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La cuestión

Esta es la historia de una adolescente, pupila del colegio “Horizonte” situado en San Luis, que
precisamente hoy, yo, su compañera de habitación me atrevo (con autorización de sus familiares)
a hacer pública, dando a conocer una situación que a pesar de no ser su protagonista, he vivido
prácticamente en carne propia, ya que Julia con el transcurrir del tiempo y con la suma de los
momentos que compartimos llegó a ser alguien más que aquella persona que con doce años
ingresó a la institución y tomó la cama de al lado del cuarto que supo ser nuestro.
Yo era una joven con el perfil que en las películas norteamericanas suelen otorgarle a la “chica
popular del colegio”, lo cual no se relacionaba en ningún aspecto y de ninguna manera con la
forma de ser de Julia. Ella era desprolija en su persona, no le daba más que la importancia justa y
necesaria a su aspecto, veía al arte con una mirada muy particular, de eso se trataba su vida… Le
apasionaba todo tipo de expresión artística, ya sea el dibujo, la pintura, la fotografía, la literatura,
el teatro. Tenía una percepción muy sensible de las cosas simples. Ella solía decir que, “la belleza
está en los ojos de quién la mira”. No conocía demasiados paisajes, ni había realizado viajes a
lugares muy costosos, pero sin embargo estaba hecha de experiencias (Es inevitable no comentar
esto sin suspirar ni creer oírla diciendo “Somos seres hechos a base de recuerdos”), que según ella
se las había presentado su imaginación, y ¡Sí que tenía imaginación! Con un trozo de papel podía
transmitir lo que hasta ese entonces uno creía indescriptible, disfrutaba realmente de escribir… y
algo que de mi memoria nadie quita (Hoy confirmo que la memoria es el único paraíso del que no
nos pueden expulsar) es el dote que tenía en su voz (Siempre afónica, pero preciosa)… A pesar de
su “abandono”, el momento del baño era su preferido, nuestro preferido… Ya que desde mi lugar
de espectadora, experimentaba una sensación de inmensa tranquilidad al sentarme en la puerta
del baño a esperar que termine de asearse y así, poder escucharla cantar. Por las noches aún
recuerdo su música, la pasión que había en ella… esa misma pasión que no explica su partida.
Subió hasta “las plateas más altas” (Yo creo que ella quiere que pensemos que es ahí dónde está),
y ya no logró bajar, lo perdió todo (Lo perdí todo). La culpa no fue de ella, quizás no hubo culpas.
Quizás en aquellas “plateas” buscan corazones inquietos, como el de Julia, dispuestos a ayudar, y
no a ayudarse…
Recuerdo también, el día en que la conocí… Mis amigas no la aceptaban.
Era un ser lleno de paz y a su vez, lleno de ira. Difícil de explicar y fácil de enseñar. El rechazo le
producía angustia, lo cual en su momento no supe ver a pesar de que me apenó el haberme
alejado de ella, y al día de hoy, comprendo mi error…
Llegó, sumisa, a mi habitación con poco equipaje y una especie de “morral” repleto de parches de
logos de bandas de rocanrol. Allí estaba mi grupo de amigas, el cual le transmitió inseguridad con
sus miradas despectivas inundadas de prejuicios que permanecieron vigentes de principio a fin.
Julia entró al baño y permaneció allí hasta que dejó de sentir sus voces. Al salir, inmediatamente
se presentó conmigo. Sentí que era ella el tipo de compañera que necesitaba incorporar en mi
vida.
Julia me enseñó tanto… Desde mecanismos para dominar mis sueños hasta escribir poesía. Con
ella aprendí a valorar lo simple, y fundamentalmente, el verdadero concepto de la amistad…
Nunca, nadie más que yo, comprendió su mensaje, su objetivo en esta vida, lo que tenía para
ofrecerle al mundo… Y quizás, ya sea tarde para que más de uno le pida explicaciones (Ella siempre
las tenía, para todo. “Alguien” de quién no le gustaba hablar solía decirle que, no existen los
“porque sí”… *suspiro*), pero… Me he decidido a compartir su tesoro, que de alguna manera, en
mis manos fue a acabar, y en éste se encuentran sus más profundos (Oscuros, a su vez)
sentimientos.
 
