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Derecho Civil lll

Nombre: Liliana Carina Guerrero 2019-3263.


Fecha de entrega: Viernes, 2 de Abril de 2021.

Es importante iniciar con un breve concepto respecto a que son los cuasicontratos,
jurídicamente, se entiende como los hechos voluntarios no convencionales, lícitos que
generan obligaciones. El cuasicontrato se diferencia de los contratos en el elemento
voluntario que debe concurrir en el contrato, ósea, en el cuasicontrato no interviene un
acuerdo de voluntades entre los contratantes.

El cuasicontrato se diferencia también de los delitos en el elemento de licitud. Cuando


el hecho genera una obligación y el hecho propiamente tal es lícito estamos en presencia
de un cuasicontrato, cuando el hecho que genera una obligación es ilícito estamos en
presencia de un delito civil.

Por otra parte, nuestro Código Civil en su artículo 1731 lo define de la siguiente
manera: “Los cuasicontratos son los hechos puramente voluntarios del hombre, de los
cuales resulta un compromiso cualquiera respecto a un tercero, y algunas veces un
compromiso recíproco por ambas partes.”

Partiendo de aquí podemos ver que la ratio decidendi de este cuasicontrato, es lo


siguiente:

Fue resuelto por la sentencia civil núm. 2, de fecha 14 de enero de 2002, dictada por la
Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación del Departamento Judicial de La
Vega, cuyo dispositivo copiado textualmente es el siguiente:

“PRIMERO: Declara regular y válido el recurso de apelación interpuesto por R.R.J. Y


ANTONIO REYES MOLINA, en contra de la sentencia civil No. 74, de fecha 31 de
agosto del año 2001, dictada por el Juzgado de Primera Instancia del Distrito Judicial
de Constanza;

SEGUNDO: En cuanto al fondo, rechaza el recurso de apelación contra la referida


sentencia por improcedente y mal fundada, y como consecuencia se confirma en todas
sus partes la sentencia civil No. 74, de fecha 31 de Agosto del año 2001, dictada por el
Juzgado de Primera Instancia del Distrito Judicial de Constanza;

TERCERO: Condena a las partes recurrentes al pago de las costas del proceso y
ordena su distracción a favor y provecho de los abogados; D.J.I.D.L. y LICDOS.
C.E.C.O. y MIGUEL COLLADO MARTE, quienes afirman haberlas avanzando en su
totalidad";
Considerando, que la parte recurrente propone contra la sentencia impugnada, los
siguientes medios de casación: “Primer Medio: Falta de base legal. Violación al
derecho de defensa. Violación al inciso 2, letra J, del artículo 8 de la Constitución de la
República y desnaturalización de los hechos; Segundo Medio: Violación del artículo
555 y siguiente y errónea interpretación de la ley”

Considerando, que la parte recurrente en su primer medio de casación, propone, en


síntesis, que la corte entendió erróneamente que el terreno de que se trata estaba
registrado desde el año 1949 a nombre del señor D.C. y que los recurrentes ocuparon
con conocimiento de que era ajeno, lo que no es cierto, ya que los documentos
aportados a la corte por los recurrentes y que no fueron tomados en cuenta por dicha
alzada prueban lo contrario.

Por lo cual, el Ratio decidendi de esta sentencia considera que la sentencia tiene falta
de base legal, violación al derecho de defensa, violación al inciso 2, letra J, del
artículo 8 de la Constitución de la República y desnaturalización de los hechos,
también se encuentra la violación del artículo 555 y siguiente y errónea interpretación
de la ley, incluso por improcedente y mal fundada.

El tribunal rechaza el recurso de casación interpuesto por R.R.J. y M.A.R.M., contra la


sentencia civil núm. 2, dictada por la Cámara Civil y Comercial de la Corte de
Apelación del Departamento Judicial de La Vega, el 14 de enero de 2002, cuyo
dispositivo se copia en parte anterior del presente fallo; Fecha: 29 de marzo de 2017
Condena a los recurrentes, R.R.J. y M.A.R.M., al pago de las costas del procedimiento
y ordena su distracción a favor de los Sres. J.Y.D.L. y M.C.M. y el Lic. C.E.C.O.,
abogados de la parte recurrida, quienes afirman haberlas avanzado en su totalidad. Así
ha sido hecho y juzgado por la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia,
como Corte de Casación, y la sentencia pronunciada por la misma en la ciudad de
Santo Domingo de G., en su audiencia.

