondían a las otras del
poniente del solsticio vernal o hiemal.112

Ambos complejos donde se alzaban las Sukanqas —hacia el este Qenqo y


hacia el oeste el cerro Picchu— poseían la maestría y belleza singular del
espíritu con que se las investía como instrumentos sagrados con los cuales el
Estado consiguió estar en contacto con las deidades más altas (los fenómenos
naturales que podían aumentar la capacidad económica productiva, o
malograrla…) para gobernar del mejor modo posible el Tawantinsuyu, y para
que estas deidades fuesen benévolas con la agricultura, ganadería y pesca. Las
Sukanqas en nuestra opinión, no eran Inti Watana, sino que por su carácter
complejo tenían una incidencia mayor tanto por su vinculación con el clima,
como con la producción agropecuaria. Si esto es correcto, los dos ordenados
complejos de estructuras de piedra (uno al Oriente, otro al Poniente) cumplían
su misión de mostrar el poder de los incas, es decir, el control y manejo del
clima, y sus ciclos sobre las fuerzas naturales que generaban los alimentos, de
modo que el Padre Sol les mostraba de esta forma a los Runa que efectivamente
prodigaba a los Ayllus étnicos sus dones a través de su hijo el Sapa Inca.

Estas instalaciones pétreas y su uso práctico dieron muestras ostensibles


de la sacralidad con que el Cuzco era percibida por Curacas aliados y otras
etnias, declarados incas por alianza, que una vez absorbidos en las estructuras
sociales y económicas del Estado cuzqueño concurrían a la Ciudad Sagrada
a tratar asuntos políticos de gobierno, a realizar protocolos, banquetes, o a
participar de la redistribución de bienes valiosos y suntuarios en épocas rituales
propicias como en Inti Raymi (época del solsticio) o Qolla Raymi (época del
equinoccio). Los recuerdos del Inca Garcilaso, según vemos, nos acercan a la
imagen que del Cuzco tuvieron sus habitantes y entre quienes reconocieron
en esta urbe el centro de un poder a enorme escala que modificó los estilos

112 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 104-05).

87
INCA GARCILASO DE LA VEGA

de vida anteriores a la hegemonía incaica. En efecto, el ethos de Garcilaso es


importante dado que comenta sus conocimientos como testigo directo de sus
experiencias y visiones, así nos dice que a estas obras arquitectónicas: “[L]
as cuales dejé en pie el año de mil quinientos y sesenta, y si después acá no
las han derribado, se podría verificar por ellas el lugar de donde miraban los
incas los solsticios […]”113 Gracias a estos datos la Ciudad Sagrada del Cuzco
se nos muestra como un centro simbólico que precisamente hundió su poder
y autoridad a partir de los grandes avances que los incas realizaron desde sus
propias obras aplicadas a múltiples áreas sociales, a la agroastronomía por
ejemplo, especialmente aquellas relativas a los modos de producción.114

Todos los conocimientos astronómicos que alcanzaron fueron


sacralizados para constituir su ideología. Este sistema de ideas estuvo
indudablemente basado en el conocimiento científico de la geografía y
ecología. Así, pues, los incas:
[A]lcanzaron los equinoccios y los solemnizaron muy mucho. En el de marzo
segaban los maizales del Cuzco con gran fiesta y regocijo, particularmente el andén
de Collcampata, que era como jardín del Sol. En el equinoccio de septiembre hacían
una de las cuatro fiestas principales del Sol, que llamaban Citua Raimi […]. Para
verificar el equinoccio tenían columnas de piedra riquísimamente labradas, puestas en
los patios o plazas que había ante los templos del Sol. Los sacerdotes, cuando sentían
que el equinoccio estaba cerca, tenían cuidado de mirar cada día la sombra que la
columna hacía. Tenían las columnas puestas en el centro de un cerco redondo muy
grande, que tomaba todo el ancho de la plaza o del patio. Por medio del cerco echaban
por hilo, de oriente a poniente, una raya, que por larga experiencia sabían dónde había
de poner el un punto y el otro. Por la sombra que la columna hacía sobre la raya veían
que el equinoccio se iba acercando; y cuando la sombra tomaba la raya de medio a
medio desde que salía el Sol hasta que se ponía y que a medio día bañaba la luz del
Sol toda la columna en derredor, sin hacer sombra a parte alguna, decían que aquel
día era el equinoccial. Entonces adornaban las columnas con todas las flores y yerbas
olorosas que podían haber, y ponían sobre ellas la silla del Sol, y decían que aquel
día se asentaba el Sol con toda su luz, de lleno en lleno, sobre aquellas columnas. Por
lo cual en particular adoraban al Sol aquel día con mayores ostentaciones de fiesta y
regocijo, y le hacían grandes presentes de oro y plata y piedras preciosas y otras cosas
de estima.115

113 Ibíd.: 105.


114 A partir de una ponencia presentada en el recordado Simposio Regional e Internacional Yuyay Taqe (Julio,
2017) preparamos un ensayo sobre la economía religiosa incaica (Herrera Villagra, 2022b).
115 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 105).

88
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

A partir de estas informaciones podemos hacer la relación entre los fenómenos


cósmicos, el comportamiento de la Tierra (Deidad) y los ciclos rituales con
los cuales cobraba pleno sentido el mundo ideológico de las creencias y
prácticas religiosas, mágicas y económicas. La cosmología andina siempre
tuvo entre sus principales hitos el comportamiento de la naturaleza. Ante
ella los hombres evidenciaban una actitud de temor y agradecimiento por
los dones del entorno: tierra, agua, flora y fauna. Las deidades, las huacas
y el espíritu de los ancestros (Mallquis) otorgaban el sentido a la vida y a la
muerte que afectaba a todos los seres creados.116

Las fiestas que se celebraban en el Cuzco estaban directamente


relacionadas con los ciclos humanos, naturales y sobrenaturales. La fiesta de
“Citua Raimi” se vinculaba al ciclo de solsticio (marzo y septiembre) y estaba
relacionada con el cultivo y cosecha del maíz, dado que en esos momentos
el Padre Sol creaba las condiciones climáticas ideales para la obtención de
un grano de excelente calidad alimenticia que servía para producir chicha de
jora, una bebida fundamentalmente ritual. Los ritos de veneración a los astros
(ritos de carácter astronómico) daban paso a rituales de poder. Garcilaso
destacó el uso por parte del Sapa Inca de la silla del Sol (Tiana) desde la cual
el dignatario observaba las ceremonias estatales, representando a su Padre Sol
y a los ancestros momificados.

En el capítulo “La descripción del Templo del Sol y sus grandes riquezas”
la ciudad del Cuzco puede evocarse en varios de sus aspectos estructurales y
rituales.
Uno de los principales ídolos que los Reyes Incas y sus vasallos tuvieron fue la
imperial ciudad del Cuzco, que la adoraban los indios como a cosa sagrada, por
haberla fundado el primer Inca Manco Cápac y por las innumerables victorias que
ella tuvo en las conquistas que hizo y porque era casa y corte de los Incas […]. Por
tenerla en esta veneración la ennoblecieron aquellos Reyes lo que más pudieron con
edificios suntuosos y casas reales que muchos de ellos hicieron para sí […]. Entre las
cuales, y en la que más se esmeraron, fue la casa y templo del Sol, que la adornaron
con increíbles riquezas, aumentándolas cada Inca por sí y aventajándose del pasado
[…]. Atribuyen el edificio de aquel templo al Rey Inca Yupanqui, abuelo de Huaina
Cápac, no porque él lo fundase, que desde el primer Inca quedó fundado, sino porque
lo acabó de adornar y poner en la riqueza y majestad que los españoles lo hallaron.117
116 Bray (2021: 29).
117 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 162).

89
INCA GARCILASO DE LA VEGA

La remodelación de la ciudad incaica realizada por orden de Pachacútec (el


“Rey Inca Yupanqui”) la distinguió de la época en que Manco Cápac comenzó
a transformar la aldea que en sus comienzos fue el espacio físico que ocuparon
en el Valle de Aqhamama los recién llegados, cuando aún no despuntaban en
relación a sus vecinos de la comarca. La reconstrucción del Inti Cancha, que
ahora conocemos como Coricancha, marca un antes y un después, puesto
que la arquitectura reflejaba el nivel de crecimiento que experimentaba
la sociedad cuzqueña en la medida en que sus avances expansionistas
tenían cada vez más éxitos al incorporar a una serie de etnias al naciente
Señorío (el proto-Estado en germen), lo que repercutía positivamente en el
sistema social. La división dual del mando, lo que llamamos Hanan/Hurin,
demostrando una gran capacidad técnica y científica, política, económica y
militar, hacía crecer la aldea/ciudad utilizando una fórmula muy original: los
templos incaicos eran responsabilidad de cada Inca reinante, mientras que
las Canchas eran responsabilidad individual de cada soberano, sus familias
y deudos. En general, el Cuzco tuvo una excelente planificación en su
construcción y por ello alcanzó el estatus de Ciudad Sagrada, como en el
pasado Chavín, Viñaque (Wari) o Tiwanaku. Garcilaso reconoce que el genio
de los arquitectos, constructores y picapedreros llegó a alturas notables del
tratamiento de la piedra: “Es (…) cantería llana, muy prima y pulida”.118 Los
templos de la plaza Haucaypata estaban dispuestos dividiendo la ciudad, en el
sentido de ambos lados de la cabeza del valle: Arriba-Hanan y Abajo-Hurin.
La inclinación topográfica hacía que los cursos de agua, Saphy y Tullumayu,
bajasen desde el noroeste hacia el sureste. A la vez, desde el gobierno de
Pachacútec una nueva invención sofisticada iba adquiriendo una fisonomía
organizativa eficiente, compleja y funcional: el Sistema de Ceques.119

El Coricancha fue el corazón religioso e intelectual de la etnia inca,


y en el último período de su historia el centro de la intelligentzia del bando
Hanan Cuzco, es decir, de Cápac Ayllu, Hatun Ayllu y Tumibamba Ayllu (que
articuló una difícil alianza Quito-Cuzco, con consecuencias graves, como
sabemos). Garcilaso nos explica que:
El altar mayor […] estaba al oriente; la techumbre era de madera muy alta, porque
118 Ibíd.: 163.
119 Pilares Valdivia (2019: 227-248).

90
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

tuviese mucha corriente; la cobija fue de paja, porque no alcanzaron a hacer teja.
Todas las cuatro paredes del templo estaban cubiertas arriba debajo de planchas y
tablones de oro. En el testero que llamamos altar mayor tenían puesta la figura del Sol,
hecha de una plancha de oro al doble más gruesa que las otras planchas que cubrían
las paredes. La figura estaba hecha con su rostro en redondo y con sus rayos y llamas
de fuego todo de una pieza […]. Era tan grande que tomaba todo el testero del templo,
de pared a pared.120

Según se señala en los Comentarios, fue Mancio Sierra de Leguizamo, un


reconocido conquistador, el que tuvo esta figura de oro en su poder y quien
la perdió jugando a los dados o naipes. Esto por supuesto puede ser sólo un
cuento de conquistadores alucinados por el oro y aficionados a beber vino
en grandes cantidades. Pero la demostración del mestizo cuzqueño aún nos
ofrece mayores detalles de los bienes que el Templo del Sol poseía en su
interior. Retengamos la imagen del disco solar, del cual poco o nada sabemos.
En las cámaras internas del Templo del Sol no sólo había objetos preciosos
de metal, piedra, madera y otros, sino que también existían allí espacios que
fueron habitados por los ancestros muertos, los Mallquis.
A un lado y otro de la imagen del Sol estaban los cuerpos de los Reyes muertos,
puestos por su antigüedad, como hijos del Sol, embalsamados, que (no se sabe cómo)
parecían estar vivos. Estaban asentados en sus sillas de oro, puestas sobre los tablones
de oro en que solían asentarse. Tenían los rostros hacia el pueblo; sólo Huaina Cápac
se aventajaba de los demás, que estaba puesto delante de la figura del Sol, vuelto el
rostro hacia él, como hijo más querido y amado, por haberse aventajado de los demás,
pues mereció que en vida le adorasen por Dios por las virtudes y ornamentos reales
que mostró desde muy mozo […]. La puerta principal del templo miraba al norte
como hoy está, sin la cual había otras menores para servicio del templo. Todas éstas
estaban aforradas con planchas de oro en forma de portada. Por de fuera del templo,
por lo alto de las paredes del templo, corría una cenefa de oro de un tablón de más de
una vara de ancho, en forma de corona, que abrazaba todo el templo.121

Sorprende la descripción de Huayna Cápac como Dios. También la cenefa


de oro que abrazaba el templo. En su interior la disposición de los Mallquis
masculinos y femeninos estaba dada por la jerarquía y por los lazos de
parentesco. De tal modo que las parejas que formaban el matrimonio entre
Sapa Inca y Coya Inca (Pareja Divina) eran ubicados en espacios según un
orden de antigüedad. Desde este Templo estos cuerpos, o sus Huauquis, eran

120 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 163).


121 Ibíd.: 163-164.

91
INCA GARCILASO DE LA VEGA

conducidos para la plaza Haucaypata en fiestas y ceremonias que fueron


constantes a lo largo de los ciclos solares y lunares.

En “La fábrica y ornamento de las casas reales”, se especifican los


detalles del interior de los espacios urbanos que constituyeron los centros
religiosos, militares y políticos de la ciudad incaica.
El servicio y ornamento de las casas reales de los Incas Reyes […] no era de menos
grandeza, riqueza y majestad que todas las demás cosas magníficas que para su servicio
tenían; antes parece que en algunas de ellas, como se podrá notar, excedieron a todas
las cosas de los Reyes y Emperadores, que hasta hoy se sabe hayan sido en el mundo.
Cuanto a lo primero, los edificios de sus casas, templos, jardines y baños fueron en
extremo pulidos, de cantería maravillosamente labrada, tan ajustadas las piedras unas
con otras que no admitían mezcla, y aunque es verdad que se la echaban, era de un
barro colorado (que en su lengua le llaman lláncac allpa, que es barro pegajoso)
hecho leche, del cual barro no quedaba señal ninguna entre las piedras […].122

Los muros de los templos interiores estaban compuestos de bloques de piedra


completamente pulidos y almohadillados lo que exteriormente daba mucha
elegancia a la morada de los incas. También poseían cenefas de oro. La obra
era tan perfecta desde el punto de vista del ensamble de las piezas que dio
lugar al dicho pintoresco según el cual entre las junturas no se podía meter
la hoja de una hoja de cuchilla, como aún hoy en efecto se puede apreciar al
pasear por algunas calles del Cuzco. Garcilaso, por otra parte, nos dice que
los incas desconocían “cal ni yeso, teja ni ladrillo”. El autor sigue a Pedro
Cieza de León en sus descripciones de la grandeza de las construcciones
incaicas. Cieza de León hacia 1548-50 también vio, tal como el joven Suárez
de Figueroa, los portentos arquitectónicos del Cuzco antes de que fuesen
desmantelados en su mayor parte, y quedó tan asombrado como tantos otros
que vieron la Ciudad Sagrada antes de su destrucción.

En “Salas que servían de plaza y otras cosas de las casas reales”,


Garcilaso relata la envergadura de los galpones (Cancha) que alcanzaban
tamaños descomunales.
En muchas casas de los Incas había galpones muy grandes, de a doscientos pasos
de largo y de cincuenta y sesenta de ancho, todo de una pieza, que servía de plaza,
en los cuales hacían sus fiestas y bailes cuando el tiempo con aguas no les permitía

122 Ibíd.

92
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

estar en la plaza al descubierto. En la ciudad del Cuzco alcancé a ver cuatro galpones
de éstos, que aún estaban en pie en mi niñez. El uno estaba en Amarucancha […],
y el otro estaba en Casana […], y el otro estaba en Collcampata, en las casas que
fueron del Inca Paullu y de su hijo Don Carlos, que también fue mi condiscípulo.
Este galpón era el menor de todos cuatro, y el mayor era el de Casana, que era capaz
de tres mil personas […]. El cuarto galpón es el que ahora sirve de iglesia catedral
[Quishuarcancha]. Advertimos que nunca los indios del Perú labraron soberados en
sus casas, sino que todas las hacían sueltas cada de por sí; cuando mucho, de una muy
gran sala o cuadra sacaban a un lado y otros sendos aposentos pequeños, que servían
de recámaras.123

La mención de Amarucancha, Casana y Collcampata está adornada en


la narrativa garcilasista con ese toque de cosa increíble que demuestra,
elegantemente, la civilización de los incas, aunque con un reproche: fue
cosa de nigromantes, y, sobrenaturalmente, la riqueza con que la Providencia
premió a los castellanos para realizar la conversión de los idólatras a la Santa
Iglesia Católica, reduciéndolos al vasallaje de Su Majestad. La cuarta Cancha
no debe ser sino el Quishuarcancha, antigua morada del Inca Viracocha, quien,
según Garcilaso, fue el padre de Pachacútec. Estos muros en su dimensión
física interna eran utilizados para diseñar otros espacios menores en los cuales
moraban las familias incaicas.

Los detalles técnicos también destacan en las relativamente exactas


descripciones del noble mestizo acerca de los materiales y técnicas, así como
la mano de obra y el significado profundo de la arquitectura incaica. Como
podemos colegir, más allá de ser solamente un lugar de habitación para los
Hijos del Sol, se trataba de espacios que cada ancestro muerto habría fundado
para la gloria del Padre Sol y su pueblo. ¿Representaba cada Rey vivo y
cada Rey muerto períodos de tiempo convertidos en épocas transitorias que
servían para entender el continuum temporal entre futuro y pasado?
También se advierte que todas las cuatro paredes de cantería o de adobes, de cualquiera
casa o aposento, grande o chico, las hacían aviadas adentro porque no supieron trabar
una pieza con otra ni echar tirantes de una pared a otra, ni supieron usar la clavazón.
Echaban suelta sobre las paredes toda la madera que servía de tijeras; por lo alto de
ella, en lugar de clavos, la ataban con fuertes sogas que hacen de una paja y suave, que
asemeja al esparto. Sobre esta primera madera echaban la que servía de costaneras y
cabios, atada asimismo una a otra y otra a otra; sobre ella echaban la cobija de paja,
en tanta cantidad que los edificios reales de que vamos hablando tenían de grueso
123 Ibíd.: 16.

93
INCA GARCILASO DE LA VEGA

casi una braza, si ya no tenían más. La misma cobija servía de cornisa a la pared para
que no se mojase. Salía más de una vara afuera de la pared, a verter las aguas; toda
la paja que salía fuera de las paredes la cercenaban muy pareja. Una cuadra alcancé
en el valle de Yúcay, labrada de la manera que hemos dicho, de más de setenta pies
en cuadro, cubierto en forma de pirámide; las paredes eran de tres estados en alto y
el techo tenía de más de doce estados; tenía dos aposentos pequeños a los lados. Esta
pieza no quemaron los indios en el general levantamiento que hicieron contra los
españoles, porque sus Reyes Incas se ponían en ella para ver las fiestas más principales
que, en una grandísima plaza cuadrada (mejor se dijera campo) que ante ella había, se
le hacían. Quemaron otros muchos edificios hermosísimos que en aquel valle había,
cuyas paredes yo alcancé.124

Este último comentario resulta interesante puesto que como hemos visto
en nuestro estudio sobre la Carta-Instrucción del Inca Titu Cusi Yupanqui
[1570], durante la insurrección dirigida por Manco Inca II y el Villac Umu el
Cuzco fue incendiado por los guerreros del Sapa Inca, quienes desesperados
por no poder derrotar a los invasores no tuvieron otro remedio que intentar
eliminar a los conquistadores quemando las techumbres de las construcciones
más importantes del Cuzco. Sin duda, esos incendios causaron un enorme
daño; con todo, los castellanos no fueron derrotados y los guerreros incaicos
tuvieron que replegarse al cabo de casi un año de combates (1536-37).
Guaman Poma de Ayala también nos acerca informaciones y nos entrega
algunos dibujos donde alude a Manco Inca II, Sayri Túpac y Túpac Amaru,
los últimos incas soberanos.

Garcilaso da más detalles de las técnicas arquitectónicas con que los


incas hicieron de su ciudad un portento que tuvo que haber causado gran
impresión en los habitantes del Ande así como en los propios conquistadores,
los cuales no obstante nunca tuvieron la visión patrimonial de respetar tan
formidable desarrollo arquitectónico. Con detalle agrega:
Sin la cantería de piedra, labraban las paredes de adobe, los cuales hacían en sus
moldes, como hacen acá los ladrillos: eran de barro pisado con paja; hacían los adobes
tan largos como querían que fuese el grueso de la pared, que los más cortos venían a
ser de una vara de medir; tenían una sesma, poco más o menos, de ancho, y casi otro
tanto de grueso; enjugábanlos al sol, y después los amontonaban por su orden y los
dejaban al sol y al agua debajo de techado dos y tres años, por que se enjugasen del
todo. Asentábanlos en el edificio como asientan los ladrillos: echábanles por mezcla
el mismo barro de los adobes, pisado con paja.125
124 Ibíd.: 16-17.
125 Ibíd.: 17.

94
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Estos detalles técnicos ayudan a apreciar la diversidad de materiales que los


constructores emplearon para realizar sus proyectos constructivos ordenados
por la élite gobernante. Muros ciclópeos, plazas enormes, canalización de ríos,
obras de astronomía, entre otros hitos de la arquitectura, hicieron de la Ciudad
Sagrada un espacio simbólico que representaba la inteligencia y sensibilidad
de esta sociedad. No podemos obviar desde luego la fuerza y empeño que
pusieron en su realización generaciones de obreros y cargadores que quizás
quedaron representados en la imagen de la piedra cansada, como lo piensa
Washington Rozas (2019: 177 y ss). La importancia de fundar el Coricancha
y Aclla Wasi, en particular, fueron determinantes porque en la organización
interna de la etnia inca el proyecto de crecimiento era exponencial. Así los
andenes que estaban orientados hacia el poniente de las plazas Haucaypata/
Cusipata estaban destinados en último término a los hijos de los hijos que en el
futuro hubiesen de gobernar. Estos andenes no necesariamente se usaban para
cultivar maíz y dar de comer a todos como se podría pensar, ya que las chacras
que alimentaban a los nobles del Cuzco estaban ubicadas en áreas rurales
cultivadas y administradas por los Runa y Yanacona. Lo mismo ocurre con
aquella instalación ritual llamada Qollcapampa. Pero no debe pensarse que las
Panacas y Ayllus reales habitaban únicamente en las Canchas cuzqueñas, estos
grupos de parentesco poseían obviamente más propiedades en los alrededores
del Cuzco, articulados al Sistema de Ceques, y al parecer pasaban más tiempo
fuera del centro histórico. El Cuzco incaico fue entonces el centro sagrado
desde el cual los grandes Sapa Inca controlaban o intentaban controlar los
territorios conquistados, una sede de Gobierno altamente ritualizada en todos
sus aspectos políticos, económicos y religiosos.

Memoria de los orígenes. Posiblemente las informaciones más ricas en


contenidos históricos así como en significado cultural, las tenemos en la
descripción que hizo Garcilaso sobre la ciudad donde nació. En el Libro
Séptimo, capítulo VIII, “La descripción de la imperial ciudad del Cuzco”,
verificamos muchos detalles que nos llevan al problema de la percepción que
los andinos se formaron sobre la ciudad colonial refundada por los hispánicos
que reemplazó a la antigua capital política y religiosa de los incas, hecho que
afectó los imaginarios indígenas en el proceso de la reconstrucción simbólico

95
INCA GARCILASO DE LA VEGA

de la memoria, una vez que la colonización fue entendida con desaliento y


conformidad en su verdadera significación.

Este capítulo es importante desde todo punto de vista (urbanístico,


medioambiental, tecno-económico) por lo cual nos remitimos una vez más a
los orígenes de los migrantes que peregrinaron desde el lago Titicaca al Valle
de Aqhamama. En aquellos tiempos (ca. siglos xii-xiii)126 los dirigentes de la
etnia migrante buscaban asentarse en aquel lugar que tuviese características
propicias para llevar adelante la misión encomendada por el Padre Sol como el
pensamiento mágico-religioso que poseían les aseguraba tendrían un porvenir
acorde con sus experiencias anteriores del universo cultural altiplánico:
[L]a ciudad del Cuzco […] tiene calles anchas y largas y plazas muy grandes […];
porque el Cuzco, en su Imperio, fue otra Roma en el suyo, y así se puede cotejar
la una con la otra porque se asemejan en las cosas más generosas que tuvieron. La
primera y principal, en haber sido fundadas por sus primeros Reyes. La segunda, en
las muchas y diversas naciones que conquistaron y sujetaron a su Imperio. La tercera,
en las leyes tantas y tan buenas y bonísimas que ordenaron para el gobierno de sus
repúblicas. La cuarta, en los varones tantos y tan excelentes que engendraron y con
su buena doctrina urbana y militar criaron. En los cuales Roma hizo ventaja al Cuzco,
no por haberlos criado mejores, sino por haber sido más venturosa en haber alcanzado
letras y eternizado con ellas a sus hijos, que los tuvo no menos ilustres por las ciencias
que excelentes por las armas; los cuales se honraron al trocado unos a otros; éstos,
haciendo hazañas en la guerra y en la paz, y aquéllos escribiendo las unas y las otras,
para honra de su patria y perpetua memoria de todos ellos […].127

Es de destacar el hecho de que los españoles no le hayan cambiado el nombre


original al Cuzco, a pesar de que hubo intentos de dotarla de otro nombre
(Nueva Castilla). Garcilaso no pierde la oportunidad de presentar a su ciudad
natal como una proeza que compara con la antigua Roma mediterránea. Sin
duda, no estuvo muy alejado de reconocer y valorar la arquitectura sagrada
que alcanzaron los incas. Cuzco fue en sus mejores tiempos posiblemente una
gran Machu Picchu, aunque más grande y más funcional desde el punto de
vista político y administrativo, y por cierto el poderoso corazón de la sierra
quechua. La diferencia que Garcilaso establece entre Cuzco y Roma, dado

126 Creemos que los orígenes de los incas y la fundación de la ciudad del Cuzco son más antiguos de lo que
se afirma hasta el momento. Los 100 años de desarrollo acelerado antes de 1532, que ha mencionado el
sentido común (y el turismo místico), es demasiado breve. En este sentido, las propuestas cronológicas de
Bauer (2008) nos parecen útiles para poder identificar si la tesis de los “400” años es objetiva.
127 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. II, 99-100).

96
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

que su mentalidad filohispánica permanece fiel a la cruz y la espada, herencia


medieval, es lo que relevamos: la «cuestión de la letra» (Mignolo, 1992: 97-
112). Esto es fundamental para una mentalidad humanista y renacentista,
inevitablemente aún medievalista dado el espíritu tradicional de los españoles
de la época, ya que la Letra de Dios (la escritura, la imprenta, el libro)
permitía que los grandes hechos fuesen eternizados gracias al archivo y al
patrimonio bibliográfico. Las ciencias son tan nobles como los hechos de
armas dice Garcilaso, por lo que constituyen dos aspectos inseparables del
medallón clásico de los siglos medieval-renacentistas. La honra de la patria
y la perpetua memoria son asimismo también valores fundamentales para los
autores de aquella época.

Su cita literal sobre las obras de Cayo Julio César no es sino muestra
de su erudición filo-occidental de la España del Siglo de Oro, que orna
elegantemente la narración de sus Comentarios Reales.
[S]e duda cuál de estas dos partes de varones famosos debe más a la otra, si los
guerreadores a los escritores, porque escribieron sus hazañas y las eternizaron para
siempre, o si los de las letras a los de las armas, porque les dieron tan grandes hechos
como lo que cada día hacían […]. Ambas partes tienen mucho que alegar, cada una
en su favor; dejarlas hemos, por decir la desdicha de nuestra patria, que, aunque
tuvo hijos esclarecidos en armas y de gran juicio y entendimiento, y muy hábiles
y capaces para las ciencias, porque no tuvieron letras no dejaron memoria de sus
grandes hazañas y agudas sentencias, y así perecieron ellas y ellos juntamente con su
república. Sólo quedaron algunos de sus hechos y dichos, encomendados a la tradición
flaca y miserable enseñanza de palabra, de padres a hijos […].128

La desdicha del Perú, como podemos notar, no es haber carecido de letras, sino
la casuística e infortunio de haber recibido a los conquistadores y a quienes
les siguieron en la colonización de los Andes. La carencia de escritura sólo en
cierta forma es cierto, pues oculta el hecho objetivo de que el Imperio español
no buscaba muestras de cultura en las sociedades que iba reconociendo en
su carrera de apropiación del mundo, y cuando las encontró las negó. El
Tawantinsuyu pereció no por la falta de letras, sino por la fagocitación de un
imperio sobre otro. Las razones económicas y religiosas de la conquista son
más que evidentes en nuestra época. La lucha militar y política, por su parte,
dio origen a una división interna que resultó en derrota trágica de los rebeldes
128 Ibíd.: 100.

97
INCA GARCILASO DE LA VEGA

(la familia de Manco Inca II) y sumisión pasiva de quienes reconocieron al


Rey de España como señor legítimo. En los Comentarios lo que está en juego
es una teleología histórica y mitológica que apunta al plan divino de Dios
de preparación de la civilización cristiana. No sólo las letras representan el
mundo sagrado de la Santa Biblia para los españoles de la época, sino que
también a la administración burocrática, el derecho y las artes. Así pues, el
escritor no deja de reconocer que, si no fuese por la ausencia de la escritura,
y su campo cultural esencial en la sociedad, las historias de fama y de gloria
no se hubiesen perdido con los estragos de la conquista y la colonización: “la
desdicha de nuestra patria”, como alude con dolor. Menciona que la tradición
oral (hechos y dichos) en los Andes era tan pobre que no pudo soportar
la imposición de un nuevo señorío y gobierno como el de los castellanos,
superior en letras y en armas como queda sugerido implícitamente. Pero más
bien fue el peso de la dominación militar, la causa de la pérdida de la libertad
de los andinos, como los galos, celtas y belgas en el relato de Julio César
(2002, Libros I y II). Con todo, Garcilaso nos lega una memoria viva que
contradice su expresión sobre el perecimiento de la memoria.

El hecho de escribir sobre los suyos es en sí mismo un aporte esencial


de la memoria histórica que ha cruzado siglos y es hoy fuente de inspiración
para nosotros los vivos. “El reino muerto vive todavía”, nos decía Pablo
Neruda en su Canto General (1950). Ello es ontológicamente verdadero.

Signos andinos/Escritura alfabética. Es preciso reflexionar sobre la dicotomía


artificial creada entre oralidad y escritura, tema que como sabemos no se ha
detenido desde la década de 1950. Es un tema que, como indicó Havelock
(1996: 25), nos compete a muchos en las ciencias humanas. Culturalmente
es un tema que hunde sus raíces en las primeras civilizaciones del mundo
(Bowman y Woolf comps., 1994; Petrucci, 1999). En la sociedad de la
época estudiada claramente la escritura constituía una regla social y cultural
determinada por la ideología cristiana. La imagen de la Santa Biblia —las
Sagradas Escrituras— era la medida para establecer el grado civilización
que emanaba de las manos de Dios. Garcilaso estaba convencido de que la
tradición oral (carente del alfabeto) era una muestra del atraso andino, lo
creía porque era la doxa dominante en la cultura europea medieval. La Iglesia

98
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

católica es responsable de este dogmatismo grafocéntrico. Por lo cual surge


casi por inercia epocal el proyecto que nuestro escritor logró terminar no sin
temor de que su vida expirara antes de culminar tan ardua tarea, utilizando la
misma letra divina que Dios le había entregado al hombre.
Yo, incitado del deseo de la conservación de las antiguallas de mi patria, esas pocas que
han quedado, porque no se pierdan del todo, me dispuse al trabajo tan excesivo como
hasta aquí me ha sido y delante me ha de ser, el escribir su antigua república hasta
acabarla, y porque la ciudad del Cuzco, madre y señora de ella, no quede olvidada en
su particular, determiné dibujar en este capítulo la descripción de ella, sacada de la
misma tradición que como hijo natural me cupo y de lo que yo con propios ojos vi;
diré los nombres antiguos que sus barrios tenían, que hasta el año de mil y quinientos
y sesenta, que yo salí de ella, se conservaban en su antigüedad.129

Su legítima inquietud por la conservación de las antigüedades se comprende


por la preocupación del patrimonio perdido. Garcilaso sabía que el Cuzco
había caído en una enorme decadencia, que la arquitectura monumental y
las tradiciones culturales se habían degradado producto de la guerra y el
desprecio. Su intento entonces era salvaguardar las cosas de su Cuzco natal,
cada pequeño aspecto hasta los entes monumentales o divinos. Nuestro autor
es un anticuario que se anticipa al siglo xviii. Sin duda, la cita previa es
decisiva para nuestro propósito porque manifiesta la importancia trascendente
de su trabajo literario-histórico, así como de su propia vida en España, una
relevancia casi testamentaria de un hijo de los Andes que desde Europa se
apresuraba por dejar un memorioso legado para las generaciones del futuro,
cosa que dignamente logró antes de partir al misterio definitivo. Su aspecto
indígena logra quedar a salvo de la erosión material del tiempo, con lo cual su
ethos vuelve a desafiarnos en la tarea de realizar una correcta hermenéutica
de su trabajo y su vida. Añade, volviendo al asunto de la ciudad del Cuzco,
que hacia 1560 los nombres del sistema de gobierno que los incas habían
creado y organizado a través del Sistema de Ceques aún existían, no como
hecho sociológico sino como memoria y recuerdo. No obstante, reconoce
que todo ese modo de nominar a la ciudad y sus componentes poco tardaría
en verse modificado en forma irremediable. Recordemos que desde el año
1569 la labor del virrey Francisco de Toledo comenzará a transformar todo el

129 Ibíd.: 100-1.

99
INCA GARCILASO DE LA VEGA

funcionamiento de la sociedad colonial en forma irreversible.130 Así pues los


nombres de las Canchas de las Panacas fueron reemplazados por las famosas
ocho parroquias que constituirán la organización civil del Cuzco hispánico.
En este contexto las Panacas, por un lado, vieron modificadas gran parte de
sus tradiciones y, por otro, asumirían las tradiciones que la cultura hispánica
cultivó en las ciudades coloniales, el Cuzco entre ellas.

En los orígenes del Cuzco los primeros dirigentes de la etnia migrante


lograron progresivamente dar consistencia a lo que el mundo de sus creencias
les hacía descubrir en la realidad que iban fundando. El Valle de Aqhamama a
la llegada de estos extranjeros era un territorio bastante pantanoso con lagunas
(Teqseqocha) y arroyos de agua dulce (Cachimayo, Qorimachaqwayniyoq,
Saphy, Tullumayo, Chunchulmayo, Choquechaca, Wankaro y Watanay)
que le daban aspecto de gran humedad a su topografía. Probablemente las
influencias climáticas del Pachatusan y de los nevados cercanos imponían
una sensación más fría que la de hoy, y también más lluviosa. El paisaje de
los alrededores era más boscoso por la presencia de la flora nativa, destacando
árboles y arbustos bajos como las Queñuas, Molles o Chachacomos, y árboles
altos como los Pisonays. Este angosto valle en algunas de sus planos, laderas
y quebradas aledañas era habitado por un número indeterminado de pequeñas
etnias que vivían en tierras agrícolas que hacían las veces de centro de poder
o aldeas nucleares. Estos aldeanos poseían sistemas de cultivo e irrigación y
también una industria cerámica y textil desarrolladas, heredada de antiguas
tradiciones (Qotakalli, Killke, Lucre, Waro). Tenían una arquitectura básica
pero funcional. Es posible que en esta época ya existiese el famoso Aqlla Wasi,
con un aspecto obviamente diferente al que habría de darle los arquitectos de
Pachacútec.

Al instalarse los migrantes en los alrededores:


El Rey Manco Cápac, considerando bien las comodidades que aquel hermoso valle
del Cuzco tiene, el sitio llano, cercado por todas partes de sierras altas, con cuatro
arroyos de agua, aunque pequeños, que riegan todo el valle, y que en medio de él
había una hermosísima fuente de agua salobre para hacer sal, y que la tierra era fértil
y el aire sano, acordó fundar su ciudad imperial en aquel sitio, conformándose, como
decían los indios, con la voluntad de su padre el Sol que, según la seña que le dio de
130 Murra (1975: Cap. 12). Especialmente, véase "Disposiciones gubernativas para el virreinato del Perú"
([1569-1574] 1986-1989).

100
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

la barrilla de oro, quería que asentase allí su corte, porque había de ser la cabeza de
su Imperio.131

Como se puede advertir, el valle estaba abundantemente regado por cuatro


arroyos e incluso en el centro de aquella cabeza del valle existía una fuente
de sal; sus restos están ubicados en la actualidad bajo el Barrio de San
Blas. También existió otra salina antigua ubicada al norte del actual barrio
de Magisterio, flanqueada por Pucarás, huacas (Rumi Wasi), cavernas
mortuorias, senderos del Qhapaq Ñan y por imponentes y productivos
andenes de la época tardía, área hoy llamada Wayraq Punku. Desde luego,
su clima más frío y lluvioso también era ideal para la vida social. El Padre
Sol habría previsto que los migrantes asentados en la nueva capital tuviesen
a disposición tan delicioso valle para iniciar la construcción del gobierno de
los incas. Garcilaso abundó en muchos detalles ideales para su puesta en valor
(el clima, el frío, la comida…), y prosigue entregándonos referencias sobre
la organización física de la formación dual (Hanan-Hurin) del centro ritual.

La Ciudad Sagrada. En su fase inicial, la construcción del Cuzco comenzó


con la distribución de los terrenos que están en torno a un área central que en
la actualidad llámase Plaza de Armas:
Las primeras casas y moradas de ellas se hicieron en las laderas y faldas del cerro
llamado Sacsahuaman, que está entre el oriente y el septentrión de la ciudad. En
la cumbre de aquel cerro edificaron después los sucesores de este Inca aquella
soberbia fortaleza, poco estimada, antes aborrecida de los mismos que la ganaron,
pues la derribaron en brevísimo tiempo. La ciudad estaba dividida en las dos partes
que al principio se dijo: Hanan Cuzco, que es Cuzco el alto, y Hurin Cuzco, que es
Cuzco el bajo. Dividíales el camino de Antisuyu, que es el que va al oriente: la parte
septentrional se llamaba Hanan Cuzco y la meridional Hurin Cuzco. El primer barrio,
que era el más principal, se llamaba Collcampata: cóllcam debe ser la dicción de la
lengua particular de los Incas, no sé qué signifique; pata quiere decir andén; también
significa grada de escalera, y porque los andenes se hacen en forma de escalera, les
dieron ese nombre […].132

Lo más evidente de esta información es la división en mitades de su sociedad.


Estos integraban dos segmentos que implicaban la división en dos del poder
político, militar y religioso: Hanan y Hurin. Implicaba también una división

131 Inca Garcilaso de la Vega (1985, T. II: 101).


132 Ibíd.: 101-102.

101
INCA GARCILASO DE LA VEGA

espacial y jerárquica (septentrional = Hanan Alto / meridional = Hurin Bajo;


compárese esta información con los caminos que tomaron Manco Cápac y
Mama Ocllo, comentado antes). Interesante resulta el lindero que separaba
ambos espacios organizacionales: era el camino real al Antisuyu hacia el
este, y hacia el oeste hacia el Chinchaysuyu. En esta lógica Garcilaso indica
que el primer arrabal que se fundó y en torno del cual se establecieron los
otros barrios, fue el del Collcampata, ladera norte que subiendo da acceso a
Saqsaywaman. Aunque Garcilaso no lo expresa, suponemos que Collcampata
puede estar emparentada con la palabra quechua Qollqa, que designa los
almacenes (como los que se conservan actualmente en Raqchi) donde el
Estado conservaba los excedentes de la producción, en cuyo caso la expresión
quechua Collcampata indica el andén de las Collcas, quizás los depósitos
principales de la Ciudad Sagrada. Esta área entonces representaba una
estrategia económica en su aspecto infraestructural.

Este sitio fue el mismo que Manco Inca fundó y se transformó en su


propiedad personal y de su Panaca (Chima Panaca), y que, en la época en
que Garcilaso escribe, perteneciera a la familia real de Paullu, inca realista
que pudo mantener sus propiedades dentro del Cuzco luego de la refundación
hispánica de la ciudad en 1534 y especialmente después de la guerra anti-
española que Manco Inca II llevó a cabo. En este sector existió un galpón
muy grande, probablemente quemado durante el cerco que organizaron los
guerreros cuzqueños en 1536-37.

El Inca Garcilaso informa que:


En aquel andén fundó el Inca Manco Cápac su casa real, que después fue de Paullu,
hijo de Huayna Cápac. […] Luego se sigue, yendo en cerco hacia el Oriente, otro
barrio llamado Cantutpata […]. Siguiendo el mismo viaje en cerco al Levante, se
sigue otro barrio llamado Pumacurcu, quiere decir viga de leones; Puma es león;
curcu: viga; porque en unas grandes vigas que había en el barrio ataban los leones que
presentaban al Inca, hasta domesticarlos y ponerlos donde habían de estar. Luego se
sigue otro barrio grandísimo, llamado Tococachi; no sé qué signifique la compostura
deste nombre, porque toco quiere decir ventana; cachi es la sal que se come […].
Torciendo un poco al Mediodía, yendo en cerco, se sigue el barrio que llaman
Munaicenca, quiere decir ama la nariz, porque muna es amar o querer, y cenca es nariz
[…]. Yendo todavía con el cerco al Mediodía, se sigue otro gran barrio, que llaman
Rimacpampa; quiere decir la plaza que habla, porque en ella se pregonaban algunas
ordenanzas de las que para el gobierno de la república tenían hechas. Pregonábanlas

102
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

a sus tiempos para que los vecinos las supiesen y acudiesen a cumplir lo que por ellas
se les mandaba; y porque la plaza estaba en aquel barrio de Rimacpampa, está otro al
mediodía de la ciudad, que se dice Pumapchupan, quiere decir cola de león, porque
aquel barrio fenece en punta por dos arroyos que al fin dél se juntan haciendo punta de
escuadra. También le dieron este nombre por decir que era aquel barrio lo último de la
ciudad; quisieron honrarle con llamarle cola y cabo de león […]. Lejos deste barrio,
al poniente dél, había un pueblo de más de trescientos vecinos, llamado Cayaucachi.
Estaba aquel pueblo más de mil pasos de las últimas casas de la ciudad.133

De los barrios incas el que le sigue a Collcampata es el de Cantutpata; a


este le sigue Pumacurcu; a continuación, el barrio de Tococachi; prosigue
Munaicenca; a este Rimacpampa; al final Pumapchupan y Cayaucachi. Estas
líneas Garcilaso las escribe en el año de 1602, por lo que es evidente que, a
estas alturas de la historia del Cuzco colonial, y sobre todo después de las
políticas del virrey Toledo, la situación ya era muy diferente. El grueso de los
sobrevivientes de las Panacas y Ayllus ya estaban asentados desde décadas
atrás en los barrios San Sebastián y San Jerónimo (y otros lugares como Yucay
o Písac), mientras que los únicos incas que vivían en el Cuzco, la Panaca de
Paullu Inca en Collcampata, cruzaban en esos instantes por serios problemas,
que luego comentaremos.

Lo interesante de la relación de los barrios incaicos es que nos permite


distinguir la organización social de las familias extendidas que constituían el
núcleo crítico del Estado cuzqueño en sus fases de formación y estabilización.
Estos grupos de élite al vivir dentro del centro sagrado poseían distintas
responsabilidades en el sistema de gobierno: aportar dirigentes, Amautas,
sacerdotes, administradores, arquitectos e ingenieros, guerreros, etc. Desde el
punto de vista del parentesco, también el aporte de mujeres de clase permitía
la reproducción demográfica de la élite. Esta organización social y física
(etnia y urbanismo) era el cerrado espacio corporativo que distinguía a la
realeza de los cacicazgos foráneos y la población común. En otro sentido, para
el desarrollo adecuado del sistema agrícola y ganadero las Panacas debían
ocuparse de administrar los cursos de agua dulce para el riego de las tierras
y consumo humano y animal.134 Las instituciones que los cuzqueños habían
creado requerían de su directa responsabilidad administrativa. Su gente era la

133 Ibíd.: 102.


134 Sherbondy (1987: 117-153, 2017: Caps. 3 y 4); McEwan (2021: 315 y ss).

103
INCA GARCILASO DE LA VEGA

responsable de lo económico y lo político. Por ello siempre se habla de los


incas como un grupo que fue dueño de una notable genialidad y vocación de
poder auto-gestionado. Otras labores del grupo corporativo central tenían que
ver con la administración del Aclla Wasi, Yachay Wasi, Kuntur Wasi, etc.,
las fiestas y celebraciones, el cuidado de los Mallquis en el Coricancha, y las
relaciones sociales y políticas con los grupos étnicos que fueron arraigados
en los alrededores del Cuzco para labores de Estado, tales como el trabajo
cerámico, orfebrería, textilería, construcción, higiene y limpieza, y también
el militar. En suma, cada aspecto de la vida social, política, religiosa era
encarnada por grupos de especialistas que gozaban del poder que el Estado y
el Sapa Inca les otorgaba. Con seguridad, su moral y su ética eran férreas y la
noción del trabajo colectivo impregnaba su código de probidad, inteligencia
y productividad.

Lejos del centro sagrado había otros barrios: Chaquillchaca, del que salía
el camino real que iba hacia el Cuntisuyu. Según dice un asombrado Garcilaso
la población del Cuzco hasta este punto ya se expandía aceleradamente
debido a la presión demográfica que con harta probabilidad la afectaba desde
el siglo xiv. Otro barrio importante, aunque lejano a la Ciudad Sagrada, era
el de Pichu, en el que en su fase clásica el Estado ordenó la construcción de
las Sukanqas occidentales. Más allá estaba el barrio de Quillipata. Otro gran
barrio que quedaba por aquellos lares era Carmenca, desde el cual salía el
camino real a Chinchaysuyu. Otro fue el de Huacapuncu, barrio por el cual
pasaba el río Saphy yendo por el costado de la plaza Haucaypata. Este barrio
se juntaba con el de Collcampata con lo cual se cierra el círculo en torno
de la Ciudad Sagrada, su centro nuclear, que constituía el origen simbólico
del Sistema de Ceques, complejo de líneas imaginarias que se proyectaban
hacia todos los Suyus organizando Panacas, Ayllus, aldeas y comunidades,
geografía, ecología, economía, hidrología, huacas, ceremonias y fiestas, el
sistema de trabajo (Mita y Minka), la administración espacio-temporal y las
jerarquías étnicas.135

En el capítulo “La ciudad contenía la descripción de todo el Imperio”


Garcilaso explica la lógica del ordenamiento de los grupos parentales, sus
135 Inca Garcilaso de la Vega (1985, T. II: 103).

104
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

lugares de residencia dentro de la ciudad y el establecimiento de la organización


del sistema tradicional. De acuerdo al programa urbano de la poderosa élite
surgió probablemente el criterio de organizar asimismo los alrededores del
valle del Cuzco y los territorios y etnias que fueron poco a poco anexados al
centro sagrado para su explotación.

En este contexto, el estudio antropológico e histórico sobre la


organización interna del Cuzco fue adquiriendo una compleja fisonomía que
conocemos mejor gracias a los trabajos de Reiner T. Zuidema, quien aportó
una perspectiva estructuralista que explicaba que el primer principio de
organización implicaba una división de la sociedad en tres grupos: Collana,
Payan y Callao.136 Estudiando el tema, creemos que la influencia de este sistema
religioso y político de control territorial y multiétnico del Cuzco hacia el resto
del mundo andino no pudo tener un radio del tamaño de la máxima expansión
cuzqueña: su irradiación debe acotarse a áreas específicas, a contextos políticos
y religiosos específicos, a modo de explotación de la geografía abrupta de los
Andes, y no de un territorio contínuo. Este razonamiento lo fundamos en una
expansión del Cuzco que a la llegada de los españoles no había acabado y,
por lo tanto, tampoco el establecimiento de un sistema regional cimentado
no sólo en el triunfo militar o en la explotación natural y humana, sino en la
cultura étnica. Por supuesto la organización social en el Cuzco era funcional
y cumplía con todos los requisitos de una morfología compleja. El sistema
funcionó muy bien al menos hasta que explotó el conflicto Quito-Cuzco,
antes de que Pizarro y Manco Inca II entraran al Cuzco en diciembre de
1533. En el exterior, el ordenamiento de las etnias en esquemas rituales de
reciprocidad, distribución y redistribución137 incluyó la estrategia de realizar
alianzas directas que convirtió a estos grupos étnicos en incas por privilegio,
como se les ha denominado. El éxito del Sistema de Ceques hubiera ayudado
136 Según Zuidema (1995: 119): “Collana designaba al grupo endogámico de Ego y de los antepasados de toda
la gente Collana. (…) [T]oda la gente Collana constituía la parentela primaria (…) de Ego. El resto de la
humanidad no emparentada con Collana, y de donde los hombres Collana podían escoger a sus esposas
secundarias (…), se llamaba Cayao. La prole de las uniones secundarias de hombres Collana y mujeres
no Collana, se llamaba Payan, cuya existencia se explicaba a partir de las dos diferentes funciones que
Collana desempeñaba en la sociedad: la de un grupo endogámico, por un lado, y la de un grupo exogámico,
por otro”. A continuación, Zuidema (1995: Ibíd.) resume este esquema indicando que las “relaciones
mutuas entre Collana, Payan y Cayao corresponden a las que existían entre el grupo de los gobernantes
aristocráticos, el de sus asistentes, servidores y sustitutos, y el de la población general no aristocrática.”
137 En cuanto al debate sustantivista/formalista, véase Polanyi, Arensberg y Pearson comps. (1976: 39-45).
También Murra (2002: cap. VI).

105
INCA GARCILASO DE LA VEGA

a construir una unidad que no existió esencialmente, dado que la disensión


religiosa y política frustró un plan de gobierno que, si bien fue brillante, no
contó con la aprobación total de los incorporados al imperio, los que sumaban
varios millones de individuos. El resultado fue una enorme área territorial
y étnica hegemonizada férreamente por el centro sagrado, llena de vacíos
territoriales y sociopolíticos.

Veamos la descripción geopolítica del Imperio inca:


Los Incas dividieron aquellos barrios conforme a las cuatro partes de su Imperio […]:
los del Oriente al Oriente y los del Poniente al Poniente, y así a los demás. Conforme
a esto estaban las casas de aquellos primeros vasallos en la redondez de la parte de
adentro de aquel cerco, y los que iban conquistando iban poblando conforme a los
sitios de sus provincias. Los curacas hacían sus casas para cuando viniesen a la corte,
y cabe las de uno hacia otro las suyas, y luego otro y otro, guardando cada uno de ellos
el sitio de su provincia; que si estaba a mano derecha de su vecina, labraba sus casas
a su mano derecha, y si a la izquierda, y si a las espaldas a las espaldas, por tal orden
y concierto, que bien mirados aquellos barrios, y las casas de tantas y tan diversas
naciones como en ellas vivían, se veía y comprendía todo el Imperio junto, como en
el espejo en una pintura de cosmografía.138

¿Podemos circunscribir el Oriente a Hurin y el Occidente a Hanan? La


situación geográfica y astronómica del Sol parece indicarlo. La redondez
que menciona Garcilaso ¿se refiere a una metáfora simbólica sobre un anillo
o núcleo de articulación de la élite, quizás en la Huaca de Viracocha que
estaba en el centro de Haucaypata? La lectura de los Comentarios a veces
nos desconcierta por su hondura signficante. Fuera del centro sagrado que
albergaba a la nata de la sociedad cuzqueña, estaban ubicados los Curacas
de las etnias aliadas al Inca, quienes poseían permiso para poder edificar sus
propios barrios y residencias. Por otro lado, Garcilaso dice que salvajes se les
llamó a las humanidades que, antes de la llegada de los primeros incas, vivían
en el Valle de Aqhamama. La mentalidad europea de Garcilaso hizo que los
incas lucieran como los triunfadores de la civilización, una idea teológica
que a la postre ayudó a los cristianos a evangelizar el Cuzco inca después de
la caída del imperio, dado que tenía fuerza no sólo científica sino sobre todo
divina. En efecto, el Tawantinsuyu pese a ser “un mar de idolatrías” preparó el
advenimiento de la verdad única y del reino de la cristiandad. Este es uno de

138 Inca Garcilaso de la Vega (1985, T. II: 103-104).

106
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

los efectos ideológicos más notables de la historia escrita introducida en los


Andes.139 Las consecuencias de esta constatación afectan el imaginario actual
y unas lecturas esencialistas (o falazmente fetichistas) que crean discursos
identitarios.

Por su parte, es necesario subrayar lo que menciona nuestro autor


respecto del ordenamiento que los pueblos fueron detentando en la medida en
que los proyectos incas iban desarrollándose; de esta manera los Curacas, jefes
de etnias o tribus, que poseían también tradiciones organizativas similares
(Hanan-Hurin, o Sayas), también realizaban sus aportes a la confederación
de alianza con los incas. El hinterland en torno al Cuzco, que a su vez sirvió
para establecer los futuros Suyus, permitió que la jerarquía fuese establecida
conforme el Estado cuzqueño iba cobrando la fisonomía que conocemos: los
tres estratos en sentido centrífugo (o antihorario): Collana, Payan y Callao.
Luego, el carácter multiregional. Estos anillos pueden ayudarnos a imaginar
el radio exponencial que iba creciendo en la medida en que la economía y
la demografía aumentaban la densidad humana del núcleo social. Tal orden
y concierto semejaban un “espejo en una pintura de cosmografía”, citando
literalmente la retórica de Garcilaso, una imagen afortunada que expresa muy
bien la emergencia de esta civilización.

El escritor dedica un singular párrafo a explicar cómo los incas que se


consideraban descendientes de Manco Cápac poseían sus grupos corporativos
emparentados, denominados Panacas o Ayllus, a partir de los cuales se
organizaban en las respectivas mitades del sistema general, y por otro lado
asumían funciones que derivaban de las líneas patri y matrilaterales de los Sapa
Inca que habían gobernado o que habían fallecido. Esto es importante pues
nos permite visualizar la clase política que crecía en número y en capacidad
técnica, científica y gubernamental. De esta organización por cabeza de linaje
surgía el grupo endogámico que reclamaba el parentesco de los Mallquis.

139 Al respecto, Duviols (1976: 23) indicó que “…la religión de los incas se habría apoyado, para el pueblo en
general, sobre el conocimiento de la Segunda Causa, y para la élite, para la Primera Causa, sin que por otra
parte existiera una separación absoluta entre los dos grupos o las dos creencias. Al superponer el deísmo de
Pachacámac sobre el monoteísmo del Sol, Garcilaso (…) muestra que los incas fueron el instrumento de la
Providencia para preparar a los peruanos a recibir inmediatamente la fe del Dios verdadero”.

107
INCA GARCILASO DE LA VEGA

Explica Garcilaso:
Del cerro Sacsahuaman desciende un arroyo de poca agua, y corre Norte Sur hasta
el postrer barrio, llamado Pumapchupan. Va dividiendo la ciudad en arrabales.
Más adentro de la ciudad hay una calle […] que sigue el mismo viaje Norte Sur,
descendiendo desde las casas del primer Inca Manco Cápac hasta en derecho de la
plaza Rimacpampa. Otras tres o cuatro calles atraviesan de Oriente a Poniente aquel
largo sitio que hay entre aquella calle y arroyo. En aquel espacioso largo y ancho
vivían los Incas de la sangre real, divididos por sus ayllus, que es linajes, que aunque
todos ellos eran de una sangre y de un linaje, descendientes del Rey Manco Cápac,
con todo eso hacían sus divisiones de descendencia de tal o tal rey, por todos los Reyes
que fueron […]. Y esto es lo que los historiadores españoles dicen en confuso, que tal
Inca hizo tal linaje y tal Inca otro linaje llamado tal, dando a entender que eran linajes
diferentes, siendo todo uno, como lo dan a entender los indios con llamar en común a
todos aquellos linajes divididos: Cápac Ayllu, que es linaje augusto, de sangre real.140

La cuestión que trata de explicar Garcilaso es un poco complicada. Por Cápac


Ayllu entendemos la Panaca que fundó el Inca Pachacuti, hijo de Viracocha
Inca, quien según el cronista representa un cambio o transición resultado
de la guerra contra los Chancas (Duviols, 2016: 260-262). Como sabemos,
el gobierno inca fue desde entonces liderado por la mitad Hanan. Antes de
Pachacútec fue la mitad Hurin la que había detentado la primera magistratura
del poder. Se entiende que gobernaba un dirigente Hurin y otro Hanan, en ese
orden, en una diarquía de dos gobernantes simultáneos.141 Desde Pachacuti
en adelante en cambio el orden fue Hanan-Hurin, invirtiéndose la relación
jerárquica o equilibrio de poder. El problema de la diarquía consiste en suponer
que dos reyes gobernaban en dimensiones paralelas y complementarias
(Duviols, 2016: 211 y ss). O bien, que un sólo gobernante (Sapa Inca, Sólo
Señor) haya sido acompañado de un co-gobernante que suplía sus funciones
cuando se ausentaba del Cuzco para realizar expediciones de conquista o
labores administrativas. Ahora bien, la confusión (o error) de Garcilaso tal
vez se deba a que su Panaca descendía de Túpac Yupanqui y Huayna Cápac,
quienes a su vez pertenecían a la mitad endogámica Hanan. En este caso
su lógica es hispánica, entendiendo por tal una perspectiva pro-monarquista,
según se estableció en la época de Toledo, según una Cápac Cuna validada
ante el Rey de España. Todo queda más claro cuando comprendemos que
tanto Hatun Ayllu como Tumibamba Ayllu pertenecían a la mitad Hanan
140 Ibíd.: 104-105.
141 Duviols (1979: 67-83); Zuidema (1995: Cap. III); Rowe (2003: 37 y ss); Rostworowski (2007: Caps. 3 y 4).

108
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

que Pachacútec había instituido como superior jerárquicamente a Hurin. Esa


dualidad se ha expresado esquemáticamente en el gobierno de la ciudad y
la dirección de la Mita militar en los períodos de expansión; ambos roles
simultáneos según los rigores de la política y la guerra de expansión.

Resulta inexcusable anotar al paso la expresión en quechua “linaje


augusto, de sangre real”: “Kapac Yahuarniyoc”, según González Holguín
([1608] 1989: 134); una expresión que no es comentada literalmente por
Garcilaso pero que nos aporta un dato adicional para compararlo. En otro
sentido, una pregunta bastante recurrente entre los historiadores es de dónde
surge el etnónimo “Inca”. Garcilaso señala que “llamaron Inca, sin división
alguna, a los varones de aquel linaje, que quiere decir varón de la sangre real,
y a las mujeres llamaron Palla, que es mujer de la misma sangre real”,142 de
lo cual puede desprenderse al menos un esbozo de respuesta: los españoles, y
Garcilaso con ellos, tomaron su tradición europea de superioridad masculina
para nombrar a estos indígenas nobles, dejando en un segundo plano el rol
jurídico y político de la mujer.143 Entonces la expresión quechua Kapac
Yahuarniyoc adquiere sentido cuando pensamos en la noción de sangre pura
o noble, propia de la cultura española.

Las torres de L. E. Valcárcel. Volviendo al tema de la arquitectura inca, es


importante señalar que a propósito de la dualidad política y religiosa Hanan/
Hurin, hubo también en los modelos de construcción monumental una
relación entre dos hitos: el templo de Coricancha y el complejo Saqsaywaman.
Precisamente el capítulo “Tres torreones, los maestros mayores y la piedra
cansada” nos entrega detalladas descripciones del gran fuerte, otra de las
joyas arquitectónicas de los incas del Cuzco, complejo que probablemente
cumplía funciones militares, y que pudo haber tenido una relación dual con el
templo Coricancha.144

142 Inca Garcilaso de la Vega (1985 T. II: 104-105).


143 La sociedad española fue patriarcal, defendida y justificada por la Iglesia católica. Por esta razón la colonia
española al establecer la dominación cultural impuso sus criterios y tradiciones descartando el prestigio
y la herencia de la mujer andina, ya perteneciera a la nobleza o al mundo campesino, según la tradición
consuetudinaria local. Las prerrogativas, derechos y limitaciones de la mujer europea fueron incorporadas
al modelo jurídico colonial de familia y así la mujer andina se vio obligada a adoptar forzosamente el
marco legal europeo. Ahora bien, esto aplica al mundo de la nobleza indígena, no así al mundo popular en
el cual la mujer andina fue doblemente subordinada a la cultura cristiana, tanto en sus aspectos privados
como públicos, económicos y laborales. Véase Villavicencio (1992: 17 y ss); De La Cadena (2004: I, IV),
Rostworowski (2015: 38-49, 59, 65, 191-195); Silverblatt (1996: Caps. V, VI, VII), entre otras.
144 Valcárcel (1981: 289-293).

109
INCA GARCILASO DE LA VEGA

Esta cita aclara la forma de la estructura de estos tres torreones:


Pasadas aquellas tres cercas, hay una plaza larga y angosta, donde había tres torreones
fuertes, en triángulo prolongado, conforme al sitio. Al principal de ellos, que estaba
en medio, llamaron Móyoc Marca; quiere decir: fortaleza redonda […]. En ella había
una fuente de mucha y muy buena agua, traída de lejos, por debajo de tierra […]. En
aquel torreón se aposentaban los Reyes cuando subían a la fortaleza a recrearse, donde
todas las paredes estaban adornadas de oro y plata, con animales y aves y plantas
contrahechas al natural y encajadas en ellas, que servían de tapicería […].

Al segundo torreón llamaron Páucar Marca, y al tercero, Sácllac Marca; ambos eran
cuadrados; […] era[n] casa del Sol, de armas y guerra, como lo era el templo de
oración y sacrificios. Tenía su capitán general como alcaide; había de ser de la sangre
real y de los legítimos; el cual tenía sus tenientes y ministros, para cada ministerio
el suyo: para la milicia de los soldados, para la provisión de los bastimentos, para la
limpieza y policía de las armas, para el vestido y calzado que había de depósito para
la gente de guarnición […].145

Las tres torres, Móyoc Marca, Páucar Marca y Sácllac Marca, eran las gemas
del espacio modular anexo al Cuzco. Estas estructuras y otras en el complejo
servían para recibir a los incas de privilegio cuando deseaban recrearse. La
decoración pudo ser muy lujosa. Todos los muros de las diferentes unidades del
complejo estaban ricamente adornados con objetos finos (textiles, estatuaria,
orfebrería, cerámica…) para mayor satisfacción de las castas reales y del
propio Sapa Inca. Sus figuras arquitectónicas geométricas variaron un poco
entre cada una de ellas: la primera era cilíndrica y las otras dos restantes
fueron cuadradas o rectangulares, la techumbre piramidal. La técnica que los
ingenieros y arquitectos implementaron para traer agua a este complejo será
para siempre un misterio, si no ocurre un milagro arqueológico y se ubican
los canales subterráneos que permitían que las aguas llegasen allá arriba.

Siendo Casa del Sol (Inti Wasi) solamente podían estar en este
complejo los de sangre real y el lugar pudo haber servido entre otras
funciones, dice Garcilaso, para el acopio de armas de guerra. Este lugar
habría sido algo así como el depósito de la logística. Si esto fue así, o no,
puede comprobarse estudiando sus opiniones. En realidad, esta información
es un buen punto de inicio para indagar en las funciones de este complejo.
Estas opiniones, por supuesto, no tienen por qué transformarse en doxas; son

145 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. II, 146).

110
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

solamente sugerencias. El complejo Saqsaywaman pudo ser otra ciudadela


anexa al Cuzco central. Esta hipótesis merece un examen arqueológico. Es
plausible que ello fuese así; en tal caso nuestras nociones urbanísticas deben
modificarse para acercarnos al verdadero diseño del Cuzco. En otro sentido,
el desmantelamiento y demolición de la arquitectura del Cuzco incaico
permitió a los castellanos tener materiales de construcción suficientes que
empezaron a emplear desde 1550 en adelante, en forma masiva. Este material
fue empleado en la construcción de casonas, iglesias, la Catedral Basílica,
templos, calles… En toda construcción que los castellanos emprendían se
reutilizaban sistemáticamente las piedras sagradas con que los antiguos incas
consiguieron construir una ciudad modular que fue respetada y reconocida
como Huaca por todas las etnias del Tawantinsuyu, enemigas o amigas.
La destrucción del patrimonio arquitectónico representa bien la política
evangelizadora de los castellanos. Para que la idolatría terminase había que
acabar con todo, tal parece que fue la premisa para la posterior superposición
de la Ciudad de Dios.

Los recuerdos de la infancia de Gómez Suárez de Figueroa representan


bien la idea de la casi total destrucción del centro sagrado. Recuerda nuestro
escritor, con detalle técnico, que:
Debajo de los torreones había labrado, debajo de tierra, otro tanto como encima;
pasaban las bóvedas de un torreón a otro, por las cuales se comunicaban los torreones,
también como por cima. En aquellos soterraños mostraron grande artificio; estaban
labrados con tantas calles y callejas, que cruzaban de una parte a otra con vueltas y
revueltas, y tantas puertas, unas en contra de otras y todas de un tamaño que, a poco
trecho que entraban en el laberinto, perdían el tino y no acertaban a salir; y aun los
muy prácticos no osaban entrar sin guía; la cual había de ser un ovillo de hilo grueso
que al entrar dejaban atado a la puerta, para salir guiándose por él […].

No supieron hacer bóveda de arco; yendo labrando las paredes, dejaban para los
soterraños unos canecillos de piedra, sobre los cuales echaban, en lugar de vigas,
piedras largas, labradas a todas seis haces, muy ajustadas, que alcanzaban de una pared
a otra. Todo aquel gran edificio de la fortaleza fué de cantería pulida y cantería tosca,
ricamente labrada, con mucho primor, donde mostraron los Incas lo que supieron y
pudieron, con deseo que la obra se aventajase en artificio y grandeza a todas las demás
que hasta allí habían hecho, para que fuese trofeo de sus trofeos, y así fue el último
de ellos […].146

146 Ibíd.: 146-147.

111
INCA GARCILASO DE LA VEGA

Esta idea expresa los portentos de una civilización que tuvo que desaparecer
para que surgiese otra; este hecho universal revela las constantes en la historia
del hombre. Destrucción, construcción, reconstrucción; procesos que la
historia cultural encierra en su destino de avance y progreso, dominación,
lucha de poderes y, en fin, inquietos procesos sociales e ideológicos en los
cuales los hombres luchan entre sí para rehacer sus convicciones, proyectar
sus certezas, e imaginar un nuevo día diferente.

La siguiente reflexión nos muestra a un Garcilaso empático con los


andinos y crítico con respecto a los españoles:
Los españoles, como envidiosos de sus admirables victorias, debiendo sustentar
aquella fortaleza aunque fuera reparándola a su costa, para que por ella vieran en
siglos venideros cuán grandes habían sido las fuerzas y el ánimo de los que la ganaron
y fuera eterna memoria de sus hazañas, no solamente no la sustentaron, más ellos
propios la derribaron para edificar las casas particulares que hoy tienen en la ciudad
del Cuzco, que, por ahorrar la costa y tardanza y pesadumbre con que los indios
labraban las piedras para los edificios, derribaron todo lo que de cantería pulida estaba
edificando dentro de las cercas, que hoy no hay casa en la ciudad que no haya sido
labrada con aquella piedra […].147

Estas frustraciones de Garcilaso, el dolor de un pueblo que experimentó el


saqueo y el pillaje de su patrimonio, bien pudiesen haberse evitado si los
conquistadores hubiesen tenido una conciencia más acabada de la cultura de
los incas. Desgraciadamente esto era imposible, salvo en algunos poquísimos
casos como Cieza de León, Betanzos u Ondegardo, quienes poseyeron una
visión más amplia del registro humano. La destrucción de la arquitectura inca
representa la pérdida de sus historias míticas, de su forma de vivir, lo que a su
vez generó el nacimiento inevitable de una sociedad colonial. Pero la obra de
Garcilaso se transformó en un recuerdo imborrable que quedó registrado en
un objeto tan sencillo y complejo como su libro, y en ello resulta cierto que
un hijo del Cuzco pudo estar a la altura de los hijos de Roma quienes usaron
las letras para dejar memoria de sí mismos y de su mundo.

El antropólogo y etnohistoriador Luis Eduardo Valcárcel comentaba


en sus Memorias (1981: 290) que el trabajo arqueológico que se hizo en la
campaña de 1933-1934 en la ciudad del Cuzco y alrededores, demostró que
147 Ibíd.: 148.

112
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Garcilaso había sido fiel a la verdad al comentar de la existencia de los tres


torreones de Saqsaywaman, con lo que quedaba establecido que quienes
pensaron que el cuzqueño inmortal fantaseó estaban equivocados y el Inca
Garcilaso en lo cierto. Hoy tomamos más en serio a Garcilaso, pero no es
menos cierto que algunos lectores continúan amplificando con exageración su
narración. En las viñas del Señor hay cuervos y perdices, sin duda.

Sobrevivientes de la Conquista. En el capítulo “La descendencia que


ha quedado de la sangre real de los Incas”, encontramos otras valiosas
informaciones que nos permiten entender lo que aconteció con las Panacas
que sobrevivieron al impacto de la colonización, colectividades que dadas las
circunstancias tuvieron que plegarse obligadamente a la sociedad hispánica,
no sin luchar por reconocimiento legal y político ante la Corona española,
pero dando por perdido su poder de antaño y reconciéndose como vasallos del
Rey de España. Estos relatos corresponden aproximadamente a las últimas
tres décadas del quinientos y las primeras dos décadas del seiscientos, así es
que son muy importantes como un verosímil testimonio de lo visto, oído y
atestiguado en primera persona.
De los pocos Incas de la sangre real que sobraron de las crueldades y tiranías de
Atahuallpa y de otras que después acá ha habido, hay sucesión, más de la que yo
pensaba, porque al fin del año seiscientos y tres escribieron todos ellos a Don Melchor
Carlos Inca y a Don Alonso de Mesa, hijo de Alonso de Mesa, vecino que fue del
Cuzco, y a mí también, pidiéndonos que en nombre de todos ellos suplicásemos a Su
Majestad se sirviese de mandarlos eximir de los tributos que pagan y otras vejaciones
[…]. Enviaron poder in solidum para todos tres, y probanza de su descendencia,
quiénes y cuántos (nombrados por sus nombres) descendían de tal Rey, y cuántos de
tal, hasta el último de los Reyes; y para mayor verificación y demostración enviaron
pintado en vara y media de tafetán blanco de la China el árbol real, descendiendo
desde Manco Cápac hasta Huaina Cápac y su hijo Paullu. Venían los Incas pintados
en su traje antiguo. En las cabezas traían la borla colorada y en las orejas sus orejeras;
y en las manos sendas partesanas en lugar de cetro real; venían pintados de los pechos
arriba, y no más.148

Melchor Carlos, al que alude Garcilaso, fue hijo de Carlos y nieto de Paullu.
Perteneció a una familia que consiguió mantener parte de los privilegios
de su condición social, en el contexto de un Cuzco que progresivamente
se hispanizaba cada día más, especialmente desde las ordenanzas y la
148 Ibíd.: 281.

113
INCA GARCILASO DE LA VEGA

reorganización del virrey Francisco de Toledo. Carlos Inca se educó junto con
Gómez Suárez de Figueroa al amparo de Juan de Alcobaza, entre los años 1545-
1550. Su familia estuvo muy relacionada obviamente con el único cargo que
podían disponer como nobleza indígena: la figura del Alférez Real.149 Paullu,
como sabemos, colaboró con Pizarro, Almagro y Toledo. Volviendo al relato,
Garcilaso nos dice que tanto por parte de este pariente lejano como también
por parte de Don Alonso de Mesa, deseaban solicitarle a él que intercediese
en la Corte ante el Rey para solicitar eximirlos del tributo y otras vejaciones.
Esta cita es importante pues indica que los incas del Cuzco efectivamente
enviaron una tela pintada con los retratos de los reyes cuzqueños como
una forma de informar y validar el árbol genealógico de la familia real. En
aquella tela pintada constaba que desde Manco Cápac hasta Huayna Cápac
existía una línea sanguínea continua de realeza, siguiendo con el uso de las
categorías que los europeos podían reconocer y aceptar: una monarquía con
reyes en sucesión sanguínea directa. Evidentemente se incluye el nombre de
Paullu Inca como descendiente directo de los incas históricos —como los
llamó John H. Rowe (2003)—, en un claro acto de maniobrar política, legal
y diplomáticamente, cuestión que por lo demás los rebeldes de Vilcabamba
también habían hecho, a través de las cartas de Titu Cusi Yupanqui dirigidas
al Rey de España. El sistema colonial y monárquico no les dejaba otra opción.
Parece que estas figuras pintadas en la tela de tafetán de la China llegaron a
Madrid y estuvieron ante los ojos del historiador de la Corte Real Antonio
de Herrera y Tordesillas [1610-1615], quien pudo haber ocupado aquellas
imágenes para ilustrar la portada de su obra Historia general de los hechos
de los castellanos… (1601-1615). La tela pintada desapareció con el tiempo.

Garcilaso indica que esta carta tenía una caligrafía muy agraciada, que
el cuerpo del texto reivindicativo estaba escrito en castellano y quechua, y que
su estilo demuestra un mestizaje cultural intenso y culto; su tono es confiado
dadas las experiencias que se relatan en ella; la fecha de composición es 1603:
Escriben con gran confianza (y así lo creemos todos) que, sabiéndolas Su Majestad
Católica, las mandará remediar y les hará otras muchas mercedes, porque son
descendientes de los Reyes. Habiendo pintado las figuras de los R, ponen al lado de
cada uno de ellos su descendencia, con este título: “Cápac Aillu”, que es generación

149 Amado (2009a; 2009b).

114
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

augusta o real, que es lo mismo. Este título es a todos común, dando a entender que
todos descienden del primer Inca Manco Cápac. Luego ponen otro título en particular
a la descendencia de cada Rey, con nombres diferentes, para que se entienda por
ellos los que son de tal o tal Rey. A la descendencia de Manco Cápac llaman Chima
Panaca: son cuarenta Incas los que hay de aquella sucesión. A la de Sinchi Roca
llaman Raurava Panaca: son sesenta y cuatro Incas. A la de Lloque Yupanqui, tercero
Inca, llaman Hahuanina Aillu: son sesenta y tres Incas. A los de Cápac Yupanqui
llaman Apu Maita; son cincuenta y seis. A los de Maita Cápac, quinto Rey, llaman
Usca Maita: son treinta y cinco. A los de Inca Roca, dicen Uicaquirau: son cincuenta.
A los de Yáhuar Huácac, séptimo Rey, llaman Ailli Panaca: son cincuenta y uno. A
los de Viracocha Inca dicen Zoczo Panaca: son sesenta y nueve. A la descendencia
del Inca Pachacútec y a la de su hijo, Inca Yupanqui, juntándolas ambas, llaman Inca
Panaca, y así es doblado el número de los descendientes, porque son noventa y nueve.
A la descendencia de Túpac Inca Yupanqui llaman Cápac Aillu, que es: descendencia
imperial, por confirmar lo que arriba dije con el mismo nombre, y no son más de
diez y ocho. A la descendencia de Huaina Cápac llaman Tumi Pampa, por una fiesta
solemnísima que Huaina Cápac hizo al Sol en aquel campo, que está en la provincia
de Cañaris […].150

Son interesantes los elogios que ofrece Garcilaso ante la lectura de las
cartas enviadas que, según su parecer, están escritas con letra muy linda. La
cultura letrada en cincuenta años (1550-1600) había absorbido a muchos
de los individuos andinos que estaban en su interior luchando dentro de un
sistema burocrático que tenía como símbolo esencial a la escritura y como
objeto de deseo y homenaje al Rey de España, pero que también enfrentaba
a la Corte y al Consejo de Indias. Sin duda, Garcilaso tuvo mucha razón al
expresar que estos parientes suyos estaban todos españolados; en efecto, él
estaba perfectamente consciente del nivel de mestizaje cultural al que estaban
también sometidos sus parientes. Tal hecho consta también de una aceptación
activa y hasta cierto punto creativa. Aunque confiesa que lo referido en esas
cartas es doloroso y triste (humillante, en el fuero más privado) muestra una
confianza razonable en que Su Majestad el Rey les haría justicia y devolvería
la dignidad como descendientes de reyes del Cuzco. La cuestión del Cápac
Ayllu reaparece como expresión política y parental que equivalía a que los
incas habían descendido genealógicamente de Manco Cápac. Si damos
otra ojeada a esta situación podemos ofrecer otra interpretación a este error
histórico: las Panacas se hallaban reducidas y desestructuradas y sus historias
míticas ya habían sido intervenidas por la literatura histórica y religiosa de la
150 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. II, 282).