 
07/03/11: “Disfrutó mi enfermedad”
¿Cómo imaginás un lugar que no conocés?, ¿Cómo imaginás un lugar que no conocés, y sabés que
vas a estar allí?
Nunca pensé que iba a tener que preocuparme por esta situación. Siempre la miré desde “afuera”,
con los ojos de aquel que, a pesar de estar en primera fila, no deja de ser un simple espectador.
Solía tratarse de algo que le sucedía a los demás, y nunca a mí...  Però, mai dire mai, mai dire mai
mai più.  Han pasado cuatro meses desde que comencé a formar parte de la “obra” que ajena y
cómodamente supe observar. Una escena “cruda” de la cual no es sencillo escapar, a pesar de que
soy partidaria de que, muchas veces la manera más simple para llegar al Cielo desde la Tierra es,
escapando.
Desde pequeña mi preocupación era otra. Ser aceptada era la cuestión Con el tiempo, las
cuestiones cambian (Pero, uno siempre es el mismo, a pesar de que la piedra de siempre, se va
puliendo junto a los ochenta mundos paralelos que juegan en su mente).Las preguntas van en
aumento…” ¿Qué quieren de mí?” no deja de ser un clásico  (“El hombre es el animal que pregunta.
El día en que verdaderamente sepamos preguntar, habrá diálogo. Por ahora las preguntas nos
alejan vertiginosamente de las respuestas”). Y supongo que no existe respuesta por lo menos aún…
Sólo sé que “los extremos no suelen ser buenos”, y el problema para alguien “como yo” (Discutible
*risas con ironía en abundancia*) es que nunca encontré, ni posiblemente encontraré, el famoso
“punto medio”, y tal vez es eso lo que a quiénes ahora juegan de mis espectadores les resulte un
tanto incomprensible.
Todo comenzó (Todo suele comenzar, en realidad, antes de lo que creemos) cerca de mis cinco
años de edad cuando el colesterol en sangre y el hipotiroidismo comenzaban a manifestarse en mí
(Desde ya, no sólo en mis “adentros”, y allí se podría decir que estaba la también famosa,
“cuestión”).
Con el tiempo, ciertas diferencias (Exteriores) perdieron notoriedad, pero aun así, no era suficiente
para los “espectadores”, mucho menos para aquellos que se ubicaban en lugar de “críticos”.
Llegó una “escena” en la que mi más interna voz se alzó todo lo que pudo y gritó “¡Basta!”. Sí,
basta, suficiente, pero no para ellos, sino para mí. Dicen que todos tenemos límites, y a veces debe
ser uno quién pone los propios, y el fin a lo que le causa daño… Lo que no quita malditas cuestiones
como la de “pertenecer”…
No sólo que nos movemos dentro de un sistema, sino que somos un sistema. Una gran conexión
con nosotros mismos, con cada una de nuestras partes. Algo afecta a una, también lo hará con la
otra. No se puede estar eternamente bien aquí y mal allá, los “escapes” no duran para siempre. Si
mi interior estaba mal, lo mismo iba a transmitirle a mi piel exterior.
Trataba de convencerme de que mi vida era como yo la esperaba. Inclusive, ¡Tenía sueños! ¡Creía
que se hacían realidad! Pero ahí es cuando, a su vez, se venían abajo…
Dos días bastaron para perderlo todo, para que mi camino se desviara…
Luego de viajar sin rumbo, no sólo mi cabeza tuvo que sentarse en la tierra de la realidad, sino
también, mi presente y mi futuro debieron instalarse en la ciudad de San Luis donde comprendo
que, como en tantas otras partes, no pertenezco… y, por más que pese, todo pasa por “pertenecer”
(Y, “todo pasa”, también), por lo que llegamos a hacer por “ser parte de…”, a pesar de que esté en
juego nuestra autenticidad, nuestra dignidad, nuestras ideas, pensamientos y nuestra propia
esencia en sí… Pero, el verdadero “melodrama vulgar” comienza cuando uno no se encuentra
dispuesto a jugar con todo aquello, cuando ciertas renuncias no van de acuerdo con una moral ya
formada de una manera completamente distinta a la que los espectadores (Críticos) exigen… Y es
allí, y entonces, cuando uno inmediatamente pasa a quedar afuera de lo que yo llamo hoy por hoy
(Perdido por perdido), “circulo de cotillón”.
 