Como ya sabemos, la ratio decidendi son los argumentos fundamentales para decidir
sobre las pretensiones del litigio. Ya que sin este, la sentencia quedaría huérfana de la
motivación exigible por la tutela judicial efectiva. Es decir, razón para decidir o razón
suficiente.

A mi manera de ver, considero que el tribunal tomó la decisión correcta respeto a este
caso, ya que como bien podemos observar arriba en el texto la sentencia es referida
como mal fundada e improcedente, es decir que carece de fundamento real o racional,
por el hecho de que los los señores R.R.J. y M.A.R.M., realizaron una demanda sobre
enriquecimiento sin causa contra la señora Á.M.P., siendo está en realidad la legítima
propietaria de la parcela en la cual tuvo que acudir al auxilio de la fuerza pública para
desalojar al señor R.R. de la parcela núm. 221, del Distrito Catastral 2, del Municipio de
Constanza, ya que en virtud del certificado de título núm. 94-225, expedido por el
Registrador de Títulos del Departamento de La Vega, en fecha 3 de mayo del año 1994,
como expresé anteriormente la señora Á.M.P., es la legítima propietaria.
En líneas generales, de acuerdo a los elementos más importantes que pude observar en
la sentencia, se encuentran las siguientes:

 La falla que la corte a qua, llevo a cabo y las motivaciones del mismo que ellos
entendieron como; que el principio que rige el enriquecimiento sin causa se
fundamenta en la idea basada en la equidad; “Nadie puede enriquecerse a
expensas de otro sin causa legítima, un patrimonio resulta acrecentado sin
derecho a expensa de una persona”. Que de acuerdo a la doctrina y la
jurisprudencia, para que el enriquecimiento sin causa exista, es necesario que se
den las siguientes condiciones: a) Que haya empobrecimiento y un
enriquecimiento correlativo; b) que el empobrecimiento sufrido por el
empobrecido no haya sido la consecuencia de un interés personal; c) que el
enriquecimiento carezca de una causa jurídica, o sea, que dicho enriquecimiento
sea injusto, ilegítimo, sin justa causa.

 Que por otro orden, es oportuno significar que en el caso de la especie, la


reclamación que se pretende invocar descansa sobre un terreno que desde el año
1949, fue registrado a nombre de D.C. y desde que se expidió el primer decreto
registro, por el sistema de publicidad que reviste este registro el cual tiene un
efecto erga omnes, jurídicamente el recurrente no puede alegar desconocimiento
de este registro, por consiguiente desde el punto de vista de la ley, los
recurrentes ocuparon el terreno consientes de su condición de no propietario y
por tanto su condición de tercero.

 Que en lo referente a la irregularidad alegada por el recurrente relativa a la


obtención del certificado de título expedido a nombre de la recurrida y el cual
fue el título ejecutorio que le sirvió de fundamento para que se llevara a efecto el
desalojo realizado en contra de los hoy recurrentes y que ha sido el origen de
este proceso, es oportuno señalar que el referido título ejecutorio resulta ser
inatacable en esta jurisdicción civil, es decir, el mismo goza de una presunción
de regularidad y su irregularidad solo puede ser conocida atendiendo a las reglas
de competencia por la Jurisdicción de Tierras.

 Se ha permitido a la Suprema Corte de Justicia, como Corte de Casación, para


verificar que en la especie se ha hecho una correcta aplicación de la ley; que, por
lo tanto, la sentencia impugnada no adolece de los vicios denunciados por el
recurrente, por lo que procede desestimar los medios de casación propuestos, y
con ello el recurso de que se trata.

 Y por último, de acuerdo a nuestro Código Civil en su artículo 546 según el cual
expresa lo siguiente: “la propiedad de una cosa mueble o inmueble, da derecho
sobre todo lo que produce y sobre lo que se entrega accesoriamente, sea natural
o artificialmente este derecho de denominará de accesión”. Es decir que la
propietaria Á.M.P. al momento de comprar el inmueble tiene derecho sobre todo
aquello que se produzca y tenga el inmueble, lo que lleva a relucir que la
demanda dispuesta por los recurrentes carece de fundamento y por lo cual debe
ser desestimado.

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