115
INCA GARCILASO DE LA VEGA

época, lo que causó que ciertos intereses de la mitad Hanan fuesen a veces
irreconciliables con los que, según la interpretación de los incas coloniales,
era la Panaca de Pachacútec (Cápac Ayllu) la que tenía que conservar el poder
por derecho propio. Al parecer aquí hubo una instrumentalización de esta
categoría europea de la aristocracia descendiente de un único Rey. Esto no es
raro porque ello era un acto legal para la racionalidad castellana. Finalmente,
un antepasado tan prestigioso como el mencionado reformador del Cuzco, el
Inca Pachacútec, tenía que ser reconocido como el ancestro noble común por
el Rey de España.

La relación de las Panacas es también de primera importancia:


Chima Panaca, Raurava Panaca, Hahuanina Aillu, Apu Maita, Usca Maita,
Uicaquirau, Ailli Panaca, Zoczo Panaca, Inca Panaca, Cápac Aillu y Tumi
Pampa. Como podemos ver, Garcilaso opinaba que la Panaca de Pachacútec
se denominó Inca Panaca, en tanto que Cápac Aillu correspondía a la de Túpac
Yupanqui. Por otras fuentes (vgr. Cieza de León [1553], Betanzos [1551],
Polo Ondegardo [ca. 1559-1569]) sabemos que la Panaca de Pachacútec
se llamó Cápac Ayllu mientras que la de su hijo y sucesor se llamó Hatun
Ayllu. Esta permuta tal vez se explique por la intención de establecer que
Túpac Yupanqui era el Rey del cual descendían los incas coloniales, y que
Pachacútec, según Toledo y Sarmiento de Gamboa [1572] habían planteado,
era un tirano (e idólatra), o sea, no resultaba un antepasado prestigioso antes
los ojos del Rey de España.

Por su parte, los descendientes de Huayna Cápac también tenían un


prestigio en la lucha por la sucesión, como la llama Garcilaso.
La memoria de aquella fiesta tan solemne quiso Huaina Cápac que se conserve en el
nombre y apellido de su descendencia, que es Tumi Pampa, y no son más de veinte
y dos; que como la de Huaina Cápac y la de su padre Túpac Inca Yupanqui eran
las descendencias propincuas al árbol real, hizo Atahuallpa mayor diligencia para
extirpar éstas que las demás, y así se escaparon muy pocos de su crueldad, como lo
muestra la lista de todos ellos; la cual, sumada, hace número de quinientos y sesenta y
siete personas; y es de advertir que todos son descendientes por línea masculina, que
de la femenina, como atrás queda dicho, no hicieron caso los Incas […]. La carta que
me escribieron firmaron once Incas, conforme a las once descendencias, y cada uno
firmó por todos los de la suya, con los nombres del bautismo, y por sobrenombres los
de sus pasados.151
151 Ibíd.: 282-283.

116
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

A fines del siglo xvi muchos fueron los conflictos que enfrentaron los últimos
descendientes de los incas. Desde la conformación oficial del Virreinato
del Perú es claro que la división en al menos dos facciones de las Panacas
cuzqueñas los constriñó a buscar tanto en la alianza y en la lucha directas
una negociación que les hiciese legítimos postulantes a las dádivas reales.
Desde el punto de vista de los cambios culturales que la situación política
y jurídica generó, y especialmente desde el ángulo religioso, es visible que
la situación colonial los arrastrase a la opción de plegarse a la sociedad
dominante adoptando todo el bagaje que se estaba transculturando desde
España al suelo andino. Así pues, la lengua castellana, la escritura en el centro
de la cultura del libro, el arte, las fiestas, el derecho, la propiedad privada,
etc., todos los contenidos de la cultura europea fueron tomados muy en serio
por los últimos incas, quienes en cualquier caso no pudieron dejar de intentar
reivindicar aunque fuere muy tibiamente su propia cultura, lo cual propició
supervivencias y resistencias de expresiones culturales propias que durante los
siguientes siglos sus descendientes lograron remontar el olvido, la exclusión
y el desprestigio.

Garcilaso, siendo uno más de estos sujetos pertenecientes a la antigua


élite inca, en su situación de migrante y residente permanente en España,
supo lo que sus paisanos llevaban a cabo tanto en el mismo virreinato como
en las cortes madrileñas; este es su testimonio con respecto a esos sujetos:
Resta decir de Don Melchor Carlos Inca, nieto de Paullu y bisnieto de Huaina Cápac,
de quien dijimos que vino de España el año de seiscientos y dos a recibir mercedes. Es
así que al principio de este año de seiscientos y cuatro salió la consulta en su negocio,
de que se le hacía merced de siete mil y quinientos ducados de renta perpetuos,
situados en la caja de Su Majestad en la Ciudad de Los Reyes, y que se le daría ayuda
de costa para traer su mujer y casa a España, y un hábito de Santiago y esperanzas de
plaza de asiento en la casa real, y que los indios que el Cuzco tenía. Heredados de su
padre y abuelo, se pusiesen en la Corona Real, y que él no pudiese pasar a Indias.152

La historia de don Melchor Carlos también quedaría considerada como un


símbolo de la caída de la gracia de los incas, ya que este personaje, a pesar de
que tuvo un cierto éxito en sus gestiones por mercedes reales, fue obligado a
permanecer en España donde finalmente murió. Debido a esta situación, en

152 Ibíd.: 283.

117
INCA GARCILASO DE LA VEGA

el Cuzco se percibió este hecho como una nueva tragedia que los afectaba
inconsolablemente. Es posible, que sin un heredero descendiente del Inca
Cristóbal Paullu su linaje siguió decayendo y la posibilidad de mantener
liderazgo, prestigio y poder se atomizó. Donato Amado (2009a, 2009b, 2016,
2017) es quien mejor ha estudiado lo que hemos referido: la formación de la
única institución de descendientes de incas que mantuvieron un cierto poder:
el «Consejo de los 24 electores». Los acontecimientos que determinaron la
existencia de las últimas Panacas, según nos relata Garcilaso, giran en torno a
las negociaciones que buscaban obtener nuevas prerrogativas para las familias
que pudiesen demostrar, según exigía la autoridad real, la sangre noble que
les permitiese acceder a las mercedes que el poder hispánico podía ofrecerles
a los descendientes de las élites cuzqueñas prehispánicas.

Tal fue la suerte adversa de los incas comenzando el siglo xvii, la época
barroca por excelencia en los Andes coloniales.

Uniones Furtivas, Matrimonios, Descendencia


La invasión hispánica al Tawantinsuyu tuvo efectos sociales importantes
y tempranos: la introducción de enfermedades y pestes traídas por los
conquistadores,153 y en segundo lugar, producto de las relaciones sexuales
y parentales entre extranjeros y nativos, la emergencia de una categoría
social nueva en América: los mestizos. Ambos fenómenos tienen sus propias
características y ayudan a explicar en parte el problema global del triunfo
español sobre las poblaciones locales; además nos otorgan un buen apoyo
para reflexionar sobre los cambios culturales especialmente en el ámbito de
la lengua, la ideología y la educación.

Sexualidad y mestizaje. De la mezcla sexual y biológica surgieron nuevos


individuos comúnmente llamados mestizos cuando desde su origen vital fueron
el fruto de una relación entre un hombre castellano y una mujer nativa, noble
o campesina. Evidentemente, hay situaciones de mestizaje variables según
quienes se lleguen a mezclar. La violencia, la brutalidad, la guerra, la alianza
y el matrimonio, marcan la diversidad de situaciones donde hubo contacto
físico y emocional entre miembros de un grupo y otro. La violación sexual
153 Cook (2005, 2010).

118
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

también debe citarse, por desagradable que resulte reconocerlo. Pongamos


al azar tres ejemplos documentados: la hija de Francisco Pizarro, doña
Francisca, de ascendiente noble —su madre fue doña Inés Huaylas Yupanqui,
hija de Huayna Cápac—, cuya vida narra bellamente María Rostworowski;154
la hija del matrimonio entre Juan de Betanzos con la Palla Cuxirimay Ocllo
o Angelina, bautizada como María Díez de Betanzos Yupanqui;155 y, por
supuesto el caso que aquí estudiamos, el hijo natural del capitán español
Garcilaso de la Vega y la Palla Chimpu Ocllo (Isabel), Gómez Suárez de
Figueroa.156 El caso de Sayri Túpac y su esposa María Cusi Huarcay es también
muy interesante, si bien ambos eran efectivamente miembros de las últimas
familias nobles Hanan, este matrimonio concertado por los hispánicos estuvo
a merced de negociaciones, escena social y protección real. Experimentaron,
por lo tanto, el drama de la coexistencia con los nuevos señores del Cuzco
colonial, convirtiéndose al cristianismo y reconociendo el debido vasallaje a
la Corona de España, cultivando tradiciones que no resultaban lesivas para la
autoridad colonial.

Por supuesto, estos ejemplos pertenecen a los contactos entre


conquistadores y miembros mujeres de las élites nativas. No obstante,
queda un amplio margen de mestizajes bioculturales poco documentados y
de hecho la gran mayoría no documentados, salvo en algunas pinturas del
siglo xvii y xviii. Podríamos decir que se trata en este último caso del grueso
de la evidencia del proceso de mestizaje que comenzará a ser un fenómeno
importante al cabo de la segunda generación de individuos híbridos, que los
españoles no desdeñarán, muy al contrario, en la figura indispensable del
indio ladino, hablante bilingüe. Al respecto, González Holguín dice que en
quechua le decían “Viracocha simi vsachik runa” al escritor amanuense o
artista plástico de origen indígena.

Pero aquí nuestro tema es la visión del mestizaje para quien lo atestigua
en sus primeros veinte años de vida, en la retrospectiva de un hombre de
cincuenta años que escribe sus obras (la traducción de los Poemas de León

154 Rostworowski (2003: Cap. 6). El trabajo de O’Phelan (2013: Cap. 1) también nos ofrece interesantes
miradas sobre este asunto. Véase Portocarrero (1993) para una perspectiva moderna.
155 Esteve Barba, Op. cit.; Martín Rubio (2010: 30).
156 Miró Quesada, Op. cit.

119
INCA GARCILASO DE LA VEGA

Hebreo, La Florida y la Historia General del Perú) a la luz de una vela en


Córdoba, España. El Capítulo XXXI del Libro Nono es de gran utilidad por
la opinión, la visión y la sensibilidad social que llegó a desarrollar nuestro
noble escritor. En otro célebre párrafo el Inca Garcilaso nos pinta la imagen
colonial de españoles y negros, de andinos y mestizos. Relata la genealogía
de los términos que categorizan y estratifican socialmente a los individuos
bajo la vida colonial. Además, incluye el auto-retrato suyo donde se precia a
boca llena de ser mestizo, imagen famosa que se vincula con el actual cholo
peruano que caracteriza la familiaridad y fraternidad de los contemporáneos
(Portocarrero, 1993: Cap. V). A riesgo de repetir una vez más la clásica cita
garcilasiana quisiéramos insertarla como antecedente existencial de su propia
vivencia y fruto de una relación no consagrada por el vínculo cristiano del
matrimonio. Veamos:
Lo mejor de lo que ha pasado a Indias […] son los españoles y los negros […]. De
estas dos naciones se han hecho allá otras, mezcladas de todas maneras, y para las
diferenciar les llaman por diversos nombres […]. Es así que al español o española
que va de acá llaman español o castellano, que ambos nombres se tienen allá por
uno mismo […]. A los hijos de español y de española nacidos allá dicen criollo o
criolla, por decir que son nacidos en Indias. Es nombre que lo inventaron los negros,
y así lo muestra la obra. Quiere decir entre ellos negro nacido en Indias; inventáronlo
para diferenciar los que van de acá, nacidos en Guinea, de los que nacen allá, porque
se tienen por más honrados y de más calidad por haber nacido en la patria, que no
sus hijos porque nacieron en la ajena, y los padres se ofenden si les llaman criollos.
Los españoles, por la semejanza, han introducido este nombre en su lenguaje para
nombrar los nacidos allá. De manera que al español y al guineo nacidos allá les llaman
criollos y criollas. Al negro que va de acá, llanamente le llaman negro o guineo. Al
hijo de negro y de india, o de indio y de negra, dicen mulato y mulata. A los hijos de
éstos llaman cholo; es vocablo de la isla de Barlovento; quiere decir perro, no de los
castizos, sino de los muy bellacos gozcones; y los españoles usan de él por infamia y
vituperio.157

Las relaciones entre españoles y negros, como podemos colegir de su obra,


dan paso a terminologías que definen e identifican a los individuos de la
época. Así, criollo es una palabra que pasa desde el uso y designación de
los negros al repertorio léxico español. Lo mismo ocurrirá con los conceptos
mulato o mulata. Un caso distinto será el de los cholos que, si hemos de
confiar en lo que sostiene nuestro escritor, se trataría de un término que los

157 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. II, 265-66).

120
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

españoles entendieron como infamia. Es sintomático que un hombre como


el Inca Garcilaso conozca tan certeramente estos antecedentes; se trata
posiblemente de cuestiones vinculadas con la pureza de sangre, tan relevantes
para las poblaciones y los sujetos que se debatían en las estructuras de poder
del momento.

Generaciones. La cita que tantos autores toman para sus ejemplificaciones


está tomada a su vez de un parágrafo un tanto más extenso que, analizado y
valorado completamente, permite comprender en profundidad la perspectiva
del autor con respecto a las generaciones que se sucedieron desde el contacto
inicial:
A los hijos de español y de india o de indio y de española, nos llaman mestizos,
por decir que somos mezclados de ambas naciones; fue impuesto por los primeros
españoles que tuvieron hijos en Indias, y por ser nombre impuesto por nuestros padres
y por su significación me lo llamo yo a boca llena, y me honro con él. Aunque en
Indias, si a uno de ellos le dicen “sois un mestizo” o “es un mestizo”, lo toman por
menosprecio. De donde nació que hayan abrazado con grandísimo gusto el nombre
montañés, que, entre otras afrentas y menosprecios que de ellos hizo un poderoso, les
impuso en lugar de nombre mestizo. Y no consideran que aunque en España el nombre
montañés sea apellido honroso, por los privilegios que se dieron a los naturales de las
montañas de Asturias y Vizcaya, llamándoselo a otro cualquiera, que no sea natural de
aquellas provincias, es nombre vituperioso, porque en su propia significación quiere
decir: cosa de montaña, como lo dice en su Vocabulario el gran maestro Antonio
Lebrija [sic], acreedor de toda la buena latinidad que hoy tiene España; y en la lengua
general del Perú, para decir montañés dicen sacharuna, que en propia significación
quiere decir salvaje, y por llamarles aquel buen hombre disimuladamente salvajes, les
llamó montañés; y mis parientes, no entendiendo la malicia del imponedor, se precian
de su afrenta, habiéndola de huir y abominar, y llamarse como nuestros padres nos
llamaban y no recibir nuevos nombres afrentosos […].158

Los motes “mestizo”, “montañés”, o “sacharuna” (salvaje, según Garcilaso),


tienen por un lado usos peyorativos, de exclusión y subordinación, pero, por el
otro, son usados con desconocimiento por parte del nombrado-colonizado, sin
conciencia de lo que sus campos semánticos significaban e implicaban, y esto
llega a refrendar la autoridad imperial de los administradores de la pirámide
estratificada de las relaciones sociales en los Andes. El Inca Garcilaso ante
estos hechos excluyentes se rebela finamente al comunicarles a sus parientes
que una tal definición, como montañés, muy otra cosa quiere decir en la
158 Ibíd.: 266.

121
INCA GARCILASO DE LA VEGA

mentalidad de los españoles.

Revisamos una última muestra de este capítulo en que el noble escritor


nos brinda la posibilidad de informarnos sobre el estilo de vida observado por
un actor de la época que padece el ambiente social y las categorizaciones que
se aplicaban a las distintas sangres que corrían por las venas del pueblo Runa
y de las élites incaicas. Veamos a continuación qué piensa nuestro cronista
sobre las generaciones de mestizos:
A los hijos de español y de mestiza, o de mestizo y española llaman cuatralbos, por
decir que tienen cuarta parte de indio y tres de español. A los hijos de mestizo y de
india o de indio y mestiza llaman tresalbos, por decir que tienen tres partes de indio y
una de español. Todos estos nombres y otros, que por excusar hastío dejamos de decir,
se han inventado en mi tierra para nombrar las generaciones que ha habido después
que los españoles fueran a ella […].159

Se trata de la descripción de nuevas categorizaciones sociales a las generaciones


de individuos que fueron renovando y remodelando la fisonomía de la
colonia en América y particularmente en el mundo andino. La descripción
de la categoría de la tercera generación y la cuarta generación nos permite
comprender al mestizaje cuando alcanza el punto más alto bajo el régimen
hispano, de notable presencia hacia fines del siglo xviii, y de las constantes
trabas a la que los españoles peninsulares (chapetones) y criollos imponían a
estos estratos sociales que tanta relevancia habían adquirido al cabo de unos
cien años, digamos desde principios del siglo xvii.

Garcilaso demostró con creces su conocimiento de lo que ocurrió


en el mundo andino y gracias a su talento de escritor nos permite explorar
una información rica en detalles que fue macerando hasta cristalizar en una
verdadera arqueología de ideas nacidas del recuerdo del Cuzco incaico. Las
imágenes de la sociedad hispano-andina y su resultado colonial comenzaron
a adquirir en su obra forma y fondo, complejidad y contradicción. La
segunda mitad del siglo xvi marcada por el gobierno de Francisco de Toledo
fue la época que vio consolidado administrativamente el gobierno español
tanto en el Cuzco como en Lima, la Ciudad de los Reyes, sobre todo tras la
caída del reino de Vilcabamba y la posterior ejecución de Túpac Amaru. El

159 Ibíd.

122
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Inca Garcilaso de la Vega explicó de qué formas los grupos étnicos fueron
configurándose como parte esencial de las estructuras sociales y económicas,
y esta memoria representa el valor intercultural de su mirada visionaria. A la
anterior diversidad fenotípica y cultural andina se adicionaron y mezclaron
las nuevas sangres que llegaron desde Panamá, Santo Domingo o México,
y desde allende el mar Atlántico, desde Madrid, Extremadura, Sevilla o
Andalucía…, y más lejos aún en el tiempo y en el espacio, de las sangres
provenientes de tierras africanas y asiáticas.

El fin de la vida de Garcilaso en la segunda década del siglo xvii deja


la incógnita de las últimas reflexiones de Garcilaso sobre el Perú lejano. El
estudioso de su obra debe examinar la Segunda Parte de los Comentarios para
intentar hallar estas razones. “Varón insigne, digno de perpetua memoria.
Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas (…)”, su cuerpo quedó
depositado en la Capilla de las Ánimas en la Mezquita-Catedral de Córdoba
(24 de abril de 1616, Anno Domini) para entrar en el misterio final.

El antiguo pensamiento andino


Los Comentarios Reales contienen un enorme corpus de datos acerca de
la sociedad inca cuzqueña; todos estos indicios tienen una base objetiva
demostrable. Estas informaciones son, hay que reconocerlo, diferentes de otras
fuentes históricas del siglo xvi, dado que quien escribió estas informaciones
fue miembro de una auténtica Panaca del Cuzco inca. Garcilaso por ello ostenta
un notable conocimiento que emanó desde el interior del grupo dinástico y por
ello cobra un valor especial en cuanto a las materias sobre las que escribió.
Estudiando esta obra logramos interpretar los principales aspectos del sistema
religioso de la civilización inca, sin perder de vista que estamos ante una
visión occidentalizada de la historia incaica. Sostenemos que existen en los
Comentarios un cúmulo de evidencias culturales sobre nuestra materia. En
este tramo de nuestra reflexión, no podemos obviar tres cosas fundamentales:
la relación bibliográfica del Inca Garcilaso con los famosos papeles rotos de
Blas Valera, la relación bibliográfica con autores tales como Cieza de León,
Zárate, Sarmiento de Gamboa, entre muchos otros, y su relación intelectual
y religiosa con las tendencias humanistas y renacentistas mediadas por el

123
INCA GARCILASO DE LA VEGA

vínculo entre la cultura de Italia y España de la época. Importante tenerlo en


cuenta para verificar si esta arqueología de ideologías tiene eficacia heurística.

La aparición de los incas. Los Comentarios Reales tratan en los Libros


Primero y Segundo sobre un conjunto de sociedades que evolucionaron en la
época antigua a lo largo de miles de años (cronología tan compleja como los
propios orígenes relatados en la Santa Biblia; véase Evangelio de San Mateo),
con lenguas y cosmovisiones completamente diferentes a la Cristología que los
españoles habrían de introducir en el siglo xvi. Estos antecedentes le permiten
a Garcilaso explicar el origen de los incas. El origen pre-inca es descrito
teleológicamente como fase previa para la revelación del cristianismo en los
Andes. Ya sabemos que hay un sustrato cultural ideológicamente hispano
que prevalece siempre en la obra. Y he aquí, entonces, el desafío permanente
de estos estudios: penetrar en el contenido profundo del registro textual.
En este sentido, el sistema de pensamiento de la época del Tawantinsuyu
que implicó un complejo concepto de lo mágico/sagrado, el mismo que fue
denigrado, estereotipado y condenado a la marginalidad de lo idolátrico (lo
iletrado e inculto, salvaje y bárbaro), como la acción política y militar fue
considerada demoníaca y tiránica por el colonialismo hispano-cristiano. Una
arqueología de textos debe respetar el contexto documental del yacimiento.
Así pues, durante la época colonial temprana, especialmente en el curso de
los primeros cuatro Concilios Limenses del siglo xvi (1551, 1567, 1582 y
1590), la lengua general de los incas, tal como los españoles la valoraron,
fue transformada paradójicamente en el recurso lingüístico más importante
de convencimiento religioso (junto a la educación), y, en consecuencia, los
sacerdotes evangelizadores consiguieron aprovechar aún más el carácter
multiregional previo de esta lingua franca extendiéndola geográficamente,
manipulándola en sus traducciones de la doctrina cristiana y llevándolas al
formato de libro de texto, en diccionarios y gramáticas como el de Domingo
de Santo Thomas o el de Blas Valera.160 Los documentos evangelizadores
160 Domingo de Santo Thomas ([1560] 1995: 8-9) escribió en su Grammatica que los indios no eran bárbaros
ni indignos y que tenían derecho a ser bien tratados y a permitirles su libertad. Este evidente lascasismo
se explica porque el culto dominico era discípulo de Bartolomé de Las Casas, con quien sin duda tuvo
intercambio de cartas informativas gracias a lo cual al Apóstol de los Indios pudo escribir, hacia 1560, el
Thesauris. El padre dominico indica que la lengua quechua tenía cualidades fonológicas, léxicas y poéticas,
que era muy armoniosa para transcribirla en el sistema alfabético, que su pronunciación era fácil y dulce,
que su sintaxis era ordenada, poseía declinación, y contenía modos, tiempos y personas, de los diferentes
verbos. Era tan rica la lengua quechua que tenía todos los requisitos para estar en igualdad de condiciones
con el latín y castellano. Así pensaba Santo Thomas.

124
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

explotaron este ángulo de la cultura andina, especialmente los cultos jesuitas,


como el propio Inca Garcilaso lo admitió y celebró. Esta situación creó el
complejo problema de las traducciones culturales —inexactas y desvirtuantes
respecto del quechua oral cuzqueño— que nos acompañan tanto en las fuentes
indígenas como en las fuentes hispánicas. Así, el teatro de las interacciones
e interrelaciones ideológicas y lingüísticas fue cooptado por el bloque
dominante.

En este contexto leer a Garcilaso nos permite comprender diversos


aspectos de dos universos ideológicos antagónicos que llegan finalmente a
armonizarse; una mezcla de erudición renacentista, a la vez poema épico y
narración mítica e histórica, construida sobre marcos estrictamente cristianos,
influido por el humanismo jesuítico y por el Siglo de Oro español, tan rico
en literatura, belleza léxica y formas artísticas. Los Comentarios Reales es
una obra simultáneamente incaica, indígena, castellana y mestiza, europea
y andina: polifónica, en suma. Todo esto es problemático, pero también
edificante si nos adentramos en el programa metodológico y lingüístico
del Inca Garcilaso. Vemos que desde el mismo Proemio al Lector el Inca
Garcilaso se refiere al asunto mencionado, señalando que:
[F]orzado del amor natural de la patria, me ofrecí al trabajo de escrebir estos
Comentarios, donde clara y distintamente se verán las cosas que en aquella república
había antes de los españoles, assí en los ritos de su vana religión como en el gobierno
que en paz y en guerra sus Reyes tuvieron, y todo lo demás que de aquellos indios se
puede decir, dende lo más ínfimo del ejercicio de los vasallos hasta lo más alto de la
corona real.161

Aunque obligado por el amor que siente por el perdido imperio, Garcilaso
no dejará de ver en sus creencias una vana religión que supone una tácita
oposición al cristianismo que profesa fervientemente este habitante de la
España imperial. Pero un amor natural le empuja a buscar en el pasado las
claves de su propio pasado genético social. Y en esta descripción su memoria
recupera a muchos actores del pasado desde el Runa al Sapa Inca, al hombre
y a la mujer. Es por esta razón que su obra nos parece intercultural, muy
moderna para la época en que fue escrita y publicada. Su texto inauguró
la historia de la literatura americana, con su voz autóctona y profunda tan
161 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 5).

125
INCA GARCILASO DE LA VEGA

característica. La trascendencia de los Comentarios reverberará hasta los días


del revolucionario José Gabriel Túpac Amaru II, en pleno siglo xviii. Incluso
en Europa sus ediciones fueron traducidas al inglés, francés y alemán, con
tanto éxito que los europeos instalaron en su propio imaginario unas Indias
habitadas por sociedades enigmáticas dada su alta civilización cultural. El
autor en sus Comentarios nos enseña múltiples aspectos de la composición
de los grupos étnicos en el Tawantinsuyu, entendiendo por tales al Runa, los
Curacas y las élites de Panacas y Ayllus incaicos. Pero, inevitablemente, sus
conceptos de vasallos y corona real corresponden a la nomenclatura político-
cultural de la Europa medieval; allí puede notarse la distancia metalingüística
de su modelo de historia o crónica que a menudo termina distorsionando o
adaptando las categorías conceptuales andinas. Es una riqueza conceptual e
ideológica propia del inicio de la modernidad occidental.

Consecuente con estas ideas, su discurso de la historia define a esta


labor como obra de la gracia y la providencia que la Trinidad ha depositado
en sus manos, sin nunca dejar de insistir en la impugnación de la idolatría
andina. Su voz cristiana prevalece en el discurso acerca de sus compatriotas
cuzqueños. Esta obra, dice el Inca Garcilaso:
[L]a cual ofrezco a la piedad del que la leyere, no con pretensión de otro interés
más que de servir a la república cristiana, para que se den gracias a Nuestro Señor
Jesucristo y a la Virgen María su madre, por cuyos méritos e intercesión se dignó la
Eterna Majestad de sacar del abismo de la idolatría tantas y tan grandes naciones y
reducirlas al gremio de su Iglesia Católica Romana, madre y señora nuestra.162

En este servicio a la república cristiana su punto de vista europeo aparece


nítidamente expresado en lo que constituye una postura renacentista que a
través de un conjunto de conocimientos exhibe su autoridad (el medieval
«Yo vi, Yo oí»), moral y ética (la Sagrada Escritura), respecto de los abismos
que separaban a las sociedades americanas de la sociedad cristiana europea,
superadas por la condición de monarquía universal y la alianza con el Papa de
Roma. Igualmente debemos reconocer en sus heroicas letras la influencia del
pensamiento aristotélico y platónico.163 Consideremos, además, que el Inca
162 Ibíd.: 6.
163 Véase los Comentarios a la Guerra de las Galias (año 58-49 aC) de Cayo Julio César (2002) y la Historia
de la Guerra del Peloponeso (año 404 aC) de Tucídides (2013). El estilo de la narrativa es evidente en las
preciosas líneas de estos dos clásicos.

126
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Garcilaso en España debía sortear el poder censor de la Inquisición en el


marco de permisos legales de las publicaciones de la época. Su inteligencia
y paciencia tuvo que superar, en efecto, no pocos problemas editoriales y
políticos imposibles de remontar sin una pertenencia indudable al momento
histórico y tipo de sociedad que le tocó vivir. Así, desde el Proemio podemos
identificar las claves historiográficas que deben acompañarnos en la lectura
crítica de la obra. Ahora nos introducirnos en tres temas interesantes: i. La
cuestión de los orígenes de los incas, ii. Las informaciones sobre el Padre Sol,
y iii. Otros dioses y las huacas.

Una génesis andina. Alguna variante de la familia dialectológica quechua


arribó a la zona de la sierra sur, desde la costa o sierra central (Taylor, 2003:
14). Ese evento pudo haber ocurrido después de la segunda mitad del primer
milenio después de Cristo. Por lo tanto, fue una familia dialectológica ya bien
asentada a lo largo de unos diez siglos antes del arribo de los conquistadores
hispánicos.164 Este dialecto no viajó solo en el tiempo y el espacio: llevó
consigo haces de diversas ideologías basadas en la naturaleza humana y
natural. Su relación territorial o geográfica (sierra-puna) con la familia
dialectológica aru y puquina, por otro lado, incluso pudo haber producido a su
vez nuevas dinámicas en los planos lingüístico y simbólico. Para nuestro autor,
los primeros incas (¿puquina-hablantes?, ¿aru-hablantes?) sólo aprendieron
a hablar el quechua local quizás hacia el siglo xiii. Este quechua regional
era verdaderamente “una lengua bien galana”, una lengua real que podía
apoyar la expansión territorial. Esto es de tenerse en cuenta conectándonos
con el clásico problema inaugurado en el siglo xx sobre la existencia de
una oposición estructural entre escritura y oralidad,165 que los colonialistas
hispánicos del xvi resolvieron con la preeminencia de la primera (la escritura),
y con la reducción de la llamada oralidad (puesto que el lenguaje verbal de los
incas sí poseía un sistema de signos mnemotécnico) a la inferioridad y, por lo
tanto, al desprecio y analfabetismo. El modelo ideológico europeo-occidental
predominante de la época fue clásicamente el de las Sagradas Escrituras, o,
al menos, es lo que creían los medievalistas exégetas de la Santa Biblia. La
reivindicación étnica que expresa Garcilaso en su obra se evidencia desde la
164 Torero (2005: Cap. 3); Parker (2013: Trabajo I).
165 Lienhard (1992: 112 y ss); Goody y Watt (1996); Havelock (1998); Ong (2004).

127
INCA GARCILASO DE LA VEGA

dimensión ideológica y cruza el relato de acontecimientos hasta remontarse al


modelo histórico y cultural.166 En este marco, según el evocativo Garcilaso, el
origen de los incas es descrito a través de una pregunta y una respuesta entre
el niño y el más anciano de sus parientes maternos:
—Inca, tío, pues no hay escritura entre vosotros, que es lo que guarda la memoria
de las cosas pasadas, ¿qué noticias tenéis del origen y principio de nuestros Reyes?
Porque allá los españoles y las otras naciones, sus comarcanas, como tienen historias
divinas y humanas, saben por ellas cuándo empezaron a reinar sus Reyes y los ajenos
y al trocarse unos imperios en otros, hasta saber cuántos mil años ha que Dios crió el
cielo y la tierra, que todo esto y mucho más saben por sus libros. Empero vosotros,
que carecéis de ellos, ¿qué memoria tenéis de vuestras antiguallas?, ¿qué origen tuvo
su linaje?, ¿de qué manera empezó a reinar?, ¿con qué gentes y armas conquistó este
grande Imperio?, ¿qué origen tuvieron nuestras hazañas?167

El estilo de esta conversación evocada entre el joven Suárez de Figueroa y Titu


Huallpa es clásicamente educar, entretener y enseñar (el docere, delectare,
movere, de San Agustín), a través de diálogos ejemplarizadores (como los
platónicos), un recurso literario tomado de los clásicos. La alusión a su
adolescencia no debe parecernos puramente azarosa: remite a la época en que
su educación incaica estaba si no terminada al menos bastante avanzada.168
A su vez, también aparece en estas líneas la idea del registro histórico —
historias divinas y humanas— que existía para conservar la memoria en
sociedades letradas, guardando la memoria de las cosas pasadas, y su
comparación con aquellas que no la tenían, en este caso la incaica que poseía
otro sistema de signos. Categorías cronológicas e históricas también están
plasmadas en las líneas anteriores, todas de procedencia griega y romana. En
estas informaciones, especialmente tocante a las preguntas que el joven inca
mestizo formula, podemos constatar el carácter de testimonios que recibe
en su formación como miembro de Panaca. Incluso hay una declaración de
adscripción al grupo del cual se habla. Continúa luego la respuesta del tío del
joven Gómez Suárez:
—Sobrino, yo te las diré de muy buena gana; a ti te conviene oírlas y guardarlas en el
corazón (es frase de ellos por decir en la memoria). Sabrás que en los siglos antiguos
toda esta región de tierra que ves eran unos grandes montes y breñales, y las gentes

166 Conceptos etic y emic planteados por Kenneth Pike. En: Harris (1987).
167 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 37). Las cursivas son nuestras.
168 Valcárcel (2012); Vega (1990); Pease (2010).

128
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

en aquellos tiempos vivían como fieras y animales brutos, sin religión ni policía, sin
pueblo ni casa, sin cultivar ni sembrar la tierra, sin vestir ni cubrir las carnes, porque
no sabían labrar algodón ni lana para hacer de vestir; vivían de dos en dos y de tres en
tres, como acertaban a juntarse en las cuevas y resquicios de peñas y cavernas de la
tierra. Comían, como bestias, yerbas del campo y raíces de árboles y la fruta inculta
que ellos daban de suyo y carne humana. Cubrían sus carnes con hojas y cortezas de
árboles y pieles de animales; otros andaban en cueros. En suma, vivían como venados
y salvajinas, y aun en las mujeres se habían como los brutos, porque no supieron
tenerlas como propias y conocidas.169

Aquí el relato se transforma en el muy familiar coloquio entre un informante


local (emic) y un recolector de recuerdos (etic), que permite al primero
asegurar la reproducción de los valores culturales de su historia mítica, y al
segundo, que inquiere, oye y aprende, le permite asir e internalizar la antigua
tradición para reproducirla a continuación. La expresión “guardarlas en el
corazón” alude a una información oral archivada en la tradición emocional
de la remembranza de los lazos familiares. Así el Inca Garcilaso revela
cómo habrían sido inicialmente la época en que los seres humanos vivían
en el salvajismo de una sociedad desordenada y atrasada (de behetrías).
La prehistoria que alude su tío explica en plan teleológico el advenimiento
de los favoritos de las deidades paganas para realizar el proyecto de la
civilización que en lo sucesivo crearía una base divina para la llegada del
Evangelio. Garcilaso comprendió que todo era parte del plan de Dios para
preparar la venida de la Iglesia y de Jesucristo. Su descripción es interesante
porque nos permite comprender la perspectiva cristiana del mundo americano
descubierto (concepto imperial europeo), y de las categorías mentales usadas
para describirlo. Recordemos que el Nuevo Mundo y sus hombres fueron
considerados por sus colonizadores como tierra salvaje170 habitada por
caníbales, amazonas y gigantes, con algunas excepciones como en las teorías
de Bartolomé de Las Casas [1537] y José de Acosta [1590]. También nos
devela la perspectiva que los incas se habían formado de las sociedades y
etnias que vivían en los alrededores de su reino, y que fueron civilizadas por
su perspectiva imperial. Es importante anotar que antes de que el Cuzco fuese
fundado por los proto-incas existió en su territorio una riqueza cultural diversa;
posiblemente el Aclla Wasi y el establecimiento de la cultura Wari en torno a

169 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 37).


170 Pagden (1988, 1990).

129
INCA GARCILASO DE LA VEGA

Pikillacta ya le daban al área un aspecto socialmente complejo.171 Leyendo con


atención podemos conocer las perspectivas de Garcilaso respecto de lo que
pudo haber sido una especie de programa o proyecto civilizador incaico que
en la estructura de la obra aparece como concepto de la mentalidad hispánica
y como expresión literaria de la Providencia revelada antes de la conquista, lo
que preparó retrospectivamente la evangelización en los Andes.

Ahora bien, su discurso sobre los orígenes incaicos comienza en este


punto a explicarse habiendo establecido convenientemente los antecedentes
previos, o sea una vez que los incas habían obedecido los designios que la
deidad solar les había señalado desde su eventual origen, en algún punto de
las riberas del lago Titicaca o alguna isla en su interior, en el área Tiwanaku, a
fines del período Horizonte Intermedio Tardío (ca. 1000-1200 dC.).172

Interesan por ello estas informaciones, pues en ellas aparece por vez
primera la idea de Nuestro Padre Sol (“manera de veneración y acatamiento”):

Dijo el Inca:
—Nuestro Padre el Sol, viendo en los hombres tales como te he dicho, se apiadó y
hubo lástima de ellos y envió del cielo a la tierra un hijo y una hija de los suyos para
que los doctrinasen en el conocimiento de Nuestro Padre el Sol, para que lo adorasen
y tuviesen por su Dios y para que les diesen preceptos y leyes en que viviesen como
hombres en razón y urbanidad, para que habitasen en casas y pueblos poblados,
supiesen labrar las tierras, cultivar las plantas y mieses, criar los ganados y gozar de
ellos y de los frutos de la tierra como hombres racionales y no como bestias. Con esta
orden y mandato puso Nuestro Padre el Sol estos dos hijos suyos en la laguna Titicaca,
que está ochenta leguas de aquí, y les dijo que fueran por do quisiesen y, doquiera que
parasen a comer o a dormir, procurasen hincar en el suelo una barrilla de oro de media
vara de largo y dos dedos en grueso que les dio para señal y muestra, que, donde
aquella barra se les hundiese con solo un golpe que con ella diesen en tierra, allí quería
el Sol Nuestro Padre que parasen e hiciesen su asiento y corte.173

Lo primero que aquí destacamos es la referencia explícita de hijos del Padre


Sol y la identificación estricta que ellos hacían de él para la autoadscripción
étnica, excluyendo a otros grupos que no pertenecían a los linajes que

171 Cook (1994), Zapata Rodríguez (1997); Davis (1998); Lumbreras (2000); Santillana (2000).
172 Rowe (1946: 183-330, 1969a: 16-30, 1969b: 72-103, 1979: 31-39, 2003: 145 y ss); Lumbreras (1969, 1981,
ed. 1999); Bauer (1996, 2008, 2011).
173 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 37-8). Las cursivas son nuestras.

130
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

conformaron esta élite, los que con el tiempo terminaron siendo subordinados
por la primera jerarquía incaica. Las referencias al Padre Sol, por otra parte,
son cuidadosamente explicadas debido al marco teológico que obligaba a
Garcilaso a tomar razonable distancia de calificativos que aludían al mundo
andino y que la religión católica había superado definitivamente. En esta lógica
mítica e histórica es que la deidad solar entregó la misión de civilizar a los
hombres salvajes del valle de Aqhamama y alrededores,174 indoctrinándolos
en el estilo de vida que los incas impusieron a los pueblos menos desarrollados
(“en razón y urbanidad”). Este designio mítico les cupo a los fundadores de los
Ayllus originarios: Manco Cápac y Mama Ocllo. En este aspecto no debemos
olvidar la otra tradición mítica de origen: la de los hermanos Ayar y sus dos
variantes: tres y cuatro parejas de hermanos/as (Cieza de León, [1549-50]
1996, Cap. VI). Pero nuestro Garcilaso sólo toma una tradición y la presenta
como la única verdadera.175 El signo mágico/religioso para que ellos pudiesen
identificar el sitio adecuado para su misión divina fue un objeto llamado
Túpac Yawri —o barra de oro— que tendrían que hundir en un lugar propicio
(“su asiento y corte”), como en efecto ocurrió, según el relato. Profundicemos
entonces en el pensamiento incaico que nuestro escritor permite vislumbrar a
través de su obra.176

La deidad Inti o el Padre Sol. La primigenia ideología de los que migrantes


proviene de un culto de los antiguos linajes procedentes del antiguo Collao,
territorio del continuum de las culturas Chiripa, Yayamama, Pukara y
Tiwanaku. Algunos de los grupos étnicos altiplánicos fueron sociedades
complejas con Estado, que lograron un importante desarrollo tanto en la
arquitectura e ingeniería como en la agricultura y ganadería, configurando
sociedades multiétnicas que consiguieron articular un sistema de integración
entre amplias zonas geográficas y ecológicas, desde el Altiplano hasta la
selva por el oriente y el desierto costero por el poniente, y al sur y al norte
cubriendo diferentes sistemas ecológicos cordilleranos. Hacia 900-1000 dC
la sociedad hegemónica del momento, Tiwanaku, se desmoronó por razones
climáticas y/o ecológicas que afectaron sus estructuras de producción

174 Pease (2014: Cap. I, 1991: Caps. 1, 3 y 7); Zuidema (1989: Cap. II); Urbano (1981); Urton (2005).
175 Sánchez Garrafa (2020: 29 y ss).
176 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, Libro I, Caps. XV, XVI, XVII, XVIII).

131
INCA GARCILASO DE LA VEGA

causando crisis social, guerras y dispersión.177 Grupos parentales dispersos


que declararon un éxodo colectivo habrían podido desarrollar un sistema de
ideas que les permitió realizar “un nuevo inicio”, un acto mágico-religioso.
Progresivamente este ideario fue un efectivo medio para fomentar la cohesión
de sus miembros y para conseguir luego —aproximadamente desde sus
orígenes ctónicos en Pacareqtampu y de litomorfosis en Huanacauri— hacerse
de poder y territorios que les permitiese crear un escenario en el cual ellos
pudiesen construir un orden ideal. En este contexto, y ya asentados en el valle
del futuro Cuzco, rodeado de otras pequeñas etnias tales como Alcahuizas,
Ayarmacas, Guallas, Poques, entre otras, los primeros descendientes de la
pareja divina, según expresa Garcilaso, comienzan su carrera expansiva que
los llevará a controlar un extenso territorio que posteriormente —quizás
desde 1400 d.C.— denominarán Tawantinsuyu.178 Es posible imaginar que en
aquellos tiempos líderes/sacerdotes hayan sido quienes planearon un futuro
mejor para su grupo migrante, dada su temprana vocación de poder (Sánchez
Garrafa, 2020: 47 y ss). La arqueología especula que los orígenes étnicos y
territoriales de los incas están vinculados con antiguos Estados que habrían
caído en una situación de dispersión, como eventualmente puede constituir
la evidencia que apunta a lo que sabemos de Tiwanaku y de sus relaciones
con otro estado importante en el sur andino, el Wari.179 De hecho, los Wari
pudieron haber tenido un culto solar del cual quizá los incas tomaron la idea
de su propia deidad solar (Cook, 2010: 354 y ss). En particular, si observamos
las características más relevantes del área geográfica y ecológica de la puna y
sierra (desde el Titicaca hasta la ceja de selva) podemos comprender fácilmente
cómo algunos elementos de la naturaleza celeste y terrestre fueran esenciales
para el desarrollo de una sociedad tan pragmática como la inca: el sol, la
luna, las estrellas, las lluvias, el rayo, el arcoíris… Todos estos fenómenos
atmosféricos y estelares fueron deificados como regentes de las actividades
económicas fundamentales: agricultura y ganadería.180 Lo mismo ocurrió con
el mundo animal, que se volvió totémico y emblema de poder de los sistemas
de parentesco. Aparentemente, todos estos elementos constituyeron un patrón

177 Kendall (1973); Niles (1999); Julien (1998; 2000; 2004).


178 Pease (2007); Rostworowski (2014: Primera Parte, Cap. 2); Pärsinnen (2003: Cap. VI).
179 Lumbreras (1982); Davies (1998: Cap. IV), Pärsinnen (2003); Bauer (2018: Cap. 9).
180 Szemiński (2016: 99 y ss).

132
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

panandino recurrente por siglos. No es ocioso recordar, dadas las intensas


relaciones multiétnicas sierra-costa-selva, que en aquel tiempo, llamado
Horizonte Medio, la costa desértica experimentase portentos civilizatorios:
Nazca, Pachacámac y Moche, según se evidencia arqueológicamente en
el lapso de los primeros 1000 años dC. La naturaleza multiétnica de los
Andes resultó propicia para que las ideologías religiosas y políticas, que los
especialistas estudian en la cerámica, arte lítico y textilería, tuvieran flujos
y reflujos de creatividad e innovación en el territorio adoptando diferentes
formas siempre ligadas a patrones panandinos.

Retomando el relato de Garcilaso, podemos comprender las lógicas


inherentes de su ideología religiosa y política en la voz del Padre Sol que
dirige cada uno de los pasos de sus hijos, especialmente en la figura simbólica
de la pareja divina de Manco Cápac y Mama Ocllo.

La voz del Padre Sol expresa:


Cuando hayáis reducido esas gentes a nuestro servicio, los mantendréis en razón y
justicia, con piedad, clemencia y mansedumbre, haciendo en todo oficio de padre
piadoso para con sus hijos tiernos y amados, a imitación y semejanza mía, que a todo el
mundo hago bien, que les doy mi luz y claridad para que vean y hagan sus haciendas y
les caliento cuando han frío y crío sus pastos y sementeras, hago fructificar sus árboles
y multiplico sus ganados, lluevo y sereno a sus tiempos y tengo cuidado de dar una
vuelta cada día al mundo por ver las necesidades que en la tierra se ofrecen, para las
proveer y socorrer como sustentador y bienhechor de las gentes. Quiero que vosotros
imitéis este ejemplo como hijos míos, enviados a la tierra sólo para la doctrina y
beneficio de esos hombres, que viven como bestias. Y desde luego os constituyo y
nombro por Reyes y señores de todas las gentes que así doctrináredes con vuestras
buenas razones, obras y gobierno.181

El Padre Sol prodiga toda la riqueza que los seres humanos necesitan:
alimentos, filosofía, gobierno. La cosmovisión que encierra tiene que ver con
la inteligencia y creatividad humana en sensible equilibrio con la naturaleza
que permite al hombre obtener todos los recursos para su satisfacción y
felicidad. En términos políticos, el programa ideológico apuntaba hacia el
control de las gentes (es decir, todos los pueblos no-cuzqueños) al servicio
de los reyes y las Panacas en alianza con Curacas de otros señoríos, a
quienes se les debía mantener “en razón y justicia” bajo el gobierno solar.
181 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 38).

133
INCA GARCILASO DE LA VEGA

El fundamento mágico y ritual del Sol como entidad sagrada surge gracias
a sus cualidades celestes que benefician a todo el reino humano, animal y
vegetal, incluyendo los mundos sobrenaturales aumentando sus potencias
fértiles. Por otro lado, pudo haber sido una expresión filosófica que buscó
llegar a su máxima capacidad cognitiva para la construcción de un sistema
de ideas que relacionara esta deidad solar con otras deidades andinas, como
con el Señor de los Báculos o Wiraqocha, procedente del área altiplánica
del Titicaca. En esa relación religiosa de lo humano y sagrado, los incas se
proyectaron como una nueva potencia espiritual y material que demostró una
enorme capacidad de organización, gestión y administración de las estructuras
sociales y económicas de un Estado en constante crecimiento. Las palabras
del Padre Sol nos permiten imaginar el discurso cosmológico que dio validez
a sus planes expansivos y que los transformó en reyes y señores del mundo
andino autónomo (Horizonte Tardío).

La fundación del Cuzco, ciudad imperial, como la llama el Inca


Garcilaso, a propósito de la comparación que hace con la ciudad de Roma,
es un tema casi inagotable que nos permite decir algunas cosas importantes.
En particular, debemos destacar nuevamente lo que Manco Cápac indica a
Mama Ocllo sobre la misión divina que su Padre Sol les encomendó: “En este
valle manda Nuestro Padre el Sol que paremos y hagamos nuestro asiento y
morada para cumplir su voluntad. Por tanto, Reina y hermana, conviene que
cada uno por su parte vamos a convocar y atraer esta gente, para los doctrinar
y hacer el bien que Nuestro Padre el Sol nos manda.”182 Ambos salen del cerro
Huanacauri (hito sagrado de origen) en distintas direcciones para llevar su
mensaje a las diferentes poblaciones que se asentaban en los alrededores del
Valle del Cuzco.

Ante la pregunta que el joven Gómez de Suárez de Figueroa le hace a


su viejo tío sobre la antigüedad de estos hechos, éste le responde: “Cuántos
años ha que el Sol Nuestro Padre envió estos sus primeros hijos, no te lo sabré
decir precisamente, que son tantos que no los ha podido guardar la memoria;
tenemos que son más de cuatrocientos.”183 Observemos nuevamente que esta

182 Ibíd.: 39.


183 Ibíd.: 41.

134
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

cronología, pese a cierta ambigüedad que la envuelve, obedece más bien a


los requerimientos de la mentalidad occidental, ya que el saber andino poseía
un concepto cíclico del tiempo que no es numérico ni exacto del punto de
vista matemático, sino que más bien puso el énfasis espacio-temporal en los
cataclismos (o cambios radicales naturales o humanos) que se sucedieron en la
historia del hombre andino, luchas entre deidades y etnias hegemónicas, en los
ciclos que la memoria y sus soportes sígnicos conservaron y reprodujeron en
época pasadas. Es interesante constatar que los conocimientos arqueológicos
modernos permiten deducir la antigüedad de la fundación incaica la que se
remonta hacia los siglos xii o xiii,184 una fecha coincidente respecto de los 400
años contados regresivamente desde la primera década del siglo xvii (1600),
tiempo desde la cual nos habla Garcilaso.

Es necesario citar las fábulas historiales del origen de los incas que
Garcilaso menciona en su relación de la génesis incaica. Estos orígenes
son por lo menos cuatro: 1. Desde el Collasuyu (donde aparecen antiguos
conceptos tales como: Umasuyu, Orcosuyu y Colesuyu); 2. Desde la Pacarina
de Pacareqtampu y la Huaca de Huanacauri; 3. Un origen alternativo, el de
los hermanos Ayar —en los que también podemos detectar informaciones
prehispánicas— y 4. Un mito que es injertado en la historia legendaria andina
por la religión cristiana, o sea la presencia de Noé y su familia, o la de San
Bartolomé/Santo Tomás en el Nuevo Mundo, una manera misteriosa que la
Divina Providencia tuvo para anunciarse antes de la llegada de los hispanos
a los Andes. Todos estos relatos mítico-rituales durante la segunda mitad del
siglo xvi fueron instrumentalizados y manipulados por los evangelizadores,
quienes al instituir el sistema de educación reprodujeron valores y principios
interpretados a su antojo según conveniencias, objetivos e intereses
eclesiales.185 Estas versiones fueron transformándose en la verdad oficial
desde el mundo de las letras, herramienta clave de la conquista política.

Por ello, resultan importantes las críticas que se hacen en los Comentarios
Reales sobre las formas de pensamiento de la sociedad inca, que podemos
constatar como la impugnación de lo que hemos percibido como un discurso

184 Bauer (2008, 2011).


185 Pagden (1988), O’Gorman (1992) y Dussel (1992). También, MacCulloch (2011: Quinta Parte).

135
INCA GARCILASO DE LA VEGA

sagrado de las deidades: el Padre Sol, Wiraqocha y Pachacámac, desprendido


de las siguientes líneas:
Y de esta manera son todas las historias de aquella gentilidad, y no hay que espantarnos
de que gente que no tuvo letras con que conservar la memoria de sus antiguallas trate
de aquellos principios tan confusamente, pues los de la gentilidad del mundo viejo [se
refiere a Europa], con tener letras y ser tan curiosos en ellas es la de Pirra y Deucalión
y otras que pudiéramos traer a cuenta.186

El Inca Garcilaso está permanentemente acudiendo a este principio de la


comunicación tan esencial para los europeos como lo es hegemonía de la letra,
en contradicción intelectual contra el inca en los Andes que no tuvo letras, a
sus ojos un requisito lógico de la civilización como tecnología del lenguaje, y
síntoma de la superioridad de la España imperial y de la enseñanza de Dios.
De allí que las informaciones que nos transmite pasen intermitentemente por
el ojo censor de la coherencia, verosimilitud y fe cristiana. Y no siempre esto
se consiguió en buenos términos en la literatura ya que podemos ver cómo
el cronista refuta y objeta ciertas informaciones que, según sus recuerdos,
aparecen rústicas, rudimentarias o simplemente desordenadas. Garcilaso
culpa de esto a la mentalidad atrasada de sus antiguos coterráneos, a su
ignorancia de las letras divinas. En suma, es comprensible que recurriese a
estas apreciaciones críticas ya que su mentalidad no podía llegar a expresar
adecuadamente elementos de su cultura materna que no pudo internalizar
correctamente o que no llegó a conocer directamente, como, por ejemplo,
lo relativo al Sistema de Ceques.187 En cualquier caso, Garcilaso llama a no
espantarnos ante la carencia de las letras, en una actitud relativista bastante
avanzada para su época, ya que los incas aún sin letras fueron capaces de
hacer cosas que en España jamás se vieron realizadas.

Su método para hacer la historia de los Andes recurre muchas veces


a la crítica de fuentes desde ambos lados del conflicto que encierra la
intercomunicación entre las culturas hispánica y andina, como cuando critica
a los andinos de no haberle proporcionado mayores detalles cuando inquirió
sobre sus historias, particularmente el de los orígenes: “Y aun esto lo dicen por
186 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 43).
187 Pensamos que Garcilaso sí tuvo nociones de la forma del gobierno incaico. Aunque no usó el término
<Ceque>, su descripción es bastante ilustrativa para efectos de intepretación de los ocho barrios en torno a
la plaza principal, dado que en teoría permite proyectar líneas imaginarias hacia cada suyu.

136
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

tantos rodeos, tan sin orden y concierto, que más se saca por conjeturas de lo
que querrán decir que por el discurso y orden de sus palabras.”188 Es sospechoso
que soslaye el discurso y orden de sus palabras reduciendo a conjeturas la
decodificación de sus testimonios. Con base en estas informaciones llegamos
al mundo de la religión del mundo andino, a sus actitudes generales, orígenes
étnicos, naturales y sobrenaturales. Como el autor señala: “Que no se tiene
por honrado el indio que no desciende de fuente, río o lago, aunque sea de
la mar o de animales fieros, como el oso, león o tigre, o de águila o del ave
que llaman cúntur, o de otras aves de rapiña, o de sierras, montes, riscos o
cavernas, cada uno como se le antoja, para su mayor loa y blasón.”189 Nos
encontramos con un caudal mayor de informaciones que apunta hacia el
mundo de las creencias de las sociedades no-incas, las que gozaron de otros
regímenes del mundo biológico y metafísico. De hecho, cada sociedad en los
Andes tenía representaciones propias; estas eran diferentes y suponemos que
dependía de sus contextos biológicos de flora y fauna, hidrología, topografía
e incluso astronomía. Las huacas eran entes de fenomenología diversa que
aludían a formas de vida naturales y sobrenaturales.

Volvamos a nuestro tema de análisis, el de la deidad solar entre los


incas. Garcilaso señala que los antiguos cuzqueños en sus inicios llevaron a
cabo una enseñanza que se proyectaba hacia los grupos étnicos subordinados
que los precedieron en el Valle de Aqhamama:
Juntamente con estos preceptos y ordenanzas, les enseñaba el culto divino de su
idolatría. Señaló sitio para hacer templo al Sol, donde le sacrificasen, persuadiéndoles
que lo tuviesen por principal Dios, a quien adorasen y rindiesen las gracias de los
beneficios naturales que les hacía con su luz y calor, pues veían que les producía sus
campos y multiplicaba sus ganados, con las demás mercedes que recibían. Y que
particularmente debían adoración y servicio al Sol y a la Luna, por haberle enviado
dos hijos suyos, que, sacándolos de la vida ferina que hasta entonces habían tenido,
los hubiesen reducido a la humana que al presente tenían.190

Desprendemos de estas líneas el ideario simbólico de los incas al intentar


llevar a cabo su programa de civilización, según su capacidad de administrar
los recursos humanos y naturales para el crecimiento y desarrollo social y

188 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 43).


189 Ibíd.: 44.
190 Ibíd.: 49.

137
INCA GARCILASO DE LA VEGA

económico del Tawantinsuyu. Aclaramos que en el discurso retórico de


Garcilaso la historia de los incas se mueve en sentido lineal desde sus orígenes,
desarrollo y ocaso, con un único sentido teológico y providencial, evolutivo.
Por decirlo así, se romaniza la historia hacia la cristianización de la humanidad.
Recordemos que los mayores antecedentes históricos provienen del gobierno
del Inca Pachacútec (Rowe, 2003). En este terreno de la realidad, los incas
recurrían a su ideología solar para justificar y fundamentar el proyecto físico
y material que llevaron a cabo y que supuso grandes avances tanto para las
familias reales que componían el Estado como para los otros grupos étnicos
y sus Curacas, y, en último término, para los Runa que trabajaban en la Mita
y en la Minka, aportando la fuerza humana suficiente mediante el Ayni, para
las formas de producción y obras civiles del Estado inca. Un asunto también
relevante es el relativo al Templo del Sol que la principal deidad ordenó se
construyese en su honor, ante el cual todos tuviesen la obligación de adorarlo
y diesen obediencia al que era artífice de la riqueza, bonanza y bienestar bajo
el Tawantinsuyu. En este sentido, vale la pena recordar la idea de Juan Ossio,
quien al estudiar a Guaman Poma sobre la divinidad del Sapa Inca en relación
a la Deidad Mayor lo identifica como Dios Vivo (Ossio, 2016: 29 y ss, 2019: 61
y ss). El Rey Inca tenía a su disposición Saqsaywaman, el Qoricancha y todas
las grandes Huacas del Tawantinsuyu. Sin duda una enorme acumulación de
poder mágico-religioso en la escala cósmica.

Hacia el final de la cita aparece otra divinidad: Luna o Quilla, en


lengua quechua, muy importante dado su vínculo con el mar y la pesca, las
aguas terrestres (ríos y lagunas) y celestes (lluvias), y la mujer: su identidad,
sus ciclos y fecundidad. Guaman Poma y Pachacuti Yamqui lo señalan del
mismo modo, como lo puede constatar el lector. Aún hoy los agricultores
inician los ritos de la época de cultivos de acuerdo a las lunas llenas
(agosto) en el calendario estacional-anual.191 Por lo demás, se dice que la
Luna era la deidad adorada por una de las sociedades más importantes que
pudo controlar el Cuzco incaico: la Chimú—cuya ciudad capital fue Chan
Chan—, situados en el Chinchaysuyu, en la costa norte, quienes le rindieron
adoración ciertamente conocedores de sus influjos en los ciclos oceánicos,
como también lo hicieron los Qollas del altiplano, según son representados en
191 Bauer (2019: Cap. 3).

138
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

dibujos de Guaman Poma exhibiendo en sus tocados la figura lunar.

Garcilaso señala que los cuzqueños tenían un manejo político de alto


nivel al fundamentar sus argumentos con la lógica de la producción agrícola
mediante el trabajo colectivo (Ayni), la reciprocidad, el intercambio, la
distribución y la redistribución, indicando que “[D]e parte de su padre el Sol
les prometía otros muchos bienes (...) y que tuviesen por muy cierto que no
decía él aquellas cosas de suyo, sino que el Sol se las revelaba y mandaba que
de su parte las dijese a los indios, el cual, como padre, le guiaba y adiestraba
en todos su dichos y hechos.192 El discurso solar funcionó exitosamente hasta
la muerte del onceavo Sapa Inca, Huayna Cápac. Luego, durante el período
de la lucha de Huáscar y Atahualpa por la sucesión, la caída de la ideología
inca tuvo su prefiguración en la incubada y soterrada discrepancia de los
pueblos no-incas que no estaban cómodos con la situación de sujeción a la
maquinaria estatal incaica. Al caer la ideología solar en el siglo xvi por la
acción de los conquistadores y sus indios auxiliares, la pérdida del Cuzco,
la descomposición de las Panacas y sobre todo por la evangelización que
trastornó los modos pensar y sentir religiosamente en los Andes, toda la
lógica económica y religiosa cayó en manos de una racionalidad cultural
diametralmente diferente: feudalismo, minería extractivista y mercantilismo
que impuso la usurpación de los derechos de tierra, la explotación de la mano
de obra y la desigualdad humana, como nunca antes conocieron los pueblos
andinos. Un cristianismo medieval, feudal y monarquista, dogmático en sí
mismo.

Sin entrar en el tema económico y político de la colonia temprana


(que aunque importante se aleja de nuestros objetivos), Garcilaso nos ofrece
otra información de relevante pertinencia para nuestro análisis, en cuanto
una interpretación recibida de su parentela y transformada en una memoria
decantada con los años acerca de la capacidad organizativa que la ideología
solar tuvo sobre las otras etnias que fueron la base elemental gracias a la cual
creció el Tawantinsuyu de una manera singular. Así lo expresa:
Cotejando los indios entonces y después sus descendencias con la del Inca, y viendo
que los beneficios que habían hecho lo testificaban, creyeron firmísimamente que era

192 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 49).

139
INCA GARCILASO DE LA VEGA

Hijo del Sol, y le prometieron guardar y cumplir lo que les mandaba, y en suma
le adoraron por hijo del Sol, confesando que ningún hombre humano pudiera haber
hecho con ellos lo que él, y que así creían que era hombre divino, venido del cielo.193

El éxito de la experiencia expansionista cuzqueña es expresado de manera tal


que subsiste en esta expresión una alta dosis de orgullo. La religión solar fue
instrumentalizada por los incas al constatar que la deificación de las fuerzas
celestes unida a una buena administración del recurso humano y natural,
además de gran mística y disciplina social, pudieron generar suficiente
riqueza, estabilidad, orden y desarrollo social como para justificar entonces
la existencia misma de un proyecto hasta entonces inédito en los Andes: un
gobierno central de vasta escala social y geográfica, cuya ciudad capital o
centro ceremonial era una gran Huaca (Makowski, 2016), y respecto de la
cual todas las otras se subordinaban.

Los conceptos centrales del crecimiento del Cuzco y del Padre Sol son
sintetizados en estas líneas:
Hiciéronle templos, las paredes de alto abajo forradas con planchas de oro;
ofreciéronle sacrificios de muchas cosas; presentáronle grandes dádivas de mucho
oro y de todas las cosas más preciosas que tenían, en agradecimiento de que él se las
había dado; adjudicáronle por hacienda la tercia parte de todas las tierras de labor de
los reinos y provincias que conquistaron y la cosecha de ellas e innumerable ganado;
hiciéronle casas de gran clausura y recogimiento para mujeres dedicadas a él, las
cuales guardaban perpetua virginidad.194

El templo de las planchas de oro es el Qoricancha. En aquel suntuoso templo


radicaba la élite sacerdotal del culto al Sol, por lo que es comprensible que
allí se centralizaran las actividades ceremoniales del Estado, encabezada
personalmente por el Sapa Inca. En el Qoricancha estaban ubicados otros
cuatro pequeños recintos dedicados a la Luna (Quilla), al Arcoíris (Cuychi
Punku), al planeta Venus (Chasca Coyllur/Choque Chínchay) y al Rayo
(Illapa). También estaban los Mallquis o momias de los dignatarios muertos
con sus respectivas Coyas, que también gozaban de estatuto de culto, fungían
como oráculos, y mantenían poder económico asociados a sus Panacas de
origen. No menor es el hecho de que a estas instituciones se les otorgaba un

193 Ibíd.
194 Ibíd.: 66-67.

140
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

tercio de los recursos totales generados por las etnias tawantinsuyunas. Estas
informaciones por supuesto quedan incompletas si no aludimos también a las
diferentes formas en que la deidad solar era adorada en varias facetas de la
vida cuzqueña. De este modo apreciamos que la religión incaica estaba ligada
a las formas tradicionales de la ideología andina general en sus aspectos
naturales que vinculaban agricultura y ganadería en sus actividades mágicas
o propiciadoras tales como: cosechas exitosas, reproducción de los animales,
aguas para el regadío, acumulación de excedentes en las Qollcas, entre otras.195

Los beneficios que el Sol otorgaba a los seres humanos tenían que
ser retribuidos mediante lazos de reciprocidad. Uno de esos lazos fueron
los sacrificios animales (y humanos, que nuestro autor niega), así como los
simbólicos como bebida y comida. Garcilaso señala:
Los sacrificios que los Incas ofrecieron al Sol fueron de muchas y diversas cosas,
como animales domésticos grandes y chicos. El sacrificio principal y el más estimado
era el de los corderos, y luego el de los carneros, luego el de las ovejas machorras.
Sacrificaban conejos caseros y todas las aves que eran de comer y sebo a solas, y todas
las mieses y legumbres, hasta la yerba coca, y ropa de vestir de la muy fina, todo lo
cual quemaban en lugar de incienso y lo ofrecían en hacimiento de gracias de que lo
hubiese criado el Sol para sustento de los hombres. También ofrecían en sacrificio
mucho brebaje de lo que bebían, hecho de agua y maíz, y en las comidas ordinarias,
cuando les traían de beber, después que habían comido (que mientras comían nunca
bebían), a los primeros vasos mojaban la punta del dedo de en medio, y, mirando
al cielo con acatamiento, despedían del dedo (como quien da papirotes) la gota del
brebaje que en él se les había pegado, ofreciéndola al Sol en hacimiento de gracias
porque les daba de beber, y con la boca daban dos o tres besos al aire […].196

El sacrificio de elementos animales, vegetales y elaborados nos permite ingresar


en el universo simbólico de la vieja religión que hundía sus esperanzas en las
posibilidades de adivinación en estas originales prácticas que, con seguridad,
debieron corresponder a creencias de tiempos más antiguos: ritos que se
practicaron seguramente mil años atrás, pero que tenían tradicionalmente
plena aplicabilidad. El Inca Garcilaso alega que: “Esta última ceremonia o
idolatría yo la ví hacer a los indios no bautizados, que en mi tiempo aún había
muchos viejos por bautizar, y a necesidad bauticé yo algunos.”197 Esto, si bien

195 Szemiński (2016: 95); Duviols (2016: 259 y ss); Sherbondy (2017: Cap. 5).
196 Ibíd.: 77.
197 Ibíd.

141
INCA GARCILASO DE LA VEGA

suena bastante insólito, es sin duda una expresión figurativa que intenta estar
a la altura del proceso de evangelización de las familias incaicas que él bien
pudo presenciar en su adolescencia, o, en todo caso, antes de que partiera a
España.

Por su parte, en el ámbito editorial el ínclito mestizo sabía que los


permisos para la impresión de la obra que ofrecía las informaciones que hasta
aquí hemos venido estudiando, necesariamente pasaban por la mano directriz
de la Santa Inquisición, institución temida por su gran poder. Debía por lo
tanto exponer sus talentos. Uno de los principales méritos fue su fidelidad a
la Iglesia católica y a la monarquía. Ello quedó totalmente de manifiesto en el
Prólogo de la Segunda Parte de los Comentarios Reales o Historia general del
Perú, publicada un año después de su muerte, en 1617 (Córdoba, España). No
debemos olvidar que en sus últimos días Garcilaso tomó los hábitos religiosos
como clérigo, hecho que cierra una vida de estudios, austeridad y soledad, y
que enmarca su psicología y espiritualidad. Pero tampoco podemos olvidar el
afecto y nobleza con que se refiere a sus paisanos del Perú en el Prólogo de la
Segunda Parte. ¡La doble dimensión espiritual del indio inca, indio mestizo,
del Gómez Suárez de Figueroa niño y viejo!

Otras deidades y huacas. Éste es un tema controvertido para la antropología


religiosa.198 Sin duda, saber si el concepto occidental de religión aplica en los
Andes es una de las cuestiones centrales que se debe resolver. También la de
los dioses como concepto eurocéntrico, ya que nos remite inmediatamente
al mundo grecorromano. Al parecer los seres sagrados andinos no calzan
con la idea de dioses que en Occidente se tiene de ellos (como las deidades
griegas Zeus, Helios, Apolo, o Marte y Sol Invictus en Roma). Los seres
sobrenaturales en el mundo andino tienen otra fenomenología, otra metafísica,
una específica trascendentalidad natural, según hemos constatado. De igual
modo es problemática la cuestión ideológica involucrada de la existencia de
categorías mentales específicas en los ámbitos de las creencias y tradiciones.
La lexicografía quechua misional no registra la noción de Dios o dioses
(vgr. Santo Thomas y González Holguín). Se trata de un tema difícil dadas
las complejidades de interpretación. El hecho de que la idolatría se haya
198 Urbano (1981); Millones ed. (1990); Rostworowski (2002); Pease (2007, 2010).

142
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

impuesto como discurso teológico dejó una huella fuertemente racista que
terminó afectando a las cosmologías indígenas americanas. Finalmente, en
el Perú colonial el Dios cristiano fue nominado “Diospa”, una mezcla de
castellano y quechua. El nombre de Pachacámac, por su parte, parece que fue
un artefacto jesuita que fue considerado equivalente de Hazedor o Creador.
Una vez abolido el Padre Sol, Pachacámac se utilizó metonímicamente para
la evangelización de los indios, pero luego del Tercer Concilio esa afinidad
disuasiva/persuasiva tenía que desaparecer; así cuando ello ocurrió el Dios
cristiano pudo brillar universalmente. María Rostworowski,199 estudiando
el fenómeno de la ideología indígena, analizó lo que llamó dioses mayores
y menores, como asimismo héroes y momias, diosas y parejas divinas, en
el contexto del territorio andino. Esa base es valiosa. Habiendo aprendido
un poco más sobre las formas de pensamiento de los hombres andinos y de
la época colonial tenemos mejores oportunidades de identificar imaginarios
heteredoxos. Este esquema nos ayudará a continuar nuestra exploración sobre
las antiguas deidades.

Pachacámac y los jesuitas. En el Libro Segundo de los Comentarios Reales


se tocan tópicos relativos a la idolatría en la llamada Segunda Edad y sus
orígenes. Sabemos que para los incas las divinidades más importantes fueron:
Inti-Punchao, Viracocha, Illapa, Quilla, Cuichi Punku, Chasca Cuyllur/
Choque Chínchay, pacarinas, apus y huacas… Así como también la ciudad
del Cuzco fue considerada también una gran Huaca: la que regía por sobre
todas las otras ciudades o aldeas grandes (Llaqtas) del Tawantinsuyu. Los
Sapa Inca, las Coyas principales, el Villac Umu y los Mallquis, también
fueron considerados personajes sagrados, la cadena entre vivos y muertos,
el vínculo de lo terrestre con lo sobrenatural. Los Machay, o necrópolis, al
parecer también tenían cualidades sagradas puesto que allí se desarrollaba un
culto a los muertos (Pisaq, Calca, Urubamba, Ollantaytambo, Paucartambo
ejemplifican estos sitios en el Cuzco), un culto que tenía características
holísticas en los Andes.

Existían además deidades tutelares en otros lugares geográficos


circunscritos a los ritos y mitos que diferentes etnias suscribían y practicaban
199 Rostworowski (2007: Primera Parte).

143
INCA GARCILASO DE LA VEGA

como explicación cosmogónica de sus orígenes, y parte, sin duda, de sus


tradiciones y costumbres acordes con su cosmología, como en el Qollasuyu,
Chinchaysuyu, Cuntisuyu y Antisuyu. Siguiendo estas evidencias podemos
tomar contacto con la deidad u oráculo quizás más importante y antiguo de la
costa central: Pachacámac, la más importante para los incas según Garcilaso,
una deidad civilizadora:
Decíales que no en balde el Pachacámac (que es el sustentador del mundo) le había
aventajado tanto sobre todas las estrellas del cielo, dándoselas por criadas, sino para
que lo adorasen, y tuviesen por su dios. Representábales los muchos beneficios que
cada día les hacía y el que últimamente les había hecho en haberles enviado sus hijos,
para que, sacándolos de ser brutos, los hiciese hombres, como lo habían visto por
experiencia, y adelante verían mucho más andando el tiempo.200

Esta información relativa a Pachacámac, considerada más importante que otras


divinidades celestes por Garcilaso, señala un problema difícil de interpretar.
Tenemos que, según varios investigadores, el Sol fue la deidad principal de los
incas,201 en tanto que para nuestro autor la deidad principal no era el Padre Sol,
sino Pachacámac, santuario que los incas habían conquistado a principios del
siglo xv y al cual anexaron otros dos templos: el Punchao Cancha y un Aclla
Wasi. El templo se localiza en la costa central frente a la Qochamama. Esto
es extraño y problemático ya que hemos visto previamente cómo Garcilaso
entrega particulares informaciones comentadas arriba precisamente sobre el
Padre Sol. Es difícil llegar a algo concreto en esto. Quizás Garcilaso empleó
una estrategia teleológica (las causas finales de los misterios divinos) que
sintetizaba una evolución religiosa desde lo más simple a lo más complejo.
Cabe hacer espacio para intentar una hipótesis. Pachacámac (o Yschma) fue
eminentemente el templo sagrado de las sociedades costeñas centrales y de la
sierra central. El señorío Chincha, por su parte, tierra de pescadores, mercaderes
y navegantes, rendían culto a Chinchaycámac, una deidad relacionada con
Pachacámac, al menos desde el Horizonte Intermedio Temprano, y sólo una
propiedad incaica desde el período de Túpac Yupanqui (¿principios del siglo
xv?). Pachacámac pudo, en suma, ser el eslabón teleológico entre el mundo
incaico y el mundo abierto a la Revelación que ofrecía la vida colonial a los
indígenas (Makowski, 2021: 162 y ss).
200 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 59-60).
201 Pease (2014), Rostworowski (2014), Szemiński (1997), Itier (2013).

144
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

En el capítulo “Rastrearon los Incas al verdadero Dios Nuestro Señor”,


podemos encontrar más informaciones sobre el Criador:
Demás de adorar al Sol por Dios visible, a quien ofrecieron sacrificios e hicieron
grandes fiestas […], los Reyes Incas y sus amautas, que eran los filósofos, rastrearon
con lumbre natural al verdadero sumo Dios y Señor Nuestro, que crió el cielo y la
tierra, como adelante veremos y sentencias que algunos de ellos dijeron de la Divina
Majestad, al cual llamaron Pachacámac: es nombre compuesto de Pacha, que es
mundo universo, y de Cámac, participio de presente del verbo cama, que es animar, el
cual verbo se deduce del nombre cama, que es ánima. Pachacámac quiere decir el que
da ánima al mundo universo, y en toda su propia y entera significación quiere decir el
que hace con el universo lo que el ánima con el cuerpo.202

Pachacámac, deidad civilizadora cuya cualidad fenoménica más relevante


es que se trató de una Divina Majestad, es considerada por Garcilaso como
creador del Cielo y la Tierra. El significado que entrega es muy útil: “…
nombre compuesto de Pacha, que es mundo universo, y de Cámac, participio
de presente del verbo cama, que es animar…” Se trataría de una presencia
aún más potente que el propio Padre Sol, astro que sólo existía gracias al
poder de esta deidad universal. Posiblemente esta interpretación provenga
de las estrategias jesuitas de analogía con el Dios cristiano, que Garcilaso
compartía. El cronista indígena Pachacuti Yamqui alude a Viracocha como
potencia sagrada, lo que muestra una discrepancia. Guaman Poma referirá a
esta deidad andina como creador incluso de una Era: “Vari Runa”. La dicotomía
que se produce entre el Padre Sol y Pachacámac es que fueron consideradas
por la Iglesia unas fases preparativas para la llegada del Evangelio. La primera
explicación que especulamos era que Garcilaso no logró recordar con entera
certeza esta situación, escribiendo por lo tanto una versión literaria (¿ficcional?)
del asunto. Una segunda probabilidad que barajamos fue que algunas familias
cuzqueñas hayan tenido vínculos estrechos con la costa central a través de
relaciones familiares sierra-costa. Y una tercera, la que consideramos ahora
más probable, es que la opinión de Garcilaso estuvo determinada por los
efectos de la evangelización y la reescritura cristiana de la historia mítica del
mundo andino y en particular de su aspecto ideológico-religioso, o sea, la
cristianización del mundo espiritual, en el cual el concepto de Pachacámac
filtrado por los jesuitas estuvo más acorde con la idea de Dios todopoderoso,

202 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 61-62).

