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El documento compara las pinturas de Joaquín Sorolla con las del romanticismo. Mientras que las pinturas románticas pretendían romper con la realidad y permitían mayor libertad creativa, las de Sorolla se enfocan en plasmar los sujetos y entornos con fidelidad y detalle. Sorolla también se aparta de los temas lúgubres y exóticos del romanticismo para retratar lo cotidiano, y lo hace de forma objetiva más que subjetiva.
Descripción original:
Análisis de algunas pinturas de Joaquín Sorolla Bastida.
Título original
Helena Judith López Alcaraz - Ejercicio Pintura Sorolla
El documento compara las pinturas de Joaquín Sorolla con las del romanticismo. Mientras que las pinturas románticas pretendían romper con la realidad y permitían mayor libertad creativa, las de Sorolla se enfocan en plasmar los sujetos y entornos con fidelidad y detalle. Sorolla también se aparta de los temas lúgubres y exóticos del romanticismo para retratar lo cotidiano, y lo hace de forma objetiva más que subjetiva.
El documento compara las pinturas de Joaquín Sorolla con las del romanticismo. Mientras que las pinturas románticas pretendían romper con la realidad y permitían mayor libertad creativa, las de Sorolla se enfocan en plasmar los sujetos y entornos con fidelidad y detalle. Sorolla también se aparta de los temas lúgubres y exóticos del romanticismo para retratar lo cotidiano, y lo hace de forma objetiva más que subjetiva.
Analiza: tema, colores, distribución de los objetos y de las figuras humanas. Aventura una interpretación y escribe tus conclusiones al lado del cuadro. Agrega una última diapositiva en la que hagas un contraste entre las pinturas de Sorolla y aquellas del romanticismo, vistas en clase. Extensión: un párrafo (Times New Roman, no.14). El sujeto, retratado en primer plano, mira directamente al espectador. Su semblante, serio y con el entrecejo fruncido, puede hablar tanto del estado de ánimo como del temperamento o carácter del personaje. El fondo, trazado sin mucho detalle, sino más bien con pinceladas rápidas, remite a un entorno rústico. En cuanto a los colores, hay una combinación entre tonos cálidos y fríos. La luz no es intensa. El cuadro plasma la miseria social y económica de los pescadores. Esto se deduce no sólo por sus atuendos, sino por el entorno, ya que se encuentran en un barco. Resulta llamativo el realismo con el que están retratadas las posturas corporales y las acciones de los sujetos. Los colores, en general, son cálidos, pero resalta que no son vivos. Tal parece que quisieran transmitir y resaltar, por medio de una decadencia cromática, lo deprimente de la vida del gremio y también, lo trágico de la escena: el sujeto que está tendido, o ha sufrido un accidente o se encuentra muy enfermo y quizá ha perdido el conocimiento, y su compañero de faena, que es el que tiene más edad de los tres, está tratando de reanimarlo. Resulta llamativo la vivacidad de los colores de la pintura, que contrasta con el carácter aciago y fatídico de la escena que plantea el título. A pesar de dicho infortunio, que se contempla en los rostros de las mujeres, nadie podría suponer que están en esa situación; por el contrario, tal pareciera que sólo van de viaje en un tren, y se encuentran cansadas por el trayecto. Las tonalidades, que son cálidas, contribuyen a acercar emocionalmente al espectador y a sentir compasión por las personas retratadas. El sujeto, retratado en plano medio, tiene una posición corporal bastante cómoda y desenfadada. Su mirada, dirigida al frente, fortalece el aire meditabundo de su semblante. Los colores son cálidos y evocan antigüedad. El café, color bastante común en la vida cotidiana, indica un entorno sencillo pero confortable. El atuendo del personaje tampoco es muy ostentoso, aunque tampoco pobre. Esto último contrasta con el elemento de la parte superior, el marco dorado de un cuadro. No logro distinguir completamente qué es lo que sostiene en la mano diestra; al parecer es un cigarro, por lo que el autor introduce un elemento costumbrista particular del personaje, así como el periódico que está en el bolsillo de su saco. La escritora se encuentra retratada hacia el lado izquierdo de la composición. Resalta mucho la presencia de luz, tanto en el fondo de la escena como en el gesto serio pero afable de la autora, así como el contraste que establece el color negro de su atuendo. Al ver el retrato no pude evitar recordar las cartas que incluye al final de su obra ensayística sobre los movimientos literarios de su época, en las que manifiesta su talante irónico pero no por ello menos educado. Y creo que Sorolla plasma esa combinación de cualidades en su rostro. El sujeto no sólo mira al frente, directo al espectador, sino que a diferencia de los otros tres retratos de esta presentación, se encuentra justo al centro del encuadre. Los colores, nuevamente, son cálidos, aunque se percibe menos luz debido a los tonos oscuros empleados tanto en el fondo como en la ropa, la barba y el bigote del sujeto. El fondo, sobre el que se observan trazos manuscritos, sugiere la idea de que el personaje retratado es un escritor. A diferencia de las obras pictóricas del romanticismo, que pretendían romper con la idea de retratar fielmente la realidad y permitían al artista una mayor libertad técnica y creativa, lo cual podía derivar, por ejemplo, en pinceladas más libres, en el olvido de las formas y en composiciones más dinámicas, las pinturas de Sorolla revelan no sólo el empeño por plasmar a los sujetos y su entorno con mayor fidelidad y atención al detalle, sino un completo cuidado de las técnicas pictóricas. Tampoco hay movimiento, caos, confusión: todo está quieto, en calma. Y al mismo tiempo, no se trata de resaltar ningún componente del cuadro en particular, sino de conceder la misma importancia a todos y cada uno de ellos. En cuanto a los temas, al contrario de algunas pinturas románticas que vimos, Sorolla no busca lo lúgubre, lo sombrío, y menos lo exótico, sino únicamente lo cotidiano, las costumbres, la fisonomía de las personas tal como es; y de igual manera, todo ello ha de ser mostrado con una combinación de minuciosidad y sobriedad. Ya no hay que representar la fuerza incontrarrestable y poderosa de la naturaleza y sus elementos, sino el entorno en el que la gente se desenvuelve o bien, los problemas sociales a los que se enfrenta, pero sin incidir personalmente en la escena. Se trata sólo de describir, de expresar la realidad y presentarla sin adornos ni retoques. De esta forma, Sorolla se aparta claramente de las pinturas románticas en el aspecto de su postura ante lo representado: los románticos primaban la subjetividad, pero él, como autor realista, busca la objetividad en lo que traza con su pincel.