 
01/04/11: “Mis penas, como piedras, caen, ruedan y escapan…”
Suelo preguntarme si la cuestión   se trata, esta vez, del miedo o del acostumbramiento, o tal vez
sea una combinación de ambos. Pero en fin, cierro la idea empleando la frase “caer con estilo”,
porque cuando se cae constantemente por el mismo error ya se torna un tanto “soportable” y ya
no duele más… (O al menos, duele mucho menos que “la primera vez”).
También he oído la frase (Amo oír esas seductoras frases hechas) “uno sólo conserva lo que no
amarra”… Lo cual, me confunde un poco, porque todo es efímero ¿O no? Nada es para siempre ¿O
sí? La cuestión es, esta vez, que poco a poco lo voy perdiendo todo… Todo se hace humo.  “No
renuncio a nada, simplemente hago todo lo que puedo para que las cosas me renuncien a mí.”
Nunca, de por sí, tuve muchos vínculos que valieran la pena, pero dentro de esta ciudad, y de este
establecimiento, consideraba a mi compañera de habitación algo similar a aquello. Pero (Sí, así
como no existen los “porque sí”, existe una gran variedad de matices de “peros” en mi diccionario),
comencé a sentirla distante y cada vez más lejos de mi… E inevitablemente me cuestiono si yo
alguna vez he sido para ella un vínculo que valiera su pena, y al comprobar que de manera
evidente, no lo soy, ni mucho menos una prioridad en su vida, mi alma se parte en mil pedazos que
se dispersan por mi ser, formándose allí un vacío y una soledad enorme.
 
 
03/06/11: “Los problemas saben siempre donde estás…”
Los problemas comenzaban a recaer en todos los aspectos de mi vida. Me ahogaban. Me
absorbían. No encontraba la salida. Me sentía incomprendida. No sabía a quién acudir, por lo que
también me consumía en silencio.
No sólo quería irme del colegio, de la ciudad, alejarme de las personas que hoy por hoy formaban
parte de mi entorno, sino que sentía que rara vez mi vida cobraba algún tipo de sentido…
Atravesaba tiempos en los que creía que era hora de abandonar este film.
La vida, en cuanto a la convivencia se tornaba insoportable e inclusive me atrevo a decir que,
imposible. Apreciaba mucho a mi compañera y aún lo hago, pero lamentablemente nuestra
relación nunca termino de ser en su total “nuestra” (Cuando se trata de un vínculo en el que el
sentimiento no es reciproco de igual a igual… Tarde o temprano, quiebra. Uno de ambos, quiebra),
ya que siempre algún tercero influía en ella, a tal punto de vencer, disolviendo nuestra amistad.
Mi interior, mi vida “puertas adentro” era una terrible “confusión”, mi cabeza, un “desastre” y mi
corazón estaba repleto de “desequilibrios”, y eso hacía que los demás aspectos de mi vida,
aquellos que no marchaban tan mal, empeoraran. Ya no recibía noticias, ni invitaciones, ni visitas
de mi familia. Mi presencia comenzaba a ser ausencia (Reinaba la indiferencia) en la vida de
quienes consideraba indispensables para mi… ya nadie me tenía en cuenta…
Dicha situación le pasaba factura a todo mi cuerpo, sin dejar afuera a mis conductas. El último
secuestro, sin duda alguna, había sido el de mi estado de ánimo.
 