145
INCA GARCILASO DE LA VEGA

creador de todo lo que hay sobre el mundo; en fin, porque encajaba mejor
con las Sagradas Escrituras (recuérdese el ejercicio espiritual de sacar lo
malo y dejar lo bueno). En último término, también resulta interesante la
etimología de la palabra Pachacámac que nuestro autor revisa lexicográfica y
semánticamente para concluir un significado global, como anotamos arriba.
En este sentido, Garcilaso corrige respecto del significado verdadero de esta
deidad andina al famoso Pedro Cieza de León al señalar que: “Por ser español
no sabía la lengua tan bien como yo, que soy indio Inca”.203 Interesante crítica
a Cieza de León que fue un conocedor más bien externo a los Andes, aunque
con mucha sensibilidad y capacidad de empatía cultural.

Como lo planteamos al principio de este apartado, Garcilaso asegura


entonces que la principal deidad de los incas fue Pachacámac. Posiblemente
su creencia estuvo determinada por la formación educativa que recibió desde
niño, ante la cual no podía abstraerse. El modo en que esta deidad fue adorada
era diferente a la devoción andina más tradicional.
Tuvieron al Pachacámac en mayor veneración interior que al Sol, que, como he dicho,
no osaban tomar su nombre en la boca, y al Sol le nombraban a cada paso. Preguntado
quién era el Pachacámac, decían que era el que daba vida al universo y le sustentaba,
pero que no le conocían porque no lo habían visto, y que por esto no le hacían templos
ni le ofrecían sacrificios, más que lo adoraban en su corazón (esto es mentalmente) y
le tenían por Dios no conocido.204

Como podemos ver, se trata de una deidad abstracta a la que se le rinde


adoración en el corazón, sin mediación de otros sacerdotes, o frente a
templos o sobre soportes materiales, llamándosele dios no conocido. Estos
acercamientos muestran que el espacio de las deidades en el mundo andino
era heterodoxo y no tan estructurado de acuerdo a lo que nosotros llamamos
panteón o mundo politeísta (cuyo origen conceptual es grecorromano). La
originalidad de la cultura andina es una cuestión que nunca debemos perder de
vista en la búsqueda de las categorías mentales correctas. Las obras indígenas
o mestizas ciertamente ayudan a concebir un nuevo marco para tratar asuntos
religiosos eludiendo la influencia española, de acuerdo a la valoración que
proponemos.

203 Ibíd.: 62.


204 Ibíd.

146
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Hay otra categoría mental andina que nos causa hondas dudas.
Se trata de aquella en que se refiere a la existencia de Zúpay, ‘diablo’ o
‘demonio’ a la luz de la tradición cristiana. Al parecer este concepto existió
en la antigua lengua quechua con otro significado diferente al que la Iglesia
católica le transfirió. Aparentemente, alude a ciertos espíritus que existían
en el mundo de las creencias de los andinos y designaban a los espíritus
que provocaban alternativamente efectos positivos y negativos: podían ser
benéficos o maléficos, dar vida o causar enfermedad o muerte. Sin embargo,
su significado fue manipulado por la evangelización y por su doble programa
de demonización y corrección de la historia mítica andina. A la inversa,
es necesario decir (para completar el ciclo traductor) que los conceptos
fundamentales del credo cristiano no tuvieron una adecuada traducción al
quechua, por lo que el proceso de distorsión generó serias ambivalencias
en la relación de esta lengua con el castellano. Así por ejemplo la palabra
Dios no tuvo equivalente en el quechua por lo que se produjo una amalgama
lingüística resultando “Diospa”. En el caso de la palabra “Zúpay” simplemente
se le adjudicó la traducción: “Diablo o Demonio”. Sin duda, las ideologías
expresadas en las lenguas en contacto iniciaron en un delicado fenómeno de
crossover que creó entonces una especie de pidgin o creolé a partir del cual
se construyó el mundo inteligible de la colonia. Lo que no servía del quechua
(por demoníaco) fue simplemente borrado, ejemplo: “Mallqui” (difunto) que
fue reemplazado y minimizado por “Árbol” (Árbol de la Vida), más aún: el
Árbol del Conocimiento que podemos leer en el Génesis de la Santa Biblia.

Otro factor del sistema de creencias andino es la presencia de una


deidad que conocemos como Wiraqocha. Este es uno de los temas al cual se
le ha dedicado gran atención,205 aunque esto ha significado menor atención a
las otras deidades o a una verdadera visión de conjunto. Por ello, el esquema
de Rostworowski (2007a) sigue siendo útil. En particular, Wiraqocha es una
deidad panandina sumamente antigua —y su manifestación fenomenológica
seguramente proviene de otras divinidades más antiguas aún— que en su
trayectoria de transmigración simbólica e histórica con el paso de los
siglos tuvo que haber experimentado diversas transformaciones, de cultura
en cultura, de la costa norte a la sierra sur y la selva oriental, y desde allí
205 Urbano (1981); Szemiński (1997); Itier (2013); Pease (2014: Cap. II).

147
INCA GARCILASO DE LA VEGA

también al altiplano. En cualquier caso, las informaciones históricas que de


Wiraqocha disponemos están también filtradas por el sesgo de la ideología y
la escritura occidental (Duviols, 2016). Queda también en pie la cuestión del
uso performativo que los evangelizadores le adjudicaron a esta deidad para su
uso de equivalencia léxica y semántica respecto del Dios Único.

Garcilaso denomina a esta deidad Tici Viracocha, pero debido a su


ignorancia declarada no gozamos lamentablemente de mayores explicaciones:
Y por esto en sus historias dan otro nombre a Dios, es que Tici Viracocha, que yo
no sé qué signifique ni ellos tampoco. Este es el nombre del Pachacámac que los
historiadores tanto abominan por no entender la significación del vocablo. Y por otra
parte tienen razón porque el demonio hablaba en aquel riquísimo templo haciéndose
Dios debajo de este nombre, tomándolo para sí. Pero si a mí, que soy indio cristiano
católico, por la infinita misericordia me preguntasen ahora: “¿cómo se llama Dios en
tu lengua?”, diría “Pachacámac”, porque en aquél general lenguaje del Perú no hay
otro nombre para nombrar a Dios sino éste […].206

Prodigiosa es esta versión que nos entrega un indio cristiano católico. No


obstante, esta vez nos lleva a un callejón sin salida, dado que el nombre de
ambas deidades es interpolado o superpuesto sin mayores explicaciones, salvo
el reconocimiento de no saber nada más al respecto. Una vez más aparece
el ojo censor que vuelve negativo el valor simbólico de la deidad andina:
Garcilaso se pliega permanentemente a la demonización de las deidades
espirituales andinas (“el demonio hablaba en aquel riquísimo templo”). Pero
en estas expresiones uno puede intuir que sin duda influye en su espíritu
humanista una convención precisa sobre el particular: la política lingüística
evangelizadora había creado un dispositivo de traducción para determinar
la semántica divina y zanjarla arbitrariamente desde el punto de vista de
los cristianos. Y con ello se crean textos que divulgan una verdad oficial.
Garcilaso añade que el quechua hablado en otras provincias también sería
responsable de la corrupción de los términos. No olvidemos que el origen de
esta lengua en el Cuzco es una idea que también proviene del Inca Garcilaso.
José de la Riva Agüero (1916) a principios del siglo xx seguía asegurando esta
hipótesis, incorrectamente según creemos. A continuación, insiste en que el
nombre apropiado para nombrar a Dios no es sino el de Pachacámac, un efecto

206 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 63-4).

148
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

práctico de su cristianización. Otras explicaciones y otros conceptos que son


acuñados por escritores españoles del siglo xvi (como Pedro Cieza de León
y Agustín de Zárate) son denunciados como deformaciones del lenguaje que
terminan por distorsionar el significado verdadero de los conceptos en lengua
quechua, especialmente aquellos que hacen alusión al mundo abstracto de lo
sobrenatural, espacio simbólico clave de las categorías mentales andinas. La
explicación etimológica que realiza respecto de las partes componentes en la
lengua quechua es significativa. Para Garcilaso el “Dios Viracocha, (…) fue
una fantasma que se apareció a un príncipe heredero de los incas diciendo
que era Hijo del Sol”.207 Esto con relación a la famosa guerra con el grupo
étnico Chanca en el que aparece como figura central el joven Inca Yupanqui,
quien tomaría su nombre al llegar a ser gobernante del Cuzco. Una vez más
veremos cómo esta información también es compleja y controvertida a la luz
de otras evidencias etnohistóricas que afectan la cuestión de la Cápac Cuna o
lista de los gobernantes cuzqueños.

En fin, podemos detectar sugerencias garcilasianas para la evangelización


cristiana de la población indígena en los Andes. Estas cuestiones son centrales
para entender el fenómeno de castellanización de los andinos: la adopción
de una herencia cultural filohispánica. Consideremos la siguiente cita para
balancear esta afirmación: “Y adviertan los componedores a no trocar la
significación del nombre o verbo en la composición, que importa mucho para
que los indios admitan bien y no hagan burla de ellos, principalmente en la
enseñanza de la doctrina cristiana, para lo cual se deben componer, pero con
mucha atención.”208 Como podemos apreciar, Garcilaso está alineado con las
políticas lingüísticas del Tercer Concilio Limense (1582-83). Especialmente,
con el método evangelizador de la Orden de los Jesuitas, con los cuales tuvo
una afinidad estrecha. De esta manera podemos percibir que el espíritu de
la evangelización está bastante vivo en el pensamiento de Garcilaso, quien
desde España piensa y escribe sobre los Andes, cuestión comparable con el
proselitismo de Felipe Guaman Poma y Juan de Santa Cruz Pachacuti.

Otra información que también nos llama la atención es aquella en


la que Garcilaso comenta la existencia de una figura con forma de cruz
207 Ibíd.: 67.
208 Ibíd.: 64.

149
INCA GARCILASO DE LA VEGA

(simbólicamente relacionada con Jesucristo) en algún lugar de las Canchas


incaicas que componían el viejo diseño de la ciudad sagrada del Cuzco. Esta
aparente coincidencia es interesante dada la importancia que tuvo para los
cristianos la idea de que su religión revelada ya había estado presente en los
Andes aún mucho antes de la llegada de los conquistadores. Este argumento
siempre tuvo mucha gravitación en los argumentos justificativos de la
imposición del cristianismo en los Andes en el siglo xvi. Así pues, Garcilaso
informa que:
Tuvieron los Reyes Incas en el Cuzco una cruz de mármol fino, de color blanco y
encarnado, que llaman jaspe cristalino: no saben decir desde qué tiempo la tenían
[…]. La cruz era cuadrada, tan ancha como larga; tendría de largo tres cuartas de vara,
antes menos que más, y tres dedos de ancho y casi otro tanto de grueso; era enteriza,
toda de una pieza, muy bien labrada, con sus esquinas muy bien sacadas, toda pareja,
labrada de cuadrado, la piedra muy bruñida y lustrosa. Teníanla en una de sus casas
reales, en un apartado de los que llaman huaca, que es lugar sagrado. No adoraron en
ella, mas de que la tenían en veneración; debía ser por su hermosa figura o por algún
otro respeto que no saben decir.209

Aún sin que sepamos a ciencia cierta si realmente existió el objeto material
que nos permita arqueológicamente comprobar la existencia de esta cruz, lo
destacable es que si hubo alguna vez un objeto semejante tal vez pudo haber
sido realmente una especie de Chacana (un objeto geométrico esculpido
en piedra que representa a las estrellas) que a los testigos de la época les
pareció semejante a la cruz, o bien se podría tratar de aquellos agregados
que los evangelizadores pudieron inventar (creyendo en ello sinceramente, o
manipulándolo) para hacer calzar la historia de la cristiandad en las tierras de
un Nuevo Mundo que aparecía como un espacio ideal para asentar la religión
única en el alma de los habitantes autóctonos y también para descargar la
conciencia real del Rey, ayudando por añadidura a justificar la conquista de
las Indias.

Las huacas. ¿Qué eran realmente las Huacas? Sabemos que los andinos
tenían un cúmulo bastante nutrido de referentes que relacionaban sus vidas
con todo tipo de fenómenos naturales: signos de la naturaleza que resultaban
significativos para la humanidad en su vínculo estrecho con la naturaleza.
Garcilaso nos entrega las siguientes noticias:
209 Ibíd.: 64-65.

150
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Particularmente nació este engaño de no saber los españoles las muchas y diversas
significaciones que tiene este nombre huaca, el cual, pronunciada la última sílaba
en lo alto del paladar, quiere decir ídolo, como Júpiter, Marte, Venus, y es nombre
que no permite que de él se deduzca verbo para idolatrar. Demás de esta primera y
principal significación tiene otras muchas, cuyos ejemplos iremos poniendo para que
se entiendan mejor. Quiere decir cosa sagrada, como eran todas aquellas en que el
demonio les hablaba, esto es, los ídolos, las peñas, piedras grandes, piedras grandes o
árboles en que el enemigo entraba para hacerles creer que era dios. Asimismo llaman
dios a las cosas que habían ofrecido al Sol, como figuras de hombre, aves y animales,
hechas de oro o de plata o de palo, y cualesquiera otras ofrendas, las cuales tenían por
sagradas, porque las había recibido el Sol en ofrenda y eran suyas, y, porque lo eran,
las tenían en gran veneración. También llaman huaca a cualquiera templo grande o
chico y a los sepulcros que tenían en los campos y a los rincones de las casas […],
los cuales rincones tenían por lugares santos, y así los respetaban como a un oratorio
o santuario.210

Las Huacas fueron fuente de confusiones para los observadores hispánicos,


según se desprende de lo señalado por Garcilaso, especialmente en el ámbito
de las traducciones interculturales quechua-castellanas. Su comparación con
dioses romanos (Júpiter, Marte, Venus) tiene que ver básicamente con esta
actitud tan suya, esencialmente propia de su época, de relacionar todo lo que
fuera cristiano con sus referentes inmediatos en el ámbito de la cultura europea,
es decir, con Roma. Sin embargo, expresa a continuación que eran en general
cosas, objetos o fenómenos derivados de la relación cultura/naturaleza. Lo
del diablo lo obviaremos porque ya tenemos claro cuál era la razón teológica
que los hombres de su época solían usar como doxa inevitable. El hecho que
Garcilaso considere que las huacas fuesen del Sol sugiere la posibilidad de que
la lógica en esto fuera la hegemonía que efectivamente había conseguido el
astro rey durante el Tawantinsuyu, en el repertorio tradicional de la población
étnicamente diferente a los incas. Una Huaca podía ser incluso una Cancha
de habitación o un lugar de inhumación de cuerpos o momias. También
eran consideradas como oratorios o santuarios. Recordemos que la deidad
Pachacámac, muy valorada por Garcilaso, tenía otra función similar: la de
oráculo.211 Por otra parte, conviene tener presente que el llamado Sistema
de Ceques pareciera, según los especialistas, estar constituido sobre la base
de circuitos de huacas y apus que los incas articularon a las poblaciones
humanas, al manejo de las aguas, y a las características de la geografía y la
210 Ibíd.: 67-68. Las cursivas son nuestras.
211 Curatola Petrocchi (2008, 2011). Véase también Brosseder (2018: 181 y ss).

151
INCA GARCILASO DE LA VEGA

ecología.212 Esto se menciona a propósito de los vínculos de las Panacas con


predominancia en ciertos suyos en particular. Por ello, no podemos descartar
una relación o vínculo entre la Panaca de Garcilaso y el Chinchaysuyu, en la
costa central y norte, donde está enclavado Pachacámac.

En este contexto, la máxima deidad terrenal Pachamama (una de las más


antiguas, junto a la deidad Con) simbolizó al sistema de vida total dado por la
experiencia intelectiva que obtuvieron los antiguos hombres andinos sobre su
observación tanto terrestre, celeste y ctónica o telúrica. En particular, el gran
prodigio topográfico que por miles de años marcó a los hombres y mujeres
ha sido la existencia de la Cordillera de los Andes que, de oriente a poniente,
sella las relaciones clásicas de selva, sierra y costa. Por ello conviene prestar
atención a lo que señala Garcilaso:
Llamaron huaca a la gran cordillera de la Sierra Nevada que corre por todo el Perú
a lo largo hasta el estrecho de Magallanes, por su largura y eminencia, que cierto es
admirabilísima a quien la mira con atención. Dan el mismo nombre a los cerros muy
altos, que se aventajan de los otros cerros, como las torres altas de las casas comunes,
y a las cuestas grandes que se hallan por los caminos, que las hay de tres, cuatro, cinco
y seis leguas de alto, casi tan derechas como una pared, a las cuales los españoles,
corrompiendo el nombre, dicen Apachitas, y que los indios adoraban y les ofrecían
ofrendas.213

El Inca Garcilaso afirma que la propia Cordillera de los Andes fue una gran
Huaca llamada Rity Suyu, superior a todo otro elemento, excepción hecha
probablemente del continente azul o Qochamama. Los Apus o montañas
altas, por otro lado, son numerosos en el área geográfica del Cuzco; sólo por
mencionar los más recurrentes podemos contar el Salkantay y Ausangate que
los incas veían directamente hacia el norte y sur del valle, respectivamente; el
Apu Pikol, el Apu Huanacauri, desde el cual emergieron los míticos fundadores;
el Apu Pachatusan, que convertido en Amaru ayudó decisivamente en el
triunfo sobre los Chancas aportando guerreros de piedra (los Pururaucas) y
hombres plantas (!); el Sauasiray y el Pitusiray, situados hacia la ceja de selva,
los ríos Vilcanota y Urubamba, entre otros hitos fundamentales. Los caminos
del Qhapaq Ñan e incluso las Apachetas fueron consideradas huacas, y esto
muy bien se puede entender si valoramos la alta incidencia que la geografía
212 Sherbondy (2017: 79 y ss); Zuidema (2008: 205-220).
213 Inca Garcilaso de la Vega (1985: T. I, 68-9).

152
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

andina posee, lo que John V. Murra llamó el archipiélago vertical de nichos


ecológicos y su influencia psicológica y espiritual en el hombre andino.214 Otro
aspecto decisivo en este asunto es el lingüístico, en tanto la palabra Huaca
tiene un significado particular en los campos semánticos quechuas, así como
también en el aru o aymara (vgr. Bertonio [1612]; Ramos Gavilán [1621]).
Garcilaso arguye que los españoles del siglo xvi no estaban en condiciones de
entender el significado cultural verdadero que esta acepción realmente poseía,
así señala que: “Por las cuales significaciones tan diferentes los españoles,
no entendiendo más de la primera y principal significación, que quiere decir
ídolo, entienden que tenían por dioses todas aquellas casas que llaman Huaca,
y que las adoraban los incas como lo hacían los de la primera edad.”215 En
efecto, Huaca no significa en sí mismo dios, ni alude a dioses, sino a un
tipo de fuerzas espirituales que provienen directamente de la naturaleza y
excepcionalmente también de cosas u objetos creados por el hombre, como
Camaq.216 Diversas acepciones del quechua, “de la mucha significación que
los indios encierran en una sola palabra”,217 son polisemánticas, por lo que
necesariamente para poder controlar una traducción se debe realizar un análisis
cuidadoso de las categorías poéticas, psicológicas y estéticas que se implican
al mencionar o señalar algo en la lógica sagrada del mundo andino. Garcilaso
entrega muchos otros antecedentes sobre el significado de la palabra Huaca;
por ahora estos elementos nos bastan para cerrar este apartado.

Cuando, en otra área del contexto aludido, Garcilaso se queja de los


avances de la evangelización, la vocación cristiana y la fe de los andinos,
como se puede colegir de la siguiente expresión: “…aquellos infieles idólatras,
tan alejados de la verdad cristiana”,218 nuevamente acudimos a una expresión
real de su mentalidad francamente hispanófila. Puede decirse incluso que el
equilibrio bicultural es precario pero constante, una polifonía persistente sin
duda.

Nos queda un tema tremendamente significativo para ser debatido a


propósito del conflicto implícito en la obra de Garcilaso: se trata de lo que
214 Condarco Morales y Murra (1987); Pulgar-Vidal (1996); Murra (2002); Brack Egg y Mendiola (2004).
215 Inca Garcilaso de la Vega (1985, T. I: 69).
216 Taylor (2000).
217 Inca Garcilaso de la Vega (1985, T. I: 69).
218 Ibíd.: 72.

153
INCA GARCILASO DE LA VEGA

denominó “la inmortalidad del ánima y la resurrección universal”, cuestión


que los incas positivamente alcanzaron, según su punto de vista. Así señala en
primer término que: “Tuvieron los Incas amautas que el hombre era compuesto
de cuerpo y ánima, y que el ánima era espíritu inmortal y que el cuerpo era hecho
de tierra, porque lo veían convertirse en ella, y así le llamaban Allpacamasca,
que quiere decir tierra animada.”219 Este concepto es una equivalencia entre
el alma cristiana y la fuerza de la tierra. Una ambivalencia inevitable de lo
colonial, no menos cierta ni menos contradictoria que la coexistencia social.

Como ya hemos visto, Garcilaso hace uso de un repertorio lexicográfico


en quechua que demuestra su conocimiento funcional no sólo del universo
lingüístico del idioma y sus campos semánticos, sino también de la cualidad
elemental que debe tener una buena traducción, sobre todo en el marco de
relaciones biculturales de carácter colonial. Podemos tener varias dudas
respecto de su conocimiento real del antiguo quechua (sin contaminación
cristiana) y de aquél quechua colonial que fue intervenido por los misioneros
y las políticas lingüísticas que la Iglesia católica aplicó en su campaña de
evangelización, desde al menos 1560. Como bien sabemos, el quechua
cuzqueño (variante Cuzco-Ccollao) es un dialecto más respecto de otras
variedades dialectológicas que se hablan en otras áreas regionales del país.
De tal forma que nos parece notable el esfuerzo de Garcilaso por rescatar las
categorías etnolingüísticas de la historia de los incas, según su concepto.

Tres niveles físicos/metafísicos del mundo andino. Ahora tomamos contacto


con la famosa clasificación tripartita del mundo natural y sobrenatural de
origen presumiblemente colonial (¿invención jesuita?), que supone una
cosmología andina que establece la vida terrenal y la vida en el más allá.
Creían que había otra vida después de ésta, con penas para los malos y descanso
para los buenos. Dividían el Universo en tres mundos: llaman al cielo Hanan Pacha,
que quiere decir mundo alto, donde decían que iban los buenos a ser premiados de
sus virtudes; llamaban Hurin Pacha a este mundo de la generación y corrupción,
que quiere decir mundo bajo; llamaban Ucu Pacha al centro de la tierra, que quiere
decir mundo inferior de allá abajo, donde decían que iban a parar los malos, y para
declararlo más le daban otro nombre, que es Zupaipa Huacin, que quiere decir Casa
del Demonio.220

219 Ibíd.: 75.


220 Ibíd.

154
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

El esquema lógico parece ser de factura cristiana: cielo, tierra, infierno. Nos
interesa de esta evidencia la denominación de la tierra como un lugar de
corrupción. Hay una crítica cristiana en esta expresión. Pero los conceptos
en lengua quechua pueden engañarnos y no dejan muchas posibilidades de
interpretación. Según sabemos, las creencias andinas sobre la muerte diferían
entre las etnias que componían la heterogénea y relativamente poco integrada
sociedad multiétnica englobada por el Tawantinsuyu.221 Pero este asunto
es colonial, no es territorio del antiguo mosaico cultural pre-cristiano. La
calificación del Ucu Pacha, centro de la tierra, lugar donde reside el Demonio,
sugiere la intervención político-lingüística de los programas educativos que
emplearon los sacerdotes encargados de dirigir los destinos de las nuevas
almas convertidas. Como sabemos por la educación cristiana, en el Cielo los
seres humanos que tuvieron una vida virtuosa en la tierra pueden encontrar la
salvación, mientras que en el Infierno van a parar los que actuaron sin respetar
las leyes de Dios. Este es básicamente el concepto cosmológico elemental del
cristianismo. En cuanto a la cosmología religiosa andina esta es distinta en
cuanto a la idea de Cielo e Infierno. En los Andes, por ejemplo, el Culto a los
Muertos implicaba que los ancestros moraban en el más allá viviendo vidas
semejantes a su anterior experiencia transformados en espíritus benignos o
malignos, y esto dependía a su vez de las acciones rituales de respeto de
los vivos hacia los muertos. En un mundo metafísico habitado por deidades
preocupadas por el mundo de los vivos, el orden del mundo habitado es
creado y destruido por sus decisiones, y también por las luchas que si bien
se realizan sobre la tierra terminan definiéndose en el éter divino. El mundo
andino y el mundo europeo son cosmológicamente dimensiones aparte. Lo
mágico religioso en los Andes no poseía una estructura lineal que explicaba
génesis, revelaciones y apocalipsis; más bien, la tradición andina indica que las
deidades trabajan con los hombres para procurar el sustento y el equilibrio entre
las fuerzas humanas y las no humanas, dentro del esquema de la naturaleza.
Garcilaso continúa: “Tuvieron asimismo los Incas la resurrección universal,
no para gloria ni pena, sino para la misma vida temporal, que no levantaron
el entendimiento a más que esta vida presente.”222 Aquí nuestras sospechas
221 Rowe (1995: 27-41), Verano (1995: 189-227), Buikstra (1995: 229-280); Salomon (1995: 315-353); Lyon
(1995: 379-389).
222 Inca Garcilaso de la Vega (1985, T. I: 75).

155
INCA GARCILASO DE LA VEGA

no desaparecen, sino que se intensifican: ¿hasta qué punto las creencias


cristianas distorsionaron las antiguas creencias andinas al intervenirlas? Este
debate es sumamente relevante porque nos permite deducir los reales alcances
del profundo cambio ideológico y cultural que fue impuesto a la sociedad
indígena en el siglo xvi. Diccionarios y gramáticas de esta época deben ser
examinados con cuidado para abordar esta situación crucial. La quechuología
y la filología quedan en tensión. Garcilaso asegura una asepsia argumental en
el contexto del público lector cristiano y europeo: “Como o por cuál tradición
tuviesen los incas la resurrección de los cuerpos, siendo artículo de fe no lo
sé, ni es de un soldado como yo inquirirlo, ni creo que se pueda averiguar con
certidumbre, hasta que el Sumo Dios sea servido manifestarlo. Sólo puedo
afirmar con verdad que lo tenían.”223 Al establecer estas razonables dudas que
sólo Dios podrá clarificar, se despejan las ambivalencias de su autoría. Para
sus antiguos coterráneos el inca escritor, que se llama a sí mismo soldado
—Garcilaso luchó en en 1569 contra los musulmanes en la región andaluza,
alcanzando el rango de capitán— reservará esta expresión: “las niñerías o
burlerías que aquellos indios tuvieron”,224 dejando esta área problemática
en una pesada desigualdad argumental, lo que revela una distancia rotunda
de sus antiguos orígenes. Cómo podría ser de otra manera, aunque suene
controversial, si finalmente Garcilaso era español por auto-adscripción sin
abandonar su origen: indio inca, indio cristiano, literalmente.

Conocimiento. Garcilaso se refiere a los saberes andinos como ciencia


y astrología. Para él la astrología constituía un relevante bloque de
conocimientos que valoraba como representativos de los desarrollos a que
accedieron sus antepasados. En España particularmente la ciencia escolástica
de origen aristotélica fue patrimonio de la Iglesia católica; otras expresiones
de saber fueron reducidas a esoterismo y demonología. La filosofía a que
alude, como saber original y útil del hombre andino, no pasa de ser apenas
un reconocimiento exiguo de las habilidades y capacidades de los antiguos

223 Ibíd.: 76.


224 Ibíd.

156
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

gentiles, y la causa de ello es invariablemente la carencia de letras.225 Señala


a este respecto:
La astrología y la Filosofía natural que los Incas alcanzaron fue muy poca, porque,
como no tuvieron letras, aunque entre ellos hubo hombres de buenos ingenios que
llamaron amautas, que filosofaron cosas sutiles, como muchas que en su república
platicaron, no pudieron dejarlas escritas para que los sucesores las llevaran adelante,
perecieron con los mismos inventores. Y así quedaron cortos en todas ciencias o no
las tuvieron, sino algunos principios rastreados con la lumbre natural, y ésos dejaron
señalados con señales toscas y groseras para que las gentes las viesen y notasen.226

Aparece nuevamente este patrón obligado de los siglos medievales y


renacentistas: la escritura y sus implicancias para la cultura. Necesariamente,
este aspecto de la técnica escrituraria fue esgrimido como la señal más potente
de la superioridad occidental ante las sociedades del Nuevo Mundo. Este
dogmatismo es una característica típica de la cultura hispánica de los siglos
estudiados. Es importante que Garcilaso mencione nuevamente a la figura del
Amauta, hombres de buenos ingenios, quienes sin embargo no pudieron dejar
escritos los saberes y conocimientos que alcanzaron por carecer de letras. Pero
si la filosofía de los incas queda en desmedro en la opinión del comentador
mejores comentarios merecerán los saberes y conocimientos astrológicos,
como veremos en las líneas que siguen:
De la Astrología tuvieron alguna más práctica que de la Filosofía natural, porque
tuvieron más iniciativas que les despertaron a la especulación de ella, como fue el
Sol y la Luna y el movimiento vario del planeta Venus, que unas veces la venía ir
delante del Sol y otras en pos de él. Por el semejante veían la Luna crecer y menguar,
ya perdida de vista en la conjunción, a la cual llaman muerte de la Luna, porque no
la veían en los tres días de ella. También el Sol los incitaba a que mirasen en él, que
unos tiempos se les apartaba y otros se les allegaba; que unos días eran mayores que
las noches y otros menores y otros iguales, las cuales cosas los movieron a mirar en
ellos, y las miraron tan materialmente que no pasaron de la vista.227

225 Estermann (1998: 8) opina que la “negación del ‘alma’ de los nativos (…) en el siglo XVI, de la ‘civilización’
de los pueblos pre-hispánicos y de los derechos civiles y políticos de los pobladores autóctonos, hoy en
día se ha transformado en la negación de la auto-determinación económica y cultural. Uno de los últimas
‘bastiones de resistencia’, después de haber admitido la humanidad, la culturalidad y la politicidad del
‘nativo americano’, es la negación acedémica de reconocer la existencia de una auténtica filosofía no-
occidental”. En efecto, esta negación ha de ser superada. Es nuestra tarea, por lo tanto, establecer de una
vez por todas el carácter científico de los conocimientos de la gente de pasado. El “carácter ágrafo” de los
pueblos andinos es el obstáculo epistemológico que Garcilasó observó equivocadamente para clausurar este
asunto. El mundo andino no carecía de sistemas de signos. La descolonización ideológica debe corregir este
error lingüístico-histórico-antropológico.
226 Inca Garcilaso de la Vega (1985: 104).
227 Ibíd.

157
INCA GARCILASO DE LA VEGA

Pues bien, en esta última cita podemos distinguir algunos conceptos que nos
han acompañado en esta exploración ideológica de la cultura colonial relativos
a aquellos elementos semióticos que hemos identificado como propios del
sistema de creencias incaico ofrecido por Garcilaso:
Al Sol llamaron Inti, a la Luna Quilla y al lucero Venus Chasca, que es crinita o
crespa, por sus muchos rayos. Miraron en las siete cabrillas por verlas tan juntas y por
la diferencia que hay de ellas a las otras estrellas, que les causaba admiración, mas
no por otro respeto […]. En común las llamaron Cóillur, que quiere decir estrella.228

El saber y conocimiento alcanzado por los incas, que supone una pragmática
síntesis de lo que sociedades antiguas aportaron a la cultura cuzqueña, se
refleja problemáticamente en los Comentarios Reales. No obstante, esta
situación da luces para ingresar en el área del pensamiento antiguo. Según
expone Garcilaso, los incas tuvieron una perspectiva especial de los fenómenos
celestes que vincularon a su conocimiento agronómico y climático; no por
nada los Amautas estudiaron con detalle los cielos y crearon templos para su
observación: en el Cuzco incaico las instalaciones de las Sukanqas al este y
al oeste de la ciudad permitían el control riguroso del comportamiento de la
Pachamama, del sol, la luna y las estrellas (Aveni, 1981, 1982).

Toda obra de historia tiene sus cualidades y limitaciones; la determina


el contexto social, la cultura del autor, sus intereses e influencias, su posición
ideológica en su época respectiva. Creemos que esto es cierto especialmente
cuando el autor experimenta y padece las consecuencias de escribir sobre
circunstancias que lo tocaron hondamente en vida. Tal es el caso del sensible
Garcilaso. Por ello son prodigiosos los Comentarios Reales respecto de sus
memorias sobre sus parientes del Cuzco, quienes si bien vieron trocado su
imperio por servidumbre se negaron a olvidar su historia y orgullo.

†††

La memoria histórica del Inca Garcilaso sintetiza una importante porción


cosmológica del mundo andino, lo que configura a su obra como un gran
repositorio de ideas arqueológicas sobre el poderío de la familia real inca.
Su interpretación europea le permitió recoger influencias greco-romanas

228 Ibíd.

158
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

que lo llevaron a relacionar a Cuzco con Roma, a vincular paganismo con


cristiandad, salvajismo y civilización. Siendo miembro de la sociedad
hispánica no dejan de ser notables estos gestos de interculturalidad. Pero este
hecho, su residencia espiritual e intelectual en España, lo alejó de la realidad
sociohistórica que vivieron Felipe Guaman Poma y Juan de Santa Cruz
Pachacuti. Su experiencia vital y su formación cultural revelan a un sujeto
educado en la tradición cuzqueña étnica y lingüísticamente quechua. Los
veinte años que vivió en su ciudad natal, el Cuzco, permiten, siguiendo los
elementos de la cultura andina presentes en su obra, constatar una expertisse
en relación al saber y conocimiento que el niño y joven Gómez Suárez de
Figueroa internalizó como indio noble, tomando para sí la cultura materna y
luego la cultura paterna.

Para comprender a Garcilaso debe considerarse inevitablemente su larga


vida en España y su inclusión en la sociedad peninsular. Su forma de vida,
lengua, hábitos de lectura, habilidad como historiador, traductor y recopilador
de historias orales; todo ello revela a un sujeto que vivió no la escisión del
exiliado, sino el amor de un intelectual melancólico que jamás olvidó su tierra
natal ni a los suyos. Su estupenda erudición lo distinguió entre los españoles
del Siglo de Oro y el reconocimiento de su obra le hizo muy leído en la Europa
pre-ilustrada e ilustrada. Fue evidentemente un sujeto orgánico en la época
de los dos Felipes y también en el primer siglo de la revolución científica
moderna. Las cualidades de su obra dan materia suficiente para diversos
análisis dependiendo de los puntos de vista que los interesados puedan
generar. Así pues, concluir en qué consistió el valor histórico y cultural de
los Comentarios Reales es un desafío para la interpretación historiográfica
moderna. Nuestra postura al respecto es que esta es una obra intercultural
que logró reunir inéditamente al Viejo y al Nuevo Mundo en una narración
que reivindicó a la sociedad incaica cuzqueña y al mundo andino, como
paralelamente al mundo hispánico y europeo, y al mundo clásico también.
Sus casi ochocientas páginas narran aspectos esenciales de los 400 años
anteriores a la conquista española, el tiempo de los Incas. Lo escribió en un
época en que el paradigma dominante era la Santa Biblia. Pese a ello logró
hacer una arqueología mental extraordinaria. Su historia es un relato vivido,
experimentado, sentido, muy en la vena de Herodoto, Tucídides y Julio César,

159
INCA GARCILASO DE LA VEGA

influencias suyas innegables. Es quizás un texto etnológico fundacional


escrito en primera persona. Para encuadrar el encuentro de estos mundos,
autor y obra deben situarse en el contexto de la Era de las Colonizaciones,
y como texto histórico debe analizarse como una extraordinaria muestra de
la memoria cultural del individuo que escribió y del pueblo al que se refirió.

160
Capítulo 3
Juan de Santa Cruz
Pachacuti Yamqui Salcamaygua
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

D
on Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua (*ca. 1560/70
- †ca. 1630/40)229 escribe su notable Relación de Antigüedades del
Reino del Perú [ca. 1613], como la llamase Francisco de Ávila al
titularla y archivarla, con la aparente intención de ayudar a los sacerdotes
evangelizadores al conocimiento y comprensión de las creencias y tradiciones
andinas para su posterior extirpación y destrucción, y también posiblemente
para que este conocimiento literario-histórico pudiera ser un puente facilitador
de la educación que recibían algunos de los indígenas más adelantados,
adscritos a sus correspondientes doctrinas en aquel pasillo geográfico que une
el altiplano collavino y el área serrana cuzqueña. Esta circunstancia lo llevó a
elaborar y concretar un importante documento escrito que nos permite explorar
y conocer aspectos del pasado prehispánico, enfrentando reverberaciones o
ecos de antiguos discursos mítico-históricos descontextualizados, saberes y
memorias nativas desconfiguradas, de lo que antes fue un original, complejo y
efectivo sistema cognitivo y simbólico de comunicación, un sistema religioso
de la antigüedad andina, que hizo inteligible al mundo humano y natural.
Esta constatación no debiera parecernos tan sofistacada ya que de hecho
prefigura una memoria indígena, una forma colonial oficial, y unas escrituras
al servicio de la causa de la Iglesia evangelizadora: textos para disuadir al
neófito andino en el tránsito de abandonar las creencias precristianas al abrazo
de las cristianas.

229 No existe ningún tipo de información con respecto al nacimiento y muerte de don Juan de Santa Cruz. El
documento mismo es la única pista que nos ha permitido deducir que el hombre histórico existió. ¿Pudo
trabajar en alguna Doctrina? ¿Fue contratado por Francisco de Ávila para escribir el documento? ¿O lo
escribió por convicción y vocación? ¿Lo hizo en Santiago de Hanan Huaihua y Hurin Huaihuacanchi de
Orcosuyo, entre Canas y Canchis de Collasuyo, o en Chuquisaca? ¿El documento ayudó a la educación y
conversión de los neófitos andinos? ¿Fue concebido como material de lectura de la catequización? Pudo
haber sido así, en efecto. Nuestra cronología hipotética de nacimiento y muerte es una propuesta referencial.
Estos trabajos fueron expuestos en el I Congreso de la Cultura Canchina. Sicuani, Perú (Octubre, 2012).

163
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

Al amparo de la presencia del intransigente sacerdote Francisco de


Ávila (1573-1647), Pachacuti Yamqui Salcamaygua, hábil hombre de letras,
escribió una obra cristiana en el código comunicativo de los españoles y llegó
a construir paradojalmente un documento denso que recuperó de la muerte
invariable aspectos varios de la vida cultural de las sociedades andinas de
principios del siglo xvii, particularmente de la inca y sus aliados de las provincias
de Canas y Canchis, especialmente en el plano religioso y mitológico.230 Se
trata de una memoria del pasado que se confunde con la vida en el presente
colonial y que trazó un continuum que conjugaba las dificultades y angustias
de un ethos marcado por la dominación colonial considerada por algunos
como felizmente providencial. Tal es la riqueza ambigua y contradictoria de
una obra como la Relación de Antigüedades, texto de espíritu intercultural,
que nos desafía heurísticamente al señalarnos el difícil problema de su
ponderación y crítica, y al establecimiento de una exégesis que nos permita su
entendimiento y clasificación; es decir, un desmantelamiento de su estructura
ideológica para lograr entender los componentes del conjunto textual y obtener
una información histórica desprejuiciada, descentrada de la hegemonía de
la cultura europea al momento de situarla en un contexto meditadamente
inteligible. Indagamos en torno a la lógica interna del texto: los problemáticos
mestizajes de todo tipo —esto es: de cambio cultural—, que acaecen en la
alfabetizada aldea o ciudad colonial que este autor ejemplifica.

Si bien esta obra se concibió para la evangelización, proponemos que en


su interior existe suficiente información válida para una crítica etnohistórica
acerca del pensamiento andino. En tal sentido, la Relación de antigüedades
es una muestra muy interesante del carácter hereteroglósico de la memoria en
el mundo colonial.
230 El documento original manuscrito está archivado en la Biblioteca Nacional de Madrid (Ms. 3.169). Según
Duviols e Itier (1993) y Navarro Gala (2007) la Relación no pertenece a una sola pluma: aparentemente el
documento original fue escrito por lo menos por tres personas diferentes, aun cuando el programa general
pueda ser propiedad de un solo autor: Pachacuti Yamqui Salcamaygua. Esta circunstancia, unida a la
cronología, contribuye con no poco misterio. La fecha de ca. 1613, adjudicada a Marcos Jiménez de la
Espada, ha sido la primera en conocerse. Sin embargo, un siglo después hay quienes dicen que pudo haber
sido escrita después de la que dedujo este editor español. Por ejemplo, Duviols (1993) piensa que tuvo
que haber sido escrito después de 1613, tal vez cuando el sacerdote mestizo cuzqueño se encontraba en
Chuquisaca (¿1618-1633?). Por otra parte, Araníbar (1995) opina que podría ser perfectamente posible que
haya sido escrita “poco antes de 1630”. Navarro Gala -cercana a Duviols- también cree que la Relación
haya sido planeada y escrita en el período de los años 1618-1633, cuando Francisco de Ávila residió en
Chuquisaca (actual Sucre, Bolivia). Estas dificultades cronológicas problematizan aún más el estudio de la
Relación, aunque, por otro lado, en cuanto al método de producción del escrito, dan pie a creer que el asunto
de los «Talleres de Escritura» es más recurrente de lo que hasta el momento se ha creído.

164
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

El Yo indígena en el contexto colonial


Transitar de una ideología a otra y circular de tradiciones y costumbres a otras
nuevas y diferentes. Bautizarse, ser miembro de una sociedad colonial y de
una naciente cristiandad. Educarse en una monolítica forma de comprender
el mundo. Adoptar, con curiosidad e interés, una nueva mentalidad. Hacer
exégesis del Evangelio tal como los escolásticos en Europa; dejar atrás las
creencias politeístas vernaculares contrarias a la Biblia Sagrada, aunque nos
parezca discordante el abandono cultural de lo tradicional por lo moderno.
Aprender la lengua del vencedor, emplear la escritura, un sistema de signos
novedoso y divino; practicarlas como acto prestigioso de poder jurídico,
político o literario. Asimilar otra vestimenta; comportarse de un modo diferente
al propiamente andino. Ser vasallo del Rey de la monarquía más poderosa del
momento, allende dos océanos. Habitar el espacio progresivamente letrado
del Virreinato del Perú. Respetar estrictamente los edictos de la Santa Madre
Iglesia. Combatir a los demonios que en el pasado (pre-cristiano) habían
esclavizado y engañado a los pueblos andinos. Asesorar a los sacerdotes
que expanden la palabra de Dios por el territorio; delatar al otro que aún se
comunica con sus ancestros y sus deidades; llegar a sentir rencor contra lo
antiguo e impugnar el pasado ahora considerado gentil o pagano. Internalizar
una justificación inexpugnable: besar la cruz, el anillo del Rey de España o del
Papa de Roma. Esta imagen metafórica, narrativa, muestra bien la emulación
de los gestos simbólicos por parte de los indígenas que adoptaron el rol de
súbditos.

Experimentar, probablemente sin una conciencia clara —desde el punto


de vista de la vieja historia universal, cristianocéntrica—, el paso de una
época medieval a una renacentista, de un mundo más amplio que nace a la
modernidad. Validar una estructura social y económica impuesta. Ser indio
cristiano, identidad nueva, integrativa y colonialmente referencial ante una
sociedad que lo situaba probablemente en el estatus de noble, una posición más
ventajosa ante los españoles.231 Abandonar la lengua materna, el culto religioso
familiar y social, negar la visión local de mundo. Incorporar nuevas técnicas
de la comunicación: la lectura, el dominio del libro y del texto occidental,
231 Wachtel (1976: 225).

165
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

estilísticamente entre historia y literatura: transformarse en escribano,


cronista, intérprete.232 Escribir una Relación con fines instrumentales; elaborar
encendidos discursos cristianos contra los enemigos de Dios y contra los
que todavía idolatraban a las deidades paganas; vivir encrucijadas entre lo
cuestionable y lo doloroso. Buscar, incluso por la violencia, la conversión de
las almas. Practicar y compartir la liturgia y el ritual cristiano católico. Ser
español: usar capa, espada, caballo. Intentos todos que parecían destruir las
viejas identidades y complicaba las nuevas identidades coloniales, aunque
definía el ideal de nobleza indiana. Vivir una vida cotidiana que fluctuaba
entre lo nuevo y lo antiguo, entre crisis y transformaciones de culturas que
se superponían, adicionaban e interpenetraban, dialogaban de mil formas
diferentes. Ser, o intentar ser, marginalmente, un miembro de la ciudad letrada,
aún desde la oscuridad de su posición étnica. Y, de manera determinante, haber
sido parte del fenómeno de la introducción de las instituciones educativas
europeas en tierras andinas, verdadera aurora de la cultura colonial de sus
poblaciones nativas, y matriz de la revolución de la escritura. Tales pudieron
ser algunas de las ambigüedades, ambivalencias y paradojas que afectaron a
los individuos que conformaban una parte de la realidad social de las familias
indígenas cristianas instrumentalizadas por la sociedad colonial.

El texto de don Juan de Santa Cruz y su respectivo contexto social


representa una buena oportunidad para conocer el conjunto de habilidades
intelectuales y literarias que hacían del individuo colonial un sujeto que
arrastraba en su existencia social dos tradiciones culturales. Al pertenecer a
aquella parte de la población andina que se plegó progresiva y fervientemente a
la cultura cristiana, participó cotidianamente de las actividades evangelizadoras
de la iglesia, pudiendo ocupar espacios claves en la puesta en práctica de las
actividades de escuelas, bibliotecas o talleres coloniales, quizás llegando a
constituirse en un idóneo asesor de las visitas e interrogatorios de indígenas
sospechosos de practicar idolatrías.233

Recordemos que desde el Segundo Concilio (1567-1568) y Tercer


Concilio (1582-1583), según Rubén Vargas Ugarte (1951), estos enclaves

232 Lozano (2015); Aróstegui (2001); Regalado de Hurtado (2010); O’Phelan (2013).
233 Duviols (1977: Cap. III).

166
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

católicos fueron celebrados para iniciar un proceso de organización de la


iglesia colonial cumpliendo importantes funciones de cara a la evangelización
de las gentes indígenas que los europeos comenzaron a civilizar. En la opinión
del citado Vargas Ugarte:
Los Concilios Limenses (…) tienen una importancia mucho mayor de la que se
pueda imaginar, no sólo porque ellos tienen indudable analogía con los Galicanos,
convocados en tiempos de Carlomagno o los Toledanos, en España, pues unos y
otros tuvieron por fin principal asentar sobre sólidas bases el cristianismo allí donde
empezaba a florecer, sino además, porque ellos pueden considerarse como la Carta
Magna de todas las iglesias de este continente, desde Nicaragua hasta el Plata y aun
para la Iglesia misma de Filipinas que los adoptó como códigos llenos de sabiduría.234

La conversión al cristianismo de la población indígena fue un proceso


complicado en el que la presión ejercida por los sacerdotes se expresó en el
control de cada uno de los aspectos de la vida social. En primer término, el
control sobre sus propios cuerpos, lo que generó explotación económica y
violencia física y sexual; en segundo lugar, el cambio de sus formas de vida
tradicionales por una lógica basada en las tradiciones europeas rurales para
controlar el trabajo campesino y minero canalizado a través de las encomiendas
y las minas; y en tercer término, el control sobre la vida religiosa que incluía
todas las expresiones de la vida social desde el nacimiento del individuo, su
desarrollo como sujeto de fe en una sociedad cristiana (educación, matrimonio,
descendencia), hasta su muerte y obtención de la salvación que justificaba la
ideología cristiana. Durante los Concilios Limenses se desarrolló una especie
de ingeniería social que le permitió al gobierno civil y eclesiástico asegurar que
los nuevos vasallos del Rey de España tuviesen una conducta apropiada para
el tipo de sociedad que se pretendía instaurar. Como se entiende, era complejo
que los españoles pudiesen des-exotizar a unas sociedades tan diferentes
comparativamente de los vecinos de España en Europa. Allí redicaba “el
milagro” de la evangelización del Nuevo Mundo. También descubrimos la
vocación de España como supuestamente civilizadora de gentes extrañas que
primero lucieron como salvajes, luego como seres sin alma y finalmente como
sujetos inmaduros que requerían de un gobierno superior. Este laboratorio
etnológico de transformación social, como se ha señalado (Pagden, 1988),
realmente fue uno de los experimentos más impresionantes en el origen de la
234 Vargas Ugarte (1951: IX).

167
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

sociedad moderna que reunió a Europa y América en el lado del mundo que
culturalmente llamamos Occidente.

Hacia el año 1600, en el contexto de la labor de evangelización,


podemos constatar que la presencia religiosa de las antiguas deidades seguía
latente en las mentalidades de las comunidades campesinas, situación
intolerable para la Iglesia católica que consideraba la conversión un hecho
obligatorio e incontrovertible. Un acontecimiento aparentemente rutinario,
y ampliamente comentado por otros autores, lo constituye un conflicto que
enfrentó a comunidades aún paganas y sacerdotes católicos en el cual estuvo
involucrado, no sin un aura de fuerte polémica, un personaje que según
los documentos efectivamente se hallaba ligado a Pachacuti Yamqui: el
mencionado vicario Francisco de Ávila, responsable de realizar el Auto de Fe
de Lima, el 20 de diciembre de 1609, quien luego llevaría a cabo la primera
campaña sistemática de extirpación de idolatrías en el pueblo de Huarochirí,
documentación que quedó registrada en el texto del mismo nombre.

La Relación de Pachacuti Yamqui llama fuertemente la atención por


la prosa militante, elocuente y definitiva, y por la inclusión dentro del texto
manuscrito de cinco dibujos —uno de ellos denominado por Duviols (1993:
32-64) dibujo cosmológico o cosmogónico—, en que podrían verse expresadas
algunas de las fluctuantes contradicciones y ambivalencias psicosociales de la
población andina, y las consecuencias de las continuidades y transformaciones
mentales/simbólicas bajo el vertical gobierno colonial. En este sentido,
entender los componentes de la praxis política de su obra nos permite la
comprensión de una compleja coexistencia ideológica y comunicativa que
permitió al autor de este texto la narración alternativa de acontecimientos
míticos de la tradición andina o los discursos de la élite cuzqueña, la
descripción de los valores de su tradición vencida o los antiguos sistemas
mentales de representación del mundo andino, proceso sociolingüístico que
revela una mentalidad social compuesta polifónicamente.

Cristiano por la gracia de Dios


Para analizar la cuestión ideológica implicada veamos ahora el texto.
Hombre convencido de su cristianismo, su caso es significativo tanto más

168
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

por cuanto se trata de un activo agente de la promoción de la evangelización/


catequización por la Iglesia católica entre individuos andinos. Hombre de fe,
de convicciones definitivas y especialmente un educador que pudo asesorar
la acción evangelizadora junto al mencionado Ávila, es el individuo ideal —
ladino— para articular y concretar esa labor doctrinaria que proponía reunir a
creyentes y paganos con el mundo eclesial de la época.

Aunque biográficamente sabemos poco de él, afortunadamente en su


Relación hay varios datos que nos permiten visualizar sus orígenes étnicos
y vinculaciones con el mundo hispano, su doble domicilio étnico y cultural:
Yo, don Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamque Salcamaygua, xpiano por la graçia de
Dios Nuestro Señor, natural de los pueblos de Sanctiago de Anan Guaigua y Hurin
Guaigua Canchi de Orcosuyu, entre Canas y Canchis de Collasuyo, hijo ligítimo de
don Diego Felipe Cóndorcanqui y de doña María Guayrotari, nieto ligítimo de don
Baltasar Cacya Quiui y de don Francisco Yamqui Guanacu, cuyas mujeres, mis abuelas
están bibas, y lo mismo soy bisnieto de don Gaspar Apo Quiui Canqui y del general
don Juan Apo Ynga Maygua, tataranieto de don Bernabe Apo Hilas Urcunipoco y de
don Gonzalo Pizarro Tintaya, y de don Carlos Huanco, todos caçiques prinçipales
que fueron de la dicha provinçia y xpianos profesos en las cosas de nuestra santa fe
católica.235

Al considerarse a sí mismo cristiano, el texto confirma la intuición que revela


sus profundos compromisos con la sociedad que él consideró la suya. Por otro
lado, las figuras retóricas que utilizó para expresarse permiten reconocer su
mentalidad religiosa a la vez que su origen vernacular y familiar, entreverando
las corrientes culturales al interior de las cuales él fluctuó en un relativo
equilibrio ideológico. Interesante mención de su madre doña María Guayrotari
y su padre don Diego Felipe Condorcanqui, quienes en su momento también
pactaron con la Iglesia colonial su ingreso a ella. Hay una genealogía del
compromiso con el cristianismo.

Esta fusión cultural es sintomática de un cambio en la mentalidad de


grupos andinos cercanos a la iglesia educadora, proceso que Pachacuti Yamqui
advirtió llega a ser tan temprano como la recepción de noticias de extraños
235 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 183). Tengo a la vista cuatro ediciones de esta obra. La edición que
usamos aquí es la de Duviols e Itier (1993). Otra edición que ha sido de mucha ayuda es la de Araníbar
(1995) que contiene un útil índice analítico y glosario. La tercera corresponde a la edición de Navarro Gala
(2007: 27 y ss), donde plantea algunas ideas polémicas y “una hipótesis bastante arriesgada”, según ella
expresa, la que arriba ya hemos comentado. La última es la versión de Szemiński (2019).

169
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

seres barbudos que habrían llegado por mar hasta las costas de Tumbes, y
sobre todo las inesperadas nuevas de cuando los castellanos perpetuaron la
matanza de Cajamarca, realizaron el secuestro de Atahualpa, y llevaron a
cabo luego su ejecución, el 26 de julio de 1533, hecho que constituye una
primera muerte del Inca en la percepción de los andinos. La segunda muerte
del inca es el asesinato de Manco Inca II. La tercera muerte del inca del joven
Tupac Amaru I, decapitado en Haucaypata. Las muertes de Huáscar y Túpac
Wallpa también crearon en la psicología de los andinos un vacío angustioso
e inexplicable. Todo esto generará en lo sucesivo una imaginación simbólica
muy especial y un arquetipo universal: el retorno del Inca Rey o Inkarrí. De
acuerdo a la percepción religiosa de este acontecimiento, es en este momento
cuando comienza a expresarse la Providencia que traía la Buena Nueva. Este
trazo de historia escrita muestra cómo un paradigma penetra ideológica y
hegemónicamente en un contexto nuevo, colonizando otra forma de pensar y
representar, estabilizándose en lo posterior afirmando nuevas creencias.
Porque aquellos saçerdotes primeros predicadores apostólicos entraron con la ley
evangélica de Nuestro Señor Jesuxto a esta nobilísima provinçia de Tauantinsuyo,
con el çelo santo de ganar un alma para Dios Nuestro Señor, como buenos pescadores,
con sus atarrayas de suabes y amorosas palabras, predicándoles y catetizándoles el
misterio de <las cosas de> nuestra santa fe católica […]236

Tal como podemos interpretarlo, es obvio que la apología del cristianismo


indígena que concibe don Juan de Santa Cruz iba muy acorde con la función que
posiblemente cumplió, por un lado, en el proceso de catequización de neófitos
y, por otro, al ser un agente activo en la construcción de una sociedad colonial
profundamente dividida. Para el autor canchino la campaña de evangelización
suponía superar y dejar atrás el período anterior, el del incanato (el Purun
Pacha), que el mismo Satanás habría ayudado a llevar a cabo en las antiguas
tierras del Tawantinsuyu. Esta idea ortodoxa (y falaz), tan típica de aquellos
irreductibles sacerdotes, refleja nítidamente el celo religioso que había
penetrado en las mentes indígenas encontrando un fértil suelo donde prosperar.
Se ha dicho que los andinos habrían sido mejores cristianos que los propios
españoles; esto comprobaría que el cambio mental no habría sido unilateral. El
fanatismo de muchos religiosos católicos, en consecuencia, consiguió anidar

236 Ibíd.: 183-184. Los ángulos son de Duviols e Itier.

170
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

en la psicología colonial de los nuevos cristianos quienes asumieron con


mucha convicción los postulados de la Biblia, lo que supuso un leal vasallaje
a la monarquía, y queda ejemplificado tácitamente en la firme expresión:
“Después, cuando mis antepasados ya declarados y ya bien instruidos en las
cosas de nuestra santa fe católica fueron bautizados, al fin negaron diciendo:
renunciamos a Satanás, a todos sus secuaces y promesas falsas y a todos sus
ritos…”237 Aquí nos parece útil reflexionar sobre los aspectos ideológicos de
la formación de Pachacuti Yamqui que están presentes a lo largo de varios
parágrafos donde el autor no se cansa de exponer su ardiente fe y su tenaz
lucha contra la antigua idolatría. Ello evidencia la profundidad del cambio
cultural en el ámbito indígena, pero siempre deja abierta la autoadscripción a
una identidad indígena colonialmente reconstruida.

Es perceptible en la narración analizada la razón y el sentimiento que


empujan a la pluma a inscribir y declarar un discurso de tanta envergadura, tan
propicia para llegar a ser parte de los tejidos sociales del virreinato, para ser
aceptado por la comunidad colonial, desconfiada a veces, indiferente otras,
pero siempre despreciativa con los indígenas (el control y el poder no debían
dejar dudas en el indio gobernado, evangelizado). La ardorosa exclamación
del devoto don Juan de Santa Cruz no se hace esperar:
Al fin estoy por la misericordia de su dibina magestad con su divina graçia creyendo
en su santa fe católica como debo. Al fin todos mis antepasados paternos e maternos
fueron baptizados por la misericordia de Dios y librados de la servidumbre del yugo
infernal en questaban, como gentiles, metidos en las hirronías y esclabonías con
gran rriesgo y conoçido peligro como lo eran, a cuyas almas Nuestro Señor tenga
piedad y misericordia de perdonarles de todas las ofensas hechas de tiempos pasados,
llebándoles sus almas para donde fueron criados a su imagen y simijansa.238

Al leer esta cita comprendemos que los misterios de la religión cristiana


penetraron profundamente en el corazón de Pachacuti Yamqui y que el
milagro de la fe cristiana se revelaba como una realidad total y absoluta que
sumía al autor indígena en un éxtasis espiritual de triunfalismo celestial.
Pero, no obstante, es difícil afirmar que todo su conocimiento sobre el pasado
andino estuviera resueltamente excluido de la cognición social239 o ambiente
237 Ibíd.
238 Ibíd. 184-185.
239 Van Dijk (2006a: 162 y ss).

171
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

ideológico que compartía con los sujetos contemporáneos de su época; sin


duda, había un debate ideológico en el mundo andino y éste fue permanente
durante un siglo o más. En el plano oficial el catolicismo hegemonizaba, sin
duda. Pero en el mundo privado esto se podía matizar convenientemente. Fruto
de la práctica cultural y étnica de la vida colonial los saberes y conocimientos
orales quechuas continuaron habitando imborrablemente la cotidianeidad
de la población andina. Lo que llamamos una memoria antigua no pudo ser
derrotada por el cristianismo a pesar de sus esfuerzos por erradicar los rastros
de las religiones antiguas: en efecto, en la mentalidad de los hombres andinos
subsistieron las creencias en Apus y Huacas que parecían estar ocultos en
el comportamiento social (en fiestas y liturgias) de los nuevos cristianos,
pero siempre presentes en la naturaleza o en símbolos discretos. El hecho
es que muchos recuerdos del pasado, según vemos, sujetos a tradiciones
orales, eficaces y verosímiles, llegaron de múltiples formas aún clandestinas
o reinterpretadas a los oídos de las nuevas generaciones de las poblaciones
nativas, porque el mundo andino colonial a pesar de las pérdidas esenciales
continuó debatiendo su presente con ideas de distinto origen. Así también
pudieron difundirse y fueron aprendidas naturalmente memorias y recuerdos
que al evocarse sumaban nuevas reflexiones sobre el ethos del pueblo andino.
El factor de la cultura materna —quizás por el hecho de desarrollarse en la
intimidad del hogar o en la complicidad compartida de la comunidad étnica—
es verosímilmente relevante, con su especial sentido de pertenencia e identidad
étnica. Lo religiosamente incorrecto fue muchas veces lo políticamente
correcto.

Como fuere, el tono narrativo de Pachacuti Yamqui no deja de


sorprendernos:
Y yo, como ñieto y deçendiente ligítimo de los susodichos, siempre, desde que soy
hombre, e procurado ser firmes y estables en el misterio de nuestra santa ffe católica,
exsortándoles a los próximos que fueran a más adelante en çer buenos xpianos, con
intençión y çelo de guardar los diez preçeptos de la ley de Dios, creyendo en Jesuxpto
Nuestro Señor, a ymitaçión de nuestra santa madre Yglesia de Roma, de modo que
la santa madre Yglesia romana cree, lo que yo, don Juan de SantaCruz lo creo. Y así
en ella quiero bibir y morir, en el temor de Dios trino y uno, que bibe y rreina para
siempre sin fin.240

240 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1995: 5).

172
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

El nivel aculturativo en estas expresiones es incontrovertible. La ortodoxia


católica recibida mediante la educación desde la época de sus abuelos no deja
sombra de duda de sus creencias cristianas; su intención de ser partícipe de
la campaña de evangelización, y, más aún, de la extirpación de idolatrías, lo
convierte en un fiel soldado de Cristo que reúne en su persona, en su espíritu,
dos mundos radicalmente extraños que se repelían y atraían a la vez, relación
dialéctica de la cual surgía un imaginario no por contradictorio menos real
o fructífero. Quizás por ello el concepto de sincretismo religioso resulte tan
general y nos diga tan poco para este tipo de niveles de sustitución, o de
acomodo pragmático a nuevas situaciones ideológicas de la sociedad.241

Hemos mencionado la cuestión del establecimiento de las escuelas,


bibliotecas o talleres, donde se realizaron estudios intelectuales o artísticos
en los que sacerdotes católicos desarrollaron procesos educativos mediante
los cuales la población nativa recibió el credo cristiano y la cultura
occidental. Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui fue parte de alguna de estas
experiencias. ¿Cuál fue el resultado de estas formas o modos de adoctrinación?
Sabemos que una de sus consecuencias más evidentes fue el desarrollo de un
cristianismo andino —un sistema de creencias que asemeja el barroquismo
por su multiplicidad y abigarramiento—, compartido por muchos de los
habitantes de la República de indios.242 En efecto, tuvieron que haber existido
generaciones preclaras de educandos estudiosos, voluntaristas y fervientes
que compartieron las contradicciones de la vida espiritual cristiana. Pues bien,
cabe preguntarse: ¿cuántos individuos tanto o más capaces como don Juan
de Santa Cruz lograron realizar tan feliz adaptación al estatuto colonial de
acuerdo a sus capacidades y habilidades lingüísticas, ideológicas y culturales?
¿Es posible hipotetizar la existencia de redes sociales en las que individuos
indígenas o mestizos andinos personificaron el problema de las continuidades
y transformaciones culturales?

241 Marzal (2002: 199) esquematiza su hipótesis para el fenómeno del sincretismo religioso del siguiente modo:
“Para comprender mejor las reinterpretaciones indígenas o negras, que son una clave del sincretismo, es útil
distinguir tres tipos de reinterpretación en muchas religiones indígenas o afro-americanas: 1) Se acepta el
rito cristiano y se le da un significado indígena […] 2) Se conserva un rito indígena y se le da un significado
cristiano […] 3) Se acepta el rito cristiano, pero a su significado se le añaden nuevos significados”. La doble
matriz cultural es ominipresente, como se puede comprender.
242 Gisbert (2004: 14, 2012: 295 y ss); Estenssoro (2003: Parte I, Cap. 2); Alaperrine-Bouyer (2007: 26-27).

173
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

Sin ir más lejos quedémonos con la narrativa de Juan de Santa Cruz


dual, plástica y fresca:
[C]reo en Dios trino y uno, el qual es poderoso dios que creó el cielo y la tierra
y a todas las cosas, estrellas questán, como el sol y luna, estrellas, luzero, rrayos,
rrelámpagos y truenos, y a todos los elementos etc., y luego crió al primer hombre
Adan Eba a su ymagen y simijansa, progenitor del género humano cuya desendençia
somos los naturales de Tauantinsuyo, como los demás naçiones questán poblados en
todo el uniberso mundo, así blancos como negros, por cuyos remedios y salud es hijo
de Dios bibo ques Jesuxpo Nuestro Señor, por obras del Espíritu Santo, encarnó en las
entrañas de la Birgen Santa María, bajando del çielo imperio, solo al librarle al género
humano de la servidumbre ynfernal de los dimonios […]243

Carlos Araníbar (*1928-†2016) sostuvo que Pachacuti Yamqui fue un hombre


de los Andes “que piensa en quechua y redacta en castellano”.244 Es también
un muy despierto lector. Pues las oraciones en lengua quechua que introduce
en su Relación las pudo tomar posiblemente de la extraviada Historia de los
ingas de Cristóbal de Molina, o, más bien, de un fragmento de ella, intitulada
Fábulas y ritos de los Ingas [ca. 1572]. La capacidad lectora y la habilidad
de seleccionar informaciones, las oraciones en quechua, el estilo y la forma
brevemente iconográfica le permiten a Pachacuti Yamqui urdir una trama
narrativa más rica que desde el punto de vista del análisis historiográfico
sugiere la idea de sedimentos acumulados de ideas, doxias, recuerdos, sobre
los cuales la escritura alfabética que el autor maneja funcionalmente fijará una
memoria sintética e integrativa resultante de mezclas, adiciones y fusiones de
informaciones vernaculares y de exégesis de la Biblia.245

No podemos obviar en sus dibujos otros elementos de juicio de tipo


iconográfico, ya que en ellos podemos rastrear el incipiente desarrollo del
aprendizaje de la técnica europea de representación visual, incompleta
aparentemente según la calidad de los dibujos que podemos observar. Son tres
representaciones las que parecen aludir a aspectos del pensamiento religioso de
la época precolombina. Ellos son: 1) la figura espiral (que tal vez dé cuenta de
la idea de tiempo/espacio), 2) el dibujo cosmológico/cosmogónico del Templo
Qoricancha —Sol-Inti, Luna-Quilla y ¿Wiraqocha/Creador Andino?— y, 3)

243 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 185-186).


244 Araníbar (1995: xv).
245 Duviols e Itier (1993: 11-126, 129-178).

174
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

la Paqarina de Huanacauri —Maras, Situc y Tambotoco—.246 Guardando las


distancias, estos bocetos nos recuerdan la obra de Guaman Poma y la pintura
indígena hagiográfica de la época. Nos preguntamos: ¿se trata de aspectos
de la educación cristiana que individuos andinos ya habían aprendido y que
practicaban con habilidad y competencia? Guaman Poma logró gran maestría
en el arte del dibujo y del coloreado en acuarela, según vemos tanto en su
Nueva Corónica como en la obra de Martín de Murúa, aunque todavía no
existan certezas completas sobre este tópico247. Quizás no así en el caso de
Pachacuti Yamqui, pero el hecho de seguir el modelo de escritura e ilustración
representa bastante bien el problema del uso de la cultura hispana por parte de
un indígena noble. El dibujo cosmológico puede en cualquier caso representar
la otra variante de la duplicidad cultural de la identidad indígena colonial:
la que se da en el ámbito del arte gráfico o plástico. Ambas expresiones
(escritura y pintura) son, a no dudarlo, las expresiones más significativas que
los andinos adoptaron y manejaron con interesantes resultados.

La literatura especializada plantea que es prácticamente imposible


agregar algo más de lo que el propio Pachacuti Yamqui dice de sí mismo y de
su familia, pues no han aparecido nuevos hallazgos que hagan luz sobre su
biografía, así como tampoco nada nuevo sabemos sobre dónde fue concebida
la obra, y cuál su contexto y cronología.248 En efecto, el trabajo de exégesis
y de obtención de datos sobre esta Relación necesariamente debe fundarse
en la propia obra. Caso similar el de Guaman Poma, aunque no así en el del
Inca Garcilaso del que sabemos bastante. Siendo así esta circunstancia, nunca
antes nuestro análisis heurístico es tan experimental ante un heterogéneo
texto/evidencia. Con todo, desde su interior nos parecen realmente notables
las cualidades intelectuales del autor (biculturalidad, memoria, lenguaje
y estilo, rol proselitista). Sin lugar a dudas, don Juan pertenece a aquellas
valiosas generaciones de individuos indígenas que a partir de sus habilidades
escriturarias lograron rescatar los antiguos universos culturales andinos.
246 Véase “Pachacuti en debate”. En: Bouysse-Cassagne ed./comp. (1997: Cap. II). Por su parte, Duviols
asegura que se trataría de UNA SINOPSIS DEL MUNDO CREADO POR EL DIOS ÚNICO Y UN
ARGUMENTO PLÁSTICO Y SINÓPTICO CONTRA EL POLITEÍSMO (Ibíd.: 107).
247 Cummins y Ossio (2019: 19-21).
248 La fecha de ca. 1613 fue deducida por Marcos Jiménez de la Espada (1879: XLIV). Duviols e Itier (1993:
18-19-20) y Szemiński (2019: 25 y ss) han dudado de ello. Szemiński, comentando los argumentos de
los antes mencionados, indica que la obra pudo ser escrita entre 1610 y 1647 (2019: 23-25), un rango
demasiado amplio, y agrega finalmente que deducciones y suposiciones son imposibles de verificar. 1613
sigue siendo considerada una fecha aproximativa tradicional.

175
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

Podemos precisar que en el medio social en que Pachacuti Yamqui


se desarrolló él pudo ser un activo agente de cambio, importante y eficaz,
en el ámbito educativo religioso. En general, creemos que debió haber
colaborado o trabajado en doctrinas eclesiásticas donde seguramente fue
pieza fundamental de la labor de educación/catequización de los neófitos.
Al redactar el documento estudiado, no obstante, no pudo renunciar al
conocimiento materno que había adquirido en su niñez y adolescencia, y
terminó relevándolo y salvaguardándolo. De igual modo, tuvo que haber sido
parte de la lucha por la memoria que situaba en planos distintos, finalmente
confluentes, a colonialistas y andinos que continuaron debatiendo su presente.
Esta es una de las situaciones más determinantes de los productores indígenas
de una memoria colonial andina. Ese conocimiento del pasado prehispánico,
desconfigurado, aunque no irreconocible, no pudo ser destruido por el nuevo
paradigma y su desarrollo en el tiempo: los mitos de origen de la casta inca, las
guerras rituales, el sistema de creencias... Los elementos constituyentes de su
discurso al poseer dos cualidades culturalmente tan opuestas necesariamente
transformaron o subvirtieron los discursos oficiales, generando las dudas del
sacerdote que fomentó esta escritura indígena, y en nosotros una satisfacción
por la recuperación relativa de un pasado recreado de modo pluriforme.

La Providencia revelada a los incas


Es claro que las habilidades de sujeto bilingüe, culto y devoto militante de la
Iglesia católica puso al servicio de la escritura sus saberes y conocimientos
sobre la población y cultura étnica, para llevar adelante junto a otros individuos
como él, al lado de los evangelizadores, el trabajo doctrinal para hacer más
expedita la conversión de pueblos indígenas que por entonces estaban todavía
ligados al mundo de las creencias autóctonas. La cultura occidental operó
en la psicología religiosa de la población andina en dos niveles: a) creando
un programa de traducción quechua-castellano (y viceversa) que presuponía
conocer y comprender el cosmos andino para extirpar los elementos
indeseados, y a la vez para bautizar y convertir a los andinos al cristianismo
utilizando su propio lenguaje, y b) ideológicamente imponiendo el dogma,
pero tomando elementos de la vieja mito-historia prehispánica para manipular
fragmentos del pensamiento indígena antiguo que potencialmente podían

176
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

ser utilizados para penetrar en la psicología religiosa de los colonizados, y


conseguir entonces una conversión de las almas menos violenta. Algunas de
las historias míticas de origen andino que sirvieron para la evangelización
fueron ciertos relatos acerca de deidades andinas y sus contextos religiosos
que tuviesen una relación paradigmática y semánticamente cercana o afín a
la lógica monoteísta de la Santa Biblia y del cristianismo europeo (Duviols,
1977; Griffiths, 1998; Herrera Villagra, 2016; Durston, 2019). Tales eran los
dispositivos de traducción lingüística y manipulación ideológica en los cuales
nuestro cronista desempeñó funciones escriturales y pedagógicas, hechos
determinantes del momento histórico en que participó de la evangelización.
Su formación como escritor (escribano/amanuense) le valió transformarse
evidentemente en una interesante fuente histórica de carácter indígena. La
Relación fue un instrumento para la conversión creada para concebir desde la
escritura una memoria específica sobre la antigüedad andina, es decir que esta
relación tuvo un uso social.

Queremos ahora desarrollar una reflexión sobre la base de las


informaciones que don Juan de Santa Cruz nos entrega acerca de aspectos
de la vida política y religiosa de los incas del Cuzco, antes y a comienzos
de la conquista española. Recordaremos que Pachacuti Yamqui perteneció
parentalmente a familias que estuvieron ligadas al Cuzco, tanto por alianzas
como por pertenecer al sector Payan, es decir, incas por privilegio. Un sólo
ejemplo bastará para que no queden dudas: las etnias y curacazgos del área
de Canas y Canchis (el corredor que unía al Cuzco con su lejano lugar de
origen, el Titicaca), estaban en deuda desde la época en que el joven Inca
Yupanqui —Pachacútec, reformador del Cuzco y artífice de la expansión del
Tawantinsuyu (ca. 1350-1400)249— solicitó su ayuda militar para enfrentar a
los Chancas.250 De allí entonces que las informaciones que otorga don Juan de
Santa Cruz pueden ser bastante fidedignas dada su cercanía étnica y política,
pero más importante aún es el hecho de que refleja nítidamente la experticia
que aprendieron los indígenas letrados y cómo aplicaron ese conocimiento a
una reescritura de tradiciones y creencias andinas.
249 Cabe aclarar que si Garcilaso indica que Inca Yupanqui fue Inca Viracocha (padre de Pachacútec), Pachacuti
Yamqui escribe en cambio que Inca Yupanqui fue Pachacútec. Esta situación un tanto equívoca se debe a
que la Capac Cuna todavía no había sido elucidada debidamente.
250 Rostworowski (2001: Primera Parte, Cap. II); Santillana (2002: 553-566); Bauer, Aráoz Silva y Kennett
(2013: Caps. 7 y 8); Nir (2016: 119-152).

177
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

Es perfectamente verosímil que la versión del pasado que este individuo,


y el grupo que fue parte de esta operación escritural251 esté compuesta por la
tradición oral (reducción colonial) y otras de matriz andina, y además por
un conjunto de informaciones brindadas por confidentes autóctonos que
conocían directamente las tradiciones que compartieron con sus parientes y
aliados del Cuzco. En efecto, la voz del pasado era transferida de generación
en generación posiblemente acumulando reflexiones y perspectivas propias
de cada grupo de descendencia.

¿Qué ocurrió cuando la Providencia se reveló?

