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Ejercicio descriptivo

Observa con atención cada uno de los cuadros.


Analiza: tema, colores, distribución de los objetos
y de las figuras humanas. Aventura una
interpretación y escribe tus conclusiones al lado
del cuadro.
Agrega una última diapositiva en la que hagas un
contraste entre las pinturas de Sorolla y aquellas
del romanticismo, vistas en clase.
Extensión: un párrafo (Times New Roman, no.14).
El sujeto, retratado en primer plano, mira directamente al
espectador. Su semblante, serio y con el entrecejo fruncido,
puede hablar tanto del estado de ánimo como del
temperamento o carácter del personaje.
El fondo, trazado sin mucho detalle, sino más bien con
pinceladas rápidas, remite a un entorno rústico.
En cuanto a los colores, hay una combinación entre tonos
cálidos y fríos. La luz no es intensa.
El cuadro plasma la miseria social y económica de los pescadores.
Esto se deduce no sólo por sus atuendos, sino por el entorno, ya que se
encuentran en un barco. Resulta llamativo el realismo con el que están
retratadas las posturas corporales y las acciones de los sujetos.
Los colores, en general, son cálidos, pero resalta que no son vivos. Tal
parece que quisieran transmitir y resaltar, por medio de una decadencia
cromática, lo deprimente de la vida del gremio y también, lo trágico de
la escena: el sujeto que está tendido, o ha sufrido un accidente o se
encuentra muy enfermo y quizá ha perdido el conocimiento, y su
compañero de faena, que es el que tiene más edad de los tres, está
tratando de reanimarlo.
Resulta llamativo la vivacidad de los colores de la pintura, que
contrasta con el carácter aciago y fatídico de la escena que plantea el
título. A pesar de dicho infortunio, que se contempla en los rostros de
las mujeres, nadie podría suponer que están en esa situación; por el
contrario, tal pareciera que sólo van de viaje en un tren, y se
encuentran cansadas por el trayecto.
Las tonalidades, que son cálidas, contribuyen a acercar
emocionalmente al espectador y a sentir compasión por las personas
retratadas.
El sujeto, retratado en plano medio, tiene una posición corporal
bastante cómoda y desenfadada. Su mirada, dirigida al frente, fortalece
el aire meditabundo de su semblante.
Los colores son cálidos y evocan antigüedad. El café, color bastante
común en la vida cotidiana, indica un entorno sencillo pero
confortable. El atuendo del personaje tampoco es muy ostentoso,
aunque tampoco pobre. Esto último contrasta con el elemento de la
parte superior, el marco dorado de un cuadro. No logro distinguir
completamente qué es lo que sostiene en la mano diestra; al parecer es
un cigarro, por lo que el autor introduce un elemento costumbrista
particular del personaje, así como el periódico que está en el bolsillo
de su saco.
La escritora se encuentra retratada hacia el lado izquierdo de
la composición.
Resalta mucho la presencia de luz, tanto en el fondo de la
escena como en el gesto serio pero afable de la autora, así
como el contraste que establece el color negro de su atuendo.
Al ver el retrato no pude evitar recordar las cartas que incluye
al final de su obra ensayística sobre los movimientos literarios
de su época, en las que manifiesta su talante irónico pero no
por ello menos educado. Y creo que Sorolla plasma esa
combinación de cualidades en su rostro.
El sujeto no sólo mira al frente, directo al espectador, sino que a
diferencia de los otros tres retratos de esta presentación, se encuentra
justo al centro del encuadre. Los colores, nuevamente, son cálidos,
aunque se percibe menos luz debido a los tonos oscuros empleados
tanto en el fondo como en la ropa, la barba y el bigote del sujeto.
El fondo, sobre el que se observan trazos manuscritos, sugiere la idea
de que el personaje retratado es un escritor.
A diferencia de las obras pictóricas del romanticismo, que pretendían romper con la idea de retratar fielmente la realidad y
permitían al artista una mayor libertad técnica y creativa, lo cual podía derivar, por ejemplo, en pinceladas más libres, en el
olvido de las formas y en composiciones más dinámicas, las pinturas de Sorolla revelan no sólo el empeño por plasmar a
los sujetos y su entorno con mayor fidelidad y atención al detalle, sino un completo cuidado de las técnicas pictóricas.
Tampoco hay movimiento, caos, confusión: todo está quieto, en calma. Y al mismo tiempo, no se trata de resaltar ningún
componente del cuadro en particular, sino de conceder la misma importancia a todos y cada uno de ellos.
En cuanto a los temas, al contrario de algunas pinturas románticas que vimos, Sorolla no busca lo lúgubre, lo sombrío, y
menos lo exótico, sino únicamente lo cotidiano, las costumbres, la fisonomía de las personas tal como es; y de igual
manera, todo ello ha de ser mostrado con una combinación de minuciosidad y sobriedad. Ya no hay que representar la
fuerza incontrarrestable y poderosa de la naturaleza y sus elementos, sino el entorno en el que la gente se desenvuelve o
bien, los problemas sociales a los que se enfrenta, pero sin incidir personalmente en la escena. Se trata sólo de describir, de
expresar la realidad y presentarla sin adornos ni retoques. De esta forma, Sorolla se aparta claramente de las pinturas
románticas en el aspecto de su postura ante lo representado: los románticos primaban la subjetividad, pero él, como autor
realista, busca la objetividad en lo que traza con su pincel.

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