 
16/07/11: “La traición tiene ese poder de arruinar el pasado…”
“La traición tiene ese poder de arruinar el pasado…”, ¡Y sí que es jodida en los “leales”! Pero, la
cuestión es… ¿Qué hacer frente a la inesperada reaparición de aquel que supo jurar lealtad y a sus
palabras se las llevó el viento? Inevitablemente, aparecen en mi cabeza, dos caminos de tierra
interminables, llenos de polvo que a cualquier vista hacen arder, de una bruma espantosa, de
niebla que impide ver con claridad si se trata de un cambio o si es más de lo mismo.
¿Lo malo pesa más que lo bueno? ¿Serán más las cosas que nos unieron que las que nos
separaron? ¿Hay que tener en cuenta que también hubo alegrías? O realmente  ¿La traición tiene
ese poder de arruinar completamente el pasado?
Analizo, todo el tiempo analizo. Los cuestiono y me cuestiono, siempre producto de la inseguridad
y de la desconfianza que hoy siento de la gente, e inclusive hay días que de mi misma…
Llevo adelante mis días y mi vida compartiendo lo que se me presenta inexcusablemente con quién
se me presenta inevitablemente, pero de todas formas considero que ya no debo incorporar más a
nadie en mi vida, y que todos forman parte de mi pasado. Pasado al cual no debo ni quiero
recurrir.
 
 
26/07/11: “Va a despejar, mi amor…”
Existen personas, sentimientos y emociones que disfrazan al dolor, lo maquillan con sus mejores
pinturas de sus más bellos colores, pero dudo que esa deslumbrante máscara cierre o si quiera
oculte tan profundas heridas, tan notorias cicatrices. Quizás porque a esta altura de mi vida he
guardado todas mis ilusiones en el placard, he dejado de creer en el “para siempre” de esa clase de
cuentos que de por sí, jamás fueron de mi agrado.
Fue la misma gente quién me enseñó a dudar, a desconfiar, a elegir a quién querer si es que hoy
puedo sentir cariño por alguien más que por mí misma (Cariño que de por sí, tampoco es
demasiado), pero…  “Hasta el mejor testigo se puede contradecir”  y él era clara demostración de
ello…
Nunca quise fallarle a nadie. No quería vicios porque con ellos hubiese decepcionado a mi familia.
No quería adoptar indiferencia a mis conductas porque así hubiese decepcionado a mis amigos (Sí,
en uno de mis ochenta mundos, alguna vez, tuve amigos). No quería actuar con falta de
compromiso bajo ninguna circunstancia y frente a ninguna situación, porque de esa manera
hubiese decepcionado a mis autoridades… Pero en este rollo que es mi vida, todas aquellas
personas a las que jamás he querido decepcionar, me han decepcionado a mí…
Hoy, mis ideas se contradijeron. Hoy, forma parte de mi vida una persona especial, bella para mis
ojos que son los que la miran. Él sin que yo lo notara se fue ganando que abriera las puertas de mi
alma, lo eligiera, y lo dejara entrar en mi vida, que hasta ese entonces estaba bajo llave. No tenía
la culpa de mi pasado, sólo venía a remendar este corazón de trapo, a dibujar su sonrisa junto a la
mía en mi cuaderno, que al igual que yo, y que él, está hecho de recuerdos… A él no podía fallarle,
pero sin querer fallarle a la gente, siempre terminé fallándole… Tomando distancia cuando sentía
que las cosas ya no podían ser. Mi más honda profundidad se llenaba y se vaciaba en un instante.
Era difícil subir, pero para bajar bastaba con muy poco.
Al escribir el día de hoy, sólo puedo sentir miedos… Por Fernando lo dejé todo, por él pasaron mis
sueños, mis anhelos y mis esperanzas, en su escenario dejé mi vida, mi mejor papel, jugando con él
a ser feliz, a crecer, a ser mujer… Y él también me demostró quién soy y seré en su vida, me hizo
sentir valiosa de tal manera que nunca nadie lo había hecho antes… para Fernando no sólo soy su
“novia” (Qué extraño suena, aún no me acostumbro a esa etiqueta… Es más, por momentos, hasta
diría que me empalaga…) de 16 años, y el para mí, mi “novio” (Aún menos familiar *risas*) de 18,
sino que soy su mejor amiga con quien comparte aventuras, su hermana, quién lo cela como
ninguna otra, soy esa persona que festeja con él cada fecha memorable para ambos, soy su
compañera de rutas, con quién recorrió millones de caminos, persiguiendo nuestros sueños, a la
vida misma, conociendo nuevos lugares, paisajes y estadios, donde seguimos a su club y a mi
banda ¿Por qué decirle adiós a todo aquello que llego a hacerme… feliz? ¿Será por eso que habita
en mí, que me hace alejarme de lo que amo? Ni  “viejas medicinas para soñar”  como lo es él
pudieron con este defecto. Quizás porque era yo quién debía empezar por amarme para que luego
otro pudiera hacer lo mismo conmigo, callando esas voces, venciendo a esos fantasmas que
abrillantan mis pupilas…
Perdón mi amor, hoy estarás saturando un pañuelo, pero sólo le pido a la vida que no me duela.
 