Oraciones en quechua, montañas sagradas y la Buena Nueva


Las informaciones que analizaremos son parte de un plan de redacción
de mito-historias que son interpretadas por un ojo cristiano que ve en los
antiguos hechos del Purun Pacha (el tiempo de los incas) la preparación para
la venida a los Andes del Santo Evangelio, para la conversión y salvación de
los idólatras que habían errado el camino espiritual, cediendo ante la maligna
influencia del Archi-Enemigo de la humanidad, el Demonio. La conquista
y colonización no fue sino, siguiendo los argumentos de esta obra, la forma
que Dios planeó para traer la Buena Nueva a estos perdidos hijos salvajes o
bárbaros, ignorados y extraños para Europa. De acuerdo con esto abordamos
tres asuntos: i. Tradiciones incas de los primeros tiempos, ii. Tradiciones incas
de la época de Pachacútec y iii. La llegada de los invasores, la imposición de la
nueva religión, la crisis del pensamiento andino en un nuevo período histórico
y iv. la subsiguiente formación de una memoria colonial en el reconfigurado
mundo imaginal indígena del siglo xvii.

Analicemos primero la oración de Manco Cápac que, según Pachacuti


Yamqui, éste formuló cuando muy viejo estaba cerca de su muerte:
¡Oh Almácigo donador de vida que pones fundamentos,/ Almácigo donador de vida
que estableces límites./ Donador de vida,/Que continuamente escondes y despedazas/
Que creas y pones en el lugar debido./Diciendo: “Sea varón,/Sea mujer”/Formas
y haces!/Por ti creado,/Por ti puestos en el lugar debido,/Completamente tranquilo
y salvo/Aquí viviré./¿Dónde estás,/Afuera,/Adentro,/En la nube,/En la sombra?/
Óyeme,/Dime “¿qué?”/Dime “sí”,/Durante todo el tiempo,/Durante cualquier
251 Navarro Gala (2007: Cap. 1).

178
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

momento,/Hazme vivir,/Tenme en tus brazos/Tenme en tu mano,/Y esto que he dado/


Recíbemelo/En cualquier lugar que estés,/¡Almácigo donador de vida!252

Y después desto siempre los acordaba de Ttonapa deziendo:253

Del creador intencional del ser humano/su criado y mayordomo es, dicen/¡Míralo
pues, alcánzalo, y obedéceme a mi solamente!/ ¡Tú, que a mí como a rey del Cuzco/
me has puesto y dejado aquí, señor!/Tú que quiebras y escondes a las wacas!/Cuidado,
que cuando yo muera,/a quien aquí has hecho y dejado rey/lo puedes olvidar,/y cuando
yo muera/a mi gente entendida/la fortalecerás,/le pagarás con comida y bebida./
Podrás dármelo a conocer./Lo será el hijo último./Tú que lo has llevado con tu boca/
lo podrás agarrar con tus garras./¡O tú, que despojas a los hap’iñuñu,/los dominas, los
atemorizas!/Lo podré conocer./Lo podré saber./¡Tú que me creas de la tierra,/Tú que
me modelas!/Mírame nomás./Ya de tierra y agua/un viejo soy.254

Es probable que la acción de orar por el hijo tuviese un sentido ritual que se
aplicaba a dejar un mensaje práctico enfocado en la sucesión y heredad en
torno al poder del líder del linaje, es decir a la responsabilidad que recaía
en quien tomaría el puesto del gobernante falleciente: el hijo que recibía
simbólicamente el poder ostentado por el padre. Ese hijo era Lloque Yupanqui.
Por otro lado, destaca la alusión a la deidad Wiraqocha.255 En las primeras
líneas de la Relación esta deidad es aludida como Uiracochan Ticci Capac,
y es también denominada Ticci Cápac y Huiracochan Pachayachachic. Esta
información encierra varios problemas; sin ir más lejos alude a un hecho
dudoso: la deidad Wiraqocha pertenecía a la atmósfera religiosa de las
tradiciones serranas. Pero los proto-incas provenían de la tradición cultural
de Tiwanaku, por lo que es dable pensar que estaban familiarizados más bien
con Tunupa o Tawapaca. Ambas identidades sagradas no son irreconocibles;
tal vez sean advocaciones trickster.

Volviendo a la época de Manco Cápac (ca. siglo xii o xiii), es dudoso


pensar que los migrantes provenientes del Titicaca se hubiesen quechuizado

252 Traducción de Szemiński (1997: 65).


253 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 200-201).
254 Traducción de Szemiński (1997: 68).
255 Cristóbal de Molina ([1575] 2008: 10 y ss) nos entrega noticias sobre la deidad comentando que el Hacedor
tuvo dos hijos: Ymaymana Viracocha y Tocapo Viracocha, con los cuales en Tiwanaku creó a las gentes y
naciones, al cielo, el sol, la luna y las estrellas. En la lengua de los indios también es llamado Pacha Yachachi
o Titu Viracochan que quiere decir dios incomprensible. Esta deidad caminó por la sierra civilizando a todas
las naciones; se regocijó con su multiplicación y se molestó con aquellas que no cumplían su mandato,
convirtiéndoles en piedra. Ello ocurrió en Tiahuanaco, Pucara y Jauja donde creó las huacas Huari Vilca,
Pachacámac y Cajamarca.

179
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

tan rápidamente a través de una sola generación siendo ellos originariamente


puquina-hablantes (Torero, 2005: 408 y ss, 446 y ss; Cerrón-Palomino,
2013a: 9 y ss). Como sabemos, los procesos lingüísticos de este tipo son más
largos y en todo caso existen particularidades no sujetas a reglas definidas
o rígidas. En cuanto al problema de Tunupa, lo que podemos inferir de la
imagen que sugiere la oración de Manco Cápac es que se trataría de una
construcción ideológica andina tardía y/o temprana colonial. Todavía más
interesante resulta el hecho de que mencione a otra deidad que sí pertenece,
según sabemos, a las tradiciones del hinterland cultural del Titicaca: Ttonapa
o Tunupa (Salles-Reese, 2008: Cap. II). Podemos hipotetizar que ambas
deidades son una misma deidad, aunque mencionada en dos lenguas andinas,
o representada según dos tradiciones locales. O bien que ambas deidades al
presentar cualidades sobrenaturales similares se hayan fusionado al cabo de
unos varios siglos de interrelaciones interétnicas permanentes.256 Así pues, la
oración de Manco Cápac al hijo que lo reemplazaría en su rol de poder utiliza
a Wiraqocha y Tunupa como potentes símbolos de poder.

En otro sentido, el empleo del quechua para trascribir la oración de


Manco Cápac es un hecho etnolingüístico interesante ya que demuestra
que el tradicional régimen colonial bilingüe castellano/quechua (trilingüe si
incorporamos en la reflexión al aymara) fue parte de las formalidades de la
producción de textos, lo que señala la utilidad de tales documentos para la
conversión de los neófitos, una particularidad de la colonialidad vivida en los
Andes. En efecto, la coexistencia de las lenguas fue insustituible en el camino
trazado por los Concilios Limenses del siglo xvi en torno a la manipulación
del quechua con fines evangelizadores.257 Por otra parte, esta información
es fácilmente relacionable con la manipulación de la historia como relato
de verdad, ya que desde el mismo instante en que Manco Cápac, fundador
del linaje incaico y de la ciudad del Cuzco, según varias tradiciones tanto
indígenas e hispánicas, el propio Demonio estuvo allí presente para engañar
a los indígenas. Así influidos negativamente por el Adversario, los incas
iniciaron su carrera meteórica de expansión engañados por el Simio de Dios.258
256 Gisbert (2004: 35 y ss) hace una reflexión etnohistórica y religiosa sobre estas tradiciones que vinculan
simbólicamente a Wiraqocha y Tunupa.
257 Durston (2019: Cap. 5).
258 Estenssoro (2003: 194 y ss).

180
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

En la tercera generación de la Cápac Cuna, Mayta Cápac, el Sapa


Inca (dinastía Hurin), tuvo una visión o sueño —considerados oráculos
que cumplían importantes funciones políticas y religiosas— que explicaría
en términos retrospectivos el fin abrupto del reino cuzqueño a manos de
los conquistadores españoles, quienes habrían venido cumpliendo con los
designios que Dios habría previamente determinado para atraer a la salvación
a estos hombres que vivían en un apartado lugar de estos remotos territorios.

De esta manera:
Este ynga Mayta Capac dizen que pronosticó la venida del Santo Evangelio, alabándole
que abían de ser generalísimo provecho y que el senorío y reino de sus desendientes
que abían de ser hasta tantas edades, hasta en tiempo de 2º Manco Ynga. Y les abía
pronosticado que abían de ser gran prosperidad y al último muchas guerras entre los
ermanos, y que esto abían de ser el general destruyimiento del reyno, y que abría
grandes derramamientos de sangre.259

Para entender debidamente este párrafo debemos considerar que la forma


de narrar este asunto, clave para la evangelización, buscaba explicar de
otro modo la memoria andina cooptada e intervenida por el dispositivo que
suponía reinventar la historia antigua según los códigos extraídos de la Santa
Biblia, un proceso ideológico que Frank Salomon denominó acertadamente
«textualización de la memoria».260 El concepto es útil dado que nos ayuda
a comprender que el acto de apropiación de la memoria antigua por parte
de la praxis escritural colonial (hispánica o indígena) se transformó en un
documento que podía ser reescrito: diseñado de nuevo, creado a imagen y
semejanza de la ideología cristiana. El hecho de que Mayta Cápac pronosticara
la venida del Evangelio constituye una revelación ejemplar del cristianismo.
El significado de esta manipulación histórica pudo cambiar radicalmente
el modo en que los andinos percibían un mensaje sagrado que apuntaba a
los objetivos de la ideología cristiana. Al cabo de esta operación discursiva
solamente quedaban en el relato remozado trazos o fragmentos de lo que
originalmente las voces andinas pudieron pronunciar.
259 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 205-206).
260 Salomon (1994: 240) escribe: “Las pocas obras de síntesis andinas escritas directamente por indígenas
coloniales alfabetizados (Guaman Poma [1615] 1980, Pachacuti Yamqui [1613] 1991, Anónimo [ca.
1608] 1987) tienen en común una arquitectura editorial marcadamente bíblica. En efecto, el plan bíblico
influye no solamente en las “crónicas indígenas” sino en la inmensa mayoría de los libros que pretenden
documentar memorias orales sudamericanas”.

181
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

Lo inesperado e impensado pudo ocurrir en el sistema narrativo


producto de dos variables relacionadas. Al estar en manos de los cristianos
el campo discursivo de la realidad, se creaban informaciones que la verdad
oficial rediseñó para modificar una historia religiosa de los Andes utilizando
el pensamiento de la teología cristiana. Ahora bien, existe asimismo la
posibilidad de que el pensamiento indígena colonial haya podido apropiarse
de un conjunto de conceptos e ideas que hizo posible que los eventos del
pasado propio pudiesen enunciarse retrospectivamente. Lo interesante
es que la escritura en manos indígenas si bien repitió la dinámica de los
evangelizadores hispánicos en cuanto a manipular la memoria antigua a
través del uso de las lenguas quechua y castellana, conservó prodigiosamente
un bloque importante de la cosmovisión andina que quedó delicadamente
conservada al interior de un discurso de poder que finalmente era francamente
excluyente. He aquí quizás la mayor contradicción que a todos nos llama la
atención y el principal problema historiográfico. Las esperanzas científicas
de conocimiento chocan con el saber arqueológico. La destrucción del
Tawantinsuyu de los incas era el signo divino que Dios habría planeado para
el inicio de la evangelización, una relación sine qua non para la teleología y
escatología cristiana, y, no menos relevante, una justificación legal ante las
otras monarquías de la Europa occidental. En este contexto el desafío queda
expresado temáticamente.

Otro aspecto relevante de la historia inca lo prefigura un acontecimiento


determinante para entender un cambio enorme en la organización del territorio
andino generado por el estado cuzqueño, es decir, el paso de jefatura a reino
o confederación: la guerra contra los Chancas, que a partir de su desenlace
creó las condiciones para la expansión cuzqueña (Nir, 2016; Duviols, 2016).
En estas informaciones encontramos al joven Inca Yupanqui viviendo como
pastor de llamas y alpacas lejos del Cuzco, exiliado por orden de su padre el
Inca Viracocha. Recordemos que Garcilaso también nos relata esta historia;
ubica el lugar en Chita (hoy Chitapampa, cerca del actual Poroy). Un poco
después de este hecho mítico historizado por la escritura, en la siguiente escena
narrada aparece el gran Sapa Inca conquistando territorios hacia el área del
lago Titicaca, tierra de los Qollas. Un dato importante que nos ofrece Pachacuti
Yamqui nos obliga a detenernos en este lugar histórico para constatar que la

182
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

alianza étnica entre cuzqueños y los pueblos de Canas y Canchis tuvo entre
sus actores la presencia de un Curaca guerrero que luchó junto a Pachacútec:
Yamque Pachacuti, un antiguo familiar de nuestro cronista, según asegura
don Juan de Santa Cruz. El dato no es ocioso ya que de hecho su propio
apellido (Pachacuti), un nombre poderoso, proviene probablemente de aquel
notable ancestro:
Y el ynga <Yupangui> sigue a los enemigos hasta Andaguayllas y buelbe al Cuzco
y comiença a conquistar a todos los Collasuyos y los sujeta a otros por bien de paz,
en donde halló al curaca llamado Yamque Pachacuti, capitán de gran fama a quien
agradeçe por la matança de Ynca Orcon, su ermano, y asienta paz, y toma el nombre
de Pachacuti añidiendo sobre su nombre hasta llamarse Pachacuti Ynga Yupangui. Y
al fin gana toda la provincia de los Collasuyos y entra a la conquista de los Chayas «y
Carabayas», en donde halla un ydolo muy vellaco. Al fin destruye y asola a toda essa
provincia de los Chayas y Ollachiyas, en donde deja preçidios en Ayapata.261

En la descripción se indica el hecho de que el ancestro de nuestro cronista


haya sido el autor de la eliminación física del hermano del joven Pachacútec,
el Ynca Orcon. No solamente esto: Ynga Yupangui toma el nombre de este
aliado, cuya significación es: “el que trasforma el mundo”. Aparentemente
este hecho sella una alianza que durará quizás dos siglos entre los incas y
los caneños y canchinos. Luego, el poderoso Pachacútec continuará su
avance hacia el Qollasuyu. Su enfrentamiento con ídolos (señores ancestrales
litomorfizados) expresa el hecho de que al derrotar a los pueblos el Sapa Inca
toma a sus deidades como rehenes, estrategia que siguieron usando como parte
de la política expansiva sobre los diversos pueblos del Ande. Es necesario
que consideremos la lucha entre las huacas como hechos políticos, ya que
esta cuestión parece ser otra de las categorías auténticamente andinas que
quedaron registradas en estas informaciones. Esta materia también fue usada
astutamente por los productores de memoria, los escribanos/amanuenses: los
ídolos incas fueron más cercanos a las creencias cristianas (el Dios Hazedor,
o Creador, es el más paradigmático), en tanto otras huacas de pueblos no-
incas fueron siempre reducidos a la idea de “ydolos vellacos”, demoníacos y
groseros.

Otra de las imágenes interesantes, desde el punto de vista del


261 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 220-221). Los ángulos son de Duviols e Itier. Véase también Santillana
(2002: 553-566).

183
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

pensamiento antiguo, es el mito de la aparición del Amaru o Yauirca que vino


desde el Pachatusan para ayudar a los guerreros aliados que luchaban contra
los Chancas, liderados por el joven Inca Yupanqui y un puñado de cuzqueños
fieles:
En este tiempo dizen que llegó la nueba como en el Cuzco ubo un milagro que como
un yauirca o amaro abía salido del serro de Pachatusan muy fiera bestia, media legua
de largo y gruesso de dos braças y medio de ancho, y con orejas y colmillos <y
barbas>. Y viene por Yuncay Pampa y Sinca, y de allí entra a la laguna de Quibipay,
y entonçes salen de Aosancata dos sacacas de fuego, y passa a Potina <de Ariquipa>,
y otro viene para más abaxo de Guamanca, que está y tres o quatro serros muy altos
cubiertos de niebes, los quales dizen que eran animales con alas y orejas y colas y
quatro pies, y ençima de las espaldas muchas espinas como de pescado, y desde lejos
dizen que les parecían todo fuego.262

No sólo aparece este Amaru o Yauirca, también surgen “dos sacacas” o


cometas desde el Apu Ausangate, que parecían pájaros/dragones de fuego. Es
difícil decir con certeza si estas imágenes de criaturas míticas corresponden
a bestiarios locales o más bien corresponden a los bestiarios importados
desde Europa. Lo interesante de estas informaciones es que muestran que
los incas tuvieron poderes para controlar animales reales y legendarios. La
posibilidad desde el punto de vista del análisis de esta documentación expone
claramente que la estrategia cristiana de aprovechar las mito-historias para
sus propios intereses permitieron rediseñar las tradiciones orales (la reducción
de las tradiciones comunicativas) para fines de argumentación y disuasión
catequética. El apoyo concreto que esto significaba para los guerreros del
joven Pachacútec, volviendo a la escena de la guerra inca-chanca, constituía
una muestra del gran poder que investía a los cuzqueños con respecto a otras
etnias, poder que les había concedido el Padre Sol.263

En la Relación de Pachacuti Yamqui hay muchas otras informaciones que


nos muestran cómo los imaginarios se fusionaron. En el plano de la escritura,
esta fusión no aseguraba un resultado parcial entre los elementos culturales
involucrados; antes bien, las formas ideológicas del texto escrito jugaban a
favor de las instituciones que gobernaron este mundo letrado: la Corona y
la Iglesia, la política oficial y la historia universal. Los indígenas letrados al
262 Ibíd.: 223-224. Los ángulos son de Duviols e Itier.
263 Nir (2016: 119 y ss).

184
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

sentirse parte de ese mundo volcaron sobre el papel toda la destreza que les
inspiraba la fe que adoptaron y profesaron devotamente, les resultó imposible
deshacerse del peso de sus culturas maternas, su lengua, la religión inscrita en
la propia tierra. Para la etnohistoria se abren posibilidades de interpretación,
proyectos heurísticos e hipótesis que son imposibles de comprobar utilizando
únicamente documentos escritos; en realidad difícilmente las ciencias
históricas podrán llegar a conclusiones categóricas en un plano en que todo
resulta tan relativo, tenue e inestable. Muchas preguntas deberán esperar más
acumulaciones de saberes y conocimientos antropológicos y arqueológicos
para esclarecer el pensamiento indígena colonial. Pero lo concreto es que el
aporte de los documentos coloniales sigue y seguirá siendo insustituible.

Aún nos quedan algunas noticias para puntualizar este análisis. En


el caso siguiente, en el contexto de la vejez del Inca Pachacútec, discutible
soberano reformador del Tawantinsuyu, nuestro cronista nos relata la aparición
en el Cuzco de un niño que portaba un libro (¿la Biblia?) que el agonizante
Pachacútec llegó a ver:
Al fin el dicho ynga buelbe a su çiudad, y entonçes ya era biejo, y llega la nueba que
como un nabío abía andado en la otra mar de hazia los Andes, y entonçes al cabo de un
año llega un mançebo a la plaza con un libro «grande» y dale al ynga viejo Pachacuti,
el qual no haze casso del mançebo y al libro les da para que la tubiese el criado. Y por
el mançebo pide el libro del criado y sale derecho de la plaza, y en passando la esquina
desparesçe, aunque después el Pachacuti Ynga Yupangui le manda buscar quién era
y no se sabe quién fue, de que el ynga haze ayuno de seis meçes en Ttococachi, sin
saber.264

Todo esto ocurre cuando son avistados navíos por la costa norte. Este aparente
desorden de hechos y acontecimientos (Pachacútec tuvo que haber comenzado
a gobernar a fines de 1300 o inicios de 1400) tienen una explicación: pretenden
encadenar ideológicamente a un personaje sumamente relevante —como un
Alejandro Magno o un Julio César— con la llegada de los españoles que traen
la Buena Nueva. El relato señala que en la época llega al Cuzco un mancebo
con un libro escrito, objeto cultural que no existió en la América indígena.
El niño bien puede intentar representar un ángel que estuvo en el Nuevo
Mundo (un ser real que fue conocido por los incas). Las cronologías son

264 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 227-228).

185
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

inexactas como podemos verificar evocando la épica partida conquistadora


en la segunda década del siglo xvi. Por aquellos años los españoles recién
concebían sus planes de navegación y conquista. Los navegantes aparecieron
por las costas del norte en tres oportunidades entre 1524-1525, 1526-1528
y 1531-1533. Por su parte, retomando el estudio de nuestra crónica, el viejo
Pachacútec preocupado por los hechos inusitados y difíciles de comprender
decide realizar ayunos en la parte alta de Hanan Cuzco: en Tococachi. Este
hecho puede ser interpretado como un rito que aspiraba a transformarse
en oráculo para resolver el misterio del niño y del libro (un objeto exótico
desconocido). Cabe preguntarse por qué el cronista Pachacuti Yamqui utiliza
estas informaciones que, bien miradas, no calzan con las formalidades de
una relación escrita típica en la época: exactitud cronológica, legitimidad
ideológica y aplicación de un modelo cristiano explicativo de rasgos míticos
e históricos, elementos todos que hacen de este documento una rareza cultural
que contribuía a refundar una historia bíblica en los Andes coloniales. Quizás
la respuesta sea simplemente que el imaginario del cronista Pachacuti tenga
una doble adscripción cultural lo que dotó a su Relación de una cosmovisión
densa.

En la época del Inca Túpac Yupanqui, continuando con el relato de Juan


de Santa Cruz, también ocurren acontecimientos de distinta raigambre. Por
supuesto, esta puede ser una de las épocas más activas del movimiento de
expansión y conquista de los incas que proseguían la construcción de su obra
máxima: el Tawantinsuyu, un Estado centralizado superpuesto por encima de
un mundo étnico profundamente diverso y pletórico de recursos. No obstante,
este portento en la historia de la humanidad, el llamado <Imperio de los Incas>,
tuvo también su lado oscuro: la riqueza, el poder y el prestigio de los cuzqueños
se debió en gran parte a la explotación de los recursos humanos y naturales
que las diferentes regiones aportaban al gobierno cusqueño. Ello implicó que
ante alianzas poco deseadas muchas etnias se rebelasen continuamente ante
las imposiciones de una reciprocidad compleja o asimétrica, especialmente
las del extremo norte del territorio andino. Es de observar que los Curacas
o señores étnicos de tribus o jefaturas no podían soportar los rigores de
un Estado estructurado, autoritario y disciplinado, Cuzco-céntrico. Esas
disensiones cumplieron también en su momento coyuntural un rol importante

186
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

en la interpretación cristiano-indígena de la historia mítica andina. Tales


animosidades entre etnias disidentes explican en parte la derrota de los incas.
En la siguiente información se expresa, por ejemplo, el origen de varias
alianzas (algunas de mutuo acuerdo, otras posiblemente forzadas) con tribus
y jefaturas del norte:
Al fin viene al Cuzco y los ymbía <adelante> a un capitán suyo <llamado Auqui
Ruca> con doze mil hombres para las provincias de todos los llanos para que en su
nombre los visitasse y los allanase a los ribeldes inobedientes. Al fin lo haze muy bien
y dicho Topa Ynga Yupangui viene derecho al Cuzco, trayéndoles a los Cayambis y
Cañares y Chachapoyas para sus alabarderos. Y entonçes viene muchas moças de los
Quitos, Quilacos, Quillay Sincas, Chachapoyas y Yungas, Guayllas, Guancas para las
donzellas de su Coya, y prinçipalmente las acllas de Ticçi Capac Uiracochan Pacha
Yachachi, llamado yurac aclla, uayrur aclla, paco Aclla, yana aclla, y mucha riqueza
de piedras y oro y plata y plumirías. Y assí en la buelta manda a todas las provincias
desde Quito hasta el Cuzco que todos heziesen chacaras y truxes, collcas, caminos
y puentes, tambos, y que las acllas lo mismo obiesen en todos, y a los ofiçiales de
cumbis y plateros, y paucar camayos, pillco camayos, canteros. Y hace armas, dejando
en todas partes soldados de preçidio para la seguridad de la tierra, y a los hambi
camayos, y más lo manda que cada parçialidad obiesen comunidades y sapssis, para
el provecho y sustento de los pobres, que son llamas y comida.265

Durante las campañas de Túpac Yupanqui se consiguió reducir a la


servidumbre a las tribus norteñas, las que tuvieron un rol importante hacia
la época de la caída de los incas: “Cayambis y Cañares y Chachapoyas”.
Aparentemente, los vínculos entre los cuzqueños y los norteños comienzan
a hacerse progresivamente más cercanos. La alianza con los quiteños, en
particular, fue determinante en la historia social de las Panacas incaicas
dominantes, una alianza que podemos fechar hipotéticamente desde 1430 o
1440 en adelante.266 El traslado de un número importante de mujeres de etnias
diversas acercó al parecer a estos grupos étnicos y generó probablemente
nuevos entramados de parentesco interregional. Entre ellas destacan las
Acllas de Ticçi Capac Uiracochan Pacha Yachachi, que constituyen cuatro
categorías: Yurac Aclla, Uayrur Aclla, Paco Aclla, Yana Aclla. A partir de
estas conquistas el gobierno de Túpac Yupanqui logra articular importantes
cadenas económicas y productivas que serán maximizadas en su capacidad
de generar un flujo de riqueza a través del Qhapaq Ñan (“piedras y oro y

265 Ibíd.: 231-232. Los ángulos son de Duviols e Itier.


266 Salomon (2011: Cap. VI); Wachtel (1976).

187
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

plata y plumerías”). Este camino real debía estar resguardado por una serie
de Tampus establecidos a lo largo de más de dos mil kilómetros que unían el
Cuzco con Quito.

El gobierno de los incas, que superpuso jerárquicamente los Tocricoc a


los Curacas con gran destreza organizativa, consiguió imponer sin aparente
contrapeso los términos de su proyecto de administración multiregional.267
Y logró, ampliando el territorio, crear las condiciones para que las nuevas
generaciones de conquistadores cuzqueños pudiesen continuar engrandeciendo
el oráculo divino.

Pachacútec, Amaru Yupanqui y Túpac Yupanqui


Este período de la historia incaica, según el heterológico relato de Pachacuti
Yamqui, deja entrever un hecho muy especial: a un padre poderoso y dos
de sus hijos principales que heredarían el pujante reino. En la siguiente
imagen, realmente memorable, tenemos, uno al lado del otro, a los tres incas
fundamentales en la historia cuzqueña: Pachacútec, Amaru Yupanqui y Túpac
Yupanqui, de la dinastía Hanan, quienes gobernaron el Tawantinsuyu hasta
que se estableció la conquista española, por al menos un siglo (ca. xiv-xvi).
El escenario es la gran plaza Haucaypata y una ceremonia solemne: Cápac
Raymi o Inti Raymi. En la siguiente escena los vencidos (los grupos étnicos
ya mencionados) tras largas campañas de conquistas en los alrededores del
Tawantinsuyu, son llevados al Cuzco y puestos ante la presencia del Inca
Pachacútec, y llevados al Coricancha ante la imagen del Hazedor (figura
manipulada de Wiraqocha o Pachacámac, como equivalente de un Dios
Único). La figura del Haylli (Hayllucuni, haychaycupuni o hayllicupuni)
expresa ritualmente la derrota y sometimiento de los vencidos. Expresa
Pachacuti Yamqui:
Al fin a los bençidos hazen haylli dellos, triumphándoles hasta Coricancha, <por
aquella prinçipal calle>, en donde haze sus acatamientos <al simple ymajen del
Hazedor>. Los capitanes por sus órdenes saliendo por la otra puerta a la plaza de
Haocaypata y Cuçipata con el canto de quichu, y asienta por sus órdenes los curacas
en sus tiyanas y quitasol etc., en donde el dicho Pachacuti Ynga Yupangui sienta con

267 Szemiński (2016: 102 y ss); Herrera Villagra (2020); Idrovo (1998: 71 y ss), en Dillahay y Netherly (1998);
Parsinnen (2003, cap. VII, 248 y ss, 340 y ss); Hyslop (1998: 33 y ss).

188
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

su hijo Topa Ynga Yupangui y Amaro Ttopa Yupangui, todos tres con yguales tiyanas
de ruua hechas de oro. Todos tres bien vestidos, con sus capac llaottos y mascapacha,
y el viejo con su septro de suntor paucar <hecha de oro> y el Topa Ynga Yupangui
con su septro de ttopa yauri, y el otro sin septro, solo con chambis pequeños de oro.268

Se puede percibir en este párrafo la fuerza del relato que sitúa a los personajes
aludidos en el centro neurálgico de la ciudad sagrada: las plazas Haucaypata
y Cusipata, los Curacas que están en alianza o que son parte de la sociedad en
su jerarquía de Payan, sus séquitos, guerreros y líderes militares (Awqaylli),
las ubicaciones en torno a las dos plazas rituales. Cerca al Coricancha se
instalaba la imagen del Hazedor, el Sol o Wiraqocha. Pero la imagen más
relevante para nuestro propósito es la de los tres incas sentados juntos en sus
respectivas tianas de oro, con Pachacútec al centro, y su prole principal a
izquierda y derecha, con sus insignias, distintivos, y postura de Hijos del Sol,
oráculos, líderes de Hanan y Hurin, dueños del Tawantinsuyu, elegidos por
Inti, Wiraqocha e Illapa, amparados por la tradición y los Mallquis: triunfantes
ante las otras regiones del área andina.

El Cuzco aparece como espacio ritual, grave y majestuoso, pero a la


vez cuajado de problemas ocultos, en crisis permanente por la carrera de
conquistas, anexiones, insurrecciones y luchas. El máximo nivel de desarrollo
estatal y de poder regional se luce a través de objetos preciosos provenientes
de lugares lejanos, las plumas de los brillantes pájaros de la selva, los
tejidos y los ritos, la música, los cantos y bailes, las caravanas de llamas y
alpacas, constituyen un todo exótico que permitía a esta sociedad compleja
vincularse, relacionarse, expresarse: un poder humano y sobrenatural en su
apogeo cultural. Esta Ciudad Sagrada se constituyó en una gran Huaca, sólo
comparable con la Huaca mayor: el Riti Suyu (la Cordillera de los Andes),
llegando al máximo nivel de poder que ninguna sociedad andina alguna vez
tuvo, donde todas las huacas residían y donde sólo el Hijo del Sol podía
decidir el destino de todos los Suyus: Llaqtas, Curacas, Runas, Yanaconas y
Mitimaes, Waris, Llacuaces, Chunchus y Wachimis.

Un poco más adelante en la historia final de la hegemonía inca, nos


encontramos con algunos elementos de la historia del último gran Sapa
Inca: el nieto de Pachacútec, sobrino de Amaru e hijo de Túpac Yupanqui,
268 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 232-233).

189
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

Huayna Cápac, décimo gobernante, quien gobernó ca. 1490-1525. Sin duda,
este importante personaje es el postludium del gobierno cuzqueño. Hay
un hecho que nos llama inmediatamente a la reflexión: las Panacas Hanan
cuzqueñas se habían duplicado en Panacas Hanan quiteñas. Huayna Cápac,
según podemos entenderlo en este momento, fundó una Panaca en Quito
que en poco tiempo se hizo de un poder extraordinario y peligroso para los
cuzqueños más tradicionales: Tumibamba.269 Sin embargo, el poder del Sapa
Inca era incontestable. Hipotéticamente este hecho pudo haber creado serios
problemas entre las Panacas cuzqueñas y grupos étnicos que pasaban de
Payan (incas de privilegio) a Collana (incas de sangre), algo inusitado. El
Cuzco veía cómo surgía otra Ciudad Sagrada análoga en su frontera norte por
mandato del máximo cuzqueño, el Sapa Inca.

Volvamos un poco antes de estos trascendentales eventos. Observemos


cómo el cronista Pachacuti Yamqui nos relata una boda real. El extraordinario
casamiento de Huayna Cápac con Mama Cussi Rimay nos permite echar otro
vistazo a la mística de la ciudad del Cuzco:
Dizen que fue cossa de grande admiración la fiesta, porque dizen que todos los
techos y paredes de las calles estavan todos cubiertos de ricas plumerías, y las calles
prinçipales por donde abían de passar todo de oro, y el suelo con pipitas de oro,
y todas las calles con escamas de plata sobre los reposteros de plumerías, y toda
la gente de Tauantinsuyo muy galaníssimos, de cumbis ricos y plumerías y de oro
y plata. Dizen que el Guayna Capac sale de la cassa de Pachacuti Ynga Yupangui,
«su agüelo», acompañado de los grandes <y apo curacas> de Collasuyo, y de sus
consejos. Y la infanta Mama Cussi Rimay sale de la cassa y palaçio de Topa Ynga
Yupangui, acompañado de los grandes apocunas de Chinchaysuyos, Condesuyos y
Antesuyos, con todos los auquiconas orejones por su orden, paseándoles por la çiudad
en andas de su padre, y Guayna Capac lo mismo con las andas de su agüelo, sin septro
de ttopa yaori, solamente con su champi, y muchos lacayos, todos curacas de menos
nombres, bestidos de churo, reluçientes madres de perlas, y bien armados con sus pura
puras de plata y chipanas de plata. Dizen que vençían la bista todos estas cosas. Y la
gente de guerra hasta çinquenta mill hombres los guardaba la çiudad por de fuera y
a la fortaleza de Sacssaguaman. Dizen que era cossa de gran admiraçion la fiesta.270

Sin duda, el momento histórico aludido por nuestro cronista nos sugiere una
ciudad completa en su morfología arquitectónica original, lleno de personas
de élite bellamente ataviados, clímax del lujo suntuario del Cuzco. La ciudad
269 Idrovo (1998)
270 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 243-244). Los ángulos son de Duviols e Itier.

190
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

más grande, como ninguna otra existió antes, aún más rutilante que la misma
ciudad de Tiwanaku. El detalle de la pompa de los ritos y ceremonias nos hace
imaginar una urbe esplendorosa, bella y solemne. Las fiestas y ceremonias se
realizaban también con motivo de este tipo de eventos que aseguraban la
cohesión de la estructura social, la descendencia real, las alianzas con etnias y
Curacas de los Suyus. Sin embargo, también podemos identificar la medieval
elegancia y el formalismo monarquista europeo, influencia europea que tiñe
el imaginario híbrido de don Juan de Santa Cruz. Las imágenes parecen ser
duales siempre: lo andino y lo occidental en relativo equilibrio, el reflejo
de costumbres semejantes, fórmulas de poder afines, categorías que nos
dan pautas de la organización según los patrones de la pureza de sangre, la
pertenencia a las clases aristocráticas, las relaciones entre familias nobles, etc.
Como se apreciará, la arquitectura ideológica de la Relación es reconocible
como historia universal cristiana.

El Auqui Huayna Cápac sale de la Cancha de Pachacútec y Mama Cusi


Rimay sale de la Cancha de Túpac Yupanqui, el círculo Hanan que domina
la ciudad del Cuzco. Resulta sugestivo extraer esta impresión: el varón sale
acompañado de las máximas autoridades del Hanan y del Qollasuyu, en tanto
que la mujer sale acompañada de los Apos de los otros Suyus: Chinchaysuyu,
Antisuyu y Cuntisuyu. Huayna Cápac viene transportado en sus andas. Mama
Cussi Rimay viene escoltada por los Auquiconas y Ñustaconas. Si bien esta
imagen es atractivísima no deja de evocarnos la imagen de los príncipes
europeos que se casaban ante Dios y la Iglesia, heredando el reino de sus
anteriores reyes y reinas (arquetipo que vimos emplea Garcilaso al referirse
a Manco Cápac y Mama Ocllo: Adan/Eva - Rey/Reina). Los imaginarios
chocan, desde luego, puesto que se trata de dos monarquías que de alguna
manera se reflejan mutuamente en el reconfigurado pensamiento indígena
colonial; chocan, pero al final se integran. Destacan por último las fuerzas
guerreras del Sol que copan con sus miles de guerreros la Llaqta Huaca
cautelada por el complejo de Saqsaywaman.

Aunque nos asombra esta información, no podemos dejar de pensar que


la organización social de las Panacas y el espacio ritual y humano que ocupaba
el Sapa Inca fue mucho más complejo que esta descripción monógama y

191
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

eurocéntrica de los ritos matrimoniales en un contexto urbano pre-cristiano.


Esta referencia etnohistórica nos da siempre más luces sobre los derroteros
del pensamiento indígena colonial mediatizado por la influencia cultural del
dominio de la escritura. Y es por ello que la seguimos con prudente cuidado
interpretativo.

Las efigies del imaginario que quedaron registradas en la Relación de


Antigüedades aluden a varios portentos. El Inca Garcilaso señala terremotos,
eclipses o círculos concéntricos del color de la sangre alrededor de la luna
llena, aves (águilas o cóndores) que caen sobre la plaza de Haucaypata…
Pachacuti Yamqui aporta la siguiente visión que evoca un ejército de
almas que llegan desde el mar y recorren la tierra con una fuerza temible,
destructiva e imparable. Ahora bien, este millón de figuras humanas (personas
vivas anormales) podrían simbolizar las enfermedades que harían trizas la
demografía de los Andes en los siglos xvi y xvii. Este portento es obra de la
mano de Dios que, por una parte, castiga a los andinos por haber creído (o
por dejarse engañar) en su Archi-Enemigo y, por la otra, como una forma de
preparar la venida, a través de la cruz y la espada, de la verdadera religión.

El breve pero significativo párrafo, señala:


Y quando yba hazia la mar con su campo, se vido a media noche vesiblemente çercado
de millón de millón de hombres, y no saben <ni supieron> quién fueron. A esto dizen
que dixo que eran almas de los bibos que Dios abía mostrado, significando que abían
de morir en la pestelençia tantos, los cuales almas dizen que venían contra el ynga de
que el ynga entiende que era su enemigo.271

Las pestilencias tienen un valor de evidencia importante. En el Antiguo


Testamento se habla de muchas pestilencias que cayeron sobre los hombres
como castigos de Dios, entre ellos el hambre o la espada, especialmente en
los escritos de profetas como Jeremías y Ezequiel; estos eran signos de la
venida del Mesías a la Tierra.272 Este elemento es clave en el modo en que
los evangelizadores tomaron el pasado andino y lo subvirtieron a imagen y
semejanza de su régimen imaginario o mítico. Desde otro ángulo, surge un
problema constante que causa una de las grandes dudas sobre la supuesta
facilidad con la que cayó el Tawantinsuyu ante un puñado de invasores,
271 Ibíd.: 253.
272 La Santa Biblia. Antiguo y Nuevo testamento. Antigua versión de Casidoro de Reina. [1569] 2011.

192
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

es decir, si es verdad que el mito o la creencia en la deidad Wiraqocha


pudo haber tenido una incidencia en la situación. Sin duda, la sorpresa
y fascinación que causaron estos hombres en el Tawantinsuyu estimuló la
psicología religiosa de los pueblos andinos.273 No podemos descartar el peso
de la idea de una aparición de las divinidades. Pero los hombres andinos si
creyeron en ello al principio pronto en cambio tuvieron que descartar esa
posibilidad. No obstante, los hispánicos actuaron con mayor velocidad,
astucia y capacidad militar. La creencia, cierta o no, terminó por ser una de las
razones para que los pueblos andinos cayeran en la trampa de los invasores
y quedasen a merced de sus metas y proyectos. Los conflictos creados por la
guerra fratricida entre Huáscar, Sapa Inca del Cuzco, y Atahualpa, Auqui de
Tumibamba Ayllu, los primeros efectos de las epidemias de origen europeo,
la alianza de los Huancas, Cañaris y Chachapoyas con los recién llegados,
y los errores militares de Challcuchimac y Quizquiz, ponen igualmente su
cuota de responsabilidad en el desenlace que conocemos en la historiografía
colonial de los siglos estudiados.

El sangriento incidente de Cajamarca en noviembre de 1532, trágico y


decisivo, marcó trascendentalmente la percepción de estos hombres que se
formaron los andinos, quienes, por demás, estaban divididos en varios bandos
que luchaban por intereses diferentes. La admiración y temor que sintieron
los andinos ante los invasores nacieron de la crueldad y brutalidad de jinetes
y espadachines, de arcabuceros y ballesteros. En varios incidentes militares
las cualidades reales y mágicas se reunieron para formar un todo que se tornó
divino: a los invasores los ayudaba su poderoso e indestructible Dios, lo que
significaba que sus propias deidades habían caído derrotadas.

En este escenario los españoles debían actuar rápida y sagazmente:


capturar (como en México) al que parecía ser el jefe (Rey) de los nativos.
El Requerimiento los facultaba para declarar guerra contra los infieles. Esta
facultad legal unida a la superioridad militar de sus desconocidas armas
generó un efecto psicológico que los españoles ya conocían en la percepción

273 Véase Titu Cusi [1570]; Garcilaso [1609]; Guaman Poma [1615]. En México la llegada de los barbudos
también causó asombro y admiración bajo la idea de que Quetzalcóatl —Serpiente Emplumada y Señor
Serpiente, deidad y héroe cultural— retornaba para recuperar su trono, en la persona de Hernán Cortés.
Véase León-Portilla (1959: Introducción General), Gruzinski (2011: Cap. 4) y Florescano (2017: Cap. IX).

193
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

de los nativos del Nuevo Mundo: el de ser confundidos por dioses y el temor
que producían ante la población nativa, hecho que utilizaron política y
militarmente con certera eficacia.
Y en este tiempo el Francisco Piçarro prende a Topa Atao Guallpa Ynga en Caxamarca,
en medio de tanto número de yndios, arrebatándoles, después que acabó hablar con el
padre fray Vicente de Balberde etc., y en donde los dichos yndios de doze mill hombres
fueron matados, quedándose muy pocos. Y por ellos entendieron que era el mismo
Pacha Yachachi Uiracocha o sus mensajeros, y esto los dexieron. <Y despues>, como
tiró las pieças de artelleria y arcabuçes, <creyeron que era Uiracocha>. Y como por
los yndios fueron abissados que era mensajeros, assí no los tocaron mano ninguno, sin
que los españoles reçebiessen sequiera ser tocados.274

La entrevista con el recientemente auto-investido Sapa Inca Atahualpa y la


masacre de Cajamarca explican insuficientemente los efectos que se derivaron
del hecho de negarse a obedecer los términos legales que planteaba la Palabra
de Dios o el Requerimiento, si es verdad que el dominico Vicente de Valverde
le dijo a Atahualpa (y si éste le entendió, improbable de hecho) lo básico
respecto de estos dos asuntos tan cruciales, los cuales constituían, desde
todo punto de vista, hechos incomprensibles para cualquier andino (Lamana,
2016). Materialmente el mercenarismo, la pericia y la tecnología militar
determinaron un serio shock en la psicología guerrera andina. Y tal vez la
propia impericia con que actuó el triunfante hijo de Huayna Cápac en la lucha
por la sucesión haya también aportado en el resultado final. El terror quebró la
capacidad combativa del ejército de Atahualpa. Investidos de tales supuestos
atributos divinos, inadvertida y astutamente, dado que los extranjeros
identificados como Viracochas (la deidad o mensajeros suyos) aprovecharon
la situación, fue construyéndose aparentemente un imaginario sobrenatural
que volvió progresivamente más fuertes a este puñado de hombres.275 No
podían ser tocados, heridos o muertos, se pensaba. El asesinato de Atahualpa,
y las circunstancias extraordinarias del rescate y del tesoro, produjo un notable
efecto en los andinos que jugó siempre en contra de los incas. Esta imagen
les proporcionó acceso a todos los lugares que ellos exploraron en su marcha
hacia el corazón del Tawantinsuyu: Cajamarca, Pachacámac, Jauja, Huánuco,
Vilcashuamán, Apurímac, Jaquijahuana (Anta), y finalmente el Cuzco.
274 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 266-267). Los ángulos son de Duviols e Itier.
275 Véase Acosta [1590: Libro Quinto, caps. 2, 3 y 4] sobre Quetzalcóatl y Viracocha. Sobre los españoles
como viracochas: “Y el llamar a los españoles, viracochas, fué de aquí por tenerlos en opinión de hijos
del cielo, y como divinos, al modo que los otros atribuyeron deidad a Paulo y a Bernabé, llamando al uno
Júpiter, y al otro Mercurio, e intentando de ofrecerles sacrificio como a dioses” (Acosta, [1590] 1962: 220).

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PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

La teoría de que los indígenas interpretaron ritualmente la aparición de


estos extranjeros aún está en pie. En efecto, sus creencias los confundieron.
No podía ser de otro modo. Sin embargo, esta situación fue revertida con el
paso del tiempo. Los españoles pudieron ser entendidos y comprendidos como
hombres iguales a los andinos, con la ineludible e irreductible excepción de
que pertenecían a un reino mucho más grande y poderoso, y que además
estaban protegidos por un Dios infinitamente más fuerte que sus deidades. El
mundo físico y humano se reveló para los andinos como un fenómeno amplio
que los hacía parte de un espacio que no podían todavía comprender, conocer
ni mensurar del todo: la ascención del Imperio español (el nacimiento de
Occidente y la primera Modernidad). La revelación de un mundo más grande
del que creían que existía pudo haber también producido un cambio en la
psicología de los derrotados, de los que posteriormente lucharon para ser
parte de un Nuevo Mundo civilizado, lo que tal vez les serviría para proteger
una mínima fracción de su propia cultura, patrimonio y forma de vida.

Según Waldemar Espinoza Soriano (2018: 35 y ss), Francisco Pizarro


junto con Vicente de Valverde y Manco Inca II entraron en el Cuzco
acompañados de los Huancas y otros grupos étnicos (los indios auxiliares),
quienes fueron el gran apoyo para que la hueste conquistadora tuviera éxito
al apoderarse de la capital sagrada incaica. Este hecho demuestra que la
sagacidad política y militar de Pizarro quebró el tablero de ajedrez imponiendo
el propósito que lo traía a estas tierras: tomar propiedad en nombre del Rey de
España (Lavallé (2005); Porras Barrenechea (2006); Mira Caballos (2018).
Los andinos quedaron a merced de una invasión que en menos de diez años
ahogó las esperanzas de que estos extranjeros se retirasen de sus tierras, o
de que fueran derrotados. Pero el trauma cultural fue revertido de muchas
maneras por las mentalidades andinas colonizadas.

Todo lo que representaban los Viracochas en principio fue un completo


misterio para los andinos. La hueste, sus barcos, la ideología, la colonización,
la monarquía y el imperio del Emperador Carlos V, fueron una realidad que
resultaba imposible de ser adecuadamente descifrada y decodificada. Estas
cartas, desde un punto de vista estratégico, aprovechó Pizarro para apoderarse
progresivamente del mayor centro de poder de los Andes: la ciudad sagrada del

195
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

Cuzco. La marcha a ella, después del asesinato de Atahualpa y de las victorias


obtenidas contra quiteños y cuzqueños, fue fundamental para que la lectura
del Requerimiento —que primero tuvo lugar en octubre en Jauja y luego en
el Cuzco a fines de diciembre de 1533 ante Manco Inca y los cuzqueños
nobles— tuviese plena validez legal y política. Tal fue la estratagema del
líder de la hueste conquistadora. Los andinos estuvieron en desventaja todo el
tiempo desde distintos puntos de vista; este hecho es irreductible a la luz de la
historia de los acontecimientos, aunque no es tajante del todo para la historia
cultural andina.

Expresa don Juan de Santa Cruz:


[T]odos venieron al Cuzco, y en junto del pueblo de Anta toparon con Quisquis,
capitán tirano del dicho Atao Guallpa Ynga. Al fin, les dio batalla todos los orejones
y con los españoles. Y assí fueron hasia Capi, y el marqués con el ynga, en compañía
del Santo Ebangelio «de Jesu Xpo Señor», entraron con gran aparato real y pompa de
gran magestad. Y el marqués con sus canas y barbas largas representava la persona del
emperador don Carlos 5º, y el padre Fray Uiçente, con su mitra y capa, representava la
persona de San Pedro, pontífice romano no como Santo Tomas hecho pobre, y el del
ynga con sus andas de plumerías ricas, con el bestido más rico, con su suntur paucar
en la mano, como rey, con sus insignias reales de capac unancha, y los naturales gran
alegría, y tantos españoles. Al fin, el dicho fray Uiçente ba derecho a Coricancha,
cassa hecha de los yngas antiquíssimos para el Hazedor. Al fin, la ley de Dios y su
Santo Euangelio tan deseado entró a tomar la poseçión a la nueba biña que estava
tanto tiempo usurpado de los enemigos antiguos. Y allí predica en todo el tiempo,
como otro Santo Thomás, el apóstol patrón deste reyno, sin descanssar, con el selo
de ganar almas, haziéndolos conbirtir, baptizándole a los curacas con hizopos nomás,
porque no pudieron echar agua a cada uno, que si obiera sabido la lengua, obiera
sido mucho su dilengençia, más por entérprete hablaba. No estava desocupado, como
los saçerdotes de agora, ni los españoles por aquel año se aplicavan a la sujeçión de
interés, como agora. Lo que es llamar a Dios abía mucha diboçión en los españoles, y
los naturales eran exhortados de buenos exemplos.

Que Dios Nuestro Señor sea alabado por siempre jamás.276

Después de la batalla de Anta, Pizarro decidió aprovechar sus oportunidades


y coronó como Sapa Inca a Manco Inca, quien detentó al principio con
cierto alivio la Mascapaicha, el Suntur paucar y la Capac unancha, lo que
pudo haber sido interpretado eventualmente como el retorno del equilibrio
y la restitución del poder. Las maniobras de Pizarro se expandían por varios
276 Juan de Santa Cruz Pachacuti (1993: 268).

196
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

campos de acción: contra los quiteños, a favor de los Huancas, en contra


de algún sector de los cuzqueños, estableciendo una alianza con el propio
Manco Inca, quien tuvo que actuar, no muy conscientemente, como títere
político, ante la incredulidad de sus súbditos. Con él ingresó formalmente
Pizarro al Cuzco. Nadie en la Ciudad Sagrada ocupada militarmente podía
disentir de lo que el Sapa Inca deseaba se hiciese y respetase, aunque estuviese
equivocado…, y lo estaba según el Villac Umu. En el final de la Relación nos
encontramos otra vez con los últimos momentos de la conquista temprana
a pasos de consumar el primer acto de pacificación por parte de las huestes
de Pizarro, tomar el Cuzco y hacer caer el Tawantinsuyu. Los incas también
desfilan por este párrafo dando paso a un nuevo tiempo, siendo partícipes
como vasallos de los nuevos reinos de la Corona de España, las colonias del
Nuevo Mundo, el nacimiento de Hispanoamérica.

Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui logró integrar ambas historias,


en la que sólo una (la Historia Oficial, asentada por Francisco de Toledo,
el reformador) tuvo la particularidad de romper definitivamente con la vieja
tradición. El gobierno cuzqueño y los poderes regionales quedaron atrás
superados por Carlos V, el Emperador que servía leal y combativamente al
Papa de Roma, y que deseaba llevar al mundo entero el mensaje de Dios y
su Hijo, para salvación de todos. Donde estuvo el mal ahora estará el bien,
planteó la Iglesia católica. La evangelización de los Andes, entonces, era ya
una realidad concreta e irreversible, dado que la Revelación y la Providencia
permitieron que las almas de los creyentes pudiesen realizar el Cielo aquí
en la Tierra. Tal es también el mensaje de don Juan de Santa Cruz. La
evangelización requería de buenos cristianos. Y Pachacuti Yamqui sabía muy
bien que en la colonia andina había muchos españoles corruptos, es decir,
malos cristianos, así como también sabía que muchos andinos que se habían
convertido al cristianismo aún seguían practicando sus viejas creencias. Las
dificultades en esa sociedad colonial escindida fueron muchas: sólo la fe,
la convicción y la lucha denodada contra el Demonio permitiría que todas
las dificultades fuesen vencidas, como la lengua, la ignorancia y la propia
imperfección del hombre.

¿Pudo su discurso tocar las conciencias de otros sujetos andinos que

197
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

veían al nuevo Dios como la finalización de la gran búsqueda de la verdad y


la vida eterna? ¿Esta nueva convicción pudo ser armonizada con las creencias
andinas? ¿Resultó natural que Dios consiguiera andinizarse naturalmente,
dado que Él, el Hazedor, había creado todo, la Tierra, el Sol, la Luna, las
Estrellas…?

Mitos y ritos andinos


El cronista indígena Pachacuti Yamqui fue con razonable probabilidad uno de
los varios asesores indígenas que apoyaron la labor de los sacerdotes cristianos
que operaron en su tierra natal, Canchis —junto a Canas una reducción de
población indígena—, ayudando a realizar la evangelización de la población
nativa. Esta labor de colaboración con la Iglesia católica y el poder político
hispánico a fines del quinientos y comienzos del seiscientos fue compartida
por muchos individuos de ascendencia indígena. Como bien sabemos, desde
la fase inicial de la colonización de los Andes hubo traductores e intérpretes
(“lenguas”) que mediaron lingüísticamente entre extranjeros y nativos,
tales como el célebre Felipillo o el mismo Guaman Poma. Algunas de las
tareas que realizaron estos individuos fueron la interpretación y traducción
idiomática en la relación de sacerdotes y neófitos andinos, la delación de
los idólatras y apóstatas, proselitismo doctrinal y labores auxiliares en los
dispositivos de educación, entre otros. Algunos de estos sujetos, “lenguas”,
como fueron llamados por los españoles, llevaron a cabo la realización de
textos escritos, gracias a sus capacidades individuales y su entrenamiento en
la cultura occidental. Esto bien debió ocurrir al interior de talleres, bibliotecas
y escuelas que sacerdotes católicos utilizaban como lugares de trabajo.277 No
fueron pocos individuos indígenas con una adecuada preparación intelectual
los que consiguieron salvar del olvido tradiciones orales para la posteridad.
Gracias a su dominio del idioma castellano, los podemos considerar
individuos bilingües especialmente competentes en la tradición escritural y
un estilo canónico altamente filocristiano y prohispánico. Aquí la paradoja de
la recuperación de la memoria es la que luce como prodigio de una historia
escrita. En lo que sigue, nos centraremos en las formas y contenidos de su obra

277 Duviols (1986b: LXVII-LXII); Alaperrine-Bouyer (2007: Cap. 1); Pinilla Mujica (2018: 202); Hampe
Martínez (1996: 29 y ss, 60 y ss, 77 y ss).

198
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

sin perder de vista la correlación del fenómeno de la escritura y la memoria


indígena colonial.

Nos llama la atención la ascendencia étnica de nuestro sujeto de


estudio. Esta situación relativa a la adscripción social, que aparentemente está
minimizada por una notable culturización hispánica, es un problema clave
que nos permite pensar que este sujeto recibió una importante formación
educativa simultáneamente nativa y foránea. Esta confluencia de elementos
intelectuales formativos configura el complejo ethos y praxis de los individuos
indígenas letrados. Puede representar ejemplarmente la castellanización que
individuos andinos experimentaron al pasar a ser parte de la realidad social
de dominación que los puso en contacto como usuarios de los principales
fundamentos de la cultura española que Pachacuti Yamqui adoptó de manera
heterodoxa e imperfecta o incompleta. Conocedor tanto del quechua cuzqueño
y del aru altiplánico,278 de la sociedad y cultura inca, Pachacuti Yamqui
piensa, habla y escribe a través de dos lenguajes en contacto: el quechua y
el castellano. Aún más sugestivo es que su medio vital está determinado por
el vínculo con la Iglesia evangelizadora que lo integró a su labor pastoral.
El proceso de su formación intelectual, que podríamos situar alrededor de
los años 1590-1610, nos invita a conocer el desarrollo y consecuencias de la
primera evangelización (ca. 1532-1583) y sus métodos e instrumentos para
la conversión religiosa del sujeto andino que ingresaba por vez primera en la
cristiandad universal.

El joven Pachacuti Yamqui, miembro activo de la doctrina cristiana


local, y empoderado de los elementos fundamentales de la cultura escrita
y gráfica occidental, logró llevar al texto amanuense este testimonio de
enorme significación para el estudio del sistema de creencias religiosas y
especialmente para el conocimiento de la cultura colonial, responsable de
una memoria histórica bicultural. En su Relación abiertamente impugna y
refuta efusivamente las antiguas creencias, al mismo tiempo que rescata y
reivindica —contradictoriamente, con lógica colonial— el pasado andino que

278 Cerrón-Palomino (2003: 135 y ss); Torero (2005: 121 y ss); Parker (2013: 169, 171).

199
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

los incas lograron construir en el Tawantinsuyu y su contexto multiétnico.279


Pensamos que su ethos cristiano llegó a involucrarse problemáticamente
con su identidad, circunstancia que creó las condiciones necesarias para la
construcción de una autoimagen ambivalente, escindida, pero útil y concreta
para aquellos fines y objetivos del sujeto indígena cristiano. La praxis de la
escritura lo pone en evidencia.

Estos problemas se relacionan con la identificación ideológica que don


Juan de Santa Cruz experimentó en relación a su condición étnica que lo
llevaron a participar en las escuelas, talleres y bibliotecas coloniales donde
se realizaba la catequización de los indígenas andinos. Esta circunstancia
vinculada al sistema de vida de los dominadores castellanos, decisiva para los
colonizados, está en la base del programa de la redacción de este complejo
texto que nos ayuda a comprender la amplia gama de situaciones que Pachacuti
Yamqui observó con sus ojos coloniales.280

La Relación de antigüedades nos entrega descripciones sobre dos


áreas del conocimiento andino en las temáticas que el autor parece conocer
en un grado consistente de confiabilidad y verosimilitud: la religión e
historia mítica de factura incaica y de fuentes que oscilan entre las oficiales
hispánicas y las de origen indígena, filtradas por la traducción oficial. En estas
complejas informaciones aparece sistemáticamente la extraña mezcla de lo
culturalmente escindido, lo hispánico y lo andino, en imbricada unidad.281
Queremos nuevamente enfatizar en la primera dificultad que enfrentamos al
leer esta evidencia polifónica. En este apartado trataremos tres temas donde
estas problemáticas se revelan significativamente: i. el origen mítico del
Tawantinsuyu y la acción del Demonio que engaña a los antiguos hombres
andinos, ii. la cuestión de la existencia de un hombre barbudo (¿Wiraqocha?)
279 Navarro Gala (2007: 13) indica que este manuscrito “se encuentra hoy en la Biblioteca Nacional de Madrid
(Ms. 3.169), en un volumen encuadernado en pergamino que perteneció al padre de la orden de San Agustín
Enrique Flórez (1702-1773) […] Antes de llegar a sus manos, los manuscritos que componen hoy el citado
volumen pertenecieron, con toda probabilidad, a Francisco de Ávila. Así lo sostuvo hace años Jiménez de
la Espada y lo corrobora hoy, entre otros, Duviols…”
280 Araníbar (1995: LIII) explica: “El cronista, en el caso óptimo, pasa a narración en línea lo que fue un
universo de leyendas y reordena en una secuencia histórica ficticia la realidad atemporal del mundo mítico.
Para el español el relato es un modo de aludir al pasado y se dirige a la razón, en el nivel gnoseológico.
Pero el mito es, más bien, un modo de revivir el pasado y se dirige al sentimiento, porque su eficacia actúa
en el plano ontológico”.
281 Duviols e Itier (1993: Cap. VIII); Araníbar (1995: XIV y ss); Navarro Gala (2007: Cap. IV).

200
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

y de un cierto libro que apareció mágicamente en la época de Pachacútec


mucho antes de la invasión hispánica, y iii. el mito de Tonapa o Tunupa.

Como se comprende, revisamos la experiencia de varias décadas


de persecución, censura e impugnación sistemática por parte de los
evangelizadores transformados en los conductores de la situación ideológica
y de los comportamientos que esperaban se adoptasen subsecuentemente por
todos en los Andes.282 Como se ve, esta obra comparte claves de contigüidad
del orden ideológico con autores como Garcilaso y Guaman Poma quienes por
las mismas fechas escribían sus respectivos trabajos. Es evidente que existe
una correlación cognitiva orgánica de los autores andinos aquí estudiados. En
efecto, nos parece que hubo sincronía discursiva con base en la mentalidad
colectiva. Veamos.

El origen de los incas. Una de las primeras preguntas que los hispanos se
hicieron ante la cultura material y visual de los andinos fue: ¿qué significaban
estas imágenes demoníacas representadas en los objetos que utilizaban?
Muchas de esas imágenes al estar hechas de oro acabaron fundidas en
lingotes (Sancho de la Hoz ([1534] 2017: 133-209); Hemming, 2004: Cap.
III: 80, 81, 82, Cap. IV: 101, 102, Cap. VI: 151, 152, 153, Cap. IX: 205);
ellas representaban simbólicamente unos orígenes, y también a unas deidades
que fueron parte de tales orígenes. La pregunta que nos hacemos ahora es:
¿a través de qué imágenes y en qué soportes se representaron los grupos
andinos sus orígenes y sus procesos de desarrollo, sus universos simbólicos
que explicaban su ritualidad? ¿Cómo comunicaban el significado? ¿En qué
consistían esas técnicas comunicativas? Este tema ha sido de hondo interés
académico a través del tiempo.283 Cuando se discute sobre los incas surge
siempre la pregunta por sus orígenes. Uno de esos elementos originales
parece ser la lengua primigenia, el puquina. Como ahora es más notorio ellos
procedían del altiplano. Con el tiempo los primeros incas fueron recolectando
282 Como señalara Duviols (1993: 20): “Antes de la conquista europea, ya la familia del autor se señalaba en
servicio de los soberanos del Cuzco. Pachacuti simboliza una continuidad secular. Descendiente «legítimo»
como él mismo apunta, de tan ilustre linaje que tributara eximios servicios a los incas, a la Corona de España
y a la Iglesia romana, además benemérito servidor de Dios, del Papa y del rey con el aporte personal de la
Relación, nuestro cronista se coloca en una situación conveniente para pretender con derechos eventuales
recompensas del poder colonial. En este asunto, su postura es comparable a la de Guaman Poma de Ayala
y del Inca Garcilaso”.
283 Harrison (1982: 65-99); Lorandi y Del Río (1992: 34-40).

201
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

todo tipo de influencias que enriquecieron su acervo cultural y es así como


toman de Wari elementos materiales que pueden verificarse en su cerámica;
de la religión al tomar militarmente Pachacámac; de las artes de la orfebrería
de Chimor; de la textilería lo Qolla desde luego. En tales soportes materiales
fueron inscribiendo una mitología y una memoria sígnica acorde a sus
necesidades. Tales soportes de la cultura material fueron robados o destruidos
por los españoles al intentar acabar con la idolatría de los andinos.

Pero a pesar de la violencia anticultural, quedó para la posteridad la


memoria escrita por los sujetos aquí estudiados. El origen de los incas queda
relativamente bien descrito por la documentación colonial (Sánchez Garrafa,
2020), en su libro sobre los Ayar. Estudiemos a continuación lo que narra
Pachacuti Yamqui.

Desde el ocaso de Tiwanaku a fines del primer milenio después de


Cristo (Posnansky, 1945-1957), quedó un vacío de poder que fue llenado
por formaciones étnicas que buscaban un nuevo comienzo. Esto parece
haber sido una constante en el umbral de las antiguas civilizaciones andinas
(Shady, 2006). Es así como a fines del Horizonte Intermedio Tardío un grupo
de individuos con vocación de poder preparan un nuevo comienzo para su
linaje. La herencia tiwanakota que poseían (Betanzos [1550] 2015: Caps.
i y ii) constituye la explicación del origen mítico-histórico y la posterior
formación de una poderosa etnia que, desde la fundación del Cuzco, ciudad
primordial, fueron capaces de expandirse durante cuatro siglos hacia todos los
confines de la Cordillera de los Andes. 284 Para Pachacuti Yamqui su relación
es «una historia de la preparación evangélica en el Perú» —una expresión
paleotestamentaria que introduce a Dios como sumo arquitecto de la vida y la
historia de los hombres.285

Pues bien, la historia del origen de los incas, según Pachacuti Yamqui,
284 Duviols (1993: 22-23) explica: “La estructura cronológica y también ideológica de la Relación corresponde,
pues, a una visión teológica cristiana de la historia del Perú concebida como un tramo de la historia cristiana
del mundo. El cronista quiere mostrar cómo la divina Providencia –que se confunde con Dios– ha anunciado
y dispuesto las etapas necesarias, y realizado por fin el cumplimiento de un proceso preconcebido, que ha
de culminar con la proclamación en los Andes del mensaje de Cristo. Quiere mostrar cómo la Providencia,
desde el purunpacha, suscita acontecimientos cuyas consecuencias van preparando gradualmente a los
peruanos para que acojan al Evangelio.”
285 Ibíd.: 28.

202
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

comienza muchos siglos atrás en las áreas circumribereñas del lago Titicaca,
tierra de reinos aymaras,286 en el período que llamó Purunpacha. Según la
arqueología, las civilizaciones anteriores en esta área del sur andino han sido
las de Chiripa y Pukará (Horizonte Formativo), y sus sucesoras Tiwanaku y
Wari (Horizontes Intermedio Temprano, Medio e Intermedio Tardío), en las
áreas nucleares de la sierra y puna.287 Sugestiva es la cuestión de las lenguas
que homogenizaron las relaciones étnicas: el quechua, aru, puquina, y otras
más antiguas.288 Estas lenguas y cosmovisiones se transmitieron a lo largo
del espacio geográfico que conectaba sierra y puna (Canas, Canchis, Sicuani,
Puno), frontera-pasillo que unía ambas regiones, muchos siglos antes de
Cristo.289 A partir de ese período cultural, la incipiente sociedad proto-inca
de origen Tiwanaku (puquina-hablante) comenzó su lento proceso de avance,
migrando y buscando el lugar adecuado para iniciar una intensa carrera de
desarrollo, desde el siglo xii o xiii, y su expansión y apogeo, entre los siglos
xiv y xvi. Estos son, en resumen, los orígenes fundamentales de la civilización
inca.

Viajemos una vez más al pasado interpretado a través de las categorías


occidentalizadas de la pluma de Juan de Santa Cruz. En un inicio, de acuerdo al
texto, los integrantes de las familias migrantes, con el apoyo guerrero de otros
grupos que se sintieron afines a estas incursiones (las etnias Canas y Canchis
bien pudieron haber sido algunos de esos aliados) avanzaron —siguiendo una
mitológica ruta subterránea— hacia el norte, un área habitada por varias tribus
donde habrían de asentarse y donde luego fundarían el Cuzco, una floreciente
aldea que tomaría progresivamente el aspecto majestuoso de un centro urbano
considerado Huaca, siguiendo la trama de los valles que van desde el área
altiplánica fría, seca y lluviosa, hacia la cabecera del Valle de Aqha Mama,
lluviosa pero cálida, regada convenientemente por arroyos con bastante agua
dulce, con un clima a la vez caluroso y húmedo, con valiosos recursos salinos
286 Murra (2002: 183-207).
287 Rowe (1946); Lumbreras (1969, 1981, 1999); Bauer (1996, 2008, 2011).
288 Torero (2005: Cap. 5; 2007: Cap. 2).
289 Navarro Gala (2007: 9) dice que “…este excepcional manuscrito revela la temprana existencia de una
realidad indígena hispanizada, mestiza ya en lo cultural, que escribe en castellano; como es natural y no
en castellano «pulido», sino en su incipiente variedad andina. El mestizaje cultural se ve en su peculiar
apropiación de las tradiciones discursivas a las que ha tenido acceso. No vierte simplemente su mensaje
en ellas, sino que es capaz de reelaborarlas para conformar un discurso propio y autónomo, desde el que
reivindica su identidad de indígena principal, indisoluble de su cultura cristiana.”

203
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

y forestales, más allá, hacia el valle del Urubamba, de clima semiselvático,


mientras que en la zona de Chinchero, clima de puna; considerables distancias
que fueron realizados en peligroso periplo. Tal peregrinación pudo durar dos
o tres generaciones, entre los siglos XII y XIII quizás. El viaje que comentará
a continuación don Juan de Santa Cruz desde Potosí hasta el valle de Aqha
Mama tiene relación con el avance militar y con la conveniente coyuntura de
hallarse vacíos de ocupación humana. Cierto o no, hallamos en este argumento
una razón poderosa para que los incas ocupasen la zona.
Dizen que en tiempo de purun pacha todas las naciones de Tauantinsuyu benieron de
hazia arriba de Potossi tres o quatro exérçitos en forma de guerra y assí los venieron
poblando, tomando los lugares, quidándose cada una de las compañías en los lugares
baldíos. A este tiempo se llaman cállac pacha <tuta> o tutayac pacha y como cada
uno cogieron lugares baldíos para sus beviendas y moradas, esto se llaman purun
pacharac captin este tiempo.290

Reconozcamos el valor de la expresión ‘dicen’. Ésta hace alusión a la tradición


oral que el autor tuvo que haber conocido por parte de sus informantes nativos.
Con seguridad también era parte de la jerga asociada a los interrogatorios de
las extirpaciones de idolatrías y la represión contra las ideologías andinas. La
tradición oral local a fines del siglo xvi y comienzos del xvii aún estaba bastante
vívida en la memoria de los andinos; el autor tuvo que haber escuchado,
indagado y aprendido estas tradiciones mítico-históricas en un ambiente
poco propicio para que perduraran dados los intereses eclesiásticos y del
gobierno civil por borrar de la mente de los indígenas los tiempos antiguos.
La versión que entrega en su Relación de Antigüedades es diferente a la del
Inca Garcilaso, quien en sus Comentarios Reales defiende la idea de que los
incas vinieron migrando desde el lago Titicaca viajando por la superficie de la
tierra y también subterráneamente emergiendo en la Pacarina de Pacariqtambo
o desde el interior del Apu Huanacauri. Para Pachacuti Yamqui se trató de
una campaña guerrera que concretamente un ejército llevó a cabo avanzando
consiguiendo mejores posiciones en la expansión inicial, dejando una estela
de horror y destrucción, cuyo punto de inicio fue la región de Potosí. La
ocupación de tierras baldías excusa la limpieza étnica, tal vez. Se conjetura
fácilmente, por otro lado, que esta versión es toledana, es decir explica la

290 Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui (1993: 187).

204
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

tesis de la tiranía de los incas defendida por el cronista Pedro Sarmiento de


Gamboa,291 por lo que hay una influencia directa de la historiografía oficial.
Ahora bien, ¿por qué desde Potosí? Puede especularse con diversos éxodos
altiplánicos, como hipótesis, para el período Intermedio Tardío. Aclaremos
que “cállacpacha” o “tutayac pacha” hace alusión al principio del mundo,
según González Holguín.292

Según entendemos, en este avance guerrero por el paisaje de la puna


y la sierra surandina los grupos originarios (proto-incas) fueron lentamente
logrando conseguir mejores posiciones que les permitieron iniciar la
ocupación de diferentes áreas territoriales para eventualmente construir una
sistema social y económico que les posibilitara generar los medios y recursos
para seguir avanzando en una escalada de obtención de nuevas propiedades
y de interacción con etnias en alianza de reciprocidad y parentesco. El
Qollao parece un territorio en guerra constante. Pero el relato en realidad
es el preludio de una meta que llevaría a estos grupos guerreros al valle de
Aqhamama, el futuro Cuzco, abandonando la puna altiplánica. (Andando el
tiempo los futuros cuzqueños volverían al Qollao a refundar su propio origen,
especialmente en las Islas del Sol y la Luna. Interesante regreso cíclico a
los orígenes). El tiempo en que se efectuaron estas exitosas incursiones
posiblemente se remonta a los albores del siglo xii o xiii. El arqueólogo Brian
S. Bauer propone que incluso fue antes: alrededor del siglo xi o x (año 1000
dC, incluso 900 dC).293

Así:
Passaron muchísimos años y al cabo, después de aber estado ya poblados, abía
gran falta de tierras y lugares, y como no abían <tierras> cada día abían guerras y
discordias que todos en general se ocupavan en hacer fortalezas y assí cadal día an
abido encuentros y batallas sin aber la paz en este tiempo, de tantos combates y guerras
injustos, que los unos y los otros estavan jamás seguros, sin alcanssar quietud.294

291 Sarmiento de Gamboa llamó al gobierno cuzqueño: “terrible, envejecida y horrenda tiranía de los incas,
tiranos que fueron de estos reinos del Perú”, y a la política colonial la designó como “para desengañar a
todos los del mundo que piensan que estos dichos incas fueron reyes legítimos (…)” ([1572] 2007: 23).
292 En: Araníbar (1995: 183).
293 Bauer (2008, 2011).
294 Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui (1993: 187-188).

205
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

Esta versión de los orígenes del Cuzco ofrece una perspectiva particular
que muestra el difícil avance de los primeros incas (proto incas) como una
seguidilla de eventos guerreros en los cuales los bandos en pugna lucharon
denodadamente por el control de las tierras que eran, sin duda, el principal
móvil que agitó a estos grupos a mantener una actitud belicosa ante las otras
etnias. Es posible que este problema del conflicto y el hambre producto de
posibles crisis ecológicas y climáticas durante ese período se haya configurado
como uno de los principales hitos que explican en parte estos avances de
grupos provenientes del Qollao. El problema Wari,295 por otro lado, también
abre nuevas discusiones de complejas incógnitas respecto a sus territorios y
vínculos con las etnias que se batían por entonces.296 Por su parte, el problema
de las guerras es abordado por Pachacuti Yamqui desde el punto de vista de
las injusticias que este tipo de comportamientos generó en su época. En este
sentido, su perspectiva belicista coincide plenamente con la tesis de Francisco
de Toledo y Pedro Sarmiento de Gamboa [1572], respecto a la actitud de tiranía
que los constituía ante sus ojos virreinales como gobernantes ilegítimos lo
que, por lo tanto, justificaba legalmente la ocupación española de los Andes.
Quizás como en la Biblia los mesopotámicos, los egipcios o los romanos.
Esta coincidencia no puede ser casual; tiene que estar vinculada a la verdad
oficial impuesta por el virreinato y la iglesia desde su aparato ideológico.

En los años de su formación educativa el cronista Pachacuti Yamqui


tuvo que haber internalizado profundamente los mitos bíblicos cristianos,
asumiéndolos como parte fundamental de su vida moral y ética, adentrándose
comprometidamente en la tradición de las Sagradas Escrituras, confiando en
la nueva fe revelada y acercándose al modo de vida hispánico, con lo cual los
ritos y mitos de su cultura materna quedaron en tela de juicio permanente en
su mundo mental. No es extraño por lo tanto que en la Relación el antiguo
período pre-inca sea interpretado como un tiempo controlado por los pecados,
lleno de guerras injustas y demonios que buscaban engañar al ser humano.
Algunas de sus ideas en torno a la acción del Diablo muestran que éste
engañó a los antiguos hombres andinos haciéndolos errar en el camino de la
fe verdadera, argumento que será expuesto a las mentes indígenas en forma
295 Davies (1998: 64-70).
296 Véase Callo Mamani (2019: 155 y ss).

206
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

sistemática en parroquias y escuelas para imponer estas versiones verdaderas


para luego mezclarlas inevitablemente con las tradiciones orales que todavía
supervivían hacia principios y mediados del siglo xvii.

Según una política histórica, los incas en su origen ya estaban


influenciados por el Archienemigo de la Iglesia católica, institución que vivía
en el siglo xvii una obsesión constante con la demonología/idolatría y sus
variantes (Zamora Calvo, 2008). En este sentido, Pachacuti Yamqui asegura
que:
Y por entonçes, a media noche, oyeron que los happiñuños se despareçieron dando
temerarios quejas, deziendo: «vençidos somos, vençidos somos, ¡ay, que pierdo mis
tierras!». A esto se entiende que los demonios fueron vençidos por Xesuxpo Nuestro
Señor quando en la cruz en el monte calbario. Porque antiguamente, en tiempo de
purum pacha, dicen que los happiñuños andavan bissiblemente en toda esta tierra
que no abían seguridad de andar en anochesiendo, porque a los hombres y mujeres y
muchachos y criaturas los llevaban arrebatándolos como tiranos infernales y enemigos
capitales del género humano etc.297

Las versiones de andinos y españoles pueden aquí verse entremezcladas en


los argumentos que esgrime Pachacuti Yamqui. La idea de que Jesucristo
(quien murió crucificado en el monte Calvario) influyó en los Andes en la
época prehispánica y especialmente en la época en que los incas no ofrece
dudas acerca de las especiales condiciones que tuvieron que existir para
que el campo literario diese a luz una versión oficial que fuese creída por
todos aquellos individuos que desarrollasen el rol de escribanos. Por ello
creemos que la principal función del texto de Pachacuti Yamqui es educativa.
La ciudad letrada en los Andes consistió en un patrimonio intelectual que
estaba constituido por contenidos ideológicos que las autoridades de la
Iglesia católica permitían se difundiesen en escenarios institucionales en
que la actividad docta y teológica se practicaba. Las corrientes literarias y
el saber bibliográfico permitían la intercomunicación siempre comprometida
con las doxas y los discursos considerados pertinentes como propios y
culturalmente aceptables. No se debe olvidar que la sociedad colonial en los
Andes estaba férreamente controlada por las instituciones más importantes
de la época (Iglesia, Inquisición, Tribunales, etc.), y que la división entre las

297 Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui (1993: 188).

207
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

dos repúblicas generaba necesariamente espacios en los cuales las memorias


indígenas fluctuaban inestable pero progresivamente.298 En este punto nos
volvemos a preguntar si es posible que la vox populi andina fuese responsable
de la mantención de una memoria social que alimentaba a los imaginarios
y subjetividades indígenas. Sometamos nuestra hipótesis nuevamente al
análisis etnohistórico.

Un hombre blanco barbudo, Wiraqocha y el mito de Tonapa. A lo largo


del texto estudiado se pueden identificar varios problemas etnohistóricos
que interesan a quienes tratamos de entender el complejo mundo literario
del indígena cristianizado. A continuación, vamos a reflexionar sobre el
aspecto simbólico de la cultura colonial, particularmente sobre la presencia
de un hombre barbudo que hipotéticamente podría ser la figura de la deidad
denominada Wiraqocha, sintetizada en al menos dos tradiciones que lo
sincretizan. Esta figura aparece en los Andes prehispánicos adelantándose a
la evangelización, como una especie de profecía retrospectiva que anunciaba
la supuesta Buena Nueva que sacaría a los hombres andinos de sus errores,
idolatrías y apostasías. Pachacuti Yamqui señala que esta aparición surgió
entre los habitantes autóctonos luego de que Jesucristo, desde su calvario
en la cruz, expulsara a los demonios —Happiñuños y Achocallas— de los
Andes:
Y passado algunos años, después de aberlos ydo y echado a los demonios happiñuños
y achocallas desta tierra, an llegado entonçes a estas provincias y reynos del
Tabantinsuyo un hombre barbudo, mediano de cuerpo y con cabellos largos y con
camissas algo largas, y dizen que era ya hombre pasado, más que de moço, que
trayeya las canas, y <era flaco>, el qual andaba con su bordón y era que enseñaba a
los naturales, con gran amor, llamándoles a todos hijos e hijas, el qual no fueron oydos
ni hecho casso de los naturales, y quando andaba por todas las provincias an hecho
muchos milagros etc. Visibles, solamente con tocar a los emfermos los sanaban. El
qual no trayeya interés ninguno, ni trayeya hatos, el qual dizen que todas las lenguas
hablava mejor que los naturales y le nombravan Tonapa o Tarapaca <a este barón
le llamavan> Uiracocham Pacha Yachichipcachan o pachaccan y bicchai camayoc,
cunacuy camayoc.299

La llegada de este hombre barbudo a estas provincias y reinos del Tawantinsuyu


puede interpretarse de varias maneras. Nosotros lo haremos desde dos puntos
298 Salomon (1982; 1994; 1997).
299 Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui (1993: 188-189). Los ángulos son de Duviols e Itier.

208
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

de vista: la de ser un injerto de la tradición cristiana en la andina, mediante


una operación de manipulación de versiones escritas y registradas por las
políticas conciliares de la Iglesia católica por una parte, y, por la otra, como
modos indígenas integrativos que buscaron armonizar la versión oficial de
la Iglesia con los conocimientos que ellos manejaban dada su situación en
la República de indios, en un esfuerzo por darle veracidad y objetividad al
recuerdo superviviente de la tradición oral. La imagen con que Juan de Santa
Cruz describe este personaje lo convierte casi inevitablemente en una figura
clásica de la hagiografía medieval, basada en la vida ejemplar de los Santos.
Este personaje es denominado Tonapa, y más significativamente aún, llamado
Tarapacá Huiracochan, personaje que puede relacionarse con la deidad
Wiraqocha, con una encarnación o advocación que lleva por segundo nombre
Tarapacá (Tawapaca), una fusión de dos tradiciones que se vuelven locales
(como Huiracocha Cuniraya en la sierra central) en el juego milenario de la
interacción panandina.300

Lo destacable de estas informaciones es que las imágenes arquetípicas


de ambas tradiciones se superpusieron o incrustaron creando una nueva
idea de un atemporal hombre santo que gracias a un milagro de la narrativa
literaria logró desarrollar un conjunto de acciones que lo hicieron conocido
en su momento por la población que se mantuvo en la idolatría, dejando un
recuerdo o memoria de factura andina inseminando una especie de profecía
providencial. Pachacuti Yamqui prosigue con su relato: “[L]os yndios de
aquel tiempo dizen que suelen burlar deziendo tan parlero hombre. Aunque
los predicava siempre, no fueron oydos, porque los naturales de aquel tiempo
no hezieron caudal ni casso del hombre. Pues se llamó a este barón Tonapa
huiracochampa cachan, pues ¿no era este hombre el glorioso apóstol Sancto
Thomás?”301

La pregunta que se hace Pachacuti Yamqui, retórica, por cierto, no


es sino un recurso narrativo para captar la atención de quienes leyeron el
documento o escucharon su lectura en las doctrinas cristianas de Canas y
Canchis. El cronista creó un especial efecto dramático al exponer que el
300 Araníbar (1995: 393-396).
301 Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui (1993: 189).

209
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

personaje en cuestión no fue tomado en cuenta y más bien fue ignorado


por los indígenas de aquella época, muy semejante a lo que pudo haberles
ocurrido a algunos de los mártires católicos en la época romana, posterior
a la muerte de Jesucristo (o de su resurrección, desde el punto de vista
cristiano). Al nombrar a este personaje como Tonapa huiracochampa cachan
la superposición de imágenes divinas se hace patente y consigue en el relato
que estas ideas lograsen integrarse en una lógica argumental que impregnaba
programáticamente a este tipo de textos compuestos con elementos que
ensamblados resultan híbridos. La pregunta que se planteó Pachacuti Yamqui
es atractiva pues permite que la lectura adquiera nuevas honduras: ¿no es
también posible que su inteligencia lo haya llevado a explorar en los misterios
de la fe revelada, como lo haría inquisitivamente un teólogo o arqueólogo
ante un hecho particular de la religión?

Prosigue nuestro cronista:


Este barón dizen que llegó al pueblo de un cacique llamado Apo Tambo cuyo sujeto fue
el pueblo, y dizen que llegó muy canssado en una fiesta, quando estaban en las bodas.
Y assí, por el Apo Tambo fueron oydos sus razonamientos con amor y los yndios del
sujeto los oyieron de mala ganas. Al fin, por aquel día, fue huésped del perigrino, el
qual dizen que dio un palo de su bordón al dicho Apo Tambo, reprehendiéndolos con
amor afable. Y el Apo Tambo lo oyieron con atençión reçebiéndole el dicho palo de
su mano, de modo que en un palo los reçibieron lo que les predicava señalándoles
y rayándoles cada capítulo de los rrazones. Los viejos modernos del tiempo de mi
padre don Diego Felipe suelen dezir que caçicaçi era 10 mandamientos de Dios,
prinçipalmente los siete preçeptos no les faltava. Solamente nombre de Dios Nuestro
Señor y de hijo Jesuxpo Nuestro Señor les faltava, que es público notorio entre los
viejos; y las penas eran graves para los que quebrantavan.302

El arribo de este personaje de origen cristiano (esta figura insinúa el milagro),


a tierras del Curaca Apo Tambo en tiempo de matrimonios —es decir, de
establecimientos de alianzas parentales— es considerado una molestia para
los habitantes de este lugar, quienes en todo caso lo reciben finalmente como
huésped. La entrega de un palo de su bordón para el cacique Apo Tambo y la
recriminación afectuosa de parte de Tonapa por su conducta idolátrica es un
índice de que el personaje fue valorado como extraño e inoportuno respecto
del grupo social que lo recibió. Sugestivo resulta, por otro lado, lo que señala

302 Ibíd.

210
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Pachacuti Yamqui con respecto a lo que comentaban de estos acontecimientos


los contemporáneos de don Diego Felipe, padre del cronista, relacionándolos
con lo que los evangelizadores enseñaron como los diez preceptos, agregando
que existían penas graves para aquellos que no respetasen la doctrina cristiana.

Puede parecer que existe una línea ilógica entre los dos componentes
de esta pequeña muestra, desde el punto de vista de la coherencia interna de
un texto; sin embargo, creemos más bien que el autor integra conscientemente
dos enunciados que temporalmente aparecen sin conexión objetiva. El
ensamble no es evidente. La cultura no siempre luce maravillosa y perfecta.
La literacidad indígena también gozó de una capacidad creativa y analítica
particular.

Continúa Pachacuti Yamqui:


Este varón llamado Thonapa dizen que andubo por todas aquellas provincias de los
Collasuyos predicándoles sin descanssar hasta que un día entró al pueblo de Yamque
Supa, pueblo prinçipal en donde fue echado el barón con gran afrenta y vituperio, el
qual dizen que muchas vezes dormían en el campo sin otra rropa más de que trayeya,
camissa larga y manta y libro.303

Este predicador, cuyos gestos, figura y avatares nos recuerdan las hagiografías
clásicas de la baja Edad Media (San Francisco o San Antonio, por ejemplo), en
términos de que su vida giró en torno a la predicación del mensaje sagrado del
que era portador, y más importante aún, del rol que los misteriosos caminos
de Dios deparaban a quienes entregaban sus vidas a su causa, realizó su labor
en el área Qolla lo cual es interesante desde el punto de vista de la historia
local en la puna (Salles-Reese, 2008: Cap. IV). Recordemos que los incas,
según Pachacuti Yamqui, migraron desde el pueblo de Potosí (¿hay conexión
con el mineral argentífero?). Forma y contenido de este tramo narrativo de la
obra nos revelan patrones claramente occidentales que consiguen manipular
ideas impugnadas como paganas que se buscaba armonizar con el mensaje
del cristianismo. En general, como sabemos, las hagiografías culminan con
el personaje humano encontrando el fin de su vida consagrándose a la causa
de difundir el mensaje divino asumiendo los martirios o sufrimientos que
generaba una recepción negativa de su tarea por parte de gentes y pueblos
303 Ibíd.

211
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

que desconocían aún la trascendencia de las revelaciones que entregaría el


santo predicador: estos avatares de la narración proselitista lograron crear
imágenes ejemplares para ser emuladas por niños y jóvenes cristianos o para
reforzar la fe de los antiguos creyentes indígenas, y se constituyeron en un
mundo religioso que creó profundos lazos orgánicos dentro de la comunidad
colonial.

La vida azarosa, heroica y pobre de Tonapa, que lo llevó a caminar


incansablemente por lejanas tierras, pasar hambre y frío, y muchas veces
dormir donde lo encontrase la noche, claramente lo situaba como un abnegado
ejemplo de la presencia cristiana en tierras del Nuevo Mundo. Y esta imagen
fue al parecer una figura clave en la elaboración de textos de proselitismo
cristiano entre los indígenas, dirigidos a impresionarlos y convencerlos con
la fuerza de su fe. El hecho de que este personaje portase un libro también
aparece como una figura destacada en el discurso que nos ofrece don Juan de
Santa Cruz. La maravillosa e inexplicable aparición de un libro en una época
en que obviamente no existían en los Andes, y más aún que el autor lo haya
de destacar en la narración edificante, por su carácter de objeto de fetiche para
los hispánicos, lo convierte efectivamente en un portento misterioso de la
Providencia, irrevocable y poderoso: la Santa Biblia, la Letra de Dios, como
la llama Guaman Poma.

El relato prosigue: “El cual Tonapa dicen que maldijo al pueblo, por lo
cual vino a ser anegado con agua. El día de hoy se llama Yamquesupacocha
–laguna–, que los indios de este tiempo casi todos saben cómo antiguamente
era pueblo principal y ahora es laguna.”304 Los hechos que relata nos enfrenta
a una posible interpretación que vincula a Tonapa con eventos que tienen
factura bíblica como lo representa el hecho de que el peregrino tras no haber
sido escuchado por la gente, siendo expulsado y maltratado, aquel pueblo
fuese milagrosamente anegado con agua como si las fuerzas terribles de un
dios desconocido hiciera caer sobre ellos su maldición por las faltas de respeto
cometidas en la persona de su enviado. El día que señala Pachacuti Yamqui,
el de “Yamquesupacocha”, queda entonces marcado en la memoria de los
indígenas como el día en que su antiguo pueblo quedó anegado y castigado
por el dios del extraño predicador.
304 Ibíd.: 190

212
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

A continuación, prosiguen las andanzas del predicador Tonapa. En la


situación que ahora comentamos el santo llega a un cerro donde ocurren otra
serie de eventos divinos o mágicos que hacen explícita la voluntad de Dios
por castigar a los habitantes de estas tierras: “Lo uno dizen que en un çerro
muy alto llamado Cacha Pucara estaba o abía un ydolo en figura de mujer,
a el qual dizen quel Tunapa tubo gran odio con el dicho ydolo. Y después le
echó fuego y se abraçó el dicho çerro con el dicho ydolo rrebentándoles y
derritiéndoles como una çera el dicho çerro, que hasta el día de oy ay señales
de aquel milagro espantable jamás oydo en el mundo.”305

En estas informaciones observamos cómo la extirpación de idolatrías,


enfocada en destruir los soportes materiales de las creencias andina, de la
cual probablemente el mismo Pachacuti Yamqui fue parte, en este caso en el
objeto de un ídolo de una Huaca femenina, realiza su cometido a través de
una forma sobrenatural, milagro espantable, que consigue abrasar con fuego
—un medio divino para castigar a los pecadores que no le obedecían— tanto
al ídolo, Cacha Pucara, como al lugar donde éste estaba situado, incluyendo
las personas que le rendían culto. Este acto, “jamás oído en el mundo”, pudo
generar un efecto de admiración y temor en aquel que lo escuchase o lo leyese
a la luz del contexto social de comienzos o mediados del siglo xvii (Szemiński,
2019). Quizás haya vínculo con la explosión del volcán Quimsachata, siglos
atrás, que pudo haber dejado honda impresión en la gente del lugar (Flores
Ochoa, 2013: 106).

Ocurren otros portentos en los Andes de la época: “Y lo otro milagro


suçedió en los Quinamares: dizen que con amorosas palabras començó a
predicar en un pueblo en donde abía gran fiesta y banquetes de unas bodas,
en donde los yndios de quel pueblo sin açer caso de las predicaçiones de
Tunapa. Y fueron maldeçidos conbertiéndoles en piedras que hasta el día de
hoy se echa de ber. Y lo mismo suçedió en Pucara y otras partes […]”.306 En
otro pueblo que aparentemente pertenecía a los quenamaris (cerros nevados),
el personaje vuelve a realizar los espantables portentos que castigaban a los
indígenas y a sus objetos de idolatría siendo maldecidos por Tonapa, quien

305 Ibíd.
306 Ibíd.: 190-191.

213
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

además los convierte en piedra. La litomorfosis es un simbolismo religioso


andino, como bien sabemos, un arquetipo profundamente antiguo. De igual
modo, en otros sectores por donde pasó el santo maldijo a sus habitantes
como en Pukará, antiguo lugar que precedió a las culturas Tiwanaku y Wari.

¿En qué culmina la historia de este misterioso personaje? Pachacuti


Yamqui lo explica del siguiente modo:
[E]ste barón dizen que andando predicando llegó a los Andes de Carabaya y en ella
hizo una cruz muy grande y los trajo por sus ombros asta ponerles en un çerro de
Cara Pucu en donde los predicó dando grandes bozes, echando lágrimas, y en ella
una hija de un caçique de aquella provincia. Dizen que fueron echados en la cabeça
con agua y los yndios biendo aquella manera se entendieron que lababa la cabeça, y
así lo tresquiló después que fue preso el Tunapa a buen rrecaudo junto en la laguna
grande de Cara Puco. Cara Puco quiere dezir quando cantan quatro bezes, muy a la
madrugada, un abe llamado puco puco. Dizen que al amaneçer entraron a Tunapa
do estaba preso un mançebo muy ermoço. Y los avía dicho: «no tengas pena que yo
bengo a llamaros en nombre de la matrona que os está aguardando solo, el qual está
para irse al lugar de hulguras». Y diziendo ansí dizen que tocándole con los dedos a
los cordeles questaban atados de los quatro braços, manos y piez; y en ella dizen que
había mucha gente de guardia, questaban ya sentençiado el Tunapa a muerte cruel.
Como digo que al amaneçer como en a las cinco oras de la mañana, entraron en la
laguna, juntamente con el mançebo tendiéndoles sobre el agua de la laguna la manta
que traya, el qual manta cirvió en lugar de balça […]307

La referencia a la cruz de Carabuco es famosa en los Andes. En esta cita


precedente podemos conocer cómo Tonapa hizo en Carabaya una cruz y
una vez terminada la cargó hasta la laguna de Carabuco, donde se abocó a
continuar con sus predicamentos. Esta imagen es retóricamente calcada a la
Vía Dolorosa de Jesucristo: tiene la fuerza de la obra de Dios, sin duda. Esta
conjetura ¿nos puede ayudar a intuir el real efecto mental que el mensaje
de la escritura conseguía en las audiencias? El influjo psicológico tuvo que
haber sido importante. Las lecturas abren corazones y mentes ante audiencias
analfabetas (sin experiencia cultural ante lo cristiano). La escena que continúa
en el relato dice relación con el gesto que con su persona tuvo una joven, hija
de un Curaca, la que vertió agua sobre el cabello de este individuo. La piadosa
niña pretendía ayudarlo. Tonapa es preso a raíz de esta situación por los
habitantes del lugar. Estando preso viene a verlo un muchacho muy hermoso

307 Ibíd.:191-192.

214
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

(¿un ángel?), que le dice que tenga tranquilidad pues vendrá la matrona a
buscarlo (¿la Virgen María?). Todos estos hechos están caracterizados por un
hálito de milagro que los recubre. Seguramente fueron imágenes muy usadas
en la época dada su capacidad de crear sentimientos virtuosos.

Finalmente, dejando atrás el lugar de encierro en el que estuvo confinado,


muy temprano en la madrugada el personaje entró en la laguna en cuyas aguas
extendió su manta que le sirvió a su vez para flotar sobre la superficie. La
llegada de Tonapa, el fuego con el cual abrasó el ídolo y, en fin, la forma
en que abandonó su prisión yéndose por las aguas de la laguna en su manta
mágica, podría implicar que su presencia estaba contradiciendo la existencia
de las huacas, dado que precisamente su mensaje estaba anunciando el reino
de la cristiandad que transformaría los Andes. Esto es fundamental desde el
punto de vista del programa del texto de Pachacuti Yamqui y la orientación que
conlleva para quien (o para quienes) estaba escrito, es decir, de los objetivos
evangélicos que persiguió producir en la audiencia.

La acción de Tonapa no pasa desapercibida para los Curacas quienes


son en todo momento testigos de los portentos del personaje misterioso que
Juan de Santa Cruz utiliza para hacer llegar su mensaje a los indígenas que
él ayudaba a disuadir y convertir con su obra, dado que como queda claro su
Relación fue utilizada para ayudar a educar a los indígenas circunscritos a su
doctrina.

Añade Pachacuti Yamqui:


[D]e cuya llegada en el dicho pueblo de Cara Puco y provinçias della alteraron los
curacas y principales della por aber bisto cayer y derribarse ydolo dellos. Dizen que
como viento se bolaba el dicho ydolo, en una puna donde jamás llegaban los ombres,
estaba el dicho ydolo y huaca llorando, lamentándose como desterrados, y la cabeça
abajo i por un yndio fueron hallados y oydos <el dicho ydolo>, por cuya notiçia los
sentieron grandemente los curacas de la llegada de Tunapa de que, como tengo dicho,
fue presso.308

En este punto es útil preguntarse nuevamente por el posible efecto que


este tipo de relatos producía en las consciencias indígenas que escucharon
estas historias como exposiciones edificantes, ejemplares y educativas. Es
308 Ibíd.: 192.

215
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

claro que esta Relación fue escrita para “enseñar deleitando”, como señala
Rosa Navarro Gala (2007),309 siguiendo el principio ciceroniano de docere,
delectare, movere, que proviene de San Agustín dentro de la tradición
historiográfica-teológica cristiana. Navarro Gala sostiene que esta tradición
influyó en personas tales como el Juez de Idolatrías Francisco de Ávila, el
mentado sacerdote de la doctrina de San Damián de Huarochirí. Por lo tanto,
en estas narraciones lo que atestiguamos es ni más ni menos que el esfuerzo
de un hombre andino por integrar en un texto razonablemente coherente las
tradiciones que conoce bien: la suya propia, la andina, y la que ha adoptado,
la hispánica. Esta discusión no es nueva: básicamente tiene que ver con la
pregunta genérica: ¿hasta qué punto la historia y los mitos y ritos (el corpus
del pensamiento indígena) fueron manipulados o instrumentalizados por las
estrategias evangelizadoras que recurrieron tanto a las políticas lingüísticas
como a las tradiciones historiográficas europeas, todas igualmente dogmáticas
frente a las Sagradas Escrituras, y cuáles fueron sus consecuencias para las
memorias andinas que debido a esto necesariamente se refundaron? Estamos
ante la eclosión y la vida nueva de una mentalidad de doble matriz cultural.

Observemos ahora el epílogo de este relato:


Dizen que el dicho Tunapa, después de aberse ya librado de las manos de aquellos
bárbaros, estubo buen rrato ençima de una peña llamada Titicaca, y después de allí
dizen que pasó por Tequena haçia Chacamarca en donde le bio un pueblo llamado
Tiyaguanaco que en ella dizen questaban la gente de aquel pueblo entendiendo en sus
borracheras y bayles, adonde el dicho Tonapa a la despedida lo an llegado a predicarles,
como solían hazer, el qual no fueron oydos. Y dizen que de puro enojo les dixo alsando
los ojos al çielo en la lengua de aquella tierra. Y como se partió di aquel lugar, toda la
gente questavan baylando se quedó hechas piedras, combertiéndose, que hasta el día
de oy se echa de ber. Rremito a los que an pasado por allí. Dizen queldicho Tunapa
pasó siguiendo el rrío de Chaca Marca hasta topar en la mar. Entiendo que pasó por
el estrecho haçia la otra mar. Esto an aberiguado por aquellos yngas antiquísimos.310

Juan de Santa Cruz, según deducimos de sus orígenes étnicos declarados,


309 Navarro Gala (2007: 26-27) señala que “como su estudio demuestra, posee una alta elaboración conceptual,
que nos revela a un indoamericano conocedor de diferentes tradiciones discursivas y capaz de aplicarlas
en la conformación de un texto híbrido que cumple la función para la que parece haber sido creado:
enseñar deleitando; si bien está muy alejado del humanista de pluma atemperada que fue el mestizo Inca
Garcilaso de la Vega, pues la situación de un mestizo de origen noble por ambas ramas distó mucho de la
de aquellos que, aun siendo de origen principal, vivieron y se educaron en un contexto social que no podía
proporcionarles la esmerada educación de un erudito del Renacimiento europeo.”
310 Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui (1995: 192-193).

216
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

pertenece a la estirpe de los Canas y Canchis; ello nos lleva a la conexión


con los pueblos Qollas. Esto es importante de considerar puesto que si bien
conoce las versiones que los incas tuvieron sobre estas tradiciones, también
pone en juego su tradición materna, que lo autoriza como un conocedor
objetivo de las tradiciones altiplánicas. Cuestión no menor ya que hemos
visto cómo estas historias transcurren alrededor del lago Titicaca de donde
procedían los primeros migrantes protoincas: la pareja divina Manco Cápac-
Mama Ocllo y/o los hermanos Ayar (las cuatro parejas). Tonapa o Tunupa y
Tarapacá pertenecen al mundo religioso del sur altiplánico. Debe existir en
este asunto una compleja solución de continuidad en la transmigración del
arquetipo en el tiempo sagrado que fluyó en los Andes.311 Si retrocedemos
algunos siglos más nos encontramos a Wari y Tiwanaku interactuando con
otros pueblos; tal vez la coexistencia de estas civilizaciones haya coadyuvado
a establecer patrones de mucho dinamismo en la interacción cultural. Este
valor multiregional de vinculación estimulado por la religión y la economía
persistió por siglos entre los pueblos de la sierra y puna. Hoy aún es influyente
el contacto sierra-costa-selva (continuum geográfico e histórico), como se le
denomina corrientemente. A menudo se dice que los pueblos andinos tenían
la cualidad de integrar lo que les parecía culturalmente útil, lo que hoy se dice
Tinkuy.

Tenemos entonces que Tonapa logró liberarse de sus captores; en esto


no es menor el hecho de que lo hace misteriosamente. Está también el extraño
asunto del muchacho que lo visita en su prisión; lo mismo su enigmática
fuga que le permite navegar por las aguas del lago en dirección hacia el río
Chaca Marca o Desaguadero, donde desaparece llegando al fin hacia el otro
mar (el Océano Pacífico o Qochamama). En este punto se hace necesario,
precisamente, que los historiadores ingresemos en el mundo de la cultura
simbólica. El mundo de los mitos, como podemos ver, es aquel ángulo de la
cultura en la cual la mente humana fluye poéticamente reforzando tradiciones
ideológicas, creándolas y recreándolas constantemente. Esto ocurre tanto en
un sistema formal y estable de ideas religiosas como en aquellos sistemas que
están siendo modificados desde el exterior por otro sistema de ideas que lo
controla y, al fundirlo consigo mismo, lo modifica plásticamente. Una especie
311 Sánchez Garrafa (2020: 42 y ss).

217
JUAN DE SANTA CRUZ PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYGUA

de dilema insoluble es el que enfrentamos al analizar este tipo de documentos.


Una mitografía crítica se hace indispensable, sin duda.

Si es cierto que este relato procede de una matriz autóctona es


preciso que nuestro análisis no tome avant le lettre cada uno de los eventos,
acontecimientos y portentos que Tonapa protagoniza. Se hace preciso
reconocer que la tradición cristiana de la cual es militante el autor de estos
textos logró intervenir o influenciar estas informaciones que proceden de
fuentes orales autóctonas. Pero, ¡oh, paradoja constante!, la litomorfosis
como bien lo sabemos es parte de las tradiciones antiguas andinas y por lo
tanto es una evocación verosímil de su mentalidad. Las ironías de nuestro
pensamiento histórico ponen en evidencia el asombro ante la mitología.
Estamos en presencia de un texto que nos permite examinar aquel fenómeno
denominado «colonización del imaginario» (Gruzinski, 1995). La mirada de
don Juan de Santa Cruz nos ayuda positivamente a conocer y comprender el
marco colonial en el que este personaje y otros similares circularon por el
mundo de significados de una colonia multicultural.

En último término, el cronista sostiene que estos relatos extraordinarios


fueron obtenidos gracias a los testimonios de incas antiquísimos, lo cual no
deja de sorprendernos ya que los vínculos de los habitantes de Canas y Canchis
en el Cuzco teóricamente provienen desde los tiempos de Pachacútec, lo cual
le concede una profundidad de al menos dos siglos (o más), contando desde
el siglo xvi hacia atrás. Tengamos presente que desde la época de la lucha
de incas contra chancas estas etnias fueron leales aliados del Cuzco. Tal la
profundidad histórica de la figura mítica. (No menos interesante es recordar
que en la Carta-Instrucciónde Titu Cusi Yupanqui leímos que los guerreros de
Canas y Canchis lucharon junto a Manco Inca II en el Cerco al Cuzco, de 1536-
37.) Hasta aquí el mito de Tonapa, quien se pierde cruzando a otro mar, según
este célebre personaje. Este análisis propone que más que suministrarnos
testimonios fidedignos, en la clave de las verdaderas categorías mentales de
una memoria andina, en realidad constituyen muestras paradigmáticas de las
consecuencias que generó el bagaje cultural de los indígenas evangelizados,
la lengua, la escritura y los estilos narrativos occidentales, fenómenos que
afectaron los modos en que aquellos relataron los antiguos ritos y mitos, y
también posiblemente creando otros nuevos.

218
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

†††

El estudio de los contenidos mito-históricos y socio-teológicos de la obra de


Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua nos ayuda a comprender
mejor el mundo de las mentalidades de las comunidades indígenas de los
siglos xvi y xvii. Ser indio cristiano en este tiempo representaba una identidad
nueva, integrativa y colonialmente referencial ante una sociedad que situaba
probablemente en el estatuto de indio noble a aquellos que plegábanse al
modelo colonial, sin duda una posición más ventajosa ante los españoles.
Ante los diversos temas que nuestro autor toca se delata la inevitable relación
entre la historia europea, la historia inca y la historia local, tres niveles acaso
encadenados todos por la misma lógica religiosa y mítica. Es indudable que
en el siglo xvii no todas las contradicciones estaban resueltas y es evidente
que tampoco lo estaban unas fisiones prístinas en el contexto de la cultura
colonial.

En la Relación de antigüedades la cuestión del estatus del indio noble


resulta esclarecedor en el campo político, ya que este sujeto era un engranaje
esencial de la vida social. Los indígenas al ser considerados súbditos estaban
obligados a obedecer. Los más cercanos al mundo hispánico tuvieron en
cambio acceso a cuotas de poder e influencia, a disfrutar de una cierta riqueza
o tranquilidad social. Dos fueron aquellos resortes: el mundo en torno a la
Iglesia colonial y el mundo de la economía. Pero esta inserción requería de
un estatus que provenía de su cercanía o lejanía con las antiguas posiciones
de poder gracias al parentesco incaico (establecido en una Cápac Cuna de
factura colonial), a los curacazgos provinciales y a las regalías o mercedes de
la Corona española al recompensar los servicios de los indios amigos en la
época de la conquista del Perú. ¿Fue un indio noble don Juan de Santa Cruz?
Pudo serlo desde su origen familiar como muchos que pertenecían a familias
de Curacas. Pero si no lo fue ¿cómo accedió él y su familia a un estatus noble?
El hecho es que Juan de Santa Cruz tuvo un espacio dentro de la iglesia para
educarse, fungir como escribano y, quizás, como mediador pedagógico. Su
nobleza heredada o recibida le permitió ocupar espacios de poder e influencia.
Hay correlación para la época estudiada en cuanto al dominio de la escritura
y la nobleza. Esta hipótesis sin embargo queda obstruida por la ausencia casi
total de más antecedentes sobre su vida.

219
Capítulo 4
Felipe Guaman
Poma de Ayala
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

E
xisten INNUMERABLES trabajos sobre la Nueva corónica y buen
gobierno de Felipe Guaman Poma de Ayala (ca. *1535? - †1616?),
hallada en 1908, realizados por quienes han estudiado a lo largo de un
siglo sus textos y dibujos.312 Desde que Paul Rivet la editó por primera vez
en París (1936) su obra ha sido valorada como imprescindible etnohistórica
y antropológicamente. Lo es indudablemente. En el último tiempo se han
revalorado ambas dimensiones de su contenido, y se ha brindado una enorme
reflexión teórica y metodológica, estética, política, literaria, respecto de la
relación íntima que se aprecia entre sus ideas escritas y las dibujadas. Este
monumento literario/visual ha sido eficientemente realizado en el espacio
de la Det Kongelige Bibliotek (Adorno y Boserup, 2001; Adorno, 2016;
Boserup, 2016) virtualmente disponible para todo el mundo. Esta doble
expertisse de Guaman Poma resulta un fenómeno notable de parde de quien
gozó de un gran talento medieval y humanista aprendido de su pertenencia
a doctrinas, escuelas, bibliotecas o talleres, y su cercanía de toda la vida
(positiva y negativa) con miembros de la Iglesia católica dedicados a enseñar
la Religión Única a los indígenas. Sabemos que este talento hunde también
sus raíces en sus habilidades como Quipucamayoc y Quelcacamayoc, o sea,
como aprendiz y usuario del viejo sistema de signos andino. Sin embargo,
la tarea conjunta de analizar ambas experticias (textos/imágenes) no es fácil
de llevar a cabo porque, sobre todo, se trata de lenguajes, acontecimientos
y objetos culturales de un pasado relativo y performado que refundió al
cabo de unos 50 años las tradiciones comunicativas europeas y andinas, así
como amalgamó lo ideológico y lo imaginario, configurando un mensaje
heterogéneo extraordinario.

312 Véanse los estudios de Adorno (1982: 1-7, 109-137, 1992: 21, 2000: 57 y ss, 80 y ss); López-Baralt
(1988: 49 y ss, 67 y ss); Cox (2002: Cap. III); Chang-Rodríguez (2005: 79); Quispe-Agnoli (2006:
Cap, 4); Holland (2008: Cap. 4); Ossio (2008: 173 y ss, 178 y ss, 189 y ss); Husson (2016: 339 y ss).
Estos estudios fueron expuestos a lo largo de varios años en diversos encuentros académicos. Entre ellos, en
el IV Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología – ALA (México DF, México. Octubre,
2015) y en el VIII Congreso Internacional de Etnohistoria (Sucre, Bolivia. Junio, 2011).

223
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Para la etnohistoria resultan sugestivos varios aspectos de la historia


colonial que don Felipe registró en su carta al Rey. En la actualidad podemos
observar tradiciones y costumbres que no han muerto culturalmente, algunas
que observó este etnógrafo del mundo andino aún existen, según hemos
percibido en diferentes localidades rurales, sobre todo en las comunidades
quechuahablantes donde la ganadería, agricultura y textilería perviven aún
con dificultades enormes, como el desconocimiento de algunos valores del
pasado, razones económicas o por carecer del sustento científico explicativo
de algunos fenómenos naturales. Hoy favorablemente podemos atestiguar
que existe un fuerte interés por recuperar los saberes y conocimientos
de lo ancestral, en el sentido atávico y patrimonial de la cultura andina
contemporánea. La cultura, como sistema vivo, obra de hombres y mujeres,
no cesa de buscar su naturaleza orgánica, estructural y funcional. Deducimos
de ello que la trascendencia histórica de sus memorias e identidades ha
superado las fases seculares de presión colonial y republicana. En efecto,
los imaginarios locales contemporáneos ofrecen un apoyo ontológico para el
estudio etnohistórico de lo que Guaman Poma atestiguó y dejó anotado en su
crónica.

El estudio sobre aspectos comunicativos y visuales de la cultura,


iconológicos e iconográficos,313 es imprescindible frente a la Nueva corónica
y buen gobierno.314 De hecho, en los últimos años esta metodología ha sido
usada por historiadores, antropólogos y arqueólogos315 que buscan elementos
teóricos para la interpretación de los restos materiales del pasado en todo
tipo de soportes: pintura rupestre, textilería, orfebrería, arquitectura, restos
humanos.316 Nosotros queremos agregar, con la misma fuerza, el análisis
ideológico del documento a la luz de la transición de la historiografía
medieval-renacentista a una historia escrita en el contexto colonial.

313 Modelo analítico desarrollado por Panofski (1977, 1985). Véase también la obra de Gombrich (2009).
314 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001). La versión electrónica del texto manuscrito original de la Biblioteca
de Copenhague elaborada por Rolena Adorno e Ivan Boserup es la que empleamos en este trabajo: http://
www.kb.dk/permalink/2006/poma/info/es/frontpage.htm
315 Silverman (1994, 2014-2015); Cummins (2004); Golte (2009).
316 Para un estudio de quipus véase Urton (2016: 133-166, 2017: 179 y ss, 2019: 19-38).

224
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

En adelante llevamos a cabo un análisis sobre las escuelas, bibliotecas


y talleres coloniales, en los que podemos situar físicamente el proceso
educativo de los indígenas andinos. Este tema está asimismo representado
en un conjunto de imágenes que, creemos, retienen interesantes significados
culturales del periodo estudiado. Estos asuntos están relacionados con la
campaña cotidiana de educación y catequización de la población indígena,
pues exponen situaciones de aculturación en los sistemáticos procesos de
enseñanza y aprendizaje de la cultura cristiana que los individuos indígenas
experimentaron en el proceso colonial. Es útil llevar a cabo un análisis de
este tipo puesto que se pueden captar elementos de una cultura oscilante entre
cambio y tradición, cuestiones que están implícitas en la prosa del autor. De
modo similar, es posible realizar el analogon de la expresión pictórica de
don Felipe con el arte e iconografía patrimonial en el arte andino, por lo
que resulta doblemente ventajoso su estudio.317 También queremos presentar
nuestro análisis sobre las ciudades del Cielo y del Infierno que nos ilustran
sobre el fenómeno de la transculturación urbana en los Andes. Finalmente,
el tema de la muerte también lo hemos considerado dado que parece un
ángulo muy especial en el asunto de la reconfiguración del plano ideológico.
Comencemos, pues, analizando los textos relativos a la instalación de
doctrinas, donde comienza a insinuarse hacia 1550-1560 el surgimiento de
instituciones de educación, en el marco de las posibilidades de comprensión
de la Nueva Corónica.318

317 Barthes (2011: 17 y ss); Gisbert (2004: Cap. 2, 2012: 7-46).


318 Somos conscientes y estamos debidamente informados de otro nodo problemático: su posible inexistencia
y por lo tanto el falseamiento de la identidad del verdadero autor, en virtud de una hipótesis que indica que
un sacerdote jesuita, el mestizo Blas Valera (el de los papeles rotos de los Comentarios Reales del Inca
Garcilaso), habría sido su autor original. Nos referimos a la polémica que inició Laura Laurencich Minelli
ed. (2009), quien halló en el archivo privado Miccinelli-Cera de Nápoles un documento del siglo XVII,
intitulado Exsul Immeritus Blas Valera Populo Suo e Historia et Rudimenta Linguae Piruanorum. De Blas
Valera [1594] existe un documento denominado Relación de las antiguas costumbres de los naturales del
Perú (o Anónimo Jesuita). Por otra parte, Cerrón Palomino (2014) y sus colaboradores Bendezú Araujo y
Acurio Palma, sostienen que el mismo Valera sería autor del diccionario Arte y vocabulario… de 1586.
Véase también la edición de Vilcapoma (2018). Sin negarnos a ninguna posibilidad, por ahora hemos
decidido plegarnos a lo que indican Murra (1980), Urioste (1980), Adorno (1980, 1992, 1998), Ossio
(2008), entre otros, en cuanto a que la obra es original de un individuo andino de fines del siglo xvi e
inicios del xvii, es decir, pertenece a don Felipe. Véase en la edición de Murra, Adorno y Urioste (2006)
la inserción del documento Legajo 145, Audiencia de Lima. Archivo General de Indias, con fecha 14 de
febrero de 1615. Documento que valida la autoría de la Nueva corónica.

225
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Escuelas, bibliotecas y talleres coloniales


La obra de Felipe Guaman Poma de Ayala como texto/objeto cultural
constituye un prodigio para la historiografía,319 por la misma doble naturaleza
del documento, es decir, por la información bicultural que encierra la
visión de un hombre andino que fue protagonista y testigo de eventos muy
importantes (el cambio cultural) en los dos últimos tercios del siglo xvi y
los primeros años del siglo xvii. La Nueva Corónica, o Carta al Rey, es un
manuscrito que llegó incluso a proponer cambios políticos en la sociedad
colonial, y es un documento denso desde el punto de vista de los contenidos
ideológicos y culturales que describe: sociedad, identidad étnica, género,
mestizaje y sexualidad, religión y política, violencia y corrupción, historia
prehispánica, tradición oral, plurilingüismo, economía y población,
agronomía y cómputo del tiempo, y muchos otros tópicos sobre los cuales
se pueden llegar a conocer y comprender sorprendentes aspectos de las
sociedades pre-colonial y colonial. Escritura e ilustración surgieron a través
de un proceso de formación individual que incluyó a la vez aculturación y
deculturación, adopción, adición, yuxtaposición de ideas y técnicas críticas
del tiempo colonial, es decir, a través de un complicado proceso mental de
cambio psicosocial expresado en el lenguaje oral y escrito. Todo indica que
en la obra de Guaman Poma triunfó la ideología cristiana monarquista; no
obstante, soterrada o inconscientemente, permaneció en el ideario de don
Felipe un sustrato cultural claramente indígena. Esta fusión de elementos
indígeno-españoles no queda exenta de contradicciones que dieron paso a
nuevas expresiones coherentes en sus contextos coloniales. ¿Cuáles son estas
contradicciones?

Evidentemente don Felipe es un protagonista/testigo. Según nos indica:


“Todo lo escrito de los pontífices lo sé porque fui sirviendo a Cristóbal
de Albornoz, visitador general de la Santa Madre Iglesia, que consumió
todas sus uacas, ídolos y hechicerías del reino; fue cristiano juez.”320 Esta
declaración tiene la organicidad suficiente para permitirnos conocer el rol
represivo que, junto al padre Cristóbal de Albornoz, don Felipe llevó a cabo
319 Valor etnológico que queda establecido desde las décadas de 1960 y 1970, con los trabajos de Ossio (1973),
Wachtel (1976) y Murra (1975, 1978).
320 Felipe Guaman Poma de Ayala (2005: 209).

226
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

en la época del movimiento mesiánico Taqui Onqoy, y otras rebeliones


supuestas o verdaderas,321 descubiertas en 1565. El hábil Guaman Poma no
compartió la actitud de los rebeldes, sector que siguió luchando contra lo que
ellos consideraron una inaceptable invasión. Don Felipe a sus treinta años
posiblemente ya estaba convencido del cristianismo implantado. Debemos
reconocer que el comportamiento que de él se esperaba debía ser estrictamente
pro Deo, lo que implica que no tuvo más opción que haber ayudado a
identificar las características de los movimientos religiosos antiespañoles del
último tercio del siglo xvi, particularmente aquellos vinculados a la rebelión
de los incas de Vilcabamba, considerados cada uno de ellos subversivos e
idolátricos.322

Examinemos otra de sus aseveraciones en torno a esta cuestión: “Todo


lo dicho de los hechiceros lo vide cuando el señor Cristóbal de Albornoz,
visitador de la Santa Iglesia, castigó a muy muchos indios, fue muy cristiano
juez, castigaba a los padres y a todos.”323 Al hacer alusión a los indígenas como
hechiceros que optaron por resistir la invasión, Guaman Poma dió a entender
que su posición ideológica estaba situada en el plano opuesto a los que seguían
creyendo en la expulsión de los cristianos. Lo mismo con su animadversión
respecto de los incas cuzqueños. Pero en la cita precedente también hace
alusión a los padres católicos quienes llevaron a cabo un reprochable mal
gobierno eclesial en los Andes. Su sentido crítico es transversal. Vemos
entonces que el discurso de Guaman Poma en tal trance ya está consumado:
como indígena cristiano noble (al menos nominativamente) ocupa un lugar en
la realidad colonial junto a la Iglesia y toma posiciones políticas orgánicas.
Estas declaraciones (enunciados densos) no dejan dudas de su participación
en la represión de los movimientos religiosos locales, como tampoco de la
postura crítica que asume frente a muchos oficiales del gobierno virreinal y
eclesial de la época. Ciertamente él encarna una duplicidad ejemplar.

En el prólogo a los lectores españoles don Felipe enuncia una de las


declaraciones que más nos ha sorprendido en nuestra lectura de su Carta
321 Movimiento que probablemente tuvo vínculos orgánicos con los incas de Vilcabamba, según varios
autores: Millones (1990: Intro); Varón Gabai (1990: 331-405); Wachtel (1976: Tercera Parte, Caps. I, II,
III); Duviols (1967: 7-39); Regalado de Hurtado (1992: XXXIV-XXXV). Aspecto que nos permite seguir
uniendo pistas en nuestra observación de estas y otras fuentes indígenas y mestizas coloniales.
322 Wachtel (1973; 1976); Duviols (1977); Estenssoro (2003); Millones ed. (1990: 13).
323 Felipe Guaman Poma de Ayala (2005: 213).

227
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

al Rey: “Paréceme a mí, cristiano, [que] todos vosotros os condenáis al


infierno”.324 Opinión que censura por igual a individuos e instituciones que,
según él, han llevado a cabo todo tipo de acciones que atentan contra una
moral y ética realmente cristianas. Pues bien, toda esta lamentable situación
podría ser finalmente superada cuando se llevase a cabo el proyecto de la
Ciudad de Dios que Guaman Poma propone. Ello suponía honestidad cristiana
y autoridades respetuosas de Dios. Tal ciudad cristiana era su esperanza.
En su sistema de ideas, uno de los elementos fundamentales de esa visión
de mundo era el que debía llevar a cabo la Iglesia católica a través de la
evangelización. Si al final de su vida quedó o no decepcionado de ella es algo
que sólo podemos conjeturar. Por otro lado, a la vez que describía la que pudo
haber sido una escena cotidiana en el proceso de educación en los Andes,
también cuestionaba el rol que indígenas cristianizados llevaron a cabo en
el proceso de adopción de la lengua y cultura hispana, elementos coloniales
que desarrollaban el difícil proceso de catequización de sus pares.325 La
violencia reflejada en los dibujos de don Felipe, donde pequeños grupos de
niños y jóvenes —Hijos de Caciques y otros Runa seleccionados— recibían
instrucción doctrinal con lecciones de música y canto, muestra que no
solamente los sacerdotes aplicaron duros regímenes de enseñanza, sino que
individuos cristianizados también tomaron parte en esta labor. Hemos visto
previamente cómo Pachacuti Yamqui pudo pertenecer a estos dispositivos de
educación colonial.326

Las Escuelas para Hijos de Caciques comenzaron a funcionar


formalmente en la segunda década del siglo xvii, bastante después del primer
sistema de educación colonial desarrollado entre 1550-1560. Este tipo de
escuelas reales tuvo a pesar de sus imperfecciones un efecto bastante notable
en la población indígena intervenida por la Iglesia y el Estado (Alaperrine-
Bouyer, 2017). Podemos representar esto considerando una pequeña
cronología. En Lima el Colegio Real de Caciques fue fundado recién en
324 Ibíd.: 278.
325 Navarro Gala (2003: Cap. I).
326 En la Ratio Studiorum Oficial (2004: 95) se indica que el Profesor: “Guarde toda la disciplina no menos que
la observancia de las reglas. Sea pues el cuidado capital del maestro que los alumnos igualmente guarden lo
que está en sus reglas como ejecuten lo que se ha dicho de los estudios. Esto lo conseguirá más fácilmente
con la esperanza del honor y del premio y con el temor de la vergüenza que con los golpes.” Para Guaman
Poma este ideal pedagógico no siempre se respetaba en la vida escolar.

228
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

1618, mientras que en Cuzco el Colegio Real de San Borja fue fundado en
1620, bajo los auspicios del virrey Francisco de Borja y Aragón, Príncipe
de Esquilache, y de la propia Compañía de Jesús.327 Como sabemos, desde
mediados del siglo xvi, este tipo de educación ya venía siendo desarrollada.
Estas políticas de la educación (de la indoctrinación en realidad) aún cuando
fueron discontinuas generaron condiciones de cambio mental creciente. En
el caso de Gómez Suárez de Figueroa como actividad educativa privada
proporcionada por ayos y/o tutores. En el caso de Felipe Guaman Poma desde
talleres o estudios de conventos o capillas, donde interactuó con miembros de
la iglesia, como por ejemplo con el sacerdote Martín de Murúa.328 Y en el caso
de incas de estirpe, en el interior de familias hispánicas que asumieron la labor
de educar a niños y jóvenes como Titu Cusi Yupanqui, quien fuera educado
por una familia de apellido Oñate. Muchos de los hijos nacidos por entonces
fueron habidos en madres indígenas que pudieron legarles algo del patrimonio
de su pasado, niños que, por otro lado, recibieron esta educación colonial en
compañía de hijos de españoles y con los cuales compartieron enseñanzas,
afectos y espacios comunes, construyendo también recuerdos y evocaciones
de sus experiencias grabadas en sus memorias. Para los sacerdotes católicos
no podía haber evangelización sin educación a través del europeo. Pero ello
no era simple. La experiencia de la reconquista de la región de Al-Ándalus
en España era el único referente al que podían recurrir estos evangelizadores/
educadores. El proceso era incierto y por ello muchos preferían dejar a los
indios en su propia barbarie sin correr riesgos ante una inteligencia poco o
nada esclarecida. Inicialmente, las escuelas para Hijos de Caciques fueron
un proyecto acariciado por el virrey Francisco de Toledo, pero con los años
quedó incompleto tras su partida en 1580. Luego el proyecto educativo fue
olvidado por la burocracia y los adversarios de la idea, especialmente por
vecinos encomenderos que despreciaban a los andinos como seres inferiores,
prejuicios que fueron vencidos, no sin tozudas e infundadas resistencias,
hacia 1618-1620.329

Individuos que fungieron como maestros son los que dirigieron e


implementaron las escuelas para los indígenas, donde especialmente se
327 Alaperrine-Bouyer (2007: Primera Parte, Cap. 3).
328 Ossio (2002: 51 y ss).
329 Alaperrine-Bouyer (2006: Cap. 3).

229
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

enseñó, según asegura Guaman Poma, las habilidades de la lectura y escritura,


el canto y rezo. En sus propias palabras:
Maestro de coro y de escuela de este reino, que los dichos maestros han de enseñar los
muchachos niños, niñas, mozos y las doncellas, que a los muchachos en la escuela y a
las niñas y doncellas en sus casas se le tome lección y le enseñe a leer y escribir, para
que sean cristianas y tengan ojo y ánima para el cielo…330

Ahora bien, no debemos perder de vista que la idea de la enseñanza de las letras,
que tuvo en Guaman Poma un carácter de utopía (enseñar/aprender implicaba
vincularse con Dios), era una parte esencial de lo que llamó un verdadero
Buen Gobierno que corrigiese el lamentable estado de cosas, que provenía,
recordémoslo, del “se obedece, pero no se acata”. Un Buen Gobierno sería una
institucionalidad ética que debía liderar una sociedad alfabeta y consciente de
sí misma, apegada a la policía y a la moral cristiana, capaz de gobernarse por
sus propios medios, aunque siempre debería permanecer como fiel vasallaje
a la Corona española y a la Iglesia católica. Más allá de esta idea, que en
efecto luce como utopía, pero que en la realidad orgánica se manifestaba
como una gris distopía colonial, nos preguntamos si es acertado especular
si la evangelización inicial y la implementación de una educación informal
(ca. 1533-1570) y luego formal (ca. 1570-1650) pudieron ser los tempranos
orígenes de este cambio cultural que hizo de una parte de la población andina
un verdadero motor en la (impensada) construcción de una sociedad colonial
multiétnica —espacio de «semiosis colonial», o sea de “los lugares donde la
gente interactúa”, donde de hecho las ideas y pensamientos se fusionaban con
pasmosa facilidad—331 en franca oposición a la idea de hegemonía total del
virreinato, ya que de hecho poseían escasas posibilidades de hacerse cargo
del objetivo de controlar a la población de los Andes. Creemos en el valor
de esta interrogación de frente a la sobrevivencia de las culturas indígenas.
La esperanza de Guaman Poma era que la Iglesia podía suministrar mediante
la educación del pueblo andino los valores esenciales para avanzar hacia
una sociedad santa. Pero tuvo que confrontar esta fe con la corrupción de la
sociedad colonial. Difícil problema del cual hoy tampoco estamos ajenos.

330 Felipe Guaman Poma de Ayala (2005: 543).


331 Mignolo (1995: xvi).

230
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

La letra de Dios
Don Felipe propuso una extraña fórmula para asegurar el bienestar a la
población del Virreinato del Perú, en relación a la forma en que los maestros
debían alfabetizar e instruir a los indígenas andinos:
Enseñando cristianísimamente y no siendo borracho, ni coquero, sea toda su vida
maestro y procure a enseñarle a los niños, niñas, la cristiandad y letra de Dios y si
pudiere en pueblo grande o chico haya escuela y cristiandad y policía en todo este
reino, aunque no quiera los padres y caciques corregidor ha de haber cristiandad en
este reino.332

Pensaba nuestro autor que el destinatario de su carta, el Rey Felipe III,


aplicaría estas ideas, según una conveniencia elemental. Al parecer este
convencimiento determinó el tiempo que le tomó a don Felipe culminar su
voluminosa carta: unos 30 años. Políticamente propone escuela y policía, y
cristiandad. Por otra parte, los vicios que los españoles le asignaron a los
indígenas es otra de las opiniones estereotipadas que Guaman Poma tomó de
los hispánicos. Como cristiano se dió cuenta de la corrupción y decadencia
que había comenzado a afectar a la población andina que estaba influenciada
por la vida colonial instaurada por los españoles. Indicaba por ello que el
educador no fuera borracho o coquero, lo que obviamente contradecía la
antigua tradición alimenticia y ritual andina —donde el consumo ritual de
la chicha de maíz (Zea mays) y la coca (Erythroxylum coca) no eran (ni son)
obviamente sinónimos de vicio, sino que eran (y son) considerados alimentos
de primera necesidad (valóricamente sagrados). Hoy se sigue afirmando que
estos alimentos vinculan a los hombres con la naturaleza, la Pachamama. En
relación a los hispánicos, su discurso se desplazó nuevamente a apuntarlos
como individuos inescrupulosos que no escatimaban en artilugios para
hacerse ricos con el trabajo obligatorio con que éstos gravaron las vidas
de los Runa encomendados o los Mitayos mineros. Esta visión doblemente
crítica (andinos = corrompidos, españoles = corruptores) permite situarlo en
una perspectiva bastante librepensadora y polémica. La enseñanza de que
la cristiandad y la letra de Dios fueron lo esencial en esta tierra colonizada,
lo declara haciendo énfasis en el bienestar del reino y revela que su mirada
política alcanzaba hasta más allá de la administración.
332 Felipe Guaman Poma de Ayala (2005: 543).

231
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

La postura resaltada, en los términos que don Felipe utilizó, nos permite
comprender la experiencia vital que precedió a la escritura de su historia y
programa, a la vez la experiencia misma de su bagaje escritural y gráfico, y
ofrece el lúcido manejo instrumental de los códigos políticos para llegar a
formular y prescribir prácticas administrativas y gubernamentales: “Que en
este reino en los pueblos chicos y grandes haya escuela y sepan leer y escribir,
cantar canto de órgano, los dichos niños y niñas todos, porque así conviene
para el servicio de Dios y de su Majestad y buena policía y cristiandad.”333
Centralmente la conveniencia de que la educación y la cultura occidental
llegasen a todos los andinos estuvo estrechamente ligada con el futuro brillante
que Guaman Poma esperaba Dios le ofreciera a su tierra. Estos elementos de
una sociedad verdaderamente cristiana asegurarían que los miembros de las
repúblicas coloniales se viesen favorecidos por el orden de la ciudad ideal
cristiana. Añade aún: “Y sin falta sepa(n) leer escribir los niños, niñas en todo
el mundo y más en este reino. Y así se perderá la idolatría y ceremonia de los
demonios, ya se hubiera perdido por causa de los sacerdotes, los hay todavía y
así le ponga pena al dicho padre en este reino.”334 El sistema de educación era
un eje fundamental que llevaría a la sociedad andina a un nivel de limpieza
espiritual y orden político que superaría los errores del pasado. Es interesante
que don Felipe haya tenido esta idea, que no eran únicamente suyas, sino
que desde el primer y segundo Concilios Limenses, al menos, estuvo en las
mentes de personeros de la Iglesia (Vargas Ugarte, 1954: T. I y II).

El profundo cristianismo de don Felipe lo llevó a postular incluso un


método que aseguraría el alejamiento definitivo de las creencias indígenas
y la adopción sincera de la ideología cristiana: una educación completa que
contradecía la estamentalidad y el régimen estratificado de castas, todavía
estático en el modelo social medieval. También sus propuestas asegurarían
que los sacerdotes realizasen adecuadamente su tarea, sin ser tentados por
lo material o mundano, estimulando la probidad, moralidad y espiritualidad.
La insistencia de Guaman Poma en torno a este eje de su programa de Buen
Gobierno, es decir, la educación, no deja dudas de la amplitud que debió
haber tenido este proceso de contacto y subsecuentemente de cambio cultural,
333 Ibíd.: 547.
334 Ibíd.

232
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

que, en rigor, no debemos ver solamente como una fuerza externa —la
dominante— que influye sobre otra fuerza interna —la dominada—, sino
como la coexistencia de fuerzas que, a la vez que se enfrentaban culturalmente,
compartiendo algunos de sus códigos, excluyendo otros, consensuando
algunos más, también desarrollaba prácticas autónomas que se desplegaron
con gran libertad y creatividad. Pero ¿qué tan contradictorias podían ser estas
ideas frente al pasado pagano (autóctono)?

En las imágenes aludidas (véase p. e. POMA0558v, POMA0599v,


POMA0631v, POMA0684, POMA0687, POMA0828, POMA0867v,
POMA1039v, POMA1059v, en el citado Sitio de Guaman Poma/
Det Kongelige Bibliotek) podemos observar cómo algunos indígenas,
debidamente educados en la tradición hispánica, de gran capacidad creadora
y artística, concibieron notables obras que sirvieron para demostrar que la
religión católica había logrado que la población andina fuese más fácilmente
disuadida a dejar de lado la antigua idolatría en este caso mediante el arte
sacro, posibilitando que las capacidades artísticas de los indígenas cristianos
fuesen una parte importante de la concreción de íconos utilizados en la
edificación, hermoseamiento y organización interna de altares, atrios, naves y
galerías de las diferentes parroquias, capillas y catedrales, que representaban
a su vez la centralización del poder eclesial y la proyección de su influencia
hacia territorios, mentalidades y poblaciones.335 En los dibujos de Guaman
Poma vemos a pintores, talladores y escultores indígenas dando origen a
importantes piezas de arte hagiográfico cristiano; esto fue posible porque
ellos ya habían aprendido en escuelas y talleres las técnicas europeas del
arte religioso enseñados por maestros españoles, y venían realizando muchas
obras que causaban admiración por la evidente maestría artística.

Estas obras realizadas por manos andinas situadas en el espacio sagrado


del templo336 sirvieron para mantener siempre presentes los dogmas de la

335 Amado (2009: 11-48).


336 Para construir cada uno de los notables templos de la Iglesia católica fueron desmanteladas y/o demolidas
las arquitecturas del incario (vgr. Suntur Wasi, Saqsaywaman, Qassana). Al hacerlo, cada una de las
antiguas piedras –de ushnus, canchas o patas–, pasaron a transformarse en las bases e incluso en los muros
de la nueva monumentalidad católica colonial, caso de la Basílica Catedral y del Templo Jesuita.

233
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

iglesia en el imaginario de los indígenas cristianos o por cristianizar.337 La


producción de arte en la colonia fue una efectiva metodología de educación
y catequización en la mentalidad religiosa de ambos mundos, ya que
convergieron más o menos armónicamente, dados sus gustos estéticos y
abstractos.338 Su consumo fue muy popular, y la demanda iba siendo cada más
masiva. El resultado de las adiciones de ambas culturas reforzaba el objetivo
que persiguió la iglesia, que era persuadir y enseñar los evangelios en un
mundo crecientemente mestizo y heterogéneo, aunque en el plano oficial el
dogma y la intolerancia fueron siempre la constante del poder colonial.

En los términos de don Felipe:


Pintor entallador, bordador, artificios del servicio de Dios nuestro señor en este reino.
Que los cristianos se concierten para la hechura y semejanza de Dios; todo el mundo
acuda a ello por ser servicio de Dios y de su Majestad y bien de las ánimas y salud del
cuerpo, pues que viendo las hechuras nos acordamos del servicio de Dios. Este arte
aprenda emperadores, reyes, príncipes, duques, condes, marqueses, caballeros en el
mundo; y así en las iglesias y templos de Dios haya curiosidad y muchas pinturas de
los santos, y en cada iglesia haya un juicio pintado allí […].339

Este arte cristiano, es decir, la aplicación de técnicas y métodos de


representación hagiográfica (además de escultura y construcción) de santos
y juicios, de milagros y cenas, contribuyó a transformar la vida mental y
espiritual de los nuevos cristianos pues les acercó permanentemente el
ejemplo axiológico de todo el santoral católico, comenzando con las propias
enseñanzas y sacrificios de Jesucristo, y, además, les alejaba de la amenaza
permanente del Diablo y los pecados a él atribuidos de instigar. La imagen del
Juicio Universal era de hecho una amenaza constante. El aprendizaje de estas
formas de arte visual educativo garantizó en el contexto de la cristiandad
andina comprometida y militante, una moral sólida, ejemplar y edificante.
337 Particularmente reconocidos y valorados por el imaginario social cuzqueño son los escultores indígenas y
mestizos, Juan Tomás Tuyro Túpac, quien talló la imagen de la Virgen de Almudena, y Melchor Huamán
Mayta, quien creó la escultura de San Sebastián. Este hecho es sintomático de los procesos de educación
de la religión y la cultura hispánica que se desarrollaron en los Andes, esencialmente en el siglo xvii
(Wuffarden, 2005: 7-75).
338 Fuera de la pintura y escultura, otro ejemplo es el desarrollo por parte de talleres de artesanos incas que en
el siglo xvii siguen produciendo sus tradicionales queros, modificando las técnicas originales (abstractas)
por las aprendidas del arte occidental (figurativas), para sortear la represión virreinal. Véase, entre otros,
Chávez Ballón (1964: 26-29, 1970: 210-277, 1984: 97-107, 1991: 101-104); Rowe (2003: 307-343),
Cummins (2004: Caps. VI, VII, VIII). También: Sebastián (2007: Cap. V); Gisbert (2012: 241 y ss); Perú
Histórico (2005, Vol. V: 15 y ss).
339 Felipe Guaman Poma de Ayala (2005: 547-48).

234
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Pero una parte de la población igualmente continuó manteniendo vínculos


comprometidos con las tradiciones y costumbres andinas autóctonas (pre-
cristianas), especialmente aquellas que estaban asentadas en comunidades
lejanas o aquellas comunidades que se mantuvieron alejadas de los
colonizadores, por ejemplo en la selva amazónica, entre la clandestinidad y la
marginalidad (Varese, 2006).

Escribano de cabildo. Sin lugar a dudas la categoría de escribano es una de


las que más han llamado la atención de los estudiosos del último tiempo,
pues implicó uno de los primeros roles que fueron asumidos y adoptados por
individuos indígenas de acuerdo a sus habilidades intelectuales y técnicas.
En cada pueblo de la República de indios había un escribano, por ley. Los
escribanos hispánicos habían introducido distintas actitudes que contravenían
(una vez más el vulgar “se obedece, pero no se acata”) lo que se esperaba de
sus servicios legales: claridad, honestidad y probidad, lo que pasó a influir
negativamente en algunos de los escribanos de origen andino. En un trabajo
reciente de Navarro Gala (2016: 49 y ss) se describe con mucha claridad el rol
de estos oficiales que pertenecían a una antigua tradición jurídica y escritural
española. Así vemos cómo Guaman Poma dio cuenta de las diferentes
alianzas que se crearon entre individuos españoles y andinos para cometer
actos reñidos con la ley (robo, corrupción, estafa), corrientes y usuales
especialmente en ámbitos rurales alejados de las principales ciudades donde el
abuso de encomenderos y caciques triunfaban sin contrapesos legales. Hablar
el castellano, asumir la religión cristiana, escribir y leer, fueron requisitos
indispensables para dirigir la República de los indios y para estar dentro de
las posibilidades que prometía la República de los españoles.

La introducción de los patrones culturales adoptados por indígenas fue


una experiencia muy notable para el mestizaje cultural, cuya importancia
decisiva para las poblaciones de los Andes conocemos ahora con mayor
detalle. Visualizamos este hecho como un gran índice del complejo proceso
de, por una parte, cambio y transformación social, y, por otra, de continuidad
y persistencia. Uno de estos fenómenos es el hecho de que los individuos
indígenas más hábiles muy prontamente adoptaron estos métodos y técnicas
de la comunicación, aún antes incluso de la fundación de los colegios para

235
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Hijos de Caciques (1618-1620), y al desarrollarlos y aplicarlos fueron


incluyendo creativamente los principios fundamentales de sus culturas
maternas, produciéndose una fecunda dialéctica simbólica. Los usos sociales
de estas formas artísticas e intelectuales, en todo caso, variaron según los
intereses de sus usuarios, y merecerán siempre miradas específicas.

Veamos qué nos dice el autor con respecto a esta verdadera institución
cultural, la del escribano:
Escribano de corregidor de las dichas provincias de estos reinos públicos de cabildo
y escribano real, o nombrado, o receptor; que los susodichos escribanos reciben
grandes cohechos de los caciques principales y de los pobres indios, con color de
darle mandamiento, o de otros pleitos, o darle testimonio para la Audiencia, o para
ir a cobrar los tributos a sus indios de cada pueblo, y de otras cosas que gastan tanto
los dichos pobres indios, que den testimonio los dichos alcaldes ordinarios ante su
escribano de cabildo para ir a recoger y traer a sus pueblos los indios y cobrar el
tributo de los indios ausentes […].340

No obstante, la cultura occidental que trajo consigo nuevas técnicas,


habilidades y ocupaciones fue adoptada sobre todo por aquellos individuos
indígenas que tuvieron mejores posibilidades para situarse más o menos
convenientemente en el ámbito de la República de españoles y llevar a cabo
funciones o acciones judiciales, cumpliendo roles oficiales. Estos espacios
generaron permanentes tensiones, luchas y enconos. Así lo expresa Guaman
Poma: “Que los dichos corregidores y padres y encomenderos quieren muy
mal a los indios ladinos que saben leer y escribir, y más si saben hacer
peticiones porque no le pidan en la residencia de todos los agravios y males y
daños; y, si pueden, le destierra del dicho pueblo en este reino.”341

Como podemos advertir, se ponen en evidencia las serias dudas que


los hispánicos tenían en cuanto a las habilidades que recientemente habían
adquirido los andinos: escribanos o ladinos alfabetizados, insertos en
instituciones administrativas. Más aún, podemos entender que las autoridades
peninsulares hayan tenido una gran desconfianza frente a los indios ladinos
que sabían leer y escribir, ya que habían aprendido a luchar en el ámbito
judicial defendiéndose de los agravios, males y daños que cometían estos

340 Ibíd.: 404.


341 Ibíd.: 382.

236
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

oscuros personajes contra la población analfabeta. La letra de Dios se revertía


como herramienta de lucha contra aquellos aspectos del sistema español que
les resultaba lesivo.

El escribano, comúnmente bilingüe, en general tuvo que haber


desarrollado grandes aportes a las culturas locales, a las comunidades, siendo
como era una gran herramienta para la cultura oficial, imprescindible en cada
acto legal y formal de la sociedad colonial. Si es posible pensar que estas
funciones de la comunicación fueron grandes apoyos para la población, no
es desmesurado poder interpolar la cuestión de la recuperación paradójica de
elementos de la cultura antigua gracias a esta técnica de archivo de información
y a su capacidad de trascendencia. “Sin buena sangre y sin letra no se puede
regir ni gobernar la Letra de Dios y leyes de estos reinos, ni será obedecido
ni respetado. Estas dos cosas han de tener para el buen gobierno del servicio
de Dios y de su Majestad, y buena justicia del mundo y de este reino (…).”342
Esta interesante opinión de Guaman Poma refrenda este argumento. Gente de
buena cultura y civilización es lo que enfatizó Guaman Poma como una forma
especialmente eficiente de llevar a cabo el Buen Gobierno. Y la justicia fue
el valor fundamental que nuestro autor conjuró para resolver los problemas
de la colonia andina. Apuntemos ahora al método del autor. Su autoimagen
revela que estuvo perfectamente consciente de la impresión que despertó en
colonialistas y dominados, y que sus potenciales lectores —pues pensó que
su Carta al Rey podía ser editada en formato de libro de texto, aunque quizás
Guaman Poma se diera por honrado sólo con la lectura que el Rey de España
pudiese hacer de su obra y con las medidas correctivas que le proponía en su
Buen Gobierno— también se podían sentir escépticos de la enorme cantidad
de datos y noticias que exponía:
[D]igo que el cristiano lector estará maravillado y espantado de leer este libro y
corónica y capítulos, y dirán: ¿que quién me la enseñó, que cómo la puedo saber
tánto?; pues yo te digo que me ha costado treinta años de trabajo si yo no me engaño,
pero a la buena razón veinte años de trabajo y pobreza, dejando mis casas e hijos y
haciendas he trabajado entrándome a medio de los pobres y sirviendo a Dios y a su
Majestad, aprendiendo las lenguas y leer y escribir, sirviendo a los doctores y a los
que no saben y a los que saben, y me he criado en palacio, en casa del buen gobierno
y en la Audiencia y he servido a los señores visorreyes, oidores, presidentes y alcaldes

342 Ibíd.: 532.

237
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

de corte, y a los muy Ilustres In Cristos señoría obispos, y a los ilustres comisarios; y
he tratado a los padres, corregidor, encomenderos, visitadores, sirviendo de lengua y
conversando y preguntando a los españoles pobres y a indios pobres y a negros pobres
[…].343

Al criticar fuertemente a los Curacas el inquieto espíritu de Guaman Poma


estaba haciendo alusión a los vicios y delitos a los cuales el hispano se
entregaba en su afán de enriquecerse lo más pronto posible (Santillán [1563]).
Estas conductas impropias fueron rápidamente asimiladas por los Curacas,
tanto por aquellos legítimamente tales, como por otros jefes indígenas que
aprovechaban algún nodo problemático para pasar a ser señores étnicos; en
tal afán llevaron a cabo las mismas operaciones, argucias y tretas, y, es más,
lo hicieron en franca alianza y complicidad con diferentes individuos que
poseían algún grado de poder: corregidores, jueces, sacerdotes… Guaman
Poma pone acento en la actitud de quienes transgredían la ley de la Iglesia
y Jesucristo. Fue muy crítico en sus observaciones de reproche a los malos
ejemplos de sacerdote:
[C]omo no quiere que haya cristiano ni policía, y así no gusta que haya escuela ni que
sepa leer y escribir, quiere que sean infieles idólatras. Y así de ninguna manera serán
cristianos los indios en este reino, si los que cantan el evangelio le quita y le estorba
que no lo entienda y sirva a Dios y a su Majestad. Es muy gran daño en los pobres
indios de este reino, y así son contra los caciques cristianos, ladinos, indios de este
reino.344

Los sentimientos de desaliento y desencanto frente a la realidad colonial


—explotación sistemática en todos los niveles de la población, hecho que
recuerda la atmósfera moral de la Europa feudal— don Felipe los expresa
en esta peculiar forma: “Mejor es morir en este reino”.345 Esta expresión de
desaliento demuestra dramáticamente que la sensación ambiente, que el autor
captó de la vida cotidiana, era empática con respecto a las experiencias de los
individuos sometidos a un régimen económico y político aún incomprensible
para muchos, sobre todo para los indios pobres de Jesucristo, como Guaman
Poma los llamó siempre. La educación aparece como un espacio que enfrentó
a colonialistas inescrupulosos y avaros; el oficial escritor Juan de Matienzo

343 Ibíd.: 572-574.


344 Ibíd.: 583.
345 Ibíd.: 585.

238
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

[1567] podría personificar a un personaje de este tipo, y distinguirlos de


otros colonialistas letrados con mayor ímpetu humanista, como Fernando de
Santillán [1563]. Notable contradicción y utopía.

La ciudad colonial desbordada por la hegemonía de la letra, las imágenes


y la educación, con sus centros y periferias, zonas de inclusión y exclusión,
promesa en fin de la cristiandad indígena, no estaba precisamente situada
en los jardines del cielo; podemos ver más bien que en ella dominadores
y dominados (los que coexistían directamente con los españoles al menos)
compartieron prácticamente los mismos códigos culturales, aunque los
matices son esencialmente relevantes, dado que el poder oficial buscó
siempre hegemonizar el sistema creado, siendo tan santos como pecadores los
hombres de ambas repúblicas, en las que feudalismo y mercantilismo tomaron
el control de territorios y poblaciones, pero donde paradójicamente todo
ocurría en el amplio e inclusivo marco del mestizaje cultural y del fanatismo
represivo —una exéntrica oscilación bipolar. En otro sentido, podemos
decir que en la Nueva Corónica hay una marca de carácter ideológico de
extraordinaria relevancia para el conocimiento de las claves del texto. Se trata
de lo que podemos llamar la utopía solitaria de don Felipe. Así lo expresa
él respecto del posible destino de la cristiandad: “[Que] andando tiempos
nos igualaremos y seremos unos en el mundo, ya no habrá indio ni negro,
todos seremos españoles de un hábito, en el mundo, un Dios, un pastor, un
Rey, como Dios lo declara en la divina escritura y en su evangelio […].”346
Sorprendente declaración que quedaría trunca por el rechazo andino secular
cada vez más enconado contra los españoles.

Sin embargo, en sentido contrario a nuestras esperanzas de encontrar al


otro en una actitud más pura, una ilusión con un destino irremediablemente
doble, compuesto, heterogéneo, nos volvemos a encontrar frente a la pesada
herencia colonial en los individuos andinos: “todos seremos españoles de
un hábito”, momento cúlmine de la realización de una promesa mesiánica,
apologética. ¿Cuál es la explicación para semejante declaración? Al parecer,
una fe obstinada en los anuncios de la Biblia. Hay otra indicación que desde
el punto de vista de la administración colonial resulta reveladora y que se
346 Ibíd.: 621.

239
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

materializa cuando el autor llama la atención sobre las habilidades básicas


que los Curacas castellanizados debían poseer, dada la importancia del rol
social y político de quien lo ejercitaba. Así, don Felipe creía que era menester
controlar, él lo llama literalmente “examinar” (fiscalizar), a quien estuviese
realmente en condiciones de ser un activo hombre de letras en el contexto de
una vida colonial marcada por la inequidad.

Dirá que:
Caciques principales sean desaminados (examinados) (en) la lengua de Castilla y
general de quichiua, y sea probado y criado sin chicha y no apruebe vino en su vida,
ni juegue ningún juego, y para ello se ha de criarse cristiano ladino, y si pudiere sepa
latín y leer, escribir, contar, y sepa ordenar peticiones e interrogatorios para defensa
de sus personas y de sus indios y sujetos vasallos pobres de Jesucristo; y sea buen
cristiano humilde, caritativo, ingenioso, para los buenos manso, para los malos bravo,
ha de tener miel y hiel; hombre brioso, animoso que así ha menester que no teme al
diablo ni a corregidor, encomendero, padre, españoles […].347

El tipo ideal de sujeto colonial para Guaman Poma era aquel que fuese
bilingüe (ladino y letrado) y se constituyera en ejemplo para sus semejantes:
una especie de caballero o sacerdote medieval. De ahí que Guaman Poma
insistiese ante el Rey Felipe III en que la educación llegase a todos los
individuos, principales o pobres:
Que los dichos caciques principales e indios, indias, niños y niñas en este reino, todos
sepan la lengua de Castilla, leer y escribir como españoles, españolas, y al quien no la
supiere le tengan por bárbaro animal, caballo, no pueda ser cristiano ni cristiana, y para
que en la tierra aumente el servicio de Dios sabiendo las letras puede ser y aumentar y
haber santos indios, indias según quieren, y aman muy mucho la pobreza, humildad,
paciencia, temeroso de Dios y de su justicia, y del Papa de la Santa Madre Iglesia y
del rey; y para que la tierra venga a más de la cristiandad y policía y limpieza; y así
dejará sus herronías y se enseñarán a más, y con ello aprenderán oficios y artificios,
beneficios, letrados, licenciados, doctores, maestros, indios, indias […].348

¿El individuo indígena que sabía leer/escribir ingresaba realmente en un


mundo de saber y conocimiento donde su destino podía verse mejorado en
sus posibilidades reales de llegar a ser parte de la sociedad colonial? Esta
idea ¿les interesó verdaderamente a los andinos? ¿Su fe les hizo creer en
estos principios teológicos y políticos de la sociedad dominante? ¿Tales
347 Ibíd.: 627-628.
348 Ibíd.: 638.

240
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

umbrales lingüísticos y culturales sirvieron a sus propósitos? ¿Su sistema


de pensamiento tradicional pudo verse modificado por la escritura? ¿Estos
recursos y medios pudieron afirmar la resistencia étnica y cultural de aquellos
que intentaron mantenerse fieles a sus tradiciones y costumbres? ¿Qué
implicaron los principios del pensamiento y comunicación europea para los
saberes, memorias y conocimientos andinos impugnados y refutados por ser
idolátricos? Todo indica que los elementos de la cultura europea en el plano
intelectual ayudaron a que la sobrevivencia de la cultura andina fuera posible.