 
14/07/12: “Vivir sólo cuesta vida…”
Nunca como sucede hoy, he experimentado tantas sensaciones paralelas dentro de mí. Sí, todas
juntas, una superponiéndosele a la otra, sin darme alivio alguno. Mi corazón late tan fuerte que
puedo asegurar que en cuanto me descuide se sale de mí, escapando, como yo lo haría en su lugar
(Sin reproches). Y el aire… En momentos como éste es cuando se lo valora, cuando falta. No estoy
segura si aún respiro, o si minuto antes dejé de hacerlo.
“Vivir sólo cuesta vida” dice en la piel que envuelve mis costillas (Que nunca estuvieron tan a la
vista como en este último mes), y si hay algo que me faltó para seguir viviendo fue vida.
Hoy me pregunto, por última vez (Lo prometo) si llegué a formar parte de la “vida” de alguien, así
como todas aquellas personas que en mi relato fui nombrando, integraron mía y sobre todo, se
ocuparon de esta última página.
Nunca voy a olvidar el día en que ingresé a este infierno, a estas cuatro paredes entre las cuales
me las pasé buscando de qué manera huir.
  Hoy, tengo 16 años. Mañana es 15 de julio, y voy a fallarle a Fernando, como lo habré hecho con
mi compañera de habitación, con sus amigas, con mi familia, con mis autoridades… Pero quiero
que todos ellos, y quién algún día pueda leer mi cuaderno, sepa que al fin me siento paz y encontré
lo que todos me decían que era la felicidad… porque por fin entiendo que  la buena felicidad es la
que no se nota, y que la derrota también tiene su sabor (Un tanto ácido, pero aquellos que
pudieron conocerme saben cuánto disfruto de la acidez *risas*).
Decidí bajarme de este tren, y del vagón que me tocó en el reparto, ponerle freno a este auto de
tres ruedas. Decidí también, dejar de probar la suerte, tirando en este juego, condados redondos
que tuercen mi chance.
Perdón Ema, querida compañera, por haber sido tan desprolija, tan apasionada, tan confiable, tan
fiel, tan incondicional, tan especial, tan dedicada… tan ausente, tan insuficiente.
Gracias Fernando por haberme enseñado del amor, de dejarlo todo por quién aún lo merece (No es
la primera vez que te lo digo, quizás si sea la última… Siempre, esté donde esté, estés donde estés,
vas a ser mi más hermosa excepción), por haberme marcado el alma que hoy sólo a ti te pertenece
en el recuerdo. Prométeme flores de mis preferidas y que nunca se irá de tu memoria  “Y mientras
tanto el sol se muere….”, porque la vida es muy corta, mi amor, y no voy a buscar más consuelos
tontos, y si pasa algo malo, búscame en la oscuridad, en el silencio, en la soledad, que allí
solamente vos sabrás la manera de encontrarme.
Hasta hoy jamás había encontrado el momento para decírtelo, pero te amo. Sí, te amo. Nunca
antes experimenté algo así, y con todos los motivos que me diste, alzo por última vez mi ronca voz
para decir que te amo.
Julia.
 
No puedo creer que la cama de al lado este completamente vacía, tan vacía como estaba el alma
de Julia, como lo estoy yo ahora… Sólo puedo encontrarla por las noches, sentada en el baño de
nuestra habitación, donde aún la escucho cantar“…si Dios no me quiere en tu eternidad. Sueño con
que duermo, no lleno mi tumba aún, y un poquito tarde ésta vez se va a hacer…", aquel tema que
le pidió a Fernando que nunca olvidara.
 
Nunca más volvió, juro que no…Pensó que así estaría mejor: Sólo ella y su luz… 

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