Educación y represión: la Casa de la Santa Cruz


Otro de los acontecimientos comentados en la Nueva corónica que cautivó
nuestra atención es la creación en Lima de un presidio para indígenas que
no habían recibido la Buena Nueva o que se negaban a aceptarla durante
la primera mitad del siglo xvii. Le llamaron Casa de la Santa Cruz —
fundada en 1618—, un lugar oscuro donde fueron confinados buen número
de hechiceros y dogmatizadores andinos.349 Por ello, temáticamente, es de
primera importancia conocer el hecho de que don Felipe, según él mismo lo
confiesa, estuvo encarcelado allí. Así pues:
[S]iendo corregidor don Antonio Monroy, siendo el padre licenciado Alonso Rota
vicario de la providencia, y Diego Beltrán de Saravia gran papelista, y Hernán
Rodríguez de Pineda, y todos los demás sacerdotes de Lucanas y Soras de la
provincia se ajuntaron e hicieron cabildo, y ordenaron y nombraron notario para hacer
información y auto buscándome vida en meneando una paja, para vengarse hacia lo
criminal y echarme de la provincia, y quedar ellos desollando y quitando las hijas a los
pobres indios, con todo eso me quiso afrentar sin culpa y me maltrató y me molestó
y me tuvo preso en la cárcel pública, y me mandó no apareciese en la dicha provincia
[...]350

En el cabildo las autoridades mencionadas se reunieron para seguirle un


pleito judicial a don Felipe, litigio que permitiese expulsarlo de la provincia,
vengándose de él y despejando la escena provincial para continuar con sus
negocios no muy lícitos que nuestro autor no se cansó nunca de reprender y
denunciar, al menos como lo indica en sus textos. Ahora bien, siguiendo sus
349 Duviols (1977: 192 y ss.); Alaperrine-Bouyer (2007: 72 y ss.). En un plano más profano, pero no por ello
menos realista, Edgar Allan Poe en su cuento El Pozo y el Péndulo (1842) narra los apremios que vivió un
acusado de herejía en la ciudad de Toledo. Algo semejante padecieron los sacerdotes andinos en esta infame
prisión.
350 Felipe Guaman Poma de Ayala (2005: 769-770).

241
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

acusaciones llegamos a la idea de que civiles y eclesiásticos, cómplices de la


explotación de la población indígena, conspiraron permanentemente contra
quienes se oponían a sus planes e intereses. No sólo actuaron judicialmente
contra él, lo hicieron también contra otros Curacas que se oponían a la violencia
con que solían actuar los oficiales corruptos y sus cómplices, cuando quitaban
o secuestraban “las hijas a los pobres indios”.

Es en ese sentido
que esta cárcel pública, como Guaman Poma le
llamó, adquiere un significado particular pues la represión de la idolatría
se llevó a cabo no sólo por razones políticas o religiosas, sino que también
por motivaciones económicas (Duviols, 1977: Cap. IV). Las prácticas de los
españoles —según documentación de fuentes secundarias— prueban que
estos individuos recurrieron a todo tipo de estratagemas para conseguir sus
espurios objetivos. ¿Fueron esas instituciones penitenciarias y las penas que
afectaban a individuos andinos otro golpe importante a sus antiguos sistemas
de pensamiento que se agregaba a la considerable deculturación vernacular
que se venía experimentando en los Andes desde mediados del siglo xvi?
Creemos que la Cárcel de la Santa Cruz fue otro método violento de represión
cultural que, si bien consiguió capturar personas especialistas en el ámbito
mágico-religioso para privarlas de libertad, no logró detener las implicancias
de la sobrevivencia cultural andina.

Viejas y nuevas ciudades del Virreinato del Perú


La obra textual/visual de don Felipe nos ayuda a entender más profundamente
la performance de los indígenas que lograron captar la cultura occidental,
integrarla en su cultura materna y utilizarla para diferentes fines. De acuerdo
a la experiencia de Guaman Poma se logra comprender con mayor detalle el
naciente punto de vista de los sujetos colonizados, situación que expone las
circunstancias de la población indígena cristianizada/castellanizada.

En este apartado nos dedicamos a estudiar las informaciones de nuestro


escritor en cuanto a las noticias políticas y administrativas que nos entrega
sobre imaginario, ideal y funcionalidad de las ciudades coloniales, en lo que
respecta a su perspectiva de un Buen Gobierno para el Perú colonial. Desde
el punto de vista de don Felipe, la Corona española realizaba una misión

242
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

sagrada al expandir la cristiandad al resto del mundo en momentos en que se


creía que el reino del Señor llegaría (la Segunda Venida, como lo pensaban
los franciscanos) si los hombres lograban realizar las enseñanzas de la Santa
Biblia en su vida social. Desde estas ideas teológicas Guaman Poma expone
su propuesta para el Rey de España.

Una vez que el gobierno colonial consiguió controlar el territorio o


una parte del inmenso territorio andino (ca. 1570-1580), la menos fragosa y
salvaje, la santa fe católica comenzó a ser parte constituyente de la sociedad
y mentalidades, los andinos la asimilaron lentamente y la convirtieron en una
fe integrada. El modelo de vida española a fines del siglo xvi comenzó a
arraigar en la sociedad colonizada, tres Concilios Limenses de por medio y el
asesinato de Tupac Amaru, último inca libre: los indígenas fueron lentamente
comprendiendo y aceptando los cánones culturales dominantes para ser parte
del nuevo tejido de vida colonial, adoptaron la espiritualidad religiosa y la
racionalidad económica, admiraron el arte y la escritura, aportaron su mano
de obra para la construcción del Cuzco, Lima y otras ciudades coloniales,
se subordinaron al Imperio español, aprendieron valores y antivalores,
compitieron al interior de la sociedad estamental y señorial, y protagonizaron
conflictos de todo tipo, especialmente explotación económica, violencia
sexual y fraudes legales sobre propiedades, e incluso entre sí.

Don Felipe señala: “Di cristiano se haze moro y luterano, enemigo de


Dios y de nuestro rrey católico; es nunca acauar, alsarse con Dios y rrey. Y
ací se enprime en el mundo Dios y hinche estas armas rreales de nuestro rrey
y ací lo escribo.”351 Desde luego, en esta cita hay una defensa irrestricta de
la religión única y la monarquía, lo que demuestra que la fe de don Felipe
es completa. De igual manera existe una imagen del mundo que encabeza
Castilla y Roma, de la que podemos inferir la revolución mundial que supuso
el fin del aislamiento del mundo andino y su participación (obligada e injusta)
como territorio de extracción de riqueza metalífera para España. La apología
de la religión cristiana que esgrime nuestro cronista está ratificada para que la
autoridad regia confirmase que la población indígena había hecho en efecto
enormes progresos para merecer un Buen Gobierno con líderes nativos. Por
351 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 558).

243
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

otro lado, sorprende lo actualizado que estaba don Felipe en cuanto a la


historia europea no sólo con respecto a los problemas que representaban para
la España quinientista los moros o los judíos del sur de la Península Ibérica,
sino que también de un problema por ese entonces muy actual (desde que en
1517 fueron publicadas las 95 tesis impresas en Nuremberg), tal como era la
emergencia de sectores de la Iglesia europea que propugnaron una reforma
profunda a las prácticas eclesiásticas e ideológicas al intentar desarrollar una
nueva exégesis o interpretación de la Santa Biblia dada una crisis moral que
fue responsabilidad de la Iglesia romana; es decir, la lucha de los protestantes
liderados por Martin Lutero e Ítalo Calvino por practicar el cristianismo
prescindiendo de los Papas y las jerarquías católicas.352

Creemos que Guaman Poma poseyó una imagen singular del mundo
debidamente jerarquizada según la organización social española, paradigma
de referencia obligatoria para las colonias americanas. De tal manera que el
Rey de España —cuyas ciudades modelo eran en aquel momento, Madrid,
Sevilla, Cádiz, y en Italia la ciudad vaticana de Roma, así como Florencia,
Génova o Venecia— estaba en la cima misma del mundo. En las colonias
sudamericanas (el conocimiento geográfico de Guaman Poma si bien era
inexacto, ubicó bastante nítidamente la posición del Imperio Español en el
contexto occidental. Véase su Mapamundi). Lima, Ciudad de los Reyes,
encabezaba una serie de reinos menores que giraban en torno de este enclave
administrativo estratégico según su ubicación ante el Océano Pacífico (Puerto
del Callao). Para un gobierno correcto planteó —y esta política imperial era
completamente legítima para don Felipe, aun cuando subordinaba a la población
andina a la explotación sistemática— que cada unidad administrativa debía
poseer una jurisdicción adecuada, un marco legal que aseguraba los derechos
y dignidad de la población andina. Hombres principales debían ocupar
las altas cúspides del poder local para que el gobierno fuese recto, justo y
provechoso. De cumplirse este axioma político-administrativo Su Majestad
sería adecuadamente servido, como asimismo la Iglesia y Dios.

352 Véase Serrano (2017); Jones (2003); Collinson (2004); Bauberot (2008). Las 95 tesis fijadas en la Iglesia
de Todos los Santos en el castillo de Wittemberg en 1517 fueron denominadas: Cuestionamiento al poder y
eficacia de las indulgencias (en latín: Disputatio pro declaratione virtutis indulgentiarum).

244
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

La descripción de las ciudades andinas refleja el interés que sentía


don Felipe por el ordenamiento social de la colonia. Su visión orgánica del
Virreinato y del poder de la Ciudad de los Reyes lo lleva a proponer que
cada una de estas ciudades fuese gobernada por hombres letrados, cultos
y cristianos educados en la tradición europea. Las sociedades andinas
desconocían desde luego los patrones urbanos y rurales que los europeos
practicaban desde la Baja Edad Media (Le Goff, 2016), por lo que sus
tradiciones de vivienda y habitación, de utilización de espacios y territoriales
determinados, estaban orientados a desarrollos muy vinculados con las
actividades agrícolas y ganaderas. Tuvieron que obedecer a las autoridades
españolas que reorganizaron cada aspecto de la vida de los colonizados, el
familiar entre ellos. Por lo tanto, la posición política de raigambre realista
recomendaba que las ciudades fundadas tuviesen un ordenamiento coherente
con el modelo imperial, basado en la ciudad ideal, el feudalismo terrateniente
y el mercantilismo que vinculaba colonias y metrópoli.353

Estas ideas que apuntaban a la organización de los núcleos urbanos y


metropolitanos del poder colonial, tienen su influencia en los pueblos andinos.
En relación a este patrón cultural de la vida colonial, don Felipe entrega
sus propuestas para la construcción de una sociedad ordenada, ecuánime y
virtuosa. El matrimonio cristiano fue un imperativo. Denuncia lo que en su
opinión es algo digno de censurarse y evitarse en una sociedad con una moral
cristiana señalando que:
Por fuerza cazamiento que los padres y curas le caza de fuerza a los yndios solteros o
solteras contra su boluntad, apremiando y castigándolo con color de algún enterés, o
porque no le quizo dar al padre o porque está preñada del padre o por querer fornicar.
Con color de ella tenella depocitada en la cocina o casa de fiscal.354

Y:
Que los dichos padres de las dotrinas tienen mugeres cazadas por cocinera y a sus
maridos por yanacona [criados]. Por tenella a su muger por manseba, enbiándolo a
su marido afuera con mensages o por tenella por alcagüeta o depocitalla a las dichas
solteras a ella para que alcagüetee. Y ancí algunas se huy[e]n y algunas ya no se quiere
casar con yndio.355

353 Brading (2003: 208 y ss).


354 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 558).
355 Ibíd.

245
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

El sagrado vínculo del matrimonio —el primer sacramento— entre


parejas andinas (no del todo convencidas de casarse cristianamente) fue
instrumentalizado por algunos padres de la Iglesia quienes, debido a
sus conductas sexualmente desviadas e inmorales, ocultaban sus faltas
utilizando a otros individuos indios para hacerlos responsables de sus
aventuras libidinosas con mujeres que quedaban encinta. Es interesante
considerar que la explotación del hombre por el hombre no solamente se
fundó en las relaciones de producción, sino que afectó el cuerpo mismo
de las mujeres sometidas a un nuevo régimen de vida. Estos miembros
de la Iglesia aprovecharon su poder para ocultar la explotación física y la
violencia psicológica contra la mujer andina que redujeron a la servidumbre
para aprovecharse económicamente del trabajo forzado (caso de textileras y
sirvientas). Estas faltas y la obligación ilegítima al casar a una pareja contra
su voluntad, creó varios problemas respecto a los hijos mestizos ilegítimos
(hijos de curas) y con los indígenas varones que lógicamente no querían
ser casados obligadamente, en circunstancias dudosas y poco decorosas, y
tanto menos con una situación conyugal vinculante marcada por sacerdotes
inescrupulosos y sexualmente promiscuos. Por otro lado, el diezmo, el quinto,
el pecho (tributo) y la alcabala (impuesto) fueron otras formas de explotar al
indígena andino que estaban legalmente a merced de sacerdotes falsamente
célibes y de encomenderos corruptos. El aspecto material de la colonización
de los Andes es en este sentido indesmentible, lo que expone el grado de
exacerbación del modo español de explotación. Estos padres de la Iglesia
contaron con influyentes redes para realizar sus fechorías las que incluían a
muchos curacas e indios ladinos que poseían entre sus funciones participar
en las instancias legales del momento y que, por lo tanto, podían maniobrar
para incurrir en fraudes y delitos económicos burlando los marcos legales o
incluso amparándose en ellos.

Abordando estos temas de manera enérgica, Guaman Poma nos da


noticias sobre la vida familiar y sexual de la población negra, quienes estaban
sujetos al régimen de esclavitud en el Nuevo Mundo. Estos individuos servían
para todo tipo actividades de la doctrina cristiana atendidas por un sacerdote.
Entre otros, estas personas de color, marido y mujer, fueron empleados en
trabajos que permitiesen reservar a los indígenas andinos exclusivamente

246
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

para la Mita. Las relaciones entre indígenas y negros, por otro lado, nunca
fueron muy buenas, y al parecer los esclavos negros aprendieron de sus
amos españoles a maltratar a los indígenas, creando una relación no muy
cordial entre ambas poblaciones. No menos cierto es que al cabo también
hubo uniones sexuales entre indígenas y negros lo que contribuyó con la
producción de generaciones mulatas o zambas.

Uno de los temas transversales en esta obra es sin duda la educación


colonial. El proceso del sincretismo, mestizaje cultural o aculturación,
comenzó en la interacción cotidiana, sexual y parental, y fundamentalmente en
la semiosfera cultural que elaboraron consciente e inconscientemente andinos
e hispánicos.356 Según don Felipe, el protocolo escolar que se utilizaba para
enseñar a los niños la cultura hispánica era recibir infantes de cinco y siete
años en las doctrinas católicas que funcionaban en los pueblos de indios. Así
formaban grupos pedagógicos. A tal edad los niños quedaban a merced del
régimen de escuela organizado para criarlos y educarlos. En estos espacios de
enseñanza los educandos estaban expuestos a todos los rigores educativos que
incluía la vida de reclusión en una doctrina. Procuraban su alimentación y de
manera inquietante también su educación moral. Lo que aún no sabemos con
claridad es cuanto de la cultura occidental estos niños realmente aprendían.
Tuvieron que haber sido pocos los aprendizajes adquiridos; la mayoría sólo
obtuvo una enseñanza vaga y mecánica. Guaman Poma denuncia que en
la labor educativa de los Padres de la Iglesia estos niños eran maltratados
permanentemente.
Aunque le está mandado en las hordenansas de don Francisco de Toledo, bizorrey,
y confirmado de su Magestad y en el Santo Concilio, los muchachos de cinco años
entren a la dotrina y de ciete años salga a las comunidades. Y declara muchachos;
con este color ajunta muchachas, niñas. Después desto a dies años que se dan a juntar
donzellas y solteras de ueynte años y aun de quarenta para ocupalle de trauajos. Y
después acá a cinco años comiensan a juntar todas las biudas y los mosetones y lo
hazen trauajar cin yr a sus casas y hazen mita [prestación de trabajo]. No se le paga
y ancí se ausentan porque no tienen qué comer por ser güérfanos y pobres en este
rreyno.357

356 Urbano (1997: 207-246).


357 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 599).

247
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

El sistema social que denuncia don Felipe incluye todo tipo de prácticas de
abusos que afectaron a niños y niñas de diferentes edades, arbitrariedades que
también afligieron a jóvenes y adultos de ambos sexos. Uno de esos actos
reprobables es que no se les pagaba por el trabajo en la Mita, la que era
obligatoria. Estos sacerdotes recurrían permanentemente a la intimidación
para obtener lo que deseaban. Azotaban y encerraban a las mujeres que
cumplían labores obligadas. El trabajo obligado representa una contradicción
flagrante al concepto supuestamente humanista de la evangelización. Aquí
cabe reconocer una anomalía del análisis. A lo largo de este trabajo hemos
dicho que la ciudad letrada permitió que sujetos empoderados de la cultura
tuvieran acceso a espacios de creación y de agencia; sin embargo, esta parte
de la población era minoritaria. La regla era que la mayoría de la población
Runa sufriera y padeciera abusos, ignorancia y vejaciones ante las autoridades,
curacas, sacerdotes y oficiales de la administración colonial, todos movidos
por los mezquinos y desmesurados intereses del modelo económico. Los
agentes del modelo económico, sujetos inescrupulosos que se aprovechaban
de los indios, actuaban concertadamente para expoliar el trabajo de los Runa,
desposeídos y a merced de estos personajes sin protección legal alguna. Es
cierto que el Rey Carlos V, y antes de él, la Reina Isabel la Católica, dictó
varias leyes que buscaban hacer respetar los derechos de los indígenas, pero
estas leyes casi nunca fueron respetadas por los oficiales de los gobiernos
locales. Así “no ha[bía] remedio” en este reino.

Sin duda, la violencia sexual y física que afectó a mujeres andinas


fueron uno de los aspectos que más lamentó Guaman Poma de la vida social
en la época en que registró sus impresiones. Esto es relevante por cuanto
algunas de las vivencias de los Runa quedaron inscritas en la literatura de
nuestro cronista. Aún más, se sintió llamado a defenderles de los hombres
soberbios que las abusaban, en un marco siempre cristiano. No hubo en su
discurso cabida para reivindicaciones, ninguna que tuviera que ver con el
pasado gentil: eso estaba superado. Con todo, en su obra podemos observar
los flujos y reflujos de la vida cotidiana, y constatamos como la escritura se
trasformó en un valioso instrumento que Guaman Poma empleó para intentar
realizar la utopía humanista de salvar a los pobres de Cristo.

248
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

La violencia colonial narrada por don Felipe exhibe estos extremos


desconcertantes si lo miramos a través de la ética religiosa, como lo representa
el hecho de utilizar coercitivamente el sistema de creencias cristiano como
un modo de violentar la voluntad de los neófitos, constreñirlos, obligarlos.
Podemos leer en el siguiente párrafo que:
Uéngase el padre del pobre yndio con la dotrina porque se quexó y pidió justicia
contra el padre. Se uengó porque dizen los padres y curas de las dichas dotrinas que el
rrey le tiene dada para perpetua la dicha dotrina. Y ancí hazen muy muchos daños que
no se pueden rremediar y rrecrese y rrecreserá cienpre ci no lo rremedia su Magestad
y a su Santidad.

[…]
Y ancí, pediendo justicia contra el padre los caciques prencipales y los yndios, luego
el padre le leuanta testimonio y dize que son hicheseros y amansebados y le leuanta
otras cosas muy feas. Y no podiendo, le llama secretamente cin testigo a su casa y
castiga cruelmente y le [e]cha de su tierra.358

El indígena que aprendió la lengua del colonizador, se bautizó y logró dirigirse


a las instancias legales para litigar cuando eran negados sus derechos o
usurpadas sus propiedades fue considerado «Yndio Ladino», sujeto bilingüe
con capacidad política para maniobrar en ambas repúblicas. Algunos de ellos
de hecho pasaron a ser «indígenas intelectuales» (Ramos & Yannakakis,
2014; Lamana, 2019; Herrera Villagra, 2020). Así planteadas estas funciones
los sacerdotes veían en estos individuos, cuando no eran controlados por sus
doctrinas, un peligro para sus intereses ya que podían llevarlos a tribunales
para litigar. Estos sacerdotes usaron la amenaza para hacer declinar a los
indígenas que aspiraban a obtener justicia de tribunales y jueces. Estas
amenazas consistían en invocar los sueldos (que representaban como
perpetuos) que el propio Rey de España había concedido a los particulares
por lo cual se consideraban intocables, pero muchas veces estas fueron
vulgares estratagemas para infundir temor en los indígenas y disuadirlos de
llevar sus asuntos a una instancia legal.359 Sintomático resulta el hecho de
que cuando los indígenas cristianos (fieles a la Iglesia) lograban la atención
del sistema judicial, los sacerdotes acusados de corrupción y malos tratos
recurrieron a los estereotipos que marcaron la relación español-indígena: en
358 Ibíd.: 605.
359 De la Puente Luna (2016: 9 y ss).

249
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

efecto, estos últimos siempre fueron acusados de idólatras, herejes, pleitistas y


otros sinónimos semejantes, exhibiendo abiertamente un pensamiento racista
contra la población indígena.

Los malos tratos en las doctrinas se daban por ejemplo cuando el


indígena era obligado a rezar y pedir perdón a Dios. Si la oración era errada en
algunas de las palabras del texto memorizado (eran aprendidas mecánicamente
por repetición, no por comprensión o verdadera fe o vocación) el sacerdote
azotaba al indígena. Este es un ejemplo de la pedagogía del miedo con la cual
fue tratada la población indígena. El sistema queda develado, pero Guaman
Poma insiste en que el Rey y el Papa son los llamados a poner remedio en
estos asuntos. No hay subversión, ni reivindicación propiamente andina; su
pluma es cristiana, el mundo para don Felipe ya había cambiado. Reconoce,
en cambio, que los indígenas al ser encarcelados, engrillados y golpeados
tienen razón en querer fugar y escaparse del sistema de vida impuesto por los
colonialistas.
En el año de 16[0]0 uide en el pueblo de Tiaparo en la prouincia de los Aymarays un
clérigo dotrinante con color de dotrinalle y llamarse propetario, como estaua r[r]ico,
el encomendero o los españoles o los caciques prencipales no lo podían echar de la
dotrina […].

De multiplicar, más multiplicó los padres que los yndios en este rreyno. Con color de
la dotrina ajuntaua a las yndias solteras y a los solteros los echaua de la dotrina. Y se
lo uía peynado, con rropa nueua, luego le mandaua asotar cruelmente por selos; de las
dichas mosas era otro Ynga. Tenía acllaconas [escogidas] y a éstas les hazía trauajar
con las demás biudas, ajuntaua con color de dezir amansebadas. Hazía texer rropa,
hilar, amasar y uender pan y chicha y uino.360

Según don Felipe, la proliferación de los mestizos —grupo poblacional que


emergió demográficamente en gran número al cabo de un siglo— se debió
entre otras razones a la conducta pecaminosa de los sacerdotes de las doctrinas.
Señala que personalmente conoció a un sacerdote que se hizo rico y tuvo
tanto poder que pudo tener todas las mujeres que le apetecían, no siempre con
el consentimiento de muchas de ellas. Casos como éste estarían a la orden
del día en muchas partes del Perú colonial, sobre todo en áreas rurales del
inmenso Virreinato del Perú, donde los regulares no recibían fiscalización.

360 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 620-622).

250
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Señala que algunos de ellos tuvieron una especie de Acllaconas, como el


inca. Estas realizaban múltiples tareas para beneficio de este personaje
(cocinar, tejer). Es necesario mencionar que mientras la población indígena
había declinado de una manera alarmante (Wachtel, 1976; Cook, 2005), la
población mestiza, consecuencia y accidente de la demografía colonial, había
aumentado tanto que al cabo de tres generaciones muchos indígenas estaban
realmente preocupados por la situación de estos mestizos, ya que veían
menoscabadas sus posibilidades de competencia económica ante el poder
colonial. Los mestizos sustituían a los indígenas en su coexistencia funcional
con los colonos españoles, ocupando cargos y funciones que indígenas
anteriormente habían cumplido. Como hemos mencionado, también existió un
problema similar con la población negra esclava respecto de los andinos. Pero
sin duda que el problema mayor se generó entre mestizos e indígenas. Este
problema complejiza aún más el concepto del mestizo dado que la cuestión
biológica se yuxtapone a la cuestión cultural: ambas formas de mestización,
sin bien diferentes, en algún momento se concatenan y se trasforman en un
sólo fenómeno. Parece que hubo una fuerte competitividad entre estos grupos
bio-sociales, aunque también es probable que en las clases más bajas hayan
interactuado y hayan terminado emparentándose, compartiendo códigos
culturales comunes.

Las nuevas generaciones de individuos en el siglo xvii vivieron una


época de orfandad creada por esta circunstancia. Era imposible que no se
generase este problema biocultural, sexual y moral, coexistiendo diversos
grupos con fenotipos diferentes. Sea que fuere la mezcla biológica de
españoles, mestizos y negros con los grupos étnicos andinos también se
reflejó en la mezcla de saberes, conocimientos y cosmovisiones. La figura
del bastardo, hijo de español e indígena, y también otras mezclas fenotípicas,
comparable a los niños nacidos de uniones ilegítimas en el medioevo europeo,
creó condiciones complejas que hicieron más diferenciado el aspecto social.
La recomendación de Guaman Poma fue que esta situación se detuviera
legalmente, que se castigase a los responsables, y sobre todo que los indígenas
tuvieran la oportunidad de constituir parejas legítimas para que se consagrasen
a través del matrimonio, y que viviesen y procreasen de acuerdo a las leyes de
Dios. De esta manera la población andina podría recuperarse; esta pudo ser

251
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

la conclusión lógica de quienes estaban preocupados por el despoblamiento


general.

Otro ángulo de la ciudad colonial es de tenerse en cuenta: la escritura


tuvo dos dimensiones que la hacían un poder complejo dependiendo de en
qué manos se encontraba. Los letrados podían corromperse fácilmente con
semejante poder en sus manos, y de hecho usaron el poder de su saber o
función para actividades ilícitas. Pero hubo otros que al contrario hacían la
labor de Dios como letrados píos y justos. La escritura entonces tenía un
doble aspecto ante los ojos de los indígenas: representaba indistintamente el
bien y el mal.

Para que estas ideas de Buen Gobierno prosperasen don Felipe señalaba
que los ritos católicos debían respetarse y llevarse a cabo debidamente. Así
pues, en una sociedad ordenada, en la que existía una policía que los Concilios
Limenses habían establecido, los niños debían ser inmediatamente bautizados
y recibir el agua bautismal que los entregara al rebaño que administraba la
Iglesia católica; esto como costumbre y como tradición familiar y comunitaria.
En efecto, el catolicismo andino tuvo y tiene aún mucho éxito en el corazón
de los fieles. Sin embargo, la pureza ideológica estuvo lejos de lograrse por
entonces. El corpus de las creencias religiosas andinas fue heterogéneo. Este
hecho creaba situaciones y circunstancias complejas.

Guaman Poma de acuerdo con esto recomendaba que:


Del primer sacramento del bautismo que hagan los yndios cristianos muy gran fiesta
y le den aguinaldo a los dichos padres y le onrren a sus conpadres y comadres de
la pila. Y bayan muy bestidos y lleuen al niño con tronpetas y cherimías, flautas y
múcica, taquies y danzas. Y que tengan arco de flores puesta en sus casas y puerta de
la yglecia y calles y bayan linpios y peynados y mucha fiesta y uanquete y dansas y
taquies, cachaua [canción y danza en corro], haylles [cantos triunfales o agrícolas] y
rregocijos.

Lo tengan en sus casas de manera no tengan ydúlatras ni borracheras. Y que ponga una
mesa con una ymagen o una crus y un plato y pida aguinaldo a los dichos yndios para
el niño nuebo cristiano, hijo de Dios y de la santa madre yglecia, bautizado cristiano,
nacido para el cielo.361

361 Ibíd.: 627.

252
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

La descripción del primer segmento de la cita precedente permite atisbar esta


especial mezcla cultural que fusiona asimétricamente el rito del bautismo para
niños indígenas. Evidentemente, el bautismo era un rito diseñado desde la
Iglesia, por lo tanto no cabían en él innovaciones de ningún tipo. En cambio,
la forma de celebrar el acontecimiento familiar en la sociedad andina incluía
las formas tradicionales de fiestas y ceremonias tradicionales (instrumentos,
bailes y cantos, vestimentas, bebidas y comidas), y estos aspectos fueron
tolerados ya que no modificaban el espíritu de la liturgia católica. En general,
en toda celebración católica fueron poco a poco aceptadas algunas formas
de celebración andinas ya que, se pensó, ayudaban a la evangelización de
los indígenas. Sirvieron, además, para que tradiciones (“taquíes, cachaua,
haylles”) y creencias locales, como la existencia de huacas, se adicionaran a
las liturgias de la Iglesia.

Guaman Poma no deja de poner el acento en la debida compostura


que debía guardarse en este y en cualquier rito católico: no debían admitirse
las borracheras, ingestión de chicha de maíz en exceso, vino o aguardiente
introducidos por los mercaderes españoles, que fueron un sinónimo de la
antigua idolatría. En las mesas de las casas debían situarse cruces y platos
para solicitar el aguinaldo que sirviese para ayudar al niño bautizado, “el niño
nuebo cristiano”. El rito debía servir para crear el vínculo entre la persona y la
Iglesia y el Rey, de tal manera que se reprodujesen los valores de la sociedad
colonial instaurada, creando la figura del vasallaje funcional al modelo de
gobierno.

La preocupación de don Felipe era que no se practicasen las tradiciones


cristianas en forma adecuada y correcta, un temor comprensible si se considera
que se podían generar todo tipo de desórdenes que desembocarían en una crisis
de valores y en el origen de todas las injusticias y corrupciones coloniales.
Esto era especialmente preocupante ya que en la República de indios las
condiciones de vida (la explotación, los abusos) hacía que los individuos se
apartasen de la Santa Madre Iglesia y se volviesen a las creencias y tradiciones
de su idolatría, como se las impugnó usualmente.

El matrimonio, institución monógama, pieza central de la moral social


hispánica, debía implantarse definitivamente. Don Felipe propone que:

253
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Los desposados primero baya linpio del ánima, luego del cuerpo, muy muchas ueses
aderesado y bestido ci pudiere de oro y plata, seda. Y ci pudiere lleue dansas y haylles
[canto] y taquíes [danza] y tenga la casa linpia y con su arco de flores. Y de la yglecia
y calle y su casa del desposado con mucha conpañía, tronpeta y cherimía y flauta. Y
acudirá al dicho padre con aguinaldo y limosna y rregalos de fruta.

En este tienpo le den dote y le ofrescan puesta una mesa un ymagen o una crus para el
desposado. Y el dicho padre en la yglecia diga su sermón del euangelio. Y los caciques
prencipales, alcaldes le hagan cunaco [amonestación]. Y los biejos ancianos den buen
egenplo porque cirua a Dios y a su Magestad y sea ubidente y bien casados.362

Una de las instituciones más importantes en la historia de hombres y mujeres


es por supuesto el matrimonio.363 Para Guaman Poma este era el más
importante sacramento junto con el bautizo. Los casaderos debían ser puros
de cuerpo y alma, y debían estar vestidos y adornados usando plata y seda. Da
la impresión de que don Felipe buscó dar una lección moral a los indígenas
al valorizar e idealizar este rito de unión conyugal. En este sentido, la obra de
Guaman Poma pretendió realizar un proselitismo de acuerdo a su programa de
Buen Gobierno. De igual modo el festejo debía realizarse a la manera andina,
tal como vimos arriba en lo tocante al bautismo. La solidaridad social era un
valor andino que no debía perderse. Esta instancia en la que las tradiciones
culturales locales y extranjeras se tocaban y se complementaban, daba cuenta
de un todo ritual y simbólico a las formas sociales de existencia. La poliginia
debía abolirse y la monogamia tendría que reemplazar la antigua costumbre
andina. No menos cierto es que era una institución que facilitaba el control
social de los tributarios y mano de obra rural de los Runa.

En esta celebración ritual todos los miembros de la comunidad debían


estar presentes para dar testimonio y ejemplo. Así elementos tales como la cruz
y el sermón, la presencia de Curacas y alcaldes deberían dar amonestaciones
(cunaco) para que todos los presentes internalizacen la trascendencia de esta
institución familiar y su necesario vínculo con la Iglesia. Los viejos también
fueron importantes porque ellos eran quienes debían dar el mejor ejemplo de
la vida conyugal y familiar, según como se interpretó la religión cristiana en
la época.

362 Ibíd.: 631-632.


363 Véase Radcliffe-Brown y Forde (1982); Fortes y Radcliffe Brown (2010). Para el mundo andino Mayer y
Bolton (1980: Intro).

254
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

A Guaman Poma le interesaba establecer que al cumplir con estas


normas y reglas de la Iglesia la sociedad indígena se alejaba de la influencia
negativa del Demonio y por ello también de los incas. Las parejas estarían
entonces debidamente preparadas para ser parte de la cristiandad andina y la
religión universal (“la fe uerdadera”). Una vez casada la pareja, la familia y la
comunidad podrían otorgarles su dote como tierras o dinero para que fuesen
prósperos y útiles al virreinato y a la Corona, bajo cuya égida ellos existían.
He allí el error en que incurrieron los andinos al creer en la superioridad de la
sociedad hispánica.

En las ciudades y pueblos existieron otras áreas igualmente interesantes


que Guaman Poma tomó como objeto de sus propuestas para un mejor
gobierno colonial. Las obras de misericordia también las consideró don Felipe
para su programa:
Que los dichos padres an de tener cuydado de la santa buena obra de misericordia,
de todo lo demás que se guarde y del yntierro de los cuerpos de los cristianos de los
defuntos.

Sea amortaxado, descubierto la cara y manos y pies porque los yndios suelen poner
algo en la cara y boca, plata, oro y comida, y en las manos lo propio, en los pies ojotas
[sandalias] al huzo de los Yngas. Y que le lauen el cuerpo del defunto. Y ci tubiere, le
[e]chen un áuito de San Francisco o que le hagan una túnica y sea bendito.

Y a la ora de su muerte, le ayude el dicho padre y en su ausencia, los cantores o


sacristán o fiscal y no se descuyde con esto. Y se ajunte su ayllo y parcialidad y ci es
cofrade, todo el pueblo ayudalle a bien murir. Y no lo haziendo, le pene y lo castigue
al yndio o a la yndia questubiere.364

Los muertos una vez más aparecen reflejados en los textos de autoría indígena
(“los yndios suelen poner algo en la cara y boca, plata, oro y comida, y en las
manos lo propio, en los pies ojotas”). Una de las obras de misericordia más
importantes, según Guaman Poma, fueron precisamente las que tenían que
ver con las personas fallecidas. El entierro de los difuntos era una de las tareas
importantes sobre las cuales don Felipe llama la atención. Una forma nueva
de tratar al finado es la que nos presenta. Es interesante la comparación entre
el modo funerario andino y el hispánico. Los andinos solían poner objetos
en la cara (máscaras funerarias) y en la boca del difunto (objetos de metal,
364 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 633-634).

255
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

comida). Además, al muerto se le disponía su lugar de descanso con todo tipo


de objetos prácticos y/o suntuarios que le sirvieran en su viaje al otro mundo
(cruzando el río junto a un perro negro); incluso se le podían calzar ojotas,
según la costumbre incaica. En la tradición cristiana al muerto debía lavársele
el cuerpo y vestirlo ojalá con el hábito de San Francisco, según ejemplifica.
Antes del momento de fallecer, según la tradición católica, al falleciente debía
acompañarle un sacerdote que le diese su extremaunción, pero también la
familia y la propia comunidad debían acompañarlo en su trance de muerte.
Guaman Poma aconsejaba que el Ayllu del difunto acompañase al cuerpo
muerto, atendiendo a la tradición católica.

La cuestión de la muerte fue uno de aquellos hechos que resultó clave


en la época de la evangelización. El mundo de la religión fue uno de los
ángulos determinantes para la dominación del Nuevo Mundo. En los Andes
hubo un culto a los muertos que asombró a los españoles más tradicionales.
De igual modo, después del trauma del saqueo de tumbas y la quema de los
Mallquis en Autos de fe (Duviols, 1976: II) a los andinos les sorprendió el
trato europeo. De hecho, el tratamiento cristiano del cuerpo muerto produjo
una reorientación en este punto crucial de la vida social andina. Con todo,
subsistieron algunas creencias en la figura de los Apu o montañas nevadas
que representaban ancestros y deidades (Kaulicke, 2016: Cap. I). Para la
tradición católica este asunto era definitivo para la suerte del creyente en el
mundo del más allá, porque determinaba su vida en el reino celestial junto a
Dios y su Hijo, o en el infierno, el reino del Demonio. Durante las campañas
de evangelización de las almas y extirpación de idolatrías los indígenas
fueron permanentemente atormentados con la idea de que sus ancestros y
ellos mismos arderían en el infierno si no decidían seguir a la Iglesia y los
Mandamientos de Dios.365 Por lo tanto, los ritos mortuorios fueron decisivos
para los individuos que habían cumplido con sus ciclos vitales, y lo mismo
aplicaba para el uso de quienes seguían vinculados con el difunto, quizás
reteniendo algo de la lógica del pasado, pero a través de la nueva tradición
impuesta, y esta fue seguramente practicada con verdadera devoción por parte
de sus familias indígenas cristianas. Desde luego, la creación de cementerios
católicos revolucionó la forma tradicional de tratar y relacionarse con los
365 Duviols (1977: 374 y ss).

256
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

muertos (Ramos, 2010: 182 y ss). Es posible que los cementerios hayan
ayudado bastante a transformar las mentalidades e imaginarios en relación
al culto de los antepasados, uno de los aspectos centrales de los antiguos
sistemas religiosos andinos. Otras tradiciones que valen la pena analizar, de
acuerdo a estas informaciones, son la creación de las cofradías, la presencia
de los niños, el uso del luto y el pago por las misas postmortem.

Una de las principales influencias ideológicas de Guaman Poma de Ayala


fue la Orden de los Jesuitas. Esta orden desde su llegada al Perú en la sexta
década del siglo xvi, tuvo una destacada participación en los procesos de la
evangelización, en los Concilios Limenses, en la construcción de los sistemas
de educación, así como en la introducción de maestros artistas (Bitti, Pérez de
Alesio y Medoro) para el desarrollo de la hagiografía religiosa, y desde luego
su directa participación en la extirpación de idolatrías (Vargas Ugarte, 1963-
65). El Inca Garcilaso de la Vega también tuvo una relación relevante con
dicha orden que destacó por sus cultos, pragmáticos y dinámicos miembros.
La cuestión de la educación, se entiende, es clave para conocer y comprender
la obra de los jesuitas y el aporte que realizaron especialmente en el ámbito de
la formación intelectual y técnica de los indígenas andinos, tanto Runa como
hijos de Curacas (Alaperrine-Bouyer, 2002).

Don Felipe tuvo una especial opinión de los miembros de esta orden
que revisamos a continuación:
Los padres rrebrendos son sanctícimos de esta horden, como el padre Sanctiago fue
un santo hombre. Que desta horden todos los cristianos le buscan a la Conpañía de
Jesús y los santos rreligiosos tienen amor y caridad y limosna con los próximos. Traen
a los cristianos a la fe de Jesucristo y al euangelio y a la [sic] pación de Jesucristo y
mucho más a los yndios, yndias, dándole el rrosario, ymágenes y con el sermón. […].

Y ama y quiere la pobresa y tiene mucha penitencia. Y no tiene soberbia y no tiene


pleyto ni se le a prouado y no se haze justicia ni quiere hazienda agena. Antes quiere
dar de lo que tiene. De tan santo ques, no quierere [sic] salir del conuento cin lesencia
de su perlado.

Son grandes letrados y predicadores de los españoles en el mundo y en este rreyno de


los yndios. Y ancí en las ciudades y pueblos de los yndios, en uiendo a estos santos
padres de la Conpañía de Jesús, se huelga yndios como yndias, muchachos, niños

257
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

deste rreyno.366

La idealización de la calidad moral, formación ética y santidad de los jesuitas,


además de las actividades de diversa índole que realizaron en el Perú colonial,
hizo que don Felipe se haya formado una excelente opinión de los miembros de
esta congregación. Don Felipe pensaba que en medio de los acontecimientos
que caracterizaron al primer siglo de dominación, jesuitas y franciscanos
fueron los únicos que hicieron la verdadera obra de Dios en este reino tan
golpeado por la corrupción, la violencia y la injusticia. Es comprensible que
pensara así ya que Guaman Poma se expresa desde el interior del paradigma
que adoptó: un convencido catolicismo militante. Toda la acción jesuita tanto
evangelizadora y educadora desarrollada entre 1568-1584 fue positivamente
valorada por don Felipe quien deseó fervientemente que el Evangelio y el buen
ejemplo llegasen a todos los indígenas en los Andes para mejorar sus vidas.
Esas virtudes evangélicas don Felipe las observó solamente en dos órdenes:
en la jesuita y en la franciscana, en tanto que en las otras congregaciones sólo
pudo observar inconsecuencia, egoísmo y soberbia.

Guaman Poma observó que los jesuitas fueron grandes intelectuales que
consiguieron afectar positivamente a la ciudad colonial andina. Miembros
de la orden ignaciana como José de Acosta367 y Bernardo Bitti368 hicieron
sendos aportes desde las letras y el arte pictórico, artistas y escritores pasaron
a engrosar el bagaje cultural y simbólico de una sociedad escindida. Para
nuestro autor la historia social del reino cambió cuando ellos ingresaron al
Perú procedentes de tierras españolas, donde la orden había sido fundada por
San Ignacio de Loyola en el año de 1534 (Lacouture, 1993).

El Buen Gobierno nos ha servido no sólo para obtener informaciones


sobre las sociedades inca y española, sino que también para entender los
aspectos relacionados con la formación del sujeto andino en los ámbitos
técnicos e intelectuales ángulos decisivos de la cultura letrada. Como bien
sabemos, el aprendizaje de la lengua castellana en el ámbito ideológico de la
transculturación de la religión occidental fue una de las instancias tempranas

366 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 650).


367 O’Gorman (1962: IX-LIII); Pagden (1988: 201 y ss); Leuridan (1997: Cap. III); Urbano (1999: IX-CXXXI).
368 De Mesa y Gisbert (1982, Tomo I: Cap. I, 46, 51, 54, 55, Cap. II, 56 y ss).

258
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

para la formación educativa. De las experiencias que marcaron la existencia


de don Felipe en las últimas décadas del siglo xvi (en los años de su formación
intelectual y religiosa) está el hecho, debidamente estudiado por varios
expertos, de la relación que mantuvo con el sacerdote temprano extirpador
Cristóbal de Albornoz.369 ¿Quién fue este personaje?
Éste fue brabo jues y castigó a los padres cruelmente, a los soberbiosos y castigó a los
demonios, guacas ýdolos de los yndios. Y lo quebró y quemó y corosó a los hicheseros
yndios, yndias y castigó a los falsos hicheseros y taqui oncoy [lit.: enfermedad de la
danza], Yllapa [el rayo], chuqui ylla [oro amuleto], guaca bilca [divinidad local],
zara ylla, llama ylla: chirapa, pacha mama, puyco yaycusca, uaca bilca macascan
oncoycona, sara ormachisca, papa urmachisca, ayapchasca. De todo castigó este
brabo jues.

No tomaua cohechos ni rrobaua ni lleuaua tronera ni aparato. Fue llano santo hombre,
temeroso de Dios.370

La acción del padre Albornoz destacó pues tuvo la convicción, claridad y


fortaleza para sancionar los excesos por él observados en ambos grupos
coloniales: castigó tanto a los sacerdotes de la Iglesia que cometieron crímenes,
abusos e injusticias, como a los indígenas quienes generalmente fueron objeto
de sospecha e investigación dadas sus antiguas costumbres religiosas. En
la descripción que hace de la extirpación de idolatría que realizó el padre
Albornoz, don Felipe hace un listado de objetos y prácticas que integraban el
universo religioso que estaba siendo perseguido, impugnado y destruido. En
este sentido, Guaman Poma valora estos actos como legítimos y necesarios, y
expone cuáles eran los elementos de la idolatría para aclarar su desaprobación.
Su carta era para el Rey, por lo tanto no debían quedar dudas de su sincero
cristianismo y su leal vasallaje para que fuera publicada su obra. Destaca su
denuncia sobre el movimiento Taqui Onqoy y sobre la deidad del rayo Yllapa.
Como bien sabemos, en esa época hubo varios movimientos nativistas de

369 Duviols (1967: 7-39, 1984: 169-222).


370 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 690). De Albornoz se dice que fue dueño de minas de oro en la
provincia de Vilcabamba (Regalado de Hurtado, 1992: XXV).

259
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

carácter anticolonial, dotados de un discurso heterodoxo.371 Por otro lado,


el culto a la deidad del rayo Illapa aparentemente aún estaba en práctica en
el momento en que el joven don Felipe fungió como ayudante, intérprete y
escribano. Esta época fue clave en su formación intelectual y vino a reforzar
las enseñanzas que obtuvo de su hermano don Martín de Ayala, sacerdote
católico mestizo.

La persona de Cristóbal de Albornoz, clérigo dominico, resulta


paradigmática para don Felipe, ya que vio en su figura convicción y un modo
de actuar ejemplar, y se transformó por ello en un modelo al cual emular en
función de la construcción de la cristiandad andina, tan prometedora para el
destino del Virreinato del Perú.

El Buen Gobierno de Guaman Poma como narrativa, testimonio


y discurso, explica las vicisitudes de las sociedades que se relacionaron
colonialmente. Como buen cristiano don Felipe expresó siempre su piadoso
amor a los pobres, sus paisanos indígenas más desposeídos, los Runa de las
zonas rurales de los Andes. Estos pobres de Cristo experimentaron la ruptura
de sus tradiciones étnicas y una fusión cultural de sus tradiciones y costumbres
debido a la adopción del modelo de Pueblos de Indios que bajo el régimen del
virrey Francisco de Toledo se impuso. A fines del siglo xvi, los indígenas más
desposeídos estaban a merced de los peores funcionarios del ordenamiento
colonial (corregidor, encomendero, padre y ¡el escribano!), así como de la
influencia de las doctrinas de indios, pero también de Curacas que adoptaron
la conducta económica de los colonizadores hispánicos.

La siguiente descripción ilustra muy bien esta situación:


Que los dichos yndios temen del corregidor porque son peores que cierpes, come
gente porque le come la bida y las entrañas y le quita hazienda como brabo animal.
Puede más que todos y a todos le uense y lo quita en este rreyno […].

371 Espinoza Soriano (1973: 143) anota: “Es muy interesante la periodicidad cronológica con que se
sucedieron estos movimientos en el siglo xvi y también el xvii. Primero Manco Inca en 1534-36; luego el
caudillo Chocne en 1565 y finalmente el líder Yanahuara en 1596. En el siglo xvii el primer movimiento
nativista se produjo en Songo, entre 1622-1626. Cada treinta años más o menos, se vinieron repitiendo
hasta 1656-1660, el cual ocurrió en el valle del Huancamayo, hoy Mantaro. Este fue, que sepamos, el
último movimiento completamente nativista. Los movimientos del siglo xviii fueron ya mestizos; en ellos
participaron indígenas, negros y hasta criollos. En cambio, en el siglo xix reaparecieron, con Atusparia y
Uchu Pedro, los movimientos enteramente nativistas, pero con consecuencias menores que los coloniales.”

260
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

El encomendero lo temen porque es león; cogiendo, no le perdona con aquillas uñas y


ser más brabo animal, no le perdona al pobre […].

Del padre de la dotrina, le temen los yndios porque son mañosos y sorras y licinciados
que sauen más que la sorra de cogille y ciguille y rroballe sus haziendas y mugeres
y hijas como mañoso y letrado licinciados, bachilleres. Por eso se llaman letrados; el
buen sorra es dotor y letrado. […].

Del escriuano le temen los yndios porque es gato cazador, azecha y trauaja y lo coge
y no le haze mene[a]r al pobre del rratón. Ancí sus haciendas de los pobres yndios lo
azecha hasta cogello […].372

La figura del corregidor emerge del relato de Guaman Poma encarnando uno
de los mayores males del reino ya que estos individuos reflejaban claramente
la falta de escrúpulos en la explotación del indígena. No solamente se
dedicaron a usufructuar de la mano de obra de manera extrema, sino además
a robar ilegalmente las pocas propiedades que el sistema les permitía poseer
a los habitantes de la República de indios. «Y no ay rremedio», expresa
insistentemente don Felipe. Las sinonimias y metáforas que emplea don
Felipe para describir las actitudes violentas son literariamente expresivas y
apropiadas para dar a entender el modo en que estos funcionarios no sólo
violaron los derechos de los indígenas, siervos del Rey, sino que también,
arguye don Felipe, no respetaron las leyes reales ni los mandamientos de
la Santa Biblia, en relación al tratamiento que se debía dar al prójimo, por
humilde que fuese su condición.

Por otro lado, el anverso crítico o negativo de nuestra hipótesis


general, los efectos y consecuencias de la escritura y la acción de los propios
bachilleres, licenciados, notarios y doctores (los emblemáticos letrados,
licenciados, escribanos), representantes del lado culto de la sociedad colonial,
demuestra de qué manera el egoísmo y ambición de los colonialistas permitía
que muchos negocios se llevasen a cabo en el marco legal que la sociedad con
sus imperfecciones y espacios vacíos, de la antojadiza premisa del «se obedece
pero no se acata», de varias formas practicaba y toleraba. Es en este escenario
en el cual los colonos aprovecharon su oportunidad para realizar sus deseos
de riqueza al precio de la esclavitud, pillaje y aprovechamiento. Don Felipe
372 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 708-709).

261
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

señala: “Por eso se llaman letrados; el buen sorra es dotor y letrado. Y ancí
destrúe en este rreyno a los pobres de los indios…” Los aspectos positivos
de la introducción del fenómeno cultural de la escritura se mezclaron con
aquellos elementos negativos que fomentaron la percepción de que aquellos
elementos que podían ser de mayor utilidad a la sociedad colonial destacaron,
precisamente, por lo contrario: constituyeron el uso y abuso de las letras y las
leyes en beneficio propio, en dramático desmedro de los andinos.
La calidad humana de muchos colonos fue, para Guaman Poma, baja,
corrupta y cruel, moralmente ajena a los mandamientos de Dios, del Rey
y la Iglesia. Contra ellos su Carta está dirigida: para denunciarlos ante la
autoridad para que fueran juzgados, sancionados y castigados. La Letra de
Dios, en la pluma del príncipe y cronista, se concentró en cambio en una
lucha por el bien.

Por otra parte, podemos observar que las críticas de don Felipe estaban
dirigidas hacia algunos indígenas que usurparon el título de Curaca, señor
étnico. Estos personajes aprendieron los vicios de los castellanos y actuaban
como tales: se dedicaban igualmente a explotar y esquilmar a los indígenas
más desposeídos, aprovechando las nuevas relaciones, estrategias y espacios
vacíos del modelo colonial para beneficio personal. Esta situación nos
obliga a reconocer que en la colonia andina la explotación humana, como
vicio de un modelo económico esencialmente explotador, fue una práctica
generalizada en todos los niveles de la estratificación social. Esto implica
que en la República de indios también existió la práctica de usar y abusar de
la escritura, aprovechando la función de llave-maestra en la burocracia legal
y económica. Este fenómeno ejemplifica gráficamente como los antivalores
hispánicos u occidentales (verdadero bestiario de la opresión) penetraron en
la cultura y mentalidad indígena colonial. Para Guaman Poma todos estos
personajes fueron enemigos mortales de aquella cristiandad andina.

Entre las clases altas del Cuzco, herederos de la antigua aristocracia


incaica, también ocurrieron varios fenómenos relacionados con nuestro objeto
de estudio. Así como la Panaca de Manco Inca II utilizó este soporte, el de
la carta real, las Panacas coloniales para plegarse al modelo y no perder sus

262
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

prerrogativas y derechos tuvieron que adoptar los elementos paradigmáticos


de la cultura hispánica: lengua castellana, religión, canon legal, patrón de la
economía, y, desde luego, el régimen de la letra. Por lo tanto, las Panacas que
a finales del siglo xvi y comienzos del xvii continuaban existiendo, tal como
sus parientes rebeldes, utilizaron la escritura para elaborar cartas, textos y
documentos legales, incluyendo pinturas y telas, textiles con tocapus,queros
y aquillas, etc.373

Guaman Poma de Ayala, al igual como el Inca Garcilaso de la Vega,


nos ofrece varios datos sobre los incas coloniales en el período final del siglo
xvi. Veamos:

Auqui capac churi, príncipes deste rreyno, hijos y nietos y bisnietos de los rreys Yngas
destos rreynos: don Melchor Carlos Paullo Topa Ynga, don Cristóbal Suna, don Juan
Ninancuro, don Felipe Cari Topa, don Alonso Atauchi, don Francisco Hila Quita,
doña Beatrís Quispi Quipe, coya, hija de Topa Ynga Yupanqui, el dézimo rrey, doña
Juana Curi Ocllo y su hijo don Phelipe de Ayala, don Francisco de Ayala, don Martín
de Ayala, don Juan de Ayala, don Melchor de Ayala, doña Ysabel de Ayala: Son casta
y generación y sangre rreal deste rreyno.

Yngaconas […]: Casta rreal deste rreyno.

[…]

Como dicho es, los lexítimos rreys Yngas se acauaron y quedan los príncipes de
ariua nombrados, hijos y nietos desendientes de ellos, los quales son y an de ser
salareados por su Magestad y an de tener encomiendas y señales como casta rreal y
señor deste rreyno. Y los de auajo, Yngaconas [Ha]nan Cusco, Lurin Cusco, an de ser
rreseruados caualleros deste rreyno. Y de los quatro partes yngas que tienen orexas,
son yndios comunes, uajos, tributarios, pecheros ellos y sus desendientes. Solamente
sus principales son rreseruados.374

373 Al respecto Garrett (2009: 19-20) escribe: “Se tratara ya de los incas del Cuzco o de los grandes señores
aimaras de la cuenca del Titicaca, lo cierto es que las elites indias fundaban su precedencia hereditaria en
unos antepasados que databan del tiempo de la “gentileza”, pero para su perpetuación dependían de la
estructura legal y la organización económica del virreinato del Perú. Pero si bien se encontraba situada a
lo largo de esta frontera colonial, la nobleza india no era marginal con respecto a la república de indios ni
tampoco a la de españoles. Esta nobleza, la cima de la sociedad indígena, dominaba la vida ceremonial,
política y económica de sus comunidades, y en muchos casos –sobre todo en el de la nobleza incaica de
alrededor del Cuzco– era la intérprete agresiva de una identidad indígena consciente de sí misma. Los
nobles eran con mucho el segmento más hispanizado de la sociedad indígena; a menudo sabían leer y
escribir fluidamente en español, tenían propiedades privadas y eran participantes activos de la economía de
mercado y la vida ceremonial del Perú criollo.”
374 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 753-754).

263
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

El caso de Melchor Carlos Inca lo hemos analizado en las informaciones que


el Inca Garcilaso expresa en sus Comentarios Reales. Don Felipe también
nos transmite otras importantes noticias sobre este personaje. Como sabemos,
perteneció a la Panaca de Paullu Inca, hermano y adversario de Manco Inca II,
y fue su heredero, quien gracias a esta posición realista mantuvo propiedades
en Collcampata. Dice don Felipe que este inca se relacionó directamente con el
Rey de España y que éste le otorgó varias propiedades como mercedes reales,
particularmente la encomienda de Santiago. Sin embargo, su destino sería
aciago. La lista que nos entrega Guaman Poma de los herederos de las antiguas
Panacas incaicas es interesantísima puesto que nos pone en contacto directo
con sus nombres y pertenencia familiar y social. Aunque aquí no podemos
profundizar en esto, lo importante es que complementan las informaciones
que Garcilaso nos había entregado confirmando actitudes y comportamientos
de Panacas cuzqueñas de principios del seiscientos. Indiquemos, para cerrar
este párrafo, que los incas cuzqueños eran los únicos indígenas de este reino
(con la salvedad de los Huanca de Xauxa) que estaban exentos de los tributos
que se le imponía al resto de la población indígena, dada su condición noble
y su vínculo con los primeros conquistadores.

Comentemos ahora sobre otros personajes relevantes: los curacas


de otras etnias. Ellos muchas veces fueron designados por españoles para
administrar ciertas cuotas de poder. No cualquiera gozaba de la confianza
de los amos de la situación. ¿Quiénes debían ser preparados para desarrollar
tareas tan importantes para la administración del virreinato y de sus dos
repúblicas constituyentes, y cuáles serían las cualidades necesarias para
cumplirlo idóneamente, es decir para fungir como escribanos? Don Felipe
nos lo explica según su plan de gobierno:
Caciques principales sean desaminados la lengua de Castilla y general de quichiua y
sea prouado y criado cin chicha y no aproeue uino en su bida ni juegue ningún juego.
Y para ello se a de criarse cristiano ladino y, ci pudiere, sepa latín y leer, escriuir,
contar y sepa ordenar peticiones y enterrogatorios para defensa de sus personas y de
sus yndios y supgetos […].

Y sea buen cristiano, umilde, caritatibo, engenioso, para los buenos mansos, para los
malos brabo. A de tener miel y hiel, hombre brioso, animoso, que ací a menester que
no tema al diablo ni a corregidor, comendero, padre, españoles, cino tema a Dios y a

264
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

su Magestad. Y no ciendo animoso como de todo lo dicho, gouierne otro animoso y


le parta la mitad de su salario y de todo lo demás percanses y seruicios de yndios.375

El poderoso, prestigioso e influyente espacio de la escritura debía ser


reservado para los caciques principales o para sus hijos. Estos debían
hablar simultáneamente las lenguas principales: castellano y quechua. No
solo debían ser bilingües, también debían tener cualidades morales y éticas
propicias: no debían beber alcohol (vino, aguardiente, chicha), ni jugar juegos
de azar (cartas, dados, cañas). Debían comportarse como cristianos, lo que
incluía saber latín, tener conocimientos de gramática (leer y escribir), leyes
(derecho romano y católico) y matemáticas. A estas cualidades intelectuales y
técnicas, don Felipe dice que debían sumar un compromiso con los pobres de
Jesucristo, es decir, ser honestos y justos. Para ello debía ser un buen cristiano
y, a semejanza de su maestro Cristóbal de Albornoz, debía ser manso y bravo
con buenos y malos. Incluso que “su sueldo lo parta en dos”, quedándose con
una mitad mientras que la otra la entregase como donación a los pobres de
Jesucristo.

La “pulicía y linpiesa y serbicio de Dios y de su Magestad” era


para Guaman Poma la oportunidad ideal para que la población indígena
practicara la misma cultura que los colonialistas, y que, por ello, obtuviesen
progresivamente el control político y administrativo de los Andes para realizar
su Buen Gobierno, fin último de la Carta al Rey. Para ello los indígenas debían
vivir como lo mandaba Dios, cumpliendo con todos los deberes que imponían
la Corona y la Iglesia colonial.

Así como los hijos de los principales debían encargarse de la letra


de Dios, también debían ser los responsables de las ceremonias cristianas,
a las cuales debían adscribir con total fidelidad, lo que significaba en la
práctica continuar el estilo de vida de las sociedades segmentarias no-incas;
este asunto no es menor dado que la idea de don Felipe fue organizar un
régimen dirigido por los Curacas y sus Ayllus, no por un nuevo Estado
incaico. Guaman Poma fue un adversario de la estructura creada por los incas
cuzqueños en la antigüedad, no hay duda de ello. Esto no es extraño ya que su

375 Ibíd.: 784-785.

265
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

familia perteneció a un grupo étnico aliado, si es que confiamos en su palabra,


dominado por el aparato expansivo cuzqueño.

Su propuesta plantea:
Que los dichos caciques principales y sus yndios o las yndias, sus propios hijos
lexítimos que dansen y hagan taquies y hailli [cantos]: Uacon Uauco, Saynata,
Llama Llama, Haya Chuco, Chimo Capac, Ayanya, Guarmi Auca, Anti Suyo, Chipchi
Llanto, Uaruro, Hahiua, Apac, Llamaya, Hara Uayo, Uaricza, Tumi Pampa, Haraui,
Pingollo, Quena Quena, Cata Uari y dansas de españoles y de negros y otras dansas
de los yndios.

An de dansar delante del santícimo sacramento y delante de la Uirgen María y de los


sanctos en las fiestas y pasquas y fiestas de las yglecias, de otras fiestas que lo manda
la santa madre yglecia rromana de cada año. No lo haziendo, sean castigados. Pues
que para las uacas ýdolos, dioses falsos, demonios por mandado de los pontífices
laycaconas, hicheseros, lo hicieron. […].

Lo an de hazer pues que el mismo rrey Dauid, delante del sacramento de la ley bieja,
danzaua y tañía. Ací lo hagan los dichos cristianos en cada año cin rrebolber ydúlatra.
Y lo haga como seruidor y cristianos de Dios en este rreyno. Y con ello dexarán sus
ydúlatras los yndios […].376

Esta cita muestra que los indígenas si bien tomaron el nuevo corpus de
creencias religiosas muy seriamente una vez que ingresaron en la cristiandad,
la fuerza de su tradición no podía ser completamente abolida. De tal suerte
que los cultos cristianos debían ser dirigidos por los principales Curacas
y Ayllus, con sus bailes y ceremonias dedicadas a las deidades cristianas,
incluyendo las costumbres tanto hispánicas incluso las de la población negra
esclava. Este programa, tan moderado y moderno, que nos muestra una
plasticidad cultural tolerante y pragmática, más en actitud de adicionar que
de excluir o marginar, más de integración que de rechazo, delimita el campo
cultural y religioso cristiano. Por otro lado, Guaman Poma no deja pasar la
oportunidad para establecer que la gentilidad no puede ser de ninguna manera
una tradición aceptable desde un punto de vista ideológico: cuestión que
denota las contradicciones, ambivalencias y ambigüedades que la escritura
como tecnología, soporte y medio de comunicación imponía a sus usuarios
indígenas y mestizos. Fiestas, ceremonias, bailes, cantos, objetos de origen
andino, se vuelven cristianos. El cristianismo ha triunfado en el espíritu y
376 Ibíd.: 797-799.

266
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

la Letra de Dios se pone de parte de los indígenas en muchas situaciones


trascendentales.

La cultura letrada y la alfabetización que la sustenta fueron uno de


las metas que Guaman Poma perseguía en su programa de Buen Gobierno.
Él creía que si los miembros de la República de indios recibían una buena
educación todo el sistema se vería sensiblemente mejorado ya que todos los
miembros del virreinato trabajarían mejor para la gloria de la Iglesia, del Rey
y de Dios. Por lo tanto, era fundamental asegurar la educación para los indios
puesto que esto repercutiría favorablemente en los destinos de la república.
Desde luego esta teoría en Europa (de la educación, de la evangelización)
era definitivamente una cuestión objetiva y real (Armas Asín, 2009: 13). Por
ello, en la colonia andina debía ponerse en práctica un sistema de educación
en el cual los indígenas pudiesen acercarse a la cultura europea y saber
escribir, leer y poseer conocimientos prácticos que les permitiesen mejorar
sus vidas y entornos, especialmente ante la presencia de los colonos que, a
pesar de los derechos indígenas concedidos por la Corona, insistían en seguir
reproduciendo un gobierno violento y corrupto, engañando a los analfabetos
y monolingües, a los que no conocían la ley.
Sauen y [a]prenden de todos los oficios, arteficios, beneficios, los quales son grandes
cantores y múcicos de canto, de órgano y llano y de uigüela y de flauta, cherimía,
tronpeta, corneta y bigüela de arco, organista. Y son escriuanos de cabildo y de público
y nombrado y tiniente de corregidor, alcalde mayor, alcalde hordenario, alcalde de la
santa hermandad, alguazil mayor y menor, rregidor y contador mayor y menor. Y saue
tirar una escopeta y saue jugar con armas, espada y montante, partesana. Juega en todo
juego como español y gran genete y domador, jugador de toros. Saue latín y rromanse.
Ci le aprouara, se hordenara saserdote de la santa madre yglecia […].

Los yndios deste rreyno son grandes maystros de arteficio y de oficiales, pintores,
entalladores, escultor, dorador, estofador y bordadores, jastres, zapateros, carpinteros,
canteros, aluani[l], herradores y herreros y cilleros, plateros, olleros, texeros, labrador,
podadores y harrieros y rrescatadores, mercachifle, texedores, obrage, cunbicamayos
[tejedor en fino] y de otros oficios que sauen los dichos españoles. Uiéndolo, luego lo
prende ci enseñalle.377

La extraordinaria capacidad de los indígenas de aprender la cultura de los


colonizadores se expresaba por doquier en varios a aspectos de la vida social:

377 Ibíd.: 834-836.

267
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

arquitectura, derecho, pintura, poesía, pedagogía, metalurgia, cerámica...


Este hecho es esencial para entender con mayor profundidad de qué modo
las ideologías, imaginarios e identidades, a través de flujos y reflujos,
crisis y cambios, sobrevivencias y continuidades, pudieron configurarse y
reconfigurarse de forma fractal según los avatares de la vida colonial. La vida
indígena, más allá del sufrimiento de haber aceptado la dominación de los
señores de España, fue definitivamente más plástica, creativa y pragmática de
lo que admitíamos: su capacidad para recuperarse ante las peores condiciones
sociales de explotación nos muestra a una población que a pesar del cambio
histórico que afectó su mundo pudo continuar practicando las formas
tradicionales de vida aunque al precio de verlas transformadas por las nuevas
condiciones que caracterizaron la vida colonial, manteniendo un núcleo
esencial a salvo en la vida privada de las personas. Como dice Guaman Poma,
a pesar de que los padres estorbaron la posibilidad de que los indígenas se
cultivaran en las artes cristianas, aun así los indígenas pudieron beneficiarse
de la cultura occidental. Gracias a ello hubo letrados, artistas y funcionarios
que practicaban en muchos aspectos su tradición materna.

La Ciudad de Dios y el peligro del castigo eterno


No podemos dejar de pasar por alto dos esquemas discursivos que nos parecen
paradigmáticos del pensamiento de don Felipe. El primero es el de la «Ciudad
del Cielo» y el segundo es de la «Ciudad del Infierno», tan significativos como
relevantes para entender su visión respecto al fenómeno de la vida urbana en
el período colonial de los siglos xvi y xvii.

Uno de los paradigmas irrefutables de la época era la existencia del


cielo eterno para aquellos que siguieran las enseñanzas de la Iglesia católica.
Según la interpretación de la Santa Biblia, Dios y su Hijo prometían el reino
celestial a los que aceptaran la religión revelada y se esforzaran por ser
salvados. Don Felipe realiza una descripción de esta creencia acompañada de
sus “Conzederaciones” en la que podemos leer:
Y aués de conzederar que fuystes hecho para aquella tan gran ciudad del cielo adonde
está Dios y la Uirgen María y todos los santos y santas, ángeles y aués de yr allá
porque fuestes hecho para ello. Y aués de conzederar que el ynfierno fue hecho para
los malos soberbiosos, enubidente de su Criador. Conzedera esto.

268
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Conzedera que los sazerdotes sean muy rrecogidos: Que no anden de día y de noche
por las calles, mucho más los dichos flayres. Porque salen de sus conuentos, sólo anda
paseando por el mundo como soldado enquietando. Que en ello tiene sus perlados la
culpa y se le deue castigar y penar grauemente. Aunque sea motilón, no tiene que salir
del conuento cin conpañía. Y a de pedir lisencia al perlado […].

As de sauer y conzederar por qué causa no son tan uenerados ni estimados ací los
dichos padres de las dotrinas. Es porque salen por las calles de día y de noche a
rrondar, a pasear como persona del mundo, salteador y ladrón con algún fin de pecado,
de luxuria, enbidia y soberbia.

Al saserdote muy rrecogido, umilde le llama santo. Todos acuden a ellos con limosnas
y los pecadores se allega más que al callexero enubedente de Dios y de la justicia
de Dios. Para esto tomó áuito y se consagró; lo propio an de ser los cazados como
solteros escogidos de Dios en el mundo en este rreyno.378

El pensamiento de Guaman Poma admitía la existencia de un cielo en el cual


morasen especialmente los pobres pecadores, es decir, aquellos creyentes
piadosos que hubiesen vivido la vida de acuerdo con las directrices morales
que enseñaba la Iglesia católica. La «Ciudad del Cielo» estaba reservada
para aquellos hombres que hubiesen cumplido con la Palabra del Señor.
Esta creencia cristiana es interesante ya que es un préstamo de la cultura
medieval europea que en la época de la conquista de América tuvo un nuevo
impulso por la vocación evangelizadora de una España que se autodeclaraba
Defensora de la Fe en Europa y el Nuevo Mundo. La «Ciudad de Dios», una
idea de San Agustín [412-426 Anno Domini], fue el modelo fundamental para
la construcción de una cristiandad debidamente sujeta al Rey de España y al
Papa de Roma, la alianza más importante de los siglos xvi y xvii.

La intención de don Felipe era recordarles a las conciencias que el


buen comportamiento en este mundo era esencial para poder aspirar a morar
eternamente cerca del Padre Celestial. Para realizar este llamado Guaman
Poma utiliza la fórmula de disuadir mediante la idea de que el hombre andino
había nacido según un plan divino que Dios controlaba en todo el universo;
esto a su vez explicaba y justificaba la colonización de los Andes. De tal
manera que los creyentes seguían una forma de vida que de acuerdo a lo que
les era explicado constaba de un destino que debía seguirse rigurosamente sin
alejarse del camino del Señor, el camino de la salvación.
378 Ibíd.: 952.

269
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Aconsejaba, en otro plano, que los sacerdotes vivieran sus vidas


siempre al interior de sus parroquias y capillas, dando un buen ejemplo a
los Runa para asegurar su conversión a través de unas vidas rectas, virtuosas
y santas, y para darle arraigo a la fe. Debía castigarse a aquellos sacerdotes
que no cumpliesen con este apotegma. Que esto se cumpliese dependía del
hecho de que los Runa pudieran realmente aprender la religión cristiana, pues
de lo contrario ante tantos vicios e injusticias la población andina se podía
mostrar incrédula en relación con la evangelización (retornando al mundo de
las huacas) y a sus ventajas para una adecuada economía espiritual, es decir
para el beneficio de los campesinos. El mal comportamiento de los hispánicos
(su corrupción) empero, impidió por mucho tiempo que la Ciudad de Dios se
viviera en el presente colonial.

El buen sacerdote debía ser virtuoso, como los santos. Y esto era
una de las principales prerrogativas que don Felipe Guaman Poma de
Ayala proponía para un correcto Buen Gobierno. Si la evangelización era
imperfecta, tergiversada por los vicios humanos, si las injusticias y vejámenes
continuaban aún mucho después de la guerra de invasión, guerras civiles y
otros conflictos, nunca podría llevarse a cabo el reino de la cristiandad en los
Andes. Esa era una idea que don Felipe trató de desarrollar en sus escritos
comunicándoselo al Rey para que la autoridad real pudiese corregir el destino
del Virreinato del Perú.

La santidad era un preciado bien que debía ser emulado y seguido


por todos los miembros de la comunidad cristiana: niños, jóvenes, casados,
sacerdotes, adultos y viejos por igual. Don Felipe tuvo esta convicción para
mejorar la vida social de sus paisanos.

Las “Conzederaciones”, por otro lado, nos parecen sumamente


interesantes dado que aquí encontramos probablemente uno de los recursos
literarios más lúcidos de la larga carta al Rey Felipe III. Veamos:
¿Qué será uer la hermosura daquella ciudad soberana, aquellos muros y puertas de
piedras preciosas, aquellas fuentes de aguas de uida?

¿Qué será uer aquellos nueue coros de ángeles rrepartidos en sus herarchías tan
hermosos, tan gloriosos, tan bien ordenados, tan rresplandecientes?

270
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

¿Qué será uer aquellas órdenes y cillas de uírgenes y de confesores y de monges


hermitaños y de mártires, de apóstoles euangelistas, de patriarchas y de profetas?

¿Qué será uer la Sacratícima Uirgen Santa y [A]bogada nuestra sobre todos los coros
de los ángeles ensalsada?

¿Qué será uer aquella sacratícima humanidad de Jesucristo nuestro señor asentado a la
diestra del Padre, abogado por nosotros y haziendo nuestros negocios?

¿Qué será sobre todo esto uer aquella beatícima y gloriocícima Santícima Trinidad,
Padre, Hijo, Espíritu Sancto, un solo Dios uerdadero adonde se encierra toda la fe del
cristiano uerdadero, adonde tiene que conzederar y creer como católico cristiano?379

En estas inspiradas líneas Guaman Poma expuso de una manera


narrativamente muy elocuente las alturas del misticismo de la fe cristiana.
Aboga por una apreciación sincera, profunda y militante del dogma,
abundando en las virtudes evangélicas del reino del Cielo. Sin duda, son
escenas evocadas de un lugar santo donde el espíritu del hombre moraría
junto a su Creador (el Hazedor) y su Hijo. Las interrogantes que se formula
llegan a una intensa penetración de los misterios de la fe, la creencia en una
vida cristiana y en un más allá justo, bueno y perfecto. Estos elementos son
claves en el sistema de convicciones acerca del reino de Dios, en el Cielo
y en la Tierra. El éxtasis místico, y poético, de don Felipe, en la pasión
introspectiva y solitaria del concentrado escritor, parece brotar con el poder
de los “nueue coros de ángeles”, de los santos y los profetas, de la Madre de
Dios “Sacratícima Uirgen Santa y [A]bogada”, de “Jesucristo nuestro señor
asentado a la diestra del Padre” y, finalmente, de la “Santícima Trinidad,
Padre, Hijo, Espíritu Sancto, un solo Dios uerdadero”. Estas evocaciones
argumentales, estéticas e ideológicas, dan fe del grado de convicción con
que don Felipe deseaba realizar su deber cristiano. La comparación con los
judíos de España a este respecto es altamente sugestivo dado que la analogía
apunta a poner en evidencia a los gentiles de la cristiandad europea y a los
gentiles andinos en este reino. El llamado que hace don Felipe está basado
en la limpieza de corazón, en el poder de las acciones santas, pero no en
la existencia de la escritura; este es un interesante ángulo inverso que don
Felipe usó generalmente en relación a la letra de Dios.

379 Ibíd.: 954.

271
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

El otro lado de estas doxas irrefutables era la existencia del Infierno en


el cual morarían quienes habían seguido las enseñanzas del Demonio, lo que
equivalía en nuestro contexto colonial a suscribir las tradicionales creencias en
las deidades andinas. La idolatría, herejía, apostasía y superstición, se definían
por oposición al dogma católico, aunque esta supuesta idolatría (la creencia
religiosa andina impugnada) no contuviese evidentemente nada remotamente
parecido a un culto diabólico. Los pecadores que no se arrepintiesen de sus
pecados se condenaban a sí mismos al infierno:
Aquí aués de conzederar a que esta muchidumbre de penas que nos senefica la
Escriptura Deuina quando dize que en el enfierno abrá hanbre y sed y llanto y gruger
de dientes y cuchillo dos ueses agudos, espíritus criados para uengansa y serpientes
y guzanos y escorpiones y martillos y axencios y agua de hiel y espíritu de tenpestad
y otras cosas semejantes por las quales se nos figura la muchidumbre y terriblesa
espantosa de los tormentos de aquella lugar. Allí tanbién abrá aquellas tinieblas
enteriores y exteriores para qüerpos y ánimas que se puede palpar con las manos. Allí
abrá frío y fuego que no se apagará, cienpre castigarán a los qüerpos y ánimas. A todo
esto se añade la de aquel perpetuo gastador que es el guzano de la consencia de quien
tantas ueses haze mención la Escritura […]. De ellos nunca se acauará y no murirá y
el fuego de ellos nunca se apagará.380

Este párrafo nos parece importante por la lógica de la ciudad medieval y


renacentista (orden simbólico, funcionalidad y argumentación teológica) que
se utilizaba para refrendar lo que ocurría en la Ciudad de Dios en la tierra.
Desde luego, los pecados terrenales que se constituyen en el ordenamiento
social de las interacciones humanas y en la estructura de la vida colonial,
son los que pueden conducir al hombre a habitar la Ciudad Oscura, Ardiente,
donde se pagarían todos los pecados cometidos. Esta imagen es clave para
Guaman Poma, como lo fue para Bartolomé de Las Casas, quien también
buscaba un Nuevo Mundo organizado sobre la base de las virtudes cristianas
con respeto y dignidad para los indígenas.381 Para don Felipe esto fue clave ya
que un comportamiento apegado a los sagrados mandamientos les permitiría
a los elegidos gobernar adecuadamente el Virreinato del Perú.
380 Ibíd.: 952-957.
381 Las Casas [1552] denunció “…el ansia temeraria e irracional de los que tienen por nada indebidamente
derramar tan inmensa copia de humana sangre y despoblar de sus naturales moradores y poseedores
(matando mil cuentos de gente) aquellas tierras grandísimas y robar incomparables tesoros, crece cada
día, importunando por diversas vías y varios fingidos colores que se les concedan o permitan las dichas
conquistas (las cuales no se les podrían conceder sin violación de la ley natural y divina, y por consiguiente
gravísimos pecados mortales, dignos de terribles y eternos suplicios (…)” (2006: 10-11). Asimismo, Las
Casas [1559, 1561]. También Hanke (1968, 1974); Pagden (1988: 175); Pérez Fernández (1998).

272
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

La escritura divina narra las graves penas del infierno que podía
enfrentar tanto el idólatra como el mal cristiano si no obedecía al Rey o al
Papa, encomendados por Dios para regir los destinos de sus hijos. La figura
del gusano de la consciencia opera como un mecanismo a nivel psicosocial
que pudo ayudar a objetivizar las implicancias de la policía, es decir, del buen
comportamiento, del control social (Ramos, 2010: Cap. 4). El infierno era
eterno: “Conzedera este castigo”, insistía Guaman Poma.

La defensa de la población indígena era una de las tareas fundamentales


que don Felipe asumió a través de la función de autor. Para defender a los
indígenas de “tantos males de españoles, padre, corregidor y mestizos y
mulatos, negros, yanaconas y chinaconas” es que realiza la propuesta de
Buen Gobierno. La utilización de las imágenes de las ciudades virtuosas o
viciosas es una figura europea implantada por los colonizadores en los Andes.
Piénsese en las ciudades que Dios destruyó en Mesopotamia, como Sodoma
y Gomorra, los castigos de plagas sobre Egipto. Don Felipe las aprendió y
las utilizó con igual valencia, pero con la importante diferencia de que las
aplicó a la defensa de los andinos. “Conzedera”, amenaza Guaman Poma,
aludiendo una vez más al infierno eterno. Aquí Guaman Poma postula que el
indio es libre y que por lo tanto no debía ser oprimido por los colonos u otros
miembros de la sociedad colonial. Su trabajo debía ser remunerado como
correspondía. El que lo empleaba debía pagarle por su trabajo, fuesen estos
oficiales civiles del gobierno o miembros de la Iglesia. Como ocurría con el
trabajo asalariado de las minas de Potosí o Huancavelica, por ejemplo. Ya no
se debía tolerar que el indígena tributase a nadie. El estatus legal de ser libre
indicaba que el indígena podía ir por el reino sin necesidad de licencias, y
menos que estas les fuesen vendidas, o fruto de extorsiones o chantajes, por
manos inescrupulosas. De acuerdo a la lógica del Buen Gobierno propuesto,
el indígena solamente debía remitirse al Curaca correspondiente para solicitar
permisos de cualquier tipo. Con esto don Felipe reforzaba la idea de que este
reino debía ser gobernado por los andinos directamente subordinados al Rey
de España, sin mediación del virrey o de sus oficiales de gobierno.
Esta idea administrativa y jurídica, si fue leída por los reales ojos
de Felipe III, difícilmente pudo haber tenido una buena recepción. La

273
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

carta de don Felipe Guaman Poma de Ayala tiene el valor de un discurso


extraordinariamente raro; esa rareza la hemos interpretado siempre como
ambivalencias, contradicciones y ambigüedades, con elaboraciones originales,
con una indudable justificación política y religiosa en el mundo colonial que
habitó el cronista.

La segunda de las cuestiones que nos atañe es aquella referida a las


principales ciudades del Virreinato del Perú y, por lo tanto, también de la
fundación de la vida de la República de indios, las Reducciones (Mumford,
2017: 67 y ss). Se trata de los centros urbanos que dieron vida al funcionamiento
de las instituciones y estructuras de la cultura colonial. En este contexto, don
Felipe nos entrega dos percepciones sobre las ciudades de Cuzco y Lima.
La dicha ciudad de los Reyes de Lima, corte rreal, adonde rrecide su Magestad y su
corona rreal, pricedentes y oydores, alcaldes de corte y justicias, dotores, lesenciados
y los excelentícimos señores bizorreys, da donde gobierna todas las Yndias orentales,
osedentales.

[D]e todo este rreyno desde la Mar de Norte has[ta] la Mar de Sur, yndios de Chile, de
la montaña, arauquas, mosquitos, yndios Chuncho, Anti, Guarmi Auca, Anqu Uallo,
[C]hinchay Suyo, Anti Suyo, Colla Suyo, Conde Suyo de los quatro partes deste
rreyno, gobernó y señorió y rreyno los Yngas.

[…]

Esta dicha ciudad lo fundó su Magestad, aunque defendió Quisu Yupanqui Ynga,


príncipe, con mil yndios y lo mató el capitán Luys de Áualos de Ayala y le dio una
lansada en el enqüentro en una asecya de Lima. Y ancí lo fundó este dicho capitán
en nombre de su Magestad. Este dicho capitán fue padre del ermano del autor del
dicho Corónica […].

Y es tierra de mucha comida y rrica de plata, adonde gobierna el muy rrebrendo yn


Cristo arzobispo […]. Y en la dicha ciudad rricide señoría ynquicidor y familiares y
señoría de la santa crusada y los rrebrendos, perlados, comisarios y bicarios generales,
auadesas generales deste rreyno con toda su pulicía y cristiandad y caridad y amor
de prógimo, gente de pas, grandes seruidores de Dios y de su Magestad, el qual es
Ciuilla, Castilla la nueua deste rreyno.

Adonde corre tanta cristiandad y buena justicia y se castiga a los rreueldes y se a de


castigar más adelante y de pecados ciuiles y criminales a los soberbiosos que no temen
a la justicia y los buenos sale honrrado y con merced desta dicha ciudad.382

382 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 1039-1040).

274
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Una de las cosas que más nos llama la atención es que la conciencia geográfica
global de nuestro cronista estaba acorde con la revolución científica y mental
que implicó la expansión de España por el mundo: la apertura del Perú al
resto de Occidente. Así pues, la descripción de las repúblicas y provincias
que constituían la Corona de España de ultramar era ejemplificada en una
serie de territorios colonizados que constituían el Mapamundi que don Felipe
planteaba como dominio de Dios. Esta descripción representa la grandeza de
Felipe III, del Papa y del propio Virreinato del Perú.

Desde el punto de vista de la historia social, por otro lado, son interesantes
las menciones que hace del líder guerrero “Quisu Yupanqui Ynga, príncipe”
quien luchó en el Cerco de Lima, en 1536. La mención de que “el capitán
Luys de Áualos de Ayala”, el español que asesinó al inca rebelde, fue el padre
de su medio hermano el sacerdote mestizo, don Martín de Ayala (maestro
intelectual de la primera formación de don Felipe), es significativa ya que nos
da más datos sobre los vínculos sociales tanto de la familia de Guaman Poma,
como sobre su propia persona (Ossio, 2008: 68-69).

En la Ciudad de los Reyes estaban ubicadas físicamente la cabeza del


reino, Castilla la nueva, las instituciones de la administración real como la Real
Audiencia y el Arzobispado, así como estuvieron asentados los principales
hombres que gobernaron el virreinato, incluyendo al virrey. Desde entonces se
produjo el cambio drástico en la ubicación del poder central que hegemonizara
el enorme territorio colonizado en el occidente de la América del Sur. La
sustitución del Tawantinsuyu por el Virreinato del Perú, como propiedad de la
Corona española, generó un nuevo ordenamiento de las estructuras sociales y
económicas. La dominación ideológica de la población fue tarea de la Iglesia
evangelizadora. Se creó así una brecha cultural y demográficamente definidas
entre la situación de Lima en la costa central (incluyendo las adyacentes zonas
costeras sur y norte), donde la población local prácticamente desapareció
(que habitó entre huacas, ríos, campos de cultivo y arquitecturas singulares),
y la sierra andina donde la población logró sobrevivir, aunque deprimida y
reducida su población original.383 Dicho de otro modo, en la costa central el
poder hispánico dio paso al fenómeno de la criollización cultural, en tanto
383 Cook (2010: 173 y ss, 201 y ss, 223 y ss).

275
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

que en la sierra y sobre todo en la puna la población se vio más afectada


por la mestización, el sincretismo y la aculturación. Así pues, se polarizó de
una manera nueva la naciente sociedad colonial, aunque el Cuzco mantuvo
su carácter tradicional y de hecho tuvo también una autoridad espiritual con
categoría de Obispado desde 1536.

Lima fue el centro de la vida virreinal. Progresivamente esta ciudad


fue transformándose en un gran eje político, urbano, religioso, económico,
comercial, militar y naviero. Fue el núcleo de poder más importante para las
propiedades españoles de ultramar en Sudamérica, que seguía en importancia
al Virreinato de Nueva España. Don Felipe idealiza esta ciudad planteando
que aquí corre tanta cristiandad y buena justicia que el cristiano sale de aquí
honrado y con merced, concediéndole a Lima una mística y una impronta
señorial. Es allí donde acude don Felipe cuando su Carta al Rey estuvo lista y
buscaba la forma de hacerla llegar a la Corte real, hacia 1615.

El otro polo de la vida colonial es la representación del Cuzco, Ciudad


Sagrada, y modelo para otras ciudades del mundo andino en la época del
Tawantinsuyu. Decíamos antes que en esta parte de la sierra sur ocurrieron
varios fenómenos que fueron responsables de la desestructuración cultural
parcial de las sociedades andinas. Los incas fueron reducidos al vasallaje, pero
algunos derechos y prerrogativas fueron respetados aunque relativamente. Si
bien Cuzco perdió gran parte de su importancia política continuó resultando
funcional económicamente ya que en la época de mayor bonanza de Potosí
fue un centro de articulación de actividades económicas y comerciales
(Assadourian, Bonilla, Mitre y Platt, 1980). Para el virrey Francisco de
Toledo (1570-1575) el Cuzco fue un espacio propicio para fomentar la
reducción de los indígenas lo que permitiría, según sus planes administrativos
asegurar dos cosas: la evangelización de los indios y sobre todo la obtención
de mano de obra para la Mita minera, así como para el cultivo de la valiosa
coca (Numhauser, 2005). Uno de sus principales objetivos era, recordémoslo,
agilizar la producción de plata que el Rey Felipe III le había encomendado
especialmente. El hijo de Carlos V tenía muchos problemas con Francia e
Inglaterra y necesitaba financiamiento para sus imprudentes guerras (Parker,
2015). Pero también tenía la misión de pacificar el virreinato. Y el Cuzco era el

276
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

lugar clave para acabar con los obstáculos de los Justos Títulos que afectaban
a España a nivel europeo. Su guerra contra Vilcabamba obedecía a estos
tres criterios reales. No obstante, la vida colonial propició otros fenómenos
que dieron nueva energía a la reestructuración de la sociedad y la cultura
hispano-andina. Hoy sabemos más de la coexistencia entre colonizadores y
los andinos. La República de indios resultó un espacio fecundo para mantener
ciertas tradiciones que fueron toleradas por el poder español. Allí hubo una
dialéctica constante. Y especialmente en el plano de las religiones. A pesar de
la decapitación de Túpac Amaru I, e incluso del apoyo de los incas realistas
al Rey de España, el proceso cultural colonial derivaría en un reconocimiento
secular de lo andino y de una sobrevivencia social que en el siglo xvii mostraría
a los españoles que las cosas de indios no desaparecerían ni con violencia ni
represión. En efecto, los andinos mantuvieron una memoria histórica sobre sí
mismos.

Esta ciudad es representada por don Felipe del siguiente modo.


La dicha gran ciudad de Sanctiago del Cuzco, cauesa y corte rreal de los doce Yngas,
rreys deste rreyno: Mango Capac Ynga, Cinche Roca Ynga, Lloque Yupanqui Ynga,
Mayta Capac Ynga, Capac Yupanqui Ynga, Ynga Roca, Yauar Uacac Ynga, Uira
Cocha Ynga, Pacha Cuti Ynga Yupanqui, Topa Ynga Yupanqui, Guayna Capac Ynga,
Tupa Cuci Guallpa Uascar Ynga.

Los primeros fundaron Uari Uira Cocha, luego fundó el Ynga, Tocay Capac Ynga,
Pinau Capac Ynga. Éstos se murieron y se acauaron y ancí los doze rreys señorearon
y rreynaron. Y después lo fundó don Francisco Pizaro y don Diego de Almagro,
enbaxadores del rrey enperador don Carlos y fue cauesa mayor deste rreyno. Y ancí
defendió su ciudad Mango Ynga y fue destruyda y dallí se entró a la montaña de
Bilcabamba.

[…]

Y corre plata, falta de comida y de uino y de carne, todo caro, y la rropa cara. Y
tiene juridición y prouincias y obispado y conuentos. Y tierra muy fría, en[h]elándose
la comida. No se halla rrica gente y bien criados como españoles y saserdotes,
yndios, negros. Todos hablan como Ynga:  “Hamoy Ynga, hamoy auqui, hamoy
coya, hamuy nusta, hamoy palla.” [“Ven Inka, ven príncipe, ven reina, ven princesa,
ven señora.”] Gente de mucha limosna y caridad como español, yndios, Cuzco y su
juridición.384

384 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 1060).

277
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Guaman Poma liga a Cuzco con el patrón Santiago. Ello debe derivar de la
visión del patrón montado en su caballo y atropellando a los indios en los
tiempos de la gesta de Manco Inca II y el Cerco al Cuzco. Pero esta ligazón
no trascendió en su nominación. La ciudad del Cuzco ha sido por siglos la
cabecera oficial de la sierra, una hegemonía que fue sustituida por la llegada
del cristianismo a los Andes, y con la fundación de Lima, Ciudad de los
Reyes, un nombre pomposo ciertamente, aunque nunca hayan llegado hasta
aquí los reyes Austrias o Borbones. Volviendo a nuestro tema, en breves líneas
Guaman Poma enuncia la lista de la Cápac Cuna o de los 12 reyes del Cuzco.
Según señala, su fundación ocurrió en el tiempo de “Uari Uira Cocha, luego
fundó el Ynga, Tocay Capac Ynga, Pinau Capac Ynga”, quienes fundaron la
Ciudad Sagrada que un día despuntaría como la más brillante que el Padre Sol
había ordenado fundar y construir. Se refiere en este punto a Manco Cápac,
a sus hermanos y hermanas (la Pareja divina/las Cuatro parejas) que habrían
venido migrando desde el altiplano, en los siglos XII o XIII. Con el tiempo, la
ciudad del Cuzco cambió de amo y la vida colonial modificó fuertemente su
fisonomía cultural. Así, con las construcciones en gran escala de la catedral,
iglesias, hospitales, escuelas y parroquias, y con la introducción del modelo
hispánico de la Ciudad de Dios, progresivamente el Cuzco ingresó en el
mundo del cristianismo occidental, amalgamando el pasado incaico y el
presente español criollo. Este proceso de transformación fue constante. Otros
eventos también son responsables de generar las mil caras del Cuzco, como
por ejemplo el terremoto de 1650 y el proceso reconstructivo que se generó
posteriormente. El recambio poblacional debido a migraciones también creó
nuevas condiciones de solidaridad social.

Las guerras que afectaron al Cuzco (el cerco de Manco Inca II, las
guerras civiles entre pizarristas y almagristas, la rebelión de Gonzalo Pizarro
y Pedro Hernández Girón, etc.) no lograron atenuar la importancia, elegancia
y prestancia que la muy noble ciudad tuvo por siglos: “toda pulicía y más los
yndios”. Señala nuestro autor que en el Cuzco siempre hubo mucha riqueza
de plata, pero que inversamente siempre hubo mucha pobreza de alimentos
y bebidas debido a los precios caros que la vida colonial impuso y a las
dificultades del frío clima que complicaba el desarrollo del sistema colonial
de la agricultura y ganadería, principales motores de la economía regional,

278
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

fuera del sistema de trabajo de explotación minera, la coca y la producción


textil. La jurisdicción de esta ciudad tuvo gran poder e influencia, ya que
tuvo rango de Obispado Provincial. Allí: “Todos hablan como Ynga: “Hamoy
Ynga, hamoy auqui, hamoy coya, hamuy nusta, hamoy palla.” Sus habitantes,
tanto del centro histórico como de sus alrededores, fueron grandes hombres
de fe que crearon un cristianismo andino que hasta el día de hoy resulta
antropológicamente original, complejo y exótico.

Huacas, suyus y muerte


Para discutir acerca de las creencias religiosas andinas prehispánicas conviene
adentrarse sobre algunas materias que nos permitan una visión cercana a la
complejidad de su expresión fenomenológica, dada su oscuridad inherente y
también a las dificultades derivadas del alto nivel de destrucción de la cultura
operada después de la desestructuración de las formas de vida. El mundo
cosmológico indígena constituye un complejo de sistema de pensamiento y
es un tema intrincado e interminable. De ese mundo correlacionado entre lo
humano y lo supernatural nos dice bastante Guaman Poma. Por tal razón,
aquí vamos a centrarnos sólo en dos aspectos: aquél que se refiere a las
huacas, es decir, los elementos materiales de las creencias religiosas que
estaban subsumidas en el mundo inca, ordenado en ciclos de bipartición,
tripartición y cuatripartición,385 especialmente en el Sistema de Ceques,386
y a los rituales de la muerte o funebria andina,387 ambos tópicos que nos
plantean importantes problemas antropológicos desde el punto de vista de
la psicología de los productores de memorias expresadas biculturalmente.
Al efectuar esta operación interpretativa realizamos un último análisis
sobre los componentes que le permitieron a don Felipe Guaman Poma de
Ayala fusionar sus conocimientos sobre el pasado autónomo con su presente
experimentado personalmente a través de una narración heterodoxa. Basados
en las investigaciones clásicas y las modernas, haremos una crítica sobre las
informaciones que hemos seleccionado, considerando las condiciones en que
estas fueron concebidas en el significativo contexto de un autor que utilizó
385 Rostworowski (2014: Segunda parte, Caps. 6, 7 y 8); Chase (2021: 108 y ss).
386 Wachtel (1976: Segunda Parte, Cap. II); Sherbondy (1986: 365-373, 1987: 117-153, 2017: Cap. 6); Zuidema
(1995: Caps. IV, V, VI, 2010: Caps. 8, 9, 10 y 11); Ossio (2008: 255 y ss).
387 Vovelle (1985); Buikstra, Carmichael, Salomon y Verano, en Dillahay ed. (1995); Kaulicke (2000: Cap. 1);
Murra (2002: 400); Ramos (2010: caps. 1-2-3); Ariès (2007).

279
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

varias estrategias discursivas en el marco de una subjetividad compleja. Este


análisis fortalece más nuestra idea de la emergencia de una memoria andina
que la escritura indígena logró construir sobre la base de un conjunto de
recuerdos/evocaciones colectivas que se (re)construyeron inadvertidamente.

Las Huacas: informaciones de un indígena cristiano. Este asunto del


orden sagrado ha sido desde siempre una temática relevante ya que nos
pone en contacto con el sistema de ideas religiosas, míticas y rituales que
pudo sobrevivir con mejor fortuna, a pesar de la imposición de la religión
cristiana que negó el espacio de acción a cualquier otra expresión espiritual.
Hay toda una gran tradición de estudios sobre Guaman Poma que han
considerado varios aspectos de su texto-visual: heurística y crítica de fuentes,
etnografía y economía, ideología religiosa y política, categorías temporales
y espaciales…388 Dichos estudios son fundamentales para profundizar
las investigaciones sobre este personaje. Continuar esta indagación sobre
expresiones fenomenológicas nos enseña mucho sobre variados aspectos del
mundo de las creencias y tradiciones étnico-culturales, no todas pertenecientes
a la sociedad inca, sino también pertenecientes a otros pueblos que, si bien
compartieron patrones culturales, expresaban sus sistemas de creencias en
términos particulares y locales.389

De otro lado, no perdemos de vista la crítica que debe hacerse a


las informaciones que nos entrega don Felipe: confirmamos que este ethos
constituye un preciado objeto de estudio que nos permite entender mejor
el pensamiento indígena construido colonialmente. La ambivalencia de sus
contenidos, en todo caso, no eclipsan lo que en último término queda en juego
en el texto, una idea compartida por muchos: su mensaje final fue subversivo
respecto del sistema de gobierno dadas las desigualdades y excesos de la vida
colonial que don Felipe atestiguó directamente y que denunció al registrarlos
escritural y visualmente. Viejos y nuevos estudios han demostrado que la
profundidad de su trabajo abarca variados temas.390 Evidentemente, la Nueva
388 Wachtel (1973: 165-228; 1976: Segunda Parte, Cap. III); Porras Barrenechea (1986: 615 y ss); Ossio (2008:
33-42); Murra (2002: 375-425).
389 Varón Gabai, Castro-Klarén y Lemlij en Millones comp. (1990: 425 y ss).
390 Adorno (1992: Cap. 3); López-Baralt (1993: 67 y ss); Cox (2002: Cap. III); Navarro Gala (2003: 20-25);
Chang-Rodríguez (2005: Cap. 2); Quispe-Agnoli (2006: Cap. 5); Holland (2008: Cap. IV); Ossio (2008:
201 y ss).

280
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Corónica es un texto denso en el cual coexisten dos tradiciones ideológicas


y culturales que dan paso a una literatura que evidencia una morfología
argumental que armoniza el importante cambio cultural que significó la
introducción del cristianismo en los Andes. En medio puede atisbarse
el temprano origen de la cultura mestiza, lo que constituye a su vez otras
tradiciones y costumbres coloniales emergentes durante la segunda mitad del
siglo XVI. Hay también otros elementos en juego que marcan profundamente
la obra: el idioma castellano con el cual don Felipe se comunica —imperfecto
(pero rico ideológicamente) e intervenido con otros sustratos lingüísticos
autóctonos—, el sistema de ilustraciones figurativas que complementa la obra
textual, la posición social y legal del individuo como autor, un cristianismo
convencido, crítico y purista, además de un estilo narrativo tomado de la
tradición europea. El análisis que desarrollamos apunta concretamente a las
contradicciones ideológicas expresadas a lo largo del texto. Estas cuestiones
no invalidan su obra (siempre combativa), sino que en realidad la convierten
en el objeto de un estudio que exhibe singularidades semióticas.

El hecho de que don Felipe asuma una postura generalmente contraria


a los incas, aun cuando en ciertos pasajes de la obra parece referirse a ellos
como un símbolo andino de civilización, y sobre todo cuando adopta una
actitud negativa ante las antiguas creencias (que considera idolatrías),
necesariamente lo lleva a denigrar las antiguas tradiciones religiosas,
aprendizaje anti-idolátrico acaso aprendido con Cristóbal de Albornoz (en
la década 1570) o con Martín de Murúa (entre 1580 y 1590), e inversamente
lo conduce a considerar como regla general la cultura y religión aprendida
en sus años de formación educativa al amparo de la Iglesia católica, con
la cual estuvo comprometido al menos 30 años de su vida. Sin embargo,
conservará un espacio muy notable para la reivindicación indígena y para el
uso pragmático de aquellos elementos políticos y religiosos autóctonos que
consideraba aptos para ser considerados y tomados en cuenta en un programa
que él denominó Buen Gobierno.

Analicemos una información sobre Tupac Yupanqui y su relación


con huacas y Apus de otros territorios. En una de sus retratos aparece Túpac
Yupanqui (décimo gobernante) situado por Guaman Poma frente a unos Apus;

281
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

está hablando con todas las huacas, lo que puede implicar que en el esquema
del pensamiento indígena el Sapa Inca haya tenido plenos poderes sobre todos
los seres sobrenaturales que fueron considerados divinidades, cosas o lugares
de adoración religiosa, tradiciones instituidas desde la época de Pachacútec.
Según Guaman Poma, el propio inca pudo llegar a controlar a las deidades
tutelares de los pueblos periféricos al Cuzco y de todos los alrededores de
las cuatro regiones del mundo conocido, en una relación ritual entre él y las
demás deidades. Es significativo mencionar que en el Manuscrito Quechua de
Huarochirí [¿1598-1608?] también hay una infomación semejante en la cual
Huayna Cápac aparece charlando con las huacas (Taylor, 1999: caps. 14, 22
y 23). Este cruce informativo aparece refrendando la relación simbólica entre
huacas étnicas no-cuzqueñas y cuzqueñas. Recordemos que el Cuzco tuvo
que haber sido, según la concepción incaica, con o sin la venia de las etnias
subalternas de los alrededores, el centro del universo religioso. Por ello los
ídolos estaban colocados allí en contra del deseo de sus dueños originales,
prácticamente como rehenes al interior del Coricancha o de otras Canchas de
Hanan y Hurin. En este hecho podemos ver un hecho político de expresión
de poder y control multiétnico. Así, las huacas del Inca son descritas del
siguiente modo:
[…] Topa Ynga Yupanqui hablaua con las uacas y piedras y demonios y sauía por
suerte de ellos lo pasado y lo uenedero de ellos y de todo el mundo y de cómo auían
de uenir españoles a gouernar y ací por ello el Ynga se llamó Uira Cocha Ynga [el
Inka poderoso]. Pero lo demás de cosa de Dios no le enseñó a sauer, aunque dizen que
decían que abía otro señor muy grande más que ellos. Eran diablos y ací decían zupay
[espíritu malo], que por tal le conocían por supay, y ancí de ellos sauían todo lo que
pasaua en Chile, en Quito. De preguntar a estos supayconas [espíritus malos] tenía
oficio los hicheseros pontífises llamados cunti uiza, ualla uiza.391

En nuestra lectura de la Nueva Corónica hemos detectado que Guaman Poma


enfatiza la época del décimo inca como un modelo de gobierno de la época
de la gentilidad, ya que él lo describe como un eficiente gobernante que creó
una sociedad ordenada, justa y controlada, en la que no se producían excesos
morales como los que don Felipe denuncia de cara a la vida social hegemonizada
por los españoles. Así vemos cómo destaca los poderes que poseía, tales como
hablar (oráculos) con las huacas (montañas, ríos, árboles) y las piedras (hitos
391 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 264).

282
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

naturales situados en accidentes topográficos),392 incluyendo a los demonios


que no son sino los artefactos legales con los cuales se nominaba y combatía
la idolatría. Lo destacable de estos estereotipos culturales estriba en cómo los
indígenas aprendieron estos elementos de prueba para refutar las creencias
de la antigua sociedad andina y subrayar como doxa permanente (una idea-
fuerza) la prodigiosa convicción de los nuevos cristianos.

En este diálogo inferimos una relación de poder entre las creencias


incaicas y las demás creencias étnicas que presumiblemente implicaban
necesarias relaciones rituales que los cuzqueños debían realizar, respetar y
mantener para llegar a acuerdos razonables con sus súbditos, como lo subraya
Rostworowski (2014) respecto de la Mita multiregional agrícola, minera o
militar. Sus poderes incluían, del mismo modo, la posibilidad de visionar
el futuro, pues el Sapa Inca poseía facultades oraculares —un rasgo central
del poder de las huacas, las deidades y del Hijo del Sol—, como lo revela
el hecho de que antes de morir el undécimo Rey Huayna Cápac (infectado
por una desconocida enfermedad, quizás viruela) tuviese un conocimiento
mágico-ritual adivinatorio, o sea la capacidad de reaccionar ante los hechos
o acontecimientos como la llegada de los españoles (acontecimiento que
también el Inca Garcilaso registró). Nathan Wachtel llamó «mentalidad
ritual» a esta situación que en parte explica la caída del gobierno cuzqueño,
dadas sus diferencias mentales y culturales que los pusieron en desventaja
ante los españoles.393

A continuación, enfrentamos otro problema interpretativo en la obra de


don Felipe. El Sapa Inca Túpac Yupanqui se transforma en Uira Cocha Ynga,
personaje histórico que, como sabemos gracias al Inca Garcilaso, pudo haber
sido el padre de Pachacútec, noveno gobernante. Esta información es oscura.
También puede interpretarse así: Túpac Yupanqui adquiere por sus facultades
la capacidad de realizar prodigios mágicos y oraculares propios de la principal
deidad del Coricancha: Tecsi Uira Cocha. Plausible a medias, en verdad. Es
muy difícil el tema, hay que admitirlo. El problema de la Cápac Cuna aún es
de incierta resolución. El décimo Sapa Inca nunca tuvo conocimiento sobre

392 Taylor (1999: cap. 23).


393 Wachtel (1976: Segunda Parte, Cap. 1, III y Cap. 3, III).

283
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

el Dios cristiano, desde luego. En el esquema providencial de Guaman Poma


(los ideales jesuitas influyeron en su forma de pensar), los andinos habían
conocido en el pasado a Dios (lo cual valida la presencia de los apóstoles
San Bartolomé y Santo Tomás, una invención teológica), pero perdieron ese
conocimiento.394 Más bien, el Inca supo de la existencia de otros diablos que
influyeron en su persona y su gobierno: los llamados Supayconas. Estos seres
demonizados por la evangelización le proveían la habilidad (maligna, por
cierto) para saber lo que ocurría en lugares tan extremos como Chile y Quito.
En este contexto, tenemos informaciones que deben ser comentadas dada su
contigüidad temática:
Y ací hablaua con ellos Topa Ynga Yupanqui y quiso hazer otro tanto Guayna Capac
Ynga. Y no quicieron hablar ni rresponder en cosa alguna. Y mandó matar y consumir
a todas las uacas [divinidades de nivel local] menores; saluáronse los mayores. Dizen
que Paria Caca rrespondió que ya no abía lugar de hablar ni gouernar porque los
hombres que llaman Uira Cocha [los poderosos] abían de gouernar y traer un señor
muy grande en su tienpo o después cin falta. Esto le rrespondió las dichas uacas
ýdolos al Ynga Guayna Capac Ynga; de ello fue muy triste a Tomi.395

Existieron personeros llamados Supayconas quienes ejercieron como


pontífices que el autor denomina “cunti uiza” y “ualla uiza”. Ellos se
relacionaban mediante sus artes mágicas con Túpac Yupanqui. En la
situación descrita existen dos momentos que interesa relevar: uno, el silencio
que guardan ante el Sapa Inca que los interpela, y, dos, la cólera ante este
silencio que experimenta el inca quien reacciona con suma vehemencia,
eliminando a todas las huacas menores, salvándose únicamente las mayores.
Esto demuestra que si bien el Sapa Inca poseía todas las prerrogativas de las
relaciones con las huacas de las otras etnias debía mantener necesariamente
una relación constructiva con ellas (en el ámbito de la reciprocidad y sus
valores sociales), aun cuando en algunas situaciones particulares eliminase a
cierta huaca, lo que equivalía posiblemente a neutralizar o penalizar a ciertas
etnias por determinados motivos, como cuando Manco Inca II castigó a los
Huancas destruyendo a Huarivilca.

Guaman Poma describe cómo el décimo Sapa Inca Huayna Cápac


no conforme con el antiguo orden religioso decide reordenar el mundo
394 Pease (2010: Cap. X).
395 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 264).

284
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

sobrenatural y hacer desaparecer aquellas expresiones menores, conservando


sólo las mayores. En el marco mítico del relato el Apu Pariacaca, de gran
importancia en la sierra central, vaticinó que habrían de llegar unos “Uira
Cochas” liderados por un señor muy grande en un tiempo más, revelación
que habría hecho el apu y las huacas cunti uiza y ualla uiza al propio Sapa
Inca Huayna Cápac, quien al tomar conocimiento del hecho se habría ido a
Tumipampa en actitud triste. En otro ámbito de sus informaciones Guaman
Poma nos dice: “Que los Yngas tienen tierra señalado en todo este rreyno para
sacrificios llamado usno [construcción ceremonial], que es para sacrificar
cienpre capac ocha [afrenta al Inka, sacrificios humanos] al sol y a las uacas,
uaca caray [dar de comer a la waqa], al caminar apachita [adoratorio]. Es la
ley y sacrificio de los Yngas.”396 Los ushnus son estructuras arquitectónicas
cuadradas de diversos niveles superpuestos, que organizaban un cierto
patrón urbano, espacios sagrados que el inca utilizaba para situarse en su
punto más alto ante grupos de comunidades y personas que eran reunidos
en oportunidades de asamblea y/o reuniones políticas del gobierno local,
duplicando los hitos simbólicos creados en el Cuzco. En esos ushnus,
ubicados en lugares prominentes o de altura, se realizaban ritos tales como
los “cápac ocha” (sacrificios humanos) dedicados al Sol —Inti y Punchao—
y alimentos que llama “uacas caray”. Igualmente, menciona a las Apachetas
que constituyen hitos de piedras en forma de torres que son ofrendados por
agricultores, ganaderos (huaris y llacuaces), colonos, guerreros o mensajeros
(Chasquis). Todas estas informaciones que relatan expresiones materiales de
las antiguas creencias fueron parte del sistema legal y territorial que el Sapa
Inca intentó controlar y administrar.

Con respecto a los Cápac Ocha, y al lugar donde supuestamente se


realizaron, el Coricancha, nuestro autor nos dice:
De cómo el Ynga sacrificaua a su padre el sol con oro y plata y con niños y niñas de
dies años que no tubiesen señal ni mancha ni lunar y fuesen hermosos. Y para ello
hazía juntar quinientos niños de todo el rreyno y sacrificaua en el tenplo de Curi
Cancha, que todas las paredes alto y bajo estaua uarnecida de oro finícimo y en lo alto
del techo estaua colgado muchos cristales y a los dos lados dos leones apuntando el
sol. Alumbraua de las uentanas la claridad de los dos partes [...]. [E]ntrauan el uiento
del soplo y salía un arco que ellos les llaman cuychi [arco iris]. Y allí en medio se ponía
396 Ibíd.: 264.

285
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

el Ynga, hincado de rrodillas, puesta las manos, el rrostro al sol y a la ymagen del sol
y decía su oración. Y rrespondía los demonios lo que pedía y detrás sus ycheseros
pontífeses ualla uiza, conde uiza, haziendo serimonias de los demonios. Y por las
uentanas los prencipales haziendo oración adorando al sol.397

Se ofrecían al Sol niños y niñas de diez años, junto con objetos de plata
y oro, obra de orfebres especializados en fina artesanía ritual. Estos niños
tenían que ser impolutos, símbolo de inocencia y belleza. La lógica religiosa,
al parecer, privilegiaba lo más querido para ofrecer sacrificios que por
ello tuviesen el poder suficiente para agradar a las deidades y para que el
máximo acto tuviese los efectos deseados. ¿De dónde provenían esos niños?,
¿pertenecían a las Panacas? ¿O más bien eran tomados de familias de
Curacas subalternos o de familias Runa? Aparentemente, dependiendo de la
naturaleza del acto que se esperaba aplacar con la ofrenda humana, como la
muerte del Sapa Inca, sismos o terremotos, crisis climáticas, hambrunas, se
elegía a los sacrificados. Los sacrificados se extraían de las etnias y jerarquías
que componían las sociedades indígenas. Podemos dudar de que la cantidad
de quinientos niños fuesen realmente reunidos en el Coricancha con el fin
de ser inmolados. Probablemente la cantidad sea una exageración cristiana
arraigada en la mentalidad española ante los sacrificios humanos en el Nuevo
Mundo, particularmente de los aztecas en México Tenochtitlan, de los que se
dice que realizaron hasta 20 mil sacrificios, lo cual parece una exageración
interesada.398 Recuérdese que la experiencia de los españoles en la época de
la conquista de América marcó un legendario imaginario cristiano que luego
operaría en forma adversa para los indígenas, ya que este asunto teológico
y jurídico ayudó a establecer una tabula rasa con la cual conquistadores
y colonizadores consiguieron una justificación adecuada de sus propias
acciones, así como los sacerdotes obtuvieron los argumentos que explicaban
la intervención del Demonio. Pero si esto ocurrió como señalamos es posible
que el hecho contextual haya generado resentimiento tanto en la etnia de origen
como en los padres y familia de los niños sacrificados, lo que pudo generar
animadversión contra los incas. También es posible que otros individuos
hayan creído sinceramente en el valor de los Cápac Ocha, y que los valoraran
incluso como actos de prestigio, cediendo por ello a sus hijos y pasando a
397 Ibíd.: 264-265.
398 Véase Prescott [1835]; Gibson (1964); Matos Moctezuma (2006); Lockhart (2013).

286
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

ser sujetos de veneración, así como el niño o niña sacrificado pasaba a ser
considerado huaca. En consecuencia, es posible que el espíritu de Guaman
Poma haya sido el que terminase sesgando esta información para utilizarla
contra los incas, dado que moralmente estos actos eran incompatibles con la
religión cristiana. Su conciencia política, en este sentido, se formó durante la
época toledana, lo que explicaría en parte su intransigencia anti-idolátrica. El
que los niños fuesen sacrificados dentro del Templo del Sol también genera
muchas dudas ya que el lugar de los Cápac Ocha eran básicamente sitios de
altura o cimas nevadas de los Apus. Nada semejante hubo en los Andes como
lo que ocurría en la cima de los templos y cúes aztecas donde los sacrificados
eran víctimas de extirpación de corazones (sujetos de otras etnias que eran
capturados en las Guerras Floridas). Es posible presumir que esos niños
tuviesen otro destino sagrado, altamente simbólico y místico, como lo viene
revelando la arqueología de altura.399

Resultan atractivas las descripciones físicas del templo más importante


del Cuzco. Guaman Poma señala que las murallas del Coricancha, altas y
bajas (murallas externas perimetrales y murallas internas que creaban otras
dependencias más pequeñas) estaban adornadas con planchas de oro, lugar
común en las crónicas, pero aún más resaltante es el relato según el cual en
los techos de recintos interiores colgaban una serie de cristales, mientras que
a ambos lados de un cierto punto (quizás un umbral), que Guaman Poma
no especifica, hubo dos pumas esculpidos en piedra, que miraban hacia el
este, lugar del nacimiento del Padre Sol. El recinto tenía seguramente una
disposición que permitía aprovechar el trayecto de la luz solar a lo largo de todo
del día. La arquitectura sagrada, en efecto, consideraba una serie de detalles
que realzaban aspectos simbólicos que daban fuerza a los espacios físicos
humanizados mediante actividades rituales.400 Guaman Poma expresa que
también existía la representación de un arcoíris (Cuychi Punku); no sabemos
en qué soporte, tal vez algo semejante a las Unanchas (un tipo semejante a
lo que conocemos como bandera o emblema) bajo cuyo arco el Sapa Inca se
ubicaba para poder realizar las oraciones correspondientes o los actos rituales
de rigor, según lo que indicaba el calendario ritual en el marco de su relación
vis á vis con la deidad solar.
399 Martínez Armijo (2005: Parte IV).
400 Canziani Amico (2009: Cap. 8).

287
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Entonces, agrega Guaman Poma, el Sapa Inca comenzaba a


comunicarse con los demonios, es decir, con las deidades que encarnaban
la ideología de los cuzqueños (Inti, Uira Cocha, Illapa), cuando se refería a
los fenómenos naturales deificados o frente a los espíritus, o cuando hablaba
con los Mallquis o antepasados momificados. Debemos precisar que el autor
cuestiona a los incas a lo largo de toda su obra por su carácter idolátrico. Esta
es sin duda una constante de la Nueva corónica y un argumento central del
texto. Estos demonios, que llama conde uiza y uallauiza, respondían según
lo que preguntase el Sapa Inca, o sea al establecer el acto oracular.401 Estas
imágenes están marcadas por la postura cristiana de don Felipe y constituyen
sus argumentos centrales: que los incas fueron idólatras en un momento
previo de preparación para el advenimiento del reino cristiano: un eslabón
teleológico más según la doctrina única y figura constante que proyecta el
carácter tiránico de los incas. Pero a menudo Guaman Poma tuvo que lidiar
con el hecho irrefutable de que la población vivió mejor en aquella época, y
no así en la sociedad colonial que testimonia directamente ya que ésta estaba
francamente corrupta, la explotación era insoportable y los andinos eran
la principal víctima de aquel régimen. Esta ambivalencia, inevitable como
problema jurídico, es parte de los argumentos del autor.

En las descripciones del Coricancha nuevamente aparecen elementos


que permiten visualizar la forma física del Templo del Sol. Podemos imaginar
al Sapa Inca realizando sus ejercicios espirituales. Y, como ya es prolijidad,
la crítica del indio cristiano a la escena que considera una ceremonia de
demonios. En el caso que analizamos a continuación, Guaman Poma nos
comenta sobre una ermita llamada Pumap chupan:
Y allí en medio se ponía el Ynga, hincado de rrodillas, puesta las manos, el rrostro al
sol y a la ymagen del sol y decía su oración. Y rrespondía los demonios lo que pedía
y detrás sus ycheseros pontífeses ualla uiza, conde uiza, haziendo serimonias de los
demonios. Y por las uentanas los prencipales haziendo oración adorando al sol. Y
tenía el dicho Ynga otra hermita y sacrificio de la luna que llamaua Pumap Chupan.
Sacrificauan a la luna, dios de las mugeres, y entraua la coya [reina] a sacrificar con
sus hecheseras; como el Ynga haziendo sus oraciones, pedía lo que quería. Otro
tenplo del luzero Chasca Cuyllor [Venus], Chuqui Ylla, uaca billcacona [divinidades
locales]. Que entrauan a sacrificar los auquiconas y nustacona [princesas], prínsepes,

401 Curatola Petrocchi (2008: 15 y ss); Ziółkowski (2008: 121 y ss); Spalding (2008: 273 y ss).

288
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

que eran dioses de ellos de los menores. Y entrauan con sus hecheseros y pedían lo
que querían en su oración.402

En este caso, este espacio del Coricancha, situado hacia su extremo sur, era el
lugar donde se propiciaba a la Madre Luna (Quilla), astro que evidentemente
poseía para los incas un carácter femenino, por oposición y complementariedad
al Padre Sol (Sol = Inca/Luna = Coya).403 En este espacio es donde la Coya, su
esposa y hermana, tenía el vínculo sagrado y místico con la Luna. De manera
similar como el Sapa Inca con el Padre Sol, la Coya igualmente solicitaba sus
peticiones a la Madre Luna, obteniendo las respuestas requeridas. Es posible
que también en estos ritos haya estado en juego el rol femenino en el sistema
de parentesco incaico, es decir, el poder de las mujeres en su relación de las
Panacas más encumbradas que daba líderes al gobierno (matrilateralidad).404
La fiesta de la Madre Luna se celebraba en el mes de septiembre: Coya
Raymi. Además, Guaman Poma señala otro hito físico al interior del templo
de oro: un templo pequeño llamado Chasca Cuyllur (Venus), al cual acudían
tanto auquiconas como ñustaconas, varones y mujeres jóvenes (príncipes/
princesas), respectivamente. El rango de Venus era obviamente menor al Sol
o la Luna: era considerada esta estrella (el planeta Venus, en realidad) criada
del Sol y la Luna, y se puede observar en sus dos ciclos al amanecer (Chaska
Coyllur) o al atardecer (Choque Chínchay).405

El templo Coricancha, según estudios modernos (Gasparini y Margolies,


1977; Angles, 1988; Protzen, 1993; Makowski, 2016), fue uno de los lugares
centrales de la ciudad del Cuzco, tal vez en un mismo plano de importancia
con Saqsaywaman. La calidad de sus muros y su estructura general así lo
demuestra, fuera del hecho de que seguramente constituía el corazón de
la mitad Hurin Qosqo, lo cual implicó que en este sector de la ciudad se
concentraba el poder espiritual del Villac Umu y sus servidores. La presencia
de la élite del santuario del Sol le confería una potente importancia según
las antiguas cosmovisiones y estructuras socio-organizativas. Hemos visto
varios aspectos de la estructura arquitectónica y humana del antiguo Cuzco.

402 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 265).


403 Murra (2002: 382).
404 Rostworowski (2007: 23-61); Hernández Astete (2007: 63-85).
405 Zuidema (2010: Cap. 2); Bauer y Dearborn (2019: 94 y ss).

289
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Hemos indicamos cómo la fisonomía física de la Ciudad Sagrada cumplía una


función neurálgica que se organizaba a partir del llamado Sistema de Ceques,
complejo sistema que logró articular población, aguas, territorios, huacas
y apus, por lo menos desde la época denominada Inca Imperial, siguiendo
en parte el razonamiento de Zuidema (1995), y también levantando algunas
conjeturas propias sujetas a comprobación.

Volviendo a nuestras informaciones, vemos cómo Topa Inga Yupanqui


(un hombre semidivino, Huaca viviente), el señor principal del sistema religioso
y político del Tawantinsuyu,406 al controlar los recursos humanos también
podía influir en los sistemas de creencias de pueblos no-incas que estaban
sujetos bajo la religión oficial. Siendo la principal autoridad, rigurosamente
obedecida, y dueña de una mística intocable, le competía no sólo liderar a
su pueblo, sino que también poseía el poder suficiente para relacionarse con
todas las deidades, huacas o ancestros de todas las etnias obedientes a su
mando absoluto (Szemiński 2016b; Duviols 2016). Así, leemos que:
Mandó Topa Ynga Yupanqui que los yndios de tierra calliente o los yndios de la cierra
fuesen a lo calliente, llegasen al apachita [adoratorio]. En ello adorasen al Pacha
Camac [creador del universo] y por señal amontonasen piedra; cada qual lleuase una
piedra y lo echasen en ella y por señal dexasen flores o paxa torcido a lo esquierdo.
Hasta oy lo hazen los yndios deste rreyno este uicio de apachita.

Cómo el primer Ynga Mango Capac dio sentencia de que fuesen adorado las uacas
ýdolos y que los sacrificasen con las uñas y pestañas y cauellos. Y ací mandó que no se
las cortasen los yndios y las yndias deste rreyno y los pontífises tenían las uñas como
perros y demonios, ellos y sus mugeres y hijos daquella casta mala.407

Como hemos visto con las informaciones de Garcilaso, parece que los incas
tuvieron un especial vínculo con Pachacámac por lo que merecía adoración.
Podemos observar que don Felipe también nos entrega informaciones
semejantes. En el Documento Quechua de Huarochirí [¿1598-1608?] se
menciona este vínculo tanto con Pachacámac como con Titicaca (Taylor,
1999) e incluso se mencionan a dos soberanos que llevaban esas relaciones:
Tupac Yupanqui y su hijo Huayna Cápac. El autor estudiado aporta otras
evidencias que confluyen con las del Inca Garcilaso. Particularmente, sabemos

406 Murra (2002: Caps. III y VI); Zuidema (1995: 231 y ss, 2010: 68 y ss, 373 y ss); Pärsinnen (2005: 87 y ss).
407 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 265).

290
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

que los incas al conquistar Pachacámac construyeron en el mismo complejo


un Aclla Wasi y un templo denominado Punchao Cancha. Probablemente, no
solamente hubo hitos arquitectónicos, sino que también vínculos humanos
a nivel parental. Poco se sabe aún de los vínculos familiares con la gente
Yschma y con otros señoríos de la costa central (como Chimor o Chincha).
Se deduce del texto que individuos de tierra caliente (Yungas) en su camino
a las actividades agrarias y pastoriles elementales llegasen en la sierra a las
Apachetas y que en ellas realizaran sus ritos y ceremonias a la deidad costeña,
conquistada por Túpac Yupanqui.408 En tales hitos de piedra los Runa debían
dejar todo tipo de ofrendas. Guaman Poma menciona flores o paja. El autor
llama “vicio” a este acto de fe pre-cristiano.

Por otro lado, al referirse a los dictados (sentencias) de Manco Cápac, o


sea a la adoración de las “uacas ídolos”, señala que el Sapa Inca ordenaba que
en esta adoración se utilizasen cosas tales como “uñas, pestañas y cabellos”.
Entendemos que previamente existía la orden de que los indígenas no se
los cortaran. Así, Guaman Poma describe que estas prácticas hacían que los
creyentes lucieran como perros y demonios, agregando que estas personas
por ello pertenecían a familias idólatras o, como él las llama, de “mala casta”.
Es evidente que en estas informaciones vemos permanentemente una acción
impugnadora por parte de su artífice, críticas esperables en la estructura del
texto general que perseguía convencer al Rey de España de las injusticias
que afectaban a los andinos, y de su carácter dócil y atento. No menor es
el hecho según el cual su imaginación hace que los recursos literarios sean
más impresionantes y consigan captar mejor la atención política del que lo
debía leer. Crear discursos escritos en esa época requería de una imaginación
recalcitrante y casi delirante para cumplir su cometido y objetivo: convencer,
disuadir, obligar.

Enseguida pasamos una vez más a las fiestas incaicas:


Como dicho es, sacrificauan en el mes de Capac Ynti Raymi [festejo del señor sol] el
Ynga y su muger, Quilla Raymi [fiesta de la luna], y sus hijos, Chuqui Ylla [Marte?],
Chasca Cuyllor [Venus], y su dios, uaca, Uana Cauri Urco [un cerro] y Tanbo Toco
[los agujeros del tampu] y Titi Caca. Éstos eran los dioses ýdolos de los Yngas quando
se corona a ser rrey el Ynga y los señores a ser príncipes y se horadan las orexas y
408 Rostworowski (2014, T. III: Primera Parte, Cap. 4, 2006, T. I: Seguna Parte, Cap. VII).

291
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

fiesta de uírgenes. Estas dichas fiestas hazían con grandes taquíes [danza ceremonial]
y danzas; sacrificauan al dios de Uana Cauri y a Pacha Camac [creador del universo]
dos de los Yngas con dies niños y con otras cosas. Tanbién sacrificaua al Pacari
Tanbo con dies niños y oro y plata da donde dizen que salió el dicho Ynga. Todo esto
ordenó Mango Capac Ynga. […]. Y a los que no la hazían luego lo mandaua matar
y consumir toda su generación de ellos y en su pueblo mandaua senbrar sal para
memoria. [S]acrificauan al yllapa, al rrayo que agora les llaman Santiago, que mandó
coca y comidas y chicha, ayunando sal y no durmiendo con sus mugeres ni las dichas
mugeres con sus maridos, uelando una noche, pacariconmi, saciconmi, y por otro
nombre le llaman Curi Caccha [resplandor del oro], Yllapa [el rayo].409

Los meses de Cápac Inti Raymi y Quilla Raymi equivalen a nuestros meses
de diciembre y septiembre, respectivamente; por su parte, este esquema de
equivalencias (re-estructuraciones forzadas) fue una labor socio-ideológica
de los evangelizadores quienes lograron adaptar el sistema temporal andino
(Watana) al calendario Gregoriano.410 En aquellos tiempos sagrados se
realizaban sacrificios a los hijos de Chuquilla, Chasca Cuyllur, y la “uaca
Uanacauri Urco y Tambotoco, y Titicaca”. Como podemos ver, se trata
de varios ritos dedicados a deidades diferentes que estarían seguramente
relacionados, dando sentido al mundo y al cosmos. Según Guaman Poma,
estas eran las deidades de los incas. Nos llama la atención que desde el lago
Titicaca hasta el Apu Huanacauri estas deidades encajen bastante bien con el
trayecto mítico de la fundación del Cuzco por la Pareja divina o las Cuatro
parejas, lo que habla a favor de la calidad de las informaciones de la Nueva
Corónica. Sin embargo, estas informaciones no son exactas del todo, ya
que al menos Huanacauri y Tambotoco se refieren más bien a Pacarinas o
lugares de origen. La tabula rasa impuesta no reparó nunca en los matices.
Chuquilla (las estrellas y sus hijos) y Chasca Cuyllor (Venus) corresponden
más bien a apreciaciones astronómicas que se relacionaban con los saberes
y conocimientos vinculados con el clima y la agricultura (Bauer y Dearborn,
2019: Cap. 1). Estas fiestas, siguiendo con la lógica argumental interna, se
desarrollaban a través taquíes, danzas y sacrificios, en homenaje del “dios
Uanacauri y a Pacha camac”, y con el sacrificio de dos niños incas de diez años.
Asimismo, a Pacaritambo también se le sacrificaba un niño inca de diez años,
con oro y plata. Agrega Guaman Poma que era la Pacarina el lugar del origen

409 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 267).


410 Cox (2002: 42 y ss).

292
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

incaico. Todo esto se realizaba según las ordenanzas de Manco Cápac, recalca
el autor. Cuando Guaman Poma habla de “mochar al sol y a la luna, y a las
estrellas y uacas, y piedras y peñas, y lagunas”, no podemos dejar de prestar
atención a otro asunto fundamental para la ciudad del Cuzco y en realidad para
todo el mundo andino: la divinización de las aguas, ya fuesen celestes (lluvias)
o terrestres (ríos, arrollos y acequias). Las aguas estaban en la base mágica
de la economía-política cotidiana (Sherbondy, 2017: Cap. 4). Las acequias
que llegaban al Cuzco provenían de lagunas, lagos o ríos de los alrededores
(por declive topográfico desde una zona de altura, o sea desde Chinchero).
Los cursos de aguas naturales y artificiales han sido relacionados con la
administración de las Panacas inscritas en el Sistema de Ceques, que desde
Haucaypata dividía arriba y abajo, es decir Hanan y Hurin, y sus respectivos
barrios en los cuales habitaban los grupos corporativos de parentesco incaico
o Ayllus reales de donde salían los administradores y oficiales de gobierno,411
mientras que los ríos Saphy, Chunchulmayo y Huatanay también se prestaban
para cumplir sus funciones rituales como en la Fiesta Citua, cuando la Ciudad
Sagrada era limpiada de los males o enfermedades por sus propios habitantes.

Es claro que a través de estas informaciones don Felipe intentaba


establecer que la antigüedad andina era eminentemente politeísta (gentil,
concepto que aludía a la antigüedad clásica europea), en oposición a la religión
única a la cual él y su familia se habían plegado desde la época de la conquista.
Estas informaciones intentan validar su condición de súbdito del Rey e hijo
de la Iglesia, cuestiones esenciales en la sociedad colonial, y también como
validación de su rol de escribano y cronista, traductor y dibujante. De esta
manera su propuesta para mejorar la vida de los andinos, según su anhelo,
podía adquirir mayor prestigio ante los ojos del Soberano español. Así, astros,
animales, geografía y ecología de los Andes fueron señalados como los
principales hitos de la religión andina. Del mismo modo, también afirma que
quienes se oponían a estos dioses y sus ritos eran condenados a muerte por los
incas, mientras que su memoria era borrada, lo que demostraba su crueldad y
tiranía. Ya sabemos que en esto seguía la política oficial toledana, es decir a
los escritos de Sarmiento de Gamboa [1572].412
411 Sherbondy (2017).
412 Santillán [1563]; Matienzo [1567]; Sarmiento de Gamboa [1572].

293
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Hay aún otras informaciones tocantes a la Cápac Ocha que interesa


comentar. Nos dice don Felipe:
De cómo ordenó bestidos y rropa de sus dioses uacas le llaman capac ocha […]. Lo
hazían de cunbi [tejido fino] y de Auasca [corriente] y de su baxilla de oro y plata
y de uarro y mullo [concha] y cobre y donde soterraua y tenía pastos y sementeras
y ganados y yndios llamados yana yaco del sol y de las uacas ýdolos deste rreyno.
Pacha Cuti Ynga dio orden muy mucha hazienda para sacrificar a las uacas y de las
casas del sol y tenplo de Curi Cancha; el trono y aciento de los Yngas llamado usno
[construcción ceremonial] en cada uamani [distrito administrativo incaico] señaló. De
cómo por suerte de los demonios sauía todas las minas deste rreyno de plata, de oro,
cobre, estaño y plomo, azogue y colores y por no tener herramienta no las sacauan
tanto rrequiesa […]. [T]odos los Yngas desde su antigua comensaron a ydulatrar
y fueron a más ydúlatras los Yngas y salieron muchos hicheseros y pontífeses y
obispos y saserdotes, otros buenos y otros falsos. Los buenos los llaman criado de
los demonios que hablaua con ellos, cómo Mama Uaco, coya [reina], y los rruynes
engaña al diablo y a los yndios. Dizen que le habló, no le hablando; dizen que comió
y beuió, no comiendo.413

Destacamos la alusión a los Cápac Ocha y la dedicación de vestidos y


ropa, hechos de ropa fina (Cumbi) y ropa común (Ahuasca). Al cuerpo
del difunto también se le asignaban objetos confeccionados de oro y plata
(vasijas, Queros/Aquillas, representaciones en metales nobles de hombres
y animales…), y de otros materiales como barro, Mullu (Spondylus spp.),
piedras preciosas (esmeraldas) y cobre. Es destacable lo que Guaman Poma
señala sobre las haciendas que sustentan económicamente a estas expresiones
de la religiosidad andina, o sea con lo que se les ofrendaba materialmente.
Como sabemos, (p. e. Murra, Rostworowski, Rowe) de la producción total del
Tawantinsuyu tres tercios fueron separados para cada uno de las estructuras
e instituciones constituyentes. El noveno Sapa Inca, Pachacútec, fue quien
aparentemente organizó este sistema que conocemos como la tripartición del
sistema productivo, de las tierras en las zonas conquistadas: tierras del inca,
del culto sagrado al Sol y de las comunidades étnicas.414 Túpac Yupanqui,
según podemos interpretar del texto, pudo haber sido una gran estadista al
introducir muchas reformas que perfeccionaron el sistema de gobierno. No
por nada Guaman Poma utiliza la imagen de este inca como ejemplo de un
Buen Gobierno. Menciona asimismo que estas ofrendas también se asignaban

413 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 267).


414 Murra (1975: Caps. 2 y 4, 2007: 62 y ss, 2002: Cap. II); Rostworowski (2006: Segunda Parte).

294
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

a las Casas del Sol y al templo de Coricancha; menciona igualmente las figuras
del usno y uamani, estructura ritual pétrea y Apu o región, respectivamente.
Otras consideraciones destacables son aquellas que dicen relación con ciertas
atribuciones que el Sapa Inca poseía gracias a los poderes diabólicos debidos
a su relación con el Demonio, como por ejemplo la capacidad para encontrar
ricas minas de diferentes minerales, y otras expresiones un tanto oscuras que
hacen alusión al modo en que se comportaba el Hijo del Sol con las huacas.

Hemos visto algunos elementos esenciales de las informaciones que


Guaman Poma nos proporciona en relación al tema de la religión en el esquema
ideológico de la sociedad cuzqueña. Si bien estas informaciones son valiosas
desde el punto de vista etnohistórico, debemos tener siempre presente que se
trata de un cronista que pretende en su obra realizar proselitismo colonial pro-
cristiano, a la vez que validar la idea de un nuevo gobierno probo, según su
tesis política. Además, se debe considerar que su experiencia como individuo
miembro de la sociedad colonial lo lleva a decepcionarse del gobierno
virreinal, dadas las sistemáticas injusticias e irregularidades que el sector
hispano llevaba adelante en contra de los intereses de la población indígena,
lo que atestiguó personalmente ya que le tocaron a él mismo: el juicio por
tierras de Chupas, la cárcel que padeció y la expulsión de su pueblo.415 Es en
estas oscilaciones racionales del pensamiento de don Felipe donde podemos
percibir directamente las contradicciones, ambivalencias y ambiguedades que
se develan en el discurso ideológico de este sagaz y transgresor escritor.

El estudio de un texto cuya estructura es polar nos exige una


comprensión de la dialéctica de las dos culturas evidenciadas en su interior,
de la comprensión del doble prisma a través del cual don Felipe expresa sus
impresiones sobre su tiempo social.

Geografía y política
A continuación, revisamos las informaciones que nos entrega Guaman Poma
sobre huacas y apus del mundo andino antiguo, un tema que nos ha ayudado
a comprender mejor la naturaleza del control multiregional de los incas en los
Andes.
415 Wachtel (1976: Segunda Parte, Cap. 3, IV, 246 y ss); Pease (2010: 265 y ss); Ossio (2008: 43 y ss, 75 y ss,
130 y ss).

295
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Zona Norte. El área regional denominada Chinchaysuyu corresponde al sector


nor-oeste en el esquema tetradireccional del Tawantinsuyu. Geográficamente
abarcó sierra, costa central (Chincha y Pachacámac) y especialmente la
costa. Según sabemos, este sector tuvo una importancia muy relevante
conjuntamente con el cuadrante Collasuyu. Probablemente constituyó el
sector más prestigioso en el esquema dual y cuatripartito, correspondiendo a la
mitad Hanan Suyu, caracterizado por ser un espacio geográfico y natural que
dos antiguas sociedades habían domesticado siglos antes: la cultura Moche
y su heredera la cultura Chimú. Es conocido el hecho de que los Sapa Inca
Pachacútec y Túpac Yupanqui trasladaron al Cuzco a los mejores orfebres
y alfareros de la etnia Chimú, además de otros oficiales especializados para
su beneficio, quienes se asentaron en las proximidades del complejo urbano
central del Cuzco.

Podemos apreciar en los dibujos de don Felipe una escena caracterizada


por la adoración de las huacas y apus de la época antigua (véase p. e.
POMA0258v, POMA0274v, POMA0289v, POMA0291v, POMA0293v,
POMA0295v, POMA0297v en el Sitio de Guaman Poma/Det Kongelige
Bibliotek). Estos gestos o actos rituales poseen un carácter panandino
en el que destacan los sacrificios humanos (infanticidios), la presencia de
sacerdotes, el carácter público de las rogativas, el uso de productos de todo
tipo para las ofrendas mortuorias, entre otros. El Chinchaysuyu constituía uno
de los sectores más importantes del Tawantinsuyu, y ello no sólo por tener
como capital a la ciudadela de Chan Chan y por los espléndidos recursos del
mar (sobretodo Mullu) y del campo, también por su población especializada
en las artes y las técnicas, la navegación, pesca y comercio a través de grandes
distancias (por el norte tal vez hasta islas del Pacífico, isla de las Perlas y
Guatemala; por el sur quizás hasta el centro de Chile, o más allá), por su
población agricultora y pescadora, sino también por constituir una zona de
base que permitió el acceso a las zonas del interior, hacia el oriente, como
Chachapoyas y Cajarmarca, y por su acceso a las tierras del norte, Tumbes,
islas adyacentes como La Puná, Piura, Guayaquil, con mares calientes y
conchas valiosas, y Pasto (Colombia, tierra rica en esmeraldas), más hacia

296
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

el norte, siendo finalmente las últimas fronteras extremas de la expansión


inca.416

Muchas de las tradiciones y creencias religiosas de los chimúes se


basaban en la adoración de los ancestros que habitaban tanto en el mar
como en el espacio celeste. Destacan igualmente las prácticas mortuorias
de momificación, sus conceptos e ideología acerca de la muerte, y la propia
ubicación ritual de los cuerpos de los difuntos.417 Costumbres que eran
fundamentales para el mundo de los vivos y aseguraban su vínculo parental
con los ancestros, quienes con el paso del tiempo pasaban a ser finalmente
parte de las deidades. Veamos las informaciones que a este respecto nos
entrega Guaman Poma:
Sacrificauan con criaturas de cinco años y con colores y algodones y tupa coca y
fruta y chicha. Y los yndios Yauyos al ýdolo de Paria Caca sacrificauan con chicha y
mollo [concha] y uaccri zanco [pan remojado en sangre] y comidas y conejos. Los
yndios Uancas, Xauxa, Hanan Uanca, Lurin Uanca sacrificauan con perros porque
ellos comían perros y ací sacrificauan con ello y con coca y comidas y sangre de perro
y mollo. Y ací dizen que dezía: “Señor guaca Caruancho Uallullo, no te espantes
quando digere ‘uac’ [ladrado] que ya saues que son nuestros ganados.” Y ací hasta oy
día les llaman Guanca, alco micoc [Wanka, come-perros]. […]. Aymarays sacrificauan
Quichi Calla con plata y oro y con cinco niños y carneros pacos [alpaca] y agí, lana de
colores en cada año. Y los demás yndios Chinchay Cochas, Tarmas, Yauyos, Guanoco,
Guaylas, Chachapoya, Cañari, Cayanpi, Quito, Angarays, Tanquiua, Sora, Lucana,
Andamarca, Parinacocha, Quichiua sacrificauan cada uno en sus uacas ýdolos que
son muy muchos […]. Que a cada destos sacrificauan con criaturas y con oro y plata y
rropa, comida y uaxillas de lo que hallauan en todo Chinchay Suyo sus sacrificios.418

Guaman Poma identifica a los principales del Uarco vinculados a las huacas
de “pacha Cámac” y “Aysa vilca”. Según indica, se realizaban sacrificios
humanos con niños de cinco años, y se utilizaban ofrendas tales como colores
y algodones, también “tupa, coca, y fruta y chicha”. Identifica a los pueblos
del área: Yauyos, Uanca, Aymarais, que como sabemos habitaban el área de la
sierra central próxima a la costa central. Los Yauyos adoraban al Apu Pariacaca,
y le ofrendaban chicha de maíz y Mullu (Spondylus spp. y Strombus spp.),
también “uaccri zanco, y comidas y conejos” (cuys). En tanto, los Huancas
de Jauja sacrificaban perros, coca y otras comidas que no especifica. Según
416 Netherly (1998).
417 Ravines (1980: 211 y ss).
418 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 269).

297
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

podemos colegir, los Huancas adoraban al Apu Caruancho Uallullo (Taylor,


1999: Caps. 1, 5 y 6) que luchó contra el Apu Pariacaca y perdió en esa lucha
su lugar de preeminencia.419 Las actividades de estos Yungas corresponden al
pastoreo de animales camélidos en las alturas de la sierra norte. A este grupo
étnico les llamaban peyorativamente “Guanca alco micoc” (en quechua:
“Huancas come-perros”), posiblemente para descalificarlos. También en su
texto Guaman Poma le informa al Rey Felipe III que esta etnia a comienzos
del siglo XVII aún practicaba este tipo de actos, especialmente comer perros,
por lo que aconseja castigos que permitan extirpar de sus hábitos esta práctica
anticristiana. Por otro lado, los llamados Aymarais sacrificaban a sus dioses
con Quichi calla, incluyendo objetos de plata y oro, e igualmente celebraban
dos sacrificios humanos con varios niños, además de “carneros pacos, y ají,
lana de colores, en cada año”. Así resume Guaman Poma las prácticas rituales
que estos pueblos realizaban a las deidades locales.

Don Felipe menciona a los otros pueblos integrantes de esta región,


entre ellos: “Chinchaycochas, Tarmas, Yauyos…”, pueblos que compartían
las mismas creencias con diferencias locales específicas. Estos grupos étnicos
desde épocas remotas sacrificaban infantes, objetos de oro y plata, comida,
vajillas, utensilios, y en fin todo tipo de productos propios del territorio.
Revela, además, la especial atención que le brindaban a Pariacaca y al oráculo
costeño de Pachacámac. Es importante recordar que don Felipe pertenecía
al área comprendida entre los pueblos Soras, Lucanas y Andamarca, por
lo que su conocimiento es de primera mano, aún en los tiempos en que él
escribe: 1580-1615.420 No menor es la consideración de que fue precisamente
en esta área donde los incas comenzaron a perder el control de su gobierno
multiregional, dadas las fuertes discrepancias latentes entre estas etnias y los
incas del Cuzco.

Nos parece importante analizar estas informaciones que nos permiten


hacer más nítida la capacidad de Guaman Poma para exponer las principales
características de los sistemas de creencias religiosas locales, costumbres
419 En el Manuscrito Quechua de Huarochirí tenemos noticias sobre el enfrentamiento de estas deidades
(Taylor, 1999). Relacionar etnohistóricamente estos datos con los que se expresan en el Manuscrito de
Huarochirí, sobre todo en relación a las huacas y apus de altura, resulta muy esclarecedor respecto de la
memoria colonial de los andinos.
420 Adorno (2000: Intro); Ossio (2008: 75-132), Pease (2010: Cap. X).

298
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

y creencias en el plano de los ritos, orientados a mejorar las condiciones


agrarias, ganaderas, pesqueras y mercantiles como en Chincha.421 Su punto
de vista logra exponer de una manera inédita la problemática situación de
cómo fue reconstruido el pasado andino en los programas literarios. Propone
por lo tanto dos conflictos de solución de continuidad: 1) la tradición andina
antigua, y 2) la textualización de la memoria (Salomon, 1982, 1994) que
habría performado definitivamente la memoria acerca de la cultura antigua,
la forma de su historia (mítica) y sus originales formas de pensamiento. La
organización social del Tawantinsuyu aparece en sus textos como fruto de
tradiciones (arquetipos) más antiguas que el incario, en las que las estructuras
de poder tuvieron una fuerte profundidad temporal, precisamente porque estas
comunidades étnicas basaban sus formas de poder en el culto de los ancestros,
en la perduración atemporal de la tradición.

Zona Oriente. El área del Antisuyu corresponde al sector oriental en el


esquema tetradireccional del territorio conquistado por los incas en el
Horizonte Tardío (siglos xiii al xvi). Este sector selvático debió haber tenido
una importancia bastante relevante puesto que proporcionaba al Cuzco madera,
miel, coca, plumas de aves exóticas y hierbas curativas. El sector oriente del
Tawantinsuyu, por otro lado, representó muchos problemas y dificultades,
dadas sus características climáticas, así como la capacidad combativa de
sus habitantes tribales. Esta zona parece que fue la primera de la expansión
cuzqueña, según el Inca Garcilaso. De la ceja de selva, los incas obtuvieron
mucha hoja de coca, y ciertos valles también tuvieron importancia económica
dado su clima cálido para el cultivo del maíz (Yungas). Probablemente
también fue importante por la extracción del oro y otros minerales muy
valorados, así como plantas alucinógenas, tales como San Pedro o Huacchuma
(Echinopsis pachanoi) y Ayahuasca (Banisteriopsis caapi), que se consumían
especialmente en los ritos que se celebraban en la ciudad. Los sociedades
étnicas selváticas vivían en general de manera sencilla y se ocupaban en una
horticultura básica de tubérculos, recolección de frutas y semillas, y de caza
de animales y pesca de río. Desde la época del Sapa Inca Túpac Yupanqui

421 Rostworowski (2004: 252-259).

299
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

y hasta incluso la de Huáscar, hubo nuevas campañas para anexar diversos


territorios del Antisuyu, como Quillabamba, Madre de Dios, Sonqo, etc.422

En sus dibujos podemos observar cómo Guaman Poma representa tres


planos: los seres humanos, ocupados en la observación de los ritos religiosos;
el animal (totémico) en el que destaca la figura del felino jaguar (Otorongo), y,
finalmente, el mundo de los ancestros representados por la tierra sagrada y la
adoración —las Mochas— de Apus o montañas nevadas. El sacrificio humano
infantil, la Huaca y la presencia de ídolos aparecen representados de acuerdo
a la lógica polar de los argumentos de Guaman Poma, según los cuales la
antigua sociedad andina fue en efecto una sociedad idólatra que, por lo tanto,
desde la perspectiva de la escatología y la cronología cristiana, correspondió
solamente al período de preparación del ingreso de los Evangelios en los
Andes.

Prestemos atención a los “Idolos y uacas de los Andesuyos”, según don


Felipe:
Sacrificauan los yndios questauan fuera de la montaña llamado Haua Anti; adorauan
al ticre, otorongo. Dizen que le enseñó el Ynga que él mismo se auía tornado otorongo
y ancí le dio esta ley y sacrificauan con sebo quemado de colebra y mays y coca y
pluma de páxaros de los Andes; los queman y adoran con ella a los otorongos.

Acimismo adoran los árbores de la coca que comen ellos y ací les llaman coca mama
[la coca ceremonial] y lo bezen; luego lo mete en la boca.

Sacrificauan [los] Ande Suyo al serro y uaca ýdolos de Saua Ciray, Pitu Ciray con dos
niños y conejos blancos y coca y mullo [caracol] y plumas y zanco, sancre de carnero.
Otro tanto hazían con otros muchos ýdolos y uacas que auía, que por prulixidad no
la pongo.

Y de los de la montaña no tienen ýdolos nenguno, cino que adoran al tigre, otorongo
y al amaro, culebra, cierpiente. Con temoredad adoran que no porque sea uaca
ýdolo, cino porque son ferós animales que come gente, que piensa que con adorar
que no le comerá y no le llaman otorongo con el miedo, cino achachi, yaya [abuelo,
antepasado]; al amaro le llaman capac apo amaro [el señor poderoso serpiente]. Y ací
el Ynga quizo llamarse Otorongo Achachi Ynga, Amaro Ynga [el Inka jaguar, el Inka
serpiente].423

422 Murra (1975, 1978, 2002); Rowe (1946: 189, 2003: 45 y ss); Rostworowski (2006, 2007); Pease (1978,
2007); Pärsinnen (2005: 102-112, 225-227, 306-7, 343-344); Zuidema (1995: 69 y ss, 118, 165, etc.).
423 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 271).

300
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Histórica y geográficamente, y con una cultura diferente a la sierra, puna o


costa, la gente de la selva siempre tuvo un contacto fluido con los otros pueblos
del área andina. Sobretodo por los productos que sólo allí se podían obtener,
y en sentido inverso por los productos que afluían allí como componente
de la ecuación intercambio y reciprocidad interétnica. Los incas del Cuzco
lo entendían perfectamente y por ello buscaron tener influencia política y
económica entre las etnias selváticas. Las ciudadelas de Ollantaytambo
y Pisaq, Choquequirao y Machu Picchu, representaron enclaves de alta
importancia estratégica que conectaba al Cuzco con la selva, más allá del
Pongo de Mainique, la ceja de selva de Apurímac y hacia la Cordillera de
Vilcabamba424. Es posible pensar que por el flanco oriental de la cordileera
andina los caminos reales se extendieron más al norte llegando incluso al área
Chachapoya, hipótesis que debe estudiarse arqueológicamente.

Regresando a los sacrificios humanos, Guaman Poma confirma una


vez más que la práctica del infanticidio también se realizaba en esta área.
Sus plegarias estaban dirigidas a la montaña que llama Haua Anti (nevado
Huacay Huillca), adorando además al Otorongo, que era llamado Achachi
yaya. Igualmente, practicaron la tradición de consumir la hoja de coca a la
que llamaron significativamente Cocamama. Como Zaramama, Pachamama,
Qochamama, la Cocamama tuvo significativamente cualidades simbólicas
femeninas. Con esta hoja alimenticia y ceremonial realizaban varios gestos
rituales como el de soplar las hojas antes de echarlas a la boca. Fue, y es
aún hoy, un producto fundamental para su consumo en climas serranos,
altiplánicos y selváticos.

Entre los Apus que adoraban aquellos pueblos, don Felipe menciona al
Sauasiray y Pitusiray, montañas nevadas —hoy en proceso de desglaciación
avanzado, casi terminal— que están ubicadas al noreste del Cuzco (en Calca,
en el Valle Sagrado de los Incas). Su situación geográfica probablemente indica
que este vínculo afirmó cultos comunes con los cuales se aseguraban también
las alianzas entre el Estado inca y las tribus selváticas. Los elementos que
utilizaban, fuera de sacrificios de infantes, fue el de “conejos blancos, y coca
y mullo, y plumas y zanco, sangre de carnero”. Estos elementos procedían
424 Decoster y Ziołkowski (2016).

301
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

de la producción local, pero también de otros lugares del Tawantinsuyu, tales


como el Mullu del Golfo de Guayaquil y los camélidos típicamente de la
Sierra y Puna. Guaman Poma recalca que los Antis tenían muchas huacas a
los que rendían ceremonias rituales, tantas “que por prolijidad no la pongo”
(expresión que significa no abundar con detalles innumerables en la misma
materia). Junto con adorar al Otorongo, también admiraron ritualmente al
“amaro, culebra, serpiente,” llamándole Cápac apo Amaro, y explica que esta
creencia tuvo que ver con una fuerza mágica que protegía a los habitantes
de la selva, cuestión obviamente comprensible para quienes conocen lo
peligroso de la vida en el hábitat amazónico. Especial resulta la mención de
que los Antis llamen “Achachi yaya” al felino jaguar, mientras llamen “Cápac
apo Amaro” (en quechua: serpiente) a la especie pitón (Python regius) o a la
especie anaconda (Eunectes murinus). Aquí la cuestión totémica en sociedades
tradicionales arroja sus mágicas relaciones hombre-animal. Nos recuerda por
último que uno de los incas que tuvo por misión reducir a los Antis se llamó
“Otorongo Achachi Inga Amaro Inga”, con lo cual este inca tomó para sí los
poderes místicos de los animales más importantes en la mentalidad religiosa
de los selváticos: el jaguar, rápido, potente y silencioso, y la serpiente,
astuta, misteriosa y eficaz. En suma: avezados y fuertes cazadores, atributos
fundamentales para los hombres que se dedicaban a la labor de acrecentar el
Tawantinsuyu y controlarlo.

Estas informaciones nos han permitido mejorar nuestra comprensión


tanto del Tawantinsuyu, como de la sociedad indígena colonial que con ojos
cristianos reconstruyó su propio pasado.

Zona Sur. El área del Qollasuyu corresponde al sector sur-oeste en el


esquema tetradireccional del Tawantinsuyu. Sierra, selva, puna, pampa,
desierto costero y costa sur. Esta área tuvo una importancia muy relevante;
conjuntamente con el Chinchaysuyu conformaron la mitad correspondiente
a Hanan Suyu425. Los incas provinieron míticamente, recordémoslo, de los
alrededores del lago Titicaca, según la hipótesis más aceptada. Esta parte
del Tawantinsuyu fue la segunda en ser anexada al territorio bajo control
cuzqueño en la época de Pachacútec, aunque no fue fácil su dominación
425 Wachtel (1976).

302
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

dadas las frecuentes insurrecciones que los Qollas protagonizaron contra el


Cuzco, a lo largo de varias décadas, en el siglo XIV. Esta área geográfica fue
habitada por los llamados Reinos Aymaras:426 Lupaqas, Lipes, Carangas y
Pacajes, por ejemplo, encabezados por poderosos Mallkus (Señores Étnicos)
que controlaban diferentes nichos en la puna y en la costa.427 La puna fue muy
importante por la ganadería de camélidos y el cultivo de los tubérculos, entre
los que destacó la Papa (Tuberosum solanum) y sus cientos de variedades (p.
e. papa helada y chuño). En los valles inferiores y en zonas yungas cultivaban
maíz y otros productos propios de climas templados y cálidos; mantenían
estrechos y antiguos vínculos con las regiones de Tarapacá y Atacama, en
la costa norte del Chile actual (quizás hasta valles y costa de la zona central
chilena). Incluso pudo haber tenido vínculos religiosos y económicos con la
zona de control Wari y Pachacámac, con áreas orientales selváticas y bajando
desde Huamanga hasta la costa central, lo que por otro lado pudo haber
generado interacciones lingüísticas entre el quechua y el aru quizás a partir
del siglo vii y viii.428 Desde este lugar altiplánico los incas hacia el siglo xiv o
xv continuaron sus conquistas hasta Tucumán, Jujuy y Mendoza (Argentina)
y Copiapó (donde obtuvieron piedra lapislázuli), Coquimbo, el valle de los
ríos Mapocho y Maipo, y Marga Marga (donde se extrajo oro), construyendo
la frontera sur chilena (del quechua Chilli o Chiri: frío, helado, en quechua).429

El lago Titicaca y sus islas interiores, paisaje divino sin duda, fue una
importante Huaca del mundo antiguo, de ello no cabe duda.430 Garcilaso señala
con total convicción que, junto a Pachacámac, estas fueron las principales
deidades de los incas, y lo propio expresa el Documento Quechua de Huarochirí.
Lo fue incluso todavía en la época del Taqui Onqoy, hacia 1560-70.431 En
esta área existen también varias montañas nevadas que fueron consideradas
sagradas, como el Illimani (6460 msnm, Bolivia), observable desde las islas
del lago, pero por sobre todo era la misma tierra la que les dio su más cara
admiración e inspiración religiosa: la Pachamama. Con un clima sumamente
426 Platt (1987: 61 y ss); Murra (2002: 183-207).
427 Chávez y Mohr (1975: 54-84).
428 Lumbreras (1980: 79 y ss); Torero (2005: 108 y ss, 121 y ss, 2007: Cap. II).
429 Hyslop (1998: 33-51), en Dillahay y Netherly comps. (1998); Pärsinnen (2003). Se piensa que nunca hubo
una frontera fija ni amojonada (Osvaldo Silva Galdames, comunicación personal. Universidad de Chile).
430 Bauer y Stanish (2003); Julien (2004).
431 Wachtel (1976: 277 y ss); Millones comp. (1990: 11 y ss).

303
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

complejo a más de 4500 y hasta 5000 msnm, estas tierras altas del Altiplano
tuvieron un importante rol que cumplir en la esfera del Tawantinsuyu: mano
de obra (posiblemente algunos de los más grandes constructores y arquitectos
salieron de estas tierras para ir a construir los edificios y templos del Cuzco y
alrededores), territorio de minas, de agricultura waru-waru, cultivo de papas
y otros tubérculos, quinua, crianza de camélidos, etc. En uno de los dibujos
de Guaman Poma podemos observar cómo los sacerdotes Qollas ofrendan
camélidos al Apu y su ídolo. Interesantes desarrollos en la ideología y los
soportes comunicativos más importantes fueron la textilería, la arquitectura
(como las Chullpas), la confección de Queros y Aquillas (vasos rituales)
debidamente decorados con iconografía compleja (abstracta-figurativa-
geométrica, incisa y polícroma), permitieron la vigencia de la cultura e incluso
la reproducción de la misma hacia el siguiente período final: el Horizonte
Tardío.

Recordábamos que el Inca Garcilaso de la Vega informaba que la


deidad más importante de los incas fue Pachacámac. Según él, el lago Titicaca
también lo fue, y las islas del Sol y la Luna fueron consideradas sagradas
como lugar de creación del mundo según ciertos mitos, y ocupaban un lugar
destacado en el sistema de ideas religiosas de los proto-incas, pues pudo
inspirar ritualmente hasta el Valle de Aqha Mama el trayecto de la migración
original (la saga Manco Cápac/Mama Ocllo, hermanos Ayar). En cualquier
caso, lo importante es que mantengamos una actitud de prudencia permanente
al interpretar estas informaciones, ya que los autores coloniales tienen una
ideología diferente a los hombres más antiguos. Estas son las informaciones
que Guaman Poma nos entrega sobre el particular:
Collas sacrificauan Puquina Urco, Cala Circa, Suri Urco; sacrificauan con carneros
negros y sestos de coca y con dies niños de un año y conejos y mullo [concha] y pluma
de suri [avestruz]; quemándolo, saumauan a las dichas uacas ýdolos y sacrificios,

Puquina Colla, Uro Colla sacrificauan con carneros blancos de cuyro [llama blanca]
y baxilla de barro y mucha chicha de canaua [gramínea de altura] y moraya [ch’uñu
blanco] y mollo, comidas y pescado fresco y seco. Echauan a la laguna de Poquina y
lo consumían. A la uaca de Titi Caca sacrificauan con mucho oro y plata y bestidos y
con beynte niños de dos años.

304
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Los Poma Canches sacrificauan al serro de Canchi Circa con oro y plata y otras
mundicias, quemándolos y enterrándolo con un niño y niña de doze años. Los
sacrificauan acimismo en otras uacas ýdolos que ay muchas […]. Lo mochauan
[adoraban] y sacrificauan cada pueblo y cada prouincia en cada año, como estaua
ordenado por los Yngas a sacrificar a los ýdolos y uacas.

Y de todo ello les dauan cuenta y rrelación al dicho Ynga y lo hacían estos dichos
sacrificios en presencia de los corregidores tocricoc y de los jueces michoc yngas.
Éstos enbiaua por la posta y chasque [postillón] a la cauesa deste rreyno abisar de lo
que pasa del sacrificio.432

En el área ribereña del lago Titicaca, de habla Puquina y Aru, existieron


varios grupos étnicos. Hay una gran historia que relatar sobre las vicisitudes
en el lapso de unos 100 o 200 años, hacia los siglos xi y xii dC. En cuanto
a los Collasuyos (nombre genérico, un regionalismo), nombrados uno por
uno, Guaman Poma nos aporta un cúmulo de informaciones que ayudan a
identificar a tales pueblos: toponimias y etnónimos que aportan nuevas pistas
sobre esta área. Por otro lado, salta a la vista inmediatamente el sacrificio de
infantes de uno y dos años de vida, así como el sacrificio de camélidos de
color negro en particular, y otros productos como la coca, también conejos o
cuys (Cavia porcellus), “y mullo y pluma de suri quemándolo” (Suri: Rhea
americana o ñandú sudamericano), inciensos para sahumerios, etc. Todo ello
para el homenaje sacrificial y ritual de las “uacas ídolos”.

Según el autor, los llamados Puquina colla Uro colla, realizaban


sacrificios utilizando camélidos blancos y cuys además de “vajilla de barro
y mucha chicha de canaua y moraya y mullu comidas y pescado fresco y
seco”. Estos productos eran arrojados a la laguna de Puquina, y otros a las
aguas del lago Titicaca, considerada Huaca o Pacarina de origen (Islas del
Sol y la Luna). También, “sacrificaban con mucho oro y plata y vestidos y
con veinte niños de dos años.” Nuevamente el ojo impugnador de don Felipe
observa el desarrollo de ofrendas humanas, lo cual fue una imagen común de
los cristianos que buscaban por todos los medios extirpar las viejas creencias,
incluso creando informaciones ficticias.

Por otro lado, los llamados Poma canches consagraban al cerro Canchi
Circa objetos de oro y plata, lo cual era bastante tradicional en este tipo de
432 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 273).

305
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

actividades rituales, y como lo dice despectivamente el propio autor “otras


inmundicias, quemándolas y enterrándolas con un niño y niña de doce
años”. Las tres lagunas de Pomacanchi (Acopia, Asnaqocha y Pampamarca
o Tungasuca, Provincia de Acomayo), por su parte, son muy bellas, es muy
fácil llegar a ellas por carretera; es de suponer que también allí el mundo
mítico tuvo muchas tradiciones que es de esperar que sean estudiadas para
conocimiento general. Están ubicadas a una altura de 3750 msnm. Retomando
el argumento, los sacrificios humanos sí existieron en estos tiempos, pero
en una escala muchísimo menor de lo que aseguraban los cristianos. Los
sacrificios realizados a diferentes huacas eran propios de los Qollasuyos
quienes “mochaban y sacrificaban cada pueblo y cada provincia en cada año”.
Sin duda, existía un ciclo anual determinado por sacerdotes especialistas
quienes ordenaban y regulaban estos actos rituales propiciatorios, vinculados
a la agricultura y ganadería. Todo ello estaba debidamente ordenado por los
incas, según declara don Felipe, quienes imponían los sacrificios a las huacas
y los controlaban mediante sus funcionarios “corregidores, tocricoc, y de los
jueces, michoc, ingas”, asunto que importaba a las autoridades del Cuzco
incaico. Recordemos finalmente que don Felipe en su texto los impugnó
acusándolos de idólatras, hecho común derivado de la historiografía oficial
toledana y la campaña anti-idolátrica jesuítica imperante, lo cual por otro lado
validaba su discurso ante los receptores del gobierno virreinal y del Rey de
España.

Pues bien, hemos visto de qué forma los Qollas realizaban sus actos
rituales religiosos, según lo que don Felipe pudo captar de sus tradiciones
y creencias. Pero si bien existen en estas informaciones datos específicos
que nos permiten comprender más del mundo religioso de los Qollas, éste
siempre ha de estar sesgado por el objetivo fundamental de sus informaciones
que era informar al Rey de España y como obra literaria educar al lector,
fuese español o andino. La actitud de reprobación del autor es permanente
en su discurso, lo que indica que su valor testimonial es relativo y debe ser
cuidadosamente compulsado.

Zona Oeste. El área del Contisuyu corresponde al sector sur-poniente en el


esquema tetradireccional del territorio de los incas, incluyendo una pequeña

306
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

porción de sierra y costa poniente. Este sector tuvo una importancia más
bien correlativa junto al Antisuyu (constituían el sector Hurin en el concepto
simbólico global del Tawantinsuyu), según Wachtel (1976). Aunque menos
relevante que las regiones principales Chinchaysuyu y Qollasuyu, permitía
un rápido vínculo de la puna, sierra y costa. Junto al Antisuyu, correspondía
al Hurin Suyu. En la época pre-incaica estos territorios fueron el hogar de
importantes culturas tales como Paracas y Nazca (700 aC-700 dC aprox.).433
Su conquista fue realizada conjuntamente con el sector altiplánico Qolla.

En la costa, fuera de los recursos tradicionales derivados de la


agricultura (maíz, tubérculos, calabaza, maní, paltas, algodón) y la crianza
de animales (cuys, llamas y alpacas), los incas aprovecharon la abundante
pesca y las vetas de guano orgánico explotadas desde antaño, depositadas
por aves a lo largo de milenios en islas costeñas, el que utilizaron como un
excelente fertilizante en su sobresaliente sistema de producción de alimentos
a gran escala (el guano de camélidos también fue bastante usado también),
lo que permitió mejorar la dieta, lograr grandes cosechas y productos de
mayor calidad nutritiva, almacenados en sus grandes depósitos denominados
Collcas, como podemos percibir en las representaciones que Guaman Poma
dibujó acerca de materias que alegó conocer bien. No hay razones para dudar
de ello puesto que su lugar de origen, Huamanga, se ubica cerca de esta área
y compartían probablemente esquemas culturales comunes. No debemos
perder de vista que en sus representaciones visuales no hay un esfuerzo
espontáneo y libre de comunicar (inocente, si se quiere), sino que más bien
la técnica fue llevada al límite de sus posibilidades utilizando una lógica
estructural de conjunto que le permitió al autor promover sus puntos de vistas
para que fuesen apropiadamente atendidos por la Autoridad Regia. Al parecer
en sus dibujos existe un programa argumental paralelo al discurso textual
que determina estereotipos y prejuicios oficializados por la historiografía
colonial. Los indígenas aculturados utilizaron todo el tiempo esos referentes:
constituyeron su bagaje intelectual con el cual interpretaban ambas formas de
expresión cultural.

433 Millones (1975); Tello (1979); Bauer y Stanish (2003); Julien (2004); Duchesne (2005); Tantaleán (2010:
Caps. 3 y 4); Bauer (2018: Caps. 7 y 8).

307
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

A continuación, veamos qué nos dice don Felipe acerca de los


Condesuyus:
[S]acrificauan la uaca ýdolo de Coropona Urco, con oro y plata y con niños de doze
años y plumas de pariuana [flamenco] y de uachiua [ganso] y coca y mullo [caracol]
y sanco [sangre del carnero] y carne cruda y sangre cruda, con ella haciendo sanco.
Y a esto les llamauan yauar zanco y con ello le sacrificaua cada pueblo sus ýdolos y
uacas que son muchas […]. Que cada pueblo tenían sus sa[c]rificios señalado por el
Ynga y ací el Ynga les dio ley y sacrificio en todas las uacas deste rreyno con yauar
zanco y que comiesen dello sangre cruda, carne cruda […]. Acimismo en todo el
rreyno tenía puesto el Ynga que la Mar de Sur fuese adorado y sacrificado y ací les
llamauan Mama Cocha [la madre mar]; mama quiere dezir madre, cocha, la mar. Y ací
lo más adorauan los Yungas y tenían sus ýdolos jununto [sic] a la mar y los uachimis,
pescadores, adoran.434

Como es usual Guaman Poma nombra uno por uno los territorios habitados
por las etnias que allí desarrollaban sus vidas. Asimismo, describe cada
una de las deidades y las huacas que los incas establecieron conjuntamente
con el ciclo de sacrificios y rogativas. Una de esas deidades es el volcán
Coropuna (un Apu vinculado con la muerte y con los muertos), que en
quechua significa: “reflejo en la meseta”. Rasgo panandino tradicional es el
de los infanticidios, acompañados convenientemente de objetos de oro, plata
y cobre (muy usado), alimentos, además del Mullu de la costa norte. El autor
insiste en el uso de sangre y carne crudas, cuestión que él censura y reclama
como digno de castigo. Incluso añade que en la época en que escribe aún se
realizaba este acto ritual de ingerir sangre y carne cruda. Aparece también en
estas informaciones la deidad Mamacocha, madre del mar, que era estimada,
venerada y respetada, tanto como la Pachamama o la misma Cordillera de los
Andes, Rity Suyu, a lo largo y ancho del terrritorio que los incas intentaban
unir. Ella era adorada, como sabemos, por los Yungas de la costa y no es
extraño que los Condesuyus también lo hiciesen, ya que sus territorios
también colindan con el mar, en la costa centro-sur. Añade que los uachimis
o pescadores adoran a la Mamacocha, principal fuente de sustento y por lo
tanto presencia tutelar fundamental para ellos. Entre estos sencillos hombres
del mar fluyó una tradición milenaria que conectó a deidades, tradicionales
culturales e ideológicas y grupos étnicos, como los antiguos Paracas y Nazca,
sociedades más complejas.
434 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 275).

308
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Hasta aquí hemos visto el modo en que Guaman Poma se refiere a


estas antiguas tradiciones. Según podemos deducir, el autor acumuló muchos
conocimientos sobre el particular a lo largo de su vida. En ese sentido es
posible que, fuera de su preparación cultural materna en Soras-Lucanas-
Andamarca, su vida al servicio de los españoles, sacerdotes, licenciados,
extirpadores y jueces, y también posiblemente gracias a sus peregrinajes por
el Perú colonial, su experiencia le haya permitido tener acceso a una gran
fuente de informaciones procedentes de los mismos indígenas a los cuales
él tradujo, interpretó o incluso interrogó. Todas estas experiencias hicieron
de él un culto pensador, dibujante y escritor, heredero de los quipucamayoc,
quilcacamayoc y amautas.

Las informaciones de don Felipe en esta parte de su Nueva corónica nos


llevan a otro tópico importante del mundo de las creencias y tradiciones de la
población andina sobre el universo y el más allá: la muerte.

Funebria andina: cuerpo humano y naturaleza


La muerte en el antiguo Perú es un tema ciertamente apasionante, ya que su
realidad corresponde a otra cosmovisión distinta a la cristiana occidental. La
muerte en el mundo andino no implicaba desaparición sino transformación.
Lo muerto permanecía vivo en la geografía, la ecología, el parentesco y la
acción religiosa y política (Herrera Villagra, 2022e). El tema que vamos a
analizar, por lo tanto, dice relación con la forma en que los antiguos hombres
desarrollaron sus rituales en los momentos en que ocurría uno de los principales
hitos de la vida: la muerte.435 Este tema nos permite ingresar en una de las
áreas religiosas más relevantes de los sistemas de creencias y costumbres de
la población antes de la llegada del cristianismo.

Sabemos que en la antigüedad existieron algunos ritos que luego con


la colonización fueron considerados diabólicos por los europeos, dadas
sus perspectivas dogmáticas de usanza en la época. Pero, cosa curiosa,
los conquistadores buscaron las sepulturas con verdadera sistematicidad
arqueológica o religiosa, aunque no para santificar los restos humanos o
435 Vovelle (1985); Rowe (1995: 31-34); Buikstra (1995: 236-238); Carmichael (1995: 166-168); Salomon
(1995: 329-331); Verano (1995: 192-195); Isbell (1997); Kaulicke (2000: Cap. 1); Murra (2002: 400);
Ramos (2010: Caps. 1-2-3); Ariès (2007).

309
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

estudiarles, sino para profanar y saquear impúdica e inescrupulosamente los


ricos ajuares con que fueron inhumados los llamados gentiles. Los entierros
de los muertos en Europa, por su parte, eran básicamente realizados en
cementerios o catacumbas, mediante ritos propios de la concepción cristiana
del cuerpo y alma, se guardaba luto, incluso se pagaba por la descarga de la
conciencia, finalmente el alma del difunto accedía al reino del cielo, junto a
Dios y su Hijo. El Inca Garcilaso de la Vega, autor de los Comentarios Reales
[1609], descendiente por línea materna de los incas del Cuzco, antes de morir
pagó derechos por una capilla en la Catedral de Córdoba, donde reposan sus
restos mortales. Este ejemplo muestra otra tradición de trato con la muerte.

En el mundo andino, en otra esfera espiritual y filosófica del pensamiento


religioso, el cuerpo humano al expirar tenía al menos dos destinos: uno, la
momificación en el caso de los dignatarios de las élites étnicas, y su ubicación
en estructuras pétreas especiales y, dos, la inhumación en lugares exclusivos
situados en cerros y montañas. Parece que la creencia funeraria indicaba que
mientras el cuerpo se mantuviese en buen estado el individuo y su memoria no
moría. También hemos visto que la cuestión de la muerte era una oportunidad
para realizar sacrificios de varios tipos (vidas humanas y animales, objetos
rituales de oro y plata, alimentos y bebidas, vajillas y ceramios, especies
preciosas como el Mullu), que los pusiese en contacto con las altas deidades o
los transformase en parte de ellas como huacas o apus, o más recurrentemente
como ancestros míticos en forma de Mallquis, como en el caso de las momias
incaicas guardadas en el Coricancha.

Según indica Guaman Poma en cada una de las cuatro regiones que el
gobierno inca intentó controlar existieron formas diferentes de tratar el cuerpo
de los difuntos. Estos ritos obedecían a maneras particulares de los deudos de
entender y comprender la muerte, el viaje que suponía se realizaba a otro
mundo, y especialmente el hecho de relacionarse con el sistema de creencias
religiosas que dieron sustento a las diversas sociedades étnicas en la era del
Tawantinsuyu. Don Felipe, cuya familia perteneció a un área territorial de
Huamanga, en la sierra central del área Chinchaysuyu, describe de manera
bastante detallista la forma en que los grupos étnicos trataban este tema, que
los diferenciaba mítica y ritualmente entre sí. Estas materias nos servirán para

310
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

entender antropológicamente el vínculo que existió entre el ser humano con


las deidades, huacas, apus y Mallquis, o sea con el cosmos.

Veamos los principales ritos incaicos que expone el cronista para


conocer de qué modo los saberes andinos e hispánicos se combinaron en el
discurso histórico de su obra.

Los Incas. En la lámina identificada (POMA0289v) observamos el rito familiar


y público que realizaban los deudos del inca difunto. Guaman Poma propone
que el rito funerario tenía como uno de sus principales gestos la producción
y consumo de chicha, la cual no solamente se libaba en los espléndidos vasos
de oro y plata (Queros/Aquillas), sino que también se vertía abundantemente
a la Pachamama, en un simbólico gesto de agradecimiento por los dones
brindados, así como también para la eternización de la memoria del Sapa
Inca fallecido, cuyo recuerdo sería guardado por su Panaca o descendencia
real. También se depositaba este líquido alimenticio y ritual en las cerámicas
que acompañarían al dignatario, con maíz, papas, carne y otros. El fallecido
resultaba finalmente momificado en su calidad de Sapa Inca, asimismo como
su Coya o mujer principal cuando aquella expiraba. Desde la época del Inca
Pachacútec, al parecer, los Mallquis de los anteriores incas fueron trasladados
de acuerdo al reordenamiento de este refundador de la sociedad inca desde
sus Canchas de origen al Templo que recientemente se había reconstruido
magníficamente: el Coricancha (ca. siglo xiv). Allí entonces mantuvieron
los cuerpos momificados (muertos-vivos, en el sentido de que mantenían
sus prerrogativas políticas y económicas para sus descendencias) con sus
respectivos grupos de sirvientes que velaban para su perpetuo cuidado
ritual.436 Cada momia real conservaba sus propiedades que quedaban en
manos de sus deudos: tierras, chacras y fuerza de trabajo de los Yanaconas
y Runas. Se ha dicho que Huáscar observó esta costumbre religiosa y se
opuso a ella considerándola nociva para la economía cuzqueña. Para el inca
resultaría fácil visitar el interior del Templo y entrevistarse con la momia-
oráculo, según la ideología ritual oficial. Por otro lado, podemos verificar que
la conversión del soberano en Mallqui tenía al menos dos variantes: una, la
momificación directa del cuerpo del Sapa Inca, y, dos, el cuerpo de los incas
436 Véase Conrad y Demarest (1988: 146-149).

311
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

con menor jerarquía en lugares especiales tales como Chullpas, y también


tumbas, cavidades naturales o artificiales en escarpadas laderas en cerros y
montañas. En los dibujos de don Felipe podemos observar estructuras pétreas
que contienen cráneos y huesos de otros difuntos en una urna u hornacina.
Esto pudiese parecer perfectamente como un cementerio católico, lo cual no
es raro dado que el plan de la obra de Guaman Poma asume la idea de que
la Providencia ya se había anticipado a la llegada de los cristianos. Pareciera
entonces una superposición estética de ideas entre ambas culturas, lo cual
refrenda la idea de su texto como fruto de una composición semántica polar.

Remitámonos ahora al modo de ritualizar la muerte del inca:


[L]e balzamaron cin menealle el cuerpo y le pucieron los ojos y el rrostro como ci
estubiera bibo y le bestían rricas bestiduras. Y al defunto le llamaron yllapa que todos
los demás defuntos les llamauan aya y le enterrauan con mucha baxilla de oro y plata.
Y a los pages y camareros y mugeres que él quería le matan y a la muger la más
querida lo lleuaua por señora coya. Y para ahogar éstos primero les enborrachauan
y dizen que le hacía abrir la boca y le soplauan con coca molido hecho polbo. Todos
yuan balsamados y lo ponía sus lados y tenían un mes el cuerpo y en todo el rreyno
hazen grandes lloros y llantos con canciones y múcicas, baylando y danzando,
llorauan. Y, acauado el mes, enterrauan y lo lleuan a la bóbeda que llaman pucullo con
grande procición y solene, todo aquel mes hasta enterrallo. Ayunauan sal todo lo
acostumbrado y ofresen oro o plata y ganados, rropa, comida en todo el rreyno. Otro
tanto se hase con los señores principales capac apo y no a otro nenguno en todo el
rreyno. Acauado de enterrar, el otro mes entran a la penitencia y ayunan todos los
hijos lexítimos o uastardos y los prencipales todo el rreyno. El terzero mes entran a
sacrificar al tenplo de Curi Cancha a la casa del sol a sus oraciones los lexítimos. Ci
es un hijo o dos o tres o cuatro hijos del dicho Ynga Capac para que sea elexido por el
sol para uer a quien le elige y le llama el sol al menor o al mayor. Ci le llama al menor
aquél alsa la borla; es señor y rrey Capac Ynga. Y los otros que quedan por auquicona,
prínzipe, y subrinos y nietos son príncipes. Obedese al elexido sus ermanos y los
demás señores del rreyno.437

Tres meses duraban los ritos mortuarios, al cabo de los cuales se resolvía la
sucesión real. Podemos atisbar una conexión política en el nivel de la élite
de la sociedad cuzqueña ya que se resolvían asuntos de poder y Estado de
manera ritualizada. Un análisis básico del texto arroja la cuestión acerca de
cómo los incas preparaban ritualmente el cuerpo embalsamado del difunto
utilizando todo tipo de objetos suntuarios: máscaras, ropas finas, vajillas…

437 Felipe Guaman Poma de Ayala ([1615] 2006: 263).

312
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Es de destacar la información según la cual al difunto Sapa Inca se le llamó


Yllapa, mientras que a los otros señores de rango inferior se les llamó Aya.
En rigor, Yllapa (o Libiac Cancharco, denominación de esta deidad en la
sierra central, según Guaman Poma) era la reconocida deidad del trueno,
rayo, granizo y lluvia, tan importante en materias económicas, y cuyo lejano
origen al parecer está en el altiplano. Su importancia fue fundamental para la
obtención de aguas abundantes propicias para la agricultura, el crecimiento
de los pasturajes y la crianza de animales, tanto en el altiplano como en la
sierra. Los bienes con que era inhumado el difunto, en tanto, tienen relación
con la creencia andina de que el extinto debía viajar con alimentos y bebidas
para que pudiera realizar un viaje sin dificultades. Objetos preciosos (que en
la colonia y en la república estimularon —y aún estimulan— el saqueo de
tumbas y profanación de santuarios) revelaban la posición social de élite de
la momia real. Sus yanaconas eran sacrificados para que sirviesen en el otro
mundo al dignatario difunto ya que su poder terrenal no desaparecía, pasando
a ser parte de la memoria del grupo parental o corporativo que conservaba
parte de su antiguo poder (Kaulicke, 2016: Cap. I). La esposa del inca, la
Coya, tenía el deber de acompañar al Sapa Inca al más allá, aunque Guaman
Poma no indica expresamente el modo en que esta mujer real dejaba la vida.
Probablemente quedaba viva preocupada de las labores políticas de su hijo
gobernante, como al parecer sucedió con las madres de Túpac Yupanqui
y Huayna Cápac. El cronista indica que a los sacrificados los ahogaban,
haciéndoles ingerir algún tipo de bebida alcohólica, hojas molidas de coca
(polvo psicotrópico) o plantas alucinógenas (quizás Echinopsis pachanoi
o Banisteriopsis caapi), y perdían la vida intoxicados probablemente sin
conciencia y sin dolor, dormidos, aunque sí conscientes del valor y sentido del
sacrificio que, en parte, realizaban por sí mismos y, en parte, obligados por la
etiqueta de la muerte del Sapa Inca. Aunque aún no hay certeza completa, se
sabe que lugares de altura como los Apus nevados servían para depositar estas
ofrendas humanas: Juanita (Perú), los niños de Llullaillaco (Argentina) y el
niño del cerro El Plomo (Chile), son excepcionales ejemplos de esto. Es posible
que hayan existido otros lugares de inhumación sacrificial y ceremonial, pero
se han perdido muchas de sus huellas debido al huaqueo sistemático. Nuestro
cronista revela que los cuerpos exánimes eran embalsamados y depositados

313
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

en el sitio jerárquico que le correspondía al cuerpo del inca muerto, en una


bóveda pétrea o pucullo. Esto último parece un error que cometió Guaman
Poma, puesto que sabemos que las momias de los reyes cuzqueños no eran
depositadas en torres funerarias, sino que eran enviados, una vez intervenidas,
al Coricancha, a un recinto especial donde estaban los cuerpos de todos los
Sapa Inca y sus Coyas. Don Felipe no era cuzqueño, no conocía en detalle
el sistema de culto a los Mallquis reales, pero tampoco el Inca Garcilaso lo
sabía con certeza. La memoria andina experimentó pérdidas irremediables
entre 1533 y 1600, y la escritura no tuvo, con todo, un poder absoluto en su
restauración o preservación.

Al cabo de la muerte del Sapa Inca entre el primer y el segundo


mes ocurrían los actos que hemos mencionado. Todo este tiempo era
minuciosamente ritualizado y es de imaginar que quedase inscripto, si cabe
decirlo así, en la tradición oral (himnos o canciones o relatos), al interior
de la esfera ceremonial, pero también en soportes comunicativos materiales
en quipus, queros y aquillas, en los tocapus de los textiles Cumbi, en las
hipotéticas tablas pintadas de Cristóbal de Molina (¿1574-75?), si es que estos
lienzos de madera cromáticos existieron realmente en el llamado Poquen
Cancha, en las piezas metalúrgicas de orfebrería, y, en fin, en cualquier tipo
de soporte que permitiese dejar memoria del Único Señor.438 En el transcurso
del tiempo dedicado a la despedida de estos cuerpos existió una actitud
colectiva de respeto absoluto por las exequias regias que involucraba a toda
la Panaca o familia real y también a las otras Panacas y grupos étnicos que se
vincularon con el Inca muerto (como sus Yanaconas), incluyendo desde luego
al pueblo (Runa), quienes adoraban en vida al Hijo del Sol como una deidad
viviente, y en la muerte lo harían como Mallqui, Apu o Huaca.439 Aclaramos
que cada dignatario muerto había fundado su propia Panaca que se dedicaba
al disfrute de sus posesiones y mantención de su memoria, sin lesionar la
imagen sagrada del Sapa Inca vivo, al sucesor. En consecuencia, en toda la
ciudad del Cuzco se “hacen grandes lloros y llantos con canciones y músicas,
bailando y danzando lloraban”, especialmente en Haucaypata. Al cabo del
segundo mes de ceremonias el cuerpo era llevado al lugar denominado
438 Véase Herrera Villagra (2016: 423-442).
439 Araníbar (1969: 102-135); Kaulicke (2016). También Ossio (2019: 60).

314
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

Pucullo, en el cual era inhumado introduciéndosele en la bóveda especial.


Todo esto se realizaba solemnemente a través de grandes procesiones. Los
deudos ayunaban sal y se ofrecían objetos de oro o plata como ofrendas,
igualmente animales (perros, cuys, camélidos), ropa fina o Cumbi, bebidas y
comidas... Paralelamente se construía una memoria oficial sobre el fallecido
y sus obras. En quechua memoria ritual se dice Yuyainin, según el sacerdote
lingüista Domingo de Santo Thomas.440 Este dato podría indicar que en efecto
existió una forma de historiar los hechos ritualizados en la sociedad inca.
Estas memorias fueron captadas por la pluma indígena, y, por ello, constituye
una tradición historiográfica colonial que posiblemente encarne una memoria
indígena afecta siempre a los estragos del tiempo y del olvido.

Guaman Poma comenta que ceremonias similares a ésta se llevaban


a cabo cuando fallecían los señores étnicos llamados Cápac apo (Curacas),
acto privativo de dicho tipo de autoridades en la jerarquía incaica. Luego de
los entierros recalca que “el otro mes entran a la penitencia y ayunan todos
los hijos legítimos o bastardos, y los principales” en el Cuzco, donde eran
realizadas estos ritos funerales.

En el tercer mes culminaban los ritos mortuorios; se asumía que el


ciclo de ceremonias había terminado, con lo cual los vivos retornaban a
sus actividades cotidianas y rutinarias guardando para siempre la memoria
(Yuyainin) del Mallqui. Creemos que este aspecto de la vida social incaica
pudo estar inserto en el Sistema de Ceques que ordenaba cíclicamente los
acontecimientos regulares del mundo natural y sobrenatural,441 aspecto
cultural orgánico que además pudo reforzar la disciplina de la organización
social mediante el establecimiento de los Mallquis o Apus custodiados por las
Panacas en cada ceque del sistema, y por sus aliados étnicos principales.442
Este tema es llamativo pues afecta la política de la memoria ritual con respecto
a los sucesivos Sapa Inca. Estas memorias eran guardadas por las Panacas que
conservaban sus hechos y acciones en el interior del grupo parental. Para
ello se utilizaba la tradición oral y la correspondiente mnemónica sígnica ya
mencionada. Guaman Poma señala que en el tercer mes los incas entraban
440 Kaulicke (2000: 8).
441 Sobre el Sistema de Ceques véase Zuidema (2010), Ziołkowski (2015), Bauer (2016).
442 Zuidema (2010: Segunda Parte, Cap. 5).

315
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

“a sacrificar al templo de Curi cancha a la casa del sol”, donde se realizaba,


en el caso de los jefes supremos, el complejo y delicado tema de la sucesión
del gobierno.443 Allí se daban cita los allegados al jerarca difunto y los hijos
que aspiraban al cargo de Sapa Inca. Entre ellos uno era elegido Cápac
Inga, tal como lo expresa don Felipe. Era el Padre Sol quien “elegía” a este
sucesor, y quien le ofrecía la borla imperial, la Mascapaicha. El mecanismo
probablemente lo decidía materialmente la Coya y la Panaca del soberano
fallecido, de acuerdo a la noción del más capaz que el propio Sapa Inca todavía
vivo había institucionalizado haciéndose acompañar en el co-gobierno por su
favorito. Esta materia es controversial, pero cierto o no, nos ayuda a entender
la idea de continuidad al menos para el caso de los tres reyes más notables:
Pachacútec, Túpac Yupanqui y Huayna Cápac, según la tradición colonial.
En esta metáfora funeral subyace la idea de la existencia de un dispositivo
político compuesto por oficiales, alianzas familiares, así como también
alianzas étnicas con otros grupos influyentes, que facilitaran y validaran la
sucesión, un acto político y religioso recubierto de ritualidad, tan complejo
que incluso pudo culminar trágicamente con la existencia del Tawantinsuyu,
cuando ocurrió la lucha entre los sucesores de Huayna Cápac, Huáscar y
Atahualpa (ca. 1529-1533). De este complicado acto de sucesión surgían
entonces los dos jefes supremos del Tawantinsuyu para la administración del
gobierno diárquico, según aquellos que han propuesto esta idea estructuralista
(Duviols, Wachtel, Zuidema). Rostworowski afirmó respecto de la guerra
sucesoria que posiblemente hubo un sordo conflicto entre dos Ayllus reales
incaicos: el Hatun Ayllu o Yñaca Panaca (familia de Pachacútec) y el Cápac
Ayllu (familia de Túpac Yupanqui).444 Los otros miembros de las Panacas
“quedan por auquiconas, príncipes, y sobrinos y nietos son príncipes”, y todos
ellos debían obedecer al elegido y concurrir a los cargos de administración
del Tawantinsuyu. El abismo que se produjo entre Manco Inca II y Paullo lo
reafirma.

Como podemos advertir, en estas informaciones aparecen casi


superpuestas las ideas de sucesión monárquica europea y la idea de la sucesión
por primogenitura, según la tradición medieval europea, muy diferente de la
443 Regalado de Hurtado (1996: Caps. II-III).
444 Rostworowski (2014).

316
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

idea andina de la sucesión que en general podemos identificar con la premisa:


«Gobierna el mejor», aunque tampoco dejamos de pensar en la sucesión de
padre a hijo, sin caer en la primogenitura a la europea, como en la tríada
mencionada arriba, así como el co-gobierno o diarquía (Duviols, 1979,
2016). En cualquier caso, no hay duda de que estamos ante una sociedad de
morfología compleja, en la cual la muerte cumplió una notable función, en
este caso la de transformar a un Soberano en ancestro deificado y cabeza de
su linaje. La muerte era parte de la ideología de los vivos, dándole sentido a
las relaciones con los ancestros, lo cual generaba cohesión étnica y cultural.

Los Chinchaysuyus. Ahora concentrémonos en los ritos funerarios de


los pueblos que vivieron en al área geográfica del Chinchaysuyo, según lo
estudiado en la Nueva corónica. En una ilustración que nos ofrece Guaman
Poma, podemos apreciar cómo en la parte superior del cuadro el cadáver
embalsamado de un Curaca es transportado al Pucullo en andas por deudos
o sirvientes. La estructura funeraria que se aprecia al fondo probablemente
alude a las formas de la Chullpa (evóquese la de Sillustani o Cutimbo),
templo o torre de carácter mortuoria utilizado por los señores étnicos de
los reinos aymaras.445 Recordemos que más arriba analizamos el carácter
público y temporal del ritual, puesto que este tipo de ceremonias también
constituyen en sí mismos actos de la memoria que el sistema de expresión
de los andinos desarrolló poniendo en función todo el conjunto de elementos
que permitían compartir políticas de la memoria y ceremonias de ofrendas
y sacrificios. El rito público aseguraba la comunicación de los vivos con los
espíritus de los ancestros, metaforizados en Huacas y Apus. Las momias por
su parte fueron la evidencia corporal esencial del poder mágico-religioso del
Sapa Inca o del Curaca muerto, pero a la vez también tenía un fundamento
material ya que los bienes del difunto pasaban a ser parte del patrimonio de
su Panaca o Ayllu, y servían como imagen del poder que se reproducía entre
las élites. El cuerpo embalsamado permitía que se le considerara oráculo vivo
(en efecto, el señor étnico continuaba vivo para su pueblo y se constituía en
Huaca), especialmente en el ámbito del gobierno de la élite; por lo tanto,
éste era consultado permanentemente por los dignatarios, además fue un acto
vinculado a los severos ayunos del Sapa Inca vivo.
445 Gisbert (2001: Cap. I).

317
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Aproximémonos nuevamente a las informaciones de don Felipe:

En muriendo hasta cinco días no le enterrauan. Esa noche uelauan y ayunauan la


sal y otros rregalos. Luego matauan un carnero y los comían crudos o cocidos pero
no auían de tener sal ni agí. Y ueuían sangre cruda o que hazían llapisca con papas,
sangre cruda. Y al defunto le dan de comer y de ueuer, mucho más al Ynga y a los
señores capac apo. Allí es la grande comida de sangre cruda y carne cruda. Por comer
aquello uan todos a llorar y cantando sus canciones y bayles y múcicas, lloran y dan
bozes y gritos y llantos. Al que llora más, a ésa les enborracha y ueue más y toma más
rración de carne y de comidas. Y a la maystra del cantar y tener buena bos de llorar, ésa
le caue una pierna de carnero, todo son borracheras. Y al defunto dizen que le lauan
el cuerpo y le bisten todo sus bestidos y plumas y juyas de plata o de oro y le ponen
en unas andas y uan a la procición. Como dicho es, cantan y uan saltando y llorando
cada ayllo y parcialidad como su costumbre. En los cinco días le lleuan a enterrar con
la procición y ací dize pichicanmi [“Es su quinto día.”]. Y en los dies días, otro tanto,
dize chuncanmi [“Es su décimo día.”]. Y la biuda todo cubirto de luto no se le parese
su cara y le tresquila. Y en los says meses, otro tanto. Y en el año, otro tanto. Y la buena
biuda haze durar esta fiesta dos años. Y en cada fiesta del defunto mucho sermón de
los yndios ancianos y curacas,  camachicocconas [autoridades locales y menores].
Allí les ajunta a todos sus parientes sercanos. Con grandes castigos les amenasa y le
manda que sea trauajador y umilde a la justicia y al Yngay a los prencipales.446

Vemos pues que el cuerpo del recién fallecido quedaba expuesto durante cinco
días a los deudos, en algún lugar de las residencias del difunto. Notemos
que el ayuno consistía en abstenerse de consumir sal y ají. Quizás esto era
costumbre aceptada para denotar que los alimentos puros eran una muestra
de respeto y humildad mundana en el período de los exequias, o en todo caso
sobria expresión del ayuno ritual. Por otro lado, estaba permitido consumir
sangre fresca obtenida del sacrificio de camélidos. Esta era estrujada con
papas, alimento que llevaba el nombre de “llapisca”. Como ya hemos visto en
otros casos, el difunto —Curaca, Sapa Inca o Cápac Apo— era alimentado,
o sea que se le adjuntaban todo tipo de alimentos servidos en cerámicas. Los
deudos, por otro lado, expresaban sus sentimientos y dolor por la pérdida
cantando sus canciones, bailes y músicas, llorando y desahogándose.
Destaquemos que la chicha de maíz estaba siempre presente en estos actos
de congoja y hacía las veces de catalizador de las emociones de la familia
y comunidad ante la pérdida, dadas sus cualidades ligeramente alcohólicas
y desinhibidoras. Según podemos colegir de los informaciones también se

446 Felipe Guaman Poma de Ayala ([1615] 2006: 265).

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PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

señala que quien más lloraba era quien más bebía y comía. Es curioso este
dato. A la mujer que cantaba para el muerto y para los deudos también se le
atendía con abundante comida. Parece que la chicha de maíz corría generosa
en este trance de muerte, pues Guaman Poma no duda en estigmatizar estos
actos como borracheras, utilizando el concepto español que denigraba esta
práctica biológica y cultural puesto que la vinculaba irremediablemente con
las idolatrías.447 En tanto, el cuerpo del difunto era lavado y luego “le visten
todos sus vestidos y plumas y joyas de plata o de oro”. Una vez ataviado el
cuerpo del dignatario fallecido le ponen en unas andas y van a la procesión;
a este acto le llama pichicanmi, y al cabo de diez días le llaman, chuncanmi.
Los estimados temporales de Guaman Poma (un año o dos), tal vez deban
relacionarse con los ciclos solares o lunares, conocimientos calendáricos o
astronómicos con los cuales los incas al parecer llevaban la cuenta de los
procesos de producción económica.

Estas informaciones señalan que la esposa del difunto, “toda cubierta


de luto”, usaba una manta o chal que le cubría la cara. También a ella le
cortaban su cabello dos veces en el año que transcurría a lo largo de estas
exequias. Dice que la buena viuda prolongaba las ceremonias por otros dos
años más. Es de notar que en cada fiesta del difunto ciertos indígenas con
autoridad realizaban una serie de discursos en homenaje al difunto, que
denomina “chamachicoconas”. En estos discursos fúnebres los ancianos
sacerdotes llamaban a la parentela a que “sean trabajadores y humildes a la
justicia, y al Inga y a los principales”. Con esto, conjeturamos, la memoria
del difunto era transferida a través de estos discursos orales a los deudos y los
miembros de la comunidad, asegurando la subordinación general al sistema
político impuesto por los cuzqueños.

Los Antisuyus. La gente de la selva tuvo sociedades y culturas que fueron


determinadas por su vida en el mundo tórrido y exuberante del Amazonas. Estos
grupos humanos vivían en grado diferente de complejidad social. Más bien,
debemos considerarlos como autosuficientes en su estilo de vida particular
y único, en el que practicaron nociones religiosas y políticas basadas en el
parentesco y la vida comunitaria, con sistemas económicos de producción
447 Saignes comp. (1993: Intro).

319
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

de unidades familiares y con concepciones de poder que prescindían de la


existencia del Estado y sus consecuencias sociales y económicas. El hombre
de la selva es un fenómeno antropológico bastante diferente al hombre que
vive en ciudades bajo Estados en un régimen ideológico político y religioso
basado en la jerarquía y la estratificación. El hombre de la selva habita, en
cambio, un mundo natural marcado por la naturaleza. La antropología de
la selva ha producido notables etnografías que dan cuenta de sus formas
de vida y aportan bastantes conocimientos para conocer y comprender sus
características y cualidades en relación al mundo andino controlado por el
Estado cuzqueño.448 No cabe duda que las sociedades selváticas tuvieron desde
siempre —tal vez más fluidamente desde el Horizonte Formativo— vínculos
con las comunidades de la sierra, puna o costa, por razones económicas,
religiosas y suntuarias. Los intercambios determinaban estas relaciones
interétnicas y multiregionales.

El incanato tuvo una relación particular con estas etnias y con los
recursos que podía obtener de ellos practicando una relación permanente de
trueque de bienes.449 De hecho, muchas de las grandes instalaciones cuzqueñas
estaban orientadas hacia el oriente, hacia la selva. ¿Por qué tanto interés por el
territorio donde erigieron Ollantaytambo, Machu Picchu o Choquequirao?450
Es importante tener todo esto en cuenta para que nos podamos referir a
continuación al rito funerario entre los grupos étnicos del sector denominado
Antisuyu, quienes según Guaman Poma:
Dizen que lloran un día y hazen gran fiesta. Entre fiesta ajuntan con el llorar y cantar
en sus cantares. Y no haze serimonias como los yndios de la cierra ni los yungas, como
son yndios de la montaña que come carne humana. Y ací apenas dexa el defunto que
luego comiensan a comello que no le dexa carne, cino todo güeso. Luego que acaua
de suspirar le bista unos bistidos de plumages que ellos les hazen y quitan la plumería
y le desnudan y le lauan y comiensa a hazer carnesería e[n] ellos. Toman el güeso y
lo lleuan los yndios y no llora las mugeres ni los hombres y lo mete en un árbol que
llama uitica [(árbol no identificado)], adonde los guzanos lo tenía hecho agugero. Allí
lo meten y lo tapean muy bien y dallí nunca más lo uen en toda su uida ni se acuerda
de ello ni saue ninguna serimonia como los yndios de la cierra, que al defunto hasta
metelle en la boca oro o plata y coca. Lo hazen y lo entierra con sus ojotas y bestidos
y comidas. Con todo ello entierra, hasta los topos de plata lo entierra; dizen que se la
448 Clastrés (2001: Cap. 5, 2010: Cap. XI); Parsinnen (2003); Dillahay y Netherly (1998).
449 Murra (1975); Rostworowski (2004); Herrera Villagra (2022b). En la literatura antropológica véase
Malinowski (1995); Radcliffe-Brown (1996); Mauss (1971); Evans-Pritchard (1987).
450 Preparamos una investigación antropológica arqueológica sobre el tema.

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PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

lleue. Hasta este día tienen el custumbre. En bolbiendo el ojo el padre lo echan y en
ausencia del padre lo entierra como naupa pacha. No se le oluida desto.451

La muerte en la selva como fenómeno natural era observada con ceremonias


que Guaman Poma llamará permanentemente “gran fiesta”. En estos ritos
los deudos lloraban la pérdida sufrida mientras ejecutaban sus cantares, pero
no en la manera en que lo hacían los nativos de la sierra o los yungas. Don
Felipe dice que los Antis comían carne humana (antropofagia), prejuicio
y estereotipo típico de su educación occidental; quienes sostenían esto —
cierto o no— lo hacían por razones políticas relativas a la justificación de la
conquista y evangelización, o sea el argumento de que los hombres nativos
eran incivilizados e infieles les permitía usar la idea de actuar en nombre de
Dios, civilizando a través de la evangelización de los naturales del Nuevo
Mundo, figura que tenía fuerza legal en el derecho español de la época (la
Lex Carolina). Don Felipe especifica que apenas moría el individuo éste era
devorado inmediatamente por la tribu. No tenemos cómo saber si esto era
cierto.452

Durante el rito mortuorio el cuerpo lavado del individuo fallecido era


acicalado con vestidos de plumajes para sus exequias formales. El cuerpo era
entonces objeto de antropofagia. Los deudos no lloraban cuando realizaban
este acto sino que proseguían sus actos rituales. Cuando todo se consumaba
los allegados depositaban los restos en la oquedad de un árbol llamado
“uitaca” (¿chonta?). Una vez depositado el cuerpo en el agujero practicado
en el árbol éste era tapiado. Finalmente, los vivos se olvidaban del muerto:
no se aceptaban sus recuerdos entre los que permanecían vivos: se les
desterraba al silencio, su memoria era cancelada: se corría un tupido velo
tras su desaparición. Su alma moraría entre los espíritus y eso significaba que
podían transformarse en una fuerza benigna, protectora, o maligna, negativa
para los vivos. Por ello, era mejor no mencionar al difunto, separando en
forma estricta el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Esta idea
tiene sentido si consideramos que las enfermedades eran consecuencia de
la acción maléfica de los espíritus malignos. Nos enfrentamos a un sistema
451 Felipe Guaman Poma de Ayala ([1615] 2006: 267).
452 Por la investigación etnográfica realizada por Clastrés entre los Yanomamo sabemos que los huesos de
los muertos son molidos hasta volverlos polvo y luego son mezclados con puré de plátano, sustancia que
finalmente es ingerida por el grupo sufriente (vgr. Clastrés, 2001, 2009, 2010).

321
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

religioso de creencias animistas, propio de sociedades tribales. Podemos


darnos cuenta de las notables diferencias que recibía el cuerpo muerto en la
selva, bastante distinto al tratamiento que los indígenas de la puna y sierra
daban a sus difuntos.

Destaquemos que en la selva según Guaman Poma los deudos nunca


más visitaban el lugar donde eran depositados los restos del familiar fallecido.
Se aplicaba una ley del olvido que obligaba a los deudos a no volver a evocar
a sus muertos. Quizás en esto podemos encontrar trazos de una supuesta
creencia segregadora según la cual los espíritus no debían mezclarse en la vida
de los vivos por su capacidad para influir negativamente en los individuos, en
la familia y en la comunidad. En ese sentido, el sistema de creencias parece
ser animista (Taylor, 1871: Chapter I). En tal sistema sólo un chamán podía
intervenir con un resultado incierto. Eso es interesante ya que la figura del
chamán emerge decisivamente en el delicado vínculo de muertos y vivos con
ritos especiales, como el que encontramos hoy en día presente en la sociedad
Wachipaire y en sus cantos eshuva (Lyon, 1967).

Los Collasuyos. Los habitantes de esta región de altura tuvieron ancestros


prestigiosos que practicaron complejos ritos de preservación de los cuerpos,
quizás desde la época de la cultura Pukara (ca. siglos ii aC-vi dC). Vamos a
considerar las tradiciones y creencias en torno a la muerte que los habitantes
de Tiwanaku (siglos iv-ix dC) practicaron en su época, lamentando lo poco
que sabemos todavía respecto de esta antigua sociedad altiplánica. Una de
las evidencias materiales más relevantes son las Chullpas, o torres funerarias,
que hoy en día podemos observar en muchos lugares del sur del Perú,
Bolivia y Chile.453 Al ser un importante foco de irradiación cultural desde
el Horizonte Medio, los proto-incas en su ciclo migratorio que los llevaría
el valle de Aqhamama (ca. xi-xii) debieron ser portadores de varias de las
tradiciones y costumbres de los hombres del Altiplano (y tal vez también
integrando otras, irradiadas por la cultura Wari), entre ellas costumbres
rituales funerarias ampliamente arraigadas por al menos mil años. Por ello
es verosímil pensar que las tradiciones de los reinos aymaras (Murra, 2002:
Cap. V) también influyeron transmigrando sus ideas y creencias (arquetipos)
453 Gisbert (2001: 24 y ss).

322
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

hacia el mundo inca y el Tawantinsuyo. El culto a los muertos, y sus múltiples


formas rituales, era un patrón pandino. Pero en este caso encontramos un
nuevo matiz: algunos cuerpos eran quemados en piras funerarias. A partir de
la lectura de la Nueva Corónica analicemos cómo los Collasuyus reducían a
cenizas a sus difuntos:
Pribístenle y luego le lloran en el primer día. Y en los cinco les entier[r]an asentado
con mucha bestidura y baxillas de oro y de plata y de barro. Ci es yndio pobre, le hazen
lleuar mucha comida. Y al defunto le enbía otros yndios o yndias a otros defuntos a
sus padres o a su madre o a los parientes y ermanos y amigos le enbía de comer o
chicha o agua, oro, plata, baxillas y rropa o de otras cosas. Y con ello le entierran al
defunto en los cinco días, como dicho es. En los dies días tornan a llorar y enbían
otro tanto. Entonses los queman y dizen que, cuando la llama del fuego da sonido,
dizen que lo rreciben los defuntos y que uan derecho a Caray Pampa los Chinchay
Suyos y Ande Suyos y los Colla Suyos, Conde Suyos. Se uan los defuntos derecho
a Puquina Pampa y a Corapona, que allí se ajuntan. Y dizen que allí tienen mucha
fiesta y conuersación entre los defuntos y defuntas. Que pasado dallí uan a otra parte
adonde pasan muy mucho trauajo, hambre, sed y frío, y en lo callente, mucho calor.
Y ací le entierran con sus comidas y ueuidas y cienpre tienen cuydado de enbialles
de comer y de ueuer. Y en los seys meses hazen otro tanto sus fiestas de los defuntos
y en el año, otro tanto. Pero no lo sacan afuera el defunto como Chinchay Suyo a la
procición al dicho defunto, cino que le dexan estar metido en su bóbeda, pucullo y
le llam[an] el pueblo de los defuntos amayan marcapa hiuirinacan ucanpuni cuna
huchasa camachisi [aymara: (…) Los que alimentan a los muertos, en ésos siempre
se hace el pecado].454

El cuerpo del difunto era vestido con finos vestidos, provisto de alimentos
y bebida, y obsequiado con ostentosos accesorios de ajuar. Los primeros
cinco días daban paso a la expresiones de emocionalidad de sus deudos
y la comunidad. Al cabo del quinto día el cuerpo del dignatario Qolla era
inhumado con todo tipo de bienes suntuarios. Guaman Poma agrega que si
el muerto era pobre recibía solamente cerámica de barro, aunque bastante
comida. En efecto, una costumbre común, que entraña además una creencia,
es el hecho de que las familias hacían abundantes ofrendas de alimentos y
chicha al difunto, si este era pobre. Esto era común a todo el mundo andino,
aunque diametralmente opuesto al rito cristiano ante la muerte, como Guaman
Poma lo pudo observar en su tiempo. Luego de diez días de ceremonias y ritos
funerarios, donde inferimos que música, canciones, danza y tradiciones orales
hacían su aporte al rito, el cuerpo era quemado en una pira previamente erigida.
454 Felipe Guaman Poma de Ayala ([1615] 2006: 269).

323
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

Es sugestivo el hecho de que esta práctica haya sido eminentemente privativa


de dichas poblaciones étnicas. (Lo es también que los hispánicos al conocerla
la comparasen con la de algunos pueblos bárbaros de Europa). Guaman Poma
no menciona que las etnias de las otras regiones también lo hicieran. Pudo
haber sido, por lo tanto, una tradición propia del Altiplano. También resulta
sustancial lo mencionado sobre el sonido que emitiría el fuego (un crepitar) al
consumir el cuerpo: si el sonido era propicio los vivos asumían que el difunto
iba de camino a un lugar llamado Caray pampa, y especifica que esta creencia
correspondía igualmente a los Chinchaysuyos y Andesuyos. En tanto que
los difuntos de Collasuyos y Condesuyos se irían a un lugar denominado
Puquina pampa y Coropona (el volcán Coropuna, 6425 msnm, Departamento
de Arequipa).455 Se trata de lugares donde los muertos pasarían “muy mucho
trabajo, hambre, sed y frío”, y también “en lo caliente mucho calor”. Recalca
el autor que las ofrendas de comidas y bebidas eran permanentes y que los
deudos nunca dejaban de llevar este tipo de dádivas a los difuntos. Es posible
vincular adicionalmente el culto a los muertos con el culto al agua, derivado
de la adoración que recibían precisamente las altas cumbres nevadas que son
las que producen cursos de agua dulce, imprescindibles para la vida humana
y natural.456

Algunos estudios arqueológicos y etnográficos contemporáneos dan


cuenta de que, en el territorio altiplánico, así como en otros lugares del mundo
andino, estas costumbres y tradiciones, las creencias que las fundamentan,
persisten hoy en día (vgr. Duchesne, 2005; Duchesne y Chacama, 2012).
Esto es sumamente importante porque ayuda a fortalecer la idea de que las
culturas andinas, o fragmentos de ésta, lograron cruzar el tiempo gracias a la
lengua quechua, sostén de la memoria y la tradición culturales, sobreviviendo
a múltiples procesos históricos, aunque al precio de mestizarse o sincretizarse
con la cultura e ideología colonizadora. De igual modo, es importante observar
que en el altiplano Qolla si bien hubo grandes campañas de evangelización
y una notable presencia hispánica en los siglos del coloniaje, la población
455 Véanse dos artículos sobre la muerte y la mitología asociada en el volcán Coropuna de Valderrama y
Escalante (2011: 189-219, 2016: 258). Ricard Lanata (2007: 53 y ss) también tocó el tema refiriéndose a
la montaña Pachatusan y al Ausangate, muy cercana al Cuzco, lo cual permite una visión regionalmente
más amplia. Sobre el nevado Ausangate, también próximo al Cuzco, podemos citar el trabajo de Sánchez-
Garrafa (2016: 13-24).
456 Carrión Cachot (2005: Cap. II).

324
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

nativa se mantuvo en una relativa independencia social y cultural que le


permitió salvaguardar gran parte de su tradición. Noble David Cook (2005,
2010) ha planteado que en los siglos xvi y xvii la población altiplánica más
que en otras partes del ex-Tawantinsuyu, se mantuvo bastante más a salvo de
la crisis demográfica y sus varias consecuencias, de forma tal que sus grupos
étnicos tuvieron oportunidades diferentes para sobrellevar culturalmente
el período virreinal, básicamente por el hecho de haber estado a la cabeza
del Rey produciendo tejidos (gracias a sus enormes reservas de cabeza de
ganada lanar), lo que aseguraba que no sufrieran abusos de los funcionarios
coloniales.

En los siguientes seis meses del fallecimiento del Curaca seguían


realizándose ceremonias de homenaje; Guaman Poma las llama “fiestas de
los difuntos”. En el siguiente año continuaban estos ritos mortuorios. En
este trance ocurría un fenómeno que llamó profundamente la atención de
colonizadores y evangelizadores: el cuerpo del difunto embalsamado era
subido a unas andas que eran cargadas por servidores, familiares y pueblo, en
ciertas ceremonias tradicionales como en Chinchaysuyo, compara don Felipe.
Se organizaba una procesión en el cual el difunto era paseado a la vista de
todos los miembros del grupo étnico. En realidad, llevar el cuerpo del Mallqui
en andas implicaba un vínculo inolvidable para sus deudos y súbditos, lo que
aseguraba la identidad étnica del grupo gracias a una presencia intemporal
y afirmaba la preeminencia de las élites que descendían de este Apu. Los
incas del Cuzco también realizaban estas actividades rituales a lo largo de
prácticamente todo el ciclo solar y lunar, sacando a las momias desde el
Coricancha y transportándolos a la plaza Haucaypata, similarmente a como
lo hacían los Qollas.457

Resulta confusa, finalmente, la información que nos entrega el autor


al señalar que “al dicho difunto (…) le dejan estar metido en su bóveda,
pucullo” y que al lugar físico donde quedaban depositados estos cuerpos
embalsamados/ritualizados los deudos llamaban “amayan marcapa
hiurinacan ucan puni cunahuchasa camachisi”. Esta última frase está escrita
en lengua aru y demuestra que don Felipe tuvo alguna competencia en ella.
457 Sagaseta (1989: 125 y ss).

325
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

El significado es, como se puede entender, prácticamente impugnador ([“Los


que alimentan a los muertos, en ésos siempre se hace el pecado”]). Como
sabemos, para su mentalidad todo lo que estaba vinculado al mundo de las
antiguas creencias religiosas necesariamente terminaba transformado en un
pecado que contradecía la fe cristina. Tal el sentido cultural que pudo haber
tenido este acto o ritual mágico y religioso.

Los Condesuyos (y Colesuyo). Los habitantes de esta región también tuvieron


ancestros prestigiosos que practicaron ritos de preservación de cuerpos.
A esto sumemos, al menos en la costa, el hecho de que el propio clima
desértico ayudó a que los cuerpos muertos se mantuviesen en buen estado al
paso de los siglos. Desde antes de la época Paracas y Nazca ocurrió de este
modo. Como hemos mencionado fue en la zona costera desértica donde los
antiguos Chinchorro aprendieron a ritualizar el cuerpo muerto a través de la
momificación (Allison, Focacci, Arriaza y otros 1984; Rivera y Rothhammer
1986; Arriaza 1994; Llagostera 2003); creemos que esta antigua tradición
trascendió y fue incorporada al patrón cultural general. La momificación en
los Andes entonces posee una antigüedad superior a los 5 mil años458. Por otro
lado, en las zonas de la sierra centro-sur peruana también se practicaron la
momificación artificial y la depositación de cuerpos en lugares especialmente
habilitados para ello, posiblemente por influencia de culturas de la costa y
altiplano. En esta área del Tawantinsuyu, habitada por Collaguas, Cabanas,
Condes y otros grupos étnicos, desde antiguo se adoraban Huacas y Apus.
Todo esto refrenda el hecho de que las tradiciones mortuorias fueron afines y
muestran continuidad en el territorio andino.

Veamos el comentario de Guaman Poma acerca del modo en que eran


tratados los difuntos:
[A]yunar sal y hazer pacarico [pasarse la noche en celebración ritual] y comer carne
cruda y ueuer sangre cruda es común del rreyno desde los Yngas hasta agora. Pero
dizen que sacan las tripas y hazen bálsamo y le bisten muy rrica bistidura y luego le
lloran. Con ello beuen mucha chicha y meten en la boca plata. Tanbién es común esto
de meter plata o oro en la boca del defunto y más dizen que la sal corronpen. Dizen que
ací la muerte corronpe y porque no mueran presto y ací lo ayunan la sal. Y luego para
sepultalle edefican unas bóbedas como horno de piedra y los blanquean y los pintan de

458 Véase el ejemplo de Kasapata en Bauer ed. (2007); Sutter & Cortez (2007: 78-110).

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PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

colores y llaman ayap llactan [pueblo de los muertos], amayan marcapa [aymara: del


muerto su pueblo]. Y otros entierran en peñascos y en los serros los güesos questán en
quebradas, güesos grandes. Son güesos de los primeros de Uari Uira Cocha Runa y
de Uari Runa y de Purun Runa y de Auca Runa. Entier[r]a en pucullos [construcción
funeraria] desde el tienpo de Auca Runa. Quando se muere, luego mata un carnero
para que le lleue el quipi [atado] y cocaui [vianda]. Y en los cinco días a de matar otro
carnero y en los dies días, otro carnero y en los says meses, otro carnero y en el año,
otro carnero. Y las fiestas susodichas es común en este rreyno y lo usan todauía.459

Don Felipe indica que los ritos funerarios de las etnias de esta área eran
semejantes a los del Qollasuyu. Los deudos ayunaban o se abstenían de
consumir sal, hacían pacarico, bebían sangre cruda y comían carne cruda,
común en la época inca, y todavía se realizaba en tiempos coloniales (ca.
1600-1615). Vemos luego que los cuerpos de los fallecidos eran eviscerados,
y se preparaban productos (bálsamo) para la momificación. El cuerpo era
vestido con ropas finas (cumbi), como usualmente se hacía en otros lugares.
Las bebidas rituales estaban presentes siempre en este tipo de ceremonias
mortuorias; la chicha de maíz cumplía su sagrado rol, siendo suministrada
abundantemente por las mujeres encargadas de hacerla. En la boca del difunto
se introducían objetos metálicos de oro y plata, y ello era común, afirma
Guaman Poma. Por otro lado, los deudos expresaban sus emociones llorando,
cantando y bailando. La razón por la cual en varios lugares los seres humanos
se abstenían de comer sal, cuando realizaban ritos de muerte, era que la sal
corrompía el cuerpo y espíritu, creencia que se relaciona con la muerte ya
que, en sus conceptos, también en ello consistía la corrupción del cuerpo
humano. De tal forma se prohibía consumir elementos que corrompían igual
como lo hacía la muerte. Tal vez tenga sentido la explicación de que en esta
abstención hubo una noción de austeridad, en relación a los alimentos que los
humanos consumían, y que provenían de la Madre Tierra o de la Madre Mar.

Los habitantes de los Condesuyus también construyeron estructuras


pétreas para sepultar a los cuerpos de los difuntos: “edifican unas bóvedas como
horno de piedra y los blanquean y los pintan de colores”, indica don Felipe.
A estas estructuras las llamaron “ayap llactan amayan marcapa” (chullpas).
Otros individuos eran enterrados en lugares de altura, aprovechando todo
tipo de accidentes topográficos, como cavernas o aleros rocosos o quebradas,
459 Felipe Guaman Poma de Ayala (2001: 271).

327
FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

en los macizos de la Cordillera de los Andes. En otra inferencia curiosa,


Guaman Poma indica que los huesos que allí se podían hallar “son huesos
de los primeros de Uari Uiracocha runa y de Uari runa y de Purun runa y
de Auyca runa”. Arqueológicamente, esto implicaría una gran antigüedad de
dichos sitios mortuorios, e incluso esto sugiere la posibilidad de que algunos
de esos huesos (huesos grandes) podrían corresponder a animales antiguos y
extintos (Megafauna). Guaman Poma asevera que los difuntos eran enterrados
en Pucullos, desde la época que ha denominado Auca runa. Se trataría de la
costumbre de construir Chullpas para los muertos indudablemente; los “ayap
llactan” se los llama en quechua, o sea pueblos de muertos. Otro acto ritual
muy tradicional fue el sacrificio de camélidos “para que le lleve el quipi y
cocaui”. Señala asimismo que pasados cinco días volvía a sacrificarse otro
animal para el fallecido.

En estas informaciones encontramos evidencias significativas que


expresan la experiencia propia del autor en asuntos de extirpación de idolatrías.
Comenta don Felipe que las ceremonias, fiestas o borracheras, eran normales
entre las poblaciones del área, y en la época (tercio final del siglo xvi) en que
andaba asesorando al sacerdote evangelizador Cristóbal de Albornoz, todavía
se podían ver. Guaman Poma alega que “lo he visto a vista de ojos”, y que
“los padres de las doctrinas lo consienten”, puesto que pasando por alto estas
actividades proscritas las autoridades podían asegurar asuntos pecuniarios
que les permitían su sustento y recolección de medios para construir capillas,
parroquias e iglesias, utilizando incluso el chantaje. Ello no era inusual:
ocurría similarmente en otras partes del Virreinato como en la Provincia de
Huarochirí (Duviols, 1977; Armas Asín ed. 2009; Mills, 1997). De ese modo
las poblaciones étnicas lograban mantener sus costumbres a un alto precio
frente a la policía virreinal. Las penas que arriesgaban estos creyentes nativos
era la expulsión de sus lugares de vivienda y sus pueblos, perdiendo bienes y
patrimonios, prisión en la Cárcel de la Santa Cruz o extrañamiento a lugares
lejanos, como Nueva España o Santiago del Nuevo Extremo (Chili o Chiri, el
actual Chile). Vemos en esto cómo Guaman Poma era bastante consciente de
la corrupción que existía en la sociedad colonial; estos hechos los esgrimirá
como argumento de iniquidades e injusticias que cometían los españoles,
pero también de sobrevivencias de las antiguas creencias que él consideraba

328
PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

idolatrías, en un juego narrativo ambivalente real y objetivo desde el punto de


vista de la crónica histórica.

Los Yungas. Los habitantes de la costa desértica poseían sus propias creencias
y costumbres que reflejaban sus puntos de vista ante la muerte y constituían
una parte importante de sus cosmologías. Como es evidente, en la antigüedad
diferentes tribus y señoríos desarrollaron originales tradiciones en múltiples
áreas de la vida social y cultural, propias de un mundo aislado que no tuvo
mayores influencias externas que los determinaran. Como ya hemos indicado,
hubo varios patrones culturales en la extensa área andina que parecen muy
afines en varias materias relativas a las ideologías y la organización social.
Esta es una de las características más especiales del mundo andino: en el
área existió una enorme multiplicidad de similitudes en el registro social y
cultural.

En el caso que analizamos a continuación, podemos apreciar cómo


nuestro autor se refiere a estos diferentes grupos étnicos:
Es un entierramiento solo, muchica, alco mico, come-perro. Le entierra con perros
como matalle carnero, acimismo el ualle de Xauxa, Uanca, alco mico, Quito, alco
mico. Todos éstos les enterrauan a sus defuntos con perros y el sacrificio, otro tanto.
Primeramente yndios de los llanos llora diziendo: “Nanu, nanu, nanu.” Comen y
ueuen hasta tornarse locos, atónitos y ayunan como los serranos. Y ci halla carne lo
comen pero anda mucho pescado y camarón. Lo primero al defunto le destripan y
le quitan toda la carne y las tripas y carne lo meten en una olla nueua y los güesos
amortaxa con una manta de algodón y lo cose. Y ciñi con sogas de cabuya que
llaman toclla [lazo], muy alinado. Luego le pinta con colores de encima al defunto y
la carne y el defunto lo mete en su bóbeda y le haze asentar con sus padres y madres
y parientes cin allegar a otro ayllo [parcialidad] y an[c]í se entier[r]an los Yungas.460

Guaman Poma resalta en primer lugar la costumbre costeña de sacrificar


animales como el perro (Canis lupus familiaris), en honor y homenaje al
difunto. Menciona a tres grupos étnicos que tenían esta tradición de comer
carne de perro: los muchica, Xauxa y Quito. Los vivos, en tanto, cruzaban el
trance emocional de la muerte reunidos comiendo y bebiendo. Incluso el autor
señala que algunos deudos realizaban ayuno, que consistía en abstenciones
sexuales y alimenticias. En relación a las carnes que se consumían resulta

460 Ibíd.: 271-272.

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FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA

interesante consignar que se trataría por supuesto de alimentos del mar, tales
como pescado y camarón. Ahora bien: en cuanto al cuerpo de los fallecidos,
Guaman Poma relata que el cuerpo del difunto era tratado por hombres
especialistas (chamanes-sacerdotes) quienes practicaban la técnica de la
evisceración del cuerpo humano: los órganos extraídos eran depositados en
una olla nueva, lo deshuesaban y luego cubrían los restos óseos con mantas
de algodón; éstas eran cosidas y ceñidas. Son los llamados bultos que eran
depositados bajo la tierra en cámaras colectivas. El despojo mortuorio era,
finalmente, pintado con diferentes colores. La momia era depositada en una
bóveda o estructura pétrea, en cuyo interior estaban los innumerables restos de
sus ancestros de la etnia al que pertenecía. Si bien notamos contradicciones de
nuestro informante sus datos tienen objetividad cuando rastreamos diferentes
evidencias.

Comentemos, en último término, lo que Guaman Poma relata sobre la


perduración de este tipo de tradiciones en la época colonial y lo que pudo
observar en su propio contexto sociohistórico.
Lo que uzauan en tie[n]po de los Yngas y en este tienpo lo está uzando los yndios en
este rreyno. Después de auer enterrado sus defuntos las biudas y parientas y ermanos,
en los cinco días se uan a lauar al tincoc yaco [confluencia de aguas]. Se laua ellas
y todo su rropa. Y después proeua para sauer ci an de morir presto adonde se lauan.
Tienen en todos los pueblos sus hermitas antiguas, una bóbeda que tiene dos puertas
que entra una puerta y sale por otra puerta. Y ci se tarda de salir, dizen que es mala
señal y que a de murir muy presto. Y otros hazen unas asecyas rredonda; de arriua
entra un cano de agua y de auajo se haze una secya sola. Y que de arriua suelta la agua
la biuda y ci se junta ygualmente la agua, dizen ques buena señal y que no a de murir.
Y si se tarda la agua por el otro cano y no se ajunta ygual, dizen que es mala señal,
que a de murir presto. Y en esto de la prueuamiento dexan sus lutos o chunbis [faja
de cintura] o uinchas [cinta] o las ojotas [sandalias] por señal. Y en algunos pueblos
hazen las prueuas en las asecyas adonde se lauan y tuerzen unos hilos a los esquierdo
de blanco y negro. Allí dexa la biuda el hilo como lazo puesta tirado a la otra parte de
la agua y a la otra de manera que lo uean las personas. Con ello encanta y serimonia
y pacarico: ueuen y baylan y toda la noche hazen ydúlatra.461

El autor de la Nueva corónica denuncia que los antiguos ritos funerarios


idolátricos, todavía a fines del siglo xvi y comienzos del xvii, los hombres
continuaban llevándolos a cabo con motivo de fallecimientos de miembros

461 Ibíd.: 272.

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PENSAMIENTO, MEMORIA E IDENTIDAD EN LOS ANDES COLONIALES

de la etnia de origen, contrariando los preceptos morales de la Iglesia católica


estipulados en los Concilios Limenses (Herrera Villagra, 2022b), tocantes al
tratamiento que se le debía dar a los muertos, así como también a la creencia
de los dominadores respecto del estado real de la evangelización de los
indios. Al cabo de cinco días de enterrados los cuerpos fallecidos, toda la
familia concurría al lugar donde confluían las aguas canalizadas para lavar
sus cuerpos y todas sus prendas. Finalizado este rito de limpieza corporal y de
sus ropas de vestir observaban cuidosamente los signos visibles del rito para
pronosticar si alguien más moriría pronto. Tales creencias fueron reprobadas
por don Felipe. Oráculos y adivinación eran asociadas a prácticas de magia
negra, diabólicas, anticristianas. En estos lugares donde se realizaban estas
lavativas, los antiguos habitantes tenían pequeños templos o estructuras de
piedra similares a un dolmen en los cuales habría una bóveda que sería cruzada
de lado a lado por los deudos, poniendo en práctica la creencia de que ciertas
figuras implicarían buenas y malas señales, es decir la fortuna de la vida o
la desgracia de la muerte. La mentalidad costeña-andina estuvo determinada
por los signos místicos que ellos podían auscultar o predecir según un sistema
mágico de adivinaci